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Una limosna por Navidad

En horas de esta mañana tan navideñamente loca, el mercado popular


del extrarradio capitalino se encuentra repleto de personas ruidosas,
inquietas, entre productos coloristas y variados: muchos se exponen en el
suelo; otros, sobre carros, camionetas y pequeños camiones del todo
impasibles; a ellos se suman carros, motores, bicicletas, carretillas, cajas
y basura, mucha basura… En medio de semejante caos, se destaca un
muchachito sentado al abrigo de su sombra: un pequeño cuenco de
plástico retiene algunas monedas plateadas de muy escaso valor, mientras
sus manos abanican mensajes implorantes al paso de compradores
apresurados. De repente, sus negros ojos se estrechan escrutadores
cuando ve acercarse un hombre bastante alto, de tez muy blanca y mirada
sonriente, bonachona…
-¡Feliz Navidad, señor!
-¡Feliz Nochebuena, muchachito!
-Una limosna si no le importa al señor.
-¿Tan joven y ya pidiendo limosna?
-Solo es una limosna, señor.
-¿Vas a la escuela?
-No, señor.
-¿A la Iglesia?
-No, señor.
-¿Y al fútbol con los amigos?
-Tampoco, señor.
-Entonces, ¿a qué te dedicas?
-A pedir limosna, señor.
-¿Solo sabes pedir limosna?
-Solo eso, señor.
-¿Y ayudas en tu casa?
-Claro, señor.
-¿Y no te quedas con las monedas que te regalan las personas?
-No, Señor.
-¿Y tu padre?
-No, señor.
-Que no señor, qué.
-Que no, señor.
-¡Aaaah, ya entiendo! Tu padre…
-No, señor.
-¿Y tu madre?
-En casa, señor.
-¿Tienes hermanos?
-Siete, señor.
-¿Siete niños y tú ocho?
-Ocho conmigo, señor.
-¿Quién trabaja en casa?
-Mi madre, señor.
-Y… ¿quién trabaja para la comida de tu casa?
-Yo, señor.
-¿Y tu padre?
-No, señor.
-¿Nada?
-Nada, señor.
-¿Qué vas a cenar esta noche?
-Nada, señor.
-¡Pero esta noche es Nochebuena, y…!
-Nada, señor.
-¿Y esas monedas que tienes ahí? ¿Humm?...
-Para hoy almorzar, señor.
-Y por la noche…
-Nada, señor.
-Entonces, sin Nochebuena y sin cenar… ¡a la cama!
-No, señor.
-Si no van ustedes a la cama, ¿adónde van?
-Al suelo, señor.
-¿Sin colchones?
-Sin colchones, señor.
-¿Sobre el duro suelo?
-En el suelo, señor.
-¿Y la suciedad del suelo qué?
-La barremos antes de echarnos a dormir, señor.
-¿Y las cucarachas?
-No hay cucarachas, señor.
-¿Por qué no hay cucarachas?
-Porque no tienen nada para comer, señor.
-¿Y las hormigas?
-Esas sí, señor.
-¿Qué sucede con ellas?
-A veces pican, a veces molestan, señor.
-¿Y…?
-Nos las comemos. Esas ya no pican más, señor.
-Y al día siguiente, cuando se levantan, ¿qué desayunan ustedes?
-Nada, señor.
-¿Nada?
-Un trago de agua de la quebrada más próxima, señor.
-Y después, ¿qué tú haces?
-Camino hasta la ciudad para pedir limosna, señor.
-¿No vienes siempre a este lugar?
-No, señor.
-¿Y eso…?
-Me acerco al mercado donde más personas se junten ese día, señor.
-¿Y después?
-Compro la comida que me alcanzan las monedas y retorno a mi casa, señor.
-Y si no hay limosna…
-No hay comida, señor.
-¿Quieres que te compre algo para comer?
-No, señor.
-¿Por qué no?
-Si no almuerzo con toda mi familia, no almuerzo, señor.
-Y de colchones, qué.
-Lo que usted diga, señor.
-¿Cuántas habitaciones tiene tu casa?
-Ninguna, señor.
-¿Y cómo así?
-En nuestra casita todas las cosas están juntas, señor.
-Y si conseguimos tres colchones, ¿qué te parece?
-No, señor.
-¿Por qué no quieres tres colchones?
-Porque no caben en la casa, señor.
-Entonces… ¿dos?
-Tal vez, señor.
-Uno para tu madre, con los más pequeños, y otro para los grandes.
-No, señor.
-¿Cómo tú lo quieres?
-Uno para mi madre y mis hermanas, y otro para los varones, señor.
-Eso está muy bien pensado. ¿Y pasan ustedes frío por las noches?
-Algo, señor.
-Porque este invierno se las trae…
-Nos acurrucamos unos contra otros, señor.
-Y así se dan calor.
-No hoy otra manera, señor.
-Y entonces…
-Entonces qué, señor.
-Aún no nos hemos presentado. ¿Cómo te llamas, muchacho?
-Jesús, señor.
-¿Te llamas Jesús?
-Así me llaman, señor.
-¿Y no sabes quién llevó tu nombre antes que tú?
-No, señor.
-Debes ser el único que no lo sabe en todo este mercadillo. Bueno, tú y los de
tu casa. ¡Tan famoso como es Jesús!
-Mi madre conoce algo de él, Señor, pero no sabe cómo explicarnos.
-Bueno, algún día, cuando tengas tiempo libre, te contaré detalles muy
interesantes de ese personaje que llevó tu nombre antes que tú…
-No, señor.
-¿Por qué no, si…?
-Porque tengo que pedir limosna, señor.
-Solo piensas en “Una limosna, por favor…”, pero en la vida hay cosas…
-Con ella comemos casi todos los días, señor.
-Pero puedes intentar algo mejor que una simple limosna para hoy.
-Las limosnas son monedas en mano y nos sirven para comer toda la familia,
señor. Sin ellas nos morimos de hambre.
-¿Tú no sabes cuántas personas comen todos los días sin pedir limosna, eh?
Jesús, si vas a la escuela, tal vez…
-No, señor.
-Bueno, escuela por un lado y trabajo por otro, ¿no te parece mejor?
-Eso me parece bien, señor.
-Jesús, si aceptas ir a la escuela durante todo un año, yo me comprometo con la
comida de tu casa hasta que encontremos algún trabajo digno para ti. ¿Qué te
parece mi propuesta?
-Siempre he querido aprender, señor, pero no puedo olvidarme de las
limosnas.
-Jesús, dejemos las limosnas para mañana y, a cambio carguemos dos
colchones en aquella camioneta gris que se ve en la esquina del mercado.
-Está bien, señor.
-Sin olvidarnos de la cena de Nochebuena para esta noche.
-No, señor.
-¿Por qué no, Jesús?
-Antes debo comprar el arroz para el almuerzo de mamá y hermanos, señor.
-Bueno: tú compras la comida del almuerzo, y yo, la cena de Nochebuena.
-Está bien, señor.

El muchacho vestido de pordiosero, junto al buen samaritano, se


acercan a un pequeño supermercado callejero. Ya en su interior se afanan
en seleccionar unas cuantas viandas para el almuerzo del mediodía y un
montón de productos para la cena de Nochebuena. Al salir del comercio,
en atípica pareja, se dirigen a donde está aparcada una camioneta gris de
doble cabina. En sus asientos traseros depositan la primera mercancía. Y…

-Jesús…
-Diga, Señor.
-En ese establecimiento que tenemos enfrente vamos a comprar dos colchones,
algunos juguetes y ropa para tus hermanitos, mantas de abrigo y algún detalle
especial para tu madre…, que se lo merece.
-Se lo merece, señor.
-Después los cargamos en este vehículo, nos acercamos hasta tu casa,
descargamos las mercancías y…
-No, señor.
-¿Qué sucede ahora, Jesús?
-No hay carretera hasta mi casa, señor.
-¿Ni siquiera un camino ancho?
-No, señor.
-¿Dónde se encuentra tu casa, Jesús?
-Arriba de la loma, señor.
-Desde la carretera o desde el camino ancho más cercano hasta tu casa…
¿cuánta distancia los separa aproximadamente?
-Bastante, señor.
-¿Cuánto es bastante, Jesús?
-Eso depende de cómo se camine, señor.
-A ti, en concreto, ¿cuánto te cuesta hasta el primer lugar civilizado?
-Media hora, señor.
-Media hora, ¿tanto tiempo?
-Más o menos, señor.
-Y el camino estrecho hasta tu casa… ¿cómo se encuentra?
-Seco en verano y lodoso en invierno, señor.
-Y estamos…
-En invierno, señor.
-¿No vive cerca de tu casa algún joven, amigo tuyo?
-Dos primos, señor.
-¿Son fuertes, serviciales y sacrificados?
-Son un poco de todo, señor.
-¿Podrán ayudarnos con los colchones sin dejarlos caer al barro del camino?
-Son mis primos, señor, lo nuestro es de ellos y lo suyo nuestro.
-Jesús, me gusta tu filosofía comunitaria.
-¿Qué es eso de filosofía, señor?
-Dejémosla para otra ocasión, y vamos a lo más importante: ¡a comprar
alegrías para una buena Navidad!! ¡Acompáñame!...
-Lo acompaño, señor.

Como dos amigos de toda la vida entran en el establecimiento comercial:


allí disfrutan de lo lindo comprando de todo un poco. Después de bastantes
y más minutos salen envueltos por un aura de bultos en todas las
direcciones; detrás les siguen dos sencillos pero fuertes colchones. Antes
de colocarlos en la camioneta…

-Jesús, recuerda bien que estos colchones los hemos comprado para tu mamá
y hermanos, no para tus parientes… ¿estamos?
-En eso estamos, señor.
-Coloca en los asientos de atrás el regalo para tu madre, más los juguetes; las
mantas y la ropa de tus hermanos irán en la cama, debajo de los colchones.
-Como usted diga, señor.
-Vamos a llevarlo todo hasta tu casa cueste lo que cueste.
-Si usted lo dice…, señor.
-Recuerda esto, Jesús: todo, todo es posible en Nochebuena.
-Le creo, Señor.
-En Nochebuena…, y en Navidad, también. Recuérdalas bien, Jesús.
-Las recordaré para siempre, señor.
-La Nochebuena nos ha reunido a los dos: tú para recibir lo que no tienes pero
te hace falta, y yo para compartir lo que tengo contigo y con tu familia. Porque
amo la Navidad, Jesús, amo lo que ahora estoy haciendo por ustedes.
-¡Gracias, señor!
-No me des las gracias y escucha este canto:

¡Oh Navidad, Navidad!


¡Qué hermosa es la Navidad!
Y con este villancico,
tan bonito, tan bonico,
ya podemos caminar…

-¿Qué es un villancico, señor?

-Son cancioncillas religiosas, festivas, populares… Cuando cantamos villancicos


alegramos el espíritu cristiano de la Navidad. Ya verás: no tengo buena voz, pero
me gusta entonar ese villancico. A ver…

¡Oh Navidad, Navidad,


que traes vida y paz!

-Seguramente se lo ha inventado ahora mismo, señor.

-¡Claro que me lo he inventado! Lo ha improvisado mi alegría de tu alegría. Y


deja de aburrirme con la palabra “señor, señor, señor…”

-Sí, señor.
-¡Ey, muchachito, no te pases de la raya!
-No, señor.
La camioneta arranca muy suave, y suavemente va moviéndose por entre
los estrechos y abigarrados vericuetos del mercadillo ciudadano. Al poco
rato deja atrás las últimas calles con aceras y comienza la carretera sin
ellas, con árboles a los dos lados; el cambio de paisaje transforma por
completo el semblante del muchacho.

-Hace mucho tiempo que no me sentía tan bien, señor.


-Me alegro por ti, Jesús; tu felicidad es la mía…
-Y la mía quiero que sea la suya, señor.
-¡Señor, señor, señor!... Me llamo José, como el padre de aquel otro Jesús.
-Hasta puede usted ser mi padre.
-¡¡Feliz Nochebuena, Jesús!!
-¡¡Feliz Navidad, José!!

“Eeeel camiiino que lleva a Belen…”

La silueta de la vieja camioneta se va perdiendo entre la espesura del


bosque; runrunea camino de una familia que hoy celebrará su primera
Nochebuena…, y mañana Navidad…

24 – diciembre – 2017
Beloso Alto (Iruña-Pamplona)
Domingo

En el día grande y chico de la Nochebuena…

xabierpatxigoikoetxeavillanueva

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