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Lo que realmente deseamos son cosas que se encuentran en un nivel más profundo, queremos:
Ser.
Saber.
La dicha.
El ser humano tiene capacidad de pensar en el infinito. Hay un centro infinito en cada vida, este
ser oculto o Atman, es el brahmán, la Divinidad.
El problema que la vida plantea al ser humano es la eliminación de la escoria de su ser para que su
centro infinito brille en toda su intensidad.
Somos limitados para la dicha, el saber y el ser, las tres cosas que de verdad quiere el ser humano.
Las limitaciones de nuestra dicha se dividen en: el dolor físico, el desaliento que provoca el deseo
frustrado y el tedio que produce la vida en general.
La segunda gran limitación de la vida del ser humano es la ignorancia y la tercera es la restricción
del ser.
La literatura hinduista está llena de metáforas y parábolas destinadas a hacernos ver el reino
dorado que se esconde en las profundidades de nuestro ser.
Los ejercicios de yoga son diseñados para unir el espíritu humano con el dios que yace escondido
en su interior.
Transcurre la vida por cuatro fases, cada una de las cuales posee distintas aptitudes que dictan
diferentes modos de respuesta. Tales son:
La del estudiante.
La de cabeza de familia.
La del retiro.
El estado del sannyasin (uno que ni ama ni odia nada).
Formas en que mejor se puede contribuir a la sociedad y desarrollar los propios potenciales.
Brahamanes o videntes.
Kshatriyas (administradores).
Vaishyas (productores).
Shudras (seguidores, sirvientes, obreros no calificados).
Las almas individuales o jivas llegan al mundo de manera misteriosa. Cuando el alma se introduce
en un cuerpo humano, el modo automático de ascensión llega a su fin. Su ingreso en esta exaltada
habitación es evidencia de que el alma ha alcanzado su propia conciencia y a este estado
acompañan la libertad, la responsabilidad y el esfuerzo.