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ILA = IL. AGRAFIA JURIDICA. 4a El abismo entre norma y realidad L a excelencia normativa es un concepto engarioso. Algunos en- tienden, a mi juicio correctamente, que la buena norma es la que acerca al ciudadano al comportamiento ae deseable y lo aleja de sus transgresiones. Pero otros creen que la excelsitud se alcanza cuando se norma un modelo moral intachable, incuestiona- ble, y que las consideraciones sobre su cumplimiento o violacion no le corresponden al jurista 0 al legislador sino al poder ejecutivo y al judicial. Esta tltima es la concepcién que parece haber dominado en Ja tradicion juridica mexicana: disenar el deber ser pensando en aquella sociedad de angeles 0 de dioses rousseauniana y después poner el ser a perseguirlo, esperando que en el futuro la distancia se acorte. Para muestra va el primer boton. En la Independencia, cuando la euforia liberal llevo a pensar que la eliminacién de los fueros y la instauracién de la igualdad de todos ante la ley acabaria con los problemas de las castas y su inherente discriminacién, se cometié el error de clausurar escutelas y hospitales para indios y con ello se cerraron los pocos espacios que les permitian una minima movilidad social. Tanto José Joaquin Fernandez de Lizardi como Juan Rodriguez Puebla se mofaron con ironfa de esa mentalidad, proclamando la transformacién stibita de los indigenas en abstrac- tos e indiscriminables ciudadanos mexicanos. Es el determinismo constitucional del que hablaba don MEXICANIDAD ¥ ESQUIZOFRENIA Jestis Reyes Heroles. Si se inscribia un derecho en la Constituc se podian cerrar los ojos y considerar que estaba juridicamente satisfecho, aunque en realidad fueran solo algunos juristas y le- gisladores quienes estuvieran satisfechos. El argumento era pa cialmente correcto: la norma tiene un valor inherente que no hay que desdejar y sin ella no podfa aspirarse a moldcar Ia realidad, y por eso entre ambas media un espacio paradigmatico. Lo, malo es que se afiadia la suposicin de que las consideraciones sobre su cumplimiento no era problema de los hacedores del de jure. Su responsabilidad era gestarlo; volverlo viable, de facto, era trabajo de politicos y jueces. Pero unos y otros justificaban el incumplimiento de muchas disposiciones legales aduciendo que se las habian pues- to muy dificiles, practicamente inalcanzables. Y aunque durante mucho tiempo, en el régimen posrevolucionario y de hecho desde al siglo x1x, los juristas, los legisladores, los politicos ya veces hasta los jueces fucron los mismos hombres, las personalidades se escin- dian y se echaban la culpa unos a otros. No fueron muchos los juristas y legisladores en México ajenos a ese determinismo. Dejaron un legado admirable, como los pocos buenos politicos gracias a los cuales nuestro pais logr6 esporadicos pero importantes avances a partir del siglo antep: do, Pero la linea de continuidad de entonces a ahora ha sido esa mania nuestra de crear normas muy alejadas de la realidad. Una de sus peores consecuencias ha sido la prevalencia de leyes inflexi- bles que se aplican flexiblemente, en vez de leyes flexibles que se apliquen inflexiblemente. Otra de ellas fue la creacion de normas que, ademas de irreales, resultaron harto complejas. En esto influ- y6 también la corrupci6n y el natural instinto de supervivencia de todo gremio. Porque es obvio que mientras més alambicadas son las leyes mas necesarios son los servicios de abogados, contadores y demas hermeneutas, y mas facil es para policias, ministerios pt- blicos y jueces, asi como aduanales, inspectores y otros burécratas, encontrar al ciudadano en falta y pedirle algo a cambio de salvarlo 46 AAaeTtnrtteremmmeren mM HAHAH HHH i dos dimensiones del modus operandi de la corrupcién mexicana: en la Constitucién hay disposiciones que son practicamente inaplicables, y en las leyes secundarias y en los reglamentos existen una gran cantidad de requisitos que hace su- mamente dificil que el ciudadano o el usuario los cumpla. Ambas circunstancias contribuyen a distanciar la norma de la realidad y ambas propician que el vacio se Ilene con reglas no escritas. Permitaseme exponer un conspicuo ejemplo del primer caso. Antes de la reforma realizada en 1992 era virtualmente im- posible aplicar los articulos 3 y 130 constitucionales. La prohil cidn de las manifestaciones de culto externo era violada frecuente y multitudinariamente por muchisimos mexicanos, desde las de- cenas que participan en pequeiias peregrinaciones a los santos de sus pueblos hasta los millones que marchan el 12 de diciembre a la Basilica de Guadalupe. Lejos de impedirlo, las autoridades escoltaban y protegfan a esos violadores de la Carta Magna, como solapaban a cientos de curas que andaban en la calle en traje talar, algunos de los cuales incluso votaban en las elecciones. Y qué de- cir de las escuelas religiosas o confesionales. Habia cientos de ellas y los enviados de la Secretaria de Educacién Piiblica no acertaban asancionarlas porque, al llegar a hacer su inspeccion, el cuadro de la Virgen era volteado, aparecia en su reverso un retrato de Juarez y la materia de Religion se convertia en “Moral”. Y lo més sinto- matico: los hijos del secretario de Educacién en turno y los del mismisimo presidente de la Republica eran usualmente alumnos de esos colegios que violaban la Constitucion. Hay alguien que no se dé cuenta del daiio que semejante simulacién hace a una sociedad? ¢Escapa a la inteligencia de algtin mexicano lo dafiino que resulta vivir en una constante y ostensible ilegalidad en la que participan todos, empezando por las mas altas autoridades? 2Es o no esquizofrénica esa actitud de exaltar el Es- tado de derecho y violarlo flagrante y cotidianamente? Pues bien, nuestra norma y nuestra realidad fueron durante décadas lineas MExICANIDAD ¥ BSQUIZOFRENIA paralelas de imposible intersecci6n, y casi nadie se preocupé por ello hasta que a un presidente le convino hacerlo a cambio de la legitimaci6n y el apoyo de la Iglesia catslica. Pero gpor qué habria de molestarnos vivir asf? No hemos vivido situaciones similares desde el “obedezco pero no cumplo” de la Nueva Espaita? :No estamos acostumbrados a esa dualidad? La historia-mexicana est marcada por los enfrentamientos de insurgentes, liberales y revolucionarios contra la Iglesia. Antes de Ja Independencia, durante la Reforma y después de la Revolucién se dan episodios sangrientos que son el resultado de la virulenta oposicin de una jerarquia eclesidstica reaccionaria a los cambios impulsados en esos capitulos histéricos. Obviamente, la mas céle- bre es la guerra de Reforma, pero la Cristiada no se queda atras en términos de precedentes jacobinos. La Constitucién de 1917, que formalmente es el resultado de enmiendas a la de 1857, tuvo en consecuencia un explicable sesgo anticlerical. En su afan por asegu- rar un Estado laico implanté una serie de disposiciones, muchas de ellas tan ineficaces como draconianas, que pretendian impedir que los jerarcas de la Iglesia se inmiscuyeran en politica y, particularmen- te, que influyeran en la formacién educativa de los nitios y adoles- centes de Mexico. Huelga aclarar que el problema no era el fin sino los medios. En un siglo convulso como nuestro x1x, desgarrador en mds de un sentido, el triunfo del laicismo estatal sobre un clero re- tardatario fue uno de los pocos factores de progreso de la sociedad mexicana. Pero en la recta finisecular del xx, conservar esas prohibi- ciones era perpetuar una cultura de hipocresia e ilegalidad. Hay un caso emblematico que alumbra el fondo del proble- ma. En 1931, en el voto particular que Ezequiel Chavez formula en respuesta a la consulta realizada por el entonces secretario de Educacién Narciso Bassols, el pionero de los estudios de la mexi- canidad hizo una apasionada defensa de su catolicismo y una c tica frontal al jacobinismo educativo. Partiendo de la definicién de laicismo dé Justo Sierra, Chavez equiparé ensefianza laica con 48 At CHETAN at lee ensefianza neutral, es decir, una educacién que respetara todas las cveencias y que no lastimara a quienes profesasen cualquiera de ellas. Se quejé de lo que él consideraba un sesgo antirreligioso de los maestros de las escuelas secundarias y fue mas alla al citar los ejemplos de Francia, Inglaterra, Alemania y Suiza y apoyarse entre otros en Max Scheler y Benedetto Croce para pedir que se recono- ciera “el inmenso valor social de Ia inspiracién religio Mas alld de lo que Ezequiel Chavez pedia, la existencia de una legislacién cercana a la realidad no era la prioridad en el go- bierno de Abelardo Rodriguez. El presidente sabia que el Estado seria crecientemente incapaz de cubrir la demanda educativa y que semejante regulacién anticlerical era ineficaz e innecesaria para un pueblo mayoritariamente catélico y crecientemente secu- lar, pero no estaba dispuesto a modificarla. Los discursos oficiales se conformaban con hacer frecuente alusién a la necesidad in- cuestionable de combatir el fanatismo religioso mientras soslaya- ban los instrumentos de ese combate. Ahora bien, la postura de Bassols como secretario de Educaci6n fue atin mas ilustrativa. Don Narciso asumié como su principal misién la aplicacién del tercero constitucional y la instauracién de la “laicidad absoluta”, tanto en la educacién piiblica como en la privada. Si bien reconocié que se trataba de un precepto que no se cumplia, ni siquiera en las escue- las primarias, expres6 su determinacién de hacerlo valer en una inteligente y apasionada defensa del laicismo educativo escrita a manera de prlogo de la Memoria de su Secretaria en 1932. Pero en unas declaraciones hechas casi simultaneamente reconocié que habfa dos posibles acciones contra el articulo en cuestion: los intentos de derogarlo o el fingimiento de aceptarlo sin aplicarlo en la realidad. El blandié contra ambos no el imperio de la ley sino la advertencia de que el gobierno “no se hara soli- dario” con ninguna de esas argucias. De hecho, unos meses antes, en diciembre de 1931, habia advertido que no intentaria clausu- rar los establecimientos privados religiosos sino solamente negar 49 MEXICANIDAD Y ESQUIZOFRENIA el reconocimiento de validez del Estado. En 1 renuncié a su cargo. En pocas palabras, el febril compromiso de Narciso Bassols con la laicidad educativa lo hizo perseverar en una norma que era tumultuariamente violada y ya desde entonces inaplicable, pero su realismo lo Hevé a admitir, primero sutilmente y después con su dimisi6n, la imposibilidad del cumplimiento de la Constitucin. De ahf en adelante, muy pocos de sus sucesores y de los-funcio- narios encargados de la tarea educativa perturbaron la costumbre de hacerse de la vista gorda con respecto a la educacidn particular de caracter religioso. Mas atin, la creacién de nuevas instituciones educativas privadas, detenida en el cardenismo por el proyecto de educacién socialista, se reanuds en el sexenio de Manuel Avila Camacho. Tal es el origen de dos articulos constitucionales que eran incumplibles porque no sc hicieron para ser cumplidos. Y sin embargo, cuando ya en 1992 se present6 en la LV Legislatura al Congreso de la Uni6n la iniciativa para modificarlos, un grupo de legisladores del entonces partido en el poder y algunos de la oposi- cién estuvieron en vehemente desacuerdo con ella. La propuesta, que como diputado defendf en tribuna, era justamente acercar la norma a la realidad, y no representaba mas que una concesién simbélica a la Iglesia. El argumento que en su contra esgrimian recurrentemente sus detractores era que la enmienda haria que se perdiera un instrumento de disuasion y mandaria una seiial de debilidad del Estado. Es decir, no negaban que se trataba de prohi- biciones que no se aplicaban sino que afirmaban que esas prohibi- ciones podrian aplicarse en una situacion limite, y que eliminarlas era dar ventaja al clero. Tampoco se oponian a que los particulares impartieran educacién religiosa. Simplemente, su fe laica obnubi laba su habitual lucidez y les impedia ver los efectos corrosivos de la violaci6n consistente de la Constitucién por parte de sacerdotes y peregrinos, de drdenes religiosas y escuelas, y desde luego de las autoridades que lo permitian. TOA AAA APART AT AT TT AAT TAT AT AT AORAFTA JURIDICA Esa discusién cjemplifica claramente la ambivalencia de narres, Ademés de postures inerciales que se resistian a romper con wna tradicién, hubo un desprecio por la creacién de una nor ma que serfa cercana a la realidad, efectiva y cumplible y, lo mas importante, que sustituirfa la vieja espada de Damocles por una mas funcional: el otorgamiento de personalidad juridica a las or- ganizaciones denominadas iglesias —que antes eran entelequias legales— abriria la posibilidad de cobrarles impuestos. La famosa leyenda dice que el tirano de Siracusa celebraba sus comilonas y francachelas con un arma blanca que pendia de un cabello sobre su cabeza, como un recordatorio de la fragilidad de su poder fren- te a una rebelién popular; los antiguos articulos 3 y 130 eran una navaja colgada de una cadena que nunca se iba a romper, mientras que los nuevos son un instrumento realista y funcional de control a las actividades de los ministros de culto y de su jerarquia. La fun- cionalidad de esa reforma no ha sido aquilatada por sus criticos porque ha pesado més su deseo de conservar el simbolismo de la laicidad que el propésito de construir un laicismo eficaz. Hasta aqui el ejemplo de la inaplicabilidad. Ahora permi- taseme ilustrar el segundo caso, el de leyes y reglamentos laberin- ticos y farragosos. Para realizar la mayoria de los tramites ante las autoridades gubernamentales se exigen demasiados requisitos. La raz6n formal de estas trabas —que a fin de cuentas no son mas que eso— es un falso blindaje en contra de las artimanias del ciudadano para burlar al Estado. Se trata de multiples candados que supuestamente impiden abrir la puerta de la anomalia, la que lleva al espacio del descontrol o de la irregularidad. El mexicano es muy tramposo, se argumenta desde el poder, y para garantizar que cumpla con la normatividad es menester pedirle muchos do- cumentos oficiales, de modo que siempre haya al menos alguno que no pueda falsificar u obtener con sus mafias y malas artes, El problema es que quien fija las reglas suele padecer la misma mexi- Janidad que el que las aplica y ef que las ha de cumplir, y por eso MEXICANIDAD ¥ ESQUIZOFRENIA idea procedimientos en tal modo abigarrados que incentiven un entendimiento metalegal entre estos dos tiltimos. El factor inercial, dicho sea de paso, no debe soslayarse. La tradicién burocratica espafiola ha sido perfeccionada en este pais, y de ella ha nacido la falacia de que la violacién de normas com- plejas s6lo puede ser neutralizada haciéndolas atin mas complejas. No importa que séa precisamente eso lo que alienta la creacién de normatividad tacita, ésa si funcional, para evadirla. No se entiende, © mejor dicho no se quiere entender que la complejidad es amiga de la corrupcién y que su verdadera enemiga es la sencillez, La sim- plicidad no ha adquirido carta de ciudadania en nuestro México barroco. Lo nuestro es la eficacia, ese lograr lo que queremos sin considerar costos, y no la eficiencia y su afan de hacer mas con me- nos. Nada abona mas a que sintamos nuestra “seguridad juridica” a plenitud como regresar a casa después de horas y horas de filas y tramites inacabables con muchos papeles membretados en mano, todos con firmas y sellos bien estampados. Y es que solo después de semejante odisea puede el gobierno confiar en el gobernado y, peor todavia, s6lo asi puede la sociedad confiar en si misma. En este paraiso de portafolios y archiveros, la tranquilidad de un ho- gar crece en la medida en que aumenta la cantidad y la elevacion de los alteros de certificados gubernamentales atesorados. Ahora bien, mientras mas candados haya més aves tiene que haber. Pero las llaves son a menudo inasibles y para eso exis ten las ganztias de las reglas no escritas. Son las que se usan, reli: giosamente, todos los dias. -Y por qué entonces no las escriben y las ponen en lugar de la ley? Porque sin la ley como referente limi- te perderian sentido. Nuestra Constitucién y muchas de nuestras leyes estin en buena medida guardadas en una caja de cristal con un letrero de “rémpase en caso de incendio”: son el castigo que se impone a quien osa rehusarse a cumplir con las reglas no escritas. Y el primero en querer que asi se queden es el que las viola. Y es que el corrupto rechaza la legalidad pero no le interesa cambiarla; IAAT 52 TRA AAT AAT AAT AAA AAT es “HHH HHH [ AGRAFIA JuRIDICA no pretende adecuarla a sus propdsitos sino burlarla. Su intencion es que sts reglamentos permanezcan técitos, porque si bien su inmunidad aumenta ea la medida en que su particularidad se ge- neraliza, sus beneficios disminuyen si desaparece la amenaza de la ley, La niega, la evade, pero la necesita como punto de referencia. Laexistencia de una estructura legal ordinaria le permite sacar un provecho extraordinario: si el orden oficial se pareciera al orden oficioso su subversi6n se abarataria. La corrupcién en México es especialmente grave porque se ha convertido en el aceite que impide el resquebrajamiento del engranaje social. En la praxis es una fuente de simplificacién y fle- xibilizaci6n de un orden juridico rebuscado y rigido, es un medio para contrarrestar los excesos de la burocracia y de expeditar los negocios entre particulares, es un mecanismo que lo mismo sirve al enriquecimiento de una élite expoliadora que a una heterodoxa redistribucién de la riqueza que representa una forma de resisten cia de los oprimidos. Es, en suma, un fenémeno que permea la es- fera politica, el sector privado y el ambito sindical, y que los enlaza en una enmaraiiada red de complicidades. Y lo mas preocupante: es un problema cultural, que se ha arraigado en la mentalidad del mexiJano a fuerza de banalizar su operatividad. Tengo la impresion de que la raiz historica de esa cultura de Ja corrupcién se localiza en la Conquista. Creo que esta aparejada a nuestra crisis de identidad y que tiene que ver con la incertidum- bre de pertenencia que nos dej6 como saldo el choque de civili- zaciones y el establecimiento de las castas y que se arraig6 con la desigualdad sociogtnica que a la fecha persiste: si alguien no sabe quién es, no sabe dénde esta ni qué le pertenece, y si nada es de nadie todo puede ser suyo. Y estoy cierto de que el efecto corrup- tor se ha vuelto epidémico porque ha sido viable, efectivo, barato. Esa es precisamente la gran diferencia entre el primer mundo y el nuestro: alld es mas costoso ser corrupto que aca, y por eso alla la corrupcién esté mas concentrada y es mds esporadica, mientras MEXICANIDAD ¥ ESQUIZOFRENIA que aca esta més esparcida y es més cotidiana. En México es mas facil ser corrupto que ser honesto, y la corrupcion cumple més efi caz y eficientemente que la legalidad ei papel de ordenadora de la sociedad. Y en esas circunstancias, dentro de los limites de la racio- nalidad, esperar que no proliferen los corruptos es apostar al surgi- miento de una sociedad de apéstoles. En términos convencionales el apostolado no ¢s racional. Es venturosamente irracional, pero irracional al fin, y como tal es un comportamiento de minorias. Veamos tin ejemplo que no por trillado es menos valido. En todas las ciudades de México hay reglamentos que dictan lo que deben hacer los automovilistas y los castigos que han de recibir si no lo hacen. Pero paralelamente existen cédigos de reglas no es critas que son los que realmente se aplican, porque son més prac- ticos. Cuando alguien quiere estacionar su coche en la calle no se fija en Los letreros que tienen una “E” cruzada en un circulo, ni el color del cord6n de las banquetas, sino la cubeta que el viene-viene retira para indicarle el lugar disponible. Y en lugares donde impe- ra la inseguridad y la desconfianza, no es extrafio que el duenio del vehiculo le deje su llavero al desconocido guardian informal de la vialidad para que lo lave o lo mueva si estd en doble o triple fila, ni que se retire con la tranquilidad de que nada malo pasar. Sabe que el franclero tiene un arreglo con los patrulleros y los operado- res de las gras y que su propina servird para cubrir ese costo. Y si al salir de ahi el mismo automovilista se pasa un semaforo en rojo y es detenido por un policia, no le pedira que le levante la infrac- Gidn sino que le dard la mordida de rigor. ;Seria razonable esperar que en su decisin pesara mas el compromiso con la probidad que la conveniencia a la que recurre la inmensa mayoria de sus conciudadanos? Porque la ou opci6n, la legal, le costaria de dos a cuatro veces mas dinero y de diez a veinte veces mas tiempo para ir al banco, estacionarse, hacer fila y pagar. Y la probabilidad de que alguna autoridad lo sorprenda y lo acuse de cohecho es nula. :Cuantas personas, después de vivir mucho tiempo en semejante 54 CHALE AA AAA A AAT AT TATA f AGRAFIA JURIDICA entorno, elegirfan un camino mucho més caro y tardado cuando el mas barato y rapide no. es punible? El porcentaje seguramente seria muy bajo. La corrupcién se generaliza cuando es funcional. Desde el momento que es mayor el beneficio que el costo de la deshones- tidad, los recursos mal habidos fluyen por los vasos comunicantes de cualquier sociedad. Es, por desgracia, nuestro caso. No hemos creado las condiciones objetivas que hagan inconveniente y contra- producente el acto ilicito, menos atin el inmoral. Y esa funciona lidad abarca, por desgracia, todos los ambitos: genera simulacin, depredacién, robos y abusos de toda indole, alentados por un sistema de administracién de justicia que frecuentemente demues- tra estar disefiado para castigar al infractor torpe 0 descuidado més que al corrupto. Si aiiadimos el efecto imitaci6n —si todos lo hacen no tiene nada de malo que uno lo haga— y la impunidad siempre hay manera de que uno se salga con la suya— el circulo vicioso se cierra. No faltara quien diga que estoy mezclando los enfoques de racionalidad y aculturacion conocidos como rational choice y civic culture, Y tendra razén, porque creo que ambas tesis entran en juego. Lo que quiero decir es que, en este caso, origen es destino: entramos @l ttinel por estimulos racionales y solo con incentivos racionales podremos salir de él. El problema se originé probable- mente en la Colonia pero esos valores heredados se perpetuaron a fuerza de legislar y actuar mexiJanamente. Y es que el tiempo tam- bién ha hecho de las suyas, porque las decisiones que se tomaron desde entonces han creado —en la légica de lo que economistas y administradores llaman path dependency theory— obstaculos iner- ciales muy poderosos. Cuando decidimos que nuestra Carta Magna fuera ante todo proyecto de futuro y no guia del presente empezamos a cle- var la corrupci6n a rango constitucional. Hoy tenemos que luchar contra un enemigo adicional, que somos nosotros mismos. La cos- 55 MEXICANIDAD ¥ ESQUIZOFRENIA tumbre, la tradicisn, el soterrado culto a fa transa hacen que no eduquemos funcicnalmente a nuestros nitios para la honradez. y que rueden hacia las siguientes generaciones las mismas piedras en el camino de su regeneraci6n. Y eso involucra lo mismo a los principios éticos que se ensefian en fa educacién formal, que se re- ciben como algo disfuncional, que a los consejos practicos que se difunden en la educacién informal, los que se imparten indelibe- radamente en los hogares y en las pantallas de television, que no contribuyen a erradicar la idea de que la integridad no paga y que comparativa y subliminalmente perpetran la creencia de que ser pragmatico implica ser corrupto. Y aqui, en el diseiio de nuevos paradigmas educativos y en el rediseiio de la norma para acercarla alare! alidad, entra la racionalidad en su papel de reformadora de la cultura civica. yee kr gearenee HGH IH IL. EL CORRUPTO LEGAL, A Deshonestidad con estricto apego a derecho os de antes eran abogados, los de ahora actiian como si lo fueran. En el antiguo régimen mexicano y en el actual, la mayoria de los politicos corruptos de altos vuelos solfan y suelen ser excelentes juristas, con o sin titulo. La escuela la fundaron miembros de la vieja guardia del sistema politico mexicano y la leyenda contintia porque existen nuevas generaciones de funcio- narios emanados de todos los partidos que aprendieron la leccién y siguen haciendo fortunas al vapor reproduciendo el modelo y comportandose de similar manera. Son mas jovenes, mas moder- nos, y si bien entre ellos la proporcin de licenciados en derecho es bastante menor, en esencia son casi iguales a sus predecesores. Me referiré en primer término a un tipo especifico de ellos, a los que se enriquecieron bajo el sindrome de Artemio Cruz. Después aludiré a los lideres sindicales que, ante la imposibilidad de ganar para su gremio la lucha de clases, decidieron cambiar de clase. Y finalmente a aquellos empresarios que aplaudieron al régimen autoritario cuando inauguré el proteccionismo y les dio el abrigo de permisos, concesiones y contratos, lo repudiaron cuando se manifesté en estatizaciones y lo revaloraron cuando decreté la ola privatizadora; esos que se enriquecieron de la mano del poder, a la sombra bienhechora del caudillo en turno. Empecemos con el viejo politico, el que estiraba la prosodia y MEXICANIDAD Y ESQUIZOPRENIA hablaba del Estado de Derecho como si las maytisculas se pronuncia- ran. Le rendia homenaje, lo exaltaba, lo citaba con la misma reveren- cia con la que lo quebrantaba. No slo eso. Conocia a la perfeccion nuestras leyes, y actuaba como un abogado de gran instinto juridico. Observaba y escudriiiaba las coyunturas politicas y el maico legal como los litigantes habiles 0 los buenos procuradores esculcan el ex- pediente del cliente o del indiciado, buscando resquicios por dénde colar las argucias para defender a uno 0 atacar a otro. Y con similar astucia y sagacidad esculpia y burilaba sus corruptelas. Su propésito era ganar o conservar poder y, para conseguirlo, tenia que “resolver su problema econdmico”. Esta vieja frase litirgica era un eufemismo del enriquecimiento al que se calificaba como “inexplicable”, un término mas afortunado que el actual —“ilicito"— para describir los enormes capitales que el politico mexifano amasaba en la impunidad y cuyo origen solia ser tan obvio en su generalidad como misterioso en sus detalles. Se trataba de que la Revolucion “le hiciera justicia” a su criatura; una justicia expedita por supuesto, una suerte de juicio sumario que fusilara a la medianfa economica del posrevolucionario, de marras y la sustituyera por una stibita riqueza. Hoy que la gesta priista del siglo xx es historia, esa liturgia esta en desuso: basta con saber que sin dinero no se puede vivir bien ni hacer politica, menos atin cuando se pierde un cargo puiblico. El politico corrupto, asf, extrapolaba los consejos de los ex- pertos en giras 0 campaiias electorales: come cuando veas comida come aunque no tengas hambre, ve al baiio cuando haya uno cerca aunque no tengas ganas, duerme cuando viajes aunque no tengas sueiio. Es decir, haz dinero cuando tengas la oportunidad aunque en ese momento no lo necesites. La previsi6n, ese bien tan escaso en México, era su gufa. El tenfa que ver a futuro, planear las cosas, prever los tiempos dificiles. Lo vefa menos como una acumulacion de capital que como la compra de un seguro contra la adversidad, la adquisicin a priori de un lote de tranquilidad patrimonial. Y si se le apurara diria que tampoco era deshonestidad sino el justo so- 60 . = = = = = = = = MEXICANIDAD ¥ ESQUIZOFRENTA que da nuestra legalidad para hacer cosas que algunos pudibun- dos podrfan llamar inmorales pero que nadie que se precie de conocer el derecho puede considerar ilegales, entonces recurre a la lejanfa de los paraisos fiscales yal consejo de la cancién grupera: “que no quede huella”. Y es que estamos hablando del campedn de la deshonestidad con estricto apego a derecho. Huelga afia- dir que en los viejos tiempos, los de la ausencia de rendicin de cuentas, todo era mas facil; ahora que la oposicidn, los medios y la sociedad observan su sucesor debe ser mucho mas cuidadoso (recordar esta falta de vigilancia, dicho sea de paso, realza la valia de los politicos integros de esa época, garbanzos de a libra que s6lo tenian que rendirle cuentas a su conciencia). Pero todavia hay espacio y tiempo para arreglar las cosas y no andarse con mi- serias. Después de todo, el Constituyente fue inconscientemente sabio: diseno un orden juridico para cumplirse pasado maiiana y sin proponérselo le dio tiempo para enriquecerse y para aplastar a sus enemigos. De modo que el discurso legalista no siempre es hipscrita: a veces es simplemente desvergonzado. Cuando la misma persona que desvia el erario publico hacia sus cuentas privadas, que recibe comisién del proveedor beneficiado, que compra délares cuando su informacién privilegiada le dice que habra devaluacién, que trafica influencias o hace negocios al amparo del poder se llena la boca reclamando la vigencia del Estado de Derecho, puede estar tratando de engafiar a la gente pero también estd defendiendo el instrumento de su impunidad. Y es que lo que para él cuenta no es a verdad a secas sino la famosa “verdad legal”. Este es un concepto axial, nodal; los hechos o los datos duros son irrelevantes si no se traducen en veredictos de la autoridad competente. Las decisio- nes de las procuradurias, las demas dependencias del ejecutivo 0 los drganos autnomos son muy importantes, y todavia mas lo es lo que diga el poder judicial: ésa es la tierra prometida. Mientras un Juez o un magistrado 0, mejor atin, una mayoria de ministros 62 AAA ATT MITTEN TATE “HHH Et conkurto recat de la Suprema Corte de Justicia no diga algo en tiltima instan todo es conjetura. La verdad historica sale sobrando; zquiénes determinan, los historiadores? :Y ésos qué autoridad tienen? No importa si sus investigaciones son mucho mas acuciosas, rigurosas y objetivas que las se realizan en los juzgados, lo que digan no pasa de ser mera especulacién académica. Obviamente, una sociedad civilizada no puede existir sin el derecho; sin respeto al parametro juridico no podriamos convivir arm6nicamente, Pero cuando Ia legalidad se traza deliberadamen- te de la manera mas laberintica posible a fin de que sélo una élite de iniciados y enriquecidos pueda interpretarla y manipularla, la verdad legal suele convertirse en un subterfugio para ocultar la verdad sin adjetivos. Triste mundo es aquel en el que, cuando la imperfeccién legislativa provoca el dilema entre aplicar la ley y ha- cer justicia, la autoridad se conforma con aplicar la ley y se olvida del imperativo de legislar para hacer mas justa la norma. Esto es lo que si impera en México: la primacia de la letra sobre el espiritu, la dictadura de los tecnicismos, la subordinacién de la honradez a la sentencia absolutoria. No debe sorprendernos que la conclu- sion soflamera relegue ala problematica real. A diferencia de otras partes, aqui el trecho entre el discurso y la realidad es abismal. No es facil encontrar politicos mas encomiadores y desvirtuadores de la legalidad que los mexicanos. Detengdmonos por un momento en la vena discursiva. Lo que yo llamo el discurso de presidium, el que privaba en el antiguo régimen y que consistia en que el orador le hablara tnicamente al hombre fuerte que estaba en la mesa de honor, volvia irrelevante la veracidad. Lo que le importaba era complacer al gran interlo- cutor, demostrarle que era “institucional” y por ende confiable. Cuando era ostensible la pilleria del poderoso en cuestién, era menester recordarle al ptiblico su inmarcesible honestidad; en los momentos en que todo mundo sabia que habfa conflictos y divisio- nes en el partido, tenia que decir que ese instituto politico estaba 63. MEXICANIDAD ¥ ESQUIZOFRENIA mas unido que nunca; si el pais pasaba por una crisis econémica, no podia argumentar otra cosa que no fuera la absoluta solidez de las finanzas pablicas y la bonanza sin precedentes de la nacién. No bastaba con matizar las criticas a fin de evitar la desconfianza 0 el panico, No, Habia que exaltar al mandamas en turno como si fuera un procer impoluto, defender lo indefendible del partido cuasi tinico, proclamar el 6ptimo estado de la economia; en otras palabras, decir lo opuesto a la realidad. -Y por qué no? La opinion piblica no opinaba piblicamente, buena parte de la gente no se enteraba 0 no le interesaba lo dicho. Y lo mas importante: el fu- turo del tribuno no dependia de la ciudadania sino precisamente del big shot del presidium. E] tecnécrata corrupto mantuvo la preocupacién por cuidar que su escudo legal no tuviera ningtin orificio, pero cambié la ret- rica. En virtud de que la sociedad se politiz6 y empez6 a ejercer vor y voto, disminuy6 la demagogia —de hecho, acabé sustituyéndola por una obsesién por asesinar esperanzas— ya cambio increment la complejidad del lenguaje técnico hasta hacerlo pricticamente incomprensible. Si antes muchos ciudadanos no escuchaban, ahora pocos entienden. Pero eso no cambié Ia pulsién engafiosa. Siguié buscando instintivamente engafar a la gente, sobre todo cuando su politica econémica no daba buenos resultados. Digamos que dejé atras la mentira burda para sustituirla por el sofisma. Se erigié en sofista refinado, diestro en el manejo de las cifras de esa suerte de nigromancia moderna que es la economia y cruel en la promulgacion de resoluciones implacables. El pragmatismo con- tundente con el que demolié los dogmas estatistas, por ejemplo, fue reemplazado por un criterio mucho més flexible y comprensi- vo cuando se trato de evaluar los resultados de los nuevos dogmas privatizadores. No hay de otra, la gente no entiende de esto y tiene que aguantarse. Si tenemos que pasar lustros sin lustro, si hemos de sufrir muchos afios de estancamiento y mayor pobreza no es por culpa de este proyecto sino del daiio inveterado que dejé el ante- 64 $F HHT AHHH HHA HAHA CORRUPTO LEGAL rior. La Gnica regla universal de la ciencia econémica —cambiar lo que no funciona— resulté victima de si misma y fue desechada an- tes de tener que aplicarsela al modelo de la tiranfa del mercado. No resisto la tentacién de hacer una breve digresién sobre la tecnocracia neoliberal. El wansito de la bipolaridad a la unipo- laridad en el orden internacional se dio porque el capitalismo de- sarroll6 inductivamente sus principios a partir de la experiencia y el marxismo aplicé deductivamente su credo con una alta dosis de dogmatismo y sin haberlo probado empiricamente. El derrumbe de la Union Soviética, primer pais forjado a imagen y semejanza de una ideologia totalizadora, se lo propiné la rigidez, la disfuncionalidad y la estirpe plat6nica del socialismo real. En contraste, un liberalismo econdmico flexible y pragmatico se qued6 con las escrituras de la flamante aldea global. Pero he aqui que hoy uno de esos papeles se ha invertido: el capitalismo se ha vuelto dogmitico y deductivo. Ya sin rival al frente, ensoberbecido por su triunfo, dejé de ser expe- rimentador y se convirtié en predicador. Decretd urbi et orbi que el “dejar hacer y dejar pasat” se convertia en ley inmutable y abando- ng su sensata practica de dejar de hacer lo que deja de pasar. Exa- cerbé un impulso primario que le es consustancial pero que habia aprendido a supeditar a su instinto de supervivencia: la avaricia. Se volvi6, en su etapa global, tan voraz como lo fue en sus inicios. Di- gamos que al reencontrarse con un habitat selvatico volvio al estado salvaje. Y es que, tanto en su cardcter barbaro como en su deseo de ganancias faciles, rapidas y desorbitadas, el capitalismo especulativo del siglo xx1 retorn6 a sus origenes del siglo xvitt y acabé provocan- do la gran crisis del 2009, Cada dia son menos quienes en el primer mundo se atreven a negar esa involucion. Y sin embargo, el discurso neoliberal mexicano, siempre mas papista que el Papa, insiste en impedir que el péndulo se detenga en el justo medio y en defender esos dogmas en el contexto de una modernizacién que empieza a moverse en sentido contrario. Pero hablemos ya del lider sindical. ¢Qué seria de México 65 MEXICANIDAD ¥ ESQUIZOPRENIA sin Jas manganas y los piales de la mayoria de los sindicalistas oficiales que nos dieron siete décadas de charrismo y les dieron a sus hijos y nietos otras tantas de seguridad econémica? Dejo de lado el juicio de valor sobre el pacto social posrevolucionario y la paz laboral porque mi propésito es analizar la corrupcién a ka mexicana. Pocas estructu- ras rinden menos cuentas y son mas corruptas que las dirigencias de nuestros sindicatos, y muy pocos dirigentesse salvan de esta critica. Las cantidades de dinero que muchos de ellos han acumulado mediante el desvio de cuotas, la venta de plazas, los contratos de proteccién y demés corruptelas son tan obscenas como las que poseen la mayoria de los politicos de la vieja guardia. Pero desde el punto de vista del dirigente existe justificacion y no raz6n para escandalizarse: si no esta en sus manos elevar el nivel de vida de todos sus agremiados, por lo menos lo han logrado con unos cuantos. Es la inexorable realidad de los recursos finitos, la tirania del escalaf6n; no todos caben en un comité ejecutivo y las canonjias nada més alcanzan para los que lle- gan a ese nivel. Eso si, quienes logran ubicarse ahi no solo dejan las filas del proletariado sino incluso llegan a codearse con los patrones més ricos. ¢Qué?

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