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El fenómeno de lo colectivo

en La Numancia de Cervantes
Heinz-Peter Endress
Universidad de Freiburg, Alemania

En el presente trabajo tengo la intención de ocuparme del fenómeno o mo-


tivo de lo colectivo en La Numancia. Pienso que un análisis detenido de este
fenómeno puede revelar ciertos aspectos desatendidos hasta ahora.
Lo colectivo, que se opone a lo individual o singular, constituye un hecho
determinante en La Numancia y ello desde el principio hasta el final. Con
palabras de Ricardo Doménech (1967:24): «El tema del cerco y la destrucción
es de naturaleza colectiva, y como tal se dramatiza en la obra». Ya el título, El
cerco o La destrucción de Numancia, remite a una totalidad colectiva, a saber,
a la ciudad entera que los romanos quieren conquistar. Y el contenido esen-
cial consiste en la colisión de dos pueblos o colectividades. Hermenegildo
(1995:11) lo precisó hablando de «la dramatización de la lucha de las minorías
aplastadas por las mayorías dominantes». El contraste o antagonismo entre
las dos comunidades, que caracteriza la situación colectiva, determina los
pensamientos y las acciones de los personajes de los dos campos así como
la estructura global y la realidad estilística de la obra. Edward Friedman
(1977:80) constató con razón que Cervantes «stresses the antithetical nature of
the subject matter (...) through linguistic emphasis on antithesis» y da como
ejemplos «amigo-enemigo», «justicia-injusticia», «la blanda Venus-el duro
Marte», «falsedad-verdad», «victoria-derrota», etc. Y el antagonismo condi-
ciona desde luego también los respectivos valores que son ante todo valores
1 Es verdad que con la valentía y la colectivos.1 Los de los sitiadores romanos son valores militares: la disciplina,
fidelidad, así como con el amor y la amistad la fuerza, la eficacia y el proceder astuto. Los de los numantinos son el amor
encontramos entre los numantinos también
unos valores individuales. a la patria, la libertad, la justicia y el deseo de paz.
La pieza arranca con la presencia sobre el tablado de una de las dos co-
munidades: con el ejército romano. Escipión el Africano, su célebre general,

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dirige una arenga a sus soldados para reprenderlos y para conseguir la reno-
vación de sus costumbres. En este muy logrado fragmento retórico les exhorta
a realizar un esfuerzo colectivo —«trabaje el dicurión como el soldado» (v. 331,
ed. Marrast)—2 y a cambiar su estilo de vida reemplazando la molicie y la pe- 2 Sobre la dimensión retórica de este

reza por la fortaleza, el espíritu combativo, la cordura y la diligencia. «La pereza, discurso véase mi artículo Endress (2001).

fortuna baja cría, dice, / la diligencia, imperio y monarquía» (vv. 159-160). Al


llamamiento de Escipión le sucede el asentimiento colectivo de su ejército. Gayo
Mario lo afirma: «El más mínimo de éstos cuida y piensa / de ofrecer sin revés
a tu servicio / hacienda, vida, honra en sacrificio» (vv. 190-192). Un juramento
de todos sella la promesa.
Si al principio, por tanto, los romanos ocupan concretamente la escena, al
final de la primera jornada se presenta el partido opuesto, y ello de manera
abstracta. Escipión había rechazado el ofrecimiento de paz de dos embaja-
dores numantinos y decidido hacer construir un foso alrededor de la ciudad
de Numancia. Entonces, para cerrar el acto, entran en escena España y el río
Duero, dos figuras alegóricas que representan, en un nivel abstracto y supe-
rior, a la colectividad numantina. Se expresan con solemnes octavas. España
se queja de la situación desesperada de los numantinos y pide ayuda. Y Duero
no ve un remedio inmediato, pero remite como consuelo a la gloria futura de
la España imperial. Constatamos que la realidad colectiva ocupa de continuo
el primer plano.
No es posible, sin embargo, producir una buena literatura con lo colec-
tivo exclusivamente. Normalmente la literatura vive de la creación de unos
individuos, de unos ficticios individuos vivos, del destino de personajes par-
ticulares. Y así tenemos en y por los líderes de los dos campos, en Escipión y
en Teógenes, unos grandes individuos. Pero en una pieza como La Numancia
estos personajes deben quedar en estrecha relación con lo colectivo, lo que se
garantiza si cumplen con una función representativa o simbólica.
La segunda jornada, algo más tarde, está consagrada enteramente a los nu-
mantinos. Una serie de individuos de primer orden, que representa la colecti-
vidad entera y que forma un bloque colectivo —justamente Teógenes, su líder,
Caravino, cuatro gobernadores y el hechicero Marquino—, esta serie de nu-
mantinos se reúne en un consejo para deliberar sobre la situación manifiesta-
mente sin salida de la ciudad. Se preguntan si existe un remedio y encargan a
Marquino averiguar el desenlace del conflicto por medio de su arte mágico, con
el resultado de que este último les profetiza el aciago destino final de Numancia.

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En medio de la guerra surgen también unos sentimientos «privados». Lo


hacen más bien de pasada y tampoco sin relación con el contexto global. Se
trata de la amistad entre Marandro y Leoncio y del amor entre el primero y
Lira. Cervantes quiso sin duda crear una profundidad humana y, frente a lo
colectivo, reforzar un poco lo particular. La prueba de este aserto se producirá
en la tercera jornada cuando, en un apuro extremo, torturados por el hambre
y amenazados por la muerte, los dos amigos deciden heroicamente penetrar
por la noche en el campamento romano para llevar de comer a Lira. Y cuando
una madre con su niño en brazos se lamenta amarga y desesperadamente:

¡Oh hambre terrible y fuerte,


cómo me acabas la vida!
¡Oh guerra, sólo venida
para causarme la muerte! (vv. 1720-1723).

Es un individuo con voz colectiva, por decirlo así.


En la cuarta jornada el acontecer cruel, inevitable y fatal —«el hado es-
quivo», «contrarios hados» o « el amargo sino» son las expresiones de los mis-
mos personajes—, este acontecer se halla bajo los signos de la desesperación,
del horror y de la muerte. Varía entre lo concreto, la situación de los diferentes
personajes, y lo abstracto, los comentarios de las figuras alegóricas. Y se refleja
en los sentimientos y las acciones de unos individuos bien conocidos por los
espectadores (Teógenes, Marandro, Leoncio, y Escipión). Si al comienzo de
la obra la colectividad romana entró en escena, al final asistimos a la ruina
del pueblo numantino. Valbuena Prat (1968:21) habló de «la gran tragedia
nacional de la colectividad, teniendo como protagonista la ciudad entera».
Bajo la presión extrema se crea entre los numantinos una unanimidad sin fa-
lla que hace que antes que dejarse vencer por los romanos, prefieren cometer
el sacrificio colectivo de sus vidas. El único superviviente, el muchacho Ba-
riato, queda con vida, pero se arroja desde lo alto de la torre donde se había
escondido. Con su heroico suicidio arrebata a Escipión el deseado triunfo de
exhibirle en Roma. Se trata de la acción de un individuo, pero de un individuo
que simboliza la totalidad colectiva de su pueblo. El comentario de Francisco
Ynduráin (1963:26) en la introducción a su edición de La Numancia fue: «El
episodio (...) tiene todo el aspecto de ser una creación legendaria y popular». Y
así se realiza lo que Friedman (1977:80) llama «the concept of victory in defeat».

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A esta última observación con respecto al individuo simbolizador quisiera


agregar aun unas reflexiones generales sobre el fenómeno de lo colectivo.
Lo colectivo se distingue por una tendencia hacia lo general, lo genérico,
lo simbólico y lo abstracto. Y esta tendencia tiene un efecto inmediato sobre
la construcción de los personajes y sobre el dramatis personae en general. Los
personajes están todos más o menos afectados por la categoría de lo general.
Tienden a ser tipos (por ejemplo Escipión, un militar ejemplar, Teógenes, un
heroico líder, Marandro, un amante sin tacha, etc.).
El conjunto del personal dramático se compone de tres planos. En el pri-
mer plano encontramos un número no muy grande de personajes que, según
Doménech (1967:24), «viven individualmente» la cruel experiencia de la guerra.
Como acabo de constatar, además de ser individuos, representan y simbolizan
típicas partes de sus respectivas naciones. En el segundo plano aparecen las
figuras alegóricas, o morales según la expresión de Cervantes en su prólogo.
En la cuarta jornada, por ejemplo, damos con Enfermedad, Hambre, Guerra y
Fama. Son unas abstracciones personificadas y a través de ellas, como bien dice
Hermenegildo (1995:36), se manifiesta «el sentido generalizador de la tragedia».
El tercer plano, finalmente, lo ocupan lo que quisiera llamar unos per-
sonajes colectivos. A su manera son también la expresión de la tendencia
generalizadora debida a la dimensión de lo colectivo. Es un nutrido número
de personajes genéricos sin nombre propio. Surgen en grupos de dos o tres
y representan en conjunto cerca de un cuarto del total de los personajes de la
obra. En la mayoría de los casos no tienen la función de un coro que suele co-
mentar o interpretar la acción desde fuera, sino que forman parte de la acción Bibliografía
misma. Los une un interés común, una misma voluntad y un objetivo común. Doménech, Ricardo, «Ensayo preliminar»,
en La destrucción de Numancia, Miguel
Ejemplos, entre muchos otros, son: los soldados romanos al principio que de Cervantes, Taurus, Madrid, 1967,
confirman la promesa de Gayo Mario o los dos embajadores numantinos que pp. 7-37.
presentan una propuesta de paz. Según Jesús Maestro (1999:210) representan Endress, Heinz-Peter, «“Una breve plática
de arenga les quiero hacer”. Discursos
«un signo de humildad colectiva, que carece de identidad». Además entran en y retórica en La Numancia», en Volver
esta categoría los gobernadores numantinos que participan activamente en el a Cervantes. Actas del IV. Congreso
consejo de guerra o, en la tercera jornada, las cuatro mujeres que, como con Internacional de la Asociación de
Cervantistas, t. II, Palma de Mallorca,
una sola voz, lanzan sus súplicas de defensa y de protección. ed. Antonio Bernat Vistarini, Universitat
Todos estos personajes no hablan y actúan en nombre de su interés personal, de les Illes Baleares, 2001, pp. 937-945
sino del colectivo al cual pertenecen. (artículo recogido en mi libro Goethe
y Cervantes y otros estudios cervantinos,
Unas breves palabras para terminar. En el Siglo de Oro es muy raro que Editorial Academia del Hispanismo,
el motivo de lo colectivo desempeñe un papel semejante en un drama. Otro Vigo, 2009, pp. 187-201).

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Friedman, Edward, «La Numancia célebre ejemplo será, cuarenta años más tarde, Fuenteovejuna de Lope de Vega.
within structural patterns of Teresa Kirschner (1979) estudió esta comedia bajo nuestro aspecto.
Sixteenth-Century Spanish Tragedy»,
Neophilologus, 61 (1977), pp. 74-89. Con sus indicaciones de lugares ya los títulos de Numancia y Fuenteove-
Hermenegildo, Alfredo, «Introducción», juna remiten a aconteceres que conciernen a unas colectividades. Después
en La destruición de Numancia, Miguel de que el malvado Comendador Fernán Gómez de Guzmán haya constante-
de Cervantes, Castalia, Madrid,
1995, pp. 9-39. mente tratado con desprecio y brutalidad a los habitantes, y sobre todo a las
Kirschner, Teresa J., El protagonista mujeres, de Fuenteovejuna, la comunidad entera se rebela haciéndose cargo
colectivo en «Fuenteovejuna», de una acción de castigo. Los aldeanos se reúnen en un consejo, deciden ma-
Ediciones Universidad de Salamanca,
Salamanca, 1979. tar al Comendador, pasan colectivamente a la ejecución de lo decidido, pues
Maestro, Jesús, «La Numancia cervantina. reivindican el tiranicidio y acaban por obtener la absolución real, tras haber
Hacia una poética moderna de la
respondido, aun bajo la tortura, como un solo hombre «Fuenteovejuna lo
experiencia», Anales Cervantinos, 35
(1999), pp. 205-221. hizo». Como en La Numancia el pueblo forma un colectivo unido. Está reu-
Marrast, Robert, «Introducción», en nido con firmeza y se defiende contra las humillaciones por parte del tirano.
El cerco de Numancia, Miguel de
Como en La Numancia unos pocos personajes representan y sugieren todo un
Cervantes, Cátedra, Madrid, 1995,
pp. 11-32. grupo o una masa. Por ejemplo cuando en el primer acto se da la festiva bien-
Valbuena Prat, Ángel, Historia de la venida al Comendador, o en el segundo a propósito de la boda de Laurencia y
literatura española, vol. 2, Barcelona,
1968, p. 21, cit. en De Armas, Frederick.
Frondoso. Pero a diferencia de La Numancia los individuos son globalmente
A.: «Classical Tragedy and Cervantes’ más importantes en Fuenteovejuna, donde el grupo va constituyéndose poco
La Numancia», Neophilologus, a poco para culminar en el tercer acto con la junta de los pueblerinos y la ma-
58 (1974), p. 34.
Ynduráin, Francisco, «Introducción», en
tanza del Comendador. Pero sea como sea, en los dos casos los sucesos y las
La Numancia, Miguel de Cervantes, acciones que cometen o padecen las respectivas comunidades se sitúan bajo
Aguilar, Madrid, 1963, pp. 14-32. el signo de lo colectivo.

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