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La Ecología Política

de la Bioseguridad en
América Latina
La Ecología Política
de la Bioseguridad en
América Latina

Catalina Toro Pérez


Elizabeth Bravo
Germán Vélez
(Editores)

Bogotá, D. C., Colombia, octubre de 2014


Catalogación en la publicación Universidad Nacional de Colombia

La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina / Catalina Toro Pérez,


Elizabeth Bravo, Germán Vélez (editores) ; Grupo Derecho y Política Ambien-
tal. – Bogotá : Universidad Nacional de Colombia. Facultad de Derecho, Ciencias
Políticas y Sociales. Instituto Unidad de Investigaciones Jurídico-Sociales Gerardo
Molina (UNIJUS), 2014
230 pp. – (Colección Gerardo Molina , 41)

Incluye referencias bibliográficas

ISBN : 978-958-761-971-3

1. Conservación de los recursos naturales 2. Bioseguridad - América Latina 3.


Biotecnología 4. Ecología Política 5. Participación política - América Latina 6. Sobe-
ranía alimentaria 7. Organismos transgénicos I. Toro Pérez, Catalina, 1961-, editor
II. Bravo, Elizabeth, editor III. Vélez Ortiz, Germán Alonso, editor IV. Grupo
Derecho y Política Ambiental V. Serie

CDD-21 333.72 / 2014

La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

© 2014 Universidad Nacional de Colombia, Sede Bogotá,


© Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales
Instituto Unidad de Investigaciones Jurídico-Sociales “Gerardo Molina” - UNIJUS

© Elizabeth Bravo, Andrés Carrasco, Javier Carrera, Claudio Lowy, Karen Pomier,
Silvia Rodríguez Cervantes, Carmelo Ruiz Marrero, Lucía Sepúlveda Ruiz,
María Fernanda Solíz, Catalina Toro Pérez, Germán Vélez

Primera edición: octubre de 2014


Impreso y hecho en Bogotá, D.C., 2014

ISBN: 978-958-761-971-3

Para su publicación, previamente este texto fue avalado de manera positiva por dos (2) evalua-
dores designados por el Comité de Publicaciones de la Facultad.

Impreso en Colombia/Printed in Colombia


Contenido

Homenaje a Andrés Carrasco.......................................................... 9

Agradecimientos................................................................................ 11

Introducción: Ecología Política de la bioseguridad: semillas,


poder y legislación en América Latina............................................ 13
Catalina Toro Pérez

Una visión sobre la bioseguridad en América Latina desde la


Ecología Política................................................................................ 23
Elizabeth Bravo

El extractivismo y el discurso
de la seudociencia.............................................................................. 45
Andrés Carrasco

El control corporativo de las semillas y sus consecuencias


más allá de la agricultura................................................................... 59
Silvia Rodríguez Cervantes

Los riesgos tecnológicos y la “objetividad” de la ciencia ............. 83


Carmelo Ruiz Marrero

Plaguicidas: El mito de la falacia de las buenas prácticas


agrícolas.............................................................................................. 89
Claudio Lowy

Para deconstruir el credo en la globalización y el progreso…...... 99


María Fernanda Solíz

Chile: Ciudadanos chilenos vencieron a las empresas


productoras de transgénicos y agrotóxicos
Ganaron el derecho a saber.............................................................. 111
Lucía Sepúlveda Ruiz

7
Bolivia: La ley de revolución productiva comunitaria: apertura
a los transgénicos en el gobierno del proceso de cambio............... 125
Karen Pomier

Colombia: una evaluación de los cultivos genéticamente


modificados en Colombia................................................................ 141
Germán Vélez

Las leyes de semillas en Colombia contra la soberanía y


autonomía alimentaria de las comunidades rurales ....................... 153
Germán Vélez

Ecuador: El mito de las semillas certificadas.................................. 173


Javier Carrera

Declaración de Ensser sobre la publicación de Séralini


Las reacciones que provocó, la doble moral y, una vez más,
el debate al estilo “matando al mensajero”..................................... 179

Preaudiencia científica “Cultivos transgénicos:


El caso de México con énfasis en el maíz”...................................... 209
Homenaje a Andrés Carrasco

Andrés era un científico comprometido con la vida.


Andrés Carrasco, ese gran ser humano y riguroso científico, ex se-
cretario de la Ciencia del Ministerio de Defensa Argentino, ex pre-
sidente del Conicet y jefe del Laboratorio de Embriología de la
Universidad de Buenos Aires, falleció el pasado mes de mayo en su
país natal. Se atrevió a desafiar a los grandes poderes de las corporacio-
nes agroindustriales con su investigación sobre los terribles impactos
del glifosato en embriones y anfibios asociados al modelo sojero en
Argentina.

Nos acompañó en el seminario internacional sobre Transgénicos,


Nuevas Tecnologías y Soberanía Alimentaria en América Latina en
mayo de 2013 en la Universidad Nacional de Colombia, junto con las
representantes de las Madres del Barrio Ituzaingó Anexo.

Desde la publicación de su investigación en 2009 fue objeto de


llamadas amenazantes y tentativas de descrédito desde los altos mi-
nisterios de la Ciencia de Argentina, que allá como acá son cooptados
por las multinacionales y que pretenden allá como acá dirigir la in-
vestigación científica para beneficio de unos cuantos, en contra de la
soberanía y autonomía de los pueblos.

Andrés se defendió frente a la campaña de descrédito que inten-


taron desarrollar contra él. No podían permitir que un reconocido
científico cuestionara el agronegocio:

Creen que pueden ensuciar fácilmente treinta años de carrera.


Son hipócritas, cipayos de las corporaciones, pero tienen miedo.
Saben que no pueden tapar el sol con la mano. Hay pruebas
científicas y, sobre todo, hay centenares de pueblos que son la
prueba viva de la emergencia sanitaria. (Sepúlveda, 2014)

Queremos rendirle homenaje a Andrés Carrasco, a ese extraordi-


nario científico comprometido con la ética global y con la sociedad,
quien, además, nos envió su artículo para ser incluido en esta publicación

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La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

y así contribuir al debate crítico que tenemos el deber de adelantar en


nuestras sociedades.

Referencias
Sepúlveda, L. (2014). Entrevista a Andrés Carrasco. Recuperado de
http://andresecarrasco.blogspot.com/

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Agradecimientos

América Latina es el área donde más crecen los cultivos transgénicos


a nivel mundial. A los grandes campos de soya del Cono Sur se suma
la expansión de maíz y algodón transgénicos, los cuales han generado
impactos ambientales y socio-económicos devastadores en estos paí-
ses ampliamente referenciados. Lo mismo sucede en otras zonas de la
región. Por ejemplo en Colombia año a año aumentan las hectáreas
ocupadas por cultivos genéticamente modificados sin que la sociedad
tenga la más mínima posibilidad de un debate amplio sobre sus efectos.
Por otra parte surgen nuevas y más peligrosas tecnologías, y América
Latina será uno de los campos de experimentación.

El reconocimiento de evidencias científicas, y de impactos adver-


sos demostrados en la actualidad, en diferentes niveles de riesgos aso-
ciados con los Organismos Genéticamente Modificados (OGM), han
planteado serios interrogantes, respecto de la acción de las empresas
trasnacionales que experimentan con estas tecnologías ampliamente
cuestionadas, en nuestros países.

¿Quién analiza los riesgos derivados de los OGM en estos paí-


ses? ¿Se tienen en cuenta los análisis económicos y sociales? ¿Son las
evaluaciones de riesgo, un mecanismo “independiente” de los intere-
ses de las corporaciones agroindustriales que se benefician del control
de semillas criollas y liberación de semillas transgénicas? ¿Son estos
mecanismos transparentes, fiables y apropiados, los circuitos de deci-
sión? ¿Participan en la decisión las comunidades urbanas, campesinas,
indígenas y locales?

Estos interrogantes cuestionan el rol de las instancias reguladoras


de los Estados, para efectivamente proteger la salud y el medio am-
biente de sus poblaciones.

Gracias a la participación de investigadores y líderes sociales que


hacen parte de la Red Por una América Latina Libre de Transgénicos
(RALLT), presentamos en este libro la respuesta a varios de estos in-
terrogantes. Sin su trabajo de investigación y acción de más de catorce
años, este libro no hubiera sido posible. La RALLT, nació en 1999,

11
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

inspirada en la necesidad de diversos sectores de la sociedad civil para


desarrollar estrategias globales para hacer frente a esta expansión, apo-
yando procesos nacionales dentro de la región, bajo el principio de la
soberanía alimentaria.

Este libro es producto del esfuerzo de la RALLT y de su coordina-


dora Elizabeth Bravo quien coordinó en conjunto con la Maestría de
Biociencias y Derecho, el grupo de Investigación: Derecho y Política
Ambiental de la Universidad Nacional de Colombia y el Grupo Semi-
llas, el Seminario Internacional: “Transgénicos, Nuevas Tecnologías y
Soberanía Alimentaria en América Latina” en Mayo de 2013, al cual
asistieron investigadores y líderes sociales miembros de la Red, prove-
nientes de Brasil, Chile, Argentina, Uruguay, Paraguay, Bolivia, Perú,
Ecuador, Colombia, Costa Rica, Honduras y México.

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Introducción
Ecología Política de la bioseguridad:
semillas, poder y legislación
en América Latina

Catalina Toro Pérez


Coordinadora Maestría en Biociencias y Derecho
Grupo Derecho y Política Ambiental
Universidad Nacional de Colombia

“L a ley de Bioseguridad no va actuar por sí sola, va a actuar


en conjunción con muchas otras, como las leyes de certificación
de semillas, las leyes de recursos genéticos, las leyes de propiedad
intelectual, las leyes de certificación orgánica, las leyes fores-
tales, las de desarrollo sustentable, las leyes de agua, las leyes
mineras y podríamos hacer una lista muy larga…”.

“… ¿Por qué tantas leyes?, ¿por qué esta fiebre legislativa que
hoy en día nos ataca a nivel mundial y en forma simultánea? Es
una verdadera epidemia y si uno mira cómo actúan y las normas
y restricciones que están imponiendo, surge un objetivo central
sumamente claro: acabar con la producción independiente de
alimentos” (Grain, 2010, p. 3).

El Protocolo de Bioseguridad, inscrito en el Convenio sobre Di-


versidad Biológica adoptado por la mayoría de los países a partir del
año 2000, sin mayor interpretación, tiene como objetivo:

“contribuir a garantizar un nivel adecuado de protección en la


esfera de la transferencia, manipulación y utilización seguras de
los organismos vivos modificados resultantes de la biotecnología
moderna que puedan tener efectos adversos para la conserva-
ción y la utilización sostenible de la diversidad biológica, te-
niendo también en cuenta los riesgos para la salud humana, y
centrándose concretamente en los movimientos transfronteri-
zos” (CDB, 2000, p. 3).

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La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

En otras palabras, el Protocolo denominado de Cartagena, fir-


mado por más de 162 países, responde a las preocupaciones que la
comunidad científica planteó en términos de los riesgos inevitables,
sobre impactos inesperados, derivados de la intervención tecnológi-
ca en sistemas complejos biológicos, como lo son, por ejemplo, los
ecosistemas meso y suramericanos, centros de origen de la diversidad
biológica, para mostrar solo una escala de la denominada biodiversi-
dad (Wilson, 1988).

El reconocimiento de la ausencia de información científica, de evi-


dencias empíricas y los diferentes niveles de riesgos asociados y, sobre
todo, la ausencia de un consenso por parte de quienes desde los países
industrializados experimentaban con estas nuevas tecnologías, plan-
tearon el dilema de la dificultad que estas suponen para las instancias
reguladoras de los Estados, para efectivamente proteger la salud y el
medio ambiente de sus poblaciones.

A partir de allí, los argumentos dominantes en términos de la apli-


cación de la ingeniería genética se explican a partir de la relación en-
tre beneficios potenciales y riesgos involucrados. Estos últimos, raras
veces asociados, sobre todo en las regulaciones nacionales de biose-
guridad de nuestros países, con aspectos económicos, sociales y cul-
turales. Nadie puede estar seguro de que los cultivos transgénicos no
causan efectos indeseados en la biodiversidad humana, animal o vege-
tal, sobre todo después de los últimos estudios científicos realizados
en Noruega y Francia sobre sus impactos en ecosistemas, animales y
organismos vivos (Séralini et al., 2012), (Bohn, 2010) y (Bohn, 2012).

Sin embargo, hay mayor aceptación por parte de la opinión pública


de los beneficios que los medicamentos biotecnológicos o los exáme-
nes genéticos puedan tener en el campo de la salud y una mayor ten-
dencia a rechazar los organismos genéticamente modificados, sean estos
animales, o semillas. Si bien es cierto que diferentes aplicaciones es-
tán relacionadas con diferentes tipos de riesgos, ello significa que las
soluciones a estos dilemas están asociadas a reflexiones éticas acerca
de la regulación sobre efectos de las ya no tan nuevas tecnologías cuyos
impactos a largo plazo han sido por mucho tiempo desconocidos: En
el campo de la medicina, las aplicaciones de vacunas o medicamentos
biotecnológicos a través de terapias genéticas suponen que las enfer-
medades pueden ser prevenidas a partir de intervenciones genéticas,
generando un genoma mejorado, que puede ser transferido como

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Ecología Política de la bioseguridad: semillas, poder y legislación en América Latina

un nuevo genotipo en las generaciones futuras. Ello puede acarrear,


sin embargo, eventuales peligros, puesto que significa la posibilidad
de transferir también riesgos potenciales a otras generaciones, lo que
involucra consideraciones éticas y obligaciones morales en relación
con la imposición de las necesidades de las generaciones presentes a las
oportunidades de las denominadas generaciones futuras. Esto es aún
más complejo cuando se trata del medio ambiente y la sociedad se ve
confrontada colectivamente a un riesgo potencial asociado a la seguri-
dad alimentaria (Ingeborg Myhr, 2009).

Es por ello un asunto que refiere a procesos de participación de las


sociedades en términos de la decisión sobre la utilización de los deri-
vados de estas tecnologías: ¿Quién analiza los riesgos y cómo se hace?
¿Se tienen en cuenta análisis económicos y sociales? ¿Son las evalua-
ciones de riesgo requisito para la liberación de semillas transgénicas,
independientes de los intereses de las corporaciones agroindustriales?
¿Son estos procesos transparentes? ¿Son fiables y apropiados los cir-
cuitos de decisión? ¿Se informa a la opinión pública? ¿Participan en la
decisión las comunidades campesinas, indígenas y locales?

En algunos países, la idea de un principio de precaución no signifi-


ca necesariamente la prohibición a cualquier innovación, más bien, en
países, como Francia, Noruega o Alemania, constituye un principio
político (Kourilsky, 1999) (Godard, 2000). Es decir, supone una dis-
cusión entre comunidad científica, decidores políticos y la sociedad.
Pero, es claro que la opinión pública en Uruguay, Costa Rica, México
o Colombia no necesariamente confía en la transparencia del Estado.
Mientras los gobiernos continúan negando las implicaciones deriva-
das de sus actuaciones para convencer a la gente que ellos actúan por
el bien común, la población asume que estas implicaciones verdadera-
mente existen. La problemática asociada a la bioseguridad en relación
con la biotecnología no es una agenda en la que participa la sociedad.
Un ejemplo de esta intención de mantener oculta esta discusión, es
el de un profesor de esta Universidad —asesor de una de las mayores
trasnacionales del ámbito agroalimentario, que trabaja en la modifica-
ción genética de la papa criolla, una variedad base de la alimentación co-
lombiana—, quien niega que su utilización y comercialización futura
tengan que ver con el derecho de decidir de los colombianos. Desde
ciertas visiones tecnófilas —y no necesariamente tecnófobas—, ello
significa la defensa de una disolución de responsabilidades sobre una
acción tomada por parte de un investigador, la empresa y el gobierno que

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La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

los respalda en relación con los posibles riesgos asociados a su decisión


individual de experimentar con la salud y la seguridad alimentaria de un
colectivo. Otro ejemplo de esta ausencia de trasparencia en la toma de
decisiones en Colombia, tiene que ver con la decisión que tomó el ex
presidente Uribe en 2007 de intervenir en el Comité Técnico de Agri-
cultura (Congreso de la República de Colombia, 2002) y ordenar la libe-
ración de tres variedades de maíz transgénico1, sin tener en cuenta el
concepto técnico del Ministerio del Medio Ambiente, el cual advertía
sobre la falta de análisis en las evaluaciones de riesgo presentadas por
la empresa, de consideraciones relacionadas con el clima, la tempera-
tura la humedad, las condiciones diversas de ecosistemas complejos
donde se liberarían comercialmente estas semillas, sus efectos en las
especies animales que interactúen en las futuras plantaciones de trans-
génicos, así como en relación con los efectos en el suelo, los cultivos
existentes de variedades criollas, y los impactos socio-económicos en
las prácticas locales de producción de alimentos (Rodríguez, 2007). El
mismo año, se liberarían de las misma forma cuatro nuevas variedades
de maíz transgénico (ICA, 2007).

Las llamadas leyes de bioseguridad desde México hasta Chile se


han convertido en un conjunto más amplio de leyes que hoy están
aprobando los Estados de países en desarrollo a nivel mundial. Armo-
nizadas con las leyes de certificación de semillas, las leyes de recursos
genéticos, de propiedad intelectual, de certificación orgánica, fores-
tales, de desarrollo sustentable, de agua, así como las leyes mineras,
son inspiradas por las corporaciones trasnacionales, a las que no les
interesa el debate público, y son implementadas en su ausencia.

Estas leyes, que protegen las semillas certificadas, o semillas con


propiedad intelectual cuyas patentes pertenecen a las grandes trasna-
cionales, afectan la producción, intercambio y evolución de las semi-
llas criollas. Para los pueblos indígenas de Mesoamérica y Suramérica,
la diversidad de semillas nativas no sólo constituye una fuente crucial
de alimentos, también representa un elemento fundamental de su cul-
tura y territorio asociado a prácticas agroecológicas tradicionales de la
agricultura. El maíz es tan importante para las culturas de los pueblos
indígenas de México, Guatemala, Costa Rica, Colombia, Perú y Ecua-
dor, que es a través de éste que se reconocen a sí mismos como la cul-

1 Maiz Bt, Yield Guard MON 810, Maiz Roundup Ready y Herculex I Bt de Dupont (ACIN
et al., 2009).

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Ecología Política de la bioseguridad: semillas, poder y legislación en América Latina

tura y el pueblo del maíz. Estos países, no sólo son la cuna del maíz,
el segundo cereal más importante a nivel mundial, sino también uno
de los centros de origen y diversificación que necesita el mundo para
obtener la diversidad genética que se requiere frente a nuevas plagas,
retos climáticos (Ureta, Martínez-Meyer,
Perales, & Álvarez-Buylla, 2012) y preferencias de consumo, entre
otros.

A diferencia de otros países, como Estados Unidos, donde la pro-


ducción de maíz es controlada por empresas y el maíz es usado prin-
cipalmente como alimento para ganado y materia prima para procesos
industriales, en Mesoamérica, especialmente en México, se cultivan
miles de variedades nativas y casi el 80% de la población consume
grandes cantidades de maíz de manera directa, poniendo a toda la po-
blación en un alto nivel de riesgo por su exposición a gran escala a una
agricultura industrializada basada en transgénicos, híbridos nutricio-
nalmente inferiores a las variedades nativas. El rol de las mujeres en
la cultura del maíz ha sido puesta de presente en Costa Rica y Gua-
temala. El pasado 8 de marzo las mujeres de Costa Rica realizaron
una manifestación frente a la Casa presidencial señalando el rol que
hasta ahora, generación tras generación desde los pueblos originarios
de Costa Rica y la región mesoamericana, han defendido como una
cultura ancestral asociada a la tortilla del maíz que con el resto de la natu-
raleza forjaran sus antepasados.

En México, Argentina, Chile, Bolivia, Ecuador y Perú, científi-


cos independientes (UCCS, 2012) exigen a sus gobiernos que eviten
la siembra a gran escala de maíz transgénico y revoquen los permisos
para su siembra a campo abierto, previamente aprobados como plan-
taciones a nivel “experimental” o “piloto”. Defendiendo la preemi-
nencia de los intereses de sus poblaciones, estos científicos plantean
que el provecho de la biotecnología transnacional no debería estar por
encima de las poblaciones que habitan en las regiones más importantes
y delicadas desde el punto de vista biogeográfico y cultural.

En estos lugares, el maíz transgénico se ha vuelto la punta de lanza


de prácticas agrícolas y económicas que son profundamente erosio-
nadoras del tejido social y agroecológico que subyace a los sistemas
agrícolas tradicionales de esta parte del mundo, claves para una agri-
cultura sustentable agroecológica, que resuelva el déficit global en la
producción de alimentos sanos.

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La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

Una gran movilización que posibilita, como en Ecuador, la declarato-


ria de un país libre de transgénicos emerge desde hace más de una década.
La Red por una América Latina libre de transgénicos dirigida por la
profesora ecuatoriana Elizabeth Bravo, Ph.D. en Biología- Micología,
ha permitido el intercambio de experiencias con otros países como
Costa Rica, donde Silvia Rodríguez, profesora emérita de la Universi-
dad Nacional de Costa Rica, lidera la Red de Coordinación en Biodi-
versidad-Costa Rica. Otros investigadores, como el profesor Carmelo
Ruiz Marrero, del Instituto de Ecología Social en Vermont, EE.UU., y
Director del Proyecto de Bioseguridad en Puerto Rico, así como Clau-
dio Lowy, Ingeniero forestal de la Red Nacional de Acción ecologista
en Argentina y María Fernanda Soliz, psicóloga ecuatoriana estudiante
de doctorado de la Universidad Andina Simón Bolívar de Quito, jun-
to con Lucía Sepúlveda de Ecuador, y Karen Pomier de Fobomade,
en Bolivia, Germán Vélez del Grupo Semillas en Colombia y Javiera
Carrera de la Red de Semillas de Ecuador, han seguido desde hace dos
décadas los procesos de decisión en materia legislativa asociada a los cul-
tivos transgénicos y sus impactos, y han colaborado en los procesos de
resistencia contra la imposición de estas nueva legislaciones de semillas,
que buscan modificar las culturas y sus formas de vida.

Este grupo al que se une en esta publicación Andrés Carrasco,


profesor de embriología de la Universidad de Buenos Aires, quien de-
nunciara en 2009, la experimentación con Glifosato en los campos de
soya transgénica en Argentina y sus impactos devastadores en embrio-
nes humanos como consecuencia de “un experimento masivo” reali-
zado con el compuesto herbicida, cuya marca comercial mas famosa
es Roundup propiedad de la multinacional Monsanto, (Aranda, 2009)
plantean un debate imposible de postergar (Paganelli, Gnazzo, Acosta,
López, & Carrasco et al., 2010). Es deber de la Universidad Pública -y
más aún de aquellos que hemos tenido la oportunidad de conocer y estu-
diar esta problemática central en los países desarrollados, para los que la
soberanía alimentaria constituye una cuestión de seguridad nacional-
presentar a la opinión pública un debate necesario en momentos en los
cuales se toman decisiones que tendrán impactos en la salud, el medio
ambiente y la alimentación de todos los latinoamericanos. Por esta razón
con el lanzamiento de este libro, realizamos en la Universidad Nacional
de Colombia en Mayo de 2013, tres eventos: El Encuentro Nacional para
la defensa de los maíces criollos, en el que presentamos el inventario na-
cional de los maíces criollos elaborado por la Campaña Semillas de
Identidad, liderada por el Grupo Semillas; el Foro: Cultivos Transgé-

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Ecología Política de la bioseguridad: semillas, poder y legislación en América Latina

nicos, Nuevas Tecnologías y Soberanía Alimentaria en América Latina,


y el Encuentro sobre Biología Sintética y Geo-tecnología en sus desa-
rrollos recientes, como alternativas al cambio climático.

Este libro que busca fortalecer el debate en la Universidad y con


ella a las sociedad, busca en primer lugar proponer una visión de la
Bioseguridad en América Latina desde la Ecología Política, es decir,
plantea un campo de discusión inter y trans-disciplinaria que reflexio-
ne y discuta acerca de las relaciones de poder en torno a la naturaleza,
en términos de su construcción social, los escenarios de apropiación
y control por parte de actores políticos, nacionales trasnacionales,
públicos y privados, que hacen parte de estas luchas y negociaciones
asociados al control, transformación y manejo de las semillas base de
la alimentación del planeta.

El artículo de Elizabeth Bravo coordinadora de la Red por una


América Latina Libre de transgénicos, presenta el ámbito de aplica-
ción de las leyes de Bioseguridad y sus instrumentos en América La-
tina, tales como la Evaluación del Riesgo como un mecanismo que en
lugar de alertar sobre sus impactos permite legitimar la introducción
de organismos genéticamente modificados en América Latina y llama
la atención sobre la necesidad de involucrar a la sociedad en decisiones
que atañen a sus derechos fundamentales. El profesor Andrés Carras-
co, plantea un debate sobre el discurso científico que viene legitiman-
do el uso de los OGM (organismos genéticamente modificados) y sus
devastadores efectos en la salud y el medioambiente. Desde Costa
Rica, la profesora Silvia Rodríguez evidencia, las secuelas derivadas
del control corporativo de las semillas, y Carmelo Ruiz desde Puerto
Rico, cuestiona la aparente neutralidad y objetividad con que se pre-
sentan las nuevas tecnologías sin observar o estudiar los riesgos que la
misma comunidad científica ha observado y regulado en su manejo.

Claudio Lowy de Argentina, busca develar el mito de las buenas


prácticas agrícolas a través del manejo de plaguicidas, y María Fernan-
da Soliz propone deconstruir el credo de la globalización y el progre-
so asociado a estos desarrollos tecnológicos. Lucía Sepúlveda Ruiz,
presenta el caso del fallo del Consejo para la Transparencia que puso
fin al secreto sobre la ubicación exacta de los cultivos transgénicos en
Chile, cuyas consecuencias ambientales y sociales se evidencian es-
pecialmente en el colapso de la apicultura chilena, explica el impacto
de los cultivos transgénicos en su país, y en el caso de Bolivia, Karen

19
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

Pomier, plantea las contradicciones que una ley de bioseguridad com-


placiente con los transgénicos supone para la ley de revolución pro-
ductiva comunitaria de Bolivia. El caso colombiano es como siempre
un caso sui generis en la región: Germán Vélez explica cómo se han
tomado las decisiones para el cultivo de más de 8 especies de organis-
mos transgénicos en territorios campesinos e indígenas y demuestra
como las leyes de semillas atentan contra la soberanía y autonomía
alimentaria de las comunidades rurales. La movilización campesina e
indígena contra estas leyes y específicamente contra la adopción del
UPOV 91 en 2013, significó, en Colombia, con su posterior hundi-
miento, un triunfo para la movilización social contra la privatización
de las semillas. Finalmente, para comprender el debate de las semillas
certificadas, Javier Carrera presenta el caso ecuatoriano.

Consideramos indispensable para la presente publicación anexar


la declaración de la Red Europea de Científicos por la Responsabilidad
Social y Ambiental (ENSSER, por su sigla en inglés), que partir de su
estudio de 2012, (Séralini et al., 2012). confirma los resultados a largo
plazo sobre los impactos de los OGM en la alimentación de ratas con
maíz transgénico. Un maíz “certificado”, que, aunque prohibido para
consumo humano en Europa y Estados Unidos, aquí en nuestro con-
tinente, centro de origen del maíz (Serratos, 2009), se consume diaria-
mente, sin ni siquiera saberlo. Anexamos también la Declaración de la
Red por una América Latina Libre de Transgénicos (RALLT) 20 años
después de la introducción de cultivos transgénicos en la región y el
Dictamen del Tribunal de los Pueblos sobre Maíz, Violencia, Sobera-
nía Alimentaria y Autonomía en la Pre-audiencia científica realizada
en México en Noviembre 12 al 14 de 2013.

Este libro busca discutir los que nuestros gobiernos por años han
evitado debatir y nuestros pueblos no han cesado de reclamar: la ce-
sión de nuestra cultura y soberanía alimentaria.

Bibliografía
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Ecología Política de la bioseguridad: semillas, poder y legislación en América Latina

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21
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

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Wilson, E. O. (1988). Biodiversity. Washington: National Academies
Press.

22
Una visión sobre la
bioseguridad en América
Latina desde la Ecología
Política
Elizabeth Bravo
Coordinadora RALLT

Hoy somos testigos de que quienes se ven


envueltos en riesgos globales son cada vez más
conscientes de que no existe ninguna tradición
cultural, no importa cuán exitosa haya sido
en el pasado, que pueda prever por si sola
todas las respuestas que exigen los problemas
del planeta.
Funtowicz y Ravetz (1993)

La Ecología Política es una forma de análisis que trata cómo es la


distribución del poder social sobre la naturaleza. Una de las formas
como se expresan estas relaciones de poder es a través de la legislación.
Al respecto, Arturo Escobar (1999, p. 290) sostiene que:

Junto con el estudio de la naturaleza como mercancía es nece-


sario investigar cómo la naturaleza ha sido gubernamentalizada
por los aparatos del Estado y del conocimiento, es decir, hecha
objeto del conocimiento experto, regulada, simplificada, disci-
plinada, planificada.

Los cultivos transgénicos se introducen en nuestro continente con


las leyes de bioseguridad. El papel que ha jugado el contar con un
marco regulatoria ha sido señalado con mucha claridad por Trigo y
Cap para el caso de Argentina, donde la soya con resistencia al glifo-
sato no ha dejado de expandirse desde que se introdujo en ese país en
1996.

… independientemente de razones económicas, otro factor clave


en esta historia fue que en el momento de los primeros culti-
vos transgénicos llegó a estar disponible en los Estados Unidos,

23
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

Argentina ya había establecido los mecanismos de regulación


necesarios para evaluar este tipo de tecnología. La creación del
Instituto Nacional de Semillas (Instituto Nacional de Semillas,
o INASE) y el Consejo Nacional Consultivo de Biotecnología
Agrícola de la Comisión (Comisión Nacional Asesora de Bio-
tecnología Agropecuaria, o la CONABIA) en el año 1991 fue
clave para facilitar y acelerar el proceso de evaluación y apro-
bación... Esta tendencia parece ser característica del desarrollo
de los OGM en todos los países donde estas tecnologías se han
convertido en importantes (Trigo & Cap, 2011).

Pero no es sólo importante que los países cuenten con normas de


bioseguridad, sino que además éstas estén armonizadas entre sí, para
facilitar los trámites que debe seguir las empresas previa la introduc-
ción de un nuevo cultivo transgénico en un país, pues los procedi-
mientos, los requerimientos y las metodologías son muy similares. En
este contexto, en el año 2001 se lanzó un proyecto de Bioseguridad en
132 países del mundo, los mismos que teóricamente tendrían “mar-
cos nacionales de bioseguridad” armonizados bajo un mismo modelo
(Trigo y Cap, 2011).

En un documento evaluatorio de este proceso se señala que en


todos los marcos nacionales de bioseguridad que se han elaborado
bajo este proyecto se establece la evaluación de riesgos como el ins-
trumento a aplicarse para evaluar los posibles impactos negativos de
los cultivos transgénicos en la biodiversidad, y se crean cuerpos cien-
tíficos consultivos quienes dan asesoría a las autoridades en la toma de
decisiones sobre si se debe o no aprobar un nuevo evento transgénico
en el país (UNEP-GEF BiosafetyUnit, 2006).

Este resultado está en armonía con lo establecido en el artículo 15


del Protocolo de Cartagena sobre seguridad de biotecnología. Este
protocolo fue el resultado de un proceso de grandes disputas entre los
países productores de transgénicos, que en el año 2000 conformaron
el llamado “Grupo de Miami” que estaba conformado por Estados
Unidos, Argentina, Canadá, Uruguay, Chile, y Australia1, los países
de la Unión Europa que abogaban por un protocolo centrado en la
evaluación de riesgo científica y los llamados “Países de espíritus afi-
nes”, que estaban conformados por más de cien países con distinto

1
En 2011 se plantaron 69 millones de ha en Estados Unidos, 23 millones en Argentina, más
de 10 millones en Canadá y unas 700 mil ha en Australia (James, 2011).

24
Una visión sobre bioseguridad en América Latina desde la Ecología Política

grado de interés en el tema de la agrobiotecnología (aunque nunca se


evidenciaron públicamente en el proceso de las negociaciones). Por
un lado estaban países como Brasil, Sudáfrica y Filipinas2 que hoy
son grandes productores de transgénicos, y por otros países liderados
por Etiopía y varios países latinoamericanos, africanos y asiáticos que
mantenían una posición mucho más cautelosa en relación con estos
cultivos. El resultado fue un documento que facilitaría el ingreso de
los cultivos transgénicos a los países partes. Hay sin embargo, una
importante salvedad en el art. 2.4, que dice:

4. Ninguna disposición del presente Protocolo se interpretará


en un sentido que restrinja el derecho de una Parte a adoptar
medidas más estrictas para proteger la conservación y la utiliza-
ción sostenible de la diversidad biológica que las establecidas en
el Protocolo (Secretaría, 2000).

La racionalidad en la que se sustentan, tanto el protocolo como las


normas nacionales sobre bioseguridad, es que los transgénicos propor-
cionan respuestas a algunos problemas agronómicos (como el control
de plagas y malezas, que en realidad son el resultado de la agricultura
industrial), pero como estos cultivos generan nuevos e inesperados pro-
blemas deben ser regulados bajo el escrutinio de la ciencia. Veamos
por ejemplo lo que dice el art. 15 del Protocolo:

1. Las evaluaciones del riesgo que se realicen en virtud del pre-


sente Protocolo se llevarán a cabo con arreglo a procedimientos
científicos sólidos…

El instrumento a través del cual la ciencia se transforma en el juez


en la toma de decisiones (sobre aprobar o no un nuevo transgénico) es
la evaluación de riesgos, tema que es desarrollado con más detalle a
continuación.

Este abordaje ignora que el problema de los cultivos no se reduce a


aspectos científicos y técnicos, sino que está atravesado por relaciones
de poder entre distintos actores sociales que intervienen tanto como
beneficiarios o como víctimas del modelo que se impone cuando en
un país se adopta la agrobiotecnología, y de estos actores con la natu-
raleza.

2
Hoy hay en Brasil, Sudáfrica y Filipinas 30 millones, 2.3 millones y 600 mil ha con cultivos
transgénicos, respectivamente (ISAAA, 2012).

25
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

Las normas de bioseguridad en América Latina


Casi todos los países sudamericanos cuentan con normas que regulan
la liberación de cultivos transgénicos, las mismas que han sido formula-
das a lo largo de un proceso de aproximadamente 25 años. A pesar del
amplio espectro de formulaciones, pueden encontrarse algunas líneas
comunes que han facilitado el ingreso de los cultivos transgénicos y su
expansión en la región (Ver el Anexo).

El primer país que tuvo una norma de bioseguridad fue Argen-


tina, donde se adoptó la Resolución número 656 de la Secretaría de
Agricultura, Ganadería y Pesca (SAGyP) del 30 de julio de 1992; más
tarde, el nueve de septiembre de 1993 la Resolución número 837 de la
SAGyP en la cual se establecieron los requisitos para las liberaciones
de cultivos transgénicos y el 18 de julio de 2003, a través de la Reso-
lución número 57 de la misma institución se regularon los animales
genéticamente modificados (GM).

Estas normas beneficiaron directamente a los inversionistas ex-


tranjeros, quienes usaron el territorio argentino como el campo para
expandir sus innovaciones, como lo señalan Trigo y Cap (2003):

Teniendo en cuenta que las áreas de cultivo en Argentina cada vez


son más análogas a las del hemisferio norte, para el que las tec-
nologías se desarrollaron originalmente, la existencia de un marco
institucional adecuado creó un escenario ideal para la trans-
ferencia de tecnología y para que Argentina reciba beneficios
indirectos importantes. Argentina tenía que soportar exclusi-
vamente los gastos de retrocruzamiento de los nuevos genes en
las variedades ya existentes adaptadas a las condiciones locales
de un proceso que es mucho más simple que el desarrollo real de
una planta transgénica. En realidad, el proceso de difusión no se
basó en una investigación local ni en el esfuerzo de desarrollo,
sino más bien en la importación de la innovación por medio
de semillas y de empresas de insumos agrícolas multinaciona-
les, que también aprovecharon la oportunidad para explotar
los beneficios tecnológicos de su sede. La importancia de las
empresas multinacionales de semillas en el desarrollo de las tec-
nologías se ve claramente en los registros de las solicitudes de
pruebas de campo que se presentan a la CONABIA, las mismas
que representan casi el 80% del total, frente a menos del 1%
de las solicitudes procedentes de la comunidad de investigación

26
Una visión sobre bioseguridad en América Latina desde la Ecología Política

agrícola tradicional (instituciones gubernamentales y universi-


dades) (Trigo & Cap, 2003).

En Brasil todas las decisiones sobre organismos transgénicos son


tomadas por el Comité de Bioseguridad (CTNBio), integrado por 27
miembros, de los cuales 12 son expertos en salud humana, animal, ve-
getal, planta y medio ambiente, elegidos por las sociedades científi-
cas; 9 son representantes de distintos ministerios y 6 son miembros
de la sociedad civil e identificados por los ministerios. Hay además un
Consejo Nacional de Bioseguridad que tiene la función de asesorar a
la Presidencia, aunque las decisiones finales son tomadas por el CTN-
Bio (ALAI, 2005).

En Paraguay la Secretaría del Ambiente (SEAM), la Secretaría Na-


cional Vegetal (SENAVE) y el Servicio Nacional de Calidad y Salud Ani-
mal (SENACSA) juegan un papel importante en la toma de decisiones
en el campo de los organismos transgénicos, aunque es el Comité Na-
cional de Bioseguridad (CONBIO) el que toma las decisiones. Actual-
mente se está tramitando una ley de bioseguridad (Rulli, 2009, p. 34).

En Uruguay a través del Decreto 249 se creó la Comisión de Eva-


luación de Riesgo de Vegetales Genéticamente Modificados (CERV),
como organismo asesor del Poder Ejecutivo y como primer instru-
mento específico para el análisis de los potenciales riesgos derivados
de la utilización de organismos genéticamente modificados. En el año
2003 la CERV autorizó el maíz MON 810 y la variedad Bt11 en 2004
(Cárcamo, 2009, p. 38).

En Chile, país en donde se producen semillas transgénicas para la ex-


portación, la regulación es responsabilidad del Comité Asesor para la
Liberación de Transgénicos (CALT) en el Ministerio de Agricultura y
Ganadería. Otros departamentos que tienen responsabilidades en el
control y regulación de la gestión de los organismos vivos modifica-
dos son: la Corporación Nacional del Medio Ambiente (CONAMA),
la Oficina de Planificación Agrícola (ODEPA), el Instituto de Nutri-
ción y Tecnología de los Alimentos de la Universidad de Chile (INTA)
y el Departamento de Pesca en el Ministerio de Pesca.

La región andina es una zona más heterogénea y diversa que la del


Cono Sur en materia de bioseguridad. El primer país andino en tener
una norma específica sobre el tema fue Bolivia. Se trata del Decreto

27
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

Supremo 24676, mediante el cual se aprobó la soya RR. Desde su au-


torización en 2005 y hasta la introducción de la Ley de la Revolución
productiva el 26 de junio de 2011, la soya era el único cultivo trans-
génico permitido en Bolivia; sin embargo la nueva norma establece
que “No se introducirán en el país paquetes tecnológicos agrícolas que
involucren semillas genéticamente modificadas de especies de las que
Bolivia es centro de origen o diversidad, ni aquellos que atenten con-
tra el patrimonio genético, la biodiversidad, la salud de los sistemas de
vida y la salud humana”(art. 17.2). La misma ley declara que “Todo
producto destinado al consumo humano de manera directa o indirec-
ta, que sea, contenga o derive de organismos genéticamente modifica-
dos, obligatoriamente deberá estar debidamente identificado e indicar
esta condición” y establece que se “establecerán disposiciones para el
control de la producción, importación y comercialización de produc-
tos genéticamente modificados (art. 19.5).

Recientemente en Perú un decreto presidencial fue emitido por


el ex presidente Alan García pocas semanas antes de la transferencia
de poder a Ollanta Humala, nuevo gobernante de ese país. Frente a la
reacción de la sociedad peruana, el Congreso aprobó una norma que
establecía la moratoria por diez años para la aplicación de la Ley, que ya
fue sancionada.

Colombia fue el segundo país en adoptar los cultivos transgénicos


en la región, y lo hizo a través de una resolución del ICA. Actualmen-
te se siembra en Colombia maíz y algodón transgénico.

En Ecuador la Constitución declara al país “libre de semillas y cul-


tivos transgénicos” estableciendo que: “Se declara al Ecuador como país
libre de cultivos y semillas transgénicas. Sólo por excepción y en caso de
interés nacional debidamente fundamentado por el Presidente de la Re-
pública y aprobado por la mayoría de la Asamblea Nacional, se podrán
introducir semillas genéticamente modificadas. El Estado regulará bajo
estrictas normas de bioseguridad el uso y el desarrollo de la biotecno-
logía, así como su experimentación, uso y comercialización. Se prohíbe
la aplicación de biotecnologías riesgosas o experimentales” (art. 401).
Hay otros artículos que refuerzan la idea de un país libre de transgé-
nicos como el que dice que: “Se prohíbe el desarrollo, producción,
tenencia, comercialización, importación, transporte, almacenamiento
y uso de organismos genéticamente modificados perjudiciales para la
salud humana o que atenten contra la soberanía alimentaria o los eco-

28
Una visión sobre bioseguridad en América Latina desde la Ecología Política

sistemas” (art. 15). El texto cierra una puerta pero abre una ventana a los
transgénicos, como parece estar demostrado en uno de los mensajes de
la embajadora de Estados Unidos en Ecuador, que Wikileaks, difundió,
mostrando la explicación de la embajadora al Departamento de Estado
respecto a que “la excepción presidencial contemplada en la Constitu-
ción fue añadida solo como resultado del cabildeo de los influyentes
agro-negocios del Ecuador”.

En Venezuela, la norma es la Ley de Gestión de la Biodiversidad


que prohíbe la liberación de transgénicos hasta que se demuestra su
inocuidad. Dado que el país no es exportador de productos agrícolas,
no parece haber habido un debate, ni siquiera interés especial en la
elaboración de otras normas más específicas.

Un elemento común en todas las normas de bioseguridad es que


proponen la evaluación de riesgos como el mecanismo a través del cual
se deben tomar las decisiones sobre los cultivos transgénicos. Otro es
que la introducción de los cultivos transgénicos en la región ha sido
precedida en casi todos los casos por la norma de bioseguridad. Las
excepciones han sido los lugares donde se introdujeron semillas trans-
génicas de manera ilegal, para que luego sean aprobadas bajo el princi-
pio de los hechos consumados.

La evaluación de riesgos como herramienta


para la toma de decisiones en materia de
cultivos transgénicos

El riesgo es la posibilidad de que una actividad (en este caso, la libe-


ración de un organismo transgénico al medio ambiente) ocasione un
daño (a la biodiversidad o a la salud humana). La evaluación del riesgo
busca establecer de manera matemática una asociación entre algunas
variables que pueden ser causales de riesgo, y trata cada factor de ries-
go como un hecho aislado.

Para explicar con un ejemplo lo que implica la evaluación de ries-


go, se van a usar los cultivos transgénicos tolerantes a sequías.

Cultivos transgénicos con tolerancia a sequías


Los cultivos tolerantes a las sequías se posesionan políticamente en
un momento en el que toma gran relevancia el discurso del cambio

29
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

climático y su necesidad de enfrentarlo a partir de nuevas tecnologías.


Otro discurso político que ayuda a posicionar estos cultivos es la crisis
alimentaria mundial, la cual alcanzó un punto crítico en 2008, año en
el que se lanzó la nueva iniciativa llamada “Alianza por una Nueva
Revolución Verde en África” (AGRA, por sus siglas en inglés). En ella
la Fundación Gates ha jugado un papel muy importante.

Fue en este contexto que la Fundación Gates lanzó una iniciativa


de 2,6 mil millones de dólares con el nombre de WEMA (Maíz eficiente
al agua para África) (AATF, 2014), a ser implementada en varios países
africanos para desarrollar maíces que hagan un uso eficiente del agua.
Participan de esta iniciativa el CIMMYT, Monsanto3, las instituciones
nacionales de investigación agrícola y las empresas semilleras nacionales.

Aunque se anunció que se usará tecnología convencional, en Kenia


se están evaluando maíces transgénicos. De acuerdo a información de
WEMA, Monsanto y BASF han donado los transgenes con resisten-
cia a sequías. Aunque se publicita como una iniciativa para alimentar
a la población hambrienta en África, en realidad lo que hace es abrir
una puerta para el ingreso de cultivos transgénicos en el continente, y
como una medida para reposicionar a los cultivos transgénicos en el
debate internacional4.

Otros cultivos transgénicos con resistencia a sequías incluye el


maíz MON 87460 desarrollado por Monsanto en colaboración con
BASF, que fue aprobado en los EE.UU. a inicios de 2012. Lo que
le confiere tolerancia al estrés hídrico es la proteína transgénica cspB
(extraída de la bacteria Bacilus subtillis), que le permite a la planta re-
sistir shocks de frío. Este maíz había sido ya aprobado antes en Aus-
tralia, Canadá y Nueva Zelanda. En la Unión Europa se ha llevado a
cabo media docena de ensayos de campo con este tipo de maíz.

Por otro lado, en Argentina se anunció que se concedió una pa-


tente a una soya también resistente a sequías5 que podría ser aplicada

3
Entre abril y junio de 2010, la Fundación Gates compró 500 mil acciones en Monsanto por
un valor de $27.6 millones.
4
Por ejemplo, en marzo de 2012, la iniciativa WEMA se ganó el premio UK Climate Change
Award.
5
Esta soja fue desarrollada por una alianza público-privada formada por la Universidad Na-
cional del Litoral (UNL), el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas y la
empresa Bioceres de Argentina.

30
Una visión sobre bioseguridad en América Latina desde la Ecología Política

en países vecinos, como Paraguay. Ambos países cuentan con ecosiste-


mas semiáridos en la biorregión del Chaco que podrían ser reemplaza-
dos por monocultivos de soja resistentes al estrés hídrico.

La evaluación de riesgo de los transgénicos


tolerantes a sequías

Para evaluar los posibles riesgos que podrían ser causados por un cul-
tivo transgénico con tolerancia a las sequías, quien hace la evaluación
debe basarse en la información científica disponible (que generalmen-
te es entregada por la empresa que quiere obtener el permiso), y debe
contestar preguntas tales como las siguientes:

• ¿Tiene el rasgo de tolerancia a las sequías el potencial de hacer


que el cultivo transgénico incremente su agresividad, su persis-
tencia o hacerse invasivo y que esto cause efectos adversos en
otros organismos?

• ¿Desarrollará la planta transgénica tolerante a las sequías algu-


nas ventajas en el entorno recepción que pueda causar efectos
adversos a la biodiversidad local?

• ¿Podrá el rasgo de tolerancia al estrés abiótico afectar los me-


canismos de resistencia a plagas o enfermedades que afectan al
cultivo transgénico?

• ¿Podrá el rasgo transgénico hacer que la planta sintetice proteí-


nas tóxicas o alergénicas?

La valoración del riesgo se hace basándose en unos objetivos gene-


rales de protección que son determinados por cada país (por ejemplo,
la conservación de la biodiversidad y la protección de la salud de la
población), pero que tienen como limitación las obligaciones interna-
cionales del país (obligaciones que casi siempre son de carácter econó-
mico, pues son los tratados comerciales los únicos que tienen medidas
coercitivas y que pueden obligar a un país no poner trabas al comercio
internacional).

Adicionalmente, el país debe establecer sus criterios de valora-


ción ecológica, que debe expresarse en los impactos que una actividad
tendría sobre una especie o ecosistema de valor (Biosafety Clearing

31
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

House, 2010), como podría ser una especie de valor comercial o una
mariposa en peligro de extinción.

El regulador debe además contar con una línea base, es decir, de


cómo se encuentra el ecosistema antes de que se libere el cultivo trans-
génico o cuál es la situación de la salud humana (Biosafety Clearing
House, 2010). Adicionalmente, si va a evaluar un nuevo maíz con re-
sistencia a sequías, el regulador debe inferir cómo se comportaría la
misma variedad de maíz (pero sin la modificación genética) en el mis-
mo ambiente donde se pretende liberar el maíz transgénico. Ese es su
escenario de comparación. Al respecto, y refiriéndose específicamen-
te a cultivos con tolerancia al estrés hídrico, Nickson (2008) sostiene
que normalmente no hay diferencias significativas entre un cultivo no
transgénico con un transgénico, más allá de la presencia de los genes
introducidos y el fenotipo que se desea que exprese.

Sólo entonces se inicia el análisis de factores aislados (variables),


sin establecer conexiones entre ellos, mucho menos aun con las con-
diciones socio económicas o culturales en las que se va a implantar el
cultivo. Se determinan cuáles son las variables más importantes a las
que se denominan “factor de alto riesgo”, y en el proceso de manejo del
mismo se modifica ese factor de alto riesgo (para que éste sea mediano
o bajo).

En nuestro ejemplo, si se determina que un cultivo con resistencia


a las sequías puede persistir en el ambiente (porque sus semillas pue-
den tener períodos más largos de dormancia), el siguiente paso sería
establecer el nivel de aceptabilidad de este “factor de riesgo”.

Si el nivel de aceptabilidad es bajo o medio, entonces la decisión es


económica. El evaluador de riesgo debe contestar si el nivel de riesgo
es aceptable, si se compara con los beneficios que se obtendrán si se
siembra el cultivo, es decir, se hace un análisis costo-beneficio. Pero si el
nivel de riesgo es alto, el siguiente paso es diseñar un manejo del ries-
go, que podría incluir por ejemplo el uso de herbicidas para acabar con
las semillas que están en estado de dormancia.

Lo mismo se hace con los otros “factores de riesgo”, uno por uno, de
manera aislada, hasta tener una matriz donde se obtiene el nivel de riesgo
que significaría el ingreso de cultivos transgénicos con resistencia
a sequías a un área, y si éste es manejable, utilizando categorías tales

32
Una visión sobre bioseguridad en América Latina desde la Ecología Política

como nivel de los impactos adversos, posibilidad de que ocurra un


riesgo, magnitud de las consecuencias y aceptabilidad /capacidad de
manejar el riesgo. Muchas de éstas son decisiones políticas.

Por otro lado, Nickson (2008) del Centro de Evaluación Científica


Ambiental de Monsanto propone que para los cultivos transgénicos
con resistencia a sequías deberían ser evaluados usando una metodo-
logía que él llama “formulación basada en problemas”. El propone
que el evaluador debe basar su plan en la formulación de las siguientes
dos hipótesis: 1) ¿No va a persistir e invadir el maíz con tolerancia
al estrés hídrico ecosistemas de la naturaleza y alterar adversamente la
estructura de esas comunidades? 2) ¿No va a producir nuevos niveles
de nutrientes y anti-nutrientes que puedan afectar a los organismos
expuestos? Nótese que son hipótesis que niegan que pueda haber un
riesgo, pues él sostiene que hay un nivel razonable de certeza de que
estos transgénicos son seguros, basándose en la bibliografía existente.

También sostiene que si las plantas de maíz tolerantes a la sequía se


desplegaran en los sistemas agrícolas convencionales de la misma ma-
nera que los cultivos transgénicos que ya se están comercializando, habría
que aplicarse los mismos criterios de evaluación, por ejemplo la abun-
dancia de las plantas y los animales (plagas y benéficos) y los procesos
microbiológicos relacionados con la productividad agrícola. Al igual que
con otros cultivos transgénicos, el modelo conceptual para la formu-
lación del problema incluiría la información disponible sobre los si-
guientes aspectos: la naturaleza del rasgo (tolerancia a la sequía), la
naturaleza del cultivo (maíz), el medio ambiente que podría recibir
(los campos agrícolas para producir maíz), y las interacciones entre
estos factores. Si el marco conceptual ha de basarse en el producto, en
la formulación del problema se podría considerar si el rasgo (transgé-
nico) podría ampliar la gama en la que la planta podría ser cultivada o
podría crecer. Un modelo conceptual para un producto como el maíz
tolerante a la sequía debería considerar el fenotipo de la planta y cómo
este fenotipo podría modificar las interacciones en las comunidades
bióticas fuera del campo cultivado con maíz. Finalmente, se podría
incluir el análisis del producto y de las plantas, para detectar si hay
diferencias significativas entre el cultivo transgénico y su homólogo
convencional.

Este abordaje no considera los impactos que tendría un mono-


cultivo de maíz en zonas que antes no eran consideradas aptas para

33
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

la agricultura industrial, en términos de erosión genética de semillas


criollas o nativas adaptadas a las condiciones ambientales imperan-
tes, las prácticas agrícolas asociadas, la soberanía alimentaria local, así
como los cambios en la tenencia de la tierra.

¿Quién toma decisiones en nombre de la sociedad?


El resultado final de la evaluación de riesgo es decidir lo que la socie-
dad está dispuesta a arriesgarse por los beneficios que va a recibir de
una tecnología. El problema de la evaluación de riesgo es que deja en
la ciencia decisiones que le competen a la sociedad, pero, ¿quién es la
sociedad? La “sociedad” está atravesada por relaciones de poder, por
lo tanto se impone la percepción del más poderoso, que es quien os-
tenta el poder económico.

En el caso de los transgénicos con tolerancia a las sequías, los gru-


pos que han ocupado tradicionalmente una zona que es considerada
como “marginal”, (por ejemplo poblaciones que practican la agricul-
tura itinerante, o mujeres viudas), son los que menos poder tienen y
su percepción nunca es tomada en cuenta. Al sacar a estas tierras de
la marginalidad (pues ahora es posible sembrar semillas resistentes a las
sequías y establecer monocultivos), estas tierras pasan a otros regíme-
nes de tenencia (por ejemplo son compradas por inversionistas) y sus
usuarios tradicionales pierden acceso a ella. Pero quienes hacen eva-
luación de riesgo consideran que ese es el riesgo que la sociedad está
dispuesta a correr, para que todos tengan una vida mejor.

Teóricamente, la evaluación de riesgos es neutral y su aplicabilidad


es universal porque usa métodos objetivos y basados en la ciencia.
En realidad la evaluación de riesgos se basa más en asunciones que en
“hechos científicos”, pues trabaja con escenarios, y los escenarios son
creados por la subjetividad del evaluador. Los parámetros escogidos
en la evaluación de riesgos reflejan los valores del evaluador. Por ejem-
plo, el evaluador puede decidir que no es probable que una planta con
resistencia a sequías se haga invasiva, o que, con base en lo aprendido
en otros países, no hay riesgos de introducir una planta transgénica
con resistencia a sequías6. Se hacen extrapolaciones de experimentos
hechos en laboratorio a las condiciones de campo.

6
Este es un mecanismo usado en la evaluación de riesgos y se llama principio de familiaridad.

34
Una visión sobre bioseguridad en América Latina desde la Ecología Política

Lo que se tiene como resultado es un híbrido entre algunas con-


sideraciones científicas, económicas (tipo costo-beneficio), normas y
políticas, y no se contempla el contexto social, cultural, político, bio-
físico en el que se va a aplicar la tecnología.

Volviendo a nuestro ejemplo, no es suficiente evaluar “factores”


relacionadas con la modificación genética. Una evaluación de riesgo
nunca va considerar que uno de los objetivos para desarrollar cultivos
transgénicos con tolerancia a sequías es incluir a las tierras y ecosiste-
mas que son considerados como “marginales” a la agricultura industrial,
pero que han utilizado de una manera sostenible las sociedades tradicio-
nales. No se analizan los impactos que la introducción de estos nuevos
cultivos industriales (y transgénicos) tendrían en sus modos de vida y
en el tejido social.

Hay muy pocas investigaciones científicas sobre todos los aspec-


tos que sería necesario conocer antes de la introducción de los cultivos
industriales en estas tierras, que por definición son extremadamente
frágiles, y de las que las poblaciones locales dependen, y que han sido
capaces de sobrevivir debido al delicado equilibrio que han desarro-
llado con su entorno.

Tampoco se evalúa el paquete tecnológico que se aplicará, ya que


la introducción de estos nuevos cultivos y de nuevas prácticas agrí-
colas alterará dramáticamente los suelos que han sido utilizados de
manera tradicional, así como las relaciones sociales y culturales de las
sociedades que han ocupado estos territorios.

Los transgénicos surgen en un contexto político que propone que los


problemas sociales y ambientales se resuelven a través de la tecnología.
En el caso de los transgénicos con resistencia a sequías, por ejemplo, se
usa el argumento que el cambio climático hará que las zonas áridas
crezcan y que será necesario alimentar a una población siempre creciente.
La solución serían estos nuevos cultivos, sin abordar las causas sub-
yacentes que provocan el cambio climático, ni el por qué, a pesar de
que la producción de alimentos crece a un ritmo muy superior que la
población7, no todos tienen acceso a los alimentos.

7
Al contrario de lo que decía Malthus.

35
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

La aplicación de la evaluación de riesgo como el instrumento para


tomar decisiones sobre adoptar o no esta tecnología, no cuestiona las
visiones, imaginarios e intereses económicos que están detrás de ella.
No considera que los productos tecnológicos no son neutrales, sino que
son producidos por actores económicos en un contexto político es-
pecífico, y que están cargados de valores sociales y políticos (Larrion,
2010). Como señala Pavone et al. (2011), los productos tecnológicos
materializan paradigmas, reconstruyen paradigmas sociales (ideas,
asunciones) en objetos físicos.

Otro aspecto a tomar en cuenta es que para evaluar un riesgo se


usa el análisis causa-efecto. Es decir, se debe demostrar de manera
científica y sin ambigüedades que un gen, introducido en una planta,
produce un impacto específico en el ambiente o la salud humana. El pro-
blema es que en temas ambientales y de salud es muy difícil establecer
la relación entre un causante de riesgo con un efecto, ya que muchos
efectos son acumulativos, se presenta a largo plazo, actúan en sinergia
con otros factores y están determinados por condicionantes ambien-
tales y sociales.

Involucramiento de la sociedad en la toma de


decisiones sobre ciencia y tecnología

El Protocolo de Cartagena establece que:

Art. 23.2. Las Partes, de conformidad con sus leyes y reglamen-


taciones respectivas, celebrarán consultas con el público en el
proceso de adopción de decisiones en relación con organismos
vivos modificados y darán a conocer al público los resultados de
esas decisiones, respetando la información confidencial según
lo dispuesto en el artículo 21.

De acuerdo con Wynne, a pesar de que existen distintos proce-


sos de involucramiento del público en las decisiones sobre ciencia y
tecnología, en realidad éstos incluyen sólo a expertos, y tratan temas
que pueden ser comprendidos solo por los mismos. Él explica cómo
en una reunión realizada en la Sociedad Real de Londres para consultar
sobre la agricultura biotecnológica en Europa, fueron invitadas varias
organizaciones no gubernamentales y ciudadanos que se oponían a
los transgénicos. A ellos se les permitió hacer preguntas a un grupo de
científicos seleccionados, pero se les prohibió desafiarlos en el campo

36
Una visión sobre bioseguridad en América Latina desde la Ecología Política

político sobre los posibles beneficios de los cultivos transgénicos, por-


que ellos no eran científicos (2007, p. 103).

Otro cuestionamiento que surge es ¿quién evalúa a la ciencia?, si


los riesgos provocados por la biotecnología son causados por la propia
ciencia. Veamos lo que dicen Funtowicz y Ravetz (2000) al respecto:

… los expertos (en tanto una clase que incluye a sus propios ad-
ministradores) están asociados con las causas de los desastres
y no siempre son exitosos en sus intentos por mejorar o paliar
los efectos no esperados o no deseados de los acontecimientos.
Las técnicas aplicadas en estos casos, heredadas de las experien-
cias exitosas del método científico inspirado en el laboratorio,
son inadecuados en diversos grados. Aquellos expertos que los
usan acríticamente y luego los defienden públicamente como
“científicos” corren el peligro de debilitar la credibilidad y legi-
timidad de la ciencia. Estos nuevos “experimentos” proporcio-
nan pruebas en favor de la tesis de que la ciencia de laboratorio
tradicional debe evolucionar en respuesta a los desafíos que
plantean los riesgos que están acaeciendo en una escala global.
La metodología científica para abarcar estos nuevos problemas
no puede ser la misma que ayudó a crearlos.

De esta manera, se propone la evaluación de riesgos como la meto-


dología para la toma de decisiones sobre ciencia y tecnología, la mis-
ma que debe basarse en información científica, y quienes la aplican
utilizan los mismos criterios científicos con los que la tecnología o
producto final a ser evaluado fue creado o desarrollado.

La suposición de que el mundo puede convertirse en un extenso


laboratorio da primacía a la ciencia en tanto conocimiento efectivo y
a los expertos científicos en sus intérpretes legítimos. La racionali-
dad de la toma de decisiones públicas debe parecer científica y, por lo
tanto, los científicos sociales y humanos (en especial los economistas)
han llegado a ser vistos como autoridades conductoras. Se supone uni-
versalmente (por acrítica y superficial que tal suposición sea) que el
experto científico es el componente crucial en la toma de decisiones,
tanto en lo que concierne a la naturaleza como a la sociedad (Funtowicz
& Ravetz, 2000).

Hay además una ciencia mercenaria que genera evidencias a contra-


to. Cada vez más la investigación científica se ha convertido en avaladora

37
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

de la tecnología de las empresas por el retiro del estado en las inversio-


nes en ciencia y tecnología8.

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Political Economy of PGD/PGS in Spain”, Science, Technolo-
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8
Ver por ejemplo Llistar (2007).

38
Una visión sobre bioseguridad en América Latina desde la Ecología Política

Rulli, J. (2009). “La situación de los transgénicos en Paraguay”. En


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de la propuesta de biotecnología. (10QUITO54). Ref: 09 ES-
TADO 122732.

39
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

ANEXO
Normativa sobre cultivos transgénicos en Sudamérica

País Norma Observaciones


1. Evalúa liberaciones experimenta-
les para determinar que la probabili-
dad de efectos sobre el ambiente es o
Resolución 39-2003.
no significativa.
Establece requisitos para
2. Evalúa si las liberaciones extensivas
la liberación de OGM
de OGM no generarán un impacto al
ambiente que difiera significativa-
mente del homólogo no GM.
Establece un procedimiento diferen-
Argentina
ciado a eventos acumulados cuyas
Resolución 60-2007
líneas parentales ya hayan sido apro-
badas.
Establece un mecanismo para la
aprobación de los cultivos trans-
Decreto Supremo 24721
génicos a partir de la evaluación de
– Reglamento sobre Bio-
riesgos. Crea el Comité Nacional de
seguridad
Bioseguridad y clasifica a los OGM
en 2: de alto riesgo y de bajo riesgo.
Prohíbe paquetes tecnológicos que
Ley de Revolución Pro-
incluyan OGM que sean originarios
Bolivia ductiva Comunitaria
del país y que afecten a la salud y la
Agropecuaria
biodiversidad.
Crea el CTNBio y un Consejo ase-
Leyes 11, 105, 24 de
Brasil sor del Presidente. Establece requisi-
2005
tos para la aprobación de OGM.
Establece normas para la internación
e introducción de organismos vege-
tales vivos modificados de propaga-
ción.
Sólo se permite su cultivo para mul-
Chile Resolución 1523-2001
tiplicar semillas, previa evaluación
de riesgo y aplicación de medidas de
bioseguridad para su reexportación.
Las resoluciones son expedidas caso
a caso.

40
Una visión sobre bioseguridad en América Latina desde la Ecología Política

País Norma Observaciones


Establece Comité Asesor y Secreta-
ría Técnica en materia de introduc-
Resolución 2004-2000
ción deliberada al medio ambiente
de OGM.
Chile
Establece la necesidad de estudio de
Ley 20.417 de 2010 so- impacto ambiental a la liberación de
bre medio ambiente transgénicos y la declaración de zo-
nas libres de ellos (art. 10 r).
Regula los OGM. Estos se aprueban
por evaluación y un plan de gestión
de riesgos. Crea un comité de Biose-
guridad.
Entre los aspectos más críticos del
decreto, se destacan: Se crean tres
comités técnicos de bioseguridad:
Decreto 4525 de 2005. CTNbio Agrícola (Ministerio de
Regula los OGM de Agricultura), CTNbio Ambiental
acuerdo con lo estable- (Ministerio de Ambiente), y CTN-
Colombia cido por la Ley 740 de bio de Salud (Ministerio de salud);
2002 que reglamenta el cada Comité aprueba de forma inde-
Protocolo de Cartagena pendiente OGM de uso exclusivo de
sobre bioseguridad ambiente, agrícola o salud, de acuer-
do con su competencia. No incluye
evaluaciones de bioseguridad inte-
grales, en aspectos ambientales, so-
cioeconómicos y de salud. Además
las evaluaciones de riesgos son rea-
lizadas por las empresas solicitantes
de aprobación de la tecnología.
Declara al país libre de cultivos y
semillas transgénicas (pero excepcio-
Constitución de 2008
nalmente el presidente puede romper
la prohibición).
Reafirma lo dicho en la Constitu-
Ecuador Ley de Soberanía Ali- ción, pero norma el ingreso de ali-
mentaria LORSA mentos genéricamente modificados
(GM).
Condiciona el ingreso de OGM a su
Ley Orgánica de la Salud
inocuidad y seguridad comprobada
(art. 149)
para la salud y el ambiente.

41
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

País Norma Observaciones


Crea la Comisión de Evaluación de
Riesgo de Vegetales Genéticamente
Decreto 249 Modificados (CERV) y
Analiza los potenciales riesgos deri-
Uruguay vados de los OGM.
Autoriza la producción o importa-
Resolución 20-2003 ción con destino a consumo direc-
(MEF-MGAP) to o a transformación del maíz con
evento MON810.
Se crea la Comisión de Bioseguridad,
que atiende, analiza y recomienda en
Decreto 18.481 de 1997 todo lo referente a la introducción,
Paraguay ensayos de campo, investigación y li-
beración al ambiente de plantas GM.
Prohíbe los cultivos GM en la cam-
Decreto 10.661 de 2000
paña 2000/2001.
Ley 10.661 de 2000
Ley de Prevención de
Riesgos Derivados del Establece un sistema de evaluación y
uso de la Biotecnología manejo del riesgo.
1999. Y su reglamento
108-2002-PM
Decreto Supremo 003 de
2011-AG. Reglamento
Sectorial sobre Seguri-
dad de la Biotecnología Crea los procedimientos adminis-
en el Desarrollo de Ac- trativos para que los interesados en
Perú
tividades con Organis- realizar actividades con organismos
mos Vivos Modificados transgénicos agropecuarios y fores-
Agropecuarios o Fores- tales puedan obtener permiso.
tales y/o sus Productos
Derivados del Sector
Agricultura.
Proyecto de Ley que de-
clara una moratoria a los Se estableció una moratoria por 10
organismos vivos modi- años a los cultivos GM. El ex presi-
ficados dente Alan García observó la ley.
2011

42
Una visión sobre bioseguridad en América Latina desde la Ecología Política

País Norma Observaciones


El marco tiene especificaciones para
Marco Nacional de Bio-
uso de OGM como uso contenido,
seguridad (por ser apro-
Guyana liberación en el campo y comerciali-
bado)
zación de granos para consumo hu-
mano, animal y procesamiento.
Prohíbe toda actividad relacionada
con OGM hasta que no se demuestre
Ley de Gestión de la Di-
su inocuidad. El manejo se hará solo
Venezuela versidad Biológica.
en condiciones de confinamiento. Se
(2008)
establece un sistema de evaluación
del riesgo (art. 52-54).
Bravo (2011)

43
El extractivismo y el discurso
de la seudociencia
Andrés Carrasco
Investigador CONICET

Transitamos tiempos en que la disputa sobre los transgénicos se va


transmutando en un debate acerca de las bases en la que está asentada
la tecnología usada y la solidez de su lógica, a la luz de los conoci-
mientos disponibles sobre la complejidad y comprensión del funcio-
namiento del genoma y su relación con el medio ambiente. Una serie
de reflexiones encadenadas nos conducen a considerar los cultivos
transgénicos, al igual que otros cultivos, desde varios puntos de vista.

El discurso científico que viene legitimando el uso de los OGM,


pertenece esencialmente a la biología molecular por ser el cuerpo de
conocimiento que permite manipular la estructura de los genes para
transferirlos a plantas con el objeto de incorporar las nuevas caracte-
rísticas sobre los fenotipos de los cultivos destinados a los alimentos.
Pero el marco teórico de la investigación que produce OGM no está
en condiciones de decir nada acerca de los efectos emergentes de su
uso, los “efectos nuevos indeseados”, sobre la salud y el medio ambiente
son centrales para el problema. Un cultivo OGM es estudiado habi-
tualmente a nivel molecular, pero también debería ser analizado como
un componente de los sistemas ecológicos y como una entidad socio-
ecológica (agroecológica).

En este punto es necesario recordar que, por primera vez en la


historia de la biología, los humanos se encuentran técnicamente ha-
bilitados para intervenir en el genoma, alterando, modificando, agre-
gando o retirando información de la base genética de los organismos
vivos; manipulaciones que no son inocuas y que abren interrogantes
sobre sus usos y consecuencias. Es, sin duda, un salto revolucionario
de imprevisibles consecuencias, no sólo en la diversidad biológica en
el planeta sino en relación con el equilibrio evolutivo. A partir de lo
cual sería necesaria una profunda reflexión para evaluar si existe una
verdadera justificación para la aplicación de esa tecnología, si estamos

45
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

dispuestos a violar los tiempos evolutivos naturales de las especies,


o si es válido violar el derecho de la naturaleza introduciendo cuer-
pos extraños en ella. ¿Nos asiste realmente como especie ese derecho?
¿Podemos permitir que las grandes corporaciones inventen necesidades y
demandas y comprometan así nuestro futuro?

La tecnociencia: un relato de la modernidad


Después de la segunda guerra mundial hubo cambios importantes en
el diseño, concepción y asignación de recursos a los proyectos cientí-
ficos tecnológicos. Se generaron «avances» enormes en química, meta-
lurgia o aviación, entre otros, y se configuran los proyectos conocidos
como “Big Science”, como los proyectos espaciales de la NASA o el
Proyecto Manhattan, entre otros. Estos megaproyectos corporativos
fueron seguidos casi sin discontinuidad por el descubrimiento de la
estructura del ADN y el desarrollo técnico de su manipulación, y de
allí al proyecto del Genoma Humano para conocer la secuencia com-
pleta del ADN humano con la esperanza de que la estructura física
de la secuencia del ADN sostuviera la tecnología para modificar ge-
néticamente los organismos y con la cual las grandes corporaciones
globales impactarían sus negocios. El énfasis, la confrontación y la
competencia en estos programas globales fueron la forma en que las
transnacionales se jugaron el control tecnológico del desarrollo quími-
co, molecular, atómico y espacial, sustentados en campañas públicas
justificadas siempre en principios de mayor bienestar, avances médi-
cos y producción más barata y segura de energía. Así se llega en los
años setenta a la manipulación genética de alimentos encontraba su
legitimación en el hambre de cientos de millones de seres humanos
en el mundo. También inauguraron la época donde las nociones de
desarrollo científico y tecnológico se fusionaron de tal manera que se ase-
guró a los países triunfantes el derecho a ejercer el poder del dominio
tecnológico en el más estricto sentido baconiano.

El poder de diseño fue transferido, desde los individuos y la aca-


demia a los planes estratégicos del combinado Estado-corporación. El
viaje legitimador de partir del átomo para llegar al gen fue uno de los
pilares fundantes de lo hoy conocemos como globalización tecnoló-
gica. Nunca más la Big Science encaró proyectos que no estuvieran
en línea con demandas corporativas. Expuesta a estas tensiones nunca
más la ciencia fue creíble en su prédica de neutralidad, custodia de la
verdad y autonomía de sus desarrollos. El proyecto de código de barras

46
El extractivismo y el discurso de la seudociencia

para clasificar todos los organismos vivos es un buen ejemplo. La


codificación por barras, al tornar identidad, olvida el organismo, la po-
blación, la especie, la variabilidad, la historia. Resulta en verdad curio-
so que concepciones taxonómicas de ideas tipologistas de hace 250 años,
que parecían haberse superado en la biología moderna, resurjan como
una sombra en este campo disciplinar. Advertimos que este retorno al
tipologismo, acompañado del poderoso icono del código de barras, no
es sino una profundización de la enajenación, la mercantilización de
la vida y apropiación de la naturaleza. Y sobre todo, de no advertir la
responsabilidad que conlleva reconocernos como parte de la naturale-
za y no como sus dueños, un camino hacia la metáfora fáustica.

La ciencia entonces orientó en forma creciente su mirada y ex-


ploración a conocimientos estratégicos, mecidos por los intereses y la
competencia de los Estados, y mediados a su vez por la conformación
de los concentrados corporativos privados. Lo novedoso fue que la
idea de neutralidad dejó de ser el producto de la subjetividad y la ideo-
logía individual. En su lugar, estos poderosos concentrados tomaron
el comando estratégico del desarrollo de la tecnociencia, imponiendo
una subjetividad alejada del humanismo y funcional a la asociación del
estado y los intereses corporativos.

Desde entonces cada vez es más difícil encontrar desarrollo de


conocimientos que no esté previamente enmarcado en megaproyec-
tos tecnológicos asociados a ese mercado global. La introducción de los
organismos transgénicos, que puede aparecer como una técnica pro-
movida por la curiosidad individual o como manifestación de la omni-
potencia humana de dominación de lo natural, no es sino una pulsión
de apropiación de la naturaleza de forma sistemática e instrumental;
un instrumento de control territorial, político y cultural del que ha sido
exilado el pensamiento crítico. La nueva etapa neocolonial atraviesa
el desarrollo disciplinar imponiendo conocimientos que satisfagan
la organización global del capitalismo para diseñar la demanda de ese
conocimiento.

Ciencia que muerde


¿Por qué entonces el énfasis sobre los transgénicos? ¿Necesitamos esa
tecnología para producir alimentos? Responder a esta pregunta re-
quiere entender el desarrollo tecnocientífico como una parte esencial
del instrumento dinamizador de los intereses del sistema neoliberal y

47
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

del mercado global. El desarrollo científico promovido por este siste-


ma rescata, singularmente, la idea de neutralidad, para lo cual defiende
una pretendida asepsia ideológica y asocia la idea de progreso con su
discurso universalista. Apela a una aspiración salvacionista, emanci-
padora y un deseo incontenible de ontologizarse. Estas característi-
cas que rodearon el rol del conocimiento de la modernidad, propias
del centralismo epistemológico y eurocéntrico, son consistentes con
la construcción colonial del eje europeo y estadounidense. Una cien-
cia que evita la intromisión de otras miradas y se erige en universal e
irrebatible, fue y continua siendo, el tamiz a través del cual el proceso
«civilizatorio» europeo construyó su legitimidad. Desde su construc-
ción en el racionalismo cartesiano, este relato civilizatorio buscó “más
la certeza que la verdad”, intentando garantizar conocimiento incues-
tionable que cierre su propia justificación.

La ciencia de la modernidad, mientras desprecia saberes «no con-


vencionales» y aspira a la certeza, suma el reclamo de autonomía. Esta
autonomía, un emergente histórico y político, la convierte en un ins-
trumento formidable para promover el mito de que la ciencia produce
progreso y soberanía y que no esta “condicionada por el sistema-mundo
capitalista”. Nada más erróneo y tramposo. Sin entrar en el poco claro del
linaje y del actual significado de la palabra progresismo, un concepto
usado en América Latina tanto por las corrientes liberales como con-
servadoras, no es difícil presumir el origen de su uso, seguramente
asociado al paradigma evolucionista que imperaba en la recién nacida
sociología de mediados del siglo XIX. Progreso era entonces, y pa-
rece seguir siendo, la razón, la técnica, el comercio, la industria. Pro-
greso era el nombre que el capitalismo se había ganado a partir de las
reformas y las revoluciones burguesas contra los poderes dinástico-
feudales. Fue la idea civilizatoria que inventó Europa para dominar la
naturaleza y colonizar el planeta, injertada en nuestra identidad latinoa-
mericana territorios como lógica de la dependencia colonial.

La idea civilizatoria requirió en su enfoque epistémico de una forma


de conocimiento que privilegiara la certeza y la autonomía. Esta pre-
tendida visión “científica” le habilitó a proclamar su soberanía res-
pecto de la naturaleza (separación) y promover la deseada superioridad
de la ciencia respecto del mundo (apropiación). El cientificismo se
sitúa desde entonces por encima del debate filosófico, ético o metafísi-
co; por encima de todo conocimiento o saber que no sea el eurocén-
trico. Así construye un sentido excluyente, que explica la naturaleza

48
El extractivismo y el discurso de la seudociencia

para apropiarse de ella buscando reemplazarla, inventando naturale-


zas alternativas producidas por el hombre.

Esta autonomía de la ciencia de la modernidad invade y coloniza, no


sólo las disciplinas naturales sino la ética o la política, a las que «biologi-
za» con modelos científicamente «probados». Evadir la incertidumbre
y la reflexión crítica sobre las formas de justificación del conocimiento
científico constituyen la base del relato tecnocrático, que asfixia la ética
y desprecia la filosofía en un intento ontologizador de la verdad cientí-
fica. Es la pulsión de dominar la explicación y la justificación al mismo
tiempo. Es la consumación del control de la biopolítica. La manipulación
genética de los organismos es un ejemplo central de la omnipotencia de
estos tiempos, encubierta por el discurso del bienestar.

Hoy mas que nunca la tecnociencia utilizada en nuestros países


es un instrumento de la colonialidad que necesita apropiarse de los
recursos que ya escasean en los países centrales. Y sus gobiernos en
sinergia con sus empresas globalizadas promueven al penetración y
control con verdaderos planes de ocupación y despojo físico, simbó-
lico y epistémico de los pueblos y sus instituciones. La solución “téc-
nica” reemplazó de hecho, a los ejércitos coloniales de ocupación. Y el
enmascaramiento de esa ocupación es el protagonismo del científico-
experto que legitima la ocupación y despojo con discursos sobre el
progreso y el conocimiento.

Desontologizar, entonces, la ciencia resulta un paso esencial en la


desobediencia epistémica que promueve la decolonialidad del saber.
Reintroducir un pensamiento crítico permitiría un balance más sóli-
do de su producción y de su relación con la naturaleza y la sociedad.
Despojarla de la mística de un progreso sin límites establecería un
nuevo equilibrio con otros saberes y otros mundos posibles. Pero
para deconstruir la subjetividad colonial de la modernidad, la filo-
sofía debe poder intervenir en el cuestionamiento del cientificismo
productivista y la dominación, saqueo y dependencia derivados de su
aplicación. El derrotero de la ciencia occidental reclama urgentemente
una nueva epistemología que mantenga la razón, pero que incluya
también la felicidad humana, el equilibrio de vivir en la naturaleza y
de asegurar la viabilidad del planeta. Hoy la tarea es conseguir una
racionalidad que incorpore estos conceptos y promueva la alternativa del
«buen vivir».

49
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

¿Los transgénicos alimentarán al mundo?


La revista Nature abordó esta pregunta en pleno debate sobre los
transgénicos y los efectos de la contaminación de los agrotóxicos en
el medio ambiente y la salud humana. En su editorial del 29 de julio
de 2010, describió con claridad el fracaso de los OGM aludiendo a
que no había servido a disminuir el hambre que había desarrollado
un percepción social negativa sobre la privatización de territorios y
alimentos, contaminación ambiental y agotamiento de suelos recursos
hídricos. Además admitía que el problema del hambre no era la fal-
ta de alimentos sino la pobreza. Más recientemente, el 2 de mayo de
2013, volvió a discutir el tema con ambiguo optimismo.

A pesar de su discurso «humanitario», el desarrollo y la dirección


de la biotecnología y los estudios genéticos son parte de una historia, de
un contexto socio-cultural capitalista y sus motivaciones económicas
y están fuertemente marcados por ese tejido de intereses. En función
de esas lógicas capitalistas, la globalización y sus movimientos tecno-
lógicos van y vienen de centros a periferias y viceversa, pero siempre
marcados por la inequidad y la discriminación social.

La biotecnología podría aumentar la cantidad de alimentos, pero


también puede disminuirla si se desencadenan los riesgos potenciales
que encierran los procedimientos de manipulación genética. Llamati-
vamente, en julio de 2010, Nature admitía que «alimentar al mundo»
no es un problema asociado a la cantidad de alimentos producidos por
la tecnología, sino a la distribución de recursos para comprarlos. Los
pueblos no tienen hambre porque no se produzcan suficientes alimen-
tos, sino que la mayor parte de la población de los países periféricos
no accede a ellos debido a sus magros ingresos. El tecnocapitalismo
global desarrolló la tecnología de los OGM invocando el hambre del
mundo, pero en realidad se convirtieron en el instrumento de una de las
más sofisticadas formas de colonialismo y control de territorios para
desarrollar sus negocios. Más bien es esperable que, en aquellos países
que adoptaron o impusieron modelos extractivistas de base tecnoló-
gica, la inequidad y la exclusión se profundicen con renovadas formas
de dominación, saqueo y destrucción.

En el mundo de hoy, de las 1 500 millones de hectáreas cultivadas,


170 millones son sembradas con transgénicos. Y de ellas, 152 millones
de hectáreas corresponden sólo a cinco países: EE.UU., Brasil, Argen-

50
El extractivismo y el discurso de la seudociencia

tina, Canadá e India. Estos países, especialmente los más pobres del
hemisferio sur, sufren no sólo el impacto alimentario por la mentira
implícita en el concepto de equivalencia sustancial (equivalencia ali-
mentaria entre transgénicos y no transgénicos) sino por el impacto
ambiental que comienza a evidenciarse en los territorios y a través de
las comprobaciones de los cada vez más numerosos grupos de cientí-
ficos de Europa, Asia y Latinoamérica preocupados por la utilización
de esta tecnología. Ante la demostración, cada vez más inquietante, del
impacto ambiental sobre el suelo, flora y fauna de los tóxicos usados
se agregan los efectos indeseados sobre la salud de la población, y más
recientemente, las limitaciones de la seguridad biológica implícitas en
el propio procedimiento tecnológico.

Aparece una sombra aun más ominosa: el potencial agravamiento


de la situación en los países productores con la llegada al mercado de
las nuevas semillas, donde se «apilan» modificaciones genéticas que su-
man nuevos tipos de herbicidas para compensar el progresivo fracaso
de los OGM (resistencia de las malezas y descenso del rendimiento
por agotamiento de los suelos). Esto sucede en un complejo escenario:
Europa mira con renuencia la aceptación de los transgénicos y plan-
tea incrementar la importación de soja convencional ante la creciente
presión del consumidor, que exige el etiquetado informativo de los
productos. Al mismo tiempo, China también reacciona, rechazando
o restringiendo el uso de agrotóxicos. Sin embargo, a la vez se desa-
rrollan políticas voraces de compras expansivas y acaparamiento de
tierras (land grabbing) en África, Asia y América Latina. Estas ten-
siones modelan un mercado internacional cuyos rumbos futuros son
inciertos, pero al mismo tiempo reclaman un urgente y postergado
debate sobre la autonomía en los países periféricos.

En la ciencia actual hemos de reconocer una impostura en la cons-


trucción del relato científico por las fuerzas que pujan en el campo
del poder con una ciencia que experimenta un fuerte desvío hacia pre-
guntas poco relevantes para el bien común, a la vez que se promueven
desarrollos tecnocientíficos que priorizan las exigencias del mercado,
tensión de la ilegítima identificación entre la idea de progreso promo-
vida desde el poder, por un lado, y la equidad y el bienestar social, por
otro. Es la teoría del derrame de los gobiernos latinoamericanos: un
desarrollo no dirigido al pueblo, porque el diseño del mercado global
que dicta las estrategias del desarrollo tecnológico no está destinado
al bien común, sino a la perpetuación de los privilegios de una minoría.

51
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

Por eso, una tecnociencia que descansa en esa idea de progreso euro-
céntrico y colonial precisa invisibilizar aquellas evidencias que no se
ajustan a dicho relato. Esta invisibilización de la evidencia crítica evita
las hipótesis desafiantes del status de lo aceptado. No sólo por el espíritu
conservador de las teorías que usan y su resistencia al cambio, sino
porque cuando esos conocimientos alternativos son ocultados produ-
cen en la sociedad desconcierto y daño efectivo, e hipotecan el futuro de
generaciones bajo el lema de la autonomía del saber y la neutralidad
del experimento.

La idea de un camino único y «universal» es el verdadero fracaso de la


ciencia de la modernidad occidental. Su pretensión liberadora no es real,
en tanto se ha puesto al servicio del poder y ha promovido las falsas ne-
cesidades del consumismo y la dependencia tecnológica en los pueblos
periféricos y que en nombre de los poderes económicos excluye, asesi-
na y acalla disidencias. Estas nuevas formas de opresión plantean hoy
en día la necesidad de revisar las formas de enfrentar la dependencia
y cómo promover la autonomía de los pueblos desde la descolonización
del saber.

Extractivismo OGM y su futuro


El extractivismo es la forma que toma un modelo neocolonial. Esa
colonialidad que sirve como explicación de un mundo periférico no
es una maldición divina. Es una construcción política adoptada en el
hemisferio sur como el modo de apropiación por despojo de los bie-
nes comunes y configura una verdadera guerra para imponer tecnologías
complejas de alto impacto y difícil reversión en nuestros territorios
usados como campos experimentales de la innovación tecnológica am-
parada en la idea de que los recursos naturales son de propiedad uni-
versales y por tanto sujetos de saqueo. Esta expropiación por despojo
como lo llama Raúl Zibechi (Zibechi, 2013:14) “alimenta derechas y
genera elites y fractura social que actúan como depredadores sociales”
y “militariza la política”. Es una construcción política que puede ser
ejecutada por la presencia de factores de poder político-económicos
que habilitan la penetración soberana y disponen del diseño estratégi-
co de la sociedad. Si el modelo no es mas que una conceptualización de
la realidad, la colonialidad deja de ser una abstracción y se materializa
en decisiones políticas que encarnan una reducción de autonomía y un
desarrollismo al servicio de la mayor concentración y transnacionali-
zacion de la riqueza. Las palabras solas generan abstracciones sobre

52
El extractivismo y el discurso de la seudociencia

las fuerzas y responsabilidades materiales que sostienen la producción


de alimentos (o la explotación de otros bienes comunes) e esterilizan
muchas veces, el conflicto concreto. La subordinación de las palabras
a la política de la acción, permite que el intelectual se diluya en el pue-
blo y sus sufrimientos.

Diego Montón, del Movimiento Nacional Campesino Indígena


Argentina y miembro de la Secretaría Operativa Continental de la
CLOC-Vía Campesina, dice, con razón, que el extractivismo de los
bienes comunes impide profundizar las democracias de los pueblos,
forzados por el capital global a exportar sus riquezas. La imposición
de esta política por parte de los grupos económicos está presente en los
intentos golpistas en Latinoamérica. Paraguay y El Salvador son ejem-
plos consumados de ello. Y lo podrían ser, eventualmente, Ecuador,
Honduras, Venezuela o Bolivia, según avancen sus debates internos
sobre cómo posicionarse en la problemática de la explotación de los bie-
nes comunes. Las empresas transnacionales del hemisferio norte y sus
socios locales, como brazos del diseño de dominación, avanzan sobre
los territorios nacionales de Sudamérica -como en África y Asia-
con distintas tácticas que sin duda incluyen las militares. Pero además,
estrategias de control engañosamente humanitarias son aplicadas en el
«patio trasero» de América Latina, como los programas de ayuda, los
consorcios económico-tecnológicos, la injerencia en las políticas pú-
blicas y la cooptación de instituciones sociales, académicas y políticas.

Por todo esto el modelo extractivista aplicado por las transnacio-


nales con el consentimiento de los gobiernos, es una amenaza perma-
nente a la integridad soberana de los pueblos, en la misma medida que
constituye una necesidad imperiosa para la continuidad y la expansión
económica de los bloques hegemónicos tradicionales, como EE.UU.
y Europa, así como de los emergentes, como China y sus aliados. El
negocio global de commodities procedentes de los países del sur agota
sus recursos no renovables por cuenta y necesidad de otras sociedades
y de un modelo depredador que necesita el control de toda la cadena
para asegurar la rentabilidad.

Novedades tecnológicas y nuevas violaciones.


El tecno-terrorismo
Advertidas de las consecuencias colaterales en esta generación de
OGM, las empresas biotecnológicas están empeñadas en la generación

53
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

de futuras tecnologías de OGM usando modificaciones genéticas que


eviten la transgénesis. Con ello, prometen resolver la crudeza e im-
precisión de la actual tecnología superando los problemas biológicos
indeseados. Sin embargo, estos desarrollos «novedosos» siguen sien-
do, por definición, intervenciones en el genoma y por lo tanto siguen
teniendo un alto grado de incertidumbre en cuanto a su viabilidad
e efectos inesperados. Al igual que sucede con la inserción de genes
de otras especies (transgénesis), o de la misma especie (cisgénesis),
la edición de genes con las nuevas técnicas usando nucleasas como
TALENS o factores de transcripción Zinc Finger son verdaderas in-
tervenciones en el material genético que no respetan su integridad ni
los cursos temporales requeridos en la naturaleza para generar y es-
tabilizar variantes fenotípicas. Más allá del fragmento incorporado o
editado por la manipulación genética, no pueden asegurar una mejora
global de la variante.

La distancia existente entre lo experimental y las pruebas de campo,


como admite la revista Nature, denota la imperiosa necesidad por par-
te de las corporaciones de OGM de eludir una discusión sobre si la
precisión de la manipulación genética brindará seguridad definitiva.
Por lo tanto, nunca dejará de ser un experimento genético realizado
por el ser humano, como lo es la clonación, con un grado de incerti-
dumbre directamente proporcional a la disrupción de la complejidad
biológica y de su comportamiento en el medio natural. Un verdadero
riesgo manufacturado.

Ninguna de estas técnicas contempla las propiedades emergentes


y por lo tanto impredecibles de cambios que la tecnología introduce
en la estructura del material genético. Menos aún los generados por
nuevas técnicas de creciente impredecibilidad, como la biología sin-
tética con su pretensión de transformar las plantas en fabricas de pro-
ductos naturales o sintéticos como plásticos o la manipulación de los
complejos mecanismos de la reguladores de la expresión génica que
recién comienzan a ser valorados por su importancia como soporte de la
diversidad natural, la evolución de los organismos en el planeta en los
últimos 3 500 millones de años.

Por eso vemos que en la tecnología de la modificación genética


anida un problema central: la ilegitimidad y la obsolescencia de la base
científica de los OGM. Los OGM son el producto de una manipulación
que ignora un conocimiento que hoy tenemos sobre el genoma, su

54
El extractivismo y el discurso de la seudociencia

relación con el fenotipo y ambos con el medio ambiente. En un poco


sutil silencio por parte de los defensores de los OGM dejan de lado una
enorme cantidad de nuevos conocimientos incorporados en los últi-
mos años y por lo tanto las señales inequívocas de la punta del iceberg
de una complejidad que comienza a materializarse con la aparición
de nuevos sistemas de regulación superpuestos destinados a ser la
base de la plasticidad para los cambios evolutivos y su relación con el
medio ambiente.

La tecnología de los OGM promueve, convenientemente, la idea


de que el genoma es un mecano de piezas inertes, y no lo que real-
mente es: un sistema integrado y complejo de regulaciones, con reglas
adquiridas durante millones de años que tienden a mantener el con-
servador equilibrio que permite la vida. La certeza de obtener semillas
u otro tipo de OGM que no impacten en el medio ambiente con sin
daños colaterales en las propiedades alimenticias y en los comporta-
mientos biológicos es, sencillamente, imposible. Es necesario admitir
definitivamente que los OGM soslayan mecanismos y tiempos bio-
lógicos naturales. La modificación genética experimental de nuevas
variedades lanzadas en la naturaleza «comprime» el tiempo evolutivo
y «linealiza» la dinámica de los ciclos naturales de la vida. Por lo tanto,
en el marco de los ecosistemas naturales donde se insertan, los OMG
son verdaderos cuerpos extraños y su efecto en la naturaleza, irrever-
sible e impredecible.

Esas variantes artificiales generadas por el ser humano en labora-


torio tendrán todavía que mostrar su verdadera capacidad, eficacia y
persistencia de los rasgos fenotípicos inducidos durante el procedi-
miento genético cuando sean sometidas al medio ambiente. Pero sobre
todo, deben demostrar sin ambigüedades que su presencia es inocua
para el resto de las especies o las variedades no manipuladas del cultivo
a la que pertenece. Algo poco probable, diría imposible, de probar a
priori, por los tiempos de la industria biotecnológica y por la escala
temporal y espacial requerida. Estas nuevas tecnologías pueden ser
exitosas en lo inmediato, pero también pueden ser un fracaso y un
peligro en el medio plazo. Y es que en la defensa del «virtuosismo»
de un avance tecnológico, nada más perverso que recurrir a la «auto-
ridad» de la ciencia, descartando de antemano la sospecha de daño, en
detrimento de la noción de incertidumbre presente en el principio de
precaución.

55
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

Los barones de la tecnociencia también ponen lo suyo


En este contexto neocolonial y a la manera de “estados libre asocia-
dos” las instituciones de promoción científica y tecnológica son en
estos tiempos “engordadas” mediante mayores presupuestos públicos
para crear condiciones estratégicas para la trasferencia de conocimien-
to y la formación de recursos humanos en línea con las demandas del
sector privado en especial el transnacional. La famosa “sociedad de
conocimiento” no es mas que “conocimiento para el mercado” que re-
fuerza las condiciones de la dependencia.

El productivismo de la tecnociencia, heredero del cientificismo e


instrumento de dependencia cultural, tienta a los «barones» de la tec-
nociencia a legitimar la tecnología acríticamente. En el marco de un
modelo de pensamiento reduccionista entre la limitación ideológica y
la ignorancia conveniente de los conocimientos disponibles sobre sus
riesgos, la tecnociencia sigue proclamando su virtuosismo inmanente,
proclamando que el “ambientalismo” es de derecha. Mientras otros
mas sinceros como Federico Trucco CEO de INDEAR–BIOCERES
un instituto asociado al CONICET) o Néstor Carrillo (Instituto Bio-
logía de Rosario, IBR-CONICET) sostienen que son los progresistas los
que “atacan por ignorancia” la tecnología OGM.

Estos barones no admiten, como se espera de una casta tecnocráti-


ca que se construye a si misma, que en base a los criterios de compro-
bación científica que disponemos, lo aceptable en los laboratorios es
muchas veces, inaceptable para el medio ambiente y la salud humana.
Esta es una ceguera que se hace cómplice cuando soslaya la eviden-
cia disponible, sea por una mezcla de analfabetismo filosófico, ilusión de
prestigio y acceso a beneficios económicos en línea con los cánones de la
investigación científica en el marco neoliberal.

Es muy interesante como las voces críticas a las tecnologías ex-


tractivistas apelan al argumentos que remarcan la incertidumbre del
conocimiento y los procedimientos con la pretensión de abrir espacios
de debates precautorios. Mientras que los defensores dogmáticos de la
solución tecnológica, apelan al dogmatismo de la certeza recortando
dudas, aun las verificadas por la ciencia, y acusan de fundamentalistas
a los críticos. La paradoja evidente es que se alejan de la ciencia y sus
propios límites cerrando los debates con discursos proféticos mas dig-
nos de la creencia que de la ciencia.

56
El extractivismo y el discurso de la seudociencia

En ese sentido la ontogenia (estudio del desarrollo de los organis-


mos) y la filogenia (historia del desarrollo evolutivo de organismos y
sus continuidades y discontinuidades) nos muestran la inmensa com-
plejidad oculta de lo vivo que puede compararse con un iceberg, para
comprender la importancia de la diversidad y equilibrio biológica na-
tural amenazados por los OGM. Pero la negación de la incertidumbre
es consustancial a un canon reduccionista, atrincherado y sinérgico
con la carrera por proveer mercancías para el mercado global, des-
tinadas a un consumo infinito e irrestricto. Sometida a las reglas del
mercado, la ciencia tiene cada vez menos preguntas que apunten a de-
sarrollar conocimiento para el bienestar y felicidad humana, a la vez
que atiende necesidades superfluas o suntuarias a las que muchos ja-
más tendrán acceso. Para seguir al mercado la ciencia contemporánea
hace añicos el valor simbólico de convivir con lo natural, aportando
imitaciones más manipulables, en su afán por controlar la evolución
sin saber casi nada acerca de su devenir ya que la velocidad de las pro-
puestas de cambio tecnológico amplían indefinidamente la frontera
de lo posible y reducen al mismo tiempo el campo de lo pensable, in-
troduciendo de este modo un espacio enorme desprovisto de sentido
pero caracterizado de la omnipotencia de creer que la ciencia asocia-
da al poder económico puede moldear destinos virtuosos de las naciones
asegurando el bienestar soberano del pueblo.

Este modelo de ciencia, como el educativo o el sanitario promo-


vido por las formas actuales del neoliberal, lejos de operar como un
instrumento de ampliación de derechos humanos, funciona como
un afluente proveedor del mercado erosionando, la legitimación y
percepción de la propia ciencia. Cuando el valor de convivir con lo
natural se hace añicos aparece el deseo nunca satisfecho de dominar,
reemplazar con imitaciones lo natural y la pretensión de controlar la
evolución.

Lejos de ser un ámbito de reflexión crítica, este modelo de conoci-


miento se convierte en un lugar e instrumento de control, conducido
por intereses cada vez más concentrados que profundizan la desigual-
dad de los hombres y el deterioro del planeta. Es la estrategia donde
la velocidad de las propuestas de cambio tecnológico está ampliando la
frontera de lo posible y reduciendo el tiempo de lo pensable.

Poner en acción la “desobediencia epistémica” es la estrategia de gue-


rra descolonial que la humanidad tiene por delante. Especialmente en

57
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

aquellos espacios del planeta donde la oscuridad es sinónimo de de-


pendencia. Los países sometidos a esta lógica deben revisar sus modos
de producción de conocimiento; deben programar sus estrategias con
miradas dirigidas a sus pueblos, bajándose de la carrera de la globa-
lización, revisando las nociones de desarrollo y progreso. Los países
centrales, a su vez, deberán examinar su conciencia colonizadora por-
que los procesos de resistencia en curso tenderán a profundizarse, y la
insistencia en la apuesta globalizadora comienza a ser suicida.

Referencias
Zibechi, R (2013) Recuperado de file:///C:/youblisher.com-766593-
Nuestra_Voz_n_9_Culturas_de_la_Resistencia.pdf (Agosto,
Septiembre: 14-19).

58
El control corporativo de las
semillas y sus consecuencias
más allá de la agricultura1
Silvia Rodríguez Cervantes
Red de Coordinación en Biodiversidad-Costa Rica

Las semillas son organismos maravillosos. Al plantarse se consu-


men, pero no mueren sino que se renuevan, “dando a luz” reemplazos
centuplicados de la semilla original.

En este artículo quiero primero ahondar en la importancia de las


semillas en nuestras vidas para seguidamente reflexionar sobre las carac-
terísticas especiales de su reproducción y multiplicación, que se constitu-
yen en barreras a la expansión del capital en la agricultura. Pero como
para las grandes empresas, siempre ansiosas de encontrar nuevos ni-
chos de crecimiento y ganancia, no hay obstáculo que las limite, ana-
lizaré después las formas de control que ejercen para superar dichas
barreras. Estas son al día de hoy, de tipo tecnológico-biológico (se-
millas híbridas y transgénicas); de tipo legal (ej. las leyes de propiedad
intelectual y las de liberalización, certificación y control de calidad de las
semillas); y, por último de tipo contractual. Todas estas formas de domi-
nio, aunque propiciadas por las grandes empresas semilleras y de inves-
tigación son así mismo facilitadas e impulsadas por los estados para
apoyar el flujo y ampliación del capital en la agricultura. Los controles
simple y llanamente intentan impedir, de diversas maneras, que el agri-
cultor produzca, intercambie y mejore indefinidamente la semilla que
siembra y multiplica sin necesidad de comprarla cada año.

Este control corporativo tiene secuelas asociadas que inciden en


la forma de hacer agricultura, pero también en la disponibilidad de
alimentos para la sociedad en general y en el impacto sobre el medio am-
biente. De esta manera, lo que pasa con las semillas y la agricultura no
es sólo un asunto de la incumbencia de campesinos e indígenas, según
1
Aquí estamos utilizando la palabra semilla para abarcar también cualquier otro material
vegetativo que se utilice como material de reproducción

59
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

lo expongo brevemente en la cuarta parte de este trabajo. El reto es


enorme y lo debemos enfrentar con la mayor celeridad posible. Al
final comparto algunas iniciativas que el movimiento campesino está
esbozando frente a la crisis alimentaria en general y frente al control
de las semillas en particular.

Importancia de la semilla en nuestras vidas


A la semilla se le puede valorar desde distintos puntos de vista, desde
lo emblemático, lo económico y como arma política.

Desde lo emblemático: la semilla es el símbolo de la reproducción


de la vida según el decir de las mujeres de la organización interna-
cional La Vía Campesina. Y, cuando hablamos de las campesinas,
no estamos hablando de cualquier colectividad sino de las responsa-
bles del 50% de la producción mundial de alimentos cuyo porcentaje
llega a subir entre el 60% y el 80% en los países en desarrollo. Sus
especializados conocimientos sobre las semillas, transmitidos de gene-
ración en generación, las convierten en las principales protagonistas de
la evolución, el cuidado y mejoramiento de la variedad genética de las
plantas. De manera que al catalogar a la semilla como el “símbolo de
la reproducción de la vida” saben lo que están diciendo; no es sólo
sentimentalismo femenino.

Las semillas son de significativo interés desde el punto de vista


económico por ser el principio y el fin de la agricultura. Decía uno de
mis profesores que en el simple acto de plantar, quien siembra se com-
promete con una de las actividades humanas más universales y cier-
tamente una de las más importantes. La gente debe comer y la cadena
del proceso de producción que finalmente lleva el alimento a nuestras
bocas, empieza en algún lugar con la siembra de la semilla... Hasta el
bistec que nos comemos no es más que hierbas y maíz encarnados en
el cuerpo de una vaca o de un cerdo. No hay animal ni ser humano
que no dependa de las plantas para su alimentación. En cambio, ellas
no nos necesitan; pero sí esperan al menos que no las destruyamos o
desnaturalicemos (Kloppenburg, 1988).

El interés de cualquier persona, más allá de los agricultores y las


empresas semilleras, es porque sabemos bien que, si la base de la ali-
mentación de todos los seres humanos son las semillas u otro material
vegetativo de reproducción, quien tenga su control tendrá en sus ma-

60
El control corporativo de las semillas y sus consecuencias más allá de la agricultura

nos una arma política considerada también materia de “seguridad na-


cional”. Así lo reconoce el mismo Presidente de los Estados Unidos,
George Bush, hijo (2001, citado por Supan), quien en un discurso a los
agricultores de ese país, señaló:

¿Pueden imaginar a un país incapaz de cultivar suficiente comida


para alimentar al pueblo? Se convertiría en una nación blanco
de la presión internacional. Sería una nación en riesgo. De esta
manera, cuando hablamos de la agricultura estadounidense es-
tamos hablando realmente de un tema de seguridad nacional.

Ahora bien, la aseveración del Presidente Bush es válida para todos


los países del mundo pero además, hoy por hoy cobra una relevancia
especial ante la fuerte subida en el precio de los granos básicos, por un
lado, y los procesos de liberalización de la agricultura de los últimos
años que han devastado la producción de alimentos en nuestros paí-
ses y ocasionado una fuerte crisis en ese campo.

En resumen, según el prisma con el que valoremos a la semilla, ésta


puede tener una representación simbólica, una apreciación más prag-
mática como fuente de alimentos hasta llegar a la consideración de
su manejo como arma política, como un asunto de “seguridad nacio-
nal”, o como la conjunción de todas estas valoraciones.

La “desafortunada” capacidad de reproducción


de las semillas

La semilla es un embrión en potencia, un sistema vivo con dos propie-


dades fundamentales pero a la vez paradójicas, como son la habilidad de
multiplicarse conservando sus características, pero igualmente la habi-
lidad de adaptarse, cambiar y evolucionar (Berlan & Lewontin, 1998).

Los campesinos y campesinas de cualquier país y de todas las


épocas realizaban las dos funciones: la siembra y multiplicación por
un lado, y la adaptación y acondicionamiento de sus variedades a los
distintos climas y culturas. Al tener bajo su control estas dos fases del
proceso productivo y si éste se realizaba en tierras no adjudicadas a
un tercero, el poder decisión sobre la cosecha estaba también en sus
manos. En el caso de Europa, a fines del siglo 19 esas dos funciones
complementarias se volvieron incompatibles para algunos. Surgieron
profesionales productores de semillas, y las empresas interesadas en su

61
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

comercialización notaron que no tendrían ganancia si se permitía a


los campesinos y campesinas la siembra libre proveniente de semillas
guardadas de la cosecha anterior, intercambiadas entre vecinos y me-
joradas igualmente de manera libre.

A pesar del tiempo transcurrido, esa situación es tan cierta y todavía


tan actual, que el Secretario General de la Federación Internacional de
Semillas se lamentó en el año 2005, de que la semilla guardada por
campesinos en 18 países estudiados por esta Federación, impedía ga-
nar a la industria semillera $7 mil millones de dólares anuales (Grain,
2007). ¡Y esta cantidad sólo en 18 países desarrollados en donde sus
agricultores guardan menos semillas! Esa cantidad se incrementaría
muchísimo más si el estudio hubiese tenido mayor cobertura. Cálcu-
los aproximados consideran que en el mundo hay todavía 1 400 millo-
nes de campesinos que no necesitan comprar semillas cada año porque
éstas se encuentran en sus manos. Recordemos: controlar las semillas
es regir sobre su multiplicación y su mejoramiento, y… con esto… las
empresas estarían en capacidad de posesionarse y dominar el mercado
nacional e internacional.

En resumen, la gran dificultad que han tenido los comerciantes de


semillas en gran escala para someterlas bajo su autoridad, es básica-
mente la “desafortunada” propiedad de los seres vivos, en este caso de
las plantas, de reproducirse a sí mismas y de manera centuplicada. Con
esto, cualquier negocio se va a pique.

A lo largo del siglo pasado, y con fuerza creciente en lo que va del


siglo veintiuno, los interesados han ido desarrollando distintas formas
de control utilizándolas a veces de manera combinada. En un primer
momento recurrieron a medios tecnológico-biológicos para lograr
una cierta esterilidad de las semillas conseguido por el proceso de hibri-
dización para luego producir una esterilidad absoluta mediante proce-
sos transgénicos. Con cierta simultaneidad pero con el mismo fin de
dominio, fue posible utilizar la legislación de la propiedad intelectual
adaptándola a los seres vivos, entre ellos a las plantas y a las varieda-
des de plantas; también se han impuesto las llamadas leyes de “semi-
llas” que transforman en ilegales las semillas campesinas. Por último,
el círculo del sometimiento se afianzó por medio de contratos entre
los dueños de las semillas y los agricultores. Por sus resultados semejan-
tes, algunos autores se refieren a los dos últimos controles, como de

62
El control corporativo de las semillas y sus consecuencias más allá de la agricultura

“esterilización legal” y de “esterilización contractual” de las semillas.


Veamos todos estos instrumentos con mayor detalle.

Mecanismos de control de la capacidad


de reproducción de las semillas

1. Esterilidad tecnológica: híbridos y transgénicos


Las plantas que no producen semilla fértil son el sueño dorado de las
corporaciones semilleras: a través de ellas podría asegurarse a toda la pro-
ducción alimentaria mundial como mercado cautivo (Busaniche, 2007).

El primer mecanismo de tipo tecnológico para controlar la capa-


cidad de reproducción de las semillas se inició a fines del siglo 18 y se
fue perfeccionado poco a poco hasta su culminación con la Revolu-
ción Verde en 1961.

En el siglo 18 se empezó a desarrollar la disciplina de la “hibri-


dología” ejecutada por científicos naturales de la época cuyo método
de trabajo era el tanteo experimental (Berlan & Lewontin, 1998). Sus
observaciones generaron datos acerca de la fertilidad o esterilidad de
las plantas y animales o acerca del por qué no se podían obtener cru-
zas fértiles de especies diferentes (caballo con asno), pero de allí no
se siguieron explicaciones más detalladas. Hacía falta un método de
trabajo focalizado, mayores datos y pruebas más rigurosas de con-
trol. Además de la carencia de método, los investigadores del siglo
17 carecieron de mayores avances de la biología, concretamente de la
citología o ciencia de las células.

Gregorio Méndel (1822-1884) logra explicar algunos principios


relacionados con la forma de transmisión de ciertos caracteres de los
individuos de generación en generación con su trabajo metódico en el
jardín de la abadía de Brno —actualmente segunda ciudad en impor-
tancia de la República Checa—. A partir de las leyes de la herencia de
Méndel se empezó a construir, a principios del siglo 20, la genética
moderna a la que han contribuido diversos y connotados científicos
hasta llegar a la biología molecular, base de la ingeniería genética.

Al final de ese largo proceso, los genetistas agrícolas de la déca-


da de 1930 lograron variedades híbridas entre ellas el maíz (Berlan

63
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

& Lewontin, 1998), que fue posteriormente introducido masivamente


en nuestros países junto con todo un paquete tecnológico de abonos
y plaguicidas durante la llamada Revolución Verde en las décadas de
1960 y 1970.

El éxito de estos productos es el aumento de rendimientos, pero


esto sólo para la primera generación. Si se utilizan semillas híbridas
para una segunda siembra, el llamado vigor híbrido decrece y el ren-
dimiento va siendo cada vez peor de manera que los agricultores se
empezaron a ver obligados a comprar semilla cada año.

El segundo y más severo mecanismo utilizado para esterilizar las


semillas total o condicionadamente, es el de las tecnologías de restric-
ción del uso genético (TRUG), procedimientos propios de la ingeniería
genética. Hay también variaciones entre esas tecnologías. Así tenemos
aquella conocida en términos populares como “exterminadora” que anu-
la totalmente la capacidad de reproducción de las semillas. Este pro-
cedimiento consiste en introducir un gene en una planta para evitar el
desarrollo de la germinación en el grano cosechado. La planta crece
normalmente y produce su cosecha aparentemente igual, pero el grano
es biológicamente estéril o “vano”.

Otra tecnología de restricción es la conocida como “tecnología


zombi” por producir semillas aletargadas que sólo reviven con la apli-
cación del agroquímico respectivo, producido, generalmente, por la
misma empresa que provocó la condición de adormecimiento.

De esta manera el círculo del control tecnológico estaría cerrado con


tecnologías cada vez más agresivas y antinaturales. Debido a esto, los
agricultores estarían condenados a comprar semilla cada año junto
con el paquete tecnológico de agroquímicos tanto para las variedades
que son híbridas como para aquellas inoculadas con el gene de la este-
rilidad o del aletargamiento.

¿Cuál es la situación actual en Costa Rica sobre este punto? Los


híbridos son parte de la vida diaria de un gran número de agricul-
tores que los han incorporado especialmente en la horticultura. Sus
ventajas y desventajas económicas, ecológicas y sociales no son ma-
teria de análisis de este artículo; por ahora baste decir que efectiva-
mente ya existe una necesidad imperiosa de la compra anual de esas
semillas por parte de los agricultores. En cuanto a los transgénicos

64
El control corporativo de las semillas y sus consecuencias más allá de la agricultura

con tecnología TRUG, todavía hay en el mundo una fuerte resistencia


para que se le apruebe; sin embargo, las presiones de las empresas
son muy grandes y sólo la firmeza de la sociedad civil podrá impedir su
introducción.

2. El despojo legal: los tratados internacionales


y las leyes nacionales
Otra forma de control de las semillas es de tipo legal, pudiendo tener
carácter internacional por medio de tratados y convenios o nacional
por medio de leyes y decretos; sean en ambos casos de propiedad in-
telectual, de certificación y liberación de semillas, o la abortada ley de
“regalías globales” que se intentó aprobar en Argentina.

La propiedad intelectual de las semillas. Más allá de nuestros com-


promisos con la Organización Mundial del Comercio (OMC), el
Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos-Centroamérica y
República Dominicana (TLC) nos exige hacer “todos los esfuerzos
necesarios para patentar plantas”, y la adhesión a un convenio inter-
nacional llamado Unión para la Protección de Obtenciones Vegetales
(UPOV) que otorga otro tipo propiedad intelectual sobre las varieda-
des de plantas.
Veamos las diferencias entre las leyes de Patentes y la de Obten-
ciones Vegetales.

¿Qué es una patente y un certificado de obtentor?

Una patente no es, en este caso, un permiso municipal para poner


una tienda o una cantina. Es un derecho otorgado por una oficina del
gobierno a una persona o empresa que demostró ser la autora de
una idea de la que surgió un producto o un proceso nuevo. Esto sig-
nifica que sólo el dueño podría vender, hipotecar, alquilar o dar una
licencia a otra persona o empresa para que utilice su invento o
haga plata con él, durante un tiempo determinado.

Un certificado de obtentor es una patente “suave” concedida a


quien demuestre haber producido una variedad de planta, según los
criterios de una organización internacional llamada Unión para la
Protección de Obtenciones Vegetales (UPOV). Se dice que es “sua-
ve”, entre otras cosas, porque contiene dos excepciones al derecho
del dueño del certificado no otorgadas en las patentes: una es la fa-

65
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

cultad de un nuevo investigador para tomar la variedad privatizada


y a partir de allí crear una nueva; y otra es el llamado “privilegio”
del agricultor por el cual, y dependiendo de cada país, se le da a éste
el derecho de resiembra para usos no comerciales o autoconsumo.
Estas dos excepciones cada día van condicionándose y restringién-
dose más y se cree que para el 2011 van a desaparecer del todo. De
“patente suave” el certificado de obtentor pasará a “patente dura”.

Pocos países otorgan actualmente patentes sobre plantas en senti-


do estricto pero hay subterfugios para brincar esa barrera. Lo que se
ha transformado en obligación por los tratados de libre comercio es
otorgar patentes a microorganismos. Extraña o maliciosamente, se con-
ceden patentes, como si fueran microorganismos, a sustancias ácidas,
parte de las células, conocida como ácido desoxirribonucleico —más
sencillo: ADN— en donde se encuentran los secretos de la herencia
de cada ser vivo. Otorgar propiedad intelectual sobre este material
tiene impactos muy grandes ya que si se “recorta”, extrae o aísla un
ADN específico de su célula original, se consigue una patente y pos-
teriormente se pega en las células de otra planta utilizando técnicas de
ingeniería genética, ésta podría pasar automáticamente a ser propiedad
del dueño del ADN.
En otras palabras, se puede ejercer el derecho de propiedad in-
telectual en cualquier planta por el hecho de habérsele injertado un
solo gen patentado, tal como la suprema corte de Canadá sentenció
en el caso del juicio entre Monsanto y el agricultor Percy Schmeisser.
Parafraseando y resumiendo el veredicto, diré que cualquier planta de
canola de la finca de Schmeisser, una, cien o mil, con la presencia del
gen patentado de Monsanto, sin importar la forma cómo se hubiera
instalado allí, ya fuera por la influencia del viento, de los pájaros o de
los insectos, sería propiedad de Monsanto debiéndose acatar los dere-
chos de propiedad intelectual correspondientes, entre otros pagar las
regalías anuales exigidas por su uso. La profesora Anne Clark comen-
ta al respecto:

Así, mientras que la patente señalada concluye en un nivel ce-


lular, Monsanto ha escogido comercializar sus derechos de pa-
tente al nivel de las semillas, de las plantas y, sin duda, de los
campos completos de cosecha (Clark, 2004).

Respecto del Convenio UPOV y la legislación costarricense co-


rrespondiente, ya aprobada bajo el título de Ley para la Protección

66
El control corporativo de las semillas y sus consecuencias más allá de la agricultura

de Obtenciones Vegetales, ¿cuáles son los impactos para los agricul-


tores?, ¿qué variedades cubren y qué derechos otorgan a su llamado
“dueño”?

Lo que hacen este Convenio y ley nacional es brindar una especie


de propiedad intelectual, el “certificado de obtentor”, sobre semillas,
estacas, renuevos, esquejes, rebrotes o coditos —es decir sobre cual-
quier material de reproducción— a quien la solicite en la oficina res-
pectiva por considerarse autor de una variedad de planta o de árbol.
Si cumple ciertos requisitos se aprueba la solicitud con el consecuente
derecho a su uso exclusivo o a licenciarlo a terceros. Hasta hace unos
años esto era impensable; sólo se concedía propiedad intelectual sobre
cosas inertes y no sobre formas de vida que son tales por tener la ca-
pacidad de nacer, crecer, multiplicarse y morir.

Con la UPOV y la ley nacional, se niegan los derechos de los cam-


pesinos y campesinas apoyados en una costumbre milenaria, como es
la de sembrar, cosechar, guardar, consumir, intercambiar, mejorar y
vender ya que, con esta legislación:

• Cada vez que un agricultor quiera resembrar una semilla “pro-


tegida” tendrá que pagar al “dueño” lo que se conoce como
“regalía”, aunque sea parte del producto de su cosecha.

• El “derecho del obtentor” brinca incluso al producto elaborado


con la cosecha. Si un agricultor, como era la costumbre, guardó
parte de su cosecha de un maíz “protegido” para sembrarla al
año siguiente, pero no volvió a pagar por la semilla, y si un mo-
linero le compró ese maíz para hacer harina, los derechos del
“obtentor” pueden extenderse hasta la harina de maíz y las tor-
tillas elaboradas con ésta. El derecho se va ampliando conforme
el maíz, la harina de maíz y las tortillas pasan de mano en mano.

• La única facilidad que se otorga al agricultor es la resiembra


para autoconsumo, es decir con fines no comerciales.

• En países que ya tienen este convenio aprobado, muchos agri-


cultores se resisten a perder el derecho ancestral a la resiembra, al
intercambio con los vecinos y al mejoramiento de las semillas; en-
tonces hay empresas que contratan detectives privados para des-
cubrir a los “piratas”, como se les llama ahora a los campesinos

67
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

por ejercer esta práctica esencial y milenaria de la agricultura, y


llevarlos a juicio.

• En Estados Unidos y Canadá hay cientos de agricultores acusa-


dos por tener en sus fincas plantas “protegidas” no autorizadas,
aunque éstas hayan germinado por la polinización incontrolada
del viento, insectos y otros animales.

• En México hay empresas que presionan a los campesinos por


medio de anuncios en el periódico para que denuncien a los
vecinos que resiembran sin pagar. Si no lo hacen podrían ser
tenidos como cómplices.

• En Costa Rica, el proyecto de Ley de Protección a Obtencio-


nes Vegetales establece castigos para aquél que sembró sin pagar
los derechos al dueño, castigos que van desde multas, decomiso de
cultivos, destrucción de variedades “falsificadas”, prohibición
de exportación, suspensión de la siembra, todo lo cual puede darse
sin juicio previo y sin dar derecho de defensa al afectado.

En realidad, lo que verdaderamente está en juego es la “protec-


ción” de las inversiones y la eliminación de la competencia sobre la ca-
pacidad natural de reproducción de las semillas. Así los agricultores
perderán el control de sus semillas que quedará en manos de unas
cuantas empresas semilleras transnacionales y así se irá perdiendo la
soberanía alimentaria.

Respecto de la cobertura, la ley de Costa Rica cubre de una vez


todas las variedades de plantas. Así lo eligieron los diputados costa-
rricenses desechando la posibilidad de hacerlo al menos escalonada-
mente como lo permite limitadamente UPOV. Se incluyen tanto las
variedades de plantas reproducidas por semillas como por coditos,
cogollos o esquejes de todo tipo: alimenticias (maíz, arroz, frijol), ar-
bustivas (café, pimenteros), frutales (bananos, naranjos, guanábana),
ornamentales (rosas, margaritas, camelias), medicinales (uña de gato,
sangre de drago, ayahuasca) y hasta árboles.

Es cierto que no todas las variedades van a ser objeto de derechos de


obtentor inmediatamente. Es un proceso en el que seguramente serán
incorporadas primeramente las variedades más rentables. Es decir, po-
dría ser que por ahora nadie pida custodia para el culantro coyote, por

68
El control corporativo de las semillas y sus consecuencias más allá de la agricultura

ejemplo, y sí para alguna variedad de maíz de fácil industrialización


por su alto contenido de aceite. Sin embargo, si del culantro coyote se pu-
diera sacar biocombustible, sería a no dudarlo, un candidato inmedia-
to y excelente para conseguir una variación y luego exigir propiedad
intelectual.

Resumiendo, tanto las leyes de patentes de genes-plantas —o de


patentes de plantas en algunos países— como la ley de Obtenciones
Vegetales otorgan a quien cumpla con ciertos requisitos el derecho de
control exclusivo de su semilla o de otro material de reproducción,
de manera que nadie podrá utilizarlo sin su permiso. Y, ¿qué significa
permiso del dueño?... pues no como era antes, en que se daba el inter-
cambio libre y gratuito de semillas entre agricultores. La acción tenía
un sentido de solidaridad resumida en frases como: “tú me das y yo te
doy”; o bien “hoy por ti, mañana por mí”. Actualmente, “permiso” sig-
nifica pago de una cantidad o “regalía” que se tiene que hacer cada vez
de que un agricultor siembre una variedad “aprisionada” por la propiedad
intelectual. Esa variedad no quedará libre para el uso público, hasta
después de 20 años o 25 si son árboles.

Proyecto de ley de “regalías globales”. Este proyecto de ley es espe-


cífico de Argentina, pero es interesante analizar cómo se las ingenian
algunas empresas semilleras para presionar a nuestros países y cómo
los Estados condescienden con ellas, utilizando el sistema legislativo.
En Argentina, la legislación nacional de protección de obtenciones
vegetales descansa en el Acta de 1978 del Convenio UPOV que per-
mite la reutilización de las semillas para uso propio, o sea el derecho
del agricultor de guardar parte de su cosecha para la siembra del año si-
guiente, aunque no para comercializarla como simiente o material de
reproducción. Para mayores problemas, Monsanto introdujo en 1996
su soya transgénica Round Up Ready (en adelante soya RR) sin pa-
tentar previamente en ese país el gene de resistencia al glifosato que le
hubiera permitido constituirse como su dueño monopólico.

En una primera etapa, que podría llamarse “de contaminación”


(Grain, 2004), Monsanto pareció aceptar esas condiciones con tal de
expandir el cultivo de su soya RR. En pocos años, Argentina ocupó el
2.o lugar en la producción de soya transgénica mundial, con exportacio-
nes calculadas para 2005 en US$ 8 600 millones. Para ese mismo año,
según estudio de la Secretaría de Agricultura de Argentina (Reuters,
2005), el 43% de los productores reutilizaban sus propias semillas para

69
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

siembras subsecuentes, mientras que sólo el 24% compraba anual-


mente semillas en el mercado fiscalizado, así que era hora de empezar
la etapa “del cobro”. Esa situación evidentemente no podía ser acep-
tada por Monsanto: su derecho vs. el derecho de los agricultores. Así,
la empresa empezó a negociar con el gobierno argentino la posibilidad
de establecer una ley de “regalías globales” que crearía un Fondo de
Compensación Tecnológica mediante la cual se reunirían los pagos
prorrateados de agricultores (de entre el 0,35 a 0,95% del precio de
venta) con destino final a las empresas semilleras (Reuters, 2005).

El proyecto de ley no prosperó como tampoco la iniciativa subse-


cuente de Monsanto de cobrar las regalías en los puertos de destino de
la soya argentina donde la patente estuviera vigente. En la actualidad
se habla de modificar directamente la Ley de Semillas pero el proyec-
to, elaborado por personas ligadas a la industria aún no se presenta al
Congreso (ASA, 2007). Lo que sí está vigente es una disposición de
la Secretaría de Agricultura y Ganadería (Secretaría de Agricultura,
2006) que limita el derecho del agricultor a volver a utilizar como si-
miente parte del producto cosechado, ya que ahora eso está permitido
siempre y cuando la nueva siembra “no supere la cantidad de hectáreas
sembradas en el período anterior, ni requiera mayor cantidad de semi-
llas que la adquirida originariamente en forma legal” (art. 1).
Las leyes de semillas. Además de las leyes de propiedad intelectual
tenemos otra amenaza esta vez en las “leyes de semillas”. Si bien en un
primer momento parecerían estar contribuyendo a organizar el sistema
semillero y a garantizar al agricultor la compra de una buena simiente
para la próxima cosecha, o de certificar la calidad de los productos al con-
sumidor, lo que al finalmente provocan es impedir el uso, el intercambio
y la venta libre de las semillas campesinas, tal como siempre lo han hecho
(Niels, 2006).

En algunos países de Europa esta legislación no es nueva y ha es-


tado vigente desde 1970, con los consiguientes obstáculos para los
pequeños y medianos agricultores para poner a derecho sus semillas.
En el Reino Unido, por ejemplo, al día de hoy cuesta 2.000 Libras
esterlinas (US $3 902) registrar una nueva variedad y 300 Libras Ester-
linas (US $585) anuales mantener el registro. Además, el interesado
tiene que cumplir requisitos técnicos difíciles de encontrar en las va-
riedades campesinas, por ejemplo que sean uniformes, homogéneas
y estables —por cierto, los mismos requisitos exigidos por UPOV
para obtener el certificado de obtentor—. Las leyes contemplan llevar

70
El control corporativo de las semillas y sus consecuencias más allá de la agricultura

a juicio a los infractores y costosas multas que ya han llevado a la ruina


incluso, a organizaciones sin fines de lucro, si se transgreden las normas
(Ver ejemplo en el recuadro)

Las leyes de semillas se ensañan en las Asociaciones


Terre de Semens y Kokopelli2

La Asociación Kokopelli es una organización francesa sin fines


de lucro establecida en 1999 para continuar con el trabajo abando-
nado por otra organización, Terre de Semences, forzada a clausurar
sus actividades por no poder cumplir con las condiciones draconia-
nas impuestas por un decreto ministerial para el registro legal de va-
riedades de plantas tradicionales. Kokopelli asumió entonces la tarea
así abandonada con los siguientes tres objetivos: Promover la preser-
vación de la biodiversidad por medio de la distribución de semillas
orgánicas y de polinización abierta de variedades tradicionales. Crear
una red de horticultores interesados en conservar semillas. Ayudar a
los países del tercer mundo a desarrollar una agricultura orgánica sus-
tentable por medio de la donación de semillas y el establecimiento de
redes de cultivadores de semillas.

Cumpliendo con sus objetivos, desde noviembre de 2000, Koko-


pelli ha ofrecido más de 150 000 paquetes de semillas de verduras
en países de Asia, África, Europa del Este y América Latina, todas
producidas por su red de cultivadores. Pues bien, en marzo de 2008,
Kokopelli está corriendo con la misma suerte que su antecesora al
ser multada con 35 000 Libras Esterlinas (US$ 68 289) después de ha-
ber sido llevada a juicio por la empresa semillera francesa Baumaux.
Ésta le acusó de estar vendiendo variedades tradicionales raras, que
no estaban en la lista oficial aprobada por la Unión Europea y, por lo
tanto, era ilegal su comercialización por estar teniendo una “ventaja
comercial injusta”.
2 “No Strain no Gain”. Monday, March 3rd, 2008. http://rinf.com/alt-news/business-news/no-
strain-no-gain/2591/

A los pocos días que perdía el juicio la asociación Kokopelli y


ya confrontado el mundo con una severa crisis alimentaria, la Unión
Europea hizo una pequeña excepción a la excesivamente severa ley
de semillas que le rige, aprobando el 16 de abril de 2008 una nueva
normativa para las “variedades de conservación” de semillas de ce-

71
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

reales (Agrodigital, 2008, citando a Clavel, 2008). Estas variedades las


definen como aquellas en peligro de extinción, de gran valor para
la conservación de la biodiversidad de la especie. A pesar de su sig-
nificado, su mantenimiento y comercialización estaban igualmente
restringidos por la normativa general de semillas. Según el recien-
te acuerdo aprobado por unanimidad por la comisión europea res-
pectiva, en un lapso no mayor de un año estas variedades podrán ser
inscritas en un catálogo especial con criterios menos estrictos que las
semillas comerciales estándar y venderse sin restricciones geográficas.

Sin tomar en cuenta la experiencia de Europa que está empezando


a dar tales signos mínimos de revisión y reconsideración del efecto de
estas leyes, países como la India y Bolivia, por ejemplo, han ratificado
recientemente sus leyes de semillas. El registro se concede, al igual
que en países desarrollados, una vez que el interesado cumpla ciertos
estándares de uniformidad y “pureza” (Grain, 2008). El intercambio
y comercialización de las variedades campesinas quedan igualmente
proscritos.

Costa Rica tiene una antigua ley de semillas, No. 6289 de 1978,
con tres intentos de reforma integral en 2002, 2005 y 2008 (expediente
14 581). La reforma intenta establecer las mismas normas y mecanis-
mos de control para la circulación y el comercio de las semillas que en
todas las leyes de semillas de otros países. La Red de Coordinación en
Biodiversidad fue consultada tardíamente una vez que el proyecto ha-
bía sido dictaminado favorablemente por unanimidad en la Comisión
de Asuntos Agropecuarios. En carta del 13 de agosto de 2008 dirigida
a dicha Comisión, dejamos constancia de nuestras objeciones. Al sin-
tetizarlas nos permitieron argumentar que el proyecto tal como estaba
debería denominarse de “defensa de los intereses de la industria semi-
llera” y no ley de “semillas” debido a que no se ocupa de su calidad y
facilidad de su expansión sino más bien de los intereses económicas de
esta industria.

3. Los contratos civiles reemplazan


o afianzan al sistema legal
Los contratos entre empresas y compradores de semillas se utilizan
en algunos países para endurecer o compensar la falta de legislación
adecuada de propiedad intelectual diseñada para variedades vegetales
como es el caso de Argentina (Acción por la diversidad, 2003); o bien

72
El control corporativo de las semillas y sus consecuencias más allá de la agricultura

para complementar y reforzar dichas leyes, como en Estados Unidos.


Por contener condiciones muy parecidas en los contratos establecidos
posteriormente en otros países, conozcamos el que Monsanto exigía
firmar en 1977 a quienes quisieran comprar sus semillas soya Round
up Ready (Soya RR), cuyo gen de resistencia a su propio plaguicida
(glifosato) está patentado.

Algunas condiciones del contrato de Monsanto( 1977), para


otorgar licencias de uso de la semilla de soya patentada

• El agricultor PODIA: usar la semilla de soya que contiene


el gene RR para plantarse en UNA Y SOLO UNA (énfasis
agregado) cosecha.
• El agricultor NO PODÍA, entre otras cosas: guardar semillas
para usarlas para reproducción o multiplicación o venderlas a
otra persona para ese mismo uso.
• La cuota tecnológica era de cinco dólares por cada 50 libras
de semilla y el agricultor tenía la obligación de utilizar como
herbicida, únicamente el glifosato de la marca de Roundup
o cualquier otro autorizado por Monsanto.
• Si el agricultor violara cualquiera de las condiciones del con-
trato, éste se cancelaría inmediatamente y perdería el derecho
de volver a obtener licencia.
• Monsanto adquiría la potestad de inspeccionar todo el terre-
no del agricultor plantado con soya de su propiedad por los
siguientes tres años, en cumplimiento del contrato.
• Los términos del contrato obligaban no sólo al agricultor sino
que tendrían plena validez y efecto sobre los herederos, repre-
sentantes personales y sucesores; en cambio, los derechos del
cultivador aquí estipulados no serían de otra manera transfe-
ribles o asignables sin el consentimiento escrito y expreso de
Monsanto.

Fuente: Farmers’ Legal Action Group, 1997. Citado en Rodríguez, 1999.

Como conclusión de este apartado señalaré que los tres tipos de


control sobre las semillas, el tecnológico, el legal y el contractual, cla-
ramente se combinan, substituyen o alternan para impedir que la
cualidad reproducción y multiplicación derivada de una ley “natural”,
se entrometa con la ley económica de la ganancia.

73
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

Secuelas del control corporativo de la semilla


El control sistemático de la semilla parece producir otros muchos efec-
tos íntimamente concatenados en el campo socioeconómico (forma-
ción de oligopolios, pérdida del control de la semilla por parte de los
campesinos, elevación de costos a los consumidores, dependencia del
exterior) y en el campo ambiental (estrechamiento de la biodiversidad,
pérdida de variedades campesinas y parientes silvestres, con la conse-
cuente propensión a la presencia de plagas y pandemias, uso excesivo
de plaguicidas y su influjo en el cambio climático). En los siguientes
puntos haré un breve repaso de estos efectos.

1. Formación de oligopolios semilleros


El siguiente cuadro evidencia la manera dramática en que se había ido
consolidado el oligopolio semillero en treinta años: de 1977 a 2007.

Número de empresas semilleras en el mundo y porcentaje de


participación en mercado de semillas
(ETC Group, 2005; Ribeiro, 2008)

No. de empresas
Año Porcentaje del mercado de semillas
semilleras
Ninguna empresa con más del 0.05%, casi to-
1977 7 000
das empresas familiares, nacionales y locales.
2005 10 mayores empresas. 49% del mercado
57% del mercado. Sólo tres empresas (Mon-
2007 10 mayores empresas. santo, Dupont y Syngenta) tienen también el
44% de las semillas patentadas en el mundo
2009 10 mayores empresas 73% del mercado global (ETC, 2011).

Esta tendencia oligopólica sigue sin parar. En marzo de 2008, la


agencia Reuters informaba que Monsanto había comprado la compa-
ñía holandesa De Ruiter Seeds Group B.V. por 860 millones de dólares
expandiendo así su presencia en el negocio de semillas vegetales (Carey,
2008). Monsanto, según esa misma agencia, comenzó su presencia
agresiva en el mercado de semillas de hortalizas adquiriendo Seminis
en 2005 por 1 400 millones de dólares para tener así el control de más
de 30% del mercado estadunidense de estas semillas. Con esta ope-
ración Monsanto pasó a tener bajo su dominio el 20 por ciento del

74
El control corporativo de las semillas y sus consecuencias más allá de la agricultura

mercado global de semillas de tomate y más del 30 por ciento de


este mercado de semillas de chiles picantes.

Cuando adquirió la compañía holandesa, Monsanto declaró que


esperaba que el acuerdo elevara sus ganancias e ingresos en el segundo
trimestre fiscal, lo cual es realmente inquietante, más si se toma en
cuenta de que en el mes de marzo de 2008 ya estaba declarada la cri-
sis alimentaria y los efectos catastróficos que se estaban sintiendo en
todo el mundo especialmente en los países más pobres. Monsanto gana
en forma escandalosa, mientras que millones no tienen que comer en
gran medida porque los campesinos y campesinas fueron perdiendo el
control de los alimentos y se acabó también la capacidad de disponibi-
lidad local de los alimentos.

2. Costos transferidos a los consumidores


Sabemos que son varios los factores que contribuyen al establecimien-
to de los precios de los productos: la materia prima, el costo de la
maquinaria, el pago de la mano de obra y la ganancia de los inversio-
nistas. A esto, en el caso de los productos agrícolas, tenemos que agre-
gar la renta de la tierra y, desde que se entronizó el “derecho de propiedad
intelectual”, la renta tecnológica.

Estas rentas quedan subsumidas en el precio general y pocas ve-


ces el estado o las empresas revelan su costo detallado especialmente
tratándose de la renta tecnológica. Son por eso reveladores los datos
recientes presentados por Corea del Sur (Ryu Jin, 2008) sobre el pago
que este país está haciendo por concepto de “derechos de obtentor”.
Este país adhirió al Convenio UPOV en 2002. El siguiente cuadro da
cuenta de lo que ha tenido que pagar al exterior por concepto de rega-
lías, según datos de la Administración de Desarrollo Rural de febrero
de 2008:

Año Envíos al exterior por regalías de derechos obtentor

2002 US$ 1 400 millones de dólares

2006 US$13 000 millones de dólares

2008 (expectativa) US$17 000 millones de dólares

75
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

Con un ejemplo desglosado, sabemos por este mismo informe que


un consumidor coreano paga a la empresa Zespri Kiwuifrut de Nue-
va Zelanda, desarrolladora de la semilla, un 20% más del precio por la
fruta “kiwi dorada”. Los costos, como se ve son al final de cuentas
transferidos a los consumidores.

Tenemos también la evidencia de costos en el caso de Argentina,


sólo que esta vez no sólo corresponden a los derechos de propiedad
intelectual sino al precio total de las semillas. Este país, tiene casi 17
millones de hectáreas en producción de soya y cada hectárea necesita
dos bolsas de semillas. Si hipotéticamente cambiaran las leyes actuales
en ese país y el uso propio desapareciera, tal como lo permite UPOV-78,
se estima que el valor del mercado argentino en este rubro rondaría los
900 millones de dólares y serían los consumidores quienes pagarían
por estos costos en última instancia (El Enfiteuta, 2008).

3. El círculo vicioso de causas y efectos


socioeconómicos y ambientales
El Estrechamiento de la biodiversidad. Concordamos que este fenó-
meno no es nuevo y que su pérdida masiva se inicia con la llamada
revolución verde que privilegió el cultivo de sólo algunas variedades
“milagrosas” en detrimento de las variedades campesinas, supuesta-
mente menos productivas; sin embargo, la situación, en lugar de fre-
narse ha ido empeorando.

Asegura Henk Hobelink que, por ejemplo, hace 40 años se culti-


vaban unos 50 mil tipos de arroz y que en cambio ahora sólo conta-
mos para tales efectos con un máximo de 50 variedades, de las cuales
sólo las 10 más utilizadas constituyen el 80% de todo el arroz cultivado
(Hobbelink-Grain, 2006). En cuanto a verduras, Hobelink señala que
en Europa “… se ha perdido hasta el 70% de las variedades de verdura
y fruta que se cultivaban a principios de siglo (veinte)”.

La pérdida de diversidad animal es todavía más dramática. Pocos


son los sementales utilizados para la reproducción de ganado vacuno,
los cerdos o los pollos. Las vacas Holstein, los cerdos Blanco Grande,
y los pollos Leghorn o Rhode Island Rojo son los que imperan en
todo el mundo, haciendo entonces que el suministro de la alimenta-
ción mundial sea cada vez más dependiente de un pequeño y cada vez
más estrecho número de razas animales.

76
El control corporativo de las semillas y sus consecuencias más allá de la agricultura

La FAO ha reportado recientemente que de las 7 600 razas de ga-


nado, al menos el 20% están en peligro de extinción (Rice, 2008). Al-
gunos expertos están ya previniendo acerca de una catástrofe en la
diversidad genética global.

Los peligros que encierra el estrechamiento de la diversidad ge-


nética vegetal y animal los entendemos mejor cuando añadimos otras
condiciones impuestas por el modelo actual de producción agrícola-
industrial.

Uso excesivo de insumos químicos y susceptibilidad creciente a


plagas y pandemias. El modelo de la revolución verde, con su para-
digma que empujó al uso de unas cuantas variedades productivas “mi-
lagrosas”, trajo aparejado el uso de abonos químicos y de plaguicidas.
Ambos se fueron haciendo cada vez más necesarios por la falta de
descanso de la tierra y la eclosión de nuevas y mayores plagas produc-
to de su resistencia indomable a los controles artificiales y a la falta de
barreras naturales creadas por la diversidad de especies.

Este modelo de agricultura industrial se convierte en un círculo


vicioso: se aplica más herbicida y se hace la planta más susceptible a los
insectos y a enfermedades. En un estudio del áfido de la hoja del maíz,
de la Universidad de Cornell, por ejemplo, se encontró tres veces más
en maíz que había sido expuesto al herbicida que el que no se había
sido regado con éste (Raeburn,1996).

En ambientes originalmente biodiversos como los tropicales, la


homogeneidad de los cultivos no sólo provoca plagas más tenaces e
inmanejables sino que crea el peligro de su extensión a otras regiones
o pandemias. Algunas han sido realmente devastadoras como el tizón
de la papa en Irlanda entre 1845-1849 que provocó una hambruna de
grandes dimensiones. Pero, la realidad es que este tipo de plagas no
pertenecen al pasado sino que siguen siendo intensas y comunes (APS,
s. d.)2. Sólo como ejemplo tenemos al virulento hongo del trigo cono-
cido como Ug-99. Identificado por primera vez en Uganda en 1999,
causó estragos en África, luego pasó a Yemen, Irán y otros países del
cinturón más productivo de trigo en el mundo. Actualmente China
está realizando estudios inmediatos ante el peligro de que la plaga se

2
Para darse una idea de la cantidad de problemas fitosanitarios y enfermedades de “primer
reporte”, ver: American Phytopathological Society.

77
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

extienda a sus plantaciones de trigo. El problema es que, según cálcu-


los de los científicos, el único y auténtico remedio será la creación de
nuevas variedades que resistan al hongo Ug-99 y ésta tardará al menos
cinco años (MacKenzie, 2008).

¿Y… las variedades campesinas y los parientes silvestres? Es útil


recordar que, para combatir las plagas mediante la creación de nuevas
variedades resistentes a ellas, los científicos necesitan, además del fac-
tor tiempo ya señalado, de las variedades campesinas y de los parientes
silvestres. El trabajo milenario de los agricultores combinado con las
características de las plantas locales, van ejercitándolas en sus reac-
ciones de defensa y generando resistencia a sus plagas, depredadores y
otras condiciones climáticas. Pero habiéndose impuesto unas cuantas
variedades, entre otros mecanismos por los controles tecnológicos, le-
gales y contractuales ya analizados, cuando se busquen las variedades
campesinas y parientes silvestres resistentes ¿en donde se encontrarán?

Contribución al cambio climático. Los plaguicidas y otros abonos


agrícolas centrados en la utilización de combustibles fósiles aumentan,
como bien sabemos, las emisiones de gases invernadero y como con-
secuencia agravan el cambio climático. Las otras exigencias del mode-
lo de agricultura industrial, uso de tractores, silos con clima artificial,
traslado de productos para la exportación, igualmente contribuyen a
este problema.

¿Qué hacer?
Es evidente que el control corporativo de las semillas en sus diferen-
tes expresiones y otras demandas de la agricultura industrial reclaman
la atención de todos y todas las ciudadanas. No podemos seguir es-
perando indefinida y pasivamente ante la profunda crisis globalizada
de múltiples dimensiones y aspectos que estamos ya experimentando.
Una de esas evidencias es la crisis alimentaria que puede ser multicau-
sal, pero uno de los motivos claros es el actual modelo de agricultura
industrial, demandante de capital intensivo, agroexportador, depen-
diente del petróleo, homogeneizador de ecosistemas tropicales como
los de Costa Rica, por naturaleza biodiversos. Este modelo acumula
tierras y despoja a los campesinos del control de las semillas.

Vista desde esta perspectiva, observamos que la tarea es enorme


y concerniente a todos los seres humanos. El control de la alimentación

78
El control corporativo de las semillas y sus consecuencias más allá de la agricultura

corporativa por medio de los mecanismos aquí analizados, demanda


que sea recuperado y puesto en manos de los campesinos y campesi-
nas de donde nunca debió haber salido. Esta decisión supone el devol-
verles el control de las semillas y estimular la eliminación de pesticidas
y fertilizantes químicos. Junto con ellos debiéramos cerrar filas las uni-
versidades, las y los consumidores y las pequeñas empresas distribuido-
ras locales.

El modelo de soberanía alimentaria que promueve Vía Campesina,


pasa por el rechazo al dumping o compra de productos subsidiados
en otros países y por lo tanto por debajo de su precio real. Pasa por
la oposición a que la agricultura y la alimentación se subordinen a los
intereses especulativos de las grandes empresas semilleras y de agro-
químicos. Pasa por la promoción de la agricultura para la alimenta-
ción antes que la agricultura para la exportación. Pasa por el rechazo
a las semillas genéticamente modificadas y con propiedad intelectual
y por el fomento a la agricultura orgánica. Pasa por el fortalecimien-
to y respeto del conocimiento tradicional que incluye el apoyo a
las tradiciones alimenticias incluyendo sus sabores y olores. Todas esas
condiciones contribuyen, al mismo tiempo, a la reconstrucción de las
relaciones sociales comunitarias tan deterioradas por el modelo de
crecimiento imperante en los últimos años y a la conservación de los
recursos naturales y los ecosistemas diversos de nuestro planeta.

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81
Los riesgos tecnológicos y la
“objetividad” de la ciencia
Carmelo Ruiz Marrero
Periodista portorriqueño y profesor del Instituto de Ecología Social
en Vermont, EE.UU.

N o podemos caer en la trampa de cuantificar los peligros de la bio-


tecnología, o de cualquier otra nueva tecnología, en aras de una su-
puesta objetividad científica. El riesgo no es una cosa que se pueda
medir cuantitativamente con una vara métrica, por científicos apolíti-
cos y neutrales. Cada grupo social define los riesgos de acuerdo a su
visión de mundo.

Hay valores éticos y morales en toda actividad científica, aún en la


selección de los conceptos que figuran en estudios de alto contenido
técnico. El concepto de riesgo no se puede aislar del ámbito político
y ético. El determinar cuáles riesgos son aceptables y cuáles no lo son
no se puede dejar en manos de corporaciones transnacionales, élites
de científicos o —peor aún— autodenominadas vanguardias izquierdis-
tas. Tales decisiones conciernen a la humanidad entera, ya que se trata
de decisiones sobre qué clase de sociedad queremos crear y en qué
clase de mundo queremos vivir.

“Decisiones sobre permitir la liberación de organismos genética-


mente alterados no son simplemente decisiones técnicas”, dice Beth
Burrows, presidenta del Edmonds Institute. Definir lo que es un ries-
go aceptable “es un asunto político, y requiere información pública y un
proceso público para su resolución... No importa cuán científicos sue-
nen los detalles, las respuestas a interrogantes sobre bioseguridad siem-
pre se basan en consideraciones socio-económicas” (Klein et al, 2002).

También es necesario examinar críticamente la supuesta objetivi-


dad de la ciencia. En su ensayo Critical Communities and Discourseson
Modern Biotechnology, Ingunn Moser (Moser, I, 1995) sostiene que
“la ciencia y la tecnología han sido percibidas como medios incuestio-
nablemente progresistas, necesarios y neutrales para alcanzar objetivos

83
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

indiscutibles, como progreso, desarrollo y crecimiento”. Moser, quien


es catedrática del Centro de Tecnología y Cultura de la Universidad
de Oslo, plantea en su análisis que la creencia de que la tecnología es la
solución para nuestros problemas políticos y ecológicos está tan arrai-
gada en la mentalidad occidental que los desastres sociales y ambienta-
les causados por tecnologías nuevas apenas se analizan adecuadamente
y se echan en un hoyo orwelliano.

De acuerdo con la bióloga Sonja Schmitz (Schmitz, SA., 2001), quien


una vez trabajó para Dupont manipulando genes,

Nos hemos enamorado tanto de la ciencia que es difícil reco-


nocer sus limitaciones y distinguir entre su poder económico
real y la ilusión de su poder para proveer soluciones sustenta-
bles. Esa ilusión nos protege de tener que confrontar los difíci-
les asuntos que subyacen los problemas sociales que la ciencia
pretende resolver.

Según el discurso dominante, la ciencia y la tecnología modernas


se rigen por su propia dinámica y lógica internas. La libertad académi-
ca, la lógica, el método experimental y la argumentación racional se
supone que aseguran que el mejor argumento gane y así se adelanten
los intereses universales de la humanidad. La investigación científica
es independiente de contextos sociales y culturales, dice este discurso,
y es objetiva, universal y superior a todas las demás formas de conoci-
miento. Todo lo demás es subjetividad, oscurantismo y superstición.

Pero muchas de las creencias acerca del desarrollo de la ciencia que


nos han inculcado en la escuela son erróneas, o por lo menos no pasan
de ser ciertas a medias. Tomemos por ejemplo el método científico.
Según éste, uno llega a la verdad formulando una hipótesis, la cual
se pone a prueba en un experimento, que luego es repetido por otros
científicos para verificación.

Contrario a lo que generalmente se cree, el método científico es


una invención muy reciente, data de fines del siglo XIX y fue produc-
to del francés Karl Pearson, un experto en estadísticas. Esto significa
que ni Galileo, Copérnico, Descartes, Newton o Darwin usaron el
método científico en sus vidas.

El trabajo del científico es en realidad mucho más complicado que


simplemente seguir el método científico. Según Rampton y Stauber:

84
Los riesgos tecnológicos y la “objetividad” de la ciencia

El mito de un método científico universal ignora muchas realida-


des acerca de la manera en que científicos trabajan en el mundo
real. No se menciona el tiempo que un investigador moderno pasa
escribiendo propuestas para “grants”, halagando directores de
departamentos, donantes corporativos y burócratas del gobier-
no... A pesar de que el método científico reconoce la posibilidad
de parcialización de parte de un científico individual, no provee
manera de contrarrestar los efectos de una parcialización a nivel
de sistema… La idea de que todos los experimentos científi-
cos son replicados para mantener el proceso honesto es un mito.
En realidad, el número de hallazgos de científicos que son ve-
rificados por otros científicos es muy pequeño. La mayoría de
los científicos están demasiado ocupados, los fondos de inves-
tigación demasiado limitados, y la presión para producir traba-
jo nuevo es demasiado grande para que este tipo de verificación
ocurra muy a menudo (Rampton et al, 2005).

En lugar de repetición de experimentos, los hallazgos de un científico


por lo general pasan por un proceso en el que un grupo de colegas los
evalúan, conocido como peer review. Este procedimiento se estableció
como rutina tras la primera guerra mundial, cuando el gobierno de Esta-
dos Unidos, mediante el Concilio Nacional de Investigación, comenzó a
dar apoyo financiero a científicos. El gobierno comenzó a recurrir al peer
review para determinar a cuáles científicos darles financiamiento.

El British Medical Journal comentó en 1997 que

El problema con el peer review es que tenemos buena evidencia


sobre sus deficiencias, y evidencia pobres sobre sus beneficios […]
Sabemos que es caro, lento, propenso a parcializaciones, abierto
al abuso, posiblemente anti-innovador, e incapaz de detectar frau-
de. También sabemos de informes publicados que emergen de este
proceso, que son crasamente deficientes (BMJ, 1997).

En definidas cuentas, el método científico y el peer review no son


malos de por sí, pero han demostrado ser incapaces de contrarrestar la
influencia política y económica que ejercen los gobiernos y corpora-
ciones sobre el proceso científico.

Moser advierte que:

Las instituciones que producen conocimiento en las sociedades


modernas ya no pueden ser miradas de manera ingenua como en-
claves o capullos para la investigación distanciada y desinteresada

85
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

de un mundo que está ‘allá afuera’. La investigación moderna


no toma lugar en torres de marfil elevadas y aisladas, donde
investigadores ubicados a una cómoda distancia de los proble-
mas cotidianos y conflictos de interés miran hacia la realidad y
enuncian sus juicios ‘objetivos’ (Moser, I., 1995).

“Lo que se estudia en el laboratorio bajo condiciones experimen-


tales no es la naturaleza como tal, sino partes y aspectos específicos
de ésta que se pueden estudiar o probar bajo condiciones de labora-
torio específicas”, plantea la bióloga alemana Regine Kollek (Kollek,
1995:95). “Lo que aprendemos en experimentos de laboratorio no
representa conocimiento sobre la naturaleza, sino conocimiento sobre
una naturaleza experimentalmente manipulada... Diferentes méto-
dos describen el objeto de estudio desde perspectivas distintas y así
producen diferentes imágenes de la realidad. Las respuestas que reci-
bimos dependen de las preguntas que hacemos”.

También son oportunas las palabras de Vandana Shiva:

En períodos de rápida transformación tecnológica, se presume


que la sociedad y la gente deben ajustarse al cambio, en lugar de ser
el cambio tecnológico el que se deba ajustar a los valores sociales
de igualdad, sustentabilidad y participación (Shiva et al., 1995:
195).

Por su parte, Schmitz sostiene que

Para nosotros que trabajamos para crear una sociedad ecológi-


ca, es importante entender el rol que desempeñan la ciencia y la
tecnología. Sólo entonces podremos hacerle frente a las interro-
gantes mayores sobre qué rol queremos que jueguen la ciencia
y la tecnología en una sociedad ecológica (Klein et al., 2002).

Los miembros de la comunidad científica tienen una tendencia ge-


neral a mirar las nuevas tecnologías desde una perspectiva puramente
técnica, poniendo los aspectos éticos, sociales y políticos en un segun-
do plano, si es que los consideran. Por lo tanto tienden a ser menos
críticos hacia las tecnologías que el resto de la población, y tienden tam-
bién a pensar que el público general es demasiado incompetente —por no
usar otra palabra— para entender asuntos de índole científica. Pero
en 1992, John Doble y Amy Richardson (Rampton et al, 2005), de
la Public Agenda Foundation, organización sin fines de lucro crea-

86
Los riesgos tecnológicos y la “objetividad” de la ciencia

da por el encuestador Daniel Yankelovich, realizaron un experimento


en el que concluyeron que el público general, no solamente las personas
interesadas en leer sobre ciencia, puede abordar asuntos científicos
complejos de manera inteligente. Como parte del experimento, gru-
pos de científicos y no científicos asistieron a presentaciones a favor y
en contra de la energía nuclear. Tras las presentaciones se les preguntó
qué pensaban ahora de esa tecnología, y un 68% de los científicos en-
cuestados la apoyaron, mientras que sólo 36% de los no científicos del
pueblo la apoyaron. La diferencia en opiniones no tenía que ver con la
parte científica. No era que los encuestados opuestos no entendieran
cómo funcionaba un reactor nuclear, ya que en las presentaciones se
les explicaron de manera accesible los aspectos científicos y técnicos.
La mayoría de los no científicos no confiaba en las compañías eléctri-
cas ni en las agencias gubernamentales, ni en las juntas reguladoras.
Sencillamente no confiaban en que esas instituciones fueran a manejar
la tecnología nuclear de manera segura. Dicho de otro modo, las obje-
ciones a la energía nuclear eran de naturaleza social y política.

Nada de lo dicho en este capítulo se debe interpretar como un


rechazo a la ciencia occidental y el método científico. El cuerpo de co-
nocimientos y metodología investigativa desarrollado por los filósofos
de la Grecia antigua y refinado por titanes como René Descartes e Isaac
Newton no se debe subestimar ni mucho menos ignorar. Pero el endio-
sar la ciencia moderna es un error igual de craso. Para poder apreciar
su poder y efectividad es necesario también conocer sus limitaciones.
El criticar la biotecnología no constituye oposición a la ciencia y la
tecnología, como alegan furiosamente los “defensores de la ciencia”.

El reto es poner la ciencia y la tecnología bajo controles democráti-


cos, aunque eso no sea del agrado de algunos científicos empeñados en
hacer lo que quieran, sin considerar las consecuencias sociales y eco-
lógicas, en nombre de un manoseado concepto de libertad científica.

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La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

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88
Plaguicidas: El mito de la
falacia de las buenas prácticas
agrícolas
Claudio Lowy

La palabra “falacia” tiene dos acepciones en el diccionario de la Real


Academia Española; aquí las utilizo en ambos sentidos:

• Engaño, fraude o mentira con que se intenta dañar a alguien.

• Hábito de emplear falsedades en daño ajeno.

Actualmente hay una serie de sistemas agroalimentarios en pugna,


en cuyos extremos se encuentran:

• Por un lado, el sistema de monocultivo extensivo con agro-


químicos, del cual el sistema transgénico es sólo el último esla-
bón.

• Por el otro, el sistema que integra la agricultura familiar, la vía


campesina y los diferentes sistemas agroecológicos, que tiene
emprendimientos que se sostienen a pesar de los ataques siste-
máticos que padecen, y que está en permanente conformación,
articulación y crecimiento.

Entre esos extremos hay una variada gama de alternativas, algunas


de las cuales impactan más tanto al ambiente como a la salud de la po-
blación, a la vez que concentran el ingreso, siendo fuertemente depen-
dientes de insumos externos como semillas modificadas, fertilizantes,
pesticidas y combustibles; mientras que otras son más amigables con
el ambiente, son más distribuidoras del ingreso en particular y de los sa-
tisfactores de necesidades en general, y que dependen mucho menos
de los insumos externos.

El objetivo de este escrito es mostrar algunas de las mentiras, en-


gaños, ocultamientos y las tergiversaciones del discurso de los que

89
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

promueven y/o se benefician con el sistema de monocultivo extensivo


con agroquímicos, incluido el transgénico.

La falacia y el mito
Tanto desde los organismos oficiales como desde las entidades pri-
vadas que promueven el uso de los pesticidas, se insiste con que los
daños que producen los pesticidas a la salud de la población y al am-
biente se deben a que se los utiliza mal, y que estos daños se evitarán
con la implementación las denominadas buenas prácticas agrícolas en
el uso de los pesticidas.

Si los usuarios de estos productos estuvieran capacitados en esas


buenas prácticas agrícolas, probablemente, pero no con seguridad,
como veremos al final, sólo algún daño podría ser menor. Sin embar-
go, hay además varios aspectos a señalar.

1. No puede haber buenas prácticas agrícolas en el uso de los pes-


ticidas si se parte de una clasificación toxicológica que oculta la
mayor parte de los daños que esto productos generan a la salud
y al ambiente, y que los hace parecer como mucho menos tóxi-
cos de lo que en realidad son.

2. La propia clasificación de la Organización Mundial de la Salud, y


las que derivan de ella, como la que impone el SENASA (Servicio
Nacional de Seguridad Agroalimentaria de Argentina) a toda la
población argentina, reconoce que esto no es posible. De acuer-
do con esta clasificación, basada en la metodología de la DL50%
aguda, los pesticidas son categorizados e indicados como:

• Ia - Sumamente peligroso, muy tóxico. Banda roja.


• Ib - Sumamente peligroso, tóxico. Banda roja.
• II - Moderadamente peligroso, Nocivo. Banda amarilla.
• III - Poco peligroso, cuidado. Banda azul.
• IV - Normalmente no ofrece peligro, cuidado. Banda verde.

En la categoría IV, la expresión “Normalmente no ofrece pe-


ligro” no quiere significar que estos productos “habitualmente
no ofrecen peligro”; sino que estos productos no ofrecen peligro
si se aplican siguiendo las normas vigentes. Esto implica que la
propia clasificación de la OMS, y también la del SENASA ba-

90
Plaguicidas: El mito de la falacia de las buenas prácticas agrícolas

sada en ella, reconocen que todos los productos incorporados


en las otras cuatro categorías son peligrosos para la salud y para el
ambiente aunque se los aplique siguiendo las normas. Ambas
instituciones confiesan que no hay buenas prácticas agrícolas
que impidan esos daños.

3. Este discurso no explica, por qué no se entrenó a los potencia-


les usuarios de los pesticidas antes de autorizar su comercializa-
ción y uso masivo, para que sus malas prácticas no provoquen
los daños a la salud y al ambiente que están causando; tampoco
se explica, dado que se trata de un claro caso de negligencia,
quien se hará cargo de compensar esos daños.

4. Este sistema productivo genera un contexto de delitos penales


y civiles impunes. Los vendedores de los productos, los profe-
sionales que los recomiendan y recetan, y los productores que
aplican estos productos sin las prevenciones correspondientes,
lo hacen porque consideran que así van a ganar más dinero,
más allá de que apliquen o no las denominadas buenas prácticas
agrícolas. Aunque tengan percepción del peligro para la pobla-
ción afectada por la deriva de los tóxicos que aplican y por el
incremento de los residuos en los alimentos que llegan a la mesa
de las familias, saben también que no hay forma de que, por
el momento, puedan ser sancionados civil y/o penalmente
por el daño padecido por otras personas, dado que no ha sido po-
sible demostrar que un determinado pesticida detectado en
el cuerpo de una víctima haya provenido de una determinada
pulverización efectuada sobre un determinado cultivo por una de-
terminada persona.

De hecho, a pesar de las decenas de millones de litros pulveri-


zados por año y las millones de personas afectadas, no se co-
noce de ningún caso de sanción penal o civil por intoxicación
con pesticidas. Lo más que se logró fueron acciones de amparo,
obligando al alejamiento de las pulverizaciones de los lugares
donde vive la gente, o alguna sanción por la aplicación fuera de
norma. Entonces, la alternativa con la que se enfrenta el pro-
ductor es pulverizar voluntariamente los productos tóxicos
más lejos de donde las personas desarrollan su vida, o continuar
con su desaprensiva ganancia monetaria y esperar que tal vez se
lo ordene la justicia, ya que otro riesgo no corre.

91
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

5. El propio sistema productivo hace imposible la aplicación de


las denominadas buenas prácticas agrícolas, dado que los pes-
ticidas utilizados sólo permiten la sobrevida de los individuos
de las plagas que tienen resistencia natural a esos productos, eli-
minado todos los otros. Esto hace que se genere la denominada
resistencia a estos biocidas, por lo que cada vez es necesario
pulverizar mayor cantidad por hectárea y pesticidas cada vez
más tóxicos para lograr el mismo efecto.

6. Hay numerosas experiencias que señalan que el manejo seguro


de los plaguicidas en los denominados países en desarrollo es un
mito, como lo expresa Jaime García en su trabajo “El mito del
manejo seguro de plaguicidas en países en desarrollo” (1999).

Después de la consideración y análisis de vasta bibliografía hacien-


do referencia a informes de numerosos países y organismos interna-
cionales, señalando estadísticas de uso de plaguicidas (WHO/FAO,
2004), así como enfermedades y muertes asociadas y experiencias
frustradas de capacitación, resume:

En los últimos dos decenios, en los países en desarrollo, se han


realizado muchas actividades de capacitación en manejo seguro
de plaguicidas. Sin embargo, algunas acciones de seguimiento de
algunos de estos cursos revelaron que a pesar de que en la mayoría
de los casos se transfieren conocimientos, no se logra un cam-
bio de aptitud significativo. Parece que las actividades de capaci-
tación se han convertido en una labor mediante la cual se informa
de los peligros existentes, así como de las normas de seguridad
que deben seguirse, sin posibilidades reales de lograr un cambio
en las prácticas cotidianas de la mayoría de los trabajadores que
usan estos productos. La palabra “seguro”, utilizada repetida y
ampliamente en actividades de capacitación sobre manejo de pla-
guicidas, es un mito que ofrece una sensación de falsa seguridad
a los educandos, porque no existe una implementación práctica
de manejo seguro, como tal (García, 1999).

El resumen termina enfatizando en la necesidad de realizar los ma-


yores esfuerzos en la difusión de prácticas agronómicas que tiendan a
reducir o eliminar el uso de estos productos.

92
Plaguicidas: El mito de la falacia de las buenas prácticas agrícolas

La clasificación de los agroquímicos de la oms


Analizar la forma en que la Organización Mundial de la Salud (OMS)
categoriza los agroquímicos en general y al glifosato en particular es
muy importante porque, en contra de lo indicado por la propia OMS,
las clasificaciones resultantes y las derivadas de ellas, son utilizadas por
instituciones públicas y privadas para justificar su uso. Por ejemplo:

• Los Gobiernos Nacionales, a través de sus Ministerios de Agri-


cultura, para justificar las aprobaciones que hacen de los pla-
guicidas.
• Los gobiernos provinciales y locales para elaborar las normas
que regulan la aplicación de los pesticidas, especialmente en lo
atinente a la determinación de las distancias libres de pulveri-
zación aérea y terrestre alrededor de los lugares donde la gente
desarrolla su vida, y a los correspondientes controles.
• Los productores agrarios y los productores y comercializa-
dores de insumos agrícolas, así como las asociaciones que los
agrupan, para promocionar y difundir en la sociedad y pre-
sionar a los organismos públicos argumentando que los pla-
guicidas aplicados masivamente no hacen daño a la salud y al
ambiente.

Por qué no son suficientes los informes y las


clasificaciones de la oms

Los motivos por los cuales no son confiables las clasificaciones que
propone la OMS son múltiples y variados. Aquí me limito a exponer
algunos de ellos, a mi juicio los más importantes.

1. Porque la misma OMS dice que la clasificación no tiene garan-


tías de ningún tipo y que no se hace responsable de los daños
derivados de su uso.
Al comienzo de la publicación de la OMS “Clasificación de los
plaguicidas recomendada por la OMS según su peligrosidad y
directrices para la clasificación: 2009” (WHO, 2010) dice:
... el material publicado se distribuye sin garantía de cualquier
tipo, ya sea explícita o implícita. La responsabilidad de la inter-
pretación y el uso del material recaen en el lector. En ningún
caso la Organización Mundial de la Salud será responsable por
daños derivados de su uso (WTO, 2010).

93
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

El texto es claro: la OMS recomienda pero no se hace responsa-


ble de las consecuencias de lo que recomienda.
Reafirmando aún más la responsabilidad de la autoridad de
aplicación1, el informe dice:

Las precauciones específicas necesarias para el uso de un plagui-


cida dependen de la naturaleza de la formulación y el patrón de
uso, y son mejor decididas por una autoridad de registro de pla-
guicidas cuando acepta una etiqueta comercial (WHO, 2010).

2. Porque la OMS señala taxativamente que los criterios de clasi-


ficación son sólo una guía complementaria.
En el informe de la OMS – 2009 (WHO, 2010), se rescata un
texto extraído de la propuesta que fuera aprobada por la Asam-
blea Mundial de la Salud de 1975, que incluye el siguiente pá-
rrafo:

Los criterios de clasificación son una guía para complementar


pero nunca para sustituir un conocimiento especial, el juicio
clínico profundo y fundamentado o la experiencia con un com-
puesto.

El Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación


y el SENASA deberían tener especialmente en cuenta los co-
nocimientos de los médicos que atienden a la población afecta-
da por el uso de los pesticidas. Ellos vienen difundiendo desde
hace varios años numerosos y detallados informes que ponen
de manifiesto el avance de enfermedades como el cáncer, los
abortos espontáneos y las malformaciones congénitas asociadas
al incremento de las pulverizaciones. Muchos de estos reportes es-
tán contenidos en el informe del 1.o Encuentro de Médicos de
Pueblos Fumigados realizado en la Facultad de Ciencias Mé-
dicas de la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina, en
agosto de 2010 (Ávila & Nota, 2010).

Se trata claramente de un conocimiento especial y fundamenta-


do que no debe ser sustituido por los criterios de clasificación de
la OMS, tal cual lo señala esa misma institución desde hace ya
más de 35 años.

1
En el caso de Argentina el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca, y más específica-
mente del SENASA.

94
Plaguicidas: El mito de la falacia de las buenas prácticas agrícolas

3. Porque la OMS referencia su clasificación en investigaciones


desactualizadas y sesgadas, concluyendo que los pesticidas son
mucho menos peligrosos para la salud y el ambiente de lo que
en realidad son.
4.
Esto es delicado y requiere más desarrollo, por lo que pido al
lector un poco de paciencia. En la introducción del informe
OMS – 2009 hay un párrafo que expresa:

La Organización Mundial de la Salud ha tomado todas las pre-


cauciones razonables para verificar la información contenida en
esta publicación (WHO, 2010).

Lo que no dice es que la información que utiliza está absolutamen-


te sesgada y desactualizada, y que esa desactualización forma parte del
sesgo, ya que precisamente los estudios posteriores a los considera-
dos, realizados por investigadores independientes, son los que prin-
cipalmente muestran los daños a la salud que produce, en este caso, el
glifosato.

Todo lector de OMS — 2009 supone de buena fe que está referen-


ciado en forma actualizada. Sin embargo, el trabajo cita para la clasi-
ficación del glifosato “Criterios de Salud Ambiental: 159 Glifosato”,
publicación del Programa Internacional sobre Seguridad Química, de
la OMS (1994). Este informe no se basa en ensayos de la propia insti-
tución sino en estudios e investigaciones realizados por terceros.

Veamos cuándo y quiénes hicieron esos trabajos.

a) Referencia a trabajos desactualizados


Los trabajos más actualizados citados en OMS – 1994 son de
1992, lo que implica que el informe (WHO, 2010) fue realizado
ignorando por los menos las investigaciones sobre el glifosato de
los últimos 15 a 17 años. Es decir que el informe de la OMS
más actualizado que es utilizado para regular las prácticas y las
legislaciones en todo el mundo, en general, y en la Argentina,
en particular, ignora todas las investigaciones sobre el glifosato
hechas a partir de 1992.

A esto es necesario añadir que el contexto para los investigadores


de las empresas, con criterio independiente, es particularmente

95
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

hostil, ya que deben enfrentarse a las críticas y desacreditaciones


sistemáticas de organismos oficiales y privados, que montan
campañas de desprestigio en su contra. Así quedó en evidencia,
entre tantos otros, en los casos tal vez más conocidos por equi-
po científico liderado por Gilles-Eric Seralini en la Universidad
de Caen— Francia2 y Andrés Carrasco (2010) en Argentina.

Estos trabajos muestran la vinculación del glifosato con múlti-


ples daños toxicológicos, que van desde cáncer hasta malforma-
ciones congénitas, pasando por alergias, mal funcionamiento de
enzimas, la afectación del metabolismo energético de las mito-
condrias, lo que pone en riesgo la sobrevivencia celular, abor-
tos espontáneos y la disrupción hormonal, con concentraciones
muchísimo más bajas que las que incluso pueden llegar a ser
ingeridas con el consumo de alimentos de origen transgénico
provenientes de vegetales tratados con estos productos.

Existen además varios estudios sobre eco toxicidad del glifosa-


to, de los que me interesa señalar especialmente los realizados
por centros de investigación nacionales de la Argentina, como
las universidades nacionales del Litoral y de Luján, y los desa-
rrollados por medio de la articulación del conocimiento, el tra-
bajo y los recursos de varios centros de investigación Lapolla
Alberto, 2010. Estos trabajos son sistemáticamente ignorados
en la clasificación realizada por la OMS y no considerados por
el SENASA, a pesar de ser conocimientos especiales y funda-
mentados.

b) Quiénes realizaron los trabajos citados por la OMS


Los informes referenciados por OMS — 1994 no sólo están
desactualizados, ignorando la mayoría de los que demuestran la
toxicidad real del glifosato, sino que además se basan principal-
mente en trabajos suministrados por las empresas interesadas
en la producción y comercialización del producto y sus for-
mulados. Por ejemplo, 180 fueron realizados y/o suministrados
por Monsanto.

2 Ver, por ejemplo, Richard et al. (2005)

96
Plaguicidas: El mito de la falacia de las buenas prácticas agrícolas

Más de 150 de los informes citados no fueron publicados, es de-


cir, que no fueron sometidos a referencias ni crítica de pares,
de los cuales una centena fueron suministrados por Monsanto.
Muchos de los otros trabajos referenciados también fueron pro-
vistos por otras empresas que producen y comercializan el
producto y/o sus formulados, y no fueron publicados, como por
ejemplo los 17 de Agrichem B.V., productora y comercializa-
dora de pesticidas con sede en los Países Bajos, los 5 de Luxan
B.V., también de los Países Bajos, o los 5 de Rhône Poulenc.

Estos informes no son utilizados en forma complementaria,


como cabría esperar, sino como información principal en las
consideraciones utilizadas para la clasificación. Basta citar un
par de ejemplos. Un informe no publicado identificado como
Monsanto (1990) aparece citado dos veces para justificar
consideraciones sobre la disipación del glifosato, y Monsanto
(1988) dos veces en referencia a aspectos metodológicos y tras-
formaciones metabólicas.

c) Otros motivos
Hay otros motivos para no considerar suficiente la clasifica-
ción de la OMS para proteger la salud de la población y el
ambiente de los daños que producen los agroquímicos. Por
ejemplo, la clasificación se basa principalmente en la toxicidad
aguda oral y dérmica a la rata, considerando que estas deter-
minaciones son los procedimientos estándar en toxicología, y
deja de lado en principio la toxicidad crónica y la toxicidad sub
letal. Por otra parte, no son difundidos los procedimientos de
conformación de los equipos responsables de la elección de los
estudios a utilizar como referencia, su análisis, evaluación y ela-
boración de las consideraciones y clasificación finales.

Conclusión
Los legisladores que elaboran las normas que regulan las distancias
libres de pulverización con pesticidas deben considerar principalmen-
te los conocimientos especiales que tienen los investigadores locales
con criterio independiente y los médicos de las poblaciones afectadas.
Las clasificaciones como la de la OMS que estamos analizando, deben
ser tomadas en cuenta sólo en forma complementaria, aplicando en

97
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

todos los casos el principio precautorio para proteger la salud de la


población y el ambiente.

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septiembre de 2004.

98
Para deconstruir el credo en la
globalización y el progreso…
María Fernanda Solíz
Clínica Ambiental-Acción Ecológica

La urgencia de superar posturas ingenuas nos lleva al imperativo


ético de rearticular lo que el capitalismo ha insistido en fragmentar, en
medio de la era de las sub y micro especializaciones y la renovada fe
en el desarrollo de la ciencia y tecnología; quitarse la venda de los ojos
trasciende de ser una opción posible a la única alternativa viable frente
a un inminente colapso civilizatorio.

Con la globalización como nuevo orden mundial, la declaratoria


fue crear condiciones de vida similares para todos, dar a todos las mis-
mas oportunidades, y tal vez incluso crear igualdad. Sin embargo…

En el cabaret de la globalización, el Estado realiza un striptease


y al final de la función sólo le queda lo mínimo: el poder de la
represión. Destruida su base material, anuladas sus soberanía
e independencia, borrada la clase política, el Estado nacional se
convierte en un mero servicio de seguridad de las megaempre-
sas…

Los nuevos amos del mundo no necesitan gobernar en forma


directa. Los gobiernos nacionales están encargados de la tarea
en su nombre (citado en Bauman, 1999, p. 89)1.

Por otro lado, la infantilización de América Latina, la invención


de un Tercer Mundo, el discurso del Desarrollo y la Guerra contra la
Pobreza (Escobar, 2007) han sido históricamente las coartadas perfec-
tas para responsabilizar a América Latina y África de su situación de
“subdesarrollo” e iniciar un proceso neo colonizador caracterizado por
políticas de endeudamiento masivo, cooperación científico-técnica, y

1
Sept piéces du puzle néolibéral: la quantriéme guerre mondiale a comencé, en Le monde
diplomatique, agosto de 1997, pp. 4/5. El artículo lleva la firma de “Sus/Commandant Mar-
cos” y proviene del territorio de la rebelión rural en Chiapas, México.

99
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

el credo incuestionable por la industrialización, el extractivismo y la


revolución verde.

Es en este contexto que se ha consolidado el nuevo escenario —sutil


y perverso— de colonialidad. La cooperación internacional que bajo
lógicas caritativas, de importación de ciencia y tecnología, ayuda hu-
manitaria, medidas clientelares y obras de cemento, ha encontrado el
disfraz perfecto para imponer su hegemonía y dominio territorial, es
además legitimada por los Estados. La relación Norte-Sur objetiviza a
las comunidades y pueblos, y asume un paternalismo no solicitado que
se funda cómplice de apropiaciones y abusos.

Rysard Kapuscinski (Kapuscinski, 2008), señala que el encubri-


miento eficaz de estas políticas genocidas se debe a tres recursos in-
terconectados:

1. El mensaje de que los pobres son responsables de su propia suer-


te: que los tristes e indolentes de alguna manera han elegido su
propio destino, que las alternativas existen y están a su alcan-
ce, pero que no las adoptan por falta de laboriosidad o decisión.

2. Reducen el problema de la pobreza y las privaciones exclu-


sivamente al problema del hambre, lo que por un lado resta
magnitud a la pobreza (800 millones de personas padecen des-
nutrición permanente, pero 4.000 millones, es decir 2/3 de la
población mundial viven en pobreza) y limita la tarea por ade-
lantar a encontrar alimento.

3. El espectáculo de los desastres según lo presentan los medios


también apoya y refuerza la indiferencia ética cotidiana en otro
sentido, además de descargar los sentimientos morales acumu-
lados. Su efecto a largo plazo es que “la parte desarrollada del
mundo” se rodea con un cordón sanitario… la asociación de los
nativos lejanos con el asesinato, la epidemia y el saqueo cumple
otro papel importante… ante esto solo cabe dar gracias a Dios
de que sean lo que son, nativos remotos, y orar para que sigan
siéndolo.

Un ejemplo claro de esta lógica maquiavélica de operación del ca-


pital se vivió con el terremoto en Haití (enero de 2009). Bajo el dis-
fraz de caridad corporativa y en la misma línea del enverdecimiento

100
Para deconstruir el credo en la globalización y el progreso

empresarial, toneladas y toneladas de alimentos, por supuesto, aque-


llos rechazados por el dios mercado, fueron enviados como donativos
para Haití…

Y es que la ecuación pobreza=hambre, degrada terriblemente y


les niega humanidad plena a las personas a quienes se supone
queremos ayudar (citado en Bauman, 1999, p. 99).

Los tres sectores del capital, especulativo financiero, industrial


transnacional y agroalimentario multinacional, encontraron en Haití
el escape perfecto para la crisis de sobreacumulación, y, ante la urgen-
cia de iniciar una tendencia descendente que les permitiera regular la
sobreproducción de bienes, promocionaron su espíritu pseudosolida-
rio. Doble ganancia.

Por supuesto que no vamos a dudar de la calidad de los bienes


entregados, eso sería blasfemia, y la caridad es uno de los valores fun-
damentales de las religiones occidentales. Ahora, Haití enfrenta una
crisis de acumulación masiva de desechos nocivos, la ciudad se ha con-
vertido en un gran botadero en el que el saldo del proceder caritativo
a través de medidas paliativas se expresa en una crisis generalizada de
salud pública.

… el destino de la gente fue ofrecido en una “kermesse de ca-


ridad carnavalesca” como medio para descargar un impulso
moral largamente contenido. Las riquezas son globales, la mi-
seria es local…pero no hay vínculo causal entre ambas, al
menos en el espectáculo de los alimentados y la alimentación…
Tal como lo presentan los medios, toda asociación con la des-
trucción de los puestos y lugares de trabajo es evitada (es decir
con las causas globales de la pobreza local)… (Bauman, 1999,
p. 99-100).

Seguramente el siguiente paso será la agudización de la paradoja


desde los imperios farmacéuticos y los sectores de salud biologicis-
ta que de manera muy ingenua mantendrán su centro de acción en
la atención de las enfermedades infectocontagiosas sin pronunciarse
frente a una larga cadena de horrores históricos que han devenido en
la situación actual. Y es que…

La acumulación de decisiones equivocadas, en el espacio y en


el tiempo, es la que conduce al colapso de la base material del

101
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

metabolismo social y, finalmente, al decaimiento e incluso a la


desaparición de determinados conglomerados societarios (pue-
blos, estados, civilizaciones)… se trata del castigo con el que
la naturaleza penaliza las decisiones equivocadas… (Toledo &
González, 2007).

Tal como lo plantea Michael Croizer, “la dominación consiste en


buscar esencialmente el mismo fin, el darle el mayor margen de liber-
tad al bando dominante a la vez que se imponen las restricciones más
estrictas posibles a la libertad de decisión del bando dominado” (cita-
do en Bauman, 1999, p. 93).

El éxito del bando dominante ha estado en mucho en la separación


de la economía de la política, pues al eximirla de la intervención regu-
ladora de ésta, el capital multinacional: financiero, industrial y agroa-
limentario, encuentra Estados débiles a merced de sus intereses.

… los Estados débiles son justamente lo que necesita El Nuevo


Orden Mundial, que con frecuencia se parece al nuevo desor-
den mundial, para sustentarse y reproducirse. Es fácil reducir
un cuasi Estado débil a la función (útil) de una estación de policía
local, capaz de asegurar el mínimo de orden necesario para los
negocios, pero sin despertar temores de que pueda limitar la
libertad de las compañías globales (Bauman, 1999, p. 92).

El resultado de este modelo de “desarrollo” se expresa en la apari-


ción generalizada de nuevas pandemias: enfermedades degenerativas,
autoinmunes y cromosómicas que han sido escondidas bajo la ya co-
nocida “Geografía de la Culpa” responsabilizando al paciente de sus
propios padecimientos.

Colocar en el estilo de vida del sujeto la responsabilidad de su en-


fermedad constituye una variante de la culpabilización de la víctima”
((Bryant, 1997)), que no sólo coloca la responsabilidad de la desnutri-
ción exclusivamente en el desnutrido, sino que correlativamente re-
duce la responsabilidad de las empresas productoras de enfermedades
(Mac Kinlay, 1982) (citado en Menendez, 2002, p. 56).

Actualmente las enfermedades degenerativas, como los trastornos


cardiovasculares, la diabetes, el cáncer y los males respiratorios, cons-
tituyen las principales causas de muerte a nivel mundial. Según las
últimas estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS)

102
Para deconstruir el credo en la globalización y el progreso

alrededor del 12.5% de las muertes reportadas en el mundo se de-


ben a algún tipo de cáncer, y una de cada 20 muertes —8 700 muertes
al día o seis muertes por minuto— en el mundo se deben a la diabetes
(Veraza & Aldana, 2007).

El círculo vicioso de pobreza-ignorancia-enfermedad (Interna-


tional Bank, 1950: XV) (Escobar, 2007, p. 53) ha sido el argumento
históricamente utilizado por los organismos internacionales de coope-
ración quienes nos han convencido de la falacia del libre albedrío: cada
persona escoge su destino. Los sistemas de salud se han centrado en la
prevención individual que promueve el cambio de estilos de vida y se
mantiene cómplice de la mutación del sistema alimentario capitalista.

Tal como lo plantea Arturo Escobar (2007), el trabajo de las insti-


tuciones de desarrollo no ha sido un esfuerzo inocente hecho en nom-
bre de los pobres; ha sido una estrategia para intervenir, administrar
y controlar países, creando un subdesarrollo político y técnicamente
manejable. Así, la panacea del desarrollo ha permeado comunidades y
ruralidades destruyendo la soberanía alimentaria, la medicina popular
y generando un proceso de envenenamiento creciente (p. 89).

Esta nocividad se expresa por un lado en la irrupción generalizada


de una dieta hiperenergética e hiperproteica sustentada en la primacía de
carne, azúcar y harinas refinadas y, por otro lado, en la abstracción del
lugar de consumo con el aparecimiento masificado de comida rápida.

El brutal incremento de envases y envolturas es un corolario indi-


soluble de este sistema de alimentación. Para solucionar el traslado de
alimentos, se vende una figura de un neo higienismo2 que parte de una
doble moral: mientras la crianza intensiva, agroindustria y en general
el modo industrial de producir alimentos son altamente nocivos para
la salud, nos venden una imagen de cuidado y limpieza a través de
“esterilizar” con envoltorios la comida.

2
He utilizado este término para proponer el reaparecimiento de las corrientes de la medicina
higienista que devienen en la promoción, por un lado, de prácticas sociales generalizadas que
promocionan estilos de vida de higiene y descarte, y, por otro, de campañas de prevención
que insisten en el planteamiento de la libertad individual como posibilidad real de evitar la
enfermedad omitiendo las responsabilidades estatales, el contexto de inequidad, opresión y
relaciones de poder.

103
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

Estas contradicciones indudablemente son paradojas propias del


capitalismo, mantener estilos de vida obsesivamente higienizados,
vender falsa seguridad y tranquilidad a costa de generar dinámicas
caóticas en saneamiento básico. Desde inodoros que utilizan 10 lt de
agua potable por descarga, hasta botaderos a cielo abierto recibiendo
los resultados de la sobreproducción de mercancías, lejos de ser sáti-
ras constituyen la lógica maquiavélica de operación diaria del sistema
económico actual. Vivimos un proyecto de higienismo obsesivo des-
tinado a ocultar este modelo de capitalismo suicida que nos está con-
duciendo a la autodestrucción bajo el disfraz de desarrollo, confort y
libertad.

Según Lester Brown, en la actualidad una de cada cinco personas


en el mundo en desarrollo —es decir, 1 100 millones de personas— vi-
ven expuestas a la enfermedad y a la muerte por falta de acceso razo-
nable a una cantidad suficiente de agua potable y segura, definido por
las Naciones Unidas como la disponibilidad de un mínimo de 20 litros
diarios por persona y por día a una distancia no mayor de 1 km del
hogar (el equivalente a dos descargas de un inodoro regular)” (Veraza
& Aldana, 2007, pp. 218-219).

Así también, según datos de las Naciones Unidas, 31 países del


mundo se enfrentan en este momento a problemas de suministro y
escasez de agua. Más de 1 000 millones de personas carecen de agua
limpia para beber y casi 3 000 millones no tienen acceso a servicios
sanitarios. Para el año 2025 el mundo tendrá 2 600 millones más de ha-
bitantes que en la actualidad, pero, como mínimo, dos tercios de estas
personas vivirán en condiciones de grave escasez de agua, y un tercio
carecerá absolutamente de ella. La demanda de agua superará en 56%
la disponibilidad de la misma (Balrow y Clarke citados en Veraza &
Aldana, 2007).

El problema de la escasez de agua tiene dos grandes raíces: por un


lado el acaparamiento de manantiales, vertientes y caudales en manos
de las industrias extractivas, productivas y plantas embotelladoras, y
por otro, la construcción, desde la Ingeniería Sanitaria, del agua como
una gran banda transportadora de desechos resultantes de la fractu-
ra metabólica que representan las sociedades industriales en los cinco
procesos metabólicos: apropiación, transformación, distribución, con-
sumo y excreción (A, T, D, C, E). Entonces, el paradigma del progreso
en la innvovación de tecnologías destructivas (característica estructu-

104
Para deconstruir el credo en la globalización y el progreso

ral del modelo económico de acumulación), se sustenta en la explotación


del trabajador y en la degradación del medio ambiente.
La globalización les da a los extremadamente ricos nuevas opor-
tunidades para ganar dinero de manera más rápida. Estos individuos
han utilizado la tecnología de punta para desplazar grandes sumas de
dinero alrededor del globo con extrema rapidez y especular con efi-
ciencia creciente.

Desgraciadamente, la tecnología no afecta la vida de los pobres del


mundo. En realidad, la globalización es una paradoja: beneficia a muy
pocos, a la vez que excluye o margina a dos tercios de la población
mundial (citado en Bauman, 1999, p. 96).

El más reciente informe sobre desarrollo humano de la ONU se-


ñala que la riqueza total de los primeros 358 “multimillonarios globa-
les” equivale a la suma de ingresos de los 2 300 millones de personas
más pobres, o sea al 45% de la población mundial y que apenas el 22%
de la riqueza global pertenece a los llamados países en vías de desa-
rrollo, que comprenden al 80% de la población mundial. Entonces el
prometido efecto de la globalización, el goteo hacia abajo, es claramente
una burla.

Entonces, el tema de las barreras y la geopolítica cobra su expre-


sión más salvaje, Bauman lo expresa bien:

Sería difícil negarles a los pobres y hambrientos, sin sentirse cul-


pable, el derecho a ir donde abundan los alimentos, y es virtual-
mente imposible presentar argumentos racionales convincentes
de que la migración sería una decisión irracional. El desafío es
sobrecogedor, se trata de negarle al prójimo el derecho a la li-
bertad de movimiento que se exalta como el logro máximo del
mundo globalizado, la garantía de prosperidad creciente… De
ahí la utilidad de los retratos de la inhumanidad que reinan en
los países donde viven los posibles inmigrantes. Fortalecen esa
resolución que carece de argumentos racionales y éticos. Ayu-
dan a mantener a los nativos en sus países mientras los globales
viajan con la conciencia limpia…

Por supuesto, los viajes globales siguen la lógica de un turismo


multinacional de desecho: llegan en avión multinacional, se hospedan
en hotel multinacional, compran en tiendas de cadena multinacional y
únicamente dejan su basura. Y claro, bajo la política del buen vecino,

105
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

nuestras barreras son tremendamente permeables para la exportación


de materias primas y la importación de productos y desechos peligro-
sos3: químicos, cibernéticos y nucleares.

Finalmente, la operación de las fuerzas tecnológicas destructivas


se observa en la pérdida de la soberanía alimentaria que deviene di-
rectamente de la revolución verde, la inclusión de OGM, patrones de
ganadería extensiva e intensiva lo que ha conllevado a una brutal ex-
pansión de la frontera agrícola y una crisis ambiental de dimensiones
inconmensurables: contaminación de agua, aire, suelos, y pérdida de
biodiversidad.

Nada más por citar un ejemplo, la producción de 1g de proteína


animal requiere de 8 g de proteína vegetal (lo que explica las grandes
extensiones dedicadas a monocultivo) y, a su vez, se calcula que cada
cerdo excreta aproximadamente 2 toneladas de orinas y heces al año
(multiplicadas por miles de cerdos de las granjas de crianza y suma-
das al uso masivo de antibióticos y hormonas) (adaptado de Veraza &
Aldana, 2007).

Las afecciones en salud se expresan entonces de varias maneras: al-


teración del medio ambiente, alteración directa de los alimentos —adi-
cionamiento de sustancias químicas, técnicas de irradiación con rayos
gamma para conservación, envases contenedores cancerígenos como
es el caso de aquellos elaborados con poliestireno o unicel—, altera-
ción de la dieta y finalmente la subsunción de la industria farmacéutica

3
Según Informes de Green Peace, la mayor parte de los desechos peligrosos exportados de
Estados Unidos a México están clasificados por la EPA desde 1991 con la clave “K061”. Se
trata de los polvos contaminados que se capturan en los filtros (precipitadores electrostáti-
cos) de los hornos de arco eléctrico que la industria siderúrgica utiliza para fundir chatarra
y recuperar acero. Las importaciones de desechos peligrosos de K061 se han incrementado
en un 700% desde 1987, y es previsible que sigan aumentando. Según cifras reconocidas
por la EPA, las exportaciones estadounidenses a nuestro país aumentaron de 10 mil tons en
1987, a más de 70 mil tons en 1992. A México se destina aproximadamente la mitad de las
exportaciones de desechos peligrosos de Estados Unidos. México no necesita importar dese-
chos peligrosos para satisfacer su demanda de cinc. Los problemas ambientales y en la salud
provocados por la recuperación de K061 se derivan de los propios constituyentes peligrosos
de este desecho (plomo, cadmio y arsénico, además de la posible presencia de dioxinas y
furanos). Sin embargo, la asociación Estadunidense productora de acero (Steel Manufac-
turers Association) es la más interesada en que México siga permitiendo la importación de
desechos peligrosos del tipo K061, pues le permite un significativo ahorro en los costos de su
manejo para las llamadas “miniacerías” o “minimills” productoras de esos desechos. Mien-
tras que en México los costos de recuperación son de aproximadamente 50 dólares por tonelada,
en Estados Unidos el costo promedio es de 150 dls./Ton y el costo de estabilización química
y confinamiento alcanza los 400 dls/Ton

106
Para deconstruir el credo en la globalización y el progreso

a los intereses del capital —no podemos dejar de mencionar el mito de


la incurabilidad de los padecimientos degenerativos que convierte a la
medicina en tratamientos de por vida—.

Entonces, la basura aparece como resultado de la mutación del


modo de producción y del modo de consumo, como expresión de la
acumulación nociva y cancerígena de capital… y como premisa de
todo un nuevo ciclo metabólico de mercantilización.

Es en este contexto en que aparece la teoría del riesgo como un


instrumento científico-académico perverso cuya función es esconder
la determinación social y ambiental de la salud y la vida.

Tomando las reflexiones de Jaime Breilh, reconocido epidemiólo-


go crítico latinoamericano, riesgo se traduce etimológicamente como
“contingencia probable”. La Teoría del Riesgo puede ser homologada,
en una analogía simplista que permite ilustrar el ridículo, con lotería.
La teoría del riesgo propone que todas las personas tenemos riesgo
de adquirir una enfermedad, como si éstas fuesen producto de la mala
fortuna.

La pareja dialéctica exposición-vulnerabilidad es invisibilizada por


la Teoría del Riesgo. Es la exposición a nocividades sociales, ambien-
tales, económicas, políticas la que determina la vulnerabilidad de un
individuo a desarrollar cierta enfermedad.

La salud, entendida no solo como la ausencia de enfermedad sino


como el resultado de la consecución de un verdadero proyecto emanci-
pador, de justicia social y ambiental, nos pone en medio de un reto
complejo.

La salud y la vida están determinadas social y ambientalmente. Hoy


en día, cuando la discriminación se expresa de múltiples y concomitan-
tes formas, las comunidades que sufren discriminación social y econó-
mica también sufren marginación regional y discriminación ambiental.

Decimos que si la enfermedad es un una manifestación del indi-


viduo, la salud es la expresión del territorio. Entender la salud desde
un enfoque de determinación socioambiental demanda hacerlo des-
de una visión socio-ecosistémica: como la expresión del territorio, de
su estructura productiva (cómo se da la relación sociedad-naturaleza,

107
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

cómo se apropian, transforman, consumen, distribuyen y excretan los


recursos), de la estructura reproductiva y las relaciones de poder.

En medio de un modelo de capitalismo industrializado, los costos


de la promesa de desarrollo y progreso son trasladados a la naturaleza
y a las comunidades pobres e indígenas, quienes deben absorber los
impactos de un modelo de capitalismo industrializado.

Nos encontramos viviendo en medio de un sistema siniestro que


explota la naturaleza, que la considera un objeto, y, en medio, constru-
ye una relación enferma entre sociedad y naturaleza. La pérdida de la
salud es solamente el síntoma final de una relación rota y nociva entre
los seres humanos y sus ecosistemas.

Si los socio-ecosistemas están enfermos, los seres humanos tam-


bién enfermarán, no importan los esfuerzos de los gobiernos en pro-
moción, prevención y atención en salud. La demanda es justicia social
y ambiental.

El reconocimiento de la determinación socioambiental de la salud


anula la Teoría del Riesgo y devela la relación de subsunción-autono-
mía entre el contexto sociohistórico, las relaciones de poder y las rela-
ciones de los seres humanos organizados en sociedad con la naturaleza
y el individuo.

Transitamos hacia la autodestrucción de la civilización a través del


credo ciego en la falacia del bienestar y el confort que nos venden por
progreso, y ante la presencia cada vez más cercana del caos; nos venden
recetas que agudizan los padecimientos y los vuelven irreversibles…
De ahí que los proyectos agroecológicos como huertos urbanos, com-
postaje de residuos, huertos medicinales, alternativas alimentarias
vegetarianas, macrobióticas, etc., constituyan la real posibilidad de
restaurar el metabolismo sociedad-naturaleza y atar cabos sueltos…

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Veraza, Jorge (2008). Subsunción real del consumo al capital, Editorial
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109
Chile: Ciudadanos chilenos
vencieron a las empresas
productoras de transgénicos
y agrotóxicos
Ganaron el derecho a saber
Lucía Sepúlveda Ruiz

María Elena Rozas, a nombre de la Alianza por una Mejor Calidad


de Vida/RAP Chile, considera histórica la decisión del Consejo para
la Transparencia presidido por Alejandro Ferreira, que en marzo de
2012 puso fin al secreto sobre la ubicación exacta de los cultivos trans-
génicos de exportación, al resolver por unanimidad ratificar el fallo
emitido por ese Consejo en 2010. En Chile sólo están autorizados los
cultivos de semillas transgénicas para exportación, que ascienden en
2012 a poco más de 31 513,81 hectáreas de maíz –la principal especie–
seguida por cultivos de raps y soya. Aunque cubren tan sólo un 0,17%
de la superficie total cultivable del país, que asciende a 18 473 127,9
hectáreas efectivamente sembradas, ya hay consecuencias ambientales
y sociales que lamentar, siendo la apicultura la actividad más afectada
por la contaminación con transgénicos.

Las comunidades afectadas y las organizaciones de agricultores


orgánicos, consumidores, apicultores y ambientalistas felicitaron a RAP-
Chile por este logro ciudadano e iniciaron la no transitada ruta de
ejercer activamente su derecho a saber, en un país marcado por el se-
cretismo y las verdades a medias. En este rubro son más de dos décadas
de silencio empresarial avalado por el Estado chileno. Al ser denegada
la solicitud de información sobre la ubicación exacta de los cultivos trans-
génicos existentes en el país, presentada por RAP-Chile al Servicio
Agrícola y Ganadero SAG, la entidad estatal encargada de la aproba-
ción y fiscalización de los cultivos transgénicos, se presentó una recla-
mación de amparo ante el Consejo de Transparencia el 4 junio de 2009,
el primer día de vigencia de la recién promulgada Ley de Transparen-
cia. La denuncia fue formulada por María Elena Rozas, Coordinadora
Nacional de la Red de Acción en Plaguicidas de Chile (RAP-AL) con el

111
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

patrocinio de la Alianza por una Mejor Calidad de Vida integrada por el


Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambientales (OLCA),
la Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas (ANAMURI)
y la Corporación de Investigación en Agricultura Alternativa (CIAL).
Fue una acción netamente ciudadana, sin patrocinio legal durante los
primeros años del proceso y sin que existieran en ese momento for-
mularios o procedimientos ya establecidos. RAP-Chile obtuvo la ase-
soría legal de la Fundación Pro Acceso sólo en septiembre de 2011
ante la creciente complejidad del caso, que fue llevado al Tribunal
Constitucional por las empresas litigantes, mientras era analizado por
la Corte de Apelaciones de Santiago.

El fallo definitivo, de 36 páginas, fue publicado el 21 de marzo


en el portal del Consejo , y acoge el derecho a saber planteado en el
recurso de amparo (Rol C59-09) interpuesto contra el Servicio Agrí-
cola y Ganadero (SAG) el 20 de abril de 2009. En 2010 el Consejo,
entonces presidido por Raúl Urrutia (a quien el gobierno de Sebastián
Piñera no le permitió permanecer en su cargo) ya había emitido un
contundente fallo favorable, adoptado casi íntegramente por su suce-
sor Alejandro Ferreira. Las empresas productoras de semillas trans-
génicas, encabezadas por la transnacional Monsanto habían recurrido
de ilegalidad en 2010 por esta decisión ante la Corte de Apelaciones,
que en 2011 hizo objeciones de forma al fallo, ordenando al Consejo
repetir el procedimiento.

El “derecho” al secreto
En su decisión final, el Consejo sintetizó las razones dadas por las
empresas para mantener el secreto, señalando que las empresas argu-
mentaron “el carácter privado de la información requerida, que no se
encuentra sujeta a la Ley de Transparencia …por afectación a la segu-
ridad y a la salud; afectación de la vida privada; de derechos comer-
ciales y económicos; del derecho de propiedad sobre cultivos, sobre
la información y afectación de la propiedad industrial y del derecho
de desarrollar una actividad económica lícita. Asimismo las empresas
adujeron que la divulgación de la información podría afectar el orden
y la salubridad pública dado que en el extranjero, los lugares don-
de se efectúan plantaciones de semillas transgénicas han sido objeto de
atentados y actos vandálicos. Agregaron que otra consecuencia podría
ser la pérdida de inversión extranjera… y un eventual desplome de la
producción semillera y el empleo.”

112
Chile: Ciudadanos chilenos vencieron a las empresas productoras de transgénicos

Como nudo central de su argumentación, las empresas sostuvie-


ron que la resolución Exenta Nº15.23/2001 del SAG (referida a las
autorizaciones para ingresos de OVMs) en su artículo 14 estipula que
“la información contenida en la solicitud y en los documentos anexos
se entenderá confidencial y sólo será empleada en la evaluación para
autorizar la internación y su correspondiente introducción al Medio
Ambiente del Organismo Modificado importado o desarrollado en el
país”. Según las empresas productoras de transgénicos y agrotóxicos,
el año 2002, la Corte de Apelaciones de Santiago les había dado la
razón respecto de que la información entregada al SAG era reservada.

Ello efectivamente ocurrió respecto de la petición interpuesta por


Miguel Ignacio Fredes y Ana Andrea Tuczek Fries (de la Asociación
de Agricultores Orgánicos Tierra Viva, organización que es miem-
bro de RALLT la Red por una América Latina Libre de Transgénicos).
Ante esa negativa, los peticionarios recurrieron a la Corte Interamerica-
na de Derechos Humanos, que accedió a considerar el caso pero no había
emitido fallo a la fecha. A ello podemos agregar que el año 2007 hubo un
nuevo intento de acceso a la información llevado a cabo por la Funda-
ción Sociedades Sustentables, que tampoco tuvo éxito por similares ra-
zones. También en 2007, RAP-Chile, con el apoyo de parlamentarios
había intentado infructuosamente que el SAG revelara la ubicación de
los farmacultivos de cártamo (falso azafrán) luego que un cargamento
de más de 200 toneladas de semillas transgénicas de la compañía SEm
BioSys GEnetics fuera devuelto a Chile por la aduana canadiense. Nun-
ca se supo qué ocurrió con esas 200 toneladas de cártamo transgénico
varadas en algún lugar del país.

El SAG y las semilleras tienen amplia tribuna en los medios de


comunicación tradicionales. Sin embargo, el año 2012 las cadenas del
duopolio nacional que controla los medios escritos (El Mercurio y La
Tercera) y las radios de alcance nacional no informaron en absoluto so-
bre esta relevante decisión del Consejo para la Transparencia, que sí fue
reseñada ampliamente por medios de comunicación popular. Todas
las otras sentencias del Consejo son ampliamente difundidas, en con-
traste con este clamoroso silencio. La web de RAP-Chile fue hackeada
desde que se publicó el comunicado. En regiones del país, la difusión
de estos logros es una tarea en marcha que requiere tiempo y recursos.
De esta manera, el ejercicio del derecho a saber no puede entenderse de
forma automática, y será también un proceso que irá de la mano con la
profundización de los impactos de estos cultivos, la progresiva toma de

113
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

conciencia de los afectados y la generación de una plataforma integral de


lucha por la soberanía alimentaria y los demás derechos del pueblo.

El interés público
En el recurso de amparo, el año 2009 María Elena Rozas argumentó
que el derecho a saber está garantizado por Ley, además de los princi-
pios de relevancia, control y no discriminación en esta materia de inte-
rés público, mencionados en el Reglamento de la Ley de Transparencia.

Sostuvo que el SAG desechó su derecho a saber, optando por


resguardar los intereses de las empresas dueñas de los cultivos, que
se consideraron a priori que podían verse afectados, lo que plantea un
conflicto de intereses entre los derechos de los ciudadanos y las pre-
siones de los exportadores de semilla transgénicas, entre ellos la trans-
nacional Monsanto y sus socios chilenos, cuya producción de semillas
se exporta a éstas y otras corporaciones. “Esta colisión debería ser
zanjada en favor de los ciudadanos peticionarios…evitando que todo
siga igual respecto de la información de estos actos administrativos del
Estado que tienen consecuencias ambientales, sociales y en la salud de
las personas”, dijo la peticionaria.

Rozas argumentó que el SAG no consideró en su respuesta los de-


rechos de las personas afectadas, en especial los agricultores ubicados en
las cercanías de los predios con cultivos transgénicos, ya que sus propias
siembras orgánicas o convencionales pueden ser contaminadas por es-
tos cultivos o afectadas por el eventual uso intensivo de plaguicidas
asociado a los cultivos transgénicos.

Agregó que se desconocen las medidas de fiscalización y normas


sobre franjas de seguridad aplicadas caso a caso por el SAG. Recor-
dó que en Brasil y Paraguay, los cultivos transgénicos se liberaron
al ambiente como parte de una política ilegal de hechos consumados,
propiciada por la transnacional Monsanto y amparada en la permi-
sividad de los gobiernos. Es imperativo, señala, evitar que ello se
repita en Chile debido a la falta de fiscalización e información existen-
tes, que impiden cualquier posibilidad de control ciudadano de posibles
prácticas ilegales y/o de la contaminación de los cultivos orgánicos y
convencionales.

La peticionaria recordó que el fallo citado por las empresas fue


dictado en el año 2002, cuando no se había incorporado el artículo 8°

114
Chile: Ciudadanos chilenos vencieron a las empresas productoras de transgénicos

que modificó la Constitución de Chile anulando el secreto, y recono-


ciendo la publicidad de los actos del Estado. Tampoco existía en 2002
la Ley de Transparencia.

Reiteró finalmente que la información es clave para quienes desa-


rrollan en todo el país la agricultura orgánica, que se considera ame-
nazada por la posible contaminación genética de carácter horizontal
proveniente de dichos cultivos y, también, la exportación de semillas pro-
venientes de la agricultura convencional.

Alerta sobre posibles daños


Asimismo, anticipó que el alto consumo de herbicidas e insecticidas
ligado a estos cultivos afecta la biodiversidad, el desarrollo de la agri-
cultura orgánica, de la apicultura y de la salud de comunidades vecinas,
temporeras (os), pequeños propietarios y consumidores. Esto impli-
caría que las exportaciones de semillas, miel, alimentos envasados,
productos pecuarios y el conjunto de la producción agropecuaria or-
gánica quedan en riesgo de contaminación.

La coordinadora de RAP-Chile citó la respuesta del SAG respecto


de la temporada 2008- 2009, acerca de que en Chile a ese año había
30 420,84 hectáreas de cultivos transgénicos, una cantidad casi idén-
tica a la superficie de cultivos orgánicos (la cifra de cultivos orgánicos
proviene de la Oficina de Planificación Agrícola ODEPA), siendo el
maíz transgénico el cultivo más importante. Entre las hortalizas al-
teradas genéticamente están el tomate, una especie de la que Chile se
considera centro de origen, y la uva, clave en las exportaciones chile-
nas de vino.

La argumentación de RAP-Chile también citó el hecho de que el


país postulaba en ese entonces a ser miembro de la Organización para
la Cooperación y el Desarrollo (OCDE), el llamado “club de los paí-
ses ricos”, cuyos miembros deben cumplir determinados requisitos de
transparencia (Chile es miembro de la OCDE desde el año 2010). Citó
además el fallo del Tribunal Superior de la Unión Europea relativo a
acceso a la información sobre ubicación de los cultivos transgénicos,
del 17 de febrero de 2009, estableciendo que “la información sobre la
ubicación del cultivo no puede en ningún caso mantenerse en secreto”
en respuesta a una petición formulada el 2004 por el ciudadano francés
Pierre Azelvandre, agricultor de Alsacia.

115
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

Participación social en el debate


Al comentar la decisión final del Consejo para la Transparencia,
María Elena Rozas expresó públicamente: “Esta es una decisión tras-
cendente, porque termina con el secretismo impuesto por Monsanto
y sus socios chilenos, sienta jurisprudencia y alienta la participación
social en el debate sobre los transgénicos. Es un valioso aporte para
la fiscalización de los transgénicos y permite un debate informado de
todos los involucrados. Los cultivos transgénicos presentan riesgos
para la comunidad, para la agricultura convencional y orgánica, la fru-
ticultura, apicultura, y vitivinicultura. En adelante las organizaciones
y comunidades podrán ejercer libremente su derecho a saber la ubica-
ción exacta de los cultivos transgénicos de exportación, para defender
sus cultivos o actividades de la contaminación, resguardar las semillas
y la soberanía alimentaria.”

El fallo confirmó que esta información es pública y no secreta


como alegaron durante largos años las transnacionales agroquímicas
y sus socios chilenos en la producción de semillas transgénicas de ex-
portación. En la lista están productores locales como Erik y Ena von
Baer, que han sido también parte del lobby de las citadas corporacio-
nes. Ena von Baer es senadora de la República de Chile, designada
“a dedo” por su partido (de la derechista coalición de gobierno) para
reemplazar una vacancia legal.

Ante el repudio ciudadano y los perjuicios ya evidenciados en el


caso de los apicultores cuya miel se contaminó con polen de maíz y
soya transgénica, las empresas no pudieron seguir defendiendo lo in-
defendible ante el Consejo de Transparencia. Ya era público que más de
10 000 apicultores chilenos resultaron negativamente afectados cuando
a raíz de las nuevas disposiciones de la Corte de Justicia Europea adop-
tadas formalmente en septiembre de 2011, su miel quedó excluida
del mercado. Ello ocurrió debido a que su polen –parte integrante de
la miel, según lo considera la sentencia de la Corte Europea– estaba
contaminado con transgénicos provenientes de los cultivos de maíz o
raps, instalados en sitios desconocidos por ellos.

Monsanto Chile, probablemente informado de que era improbable


una nueva victoria empresarial se desistió en solitario de la apelación a
la justicia, en noviembre de 2011, entregando el SAG la información
correspondiente al año 2009 a RAP-Chile, expresada en coordenadas

116
Chile: Ciudadanos chilenos vencieron a las empresas productoras de transgénicos

geográficas detalladas en un documento en papel que indica la región,


la empresa, la localidad y las coordenadas geográficas respectivas.
Pero sus socios continuaron en carrera, dispuestos quizás a enfrentar
el bochorno o esperando saborear un nuevo logro. Poco después, a
comienzos de 2012, SAG estaba entregando a los apicultores un Siste-
ma Geográfico de Consulta Apícola Nacional que en realidad era sólo
un alerta pues les permitía orientarse respecto de posible cercanía de
un colmenar –que debía referenciarse por GPS– respecto de los semi-
lleros (cuya ubicación permanecía oculta para los apicultores). El sis-
tema mantiene los mismos criterios empleados hasta la fecha respecto
de proteger una actividad –la de los semilleros transgénicos– por sobre
la de los apicultores. Tampoco identifica el tipo de “evento” (es decir
de qué transgénico se trata, sólo especifica si es maíz, raps o soya…)
que está en la zona de influencia donde se quiere ubicar el apiario.

La audiencia pública
En enero de 2012, el Consejo para la Transparencia, cumpliendo lo
dispuesto por la Corte de Apelaciones de Santiago de Chile, llamó
a una audiencia pública que estuvo marcada por la ausencia de los
productores de transgénicos convocados a presentar nuevas pruebas.
En cambio, la coordinadora de la Red de Acción en Plaguicidas Chile,
María Elena Rozas y su abogado Rodrigo Mora (Pro Acceso) solici-
taron mantener la decisión inicial del Consejo a favor del derecho a
saber. Acompañaron a María Elena Rozas, respaldando su petición de
acceso a la información, Italo Bozzi y Marcelo Rodríguez, presiden-
tes de FEDEMIEL, y Red Nacional Apícola, respectivamente; Diego
Santa Cruz, por la Corporación de Desarrollo Apícola; Mónica Ro-
dríguez y Marcos Pérez, dirigentes de los apicultores de la VI Región,
y Guillermo Riveros, presidente de BioBio Orgánico.

Desistieron de defender su posición las empresas, Semameris Ltda,


Von Baer Von Lochow, Massai Agricultural Services S.A; Semillas
Generación 2000 Ltda; Agrícola Oaken Seeds Ltda; Agrícola Huen-
chuñir y Hueche Ltda. (Agrícola New Seed Ltda.); Mansur Agricul-
tural Service Ltda. Agrosearch Ltda.; Pinto y Gajardo S.A; Semillas
Limagrain de Chile Ltda; CIS Semillas SA; Agrícola Green Seed Ltda;
Juan Enrique Gebauer Burmester; Agrícola Purutun Ltda.; Agrícola
Nacional S.A; y Nilo Lizama Arias; Hytech Production Chile; Semi-
llas KWS Chile; Semillas Tuniche Ltda y Sociedad Agrícola Winter
Seed Ltda.

117
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

El ranking que agrupa a las principales empresas responsables de


la contaminación por plaguicias y transgénicos en Chile se deduce de la
información oficial del SAG dada a conocer en 2011 respecto del rol
de las semilleras en la exportación de transgénicos. En ese cuadro, las
principales empresas responsables son: Monsanto, con un 23% -al cual
hay que agregar el 5% de Semameris ligada a esa transnacional y un 15%
de Massai que también produce para Monsanto-; Pioneer con un
15%; otros, un 15%; Green Seed, 9%; Curimapu 7%, y Tuniche, 5%.

La transnacional Pioneer había entregado la información el año


2009 a RAP-Chile, por tanto no fue parte de este recurso de amparo.
Las semilleras están desplegadas a lo largo del territorio nacional, con
presencia desde la nortina región de Arica y Tarapacá, hasta la Región de
los Ríos en el sur de Chile y operan la mayor parte de las veces con el
mecanismo de subcontratación. Muchas veces los pequeños produc-
tores no tienen información sobre las características de estos cultivos.
La presión desplegada en la última década fue logrando que SAG comen-
zara a entregar información parcial, primero informando sobre la can-
tidad de cultivos en regiones, y luego avanzado hacia la existencia en
comunas. Permanecía en secreto la ubicación de los predios transgénicos.
En la zona central, que es el corazón de la agroindustria y donde se
produce la mayor parte de la fruta y verdura para el consumo nacio-
nal, están las regiones más impactadas por transgénicos.

Daños a la apicultura
Para RAP-Chile, el fin del secretismo sobre la ubicación de los culti-
vos transgénicos favorecerá el ejercicio del control ciudadano sobre
la posible contaminación genética ocasionada por estas empresas, con
consecuencias en la biodiversidad y graves impactos de tipo económico
y social en las actividades agrícolas mayoritarias del país la agricultura
convencional, la agricultura orgánica y la apicultura. En este último
rubro ya se han comprobado los daños anticipados por RAP-Chile.
En la citada audiencia de enero el Consejo se interiorizó de la crítica
situación de los apicultores, cuya producción se ha tornado inviable
por las exigencias europeas de certificación de no contaminación por
transgénicos. En esa oportunidad el dirigente apícola Diego Santa Cruz
calificó como una “usurpación de territorio” y una amenaza para los
más de diez mil apicultores nacionales, la existencia de los 2 800 pre-
dios con cultivos transgénicos de exportación registrados por SAG.
Sostuvo Santa Cruz que la coexistencia entre cultivos transgénicos y

118
Chile: Ciudadanos chilenos vencieron a las empresas productoras de transgénicos

agricultura convencional es una falacia. El abogado Rodrigo Mora a su


vez informó al CPLT que a consecuencias de las nuevas normas dicta-
das por la Corte Europea respecto de la miel, existen 1 500 toneladas
de miel de la temporada 2010 que no pudieron exportarse por estar
contaminadas con transgénicos, ya que su mercado era fundamental-
mente Alemania y la Unión Europea.

La interpretación que el SAG hace del fallo de la Corte Europea


se limita a reconocer que pedirán etiquetado para la miel transgénica
y descarta absolutamente que ello tenga que ver con riesgos para la
salud, evidenciando un desconocimiento del marco jurídico del fallo
de la Corte del que se deriva la emergencia actual. Para ello, sólo se
fundamenta en el derecho a saber, cuestión no mencionada ni una sola
vez en el fallo, pues eso ya no es tema en Europa. Para la entidad ofi-
cial chilena, a contrapelo de la realidad en el viejo continente y otros
mercados a los que el país exporta, la definición local del concepto
inocuidad alimentaria no contempla la contaminación por transgéni-
cos. Hay que recordar que en Chile tampoco existe el etiquetado para
alimentos transgénicos importados, los que ingresan al país sin evalua-
ción toxicológica alguna.

Aspectos ligados a la salud


Sin embargo, el fallo en cuestión –que fue entregado al Consejo para la
Transparencia en el marco de este proceso– cita como marco jurídico
para la resolución de la Corte Europea, la Directiva 2001/18/CE del
Parlamento Europeo y del Consejo, de 12 de marzo de 2001, sobre la
liberación intencional en el medio ambiente de organismos modifica-
dos genéticamente. El quinto considerando de dicha Directiva indica
que la protección de la salud humana exige que se preste la atención
debida al control de los riesgos derivados de la liberación intencio-
nal en el medio ambiente de OMG. El artículo 4, apartado 3, establece
que la evaluación tendrá por objeto los potenciales efectos adversos que
puedan tener, directa o indirectamente, sobre la salud humana o el me-
dio ambiente, las transferencias genéticas de OMG a otros organis-
mos. El Reglamento nº 1829/2003, también citado, que se deriva de
la directiva busca asimismo «asegurar un nivel elevado de protección
de la vida y la salud de las personas» por medio de la «evaluación de los
riesgos para la salud humana y el medio ambiente, ya sean directos o
indirectos, inmediatos o retardados, que puede entrañar la liberación in-
tencional o la comercialización de OMG (art. 2, número 8, de la Directiva

119
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

2001/18); Considera «alimentos modificados genéticamente»: aquellos


que contienen o están compuestos por OMG o han sido producidos a
partir de ellos (art. 2, número 6, del Reglamento nº 1829/2003). En
el considerando número 89 del fallo, se dice: “el riesgo para la salud
humana que dicho Reglamento pretende evitar es independiente del
carácter intencional o fortuito de la introducción de la sustancia co-
rrespondiente.”

Finalmente, en el considerando 96 se sostiene que Las Directivas


90/220 y 2001/18 fueron adoptadas sucesivamente para regular la li-
beración intencional de OMG en el medio ambiente y la comerciali-
zación de OMG como productos, con el objetivo de evitar los efectos
negativos que dichos OMG podrían producir sobre la salud humana
y el medio ambiente.

La miel chilena debería entonces pasar por un proceso de revisión


y etiquetado previo a su comercialización, lo que es inviable por sus
altos costos. Alemania recibía el 74,3% de las exportaciones chilenas
de miel, seguida por Francia (13,1%), Luxemburgo y Bélgica (datos de
ODEPA). En 2008 Chile tuvo una participación de 2,2% del mercado
global de miel, con el puesto 14 a nivel mundial, siempre según ODEPA.

Un precedente importante
Para la Alianza por una Mejor Calidad de Vida/RAP-Chile el fallo
definitivo emitido por el Consejo para la Transparencia sienta un po-
sitivo precedente de transparencia que el gobierno del Presidente Se-
bastián Piñera debe tomar en cuenta en el proyecto que se tramita
en el Senado, el cual pretende extender los semilleros de exportación
abriendo el mercado interno a la transgenia. Este proyecto está ac-
tualmente sin movimiento, gracias a otras urgencias legislativas mar-
cadas por los movimientos sociales a favor de la educación pública y
otros temas trascedentes. Este proyecto mantiene el secreto sobre esos
eventuales cultivos. La Alianza por una Mejor Calidad de Vida recha-
za la iniciativa legal que busca la expansión de los transgénicos, por sus
impactos en la biodiversidad, la soberanía alimentaria y la salud de los
chilenos, especialmente de las comunidades de zonas rurales. Existen
cada vez más investigaciones que asocian los transgénicos y su paque-
te tecnológico de plaguicidas, con problemas crónicos como tumores,
aumento de infertilidad y otros. También están gravemente afectados
los intereses de todos los productores agrícolas convencionales y or-

120
Chile: Ciudadanos chilenos vencieron a las empresas productoras de transgénicos

gánicos, de los apicultores y los derechos de los consumidores. Los


transgénicos resistentes a plaguicidas, van asociados a un mayor uso
de agroquímicos como glifosato, lo que está comprobado ampliamen-
te en Argentina y otros países del mundo.

La historia del fallo


Un año después de presentado el recurso, el 25 de junio de 2010 el
Consejo para la Transparencia notificó su resolución a María Elena
Rozas al SAG y a Monsanto, entre otras empresas que intervinieron
como terceros opuestos a la entrega de información. Los descargos
empresariales parecían pensados como para abrumar al Consejo, que
contaba con pocos funcionarios y escaso presupuesto: eran aproxi-
madamente 20 000 fojas. El 17 de julio de 2010, al conocer el fallo en
su contra, Monsanto y sus socios chilenos apelaron ante la Corte de
Apelaciones de Santiago contra el Consejo de Transparencia acusán-
dolo de ilegalidad por la resolución dictada.

Persistieron hasta el final en esa apelación Anasac –propiedad de


Monsanto– y los socios menores de la transnacional ya mencionados
anteriormente.

En estos tres años de dilación los productores de semillas transgé-


nicas de exportación (destinadas al hemisferio norte), apoyados por
un bufete importante de abogados, no sólo acudieron a la Corte de
Apelaciones, sino al Tribunal Constitucional de Chile, desplegan-
do un intenso lobby para revertir el fallo inicial del Consejo para la
Transparencia. Sin embargo la convicción, la persistencia y la unidad
de las organizaciones ambientales y sociales que conforman la Alianza
por una Mejor Calidad de Vida, sumados al respaldo de la campaña Yo
NO Quiero Transgénicos en Chile iniciada en 2011 y que tiene cre-
ciente presencia nacional, rindieron finalmente sus frutos.

Fundamentos de la resolución
La decisión del Consejo afirma en esta nueva redacción del fallo, que
el interés público de conocer esta información se ve reforzado por lo
señalado en la audiencia pública sostenida en enero de 2012 por los api-
cultores, respecto de que al ignorar donde se cultiva y acopia semilla
transgénica, no pueden evitar que sus abejas produzcan miel a partir
de dicho polen, y esto “incide en el régimen de etiquetado, presentación

121
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

y publicidad de estos productos y en su precio, perjudicando a los


productores nacionales de miel”.

Asimismo la decisión cita nuevos fundamentos legales a favor de la


transparencia, derivados de la modificación de la Ley de Bases del Medio
Ambiente, lo cual tuvo lugar después del primer fallo del Consejo. El ar-
tículo 31 incorporado por la Ley N° 20.417, de 2010, consagra el derecho
de acceder a la información de carácter ambiental incluyendo en ello
(letra a) los organismos genéticamente modificados; y la interacción en-
tre los elementos del medio ambiente, como el aire, el agua, el suelo,
entre otros. La letra c) del mismo artículo incorpora, además: “Los actos
administrativos relativos a materias ambientales, o que afecten o puedan
afectar a los elementos y factores citados en las letras a) y b)...”.

El Consejo se apegó a los fundamentos de su resolución inicial,


y reitera que la información es pública de acuerdo a la Constitución y la
ley chilena porque además: “…mantener en reserva la ubicación de los
lugares de cultivos transgénicos, no suministrará beneficios o venta-
jas.... Al contrario la publicidad de la información –dentro de un tema
tan relevante como el medioambiental– proveerá, en opinión de este
Consejo, un mayor beneficio para la sociedad y para el debate y la
opinión pública”. Cita asimismo similar jurisprudencia del Tribunal
de Justicia de la Corte Europea (febrero de 2009). En sus conclusio-
nes, el Consejo para la Transparencia “declara que dicha información
es pública y que, habiéndose rechazado todas las causales de secre-
to o reserva legales invocadas en el procedimiento, se procederá a
acoger el amparo en esta parte. A mayor abundamiento, debe señalarse
que el conocimiento de la información requerida permite el control social
del procedimiento que utiliza el SAG para la internación y liberación en
nuestro país de los OVM, así como para su fiscalización, existiendo
un alto beneficio al revelar dicha información. En efecto, esto permi-
tirá que el debate público sobre los transgénicos en Chile cuente con
una mayor participación social.
La parte resolutiva de la decisión del Consejo para la Transparen-
cia establece:

“I. Acoger el amparo interpuesto por doña María Elena Rozas


Flores en contra del Servicio Agrícola y Ganadero, entendién-
dose éste restringido al literal a) de su solicitud de información,
por las consideraciones indicadas en esta decisión. II. Requerir
al Director Nacional del Servicio Agrícola y Ganadero que:

122
Chile: Ciudadanos chilenos vencieron a las empresas productoras de transgénicos

1) Informe a doña María Elena Rozas Flores la ubicación exacta


y el nombre del propietario y/o entidad responsable autoriza-
dos para cultivar y acopiar semilla transgénica de exportación
como también para la experimentación científica en vegetales
transgénicos, dentro de 15 días hábiles contados desde que la
presente decisión se encuentre firme y ejecutoriada, bajo el
apercibimiento de proceder según lo dispone el artículo 46 y
siguientes de la Ley de Transparencia.”

En el fallo también se establece que debido a la primera decisión


adoptada por el Consejo para la Transparencia, el 6 de abril de 2010, el
SAG reformó el decreto o normativa que rige a los transgénicos y pro-
mulgó la Resolución Exenta N° 6 229/2010, que saca definitivamente
del reglamento la expresión “confidencial” respecto de la información
sobre OVMs en su poder, y deroga el artículo 14, estableciendo que
“El Servicio resguardará la información señalada en este artículo, se-
gún lo establecido en la legislación vigente”, es decir –explica el fallo–
la Ley de Transparencia. La reforma de este artículo era totalmente
desconocida para la ciudadanía y de hecho no implicó ningún cambio
en la voluntad del SAG hasta que se produjo la decisión definitiva del
Consejo para la Transparencia de marzo de 2012.

María Elena Rozas especifica al respecto: “Nuestro único interés


al recurrir de amparo ante el Consejo para la Transparencia ha sido
posibilitar el control ciudadano de posibles prácticas ilegales para
extender los cultivos a lugares no autorizados, tales como áreas pro-
tegidas o centros de origen, y/o hacer posible la investigación de la
contaminación de los cultivos orgánicos y convencionales. El fallo del
Consejo de Transparencia constituye una victoria ciudadana sobre las
transnacionales agroquímicas y semilleras, que es motivo de aliento
para todos los sectores afectados por los cultivos transgénicos. La
transparencia que hemos logrado hoy para los cultivos debe extender-
se también a los alimentos transgénicos. Los consumidores tenemos
el derecho a elegir alimentos sanos libres de transgénicos, por tanto,
debemos exigir que se apruebe el proyecto de ley que establece obliga-
toriedad de rotular los alimentos transgénicos y que se encuentra ac-
tualmente en segundo trámite constitucional, sin urgencia. Asimismo,
redoblaremos nuestra campaña en pro de una moratoria a los cultivos
transgénicos y a favor de una agricultura y alimentación sana y libre
de plaguicidas y transgénicos.”
Santiago de Chile, junio de 2012

123
Bolivia:
La ley de revolución productiva
comunitaria: apertura a los
transgénicos en el gobierno
del proceso de cambio
Karen Pomier
Fobomade

La imposición de incisos referentes a la regulación de transgénicos


en la Ley de la Revolución Productiva Comunitaria Agropecuaria
(LRPCA) no hace más que confirmar la fuerte tendencia neoliberal del
modelo productivo agropecuario adoptado por el gobierno boliviano.

El 2005 daba inicio el proceso de cambio orientado a promover


un nuevo sistema de desarrollo, post neoliberal y por ende antitrans-
génico, enmarcado en los emergentes paradigmas del Vivir Bien y la
Soberanía Alimentaria nacional.

El agronegocio instalado en el país con el impulso de gobiernos


Nacionalistas (1952) y Neoliberales (1990) promocionó el cultivo de
transgénicos y el uso de agroquímicos como eje del desarrollo agroem-
presarial y del agronegocio soyero con fuerte influencia de corpora-
ciones extranjeras. Las organizaciones y centros de investigación del
agroempresariado influyeron en las políticas estatales durante más de
20 años y, como veremos a continuación, continúan definiendo la po-
lítica agraria boliviana en la actualidad (Ormachea, 2012).

La incursión de los transgénicos en Bolivia


y el giro “agroindustrial” del mas

En 1997 fue aprobado el Reglamento de Bioseguridad en Bolivia, y


en 2005 el gobierno del Presidente Eduardo Rodríguez autorizó la
internación de soya (RR) resistente a glifosato en territorio nacional y
el único evento autorizado para producción de soya RR (40-3-2), tras

125
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

evadir la fuerte resistencia de la sociedad civil durante ocho años (Mo-


lina et al, 2007). Se pensó que dicha autorización sería revertida por el
nuevo gobierno de Evo Morales, emergido del seno de los movimientos
sociales, pero el líder de la “revolución democrática y cultural” hizo
exactamente lo contrario.

Según el INE, la superficie de producción de soya se incrementó


de 938 007 hectáreas en 2005 a 1 087 773 en 2011 con alrededor del
92% de producción transgénica (IBCE “Bolivia: Desarrollo del Sector
Oleaginoso 1980-2010”). El modelo soyero continúa en expansión,
sin la correspondiente evaluación de las consecuencias.

La expansión soyera es la principal responsable de la extran-


jerización de la tierra y de la dependencia productiva y comercial
campesina, con más del 70% de la superficie cultivada en manos de
propietarios extranjeros (principalmente brasileros, fuertemente apo-
yados por su estado y el nacional) y el 30% de bolivianos, en su ma-
yoría pequeños productores sometidos a la dependencia de insumos
externos, créditos de altos intereses y reglas impuestas por los com-
pradores y almacenadores del producto, también extranjeros (Carta-
gena, 2011) (Urioste, 2011).

El crecimiento del cultivo de soya transgénica, que se asume ilimi-


tado como buen retoño capitalista, es responsable de la degradación,
del cambio en el uso del suelo y del constante incremento de la defo-
restación, que alcanza a 300 mil hectáreas anuales en los últimos 3 años
(ABT), bajo un modelo que sustenta su auge económico a costa de la
Soberanía Alimentaria Nacional.

Para 2007, de 1.821.631 hectáreas cultivadas cerca al millón corres-


pondían a la producción de soya y otras oleaginosas, y las 800 mil res-
tantes a caña de azúcar, algodón, trigo, arroz, maíz y otros cultivos
alimenticios. Este hecho obligó al país a incrementar su importación
de alimentos, con cifras nunca antes advertidas, por un valor de 1 123
millones de dólares en el período 2006-2010, y sólo 600 mil toneladas
de alimentos en 2009.

Un cluster soyero se posiciona en los indicadores económicos nacio-


nales a través de una élite de poder “pujante” aventajada por los bajos
precios de la tierra, su fácil acceso, los casi nulos impuestos a la tierra
y exportaciones, el subsidio estatal al precio del diesel (que se acerca al

126
Bolivia: La ley de revolución productiva comunitaria

50% del precio internacional), el inexistente control ambiental, y las


prontas respuestas gubernamentales a sus exasperadas demandas (Pru-
dencio, 2010) (Bolpress, 2008).

Hace unos meses, en un anuncio presidencial se hacía referencia


a la paralización de la verificación de la Función Económica Social
(FES) por cinco años, con —así como relata el mismo mandatario— la
esperanza de dar “utilidad a la tenencia de la tierra de los empresa-
rios”. Dicha medida contraviene el espíritu de la Ley N° 1715 del Ins-
tituto Nacional de Reforma Agraria, según la cual todas las medianas
y grandes propiedades están sujetas a la verificación y cumplimiento
de la Función Económica Social, es decir, el empleo sostenible de la
tierra en el desarrollo de actividades agropecuarias, forestales y otras
de carácter productivo, así como en las de conservación y protección de
la biodiversidad, la investigación y el ecoturismo, conforme a su capa-
cidad de uso mayor, en beneficio de la sociedad, el interés colectivo y
el de su propietario. (Fundación Tierra, 2012).

De la misma forma, a solicitud expresa del empresariado agroin-


dustrial, el gobierno anuló la modificación introducida mediante la
Ley N. 3545 respecto a la reversión (devolución al Estado de las tierras)
después de concluido el saneamiento, la cual debía aplicarse de manera
periódica después de dos años a partir de la emisión del título ejecuto-
rial o certificado de saneamiento (art. 32.II Ley 3545); todo esto con
el fin de garantizar la “seguridad jurídica” de la grandes propiedades
agrarias.

Otro aspecto que llama la atención es la cercana aprobación de la


Resolución 0527 del Ministerio de Salud y Deportes, mediante la cual
se incluye a partir de 2011 la carne de soya en el subsidio prenatal y de
lactancia. Distribuida por la Empresa Estatal de Producción de Ali-
mentos (EMAPA), la cual, durante la crisis en la provisión de azúcar,
el mismo año, vendía “casado” el azúcar con la carne de soya, con un
consumo promovido incluso en avisos de radio y televisión. Todo esto
en aparente respuesta a la necesidad de apertura de mercados locales
para el sector.

Estas y otras medidas seguramente serán intensificadas con la


anunciada conformación del “consejo consultivo” encargado de dise-
ñar la política de desarrollo económico para los próximos 15 o 20 años,
integrado por el ente gubernamental y la Confederación de Empresa-

127
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

rios Privados de Bolivia (CEPB), junto a sus gremios afiliados como


la Cámara de Industria, Comercio, Servicios y Turismo (CAINCO),
Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO) y Asociación Nacional de
Productores de Oleaginosas y Trigo (ANAPO).

LRPCA y resistencia
La Ley de Revolución Productiva Comunitaria Agropecuaria (LRPCA)
es parte del paquete de leyes económicas y sociales necesarias para el
desarrollo constitucional, aprobadas en el primer mandato de la Asam-
blea Legislativa Plurinacional (ALP). Como su nombre lo indica, la
norma debía promover un cambio radical en la estructura productiva na-
cional, a partir de la economía comunitaria ( Bolpress, 2009).

El texto de la Ley es una adecuación del documento titulado “La


Década Productiva Comunitaria”, elaborado a lo largo de un año por
la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bo-
livia (CSUTCB), recogiendo las demandas del sector campesino en
diferentes departamentos del país.

El proyecto de ley de Estrategia Plurinacional de la Década Pro-


ductiva Comunitaria fue elaborado por la CSUTCB en consenso con
la Confederación Nacional de Mujeres Campesinas y originarias de
Bolivia Bartolina Sisa (CNMCIOB-BS), la Confederación Sindical
Intercultural de Bolivia (CSIB), CONAMAQ y otras organizaciones
del Pacto de Unidad.

En varios meses de trabajo, las bases del Pacto de Unidad redacta-


ron ese proyecto que buscaba fundamentalmente fortalecer la produc-
ción agroalimentaria comunitaria con el fin de garantizar la soberanía
alimentaria nacional. La propuesta incluía incentivos a la producción
ecológica, como por ejemplo un Banco productivo, un seguro agrícola
y mecanismos específicos para recuperar el ayllu y el sistema produc-
tivo comunitario (Laruta et al, 2011).

El proyecto de Ley presentado al Ejecutivo comenzó a ser so-


cializado en todo el país en agosto de 2010. Se conformó una comi-
sión tripartita encargada de formular propuestas y “mejoras” al texto,
integrada por representantes sociales y técnicos de los Ministerios de
Desarrollo Rural y Tierras, Medio Ambiente y Aguas, Autonomías y
Salud. El ex ministro de Autonomías Carlos Romero asumió el man-

128
Bolivia: La ley de revolución productiva comunitaria

do del equipo negociador del gobierno y el proyecto de ley de la Dé-


cada Productiva Comunitaria cambió de nombre a RPCA.

En los primeros meses de 2011 comenzaron a “mejorar” el texto


y aparecieron paulatinamente disposiciones ajenas a la propuesta ori-
ginal. De manera sorpresiva, el Ejecutivo introdujo de contrabando y
unilateralmente los artículos 15 y 19 que legalizaban la producción,
distribución y comercialización de productos transgénicos, camuflados
con terminología poco comprensible (Sena, Fobomade, 2011).

Representantes de diferentes organizaciones sociales (CONA-


MAQ, AOPEB, Alianza para el consumo responsable y solidario,
FOBOMADE, AIS, entre otros) lanzaron la voz de alarma, reclama-
ron por la modificación irregular, y luego denunciaron públicamente
que Romero continuaba haciendo modificaciones cada vez más serias
sin consultar a las organizaciones (Molina, 2011), (Sena Fobomade,
2011a, 2011b).

Mediante lucha y resistencia, tras largas jornadas de cuestiona-


miento y debate y con el apoyo de algunos miembros de los movi-
mientos afines al partido de gobierno como la CSUTCB, se evitó la
inclusión de más de ocho incisos que hacían referencia a la internación,
diseminación, producción, comercialización, entre otros, de transgé-
nicos, con la misma entereza con la que tiempo atrás se ganaron varias
batallas en la guerra contra los transgénicos (Araujo, 2011).

La sociedad civil organizada hizo desistir a instituciones de inves-


tigación (PROINPA) de internar papa transgénica en el país, proteger
al maíz mediante Resolución Administrativa VRNMA No 135/05 de
cualquier posibilidad de contaminación transgénica, librar a niños en
edad escolar de riesgos alimentarios con la prohibición de transgéni-
cos en desayunos escolares D.S. 181, incluir dentro de los derechos de
la Madre Tierra “el derecho a la preservación de la diferenciación y la
variedad de los seres que componen la Madre Tierra, sin ser alterados
genéticamente ni modificados en su estructura de manera artificial…”
e instituir como “principio” la prohibición de los transgénicos en la
Constitución Política del Estado, que en su artículo 255 Seguridad y
soberanía alimentaria para toda la población señala la prohibición de
importación, producción y comercialización de organismos genética-
mente modificados y elementos tóxicos que dañen la salud y el medio
ambiente (Sena Fobomade 2011c y 2011d).

129
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

Además, los movimientos sociales lograron proteger al maíz con el


resguardo de especies de origen y diversidad, en incisos que quedaban
de forma “obligada” en la LRPCA, como reacción inmediata ante la
estrategia agroindustrial por internar maíz Bt, precedida por la im-
portación continua durante tres años atrás del producto, a cargo del
Ministerio de Desarrollo Rural y Tierras.

Los representantes sociales denunciaron en repetidas oportuni-


dades haber sido maltratados, presionados y hasta insultados por los
ministros y viceministros de Evo Morales. Muchos de ellos afirmaron
que en los debates de la ley RPCA quedó demostrado que el Presi-
dente no gobierna obedeciendo al pueblo sino “imponiendo” y quizá
“amenazando” a los ciudadanos ( Bolpress, 2011b).

El propio secretario ejecutivo de la CSUTCB fue víctima de la fu-


ria del actual ministro de la Presidencia Carlos Romero. El burócrata
lo maltrató frente a todos los mallkus y apumallkus del CONAMAQ.
Los asistentes también fueron testigos del maltrato a los delegados de
CONAMAQ, quienes prefirieron abandonar la reunión en repudio a
la actitud sorda e intransigente de una autoridad que le debe su cargo
a los indígenas originarios campesinos. Paralelamente la ministra de
Desarrollo Productivo amenazó en un canal de televisión de llevar
a juicio penal a la representante de FOBOMADE (Sena-Fobomade:
2011, 2011a, 2011b, 2011c, 2011d).

Los delegados del Pacto de Unidad confiaban en que el Primer


Mandatario escucharía sus reclamos y haría justicia. Sin embargo, el
Presidente Morales en persona reprendió a la alta dirigencia de la CO-
NAMAQ y de la CSUTCB por oponerse a los transgénicos y a la “ley
mejorada” por técnicos desconocidos.

Evo reprochó a campesinos e indígenas que se oponen a los trans-


génicos y le “causan problemas con los empresarios de Santa Cruz.”.
“Si no se aprueba (la ley) como está, tendrán que esperar unos dos
años para ver sus propuestas plasmadas en ley”, les habría chantajeado
el Presidente (Bolpress, 2011a).

Luego de que el presidente les diera la espalda, los delegados so-


ciales llegaron en romería a la Comisión de Economía Plural de la
Cámara de Diputados, presidida por el diputado oficialista Luis Alfa-
ro, con la esperanza de ser escuchados, ya que Alfaro dijo en más de

130
Bolivia: La ley de revolución productiva comunitaria

una oportunidad que no estaba de acuerdo con los transgénicos. Sin


embargo, Alfaro cambió pronto de discurso, al igual que los ministros
de la Presidencia Carlos Romero y de Desarrollo Productivo Teresa
Morales, quienes, con interpretaciones falsas y argumentos rebusca-
dos, intentaron confundir a la población.

Cuando el Ejecutivo presentó el proyecto de Ley, Romero asegu-


ró que los transgénicos eran necesarios para incrementar la produc-
ción y exportar más. Si bien el proyecto de ley privilegia la producción
orgánica, “somos conscientes de que esta producción es insuficiente
para garantizar el abastecimiento del mercado interno, y los exceden-
tes para la exportación”. Por tanto, a la hora de autorizar el culti-
vo de transgénicos, se tomará en cuenta no solo la preservación de la
salud, el medio ambiente y la vocación productiva de la tierra, sino
también los “comportamientos del mercado”, confesó Romero ( Bol-
press, 2011b).

Romero consideró que los transgénicos de Monsanto y Cargill


regulan el comportamiento del mercado internacional y tienen una
incidencia fundamental en la “revolución transgénica impresionante”
que ha permitido a Paraguay, Argentina y Brasil multiplicar sus volú-
menes de producción y “copar los mercados externos”.

En Bolivia no tenemos la cantidad suficiente de instituciones, em-


presas o entidades que generen semilla certificada, y dependemos de
la semilla de soya transgénica de Brasil o Argentina. Los productores
bolivianos también enfrentan graves problemas en la producción de
maíz “porque los países que nos proveían de esa semilla están produ-
ciendo sólo transgénicos”, explicó la directora del Ministerio de Au-
tonomías Elba Terceros.

La funcionaria relativizó los riesgos y peligros de la producción


masiva de transgénicos en Bolivia: “Hasta donde se conoce no se pue-
de afirmar que hacen daño a la salud, pero tampoco se puede afirmar
que no hacen daño… Hay mucha campaña internacional, pero no sa-
bemos si tienen malos o buenos resultados o si estamos arriesgando
algo…”.

“Es fácil criticar y decirles a los pequeños y medianos productores


de Santa Cruz que no produzcan soya transgénica, pero, ¿qué opción
les damos? Eso es en lo que tenemos que pensar… Yo no estoy a favor

131
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

de los transgénicos, pero tenemos que darles opciones…”, justificó


Terceros. 

Con la misma lógica, la ministra Teresa Morales y los senadores


Isaac Avalos y Fidel Surco defendieron la Ley argumentando que la
prioridad nacional no es solamente producir “en armonía” con la Ma-
dre Tierra o revalorizar las “prácticas ancestrales”, sino también “in-
crementar” la producción con “tecnologías modernas”. 

Decenas de informes de la FAO y la UNESCO corroboran que


el negocio transgénico refuerza un modelo de producción agrícola in-
sostenible y depredador. La Union of Concerned Scientists (Unión
de Científicos Comprometidos con la Sociedad de EE.UU.), luego de
analizar estudios de campo en los últimos 20 años, llegó a la conclu-
sión de que el publicitado aumento de rendimientos de los cultivos
OGM es completamente falso (Sena-Fobomade, 2011c).

Se ha demostrado en la práctica que el cultivo industrial de trans-


génicos intensifica el uso de venenos agroindustriales y devasta exten-
sas áreas. Abundantes datos científicos evidencian que ni los OGM,
ni los venenos agroindustriales como el glifosato son inocuos para los
humanos; al contrario, constituyen un grave peligro para la salud hu-
mana. Por eso Italia, Grecia, Suiza, Alemania y también Perú declara-
ron moratorias en el cultivo de transgénicos por varios años. El mayor
peligro es la contaminación biológica de especies y campos de cultivo.
La historia y la ciencia han demostrado que las semillas orgánicas no
pueden coexistir con las semillas simientes transgénicas del agronego-
cio, afirmó Public Patent Foundation (PUBPAT).

Abrumados por los argumentos y las evidencias científicas que


contrariaban abiertamente la ley oficialista, los burócratas cambiaron
de discurso cuando comenzó el debate en la Asamblea Legislativa. Fue
entonces que Romero y su colega Morales comenzaron a promocio-
nar las virtudes de la ley, asegurando que es “antitransgénica” y “pro-
tege” a los alimentos nativos (Sena-Fobomade, 2011b).

“El proyecto de ley del gobierno no es pro transgénico; al contra-


rio, quiere rescatar y revalorizar los productos nativos y proteger el
patrimonio genético, la biodiversidad, la salud de los sistemas de vida
y la salud humana”, aseguró el ministro Romero (Canal 7). Recalcó
que el gobierno no promocionaba los transgénicos en el país sino que

132
Bolivia: La ley de revolución productiva comunitaria

intentaba “regular” el cultivo y el consumo clandestino de transgé-


nicos, tomando en cuenta criterios de carácter económico, sanitario
biológico y ambiental; “bajo condiciones de bioseguridad establecidas
por el Estado boliviano en el marco de convenios internacionales de
bioseguridad”, e imponiendo “reglas más estrictas que hagan mucho
más difícil la autorización” de OGM en el futuro.

En otras palabras, Romero dio a entender que se autorizará la am-


pliación de la producción de alimentos transgénicos siempre y cuando
se “respeten las condiciones de bioseguridad y no afecten la salud o el
medio ambiente (...) Si un cultivo es dañino, el comité lo prohibirá y
no autorizará su ingreso al país, pero si no afecta y coadyuva a incre-
mentar los volúmenes de producción, lo autorizará bajo determinados
límites” (Laruta et al, 2011).

Así, la comisión de Alfaro mantuvo intactos los incisos que lega-


lizaban el control de la producción, distribución y comercialización
de productos transgénicos en Bolivia. La ministra Morales, prepotente
e intimidante, advirtió que no se movería ni un punto ni una coma de la
Ley en la plenaria de la Asamblea, y el presidente de la Cámara de
Diputados Héctor Arce dijo incluso que se repondrían artículos eli-
minados anteriormente por la presión de las organizaciones sociales.

El CONAMAQ acordó una reunión con el canciller David Cho-


quehuanca, quien reconoció que fue un error político aceptar el uso
de transgénicos y se comprometió a llevar la inquietud al Primer Manda-
tario. Pero el segundo encuentro comprometido con el Canciller fue
suspendido repentinamente.

Debido a la persistente intimidación y represión, los dirigentes


sociales que antes unieron fuerzas para evitar las imposiciones, prefi-
rieron callarse y aceptar la ley impuesta con la lógica de que es mejor
lograr “algo que nada”. Así, representantes de Ministerios del área
económico productiva, en un supuesto consenso con las organizacio-
nes sociales, modificaron significativamente el nombre, algunos artícu-
los y hasta sentido de la propuesta de la CSUTCB, excediendo de su
alcance comunitario a los otros tres actores de la economía plural: el
Estado, la economía privada y la economía social cooperativa.

El Ejecutivo se salió con la suya, contrarió la voluntad del Pacto


de Unidad y benefició a los empresarios del Oriente. Fungieron como

133
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

principales promotores de los cultivos transgénicos el entonces mi-


nistro de Autonomías Carlos Romero, el viceministro de Desarrollo
Rural Víctor Hugo Vásquez y el propio presidente Evo Morales. Las
autoridades más abusivas, más autoritarias y más denunciadas fueron
el ministro Romero, y los senadores oficialistas Isaac Avalos y Fidel
Surco, ambos ex dirigentes de la CSUTCB.

La ley pro transgénica y pro empresarial


Evo Morales promulgó en junio de 2011 una ley antidemocrática pla-
gada de artículos confusos y contradictorios que legalizan los transgé-
nicos en el país, redactada a espaldas de las organizaciones académicas,
agricultores ecológicos, pequeños productores y consumidores, acto-
res claves en la implementación de la soberanía alimentaria (Sena-Fo-
bomade 2011a, 2011b).

Por una parte, la norma dice incentivar la producción comu-


nitaria, el fortalecimiento de las prácticas locales ancestrales de las co-
munidades, el uso de abonos orgánicos y residuos orgánicos en
sustitución de agroquímicos, el incremento de la biodiversidad a través
de la recuperación y crianza de semillas nativas, la recuperación del
suelo y praderas nativas, ,el incentivo de prácticas ancestrales de con-
servación de suelos, sistemas agroforestales enmarcados en el respeto
a la Madre Tierra y la inédita incorporación del seguro agrícola ante
desastres, todo con la finalidad de garantizar la seguridad alimentaria
con soberanía hacia el vivir bien del pueblo boliviano.

Por otra parte, la ley también incentiva la masificación del em-


pleo de agrotóxicos, con la creación de la empresa de producción de
abonos y fertilizantes, que incluye el aprovechamiento de insumos
derivados de la explotación minera e hidrocarburífera, y la determi-
nación de arancel cero por cinco años para la importación de los
mismos.

Otra ambigüedad se refiere al control, manejo y producción de la


biodiversidad, ya que se pretende una “conservación e incremento de
la biodiversidad a través de la recuperación y crianza de semillas na-
tivas y producción de semillas mejoradas y otras acciones que prote-
jan la biodiversidad contra la biopiratería y la tendencia al monopolio
de las transnacionales de semillas” (art. 12). La ley prevé fomentar la
“producción de semilla de alta calidad priorizando los productos es-

134
Bolivia: La ley de revolución productiva comunitaria

tratégicos” (art. 13 a), sin considerar que la producción de “semillas


mejoradas” de “alta calidad” trae consigo la creciente erosión genética
y la dependencia productiva.

Mayor controversia y rechazo generó la aparición, a último mo-


mento, de incisos que hacen referencia a la legalización de transgéni-
cos en el país: El artículo 15, denominado Política de Protección de
Recursos Genéticos Naturales, inciso 2 establece: “No se introducirán
en el país paquetes tecnológicos agrícolas que involucren semillas gené-
ticamente modificadas de especies de las que Bolivia es centro de origen
o diversidad, ni aquellos que atenten contra el patrimonio genético,
la biodiversidad, la salud de los sistemas de vida y la salud humana.”
De acuerdo con el mismo, sólo se logró la protección a las especies
de las que somos centro de origen o diversidad, dejando vía libre a
la internación de aquellas semillas transgénicas de arroz, caña, trigo,
entre otras.

El inciso 3 señala: “Todo producto destinado al consumo humano


de manera directa o indirecta, que sea, contenga o derive de organis-
mos genéticamente modificados, obligatoriamente deberá estar debi-
damente identificado e indicar esta condición”, con lo cual se legaliza
todo producto de importación derivado de transgénicos, incluyendo
maíz, que podrán ser comercializados con la única obligación de ser
etiquetados. Hasta ahora toda semilla o producto derivado de maíz
transgénico era ilegal en Bolivia, en virtud de la resolución arriba men-
cionada (Sena-Fobomade, 2011d).

No existe en la actualidad en Bolivia una norma para el etiquetado


de transgénicos. Esta deberá definir el porcentaje de OGM del ali-
mento, por encima del cual se aplique el etiquetado. De acuerdo con
este porcentaje, el etiquetado puede ser o no un saludo a la bandera.
Y mientras tanto, en virtud de la ley todo estará permitido. Además,
la ley no menciona la instancia encargada de su cumplimiento, a pe-
sar de que entre sus alcances (art. 5) incluye un “Ajuste estructural de
la institucionalidad pública del sector agropecuario, para que facilite la
asistencia integral técnica y tecnológica oportuna para garantizar la su-
ficiente producción, transformación y comercialización de alimentos.”

El artículo 19, denominado Política de intercambio y comerciali-


zación, señala: “Se establecerán disposiciones para el control de la pro-
ducción, importación y comercialización de productos genéticamente

135
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

modificados”. Éste es el más abierto, en realidad lo permite todo, y por


ello fue eliminado con mucho esfuerzo en la Comisión de Economía
Plural de la Cámara de Diputados, primera instancia de tratamiento
del proyecto de ley. Sin embargo, el propio presidente de la Cámara,
Héctor Arce, lo repuso y así fue aprobado por el plenario y posterior-
mente por el Senado.

Por otro lado, la ley establece un seguro agrícola denominado “Pa-


chamama” que dará cobertura sólo a los beneficiarios que cumplan
con todos los requisitos establecidos por reglamentación especial y
que será materializado con la creación del INSA, cuyas funciones son
aprobar pólizas propuestas por aseguradoras privadas, las cuales go-
zarán casi de exclusividad en la cobertura de riesgos (art. 31-34).

La norma delinea una política de créditos sin diferencia alguna con


los lineamientos neoliberales, ya que éstos deberán ser canalizados
a través de entidades financieras con licencia de funcionamiento de la
Autoridad de Supervisión del Sistema Financiero (ASFI), con el res-
paldado de garantías prendarias de maquinarias, equipos, insumos, pro-
ducción actual y/o futura, semovientes y otros activos; subordinando de
esta manera las necesidades de las economías campesinas a las reglas
del sector financiero (Araujo, 2011) (Sena Fobomade, 2011d).

Fue sorprendente la rearticulación del Comité de Bioseguridad en


el segundo semestre de 2011, con la urgente tarea de promover una
reglamentación a la LRPC, orientada a eliminar la protección al maíz,
tras las desesperadas intenciones del sector por el acceso a otros even-
tos transgénicos para soya y maíz, éste último como principal cultivo
de rotación.

Se puede advertir que las nuevas políticas agropecuarias, que ame-


nazan con la apertura del país a los transgénicos y agrocombustibles,
parecen estar siendo elaboradas en instancias de fuera del país, tales
como EMBRAPA, el Consejo Agropecuario del Sur (CAS) y su or-
ganismo técnico, la Red de Coordinación de Políticas Agropecuarias
(REDPA). En 2005 la CAS resolvió crear el Grupo sobre Políticas
Públicas en Biotecnología y Agroenergía a cuyas reuniones han esta-
do asistiendo técnicos de las instituciones nacionales mencionadas así
como del Viceministerio de Medio Ambiente, instancia que alberga al
Comité de Bioseguridad, encargado de la autorización de organismos
genéticamente modificados. La presidencia del  CAS está a cargo de

136
Bolivia: La ley de revolución productiva comunitaria

Brasil. La Secretaría Técnica de la REDPA está a cargo del Instituto


de Investigaciones Agrícolas (IICA), conocido en Bolivia por su apo-
yo abierto a los transgénicos, a los que promovió en sucesivos eventos
realizados en la Casa de la Agricultura en Cota Cota.

En síntesis, la aprobación de la LRPCA evidencia la fuerte in-


fluencia neoliberal en el modelo productivo adoptado por el gobierno
del MAS, que se enfrenta una vez más a la resistencia civil. Todo esto
no hace más que ratificar que el actual gobierno da continuidad al pa-
trón de desarrollo agrario estructurado por el neoliberalismo (Araujo,
2011).

El Presidente del Estado Plurinacional de Bolivia estaba plena-


mente consciente de los riesgos. “Estoy convencido de que los produc-
tos transgénicos hacen mucho daño; está demostrado científicamente”,
dijo Evo el 28 de abril de 2010 en Sucre, y propuso que Bolivia sea
“territorio libre de transgénicos”. Pero Evo se desdijo y dejó en claro
que su nueva política agraria no busca revalorizar la cultura agrícola
ancestral sino fomentar la agroindustria exportadora con un enfoque
pro transgénico.

En los hechos, el MAS fomenta al agronegocio nacional y echa por


la borda la posibilidad de encaminarse hacia la estructuración de un
nuevo “patrón de desarrollo agrario”, orientado a la democratiza-
ción del acceso a los beneficios económicos de la agricultura” a través
del fortalecimiento de la “agricultura familiar campesina, indígena y
originaria con base comunitaria” (Cedla-Bolpress, 2012) (Prudencio,
2010).

Al final, el gobierno que iba a “establecer una nueva relación ar-


mónica entre el hombre y la naturaleza como garantía de su regene-
ración” —como pregonaba el vicepresidente Álvaro García Linera—,
terminó favoreciendo los “negocios” de las transnacionales y de unos
cuantos terratenientes nacionales, y contradiciendo de esta manera
los fines y principios de su propia ley LRPCA, que supuestamente
busca “Lograr la Soberanía Alimentaria en condiciones de inocuidad
y calidad para el vivir bien de los y las bolivianas, en armonía y equi-
librio con la Madre Tierra” (art. 3 y 6); y “garantizar la provisión de
alimentos y un estado nutricional adecuado” (art. 12) (Urioste, 2011,
Ormachea, 2012).

137
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

Referencias
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139
Colombia: una evaluación de
los cultivos genéticamente
modificados en Colombia
Germán Vélez
Grupo Semillas

Introducción
En Colombia se cultivan transgénicos desde el año 2002, cuando el
ICA aprobó dos tipos de algodones transgénicos (Bt y algodón RR
de Monsanto). Hasta la fecha ha sido aprobada en el país la siembra
comercial de ocho variedades de algodón transgénico.

Adicionalmente, en 2007, el ICA dio luz verde a siembras comer-


ciales “controladas” de tres variedades de maíz GM y luego, desde
2008, a la siembra de otros cuatro tipos de maíces GM. Los maíces
aprobados son: de Monsanto, Yieldgard (Bt) - Roundup Ready (RR)
- Yieldgard II x RR - Bt-11 - GA21, y de la empresas Dupont Hercu-
lex I y Herculex + RR (Resoluciones del ICA, 2017 y 2008). El CA
autorizó, además, las investigaciones de cultivos transgénicos de papa,
caña de azúcar, pastos, soya, café, arroz y yuca, entre otros.

Estos transgénicos han sido autorizados (para la siembra y consu-


mo) el Decreto 4525 de 2005, que reglamenta el Protocolo de Cartage-
na sobre Bioseguridad (Ley 740/02) (ICA, 2005). Esta norma crea tres
comités técnicos de Bioseguridad (CTNbio) independientes1. Este
decreto no incluye evaluaciones de bioseguridad integrales, en aspectos
ambientales, socioeconómicos y de salud. Adicionalmente, en el proceso
de aprobación de cultivos transgénicos, no se realizó consulta previa
ni se consideró la participación del público, como lo estipula el artícu-
lo 23 de la Ley 740/02.

1
Estos comités son: CTNbio Agrícola, a cargo del Ministerio de Agricultura, el cual aprueba
transgénicos de uso exclusivo agrícola; CTNbio Ambiental, a cargo del Ministerio de Am-
biente, aprueba transgénicos para uso exclusivo ambiental, y CTNbio de Salud, a cargo del
Ministerio de la Protección Social que aprueba transgénicos de uso exclusivo para la salud y
para alimentación humana.

141
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

A continuación se hace una revisión detallada de cómo se han ido


extendiendo estos dos tipos de cultivos en el país, y cuáles han sido sus
impactos.

El algodón transgénico en Colombia


Desde 2002, en el país se aprobó la siembra comercial del algodón Bt;
se sembraron 2 000 hectáreas. Posteriormente, en 2003, se autorizó el
algodón Roundup Ready (RR) y en 2006 se introdujo la tecnología
conjunta de algodón Bt y RR (semillas de propiedad de Monsanto).
En 2011-2012 se sembraron 49 334 hectáreas de algodón transgénico.
Los departamentos con mayor área sembrada fueron Córdoba, 20 390
hectáreas, Tolima, 10 847 hectáreas, Cesar, 8 415 hectáreas, y Sucre,
3 109 hectáreas (ICA, 2012).

La aprobación de la liberación comercial del algodón Bt en Colom-


bia se hizo a través de procedimientos irregulares por parte del ICA y
de Monsanto. No se realizaron estudios completos y necesarios para
garantizar una seguridad total (MAVDT, 2007). Luego de la aprobación
de la siembra del algodón Bt, se interpusieron por parte de varias or-
ganizaciones de la sociedad civil dos acciones populares. El Consejo
de Estado falló en febrero de 2005 en una de estas demandas y orde-
nó que todas las solicitudes para cultivos transgénicos aprobados con
posterioridad a la expedición de la ley 740, que adopta el Protocolo de
Cartagena de bioseguridad, tienen la obligación de tramitar “Licencia
ambiental” ante el Ministerio de Ambiente. El gobierno, sin embargo,
ha desconocido la obligación de este trámite en las aprobaciones de
cultivos transgénicos posteriores al fallo.

El fracaso del cultivo de algodón transgénico


en Colombia

Luego de una década de siembra comercial de algodón transgénico


en Colombia han surgido muchos problemas e impactos negativos de
esta tecnología, especialmente en Córdoba y Tolima, que son las dos
regiones más algodoneras del país.

En el Tolima, en el año 2008, se sembraron 3 902 hectáreas de algo-


dón GM, de la variedad DP 455 BG/RR de Monsanto. Se perdió entre el
50 y el 75% de la producción, las pérdidas ascendieron a cerca de 20 mil
millones de pesos y más de 1 000 productores se vieron afectados (Jaime,

142
Colombia: Una evaluación de los cultivos genéticamente modificados en Colombia

2008). Según Monsanto, la mala cosecha se debió al exceso de agua y alta


humedad y a problemas de manejo agronómicos de los agricultores.
Por su lado, los agricultores consideraron que las causas obedecieron
a la baja calidad de la semilla. Monsanto les prometió a los agricultores
que el Bt iba a disminuir el uso de plaguicidas, y que controlaría entre el
50 y 70% de la plaga Spodoptera spp, pero en realidad controló menos
del 10%. Adicionalmente, en la región se presentó resurgencia del picu-
do, requiriéndose hasta seis aplicaciones de insecticidas para controlar
esta plaga (Varón, 2008, 2009; Conalgodón, 2009).

En Córdoba y Sucre, en el semestre 2009 B, se sembraran 7 101,7


hectáreas con algodón transgénico Bt/RR. Según Conalgodón, en
2009 en la región se perdió el 15% de la cosecha, 2 400 agricultores tu-
vieron pérdidas en 7 000 hectáreas, por más de 7 millones de dólares. El
algodón transgénico obtuvo un rendimiento de 1.762 kg/ha, mientras
que el algodón no transgénico llego hasta 2.027 kg/ha. El precio de la
semilla GM fue cuatro tres veces mayor que la semilla tradicional de
algodón. Monsanto les prometió a los agricultores que el algodón Bt
les reduciría significativamente el consumo de plaguicidas; pero el 70%
de los plaguicidas que utilizan los agricultores es para el control de
plaga picudo (Anthonomus grandis), la cual no es controlada por el Bt.
A pesar de estas dificultades con el algodón GM muchos agricultores
sembraron estas semillas porque no había disponible en el mercado se-
millas convencionales (Grupo Semillas, 2009).

Adopción del algodón transgénico en Colombia

Año Área (Ha) Periodo analizado % de cambio de un año a otro


2002 2 000
2003 6 187 2002 – 2003 209
2004 18 679 2003 – 2004 202
2005 21 466 2004 – 2005 15
2006 22 734 2005 – 2006 6
2007 23 826 2006 – 2007 5
2008 21 927 2007 – 2008 -8
2009 18 865 2008 – 2009 - 14
2010 37 657 2009 – 2010 100
2011 49 334 2010 – 2011 31
2012 28 172 2011– 2012 - 43

Fuente: Agro-Bio 2013 (Elaboración propia)

143
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

Luego de las denuncias públicas realizadas por el gremio de los al-


godoneros, la Confederación Colombiana del Algodón, Conalgodón
(López, 2009), le solicitó al ICA aplicar las sanciones a Monsanto por
engaño a los agricultores (Castro, 2009 y Coronado, 209. Finalmente,
en 2010, el ICA le impuso una multa por 515 millones de pesos por
información errónea y engañosa acerca de la semilla DP 164 B2RF de
Monsanto (Portafolio.com, 2010), y El Meridiano de Córdoba, 2010).

¡De las maravillosas semillas transgénicas


a las semillas tragédicas!

En la cosecha de 2012 en Córdoba más de 4 000 familias y empresarios


de algodón se quebraron por las deudas acumuladas, por el invierno
de los últimos años y por el fracaso de las semillas transgénicas. En la
región, el rendimiento de la cosecha fue de 1 400 kg/hectárea, pero el
punto de equilibrio fue de 2 400 kg/hectárea, por lo que los agricul-
tores perdieron 72 000 millones de pesos. Luego del colapso que se
presentó con la cosecha de algodón, los productores no quieren saber
de las semillas transgénicas; pero la estrategia que ha utilizado Mon-
santo ha sido retirar del mercado las variedades convencionales como
la Delta Opal 90, e insólitamente Corpoica tampoco tiene disponible
sus semillas no transgénicas M-123 y Sinuana, por lo que la mayoría
de los agricultores se vieron obligados a sembrar solo semillas GM. Es
así como para la siembra de 2011-2012, el 83% de la misma se hizo con
semilla transgénica y solo el 17% con semillas convencionales.

Al presentarse el fracaso de la cosecha de 2012, tanto los pequeños


como los grandes productores de algodón realizaron masivamente
una protesta y bloqueo de la troncal de la costa en marzo 1.o de 2012.
Aunque el ministro de Agricultura les prometió ayudarlos para salir
de la quiebra, hasta hoy día no se ve solución al problema y, mientras
tanto, los agricultores tienen la soga al cuello de las manos de los ban-
cos y de Monsanto (El Meridiano de Córdoba, 2012).

Lo sucedido con el algodón, ha sido la “crónica de una muerte


anunciada”. Esperemos que esta triste historia que le ha ocurrido a
los algodoneros no se repita con los millones de agricultores de maíz
en el país, puesto que en varias regiones muchos productores de ese
grano, principalmente grandes y medianos, están maravillados con estas
semillas porque les da buena rentabilidad, pero se niegan a mirar los
impactos ambientales sobre la enorme diversidad de semillas criollas

144
Colombia: Una evaluación de los cultivos genéticamente modificados en Colombia

que existe en el país y los impactos socioeconómicos y culturales que


pueden generar estas tecnologías. Ojalá que los agricultores que tie-
nen una cultura de maíz reaccionen y adopten acciones para defender-
lo como patrimonio estratégico de la nación y que su reacción no se dé
cuando ya todo esté consumado y hayamos caído en la esclavitud
de las empresas semilleras.

El maíz transgénico
El área total sembrada de maíz transgénico en el país aumento de 6 000
hectáreas en el año 2007 a 38 896 hectáreas en 2010 (Grupo Semillas,
2007). La mayor área se estableció en el Valle del Cauca con 10 658,5
hectáreas; luego Córdoba con 9 339,6 hectáreas; le siguen el Meta con
6 167,7 hectáreas y el Tolima con 6 600 hectáreas. En el año 2011 se
sembraron 59 239 hectáreas. Los departamentos con mayores áreas
fueron Tolima, 19 642,7 hectáreas, Meta, 12 817,3 hectáreas, Valle,
11 296,7 hectáreas, Córdoba, 9 500 hectáreas, y Cesar, 8 415 hectáreas
(Agrobio, 2011). Según el ICA en 2012 el área aumento a 75 046 hectá-
reas, se destaca el aumento significativo en el Tolima con 19 908 hec-
táreas; Córdoba con 16 605 hectáreas y Meta con un total de 15 582
hectáreas.

Para el 2011, las semillas de maíz transgénico utilizadas, corres-


ponden a las tecnologías Herculex I, que se sembraron 15 983,8 hec-
táreas, y Herculex I x RR, 7 786,9 hectáreas, de la empresa Dupont;
y también las semillas de las variedades Yieldgard x RR, 9 437,4 hectá-
reas, Roundup Ready, 2 757,5 hectáreas, Yieldgard, 1 822,4 hectáreas,
y Bt11 1 107,9 hectáreas, de Monsanto (ICA, 2011).

Si se analiza el área total de maíz sembrado en el país con respec-


to al área establecida con maíz transgénico, se observa que el maíz
modificado genéticamente solo representa el 9,7% del área. Pero si
se compara el área de maíz transgénico con respecto al área de maíz
tecnificado, ésta representa el 23% (Ministerio de Agricultura y De-
sarrollo Rural, 2010). Aunque todavía no se ha masificado la siembra
de maíz transgénico en todo el país, en algunas regiones representa
un área significativa, que hace que sea muy probable que la conta-
minación genética de las variedades criollas esté muy extendida, como
lo demuestra un estudio realizado en 2010 por el grupo de ingeniería
genética de la Universidad Nacional, “Evaluación de flujo de genes en
2010, en el Valle de San Juan - Tolima” Martínez, Cardenal, Alfonso

145
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

& Chaparro, 2011. El estudio, encontró flujo de transgenes desde maí-


ces GM hacia maíces criollos de la raza clavo, y señala que el flujo de
genes vía polen, se presenta a distancias desde los 100 m. hasta 2 km. y
también el flujo de genes vía semilla, puesto que no está siendo contro-
lado, lo cual aumenta la probabilidad de que se presenten hibridación
con maíz transgénico”.

Área sembrada con maíz transgénico en Colombia


Años 2007-2012

Producción Porcentaje de
Período
Años TM crecimiento de un
Evaluado
Área (Has.) año a otro
2007 6 901,4
2008 10 489,4 2007-2008 52
2009 16 822,6 2008-2009 60
2010 38 896 2009-2010 23
2011 59 239 2010-2011 52
2012 75 046 2011-2012 13

Fuente: Agrobio, 2013 (Elaboración propia)

Los maíces criollos y el peligro


de contaminación transgénica

Los estudios taxonómicos sobre maíz más completos realizados en


Colombia (Roberts, Grant, Ramírez, Hatheway & Smith, 1957; To-
rregrosa, 1957) muestran que en el país existen 23 razas de maíz. De
cada una de estas razas, las comunidades indígenas, afrocolombianas
y campesinas han desarrollado, conservado y utilizado cientos de va-
riedades criollas de maíz adaptadas a las diferentes condiciones am-
bientales y culturales de las diferentes regiones del país.

El ICA autorizó la siembra de maíces transgénicos en todo el terri-


torio nacional, pero prohibió su cultivo en los resguardos indígenas. Se
estableció que deben sembrarse a una distancia de separación mínima
de 300 metros de los resguardos, distancia a todas luces ineficaz para
proteger las semillas criollas de la contaminación genética proveniente

146
Colombia: Una evaluación de los cultivos genéticamente modificados en Colombia

de los maíces transgénicos2. También la contaminación puede prove-


nir del maíz importado para uso alimentario que llega a los agriculto-
res mediante los programas de fomento agrícola y ayuda alimentaria,
e igualmente a través de prácticas de intercambio y ensayo de semillas
provenientes de otros lugares, que permanentemente realizan los in-
dígenas y campesinos.

El ICA no consideró ninguna restricción para la siembra de maíz


GM en territorios campesinos, los cuales constituyen más del 61% de
la comunidad maicera nacional, quedando totalmente desprotegidas
de la contaminación las variedades criollas que han compartido los cam-
pesinos e indígenas por mucho tiempo.

Transgénicos en la alimentación
Los pequeños agricultores son los responsables de la soberanía alimen-
taria en Colombia. Ellos producen el 70% del área cultivada de maíz en
el país, del 89% de la caña panelera, del 80% del fríjol, del 75,5% de
las hortalizas y del 85% de la yuca, entre muchos otros productos.

A pesar de ello, este sector ha sido muy golpeado en las últimas


dos décadas, razón por la cual Colombia está perdiendo su soberanía
alimentaria. Es así como en el año 2011 el país importó 9 millones de
toneladas de alimentos básicos, incluyendo maíz, soya, arroz, trigo,
sorgo, ajonjolí, ajo y cebolla, frutales, plátano, cacao, lácteos y cárni-
cos, entre otros.

Uno de los cultivos más afectados es el maíz. A pesar de que el


área total sembrada de este cultivo en 2011 fue de 605.700 hectáreas
(350 000 hectáreas con maíz tradicional y 255 700 hectáreas con maíz
tecnificado) y la producción nacional de 1 715 000 toneladas (ICA,
2011), se hizo necesario importar más de 2 800 000 toneladas de este
alimento, lo que corresponde al 85% del consumo nacional. Aunque no
contamos con datos exactos, un alto porcentaje de este maíz importa-
do posiblemente es transgénico.

2
Estudios científicos realizados en Europa, Estados Unidos y México muestran que la coexis-
tencia entre cultivos transgénicos y no transgénicos es imposible, puesto que una vez libe-
radas al ambiente las semillas transgénicas, la contaminación genética de las semillas criollas
es inevitable. Esto ocurre porque el polen es arrastrado por el viento a varios kilómetros,
cuando se presentan condiciones de convección y/o vientos fuertes y, también, por la poli-
nización realizada por abejas que pueden viajar hasta diez kilómetros.

147
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

El Consejo Técnico Nacional de bioseguridad (CTN Bio de Salud),


y el Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos,
Invima, aprobaron, desde 2005, mediante la expedición de registros
sanitarios, 17 tipos de alimentos derivados de cultivos transgénicos de
las empresas Monsanto, Dupont y Syngenta, para el consumo huma-
no. De estos, siete registros corresponden a productos derivados de
maíz, y otros ocho maíces están en trámite para su aprobación. Las
empresas biotecnológicas han logrado que en el país sean aprobados
productos derivados de maíz (Bt y RR), soya (RR), algodón (Bt y
RR), trigo (RR), remolacha RR y de otros cultivos, tanto para el con-
sumo humano como también para materia prima de la alimentación
animal3.

Los registros sanitarios otorgados por el Invima, para la comer-


cialización de estos productos alimentarios, se autorizaron sin realizar
rigurosas evaluaciones de bioseguridad sobre los riesgos en salud hu-
mana y animal. En el país no se han realizado evaluaciones de riesgos
de toxicidad, alergenicidad, y demás pruebas que garanticen su segu-
ridad. El Invima se ha limitado a homologar y sacar conclusiones sobre
estos alimentos a partir de los estudios que le entrega la compañía
solicitante al CTN Bio de Salud. En Colombia estamos importando
masivamente alimentos sin realizar ningún tipo de separación y eti-
quetado, por lo que no es posible evitar la entrada de productos trans-
génicos a la cadena alimentaria; quitándonos a los consumidores el
derecho de poder decidir de forma libre e informada si aceptamos o no
que los alimentos transgénicos entren a nuestra alimentación.

La sociedad civil frente a los transgénicos


En muchas regiones del país las organizaciones indígenas y campesi-
nas, las oenegés, los movimientos sociales y ambientalistas tienen una
posición crítica sobre los organismos transgénicos y para enfrentar
estas tecnologías están implementando acciones como:

3
Resoluciones del ICA, por las cuales autoriza el empleo de varios tipos de maíces y otros
productos transgénicos como materia prima para la producción de alimentos para consumo
de animales domésticos: Res.309 – Feb. /08 Maíz Bt11 de Syngenta, tolerante al herbicida
Glufosinato de amonio; Res.308 - Feb. /08. arroz Llrice62®, de Bayer Crop Science, tole-
rante a herbicida Glufosinato de Amonio, Res. 2942 – Nov. /07. Soya Roundup Ready® de
Monsanto, tolerante a glifosato.

148
Colombia: Una evaluación de los cultivos genéticamente modificados en Colombia

• Recuperación, manejo e intercambio local de las semillas nati-


vas y de los sistemas productivos tradicionales y agroecológi-
cos libres de semillas transgénicas.
• Alianzas y campañas entre diferentes sectores sociales para ar-
ticular acciones en defensa de la soberanía alimentaria.
• Demandas judiciales en contra de la introducción de cultivos
transgénicos.
• Rechazo a los programas agrícolas de fomento y ayuda ali-
mentaria que promuevan o utilizan semillas y alimentos trans-
génicos.
• La declaración de zonas y territorios libres de transgénicos, en
diferentes regiones del país.
• Exigencia al Estado de etiquetado de productos transgénicos y
acceso a información completa y veraz, sobre los riesgos de los
cultivos y alimentos transgénicos.

A continuación se detallan algunas de estas estrategias:

Territorios libres de transgénicos. El pueblo indígena Zenú, ubica-


do en el Resguardo de San Andrés de Sotavento en Córdoba y Sucre,
se consideran una cultura “de maíz”, puesto que poseen 27 varieda-
des criollas de maíz. Es así como que en el año 2005 declararon su
territorio libre de transgénicos (Grain, 2005). Igualmente, en 2009, el
resguardo indígena embera de Cañamomo, en Riosucio Caldas, decla-
ró su resguardo libre de transgénicos (Resguardo Cañamomo, 2009),
y también adoptaron una decisión similar los resguardos paeces del
Huila y el resguardo de Mayamangloma en la Guajira.

Demandas judiciales. Teniendo en cuenta la forma irregular como


se ha aprobado la siembra de varios tipos de maíces transgénicos en
el país, el Grupo Semillas, en mayo de 2007, presentó ante el Consejo
de Estado dos “Acciones de Nulidad” de las autorizaciones del ICA
para las siembras controladas del maíz Bt YieldGard de Monsanto y
maíz Herculex I de Dupont. El argumento central de estas demandas
fue que en el proceso de aprobación de estas siembras no se realizaron
consultas previas con las comunidades indígenas, afrocolombianas
y campesinas. También el Grupo Semillas interpuso una Acción de
nulidad del Decreto 4525, que reglamenta el Protocolo de Cartagena

149
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

sobre bioseguridad en el país. Actualmente estas demandas están en


curso en el Consejo de Estado.

Si el gobierno de Colombia quisiera proteger la agrobiodiversi-


dad —de la cual el país es centro de origen— de la contaminación ge-
nética por semillas transgénicas debería, en aplicación del Principio
de Precaución, declarar “el territorio nacional libre de transgénicos”,
como única posibilidad de poder garantizar la seguridad ambiental,
socioeconómica y la salubridad pública.

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YieldGard® de Monsanto, Res. 2201, de 2007: maíz con tec-
nología conjunta YieldGard® (mon 810) + Roundup Ready®
(NK 603) de Monsanto; Res. 878, mar. /08): maíz con la tecno-
logía conjunta Herculex I (TC 1507) X Roundup Ready (NK
603). y Res.1679, mayo/08: de maíz Bt11 de Syngenta. http://
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151
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

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152
Las leyes de semillas en
Colombia contra la soberanía
y autonomía alimentaria de las
comunidades rurales
Germán Vélez
Grupo Semillas

Desde épocas ancestrales, para las comunidades campesinas, indí-


genas y afrocolombianas las semillas han sido el fundamento de su
cultura y de sus sistemas productivos. Las semillas son el resultado del
trabajo colectivo y acumulado por miles de generaciones de agricul-
tores y agricultoras, quienes crearon ese inmenso arco iris de colores,
formas y sabores que hoy llegaron a nuestras manos para que se las
entreguemos a las generaciones futuras.

Sin semillas libres de propiedad intelectual y sin el control local de sus


territorios y de sus semillas, no es viable la soberanía y autonomía alimen-
taria de las comunidades rurales. Las semillas son parte esencial de la vida;
sin ellas nuestro planeta se convertiría rápidamente en un gran desier-
to; sin semillas tampoco sería posible la agricultura, ni todo lo que ella nos
entrega. Estos hechos fundamentales han sido comprendidos por pueblos
del mundo entero desde miles de años atrás hasta nuestros tiempos.

Los agricultores desde épocas ancestrales han tenido el derecho al li-


bre acceso a la producción, a guardar, intercambiar y vender las semillas.
Estos son pilares centrales de las identidades culturales, de la expansión
de la agricultura en el mundo y de la capacidad de los pueblos para ga-
rantizar su alimentación, su medicina, su vestimenta y su vivienda. Las
semillas son la base de la libertad de los alimentos, ya que constituyen el
primer eslabón en la cadena alimentaria (Montecinos, 2012).

La libertad de las semillas se ve amenazada por la biopiratería y


las patentes, que crean monopolios y vuelve ilegal que los agricultores
las guarden e intercambien. También están amenazadas por las semillas

153
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

transgénicas que contaminan nuestros cultivos, cerrando así la op-


ción de alimentos libres de transgénicos (Shiva, 2012).

¿Por qué se están perdiendo las semillas en el mundo?


La Organización Mundial para la Agricultura y la Alimentación FAO
estima que en el siglo veinte se perdió más del 75% de todas las variedades
de semillas que existían en el mundo, siendo especialmente crítica en cul-
tivos fundamentales para la alimentación, como trigo, arroz, maíz, papa,
frijoles y tomate, entre otros. Tan solo cinco variedades de arroz suminis-
tran hoy el 95 por ciento del total de la cosecha en los principales países
arroceros. Es así como en la India, en 1960, había 50 mil variedades de
arroz, en 1990 17 mil variedades, mientras hoy la mayoría de los agricul-
tores sólo utilizan unas pocas docenas de variedades e híbridos. Para el
caso del maíz, en México, que es el centro de origen de este cultivo, desde
1930 sobrevive menos del 20% de variedades nativas de maíz.

En Colombia, especialmente en las últimas dos décadas, se ha pre-


sentado una considerable pérdida de su biodiversidad silvestre y agrí-
cola. Entre las causas directas de la erosión genética se destaca una
acelerada transformación de hábitats y de ecosistemas debido a la im-
plementación de políticas inadecuadas de ocupación y utilización del
territorio, las cuales han agudizado problemas de inequidad en la te-
nencia y acceso de la tierra, generando la colonización y la ampliación
de la frontera agrícola —especialmente con monocultivos agroindus-
triales—, la expansión de la ganadería extensiva y la actividad mine-
ra, los cultivos ilícitos y su erradicación mediante fumigación aérea
indiscriminada. A ello se agregan la deforestación de más del 40% de
la cobertura vegetal original del país y también los incendios de eco-
sistemas naturales, junto con los cambios climáticos que producen un
efecto severo sobre los ecosistemas y sus especies. También el merca-
do globalizado, centralizado y homogenizado conlleva la pérdida y el
abandono de las variedades criollas, que no encuentran un nicho en
este mercado, al igual que los cambios en los hábitos alimenticios de
la población, los cuales buscan acabar con la diversidad alimentaria y
favorecen la alimentación industrial homogénea.

¿Quienes controlan el sistema agroalimentario


y las semillas en el mundo?

Hoy más que nunca las empresas biotecnológicas de países indus-


trializados están presionando a los países del Sur para imponer en

154
Las leyes de semillas en Colombia contra la soberanía y autonomía alimentaria

todo el mundo leyes que permitan ampliar el control global de estos


mercados Para lograr este objetivo, actualmente en el mundo se im-
ponen políticas y marcos legislativos que están cambiando estruc-
turalmente las relaciones de poder y definen quiénes controlan los
territorios, los recursos naturales y los sistemas productivos. Uno
de estos cambios fundamentales se da en los sistemas de propiedad
intelectual aplicados a todas las formas de vida y los conocimientos
asociados a su uso y manejo. Ello ocurre a través de la adopción de
tratados, acuerdos y leyes sobre propiedad intelectual y de patentes
que desconocen los derechos de los países de origen de la biodi-
versidad y, especialmente, los derechos de los pueblos sobre estos
patrimonios colectivos.

Para poder controlar las semillas, el sistema productivo y el merca-


do global alimentario, las empresas necesitan impedir la independen-
cia de los campesinos y los indígenas para disponer de sus semillas y,
de esa manera, terminar con la producción independiente y autónoma de
alimentos. En Europa, por ejemplo, es ilegal producir y comercializar
semillas no registradas y certificadas; allí, cientos de agricultores son
judicializados por tener en sus fincas semillas “protegidas” no autori-
zadas. Lo que está en juego es la “protección” de las inversiones y la
eliminación de la competencia para la reproducción natural de las se-
millas. Así, los agricultores dejan de tener el control de sus semillas, las
cuales quedan en manos de unas cuantas empresas, mientras se pierde
la soberanía alimentaria.

Actualmente, el mercado de semillas comerciales está controlado por


un puñado de empresas transnacionales. El ETC Group (2008), señala
que el 82% de estas semillas comercializadas en el mundo están paten-
tadas y muestra cómo diez empresas controlan el 77% del mercado
mundial de semillas, de las cuales sólo tres, Monsanto, Dupont y Syn-
genta, controlan el 47% del mercado.

Las leyes de semillas


Todas las formas de propiedad intelectual sobre los organismos vivos,
la biopiratería y las leyes que criminalizan el libre uso y multiplica-
ción de las semillas violan los derechos sobre el patrimonio genético y
cultural de los colombianos y, especialmente, los derechos colectivos
de los pueblos indígenas y comunidades campesinas sobre su biodi-
versidad y sus semillas.

155
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

En muchos países del Sur se están modificando las leyes de semi-


llas, adecuándolas a las necesidades de la industria y del comercio, con
el propósito de entregar a un puñado de empresas el control de toda
la cadena de la agricultura y la alimentación. Comprenden también,
además de las normas de protección de variedades vegetales y paten-
tes, normas de control y certificación de la agricultura orgánica, que
incluyen el registro y certificación obligatoria de semillas y normas de
bioseguridad que facilitan el comercio de semillas transgénicas. Estas
leyes buscan regular la comercialización de semillas, y definen qué
semillas se pueden vender y cuáles no (Grain, 2005).

Estas normas se fundamentan en aspectos como: a) La defensa y


consolidación de los derechos de propiedad intelectual; b) regulan la co-
mercialización de semillas, mediante la definición de cuáles semillas se
pueden vender y cuáles no. Consideran que solo se pueden comercia-
lizar las protegidas por derechos de propiedad intelectual; c) rompen
sistemas de semillas campesinas e indígenas conservados por milenios
y que han generado la autonomía de los pueblos; d) criminalizan la
libre circulación, acceso, venta e intercambio de semillas campesinas.
Están volviendo obligatorios el registro y la certificación para la co-
mercialización de semillas; e) la privatización de las semillas está gene-
rando en todo el mundo erosión de la diversidad genética y la pérdida
del poder de los agricultores.

Las leyes de semillas en Colombia


En los últimos años en Colombia se vienen realizando cambios y ajus-
tes en las políticas y leyes sobre biodiversidad y semillas, ajustándose a
los lineamientos del libre mercado dictado por la OMC y a las exigen-
cias y compromisos adquiridos en los tratados de libre comercio. Es-
tos cambios normativos que pretenden promover la privatización de la
biodiversidad y la atracción de inversionistas en el área biotecnológica,
buscan profundizar aún más la visión mercantilista de los recursos ge-
néticos y desconocen los derechos patrimoniales de estos recursos por
parte de la nación y el carácter de la biodiversidad y del conocimiento
tradicional de patrimonio colectivo de los pueblos, sobre los cuales no se
debería aplicar forma alguna de propiedad intelectual.

Las leyes y normas de semillas que el gobierno nacional ha pro-


mulgado en los últimos años violan los derechos humanos fundamenta-
les de las comunidades rurales, los convenios internacionales suscritos

156
Las leyes de semillas en Colombia contra la soberanía y autonomía alimentaria

por Colombia, como el convenio 169 de la OIT y las leyes nacionales


que protegen los derechos de las comunidades étnicas y la soberanía
alimentaria nacional. En esta línea de vulneración de derechos se des-
tacan las siguientes normas:

1. La ley 1032 de 2006, que modifica algunos artículos del Código


Penal, cuyo artículo 4 dice: “El que, fraudulentamente, usurpe
derechos de obtentor de variedad vegetal, protegidos legalmen-
te o similarmente confundibles con uno protegido legalmente,
incurrirá en prisión de 4 a 8 años y multa de 26.6 a 1 500 salarios
mínimos legales mensuales vigentes” (Ley 1032, 2006).

Esta norma que ha pasado casi desapercibida en el país, pero es


extremadamente lesiva, puesto que hace efectiva la criminaliza-
ción por el uso de semillas protegidas sin el permiso de las em-
presas dueñas de las mismas, lo que en realidad pretende es llevar
a que todos los agricultores solo utilicen semillas registradas y
certificadas. El aspecto más crítico de esta norma es que pue-
de ser penalizado el uso de semillas criollas que sea “similarmente
confundible” con una protegida legalmente, lo que permite ju-
dicializar y criminalizar a los agricultores que posean semillas
criollas y nativas que se parezcan a las semillas que son pro-
piedad de las empresas. Pero, como señala Montecinos (2012)
¿quién determinará qué es confundible? ¿Y confundible para
quién? Más aún, ¿qué base puede esgrimirse para penalizar
una similitud, especialmente cuando aquello que se castiga por
ser parecido ha existido con anterioridad a aquello con lo que se
le compara?

2. Decreto 4525/2005. Reglamenta la implementación en Colom-


bia del Protocolo de Cartagena sobre Bioseguridad. Esta nor-
ma facilita la entrada al país de organismos transgénicos de uso
agrícola, pecuario, forestal, ambiental y alimentario y está hecha
a la medida de las empresas biotecnológicas que necesitan agi-
lizar los trámites para la aprobación de sus semillas y alimentos
transgénicos, con el total aval del gobierno nacional. Entre los
aspectos más críticos de esta norma se destacan: crea tres comi-
tés técnicos de bioseguridad —CTNBio—, responsables de au-
torizar la liberación comercial de OGM, asignados a cada uno
de los tres ministerios: Ministerio de Agricultura (OGM de uso
agrícola, pecuario y forestales); Ministerio de Ambiente (OGM

157
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

de uso ambiental), y Ministerio de Protección Social (OGM


de uso para la salud y para la alimentación humana). Además,
las evaluaciones de riesgo que deberían hacer las autoridades
nacionales son realizadas por el solicitante, convirtiendo a las
empresas dueñas de estas tecnologías en “en juez y parte”, por
lo que se pierde independencia y rigor científico en estas eva-
luaciones de bioseguridad. El Grupo Semillas instauró ante el
Consejo de Estado una Acción de Nulidad sobre esta norma,
proceso que actualmente está en curso. (Decreto 4525, 2006).

3. La Resolución 970 de 2010 del Instituto Colombiano Agrope-


cuario (ICA) controla la producción, uso y comercialización
de todas las semillas en el país. Esta norma, bajo la premisa de
mejorar la calidad y la sanidad de las semillas, lo que en ver-
dad pretende es entregarle el control total a las empresas dueñas
de semillas privadas. Sin hacer mención a las semillas criollas,
prohíbe la producción, uso, intercambio y mercadeo de estas se-
millas porque define que en el país solo pueden comercializarse
semillas “legales”, registradas o seleccionadas, que cumplan los
requisitos de nueva, homogénea, estable y distinguible; además,
faculta al ICA para decomisar y judicializar a los agricultores
que utilicen semillas que sean “ilegales”, es decir, las criollas o
nativas.

Se crea el “Sistema de información de cultivos”, manejado por


el ICA, en el cual debe registrarse toda persona natural o jurí-
dica que se dedique a la producción, importación, exportación,
almacenamiento de semillas, investigación en fitomejoramien-
to y/o evaluación agronómica, y/o transferencia a título gratuito
y/o uso de semillas del producto de su cosecha y sus transfor-
maciones.

Se establecen prohibiciones en la norma, señalando claramente


que las personas naturales o jurídicas se abstendrán de registrar
cultivares, cuyos nombres induzcan a error o a confusión sobre
su lugar de origen, induzcan a confusión por las característi-
cas o con otros materiales que ya se encuentren en el merca-
do, o presenten similitud o induzcan a confusión respecto de
variedades protegidas y/o registradas. Esto podría tener impli-
caciones legales, y los agricultores ser penalizados con multas
exorbitantes o incluso con la cárcel, como lo determina la ley

158
Las leyes de semillas en Colombia contra la soberanía y autonomía alimentaria

1032/2006, que dice que la sanción se aplica al uso de “varie-


dades protegidos legalmente o similarmente confundibles con
una protegida legalmente”.

La resolución establece que toda persona natural o jurídica es-


tará en la obligación de permitir la inspección o el ingreso a
cualquier inmueble de los funcionarios del ICA o a aquellos de-
bidamente acreditados, con el fin de ejercer el control de todas
las actividades realizadas con las semillas en el país.

Decomiso de Semillas por el ICA. Desde 2010, esta entidad,


en el marco de la resolución 970 del ICA, ha realizado nume-
rosas brigadas por todo el país para inspeccionar las empresas y
agricultores que estén infringiendo esta norma y ha decomisado
y destruido una gran cantidad de semillas que considera ilega-
les, instaurando contra varias personas y entidades un proceso
jurídico. Esta norma se ha convertido en un instrumento para
perseguir a los campesinos y acabar con sus ya golpeadas for-
mas de vida. Es así como entre 2010 y 2011 el ICA reportó
el decomiso de 1 167 225 kilogramos de semilla —la mayoría de
arroz—, pero también de papa, maíz, trigo pastos y frijol, en-
tre otras, y judicializaciones a agricultores y comercializadores
de semillas en diferentes regiones1. Los campesinos y agricul-
tores en todo el país están indignados con estos decomisos, los
consideran ilegales y le exigen al ICA la revocatoria de esta re-
solución.

El ICA no está cumpliendo su función como entidad promo-


tora del desarrollo rural que garantice la protección de los pa-
trimonios genéticos de la nación y los derechos de más de doce
millones de campesinos, indígenas y afrocolombianos que vi-
ven en el campo colombiano; en su lugar, se ha convertido en
una entidad que persigue y castiga a los agricultores por reali-
1
Información entregada por el ICA, mediante un derecho de petición, agosto, 2011. En total
fueron 1 167 225 kg de semilla decomisadas, de cultivos como: arroz paddy seco y semilla
(1 030 560 kg), papa (88 350 kg), maíz (36 698 kg), trigo (9 360 kg), pastos (934 kg), arveja
(674 kg), cebada (320 kg), frijol, (210 kg) y habichuela (120 kg).El ICA reporta que para el
año 2011 decomisó 60 651 25 Kg de semilla de diferentes especies por encontrar que estaban
empacadas sin identificación, en diferentes zonas del país, principalmente en Boyacá, Cór-
doba y Huila.

159
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

zar con dignidad durante centurias el trabajo de mejorar, usar,


guardar, intercambiar y comercializar semillas.

4. La ley 1518 de abril de 2012, por la cual se aprueba el “Conve-


nio Internacional para la Protección de las Obtenciones Vegeta-
les - UPOV 91”, expedida por el Congreso de Colombia. Esta
ley fue aprobada rápidamente y a espaldas de la sociedad antes
de la entrada en vigencia del TLC con Estados Unidos, puesto
que esta fue una de las obligaciones adquiridas por Colombia
al suscribirlo. Posteriormente, como se trata de un convenio
internacional, la Corte procedió a revisar su constitucionalidad
y abrió un periodo de intervención ciudadana para que se alle-
garan pruebas sobre su legalidad. Muchas personas, entidades y
organizaciones de todo el país y del exterior enviaron a la Corte
documentos escritos y audiovisuales como prueba de los efec-
tos nocivos que la ley 1518 puede generar en el país, junto con
más de 7 000 firmas, solicitándole que la declarara inexequible.
(Ley 1518, 2012).

La Corte Constitucional de Colombia, luego de hacer el control


constitucional de la ley 1518, declaró en diciembre de 2012 que es
inexequible “por no haber sido consultada previamente a las comu-
nidades indígenas y afrocolombianas”. Consideramos que esta decisión
de la Corte es un importante reconocimiento de las miles de voces de
organizaciones sociales, indígenas, afrodescendientes, campesinas y
de ciudadanos en general, que nos pronunciamos en contra de esta ley
que fue aprobada por el Congreso Nacional.

En las intervenciones ciudadanas que se le entregaron a la Corte,


durante el proceso de control político mencionado, la Corte, entre
todos los argumentos relacionados con aspectos culturales, socioeco-
nómicos y técnicos, tuvo en cuenta principalmente el argumento de
la “no consulta previa” a los pueblos indígenas y afrocolombianos,
lo que no deja de preocupar, puesto que en sus recientes sentencias
sobre temas trascendentales para el país la Corte Constitucional solo
ha tenido en cuenta los derechos de los grupos étnicos y tribales, así
como la obligación del Estado de realizar consulta sobre las normas
que les afecten directamente, y no se está pronunciando sobre otros
aspectos de fondo, sobre los reales efectos negativos de estas leyes
de semillas.

160
Las leyes de semillas en Colombia contra la soberanía y autonomía alimentaria

Consideramos que para este caso de UPOV 91 era fundamental


que la Corte hubiera declarado inexequible la ley teniendo en cuenta
otros argumentos de fondo, tales como los efectos que tiene la apli-
cación de propiedad intelectual sobre la biodiversidad y las semillas,
que son patrimonios públicos de la nación, y los impactos sobre los
derechos colectivos de las comunidades indígenas, afrocolombianas y
campesinas sobre sus semillas, los efectos sobre la soberanía y autono-
mía alimentaria y los impactos sobre los derechos a la salud. Adicio-
nalmente, creemos que era importante haber considerado el impacto
que genera la aplicación del régimen UPOV en el control corpora-
tivo monopólico de las semillas y las medidas de control que penali-
zan el uso de semillas en el país, especialmente para las comunidades
locales, entre otros aspectos. Por otra parte, en el pronunciamiento
de la Corte Constitucional quedan por fuera del ámbito de la consul-
ta las comunidades campesinas, que poseen derechos similares a las
poblaciones étnicas y se ven igualmente afectadas por esta ley, puesto
las semillas también son fundamentales para su subsistencia y su iden-
tidad, al tiempo que ellas han contribuido de manera muy importante
al desarrollo de la agrobiodiversidad. Estos derechos de los campesi-
nos están actualmente en proceso de reconocimiento en las Naciones
Unidas.

Aunque aún no se conoce el documento completo de la sentencia


de la Corte Constitucional, en el comunicado expedido (Corte Cons-
titucional, 2012), además de la argumentación de la consulta previa, re-
conoce que los aspectos que regula la UPOV 91 afectan directamente
los derechos ancestrales de los pueblos y comunidades; especialmente
señala que la aplicación de propiedad intelectual sobre las semillas po-
dría afectar la biodiversidad, la cultura y los territorios de los pueblos.
Estos argumentos nos podrían abrir la puerta para reivindicar el re-
conocimiento de los derechos colectivos de las comunidades sobre la
biodiversidad y para buscar el desmonte de las normas de propiedad
intelectual sobre estos bienes y patrimonios de los pueblos. Además la
Corte señala la posibilidad de que “la consulta podría llevar a la nece-
sidad de renegociar el Tratado”. Se destacan los siguientes argumentos
incluidos en el comunicado expedido:

La Corte “reiteró que la consulta previa a los pueblos indígenas


y tribales sobre medidas legislativas o administrativas que los afecten
directamente, constituye un derecho fundamental de las minorías ét-
nicas”. Reafirmó “que existe un claro vínculo entre la realización de

161
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

la consulta previa y la protección de la identidad cultural de las comu-


nidades étnicas”. Igualmente determinó que la consulta a los pueblos
indígenas y tribales “—cuando quiera que el tratado los afecte directa-
mente— debe llevarse a cabo antes del sometimiento del instrumento
internacional” (Corte Constitucional, 2012).

Este Convenio “regula directamente aspectos sustanciales que


conciernen a estas comunidades, en calidad de obtentores de las es-
pecies vegetales cuya propiedad intelectual se protege, tales como los
criterios para reconocer la calidad de obtentor, concesión del derecho,
periodicidad, condiciones de protección, reglamentación económica
y utilidad que reporta la mejora y ampliación de variedades vegetales,
los cuales en buena parte, forman parte de conocimientos ancestrales
de estos pueblos. A su juicio, la imposición de restricciones propias de
una patente sobre nuevas variedades vegetales como la que consagra
la UPOV 91, podría estar limitando el desarrollo natural de la biodi-
versidad producto de las condiciones étnicas, culturales y ecosistemas
propios en donde habitan dichos pueblos”.

Aunque la Corte declaró inexequible la UPOV 91, es fundamental


tener en cuenta que muchos de los aspectos lesivos antes señalados
están incorporados en otras normas de propiedad intelectual y de se-
millas que se aplican en el país, como es el caso de la versión de UPOV
1978 que rige actualmente en la legislación nacional, en la ley 1032
de 2006 y en la resolución 970 del ICA. Es por ello que el hecho de
que se haya declarado inexequible la ley 1518 no significa haber ase-
gurado la garantía de algunos de los derechos ya mencionados, porque
con el conjunto de normas de propiedad intelectual y de semillas lo
que está en riesgo es todo el sistema de semillas, los derechos de las
comunidades locales y la soberanía alimentaria del país.

En este contexto, las organizaciones sociales y las comunidades


locales que promovemos la campaña “Por las semillas libres en Co-
lombia” consideramos que para lograr una verdadera protección de la
biodiversidad y de las semillas nativas y criollas, es fundamental que
estas sigan floreciendo en los campos de los agricultores, así como
realizar acciones de defensa y resistencia frente a estas leyes. Es así
como seguiremos construyendo caminos para que las semillas cami-
nen libremente sin ataduras, sin propiedad intelectual, sin leyes que
controlen y criminalicen su libre uso y circulación.

162
Las leyes de semillas en Colombia contra la soberanía y autonomía alimentaria

Vemos la derogatoria de UPOV 91 como un primer paso hacia


la plena garantía de los derechos patrimoniales de la nación sobre los
recursos fitogenéticos y los derechos colectivos de las comunidades ru-
rales a sus semillas y hacia la soberanía y autonomía alimentaria del
pueblo colombiano.

Aspectos críticos de upov 91


El Convenio UPOV 912 tiene nefastos impactos sobre el patrimonio
genético de la nación y sobre los agricultores en aspectos como3:

• Permite apropiarse de variedades campesinas e indígenas que


han sido el producto de un trabajo colectivo a través de siglos
o décadas, ya que permite otorgar propiedad sobre los descu-
brimientos. UPOV 91 define como “obtentor” a “La persona
que haya creado o descubierto y puesto a punto una variedad”.

• Los requisitos para el registro de una variedad vegetal consis-


ten en que sean nuevas, distintas, homogéneas y estables. Una
variedad será considerada nueva, si no ha sido vendida o entre-
gada a terceros. Se considerará distinta si se distingue claramente
de cualquier otra variedad cuya existencia sea “notoriamente
conocida”; pero las variedades campesinas no forman parte de
registros oficiales, es por ello que no serán consideradas noto-
riamente conocidas. En cuanto a la homogeneidad, se consi-
dera que la variedad sea lo “suficientemente uniforme en sus
caracteres pertinentes”. Es evidente que estos requisitos solo

2
La UPOV se creó en el año de 1961, y se han establecido dos convenios a los cuales se han
suscrito los países miembros: UPOV 78 y UPOV 91. El primero es un convenio menos res-
trictivo que una patente, puesto que reconoce el derecho de los agricultores y contiene menos
restricciones para el uso de semillas, mientras que UPOV 91 es muy similar a una patente,
desconoce los derechos del agricultor. Existe una gran presión desde los países del Norte para
que los países del Sur adhieran obligatoriamente a UPOV 91 a través de los TLC bilaterales.
Párrafos tomados del documento: ¿Por qué deben ser consultados los Pueblos Indígenas en
relación con el Tratado de Libre Comercio Estados Unidos-Centroamérica y República Do-
minica?, suscrito por 70 organizaciones sociales y asociaciones indígenas, y entregado a la
Comisión de Asuntos Internacionales, San José de Costa Rica, 25 de agosto de 2006.
3
UPOV 91 limita la reutilización de la semilla por los agricultores; en contraposición a lo
señalado en el Tratado Internacional sobre los Recursos Fitogenéticos para Alimentación
y la Agricultura, ratificado por el Congreso de Colombia, y que en su art. 9 sobre los de-
rechos del agricultor, inciso 9.3, otorga facultades mucho más amplias: “Nada de lo que se
dice en este Artículo se interpretará en el sentido de limitar cualquier derecho que tengan los
agricultores a conservar, utilizar, intercambiar y vender material de siembra o propagación
conservado en las fincas, con arreglo a la legislación nacional y según proceda.”

163
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

los cumplen las semillas certificadas por los fitomejoradores, y


no las semillas criollas.

• El régimen de los derechos de obtentor vegetal es similar al de


las patentes.

• Se elimina el “privilegio de los agricultores” a utilizar las se-


millas de su cosecha para sus posteriores siembras. Niega los
derechos de los campesinos a sembrar, mejorar, guardar, inter-
cambiar y vender semillas, porque cada vez que un agricultor
quiera resembrar una semilla “protegida” tendrá que pagar “re-
galía” al dueño de esta.

• Se extiende la cobertura del derecho de obtentor a las importa-


ciones y a las exportaciones, así como a las cosechas recogidas.
También extiende los derechos de obtentores vegetales a todas
las variedades que sean “esencialmente derivadas” de la variedad
protegida, con lo cual limita la utilización de nuevas variedades
que se desarrollen.

• UPOV no garantiza el acceso a semillas de mejor calidad ni a


mayor cantidad de variedades. Por el contrario, da el poder a las
empresas semilleras para que impidan el libre acceso a buenas se-
millas.

Estos requisitos para el registro de una variedad vegetal —nue-


va, distinta, homogénea y estable— se diseñaron exclusivamente para
proteger las variedades desarrolladas por la industria de semillas y se
basan en la simplificación, homogenización y privatización de los re-
cursos genéticos; pero este sistema de registro no permite proteger las
variedades locales, que son el fruto del trabajo colectivo y acumulado
por muchas generaciones de agricultores, puesto que el mejoramiento
realizado por ellos se basa en un enfoque totalmente diferente, si se
tiene en cuenta que las semillas nativas y criollas conviven, interac-
túan y se cruzan desde épocas ancestrales generalmente de forma es-
pontánea y también que los agricultores hacen selección masal de sus
semillas para mejorar y enriquecer la biodiversidad. De ahí que ellos
no quieren que sus semillas sean consideradas nuevas, homogéneas y
claramente distinguibles y, que en consecuencia, no quepan en el siste-
ma de protección institucional.

164
Las leyes de semillas en Colombia contra la soberanía y autonomía alimentaria

Es importante resaltar la ilegalidad del Convenio UPOV 91 en


Colombia, especialmente porque este acto legislativo puede afectar di-
recta e indirectamente a los pueblos indígenas y afrocolombianos, por
lo que es obligación del Estado colombiano realizar la consulta previa e
informada en los términos establecidos en el Convenio 169 sobre pue-
blos indígenas y tribales y también por los mandatos incluidos en la
legislación nacional. Igualmente, el decreto 345 de la CAN, el artículo
4.o de la ley 1032 de 2006 y la resolución 970 de 2010 han sido expedi-
das sin realizar la consulta previa informada con poblaciones étnicas;
por lo tanto, estas normas otorgan de manera ilegítima la propiedad
privada sobre las semillas y el control monopólico a las empresas.

¿Qué hacer frente a estas normas de semillas?


Hoy más que nunca la mayoría de agricultores y agricultoras son con-
sientes de que la única opción que tienen para poder permanecer en
sus territorios y seguir produciendo en el campo consiste en el control
local de sus territorios, de sus semillas y de sus medios productivos, de
tal forma que les permita fortalecer su autonomía y soberanía alimen-
taria. Los agricultores saben actualmente que el día que dejen perder
sus semillas quedarán esclavizados por las empresas que decidirán a
nombre de las poblaciones rurales y urbanas qué se produce y qué se
consume.

“Para enfrentar estas normas regresivas que quieren acabar con


nuestras semillas debemos fortalecer los procesos de recuperación y
uso de las semillas criollas y los sistemas tradicionales basados en el
manejo de la biodiversidad. Hoy en día es más importante que nun-
ca mantener las semillas propias y todos los sistemas colectivos que
permiten que las semillas se mantengan vivas y caminando” (Grain,
2010). No podemos permitir que las semillas se privaticen y que sean
controladas por unas pocas empresas ni tampoco que se criminalice la
producción y uso de semillas. Debemos realizar acciones de resis-
tencia frente a estas perversas leyes, acudiendo a iniciativas de inves-
tigación participativa de las comunidades y a la implementación de
planes de manejo y reglamentos internos de control territorial local
que permitan controlar la biopiratería, y mediante el rechazo a la in-
troducción de semillas certificadas y a los cultivos transgénicos.

Consideramos fundamental que las políticas públicas sobre biodi-


versidad y soberanía alimentaria estén orientadas a favorecer los siste-

165
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

mas vivos de semillas campesinas, sistemas que estén bajo el control de


las comunidades locales, y promover la agroecología, el acceso a la tie-
rra y el cuidado de los suelos, al tiempo que deben favorecer la investiga-
ción participativa de los campesinos bajo control de sus organizaciones,
y no de la industria. Estas políticas no deben promover las semillas
no reproducibles, como los híbridos, sino las semillas reproducibles
y locales.

Adicionalmente varias organizaciones de la sociedad civil se están


articulando para interponer acciones judiciales frente a las leyes de
semillas. Entre estas se resaltan:

• Demanda de inconstitucionalidad del art. 4 de la ley 1032 de


2006 (Código Penal). Sobre la usurpación de derechos de pro-
piedad industrial y derechos de obtentores de variedades vege-
tales.

• Acción de Tutela de la resolución del ICA 970 de 2010, sobre


semillas; por la no consulta previa a pueblos indígenas y Afro-
colombianos.

• Revisión de constitucionalidad de la ley 1518 de abril 23 de


2012, Convenio Internacional para la protección de las Obten-
ciones Vegetales, UPOV 1991. Intervención ciudadana en la
Corte Constitucional (entrega de pruebas y firmas que piden
la revocatoria de la ley 1518).

En el mes de octubre de 2012, numerosas organizaciones socia-


les elaboramos el “Manifiesto por las semillas libres en Colombia”,
el cual ha sido firmado por más de 4 000 personas. El documento ha
sido entregado al relator del derecho a la alimentación de las Nacio-
nes Unidas, al director general de la FAO, a la Corte Constitucional
colombiana y a las autoridades nacionales responsables de la materia.
En él, las organizaciones sociales expresamos nuestro rechazo a las
normas de semillas y solicitamos su revocatoria4.

4
Manifiesto por las semillas libres en Colombia. Bogotá, octubre de 2012, 2p. Convocado
por: Grupo Semillas, Campaña Semillas de Identidad, Colectivo de Abogados José Alvear,
Comité de Interlocución Campesina y Comunal (ACC, ADUC, Amnucic, Andas, Fenacoa,
Fensuagro, Fundación San Isidro, Asomercamp, Confecomunal), Mesa de Unidad Agraria
(20 organizaciones), ONIC, ILSA, FIAN – Colombia, ATI, OBSAN, Obusinga, Uram-

166
Las leyes de semillas en Colombia contra la soberanía y autonomía alimentaria

En síntesis, la mejor forma de resistir a la privatización de la bio-


diversidad y al despojo de las semillas de las comunidades indígenas,
afro y campesinas de Colombia, es mediante prácticas de conserva-
ción, protección, desarrollo e intercambio de semillas en el marco de
sistemas de semillas campesinos, los cuales han asegurado en el pasado
la biodiversidad especialmente para nuestros hijos y alimentado a la
humanidad, y continuarán haciéndolo en el futuro, puesto que las semi-
llas, como lo reafirma la Vía Campesina, son patrimonio de las comu-
nidades campesinas y afrocolombianas y de los pueblos indígenas al
servicio de la humanidad (Vía Campesina, 2011).

Red de Semillas Libres de Colombia


Documento de posición por la defensa de las semillas

Colombia es uno de los países del mundo con mayor agrobiodiversidad, ex-
presada por miles de variedades nativas y criollas que están en las manos
de millones de agricultores de las comunidades indígenas, afrocolombianas
y campesinas. Las semillas son “Patrimonio de los pueblos, al servicio de la
humanidad” y han sido el fundamento para su soberanía y autonomía ali-
mentaria; por lo cual deben continuar en manos de los agricultores.

En Bogotá los días 2 y 3 de octubre de 2013 reunidas 80 organiza-


ciones indígenas, afrocolombianas, campesinas y sociales de diferentes
regiones del país realizamos el primer Encuentro Nacional de la Red de
Semillas Libres de Colombia, donde planteamos y acordamos cons-
truir estrategias y acciones para la defensa de las semillas. En este
contexto se inscriben los siguientes puntos de posición que considera-
mos fundamentales para las comunidades y que deben incluirse en las
políticas gubernamentales sobre semillas:

Todas las normas de semillas que operan en Colombia, se susten-


tan en el Convenio internacional de la Unión para la Protección de
Obtentores Vegetales (UPOV), aprobado mediante la Decisión 345
de 1993 de la Comunidad Andina de Naciones, que protege los Dere-
chos de los Obtentores Vegetales (DOV). Posteriormente la ley 1032
de 2006, en el artículo 4, penaliza la usurpación de los (DOV); y en
2010 el ICA expidió la Resolución 970, que controla la producción,

baTve, Artenred -Bogotá, Arcupa, Censat Agua Viva. Ver manifiesto. En www.semillas.org.
co y en www.redsemillaslibres.org

167
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

uso y comercialización de semillas. Finalmente en 2012 se aprobó la


ley 1518 que implementa el Convenio UPOV 91, norma que fue dero-
gada recientemente por la Corte Constitucional. Estas normas violan
los derechos sobre el patrimonio genético de la nación, los derechos
colectivos de los pueblos para el libre uso, producción y comercia-
lización de las semillas y criminalizan el uso de las semillas por los
agricultores y han sido proferidas sin realizar consulta previa libre e
informada con poblaciones étnicas y campesinas.

No aceptamos ninguna norma de propiedad intelectual aplicada


sobre las semillas (patentes y derechos de obtentores vegetales), pues-
to que permiten su privatización y el control corporativo, mediante el
monopolio de los mercados. Las normas de semillas y sus modifica-
ciones en los últimos años en Colombia, responden a presiones desde
los países industrializados para que adecuen las leyes nacionales a las
normas de propiedad intelectual y al control que ejercen las empre-
sas semilleras. Es así como normas de semillas fueron aprobadas en el
marco de los Tratados de Libre Comercio, lo que conlleva a que solo
se beneficien las grandes transnacionales semilleras y no a los peque-
ños agricultores.

Exigimos la derogatoria de la resolución 970 y rechazamos cual-


quier norma que pretenda sustituirla. La 970 fue expedida con el argu-
mento de lograr la sanidad y calidad de las semillas, pero en realidad,
lo que permite es entregar el control monopólico de las semillas a las
empresas y volver obligatorio el uso y la comercialización de semillas
certificadas y registradas, como también criminaliza y prohíbe la pro-
ducción y comercialización de semillas criollas. En el borrador de la
nueva norma el ICA pretende incluir un párrafo adicional que dice; “Se
excluye del ámbito de aplicación de la presente resolución, aquellas se-
millas de variedades locales, cuyo fin no sea la comercialización”. Este
cambio en la norma lo que pretende es controlar y prohibir que las se-
millas criollas puedan ser usadas, intercambiadas o comercializadas por
los agricultores, y que estas se mantengan confinadas en las parcelas de
los agricultores y no puedan ser entregadas a terceros o comercializa-
das. Asimismo es inaceptable la forma como el ICA pretende realizar la
consulta para proyectos sobre semillas que afecten a estas comunidades,
que definió hacerla a través de internet.

Rechazamos los decomisos de semillas y judicializaciones a agri-


cultores que el ICA está realizando en diferentes regiones del país.

168
Las leyes de semillas en Colombia contra la soberanía y autonomía alimentaria

Entre 2010 y 2012 se decomisó más de 4 167 225 kilogramos de se-


millas, de acuerdo con información oficial del ICA. Consideramos
ilegales estos decomisos, porque se está violando los derechos de los
agricultores. En la resolución 970 del ICA, se establece que el agricultor
sólo podrá reservar de su cosecha semillas de las empresas, por una sola
vez, en parcelas de máximo cinco hectáreas y no puede entregarla a
terceros bajo ningún título; además debe demostrar que en su último
cultivo sólo ha usado semilla legal certificada. Esta determinación es
inaceptable y va en contravía de los “Derechos del Agricultor”, con-
sagrado en el Tratado Internacional de Recursos Fitogenéticos (TIR-
FAA), de la FAO que señala: “Nada de lo que se dice en este artículo
se interpretará en el sentido de limitar cualquier derecho que tengan
los agricultores a conservar, utilizar, intercambiar y vender material de
siembra o propagación conservado en las fincas, con arreglo a la legisla-
ción nacional y según proceda” (art. 9, inciso 9.3)

Rechazamos los cultivos y alimentos transgénicos que el Gobier-


no Nacional ha autorizado para la siembra y el consumo en el país
y exigimos que se revoquen las autorizaciones para todos estos or-
ganismos transgénicos. Existen suficientes evidencias científicas en
el mundo que muestran los impactos ambientales, socioeconómicos
y sobre la soberanía alimentaria de los pueblos, la salud humana y
animal. Así mismo rechazamos la contaminación genética que gene-
ran los cultivos transgénicos sobre las semillas criollas. Es evidente
el fracaso del algodón transgénico en el país, puesto que los agri-
cultores de Córdoba y Tolima han tenido millonarias pérdidas por
las pésimas semillas de algodón transgénico que les han vendido las
empresas multinacionales.

Exigimos que no se obligue a los agricultores la utilización de se-


millas certificadas y registradas en los programas y proyectos guber-
namentales de fomento agrícola y como requisito para acceder a los
créditos financieros.

Exigimos que el gobierno ejerza un fuerte control sobre las em-


presas transnacionales que se apropian de las semillas certificadas y
patentadas, que monopolizan el mercado, la disponibilidad de semi-
llas e imponen precios especulativos, como en los casos de semillas de
algodón, arroz y papa. Igualmente deben realizarse estrictos controles
de la calidad y sanidad de las semillas de las empresas, para que no
afecten las semillas y la agricultura campesina.

169
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

Exigimos que las políticas públicas sobre semillas se aborden inte-


gralmente y se orienten a favorecer los sistemas vivos de semillas, su libre
circulación, uso, manejo y cuidado bajo el control de los pueblos y co-
munidades, promoviendo la agroecología y la investigación participativa
para el desarrollo de semillas de buena calidad, acordes con sus necesi-
dades y condiciones ambientales, culturales y socioeconómicas.

Las comunidades indígenas, afro y campesinas de Colombia nos


comprometemos a conservar, proteger y compartir nuestras semillas;
esta es la mejor forma de resistir contra el despojo y la mejor forma
de preservar la biodiversidad. Continuaremos trabajando dentro de
nuestros propios sistemas de propagación de semillas. Las semillas
en manos de las y los agricultores son un elemento fundamental para
que las poblaciones rurales y urbanas garanticemos nuestra sobera-
nía y autonomía alimentaria ante la crisis climática actual. Es por ello
que como Red de Semillas Libres de Colombia y de América estamos
guardando, intercambiando las semillas, no solo para nosotros, sino
como patrimonio de los pueblos al servicio de la humanidad.

Por cada semilla que nos decomisen, haremos que estas germinen
y florezcan de nuevo, se multipliquen, se esparzan y caminen libre-
mente con los agricultores por los campos de Colombia.

Bibliografía
Colombia, Congreso de la República. (2012). Ley 1518 de 2012, por la
cual se aprueba el “Convenio Internacional para la Protección
de las Obtenciones Vegetales (UPOV 91). Bogotá: Diario Ofi-
cial No. 48.400.
Colombia, Congreso de la República. Ley 1032 de 2006, por la cual
se modifican los artículos 257, 271, 272 y 306 del Código Penal.
Bogotá: Diario Oficial No. 46.307.
Colombia, Corte Constitucional. (2012). Comunicado No. 50. Di-
ciembre 5 y 6 de 2012. La aprobación por el Congreso de la
República del “Convenio Internacional para la Protección de
Obtenciones Vegetales”, requería de consulta previa a las co-
munidades indígenas y afrocolombianas. I. EXPEDIENTE
LAT-386 - SENTENCIA C-1051/12 (diciembre 5) M.P. Luis
Guillermo Guerrero Pérez.

170
Las leyes de semillas en Colombia contra la soberanía y autonomía alimentaria

Colombia, Presidencia de la República. (2005). Decreto 4525 de 2005,


Por el cual se reglamenta la Ley 740 de 2002. Bogotá: Ministerio
de Agricultura y Desarrollo Rural.
ETC Group. (2008). De quién es la naturaleza. El poder corporativo
y la frontera final en la mercantilización de la naturaleza. Com-
munique Nº 100, nov. 2008, 48 p.
Grain. (2005). Las leyes de semillas: Imponiendo un apartheid agríco-
la. Biodiversidad, sustento y culturas, (45), 1-4.
Grain. (2010). Leyes para acabar con la agricultura independiente.
Biodiversidad, sustento y culturas, (64).
Instituto Colombiano Agropecuario (ICA). (2010). Resolución 970
de marzo 2010. Por medio de la cual se establecen los requisitos
para la producción, acondicionamiento, importación, exporta-
ción, almacenamiento, comercialización y/o uso de semillas para
siembra en el país, su control y se dictan otras disposiciones. Bo-
gotá: Diario Oficial No. 47648.
Montecinos, C. (2012). Amicus Curiae, enviado a la Corte Constitu-
cional de Colombia, como documento prueba, solicitando a la
Corte que declare inexequible la ley 1518 aprobada en abril de
2012, 8 p.
Vandana, S. (2012). Declaración de la libertad de la semilla. Recupera-
do de www.seedfreedom.in/www.navdanya.org
Vía Campesina. (3 de marzo de 2011). Declaración de Bali sobre se-
millas. Las Semillas Campesinas son dignidad, cultura y vida:
Campesinos en resistencia, defendiendo sus derechos respecto
de las semillas campesinas. Recuperado de http://movimientos.
org/es/show_text.php3%3Fkey%3D19076

171
Ecuador: El mito de las
semillas certificadas
Javier Carrera
Red de Guardianes de Semillas

En medios de comunicación del Ecuador se ha mencionado con-


tinuamente el tema de la semilla certificada. Se sostiene que hay una
baja productividad agrícola debido a que no contamos con suficiente
semilla de este tipo, y el gobierno ofrece entregar al agro más semilla
certificada para mejorar su productividad (El Diario, 2012).

La certificación de la semilla es un tópico muy importante. Hasta


que el modelo agro industrial invadiera nuestros campos, destruyen-
do su productividad —el 40% de los suelos fértiles del mundo se ha
perdido en los últimos 50 años—, el campesinado era autosuficiente en
semillas y los niveles de productividad en alimentos eran superiores a
los actuales.

En los cultivos agroecológicos, tal como ocurría en los ancestrales,


se apunta a una producción diversificada de alimentos, con muchas
especies conviviendo en el mismo espacio, lo que significa una produc-
ción mucho mayor de comida. Así fue reconocido por el Relator de
las Naciones Unidas para el Alimento, cuando, en diciembre de 2010,
basado en varios estudios científicos independientes, admitió que la
agroecología es la mejor respuesta que la humanidad tiene frente al
problema del hambre. Uno de estos estudios demostró un aumento pro-
medio de 79% en la productividad agrícola en un muestreo de más de
12 millones de experiencias de cultivo agroecológico (Naciones Uni-
das, 2010).

El problema de la semilla industrial certificada es que obliga al


campesino a atarse al modelo convencional de cultivo con agrotóxicos,
fertilizantes sintéticos, mecanización, dependencia del petróleo y ele-
vados niveles de riego. Este modelo es precisamente el que ha destrui-
do la fertilidad de nuestra Tierra, provocando un descenso continuo
en la calidad y cantidad de los alimentos que el agro produce. Las

173
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

semillas industriales son seleccionadas en laboratorios y áreas de


experimentación, lejos de las condiciones reales del campo, por téc-
nicos que no son campesinos ni productores, y con el objetivo claro
de que dependan de los agroquímicos. Tal es el resultado de la mo-
nopolización del comercio de semillas, que ha puesto la mayor parte
de las semillas certificadas bajo el control de un puñado de empresas,
que son precisamente las que lideran el mercado de la producción de
agroquímicos.

Decir que la baja productividad es causada por el uso de semilla


no certificada, es como decir que la pobreza humana se debe a defec-
tos raciales. Es ignorar que los verdaderos factores en la baja produc-
tividad son la pérdida de fertilidad del suelo, la monopolización del
riego, el monocultivo, la falta de acceso al mercado para pequeños y
medianos productores y, por supuesto, el uso de semillas industriales
débiles, inadaptadas, y hambrientas de químicos. No necesitamos más de
eso mismo.

Lo que verdaderamente necesitamos es educar al campesinado


para que mejore su capacidad para autoabastecerse con semillas de
calidad, adaptadas a sus condiciones ambientales y culturales, con cos-
tos reducidos, rompiendo la cadena que le ata a los intereses de las
grandes empresas.

Debe quedarnos claro que el modelo industrial de la semilla certi-


ficada significa empobrecimiento para el campesinado, erosión gené-
tica, pérdida de nuestra cultura e identidad y destrucción del ambiente.
La semilla campesina, seleccionada localmente por quienes producen
nuestros alimentos, es más resistente a plagas y enfermedades, tiene
mejor sabor y calidad nutricional y funciona mucho mejor en cultivo
agroecológico.

Pero, ¿cómo asegurarnos de tener una calidad adecuada de semi-


lla campesina? Es verdad que se deben manejar criterios de selección,
pero dichos criterios no pueden ser uniformes ni impuestos por téc-
nicos ajenos a la realidad campesina. Se necesita flexibilidad y adapta-
bilidad para poder evaluar la calidad de la agrobiodiversidad cultivada
en la enorme variedad de climas y condiciones ecológicas de nues-
tro país. Eso es lo que han venido haciendo las poblaciones campesi-
nas desde hace miles de años, juzgando año a año la calidad de sus
semillas de acuerdo con criterios propios, y es esa labor la que ha

174
Ecuador: El mito de las semillas certificadas

asegurado hasta hoy la calidad y diversidad de nuestro patrimonio


genético. Dicha labor no puede ser perseguida ni frenada por regula-
ciones inadecuadas, que beneficiarán a la industria pero pondrán en
grave riesgo el futuro alimentario de la nación. Los sistemas de garan-
tía participativos, locales, de bajo costo, controlados por productores
y consumidores directamente, son los únicos que pueden realizar esta
labor de forma adecuada. La libre circulación de la semilla debe ser
asegurada para cumplir con los mandatos de la Constitución de 2008
en lo que respecta a la soberanía alimentaria y la protección del patri-
monio cultural ecuatoriano.

La pregunta de fondo es: ¿Hacia dónde se orienta la agricultu-


ra ecuatoriana? La semilla certificada industrial nos lleva a un modelo
donde el campesino se empobrece año a año para arrancar al debili-
tado suelo un monocultivo de materia prima que pueda ser exportado
a bajo costo. La semilla campesina, con un manejo adecuado, nos
lleva a un modelo donde las familias pueden ser autosuficientes, mejo-
rar los recursos naturales de los que dependen, y nutrir directamente los
mercados locales con productos de alta calidad, obteniendo un margen
mayor de ganancia. Incluso si se piensa en exportación, tiene más senti-
do orientarse hacia el creciente mercado orgánico, que paga mejores
precios.

Para muestra, un botón: En un estudio comparativo sobre los


costos de producción y las ganancias obtenidas en una parcela con
siembra convencional de monocultivo de maíz versus una parcela
agroecológica de maíz diversificada, realizado en Loja en 2008 (Ca-
rrera, 2008), se evidencia claramente, según las tablas anexas, la supe-
rioridad de ingresos económicos del modelo agroecológico, basado en
semilla campesina. Como se observa, la cantidad de producto de una
sola especie no es ni de lejos el criterio más importante al momento de
evaluar la rentabilidad de la producción agrícola.

Producción convencional con maíz brasilia


Costos por hectárea/año (dólares)

Insumo Unidad Costo unitario Cantidad Total


Semilla Lbs. 33 $70.00
Roza jornales $10.00 12 $120.00
Apartado y quema jornales $10.00 3 $30.00

175
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

Insumo Unidad Costo unitario Cantidad Total


Siembra jornales $10.00 5 $50.00
Aplicación de
jornales $10.00 20 $200.00
químicos
Cosecha y
jornales $10.00 20 $200.00
desgrane
Desgrane posterior $25.00
Matasemilla fundas $10.00 2 $20.00
Úrea Qq $50.00 4 $200.00
Matamaleza Gl $40.00 1 $40.00
Plaguicida + foliar $15.00
Sacos y piola $27.00
Transporte $20.00
Total gastos $1.017.00

Ganancias por hectárea /año

Insumo Unidad Costo unitario Cantidad Total


Producción ha/año 100 quintales
Venta qq $12.00 100 $1.200.00
Total de ganancias $183.00

Producción agroecológica con maíz campesino


Costos por hectárea/año

Insumo Unidad Costo unitario Cantidad Total


Semilla Lbs $0.00 33 $0.00
Roza Jornales $10.00 12 $120.00
Apartado y quema Jornales $10.00 3 $30.00
Deshierbe Jornales $10.00 20 $200.00
Siembra Jornales $10.00 3 $30.00
Cosecha y des-
Jornales $10.00 12 $120.00
grane
Desgrane posterior $15.00
Sacos y piola $14.00
Transporte $12.00
Total gastos $541.00

176
Ecuador: El mito de las semillas certificadas

Ganancias por hectárea /año

Insumo Unidad Costo unitario Cantidad Total


Producción ha/año 66 quintales
Venta Qq $12.00 66 $792.00
Ganancias solo
$251.00
maíz (a $12 el qq)
+ Venta de zapallo zapallo $1.00 200 $200.00
+ Venta de
Qq $20.00 10 $200.00
zarandaja
Total máximo de ganancias (maíz + zapallo + sarandaja) $651.00

Bibliografía
Carrera, J. (2008). Red de guardianes de semillas. Comparación en-
tre cultivo de maíz convencional y maíz agroecológico para la
provincia de Loja, Ecuador. Costos de producción y ganancias.
Información recopilada durante el taller sobre semilla campe-
sina y cultivo agroecológico, organizado por COSV Ecuador.
Paletillas, Loja, oct., 2008.
El Diario, (2012) http://www.eldiario.ec/noticias-manabi-
ecuador/219320-la-semilla-certificada-es-todavia-un-enuncia-
do/. (Visto, 01-10-2014)
Naciones Unidas (ONU). (20 de diciembre de 2010). Informe del
Relator Especial sobre el derecho a la alimentación, Sr. Olivier
De Schutter. Recuperado de http://www.srfood.org/images/
stories/pdf/officialreports/20110308_a-hrc-16-49_agroecolo-
gy_es.pdf

177
Declaración de Ensser sobre la
publicación de Séralini

Las reacciones que provocó, la doble moral


y, una vez más, el debate al estilo “matando
al mensajero”

Resumen y Aspectos Principales

La Red Europea de Científicos para la Responsabilidad Social y


Ambiental (European Network of Scientistsfor Social and Environ-
mental Responsibility - ENSSER) acoge con beneplácito el estudio
“Toxicidad a largo plazo del herbicida Roundup y el maíz modifi-
cado genéticamente para tolerar el herbicida Roundup” realizado
por un grupo de investigadores científicos del Comité Francés para
la Investigación e Información Independiente sobre Ingeniería Gené-
tica (French Committee for Research and Independent Information
Genetic Engineering - CRIIGEN), miembro de ENSSER. El estu-
dio realizado por Séralini et al. (2012) consistió en analizar el ciclo de
vida completo de roedores durante dos años alimentándolos con el
maíz NK603 modificado genéticamente por Monsanto para tolerar
el glifosato (rasgo único de tolerancia al glifosato) y su co-tecnología
Roundup. Este estudio fue publicado en la revista científica Alimentos
y Toxicología Química (Food and Chemical Toxicology).

El grupo de investigadores liderado por el Profesor Séralini publicó


anteriormente varios estudios toxicológicos sobre Roundup y su in-
grediente activo el glifosato (Gasnier et al., 2009; Benachour et al., 2007;
Benachour y Séralini, 2009) y, adicionalmente, evaluó datos históricos
de la compañía. Los datos históricos de estudios de alimentación con
roedores los presentó la compañía en su expediente para solicitar la
aprobación para la importación de alimentos y piensos. Al reanalizar
los datos no procesados o datos primarios de la compañía se encon-
traron signos de efectos toxicológicos en los riñones e hígado de los

179
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

roedores a los 90 días de haber consumido el maíz MG, incluyendo


el maíz MG NK603 que fue evaluado en este nuevo estudio (de Ven-
dômois et al. 2009; Séralini et al. 2007; Séralini et al., 2011).
Las repetidas peticiones hacia las autoridades para que éstas so-
liciten a los desarrolladores de estas biotecnologías estudios más
rigurosos y de seguimiento a largo plazo han sido ignoradas sistemá-
ticamente o rechazadas por razones dudosas. En 2011, la Autoridad
Europea de Seguridad Alimentaria (European Food Safety Autho-
rity - EFSA) mantuvo su rechazo a que los tests de alimentar durante
90 días a los sujetos de estudio sean un requerimiento obligatorio para
las solicitudes de alimentos y piensos MG (European Food Safety Au-
thority, 2011). Los pocos estudios realizados por los desarrolladores
de productos MG son voluntarios y durante su ejecución aplican los
protocolos que creen necesarios.

Aspectos principales
1. La investigación de CRIIGEN (1) fue determinante para fi-
nalmente suscitar una respuesta de la autoridad europea com-
petente, la Dirección General de Sanidad y Protección de los
Consumidores de la Comisión Europea (SANCO), en 2012.
En el borrador de su informe Implementando las normas para
las solicitudes de autorización de alimentos y piensos modifi-
cados genéticamente (Comisión Europea, 2012), la Comisión
Europea manifestó: “los estudios toxicológicos de alimentos y
piensos modificados genéticamente deben realizarse con todo
el alimento o pienso en sí”. De ser aprobado, los solicitantes
“deberán incluir un estudio de alimentación de roedores duran-
te 90 días con la totalidad del alimento o pienso para evaluar los
alimentos y piensos que contienen, consisten de o son produci-
dos a partir de plantas modificadas genéticamente [...]”.

2. Luego de un meticuloso análisis comparativo tanto de los datos


publicados por la industria como los de CRIIGEN, ENSSER
concluyó que no se puede analizar detalladamente la mayoría
de argumentos que pretendían invalidar el estudio de Séralini
et al. Las críticas a este estudio en su mayoría son erróneas o
tienen una doble moral. El punto débil del estudio piloto de
Séralini et al. es el número de animales utilizados, ya que no
permite un análisis estadístico de un parámetro (de los 30 exis-
tentes) de los datos primarios de mortalidad. Este aspecto ha

180
Declaración de Ensser sobre la publicación de Séraliti

sido ya reconocido por los autores y necesita ser considerado/


remediado en los siguientes estudios.
3.
4. La controversia y los ataques que provocó el estudio revelan
un aspecto subyacente: La falta de metodologías adecuadas y
acordadas ampliamente para los estudios a largo plazo que eva-
lúan científicamente los efectos del consumo de por vida de los
alimentos modificados genéticamente.

5. El desarrollo de dicha metodología y estudios −que han sido


solicitados por varios científicos preocupados desde que se
anunció que los alimentos MG iban a ser introducidos en los
mercados internacionales− han sido sistemáticamente bloquea-
dos debido al cabildeo de la industria y los científicos asociados
a las compañías de biotecnología. Las organizaciones interna-
cionales como Codex Alimentarius y los gobiernos nacionales
–incluyendo a la mayoría de gobiernos de Europa y sus autori-
dades– aceptaron en lugar de ello los conceptos de equivalencia
sustancial y familiaridad. Estos conceptos se utilizan tanto para
evadir los estudios científicos obligatorios de los alimentos MG
en lo referente a la salud humana como para declarar que las
diferencias encontradas entre los OMG y sus parientes no modi-
ficados son “biológicamente irrelevantes”.

6. Las causas que dieron paso a la crisis de confianza en la ciencia


y sus normas, y que ahora salen a la luz con toda su fuerza, fue-
ron la aceptación de los modelos construidos por esta industria
que ofrecen una justificación conceptual para evadir las pruebas
de los riesgos asociados a los alimentos MG y el desatender las de-
mandas claramente formuladas por ciudadanos europeos.

7. Debido a la evidencia de que existen vínculos estrechos entre


la industria y los evaluadores de riesgo de la Unión Europea y a
la documentada y desproporcionada influencia que ejercen los
desarrolladores y propietarios de esta tecnología en las normas,
es predecible que las autoridades, incluida la EFSA, no revi-
sen a cabalidad la evaluación original del maíz MG NK603 (ni
cualquier otra solicitud). Esto ha sido resaltado, por ejemplo,
por el Parlamento Europeo (2012) cuando se negó a emitir el
presupuesto de la EFSA de 2010 hasta que no existan cambios
significativos en sus políticas, liderazgo y dirección.

181
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

1. Respuestas inmediatas y ataques


La publicación de este estudio incitó la organización de campañas de
descrédito de los autores y su trabajo, parecidas a las campañas pre-
vias que tenían el objeto de desacreditar otros estudios que habían
igualmente encontrado efectos adversos. Esta estrategia ha sido ana-
lizada durante varios años y descrita ampliamente por ejemplo en la re-
vista científica Nature (Waltz 2009) y Hilbeck et. al. (2012). No es de
sorprenderse que los argumentos planteados sean que estos estudios
no cumplen con los sólidos principios científicos y, por lo tanto, son
anti-ciencia. ENSSER critica los ataques ad hóminem, los argumentos
y las conductas emocionales y frecuentemente malignas como los que
han sido planteados en un artículo reciente por John Vidal en el perió-
dico The Guardian (2012).

Otros ejemplos son los boletines de prensa del Consejo para la Infor-
mación Biotecnológica (CBI, 2012) de la industria de biotecnología de
los Estados Unidos y la revista Forbes (Miller & Chassy, 2012), que pre-
sentan declaraciones de científicos del sector público y de un funcionario
retirado (quien ha rechazado sistemáticamente el Protocolo de Carta-
gena sobre Bioseguridad en lo referente a la legislación de los OMG).
Miller & Chassy (2012) atacan las numerosas publicaciones con revisión
de pares realizadas por los investigadores de CRIIGEN en revistas cien-
tíficas respetadas internacionalmente: “Séralini es especialista en expe-
rimentos con una metodología errónea, irrelevante y que no se puede
interpretar; pretende demostrar los impactos de las plantas modificadas
genéticamente y el herbicida glifosato en varios escenarios forzados”.
Para aquellos interesados en informarse más sobre este tema, les suge-
rimos leer los artículos originales y decidir si este estilo es el adecuado.

2. Metodología y resultados del estudio


de Séralini (et al.)
En el 2010, CRIIGEN adquirió un financiamiento externo para un es-
tudio cuyo objetivo era explorar a mayor profundidad los signos de
toxicidad observados en los datos experimentales de la compañía Mon-
santo. Por lo tanto, diseñó una prueba toxicológica con la cantidad es-
tándar de 10 roedores por sexo (20 en total), como lo recomienda la Guía
408 de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico
- OCDE (Organization for Economic Cooperation and Development,
1998). Los autores no aplicaron la Guía 451 (Estudios Carcinogénicos)

182
Declaración de Ensser sobre la publicación de Séraliti

o la Guía 453 (Estudios combinados de Toxicidad Crónica/Carcino-


genicidad) −como sugerían los críticos– porque los autores en primer
lugar no pretendían conducir estudios carcinogénicos. Su intención era
aplicar la metodología 408 en un período de tiempo más extenso.

2.1. Crítica a los aspectos científicos


Hasta el momento los aspectos más criticados del estudio de Séra-
lini et. al. son:

2.1.1. El uso de los roedores Sprague Dawley que desarrollan


tumores cancerígenos fácilmente
Estos roedores son utilizados comúnmente en los estudios toxicológi-
cos y de producción de tumores, incluyendo los estudios presentados
por Monsanto para la aprobación del maíz NK603 y otros cultivos
MG (Hammond et al., 1996, 2004, 2006; Mackenzie et al., 2007). La
mayoría de comentarios críticos al estudio de Séralini et al. falla a la hora
de informar al lector sobre este aspecto. Séralini et al. utilizaron
esta clase de roedores para mantener el diseño de su estudio lo más
apegado posible al estudio de Monsanto. Si hubieran utilizado otra
clase de roedores y hubieran mostrado efectos negativos, la relevancia
de sus resultados seguramente hubieran sido criticados por este aspec-
to, es decir, el uso de una clase diferente de roedores.

Contrario a lo que las críticas indican, los roedores Sprague


Dawley son comúnmente utilizados en estudios a largo plazo de toxi-
cidad/carcinogenicidad.

1. El Programa Nacional de Toxicología del Departamento de Sa-


lud y Servicios Humanos de los Estados Unidos (2) utiliza esta
clase de roedores en sus estudios que tienen una duración de 2
años, y no han sido impugnados.

2. Una rápida y aún preliminar investigación de la literatura de re-


vistas científicas que realizan revisión por pares reveló que los
roedores Sprague Dawley fueron utilizados:

• en estudios de 36 meses por Voss et al. (2005);


• en estudios de 24 meses por Hack et al. (1995), Klimisch et al.
(1997), Minardi et al. (2002), Soffritti et al. (2006) and Gaméz
et al. (2007);

183
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

• en estudios de 18 meses por Lee et al. (2010), y


• en estudios de 12 meses por Perry et al. (1981), Conti et al.
(1988), Morcos& Camilo (2001), Flamm et al. (2003) and
Gutiérrez et al. (2011).

Cuatro de estos estudios han sido publicados por la revista Ali-


mentos y Toxicidad Química (Food and Chemical Toxicology).

2.1.2. Alimento ingerido no cuantificado

El alimento se ofrecía ad líbitum (a voluntad) en el estudio de Séralini et


al. al igual que se hizo en los estudios de la compañía mencionados ante-
riormente y que sirvieron de base para la aprobación de sus cultivos MG.

Hammond et al. (2006) –el estudio de Monsanto para la aproba-


ción de NK603 – tampoco midió la ingesta diaria de alimento para
determinar la cantidad de toxinas consumidas. Además, los expe-
dientes de Monsanto evaluados por EFSA para la aprobación del maíz
MON88017 y MON89034 para alimentos y piensos MG señalaban
que “la comida era administrada ad líbitum durante aproximadamente
90 días en 20 machos y 20 hembras Sprague – Dawley [Crl: CD®24
(SD)] que tenían de 6 a 8 semanas de edad al inicio del estudio.”

Durante el estudio, los animales fueron observados dos veces al


día para identificar su muerte o si se encontraban moribundos. Cada
semana se registraban los chequeos físicos, incluyendo los comporta-
mientos fuera de la jaula de alojamiento, el peso corporal individual
y el consumo de alimento”. Este método fue aceptado por la EFSA y
no provocó comentario alguno por parte de quienes posteriormente
criticaron el mismo método utilizado por Séralini et al. Además,
Monsanto condujo evaluaciones patológicas en solo 10 de los 20 roe-
dores mencionados, el criterio de selección no fue divulgado en el Ex-
pediente Técnico. Quisiéramos resaltar que la falta de cuantificación
de la cantidad de toxinas ingeridas no invalida los síntomas clínicos
observados. Esto representaría un problema si los resultados hubieran
sido negativos; es decir, si no hubiera efectos tóxicos, pero no consti-
tuyen una preocupación ya que los resultados fueron positivos.

184
Declaración de Ensser sobre la publicación de Séraliti

2.1.3. Tamaño de la muestra: muy pequeño


para un estudio a largo plazo

El tamaño de la muestra es adecuado para un estudio toxicológico


de 90 días pero resulta insuficiente para evidenciar la toxicidad/
carcinogenicidad en los estudios a largo plazo. Los autores lo re-
conocen y por tanto presentan los datos primarios de mortalidad
y desarrollo de tumores para cada individuo, datos que indican la
formación de tumores. Una solución posible podría ser que los au-
tores evalúen sus datos durante 3 o 4 meses para encontrar única-
mente los efectos de toxicidad y los separen de aquellos observados
posteriormente.

3. Crítica a la política de divulgación


y las fuentes de financiamiento
Los críticos han solicitado la divulgación total de los datos primarios
y señalan que la fuente de financiamiento es anti MG, lo que les incen-
tivaría a diseñar escenarios experimentales en los que sería más proba-
ble detectar resultados negativos. CRIIGEN anunció su disposición
a divulgar los datos si se establece una revisión justa e independiente.

Nuevamente, la petición de la divulgación completa de los datos


como la realizada por internet (Prakash et al., 2012) revela una doble
moral. Ninguno de estos expertos (muchos de ellos con un historial
bien documentado de rechazo de los principios básicos de la legisla-
ción europea referente a bioseguridad y oposición al mejoramiento de
los estándares de evaluación de riesgos para cumplir con estos princi-
pios) se manifestó cuando las autoridades mantuvieron en secreto la
información referente a las aplicaciones para la liberación y comer-
cialización de los cultivos MG por petición de los solicitantes. Inclu-
so, parte de la información podía obtenerse únicamente mediante una
decisión de la Corte.

Siguiendo la lógica del argumento inicial, que es distinta a la del ar-


gumento sobre la divulgación total de la información, puede señalarse
que los fondos pro MG –obviamente (y en principio, legítimamente)−
son los que financian todos los estudios reglamentarios. Por lo tanto,
son proclives a utilizar metodologías y realizar juicios técnicos que no
muestren los efectos adversos.

185
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

La aplicación de este tipo de lógica invalidaría todos los estudios


financiados o conducidos por la industria y aceptados por las autori-
dades y los evaluadores de riesgos. Es claro que los promotores de la
industria deben involucrarse en los estudios de evaluación de riesgos;
pero se deberían realizar evaluaciones de riesgo totalmente indepen-
dientes, financiadas indirectamente por estas compañías pero no in-
fluenciados directa o indirectamente por ellas.

Este procedimiento requiere de una nueva institucionalidad y


quizás de modificaciones legislativas a las normas y el financiamiento
científico; las autoridades públicas responsables deberán iniciar un de-
bate al respecto urgentemente.

4. Doble moral y análisis asimétrico


Un análisis comparativo objetivo del estudio del grupo de Séralini y
de los estudios presentados por Monsanto revela claramente que si
se considera que los experimentos de Séralini son insuficientes para
demostrar los impactos negativos igualmente lo son los realizados por
Monsanto para demostrar la seguridad de sus productos.

Básicamente todos los estudios previos que han encontrado efec-


tos adversos de los cultivos MG han recibido el siguiente trato: solo
los estudios que muestran efectos adversos reciben una evaluación ri-
gurosa de sus métodos experimentales y estadísticos, mientras que los
que prueban su seguridad son aceptados tal como se presentan (p. ej.,
véase además Hilbeck et al., 2012.)

EFSA aplica este análisis asimétrico regularmente como lo con-


firmó una entrevista con un miembro del panel de OMG de EFSA,
quien declaró: “Claro que los estudios que demuestran efectos po-
tenciales negativos de los OMG son analizados más profundamente”
(Anonymous, 2009).

De acuerdo con Millstone et al. (2004) esta práctica −del supuesta-


mente imparcial evaluador de riesgos− es interpretada por el público
europeo como un apoyo ilegítimo a la industria de la biotecnología. De-
claran que la institución pone un mayor énfasis en tratar de evitar falsos
positivos que en evitar falsos negativos. Lo que implica que el análisis
crítico ha sido aplicado de una forma asimétrica y que, por lo tanto, a
primera vista, es más difícil de conciliar con un enfoque de precaución.

186
Declaración de Ensser sobre la publicación de Séraliti

Un estudio reciente por parte de Snell et al. (2012) demuestra lo


mismo. En el resumen, los autores manifiestan que “los resultados
de los 24 estudios (revisados) no sugieren ningún riesgo para la salud
[...]”. Sin embargo, los autores de este estudio encontraron algunas
debilidades similares o incluso más graves que las presentadas contra
el estudio de Séralini. Por ejemplo, de los 24 estudios que fueron eva-
luados 16 (67%) no mencionaron el uso de una línea isogénica como
grupo control (por lo tanto, se asume que no fue utilizada), muchos
no describieron en detalle los métodos utilizados, emplearon un me-
nor número de animales que los utilizados por Séralini et al. y, de
acuerdo con los autores, tenían otras deficiencias más. Los resulta-
dos de todos los estudios que no presentaron efectos adversos fueron
aceptados como pruebas de la seguridad de los productos, sin impor-
tar las evidentes (aunque consideradas como irrelevantes) deficiencias
de sus métodos.

ENSSER pide que se termine con la doble moral y con la conduc-


ción del debate al estilo ¡“matando al mensajero”!

Si se manifiesta que el estudio de Séralini et al. es insuficiente para


probar los impactos negativos debido a sus fallas metodológicas, en-
tonces todos los estudios presentados previamente para solicitar la
aprobación de alimentos y piensos en la Unión Europea deberían ser
reconsiderados. Se deberá analizar la evidencia presentada a favor de la
seguridad de los productos para la salud humana y animal con el mis-
mo nivel de rigor que se aplica a los estudios que demuestran efectos
adversos.

Igualmente si se pide que Séralini et al. divulguen los datos pri-


marios, entonces todos los solicitantes deberán divulgar sus datos, y
principalmente los materiales biológicos en cuestión. Las evaluacio-
nes de riesgo asimétricas son claramente inaceptables y definitiva-
mente no cumplen con los estándares básicos de los procedimientos
científicos ni de idoneidad pública, y tampoco con el principio de
precaución. ¡La carga de la prueba recae obviamente en los desarro-
lladores de la tecnología, y son ellos los encargados de mostrar la
evidencia adecuada para probar la seguridad de sus productos, mas
no un grupo de investigación pública, que no posee ni la informa-
ción, ni los materiales, ni los recursos necesarios para demostrar los
efectos adversos! Es difícil resistirse a describir como escandaloso el
estado de la cuestión.

187
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

ENSSER igualmente solicita que se realice un estudio sistemático


global, integral y a profundidad y una síntesis de todos los informes
anecdóticos existentes, estudios rechazados y observaciones de diferen-
tes fuentes (campesinos, pastores, veterinarios, personal médico, etc.) de
varios países, que se han acumulado durante los últimos 15 años.

Esta investigación debería incluir la ingestión/aplicación de culti-


vos MG y Roundup/glifosato (sobre el cual se está acumulando evi-
dencia de que es mucho más tóxico de lo que se hizo creer al público
y a las autoridades). ENSSER puede proporcionar una lista de di-
chos estudios. Es necesaria una evaluación cuidadosa de todos los
informes para buscar los potenciales patrones comunes subyacentes y,
de encontrarlos, evaluar si estos concuerdan con los datos registrados
existentes en las publicaciones de los experimentos controlados.

Un grupo supranacional de investigadores independientes /orga-


nizaciones debería supervisar este estudio integral. Es decir, apartado
de los intereses económicos de los desarrolladores de estas tecnologías
y los dueños de los derechos de propiedad intelectual de los respecti-
vos productos de ingeniería genética y otros actores que tienen inte-
reses en este tema.

Esta recomendación es importante por dos razones:

• Sería el primer paso para hacer el seguimiento a los datos publi-


cados en el estudio del grupo de Séralini y

• se implementaría por primera vez desde la publicación de este


importante informe, lo que los autores de la Agencia Ambiental
Europea (2001) Late Lessons from Early Warnings solicitaron:
un grupo inclusivo y diverso de actores multidisciplinarios y ex-
perimentados que al ser testigos de los posibles efectos adversos
de las nuevas tecnologías actúen de manera no esperada. Como
lo demostró el libro de la Agencia Ambiental Europea, el enfo-
que de precaución no constituye un obstáculo a la innovación y,
por lo tanto, no debe ser calificado como tal. Al contrario, puede
estimular el desarrollo de una nueva tecnología, más responsable,
informada científicamente y socialmente beneficiosa.

Ni siquiera el mejor, más caro y exhaustivo conocimiento científi-


co podrá ser suficiente en sí mismo para tomar las decisiones correctas

188
Declaración de Ensser sobre la publicación de Séraliti

en temas de interés público tan complejos como la aprobación y el


control de las innovaciones agrícolas. Siempre existirán temas priori-
tarios y necesidades sociales y éticas que −aunque se basen en la mejor
información disponible− deberán ser posteriormente debatidas y de-
cididas democráticamente.

ENSSER sostiene que las estructuras científicas y políticas exis-


tentes en Europa en el campo de la biotecnología e innovación agríco-
la y su normatividad requieren de un proceso inclusivo y responsable
de revisión y cambio. El principal propósito de este cambio institu-
cional sería eliminar los estándares y procedimientos anticientíficos,
es decir, los que se contraponen a una ciencia sólida e independiente y,
por lo tanto, a una política pública sólida, informada y legítimamen-
te decidida. En lo que se refiere a la normativa y evaluación de riesgos de
los cultivos MG, existen graves y evidentes inconsistencias en el com-
portamiento institucional a la hora de establecer estándares científicos
normativos. Esto no solo desacredita la ciencia en la arena pública,
sino además la política de la Unión Europea y los órganos científicos
consultivos. Tal cambio es posible y urgente.

Presentada en COP – MOP 6 Hyderabad, India Protocolo de


Cartagena sobre Bioseguridad
05/10/2012

189
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

Científicos europeos sobre estudio de Séralini


y autoridad sanitaria europea*

En la foto, Gilles Eric Séralini, autor del estudio y del libro “Todos somos ratas de laboratorio”,
basado en su investigación sobre efectos de 2 años de alimentación de roedores con maíz trans-
génico y Roundup.

La Red Europea de Científicos por la Responsabilidad So-


cial y Ambiental (ENSSER, por su sigla en inglés) respondió hoy
a las críticas surgidas a raíz del reciente estudio que informa los re-
sultados de alimentación a largo plazo de ratas con maíz trans-
génico (1). La declaración destaca que las mismas críticas que se le
hacen a este estudio se podrían formular a las pruebas que rea-
liza Monsanto, utilizadas por la propia Autoridad Sanitaria Eu-
ropea (EFSA, por su sigla en inglés) como prueba de seguridad.

La respuesta es posterior a la publicación el 4 de octubre de una


respuesta inicial del panel de transgénicos de EFSA a los resultados del
experimento del trabajo del equipo de CRIIGEN liderado por el acadé-
mico Gilles-Eric Séralini. Detalla los argumentos que se han formulado
contra el trabajo de CRIIGEN y explica porqué no son consistentes.

* http://olca.cl/articulo/nota.php?id=102429

190
Declaración de Ensser sobre la publicación de Séraliti

ENSSER recibió con agrado el documento científico de CRII-


GEN y destaca que el trabajo es la continuación, en laboratorio, de la
estadística suministrada por Monsanto a EFSA en apoyo a su postula-
ción para la autorización de su propio maíz transgénico. Este análisis
indica efectos toxicológicos en hígado y riñones en un experimento
de alimentación oral de 90 días llevado a cabo por la transnacional (2)

El último experimento del equipo de Seralini extendió la duración


de esa prueba a dos años (es decir, la exposición durante toda la vida de
ratas), utilizando diversos tratamientos y resultados comparados con
grupos de control no tratados (3). La exposición prolongada al maíz
transgénico y el herbicida Roundup de Monsanto (que usa glifosato
como ingrediente activo) produjo un impacto similar, pero más grave
en los riñones e hígado de las ratas macho.

ENSSER concluye: “Luego de un análisis comparativo y cuida-


doso de las estadísticas publicadas tanto por la industria como las de
CRIIGEN, ENSSER concluye que la mayor parte de los argumentos
que intentan descalificar el estudio de Seralini et al. no se sostienen al
ser analizadas en profundidad. Las críticas que se han formulado son
mayormente erróneas o bien aplican un doble estándar.”

El grupo reconoce que el estudio de Séralini no es perfecto: “El


punto débil del estudio piloto de Séralini et. al. es la cantidad de ani-
males utilizada, que no permite un análisis estadístico de las cifras cru-
das en relación a un parámetro medido más allá de la mortalidad de
30. Esto ha sido reconocido por los autores y necesita ser tomado en
cuenta/corregido en estudios de seguimiento”. Sin embargo, ENSSER
destaca claramente:

1. EFSA ya ha aprobado claramente el maíz transgénico NK03 y


su uso asociado del herbicida glifosato considerándolo seguro
en 2009 (5), de manera que su credibilidad está en tela de jui-
cio si ellos fueran a aceptar que el experimento de alimentación
más larga realizado por CRIIGEN hace surgir preocupaciones
importantes sobre la seguridad del cultivo. Es un caso claro de
conflicto de interés.

2. Los experimentos de CRIIGEN se realizaron siguiendo las


normas de OECD para pruebas de toxicidad oral y utilizaron

191
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

• la misma cepa de ratas que Monsanto,


• el mismo método de alimentación que Monsanto (libre de-
manda),
• los mismos procedimientos de monitoreo de salud y creci-
miento de ratas que Monsanto.

La declaración continúa diciendo:

“Todos los estudios previos que encuentran efectos negativos de


transgénicos han sido ignorados por los reguladores. Sólo los estudios
que muestran efectos negativos son evaluados fuertemente respecto
de los métodos experimentales y estadísticos, mientras que aquellos que
sostienen que son seguros, se aceptan de inmediato”. ENNSER dice
que las críticas de CRIIGEN tienen “un registro extensamente docu-
mentado de rechazo de los principios básicos de la legislación europea
de bioseguridad y de rechazo de la mejora de los estándares de evalu-
ación de riesgo”. Los científicos se muestran críticos de “Los compro-
bados vínculos estrechos entre la industria y los evaluadores de riesgo
de la Unión Europea y de la influencia en las regulaciones —compro-
bada y desproporcionada— de los desarrolladores y dueños de esta
tecnología”.

Pete Riley, de GM Freeze declaró: “Hay que felicitar al profesor


Séralini por este intento sincero de develar los hechos que tienen que
ver con la seguridad de los cultivos transgénicos. Ellos expusieron los
dobles estándares de los reguladores y de aquellos que demandan la
no regulación (aprobación automática) de los cultivos transgénicos.
Hay claras fallas en el proceso de aprobación de transgénicos de la
Unión Europea, las cuales deben ser enfrentadas en forma urgente,
pero EFSA no es la institución adecuada para hacer eso.

“Los próximos pasos obvios son: 1) Revisar y overhaul el regla-


mento del proceso de evaluación de riesgo por parte de un grupo que
no tenga intereses creados, y 2) Un grupo independiente debe llevar
adelante experimentos toxicológicos de largo plazo con cultivos trans-
génicos más allá de los que ya ha realizado el equipo de CRIIGEN:

Mientras tanto, necesitamos poner en el congelador todas las im-


portaciones de transgénicos tolerantes al Roundup Ready, y también
las futuras aprobaciones para cualquier cultivo o importación.”

192
Declaración de Ensser sobre la publicación de Séraliti

Ver la declaración completa (en inglés) de ENSSER en http://www.


ensser.org/fileadmin/files/ENSSER-Comments-Seralini-etal2012.pdf

Notas
[1] “Review of the Séralini et al. (2012) publication on a 2-year rodent feeding study with
glyphosate formulations and GM maize NK603 as published online on 19 September 2012
in Food and Chemical Toxicology”. Available at CRIIGEN 2012 study: Long-term health
impacts of GM and Roundup
[2] Séralini et al, 2009. “A Comparison of the Effects of Three GM Corn Varieties on Mam-
malian Health”. Int J Biol Sci 5:706-726
[3] Séralini G-E, Clair E, Mesnage R, Gress S, Defarge N, Malatesta M, Hennequin D, Spiroux
de Vendômois J, 2012. “Long term toxicity of a Roundup herbicide and a Roundup-tolerant
genetically modified maize”. Food and Chemical Toxicology (copy available on request)

Fuente: http://www.gmfreeze.org/news-releases/203/Ver la declaración completa (en inglés) de


ENSSER en http://www.ensser.org/fileadmin/files/ENSSER-Comments-Seralini-etal2012.
pdf, 5 de octubre de 2012.

Traducción: RAP-Chile, 9 de octubre de 2012 

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197
Declaración de la Red por una América
Latina Libre de Transgénicos, frente
a casi 20 años de la introducción de
cultivos transgénicos en la región

A casi dos décadas de la primera introducción de transgénicos en el


ambiente, América Latina se ha convertido en maquila de las trans-
nacionales que producen granos para animales de otras transnaciona-
les, contaminando el ambiente y la biodiversidad.

Pero sigue siendo un espacio de biodiversidad, donde florece la


vida, y las comunidades campesinas

A 17 años de haberse liberado los cultivos transgénicos en el am-


biente, 30 organizaciones de América Latina pertenecientes a 12 países
de la región, convocadas por la Red por una América Latina Libre de
Transgénicos en la ciudad de Bogotá-Colombia, del 23 al 27 de mayo
de 2013, analizamos el panorama de nuestro continente, y hacemos
pública nuestra preocupación por los graves impactos que estos culti-
vos tienen en la región.

Rechazamos tajantemente la liberación comercial masiva de maíz


transgénico que quiere hacer la industria en más de tres millones de
hectáreas en México, un hecho sin precedente en la historia de la agri-
cultura, pues sería la primera vez que ocurriera una devastación de tal
magnitud en uno de los centros de origen y para un cultivo alimenta a
la humanidad en su conjunto.

A lo largo de este período, los cultivos transgénicos han sembrado


desolación y muerte en América Latina, donde estos cultivos han alcan-
zado altos niveles de expansión, ocupando el segundo lugar en área
cultivada con transgénicos en el mundo.

Las empresas productoras de semillas, agrotóxicos y comercializa-


doras de alimentos transgénicos junto con las élites locales y en com-
plicidad con los gobiernos del turno, han convertido a América Latina
en maquila de los cultivos transgénicos del mundo.

199
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

No existen cultivos transgénicos sin plaguicidas


A pesar de que los promotores de los cultivos transgénicos dijeron que
éstos iban a disminuir el uso de plaguicidas, la realidad es lo opuesto.
Ha habido un aumento exponencial en el uso de agrotóxicos en los
países que han adoptado esta tecnología, y su aplicación está relacio-
nada especialmente con los cultivos resistentes a herbicidas, lo que ha
significado el sometimiento de la población a una condición sanitaria
cercana al genocidio. En el Cono Sur, la soja resistente a glifosato cu-
bre un área de 475.700 Km2; toda esta área es fumigada con un cóctel
de agrotóxicos que incluye el glifosato, afectando a cerca 10 millones de
personas que viven en la zona de influencia de las fumigaciones aso-
ciadas a los cultivos transgénicos.

Brasil ocupa el primer lugar a nivel mundial en el consumo de


agrotóxicos desde 2010, siendo el principal productor de soya resis-
tente a glifosato en la región.

Esta avalancha tóxica ha provocado un aumento exponencial de


enfermedades relacionadas con plaguicidas, como malformaciones ge-
néticas, incremento de leucemia, linfomas, enfermedades autoinmunes,
y daños irreparables en los ecosistemas.

Estos problemas se agudizarían con la adopción de nuevos trans-


génicos resistentes a herbicidas más fuertes como son el 2,4D y Di-
camba, el glufosinato de amonio, que ya han sido aprobados o están
en proceso de aprobación en nuestros países, por lo que repudiamos
cualquier intento de liberarlos al ambiente.

A esto se suma la contaminación genética de la agrobiodiversidad


y la destrucción de ecosistemas naturales, que son la base de sustento
de las comunidades locales.

Los problemas generados por los transgénicos,


han generado violaciones a los derechos humanos

Los impactos descrito son tan graves, que ha dejado de ser un proble-
ma que puede resolverse a través de técnicas como la evaluación y ma-
nejo del riesgo, para convertirse en un causal de violación de los derechos
humanos de poblaciones enteras, por lo que su discusión debe salir
de convenios internacionales como el Protocolo de Cartagena que se

200
Declaración de la Red por una América Latina libre de transgénicos

limita a ver los impactos de la modificación genética en la biodiversi-


dad, para ser tratado por los organismos de las Naciones Unidas sobre
Derechos Humanos.

Los cultivos transgénicos no nos alimentan


Las vastas zonas dedicadas a la siembra de cultivos transgénicos en Amé-
rica Latina, antes dedicadas a satisfacer el derecho humano a la alimen-
tación, hoy son territorios donde se produce soja y maíz transgénico
para forraje, destinados a la cría intensiva y confinada de animales, que
en la mayoría de casos son criados en otros continentes, privando a la
población nativa del acceso a alimentos sanos y culturalmente adecuados.
En los países donde se cultivan soja y maíz transgénico los animales son
criados en condiciones sanitarias muy pobres y de gran violencia, lo que
repercute en la calidad de la carne, lo que conlleva enormes impactos en
los patrones de alimentación y en la salud humana y de los animales. Los
transgénicos son un negocio de transnacionales para transnacionales, no
para consumidores ni para agricultores. Los transgénicos son comida
para comederos, no de comedores; e incluso han desplazado la cría tradi-
cional de animales en países donde esto era costumbre, empeorando la
salud, el ambiente y las economías de pequeños criadores.

Las nuevas leyes de semillas son un impulso


a la expansión de los transgénicos
y una amenaza a las semillas nativas

En la región se están impulsando nuevas leyes de semillas, donde se


plantea la penalización de la circulación de las semillas nativas que son la
base de la agricultura campesina y familiar. Esto es una clara violación
a los derechos de los agricultores, claramente reconocidos en el Trata-
do Internacional sobre los Recursos Fitogenéticos para la Alimenta-
ción y la Agricultura. Estas leyes además buscan reforzar el control
de mercado por parte de las empresas de semillas transnacionales, y la
adopción de las semillas transgénicas en nuestros campos, poniendo
en peligro los recursos fitogenéticos de la región.

Las organizaciones reunidas en Bogotá queremos llamar la aten-


ción sobre las siguientes problemáticas específicas en América Latina:

Paraguay. Repudiamos el golpe de estado parlamentario ocurri-


do el 22 de junio de 2012, dado al presidente Fernando Lugo, electo

201
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

el 20 de abril de 2008 en elecciones democráticas para el periodo


2008-2013. Consideramos, que dicho golpe estuvo muy relacionado con
la expansión de los agronegocios y la liberación ilegal de nuevos cul-
tivos genéticamente modificados por ejemplo: 2 eventos de Algodón
transgénico, un evento de soja transgénica y 4 eventos de maíz trans-
génico.

Nos preocupa además el fuerte proceso de extranjerización de la


tierra y la expulsión de comunidades campesinas e indígenas y la vio-
lación de las leyes ambientales vigentes en ese país, para dar paso a la
expansión de los cultivos transgénicos, como por ejemplo la soja RR
que desde la década de los 90 viene causando graves conflictos socio-
ambientales violando derechos fundamentales.

Por lo tanto, hacemos un llamado a la Alta Comisionada de las


Naciones Unidas para que inicie una investigación sobre los atropellos
a los derechos humanos suscitados en Paraguay relacionados con la
expansión de los agronegocios; la persecución y criminalización que
sufren los/as líderes defensores de la naturaleza. Instamos a la sociedad
internacional a que esté vigilante de los acontecimientos en este país.

México. Apoyamos y nos solidarizamos con el proceso del Tri-


bunal Permanente de los Pueblos capítulo México, y estaremos es-
pecialmente atentos a las sesiones de la audiencia temática “Violencia
contra el maíz, la soberanía alimentaria y los derechos de los Pueblos”,
donde se está presentado una gran cantidad de casos y testimonios de
pueblos, científicos y activistas sobre la contaminación transgénica y
otras violaciones ejercidas por las transnacionales, con apoyo oficial,
contra el maíz y los pueblos del maíz.

Nos adherimos a la demanda de las y los ciudadanos mexicanos


de evitar la siembra comercial y experimental de organismos genéti-
camente modificados en especial del maíz transgénico, siendo México
uno de los Países Centros de Origen del Maíz.

Respaldamos los argumentos y elementos de peso científico, so-


cioeconómico, cultural y daño irreversible de los transgénicos, que
expone en la red, la Unión de Científicos Comprometidos con la Socie-
dad (UCCS) y otras organizaciones científicas y sociales, sumándonos
a la petición para que no se autorice la siembra comercial de maíz
transgénico México, su Centro de Origen y se declare una moratoria

202
Declaración de la Red por una América Latina libre de transgénicos

indispensable en este cultivo. Apoyamos también que se retiren las


autorizaciones de siembra comercial de soya transgénica en Yucatán,
ante el impacto negativo para los miles de apicultores que sufren afec-
tación por la limitación de venta de miel a la Comunidad Europea, por
contaminación transgénica.

Argentina. Rechazamos el avance de la frontera agrícola en el


Norte del país, lo que ha conllevado a un agresivo proceso de despla-
zamiento y criminalización de poblaciones originarias que debe parar.

Rechazamos además la aprobación y liberación de nuevos eventos


transgénicos que incorporan genes de resistencia a nuevos herbicidas
apilados, así como nuevas toxinas Bt.

Apoyamos la petición de las organizaciones ambientalistas, gru-


pos auto-convocados de vecinos afectados por los agrotóxicos y mo-
vimientos sociales argentinos para que con urgencia se implementen
zonas de resguardo libres de fumigaciones de 1 000 metros como mí-
nimo, alrededor de pueblos, escuelas rurales y humedales; se prohíban
las fumigaciones aéreas, y que se implementen de estudios epidemio-
lógicos y biológicos para determinar el impacto en la salud humana y
ambiental respectivamente por el uso masivo de agroquímicos y que
con base a los resultados encontrados, se inicie un proceso de restau-
ración integral de las víctimas.

Repudiamos además el acuerdo hecho por la Presidenta argentina


con Monsanto para instaurar nueva infraestructura en el país, como la
planta de acondicionamiento de semillas planificada en la Localidad
Malvinas Argentinas – Córdoba, y otras.

Honduras. Tenemos conocimiento de la campaña “sembremos


país con más maíz”, para sembrar 100 mil hectáreas de maíz trans-
génico el año 2020, impulsada por Monsanto Agrícola de Honduras,
Bayer, Fenorza y el Gobierno Central, con la que se pretende afianzar
el posicionamiento de la semilla transgénica en territorio hondureño,
y extender un paquete tecnológico que incluye agrotóxicos, que im-
pulsa una agricultura sin agricultores, sin importar los graves impac-
tos que este tipo de agricultura ocasiona a la salud y el ambiente y que
aumentará la inseguridad alimentaria del pueblo hondureño, por lo
que pedimos al gobierno de Honduras parar tan nefasta iniciativa, y que
se ponga un alto definitivo a los transgénicos en Honduras.

203
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

Queremos cuestionar además el rol que juega el La Escuela Agrí-


cola Panamericana, más conocida como El Zamorano, que sirve de
punta de lanza para la promoción de los transgénicos en las regiones
tropicales de América Latina. En su sede se forman técnicos y se desa-
rrollan las tecnologías que están al servicio del agronegocio.

Costa Rica. Apoyamos a las organizaciones sociales de Costa Rica


quienes han optado por un modelo de desarrollo agrícola libre de
transgénicos y propiedad intelectual y basado en la agroecología y las
semillas ancestrales y criollas; y a todos los 57 cantones que se han
declarado libres de transgénicos. Por lo mismo, rechazamos el intento de
empresas transnacionales que pretenden sembrar maíz transgénico en
ese país, y apoyamos la llamada a moratoria de 30 años a la liberación
de cultivos transgénicos y demás cultivos manipulados mediante téc-
nicas de la ingeniería genética en el territorio nacional, pedida por las
organizaciones sociales.

Panamá. Nos preocupa que Panamá se está convirtiendo en el


campo de experimentación de nuevos transgénico, lo que se está ha-
ciendo a espaldas de la sociedad. En Panamá se encuentra la planta
para producir mosquitos transgénicos de la empresa Oxitec y que
opera en las instalaciones del Instituto Georgas.

En este país también se planea criar el salmón transgénico desa-


rrollado por la Aqua Bounty Technologie, y sería el primer animal
transgénico que entraría en nuestra alimentación. El salmón GM sería
producido en la Isla Prince Edward -Canadá, y los huevos serían en-
viados a tierras altas de Panamá, donde se haría también el procesa-
miento del animal. Este pez transgénico tiene genes que expresan una
hormona de crecimiento que sólo se activa solo el climas cálidos, por
eso se escogió a Panamá para su cría.

Colombia. Luego de diez años de ser liberado comercialmente el


algodón transgénico de Monsanto, los algodoneros han fracasado con
el uso de esta tecnología y han tenido millonarias pérdidas y aunque
la mayoría de los agricultores ya no quieren saber de esta tecnología,
Monsanto ha retirado del mercado las semillas de algodón no transgé-
nicas. Desde el año 2007 se han liberado comercialmente diez eventos
de maíz transgénico, lo que es muy crítico, puesto que por ser Co-
lombia un centro de diversidad de maíz, los maíces transgénicos gene-
ran un enorme impacto de los sobre la diversidad de maíces criollos,

204
Declaración de la Red por una América Latina libre de transgénicos

los sistemas productivos locales y la soberanía alimentaria en el país.


Apoyamos las iniciativas de la sociedad civil colombiana que busca
que se prohíban los cultivos aprobados y que se declare el país libre
de transgénicos.

Ecuador. Saludamos al pueblo ecuatoriano por haber incorporado


en su Constitución una prohibición expresa a los cultivos y semillas
transgénicas, por el reconocimiento de los derechos de la naturaleza
y en buen vivir como el camino que debe relacionar a la sociedad con
su medio. Nos preocupa sin embargo que en un futuro próximo se in-
tente de cambiar la Constitución del país, para que el país deje de ser
libre de cultivos y semillas transgénicas. Los estudios hechos en ese país
dan cuenta de la rica agrobiodiversidad existente, la misma que no
está contaminada genéticamente, por lo que el Ecuador mantiene su
condición de país libre de transgénicos. Por lo tanto exhortamos a la
Asamblea Nacional que mantenga al Ecuador libre de Transgénicos.

Perú. Recibimos con beneplácito la moratoria decretada en Perú a


los transgénicos en ese país, y hacemos votos porque esa moratoria se
convierta en una prohibición definitiva, que permita potenciar la rica
agrobiodiversidad peruana. Destacamos que la moratoria es el resulta-
do del trabajo desplegado por una amplia alianza que incluye al cam-
pesinado, a consumidores y al sector de la gastronomía conscientes de
la necesidad de proteger su patrimonio genético y su biodiversidad.

La situación en Bolivia no deja de ser preocupante. Si bien la


Constitución Política del Estado establece el principio prohibitorio
de transgénicos, y la Ley Marco de la Madre Tierra la eliminación
paulatina de la soya transgénica, así como la prohibición tajante a los
transgénicos de cultivos de los cuales el país sea centro de origen y
centro de diversidad, como es el caso del maíz, de la papa, ajíes, maní,
etc., las corporaciones del agronegocio se jactan del crecimiento sos-
tenido (que llegaría al 99% de la soya cultivada) desde que el 2005 se
aprobó el primer evento resistente al glifosato. El control de la cade-
na productiva de la soya está en manos de empresas extranjeras –66%
principalmente menonitas, brasileños y japoneses– que amplían la
frontera agrícola a un ritmo de desmonte y deforestación de 60 mil
hectáreas anuales.

Uruguay. Hacemos un llamado para que se frene el acaparamien-


to, extranjerización y especulación de la tierra en Uruguay, proceso

205
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

que viene acompañado con la expansión del monocultivo de árboles y


soja transgénica, y que se haga un estudio para revertir este fenómeno.
Queremos además rechazar las investigaciones hechas con animales
transgénicos como ovejas en Uruguay.

Brasil. Los brasileños analizan los 10 años de la legalización de los


cultivos transgénicos en Brasil, con 36 eventos transgénicos aproba-
dos, millones de hectáreas cubiertas con soja, maíz y algodón transgé-
nico, con varios otros cultivos en la lista de aprobación y ostentando el
dudoso honor de ser primer consumidor de plaguicidas en el mundo.

Nos preocupa la aprobación del fréjol modificado genéticamente,


desarrollado por Embrapa usando una técnica que modifica el ARN,
para que sea resistente a un virus, porque este tipo de modificación ge-
nética nunca ha sido liberada de manera masiva al ambiente, y mucho
menos para el consumo humano directo. Apoyamos la petición de las
organizaciones brasileñas que demandan acceso a toda la información
científica relacionada con la modificación genética de este fréjol, in-
cluyendo sus impactos potenciales en la salud y el ambiente.

Creemos que el hambre tiene causas estructurales, y que por otro


lado, Embrapa podría destinar sus esfuerzos de investigar en poten-
ciar la agroecología y la agricultura familiar para la soberanía alimen-
taria, y que sea respetuosa con el medio ambiente y tener en cuenta el
sector social.

Apoyamos la petición hecha por las organizaciones brasileñas que


demandan que se implemente un proceso de monitoreo y vigilancia
post-liberación de los cultivos transgénicos, cuyos resultados sean
disponibles para la sociedad civil organizada.

Nos oponemos rotundamente al uso de tecnologías “Terminator”,


que vuelven estériles a las semillas, para lograr que los agricultores se
vuelvan esclavos de las empresas. Denunciamos los intentos de romper
la moratoria internacional sobre Terminator, iniciados a partir de pro-
puestas para legalizar dicha tecnología en el Congreso de Brasil.

Chile. En la división internacional del trabajo, Chile es la maqui-


ladora de semillas transgénicas para Monsanto y las transnacionales
agroquímicas, negocio que además de servir sólo a sus intereses, pone
en riesgo a las semillas orgánicas y convencionales, como ya se ha

206
Declaración de la Red por una América Latina libre de transgénicos

demostrado en Alemania, con la detección de maíz convencional con-


taminado por transgénicos procedente de Chile, así como la miel.

En la división internacional del trabajo, Chile es la maquiladora de


semillas transgénicas para Monsanto y las transnacionales agroquími-
cas, negocio que además de servir sólo a sus intereses, pone en riesgo
a las semillas orgánicas y convencionales, como ya se ha demostrado en
Alemania, con la detección de maíz convencional contaminado por
transgénicos procedente de Chile. Apoyamos las luchas campesinas,
ambientales y sociales en curso, que buscan impedir el avance del pro-
yecto de Ley de Obtentores Vegetales, para detener el despojo del
patrimonio genético de Chile y de sus pueblos campesinos e indígenas
y evitar la expansión de los cultivos transgénicos al mercado interno.

Venezuela. Saludamos los esfuerzos que se están llevando a cabo


en la Asamblea Nacional de Venezuela que busca garantizar la sobera-
nía alimentaria e impedir el uso de transgénicos en el país.

A pesar de todos estos problemas, en nuestro continente pervive


una rica cultura campesina que es la que alimenta al 70% de la pobla-
ción. En sus territorios se conserva la más rica agrobiodiversidad del
Planeta que está en continuo proceso de renovación. Aquí se extien-
den los más grandes territorios cubiertos con bosques tropicales, así
como de otros importantes ecosistemas.

Por una América Latina Libre de Transgénicos y la revitalización


de la agricultura campesina y familiar.

207
Preaudiencia científica
“Cultivos transgénicos:
El caso de México con énfasis
en el maíz”1

Eje: Violencia contra el maíz, la soberanía alimentaria y la


autonomía
Tribunal Permanente de los Pueblos
Dictamen
12 al 14 de noviembre de 2013

Durante dos días hemos escuchado la presentación de 23 testimonios que,


desde diversos abordajes, miradas, investigaciones, experiencias y análisis
han dejado en claro que el maíz es la columna vertebral, el corazón y el
alma que estructura los vínculos, la subsistencia, la cultura, la identidad y
el futuro del pueblo mexicano. Y también que este patrimonio sigue vivo
y latiendo en cada comunidad, en cada tortilla, en cada receta culinaria, en
cada ceremonia y en cada milpa a lo largo de todo el territorio.

Al mismo tiempo hemos podido confirmar que el maíz y su cultura


son un patrimonio que el pueblo mexicano ha legado a toda la humanidad
con generosidad y que es responsabilidad de ella su cuidado, defensa y
protección. Es muy claro, por ejemplo, que vencer la resistencia en Méxi-
co es clave para imponer los transgénicos en el resto de Mesoamérica.

Pero también, cada una de las exposiciones que escuchamos nos


hicieron mas conscientes de las amenazas que hoy nos hacen poner
de pie para gritar al mundo que el maíz se encuentra jaqueado por un
cúmulo de intereses que, actuando de manera coordinada y bajo la
profundización de un capitalismo, inmerso en la más grave crisis de su
historia, está echando mano a todas las estrategias posibles, desde la im-
posición política hasta la corrupción más descarada, para apropiarse,
mercantilizar y finalmente destruir a los pueblos del maíz. Comparti-
mos a continuación una síntesis de las violaciones, así como también

1
Este es el dictamen de la Preaudiencia Científica sobre las violencias contra el maíz, formó
parte del Tribunal Permanente de los Pueblos llevado a cabo en México en 2012 y 2013.

209
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

las estrategias y propuestas que desde todos los ámbitos han surgido
como respuesta, resistencia y alternativa.

El rol, el lugar y el modelo de ciencia


En la coyuntura actual y el debate acerca de la comercialización de los
alimentos transgénicos, en especial del maíz, el gobierno mexicano ha
favorecido, con sus políticas, reglamentaciones y disposiciones, el de-
sarrollo de una ciencia cada vez más dependiente de poderes hegemó-
nicos, violando el derecho que la nación tiene a desarrollar una ciencia
autónoma separada de esos poderes y sus intereses. Ninguna nación
democrática y soberana puede empeñar su desarrollo intelectual, tec-
nológico y científico y subordinarlo a intereses de un sector particular
y minoritario. El pueblo mexicano tiene un derecho irrenunciable a
una ciencia transparente, autónoma y libre de los intereses ajenos a él.

El problema del sometimiento arriba señalado se agrava más si se


considera que el tipo de ciencia que impulsan las empresas fabrican-
tes y comercializadoras de organismos genéticamente modificados
(OGM) es una ciencia anacrónica y con un valor de verdad cada vez
más cuestionable y cuestionado entre y desde amplios sectores de la
propia comunidad científica. Nos referimos a la ciencia basada en el
reduccionismo y el genocentrismo.

La concepción de los mecanismos de herencia provenientes desde


fines del siglo XIX por la genética mendeliana encontró un gran apo-
yo en la llamada “síntesis moderna” (que unificó la teoría darwinista
de la selección natural con la propia genética de Mendel), en el desa-
rrollo ulterior de la biología molecular, a partir de la determinación de
la estructura tridimensional de los ácidos nucléicos en 1953 por James
Watson y Francis Crick y en el llamado “Dogma Central de la Bio-
logía Molecular” postulado en 1970 por el propio Crick. Este tipo de
explicaciones tuvieron un auge notable durante todos esos años, pero
han venido siendo refutadas cada vez con mayor fuerza. Se muestra
que el mecanismo de transmisión de caracteres hereditarios no puede
explicarse como un flujo simple y unidireccional de información que va
de los ácidos nucléicos –en especial del ADN– a las proteínas; tam-
poco puede ser considerado como mecanismo universal, pues existen
otras direcciones de transmisión de información y aun otros mecanis-
mos de herencia no mediados por la intervención de los ácidos nucléi-
cos. En pocas palabras: mecanismos de herencia no-genética. Más aun,

210
Preaudiencia científica “Cultivos transgénicos: el caso de México con énfasis en el maíz”

una de las innovaciones más importantes que se está gestando en las


ciencias biológicas es la del cuestionamiento del concepto mismo de
gen (o gene) como unidad universal de la transmisión de información.

Pero esta misma concepción reduccionista y genocéntrica queda


muy bien correspondida con los intereses de las grandes compañías
transnacionales fabricantes de OGM. De acuerdo con ella, basta con
insertar genes que codifican para una cierta característica, como por
ejemplo la producción de una vitamina en un organismo que origi-
nalmente no la posee, para que se produzca el efecto deseado, como si
cada una de las relaciones causa-efecto en los organismos y los ecosis-
temas, estuviera separada de las demás, y no como en realidad ocurre,
profundamente interpenetrada, interrelacionada en un complejo espa-
cio-tiempo (entendiéndose por tiempo lapsos de millones, decenas,
centenas y aun miles de millones de años).

Todo esto lleva a pensar acerca de las capacidades de predecibi-


lidad y de certidumbre de los efectos de la inserción de transgenes en
organismos y su conversión en genéticamente modificados. Debe to-
marse en cuenta que no se trata de sistemas simples en los que los efec-
tos de una causa también simple puedan ser previstos como en los casos
de los cuerpos inanimados estudiados por la física de los siglos XVI
al XVIII. Los sistemas vivos y ecológicos resultan ser de una com-
plejidad mucho mayor, la cual es ignorada por la biotecnología y las
empresas como Monsanto, Syngenta o Dupont, así como por las co-
munidades científicas trabajando a su servicio. La inserción de trans-
genes en organismos silvestres dispara una serie de efectos múltiples,
que no se limitan a los esperados por la biotecnología y sus relaciones
simples de causa-efecto.

Pero aun ciñéndonos a principios elementales de la genética men-


deliana observamos que la inserción de transgenes en organismos,
puede disparar una dinámica incontrolable de dispersión de estos
transgenes en poblaciones silvestres. Los efectos son impredecibles,
pues pueden tardar muchas generaciones en presentarse debido a la
existencia de genes recesivos, lo cual es comprensible para cualquier
persona que conozca el ABC de la genética más ortodoxa (es decir,
cualquier persona que haya terminado el bachillerato).

Son inciertas las posibilidades y ritmos de contaminación, su au-


mento a lo largo de años, décadas y aun siglos. La incertidumbre tiene

211
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

y tendrá lugar tanto al interior de cada OGM como de las poblaciones


de los mismos, en las comunidades biológicas y ecosistemas en los que
viven y desde luego en comunidades y ecosistemas circunvecinos y
aun algunos muy alejados de los centros de cultivo y experimenta-
ción (como se muestra en el caso de la contaminación del maíz y al
algodón en México). Todo ello con efectos irreversibles.

Violación al derecho a una salud, alimentación y


ambiente sanos y sin transgénicos

Uno de los principales impactos de los cultivos transgénicos en sus


centros de origen y diversidad es la contaminación genética, lo que ya
ha sido reportada en el caso del algodón.

México es uno de los centros de origen del algodón, y a pesar de


ello, se siembra algodón transgénico (con resistencia a herbicidas y a
larvas de lepidópteros) en el país desde 1996. Estudios hechos en la
UNAM muestran que ha habido flujo de transgenes desde los culti-
vos transgénicos de algodón hacia cuatro (de las 8) metapoblaciones de
parientes silvestres presentes en México, y este proceso se ha dado
distancias largas. Inclusive se han encontrado varias proteínas trans-
génicas que pudieron apilarse posteriormente al flujo génico. Estas es-
pecies silvestres forman parte de sistemas ecológicos complejos donde
hay redes de interacción que pueden verse afectadas.

Dado que se encontró flujo génico a grandes distancias, se cree que


una de las causas es que en la cadena productiva las semillas viables de
algodón genéticamente modificado (GM) dejan de estar custodiadas
por los responsables legales en diferentes etapas. Por otro lado, el al-
godón transgénico se liberó en su centro de origen, sin que se conoz-
can cuáles son sus polinizadores.

Contaminación genética del maíz


El maíz es una especie de polinización abierta lo que facilita el flujo
de transgenes hacia las variedades nativas. La primera evidencia de
contaminación genética en variedades nativas de maíz fue reportada
por Chapela y Quist en Oaxaca. Desde entonces, se han hecho 10 estu-
dios más en distintos lugares del país que corroboran la contamina-
ción del maíz nativo mexicano (con excepción del estudio de Ezcurra
et al 2002).

212
Preaudiencia científica “Cultivos transgénicos: el caso de México con énfasis en el maíz”

La contaminación del maíz nativo en México puede tener impac-


tos a largo plazo. Dado que el maíz nativo es sujeto de un constante
proceso de hibridación (por razones biológicas y culturales), con el paso
del tiempo, un maíz nativo contaminado genéticamente podría apilar
varias copias del transgén. Esto es mucho más grave si se toma en
cuenta que los nuevos transgénicos pueden apilar varios genes, como
es el caso del maíz Smartstax, que contiene 6 transgenes Bt y 2 genes
de resistencia a herbicidas.

Por su naturaleza artificial, los transgenes no se encuentran co-


adaptados con el ambiente genético, lo que puede afectar en diferentes
grados la estabilidad de las poblaciones. En una variedad nativa con
varios transgenes, el proceso de co-adaptación podría tomar mucho
tiempo, y antes de lograrse podrían sucumbir ante los desequilibrios
que ocasionados por esta contaminación.

Recordemos que México es signatario del Convenio sobre Diver-


sidad Biológica, y que éste señala que los Estados son responsables de la
conservación de su diversidad biológica y de la utilización sostenible de
sus recursos biológicos, obligación internacional que sería imposible
de cumplirse con el ingreso de maíz transgénico al país.

Si la transgénesis pone en peligro al maíz nativo, y al ser éste parte


de un sistema de producción como es la milpa, cualquier afectación al
maíz, pondría también peligro a las 4 especies de fréjol, las 5 especies
de calabaza y las casi 60 especies quelites que conforman la milpa. La
afectación de la milpa pondrá en peligro todas las prácticas culturales
relacionadas.

La introducción de maíz transgénico y sus consecuencias en la vida


cultural de las comunidades, estaría violando el art. 27 de la Declara-
ción Universal de los Derechos Humanos, que establece que toda per-
sona tiene derecho a tomar parte libremente en la vida cultural de la
comunidad. La Relatora Especial en la esfera de los Derechos Cultura-
les2 señaló que los derechos culturales protegen los derechos de todas
las personas, individualmente y en comunidad con otros, así como
de grupos de personas, a desarrollar y expresar su visión del mundo
y el significado que dan a su existencia y su desarrollo mediante, en-
tre otras cosas, valores, creencias, convicciones y formas de vida, y que

2
Resolución 19/6 de 22 de marzo 2012.

213
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

para que esos procesos tengan lugar, es necesario protegen el acceso


al patrimonio cultural y a recursos que lo permiten, como ocurre con
el maíz y sus prácticas y conocimientos asociados.

Finalmente, el flujo de genes puede tener implicaciones legales,


pues las variedades nativas que han incorporado transgenes patenta-
dos, podrían ser propiedad de la empresa portadora de la patente.

Afectaciones a la salud
No se puede hablar de impactos ambientales y a la salud de los cul-
tivos transgénicos, sin abordar el tema del paquete tecnológico aso-
ciado. El 98% de los cultivos transgénicos están dominados por dos
características: resistencia a herbicidas y a pestes.

La resistencia a herbicidas permite al productor usar grandes can-


tidades de los mismos sin que el cultivo se afecte. Por esta razón, en
todos los países donde se han adoptado los cultivos transgénicos se ha
incrementado exponencialmente el uso de herbicidas, especialmente
glifosato.

Debido al uso continuo del mismo herbicida, han emergido plantas


invasivas que en un contexto de monocultivos, significan pérdidas im-
portantes para el productor. Por ese motivo, se debe añadir al paquete
tecnológico, herbicidas aun más tóxicos. De igual manera, el contacto
continuo a las toxinas Bt ha hecho que surjan pestes resistentes a este
insecticida incorporado en los cultivos transgénicos. Por otro lado, el
hábitat abandonado por los lepidópteros potencia la aparición de pes-
tes secundarias que no son afectadas por las toxinas Bt. Por tal motivo
es necesario el uso de pesticidas en los cultivos Bt, a pesar de que sus
promotores digan lo contrario.

La mayor parte de los nuevos transgénicos tienen las dos caracte-


rísticas apiladas, por lo que se prevé que el uso de plaguicidas aumen-
tará aun más, lo que tiene importantes implicaciones negativas en la
salud y en el ambiente.

Existen abundantes estudios sobre el glifosato que demuestran sus


efectos teratogénicos. Este herbicida incrementa la incidencia de cán-
cer y enfermedades autoinmunes en poblaciones expuestas. Esto fue
reconocido por Paul Hunt, Relator Especial sobre el derecho de toda

214
Preaudiencia científica “Cultivos transgénicos: el caso de México con énfasis en el maíz”

persona al disfrute del más alto nivel posible de salud física y mental
en su visita a Ecuador y Colombia3, y por el Sr. Okechukwu Ibeanu,
Relator Especial sobre los efectos nocivos para el goce de los derechos
humanos del traslado y vertimiento ilícitos de productos y desechos
tóxicos y peligrosos quien reconoció que “los productos químicos tóxi-
cos pueden constituir graves amenazas para los derechos humanos”4.

Con estos antecedentes podemos decir que el paquete tecnológico


asociado a los cultivos transgénicos existentes, viola el derecho al ni-
vel más alto posible de salud física y mental, incluyendo el derecho a un
medio ambiente seguro.

También viola el art. 11 del Protocolo de San Salvador que establece


que toda persona tienen derecho a vivir en un medio ambiente sano.

Los estudios del Dr. Rubén López Revilla demuestran que la toxi-
na transgénica Cry1Ac (presente en algunos maíces transgénicos) es
inmunógenica; se une al epitelio intestinal y lo hiperpolariza y poten-
cia la antigenicidad de proteínas, polisacáridos lisados amibianos; es
decir, es alergénica.

Por otro lado, los alimentos transgénicos contienen residuos muy


altos de plaguicidas.

Con estos antecedentes se puede concluir que la adopción de maíz


Bt en México pone en riesgo la alimentación de los mexicanos, violan-
do el art. 12 del Protocolo de San Salvador sobre el derecho que tiene
toda persona a una nutrición adecuada que le asegure la posibilidad
de gozar del más alto nivel de desarrollo físico, emocional e intelectual.

Violación al derecho de decidir sobre el manejo de


sistemas tecnológicos y mantener prácticas y tradiciones
culturales propios o mantener acervos de semillas
comunales libres de transgénicos

El maíz es una creación de los pueblos mesoamericanos que tiene ya


6.500 de historia de creación y diversificación a partir de más de 300
generaciones de pueblos que lograron su adaptación agronómica a

3
A/HRC/7/11/Add.3 4 de marzo de 2008.
4
E/CN.4/2006/42 del 20 de febrero de 2006.

215
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

todos los agronichos edafoclimáticos donde hubo y hay asentamientos


humanos. De esta manera se generó una diversidad única que hoy
está representada en México por aproximadamente 60 razas nativas y
23 000 variedades que se distribuyen entre las diferentes regiones geo-
gráficas. Cada semilla de maíz es un genotipo diferente, tratándose de
0,24 billones de semillas que producen 72 billones de granos cada año
en 2,3 millones de unidades de producción. Este es uno de los mayores
laboratorios de generación de biodiversidad que pueda imaginarse.

Esta diversidad es fruto de la confluencia de una trilogía: la me-


gadiversidad biológica, una enorme diversidad cultural y el hecho de
ser Centro de Origen y Diversificación de Especies y de la diversidad
biológica domesticada. Esto hace a México un país muy particular y
especial en el mundo. Los territorios de los pueblos indígenas son los es-
pacios de mayor diversidad concordando con los planteos de Vavilov
en relación a que el grado de diversidad está en concordancia con las
regiones donde se ha cultivado mas tiempo y obviamente con presen-
cia constante de campesinos.

En la actualidad la milpa es un espacio donde sigue vigente el pro-


ceso de domesticación y diversificación del maíz. Este agroecosistema
es el laboratorio más importante donde se han desarrollado y sigue de-
sarrollándose este proceso. La milpa fue y es además un espacio de do-
mesticación y diversificación de muchos otros cultivos alimentarios y
útiles para los pueblos. Los pueblos indígenas de México y Centroamé-
rica han domesticado en el sistema milpa a más de 120 especies agrícolas
y contribuido con el 15.4% de las especies utilizadas en el Sistema Ali-
mentario Mundial, en donde el maíz ocupa el primer lugar en el mundo.

El maíz cultivado en la milpa junto a la enorme diversidad de cul-


tivos que lo acompañan son los que permiten una alimentación balan-
ceada de los pueblos. El cultivo está rodeado de diversas ceremonias
que acompañan todo el ciclo y que hace al maíz como un elemento
sagrado que llevan a relacionarnos con los ancestros y con el resto del
mundo. La cocina del maíz es reconocida como patrimonio cultural,
se conforma con más de 600 recetas diferentes para su consumo y ha
tenido múltiples reconocimientos internacionales.

Existe diversidad de maíz en TODO el territorio de México y por


lo tanto TODO el territorio debe considerarse centro de diversidad.
Los 6 centros de origen que plantea SAGARPA son una mentira para

216
Preaudiencia científica “Cultivos transgénicos: el caso de México con énfasis en el maíz”

justificar la introducción del maíz transgénico en México. TODO


MÉXICO ES CENTRO DE ORIGEN DEL MAÍZ.

El maíz ha sido central en el desarrollo de la cultura en México y


la introducción del maíz transgénico es una terrible amenaza para el
pueblo mexicano. Toda la información que ya hemos compartido en
este documento demuestra que su introducción plantearía la aniqui-
lación de un pueblo y su cultura. Esta amenaza representa el primer
intento a nivel global de introducir transgénicos en un Centro de Ori-
gen y significa la realización del experimento biológico masivo más
extenso en la historia de la humanidad, pues implicaría que millones de
personas estarían sujetas simultáneamente a los ensayos de compañías
como Monsanto.

Pero por otro lado cuando nos hacemos la pregunta ¿Necesitamos


transgénicos en el mundo? La respuesta que surge claramente es que
NO los necesitamos y es muy evidente que este modelo productivo es
un diseño geopolítico que busca controlar los territorios, los alimen-
tos y la sociedad.

Todas las exposiciones compartidas durante esta pre audiencia de-


mostraron de manera contundente que la autosuficiencia de maíz de
México no necesita a la tecnología transgénica. Es posible producir
todo el maíz que el pueblo mexicano consume impulsando desde el
sistema público el cultivo de los maíces nativos.

El déficit que hoy existe en cuanto a la producción de maíz no se re-


vertirá introduciendo maíz transgénico sino revirtiendo las políticas de
apertura al libre comercio que durante las últimas dos décadas han
diezmado la autosuficiencia productiva de alimentos del país.

Aún así, en el presente los campesinos y pequeños productores


son los que continúan produciendo la mayor parte de los alimentos en
México y en el mundo.

Todas estas prácticas ancestrales se complementan con la introduc-


ción de las prácticas agroecológicas que sobre la base de las prácticas
tradicionales promueven un uso racional de los recursos buscando cerrar
los ciclos de nutrientes y energía; mantener la biodiversidad incremen-
tando las interacciones biológicas e instaurar una agricultura de procesos.

217
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

Todo esto en el marco de procesos que nacen y están destinados


a la defensa de los territorios respetando su integralidad y el manejo
comunitario de los mismos.

Finalmente también se ha demostrado claramente que para en-


frentar la crisis climática la diversidad de maíz resulta una de las he-
rramientas más adecuadas; siendo el sistema milpa el laboratorio más
eficaz para la adaptación. Necesitamos mantener diversidad y los
transgénicos representan uniformidad.

Violación al derecho a la bioseguridad, a una ciencia


transparente, libre de conflicto de intereses
y rigurosa

El problema del valor de verdad de las afirmaciones de la industria de


los alimentos transgénicos y de la comunidad científica que la apoya
se acrecienta cuando se constata que las metodologías y resultados de
las investigaciones que lleva a cabo, se encuentran fuertemente limita-
das y aun sesgadas por sus intereses y movimientos específicos. Estos
intereses asumen la forma de componentes irracionales del quehacer
científico. La existencia de estos componentes ha sido admitida por
numerosos filósofos y sociólogos de la ciencia, lo cual no significa que
la ciencia esté, haya estado o tenga que estar siempre sometida a ellos,
o mejor dicho que siempre tengan un peso preponderante por encima
de los elementos racionales.

Sin embargo, en el caso de la biotecnología y en especial de los


organismos genéticamente modificados, el bajo valor de verdad de las
afirmaciones de sus apoyadores –dentro y fuera de la comunidad cien-
tífica– contrasta con el inmenso poder económico, financiero y políti-
co de las empresas impulsoras de estas actividades, de manera que este
último subsume al primero, pretende trocar la mentira en verdad, la
corrupción en honestidad, el sometimiento en libertad. El peso de los
elementos de irracionalidad es tan grande que es posible hablar de
una pseudociencia al servicio de los intereses de grandes capitales. De
acuerdo con esto, la comunidad científica defensora de los alimentos
transgénicos tiene que prevalecer, vencer y salirse con la suya a costa
de lo que sea: de las dinámicas plurales de las comunidades científicas
e intelectuales, de la autonomía de los centros de educación superior e
investigación; de la estructura de grupos étnicos y de naciones enteras
o de la supervivencia de la humanidad misma y de la biosfera.

218
Preaudiencia científica “Cultivos transgénicos: el caso de México con énfasis en el maíz”

El gobierno mexicano no sólo ha tolerado tales prácticas corruptas


y en ocasiones fraudulentas de las empresas biotecnológicas, sino que
ha sido cómplice de las mismas al solaparlas o fingir que no las co-
noce. Ha incorporado a su proyecto a científicos que reiteradamente
han propalado la mentira de que no existe prueba alguna de que los
alimentos transgénicos causen daños a la salud o al ambiente. El caso
más destacado en este sentido es el del Dr. Francisco Bolívar Zapata,
asesor en temas de ciencia y tecnología del presidente Enrique Peña
Nieto desde su campaña electoral en 2012, quien ha afirmado reitera-
damente que los alimentos transgénicos son inocuos. Esto es bien o
una muestra de desconocimiento e ignorancia indigna de un académi-
co de su nivel, o una mentira deliberada violatoria de los principios
éticos más elementales entre científicos. Igualmente grave es el hecho que
desde el Instituto Nacional de Ecología (INE) se haya reportado no
haber encontrado evidencia alguna de transgénicos en colectas de 2003
y 2004 en la misma región de Oaxaca en donde Chapela y el Instituto
de Ecología de la UNAM encontró presencia de transgenes; en inves-
tigaciones fuertemente cuestionadas por su calidad.

Se trata del desarrollo de campos o ramas de la ciencia en el con-


texto del capitalismo decadente; del capitalismo que vive una crisis
global, no sólo financiera o política.

El modus operandi de las empresas fabricantes de alimentos trans-


génicos se ha caracterizado por la desestimación y menosprecio de
los saberes de los pueblos originarios y del carácter pluri cultural de
la nación mexicana que a lo largo de los siglos ha mostrado ser muy
enriquecedor. Esta destrucción es fiel a la dinámica del capitalismo de
destruir la diversidad cultural, ecológica y biológica. De aculturizar
y des-historizar. Se menosprecia todo tipo de conocimiento cientí-
fico que no se amolde a lo que la Monsanto desea, y con mas razón
se menosprecia la pluralidad de saberes que otros grupos sociales, no
ligados al sector de las comunidades científicas académicas, de univer-
sidades y centros de investigación, producen.

¿De dónde se concluye que esos conocimientos no tienen valor?


¿A partir del prejuicio de que no son “científicos? En primer lugar el
hecho de que un conocimiento no sea científico no quiere decir que
sea erróneo, ni que lo que sea científico sea correcto; en segundo lugar
no se ha mostrado que el conocimiento de los grupos étnicos origina-
rios o las comunidades campesinas no sea científico, aun aceptando una

219
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

definición ortodoxa de ciencia, basada sea en un método inductivo


como en un método hipotético deductivo. Por el contrario, bien pue-
de hablarse de la existencia de una ciencia campesina, que en todo caso
produce conocimiento dirigido a la satisfacción de las necesidades de
las comunidades en las que se produce, no para el interés de minorías
con poder financiero y político. Todo esto al gobierno mexicano le es
absolutamente indiferente.

El punto a señalar es que el gobierno mexicano, en su afán de con-


ceder todas las facilidades a las empresas productoras y comercializa-
doras de alimentos transgénicos contribuye una vez más, como desde
hace más de 500 años, a impulsar formas de lo que podría llamarse
“discriminación o imperialismo epistemológicos”,

Contexto y consecuencias económicas de la liberación


de maíz transgénico en México

Tal y como se ha visto a lo largo de la presentación de numerosas de-


nuncias en esta pre audiencia, el ataque transgénico del libre comercio
contra el maíz mexicano tiene efectivamente consecuencias múltiples: se
trata de un ataque técnico biológico en contra de la agricultura mexi-
cana y el ambiente; un golpe alimentario que ha mermado a la soberanía
de México; y una agresión masiva pero apenas vagamente previsible
contra la salud de la población.

También se trata de un ataque en contra de la economía nacional,


de la cultural e identidad nacional, y sobre todo un golpe al corazón
mismo de lo étnico y sus estrategias de subsistencia campesina basa-
das en el cuidado de las milpas. Visto así, es una agresión contra las más
profundas estrategias civilizatorias de reproducción y de nuestra vida.

Sin embargo, este problema se remonta a muchos años antes, cuan-


do fueron acordados los cambios en la economía conocidos como el
Consenso de Washington, concretado en cuanto a la unificación trans-
nacional con los acuerdos de la Organización Mundial del Comercio
y luego regionalmente con el Tratado de Libre Comercio de América
del Norte (TLCAN). Así se fue consolidando el problema de la auto-
nomía de la tecnociencia del mundo de la vida y al mismo tiempo de la
subordinación de la tecnociencia bajo la égida del capital. No podemos
negar que sobre este tema se han dado discusiones sin mucha difusión
hasta el momento, de ahí que hoy nos resulta muy difícil poder iden-

220
Preaudiencia científica “Cultivos transgénicos: el caso de México con énfasis en el maíz”

tificar el carácter específico que ha adquirido esta crisis de la ciencia y


la tecnología en el momento presente.

Por ello, cuando se habla de problemas actuales con las técnicas y


las ciencias, cuando hablamos sombríamente de la manipulación los
objetos y los saberes que realizan las empresas transnacionales de pun-
ta, o cuando hablamos del acoso que Monsanto y otros ejercen para
manipular el maíz, cuando se habla de falta información que tienen
los gobernantes para la toma de decisiones, cuando se concede más
o menos neutralidad en las ciencias o incluso cuando se admiten he-
chos graves de manipulación política de los artefactos técnicos, de los
reportes sobre los riesgos y desastres, o bien de las políticas de inves-
tigación, cuando se habla de la construcción de narrativas que apunta-
lan, todavía hablamos con imprecisiones, permitiendo que dentro de
nuestras ideas persistan muchas ideas problemáticas.

Ante ese vacío, el compañero Andrés Barreda propuso y desarro-


lló en su ponencia tres tesis, que aquí solo enunciamos, con ánimo de
promover una reflexión crítica más profunda en el futuro próximo,
que ayude a fortalecer nuestras denuncias y acusaciones que colectiva-
mente estamos buscando consolidar dentro de este tribunal:

1. ¿En qué consiste la crisis de la tecnociencia actual?

2. Esta situación es el desenlace de una crisis civilizatoria que se ha


venido apersonando progresivamente a lo largo del último siglo.

3. Es necesario analizar el modo en que el desarrollo autónomo de


las ciencias abstractas madura dentro de si una progresiva au-
tonomización del mundo de la vida. Este proceso requiere ser
entendido como la expresión histórica de un proceso en el que
va avanzando no sólo la autonomización del mundo del valor,
sino sobre todo la autonomización de las fuerzas destructivas
respecto de las fuerzas de producción.

Responsables; Autoridades y empresas responsables

1. El Estado mexicano ha abandonado sus responsabilidades en


toda la cadena de producción agrícola y es responsable por haber

221
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

consolidado el desvío de poder que lo expone hoy crudamente


como cómplice de los intereses corporativos.

2. Varias ponencias demostraron como el Estado mexicano ha


violado la Constitución (art. 4 sobre el derecho a la alimen-
tación), diversos tratados de derechos humanos y protocolos
internacionales al autorizar las siembras piloto y experimenta-
les de maíz transgénico, en el territorio nacional. Más grave e
irreversible sería la autorización de las siembra comerciales. Si
esto se diera, podríamos hablar entonces del exterminio de un
pueblo y su cultura.

3. Otros testimonios demostraron como se dan acciones, omi-


siones y colusiones del gobierno de México correspondiente a
los años 2001-2013 y principalmente en la esfera federal. Estas
acciones han ido siempre a favor de intereses corporativos y en
contra de la bioseguridad nacional, del derecho de los mexica-
nos a una alimentación libre de transgénicos, y del derecho de
los indígenas y campesinos mexicanos a una agricultura autó-
noma también libre de transgénicos.

4. Corroborando lo anterior, también escuchamos testimonios


sobre la forma como el Estado Mexicano tomó la decisión po-
lítica de aliarse a las empresas semilleras, de apoyar a la agri-
cultura comercial y de imponer los transgénicos en todo el
territorio. Para esto está haciendo e hizo uso arbitrario de sus
facultades al crear condiciones jurídicas injustas que simulan
proteger derechos y al destinar recursos públicos a los fines
transnacionales.

5. Desde el punto de vista científico, algunos ponentes demostra-


ron como los conceptos de Centros de origen y diversificación
genética han sido manipulados en la Ley de Bioseguridad de los
Organismos Genéticamente Modificados y su Reglamento.

6. Quedó claro que la diversidad de la milpa es incompatible con


la siembra de transgénicos. A pesar de esto, se han dado auto-
rizaciones en el noroeste (Sonora, Sinaloa y Nayarit) en regio-
nes. Los menonitas en Chihuahua, por otro lado, cultivan sin
autorización.

222
Preaudiencia científica “Cultivos transgénicos: el caso de México con énfasis en el maíz”

7. También se demostró, tomando ejemplos de una universidad


extranjera, la colusión que se da entre altos funcionarios de Es-
tado y empresas transancionales con dirigentes de institutos de
investigación de la universidad. El reciente anuncio del otorga-
miento de “becas” por parte de la empresa Exxon a estudiantes
de la UNAM es una constatación grave de esta situación en el
territorio nacional.

8. Finalmente también son responsables las corporaciones del


agronegocio que imponen una dictadura alimentaria global
corrompiendo, distorsionando y manipulando la información
para imponer a cualquier precio sus políticas, intereses y nego-
cios por sobre cualquier proceso democrático.

Mecanismos del Estado para llevar a cabo los agravios

1. La imposición del Tratado de Libre Comercio de América del


Norte fue la piedra angular desde donde se siguió profundi-
zando el camino del neoliberalismo con la firma de nuevos
Tratados de Libre Comercio.

2. La importación de maíz transgénico, posibilitada por el TL-


CAN, es uno de los crímenes más importantes que ha co-
metido el gobierno mexicano. Alberto Cárdenas liberalizó
totalmente la introducción de maíz transgénico siendo res-
ponsable de este crimen.

3. También con el TLCAN México se incorpora a UPOV en el


año 1997 adhiriendo a UPOV 78. Ahora hay un intento para
que todos los países pasen a UPOV 91 (en el año 2012 se pudo
detener el intento de aprobar la Ley en el Senado).

4. El no cumplimiento de tratados internacionales como la De-


claración Universal de los Derechos Humanos en donde se
establece el derecho a la alimentación también contemplado en
la misma Constitución y en la Ley de Desarrollo Rural Sus-
tentable. Sobre este mismo tema el Estado también ignora el
Pacto Internacional de Derechos Económicos Sociales y Cul-
turales.

223
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

5. No se han cumplido las recomendaciones de Olivier de Schut-


ter, relator de las Naciones Unidas por el Derecho a la Alimen-
tación quien señaló que “la producción de maíz transgénico en
el país pone en riesgo la sobrevivencia de cultivos tradicionales,
trayendo consigo la dependencia alimentaria de compañías ex-
tranjeras”; como tampoco la recomendación de la Comisión
de Cooperación Ambiental (CCA) del año 2004.

6. Tampoco se ha cumplido con el Convenio 169 de la OIT que


exige una consulta específica a los pueblos indígenas cuando se
presente alguna situación que les afecte en su cultura o econo-
mía y que exige la participación de los pueblos interesados en
el desarrollo de la protección de los derechos de esos pueblos
y el derecho de decidir sus propias prioridades en lo que atañe
el proceso de desarrollo.

7. Igualmente hay falta de cumplimiento del Convenio de Di-


versidad Biológica que establece el principio precautorio (in
dubio pro natura).

8. En 2005 se aprobó una ley de fomento de los transgénicos,


la Ley de Bioseguridad de Organismos Genéticamente Mo-
dificados que en uno de sus artículos define lo que es centro
de origen dejando amplias zonas para la siembra comercial de
maíz transgénico.

9. En 2009, se eliminó el Régimen de Protección Especial para el


Maíz, única medida legal de resguardo del centro mundial de
origen y diversificación continua del maíz, con una reforma
al reglamento de la ley carente de toda validez jurídica. Al ha-
cerlo se eliminó la moratoria de facto en México y se empeza-
ron a otorgar permisos de siembra experimental de transgénicos,
acentuando la dispersión ilegal de transgenes en los campos
mexicanos que ya de por si se daba mediante la importación de
granos y semillas híbridas contaminadas desde 1996.

10. Desmantelamiento de organizaciones e instituciones que apo-


yaban a la agricultura campesina como la Productora Nacional
de Semillas (Pronase) con lo cual se favoreció la producción
privada de semillas híbridas.

224
Preaudiencia científica “Cultivos transgénicos: el caso de México con énfasis en el maíz”

11. Freno a investigaciones independiente afectando a un equipo


calificado de investigadores del INIPAF a quien el Secreta-
rio de Agricultura no autorizó para estudiar el impacto de los
transgénicos en el campo. La Asamblea legislativa había otor-
gado 200 millones a este mismo equipo que fueron arbitraria-
mente desviados al CIMMYT.

12. El reglamento a la ley de Producción, Certificación y Co-


mercio de Semillas de 2007 que permite a empresas privadas
certificar la homogeneidad de las semillas. En esta ley se crimi-
nalizan el intercambio libre y tradicional de semillas.

13. Todo lo anterior genera violaciones de derechos individuales


y colectivos porque al afectarse a la agricultura, especialmente
a la milpa, pueblos campesinos e indígenas quedan sin la posi-
bilidad de su sustento básico.

14. Las vías de consulta pública son simuladas. Al margen de toda


transparencia, la Sagarpa y la Secretaria de Salud y la Semarnat
integran arbitrariamente sus propios Consejos Técnicos Con-
sultivos para recibir opiniones y resolver sobre el otorgamiento
de permisos para siembras de cultivos transgénicos. En el 1999-
2000 y con este objetivo se elimina el CNBA y se crea la CIBIO-
GEM que entre otras cosas tiene como objetivo “simplificar el
otorgamiento de permisos” para la aprobación de transgénicos.

15. Unas cuantas empresas controlan toda la cadena agroalimen-


taria y cuentan con el apoyo de los gobiernos de turno.

16. Estos gobiernos no favorecen en lo fundamental los intere-


ses del pueblo sino más bien los de unas cuantas pero enormes
empresas de mexicanos y transnacionales, entre ellas Monsan-
to, Televisa, TV Azteca, Telmex, Gruma, Ingenieros Civiles
Asociados, el grupo de grandes bancos extranjeros a quienes
se les malbarató los bancos, Walmart, Cargill y otras acapara-
doras de granos. Igualmente, han otorgado concesiones a unas
cuantas compañías mineras que se han apropiado de grandes
porciones del territorio nacional.

17. Los estudios “científicos” que presentan las empresas junto


biotecnólogos involucrados con las mismas, tienen un CON-

225
La Ecología Política de la bioseguridad en América Latina

FLICTO DE INTERÉS ya que ocultan y minimizan los im-


pactos ambientales, sociales y económicos y potenciales a la
salud humana. En cambio magnifican la eficacia de dicha tec-
nología.

18. En otros estudios se comprueba una tergiversación conceptual


deliberada de la evidencia científica para poder definir regio-
nes para cultivar los híbridos transgénicos en un país de origen
y diversificación genética.

Peticiones y recomendaciones

• La lucha por mantener a México libre de transgénicos es esen-


cial para la subsistencia del pueblo, la cultura y la diversidad
en México y significa un desafío que no solo importa al pueblo
mexicano sino que es trascendental para toda la humanidad. La
única política posible es la aplicación del Principio Precautorio.

• La prohibición absoluta de los cultivos transgénicos sobre la


base de los sólidos argumentos políticos, sociales, económicos,
éticos y científicos expuestos configura otra de las prioridades
a poner al frente de nuestros desafíos hacia el futuro.

• Prohibir el ingreso del maíz transgénico a México, dado que es


la principal fuente de contaminación del maíz nativo.

• Prohibir al uso de cultivos alimenticios como bioreactores.

• Salir del TLCAN ya que constituye uno de los factores que


pone en riesgo la protección y defensa del maíz nativo.

• Instrumentar políticas de defensa de las culturas, el cultivo y los


pueblos del maíz es una necesidad para enfrentar las amenazas
ya expresadas.

• Denunciar ampliamente los casos de corrupción y deshonesti-


dad por parte de los científicos defensores del maíz transgénico
más allá de los ámbitos científicos; para que la sociedad pueda
tener conocimiento y la justicia pueda operar, como no puede
ser de otra manera, también en estos ámbitos.

226
Preaudiencia científica “Cultivos transgénicos: el caso de México con énfasis en el maíz”

• Aplicar sin restricciones el Principio de Precaución en todas las


regulaciones, políticas y decisiones gubernamentales.

• Incorporar la soberanía alimentaria como asunto primordial


para la Nación.

• Revertir la tendencia del apoyo a un modelo agroalimentario


industrial por el apoyo a las agriculturas indígenas, campesi-
nas y agroecológicas capaces no sólo de sostener la vida y la
economía en los ejidos y comunidades, sino también de revivir
los mercados regionales y nacional con el pequeño y mediano
comercio.

• Apoyar la investigación científica nacional y recuperar y forta-


lecer las instituciones públicas que promueva la soberanía ali-
mentaria y la defensa del maíz nativo.

• Fortalecer una educación pública independiente de todo inte-


rés corporativo que permita el ejercicio de las garantías consti-
tucionales de libertad de cátedra, libertad de investigación, así
como la autonomía de pensamiento especialmente en las uni-
versidades y centros de educación superior.

• Reconocer los derechos de los pueblos agricultores (indígenas


y no indígenas) a seguir cultivando e intercambiando libremen-
te sus semillas nativas o criollas, tanto en las leyes como en las
políticas públicas que de ellas deriven.

227
LA ECOLOGÍA POLÍTICA DE LA BIOSEGURIDAD EN
AMÉRICA LATINA
Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad
Nacional de Colombia.
Se terminó de imprimir en octubre de 2014 en Bogotá, D.C.,
Colombia, en los talleres de Editorial Kimpres,
Calle 19 sur No. 69c-17 - Tel: 4136884:
Fuentes: Benguiat BK BT - Korinna BT
Papel bond blanco 70 gr. - 300 ejemplares.

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