por broma dije era poeta aunque no haba escrito un solo verso pero admiraba el sombrero aln del poeta del pueblo.
Una maana me encontr en la calle con mi vecina.
Me pregunt si yo era poeta. Ella tena catorce aos.
La primera vez que habl con ella
llevaba un ramo de ilusiones. La segunda vez una anmona en el pelo. La tercera vez un gladiolo entre los labios. La cuarta vez no llevaba ninguna flor y le pregunt el significado de eso a las flores de la plaza que no supieron responderme ni tampoco mi profesora de botnica.
Ella haba traducido para m poemas de Christian Morgenstern.
A m no se me ocurri darle nada a cambio. La vida era para m muy dura. No quera desprenderme ni de una hoja de cuaderno.
Sus ojos disparaban balas de amor calibre 44.
Eso me daba insomnio. Me encerr mucho tiempo en mi pieza. Cuando sal la encontr en la plaza y no me salud. Yo volv a mi casa y escrib mi primer poema.
CUANDO EN LA TARDE APAREZCO EN LOS ESPEJOS
Cuando en la tarde aparezco en los espejos
Cuando yo y la tarde queramos unirnos Tristemente nos despedimos Tristemente nos hablamos en el espejo que disuelve las imgenes Quin soy entonces Quizs por un momento De verdad soy yo que me encuentro
Quin soy yo sino nadie
Alguien que quisiera pasarse los das y los das Como un solo domingo Mirando los ltimos reflejos del sol en los vidrios Mirando a un anciano que da de comer a las palomas Y a los evanglicos que predican el fin del mundo
Cuando en la tarde no soy nadie
Entonces las cosas me reconocen Soy de nuevo pequeo Soy quien debiera ser Y la niebla borra la cara de los relojes en los campanarios.
Cuando todos se vayan a otros planetas
yo quedar en la ciudad abandonada bebiendo un ltimo vaso de cerveza, y luego volver al pueblo donde siempre regreso como el borracho a la taberna y el nio a cabalgar en el balancn roto. Y en el pueblo no tendr nada que hacer, sino echarme lucirnagas a los bolsillos o caminar a orillas de rieles oxidados o sentarme en el rodo mostrador de un almacn para hablar con antiguos compaeros de escuela.
Como una araa que recorre
los mismos hilos de su red caminar sin prisa por las calles invadidas de malezas mirando los palomares que se vienen abajo, hasta llegar a mi casa donde me encerrar a escuchar discos de un cantante de 1930 sin cuidarme jams de mirar los caminos infinitos trazados por los cohetes en el espacio.