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Populismo y democracia en la Argentina contemporanea. Entre el hegemonismo y la refundacién Gerardo Aboy Carlés Gerardo Aboy Carlés es Profesor e Investigador de la Escuela de Politica y Gobierno de la Universidad Nacional de General Sen Martin, e Investigador del CONICET. Porand 145, Ciudad de Buenas Aires e-mait gavarlas@unsam.edu.ar Resumen. El populisma es un mecenismo especifico de construczién yy negociacién de fs tensiones que atraviesan a una ident- dad politica. Les experiencias del yrigoyenismo y el pera- rnismo argentino supusieron, al tiempo que importantes ex- pansiones de los derechos politicos y sociales, problemas diversos para Ia institucionalizacién de un régimen pluralis- te. La experiencia democrdticainiciada en 1988 ha supues- to la hibridacién de componentes democratico liberales y elementos que sobrevivieron a la caida de la antigua matriz opulista en los afios 70, El autor agradece a Julian Melo sus comentarios @ una version preliminar de este trabajo. Summary Populism i a specific way of construction and negotiation of tensions that go through any political identity. Yrigoyenism and Peronism, as Argentine political experiances, represented ‘an extension of political end social rights but, et the same tima, they supposed 2 wide range of problems to institutio- nelise a pluralistic regime. Furthermore, the democratic pro cess initiated in 1983 supposed the hybridisation of iberal democratic features that persisted the falling ofthe populist socio-political matrix in the 70s. studios sociales 28 [primer semestre 2005] 125 Sé que hemos cambiado desde hace tiempo, ya no recordamos como éramas, pera no hemos olvidade que fuimos distintos. Ivo Andric, Crénica de Travaik INTRODUCCION Hace apenas un afio, Carlos Vilas escribia un excelente articulo en el que desarro- Ilé una implacable critica de lo que denominé la ibarizacién» del término popu- lismo por parte de las ciencias sociales en los afios 90.' El trabajo tomaba distan- cias de lo que consideraba una ileg(tima reduccidn del concepto para caracterizar como neopopulistas las experiencias mexicana, peruana y argentina de la pasada década, encabezadas por los presidentes Carlos Salinas de Gortari, Alberto Fuji- mori y Carlos Menem.’ Frente a estos desplazamientos en la connotacién del término populismo, Vilas reivindicé su tradicional caracterizacién del mismo a partir de un conjunto de rasgos acumulativos: la movilizacién e integracién de las clases populares en un esquema de articulacién multiclasista, el énfasis industria lizador y re cidn estatal, una politica de sesgos nacionalistas y no alineamiento internacional y, finalmente, una conduccién fuertemente personalizada que, no obstante ello, se vinculaba con un importante grado de organizacién y encuadramiento de las masas movilizadas. Confrontadas ambas perspectivas, comprendemos que el con- traste no puede ser mayor: entre el proteccionismo socioecondmico de las expe- riencias clésicas y el neoliberalismo de los 90, entre la movilizacién e integracién de una parte y la pasividad y exclusién de la otra, entre el no alineamiento y el alineamiento, entre la ciudadanizacién y el clientelismo. Apenas los liderazgos personalistas quedaban como el polémico dato comin de ambas experiencias, de alli que la sugerencia de Vilas de llamar sin eufernismos «antipopulismos» a los procesos emprendidos en los afios 90 pareciera justificada. El populismo es, para el autor argentino, una experiencia histéricamente situada, correspondiente a una fase precisa de la acumulacién capitalista y por tanto irrepetible. Compartimos con Vilas el interés por una mayor precisién conceptual, como éLhemos criticado los usos que hicieron del populismo un sinénimo de demagogia tributivo en un régimen de cconomfa mixta y con fuerte interven- "Carlos Vilas, «gPopulismos reciclados o Nealiberalismo a secas? El mito del neopopulsmo tatinoamericanoy, en: Estu- dios Socioles, Peviste Universitaria Semestral, Afio XW, N* 26, Santa Fo, Argentina, Universidad Nacional del itor, primer semestre de 2004. 7 Asi, an ol contro de la critica de Vilas se encuentran aque- lios trabajos que caracterizeron como neapopulistas a distin- tas intervenciones polticas de corte neoliberal on la regidn, aquellas que en diversas esferas de las palticas piblicas de sarrolaron estrategies antagénicas con los denominados po puiismos casicoslatinoamericanos. La utiizacifa cxiticaca por Vilas corresponde 2 diversas autores: entre los principales, Dresser (1991), Roberts | 19951, Novaro (1996), Gitson (7097), Knight (1898) y Weyland (1939), 126 Populismo y democracia en la Argentina contemporénes (Gerardo Abay Calés} aun aquellas reducciones que el autor identifica con la frugalidad del gasto o el papel destacado de los liderazgos personalistas.’ Las reducciones del populismo, lejos de dar lugar a un esclarecimiento del concepto, han elastizado las referencias que son nominadas bajo el mismo término. Al identificar la parte con el todo, en un juego de sustitucién meton{mica, han proliferado las mds variadas referencias al populismo toda vez que un clemento aislado del fenémeno més vasto era iden- tificado en una situacién particular (Taguieff, 1996). Es justamente esta prolifera- cién de categorias radiales' la que ha Ilevado a que no pocas voces abogaran por desterrar al término populismo del léxico de las ciencias sociales. Aun cuando seguimos a Vilas en su caracterizacién del populismo como una suerte de «democratizacién fundamental» de distintas sociedades latinoamerica- nas, nos apartamos de la critica de lo que denomina «reduccionismo discursivo del populismo» y que identifica con el clasico texto de Ernesto Laclau de los afios 70. El punto no es menor ya que Vilas califica a «Hacia una teorfa del populismo» como «la variante més elaborada» de un reduccionismo que coloca el liderazgo y la palabra del Iider como la dimensién definitoria del populismo. Aun cuando hemos tomado una distancia critica de la definicidn de Laclau de 1978 (Aboy Carlés, 2001 y 2002), distancia que el mismo Laclau (2001) ha tomado tras las criticas suscitadas a comienzos de los afios 80 por las intervenciones de Emilio de Ipola y Juan Carlos Portantiero (1989), estimamos que no es Laclau quien hace una reduccién del populismo, sino que es precisamente Vilas quien sostiene una concepcién reduccionista del discurso. Cémo se recordar, en su texto de 1978, Ernesto Laclau habfa caracterizado al populismo como una forma particular de discursividad politica, més especifica- mente, como aquella en que las interpelaciones popular democraticas se presen- taban como conjunto sintético antagénico respecto de la ideologfa dominante (Laclau, 1978). La constitucién del pueblo como un actor colectivo que enfrenta al bloque de poder aparecfa asf como el registro sustancial de un campo politico dicotomizado que Laclau identificaba con el populismo. Entre otras, las criticas que suscité este texto en su momento provinieron del campo de la sociologia: se acusaba a Laclau de reducir el populismo a un fenémeno ideoldgico y de de- satender las vinculaciones existentes entre los procesos de cambio social, el tipo de liderazgo y el entramado institucional que habfan caracterizado 2 procesos como el cardenismo mexicano, el varguismo brasilefio o el peronismo argenti- 2 Sobre el particular ver nuestro trabajo «Repensando el popu‘ Un buen resumen sobre el debate on torn de las categerias lismon, en: Revista Police y Gestién, N°5, Buenos Aires, 2002 radiales y los subtipas disminuidos puede verse en Weyland (2004). estudios sociales 28 (primer semestre 2008] 127 no.S Creemos que la critica de Vilas se inscribe precisamente en esta tradicién sociolégica. Ahora bien, la concepcién de discurso que el texto de Laclau de 1978 hace suya, no coincide con la habitual caracterizacién de las nociones de ideologia y dimen- 6 sién ideolégica que el conjunto de la critica sociolégica parece dar por supuestas. Si de una parte Laclau siempre hizo suya una concepcidn gramsciana de la ideolo- gfa que afirmaba su materialidad en una serie de instituciones y relaciones socia- les, de otra, la nocién de discurso utilizada por el autor argentino remite a toda practica articulatoria de naturaleza lingiifstica o extralingiifstica que constituye y organiza relaciones sociales mediante configuraciones de sentido.’ En sus propias palabras: «Por discursivo no entiendo lo que se refiere al texto en sentido restringido sino al conjunto de los fenémenos de la producciéa social de sentido que constituye la so- ciedad como tal. No se trata, pues, de concebir lo discursivo como constituyendo un nivel, ni siquiera, una dimensién de lo social, sino como siendo coextensivo a lo social, en cuanto tal. Esto significa, en primer término, que lo discursivo no consti- tuye, una superestruccura, ya que es la condicién misma de toda practica social 0, més precisamente, que toda practica social se constituye, como tal en tanto produc- tora de sentido... Ia historia y la sociedad son, en consecuencia, un texto infinito». (Laclau, 1979) 5 Fue Nicos Mouzelis (1978| quien inicib esta critic al soste ner que fas practicas discursivas no pacian desvincuarse de las caractristicas y conformacibn de clases de una sociedad, al tiempo que argumenté que as dimensiones potico-organ zativas dal fendmena eran tan importantes como su ciscurso Aun en una intarvencién tan aguda come la de Emilio de ipola y Juan Carlos Portantiero de 1961 (1989) veladamente se 1e- proche a Laci que se hable de esocialismos realmente exis- ‘entes» mientras que los populsmos serian abordados en su «forma discutsvan. La incamprensién de la ampltud del eon- cepto de discurso de Laciau es aun més radical en autores ‘coma Geras (1987) 0 Bordn y Cuellar (1983) quienes atribuyen sin més el autor una wconcepcin idealiste dela hegemonien, * Sobre fa distncién entra ideotogia y dimensién ideoligica sequimas a Verbn y Sigal (1988: 18 y st). Pera los autores, mientras que la nocion de sidenlogian estéreferida al plano del enunciado, designa un conjunto de opiniones o represen taciones de fe sociedad, e! andlss en términas de dimensién ideoldgica debe dar cuenta y al mismo tiempo trascender el plano del enunciedo pera ccuparse del plano de la enuncia- cin, Este es el nivel del discu'so en el que se construye no lo ‘qua se dice, sola rlacion del que habla con aquello que dice ¥, detivada de esto, a relacén que el enunciador progone al destinatario, ye que el discurso constiuye tanto una imagen del que habla como una imagen de a quién se habla. 7 Emtendemos por articulacén una préctica que esteblece una ralacién tal entre elementos que la identidad de los mismos re sulta mediicade como resutado de esa prética (ver Laclu y Mout; 1987: 19). Un ejemplo de artculacibn sera aqueka que ‘Tuvo lugar en las postrimerias de la dictacura militar, cuando in- ‘tentando desberataraaraciene oposicin el gobierro ce Galtier lena a ocupacién de Malvinas. | discuso naconalst rearticué los clivajes interns, que crecientemente verianestableciéndose en thrminos de una dicotomizacion entre el gobierno militar y la oposicin democrtica, borrando sus linites. La partiipeciin de ta mayor parte de b oposicin politeay de a drigencasindical ‘como voceras de la ocupacidn militar ante Estadas Unidos y Eu- rope, y, la complcidad de una meyoria social, nus haben de a ‘mocificaciOn de esas elementos rearticulados que muy dtcimen- te podian econocerse en os aineamientos previo a 2 de abr 128 Populismo y democracia en la Argentina contempordnea [Gerardo Aboy Carles)

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