Este documento presenta 4 poemas del libro "Cuaderno de Milán" de Alejandro Oliveros. El primer poema describe a Zbignew Herbert reflexionando sobre el poeta Torquato Tasso y su encarcelamiento. El segundo poema expresa el rechazo del autor a la utopía tras los sufrimientos del siglo XX. El tercer poema recuerda a Roma a través de los recuerdos del padre del autor. El cuarto y último poema describe las tierras del tío del autor y su ofrecimiento para que se hiciera cargo de ellas
Descrição original:
Poemas del libro "Cuaderno de Milán" del escritor venezolano Alejandro Oliveros
Este documento presenta 4 poemas del libro "Cuaderno de Milán" de Alejandro Oliveros. El primer poema describe a Zbignew Herbert reflexionando sobre el poeta Torquato Tasso y su encarcelamiento. El segundo poema expresa el rechazo del autor a la utopía tras los sufrimientos del siglo XX. El tercer poema recuerda a Roma a través de los recuerdos del padre del autor. El cuarto y último poema describe las tierras del tío del autor y su ofrecimiento para que se hiciera cargo de ellas
Este documento presenta 4 poemas del libro "Cuaderno de Milán" de Alejandro Oliveros. El primer poema describe a Zbignew Herbert reflexionando sobre el poeta Torquato Tasso y su encarcelamiento. El segundo poema expresa el rechazo del autor a la utopía tras los sufrimientos del siglo XX. El tercer poema recuerda a Roma a través de los recuerdos del padre del autor. El cuarto y último poema describe las tierras del tío del autor y su ofrecimiento para que se hiciera cargo de ellas
Cuaderno de Miln Alejandro Oliveros Saturday, January 21st, 2017
PIazza del Duomo, Miln
Zbignew Herbert en Ferrara
Zbignew Herbert se detiene a la entrada
del Castello Estense, y piensa en Tasso: Pobre Torquato, pasando fro en las mazmorras de este castillo imponente.
No son las cortes los lugares ms seguros
para los poetas. Mejor el destierro que la servidumbre; andar sin trabajo que servir de embajador al tirano, o cantar sus alabanzas a cambio
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de unas medallas de cobre. Vivimos tiempos
que, en verdad, parecen el cuento de un idiota lleno de ruidos y rabia.
He vivido a menudo entre el pretrito
y el presente, crucificado por el lugar y el tiempo y, sin embargo, dichoso y confiando en el que el sacrificio no fue en vano. He escrito poesa seria, trgica, y ahora escribo sobre la enfermedad, el cuerpo enfermo y la bsqueda de la redencin. Pienso en el exilio, como todos, ahora que mi pas es una tierra estril.
Pobre Torquato, puedo imaginar
los dolores de su locura, los he vivido ms all de lo merecido. Solo aspiro a que uno de mis poemas, uno solo sea tan permanente como su inmortal Jerusaln liberada.
Utopa
Por motivos que no son los de Mandelstam,
soy un fugitivo de la utopa. Cuando, como ahora, apartado en la niebla de Miln, escucho esta palabra favorita del novecientos, me abandono a la tristeza y el desconcierto. En San Pedro, se vuelve a hablar de perseguir lo imposible, creer en lo improbable, y yo recuerdo la sangre derramada en nombre de ese fantasma a lo largo del siglo veinte. No quiero para Alessandro el fervor de los iluminados ni el entusiasmo, digno de mejor causa, de los convencidos. El regreso al equilibrio y belleza de las cumbres, el azul de las olas que siempre recomienzan, eso es lo que anhelo para sus ojos: esperanzas probables y sueos reales.
Restaurant Roma
Camino con Alessandro por la Galleria
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Vittorio Emanuele, y recuerdo
que no era Miln, sino Roma el sueo de los ojos de mi padre. Hablaba de la gran urbe como uno de sus vecinos: el Circo Massimo, la Domus Aurea desaparecida y las arcadas del Coliseo; los mosaicos de Santa Maria Maggiore, y la mejor manera de llegar a San Pietro in Vincoli para admirar el Moiss, Lo nico que queda de la tumba de Julio II. Conoca bien las termas de Dioclesiano, donde Miguel ngel construyo una iglesia de nombre impronunciable. Sobre la Sixtina se extenda en detalles ledos en Selecciones: la simetra de los cuarenta metros y los personajes del Juicio Final, entre ellos el autoretrato del artista atormentado. Mi padre nunca viaj a Italia, ni siquiera sali de Venezuela, pero cuando visit la ciudad, diez aos despus de su muerte, la encontr sin cambios, tal como l la haba imaginado, en su aislada mesa del restaurant Roma en Valencia.
Destino
Durante un tiempo acompa a mi to
en el recorrido por sus propiedades en Bejuma. Comenzaba siempre por las siembras de caa, que creca, verde clarita, para convertirse en oscura melaza y papeln. Luego, era el turno de las mandarinas y naranjas, brillando con la luz dorada que bajaba sin prisa de las colinas. Al final, eran los cultivos de tabaco, y sus verdes plantas dispuestas como soldaditos para un desfile. Mi to Mario era como sus tierras, dulce y transparente. Una maana, de regreso a casa: Alejandro, por qu no te haces agrnomo para que te ocupes de estas tierras? No tuvo hijos, y yo era el nico varn de la familia. Lo dijo no ms una vez
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en la privacidad de su Jeep. Por mi parte,
slo lo confi a mi hermana Alicia. Recuerdo sus palabras: En Bejuma no hay cines, ni museos, ni libreras, que es lo que a t te gusta. Al poco tiempo, mi to enferm y muri prematuramente. Nunca supe cul fue el destino de aquellas tierras benditas. Ahora, desaparezco en la niebla de Miln y me imagino con el sombrero de mi to y sus botas llenas de barro. Llego hasta la Scala y pienso: Creo que, despus de todo, mi querida hermana tena razn.
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on Saturday, January 21st, 2017 at 4:30 am and is filed under You can follow any responses to this entry through the Comments (RSS) feed. You can skip to the end and leave a response. Pinging is currently not allowed.