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BORJA Pérez, Araceli (et al.) (2013), Guía para la detección y seguimiento de casos de violencia y
abuso infantil, México, pp. 2-25.
Manifestación en cualquiera de los niveles, con efectos evidentes y otros con efectos invisibles que se siguen llevando a cabo, estos
realizados por patrones culturales, una vez que se han identificado dichos patrones, se pueden transformar, permitiéndonos tener una visión
más amplia a la hora de identificarlos desde su raíz.
De origen SOCIAL relacionada con la forma en que se desarrollan los patrones de socialización en la cultura, expresándose en tradiciones,
ideologías, sentimientos, conceptos, formas de ser, formas de hacer y necesidades sociales.
Violencia: forma de prejuicio o abuso físico o mental, descuidado o trato negligente, malos tratos o explotación, incluido el abuso sexual.
(Organización de las Naciones Unidas)
Frecuentemente se da a niños, niñas y adolescentes, principalmente en el ámbito intrafamiliar por adultos, pero también se presentan en los
diversos espacios que interactúan entre niños y niñas entre sí.
Esta se da de acuerdo al contexto en el que se encuentra:
Familiar
Escolar
Institucional
Laboral
Comunitaria
FÍSICA: acción no accidental (única o repetida) para causar daño físico. La lesión puede ser leve, o hasta causar la muerte. Si es de un adulto
a un niño, una forma de esta violencia pueden ser los castigos físicos (agrediendo el cuerpo causando dolor), pegando con la mano o con
algún objeto (vara, cinturón, zapato, etc.), provocar quemaduras, sacudir o empujar, pellizcar, jalar del cabello. Tomando en cuenta que está
puede tener consecuencias físicas, o psicológicas, dejando marcas aparentes o no.
PSICOLÓGICA acción que causa daño a la autoestima, identidad o desarrollo de la persona. Incluye amenazas, humillaciones, agresiones
verbales, discriminación, destrucción de pertenencias y castigos humillantes. Involucra insultos y chantajes, causar vergüenza, ridiculizar,
aislar o ignorar. Es más difícil de identificarse obstaculizando el desarrollo.
ABANDONO FÍSICO-EMOCIONAL/NEGLIGENCIA: cuando dejan de proveer necesidades básicas para el desarrollo físico-emocional, social o
cognitivo. Se caracteriza como abandono, falta de cuidados, atención, protección y medios para asistir al sistema educativo. Provocando
atraso en el desarrollo infantil o generar problemas de salud.
SEXUAL: incluye abuso sexual (utilización del cuerpo del niño para estimularlo sexualmente por parte de un adulto, es cometido a base de
fuerza, engaño, o soborno, algunas formas de abuso sexual pueden ser: ver, tocar, desnudar o acariciar partes íntimas) y explotación
sexual comercial (práctica con niños con fin comercial, se considera explotar aquel que paga por los servicios sexuales y los que obligan al
niño a cometer tales prácticas, se puede dar en el ámbito doméstico por personas más cercanas al niño), con consecuencias a nivel físico,
emocional y espiritual de los niños.
Consecuencias y señales de la violencia en niños y niñas depende de las formas experimentadas, del nivel de gravedad y de la duración,
algunas pueden ser serias, impactando en el desarrollo generando problemas sociales, emocionales y cognitivos y de salud, que pueden
ser de por vida. Se pueden presentar algunos signos:
NIVEL FÍSICO: dolor de cabeza y estómago, náuseas, desnutrición, tez pálida, golpes, heridas, pesadillas, problemas de sueño.
NIVEL COGNITIVO: problemas de atención y retención, alteraciones de la memoria, deficiente desempeño escolar.
EN SU CONDUCTA: miedo, agresión, ansiedad, angustia, falta de interés, retraimiento, trastornos depresivos, exageración del peligro.
EN SUS PRÁCTICAS: falta de higiene personal, tendencias suicidas, incapacidad para relacionarse, acciones perjudícales a su salud, sexo
temprano, baja autoestima.
Es importante observar a niños y niñas y en caso de que se perciba alguno de estos signos, procurar un acercamiento tanto con ellos como
con los docentes y sus familias para conocer la situación.
Este acercamiento nos permite no dejar que las niñas y los niños afronten solos la violencia, ya que si un niño o niña que sufre violencia es
incapaz de encontrar a alguien en quien pueda confiar y de quien pueda obtener protección, es probable que la violencia continúe. El niño o
niña podría perder la esperanza de encontrar apoyo y no buscar ayuda una segunda vez. (Save the Children, 2006)
¿Cómo podemos enterarnos de que niños y niñas sufren o han sufrido violencia? Desde la práctica docente los maestros pueden referirse a
las siguientes opciones:
Cualquier persona adulta que trabaje con los niños, debe tener claro su papel como protector ante cualquier tipo de violación (cuando se
encuentra bajo su cuidado), el cual es el puente para garantizar el bienestar y protección integral; es importante que sea consciente de su
rol, considerando:
Empatía: Implica poder comprender a los demás e interactuar eficazmente con ellos, ser sensible a los estados de ánimo, modos y humores
del otro. Implica poder hacerle saber que comprendemos cómo se siente.
Información completa: Tener claro cuál es la información necesaria para tener un panorama general del caso, que permita establecer
posibles acciones de seguimiento.
Construir opciones: Dada su cercanía al contexto de niñas y niños, el adulto que está dando seguimiento al caso aporta elementos de gran
importancia. En ese sentido, si el adulto no siente que cuenta con los elementos que se requieren para apoyar el proceso, lo mejor será
canalizar el caso a quien pueda atenderlo.
Asegurar atención: Es importante detectar las instancias que pueden ofrecer atención especializada al caso, establecer el vínculo con ellas y
platicar sobre las opciones con el niño o la niña.
Fortalecer la relación (anclaje): Mantener un interés legítimo en el caso que permita fortalecer la relación y confianza tanto del niño o niña y
su familia.
Contención emocional: Es importante que se tenga claro cuáles son los procedimientos básicos de primeros auxilios psicológicos, que
permiten hacer un trabajo de contención emocional y en caso de tenerlos, solicitar apoyo a alguien del equipo que si los tenga.
Seguimiento: Una vez iniciado el proceso, el adulto debe mantener el contacto con la niña o niño para indagar cómo se siente en el proceso,
ver si las acciones se están desarrollando lo o la hacen sentir segura y tomar en cuenta su opinión en todo el proceso.
Los objetivos del primer contacto son buscar que la niña o el niño sienta que se le escucha, acepta, entiende y apoya; lo que a su vez
conduce a una disminución en la intensidad de su ansiedad; sirve también para reducir el dolor de estar sola o solo, por lo que es
importante ser empáticos y sintonizarse con los sentimientos y necesidades del niño o la niña que nos hablan del maltrato que vive.
Cuando el niño no quiere la ayuda, es necesario de que se le pregunte si quiere hablar con alguien más, para que sienta que se preocupan
por él, y están en disposición para ayudarle. Si el niño si acepta la ayuda, es importante asegurarnos de que nos quiere contar, cuando este
entra en confianza y nos cuenta, es importante considerar tres momentos:
1. El PRESENTE, haciendo referencia a “qué sucedió, cómo se siente y qué piensa”
2. El PASADO INMEDIATO, remitiéndose a las situaciones por las que ocurrió el maltrato (implicando: “quién, qué, dónde, cuándo, cómo”) sin
obligar
3. El FUTURO INMEDIATO, enfocándose en los riesgos hacia el niño, analizando para llegar a una solución inmediata
Es importante respetar las decisiones del niño/niña y la familia, cuando las personas que han vivido
algún tipo de abuso y encuentran cierta estabilidad, desean conservarla, por lo que en ocasiones
suspenden el proceso a la mitad del camino; el respetar estas decisiones puede evitarle tener
sentimientos de frustración; recuerde que se trata de los intereses del niño o la niña, no de los propios.