El documento presenta una reseña de dos libros: Fred Cabeza de Vaca de Vicente Luis Mora, que narra la biografía ficticia de un artista contemporáneo español controversial llamado Fred Cabeza de Vaca, y ¿Cómo debería ser una persona? de Sheila Heti, que explora las reflexiones de una dramaturga sobre su identidad y relaciones después de una separación.
El documento presenta una reseña de dos libros: Fred Cabeza de Vaca de Vicente Luis Mora, que narra la biografía ficticia de un artista contemporáneo español controversial llamado Fred Cabeza de Vaca, y ¿Cómo debería ser una persona? de Sheila Heti, que explora las reflexiones de una dramaturga sobre su identidad y relaciones después de una separación.
El documento presenta una reseña de dos libros: Fred Cabeza de Vaca de Vicente Luis Mora, que narra la biografía ficticia de un artista contemporáneo español controversial llamado Fred Cabeza de Vaca, y ¿Cómo debería ser una persona? de Sheila Heti, que explora las reflexiones de una dramaturga sobre su identidad y relaciones después de una separación.
Fred Cabeza de Vaca, Vicente Luis Mora (Sexto Piso)
Quinientos años después de que Tomás Moro escribiera su utopía, las
carteleras y las estanterías de novedades se llenan de relatos distópicos que dan voz a nuestro tiempo y presienten el desencanto que está por venir. La Jetée, The Handmaid’s Tale o la última novela de Ray Loriga Rendición son algunos ejemplos del auge que está experimentando en la actualidad este género de ficción.
En esta novela Vicente Luis Mora elabora una biografía sobre un
conocido y reputado artista actual ficticio, moviéndose durante todo el relato entre la utopía y la distopía. Este relato, con el que su autor ha conseguido el Premio Torrente Ballester, gira en torno al personaje Fred Cabeza de Vaca que, más que un artista, es casi una celebridad. Natalia Santiago Fermi, la investigadora que lleva a cabo esta biografía, trata de ahondar en las peripecias que todavía en vida éste realizó. Siguiendo aquello que defendían desde las primeras vanguardias sobre el arte y la vida como elementos inseparables, el libro se centra en una indagación sobre su vida privada en relación a su producción artística.
La personalidad de Cabeza de Vaca, pese a ser definido
provocativamente como «el artista español más universal desde Picasso», nos recuerda más a figuras como Salvador Dalí o Andy Warhol. Puesto que Fred es retratado como una especie de dandy mujeriego. Tras las entrevistas que realiza la investigadora a colegas, habitantes de su pueblo natal y exparejas, con la finalidad de reconstruir la figura del artista, emerge una carácter frío, despiadado, machista e impasible a la vez que sugerente, sensible y conquistador.
La figura del genio que encarna Fred Cabeza de Vaca ha sido
superada por la mayoría de nosotros, lo que nos lleva a plantearnos la adecuación de la aproximación al arte contemporáneo que Vicente Luis Mora realiza. ¿Cuál es la vigencia de este tipo de personalidad en la actualidad? Podríamos decir que ninguna y estaríamos mintiendo. Es un hecho que el mercado sigue beneficiándose de aquellas categorías que le favorecen. El negocio del arte sigue considerando la identidad de los artistas tanto o más importante que su producción, y proliferan las biografías de artistas y la conversión de éstos en carne de la prensa rosa.
Dejando esta cuestión a un lado, la impecable narración del autor
durante todo el relato y el interés por descifrar al personaje que consigue despertar en el lector, hacen que merezca la pena acercarse a esta biografía. Que es una mezcla de encuentros sexuales, humor, relaciones personales, arte y actualidad. Llena de alusiones a la situación económica, social y política de España, a la escena del arte contemporáneo de nuestro país y a las situaciones conflictivas que tienen lugar en todo el mundo, supone un estimulante acercamiento al impulso creativo en el contexto actual. ¿Cómo debería ser una persona?, Sheila Heti (Alpha Decay)
¿Qué se esconde detrás de esta cuestión que nos plantea la escritora
y de la que se sirve para dar nombre a este libro? ¿Acaso no todos nos hemos planteado algo similar en algún momento? En esta especie de novela dramática dividida en cinco actos, Sheila – el personaje que encarna la autora– es presentada como una dramaturga que, recién separada de su marido, se topa de nuevo con la realidad y sus obstáculos mientras intenta progresar tanto en su vida como en su creatividad; ambas indiscutiblemente ligadas. Bajo la figura del antihéroe femenino que muestra una actitud posmoderna aceptando su desgracia, se mueve en esta situación angustiosa pero de tranquilizante descubrimiento, en la que aparecen dos de los personajes más influyentes en la búsqueda que se lleva a cabo en el texto. Margaux, su mejor amiga, con su inteligencia, sobriedad y personalidad, constituirá un ejemplo y, sobre todo, un pilar, para su crecimiento. Más tarde, Israel, con quien mantiene una relación de cierto compromiso basada en encuentros casuales, le hará reflexionar acerca de su sexualidad, su papel en las relaciones o la toma de decisiones. En el prólogo, la autora establece una distinción entre aquellas personas prácticas que se encargan de que el mundo funcione como tal, y las que desarrollan sus reflexiones alrededor de problemas semejantes al que nos ocupa. Ella se encuentra en el segundo grupo, pero manifiesta una gran atracción por la vida de los otros, como nos muestra con su actitud entusiasta frente a la reacción de su amiga Margaux cuando era niña de: ¡Da igual! La cuestión radica en que, como decía, todos acostumbramos a encontrarnos en algún momento en esta posición, pese a no haber contraído jamás matrimonio o a estar totalmente alejados de la dramaturgia o la creación. Lo que no todos hacemos es abordar este tipo de preguntas de la misma forma ni procurándole tanta importancia, y aquí sí podemos establecer diversas maneras de enfrentarnos a ellas: de modo más existencialista, más romántico, o más práctico, etcétera. El libro sigue respetando la diferencia que hace Sheila, debido al perfil que les construye a los personajes y a las situaciones que les rodean. Sin embargo, en el desarrollo de su vida alrededor del asunto que le preocupa, la autora hace una especie de destrucción de esa desigualdad, como causa de la forma en que lo lleva a cabo. Es decir, mediante situaciones cotidianas que no hacen sino acercarse con sus reflexiones a un perfil más amplio de lector; frecuentemente de una edad determinada, pero no necesariamente un intelectual o alguien con pretensiones de serlo. Mi vida no necesita ser menos fea que la de los demás, dice. Esta actitud de la escritora y protagonista queda patente también cuando habla en un principio de que, a pesar de haber leído todos los libros, no encuentra respuesta a la manera en que se debería ser, y da comienzo a una búsqueda de respuestas mediante la propia experiencia vital. Con capítulos más o menos acertados, pero siempre salpicados de inteligencia y vitalidad, Sheila Heti va trazando en nosotros una línea de pensamiento acerca de determinadas cuestiones que pone sobre la mesa, para ofrecernos su esperada conclusión. Abordando aspectos de la vida como los amigos, los conocidos, las parejas sentimentales y sexuales, el trabajo o la ocupación, presentes durante toda la narración y el diálogo de la historia, es especialmente destacable el tercer acto. De temas como el destino, la empatía, el amor o la libertad, en él se extraen deducciones de estos asuntos cotidianos pero que tan incomprensibles y complicados nos resultan en ocasiones. Asuntos que nos impiden crecer, puesto que nos definimos mediante nuestra persona y nuestro entorno, y las cuestiones que necesitamos resolver forman parte tanto de nosotros como de los que nos rodean. Porque la novela de Sheila es, sobre todo, una continua formulación y resolución de preguntas que nos envuelven a todos, con la pretensión de comprendernos. ¿Quiénes son los demás respecto a nosotros? ¿Hasta qué punto recibimos una influencia de ellos? ¿Cómo dirigir las personalidades que nos rodean? ¿Cómo afrontarlas? ¿Quiénes somos nosotros respecto a los demás? ¿Cómo hemos de comportarnos? ¿Qué hay en nosotros de cierto? ¿Y de falso? ¿Cómo se vive? ¿Dónde están las reglas? ¿Existen? ¿Cuáles son? ¿Quién las conoce? En definitiva: ¿Cómo debería ser una persona?