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(1857-1933)
Nació el 5 de julio de 1857 en Wiedenau (Sajonia). Era hija de un
maestro rural. De los 17 a los 21 años estudió magisterio en Leipzig,
en donde entró en contacto con un grupo de estudiantes rusos
exiliados, entre los que se hallaba el revolucionario Ossip Zetkin,
afiliado a la socialdemocracia alemana, con quien se casó en 1882.
En 1880 se trasladó a Austria y luego se instaló en Zurich, donde al
año siguiente se afilió al Partido Socialdemócrata alemán.
En 1882 se instaló en París, donde también desarrolló una intensa
actividad política. En 1889 trabajó activamente en la preparación del
Congreso de fundación de la II Internacional con numerosos artículos
en la prensa socialista alemana. Acudió al mismo como corresponsal
del órgano de prensa del Partido y en calidad de delegada de las
mujeres socialistas de Berlín, destacando ya por su gran
preocupación por la organización del movimiento femenino
proletario.
Volvió a Alemania en 1890, como organizadora de la sección femenina del Partido y redactora del
órgano de prensa femenina de la socialdemocracia alemana. Desde entonces hasta el estallido de la I
Guerra Mundial en 1914, participó en todos los Congresos de la II Internacional. En 1893 conoció a
Engels en el III Congreso, con quien le unió siempre una estrecha amistad.
Durante toda su vida fue una activa promotora de la incorporación de la mujer a la lucha proletaria,
realizando importantes investigaciones históricas sobre el papel de la mujer trabajadora en la
sociedad capitalista. Siempre fue una valiente propulsora de los derechos de la mujer dentro y fuera
del movimiento obrero. Esta gran revolucionaria se había planteado una gran tarea: organizar el
movimiento feminino socialdemócrata. Las condiciones para alcanzar este objetivo eran realmente
difíciles: no se reconocía el derecho de voto a la mujer y se la prohibía su adhesión y participación
en organizaciones y asambleas políticas. En 1896, en el Congreso de Gotha, desarrolla su primer
informe importante sobre la cuestión femenina, sentando las bases del trabajo entre este sector. En
este Congreso plantea así las cosas:
La lucha de emancipación de la mujer proletaria no puede ser una lucha similar a la que
desarrolla la mujer burguesa contra el hombre de su clase; por el contrario, la suya es
una lucha que va unida a la del hombre de su clase contra la clase de los capitalistas [...]
El objetivo final de su lucha no es la libre concurrencia con el hombre, sino la conquista
del poder político por parte del proletariado. La mujer proletaria combate codo a codo
con el hombre de su clase contra la sociedad capitalista [...] ¿Cuáles son las
conclusiones prácticas para llevar nuestra agitación entre las mujeres? [...] El principio-
guía debe ser el siguiente: ninguna agitación específicamente feminista, sino agitación
socialista entre las mujeres. No debemos poner en primer plano los intereses más
mezquinos del mundo de la mujer: nuestra tarea es la conquista de la mujer proletaria
para la lucha de clases. Nuestra agitación entre las mujeres no incluye tareas especiales.
Las reformas que se deben conseguir para las mujeres en el seno del sistema social
existente ya están incluidas en el programa mínimo de nuestro partido.
Sólo la sociedad socialista podrá resolver el conflicto provocado en nuestros días por la
actividad profesional de la mujer. Si la familia en tanto que unidad económica
desaparece y en su lugar se forma la familia como unidad moral, la mujer será capaz de
promover su propia individualidad en calidad de compañera al lado del hombre, con
iguales derechos jurídicos, profesionales y reivindicativos y, con el tiempo, podrá
asumir plenamente su misión de esposa y de madre.