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Enrique Obando Arbulú

Desde el siglo XVI hasta hoy el tema de la identidad peruana ha sido entendido
de diversas maneras por diferentes autores. Sea que hayan incursionado en el
tema a través de la historia, la política, la literatura o últimamente las ciencias
sociales (ciencia política, sociología o antropología), en principio, podemos
clasificarlos en ocho grandes grupos, de acuerdo al tipo de identidad que
reconocen (o desean imponer) en la población del país. Los diferentes tipos de
identidad por ellos planteados son :

1. Identidad Dinástica
2. Identidad Territorial
3. Identidad Cultural y Étnica
4. Nación Mestiza, Identidad Unitaria
5. Carencia de Identidad
6. Movimiento Indio
7. Identidad Clasista
8. Identidad Volitiva

Analicemos estos casos uno por uno.

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La idea de entender la identidad peruana desde el punto de vista dinástico fue
una tendencia puramente colonial, pero tenia una base pre-colombina en el
imperio de los Incas, cuya identidad se basaba también en elementos
dinásticos. Desde esta concepción la identidad era concebida como
relacionada con la lealtad hacia una dinastía, la de los Austrias primero y la de
los Borbones después. La identificación no era ni con el territorio ni con la
cultura, sino con la dinastía gobernante. El Perú era entonces concebido como
un reino dentro de un imperio español que incluía muchos otros reinos. Este
tipo de identificación era el predominante en Europa hasta el siglo XVIII, en el
cual aun no había nacido el fenómeno del nacionalismo.

El concepto de nación viene a ser un concepto nuevo que nace en Francia con
la revolución de 1789 y en Prusia con la invasión napoleónica, para después
contagiarse al resto de Europa. En ese sentido los escritores que trataban el
tema desde el Perú estaban plenamente identificados con la corriente de
lealtad dinástica entonces en boga. El Rey de España (Carlos V de Alemania y
I de España) era un extranjero para los españoles, hablaba alemán y no un
idioma peninsular, estaba rodeado de una corte alemana y tenía costumbres
extrañas. Pero lo que interesaba no era la nacionalidad del emperador, sino la
dinastía. Mas aun, bajo la misma dinastía se reunían españoles, austriacos,
flamencos, napolitanos, mexicanos y peruanos. Los mismos españoles no
constituían una unidad, sino que eran resultado de la unión de los reinos de
Castilla y Aragón. Españoles e indios en el Perú entendían esto
perfectamente; los españoles porque era el tipo de identidad aceptado en
Europa y los indios porque el imperio de los Incas impuso un tipo de identidad
similar, en donde las diferentes etnias conservaban sus respectivos jefes pero
reconocían la subordinación al Inca. No existió una nación Inca en la vastedad
del Tawantinsuyu, sino una organización política multi-étnica bajo un
soberano. El catolicismo viene a reforzar esto porque la idea de la Iglesia
Católica es no la de una religión étnica sino una religión universal, en donde la
pertenencia no se da basada en la sangre sino a subordinación a la autoridad
de la jerarquía eclesiástica romana, que viene a ser un tipo de dinastía
sagrada, y a la autoridad de Dios.

El primer representante de la corriente de identidad dinástica en el Perú viene


a ser Pedro Cieza de León, que en el proemio de su obra "La Crónica del
Perú" (1553) iguala a los españoles y a los indios del Perú bajo la Iglesia y el
Emperador diciendo "... considerando que, pues nosotros y estos indios todos
traemos origen de nuestros antiguos padres Adán y Eva ...", y luego dice "...
era justo que se supiese en que manera tanta multitud de gentes como de
estos indios había sido reducida al gremio de la santa madre Iglesia...",
dejando en claro la pertenencia de los indios como miembros de la Iglesia
Católica . Mas adelante añade "y como siendo su rey y señor nuestro
invictísimo emperador…" frase con la cual señala a los indios como súbditos
del emperador. Esta idea de igualdad de los habitantes del Reino del Perú con
los españoles bajo la Iglesia y el Rey es aceptada por Cieza en el primer
capitulo cuando señala:

"Cuya voluntad así a los ya dichos Reyes Católicos como de Su Majestad, ha


sido y es que gran cuidado se tuviese con la conversión de las gentes de
todas aquellas provincias y reinos, capitanes y descubridores, con celo de
cristiandad, les hiciesen un tratamiento que como a prójimos se debía; puesto
que la voluntad de Su Majestad esta es y fue, algunos de los gobernadores y
capitanes lo miraron siniestramente, haciendo a los indios muchas vejaciones
y males, y los indios por defenderse se ponían en armas y mataron a muchos
cristianos y algunos capitanes. Lo cual fue causa que estos indios padecieron
crueles tormentos quemándolos y dándoles otras recias muertes." (Cieza
1553)

"Pues sabiendo Su Majestad de los danos que los indios recibían, siendo
informado de ello y de lo que convenía al servicio de Dios y Suyo y la buena
gobernación de aquestas partes, ha tenido por bien de poner visoreyes y
audiencias, con presidentes y oidores; con lo cual los indios parece han
resucitado y cesado sus males. De manera que ningún español, por muy alto
que sea, les osa hacer agravio." (Cieza 1553)

"Así que ya en este tiempo no hay quien ose hacerles enojo y son en la mayor
parte de aquellos reinos señores de sus haciendas y personas, como los
mismos españoles." (Cieza 1553)

La identidad peruana es para Cieza entonces una identidad con el emperador,


del cual los indios del nuevo mundo son súbditos. El emperador es un
soberano benévolo, protector de sus súbditos. En la condición de súbditos del
mismo emperador los indios son prójimo de los españoles, mas aun por el
hecho de pertenecer a la misma Iglesia y están socialmente en la misma
condición que los españoles, lo que es resaltado por la frase "son señores de
sus haciendas y personas, como los mismos españoles".

Otro caso de identificación Dinástica es el Inca Garcilaso de la Vega. " Español


en Indias, indio en España: he ahí el dilema de Garcilaso" dijo Porras
Barrenechea. No podía identificarse con el Perú de su madre de sangre real
inca por que este desapareció cuando el Virrey Toledo ejecutó al último inca
de Vilcabamba, Tupac Amaru I, y luego inicio la dura política de represión
contra todos los de sangre real incaica, inclusive contra los mestizos como
Garcilaso, a quienes deporto fuera del reino. No podía identificarse con el Perú
de su padre conquistador por que este Perú también desapareció con la
institucionalización del virreynato. Los conquistadores fueron desplazados por
los administradores con una concepción del mundo diferente. Pocos
conquistadores recibieron títulos y ninguno pudo gozar de ellos en paz.
Después de las guerras civiles una nueva clase dominante burocrática se
impuso y los desplazo. Los conquistadores no fueron reconocidos como
nobles en España. Se les llamaba indianos y se mofaban de ellos. (Durand:
1959) Garcilaso es entonces un hombre sin identidad cultural por el mismo
hecho de ser mestizo. Su identificación va a ser Dinástica. Reconoce la
soberanía del Emperador. A el se dirige para obtener mercedes en atención a
los servicios militares de su padre y la sangre real de su madre, aunque no los
obtenga. Es a una dama de esta dinastía, doña Catalina de Portugal, duquesa
de Braganza a quien dedica los Comentarios. Y es frente a esta dinastía ante
quien desea probar las grandezas de los Incas al Escribir los "Comentarios
Reales". Es por este imperio por el que combate junto a Don Juan de Austria
contra los moriscos granadinos, ultimo escollo de la reconquista. Finalmente
su identificación con la Iglesia Católica es similar a la de Cieza cuando dice en
su proemio a los Comentarios " la cual ofrezco a la piedad del que leyere, no
con pretensión de otro interés mas que de servir a la República Cristiana, para
que se de gracias a Nuestro Señor Jesucristo y a la Virgen María su madre,
por cuyos méritos e intercesión se digno la Eterna Majestad de sacar del
abismo de la idolatría tantas y tan grandes naciones y reducirlas al gremio de
su Iglesia Católica y Romana, madre y señora nuestra."

Garcilaso es el primero en considerar al Perú su patria, pero tanto como


considerara Córdoba, su lugar de residencia en España también su patria. Y
no hay contradicción en ello. Patria concebida como lugar de nacimiento o de
residencia, pero ambos sujetos a la misma casa real, a la misma dinastía;
reinos de una entidad política mayor, el imperio de los Austrias.

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La identidad dinástica comienza a entrar en crisis en el siglo XVIII debido a la


percepción de que los intereses de la metrópoli española no coincidían y en
algunos casos entraban en contradicción con los intereses americanos.
Hubieron entonces quienes identificaron América como su patria, no en el
sentido solo de lugar de nacimiento, sino en un sentido mas profundo de
intereses compartidos entre los americanos, intereses que ya se veían como
diferentes de los de España. El mas importante de ellos fue Juan Pablo
Viscardo y Guzmán, quien en su celebre " Carta a los españoles Americanos"
publicada en 1792 conmina a los habitantes del Nuevo Mundo a romper lazos
con España. (Deustua) Allí nos dice con toda claridad

"El Nuevo Mundo es nuestra Patria, su historia es la nuestra. " (...) y a pesar de
que solo reconocemos a esta (América) como nuestra patria y que toda nuestra
subsistencia y la de nuestra descendencia se fundan en ella, hemos respetado,
conservando y venerando sinceramente el cariño de nuestros padres por su
primera Patria ; (...) Guiados por un fervor ciego no nos hemos percatado que
tanto afán por un país que nos es extraño, al que no debemos nada, significa
una cruel traición a aquel en que hemos nacido y nos alimenta a nosotros y a
nuestros hijos."

Esta misma concepción de América la encontramos en Llano Zapata (1761) y el


Satélite Peruano (1812), periódico este último donde se insertan las famosas
palabras "Por patria entendemos la vasta extensión de ambas Américas.
(Basadre, 1939; 180).

Otros, sin embargo comenzaron a pensar en el Perú como Patria. Túpac Amaru
II consideraba al Perú su patria. Sus cartas y proclamas están llenas del deseo
de integración de los habitantes del Perú, sin distingo de castas, actitud que
contrastaba fuertemente con el pensamiento de sus principales capitanes y de
la masa que los sostenía y que pensaban en un país indio en donde los
españoles fueran expulsados. (Valcárcel, Daniel: 1965, 45) Fue movido por este
espíritu integracionista que Túpac Amaru promulgo el Bando de Libertad de
Esclavos Negros. Después de la victoria de Sangarara Túpac Amaru lamentara
la muerte de criollos y mestizos "a quienes nunca ha sido mi animo se les haga
ningún perjuicio, sino que vivamos como hermanos y consagrados en un
cuerpo". (Valcárcel 1965, 97) Para Túpac Amaru todos aquellos que vivían en el
territorio peruano independientemente de su casta eran peruanos.

En el mismo año de la rebelión (1780) apareció la República de Gregorio


Cangas "Descripción dialogada de los pueblos y costumbres del Perú en el
siglo XVIII". El principal valor de este testimonio es la afirmación criolla y
peruanista que se respira en sus paginas. Ese notorio afán de singularizar lo
peruano y contraponerlo frente a lo español y europeo. (Deustua, 1960, 10) Su
visión también es territorial y es un claro indicio de la toma de conciencia de la
singularidad de lo peruano. Identidad territorial será también la adoptada por el
"Mercurio Peruano".

Este punto de vista sobre la identidad recibirá un fuerte impulso a principios del
siglo XX con las monografías escritas por los geógrafos o personajes ligados a
la Sociedad Geográfica de Lima, como Tadeo Henkel con su "Descripción del
Perú " (1901), Pablo Clement "Perú" (1925), Emilio Romero "Nuestra Tierra"
(1941) . En la década del sesenta será esta la visión de otro geógrafo, Javier
Pulgar Vidal, en su "Geografía del Perú, o las Ocho Regiones Naturales"
(1965). Territorialista será también la visión de Francisco Alayza Paz Soldán y
Rafael Larco Herrera quienes escribieron sobre el indio. El solo título de la obra
de Paz Soldán nos da una idea de la concepción "El Problema del Indio en el
Perú. Su Civilización e Incorporación a la Nacionalidad" (1928). Según esto la
nacionalidad no es india. Es blanca y mestiza. Al incorporar al indio que no
forma parte de ella, la nacionalidad no estará formada por elementos étnicos ni
culturales, sino territoriales. Similar es la visión de Larco Herrera en "El Indio
Problema Nacional" (1939).

La visión Territorialista es igualmente compartida por un autor de la talla de


Jorge Basadre , el historiador de la República. En su obra principal "Historia de
la República del Perú" Basadre dice:

"¿Qué tenían de común en 1824 un labriego de Piura y un labriego del Cuzco,


por ejemplo? Muy poco evidentemente. Pero ambos y otros como ellos y sus
antepasados vivían dentro del mismo ámbito político- administrativo y no
únicamente desde el siglo XVI sino desde muchos siglos antes de los Incas.
Este molde impalpable influyo de una manera u otra, sobre su niñez, su
juventud su adolescencia su ancianidad y sobre los de sus familiares". (Basadre
1939, IX)

Mas adelante la frase "..Esta colectividad que era un viejo conglomerado


histórico geográfico" nos dice mucho del pensamiento de Basadre al respecto.
(Basadre1939, 1). Aquí lo político administrativo de un territorio determina la
identidad de la población así como el discurrir histórico de dicha población en el
territorio. En " La promesa de la Vida Peruana" (1958) Basadre expresa: "Lo
peruano es primariamente una comunicación, unidad substancial de elementos
heterogéneos, conciencia simultánea de lo diverso y uno " Lo diverso y uno
tiene de común territorio y ámbito político-administrativo.

Luis Alberto Sánchez tendrá también una visión territorial de la identidad en su


"Perú, Retrato de un país adolescente" (1963). Territorial será también la visión
de José Luis Bustamante y Rivero, presidente del Perú (1945-1948) en " Una
Visión del Perú" (1960) y la de Fernando Belaúnde Terry, presidente en dos
ocasiones (1963-1968) y (1980-1985) visión explícita en "La conquista del Perú
por los Peruanos "

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Esta ha sido una de las corrientes más importantes sobre todo en el periodo
1920-1970. El núcleo de la nacionalidad se identifica en un caso con lo andino y
lo indio, en otro caso con lo hispánico. Todo lo otro tiene que subordinarse a
ese núcleo que representa el verdadero Perú. Estas dos visiones fueron
evidentemente antagónicas. Veámoslas una por una.

"HISPANISTAS"

La idea de que lo hispano es lo que da identidad a lo peruano es antigua. Data


de la colonia y su primer representante fue Juan de Solórzano Pereyra quien en
su "Política Indiana" (1648) da la fundamentaron doctrinal para el gobierno de
los españoles sobre los indios. Este fundamento es por un lado el derecho de
conquista y de otro el mérito de haber triado la civilización a estas tierras. Este
es un manual de gobierno colonial respecto a los indígenas. Fray Reginaldo de
Lizárraga considera igualmente lo hispano como centro de identidad, pero es
más radical ya que a diferencia de Solórzano, Lizárraga tiene un concepto muy
contrario al pueblo indígena, al cual achaca todo genero de vicios. Justifica así
un gobierno duro con leyes drásticas (Luis Valcárcel, 1978; vol. II, 228).

También a comienzos de la República hubo hispanistas. Hipólito Unánue fue


uno de ellos y en medio de la Guerra de Independencia propugno la
reconciliación entre españoles y un Perú independiente con "un buen príncipe
de casa real que viniera a coronarse". (Basadre 1958,115) Asimismo José de la
Riva Agüero propuso suspender la guerra de independencia contra España
señalando: "Por cuanto conviene a los intereses de unos pueblos íntimamente
unidos por los vínculos estrechos de la sangre, idioma y religión, que se
suspenda entre ellos una guerra desolada, de la que ya se reciente la
humanidad misma". (Ibid, 116)

Asimismo el Marques de Torre Tagle junto con Juan de Berindoaga son dos de
los que mas lejos van en su intento de reconciliarse con España. Manifestando
su arrepentimiento por haber colaborado con la revolución Torre Tagle
manifiesta su voluntad de unirse al "ejercito nacional" que es el español,
mientras califica de extranjeros y de intrusos a los colombianos. (Ibid.) Se
refiere al "falso brillo de ideas quiméricas que sorprendiendo a los pueblos
ilusos solo conducen a la destrucción y a hacer la fortuna y saciar la ambición
de algunos aventureros". Berindoaga por su parte publico dos periódicos en el
Callao en 1824; "El Desengaño" y "El Triunfo del Callao". El representa a
aquella porción de la nobleza colonial que apoyo la independencia al comienzo
pero que se alarmo y desconcertó cuando vio que el intento independista
provocaba serios trastornos en medio de privaciones, miseria y una guerra
áspera. (Basadre 1933, 54-55)

Después de la independencia tenemos un número de hispanistas entre los que


se encuentra Felipe Pardo y Aliaga, hijo del Regente de la Audiencia del Cuzco,
que estuvo a punto de ser fusilado por los revolucionarios en 1814. Pardo y
Aliaga fue educado en España aun después de la Independencia (entre 1821 y
1828). Critica franca y abiertamente los males y vicios colectivos del Perú y si
bien no plantea una revisión de la independencia expresa una cierta nostalgia
de los tiempos idos. Mucho mas radical es la postura de Bartolomé Herrera
expresada en su sermón de la Catedral de Lima del 28 de Julio de 1846. Allí
señala que:

"... Ahora es tiempo ya de conocer que el Imperio de los Incas desapareció


hace tres siglos; que el pueblo que existe en el territorio que no se ha
desmembrado de aquel imperio es un nuevo Perú, el Perú español y cristiano
no conquistado sino creado por la conquista, y que lejos de tener motivo de
queja por aquel hecho inmortal de los españoles del siglo XVI debemos a estos
la gratitud y la veneración que los hijos, sea cuales fueren las faltas de sus
padres no pueden negarle sin pasar por desnaturalizados y horrorizar al
universo ". (Basadre 1958, 119).

Hispanista también fue Ricardo Cappa quien en su "Historia Compendiada del


Perú con Algunas Apreciaciones sobre los viajes de Colon y sus Hechos"
(1886) provoco folletos rectificatorios de Ricardo Palma y de Eugenio Larrabure
y Unanue, no solo por su criterio ultra-español, sino por su actitud contra los
próceres de la emancipación.
En literatura el hispanismo se manifiesta en Luis Benjamín Cisneros con su
"Elogio a la Muerte de Alfonso XII" (1886) y en José Gálvez con su "Canto a
España" (1909).

En el siglo XX el hispanismo asume un carácter anti-marxista y a veces


antidemocrático y anti-anglosajón. La década de 1931 a 1941 marca su punto
mas alto, ligado a la victoria de Franco en la guerra civil española. Aquí
encontramos obras racistas anti-indígenas como las de José F. Cáceres " El
problema Racial en el Perú" (1925) del cual Felipe Boisset con su obra de igual
nombre publicada en 1929 fue un precursor. Pero encontramos asimismo obras
de mayor nivel como los de José de la Riva Agüero con "Algunas Reflexiones
de la Época Española en el Perú" (1935) quien tiene también obras de franco
tinte conservador como "Por la Verdad, la Tradición y la Patria " (1937).
Después de la Segunda Guerra Mundial el hispanismo se prolonga hasta la
década del 60 con obras como la de Carlos Miro Quesada; "Pueblo en Crisis "
(1946), Mariano Peña Prado "El Hombre en el Perú " (1960) y la vasta obra
historiográfíca de José Antonio del Busto que se concentra en el periodo de la
conquista española. Finalmente tenemos ya en el siglo XXI la obra de Fernán
Altuve quien en "Los Reinos del Perú" (Altuve 2001) sostiene que el Perú
virreinal no fue una colonia sino un reino integrante en igualdad de condiciones
de la Monarquía Universal Española.

Una forma moderna de hispanismo la tenemos actualmente entre aquellos


académicos que reconocen que si bien hay una muy importante contribución
indígena a la identidad peruana finalmente es lo hispánico lo que termina
dominando ya que el idioma, las costumbres, la religión, y la literatura del Perú
son españolas. Aun el sistema político y el judicial vienen de España. Lo más
importante es que además es lo hispano lo que le da unidad al Perú con los
otros países de Hispanoamérica. Por ello es posible la perfecta coincidencia de
idiosincrasia entre hispanoamericanos que coinciden en un país extranjero.
Asimismo es de destacar la cercanía de la clase media hispanoamericana en
idioma, usos y costumbres con los españoles castellanos al nivel que están
mas cerca a ellos de lo que pueden estar vascos y catalanes, que además de
hablar idiomas diferentes están dedicados a proclamar aquello que los
diferencia de España. Esta nueva corriente de pensamiento, sin embargo, no
ha sido plasmada en ninguna obra.

"INDIGENISTAS"

La otra gran corriente dentro de la identidad cultural y étnica fue la indigenista.


Esta proclamo lo autóctono, lo indio (entendido básicamente como andino)
como el núcleo de la identidad peruana. Un antecesor de esta corriente lo
encontramos en Felipe Huamán Poma de Ayala quien en su obra "Nueva
Crónica y Buen Gobierno" (1615) hace escuchar la misma voz de los indígenas,
Huamán Poma decidió recorrer todo el Virreinato para defender a los indígenas
de los abusos e informar al rey. La segunda parte de la crónica no es solo una
critica al régimen colonial sino un verdadero proyecto alternativo. Poma
sostiene que lo que pretende es una restauración de los antiguos caciques o
auqui cápac churri, y un nuevo reparto de las antiguas preeminencias, pero
subsistiendo la desigualdad y un implacable régimen de castas. Un hecho a
destacar de Huamán Poma es su oposición al mestizaje, siendo el indio puro.
(Marzal, 1981; 263-264 )

En el periodo de la independencia y primeros años de la República mas que un


sentimiento indigenista lo que hubo fue un sentimiento anti-español. La
generación de criollos que quiere separarse de Europa busca identificarse con
contenido propio e intransferible, distinto de lo europeo y lo español. Así es que,
el criollo americano encuentra lo indígena y lo toma como propio. Dando cuenta
de la Victoria de Junín el periódico trujillano "Nuevo día del Perú" empieza
diciendo; "La sangre de los Incas va a ser vengada". Manco Cápac aparece en
el "Canto a Junín" de Olmedo y el "Himno Nacional del Perú"· cuya letra se
debe a José de la Torre Ugarte habla del "peruano oprimido" de "tres siglos de
horror" de su "odio y venganza que heredara de su Inca y Señor". Las líneas
mas anti-españolas tal vez sean las ultimas de la quinta estrofa: "Nuestros
brazos, hasta hoy desarmados, estén siempre cevando el cañón, que algún día
las playas de Iberia sentirán de su estruendo el terror ". De otro lado es
interesante ver los términos en que el Congreso Constituyente de 1822, cuyo
presidente era Javier de Luna Pizarro, inicia un mensaje a los indios:

"Nobles hijos del sol, amados hermanos, a vosotros virtuosos indios, os


dirigimos la palabra, y no os asombre que os llamemos hermanos: lo somos en
verdad, descendemos de unos mismos padres: formamos una sola familia, y
con el suelo que nos pertenece hemos recuperado también nuestra dignidad, y
nuestros derechos. Hemos pasado mas de trescientos años de esclavitud en la
humillación más degradante, y nuestro sufrimiento movió a nuestro Dios a nos
mirase con ojos de misericordia. Él nos inspiró el sentimiento de Libertad, y el
mismo nos ha dado fuerza para arrollar a los injustos usurpadores, que sobre
quitarnos nuestra plata y nuestro oro se posesionaron de nuestros pueblos, nos
impusieron tributos, nos recargaron de pensiones y nos vendían nuestro pan y
nuestra agua ".

Los criollos, a pesar de ser descendientes de los españoles conquistadores


asumieron como propia la historia incaica y vieron la llegada de los españoles
como una invasión, la colonia como tres siglos de dominación y la
independencia como la liberación. La identificación con lo indio y lo andino sin
embargo era- como lo dice Basadre- una identificación histórica y simbólica. El
indio real contemporáneo recibió muy poca atención y durante los primeros
años de la república estuvo menos protegido que durante la colonia. Es durante
este periodo que se forman las grandes haciendas y que los indios pierden sus
tierras. Esta identificación con lo indio puede en parte estar relacionada al
movimiento romántico que busca regresar a las raíces ancestrales y místicas de
los pueblos, en Europa a la edad media y a los dioses paganos, en el Perú el
incanato y el culto al sol.

El verdadero indigenismo recién aparece en el siglo XX. Su antecesor es


Manuel González Prada con su articulo " Nuestros Indios" (1905) que forma
parte final de su libro "Horas de Lucha", en donde señala que los indios son
conservados en la ignorancia y la servidumbre, son envilecidos en el cuartel,
embrutecidos con el alcohol y lanzados a destrozarse con las guerras civiles y
de tiempo en tiempo se organizan cacerías y matanzas contra ellos. González
Prada dice que no es posible restaurar el Imperio de los Incas. Indica que hay
que educar al indio, pero este debe responder además a la violencia con la
violencia, escarmentando al patrón que le arrebata las lanas, al soldado que le
recluta en nombre del gobierno, al montonero que le roba ganado", pues " en
resumen el indio se redimirá merced a su esfuerzo propio, no por la
humanización de sus opresores. Todo blanco es mas o menos un Pizarro, un
Valverde o un Areche.

Entre los indigenistas va a haber dos tendencias. Quienes defienden al indio


por oprimido y quieren incorporarlo a la nacionalidad criolla y quienes piensan
que lo indio y lo andino es la nacionalidad o por lo menos el núcleo de ella y
debe adquirir la educación y tecnologías modernas para cumplir cabalmente
ese papel de núcleo nacional.

González Prada esta en la segunda concepción cuando llama a los indios a la


rebelión contra los blancos y cuando señala que "no forman el verdadero Perú "
los criollos de la costa, sino las muchedumbres de indios diseminados en la
cordillera. " Dora Mayer, en cambio, fundadora con Pedro Zulen y Joaquín
Capelo de la "Asociación pro indígena" representa la primera tendencia. En "El
indígena peruano a los Cien años de la República Libre e Independiente" (1921)
señalo que la independencia no fue obra de los indios sino de sus amos y por
consiguiente "después de un siglo... la emancipación de la raza indígena no se
ha operado todavía". Dora Mayer denuncia los abusos contra los indios y busca
solucionarlos. Se da cuenta que la solución de esta situación no puede darse
solo con el humanitarismo o la filantropía, pero no fue mas allá. Hildebrando
Castro Pozo ("Del Ayllu al Cooperativismo Socialista"; 1936) se encuentra en la
misma corriente de Mayer pero va mas allá planteando la organización de la
comunidades indígenas en cooperativas de Producción, ya sea por sus propios
medios o por parte del gobierno.

Luis E. Valcárcel en cambio, coincide con González Prada en la corriente que


considera a los indios la verdadera Nacionalidad. "Tempestad en los Andes"
(1927) es el libro central de esta posición. En él señala que existen dos
nacionalidades en el Perú, la blanca concentrada en Lima y la India
concentrada en el Cuzco. Hay un conflicto secular entre estas dos razas " que
no ha perdido su virulencia desde el día en que el invasor puso sus plantas en
los riscos andinos". Frente a este conflicto el mestizaje no es solución, solo del
Cuzco puede venir la salvación del indio. Finalmente termina afirmando que la
sierra (el indio) es la nacionalidad. (Marzal; 1981, 454) Interesante es notar el
rechazo de Valcárcel al mestizo, en lo cual va a coincidir con Huamán Poma.
Describe a los poblados mestizos con la siguiente frase: "La atmósfera de los
poblachos mestizos es idéntica: alcohol, mala fe, parasitismo, ocio, brutalidad
primitiva ". Mas adelante dice "la raza del Cid y de Don Pelayo mezcla su
sangre a la sangre americana. Se han mezclado las culturas. Nace del vientre
de América un nuevo ser híbrido; no hereda las virtudes ancestrales, sino los
vicios y las taras. El mestizaje de las culturas no produce sino deformidades."
Valcárcel señala que surgirá "el nuevo indio" y señala: " La cultura bajara otra
vez de los Andes... no ha de ser una resurrección del incario... La Raza, en el
nuevo ciclo que se avecina reaparecerá resplandentemente, nimbada por sus
eternos valores... ; es el avatar que marca la reaparición de los pueblos andinos
en el escenario de las culturas , los hombres de la nueva edad habrán
enriquecido su acervo con la conquista de la ciencia occidental y la sabiduría de
los maestros de Oriente. El instrumento, la herramienta, la máquina, el libro y el
arma nos darán el dominio de la naturaleza; la filosofía... hará penetrante
nuestra mirada en el mundo del espíritu... Se cumple el avatar : nuestra raza se
apresta al mañana..."

Valcárcel hace el aprestamiento más radical sobre el indio al plantear su meta


de construir la nacionalidad sobre el polo indígena del Cuzco. Este
planteamiento se cultivo en el "Grupo Resurgimiento" que fue fundado por
abogados, periodistas, artistas y estudiantes cuzqueños. El grupo tuvo en
realidad una acción muy limitada por la heterogeneidad de sus componentes y
la represión de que fue objeto, y así acabo por disolverse al poco tiempo,
(Marzal, 1981, 469).

Así como los historiadores hispanistas concentraron sus estudios en la Colonia


los historiadores indigenistas lo hicieron en el incario. Historiadores y
arqueólogos indigenistas contribuyeron a fortalecer la tesis de un resurgir de la
raza india con sus sensacionales descubrimientos de la civilización inca y pre-
inca. Los descubrimientos en torno a la tecnología indígena fueron
esencialmente relevantes para esto, como arquitectura, textiles, agricultura,
medicina etc. Julio C. Tello fue uno de los que mas destaco en este campo.

Entre los políticos merece destacar a Víctor Raúl Haya de la Torre, fundador del
APRA, el partido político más importante del Perú entre 1930 y 1985, que si
bien no pensó en el indio como base de la nacionalidad lo utilizo como símbolo,
mas o menos en la forma en la que lo utilizaron los liberales románticos de
comienzos de la República. Haya acuño el termino "Indoamérica" para
remplazar a Hispano o Latinoamérica, y utilizo el Cóndor de Chavín como
símbolo partidario.

La corriente de lo andino como centro de la nacionalidad tiene exponentes


modernos como Juan José Vega ("La Emancipación frente al Indio Peruano",
1958 y "La Guerra de los Viracochas"). En este último libro Vega estudia la
resistencia indígena frente a los españoles entre 1532 y 1572. En la década del
80 Alberto Flores Galindo en libros como "Buscando un Inca: Identidad y Utopía
en los Andes" (1986) y "Tiempo de Plagas" (1988) busca entender y repensar el
Perú desde el pasado andino y a través de las distintas utopías andinas
asumiendo también la tesis de lo andino como la espina dorsal de la
nacionalidad. Sin embargo, el exponente más actual de esta corriente es
Nelson Manrique. Un buen resumen de sus ideas al respecto lo encontramos
en una entrevista que le realizara Roland Forgues en 1992 (Forgues 1993, 228-
229). Dice Manrique:

"Si se piensa en una modernidad sólo va a poder pensarse desde lo que es la


recuperación del mundo andino. El hecho crucial para repensar el Perú viene
desde la reivindicación de lo andino. No excluyentemente, no desde la
perspectiva romántica neoindigenista de lo andino como antagónico o
excluyente con relación a lo occidental. Es un disparate porque lo andino esta
profundamente preñado por elementos occidentales desde la conquista. Si
existe lo andino vivo es por esa capacidad de recreación, incorporando todo
aquello que podía servirle". "...Creo que lo central para la afirmación de la
sociedad peruana demanda recuperar el elemento andino. Nuestra identidad
pasa necesariamente por allí. Y la modernidad: allí me encuentro con cantidad
de sorpresas increíbles.

En polémica con algunos amigos que vienen trabajando el tema piensan en la


modernidad como un proceso de industrialización y como un proceso de
incorporación de los sectores indígenas. Carlos Iván Degregori escribió en su
texto "Del mito de Inkari al mito del progreso" que el abandonar la identidad
indígena que para el quedaba reducida a la fiesta, a la vestimenta y al idioma,
era el precio que tenia que pagarse para entrar a la modernidad. Otras veces
he escuchado frasear lo mismo diciendo que los indios están ansiosos de no
ser indios.

En realidad de lo que están ansiosos es de dejar de ser marginados. Es que se


asume como más natural que ser indio es ser marginado, que a nadie se le
ocurre que la cosa puede ser de otra manera."

El discurso ha variado respecto a Valcárcel. Ahora se reconoce que lo andino


tiene importantes elementos hispanos. Pero sigue siendo diferente respecto a lo
occidental y a la identidad peruana sigue pasando por lo andino.

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El primero en ver al mestizo como representante de la nacionalidad peruana fue
Víctor Andrés Belaúnde. Él ve los aspectos psicológicos y espirituales del
problema peruano. Señala que hay una dramática tensión secular de
mestizajes en pugna en búsqueda de una síntesis armoniosa y creadora. La
conciencia nacional sin embargo se haya desviada frente a este fenómeno que
es el ser autentico del Perú. El habla del "mestizo que es el representativo de la
nacionalidad, diremos mas exactamente, la nacionalidad misma."
("Meditaciones Peruanas"; 1932, 144, que publica artículos escritos entre 1912
y 1918). Pero no idealiza al mestizo como harán otros sino que lo ve con sus
aspectos positivos y negativos. Señala que el mestizo no ha heredado los
arranques heroicos, ni la tenacidad negativa de la voluntad española. No ha
heredado tampoco el hondo sentimiento que debió haber palpitado en la raza
indígena. El mestizo es ligero, blando, despierto pero asentimental y abúlico. Es
quizá superior al blanco, desde el punto de vista de la inteligencia, inferior al
indio, en sentimiento. Carece de audacia heroica. Tiene astucia e ingenio, pero
no imaginación superior. Señala que habría que establecer un matiz de
diferencia entre el mestizo de la sierra y el mestizo de la costa, producida por
dos causas: por el porcentaje de raza negra en la costa y por el clima frío y
seco en la sierra . En el mestizo de la Costa, la inteligencia es mas viva y ágil,
en el mestizo de la sierra de imaginación más lenta, la voluntad es mas
persistente. En los dos, sin embargo, la ausencia de sentimiento determina la
tendencia al desarraigamiento, a la orientación espiritual imitativa y postiza, en
síntesis al anatopismo.
En su obra posterior "Peruanidad" (1965) Belaúnde, católico practicante e
ideológicamente social cristiano, explora la identidad nacional por el lado
religioso. Señala que el incanato no logró una unidad religiosa debido a la
política de los Incas de incorporar los dioses de los pueblos anexados al
imperio dentro del panteón cuzqueño. Esta unidad se logra, sin embargo, con el
cristianismo católico. Belaúnde afirma: "En síntesis, ambiental y
psicológicamente, se realizó, en medio de imperfecciones, abusos y errores,
una definitiva transformación espiritual del Perú. El culto de la Eucaristía
remplazó el culto solar. La devoción a María surge en la tierra americana con la
modalidad típica de los santuarios autóctonos. Las iglesias han sustituido a las
Huacas. La liturgia católica se ha apoderado del alma indígena."(Belaúnde ;
1965,241) Esta transformación del indígena es pertinente no sólo desde el
punto de vista espiritual, lo es también desde el punto de vista político y de la
identidad. Le da al pueblo de este territorio evangelizado un referente común.
Tal como dice Belaúnde: "En esta vinculación espiritual estriba el secreto de
eso que se llama, quizás imperfectamente, la conciencia nacional. Ello se
plasma en el amor a la tierra y se alimenta del recuerdo de las tradiciones
comunes y del aliento de las mismas esperanzas, pero la fuerza íntima, el
secreto supremo de esta comunidad radica en el sentimiento religioso."
(Belaúnde 1965, 255).

La idea de que la identidad peruana puede ser mestiza y no india ni hispana se


refuerza en la década del 30 con Uriel García, quien se desprende del mundo
indigenista. En "El Nuevo Indio "(1930) Uriel García cuestiona la tesis de
"Tempestad en los Andes" de Valcárcel. García parte de que "nuestra época ya
no puede ser la del resurgimiento de las razas, que en la antigüedad crearon
culturas originales", pues "ya hemos llegado a la época del dominio del espíritu
sobre la raza ". Sostiene en el prologo del libro que "el indio de hoy no es
simplemente el indio histórico... Es todo hombre que vive en América, con las
mismas raíces emotivas y espirituales que aquel que antiguamente lo cultivo (
el territorio)... y por que la sierra... es la región mas india de la América india. E
indios nos tornaremos todos los que extendemos la mirada hacia el mundo
desde sus eminencias". En su libro desmitifica el periodo incaico, revaloriza al
mestizo a quien Valcárcel despreciara, como parte importante de la identidad
peruana y redefine lo que va a denominar el nuevo indio. En contra de la tesis
de Valcárcel de que el Perú debía construirse de las ruinas del incanato,
olvidando la conquista y el virreinato, García sostiene que la colonia marco al
país y el Perú no puede olvidarla ni construirse sin tomar en cuenta la herencia
colonial. (Marzal, 1981, 470-471)

También en la idea de Nación mestiza encontramos a José María Arguedas. Ya


en su trabajo "El Complejo Cultural del Perú "(1952) Arguedas rebate la
"corriente pesimista, acerca del mestizo" representada por Valcárcel. Él señala
el caso del Valle del Mantaro en la sierra central del Perú en donde el mestizo
constituye la totalidad de la población. En "La sierra en el Proceso de la Cultura
Peruana "(1953) señala que el caso del Mantaro aunque sea todavía una
excepción en el país, servirá "para el estudio del posible proceso de fusión
armoniosa de las dos culturas... fusión posible, puesto que en esta región se ha
realizado." (Ibid, 486-487) La ciudad de Huancayo es para el "lugar en donde el
indio o el hombre de abolengo de provincias que llega a esta ciudad no se
encuentra en conflicto con ella." Arguedas explica esta integración pacifica de
las castas por las características culturales de los huancas y su alianza con los
españoles, la ausencia del latifundismo y el desarrollo de Huancayo como
capital industrial de la región. Otro aporte al estudio del mestizaje lo hará en su
tesis doctoral " Las Comunidades de Castilla y del Perú" (1963) al comparar las
comunidades españolas de Bermillo y la Muga de Sagayo en León con las
comunidades peruanas analizando la medida en la cual las comunidades
peruanas están influenciadas por lo hispano.

Raúl Ferrero en su obra "Afirmación del Perú Integral" (1942) hace también una
defensa del mestizo como eje de la nacionalidad. Critica al hispanismo y al
indigenismo en sus posiciones extremas y señala que la Peruanidad es un valor
de integración y no de exclusión señalando que es el mestizo el representante
del Perú integral. Máxime Kuczynski y Carlos Enrique Paz Soldán en "Disección
del indigenismo Peruano" (1948) hacen un análisis del indigenismo y al termino
del libro abordan el tema de la conciencia chola (mestizo aculturado ) como
fenómeno de la sociedad peruana pensando en Lima, donde se da con mayor
fuerza este proceso de "cholificación" del indio como el centro de unificación
nacional.

Un autor contemporáneo que piensa en términos de identidad mestiza y unitaria


es Carlos Ivan Degregori ("Del mito de Inkari al Mito de Progreso, Poblaciones
Andinas, Cultura e Identidad Nacional ", 1986) Para el el abandono de la
identidad indígena es el precio que tiene que pagarse en el Ande para
incorporarse a la modernidad. Esto los termina transformando en mestizos e
incorporándolos e identificándolos con la sociedad mayor que es básicamente
mestiza.

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Un grupo de autores que comienzan a publicar en la década de 1960


sostiene que el Perú carece de una identidad principalmente porque no
constituye una Nación. Poco hay en común entre una persona de clase
media limeña con un campesino de Huancavelica, uno de Puno, otro de Piura
y un miembro de una comunidad tribal amazónica. Todos están en el territorio
del Perú, pero no todos pertenecen a la misma nacionalidad. Encontramos
este pensamiento en embrión en el joven Víctor Andrés Belaúnde. No llega a
negar la existencia de una identidad ya que asume la tesis de una
nacionalidad mestiza, pero sin embargo recalca la debilidad de la conciencia
nacional peruana. En "Meditaciones Peruanas ", publicada en 1932 incluye
un articulo de 1917 "Las deficiencias en la Cultura Nacional " en donde dice: "
La conciencia colectiva en el Perú ha sido débil... La cultura peruana no ha
contribuido a crear esa conciencia colectiva, ni a orientar esas aspiraciones,
ni a formar esos ideales." (Belaúnde, 1932, 142) Haciendo una síntesis de los
factores contrarios a la conciencia nacional enumera los siguientes:

1. El factor conocido de la extensión y discontinuidad territoriales;


2. La escasez y la dispersión de la población;
3 La variedad de las razas, la yuxtaposición y la falta de compenetración
(factores perfectamente conocidos y estudiados ya, lugares comunes en la
sociología peruana);
4. La influencia o preponderancia de las fuerzas históricas (pasados y
condición del virreinato);
5. La influencia perturbadora de causas económicas perjudiciales para el
desarrollo de la actividad y voluntad individuales;
6. La pobreza y deficiencia en las fuerzas síquicas (dirección e ideales realizables
y fecundos), por la falta de intuición y sentimiento en la cultura peruana"

En la década del 60 autores como Julio Cotler (" La Mecánica de la Dominación


Interna y del Cambio Social en el Perú"; 1967), José Matos Mar ("La Urbanización
y los Cambios en la Sociedad y Cultura Peruana"; 1966) , Gabriel Escobar, Jorge
Bravo Bresani, Rodrigo Montoya y Augusto Salazar Bondy ("Entre Escila y
Caribdis; Reflexiones sobre la Vida Peruana") llevaron este razonamiento al
extremo negando la existencia no solo de una nación peruana, sino de una
identidad peruana.

Este pensamiento ha predominado en la sociología hasta la actualidad. En 1988


Matos Mar publicaba "·Desborde Popular y Crisis del Estado" y titulaba su primer
capitulo "Legado Andino y Patria Criolla: Una Nación Inconclusa".

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Podría considerársele como una continuación del indigenismo. La diferencia


estriba básicamente en que es un movimiento pan-indio, es decir que pretende
agrupar a todos los movimiento indios de América, desde Canadá hasta tierra
del Fuego. De otro lado es muy violento por lo menos verbalmente. La obra
mas representativa es la de Ramiro Reynaga, quien bajo al seudónimo de
Huanca publicó en 1981 "Tahuantinsuyo: Cinco siglos de guerra
Queswuaymara" en donde dice:

"seremos el corazón, cerebro y nervio de la liberación andina. O nosotros


somos la liberación en los Ande o no hay liberación de ninguna clase".
(Reynaga.- 1981, 347) "Cada día es mas claro están completas las condiciones
para nuestra liberación. Será la culminación del ascendente Movimiento
descolonizador mundial. Lo repito, Colonialismo viene de Colon". (Ibid; 348)
"Las repúblicas se indianizaran o desaparecerán... Una parte de los criollos
aceptarán nuestra administración... Otra parte de los criollos desde siempre
quiere irse de los andes a las grandes ciudades europeas y norteamericanas,
desprecian aquellos, admiran estas. Tendrán nuestra ayuda para cumplir su
sueño. Hay un antecedente. Hace 150 años los nuevos gobiernos pagaron los
pasajes a quienes prefirieron irse a España". (Ibid; 362)

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El marxismo trajo al Perú la idea de que el núcleo de la identidad nacional se


hallaba en el proletariado, que era parte del proletariado universal en lucha por su
liberación. Algunas otras corrientes influenciadas por el Maoísmo cambiaron la
figura del proletariado por la del campesino en lucha aliado de los otros
campesinos y proletarios a nivel mundial. En este caso el Indio se transforma en
campesino y se hace hincapié no en lo que lo diferencia del resto del mundo si no
en lo que lo identifica con el resto del campesinado mundial. El primero en
plantear la identidad en términos clasistas, y en realidad el único original al
respecto fue José Carlos Mariátegui ("Siete Ensayos de Interpretación de la
Realidad Peruana"; 1928) Mariátegui escribe sobre el indio:

"Todas las tesis sobre el problema indígena que ignoran o eluden a este como
problema económico-social, son otros tantos estériles ejercicios teoréticos, -y a
veces solo verbales-, condenados a un absoluto descrédito. No la salva algunas
su buena fe. Prácticamente todas no han servido sino para ocultar o desfigurar la
realidad del problema. La crítica socialista lo descubre y esclarece porque busca
sus causas en la economía del país y no en su mecanismo administrativo, jurídico
o eclesiástico, ni en su dualidad o pluridad de razas, ni en sus condiciones
culturales y morales. La cuestión indígena arranca de nuestra economía. Tiene
sus raíces en el régimen de la propiedad de la tierra". (Mariátegui 1928)

En el prologo de "Tempestad de los andes", la obra de Valcárcel, Mariátegui


escribía:

"La fe en el Resurgimiento Indígena no proviene de un proceso de


occidentalización material de la Tierra Quechua. No es la cavilación, no es el faro
del Blanco lo que levanta el alma del Indio. Es el mito, es la idea de la revolución
socialista. La esperanza indígena es absolutamente revolucionaria. El mismo
mito, la misma idea, son agentes decisivos del despertar de otros viejos pueblos,
de otras viejas razas en colapso: hindúes, chinos, etc. La historia universal tiende
hoy como nunca ha regirse por el mismo cuadrante. Por que ha de ser el pueblo
incaico que construyo el más desarrollado y armónico sistema comunista, el único
insensible a la emoción mundial?"

Como podemos ver para Mariátegui el problema indio no es de raza ni de cultura,


es económico. En segundo lugar el resurgimiento indígena solo se entiende
dentro de la revolución socialista mundial. Este punto de vista ha sido repetido
una y otra vez por los diferentes autores marxistas como Aníbal Quijano, Wilfredo
Kapsoli , Julio Ortega, etc. Ortega nos dice ("Crisis, Identidad y Cultura en el Perú
"; 1979) " La discusión, pues, sobre la identidad requiere ser planteada al nivel
conflictivo de la clase y su formación…". (CEDEP; 1979, 198)

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Finalmente, hay un pequeño grupo de autores contemporáneos que plantea la


identidad peruana en términos de voluntad. En otras palabras es peruano no el
que pertenece a una cultura o raza determinada, ni el que habita el territorio del
Perú sino quienes quieren serlo y lo reconocen como su nacionalidad. Eso es lo
que unifica a un poblador de clase media limeña, un campesino de
Huancavelica, uno de Puno o un Machiguenga de la selva amazónica. Es un
fenómeno tal vez parecido al de la identidad dinástica. No se requiere tener ni el
mismo idioma, ni la misma cultura, ni siquiera el mismo territorio para
reconocerse súbditos de la misma dinastía. En el Perú, país de un
cosmopolitismo interno, donde "todas las sangres" de moches, huancas,
chancas quechuas, aymaras, campas, shipibos, jívaros, españoles y mestizos
se unen a un nuevo cosmopolitismo externo con la llegada de migrantes chinos,
japoneses, italianos, croatas, judíos, alemanes, ingleses, franceses, etc., lo que
unifica a todos es la voluntad de reconocerse como peruanos e identificarse con
este territorio como propio. Lo cual no significa, a diferencia de la identidad
territorial, que todo habitante del Perú sea peruano, en el sentido de que se
sienta peruano, porque parte de la anomia que sufre el país es que no todos lo
pobladores se identifican con el territorio. Hay un sector al cual el país le
"apesta" y se identifica con otras realidades. Pero quienes se identifican con el
Perú se identifican con el territorio. No con su sistema administrativo que
levanta protestas sobre su funcionamiento o incompetencia, sino - insisto - con
el territorio que despierta vivencias y expectativas "peruanas".

Entre los autores que ven la situación en estos términos se encuentra Raúl
Zamalloa ("El Proceso de la Nacionalidad"; 1979) y Carlos Franco ("Izquierda,
Política e Identidad"; 1979). Manuel Burga ("La Historia Sigue su Curso"; 1993)
en conversación con Ronald Forgues, entiende el fenómeno que se da en el
Perú pero no llega a formular lo que Zamalloa y Franco ya formularan en 1979,
pero su explicación nos permite comprender muchas cosas. Burga dice

"La sociedad Peruana es una sociedad multiétnica y multicultural (...) pero con
muchos elementos que permiten una integración. Yo creo que será imposible
conformar una Nación Peruana homogénea en el corto plazo y supongo que en
el largo plazo irán a perdurar muchas de las particularidades culturales."

Forgues comenta:

"Arguedas creyó por mucho tiempo que el mestizaje podía generar la


homogeneización de la sociedad `peruana y luego en Chimbote observo que la
realidad andaba por otro camino; el de la aculturación de los andinos que
perdían en la ciudad su lengua, sus raíces, y su cultura, sin poder acceder, no
obstante, a la cultura criolla."

Burga contesta:

"Lo que expreso Arguedas es una esperanza muy peruana que fue expresada
antes por Garcilaso de la Vega y que forma parte del discurso político
consensual en el Perú; es decir el país visto como mezcla racial y cultural,
como sincretismo. Pero la realidad es otra, la realidad es que el Perú no ha
logrado conformarse como cuerpo mestizo, homogéneo, sino más bien como
un conglomerado de razas y culturas"

De lo que señala Burga se extrae, aunque, que la única identidad posible entre
esos conglomerados diferentes es la voluntaria, la de una identidad al estilo
dinástico, pero no con la figura de un rey emperador, sino con un territorio que
finalmente no es otra cosa que un símbolo. Un símbolo que muy probablemente
no signifique lo mismo para todos, pero la identificación con él crea una
identidad allí donde no la habría. Es algo similar a lo que Víctor Andrés
Belaúnde encontró respecto a la identificación religiosa. La religión Católica no
significa lo mismo para las poblaciones andinas que para las costeñas y ambas
a su vez son diferentes de lo que la jerarquía eclesiástica conceptúa como
catolicismo. Sin embargo la identificación religiosa, a pesar de su diversidad,
crea unidad. Es la fuerza de la identificación con un símbolo. Aunque lo
entendamos diferentemente yo proyecto mi forma de entenderlo en el otro,
asumo que lo entiende como yo y creo una comunión, invento un compatriota
donde no existía nada.

Esto es lo que nos dice Carlos Franco cuando nos habla de la "identidad como
la gana del vivir colectivo" señalando:

"El sentido fuerte de la idea de Nación es la voluntad de vivir colectivamente, es


decir la autodeterminación de una conciencia social que no sólo comparte sino
también proyecta, imagina utopías, redefine una identidad deseada y
prospectiva y la instala, segura, en su horizonte."

La misma idea de identidad es desarrollada por Zamalloa de manera brillante


cuando dice:

"¿Que hace que un vasto conjunto de seres humanos que hallan un territorio
que puede llegar a ser muy extenso se sienta integrando una sola personalidad
colectiva? Las respuestas han sido múltiples y con frecuencia han consistido en
privilegiar algunos de los elementos que suelen hallarse en las naciones
constituidas: común descendencia de un grupo inicial, una misma lengua,
habitar un mismo territorio, profesar una misma religión, tener unidad política,
comunidad de costumbre y de tradiciones... la lista es larga y podría crecer. Sin
embargo siempre hay alguna nación en la que falta uno o varios de estos
elementos y no siempre los mismos; puede decirse que ninguno es
indispensable. ¿Que es, pues, lo que determina la constitución de la
nacionalidad? Es aquí donde interviene un elemento que hasta ahora no hemos
considerado: la voluntad, el plebiscito de todos los días del que hablaba Renan,
la voluntad de corporación viviente y activa a la que se refiere Kohn ; el querer
vivir colectivo que señala Hauser. No es el único requisito pero si resulta
esencial y ese requisito es precisamente el que aporta el nacionalismo."
(Zamalloa; 1979)

Más adelante continúa:

"La conciencia nacional es recordémoslo, voluntad de corporación viviente y


activa un plebiscito de todos los días, es decir algo vital y constante que puede
ser redefinido por nuestra generación y las próximas."

Para terminar diciendo:

"En todo caso hay algo que los `peruanos compartimos y que nos hermana por
encima de cualesquiera diferencia de lengua piel o cultura y es la noción de
patria que a todos nos atañe. Porque la Patria es la tierra y los muertos, como
definió Barres en cinco palabras permanentes. Esta tierra que a todos nos
abruma, reta, sustenta y conforta. Esta tierra en la que están nuestros muertos,
tan presentes en el espíritu de nuestro pueblo y que viven en gestos y rasgos,
en flores, obras y tradiciones. Lanza del Vasto dijo alguna vez que la caridad es
un amor sin reverso de odio. El patriotismo es como la caridad. Que el futuro lo
vea crecer en el Perú." (Ibid,)

Cuando Zamalloa habla de tierra no lo hace en el sentido territorialista. No es


peruano todo el que vive en el territorio del Perú. Es peruano todo aquel que se
identifica como tal. Pero el punto de referencia común siempre tendrá que ser el
territorio, tal como lo señalara anteriormente mas como símbolo que como
realidad física. El caso extremo es el de Jorge Chávez, quien habiendo nacido
en Francia de padres peruanos, sin conocer el Perú se identificaba con el país
que no conocía ni conocería. Hoy es el patrón de la aviación peruana.

Un último punto a tocar en lo referente al tema de la identidad voluntarista es el


de los inmigrantes en el Perú. Chinos, japoneses, judíos, italianos, croatas,
alemanes, etc. han migrado al Perú en diferentes momentos y se encuentran
hoy `plenamente integrados en la nacionalidad. Son un ejemplo claro de lo que
constituye una identidad volitiva, ya que las diferencias étnicas y culturales de
estos diferentes grupos son muy marcadas. Y sin embargo todos se consideran
peruanos.

En el caso de los chinos se autorizo su inmigración por ley del 17 de Noviembre


de 1849 por medio de contratos de cinco años para trabajar en la agricultura en
reemplazo de los trabajadores esclavos negros en las haciendas costeras.
Llegaron como trabajadores libres pero en condiciones muy difíciles entre 1849
y 1874. Hasta 1869 habían ingresado cerca de 50,000 y entre esa fecha y 1874
ingreso una cantidad similar. Los chinos lucharon por conservar su identidad de
grupo `pero al mismo tiempo se han instalado definitivamente en la sociedad
peruana. Primero fueron agricultores, luego se desarrollaron como
comerciantes y se instalaron la mayoría en la costa. Sobre la población de
origen chino en el Perú tenemos los trabajos de Stewart (1951), Rodríguez
Pastor ( 1989), Sulen ( 1989) y Trazegnies (1995).

Los japoneses ingresaron entre 1899 y 1923 contratados por los agro-
exportadores para labores similares a las que habían desempeñado los chinos.
Para 1930 la población de origen japonés en el Perú, entre inmigrantes y sus
descendientes sumaban 20,295, de las cuales 17,725 residían en Lima. Al igual
que los chinos pasaron de peones agrícolas a agricultores independientes y a
comerciantes. En la actualidad la población de origen japonés es de
aproximadamente 80,000 personas sobre un total de cerca de 26,000,000. de
habitantes. Es la colonia japonesa más grande de Sudamérica después de la
brasileña. Los sitios de mayor concentración de población de origen japonés
son Lima Callao y Trujillo. Al igual que los chinos han luchado por mantener su
identidad de grupo manteniendo instituciones y medios de difusión propios a la
vez que han logrado incorporarse a la nacionalidad peruana. Sobre los
japoneses en el Perú tenemos los trabajamos de Fukumoto (1974) e Iida
(1986).

Los judíos llegaron al Perú durante los primeros años de la colonia. En la etapa
republicana sin embargo llegan como particulares o como funcionarios de
empresas inglesas o alemanas. No hay una migración judía de importancia que
se pueda circunscribir a un periodo determinado como en el caso de los chinos
y japoneses. Su número siempre fue muy pequeño. Entre 1924 y 1941 llegaron
al Perú 465 judíos entre hombre, mujeres y niños. La colonia judía tiene una
cohesión notable y socialmente esta constituida por individuos de clase media
alta ya que la mayoría de migrantes judíos llegaron al Perú siendo profesionales
o con alguna fortuna. Al respecto es de destacar el trabajo de Trahtemberg
(1987).

Los italianos tienen presencia en el Perú desde la época colonial. En el siglo


XVI llegaron navegantes y comerciantes. Posteriormente (siglo XVII) llegaron
artesanos, artistas y clérigos. El mayor numero de italianos en el Perú eran
navegantes genoveses. Según el censo de extranjeros residentes en Lima
realizado en 1775 había 40 genoveses y 17 italianos de otras regiones. En la
república la mayor cantidad de inmigrantes italianos llegó entre 1840 y 1880.
Eran propietarios de buena parte de las posadas, tabernas y cafeterías de
Lima. También había plateros, relojeros y lapidarios. La mayoría se asentó en el
Callao, Lima y otros en Chincha y Chanchamayo. Actualmente constituyen la
colonia más numerosa después de la china y la japonesa. Es interesante notar
al respecto el trabajo de Bonfiglio (1984).

Si los italianos están ahora plenamente integrados a la clase criolla peruana,


chinos, japoneses y judíos han elegido mantener una diferencia cultural
respecto al resto de la población que se manifiesta en costumbres, en algunos
casos idioma, en algunos casos religión. Estos migrantes han mantenido un
sentimiento de separación del resto de la sociedad que los hace mantenerse
cohesionados y no llegar a fusionarse totalmente con la sociedad mayor. Sin
embargo se consideran peruanos y sus vivencias son peruanas. La primera
generación por elección, las otras generaciones por vivencia. Su vivencia del
Perú no es la misma que la de un criollo o la de un andino, pero es parte
justamente del cosmopolitismo del Perú. Su lealtad al Perú es la lealtad a una
vivencia, esa vivencia se expresa en un símbolo, ese símbolo nuevamente
señalamos es el territorio. La elección de la peruanidad no siempre es libre. En
las generaciones posteriores está determinada por sus experiencias peruanas,
por su infancia y adolescencia en estas tierras. Pero identidad volitiva o
voluntarista no quiere decir que la elección sea siempre libre o racional. Quiere
únicamente decir que existe un sentimiento de identidad entre todos los que
optan por el Perú independientemente de las causas que cada uno tenga para
ello. En el acto de considerarnos peruanos creamos una identificación aunque
haya diferencias culturales, étnicas, religiosas o políticas que nos separen.

%,%/,2*5$)Ë$

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