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De los enemigos del Arte

Por Luis Guerra

“Resumiendo, no se puede volver a vivir o hacer que reviva lo vivido de los demás, y no es la simpatía
la que lleva a la comprensión verdadera, sino la comprensión verdadera la que lleva a la simpatía, o,
mejor aún, a esa especie de amor intellectualis que, basado en la renuncia al narcisismo, va parejo con
el descubrimiento de la necesidad.”
Pierre Bourreaud, Las Reglas del Arte, pág. 444

Cuando me invitaron a escribir un texto con este particular tema, el de la existencia de


enemigos del arte, inmediatamente, como si de un sabor nuevo se tratase, mi cabeza
definió una paradoja de hipótesis: el primer enemigo del arte debe ser aquel que
define o identifica a otros como el enemigo. Pensamiento que desdibujó cualquier
interés en escribir un texto sobre el tema. Pero, a pocos días, reflexionando
intermitentemente, las propias circunstancias parecieron ir reconstruyendo una
posibilidad de diagnóstico, o al menos, de mera posibilidad.
Es por ello que describiré someramente las circunstancias para dar cuenta de esa
posibilidad.
Primero que nada, me encuentro en este período de tiempo, en una residencia de arte
en el sur de Buenos Aires, Argentina, en Avellaneda, en El Basilisco
(www.elbasilisco.com). Las coincidencias, que a veces parecen ser simplemente una
acumulación de intereses y deseos sociales, dieron en que Karolin Tampere y Stefan
Mitterer, estuvieran en esta ciudad también. Fue durante un encuentro en gmail que
Camila Marambio me invitó a escribir este texto.
Pero, y he aquí el centro de todo, han sido las circunstancias de ésta residencia de 2
meses las que me han permitido divagar, investigar, leer y reflexionar acerca de este
tema: ¿hay algo así como Los Enemigos del Arte?
Inmediatamente, como dije antes, aparecieron ante mi, todos los fantasmas fetiches
respecto a la discordancia histórica entre Arte y Dinero, y me dije, quizás es el
mercado un enemigo del arte. Y acompañándolo toda la estructura que lo conduce
eficiente en su rol de control. Entonces, no era sólo una figura imaginaria, sino por el
contrario, una perfecta arquitectura de burócratas y fariseos que mantenían enjaulado
al pobre arte entre sus voraces manos y dientes, el Mercado, Molloch!!!. Sin embargo,
esta fácil retórica de acusaciones artísticas, esta feble y endémica, casi ya atávica
queja de artista sobre las manifestaciones bestiales del arte no me parecieron
completamente evidentes. Tampoco sin embargo, completamente falsas. Dudé de
seguir tan “puristamente” sobre aquella pista. Las circunstancias iniciaron su
conversación. A poco tiempo de estar en la residencia se dio la oportunidad de visitar,
cosa de artistas, una inauguración de artistas extranjeros en el Museo de Arte
Latinoamericano de Buenos Aires, y también, se dio la oportunidad de conversar y
conocer un poco a la curadora y un artista de la muestra.
Aquí viene una segunda manifestación de la posibilidad de detectar, como si fuese un
fumigador de plagas, un exterminador, a aquello que diese en llamarse: Enemigo del
Arte. Y me refiero a la actual, y cada vez más sólida amalgama entre Curador,
Institución de Exhibición e Institución Financista.
Esto es, el CURATOR, aquel que resguarda el erario público, aquel que categoriza
(kategorein: que acusa públicamente),+ la institución que hace de plaza pública, de
zona de muestra, de cadalso, de escenario de juicios, y + aquella otra, más indefinida,
más tenue, menos densa en su presencia, ingrávida quizás, que es la institución que
financia los hechos.
Voy a hacer una acotación importante antes de continuar: la exhibición datada es sólo
marco de referencia general como circunstancia y no es por ella ni desde ella que hago
la presente reflexión.
El hecho a explicitar y comentar es propio de toda la estructura de producción cultural
del arte hoy.
Sigo:
Esta amalgama entre ente calificador, guardián, + la institución de publicidad de esa
guarda, y + la institución financista, ha devenido en un nuevo sistema de
transacciones culturales mediante los cuales se insta a una especie de reflexión,
puertas adentro, puertas cerradas, entre cuatro paredes, de lo que ha de ser o no ser
aquello que supone una sociedad, es el Arte. Ya desde fines de los años 70, con fuerza
en los años 80 y definitivamente con furia en los 90’s, la figura del curador ha ganado
en definición, alta definición, HI-FI, como el juez y parte en la proposición y la puesta
en escena de la cosa Arte. Incluso, superando las figuras del mero mecenas, el
coleccionista, teórico, historiador y hasta del filosofo. El curador, maestro de escena,
señor corales** que reúne en sí mismo dos valores sustanciales: la del Interprete
General y la del Negociador General.
Algunos pretenderán en esta crítica suponer cierta venganza hacia la figura del
curador. No es tal, es más, y con ánimo de abrir debate, propongo directamente
establecer a la figura del Curador como un nuevo tipo de artista, un editor visual que
hace uso de las obras de otros para disponer una mayor fórmula discursiva. Esto no
niega que un curator pueda llegar a convertirse en un dictador. Aunque esta última
figura también es reconocible en directores de museos, ministros de cultura, y en más
de unos cientos de artistas.
Pero, tampoco es la satanización de una figura que ha permitido una mayor y por qué
no decirlo, mejor circulación tanto de las obras como también de su discurso, y que,
como he hecho aquí, creo necesario sumar como parte y no como “portero” de
instituciones. Veo al curador más cerca de la imagen de empresario de ideas, de gestor
social, y de artista en este caso. Veo a la curatoría como un modo del arte.
Sin embargo, más adelante volveré sobre una crítica frontal a propósito de lo sigue:
La figura que apareció tras el curador fue una sombra insoslayable, sombra presente
también y evidente para muchos artistas, quizás para todos: ¿Quién financia lo que
hacemos todos los participantes de la construcción colectiva del “producto”
cultural???? Y más fundamental ¿Por qué financia?, preguntas enormes y tan
complejas de responder que no abusaré del tema, que necesita de más participantes
para buscar metodologías de investigación sobre el mismo. Pero en definitiva, y por
aquí si va la línea, ¿Qué es lo que se financia en definitiva cuando se financia el Arte?
De pronto, esta figura tras el artista, tras el curator, tras la institución-pared, apareció
ante mi como una gaseosa forma representativa: La Novia Puesta al Desnudo por los
Solteros. Esa enorme Golfa Gaseosa que intentamos todos poner sin ropa y en cuatro
patas ante nosotros o sobre nosotros.
Pero de pronto, y vuelvo a las circunstancias, la enorme bolsa de gas se desvaneció,
desapareció, y no sólo tiene que ver con ser chileno y estar en Argentina la metáfora
del desaparecimiento del gas, y que además, broma cósmica, (o broma de la selección
de El Basilisco), uno de mis compañeros en la residencia fuera una artista de Bolivia.
Sino que las circunstancias de la ciudad de Buenos Aires hoy me transformaron
absolutamente la figura apocalíptica por una enfermedad producida viralmente por la
*
Señor Corales se le llama en Chile al presentador de los espectáculos en los circos, generalmente éste
personaje además es parte en más de uno de los espectáculos presentados.
sumatoria de mínimos gérmenes cotidianos. Me explico: el monstruo no era un
enorme bloque sólido y compacto nacido de sí, sino por el contrario, era un cuerpo
orgánico generado por una miríada de partículas que le constituían.
Recordé un chiste (fome y político de la vieja Mafalda de Quino) donde un personaje
le explica al otro una metáfora de la sociedad, para ello presenta dos imágenes
parecidas pero diferentes: un muro de ladrillos, y una calle de adoquines. La metáfora
es clara sobre la igualdad de condiciones en la superficie de adoquines y la
desigualdad y opresión en la construcción de un sociedad de ladrillos, unos sobre
otros.
Pero retorno al punto anterior, la desaparición del monstruo, y su sustitución por una
enorme cantidad de entes. Se me apareció otra metáfora, que sólo sirven para ilustrar
como si de Lewis Carrol se tratara este texto aburridísimo: el Mago de Oz.
Tras la figura y el prepotente chillido de la Institución, está la presencia mortal y
endeble del marionetista, que en su engendro ha aumentado todo el nivel de sus
carencias instalándolas como Reglas para todos los Otros.
Pero, y este es el satori: esa Institución está regenciada, incluso tácita y
anónimamente por miles y miles de marionetistas que intentan olvidar su rol incluso
en ese proceso de control. A saber, y para ser en extremo explícito: la Institución la
forman personas y somos todos partes de esa manifestación monstruosa. Nada hay
más profundo que la superficie…

Caído en ello, satori kerouaquiano el enemigo del arte era, indefectiblemente, el


mismo enemigo de toda empresa humana, de toda construcción social, el enemigo era
la exclusión, la tiranía, la violencia, la IGNORANCIA, etc. Todos aquellos males
sociales y partícipes de la sociedad, que aquejan igualmente a unos pocos o a todos. El
uso de estas “prerrogativas” de control y desactivación por parte de “algunos” para
con “otros” es lo que genera finalmente “enemigos”. No es una institución en sí
misma, sino los modos en que individuos hacen uso de la misma para el uso de la
manifestación y satisfacción de sus propios deseos, particularmente y ominosamente,
el deseo de dominación, de Tiranía.
Es esta metodología de Tiranía, su puesta en escena y todas las complicidades que
genera para su mantención lubricada y acción, la que puedo decir, donde veo, al
enemigo del arte, pero también al enemigo de toda sociedad. Pero la Tiranía tiene,
como he dicho, cómplices. Y en estos cómplices cabe toda culpa también. Y estos
cómplices son de variada índole: concientes absolutos de pertenecer a la Tiranía, de
mantenerla viva, incluso de mantener viva la posibilidad de extenderla hasta el punto
donde se pueda acceder a la figura misma de Súper Tirano, Director Supremo,
Capitán general, o como quiera llamársele. Pero también está el inconciente, y éste,
más difuso, menos claro, más desapercibido, creo es un elemento más peligroso,
porque genera exclusión haciéndose parte desde su ignorancia. Esto es, excluye
también porque supone norma y costumbre en esa forma de exclusión.

El enemigo del arte, de la filosofía, incluso de la economía, es un bárbaro que no está


afuera, detrás de las cortinas, sino, como siempre ha sido, está dentro, en la
degeneración de las posibilidades de creación en todo ámbito de lo humano. La
Barbarie, la Tiranía es el abusivo comportamiento extremo de cada uno y sumados en
la detentación del poder, y en la ejecución del mismo como única forma de norma.
El enemigo del arte es todo aquello que atente contra la posibilidad de construir
nuevos, diferentes o reincidir incluso, en referentes. El enemigo del arte es todo
sistema de abolición y desautorización de la Memoria como modo de construcción
social.

Gilles Deleuze y Félix Guattari, en el Rizoma, la introducción a Mille Plateux,


escriben: MATA A TU GENERAL INTERIOR!!!, ésta frase, y más allá de las
connotaciones profundas que retumban en la memoria latinoamericana, da cuenta de
una necesidad básica de mantenerse alerta sobre las fáciles circunstancias en que cada
uno de nosotros es partícipe de la manifestación de olvido, la rápida condición de
volvernos parte de la sistematización y sincronización emocional.

Pero, más allá de convertir un texto de esta naturaleza en un panfleto de


premoniciones holocáusticas, e intentando referirme al tema específico, si puedo
distinguir una animadversión, una manifestación contraria a la producción de arte,
creo, de verdad, que ante esa posibilidad de existencia de esa “enemistad”, sólo cabe
poner en frente la capacidad de reflexionar, y volver a investigar aquellos aspectos
que sustentan la historia del arte, su constitución en campo de acontecimientos
sociales.
Insistiré en el punto, para terminar, de manera bruta: el enemigo del arte es todo
aquello que intente detentar desde sí y para sí el modo “correcto” de suceder-el-arte.
Los discursos panfletarios, nacionalistas, turístico-políticos, populismos
tercermundista y primermundistas, todos los sistemas de totalitarismos, militarismo,
exclusión, fundamentalismos, son abono para la jerarquización conveniente a quién
dirija y establezca esa diferenciación.
Por último, de verdad, el enemigo del hacer arte es todo artista que piensa en salvar al
mundo, y genera metodologías de “adiestramiento” para la “gente” como si de
antemano solamente él, iluminado de Oz, pudiese “salvar” al resto de su
“circunstancia”, así obra el perfecto dictador que supone traducir los avatares de los
otros, y hace “arte para los pobres”, “arte social”, “arte interactivo”, arte para practicar
controles.

Mata a TU General Interior!!!

LG
Avellaneda
Argentina

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