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LAS UTOPIA SICIALSTAS a —— Portads de Todd Vila Desde que los siervos de le Ingla- terre feudal sofieban con el pais de Cucafia, he habido en todas las épo- aS una constante corriente literaria ‘que busca en naciones imaginarias un paraiso en el cual le opresion, la in- Justicia y 1a indigencia estén desterra- dos. El autor investiga en oste libro el desarrollo de las utopias pertiendo de Tomis Moro y a través de Bacon, Swift y Morris, hasta llegar a tas ac- tuales fantasias de Wells, Aldous Hux. ley y Orwell. Con gran lucidez evoca 2 los diferentes esoritores y demuestra que Ia concepcién de Utopia va cem- biando, sogin varian les condiciones sociales. A. L. Morton estudié en la Univer- sidad de Cambridge graduéndose en historia y literatura inglesa. Atraido or las ideas socialistas se unid al partido comunista y fue redactor del “Daily Worker”. Ha escrito numero- 08 libros de investigacién y actu mente preside 1a seccién de historia del Partido Comunista de Gran Bre- tata, Esta obra representa una contribu- cién importantisima a la moderna ‘concepcién del socialismo A036 Z Las utopias socialistas Ediciones Martinez Roca, S. A. Traduccién de R, de la Iglesia © A.L. Morton, 1952. © 1970. Ediciones Martinez Roca, S. A. Av. Generalisimo, 322 bis. Barcelona-l3. Depésito Legal: B. 37332-1970. Impreso en Espatia. Impronta Pareja, Montafa, 16 - Barcelona. A Vivien Nota del editor 1. EL PARAISO DE LOS POBRES 1. Bl pats de Cucafia 2. La historia de Cucafia 2. LAISLA DE LOS SANTOS 1. Moro el humanista 2. Moro el comunista 3. REVOLUCION ¥ CONTRARREVOLUCION 1. La Nueva Atlantida 2, Repiblica real y Reptiblica ideal 3. La utopfa y la reaccién 4. LA RAZON DESESPERADA 1, El fin de Cucafia 2. El héroe burgués desembarca en Utopia 3. Las etapas de Gulliver 4. Berington y Paltock 5. LA RAZON SUBLEVADA 1. Justicia politica 2. Socialistas utépicos 3. El libro de las maquinas SSss Sau & 6. EL SUENO DE WILLIAM MORRIS 151 1, Noticias de Boston IS1 7 i 2. Noticias de ninguna parte ce Nota del editor 3. El espectro conjurado 14 7, AYER Y MANANA 185 1, Una utopia de celofin 185 2. Los destructores de méquinas 196 3. La dltima fase 204 El presente libro, cuyo titulo origi- nal es The English Utopia, se presenta. en su version castellana bajo la deno- ‘minacion, mds general, de Las utopias socialistas. Esta modificacion se debe a que se ha considerado oportuno hacer refe- rencia a la formulacién engetsiana, dado que el autor establece como tenta central del libro la relacién, mds o me- nos mediada, entre el socialismo utd Pico que describe y las formas cienti- ficas dadas a partir de Marz. 1 EI paraiso de los pobres iOhl, éno ves el estrecho sendero sembrado de zarzas y espinos? el sendero de Ja Virtud or el que muy pocos se aventuran, e¥ no ves el ancho camino ue se abre entre los lirios? es el camino del Vicio ‘que algunos aman camino del Cielo. e¥ no ves el alegre camino ‘que serpentea a través de los helechos? es el camino del pais de los Elfos al que esta noche te conduzco. Wieja Balada de Thomas the Riymer) 1. Bl pats de Cucana En principio Utopia es la imagen de un deseo. Posterior. mente esta imagen se complicard y diversificard, Nogard in. cluso a convertirse en una forma profunda de expresar una critica 0 una satira social, pero en su base persistiré siempre un deseo real. La historia de la Utopfa reflejaré, por consi- guiente, las condiciones de vida y las aspiraciones de los indi. Viduos y de las clases en diferentes épocas de la historia, E1 Pais descrito bajo el nombre de Utopfa variard, naturalmente, u " con los diferentes escritores, pero por encima de estas va- riaciones hallaremos una modificacién continua que sigue el curso normal del desarrollo hist6rico; asf cabe decir que la Utopfa inglesa es el reflejo de la imagen, més o menos de- formada, de la Historia inglesa. Los poctas, los profetas, los fil6sofos, la han utilizado para instruir o para deleitar, pero antes que los poctas, los profetas y los fildsofos esté el pus- blo, con sus fortunas y desgracias, sus leyendas y sus suefios. Por lo tanto es justo que estudiemos en primer lugar la utopia del pueblo. Es histéricamente la primera, la més di- fundida y la més duradera, y nos proporcionard una escala de valores que nos permita juzgar las utopias posteriores. La Utopia popular se oculta bajo numerosos nombres y aspectos. En Inglaterra es Cokaigne, en Francia Cocagne, en Espafia Cucafia; existe también Pomona, Hy Brasil, Venus- berg y el Pais de los Nifios. Y no olvidemos el Pais de los Gandiules, el Paraiso de los Pobres, la Montafia de Azticar. Brueghel, que es de todos los artistas del mundo, el que mas se aproxima a este espiritu popular, ha legado a plasmarlo en un cuadro en el que apatecen casi todos sus rasgos ca- racteristicos: el tejado de pasteles; el cochinillo asado que corre con un tenedor clavado en el vientre, Ja montaiia de manteca, los aldeanos sentados sobre la hierba y esperando para abrir la boca a que uno de aquellos manjares se ponga ‘a su alcance, La casa de pan de jengibre que Hansel y Gretel encuentran en el bosque encantado pertenece tambign al mis- mo pais asi como, en un sentido diferente, la abadia de ‘Thélhtme, de Rabelais, cuya divisa es “Haz lo que quieras”. Podemos remontarnos hasta la mitologia, hasta las novelas de caballeria; no existe un sélo rincén en Europa en el que no aparezcan sus huellas. Serfa initil, por consiguiente, tratar de fijar sus origenes en una época y en un lugar deter- minado, 0 en un poema o una leyenda concretos. Lo que ine tento, por el contrario, es estudiar aquf una determinada versidn, el poema inglés del siglo xiv titulado The Land of Cokaygne, utilizandolo como punto de referencia, buscando sus paralelismos con la mitologia y las novelas de caballeria y siguiendo el desarrollo del tema hasta nuestros dias. Este planteamiento me parece tanto mds apropiado cuan- to que la Utopia popular ha conservado a través de las épocas un cardcter sumamente constante y sus principales rasgos aparecen perfectamente evidenciados en Ei Pats de Cucaita. Se trata de una obra de unos doscientos versos que nos des- R cribe un paraiso terrenal, una isla de magica abundanc tiema juventud y etemo verano, de alegs, seiner ne Las criticas ‘literarias que, por casualidad, mencionan este poema sélo ven en él una sdtira anticlerical o bien una Jarga broma a expensas de quienes lo quieren todo a cambio de nada. La obra es anticlerical, por supuesto, y nadie pone en duda que haya sido concebida para poner en ridfculo 1a glotoneria monacal y sus malas costumbres. Es posible que el autor haya utilizado un tema familiar para atacar abusos corrientes. Pero, si asi ha sido, el tema se le va de las manos ¥ 1a Utopia substituye a Ia sétira. Después de un comienzo en el que se presenta una comparacién entre el Pafs de Cu- caiia y el paraiso, a favor del primero: Aunque el Parafso sea alegre y hermoso el Pais de Cucafia estd mejor provisto. ay algo més en al Paraiso ‘que praderas y bosques floridos? no hay nada para abrigarse, ¥ s6lo agua para calmar la éeds, ‘Mientras que en el pais de Cucafia, El agua s6lo para lavarse sirver El poeta se deja levar fécilmente por la descripei las delicias que alli se encuentran, S6lo'al final parece eos dar de nuevo su pretexto, en un divertido fragmento en el que describe los juegos de los frailes, pero incluso aqui es fécil darse cuenta de que la condena se ve aminorada por algo gue se parece mucho a la admiracién. El primer rasgo inte. Tesante se refiere a la situacién de la isla: ¢Lejos en el mar, al Oeste de Espafia hay un pafs llamado Cucafian, Esta situacién occidental establece un claro nex. el Pa’s de Cucafia y el Parafso Terrenal de la mitologia alte, A Jo largo de la Edad Media se mantuvo la creencia en la existencia de este paraiso, mientras que Ja Iglesia situaba siempre su Paraiso al Este y se oponia duramente a Ia creen- cia en un paraiso occidental, que consideraba supersticién Pagana. Pese a esta oposicién eclesiéstica la creencia persistié ya que de vez en cuando se vela fortalecida por el descubri. miento en las playas del Atléntico de maderas extraiias, de 13 especies desconocidas, ¢ incluso en ocasiones de canoas in- dias o esquimales que las tempestades habian arrastrado has- ta alli. Tan arraigada estaba esta creencia que, bajo el nombre de Isla de San Branden, este paraiso occidental fue recono- eido y bautizado por la misma Iglesia, y de Irlanda y otros paises partieron cierto mimero de expediciones en busca de fa isla. Pese a todo, el hecho de que Cucafia sea una isla occidental sefiala eu carécter popular y precristiano, y éste es uno de los principales rasgos anticlericales de la obra, Ademis Cucaiia tiene mas de una caracteristica que re- cuerda la pagana Isla de las Manzanas, o Pomona, en la que segtin palabras de Baring-Gould: todo abunda y es una perenne edad de oro. Las vacas tienen tanta leche que Tlenan estanques. Existe también un palacio de cristal, que flota en el aire, y alberga entre sus muros transparentes las almas de los bienaventuradoss. O citando ahora una descripeién irlandesa: «la leche corre en forma de rios, el vino surge de Ia tierra a borbotones, y si se busca bien, se hallarén arroyos de whisky y de cerveza negra>. Podemos comparar estas descripciones con la abundan- cia que reina en el Pais de Cucafia y con sus pilares «Que estin hechos de cristal con su basamento y capitel de jaspe verde y de coral» con sus tesoros de pledras preciosas, sus ventanas de vidrio que se convierten en cristal si as{ se desea. El palacio de ctistal o Ia montafia de vidrio parecen, es cierto, constituir uno de los rasgos clésicos de los paraisos terrenales de todas Tas mitologias. Pero, por encima de todo, el Pafs de Cucafia es el pais en que todo puede suceder. Es la Utopfa del esclavo acosado por las necesidades, del hombre que sucumbe bajo el peso del mundo, para el que la supervivencia constituye un pro- blema. Si bien este aspecto predomina hasta el punto de ex- cluir, con una sola excepcién a la que me referiré mas ade- ante, todo sentimiento claro de lucha de clases, esto no ha de constituir un motivo de asombro cuando examinemos las circunstancias. No cabe duda de que en la Edad Media exis- tia lucha de clases. La opresin y la explotacién se manifes- 14 taban de Ia forma mds evidente y descarada. Existia un estri- dente contraste entre la vida de los siervos y la de la nobleza 9 el clero rico, y es muy posible que una de las finalidades del poema haya sido la de poner de manifiesto esta diferencia entre siervo y monje. En cualquier caso, nos recuerda la miseria general que reinaba en la Edad Media, resultado de una técnica muy primitiva, que sélo servia para proporcionar minimos excedentes una vez satisfechas las necesidades cle- mentales de la poblacién activa. Por consiguiente los hombres eran mucho més directa- mente sensibles que en la actualidad a la tiranfa de las nece- sidades, a la dureza esencial de las cosas, Lejos de conside- rarse dueiio de los elementos, el hombre se inclinaba a pen. sar que éstos le dominaban. Dependia de las condiciones atmosféricas no en la medida en que el mal tiempo es desa. gradable sino en la medida en que una mala estacién puede significar el hambre absoluta, Y en el mejor de los casos largas horas de trabajo y una existencia precaria eran condi- ciones a las que resultaba imposible escapar. Y aunque hubiera terminado con la esclavitud, suponien- do que esto hubiera sido posible, el siervo no se hubiera visto liberado de su condicién de forma apreciable. Ya era cierta- mente un progreso que en el siglo x1v los hombres tomaran conciencia de este fardo. En esta época hab‘a ya terminado el perfodo de migraciones ¢ invasiones que habian dividido la sociedad en pequefias unidades autonomas. La cooperacién y la division del trabajo se extendian cada vez més, las ciuda- des crecian y adquirian una especie de autonomia local. Se manifestaba un lento pero al mismo tiempo sensible progreso téenico y en Inglaterra, por lo menos, la esclavitud estaba en regresién y sus formas mas rudas se iban modificando. El resultado fue que, Jo que antes se sufria universalmente sin quejas ni criticas, emy jaa sentirse como una carga; el siervo toma conciencia de su esclavitud y el siglo x1v es la gran época de las revucltas campesinas. Precisamente en esta situacién, en este principio de es- Peranza, tiene sus origenes EI Pais de Cucaita, Sin la esperan- za no hubiera surgido. Si la esperanza hubiera sido mayor ¢ imejor fundamentada, no hubiera tomado la forma de una echo que se la considerara como una laboriosa broma y, en efecto, es bastante facil 15 tomar por su lado ridfculo descripeiones como ésta de una gran abadia: . Cucafia no es solamente el pafs de Ja abundancia, sino de na abundancia que puiede disfrutarse sin esfuerzos, y es quizd esta caracteristica la que mds ha indignado a los mo- ralistas y la que explica, quiz4, las fuertes eriticas que ha su- frido el Pais de Cucana desde el primer momento. Sin em- argo, parece evidente que en un mundo en el que Ia suerte de la mayoria consistfa en trabajar incesantemente, casi sin retribucién, una Utopia que no prometiera el descanso y la ociosidad se hubiera considerado lamentablemente deficiente. Y¥ es cierto que la ociosidad es menos evidente en el Pais de Cucafia que en otras versiones, en la de Brueghel, por ejem- plo, o en la moderna Rock Candy Mountain. Mientras que alondras rellenas se nos introducen en la boca, Io que verda- deramente se subraya es que se puede conseguir comida y debida “sin preocupacién, sin trabajo y sin dolor”, es decir, sin ese trabajo azaroso y excesivo que Ilenaba, él solo, la vida entera del siervo medieval. ¥ en el Pais de Cucafia hay mucho més que la glotoneria y la ociosidad. El hecho realmente més notable y mas impre- de 17 sionante, moralmente, es que se trata de un pais d justicia social y de felicidad en «Siempre €l dia, jamés 1a noche, xi querelias ni hichas, ‘tampoco muerte, sino una vida eterna; alimento y vestides en abundanc Neda de disputas entre hombre ¥ mujer. todo es coman para jovenes y vieios fucrtes y debles, tildos y audacess, Es precisamente este espfritu social, este sentido de la fraternidad, lo que excluye el Pafs de Cucafia del dominio de lo grotesco, o, mas bien, lo convierte en uno de esos raros pero tipicos testimonios populares, en los que lo sublime y lo grotesco se unen para ofrecer una imagen verdadera y viva del espiritu del hombre del pueblo. Se ve, aqui como en otras artes, que el sentimiento de clase, aunque nunca se aborde directamente, aflora a la superficie. Esta impresion se ve fortalecida por la conclusién, curio. sae irénica:

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