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L. A.White LA CTENCTA DE LA CULTURA Un estudio sobre el hombre y la civilizac 1S SN west PALDOS STUDIO #2025 basica, agipn0 08 apie Cariruto Duopicimo EL DOMINIO DEL HOMBRE SOBRE LA CIVILIZACION Una ilusién antropocéntrica “todavia subsisten muchos vestigios det prejuicio antropo- ctntrico, y en este campo (ta sociologia) como en cualquier otro impiden el progreso de la ciencia. Poco le agrada al hombre renun- ciar al poder ilimnitado sobre el orden social que desde tanto tiempo airds se ha atribuido; y, por otra parte, le parece que si realmente existen fuerzas colectivas, estd necesariamente obligado a someterse fa elles sin ser capar de modificarlas. Ello te hace inclinarse a neger fa existencia de tales fuerzas. En vano le han enseitado repetidas experiencias que esta omnipotencia, en cuya ilusién so solaza com- placiente, ha sido siempre una causa de debilidad on él; que su ‘potier sobre tas cosas comenzd sdlo cuando reconocié que tenian tina noturaleza que les era propia, y se resignéd a aprender esta nalu- saleza, Rechazado por todas las otras ciencias, este deplorable pre- Juicio se mantiene obstinadamente en [a sociologia, Nada hay tan urgente como liberar nuestra ciencia de tal lasire, y es dsa ta finali- dad principal de nuestros es{uerzos,”—Eaate Durknrint 2, poeliene la apariencia de un sueito grandioso el pensar que el curso de la cvolucién social puede ser regido de acuerdo con ta voluntad det hombre...” — W. F. Oonurs * La creencia de que el hombre maneja su civilizacién est muy di- fundida y tiene raices profundas. Las costumbres € instituciones, he: rramientas y mdquinas, ciencia, arte y filosof{a, no son mas que crea: ciones del hombre y estén por lo tanto aqui slo para cumplir sus érdenes. Se halla entonces dentro de Ja fuerza del hombre trazar su curso segiin le plazca, mokdear Ia civilizacién de acuerdo con sus de- seos y necesidades, Tal al menos Jo que ingenuamente cree. Encontramos asi a un distinguido hombre de ciencia briténico, el desaparecido Sir James Jeans, quien nos asegura: Ya hemos dejado de creer que el destino humano es juguete de espiritus, buenos y malos, u objeto de las maquinaciones del Diablo. Nada hay que nds impida convertir la tierra nuevamente en un paraiso — excepto nosotros mismos. La edad cientifica ha comenzado y reconocemos que el hombre mismo es el amo de su destino, el eapitin de su alma. Gobierna el curso de su navfo, y ee LA. WHITE como tal tiene la libertad de hacerl i le surcar aguas t i bravias, o también encallar su casco sobre las ae vi _Stanley Field, presidente del museo F: Historia Natural de Chicago) a favor del Libre Albedrio: Pero si escuchamos a los antr _ Perc ‘opdlogos, que pueden di cence ger ae oa heen dene lo o de rasgos, 0 la diferencia de religion, 1o que origina dificul tades entre la gente, fe = ponsable y que puede manejar o cambiar si asi desea, entonces (aie vislumbraremos ese mundo mejor, que ahora sabemos que debemos lograr para no terminar pereciendo victimas de nuestra propia perversidad.4 EL i profesor Lewis G. Westgate, en un articulo publicado en el Scientific Monthly, nos dice que el hombre puede “to - nos el problema de su futuro y resolverlo”: i cn eld (actualmente Museo d » apela a los antropdlogos en su causa mei mente gue puede determinar el peso de estrellas intnita mente istanes.- descubrir los diminatos potadares de ener problemas sociales siempre y cuando we decide eae Parecerfa ast que Ja salvacién de una era anterior se ha convertid en Ia reconstrnccidn social de hoy: podemos lograrla si asi lo desex mos; si fallamos es por culpa de nuestra “‘perversidad” “ on! oe Semi ier de ls escuela etnoligicn conoid % iO ipulos de la América del Norte, firmemente en el libre albedrio; parecerfa por ci a ae de sus principios cardinales* ¥ lasta V. Conlon Ohites ve uno est en su mayor parte impregnada con el espiritu del deterministag Y materialism cienstico, dice, en un libro que leva el signiticativa (ci de Mon Mates Himself (El hombre se hace a s{ mismo), que “los cambios culturales.... pueden ser iniciados, manejados o. relat los por la cleccién consciente y deliberada de sus ate i tores humanos.”* to atl Sin embargo, cuando nos minio del hombre sobre la cul principiamos a dudar, si dos guerras mundial Proponemos encontrar ejemplos del do: Itura, primero nos sorprendemos y luego ae cent ON nuestra encuesta preguntando g una generacién s concebidos 0 de perversidad, o caer i Uncies ee og be cee Soviética se hizo dominante en Eurasia ce acuerdo con Pa cS ene largo plazo, 0 como resultado de cegueras y Binoy cates Ree con algo mucho mas modesto, Durante los Bea Nos hemos presenciado intentos de gobernar Pequefios y mente insignificantes segmentos de nuestra cultura, tales como sino factores de los cuales el hombre es res- LA CIENCIA DE LA CULTURA 309 la ortograffa, cl calendario, el sistema de pesas y medidas, para nom- brar sélo unos pocos, Ha habido repetidos y heroicos intentos de simplificar la ortograffa y hacerla mas racional, idear un calendario mds légico, y adoptar un sistema ordenado de pesas y medidas en lugar de la engorrosa y absurda aglomeracién de medidas que em- pleamos en la actualidad. Pero, gpodemos hablar de algun éxito? La reforma de la ortograffa dista mucho de haber dado frutos. Eliminar Jas letras que no se pronuncian sigue siendo una montafia que nues- tras fuerzas no pueden mover. En el idioma inglés, por ejemplo, hay cuatro o més maneras distintas de pronunciar el grupo de cuatro letras ough con el que terminan respectivas palabras, y de nada han servido los -esfuerzos para lograr una uniformidad, Por lo general se requiere alguna gran conmocién politica y social para introducir un cambio significativo en la ortograffa o en el calendario, tal como lo evidencian las revoluciones francesa y bolchevique. Y en lo referente al sistema métrico, ha encontrado aceptacion (en Inglaterra, EE.UU. de N.A,, etc.), tmicamente en los pequefios grupos esotéricos que hacen tareas cientificas, ya que el lego, de modo torpe ¢ ineficiente, se sigue valiendo de yardas, pulgadas, libras, onzas y grados Farenheit. Comenzamos a sorprendernos. $i no somos capaces de efectuar co- sas tan mintisculas e insignificantes como las de ¢liminar las letras mudas de las palabras, 0 modificar el calendario, como esperar en- tonces que estemos en condiciones de construir un nuevo orden social que tenga alcances mundiales? Sigamos mirando en nuestro derredor, Hombres y mujeres estén siempre en litigio con las modas. La rebeldfa del hombre contra su atuendo es algo perenne. Son ropas frecuentemente incémodas, mu- chas veces perjudiciales para Ja salud, y, seguin piensan ciertos hom- bres, las prendas de uso diario son antiestéticas, as! como ridiculo el traje de etiqueta, Pero, cqué puede hacer? Debe Hevar su chaqueta y su corbata, no importa lo elevada que sea la temperatura ambiente. No le esta permitido usar calzado de color azul o rosa. Y en lo refe- rente a “ropas de noche”, debe someterse a ellas 0 quedarse en su casa, El jactancioso dominio del hombre sobre Ja civilizacién no es particularmente sefialado en este sector. Pero si el vardn esté desvalido, la mujer es una esclava abyecta en las garras de la moda, Debe acatar todo cambio, por fantdstico y feo que sea, Puede en realidad que en el momento deje de adyertir que los nuevos modelos son fantésticos y feos; “la ultima moda” puede embotar el juicio de una mujer. Pero con sdlo hojear un album de viejas fotografias puede uno notar que la belleza, la gracia y el en- canto no son Ios factores.que dominan el curso de la moda. i¥ en cuanto a las faldas femeninas! Primero son cortas; luego 310 L, A. WHITE Jargas. Un distinguido antropélogo, el profesor A. L, Kroeber de Universidad de California, ha llevado a cabo un muy interesante revelador estudio de las dimensiones del atuendo de la mujer a tra de un considerable periodo de tiempo. Descubrié que “las dimensi nes bdsicas del traje femenino de la Europa moderna varia bastam regularmente entre maximos y minimos, que en Ja mayorfa de los ca estén separados por un tiempo promedio de unos cincuenita afios, modo que el largo de onda total de la periodicidad del cambio es d aproximadamente un siglo.”® Los ritmos son regulares y uniformes, En el cambio no entra para nada Ja opinién de la mujer. Hasta I disefiadores y creadores deben adaptarse a la curva de cambio, N encontramos aqu{ ningin control hecho por el hombre —o la mujer iPlomittateqdengs |iexcrable (et inspervenalla Cuando 1e.diac ae punto méximo de la curva, la tendencia cambia de signo y las faldas se alargan 0 acortan, segiin sea el caso. Las mujeres son impotentes; no pueden hacer otra cosa que seguir Ja tendencia, Guando la curva asciende deben acortar sus trajes; cuando desciende, deben alargarlos, Puede parecer extraordinario que una gran clase de ciudadanos, que ni siquiera es capaz. de gobernar las dimensiones de sus propias faldas, se organice sin embargo formando clubes para administrar los asun- tos mundiales, Volveremos sobre este punto mas adelante. Pocos hombres se atreverian a reparar un automévil o un aparato de radio si no supieran algo de su mecanismo, En la actualidad tens demos cada vez mds a dejar Ia medicina y la cirugia en manos de quienes conocen la materia. Conocimiento y habilidad son necesarios hasta para hacer buenos postres © licores cascros, Pero en cuestiones de sociedad y cultura no hay quien no se sienta capacitado para ana- lizar, diagnosticar y recetar. Es una de las premisas de la democracia que el pueblo no sdlo gobierna sino que ademés tiene el conocimiento ¥ comprensién requeridos para hacerlo eficazmente. En asuntos polt- ticos, la opinion de un hombre es tan buena como la de otro. __ Guando, sin embargo, examinamos el conocimiento y 1a compren- si6n con que son administrados los asuntos de una nacién comenza- mos a sorprendernos nuevamente. Hallamos que las mas augustas auto- ridades auspician opiniones diferentes y a veces hasta contradictorias sobre temas tales como Ia inflacién, la funcién de los Iideres obreros, €l indice de divorcios, la populatidad de un cantor, y asi sucesiva. mente, Constituye ello un cuadro de Ja anarqufa de 1a ignorancia, no de sabiduria, i $i dejamos los asuntos de dimensiones nacionales, como, por ejem- plo, las causas de la inflacién, para pasar a problemas mds pequefios, lo que vemos no siempre nos tranquiliza, :Sirve Ia pena capital para disminuir el nimero de erimenes? ¢Tiene el consumo de alcohol algu- LA CIENCIA DE LA CULTURA 311 hia influencia sobre el indice de divorcios? ¢Por qué le gusta a la gente tener perros? Son ruidosos, sucios, insalubres, initiles y costosos. Decir ne la gente los tiene porque les agradan es sencillamente formular el problema con ots palabras. zPor qué no les “agtadan” los coatis? Son graciosos, limpios en sus hibitos y sumamente catifiosos. El hecho es que en realidad no sabemos mucho acerca de Ia civi- Jizacién en que vivimos. Tomemos una de las mas sencillas y elemen- tales cuestiones imaginable: No obstante los progresos realizados Iuego de Ia publicacién de Tas reglas del metodo sociolégico, la anterior una cierta importancia. $i la ciencia de la sigue siendo tan inmadura como para set blemas tan mimisculos y elementales como el poligamia, gdénde estén el conocimiento ridos para planear un nuevo sistema social, orden mundial? Nadie esperaria que un art Jores herramientas estin hechas de piedra Proyectar y construir una locomotora, Veamos esta civilizacién que el hombre cree mane ‘jar. Lo primero que notamos es su antigtiedad. No hay parte de ella, ya se trate de tecnologia, instituciones, ciencia o filosofia, que no tenga sus ralces en el pasado remoto, El lente del nuevo telescopio de cinco metros de didmetro, por ejemplo, esti hecho de vidrio. El vidrio nacié de In ta. bricacién de porcelana fina en el antiguo Egipto, originada a su ver aparentemente como un Producto secundario de Ia coccién de ladri- los y alfareria, que siguié al uso de ladrillos secados al sol, y mas anteriormente de masas de barro de las chozas neol: Mticas, El origen de las Naciones Unidas puede ser remontado a los Primitivos consejos tribales y mds atrés atin, La matemdtica moderne comienza cuando el hombre cuenta con sus dedos, y asi sucesivamente La cultura es tan antigua como el hombre mismo, Tuvo sus comien- zos hace un milldn de afios, cuando cl hombre usd por primera vez el Tenguaje articulado, y ha continuado y crecido hasta a dia de hoy. La cultura es un proceso continuo, acumulativo y progresivo, ‘Todos’ —cada individuo, cada gencracién, cada grupo-, desde el mas temprano perfodo de la historia humana, han nacido en alguna especie de cultura, de civilizacién. Puede ser sencilla, cruda, Pobre, o puede ser altamente desarrollada. Pero todas las culturas, independien- kemente de sus respectivos grados de evolucién, cuentan con tecnolo. gias (herramientas, mdquinas), sistemas sociales (costumbres, institu. afirmacién tiene hoy sociedad y la civilizacion ineapaz de resolver pro: 1 de la prohibicién de Ia y la comprensién reque- para construir un nuevo tesano salvaje, cuyas me- tallada, fuera capaz de iticas o hasta paleo- S18 LA CIENCIA DE LA CULTURA jlosofia, ciencia) y formas de arte. jones), creenelas (ber pops, losin, ciencia) y forme dese fills agnitiea que cuando un nifio ha ‘nacido e un medio lta tate meio ejerce su influencia sobre la cna, La culture det turé en realidad Ia forma en que ese te peek ened Det je ha de hablar el individuo, > mina qué lenguaje ha on Bec c iadtavalied que dlosed treaty céans hacer 6 macho a hic reparar Sus comidas, cémo pete a 105 io aa ie Fee wih astetion, encquerotea. cout patria bern sina reccenara altura que le rodea desde que nace hasta que, amete? No hay ges a ya lis ia cultura; la hereda ya que haga su propia cul ada no. p a a prestada del veci mete sen veal hombre Te resulta bastante facil creer que es él s puede explicar el vasto orden fect, hae invocanco al hombre, que ¢s una cae ee ea ae del siglo xvi habia un tipo de cultura; otro aera ae ae aoe tipos de cultura puede ser explicado en eee ae Po t < asociado con los mismos. La cultura experi- oaiions qi entre Jos afios 1500 y 1900, y otro tanto alae ae ea les. ep bSs no pueden ser explicados en cada ees ie itantes; ellos no cambiaron. Lisa y Hanamente, ee Be explicar las culturas en términos del hombre ; fesse BP eo BUS diferencias culturales ser explicadas en tér- per perdade aie Completamente aparte cle la dificultad ssi inte as de estilos musicales, formas de escritura, reglas OG gute eto ia sc demons sre nanan te wee slaseisunicnla de : mora que ni siquiera los sistem enltote ndutrales moines pueden ser explicados de esa as Beeleanti e la Europa central, en Jo refcrente a clima, flora Bae ene ths minerales, ha permanecido constante aan a a ae la region, sin embargo, ha variado enor- meng) Vers aah eae Ja falacia de explicar la variable ape- mez tiempo se hace a si mis sobre é] —le tas, El esquimal o el america duccién de la cultura dentro de nacer. Ya estaba alli; el i podia hacer otra cosa que reac Jos términos dictados por ella. Por Io « ' i anto, sino podemos explicar las culturas en términos de nuestras instituciones politics, raza o tipo fisi érmi po fisico, o en términos de procesos psicoldgicos, y si es igual- ey L. A. WHITE Trocarriles, teléfonos, ejércitos, armadas, hipédromos, salones de baile, ¥ todo el otro millar de cosas que comprende nuestra civilizacion existen hoy aqui, Tienen peso, masa y aceleracién. No se las puede hacer desaparecer con un golpe de batuta, ni tampoco pueden su estructura y comportamiento ser alterados por un acto de voluntad. Debemos ponernos de acuerdo ¢on ellas tal como las encontramos ac- tualmente. Y serén mafiana aquello dictado por la tendencia de su desarrollo. Lo nico que podemos hacer es trotar a la par de ellas, con la esperanza de no quedar rezagados, Hace mucho tiempo que el hombre acaricia la ilusién de la omni. potencia, Es algo que halaga y reconforta a su yo, Hubo una época én que el hombre creyé poder dominar la atmésfera; innumerables pueblos primitives han tenido sus rituales para hacer Hover, calman huracanes o alejar tormentas. Muchos han tenido ceremonias merced a las cuales se podia manejar el curso del Sol Por los cielos. Los pro- Sresos de la ciencia han hecho empero que disminuyera la fe clel hom. bre en su omnipotencia. Pero sigue creyendo que puede dominar su civilizacién. La filosofia de Ja ciencia —de relaciones de causa y efecto, de de- terminismo~ ha sido establecida firmemente en el estudio de los fend- menos fisicos, Se halla también fuertemente atrincherada en el campo bioldgico. La psicologia puede haber demostrado el funcionamienta del Principio de causalidad, de determinismo, en los. procesos mentales, y puede haber hecho-desaparecer el concepto de libre albedrio para el individuo, Pero la ciencia social es todavia tan inmaduea como para Permitix que uno halle refugio en un libre albedrio colective. Tal como observara recientemente el profesor A. L. Kroeber: Sospecho que la resistencia (a la tesis del determinismo cul- tural) se remonta a la comin Y profundamente arraigada supo- sicién de que nuestras Voluntades son libres. Como ha debido ceder terreno en otras partes, esta suposicién ha buscado tefugio en Ia esfera colectiva, social e historica. A partir del momento Tends dulmicos, fisidlogos y psicblogos han emplazado su atti Ileria, la libertad personal de la yoluntad se convirtié en un te Te ee nstato de mantener, Los cafionazos no han Iegado alin la cultura; de modo que ésta vale como refugio. Cualquiera sea el punto hasta donde hayamos cesado de afirmar que como indi- viduos somos agentes libres, en el campo de lo social podemos proclamar todavia que somos duefios le nuestros destinos, El tedlogo lo hace con vor muy queda, pero el reformador socitt estentéreamente, Renunciamos al reino de los cielos, pero nos Proponemos establecer uno casi milenario sobre Ja tierra, Puede Aue ,Muestras voluntades personales estén determinadas pero haciéndolas colectivas podemos tener atin libertad social.10 317 LA CIENCIA DE LA CULTURA imiti fe ¢ era capaz de dominar la Se ee eenan eee naa de ira aN on Ia actualidad no es més que nuestra profuni Ee eae te ia de Ja naturaleza de Ja cultura lo que me penal ts ey ae em dirigirld y manejarla, A medida que el homl creer et nto y comprensién de 1a meteorologta, sus ilusio er gla, sus aumenté su conocimie: nes de poder y control se disiparon. Y conforme crezca nuestra com: poder y c 1 se disip prensién de Ja cultura, nuestra ilusién de dominio languidecera y ter minar& por desaparecer. Tal como observara una vez Durkheim, “eh ‘4 por di Tal bs Durkhe lo referente a hechos sociales seguimos teniendo una mentalidad de fer De mas esta decir que no es esta la posicién adoptada actualmente je or muchos que esperan que la ciencia nos salve. Lejos de suponer que Pp que esp! q Lejos de sup ciencia nos sal a yr mucho! i inio disminuya conforme Ja creencia en nuestra capacidad de dominio disminuy progrese la ciencia so a gente es] exactamente lo contra- i a ha ge! pera exact : ciencia social, mucl x 0. En estos tiempos estd en boga declarar que si s6lo nuestras cien- cias sociales estuvieran tan adelantadas como las ciencias fisicas, en- i i ntadas como : i estuvieran tan manejar nuestra cultura asi como en Ia actuali dad. isi E a. El pérrafo siguiente, erzas fisicas de Ja naturaleza. El p et tonces podriamos inamos las fu le a ie aes de una carta aparecida recientemente en Pp x jistaz Science, es un ejemplo moderado de este punto de vi oe 2 ientifi om tifico el he i ia leo del método cient s si mediante el emp! 2] co cae elie ‘ieee a comprender y. dominar el aa jun pre ili de Ja misma manera lad razonable que d : co Fectamente razonable y de ningin modo pee sou ii a veer estas técnicas (¢: i social pueda proveer estas té oe a a tener la par’) $1 reebe algo parecklo a lv cancidad de, apoyo prestada a la ciencia fisica para el desarrollo a | ie Hall En una vena similar el profesor Gordon WwW. se te i it LE N.A. invirtieron dos ie “los EE.UU. de peer On i ne ee a la invencién de Ja bomba atomica” y presny a y a duutio gastar una suma equivalente, si fuera necestrio, le absu asta s A escubrimiento de los medios para sw control?” co La premisa que sustenta esta opinidn es errénea. ; HE ; : ibilitadas, por Ia i al menos posibilitadas, 1 ) erras son causadas, 0 al 8 a on ae In falta de frenos sociales que acompafia a la spelt veg i ién mediante 1a otorgaci ‘nda comprensién me ororgecién, nero x Tease dedicados a las ciencias eae nee a es eee “paz podria ser conservada. 4 fl a Soe alismo aqui revelada es patética. Es por demis eee in mostrado por una sociedad que subven- el instinto de conservaci —_ 318 L.A. WHITE ciona inventores de bombas atmicas antes que investigadores de Cuestiones sociales que sostienen opiniones tales como fs citadac Tas guerras no son causadas por ignorancia, ni tampoco puede ser “conservada la paz” con ayuda de los descubrimientos heches por di- chos investigadores. Las guerras son luchas entre organismos sociales ~llamados naciones~ para poder sobrevivir, luchas por la posesién Y el uso de los recursos de Ia tierra, por campos fértiles, depésitos de carbén, petréleo y hierro; por minas de uranio; por puertos de mar y vias fluviales; por mercados y rutas comerciales; por bases militares Ninguna cantidad de comprensién bastard para alterar o eliminy los fundamentos de esta lucha, ast como una comprensién de las ma- reas del océano no disminuye 0 pone fin a su flujo y reflujo. Pero la falacia de suponer que podemos aumentar y perfeccionar nuestro control sobre Ja civilizacién mediante la ciencia social es to- davia mas sorprencente de que lo que hemos indicado antes Apelar a Ia ciencia, cuya esencia es la aceptacin de los principios de causa y efecto y determinismo, Pata sustentar una filosoffa de libre albedrio, €s algo aproximadamente rayano en lo absurdo. iLa ciencia se ha convertido ciertamente en Ja magia moderna! La creencia de que el hombre podria ejercer su voluntad tanto sobre la naturaleca como Sobre el hombre si sélo conociera las formulas apropiadas es algo que florecié alguna vez en Ja sociedad primitiva con el nombre de magia. Hoy sigue todavla con nosotros, pero ahora la Hamamos Ciencia, No hay cantidad de desarrollo de las ciencias sociales que pueda cin © Perfeccionar en un dpice el control del hombre sobre la Givilizaci6n. En el sistema hombre-cultura, el hombte es la variable dependiente, la cultura, la independiente. Lo que el hombre piensa, siente y hace es determinado por su cultura, ¥ Ia cultura se comporta de acuerdo con sus propias leyes. Un desarrollo maduro de Is cultura servirfa tnicamente para poner en claro este hecho, 1a Filosofia del libre albedrio y Ia omnipotencia muestra su exube Tancia médxima en el campo de Ja educacién (véase pagina V-46). _Educadores”, directores de escuelas superiores, oradores de iniciacion de cursos y otros no parecen cansarse jamas de decit al munda que su salvacién reside en la educacién. Un eminente antropdlogo, el desaparecido Clark Wissler, mirando nuestra civilizacién tel cosy Io hiciera con otras culturas de la humanidad —Ia de los indios algonqui- nos, las tribus bantu de Africa o los aborigenes australianos- eneuercta que una fe en la educacién y en su eficacia para curar todos los males constituye un rasgo caracteristico de nuestra cultura “La tex lidad es,” dice, “que buscamos resolver toda dificultad por medio de Ja educacién... No importa cudl sea el problema, la Icha contra Ia 1 319 IA CIENCIA DE LA CULTURA ici ublico, la apre- enfermedad, la inauguracién de un nuevo servicio a ee , v 2 jaci forma de la vestimenta, 0 ciacién del arte, una rei f 2 a de esa especie, apelamos a la educacién para hacerla ll ee lar.” Nuestra fe en la educacién se ha convertido por cie tra religién, segin observa el Dr. Wissler: ne ne “Nuestra cultura se caracteriza por td apa ieee i —una suerte de mec algo que Mamamos educacién —ui rata fe propia Jos designios dle la naturaleza en Ja ae = fa cultura, Nuestra fe implicta de que esta formula, © método, permit r4 el cumplimiento mis feliz de tal finalidad, es nuestra relig’ icra. 3 ne aoa investigador citado compara nuestra formula de la educacié: con las férmulas mdgicas de las tribus primitivas: ae Entre gente que hemos dado en Hamar Perea contramos a menudo una clase de hombres que designamos he chiceros, curanderos, brujos, etc... En los Iugares en donde tienen vigencia estos hombres, f ae Rouen Mea i los hee sy Hy un tropiezo en el curso de b ; Se le satire ena cetera veniente, y ellos proceden siempre de una cola manera feuds itan 0 formula de algui . r recitan o demuestran una f sad tarla, bailarla, o sencillamente representaria, la fone eae ne s i es Hevada a cabo co Tesa, pues se cree que si es Hevad c ar rie Heed tamale “enderezaran el ee toda cultura se emplean formulas destnadas a aplac ae ‘ 5‘ era sea la forma de de la naturaleza cualquiera s : odeete en que haya sido concebida, «.. las culeuras no difleren en ello, ya que hasta alli son todas iguales, sino ¢ ase de (aiutig ot aatettonen tutte sNuctra femal suprema para mi lizacién de nuestros mas caros id levar a término la real ce nds caros idenls es le gran formula ucacién,,. Es una especie 6 on a esperamos perpetuar y perfeccionar nuestra cult 18 ra... ' iti Srmulas y rituales, La fe que el hombre primitivo tenfa en sus emus van i {ria menoscabo a pesar de la sus curanderos y brujos, no sul ; seller ae repeticién de los males que eee ne oe éxito ro cra suficiente para demostrar La falta de éxito ro era sulle : eee i icacia; lo ms que hactan era rituales carectan de eficacia; jue hac ae livale que Jo necesitado era una magia mejor y fa tidades. Y para quienes pensamos que nuestra ieniee naa ae tragedia tras tragedia no c a educacién, el especticulo de tr 5 fie nada nuestra fe. Lo que necesitamos, decimos, es mas sinaad Sh Para el hombre primitivo la magia era un medio, al flee Ia humanidad, capaz de influir sobre el mundo externo y 320 L. A. WHITE forma de acuerdo con sus necesidades y deseos. Imaginamos la edu- cacién como un instrumento con cuya ayuda podemos transformar la sociedad y moldearla de acuerdo con nuestra voluntad. Pero la edu- cacién no es una fuerza o instrumento que esté fuera de la sociedad, sino un proceso que ocurre dentro de ella. Es, por ast decirlo, un pro- ceso fisiolégico de la sociedad, La educacién es un medio empleado por Ia sociedad para la ejecucién de sus propias actividades, para el logro de sus propios objetivos. Es asi como en tiempos de paz la sociedad educa para la paz, pero cuando la nacién estd en guerra educa para la guerra. En tiempos de paz, los fabricantes de municio- nes son “mercaderes de Ja muerte”; en tiempos de guerra, “su misién es la victoria.” En tiempos de paz, El es el Principe de la Paz, pero cuando Ilega la guerra se dice “Alabado sea el Sefior y adelante con la municién.” No es Ja gente la que maneja su cultura mediante la educacién; es mas bien al revés; la educacién formal e informal es el proceso de poner a cada nueva generacién bajo el control de un sistema de cultura, Equivale, por lo tanto, a un total desconocimiento de la realidad pensar que la educacién pueda reformar Ja sociedad desde afuera. No hubo quien estableciera la relacién entre educacién y sociedad mejor que el gran investigador francés de ciencias sociales, Emile Durkhei: Pero ello significa atribuir a la educacién una fuerza que no pose. Es sdlo la imagen, el reflejo de Ja sociedad. La educa- cién imita la sociedad y la reproduce en forma compendiada, pero no Iega a creerla. La educacién es sana cuando la nacién misma goza de buena salud; pero, por carecer de] poder de mo- dificarse a s{ misma, se corrompe cuando la nacién declina. Si el medio ambiente moral, tal como es experimentado por los maestros mismos, es corrompido, es inevitable que sean afecta- dos por él; gcémo pueden mostrarle a sus educandos una pers- pectiva de la vida distinta de Ja que ellos han recibido? Cada generacién recibe su ensefianza de la generacién previa y es en consecuencia menester reformar a esta ultima si se desea mejo- rar a aquella que le sigue. Estamos girando en circulos. A largos intervalos puede ocurrir muy bien que aparezca alguien cuyas ideas y aspiraciones estén adelantadas respecto a aquellas de sus contemporancos, pero la constitucién moral de un pueblo no es rehecha por estos individuos aislados. Es indudable que nos agrada creer que una voz elocuente basta para transformar el tejido social, como por arte de magia; pero, aqui como en todas partes, cs imposible producir algo a partir de la nada. Las vo- Iuntades mas fuertes son incapaces de crear nada si usan como base fuerzas inexistentes, y la experiencia siempre trae fracasos que disipan estas ilusiones baratas. Por otra parte, aun cuando merced a un milagro incomprensible surgiera un sistema pedagd- LA CIENCIA DE LA CULTURA 321 gico capaz de establecerse cn pugna con el sistema social, el mismo no tendria efecto por causa de este mismo antagonismo, Si es mantenida la organizacién colectiva (sociedad) de la cual deriva el estado moral que uno desea combatir, es entonces inevitable que el nifio sea intluido por tal organizacién desde el momento en que entrt en contacto con ella, El medio ambiente artificial puede protegerlo sélo de manera momentanea, y, ade- mis, sin mayor vigor. La obra hecha por el educador se ira destruyendo a medida que el mundo yerdacero se posesione cada ver mas de dl. La cducacién no puede, por lo tanto, reformarse a si misma si la sociedad misma no se reforma, Y para ello es necesario que nos remontemos x las causas de la enfermedad que la aqueja."® La posicién que acabamos de de ar seri por supucsto vigorosa- mente negada y rechazada. La gente no renuncia fAcilmente a sus iJusiones. Como dijera A. L. Kroeber: Nuestra mente resiste instintivamente el primer choque cau- sado por él reconocimiento de una cosa (el determinismo cul- tural) tan intimamente enraizada en nosotros y al mismo tiempo: tan por encima de nuestra voluntad y lejos de su dominio. Nos sentimos inclinados a negar su realidad, a negar hasta la validec de tratarla como una entidad; ast como los hombres en general se han resistido amargamente y desde hace mucho a admitir la existencia de fuerzas purainente automiticas y sistemas en el reino que sustenta, lleva y hace posible la existencia de nuestras personalidades: el reino de 1a naturaleza.!7 Una reaccién comin —reflejo verbal— a la teoria del determinismo cultural consiste en desmerecerla con el rétulo de “fatalista” o “de- rrotista.” Hace mucho tiempo que William James calificé como “el mas pernicioso ¢ inmoral ce los fatalismos” a la filosofia de “la es- cuela socioldgica contemporanea” que abogaba por “leyes generales y tencencias predeterminadas,” y “negaba la importancia vital de la iniciativa individual’ y el libre albedrfo (‘‘yo mismo creo en el libre albedrio,” dice) .18 Y en la actualidad otro estudioso de la filosofia, el Dr, David Bidney, en un trabajo publicado por el American Anthro. pologist, ha insistido repetidamente en que el punto de vista determi: nista de la culturologia es “fatalista”, La eleccién de las palabras es significativa, ¢Por qué serd que cuando el principio de causa y efecto es empleado en el reino de los fendmenos fisicos y quimicos no hay quien exclame “fatalismo”, en tanto que la misma acusacion es ofda de inmediato cuando el principio de 1a causalidad es aplicado a los fendmenos cuiturales humanos? zA qué se debe que la aceptacién de nuestra incapacidad de manejar la atmésfera no traiga aparejado el cargo de “derrotismo”, en tanto que este reptoche es asestado prota: cA, WHITE mente contra cualquicra que reconozca la incapacidad del hombre pat dirigir el curso de la civilizacién? La razdn es harto clara, “Fatalismo” implica libre albedrio; ‘“derror tismo”, impotencia. Cuando dtomos, células 0 tejidos se comportan de acuerdo con su naturaleza y propiedades, nadie da a tal conducta el nombre de fatalista, pues mal puede esperarse en este caso una liber tad de eleccién y accién. Pero cuando se asegura que los fendmenos culturales tienen una naturaleza que les es propia y que en conse cuencia deben comportarse de acuerdo con su naturaleza, la respuesta no es una aceptacién del principio de causa y efecto sino una acusa- cién de “fatalismo.” “Para muchas mentes educadas,” escribié hace muchos afios el eminente antropdlogo inglés E. B. Tylor, “parece ha- ber algo presuntuoso y repulsivo en 1a opinién de que la historia de Ja humanidad es carne y uiia con la historia de Ja naturaleza, que nuestros pensamientos, voluntades y acciones responden a leyes tan definidas como aquellas que gobiernan el movimiento de las olas, Ja combinacién de dcidos y bases, y el crecimiento de las plantas... Si hay ley para algo, entonces la habrd para todo," Hemos tomado “un realismo cientifico, basado sobre mecanismos,” escribe Alfred North Whitehead, y lo hemos combinado con “una inconmovible creencia en Ia idea de que el mundo de los hombres y los animales superiores est compuesto por organismos autodeterminados’® (el subrayado es nuestro). Para Whitehead esta “incongruencia radical es la causa de “mucho de lo que es mezquino y vacilante en nuestra civilizacién. Tratase de algo... que debilita (el pensamiento) .., por efecto de la inconsistencia que acecha desde all atrds.” En el cargo de “fatalismo” y “‘derrotismo” esté ademas implicita Ja idea de refutacién, Calificar de “fatalista” una opinién es, para muchas mentes, equivalente a IMamarla falsa. “El determinismo cul tural es fatalista y por lo tanto es falso,” seria mas o menos el razo- namiento si se lo hiciera mas explicito. “g@dmo es posible que el de- terminismo siquiera exista?” es la pregunta tdcita pero no expresada, “EI determinismo es algo inconcebible.” Tal lo que le ocurre a alguien poseido por una filosofia del libre albedrio.* Hallamos este punto de * Notese que hemos dicho “alguien poseido por tal filosofia” y no “alguien que crea en clla”. Las filosofias poseen, sujetan, animan, guian y dirigen los meca- nismos articulados y protoplasmaticos que forman el hombre, El que un hombre —un hombre promedio, tipico de su grupo— “crea en” Cristo 0 Buda, el Génesis © Ta geologia, cl determinismo 0 el libre albedrio, no es algo que dependa de su propia cleccién. Su filosofia es sencillamente la respuesta de su sistema neuro- Sensorio-mtisculo-glanduiar a las corrientes de estimulos culturales que inciden sobre 1 desde afuera. Aquello Mamado “filosofax” ¢s meramente Ia interaccién de estos elementos culturales dentro de su organismo, Su “eleccién” de creencias filoséficas ho es més que una expresidn neuroldgica de Ja superloridad de magnitud de algu- nas de estas fuerzas culturales extrasomiticas LA CIENCIA DE LA CULTURA 323 vista expresado de modo muy cabal por Lawrence K. Frank en un articulo reciente titulado “¢Qué es el orden social? Probablemente el mayor obstaculo que tenemos hoy ante nosotros es en consecuencia esta tradicién esencialmente derro- tista expresada en los varios conceptos de orden social descriptos anteriormente, segtin los cuales dicho orden se halla por encima del hombre y escapa a su gobierno... Dada esta situacién, por lo tanto, podemos, y es nuestra obligacién hacerlo, hallar el co- raje de considerar el orden social como algo que debe ser Io- grado por el hombre mismo.t No hay ducla que el hombre puede “hallar el coraje” para consi derar el orden social como algo que “cebe ser logrado por él mismo.” Sin embargo, lo que se requicre para ello no es coraje; se necesita ignorancia y esperanza, “Debe hallar el coraje,” “debe ser logrado por el hombre mismo,” son frases que diffcilmente caben en el lenguaje de la ciencia. Es mas bien exhortacién y retérica —de un tipo con el iarizados desde hace mucho — decir: “cuando que- que estamos fami e ramos algo, que el propdsito esté en nuestro corazon. Como es de imaginar, los primeros en dudar del dominio de la atmésfera por parte del hombre, los primeros en proclamar qué los vientos han de soplar, que la Iuvia y la nieve caerin, que Jas esta- ciones vendran y se iran, de acuerdo con su propia naturaleza antes que obedeciendo al deseo y voluntad del hombre expresados en en- cantamientos y rituales, fueron acusados de “fatalistas’ y ‘‘derrotis- tas”, si es que no fueron tratados con mayor severidad. Pero andando el tiempo hemos Hegado a aceptar nuestra impotencia en este sentido y terminamos por reconciliarnos con ello. Si se arguye que el hombre no puede manejar la atmésfera por ser ésta una parte del mundo externo, en tanto que la cultura, por ser algo hecho por el hombre, estd sometida a su gobierno, se debe destacar que en realidad es exac tamente lo contrario. Es precisamente en el reino del mundo externo donde ¢s posible el dominio del hombre. Puede manejar y aprovechar la energia de rios, combustibles y dtomos, pues él, como una de las fuerzas de Ja naturaleza, se encuentra por fuera de sus respectivos sistemas y puede por lo tanto obrar sobre ellos. Pero el hombre, como organismo animal, como especie, esté dentro del sistema hombre-cul- tura, y es alli la variable dependiente, no la independiente; su con- ducta es sencillamente funcién de su cultura, no su determinante. Descle un punto de vista tanto tedrico como prictico es por lo tanto posible que el hombre ejerza mas control sobre la atmésfera que sobre Ja cultura, pues hoy ya puede ejercer cierto control sobre la primera y tal vez Jo aumente en el futuro. Pero no ejerce ninguna clase de

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