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La ontología “científica” de Mario

Bunge (I). -Alejandro Álvarez Silva-


Define bastante bien nuestro autor la concreción de su propuesta al
desechar los siguientes preguntas, que en realidad históricamente han
sido contenidos de la misma: ¿Por qué hay algo en lugar de nada? ¿La
esencia precede a la existencia? ¿Qué es ser? ¿Qué es el uno? ¿Qué existe?

En sus palabras: “Las preguntas anteriores carecen de sentido en el


sistema que desarrollaremos en este libro”.

Por el contrario, tanto por su contenido fáctico como por su carácter


abierto, Bunge denomina ontológicas, sólo distinguidas de las científicas
por su alcance y frecuencia, a las siguientes: ¿Las cosas son manojos de
propiedades? ¿Hay clases naturales? ¿Es posible el cambio sin un sustrato
inmutable? ¿Cómo surgen las propiedades emergentes?; o, ¿Qué es la
mente?.

De las diez concepciones que en opinión de Bunge, existen de la ontología


o metafísica (la metafísica es un discurso sobre el Ser, la Nada y el
Dasein; la metafísica es una colección de creencias instintivas; la
metafísica es la justificación de las creencias instintivas; la metafísica es
la ciencia de las presuposiciones absolutas; la metafísica se ocupa de todo
lo pensable, exista realmente o no; la metafísica es elestudio de los
objetos que no son ni físicos ni conceptuales, se supone Dios y los seres
espirituales; la metafísica es la ciencia del ser en cuanto tal; la metafísica
es el estudio del cambio, sucesos y procesos; la metafísica se ocupa
de todos los mundos posibles, lo que sería una interpretación ontológica
de la lógica; y por último, la metafísica es la cosmología general o ciencia
general o la ciencia que se ocupa de toda la realidad), es desde la citada en
último lugar desde la que “crea” su ontología.
Bunge se ocupa de aclarar que tal realidad no es tomada como “totalidad
o todo”. Y acota el sentido de esta ontología: “Su tema es el estudio de las
características más generales de la realidad y de los objetos reales”
(Peirce); “Se ocupa de todas las preguntas de carácter general y
fundamental respecto de la naturaleza de los real” (Montagu, Woodger,
Williams y Quinton)); o sea, “estudia los rasgos genéricos (no específicos)
de todos los modos del ser y el devenir, así como de las características
peculiares de los principales géneros de existentes”, que sería la tarea que
Hegel asignó a la “lógica objetiva” y que Engels atribuyó a lo que luego fue
conocido como materialismo dialéctico.

Basado en tales supuestos, nos dice Bunge que “el ontólogo debe
reconocer, analizar e interrelacionar aquellos conceptos que le permiten
producir una representación unificada de la realidad”. Bunge actúa así al
presuponer que los objetos no reales no son físicos, por lo que las posibles
leyes que cumplieran tampoco serían físicas. La consecuencia: la
imposibilidad de hacer afirmaciones no tautológicas, a la vez válidas para
todos los objetos.

Quedaría así para la ontología y la ciencia (natural o social) el estudio de


los “objetos concretos”, mientras que para la lógica, la matemática y la
semántica los objetos formales o ideales tales como conjuntos y
categorías.

A la vista está que un universo ingente de temas de los que se ocupaba


anteriormente la ontología, quedan fuera del sistema de Mario Bunge,
más abocado a una justificación del omnipresente “método científico”. Así
todos los “enunciados metafísicos”, nada menos que (entre otros) de
filósofos con la autoridad de Hegel o Heidegger no tendrían significado:
“una mala metafísica” en sus palabras.
(De la obra de Mario Bunge titulada “Ontología I: el moblaje del mundo”)

La ontología “científica” de Mario


Bunge (II). -Alejandro Álvarez Silva-
Aunque las proposiciones metafísicas no pueden ponerse a prueba de la
misma forma que los enunciados científicos, ello no significa que “las
primeras estén fuera de la crítica y la confirmación”.

Para Bunge, la metafísica “tiene relevancia heurística o incluso práctica”:


por un lado, la investigación científica usa numerosas hipótesis
ontológicas; por otro, “el núcleo filosófico de toda cosmovisión e
ideología” es metafísico.

La lógica no es ontológica, pues los conectores, los cuantificadores y la


relación de implicación que describen las propiedades de los conceptos
lógicos no tienen un correlato real (al menos un único correlato real).

“La relación de la lógica con la ontología es la presuposición o prioridad


lógica: toda metafísica presupone la lógica”. En su obra ontológica, Bunge
da por sentada la lógica clásica de segundo orden.

También la relación entre la ontología y la matemática es similar: “si es


exacta, la ontología presupone la matemática; pero esta última no posee
ningún compromiso ontológico”.

En opinión de Bunge, “la posibilidad de matematizar un campo de


conocimiento no depende del ámbito de investigación, sino del estado de
desarrollo de éste” (no se matematizan los hechos, sino nuestras ideas
acerca de los mismos).

La relación entre semántica y metafísica es de otra índole. “La teoría de la


verdad como correspondencia presupone que existe un mundo real y éste
es un supuesto metafísico”, luego la semántica sí tiene presuposiciones
metafísicas.

Así que, como la lógica deductiva y la matemática pura, en especial las


matemáticas abstractas, son neutrales desde el punto de vista ontológico,
nos dice Bunge, que precisamente por ello “se las puede utilizar en la
construcción de teorías ontológicas”.

Al no existir en principio ninguna limitación en cuanto a las teorías


matemáticas que pueden utilizarse para la investigación metafísica,
Bunge adopta la estrategia del llamado oportunismo matemático, es
decir, la utilización de “toda teoría matemática que parezca
prometedora”.

Para Bunge, considerando que la investigación científica está guiada por


principios metafísicos, que tanto la tecnología como la ciencia básica han
producido teorías que pueden considerarse igualmente científicas como
metafísicas, y que es posible desarrollar sistemas de ontología
científica, “la ciencia en general y las ciencias fácticas son metafísicas
especiales”. La ciencia indagaría la naturaleza de las cosas con detalle (sus
teorías se prestan a la comprobación empírica), mientras que la metafísica
las investiga en su generalidad por lo que sólo puede “controlarse por
medio de su congruencia con la ciencia”.

Bunge cita los siguientes principios ontológicos “que se presentan en la


investigación científica”:
M1 Existe un mundo externo al sujeto cognoscitivo.

M2 El mundo está compuesto por cosas. “Las ciencias de la realidad


(natural o social) estudian las cosas, sus propiedades y sus cambios”.
Opina el autor que “si existieran otros objetos reales, aparte de las cosas,
sería imposible actuar sobre ellos por intermedio de aquellas”. Aquí,
estimo que ésta es una aseveración un tanto confusa, pues salvando la
particularidad de la atribución de objeto a entes como, por ejemplo, la
voluntad, el albedrío, etc. sí puede incidirse sobre los mismos, como
mínimo en su conocimiento o entendimiento, a través de “sus acciones”
fácilmente observables sobre el entorno (las cosas).

M3 Las formas son propiedades sobre las cosas. Bunge nos dice que “las
formas platónicas en sí, flotando sobre las concretas, no existen”. Es
evidente que cualquier idealización, sin repercusión o involucración sobre
las cosas materiales es pura entelequia.

M4 Las cosas se agrupan en sistemas (agregados de componentes que


interaccionan), pues no existe ninguna cosa que no sea parte de algún
sistema. Desde este punto de vista, lo que realmente existe son sistemas
-físicos, químicos, vivientes o sociales-.

M5 Todo sistema, con excepción del universo, interacciona con otros


sistemas en ciertos aspectos y esta aislado de los demás sistemas en
otros aspectos.

M6 Todo cambia.

M7 Nada surge de la nada y ninguna cosa queda reducida a la


nada. Bueno, este punto para un físico (y curiosamente Bunge lo es) en
relación al vacío, o la creación del propio universo, sobre toda para ciertas
teorías científicas está adornado de cierta “borrosidad”.
M8 Todas las cosas se rigen por leyes. Al menos no cejamos en nuestro
esfuerzo en encontrarlas, lo que las presupone.

M9 Existen varios tipos de leyes. Bunge las clasifica en causales y


estocásticas, y una mezcla entre ambas; y también leyes “intranivel” como
las biológicas, e “internivel” como las psicosociales.

M10 Hay diversos niveles de organización: físico, químico, biológico,


social, tecnológico, etc. Los niveles superiores emergen de los inferiores,
pero una vez formados “tienen cierta estabilidad”.

(De la obra de Mario Bunge “Ontología I: El moblaje del mundo”)

La ontología “científica” de Mario


Bunge (III). -Alejandro Álvarez Silva-

(hay video en la web)


En opinión de Mario Bunge, las siguientes hipótesis metafísicas son “poco
razonables y obstructoras”: a) la interpretación de Copenhague de la
mecánica cuántica (en su criterio, los objetos macrofísicos son
objetivamente reales, pero sus componentes atómicos sólo adquieren
existencia como resultado de la observación); b) la interpretación de los
universos múltiples dela citada mecánica cuántica, pues “sostiene que el
mundo en que vivimos se ramifica, a cada instante en innumerables
mundos paralelos, mutuamente inconexos y, en consecuencia,
incognoscibles”; c) el determinismo clásico de algunos científicos “al
negar que el azar sea un modo objetivo de ser” (interpretación subjetivista
o personalista de la probabilidad); d) la interpretación de la teoría
evolutiva que propugna que la selección natural conduce al gradual
perfeccionamiento, lo que le otorgaría “significado” a la vida; e) el
conductismo (los organismos serían autómatas deterministas porque sus
respuestas son causadas por un estímulo ambiental); f) la suposición de
algunos neurofisiólogos y neurocirujanos de que la mente es “algo aparte
del cuerpo que la produce”; g) la idea de que no hay propiedades
emergentes sociales que no estuvieran ya arraigadas en los individuos y
sus interacciones.

En resumidas cuentas: la ciencia estaría repleta de hipótesis metafísicas,


“buenas o malas”, fértiles o estériles”.

También, nos cuenta Bunge, que es posible encontrar ontología en


algunos de los propios problemas abordados por la investigación
científica: “¿Hay una materia última?” ¿La vida está adornada de un
principio inmaterial (élan vital, etc.) o ha emergido de unos procesos
evolutivos “estrictamente naturales”? “¿Lo mental y lo neural están
correlacionados, interaccionan, o lo mental es una función del sistema
nervioso?”

Para Bunge las preguntas anteriores se han mostrado fructíferas en el


sentido de que “han estimulado líneas de investigación íntegras”,
mientras que otras “son el resultado de una metafísica dudosa”. Entre
estas últimas cita: a) “¿Por qué los mesones μ son diferentes de los
electrones? (¿Por qué no habrían de serlo?)”; b) “¿Por qué no hay
partículas superlumínicas? (¿Por qué tendría que haberlas?)”; c) “¿Es
posible observar una inversión temporal?”; y alguna más.
Mi opinión al respecto es que la clasificación de las hipótesis en “buenas”
o “dudosas” depende del paradigma adoptado en cada momento, un
cierto relativismo alejado de las certezas absolutas.

Para Bunge hay otra área donde ontología y ciencia “se superponen”: “la
relativa al fundamento axiomático de las teorías científicas”.

Al axiomatizar una teoría científica, “es probable que en ella se presente


alguno de los siguientes conceptos: parte, yuxtaposición, propiedad,
posibilidad, composición, función de estado, estado, suceso, proceso,
espacio, tiempo, vida, mente y sociedad.” Pero los axiomas específicos de
la teoría no dirán nada acerca de tales conceptos genéricos
fundamentales. Bunge nos dice que “la ciencia los toma prestados y los
deja en un estado intuitivo o presistemático”. Sería la ontología la
encargada de analizar y sistematizar esos conceptos “que utilizan
numerosas ciencias y, en consecuencia, ninguna de ellas reclama como
propios”. “O sea, el metafísico debe llenar algunas de las lagunas de la
ciencia”.

Bunge llama trasfondo ontológico de T a “las teorías ontológicas que


aclaran y articulan las ideas generales que subyacen a la teoría científica
T”. Estas ideas metafísicas serían constitutivas y no sólo reguladoras o
heurísticas. Esta “reconstrucción axiomática de toda teoría científica
fundamental sacará a la luz, exactificará y sistematizará ciertos conceptos
ontológicos”, entonces, “la línea entre la ontología y la ciencia
desaparece”.

Bunge, igualmente, es de la opinión que la ciencia se fusiona con la


ontología en las teorías extremadamente generales, como la dinámica
lagrangiana, o la teoría clásica de campos, etc. porque “lejos de
representar unas pocas especies de de cosas, describen los rasgos básicos
de géneros de cosas”. En palabras de Bunge: “es posible que la teoría
lagrangiana haya sido el primer miembro de la metafísica científica”. O
sea, “la propia ciencia ha producido teorías metafísicas por medio del
proceso de generalización”.

Por último, Bunge estima que también la tecnología contemporánea es


una muestra de la mezcla entre ciencia y ontología. “Algunas de las teorías
incluidas en las llamadas ciencias de la información, así como en la teoría
de sistemas, son tan generales y, a la vez, tan precisas, que cumplen los
requisitos de las teorías de la metafísica científica”.

Concluye Mario Bunge: “Toda teoría ontológica, si es exacta y concuerda


con la ciencia, es científica. Por consiguiente, la expresión metafísica
científica, si bien algo chocante al principio, designa un área existente que
prácticamente no puede distinguirse de la ciencia.”

“Puesto que no hay una frontera nítida entre la ciencia y la ontología, la


tentativa de hallar un criterio para la estricta demarcación de estos dos
campos resulta absurda”. (Fin del problema de la demarcación).

(De la obra de Mario Bunge “Ontología I: El moblaje del mundo”)

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