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Sueo, espectro,

tu aparicin repentina;
Ocaso de tu eterno descanzo.
Aferrate al deseo,
de satisfacer tu sed;
Evita de lleno,
escapar de Morfeo...

Cuelga el helecho,
de tu ms profundo y sereno deseo.
Cual lecho de roca viviente,
te asfixias de jadear,
solamente.

Palidecer descalzo,
nadando en un ro,
acariciando el remanso.
Un fruto de tu piel aflora,
marchita, ya, tu gris cadalzo...

Enerva tu miedo,
lo hunde...
De saber que ya que no hay,
ms escondrijos,
ni bastiones secretos
donde ocultar tu deseo.

Oniricamente hablando,
perforas el umbral,
mural del alma,
que de tu inconciencia ambulante,
desconcierta la orquesta.

Verdor eterno,
te envuelve y arropa,
y gritas de impaciencia;
m permaneces imperturbable,
en completa calma...

Ya no ms,
deleite material,
solo etrica presencia,
frente a la roda puerta
de la bveda abierta.

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