Você está na página 1de 234

AMÉRICA SIN NOMBRE

AMÉRICA SIN NOMBRE es el Boletín anual de la Unidad de Inves-


tigación de la Universidad de Alicante: «Recuperaciones del mundo
precolombino y colonial en el siglo XX hispanoamericano» (Pro-
yectos MEC/HUM 200504177/FILO, GV ACOMP07/046 y GV
AORG/2007/043). Este número ha sido publicado por el progra-
ma de financiación de revistas del Vicerrectorado de Investigación,
Desarrollo e Innovación de la UA. Boletín de la Unidad de Investigación de la
Director: José Carlos Rovira (Universidad de Alicante) Universidad de Alicante: «Recuperaciones del mundo
Subdirectora: Carmen Alemany Bay (Universidad de Alicante) precolombino y colonial en el siglo XX hispanoamericano»
Secretaria: Remedios Mataix Azuar (Universidad de Alicante) Nos 9-10, noviembre de 2007 - 10 €
Consejo editorial:
Beatriz Aracil Varón (Coordinación general) (Universidad de Alicante)
Miguel Ángel Auladell Pérez (Universidad de Alicante)
Eduardo Becerra Grande (Universidad Autónoma de Madrid)
Helena Establier Pérez (Universidad de Alicante)
Teodosio Fernández Rodríguez (Universidad Autónoma de Madrid)
José Mª Ferri Coll (Universidad de Alicante)
Virginia Gil Amate (Universidad de Oviedo)
Rosa María Grillo (Universidad de Salerno)
Ramón Lloréns García (Universidad de Alicante)
Francisco José López Alfonso (Universidad de Valencia)
Sonia Mattalía (Universidad de Valencia)
Pedro Mendiola Oñate (Universidad de Alicante)
Francisco Javier Mora Contreras (Universidad de Alicante)
Ramiro Muñoz Haedo (Universidad de Alicante)
Ángel Luis Prieto de Paula (Universidad de Alicante)
José Rovira Collado (Universidad de Alicante)
Eduardo San José Vázquez (Universidad de Oviedo)
Francisco Tovar Blanco (Universidad de Lleida)
Eva María Valero Juan (Universidad de Alicante)
Abel Villaverde Pérez (Universidad de Alicante)

Comité científico:
Mª Ángeles Ayala Aracil (Universidad de Alicante)
Giuseppe Bellini (Universidad de Milán)
Trinidad Barrera (Universidad de Sevilla)
Guillermo Carnero Arbat (Universidad de Alicante)
Fortino Corral Rodríguez (Universidad de Sonora)
Óscar Armando García Gutiérrez (Universidad Nacional Autónoma de México)
Margo Glantz (Universidad Nacional Autónoma de México)
Aurelio González (El Colegio de México)
Mercedes López-Baralt (Universidad de Puerto Rico)
Miguel Ángel Lozano Marco (Universidad de Alicante)
María Águeda Méndez (El Colegio de México)
Daniel Meyran (Universidad de Perpignan)
Nelson Osorio Tejeda (Universidad de Santiago de Chile)
Rocío Oviedo Pérez de Tudela (Universidad Complutense)
Rita Plancarte Martínez (Universidad de Sonora)
Juan Antonio Ríos Carratalá (Universidad de Alicante)
Enrique Rubio Cremades (Universidad de Alicante)
Carmen Ruiz Barrionuevo (Universidad de Salamanca)

Colaboradores:
Claudia Comes Peña, Mónica Ruiz Bañuls, José Ramón Albarrán, David García
Vergara, Connie Marchante Sáez, Francisco Mollá Ruiz, Elena Pellús Pérez,
Moisés Real Ruiz, Rafael Sellers Espasa, Paola Madrid Moctezuma

Foto portada:
Mural de la «Historia de Tlaxcala y su aportación a la historia de México».
Desiderio Hernández Xochitiotzin. Palacio de Gobierno de Tlaxcala.

Este boletín está asociado a la actividad del CENTRO DE ESTUDIOS IBERO-


AMERICANOS «MARIO BENEDETTI»

ISSN: 1577-3442
Depósito Legal: MU-2335-1999
Composición e impresión: COMPOBELL, S.L. Murcia

ARBITRAJE: Los trabajos recibidos serán sometidos a arbitraje especializado y anónimo. Los dos próximos números se anuncian cada vez en la cubierta posterior
de la revista. Las normas de colaboración y de presentación de originales están publicadas junto a la edición electrónica en:
www.ua.es/grupo/literatura-hispanoamericana/menu/publicaciones_revistas.html
AMÉRICA SIN NOMBRE
sumario
José Carlos Rovira 3 Presentación
Beatriz Aracil Varón 5 Editorial
Carmen Alemany Bay 7 Recuento de las aportaciones de las narradoras latinoamericanas a la historia colonial
Beatriz Aracil Varón 12 Moctezuma II: ausencia y presencia en el teatro mexicano
Miguel Ángel Auladell Pérez 21 Los araucanos como personajes literarios
Trinidad Barrera 27 Bartolomé de las Casas en el siglo XIX: Fray Servando Teresa de Mier y Simón Bolívar
Beatriz Barrera 32 El buen salvaje de Caballero Calderón y la trascendencia literaria de pícaros
y caballeros en hispanoamérica
Eduardo Becerra 43 «Mariposa de obsidiana», de Octavio Paz: el surrealismo y la voz del mito
Giuseppe Bellini 49 Descubrimiento y conquista: algunas figuras cuestionadas en el teatro
hispanoamericano del siglo XX
Mercedes Cano Pérez 58 La figura de Lope de Aguirre en Abel Posse: la fragua del personaje
Teodosio Fernández 67 El pasado mexicano en la literatura «colonialista»
Virginia Gil Amate 75 La percepción de la figura del conquistador en textos hispanoamericanos de los
siglos XVIII y XIX
Mª Teresa González de Garay 84 Gertrudis Gómez de Avellaneda: un relato sobre Hernán Cortés
Rosa Maria Grillo 98 Francisco del Puerto, Aguilar y Guerrero, tres náufragos entre la palabra y el silencio
Mar Langa Pizarro 109 La gran figura silenciada: la mujer en el primer siglo de la conquista rioplatense
Francisco José López Alfonso 123 Las Tradiciones de Ricardo Palma, un cierto saber histórico
Sonia Mattalia 129 Representaciones del otro: Llanto (historias imposibles), de Carmen Boullosa
Daniel Meyran 133 Teoría y práctica del personaje histórico: 1968, el personaje histórico y el trabajo de
memoria. El caso de Tizoc, emperador de Pablo Salinas (1970)
Javier Mompó Valor 139 El arpa y la sombra: procesos intertextuales en la construcción del personaje de
Cristóbal Colón
Rocío Oviedo Pérez de Tudela 148 El descubrimiento y los héroes hispanos en la literatura modernista
Rosa Pellicer 157 El cautivo cautivado: Gonzalo Guerrero en la novela mexicana del siglo XX
José Rovira Collado 167 De Isabel, tres carabelas y un charlatán a Johan Padan en el descubrimiento de
América. Representaciones en América de la versión del descubrimiento de Dario Fo
José Carlos Rovira 178 Nezahualcóyotl y la invención de las tradiciones
Luis Sáinz de Medrano 185 Abel Posse. Colón y su epopeya desde el saber demiúrgico
Eduardo San José Vázquez 190 Utopía y progreso en El mundo alucinante, de Reinaldo Arenas: Fray Servando
y el tiempo histórico
Eva Mª Valero Juan 201 Reconstruyendo el camino de Ercilla… Bello, Mistral y Neruda
209 Resúmenes
AMÉRICA SIN NOMBRE
Presentación
José Carlos Rovira
Director

América Sin Nombre tiene en este número doble (9 y 10) la función de dar cuenta de las inves-
tigaciones principales de la Unidad de Investigación desde la que fue creada en 1999, unidad cuyo
nombre es «Recuperaciones del mundo precolombino y colonial en el siglo XX hispanoamericano».
Casi nueve años de andadura, en el momento de la aparición de esta entrega, son suficientes para
valorar el desarrollo de los objetivos y para ampliar, matizar o modificar los mismos.
La revista, coordinada esta vez por la doctora Beatriz Aracil Varón, recupera los trabajos de
un seminario, realizado en la Universidad de Alicante entre los días 28 y 30 de marzo de 2007, cuyo
enunciado temático fue: «En torno al personaje histórico; figuras precolombinas y coloniales en la
literatura hispanoamericana desde la independencia hasta nuestros días». Fueron tres días intensos
de ponencias y debates que acompañaron una presentación orientada de los objetivos generales tra-
zados. Las recuperaciones se establecían esta vez en el personaje histórico como sujeto de reinterpre-
tación a lo largo de la tradición que nos lleva a lo contemporáneo. Se revisitaron personajes y textos
con la intención de seguir creando el cuadro temático de estas emergencias del pasado, la perspectiva
que va formando un corpus textual en el que los personajes, en este caso, son asumidos por una crea-
ción que los reinterpreta en cada época, con especial densidad en un siglo XX, o los comienzos del
nuestro, que ha sabido mirar con nueva densidad a figuras tanto precolombinas como coloniales. Los
veinticuatro trabajos publicados, cuyas propuestas sintéticas quedan establecidas en la última parte
de la revista, mediante resúmenes y abstracts, forman parte de una iniciativa para actualizar el canon
literario a través de las obras que han generado figuras esenciales de la historia.
La orientación del grupo, por varias razones que se explicitarán en próximos encuentros, tien-
de ahora a seguir reflexionando desde la misma perspectiva, a seguir editando obras de las literaturas
estudiadas, pero a abrirse también a una orientación historiográfica epocal que resalte el entramado
de relaciones que subyace a la formación de la tradición literaria. Un encuentro sobre «El siglo de
Oro entre América y España» abrirá próximamente esta perspectiva, que pretende revisar relaciones
literarias en épocas cruciales del establecimiento de la literatura americana.
En el material que editamos participan como es habitual los integrantes de la Unidad de Inves-
tigación y un conjunto de invitados cuyas relaciones con el grupo de Alicante son ya duraderas y
permanentes: Giuseppe Bellini, Daniel Meyran, Trinidad Barrera, Beatriz Barrera, María Teresa
González de Garay, Rosa Maria Grillo, Sonia Mattalía, Rocío Oviedo Pérez de Tudela, Rosa Pellicer,
Luis Sáinz de Medrano. Acompañan a Carmen Alemany Bay, Beatriz Aracil, Miguel Ángel Auladell,
Eduardo Becerra, Mercedes Cano, Teodosio Fernández, Virginia Gil, Mar Langa, Francisco José
López Alfonso, Javier Mompó, José Rovira Collado, Eduardo San José, Eva Valero, y a el que esto
escribe, integrantes o colaboradores en nuestra Universidad de la Unidad de Investigación. De esta
conjunción de nombres surgen todos los trabajos que acompañan.
La actividad del grupo sigue con el patrocinio del Ministerio de Educación (MEC/HUM 2005-
04177/FILO) y ha tenido también este año el de la Generalitat Valenciana (GV ACOMP07/046),
de la que se obtuvo además financiación específica parcial para la reunión de marzo (GV
AORG/2007/043).
Una visión de conjunto de materiales y textos editados, actividades, tesis dirigidas, publica-
ciones de su integrantes, puede verse a partir de ahora en nuestra reciente página web «Literatura
hispanoamericana: Recuperaciones del mundo precolombino y colonial en el siglo XX latinoame-
ricano» (http://www.ua.es/grupo/literatura-hispanoamericana/). Es a través de esta página desde
donde pensamos también dar cuenta a partir de ahora, junto a la revista y los cuadernos de la misma,
de la actuación, desarrollos y resultados que vayamos obteniendo.

Universidad de Alicante, octubre de 2007


En torno al personaje histórico
Figuras precolombinas y coloniales en la literatura
hispanoamericana de la Independencia a nuestros días
Beatriz Aracil Varón

Si bien los orígenes mismos de la creación literaria hispanoamericana pueden situarse en la


plasmación de una materia histórica –la que configura el amplio corpus textual que definimos como
Crónica de Indias1–, lo cierto es que los procesos de Independencia y, sobre todo, de formación de
las nuevas naciones intensificaron la presencia de la historia en dicha creación literaria, esto es, la
reflexión sobre un pasado que pudiera –como ha apuntado Noé Jitrik– «esclarecer el enigma del
presente»2.
Esta presencia destacada de la historia en la literatura que, como vemos, guarda estrecha
relación con una búsqueda identitaria y que prevalece en el discurso literario latinoamericano hasta
nuestros días, tiene uno de sus más claros ejemplos en el rápido surgimiento y evolución de la nove-
la histórica en el continente. La entusiasta aceptación durante el siglo XIX del modelo iniciado por
Walter Scott en Europa y su amplio desarrollo posterior hasta llegar a lo que se ha dado en llamar
la «nueva novela histórica» latinoamericana se explica precisamente por un compromiso adquiri-
do por los autores con su contexto socio-político más inmediato, compromiso que, con diversas
matizaciones (sobre todo referidas a la relación con el poder y a la propia valoración de la «historia
oficial»), se observa en buena medida hasta estos albores del siglo XXI, y que justificó (y justifica
asimismo en la novela contemporánea, aunque desde posiciones mucho más libres y desmitifica-
doras), el carácter «selectivo» y crítico de la mayoría de las obras, sobre todo en lo referente a la
recuperación de las raíces propias en el pasado precolombino y al olvido o la denuncia del «terrible»
período colonial.
Pero además, el desarrollo de la novela histórica es también buen ejemplo de una tendencia
dominante (aunque evidentemente no exclusiva) en los autores hispanoamericanos hasta nuestros
días: en contra de la tradición iniciada por Scott, quien hizo protagonistas de sus novelas a «héroes
mediocres» –como los definiría Lukács–, esto es, a personajes ficticios o de escasa relevancia his-
tórica3, los escritores románticos prefirieron los personajes históricos destacados, que tenían una
significación en el pasado de la comunidad y cuya trayectoria podía resultar «ejemplar» para ésta,
personajes que, de alguna forma, correspondían –según sugiere Jitrik– a esa teoría ilustrada y román-
tica del «hombre representativo» que excede los límites de la novela y que tiene su formulación más
brillante en Facundo, de José Faustino Sarmiento4.

1 Véase, entre otros, Enrique Pupo-Walker, La vocación literaria del pensamiento histórico en América, Madrid,
Gredos, 1982.
2 Noé Jitrik, Historia e imaginación literaria: las posibilidades de un género, Buenos Aires, Biblos, 1995, p. 19.
3 Capaces, según Lukács, de reflejar mejor el conflicto histórico y sus consecuencias en el pueblo (véase Georg
Lukács, La novela histórica, México, Ediciones Era, 1971, en especial pp. 36-58).
4 Véase Jitrik, Historia e imaginación literaria, op. cit., pp. 45-47.
Es esta predilección por personajes históricos destacados, no sólo en la novela sino también en el
ensayo, el teatro o la poesía hispanoamericanos, que se inicia en el siglo XIX5 y pervive hasta las mani-
festaciones literarias más recientes6, la que justificó la idea de dedicar un espacio amplio de reflexión
en torno a este tema, centrado en el que es nuestro objeto de estudio como grupo de investigación, es
decir, circunscribiendo el ámbito de análisis al período precolombino y colonial, a pesar de la impor-
tancia que figuras posteriores han alcanzado en la literatura hispanoamericana.
De este modo, el tratamiento literario e ideológico de personajes claves de la historia del conti-
nente (de Nezahualcóyotl a Cristóbal Colón, de Bartolomé de las Casas a Lope de Aguirre, de Her-
nán Cortés a Alonso de Ercilla, entre otros) centra la atención de un conjunto de trabajos que se abre
además hacia figuras aparentemente secundarias, pero recuperadas por la literatura hispanoamericana
desde el siglo XIX (pensemos en el náufrago traductor de Cortés Jerónimo de Aguilar o en la india
Liropeya) e incluso hacia tipos sociales que acabaron caracterizando la vida de la América Española
(como el pícaro).
Evocaciones más o menos nostálgicas, mucho más subordinadas a las exigencias de su tiempo de
lo que se ha pretendido por parte de la crítica (como las de Ricardo Palma o los colonialistas mexica-
nos de principios del XX) se analizan en el presente volumen junto a otras más recientes que insisten
en lugares ya comunes de la reflexión identitaria (por ejemplo, el tratamiento de Gonzalo Guerrero
como símbolo del mestizaje), o que abordan de forma irónica y desmitificadora a las grandes figuras
del pasado desde planteamientos literarios que podrían definirse como postmodernos7 o, si se prefiere,
«postcoloniales»8.
Más allá de la variedad de personajes y obras abordados, que es fruto de un intento de ampliar
el objeto de estudio habitual en los trabajos sobre el tratamiento literario de las figuras históricas
en América Latina (no sólo por lo que respecta a las figuras en sí, sino también a los géneros y a los
movimientos literarios examinados), nuestro propósito ha sido sobre todo el de abrir perspectivas de
análisis respecto a este ámbito temático que continúa siendo fundamental para una literatura perma-
nentemente vinculada (al menos en una línea muy relevante de su producción) a una indagación iden-
titaria del pasado.
Si dicho propósito se ha logrado, será sin duda gracias al rigor y a la complicidad con nuestro
proyecto mostrados por los investigadores que han colaborado en este monográfico. A todos ellos, mi
más sincero agradecimiento.

5 Aunque supone a su vez una continuidad, con distinto propósito, respecto al tratamiento de la materia histórica
en la tradición española, y más concretamente en el teatro del Siglo de Oro, sobre todo por lo que respecta al tratamiento
del tema de la Conquista (cf. Francisco Ruiz Ramón, América en el teatro clásico español. Estudio y textos, Pamplona,
Universidad de Navarra, 1993 y Giuseppe Bellini, Re, dame e cavalieri. Rustici, santi e delinquenti. Studi sul teatro spagnolo
e americano del Secolo Aureo, Roma, Bulzoni, 2001, pp. 155-231).
6 Recordemos que uno de los rasgos caracterizadores, según Menton, de la nueva novela histórica latinoamericana
es precisamente la ficcionalización de «las personalidades históricas más destacadas» (Seymour Menton, La nueva novela
histórica de América Latina, 1979-1992, México, FCE, 1993, p. 43).
7 Véase, entre otros, Cristina Pons, Memorias del olvido. Del Paso, García Márquez, Saer y la novela histórica
de fines del siglo XX, México, Siglo XXI, 1996; Amalia Pulgarín, Metaficción historiográfica: la novela histórica en la
narrativa hispánica postmodernista, Madrid, Fundamentos, 1995; o Beatriz Rizk, «La problematización de la Historia»,
en Posmodernismo y teatro en América Latina: teorías y prácticas en el umbral del siglo XXI, Madrid, Iberoamericana -
Frankfurt am Main, Vervuert, 2001, pp. 61-92.
8 Cf. Walter Mignolo, «Occidentalización, imperialismo, globalización: herencias coloniales y teorías
postcoloniales», Revista Iberoamericana, LXI:170-171 (enero-junio 1995), pp. 27-40.
Carmen Alemany Bay
Profesora titular de literatura his-
panoamericana de la Universidad
de Alicante y directora del Centro
de Estudios Iberoamericanos Mario
Benedetti de la citada Universidad.
Ha sido antóloga y editora de obras
de Miguel Hernández, entre ellas,
la Obra completa publicada por
Espasa-Calpe. En literatura hispa-
noamericana destacan sus estudios

RECUENTO DE LAS APORTACIONES sobre indigenismo y sobre poesía


coloquial (Poética coloquial his-
panoamericana), así como nume-

DE LAS NARRADORAS rosos trabajos sobre poesía cubana,


mexicana, uruguaya y chilena. Otra
línea de su investigación es las

LATINOAMERICANAS A LA HISTORIA relaciones culturales entre España


y América Latina, materializado,
entre otros trabajos, en su libro El

COLONIAL meridiano intelectual en Hispano-


américa y en el número monográ-
fico Relaciones entre la literatura
española e hispanoamericana en el
CARMEN ALEMANY BAY siglo XX. Su interés se ha centrado
asimismo en las escritoras hispa-
noamericanas del siglo XX, sobre
las que coordinó el volumen Na-
rradoras hispanoamericanas desde
la Independencia a nuestros días
(Anales de Literatura Española,
2004). En la línea de investigación
La recuperación de la novela histórica en vetos de antaño. Partiendo de esta conjunción del presente volumen, publicó en
las últimas décadas del siglo XX e inicios del de hechos, y pasadas ya más de dos décadas 2004 el monográfico de América
siglo XXI ha pasado a convertirse en una de de la vertebración y consolidación de la nueva sin nombre titulado Recuperacio-
nes del mundo precolombino y co-
las líneas temáticas más frecuentadas por la narrativa histórica y de la narrativa femenina, lonial (coordinado junto a Eva Mª
narrativa latinoamericana, lo que ha supuesto es el momento de indagar en qué medida las Valero Juan).

una nueva forma de afrontar los aconteci- narradoras de estas últimas décadas han reca-
mientos históricos desde la perspectiva de lo lado en la novela histórica –específicamente
literario. Si en esencia se recupera, como en el en la historia colonial– y, consecuentemente,
siglo XIX, la preocupación por el problema si su acercamiento a los hechos históricos
de la identidad, la indagación en personajes guardan ciertas particularidades respecto a la 1
Así lo han denominado, entre
esenciales en la historia de América, así como nueva novela histórica en general. otros, Susana Reisz Rivarola,
el acercamiento a los documentos históricos; Un repaso rápido por la producción narra- «Hipótesis sobre el tema ´escri-
tura femenina e hispanidad´»,
con la nueva novela histórica, además, se tiva escrita por mujeres en las últimas décadas Tropelías. Revista de teoría de la
pretende cuestionar lo estratificado por la nos lleva a la conclusión de que las narradoras literatura y literatura compara-
da, 1 (1990), p. 22.
tradición histórica en un afán de subversión latinoamericanas prefieren abarcar ámbitos
y parodia. cotidianos centrados en la riqueza del presen-
A comienzos de los años ochenta del siglo te. Una temática realista de la que se separan
que nos precedió, un amplio grupo de escrito- en algunas ocasiones para abordar historias en
res coincidieron en la necesidad de cuestionar las que el realismo mágico –en la línea gabriel-
la versión «canónica» de los hechos que la marquiana– sigue teniendo su continuidad;
historia oficial había impuesto durante siglos también dentro del ámbito de lo sobrenatural,
e intentaron, desde la ficción, desmitificar la revelación procederá de su incursión en los
ciertas «verdades» o inventarse de nuevo la mundos de la ciencia ficción. Asimismo, la
historia partiendo –en mayor o en menor celebración del cuerpo, enmarcado en el cir-
grado– de la documentación conservada du- cuito escritura-cuerpo-placer, será otro de los
rante siglos. Al tiempo que la nueva narrativa temas más frecuentados, logrando renovar la
histórica iba engrosando el número de publi- estancada narrativa de la escritura que tuvo su
caciones asistíamos, paralelamente, a lo que se momento álgido en la década de los sesenta y
ha dado en llamar «el tardío boom hispánico comienzos de los setenta.
femenino»1. Por primera vez en la historia Sin embargo, la nueva narrativa históri-
literaria las editoriales manifestaron un interés ca tendrá un seguimiento desigual entre las
inusitado por publicar novelas y relatos escri- escritoras: son muchas las que abordan, casi Recuento de las aportaciones de las
tos por mujeres y éstas empezaron a descu- siempre como telón de fondo, la historia lati- narradoras latinoamericanas a la
historia colonial
brirse como escritoras frente a los pudores y noamericana desde la Independencia hasta co- CARMEN ALEMANY BAY

7
mienzos del siglo XX; pero muy pocas las que comprensión de la historia de sus ancestros y
se centran en la historia colonial. Es de desta- de la propia historia de América. En Morada
car que cuando así lo hacen prescinden de los interior (1972) la escritora elaborará una re-
grandes nombres históricos –como es usual construcción literaria de Santa Teresa de Jesús
en los principales iconos de la nueva novela con el fin de distorsionar conscientemente el
histórica–, e incluso derivan sus argumentos ambiente de la época y enlazarlo con la Espa-
hacia historias mínimas de la Historia, y no ña de la guerra civil. En una entrega posterior,
siempre éstas se ubican en América Latina. Tierra adentro (1977), entrelaza lo histórico
La nueva novela histórica escrita por mujeres con la novela picaresca para relatarnos el exi-
no sólo supone una relectura de la historia lio sufrido por los judíos a través de un per-
en clave femenina, como se ha argumentado sonaje de origen semita que inicia su huida de
Angelina Muñiz-Huberman. en muchas ocasiones, sino una apuesta por la España del siglo XVI hacia Tierra Santa. Lo
una Historia trasnacional. Esta voluntad de que nos interesa destacar de estas novelas es
trasnacionalidad conecta con algunas novelas que la autora recurre a un tiempo y a una serie
publicadas en los últimos años en América de situaciones que la ayudan a entender, como
2 Latina y en las que los escritores optan por mexicana de adopción, la historia precedente
Cf., Paola Madrid Moctezuma,
«Las narraciones históricas de espacios no latinoamericanos. Asimismo se –la de origen español– para entender más cer-
Carmen Boullosa: el retorno de denota un acusado interés por convertir la teramente el presente. En su última novela, El
Moctezuma, un sueño virreinal
y la utopía de futuro», Amé-
nueva novela histórica en un híbrido narra- sefardí romántico. La azarosa vida de Mateo
rica sin nombre. Recuperacio- tivo en donde lo histórico se combina con Alemán II (2005), revivirá a un descendiente
nes del mundo precolombino y la novela de aventuras, la novela picaresca o del autor sefardí, un pícaro similar al Guzmán
colonial, 5-6 (2004), p. 139.
Como afirma Madrid Moctezu- la novela romántica. No menos decisivo es de Alfarache que recorre los principales acon-
ma, en Llanto, Carmen Boullosa el diálogo que en ocasiones se establece con tecimientos del siglo XX.
establece un diálogo intertextual
con «la Historia verdadera de la obras maestras publicadas en los tiempos de Será otra autora mexicana, Carmen Boullo-
Conquista de la Nueva España, la etapa colonial. sa (1954), la que con más intensidad recorra la
de Bernal Díaz del Castillo, las
Cartas de Relación de Hernán
Como apuntábamos, son pocas las narra- historia colonial americana a través de títulos
Cortés, la Historia de la Con- doras que se atreven con la historia colonial como Son vacas, somos puercos (1991), El
quista de México de Antonio y menos aún las obras en las que la Historia médico de los piratas (1992), Llanto (1992),
Solís, la Historia general de las
cosas de Nueva España de Fray constituye una parte significativa de la ficción, Duerme (1994), Cielos de la tierra (1997) y
Bernardino de Sahagún, el Có- como sí podemos apreciar en novelas referen- La otra mano de Lepanto (2005). De todo
dice Aubin, el Códice Ramírez y
la obra de Tzevetan Todorov, La tes como lo son las del argentino Abel Posse este compendio tendríamos que comenzar,
Conquista de América: la cues- o las del colombiano Germán Espinosa; pero con el fin de seguir un correlato histórico, con
tión del otro, que, en ocasiones,
puede leerse entre líneas».
aquellas que se han atrevido, han dotado a Llanto. Novelas imposibles cuyo argumento
esta narrativa de nuevos alicientes y, conviene se sitúa en los inicios de la colonia. En esta
subrayarlo, de nuevas formas de afrontar ese narración Carmen Boullosa hará renacer al
tiempo histórico. último Moctezuma en la ciudad de México
Será México el país en el que varias escri- con la finalidad de revivir los momentos más
toras han decidido circunscribir sus argumen- cruciales de la Conquista y contrastarlos con
tos dentro de este periodo tan decisivo para el México de finales del milenio. Al igual que
América Latina. El primer nombre es el de Sa- los narradores de la nueva novela histórica,
ra García Iglesias (1917-1987) quien en 1946 Boullosa tratará de mostrar otra imagen del
publicó Isabel Moctezuma, la última princesa emperador azteca y para ello introducirá en su
azteca, novela que se situaría en el pórtico texto numerosos párrafos de obras de Bernal
de la colonia y en la que desde una perspec- Díaz del Castillo o de Fray Bernardino de
tiva aún tradicional se cuenta la historia de Sahagún2 con el fin de subrayar las notables
la hija del mítico Moctezuma. Sin embargo, contradicciones en las que incurren estos tex-
la primera apuesta sistemática vendrá de la tos al referirse al último Moctezuma. En Cie-
mano de Angelina Muñiz-Huberman (1936), los en la tierra contrapondrá, nuevamente, el
introductora de la nueva novela histórica en pasado histórico con el presente de la Ciudad
su país. La autora, hija de exiliados españoles de México, pero en esta ocasión añadirá refe-
y de origen judío, centrará toda su amplísi- rencias a futuro utópico anclado en un espacio
ma obra narrativa en temas como el exilio y, llamado L´Atlantide. La obra, en realidad, es
consecuentemente, la identidad; así como la una propuesta literaria en la que convergen
búsqueda del origen y del saber. En algunas de varias textualidades: una crónica escrita en el
Recuento de las aportaciones de las sus novelas se centrará en la España de aque- siglo XVI por Hernando de Rivas, quien ya
narradoras latinoamericanas a la
historia colonial llos años que corren paralelamente con los de viejo narra en latín la verdadera historia del
CARMEN ALEMANY BAY historia colonial americana en un intento de Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco; y la ver-

8
sión de Estela Díaz quien en la difícil década caso, denunciar la violencia y la destrucción,
de los noventa encuentra el manuscrito y cree ejemplificada aquí en la comunidad andalusí.
hallar en él una reflexión sobre el presente y su Carmen Boullosa demuestra en estas no-
historia personal. Finalmente Lear, una mujer velas la versatilidad de la Historia al no
de la comunidad de sobrevivientes del futuro, estancarse en lo colonial americano sino en
recibe el manuscrito que Estela ha estudiado historias que ocurrieron, y no de la misma
y, al tiempo que traduce el texto, nos ofrece su forma, en uno y otro lado del Atlántico.
versión de la historia. Lo innovador del texto En este mismo marco se incluyen algunas
no radica precisamente en la convergencia de de las novelas de la estadounidense de origen
las textualidades sino en la invención de ese mexicano Gloria Durán. Al igual que en los
lugar casi mítico llamado L´Atlantide. ejemplos expuestos, las aventuras serán el
De trilogía podríamos clasificar las novelas principal sostén argumental y éstas estarán Portada de La otra mano de Le-
Son vacas, somos puercos: filibusteros del mar protagonizadas por mujeres; pero, a diferen- panto, de Carmen Boullosa.
Caribe; El médico de los piratas y Duerme, ya cia de Carmen Boullosa, sus personajes serán
que pertenecen a la llamada recreación de «la mujeres reconocidas por la historia oficial,
colonia sobre la mar»3. La primera, situada en aunque lo allí relatado de poco serviría a un
el siglo XVII y en el Virreinato de la Nueva historiador ortodoxo. En 1993 publicó Ma-
España, rescribe la historia del pirata Exque- linche, princesa de Cortés, novela en la que se
melin y toma como referente las aventuras de nos muestra, en coordinación con los recien-
piratas y filibusteros que asolaron el Caribe tes estudios sobre este personaje, a una mujer
durante los siglos XVI y XVII. A diferen- inteligente y apasionada que sirve de guía y
cia de su novela Llanto, de clara recreación de lazarillo a la autora para adentrarse en las
histórica, en estas tres novelas la fantasía y la costumbres y las prácticas espirituales de la
abundante presencia de aventuras amortiguan época. En María de Estrada, novela publicada
la presencia de lo histórico; lo que contrasta en 1999, aprovechará los espacios más vírge-
con la mayor parte de las nuevas novelas his- nes de la biografía de esta notable mujer de
tóricas, sobre todo con las consideradas como origen judío para relatarnos su fuga a manos
Portada de Catalina, mi padre,
canónicas. Asimismo, en Duerme, la protago- de la inquisición española y su posterior viaje de Gloria Durán.
nista será una mujer, Claire, quien disfrazada al nuevo mundo para luchar junto a Hernán
de hombre saldrá de Honfleur hacia el Caribe Cortés en la colonización de México. Finali-
huyendo de la prostitución. A través de tres zada la conquista, la protagonista se transfor-
momentos narrativos e históricos diferentes mará en una firme defensora de los indígenas, 3
Cf. Erna Pfeiffer, Exiliadas, emi-
–1571, 1572 y 1597– nos relatará el mundo como la pirata protagonista de Duerme. En grantes, viajeras. Encuentro con
de la piratería, la sociedad novohispana y el un paso más hacia los aledaños de la historia diez escritoras latinoamerica-
nas, Frankfurt am Main/ Ma-
papel de los indígenas en aquella sociedad. La colonial, Gloria Durán publicará Catalina, mi drid, Vervuert/ Iberoamericana,
insistencia en el mestizaje y en el hibridismo padre (2004), novela en la que Juana de Asba- 1995, p. 41.
cultural marcarán las pautas de esta original je, la futura Sor Juana Inés de la Cruz, busca
visión de la sociedad colonial. la protección de un viejo conquistador del
En ese afán de trasnacionalidad que apre- Perú porque cree que es su padre natural; sin
ciamos en las novelas históricas escritas por embargo, ese supuesto hombre no es otro que
mujeres se enmarcaría también una de las Catalina de Erauso, más conocida como «la
últimas entregas de Carmen Boullosa, La otra Monja Alférez». En medio de estos equívo-
mano de Lepanto (2005), en la que reformula cos, la autora se recrea en múltiples descrip-
en clave contemporánea La gitanilla de las ciones que sirven para mostrar la frivolidad
Novelas ejemplares de Miguel de Cervantes, de la corte de los virreyes con sus bailes, sus
estableciendo un diálogo crítico con la obra máscaras y sus pecaminosos amoríos.
cervantina. La protagonista, María «la bailao- De atrevimiento cargado de desmitifica-
ra», recorrerá la Granada cristiana y la moris- ción podríamos clasificar estas novelas que
ca, será cautiva en Argel, viajará a Nápoles, se nacen de la pluma de Gloria Durán y que
enamorará de un capitán español y participa- tienen como meta «desmontar» la Historia
rá, vestida de hombre –al igual que Claire–, en más ortodoxa para llenarla de ambigüedades
la expedición militar de la Santa Liga donde se y contrasentidos.
relacionará con el autor del Quijote, enfermo En contrapartida a la visión que las na-
de malaria y delirante. La sucesión de estas rradoras mexicanas nos ofrecen de la historia
aventuras tendrán como fin, como por otra colonial, estaría Vagos sin tierra (1999) de la Recuento de las aportaciones de las
narradoras latinoamericanas a la
parte suele suceder en este tipo de novelas, escritora paraguaya Renée Ferrer (1944). En historia colonial
releer el presente desde el pasado y, en este esta ficción no hallamos desmitificaciones si- CARMEN ALEMANY BAY

9
no un acercamiento a la vida cotidiana, desde la nacionalidad puertorriqueña. Olga Nolla
la visión de los desposeídos, del siglo XVIII reproducirá numerosos ambientes así como
paraguayo. La novela abarca un periodo his- un gran número de referencias filosóficas y
tórico que va desde 1773 (año de la fundación literarias en estas páginas que van mucho más
de la villa de Concepción) hasta 1840 (año de allá de la historia oficial:
la muerte de Gaspar Rodríguez de Francia) Pasean recuerdos de Garcilaso de la Vega,
y se centra en la vida de una pareja, Chopeo san Juan de la Cruz y el Quijote, y se evocan
y Paulina, que se transforman en símbolos desde el Génesis y La Odisea de Homero
de todos los hombres y mujeres anónimos hasta el Diario de Colón y la Enciclopedia. Se
que lucharon por la historia de su país y que tamizan discursos con el nacionalismo puer-
Renée Ferrer.
trataron de encontrar una «tierra prometida» torriqueño y el racionalismo ilustrado, pero
en medio de penalidades y sufrimientos. La sobre todo con Robinson Crusoe y el Diario
historia –sin duda cíclica– empieza y termina de la peste de Daniel Defoe, con el sabor de
con un viaje del que acabarán tan pobres co- La isla del tesoro de Robert L. Stevenson y
mo al principio; la Historia se repite pero la otros relatos de piratas y con La llegada de
novela admite otra lectura paralela: la mujer es José Luis González, con quien coincide en el
siempre víctima por partida doble, víctima de uso de la Crónica de la guerra hispanoameri-
la imposición del medio y víctima también de cana de Ángel Rivero y en momentos de una
la imposición masculina4. significación extraordinaria para comprender
Desde Argentina, y en relación con el mo- las causas y consecuencias de la guerra contra
mento histórico de las fundaciones, Libertad España5.
Olga Nolla.
Demitrópulos da la voz a un mestizo en Río La novela, asimismo, se enriquece con la
de las congojas (1981) para contar, desde la presencia de numerosos recursos mágicos y,
primera persona, los avatares de la fundación en este punto, debemos resaltar que una de las
4 de Santa Fe. Asimismo son continuas las refe- vertientes por las que ha derivado el realismo
Mar Langa Pizarro, «Historia e
intrahistoria colonial en la na-
rencias a la figura de Juan de Garay, fundador mágico es su acercamiento a lo histórico para
rrativa paraguaya de los albores de la citada ciudad. Esta misma circunstancia subvertir aún más la noción de Historia.
del siglo XXI», América sin nom- histórica ya había sido relatada por Enrique Cerramos este ciclo de ejemplos narra-
bre. Recuperaciones del mundo
precolombino y colonial, op. cit., Larreta en el drama histórico Santa María del tivos con una novela de Isabel Allende, El
p. 119. Buen Aire (1936). Zorro (2005), que nuevamente nos va a servir
5 En 1992, Tatiana Lobo (1939), nacida en de ejemplo de cómo las narradoras abordan
José Luis de la Fuente, La nue- Chile pero costarricense de adopción, editó la historia colonial desde perspectivas más
va narrativa hispanoamericana:
entre la realidad y las formas
Asalto al paraíso, un texto con elementos de desintegradoras y, por supuesto, menos ca-
de la apariencia, Valladolid, Se- novela romántica que relata la sublevación de nónicas. En esta entrega la escritora chilena
cretariado de Publicaciones de los indios en Talamanca durante los primeros ofrecerá una nueva versión de la historia del
la Universidad de Valladolid,
2005, p. 178. Asimismo, «en El años del siglo XVIII. Esta historia se entrelaza mítico Zorro, personaje –como se sabe– muy
castillo de la memoria, con un con aquella que relata la llegada del español popularizado través de los cómics y el cine.
diario escrito por el protagonista
Juan Ponce de León, se pasa a Pedro Albarán (llamado Pedralbarán) a la re- Aquí no sólo narrará la historia de Diego de la
contar con un descubridor-es- gión de Talamanca tras huir de la Inquisición, Vega y cómo se convirtió en el Zorro allá por
critor a la manera de Cristóbal
Colón, Hernán Cortés o Álvar
y su encuentro con Pablo o Pa-brú Presbere, 1790 en California, sino que las aventuras de
Núñez Cabeza de Vaca. Así se líder de la insurrección de los boricuas, cap- este popular y mítico personaje se irán engra-
puede inventar un mundo por turado, juzgado y ejecutado en 1710. Pero nando con historias paralelas como la vida de
medio de esa escritura y no sólo
permanecer dependiente de los Asalto al paraíso no sólo desmiente la Historia los misioneros españoles en la Baja California
textos ajenos como en la Historia oficial sino que subraya la importancia de y la recreación de la Barcelona ocupada por
real» (id).
las culturas indígena y africana y su silen- las tropas napoleónicas en la Guerra de la
ciamiento por parte de los conquistadores, Independencia.
quienes primaron desde el comienzo la lengua Sin duda este panorama de las narradoras
española. que asaltan la historia colonial contrasta con
La escritora puertorriqueña Olga Nolla la imagen que de ésta nos han ofrecido mu-
(1938-2001), en El castillo de la memoria chos de los narradores que han abordado este
(1996), nos adentra en la vida de Juan Ponce mismo periodo histórico. Esta circunstancia
de León, gobernador de Puerto Rico y descu- nos lleva a replantearnos las características de
bridor de la Florida. Aunque Ponce de León la nueva novela histórica que algunos críticos
falleció en La Habana en 1521, en la ficción han fijado y que han sido consideradas como
Recuento de las aportaciones de las se llegará hasta el período histórico de 1889 verdades incuestionables. Al menos en los
narradoras latinoamericanas a la
historia colonial con la finalidad, por parte de la autora, de ejemplos presentados observamos una menor
CARMEN ALEMANY BAY introducir a los lectores en la formación de preocupación por la búsqueda de la identidad

10
a través de reconocidos personajes históricos, la posible vida cotidiana de aquellos años y en
otro tipo de cuestionamientos y en lo que retratar el complejo mural de las costumbres
respecta a la subversión, ésta no nace nece- de la Colonia; originalidad ésta que creemos
sariamente de la literal atención a los textos profetiza un futuro que ya es presente den-
históricos. En las novelas de estas escritoras, tro de la nueva narrativa histórica y del que
se tiende hacia una mayor ficcionalidad que las narradoras latinoamericanas ya han dado
tiene como punto de mira convertir la histo- cuenta. Si la nueva narrativa histórica ha sido
ria colonial en un espacio idóneo para contar considerada como una subversión o una des-
historias que nunca ocurrieron en la Historia mitificación de la Historia ¿serán estas novelas
con mayúsculas, de ahí que lo puramente escritas por mujeres una nueva subversión o
novelesco adquiera mayor vigor. Asimismo desmitificación de la nueva novela histórica?
denotamos cierta insistencia en adentrarse en Quizá. Ahí están los ejemplos.

Portada de El Zorro, de Isabel


Allende.

Recuento de las aportaciones de las


narradoras latinoamericanas a la
historia colonial
CARMEN ALEMANY BAY

11
Beatriz Aracil Varón
Doctora en Filología Hispánica.
Profesora de Literatura Hispano-
americana en la Universidad de
Alicante (España). Especialista en
teatro hispanoamericano colonial,
se ha dedicado asimismo en los
últimos años al estudio de la Cró-
nica de Indias, así como a su re-
cuperación en la novela y el teatro
latinoamericanos del siglo XX. En-
tre sus publicaciones cabe destacar
El teatro evangelizador. Sociedad,
cultura e ideología en la Nueva Es-
MOCTEZUMA II:
paña del siglo XVI (Roma, Bulzo-
ni, 1999), Abel Posse: de la crónica
al mito de América (Universidad
AUSENCIA Y PRESENCIA EN EL TEATRO
de Alicante, 2004), la coedición de
Fiesta y teatralidad de la pastorela
mexicana (México, UNAM, 2004)
MEXICANO
y la del monográfico de la revista BEATRIZ ARACIL VARÓN
América sin nombre dedicado a
la Fiesta religiosa y teatralidad
popular en México (Universidad
de Alicante, 2006), así como nu-
merosos artículos que forman par-
te de obras colectivas editadas en
Europa y América. Actualmente
es responsable académica del área
de América Latina en la Biblioteca
Pues cuando oía Motecuhzoma que mucho ron a los conquistadores y, sobre todo, a sus
Virtual Miguel de Cervantes. se indagaba sobre él, que se escudriñaba su descendientes reafirmar el poder de la cultura
persona, que los «dioses» mucho deseaban vencedora y justificar los privilegios de que
verle la cara, como que se le apretaba el co- gozaban en la nueva sociedad virreinal.
razón, se llenaba de grande angustia. Estaba
Una de las primeras ocasiones en las que
1 para huir, tenía deseos de huir (...); deseaba
Templo de la diosa del maíz. ir a la Casa de Cintli1 (...). Pero esto no lo la figura de Moctezuma fue llevada a escena
pudo. No pudo ocultarse (...). No hizo más debió ser precisamente esa mascarada de
2
Tenemos noticia de una «co- que esperarlos. No hizo más que resolverlo 1565 en la que Martín Cortés representó a
media grande» compuesta por en su corazón, no hizo más que resignarse; su padre, el Marqués del Valle, y Alonso de
Gonzalo de Riancho sobre «la
conquista de esta Nueva España
dominó finalmente su corazón, se recomió Ávila, encarnando el papel del gran monar-
y gran ciudad de México» que en su interior, lo dejó en disposición de ver ca, le rindió homenaje junto a veinticuatro
fue propuesta por este autor al y de admirar lo que habría de suceder. amigos vestidos de caciques indios. Las con-
Cabildo de la ciudad de México (Informantes de Sahagún,
para ser representada el día de secuencias políticas de aquel acontecimiento,
Códice florentino).
San Hipólito de 1595 (Acta del que tal vez no inició pero sí llegó a simbo-
31 de julio de 1595, en Actas
del Cabildo de la ciudad de lizar la supuesta conjura de Martín Cortés3,
México, México, Ignacio Beja- ilustran ya claramente cómo la recreación
rano, 1889-1916, vol. XII, pp.
199). Riancho no recibió la ayu-
INTRODUCCIÓN teatral de la conquista, de sus protagonistas
da para poner en escena esta y, por tanto, también de la figura del em-
comedia, pero lo más probable perador azteca, no ha podido desligarse en
es que sí se realizara la repre-
El hecho histórico de la conquista ha for-
sentación, ya que en las actas mado parte de la teatralidad mexicana desde México de intenciones políticas e ideológicas
del 5 y 8 de agosto de dicho año los inicios del período colonial: la celebración que, evidentemente, han ido variando a lo
(ibid., pp. 200 y 202) consta la
construcción de tablados para anual del día de San Hipólito (fecha de la to- largo de la historia. Pero además, la escena
la misma. ma de la ciudad de México), a propósito de la elegida para aquella escenificación, esto es,
3
cual se debió representar a fines del XVI una la aparentemente voluntaria sumisión de
Véase Manuel Orozco y Berra, pieza con el tema concreto de La conquista Moctezuma al conquistador español, resulta
Noticia histórica de la conjura- significativa porque se convertiría más ade-
ción del marqués del Valle. Años
de la Nueva España2, así como diversas ma-
de 1565-1568. Formada en vista nifestaciones teatrales o parateatrales sobre lante en uno de los motivos fundamentales
de nuevos documentos originales este tema que tuvieron lugar en la capital del tanto del acercamiento mostrado por los
y seguida de un extracto de
los mismos documentos, México, virreinato, entre las que destaca sin duda la dramaturgos hacia este personaje (en especial
Tipografía de R. Rafael Cadena, mascarada sobre la entrada de Hernán Cortés fuera de México) como –aunque pueda re-
1853, p. 38; cit. por Teresa Silva
en su estudio preliminar a Juan
en Tenochtitlán protagonizada por Alonso sultar paradójico– del relativo desinterés que
de Ávila y Martín Cortés en 1565, permitie- parece rodearle en el ámbito mexicano: las
interrogantes creadas en torno a esa actitud
Moctezuma II: Suárez de Peralta, Tratado del ción, cf. Fernando Benítez, Los resignada de Moctezuma frente al invasor
Ausencia y presencia en el teatro descubrimiento de las Indias, primeros mexicanos. La vida parecen provocar un cierto vacío en torno
mexicano México, CONACULTA, 1990, criolla en el siglo XVI, México,
p. 31. Sobre dicha conjura- Ed. Era, 1976, pp. 186-232. a su figura, sobre todo en las décadas poste-
BEATRIZ ARACIL VARÓN

12
riores a la Independencia, período en el que escénica parece haber resistido
se recupera, en cambio, a los grandes héroes los embates del tiempo.
de la resistencia indígena como Cuitláhuac y,
sobre todo, Cuauhtémoc. DEL PERIODO COLONIAL
Ya en el siglo XX, este desconocimiento A LA FORJA DE LA NA-
sobre las verdaderas motivaciones del tla- CIÓN: LA BÚSQUEDA DEL
toani azteca, al tiempo que sus posibilidades ORIGEN
dramáticas, serían destacados por el creador
francés Antonin Artaud, quien, tras un fruc- La indagación en el pasado
tífero viaje a tierras mexicanas4, propuso en su indígena, vinculada a un nece-
Segundo Manifiesto del «Teatro de la Cruel- sario cuestionamiento sobre los
dad» (1938) una novedosa representación de motivos y consecuencias de la Encuentro entre Cortés y Moctezuma (noviembre de
1519). Lienzo de Tlaxcala.
la conquista de México que insistiría «en el conquista española, forma parte
valor espectacular de los conflictos que pre- de una reflexión sobre la identidad que nace
tende poner en escena. / Ante todo las luchas en México como parte de la conciencia criolla.
interiores de Montezuma, el rey desgarrado, Si en el siglo XVI la puesta en escena de la
de móviles que la historia no ha sido capaz de conquista fue el pretexto –como ya he seña-
aclararnos»5. lado– para la demostración del poder español
Esta recuperación (y revalorización) del en el nuevo territorio, será el criollo del siglo
personaje para la época contemporánea pro- XVII el que dote al pasado indígena, como
puesta por Artaud, y concebida a su vez en explica Dolores Bravo, «de un valor cultural
aquellos mismos años (aunque desde muy dis- y afectivo especial», inscribiendo la historia
tintos planteamientos dramáticos) por Arthur prehispánica «en un contexto universal, al la-
Miller en The golden years6, sólo pudo llegar, do de las grandes culturas del mundo»9, pero
Moctezuma II en el Códice Coz-
sin embargo, algo más tardíamente al ámbito también recuperando (o eludiendo volunta- catzin (lámina 11v).
mexicano: fue en 1953 cuando un entonces riamente) el hecho mismo de la conquista en
joven dramaturgo, Sergio Magaña, adelan- una búsqueda de signos propios de identidad
tándose incluso en este punto a sus maestros que se reflejará a su vez en distintas manifes- y sus representaciones en el tea-
tro mexicano moderno, Perpig-
generacionales, abordó de una forma nueva taciones de la teatralidad barroca novohis- nan, Presses Universitaires de
la temática de la conquista, convirtiendo al pana. Así, por ejemplo, mientras con la loa Perpignan, 1999, pp. 21-41.
gran monarca en personaje central de la que compuesta para El Divino Narciso, sor Juana 9
sería una obra clave en la historia del teatro Inés de la Cruz logra dignificar el pasado pre- Dolores Bravo, introducción a
Sor Juana Inés de la Cruz: anto-
mexicano: Moctezuma II7. hispánico en su dimensión teológica (gracias logía. Teatro mexicano: historia
A pesar de las numerosas piezas sobre este al establecimiento de analogías con la religión y dramaturgia vol. 7, México,
mismo hecho histórico que han sido llevadas cristiana), pero también criticar de forma in- CONACULTA, 1992, p. 21.

a la escena mexicana en las décadas siguientes, directa la conquista violenta, no basada en la 10


lo cierto es que la obra de Magaña permanece «suavidad persuasiva»10; Carlos de Sigüenza Véase a este respecto, entre otros,
los trabajos de Margo Glantz
hasta nuestros días como el esfuerzo más sig- y Góngora, por su parte, concibe para el ar- «Las finezas de Sor Juana: Loa
nificativo de construcción dramática de esta co triunfal «Teatro de virtudes políticas que de El Divino Narciso», en Sor
Juana Inés de la Cruz, ¿Hagio-
gran figura histórica cuya presencia continúa grafía o autobiografía?, México,
siendo hasta cierto punto marginal en la crea- Grijalbo, 1995, pp. 151-168;
4 6 edición digital en http://www.
ción teatral del país. Sobre la posible influencia en Obra que, sin embargo, no cervantesvirtual.com/FichaO-
Mi propósito en este trabajo será preci- la creación teatral mexicana sería puesta en escena hasta bra.html?Ref=13766, y Carmela
de este viaje, que daría lugar la década de los 80.
samente intentar delimitar, en primer lugar, a su vez a la publicación del
Zanelli, «La loa de El Divino
Narciso de Sor Juana Inés de la
los motivos de esa relativa ausencia de la texto D’un voyage au pays 7 Cruz y la doble recuperación de
des Tarahumaras (Editions A la que seguiría, en esta
figura de Moctezuma en la escena mexicana de la revue Fontaine, Paris,
la cultura indígena mexicana»,
misma línea temática, Los ar- en José Pascual Buxó y Arnulfo
(que en cierto modo contrasta con el interés 1945), véase Alejandro Or- gonautas (1962), publicada Herrera (eds.), La literatura no-
despertado por el personaje en la dramaturgia tiz Bullé-Goyri, Teatro y van- más tarde con el título de Cor- vohispana, México, Universidad
guardia en el México Pos- tés y la Malinche (1985). Nacional Autónoma de México,
extranjera8) y, en segundo lugar, el contexto revolucionario (1920-1940), 1994, pp. 183-200; edición
de reflexión cultural e ideológica y las con- México,Universidad Autónoma 8 digital en http://www.cervan-
Metropolitana-Azcapotzalco, Sobre las diferentes imágenes
cretas circunstancias teatrales que explican la 2005, pp. 103-110. que del enigmático empe-
tesvirtual.com/FichaObra.html?
Ref=14427&portal=117.
aparición de Moctezuma II en la década de los rador azteca ha ofrecido el
5 teatro dentro o fuera de las
50. Ello permitirá comprender el valor de una Antonin Artaud, El teatro y fronteras de México puede
obra en la que, con precoz madurez creativa, su doble, Barcelona, Edha- consultarse el excelente artí-
Magaña fue capaz de poner en juego los más sa, 2001, p. 145 (véanse la culo de María Sten «Cuando Moctezuma II:
justificación y rasgos de es- los dioses se van», en Daniel Ausencia y presencia en el teatro
diversos recursos teatrales al servicio de la ta propuesta escénica en pp. Meyran (coord.), Teatro e his- mexicano
construcción de un personaje cuya presencia 144-146). toria. La conquista de México BEATRIZ ARACIL VARÓN

13
constituyen a un príncipe», de- Aunque, como vemos, autores como Si-
dicado al Marqués de la Laguna, güenza y Góngora nos sitúan ya ante una
un pasado prehispánico capaz de construcción identitaria de la «patria mexi-
servir de modelo para el ejercicio cana» que incorpora de forma clara el pasado
del poder en la Nueva España: indígena, habrá que esperar al siglo XIX
salvando el hecho mismo de la para que la conciencia nacional surgida del
conquista (que se convierte así en proceso de Independencia y, sobre todo, de
puente de unión y no de fractu- construcción política e ideológica del país es-
ra cultural), Sigüenza imagina el tablezca un juicio mucho más definido sobre
Imperio azteca y el español como ese pasado (y sobre el hecho histórico de la
una continuidad. conquista) determinado en buena medida por
La representación emblemá- un rechazo a lo español (al menos en el ámbi-
tica del arco triunfal ideado por to liberal) y por una búsqueda de las propias
Sigüenza y Góngora se convierte raíces en el México prehispánico (simbolizada
–como sugiere el propio autor– en la elección de «México» como nombre del
en ocasión para que «renaciesen país independiente que sustituye al virreinato
los mexicanos monarcas de entre de la «Nueva España»). Dicho juicio queda
las cenizas en que los tiene el ol- reafirmado, además, por la publicación, a lo
vido, para que como fénixes del largo del siglo, de fuentes documentales bá-
Occidente los inmortalizase la sicas sobre los orígenes como la Historia ge-
Portada de la descripción del Teatro de virtudes polí-
ticas de Carlos de Sigüenza y Góngora. fama»11. Ofrece, pues, este home- neral de las cosas de la Nueva España de fray
naje al nuevo virrey un modelo Bernardino de la Sahagún, editada por Carlos
de virtudes encarnadas en los «reyes y empe- Mª Bustamante (1829-1830), la Historia de
11 radores» mexicas, entre los que no pueden fal- las Indias de la Nueva España, de fray Diego
Carlos de Sigüenza y Góngo-
ra, Teatro de virtudes políticas,
tar los que se vieron envueltos en la conquista Durán (1867-1880), las Obras históricas de
en Seis obras, ed. de William española: Cuitláhuac, símbolo de la audacia12, Fernando de Alva Ixtlilxóchitl (1891-1892) o
G. Bryant, Caracas, Ayacucho, Cuauhtémoc, que representa la constancia13, y la Historia y el Lienzo de Tlaxcala, de Muñoz
1984, p. 167 (texto completo en
pp. 161-240). Sobre las impli- Moctezuma Xocoyotzin «sujeto dignamente Camargo, sacados a la luz por Alfredo Cha-
caciones ideológicas del arco cf. merecedor de mejor fortuna que la que en su vero (1892)16.
Sidmund Jádmar Méndez, «In-
genio y construcción alegórica mayor soberanía lo despojó de su imperio y En este contexto, y a pesar de los con-
en dos arcos triunfales nvohispa- lo privó de la vida»14. Basándose a su vez en la tinuos conflictos ideológicos que enfrentan
nos», en Alicia Mayer (coord.),
Carlos de Sigüenza y Góngora.
Monarquía Indiana de Torquemada, Sigüenza a conservadores y liberales, el pensamiento
Homenaje 1700-2000, I, Méxi- destaca el trato «afable y amoroso» de Mocte- decimonónico asume de forma generalizada
co, UNAM, 2000, pp. 35-65 y zuma a los españoles (tal como lo veíamos en el maniqueísmo que parece exigir la adhe-
Anna More, «La patria criolla
como jeroglífico secularizado en la mascarada de 1565), pero haciéndolo deri- sión patriótica y reivindica a los héroes de la
el Teatro de virtudes», en ibid., II, var de la gran magnificencia de este «monarca resistencia indígena frente al invasor español
2002, pp. 47-77.
absoluto» representado en el arco «adornado como Xicoténcatl, Cuitláhuac y, muy espe-
12 de imperiales y riquísimas vestiduras, sacando cialmente, Cuauhtémoc, el joven guerrero
Véase Sigüenza y Góngora, op.
cit., pp. 227-228.
de la boca de un león muchas perlas, mucha capaz de enfrentarse a Cortés hasta el final
plata, mucho oro, que esparcía por todas y de requerir la muerte tras la derrota (aun-
13 partes»15. que, recordemos, Cortés le perdonará en esa
Véase ibid. pp. 228-229.
ocasión la vida, para someterlo primero a
14 tormento en su búsqueda del tesoro de Moc-
Ibid., p. 224.
de la edición preparada por sado en favor de los intereses tezuma y ajusticiarlo pocos años más tarde,
15 Bustamante de la Historia ge- nacionales del momento (cf. durante su expedición a las Hibueras), mien-
Ibid., p. 225. neral de Sahagún (México, a este respecto García Icaz-
1830): la publicación exenta balceta, Bibliografía mexicana
tras que dedica una crítica feroz a la Malinche
16 del libro XII de Sahagún (el del siglo XVI, ed. de Agustín (deformación española del verdadero nombre
A las que seguirán, entre otras, dedicado propiamente a la Millares Carlo, México, FCE, de Malintzin, bautizada a su vez como do-
la publicación del Códice Au- conquista) un año antes que 1954, pp. 363-366).
bin en 1903 y los Cantares el resto de la obra (1829) o la ña Marina), la «lengua» del conquistador,
Mexicanos en 1904. Sobre la incorporación, como uno de 17 considerada la gran traidora a su patria, «la
forma en que estas publicaciones los diversos anexos al texto, Véase Carlos Monsiváis, «La
pudieron reavivar el sentimiento de la decimotercera relación Malinche y el malinchismo», barragana de Cortés», como la calificará en
patriótico, baste citar el ejemplo de Ixtlilxóchitl con el título en Margo Glantz (coord.), La 1861 Ignacio Ramírez17.
«Horribles crueldades de los Malinche: sus padres y sus
Conquistadores de México, y hijos, México, Taurus, 2001,
Ahora bien, lo que resulta más significati-
de los Indios que los ayudaron pp. 183-193 (sobre la postura vo a nuestros propósitos es que –como señala
Moctezuma II:
para subyugarlo a la Corona de Ignacio Ramírez, pp. 184- María Sten– buena parte de los ideólogos
Ausencia y presencia en el teatro de Castilla» pueden dar cuenta 189); cf., entre otros, Roger
mexicano de la manera en que los histo- Bartra, «Los hijos de la Malin- e historiadores que contribuyen a crear es-
BEATRIZ ARACIL VARÓN riadores interpretaron el pa- che», en ibid., pp. 195-199. tos signos de identidad dedican también sus

14
esfuerzos a una creación literaria y teatral con su pueblo, siempre opresor de los
que aborda, entre otros asuntos, el pasado conquistados»24.
prehispánico y que refleja por tanto los as-
pectos señalados18. Para ilustrarlo, vuelvo Esta ambigüedad puede trasla-
brevemente a dos autores ya mencionados darse asimismo a la consideración
que pueden considerarse paradigmáticos en de sus verdadera actitud frente
este sentido: en primer lugar, Ignacio Ramí- al invasor español: Moctezuma
rez, antihispanista, defensor de los derechos es el hombre que tiende embos-
de los indígenas, periodista, político y autor cadas a los españoles aunque los
de más de veinticinco obras teatrales, quien, considera dioses, que desea huir
en su pieza La Noche Triste (estrenada en cuando conoce la decisión firme
1876) presenta a su héroe (en este caso Cuitlá- de Cortés de llegar a Tenochti-
huac) a un tiempo enamorado y traicionado tlán, pero finalmente lo espera
por una Marina que es acusada en la obra y pone su imperio a los pies del
de «prostituta infame»19 y maldecida por conquistador. Por otro lado, no
el dios Tezcatlipoca como «enemiga» de su menos contradictorio es el hecho
patria; en segundo lugar, Alfredo Chavero, de que, aunque los presagios so-
abogado, historiador y estudioso –como he- bre el fin de su imperio pudieran
mos visto– de las antigüedades mexicanas, convertirlo en una figura trágica,
aunque más difícil de encasillar en un perfil su muerte, lejos de ser digna y
político20, que nos presenta en Xóchitl (1877) heroica, se produzca casi por ac-
a la Malinche como una verdadera «Medea cidente, tal vez incluso a manos El cadáver de Moctezuma es lanzado a la laguna.
azteca»21 enamorada casi hasta la demencia de los propios aztecas, al intentar Códice florentino.
de un Hernán Cortés que se siente culpable calmar la rebelión de éstos.
por la injusta muerte con la que sentenció al Todas estas contradicciones que han he-
«insigne Cuauhtémoc»22. cho de él posteriormente –como ha señalado dictorias apreciaciones sobre su
ideología que ofrecen autores
Como vemos, a pesar de la concesión al Sten– «un personaje fascinante, no sólo para como Sten, Albónico o Monsi-
gusto romántico de un público que espera los estudiosos, sino también para escritores y váis (véase Mónica Ruiz, «Cortés
y otros héroes de la conquista en
ver obras centradas en enredados conflictos dramaturgos»25, debieron resultar conflictivas el teatro mexicano del siglo XIX»,
amorosos, lo cierto es que las piezas teatra- en un ambiente cultural y teatral conformado en Carmen Alemany y Eva Vale-
ro, coords., Recuperaciones del
les de los autores citados quedan al servicio al servicio de ese proyecto de construcción mundo precolombino y colonial.
de una emancipación política que exige esta nacional que reclamaba héroes definidos. De América sin nombre, 5-6, 2004
imagen maniquea de los personajes; como ha hecho, Moctezuma no aparece como persona- –pp. 208-215–, p. 214).

explicado Mónica Ruiz: je en ninguna de las piezas cultas conservadas 21


de la época. Ahora bien, sí tenemos noticia de Sten, introd. a Dramas romáti-
cos..., op. cit., p. 26.
En un siglo contradictorio y conflictivo, creador de la puesta en escena, hacia las mismas fechas
identidades colectivas, la recreación y reinterpreta- en que se estrenaron las obras de Ramírez y 22
Alfredo Chavero, Xóchitl, en
ción del hecho histórico de la conquista se realizó Chavero, de una pieza de Pantaleón Tovar ibid., p. 113 (texto completo en
necesariamente a costa de ensalzar héroes y denostar (hoy perdida) titulada Moctezuma II, sexto pp. 97-119).
antihéroes23. emperador de México26, y nos consta además
23
que el monarca debió asumir un papel desta- Ruiz, op. cit., p. 215.
¿Dónde queda, en este contexto, la figura cado en el ámbito popular, sobre todo en las
24
de Moctezuma? Lo cierto es que, a pesar de llamadas «danzas de la conquista» (tanto en Sten, «Cuando los dioses...», op.
describirlo con lujo de detalles, las crónicas de castellano como en distintas lenguas indíge- cit., pp. 25-26.
la época (en buena parte recuperadas, como nas) que adquieren entonces una importante 25
hemos visto, durante este período), en lugar presencia en la tradición mexicana. Ibid., p. 21.
de ofrecer un retrato psicológico claro del Encontramos en los textos de estas danzas
26
monarca azteca, presentan la imagen de un ser populares (consignados en su mayoría de for- Véase Sten, introd. a Dramas
contradictorio: ma escrita ya en el siglo XX) a un Moctezuma románticos..., op. cit., p. 11.

Por un lado –explica María Sten– existe, de acuerdo


con las fuentes del siglo XVI, un Moctezuma-sacer- 18 19
Véase la introducción de Ma- La Noche Triste, en ibid., p. 73
dote, conocedor de la filosofía náhuatl (...) que busca- ría Sten a Dramas románticos (texto completo en pp. 65-82).
ba el sentido de la vida en el arte, canto y poesía para de tema prehispánico (1820-
1886). Teatro Mexicano. His- 20
elevarse y penetrar el misterio del dios creador; por toria y Dramaturgia vol. 13, Aspecto sobre el que ya ha Moctezuma II:
Ausencia y presencia en el teatro
otro lado, existe la imagen de un Moctezuma teme- México, CONACULTA, 1994, llamado la atención Mónica mexicano
pp. 11-36. Ruiz al destacar las contra-
roso y cruel, desconfiado y astuto, a veces bondadoso BEATRIZ ARACIL VARÓN

15
que, en unos casos, simboliza la magnificencia de este rey que simbolizaba
la sumisión al español frente como nadie el esplendor del imperio azteca,
a la rebeldía de Cuauhtémoc, un rasgo que tampoco debió pasar desaperci-
mientras que en otros encabe- bido a los historiadores de la época (preocu-
za la defensa de su territorio pados precisamente por recuperar el legado
(llegando incluso a triunfar cultural del pasado prehispánico)37 y que
sobre Cortés en un proceso de volvería a reflejarse en la reflexión ideológica,
Diego Rivera. [Moctezuma en] la gran ciudad de Tenochti-
apropiación y transformación plástica y teatral del siglo XX.
tlán. Fresco del Palacio Nacional (1945). de la historia)27. Pero encon-
tramos, además, en este tipo DEL MÉXICO REVOLUCIONARIO
de escenificaciones algunas claves sobre la for- A EL LABERINTO DE LA SOLEDAD:
27 ma en que pudo recuperarse al personaje en el CONTEXTO IDEOLÓGICO Y TEA-
Véase Beatriz Aracil, «La danza teatro culto del XIX. Tomo como ejemplo la TRAL
de la conquista en México: ¿re-
creación o reelaboración de la danza-drama Tenoxtitlán, de Nicolás García,
historia?», en Teatro e historia, representada anualmente en Atlixco (Puebla) Superados los excesos y contradicciones
op. cit., pp. 73-101.
al menos desde 182028: en esta obra, el héroe del proceso de Independencia y de construc-
28 defensor de la patria mexicana es Cuauhté- ción nacional emprendido en el siglo XIX,
Dramas románticos..., op. cit.,
pp. 143-188.
moc, mientras que Moctezuma es presentado la Revolución mexicana (1910-1921) genera
como un ser ambiguo, que parece creer que una reflexión más amplia y profunda sobre la
29 los españoles son dioses29, pero también los identidad que se refleja a su vez en los grandes
Ibid., p. 145.
considera traidores que han correspondido proyectos culturales y, como parte de éstos, en
30 con la muerte a la amistad ofrecida30 e inclu- la actividad teatral de las décadas siguientes: si
Véase ibid., p. 155.
so «invasores enemigos»31. El personaje, sin bien la búsqueda de lo propio, como hemos
31 embargo, adquiere tintes positivos en la me- visto, hunde sus raíces en la etapa colonial,
Ibid., p. 156.
dida en que actúa siempre en beneficio de su
32 pueblo, buscando la defensa y unidad de los ...fue durante los años veinte y treinta –como explica
Véase como ejemplo ibid., pp. mexicanos32, y finalmente es un instrumento Alejandro Ortiz– cuando se multiplicaron las ma-
144, 145, 147, 155.
del destino: tal como presagian sus sueños, nifestaciones escénicas como parte de los diversos
33 está llamado a un final trágico («¡Oh Dioses discursos identitarios en torno al sentido de lo que
Ibid., p. 153.
de la Creación! / si [a] morir soy predestinado era «ser mexicano» o la importancia que ello tenía38.
34 / no me juzguen vil traición / a las armas que
Ibid., p. 164.
ora os llamo»33) que se dignifica además por Frente a las pretensiones universalistas de
35 su enfrentamiento final a Cortés y su llamada los Contemporáneos (Celestino Gorostiza,
Véase Sten, «Cuando los dio- a los «valientes mexicanos» a no aceptar la Salvador Novo, Xavier Villaurrutia...), orien-
ses...», op. cit., en especial pp.
22 y 39-41. rendición34. tadas sobre todo por aquellos años a la incor-
Dado que el teatro del siglo XX (mexi- poración de los modelos europeos, que fruc-
36
Véase la Segunda de las Cartas cano y extranjero) recuperó sobre todo este tifican en diversos proyectos como el Teatro
de Relación de Hernán Cortés aspecto de la fatalidad para insistir en la carac- de Ulises (1928) y el Teatro de Orientación
(ed. de Ángel Delgado, Madrid,
Castalia, 1993), pp. 242-248,
terización de Moctezuma como un ser trági- (1932), existe también un teatro «indigenis-
y la Historia verdadera de la co35, podríamos considerar que dicho aspecto ta»39 que rescata tanto elementos folklóricos
conquista de la Nueva España debió incorporarse también ya a la trama del como mitos nacionales del pasado prehispáni-
de Bernal Díaz del Castillo (ed.
de Luis Sáinz de Medrano, Ma- Moctezuma II de Pantaleón Tovar. Creo, sin co. El apoyo institucional a este tipo de teatro
drid, Planeta, 1992), cap. 91, embargo, que dicha obra debió asumir sobre se observa claramente en el proyecto cultural
pp. 259-267.
todo un rasgo del personaje que encontramos de José Vasconcelos, quien, desde la Secretaría
37 de manera muy destacada en las crónicas de de Educación, apoya proyectos como el Tea-
Este debió ser también uno de
los aspectos esenciales en los
la época (desde las descripciones iniciales de tro Sintético o el Teatro Mexicano de Masas y
que debió incidir Carlos Mª Bus- Cortés y Bernal Díaz36) y que observábamos promueve la construcción de un teatro al aire
tamante cuando decidió com- ya en el arco triunfal de Sigüenza y Góngora: libre en un espacio de fuerte carga simbólica
pletar el Libro VIII de la Historia
general de Sahagún, dedicado como es San Juan Teotihuacán40.
a los reyes y señores mexicas No debemos olvidar, además, la influencia
y su forma de gobierno, con un
amplio anexo titulado «Historia Xocoyotzin» (véase García tendencias básicas: indigenis-
por aquellos años de las artes plásticas, y muy
del Emperador Moctheuzoma Icazbalceta, op. cit., p. 365). mo, colonialismo y universa- especialmente de esa labor de recuperación
lismo (ibid., pp. 24-26); sobre del pasado prehispánico y del hecho histórico
38 este tipo de teatro, veánse pp.
Ortiz, op. cit., p. 141. 223-230. de la conquista (como parte de proyectos
Moctezuma II: pictóricos globales sobre la historia mexicana)
Ausencia y presencia en el teatro 39 40
mexicano Así lo define Ortiz, quien dis- Véase ibid., pp. 57-64. emprendida por grandes muralistas como José
BEATRIZ ARACIL VARÓN tingue en esas décadas tres Clemente Orozco en espacios como el Cole-

16
gio de San Ildefonso o el Hospicio Cabañas traición a los valores autócto-
de Guadalajara y Diego Rivera en el Palacio nos, convertida en «una figura
de Cortés en Cuernavaca o en el Palacio Na- que representa a las indias,
cional, donde representa a Moctezuma como fascinadas, violadas o seduci-
centro del esplendor de «La gran ciudad das por los españoles»44.
de Tenochtitlán» (1945)41. Es fundamental En este marco de re-
asimismo la continuidad de la labor empren- flexión, Octavio Paz vuelve
dida por los historiadores del siglo anterior a la figura del gran tlatoani
respecto al rescate de fuentes indígenas, que azteca para plantear la pre-
servirán a su vez de inspiración para la labor gunta clave: «¿Por qué cede
creadora: en los años 30, Ángel Mª Garibay Moctezuma?». Y responde a Presagios de Moctezuma (el cometa). Pintura del Códice
publica sus primeros estudios sobre la cultura ella con el argumento que Durán.
náhuatl (como La poesía lírica azteca, 1937) y, ya encontrábamos en la pieza de Nicolás
en los 40, además de este tipo de trabajos de García y que se generalizará en la reflexión estos proyectos de recuperación
iconográfica del pasado también
análisis, salen a la luz nuevas fuentes como el posterior: Moctezuma cree que «los dioses lo hunden sus raíces en el nacio-
Códice Osuna (1947), los Anales y el Códice han abandonado», él y su pueblo se sienten nalismo decimonónico, al que
pertenecen autores como José
de Tlatelolco (1948), los Anales mexicanos desamparados ante los signos y profecías que Mª Jara, Félix Parra o Adrián
(1948) o la Crónica mexicana de Hernando anuncian su caída (aun sin citarlo de forma Unzueta, cuyo óleo «Moctezuma
Alvarado Tezozómoc (1944), sobre la que explicita, Paz está vinculando ese abandono recibe a los mensajeros» (1893)
fue presentado, junto a numero-
volveré inmediatamente. de los dioses con el mito del regreso de Que- sas decoraciones de evocación
La recuperación para el teatro de los mitos tzalcóatl, con el que se identificó la llegada de prehispánica, como parte del
pabellón de México en la Ex-
indígenas de la conquista llegará, sin embar- los españoles). Si en el triunfo de Cortés y los posición Internacional de París
go, a partir de la década de los 50, favorecida suyos intervienen diversas circunstancias, «se de 1889.
por la confluencia de dos factores: en primer olvida con frecuencia –explica Paz– la que me 42
lugar, esa búsqueda de una identidad nacional parece más significativa: el suicidio del pue- Citado en Escenarios de dos
que nace con la Independencia y que culmina blo azteca»45. Desde esta perspectiva, Moc- mundos. Inventario teatral de
Iberoamérica, Madrid, Cen-
de algún modo con la publicación en 1950 tezuma no es un mito, pero sí un personaje tro de Documentación Teatral,
de ese libro seminal –como lo define Carlos trágico, y ese rasgo será el que le permitirá 1988, vol. 3, p. 117.
Monsiváis– que es El laberinto de la soledad, ser asumido a su vez por una dramaturgia 43
en el que Octavio Paz propone una amplia que adquiere definitivamente por esos años Octavio Paz, El laberinto de la
soledad, México, FCE, 1986,
reflexión sobre el ser mexicano desde una un carácter nacional. pp. 75-76.
concepción filosófica e, incluso, psicoanalíti- Como explica Madeleine Cucuel, «après
ca; en segundo lugar, la conformación de un vingt annes de recherches et d’expérimentations 44
Ibid., pp. 77-78.
verdadero teatro nacional, de un teatro que diverses sur la mise en scène et la formation
definitivamente busca –como explica Celesti- de l’acteur, les efforts des groupes (...) abou- 45
Ibid., p. 85.
no Gorostiza– «merecer la universalidad por tissent (...) à une reconnaissance officielle»46:
el hecho de ser mexicano, de tener una fisono- la creación en 1946 del Departamento de Tea- 46
Madelaine Cucuel, «Mises en
mía, un carácter y un estilo propios»42. tro de la Secretaría de Educación Pública, la scène de Moctezuma II», Théâ-
Por lo que respecta a El laberinto de la fundación de una Escuela Nacional de Teatro tre/Public, septiembre-diciembre
soledad, y sin detenerme en consideraciones y la dinamizadora labor teatral de Salvador 1992 (monográfico América
1492-1992. Théâtre et histoire),
más generales sobre la obra, creo necesario Novo como director del Instituto Nacional pp. 51-52. Sobre la formación
destacar, a nuestros propósitos, cómo Paz de Bellas Artes (1947-1957) son signos de de un teatro nacional en estos
años véase Armando Partida, La
vuelve sobre el hecho histórico de la conquis- este cambio al que contribuyen, como vemos, vanguardia teatral en México,
ta desde esa tradición identitaria por la que miembros destacados de la generación de los México, Biblioteca del ISSTE,
2000 y «1950-1987: De la
el mexicano se reconoce en el indio vencido, Contemporáneos como el propio Salvador posguerra a nuestros días», en
para definir desde una construcción mítica las Novo o el citado Gorostiza, y otros autores Escenarios de dos mundos, op.
dos grandes figuras del ámbito indígena des- consagrados no integrantes del grupo, como cit., pp. 101-111 (en especial
101-105).
tacadas desde el siglo XIX: Cuauhtémoc, «el Rodolfo Usigli, que tienen entre sus metas
joven emperador azteca destronado, tortura- prioritarias una nueva manera de abordar
do y asesinado por Cortés (...) [que], «antes de forma dramática la historia mexicana y
que una figura histórica, es un mito» cercano que acabarán dedicando textos dramáticos
al Cristo sangrante y humillado que venera significativos al tema de la conquista como
el mexicano43; y la Malinche, identificada por
Paz con la Chingada (la «Madre violada»,
41 se, entre otros, Diego Rivera.
opuesta definitivamente a la Virgen la Gua- Sobre el valor de esta pintura Retrospectiva, Madrid, Minis- Moctezuma II:
Ausencia y presencia en el teatro
dalupe), símbolo a un tiempo del atropello en el conjunto mural del Pala- terio de Cultura, 1987, pp.
mexicano
cio Nacional puede consultar- 273-280. En cualquier caso,
cometido contra el pueblo indígena y de la BEATRIZ ARACIL VARÓN

17
Cuauhtémoc (1962)47, La Malinche (1958)48 y 1951), lograría ser considerado uno de los
Corona de fuego (1960)49 respectivamente. principales dramaturgos nacionales.
La vinculación de las obras citadas con
El laberinto de la soledad se advierte, entre MOCTEZUMA II: LA CONSTRUCCIÓN
otros aspectos, en la manera en que asumen DE UN HÉROE TRÁGICO
o cuestionan los planteamientos del ensayo
respecto a los protagonistas indígenas de la Moctezuma II puede entenderse, según
conquista: si en Corona de fuego Rodolfo Madelaine Cucuel, como «l’une des illus-
Usigli propone una «tragedia antihistórica trations les plus manifestes de la volonté de
americana» centrada en la muerte de un certaines intellectuelles de réagir contre la
Cuauhtémoc convertido en el héroe mítico tradition d’idéalisation ou de rejet de person-
que veíamos en el ensayo de Paz, e incluso nages ou de faits historiques et de les presen-
en un visionario que sueña con una nación ter sous un autre éclairage»54. En palabras del
mexicana unida («Caminará Cuauhtémoc por propio Magaña, el propósito era «limpiar de
Sergio Magaña. esta que soñaba / compacta, unida, y única y cochambre histórico y tradicional la figura
una, / su nación mexicana»50), Gorostiza y del último emperador azteca»55; el resultado
47 Novo, por su parte, concebirán a sus héroes fue la obtención del que es tal vez el más
Salvador Novo, Cuauhtémoc, en en buena medida como respuesta al texto del complejo retrato teatral del personaje y, con
Teatro mexicano del siglo XX,
selección de Antonio Magaña Poeta, bien desde una ruptura del mito, como él, de todo un mundo cultural que sucumbe a
Esquivel, México, FCE, 1970, tan acertadamente ha estudiado Emilia Perassi manos de los españoles.
pp. 256-282. Con esta obra
Novo vuelve, de alguna ma-
respecto al Cuauhtémoc de Novo51, bien des- Las sucesivas puestas en escena de la
nera, a este personaje que ya de la inversión del sentido último de éste, que obra56, desde su estreno en Xalapa en 1953,
había trabajado, aunque desde parece ser el punto de partida para la creación confirman esta apreciación: baste recordar
su faceta de director, en los años
en que colaboraba con el Teatro de la Malinche de Gorostiza, madre de la raza que aquel primer montaje auspiciado por la
Mexicano de Masas, al poner en mestiza como en el ensayo de Paz, pero ob- Universidad Veracruzana, en el que Dagober-
escena en 1951 el Cuauhtémoc
de Efrén Orozco Rosales (véase servada desde una perspectiva esperanzadora to Guillaumin (discípulo de Seki Sano) tra-
Ortiz, op. cit., p. 230). («Quizá algún día, dentro de muchos años, bajó –según evoca Emilio Carballido– «con
48
esta raza llegue a ser suficientemente grande ferrocarrileros y obreros entrenados por él en
Celestino Gorostiza, La Malin- para darse cuenta de la pequeñez de nuestras el sistema Stanislavski»57, llevó a más de 6000
che, en Teatro mexicano del siglo flaquezas (...). Algún día ellos [nuestros hijos] personas a presenciar la representación en
XX, selección de Antonio Maga-
ña Esquivel, México, FCE, 1970, nos harán grandes a nosotros»52). apenas dos meses; que el de Álvaro Custodio
pp. 444-511. Llama la atención que Moctezuma sea de en el simbólico espacio de Teotihuacán (1961)
49 nuevo olvidado (o eludido) por los citados movilizó como nunca al público de la capital
Rodolfo Usigli, Corona de fuego, creadores, apareciendo sólo de forma secun- para ver un espectáculo fuera de la ciudad; y
en Corona de sombra. Corona
de fuego. Corona de luz, Méxi-
daria en el Cuauhtémoc de Salvador Novo, que el de José Solé en el Teatro del Bosque de
co, Porrúa, 1982, pp. 85-160. donde, por cierto, el personaje se configura Chapultepec (1982), con espectacular esceno-
(casi por contraposición al protagonista) des- grafía de Antonio López Mancera, provocó
50
Usigli, op. cit., p. 114. de tintes negativos: como un hombre odiado elogios de la crítica como el siguiente del dia-
por su propio pueblo y temeroso de unos rio El Nacional: «Moctezuma II entusiasma,
51
Véase Emilia Perassi, «El teatro españoles que considera dioses53. Cabe ad- hace vibrar, hace pensar en que los mexicanos
con tema prehispánico de Salva- vertir, sin embargo, que algunos años antes fuimos un día libres, soberanos y dueños del
dor Novo: una aproximación», en
Teatro e historia, op. cit., pp. 18-
de la composición de estas piezas, en 1953, el mundo»58.
206, en especial pp. 190-191. gran monarca azteca había llegado a la escena Ahora bien, este logro de Magaña que,
como protagonista absoluto (desde el mismo como se deduce de la crítica de El Nacional,
52
Gorostiza, op. cit., p. 511. título) de Moctezuma II, una obra de Sergio excede los límites de lo estrictamente artísti-
Magaña con la que dicho autor, muy vincula- co, sólo podía surgir del contexto ideológico,
53
Véase el imaginario diálogo en- do precisamente a Novo (quien le había dado cultural y teatral de los años 50, ya apuntado,
tre Moctezuma y Cuauhtémoc en a conocer con la representación, en el Palacio en el que el autor concibe la pieza: el de un
Novo, op. cit., pp. 259-262.
de Bellas Artes, de Los signos del zodíaco en amplio ámbito de reflexión en torno a la
54 identidad, muy determinado por el ensayo de
Cucuel, op. cit., p. 52. Octavio Paz; el de un mayor conocimiento
55 57
Sergio Magaña, «Autocrítica Carballido, prólogo a Ser- del pasado prehispánico y de sus fuentes; y el
de Moctezuma II», cit. en gio Magaña, Los enemigos,
ibid., p. 52.
del surgimiento de ese verdadero «teatro na-
México, Editores Mexicanos
Unidos, 1990, p. 23. cional» reivindicado por Gorostiza, universal
Moctezuma II: 56 precisamente por su forma de ahondar en la
Ausencia y presencia en el teatro Véase ibid., pp. 51-55. 58
mexicano El Nacional, 5-11-82, cit. en realidad mexicana, que surge a su vez, entre
BEATRIZ ARACIL VARÓN Cucuel, op. cit., p. 53. otros factores, gracias a una apropiación del

18
teatro europeo (iniciada especialmente, como refleja asimismo en el aprove-
se ha apuntado, por los Contemporáneos en chamiento funcional de otros
su primera época). elementos de la misma (co-
Es precisamente la última de estas ver- mo la presencia «trágica» de
tientes, la apropiación de la tradición euro- los enanos que comparten los
pea para un teatro nacional, la que explica sentimientos del monarca67 o
la elección del género trágico por parte de el tratamiento de algunos au-
Magaña: el propio autor definió Moctezuma gurios nefastos68).
II como la «primera tragedia mexicana»59, y Pero es posible descubrir
efectivamente la obra puede definirse como también en la pieza la huella
tal no tanto por los aspectos estructurales de otras fuentes significativas,
básicos (en especial el respeto a las unidades como los Cantares mexica-
clásicas, ya que la acción transcurre en el pala- nos69, que sirven al autor para
cio del rey azteca durante tres días concretos, enmarcar a su personaje en Puesta en escena de Moctezuma II bajo dirección de
coincidentes con los tres actos de la pieza, el esplendor y la belleza del André Moreau (1954).
inmediatamente anteriores a la llegada de mundo náhuatl, objetivo al
Cortés a Tenochtitlán) como por el conflicto que sirve especialmente una puesta en escena incluso desde el mismo prólogo,
dramático que presenta. cargada de simbolismo. Las acotaciones explí- en el que añade que en la obra
«no se pretende justificar, por su-
A propósito de su Corona de fuego, Ro- citas o implícitas recrean toda la sensualidad puesto, su indecisión y entrega»
dolfo Usigli expresó su creencia de que lo de ese mundo que ayuda a definir a Mocte- (id.) y lo contrapone de nuevo a
Cuauhtémoc cuando afirma: «la
que más podía acercarse «a la verdad y a la zuma: la escena inicial de la obra sitúa al es- debilidad de Moctezuma está
perduración de la tragedia griega es una tra- pectador ante la música «alegre» y el lujo del compensada, en el cuadro de la
gedia genérica mexicana o americana»60, pero espacio elegido para la representación, el patio época, por ventura para noso-
tros, con la valerosa decisión de
advirtió además que «para existir plenamente, del palacio, con un «gran monolito ornamen- Cuauhtémoc, héroe único, más
la tragedia debe representar la destrucción del tal» bien visible y un «pórtico de columnas» adecuado para el drama que
para la novela» (ibid., p. 12).
hombre en su eterna, fatal lucha con los dio- al fondo (p. 451); los personajes oyen los
ses»61. La definición habría servido sin duda pájaros y huelen el chocolate y las tortillas de 64
Carballido, op. cit., p. 22.
a la obra de Magaña, en la que Moctezuma, maíz en un jardín lleno de flores. Durante la
como proponía Octavio Paz, es abandonado primera aparición de Moctezuma, las esclavas 65
por los dioses, pero no sin combatir antes le presentan «agua perfumada», los enanos le Sergio Magaña, Moctezuma II,
en Teatro mexicano contemporá-
contra su destino; y es precisamente esta lucha ofrecen «jícaras preciosas de flores y frutas» neo: antología, Madrid, FCE /
inútil contra el mundo que le rodea, unida a y el monarca las toma «y aspira su perfume» Sociedad Estatal Quinto Cen-
tenario, 1991, p. 441 (texto
la propia caracterización de un personaje «de (pp. 466-467). Y toda esa sensualidad, esa completo en pp. 439-547). En
gran trazo y rica complejidad»62, la que da a belleza, se contrapone al mundo del invasor adelante se citará esta edición
de forma abreviada.
esta obra su valor universal. español cuya presencia no se hace física más
Para conseguir dicha caracterización, que a través asimismo de las sensaciones: el 66
nuestro autor echó mano de toda la docu- ruido de la ciudad agitada ante la llegada de Hernando Alvarado Tezozómoc,
Crónica mexicana, notas de Ma-
mentación histórica a su alcance63. Recuerda nuel Orozco, México, Leyenda,
Carballido que Magaña 1944, caps. CIII-CV, pp. 500-
514.
59 vez un curioso texto del mismo
...leyó todo lo que podía leerse (...). Se volvió un Magaña en Homenaje a Ser- autor, Moctezuma. El de la 67
gio Magaña, México, CITRU, silla de oro (México, Impren- Véase Cucuel, op. cit., p. 55.
erudito de lo prehispánico a un punto que me daba 1988, cit. en Cucuel, op. cit., ta Universitaria, 1945), que
vergüenza de mi ignorancia y se dedicó a descifrar p. 55. Monterde había concebido 68
como guión cinematográfico Me refiero, por ejemplo, a la
capítulos oscuros de Alvarado Tezozómoc64. 60 por encargo y que acabó con- desaparición de los mensajeros
Usigli en Notas a Corona de virtiéndose en una visión del que anuncian dichas calamida-
El propio Magaña habla en sus Notas fuego, op. cit., pp. 142-143. personaje en cinco «cuadros» des, tomada de Tezozómoc, op.
literarios. Para el estudio de cit., cap. CVII, p. 519; en cual-
previas al texto dramático de este intento 61 esta obra remito al artículo de quier caso, el necesario análisis
de acercarse «lo más a la historia»65 y hace Ibid., p. 139. Teodosio Fernández «El pasa- de este proceso de intertextuali-
do mexicano en la literatura dad excedería los límites de este
referencia explícita a la Crónica mexicana de 62 colonialista», incluido en este trabajo.
Tezozómoc, en especial al oscuro pasaje en el Carballido, op. cit., p. 23. mismo volumen, pero consi-
dero necesario, en cualquier 69
que Moctezuma, angustiado por un futuro in- 63 caso, destacar ahora cómo, Cf., como ejemplo, pp. 479 y
cierto, pretende suicidarse (el intento de llegar Entre ella, probablemente, la a pesar de su intento de recu- 537.
a la cueva de Huémac)66 que se convierte en biografía novelada del monar- peración del esplendor de ese
ca que había publicado con mundo perdido y de advertir
punto de partida («Prólogo») y, más tarde, en bastante éxito Francisco Mon- que el personaje «se ha en-
momento clave de la obra. En efecto, la Cró- terde: Moctezuma II, señor del focado aquí sin prejuicios», Moctezuma II:
Anáhuac (México, Imprenta Monterde reitera la acusación Ausencia y presencia en el teatro
nica de Alvarado Tezozómoc es base para un Universitaria, 1947 y Espasa- a la actitud pasiva de Mocte- mexicano
interesante proceso de intertextualidad que se Calpe Argentina, 1949); y tal zuma que venimos señalando, BEATRIZ ARACIL VARÓN

19
70 Cortés, la horrenda visión que provoca en «abandono de los dioses» acaba significando
Nótese cómo los mismos rasgos
de Cristo que, según Paz, lo Moctezuma y sus señores el «Cristo agónico así, en la obra, la soledad del hombre frente a
acercan al simbolismo trágico de ferozmente clavado en la madera, purulento su destino:
los indios, e incluso permiten la
identificación con él de la figura
de sangre y dolor»:
de Cuauhtémoc, aparecen en la [MOCTEZUMA:] El mundo está lleno de dioses
obra de Magaña totalmente aje- CULUACÁN: Mira esas manos estranguladas por (...); ¿dónde vivirán, cómo, si no es su sitio y lugar?
nos a la sensibilidad indígena.
los clavos, y la cara y las costillas llenas de sangre Y así nos avientan de un lado a otro como pequeñas
71 (...). cosas estupefactas... (...). Qué diligentes, implacables
Véanse pp. 536-538.
XOCHIMILCO: Está muerto... (Lentamente). Es... son para escoger el momento de nuestra mayor
72 horrible (p. 531)70; desgracia (...). El hombre debe abandonar un día lo
Rasgos que, por otro lado, están
siendo cuestionados a su vez en
que le fue prestado: los dioses no esperan... y pronto
fechas recientes por investiga- y, sobre todo, la imagen terrible y la hedion- llegan a recuperarlo (...). Hay demasiada oscuridad
dores como Antonio Aimi, para dez, todavía más evidente entre las perfuma- en torno a un hombre solo. Demasiado silencio (pp.
quien la «visión de los vencidos»
es en realidad una particular das flores del jardín, de esa hermosa mujer 534-535).
construcción histórica de la con- mixteca transformada por la viruela ante la
quista realizada a posteriori por
una oligarquía mexica hostil a cual exclama el señor de Culuacán: «Cortés es Moctezuma sucumbe porque es abandonado
Moctezuma (véase Antonio Ai- un dios que sabe también destruir la belleza, por los suyos, pero en el momento final, cuando
mi, La «vera» visione dei vinti: la
conquista del Messico nelle fonti
pudriéndola» (p. 533). Cortés pisa ya las calles de Tenochtitlán, el
azteche, Roma, Bulzoni, 2002). Moctezuma intenta enfrentarse a esa pre- héroe supera su «ofuscación desesperada» y
sencia que implica el fin de su mundo, pe- asume con dignidad su caída:
73
Domingo Adame, «Teatralidad ro sucumbe ante ella. La claudicación del
e historia en dos obras sobre la monarca (cuestión central, como se ha ido Ahora te toca a ti, Cortés... Tú ganas porque te acom-
conquista de México: Moctezu-
ma II de Sergio Magaña y La no- señalando, de la reflexión en torno a su fi- pañan la traición y los gritos... pero la fuerza de mi
che de Hernán Cortés de Vicente gura) obedece en este sentido a una lógica silencio ha de pasar el ruido de las cosas (...) ¡Más allá
Leñero», en Teatro e historia, op.
cit. (pp. 257-281), p. 267.
dramática impecable muy acorde con la psi- de todo esto, vendrá el nombre de Moctezuma a cho-
cología que Magaña atribuye a su personaje, car contra el oído de los bárbaros! (pp. 546-547).
74 una psicología de compleja construcción para
Fernando de Ita, «La tragedia
del príncipe azteca», introduc- la cual Magaña asume y, sobre todo, dota de La obra finaliza así con la plena reivindica-
ción a Moctezuma II, p. 436. un sentido (interpreta de una manera propia ción de un personaje alejado definitivamente
pero también deudora de la tradición cultural de la cobardía y sumisión que le atribuyen los
previa) las contradicciones que se atribuían cronistas72, capaz de aceptar su propio destino
a Moctezuma en las fuentes históricas: son y merecedor, por ello, del respeto del pueblo
precisamente esas contradicciones, propias mexicano.
de todo ser humano, las que definen el «ca- Advierte acertadamente Domingo Adame
rácter» (en el sentido aristotélico) del héroe: que, lejos de ser el que los cronistas describen,
Moctezuma es un guerrero valeroso, de gran y mucho menos el que fue, el Moctezuma de
autoridad, magnánimo, un ser racional que Magaña es el que «puede decir algo al lector
pretende reformar las bárbaras leyes aztecas, o espectador de nuestro tiempo y del porve-
pero es también un monarca orgulloso, capaz nir»73. En este sentido, recuerdo el prólogo a
de humillar a los suyos, que se deja llevar una edición de la obra publicada en 1991 en
incluso, en algún momento, por una violencia el que Fernando de Ita exclamaba a propósito
injustificada. de su protagonista: «si aún hay entre nosotros
Es a partir de esa complejidad psicológica hombres como Moctezuma II, no todo está
que descubrimos los motivos de una fracasada perdido»74; la entusiasta aserción de Ita pone
lucha con su propio mundo: si, por un lado, de relieve que, más allá de sus aciertos en la
su orgullo, su deseo de dominio, provoca el construcción dramática de una verdadera tra-
odio y abandono de una casta política que gedia mexicana (reivindicados, como hemos
se ve sometida al poder opresor, por otro, su visto, por él mismo), el mayor logro de Sergio
espíritu renovador, el hecho de ser un hom- Magaña fue precisamente la creación de un
bre que «está fuera de su tiempo» (p. 542), le Moctezuma del que los mexicanos pudieran
llevará a enfrentarse al poder religioso, depo- sentirse orgullosos, un Moctezuma que, libre
sitario de las antiguas leyes y portador de las de las cadenas de la «verdad» histórica, fuera
profecías nefastas en las que Moctezuma no asumido al fin, gracias a la verdad del hecho
cree, pero que acabarán por hacerle acariciar teatral, por la conciencia identitaria de un país
Moctezuma II: la idea del suicidio (la visita a Huémac)71. El que todavía busca su origen.
Ausencia y presencia en el teatro
mexicano
BEATRIZ ARACIL VARÓN

20
Miguel Ángel Auladell Pérez
Profesor Titular E.U. de literatu-
ra española de la Universidad de
Alicante. Su actividad docente e
investigadora se ha centrado prin-
cipalmente en el siglo XVII y en
la época Fin de Siglo. Ha formado
parte de varios proyectos de in-
vestigación, tanto de financiación
pública como privada. Ha parti-
cipado en congresos nacionales e

LOS ARAUCANOS COMO PERSONAJES internacionales de su especialidad


y ha publicado artículos sobre di-
versos escritores: Lucas Fernández,

LITERARIOS Antonio Liñán y Verdugo, Lope


de Vega, Ruiz de Alarcón, Vicente
García de la Huerta, José Zorri-
MIGUEL ÁNGEL AULADELL PÉREZ lla, Emilio Castelar, José Martí,
Rubén Darío, Azorín, José Ortega
y Gasset, Juan Gil-Albert, Miguel
Hernández, José Sanchis Sinisterra.
Es autor de la monografía titulada
La ʻGuía y avisos de forasteros
que vienen a la Corteʼ del Ldo.
Antonio Liñán y Verdugo en su con-
texto literario y editor del Ensayo
Uno de los aspectos más inéditos en el maneras, es de notar la existencia de otro tipo bio-bibliográfico de escritores de
Alicante y su provincia de Manuel
análisis del hecho literario es el de la creación de documentos que también aluden al episo- Rico García. Actualmente, dirige la
de personajes. Resulta un tanto oscuro y des- dio antedicho y que, en general, dan cuenta, edición digital de la obra de Lope
conocido el funcionamiento de los resortes más o menos fidedignamente, de los hechos de Vega en la Biblioteca Virtual
Cervantes.
que conforman ese ser misterioso que es el históricos que acontecieron en los primeros
personaje literario capaz de hacer remem- lustros de la conquista del territorio que ac-
brar al lector visiones de la realidad o de su tualmente ocupa Chile.
imaginación. Las enormes posibilidades de El episodio en cuestión se incardina en la 1
«De Caupolicán a Rubén Darío»,
acercamiento al estudio del personaje litera- sucesión de acontecimientos ocurridos hacia en Carmen Alemany y Eva Vale-
rio tienen un tratamiento singular cuando se mediados del siglo XVI en plena expansión de ro (coords.), Recuperaciones del
mundo precolombino y colonial.
aborda la traslación que la autoría individual las fundaciones españolas que dependientes América sin nombre, 5-6 (dic.
o colectiva ha realizado desde la mitología, la del virreinato del Perú se llevaban a cabo por 2004), pp. 12-21.
leyenda o la Historia. Alrededor de ello que- la región andina y que contó con enormes
2
remos andar y escogemos el pueblo araucano dificultades de sometimiento al llegar a la zo- Véase José Carlos Rovira, José
y a su héroe Caupolicán, aquél que «anduvo» na del río Bío Bío. Vivían tras esa verdadera Toribio Medina y su fundación li-
teraria y bibliográfica del mundo
tan cargado y que ha quedado configurado línea fronteriza unos pueblos caracterizados colonial americano, Santiago de
como un indudable personaje de peso, tanto por su gran fiereza. Fueron concretamente Chile, DIBAM/Centro de Inves-
tigaciones Diego Barros Arana,
en la historia de todo un pueblo hasta hoy los mapuches los que atacaron inmediata- 2002.
mismo, como en la rica tradición literaria a mente a los invasores europeos y destruyeron
la que ha dado lugar. De este asunto ya me la ciudad de Santiago, dando comienzo a las 3
Patricio Lerzundi, Arauco en el
ocupé en otro artículo1 que entiendo como llamadas como guerras de Arauco. El territo- teatro del Siglo de Oro, Valen-
complementario y, por tanto, juzgo necesario rio mapuche no ha llegado a ser integrado en cia, Albatros Hispanófila, 1996,
p. 10.
retomar algunas consideraciones y ampliar Chile hasta el mismo siglo XX y no sin pasar
algo de lo apuntado allí. por dolorosos capítulos que han hecho derra-
El soneto «Caupolicán» de Rubén Darío mar mucha sangre. Afirma Patricio Lerzundi
es, sin duda, uno de los textos literarios que que «Los araucanos –que fue el nombre que
más ha contribuido al conocimiento del héroe les dieron los españoles a los mapuches por
araucano en nuestra época. No obstante, me cuanto vivían en la región de Arauco–, eran
refería en ese artículo a la extensa relación los más belicosos de los grupos indígenas.
de obras que acogían a Caupolicán como Su lengua era el mapuche; desconocían [...] la
personaje destacado o incluso con carácter escritura [...] y su cultura distaba mucho de la
protagonista. alcanzada por sus vecinos incas». Entre ellos
Hay que reiterar aquí el hecho de que «existía la poligamia, generalmente se reunían
la historia de Caupolicán nos ha llegado a para tratar asuntos especiales, como la guerra,
partir de una relativamente extensa tradición bajo el control del toqui, o jefe supremo, que
textual detallada por el gran polígrafo José era elegido por una asamblea de grupos de Los araucanos como personajes
literarios
Toribio Medina2 y que tiene su comienzo en familia, o cahuines»3.
MIGUEL ÁNGEL AULADELL
La Araucana de Alonso de Ercilla. De todas PÉREZ

21
Con tales características los aguerridos en cinco las etapas de evolución del personaje
araucanos serían, tal vez, como ningunos de Caupolicán y sus correspondientes repre-
otros aborígenes del Nuevo Mundo, los que sentaciones5: 1ª) Unidad dual. Fuerza corporal
infligirían mayores bajas en las fuerzas de e inteligencia al servicio de su pueblo. Vence-
conquista y acabarían con grandes símbolos dor, famoso y en equidad de roles con Carlos
de los invasores. La tremenda rivalidad de V. 2ª) desintegración de su imagen. Unidad
que hicieron gala los contendientes aseguró dual de fuerza e inteligencia al servicio de sí
una pléyade de testimonios literarios que por mismo. Pérdidas bélicas, pérdida de prestigio
uno u otro motivo quisieron hacerse eco de y de fama. 3ª) Restablecimiento parcial de su
aquel acontecer histórico. Nombres como imagen a través de la elocuencia y sagacidad.
Lautaro, Caupolicán, Galbarino, Colo Colo 4ª) Desintegración total de su imagen en la
–por los mapuches–; y como Pedro de Val- persecución y apresamiento. 5ª) Recuperación
divia, Francisco de Villagra, García Hurtado de su integridad a través del bautizo6 y la
Portada de la Tercera Parte de La de Mendoza o el mismo Alonso de Ercilla muerte. Valiente, temido y digno, es ejecutado
Araucana de Ercilla (1589).
–por los españoles–, configuran un elenco de con el atributo cristiano del que carecía.
personajes que van a ser leídos y reconocidos Es tremendamente significativo que toda
en el sentido categórico que atribuye Roland re-escritura de la historia de Caupolicán recoge
Barthes a ese tipo de tradición literaria que en una, dos o más de estas etapas. Eso sí, en algu-
cada reescritura va transformando el motivo, nos casos se incluyen motivos nuevos que van
el tema, el mito. En resumen, un conjunto de enriqueciendo el tema; en otros son el tono o el
dramatis personae que son uña y carne de la recipiente genérico los que aportan una pecu-
re-creación a lo largo del tiempo y que, sobre liaridad sobresaliente y genuina a determinada
todo, tuvo durante el siglo XVII su mejor tras- obra. Rubén Darío llevó a cabo, según defendí
lación precisamente al género teatral. También en su momento, la síntesis de una de esas etapas
algunos lugares van a conformar la geografía de desarrollo del personaje plasmado por Erci-
de toda esa estela intertextual: Santiago, La lla, concretamente en el Canto II de la primera
Serena, Tucapel, Pilmaiquén, Cañete, el Fuer- parte de La Araucana (1569).
Araucanos (grabado).
te Purén. Por consiguiente, es preciso resaltar Todos los géneros se han rendido ante
una vez más cómo la creación artística, en Caupolicán. La importancia intrínseca del
esta ocasión la literatura, contribuye a edificar personaje y del hombre ha motivado la aten-
4 culturalmente un nuevo mundo, pero simul- ción al mismo en la correspondencia de sus
Alonso de Ercilla, La Araucana,
ed. Isaías Lerner, Madrid, Cáte- táneamente éste abastece de extraordinarios e rivales, los conquistadores españoles, y así te-
dra, 2002, p. 19. insólitos recursos el canon retórico del huma- nemos como uno de los primeros testimonios
5
nismo y posteriormente de otras estéticas que relativos al formidable guerrero las cartas de
Claudio Cifuentes Aldunate, van emergiendo en Europa. Pedro de Valdivia. Enseguida, han de señalar-
«Caupolicán: creación y re- Fue Alonso de Ercilla el que, a través se las crónicas que aparte de su carácter do-
creaciones de un mito», Noter
og kommentarer fra Romansk de La Araucana, permitió con su grandioso cumental encierran, en muchos de los casos,
Institut, Odense Universitet, 53 poema épico apreciar hasta qué punto queda- valiosos ejercicios estilísticos que adquieren
(1982), p. 64.
ban marcadas muchas de las posibilidades de una categoría literaria. Se trata de: Crónica y
6 recreación de los acontecimientos vividos. El relación copiosa y verdadera de los reinos de
Sobre los bautizos de caciques
puede verse Tzvetan Todorov,
motivo –como venimos comentando– de ma- Chile, de Jerónimo de Vivar; Historia de Chi-
La Conquista de América. El yor fortuna entre todos los devenidos de los le desde su descubrimiento hasta el año 1575,
problema del otro, México, Siglo episodios recreados es, sin duda, el que tiene de Alonso de Góngora Marmolejo; Crónica
XXI, 200112 (1ª ed. en francés:
1982), p. 183. como personaje central a Caupolicán. Isaías del reino de Chile, de Pedro Mariño de Lo-
Lerner afirma que: bera y Bartolomé de Escobar; Hechos de don
García Hurtado de Mendoza, cuarto marqués
Los elementos de la trama que componen la narra- de Cañete, de Cristóbal Suárez de Figueroa.
ción de la historia no son materia comprobable, pero Entre los textos de carácter literario destacan
las referencias geográficas y culturales de Chile y sus dos obras: la ya mencionada de Alonso de
habitantes, los hechos bélicos, fueron tenidos por Ercilla –La Araucana (1569)–, y Arauco do-
auténticos desde muy temprano y durante mucho mado (1596), de Pedro de Oña; estas obras
tiempo, puesto que las fuentes del propio Ercilla para siguen el patrón del género épico en práctica
los hechos en los que no participó personalmente no durante el Renacimiento y están directamente
nos son completamente conocidos4. relacionadas por cuanto la segunda es pieza
Los araucanos como personajes de encargo para tratar de corregir parte de
literarios
Claudio Cifuentes Aldunate en un ilustra- los extremos que, según algunos, contenía
MIGUEL ÁNGEL AULADELL
PÉREZ tivo artículo de enfoque semiótico llega a fijar el poema de Ercilla y también por razón de

22
que Arauco domado comienza su andadura a En nuestros días, todavía
partir de un momento recogido en la primera Caupolicán sigue re-escribiéndo-
de las tres partes de La Araucana. Ya en el se. Cuando el problema mapuche
siglo XVII, el tema de Caupolicán y todos los está aún lejos de quedar resuelto,
motivos que lleva anejos se constituye como pueden visitarse a través de in-
elección predilecta para el género dramático. ternet varios lugares en donde el
Y así tenemos: La bellígera española (1616) guerrero sigue irguiendo su «alta
de Ricardo del Turia; Algunas hazañas de las frente» porque siguen escribién-
muchas de don García Hurtado de Mendoza, dose poemas que tienen como
Marqués de Cañete (1622) de Luis de Bel- referente ese imaginario cultural
monte Bermúdez y colaboradores; Arauco que en la época de Fin de Siglo
domado (Parte XX, 1625) de Lope de Vega; contribuyó a universalizar el poe-
El gobernador prudente (1663), de Gaspar de ta de Nicaragua y de América.
Ávila; Los españoles en Chile (1665) de Fran- La cuestión que se plantea
cisco González de Bustos; y el auto sacra- aquí es la de acercarse a cómo to-
mental La Araucana (principios del s. XVII), da esta epopeya y mitología que
también de Lope de Vega. encierra un importante compo-
García Hurtado de Mendoza.
Otros textos literarios inspirados directa nente histórico ha gozado de una
o indirectamente por el tema de Arauco son adaptación literaria tan exitosa.
los siguientes: Quince romances anónimos La razón fundamental reside en la conversión 7
basados en La Araucana (1589-1593); Cuar- del personaje histórico en personaje literario. Robert Abirache, La crisis del
personaje en el teatro moder-
ta y Quinta parte de La Araucana, poema Además, ese personaje literario representa no, Madrid, Publicaciones de
épico de Diego de Santisteban de Osorio el tipo de protagonista trágico de raigambre la Asociación de Directores de
Escena de España (Serie: Teo-
(1598); Historia Tragicómica de don Enrique aristotélica. La traslación al Viejo Mundo ría y práctica del teatro, nº 8),
de Castro, novela de caballerías de Francisco de las hazañas emprendidas por los héroes 1994, p. 34.
de Loubayssin de la Marca (París, 1617); del Nuevo es casi obra de la geometría. Las
Las guerras de Chile, poema épico de Juan palabras de Robert Abirache cuando trata
de Mendoza Monteagudo; Purén indómito, de caracterizar la identidad y la función del
crónica rimada de Hernando Álvarez de To- personaje en su libro fundamental La crisis
ledo; El cautiverio feliz, memorias en verso de del personaje en el teatro moderno, resultan
Francisco Núñez de Pineda y Bascuñán; Res- que ni pintiparadas para lo que nos estamos
tauración de la Imperial y conversión de almas refiriendo:
infieles, novela de Fray Juan de Barrenechea y
Alvis (ca. 1693). En la tragedia, el nombre del personaje se toma
Una vez que, tras el paréntesis ilustrado y prestado a la historia o a la leyenda: casi siempre está
romántico, es recuperado el gusto por la mi- situado en la cumbre de la jerarquía social, heciendo
tología, la estética modernista posibilita que inútil e innecesaria de antemano cualquier cuestión
nuestro tema vuelva a re-escribirse. Y he aquí sobre el origen de su fortuna, sobre su vida doméstica
otra muestra recreadora del mito distinta de o sobre su relación con la sociedad. Pirro, Tamerlán,
la de Darío: el «Caupolicán» de José Santos Ricardo II, el Cid, Otelo, Jerjes, Prometeo, Edipo,
Chocano, primero de los sonetos incluidos Sertorio, son reyes o príncipes, héroes guerreros o
en el «Tríptico heroico» de Alma Améri- semidioses legendarios, figuras sagradas o forjadores
ca (1906). Asimismo, es imposible dejar de de la historia. Su nombre indica su condición e im-
mencionar alguna muestra posterior a Darío plícitamente nos informa sobre los acontecimientos
como mejor modo de corroborar el éxito del más notorios de su existencia; nos confía de golpe
motivo y la atención que le han dispensado su nacionalidad, su situación familiar y, a veces, la
creadores tan diversos. El caso más excelso pasión que les domina [...] Si se precisa su físico, es
es, sin duda, el de Pablo Neruda. Entre sus con una palabra muy general que señala edad, belle-
muchos escritos de preocupación directa por za, rasgo dominante [...] Cada uno es libre de soñar
el mundo indígena, destacan dos poemas el individuo que pueden ser, dentro de los límites
–«Toqui Caupolicán» (V) y «El empalado» impuestos por algunas afirmaciones que bastan para
(VII)– pertenecientes a la serie titulada «Los atestiguar su inserción en lo real7.
Libertadores», incluida en el Canto general
(1950). Además de todo lo relacionado, debe- Dejando a un lado la potencialidad de los
mos aludir también a la importante presencia personajes históricos españoles que muestran Los araucanos como personajes
literarios
del tema en otros ámbitos artísticos como la un singular atractivo por su simple pertenen-
MIGUEL ÁNGEL AULADELL
plástica o la música. cia al conjunto de los conquistadores, resulta PÉREZ

23
enormemente destacado el abanico de posibi- mapuches enfrentándose a los conquistadores
lidades retratísticas y figurales de los famosos españoles existe algo más permanente que la
rebeldes araucanos. En La Araucana, por propia peripecia narrada, existen unos nom-
ejemplo, según Isaías Lerner: bres concretos que van habitando las diversas
obras en las que se da cobijo a la historia de
El heroísmo [...] continúa manteniendo las dimen- los mapuches. Para calibrar en su justa medida
siones que exige el imaginario épico y se reparte el rendimiento que la creación de personajes
igualmente entre ambos campos, aunque algunos ha de presentar de cara al lector, téngase en
actos individuales permiten una caracterización mul- cuenta esta otra afirmación de Muñoz Molina
tidimensional, como en el caso de Tucapel y Rengo, cuando dice que:
Busto de Lautaro en la plaza de en los que la rivalidad proverbial servirá para dar
Cañete, provincia de Arauco. extraordinario brillo y suspenso de corte ariostesco Después de leer una novela lo primero que olvida-
al Canto final de la Segunda parte. En la derrota, el mos es el argumento. Lo segundo –al menos en mi
valor araucano adquiere dimensiones hiperbólicas y caso– es el estilo. Por lo que permanecen las novelas
la represión española multiplica desmesuradamente en nuestra memoria es por alguno de sus personajes.
la crueldad8. Nuestro oficio se parece al del rabino de Praga que
hizo un Golem, una figura de barro a la que le infun-
Asistimos aquí a una especie de impulso dió vida y movimiento trazando en su frente unas
colectivo, o unánime en sagaz expresión de palabras mágicas11.
Romains, como el experimentado por Va-
lle-Inclán cuando el narrador de personajes Caupolicán, elegido toqui por los arauca-
inconfundibles de sus primeras obras, expe- nos para encabezar el levantamiento contra
rimenta ese impulso en la visita que en 1916 los españoles, nos ha quedado caracterizado
realiza al frente durante la Gran Guerra en casi mágicamente. Por una parte, un coloso de
Pedro de Oña (grabado). Francia. Valle-Inclán, arquitecto de persona- fuerza descomunal que es capaz de devolver la
jes muy caracterizados en la primera parte de dignidad a su pueblo amenazado en su identi-
su producción, transforma su patrón al com- dad. Por otra, un ejemplo de valor y de vigor
8
poner su reportaje como corresponsal en La al cumplimentar o completar el sacrificio que
Ercilla, La Araucana, ed. cit., media noche. Visión estelar de un momento de supone una prueba física tan penosa como
p. 39. guerra (1917), en donde se queja de que la hu- cargar con un pesado tronco.
9 mana limitación que impide estar a la vez en La simbología del personaje que instituye
Darío Villanueva, «La recupera- varios lugares hace prácticamente imposible su naturaleza de héroe épico nacional nos
ción del personaje», en Marina
Mayoral (ed.), El personaje no- el relato de un hecho tan radicalmente colec- remite a una especie de salvador, en definitiva
velesco, Madrid, Cátedra/Minis- tivo como es una guerra moderna. Se declara un nuevo Cristo que puede concebirse como
terio de Cultura, 1990, p. 26.
fracasado de antemano y apunta como palia- redentor. En un reciente y documentadísimo
10 tivo el recoger las narraciones individuales de trabajo, Miguel Zugasti12 ha tratado de la
Antonio Muñoz Molina, «La in- cada uno de los soldados supervivientes. Esos presentación que las diversas versiones (tres
vención del personaje», en ibid.,
p. 89. «cientos de miles de relatos, expresión de otras autores del siglo XVI: Herrera, Vivar y Erci-
tantas visiones», se amalgamarán «para crear lla) nos han hecho de la hazaña del toqui con
11
Ibid., pp. 89-90. la visión colectiva, la visión de todo el pueblo el madero como algo real. Efectivamente,
que estuvo en la guerra y vio a la vez desde Zugasti afirma que «el certamen del tronco
12
«El toqui Caupolicán y la prueba
todos los parajes todos los sucesos»9. Esa fue real y, en su esencia, rigurosamente his-
del tronco a la luzde un nuevo misma actitud de don Ramón María pervive tórico, probablemente aplicación no ya tanto
texto. Entre etnohistoria y lite- tanto en Tirano Banderas como en El Ruedo del ingenio ocasional de un anciano cuanto
ratura», Colonial Latin America
Review, 15:1 (2006), pp. 3-28. Ibérico. Pero en nuestro caso conservamos de una práctica habitual entre los aborígenes
aún un protagonista individual en el que no araucanos»13. Para sustentar su tesis con ma-
13
Ibid., p. 14. advertimos la disgregación del héroe. Por el yor apoyo esgrime un nuevo texto, el de las
contrario, el relato que comienza Ercilla con- hazañas de Pedro Ordóñez de Ceballos con-
14
Ibid., p. 18.
figura unos personajes que devienen en mitos tadas por Bartolomé Jiménez Patón. Zugasti
al andarse el camino desde los hechos (Histo- lo presenta como un texto paralelo y anota
ria) hasta la palabra (Literatura). Y las prime- las semejanzas y diferencias con el relato de
ras palabras son los propios nombres de los Ercilla o el de Vivar. La coincidencia más
distintos caracteres. Antonio Muñoz Molina destacable es «el inequívoco triunfo de los
se muestra convencido de que la única cara de candidatos, que son aclamados por el resto;
Los araucanos como personajes un personaje literario es su nombre10. En la a saber: Caupolicán (o Teopolicán) para los
literarios
literaturización de los hechos históricos que araucanos y Capi (o Capite) para los tairo-
MIGUEL ÁNGEL AULADELL
PÉREZ protagonizan Caupolicán y los otros héroes nas»14. Estos últimos habitaban una zona

24
tan alejada de Chile como Urabá y Caribana transmite muy plásticamente el
(Caribe colombiano). Constata, pues, Zugasti fenomenal esfuerzo que realizaría
que: «A la luz de este nuevo texto [...] gana Caupolicán alcanzando su propio
entidad la idea de que, al menos entre los calvario.
indios taironas y los araucanos (tan distantes La condición que alcanza Cau-
unos de otros), existía el método del madero policán como personaje literario
como proceso selectivo de un jefe o cacique arrebatado a la historia, al igual
guerrero»15. El hecho de que por tratarse de que ocurre con los otros com-
un autor culto, Jiménez Patón conociera la ponentes del elenco que nutren
obra de Ercilla no resta, según Miguel Zugas- las obras que recogen el asunto,
ti, credibilidad a su relato: es equiparable a la que nos pre-
sentan los personajes novelescos,
En conclusión, la relectura de este pasaje sobre los los modernos héroes de la épica
taironas refuerza la tesis de que la prueba del tronco y también a la de las dramatis
descrita en La Araucana es auténtica; reflejo veraz, personae, puesto que no hay que
de tono etnográfico, de una práctica común entre los olvidar que fue en el teatro donde
indios araucanos, taironas y quizás otros de quienes la historia de los araucanos tuvo
no han sobrevivido noticias (y, allende las fronteras un mayor desarrollo.
americanas, de los turcos de Constantinopla, como Durante mucho tiempo se ha
bien lo testimonia Diego Galán). El que los antro- afrontado el estudio de los per- Valdivia, Villagrá y Alderete, según Ovalle.
pólogos no hayan detectado su uso en las tribus o sonajes con criterios tomados de
pueblos aborígenes en los tiempos modernos (siglos la psicología, la historia, la sociología o la
XIX-XXI), no invalida la vigencia de dicho proce- filosofía. Don Quijote, la Celestina, Don
dimiento en el siglo XVI, tal y como lo atestiguan Juan o Emma Bovary se han estudiado como 15
Id.
Vivar, Herrera, Ercilla y Ordóñez de Ceballos-Ji- casos psicológicos, símbolos de las posturas
ménez Patón16. del hombre ante la vida o productos de unas 16
Id.
circunstancias sociales determinadas. Más
Aunque sólo sea desde una perspectiva an- adelante se ha estudiado el personaje como
tropológica, es curioso también el paralelismo un elemento más de la estructura literaria de
que tiene en otros territorios americanos esa la obra: como una función o un actante. Pero
antigua tradición de los caciques mapuches la pregunta sigue estando presente: ¿Cómo se
de superar duras pruebas para «cargar» con construye un personaje? En el caso de un per-
el elevado cometido de acaudillar a su pueblo. sonaje que se basa en un referente histórico no
Concretamente, en México existe una fiesta en una creación totalmente ficcional por parte
honor de la Virgen de Guadalupe en la que se del autor literario, pero sí que existe el empleo
nos remite al período de la conquista por parte de unos recursos caracterizadores que son los
de Cortés que, por cierto, sale como figura en propios de la construcción general del perso-
paso procesional junto a una mascarada en la naje. Si como pensaba Pirandello, el drama es
que se dramatiza el enfrentamiento entre los la razón de ser del personaje, su función vital,
indígenas y los españoles. S.M. Eisenstein en necesaria para existir, en el caso de Caupolicán
su filme ¡Qué viva México! rodó toda una estaríamos principalmente ante un tipo de
estremecedora secuencia, en la que se recogen personaje-drama que como apuntaba Julián
dichos festejos y su culminación que sucede Marías, al tratar de Unamuno, consiste en ir
cuando todo el pueblo peregrina al templo que siendo, es decir, en hacer consustancial la peri-
ocupa lo alto de una antigua pirámide azteca o pecia del personaje con el propio relato.
tolteca. Van todos subiendo de rodillas dejando En Arauco domado, Lope de Vega nos pre-
un pasillo por el que caminan unos penitentes, senta una especie de Laurencia (la protagonista
que como una especie de crucificados intentan de Fuente Ovejuna) en la figura de la araucana
reproducir los sufrimientos de Cristo y llevan Fresia. Se trata de un personaje indomado. En
atadas a los hombros unas cruces hechas con Fresia, esposa de Caupolicán, Lope concentra
tallos rectos de cactus. Tardan varias horas en los momentos de mejor poesía dramática. El
alcanzar la cima. A lo largo del camino, diver- personaje femenino se va transformando a
sas mujeres les dan de beber y al fin, el director medida que la acción pasa de la victoria de
nos muestra un plano en el que se ve encima de Caupolicán a la derrota, de la derrota a la
la cúpula –a guisa de Calvario– a tres de estos tentación del compromiso, de la tentación del Los araucanos como personajes
literarios
esforzados disciplinantes. La iconografía de compromiso al vencimiento y a la destrucción.
MIGUEL ÁNGEL AULADELL
esta secuencia de la película de Eisenstein nos Es ese proceso el que transforma a Fresia PÉREZ

25
en personaje portador o perso- quistador de mujeres y puede por lo mismo
naje símbolo del tema central del llegar a ser un «lindo don Diego». Aun con
drama: la libertad. He aquí dos todas estas limitaciones, es posible encontrar
imágenes dramáticas de ese proce- ciertos ecos del Arauco domado de Lope,
so de metamorfosis simbólica del de Algunas hazañas de las muchas de Don
personaje: En la Segunda Jornada, García Hurtado de Mendoza, Marqués de
la noticia de la primera derrota de Cañete, obra dramática de Luis de Belmonte
los araucanos la trae Engol, hijo Bermúdez y otros, y por último de El Gober-
(todavía niño) de Caupolicán y nador prudente, de Gaspar de Ávila.
Fresia; y en la última, Caupolicán La historia de Caupolicán sigue viva hoy.
ha sido hecho prisionero y está No sólo contamos con los monumentos lite-
atado a un palo. La escena final rarios que le han convertido en un personaje
presenta dos apariencias. En la literario de gran recorrido cronológico y ge-
primera, Caupolicán, amarrado nérico, sino que existe por toda la geografía de
al madero, confiesa su conversión la Araucania y de Chile en general una conti-
al cristianismo. En la segunda, nuada representación iconográfica del héroe,
una estatua de Felipe II, a la que así como de otros compañeros de rebeldía, en
Pedro de Valdivia. rinden homenaje los que están especial Lautaro. Ellos y los conquistadores
encima del tablado, ocupa el lugar españoles con los que lucharon componen
de Caupolicán. Entre ellas resaltan las voces conjuntos escultóricos y recreaciones plásti-
de Fresia y de Engol jurando venganza. Es cas que contribuyen a mantener viva el alma
este anuncio de venganza, y no la apoteosis del pueblo mapuche. Aún hoy parece que se
de la efigie de Felipe II, la que domina y re-escriben nuestros personajes. Una noticia
cierra dramáticamente la tragedia del indio publicada en prensa hace pocos meses (El
vencido. Este mismo indio vencido aparecerá Mundo, domingo, 7 de enero de 2007) nos
en La Araucana ‘auto’ como figura de Cristo ofrecía el siguiente titular: «El español que
redentor. Afirma Francisco Ruiz Ramón que ‘robó el alma’ a un mapuche. Los indígenas
si a D. Marcelino Menéndez y Pelayo tal iden- chilenos culpan a un turista por el suicidio de
tificación le levantaba ampollas, a los lectores un miembro de su comunidad». La crónica
y espectadores actuales puede parecerles signi- del corresponsal comenzaba así: «El médico
ficativa y fascinante la asociación del personaje forense determinó que Germán Catrilaf se
Caupolicán con la figura de Cristo. quitó la vida, posiblemente a causa de una
Otro ejemplo significativo en la adap- depresión. Pero los indígenas mapuches del
tación de la materia histórica a la literatura sur de Chile tienen la certeza de que se ahorcó
dramática es Los españoles en Chile, la obra porque un turista español le robó el alma. ‘Los
más tardía sobre las guerras de Arauco. Patri- huincas (españoles, o por extensión, hombres
cio Lerzundi ha subrayado el hecho de que se blancos) no se conforman con habernos in-
hace prácticamente imposible determinar de vadido y despojado de nuestras tierras, aguas
dónde obtuvo el autor, Francisco González y bosques. Ahora quieren quitarnos la vida’,
de Bustos, el marco histórico para organizar sentenció Lautaro Catrilaf, hermano del di-
la trama de su comedia. En 1665, fecha de funto». La única guinda que añadiría a lo
edición de la pieza, había pasado más de un dicho es renombrar al fallecido: Caupolicán
siglo con relación a los acontecimientos histó- debiera ser para redondear la historia.
ricos que conforman el asunto. Se constata un Falta una novela histórica, género tan en
error cronológico, puesto que se pone a don boga actualmente, o una adaptación cinema-
Diego de Almagro, fallecido en 1538, junto a tográfica de fuste para nuestro asunto, motivo
don García Hurtado de Mendoza, llegado a y mito. Caupolicán y los otros personajes
Chile en 1557. Se deduce que el autor apro- araucanos y españoles pueden hoy interesar a
vechó crónicas, historias, obras dramáticas, un público amplio que anda rendido ante los
todo lo que sobre el tema de Arauco le pudo superhéroes del cómic o del cine de costosos
servir de alguna manera. Diego de Almagro, el efectos especiales. Habría que dar la necesaria
hombre histórico de carne y hueso le sirve en réplica a la reciente Apocalypto, última cinta
el sentido de que efectivamente fue el primer de Mel Gibson, polémica como casi todas las
conquistador de Chile; por otra parte, desde suyas, que recrea la decadencia del imperio
Los araucanos como personajes el punto de vista de protagonista literario, le maya y sus sangrientos rituales y que está
literarios
da la pauta para usarlo como símbolo del con- rodada en yucateco.
MIGUEL ÁNGEL AULADELL
PÉREZ

26
Trinidad Barrera

Catedrática de literatura hispano-


americana de la Universidad de
Sevilla. Su actividad crítica se ha
centrado en la narrativa y en la
poesía contemporánea. Ha sido
profesora visitante en universi-
dades europeas, latinoamericanas
y norteamericanas. En narrativa
es la autora de La estructura de

BARTOLOMÉ DE LAS CASAS EN EL


Abaddón el exterminador, De fan-
tasías y galanteos (Estudios sobre
Adolfo Bioy Casares) y de edicio-
nes de José Eustasio Rivera y Bioy

SIGLO XIX: FRAY SERVANDO TERESA Casares; en poesía ha trabajado


autores como Girondo o Baldo-
mero Fernández Moreno y con

DE MIER Y SIMÓN BOLÍVAR especial atención los movimientos


de vanguardia hispanoamericanos.
En literatura colonial, ha editado
TRINIDAD BARRERA los Naufragios de Cabeza de Va-
ca, la Primera parte del Parnaso
Antártico, de Diego Mexía, y la
Brevísima relación de la destruc-
ción de Indias, de Bartolomé de
las Casas, y estudiado, entre otros
a Colón, fray Gaspar de Carvajal
Pese a que en 1659 la Brevísima pasó a Brevísima se traduce al holandés, al francés, al y Bernardo de Balbuena. Es au-
engrosar la lista de libros prohibidos por la inglés, al latín, al italiano y al alemán2. tora también de La Letteratura
hispano-americana, Del Centro a
Inquisición, la huella del pensamiento lasca- Hay que sumar también que el enciclope- los Márgenes. Narrativa hispa-
siano se dejó sentir en un abultado número dismo francés va a servirse de este texto para noamericana del siglo XX y Las
vanguardias hispanoamericanas
de relaciones, cartas e historias de tema ame- atacar la política colonial española. Como (Síntesis, 2006).
ricano, no es cuestión de citar a todos los que ejemplo valen las voces de Raynal o Voltaire.
evidencian y proclaman que el «buen trato» La utilización europea protestante del texto
y la persuasión es el camino correcto y no lascasiano para combatir la política imperial 1
otro. En el siglo XVI los ejemplos van desde española es de sobra conocida y el texto del En 1565 el italiano Girolamo
Benzoni publica su Historia del
Cabeza de Vaca a Francisco de Carvajal, Pe- holandés Corneille de Pauw, Recherches phi- Nuevo Mundo y está conside-
dro Quiroga o Jerónimo Roldán. En el siglo losophiques sur les américains (1768) ha sido rado, junto a las Casas, como
otro instigador de la leyenda
siguiente su huella se ha detectado en impor- refutado ya desde el siglo XIX. negra por el cuadro relatado en
tantes escritores como el Inca Garcilaso de Ocurre que la polémica persiguió siempre sus páginas. En manos de los
protestantes esta obra se con-
la Vega, Huamán Poma de Ayala o Antonio a Bartolomé de las Casas. Su estela ha sido lar- vierte en una joya para atacar a
de la Calancha. En el siglo XIX, Simón Bo- ga y dilatada en el tiempo excediendo con mu- España y el libro conoce amplia
lívar, José Martí o Fray Servando Teresa de cho a su época, una estela que no se alimenta difusión a través de traducciones
europeas.
Mier son buenos ejemplos de la utilización sólo de leyenda negra pues su repercusión se
de Las Casas como bandera para sus ideales advierte tanto entre los religiosos como en la 2
La primera traducción holandesa
y objetivos, y su huella incluso llega hasta el literatura, de los Ensayos de Montaigne o Les es de 1578 y hasta 1664 se
presente en la doctrina de la «teología de la Incas de Marmontel a la novela dominica- sucedieron quince ediciones. La
primera inglesa es de 1583 y
liberación». na decimonónica más importante, Enriquillo hasta el siglo XIX se suceden
Si la reacción frente a la obra y la doctrina (1878-1882) del dominicano Manuel de Jesús cinco traducciones al inglés (Fray
de Las Casas en ambas orillas atlánticas tuvo Galván (1834-1910). De siglo en siglo su Servando Teresa de Mier publica
en Londres una edición en caste-
sus claroscuros al lado de entregas incondi- prédica fue manejada tanto por hombres de llano en 1812). La primera fran-
cionales, no ocurrió así en el resto de Europa, Iglesia como seglares, y tanto por políticos cesa es de 1579, la famosa tra-
ducción de Jacques de Miggrode
donde especialmente la Brevísima se va a con- como por literatos. publicada en Anvers (Tyrannies
vertir en el ojo del huracán, incrementado, a Las Casas ha sido y seguirá siendo un et cruantés des espagnols, per-
petrées ès Indes Occidentales,
partir de 1594, por los grabados de Théodore punto de referencia ineludible para el con- qu´on dit le Nouveau Monde), y
de Bry, ilustrador de las ediciones al alemán y tinente americano. Todos los que en algún hasta 1701 se suceden diez. La
al latín que, establecido en Frankfurt, nos legó momento optaron por la defensa de la liber- primera latina es de 1598 y se
publica en Frankfurt con los fa-
un obra en diez volúmenes titulada América tad han tenido en el dominico una bandera: mosos grabados –diecisiete– de
que ilustraba la Brevísima (y otras obras, entre Fray Servando Teresa de Mier lo utilizó Théodore de Bry y aún hay
dos versiones más en latín a lo
ellas la de Benzoni) y que intensificó aun más para su causa, Simón Bolívar en su Carta de
si cabe el tono crudelísimo del libro. La imagen Jamaica lo evoca como «aquel amigo de la
refuerza doblemente a la palabra y la leyenda humanidad, que con tanto fervor y firmeza, Bartolomé de las Casas en el siglo
negra comienza a extenderse por Europa1. denunció ante su gobierno y contemporá- XIX: Fray Servando Teresa de Mier
y Simón Bolívar
En pocos años desde la edición sevillana, la neos los actos más horrorosos de un frenesí TRINIDAD BARRERA

27
sanguinario»3 y José Martí en ble obispo Casas». Mier no sólo toma como
La edad de oro no pudo menos modelo la Brevísima lascasiana, obra que él
que rememorar el acto de escri- había editado en 1812, «con un prologuito…
bir del fraile, del apóstol de los que se ha de chupar los dedos» («Carta a Luis
indios. En los textos de los dos de Iturribaria», 14 de abril de 1812)6.
primeros, todos ellos escritos en Las referencias al dominico son continuas
el XIX, me voy a detener como en los escritos del mexicano. De este modo, ya
muestras de la utilización del en la Apología encontramos varias alusiones y
discurso ajeno en favor de una frases como ésta:
causa. Dejo para otra ocasión el
ejemplo martiano. Su célebre protector real, Fr. Bartolomé de Las Casas,
Cronológicamente será el pri- llegó a México al mismo tiempo [que Zumárraga], y
mero el mexicano Fray Servando habiendo visto el estrago que en todas partes hacía la
Teresa de Mier (1763-1827). Es herejía brutal de los conquistadores, hizo partir en
bien conocida la fantasía que ro- toda diligencia para Roma al prior de santo Domingo
deó su existencia4, una vida aza- en México, fray Bernardino de Minaya, a sacar una
rosa llena de cárceles y fugas, decisión dogmática7 .
Bartolomé de las Casas. Brevísima relación de la
destrucción de Indias. Facsímil primera edición. aventuras y correrías, dignas más
propiamente de un pícaro que de Ya sabemos que el papa Paulo III expidió
un fraile, que el cubano Reinaldo dos Breves. Pocas páginas más adelante dice:
largo del siglo XVII. La primera Arenas dejó inmortalizadas en su novela El
traducción italiana se publica en
Venecia en 1626 y también hay mundo alucinante. Podríamos decir sin miedo Aún más increíble todavía se me hace que el padre
dos más en el siglo XVII. que su ajetreada vida no nubló o desvió más de amartelado de los indios, fray Bartolomé de las
3
lo deseable su ideario político y muy especial- Casas, que en su defensa gastó su larga vida, guar-
Simón Bolívar, Discursos, procla- mente su clarividencia en los momentos que si- dase alto silencio sobre tal prodigio a favor de sus
mas y epistolario político, Ma- guieron a la independencia de su país, México. clientes, cuando en estos años escribió su apología
drid, Editora Nacional, 1981,
p. 149. O´Gorman5 opina que en buena medida dicha de los indios, de cuatrocientos pliegos sin márgenes,
fama la potenció el mismo Mier insistiendo en que echó el resto de su saber, sin omitir nada para
4 Cf. Christopher Domínguez
Michael, Vida de Fray Servando, una y otra vez en los aspectos más novelescos exaltarlos en ningún género, y que llenó el mundo
México, Era, 2004 y Alfonso de su vida. El comienzo de sus «males», primer de historias, memoriales, representaciones, tratados,
Reyes, «Fray Servando Teresa
de Mier» en Retratos reales e
destierro, fue originado por el famoso sermón relaciones y gritos8.
imaginarios, 1920, recogido en guadalupano, al que le llevó su desmedido
Antología general de Alfonso afán de notoriedad. Más tarde sus Memorias Indudablemente aquí no se refiere a la Bre-
Reyes, Madrid, Alianza, 1986,
pp. 153-163. redundan, si cabe, en su afán protagónico. Pese vísima sino a la Apologética historia sumaria,
a todo nadie duda en admitir su importancia desgajada de su Historia de las Indias. Mier se
5
Fray Servando Teresa de Mier, para el conocimiento del vuelco histórico que nos revela como un lector atento del conjunto
Ideario político, Caracas, Aya- significó la Independencia americana y su de la obra lascasiana. En otras ocasiones alude
cucho, 1978.
empeño sincero en ver consolidada esa nueva a él simplemente como Casas que
6 realidad, sin odiar a España. «Yo soy hijo de
Dicha edición será reeditada en españoles y no los aborrezco sino en cuanto fue el que en 1542 sacó las leyes para que se les pagase
Filadelfia en 1821.
opresores», dijo en más de una ocasión. su trabajo [se refiere lógicamente a los indios], y por
7 Uno de sus ídolos fue el padre Bartolomé la disputa solemnísima en que venció a Sepúlveda,
Fray Servando Teresa de Mier,
Apología, Roma, Bulzoni, 1998, de Las Casas, dominico como Mier. Su voca- abogado de la guerra y de la esclavitud, año 1550, se
p. 88. ción lascasiana no es arbitraria, ya que su vida les dio en México la libertad el año de 1554, poco an-
8
tuvo un sesgo muy similar a la del defensor de tes de la aparición de Nuestra Señora de Guadalupe
Ibid., p. 90. los indios: su empecinada carrera en pos de un al pastorcito de Tepeyácac9.
objetivo, su tenaz lucha sin desfallecimientos
9
Ibid., p. 103. hasta el final de sus días los hace semejantes. El tono que Mier emplea a lo largo de su
No nos extraña pues que Las Casas fuera Apología nos es conocido, puesto que es muy
para Mier un icono a seguir. De hecho, su similar al de Las Casas en sus argumentaciones
preocupación obsesiva por consolidar la in- y escritos. Así, la persuasión del receptor es lo
dependencia americana tiene el mismo sesgo primero y para ello acude a los recursos pro-
que la obsesión lascasiana por mejorar las porcionados por la retórica. La elocuencia es
condiciones de vida del indígena americano. común a ambos. Y es que el «gran pecado» del
Bartolomé de las Casas en el siglo El concepto historiográfico de Mier tiene fraile mexicano había sido argumentar (sermón
XIX: Fray Servando Teresa de Mier
y Simón Bolívar unos puntos de referencia declarados entre de 1794) que la Virgen de Guadalupe había te-
TRINIDAD BARRERA los que ocupa un lugar destacado «el venera- nido culto en México antes de la conquista, ya

28
que Santo Tomás, que era el mismo Quetzál- de algo muy serio que radicaba
coalt, ya había predicado el evangelio antes de en el empeño constante de los
la llegada de los españoles, luego la imagen de españoles en oprimir a los ame-
la virgen no estaba pintada en la manta del in- ricanos. Blanco abogaba porque
dio Juan Diego sino en la capa de Santo Tomás. no se produjera un rompimiento
Dicha opinión le valió el encarcelamiento y el de España con América para lo
destierro y el comienzo de una vida en pere- cual proponía una independencia
grinación por Europa: España, Francia, Italia, relativa. Mier, que vivía entonces
Inglaterra, Portugal, y más tarde la escritura en Londres, no lo ve así y desplie-
enfebrecida de sus «memorias». ga una artillería de argumentos.
En 1795 aparece en Cádiz dando comien- Blanco, que ya había respondido
zo a su destierro. En España estuvo por seis a la primera de las Cartas, le res-
años hasta que huyó a Francia, aunque años ponde también a esta segunda, y
después, en 1808, lo tenemos como capellán aunque dice no convencerle los
castrense del ejército español. Su etapa eu- argumentos del mexicano, admite
ropea termina en 1817 cuando regresa a los que la arbitrariedad y torpeza del Bartolomé de las Casas.
calabozos de la Inquisición en la ciudad de gobierno español estaba contri-
México. Fue en París donde Mier conoció a buyendo a los acontecimientos.
Henri Grégoire, líder jansenista, defensor de En la polémica con Blanco White (pensador
los esclavos africanos de Haití y que editó que se convertiría en el tiempo en su modelo)
una selección de la obra de Las Casas e invi- Mier pone en evidencia la tenacidad de su de-
tó al mexicano a hacer un prefacio. En 1811 fensa en pro de la independencia así como de
Mier fue a Cádiz, donde las Cortes tenían se- la libertad del pueblo americano para determi-
sión, y conoció a José de San Martín, Carlos nar su destino histórico, convencido de que el
de Alvear y otros próceres de la independen- atraso, la impericia, la ceguera y el despotismo
cia americana, pero fue en Londres donde se español los ponía en esa disyuntiva. El camino
comprometió por escrito con la causa inde- iniciado no tenía vuelta atrás.
pendentista y allí redactaría los textos de los Bartolomé de las Casas es, tanto en una
que me ocupo a continuación. carta como en otra, el paladín de sus argu-
Son dos los textos de Mier que nos intere- mentos del pasado. Si la primera de estas
san especialmente para ver la huella lascasiana. misivas terminaba aduciendo que Las Casas
Nos referimos a la Primera y Segunda carta había legado como testamento que Dios no Portada de la Historia general
de las Indias de Bartolomé de
de un americano (1811-1812) y a su Historia tardaría en castigar a España como ella lo las Casas.
de la revolución de la Nueva España (1813). había hecho con América, destruyéndola; en
La primera de estas cartas (1811) fue escrita la segunda dice:
en respuesta a un artículo de Blanco White, 10
publicada en El español, sobre la declaración No me aguardaba yo, caro Blanco, oir en boca de Ud. Fray Servando Teresa de Mier,
Cartas de un americano 1811-
de independencia venezolana que aquel consi- la cantilena de los conquistadores y encomenderos. 1812, México, SEP, 1987. Edi-
deraba error político de los americanos, y que Esas son las mismas razones con que su abogado ción de Manuel Calvillo.
Mier defiende argumentando los artículos 2 y Sepúlveda probaba que era lícito hacer guerra a los 11
3 de la Constitución de Cádiz sobre la sobe- americanos, y esclavizarlos bajo el yugo de la ilustra- O´Gorman en Teresa de Mier,
Ideario político, op. cit., p. 44.
ranía del pueblo, justificatoria de la decisión ción europea; las cuales no sólo destruyó con otras
de los caraqueños. Blanco White, afincado mejores el obispo de Chiapa ante la Junta célebre
en Londres, editó El español entre 1810 y de Valladolid en 1550, sino que ya antes desafiado a
1814, donde se dieron noticias del proceso probar con la experiencia lo mismo que Ud. niega,
independentista. Calvillo10 califica a Mier en en la provincia de Tuzulutlan, que entonces llamaban
esta primera carta como poseído por una «ira la Tierra de Guerra, la puso en el momento bajo la
americana reivindicatoria». La carta de 1811 obediencia del Evangelio y del emperador con sola la
fue su primer documento en pro de la inde- persuasión, y la condición de no entrar allí en cinco
pendencia, como lo fue también la segunda, años los ilustrados europeos. Por eso la llamó el
fechada el 16 de mayo de 1812, en respuesta emperador mismo Verapaz11.
de nuevo a Blanco, y cargada igualmente de
vehemencia y firmeza. Había argumentado Esta segunda carta iba acompañada de una
Mier que ni la independencia venezolana era serie de «Notas interesantes», entre las que se
fruto de unos cuantos conspiradores sino cuenta la 3ª, «Sobre la autoridad de Casas», Bartolomé de las Casas en el siglo
XIX: Fray Servando Teresa de Mier
opinión de la mayoría, ni lo que estaba ocu- pilar en el que se apoya para recordar que los y Simón Bolívar
rriendo podía calificarse de disturbios sino territorios americanos nunca habían sido co- TRINIDAD BARRERA

29
lonias, Mier recuerda que «la bula de magna que él basa en el pacto social que los
la donación de las Indias no es sino reyes españoles habían establecido con sus
condicional, esto es, si sus indígenas súbditos americanos poco después de la lle-
quisiesen sujetarse voluntariamente gada de los conquistadores. Se está refiriendo
a la Corona de Castilla»12. Con ante- lógicamente a las famosas Leyes de Indias
rioridad habían argumentado que que propulsó Las Casas, aunque el manejo
que Mier hace de ellas es bastante libre. El to-
nunca fueron, señor, las Américas españolas no y la admiración por Casas, como le llama
colonias en el sentido de la Europa moderna. en muchas ocasiones, es total:
Desde la reina católica doña Isabel fueron
inseparablemente incorporadas y unidas a su Horrorizado de lo que vio en su tránsito por Pa-
corona de Castilla, mandándose en las leyes namá, Nicaragua, etc., volvió a España; escribió en
de Indias borrar todo título, nombre e idea de Valencia en 1542 su Breve relación de la destrucción
conquista, declarándose los indios tan libres de las Indias y con ese tratado entonces necesarísimo,
y vasallos del rey como los castellanos y los como dice Remesal, conmovido el emperador le dio
criollos13 . audiencia en Barcelona.

Es evidente que sus argumentos Aunque las alusiones al obispo de Chiapas


Retrato de Simón Bolívar.
para el cuestionamiento sobre la legi- son varias a lo largo del libro XIV reserva para
timidad de la conquista vinieron de la el final su arenga a la figura del sevillano y,
12 mano de Las Casas, y Mier sabe que la forma como dice O’Gorman,
Teresa de Mier, Cartas de un más rentable de legitimar la independencia de
americano, op. cit., p. 144.
América es cuestionar la autoridad de España conmina a los pueblos de América a pagar la deuda
13 sobre el territorio americano. Los justos títu- de gratitud que han contraído con el padre las Casas.
Ibid., p. 72.
los de la corona española son derrocados en En su honor deberán erigir un monumento en torno
14 estos términos: «sabemos que su conquista fue a cuya estatua se concertarán los actos y se entonarán
Ibid., p. 69.
inicua, y su posesión es una continua y tirana los cánticos a la libertad. Será el hispanoamericano el
15 usurpación… la bula de la donación de las pueblo del apóstol Las Casas y bastará la protección
Ibid., p. 77. Indias es el mayor de los crímenes del español de su angélica sombra para que esas nuevas naciones
16 Borja»14. Toda la artillería verbal desplegada se hagan respetar de las demás, porque nadie podrá
Fray Servando Teresa de Mier, en las Cartas desemboca en su Historia de la persuadirse de que con este genio tutelar no sea un
Historia de la revolución de Nue-
va España, edición crítica de A. revolución de la Nueva España (1813), el texto pueblo virtuoso15.
Saint-Lu y M-C. Bénassy-Berling, político más importante del mexicano.
Paris, Publications de la Sorbon-
ne, 1990, p. 622-623.
Escrito también en Londres, tuvo un pro- Dice así Mier:
ceso de redacción difícil, cortado por varias
interrupciones. Los primeros siete libros fue- En fin, si exterminada ésta fuereis libres, la gratitud
ron redactados en 1811, y el último, el XIV, el exige, que el primer monumento erigido por manos
que nos interesa para el tema de este trabajo, libres sea al hombre celeste, que tanto pugnó por la
comienza a redactarlo en 1813. En él se hace libertad de los antiguos americanos contra los furores
una extensa y documentada defensa a favor de la conquista, a nuestro abogado infatigable, a nues-
de la independencia absoluta de América. tro verdadero apóstol, modelo acabado de la caridad
Es un compendio de todos los alegatos que evangélica y digno de estar sobre los altares por el
en el futuro van a manejarse para oponerse a voto del universo, menos de algunos españoles. Casas
España y justificar la independencia. Se repi- perseguido por ellos trescientos años, debe hallar un
ten ideas ya esbozadas en las Cartas, hasta el asilo entre sus hijos. Alrededor de su estatua formad
punto que algunos críticos lo consideran un vuestros pactos y entonad a la libertad vuestros cánti-
solo corpus, pero no ofrece duda de que tiene cos: ningún aroma más grato puede ofrecerse al genio
un cuerpo independiente en el conjunto del tutelar de las Américas, obispo del Cuzco y de Chia-
libro. Es un fuerte alegato sobre la defensa de pas para darnos en una i otra derecho a sus bendicio-
la libertad de los pueblos americanos respecto nes. Su sombra os hará respetar de todas las naciones,
a España, superando ya el debate sobre inde- y nadie podrá persuadirse que el pueblo de Casas no
pendencia absoluta o relativa que se daba en sea virtuoso… en viendo los extranjeros la estatua de
las Cartas y argumentando los fundamentos Casas conocerán que se hallan en un pueblo justo,
de la libertad de estos pueblos. Aparece en humano, dulce, caritativo y hospitalero…!Extranjero!
Bartolomé de las Casas en el siglo este libro una de sus ideas más interesantes, si amares la virtud, detente y venera. Este es Casas, el
XIX: Fray Servando Teresa de Mier
y Simón Bolívar la de una «carta Magna» americana, eje ideo- padre de los Indios16.
TRINIDAD BARRERA lógico de sus tesis independentistas, carta

30
Imposible una mayor adoración, aunque hemisferio de Colón. Barbaridades que
en honor a la verdad podamos afirmar que la presente edad ha rechazado como fa-
toda la Historia está plagada de alusiones al bulosas porque parecen superiores a la
apóstol indiano: las hemos rastreado en el libro perversidad humana y jamás serían creídas
V –donde plantea el controvertido debate de la por los críticos modernos, si constantes y
introducción de esclavos negros por petición repetidos documentos no testificasen estas
lascasiana–, en el libro VIII –donde corrobora infaustas verdades. El filantrópico obispo
las cifras de población dada por las Casas–, en de Chiapas, el apóstol de la América, Las
el libro X –en alusión al tema del requerimien- Casas, ha dejado a la posteridad una breve
to–, al inicio del libro XI y al final del libro relación de ellas, extractadas de las suma-
XII donde exclama: «¡Ah, si yo tuviera todas rias que siguieron en Sevilla a los con-
las gazetas del Gobierno de México… con só- quistadores, con el testimonio de cuantas
lo extractarlas presentaría al lector la segunda personas respetables había entonces en
Retrato de fray Servando Teresa de Mier.
parte de la Breve relación de la destrucción de el Nuevo Mundo, y con los procesos
las Indias por el santo obispo Casas», pero es mismos que los tiranos hicieron entre sí,
en el libro XIV donde su presencia es constante como consta por los más sublimes historiadores de 17
Sobre el impacto de Mier en su
llegando en algunos momentos a dar pequeñas aquel tiempo .19
época cf. Roberto Breña, «Pen-
biografías del obispo insertas en el libro17. Toda samiento político e ideología de
la emancipación americana» en
esta admiración no termina en Fray Servando Las similitudes entre la obra de Fray Ser- www.colmex.mx/centros/cei;
pues el eco llegó hasta Bolívar. vando y el texto clave del Libertador tienen Rafael Diego Fernández, «In-
Siempre se ha dicho que el ejemplo más un nexo que es el obispo sevillano, aunque fluencia y evolución del pensa-
miento político de Fray Servan-
notable del influjo de la Historia de Mier en sólo reconozca su deuda en una sola y breve do Teresa de Mier» en Historia
el pensamiento político de la emancipación ocasión. Al denunciar la barbarie de la con- Mexicana, XLVIII: 1 (1998); Pen-
samiento político de la eman-
se advierte en la «Carta de Jamaica», escrita quista española Bolívar remite a la Brevísima cipación, edición de José Luis
el 6 de septiembre de 1815. En esta célebre relación, al igual que al referirse al comporta- Romero, Caracas, Ayacucho,
1977; Eduardo San José Váz-
carta el Libertador enlaza su pensamiento con miento inhumano de los conquistadores con quez, «Evolución e importancia
Mier y con Las Casas. La carta de Jamaica los jefes indígenas. Dichas crueldades apare- del pensamiento histórico de
(«Contestación de un americano meridional cen en sus momentos de exilio, de reveses, de fray Servando Teresa de Mier»,
Cuadernos de Estudios del siglo
a un caballero de esta isla») es uno de los sufrimientos, de manera tal que la barbarie XVIII, 15 (2005), pp. 209-232.
primeros y grandes documentos analíticos, española del pasado prefigura las imágenes
18
escrita en trágicas condiciones de destierro y obsesivas del presente, pero Guerra era apellido de Fray
en unos momentos tristes para él porque la Servando cuyo nombre completo
rezaba José Servando de Santa
independencia americana parecía perdida para Bolívar no se detiene, como lo hacía Mier, con ar- Teresa de Mier, Noriega y Gue-
siempre. Su redentorismo mesiánico se en- gumentos lascasianos, a demostrar jurídicamente la rra, Buentello e Iglesias.
contraba oscurecido y sin perspectivas, de ahí injusticia intrínseca de las guerras contra los indios.
19
esta profunda reflexión acerca del porvenir de Lo que toma únicamente en consideración es la causa Bolívar, op.cit., p. 149.
la América hispana. La idea clave de la carta de los criollos tiranizados, como dice imitando a
20
es la unión confederativa entre repúblicas Mier, por la cruel madrastra española20. Historia de la revolución, op.cit.,
hispanoamericanas. p. C.
Fechada en Kingston el 6 de septiembre de Podríamos concluir afirmando que el pa-
1815 podemos afirmar que establece un diá- dre Las Casas va a recuperar un protagonismo
logo con el pensamiento de Fray Servando, al absoluto en los momentos independentistas,
que alude textualmente cuando dice: «el em- su esforzada lucha, sus ideas, sus pleitos a la
perador Carlos V formó un pacto con los des- corona española, sus logros en pro del pueblo
cubridores, conquistadores y pobladores de americano, etc., son reinterpretados por el
América, que, como dice Guerra, es nuestro fraile mexicano como un referente inequívoco
contrato social»18. En realidad la publicación de pruebas a favor de los derechos amerindios
londinense de la Historia de la Revolución hasta el punto que, muchos años después,
de Nueva España, antiguamente Anáhuac, Fray Servando, en su Idea de la constitución,
aparece firmada por José Guerra nombre que persiste en declarar la santidad, sabiduría, va-
ocultaba al famoso Fray Servando. lor y entereza del obispo de Chiapas así como
Bolívar recuerda igualmente a Las Casas la contribución a los que Mier denominó la
con las siguientes palabras: «magna carta» de los americanos, es decir, su
«verdadera constitución» llegando incluso a
Tres siglos ha dice V., que empezaron las barbari- considerarlo «el santo patrono de la insurgen- Bartolomé de las Casas en el siglo
XIX: Fray Servando Teresa de Mier
dades que los españoles cometieron en el grande cia mexicana». y Simón Bolívar
TRINIDAD BARRERA

31
Beatriz Barrera
Doctora en Filología Hispánica
por la Universidad de Sevilla.
Investigadora contratada del Pro-
yecto de Excelencia «Herencia
cultural de España en América»,
de la Universidad de Sevilla, don-
de impartió asignaturas del área
de Literatura Hispanoamericana
desde 2001 hasta 2005. Antes de
dedicarse a la literatura colonial ha
estudiado poesía contemporánea
(es autora de los libros Jaime Sa-
bines, una poética entre el cuerpo
EL BUEN SALVAJE DE CABALLERO
y la palabra, 2004, y Las lecturas
del poeta, 2005) y ha realizado
trabajos interdisciplinares, sobre
CALDERÓN Y LA TRASCENDENCIA
el periodo de la Independencia,
en el Departamento de Historia
Contemporánea de la Escuela de
LITERARIA DE PÍCAROS Y
Estudios Hispanoamericanos de
Sevilla (CSIC). En la actualidad
es Profesora Ayudante en la Uni-
CABALLEROS EN HISPANOAMÉRICA
versidad de Sevilla.
BEATRIZ BARRERA

ALGUNAS CONSIDERACIONES SO- de libertad. Tal vez la razón fundamental del


BRE LAS FIGURAS HISTÓRICAS DEL parentesco entre ellos radique en un contexto
PÍCARO Y EL CABALLERO Y SU RE- social muy próximo: ambos sobreviven en un
CREACIÓN LITERARIA DESDE LA entorno urbano (la ciudad como hábitat es un
COLONIA AL SIGLO XX dato importante) y en condiciones desfavo-
recedoras; ambos se estiman a sí mismos más
Las palabras «pícaro» y «caballero», dichas que a sus amos y ninguno de ellos se conforma
juntas y en el contexto americano, nos trasla- con su estado. Tanto la comedia romana en la
Pseudolus. Máscara latina.
dan irremisiblemente al periodo colonial. que se inscribe el criado poco de fiar como la
Aunque entendemos que pícaros y caballeros novela picaresca coinciden en ser, cada una
como tales se extinguieron con su tiempo, en su tiempo, géneros burgueses. Lo bufo y
1 entendemos también que el imaginario co- lo satírico, así como el carácter anti-idealista
La perspectiva que aquí se ofrece
es parcial, siendo su objetivo
lectivo, la literatura y el pensamiento político también permitirían otro paralelismo, no de-
dibujar un marco somero a nues- han venido considerando, no siempre con masiado fino pero sugerente.
tra propuesta y plantear unas complacencia, a estos personajes históricos Cuando se produce la caída de Roma, la
claves concretas de lectura para
la novela El buen salvaje de Ca- como elementos fundacionales de la identidad crisis de la ciudad y su consiguiente despo-
ballero Calderón. americana, como arquetipos y a veces como blación acarrearían la desaparición de modos
2 estigmas, cuya herencia pervive bajo los nom- de vida concretos y también de determinadas
Si tenemos presente que tanto bres a lo largo de los siglos y hasta hoy1. manifestaciones literarias: el medio rural no
Plauto como Terencio experi-
mentaron en sus personas la
permite el desarrollo de pséudolos ni puede
servidumbre en esclavitud, tal Antecedentes hasta el siglo XVI propiciar la aparición del pícaro.
vez los esclavos de sus comedias Recordemos que fue sin embargo en el
cobren para nosotros como lec-
tores una dimensión auténtica, Si quisiéramos rastrear los orígenes del mundo feudal del Medievo donde se originó
representativa, más allá de su pícaro como personaje en la tradición clásica la otra figura que nos interesa: el caballero,
obvia función cómica.
tendríamos un resultado satisfactorio. Entre siendo un guerrero de a caballo (por opo-
los tipos habituales de la comedia nueva ate- sición al hombre de a pie), poderoso, no
niense encontramos al «esclavo despabilado» necesariamente muy rico pero valiente y
que pasaría a la fabula palliata y luego a la fa- dispuesto a defender a su gente, un modelo
bula togata romanas, conociendo su mayor di- de virilidad –de virtus–, referente moral de
fusión en la época republicana, con Terencio y religiosidad cristiana. Era la representación
especialmente con Plauto, creador del paradig- de la autoridad, que estaba fundamentada
mático Pseudolus2. Vemos la afinidad de este en su sangre noble, la cual garantizaba la
personaje con el pícaro en un mismo carácter calidad de su comportamiento y por ende su
El buen salvaje de Caballero
Calderón y la trascendencia individualista y descreído, en una misma amo- función social paternal, función que vendrá a
literaria de pícaros y caballeros en
hispanoamérica
ralidad y desvergüenza, en su ingenio y maña, ser cuestionada precisamente con la aparición
BEATRIZ BARRERA en su afán de medro y su imperiosa necesidad del pícaro, huérfano vocacional. La figura del

32
caballero medieval entrará en crisis cuando el urbanos en crecimiento marca el
desarrollo de los burgos desplace a los centros carácter picaresco, no sólo como
rurales como espacios de poder y la defensa espacio de ganancia y anonimato,
de las ciudades no sea ya tarea de señores sino sobre todo como foco del
particulares. Siguiendo el mismo proceso de ocio voluntario y vicioso3. Es
modernización, el nuevo modelo de estado interesante recordar al respecto
recurre las más de las veces a la contratación que el modo de vida picaresco
de profesionales en los conflictos armados. El atrajo no solamente a gente pobre
caballero guerrero, al hacerse caballero cor- sino que se contagió en no pocas
tesano renuncia al monopolio de la guerra y ocasiones a hijos de familias sin
recurre a la unión de las armas con las letras, necesidades e incluso nobles que
adaptándose así a los tiempos. vislumbraron su atractivo y sus
El pícaro como tal es producto de la posibilidades4. Hay de hecho una Pintura de la representación de una comedia latina.
Edad Moderna y concretamente el tipo que asociación entre picaresca y en- Pompeya.
nos interesa viene de la evolución del «mal torno estudiantil5, que podríamos
siervo»: es un criado en realidad, o un criado considerar una actualización de la goliárdica 3
Para una caracterización contex-
potencial, sometido a nuevas circunstancias medieval, si se quiere. tualizada del pícaro remitimos
urbanas y presiones económicas, y su elabo- al exhaustivo estudio de José
Antonio Maravall La literatura
ración literaria nace como respuesta a esa ex- También en el Nuevo Mundo picaresca desde la historia social
cesiva y excluyente autoridad heroica que se (siglos XVI-XVII), Madrid, Taurus,
1986, el cual hemos tomado
empeña en mantener el hidalgo años después Desde el siglo XVI la empresa colonial, como referencia principal para
de las batallas de sus antepasados, cerrado el no sólo americana, proporcionaría campo elaborar esta exposición.
tiempo de las gestas y cuando el pacto social para nuevas conquistas y negocios, volviendo
4
de servicio a cambio de amparo y protección relativos los valores del pasado ante la pujanza Ibid., p. 460.
ya no tiene validez. El criado (como persona de los modernos logros. El Nuevo Mundo
5
criada en la casa donde sirve) deja de tener ofrecía una oportunidad inestimable a los Ibid., pp. 405-406.
sentido y pasa a ser un asalariado sin vínculos emprendedores y aparecía como horizonte
personales con el señor. Desde el Renaci- último para medrar, un verbo que pocas
miento las figuras del caballero y el pícaro veces tuvo un significado tan intenso como
conforman una unidad de sentido, funcionan entonces. El pícaro transatlántico sería, en
complementariamente. principio, un candidato a medrar. Este es el
La idea medieval de que la pobreza es perfil que ha trascendido, además, por encima
designio divino entra en crisis y recibe con- de otras caracterizaciones superficiales que
testación: teniendo como horizontes sola- equiparan pícaro a vagabundo, ladrón, etc.,
mente el desempeño de un oficio o la ingrata según rasgos que, aunque le afectan, no lo
servidumbre, comprende el criado-pícaro que definen de forma específica. Si la Europa del
trabajando duro no ascenderá socialmente y, XVI estaba llena de nuevos ricos, no digamos
como se considera inteligente, astuto e in- Ultramar con sus doradas promesas.
dustrioso, pretende con su habilidad, que no El dinero se hace importante cuando se
con su trabajo manual siempre injustamente generaliza su uso, permite la acumulación de
remunerado, llevar la vida de placeres que la riqueza, su transporte, y otorga a quien lo
aprecia en los ricos, con quienes comparte posee la capacidad de decidir en qué gastarlo:
gustos: buen vino, buenas viandas (que no gracias al dinero los hombres de cualquier
yerbas ni tubérculos), buenas ropas y con- extracción adquieren honra y poder. Es una
sideración, quiere ser un ocioso distinguido. obsesión, también literaria, que se desarrolla
Para ello espera su momento para dar el golpe imaginativamente durante el Barroco, y aun-
que lo saque de la pobreza y lo incluya por fin que por lo general produjo tópicos negativos,
en el futuro. Es un personaje en alerta per- supuso una ocasión interesantísima de libertad
manente y de condición precaria, que, entre personal para muchos, como supieron ver tan-
tanto llega esa formidable oportunidad está to pícaros como caballeros. El desplazamiento
dispuesto, siempre de manera provisional, transoceánico propicia una reescritura de los
a pasar hambre y realizar actividades más o orígenes, de las raíces y de la cuna, lo cual uni-
menos ilícitas para sobrevivir sin someterse do a la oportunidad de ganancia supone una
a nadie. También a desplazarse cuantas veces verdadera remoción de los fundamentos de la
El buen salvaje de Caballero
sea necesario, hasta convertirse esta movi- sociedad española tradicional. Se habría dado Calderón y la trascendencia
literaria de pícaros y caballeros en
lidad geográfica en un rasgo característico en América una «hidalguización general», hispanoamérica
del personaje. La atracción por los centros fundamentalmente a través del lenguaje, como BEATRIZ BARRERA

33
apunta Ángel Rosenblat cuan- Este personaje menos complaciente con
do se refiere al empleo genera- la realidad más acomodada no aparece en
lizado del «don» como forma el teatro de la época, pero irá construyendo
de tratamiento de los que pa- en la Hispanoamérica virreinal un perfil que
saban a Indias6. Una ostenta- tomará cuerpo en la narrativa hasta conso-
ción excesiva podía delatar al lidarse con la aparición de la novela. Suelen
indiano: el tamaño de su casa citarse como antecedentes o primeras mani-
y caudal de avituallamiento, festaciones del género picaresco en América
la exhibición de su numerosa El Carnero de Juan Rodríguez Freire (1636,
familia y corte personal en 1ª edición en Bogotá 1850), Los infortunios
público, el empleo constante de Alfonso Ramírez (1690) del novohispano
del carruaje... todo aquel signo Carlos de Sigüenza y Góngora y El lazarillo
Grabado portada del Amadís de Gaula. Juan Antonio de
Nicolini. 1533. Biblioteca Nacional de Madrid. que en la península tenía un de ciegos caminantes (Concolorcorvo, Carrió
valor social se amplificaba. de la Vandera, 1773). Esto en cuanto a pro-
En la configuración de la ducción autóctona, porque hay constancia
6 sociedad colonial, la institución de la enco- del éxito de novelas españolas de esta temática
Ángel Rosenblat, Los conquis- mienda para premiar o incentivar a los con- que se comercializaban en América y que
tadores y su lengua, Caracas,
Universidad Central de Vene- quistadores había favorecido las relaciones contribuyeron igualmente a la cristalización
zuela, 1977, p. 63, cit. en Ra- feudales en detrimento de las nuevas estructu- del mito8.
món Ordaz, El pícaro en la
literatura iberoamericana, Méxi- ras burguesas y mercantiles, de modo que to-
co, UNAM, 2000, p. 55. Una davía durante los siglos XVII y XVIII (recor- En el proceso de la independencia americana
práctica no exclusivamente ultra-
marina, por cierto: recordemos
demos que la conquista del norte de México
que las Cortes de Valladolid se prolongó hasta muy tarde demorando este Los procesos de emancipación suponen un
de 1537 piden ya castigo para hecho la abolición completa de los privilegios giro importante en el uso de la iconografía, las
quien se haga llamar de «don»
sin ser licenciado ni doctor por lo para conquistadores y colonos) muchas de necesidades políticas cambian y la propagan-
menos (José María Maravall, op. las circunstancias que habían dado lugar a la da, literaria o no, precisa de imágenes rotun-
cit., p. 535).
picaresca peninsular dos siglos antes se repro- das, de emblemas reconocibles y referentes
7 dujeron de manera simultánea y superpuesta bien polarizados: en México y otros lugares
José María Maravall, op. cit.,
pp. 194 y ss.; 205.
a otras formas literarias y de propaganda, tea- la prensa republicana difunde grabados del
trales sobre todo, que legitimaban los poderes águila triunfante (americana) sobre el león
8 establecidos en la colonia. (borbónico) humillado, por ejemplo. Los
Para referirnos a un corpus
fundacional de la picaresca en En estas manifestaciones culturales el ca- retratos heroicos de los protagonistas de la
América, hemos seguido prin- ballero era el modelo masculino de prestigio independencia son publicados en periódicos
cipalmente a María Casas de
Faunce, La novela picaresca la- por excelencia, máximo exponente de civiliza- y hojas volantes, cuelgan de las paredes de los
tinoamericana, Madrid, Cupsa, ción, sus cualidades morales y religiosas eran edificios públicos: afrancesados y romanos,
1977.
destacadas, así como su valor, su honradez y el sable y los laureles no les faltan. Cualquier
su fidelidad al rey. La riqueza se presentaba rastro de hispanidad queda abolido y el tipo
como adorno de los personajes o como pre- del caballero tardobarroco cae definitiva-
mio a su virtud, siempre dentro de un impres- mente en desuso, por español y por añejo. El
cindible decoro. Junto al caballero en el teatro ciudadano útil es el nuevo hombre ejemplar, y
de los Siglos de Oro surgía un tipo que su- sus rasgos más valorados son la racionalidad y
plantaba el lugar social del pícaro: se trata del la capacidad productiva.
«gracioso», en cuya presencia podríamos ver Al declive del modelo caballeresco con-
una eufemización del mal criado, tentado por tribuye su tratamiento paródico. Porque la
el mundo y por su propio interés pero final- ideología liberal no va a rescatar al pícaro
mente fiel al señor y capaz de remordimiento, como imagen de disidencia respecto del Anti-
integrado por lo tanto en la sociedad vigente. guo Régimen, sino que lo hará portador de la
Para el sirviente-pícaro, en cambio, como herencia nefasta dejada por España, confun-
acierta Maravall, «el salario es la medida de la diendo su imagen con la de su antiguo amo el
obligación», y el precio de los servicios lo fija hidalgo o con proyecciones clericales. Todos
para sí mismo el propio pícaro, lo que le per- los españoles, independientemente de su esta-
mite «una nueva autonomía y la capacidad de do, rango o género, serán pícaros, pues.
calcular el precio de su servicio y compensarlo No hay discusión en torno a que El Pe-
con una reducción (personal) de obligaciones riquillo Sarniento (1816) del mexicano José
El buen salvaje de Caballero
Calderón y la trascendencia al considerarlo escaso»7; queda por tanto al Joaquín Fernández de Lizardi sea la primera
literaria de pícaros y caballeros en
hispanoamérica margen del pacto social y no conoce la culpa: novela hispanoamericana, ni cabe duda sobre
BEATRIZ BARRERA es un inquietante elemento desintegrador. su categoría picaresca, claro que habría sido

34
justo llamarla «picaresca ilustrada»9. El autor española a pesar del desprecio de los grandes 10
Trata este asunto Cecilia Noriega
se aficionó al género y, según el gusto de la cacaos y otros criollos hacia su parda persona Elio, «Hacia una alegoría criolla.
época, no desaprovechó la ocasión de hacer por haber nacido mulato e hijo natural, y se El modelo de sociedad de Fer-
nández de Lizardi», en Álvaro
patria: La Quijotita y su prima (1818-1819 la presenta en todo momento como venezo- Matute (ed.), Estudios de Historia
primera edición incompleta, luego completa lano, pero con los atributos de un caballero Moderna y Contemporánea de
en 1931-1932) y Vida y hechos del famoso ca- español y orgulloso de la vinculación con la México (México, UNAM, Institu-
to de Investigaciones Históricas),
ballero Don Catrín de la Fachenda (1832) no madre patria. También son para él hidalgos 7 (1979), pp. 11-42.
serían desde esta óptica sino parodias del mito valerosos (bandoleros para los republicanos)
11
de hidalguía, obras de celebración de la expul- los caballeros cristianos que emprenderán La iconografía republicana, co-
sión de los españoles y burla enconada de su una ofensiva de reconquista desde los Güires, mo decíamos, degradó al hidal-
go español, recogiendo toda la
centro de autoridad. El despotismo ilustrado las montañas locales que se confunden con dignidad para el criollo patriota
que impregnó la época romántica en América las de Asturias cuando de ellas surge la reen- de las élites: se burlan de Díaz
fue la mejor excusa para sostener los intereses carnación venezolana de Don Pelayo, porque sus enemigos porque Fernando
VII lo ha nombrado caballero de
criollos más inconfesables desde una íntima estos hombres, como nuevos cruzados, tienen la Orden de Isabel la Católica.
aversión, más bien auténtico terror, a una de- encomendada la santa restauración del orden Los textos a los que aludimos:
José Domingo Díaz, Cartas im-
mocracia que juzgaban impracticable10. interrumpido y la reincorporación de Vene- presas entre diciembre de 1826
Las corrientes oficiales de opinión de las zuela a la sociedad de naciones civilizadas y y febrero de 1828, Archivo Ge-
neral de Indias, Ultramar, 438 y
nuevas repúblicas orientaron en este sentido las «dulces costumbres de nuestros siglos», a 441; Archivo General de Indias,
la mayor parte de la producción escrita de la felicidad pública neogranadina12. Santo Domingo, 2430. Recuer-
la época, pero es interesante para nosotros Vemos que, si bien en las expresiones pa- dos de la rebelión de Caracas,
las memorias de Díaz editadas
conocer también los registros del bando de- trióticas americanas se extinguen los modelos en Madrid en 1831, sigue sien-
rrotado, puesto que van a tener continuidad españoles de prestigio, en el pensamiento con- do un libro maldito en Venezuela
en el siglo XXI por sus opiniones
igualmente. Nos gustaría referir un caso como servador decimonónico la imagen del caballe- antibolivarianas.
muestra. En la Gran Colombia entre 1826 y ro sí pervive como depositaria de autoridad,
12
1829 circularon unos preocupantes panfletos de credibilidad y de respeto, mientras que los Sobre el imaginario de Díaz: J.
contra Simón Bolívar en los que el médico últimos rayos de la Ilustración deslumbran a Raúl Navarro García y Beatriz
caraqueño José Domingo Díaz (1772-1834) un pícaro que se confunde con vagos y ma- Barrera Parrilla, «Con la pólvora
en el tintero: propaganda y con-
denunciaba desde la Intendencia de Puerto leantes, acaparando la zona marginal y más trainsurgencia en la Venezuela
Rico la Leal las miserias del Libertador, refi- enferma de la sociedad, pudiendo coincidir republicana. El ejemplo de José
Domingo Díaz», en J. Raúl Na-
riéndose a él como el soberbio mantuano, un ésta con las nuevas instituciones políticas, varro García (coord.), Insurgen-
Lucifer caído, que queriendo imitar al nefasto presentadas como ilegítimas y espejo de co- cia y Republicanismo, Sevilla,
Escuela de Estudios Hispanoame-
Napoleón se transforma en Gran Bárbaro o rrupción y desorden moral13. ricanos (CSIC), 2006, pp. 105-
Gran Turco, se hace nómada, roba, miente Esta polarización de las identidades que 132; y Beatriz Barrera Parrilla
y mata, abandona la religión y se burla de hemos señalado, efectiva durante la prime- y J. Raúl Navarro García, «La
Edad de Oro como proyecto de
los piadosos, disimula en todo momento sus ra mitad del siglo XIX, supone en realidad patria y el modelo caballeresco
verdaderas intenciones, rompiendo cualquier cambios más bien superficiales en cuanto a en los panfletos del polemista Jo-
sé Domingo Díaz (1826-1828)»,
consenso social, y todo por medrar y ocupar contenidos simbólicos, atañe únicamente a los en ibid., pp. 133-152.
un lugar que no es el que le corresponde: el referentes. Porque el principio de autoridad
13
del monarca Fernando VII. Bolívar aparece y prestigio durante el romanticismo lo sigue Para una caracterización del
en su retrato rodeado de secuaces y ladrones, ostentando un arquetipo que mantiene los pensamiento conservador his-
de pícaros como él, claro que solamente un rasgos más característicos del caballero tra- panoamericano del siglo XIX,
remitimos al volumen de José
caballero limpio de corazón (el propio Díaz) dicional bajo su apariencia moderna: nobleza Luis Romero y Luis Alberto Ro-
es capaz de identificarlo bajo su apariencia de de intenciones, protección de los débiles y de mero, Pensamiento conserva-
dor (1815-1898), Caracas,
primer ciudadano y desenmascararlo11. las damas, caridad con los pobres (entendida Ayacucho, 1978, que recoge
Dice el intendente de Puerto Rico que los como consideración para con los socialmente documentos con testimonios so-
bre pensamiento conservador
súbditos venezolanos deben estar agradecidos inferiores, o expresiones similares), habilida- procedentes de fuentes liberales
a la corona y a la administración colonial por des sociales y políticas, elegancia de carácter, también.
sus «trescientos años de cuidados paternales», fuerza moral; o lo que es lo mismo: el ar-
ya que la amistad española fue lo que los sacó quetipo del caballero (independientemente
«del estado salvaje» y los «condujo a la alta de su ideología) como emblema de la civili-
civilización» ahora perdida por culpa de unos
bastardos desarraigados y oportunistas, que en
lugar de respetar el pasado noble de sus ape- 9 género picaresco. El medio
llidos traicionan a su sangre. El autor de estos Creemos que el hecho de que editorial periodístico pudo
El buen salvaje de Caballero
textos fue, además de literato y dramaturgo, se publicara por entregas po- también hacer más visibles Calderón y la trascendencia
dría subrayar en esta obra la los valores propagandísticos, literaria de pícaros y caballeros en
un brillante médico (introdujo la vacuna en importancia de la peripecia o didácticos (ilustrativos) del hispanoamérica
Venezuela) favorecido por la administración como elemento constitutivo del texto. BEATRIZ BARRERA

35
zación frente a la barbarie14. ahora personajes literarios, no sabemos si del pasado
Claro que la vinculación con o del presente15.
el pasado hispánico no consta
cuando hablan los insurgen- En el fin de siglo
tes, el ciudadano ejemplar es
producto del progreso y de A finales del XIX encontramos la disputa
la bondad congénita de los sobre qué papel debe tener la herencia española
americanos finos. A partir en la cultura y en la educación americanas. En
Dibujo acuareleado de una escena urbana. Claudio
Linati, 1828. de la independencia y con la Colombia concretamente, y también en otros
adopción de la leyenda negra países, en las últimas décadas del siglo, liberales
14 por parte de los republicanos, cobró también y conservadores siguen doctrinas diferentes: en
Esto considerando la novedad
de la importancia de la pro-
nuevo impulso ese mito edénico tan en boga el seno de los primeros la línea es, como hasta
ductividad del sujeto, un factor en la época que desde Rousseau se conoce el momento, americanista y en los últimos se da
añadido por el pensamiento como «el buen salvaje» o el «hombre natural», un movimiento hispanista que trata de incluir
ilustrado, siempre atento a la
economía. Véase el interesante al cual hará alusión el escritor colombiano el proceso de independencia dentro del legado
volumen de José Carlos Chia- Eduardo Caballero Calderón en el título de español, desacreditándolo como proceso de
ramonte (comp.), Pensamiento
de la Ilustración. Economía y su novela (neopicaresca) de 1965, un tema al ruptura. Para Miguel Antonio Caro (político,
sociedad iberoamericanas en el que volveremos. filólogo, ensayista, 1843-1909), por ejemplo,
siglo XVIII, Caracas, Ayacucho,
1979.
También novelas de inspiración picares- los agentes de la emancipación republicana
ca en el XIX consideradas por el canon de son autores de grandes gestas, pero porque son
15 Casas de Faunce serían las de Antonio José los dignos continuadores de aquellos hidalgos
Ordaz, op. cit.
de Irisarri, desde Centroamérica: El cristiano que en su momento trajeron la civilización y
16 errante (Guatemala, 1846-1847) y su His- la religión y fundaron los cimientos de las hoy
La imagen de los españoles co-
mo paladines de la religión ca- toria del perínclito Epaminondas del Cauca naciones de América: «el elemento ibérico»
tólica es tal vez el lugar común (1863). debe ser reconocido y valorado. Desde esta
más sostenido a lo largo de los
siglos y que mejor ha servido
Por otra parte, nuestro contemporáneo perspectiva las guerras de independencia no
para conservar la adhesión de Ramón Ordaz, en su caracterización del píca- fueron sino guerras civiles o incluso de castas,
los hispanoamericanos a la idea ro en la literatura iberoamericana, contempla y es interesante notar que Miguel Antonio Ca-
de España como madre patria,
todavía funcional en cierto ima- el ascenso de los caudillos como un proceso ro asume y continúa el punto de vista de José
ginario colectivo. que estimula la picaresca y nos recuerda su Domingo Díaz (no solamente en este asunto,
17 juicio al de José Domingo Díaz sobre su por algo ambos son conservadores), mucho
Trabajamos este asunto en odiado Simón Bolívar y el séquito que lo más extendido de lo que a los americanistas
Beatriz Barrera, «Caballería y
edad de oro en José Martí»,
acompaña. Concreta Ordaz la sustitución del liberales les hubiera gustado, si bien en ningún
Páginas Centrales (Revista digi- imaginario de las cortes caballerescas por la momento cuestiona la validez modernizadora
tal. Barcelona), disponible en: siguiente proyección degradada: de la independencia y sus resultados positivos,
http://www.lacentral.com/wlc.
html?wlc=14&seleccion=28. ya que el proceso histórico está para entonces
«El Supremo» doctor Gaspar Rodríguez Francia totalmente consolidado16.
(1766-1840) en Paraguay; Rafael Carrera (1814-1865) Muy poco después, entre los modernistas,
y Manuel Estrada Cabrera (1857-1924) en Guate- José Martí y Rubén Darío incorporarán abier-
mala; Antonio Guzmán Blanco (1829-1899) y Juan tamente la herencia literaria hispánica a su
Vicente Gómez (1857-1935) en Venezuela; Mariano obra sin renunciar al cosmopolitismo, dando
Mergarejo (1818-1871) en Bolivia; Juan Manuel Ro- continuidad al mito caballeresco, mejor sería
sas (1793-1877) en Argentina; sin duda todos ellos decir quijotesco, y advertirán de la necesidad
figuras políticas relevantes del siglo XIX –imperio de comunidad cultural y de sentido frente a
de los caudillos bárbaros los llama Arciniegas–, alre- la potencia anglosajona de Estados Unidos17.
dedor de cuyos tinglados palaciegos una cohorte de En el fin de siglo modernista la bohemia
vividores, rufianes, gorrones, hominicacos, marrulle- hispanoamericana escapa a la representación
ros, zánganos, pícaros en fin, medraban y ascendían picaresca. Parece ser que la opción martiana
en el silencio de turbias complicidades. El día menos y su elección por parte de Darío marcaron un
pensado uno de esos oscuros personajes pasaba a camino que excluía necesariamente compor-
reinar en alguna de nuestras repúblicas. Sus hazañas, tamientos mezquinos o canallas (el pecado o
lindantes a veces con lo inverosímil, serán poco más la culpa tenían su dignidad pero no el vulgar
tarde, entrado el siglo XX, tema y argumento de delito contra la propiedad que se asocia a la
obras fundamentales de la narrativa latinoamericana. picaresca). El bohemio atormentado o indo-
El buen salvaje de Caballero
Calderón y la trascendencia Realidad, historia, leyenda se cruzan indistintamente lente, que hacía alarde de su marginalidad
literaria de pícaros y caballeros en
hispanoamérica en la ficción novelesca contemporánea. Reconcilia- y spleen, resultaba lo contrario del pícaro,
BEATRIZ BARRERA dos los límites entre la historia y novela histórica, son personaje activo y vital por definición que no

36
puede permitirse enfermedades morales y que Hay una corriente van-
disimula su exclusión social. guardista en esta época que
La canción del oro barroca es diferente hereda el enfrentamiento de
unos siglos más tarde. Entre tanto se sentía castas decimonónico y recoge
la influencia del positivismo, tan preocupado con energía la tensión entre
por dilucidar los perfiles genéticos y psicoló- americanistas e hispanistas:
gicos del hombre americano, y que generaría el indigenismo, y pensamos
inquietudes vigentes durante la centuria pos- especialmente en el indigenis-
terior. mo peruano, aunque no sólo.
La recuperación del esplendor Dibujo acuareleado. Claudio Linati, 1828.
Desde el 1900 socialista de la antigüedad an-
dina se convierte en ocasiones
El descubrimiento que revela las tierras ignoradas en el centro de un programa artístico y políti- 18
José Enrique Rodó, Ariel. Moti-
necesita completarse con el esfuerzo viril que las co que advierte de las carencias de los alegres vos de Proteo, Caracas, Ayacu-
sojuzga. Y ningún otro espectáculo puede imaginarse discursos pro-mestizaje y otorga carácter cho, 1976, p. 5.
más propio para cautivar a un tiempo el interés del revolucionario a una serie de expectativas de
19
pensador y el entusiasmo del artista, que el que igualdad social nunca satisfechas, provocando Para una mirada panorámica
presenta una generación humana que marcha al en- de paso una reacción entre los actuales crio- sobre este asunto, véase el ca-
pítulo «5.4. Perú, vanguardia e
cuentro del futuro, vibrante con la impaciencia de la llos, que de ninguna manera están dispuestos indigenismo» de la monografía
acción, alta la frente, en la sonrisa un altanero desdén a renunciar a su función dominante y civili- de Trinidad Barrera Las van-
guardias hispanoamericanas,
del desengaño, colmada el alma por dulces y remotos zadora en la construcción de la modernidad Madrid, Síntesis, 2006, pp.
mirajes que derraman en ella misteriosos estímulos, nacional. De algún modo la escena de este 101-105. Para una visión deta-
como las visiones de Cipango y El Dorado en las debate es un regreso a los parámetros del pa- llada y completa sobre las aristas
del indigenismo peruano y sus
crónicas heroicas de los conquistadores18. sado histórico: el marxismo indigenista cree opositores: Francisco José López
enfrentarse, en la propuesta de regeneración Alfonso, «Hablo, señores, de
la libertad para todos» (López
El arielismo sirvió de cauce, desde el 1900, del indio por parte de los hispanistas, a un Albújar y el indigenismo en el
tanto a la corriente hispanista a la que nos feudalismo secular allí donde los otros sienten Perú), Alicante, Universidad de
Alicante, Cuadernos de América
hemos referido hace un momento como a una la responsabilidad de ejercer un necesario des- sin nombre, núm. 17, 2006.
sensibilidad de apertura al porvenir, y preparó potismo ilustrado. En cuanto al asunto que
de algún modo el camino a los discursos sobre nos interesa, esto se traduce por una parte en 20
Tendríamos que considerar ade-
el mestizaje latino que fueron desarrollándose un abandono de los modelos culturales hispá- más su antecedente Juan Morei-
inmediatamente después (los de Eurindia, nicos por parte de la vanguardia indigenista, ra (folletín gauchesco de 1879-
1880), de Eduardo Gutiérrez,
1924, del argentino Ricardo Rojas, y La raza que busca referentes precolombinos o bien que suscitó una serie de obras
cósmica, 1925, del mexicano Vasconcelos, pe- toma del costeño o del hacendado la imagen no sólo literarias en torno al
personaje.
ro también los de Arturo Uslar Pietri, Alejo de lo ajeno, y por otra parte una reactivación
Carpentier y Miguel Ángel Asturias), mesti- por parte de los hispanistas de sus valores más
zajes culturales mejor que biológicos, bien- tradicionales: renuevan su fe religiosa y res-
intencionados o acomodaticios, donde nece- tauran para sí mismos como marca de clase y
sariamente encontramos aquel «componente autoridad la imagen del caballero que veíamos
ibérico» (vinculado todavía, no siempre de para el romanticismo ilustrado19.
forma consciente, a la fidelidad a la cosmovi- Todo esto no quiere decir que el siglo XX
sión católica y al quijotismo), mestizajes que no haya dado personajes pícaros; quiere decir
se ofrecieron en un principio como solución solamente que la picaresca se cultiva desde
de identidad y unidad hispanoamericana para otros lugares de enunciación que no son los
resistencia a los oscuros fantasmas coloniales canónicos. En este siglo, de hecho, florecen
y al poder calibán del norte. neopicarescas por doquier: tenemos las obras
En la década de los 20 el camino de la del argentino Roberto J. Payró: El casamiento
bohemia lo encontraremos prolongado por de Laucha (1906) y las Divertidas aventuras
la vanguardia urbana, cuyas salidas de tono del nieto de Juan Moreira (1910)20, donde el
se movieron siempre dentro de un marco tratamiento picaresco se relaciona ya con el
dandy y exhibicionista. Tampoco la honradez ascenso político, retomando gérmenes que
provinciana de los posmodernistas con sus estaban ya en la producción decimonónica y
posibles desviaciones trataría de deshacer la proyectándolos en una imagen con gran acep-
hermosa construcción de ese sujeto digno tación y desarrollo durante el siglo XX, más
El buen salvaje de Caballero
que es el artista elegante en cuerpo y alma. El si cabe durante su segunda mitad. Igualmente Calderón y la trascendencia
literaria de pícaros y caballeros en
pícaro permanece ausente de estas estéticas, obra de Payró, Chamijo (1930) es la segunda hispanoamérica
no habita el mismo universo. parte de Falso Inca (1905). Francisco Tosta BEATRIZ BARRERA

37
García es el autor de la posible- Mi tío Atahualpa, del brasileño Paulo de
mente primera novela picaresca Carvalho Neto21.
venezolana: Memorias de un vivi- En España también se publicaron novelas
dor (1913), que vuelve a tratar el neopicarescas en esos años, ambientadas en
tema de la carrera política como la época como las Nuevas andanzas y des-
ejercicio de mero enriquecimien- venturas de Lazarillo de Tormes de Camilo
to fácil. Se dan también parodias, José Cela (1963) y Oro y hambre (1999), de
como Suetonio Pimienta. Me- Fernando Fernán Gómez, y apuntaremos
morias de un Diplomático de la también el éxito teatral del monólogo de Ra-
República de Zanahoria (1924), fael Álvarez «El Brujo» en los 90 que tenía
de Gustavo Adolfo Navarro (Bo- como protagonista al Lazarillo. Sin embargo
livia). O narraciones en clave de creemos que la coincidencia es sólo aparente
novela histórica como El Laza- y que en el caso peninsular estamos ante un
rillo en América (SF), de José homenaje, un ejercicio cultista y hasta didác-
N. Lasso de la Vega (panameño, tico de recuperación patrimonial, mientras
1903-1957), que está ambientado que la producción americana responde a una
en la época de Alfonso XIII: el inquietud diferente.
Lazarillo va a Madrid y de allí Tal vez esa diferencia provenga de un fe-
pasa a América, donde su espacio nómeno más antiguo que recoge Ordaz en su
de acción es la corrupción polí- trabajo, y que ya hemos mencionado:
Portada de El casamiento de Laucha, de Roberto J. tica, medio preferido para tratar
Payró.
de enriquecerse y regresar a la pe- La función de la máscara en el pícaro hispano expresa
nínsula. En la misma línea habría una cruda denuncia que empezaba por poner en
21 que incluir Don Pablos en América (1932, tres entredicho la naturaleza de la sociedad estamentaria
Véase Mario M. González, «Por
los nuevos caminos de la pica-
relatos breves ligados por un tema común), y ridiculizar al máximo los conceptos de la honra y
resca: Mi tío Atahualpa», en del venezolano Enrique Bernardo Núñez. de la limpieza de sangre. […] Ignominiosa era la con-
Antonio Vilanova (ed.), Actas Recordemos La vida inútil de Pito Pérez dición de judío, como afrentosa la insuperable mala
del X Congreso de la Asocia-
ción Internacional de Hispanistas (1938), del mexicano José Rubén Romero y estrella de haber nacido pobre o desclasado y, por
(1989), Barcelona, PPU, 1992, de su compatriota Leopoldo Zamora Plowes lo mismo, sin honra. No son éstas las circunstancias
disponible en http://cvc.cervan-
tes.es/obref/aih/pdf/10/aih_ Quince uñas y Casanova, aventureros. Nove- del pícaro que evoluciona en Latinoamérica. […] Su
10_3_074.pdf. la histórica picaresca (1945). hidalguización comienza al pisar el Nuevo Mundo.
22
¿Es la picaresca un género vivo o se trata […] El pícaro que nace en el patio latinoamericano
Ordaz, op. cit., pp. 130-132. de un anacronismo que permanece como lógico que también acude a los afeites y antifaces,
un residuo rancio del pasado colonial para pero será bajo los perfiles de una modernidad que
consumo del gran público, sin grandes ambi- le facilita el instrumento, le acredita y legitima el
ciones literarias? El nacimiento de la picaresca ascenso enmascarado. […] Tenemos, por otra parte,
respondió a unas circunstancias históricas que la condición de antihéroe que prevalece en el pí-
pero entendemos que su cultivo a lo largo de caro hispano, no lo es tanto para el latinoamericano.
los siglos se ha ido adaptando a las peculiari- Mientras las más de las veces el pícaro de tradición
dades de cada momento, y si el pícaro no se ha española fracasa, nuestro pícaro asciende, se aristo-
esfumado de la escritura en español tiene sus cratiza, triunfa entre los laberintos de las armas, la
motivos y corresponde tratar de dilucidarlos. burocracia y el poder […], aunque nazca sin honra,
a paso de gigante se la fabrica, como ingeniaron su
Después de 1950 gloria y su abolengo en la larga noche colonial los
descendientes de los conquistadores. Las linajudas
Siguiendo una vez más el criterio de Ca- generaciones de nuestros pícaros literarios se mues-
sas de Faunce, en la segunda mitad del siglo tran con las trazas del héroe22.
encontraríamos como narraciones en clave
picaresca Tata Lobo (1952), del mexicano Aunque nos parece que la mirada de
Ermilo Abreu Gómez; Oficio de vivir (1958) Ordaz es demasiado complaciente y polí-
del uruguayo Manuel de Castro y de su com- ticamente correcta en su consideración de
patriota Ildefonso Pereda Valdés, Aventuras la sociedad americana decimonónica como
de Perico Majada (1962). No menciona Casas más abierta y menos clasista que la española,
Travesuras y picardías de Nicolasón de las Sie- creemos que en lo fundamental su trabajo
El buen salvaje de Caballero
Calderón y la trascendencia rras Nevadas (1972), del venezolano Tomás acierta de lleno: el pícaro en América tiene
literaria de pícaros y caballeros en
hispanoamérica Francisco Carreño. El mismo año se edita en la oportunidad de inventarse un linaje y a
BEATRIZ BARRERA México en español (antes que en portugués) todos conviene no cuestionarlo. Además, el

38
aparato político independiente y sus nuevos Eugène Rastignac, y pensamos además en el
agentes (las nuevas cortes) permiten una vía más estupendo de los provincianos ambicio-
de ascenso social y medro a estrenar, las plazas sos de la literatura decimonónica en francés:
no están todavía repartidas entre los aspiran- Julien Sorel, a quien Stendhal no le permitió
tes23. Y es que la picaresca hispanoamericana desfallecimiento en su conquista del ascenso
de la segunda mitad del siglo XX tiene como social. Pero a los modelos franceses, perti-
escenario muy notable la vida política y como nentes no sólo por transcurrir la novela en
protagonistas a personajes de clase media que París, sino porque, como se dice en el texto,
tratan de medrar a toda costa sin trabajar y «la influencia de Francia entre nosotros [los
muchas veces esto se traduce en vivir de la hispanoamericanos] ha sido decisiva», habría
corrupción administrativa. Los políticos son que añadir los ecos de una voz argentina, la
los nuevos amos y a ellos sirven o de ellos se de Roberto Arlt. Silvio Astier, el personaje Eduardo Caballero Calderón.
aprovechan los personajes, independiente- principal de El juguete rabioso (1931) aso-
mente de convicciones ideológicas. ma a las ensoñaciones socio-económicas del
protagonista del Buen Salvaje y también la
EL SER HISPANOAMERICANO SEGÚN imaginación folletinesca de la sirvienta suicida teriormente a estos personajes
en una vasta tradición narrativa
CABALLERO CALDERÓN: EL BUEN de la obra Trescientos millones26. desde el siglo XIX a nuestros
SALVAJE24 días». Y nos parece ingeniosa y
sugerente su representación del
El ecosistema metropolitano de París y la pícaro americano que triunfa
El buen salvaje vivió su momento de formación picaresca del protagonista como «caballero sedente» por
gloria a finales de la década de los 60, pero oposición al «caballero andan-
te» (ibid., pp.167-168).
Eduardo Caballero Calderón (1910-1993), El texto tiene el formato de una serie de
formado en el periodismo, tiene su página cuadernos sucesivos donde el narrador anota, 24
Seguimos la primera edición:
en la historia de la literatura colombiana por en primera persona, sus ideas para una futura Barcelona, Destino, 1966. Se
otros méritos, concretamente por su cultivo novela, al tiempo que va registrando sus im- fecha habitualmente la novela en
1965 por ser el año en que re-
de la novela de la tierra en obras que son un presiones y experiencias en forma de descrip- cibió el premio Nadal. Para las
testimonio crítico y trágico de la Colombia ciones, diálogos, cartas; sus planes vitales y los citas del texto se indicará entre
rural más violenta, en las que despliega una cálculos económicos necesarios para su subsis- paréntesis el número de página
según esta edición.
técnica narrativa pulida pero sin innovaciones tencia en los detalles más nimios: el horario de
significativas. El Cristo de espaldas (1952), comidas para apurar en lo posible las raciones, 25
Juan Gustavo Cobo Borda, «La
Siervo sin tierra (1954), Manuel Pacho (1962), etc. Planteamientos que nunca realizará. Desde narrativa colombiana después
Caín (1969) y Azote de sapo (1976) son las esa forma autobiográfica «accidental» de la que de García Márquez», Boletín
Cultural y Bibliográfico (Bogotá),
obras más relevantes de su bibliografía narra- el narrador mismo dice renegar, donde el pre- XXV:14 (1988).
tiva. Además escribió ensayo político y rela- sente interrumpe continuamente la reflexión y
tos para niños. Fue embajador de la Unesco y la escritura, el protagonista intentará, cada vez 26
El buen salvaje es anterior a una
ocupó otros puestos como diplomático, uno menos, redactar una novela de tesis (en vez de novela en inglés con la que man-
de ellos en París, donde transcurre El buen la tesis académica que ya no escribirá) sobre la tiene bastantes concordancias en
cuanto a cómo está planteado
salvaje. Es ésta entonces una novela atípica en realidad social del estudiante hispanoamerica- el argumento y a la resolución
la trayectoria de su autor, con menor fuerza no en París (la suya propia, aunque aclara que de las situaciones de enredo:
La Conjura de los necios (de
que las otras en opinión de Cobo Borda25, hace años que dejó de estudiar), o más bien John Kennedy-Toole, escrita en
pero todavía con un enorme atractivo, que sobre el posible determinismo en la identidad Puerto Rico en 1961, publicada
crece si pensamos en que el autor estaba americana y la preocupación por las conse- en 1980). El personaje princi-
pal, Ignatius J. Reilly, guarda
cuestionando en ella su propia opción de cuencias en ella de la herencia colonial (pícaros un interesante parecido con el
escritura, regionalista antes que urbana. Nos y caballeros, también sustrato indígena y ne- protagonista de Caballero Cal-
derón: antiheroicos y política-
ha interesado especialmente el tratamiento gro). En lugar de eso la vida irá ganando terre- mente incorrectos, ambos tratan
del problema de la identidad americana, que no a la escritura hasta volverla improcedente de no trabajar y escriben en sus
cuadernos la obra que cambiará
recoge y elabora, a veces lúdicamente, parte y disolverla por completo: la escena final es el mundo y les dará dinero y
del material hasta ahora expuesto sobre los una imagen de presente absoluto que destruye reconocimiento.
modelos culturales del pícaro y el caballero y momentáneamente todos los discursos.
la historia de Hispanoamérica.
Resultará indudable el parentesco del per-
sonaje principal (no tiene nombre, al ser el 23 picaresca latinoamericana»
En este sentido convenimos con («ni es picaresca ni es caba-
narrador no lo necesita) con otros de Gustave este autor que la novela Don lleresca, aunque se nutre de
Flaubert: con Emma Bovary, por supues- Galaz de Buenos Aires (1938), ambas fuentes»), al introdu-
El buen salvaje de Caballero
to, pero también con Frédéric Moreau (La de Manuel Mujica-Láinez, po- cirnos «en la genealogía de Calderón y la trascendencia
dría representar «la transición los pícaros latinoamericanos, literaria de pícaros y caballeros en
educación sentimental). Por momentos el de la literatura caballeresca en el tránsito y ascenso de los hispanoamérica
texto cita también a un personaje de Balzac: hasta la instauración de una linajes que distinguirían pos- BEATRIZ BARRERA

39
27 El texto se aleja de la mitificación de la a la pragmatización del comportamiento con
Quien después de ver West Si-
de Story escribe: «¿No es im- bohemia hispanoamericana en París, intelec- personas o cosas»28 y en su individualismo
pertinente ponerme a escribir tualizada, ideologizada y cosmopolita que en- está ligado a otros o a un grupo sólo de
una novela sobre dos infelices
campesinos de cualquier pueblo
contramos en textos de la época, por ejemplo forma provisional, manteniendo una necesi-
de los Andes cuando se ve una en Rayuela (1963), más bien parece ridiculizar dad absoluta de libertad. Sobrevive en París
película como la que acabamos esta propuesta, para ir mostrando la degra- aparentando un origen familiar falsamente
de ver?» (p. 173).
dación del personaje netamente americano y alto, y por nada quiere regresar al paraíso
28 bueno por naturaleza (obviamente es ironía) tropical de la aurea mediocritas («Veía el
José María Maravall, op. cit.,
p. 11. que se desarraiga de su realidad original en el modesto saloncito con su sofá y dos sillas de
perverso contacto con la civilizada Francia, estilo indefinido, forradas de una tela barata y
29
«–Y ese tipo bajito, delgadito,
hasta convertirse en un verdadero especimen ordinaria. Veía la mesa del comedor cubierta
con un colmillo de oro ¿quién parisino: un clochard alcoholizado y deshu- con un mantel de hule de cuadritos blancos y
era? manizado al que fotografían los turistas, al azules […] Aquellas imágenes me producían
–El secretario general del minis-
terio de Minas, delegado a una que sin embargo todavía la iglesia católica, a una profunda tristeza», p. 264; «Aun sin un
conferencia de transportes… en través de un incansable jesuita español, consi- franco en el bolsillo, en París puedo imagi-
Ginebra. Cuando usted llegó
me estaba diciendo: Primero, yo gue recuperar para su repatriación y reinser- narme ser lo que se me antoja, y con un poco
no voy a perder dos meses en ción, contra su voluntad, naturalmente. de suerte nadie me impediría llegar a serlo»,
Ginebra cuando es la primera
vez que vengo a París. Segundo:
Frente al carácter provinciano y periférico p. 160). Sobre todo se trata de no seguir los
no entiendo nada de transportes que tiene Hispanoamérica para el protagonis- pasos de su padre:
porque soy un empleado del ta27, París, el corazón de la vieja Europa, apa-
Ministerio de Minas. Tercero: no
tengo instrucciones del Gobier- rece como espacio metropolitano por antono- Nota: El pobre papá no pasó de tercer año de secun-
no. Cuarto: llegué ayer a París masia para ocio y negocio de los ricos (pero daria y sólo gracias a su resignación, su honradez y su
pero la conferencia de transpor-
tes de Ginebra se clausuró hace se diría que sólo para los ricos del Nuevo buena letra, logró que un político de provincia le con-
ocho días, El otro compañero, Mundo), como la corte contemporánea y por siguiera un «destino» en un ministerio. El destino de
joven y simpático, es Cónsul en
alguna ciudad de Italia donde
lo tanto ecosistema indiscutible de la nueva los hombres que no lo tienen es «un destino» (49).
no hay nada que hacer, por lo picaresca hispanoamericana. La centralidad de
cual ha resuelto instalarse en París en la novela no es sincera, sin embargo, Él no está dispuesto a sucumbir a esa
París» (p. 209).
sino fraudulenta y se diría que en connivencia posibilidad («Pero yo no puedo enfermar ni
con el carácter del protagonista, como si los morir antes de haber escrito mi novela. Sería
hispanoamericanos que hasta allá se desplazan absurdo», 51). El personaje es oportunista
fueran engañados, ignorantes de que el ver- y mentiroso; pariente en el tiempo de Pseu-
dadero meollo del ocio y el negocio está ya, dolus, participa de su misma caracterización
bien claro se dice, en Norteamérica. Pero al cuando hace servicios para los dueños de
pícaro no le importa habitar el anacronismo, cabarets que precisan clientes. En las escenas
sus víctimas están también ahora en París, y él de bajos fondos, burdeles y otros antros se
mismo está encantado de formar parte de ese establecen las relaciones de los pícaros con los
mito tan seductor y literario. amos ricos que momentáneamente descienden
La ciudad aparece burlonamente tratada a esos lugares. Se aprecia la corrupción (tam-
como espacio deshumanizador en el discurso bién picaresca) de la clase política, diplomática
del «buen salvaje»: «París me había despojado especialmente, esos representantes de países
de afectos innecesarios, de ideas paralizantes, hispanoamericanos o africanos que llevan vida
de juicios prematuros, pero también de hu- alegre en la capital simbólica de Europa a costa
manidad y caridad» (254), y la misma mirada del dinero público, del presupuesto de sus paí-
aparece en el padre jesuita que trata de salvarle ses y precisamente por eso no escatiman en el
el alma: «Para muchas personas París es una pago de servicios a sus criados ocasionales29.
enfermedad, y tú has estado muy enfermo» Estando el ambiente diplomático en el
(264), sólo que este personaje habla en serio. punto de mira del novelista, no sorprende que
París será también una «selva» amiga (159) el consulado sea otro de los escasos espacios
que en cualquier momento puede tragarse al donde es posible hacer coincidir al pícaro con
personaje y evitarle su cautiverio de quienes pasaporte y a la verdadera clase alta hispano-
quieren volverlo al buen camino. americana. El consulado es el ámbito natural,
El protagonista de la novela es, como buen por ejemplo, del personaje de Miguel, contra-
pícaro, un adaptado sólo aparente a la vida punto necesario del protagonista: «muchacho
metropolitana, aparece desvinculado de su rico y de familia conocida»,
El buen salvaje de Caballero
Calderón y la trascendencia medio de origen pero no termina de perder
literaria de pícaros y caballeros en
hispanoamérica sus lazos, lo caracterizan la itinerancia y la …generoso y emotivo […] Por conocer mi debilidad
BEATRIZ BARRERA precariedad, «es empujado por una tendencia por la buena comida (alguna vez le conté que yo

40
padecía un hambre atrasada de varias generaciones) famoso, una trama que resume así para el que 30
Una cita de Rosseau (en francés,
Miguel me llevó a almorzar a un restaurante del lo convida: «Mi idea es tomar tres personajes la hemos traducido), procedente
Rond-Point de los Campos Elíseos. Al enterarse de iniciales: un blanco en el siglo XVI, un indio del Discurso sobre el origen de
la desigualdad, sirve de entra-
la muerte de mi padre, de mi enfermedad, de mi im- en el siglo XVII, un negro en el siglo XVIII, da al libro: «Los hombres son
posibilidad de conseguir el valor del pasaje que había los cuales han ido multiplicándose a lo largo malvados; la triste y continua
empleado en gastos explicables y urgentes, me prestó de varias generaciones hasta fundirse y con- experiencia así lo prueba; sin
embargo el hombre es bueno
doscientos dólares que le pagaré cuando regrese al fundirse en el siglo XIX, en la época de la por naturaleza, creo haberlo de-
país (p. 72-74). independencia. El blanco era un pobre diablo, mostrado; ¿qué puede entonces
haberlo depravado a este punto
pícaro y mala persona, que al venir al Nuevo sino los cambios acaecidos en su
El personaje de Miguel funciona en la no- Mundo para escapar a una cárcel en Cádiz por constitución, los progresos que
ha hecho los conocimientos que
vela como el caballero perfecto: desprendido, malversación de fondos, se convirtió en enco- ha adquirido?».
elegante, incapaz de pensar mal de sus amigos mendero». Responde Miguel: «Te equivocas
y protector de las artes y las ciencias. En esta si piensas que todos eran unos pícaros…» Su
ocasión, además de dinero, también le deja interlocutor, que no tiene todavía honra que
al protagonista las llaves de su descapotable defender, insiste: «Pícaros, maleantes, igno-
deportivo, que éste estrellará irresponsable- rantes, analfabetos, ocasionalmente funciona-
mente. Y «cartas de presentación para gentes rios de último orden que trataban de tentar
que pueden darme un puesto» (p. 74), dice fortuna en América. Sólo a fines del siglo
el narrador, aunque como pícaro ni siquiera XVIII llegaron burócratas menos desprecia-
se plantea aplicarse en un trabajo decente. bles». Pero Miguel se ve en la necesidad de
Al hilo de la conversación que propicia la ilustrar al «buen salvaje» sobre el verdadero
buena comida, el protagonista inventa el origen de los hispanoamericanos:
nuevo asunto de su novela (un argumento
genealógico de ambientación colonial) para «A mediados del silgo XVIII vino a Cartagena de
contentar a su benefactor. La inspiración le Indias un capitán español. Un segundón noble de
llega, según dice, Extremadura, hijo natural del Duque de Tordesi-
llas… Eso puede servirte. Papá le pagó no sé cuántos
…al ver la curiosa mezcla de rasgos físicos y perfiles miles de pesetas a un heraldista de Sevilla que trabaja
morales que caracterizan a mi amigo. Entre los úl- en el Archivo de Indias, para que nos siguiera la pista
timos, pues ya me referí a los primeros [en sus ojos hacia atrás. Has de saber que en el siglo XVIII se tro-
aflora un remoto abuelo africano, y en el cutis el tinte pezó con el Duque. Nosotros no tenemos una gota
hepático de los aborígenes andinos de la región ecua- de sangre negra o indígena». Pero en un alarde casi
torial], descuellan su sencillez, su vanidad infantil, su quijotesco (en su naturaleza luchan también genes
generosidad, su credulidad… (p. 75). enfrentados) el protagonista no se hace cargo de la
gravedad del asunto para su amigo, y dice: «los hispa-
El caballero criollo a los ojos críticos y noamericanos provenimos de ese triple origen racial,
maliciosos del pícaro tiene la herencia genéti- lo cual no quiere decir que la mezcla se haya asentado
ca del buen salvaje colombino y lascasiano, la y todos la llevemos en la sangre en proporciones
que precisamente a él le presuponen todos los iguales. En América hay blancos puros, […] negros
personajes hispánicos que tratan de ayudarle puros de toda mezcla […] E indios que inclusive no
y salvarle desinteresadamente: desde los fun- hablan español […] Y hay también –naturalmente
cionarios del consulado o el jesuita español no es tu caso– un cuarto abuelo imaginario. Cuando
hasta la niña rica-novia chilena Rose-Marie, el hispanoamericano adquiere cierta posición social
y también el propio Miguel30. El narrador y económica, encuentra al duque siete generaciones
reconoce en Miguel a su víctima, siente que atrás (p. 76).
el verdadero, el legítimo descendiente de los
españoles es él (el pícaro) y no el mestizo, y Y sigue pergeñando en voz alta el ar-
la novela se vuelve un camino de anagnórisis gumento de la novela, donde en la época
delirante en este sentido. de la independencia todos son mestizos en
diferente color y grado, y el lector ve cómo
La literatura como propuesta de interpreta- «el Armagnac relampagueaba en los ojos de
ción histórica Miguel como una tempestad ancestral». Tal
vez por eso el narrador decide concluir el
La historia que le cuenta el protagonista relato: «La india de mi novela sólo tuvo alma
El buen salvaje de Caballero
a Miguel durante ese almuerzo al que nos cuando Sus Católicas Majestades graciosa- Calderón y la trascendencia
literaria de pícaros y caballeros en
hemos referido es una de las múltiples tramas mente se la concedieron. Volvió a perderla hispanoamérica
que imagina para la novela que lo hará rico y cuando en el resguardo los doctrineros domi- BEATRIZ BARRERA

41
31 nicos la persuadieron de que el mundo de sus conclusión que podemos extraer es que el
«Me siento un asceta que resiste
al dolor lancinante de las coyun- abuelos no era el suyo, y los dioses que ella protagonista no conseguirá, desde ese plan-
turas paralizadas por la inacción adoraba no eran los verdaderos, y los prínci- teamiento suyo (de herencia colectiva en parte
y los mordiscos del hambre pro-
ducidos por el ayuno. Un asceta
pes a quienes servía no eran poderosos y la y en parte imaginado) de la realidad, com-
que permanece de rodillas, con lengua que hablaba era un balbuceo infantil. poner ninguna tesis, pero tampoco ninguna
los brazos en cruz, en una celda Los extranjeros que llegamos a París, ante el novela, como no sea que aceptemos como
helada y tenebrosa de algún
convento de benedictinos espa- abrupto chauvinismo francés nos sentimos tal el registro accidentado (la crónica) de su
ñoles. Sólo España produce ese más o menos indígenas». Quizás porque se propia experiencia como indígena en Europa,
tipo de conventos y de santos»
(p. 32). está dando cuenta de lo que arriesga, a pesar en un París habitado por hispanoamericanos
de la ingenuidad de su amigo, cuando éste le que se resisten a concederle la libertad salvaje,
32
«Y en efecto, me fui a vivir
pregunta «¿Cómo se te ocurrió todo eso?» él lo mismo que todos esos fantasmas culturales
a la residencia de estudiantes responde que toda esa parte la va a tirar al Se- de un pasado que no vivió.
que España tiene en la Ciudad na, y que ha resuelto que su novela arranque
Universitaria, en un ambiente
austero pero alegre y estimulan- en el momento de la independencia america- Una última observación
te. Por el contrario de lo que nos na, recibiendo en respuesta un significativo
sucede a los hispanoamericanos
–huraños, versátiles, desconfia- «¡Ah!, claro» (p. 78). Nos gustaría concluir estas notas con una
dos, introvertidos– los españoles El perfil mestizado de Miguel (incluyendo última observación: la expectativa es un po-
viven hacia fuera y se entregan
generosamente al primer veni-
su necesidad de abolengo y su racismo) se deroso motor narrativo, un valioso generador
do» (pp. 110-111). parece mucho al que del protagonista va cons- de peripecia, más si va unida a la energía de la
truyendo progresivamente el texto del Buen juventud y la ausencia de frenos morales. La
salvaje, que en numerosas ocasiones identifica picaresca está constituida de triunfalismo y
su parentesco con el temperamento español, frustración en proporciones iguales, cualida-
no sólo picaresco sino también en la línea de des que han sabido aprovechar narradores de
la hidalguía y la santidad a pesar de su anti- todas las épocas para convocar la atención de
clericalismo31. Es en virtud de ese sentimiento los lectores. Creemos que hay una relación
implícito de hispanismo, nunca hecho expreso entre lo que ha dado en llamarse crisis de la
por el narrador, que el personaje principal ve novela en la postmodernidad y el recurso a
con la misma naturalidad su presencia en la «la razón picaresca» por parte de determi-
capital francesa y el derecho al disfrute de las nados narradores. Creemos que la tendencia
instituciones españolas contemporáneas (en- predominante entre los intelectuales contem-
tendiéndose tal vez acreedor de una especie de poráneos a producir un narrador reflexivo,
deuda histórica)32. Cuando el personaje sienta que discurre verbalmente pero sin sufrir ac-
que su etapa en París tiene los días contados, cidentes ni acción, se ve contestada por un
ya bajo la atenta vigilancia de las autoridades, tipo de narrativa tal vez menos innovadora
los agentes de su propio consulado y los jesui- o prestigiosa que no quiere renunciar a la di-
tas españoles, protagonizará una tentativa de versión más o menos dura ni a un personaje al
escapada que recuerda al final del cuento «La que le pasan cosas y que participa activamen-
torture par l’esperance» de Villiers de l’Isle- te en la realidad además de describirla. Las
Adam y que verbalizará así: reminiscencias picarescas que enriquecen la
narrativa de Jorge Ibargüengoitia, por ejem-
Tenía, en fin, la libertad y el mundo por delante. […] plo en Dos crímenes (1979, escrita en 1957), o
Más que en Bélgica, en Italia o en Suiza, en España en Los conspiradores (1981), luego conocido
podría encontrar algún trabajo de oficina, o gestio- como Los pasos de López en edición mexica-
nar una beca en el Instituto de Cultura Hispánica. na (1982); o de este Buen salvaje de Eduardo
En San Sebastián deberían encontrarse centenares Caballero Calderón (1965) serían ejemplos
de hispanoamericanos ricos e ingenuos pasando el de esta corriente. Cabe preguntarse hasta qué
verano y desde hace años tengo la ilusión de volver a punto determinadas novelas con contenido
ver toros» (p. 285). social podrían lindar con la picaresca en este
debate sobre la identidad y el mestizaje, como
El personaje se relaciona con todo lo es- El chulla Romero y Flores (1958) del ecuato-
pañol con una familiaridad sólo explicable a riano Jorge Icaza, donde la doble genealogía
través de ese proceso de anagnórisis al que del personaje es clave. Todas estas obras y
aludíamos. otras podrían leerse, desde la razón picaresca,
Con todo, no es El buen salvaje un libro como miradas delatoras de un orden social,
El buen salvaje de Caballero
Calderón y la trascendencia que podamos reducir a un argumento simple basado en la colonia y perpetuado por la
literaria de pícaros y caballeros en
hispanoamérica donde el tema del ser hispanoamericano se independencia, que en realidad nunca habría
BEATRIZ BARRERA presente resuelto. Todo lo contrario: la única llegado a extinguirse.

42
Eduardo Becerra
Profesor titular de Literatura His-
panoamericana de la Universidad
Autónoma de Madrid. Autor y edi-
tor de más de una decena de libros
–entre ellos, Pensar el lenguaje;
escribir la escritura (experiencias
de la narrativa hispanoamericana
contemporánea), 1995, y Rubén
Darío y su obra, 2000– y de trein-
ta artículos sobre poesía, narrati-

«MARIPOSA DE OBSIDIANA», va y ensayo hispanoamericanos,


ha colaborado en revistas como
Cuadernos Hispanoamericanos,

DE OCTAVIO PAZ: EL SURREALISMO Letras Libres, Quimera o Lateral.


Entre 1999 y 2003 desempeñó
el cargo de director de la Serie

Y LA VOZ DEL MITO Hispanoamérica de la colección


Nueva Biblioteca en la Editorial
Lengua de Trapo (España).
EDUARDO BECERRA

El reconocimiento de la importante pre- jefe y pontífice de un triste rebaño. Pero aún


sencia del surrealismo en la obra de Octavio más esclarecedora de la posición de Paz en
Paz ha sido unánime, pero no hay tanta esos años fue su respuesta a una de las pre-
coincidencia a la hora de señalar el alcance guntas de la encuesta que la revista Romance
de su repercusión. Se ha afirmado a menudo publica el 15 de febrero de ese mismo año. Su
que es visible desde su poesía temprana, pero segunda pregunta rezaba: «¿Cómo definiría
creo más certero afirmar que fue resultado usted las características de la literatura poste-
de un proceso de cambio que ofreció ciertas rior al movimiento surrealista?», interrogante
actitudes iniciales recelosas trastocadas en un de por sí tendenciosa al dar por hecho que el
profundo interés posterior que le condujo a surrealismo había pasado ya a la historia. En
un papel indiscutible en la revitalización del su breve respuesta, achaca al surrealismo lo
movimiento. que sin duda suponía para los surrealistas la
Así, las visitas a México de Antonin Ar- peor ofensa que se podía decir contra ellos.
taud, en 1936, y de André Breton, en 1938, Para él, el surrealismo había caído en la li-
interesados en el rastreo de un México pri- teratura, prisionero de un lenguaje lleno de
mordial y mítico encarnado en sus culturas lugares comunes.
indígenas, ajeno a la historia y con ello a Todo cambia en la década de los cuaren-
la decadencia de la civilización occidental, ta. Paz atraviesa un período dominado por
fueron recibidas con un significativo silencio el desencanto creciente hacia el comunismo
por parte de Paz que en poco se distinguió mexicano e internacional con el que se ha-
de la ajenidad y la distancia de que hizo gala bía identificado en los años de juventud, del
la mayor parte de la intelectualidad mexica- que había empezado a desconfiar durante la
na de la época, en un contexto fuertemente celebración en la España de la Guerra Civil
politizado donde el peso del comunismo de del Congreso de Escritores Antifascistas de
corte estalinista era más que evidente, lo que 1937, y que crecería con la firma del pacto
ponía bajo sospecha las simpatías troskistas germano-soviético de no agresión en 1939, el
de algunos de los máximos representantes del asesinato de Trotsky, la ruptura con Neruda
movimiento. Las reacciones de Paz ante la ce- a raíz de la antología de poesía moderna en
lebración en 1940 en la capital mexicana de la lengua española Laurel y la segunda guerra
Exposición Internacional Surrealista tampoco mundial. En 1942 se produce su encuentro en
indican un acercamiento a sus propuestas. México con los trotskistas Victor Serge y Jean
Con motivo de esta muestra, Luis Cardoza y Malaquais y el surrealista Benjamin Péret, que
Aragón, bajo el título de «Demagogos de la para él supuso, según sus propias palabras, el
poesía», publica un artículo en Taller, revista encontrar una vía de salida del enredo moral,
dirigida en esos momentos por Octavio Paz, político y estético que le asfixiaba. Finalmen- «Mariposa de obsidiana», de
donde destaca la podredumbre que aqueja al te, su salida de México y su encuentro con Octavio Paz: el surrealismo y la voz
del mito
movimiento y designa a André Breton como Breton y el grupo surrealista en el París de la EDUARDO BECERRA

43
segunda mitad de los años cuarenta marcará dedicado a la inspiración –capítulo que cons-
algunas pautas de un cambio de rumbo muy tituye una de sus mejores reflexiones sobre
significativo en su trayectoria poética. el surrealismo–: «El surrealismo se presenta
La coincidencia temporal entre esta trans- como una radical tentativa por suprimir el
formación y el contacto con destacados duelo entre sujeto y objeto, forma que asume
miembros del surrealismo en México y en para nosotros lo que llamamos realidad (...).
París indica la importancia de la influencia Los románticos niegan la realidad –cáscara
surrealista en la nueva dirección emprendida. fantasmal de un mundo ayer henchido de
Sin embargo, delimitar con exactitud esta vida– en beneficio del sujeto. El surrealismo
impronta no resulta fácil. Las voces críticas acomete también contra el objeto. El mismo
más numerosas nos hablan de una etapa espe- ácido que disuelve al objeto disgrega al sujeto.
cíficamente surrealista en la poesía de Paz que No hay yo, no hay creador, sino una suerte de
André Breton. abarcaría desde ¿Águila o sol?, de 1951, hasta fuerza poética que sopla donde quiere y pro-
Piedra de sol, poema de 1957 incluido poste- duce imágenes gratuitas e inexplicables (...). El
riormente en La estación violenta. A partir de ‘objeto surrealista’ se volatiliza (...). El sujeto
1 entonces, para estos críticos su huella comen- desaparece también: el poeta se transforma en
Octavio Paz, El arco y la lira,
México, FCE, 1986 (3ª ed.),
zará a entremezclarse con otras referencias poema, lugar de encuentro entre dos palabras
p. 171. muy importantes, sobre todo la de Mallarmé o dos realidades»1.
y la de las filosofías y religiones orientales, Esta línea explicará algunos aspectos muy
con el budismo tántrico a la cabeza. Sin negar significativos de los nuevos planteamientos de
estas apreciaciones, no habría que achacar ex- su escritura y de su pensamiento poético, que
clusivamente a sus contactos con Breton y sus se abren a una nueva etapa con la publicación
compañeros de viaje estos nuevos cauces. de Libertad bajo palabra en 1949, conside-
El rastro surrealista se entremezcla con rado por él mismo su primer poemario de
otras presencias que vienen de recientes des- madurez. En él se recogen composiciones de
cubrimientos y lecturas de esa época, como fases previas, sometidas a una reescritura que
los de los poetas de lengua inglesa Eliot, será constante en sus sucesivas ediciones; al
Pound, Cummings y William Carlos Willia- mismo tiempo, incorporará nuevos poemas
ms, y la poesía japonesa, por ejemplo. Y fechados desde 1943. Aunque irá cambiando
asimismo fue resultado de un proceso de su fisonomía a lo largo de sus cinco diferen-
maduración que arranca de tiempo atrás y tes ediciones, que van desde 1949 hasta 1988,
que estuvo marcado, entre otras referencias, un hecho se mantendrá constante a partir de
por sus lecturas del barroco hispánico y sobre la segunda edición de 1960; a partir de ella,
todo por su admiración por el romanticismo Libertad bajo palabra incluirá su producción
y por algunas figuras capitales de la tradición hasta Piedra de sol, poema de 1957 y que en
poética moderna, como Rimbaud, Lautréa- esta versión quedará incluida dentro de La
mont y Nerval. Estas últimas lecturas nos estación violenta. Así, este poemario cons-
ofrecen un aspecto problemático en el análisis tituirá una especie de biografía poética del
de las relaciones entre Paz y el surrealismo, ya autor hasta ese momento y cuya escritura no
que muestran que el autor de Libertad bajo ofrecerá una ruptura total con su producción
palabra bebió en muchos casos de las mismas anterior, pero sí la adquisición de modulacio-
fuentes de las que se nutrieron los propios nes diferentes.
surrealistas, y lo mismo ocurre con su tem- Resulta fundamental, a la hora de estable-
prano interés por la poesía de aquellos poetas cer las modalidades de la filiación surrealista
de lengua española –Cernuda, Aleixandre, de Paz, tener en cuenta la situación del su-
Neruda, Prados, Lorca, Altolaguirre y Alber- rrealismo en ese momento. Mediados de los
ti– que, tocados por el surrealismo, revitaliza- cuarenta es la época del regreso de Breton
ron sus propuestas. después de un viaje por América donde su
La huella surrealista se bifurca y serpentea encuentro con Aimée Cesaire revitaliza el
por su poesía en medio de múltiples entrecru- interés por las culturas primitivas america-
zamientos. La continuidad que romanticismo nas, del que ya había dado muestras durante
y surrealismo ofrecen en sus planteamientos su estancia en México. La importancia de la
poéticos, por ejemplo, hace difícil establecer orientación primitivista en esos momentos se
la frontera entre las repercusiones de ambos refleja en el texto «Prolegómenos a un tercer
«Mariposa de obsidiana», de modelos poéticos; para trazarla, quizá resulte manifiesto surrealista o no», de 1942, publica-
Octavio Paz: el surrealismo y la voz
del mito útil la distinción que el propio Paz establece do sólo tres años antes de la llegada de Paz a
EDUARDO BECERRA entre ambos en el capítulo de El arco y la lira París. Esta exaltación de las civilizaciones an-

44
tiguas por parte de Breton se acompaña en es- símbolos que despliega el título nos da pautas
te texto de un cierto tono desengañado; frente claras sobre el carácter de la reflexión empren-
a ello, el interés primitivista aparecía como dida por Paz. La disyuntiva entre águila o sol
una alternativa viable para un surrealismo nos enfrenta al problema de la unidad de los
en crisis. Creo que aquí podemos encontrar contrarios, preocupación central del surrea-
una encrucijada clave para explicar al menos lismo –y ligada en este caso a la preocupación
unos de los rastros más visibles de la huella por la identidad mítica de lo mexicano, en
surrealista en la poesía de Paz, pues ayuda a una doble vía muy representativa de sus bús-
explicar el interés que por esos años adopta su quedas de este periodo–: el sol es una de las
escritura, tanto poética como ensayística, por representaciones de Quetzalcoátl, divinidad
las esencias míticas de lo mexicano. máxima del panteón azteca, y el águila es sím-
El surrealismo, como dijo Paz, era por bolo de México y de lo mexicano y figura li-
Portada de Águila o sol, de
entonces no llama pero sí brasa, y la impor- gada a la fundación de Tenochtitlán, la capital Octavio Paz.
tancia que para su biografía poética tuvo el del imperio azteca; pero el águila es asimismo
contacto con Breton y su grupo no iba a su- emblema de lo solar y para los aztecas el dios
poner la asunción incondicional de su credo águila era también representación del sol. La
sino el descubrimiento de una vía extraor- dualidad se resuelve de nuevo en unidad, an- 2
Citaré por la edición de Enri-
dinariamente fértil a la hora de ahondar en verso y reverso aparecen como símbolos de lo co Mario Santí, Libertad bajo
las propias inquietudes poéticas que habían mismo, de un México unitario y plural. palabra [1935-1957], Madrid,
Cátedra, 1990.
ido madurando en los años previos. Libertad ¿Águila o sol? muestra así un rasgo pro-
bajo palabra es testimonio de una fase de pa- totípico de la utilización del surrealismo por
rálisis poética y del anuncio de su superación; parte de Paz: su orientación hacia la reflexión
y por ello el libro arranca y se prolonga en sobre la identidad mexicana, como parte de
una incesante puesta en crisis del lenguaje. una búsqueda más global y metafísica que
Ambas experiencias se manifiestan en un anhela el encuentro con el ser profundo de
sinfín de fórmulas y búsquedas: el viaje hacia lo existente, la revelación de la totalidad, la
la otredad, el poema como campo de batalla fusión con lo otro encarnando en el devenir
no con sino contra la palabra, la búsqueda de del poema el fluir del cosmos. Se anhela la
la revelación, la recuperación de lo sagrado, conversión de la poesía en operación má-
la cosmovisión analógica, la centralidad de la gica, cumpliendo una de las exigencias más
imagen despojada de las adherencias del yo obsesivamente perseguida por Breton, y en
poético con el fin de desplegar un lenguaje la última sección del libro, titulada también
que no busque el sentido sino la presencia ¿Águila o sol?, sus poemas dibujan un viaje
de las cosas convocadas, el erotismo como hacia ese lugar que para Paz fue el que siem-
consecución de la armonía original entre pre buscó Breton –de ahí el título del artículo
el hombre y la naturaleza o la escritura de de homenaje, «André Breton o la búsqueda
espesor mítico, serían algunas de ellas. Los del comienzo», que escribió con motivo de
ecos surrealistas serán numerosos (siempre su muerte: el comienzo, el origen del ser, el
mezclados con otras reminiscencias), y me regreso al tiempo del pacto primordial entre
centraré en un poema que quizás sea el que los semejantes–. Como muestra «Mariposa de
muestre con mayor amplitud muchos de ellos obsidiana», el México primordial sería uno de
y los perfiles más nítidos de su asimilación los reductos míticos de ese tiempo original, y
por parte de Paz. Me refiero a «Mariposa de este poema ilustra la adecuación de las bús-
obsidiana», perteneciente al poemario ¿Águila quedas poéticas de Paz en ese momento con
o sol?2, para muchos, también para mí, el libro las orientaciones generales del surrealismo, ya
más impregnado de surrealismo y el que abre que fue el primer poema de su autor incluido
su etapa más específicamente ligada a sus pro- en una publicación surrealista: el Almanaque
puestas en ese momento. surrealista del medio siglo (1950).
El título del libro contiene una serie de La mariposa de obsidiana es imagen de la
referencias muy reveladoras en cuanto a la diosa chichimeca Itzpapálotl, luego con los
forma en que Paz articula su recepción del aztecas Tlazoltéotl. Como suele ocurrir con
surrealismo. ¿Águila o sol? es el equivalente a casi todas las figuras mitológicas, acoge múl-
nuestro ¿cara o cruz?, pregunta previa al lan- tiples valores y representaciones: la imagen
zamiento de la moneda. Esta invocación del de Itzpapálotl es emblema de la fecundidad,
azar se une a un imaginario personal de honda madre tierra y protectora de los partos, pero «Mariposa de obsidiana», de
Octavio Paz: el surrealismo y la voz
raíz mexicana. En la estela de El laberinto de también de la destrucción al estar asociada a del mito
la soledad publicado un año antes, el haz de los sacrificios y a la guerra; su figura repre- EDUARDO BECERRA

45
senta asimismo la expulsión del paraíso original. Al tratar de recuperar la voz
paraíso celestial y la llegada a la de la diosa, la escritura surge como expresión
tierra y era diosa de la inmundicia del deseo de retorno a ese mundo sagrado,
y comedora de los «pecados», re- ese sagrado extra religioso que fue herencia
generadora así del alma humana, romántica revitalizada por los surrealistas.
e igualmente representa el placer, Si nos fijamos en la estructura del poema
la voluptuosidad, la fecundidad y podemos encontrar un proceso que en buena
la fertilidad. Vinculada a la luna medida sitúa con nitidez el momento poético
y a la noche, diosa terrestre y de la trayectoria de Paz y asimismo no sería
nocturna, su condición de Madre descabellado considerarlo como representa-
Tierra nos remite al tiempo abso- ción precisa de una parte central de la aventu-
luto del origen y su voz es la voz ra poética de la modernidad, según los perfiles
del comienzo, ese tiempo y lugar con que la dibuja el propio Paz en Los hijos
que, como se ha dicho ya, para del limo y que él mismo asumió en su labor
Paz fue el punto de llegada de la de poeta. «Mariposa de obsidiana» despliega
utopía poética surrealista. Paz se un movimiento en tres tiempos idéntico al de
sirve de esta figura en el poema la cosmovisión analógica que Paz sitúa como
para encarnar la posibilidad de centro del surgimiento y desarrollo de la
Octavio Paz.
reconciliación de las dualidades poesía moderna. Al comienzo del texto, co-
antagónicas del mundo que en el mo se ha señalado, encontramos la nostalgia
texto se declaran perdidas, y para testimoniar del mundo ido, la antigua era de la luz ahora
dicha pérdida recupera otro hecho fundamen- decapitada, de la plenitud cósmica de la que
tal asociado a su figura: a partir del siglo XVI la diosa era generadora y reguladora, en una
se la vincula con el culto a la virgen de Gua- dimensión muy similar a la del dios Pan (tan
dalupe, la virgen criolla de México. El poema utilizado también por otros grandes poetas
recrea el lamento de la mariposa de obsidiana de la modernidad). Tras ello, encontramos el
(material que es representación del alma hu- tiempo estéril del presente, los estragos de un
mana y que al mismo tiempo servía para fabri- mundo árido y sin alma que rodea a la diosa,
car los cuchillos del sacrificio: nuevo símbolo paisaje quieto solo poblado por los signos de
dual de vida y muerte) al pasar de diosa ge- la muerte:
neradora de vida, madre del cosmos fundida
con la naturaleza, a imagen diminuta y yerma Cada noche es un párpado que no acaban de atra-
encerrada en los muros catedralicios: vesar las espinas. Y el día no acaba nunca, no acaba
nunca de contarse a sí mismo, roto en monedas de
Me cogieron suavemente y me depositaron en el cobre. Estoy cansada de este solitario trunco. Dicho-
atrio de la Catedral. Me hice tan pequeña y tan gris so el alacrán madre, que devora a sus hijos. Dichosa
que muchos me confundieron con un montoncito de la araña. Dichosa la serpiente, que muda de camisa.
polvo. Sí, yo misma, la madre del pedernal y de la ¿Cuándo acabarán de devorarme estas imágenes?
estrella, yo, encinta del rayo, soy ahora la pluma que ¿Cuándo acabaré de caer en esos ojos desiertos?
abandona el pájaro en la zarza. Bailaba, los pechos Estoy sola y caída, grano de maíz desprendido de la
en alto y girando, girando, girando hasta quedarme mazorca del tiempo (p. 282).
quieta; entonces empezaba a echar hojas, flores y
frutos. En mi vientre latía el águila (pp. 280-281). A partir de este momento, la voz de Itz-
papálotl entona la esperanza del regreso, de
Su palabra sagrada testimonia ya desde la superación del tiempo inmóvil del presente
sus primeras líneas la humillación sufrida, los gracias a la reconstrucción futura del tiempo
efectos demoledores de la historia: «Mataron de la plenitud recuperada. Lo interesante es
a mis hermanos, a mis hijos, a mis tíos. A que la poesía queda señalada como la emisa-
la orilla del lago Texcoco me eché a llorar» ria de este anuncio y la encargada de llevar a
(p. 280). Convertida en otra diosa diferente, cabo este renacer. La diosa interpela al poeta
despojada de sus antiguos poderes, llora en y lo invita a que la posea como condición
Texcoco, en la antigua ciudad azteca donde ineludible para alcanzar la meta. El poema se
Cortés, tras tomarla y asesinar a su soberano, convierte en canto erótico, punto clave en la
sentaría las bases de la conquista del imperio relectura surrealista de Paz y asimismo de su
«Mariposa de obsidiana», de azteca. Itzpapálotl encarna así la nostalgia del interpretación de la poesía moderna y de su
Octavio Paz: el surrealismo y la voz
del mito origen y la visión mítica del mundo que con- propia poética, porque cantar ya no es decir
EDUARDO BECERRA cibe el tiempo de la historia como exilio del el deseo sino culminarlo en un acto idéntico

46
al de la entrega sexual: «Siémbrame entre los especificidad. Cuando años después explique
fusilados», dice Itzpapálotl, y continúa: en Los hijos del limo su asimilación de los
postulados del surrealismo, señalará: «No
Lluéveme, asoléame. Mi cuerpo arado por el tuyo se trataba, como en 1920, de inventar sino
ha de volverse un campo donde se siembra uno y se de explorar. El territorio que atraía a estos
cosecha ciento [...]. Toca mis pechos de yerba. Besa poetas no estaba afuera ni tampoco adentro.
mi vientre, piedra de sacrificios. En mi ombligo el Era esa zona donde confluyen lo interior y lo
remolino no se aquieta: yo soy el centro fijo que exterior: la zona del lenguaje» 3.
mueve la danza. Arde, cae en mí: soy la fosa de cal El lenguaje es entonces espacio, y no
viva que cura los huesos de su pesadumbre. Muere instrumento, y en ese lugar se esconde la ple-
en mis labios, nace en mis ojos. De mi cuerpo bro- nitud; no se trata de cantarla sino de traerla
tan imágenes: bebe en esas aguas y recuerda lo que hacia sí, «hacia el poema». Semillas para un
olvidaste al nacer. Yo soy la herida que no cicatriza, himno, de 1954, el siguiente libro de Libertad
la pequeña piedra solar: si me rozas, el mundo se bajo palabra que no obstante en las sucesivas
Portada de Libertad bajo pa-
incendia (pp. 282-283). ediciones de Libertad bajo palabra precede- labra.
rá a ¿Águila o sol?, nos coloca de nuevo ya
La poesía, al tratar de encarnar la fusión desde el título en ese punto de la revelación
erótica, se vuelve acto: entonar la voz de la entrevista y su inminencia. La poesía quiere
diosa es poseerla, cantarla es recorrer su cuer- ser aquí restitución de esa palabra solar y 3
po y entrar en sus rincones escondidos. No evoca la nostalgia de la unidad original del Octavio Paz, Los hijos del limo,
Barcelona, 1986, p. 209.
hay mejor ofrenda que la posesión, solo así el cosmos, allí donde lo diverso era santo y seña
poema puede lograr el regreso al origen, recu- de lo uno. Los ecos de las correspondencias 4
Ferdinand Alquie, Filosofía del
perar los acentos de la voz del mito capaces de de Baudelaire son evidentes, pero también surrealismo, Barcelona, Barral
entonar no ya los sonidos del cosmos sino su encontramos ese punto del espíritu humano Editores, 1974.
propio fluir. El poema es cortejo, invitación buscado por los surrealistas en el que, como
al fulgor instantáneo del encuentro sexual: señalara Breton en el segundo manifiesto, la
«Te espero en ese lado del tiempo en donde la contradicciones más radicales –la vida y la
luz inaugura un reinado dichoso: el pacto de muerte, lo real y lo imaginario, el pasado y el
los gemelos enemigos» (p. 283). «Allí –como futuro, lo comunicable y lo incomunicable,
leemos al final– abrirás mi cuerpo en dos, pa- lo alto y lo bajo– pueden ser percibidas en su
ra leer las letras de tu destino» (p. 283). Si el íntima unidad.
poema es acción que discurre a través de los En esta misma línea, La estación violenta,
cuerpos, sus letras se marcan sobre la superfi- publicado en 1958, se abrirá con un epígra-
cie de la carne y sus signos quedan trazados en fe de Apollinaire que inicia el libro: «¡Oh,
los movimientos del cuerpo de los amantes. Sol! es el tiempo de la razón ardiente», que
He aquí el lugar de la revelación, un espa- insiste en esas concomitancias y distancias
cio de inminencia siempre a punto de produ- con el surrealismo: razón ardiente, pasión
cirse, promesa de plenitud donde la poesía en- del pensamiento, poesía que es imaginación
cuentra su sentido. «Mariposa de obsidiana» liberada pero sometida a un rigor que la dota
resume así las líneas fundamentales de la aven- de mayor profundidad y trascendencia. Es
tura de Libertad bajo palabra y más concreta- sobre todo este poemario el que mejor evi-
mente de ¿Águila o sol?, poemario que acaba dencia la vocación metafísica de la poesía de
con dos textos que subrayan esa esperanza en Paz, salto metafísico que está implícito en el
el logro de una poesía capaz de transformar el surrealismo, como ha demostrado Ferdinand
mundo. «Himno futuro» y «Hacia el poema» Alquie en su Filosofía del surrealismo4, pero
constituyen un nuevo anuncio de una poesía sin olvidar que Breton se declaró su enemigo.
de inminente advenimiento: aquella en la que Si para Breton y los suyos, la inspiración, en
«la imagen se hace acto, acontece el poema: la forma de pensamiento no dirigido o automa-
poesía entra en acción», tal y como se define tismo psíquico, constituye la forma más pura
en las últimas líneas de «Hacia el poema» (p. de la imaginación liberada y liberadora, que
297). se plasmará con mayor fuerza cuanto más
Vemos a Paz instalado en una poética que arbitraria sean las imágenes empleadas; Paz
prefiere profundizar en las resonancias mí- no se dejará llevar por esta tendencia a llevar
tico-simbólicas del lenguaje antes de dejarse al extremo la arbitrariedad en el uso de la ima-
guiar por las corrientes del azar. Elección que gen sino que optará por subrayar y recargar «Mariposa de obsidiana», de
Octavio Paz: el surrealismo y la voz
no resta intensidad a los ecos del surrealismo su espesor trascendente. Ello constituye una del mito
en su poesía pero sí define muy claramente su de las mayores aportaciones de Paz al surrea- EDUARDO BECERRA

47
lismo y en general a la poesía contemporánea. la resolución armónica de la ambigüedad
Una dimensión metafísica que encontró más cósmica, la conversión de la multiplicidad en
en los románticos que en Breton y sus segui- unidad, dentro del fluir de las presencias. En
dores, que en mi opinión debe mucho al pen- idéntica dirección, la mujer ocupa un espacio
samiento de Heidegger –tema que merecería predominante, mujer arquetípica, detentado-
un estudio más profundo– y que siempre se ra de todos los rostros y ninguno, recorrer su
preocupó de potenciar como se muestra en cuerpo será, como se dice en el poema, viajar
sus ensayos y en su poesía a partir de la dé- por el mundo.
cada del 50. Una de las características fundamentales
En este sentido, La estación violenta en- de Piedra de sol y que delata su valor de
cadena poemas que son cantos invocadores culminación de una búsqueda es que en él
Portada de la edición en inglés del ser y la presencia, de la presencia del ser, no encontramos un proceso que, como los
de Piedra de sol. camino que fue producto también de su lectu- de muchos otros poemas comentados ante-
ra del surrealismo, como así se demuestra en riormente, transcurre en un fluir de imágenes
esta cita de un texto sobre este movimiento: que desembocan en el instante de la revela-
5 «El ser ama ocultarse: la poesía se propone ción. Por el contrario en él se recrea la plena
«El surrealismo», en Octavio
Paz. La búsqueda del comienzo
hacerlo reaparecer»5. plenitud de las presencias, su celebración
(escritos sobre el surrealismo), Queda claro entonces que su asimilación incesante. El poema comienza y acaba con los
Madrid, Fundamentos, 1984 (3ª de los planteamientos surrealistas se expresó mismos versos, se cierra en sí mismo, delimita
ed.), p. 34.
siempre con acentos muy personales. Piedra su espacio exclusivo e inviolable e instaura
de sol, poema publicado en 1957 y a partir de un tiempo sin principio ni fin idéntico a sí
la segunda edición de Libertad bajo palabra mismo. Su circularidad es también reminis-
aparecerá como cierre del libro, constituye cencia de lo sagrado, pues encarna igualmente
un punto de cruce de todas estas explora- la circularidad de la piedra solar, calendario
ciones y la tentativa más radical hasta ese azteca y también el altar de los sacrificios.
momento de restituir al lenguaje sus acentos Por ese territorio discurre un presente puro
sagrados. En este poema se funden y coexis- en el que, como leemos en uno de sus versos,
ten el mundo mítico azteca, la contempla- la hora centellea y tiene cuerpo. Al final del
ción del devenir cósmico a lo largo y ancho poema se abre la puerta del ser, «indecible
del cuerpo femenino, el viaje por las profun- presencia de presencias», y el instante no hu-
didades del erotismo, la visión de la poesía ye sino que se «despeña en otro y en otro».
como síntesis superadora de la temporalidad Estas epifanías nos devuelven al principio, al
histórica, como rescate del hombre alienado, principio del poema que es principio de no-
como regreso a la infancia y a la juventud y sotros mismos y principio de todo y donde
como ceremonia capaz de convocar el pasa- todo recomienza en su exacta plenitud. Con
do en el presente poético, en el aquí y ahora Piedra de sol no plasma solo el instante de la
del instante en que la poesía fluye. El haz presencia, que es irrupción del ser, sino que
de sus asociaciones simbólicas es imposible crea desde dentro el territorio que lo acoge: el
de descifrar por completo, pero en general poema. El proceso que Piedra de sol culmina
apuntan de principio a fin a la reunificación se halla jalonado de huellas surrealistas, pues
de las fuerzas aparentemente contrarias que en el surrealismo Paz vio, como tantas veces
se debaten y combaten en el plano de lo real. declaró, no una idea sino una dirección del
El poema se compone de 584 versos, núme- espíritu, la más antigua y constante, la más
ro de días que dura la traslación de Venus poderosa y secreta, y ese rumbo recorrió la
alrededor del Sol, tras la cual tiene lugar la médula espinal de su poesía. En cierta oca-
conjunción de ambos astros: momento de la sión Paz declaró: «Fui surrealista en un mo-
fusión mítica de lo masculino y lo femenino. mento de mi vida; procuro no ser infiel a ese
Venus es además diosa de la belleza y estrella momento». Probablemente porque ninguna
de la mañana y de la tarde, del día y la noche; otra propuesta poética le puso en contacto
constituye así un surtidor de significaciones de modo tan frontal con ese territorio oscuro
contradictorias y de rostros múltiples. Des- y secreto que sus versos siempre intentaron
de el comienzo el poema trata de plasmar obcecadamente iluminar.

«Mariposa de obsidiana», de
Octavio Paz: el surrealismo y la voz
del mito
EDUARDO BECERRA

48
Giuseppe Bellini

Catedrático Emérito de la Uni-


versidad de Milán. Director del
Centro di Studi sull´Europa me-
diaterrànea en la Unidad de Milán.
Doctor Honoris Causa por varias
Universidades europeas y ameri-
canas. Autor de numerosos libros
y artículos, traducciones (entre
las que destacan las de Neruda y

DESCUBRIMIENTO Y CONQUISTA:
Miguel Ángel Asturias), ha publi-
cado además una difundidísima
Historia de la literatura hispa-
noamericana con varias edicio-

ALGUNAS FIGURAS CUESTIONADAS EN nes. Director de revistas (entre


ellas Quaderni iberoamericani) y
colecciones editoriales de amplia

EL TEATRO HISPANOAMERICANO DEL tradición y presencia en el mundo


europeo y latinoamericano.

SIGLO XX
GIUSEPPE BELLINI

Como bien sabemos, la Historia ha sido 1) CRISTÓBAL COLÓN 1


Giuseppe Moleto, Historie del
siempre oficializada según las intenciones del S. D. Fernando Colombo, nelle
poder constituido y ha cambiado su inter- La primera de estas figuras es la de Cris- quali s´ha particolare et vera
relatione de la vita e de fatti
pretación según los intereses de la clase do- tóbal Colón. Inútil me parece insistir sobre dell´ Ammiraglio D. Cristophoro
minante, construyendo no pocas veces mitos cómo su aventura ha pasado a la historia, el Colombo, suo padre…, Venecia,
que han logrado superar los siglos, a pesar de mérito, o demérito, que se le ha reconocido 1571.

críticas y documentaciones de índole distinta, como descubridor, voluntario o involuntario, 2


producidas por la oposición o mejor todavía del Nuevo Mundo. Editó el libro en Venecia Fran-
cesco de’ Franceschi, Senese, en
por la investigación más seria y serena. En Como italiano, porque al fin y al cabo la traducción italiana de Alfonso
el ámbito de la creación literaria el teatro ha por italiano se le ha aceptado, o si queremos de Ulloa. Una edición facsimilar,
con estudio introductivo mio, ha
contribuido a afirmar tales versiones y mitos, genovés, puesto que en la época Italia era sido realizada con la ocasión
pero no pocas veces ha protagonizado una sólo una entidad geográfica, me parece opor- del V° Centenario del Descubri-
verdadera batalla en contra, mirando a resta- tuno recordar lo que escribía a su propósito, miento (Roma, C.N.R.-Bulzoni
Editore, 1992).
blecer la verdad. en 1571, Giuseppe Moleto, presentando la
En la época final del siglo XX han vuel- edición veneciana de las Historie del S. D. 3
Ibid., p. 3 (s.n.).
to a ser cuestionadas por los dramaturgos Fernando Colombo, nelle quali s’ha parti-
algunas figuras consideradas fundamenta- colare et vera relatione della vita e de’ fatti
les en la historia oficial de América, como dell’Ammiraglio D. Christophoro Colombo,
Colón, Cortés, la Malinche, Cuauhtémoc, suo padre...1, 2: él denunciaba la indiferencia
Moctezuma, Atahualpa, lo que significa una del Rey Católico, frente a «un uomo così
revisión de lo que ha sido el descubrimiento chiaro, degno veramente di vivere nella me-
de América y la conquista, según criterios moria degli uomini, finché duri il mondo»3.
nuevos que se oponen a la versión oficial, Y el mundo no ha olvidado nunca a Colón:
impuesta por la nación conquistadora desde lo ha ensalzado y discutido continuamente a
hace siglos. través de los siglos, hasta llegar, por lo que se
Mi atención va, por el momento, a algunas refiere a la expresión literaria, al Carpentier de
piezas de autores que se llaman Guillermo El arpa y la sombra.
Schmidhuber, Enrique Buenaventura, Ho- La vacilante preferencia actual por el tér-
mero Aridjis, Celestino Gorostiza, Salvador mino «encuentro» o «choque» de dos mun-
Novo, Bernardo Roca Rey, cuyas obras exa- dos, confirma la vis polémica que la empresa
mino siguiendo la cronología de la actuación del Almirante en sí contiene. Descubrimiento y conquista:
algunas figuras cuestionadas en
histórica de las figuras mencionadas. En el teatro la presencia de Colón cuenta el teatro hispanoamericano del
siglo XX
con una larga historia, que comienza con El
GIUSEPPE BELLINI

49
Nuevo Mundo de Lope de Vega4, obra que por las del Capitán de navío Joaquín M. La-
da inicio a toda una serie de dramas donde zaga, pronunciadas en 1898:
el personaje es protagonista. Pero, en este
ámbito temático, ha llamado mi atención la La grandeza de Colón aumenta con la prosecución
insistencia con que se ha dedicado al perso- de los siglos, al contrario, por desgracia, de la madre
naje el dramaturgo mexicano Guillermo Sch- España, que dio calor y vida a su gloriosa aventura.
midhuber, y especialmente de éste el «festejo
fársico» titulado El quinto viaje de Colón. Estas expresiones explican la orientación
La pieza constituye la segunda parte de una del dramaturgo, claramente evidente en la
trilogía que llamaría libre, cuyas piezas están parte final del drama, donde se documenta la
Guillermo Schmidhuber. unidas solamente por el nombre de Colón, o decadencia de la nación ibérica conquistado-
mejor, por el espíritu de Colón. ra, que en Cuba es atacada por la flota de los
En efecto, el primer drama de esta trilo- Estados Unidos, a la que sólo puede oponer
gía, Por las tierras de Colón (1987), se centra el resto de una armada ya poderosa y gloriosa,
4 sobre el tristemente conocido «bogotazo», ahora destartalada y fácilmente derrotada por
Véase sobre el tema: Francisco o sea el momento trágico que acompaña en los yankee.
Ruiz Ramón, América en el tea-
tro clásico español, Pamplona, Bogotá el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, La Jornada Tercera pone en escena a la re-
Ediciones Universidad de Na- no una violencia que engendra violencia, gente María Cristina y al «rey niño», el futuro
varra, 1993; Giuseppe Bellini,
«Scoperta americana e conquis-
según se expresa el dramaturgo, sino «ira po- Alfonso XIII; todo está en contra de España;
ta nel teatro di Lope de Vega», pular nacida de la esperanza latinoamericana, Francia le es enemiga y favorece la agresión
en Re cavalieri, rustici, santi
e delinquenti. Studi sul teatro
cuando ésta se cansa de esperar», paradigma estadounidense. El «Sarao de las Veinte na-
spangolo e americano del Seco- «de cuando el pueblo decide por sí solo hacer ciones» consagra, sin embargo, un hecho
lo Aureo, Roma, C.N.R.-Bulzoni la historia»5. positivo: la independencia de los pueblos de
Editore, 2001.
Desconozco el tercer drama de la trilogía, Hispanoamérica.
5 en inglés, titulado Adios to Columbus (1992) La infelicidad del continente es la misma
Guillermo Schmidhuber, «Pala-
bras ociosas II», en Olga Doria
pero, según informa el dramaturgo, «es una de Colón, destinado «a ser un alma en pena,
Peña, Los entes teatrales. Obra comedia realista sobre la pérdida de la lengua / mientras el Nuevo Mundo sea infeliz». En
dramática de Guillermo Schmi-
dhuber, Guadalajara, Univer-
y de las tradiciones entre los exiliados hispa- realidad el dramaturgo rescata el significado
sidad de Guadalajara, 1994, nos», y: del Descubrimiento y de su autor, puesto
p. 53. que Colón sembró la fe en una felicidad que
6 Lleva a la escena la aventura de una muchacha nor- algún día está destinada a triunfar, como ya lo
Guillermo Schmidhuber, «Prólo- teamericana que descubre ser nieta de un viejo de defendía obstinadamente, casi hasta sus últi-
go. Palabras ociosas para Los
entes teatrales», ibid., p. 8. A
origen mexicano. La enfermedad de Alzheimer que mos días, Neruda, al cual, sin embargo, no se
propósito del adjetivo ocioso, el sufre el abuelo actúa como metáfora de su ocaso, le escapaba el significado del descubrimiento
dramaturgo explica, ibidem, que
hay que entenderlo como «refe-
ya que el viejo va olvidando su presente y sólo se colombino. Cerrando el drama de Schmidhu-
rencia al ocio griego, contrario comunica en castellano, mientras que la nieta va ber el capitán Bustamante dice:
al neg-ocio moderno, es decir, descubriendo el significado de la hispanidad a pesar
a las labores del entendimiento
y la creación», y añade: «Acaso de ser únicamente angloparlante6. Por eso Colón siempre nos vigila
sean [estas Palabras ociosas] desde el mástil de la esperanza.
una bitácora de mi pluma».
La segunda obra dramática de la trilogía, Y un día exclamará de nuevo:
7 titulada El quinto viaje de Colón, es la que «¡Alegría... alegría!...»
Ibid., p. 88.
propiamente tiene al Descubridor como pro-
tagonista. Schmidhuber afirma que se trata de La escena, indica Schmidhuber, se oscure-
«una farsa desenfrenada que relata la historia ce paulatinamente y el Sarao «alcanza grandes
de un pueblo a quien se le perdieron los hue- sonoridades».
sos de su fundador»7. Con ello subraya una El dramaturgo mexicano se ha servido
orfandad dramática: la búsqueda infinita del de la historia para reconstruir desde adentro
padre, para que el hijo adquiera historia. La la aventura inacabada de América a través
aventura se prolonga por los siglos y es propia de los siglos, desde su descubrimiento hasta
de las naciones hispanoamericanas, de modo nuestros días, y ha transformado a Colón en
que la farsa es en realidad un drama. ente protector de un continente que se opone
El autor considera a Colón una «estatua» al materialismo estadounidense, en línea per-
simbólica, heredando la imagen de Cheldero- fecta con la mejor tradición del pensamiento
de, y acepta la sugestión profética de Séneca, hispanoamericano. Afirma en una entrevista:
Descubrimiento y conquista:
algunas figuras cuestionadas en palabras que el Genovés anotó en su Libro de
el teatro hispanoamericano del
siglo XX Profecías y que figuran ahora como epígrafe ¿Cómo es posible que los hispanos hayamos perdido
GIUSEPPE BELLINI en el drama de Schmidhuber, acompañadas los huesos de nuestro primer descubridor? Fíjate, hay

50
tanta estulticia en nuestra historia hispanoamericana vo, otro, Gonzalo Guerrero, más
que no puedo dejar de encontrar muchos contenidos libre, por haberse casado con la
fársicos, porque nos hemos acercado al devenir de hija de un jefe tribal, con la que,
los tiempos con grandes errores y con fuerzas in- cuando llega Cortés, ya había
contenibles dentro de nosotros mismos que nos han tenido algunos hijos.
obligado a ir muchas veces por caminos equivocados. La pieza del dramaturgo co-
La hispanidad no es sólo una etnia, sino también una lombiano lleva un subtítulo que
forma de pensar, un espíritu que tenemos clavado, anuncia claramente su actitud re-
algo que España tuvo y que Europa tuvo, pero que visionista: La enrevesada historia
ya no tienen. Somos mesiánicos y tenemos siempre el de Gonzalo Guerrero y Jerónimo
deseo de llevar al mundo a su plenitud, aún creemos de Aguilar. «Enrevesada» la his-
en la utopía. Esa era la forma de pensar de Colón8. toria en sí y porque el autor sos-
pecha a Cortés de haberlo inven-
La inseguridad perdurante en torno a los tado todo, en la primera de sus
huesos del Descubridor confirmaría la pér- Cartas de relación, la que firma
dida de rumbo de España. Colón es, pues, el Cabildo de la apenas fundada
por Schmidhuber, pretexto para proyectar en Villa de la Vera Cruz, y lo mismo
Carátula del programa de mano de Crónica, de
tiempos actuales la irresuelta problemática de a los cronistas que volvieron más Enrique Buenaventura.
la identidad americana y de su plena afirma- tarde sobre el argumento: Fran-
ción. La historia del Descubrimiento, no ha cisco López de Gómara, en su
encontrado todavía su éxito definitivo, pero Historia de la conquista de México, y Bernal 8
Schmidhuber en Lady Rojas-
Colón queda para el dramaturgo mexicano Díaz del Castillo en la Historia verdadera de Trempe, «Entrevista a Guiller-
figura señera que indica un camino a todo el la conquista de la Nueva España. mo Schmidhuber: ‘Veinticinco
años de produción dramática
mundo hispanoamericano. Schmidhuber no En su Relación el Cabildo de La Vera de Guillermo Schmidhuber’», en
pone en cuestión la historia de Colón, sino Cruz trataba de las dos tentativas de Cortés Olga Martha, Peña Doria (ed.) ,
que denuncia el mal uso que se ha hecho de para rescatar a los españoles que, según corría Los entes teatrales, op. cit., pp.
171-76.
su empresa, a la que otorga el significado de voz, debido al naufragio de la carabela que
la puesta en marcha de un definitivo rescate «dio al través en los bajos de Jamaica»10, se 9
Emilio Carballido, «Presenta-
del mundo hispanoamericano, rescate que se encontraban entre los indígenas. La segunda ción», en Enrique Buenaventura,
realizará a partir de la Independencia, debido vez, la empresa de rescate la capitanea direc- Los papeles del infierno y otros
textos, México, Siglo XXI Edito-
a países en los que, según teorías que, sobre tamente el conquistador y da felizmente con res, 1990.
todo al finalizar la segunda guerra mundial, algunos españoles, entre ellos con Jerónimo
denunciaban la decadencia de Europa, y por de Aguilar, ya perfectamente dueño del idio- 10
Hernán Cortés, «Carta Prime-
consiguiente de España, hacían de América ma maya, que se embarcará más tarde con ra», en Cartas de relación, ed.
la depositaria activa de todo lo que estas en- Cortés y será auxilio fundamental, junto con de Mario Hernández, Madrid,
Historia 16, 1985, p. 52.
tidades habían perdido en cuanto a valores doña Marina, para la comunicación con los
positivos. indígenas durante la campaña de conquista. 11
Ibid., p. 54.
El encuentro con Aguilar, hecho posible
2) HERNÁN CORTÉS por el levantarse de un viento furioso que 12
impide irse a los barcos de Cortés, es inter- Francisco López de Gómara, His-
toria de la conquista de México,
La segunda figura que domina la historia pretado como milagroso: Caracas, Biblioteca Ayacucho,
de América es la de Hernán Cortés. El drama- 1979, p. 27, Cap. XIII.
turgo colombiano Enrique Buenaventura le Y túvose entre nosotros aquella contrariedad de
ha dedicado una de sus obras teatrales breves, tiempo que sucedió de improviso, como es verdad,
titulada Crónica, no una pieza extraordinaria, por muy gran misterio y milagro de Dios, por donde
a pesar de los méritos que le reconoce al autor se cree que ninguna cosa se comienza que en servicio
el maestro Emilio Carballido, por su actividad de vuestras majestades sea que pueda suceder sino
en la formación de un teatro nacional y el en bien11.
conjunto de su obra9.
En Crónica, el autor vuelve al momento El clima de la narración cortesiana es casi
inicial del encuentro de Cortés, en Cozumel, sagrado. Las empresas son ya «altas», enca-
con el continente americano. En esta ocasión minadas bajo la protección de la divinidad y
el futuro conquistador de México dio, como al servicio de la corona. Gómara pondrá de
sabemos, con dos españoles que, náufragos, relieve la bestialidad de la gente con la que
Descubrimiento y conquista:
no fueron ni matados ni devorados por los Cortés entra en contacto, pero también la algunas figuras cuestionadas en
el teatro hispanoamericano del
indígenas, sino que vivían con ellos, uno, facilidad con que se convierte y se alegra con siglo XX
Jerónimo de Aguilar, en condición de escla- la destrucción de sus ídolos12, e insistirá sobre GIUSEPPE BELLINI

51
el papel evangelizador de Aguilar, dores ha dado vida a lo que es actualmente
individuo que ya había recibido las Hispanoamérica.
órdenes menores. También subraya El drama de Enrique Buenaventura es
el hecho, estimado por milagroso, una búsqueda de la identidad indígena des-
que había detenido los barcos de de adentro, frente a quien viene de fuera e
Cortés en ese lugar, permitiendo la impone con la fuerza su cultura, pero, acaso
llegada del que sería «la lengua y sin darse cuenta, el dramaturgo autoriza un
medio para hablar, entender y tener egoísmo negativo del grupo indígena y es
cierta noticia de la tierra por do entró cuando Guerrero, después de haberse enfren-
y fue Fernando Cortés»13. tado con Cortés, piensa en una posibilidad
Es Gómara quien refiere la rela- de apaciguarse con él. En efecto, a su antiguo
ción que hace Aguilar de su naufragio compañero Aguilar, que le recomienda ocul-
y vicisitudes entre los indígenas y las tarse con los suyos en bosques lejanos, para
noticias que proporciona en torno a evitar más tragedias, le declara:
otros náufragos, entre ellos «un Gon-
José Clemente Orozco, “Cortés y la Malinche”
zalo Guerrero, marinero», que se Ésta es nuestra tierra y viviremos y moriremos aquí.
(1926). Colegio de San Ildefonso. casó en Nachancán «con una rica se- Trataré de buscar una paz digna y honorable con
ñora de aquella tierra, en quien tiene Hernán Cortés. Le hemos mostrado de qué somos
hijos, y es capitán de Nachancán»14. capaces. Le exigiré que respete nuestra neutralidad.
13 Éste se negó a ir con los españoles y Jerónimo Que siga su guerra de conquista como quiera y don-
Ibid., p. 26, Cap. XII.
de Aguilar supone que fue «de vergüenza, por de quiera. Que derribe, si puede, a Moctezuma, pero
14 tener horadadas las narices, picadas las orejas, que a nosotros nos deje tranquilos17.
Ibid. pintado el rostro y manos a fuer de aquella
15 tierra y gente, o por vicio de la mujer y amor Palabras que sí representan la plena inte-
Ibid. de los hijos»15. Suposiciones, las últimas, que gración de un europeo en el mundo indígena,
16 mezclan lo legítimo con lo pecaminoso. del que ya Guerrero se siente íntimamente
Bernal Díaz del Castillo, Historia No hará tal Bernal Díaz del Castillo. En su parte, son también una patente manifesta-
verdadera de la conquista de
la Nueva España, México, Edi-
Historia el viejo soldado presenta a Guerrero, ción egoísta, lejana de la solidaridad que se
torial Porrúa, 1968, I, p. 104, a través de la relación de Aguilar, amén de con esperaría entre americanos ante el enemigo.
Cap. XXIX. cara desfigurada y orejas horadadas, como Sabemos que en realidad eso fue y que Cor-
17 hombre estimado por esforzado y capitán pe- tés pudo contar con los odios de los pueblos
Buenaventura, Crónica, op. cit., ligroso de indios contra los españoles. Con lo indígenas entre sí, y sobre todo contra el
p 275.
que provoca la reacción de Cortés: «En ver- dominio azteca, para alistar en su empresa a
dad que le querría haber a las manos, porque aliados locales.
jamás será bueno»16. Por escaso que sea el valor de este breve
Esta es la historia, digamos oficial. El drama del autor colombiano, destacan po-
dramaturgo Enrique Buenaventura la toma siciones interesantes con relación a Cortés,
como pretexto para desarrollar en su drama figura mítica de la conquista, aquí reducida
una crítica de fondo a la versión establecida a dimensiones mínimas, desacralizada, di-
por los cronistas. ríamos, como no podía ser de otra manera
En principio, hay que aclarar que el dra- puesto el punto de partida ideológico de
maturgo colombiano presenta su pieza como Buenaventura. El efecto destructivo de la
actitud polémica con relación al «día de la imagen del conquistador, sin embargo, no lo
raza», celebrado por los españoles: la de Cró- alcanza el drama. Muy al contrario, mueve al
nica es una celebración que no corresponde lector con conocimientos de las crónicas de
a la ritualidad política, la de los vencedores, la conquista, que el título mismo de la pieza
que celebra los lazos de España con todos los evoca, a recordar el retrato que de Cortés ha
pueblos que de ella se han originado, sino a dejado Gómara, como de un caballero del
la evocación de un día de la raza vencida, la Renacimiento, coronado por la gloria de sus
indígena. Sobre todo es denuncia de la con- gestas, espléndido en su generosidad y has-
ducta de Cortés, al comienzo de su empresa ta algo «putañero», lo que, al fin y al cabo,
en Yucatán, que aparece guiado por una fe acrecentaba, entre los varones, su prestigio.
religiosa algo pegadiza y una decisión inque- Escribe, en efecto, el cronista que no era un
brantable de conquista, de territorios, bienes «nuevo rico», sino que:
Descubrimiento y conquista:
algunas figuras cuestionadas en y personas. A través de la denuncia de esta
el teatro hispanoamericano del
siglo XX intención de violencia se realiza la condena Vestía más polido que rico, y así era hombre limpísi-
GIUSEPPE BELLINI del hecho histórico que con los conquista- mo. Deleitábase de tener mucha casa e familia, mucha

52
plata de servicio y de respeto. Tratábase muy de gresivo enamoramiento de ambos. Más que 18
Francisco López de Gómara,
señor, y con tanta gravedad y cordura, que no daba el texto, que no produce mucho entusiasmo Historia General de las Indias, en
pesadumbre ni parecía nuevo, [...]. Era muy celoso en sí, valen las sugerencias escenográficas: los AA.VV., Historiadores primitivos
de Indias, Madrid, Atlas (BAE),
en su casa, siendo atrevido en las ajenas, condición de dos que «se miran largamente con admiración 1946, I, cap.XXLII, p. 375.
putañeros. Era devoto rezador, y sabía muchas ora- y simpatía», con el añadido comentario: «No
ciones y salmos de coro; grandísimo limosnero; [...]. es solamente el flechazo de un hombre y una 19
Octavio Paz, El laberinto de la
Daba cada año mil ducados por Dios, de ordinario, mujer, sino el impacto de dos mundos predes- soledad, México, Fondo de Cul-
y algunas veces tomó a cambio dinero para limosna, tinados el uno para el otro, que se encuentran tura Económica, 1994, pp. 94.

diciendo que con aquel interés rescataba sus pecados. por primera vez24». Es ésta la tesis romántica 20
[...] Tal fue, como habéis oído, Cortés, conquistador del dramaturgo: un encuentro feliz, que da Ibid., pp. 94-95.
de la Nueva España18. lugar al primer mestizaje. Todo lo contrario, 21
naturalmente, de lo que expresa Paz en El Bernal Díaz del Castillo, Historia
Operación frustrada, por consiguiente, la laberinto de la soledad. verdadera de la conquista de la
Nueva España, Madrid, Historia
de Enrique Buenaventura en Crónica, frente La figura de la Malinche se presenta ya 16, 1984, p. 158 (cap. XXXVII).
al imaginario del lector. en el primer acto como convencida y hábil
22
colaboradora de los invasores de las tierras Ibid., p. 159.
3) LA MALINCHE mexicanas, pero con un halo tierno, el del
23
amor, que en el último acto se transformará Celestino Gorostiza, La Malin-
Personaje misterioso e inquietante el de la en drama, cuando, ya acabadas sus empre- che, en Antonio Magaña Esqui-
Malinche, ampliamente tratado y cuestionado sas, rico y cubierto de gloria Cortés, llega su vel (ed.), Teatro mexicano del
siglo XX, México, Fondo de Cul-
por mexicanos y no. Octavio Paz define a la legítima esposa, que la misma noche muere, tura Económica, 1970, IV.
mujer que acompañó a Cortés en la conquista dejando insoluta la sospecha de un asesinato,
24
de México, y fue su autorizada intérprete y voz que los enemigos del conquistador no Ibid., p. 447.
amante, símbolo de la violación, mujer que dejaron de difundir.
25
«encarna lo abierto, lo chingado», frente a los Y es cuando, egoística e injustamente Ibid., p. 511.
indios, «estoicos, impasibles y cerrados»19; acusada por su amante, doña Marina se le
para el poeta y ensayista mexicano, Cuau- rebela, defiende su inocencia y recupera la 26
Miguel Ángel Asturias, Mala-
htémoc y doña Marina son «dos símbolos dignidad perdida, bien consciente de que ha drón, Buenos Aires, Losada,
antagónicos», y el primero «único héroe a la empezado para los dos el tiempo del castigo, 1969, p. 184.

altura del arte»20. pero también de lo que representa el hijo que


Ya Bernal Díaz del Castillo informaba han tenido:
elogiosamente y con respeto, en su Historia
verdadera de la conquista de la Nueva Espa- De todas nuestras quimeras, de todas nuestras ilu-
ña, acerca del personaje, a quien hace «desde siones, sólo queda una realidad. Este hijo nuestro en
su niñez [...] señora de pueblos y vasallos», el que estamos fundidos, que es un hombre nuevo
y «excelente mujer y buena lengua» en todas y con el que empieza una raza nueva en un mundo
las campañas de Nueva España, Tlascala y nuevo25.
México21. También nos informa que la mujer
consideraba que Dios «le había hecho mucha Años después Miguel Ángel Asturias afir-
merced», no solamente con haberla sacado de mará, en Maladrón, lo mismo, es decir, con-
su idolatría, sino con haberle dado la oportu- siderará el nacimiento del hijo de la india
nidada de tener un hijo de «su amo y señor Titil-Ic y el español Blas Zenteno un evento
Cortés, y ser casada con un caballero como extraordinariamente positivo: «dos razas ya
era su marido Juan Jaramillo», y que «en más fundidas para siempre como dos Océanos de
tenía servir a su marido e a Cortés que cuanto sangre»26.
en el mundo hay»22. ¡A su manera un espejo Sin embargo, en el drama de Celestino
de virtud, como se puede ver! Gorostiza, cuando por fin los personajes se
De la colaboradora y amante del conquis- hacen reales en el dolor y la preocupación, se
tador de la Nueva España se ha ocupado el abre paso también la perspectiva de un repu-
dramaturgo mexicano Celestino Gorostiza, dio futuro, del odio de la nueva raza hacia sus
en la pieza en tres actos titulada La Maliche, progenitores. Y es siempre la Malinche que
drama que define como «interpretación histó- vence el desaliento:
rica»23, pero más bien historia novelada, como
era inevitable en una obra de teatro. No importa. Quizá algún día, dentro de muchos
Descubrimiento y conquista:
En el primer acto se nos presenta el en- años, esta raza llegue a ser suficientemente grande algunas figuras cuestionadas en
el teatro hispanoamericano del
cuentro entre Cortés y la Malinche, ya regalo para darse cuenta de la pequeñez de nuestras flaque- siglo XX
de los indígenas al conquistador, y el pro- zas. Tal vez entonces, comprenderán que ciertamente GIUSEPPE BELLINI

53
son los padres los que engendran a los El drama de Novo no es gran cosa: se redu-
hijos, pero que son los hijos los que, ce a ilustrar la actitud pasiva de Moctezuma,
a la medida de su propia estatura, el cual, ante la llegada de los españoles cree
honran y engrandecen a sus padres. encontrarse frente al regreso airado y venga-
Algún día ellos nos harán grandes a tivo de Quetzalcóatl. No lo cree así el joven
nosotros27. Cuauhtémoc, que lo incita a oponérseles y
sucesivamente intenta, sin éxito, obtener la
Estas palabras revelan una solidaridad de los reyes tributarios de México.
íntima adhesión a la filosofía Naturalmente, en la pieza se pone de relieve la
de la «raza cósmica» de Vas- sed de oro de los conquistadores, el uso torci-
concelos. do de un presunto derecho divino, sostenido
David Alfaro Siqueiros. “El tormento de Cuauhtémoc”
(1950). Palacio de Bellas Artes. Otros personajes, además por un casi fantasmal Fray Bartolomé.
de la Malinche, deambulan La conclusión es la muerte del joven em-
por el drama de Gorostiza: perador, relatada por el actor sin máscara,
27 un Cortés en todo dependiente de la astucia quien hace referencia a la relación de Cortés
Gorostiza, op. cit., p. 511. de doña Marina en su actuación, desalentado, en la quinta de sus Cartas.
28 enamoradizo y romántico; capitanes poco Puede decirse abiertamente que la figura
Ibid., p. 505. fiables y arteros; un violento Alvarado, dis- del héroe infeliz no ha sido explotada con
29
puesto a medidas fuertes, como las actuará éxito por el dramaturgo mexicano. El drama
Salvador Novo, Cuauhtémoc, en tiempo después en México y Guatemala. En es inadecuado a la posible grandeza trágica del
Teatro mexicano del siglo XX,
op. cit., IV.
fin un héroe positivo, el ficticio emperador personaje. Y aquí de nuevo es infinitamente
Cuauhtémoc, de quien los capitanes de Cor- más eficaz la relación, no tanto de Cortés,
30 tés sospechan, y acepta ser sometido al tor- que subraya solamente el peligro que «Gua-
Cortés, op. cit., pp. 360-361.
mento con la dignidad propia de las grandes temucín» representaba y la justicia de darle
31 figuras de la historia, despojándose –un poco muerte30, sino la de Bernal Díaz del Castillo,
Díaz del Castillo, op. cit., p. 277-
278.
teatralmente, hay que decirlo, pero en teatro que bien hubiera podido darle a Salvador No-
estamos– de manto, corona y cetro para con- vo motivo de inspiración más eficaz. Escribe
32
Ibid., p. 278.
signar su desnudez de hombre común, esclavo el cronista:
de los nuevos dueños:
Y sin haber más probanzas, Cortés mandó ahorcar
¡Pero no! ¡No será al emperador de los mexicanos a Guatemuz y al señor de Tacuba, que era su primo.
a quien inflijas esa humillación! ¡Se acabó la farsa! Y antes que los ahorcasen, los frailes franciscos les
¡Tú eres el que manda! ¡Ya no hay emperador de fueron esforzando y encomendando a Dios con
los mexicanos! ¡A quien vas a atormentar es a un la lengua doña Marina. Y cuando le ahorcaban,
esclavo! ¡Un pobre tameme sin patria y sin nombre! dijo Guatemuz: «¡Oh, Malinche: días había que yo
Vamos, señores28. tenía entendido que esta muerte me habías de dar
y había conocido tus falsas palabras, porque me
4) CUAUHTÉMOC matas sin justicia! Dios te la demande, pues yo no
me la di cuando te me entregaba en mi ciudad de
La figura del último emperador mexicano México»31.
la presenta Salvador Novo en su acto único
de 1962, Cuauhtémoc29. Se trata de una pieza Con el relativo comentario personal, que
que puede representarse, advierte, hasta con al fin y al cabo, a pesar de elementos utilita-
sólo dos actores, con máscaras, uno de los rios, ahonda en la dimensión de la tragedia:
cuales, sin embargo, aparece de tanto en tanto,
descubierta la cara, anunciando e ilustrando y verdaderamente yo tuve gran lástima de Guatemuz
los hechos, haciendo referencia concreta a la y de su primo, por haberles conocido tan grandes
historia de la conquista de la capital azteca, señores, y aun ellos me hacían honra en el camino en
a la rebelión contra Alvarado durante la au- cosas que se me ofrecían, especial en darme algunos
sencia de Cortés, a la fuga de los españoles, indios para traer yerba para mi caballo. Y fue esta
parte de los cuales mueren ahogados en la muerte que les dieron muy injustamente, y pareció
laguna, a la reconquista de la ciudad, al sitio mal a todos los que íbamos32.
y la resistencia de los sitiados, ya regidos por
Cuauhtémoc, después de muertos Moctezu- Donde se ve como el antiguo cronista
Descubrimiento y conquista:
algunas figuras cuestionadas en ma y su sucesor Cuitláhuac, cuyo mando dura tenía más sentido dramático que no el dra-
el teatro hispanoamericano del
siglo XX sólo ochenta días, puesto que se lo lleva una maturgo contemporáneo. Y es ésta de Bernal
GIUSEPPE BELLINI enfermedad misteriosa. Díaz la visión permanente del triste destino

54
de Cuauhtémoc. Una vez más el teatro no Desde los temores que acom-
alcanza la dimensión de la crónica. pañan la percepción de la llegada
de los extranjeros creídos dioses,
5) MOCTEZUMA hasta la prisión de Moctezuma,
desde la destrucción de los ídolos
Otra gran figura cuestionada en el teatro realizada por Alvarado y su gen-
es, naturalmente, la del emperador Moctezu- te en ausencia de Cortés, hasta
ma, que inexplicablemente se rinde ante los la muerte a pedradas del empe-
creídos dioses que llegan del mar. rador –¿rebelión de su pueblo
El caso ha ocupado, y preocupado, la His- o asesinato de los españoles?–,
toria. En el teatro, en años todavía recientes toda la historia que le concierne
(1980), de Moctezuma ha tratado el novelista, desfila en estas páginas como en
poeta y dramaturgo mexicano Homero Arid- volutas de humo, hechos aludidos
jis en la pieza homónima, ahora reunida con más que contados, evocados en
otro drama bajo el apocalíptico título caldero- la memoria de quien se acerca al
niano de Gran teatro del fin del mundo33. texto por pulsiones más que por
El autor mexicano es bien conocido por realidades. Homero Aridjis.
su poesía y su narrativa; de ambas yo también Los datos de la historia se
me he ocupado34. Menos conocido es el teatro presentan como envueltos en una gasa de 33
Homero Aridjis, Moctezuma, en
de Aridjis, y en éste, Moctezuma es un drama la que emergen de repente, y de inmediato Gran teatro del fin del mundo,
significativo. desaparecen, los hechos como los personajes, México, Fondo de Cultura Eco-
nómica, 1994.
La pieza no está dividida en actos, sino y se deforman. El final representa el rechazo
en seis momentos, que contemplan: 1-Moc- definitivo de Moctezuma, quien es para el 34
tezuma en la Casa de lo negro; 2- El regreso mundo indígena un ser negativo, criminal, Cfr. Giuseppe Bellini, «De un
mundo a otro: la obra de Ho-
del dios; 3- El teatro mágico de Moctezuma; por no haberse opuesto a los invasores. mero Aridjis», en Rocío Oviedo,
4- Moctezuma en la Casa de las aves; 5- La La pieza finaliza con la figura-sombra del México en la encrucijada. Octa-
vio Paz y la cultura hispánica en
matanza en el Templo mayor; 6- Moctezuma culpable, consciente de que va hacia el «lugar el fin de siglo, Madrid, Ediciones
en el Mictlán. de la extinción total»: Gondo, 2000; Idem, «Más allá
de las palabras: la poesía me-
¿Un drama representable? Creo que di- tafísica de Homero Aridjis», en
fícilmente, lleno como está de personajes Moctezuma comienza a andar. Los dos Xólotls, en Thomas Stauder, La luz queda
fantásticos y simbólicos que se mezclan y los extremos, al querer avanzar hacia él se tambalean en el aire, Frankfurt am Main,
Vervuert Verlag, 2005.
se transforman incansablemente, animales, y caen, uno en las fauces abiertas de una serpiente,
esqueletos, puras esencias, fantasmas, entes el otro en la boca de un esqueleto, como en trampas 35
Aridjis, op. cit., pp. 113-114.
incorpóreos, sólo marco transparente, en un disimuladas que dan a abismos. El perro descabezado
mundo de sombras y de colores, reflejados en guía. Moctezuma cruza el río Chiconahuapan, sobre
superficies de espejos que permiten ver antes el que pasan los difuntos nadando. Él lo cruza de pie,
lo que va a ocurrir, reales e irreales al mismo solemnemente, como en una ceremonia. Las mujeres,
tiempo, mudos y parleros, representaciones los sirvientes lo siguen. Los músicos negros tocan, el
obsesivas y seres de identidad deforme, en tecolote ríe y tose, la guacamaya dice cosas ininteli-
constante mutación. gibles, como palabras en náhuatl dichas al revés, los
A través de todo este derroche de simbo- gatos maúllan y los perros ladran. Cuando va a mitad
logía indígena, de dificilísima comprensión, del río, sus dos vasallos corren detrás de él, como si se
a lo menos para el europeo, desfila la his- hubieran quedado rezagados y quisieran alcanzarlo.
toria del emperador azteca: un vivo-muerto Van de prisa, sobre el aire, sombras sopladas por el
o muerto que habla. En sustancia, un ser viento35.
destinado a la destrucción, despreciado por
los dioses creadores y por las divinidades Nada queda ya de la grandeza de los
de los ínferos, sometido a singular tormento personajes ilustres y desgraciados de la His-
de construcción-aniquilación, de existencia- toria. En la realización dramática de Homero
inexistencia, de voz sin voz, de poder sin Aridjis, Moctezuma es el responsable del de-
poder, de aceptación y rechazo. Un universo sastre nacional y nada merece de la dignidad
por su excepcionalidad fascinante, que muda con que, a pesar de su debilidad, nos lo han
continuamente y representa un inframundo presentado los protagonistas españoles de la
poblado por un sinnúmero de misteriosas conquista, Hernán Cortés y Díaz del Castillo,
Descubrimiento y conquista:
e inquietantes presencias, hacia donde todo quienes lo conocieron en su pleno poder y algunas figuras cuestionadas en
el teatro hispanoamericano del
fluye, es juzgado y aniquilado. majestad. siglo XX
GIUSEPPE BELLINI

55
Cuenta el primero que el gado el ingente rescate en oro que sabemos,
«señor» Moctezuma salió a acarreado por sus súbditos desde todos los
recibirlo «con hasta doscien- rincones de su inmenso imperio, es condena-
tos señores, todos descalzos», do a muerte.
y él «venía por medio de la De la hoguera le salva su conversión for-
calle con dos señores, el uno a zosa a la religión cristiana, obtenida por el
la mano derecha y el otro a la padre Vicente de Valverde, para concluir sin
izquierda», y que cuando fue embargo con la muerte por garrote.
a abrazarlo esos dos señores En el drama actúan solamente tres per-
le detuvieron con las manos sonajes: además de Atahualpa, cargado de
«para que no le tocase»36: un cadenas, el fraile, con una cruz en las manos,
ser divino. y el traidor Felipillo, quien, como intérprete,
A distancia de muchos según cuenta la historia, había formulado
años Bernal Díaz del Castillo falsas acusaciones contra su rey y con ellas
conservaba todavía la memo- contribuyó fundamentalmente a su condena.
ria del primer impacto con Una condena, por otra parte, que ya había
la figura imperial; en toda su decidido de antemano Francisco Pizarro, para
crónica se refiere al personaje liberarse del incómodo personaje.
como al «gran Moctezuma», Durante toda la representación, según dis-
y añade detalles a la presenta- pone el dramaturgo, «se escucha a lo lejos el
ción de Cortés, significativos redoble fúnebre de los tambores castellanos,
Muerte de Atahualpa en la Nueva Crónica y Buen Gobier- de su estupor y admiración: mezclado con plañidos de mujeres y bron-
no de Guamán Poma de Ayala.
cas voces de la soldadesca»40. La escena va
36
e ya que llegábamos cerca de México, cargándose progresivamente de dramatismo.
Hernán Cortés, «Carta segun- [...], se apeó el gran Moctezuma de las andas, y traían- Elementos propios de la metafísica entran
da», en Cartas de relación, op.
cit, p. 115.
le del brazo aquellos grandes caciques debajo de un en discusión. Mientras el fraile le recuerda
palio muy riquísimo a maravilla, y la color de plumas al condenado que la muerte lleva al conoci-
37 verdes con grandes labores de oro, que colgaban de miento de Dios y constituye el fin último del
Díaz del Castillo, op. cit., p.
313. unas como colgaduras, que hubo mucho que mirar hombre, Atahualpa le opone:
en ello; y el gran Moctezuma venía muy ricamente
38
Ibid., p. 314.
ataviado, según su usanza, y traía calzados unos co- ¡Principio o fin! ¿Qué más da?... ¿Sabes tú lo que eras
mo cotaras, que así se dice lo que se calzan, las suelas antes de nacer? ¿En qué región de helados cristales
39
Cf. José Esse Murga, «El teatro
de oro, y muy preciada pedrería encima de ellas37. o espesas tinieblas morabas?... Pues, la muerte, ¿no
en el Perú», prólogo a Teatro pe- es acaso igual a ese «antes de nacer»?. Volvemos al
ruano contemporáneo, Madrid, A continuación el cronista confirma que principio, a la Nada; eso es todo... Pavor deberíamos
Aguilar, 1959, p. 19. Informa
Murga que el drama se estrenó los que acompañaban al emperador le «detu- tener a la vida, al mundo cuando vamos a entrar en él.
en 1957, bajo la dirección del vieron el brazo a Cortés que no le abrazase, Felizmente la Naturaleza es tan sabia que nos priva
autor, en un escenario al aire
libre, el de las ruinas preincaicas
porque lo tenían por menosprecio»38. de todo sentido cuando nacemos, porque, de tener
de Puruchuca. El teatro de Aridjis desacraliza eficazmen- conciencia, desgarraríamos las entrañas de nuestra
40
te el mito: ya no se trata de ensalzar al gran madre para ahogarnos en ella y no conocer así, jamás,
Bernardo Roca Rey, La muerte de soberano, ni de compadecerlo en su desgra- la codicia, la injusticia, la traición... Volvemos a la
Atahualpa, en José Hesse Mur- cia, porque la desgracia no ha sido sólo suya, Nada, y eso es todo...41.
ga, Teatro peruano contempo-
ráneo, Madrid, Aguilar, 1959, sino de todo un pueblo. La historia queda así
p. 181. revisada en sus consecuencias a través de los Con este discurso el Inca cobra dimen-
41
siglos, tiempo que va de la caída del imperio sión; frente al fraile que le reprocha que habla
Ibid., p. 185. azteca al México de la edad presente. como un herético, cuando acaba de recibir el
42
bautismo, Atahualpa contesta que al contrario
Ibid., p. 186. 6) ATAHUALPA habla «como un hombre» que «ha visto come-
ter los mayores atropellos por codicia, que ha
Bien distinta es la actitud del peruano Ber- sido traicionado y a quien la injusticia lleva a
nardo Roca Rey frente al soberano inca, en su la muerte...»42.
tragedia en un acto, La muerte de Atahualpa, Ésta es la denuncia del dramaturgo: el Inca
que escribe en 1950 y estrena varios años es un inocente injustamente condenado por la
después39. El infeliz personaje es representado fuerza bruta de los vencedores, sedientos de
Descubrimiento y conquista:
algunas figuras cuestionadas en por el dramaturgo, con participación, en los riqueza, de oro, como les reprochaba también
el teatro hispanoamericano del
siglo XX momentos finales de su existencia, cuando Guamán Poma de Ayala en su Corónica y
GIUSEPPE BELLINI prisionero de Pizarro, después de haber pa- buen gobierno.

56
Y de repente en el drama, sobre el lamen- previa de matar al Inca, decisión en la que, 43
Ibid., p. 201.
to que se oye a lo lejos de las mujeres que junto con otros, Almagro «fue parte para que
lloran la muerte de su señor, plegaria que Atabalipa muriese»44. Al cronista le debemos 44
Pedro Cieza de León, Descu-
nos lleva al conocido lamento de la elegía la descripción dramática del dolor y deses- brimiento y conquista del Perú,
quéchua Apu Inca Atawalpaman –tan estu- peración de las mujeres de Atahualpa y de Madrid, Historia 16, 1986, p.
pendamente traducida por José María Ar- las sirvientas, «que parecían rasgar las nubes 187.

guedas–, se introduce la persona del traidor, con alaridos», y «Quisieran muchas matarse 45
Felipillo, que llega a tomar venganza de su y enterrarse con él en la sepultura» aunque Ibid., p. 188.

odiado señor. «no les fue permitido»45. Una verdadera tra- 46


La discusión entre los dos se vuelve dra- gedia, que Cieza de León condena y en la que Ibid., p. 189.
mática; se trocan los papeles y el uno re- ve el verificarse mas tarde la justicia divina:
presenta en el otro sus propios fantasmas, todos han muerto los que «tan malamente»
reprocha su propia conducta por interpuesta mataron a Atahualpa, pero han muerto ellos
persona: la muerte de Huáscar, la traición del mismos «malamente», de modo que, según el
súbdito, la venganza vil, la dignidad perdida cronista,
frente al invasor y a la muerte. Pero el trágico
juego termina: el Inca recupera su dignidad podráse, por Atabalipa, decir el refrán de «matarás y
en el momento de ir a morir y el traidor se le matarte han»; y «matarán a los que te mataren». Y así
humilla «cayendo en tierra y casi arrastrán- los que tiene por culpantes, en su muerte, murieron
dose tras él»43. muertes desastrosas: Pizarro, mataron a puñaladas;
El dramaturgo peruano logra en La muer- y Almagro, le dieron garrote; fray Vicente, mataron
te de Atahualpa una obra de gran hondura los indios en la Puná; Riquelme, murió súbitamente.
y dramatismo. Con ella se sitúa dentro de Pero Sancho, que fue el escribano, le dieron en Chile
la tradición que ve en Atahualpa la víctima muerte cruel de garrote y cordel46.
inocente de la conquista, como lo ha visto la
comunidad de los vencidos. Se trata de una La empresa de los dramaturgos hispano-
clara denuncia, que restituye dignidad al mo- americanos, dedicada a enjuiciar, ensalzar o
narca incaico, en perfecto acuerdo, por otra disminuir a las figuras históricas del pasado,
parte, no con la versión de los vencedores del en sustancia a cuestionar la historia, ha tenido
momento, sino con un cronista «moralista» éxito vario desde el punto de vista artístico,
como lo fue Cieza de León, quien en su Des- como se ha visto, pero siempre atestigua la
cubrimiento y conquista del Perú refiere con atracción que las figuras eminentes han ejerci-
acentos de protesta los hechos. tado sobre quienes, con participación, inves-
Sin exitación alguna Cieza acusa a Felipillo tigan el pasado para llegar a una explicación
de traidor y denuncia en Pizarro la decisión convincente del presente.

Descubrimiento y conquista:
algunas figuras cuestionadas en
el teatro hispanoamericano del
siglo XX
GIUSEPPE BELLINI

57
Mercedes Cano Pérez
Licenciada en Humanidades por
la Universidad de Alicante y co-
laboradora de la Unidad de In-
vestigación de dicha universidad
Recuperaciones del Mundo Preco-
lombino y Colonial en la Literatura
Hispanoamericana de los siglos
XIX y XX. Es además profesora
de Lengua y Literatura españolas
en el Instituto de Educación Secun-
daria Bellaguarda (Altea). Actual-
mente está realizando un trabajo
de investigación más amplio sobre
LA FIGURA DE LOPE DE AGUIRRE
la figura de Lope de Aguirre en el
discurso histórico y literario hispa-
noamericanos.
EN ABEL POSSE:
LA FRAGUA DEL PERSONAJE
MERCEDES CANO PÉREZ

1 Pocos personajes históricos pertenecientes de dudoso éxito con unos objetivos muy dis-
Arturo Uslar Pietri, La creación
del Nuevo Mundo, Madrid, Ma-
al periodo de la conquista de América han ad- tintos: aquí se inicia su plan suicida, su acceso
pfre, 1991. quirido esa poderosa aureola mítica que con- delirante al mundo de los mitos. Una vez
serva todavía Lope de Aguirre. Historiadores dentro del río Marañón consigue mediante
y literatos han caído a partes iguales bajo su intrigas bien calculadas matar a Ursúa y a
embrujo, a veces para admirar la hazaña del sus allegados y proclamar como príncipe al
hombre y otras para abjurar los crímenes del ambicioso joven Fernando de Guzmán, que
tirano. Uslar Pietri, en su ensayo «El peregri- se convertirá en un títere en sus manos. A
no», cree ver la causa de esta fascinación en el continuación, hace que los expedicionarios,
profundo «sentido de lo dramático, de lo his- ya bajo su mando, firmen un documento de
tórico y de lo mágico»1 que posee el personaje desnaturalización de los reinos de España,
en cada uno de sus actos. una auténtica afrenta a la autoridad vigente.
Este hidalgo nacido en Oñate (Guipúzcoa) Por si esto fuera poco, escribe una airada carta
en la segunda década del siglo XVI protagoni- a Felipe II que sella su paso por la historia:
za una historia que no parece al principio tan reprocha al rey su ingratitud, le recuerda sus
distinta a las de otros que llegaron al Nuevo servicios y se lamenta de haber tenido que
Mundo buscando suerte y riquezas. Sin em- llegar a esos extremos reivindicativos. Aguirre
bargo, lograría que sus pasos resonasen más ya ha advertido a sus hombres que El Dorado
que el resto, tal vez por el arrojo que puso a su es en realidad el reino del Perú, el único pre-
empeño, por su personalidad abismal. Estuvo mio por el que merece la pena dejarse la vida.
alrededor de treinta años en las Indias, casi Así, mata o hace matar a los que le estorban,
siempre como uno más. Vivió el ambiente de o a los que cree que lo harán. Su poder de
crispación política provocado por la promul- control es absoluto y mientras viajan hasta la
gación de las Leyes Nuevas de 1542 y se man- desembocadura del Amazonas todo pasa por
tuvo casi siempre del lado del rey aunque con sus manos. Después cruza a Isla Margarita y
algún desliz que era perdonado al combatir al ahí sufre las primeras deserciones: hombres
próximo insurgente. En una de estas campa- que huyen sobrepasados por la culpabilidad
ñas bélicas recibió un arcabuzazo en la pierna de sus delitos, confiando en un supuesto per-
y desde entonces su cojera le acompañó como dón real. Pero el tirano no se amilana, entra
otro rasgo más de su personalidad. Era de en Venezuela y encuentra en la localidad de
carácter huraño y poca conversación, sólo se Barquisimeto un final acorde con sus dimen-
le conocía una debilidad, Elvira, su hija mes- siones: todos sus marañones (excepto uno) le
tiza. En 1559 el marqués de Cañete encarga al abandonan y, cercado por el enemigo, mata
gobernador Ursúa una expedición al célebre a Elvira a puñaladas para evitarle escarnios y
La figura de Lope de Aguirre en
Abel Posse: La fragua del personaje
reino de El Dorado. Aguirre, un aventurero humillaciones propios de la hija de un traidor.
MERCEDES CANO PÉREZ ya entrado en años, se enrola en esta empresa Ya libre, tras haber borrado su descendencia

58
en este mundo, anda solo al encuentro de los vocacional, se ha convertido en un coronel
dos arcabuzazos que sus propios soldados beligerante al que todos temen en secreto.
(ahora de nuevo súbditos reales) le regalarán Aguirre está fuera de juego: decide optar por
con gran rapidez y decisión, cualidades pro- un cambio radical y consuma el «erocidio
pias de quien teme que la víctima deje algún matrimonial» con el necesario asesinato de
testimonio incómodo. Es el lunes 27 de octu- su esposa. Se siente tan desolado que necesita
bre de 1561. a Huamán como guía de su proceso de libe-
Como es lógico, esta hazaña de dimen- ración espiritual, tras el cual consigue entrar
siones épicas ha sido ampliamente glosada en «lo abierto», «deshistorizarse»8 y sentirse
desde sus orígenes. Partiendo de los cronistas, poco a poco americano. Viaja entonces por
primitivos «cantores» de la furia de Aguirre, un continente devastado por la injusticia y
hasta llegar a los novelistas contemporáneos2, la explotación y presencia finalmente el le-
la imagen del tirano se ha mostrado versátil y vantamiento de las fuerzas armadas a cargo Abel Parentini Posse.

susceptible de varias interpretaciones. La que de Carrión aventado, como siempre, por el


aquí nos ocupa es la que Abel Posse nos ofre- amparo teológico de Monseñor Henao. En
ce en Daimón (1978) que, según sus propias Cuzco, Aguirre se reencuentra con la Mora, 2
A este respecto, las novelas más
palabras, es «una novela transhistórica, meta- un antiguo amor imposible, y vive con ella importantes sobre el personaje
histórica»3 que le servirá no sólo para recrear el renacer de la concupiscencia al tiempo que son, además del Tirano Bande-
la figura terrible de Aguirre, sino que además viene «oliendo su propia muerte»9. La joven, ras (1926) de Ramón Mª del
Valle-Inclán (inspirada, al menos
se convierte en un intento de comprensión de imbuida por el idealismo revolucionario de en parte, en el personaje), El
la realidad y la historia americanas4. El plan- Torres, le propone unirse con él a su grupo camino de El Dorado (1947) de
Arturo Uslar Pietri, La aventura
teamiento de la obra es la resurrección del ti- de resistencia, y ahí Aguirre vuelve a sentir equinoccial de Lope de Aguirre
rano que, haciéndose acompañar de todos sus su «demonio», su necesidad de traición, su (1962) de Ramón J. Sénder y
Lope de Aguirre, príncipe de
hombres, vuelve al mundo para proseguir su hambre de poder. En este momento en que la libertad (1979) de Miguel
jornada imposible durante cinco siglos más, el protagonista vuelve a encarrilar su imagen Otero Silva.
reanudando de nuevo «la fiesta de la guerra»5. prototípica, a encarnar los rasgos de que la
3
Un Aguirre incestuoso y endemoniado vuelve literatura y la historiografía le han dotado, Abel Posse en Silvia Pites, «En-
a la vida con toda la energía maquiavélica de muere accidentalmente, atragantado por un trevista con Abel Posse», Chas-
qui, 22:2 (noviembre 1993), p.
antaño, pero ingresará en un mundo que ya hueso. Pero el estigma de maldad y crueldad 123.
no es el suyo: llega al país de las Amazonas y que representa no desaparece con él.
4
le aburre su sensualidad sin malicia, ve en la La visión posseana de la figura de Aguirre «Voy más allá de la historia, a
Cartagena del siglo XVIII ese juego del pro- muestra unas peculiaridades que trataremos la metahistoria si quieres, pa-
greso y del comercio que aniquila las antiguas de analizar en este trabajo. Se trata de un ra comprender nuestra época,
para comprender nuestra raíz,
jerarquías al tiempo que crea las suyas pro- personaje construido sobre unos principios nuestra ruptura, nuestra ado-
pias y visita con su séquito de marañones el caracterizadores capaces de dar unidad a una lescencia eterna», Abel Posse
en Magdalena García Pinto,
anhelado Paytiti, país del oro, cuyo príncipe novela que en principio manifiesta una estruc- «Entrevista con Abel Posse», Re-
vive triste, como «un empleado de su propia tura poco solvente por sí misma. Lope está vista Iberoamericana (Pittsburg),
LV:146-147 (enero-junio 1989),
opulencia»6. Esto corresponde con la primera en cada fisura de la narración para hilvanarla pp. 499-500.
parte de la novela, que se cierra con un Agui- con su presencia imponente: es una creación
rre hastiado de sus propias andanzas y que maestra. Debemos por tanto desandar el 5
Abel Posse, Daimón, Barcelona,
buscará, mediante el anonimato, un camino trabajo creador de Posse para atisbar cómo Debolsillo, 2003, p. 9.
individual hacia la felicidad. se presenta su personaje desde su misma
6
Dicho trayecto aparece trazado en el se- concepción genesíaca. Para ello partiremos Ibid., p. 137.
gundo bloque en el que Lope vive al fin el de dos vías de análisis básicas: la primera es-
7
amor junto a sor Ángela en un entorno an- tudiará a Aguirre en relación con el contexto Ibid., p. 260.
cestral, el Machu Picchu. Sin embargo esta histórico que plantea la novela (su interacción
quietud pronto abruma al hombre de acción y su forma de transitar o asumir la historia); 8
Ibid., p. 226.
y decide conocer la floreciente República la segunda saltará a otros textos, a un paisaje
donde descubre que todos sus marañones han narrativo más amplio que nos permitirá ver el 9
Ibid., p. 280.
prosperado: Blas Gutiérrez (antes escribano) nacimiento del tirano desde otros personajes,
es el prototipo del hombre ilustrado y fun- desde otras voces.
dador del Partido Liberal; Diego de Torres,
el soldado aspirante a místico algo torpe y PERSONAJE E HISTORIA: MECANIS-
apocado es ahora un famoso líder estudiantil, MOS CONSTRUCTIVOS
«entregado de lleno a la mística revoluciona-
La figura de Lope de Aguirre en
ria»7; el cura Alonso de Henao ha ascendido a Una de las características que primero sal- Abel Posse: La fragua del personaje
la categoría de Obispo y Carrión, el verdugo ta a la vista en Daimón es que el protagonista MERCEDES CANO PÉREZ

59
se enclava continuamente en un contexto di- era ahora terrible: habían sabido incorporar la
námico, fulgurante, proteico: el suelo que pisa ciencia a su maldad de siempre»11. Allí siente
Aguirre siempre se mueve bajo sus pies. En la su derrota con «cierta vergüenza, como de
novela histórica tradicional, el personaje brota provinciano fracasado en fiesta mayor»12. El
de la historia y la habita, siendo un producto personaje real era un conquistador en una
de ella: el autor rescata a la figura elegida y época en que los conquistadores han perdido
detiene el devenir temporal para enfocarla independencia y poder; de ahí nace su reivin-
mejor. En este sentido es como si la historia dicación, su disidencia. De modo análogo, el
sustentase y fijase con su fuerza inmanente el Aguirre de Posse siempre se encuentra fuera
protagonismo del hombre frente al devenir de lugar, desubicado, y su manera de vivir la
en el que está inmerso, que es por naturaleza nostalgia adquiere la forma de un encuentro
destructor de todo lo humano. En la obra de paulatino con lo americano, de identificación
Portada de Daimón.
Posse ocurre lo contrario: es la historia la que con el continente:
habita en el personaje, el cual se caracteriza
10 precisamente por su dinamismo temporal y Por primera vez en sus sucesivas vidas se sintió ame-
Véase Seymour Menton, La Nue-
va Novela Histórica de la Amé-
por su persistencia frente a todo lo voluble. ricano. Al menos con el rencor del americano y ese
rica Latina 1979-1992, México, Aguirre fagocita el contexto a fuerza de ca- cierto orgullo vegetal y paisajístico que con el tiempo
FCE, 1993, p. 43. minar sobre él, de consumirlo, de integrarlo. sería confundido con mero folklorismo13.
11 Como novela histórica, el procedimiento se
Daimón, p. 102. invierte y se produce el impacto interpre- En cierta manera, esa visión del protago-
12
tativo: el tiempo pasa con gran celeridad y nista histórico en un momento crepuscular,
Ibid., p. 108. cinco siglos no son nada para un hombre que de decaimiento y crisis vital, nos recuerda la
13
deambula con andares despistados por el flo- definición que Teodosio Fernández esbozó
Id. recimiento del comercio colonial, el afrance- para una nueva óptica narrativa en la literatura
samiento aletargado de la república y el auge hispanoamericana, adoptada desde finales de
14
Teodosio Fernández en Luis Sáinz de las dictaduras militares. Para conseguir esta los ochenta y caracterizada por contemplar
De Medrano (coord), La Semana volatilidad histórica, este contexto en movi- al personaje «desde un ángulo personal, pri-
de Autor sobre Abel Posse, Ma-
drid, Ediciones de Cultura Hispá-
miento, la trama novelesca se vertebra a partir vado, menor, marcado por el desengaño ante
nica, 1997, p. 32. Este estudioso del peregrinaje ucrónico de Lope. Aguirre se empresas azarosas e inútiles coronadas por
evidencia la presencia de este
punto de vista en obras como El
ha convertido en un vagabundo vocacional el fracaso»14. En este caso la configuración
general en su laberinto (1989) de y, si su itinerancia espacial nos recuerda a la espiritual de este modelo protagónico se ade-
Gabriel García Márquez, La visita del personaje real, histórico (pensemos en lantaría hasta 1978, fecha de publicación de
en el tiempo (1990) de Uslar Pietri
y El largo atardecer del caminante ese viaje hacia la nada en aguas amazónicas), Daimón.
(1992) del propio Abel Posse. es también capaz de sorprendernos con un Por otro lado, se puede afirmar que Posse
15
nuevo tipo de peregrinaje, el temporal, que juega con la idea de la ruptura del pacto de
Mª Cristina Pons en Memorias borra las fronteras más básicas de lo racional y lectura establecido de antemano. Entendemos
del olvido (México, S XXI, 1996)
advierte que «el género de la
lo posible y se propone un trayecto delirante por pacto de lectura el conjunto de expectati-
novela histórica no sólo es una por la historia de América. En Daimón, lo vas que el lector se crea al acercarse a una obra
manera de (re)escribir, sino que histórico, que está hecho de tiempo inasible, y que afecta especialmente a las líneas inter-
también implica una manera de
leer. Se podría decir que esta ma- inabarcable, aparece asimilado a lo espacial, pretativas y a la verosimilitud del relato15. Al
nera de leer entraña un proceso que es una entidad transitable y al alcance del hablar de Nueva Novela Histórica, categoría
de «percepción dirigida» (Jauss)
determinado por el contrato de
hombre: Aguirre circula por el tiempo. a la que pertenece Daimón, estas perspecti-
lectura que el género establece a Este planteamiento discursivo presupo- vas semánticas se amplían notablemente y la
partir de sus rasgos convenciona-
les y modos de tratar y percibir la
ne ya de por sí un marco textual de dislates tergiversación de la base referencial es más
realidad histórica. Este contrato temporales. La presencia de la anacronía común, aunque veremos que en este caso es
de lectura genera en el lector una pasa de ser un recurso propio de la Nueva total. Aguirre es un personaje de los que se
determinada predisposición fren-
te al texto y provee las pautas, Novela Histórica (como ya destacó Seymour suele decir que vehiculan ideas, principios o
o instrucciones (como las llama Menton10) a convertirse en un procedimiento mensajes bien sean positivos o negativos: el
Eco), que han de regular el pro-
ceso de lectura en la producción
estructural en la concepción del personaje Aguirre victimario, rebelde, abominable ha
de sentido» (p. 29). En el caso que contribuye a su sentido y definición. El sido el más socorrido, quedando el Aguirre
que nos ocupa, la novela refor-
mula desde su misma lectura las
espíritu anacrónico de Aguirre se traduce en idealista para unos pocos nostálgicos. De for-
pautas para su interpretación. una versátil marginalidad, capaz de redefinirse ma sorprendente, en Posse nos encontramos
y reubicarse en cada momento y lugar. Por con un Lope sin programa ni discurso, cuya
ejemplo, en Cartagena descubre que los tiem- «resurrección» le ha hecho surgir de la na-
pos han cambiado y al conocer las nuevas y da perdiendo paulatinamente su codificación
La figura de Lope de Aguirre en
Abel Posse: La fragua del personaje poderosísimas armas de fuego «comprendió histórica originaria. Lope se reinterpreta des-
MERCEDES CANO PÉREZ que el poder de los emperadores europeos de el presente obviando su carga pretérita: ya

60
no es el que domina a sus hombres mediante personaje el que vea, ejercien-
el terror y busca en sus crímenes una reivindi- do el valioso oficio de voyeur.
cación honesta, pero tampoco es un idealista, De hecho, toda la novela es
un luchador, un revolucionario16. Aguirre una exuberante recreación de
es simplemente una creación literaria pro- esta mirada asombrada.
fundamente descastada que, en su continuo El autor no necesita ex-
caminar, va liberándose progresivamente de plicar el demonismo ni la
su carga semántica previa y obliga al lector a crueldad proverbial de este
un ejercicio continuo de reconsideración her- ser ferino porque lo convierte
menéutica. Es un personaje al que se dota en directamente en una constante
el relato de una profunda libertad, que juega histórica de maldad, barbarie
continuamente a que busquemos su referente y poder, es decir, un daimón.
histórico para desmentirlo. Es significativo en este sen-
Posse ha indicado en alguna ocasión que tido que la novela reciba su
Aguirre simbolizaba «la barbarie maravillo- título de esta denominación
sa de España, la barbarie que termina con abstracta, genérica, y no de
una aventura desopilante y genial, aunque su encarnación concreta en
monstruosa» y que en este sentido él se pro- el texto que sería, en prin-
ponía «rehabilitar»17 dicha barbarie. Quizá la cipio, Aguirre. Decimos en
restitución del tirano sea esta visión profun- principio porque si el tirano
damente personal de un personaje que ya no es un daimón en el siglo XVI,
predica nada, que carece de mensaje, que está no lo será en los posteriores: Manuscrito de Abel Posse.
condenado a ver un ciclo concluido del que asistimos entonces a su lucha
ya no forma parte. Tampoco funciona en su por la supervivencia frente a
proyecto redentor el espejismo de la salvación sus homónimos, al salvajismo de la ley de 16
Así lo vieron, entre otros, Simón
romántica: intenta «hacerse» americano, pero selección más darwinista, una batalla perdida Bolívar, el historiador Segundo
cae sobre él la losa de la predeterminación de antemano. En la propia novela aparece una de Ispizua o el novelista Miguel
Otero Silva.
histórica. La embriaguez de poder y traición cita referida al mundo animal que explica en
le llevan a querer engañar a la Mora y apartar forma de parábola este proceso que descri- 17
Abel Posse en Sáinz de Medrano
del camino al nuevo héroe, el «santurrón bimos: (coord.), La Semana de Autor so-
Diego de Torres»18. A priori, Lope se nos bre Abel Posse, op. cit., p. 77.
presenta como símbolo del poder, dentro de Los jabalíes también crean jerarquías y jefes militares.
18
la categoría de los «daimones», término que Vive este jefe una vida profundamente antinatural, se Daimón, p. 283.
aparece definido en Los perros del paraíso hace proclive al abuso y la prepotencia creando serios
19
como «ángeles insolentes» que «moran al desórdenes entre el hembraje. Mientras es joven pa- Abel Posse, Los perros del paraí-
margen del código cristiano» y por ello «no rece imitar al tigre, perdidas las fuerzas transfórmase so, Barcelona, Debolsillo, 2003,
p. 83.
necesitan salvarse»; su único objetivo es cum- de jabalí en rencoroso cerdo que los jóvenes despe-
plir «las leyes de su misión»19. Aguirre es pues dazan en un sacrificio de renovación21. 20
un daimón, pero inocuo, fuera de su ámbito Daimón, p. 212.

originario y reemplazado por una mutación No hace falta que imaginemos quién es ese 21
más talentosa, más contemporánea, que es la ex-jabalí desplazado: Aguirre se convierte en Ibid., p. 145.
de la tiranía organizada, hecha sistema. Sólo una reliquia andante. De ahí que su función 22
camina para invalidar su versión oficial, sin queda circunscrita únicamente a la contem- Ibid., p. 113.
tener una nueva que ofrecer. Ya ni siquiera plación impertérrita, exenta de predicamento. 23
puede ser la imagen de la barbarie y la vio- Lope es un hombre aturdido en un mundo Ibid., p. 269.
lencia porque incluso su maldad ha quedado polimórfico que le excluye. Descubrirá que
obsoleta: es un espectro en todos los sentidos, en esa nueva era «habían triunfado los putillos
es «el fantasma de su fantasma»20. administrativos sobre los guerreros»22, pero,
De la conjunción entre un contexto eter- como carece de la facultad del autoanálisis, no
namente en movimiento y la configuración logrará darse cuenta de que él mismo «tenía
de un prototipo sin ideario, surge el tercer un sentido arcaico y aristocrático del poder,
mecanismo constructivo que estudiaremos olvidándose de que todo poder, incluso el
en Daimón: el voyeurismo como forma de suyo, siempre nace de la infamia, de la usur-
interacción entre mundo y personaje. Como pación»23. Posse omite toda limitación signi-
ya dijimos, en Aguirre todos vieron una co- ficativa en la creación de Aguirre al conver-
La figura de Lope de Aguirre en
dificación de algo, un símbolo. Posse, en este tirlo en un espíritu errante, antaño paradigma Abel Posse: La fragua del personaje
punto, procura no ver nada y deja que sea su histórico y ahora sólo voyeur caduco de sus MERCEDES CANO PÉREZ

61
herederos en la atrocidad: los moder- versiones para justificarse ante el poder real y,
nos tiranos del caudillismo militar, así, pintan el demonio de Aguirre con colores
es decir, Carrión y sus esbirros. Así, vivos y cegadores, un ser protervo que los
el personaje no necesita coartada en lleva a todos a la perdición.
su itinerancia americana y puede Daimón no es una novela que parta fiel-
opinar y admirar, fundirse en lo que mente de las crónicas para elaborar su mundo
ve aunque sin entender nada, ni si- propio, su logos; o al menos no las sigue del
quiera a sí mismo. La vuelta del Viejo mismo modo en que otras obras basadas en
tiene un valor testimonial: cuando se el mismo personaje histórico lo han hecho25.
plantee de nuevo la acción violenta Posse utiliza todo este material con total
y reconquistar el primer plano de libertad creativa, pero aún así es imposible
los acontecimientos (reingresar en no ver en el magma poético que es la novela
la historia), se cierra su círculo. Su múltiples referencias, transformadas o sola-
Klaus Kinski interpretando a Lope de Aguirre
en Aguirre, la cólera de Dios. funcionalidad en la novela es como padas, a la voz de los cronistas. Hechos, per-
espectador, no como agente: quizá sonajes y situaciones aparecen en ocasiones
su condena (y al tiempo su salvación) desrealizados por el trabajo literario, pero
24 sea presenciar su propia condición de despla- siempre subyacentes en el texto. El propio
Véase Elena Mampel González zado, de marginal. Posse reconoce que «en ese viaje espiritual y
y Neus Escandell Tur (eds.), Lo-
pe de Aguirre. Crónicas 1559-
admirativo hacia la América ancestral, necesi-
1561, Barcelona, Publicaciones EL NACIMIENTO DEL PERSONAJE té leer y releer las Crónicas»26. Este proyecto
y Ediciones de la Universidad DESDE LA INTERTEXTUALIDAD de reelaboración ha sido efectuado por el
de Barcelona, Editorial 7 ½ ,
1981. autor argentino siguiendo un principio que él
Hay varias referencias textuales y lite- mismo denomina «fraguar imaginativamente
25
Hablamos por ejemplo de El rarias mineralizadas en la constitución del la crónica»27 y, para ello, no parte de la mera
camino de El Dorado (1947) personaje complejo que protagoniza Daimón. traslación de acontecimientos históricos al
de Uslar Pietri o La aventura
equinoccial de Lope de Aguirre
Dar cuenta de todas ellas es tarea imposible plano novelesco, sino que alambica ese dis-
(1968) de Ramón J. Sénder. para un trabajo de pretensiones tan modestas curso con una lógica delirante, similar a la de
como el presente. Pero sí podemos atisbar al- los sueños. Este onírico proceso de montaje
26
Posse en Mª Beatriz Aracil Va- gunas presencias esenciales que orquestan los ha sido definido con gran acierto por José
rón, Abel Posse: de la crónica principios básicos de este Aguirre novelesco, Manuel Caballero Bonald cuando afirma que
al mito de América, Universidad
de Alicante (Cuadernos de Amé- que solapa en su andadura, mostrándolo sólo «lo que se ha propuesto Abel Posse, antes que
rica sin nombre, nº 9), 2004, a veces, un universo intertextual abarcador nada, es desarticular el engranaje de algunas
p. 211.
y polifónico que se ensancha a medida que viejas crónicas para volverlo a montar según
27 es catalogado. Subyace un juego de latencias unas sorprendentes instrucciones de uso»28.
Posse en La Semana de Autor, en la obra, un torrente de voces que quieren Intentaremos ver en este punto qué elementos
op. cit., p. 83.
significar y salir de los oropeles. del tirano histórico prevalecen en el posseano,
28 Nos centraremos en dos núcleos textuales y qué metamorfosis ha producido el filtro
J. M. Caballero Bonald en ibid.,
p. 28. fundamentales por su trascendencia: el prime- novelesco.
ro de ellos sería el mundo de las crónicas que Uno de los rasgos que los cronistas reite-
29
Vázquez-Almesto en Mampel,
narraron los acontecimientos históricos de la ran de Aguirre es su insomnio vigilante. Di-
op. cit., p. 270. rebelión de Aguirre; el segundo entroncaría cen que «fué gran sufridor de trabajos, espe-
con el viraje de Abel Posse hacia unos mode- cialmente del sueño, que en todo el tiempo de
30
Daimón, p. 44. los literarios más genuinamente americanos y, su tiranía, pocas veces le vieron dormir, si no
en particular, argentinos. era algún rato de día, que siempre le hallaban
31
Ibid., p. 46. Se conservan seis testimonios documen- velando»29. Esta actitud controladora se rei-
tales que narran el episodio homicida urdido tera y magnifica en Daimón, donde Aguirre
por Aguirre24. Cuatro de ellos son obra de aprovecha el sopor tropical para luchar contra
antiguos compañeros del tirano, marañones, «los activistas nocturnales que existen en todo
que se pasaron al bando real al constatar que grupo humano»30 y practicar la desconfianza,
la rebelión se precipitaba hacia el fracaso; son su vicio predilecto. Además, «cuando los
Gonzalo de Zúñiga, Pedro de Monguía, Cus- hombres se disponen a iniciar los trabajos del
todio Hernández y Pedrarias de Almesto que día se echa en el camastro a dormitar, con un
reelabora y modifica un manuscrito previo de ojo entreabierto»31. En la novela esta cualidad
Francisco Vázquez. De las otras dos crónicas, de insomne omnipresencia se magnífica de tal
una es anónima y la última, la más amplia, es modo que ni siquiera un hecho tan incuestio-
La figura de Lope de Aguirre en
Abel Posse: La fragua del personaje obra del historiador Toribio de Ortiguera. nable como la muerte le afecta: no duerme,
MERCEDES CANO PÉREZ Los cuatro primeros cronistas escribieron sus no descansa y, en conclusión, tampoco mue-

62
re. Ello le permite ejercer esa condición de Blas Gutiérrez, el Escribano (más adelante el 32
Gonzalo de Zúñiga en Mampel,
voyeur que apuntábamos: lo ve todo porque intelectual liberal), encargado de transcribir op. cit., p. 14.
debe verlo todo. su aventura épica y al que hará torturar para
33
Sin lugar a dudas, el elemento caracteri- arrepentirse al poco y confesarle: «¡...no sé Toribio de Ortiguera en ibid.,
zador más reiterado en los cronistas es el de- qué haría sin ti! ¡Eres el único que va com- p. 102.
monismo del tirano. Al parecer, era imposible prendiendo algo de las cosas...!»41.
34
urdir cualquier plan para rebelarse contra sus La lectura de las crónicas evidencia una Vázquez-Almesto en ibid., p. 269.
imposiciones, ya que «por ninguna vía pu- peculiar relación de Aguirre con las mujeres.
35
dieron matarle ni alzarse por el Rey nuestro No sólo no cae hechizado como todos ante Daimón, p. 49.
señor, porque las veces que se intentó, paresce doña Inés, la amante de Ursúa y «la mas
36
quel demonio se lo decía, parece traer familiar linda dama que en el Peru quedaua a dicho Ibid., p. 50.
(...) y lo sabía luego»32. Es tal su vocación in- de quantos la conocieron»42 sino que además
fernal que habla con «palabras luciferinas»33 ordena matarla y la culpa del desencadena- 37
Véase Vázquez-Almesto en
y que entre sus soldados prefería sin duda a miento de la violencia entre los soldados. En Mampel, op. cit., pp. 254-259.
los hombres que «si fuese menester, jugasen Daimón Aguirre es un «erotómano tímido
38
con el demonio el alma á los dados»34. En pero tenaz»43, un romanticón apasionado que Ibid., p. 259.
Daimón, la presencia de lo satánico aparece arrastra hasta la ultratumba un amor nunca
39
manifiesta desde el principio; de hecho el confesado hacia esta perturbadora mujer, de Daimón, p. 26.
personaje convive con esta voz interior y «en la que se convierte en una especie de preten-
su mayor intimidad, casi sin palabras, sentía diente eterno cuyas «misivas de amor eran 40
Ibid., p. 179.
que las mejores cosas de su vida habían venido cadáveres apuñaleados pero doña Inés no
del lado del Bajísimo»35. Cuando reflexiona aceptaba descender a ese lenguaje de horror, 41
Ibid., p. 94.
sobre su propia naturaleza no puede dejar de de ensangrentados significantes»44. De nue-
lado esta característica inherente, la compañía vo según los cronistas, el tirano manifestó 42
Custodio Hernández en Mampel,
que siempre le asesora: «¿Qué sería un hom- reiteradamente «que habia de matar á todas op. cit., p. 197.
bre como yo sin el Demonio? ¡Nada! ¡Una las malas mujeres de su cuerpo, porque estas
nulidad, un cagatinta armado! ¡Hay hombres eran causa de grandes males y escándalos en 43
Daimón, p. 9.
que son un ángel, como San Francisco, y otros el mundo»45 y, por otro lado, «las que eran
que son su demonio... pero son»36. Hay una honradas mujeres las honraba mucho»46. El 44
Ibid., p. 44.
irrevocable razón para la presencia de la Voz Aguirre posseano es una marioneta de la
en Aguirre y ni siquiera el patético exorcismo femme fatale que es la Mora, primero pros- 45
Vázquez-Almesto en Mampel,
al que el padre Henao le somete al principio tituta y luego activista revolucionaria a la op. cit., p. 238.
de la novela consigue separarlo de lo que es su que él se sabe, pese a todo, predestinado ya
especificidad histórica y personal. que, como suele ocurrir, «es terrible la pa- 46
Gonzalo de Zúñiga en Ibid. p.
Otra idea fundamental rescatada de las sión de los hombres difíciles por las mujeres 21.
crónicas es la relación del personaje con la fáciles»47. La buscará incansable en las taber-
47
escritura, una cualidad que dejó constancia nas y borracherías de las ciudades sin alma, Daimón, p. 110.
documental de su reivindicación personal. mientras escucha por primera vez el tango y
48
Uno de los momentos más estremecedores siente que este acercamiento musical con lo Ibid., p. 245.
de la rebelión de Aguirre es esa carta llena de americano es «un lazo para siempre»48. En las
desencanto que remitió a Felipe II37 donde crónicas el cojo Aguirre se hace acompañar 49
Gonzalo de Zúñiga en Mampel,
se define a sí mismo como «rebelde hasta la a todas partes con su hija, «que era mestiza, op. cit., p.21.
muerte»38. En Daimón queda mucho de aque- que trujo del Pirú, á la qual queria y tenia en
50
lla manía epistolar: en su rodeo metahistórico, mucho»49. Casi todos los testimonios confir- Crónica anónima en ibid., p. 277.
Aguirre escribirá dos misivas más a su odiada man este amor incondicional del soldado por
majestad en las que juega intertextualmente su descendiente, «a quien quería mas que a
con la carta originaria y proclama a los cuatro su vida»50, pero en Daimón este respeto casi
vientos el inicio de «la jornada de América»39. sagrado por la niña Elvira se convierte en un
Lo más irónico es que este personaje, que incesto perpetuado, consentido y fructífero.
consiguió la inmortalidad histórica gracias En conclusión, en el trasvase del personaje
a un hecho escritural, sea considerado en la histórico al novelesco hay una prolongación
novela como un «semianalfabeto» que «si de significantes evidente: la castidad tene-
bien no entendía la letra exacta, con los siglos brosa del Aguirre real se rebela y desata en
(...) había aprendido a comprender el sentido Daimón. Parece que se establece un puente
general de los signos»40. Dentro del mismo entre los textos históricos y la novela, y don-
La figura de Lope de Aguirre en
grupo de coincidencias y guiños podemos de aquéllos ocultan, ésta explicita: Lope mata Abel Posse: La fragua del personaje
considerar su relación de amor y odio con a la inalcanzable Inés porque no puede tener- MERCEDES CANO PÉREZ

63
51 la51, quiere tanto a su hija que llega incluso a dominarlos para que se desvincularan de
«Sólo la había podido echar a
tierra mediante las estocadas a amarla como mujer y pronuncia pequeñas su lejana majestad española: les marcó con la
que le dieron sus esbirros, Ca- diatribas cotidianas contra las malas mujeres enseña de la deslealtad y los trató de condenar
rrión y Antón Llamoso, y sólo en-
tonces ella comprendió, cuando
porque le fascinan y es incapaz de controlar- junto con su alma. Sin embargo su plan se
agonizaba violentada, el salvaje las como controla todo lo demás. Daimón se desmoronará cuando sus hombres se aferren
amor o deseo que se escondía convierte también en una crónica amorosa a las cédulas reales de perdón repartidas por
detrás de aquellas muertes, in-
cluida la de ella», Daimón, pp. bastante extensa que completa el cuaderno doquier ya en el momento final de su odisea.
44-45. de bitácora del protagonista en su periplo, Fue traicionado por todos excepto por el si-
52 que es a la vez un trayecto por la historia y niestro Antón Llamoso.
Gonzalo de Zúñiga en Mampel, por el amor. Si Daimón es el desquite, el retorno del
op. cit., p. 19.
Uno de los motivos más desazonantes en personaje, la traición aparecerá pero devuelta
53 la personalidad del hidalgo de Oñate fue la a sus primeros ejecutores: Aguirre se venga
Vázquez-Almesto en ibid., pp. conciencia que de su propia muerte (y de la de sus subordinados que, en la vida terrenal,
241-242. Aguirre escribe esta
carta para exponerle su situa- de todos) mantuvo en su viaje destructivo. le jugaron la mala pasada de dejarle solo y
ción y rogarle por la vida de su En efecto, parece elegir este destino más que convertirse en sus iracundos arcabuceros.
compañero marañón Pedro de
Monguía que, sin que él lo sepa asumirlo: Cuando llega a Paytiti la delegación del nuevo
todavía, acaba de traicionarlo. Inca pidiéndole al tirano colaboración, éste
54
Tenía de costumbre, en matando alguno, decir á los escucha al Bajísimo y entrega a sus hombres:
Ibid., p. 242. demás: «Ea, caballeros, macheteros delante», dando «el Viejo sentía algo verdaderamente grande,
á entender que á los que mataba enviaba delante á excepcional: los había vendido a todos de
55
Ibid., p. 269. abrir y machetear el camino por donde él y los demás pies y manos»58. Tras la treta liberadora se
habían de ir tarde ó temprano52. siente feliz y consciente de que «un traidor
56
Ibid., p. 258. debe traicionar todo, incluso sus cómplices,
En la carta que escribe al Provincial sus muertos, su costumbre» y concibe la
57
Ibid., p. 219.
Montesinos53, le advierte al padre que «los existencia «como sucesión de traiciones que
que vinieren contra nosotros, hagan cuenta nos liberan de los efectos de la anterior»59. El
58 que vienen á pelear con los espíritus de los Aguirre traidor de los cronistas traslada aquí
Daimón, p. 142.
hombres muertos»54. Él mismo sabía (según su felonía a otros ámbitos (más privados, más
59 sus soldados afirmaron) «que su ánima no personales y vengativos) sin variar un ápice su
Ibid., p. 108.
se podia salvar; y que estando él vivo, ya voracidad. De hecho, el final de la novela es
60 sabía que ardía en los infiernos»55 y así le una nueva traición, esta vez a la Mora y a sí
Ibid., p. 286.
dejó constancia al rey en su carta de que no mismo, a ese nuevo Aguirre «sudamericaniza-
61 había salida para él ni para ninguno de sus do» pero habitado todavía por un incansable
Abel Posse en Magdalena Gar- hombres, ya que «no hay en el río otra cosa, y «furioso daimón»60 que no puede morir
cía Pinto, op. cit., p. 498.
que desesperar»56. Hay en la figura de Lope con él, que seguirá su andadura circular por
de Aguirre toda una poética de la muerte la historia.
que se potencia sin desvirtuarse en Daimón. El segundo universo intertextual impli-
El caudillo vuelve a la vida con sus hombres, cado en la novela conduce a un ámbito de
pero sigue siendo una presencia fantasmal análisis bien distinto: el de los modelos lite-
en un mundo ambiguo que lo ignora. No rarios argentinos que afloran en el Aguirre
hay un salto narrativo desde las crónicas a la de Daimón. Las primeras novelas de Posse,
novela sino que todo adquiere los visos de Los bogavantes (1970) y La boca del tigre
una prolongación, fantástica e irreverente, (1971), se encuentran muy próximas tanto en
pero donde se materializan esas premonicio- la temática como en el lenguaje a un espíritu
nes macabras que poblaban el lenguaje de las profundamente europeísta, influenciado en
crónicas. buena manera por el cosmopolitismo bonae-
El último anzuelo que lanzaremos a los rense. Según reconoce el mismo autor: «...yo
testimonios de la rebelión de los marañones no estaba dentro de mi voz (...). Yo escribía
será el que denominaremos el tópico de la fuera de mí, como un escritor porteño»61.
traición. El tirano estampó su firma en una Tras estas obras se abre un silencio creativo
carta colectiva en que los marañones justifi- que se rompe en 1978 con Daimón, trabajo
caban, entre otros escarceos, el asesinato de que inaugura un nuevo estilo, una inédita
Ursúa. Pero no se conformó con plasmar su mirada hacia la historia de América y su li-
nombre, ya de por sí portador de un designio teratura. Esta novela inauguraría la llamada
trágico, sino que lo completó con el apelativo «Trilogía del Descubrimiento», continuada
La figura de Lope de Aguirre en
Abel Posse: La fragua del personaje de «traidor»57, término que alcanzaba, como con Los perros del paraíso (1983) y todavía
MERCEDES CANO PÉREZ es lógico, a todos los firmantes. Así empezó inconclusa con la reiterada promesa, cada vez

64
más cervantina, de Los heraldos negros. Este prolífico cultivo en Hispanoamérica64. Hay 62
Abel Posse en La Semana de
proceso de reconocimiento, de búsqueda de puntos de concomitancia entre Facundo y Autor, op. cit., p. 40.
los orígenes, es explicado de la siguiente ma- Aguirre, como su rebeldía absoluta ya que
63
nera por Posse: aquél, como éste, «no podía sufrir el yugo de Marina Kaplan cree ver en Dai-
la disciplina, el orden del cuartel ni la demora món una parodia en todos los
... mis primeras novelas están relacionadas con el de los ascensos. Se sentía llamado a mandar, a sentidos, que afectaría litera-
riamente a los motivos y valores
universo verbal de Buenos Aires, pero yo también surgir de un golpe, a crearse él solo»65. Am- propios del Romanticismo hispa-
descubrí América (...). Sufro, pues, una transforma- bos albergan un «odio invencible, instintivo, noamericano. Véase Marina E.
Kaplan, «Daimón o la ausencia
ción: yo era un escritor netamente argentino, al modo contra las leyes que lo han perseguido»66 y del padre», en Anna Houskova y
de como eran los escritores argentinos de la época: son fuerzas de la naturaleza (tal vez daimo- Martín Procházka (eds.), Utopías
del Nuevo Mundo, Praga, Aca-
porteños, europeizantes, exclusivistas, y tuve una nes) que evidencian unos «instintos hostiles a demia Checa/Charles University,
revelación de mi historia y mi lenguaje62. la civilización europea y a toda organización 1993, pp. 272-286.
regular» y un rechazo tanto «a la monarquía
64
Así pues el Lope de Aguirre que estamos como a la república, porque ambas venían Jaime Alazraki comenta en su
analizando es el primero de los personajes de la ciudad, y traían aparejado un orden y artículo «Facundo, de Sarmien-
to, y la novela hispanoamerica-
posseanos que se crea con un patrón genui- la consagración de la autoridad»67. No sólo na del dictador» (Casa de las
namente americano, autóctono. En esta re- hay similitudes en la caracterización de los Américas, XXX, 180, 1990, pp.
14-28) que «constituye la expre-
orientación hacia un universo más enraizado protagonistas, sino también en la manera de sión más temprana del género»
en lo amerindio creemos ver una inclinación presentarlos para hacer trascender desde ellos (p. 15) y que «Sarmiento crea
especial hacia lo argentino. Daimón supone la interpretaciones más abarcadoras y coetáneas; con Facundo un tipo, el embrión
de un personaje literario que
inauguración de una nueva óptica narrativa y si Sarmiento habla de Facundo para mos- alcanza su adultez en la novela
para configurarla se parte de modelos funda- trarnos el origen, la simiente, de la maldad hispanoamericana contemporá-
nea del dictador» (p. 22).
cionales básicos de la argentinidad literaria. engendrada por Rosas, Posse nos plantea un
De hecho, perviven amalgamadas en Aguirre Aguirre precursor de la fuerza tiránica de las 65
Domingo Faustino Sarmiento,
dos figuras prototípicas de este ámbito; nos dictaduras. Rosas y Carrión habrían construi- Facundo, Madrid, Cátedra,
referimos a Facundo (1845) y Martín Fierro do desde la ira desorganizada e individualista 2005, p. 136.
(1872), los dos últimos interlocutores que ce- de sus predecesores un sistema perfecto de
66
rrarán este juego intertextual. Ambas obras, opresión y dominio68. Y también podemos Ibid., p. 141.
fruto del Romanticismo literario argentino, establecer un paralelismo entre ambos textos
67
aparecen más o menos parodiadas en Dai- al referirnos al ejercicio de nigromancia, de Ibid., p. 110.
món63, pero su presencia va más allá de la «invocación», del que parten ambos autores
68
mera interpolación libresca para configurar para rastrear en los protagonistas del pasado De hecho en Facundo se dice de
rasgos elementales de la caracterización del las explicaciones a un presente convulso. Sar- Rosas: «su talento ha consistido
tirano. Para muchos Facundo y el gaucho miento invoca en su introducción a Facundo en plagiar a sus antecesores, y
hacer de los instintos brutales de
Fierro son personajes antagónicos, pero am- para lograr entenderlo tanto a él como a su las masas ignorantes un sistema
bos parten de un mismo principio: el rechazo prédica, que aún pervive: meditado y coordinado fríamen-
te», op. cit., p. 111.
de cualquier tipo de autoridad. El problema
es que esta negación tiene razones diferentes: ¡Sombra terrible de Facundo voy a evocarte, para 69
Ibid., pp. 37-38.
Facundo abomina de toda imposición porque que sacudiendo el ensangrentado polvo que cubre
pretende fundar su propio sistema de poder, tus cenizas, te levantes a explicarnos la vida secreta y 70
donde él mismo represente la ley; Martín las convulsiones internas que desgarran las entrañas Abel Posse en La Semana de
Autor, op. cit., p. 77.
Fierro encarna un anhelo de libertad sin am- de un noble pueblo! Tú posees el secreto: revéla-
bages, que no sea coartado por nada ni nadie. noslo. Diez años aún después de tu trágica muerte,
Nuestro Aguirre toma elementos de los dos, el hombre de las ciudades y el gaucho de los llanos
así los aúna, los enfrenta y, finalmente, los argentinos, al tomar diversos senderos en el desierto,
reconcilia en este proceso dialéctico que es decían: «¡No!, ¡no ha muerto! (...)» Cierto! Facundo
toda la novela. no ha muerto; está vivo en las tradiciones populares,
Sarmiento escribe su obra como ataque en la política y revoluciones argentinas, en Rosas, su
personal contra el sistema político de Rosas, heredero, su complemento69.
apoyado en su autocracia por caudillos semi-
salvajes como Facundo Quiroga, representan- Posse también «invoca» a un personaje de
te de la bárbara esencia de América que era ne- ultratumba, y lo hace traer de nuevo conven-
cesario combatir con el principio civilizador. cido de que su herencia pervive y que «esa
«El tigre de los llanos» es caracterizado con impronta anárquica y salvaje» que él repre-
un titanismo atroz, hasta el punto de dibujar sentaba «es la que permaneció en América»70.
La figura de Lope de Aguirre en
por primera vez el prototipo literario que más Facundo se nos presenta como el «gaucho Abel Posse: La fragua del personaje
tarde protagonizará la novela de dictador, de malo», alguien que «no podía abandonar su MERCEDES CANO PÉREZ

65
71 misión»71 como les sucede a todos los dai- Aguirre es, como el de Fierro, de ida y vuelta.
Sarmiento, Facundo, op, cit., p.
198. mones, incluido el de Aguirre, que pese al Hay en la obra de Hernández una presencia
empeño no logra salvarse y escapar de lo que inminente del peregrinaje, del vagabundeo.
72
Daimón, p. 249.
es en sí un ejercicio de determinismo histórico Como dice el propio personaje: «yo ruedo
impecable. Lope se cruza con Facundo en la sobre la tierra/ arrastrao por mi destino»75. El
73 novela cuando ambos están en el congreso de espíritu del gaucho presupone lo errante de
José Hernández, Martín Fierro,
Barcelona, Editorial Juventud, Chachapoyas que reúne a todos los apartados su condición, característica ésta de su falta de
1995, p. 76. por el progreso civilizador; allí lo ve reali- ataduras providencial. Este rasgo profunda-
74 zando eternamente su último viaje, en «un mente dinámico lo vemos también en Agui-
Ibid., p. 113. fúnebre galerón de seis caballos conducidos rre, incapaz de asentarse en un lugar mucho
75
por gauchos degollados» y «exhibiendo el tiempo porque «parecía vivir sin paz, como
Ibid., pp. 113-114. orgullo de la muerte»72. amenazado por un fuego que siempre ardiese
José Hernández, en la primera parte de a sus espaldas»76.
76
Daimón, p. 74. Martín Fierro nos muestra toda la poética
del gaucho bueno, el hombre que vive en un APUNTE FINAL: EL ÚLTIMO FUEGO
77
Historiadores como Eliseo Reclús entorno idílico y natural hasta que hace su
y Arístides Rojas ya se hicieron funesta aparición la autoridad. Tras perder fa- Aguirre es, como Martín Fierro, un pere-
eco de estos elementos míticos
presentes en la voz del pueblo.
milia y hacienda sólo le queda la ira y aunque grino. Así se definió él mismo y así lo calificó
jura «ser más malo que una fiera»73 no busca más tarde Uslar Pietri en el célebre ensayo
78 la rebelión sino una huida personal hacia la que citábamos al principio y al que volvemos
Arturo Uslar Pietri, Cuentos com-
pletos, Madrid, Páginas de Espu- libertad, la posibilidad de hallar un camino para concluir esta reflexión, este mapa espiri-
ma, 2006, pp. 164-169. propio y sin imposiciones. Hay en él todo un tual del protagonista de Daimón. El autor ve-
79 afán escapista que culmina cuando, junto con nezolano destacaba allí un rasgo que engloba
Daimón, p. 275. su amigo Cruz, deciden dejar la civilización definitivamente al personaje: la persistencia
y cruzar la frontera con los «bárbaros», ya de Aguirre, su leyenda. En el fervor popular
que «hasta los indios no alcanza/ la facultá se gestó la fábula, la profecía de fuegos fatuos
del Gobierno»74. Los dos personajes, vícti- y luces azuladas que representaban en las
mas del desencanto, buscan la salvación al noches venezolanas el alma errante e insatis-
final de esa primera parte de sus aventuras en fecha del tirano77. Uslar Pietri (autor a su vez
el ámbito de lo no-histórico, de lo que está de una de las más destacadas novelas sobre el
fuera del cómputo humano que es el terreno personaje, El camino de El Dorado) no sólo
amoral e inextricable de las tribus primitivas e describió este aspecto mítico en el menciona-
indómitas. En la segunda parte de la obra, La do ensayo sino que le dio cuerpo literario en
vuelta de Martín Fierro (1879), el héroe vuel- su asombroso relato «El fuego fatuo»78. Posse
ve desengañado de su incursión en lo bárbaro hace lo propio en la novela, reflejando esta
y decide reintegrarse en la sociedad y aceptar permanencia legendaria pero con un sentido
de nuevo sus reglas. histórico trascendente; Aguirre queda redu-
En el primer bloque de Daimón, titulado cido a su leyenda viva, es sólo una presencia
«La epopeya del guerrero», Aguirre sufre va- fantasmal pero amenazante, eternamente pre-
rios golpes emocionales que le hacen también sente y expectante. Por ello, la leyenda popu-
querer salir de su rol histórico y del mundo lar de Lope de Aguirre recreada en el cuento
cada vez más inhabitable de lo civilizado. de Uslar se manifiesta en Daimón como una
Toda la segunda parte de la novela encarna peligrosa invocación para supersticiosos, un
este propósito de huida, de ahí que su signi- reducto de lo terrible, un recuerdo antiguo o,
ficativo título sea «La vida personal». En esta como se afirma en la novela:
fase el tirano abandona a sus marañones y
busca soluciones individuales a su recién es- …casi sólo una brisa, un fuego fatuo de las lagunas
trenado existencialismo místico, pero el amor que obliga a las viejas pampeanas a santiguarse y
tampoco consigue salvarlo y por ello al final rezar tres avemarías. Viento en el viento, agua en el
decide volver de nuevo a la historia: el viaje de agua, polvo en el polvo79.

La figura de Lope de Aguirre en


Abel Posse: La fragua del personaje
MERCEDES CANO PÉREZ

66
Teodosio Fernández
Catedrático de literatura hispa-
noamericana de la Universidad
Autónoma de Madrid. Su activi-
dad docente e investigadora se
ha centrado fundamentalmente en
la literatura hispanoamericana de

EL PASADO MEXICANO EN LA
los siglos XIX y XX y la signifi-
cación de los procesos políticos y
culturales en ésta. Entre sus publi-

LITERATURA «COLONIALISTA»
caciones se cuentan: El teatro chi-
leno contemporáneo (1941-1973)
(1982), La poesía hispanoame-
ricana en el siglo XX (1987), La
TEODOSIO FERNÁNDEZ poesía hispanoamericana hasta el
final del modernismo (1989), Los
géneros ensayísticos hispanoame-
ricanos (1990) y Literatura hispa-
noamericana: sociedad y cultura
(1998). Ha editado Amalia de José
Mármol (1984), Huasipungo de
Jorge Icaza (1994) y Garduña de
A partir de 1917, coincidiendo con el fin cibe ningún cambio significativo, y tampoco Manuel Zeno Gandía (1996), así
de la guerra revolucionaria, se desarrolló en entre los «apuntes biográficos» que Romero como el volumen Teoría y crítica
literaria de la emancipación his-
México la literatura «colonialista», que pro- de Terreros dio a conocer antes de la Re- panoamericana (1997).
longaría su vigencia aproximadamente hasta volución –sobre Juan Gómez de Parada,
1926, aunque los escritores que la represen- obispo de Yucatán, Guatemala y Guadala-
taron habían de continuar enriqueciéndola jara, en 1908; sobre los condes de Regla en
con aportaciones diversas en años posterio- 1909– y libros posteriores suyos como Ex
res. Fue la faceta creativa de un grupo de antiquis. Bocetos de la vida social en Nueva 1
estudiosos de historia, arte y literatura entre España (1919) o Las artes industriales en Véase «El colonialismo» en José
Luis Martínez, Literatura mexi-
los que se contaron Francisco Monterde, la Nueva España (1923). Con sus estudios, cana siglo XX. 1910-1949, pri-
Julio Jiménez Rueda, Ermilo Abreu Gómez, uno y otro hicieron fáciles los versos que mera parte, México, Antigua
Librería Robredo, 1949, pp.
Artemio de Valle-Arizpe, Genaro Estrada, Alfonso Cravioto reunió en El alma de las 18-20 (18).
Alfonso Cravioto y –aunque en su caso cosas viejas (1921), según expresaba el agra-
2
la producción literaria quedara totalmen- decimiento del autor. Ese poemario prueba Alfonso Cravioto, El alma nue-
te oscurecida por su trabajo como crítico que el colonialismo no sólo se concretó en va de las cosas viejas. Poe-
y por su dedicación a la historia del arte sus diferentes manifestaciones en prosa, y sías, México, Ediciones México
Moderno, MCMXXI, p. 196.
mexicano– Manuel Toussaint. No surgían además permite constatar que contaba tam- Conviene recordar que Cravioto
de la nada: avanzaban por el camino que bién con el impulso hispanófilo que Rubén había colaborado en la moder-
nista Revista Moderna de México
antes del estallido de la Revolución habían Darío había dado al modernismo a partir de (1903-1911), y además en 1906
abierto grandes interesados en la época co- 1898. Estos versos de su «Canto final» son había sido mecenas y codirector
de Savia Moderna, revista que
lonial, como Luis González Obregón –con suficientemente explícitos: se relaciona con la irrupción de
obras como México viejo (1891-1895) y La los futuros miembros del Ateneo
vida en México en 1810 (1911)– y Manuel de la Juventud en la escena lite-
Y la aurora devana sus capullos de raso; raria mexicana.
Romero de Terreros y Vinent, Marqués de impacientes relinchan Clavileño y Pegaso;
San Francisco, que seguían en activo y du- y revuelos de amores cruzan el oceano:
rante varias décadas habían de contribuir al se clavan las pupilas en el solar hispano,
enriquecimiento de las publicaciones sobre y porque España trajo, prendida a su bandera,
los mismos temas. en plenitud su vida, y su alma toda entera,
Los años en los que se desarrolló jus- porque ella nos dio todo lo que tuviera entonces,
tifican en buena medida el interés del co- fundiendo en sus crisoles su acero y nuestros bronces,
lonialismo y a la vez explican su fin. Sus y porque en lo más alto de nuestros ideales
manifestaciones han podido interpretarse se sienten todavía sus ansias maternales:
como «un movimiento de huida hacia el en gratitud de siglos, en ímpetu devoto,
pasado, determinado por la angustia de la en honor a la herencia del pasado remoto,
Revolución»1, pero lo cierto es que no hacía ponemos, con ternura que los ojos empaña,
sino continuar y culminar una visión entre besos definitivos en la frente de España!2
pintoresca y nostálgica del virreinato que
había contado con diversas manifestaciones
previas. Entre las obras mencionadas de Desde esa perspectiva el colonialismo no
González Obregón y Las calles de México fue tanto una literatura que trataba de evadir- El pasado mexicano en la literatura
«colonialista»
que él publicó entre 1922 y 1927 no se per- se de la realidad posterior a la guerra revolu-
TEODOSIO FERNÁNDEZ

67
cionaria como una manifestación Valle-Arizpe reunió en La muy noble y leal
más de la oposición a los pro- ciudad de México, según relatos de antaño y
yectos o planteamientos de signo de hogaño, con aportaciones de épocas muy
liberal y positivista que al menos diversas: desde Hernán Cortés, Bernal Díaz
desde fines del siglo XIX agitó la del Castillo y «El conquistador anónimo»
vida cultural en Hispanoamérica. hasta Manuel Toussaint y Genaro Estrada, sin
La exaltación de la raíz hispánica olvidar, desde luego, a González Obregón y
de México equivalía a indagar Romero de Terreros. Mención especial mere-
en la tradición para saber algo ce la «Introducción» del antólogo, en la que se
más de la identidad nacional y resumía el proceso que llevó desde la ciudad
para crear una expresión artística indígena que vieron los conquistadores a otra
propia, concebida desde plantea- en la que la desmedida afición al lujo determi-
mientos que daban especial relie- nó que se dieran «severas pragmáticas» para
ve a los ideales más altos frente al contenerlo, cierto que sin mayor éxito, y más
materialismo contemporáneo, en cuando «si mucha era la magnificencia de las
una actitud muy extendida entre casas, era más grande aún la de las iglesias y
los intelectuales hispanoamerica- conventos»4, para culminar con la contribu-
nos del momento. En el solar ción del propio De Valle-Arizpe a la configu-
hispano se encontrarían, pues, las ración de la imagen de la capital novohispana
raíces de la raza, en busca de las que entonces se divulgaba: sólo interrumpido
cuales los escritores viajaron con por las fiestas y alguna vez por noticias que
frecuencia, aunque en rigor los animaban las conversaciones, «el vivir era
colonialistas mexicanos no nece- todo paz dulce y todo quietud benigna, en-
Portada de Ex antiquis. Bocetos de la vida social en
Nueva España, de Romero de Terreros. sitaban cruzar el Atlántico, como tre la sombra perfumada de tantas iglesias y
el mismo Cravioto dejaba de ma- entre tantos conventos y entre tantas casas
nifiesto en su poema: nobiliarias e insignes. Un encanto sosegado
sahumaba toda la ciudad. La vida se deslizaba
3 Nueva España es la madre, y en su lenguaje obscuro apacible y buena, con espaciosa dulzura, entre
Ibid., p. 195. Eso no signifi- nutren nuestras raíces más puras y más hondas una gran quietud espiritual y se anegaba en
ca que no encontraran en el
«solar hispano», cuando se les las savias que en el tiempo convertiranse en frondas, gran placidez»5.
presentó la oportunidad, lo mis- las yemas que en las horas columpiarán corimbos Con esos planteamientos u otros similares,
mo que buscaban en el pasado
colonial: en Viajes alucinados. y las chispas sagradas que pronto serán nimbos.3 buena parte de la literatura colonialista había
Rincones de España (México, de dedicarse a describir la ciudad de México
Editorial Cvltvra, 1924, p. 8),
Manuel Toussaint aseguraba que
Indagar en la significación de ese seno ma- durante el virreinato, tarea sólo posible para
él mismo, «sin los prejuicios de terno novohispano era la forma de compren- quienes habían conseguido un conocimien-
las civilizaciones europeas, que der el presente y contribuir a la conformación to minucioso de esos tiempos pasados. No
al cabo resultan fallidas, pudo
hallar en los remotos pueblos de del futuro. La relación con el modernismo, en vano aquella tradición era «casi siempre
España, vírgenes ante el anhelo por otra parte, resulta aún más profunda si libresca y fantasmagórica», como Genaro
de quien sabe disfrutarlos, cam-
po más hondo, más acogedor a se tiene en cuenta que el esteticismo aristo- Estrada aseguraba en las primeras páginas de
sus emociones». crático que había alejado de su entorno a los Visionario de la Nueva España, uno de los
4
escritores no era ajeno a la actitud de estos libros más representativos de aquel esfuerzo
Artemio de Valle-Arizpe, La muy intelectuales que, ajenos en apariencia a la para comprender una ciudad que encerraba
noble y leal ciudad de México, acción política, dedicaban su vida a investi- «el alma de los siglos», alma cuya esencia
según relatos de antaño y de ho-
gaño, México, Editorial Cvltvra, gar el pasado, incorporándose a un proceso había que captar y convertir «en expresión ar-
1924, pp. XI-XII. cultural que derivaba de lo cosmopolita hacia tística»6. Para ello nada mejor que reunir a tres
5 lo propio sin renunciar a su interés en los espíritus sensibles en las torres de la catedral,
Ibid., p. XIV. paisajes y en las atmósferas de inspiración cuando el crepúsculo de la tarde ilumina sobre
6
literaria o artística, proceso que constituyó la ciudad ensombrecida las torres de iglesias
Genaro Estrada, Visionario de una de las facetas más relevantes del posmo- y conventos o los remates que se elevan
la Nueva España. Fantasías dernismo. El México virreinal se convirtió así sobre las fachadas de los viejos palacios: ese
mexicanas, México, Ediciones
México Moderno, MCMXXI, pp. en el tema fundamental de la literatura co- momento mágico basta para que se animen
16-17. lonialista, y escenarios, objetos y personajes antiguas escenas en las que cobran vida virre-
lejanos atrajeron la atención de los escritores, yes y virreinas, oidores y corsarios, palaciegos
eruditos que viajaban a tiempos pretéritos en serviles y bergantes hijos de conquistadores,
busca de emociones estéticas que el presente clérigos y monjas, señoras piadosas y mucha-
El pasado mexicano en la literatura
«colonialista» no les ofrecía. A ese respecto resultan de no- chas enamoradas, en un ambiente entre corte-
TEODOSIO FERNÁNDEZ table interés los testimonios que Artemio de sano y monacal, de fiestas abundantes y sobre

68
todo de siestas que pueden alentar el sueño de se sabría después del caballero poeta ni de la 7
Véase «El Duende», en Ex an-
encontrar tesoros aztecas ocultos o hacer que dama inspiradora del famoso madrigal9. Ese tiquis. Bocetos de la vida so-
se animen los santos de un altar churrigueres- relato abrió el camino para otros de inspi- cial en la Nueva España, por
Manuel Romero de Terreros y
co. La capital no es el único escenario posible ración similar que trataron de fortalecer su Vinent, Marqués de San Fran-
–se puede viajar a Guatemala en busca de carácter narrativo, como El corcovado. Un cisco, Gvadalaxara de la Nueva
Bernal Díaz del Castillo, para recuperar con amor de don Juan Ruiz de Alarcón y Mendo- Galicia (Casa de Fortino Jaime),
MCMXIX, pp. 175-181.
su ayuda la magnífica ciudad prehispánica, o za, donde Ermilo Abreu Gómez se ocupaba
asistir a la llegada de la nao de la China, con su del amor del gran dramaturgo novohispano 8
Véase «El madrigal de Cetina»,
cargamento de seda y de canela, de porcelanas por doña Clara de Cienfuegos y Horcasitas, en Francisco Monterde, Pági-
y de otros valiosos productos de oriente–, «ricahembra de agraciado parecer, linajuda nas escogidas, México, B. Costa
Amic Editor, 1969, pp. 25-58
pero allí están la magnificencia de la catedral casta y preclara calidad de sangre, con humos (42 y 45).
y la plaza, los numerosos campanarios que y ribetes de infanzona»10, y además –es buena
suenan en una acordada oración, las casas que ocasión para dejar de manifiesto las peculia- 9
Cuando Monterde escribió ese
hacen sentir a veces una atmósfera fúnebre ridades estilísticas del autor, peculiaridades relato apenas se disponía de da-
de ruinas, los lugares recónditos y silenciosos que constituían la aspiración final del escritor tos sobre la estancia de Gutierre
de Cetina en México (véase al
en los que puede captarse la presencia de las colonialista– con respecto «Gutierre de Cetina» y
ánimas y los fantasmas, las calles donde las «Proceso del heridor de Cetina»
en Sucesos reales que parecen
gentes manifiestan su temor ante el cometa sus pujos y capítulos en eso de los amores con ba- imaginados de Gutierre de Ce-
que anuncia calamidades, sin que la nostalgia rruntos trágicos, sus caprichos nebulosos con algo de tina, Juan de la Cueva y Mateo
del tiempo ido impida recobrarlo a veces con brujería y muy refinada lascivia conventual, en donde Alemán. Los refiere y comenta
Francisco A. de Icaza. Madrid,
humor ni manifestar indudable simpatía por figuran, con perdón de sus mercedes, amén de otros Imprenta de Fontanet, 1919,
quienes alteraron aquel orden, desde el fraile recatados y justísimos varones, un cierto Capitán de pp. 17-75 y 209-241). De Va-
lle-Arizpe contaba ya con la
agustino que lee al prohibido Erasmo hasta Lanceros, el desasosiego de un melindroso Chantre información sobre la muerte del
los insurgentes que provocarían el fin del de Catedral, y hasta la malandanza de un no menos poeta en Puebla de los Ángeles
cuando relacionó su desgracia
virreinato. puntilloso y resalado Oidor de la Real Audiencia. con sus amores con doña Leo-
Con el fin de ganar el interés de los lectores Bolonias lenguas añaden quisicosas de gitanería, resa- nor de Osma, que «era feílla,
se intentó con frecuencia, como en Visionario bios birjanescos que ayuntan el nombre de un enviso pero provocativa y apetitosa la
muy sinvergüenza»; véase «Ojos
de la Nueva España, conjugar las descripcio- y garboso Revisor de la Concepción con la vergüenza claros, serenos...», en Artemio
nes con el relato de anécdotas, que desde El de un rorro canijo concebido a escote entre muchos y de Valle-Arizpe, Amores y pi-
cardías. Leyendas, tradiciones
madrigal de Cetina y El secreto de la «Escala» que oculta sus plañideros lloros en el maternal regazo y sucedidos del México virrei-
(1918), de Francisco Monterde, trataron de de fingida tía hurgamatrices y lameplatos de cierto nal, Madrid, Biblioteca Nueva,
1932, pp. 17-36 (17).
aprovechar el renombre de algunos persona- soterrado convento...11
jes del mundo novohispano. Los colonialistas 10
no se diferenciaban en esto de lo que habían La historia culmina y concluye cuando Ermilo Abreu Gómez, El Cor-
covado. Un amor de don Juan
hecho y seguían haciendo sus «precursores»: Ruiz de Alarcón sube esperanzado la escalera Ruiz de Alarcón y Mendoza,
entre otros episodios de la vida novohispana, que conduce a los aposentos de la dama: prólogo de Alfonso Reyes, Méxi-
co, E. Gómez de la Puente Editor,
Romero de Terreros recogía en Ex antiquis 1923, p. 26.
el fin de don Fernando Fernández de Valen- En el primer descanso creyó descubrir su olfato, el
11
zuela y Enciso –el «Duende» que pretendiera fino vaho de un cuerpo femenino, encendiendo en El Corcovado, p. 30.
ser valido de la reina madre doña Mariana de sus venas la hoguera de los carnales apetitos que
Austria, durante la minoría de edad de Carlos sólo es dado apagar en la venusina fuente del placer. 12
Ibid., p. 44.
II–, desterrado en México cuando terminaba Continuó la ascensión y ya finaba la jornada cuando
el siglo XVII y muerto allí a consecuencia de la sintió sobre sus espaldas –amuleto y alcancía– suave
patada de un caballo7. Los escritores habían mano que se posaba y resbalaba con fanática religio-
de merecer especial atención, empezando por sidad, mientras dulce y velada voz repetía tres veces
el «caballero de la negra ropilla» que estaba al en el apacible silencio:
servicio del virrey don Antonio de Mendoza –¡Martes de San Antonio, sedme propicio!
y escribía comedias cuando reencontró a su En la penumbra brillaron los enrojecidos ojazos de
amada, la de los «ojos claros, serenos» –una la diablesa.
dama «de armoniosa hermosura: en su rostro Y el corazón del burlado doncel fue el hozadero de
de rasgos perfectos dominaban los ojos de los jabalíes del dolor.
azul angélico»8– al llegar ésta a México con El zaguán se abrió frente a don Juan como para
su marido, el visitador de la Real Audiencia dejarle el paso franco.
encargado de preparar el recibimiento a un Y por un instante la sevillana daga de provecho
nuevo virrey, don Luis de Velasco. Era preci- medio oculta en el cinto burló su labrada cárcel de
El pasado mexicano en la literatura
samente Gutierre de Cetina quien descubría pedrería12. «colonialista»
que tal visitador era sólo un farsante, y nada TEODOSIO FERNÁNDEZ

69
Ésa fue la razón por la que don cluía cuando el primero de esos interlocutores
Juan Ruiz de Alarcón y Mendoza estaba a punto de morir tras ser brutalmente
viajó a la metrópoli en el séquito golpeado por el personaje de un cuadro que
del virrey don Luis de Velasco. representaba a su tío don Juan Jerónimo Ló-
«Algo largo el cuento para el suce- pez de Agurto, «feo, erudito y enamorado»17
so: mucho deleite de ensartar pa- que en su día habría aspirado sin éxito a la
labras por el gusto de hacerlo»13, mano de Juana de Asbaje y habría gastado su
resumiría en su «carta-prólogo» fortuna adquiriendo los libros raros y curiosos
Alfonso Reyes, nada convencido de la monja jerónima y los del Arzobispo doc-
de la necesidad de esos dispendios tor Francisco de Aguiar y Seixas.
estilísticos cuando se dedicaban a La fascinante personalidad de Juana de
insistir en la tradición de una len- Asbaje estuvo con frecuencia detrás del inte-
gua y no a innovarla. En cuanto al rés que los escritores colonialistas fijaron en
primero de esos reparos, afectaba los ámbitos conventuales y en sus habitantes,
a una aspiración fundamental del y buena prueba de ello puede encontrarse en
narrador colonialista, que Genaro Sor Adoración del Divino Verbo, «crónica
Estrada resumió para sí mismo de una vida imaginaria en el Virreynato de la
y para los demás: «Su ideal sería Nueva España, ofrendada a la memoria de la
escribir una novela sobre el breve muy ilustre Madre Juana Inés de la Cruz, re-
tema de una miniatura del siglo ligiosa profesa en el convento de Santa Clara
Portada de Doña Leonor de Cáceres y Acevedo, de
XVII o del pañuelo de encajes de de la Orden de San Jerónimo», novela en la
Artemio de Valle-Arizpe.
una virreina»14. Artemio de Valle- que Julio Jiménez Rueda desarrolló episodios
Arizpe ya había mostrado esa ten- que bien pudo haber protagonizado la excep-
13
Ibid., p. 13.
dencia o debilidad de manera aún más acusada cional escritora novohispana, por algún mo-
en Doña Leonor de Cáceres y Acevedo (1922), mento presente en la obra: también profundas
14 cuya protagonista le parecía al narrador de inquietudes espirituales guiaron en la ficción
Visionario de la Nueva España,
op. cit., p. 13. ésas «que llaman daifas, mozas del partido, a Clara Isabel Suárez de Figueroa desde la
gordeñas, suripantas o tusonas, que dan a la alquería familiar hasta el convento, pasando
15
Artemio de Valle-Arizpe, Doña torpeza de la carne haciendo de su cuerpo la por las experiencias vividas en la corte virrei-
Leonor de Cáceres y Aceve- más infame finca de su deshonra que venden nal, buen pretexto para describir el abigarrado
do y Cosas tenedes..., Madrid,
Tipografía Artística, MCMXXII,
a dineros»15, sin que esa prometedora pre- colorido de las calles de México, animado por
p. 13. sentación se tradujera luego en resultados de procesiones, mascaradas y autos de fe, y para
interés. El relato era más bien un diálogo –tras recrear la licenciosa corte virreinal, de cuyos
16
Sin duda Sor Juana Inés de la la introducción, lo constituían básicamente peligros escapaba a duras penas la protago-
Cruz fue una de las figuras más las conversaciones de doña Leonor con sus nista. Significativamente, el proceso relatado
atractivas para los colonialistas,
que además contribuían signi- amigos Alonso Martín de Ibarra y Lorenzo mostraba un parentesco notable con el que
ficativamente a su rescate. En Ceinos– que llegaba a su fin cuando esa mujer Jiménez Rueda resumía en Camino de perfec-
esa tarea destacó especialmente
Manuel Toussaint, editor de Poe-
depravada, verdaderamente enamorada por ción, «Tríptico de la vida de la Madre Juana
sías escogidas de Sor Juana Inés una vez, enloquecía al saber que había yacido Inés de la Cruz» publicado junto a Sor Adora-
de la Cruz (1916), de Poemas con un ser de ultratumba. De Valle-Arizpe ción del Divino Verbo18, y donde la vida de la
inéditos, desconocidos y muy
raros de Sor Juana Inés de la propendía también a lo fantástico en Cosas celebrada monja novohispana resultó limitada
Cruz, la Décima Musa (1926) y, tenedes..., otro diálogo incluido en el mismo a tres momentos sucesivos de renuncia: al
sobre todo, de Obras escogidas.
Respuesta a Sor Filotea de la volumen donde Ramiro López de Agurto amor, a los libros, a la vida. Que obras como
Cruz (1928). y el licenciado don Diego Laynes hablaban ésas no respondían a un interés «ortodoxo»
17
mucho de sor Juana Inés de la Cruz16 y menos por la vida del espíritu queda demostrado
Doña Leonor de Cáceres..., op. de Carlos de Sigüenza y Góngora, y que con- por la contigüidad de los temas citados con
cit., p. 132. Don Carlos de otros como el abordado en La vida milagrosa
Sigüenza y Góngora aparece
como el albacea testamentario del venerable siervo de Dios Gregorio López,
ser Maestrescuela con gene- 18
del adusto personaje. Sor Juana
ral contento y aplauso de los Véase Sor Adoración del Divi- donde Ermilo Abreu Gómez se ocupaba de
habría sido la «íntima tragedia»
(p. 131) del coleccionista, «Doc-
doctos» (p. 119). Eso da pie no Verbo: crónica de una vida ese personaje nacido en Madrid en 1542 y fa-
a una interpretación de los imaginaria en el Virreynato de
tor subtil de toda teología en la
sonetos amorosos de sor Jua- la Nueva España, ofrendada llecido en México en 1596, cuando gobernaba
Real y Pontificia Universidad
de México, de la que llegó a
na, según afirma don Ramiro: a la memoria de la muy ilustre el virrey Luis de Velasco: un personaje miste-
«Juana de Asbaje tenía, sí, Madre Juana Inés de la Cruz,
religiosa profesa en el conven-
rioso que hizo vida de ermitaño en Santa Fe,
qué duda cabe, altos amores
imposibles, era fiel guardesa to de Santa Clara de la Orden un lugar próximo a la ciudad de México que
de los ocultos sentires de una de San Jerónimo, compuesta llegó a convertirse en centro de peregrinación,
El pasado mexicano en la literatura pasión que nadie conoció» por el licenciado Julio Jiménez
«colonialista» (p. 181). Rueda, México, E. Gómez de y quien, alguna vez sospechoso de judaizante
TEODOSIO FERNÁNDEZ la Puente, 1923. o de «alumbrado», alcanzó la condición de

70
«Venerable» tras haberse abierto el corres- perversas y mórbidas en versión
pondiente proceso de canonización. Abreu hispánica llamadas Leonor de
Gómez se acercaba así –con escaso acierto– al Cáceres y Acevedo o Clara de
territorio oscuro y atractivo de la heterodo- Cienfuegos y Horcasitas, prota-
xia, que encontró su mejor concreción en la gonistas de anécdotas que igno-
novela de Julio Jiménez Rueda titulada Moi- ran los límites entre lo histórico y
sén, «bello poema» dedicado a recrear «la at- lo legendario e incluso fantástico:
mósfera recatada y temerosa del virreinato de no más que otras que habían in-
la Nueva España», para utilizar palabras con quietado el mundo colonial, co-
las que Antonio Caso presentaba el libro19. El mo la perturbadora «mulata de
relato se inspiraba en los autos con que el San- Córdoba», perennemente joven y
to Oficio, con una intención política evidente, cuyos extraños poderes le permi-
persiguió a los judíos o judaizantes de México tieron escapar de las cárceles de la
entre 1642 y 164920: los encausados eran en su Inquisición22.
mayoría originarios de Portugal, que acababa Pero corría ya el año 1925
de recuperar su independencia, y conspiraban cuando De Valle-Arizpe anima-
más o menos abiertamente contra España. ba a González Obregón a pro-
Entre los propósitos del autor no estaban los seguir la tarea, y el tiempo del
de analizar aquella circunstancia, aunque no colonialismo estaba a punto de
Ilustración de Fernando Bolaños Cacho para Camino
faltaran referencias a ella, ni los de aprobar o agotarse. Aún había de producir de perfección, de Julio Jiménez Rueda.
condenar a los judíos o a la Inquisición: más otra de sus obras más relevantes,
bien parecían interesarle sobre todo esas for- a la vez resumen y parodia de las aporta- cos Carlos Rivadeneyra, 1925,
mas exacerbadas o fanáticas de la fe con que ciones realizadas: Pero Galín, novela donde p. 30. De uno de los personajes
mencionados por Abreu Gómez
los unos trataban de justificar la hechicería, Genaro Estrada podía evocarse escribiendo ya se había ocupado amplia-
el sadismo e incluso el crimen, y los otros la Visionario de la Nueva España al recordar el mente Luis González Obregón
en D. Guillén de Lampart. La
crueldad de las torturas con que arrancaban desarrollo de Inquisición y la Independencia
a aquellos las confesiones; al final, además, en el siglo XVII (París, Librería de
parecía prevalecer el propósito de ofrecer una una literatura que engordaba a ojos vistas con el la Viuda de C. Bouret, 1908).
Tras llegar a México entre la
estampa melancólica del pasado, propósito evidente saqueo de esas sabrosas crónicas y leyen- servidumbre del virrey don Die-
que encontró su manifestación mejor cuando das en que son maestros reconocidos en América el go López Cabrera y Bobadilla,
Duque de Escalona y Marqués
el relato se acercaba a su conclusión, mien- peruano Palma y el mexicano González Obregón. de Villena, Lampart se vio en-
tras caía la noche y ante los supervivientes se Fue el desenterramiento de toda una guardarropía. redado en la antes mencionada
represión del Santo Oficio que
adivinaba el triste destino de remar en galeras Desenterráronse prelados y monjas, cerámica de la rebelión e independencia de
para los hombres o servir a las monjas de los la China, galeones españoles, oidores y virreyes, Portugal, a finales de 1640, aca-
conventos de España para las mujeres. palaciegos y truhanes, palanquines, tafetanes, juegos rreó sobre los judíos portugueses
afincados en México. En ese am-
Tanto los colonialistas como sus «precur- de cañas, quemaderos inquisitoriales, hechiceras, biente «meditaba y acariciaba la
sores» demostraron un gran interés por esos cordobanes, escudos de armas, Gacetas del 700, más atrevida de las empresas,
la de hacer la independencia
temas, que estuvieron lejos de agotarse. Con pendones, especiería, sillas de coro, marmajeras, re- del reino y proclamarse, como
ellos guardaban siempre alguna relación las él decía, Rey de la América y
Emperador de los Mexicanos»
«figuras romancescas» de aquellos tiempos (p. 63). En 1642 la Inquisición
que –«como el Santo Felipe de las Casas, el lo acusó de recurrir al peyote y
19 de la Inquisición de México a la astrología judiciaria para
pícaro Martín Garatuza, la encantadora Juana Julio Jiménez Rueda, Moisén. con extractos de sus causas. predecir el futuro, así como de
Inés de la Cruz, la hombruna monja Alférez, Historias de Judaizantes e In- 1646-1648, 1910) de los Do- curar enfermedades con ayuda
quisidores que vivieron en la cumentos inéditos o muy raros
el alucinado D. Guillén de Lampart y tantas Nueva España al promediar el para la historia de México
del demonio, por lo que fue con-
denado a la hoguera. Murió en
otras»– Abreu Gómez mencionaba en un siglo XVII. Las saca a luz el li- reunidos por Genaro García, el auto general de fe celebrado
«Elogio de don Luis González Obregón», cenciado Julio Jiménez Rueda, aprovecharía la información en México en 1649.
abogado y vecino natural de disponible para resumir esos
incluido en La vida milagrosa del venerable la ciudad de México y le pone procesos en su libro Herejías 22
siervo de Dios Gregorio López, para pedir a su prólogo el Lic. Antonio Caso y supersticiones en la Nue- Véase «La Mulata de Córdo-
profesor de la Universidad, va España (los heterodoxos ba. Sucedido de la calle de
erudito compatriota que no abandonara sus México, Editorial «Cvltvra», en México), México, Imprenta la Perpetua», en Luis González
pinceles y los empleara en pintarlas, conven- 1924, p. 10. Universitaria, 1946, pp. 119- Obregón, Las calles de México.
138.
cido de que, evocadas por él, «formarían una 20
I. Leyendas y sucedidos, tercera
edición, México, Imprenta de
galería de óleos interesantísimos»21. Algunos Jiménez Rueda, que había en- 21 Miguel León Sánchez, 1927, pp.
de esos personajes, insólitos o marginales, contrado inspiración para su Véase La vida milagrosa del 67-75.
Moisén y para algunos pasajes venerable siervo de Dios Gre-
vacilantes con frecuencia entre las exigencias de Sor Adoración del Divino gorio López. La escribió Ermilo
del espíritu y las debilidades de la carne, re- Verbo en México viejo, 1521- Abreu Gómez y se publica
1821 (1910) y en los tomos con un prólogo del licenciado El pasado mexicano en la literatura
velan un significativo parentesco con otros de V (La Inquisición en México, don Artemio de Valle-Arizpe, «colonialista»
ficción, entre los que cabe incluir esas mujeres 1906) y XXVIII (Autos de fe México, Talleres Linotipográfi- TEODOSIO FERNÁNDEZ

71
23 tratos en cera y mil cosas más, en apretada y chillante del siglo XVII en una ciudad con automóviles,
Genaro Estrada, Pero Galín,
México, Editorial Cvltvra, 1926, confusión23. rotativas y estaciones de radio»27, y que entre
pp. 20-21. burlas y veras permitía a Estrada mostrarse
24
La fascinación por el mundo virreinal se una vez más como un gran experto no sólo
Ibid., p. 32. personificaba ahora en ese Pedro Galindo que, en las artes mayores y menores del virreinato,
miembro de una familia de «la más elevada al- sino también en el comercio de antigüedades
25
Ibid., p. 34. curnia» de su provinciana Solumaya de Cha- verdaderas y falsas que discurría por tiendas
vira –y de rancio abolengo, pues los Galindo y calles de México, excelente ocasión para
26
Ibid., pp. 22-23. eran «descendientes todos de un español de la describir detalladamente el famoso mercado
partida con que don Nuño de Guzmán asoló del Volador. Por supuesto, ese tiempo había
27
Ibid., p. 38.
a los estados de Occidente, en el segundo concluido incluso para Pero Galín, a quien su
tercio del siglo XVI»24–, se transformó en Pero amor por Lota Vera forzaría a encontrarse con
28 Galín apenas llegado a la ciudad de México, la modernidad que le sobrevino al viajar a Esta-
Ibid., p. 152.
adecuando su nombre al ambiente «de refina- dos Unidos, a Los Ángeles y a Hollywood, un
do arcaísmo, de elegante antigüedad, de vida mundo que el novelista demostraba conocer
superior»25 en el que decidió sumergirse de con la misma exactitud que el novohispano, y
inmediato. Ciertamente, Pero Galín ya no era que su personaje asimilaría con rapidez y con
una novela colonialista, sino una novela sobre el mismo fanatismo que antes había volcado
el colonialismo que el mismo Estrada había sobre el pasado mexicano, no sin advertir las
cultivado. Podía evocar su propia imagen al limitaciones espirituales de ese mundo reduci-
relatar burlonamente que, ble a tres virtudes o ideas llamadas «sistema,
cooperación, disciplina»28. El regreso final a
después de concienzuda rebusca de los giros más México había de permitirles optar por una
adecuados y de verificar nombres y citas, el escritor modernidad distinta, de hacendados felices en
colonial coge la pluma y escribe: un mundo campesino y feliz.
«Esta es la verdadera crónica de lo que aconteció al Estrada pretendía, sin duda, ofrecer a sus
Caballero de Santiago don Uriel de Lanzagorta, en personajes y a México un futuro ajeno a la
ocasión de la publicidad de su relación que se impri- atracción incontrolada de lo antiguo o de
me con el nombre de La famosa Villa de Meztitán y lo moderno. Pero el colonialismo no entró
sus primitivos pobladores, y de los sucesos que verá el en crisis tanto por esas razones como por el
curioso lector en el curso de la misma.» rumbo nacionalista que entonces tomaba la
El escritor colonialista se ha detenido un momento, cultura del país, en el contexto de una discu-
para releer atentamente y, luego de meditar las pala- sión que legitimaría la novela sobre la Revolu-
bras y de consultar el diccionario de la lengua y el de ción Mexicana en perjuicio de otras opciones
sinónimos, pone una raya en donde dice esta, cambia narrativas. Los colonialistas no fueron ajenos
la palabra por la de aquesta; sustituye la frase de la a esa crisis: con sus respectivos artículos «El
publicidad por la de del aparecimiento; altera relación afeminamiento de la cultura mexicana» y
por mamotreto; imprime por estampa; sucesos por «Existe una literatura mexicana viril», publi-
subcesos y misma por mesma, cambios todos que, cados en El Universal Ilustrado el 20 y el 25
a su juicio, han sido hechos con palabras coloniales de diciembre de 1924, Julio Jiménez Rueda
hasta no poder más. y Francisco Monterde habían contribuido al
Y luego que ha escrito el rótulo, adornándolo de descrédito de la literatura que ellos mismos
preciosos rasgos caligráficos, empieza su relación de representaban y a dirigir la atención hacia
esta manera: Los de abajo, la novela de Mariano Azuela
«Habedes de saber que el anno Domini de mil y que iba a convertirse en referencia obligada
quinientos y ochenta y cuatro años»... de la narrativa revolucionaria, en un contexto
Aquélla fue, en la literatura mexicana, la hora del nacionalista cada día más radicalmente hispa-
habedes26. nófobo.
Lo cierto es que el colonialismo perdió
La parodia del colonialismo encontraba presencia de inmediato en el ámbito literario
un blanco fácil en los excesos de la «fabla» mexicano, aunque ofreciese de vez en cuando
utilizada –en los fragmentos antes citados de algunos frutos tardíos. Éstos fueron en gran
Artemio de Valle-Arizpe puede verse una bue- medida un resultado de los esfuerzos de Ar-
na muestra–, pero se centraba sobre todo en la temio de Valle-Arizpe, quien en 1932 reunió
condición extemporánea de los colonialistas, otras historias curiosas en Amores y picardías
El pasado mexicano en la literatura
«colonialista» de algún modo representados por ese Pero y en 1942 dio a conocer la novela El Canilli-
TEODOSIO FERNÁNDEZ Galín que llegó a ser «un anacrónico caballero tas, donde relataba la vida y la muerte de Félix

72
Vargas, «pícaro insigne, borracho esclarecido, «Canek, bueno o malo, es el libro que 29
Artemio de Valle-Arizpe, El
ilustre profesor de gramática parda, hombre mejor revela mi dolor por el dolor de los Canillitas. Novela de burlas y
disparatado, que sabía más que Lepe, Lepi- humildes. Si su lectura aviva la conciencia del donaires, México, Edición y
Distribución Iberoamericana de
jo y su hijo»29. Por otra parte, el interés de hombre frente a la injusticia, me tendré por Publicaciones (E.D.I.A.P.S.A.),
los colonialistas por el pasado novohispano satisfecho»33, explicaba Abreu Gómez, miem- 1944, p. 444.
derivó en atención hacia el pasado prehispá- bro de la Liga de Escritores y Artistas Revo- 30
nico, atención que ya se había manifestado lucionarios (LEAR). La explotación colonial Los dioses, los héroes y los hom-
en Cantos de Anáhuac. Rapsodias y lirismos del indígena quedaba a cargo de los alcaldes bres de Guatemala antigua o El
libro del Consejo, Popol Vuh de
(1921), poemas que ocuparon a Cravioto des- que representaban el poder político, de los los indios quichés, traducción de
pués de escribir El alma de las cosas viejas, y hacendados que detentaban el poder econó- la versión francesa de Georges
Raynaud, París, París-América,
que ahora podía apoyarse en el interés por las mico y de los curas –aunque no todos– leales 1927.
culturas indígenas que demostraban las leyen- a una jerarquía eclesiástica ajena a las virtudes
das mayas que Antonio Mediz Bolio recreó que predicaba. Como puede deducirse, Abreu 31
Canek. Historia y leyenda de un
en Cuentos del faisán y del venado (1922) y Gómez había derivado hacia los planteamien- héroe maya, México, Ediciones
las leyendas zapotecas que Andrés Henes- tos que la LEAR exigía asumir. Oasis, 33ª edición, 1977 [20ª
1969], p. 17.
trosa recogió en Los hombres que dispersó la Más acorde con el espíritu dominante en el
danza (1929). Tras la huella de Miguel Ángel colonialismo se mostraría otra novela más bre- 32
Ibid., p. 90.
Asturias y José María González de Mendoza, ve y también «poética», Moctezuma, el de la
que habían dado a conocer su versión del silla de oro (1945), donde Francisco Monterde 33
Popol Vuh30, Mediz Bolio tradujo El libro no parecía especialmente interesado en resaltar Ibid., p. 20. Abreu Gómez in-
cluyó esa historia en Héroes
de Chilam Balam de Chumayel, afianzando la alevosía y la crueldad de los conquistadores: mayas. Zamná. Cocom. Canek,
una atención hacia el pasado indígena que al cabo, Hernán Cortés «sólo tiene dos pre- advertencias de José Attolini
y Andrés Henestrosa, México,
ya no dejaría de crecer. Fruto de ese interés ocupaciones, que son las de cualquier español Compañía General Editora S.
fueron dos novelas más bien breves y tardías, de su época: difundir su religión y adquirir A., Colección Mirasol, 1942. En
Zamná se evocaba a ese «señor
que mostraban el deseo de inscribir el mun- más oro»34. En contraste con la magnanimidad de los itzáes, derrotados por
do prehispánico en la misma tradición que de Moctezuma, resultaban evidentes y conde- Kukulkán o Quetzalcóatl, ‘la ser-
supuso el regreso al pasado colonial. Una de nables la avaricia y el egoísmo de sus captores piente emplumada’». Por boca
de Pedro Ché, portero del con-
ellas es Canek: historia y leyenda de un héroe –incluso para ellos mismos–, sin que la novela vento, en Cocom se recordaba
maya (1940), de Ermilo Abreu Gómez, quien, se sumase a la hispanofobia que normalmente a Nachi Cocom, quien se opuso
a los verdugos de los miles de
nacido en Mérida del Yucatán, ofrecía una alentaba la exaltación del pasado indígena. indígenas torturados y a veces
dedicación creciente a la historia y la cultura El interés por el desdichado gran señor de muertos por decisión de fray
Diego de Landa en el auto de
de los indios de su tierra. Con esa dedicación Tenochtitlán también resultaba significativo Maní, en 1562. En el volumen
ha de relacionarse su decisión de rescatar para en sí mismo, pues las circunstancias políticas se incluía también unos Cuentos
la literatura a Jacinto Canek, protagonista de y culturales mexicanas del momento no fa- de Juan Pirulero.

una revuelta indígena que tuvo lugar en 1761, cilitaban la presentación «sin prejuicios» de 34
en un relato de factura «poética» en el que su actuación –«no se pretende justificar, por Francisco Monterde, Moctezu-
ma, el de la silla de oro, ilustra-
el autor fundía los recuerdos de su infancia supuesto, su indecisión y entrega»35, aclaraba ciones de Julio Prieto, México,
con elementos de la cultura o cosmovisión Monterde–, y algunos aspectos del relato in- Imprenta Universitaria, 1945, p.
64 (edición facsimilar: México,
de los mayas –conocía bien el Popol Vuh y vitan a situarlo en la estela del colonialismo. Editorial Letras, 1971).
los Libros de Chilam Balam–, para entonces Uno de ellos es su conexión con el modernis-
condenados ya sin remisión a figurar entre mo: «Si hay poesía en nuestra América, ella 35
Ibid., p. 12. Monterde parecía
los representantes del pensamiento mágico está en las cosas viejas: en Palenke y Utatlán, necesitado de explicar su elecci-
americano. Desde luego, Abreu Gómez no en el indio legendario y el inca sensual y fino, ón: «La debilidad de Moctezuma
está compensada, en el cuadro
parecía plenamente consciente de ello, pues se y en el gran Moctezuma de la silla de oro», de la época, por ventura para
limitaba a relacionar su relato con «las histo- había escrito Rubén Darío al presentar sus nosotros, con la valerosa decisi-
ón de Cuauhtémoc: héroe único,
rias y las leyendas de la región»31, y tal vez el Prosas profanas, y esa opinión servía ahora más adecuado para el drama
pensamiento de Canek constituía una aporta- para introducir la novela e inspiraba su título. que para la novela, por su vuelo
ción personal, con reflexiones como ésta: Desde luego, su producción literaria demos- magnífico y breve. En contras-
te con el vigoroso Cuauhtémoc,
traba claramente que Monterde no estaba está allí el débil Moctezuma que
Nosotros somos de la tierra; ellos son del viento. dispuesto a limitar al mundo prehispánico conmueve por su misma debi-
lidad, causa de la derrota de
En nosotros maduran las semillas; en ellos se orean sus fuentes de inspiración, pero lo relevante su pueblo. Éste es el concepto
las ramas. Nosotros alimentamos las raíces; ellos ahora es comprobar que hacía de la afirma- dramático que de él se tiene, al
evocarlo y animar las sombras
alimentan las hojas. Bajo nuestras plantas caminan ción de Darío una lectura acorde con la visión que lo rodean» (id.).
las aguas de los cenotes, olorosas a las manos de las colonialista del pasado que en ese momento
vírgenes muertas. Sobre ellas se despeñan las voces se proyectaba sobre el último momento de
El pasado mexicano en la literatura
de los guerreros que las ganaron. Nosotros somos la esplendor del mundo azteca: «Del contraste «colonialista»
tierra. Ellos son el viento32. entre el oscuro derrumbamiento y la anterior TEODOSIO FERNÁNDEZ

73
brillante ostentación, se des- no podía ser de otro modo en la alquería de
prende esa melancólica poesía San Juan de los Reyes, ante la campiña que
de lo pretérito, de la que habló recortaban al oriente los volcanes cubiertos
Rubén Darío en la ‘Palabras de nieve, entre los repiques de las esquilas y la
liminares’ reproducidas co- sinfonía de los pájaros, mientras al atardecer
mo epígrafe»36. El esteticismo el ángelus apaciguaba las almas y voltejeaba
colonialista se había apoyado «la campanita de plata» en el campanario de
precisamente en el culto de un la iglesia38. El colonialismo coincidía así con
pasado caracterizado por algu- otras manifestaciones literarias y artísticas de
na forma de «brillante ostenta- las primeras décadas del siglo XX en la fascina-
La muerte de Moctezuma. Ilustración de Julio Prieto para
ción», evidente en el prestigio ción por las ciudades muertas o adormecidas,
Moctezuma el de la silla de oro, de Francisco Monterde. de los objetos y monumentos con sus casonas oscuras y lóbregas, con sus
antiguos o en la rareza de per- palacios en ruinas y sus calles solitarias donde
sonajes que exhiben con fre- podían arraigarse leyendas y tradiciones. Al
36 cuencia títulos cuya significación social se ha entregarse a esa fascinación, el escritor podía
Ibid., p. 5. Al escribir sus leyen-
das indígenas, Antonio Mediz perdido, y que les confiere en el presente un sentir de algún modo su propio abolengo, su
Bolio ya había tratado de plas- carácter insólito. relación personal con esa hidalguía que signi-
mar la «melancolía del pasado
muerto, que se hace sentir, sin Por lo demás, esa «melancólica poesía ficaba a la vez una manifestación de aristocra-
sentir, en las ruinas de las ciuda- de lo pretérito» que parecía inseparable del cia intelectual y un rechazo a la mesocracia
des y en la tristeza del hijo de las
grandes razas desaparecidas»
triste recuerdo de las razas vencidas no era de su tiempo. En el caso de los colonialistas
(La tierra del faisán y del vena- diferente de la que impregnó con frecuencia mexicanos, era también una forma de eva-
do, prólogo de Alfonso Reyes, la recuperación del México colonial. Un buen sión de lo moderno que no renunciaba a lo
ornamentación de Cesáreo F.
Díaz, Buenos Aires, Contreras y ejemplo puede encontrarse en la descripción nacional sino que lo situaba en otra época,
Sanz-Editores, 1922, p. V). Da- de la «casa de las muertes» de Doña Leonor de algún modo en una ciudad provinciana o
río ya había proporcionado un
epígrafe a Artemio de Valle-Ari- de Cáceres y Acevedo, y no sólo porque su antigua dentro de la ciudad moderna, donde
zpe, quien al introducir La muy patio «lleno de hierba y de abandono, con sus los escritores podían sentirse languidecer con
noble y leal ciudad de México,
según relatos de antaño y de
cipreses y viejos rosales y su fuente cantora, la venerable tradición colonial que hacían su-
hogaño había recordado estos tenía mansas melancolías, una paz triste de ce- ya. Era su forma posmodernista de apresar el
versos de «Tutecotzimí» (El canto menterio aldeano»37. A veces esa atmósfera es alma de México, de reivindicar el terruño, de
errante): «Al cavar en el suelo de
la ciudad antigua, / la metálica la de espacios rurales como los que en su mo- proclamar la diferencia en la que creían que
punta de la piqueta choca / con cedad habitó Clara Isabel Suárez de Figueroa, estribaba lo más auténtico y fundamental de
una joya de oro, una labrada
roca, / una flecha, un fetiche, «inclinada a la melancolía y a la meditación»: su país y de su cultura.
un dios de forma ambigua, /
o los muros de un templo. Mi
piqueta / trabaja en lo eterno
de la América ignota».

37
Doña Leonor de Cáceres y Ace-
vedo, op. cit., p. 101.

38
Véase Sor Adoración del Divino
Verbo, op. cit., pp. 7-8.

El pasado mexicano en la literatura


«colonialista»
TEODOSIO FERNÁNDEZ

74
Virginia Gil Amate
Profesora Titular de Literatura
Hispanoamericana de la Univer-
sidad de Oviedo. Es autora de
la monografía Daniel Moyano,
La búsqueda de una explicación
(1993) y editora de los volúmenes
Teatro de la emigración asturiana
en Cuba (1997) y Escritores sin
patria. La narrativa argentina de
la segunda mitad del siglo XX

LA PERCEPCIÓN DE LA FIGURA (2006). Ha publicado diversos


artículos sobre narrativa hispano-
americana contemporánea, sobre

DEL CONQUISTADOR EN TEXTOS el pensamiento político de la in-


dependencia hispanoamericana y
sobre cronistas de Indias, entre

HISPANOAMERICANOS DE LOS ellos el Inca Garcilaso de la Vega


y Juan Suárez de Peralta.

SIGLOS XVIII y XIX


VIRGINIA GIL AMATE

No es mi intención deliberada desordenar las divisiones tajantes no provienen tanto de


los planteamientos críticos que han ido ads- los planteamientos que surgieron al calor de
cribiendo una visión negativa de la conquista la guerra de Independencia (tan variados son)
al siglo XIX, con la consiguiente construcción como de una crítica histórico-literaria del si-
de una novedosa memoria histórica capaz de glo XX particularmente tendente a clasificar
desligar, a los españoles americanos, del pasa- con esquemas patriótico-románticos (que ni
do hispánico surgido de la conquista o incluso siquiera hacen justicia al bullente siglo XIX
de proponer poderosas líneas de análisis que americano) todas las producciones literarias
seguían la pista del «patriotismo» criollo de la América hispánica.
a lo largo de todo el virreinato dibujando El tratamiento dado a la figura del con-
un panorama extraño a los textos en que, quistador permite observar las posiciones de
fundamentalmente, autores españoles, fueran los autores con respecto al origen de la his-
españoles americanos o españoles europeos, toria hispánica del continente y las ligazones
articulaban un pensamiento definido más que que establecieron los americanos con el orden
por su época y por sus ideas por su lugar de hispánico, ya que no se entendería la carga
nacimiento. No es mi intención, repito, ese sociológica del término «emancipación», que
desorden, sino que así de variadas se mani- indistintamente se emplea para aludir a la
fiestan las posturas en los textos literarios, Independencia, si no existiera una compleja
históricos o políticos que presento. Como relación metafórica, en los textos, entre los
podrá comprobarse, la selección de textos no «padres» o «abuelos» españoles y los «hijos»
parte de una lectura totalizadora del periodo, o «nietos» americanos o criollos y si España,
pero creo que esto puede convertirse en signi- a parte de un país, no hubiera sido también
ficativo ya que es un hecho que, sólo haciendo un sentimiento variable entre el amor hacia la
lecturas azarosas de distintos autores, empiece «madre» o el odio a la «madrastra».
la variedad de posturas a resistirse a ser clasi- José Joaquín Granados y Gálvez, fran-
ficadas según las ideologías marcadas por la ciscano oriundo de Málaga y asentado desde
crítica convencional (un pensamiento conser- joven en Nueva España donde desarrollaría
vador y uno liberal separado, entre otras co- toda su carrera eclesiástica hasta llegar a ser
sas, por su grado de vinculación con España), obispo de Sonora, escribió un extenso diálo-
cronologías (un pensamiento dominante du- go, Tardes americanas (1778), en el que, sin
rante la colonia y otro durante el siglo XIX) velar su intencionalidad política de avisar de
La percepción de la figura
o nacionalidades (unas posturas más o menos los trastornos que ocasionaban en América del conquistador en textos
hispanoamericanos de los siglos
críticas con la conquista según el origen crio- las novedades borbónicas, volcaba todos sus XVIII y XIX
llo o peninsular del autor). Creo, además, que conocimientos históricos tanto del pasado VIRGINIA GIL AMATE

75
indígena de México como de la historia del terez, y todo espíritu de virtudes, que consti-
virreinato de Nueva España desde la con- tuyen á un Varon ilustre y digno de la Poste-
quista. La estructura ficcional se sostiene en la ridad»5 por lo que se duele, y con esto vemos
creación de tres personajes, un «Indio» y un que el tema de las estatuas de Cortés es viejo
«Español», que hablan de asuntos americanos aunque está un poco desorbitado en el padre
en América, y un «Cura» amigo que actuará Granados, de que «no haya merecido que en
de amanuense para que lo hablado pueda cada una de las casas, á lo menos de las de los
ser leído en España. Ambos hablantes se Americanos, se tenga una estatua suya»6. A
muestran un tanto abrumados porque, según tal punto llega el fervoroso cortesianismo del
declara el «Indio»: «Español» que defiende, contra toda eviden-
cia, la absoluta fidelidad marital de su héroe
Vm. por Español, y yo por Indio, vendremos a ser («Jamás quiso recibir muger, por guardar la
Hernán Cortés. el blanco de los pellizcos, araños, tarascadas y mor- fé del matrimonio»7) y relata varios milagros
discones, aun de los que no tienen uñas, y les faltan con que la divinidad lo distinguió, éstos no
los dientes1. tan extraños al discurso historiográfico del
1 XVI pero si curiosos en una obra fechada a
José Joaquín Granados y Gál- El «Cura» también sospecha del nulo finales del siglo XVIII, cuando la censura cui-
vez, Tardes americanas, México,
Imprenta Matritense de D. Feli-
prestigio de los hablantes pero les anima a daba de los excesos que en materia de santidad
pe de Zúñiga Ontiveros, 1778, continuar pensando que el tema, los asuntos pudieran cometer los autores.
«Introducción que sirve de pró-
logo», s.p.
mexicanos, dignificará la empresa: Por supuesto, el sentido de un diálogo li-
terario se extrae de las conclusiones a las que
2 ...á el que leyere con sana intención sus cláusulas, le llegan los hablantes, y no de las argumenta-
Ibid., s.p.
agradarán: y la irrisión que causaren (por ser estudio ciones e impugnaciones de la conversación.
3 de un Indio y un Español) la castigará con rectitud la Teniéndolo en cuenta, debemos colegir que el
Ibid., p. 278.
dignidad de los Sujetos de quienes hablan2. retrato de Cortés termina siendo más que so-
4 bresaliente y por ello la conquista ha quedado
Ibid., p. 276.
El diálogo consta de una introducción y salvada, no ya como episodio histórico sino,
5 diecisiete «Tardes» o capítulos, que reparten en la mentalidad de Granados, como la es-
Ibid., pp. 251-252. la materia histórica equitativamente: ocho critura derecha de Dios en reglones torcidos,
6 apartados para la historia indígena y ocho porque el «Indio» no ha dejado de preguntar-
Ibid., p. 253. para la historia hispánica con un capítulo de se por la crueldad de los conquistadores, en
7
cesura, la «Tarde nona», dedicado a la con- largas enumeraciones de estirpe lascasiana:
Ibid., p. 260. quista. Granados, imbuido en la tradición
8
franciscana, lamenta la dureza de la con- ¿Quién creyera que un varón revestido del espíritu
Ibid., pp. 256-257. quista hasta el punto de abrir la «Tarde» con de verdadera religión, y conversión de las almas
una especie de sermón del «Español» sobre bárbaras, idólatras, y gentiles, había de predicar con
9
Tan cerrada le parece esta de- los males que ocasiona el ansia de riqueza la espada, y persuadir con el plomo, inundando los
fensa de la conquista a Ramón y la nefasta influencia de la avaricia en los campos con las calientes púrpuras de las humanas
Ezquerra que se pregunta si no
será una ironía más del autor:
hombres que guía la lectura de un capítulo vidas, y llenar los Pueblos, como los llenaron, de
Ramón Ezquerra, «La crítica es- paradójico puesto que luego dará una batería horror, turbaciones, escándalos, muertes, robos, des-
pañola a la situación de América
en el siglo XVII», Revista de In-
de argumentos, que no razones, para marcar pojos, ruinas, devastaciones, estrupos, odios, vengan-
dias, 22: 87-88 (1962), p. 229. el carácter providencial de ésta y de Cortés zas, crueldades, inobediencias, lamentos, clamores,
como emisario divino. Hernán Cortés, que lágrimas, y suspiros...8.
siempre fue alabado por los franciscanos,
pocas veces llegó a verse tan rodeado de di- Ajeno a los problemas morales que el clero
tirambos como en Tardes americanas, donde arrastró desde la conquista estaba otro espa-
resulta ser el «amante jardinero»3 del suelo ñol europeo, Alonso Carrió de la Vandera,
mexicano, según el «Indio», si bien es cierto al redactar en los capítulos XVI y XVII de
que lo está comparando con la «tirana do- El lazarillo de ciegos caminantes (1875 ó 76)
minación», la «malicia», el «espíritu de ven- una contundente defensa de la conquista9. Su
ganza» y en definitiva el «odio, discordia y diálogo, igualmente entablado por un indio
atrevimiento»4 con que actuaron los conquis- y un español, recoge con gran amenidad una
tadores de a pie y los primeros pobladores de postura, no dos, sobre el proceso histórico.
Nueva España. No es su intención detallar la historia de la
La percepción de la figura
del conquistador en textos La figura del Cortés que traza el hablante conquista, sino defender a los españoles que
hispanoamericanos de los siglos
XVIII y XIX «Español», está marcada por la «animosidad, poblaron el continente de los ataques que a
VIRGINIA GIL AMATE valor, intrepidez, acuerdo, prudencia, desin- esas alturas del siglo XVIII se habían con-

76
vertido en un clamor en Europa10, y para ello den con facilidad desengañarse o
no se adentra en terrenos éticos. Eso lo deja culparme de lisonjero y defensor
para los que llama «falsos piadosos»11. Para él acérrimo de los señores cozque-
están claros varios asuntos: primero, y en eso ños. Confieso que estimo mucho
coincide no sólo con los hechos sino también a estos por su probidad y genero-
con los textos de todos los cronistas de Indias, sidad en este género de trato con
escribieran desde Europa o desde América, sus colonos o súbditos20.
fueran soldados, capitanes, evangelizadores
o historiadores, fueran indios, mestizos o La magnífica Historia an-
europeos, que a la conquista contribuyeron, tigua de México (1780), del
tanto en México como en Perú, los propios novohispano Francisco Javier
indígenas. «No debemos creer», dice Conco- Clavijero, ha sido repetida- Mapa del Anáhuac en la Historia Antigua de México de
lorcorvo, «que esta prodigiosa conquista se mente estudiada y señalada Francisco Javier Clavijero.
hubiese hecho solamente por el valor de los como la obra capital que re-
españoles»12; Segundo, y en esto no desdice a coge un sentir histórico criollo y, franca- 12
Ibid., p. 149.
los evangelizadores, incluido Las Casas, que mente, yo no consigo aislar ese definido
la conquista «fue conveniente a los indios, espíritu mexicano que ha sido, por lo demás 13
Ibid., p. 150.
porque los españoles los sacaron de muchos tan minuciosamente explicado, por grandes
errores y abominaciones que repugnan a la investigadores . Debe ser una particular in-
21
14
naturaleza»13, por supuesto la «naturaleza» a capacidad mía para las cuestiones nacionales Ibid., p. 157.

la que el Visitador se refiere en términos ab- la que me impide comprender dónde rompe 15
solutos, remite a los concretos planteamientos Clavijero con lo que, por oposición, se ha Ibid., p. 156.
católicos; Y tercero, que no son más crueles denominado «historiografía española». Sin 16
los españoles que cualquier otro individuo, embargo no soy ajena a los valores de la obra Ibid., p. 151.
y para ello utiliza, junto con la comparación, que hacen del autor el más grande historiador 17
elemento común a todos los textos de auto- de Indias del siglo XVIII y uno de los mejores Ibid., p. 150.
defensa hispánica dieciochescos («Quisiera dentro del corpus de la historiografía indiana.
18
preguntar» dice el Visitador, «a los señores Clavijero, con un estilo brioso y claro, una Ibid., pp. 145, 147 y 150.
europeos, asiáticos y africanos, ¿qué alimento hermosa prosa, un uso crítico y razonado de
19
dan a sus forzados, que trabajan triplicada- las fuentes y un poderoso sentido de su labor Ibid., p. 145.
mente que éstos?»14), otro de mayor interés, al como historiador, labra, en los capítulos que
20
señalar que la población europea de Indias no dedica a la conquista, una ajustada e inteligen- Ibid., p. 158.
está compuesta sólo por españoles: «En todo te narración . En ella traza retratos físicos y
22

este reino están esparcidos extranjeros, y no morales de sus protagonistas, si atendemos a 21


Alfonso Martínez Rosales (ed.),
hemos experimentado en ellos más equidad, la semblanza de Cortés, Clavijero destaca en Francisco Xavier Clavijero en
y aún nos gradúan a nosotros de demasiado él las luces y las sombras morales de los gue- la ilustración mexicana, 1731-
1787, México, El Colegio de
indulgentes»15. rreros, de los hombres de acción. Así subraya México, 1988; David A. Brading,
A Carrió de la Vandera el tema de la con- «su buen entendimiento», «su singular valor Orbe indiano. De la monarquía
católica a la República criolla.
quista le exaspera, «ya me tiene fastidiado»16 y destreza en todo tipo de armas», «su genio 1492-1867, México, Fondo de
dirá su Visitador o más aún, «le consta a Vm. fecundo», el carisma con el que ejercía el man- Cultura Económica, 1991.
mi indiferencia en éste y otros asuntos»17, do, la magnanimidad que regía sus «designios
22
porque la mentalidad práctica que demuestra y acciones», sus firmes creencias religiosas y Más allá de que ni siquiera el
a lo largo de la obra casa con la autocrítica su lealtad al monarca, virtudes que sin embar- padre Clavijero haya salido in-
demne a las ironías de Antonello
política (de ahí alguna de las bromas que in- go no le impidieron realizar «algunas acciones Gerbi (La disputa del Nuevo
serta en los capítulos) pero no con el lamento indignas de la grandeza de su alma». Entre sus Mundo. Historia de una polémi-
ca 1750-1900, México, Fondo
melancólico. Para él, como para tantos en el defectos alude a «su amor desordenado por de Cultura Económica, 1993).
siglo XVIII, hay una versión interesada de la el bello sexo», su ambición desmedida y una
conquista hecha al alimón por «extranjeros marcada tendencia hacia la obstinación que en
envidiosos»18 e «imprudentes» españoles19, ocasiones lo conducían al ofuscamiento, aún
que denigra a los antiguos conquistadores y así, Clavijero se pregunta «¿qué conquistador
esparce su sombra sobre toda la población
americana de origen hispánico, y así, con ecos
que recuerdan al Inca Garcilaso defendiendo
a los «vezinos», declara: 10 11
La percepción de la figura
Véase Ricardo García-Cárcel, Alonso Carrió de la Vandera, del conquistador en textos
La leyenda negra. Historia y El lazarillo de ciegos caminan- hispanoamericanos de los siglos
No necesito satisfacer a los extranjeros, y menos a los opinión, Madrid, Alianza Edi- tes, Caracas, Biblioteca Ayacu- XVIII y XIX
españoles que habitan este continente, porque pue- torial, 1998 (1ª ed. 1992). cho, 1985, p. 156. VIRGINIA GIL AMATE

77
23 formado en la escuela del mundo ha poseído surgido de la conquista por la «cesión»29 que
Francisco Javier Clavijero, Histo-
ria antigua de México, México, jamás el heroísmo sin graves defectos?»23. Moctezuma hizo de su reino a los monarcas
Porrúa, 1991, p. 297. A esas alturas del siglo XVIII, Clavijero, cristianos, en la que los indígenas no hallarían
24
religioso al fin, no está exento de contemplar el acomodo ansiado sino el «desprecio» de
Ibid., p. 305. la conquista como parte de un plan provi- los españoles y, en un final sorprendente del
dencial: libro añadirá a ese desdén el «de los más viles
25
Ibid., p. 356. esclavos africanos y de sus infames descen-
No pretendemos por esto justificar la intención y la dientes». Con ello, según Clavijero, vengaba
26
Ibid., nota 36, p. 327. conducta de los conquistadores; pero tampoco pode- Dios «en la miserable posteridad de aquellas
mos menos de reconocer en la serie de la conquista, naciones la crueldad, la injusticia y la supers-
27
En el prólogo ajustó los már-
a pesar de la incredulidad, la mano de Dios que iba tición de sus mayores»30.
genes en los que se movería disponiendo las cosas de aquel imperio a su ruina y Diecisiete años después de escrita esta his-
como historiador, cláusulas y se servía de los mismos aciertos de los hombres para toria, de nuevo un español europeo, Victorián
apreciaciones que repite en el
pasaje anotado: «Al referir los los altos fines de su Providencia24. de Villalba, que fue fiscal de la Audiencia de
acontecimientos de la conquista Charcas, caracterizaba en sus Apuntamien-
que hicieron los españoles, me
aparto igualmente del panegí- Por eso no juzga sino expone, cotejan- tos para la reforma del Reino (1797) a los
rico de Solís que de la invectiva do las fuentes, su narración de los hechos, conquistadores de América como individuos
del ilustrísimo señor Las Casas,
porque no quiero adular a mis
en la que tanto destaca las artimañas que le particularmente soberbios que sometieron a
nacionales ni tampoco calum- parecen inmorales de Cortés y sus aliados, unos inocentes americanos, término que Vi-
niarlos» (ibid., «Prólogo del au- como muestra al capitán español contenido llalba emplea como sinónimo de indígenas o
tor», p. XXII).
en la campaña militar por compasión hacia indios, y al cargo suma a los descendientes de
28 sus enemigos. En episodios extremadamente los conquistadores:
Ibid., nota 1, p. 379.
violentos de la conquista reclama «pruebas
29 concluyentes»25, y en casos concretos como Los conquistadores, los que les sucedieron y sus
Ibid., p. 364.
los sucesos de Cholula, no se deja llevar por el descendientes, creyéndose de una naturaleza supe-
30 potente discurso lascasiano y declara, en nota rior a los demás hombres por sus proezas militares
Ibid., p. 418. a pie de página: con unos entes aturdidos y preocupados que no
31 sabían resistirlas, se persuadieron que los americanos
Victorián de Villalba, Apunta- Para creer al señor Las Casas que los españoles les eran destinados para bestias de carga; y así los
mientos para la reforma del rei-
no, en José Luis Romero y Luis ejecutaron aquel estrago solamente por antojo, y repartieron como ganado para hacerlos trabajar en
Alberto Romero, selec., notas y que, al tiempo de derramar los soldados arroyos los campos y en las minas: de modo que los que no
cronol.; José Luis Romero, pról.,
Pensamiento político de la Eman-
de sangre, el general estaba cantando coplas, sería habían fenecido al filo de la espada, fenecieron al de
cipación (1790-1825), Caracas, menester que lo depusiese como testigo ocular, o la opresión y la fatiga, más exterminador aunque
Biblioteca Ayacucho, 1977, vol. que produjese documentos que borrasen la idea que lento31.
I, p. 61.
nos dan de Cortés cuantos le conocieron, e hiciesen
32 verosímil lo que absolutamente es increíble. Yo no Bien diferente era la historia de Cuba que
José Martín Félix de Arrate, Llave
del Nuevo Mundo, antemural de dudo que escribió sobre el informe de alguno de los hacía 1761 redactó José Martín Félix de Arra-
las Indias Occidentales, México, muchos enemigos de Cortés. No soy panegirista de te con ánimo de demostrar que la población
Fondo de Cultura Económica,
1949, p. 95.
este conquistador para encubrir sus defectos; pero de Indias no se había formado, en origen, con
soy historiador para no acriminarlo contra verdad lo peor de España y por tanto, en su presen-
33 y justicia, y soy cristiano para no creer tan grandes te, no eran los americanos un conglomerado
Ibid., p. 97.
maldades de un individuo de mi especie sin graves de bárbaros. Para Arrate la conquista no fue
fundamentos26. sólo «incentivo de espíritus vulgares sino
de ánimos nobles y corazones generosos»32,
Si no se inclina hacia Las Casas, porque centrando su aristocrático interés en destacar
es historiador, tampoco sigue mucho a Solís, el paso a Indias, desde la conquista, de hijos
ya dijo que no era panegirista27. Sus fuentes de las más ilustres familias españolas que han
son las crónicas escritas por españoles e llenado el Nuevo Mundo «del esplendor y
indios y, además, apuntará en otra ocasión, honra de linajes muy esclarecidos»33. Con ello
no va a buscar en voces extrajeras la infor- defendía Arrate su propia estirpe y a la par, no
mación que puede encontrar en «nuestros le cabía duda de ello, defendía a América de
historiadores nacionales Herrera, Torque- las visiones sesgadas que propios y extraños
mada y otros»28. lanzaban sobre ella.
En definitiva, Clavijero narrará la con- Críticas también tenía pero de otra índole,
La percepción de la figura
del conquistador en textos quista de México como una gesta comandada el jesuita novohispano Andrés Cavo, aunque
hispanoamericanos de los siglos
XVIII y XIX por españoles y auspiciada por diversos pue- no llegó a tanto como Villalba cuando redactó
VIRGINIA GIL AMATE blos indígenas, seguida de un orden hispánico Los tres siglos de México durante el gobierno

78
español hasta la entrada del ejército triga- cisco Verdad, para el cual la conquista fue una 34
Andrés Cavo, Los tres siglos de
rante34, declarando que «la libertad con que magnifica gesta de evangelización patrocinada México durante el gobierno es-
escribo es la de un historiador que no sigue por la corona que estuvo lejos de ser un buen pañol hasta la entrada del ejér-
cito trigarante, México, Imprenta
partido»35, en la que se lamentaba de la pérdi- negocio porque «en los primeros años de la de Luis Abadiamo Valdés, 1836.
da cultural que acarreó una conquista hecha conquista fueron gravosos estos dominios Los dos primeros volúmenes co-
en nombre de la fe pero dejada en manos de para la corona de Castilla»42 y siempre estu- rresponden a la obra de Andrés
Cavo, el tercer tomo, a partir
«ignorantes» que «destruyeron a sangre y fue- vieron los reyes más preocupados de proteger del Libro 13, es el «Suplemento»
go todo lo que juzgaba tenía alguna relación a los indios que de extraer minerales precio- con el que Bustamante decidió
continuar la historia del padre
á la supersticiones de aquellas naciones»36. sos. Ninguno de los postulados en los que Cavo a partir de 1767, año en
Opinión extendida ésta que molestaba a otros se asientan las ideas de Verdad era nuevo: en que se detenía el trabajo del
jesuita expulso.
criollos, entre ellos a Juan José de Eguiara y boga estaban desde el siglo XVII las posturas
Eguren quien, en el prólogo IV a la Biblioteca que aludían a Indias como un pesado fardo 35
Mexicana, no dudó en cortar una cita de las que España aguantaba desde la conquista, Ibid. Prólogo, Tomo 1, p. 1.

Actas de Leipzig, donde se aludía a los escasos bien porque supusieron una despoblación 36
vestigios de la cultura indígena que dejó a su de la península, bien porque no se supo ad- Ibid., Tomo 1, Libro I, ap. 8,
p. 8.
paso la violenta «ignorancia hispana», para ministrar cabalmente el imperio. De sobra es
contrarrestar lo que siente como una ofensa conocida la frase de Feijoo, «el Oro de Indias 37
Juan José de Eguiara y Eguren,
en carne propia: nos tiene pobres»43; y, ni que decir tiene, que Prólogos a la Biblioteca Mexi-
con más o menos énfasis habían destacado los cana, México, Fondo de Cultura
…cantinela esta que sin cesar lanzan contra nosotros cronistas desde el siglo XVI la expansión del Económica, 1994, p. 83.

los extrajeros y que el deán alicantino no tiene empa- cristianismo que favoreció el descubrimiento 38
cho en repetir mil veces a carrillos inflados37. de América y su posterior colonización. En Cavo, op. cit., Prólogo, Tomo
1, p. 1.
la argumentación de este postulado algunos
El relato de Cavo trata de ser una crónica tuvieron cuidado en desmarcar a la corona 39
Ibid., Tomo 1, Libro I, ap. 14,
«moderna»38 de la ciudad de México por lo de los desmanes producidos en Indias. Sirva p. 17.
que no se detiene en la conquista y avanza como ejemplo, para el siglo XVIII, el alegato
en el periodo de fundación de la Nueva de José Eusebio del Llano Zapata, en cerrada 40
Id.
España, aquél en que, según su apreciación, defensa de los reyes de España y en particular
«el dominio de los Españoles en el reino de de Fernando VI: 41
Ibid., Tomo 1, Libro I, ap. 21,
México estaba tan asegurado, que nada había p. 24.
de temer de aquellas naciones»39. En ese pri- Quiero decir en esto que en todo tiempo ha sido sana
42
mer momento la actuación de Cortés y sus la intención de Nuestros Cathólicos Monarcas con Francisco Verdad, Memoria pós-
hombres hacia los indígenas oscilaba entre «el aquellas gentes: y mas en el presente Systhema en tuma, en Romero, Pensamiento
rigor» y «el buen trato»40, tónica que continúa que todo es virtud, todo religión, todo christiandad político…, op. cit., vol. I, p. 92

hasta la llegada de las disposiciones de Carlos el Soberano, que nos govierna44. 43


V anulando los repartimientos de conquista, Benito Jerónimo Feijoo, «Fábula
de las Batuecas y paises ima-
momento en que dividirá a estos primeros Para el ilustre criollo peruano, cualquier ginarios», Theatro crítico uni-
pobladores en dos «partidos»: «viagero juicioso» que quisiera estudiar las versal, Madrid, Real Compañía
de Impresores y Libreros, 1769,
cuestiones naturales no debería, sin conoci- discurso X, Tomo IV, p. 266.
…los hombres íntegros ensalzaban la determinación mientos, inmiscuirse en temas históricos y
del Emperador de dar por libres a los Mexica- políticos, porque terminará agrediendo a un 44
Joseph Eusebio del Llano Zapata,
nos como mandaba la equidad; al contrario los tiempo a los americanos, al monarca y al Papa, Preliminar y cartas que preceden
conquistadores que desfrutaban los repartimientos, y denigrando al sistema político y cultural del al tomo I de las Memorias históri-
co-physicas, critico-apologeticas
prorrumpieron en expresiones poco decorosas á la que él, que fue un incontestable paladín de los de la América Meridional, Cá-
majestad, tachando de injusticia manifiesta aquella indígenas, forma parte: diz, Oficina de D. Pedro Gómez
de Requena, 1758, «Artículo
sabia resolución, por privar de aquel beneficio a preliminar», p. 4.
hombres que por su espada se lo habian ganado, y …debe dexar á otras plumas las odiosas reflexiones
que con aquella providencia el mérito quedaba sin de Conquistas. Hé leído a algunos Authóres tan
galardón; y como casi siempre sucede por vicio de la imprudentes, y atrevidos, que haciendose arbitros
naturaleza humana, estos prevalecen al bien común, de la justicia, se mezclan en derechos de la Domina-
á fuerza de representaciones obligaron los mismos á ción, que no entienden. Si fueran Estrangéros no me
Cortés á sobreseer en aquel punto, é informar al Rey admirara. Las plumas nuestras nos desacreditan. De
de los inconvenientes que abultaban41. ellas se vale la envidia para morder á Nuestra Nacion,
que tanto ha trabajado, y trabaja en cultivar la de los
La percepción de la figura
Planteamiento bien distinto al que se en- Indios. No es culpa del Monarcha el desacierto del del conquistador en textos
hispanoamericanos de los siglos
cuentra en la Memoria póstuma (1808) del Vasallo. Ni menos tiene parte la Soberania en los XVIII y XIX
síndico del Ayuntamiento de México, Fran- insultos, que comete la ambición. Esto era querer VIRGINIA GIL AMATE

79
manchar el Solio, y vituperar en esta parte por tanto en la carta, que sin embargo es un
las empressas con descredito de la Magestad, llamamiento a la independencia («La natura-
que las integra. En estos tiempos han escrito leza nos ha separado de la España con mares
varios de los Nuestros, que por su character inmensos. Un hijo que se hallaría a semejante
y estado debian ser mas contenidos en sus distancia de su padre sería sin duda un insen-
plumas. En sus papeles ó caprichos impressos sato, si en la conducta de sus más pequeños
hán amontonado armas de que se sirven todas intereses esperase siempre la resolución de su
las Naciones, para decir mal de Nuestros tra- padre. El hijo está emancipado por el derecho
bajos en la enseñanza, y redencion de aquellas natural»51), un planteamiento disímil al que
gentes, desfigurando la verdad de los hechos Francisco de Terrazas estableció en el siglo
con la máscara de piedad, y religión45. XVI en su Nuevo Mundo y conquista. El hijo,
para seguir con la metáfora, lamenta, allí y
De este modo va aflorando en aquí, la ingratitud, si bien es cierto que Terra-
cada línea del preliminar que re- zas se quejaba de la «madre», Nueva España,
dactó para sus Memorias histórico- y Viscardo alude al «padre» español. A partir
physicas, crítico-apologéticas de la de ahí el texto crece en paradojas, porque la
América Meridional (1756), la fuerte conquista podrá ser referida a través de las
desazón que le provocan las noticias hazañas que realizaron los conquistadores:
Monumento a Juan Pablo Viscardo y Guzmán.
que andan, en su presente, esparcidas
sobre América y su pasado, y eso Quando nuestros antepasados se retiraron à una
45 que faltaban todavía dos décadas para que distancia inmensa de su pays natal, renunciando
Ibid., p. 2. Marmontel publicara Les Incas, porque, para no solamente al alimento, sino tanbién a la pro-
46 Llano Zapata, ocultan la realidad e infaman a tección civil que allí les pertenecía, y que no podia
Ibid., p. 3. la propia población de Indias: alcanzarles à tan grandes distancias, se expusieron,
47 à costa propia, à procurarse una subsistencia nueva,
Véase Miquel Batllori, El abate …ocultando baxo del velo de la charidad, una supers- con las fatigas mas enormes, y con los mas grandes
Viscardo. Historia y mito de la
intervención de los jesuitas en la
ticiosa hypocresía, en vez de historias esparcieron peligros. El gran suceso que coronó los esfuerzos de
Independencia de Hispanoamé- chiméras y en lugar de noticias derramaron libelos, los conquistadores de América, les daba, al parecer,
rica, Madrid, Maphre, 1995 (1ª que afrentosamente nos calumnian46. un derecho, que aunque no era el más justo, era a lo
ed. 1953).
menos mejor, que el que tenían los antiguos Godos
48 Hasta ahora hemos podido ver varias de España, para apropiarse el fruto de su valor, y de
Ibid., p. 326. Citamos por la
reproducción de la traducción al posturas a la hora de afrontar la conquista: sus trabajos52.
español de la Carta editada en los que la consideraron positiva, sin hacerse
Londres, P. Boyle, 1801, dada
por Batllori.
mayor problema o con serias dudas morales, O, al cruzarse con los hechos del presente
los que apostaban por narrarla sin pasión, de Viscardo, el autor no sepa si la condena por
49 asumiendo o aceptando la historia, o los que bárbara o la celebra por extraordinaria o si el
Id.
la denunciaban como un hecho atroz conti- conquistador es, según el párrafo, el heroico
50 nuado en el tiempo. Ninguno de los aludidos padre o el avaricioso tirano:
Ibid., pp. 327 y 355.
asumía el pasado histórico como un proble-
51 ma de índole personal tal cual aparecerá en Afin de que nada faltase à nuestra ruina, y à nuestra
Ibid., p. 359.
algunos textos de finales del siglo XVIII y ignominiosa servidumbre, la indigencia, la avaricia y
52 principios del XIX, cuando los sucesos histó- la ambición han subministrado siempre a la España
Ibid., pp. 326-327. ricos vividos por sus autores, no la conquista, un enjambre de aventureros, que pasan a la América
53 obliguen a los criollos a definirse frente a resueltos a desquitarse alli, con nuestra sustancia,
Ibid., p. 334. España. Por ejemplo, la condición vital en de lo que han pagado para obtener sus empleos.
la que se encontró Juan Pablo Viscardo47, a La manera de indemnizarse de la ausencia de su
raíz de la expulsión de los jesuitas de todos patria, de sus penas, y de sus peligros, es hacien-
los reinos españoles, guía los fragmentos de donos todos los males posibles. Renovando todos
reflexión identitaria que hay en su Carta a los dias aquellas escenas de horrores que hicieron
los españoles americanos (1792). Comienza desaparecer pueblos enteros, cuio unico delito fue
su texto con una declaración en la que está su flaqueza, convierten el resplandor de la más
implícita, más allá de las críticas al mal gobier- grande conquista, en una mancha ignominiosa para
no de la Corona en Indias, la ligazón de los el nombre Español53.
criollos con la conquista: «El nuevo-mundo
La percepción de la figura
del conquistador en textos es nuestra patria, su historia es la nuestra»48. Muchas quejas, aunque estas bastante me-
hispanoamericanos de los siglos
XVIII y XIX Los conquistadores serán llamados «nuestros jor argumentadas, tenía también que expre-
VIRGINIA GIL AMATE antepasados»49 o «nuestros padres»50. No hay sarle a España, en nombre del Cabildo de

80
Santa Fe de Bogotá (que finalmente archivó su de nuestra población. Así, no hay que engañarnos
escrito), el neogranadino Camilo Torres. La en esta parte: tan españoles somos como los des-
crisis política que la invasión francesa causó cendientes de Don Pelayo y tan acreedores, por esta
en la península y los reinos ultramarinos es el razón, a las distinciones, privilegios y prerrogativas
suceso histórico que propició la redacción del del resto de la nación, como los que, salidos de las
documento que con posterioridad se conoce- montañas, expelieron a los moros y poblaron suce-
ría con el nombre de Memorial de agravios sivamente la península; con esta diferencia, si hay
(1809). Con prosa firme procede el síndico a alguna, que nuestros padres, como se ha dicho, por
enumerar las perniciosas consecuencias que medio de indecibles trabajos y fatigas, descubrieron,
el mal gobierno de España ha ocasionado en conquistaron y poblaron para España este Nuevo
América, con ánimo de apuntar las causas Mundo55.
para buscarles remedio y todo ello hecho en
condición de lealtad a la corona, patriotismo Cuando el hecho histórico que protago-
hispánico que por lo demás está presente en nice Simón Bolívar sea la guerra de Indepen- Retrato de Simón Bolívar en Li-
buena parte de los escritos políticos america- dencia, la relación criolla con la conquista ma, 1825. José Gil de Castro.
Salón Elíptico del Congreso Na-
nos durante la primera década del siglo XIX, y los conquistadores será definida como un cional, Caracas, Venezuela.
sea para ofrecerles el territorio americano problema de difícil resolución. Por eso la
como sede a los monarcas españoles o sea, y misma cuestión es abordada en la Carta de
esto nos interesa más, para brindarles un reci- Jamaica, fechada en 1815, como en el Dis- 54
bimiento fraternal a los españoles que deban curso de Angostura, de 1819. Los términos, Melchor de Talamantes, Idea del
Congreso Nacional de Nueva
abandonar la península: en lo que a la conformación identitaria se España, en Romero, Pensamien-
refiere, son similares no así los matices de to político…, op. cit., vol. I,
p. 96.
¡Qué consuelo será para nuestros hermanos y amigos orden político que han variado de uno a otro
los españoles (decía Fray Melchor de Talamantes en documento: 55
Camilo Torres, Memorial de
su Idea del congreso nacional de Nueva España de agravios, en ibid., vol. I, p. 29.
1808, cuando justificaba la creación de un gobierno ...nosotros, que apenas conservamos vestigios de lo
autónomo apoyado por el virrey Iturrigaray), saber que en otro tiempo fue, y que por otra parte no so- 56
Simón Bolívar, «Carta de Jamai-
que viniendo a México encontrarán aquí una nueva mos indios ni europeos, sino una especie media entre ca», en Doctrina del Libertador,
patria, con las mismas leyes, usos y costumbres y re- los legítimos propietarios del país y los usurpadores Augusto Mijares, pról.; Manuel
Pérez Vila, comp., notas y cro-
ligión, y que serán recibidos con aquella predilección españoles: en suma, siendo nosotros americanos nol., Caracas, Biblioteca Ayacu-
y ternura que inspiran las desgracias de las personas por nacimiento, y nuestros derechos los de Europa, cho, 1985.
que nos son amadas54! tenemos que disputar éstos a los del país y que man- 57
tenernos en él contra la invasión de los invasores; Simón Bolívar, «Discurso de An-
Y no podía ser de otra manera porque, así nos hallamos en el caso más extraordinario y gostura», en ibid., p. 104.

en el caso concreto del Memorial de agravios, complicado56.


cuando la sustancia de contenido se detiene en ...no somos europeos, no somos indios, sino una
la historia, declara a los criollos descendien- especie media entre los aborígenes y los españoles.
tes, con orgullo, de los conquistadores: Americanos por nacimiento y europeos por dere-
chos, nos hallamos en el conflicto de disputar a los
Las Américas, Señor, no están compuestas de ex- naturales los títulos de posesión y de mantenernos
tranjeros a la nación española. Somos hijos, somos en el país que nos vio nacer, contra la invasión de
descendientes de los que han derramado su sangre los invasores57.
por adquirir estos nuevos dominios a la corona de
España; de los que han extendido sus límites y le Al contemplar la heterogeneidad de la
han dado en la balanza política de la Europa, una población de la América hispánica, Bolívar
representación que por sí sola no podía tener. Los comparte con Camilo Torres la tendencia a no
naturales conquistados y sujetos hoy al dominio calibrar en su justa medida el tanto por ciento
español, son muy pocos o son nada en comparación que ocupa la población indígena, y desarrolla,
de los hijos de europeos que hoy pueblan esas ricas con tintes novedosos para la segunda década
posesiones. La continua emigración de España, en del siglo XIX, la común metáfora filial. Para
tres siglos que han pasado desde el descubrimiento el Libertador todos los americanos comparten
de la América; la provisión de casi todos sus oficios una misma «madre», la tierra americana; y
y empleos en españoles europeos que han venido a todos son hijos de variados «padres» extran-
establecerse sucesivamente, y que han dejado en ellas jeros:
La percepción de la figura
sus hijos y su posteridad, las ventajas del comercio del conquistador en textos
hispanoamericanos de los siglos
y de los ricos dones que aquí ofrece la naturaleza, Es imposible asignar con propiedad a qué familia XVIII y XIX
han sido otras tantas fuentes perpetuas, y el origen humana pertenecemos. La mayor parte del indígena VIRGINIA GIL AMATE

81
58 se ha aniquilado, el europeo se ha mezclado con el los que la misma naturaleza puso en las relaciones de
Ibid., p. 110.
americano y con el africano, y éste se ha mezclado familia? ¿No los atropellan todos por solo el interés
59 con el indio y con el europeo. Nacidos todos del seno de hacerse ricos en América? Pues no creáis que
Simón Bolívar, «Carta al Gene-
ral Santander» (23-I-1824), en
de una misma madre, nuestros padres, difieren en unos hombres nutridos de estos sentimientos puedan
ibid., p. 175. origen y en sangre, son extranjeros, y todos difieren mantener amistad sincera con nosotros: siempre que
visiblemente en la epidermis; esta desemejanza trae se les presente el vil interés, os sacrificarán con la
60
Término utilizado por Simón Bo- un reato de la mayor trascendencia58. misma frescura que han abandonado a sus propios
lívar en la «Carta de Jamaica», padres. ¿Creéis que el atravesar inmensos mares,
en ibid., p. 55.
Si el «padre» de los indígenas queda un exponerse al hambre, a la desnudez, a los peligros
61 tanto desenfocado, el particular «padre» de de la vida, inseparables de la navegación, lo han em-
Manuel Lorenzo de Vidaurre,
«Entretenimento II», Plan del Pe-
los criollos no queda bien parado, porque prendido por venir a hacernos felices? Os engañáis,
rú y otros escritos, en Alberto la negativa categoría que ocupa el español americanos…63.
Tauro del Pino (ed.), Colección se remonta al origen. «Malditos reconquis-
documental de la Independencia
del Perú, Lima, Comisión Nacio- tadores»59 llamará al bando realista en carta Siguiendo con las curiosidades, José Cirilo
nal del Sesqicentenario, 1971, al general Santander. A partir de ahí algunos del Valle, en su Diálogo de diversos muertos
tomo I, vol. 5, p. 216.
poemas patrióticos de gran éxito apuntalarán sobre la Independencia de América (1821),
62 una visión en la que el conquistador no será hizo conversar, entre otros, a Carlos I con
Agustín de Iturbide, Proclama y
plan de Igualada, en Romero,
aquel que forjó el Nuevo Mundo sino el «des- Carlos III, es decir, al rey absoluto con el
Pensamiento político…, op. cit., tructor»60 de América. No hay en la literatu- rey ilustrado, al monarca de la organización
vol. II, p. 284. ra, al menos en la poesía que ejemplifica La virreinal frente al de la reforma del reino, y
63 victoria de Junín. Canto a Bolívar (1825), de de la rara combinación sale que al Borbón no
Miguel Hidalgo, Manifiesto (di- José Joaquín de Olmedo, los escollos críticos le sobresalta la Independencia porque la verá
ciembre de 1810), en ibid., p.
43. de difícil definición que había en los autores como un proceso natural de emancipación:
de prosa política. Los cantos cívicos venían a
64
José Cecilio del Valle, Diálogo
apoyar una memoria histórica desgajada de la La independencia no será entonces la reacción del
de diversos muertos sobre la conquista que ni siquiera había sido uniforme oprimido que se vuelve con saña contra el opresor.
Independencia de América, en en el periodo de guerra, de ahí que en Perú, en Será la emancipación del hijo que llegado a la edad
ibid., p. 251.
1810, se dejaran oír voces como la de Manuel viril se aparta de la casa del padre, reconocido a la
65 Lorenzo de Vidaurre mostrándose contrario beneficencia que supo darle educación y fuerzas64.
Rafael Núñez, La reforma po-
lítica, en José Luis Romero y a la imagen que se proyectaba de los conquis-
Luis Alberto Romero, sel., no- tadores: De igual modo la vería, ya en el último
tas y cronol.; José Luis Romero,
pról., Pensamiento conservador
cuarto del siglo XIX, el colombiano Rafael
(1815-1898), Caracas, Bibliote- Estas crueldades de los españoles con los indios ¿no Núñez, en La reforma política (1881-1883),
ca Ayacucho, 1978, p. 80. son de nuestros abuelos y tíos? ¿Acaso descendemos donde contemplaba con cuanta «frecuencia
de hombres diversos? ¿Qué delito les imputaremos hacemos los hispanoamericanos terribles car-
que no recaiga sobre nosotros61? gos a la dominación peninsular, sin recono-
cerles casi un solo título de gratitud del Nue-
O en México, Agustín de Iturbide en su vo Mundo. Encontramos eclipsada por los
Proclama y plan de Igualada (1821) pregun- dolores de la conquista la portentosa labor del
tara retóricamente a los americanos, «¿quién descubrimiento», y para Núñez no debería
de vosotros puede decir que no desciende de ser así por un sencillo, incluso perogrullesco,
español»62?, mientras Hidalgo y Morelos de- razonamiento causal:
cretaban la guerra a muerte a los gachupines,
que para Hidalgo eran, entre otras cosas, los ¿Y quiénes fueron los iniciadores de la Independen-
que durante generaciones habían abandonado cia? Fueron (todos lo sabemos) los descendientes de
a sus familias en España, dislocando, en su los mismos conquistadores. La Independencia fue,
Manifiesto de 1810, el canon familiar criollo por tanto, el desarrollo lógico, providencial, aunque
no ya de los hispanófilos sino de los mismos lento, de la conquista; como esta fue derivación,
libertadores: mucho más rápida, del descubrimiento. Suprimida
la conquista, quedaría también, por consiguiente,
Os persuadís, amados conciudadanos, que los ga- suprimido el 20 de julio de 181065.
chupines, hombres desnaturalizados, que han roto
los más estrechos vínculos de la sangre, ¡se estremece También la conquista y la independencia
la naturaleza! Que abandonando a sus padres, a sus están unidas por Olmedo pero en un sentido
La percepción de la figura
del conquistador en textos hermanos, a sus mujeres, a sus propios hijos, sean ideológico opuesto al de Núñez, en el mo-
hispanoamericanos de los siglos
XVIII y XIX capaces de tener afectos de humanidad a otras perso- mento en que Huayna Cápac, en las zonas
VIRGINIA GIL AMATE nas? ¿Podéis tener con ellos algún enlace, superior a centrales del poema, llama «hijos» a los liber-

82
tadores y los convierte en los vengadores de la nombre de España, su gesta conquistadora, el
causa indígena. Algo parecido hacía Bernardo cariz católico que hacía noble a la empresa y
O´Higgins en su Proclama a los araucanos la filiación hispánica de los criollos.
(1818), guiada en este caso por una motiva- Fuera como fuera, Núñez reconocía «que
ción más utilitaria y concreta que la construc- la impresión que prevalece [sobre la con-
ción de una memoria histórica, como era la de quista] es, por lo general, de antipatía y aún
conseguir que los indígenas del sur retiraran de horror e indignación»68, ¿no será esa, me
su apoyo al bando realista y se unieran a los pregunto para terminar, la impresión fijada
criollos bajo la idea de que «descendemos como la mirada americana sobre el pasado,
todos de unos mismos padres»66. aunque no fuera la única, ni fueran margi-
No militaba en ese bando otro ilustre nales, ni indeseables, ni enemigos de la causa
criollo, Mariano de Beristáin y Souza que de- americana, los que escribieron sobre las cosas Rafael Núñez.

fendía con pasión, incluso temeraria67, el buen de otra manera?


66
Bernardo O´Higgins, Proclama
a los araucanos, en Romero,
Pensamiento político…, op. cit.,
vol. II, p. 201.

67
Parte de los contratiempos que a
Beristáin le supuso alinearse en
las filas realistas puede verse en
José Carlos Rovira, «El bibliófi-
lo Beristánin en una contienda
poética desde los balcones a
fines de 1796», en Varia de
persecuciones en el XVIII novo-
hispano, Roma, Bulzoni, 1999,
pp. 104-127.

68
Núñez, op. cit., p. 80.

La percepción de la figura
del conquistador en textos
hispanoamericanos de los siglos
XVIII y XIX
VIRGINIA GIL AMATE

83
Mª Teresa González de Garay
Profesora Titular de Literatura
Española e Hispanoamericana
en la Universidad de La Rioja
(España). Ha publicado estudios
sobre poesía barroca (F. López
de Zárate), narrativa del exilio
republicano (Paulino Masip, Max
Aub, Ramón J. Sender, Eugenio
F. Granell, Patricio P. Escobal,
Carlos Blanco Aguinaga o María
Teresa León) y poesía y narra-
tiva hispanoamericanas (Jorge
Teillier, Alejo Carpentier, Carmen
GERTRUDIS GÓMEZ DE AVELLANEDA:
Ollé, Rossella di Paolo, Mayra
Montero, Renée Ferrer o Carlos
Fuentes). Es miembro de Gexel
UN RELATO SOBRE HERNÁN CORTÉS
desde 1997 (Grupo de Estudios Mª TERESA GONZÁLEZ DE GARAY
del Exilio Literario. Universidad
Autónoma de Barcelona).

De 1869 a 1871, los Sucesores de Ri- irreparable para la ubicación de la autora en


1 vadeneyra editaban en Madrid unas Obras el lugar cualitativo e histórico que le corres-
Gertrudis Gómez de Avellaneda,
Obras, I, Biblioteca de Autores literarias, dramáticas y poéticas de Gertrudis pondía, y para el conocimiento de su obra
Españoles, Tomo CCLXXII, Ma- Gómez de Avellaneda, en seis volúmenes, por las generaciones posteriores. Nada nos
drid, Atlas, 1974, pág. 229.
revisadas por la propia autora1. Entre esos extraña, por tanto, que Gertrudis Gómez de
2 volúmenes se encontraban dos, el IV y el Avellaneda, al menos en tanto que novelista,
Gertrudis Gómez de Avellaneda,
Dos mujeres, La Habana, Edi-
V, dedicados a Novelas y leyendas. Pero en se haya convertido estrictamente en carne de
torial Letras Cubanas, Instituto ninguno de esos dos volúmenes aparecían ni academicismo investigador.
Cubano del Libro, 2000. Véase Sab, la hoy relativamente valorada novela sen- Pero habría, a mi entender, que diferen-
el sugerente artículo de Nancy
LaGreca, «Literatura y concien- timental de corte antiesclavista, que publicara ciar en este juego de olvidos voluntarios, o
cia: El suicidio femenino en el la Avellaneda en 1841, con apenas 27 años, ni de desdenes secretos, entre sus dos novelas
Álbum Cubano de lo Bueno y
lo Bello (1860) y Dos mujeres Dos mujeres, la otra narración extensa en la iniciales, Sab y Dos mujeres, y la más madura
(1842-1843) de Gertrudis Gó- línea del sentimentalismo romántico, mucho y sólida, Guatimozín. Respecto a las prime-
mez de Avellaneda», Revolución
y Cultura, 4 (2006), pp. 12-16.
menos atractiva para la crítica, que se edita en ras, ni un solo dato personal procedente de la
los años 1842-1843, y que reapareció, al fin, el autora ayuda a resolver el enigma. De ahí que
3 año 2000 en Letras Cubanas, La Habana, con la crítica haya buscado motivaciones exter-
Teodosio Fernández, «La con-
quista de América en la novela un interesante prólogo de Antón Arrufat2, nas, especialmente las derivadas del ambiente
hispanoamericana del siglo XIX. ni tampoco el Guatimozín, un amplio relato socioeconómico y político de la España co-
El caso de México», América
sin nombre, Recuperaciones del basado en la conquista de México por Her- etánea. Respecto a Sab, desde la edición de
mundo precolombino y colonial, nán Cortés, y que se inscribe, por tanto, en La Habana de 1883, en la revista El Museo,
5-6 (2004), p. 72.
el género histórico, walterscottiano, aunque todos los sucesivos editores reproducen la
4 con el marchamo indianista, «quizá la novela nota de aquella:
Gertrudis Gómez de Avellaneda, de mayor interés entre cuantas durante el
Sab, Salamanca, Anaya, 1970,
p. 33. siglo XIX, en España y en Hispanoamérica, Se publicó en Madrid, en 1841; pero la corta edición
recrearon los tiempos de la conquista», como que se hizo fue, en su mayor parte, secuestrada y
5
Emilio Cotarelo y Mori, La Ave- afirma Teodosio Fernández3, y que se daba retirada de la circulación por los mismos parientes
llaneda y sus obras, Madrid, a conocer al público lector en El Heraldo de la autora, a causa de las ideas abolicionistas que
Tipografía de Archivos, 1930,
p. 392. Tomo la cita de José
de Madrid entre el 21 de febrero y el 25 de encierra. Por la misma causa fue excluida de la edi-
Servera, en Gertrudis Gómez de abril de 1846. Es cierto que le quedaban en ción completa de las obras de la Avellaneda, ya que
Avellaneda, Sab, Letras Hispá- el campo de la prosa creativa a Gómez de de seguro se le habría negado la entrada en esta isla,
nicas, Madrid, Cátedra, 1997,
p. 47. Avellaneda un puñado de Leyendas y alguna si hubiera figurado Sab en ella4.
que otra novela corta, pero su producción
narrativa de mayor aliento quedaba así pros- Al margen de la negativa de Emilio Co-
crita, de alguna manera, por la propia autora, tarelo a aceptar estos datos («no consta que
ya fuera por razones intrínsecas, derivadas de la novela haya sido retirada del público por
su voluntad literaria o ideológica, ya por ra- los parientes de la autora ni por nadie. En mi
Gertrudis Gómez de Avellaneda: un zones extrínsecas, por imposiciones del medio juventud recuerdo haberla visto en casi todos
relato sobre Hernán Cortés
Mª TERESA GONZÁLEZ
en el que se desenvolvía. Y las consecuencias, los baratillos de libros de Madrid»5), parece
DE GARAY a corto y medio plazo, suponían un daño lógico sospechar que las condiciones específi-

84
cas de la España de 1869, en pleno auge de «La Señora de Loreto de la ciudad
Gloriosa», la revolución de 1868, no eran más francesa, marcan, como indica
espinosas que las que predominaran en 1841, Carmen Bravo-Villasante, «un
durante la Regencia de Espartero. Y, ¿por qué cambio en las ideas religiosas
la problemática esclavista iba a ser un obstá- de la Avellaneda, que eran po-
culo insuperable en 1869, si ya no lo era en co claras y seguras»8. Y la con-
absoluto en 1883, a la hora de simplemente secuencia de esta situación se-
editar una novela, donde ni siquiera se ponían rá el perdido «devocionario»,
en cuarentena los lineamientos básicos de la reencontrado por Cotarelo en
política cubana en relación con la metrópoli? 1930 en la Biblioteca Menén-
Ciertamente, en 1844, en la Real Aduana de dez y Pelayo de Santander, y
Santiago de Cuba fueron retenidos ejempla- editado en 1975 como Ma-
res de Sab y de Dos mujeres, y así lo hizo nual del cristiano por Carmen
constar en su edición de Sab Mary Cruz, con Bravo-Villasante. Peripecias
el fragmento del Expediente depositado en el editoriales impidieron que la
Archivo de Asuntos políticos de La Habana Avellaneda lo editara en 1847,
(Legajo 42, documento nº 8), que también y que recuperara el original.
reproduce la edición de José Servera: «No Después, la Avellaneda rehace
pueden introducirse [Sab y Dos mujeres] por su vida, y sigue su carrera de
contener las primeras doctrinas subversivas exitosa dramaturga y creadora
Portada de Dos mujeres.
del sistema de esclavitud de esta Isla y con- de relatos. Pero hay otra crisis
trarias a la moral y buenas costumbres, y la posterior, ya definitiva de al-
segunda por estar plagada de doctrinas inmo- gún modo, la que se produce
rales»6. Esto ocurría en Septiembre de 1844, tras el postrero viaje a Cuba, en el año 1859. 6
y el 14 de enero de 1845, Manuel Gómez de Llega a Cuba el 24 de noviembre de ese año, Gertrudis Gómez de Avellaneda,
Sab, La Habana, editorial Arte y
Avellaneda, el hermano pequeño y predilecto acompañada de su segundo marido, Domingo Literatura, Instituto Cubano del
de Gertrudis, que era el portador del baúl de Verdugo. El 5 de diciembre, a los pocos días, Libro, 1976, p. 52.

libros prohibidos, con 84 ejemplares de Sab y muere su madre, doña Francisca de Arteaga; 7
75 de Dos mujeres, embarcaba de vuelta hacia tres años más tarde, el 28 de octubre de 1863, Servera, op. cit., pp. 47-48.
Cádiz7. fallece Domingo Verdugo en Pinar del Río. 8
¿Continuaban aún expedientadas las no- Gertrudis Gómez de Avellaneda intenta in- Gertrudis Gómez de Avellaneda,
velas de la Avellaneda 25 años después? ¿Y gresar en un convento, pero acaba por regre- Manual del cristiano. Nuevo y
completo devocionario, Madrid,
qué importaban en 1869, en 1870 o en 1871, sar a España instada por su hermano Manuel, Fundación Universitaria Españo-
los problemas de la exportación a Cuba de las durante el verano de 18649. No hay convento, la, 1975, p. 7.

narraciones de Gertrudis Gómez de Avellane- por tanto, en esta segunda crisis, pero si habrá 9
da, para que ésta se decidiera o no a incluirlas Devocionario, el editado en 1867, en Sevilla, Servera, op. cit., pp. 37-38.
en el correspondiente volumen de su obra con el título Devocionario nuevo y comple-
literaria? ¿También las doctrinas inmorales tísimo en prosa y verso, precisamente cuando
hipotéticas de Dos mujeres continuaban es- está iniciando la preparación de sus Obras
candalizando a los bienpensantes criollos de Literarias. Ahora, el escrúpulo religioso y la
la sociedad habanera? Todos estos elementos llamada de la conciencia moral son mucho
nos llevan a situar la negativa de la Avellaneda más perentorios, porque se une a ellos la en-
en el área de su conciencia, de su conciencia fermedad crónica y porque pesa sobre la auto-
literaria de escritora, o de su conciencia moral ra el vendaval del olvido. Es en esta coyuntura
de persona. donde hay que situar su rechazo a reproducir
Dos textos de literatura devota, en el editorialmente textos como el de Sab o, más
sentido más estricto del término, conocemos aún, el de Dos mujeres y no, a mi entender,
hoy salidos de la pluma de Gertrudis Gómez en circunstancias de índole censora, política
de Avellaneda. Ambos se sitúan cronológica- o administrativa. La censura procede, en todo
mente en dos momentos decisivos de la vida caso, de su propia posición moral. Aunque
de la escritora. El primero, tras el nacimiento eso no le lleve a negar la autoría de sus obras,
y muerte de su hija ilegítima Brenhilde (abril o a la prohibición de posibles impresiones en
y noviembre de 1845, respectivamente), su el futuro. En definitiva, y aunque se nos an-
matrimonio, el 10 de mayo de 1846 con Pe- toje impertinente o absurdo, ejerce su derecho
dro Sabater, y la muerte de este último el 1 de creación desde el ángulo negativo, como Gertrudis Gómez de Avellaneda: un
relato sobre Hernán Cortés
de agosto del mismo año en Burdeos. Unos lo ejerciera, por ejemplo, Juan Ramón Jimé-
Mª TERESA GONZÁLEZ
meses de retiro en el convento de Nuestra nez, tratando de eliminar de los tenderetes DE GARAY

85
de libros sus obras líricas del Hernán Cortés sigue siendo, a este y otro lado
primer periodo, seguramen- del Atlántico, mucho más que literatura. Casi
te conducido por prejuicios a quinientos años vista, continúa suscitando la
morales cercanos tal vez, en pasión partidista e incluso maniquea.
algún sentido, a los de Gertru- De 1978 data el libro de Winston A.
dis Gómez de Avellaneda, o Reynolds, Hernán Cortés en la literatura del
como asimismo lo pusiera en Siglo de Oro, un sugestivo trabajo sobre las
práctica Vicente Blasco Ibá- relaciones entre literatura, historia y realidad,
ñez, proscribiendo durante su probablemente al margen de la voluntad del
vida la reproducción legal de propio investigador. Al incluir Reynolds
sus folletones juveniles, entre entre sus fuentes, no sólo la poesía épica y
los que se incluía nada menos el romancero nuevo, el teatro y la novela
que La araña negra. –siempre dentro de los márgenes de los siglos
Pero muy otro, a mi jui- XVI y XVII–, sino también el ensayo político,
cio, va a ser el caso de Gua- sociológico o científico, los cronistas de
timozín, que es el que, en Indias, desde el propio protagonista, Cortés,
última instancia, nos interesa en sus Cartas de Relación, hasta Bernal Díaz
de modo singular, porque de del Castillo o López de Gómara, sin olvidar
él (del Guatimozín) se des- a los historiadores humanistas de la talla de
Retrato de Gertrudis Gómez de Avellaneda. prende Una anécdota de la Fernández de Oviedo o Antonio de Solís
vida de Cortés, el breve relato y Rivadeneyra, nos obliga a sospechar que
que constituye el motivo de todavía sigue vigente el concepto literario
10 mi artículo. En esta ocasión, como recuerda de los clásicos, que incluía en los manuales
Benito Varela Jácome, Asedios Valera Jácome en su «Función de lo fantástico a Jenofonte, Tito Livio y Flavio Josefo, o lo
a la literatura cubana. Textos y
contextos, Santiago de Compos- en dos leyendas de Gómez de Avellaneda»: que todavía resulta más apasionante, que la
tela, Universidade de Santiago «La autora practica la intertextualidad en Una literatura pura también es historia, o que la
de Compostela, 2002, p. 68.
anécdota de Cortés, entresacada de su propia historia sesuda y erudita no deja de ser, en
11 novela histórica Guatimozín»10. Y esta inter- el último rincón del paraíso, ficción literaria.
Gertrudis Gómez de Avellaneda,
Obras, V, edición, y estudio pre-
textualidad se produce en el mismo momento Reynolds no distingue entre apasionados y
liminar de D. José María Castro en que elimina de sus obras reunidas las dos detractores furibundos de Cortés. A todos
y Calvo, Biblioteca de Autores novelas «peligrosas», y prescinde asimismo trata por igual y con idéntica parsimonia. A los
Españoles, Tomo CCLXXXVIII,
Madrid, Atlas, 1981, p. 207. de la novela histórica indianista como tal, en clásicos y a los contemporáneos. Y si asegura,
su ser narrativo propio y completo. Pero la de una parte, que «una actitud reveladora
12
Winston A. Reynolds, Hernán
pequeña secuela cortesiana es una prueba irre- en especial, de los escritores españoles,
Cortés en la literatura del Siglo cusable de que, contrariamente a los otros dos es su siempre presente fascinación con lo
de Oro, Centro iberoamericano
de Cooperación, Madrid, Edito-
casos, Guatimozín no está olvidada. Por si extraordinario encontrado en Cortés»12, no
ra Nacional, 1978, p. 307. no fuera suficiente la existencia del texto que duda tampoco en afirmar que «la preferencia
traiciona las nostalgias de la Avellaneda, una por enfrentar a Cortés con Cuauhtémoc, más
13
Ibid., p. 303. nota de la autora, en tercera persona, para que bien que con Moctezuma, continúa aún hoy»13.
ostente el carácter ambiguo de nota editorial, Y recuerda las palabras de Pérez Martínez, al
14
Id.
trata de justificar la no inclusión en los volú- término de su libro sobre Cuauhtémoc: «Ha
menes publicados de la novela original. Dice terminado la guerra sobre la tierra; pero el
la nota: «Esta anécdota, tomada de su novela conflicto entre Cuauhtémoc y Cortés vive en
Guatimozín, es lo único que la autora ha nuestra sangre sin que alguno de los dos haya
querido conservar de dicha obra, suprimida podido vencer (...) ambos fueron hombres de
de la presente Colección a causa de no haberle dos mundos que en nosotros se reconcilian y
permitido su falta de salud revisarla y corre- luchan»14. Y ese insepulto Cuauhtémoc, no
girla, según juzgó necesario»11. Naturalmente, lo olvidemos, es precisamente el Guatimozín
si la carencia de alusiones a las otras dos no- de La Avellaneda, que se enfrenta a Cortés
velas largas propició las interpretaciones que en el momento final de la novela, y que sigue
anteriormente apuntamos, la presencia ahora protagonizando desde la horca Una anécdota
de una desmañada y casi volandera nota no de la vida de Cortés.
ha satisfecho a la crítica. En todo caso, ha Esa fascinación por Cortés que Reynolds
favorecido el análisis del Guatimozín desde el subraya, no sólo es característica de los escri-
Gertrudis Gómez de Avellaneda: un punto de vista histórico e ideológico, aunque tores españoles del XVI y XVII, sino que se
relato sobre Hernán Cortés
tal vez haya servido poco desde la estricta prolonga en el tiempo hasta épocas muy pos-
Mª TERESA GONZÁLEZ
DE GARAY perspectiva literaria. Pero es que el tema de teriores. Teodosio Fernández, en su trabajo

86
ya citado, sobre La conquista de América en moderna conciencia nacional,
la novela hispanoamericana del siglo XIX. El en la que el pasado juega,
caso de México, analiza las posiciones narra- sin duda, un papel relevante.
tivas y psicológicas de la Avellaneda respecto También el pasado de los con-
a Cortés en la novela Guatimozín. Indica, quistadores y colonizadores.
primero, También el pasado de Hernán
Cortés y Moctezuma, y Gua-
que despierta en la autora sentimientos contradic- timozín, o Cuauhtémoc, tanto
torios. Se resalta su habilidad, (su doblez), para monta.
conseguir aliados o reducir al emperador mexicano, ¿Tendrá todo esto que ver
su crueldad frecuente, su condición ambiciosa, su con la negativa a reeditar su
fanatismo religioso y su política del terror (en novela en 1869 por parte de
expresión de la propia autora) (…). El héroe y el Gertrudis Gómez de Avella-
bandido (...) confluían efectivamente en Cortés (…). neda? ¿Y con la nota que in-
Sin embargo, todos los demás personajes quedaban tenta justificarla? En sus Dos
oscurecidos por su tenacidad, su valor y su habilidad, palabras al lector, al comienzo
hasta convertirse también en la novela ‘en una de las de la novela Sab, la Avella-
más grandes figuras que puede presentar la historia’, neda, tras indicar que «tres
en ‘tipo notable de su nación en aquel siglo en que era años ha dormido esta novelita
grande, guerrera, heroica, fanática y temeraria’»15. casi olvidada en el fondo de su Portada de Sab.
papelera», es decir entre 1838
Queda perfectamente claro. La consabida y 1841, año este último de su
fascinación alegada por Reynolds surgía in- publicación, asegura que «sea por pereza, sea 15
contenible de la pluma de Gertrudis Gómez por la repugnancia que sentimos en alterar lo Fernández, op. cit., p. 74.

de Avellaneda. Para Teodosio Fernández, esta que hemos escrito con una verdadera con- 16
atracción por la aventura de Cortés y por su vicción (aun cuando ésta llegue a vacilar), la Ibid., pp. 74-75.

carácter, estaba también presente en la his- autora no ha hecho ninguna mudanza en sus 17
toriografía del siglo XIX, y recuerda el caso borradores primitivos»17. José Servera, en el Bravo-Villasante, op. cit., 1970,
p. 37.
paradigmático de William H. Prescott, autor estudio introductorio a su edición de la nove-
de una conocida Historia de la conquista de la, concluye: «Ella había afirmado (...) que le 18
México, donde se presentaba la campaña de repugnaba cambiar lo que había escrito con Servera, op.. cit., pp. 48-49.

Cortés «como un episodio más novelesco que convicción; lo cual hace suponer que sólo lo
histórico», al considerar que aquel hecho de ar- escrito sin esa convicción le parecía alterable.
mas «ejecutado por un puñado de aventureros Esto explica (...) la exclusión de las novelas,
faltos de todo», era «un suceso casi milagroso que prefirió olvidar antes que transformarlas
que se desvía aun de las posibilidades que re- en lo que no eran»18. Sin entrar en disquisi-
quiere la fábula, y que no admite paralelo en ciones sobre las sinceridades de la autora en
las páginas de la historia»16. Y esa fascinación el prólogo a Sab, entendemos las «Dos pa-
sólo se contrapesaba con el protagonismo de labras», como una ingenua manifestación de
Guatemozín, modelo de patriotismo al modo captatio benevolentiae, que nos ha recordado
liberal, dispuesto a entregar su vida por el tantas y tantas falsas modestias de creadores
pueblo mexica, de cuya independencia polí- literarios, cuando reeditan, décadas después,
tica y cultural se considera responsable. No sus escritos juveniles.
olvidemos que en 1846, año de la aparición Por otra parte, resulta que Gertrudis Gó-
pública de la novela, la América española está mez de Avellaneda, al publicar Una anécdota
en pleno proceso político nacionalista, desde de la vida de Cortés en 1869, transformaba
México, en el norte, a la Tierra de Fuego, en el «en lo que no eran» determinadas páginas
sur, con la excepción precisamente de las dos de Guatimozín, y prefería no olvidar aquella
islas caribeñas, Cuba y Puerto Rico, donde ya novela. Por lo que la explicación de Servera
se perfilan los movimientos de emancipación. parece inservible para el caso. Teodosio Fer-
Guatimozín no se sustrae, no puede sustraer- nández apunta que
se, a esta corriente de afirmación nacional,
cuyo punto de partida, por otra parte, está en las novelas españolas dedicadas a la conquista de
Europa occidental. La propia España, desde México o primeros tiempos de la colonia, permiten
la guerra napoleónica, conocida como «de la comprobar que hasta la fecha de esa edición se habían Gertrudis Gómez de Avellaneda: un
relato sobre Hernán Cortés
Independencia», entre 1808 y 1814, transita impuesto actitudes conservadoras cada vez más acen-
Mª TERESA GONZÁLEZ
por esos derroteros de descubrimiento de una tuadas, desde las cuales los planteamientos liberales, DE GARAY

87
aunque fueran tan moderados como propio Guatimozín, o incluso la mujer de este
los que podían desprenderse de Gua- último, Gualcazintla, o la más controvertida
timozín, último emperador de México Malinche. Tal vez no se considerasen como
(...) significaban una apreciación ne- ideales el tono y las opiniones de la narradora,
gativa de lo ocurrido en América19. pero su visión de la conquista española devie-
ne aceptable para el lector medio mexicano.
Estas palabras suponen De otro modo, el texto hubiera sido olvida-
que la novela hubiera requeri- do, o menospreciado, como sin duda ocurrió
do modificaciones ideológicas en la España de esa misma época, donde no
significativas para adaptarse tenemos noticia de una sola reedición en el
a las condiciones en que se periodo comprendido entre 1846, fecha de la
desenvolvía el género alrede- aparición, y 1873, fecha del fallecimiento de
dor de los años 1868-1869, la Avellaneda. ¿No influiría también este dato
pero no que la autora estu- en la reacción de la autora, a la hora de pre-
viese dispuesta o no a reali- parar la publicación de su obra conjunta? Sin
zarlas. Si no lo estaba, la nota duda alguna, las opuestas derivas nacionalistas
editorial cumplía el papel de de mexicanos y españoles en sus respectivas
excusa dilatoria ad infinitum. versiones pasionales de la conquista, de las
Si lo estaba, respondía a una figuras estelares de Cortés y de Cuauhtémoc,
Portada de Guatimozín. ineludible realidad. Lo im- el último emperador azteca, y del sentido
portante es que para Teodosio final del choque de ambas culturas, habían de
Fernández, en alguna medida, influir en la creación literaria y en su éxito de
19 sí debía estar dispuesta la Avellaneda a realizar público. Porque lo que no se podía pretender,
Fernández, op. cit., p. 75.
variaciones en sentido «conservador», puesto desde 1820 en adelante, es que el Cortés de
20 que el crítico indica que «en este sentido, Una los españoles coincidiera sentimental e ínti-
Id.
anécdota de la vida de Cortés también resulta mamente con el Cortés de los mexicanos, o
21 significativa: en el relato se habían introducido incluso de los hispanoamericanos en general.
Castro y Calvo, op. cit., 1974, p.
229. Hay una edición moderna
los cambios necesarios para mostrar una ima- Ya la historia y las crónicas mantenían un pu-
de 1979, con excelente prólogo gen netamente positiva del conquistador»20. gilato, patente o soterrado, respecto a la figura
y apéndices bibliográficos de Afirmación que trataremos de contrastar con del conquistador de Medellín. ¿Qué tenían
Mary Cruz en La Habana (pp.
9-39 y pp. 453-460, respecti- el correspondiente análisis de contenidos del que ver, en ese punto concreto, Bartolomé
vamente). Véase Gertrudis Gó- relato puesto en cuestión. de las Casas y López de Gómara, pongo por
mez de Avellaneda, Guatimozín,
último emperador de México. Pero antes parece necesario advertir algu- caso? El primero odiaba la figura y la obra de
Novela histórica, La Habana, nos aspectos de la recepción en México del Cortés, el segundo había sido su capellán y
Biblioteca básica de literatura
cubana, Editorial Letras Cuba-
Guatimozín, último emperador de Méjico, siempre su incondicional admirador. ¿Cómo
nas, 1979. que así era, en efecto, el título original de la puede extrañarnos que en el mundo de la
novela. La edición príncipe, de 1846, fue re- creación literaria, y entre naciones alejadas y
impresa en Valparaíso (el municipio mexicano mutuamente resentidas, surgieran versiones
del Estado de Zacatecas) el año siguiente de opuestas y contradictorias sobre el personaje
1847. Nuevamente se imprime en México y su obra? ¿Cómo es y cómo funciona el
capital el año 1853, edición ésta que goza Napoleón de Stendhal, y cómo lo hace el de
de una reproducción virtual en la Biblioteca Tolstoy, el de Guerra y paz, y de qué ma-
Cervantes, y más adelante, de nuevo en D.F. nera presenta su figura Pérez Galdós en los
el año 1887, concluyendo el siglo con una Episodios de la primera serie, desde La Corte
traducción al inglés, editada en el propio de Carlos IV hasta Napoleón en Chamartín?
México, el año 189821. Este racimo de datos ¿Y en qué se parece el Francis Drake de La
bibliográficos nos informa de la aceptación Dragontea lopesca al Sir Francis Drake de
significativa de la obra narrativa, en las tierras las crónicas inglesas? ¿O el Enrique VIII de
que fueran aztecas, tanto en vida de su autora, Shakespeare al que presenta Calderón en La
como después de su fallecimiento, en 1873, a cisma de Ingalaterra? ¿O cómo se coordinan
lo largo de la centuria decimonónica, siempre el Felipe II del Don Carlos de Schiller, y el
en el periodo posterior a la independencia que describe desde el aparente rigor científico
mexicana. No parece haber, pues, actitudes el ensayista navarro Huarte de San Juan en su
básicas contrarias a la interpretación que la Examen de ingenios? Pero lo perecedero de la
Gertrudis Gómez de Avellaneda: un novela ofrece, tanto respecto al personaje memoria histórica, para algunos de estos per-
relato sobre Hernán Cortés
de Hernán Cortés, como al de los indígenas sonajes que acabo de citar, parece que pugna
Mª TERESA GONZÁLEZ
DE GARAY nucleares del relato, desde Moctezuma al con la larga duración de ciertos conflictos,

88
donde están en juego «las vividuras» esencia- una inevitable consecuencia
les, en terminología de Américo Castro. Por del modo en que se viene
eso tal vez, de momento, Cortés sigue vivo en abordando el género desde
su diatriba, lo mismo que Cuauhtémoc, mien- hace casi dos siglos. Veamos el
tras se le está acabando el tiempo a Felipe II, caso de Castro y Calvo, editor
que durante décadas fue considerado por sus de los volúmenes de la BAE
enemigos «el demonio del mediodía». dedicados a Gertrudis Gó-
No obstante, la suerte del Guatimozín mez de Avellaneda. Primero
de Gómez de Avellaneda cambió de signo a entra a saco en la prosa de la
lo largo del siglo XX, a partir, supongo, de autora con estas afirmaciones
la revolución mexicana. Veámoslo a través rotundas:
de un ejemplo sintomático. Espiguemos en
el primer volumen de La novela del México No puede leerse un ensayo, una
colonial, obra preparada y dirigida por el narración o una novela de la Ave-
Doctor Antonio Castro Leal, cuya edición llaneda sin que se produzca una
data de 1964 –yo utilizo la segunda de 1965–. sensación de tedio, de tristeza
En las obras seleccionadas para el periodo de deslavazada, sin un signo noble
la conquista se incluyen, el Xicotencatl anó- y trágico. Si alguna vez asoma
nimo de 1826, anterior en 20 años a la novela Walter Scott, queda oscurecido
de Gertrudis Gómez de Avellaneda, y Los por una nube rosácea de novela
mártires del Anáhuac, de 1870. Dos textos ingenua: le falta vigor23.
Portada de las Tradiciones de Gómez de Avellaneda.
decididamente anticortesianos, incluso en
algún caso furibundamente anticortesianos. Tras esta andanada previa,
La primera de ellas, publicada en Filadelfia, creería una que no iba a par-
«E.U.A.», como reza el prólogo de Castro ticularizar en relación con novelas concretas, 22
Leal, y no USA, como hubiera rezado el de pero entra en el resumen crítico de Sab y de Antonio Castro Leal, La novela
del México colonial, Tomo I,
cualquier televidente español de nuestros Guatimozín. Y del texto dedicado a Guatimo- México, Aguilar, 1965, pp. 16,
días. Frente a la novela de la Avellaneda, es- zín, que abarca seis párrafos, cinco se dedican 83 y 409.

tos dos textos se instalan en la radicalidad de a indicarnos las fuentes básicas utilizadas y 23
una postura nacionalista sin fisuras, algo que sintetizar los cuatro volúmenes de la edición Castro y Calvo, op. cit., 1974,
p. 211.
nunca se hubiera permitido la escritora cuba- original desde el único plano de la expedición
na. En el contexto sociopolítico de Antonio de Cortés, que concluye con la muerte de 24
Castro, el mundo ideológico de la poeta de Guatimozín, sin olvidar la referencia a las Ibid., p. 218.

Camagüey es una antigualla, o de una in- simpatías de la autora por los indígenas, sus
suficiente convicción. Cierto que el Doctor ritos y costumbres, a los que, afirma, «des-
Castro Leal no se olvida de Gertrudis Gó- cribe con amor». Queda un último apartado
mez de Avellaneda y su novela Guatimozín. de ocho líneas para recordar que «no falta el
Pero instala la referencia al texto dentro de la elemento romántico», lo que podemos inter-
«Introducción», y bajo el revelador epígrafe: pretar como una leve alusión literaria24.
«México en las novelas históricas españolas». De muy diversa índole es la excelente
Queda sobreentendido que la Avellaneda es síntesis crítica pergeñada por Teodosio Fer-
española, no americana de pura cepa, y, por nández en el texto ya aludido en anteriores
lo tanto, de alguna manera, también lo será ocasiones. Un estudio pormenorizado de las
la novela. A partir de esa aceptación ya no fuentes nos implica directamente en el traba-
interesa desde la perspectiva estrictamente jo desarrollado por la autora, y le permite al
mexicana, ni puede responder a sus plantea- analista profundizar en los ambientes descri-
mientos rigurosos22. tos, en los caracteres y en el marco narrativo
De hecho, el problema va, a mi entender, desde diversos ángulos. Se trata de un muy
mucho más lejos. Las novelas de la conquista, serio intento de situar la olvidada novela en
funcionan de modo primordial, en la litera- el lugar que le corresponde, tanto por sus
tura crítica, como exponente de posiciones valores históricos como por sus coordenadas
ideológicas más o menos concretas, y en ellas literarias. Así, cuando observa que «Gómez
se valora de modo singular el manejo de las de Avellaneda se mostró especialmente ima-
fuentes documentales históricas y los valores ginativa al proponer personajes femeninos,
políticos, étnicos o nacionalistas. Lo estric- con base histórica o sin ella, propuestos como Gertrudis Gómez de Avellaneda: un
relato sobre Hernán Cortés
tamente literario sufre un relativo eclipse, modelos de amantes, de esposas o de madres,
Mª TERESA GONZÁLEZ
o se relega a posiciones de segunda fila. Es y a veces de amazonas capaces de competir en DE GARAY

89
25 coraje con los guerreros indígenas y españo- otro extremo. Excluyendo de los contenidos
Fernández, op. cit., pp. 72-75.
les»25, sentimos la satisfacción de comprobar narrativos lo que no fuera ficción sentimental
26 que, efectivamente, estamos ante una obra de más o menos heroica, Castro Leal le ha hecho
Castro Leal, op. cit., 1965, pp.
16-17.
ficción, con la que el posible lector puede sen- un flaco favor a la Avellaneda, encasillándola
tirse a gusto o a disgusto, pero situado dentro como «novelista romántica» y diluyendo en el
27 de los jardines de la creación imaginativa, y vacío su compromiso riguroso con la investi-
Ibid., p. 17.
no obligatoriamente adscrito a una doctrina gación documental, con los personajes histó-
28 filosófica o política. El planteamiento de Teo- ricos y con los hechos clave de la conquista
Castro y Calvo, op. cit., 1981,
p. 207. dosio Fernández podría servir perfectamente española. Tan unilateral resulta el olvido de
para abrir el camino a una axiología en la que la historicidad, con su carga polémica a cues-
29
Castro y Calvo, op. cit., 1974,
el platillo literario no quede en manos de los tas, como la falta de conexión con lo ficticio,
p. 218. cronistas de Indias. sea romántico, como en la Avellaneda, o sea
Volvamos por un momento al Doctor racionalista ilustrado, como en el Xicotencal
Antonio Castro Leal. Su referencia a la novela anónimo de Filadelfia, o sea posromántico
de Gómez de Avellaneda es, en cierto modo, como en Eligio Ancona. El equilibrio entre
excepcional. Se nos va a permitir reproducir literatura e historia exige el acercamiento a
in extenso el primer párrafo a ella dedicado, ambos registros, para a partir de ellos, des-
contando con la necesaria benevolencia lecto- cubrir y escudriñar la novela concreta, como
ra, a la que también podemos aspirar: obra de creación en sí misma.
Pero quizás convenga ya, al fin, enfrentar-
Es el momento de las luchas de la conquista de nos en directo con el relato de la Avellaneda
Hernán Cortés. Uno de los oficiales españoles, Una anécdota de la vida de Cortés, un relato
Velázquez de León, se enamora de Tecuixpa, hija crepuscular en la vida de la escritora, pero
del emperador Moctezuma, hacia la cual un príncipe que retrotrae su vigencia sentimental hasta
azteca, Cacama, ha sentido siempre adoración, por los años en que preparaba los materiales para
más que nunca se la haya confesado. Al enterarse su novela Guatimozín. Porque, como indica-
Cacama de los sentimientos entre Tecuixpa y el mos en su momento, la conexión entre ambos
oficial español, reta a éste a un duelo, que no se textos es decisiva. La anécdota, afirmaba la
realiza por intervención de Cuauhtémoc. En una nota editorial, está «tomada de la novela, [y]
batalla con los indios, Velázquez de León recibe una es lo único que la autora ha querido conser-
herida mortal y entonces, Cacama, compadecido, lo var de dicha obra»28. Pero, ¿de qué parte de
lleva a presencia de la princesa Tecuixpa para que la novela? ¿Y esa parte, se reproduce literal-
muera al lado de su amada. Cacama se decide al mente, o sufre modificaciones significativas?
fin a confesar su amor a Tecuixpa, pero se aleja de Castro y Calvo asegura que el nuevo texto
ella sin esperar respuesta. La princesa indígena, que se refiere a «un solo capítulo, incluido en el
sigue fiel a la memoria de Velázquez de León, no se tomo quinto, con el título Una anécdota de la
casa. Cacama muere poco después a manos de sus vida de Cortés, relatando la ‘noche triste’»29.
enemigos políticos26. Pero lo cierto es que no se trata de ninguno
de los quince capítulos de la novela, sino del
Ni siquiera una alusión indirecta a Cortés Epílogo, y que tampoco tiene nada que ver
y a la conquista del territorio mexicano. Y tan con «la noche triste», sino con el ahorca-
sólo una levísima aparición de Guatemozín, miento de Guatimozín, el Cuauhtémoc de
con el nombre autóctono de Cuauhtémoc, los indígenas, el Guatemuz de los cronistas,
que jamás utilizó la autora. Para que no nos que cerraba el elenco de los emperadores o
sintamos defraudados, Castro Leal advierte Hueitlatoanis aztecas. El desenlace del ya
más adelante, después de asegurarnos que relativamente añejo texto –han pasado más de
«la historia», (¿qué historia?) «se ha seguido veinte años desde su primera publicación– es
con fidelidad»: «Lo que ha hecho la insigne retomado por la autora, y transmutado en un
poetisa cubana es desarrollar, paralelamente brevísimo y trágico apunte de venganza, celos
a los acontecimientos históricos, una novela y horror, combinados con reflexiones éticas y
romántica de amores que parecen fatalmente políticas perfectamente meditadas. Y tanto
destinados a no cumplirse en la realidad»27. los elementos patéticos como los reflexivos
La «novela romántica» es, en efecto, lo que han supuesto una modificación sustancial
nos ha resumido el crítico, pero sin que le del antiguo Epílogo. En lo que respecta a los
Gertrudis Gómez de Avellaneda: un haya dado opción a su autora para intervenir elementos patéticos, la autora ha pretendido,
relato sobre Hernán Cortés
en el discurso ético y político de la conquista con seguridad, mejorar el contenido textual,
Mª TERESA GONZÁLEZ
DE GARAY y el conquistador. Hemos pasado de uno a la estética, la estructura y la fuerza del rela-

90
to, especialmente con la disminución de la su estructura interna consta
verbosidad y la concentración de los efectos de tres partes perfectamente
dramáticos. Y desde el ángulo reflexivo, diferenciadas. La primera de
que tanto interesa a un amplio sector de la ellas describe la plaza princi-
crítica, el esfuerzo consciente por justificar pal «de un pequeño pueblo
las decisiones y actitudes del conquistador de la provincia de Acala»33,
de México, Hernán Cortés, y por poner de donde están preparadas las
relieve sus extraordinarias dotes personales, horcas que acabarán con la
suponen un mentís a muchas páginas de la vida de Guatimozín y sus dos
no reeditada novela, e incluso bordean los compañeros, y nos aclara la
límites de la palinodia, otorgando así la razón situación y sus motivaciones a
a Teodosio Fernández cuando afirmaba que través de la charla que mantie-
el relato corto pretendía, entre otras cosas, nen «dos hermosas mujeres,
«mostrar una imagen netamente positiva del ninguna de las cuales llegaba
conquistador»30. todavía a treinta años»34. Una
El Epílogo primitivo, por cierto, resultaba de ellas es Doña Marina, La
ser deudor de la novela de Salvador García Malinche, la otra una andalu-
Bahamonde, Xicotencal, príncipe americano, za «de ojos árabes y brillan-
publicada en Valencia el año 1831, como tes», sin duda alguna, porque
respuesta «españolista» al Jicotencal anóni- no se nos aclara, mujer de
mo de 1826, decididamente anticortesiano. alguno de los expedicionarios
Como vio muy bien Benito Valera Jácome, la españoles. En esa conversa-
Avellaneda debió conocer la novela de García ción se desvelan las claves
Bahamonde, y sacó provecho a su lectura: del momento histórico, y la Poesías y epistolario de amor y de amistad de Gómez
razón por la que las tropas de de Avellaneda.
Existe una indudable coincidencia entre los dos Cortés, con auxiliares indí-
desenlaces, con la venganza de las dos viudas in- genas, se desplazan hacia una
dias. La viuda del jefe tlascalteca, Teutila, llega, con lejana provincia, llevando con ellos a los tres 30
fingimiento, hasta la residencia del conquistador y príncipes aztecas. La escena concluye con las Teodosio Fernández, op. cit., p.
75.
lo hiere, lanzándole un puñal. En el epílogo de la palabras de Guatimozín, momentos antes de
escritora cubana, la loca viuda del último emperador perecer en la horca, y con la aparición dra- 31
Benito Varela Jácome, «Evolu-
finge amistad con Marina para herir a Cortés31. mática en escena de la mujer de Guatimozín, ción de la novela Hispanoame-
Gualcazinla, que también acompaña a la ricana en el XIX», en Luis Íñigo
Habría que añadir todavía que también expedición, con la razón perdida, loca desde Madrigal (coord.), Historia de
la literatura hispanoamericana,
utiliza un puñal robado al propio Cortés para el día que su marido, el último emperador Tomo II, Del neoclasicismo al
intentar consumar el asesinato. Y es curioso azteca, fue torturado por orden de Cortés, modernismo, Madrid, Cátedra,
1987, p. 103.
que ese parentesco entre finales de novela, el tres años antes.
de Xicoténcatl y el de Guatimozín, se repita En la segunda secuencia narrativa, Gualca- 32
Antonio Castro Leal, op. cit.,
en la siguiente generación, entre Guatimozín zinla, que parece haber recuperado la cordura, p. 624.
y Los mártires del Anáhuac. Por supuesto, coincidiendo con la terrorífica visión de su
Eligio Ancona había leído el Guatimozín de la marido muerto, maldice a Cortés y a La Ma- 33
Gertrudis Gómez de Avellane-
Avellaneda. Y repitió, también en el Epílogo, linche, recordando los hechos sucedidos en el da, Guatimozín, último empe-
el ahorcamiento de Cuauhtemotzin (así lo periodo de la conquista, y termina por aceptar rador de México. Novela his-
tórica, México, Edición digital
denomina el autor) que ocupara la primera la invitación de Marina, que, compadecida de la Biblioteca Virtual Miguel
parte del Epílogo de Guatemozín. Pero en vez de su estado, le insta a que vaya con ella a la de Cervantes, que reproduce la
de 1853 (disponible en http://
del intento de las viudas respectivas de acabar vivienda de Cortés, donde podrá ser acogida www.cervantesvirtual.com/Fi-
con la vida del conquistador español, Eligio y amparada. La hija de Moctezuma ha vuel- chaObra.html?Ref=3623), p.
Ancona prefirió relatar, como culminación de to, en apariencia, a un estado de enajenación 174.

su Epílogo, la muerte, en Castilleja de la Cues- mental irremediable. 34


ta, el 2 de diciembre de 1547, del frustrado El tercer y último tramo epilogal se de- Id.

Hernán Cortés: «Le habían matado –asegura sarrolla en las habitaciones de Cortés y Do-
el narrador omnisciente– los remordimientos, ña Marina. Gualcazinla intentará apuñalar a
la contrariedad y el despecho»32. Se situaba así Cortés en plena noche, la Malinche llegará a
Eligio Ancona en el polo opuesto de la Ger- tiempo de impedir un segundo golpe, porque
trudis Gómez de Avellaneda de 1869. el primero había fallado por carecer de sufi- Gertrudis Gómez de Avellaneda: un
relato sobre Hernán Cortés
El Epílogo de Guatemozín no ofrece ciente energía, y ahogará entre sus brazos a
Mª TERESA GONZÁLEZ
divisiones externas de ninguna índole, pero Gualcazinla, mientras Cortés huye despavo- DE GARAY

91
35 rido, restañándose la sangre de la cabeza. La el plano universal del fatum heroico, de la
Véase Gertrudis Gómez de Ave-
llaneda, Baltasar, Salamanca, guardia del conquistador acude, pero Cortés impronta del genio sobre el ominoso pelotón
Anaya, 1973. les dice a sus hombres que ha sufrido una de los mediocres. En el área concreta de la
36
caída sin importancia, provocada por una pe- expedición contra los aztecas, el narrador
Gómez de Avellaneda, op. cit., sadilla, y les ordena retirarse. Marina y Cortés en tercera persona, trasunto ideológico de la
1853, p. 174. quedan en escena solos, y entonces ella le co- autora, se esfuerza en convencer al lector de
37 munica que ha matado a la viuda de Guatimo- que el ánimo de Cortés, hubo de plegarse,
Castro Calvo, op. cit., 1981, zín. Expresiones de pasión frenética por parte aun con sufrimiento interior evidente, y cito
p. 207.
de Marina son respondidas por Cortés con la al pie de la letra, «ante las exigencias de su
38 frialdad y prudencia del general en jefe. Los feroz soldadesca y de las bárbaras numerosas
Ibid., p. 208.
dos momentos claves, el del intento homicida huestes auxiliares, colocadas bajo su bandera
39 de Gualcazinla, y el de la consumación del por la ciega república tlascalteca y otros pue-
Id. homicidio por Marina, se nos ofrecen en elip- blos americanos»37. Esas exigencias son ahora
sis a los lectores, a través de la conversación de la clave que permite defender la memoria de
ambos protagonistas. No hay acción directa, Cortés contra los ataques de sus detractores,
sino relato oral dramatizado, una muestra in- los de entonces, los del propio tiempo de la
soslayable de las tendencias dramatúrgicas de conquista, los de tres siglos después, durante
la Avellaneda, cuyo género predilecto fue sin el periplo vital de la Avellaneda, e incluso los
duda la tragedia de raíces dieciochescas35. Y el de hoy mismo. Pero es en el plano general
Epílogo concluye con la transcripción directa donde se afianza con la máxima intensidad el
de un comentario de Bernal Díaz del Castillo, alegato a favor de Cortés, porque –indica el
el cronista favorito de la autora. En realidad, narrador–
lo que ha hecho Gertrudis de Avellaneda
es hurgar en ese comentario y transformar nunca se ejerce impunemente la superioridad del
lo que nunca contó Hernán Cortés, lo que, genio... Al levantarse las grandes individualidades
evidentemente, nunca existió, en una leyenda de todos los siglos, de todos los países, siempre
de amor loco, enajenación mental, que nos encuentran hostiles a las numerosas medianías... De
recuerda algunos pasajes de El doncel de don este modo toda vida eminente, de iniciativa vigorosa,
Enrique el doliente de Larra, y muerte injusti- viene a ser continuado combate empeñado con la
ficada y cruel, la de los príncipes aztecas de un resistencia del orgullo colectivo...38.
lado, la de la viuda de Guatimozín por otro.
Y la figura de Cortés, en el centro del cuadro, Para llegar a la esperada conclusión:
pero casi en la sombra, se proyecta con ambi-
güedad sobre la sangre de los muertos, como Hernán Cortés, una de las mayores figuras que puede
una evanescente espada de Damocles. presentar la historia; Hernán Cortés, que quizás no
Una anécdota de la vida de Cortés, el ha sido colocado a su natural altura, ni aun por des-
relato que, en alguna medida, sustituye al acertados encomiadores... Hernán Cortés, digámoslo
Epílogo de Guatimozín, que acabamos de en fin, debía tener y tuvo la suerte común a todos los
analizar, sí dispone de estructuración externa, genios superiores. Persiguiólo la envidia, afanóse por
en tres capítulos, con numeración romana. denigrarlo la calumnia, acecháronlo la deslealtad y la
De los que sólo el II y el III se corresponden perfidia...39.
con las secuencias desarrolladas en el párrafo
anterior. El que podemos denominar capítu- Era necesaria, a mi juicio, la cita extensa,
lo I, aunque coincida con la frase canónica para dejar resuelto el dilema. No sólo se ha
inicial del Epílogo: «Tres años, poco más o modificado sustancialmente el desenlace de
menos, habían transcurrido...»36, cumple una Guatimozín al convertirlo en relato indepen-
función diversa, de introducción histórica y diente, sino que se le ha inyectado una carga
narrativa al núcleo dramático, y de base silo- ideológica de signo muy distinto a la que pu-
gística y argumentativa para esclarecernos las diera estar presente en la primitiva novela. No
características personales y los valores huma- me atrevo a decir que de signo opuesto, por-
nos de Hernán Cortés. Ese capítulo I, si no que permite el escepticismo sobre la ideología
hagiográfico, es, por lo menos, ampliamente de Gertrudis Gómez de Avellaneda en 1846,
justificatorio de la conducta del conquis- es decir, permite sospechar que la Avellaneda
tador extremeño. Y no sólo desde el plano de 1846 carecía de ideología definida respecto
Gertrudis Gómez de Avellaneda: un particular de los hechos acaecidos durante al tema de la conquista americana, y se dejaba
relato sobre Hernán Cortés
la campaña de México, antes y después del guiar simplemente por sus lecturas, y por su
Mª TERESA GONZÁLEZ
DE GARAY sitio y toma de la capital, sino también desde temperamento. En esas páginas con que se

92
abre el relato que comentamos estamos ante Guiomar, aunque siga sin conocerse su filia- 40
Bernal Díaz del Castillo, Historia
un texto nuevo, que jamás hubiera podido ción personal, contemplando el espectáculo verdadera de la conquista de
incluirse en el Epílogo de Guatimozín, y que desde el mirador del viejo templo azteca, Nueva España, Madrid, Alianza
Editorial, Sociedad Quinto Cen-
parece conectar con los desvaríos de Rodión con el patíbulo a la vista, y hablando sobre el tenario, 1989, p. 708.
Romanovich Raskólnikov en las páginas de tema, sus protagonistas y sus implicaciones.
Crimen y castigo, o más a ras de tierra, con El diálogo se ha reducido, se ha concentrado, 41
Hernán Cortés, Cartas de rela-
una fugaz explosión del nacionalismo alarco- ha ganado así en intensidad y fuerza, como ción, Madrid, Castalia, 1993,
niano, que en fechas cercanas a la redacción ya insinuamos en su momento, pero también p. 564.

del texto de la Avellaneda, pergeñaba las ha perdido los filos de la acusación contra el 42
páginas de Diario de un testigo de la guerra jefe, contra el Malinche, como le llama Doña Castro y Calvo, op. cit., 1981,
p. 208.
de África. Marina. Y, para muestra baste un botón, ha
Lo que queda del capítulo I tras el excursus desaparecido en su totalidad el comentario 43
filosófico-político es, simplemente, una refe- decisivo del narrador: Gómez de Avellaneda, op. cit.,
1853, p. 176.
rencia a los antecedentes de la tragedia final,
que en el Epílogo primitivo estaban presentes Marina acababa de dar con estas palabras la única 44
Id.
en el conjunto de la novela, y que para el explicación probable del hecho que vamos a referir,
relato corto debían precisarse al máximo, con la única excusa verosímil de un acto de crueldad que 45
Castro y Calvo, op. cit., 1981,
objeto de otorgarle una coherencia razonable. inmotivado sería horroroso y que en vano quisiéra- p. 211.
Había que explicar los motivos que llevaron a mos justificar apoyándolo en la sospechosa acusación
Cortés a emprender la expedición a Hondu- de un súbdito traidor, que no obtuvo crédito ni entre 46
Díaz del Castillo, op. cit., p.
ras, los porqués de que en ella incluyera a los los mismos españoles, por más que aparentase Cortés 708.
príncipes, con Guatimozín y su esposa Gual- prestárselo completo43.
cazintla (ahora la Avellaneda ha añadido una
«t» a su nombre indígena), prisioneros desde La táctica de diluir la culpa de Cortés
la caída de Tenoctitlan, y dar cuenta sucinta de continúa siendo uno de los fundamentos del
los rumores de conspiración de los prisione- texto reformado, seguramente el decisivo,
ros contra Cortés y los suyos, que desencade- la raíz última de su escritura. También se ha
naron la condena a muerte de Guatimozín y modificado con intención el discurso en el ca-
el que en el relato pasa por ser su hermano, el dalso de Guatimozín. Mientras en el Epílogo
rey de Tacuba. Por cierto que en el Epílogo de da irónicamente las gracias a los españoles por
la novela los condenados a la horca eran tres, la piedad que les han dispensado, y exclama:
y no dos: Guatimozín, Netzale, rey de Tacu- «Muero inocente aunque se me haya conde-
ba, y Coanacot. La disminución del número nado a la muerte de los facinerosos. ¡Hernán
de ajusticiados favorece, sin duda, la causa Cortés! Dios te demande cuenta de esta
de Cortés para la autora, aun cuando en este sentencia»44, la Anécdota se limita a expresar:
caso hay que decir que se ajusta a la Historia «Proclamo de nuevo mi inocencia a la faz del
verdadera de Bernal Díaz del Castillo40 y a la cielo y de la tierra»45. Quedó eliminada la in-
Quinta Relación de Hernán Cortés41, dos de vocación a Dios contra Cortés, y ello a pesar
las fuentes básicas consultadas y seguidas por de las palabras que en su boca puso Bernal
la Avellaneda. Sin pasar por alto el importante Díaz del Castillo, perfectamente conocidas,
detalle del aspecto físico de la Princesa, que en de otra parte, por la Avellaneda: «¡Oh capitán
el Epílogo destacaba por su figura «lastimo- Malinche! Días había que yo tenía entendido
sa», «triste y sombría», pero que ahora, en la e había conocido tus falsas palabras, que esta
nueva versión, «a la que tres años de cautive- muerte me habías de dar, pues yo no me la di
rio y de inenarrables infortunios, no habían cuando te entraste en mi ciudad de México;
podido despojar de su peregrina belleza»42. ¿por qué me matas sin justicia? Dios te lo de-
Preparando con esta maniobra habilidosa mande»46. Entre el comentario del narrador y
las mutaciones decisivas de la escena última las palabras del emperador se condensaban los
del drama. Todos estos factores –estéticos, principales elementos del texto de Bernal en el
éticos e históricos– forman el entramado del Epílogo de la novela. Todo se ha borrado en la
capítulo I de este texto narrativo, y dan paso Anécdota. El capítulo II concluirá en el mo-
al nudo propiamente dicho, y al inesperado mento en que la viuda de Guatimozín acepta
desenlace. el ofrecimiento de Marina y va a hospedarse
El capítulo II es el que más se asemeja con ella en los aposentos de Cortés, tras la
a la vieja secuencia narrativa de 1846. De tensa conversación entre ambas, que, como Gertrudis Gómez de Avellaneda: un
relato sobre Hernán Cortés
nuevo tenemos a las dos mujeres, Marina y en el Epílogo, se solventa con un inesperado
Mª TERESA GONZÁLEZ
la andaluza, que ahora tiene nombre, Doña y sorpresivo cambio de opinión por parte DE GARAY

93
47 de Gualcazintla. La conversación presenta Y de este modo, frente al remordimiento
Castro y Calvo, op. cit., 1981,
p. 212. numerosas variantes en la Anécdota respecto de Cortés, se instalan los celos de la amante.
al Epílogo, pero tal vez no merezca la pena A nosotros se nos informa de que Cortés se
48
Id.
insistir en los detalles. Solamente subrayar los siente culpable, pero a Marina no. Y este es el
apelativos insultantes de «manceba» y «que- juego que van a jugar los dos personajes en el
49 rida» con que Gualcazintla fustiga a Marina, tramo final.
Ibid., p. 213.
porque están sin duda contribuyendo a la La noche avanza y el insomne Cortés sale
50 preparación de la escena decisiva. desde su alcoba al salón y se pasea convulsiva-
Id.
Y entramos, al fin, en el capítulo III, don- mente por él, «en medio de las toscas estatuas
de se han producido ampliaciones sustanciales de la diosa que presidía a las sombras, y a las
en el desarrollo primitivo de la secuencia últi- cuales apenas alumbraba la opaca luz de una
ma del Epílogo, y una transformación radical lejana lámpara»49. Hemos remontado desde
de los acontecimientos dramáticos. Por de el romanticismo de panteón al goticismo del
pronto, el intento por parte de Gualcazintla castillo de Otranto. Pero es ahí donde quería
de asesinar a Cortés está presente en todos llegar la autora. Al momento en que surge de
sus detalles, la elipsis primitiva ha desapare- esas sombras ominosas «negro fantasma», y
cido. Pero ese intento viene precedido de una retrocede Cortés «con el cabello erizado por
serie de reflexiones sobre el ánimo y los sen- supersticiosa pavura». El «héroe» pregunta al
timientos de Cortés, que armonizan con los espectro su identidad, y éste le responde (en
objetivos que se trazó la autora para elaborar qué lengua, nos preguntamos inevitablemen-
la Anécdota. El lugar de los acontecimientos te): «Soy la venganza... y vengo a exterminar-
es ahora, que no en el desenlace de la novela te, tirano»50. El espectro esgrime en su mano
larga, el que fuera templo de la diosa Meztli, «el bruñido acero de una daga» y resulta ser,
personaje del panteón azteca que, la autora al fin, la viuda de Guatimozín, que logra herir
nos lo aclara en nota, como acostumbra en en la frente a Cortés, pero sin la necesaria fir-
otras ocasiones en el Guatimozín de 1846, era meza. No se arredra ni «flaquea» el español, y
la deidad que presidía la noche. Un detalle desarma a Gualcazintla, aprisionándola entre
espacial muy del gusto romántico, porque las sus brazos. Acaba de poner sobre el tapete la
estatuas de la diosa aún permanecen en pie en Avellaneda el tópico del espectro, de sólida
el salón que comunica la estancia de doña Ma- trayectoria dramática, tanto en Shakespea-
rina, adonde ésta ha conducido a la viuda de re, Hamlet, como en Lope, El caballero de
Guatimozín, con la de Cortés. Un detalle, nos Olmedo, y que también tuvo vida en el ro-
atreveríamos a decir, estrictamente teatral, y manticismo español, tanto en el campo lírico,
un lugar perfecto para la venganza de la empe- Espronceda en El estudiante de Salamanca,
ratriz, hija del humillado Moctezuma. Doña como en el teatral, Zorrilla y las dos partes
Marina presenta a Cortés a su «huéspeda» y le de El puñal del godo. Como tal espectro es
ruega que le dispense «particular amparo». Y siempre de carácter patético, cuando no trá-
observa «la viva y grande impresión causada gico, pero como «fantasma», puesto que así
en el ánimo de Cortés por sólo la presencia lo califica también la autora, suele acercarse a
de aquella hermosura infortunada»47. Doña las fronteras de la comedia, como en Dickens
Marina, posesiva y desconfiada, enlaza la im- y su Cuento de Navidad, o regodearse con
presión a la hermosura, que ya tuvo la autora virtuosismo en ella, al estilo del Calderón de
buen cuidado de subrayar con anterioridad. La dama duende y El galán fantasma. De «la
Pero, por su parte, el narrador omnisciente, fantasma» hablaban nuestros clásicos, como
nos informa de que ocurre en el caso de Castillo Solórzano y
su delicioso relato La fantasma de Valencia.
las crueldades que la conveniencia hacía cometer o Gómez de Avellaneda ha utilizado el tópico
consentir al jefe del ejército español, hallaban en su con maestría, en una situación límite, y coor-
propio noble corazón secreto pero inmediato castigo, dinando así venganza, muerte, pasión, celos y
y bajo la influencia del sentimiento que le oprimía culpabilidad, en un apretado nudo gordiano,
desde que creyó necesidad inevitable el sacrificio de que estallará por el punto más débil: el de La
sus dos más ilustres prisioneros, no pudo menos de Malinche. Marina no contemplará el ataque
demostrar a Gualcazintla –como para acallar un tanto de la viuda de Guatemozín, descubrirá a
su conciencia– un afecto tan expresivo y tierno, que Cortés, cuando éste haya devuelto a su habi-
Gertrudis Gómez de Avellaneda: un llegó a alarmar a la enamorada y celosa Marina48. tación a Gualcazintla, y creerá de inmediato
relato sobre Hernán Cortés
que su amante está aprovechándose de la hi-
Mª TERESA GONZÁLEZ
DE GARAY potética demencia de la viuda «para gozar su

94
hermosura», como, en un clásico lenguaje de del Castillo lo que asegura es que Cortés 51
Ibid., p. 214.
teatro calderoniano, le increpa a Cortés con anda mal dispuesto, pensativo «y desconten-
ira, cuando éste ya se está lavando la herida to del trabajoso camino que llevábamos»54, 52
Id.
en su habitación, y Marina penetra como un aun cuando influyan además en su estado de
vendaval para zaherirle y vilipendiarle. Para ánimo las condenas de los príncipes aztecas 53
entonces Marina ya estuvo en la habitación «sin tener justicia para ello», ahí la Avellaneda Gómez de Avellaneda, op. cit.,
1853, p. 178.
de Gualcazintla, donde la había dejado Cortés transcribe con exactitud, y el hambre que pasa
tras el intento de asesinato, y la había ahogado su ejército y las enfermedades y muertes de 54
Díaz del Castillo, op. cit., p.
entre sus manos, para impedir, le asegura a españoles y mexicanos que le acompañan. En 709.
Cortés, que siga «mancillando el tálamo de la esta ocasión la escritora ha decidido, por el
viuda del emperador de Méjico, antes de que bien estético y ético de su relato, que el texto
se haya enfriado el cadáver de Guatimozín»51. manipulado de Díaz del Castillo continúe
Marina amenaza a Cortés con la «justicia del vivo.
cielo» por su delito, y entonces el general, El análisis comparado entre ambos textos,
tras rechazar a Marina, le enseña la herida que hemos venido denominando Epílogo y
de la frente, y le dice: «La suprema justicia, Anécdota, de 1846 y 1869 respectivamente,
con que me amenazáis, acaba de impedir que ha ido definiendo con bastante precisión
terminase mi vida miserablemente a manos la existencia de dos momentos diversos, e
de una mujer frenética, aunque menos que incluso divergentes, en la mentalidad de la
vos...»52. La defensa de Cortés por Marina en Avellaneda respecto a la figura histórica y
el Epílogo, que de alguna manera justifica el humana de Hernán Cortés. Pasamos así de
exceso de la Malinche, en plena lucha, aho- un Cortés astuto, frío, ambicioso y dispues-
gando a Gualcazintla, mientras Cortés, ensan- to a sacrificar vidas ajenas, si ello conviene
grentado, sale de la estancia para detener a los a sus intereses políticos y militares, el de la
soldados de su guardia, que acudían atraídos novela Guatimozín, a un Cortés modelo de
por los ruidos, es ahora, en la Anécdota, una fidelidad a su rey, heroico en sus acciones,
«fría», o «hirviente», decisión de la amante de excepcional en su audacia, y personaje uni-
Cortés, arrastrada por los celos y por la furia versal de primera magnitud. Pasamos también
y el despecho de quien no tolera compartir de un Cortés sin corazón, a un Cortés que se
«los favores» de su amado. En el Epílogo hay arrepiente de sus errores y que lamenta las
un principio de cooperación, de ayuda mutua, consecuencias de algunos de sus actos. De
entre Cortés y doña Marina, que termina en un Cortés grande, pero cruel, a un Cortés
la muerte de Gualcazintla. En la Anécdota, calumniado y envidiado por los mediocres.
doña Marina actúa sola, sin conocimiento Pero no conviene extrapolar desde el perso-
de Cortés, y carga sobre ella toda la culpa naje concreto a la acción colectiva. Del texto
del luctuoso acontecimiento. Lo que se gana último que acabamos de estudiar no se deduce
en nervio trágico de amor y celos, también que la Avellaneda modificara sus criterios
se gana en deslindar culpabilidades últimas, sobre el tema de la conquista americana en su
para que Cortés quede limpio de esta última conjunto. Simplemente, lo que queda claro
muerte. es la transformación de sus opiniones sobre
Pero sí se repite en ambos textos la cita de Hernán Cortés. El resto, habría que discutirlo
cierre. La de Bernal Díaz del Castillo tras la desde otras premisas y con otros argumentos
ejecución de Guatimozín: textuales, y no podemos ahora entrar en ello.
Pero sí, en cambio, importaría, como pequeño
Andaba Cortés mal dispuesto y pensativo después de colofón de nuestro estudio, contribuir a ilu-
haber ahorcado a Guatemuz y a su deudo el Señor minar dos aspectos narrativos del Guatimozín
de Tacuba, sin tener justicia para ello, y de noche no y su secuela: el de la aparición de la Malinche
reposaba; e pareció ser que saliéndose de la cámara como protagonista femenina en el Epílogo y
donde dormía, a pasear por una sala en que había la Anécdota, tras haberla olvidado por com-
ídolos, descuidóse y cayó, descalabrándose la cabeza; pleto durante el desarrollo del Guatimozín,
no dijo cosa buena ni mala sobre ello, salvo curarse la y el uso de las citas y referencias a Crónicas
descalabradura, e todo se lo sufrió callando53. y cronistas de Indias, como confirmación de
la verdad histórica de los hechos narrados.
Una cita parcial e inexacta, pero que Lo intentaré con la máxima brevedad. Pare-
mantiene con esa parcialidad e inexactitud, ce evidente que doña Marina no le resultó Gertrudis Gómez de Avellaneda: un
relato sobre Hernán Cortés
literalmente sin la más mínima variación, en propicia a la novelista para su incorporación
Mª TERESA GONZÁLEZ
el Epílogo y en la Anécdota. Porque Díaz como figura clave a la historia de la conquista DE GARAY

95
55 mexicana. Ha preferido a la dulce Tecuixpa, como relata con su habitual naturalidad Ber-
Gómez de Avellaneda, op. cit.,
1853, p. 179. otra hija de Moctezuma, para relatarnos sus nal Díaz del Castillo: «Dejemos de hablar en
románticos deliquios con Velázquez de León. el factor y sus blandas y delicadas palabras, y
56
Id.
Como también se refiere, a través de los da- diré cómo en el camino, en un pueblezuelo
tos ofrecidos por Marina en el Epílogo, a la de un Ojeda ‘el tuerto’, cerca de otro pueblo
57 fidelidad a toda prueba de Teutila, princesa que se dice Orizaba, se casó Juan Jaramillo
Castro y Calvo, op. cit., 1981,
p. 213. de la Casa de Tezcuco, a su esposo Netzale, con doña Marina la lengua delante de testi-
rey de Tecuba, uno de los ejecutados por gos»58, en el caso de Cortés tal matrimonio
58
Díaz del Castillo, op. cit., p. orden de Cortés junto a Guatemozín. Teutila no existía. Los hechos relatados en ambos
602. fue robada a su esposo azteca por Andrade, textos acontecen en el año 1525, y la primera
59
uno de los hombres del vencedor, y obligada mujer de Cortés, Catalina Suárez, había falle-
Hugh Thomas, Quién es quién a casarse con él. Es en tales conflictos amo- cido en 1522. Con su segunda mujer, Juana
de los conquistadores, España, rosos interraciales, en el desgarro sentimental de Arellano y Zúñiga, contraería matrimo-
Salvat Editores, 2001, p. 71. Y
Juan Miralles, Hernán Cortés. del choque de culturas, en el enfrentamiento nio, tras el primer retorno a España, el año
Inventor de México, Barcelona, entre la pasión, la seducción, la violencia y la 152859. El supuesto matrimonio de Cortés es
Tusquets editores, 2001, pp.
464-65. atracción amorosa, con personajes femeninos una invención de la Avellaneda, supongo que
sin base histórica, donde se encuentra a gusto para añadir al amancebamiento con Marina, o
60
Margo Glantz, La desnudez co-
la Avellaneda. Pero no era ese el caso de doña en su caso, al adulterio, una mayor dosis de
mo naufragio. Borrones y borra- Marina. Marina no sólo es un personaje his- interés novelesco. Pero, en cualquier caso, la
dores, Madrid, Iberoamericana- tórico, sino que cumplió en los avatares de la tardía, aunque decisiva, aparición estelar de la
Vervuert, 2005, pp. 43-44.
conquista un doble papel polémico y odioso: amante de Cortés, formó parte desde el prin-
el de amante del jefe español, y el de intérpre- cipio, del proyecto narrativo de la Avellaneda.
te, «la lengua», le llama siempre Bernal Díaz Recuerda Margo Glantz, en el capítulo de su
del Castillo, en las conversaciones entre espa- libro La desnudez como naufragio, titulado
ñoles e indígenas, con la sospecha siempre de «La Malinche: la lengua en la mano», que sólo
convertirse en delatora, y traidora, por tanto, una vez, precisamente en la Quinta Relación,
a sus compatriotas. Sólo al final, para marcar «la llama Cortés por su nombre: Marina,
de modo fehaciente la tragedia de Guatimozín la que yo siempre conmigo he traído», y
y la muerte de su viuda, al amparo de Cortés, que logra convertirse en secretaria y faraute
doña Marina se convierte en un personaje im- de Cortés, porque, «recuerda Bernal, es de
prescindible. Y no duda entonces en utilizarlo buen parecer, entremetida y desenvuelta»60.
la novelista, enfatizando con la máxima inten- Ahí en sus lecturas, se encontró Gertrudis
sidad la pasión imperiosa de la Malinche por de Avellaneda con Marina, o la lengua, y de
Hernán Cortés, que se expresa al mismo nivel ahí la rescató para volverse loca de amor por
que la de Melibea por Calixto en el Epílogo: Hernán Cortés.
«Es que tú eres mi Dios», le dice al guerrero Sólo dos de las nueve notas que introdu-
español, para concluir afirmando: «Yo no soy ce la Avellaneda en la Anécdota se refieren
más que eso, una mujer loca de amor por ti»55. a los cronistas de la conquista mexicana.
Esta explosión de retórica amorosa quedará La primera procede de la Tercera Carta de
en la Anécdota limitada a una explosión viru- Relación de Cortés, y ya había aparecido
lenta de celos. Pero en ambos textos Marina se en el Guatimozín, en el capítulo XIV. La
referirá a su matrimonio, impuesto por Cor- segunda estaba incluida en el Epílogo, era
tés: «Sé que debo fidelidad al marido que me la 104 y última de la novela, y precisaba las
habéis dado», le espeta en el Epílogo; «harto opiniones de Bernal Díaz del Castillo res-
también he torturado y envilecido mi alma pecto a la hipotética conspiración que llevó
recibiendo –porque así lo exigisteis– marido a la horca a Guatimozín y al rey de Tacuba,
de vuestra mano», le grita en la Anécdota. Y «su deudo», como expresa el cronista, y no
lo que es más curioso, en ambos textos Cortés su hermano como asegura la novelista. De
está también casado, y Marina le advierte que las variadas fuentes que aparecen citadas en
«cuido de no dar disgustos a la feliz mujer que el conjunto de la novela, quedaban en pie las
lleva vuestro nombre»56, o «harto he sufrido dos más significativas, la del propio Cortés
ahorrando quejas a la dichosa mujer que lleva y la de Bernal, su eterno y siempre huraño
vuestro nombre»57. Curioso, porque mien- compañero de fatigas. La carrera epistolar
tras en el caso de Marina, el matrimonio, por o cronística era ardua. Respecto a Cortés,
Gertrudis Gómez de Avellaneda: un orden o no de Cortés, se acababa de realizar Margo Glantz nos recuerda: «Es revelador
relato sobre Hernán Cortés
durante la expedición a Honduras, muy poco que sus Cartas de Relación fueran prohibidas
Mª TERESA GONZÁLEZ
DE GARAY tiempo antes de la ejecución de Cuauhtémoc, desde 1527 y quemadas en las plazas públicas

96
de las ciudades más importantes de España. mexicana del siglo XXI, de
Es también muy significativo que la historia hoy mismo, lo confirma y lo
de López de Gómara haya sido censurada subraya. Y también Susana
poco tiempo después de que se escribiera. Montero en su monografía La
Cortés supo definir las nuevas condiciones Avellaneda bajo sospecha63.
de la sociedad que ayudó a construir; su ¿Por qué, en nombre de qué,
sagacidad y constancia para descubrir los se- le vamos a exigir fidelidad
cretos de la tierra y calar hondo en las cosas en las ideas, coherencia en
de su tiempo lo convirtieron en un hombre sus juicios, continuidad en sus
peligroso: su poder amenazó quizá al de la visiones ficcionales, firmeza
monarquía»61. filosófica y ética en el devenir
¿Y qué decir de la Historia verdadera de la de su pensamiento histórico,
conquista de Nueva España? ¿La que salía al a Doña Gertrudis Gómez de
paso de las falsedades y los olvidos de la obra Avellaneda?
de López de Gómara, el capellán de Cortés? Bastante tiene la inolvi-
Citemos a Reynolds: «Su Historia verdadera dable Tula con aguantar la
de la conquista de Nueva España fue conclui- búsqueda de nuevas mani-
da en 1568, pero no publicada hasta 1632»62. festaciones epistolares de sus
Cuarenta y ocho años después de la muerte debilidades amorosas o de sus
de su autor, sesenta y cuatro desde su compo- pasiones secretas de folletín
Portada del libro de Susana Montero La Avellaneda bajo
sición, un siglo desde la caída de Tenoctitlán. decimonónico64. Por eso me sospecha.
Por lo visto, no debía ser nada fácil estar de parece necesario concederle
acuerdo con la persona y la obra de Cortés. un respiro y otorgarle el be-
Ni en el siglo XVI, ni en el siglo XX. Margo neficio de la duda. 61
Ibid., p. 25.
Glantz, excelente novelista e historiadora
62
Reynolds, op. cit., p. 68.

63
Susana Montero, La Avellaneda
bajo sospecha, La Habana,
Editorial Letras Cubanas, Insti-
tuto Cubano del Libro, 2005,
p. 105. Véase asimismo el es-
tudio de Carolina Alzate Ca-
david, Desviación y verdad.
La re-escritura en Arenas y la
Avellaneda, EE.UU., Society of
Spanish and Spanish-American
Studies, 1999, especialmente el
capítulo 3, «Gertrudis Gómez de
Avellaneda: transgresión femini-
sta, exceso y ambigüedad», pp.
139-237.

64
Gertrudis Gómez de Avellaneda,
Poesías y epistolario de amor y
de amistad, Madrid, Instituto de
la Mujer, Castalia, 1989. Y Nora
Catelli, El espacio autobiográfi-
co, Barcelona, Lumen, 1991.

Gertrudis Gómez de Avellaneda: un


relato sobre Hernán Cortés
Mª TERESA GONZÁLEZ
DE GARAY

97
Rosa Maria Grillo
Catedrática de Literatura Hispa-
noamericana en la Universidad de
Salerno. Es autora de numerosos
ensayos y monografías publica-
dos en Italia, Francia, España y
Uruguay sobre autores hispano-
americanos (Benedetti, Quiroga,
Carlos Fuentes, J.J. Saer), sobre
la narrativa de la emigración y de
viaje, y sobre el papel de la nove-
la histórica latinoamericana en la
construcción de las identidades
nacionales. Es miembro del Comi-
FRANCISCO DEL PUERTO, AGUILAR Y
té científico del Centro Estudios
Mario Benedetti de Alicante y del
Centro Studi Americanistici Cir-
GUERRERO, TRES NÁUFRAGOS ENTRE
colo Amerindiano de Perugia y de
sus respectivas revistas (América
Sin Nombre y Thule) y publica-
LA PALABRA Y EL SILENCIO
ciones (Cuadernos de América sin ROSA MARIA GRILLO
nombre y Quaderni di Thule).
Desde 2000 dirige la colección
de narrativa latinoamericana A
Sud del Rio Grande (Oedipus),
que actualmente cuenta con ocho
títulos.
La historia del Descubrimiento y la Con- Il rivelarsi di una realtà sconosciuta comincia ad ave-
quista está llena de náufragos y sobrevivien- re valore in se stessa, e non solo in quanto spazio di
tes a batallas y matanzas, protagonistas de terra che può essere assimilato e gestito dall’autorità
1 «viajes» venturosos, que han permanecido un istituzionale1.
Silvia Benso, «Le metamorfosi di
Cíbola nei cronisti delle Indie»,
periodo más o menos largo entre los indíge-
Letterature d’America, 6 (1981), nas, como esclavos o destinados al sacrificio, Dejando sus memorias constituyen casos
p. 33. sobreviviendo a peligros de toda índole, y con de involuntaria vanguardia de un conoci-
2 mucha suerte y astucia llegando a ser «dioses miento del «Otro» más profundo y, en parte,
Cf. Luigi Avonto, Mirando al blancos y barbados» casi míticos. Pensemos libre de los prejuicios y de las presiones que
otro, Montevideo, Universidad
de la República, 1995, p. 255.
en lo que nos cuentan sobre sus cautiverios generalmente influyen en la escritura cronís-
o sus viajes Alvar Núñez Cabeza de Vaca tica oficial.
3
Respecto a la novela históri-
en los Naufragios, Hans Ver Staden en Die A estas relaciones autobiográficas hay
ca «tradicional», romántica o wahrhaftige Histoire der wilden, nachten, que añadir lo que cuentan Sebastián Caboto
realista, que generalmente se grimmigen Menschfresser-Leute 1548-1555, de Francisco del Puerto, Enrique Montes y
construye en apoyo a la historio-
grafía oficial, podemos hablar Ulrico Schmidel en Relatos de la conquista Melchor Ramírez, náufragos de la expedición
de «nueva novela histórica», del Río de la Plata y Paraguay 1534-1554 de Solís al Río de la Plata, o Bernal Díaz del
«novela histórica posmoderna»
o «poscolonial», para indicar
(Derrotero y viaje a España y las Indias), Jean Castillo y Diego de Landa a propósito de
aquellos textos que re-escriben de Léry en el Journal de bord en la terre de Jerónimo de Aguilar y Gonzalo Guerrero,
la Historia, adoptando un pun-
to de vista alternativo y crítico
Brésil (1557). Sus historias representan otras náufragos de la expedición de Valdivia entre
hacia la historiografía oficial y tantas infracciones al canon que pretendía los indianos de Yucatán, y un largo etcéte-
utilizando técnicas «rupturistas» que se narrara sólo la historia de los grandes ra. Aguilar y Guerrero, además, constituyen
y «desrealizadoras» (cf. Rosa
Maria Grillo, «La visione dei hechos protagonizada por héroes, y aunque una «pareja opositiva» muy interesante: sus
vinti nel romanzo storico latino- partan de los cánones historiográficos im- diferentes reacciones frente a la llegada de los
americano», Annali dell’I.S.L.A,
4 (2002), pp. 73-94).
puestos a los cronistas oficiales (prólogo, jus- mensajeros de Cortés se vuelve paradigmática
tificación, afirmaciones de estricta referencia), de la elección entre «civilización» y «barba-
los quebrantan en nombre de la singularidad rie», entre razón y locura –uno volviendo
de sus experiencias (en todos ellos se pasa de al mundo «civil» y otro permaneciendo vo-
un «nosotros» que indica la comunidad de luntariamente en la «barbarie», totalmente
los descubridores y conquistadores al «yo» «indianizado» y consecuentemente borrado
que impone un ritmo y un nivel totalmente por la Historia–, mientras que Francisco del
subjetivos, hasta llegar a veces a un peligroso Puerto es aún hoy un caso no resuelto2.
«nosotros» que incluye al «Otro»). Gracias a A estos náufragos, a sus relatos o a su si-
sus relatos, lencio y a su experiencia inquietante o miste-
riosa, la «nueva novela histórica»3 latinoame-
Francisco del Puerto, Aguilar y La conoscenza dei territori e dei loro abitanti co- ricana ha dirigido repetidamente su mirada,
Guerrero, tres náufragos entre la
palabra y el silencio
mincia a uscire dalla fase bellica della conquista per por ser materia adecuada a operaciones de re-
ROSA MARIA GRILLO entrare in quella del contatto di popoli e persone [...] interpretación y revisión de la historia oficial

98
y presentación de aquellas aventuras no como él y varios testigos más afirman que Francisco 4
Roland Barthes, «Historical Dis-
bajada al infierno de la barbarie, sino como tuvo un enfrentamiento con el tesorero Gon- course», en Michael Lane, In-
experiencia antropológica de contacto con el zalo Núñez y troduction to Structuralism, New
York, Basic Books, 1970, pp.
Otro y su cultura. Es decir, sin modificar la 153-154.
Historia la reinterpretan, ya que es conquista por esto cree este declarante [Caboto] quel dicho
reciente la de aseverar que toda escritura, Francisco los vendió a los dichos indios; e queste 5
Sebastián Caboto, «Declaración
también la historiográfica y la realista, más declarante, viendo este desbarato e toda la tierra de Caboto», en Avonto, op.cit.,
que reflejar y copiar la realidad, la significa e revuelta, se tornó a donde había fecho la casa6. p. 260. Cf. También Rosa Maria
Grillo, «El viaje de Francisco
interpreta4. del Puerto de las crónicas a las
Mucho se ha escrito tanto sobre Cabeza de José Toribio Medina, en su monumental novelas», Quaderni di Thule, 2
(2003), pp. 200-212.
Vaca y su testimonio como sobre el «silencio» El veneciano Sebastián Caboto al servicio de
de los demás. En el primer caso, pensamos España, intenta resumir y explicar el ambi- 6
por ejemplo en la novela de Abel Posse El guo suceso: el 10 de abril de 1528, a la boca Sebastián Caboto, cit. en José
Toribio Medina, El veneciano
largo atardecer del caminante, que imagina del Río Paraguay, Francisco del Puerto fue a Sebastián Caboto al servicio de
al viejo caminante escribiendo sus memorias hablar con los indígenas que invitaron a los España, Santiago de Chile, Im-
prenta Universitaria, 1908, II,
«verdaderas», contradiciéndose a sí mismo españoles a un banquete al que acudieron en- p. 160.
y a cuanto tuvo que escribir –y callar– para tre 16 y 20 marineros, entre ellos el tesorero
7
no desagradecer al Consejo de Indias y a la Núñez y el mismo Francisco. Pero era una Luis Ramírez, marinero español
Santa Inquisición. Pero no es éste el caso que emboscada sobre cuyas motivaciones hay dos embarcado con Caboto, autor
me interesa aquí, sino lo que se ha escrito a versiones: de una Carta a su padre repeti-
damente citada por los estudio-
partir del silencio de aquellos náufragos que, sos del descubrimiento del Río
por diferentes razones, han desaparecido de la de Ramírez7, que asegura fue a causa de que se de la Plata.

la Historia. hallaban temerosos de que los españoles fuesen a 8


Pensemos en un personaje inquietante, vengar la muerte de los compañeros de Díaz de Solís Toribio Medina, op.cit., I, pp.
168-169.
apenas mencionado en las crónicas pero muy […] y la de Caboto, que la atribuía á venganza de
utilizado por los novelistas, como Francisco Francisco del Puerto por el odio que había cobrado a 9
del Puerto. Éste fue el único superviviente de Núñez después del desagrado que entre ellos medió. Cf. Eduardo Bueno, Capitâes do
Brasil, Río de Janeiro, Objetiva,
un ataque de los indios que en 1516 mataron Esta última nos parece que es mucho más aceptable 1999, pp. 128-129.
a Juan Díaz de Solís y a sus compañeros en el que la primera […] Según Caboto la invitación de los
Río de la Plata, y fue rescatado diez años más indios se verificó después que Francisco del Puerto
tarde por la expedición de Sebastián Caboto. estuvo con ellos […] y por fin porque Francisco del
En realidad los cronistas e historiadores de Puerto no regresó a bordo. Quedaría sólo por saber
entonces afirmaron que no sobrevivió nadie, si a causa de haber perecido también, o si después
y sólo Sebastián Caboto en 1530, en la Infor- de vengado ya, volvió a su antigua vida con los
mación hecha por los Oficiales de la Casa de salvajes. Todo induce a creer que fue esto último lo
Contratación de Sevilla luego que llegó la ar- que ocurrió8.
mada de Sebastián Caboto, acerca de lo que le
ocurrió en el viaje, da noticia de este náufrago Nadie más habla de Francisco del Puerto y
y de su hallazgo: su nombre no aparece ni entre los que volvie-
ron a España, ni entre los que murieron. Pa-
este declarante [Caboto] falló un Francisco del rece lógico pensar que se haya quedado entre
Puerto, que habían prendido los indios cuando los indios, y una confirmación en este sentido
mataron a Solís, el cual le dio grandísimas nuevas de parece venir de una investigación reciente:
la riqueza de la tierra; y con acuerdo de los capitanes Eduardo Bueno, hablando de la marcha por
e oficiales de Su Majestad acordó de entrar en el Río tierra que el gobernador del Río de la Plata
Paraná fasta otro Río que se llama Caracarañá, que es Alvar Núñez Cabeza de Vaca cumplió en
donde aquel Francisco del Puerto les había dicho que 1541 desde la costa atlántica (Porto dos Patos,
descendía de las sierras donde comenzaban las minas cerca de la actual ciudad de Florianópolis)
del oro e plata5. hasta Asunción del Paraguay por un difícil
camino trazado por los indígenas, anota que
Pero la figura de Francisco del Puerto, en el actual estado brasileño de Paraná Cabeza
apenas llegado a los umbrales de la Historia, de Vaca se encontró con un misterioso hombre
se difumina y las noticias se vuelven ambiguas blanco que dijo llamarse Francisco9. Siendo
y contradictorias. Demasiado incómoda es el territorio del Alto Paraná el mismo donde
de hecho la continuación de la historia, que llegó Caboto y tuvo lugar la traición, es posi- Francisco del Puerto, Aguilar y
Guerrero, tres náufragos entre la
sólo muy pocos investigadores recientes han ble pensar que se trate del mismo Francisco, palabra y el silencio
«descubierto»: en el mismo juicio de Caboto, aún vivo en 1541 (recuérdese que cuando se ROSA MARIA GRILLO

99
embarcó, en 1515, era un grumete, con unos tres finales diferentes, que representan formas
13 o 14 años de edad). y sentidos opuestos de mirar al pasado, a la
La primera parte de la aventura de Fran- conquista, a España y a América: Payró deja
cisco del Puerto es un caso no demasiado ex- el relato abierto, pero todo lleva a pensar en
cepcional, pero es la segunda parte la que deja un regreso, físico e ideológico, a lo europeo;
abiertas muchas puertas interpretativas y por Saer elige el regreso, aunque con una mirada
lo tanto atrae más a los «nuevos» novelistas. Si muy «indianizada»; Marí plantea decidida-
los cronistas e historiadores parecen haberse mente la opción de su «indianización», lo que
quedado en la primera parte del relato de Ca- confirma cómo el género de la novela histó-
boto (si no se le menciona más, el ser recogido rica llega a ser un instrumento al servicio de
Roberto J. Payró.
por Caboto presupone el regreso), una mayor la ideología del escritor, quien elige y moldea
atención a la otra historia, la de los vencidos según su necesidad acontecimientos históri-
y los silenciados, ha permitido investigar cos que, en cuanto averiguables, confieren a
más sobre el sino de Francisco del Puerto y la novela cierto aire de objetividad.
10 sobre el silencio que lo ha acompañado: si El mar dulce de Payró en 1927 podía
Roberto J. Payró, El mar dulce,
Buenos Aires, Losada, 1974, p. hubiera regresado, su relato de los diez años proponer una visión positiva y civilizadora
219. Francisco del Puerto apa- entre los indios, contado por él mismo o por del descubrimiento e indicar en Francisco del
rece marginalmente también en
otras novelas de Payró.
algún solícito cronista, bien hubiera podido Puerto el primer poblador español del Río
competir con el de Cabeza de Vaca y demás de la Plata, es decir la raíz y el principio de
náufragos-cronistas. En cambio, si Francisco la identidad rioplatense. Todo esto va en la
del Puerto renuncia a la civilización para que- línea del «redescubrimiento» de España y de
darse en la barbarie, caería en el olvido y en el la reivindicación del sustrato heroico y épico
silencio porque su caso sería inexplicable para español iniciados por Rodó y el modernismo:
el eurocentrismo imperante. Hay muchas orgullosa afirmación de la identidad criolla,
semejanzas entre el destino de Francisco y el amenazada por el aluvión migratorio de prin-
de Gonzalo Guerrero: en ambos casos se ha cipios de siglo y por el nuevo imperialismo
hablado de una posible traición, pero sobre yanqui. Para que así se pueda leer la aventura
ellos los cronistas e historiadores han im- de Francisco del Puerto, Payró omite también
puesto el silencio, haciéndolos «desaparecer» el encuentro con Caboto, y la última imagen
de la Historia, ya que la traición no sólo no es la del grumete que ve pasar las expediciones
estaba prevista en el imaginario de los cronis- siguientes:
tas, sino que era inadmisible e inexplicable, y
además dar a conocer esta noticia podía ser Pero símbolo o vaticinio, el adolescente, el tierno
muy peligroso y deseducativo porque era una vástago de la estirpe secular, Francisco del Puerto,
infracción al Orden, a la Verdad y a la Civili- cautivo de los indios, quedaba a orillas del Mar Dulce
zación. Si antes de la deposición de Caboto y donde reverdecería y crecería, como tronco apenas
de sus oficiales en Sevilla en 1530 se decía que recordado de la primera anónima rama de criollos
no había ningún superviviente de la expedi- del Río de la Plata. Realización de un sueño en forma
ción de Solís, después se corrige esta versión no soñada, sus descendientes habían de ver que las
pero sin llegar nunca a la conclusión: sólo el pobres tierras de desengaño escondían en realidad
silencio y el vacío de la no-historia, la historia tesoros inagotables, más perennes que el oro y que la
de los vencidos. plata. Vinieron años de olvido y abandono. Después,
La incertidumbre del destino de Francisco en el noble río penetraron otros navegantes en otras
del Puerto y su inexplicable silencio (¡cómo carabelas, y Paquillo les vio llegar; les vio llegar y les
podía callarse quien había vivido tal experien- vio marcharse, burlados también, pese a su intrepidez
cia!) empujan a antropólogos e historiadores y su esperanza. Y las tentativas, trágicas a veces,
(Daniel Vidart, Renzo Pi Hugarte, José Tori- repitiéronse y fracasaron de nuevo en estas regiones
bio Medina, Eduardo Acosta y Lara, Francis- hostiles, mientras no se encontró su llave, hecha de
co A. Bauzá), ya en el siglo XX, a investigar trabajo, de tenacidad y de fe10.
y narrar su historia. En el afán de reivindi-
caciones y progenituras, ahora Francisco del El Paquillo de Payró se queda en una
Puerto ha salido de la nada, es un personaje actitud de espera, mirando los barcos pero
discutido y estudiado, y en el Prado montevi- sin sumarse a ellos, inseguro ante su futuro:
deano hasta se le ha dedicado una calle. podrá reincorporarse al mundo civilizado o, si
Francisco del Puerto, Aguilar y También tres escritores argentinos, Rober- se queda, asumir la identidad del «Otro». Ni
Guerrero, tres náufragos entre la
palabra y el silencio to R. Payró, Juan José Saer y Gonzalo Enri- las crónicas, como hemos visto, ni esta novela
ROSA MARIA GRILLO que Marí, han contado esa historia, eligiendo nos dan a conocer su elección: en las prime-

100
ras, lo vemos perdido en el silencio, mudo como discurso sobre la construcción de una 11
No hay indicadores geo-cro-
como toda la gente anónima de su rango; en nacionalidad o una identidad colectiva, como nológicos precisos ni nombres,
la segunda, lo vemos por última vez como el en la novela de Payró, sino como decons- pero hay indicios y alusiones que
ayudan al lector a «reconocer»
náufrago que era, en el aislamiento y la inco- trucción de la Historia oficial: «La historia se el hecho.
municación total, incapaz de elegir su destino. escribe por parte de quienes triunfan; los que
Pero Payró no tiene dudas: cualquiera sea pierden escriben novelas», afirma el protago- 12
Gustavo Álvarez Gardeazábal,
la elección de Francisco, y sin traicionar la nista de Pepe Botellas12. Pepe Botellas, Bogotá, Plaza y
Historia, con un final abierto, muy moderno Si los triunfadores del hecho histórico de Janés, 1984, p. 88.

y ambiguo, su figura puede prestarse al mito la conquista –cronistas y autores de novelas 13


fundacional y ser funcional para el designio históricas tradicionales– escriben en tercera Juan José Saer, El entenado,
México D.F., Folios, 1983, p.
argentino de aquellos años. Una vez más, na- persona para otorgar mayor veracidad a lo 16.
rrar una historia del pasado significa escribir que afirman, o en primera plural para indicar
sobre el presente, y el presente de Roberto la pertenencia a un mismo destino histórico, 14
Ibid., p. 27.
Payró era de fe en el gran porvenir de una quien quiere dar su versión alternativa de la
Argentina española, civilizada por el sacrificio Historia, ya modernamente consciente de que 15
Ibid., p. 45.
de sus primeros descubridores. el discurso historiográfico, siendo discurso y
Al contrario, en los años ochenta del siglo no acción, conlleva por definición cierta dosis
XX, durante una crisis económica y política de subjetivismo –de ficcionalidad–, habla en
de gran intensidad, la Argentina se interro- primera, acentuando aún más su perspectiva
ga sobre su pasado y sobre su identidad: El y su cosmovisión personal. Hemos visto que
entenado (1983) de Juan José Saer, novela de en la novela de Payró hay un narrador omnis-
formación en forma autobiográfica, pone en ciente, dueño de la historia que está contando
tela de juicio toda la conquista, la política y la y conforme con la historia de los vencedores;
ética española de la época del descubrimien- en la novela de Saer, el «yo» pseudoauto-
to. El anónimo narrador, bien reconocible en biográfico narra un trayecto de dudas y de
Francisco del Puerto11, ya viejo y establecido difícil maduración, con continuas alternancias
en España, cuenta su viaje de ida al Nuevo de tiempos verbales, pronombres personales,
Mundo y de regreso al mundo «civilizado» elementos referenciales de pronombres pose-
como pautas que cierran su experiencia entre sivos o deícticos. Por ejemplo, durante el viaje
los indios, que reconoce como fundamental. de ida es dominante un «nosotros» que abarca
No hay indicaciones paratextuales o extratex- no sólo la tripulación del barco sino todo
tuales que indiquen la voluntad de Saer de ter- aquel mundo del que cada marinero o soldado
giversar o cambiar la Historia para fundamen- se sentía partícipe («La alegría fue grande; ali-
tar su tesis y por lo tanto podemos presumir viados, llegábamos a orillas desconocidas que
que Saer conocía la versión más difundida, la atestiguaban la diversidad»13), pero, a partir
que ve a Francisco recogido por Caboto, y de la muerte del capitán, se impone un yo
que a partir de allí ha construido su relato: la individual y totalmente subjetivo
del grumete viene a ser una traición ideológica
y sentimental a la Weltanschauung europea, En pocos segundos, mi situación singular se mostró a
no menos grave y acusadora que la posible la luz del día: con la muerte de esos hombres que ha-
traición concreta de Francisco del Puerto, y bían participado en la expedición, la certidumbre de
sus interrogantes, sus dudas, sus recuerdos, una experiencia común desaparece y yo me quedaba
empujan al lector a interrogarse sobre la Ver- solo en el mundo14.
dad, profunda, epistemológica, filosófica, de
aquel hecho y de toda la historiografía de los Así, solo y desnudo como cuando nació,
vencedores. desprendido de lo anterior –madre, patria, fa-
En estos 50 años que separan la novela milia, grupo– y necesitado de encontrar otras
de Saer de la de Payró el revisionismo histo- certidumbres, acaba por aceptar rápidamente
riográfico ha hecho estragos de las certezas la nueva realidad como natural. Paulatina-
históricas e ideológicas de la modernidad: la mente, Francisco se asimila al grupo indígena,
civilización por antonomasia ya no es la occi- superando tabúes y preconceptos europeos
dental, se persigue una nueva estructuración («yo, el eterno extranjero, no quería quedar
de la Historia a través de la recuperación de afuera»15) hasta llegar a un «nosotros» que
las «historias» hasta entonces olvidadas, de delata la salida de la incomunicabilidad y del
los vencidos, los marginales, los silenciados. aislamiento y la asimilación a un nuevo grupo Francisco del Puerto, Aguilar y
Guerrero, tres náufragos entre la
En este ámbito adquiere nuevo sentido la es- (típico de la novela de formación). Mensaje palabra y el silencio
critura de novelas históricas, entendidas ya no positivo –utópico y nostálgico a la vez– que ROSA MARIA GRILLO

101
tiene su «texto paralelo» en los Naufragios, en tristes y taciturnos como eran [los charrúas], no se
aquel «nosotros» utilizado por Núñez Cabe- jactaron de la ceremonia, degustaron la carne de sus
za de Vaca en el momento de reintegrarse a su enemigos sin alegría. Por venganza, por odio, sin
mundo, metáfora de la condición de extraño duda no por hambre, más bien por poseer las virtudes
en sentido geográfico y cultural: «Dimos a del otro y reafirmar las propias19.
los cristianos muchas mantas de vaca y otras
cosas que traíamos; vímonos con los indios También se hace referencia a mitos y
en mucho trabajo porque se volviesen a sus leyendas guaraníes para la construcción del
casas»16. Pero si en la realidad de la España mito del «dios blanco» enviado por el Karaì
del siglo XVI Núñez Cabeza de Vaca tuvo Jeupie para conducir a los guaraníes hacia la
que olvidar, que borrar de su memoria y de Tierra sin Mal. Parece que Marí quiera «sal-
su escritura elementos del «contagio» para var» todas las posibilidades interpretativas
Portada de El grumete Francisco que no se le cerraran las puertas del Paraíso, de la aventura de su grumete: por una parte,
del Puerto, de Gonzalo Enrique
Marí.
dejando sólo indicios y silencios llenos de lo indica como fundador de la identidad rio-
interrogantes, en la ficción de este fin de siglo platense parafraseando a Payró y dando muy
precisamente aquel «contagio» se vuelve nu- modernamente énfasis sobre el rol fundacio-
16 do emblemático y llave de lectura de todo el nal del lenguaje
Alvar Núñez Cabeza de Vaca, texto: un contagio que llega hasta el presente,
Naufragios, Madrid, Taurus,
1962, p. 124. ya que, como afirma el mismo autor, Juntos [él y la india Jasyrendy] inventaron una nueva
lengua, o al menos la lengua castellana adquirió otra
17
Juan José Saer, cit. por Fernan- no se reconstruye ningún pasado sino que se cons- musicalidad en las costas del Paraná20.
do Ainsa, «La reescritura de truye una visión del pasado, cierta imagen del pasado
la historia en la nueva novela
latinoamericana», Cuadernos de
que es propia del observador y que no corresponde a Por otra parte, le confiere el papel de
Cuadernos, 1 (1991), p. 29. ningún hecho histórico preciso17. «enviado divino y portador de la palabra
de Karaí Jeupie, Karaí Pitaguá o Sacerdote
18
Aunque no se pueda hablar Así, podemos leer las diferencias entre la Extranjero»21. El encuentro con Caboto es
de «poscolonialismo» en sentido novela de Payró y la de Saer como el viaje de simplemente descriptivo y el autor deja entre
histórico estricto, la búsqueda
de una «tercera vía» que no Francisco del Puerto desde la participación a líneas cualquier comentario o juicio sobre los
se corresponda a las opciones un proyecto de edificación de la identidad y reales proyectos del grumete, que se ofrece
socio-políticas del viejo mundo,
la toma de conciencia de un
de la nacionalidad a uno de cuestionamento y para acompañar a los españoles como lengua
destino y una identidad no-eu- deconstrucción de lo ya adquirido: el no-re- y guía, mientras que es bien explícito en ense-
ropeos, la emergencia en to- greso había dejado al protagonista de Payró en ñar las intenciones de Caboto:
dos los ámbitos de la voz y la
perspectiva indígena y mestiza la etapa de la modernidad, como el arquetipo
que quebrantan la indiscutida del hombre moderno exportador de experien- Los buenos oficios de Francisco le estaban rendiendo
–hasta las últimas décadas del
900– voz imperante del Oc- cia y fundador de civilización (un Robinson sus frutos, por lo que se mostró animado y afable con
cidente, permiten equiparar la Crusoe ante litteram), mientras que el regreso él. Ya llegaría el momento oportuno para cortarle el
condición hispanoamericana a
la de los países de África, Asia
en la novela de Saer otorga la posibilidad de pescuezo de un sablazo22.
y Antillas de más reciente inde- alejarse para poder ver mejor y comprender,
pendencia. Se puede pensar en de meditar y reinventar el sentido de la Histo- Pero luego Francisco traiciona y hace
el fenómeno del «poscolonialis-
mo» como en la otra cara de la ria desde el punto de vista «poscolonial»18 de que un grupo de españoles, al mando de
«posmodernidad», que se puede reivindicación del escritor latinoamericano de Miguel de Rifos, caiga en una emboscada y
definir muy someramente como
la pérdida de la función céntrica otras raíces y otros orígenes, rechazando «lo sea destruida una de las carabelas, pero no
de «lo occidental», que conlleva europeo» como único patrón. puede impedir que los españoles destruyan
naturalmente fenómenos de la
fragmentación, lecturas subver-
En una novela reciente del argentino Gon- el pueblo donde había vivido. No falta un
sivas del «canon» etc. zalo Enrique Marí, El grumete Francisco del final feliz, y al reencontrarse con Jasyrendy
Puerto (2003), Francisco del Puerto aparece descubre que ya ha nacido su hijo mestizo:
19
Gonzalo Enrique Marí, El Gru- totalmente indianizado, y cumple la traición. otra solución que confirma la adhesión a la
mete Francisco del Puerto, Bue- Marí llena el silencio de la Historia entre la versión de Payró de Francisco del Puerto
nos Aires, De los Cuatro Vientos
Editorial, 2003, p. 137. muerte de Solís y la llegada de Caboto uti- como «fundador» de la Argentina futura,
lizando varios modelos narrativos, desde los pero subrayando las raíces autóctonas más
20
Ibid., p. 172.
Naufragios de Cabeza de Vaca –y El entenado que las españolas, y acercándose más a la
de Saer– para describir el canibalismo: elección voluntaria de Gonzalo Guerrero
de quedarse en su nueva patria. Marí por lo
tanto asume totalmente la versión de la trai-
Francisco del Puerto, Aguilar y ción de Francisco, y aunque sea una novela
Guerrero, tres náufragos entre la
palabra y el silencio 21 22 formalmente tradicional –tercera persona,
Ibid., p. 234. Ibid., p. 239. narrador omnisciente, explicaciones e his-
ROSA MARIA GRILLO

102
torias entrelazadas pero ordenadas– nos da entender muy bien»). Diego de Landa es aún 23
Diego de Landa, Relación de
otra versión de la Historia. más explícito: los náufragos las Cosas de Yucatán, México
Resumiendo, podemos decir que en es- D.F., Monclem Ediciones, 2000,
pp. 26-31. Entre los cronistas
tas novelas hay diferencias notables en el de dolencia murieron quedando solos Gerónimo de e historiadores no hay acuerdo
tratamiento de la Historia, correspondientes Aguilar y Gonzalo Guerrero, de los cuales Aguilar sobre la actuación de Aguilar,
a las diversas dominantes culturales de la era buen cristiano y tenía unas horas por las cuales si consiguió o no hablar con
Guerrero invitándolo a volver
modernidad y del pensamiento poscolonial: sabía la fecha [...] éste se salvó con la ida del marqués con los españoles.
discurso positivista, eurocéntrico, conforme Hernando Cortés [...] y Guerrero, como entendía la
con la versión tradicional de la Historia, invi- lengua, se fue a Chectemal [...] allí le recibió un señor
sibilidad de la escritura que se acerca al patrón llamado Nachancán, el cual le dio a cargo las cosas de
de grado cero del nivel científico-referencial, la guerra en que tuvo muy bien, venciendo muchas
en Payró; al contrario, discurso revisionista y veces a los enemigos de su señor, y que enseño a los
deconstructivista, crítico hacia la Historia y la indios pelear [...] y que con esto y con tratarse como
cultura eurocéntricas y respetuoso de la alte- indio, ganó mucha reputación y le casaron con una
ridad, introspectivo y consciente de que no es muy principal mujer en que hubo hijos; y que por
posible detectar la verdad fuera del discurso esto nunca procuró salvarse como hizo Aguilar, antes
que la enuncia, en Saer; en Marí, aunque la bien labraba su cuerpo, criaba cabello y harpaba las
forma sea tradicional, nos encontramos con orejas para traer zarcillos como los indios y es creíble
la versión de los vencidos, que en este caso que fuese idólatra como ellos [...] Aguilar, recibida la
serían tanto Francisco como los indios, borra- carta [de Cortés] atravesó en una canoa el canal entre
dos por la historiografía oficial. Sin duda po- Yucatán y Cuzmil y [...] viéndole los de la armada
demos también afirmar que las tres responden fueron a ver quién era; y [...] Aguilar les preguntó si
a un mismo dictado: escribir sobre el pasado eran cristianos y respondiéndole que sí, y españoles,
para hablar del presente dando, en cualquier lloró de placer y puestas las rodillas en tierra dio
caso, una interpretación ideológica del suceso gracias a Dios [...] los españoles lo llevaron a Cortés
narrado. Por lo tanto constituyen, más que así desnudo como venía, el cual le vistió y mostró
la ficcionalización de la Historia –una de las mucho amor; y [...] Aguilar contó allí su pérdida y
definiciones posibles de novela histórica– la trabajos y la muerte de sus compañeros y cómo fue
politización de la misma, casi una declaración imposible avisar a Guerrero en tan poco tiempo por
de la no-neutralidad de cualquier interpreta- estar más de ochenta leguas de allí23.
ción y discurso de y sobre la Historia.
Me he detenido tanto sobre las tres lec- En esta narración sólo aparentemente neu-
turas de la historia de Francisco del Puerto tra, Diego de Landa propone una lectura reli-
hechas por Payró, Saer y Marí porque repre- giosa de la diferente elección ya que fue el «ser
sentan tres diversas opciones, que se pueden buen cristiano» de Aguilar lo que le permitió
referir también a Aguilar y Guerrero, los dos salvarse y volver a la civilización, mientras
náufragos de la expedición del capitán Valdi- que Guerrero –con su marca negativa con
via de quien Cortés oyó hablar al pisar tierra respecto a la fe– parecía predestinado a ser
mexicana. idólatra. Otros cronistas e historiadores no se
Efectivamente, en los mismos años algo alejan de esta versión, subrayando siempre la
parecido acontece también en lo que será la innatural, bárbara e inexplicable decisión de
Nueva España conquistada por Cortés. Si el Guerrero y, al contrario, el buen carácter y la
Gran Capitán en sus Cartas de relación casi religiosidad de Aguilar.
no nombra a los dos náufragos, porque su En las novelas históricas del siglo XIX,
relato sólo se ocupa de los grandes Hombres por supuesto, se confirma la versión histo-
–y, sobre todo, de sí mismo– Bernal Díaz del riográfica de los vencedores, con palabras
Castillo desde su óptica diferente no duda en de encomio hacia Aguilar y silencio sobre
rescatarlos del olvido: muchas líneas dedica a Guerrero. Una excepción la constituye Eligio
Aguilar –e indirectamente a Guerrero– que Ancona, autor de numerosas novelas histó-
así recupera su justo lugar en la Historia (lo ricas sobre la conquista, que en 1864 publica
nombra cincuenta y ocho veces), no sólo La cruz y la espada, en la que dedica un capí-
por su oficio reconocido –ser «lengua»– sino tulo entero a Guerrero, aunque «de segunda
también por otras tareas suyas como la evan- mano»: la india Zuhuy Kak cuenta al joven
gelización («cosas tocantes a nuestra santa fe español Benavides la historia de amor entre
[que] fueron muy bien declaradas, porque su madre Kayab y Guerrero, a quien la noble Francisco del Puerto, Aguilar y
Guerrero, tres náufragos entre la
doña Marina y Aguilar, nuestras lenguas, es- india había conseguido salvar del sacrificio. palabra y el silencio
taban ya tan experto en ello, que se lo daban a Sólo el amor hacia su mujer y sus tres hijos, ROSA MARIA GRILLO

103
y no una «indianización» sacrílega, impidió a nar su historia de náufrago con el cuento de haber
Guerrero reintegrarse como Aguilar al campo sido elevado por los indios al rango de capitán, pero
español, la desastrosa situación en que se le halla hecha por
tierra su mentira. Gonzalo Guerrero, en cambio, no
pero desde aquel día empezó a marchitarse como las goza de buen crédito en las crónicas de la conquista.
hojas de los árboles en el ardiente estío de nuestro Se le considera un traidor a su sangre y a su cultura
país. El recuerdo de la patria, principalmente cuando y aun se llega a decir que fue el inspirador de las
se tiene esperanza de volverla a ver, es muy triste y batallas que libraron los indios de Yucatán contra los
doloroso en una tierra extranjera, por grandes que primeros expedicionarios españoles. Fuera de estas
sean los goces que nos proporcione [...] Dos años referencias, sólo tenemos de él las noticias amañadas
después de la partida de Aguilar, bajaba al sepulcro, que presentó Aguilar, porque de los renegados no
invocando el nombre de su Dios y de su patria24. gustan ocuparse los historiadores.
Monumento al mestizaje (Gon-
zalo Guerrero y Zazil Há), si- Ya viuda sin consuelo, Kayab después de Así comenta, al final, la historia de los dos
tuado a la entrada de Othón P. unos cuantos años se casó con un cacique robinsones, consignando al olvido el buen
Blanco (Quintana Roo).
de un pueblo cercano, de cuya unión nació Aguilar y rescatando al bárbaro Guerrero:
Zuhuy Kak. En esta novela, mientras se
confirma la imagen de Aguilar «buen cristia- Uno pasó sin dejar rastro de su larga estancia en
24 no» presente en las crónicas, se corrige la de México. Tenía una educación que lo hacía impermea-
Eligio Ancona, La cruz y la es- Guerrero, siempre indicado como bárbaro y ble a la asimilación y al arraigo. El marinero iletrado,
pada, Mérida, Editorial Yuca-
tanense Club del Libro, 1950,
traidor, aquí presentado como hombre débil aunque su nombre y el de su descendencia se hayan
pp. 85-86. y víctima del sentimiento paternal, pero siem- perdido, quedará como el del primer español que
pre fiel a su Dios y a su patria. No se habla sintió el llamado de nuestra patria. Fue el primer des-
25
Fernando Benítez, La ruta de de una posible traición de Guerrero anterior arraigado europeo que unió sus destinos a los de una
Hernán Cortés, México D.F., a la llegada de Cortés, y haciéndolo morir india anónima, y sus tres guapos chicos, asimismo,
F.C.E., 1964, pp. 98-102.
sólo dos años después, además, se evita el es- nuestros primeros mestizos25.
pinoso problema de su presencia o, peor aún,
su jefatura en las batallas que en Yucatán los Aun quedando firmemente anclado en la
indios libraron en contra de los españoles. Se Historia, con este comentario y con la alusión
corrige la Historia, rehabilitando a Guerrero, a una posible intervención de Guerrero con-
pero fundamentalmente no cambia el discurso tra la expedición de Hernández de Córdoba,
sobre la Conquista y su papel civilizador y sin condenarla, Fernando Benítez se pone
evangelizador. como un innovador en la historiografía sobre
El primero en dar una lectura diferente la Conquista y como un pionero de la nueva
sobre esta pareja tan dispar es Fernando Bení- novela histórica.
tez, quien en 1950 escribe La ruta de Hernán La profecía de Benítez se ha cumplido:
Cortés: relatando su propio viaje y siguiendo Aguilar nunca es protagonista de una obra de
la ruta de los conquistadores, cuenta asimis- ficción, aunque aparezca en muchas, con muy
mo la conquista de México proponiendo su pocas diferencias de juicio sobre su figura
propio discurso sobre la Historia: Aguilar –siempre es un buen cristiano y «hombre sin
calidades»– mientras que el silencio de Gue-
no tiene vocación de náufrago. Apocado y falto rrero deja abiertas más posibilidades, aunque
de iniciativa, desde el principio se resigna a no ser naturalmente no todos los «nuevos» novelis-
otra cosa que un esclavo [...] Algunos cronistas han tas siguen la ruta de Benítez.
querido ver en él, si no a un santo, por lo menos a un En una novela reciente, con un paratexto
beato, y hasta se intentó poner su vida como ejemplo muy sugerente y aparentemente subversivo
y enseñanza de náufragos disolutos [...], llega incluso (Como conquisté a los aztecas, escrito por
a olvidarse de su español: su única lectura es la de «Hernán Cortés con la colaboración de Ar-
su inseparable libro de horas, escrito en latín [...] mando Ayala Anguiano», 2006) que dejaba
Pero, bajo la apariencia de indio, vive insobornable vislumbrar una posibilidad narrativa similar
su espíritu de occidental. No ama la tierra que le ha al Cabeza de Vaca de Abel Posse, nada nuevo
deparado el destino, ni se mezcla a sus hombres, ni se añade ni se corrige a la Historia oficial de
deja huella fecunda de su paso. Es en todo mediocre. la conquista de México. El autor no tiene nin-
Como intérprete de la expedición, queda oscurecido guna intención crítica o paródica, y hasta me
Francisco del Puerto, Aguilar y por Doña Marina y nunca se distingue en la guerra o parece una perspectiva miope y torpe ya que
Guerrero, tres náufragos entre la
palabra y el silencio en otra actividad por nada notable. Al final, arrastra- afirma que se inspiró, además que en las Car-
ROSA MARIA GRILLO do por el heroísmo de sus camaradas, tratará de ador- tas de Cortés, en los estudios sobre el mundo

104
azteca de Alfonso Caso, Ignacio Bernal, Mi- mostrado habilidad alguna para la negociación y el
guel León Portilla etc., y que «las opiniones convencimiento ya que, de haberla tenido, las pri-
de Cortés coincidían seguramente con las de meras batallas entre españoles e indígenas no habrían
estos investigadores»26. Todo esto, sin ironía sido necesarias30.
alguna. El Cortés de Ayala Anguiano cuen-
ta el encuentro con Aguilar según la mejor Paulatinamente Aguilar desaparecerá de la
tradición de las crónicas, y su comentario no escena para dejar el campo a la Malinche, ver-
deja lugar a dudas acerca de la ortodoxia de dadera «dueña de la palabra» y del poder que
la novela: ésta otorga. Guerrero, en cambio, adquiere
papel de protagonista en numerosas nuevas
Entre nosotros túvose por gran misterio y milagro novelas históricas, siendo su historia –su
Jerónimo de Aguilar (dibujo).
de Dios el contratiempo que nos hizo regresar a Co- no-historia– susceptible de las más variadas
zumel, ya que de otra manera Aguilar se habría que- interpretaciones.
dado en la península y no hubiese hecho los grandes Eugenio Aguirre, por ejemplo, hereda
servicios que nos prestó. Como hablaba muy bien completamente la posición de Fernando Be- 26
Armando Ayala Anguiano, Có-
la lengua maya, lo hice mi intérprete de confianza, nítez y no duda en proponer a Gonzalo Gue- mo conquisté a los aztecas (por
pues yo siempre sospeché que el Melchorejo no decía rrero como un conquistador conquistado, a Hernán Cortés con la colabo-
ración de Armando Ayala An-
a los indios lo que yo le indicaba, sino lo que él les quien los mexicanos de hoy elevan un canto: guiano), México D.F., Debolsillo,
quería decir, que era muy contrario a lo que convenía 2006, p. 10.
a nuestro servicio27. En la leyenda ha quedado tu nombre, estrella de
27
sangre, rubia gema que viniste a acrisolar la raza, Ibid., p. 47.
Aguilar será hasta el final intérprete de la nueva estirpe, la cósmica aventura de los nuevos
28
confianza, mientras sobre Guerrero cae el pueblos; ave que anidaste en el bronceado lecho de la Id.
silencio más absoluto, después de la descrip- carne morena del Mayab para engendrar los hábitos
29
ción que de él hace Aguilar: «tenía labrada ancilares de la cultura joven de América31. Laura Esquivel, Malinche, Méxi-
la cara y horadadas las orejas [y] tres hijos, a co D.F., Santillana Ediciones Ge-
quienes quería tanto»28. Fiel también en esto Aguirre acierta en relatar el proceso de nerales, 2006, pp. 26-27.

al discurso presente en las Cartas de Cortés, «indianización» de Guerrero como un pro- 30


Ayala Anguiano no reconoce a la Malinche ceso discontinuo, difícil, con inevitables nos- Ibid., pp. 40-41.
el rol insustituible que le reconocieron Díaz talgias y perplejidades, contado en primera 31
del Castillo y demás cronistas, y por lo tanto persona por el mismo Guerrero desde la Eugenio Aguirre, Gonzalo Gue-
rrero, México D.F., Punto de
Aguilar puede ser hasta el final de la novela muerte que lo cogió mientras guiaba su tribu Lectura, 2004, p. 420.
intérprete de confianza. en una desigual batalla contra la expedición de
En cambio, en otras novelas cuya protago- Lorenzo de Godoy: 32
Ibid., p. 419.
nista es la Malinche, Aguilar aparece, siempre
con un papel secundario, como antagonista esa mañana [...] ladraron los perros como nunca lo
de la mujer: generalmente va perdiendo im- habían hecho, graznó el moán en mis oídos con una
portancia y significado histórico a medida estridencia que sólo yo pude entender, y la lechuza
que ella va ganando la confianza de Cortés y ululó en el camino que tomamos [...] Fue un combate
aprende milagrosamente español. Caso em- cara a cara, cuerpo a cuerpo y, en el fragor, un estam-
blemático es la novela de Laura Esquivel, Ma- pido vino a quebrarme la vida, vino a opacarme la luz
linche (2005): el narrador omnisciente puede y a sumirme en las tinieblas eternas... era el año del
penetrar alternativamente en las mentes de Señor de mil y quinientos treinta y seis32.
Cortés y Malinche y siembra astutamente to-
do el texto de signos premonitores del destino A esta confesión póstuma –alternada a
de la Malinche como dueña de la palabra («tus capítulos en tercera persona, de carácter his-
palabras nombrarán lo aún no visto y tu len- tórico– se debe la reconstrucción de esta con-
gua volverá invisible a la piedra y piedra a la versión, desde una condición de asimilación
divinidad», le dijo un «tlaciuhque que leía los superficial (ir desnudos y participar en los
granos de maíz» cuando aún era una niña29) y ritos tribales, por ejemplo) a una de creíble
de indicios, al contrario, de la escasa confianza construcción sincrética. Cuando le nació la
que Cortés tiene en el fraile rescatado primera hija, con rasgos evidentes de mestiza
–«blanca, de ojos celestes y nariz afilada»– fue
No sabía hasta dónde el fraile Jerónimo de Aguilar inmediatamente
era fiel a sus palabras o era capaz de traicionarlas Francisco del Puerto, Aguilar y
Guerrero, tres náufragos entre la
[...] Aguilar resultó muy útil como intérprete entre consciente de que era el producto de dos razas palabra y el silencio
Cortés y los indígenas de Yucatán, pero no había totalmente distintas, separadas por circunferencias ROSA MARIA GRILLO

105
33 cósmicas de muy diferente trayectoria [...] Bien sabía las armas en contra de sus compatriotas– y
Ibid., p. 331.
que lo extraordinario es el alimento favorito de los su trayectoria aparece totalmente creíble y
34 dioses y que su apetito demanda viandas de tal jaez. fascinadora, en esta Historias de la conquista
Ibid., pp. 323-324.
Desde entonces me preocupé por asimilarle comple- del Mayab el autor intenta mantenerse en un
35 tamente a las costumbres y tradiciones del pueblo, difícil equilibrio entre las diversas opciones,
Ibid., p.124. con el fin de que no sufriese cuando se le pidiese la presentando un hombre que no renuncia
36 entrega capital, el epílogo de su existencia; como al nunca a su fe originaria y sigue creyendo en
Es un caso opuesto al de Marí, final de cuenta acaeció33. la misión evangelizadora de la Conquista:
donde a la forma tradicional
se acompañaba un contenido «si no les dais vosotros las batallas, ellos en
subversivo. También se aludirá a la racional decisión jamás os la darán a vosotros, que se vienen
37
de dar guerra a los españoles: de paz y os traen la buena andanza y mejor
Fray Joseph de San Buenaven- bienestar»37. Para no escuchar lo que cuentan
tura, Historias de la conquista Fui escarbando en mi memoria, rescatando del los hombres sobre las violencias de los espa-
del Mayab, Edición, Paleografía,
Introducción y Notas de Gabrie- pasado lo que pudiese servirme para juzgar [a los ñoles, rehuye de su compañía y hasta de la de
la Solís Robleda y Pedro Braca- españoles] y logré reproducir una secuencia de actos sus hijos que
monte y Sosa, Mérida, Univer-
sidad Autónoma de Yucatán, malvados, de una crueldad singular, perpetrados en
1994, p. 69. la carne de los caribes, en los pobres negros traídos hacen mucho caso de la madre y en nada creen en
38
como esclavos desde el África [...] Columnas de mí [...] y mi hijo don Gonzalo que mírame a mí con
Ibid., p. 71. encadenados con grilletes, conducidas por los repre- recelo y más cautela que en nada quiere oír las mis
sentantes de Dios en la Tierra, para que cultivasen las palabras de darle la mejor explicación de todas las
39
Ibid., p. 91. parcelas de los hombres de sotana y rosario; negros cosas que aquí acaecen38.
obligados a tener comercio carnal con sus hermanas,
40
Ibid., p. 16. con sus madres, con sus hijas, para que el amo, el Se propone como lengua, neutral e inge-
santo varón de la Compañía de Jesús, tuviese mano nua, en un improbable encuentro entre su
41
Carlos Fuentes, «Las dos orillas»,
de obra fresca en los cañaverales, en los trapiches [...] tribu y el capitán don Francisco de Montejo,
en Los cinco soles de México, Fue suficiente para mí, y que la historia me juzgue y hasta le está permitida la neutralidad, ya
Barcelona, Seix Barral, 2000, como lo crea pertinente34. que quien conduce a los indios a la batalla no
p. 44.
es él, sino su hijo don Gonzalo de Guerrero
Esta alusión al juicio de la Historia es na- Kan Xiu. Cautivado éste por los españoles, su
turalmente polémica y crítica hacia la Historia padre consigue liberarlo gracias a la interven-
oficial, actitud evidente también en las múlti- ción de unos frailes misioneros:
ples alusiones a la «inexactitud de los cronis-
tas»35, y en las numerosas citas entre comillas Dios nuestro señor a quien habemos nosotros pedido
de crónicas españolas e indígenas, glosadas y tan señalada merced [...] ha movido a compasión al
corregidas por el narrador-protagonista. señor capitán don Francisco de Montejo y os otorga-
No siempre la atención que se le presta rá la merced que le habéis pedido y os entregará vivos
a Guerrero es de matriz «revisionista» de la y buenos y sanos a los dos mancebos mayas, que el
Historia oficial. Opuesta a la de Aguirre es uno de ellos es vuestro hijo39.
la versión presente en otro texto que, como
el de Ayala Anguiano, está compuesto con Cosa muy extraña en una obra tan «orto-
un paratexto intrigante: Fray Joseph de San doxa» es la descripción que se hace de Aguilar
Buenaventura, franciscano prisionero entre que, en medio de la tormenta, «empezó a
los indios yucatecos de 1696 a 1697, apare- votar blasfemias y palabras soeces»40. Es sólo
ce como autor de Historias de la conquista un detalle insólito y no adecuado al personaje
del Mayab publicado en México en 1725, y Aguilar, que en el resto sigue las pautas de las
ahora (1994) publicado por Gabriela Solís crónicas.
Robleda y Pedro Bracamonte y Sosa (Edi- Finalmente, también Aguilar toma su re-
ción, Paleografía, Introducción y Notas). vancha, relatando su verdadera historia en el
No hay dudas de que se trata de una novela cuento «Las dos orillas» (El naranjo, 1993)
contemporánea, aunque escrita «a la manera de Carlos Fuentes. El escritor mexicano, que
de...», recurso muy propio de la nueva nove- en su trabajo ensayístico casi no nombra a los
la histórica aunque en el contenido no haya dos náufragos, en este cuento los hace pro-
una subversión de la Historia36. Mientras en tagonistas de una historia realmaravillosa: el
la obra de Eugenio Aguirre es fácilmente yo narrador pertenece a Jerónimo de Aguilar
Francisco del Puerto, Aguilar y rastreable su proyecto político de indicar en y su punto de vista, desde una «perspectiva
Guerrero, tres náufragos entre la
palabra y el silencio Guerrero el primer español cautivado por olímpica»41, es alternativo y disidente e in-
ROSA MARIA GRILLO la cultura indígena –que hasta defiende con cluso presenta una posibilidad histórica des-

106
conocida que adelantaría a la llegada misma de Cortés, la Malinche estableció el hecho central de
de Cortés a la bahía de Veracruz la fecha del nuestra civilización multirracial, mezclando el sexo
primer proyecto de rebelión antiespañola en con el lenguaje [...] La Malinche parió hablando esta
tierra americana. nueva lengua que aprendió de Cortés, la lengua espa-
Las fuentes historiográficas habían separa- ñola, lengua de la rebelión y la esperanza, de la vida
do decididamente las vidas de los dos náufra- y la muerte, que habría de convertirse en la liga más
gos: Fuentes, en cambio, los une en la común fuerte entre los descendientes de indios, europeos y
elección de matar a Cortés: negros en el hemisferio americano48.

si yo me fui con Cortés y Guerrero se quedó en El Aguilar de Fuentes es un personaje


Yucatán, fue por común acuerdo. Queríamos asegu- totalmente inédito, no sólo por su opción
rarnos, yo cerca de los extranjeros, Guerrero cerca de política: no es el fraile asexuado y timorato Portada de El espejo enterrado,
los naturales, que el mundo indio triunfase sobre el de las crónicas sino un hombre atrevido y de Carlos Fuentes.

mundo europeo42. rebelde, que confiesa su amor a la Malinche


y sueña con involucrarla en su proyecto para
Pero el plan fracasó («la culpable fue una ser, los dos juntos, «dueños de las lenguas 42
mujer»43) no sólo porque, al ser la amante de [...] dueños de las tierras, pareja invencible Ibid., p. 72.

Cortés, la Malinche tuvo un poder mayor, porque entendíamos las dos voces de Méxi- 43
sino porque impuso su palabra: co, la de los hombres pero también la de los Ibid., p. 50.
dioses»49. 44
Una vez más, fue la intérprete doña Marina la que Lo que hace Fuentes es rellenar el hueco Ibid., p. 55.
decidió la contienda, aconsejándole con fuerza al rey entre el naufragio y el re-encuentro de los dos
45
[...]; los extranjeros, pero también esta tabasqueña náufragos con una historia compartida –Agui- Ibid., p. 56.
traidora, eran dueños de un vocabulario vedado por lar, la palabra, Guerrero, el brazo–, como un
46
Moctezuma44. proceso paralelo hacia la «indianización»: Ibid., p. 55.

47
No fue suficiente que Aguilar diera a Entramos a esa vida naturalmente, porque no tenía- Ibid., pp. 60-62.
Moctezuna «el secreto de la debilidad de Cor- mos otro horizonte, es cierto, pero sobre todo por-
tés, como doña Marina le había dado a Cortés que la dulzura y dignidad de esta gente nos conquistó 48
Carlos Fuentes, El espejo en-
el secreto de la debilidad azteca: la división, la [...] Su [de Guerrero] voluntad y la mía, el arte de terrado, Madrid, Alfaguara,
discordia, la envidia»45, porque Aguilar nunca armar barcos –y el de ordenar palabras– se juntaron 1997, p. 161.

pudo competir con Malinche y Cortés «en las y juramentaron en silencio, con una inteligencia 49
artes del disimulo, la treta y la pausa»46. La compartida y una meta definitiva...50. Fuentes, «Las dos orillas», op.cit.,
p. 67.
Malinche gana definitivamente la competición
con Aguilar aprendiendo español: Aguilar, relatando esta historia desde el 50
otro mundo («desde la muerte, [tiene] todo el Ibid., pp. 71-73.

ya no hacía falta, la hembra diabólica lo estaba tiempo del mundo para narrar»51), convertido 51
traduciendo todo, la tal Marina hideputa y puta ella en estrella para poder acompañar a su amigo Ibid., p. 79.

misma había aprendido a hablar el español, la malan- Guerrero en el viaje hacia España, confirma 52
drina, la mohatrera [...] la coima del conquistador, el papel que tuvo Guerrero en el ataque indio Ibid., p. 78.
me había arrebatado mi singularidad profesional, a la expedición de Francisco Hernández de
mi insustituible función, vamos, por acuñar un vo- Córdoba, y hasta imagina que Cortés,
cablo, mi monopolio de la lengua castellana [...]; la
lengua era más que la dignidad, era el poder; y más como si adivinara su propio destino [...] dejó a Gue-
que el poder, era la vida misma que animaba mis rrero entre los indios para que un día acometiese esta
propósitos»47. empresa, réplica de la suya, y conquistara a España
con el mismo ánimo que él conquistó a México, que
Porque, como Fuentes ha escrito en El era el de traer otra civilización a una que consideraba
espejo enterrado, admirable pero manchada por excesos, aquí y allá:
sacrificio y hoguera, opresión y represión, la huma-
cuando todo había terminado, cuando el emperador nidad sacrificada siempre al poder de los fuertes y al
Moctezuma había sido silenciado por su propio pue- pretexto de los dioses...52.
blo, cuando el propio conquistador, Hernán Cortés,
había sido silenciado por la Corona de España que Pero, sobre todo, relata la trama de la
le negó poder político en recompensa a sus hazañas alianza entre los dos náufragos que lleva al Francisco del Puerto, Aguilar y
Guerrero, tres náufragos entre la
militares, quizás sólo la voz de la Malinche permane- inesperado desenlace: están convencidos de palabra y el silencio
ció. La intérprete, pero también la amante, la mujer que sólo el poder regenerador de ritos, cere- ROSA MARIA GRILLO

107
53 monias, mitos, imaginación mágica de los in- de los náufragos para explicar sus decisiones,
Ibid., p. 75.
dígenas, a través de la palabra, podía regenerar es naturalmente una elección nunca ingenua
54 también al viejo mundo. Junto con Guerrero, y sí de fuerte significado político: es la con-
Ibid., pp. 76-77.
Aguilar se empeñó tribución que hace cada autor a la lectura
55 de la Historia de la Conquista, y, podemos
Carlos Fuentes, Cervantes o la en fortalecer esta misión y en devolverle a nuestra decir, de los más de 500 años de vida de lo
crítica de la lectura, Alcalá de
Henares, Centro de Estudios Cer- tierra española de origen el tiempo, la belleza, el hispanoamericano.
vantinos, 1994, p. 84. candor y la humanidad que encontramos entre estos El Paquillo de Payró, que se queda entre
56 indios... Pues la palabra era, al cabo, el poder gemelo los indígenas, sería el Guerrero de las cróni-
Fuentes, «Las dos orillas», op.cit., que compartían los dioses y los hombres [...] Desde cas, de quien ya nadie hablará, mientras que el
p. 57.
mi tumba mexicana, yo animé a mi compañero [...] de Saer, que regresa a España, sería un Aguilar
para que contestase a la conquista con la conquista; que se adueña de la palabra autónoma –ya no
ya fracasé en mi intento de hacer fracasar a Cortés, simplemente esclavo de la palabra ajena– para
tú, Gonzalo, no debes fracasar, haz lo que me juraste contar sus experiencias. Este Francisco ha
que harías53. tomado la «justa» decisión, pero su análisis
no deja lugar a dudas sobre dónde está la
Una vez conquistada España, Guerrero barbarie y dónde la civilización: ya en España,
empieza la edificación de un mundo sin fron- no le queda más remedio que ficcionalizar, en
teras: su tardía experiencia teatral, la nostalgia y la
pérdida; con Marí hay, en cambio, el relato
el templo de las cuatro religiones, inscrito con el explícito de las suposiciones de Caboto bo-
verbo de Cristo, Mahoma, Abraham y Quetzalcóatl rradas por la Historia, que tiene su paralelo en
[...] Dulces cantos mayas se unieron al de los trova- la historia de Guerrero contada por Aguirre:
dores provenzales, la flauta a la vihuela, la chirimía lúcida decisión de quedar en aquella barbarie
a la mandolina, y del mar cerca del Puerto de Santa americana que resulta ser la verdadera civili-
María emergieron sirenas de todos los colores, que zación. Las novelas de Armando Ayala An-
nos habían acompañado desde las islas del Caribe... guiano y de Laura Esquivel siguen fielmente,
Cuantos contribuimos a la conquista india de Espa- en cambio, el dictado de la historiografía
ña, sentimos de inmediato que un universo a la vez española, mientras una solución intermedia
nuevo y recuperado, permeable, complejo, fecundo, es la de las Historias de la Conquista del Ma-
nació del contacto entre las culturas, frustrando el yab, donde Guerrero no es cautivado por la
fatal designio purificador de los Reyes Católicos54. civilización india, sino por su mujer y sus tres
hijos mestizos.
No podría ser más explícito el discurso de A la luz de lo dicho, el relato de Carlos
Carlos Fuentes que, como en todos sus escri- Fuentes resulta fantástico sólo aparentemente,
tos, apunta a renovar el sueño de un mestizaje ya que se asemeja mucho a las «verdaderas
profundo y creativo, capaz de valorizar todos historias» de Francisco (contada por Marí) y
los elementos de una cultura milenaria y mes- de Gonzalo (contada por Aguirre), negadas
tiza como la española, que por culpa del «fatal por la Historia oficial que prefirió borrar a
designio purificador de los Reyes Católicos» quien se arrimó a los vencidos en una deses-
no supo respetar la otrosí milenaria cultura perada tentativa de cambiar la Historia. Con
mesoamericana, ni mezclarse con ella. mucha maestría, Carlos Fuentes unifica los
Como conclusión, podemos intentar lle- destinos divergentes de los tres náufragos en
var a cabo una lectura de las novelas sobre una síntesis altamente significativa que ratifica
Francisco del Puerto, Jerónimo de Aguilar el compromiso de todo escritor latinoame-
y Gonzalo Guerrero, como un macrotexto ricano: dar voz a los silencios de la Historia
sobre el tema del náufrago y sus posibles aunque esto signifique inventar su propia
opciones frente a la civilización y la barbarie, historia ya que, como escribe en Cervantes, o
términos cuyos referentes son determinados la crítica de la lectura, «El arte da vida a lo que
histórica, ideológica y culturalmente. Relle- la historia ha asesinado. El arte da voz a lo que
nar de una forma u otra aquel hueco historio- la historia ha negado, silenciado o perseguido.
gráfico entre el naufragio y el re-encuentro, El arte rescata la verdad de las mentiras de la
aceptar la versión oficial o hurgar en lo no- historia»55 o, como afirma por boca de Agui-
dicho o sólo aludido de las crónicas, imaginar lar, «cuando palabra, imaginación y mentira se
Francisco del Puerto, Aguilar y otra historia y confesiones o diarios secretos confunden, su producto es la verdad»56.
Guerrero, tres náufragos entre la
palabra y el silencio
ROSA MARIA GRILLO

108
Mar Langa Pizarro
Doctora en Filología Hispánica.
Editora de La literatura para-
guaya actual (UA, 2005), ha pu-
blicado un centenar de artículos,
y ha elaborado el capítulo sobre
narrativa paraguaya de Historia
de la Literatura Hispanoameri-
cana III (coordinado por Trinidad
Barrera; Cátedra, 2007). Es autora
del libro Del franquismo a la pos-

LA GRAN FIGURA SILENCIADA: modernidad, la novela española


(UA, 2000 y 2002); y coautora,
con Fernando Allen, de El libro

LA MUJER EN EL PRIMER SIGLO DE LA de piedra. Imágenes y enigmas


de las Misiones Jesuíticas en el
Paraguay (Fotosíntesis, 2003) y,

CONQUISTA RIOPLATENSE con Ángel L. Prieto de Paula,


del manual Literatura española
actual (Castalia, 2007). Dirigió el
MAR LANGA PIZARRO «Coloquio Internacional Encuen-
tros con la Literatura Paraguaya»
(Universidad de Alicante, 2003),
y ha sido ponente y conferenciante
en Europa y América.

Acontece a menudo que, una vez creída, Avanzaban por territorios imposibles. (...). Ganaron
la mentira viene a ocupar el lugar de la mucho menos que lo que dejaron, la salud, general-
verdad. mente la vida. (...). Iban acosados por caries, reumas
Francisco López de Gómara 4
marítimos, melancolías de amor lejano, hongos, Así lo sostiene Juan Gil, «El
(1511-1566?)
mosquitos, flechazos mal cicatrizados, rencores de rol del tercer viaje colombino»,
Historiografía y Bibliografía
sentina. (...) Seres estrictamente nietzscheanos, todo Americanistas, 30 (1985), pp.
Los primeros europeos que llegaron al Río lo que no los mataba los hacía más fuertes. No se 83-110.
de la Plata (1516) acompañaban a Juan Díaz detenían a pensar que cada día era una hazaña y casi
5
de Solís en su búsqueda de un paso hacia las seguramente el último (...). Nadie puede vengarse del El propio Cristóbal Colón, en la
Indias Orientales. Un siglo más tarde (1617), pasado, afirmaba Heidegger. Debemos comprender Carta de Relación del segundo
viaje, dice que entregó un ni-
durante el mandato del primer gobernador la historia en la dialéctica de los horrores y las nobles ño indígena «a una muger que
criollo, «La Provincia Gigante de las Indias» se hazañas2. de Castilla acá benía» (Antonio
dividió en dos gobernaciones1. Entre esas dos Rumeu de Armas, Manuscrito
del Libro Copiador de Colón,
fechas, destacan otras importantes, como las Los únicos conquistadores a los que Posse Madrid, ed. del autor, 1989,
fundaciones de Buenos Aires (1536 y 1580) y se refiere son varones. Reproduce así la idea p. 450. Tomamos la cita de la
tesis de María Montserrat León
Asunción (1537), que fue repetidamente com- que ya enunciara Félix de Azara a principios Guerrero, El segundo viaje co-
parada con un «Paraíso de Mahoma» en el que del siglo XIX, cuando sostuvo: «los conquis- lombino, Universidad de Valla-
dolid, 2000). En los apéndices
reinaban la poligamia y los excesos sexuales. tadores llevaron pocas o ninguna mujer»3. Sin de esta tesis doctoral, se trans-
Aunque resulte difícil imaginar un harén embargo, esto no es cierto: parece que había cribe el documento que contiene
sin mujeres, estas no tienen suficiente enti- los nombres de las personas que
mujeres ya en la primera expedición de Co- sirvieron a los Reyes Católicos
dad ni en los documentos coloniales ni en la lón4; está certificada la presencia femenina en en las Indias y tenían pendientes
literatura de la etapa independiente. Ante tal el segundo viaje colombino (1493-96)5; y los pagos por ese motivo (se halla
en el archivo General de Siman-
paradoja, nos propusimos estudiar la situa- cas, Sección Contaduría Mayor
ción de las féminas rioplatenses durante la de Cuentas, Primera Época, Le-
gajo 98; y está datado en Ávila
primera centuria de presencia española. En el tres de noviembre de 1497).
un intento de sintetizar lo encontrado en los 1 Santa Fe y Concepción del Aparecen allí trescientos de los
La llamada «Provincia Gigante Bermejo, más sus respectivas más de seiscientos pasajeros que
textos, hemos estructurado este artículo en de las Indias» abarcaba des- demarcaciones. participaron en el segundo viaje
cuatro apartados: las españolas, las indígenas, de la línea del Ecuador hasta colombino y, entre ellos, figuran
tierra de Fuego. En 1560 se 2
las mestizas, y las negras y mulatas. segregó la Gobernación de La Nación, 15-10-1990.
mujeres como María de Grana-
da y las comerciantes Catalina
Santa Cruz, y en 1569 se Vázquez y Catalina Rodríguez.
excluyeron de la demarcación 3
1. LAS ESPAÑOLAS Félix de Azara, Descripción
la Hoya Amazónica y Región
Cuyana. En la división de e historia del Paraguay y del
Según una opinión bastante asentada, la 1617, llevada a cabo bajo el Río de la Plata, Madrid, Impr.
cuarto mandato de Hernanda- de Sanchiz, 1847. Disponible
conquista fue llevada a cabo por hombres rias (Asunción, 1564-1634), en la Biblioteca Virtual Miguel
heroicos, casi legendarios. Así los describía Buenos Aires se convirtió en la de Cervantes (en adelante, La gran figura silenciada:
capital de la Gobernación del BVMC), http://www.cervan-
Abel Posse en el artículo «Furia y grandeza Río de la Plata, que compren- tesvirtual.com/FichaObra.
La mujer en el primer siglo de la
conquista rioplatense
ibéricas»: día las ciudades de Corrientes, html?Ref=7080. MAR LANGA PIZARRO

109
Reyes Católicos autorizaron mente: por ejemplo, uno de los integrantes de
al almirante a llevar trescien- la armada de Pedro de Mendoza (1536) relata
tos hombres y treinta mujeres cómo un pariente del adelantado introdujo
en su siguiente travesía (1497- en el barco a su amante y a la criada de esta8.
98)6. Y el hecho de que Antonio de Guevara, en su
Por otra parte, atendien- tratado El Arte de Marear (1539), advierta de
do a la norma de Montalvo que las mujeres no pueden ir escondidas en
(1484), que establecía la obli- galeras, supone una confirmación de que tal
gación de la convivencia ma- circunstancia era común.
trimonial, la Corona siempre
insistió en que los conquista- 1.1. La expedición de Caboto (1526): Lucía
dores fueran con sus esposas Miranda, la Cautiva
al Nuevo Mundo: diversas
órdenes del siglo XVI forza- Sebastián Caboto partió de Cádiz en pos
ban a los casados a la reagru- de las noticias sobre el «Mar Dulce» ofrecidas
pación familiar en América; y por los supervivientes de la expedición de
la Recopilación de Leyes de Solís (1516). En 1527, Caboto fundó el fuerte
Indias de 1680 dedicó todo de Sancti Spiritu, a unos cincuenta kilómetros
el título tercero del libro sép- de la actual Rosario, y se marchó a explorar
timo a «los casados y despo- el Paraná. Dos años después, el fuerte fue
Mapa de Piri Reis (1513). Detalle: Sudamérica.
sados en España e Indias que destruido por los indígenas. Según Ruy Díaz
están ausentes de sus mujeres de Guzmán9, el cacique Mangoré se vengó
6 y esposas», con orden para que las autorida- así de los desdenes de la mujer de la que se
Real Cédula de 23 de abril de des los devolvieran a sus lugares de origen si había enamorado: la española Lucía Miranda,
1497. Amadeo Julián (Bancos,
ingenios y esclavos en la época no acataban la ley. esposa del soldado Sebastián de Hurtado,
colonial, Santo Domingo, Edi- Según los registros de la Casa de Contra- ambos naturales de Écija. Como Mangoré
tora del Hogar, 1997, p. 65)
da el nombre de cuatro de es- tación de las Indias, de los 54.882 viajeros que no la consiguió con sus regalos, convenció
tas féminas: Catalina de Sevilla llegaron a América en el siglo XVI, más del a su hermano, el cacique Siripo, para atacar
(mujer de Pedro de Salamanca),
Gracia de Segovia (prostituta) y
18% (10.110) fueron mujeres. Se calcula, sin el fuerte, aprovechando la amistad con los
Catalina y María de Egipto (dos embargo, que la cifra total de españoles debió españoles y la ausencia de muchos de ellos,
gitanas acusadas de homicidio). de ser cuatro veces superior a la registrada: que habían salido a buscar alimentos. Cua-
7 entre 250.000 y 280.000 personas7. Esta dife- tro mil indígenas, previamente escondidos,
Teresa Piossek Prebischa, «Las rencia se debe a que los datos están incomple- quemaron Sancti Spiritu y mataron a sus
conquistadoras», Revista de la
Fundación Cultural de Santiago tos, y a la inmigración clandestina. En el caso moradores, excepto a las mujeres y los niños.
del Estero. Disponible en http:// femenino, la omisión en las listas de pasajeros Mangoré murió en el combate, y Siripo se lle-
www.fundacioncultural.org/re-
vista/nota9_17.html
resulta habitual ya que, al no ser contratadas a vó a Lucía como esclava. Más tarde, la hizo su
sueldo, no figuraban en los registros de cuen- esposa. Cuando Sebastián encontró el fuerte
8 tas. Además, el número de mujeres que viaja- destruido, salió en busca de Lucía. Fue hecho
Ulrich Schmídel (también cono-
cido como Ulrico Schmidl), Viaje ron sin papeles tuvo que ser porcentualmente prisionero, y condenado a muerte por Siripo,
al Río de la Plata, Buenos Aires, mayor que en el de varones, porque religiosas quien se apiadó de las súplicas de Lucía, y
Cabaut y Cía, 1903. Disponible
en la BVMC, http://www.cer- y solteras requerían permiso expreso del rey, conmutó la pena por la imposibilidad de que
vantesvirtual.com/FichaObra. y algunos colectivos –extranjeras, «mujeres los esposos españoles se vieran o hablaran. Al
html?Ref=4911.
licenciosas», descendientes de procesados por descubrirse que habían roto el acuerdo, Se-
9 la Inquisición, etc.– tenían prohibido el paso bastián fue asaeteado hasta la muerte, y Lucía
Ruy Díaz de Guzmán, Historia a América. Existen testimonios directos de lo quemada viva.
argentina del descubrimiento,
población y conquista de las sencillo que resultaba embarcarse clandestina- Escritores de todas las latitudes han re-
provincias del Río de la Plata, creado esta historia. En el ámbito anglosajón,
libro I, capítulos 1 y 2. La obra
fue publicada en 1835, pero el poeta irlandés Thomas Moore es autor
la dedicatoria es de 1612, y de la tragedia Mangora, King of Timbusians
se considera que la redacción
comenzó en 1598. Hay edición
el texto se halla digitalizado escrita antes de 1809), entre (Londres, Harvey, 1718), donde describió a
en la BVMC, http://www.cer- otros, aunque con pequeñas
a cargo de Enrique de Gandía vantesvirtual.com/FichaObra. variaciones respecto al relato los timbús como un pueblo sumamente rico
(Madrid, Historia 16, 1986), y html?Ref=6185. También reco- de Díaz de Guzmán: varía el de hombres negros y feos; y Charles Kings-
gen la historia de Lucía Nicolás número de indígenas que se
del Techo (Historia de la Provin- introducen en el fuerte y las cir-
ley desarrolló la trama en el capítulo XII
cia del Paraguay de la compa- cunstancias del ataque; cambia de Westward Ho! (Londres, Spencer Press,
ñía de Jesús, Asunción, A. de lo que Siripo impone para per- 1855), con planteamientos muy cercanos al
La gran figura silenciada:
La mujer en el primer siglo de la Uribe, 1897, libro I, capítulo donar la vida a Sebastián; y la
conquista rioplatense IV; escrita en 1673) y Félix de tragedia final se desencadena romanticismo y a la novela sentimental. Ya en
MAR LANGA PIZARRO Azara (op. cit., capítulo XX; por distintas vías. el Río de la Plata, Manuel José de Lavardén

110
estrenó en el teatro bonaerense de la Ranche- tantes del Nuevo Mundo». Además, las dos
ría la primera obra escrita por un autor nacido destilan influencias cristianas, quizá hereda-
en el actual territorio argentino: la tragedia das de Chateaubriand. Con Guerra, el tema
neoclásica Siripo (1789), que había dado a religoso llega a su máxima expresión en los
conocer el jesuita valenciano Manuel Lassala momentos más terribles del relato: Magorá,
en Bolonia (1784). creyendo a Lucía muerta, le ofrece al dios cris-
Hacia 186010, aparecieron dos novelas ho- tiano abrazar su fe si la salva; ya moribundo
mónimas de las argentinas Rosa Guerra y solicita a Lucía que lo bautice; y los esposos
Eduarda Mansilla: Lucía Miranda. Remedios españoles mueren «arrodillados (...) por más
Mataix11 ha destacado el hecho de que dos de media hora se les pudo ver a travez [sic] de
mujeres se interesaran casi simultáneamente las llamas en tan religiosa actitud». Distinto
por la misma historia, en los años en que, tras es el planteamiento en Mansilla: Lucía vence
la caída de Juan Manuel de Rosas (1842-1852), al brujo Gachemañé, y trata de convertir a los
Argentina necesitaba para su construcción indígenas al cristianismo, pero permite que Sofonisba Anguisola, Retrato de
de nuevos mitos nacionales. Además, hay Anté se prepare para el matrimonio según los una joven dama (ca 1573).
que considerar que la muerte de los esposos ritos de su pueblo. Las costumbres nativas,
como mártires de su fe resultaba atractiva que apenas aparecen en la novela de Guerra,
cuando triunfaba el ideal «progresista» de constituyen un núcleo importante dentro 10
Es la fecha de publicación que
crear una Argentina blanca y urbana, en la de la segunda parte de la obra de Mansilla. suele darse para novela de Rosa
que los indígenas habían de ser «civilizados» Y ambas reúnen lo peor del tópico sobre el Guerra, y coincide con la edi-
ción de la Imprenta Americana
o exterminados. salvaje en la figura de Siripo, como si los dos de Buenos Aires (digitalizada
En la dedicatoria de la edición de 1860, hermanos constituyeran las caras de una mis- en la BVMC, http://www.cer-
vantesvirtual.com/FichaObra.
Rosa Guerra reconoce haber escrito su novela ma moneda: la visión romántica del «indio», html?Ref=3157). Sin embargo,
en quince días, y menciona otra obra con el heredera del buen salvaje de Rousseau, perfila la edición de la Biblioteca Digital
mismo título. Seguramente se refiere a la que la figura de Mangoré. Argentina dice basarse en una
anterior: Buenos Aires, Facultad
Eduarda Mansilla publicó en el diario La Tri- Como las mujeres de sus artículos (para las de Filosofía y Letras, Instituto de
buna, entre mayo y julio de ese mismo año12. que reivindicó la igualdad y la educación, sin Literatura Argentina, 1956.
Mucho más larga y menos sentimental que la dejar de exigirles que fueran madres piadosas 11
de Guerra, la novela de Mansilla comienza y ejemplares), la Lucía de Guerra resulta un Remedios Mataix, «La escritura
(casi) invisible. Narradoras his-
cuando Caboto decide volver a España, y personaje interesante y ambiguo: es modelo panoamericanas del siglo XIX»,
advierte a Nuño de Lara de los peligros de de esposa, pero no por ello renuncia a la Anales de Literatura Española
que Lucía se quede en tierras americanas. In- actividad pública, consistente en educar al (Universidad de Alicante), 16
(2003), pp. 46-47. La misma
mediatamente retrocede hasta el momento en indígena, evangelizarlo, «conquistarlo». Por autora trata también el tema
el que nace la protagonista, hija ilegítima de su parte, la Lucía de Mansilla, febril lectora en «Romanticismo, feminidad
e imaginarios nacionales», Río
un noble y una morisca que muere durante el desde los trece años, se describe como astuta, de la Plata, 29-30 (2006), pp.
parto. Así, los treinta y cuatro capítulos de la hermosa e inteligente: pronto aprende la len- 209-224.
primera parte transcurren en Europa; y, solo gua de los timbús, y en ella recae la responsa- 12
en la segunda parte (de veintiún capítulos), bilidad de instruir a los nativos (sobre todo, Apareció bajo el pseudónimo
Lucía y Sebastián, ya casados, emprenden a las nativas, a quienes trata de transmitir los de Daniel y tuvo traducción al
inglés. Así lo explicó la propia
camino hacia América. valores vigentes en la Argentina de la época Mansilla cuado recogió Lucía
El paisaje de Guerra, como el de cualquier de la autora: buenas costumbres, higiene, Miranda en un libro publicado
en Buenos Aires, Imprenta Alsi-
romántico, se adapta al ánimo de los protago- adecuado cuidado de los hijos…). na, 1882 (en la BVMC, http://
nistas: mientras reina la paz, reproduce todos Lucía siguió teniendo presencia en la lite- www.cervantesvirtual.com/Fi-
chaObra.html?Ref=3341).
los tópicos del locus amoenus, «un verdadero ratura posterior. Miguel Ortega publicó Lucía
edén»; sin embargo, cuando se aproxima el Miranda. Drama en cinco actos y en verso
ataque al fuerte, «se preparaba una horrible (Buenos Aires, Porvenir, 1864); Celestina
tempestad». Por su parte, Mansilla elige el Funes dio a la imprenta el largo poema Lucía
escenario de la pampa, que tanto juego dará Miranda, episodio nacional (Rosario, El Men-
en la literatura argentina. sajero, 1883); y Alejandro Rómulo Cáneja
Las novelas de Guerra y Mansilla tienen se ocupó de ella en Lucía Miranda o la con-
en común el hecho de poner en tela de juicio quista trágica (Buenos Aires, Maucci, 1907).
la violencia de los españoles. Guerra se refiere En torno a 1928, apareció en París la novela
así a la conquista: «si la causa de la humanidad Lucía Miranda, de Gustavo Martínez Zuvi-
hubiera entrado directamente en el proyecto ría (Hugo Wast), uno de los escritores más
de estas empresas hubieran sido menos des- populares de la Argentina de su momento, y La gran figura silenciada:
La mujer en el primer siglo de la
graciadas»; Mansilla va más allá, y denuncia uno de los difusores del ideario nacionalista conquista rioplatense
los abusos que sufren los «desgraciados habi- católico y reaccionario, que pretendía explicar MAR LANGA PIZARRO

111
la crisis argentina apelando a A pesar del silencio de sus compañeros
la presencia de inmigrantes. de expedición y de los cronistas posteriores,
Era lógico que a Wast le in- es evidente que esta mujer y algunas otras
teresara la historia de Lucía, viajaron en la armada de Pedro de Mendoza
donde los indígenas son los (1535), la mayor enviada hacia América hasta
malvados ejecutores de unos aquel momento. Entre sus integrantes, estaban
conquistadores cristianos a el bávaro Ulrico Schmidl, autor del ya citado
los que el autor admira. Pero Viaje al Río de la Plata; y el clérigo-soldado
Lucía sedujo también a otros Luis de Miranda, primer poeta del Río de la
autores: Felipe Boero y Luis Plata, que escribió en Asunción, hacia 1545,
Bayón Herrera elaboraron la su crónica en versos de pie quebrado. Nin-
ópera Siripo (1924, revisada en guno de ellos menciona que con Mendoza
Buenos Aires. Ilustración de Levino Hulsino. Edición Prin- 1937); y la paraguaya Concep- viajaran mujeres, aunque sí dan cifras de los
ceps de la obra de Schmidl.
ción Leyes hizo su particular hombres y los animales. Por la carta de Isabel
interpretación en Río lunado, de Guevara (1556), sabemos que ella no era la
13 mitos y costumbres del Paraguay (Buenos única fémina: «avemos venido çiertas muge-
Eduardo Madero, Historia del Aires, Peuser, 1951). res, (...) con mill é quinientos hombres».
puerto de Buenos Aires, Buenos
Aires, Compañía Imprenta Ar- Mucho se ha discutido sobre la existencia Durante el viaje, la enfermedad del adelan-
gentina, 1955 (1ª ed.: 1892). de Lucía Miranda, que se dio por cierta hasta tado16 lo obligó a delegar en Juan de Osorio, a
14
que la cuestionó Eduardo Madero13. Si la his- quien acabó mandando matar, acusándolo de
Del Techo, dejando traslucir su toria de Lucía fuese real, supondría, desde los traición. Sin justificar su tesis, Agustín Zapata
condición de religioso, insiste primeros momentos de la conquista del Río argumenta:
mucho en este tema: Mangoré,
«el bárbaro», «se abrasó en de la Plata, la presencia de españolas: cinco
las llamas de amor ilícito», «sin o seis según Díaz de Guzmán y Nicolás del este pequeño grupo de mujeres de la expedición, can-
otro fin que el de gozar una
mujer», Lucía guardaba «todo Techo, al menos una según Azara. Si fuese taba y bailaba para Osorio (...). No sería aventurado
recato», y Sebastián valoraba una leyenda, su incursión en el relato de Díaz pensar que esta adhesión femenina motivo de celos
«antes que todo el honor de
su esposa». Cuando apresó a
de Guzmán se explicaría como un intento de [sic], (...) lo que movió la terrible y solapada máqui-
Sebastián, Siripo ardía «en ce- exaltar la monogamia frente a la actitud de na de intrigas que llevó a don Pedro de Mendoza, a
los», y puso como condición los españoles afincados en la zona, después de dictar contra él cruel sentencia de muerte17.
que Lucía «no viviera matrimo-
nialmente con su esposo». Al que el Concilio de Trento (1542-63) hubiera
encontrarlos «mientras se daban subrayado la importancia de la fidelidad, y Esta idea concuerda con el tópico de que
al amor conyugal», ordenó su
muerte: «Lucía, (...) rogaba á de que los monarcas Carlos V (1500-1558) y las que se embarcaron hacia América eran
Dios que (...) la llevase á la Felipe II (1527-1598) hubieran reprobado la prostitutas, y con la costumbre histórica de
patria eterna; haciendo tales vo-
tos, murió abrasada. Sebastián
bigamia14. hacer a las mujeres culpables de las desdi-
Hurtado fué atado á un árbol, y chas: desde la bíblica Eva, a la griega Helena,
como si representara al santo de 1.2. La armada de Mendoza (1535): Isabel pasando por la Cava española o la Malinche
su nombre, fué atravesado por
las flechas de los indios mientras de Guevara y la Maldonada mejicana.
oraba piadosamente». Una vez fundado el fuerte de Buenos Ai-
15 El hecho de que no exista documentación res, la armada quedó diezmada por el hambre
La carta de Isabel de Guevara a sobre Lucía Miranda no significa que su his- y los ataques de los nativos. Guevara relata la
la Princesa Gobernadora Doña
Juana se halla en el Museo
toria sea una invención: tampoco figura Isabel aportación de las mujeres, que contrasta con
Histórico de Madrid, y ha sido de Guevara, autora de una valiosa carta dirigi- el desmayo masculino:
recogida por Marcos Jiménez da a Juana La Loca, en la que da cuenta de las
de la Espada (Cartas de Indias,
Madrid, Imprenta de Manuel vicisitudes por las que pasaron los fundadores Vinieron los hombres en tanta flaqueza, que todos
G. Hernández, 1877), Josefina de Buenos Aires15. los travajos cargavan de las pobres mugeres; ansi
Cruz (comp., Cronistas de In-
dias. Los Fundadores, Buenos en lavarles las ropas, como en curarles, hazerles de
Aires, Ministerio de Cultura y 16 de la Plata», Revista América comer (...), alimpiarlos, hazer sentinela, rondar los
Educación, 1970, p. 27) y Gla-
dys Lopreto (ed, …Que vivo en
Según Centenera (La Argenti- (Argentina), 12 (1995). Digita- fuegos, armar las vallestas, (...) cometer á poner fuego
na, Buenos Aires, Jacobo Peu- lizado en http://www.ceride.
esta conquista, La Plata, Edulp, ser, 1912; en la BVMC, http:// gov.ar/cehsf/america_12 en los versos, y á levantar los soldados, (...) dar arma
1996, cap. 3). Está digitalizada www.cervantesvirtual.com/ por el campo á bozes, sargenteando y poniendo en
en los apéndices del texto de FichaObra.html?Ref=6789), 18
Schmidl en la BVMC (op. cit.). Pedro de Mendoza padecía Patricia Da Luz («Mujeres del
orden los soldados.
sífilis («el morbo que de Galia olvido, heroínas de la histo-
tiene nombre»), lo cual con- ria», La Revista. Diario Primera De dar crédito a sus afirmaciones, hemos
cuerda con los síntomas que Edición, 22 de julio de 2001)
manifestaba. afirma que fueron una veinte- de suponer una importante presencia feme-
La gran figura silenciada: na. Teresa Piossek Prebischa nina en la expedición de Mendoza: las pocas
La mujer en el primer siglo de la 17 (art. cit.) da los nombres de
conquista rioplatense Agustín Zapata Gollán, «Mu- once. mujeres de las que tenemos constancia18 no
MAR LANGA PIZARRO jeres de España en el Río hubieran sido capaces de ocuparse de tan-

112
tos asuntos, y de un contingente de entre dos años atrás, se portó como ninguna: lavaba 19
Herrera, Décadas. VI, libro III,
quinientos y dos mil quinientos hombres. la ropa, curaba a los hombres, rondaba los cap. XVIII. Tomamos la cita de
Guevara pone como aval de sus palabras a fuegos, armaba las ballestas. Una maravilla. Samuel A. Lafone Quevedo,
Prólogo a la obra citada de
sus compañeros: «si no fuera por la honrra Ahora es una enamorada más, y en ese arte, Schmidl.
de los hombres, muchas mas cosas escriviera también la más cumplida». Como no sabemos
con verdad y los diera á hellos por testigos». de Isabel sino lo que ella nos dice en su carta, 20
Carta de 1556, conservada en
Quizá una de las «cosas» que calla es el cani- no resulta difícil imaginarla a la voluntad de la Biblioteca de la Real Acade-
balismo, que queda probado porque Antón los escritores. En un pasaje de la novela De mia de la Historia, Colección
de Muñoz, tomo 80, folios 331-
López de Aguiar recibió un indulto del rey, en lo dulce y lo turbio (Asunción, Centenario, 341, 1536-56. Reproducida en
el que perdonaba a los españoles por haber re- 1997), Carlos Colombino insiste en el tema los anexos de la obra de Schmidl
de la BVMC (op. cit.).
currido a la antropofagia19. Frente al silencio del canibalismo, precisamente uno de los que
de Isabel de Guevara al respecto, los hombres no refiere Isabel:
dan cuenta de cómo el hambre llevó a los
españoles a comer carne humana: lo relatan Esto es un trabajo para manos de hombres, aunque
Luis de Miranda, Schmidl, Villalta y Díaz de trocear un muslo humano es igual que trocear uno
Guzmán, entre otros. de cerdo (...) ¿Qué crees que hice ayer a la tarde?
Lo que queda de la expedición emprende ¡Pues cocinando pedazos! Ahora quieren que los
un duro viaje hacia Asunción: según Schmidl, cortemos sin que sean reconocibles –apuntó Isabel
«de los 400 hombres, 50 sucumbieron»; según y añadió–. Y no resulta fácil. Aunque a decir verdad,
Villalta «murieron casi 100 hombres de pura no hay mucha distancia entre carne de cerdo y carne
hambre»20. De nuevo Guevara, y esto es uno de hombre.
de los rasgos «femeninos» de su escritura, se
centra menos en las cifras que en la labor de Además, le dedica uno de sus Romances de
las mujeres, marcada por una aceptación de la conquista (Asunción, Ingrapar, 2000) Hugo
los hechos, frente al desánimo pasivo de los Rodríguez Alcalá; y, en 2004, se representaba
varones. Como en el caso de Buenos Aires, en Buenos Aires un monólogo teatral sobre su
son ellas las que aportan comida, cocinan e figura, escrito por Alicia Muñiz y dirigido por
incluso gobiernan el barco. María Esther Fernández.
Cuenta Guevara que también son las mu- Gracias a su carta, sabemos que Isabel de
jeres las que se ocupan de todo en las nuevas Guevara existió; «La Maldonada» tiene visos
tierras: «fué nesesario que las mugeres boluie- de leyenda, aunque aparezca en las crónicas.
sen de nuevo á sus trabajos, haziendo rosas Según Díaz de Guzmán, «La Maldonada»,
con sus propias manos, rosando y carpiendo desesperada por el hambre de Buenos Aires,
y senbrando y recogendo el bastimento sin decidió salir del recinto fortificado. Se refugió
ayuda de nadie, hasta tanto que los soldados en una cueva, donde encontró una leona a la
guareçieron de sus flaquezas». La autora se que ayudó a parir. Agradecida, está la alimen-
queja de que tantos esfuerzos no hayan teni- taba. Un día La Maldonada bajó a beber agua,
do frutos («me dexaron de fuera, sin me dar fue capturada por los indígenas, y uno de
yndio ni nengun genero de serviçio»), y pide ellos la hizo su esposa. Cuando los españoles
como compensación un cargo para su marido: la encontraron, Francisco Ruiz (o el capitán
«estoy casada con (...) Pedro d’Esquiuel, (...) Alvarado, según las versiones) ordenó que la
suplico mande me sea dado mi repartimiento ataran a un árbol desnuda, para que sirviera
perpétuo, y en gratificaçion de mis serviçios de comida a las fieras y de escarmiento a sus
mande que sea proveydo mi marido de algun compatriotas. Los soldados que acudieron a
cargo, conforme á la calidad de su persona; buscar sus restos la hallaron viva, porque la
pues él, de su parte, por sus serviçios lo me- leona la había protegido. Decidieron entonces
rese». Puede avalar su testimonio el hecho de perdonarla, y darle su nombre al arroyo al
que Pedro de Esquivel figure en la documen- lado del cual había sido atada.
tación de la época, así como en las crónicas de No faltan leones en los relatos literarios
Díaz de Guzmán y de Centenera. de base histórica: recuérdese el episodio con
De la misma manera que sus compañeros, el que comienza «La afrenta de Corpes», en
los literatos anteriores al siglo XX olvidaron El cantar de Mío Cid (hacia 1140). Además,
a Isabel de Guevara. Mujica Láinez le otorgó resultan evidentes las conexiones entre la his-
un papel secundario en «El primer poeta» toria de La Maldonada y la de San Jerónimo,
(Misteriosa Buenos Aires, Buenos Aires, Sud- que sacó una espina de la pata de un león y así La gran figura silenciada:
La mujer en el primer siglo de la
americana, 1951), donde la describía así: «Es lo domesticó; o la del bíblico Daniel, a quien conquista rioplatense
la mejor. En tiempos del hambre y del asedio, Dios salvó de los leones por confiar en él. MAR LANGA PIZARRO

113
21 Más paralelismos todavía existen con la fábula (Buenos Aires, Artística, 1898), del periodis-
Puede que la atribución sea apó-
crifa, ya que Fedro (siglo I) no la «Androcles y el león», atribuida a Esopo21 ta español afincado en Argentina Francisco
incluyó en su versión latina de (siglo VII adC): el esclavo Androcles, huyen- Grandmontagne; y, casi un siglo más tarde, la
las fábulas de Esopo.
do de los malos tratos de su amo, se interna obra para títeres de igual título que se repre-
22 en la selva, y se refugia en una cueva, donde sentaba en Madrid en 1981.
Existe una edición en italiano de le extrae una espina de la pata a un león que,
las fábulas de Chabannes, en el
tomo tercero de Favolisti latini agradecido, se convierte en su abastecedor de 1.3. Doña Mencia, la Adelantada, y su expe-
medievali (F. Bertini y P. Gatti, comida, hasta que unos soldados encuentran al dición de cincuenta mujeres (1550)
Universidad de Génova, 1988);
el relato de William Caxton, esclavo, y se lo devuelven a su amo. El castigo
«Of the lyon & of the pastour», para tales casos consistía en luchar con un león En 1547, el adelantado Juan de Sanabria fir-
aparece recogido por Robert Le-
naghan, (Aesop’s Fables, Cam-
hambriento. Casualmente, el que se enfrenta a mó una capitulación que incluía el compromiso
bridge, Harvard University Press, Androcles es su viejo amigo: en lugar de de- de llevar a Asunción a ochenta doncellas y a un
1967); la carta de Antonio de vorarlo, le lame los pies. Ante tal maravilla, el centenar de hombres casados con sus familias.
Guevara a Antonio de la Cueva
se publicó en el volumen Epístolas esclavo y el león son liberados. Murió durante los preparativos, pero su viuda,
familiares (Madrid, Fundación Puede que Díaz de Guzmán conociera Mencia de Calderón, decidió hacer de «Adelan-
José Antonio Castro, 2004, pp.
94-164; la historia de Androcles este relato cuando redactó su obra, ya que se tada»: mientras se tramitaba que su hijastro Die-
ocupa las páginas 158-163), hallaba bastante difundido: lo había recogido go heredara el título, partió de San Lúcar (1550)
disponible en la BVMC (http://
www.cervantesvirtual.com/Fi-
Séneca (siglo I); lo narró Aulo Gellio (siglo con tres naves comandadas por el tesorero real
chaObra.html?Ref=16896); y II), quien dijo haberlo tomado de Apión (si- Juan de Salazar. En la expedición viajaban más
también hay edición digital en glo I adC); y lo relató Ademar de Chabannes de cincuenta mujeres, entre las que se hallaban
la BVMC del texto de Montaigne,
basada en Ensayos de Montaig- (siglo XI). En 1484, William Caxton tradujo doña Mencia con sus tres hijas, su amiga Isabel
ne seguidos de todas sus cartas al inglés un códice latino de Walter de Ingla- de Contreras y las hijas de esta.
conocidas hasta el día, París,
Casa Editorial Garnier Herma- terra que contenía la fábula «Of the lyon & Cinco años duró la travesía, que la propia
nos, 1912, 2 vols. (http://www. of the pastour»; en 1529, Antonio de Guevara Mencia relató en 1564. Sufrieron tormentas,
cervantesvirtual.com/FichaO-
bra.html?Ref=1844).
situó la historia en los tiempos del emperador ataques de piratas, varios meses de retención
Tito, aclarando «cuenta esta hystoria Aulio- en Brasil, y un último tramo de mil kilóme-
23 gelio latino, y muy más ‘ad longum’ Apio el tros a pie a través de la selva, que llevó al
Los castigos eran durísimos du-
rante la conquista: un miembro griego»; y años antes de que Díaz de Guzmán descubrimiento de los saltos del Guairá. Pa-
de la frustrada expedición de escribiera sobre La Maldonada, Montaigne rece que en el viaje perecieron diez mujeres,
Jaime Rasquin al Río de la Pla-
ta da cuenta de la condena a (1533-1592) incluyó la historia del león y el incluida una de las hijas de doña Mencia. Por
muerte del contramaestre y de esclavo en sus Ensayos22. su parte, una de las de Isabel de Contreras,
la mutilación sexual de dos gru-
metes porque los descubrieron
Quizá consciente de que el episodio podía Elvira, contrajo matrimonio con el capitán
manteniendo relaciones sexuales sonar a recreación de una fábula, Díaz de Ruy Díaz Melgarejo, del que tuvo cuatro
entre ellos. Guzmán se esforzó en certificar la veracidad hijos y una hija. Su marido, sospechando una
24 del caso: «yo la conocí, y la llamaban la Mal- relación con su confesor y compañero de via-
Cabe recordar que la reputación donada». En su edición de la obra, Enrique de je, el padre Carrillo, los asesinó a los dos. Así
femenina se basaba en valores
como la castidad y la fidelidad, Gandía defiende la veracidad de los hechos, lo relata Centenera (1602) en el canto sexto de
de las que dependía el honor basándose en que Francisco Ruiz Galán fue La Argentina:
de toda la familia. En 1588, las
«Leyes de Estilo» corroboraron
acusado por Antonio de Trinidad de castigar
lo que ya era un hecho: la po- a los conquistadores atándolos a un árbol para Amor, que con lo bajo lo alto iguala,
testad del marido para asesinar que fueran devorados por las fieras. Además, la hace aficionarse a Juan Carrillo. (...)
a la esposa infiel.
Nicolás del Techo, en el capítulo VIII de su aunque la dama es tal, y el galán viejo,
obra antes citada, comenta: a entrambos los ha muerto Melgarejo.
Entrando el Capitán en su aposento,
quién la juzgó [a La Maldonada] con tan grande al adúltero mató de una estocada24;
severidad (...) es cosa que ignoro. Tengo averiguado la dama viene al grito con lamento,
que entonces las leyes eran inexorables; un soldado, la gente viene al grito alborotada.
porque robó una lechuga, quedó sin orejas; otro fue Ayúdanla a matar, oh crudo cuento,
mutilado por quitar una berza; aún se conservaba en- ¡que no hay quien te defienda, desdichada!
tre los colonos la severidad de los juicios de Europa,
la cual ojalá continuara23. Aunque la llegada de un nutrido grupo de
españolas debió de cambiar notablemente el
Probablemente la mezcla de la verdad con panorama asunceño, y aunque su viaje resulte
las leyendas, y la presencia de mujeres en la muy propicio como argumento de una novela
La gran figura silenciada: armada de Mendoza, expliquen el relato de de aventuras, su presencia en la literatura ha
La mujer en el primer siglo de la
conquista rioplatense La Maldonada que hace Díaz de Guzmán. En sido muy escasa. Recoge el tema uno de los
MAR LANGA PIZARRO él se inspiró Maldonada, costumbres criollas Romances de la Conquista, de Hugo Rodrí-

114
guez Alcalá; y hay diversas referencias a la mo: «Las tripas le sacara a un ahorcado, / y guay, dio las «Ordenanzas de
Alfaro» (Asunción, 1612), en las
expedición en la novela de Julio A. Sierra, La al medio del cocer se las comía. / Los huesos que volvía a prohibir el trabajo
Ñusta Ortiz (Buenos Aires, Sudamericana, se roían de finados». Centenera no disimula forzado de los indígenas, así
como su compraventa; reconocía
2000) cuyo narrador la llega a calificar de su antipatía por las mujeres: aunque reco- su libertad para elegir patrón;
epopeya que excita las mentes de las mucha- noce que «la gente alborotada sin consuelo reglamentaba la mita y la forma-
chas. Al margen de eso, se conocen un par de / levantan alaridos hasta el cielo» y que «de ción de pueblos indígenas…

novelas históricas: una reciente, de la española temor lloran hombres y doncellas», ridiculiza 28
Eloísa Gómez-Lucena (Expedición al Paraíso, el pavor femenino ante esas circunstancias. Solo algunos ejemplos de cómo
las capitulaciones firmadas con
Sevilla, Espuela de Plata, 2004), y la de la ar- Incluso parece molestarle que, a pesar de «lo diversos conquistadores del Río
gentina Josefina Cruz (Doña Mencia la Ade- que en la isla padecieron / al fin todas con vida de la Plata insisten en ello (to-
mamos las citas de Juan García
lantada, Buenos Aires, ed. de la autora, 1960). escabulleron»25. Santillán, «Legislación sobre In-
En esta última, durante una conversación con No conocemos ninguna obra que se centre dios en el siglo XVI», Revista de
la protagonista, Irala afirma: en lo acontecido con las mujeres que acom- las Españas, Madrid, 1 (1926),
pp. 39-43): «la dicha conquis-
pañaron a Zárate. La Ñusta Ortiz relata con ta pacificación y población y
Este libertinaje que justamente repudiáis trajo, sin detalle la preparación del viaje y las dificulta- tratamiento de los dichos indios
en sus personas y bienes seas
embargo, cierta civilización al Paraguay: la fusión des del mismo pero, aunque menciona a las tenido y obligado de guardar»
incontrolable de los sexos fue el mejor medio para féminas, apenas si se ocupa de ellas. (Capitulación con Pedro de Men-
doza, 1534); «prometemos de
ganar el entendimiento con los naturales (...) no nos vos hazer merced de la dicha ys-
fue dado elegir (...) los caciques, al sellar pactos y 2. LAS INDÍGENAS la de Santa Catalina por termino
alianzas ofrecen sus hembras en prueba de amistad; de doze años para en que ten-
gays granjerias y os aprouccheis
ofensa hubiera sido rechazarlas (...) éramos un puña- El mismo año de la fundación de Asun- della con que no podays sacar
do de blancos perdidos (...) España nos dejó abando- ción (1537), la Bula «Subliminus Deus» re- indios fuera de la dicha ysla»
(Capitulación con Alvar Núñez
nados (...) traíamos la sangre alborotada de deseos, de conocía a los indígenas como seres humanos; Cabeza de Vaca); «rrepartireis
soberbia, de hombría (...) el amor de las indias hizo y un quinquenio más tarde se dictaron las tierras y solares y heredamientos
a los pobladores a cada vno
posible la Conquista, pero (...) añorábamos la vida Nuevas Leyes de Indias26, que prohibían según lo que os pareciere ser
de hogar (...) el amor de nuestras mujeres (...) mucho la esclavitud y los trabajos forzados de los justo no ocupando ni tomando
antes, debisteis haber llegado (p. 235). nativos27. Además, hubo numerosos llama- cosa de los yndios ni de sus se-
menteras de que actualmente se
mientos de la Corona a los conquistadores, aprovechan sin su voluntad (...)
Esta visión de los hechos, que concuerda instándolos a respetar los bienes y la libertad probeereis que luego se envíen a
los dichos pobladores lo necesa-
plenamente con la tradicionalmente difundi- de los indígenas28. En el mismo sentido dic- rio para su sustentación y de los
da, tiene su importancia para comprender las taron leyes Cabeza de Vaca, Hernandarias yndios y otras personas que con
ellos se allegaren (...) que podais
relaciones entre los españoles y las indígenas. y otros gobernadores del Río de la Plata. A hazer en las dichas poblaciones
pesar de ello, en 1581, Felipe II admitía ante tres yngenios de açucar (...) y
1.4. La armada de Zárate (1572): otras se- la audiencia de Guadalajara que un tercio de que para sustentar los dichos
yngenios podais tomar y seña-
tenta mujeres lar para cada vno dellos tres
cauallerías de tierra sin perjuicio
de los yndios (...) con condición
El siguiente número importante de muje- 25 doscientos cincuenta pesos de que en las dichas poblaciones y
res llegó a Asunción con el adelantado Juan Por si su misoginia no queda multa» (original en el Archivo pacificaciones y tratamiento de
clara, la argumenta al final de Simancas. Reproducido por los yndios de aquellas prouincias
Ortiz de Zárate, cuyo contrato con Felipe II del canto IX: «Pregunten a Ricardo Palma, Anales de la en sus personas y bienes seáis
fue el último que se firmó para la conquista del Aristóteles qué sentía / de Inquisición en Lima, Madrid, tenido y obligado por todo lo
la mujer. Pues dice en su es- Ricardo Fe, 1897, tomo I; y contenido en las hordenanzas
Río de la Plata: de las cuatrocientas personas critura, / a lágrimas y llanto por el mismo autor en el su- e ynstrucciones que para esto
que acompañaban al Adelantado, setenta eran en demasía / inclinada bien plemento de La Nación, 1 de tenemos hechas y se hizieren»
es de su natura; / envidia y enero de 1907).
mujeres. Martín Barco de Centenera, que via- (Capitulación con Jaime Ras-
querimonia la seguía, / flo- quin); «vos damos licencia y
jaba en la expedición, dedica los cantos VIII jedad y pereza y detractura. 26 facultad para que podáis dar
y IX de La Argentina a relatar el dificultoso (...) / Decid, no es de llorar tal La Recopilación de las Leyes de y repartir cauallerias y tierras
desventura, / que rindan las Indias era un conjunto de más en la dicha vuestra governación
trayecto: la armada sufre la falta de pericia mujeres al perfecto, / al sabio, de seis mil leyes ordenadas entre los vezinos españoles que
de los navegantes, varios temporales, ataques al necio, al pobre y al que es en nueve libros, de los que el en ella hubiere para que puedan
rico, / al Rey y caballero y sexto se ocupa en exclusiva labrar y criar y poblar en ella y
de los indígenas en Brasil… Sin embargo, el pastorcico». Centenera sabía de los indígenas. Durante el tomar vos por vuestra parte sin
principal problema fue el hambre: «a muchos bien de qué hablaba cuando reinado de Carlos II (1680), perjuicio de los yndios ni de otro
sostenía que ningún hombre una Real Cédula validó esa
el pellejo como manto / les cubre aquellos Recopilación.
tercero alguno» (Capitulación
podía sustraerse a los encantos con Juan de Sanabria).
huesos descarnados; / (...) Hoy mueren diez, femeninos: siendo arcediano
mañana mueren veinte (...) / los niños descae- de la Catedral de Paraguay, 27
fue juzgado por embriagarse, Ante las reiteradas denuncias
cidos sollozando, / (...) y las madres maldicen alardear de aventuras amoro- de abusos, Felipe II pidió infor-
su ventura». Según Centenera, esta situación sas, y mantener relaciones con mes al presidente de la Audien-
una mujer casada. La senten- cia de Charcas, que transmitió
hizo desertar a varios hombres, que fueron cia, de 14 de agosto de 1590, la orden al oidor Francisco de La gran figura silenciada:
La mujer en el primer siglo de la
condenados a muerte. Así las cosas, comieron lo condena «en privación de Alfaro. Tras recorrer Tucumán, conquista rioplatense
todo oficio de Inquisición, y Cuyo, Buenos Aires y Para-
cuanto encontraron, y llegaron al canibalis- MAR LANGA PIZARRO

115
29 los pobladores originarios de América habían Como apunta Alberto Salas, «la sexua-
Marilyn Godoy, La conquista
amorosa en tiempos de Irala, desaparecido: las enfermedades importadas, lidad indígena ejerció un atractivo fuerte y
Asunción, ed. de la autora, las batallas y el trabajo impuesto explican esa completo en la psiquis europea, abriéndole la
1995.
situación. imagen de una actividad sexual libre, natural
30 Resulta ya un tópico afirmar que la con- y sin controles (...) las mujeres de América
Así lo denomina el arcediano quista rioplatense no se llevó a cabo por me- fueron parte del botín debido a los conquis-
Barco Centenera, en una carta
sin fecha y sin firma, escrita dio de las armas sino a través del amor. Aun tadores»32.
desde Perú (donde Centenera reconociendo que el concepto de amor ha A pesar de su importancia en la consolida-
se encontraba en 1587) y diri-
gida a la «Sacra Católica Real variado notablemente desde el siglo XVI, no ción de la nueva sociedad, las veces en que las
Majestad». Se conserva en el podemos olvidar que el mestizaje se produjo indígenas aparecen en las crónicas coloniales
Archivo de Indias. La cita, entre
otros, Enrique Peña («Apuntes
entre unos recién llegados, y unas nativas a las suelen carecer hasta de nombre. Ignoramos
Bio-bibliográficos», edición de que consideraban inferiores: por ser indígenas incluso el de las que tuvieron especial trascen-
La Argentina antes citada), y y por ser mujeres. dencia en el devenir de la historia.
parece que la recoge Manuel R.
Trelles en el tomo IV de la Revista Para el europeo, toda mujer había de so-
Patriótica del Pasado Argentino. meterse al varón. Así lo dispone la Biblia: «las 2.1. La amante de Salazar (1539), la cómpli-
31 casadas estén sujetas a sus propios maridos, ce de los españoles
Memorial de 3 de marzo de como al Señor; porque el marido es cabeza
1545, Revista de la Biblioteca
Nacional de Buenos Aires, tomo
de la mujer, así como Cristo es cabeza de la Desconocemos quién era la mujer que ad-
I, p. 470. Citado por Efraim Car- iglesia, (...) como la iglesia está sujeta a Cristo, virtió a Salazar de que los indígenas planeaban
dozo, Paraguay de la Conquista, así también las casadas lo estén a sus maridos un ataque, aprovechando una procesión de
Asunción, El Lector, 1989, p.
80. en todo» (San Pablo, Epístola a los Efesios, 5). 1539. El éxito estaba casi asegurado: los españo-
Y así lo recomendaba también Fray Luis de les carecerían de armas con las que defenderse,
32
Alberto Mario Salas, Crónica León en una de sus obras más influyentes: La y el número de los atacantes era mucho mayor.
florida del mestizaje de las In- perfecta casada (1583). Sin embargo, gracias al aviso de una indígena,
dias S. XVI, Buenos Aires, Losa-
da, 1960.
A esta idea europea de la superioridad los conquistadores acabaron con los líderes de
masculina, se añaden las costumbres de algu- la conjura. Díaz de Guzmán y Félix de Azara
33 nos grupos indígenas. Como expone Marilyn hablan de ella como «una criada india» de
Las citas procen de Natalicio
González, Proceso y formación Godoy, Salazar. Otros escritores la convierten en su
de la cultura paraguaya, Asun- amante y, como le sucedió a la famosa Malin-
ción, Guarania, 1948, p. 102; y
Salas, op. cit., p. 20. la mujer araucana era una verdadera esclava del her- che, la tildan de traidora: así lo hacen Natalicio
mano, el padre o el marido que la adquiría en carácter González («para salvar la vida de su amante,
de compra y tenía sobre ella todos los derechos (...) la mujer traicionó a los de su raza») y Alberto
Algunos pueblos conocen el sacrificio humano, Salas («el amor que nos parece indudable en las
femenino en particular; en el Ecuador sacrifican indias, acabó haciéndolas traidoras»)33.
doncellas, en México sacrifican esclavas al Dios del Al tema de la amante de Salazar dedica
Agua y al Dios del Fuego y está muy generalizada la Hugo Rodríguez Alcalá dos de sus Romances
idea de que al rey se le debe enterrar con algunas de de la Conquista. El primero sigue a los cronis-
sus mujeres29. tas en el relato de los hechos. En el segundo,
Salazar tiene un sueño, y la indígena le ayuda
Según Schmidl, en el Río de la Plata, «el a interpretarlo, desvelándole así los proyectos
padre vende su hija, lo mismo el marido a su de su pueblo:
mujer cuando no le gusta, y el hermano a la
hermana; una mujer cuesta una camisa, un cu- Soñé con bosques de flechas / mojadas en roja
chillo, una hachuela, u otro rescate». También sangre...
era habitual regalarlas para establecer pactos, –Era sangre de cristianos / la sangre que tú soñaste.
y la mujer indígena pronto entendió que, si –Volaba un bosque de flechas / haciendo noche en
mezclaba su sangre con la de un español, su el aire.
descendencia gozaría de privilegios. –Flechas que tú viste en sueños / eran flechas de mi
El panorama que resulta de estos hechos padre.
no es precisamente el del «amor» en ese lugar –En mis sueños las serpientes / pululaban a millares.
de América cuya floreciente poligamia le hizo –Las serpientes de tus sueños / eran indios desleales.
merecer el sobrenombre de «Parayso de Ma- –Murciélagos en mi sueño / presagiaban negros
homa»30. El 3 de marzo de 1545, el capellán males.
Francisco González Paniagua escribía escan- –Guerrero de piel de luna, / ciñe tu yelmo brillante,
La gran figura silenciada: dalizado en su Memorial al Rey: «Mahoma y / arma tu brazo de hierro / antes que sea muy tarde
La mujer en el primer siglo de la
conquista rioplatense su Alcorán no permitían más de siete mujeres, / y antes que vuelen las flechas / pártelas en dos
MAR LANGA PIZARRO y acá tienen algunos setenta»31. mitades.

116
La recreación de Helio Vera en su cuento 2.2. Liropeya (hacia 1570): la rebelión me- 34
Publicado en Caravelle, 70
«Primeras letras»34 resulta altamente suge- diante el suicidio (1998), pp. 299-305, e incluido
rente. Frente a la actitud tradicional, no se en VV.AA. Cuentos del Mer-
cosur, Santiago de Chile, Ril,
enjuicia a la mujer ni como traidora a su La historia de Liropeya anticipa la visión 2002.
pueblo, ni como salvadora de la conquista. del indio que se difundirá en el Romanti-
La indígena observa con admiración un libro: cismo y, aunque no se la califique como tal, 35
También Argentina, en su afán
«La india Juliana hojea, absorta, el libro que tiene aspecto de leyenda inserta en la crónica de consolidar un proyecto civi-
el capitán Juan de Salazar de Espinoza le ha de Centenera: la indígena ha puesto como lizador urbano y blanco, chocó
con el problema de los «indios
dejado sobre la mesa. Sus ojos se llenan con requisito para la boda que su amado venza a salvajes», que saqueaban, ro-
el deslumbrante color de los grabados (...) ni cinco caciques. Cuando le falta uno, aparece baban y destruían las estancias.
Para atajarlos, hubo dos «cam-
hubiera pensado que existían sobre la tierra un español, que se enamora súbitamente de pañas del desierto»: la de Juan
objetos tan extraños y bellos». Desde la Liropeya. Ella pide a su prometido que no Manuel de Rosas (1833-1834) y
fascinación por los dibujos, llega el ansia de mate al soldado, los tres mantienen una con- la de Julio A. Roca (1878-1880).
Susana Rotker («Cautivas ar-
leer, una idea que satisface tanto a su amante versación en la que los indígenas demuestran gentinas: a la conquista de una
como a Centenera, convencido de que el la grandeza de su amor, y el español se va. Sin nación blanca», Working Papers
of the Latin American Program,
acceso al castellano y a la lectura es el medio embargo, poseído por su pasión, decide matar 233, 1997) da los siguientes
para difundir su doctrina. Tras esa escena, a Yandubayo para apoderarse de la muchacha. datos: «entre 1822 y 1830, 538
individuos ocuparon 7,800,000
se produce un corte: nos encontramos ante Mientras el soldado lo entierra, como le ha hectáreas en la pampa (...) los
la maquinación de los indígenas para acabar pedido Liropeya, ella se suicida. Anchorenas –primos de Juan
con las injusticias de los españoles. En contra Resulta lógico que la historia atrajera a los Manuel de Rosas (...)–, acumu-
laron 352,000 hectáreas y su
de todo pronóstico, estos últimos aparecen románticos rioplatenses, fundamentalmente hermano Prudencio, 73 mil. La
armados: «Los indios, sorprendidos, no ati- a los uruguayos, ya que, al crearse el nuevo Conquista del Desierto coman-
dada por Roca en 1878 y 1879
nan a reaccionar. Están convencidos de que estado (1830), se proyectó aniquilar a los agregó unas 54 millones de hec-
los enemigos conocieron el plan mediante la charrúas, para dar seguridad a los estancieros, táreas al ‘patrimonio nacional’.
Esos bienes fueron entregados
magia». Sin embargo, poco ha tenido que ver que se quejaban de los robos de ganado35. en gran parte a especuladores y
la magia en la victoria: Este pueblo arrastraba una pésima fama desde terratenientes».
los textos coloniales, y los propios españoles 36
El capitán retorna a su chacra, cansado, sucio y habían intentado acabar con él sin éxito36. Como señala Azúa en su obra
sudoroso, la coraza moteada de manchas de sangre. Aunque el Uruguay independiente barajó la citada, los españoles lucharon
contra ellos varias veces. En la
Lo recibe una Juliana ávida de seguir penetrando en posibilidad de llevar a los charrúas a la Pata- «batalla del Yí» (1702), acom-
el universo excitante que se despliega en los textos y gonia o forzarlos a trasladarse hacia Brasil, se pañados por dos mil guaraníes,
mataron a varios centenares de
en los grabados. Esta noche, Salazar deberá olvidar la optó por la aniquilación: el primer presidente, charrúas y condujeron a medio
fatiga de la matanza y leerle (...) le debe la vida a esta Fructuoso Rivera, les aseguró su amistad, y millar a pueblos de las misiones.
mujer que se apretuja contra su pecho y que ahora le los convocó a una reunión en el Queguay en Además, en 1751, el Goberna-
dor de Montevideo, José Joaquín
invita a acariciarla (...). Lo que ella le contó hace dos abril de 1831. Allí les quitaron las armas y los de Viana, dio orden de «sujetar
noches permitió detener el artero golpe de mano del caballos. El presidente disparó al cacique, y a los charrúas a la cruz y a la
campana o pasarlos a cuchillos
Jueves Santo. el ejército emprendió la matanza. Después, a todos los varones mayores
se trasladaron al campamento para asesinar a de doce años». La mala fama
puede ejemplificarse por la larga
En el relato, Juliana ha dado cuenta de la las mujeres y a los niños, y repartieron a los descripción de Félix de Azara,
sublevación para poder continuar adentrán- supervivientes como esclavos. que empieza recordando que
dose en el mundo de las letras. La Juliana Sobre el caso de Liropeya, Adolfo Berro «mataron a Juan Díaz de Solís»
y, después de dar otros datos,
de Helio Vera rompe con la oralidad de las escribió el poema «Yandubayú», que se pu- se centra en la falta de higiene:
culturas indígenas: la escritura es un bien tan blicó póstumamente en el volumen Poesías «tienen muchos piojos, (...) no
lavan nunca sus vestidos ni sus
preciado que hace todo lo necesario para que (Montevideo, Imprenta Nacional, 1842). Los manos, ni su cara, ni su cuerpo
nadie interrumpa su proceso de adquisición. versos octosílabos comienzan la historia in (...) no se puede encontrar nada
más sucio ni, por consecuencia
Por ello, este personaje se puede considerar media res, y la acaban con el suicidio de la in- oler nada más apestoso. Tam-
un emblema del cambio cultural que supuso dígena: «Abre otra fosa, le dice / ¡oh maldecido poco barren jamás sus habita-
para estas mujeres el contacto con los espa- cristiano / y con la espada sangrienta / se pasa ciones, y no cosen ni hilan (...)
han dado más que trabajar a los
ñoles. el seno angustiado». Además, el compositor españoles y les han hecho derra-
A pesar de la importancia de las nativas uruguayo León Ribeiro creó la ópera Liropeya mar más sangre que los ejércitos
de los incas y de Moctezuma».
en la configuración de la sociedad colonial, (1881), que sería estrenada en el Teatro Solís;
apenas hay literatura sobre ellas: su presencia y el escritor argentino-uruguayo Florencio
se suele limitar a la de personajes secundarios Escardo puso la historia en boca del personaje
en obras que otros protagonizan. Constituye femenino de Abayubá (Montevideo, Impren-
una excepción Liropeya, cuyos avatares sir- ta La Tribuna, 1873): Tupaayqué cuenta que La gran figura silenciada:
La mujer en el primer siglo de la
ven de contrapunto a los de Lucía Miranda. «Lirompeya» fue violada por el conquistador conquista rioplatense
«Caraballo», y el protagonista le responde: MAR LANGA PIZARRO

117
conozco esa historia; hé aquí lo que sírvennos como esclavos y nos dan sus hijas para que
nos trae el estrangero, sangre, rui- nos sirvan en casa y en el campo, de las cuales y de
na, desgracia. Oh! malditas virtudes nosotros hay más de cuatrocientos mestizos entre va-
las que nos quiere enseñar asolando rones y hembras; porque vea vuestra merced si somos
nuestro país, talando nuestros cam- buenos pobladores, lo que no conquistadores38.
pos, robando nuestras mujeres, ase-
sinándonos desde lejos con sus armas Cuando murió el gobernador Domingo
de explosion (p. 6). Martínez de Irala (1556), su testamento operó
una suerte de legalización del mestizaje: espe-
Juan Zorrilla de San Mar- cificaba que había tenido tres hijos y seis hijas
tín se hizo famoso por el con siete indígenas (seis criadas suyas, y una
poema épico católico Tabaré de Diego de Villalpando). Unos años antes,
Liropeya. Cuadro en la Asociación Correntina General
(1888), del que Javier García había casado a algunas de esas hijas, a las que
San Martín. Méndez sostiene que «contri- daba el tratamiento de Doña, con españoles
buye a borrar de la historia esa partidarios de Alvar Núñez Cabeza de Vaca,
atrocidad, componiendo una como medio para terminar con la división que
37 pretendida elegía de los charrúas que en rea- había surgido entre los españoles. Las bodas
Javier García Méndez, «Azul…,
Tabaré, El zarco: Líneas diver-
lidad los bestializa, transforma la masacre de sirvieron, de hecho, para empezar a considerar
gentes de un fin de siglo», Ar- que fueron víctimas en ‘misteriosa desapari- españoles a los descendientes de estos, aunque
gos (México), 18 (2001). Sin
embargo, cabe recordar que,
ción’ y hace remontar esa desaparición a unos uno de sus progenitores no fuera europeo. De
aunque Zorrilla estaba imbuido tres siglos antes de su fecha efectiva»37. ese modo, se creó una brecha entre las crio-
por un espíritu romántico que Posteriormente, Mercedes Pujato Crespo llas y mestizas y las indígenas39: estas últimas
le hizo caer en los tópicos del
momento, cantó a los charrúas y Carmelino Vedoya publicaron Liropeya: quedaron relegadas a un papel casi exclusivo
con sinceridad. «El ángel de los poema dramático en tres actos basado en de sirvientas y concubinas.
charrúas» (1877) acaba así: «se
apagó la luz del mundo, / se
una leyenda argentina (Buenos Aires, Rosso, El aumento del número de mestizos pron-
ahogó la dulce armonía, / volvió 1928); Julio A. Sierra puso el relato en boca de to provocó el recelo de los españoles. En
la sombra a envolver / los muer-
tos en la campiña /. (...) ¡Cayó
uno de sus personajes inventados de La Ñusta 1579, el tesorero Hernando de Montalvo
una raza inocente! / ¡Sin dar Ortiz; y Hugo Rodríguez Alcalá le dedicó escribía al rey:
un paso hacia atrás / dobló la uno de sus Romances de la Conquista, en el
bronceada frente! / ¡Cayó una
raza inocente / para no alzar- que no duda en aportar datos de su cosecha, Estas provincias han menester gente española, sobre
se jamás!» (Rimas y leyendas, ni en cambiar el final de la historia: «¡No! –or- todo porque es muy poca y van cada día en más
Montevideo, Arca, 1968).
dena ella– Primero / a Ñanduballo lo entierra. crecimiento los hijos de la tierra, ansí criollos como
38 (...) / Y apenas él se descuida / ella la empuña mestizos, que de cinco partes de la gente, las cuatro
«Carta de Alonso Riquelme de
Guzmán a su padre Ruy Díaz
[la espada del soldado] resuelta / y feroz, en el son de ellos, (...) tienen muy poco respeto a la justicia,
de Guzmán», Colección García cristiano / la clava con muerte cierta». Resulta hacen cada día muchas cosas dignas de castigo y no se
Viñas. La recoge Ricardo de interesante que, en este Romance, se plantee castiga ninguna, (...) son muy curiosos en las armas,
Lafuente Machaín, Capitanes de
acero, Buenos Aires, 1942, p. una de las grandes dudas que enfrentamos grandes arcabuceros y diestros a pié y a caballo40.
81. cuando las crónicas se refieren a las indíge-
39
nas: «¿Cómo sería esta india / aún virgen, de 3.1. Juana Ortiz de Zárate, la Gobernadora
A finales del periodo que nos cuántos años?». La ventaja del literato es que (1576-1584)
ocupa, había en el Río de la
Plata unos doce mil españoles
puede hacer valer su imaginación para dotarla
y descendientes de estos, y un de una imagen: «sus abundantes cabellos. / De la relación entre el adelantado Juan
millón de indígenas. Y éstos, sobre sus hombros / y las curvas de Ortiz Zárate y doña Leonor Yupanqui, em-
40 sus pechos, / aire de diosa le daban / con cen- parentada con el inca Atahualpa, nació Juana,
Reproducido por Óscar Teran, telleos de ébano». De ese modo, la literatura que fue reconocida como hidalga por una Real
Alberdi póstumo, Buenos Aires,
Puntosur, 1988, p. 150.
suple las omisiones de la historia. Cédula de 1570. Mediante una carta del 23 de
agosto de 1587, Hernando de Montalvo daba
41
José Torre Revelló, Documentos
3. LAS MESTIZAS cuenta del fallecimiento del adelantado, y de
históricos y geográficos relativos su voluntad de dejar como sucesora de la go-
a la conquista y colonización El mestizaje comenzó en el Río de la bernación a Juana: «murio EladeLant.Joan/or-
rioplatense, 1941, I, 21. Citado
por María Teresa Condés Pala- Plata desde la llegada de los primeros españo- tiz de Çarate a.26. de Enero del año de76. dexo
cios, op. cit., p. 364. les, que quedaron fascinados por la libertad una hija natural avida en una yndia a La cual
sexual y la poligamia que se practicaban en dexo por su unica Eredera de toda su hacienda
América. Se regocija de ello con ironía Alonso y por governadora delas provincias que fue
La gran figura silenciada: Riquelme de Guzmán, en una carta que dirige por La segunda vida de que. V. mg.»41.
La mujer en el primer siglo de la
conquista rioplatense a su padre, desde Asunción, en 1545: Juan Ortiz de Zárate nombró a Garay
MAR LANGA PIZARRO Teniente Gobernador del Río de la Plata en

118
1574, y le encargó que se ocupase del cum- La vida de Juana Ortiz de Zára-
plimiento de las cláusulas de su testamento. te interesó también a Pedro Tadeo
Al morir Zárate, Garay fue a Charcas, donde Acevedo, quien publicó el estudio
intervino en la boda de Juana con el sevillano Amores de la princesa Ynca Leonor
Juan Torres de Vera y Aragón, oidor de Chile Yupanqui y el romance de la indohis-
y de Charcas. El virrey de Perú, Francisco pana Juana Ortiz de Zárate (Buenos
de Toledo, quería que ella se casara con su Aires, Imprenta de la Universidad,
hijo, y los mismos planes tenía para el suyo el 1935); a José Ignacio Garmendia,
oidor Juan de Matienzo: cada uno pretendían autor de El casamiento de Doña Jua-
convertir a su vástago en el nuevo adelantado. na Ortiz de Zárate: crónica histórica
Frustrados sus planes, el virrey mandó encar- colosal (Buenos Aires, Jacobo Peuser,
celar a Torres y a Garay. Para entonces, este 1966), y a Hugo Rodríguez Alcalá,
último había precipitado su marcha a Asun- que la usa como base para uno de sus
ción, llevando el nombramiento que Torres le Romances de la Conquista.
había otorgado, y que lo convertía en Lugar- Juana Ortiz de Zárate. Detalle de la portada de
teniente General del Río de la Plata. 3.2. Ana Díaz, la pobladora (1580) Julio A. Sierra, La ñusta Ortiz.
A esta historia dedica Julio A. Sierra La
Ñusta Ortiz: vida y amores de una princesa A finales del siglo XVI, la vida
inca, donde mezcla múltiples personajes rea- no era fácil para los asuncenos: las invasiones 42
les con algunos inventados, como el mestizo desde Brasil hacían peligrar los asentamientos Como el Bando de Zárate de
1575 (p. 125), la Real Cédula
Alonso, que tiene gran relieve en una novela limítrofes. La esperanza de la región pasaba de 1570 que reconocía a Juana
que une los recursos de la ficción (cambios por buscar una salida al mar. Por ello, cuando Ortiz y le concedía los títulos y
haciendas de su padre (p. 179),
súbitos de escenario, flash-back, invención Juan de Garay asumió el gobierno de Asun- el Acta de la segunda fundación
de anécdotas…) con la inclusión de las di- ción, decidió repoblar Buenos Aires (1580), de Buenos Aires (p. 248)…
versas versiones que se han dado para los que había sido despoblada por orden de Irala
mismos hechos, e incluso con fragmentos (1541). Según la carta que envió Garay el 20
de documentos reales42. Las feroces luchas de abril de 1582, la refundación se llevó a cabo
políticas del momento, las dificultades en los con 74 pobladores, de los que 53 eran criollos
preparativos para la expedición de Zárate, y mestizos. Entre ellos se encontraba Ana
los avatares del desgraciado viaje, y los últi- Díaz, considerada como la única mujer de la
mos derroteros de los incas hasta la muerte expedición. Sin embargo, esto no es cierto: era
de Tupan Amarc, comparten espacio con la la única que no viajaba con un familiar varón,
biografía de Juana. pero los documentos recogen los nombres de
El relato comienza narrando la llegada de casi una treintena de mujeres, esposas e hijas
Zárate a Lima, y su unión con Leonor Yu- de los pobladores. Y ello sin contar a las indí-
panqui. Juana se cría en la confluencia de dos genas, cuyo número se desconoce.
culturas, por eso se erige en defensora de los No existen muchos datos sobre Ana Díaz:
indígenas (por ejemplo, logra salvar de la cas- parece que era viuda, que en Asunción tra-
tración a un pastor al que habían sorprendido bajaba la tierra, que instaló una pulpería en
en un acto de zoofilia, p. 82), pero jamás se su solar de Buenos Aires, y se casó allí con
plantea si la conquista es lícita o si los españo- el mestizo Juan Martín. Su figura ha queda-
les tienen derecho a someter a los nativos. do en el recuerdo de distintos literatos. El
En la novela, podemos observar la posi- poeta paraguayo bilingüe (en castellano y
ción de las mujeres en la sociedad de esa épo- guaraní) Carlos Agustín Bedoya (1938), co-
ca. Los intentos de evitar que puedan heredar nocido como Tumbita, es autor de un poema
aparecen varias veces: «mujeres adelantadas y musicalizado «Mamá Ana Díaz». Además, la
encomenderas son siempre un problema» (p. historiadora Josefina Cruz de Caprile le de-
61), sostiene uno de los personajes, con idén- dica un capítulo de la novela Juan de Garay,
ticos argumentos a los que Toledo expondrá el conquistador conquistado (Buenos Aires,
más adelante: «todavía no sé cómo Su Ma- Instituto de Cultura Hispánica, 1973); Hugo
jestad permite que huérfanas y viudas sigan Rodríguez Alcalá, uno de sus Romances de la
heredado. Es un peligro para la estabilidad de Conquista; y Roa Bastos la menciona en un
este reino» (p. 181). Y el mismo Toledo, que episodio de Yo, el Supremo (Buenos Aires,
como virrey trata de aprovecharse de su deber Siglo XXI, 1974), en el que juega con la poca
de proteger a viudas y huérfanas, afirma con precisión del plano de Garay, y con la escasa La gran figura silenciada:
La mujer en el primer siglo de la
desprecio: «Bah, ninguna mujer es libre de fiabilidad de los testimonios. No es difícil que conquista rioplatense
elegir nada» (p. 203). el autor paraguayo recordara el cuento «La MAR LANGA PIZARRO

119
43 fundadora», donde Manuel Mujica Láinez Reclutados en los territorios de las ac-
Simón Bolívar, «Discurso», Co-
rreo del Orinoco, 19-22, del (op. cit.) imaginó a Ana Díaz acosada por to- tuales Angola, la República Democrática del
20 de febrero al 13 de marzo dos los varones de la nueva Buenos Aires. Congo y Guinea, los esclavos eran vendidos
de 1819.
en mercados como el del puerto angoleño de
44 4. LAS NEGRAS Y LAS MULATAS San Pedro de Loanda. Los barcos negreros se
Citado por John M. Lipski, Un re- dirigían a destinos americanos como Buenos
manente afrohispánico: el habla
afroparaguaya de Camba Cua, La presencia de negros en la América Aires, desde donde los esclavos se distribuían
digitalizado en http://www.per- conquistada por españoles es un tema que al interior de la provincia. El índice de mor-
sonal.psu.edu/jml34/afropar.
pdf. Otros autores, como José muchas veces se ha obviado, negado o mi- tandad durante el viaje era elevadísimo: por
María Iraburu, aumentan la cifra nimizado. Así hablaba Bolívar en su famoso ejemplo, un documento fechado en Monte-
hasta quince millones.
discurso de Angostura (1819): «no somos video en 1804 da cuenta de la llegada «de la
45 europeos, no somos indios, sino una especie Fragata portuguesa El Joaquín con esclava-
Archivo de Indias, tomo 28, do- media entre los aborígenes y los españoles. tura procedente de Mozambique, iniciando
cumento 825, fechado en Va-
lladolid el 19 de julio 1534. Lo Americanos por nacimiento y europeos por su viaje con 301 negros, de los cuales sobre-
cita con sorpresa Norma Videla derechos»43. Evidentemente, hay en esta cita vivieron 30 por las enfermedades»47. Desde
Tello, «La Argentina, un país de
blancos. El ocultamiento de la una reivindicación de lo español y lo indí- que el adelantado Alvar Núñez Cabeza de
mestización», 2000, digitaliza- gena, y una ocultación de la presencia negra. Vaca «hace publicar un pregón para que los
do en http://www.magicasrui-
nas.com.ar/revdesto048.htm
Sin embargo, el historiador chileno Rolando oficiales reales hiciesen fabricar un hierro para
Mellafe estima que, durante el periodo colo- marcar a los esclavos traídos de España»48,
46 nial, llegaron a Indias unos tres millones de hasta la prohibición de la práctica (1784), una
Durante la primera etapa de la
conquista (1493-1595), el envío esclavos negros44. vez en tierra, los esclavos eran medidos y
de esclavos a América estuvo Por lo que respecta al Río de la Plata, la nuevamente marcados con hierro.
prohibido, con la salvedad de
las licencias que el rey concedía documentación existente certifica que ya los Generalmente, los negros desarrollaban
a través de contratos puntuales. integrantes de la expedición de Mendoza so- labores agrícolas, tareas domésticas y los ofi-
Más tarde (1595-1778), se di-
fundió el sistema del asiento: un
licitaron llevar consigo un gran número de es- cios artesanales que los españoles no querían
contrato de arrendamiento de clavos negros de ambos sexos45. Poco después, realizar. En los momentos más conflictivos,
barcos armados, por un tiempo tuvo lugar en Buenos Aires el primer remate también los alistaron para combatir. Sin em-
determinado o para una acción
concreta. La necesidad de mano público: tras su naufragio (1538), Pancaldo bargo, se les prohibieron actividades como
de obra llevó al establecimiento fue sometido a juicio por no haber pagado la venta de vino49, seguramente debido a la
del Reglamento de Libre Comer-
cio en 1778. aranceles para transportar dos esclavos, que mala fama que arrastraban: no faltan los do-
fueron subastados el 20 de enero de 1539. cumentos en los que se hacen llamamientos
47
Tribunales leg 94 Expediente 15
El primer asiento real46 se ajustó con a «vagabundos, negros y mulatos» como si
Sala IX 36-7-3. Se halla en Pedro Gómez Reynel (Real Cédula del 30 de una sola categoría se tratara, ni los que les
A.G.N. Proyecto UNESCO Digi- de enero de 1595), a quien se concedió, por dan plazo para colocarse, los instan a vivir
talización de documentos sobre
esclavos (http://www.mininte- término de nueve años, el derecho de llevar conforme a las leyes, o les prohíben el juego,
rior.gov.ar/larutadelesclavo/in- anualmente a Indias 4.250 negros esclavos, de los cantos y los bailes «indecentes»50.
teriorcd.htm).
los que seiscientos estaban destinados al Río Por lo que respecta a las negras, cabe
48 de la Plata. recordar que los esclavos estaban obligados
Juan Francisco Maura, Españo-
las de ultramar en la historia y
a viajar con sus esposas; y que, en algunas
en la literatura (siglos XV a XVII), capitulaciones, se especifica la proporción
Publicaciones de la Universidad otros, pueden consultarse en ciudad que se coloquen en el de esclavas que se han de transportar: gene-
de Valencia, 2005, p. 115. A.G.N. Proyecto UNESCO, término de 15 días» (6-12-
antes citado. 1745, Buenos Aires: Bandos ralmente, un tercio del total. Estas mujeres
49 libro 1 folio 80 Sala 9 8-10- trabajaron fundamentalmente en el servicio
La venta de vino se prohibe a 50 1, 1743-1753); «Bando que
los negros en un bando fecha- Sirvan de ejemplo: «Bando prohíbe a los negros y mulatos doméstico y como amas de cría. Por otra par-
do en Buenos Aires el 17-8- que ordena abandonar los tra- el juego y los bailes inde- te, según señala Coria en la obra antes citada,
1620 (Cabildo de Buenos Aires. bajos en las obras públicas en centes» (3-11-1766, Buenos
Actas. Tomo 3 Sala 9 27-6-7 la ciudad, y que vagabundos, Aires: Bandos libro 3 foja: 101
la negras «fueron siempre consideradas como
foja: 342). Además, contra la negros y mulatos se presenten reverso y 102 anverso Sala 9 el botín obligado o el premio cotidiano de los
prohibición del trabajo de los a trabajar en la cosecha» (13- 8-10-3), «Bando prohibiendo hombres blancos, llevados muchas veces por
negros en las pulperías protesta- 12-1766, Buenos Aires: Ban- los bailes indecentes de negros
ron sus dueños, según recoge el dos libro 3 foja: 109-109vta y mulatos en la ciudad» (6-5- la leyenda de la insaciable capacidad sexual».
documento fechado en Buenos Sala 9 8-10-3); «El procurador 1766, Buenos Aires: Bandos Al contrario de lo que sucedió en el caso de
Aires el 17-2-1642 (ibid. Tomo General peticiona al Cabildo libro 3 foja: 77-82 Sala 9
6 Sala 9 27-7-2 folio: 90-90vta). para que los negros y negras 8-10-3), etc. las indígenas, los hijos de las negras y los blan-
Estos documentos, y muchísimos sean obligados a vivir confor- cos no fueron reconocidos por estos, sino que
me a las leyes en vigencia» 51
(5-5-1736, Buenos Aires: Ca- Norberto Ras, «Criollismo y
ingresaron el cómputo de los esclavos.
bildo de Buenos Aires. Actas. Modernidad: Un análisis for- Norberto Ras estima que, en el virreinato
La gran figura silenciada:
Tomo 24 Sala 9 27-8-7 fojas: mal de la idiosincrasia crio- del Río de la Plata, la población negra superó
La mujer en el primer siglo de la 101vta y 103), «Bando que lla». Digitalizado en http://
conquista rioplatense ordena a los indios, negros y www.anav.org.ar/sites_perso- el 20%51. Otros autores aumentan la cifra
MAR LANGA PIZARRO mulatos sin ocupación en la nales/12/index.htm hasta el doble. Sea como fuere, en el siglo XIX

120
se produce una «misteriosa desaparición» de ros chanflones»58: «Manda
negros rioplatenses: como destacó Susana que toda mulata / la del
Rotker en la obra antes citada, «a comienzos turbante mejor / que al cie-
del siglo XIX una de cada tres personas de lo sube el copete / para ser
Buenos Aires era negra52, mientras que a fines presa del sol, / dé los cari-
de la década de 1880 la proporción se redujo ños a cuarto; / porque una
a menos del dos por ciento». Similares son los pobre afición / les pide una
datos para Paraguay y Uruguay. La disminu- ceña vuelta / en un medio
Diego Velázquez, La mulata (ca 1617).
ción se ha tratado de explicar por las mezclas real de amor». Dos centu-
de sangre, las enfermedades y la participación rias después, la visión del
en las guerras. Pero, al margen de esos moti- nicaragüense Rubén Darío, en «La negra Do- 53
vos, hay uno ideológico: la negación de esa minga»59, no había variado sustancialmente: Existen numerosos estudios que
establecen la relación del tango
ascendencia, por el afán de imitar los modelos «Serpentina, fogosa y violenta, / con caricias (y también del flamenco) con la
sociales europeos o por simple racismo. Este de miel y pimienta / vibra y muestra su loca música africana.
último elemento está ya presente los textos pasión: / fuegos tiene que Venus alaba / y en- 54
coloniales: cuenta Centenera en su octavo vidiara la reina de Saba / para el lecho del rey Por ejemplo, Guido Rodríguez
Alcalá es autor de «El negrito
canto que, en la isla de Santiago, «A mi posada Salomón». En las milongas rioplatenses del Pilar» (Curuzú cadete, Asunción,
vino un caballero / de buena compostura y siglo XX, las negras continúan caracterizadas Criterio, 1990), que trata sobre
bien tratado, / alegre, conversable y placente- por su belleza (por ejemplo, la letra de «Aza- un negro esclavo de Gaspar
Rodríguez de Francia, que se
ro, / y con una encomienda señalado. / Tiene bache», escrita en 1942 por Homero Expósito, convierte en parte del aparato
una negra allí mucho dinero, / con ella se casó dice: «¡Ay morenita, tus ojos / son como luz represivo del estado.
el desventurado. / ¡Mirad pues el dinero a de azabache! / Tu cala parece un sueño / ¡Un 55
cuánto obliga!». sueño de chocolate!»), y solo se tratan sus John Lipski (A History of Afro-
Hispanic Language. Five centu-
Si hacemos un somero y nada exhaustivo problemas de forma tangencial (como ocurren ries, five continents, Cambridge
repaso a la literatura negra rioplatense, tene- la famosa «Negra Maria», de Homero Manzi, University Press, 2005. Apéndi-
mos que partir de Joaquín Lenzina («Ansina», 1942). Recientemente, en Mulata del diablo ces en http://www.personal.psu.
edu/faculty/j/m/jml34/afrotext.
1760-1860), el payador al que Artigas compró (México, Fontamara, 1998), de Juan Trigos, la doc) recoge, entre otros muchos
para otorgarle la libertad. A su voz se unieron mulata seguía siendo un dechado de belleza y ejemplos, la anónima «Carta a
la negra Catalina a Pancho Lu-
otros payadores, reales (Higinio Cazón, Luis erotismo que, a cambio de mantener relacio- gares», de 1830 («tio Juan, mi
García, Gabino Ezeiza…) o literarios (como nes sexuales con el diablo, conseguía la eterna malido, quieli también esclibí.
El es neglo bosalona pelo neglo
el «payador moreno» del libro V de Martín juventud. Así pues, el paso de los siglos no ha fedelá y agladecido a la Patlia
Fierro). Además, hay múltiples referencias a servido para que la literatura profundice en la que le dió la libeltá») y el «Canto
los negros en los tangos decimonónicos53; y, problemática de la mujer negra, sino para que patriótico de los negros celebran-
do la ley de libertad de vientres
en el siglo XX, un buen número de negros se se reincida en los tópicos acuñados. y a la constitución», de Francisco
incorporó a la creación literaria. Acuña de Figueroa (1944).
La literatura rioplatense que se centra en CONCLUSIÓN 56
los negros suele recoger hechos posteriores Entre ellos, el famosísimo «Ro-
mance de la niña negra», del ar-
a la Independencia54, como la celebración de Como hemos podido ver, las mujeres tu- gentino Luis Cané (1897-1957).
las leyes de libertad de vientres55 o las quejas vieron un papel fundamental en los cambios
por la discriminación56. Entre las excepciones, se operaron en el Río de la Plata durante 57
Los dos textos citados los recoge
se halla Canto al África (1877), de Casildo el primer siglo de presencia española. Los Alejandro Solomianski en Iden-
Gervasio Thomson, donde se denuncia la conquistadores llegaron acompañados por tidades secretas: la negritud ar-
gentina, Rosario, Viterbo, 2003.
crueldad de la trata de esclavos. El poema mujeres blancas de toda condición: esposas,
comienza con una visión idílica del continente criadas, esclavas, solteras que buscaban un 58
Recogido por Monica Mansour,
africano y, en una interesante inversón del tó- mejor porvenir... Los españoles no se priva- La Poesía Negrista, México, Era,
pico de civilización y barbarie, es el blanco el ron de poblar la zona mezclando su sangre 1973, p. 70.
que aparece como una bestia que termina con con la de las indígenas, a las que despreciaron
59
la armonía mediante la esclavitud. También el a pesar de sus atractivos sexuales; se casaron Apareció en 1892, en la pu-
poema de Carlos Carbone «Que toquen sus con las mestizas, a quienes dieron rango de es- blicacón periódica cubana La
Caricatura. Lo recoge Enrique
tambores» trata el tema de la esclavitud, esta Noble (ed.), Literatura afrohis-
vez centrándose en la experiencia de un barco pano-americana. Poesía y prosa
de ficción, Massachusetts, Xerox,
negrero57. 52 En (...) el censo de 1777, los
1973, p. 90.
Por lo que se refiere a las negras y mulatas, Señala John M. Lipski (Un re- negros representaban un 30%
manente afrohispánico…, op. de la población de Buenos
su presencia literaria, escasa y casi siempre cit.): «En 1843, cuando la Aires (Comadrán Ruiz 1969).
secundaria, suele reforzar el tópico de la sen- trata africana al Plata ya había El censo de 1810, en vísperas La gran figura silenciada:
cesado, unos 4,300 negros de la independencia, también La mujer en el primer siglo de la
sualidad. En el siglo XVII, el español Juan del vivían en Montevideo, cuya registraba un 30% de pobla- conquista rioplatense
Valle y Caviedes las describía así en «Caballe- población total era de 31.000. dores negros y mulatos». MAR LANGA PIZARRO

121
60 pañolas; y procrearon con las negras, aunque el colmo de soledad conducía al colmo de gregaris-
Julio Cortázar, Rayuela, Buenos
Aires, Sudamericana, 1963, p. las discriminaran abiertamente. mo, a la gran ilusión de la compañía ajena, al hombre
20. A pesar de ello, las referencias a las muje- solo en la sala de los espejos y los ecos (...) entraban
res del primer siglo de la conquista rioplatense en la peor paradoja, la de estar quizá al borde de la
son escasas, tanto en las crónicas coloniales otredad y no poder franquearlo. La verdadera otre-
como en las recreaciones literarias posterio- dad hecha de delicados contactos60.
res. Además, no por previsible nos parece
menos sorprendente que, conforme «la otra» Un paraíso de Mahoma no existe sin muje-
es «más otra», mayor resulte su invisibilidad. res. Ninguna realidad actual puede entenderse
Parece que, a los conquistadores (a los de las sin tener en cuenta el pasado. Por ello, es ne-
crónicas y a los de la literatura), se les puede cesario desterrar tópicos: franquear el borde
aplicar la frase de Cortázar, que hablaba de de la otredad para descubrirla.
tiempos y personajes muy diferentes de los
que aquí nos ocupan:

La gran figura silenciada:


La mujer en el primer siglo de la
conquista rioplatense
MAR LANGA PIZARRO

122
Francisco José López Alfonso
Profesor Titular de la Universi-
dad de Valencia, es autor de los
libros, César Vallejo, las trazas
del narrador y «Hablo, señores,
de la libertad para todos» (López
Albújar y el indigenismo en el
Perú) y editor de la antología
Indigenismo y propuestas cultu-
rales. Actualmente tiene en prensa
una biografía y antología de José

LAS TRADICIONES DE RICARDO PALMA, Carlos Mariátegui.


Ha publicado artículos sobre la
narrativa del período de Indepen-

UN CIERTO SABER HISTÓRICO dencia –la novela Jicoténcal y las


novelas de Fernández de Lizardi–,
literatura brasileña –Machado de
FRANCISCO JOSÉ LÓPEZ ALFONSO Assís, Guimaraes Rosa, Rubem
Fonseca, Dalton Trevisan– y li-
teratura de vanguardia –el men-
cionado Vallejo, Pablo Palacio,
Roberto Arlt–, novela regionalista
y diversos autores.

Al igual que El Quijote de Pierre Menard, –escribía–, representativo, expresador y centi-


Las tradiciones peruanas de Ricardo Palma nela del Colonialismo, es un historizante ane-
incorporan inevitablemente el juicio acerado cdótico, divertido narrador de chascarrillos
que de ellas hiciera Manuel González Prada. fichados y anaquelados. Escribe con vistas a 1
Manuel González Prada, «Dis-
Como presidente del Círculo Literario y vo- la Academia de la lengua y, para contar los curso en el Teatro Olimpo», en
cero de la nueva generación, González Prada devaneos y discreteos de las marquesitas de Manuel González Prada, Pá-
ginas libres. Horas de lucha,
negaba a Palma los valores de guía y maestro pelo ensortijado y labios prominentes, quiere Barcelona, Biblioteca Ayacucho,
y arremetía contra las Tradiciones: usar el castellano del siglo de oro»3. 1985, pp. 25-33 (p. 27).
El anatema continúa repitiéndose bastan-
2
¿Quién debe guiarnos? tes años después en los textos de José Miguel Citado por Walter J. Peñaloza,
Ningún escritor nacional ni español. Oviedo. En el prólogo que acompaña a su «Significado de Palma en la cul-
tura peruana», en Ángel Flores,
Aquí nadie tiene que arrogarse el título de maestro, antología de las Tradiciones para Biblioteca Orígenes del cuento hispano-
porque todos somos discípulos o aficionados. (…) Ayacucho el calificativo «agridulcete» pro- americano. Ricardo Palma y sus
Tradiciones, México, Premia Edi-
Cultivamos una literatura de transición, vacilaciones, longa su efecto corrosivo, de manera que tora, 1979, pp. 11-28 (p. 18).
tanteos y luces crepusculares. De la poesía van des- –cito– «Palma no adora irrestrictamente la
apareciendo las descoloridas imitaciones de Bécquer; colonia (…). Pero su crítica nunca es tajante, 3
Citado por José Carlos Mariá-
pero en la prosa reina siempre la mala tradición, (…). El espíritu de Palma no es tanto colo- tegui, Siete ensayos de inter-
ese monstruo engendrado, por las falsificaciones nialista, como ambiguo y tolerante: aunque pretación de la realidad perua-
na, Barcelona, Editorial Crítica,
agridulcetes de la historia, la caricatura microscópica encuentre en el pasado motivos de repudio, 1976, p. 204.
de la novela1. eso no lo aparta de él (…). Puede tener defec-
4
tos, pero el pasado es su refugio, su paraíso José Miguel Oviedo, «Palma en-
Estas palabras del «Discurso en el Teatro psicológico cuando la época actual lo hiere tre ayer y hoy», en Ricardo Pal-
Olimpo», pronunciado en octubre de 1888, con su prosaísmo y practicidad. Su evasión al ma, Cien Tradiciones Peruanas,
Caracas, Biblioteca Ayacucho,
marcaron el distanciamiento entre ambos pasado está llena de concesiones». Su imagen 1977, pp. ix-xlv, pp. xxxvi y xl.
escritores y, sobre todo, marcaron muchas de la colonia es «complaciente y cortesana»,
5
de las lecturas que hasta el día de hoy se han «ajena a los niveles problemáticos de la rea- José Miguel Oviedo, «Palma y su
hecho de la obra de Palma. Ya Rufino Blanco lidad»4. ´nueva´ manera de narrar», en
Flores, op. cit., pp. 31-44 (pp.
Fombona en el prólogo que escribió para la Esta ambigua y tolerante interpretación se 34 y 43).
segunda edición de Pájinas libres (Madrid, perfila en un estudio posterior, que hace de
1915) se hacía eco de la insidia y concretaba Palma el gestor de «una añorante alianza con
«las falsificaciones agridulcetes de la historia» el pasado» para afirmar una imagen nacional
en un elogio del virreinato, en un canto del del Perú y para encontrar en ese pasado el
esclavo a sus dominadores. Palma resultaba linaje literario que lo elevará desde sus orí-
así –cito– «un españolizante, un retardatario, genes de medio pelo, esto es, de clase media
un espíritu servil, un hombre de la colonia»2. baja. «Se convirtió literariamente –sentencia
Todavía más fiel al ataque de González Oviedo– en un reaccionario para que la Lima
Prada resultaba Federico More, quien en un semicolonial del XIX se inclinase ante él»5 . Las Tradiciones de Ricardo Palma,
un cierto saber histórico
ensayo de 1924 demostraba lo bien que se En una línea muy próxima se expresa FRANCISCO JOSÉ
había aprendido la lección: «Ricardo Palma Antonio Cornejo Polar. De hecho, valora LÓPEZ ALFONSO

123
un libro de Oviedo –Genio tiva, si para Cornejo «el proyecto representa-
y figura de Ricardo Palma, do por las Tradiciones no es hispanista»10, no
Buenos Aires, Editorial Uni- deja de estar muy condicionado por la lectura
versitaria de Buenos Aires, que de ellas hizo Riva Agüero.
1965- como el más útil de los Por fortuna, existe otra corriente críti-
escritos sobre Palma y las Tra- ca que, al desentenderse del enfrentamiento
diciones. Así, para Cornejo las entre Palma y Prada, no ha incurrido en los
Tradiciones también elaboran errores propiciados por una historiografía
una imagen edulcorada de la de banderías, tan simplificadora como de-
colonia, en la que nada, dice, formante y que establece la existencia de dos
«era muy trágico, ni muy in- tradiciones literarias en el Perú: la primera,
justo, ni siquiera las hogueras criolla y blanca, colonialista y limeña, con-
de la Inquisición»6. En este servadora, y la segunda, mestiza e indígena,
proyecto palmista, la supre- indigenista y provinciana, progresista.
sión de las contradicciones Curiosamente, fueron los belicosos miem-
sociales resulta fundamental. bros de la generación de la Reforma Universi-
Anónimo, Escudo alegórico en honor a Bolívar. 1825.
Instituto Nacional de Cultura, Cuzco, Museo Histórico
El humor, acompañado por el taria, tan propensos a estos enfrentamientos,
Regional. desarrollo de la anécdota, es, los que comprendieron que, a pesar de dife-
según Cornejo, el instrumen- rencias, Palma y Prada se movían animados
to adecuado para ello. por una general idea de progreso.
6 El hecho de que Palma escriba sus na- Haya de la Torre, en un escrito publicado
Antonio Cornejo Polar, La for-
mación de la tradición literaria rraciones a partir de fuentes coloniales sería en el número 4 de la revista Amauta, exhorta-
en el Perú, Lima, CEP, 1989, la prueba de su vínculo afirmativo con estas ba a la revisión de la figura y la obra de Palma
pp. 58-59.
raíces. De este modo, las Tradiciones pasan a para colocarla «al lado de Prada», destacando
7 ser nada menos que «la continuación republi- el uso que el autor de las Tradiciones hacía de
Ibid., p. 60. cana del discurso colonial»7. La colonia, como la ironía como «un arma formidable contra el
8 locus amoenus, es, según Cornejo, el origen de pasado ridículo, de coloniaje, de esclavitud, de
José de la Riva Agüero, Carácter la tradición nacional en la literatura del Perú, sumisión dichosa»11.
de la literatura del Perú inde-
pendiente, Lima, E. Rosay Editor, de su imagen simbólica. Pero esta imagen Y Mariátegui, en el judicial «Proceso de
1905, pp. 150 y 151. nacional, a cuya formación coadyuvaron los la literatura» de sus Siete ensayos, denunciaba
9
paralelos trabajos historiográficos y filológi- cualquier intento de considerar a Palma un
Ibid., p. 142. cos de Palma, no es solo falsa, sino altamente representante del colonialismo. «Las Tradi-
excluyente, restrictiva. ciones –afirma– no pueden ser identificadas
10
Cornejo Polar, op. cit., p. 66. Esta interpretación coincide con la de José con una literatura de reverente y apologética
de la Riva Agüero –de la que es claramente exaltación de la Colonia y sus gustos (…)».
11
Víctor Raúl Haya de la Torre, deudora, como lo es también la de Oviedo–, Eso es lo que ofrecían Felipe Pardo y José
«Nuestro frente intelectual», pero valora de forma muy diferente sus con- Antonio Lavalle en sus nostálgicas evocacio-
Amauta, 4 (1926), pp. 3-4 y
7-8 (p. 4).
clusiones. En su Carácter de la literatura del nes, mientras que Palma la reconstruye «con
Perú independiente (1905), Riva había despla- un realismo burlón y una fantasía irreverente
12 zado el «agridulcete» de González Prada de la y satírica». Este espíritu –señala Mariátegui–
Mariátegui, op. cit., p. 200.
tradición a la misma historia: es «demasiado evidente en toda la obra»12; y
aun así, esta evidencia no ha bastado para que
…los blancos criollos –escribe– no hacen sino di- algunos, muchos, lo hayan hecho caminar
vertirse. Padece el indio en la Sierra, padece el negro hacia atrás, como Caco a sus bueyes, como si
en el campo, y estos son los lados obscuros de la quisiera volver al pasado, cuando, en realidad,
Colonia; en cambio la aristocracia, la clase media y el quería salir de él.
pueblo de las ciudades viven sin dolores ni preocu- Ciertamente, el interés de Palma por la
paciones, con la imprevisión y la inocente fatuidad historia no surge del afán de escudriñar el
de los niños8. pasado como tal. Su propósito no se limita
a recuperar los acontecimientos del polvo al
Palma, entonces, sería simplemente un es- que los condenaría el olvido y, mucho menos,
critor con vocación realista y citadina, que si a ver en ellos motivos dignos de recuerdo y
apenas presta atención a la historia incaica es celebración. Sin embargo, la declaración que
porque «tiene mucho de exótica y extraña (…) abre «Un virrey y un arzobispo», publicada
Las Tradiciones de Ricardo Palma, no la sentimos –escribe Riva, atribuyendo sus por primera vez en la Revista de Sud América,
un cierto saber histórico
prejuicios a Palma– con el afecto íntimo con en 1861, cuando todavía se estaba gestando la
FRANCISCO JOSÉ
LÓPEZ ALFONSO que apreciamos la de la Colonia»9. En defini- tradición, parecería afirmar lo contrario.

124
La época del coloniaje, fecunda en acontecimientos guerra civil siempre estaba en
que de una manera providencial fueron preparando puertas. La inesperada riqueza
el día de la Independencia del Nuevo Mundo, es del guano y del salitre supuso
un venero poco explotado aún por las inteligencias la entrada oficial del país en
americanas. el mercado internacional. Y
Por eso, y perdónese nuestra presuntuosa audacia, bajo el gobierno de José Balta,
cada vez que la fiebre de escribir se apodera de no- del que Palma fue secretario
sotros, demonio tentador al que mal puede resistir la personal, el Perú experimentó
juventud, evocamos en la soledad de nuestras noches una modernización notable:
al genio misterioso que guarda la historia de ayer de impulso de las obras públicas,
un pueblo que no vive de recuerdos ni de esperanzas, extensión de los ferrocarriles,
sino de actualidad. reconstrucción y mejora de los Johann Moritz Rugendas. Vista de los alrededores de
Lo repetimos: en América la tradición apenas tiene puertos. Aun así, continuaba Lima. Óleo sobre lienzo. 1843.
vida. La América conserva todavía la novedad de siendo un país eminentemente
un hallazgo y el valor de un fabuloso tesoro apenas agrícola, con un sistema productivo arcaico,
principiado a explotar. basado en la propiedad latifundista, y una
Sea por indolencia de los gobiernos en la conservación situación social que había tenido muy pocos
de los archivos, o por descuido de nuestros antepasa- cambios desde la colonia. Como Mariátegui
dos en no consignar los hechos, es innegable que hoy describió certeramente: «El régimen económi-
sería muy difícil escribir una historia cabal de la época co-social de la colonia se adaptó externamente
de los virreyes. Los tiempos primitivos del imperio de a las instituciones creadas por la revolución.
los Incas, tras los que está la huella sangrienta de la Pero la saturó de su espíritu colonial»14.
conquista, han llegado hasta nosotros con fabulosos Similar comprensión alcanzó Palma. Per-
e inverosímiles colores. Parece que igual suerte espera cibió que la sociedad peruana del siglo XIX
a los tres siglos de dominación española. vivía con un doble registro de valores y usos.
Entre tanto, toca a la juventud hacer algo para evitar Mientras que el pueblo, en el campo o en la
que la tradición se pierda completamente. Por eso, ciudad, continuaba viviendo en un mundo de
en ella se fija de preferencia nuestra atención, y para raíces sacras, los grupos dominantes exhibían
atraer la del pueblo creemos útil adornar con las galas las formas prestigiosas de los modernos va- Anónimo. Mujer limeña. Foto-
grafía. Pinacoteca de la Munici-
del romance toda narración histórica13. lores burgueses, pero seguían reclamando y palidad de Lima.
ejerciendo sus viejos privilegios estamentales.
La tradición no es el pasado, sino el hilo «Nada cambió en mi tierra-escribía Palma-
que nos une a él. Y las nuevas repúblicas, sino un tratamiento: al excelentísimo señor vi-
tras la Independencia, quisieron cortarlo de- rrey se le sustituyó con el excelentísimo señor 13
Palma, «Un virrey y un arzo-
finitivamente. La emancipación representaba presidente»15. Era el mismo universo contra- bispo», op. cit., pp. 103-114,
romper con la metrópoli, pero, sobre todo, dictorio que por las mismas fecha parodió de p. 103.
romper con el modelo social que ésta encar- manera genial el brasileño Machado de Assís 14
naba, el antiguo régimen. Era el tránsito de en Las memorias póstumas de Blas Cubas. Mariátegui, op. cit., p. 203.
una sociedad teocrática a una sociedad civil; Al tiempo que lo invadía un agudo sen-
15
esto es, de una sociedad fundada en principios timiento de desencanto por las promesas no Carta al Marqués de Laurencia,
irracionales a una sociedad regida por la razón. cumplidas, Palma pensaba que únicamente la agosto, 18 de 1909, citado por
Oviedo, op. cit., en Flores, op.
De hecho, la Emancipación, como su principal historia podía arrojar luz sobre los problemas cit., p. 41.
modelo ideológico, la Revolución francesa, era de la República: ¿por qué estamos así?, ¿por
el cumplimiento del proyecto modernizador qué el progreso no se ha hecho efectivo?,
que conocemos como Ilustración. ¿por qué, si el pasado ha perdido su autori-
Sin embargo, las nuevas repúblicas no con- dad, impide que llegue el futuro? Éstas son
firmaron los ideales que habían animado a los algunas de las preguntas que se encuentran
libertadores. La libertad había sido suplantada en el origen de las Tradiciones y que resuenan
por la anarquía y el despotismo y, en lugar del en esa declaración que abre «Un virrey y un
orden esperado, lo que todos percibieron fue arzobispo».
el caos sin sentido, un caos cuya forma más Sin duda, a Palma le influenció el histori-
cruda era la guerra. La vida se militarizó. cismo de su tiempo, como a tantos espíritus
El fenómeno fue general y el Perú no inquietos. Muchas eran las razones para el
constituyó la excepción. Durante los prime- inmenso crecimiento de los estudios histó-
ros cincuenta años de República, todos los ricos a lo largo del siglo XIX: la desintegra- Las Tradiciones de Ricardo Palma,
un cierto saber histórico
gobiernos fueron autocráticos y anticonsti- ción de las antiguas instituciones religiosas y
FRANCISCO JOSÉ
tucionales. Pese a algún remanso de paz, la sociales, la transformación revolucionaria de LÓPEZ ALFONSO

125
algunas sociedades, el surgimiento de nuevos como una contraposición al pasado colonial
estados…. Todos estos cambios estimularon español». Esta equívoca concepción tuvo co-
necesariamente la investigación histórica y mo consecuencia la incapacidad de considerar
algunos grandes pensadores se plantearon la ese pasado como realidad «de la que había que
posibilidad de descubrir las leyes que gobier- partir para superarla», en lugar de obviarla
nan el mundo social, como Newton y otros como si no hubiese existido nunca19.
científicos habían encontrado las que rigen Aunque poeta e historiador, figuras a
el mundo natural. Si tales leyes llegasen a ser las que Aristóteles sitúa dentro de la misma
descubiertas deberían ser válidas para explicar categoría, la tarea que Palma se impone no
el pasado y también para controlar el futuro. puede consistir en hacer algo que sea digno
Palma no contempla tal precisión, pero su de recuerdo, porque no hay dignidad en ese
concepto de historia sí considera la idea de pasado. Es un pasado enemigo y por eso es
Ricardo Palma.
proceso; una idea que, según Hannah Arendt, preciso conocerlo, para poder combatirlo.
«separa la época moderna del pasado con ma- Seguramente Palma no leyó a Hegel, pero
yor profundidad que cualquier otra idea por sí con toda probabilidad leyó a Walter Scott en
sola. Para el pensar moderno, nada es significa- las ediciones españolas que Moreno y Jordán
16 tivo en sí y por sí mismo, ni siquiera la historia prepararon en 1830, y que fueron muy popu-
Hannah Arendt, Entre el pasado
y el futuro. Ocho ejercicios so-
o la naturaleza»16. Por eso, al referirse a la colo- lares en el Perú. Y quizá en la obra de Scott,
bre la reflexión política, Barce- nia en «Un virrey y un arzobispo» afirma que que guarda un gran paralelismo con la filoso-
lona, Editorial Península, 1996, fue «fecunda en acontecimientos que de una fía hegeliana de la historia, advirtiese que lo
p. 73.
manera providencial fueron preparando el día nuevo se contrapone hostilmente a lo viejo
17 de la Independencia del Nuevo Mundo»17. y que la trasformación se vincula de manera
Ibid., p. 103.
Eso es lo que implica la idea de proceso, necesaria a la destrucción del anterior modo
18 que lo concreto y lo general son concomi- de realidad.
Id. El subrayado es nuestro.
tantes, que el acontecimiento particular y el Pero en las ex-colonias españolas, lo viejo,
19 significado universal se corresponden, que el a menudo disfrazado de lo nuevo, invisible,
Rafael Gutiérrez Girardot, «La presente no puede comprenderse sin el pa- había demostrado un vigor extraordinario. Las
formación del intelectual hispa-
noamericano en el siglo XIX», en sado y que, sin ambos, no existe posibilidad Tradiciones, entonces, asumían políticamente
El intelectual y la historia, Cara- de futuro; precisamente lo que afirma Palma, la labor que en el mundo europeo cumplió la
cas, Fondo editorial La Nave Va,
2001, pp. 57-106 (p. 60). justificando la necesidad de la tradición: «(…) historiografía de la Ilustración: demostrar la
evocamos en la soledad de nuestras noches necesidad de subvertir la irracional sociedad
20
Citado por Oviedo, op. cit., en
al genio misterioso que guarda la historia de feudal y absolutista; con la paradójica diferen-
Palma, op. cit., p. xv. ayer de un pueblo que no vive de recuerdos ni cia de que, supuestamente, la emancipación ya
de esperanzas, sino de actualidad»18. había consumado ese deber.
Ante esta necesidad política, la cuestión de El esclarecimiento del pasado genera per se
la literatura nacional –ese «fabuloso tesoro» ideología y aún más cuando ese pasado es la
apenas explotado que recuerda el desierto colonia, cuya esencia reconoció Palma, como
de «La advertencia» a La cautiva de Echeve- antes lo había hecho Sarmiento, en la Inqui-
rría– queda reducido a su justo término o bien sición. No es ninguna casualidad, por tanto,
revela su auténtica dimensión: la literatura que Palma iniciara su pionera trayectoria de
nacional como libertadora del pasado; del historiador con la publicación de los Anales
mismo modo que el temor a que se pierda la de la Inquisición de Lima, en 1863, denun-
tradición colonial no expresa amor al pasado ciando el espíritu represor con el que España
sino al presente. había tratado a sus colonias y se había tratado
En cualquier caso, el peligro de que se a sí misma para sofocar la capacidad de pensar
perdiese el testimonio del pasado era grande y de actuar guiado por ese pensamiento. Y
y, como dice el texto, en buena medida, se aún es menos casualidad que en 1910 incluye-
debía a «la indolencia de los gobiernos en la ra estos Anales como parte de Apéndice a mis
conservación de los archivos». Y es que para últimas tradiciones y lo justificara con estas
los ciudadanos de las recién nacidas repúbli- palabras:
cas americanas, la colonia era un mal sueño.
Cuanto quedase de ella debía eliminarse, pues Este libro hizo brotar en mi cerebro el propósi-
la colonia, como España, era sinónimo de bár- to de escribir Tradiciones. Por eso estimo, como
baro, de atrasado, de opresor, de vulgar. Co- complementario de mi afortunada labor, terminar
Las Tradiciones de Ricardo Palma, mo ha señalado, Rafael Gutiérrez Girardot, el esta publicación reproduciendo, a guisa de remate y
un cierto saber histórico
proyecto de racionalización de la nueva socie- contera, estos Anales, que, en puridad de verdad, son
FRANCISCO JOSÉ
LÓPEZ ALFONSO dad «se entendió de manera negativa, es decir, también Tradiciones20.

126
El propósito de las Tradiciones es mani- sonajes –reales o ficticios– y su entorno social
fiesto y afín ideológicamente con el resto de e ideológico; de tal modo que fuera de ese
las producciones de Palma. Cómo ignorar su contexto que los explica no tendrían sentido.
Refutación a un compendio de historia del Autenticidad histórica es, pues, para Palma la
Perú, de 1886, en el que arremetía indignado peculiaridad temporalmente condicionada.
contra el jesuita español Ricardo Cappa, autor Sin embargo, sin una relación vital con el
de un manual de Historia del Perú. El padre presente no sería posible la configuración de
Cappa, condenaba Palma, ese pasado. Pero esa relación no consiste en
aludir a acontecimientos o situaciones con-
…pretende enseñar a nuestros hijos que los Incas temporáneas, sino en la utilización del pasado
eran bárbaros opresores, dignos de ser condena- como historia previa y necesaria del presen-
dos; que el coloniaje fue todo bienandanza; que te26. Puede que en las Tradiciones abunden las
la República es una vergüenza, los próceres de la alusiones que establecen paralelismos entre la
Tradiciones peruanas (primera
Independencia, ambiciosos sin antecedentes y ver- colonia y la República –«caídos y levantados, serie). Portada.
daderos monstruos; la Inquisición una delicia cuyo hartos y hambrientos, eso fue la colonia, y eso
restablecimiento convendría; la libertad de imprenta ha sido y es la república. La ley del yunque y
una iniquidad; Bolívar, San Martín y Monteagudo del martillo imperando a cada cambio de tor- 21
tres peines entre los que distribuye los calificativos tilla», se lee, por ejemplo, en «Los caballeros Citado por Rosa Arciniega, «Vol-
terianismo», en Flores, op. cit.,
de obsceno, cínico, pérfido, aleve, inmoral, malvado, de la capa»27–; pero no son más que avisos, pp. 81-85 (p. 85).
etc. Es imposible reconcentrar más veneno contra el insistencias que resultarían inútiles si no es-
22
Perú y sus hombres en menos páginas21. tuviesen insertas en una concepción de la his- Cornejo Polar, op. cit., pp. 57
toria que afirma que lo nuevo se contrapone y 62.
Y, sin embargo, para Cornejo, Palma «revi- hostilmente a lo viejo, que la opresión y la li- 23
ve el pasado y lo hace vigente como tradición bertad se combaten sin piedad, que la historia Una interesante reflexión sobre
todavía fuerte y fértil», «combate los juicios es un proceso. Por ello, aunque se centrasen la cuestión que se aborda en este
trabajo, pero que no se agota en
y prejuicios anticoloniales»22. Quizá ha visto de manera lógica en el universo colonial, dado la obra de Palma puede leerse
en las Tradiciones la estatua ecuestre de algún que constituía la realidad de la que partía y en Eva Mª Valero Juan, Lima en
la tradición literaria del Perú,
conquistador, de algún virrey o de un monar- mejor representaba ese despotismo eviterno, Lleida, Edicions de la Universitat
ca que, como aquélla de Pedro I que evocaba las Tradiciones daban cuenta también de la de Lleida, 2003.
Joseph de Maestre, extiende su terrible brazo República y hasta del Incario. 24
sobre su posteridad, sin que pueda saberse si Hegel ha escrito: «Lo histórico es nuestro Citado por Riva Agüero, op. cit.,
esa mano de bronce protege o amenaza; pero sólo… cuando podemos contemplar el pre- pp. 139-140.

yo no encuentro tal pasaje23. sente como consecuencia de aquellos acon- 25


Con mayor sensibilidad literaria, Juan tecimientos en cuya cadena los caracteres Citado por Oviedo, op. cit., en
Palma, op. cit., p. xxxiii.
Valera escribía a Palma en sus Cartas ame- o los hechos representados son un eslabón
ricanas: esencial»28. La verdad de las Tradiciones, a la 26
Véase al respecto Georg Lukács,
que se refería Valera, estriba en esa necesidad La novela histórica, Barcelona,
En esas historias que usted refiere como el vulgo y histórica. Frente a esa autenticidad no tiene Grijalbo, 1976, principalmente
las viejas cuentan cuentos; donde hay, según usted importancia alguna el que personajes, hechos pp. 51 y ss.

afirma, algo de mentira, yo no conozco ni sospecho o detalles sueltos sean o no documentables. 27


la mentira sino en las menudencias. Lo esencial, lo de Es más, paradójicamente, esa verdad requiere Palma, «Los caballeros de la ca-
pa», op. cit., pp. 29 -40, p. 29.
más bulto, es verdad del todo en mi sentir. Tengo la del anacronismo. Hay que infundir lo nuevo
firme persuasión de que no hay historia grave, severa en todas las circunstancias para que éstas 28
Citado por Lukács, op. cit.,
y rica de documentos que venza a las Tradiciones de sean intuibles; de manera tal que la imagen p. 54.
usted en dar idea clara de lo que fue el Perú hasta hace de la colonia está entreverada por los valores
poco y en presentar su fiel retrato24. liberales que Palma defendía. Resumiendo,
las Tradiciones pueden ser interpretadas en
La convicción de Valera es general; incluso su conjunto como prehistoria de un presente
es compartida por historiadores profesionales. orientado por fines completamente distintos;
Raúl Porras Barrenechea afirmaba que la im- pues Palma fue, como quería de cualquier
borrable «impresión de historia» que dejan las poeta, «hombre y hombre de su siglo».
Tradiciones es permanente, porque en conjunto La literatura de Palma, como anterior-
«parece más historia que la historia misma»25. mente las novelas de Fernández de Lizardi o
Palma alcanza ese efecto de autenticidad el Facundo de Sarmiento, está comprometida
histórica porque logra, digamos, despertar a con el proyecto modernizador de las ex-co- Las Tradiciones de Ricardo Palma,
un cierto saber histórico
la vida tiempos remotos. Y lo consigue, re- lonias españolas; aspira a erigir la razón en
FRANCISCO JOSÉ
creando una intensa interacción entre los per- principio organizador de la sociedad. Pero LÓPEZ ALFONSO

127
su voluntad de crear una opinión pública que Pese a su posible condición histórica, la
ayudase a los peruanos a autodeterminarse, caracterización de tipo cuadra todavía mejor a
a salir de su infancia, seguía chocando con los protagonistas de sus Tradiciones: virreyes,
una negativa tradición lectora. Para captar la arzobispos, magistrados, frailes, hijas o her-
atención de este frágil público lector, Palma manas y galanes. La explicación la proporcio-
adorna «con las galas del romance toda narra- na Balzac en el prólogo a una de sus novelas
ción histórica», como escribía en «Un virrey al comentar las diferencias entre sus obras y
y un arzobispo»; pero todavía hace más, ela- las de Walter Scott:
bora un estilo que lo aproxime a una tradición
oral y popular que facilite el crecimiento de Walter Scott ha agotado la única novela posible acer-
ese público. Palma va a referir sus historias ca del pasado. Esa novela es la lucha del siervo o del
Manuel González Prada. «como el vulgo y las viejas cuentan cuentos», burgués contra el noble, de la nobleza contra la igle-
según la atinada observación de Valera. Se sia, de la nobleza y la iglesia contra la monarquía.
diría que lo escuchamos hablar. Logra así un
nuevo ideal de lengua literaria que acerca el Es decir, se trata de relaciones relativa-
29 texto a la lengua de la conversación; aunque mente simples, porque son relaciones esta-
Sobre esta cuestión véase Al-
berto Escobar, «Tensión, lengua-
la aparente espontaneidad sea en realidad, el mentales.
je y estructura. Las Tradiciones resultado de un intenso y calculado trabajo.
peruanas», en Patio de letras, El encanto que seduce al lector proviene, en Hoy –continúa Balzac– la igualdad ha producido
Caracas, Monte Ávila editores,
1972, pp. 77-165. buena medida, de la sensación de cercanía al en Francia matices infinitos. En otro tiempo la casta
autor; el resto, del humor y la ironía de su daba a cada cual su fisonomía, lo cual ha dominado
30
La acertada imagen es de Julio decir. Se trata de una ironía, por otra parte, su individualidad; hoy cada individuo cobra por sí
Ortega, Crítica de la identidad. que nunca tiene por objeto al lector. Por el mismo su fisonomía33.
La pregunta por el Perú en su
literatura, México, Fondo de Cul-
contrario, éste se convierte en un compañero
tura Económica, 1988, p. 36. divertido y privilegiado29. La misma explicación vale para las Tra-
Con el desarrollo de este estilo, Palma diciones, tengan por contexto la colonia o la
31
Antonio Cornejo Polar, op. cit., consigue hacer de las Tradiciones la «minu- República, pues en este último caso lo que se
p. 59. ciosa reducción de la historia a una charla denuncia es la pervivencia de las viejas estruc-
32 familiar»30. Y de su propia voz, el personaje turas estamentales. Palma se esfuerza por dar
Citado por Escobar, op. cit., más constante de las series, junto a su comple- forma a las luchas y contraposiciones median-
p. 133.
mento imprescindible: el lector. Un trazo aquí te personajes que representan las corrientes
33 y otro allá permite a los lectores recomponer sociales y las fuerzas históricas. La colonia,
Citado por Lukács, op. cit., p. la imagen de este Palma personaje. «No en ámbito prioritario de las Tradiciones, se revela
88.
vano –apunta Cornejo–, corridos los años, el así como una época de tensiones múltiples
34 propio Palma será imaginado como el abuelo y dinámicas, similares a las enumeradas por
Palma, «Muerta en vida», op.
cit., pp. 94-97 (p. 94). memorioso y cordial que cuenta a los perua- Balzac, y alejada, por lo tanto, de esa imagen
nos historias de familia»31. tranquila y bonancible a la que se refieren
Con esta estrategia, que garantiza la pre- quienes se empeñan en hacer de Palma un
sencia del presente republicano y orienta la vi- colonialista. Se perciben así los enfrentamien-
sión del pasado, el lector se convierte en algo tos entre el estado y la iglesia –«Un virrey y
parecido a su confidente. Ninguna situación un arzobispo»–, entre el estado y el frente
más adecuada, entonces, para convencer a este de aristocracia y pueblo –«Pues bonita soy
lector, oyente y amigo, de lo justo y verdade- yo, la Castellanos»–, entre órdenes religiosas
ro de las ideas y valores que se le confían. religiosas –«Un virrey hereje y un campanero
En realidad, este vaporoso personaje de bellaco»–, etcétera.
Palma, más que un personaje, con sus com- Pero Palma, que se ocupa de virreyes y de
plejidades y singularidades, es un tipo: ese arzobispos, no se olvida tampoco de lo domés-
escritor liberal comprometido con su siglo y tico, porque es consciente de que la opresión
su idea de progreso, al que se refirió en más todo lo permea; ni de que, para hacer sensibles
de una ocasión: los motivos sociales y humanos, a menudo
son más adecuados los acontecimientos ínfi-
Yo creo que el poeta y el artista han de ser, ante todo, mos y las situaciones menores que los grandes
hombres de la época en que les cupo en suerte vivir. dramas políticos. Por ello leemos en «Muerta
Bello es soñar, imaginarse lo que fue; pero más bello en vida»: «¡El amor se cría! Frase inmoral que
Las Tradiciones de Ricardo Palma, es aún extasiarse en las conquistas del presente, para servía de sinapismo para debilitar los latidos
un cierto saber histórico
deducir de ellas las maravillas que lo porvenir encie- del corazón de la mujer, frase típica que pinta
FRANCISCO JOSÉ
LÓPEZ ALFONSO rra (Recuerdos de España)32. por completo el despotismo en la familia»34.

128
Sonia Mattalia
Catedrática de Literatura Hispa-
noamericana en la Universidad
de Valencia. Su interés central
abarca la literatura y la cultura
de vanguardias en Latinoamérica,
dentro de la cual se dedica actual-
mente al estudio de la década de
los veinte en la narrativa hispa-
noamericana. Autora, entre otros,
de La figura en el tapiz: teoría y

REPRESENTACIONES DEL OTRO: práctica narrativa en Juan Carlos


Onetti (editora, 1990). Miradas al
fin de siglo: lecturas modernistas

LLANTO (HISTORIAS IMPOSIBLES), (1997) y Máscaras suele vestir


(2003). Ha escrito artículos y dado
conferencias sobre literatura de

DE CARMEN BOULLOSA mujeres latinoamericanas, Mario


Benedetti, César Vallejo, Jorge
Luis Borges y Daniel Moyano.
SONIA MATTALIA1

1 rario (basado tanto en los requerimientos formales de México en la década de los


noventa. Por su parte, Duerme
y estilísticos que regulan una ‘normativizada’ pro- (1994), protagonizada por Clai-
En primer lugar quiero destacar la hete- ducción escritural que impone la tradición cultural re, una francesa aventurera con
ropas de varón que siempre está
reogeneidad de la producción de Boullosa, latinoamericana y mexicana), de unos requerimientos en el límite entre el mundo espa-
que abarca la poesía, el teatro, el ensayo y la de mercado (que promociona novela cuya venta está ñol y el indígena, entre el mundo
garantizada –en la línea de best-sellers Como agua masculino y el femenino.
novela; por otra parte, de las tres líneas que Cielos de la tierra (1997) es una
atraviesan la obra de Boullosa –el género, la para chocolate) y de una subjetividad homogénea novela histórica y utópica a la
memoria y la historia– acentúo la preemi- (étnica, social o de género). Se trata de una ‘femini- vez, que conjuga en sus páginas
tres épocas distintas: el pasado,
nencia de la novela histórica, que Boullosa dad-palabra asalvajada’, desposeída y rebelde cuya representado por el indio Her-
manipula retorciéndola2. mirada fractura el mundo domesticado por la razón nando de Rivas; el presente, que
encarna en la traductora Estela
Comentando la específica posición enun- con la voracidad de una pulsión por y para siempre Díaz; y el futuro, simbolizado
ciativa que adopta Carmen Boullosa, señala insatisfecha, por y para siempre inapresable3. por Lear, antropóloga que habita
en una comunidad ideal.
Cróquer que es «la imagen-posición de la ‘sal- En 1999 publica Treinta años,
vaja’ la que puede permitirnos atravesar su de- Mi lectura, más que a esa posición asalva- novela erótica, de mujeres que
lirante escritura». Apunta: «Este neologismo jada reivindicada por Boullosa, estará atenta a viven en un Tabasco imagina-
rio, en el que se contrapuntean
no sólo sitúa a las voces líricas del poemario lo que podemos pensar como «el retorno del la voz de la protagonista una
La salvaja (1989) –les otorga un lugar frente a salvaje» a fines del siglo XX, e interrogarlo joven que rescata su vida en la
casa natal y la voz de la abuela,
la cultura y a la palabra–, sino que aparece en para explicarnos la peculiar poética de la que una especie de Scharasad que
alguna entrevista como propósito enunciativo se apropia la asalvajada prosa de Boullosa. cuenta, todas las noches, la red
Tomaré como centro de mi lectura Llanto. donde vive la protagonista. De
y marca de la identidad de la propia autora» y un salto descabalga la reina
cita fragmentos de una entrevista de la autora Novelas imposibles (1992). (2002) es la versión de la autora
en la que afirma: «Soy mujer, escribo desde sobre la historia amorosa de
Cleopatra y Marco Antonio.
mi cuerpo y desde mi memoria. Pero procuro 1 y la moral generosa y valiente. Su novela más reciente, La otra
pulir mi ‘feminidad’ asalvajándola». Esta conferencia se sustancia La obra implicó una exhaus- mano de Lepanto (2005), es una
en Sonia Mattalia, «Un invi- tiva preparación documental reformulación de la Gitanilla de
Cróquer propone sobre este posiciona- Cervantes. En ella, el lector re-
sible collage: vitalidad de la por parte de la autora, que
miento que narrativa de mujeres en Amé- fue enriquecida y filtrada por corre con María la bailaora la
rica Latina», en Historia de la su fantasía. El médico de los Granada cristiana y morisca.
Literatura Hispanoamericana, piratas (1992), tiene la misma
la ‘salvaja’ parece más una posición que un perso- Madrid, Cátedra, en prensa. anécdota de Son vacas, somos 3
naje, un espacio en el cual se reúnen tanto las voces puercos, contada de forma dis- Eleonora Cróquer, El gesto de
2 tinta. Para la autora, esas dos Antígona o la escritura como
imaginadas en la escritura como esa otra voz que, en En el trayecto narrativo de obras, junto con Isabel, «roja responsabilidad. (Clarice Lis-
cuanto voluntad enunciativa última, las imagina (...). Boullosa podemos destacan noveleta rosa de vampiros», pector, Damiela Eltitt y Carmen
las novelas Son vacas, somos formaría una trilogía que po- Boullosa), Chile, ed. Cuarto Pro-
Esa posición es básicamente relacional. Es decir, en pio, 2000.
puercos (1991), historia de dría llamarse, según la autora:
vez de definirse a través de sus filiaciones o de sus piratas en el Caribe del siglo «Soy el esclavo que perdió su
especificidades, lo hace a contrapelo de una noción de XVII, narrada por uno de ellos, cuerpo». La milagrosa (1993) Representaciones del otro:
Smeeks, quien cuenta su vida es una novela cercana al relato Llanto (historias imposibles), de
feminidad (ésa que circunscribe a la mujer en el orden de esclavo, cirujano, curandero policial, en la cual Boullosa Carmen Boullosa
de lo doméstico y lo institucional), de un canon lite- y filibustero, mostrando la vida hace un homenaje a Ciudad SONIA MATTALIA

129
En su monumental ensayo sobre la fábula De Certeau comprendió que la figura del salvaje
mística y con la finura que lo caracteriza, emana naturalmente del misticismo y prepara el
De Certeau detectó las tendencias que, en camino para la definición –por contraste– del ‘homo
el pensamiento cristiano, auspiciaron una economicus’, en la medida en que este último se
apreciación positiva del hombre salvaje, en el presenta como el reverso del místico. Al igual que
momento de configuración del pensamiento el salvaje, el místico se opone tanto a los valores del
renacentista y moderno. Señala que, en la trabajo, como al orden económico y político que
historia que va del sujeto místico del XVI al se consagra en el siglo XVII: iluminado iletrado,
sujeto económico moderno, el salvaje sería un monje inflamado o profeta vagabundo, el místico de
punto intermedio: los siglos XVI y XVII será vencido, pero su silueta
aplastada contribuirá a perfilar el hombre nuevo de
Como figura cultural (más aún epistemológica) el sal- la Modernidad5.
Carmen Boullosa.
vaje prepara al segundo sujeto invirtiendo al primero,
y al fin del siglo XVIII se eclipsa, reemplazado por 2
el primitivo, el colonizado o por el deficiente mental.
4 En el XVII, se opone a los valores del trabajo, de la Llanto: Margarita, Luisa, Laura, tres ami-
En Michel De Certeau, «Figuras
del salvaje», La fábula mística.
economía en la escritura y de clasificación territorial gas que vienen de una noche de juerga tan
Siglos XVI y XVII, México, Uni- y social que se instalan excluyendo a sus contrarios: movida como decepcionante. Lugar: el Par-
versidad Iberoamericana, 1993, el salvaje no tiene productividad, ni letras, ni ‘estado’ que Hundido de Ciudad México. Evento:
p. 239.
civil. A este personaje, los místicos lo revisten –como La aparición. Desde dentro de la tierra, de
5 un traje de payaso– a fin de encontrar una salida a la un hormiguero recién fumigado, emerge el
Roger Bartra, El salvaje artificial,
Barcelona, Destino, 1999, pp.
sociedad que lo ha creado. Actor ambiguo, es una mismo Motecuhzoma Xocoyotzin, Moteco-
53 y ss. figura transitoria. Seduce (desvía) pero ya a título tesuma, Moctezuma o sea el Tlatoani o sea el
de una nostalgia. Atraviesa pero ya no amenaza el último Emperador azteca. En persona y redi-
orden (...) Da testimonio de otro ‘mundo’, pero si lo vivo. Las mujeres –dos de ellas marcadas por
arrestan es por delitos cometidos en éste. profesiones que están en los dos extremos del
juego de verdades humanístico: la escritora
Las formas del salvaje se multiplican en ese (Laura) que intenta escribir una novela sobre
trayecto: una sabiduría popular que se opone Moctezuma, y Luisa, antropóloga, que busca
a la normativización de la urbanidad, la no a un equipo de investigación para que le re-
especialización frente a la profesionalización vele con el carbono 14 si esta reliquia viva del
del saber, el caso raro frente a las conductas pasado es auténtica– lo reconocen y deciden
normales; el vagabundeo frente a la estabiliza- llevárselo a casa. Pero deciden primero «darle
ción en el campo o la ciudad. Formas que De una vueltecita por el centro», entre otras cosas
Certeau identifica con el iletrado ilustrado, el para mostrarle cómo ha cambiado México.
profeta vagabundo, los «pequeños héroes» de ¿Qué imágenes construyen estas mujeres
la reforma interior jesuítica y que configuran de ese otro desaparecido y reaparecido no
un tipo de místico menor con historias mo- como fantasma del pasado, sino en cuerpo y
destas, guardadas en los archivos secretos de alma?: No demasiado diversas de las cons-
la transgresión y que ha abandonado la gran trucciones legadas por la tradición eurocen-
literatura4. trista: el rey lloroso, deprimido, angustiado
Señala De Certeau que, en el tránsito hacia por sus supersticiones y por signos que no re-
la modernidad, conoce; el rey que las crónicas y los cronistas
construyeron y describieron como ingenuo
El hombre o la mujer salvaje introduce en lo sim- y anonadado por lo inexplicable de que los
bólico lo que la ciudad exorciza, en el momento en conquistadores no fueran los representantes
que los carnavales excluidos de las ciudades por ser de Quetzalcoatl. El que exclamó abatido ante
muy costosos se convierten en aquelarres noctur- la pérdida de Tenochtitlan: «Los dioses están
nos de brujos y brujas. No es de extrañar que los muertos. Somos unos nada, unos nadita»
discursos místicos de deseos insensatos, rechazados como consta en los testimonios de los infor-
por la razón de Estado que sirve de modelo a tantas mantes de Sahagún.
instituciones, regresen igualmente bajo la figura del Es un salvaje y, además, un bárbaro: Far-
salvaje. Bajo esta forma aparece –tal es su sola posi- fullea el castilla –algo ha aprendido de su
bilidad– como vencido. Pero este vencido habla de lo contacto con los invasores–; se sorprende y se
Representaciones del otro: que no se puede olvidar. asusta ante la novedad y, cuando en la vuelteci-
Llanto (historias imposibles), de
Carmen Boullosa ta, le muestran los monumentos erigidos en su
SONIA MATTALIA En esta línea, apunta Bartra: nombre o en el de sus coetáneos –como Guati-

130
mozín o sea Cuauhtemoc– no los reconoce. La Fragmentos que muestran el embrague de
que fue la capital de su imperio es una ciudad su arranque para terminar con una reflexión,
desconocida y parpadeante, y más que los no ya sobre la imposible apropiación de
monumentos de la Historia, le sorprenden las la historia verdadera de Moctezuma, sino
luces, los nuevos edificios, el zum zum de los del discurso literario mismo para producir
coches. Pregunta por qué los carros no tienen una ficción histórica congruente y terminar
caballos. En fin, como dice la escritora en su confinando la labor del escritor en una única
primera impresión: «Un señor. Pero muy ra- mirada posible: la visión miope que Boullosa
ro– agregué después de un momento de silen- describe así:
cio. El hombre era, no sé si en ese momento lo
supe, hermoso. Vestía (¿cómo lo explico, para Esta otra visión del miope es a la que debe confinarse
que ustedes me entiendan?)»6. La descripción un escritor, aunque con ella no sea posible ni condu-
que sigue de los atuendos de Moctezuma no se cir un automóvil ni asistir al cinematógrafo y con Portada de Llanto.
separa ni un ápice de la iconografía del archivo gran dificultad usar el transporte público (...). Esta
histórico. Pero esta construcción es reversible manera absurda de comportarse es la que debe imitar
ya que este otro, dotado de subjetividad a la el escritor: es visto antes de ver, para que cuando el 6
Carmen Boullosa, Llanto. No-
manera roussoniana, funciona como espejo otro se le aproxime (...) el miope vea en él la cara que velas imposibles. México, Era,
y a su vez se pregunta: «¿qué son? Cerró los él sabe que le será vista, que el otro quiere que le sea 1992, p. 48.
ojos: no encontró con qué compararlas. Y sí, vista (...). Una visión exagerada de todo, subrayada,
al cerrar los ojos piensa que las tres vienen en la que la imaginación del miope deambula hasta
vestidas iguales». encontrarle explicaciones y matices, o si no estirar
En relación a esta dualidad, cabe notar una la liga hasta la exageración y la caricatura (...). Si he
diferencia: mientras las voces de estas muje- decidido escribir una novela sobre él es por miopía.
res van encabezadas en la entradilla de cada Los restos que restan son como objetos maquillados
intervención por su nombre y se colocan en para semejar haber sido pasados por el cernidor de
la escritura como actos de relato oral («Habla una mirada miope.
Laura», «Habla Luisa», «Habla Margarita»)
proferidos en primera persona; las sensacio- Este seguimiento escorado de las líneas
nes y reflexiones de extrañeza de Moctezuma narrativas que hilan este Llanto intenta re-
son relatadas y comentadas por un narrador saltar su aparente heterogeneidad textual: la
anónimo, pero calificado para dar indicacio- apropiación de voces ‘otras’ –ficcionales y
nes de lectura: documentales– que, tras las sucesivas decons-
trucciones, tras el salvajismo textual al que
Es fácil imaginarlo: despertar después de muerto, aspira este texto, deviene en un ‘salvajismo
despertar en otro sitio, en otro tiempo, entre tres ros- artificial’, que lo convierte en heredero de las
tros extraños, extranjeros del todo, y encima de lo ya ficciones modernas del otro. La conciencia y
dicho un barniz de violencia, dolor del cuerpo, dolor denuncia del límite no lo exime de su volun-
de parto en un cuerpo adulto (...) Miedo, angustia, tad sublimatoria:
congoja, es fácil imaginar...
la cancha para el escritor está libre, no hay más regla
Dos estrategias entonces: se cuenta desde del juego que la fantasía, no hay márgenes. Se puede
el presente trabajando la ficción testimonial decir que Moctezuma es lo que a uno le dé la gana:
–las voces juegan el papel del testigo–, mien- de todos modos no será como sería de ser cierto, de
tras que el pasado sólo se puede escribir desde no estar condenado, por la demolición de su ciudad,
una tercera persona que instaura la distancia a ser visto como por miopes, amén. Consolación! pá-
temporal y pronominal de la ficción novelesca gina escrita para mi consolación: escribir una novela
–la narratividad topificada del discurso de la en la que el personaje principal sea Moctezuma es
Historia–. imposible, de todo punto, imposible.
Además, las otras voces que configuran
este Llanto: la reproducción de fragmentos de «Novelas imposibles»: ¿Por qué ‘imposi-
los Códices sahaguntinos que reconstruyen la bles’? Porque esta novela cifra su condición
historia de Moctezuma, las voces emitidas por de posibilidad en la delimitación fetichista de
quienes compartieron su tiempo, recortadas y los juegos de verdad del discurso histórico:
reproducidas como documentos se imbrican desea saber la verdadera historia pero sólo
con los ocho «fragmentos de novela», en los sabe que puede elegir un fragmento extraído Representaciones del otro:
Llanto (historias imposibles), de
cuales se mechan las reflexiones de una novela y desplazado del archivo histórico. Denuncia Carmen Boullosa
sobre Moctezuma que no avanza. los juegos de verdad del relato de la Historia SONIA MATTALIA

131
exhibiendo el duelo infinito contar, pero referir y agradecer la tradición ar-
por esa conciencia desgraciada chivista que regresa en su condición espectral,
adquirida. Frente a la roca de como el fantasma de la Gradiva convertido en
la castración: nostalgia, duelo, el fantasma de Freud que lo interpreta, aluci-
planto irremisible por la pér- natoriamente:
dida de los metarrelatos.
En esta novela, el llanto Lo turbio del archivo se debe a un mal de archivo (...)
ocupa el lugar del agujero del es arder de pasión. No tener descanso, interminable-
discurso –histórico y litera- mente, buscar el archivo allí donde se nos hurta (...)
rio–. En este llanto la cuestión Es lanzarse hacia él con un deseo compulsivo, repeti-
del Otro permanece irreduc- tivo y nostálgico, un deseo irreprimible de retorno al
tible: No puedo, no supe, no origen, una morriña, una nostalgia de retorno al lugar
pude escribir una novela sobre más arcaico del comienzo absoluto7.
el otro (que no es ya Moctezu-
ma o la cultura indígena sino No obstante, la literatura sobrepuja per-
la Historia del Otro –o sea manentemente, intentando conjurar ese mal
México, o sea el duelo propio de archivo en la búsqueda de un lenguaje
por la historia del que enun- originario-arcaico e, irremediablemente, lo
cia–). padece transformándose en arqueología.
Por ello, la aspirante a no- Leemos en la última página de Llanto:
velista, Laura, termina desva- «Agradecimientos: El primero para Fray Ber-
Moctezuma. Ilustración de Felipe Dávalos. neciéndose en un polvito leve, nardino de Sahagún y los indios trilingües,
semejante al que anuncia la autores con él de la extraordinaria Historia
aparición del otro, Moctezu- general de las cosas de la Nueva España» y
7 ma, después de una cópula épica que une en luego, entre otros y «en desorden», «a To-
Jacques Derrida, «Tesis», en Mal un trascendente abrazo erótico a la ‘escrito- dorov: La conquista de América, la cuestión
de archivo, Valencia, Pretextos,
1997, p. 98. ra’ con su ‘objeto fetiche’. Se textualiza esa del otro», a Le rêve mexicain ou le pensée
posición melancólica: señalo el límite y me interrompue de Le Clézio».
autorizo-desautorizo; me hago ‘autor’ y me Como final me pregunto: ¿no se esboza –en
deshago, anunciando la muerte del escritor, en esta novela y en otras representaciones que fi-
el supuesto saber de la escritura. guran lo imposible– una nostalgia compulsiva
Una clara reflexión identificatoria y epocal por el referente perdido? Ese fetiche encarna-
se inserta en el texto de Boullosa: do en la figura de Moctezuma –emperador de
salvajes– que revive en la salvaje urbe mexica-
Sí que el siglo veinte se parece a la época de la con- na con el acompañamiento plañidero de estas
quista. Nos enfrentamos a nuestro propio dominio: post-modernas lloronas que no pueden amar,
no entendemos con qué nos estamos dominando (...) ni contar, ni escribir, ni construir ningún otro?
Con dificultad nos hacemos a la idea de que lo que Me pregunto: ¿si en el filo del acatamiento a
el hombre ni se atrevió a soñar es ahora cierto. Los lo que se ha etiquetado como poéticas post-
inventos, los dominios sobre la materia van más allá modernas no despunta un componente central
de lo inimaginable. También las armas, la violencia. del proyecto moderno: la melancolía frente a
También la crueldad, también los regímenes que nos la velocidad de los cambios? ¿Será acaso que
avergüenzan de ser humanos. No hemos crecido: en los tiempos de difuminación de las identi-
nos hemos hinchado. Tal vez, si aceptásemos nuestra dades nacionales, grupales, individuales... este
situación de conquistados por nosotros mismos, planto enuncia un duelo por la supuesta pér-
nuestra situación de ser, como fue Moctezuma, dida o acabamiento del proyecto moderno? O
personajes en la frontera, seres situados entre dos mejor: ¿una nostalgia –occidental, ¡qué duda
territorios, expulsados tal vez de ambos por nuestra cabe!– por el anuncio propagandístico del
incertidumbre, tal vez si lo viéramos... fin de la era del sujeto que, así, reivindica su
persistencia y sigue ejerciendo su gesto ético
En la factura exhibicionista de su experi- básico: el mal-estar en la cultura?
mentalidad, en su misma enunciación de lo ¿Postula esta novela, y otras deudoras de
imposible, despunta aquello que Derrida es- las «poéticas del fin», la necesidad –o el retor-
bozó como síntoma: Contar que no se puede no– de proyectos utópicos?
Representaciones del otro:
Llanto (historias imposibles), de
Carmen Boullosa
SONIA MATTALIA

132
Daniel Meyran
Catedrático de literatura hispano-
americana de la Universidad de
Perpignan (Departamento de Es-
tudios Hispánicos) y Director del
Centro Europeo de Investigación
sobre Teatro Mexicano (CERTM)
en dicha ciudad. Ha realizado nu-
merosos estudios sobre el teatro
mexicano y latinoamericano en
general, centrándose sobre todo en

TEORÍA Y PRÁCTICA DEL PERSONAJE la producción dramática del siglo


XX. Es asimismo responsable de
los sucesivos Coloquios Interna-

HISTÓRICO: 1968, EL PERSONAJE cionales sobre Teatro Mexicano


que se vienen celebrando en Per-
pignan desde 1993.

HISTÓRICO Y EL TRABAJO DE MEMORIA.


EL CASO DE TIZOC, EMPERADOR DE
PABLO SALINAS (1970)
DANIEL MEYRAN

1
Al final de mi ensayo dedicado a «Los Así el teatro vuelve a visitar los aconte- Daniel Meyran, «’Los misterios
misterios del eco o la expresión americana cimientos de la historia que es su historia del eco’ o la expresión america-
en busca de una memoria», presentado du- porque «representar el pasado es repasar el na en busca de una memoria»,
América sin nombre, 5-6 (di-
rante el seminario sobre «Recuperaciones del presente. Contamos historias viejas por ir ciembre 2004), pp. 164-170;
mundo precolombino y colonial en los siglos corriendo la nueva…»2. p. 170.
XIX y XX hispanoamericanos» celebrado en El tema escogido hoy por los gentiles 2
marzo de 2003 en Biar, concluía recordando organizadores de este seminario, mis cuates Juan Tovar, La madrugada, en
Las Adoraciones, México, Joa-
los versos del canto de Cacamatzin: alicantinos, «En torno al personaje histórico: quín Mortiz, 1986.
figuras precolombianas y coloniales en la
Envuelve la niebla los cantos del escudo literatura hispanoamericana desde la Indepen- 3
Patrice Pavis, Diccionario del tea-
sobre la tierra cae lluvia de dardos, dencia a nuestros días», me permite seguir la tro, Barcelona, Paidos, 1984.
con ellos se obscurece el color de todas las flores, reflexión ya empezada sobre la memoria, el
4
hay truenos en el cielo olvido, la historia, y plantear el papel teórico Robert Abirached, La crise du
con escudos de oro del personaje «histórico», puesto en escena personnage dans le théâtre
contemporain, Paris, Grasset,
Allá se hace la danza1. en el teatro mexicano contemporáneo, como 1978.
actor metafórico en este «deber de memoria»
Así cantaba Cacamatzin antes de ser ator- que todos comprendemos.
mentado y asesinado por Pedro de Alvarado El personaje teatral aparece como una
en la fiesta de Tóxcatl, en mayo de 1520, y creación ficticia y convencional que requiere
evocaba la conquista y la agonía de una cul- materializarse en un sistema de signos. Hace
tura condenada a muerte, al silencio, al olvido. tiempo ahora que, por cualquier lugar que
Pero ¿no es el olvido el mejor guardián de la uno mire en teatrología, la noción de perso-
memoria? Esta memoria, que aparece enton- naje, su propio estatuto, ha sido puesto en tela
ces como una especie de revancha sobre el de juicio. Desde Patrice Pavis, que se pregunta
tiempo que pasa, no es una alucinación. Tanto si el personaje sobrevivirá o no a la descons-
los personajes de la ficción teatral como los trucción y a la pérdida de su papel de soporte
de la realidad histórica no vuelven a vivir su de los signos3, pasando por Robert Abirached,
pasado sino sabiéndolo pasado, pensándolo que trata de analizar «la crisis del personaje en
como pasado. De aquí la importancia otorga- el teatro contemporáneo», hablando incluso Teoría y práctica del personaje
histórico: 1968, el personaje
da, en el teatro como en la vida, a los signos del «último cuarto de hora» del personaje4, histórico y el trabajo de memoria.
de esta memoria, a los nombres de la historia, hasta Anne Ubersfeld que escribe: El caso de Tizoc, emperador de
Pablo Salinas (1970)
a los objetos, a los libros sagrados o no. DANIEL MEYRAN

133
El personaje de teatro está en discurso como proceso relacionado a unas
crisis. No es nuevo. Pero no es «condiciones de posibilidad de producción»:
difícil ver que para él la situación espacio institucional, espacio ideológico, es-
se agrava. Dividido, estallado, pacio político… cuyas improntas constitu-
esparcido en varios intérpretes, yen cuantas codificaciones del discurso de
puesto en duda en su discurso, construcción del objeto-personaje: exaltación
redoblado, esparcido, no hay se- nacionalista, transformación revolucionaria,
vicia que la escritura teatral o la crisis política, crisis socioeconómica… Y ello,
puesta en escena contemporánea sea el personaje «histórico» o no. «Todos los
no le haga sufrir5. personajes son imaginarios», escribía Jorge
Ibargüengoitia al frente de Las Muertas (1977-
Sin embargo, ¿debemos 1987)6; si bien los acontecimientos narrados y
precindir totalmente de la representados son reales, «unos más imagina-
Tlatelolco. Plaza de las tres culturas. noción de «personaje» de rios que otros, como es natural», añade Juan
teatro? Si la reflexión teó- Tovar, «y están los demasiado imaginados, los
rica y crítica me parece ilustres de monumentos: pilar de la historia
5 muy pertinente en la explicación del fenóme- oficial, entes facticios inimaginables en lo hu-
Anne Ubersfeld, Lire le théâtre, no dramatúrgico, ya que nos ofrece una nueva mano, al menos bastante duros de pelar»7.
Paris, Edit. sociales, 1978, p.
119.
lectura y nos presenta perspectivas de análisis El discurso, y el discurso teatral en el caso
en profundidad del sistema teatral, en la me- particular, transforma una materia prima en
6 dida en que rompe con el discurso clásico y objeto en el mundo. El problema que se me
Jorge Ibargüengoitia, Las Muer-
tas, Madrid, Mondadori, 1987, autropomórfico que nos deja suponer que el plantea, como modesto teórico teatrólogo,
p. 3. hombre está en el centro de la acción, no es es saber:
7 suficiente para negar la existencia del «perso-
Juan Tovar, «El alma de los he- naje» que aparece como lugar de convergen- – ¿Qué objeto transforma?
chos», Repertorio (Querétaro),
32 (1994), pp. 32-33.
cias de estructuras diversas, desempeñando un – ¿Con qué medios lo tranforma?
papel de mediador. – ¿Cuál es el resultado de la transforma-
8 Así, hablar de «personaje» es, en la vida ción?
Diego Durán, Historia de las
Indias de Nueva España y de como en el teatro, hablar de un modo de
las Islas de Tierra firme, México, representación, de una imagen, de un signo 1 – ¿Qué objeto transforma?
CONACULTA, 1995, p. 370.
que se entrega a sí mismo y a la mirada de los
demás. Hablar de personaje es, pues, hablar He escogido al objeto-personaje Tizoc,
de una ilusión de persona, ya que se le presta Tizocicatzin, Tlalchitonatiuh, séptimo «tla-
un cuerpo y una voz que le dan vida. Y en toani» de México. Nace en 1456 y es hijo de
el espacio teatral, contrariamente al espacio Moctezuma Ilhuicamina, hermano de Axa-
novelesco, se multiplica la ilusión, ya que es yacatl (a quien sucede) y de Ahuizotl (que le
otra persona la que toma el sitio del perso- sucederá). Empieza su gobierno a la muerte
naje, un actor que le presta su cuerpo y su de Axayacatl en 1481, con una campaña
voz. Entonces el espectador está doblemente guerrera contra Metztitlan de la que vuelve
engañado por el discurso del personaje y por casi derrotado. Su gobierno duró poco, tan
la realidad corporal del actor que proyecta solo cinco años durante los cuales, según
sobre él su conocimiento de sí y de los demás, informa la crónica, empieza la reconstrucción
su experiencia, su intuición de lo real en un del Templo Mayor de México-Tenochtitlan
proceso de lectura, de interpretación. y construye la piedra de sacrificio que se en-
Hablar de «construcción» del personaje es cuentra en dicho templo, llamada «piedra de
analizar las modalidades del pasaje del objeto Tizoc». Muere envenenado en 1486, según lo
al signo, del referente «histórico» al producto supone Diego Durán en su Historia de las In-
cultural representado, ya que bien sabemos dias de Nueva España y de las Islas de Tierra
que todo discurso contempla, conforme se Firme, donde escribe:
desarrolla, su propio referente interno, y bien
sabemos que a la problemática de la realidad Viéndole los de su corte tan para poco, y no nada
debe sustituirse la del decir verdad. republicano, ni deseoso de ensanchar la gloria mexi-
Hablar de «construcción» del personaje cana, que creen que lo ayudaron con algún bocado,
Teoría y práctica del personaje histórico es, pues, situarnos en una actividad de lo cual murió muy mozo y de poca edad. Murió al
histórico: 1968, el personaje
histórico y el trabajo de memoria. de «puesta en discurso» (Benveniste), o de año de 1486, la qual muerte fue divulgada por todas
El caso de Tizoc, emperador de
Pablo Salinas (1970) «puesta en signos» (Meyran) de la propia las provincias y le fueron hechos las obsequias al
DANIEL MEYRAN noción de personaje, y sólo enfoco aquí el mismo modo y manera que al rey pasado…»8.

134
2 – ¿Con qué medios lo transforma? existen; haré que se cultiven el respeto y el
amor y la amistad» (Cuadro III, p. 29), que
He escogido una «tragedia mexica», el tex- quiere la victoria de los valores humanos
to-representación Tizoc, emperador (tragedia sobre la barbarie representada aquí por su
mexica en un acto dividido en tres cuadros) hermana Chalchiunenetzin: «¡la vergüenza
de Pablo Salinas9, en 1970 y la convención de Tenochtitlán es tener un cobarde por rey!»
teatral. Es una obra original que le permite a (Cuadro I, p. 16).
Pablo Salinas (1926-1991) obtener el premio Tizoc, héroe trágico, debe morir porque
a la mejor tragedia en el IV Festival de Las ha cumplido su destino, ha franqueado la
Máscaras en Morelia (Michoacán). La acción frontera, como el Agammemnon de Esquilo,
de la pieza sucede en Tenochtitlán; la época: como el César Rubio o el Cuauhtémoc de
1486, y está dedicada «a la memoria de una Rodolfo Usigli. Así el personaje histórico se
El emperador Tizoc en el Codex
joven asesinada en Tlatelolco, 1968, cuyo vuelve mito, personaje mítico, mediador entre Telleriano-Remensi.
nombre desconozco (después supe que se el presente del 68 en Tlatelolco y el pasado del
llamó Régina)». mismo Tlatelolco en 1473, cuando los tenoch-
Pablo Salinas precisa la escenografía en el cas encabezados por Axayacatl masacraron a
paratexto, no en las primeras didascalias del los de Tlatelolco y mataron a Moquihuixtli en
acto único. El escenario está dividido en tres la misma plaza. 9
Pablo Salinas, Tizoc, empera-
zonas distintas: Lo que transforma el discurso teatral es dor, México, UAM-Xochimilco,
la visión que tienen Pablo Salinas y los es- 1985 (Colección «Dame el pie»).
En adelante se citará de forma
Palacio de Tizoc: pectadores mexicanos de su propio presente, abreviada.
Un pesado trono encima de un practicable al que proyectándose en un pasado mítico, porque,
10
conducen 3 o 4 escalones. como ya lo he demostrado en otros trabajos, Daniel Meyran, «Teatralidad e
Aposento de Chalchiunenetzin: aquí, en esta confrontación de los tiempos Historicidad», en Teatro e his-
Un petate al centro y al lado un equipal. (1968/1473/1486) por medio de la escritura toria. La conquista de México y
sus representaciones en el teatro
El símbolo de Tenochtitlan al fondo (p. 7). y del discurso, «es donde la Revolución co- mexicano moderno (monográfi-
mienza, donde los relatos cambian la cara de co de MARGES, 19), Perpignan,
1999, pp. 9-21 (p. 13).
Los personajes, tal como aparecen en los la nación»10.
Dramatis Personae, son Dioses y Príncipes Y de veras el pasado prehispánico, co-
precolombinos: «Huitzilopochtli, Quetzal- mo el pasado inmediato revolucionario y el
coatl, la Madre de Tizoc, Tizoc (tlatoani), presente postevolucionario, constituye un
Chalchiunenetzin (hermana de Axayacatl, verdadero trauma histórico, y el recuerdo de
de Tizoc y de Ahuizotl, esposa repudiada de 1968 como el de 1910 va a dejar una huella
Moquihuix), Ilamateuctli (vieja madre, diosa indeleble en la sociedad mexicana de hoy,
de la vejez, celebrada a principios del mes de planteando el problema de la memoria y de
Tititl, 17 mes del año azteca entre diciembre su escritura porque la noción de historia no
y enero, «la contracción del frío»); Techot- puede prescindir de la memoria, de la memo-
lalla (Señor de Iztapalapan, hijo y sucesor ria del hombre que asume a la vez un deber
de Quinatzin o Tlaltecatzin en el trono de y un trabajo de memoria. Es un problema
Acolluacan), Maxtlaton (Señor de Tlachco); universal, que encontramos en España, con
un servidor» (p. 5). la pasión de las «caravanas de la memoria» de
los hijos e hijas de republicanos en el exilio o
3 – ¿Cuál es el resultado de la transformación no; en Alemania, con la «necesidad de memo-
del objeto-personaje histórico a causa del tra- ria» del holocausto (2700 estelas en Berlín);
bajo del discurso? en Francia, con la memoria de la colonización
y el arrepentimiento, etc.
He escogido la ilusión del personaje his- En México, desde la revolución mexicana,
tórico Tizoc visto por Huitzilopochtli/Que- ninguna confrontación había opuesto, con tal
tzalcoatl/Pablo Salinas, demiurgo y drama- fuerza, el gobierno mexicano a un sector de la
turgo distanciado. Así, el resultado es una sociedad mexicana, un movimiento que estalla
tragedia que se construye a partir de una en julio de 1968 y culmina el 2 de octubre del
reflexión sobre el destino y el poder cuyo mismo año, en lo que se conoce con el nom-
más alto representante es el tlatoani (el que bre de «masacre de Tlatelolco»: un episodio
tiene la palabra) pero un tlatoani, Tizoc, represivo de la historia reciente de México Teoría y práctica del personaje
histórico: 1968, el personaje
que difiere de su familia, que transgrede el constantemente convocado en el noticiario histórico y el trabajo de memoria.
El caso de Tizoc, emperador de
orden sociopolítico del mundo azteca: «voy mexicano y aún más desde 1998. Se plantea el Pablo Salinas (1970)
a principiar las guerras que en el pasado no cuestionamiento de la responsabilidad penal DANIEL MEYRAN

135
e histórica de la masacre, Los empleados
masacre que se ha vuelto Municipales lavan la sangre
símbolo de lo que se ha En la plaza de los sacrificios.
llamado «la guerra sucia» Mira ahora,
en México, que desdicha- Manchada
damente perdura ahora en Antes de haber dicho algo
Oaxaca. Que valga la pena,
Así, el conflicto estu- La limpidez…13
diantil del 68 se vuelve en
México, hoy día, en el ter- En su famoso ensayo Postdada, publicado
cer milenio, una referencia en 1970, O. Paz inscribe su interpretación del
Tlatelolco en octubre de 1968. Fotografía de El Universal. histórica «rentable» en los conflicto en una concepción circular y global
debates políticos, en los de la historia mexicana. La matanza de Tlate-
medios de comunicación y lolco representa el choque entre dos fuerzas
en la producción cultural. historicas opuestas:
11 El dramaturgo Felipe Galván publica en
Felipe Galván, Antología: teatro 1999 una antología con 13 obras relativas …lo que ocurrió el 2 de octubre de 1968, fue simultá-
del 68, México, SOGEM, 1999.
al acontecimiento del 68 (Vida y obra de neamente la negación de aquello que hemos querido
12 Dalomismo de E. Ballesté, 1969; La Fábrica ser desde la revolución y la afirmación de aquello que
Puebla, Edit. Tablado Iberoame-
ricano, 2002.
de los Juguetes de Jesús González Dávila, somos desde la conquista y antes14.
1970; Sólo sí, solo mí: mayor hasta mañana,
13 Ismael Colmenares, 1970; Octubre terminó Entonces Octavio Paz evoca la vuelta de
Octavio Paz, Ladera Este, Méxi-
co, J. Mortiz, 1969, p. 25. hace mucho tiempo, Pilar Campesino, 1970; Huitzilopochtli como una regresión simbó-
Conmemorantes, Emilio Carballido, 1981; lica histórica:
14
Octavio Paz, Postdata, en El Me enseñaste a querer, Adam Guevara, 1988;
laberinto de la soledad, Post- Nomás que valgamos, Gabriela Ynclán, 1988; …lo que se desplegó ante nosotros fue un acto ritual:
data, Vuelta al Laberinto de la
soledad, México, FCE, 2002,
Rojo amanecer (Bengalas en el cielo), Xavier un sacrificio… una repetición intuitiva que asumió la
pp. 235-318. Robles, 1993; Idos de octubre (68: historia forma de un ritual de expiación; las correspondencias
deshabitada), José Vásquez, 1993; El cerro con el pasado mexicano especialmente azteca, son
15
Ibid., p. 291. es nuestro, Enrique Mijares, 1993; Rostro de fascinantes15.
restos, Arturo Amaro, 1994; Triángulo ha- La matanza de Tlatelolco nos revela que un pasado
16
Ibid., p. 253. bitacional (de Tlatelolco a Tlatelolco), Felipe que creíamos enterrado, está vivo e irrumpe ante
Galván, 1997; 68: Las heridas y los recuerdos, nosotros16.
17
Juan Miguel de Mora, Plaza de
Miguel Ángel Tenorio, 1998). El libro se titula
las 3 Culturas, México, EDA- Antología: teatro del 68 11 y tuvo una segunda Tal lectura del maestro-pensador Octavio
MEX, 1978, p. 138. edición en 200212. Y sólo es una selección. He Paz, si hoy parece haber perdido su vitalidad,
podido contabilizar más de 60 piezas sobre el ha influenciado mucho el imaginario colectivo
tema. Además, en 2003 Alberto Sosa organiza de la intelectualidad mexicana y se nota en la
el «Primer Festival Cultural Tlatelolco del producción cultural, particularmente en cinco
68» en la Plaza de las tres culturas, y el 1º de obras de teatro, de las cuales sólo una, Trián-
octubre de 2006 María Alicia Martínez Me- gulo habitacional: de Tlatelolco a Tlatelcolco,
drano y el «Laboratorio de Teatro Campesino está en la antología del propio Galván:
e Indígena» montan una representación sobre 1 – La primera es Plaza de las 3 Culturas
la matanza, en la propia plaza, para celebrar de Juan Miguel de Mora escrita en 1968. Pro-
el aniversario. pone el mismo paralelo del sacrificio como
El teatro del 68 es un producto cultural forma de expiación colectiva, con una evoca-
que pone énfasis sobre la valorización histó- ción inmediata:
rica del movimiento del 68 y de su episodio
emblemático, «la Masacre de Tlatelolco». Y - A ti Huitzilopochtli, Dios de la muerte, Señor de
ello por varias razones, pero una me parece los Aztecas, consagrado este lugar, para siempre será
interesante en la perspectiva diseñada en el llamado Tlatelolco. Aquí en este templo te entrego la
presente trabajo: es la lectura que nos da sangre que necesitas para afianzar tu supremo poder.
Octavio Paz en un poema escrito al calor del Sangre de jóvenes que quisieron ignorar la autoridad
Teoría y práctica del personaje acontecimiento, «México, olimpiada 1968», de sus señores17.
histórico: 1968, el personaje
histórico y el trabajo de memoria. publicado luego en Ladera Este, bajo el título
El caso de Tizoc, emperador de
Pablo Salinas (1970) de «Intermitencias de Occidente»: 2 – La segunda es Todos los gatos son par-
DANIEL MEYRAN dos de Carlos Fuentes, 1968-1970, en la que la

136
lectura de Octavio Paz es más explícita: «Tla- Tizoc: … Dí la verdad …
telolco será siempre el lugar del crimen»18. Tu rabia contra tu esposo
3 – La tercera es 2 de Octubre bajo Tie- después desahogabas enve-
rra de José Luis Morales, depositada en la nenando la mente del señor
SOGEM (Sociedad General de Escritores Axayacatl; mi hermano y rey,
Mexicanos) en 1998. instándolo a utilizar las armas
contra ese reino ¿Y puedes
… Se repite la historia, los aztecas masacraron a los hablar de amor si propiciaste
Tlatelolcas y hoy muchos años después, el ejército el crimen de Tlatelolco?
a los estudiantes (…) eligieron mal sitio para la re- Chalchiunenetzin: intereses
unión. Tlatelolco es tierra que exige sangre19. extraños intervinieron, espías
de otras potencias, armas… Matanza de Tlatelolco. 1968. Fotografía de El Universal.
4 – La cuarta es Triángulo habitacional: ajenas ideas a nuestras ideas
de Tlatelolco a Tlatelolco, escrita por Felipe (…) También tú estuviste ahí,
Galván en 1998, con el sacrificio de El y Ella, Tizoc; sin utilizar armas!».
visto al través de la historia como lectura cir-
cular y trágica. Y Tizoc responde: 18
Carlos Fuentes, Todos los ga-
5 – La quinta es la pieza que convoco aquí, tos son pardos, México, S. XXI,
Tizoc Emperador, de Pablo Salinas, estrenada Tizoc: ¡Después de aquella matanza debiste mirar la 1970, p. 187.
en 1970, cuya acción sucede en Tenochtitlán: plaza! ¿Cuáles intereses extraños? Era la gente joven, 19
1486, durante el reinado de Tizoc que recuer- niños asesinados por nuestros soldados, vírgenes con José Luis Morales, 2 de Octubre
bajo Tierra, México, SOGEM,
da la matanza de Tlatelolco ocurrida unos 10 flechas atravesadas en sus corazones; ideas silenciadas 1998, p. 10.
años antes en 1473. por las macanas; palabras atravesadas por nuestras
¿Por qué esta pieza? Porque la pieza de lanzas… ¡debiste mirar la plaza! La sangre corría 20
Olga Harmony, «El movimiento
Pablo Salinas es una tragedia mexicana que entre las piedras… ¿Llamas a eso amor? Tlatelolco del 68 en el teatro mexicano»,
tiene todos los atributos del género: dioses me duele en el palpitar de mis sienes» (p. 14). Tramoya (Xalapa), 31 (abril-ju-
nio 1992), p. 89.
omnipresentes, traición, asesinato del héroe…
y porque ejemplifica, una vez más, que la his- Lo mismo pasa con Tizoc, cuando recor-
toria no es el acontecimiento, la experiencia dando la matanza, alude al silencio oficial y a
vivida, sino la «captación» a posteriori del la ola de amnesia que el gobierno mexicano
pasado: cuenta y representa el pasado. Otra de la época sesentaiochera sustenta mientras
vez, el teatro es el espacio privilegiado para las madres de las víctimas siguen buscando a
poner a prueba la historia y su representa- sus niños:
ción. Además, pone en escena a un personaje
histórico casi desconocido del panteón de los Tizoc: No quiero más sangre inútil (…). El amanecer
héroes prehispánicos teatralizados y literari- me asaltó por aquella plaza, errante por entre los
zados. Tizoc vale por su voluntad de cambiar edificios… Debiste oir el silencio, debiste sentir el
el orden azteca formalizado por Tlacaelel y viento helado, más helado que el amanecer. Tuve que
quiere volver a más humanidad en el ejercicio enfrentar los ojos de las madres, tuve que resistir el
del poder, por eso muere envenenado. En fin, rostro de las viudas, tuve que morir por los muertos,
escogí esta pieza porque, cuando se estrenó por esa joven casi niña, por esa flor en sus manos
en el Festival de las Máscaras en Morelia, (p. 16).
en 1970, obtuvo el premio gracias a la fuerte
presencia y presión del público que recono- Bien sabe Pablo Salinas que, para que el
ció en ella referencias explícitas a la masacre personaje histórico esté reconocido como
cercana, «aunque hábilmente insertas en una personaje histórico, es necesario que, de un
tragedia histórica» según dice la crítica20. modo u otro, en el recuerdo o en la acción
La obra de Salinas denuncia la violencia presente, se conserven las marcas, las huellas
represiva del poder y el silencio oficial que de su historicidad, pero, al mismo tiempo,
sucedió a la matanza en un vaivén constante tiende este personaje a vaciarse de esta histori-
entre el presente de 1968 y el recuerdo de cidad, por efecto de mitificación de la historia.
1473 en el pasado de 1486. Así la hermana del Así recibe el personaje histórico o mítico,
emperador Tizoc, Chalchiunenetzin, justifica un nuevo significado mítico cuyo contenido
la masacre del pueblo tlatelolco, ocurrida 10 puede renovarse sin cesar, con el fin de permi- Teoría y práctica del personaje
histórico: 1968, el personaje
años antes, con argumentos y palabras que tirle al espectador contemporáneo organizar histórico y el trabajo de memoria.
El caso de Tizoc, emperador de
refieren directamente a la versión oficial di- su propia lectura y su propio universo. En Pablo Salinas (1970)
fundida en 1968: 1970, muchos participantes del movimiento DANIEL MEYRAN

137
21 estudiantil, muchos líderes siguen encarcela- El sonido del caracol de guerra remite al
Rodolfo Usigli, Teatro completo,
México, FCE, 1963, III, p. 623; dos o deportados. Por ello, Tizoc declara lo motor de los helicópteros que sobrevuelan
cf. la introducción de Daniel que pudo parecer anacronismo, pero que el la explanada de la plaza antes de la masacre.
Meyran a El Gesticulador,
Madrid, Cátedra, 2004, así
espectador recibe en su actualidad: La «luz verde» remite a las luces de bengala
como Daniel Meyran, El discurso lanzadas por los helicópteros para dar la se-
teatral de Rodolfo Usigli: del También habrá de sorprenderte, madre, el que no ñal del principio de la ofensiva armada y se
Signo al Discurso, México,
INBA/CITRU, 1993. haya traído prisioneros; que haya prohibido los asimilan, en el contexto prehispánico de la
sacrificios y es más: si necesario llego a considerarlo, pieza, a los signos funestos que, en el mundo
22
Tovar, «El alma de los hechos», daré a los presos políticos, libertad (…) a pesar de la náhuatl, profetizaban los malos destinos. To-
op. cit., p. 32. oposición del Consejo de Gobierno (p. 38). do ello aumenta el peso mítico del personaje
y de la obra.
La traslación referencial, «teatraslación», Tizoc, como personaje histórico, impone
que se opera en la mente del personaje y en unos datos previos al universo de su creación,
la del espectador, entre la masacre de 1473 a pesar de ser poco conocido, datos sacados
(recordada en 1486) y la de 1968, ocurre por de la realidad que, aunque se aparten luego de
entre juegos textuales y visuales de manera ex- una verdad histórica, deben ser reconocidos
plícita o implícita; por ejemplo, cuando Tizoc por el público-espectador. Sin embargo, y a
evoca su trastorno ante la masacre, siempre pesar de todo, «sólo la imaginación permite
recurre a una imagen-choque, símbolo de la tratar teatralmente un tema histórico»21; no
inocencia violada y de la barbarie: el crimen, nos equivoquemos: si el teatro no es la historia
ante sus ojos, de la joven con una flor en las sino una ilusión de la historia, la producción
manos: cultural que resulta de ello, siempre es pro-
ducto de creaciones, generalmente comunes al
Una joven con el huipil desgarrado, su razón casi autor y al espectador. Así el personaje teatral
perdida imploraba piedad, mientras sus brazos se le permite al personaje histórico reapoderarse
abrazaban al cielo ; fue mortalmente sacrificada y en de la historia y del mito:
sus manos llevaba una flor (…) esa joven casi niña,
con esa flor en sus manos (p. 15). Los hechos están dados; de ellos partimos. Seleccio-
nándolos, estruturándolos, articulándolos, armamos
¿No sería la flor simbólica de la inocencia? la trama, la nueva versión de la historia. Luego, para
Claro que sí, pero también flor de la «flower que la historia viva es preciso que haya gente que la
generation». viva, y ahí es donde llegamos al alma de los hechos:
Hay otros dobles referentes o metatextua- en la creación de personajes, que viene a ser esto de
lidades en el discurso de Tizoc: intuirlos, imaginarlos, actuarlos, serlos de alguna ma-
nera, darles vida : crearlos a nuestra semejanza, para
Tizoc: por el cielo amenazaba el sonido de los caraco- que alguna verdad haya y el tinglado se sostenga22.
les de guerra. Una luz verde amenazó desde el cielo.
No había piedad en nuestros guerreros. ¡Sangre!
(…). Durante toda la noche los soldados retiraron los
cuerpos y lavaron la plaza. El amanecer no debería
llegar sin que todo pareciera normal (p. 15).

Teoría y práctica del personaje


histórico: 1968, el personaje
histórico y el trabajo de memoria.
El caso de Tizoc, emperador de
Pablo Salinas (1970)
DANIEL MEYRAN

138
Javier Mompó Valor
Licenciado en Filología Hispánica
por la Universidad de Alicante
y colaborador de la Unidad de
Investigación de dicha universi-
dad Recuperaciones del Mundo
Precolombino y Colonial en la
Literatura Hispanoamericana de
los siglos XIX y XX. Actualmen-
te, está realizando su tesis doctoral
en torno a las últimas novelas de

EL ARPA Y LA SOMBRA: Alejo Carpentier, a quien ya ha


dedicado un amplio trabajo de in-
vestigación titulado Realidad his-

PROCESOS INTERTEXTUALES EN LA tórica y ficción literaria en El arpa


y la sombra de Alejo Carpentier:
intertextualidad y metaficción.

CONSTRUCCIÓN DEL PERSONAJE DE


CRISTÓBAL COLÓN
JAVIER MOMPÓ VALOR

INTRODUCCIÓN incidente influencia, entre otras muchas fuen- un enfoque itertextual», Imán,
3:3 (1986), pp. 275-295, donde
tes5, que tuvo El libro de Cristóbal Colón, del se analiza de manera algo más
12 de octubre de 1492, Rodrigo de Triana, católico francés Paul Claudel6, en la obra del profunda la influencia de Paul
Claudel, el resto simplemente la
desde una de las tres naves colombinas, divisa escritor cubano, texto fundamental junto a tratan superficialmente aunque
tierra. Aquí tiene su comienzo una de las los Diarios del propio Colón en el proceso de desarrollan ampliamente otros
aspectos como, por ejemplo,
historias que más veces ha sido plasmada por reescritura de Carpentier, pero mucho menos la influencia de los Diarios de
escrito, bien con valor literario, bien con valor estudiado que éstos. Colón en la obra. Entre otros,
historiográfico, jurídico u oficial. véase Jorge Campos, «El arpa
y la sombra de Alejo Carpen-
El siglo XX ha sido prolijo en este aspecto1 tier», Insula, 394 (1979), p. 11;
y son distintos los autores de diferentes países Leonardo Acosta, «El almirante
según Don Alejo», Casa de las
que han centrado su atención en Cristóbal Américas, 121 (1980), pp. 26-
1 historiográfica: la novela his-
Colón y en el descubrimiento del Nuevo Véase, entre otros trabajos, tórica en la narrativa histó-
40; Leonardo Padura Fuentes,
Colón, Carpentier, la mano, el
Mundo. Sin embargo, fue probablemente Rosa Pellicer, «Colón y la bus- rica posmodernista, Madrid,
arpa y la sombra, La Habana,
ca del paraíso en la novela Fundamentos, pp. 57-106;
Alejo Carpentier quien inauguró una nueva histórica del siglo XX (de Car- o Mónica Scarano, Mónica
Universidad, 1987, pp. 9-40;
forma de acercamiento al personaje en su úl- Alicia Valero Covarrubias, «El
pentier a Roa Bastos)», Amé- Marione y Grabiela Tineo, La
arpa y la sombra de Alejo Car-
tima novela publicada, El arpa y la sombra2, rica Sin Nombre, 5-6 (2004), reinvención de la memoria,
pentier: una confesión a tres
pp. 181-187. Rosario (Argentina), Beatriz
donde se narra el intento fallido de beatifi- Viterbo Editora, 1997, pp. 9-
voces», Cuadernos Americanos
/ México, 14:2 (1989), pp.
cación de Cristóbal Colón por parte de dos 2 71 y 115-138.
140-144; Roberto González
En este trabajo citaremos de
pontífices, Pío IX y León XIII. forma abreviada según la 4
Echevarría, Alejo Carpentier: El
peregrino en su patria, México,
La obra interesa, entre otros aspectos, por- edición de Alianza Editorial, Para todo lo relacionado con
UNAM, 1999, pp. 21-45 y 355-
Madrid, 1998. cuestiones teóricas sobre in-
que representa una tendencia general que se tertextualidad –concepto y
383; o Antonio Fama, Las últi-
ha desarrollado en la novela hispanoamerica- mas obras de Alejo Carpentier,
3 clasificación tipológica– nos
Caracas, Ediciones La Casa de
na del siglo XX: la reinterpretación de hechos Al margen de nuestro análi- basamos en las contribuciones
Bello, 1995, pp. 57-85.
sis, existen otros bastante in- que desarrollaremos más tarde
históricos importantes, como es el descubri- teresantes centrados en otras de Gérard Genette, Palimses-
6
miento y conquista del Nuevo Continente, a obras cuya temática sigue tos La literatura en segundo
Citaremos de forma abreviada
siendo el descubrimiento y la grado, Madrid, Taurus, 1989,
partir de la relectura y reescritura ficcional de conquista de América y en pp. 9-20.
según la edición de Buenos Ai-
res, Editorial Losada, 1954.
sus fuentes documentales3. donde también se trabaja la
intertextualidad en autores 5
Para lograr dicha reescritura, Carpentier como Abel Posse o Augusto De forma general, los críticos
tejió una red intertextual encaminada a con- Roa Bastos, entre otros. Véa- que han trabajado El arpa y
formar su imagen del Almirante. Este estudio se Beatriz Aracil Varón, Abel la sombra coinciden en señalar
Posse: de la crónica al mito las diferentes influencias inter-
pretende analizar parte de dicha intertextua- de América, Alicante, Cuader- textuales que se aprecian en la
lidad4, presente en las tres partes de la novela, nos de América sin nombre, novela. Ahora bien, salvo el El arpa y la sombra: Procesos
9, Alicante, Universidad de trabajo de Klaus Müller Bergh, intertextuales en la construcción
en «El arpa», «La mano» y «La sombra». Alicante, 2004, pp. 126-133; «Paul Claudel y El arpa y la del personaje de Cristóbal Colón
Concretamente, trataremos de desvelar la Amalia Pulgarín, Metaficción sombra de Alejo Carpentier: JAVIER MOMPÓ VALOR

139
DOS PROYECTOS LI- La irritación que debió de sentir el autor
TERARIOS PARA UNA cubano se entiende bien cuando se lee el libro
MISMA HISTORIA de Claudel. Por un lado, la pieza teatral mues-
tra por momentos niveles considerables de
A propósito de El libro ridiculización y mofa hacia lo americano; por
de Cristóbal Colón, el mis- otro, la figura de Colón queda elevada más
mo Paul Claudel destaca: allá incluso del plano hagiográfico. A modo
de ejemplo, destacamos dos escenas del drama
Mi papel consistía, pues, en fi- de Claudel. La primera está relacionada con la
jarme en Cristóbal Colón, ho- llegada de Cristóbal Colón a América, donde
jear las páginas de su historia y los dioses salen a su espera:
su leyenda, resucitar las escenas
esenciales, una tras otra, y esperar El Expositor. Es hora ya de examinar lo que ocurre
las interrogaciones, las objeciones en América, en el momento en que va a terminar para
y los comentarios que la música, ella esa larga noche anterior al nacimiento y en que
por el órgano colectivo de la el primer rayo de sol va a alcanzarla y restituirla a la
orquesta y de los coros, había Humanidad. ¡La tierra tiembla! ¡Los templos de los
de presentarme en nombre del ídolos se han agrietado! ¡Vitzliputzli cayó, con el ros-
público, de esa audiencia, en tor- tro contra el suelo! Y he aquí a los espantosos dioses
no a un gran hombre y un gran de sangre y de tinieblas, que se reúnen con inquietud
acontecimiento. (...) Una vida, en la playa para ver llegar las carabelas.
una vocación, un destino, el más Acotación. En la playa adornada por construcciones
El sueño de Cristóbal Colón, Salvador Dalí (1959).
sublime de todos, el del inventor fantásticas y semiderruidas, todos los demonios de
de un nuevo mundo y el unifica- América, vestidos al modo de los ídolos mejicanos,
7 dor de la Tierra de Dios7. se han reunido (p. 71).
Ibid., p. 29.

8 Por su parte, sobre el nacimiento de El La segunda de las escenas se corresponde


Alejo Carpentier hace referencia
aquí a la obra Le révélateur du arpa y la sombra, afirma el propio Alejo Car- con la parte final del drama: tras una identi-
Globe (1884). Para su consulta, pentier: ficación casi constante del marinero con una
véase la edición preparada por
Joseph Bollery y Jacques Petit,
paloma blanca, símbolo del Espíritu Santo, en
Oeuvres de Léon Bloy, Francia, En 1937, al realizar una adaptación radiofónica de El la escena final podemos pensar que la imagen
Mercure de France, 1964. libro de Cristóbal Colón de Claudel para la emisora del sumo pontífice es la de Cristóbal Colón:
9 Radio Luxemburgo, me sentí irritado por el empeño
Cit. en Fama, op. cit., p. 58. hagiográfico de un texto que atribuía sobrehumanas El Coro. ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya! Coro de
10 virtudes al descubridor de América. Más tarde me mujeres, entre telones, a la vez rápido y lento, como
Alejo Carpentier defendió siem- topé con un increíble libro de Léon Bloy8, donde el en un delirio de alegría. (...).
pre un modelo de escritor –Cro-
nista de Indias actual– compro-
gran escritor católico solicitaba nada menos que la Acotación. Una luz se agranda al pie del telón del
metido con la sociedad y con la canonización de quien comparaba, llanamente, con fondo en el cual se ve girar la parte superior del
Historia. Al igual que el autor Moisés y San Pedro9. Globo terráqueo. De él escapa una paloma que
literario se vuelve juez en las
obras de arte verbal, también ha emprende el vuelo y cruza toda la extensión. Todo
de erigirse como juez de la His- se borra, y no se ve más que la paloma. En el telón
toria, si pretende conseguir una
plena identidad americana: 11 mo la metaficción, los usos pa- de fondo se distinguen las rodillas y el pecho de un
«(...) el novelista está en su po- Para una visión más específica ródico-irónicos del lenguaje, Pontífice gigantesco cubierto de oro, con la estola y
der de ser juez de la historia. sobre cuestiones de géneros la heteroglosia, la distorsión
(...) en este nuevo fin de siglo, literarios y clasificaciones tipo- consciente de la historia... En
la casulla. (p. 137).
será un novelista políticamente lógicas, véase Antonio García este sentido, véase Seymour
comprometido por la fuerza de Berrio y Javier Huerta Calvo, Menton, La nueva novela Frente a la postura de Claudel, Carpentier
las circunstancias. (...) Y no hay Los géneros literarios: sistema histórica de América Latina,
modo, hoy, de ser novelista y e historia, Madrid, Cátedra, 1979-1992, México, Fondo decidió ofrecer en El arpa y la sombra una
ciudadano, volviendo la espalda 1995; sobre la NH y la NNH de Cultura Económica, 1993; nueva interpretación global de la historia del
a la Historia que ante los ojos de cabe destacar, además de las Fernando Aínsa, «La reescri-
todos está elaborando» (Alejo referenciadas de la nota si- tura de la historia en la nueva descubrimiento y de la figura de Colón. Ade-
Carpentier, Ensayos, Madrid, S. guiente, los trabajos de Geor- narrativa latinoamericana», más, el autor cubano contribuyó así, desde
XXI Editores, 1990, pp. 246- ge Lukács, La novela histórica, Cuadernos Americanos, 28:4
247). México, Era, 1955 y Celia (1991), pp. 13-31; Fernando
su papel de escritor comprometido con su
Fernández Prieto, Historia y Aínsa, Reescribir el pasado. sociedad10, a la conformación de la tan ansiada
Novela: Poética de la novela Historia y ficción en Améri- y buscada identidad americana.
histórica, Pamplona, Eunsa, ca Latina, Mérida-Venezuela,
1998, pp. 149-217. CELARG, 2003; o Noé Jitrik, Nosotros vamos a analizar su obra desde
El arpa y la sombra: Procesos Historia e imaginación litera- uno de los parámetros definitorios de la Nue-
intertextuales en la construcción 12 ria: las posibilidades de un
del personaje de Cristóbal Colón Junto a la intertextualidad hay género, Buenos Aires, Biblos, va Novela Histórica11, la intertextualidad12.
JAVIER MOMPÓ VALOR otros rasgos significativos co- 1995. En efecto, tras su toma de contacto con las

140
obras de Bloy y Claudel, el autor cubano que, de acuerdo con Gérard Genet-
constató que la figura del navegante estaba te16, entendemos la intertextualidad
desvirtuada y presentaba lagunas importantes «como una relación de copresencia
en algunos aspectos de su vida. Óscar Velayos entre dos o más textos, es decir, (...)
Zurdo afirma al respecto: como la presencia efectiva de un tex-
to en otro». Ahora bien, dicha pre-
[El análisis de la documentación] desembocaría en sencia puede aparecer de modo más
sorprendentes descubrimientos; por ejemplo, el pro- o menos explícito, lo que origina una
pósito –después malogrado– de dos papas del siglo diversidad de relaciones transtextua-
pasado, Pío IX y León XIII, avalados por centenares les. A continuación analizaremos esta
de obispos, de conseguir la beatificación del Gran «relación de copresencia entre dos o Alejo Carpentier.
Almirante. Pero además pronto se percató también más textos» en las tres partes de la
Carpentier que en relación con este tema se daban obra, focalizando nuestra atención en
dos circunstancias (...): por un lado la existencia de las interrelaciones existentes entre el drama de 13
Óscar Velayos Zurdo, Historia
amplias «lagunas» o zonas confusas en nuestro co- Claudel y la novela de Carpentier. y Utopía en Alejo Carpentier,
nocimiento de Colón, dada la insuficiencia de datos Salamanca, Ediciones Universi-
dad de Salamanca, 1990, pp.
que nos han llegado en torno a su vida; y por otro «EL ARPA»: UN MARCO GENERAL 63-64.
–en parte como consecuencia de ello– la controversia, PARA LA INCIPIENTE INTERTEX-
dentro de la amplia bibliografía existente, entre los TUALIDAD 14
Acosta, op. cit., p. 31.
numerosos escritores (...) que han difundido una
visión apologética, idealizadora del Descubrimiento, «El arpa», como una de las «alas latera- 15
Seguimos a Genette, op. cit. pp.
y aquellos otros que, por el contrario, han estudiado les»17 de la obra –la otra es «La sombra»–, es 9-20. La intertextualidad encier-
su personalidad con mayor grado de rigor histórico un acto doble de afirmación y de identifica- ra un proceso de reescritura que
puede plasmarse de diferente
y, por consiguiente, con menor fervor13. ción: Carpentier, Pío IX, Mastaï Ferreti y el modo: transcripción casi textual,
propio Cristóbal Colón –como proyección glosa, alusión, apostilla, cita, re-
Deducimos, pues, que Carpentier se en- mental de este último– reclaman la santidad ferencias explícitas e implícitas...
Este hecho es consustancial a la
contró, por un lado, una escasez general del protagonista; se funden en un mismo literatura hispanoamericana des-
de datos relacionados con la biografía del narrador cuya principal empresa es iniciar de sus comienzos, esto es, desde
los Diarios de Colón, en los que
Almirante, ante todo los vinculados con su el proceso de beatificación y, por tanto, co- ya se citan fragmentos de obras
nacimiento, linaje, oficio y propósitos de su menzar con la leyenda blanca, idealizadora como los Viajes, de Marco Polo,
o de la Imago mundi, de Pierre
empresa; y, por otro, un abundante corpus e hipermitificada de la figura del Almirante, d’Ailly, entre otras. Para este
bibliográfico con obras tanto críticas como aunque dicho espíritu hagiográfico se irá di- último aspecto, véase Scarano et
idealizadoras de su figura. luyendo en las partes siguientes. al., op. cit., pp. 17-26.

De la conjunción y el trabajo minucioso La presentación de la escena en el drama 16


con todo ese material surgió El arpa y la de Claudel y en la novela de Carpentier es Véase Genette, op. cit. p. 1.
sombra, novela en la que Carpentier acepta el bastante similar: 17
reto de dar un camino común a este enfren- Véase Víctor Bravo, «El arpa
y la sombra de Alejo Carpen-
tamiento dialéctico y «asume de este modo El libro de Cristóbal Colón. Entra una procesión tier: La urdimbre de la mentira»,
la tarea de ir desenmascarando al Colón de la precedida por alabarderos. Mosqueteros y dos ofi- Escritura, IX:17-18 (1984), pp.
leyenda para, entre bromas y veras, dar con su ciales llevan los estandartes de Aragón y de Castilla. 117-125.

verdadero rostro»14. Luego, el LIBRO DE CRISTÓBAL COLÓN,


que un joven lleva apoyado en su pecho. Luego, el
PROCESOS INTERTEXTUALES EN EL Expositor, marchando solo y con pompa. Después
ARPA Y LA SOMBRA el CORO, marchando primero en filas, luego con
no poca turbulencia y desorden. (...) Se ven las dos
La novela consta de tres partes: «El arpa», largas manos finas de una mujer que quita la funda
«La mano» y «La sombra». En cada una de negra a un arpa (...). Se instala solemnemente el
ellas se articulan núcleos narrativos interrela- LIBRO en el facistol. Los dos portaestandartes se
cionados que poseen como denominador co- colocan en cada lado del escenario (...): «¡Silencio!»
mún el citado intento de beatificación del Al- y el expositor abre el LIBRO. Toque de trompetas
mirante. Evidentemente, no todas las fuentes (p. 37).
que consultó Carpentier para la elaboración El arpa y la sombra. Atrás quedaron las ochenta
de su última novela publicada tuvieron una y siete lámparas del Altar de la Confesión, cuyas
plasmación explícita o implícita en la obra. Es llamas se habían estremecido más de una vez, aquella
decir, se dan distintos tipos de intertextuali- mañana, entre sus cristalerías puestas a vibrar de con- El arpa y la sombra: Procesos
intertextuales en la construcción
dad como reflejo de las relaciones transtextua- cierto con los triunfales acentos del Tedeum cantado del personaje de Cristóbal Colón
les operantes15. En este sentido, cabe advertir por fornidas voces de cantoría pontifical; levemente JAVIER MOMPÓ VALOR

141
fueron cerradas las monumentales puertas y, en la expediente que inicia el proceso de beatifica-
capilla del Santo Sacramento, (...) la silla gestatoria ción, éste lo hojea y revisa la «leyenda» del
[fue] pasada de hombros a manos. (...) Empezó el Almirante. Este hecho se constituye como un
lento viaje de su Santidad a través de innumerables ejercicio de mímesis reflejo del que realizó
estancias (p. 13). Alejo Carpentier al releer los textos colombi-
nos. Con esta triple identificación o diálogo
Desde la óptica de Genette, nos encon- polifónico en el que intervienen explícita o
traríamos aquí ante una relación que va de la implícitamente Pío IX, Carpentier y Cristó-
alusión a la hipertextualidad: hay una trans- bal Colón, se cierra «El arpa»: la urdimbre de
formación del contenido con ciertas conexio- la mentira.
nes destacables como, por ejemplo, el coro
y la cantoría; la procesión de mosqueteros y «LA MANO»: ALGO MÁS QUE LOS
Paul Claudel.
oficiales y la silla gestatoria que porta al pon- DIARIOS DE COLÓN
tífice; el toque de trompetas y los triunfales
18 acentos del Te Deum18; y, por último, el libro La figura del Almirante siempre ha estado
Paul Claudel reserva el Te Deum
para la parte final de la prime- de Cristóbal Colón que va a ser analizado y el rodeada de cierto misterio, hecho que lo ha
ra parte, cuando se produce sumo pontífice que va a decidir sobre la cano- transformado en un personaje histórico-li-
el descubrimiento de América:
«Aparecen en el horizonte las
nización del navegante. «El arpa» se confor- terario complejo, capaz de cautivar tanto a
tres velas de Cristóbal Colón. ma, en definitiva, como acto de planteamiento detractores como a defensores. El intento de
¡Se aproximan! Mezclado con positivo de la figura de Colón. que Colón engrosase la lista santoral de la
el murmullo de la tierra, de la
selva, del mar, que crece con un Además de esto, también encierra proce- Iglesia es buena muestra de ello. Carpentier
sentimiento de terror de angustia dimientos hipertextuales que se incorporan efectúa su contribución a la cuestión co-
y de esperanza, se oye el canto
lejano del Te Deum» (p. 90). al texto por medio de la ironía y la parodia19. lombina a través de la obra en general, pero
Al respecto, Carpentier recupera de forma primordialmente a través del monólogo de
19
Acosta, op. cit., p. 27, defiende
cómico-satírica, evocando la leyenda de un Colón desdoblado polifónicamente en «La
que Carpentier «emplea todos San Cristóbal, la imagen que Claudel había mano», parte nuclear de la obra.
los registros posibles del humor: planteado previamente. Veámoslo con mayor «La mano» presenta en primera persona
la ironía sutil, la sátira, el humor
grotesco y sus buenas pinceladas detalle: los lugares por donde anduvo el marinero
de humor negro, e incluso llega antes, durante y después del descubrimiento.
a introducir elementos fantásti-
cos como hacer pensar, dialogar El libro de Cristóbal Colón. (...) Cristóbal Colón, Todo ello como examen de conciencia a la es-
y polemizar a los muertos». Véa- descubridor de América y de lo que está ultra. Por- pera del fraile confesor en su lecho de muerte.
se también Claire Emilie Martin,
Alejo Carpentier y las crónicas
que el fue quien reunió la Tierra Católica y de ella En este sentido, la presencia de sus Diarios es
de Indias: Orígenes de una escri- hizo un solo globo bajo la Cruz, (...) cuyo nombre importante porque los revisita constantemen-
tura americana, Yale University, significa Paloma y Porta Cristo, tal como ocurrió no te para analizar diversas cuestiones como la
UMI, 1988, pp. 163-164.
sólo en el tiempo sino en la Eternidad (p. 38). (...) Y búsqueda del oro, el tratamiento del indígena
20 la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas o la percepción de la realidad americana, entre
De manera general, los críticos
han analizado con minuciosidad estaban sobre la faz del Abismo y el Espíritu de otros aspectos.
todas las relaciones intertextua- Dios se movía sobre las aguas. El espíritu de Dios La presencia de los Diarios de Colón ha
les que existen en «La mano» no
sólo en relación con los Diarios
descendió sobre las aguas en forma de paloma (p. sido un aspecto ampliamente estudiado por
de Colón, sino también con la 39). ¡Haremos de ti un dios! ¡Te haremos correr la crítica20. Ahora bien, El libro de Cristóbal
presencia de otras obras o refe- por encima del mar en una carroza de oro y bronce! Colón de Claudel también juega un papel
rencias en el texto que van desde
las citas bíblicas introductorias (p. 126). importante en la configuración de «La ma-
de cada parte hasta las alusio- El arpa y la sombra. (...) Lo ideal, lo perfecto, para no»; de hecho, nos encontraríamos ante una
nes al Lazarillo de Tormes, a La
Celestina e incluso a versos de compactar la fe cristiana en el viejo y nuevo mundo relación de paridad entre la influencia de los
«La casada infiel» de Federico sería (...) un santo de una envergadura planetaria, Diarios y del drama de Claudel.
García Lorca: véanse Escarano
et al., op. cit., pp. 43-71, Vela-
incontrovertible, tan enorme que, mucho más gi- Klaus Müller-Bergh, tras un análisis de
yos Zurdo, op. cit., pp. 63-67, gante que el legendario Coloso de Rodas, tuviese un los elementos que se dan en ambas obras,
Martin, op. cit. pp. 156-199 y pie asentado en esta orilla del Continente y el otro concluye:
Juan Durán Luzio, «Un nuevo
Epílogo de la Historia: El Arpa en los finisterres europeos (...) Un San Cristóbal,
y la Sombra, de Alejo Carpen- Christophoros, Porteador de Cristo, conocido por (...) el personaje novelesco de Carpentier en último
tier», Casa de las Américas, 125
(1982), pp. 100-110. todos, admirado por los pueblos, universal en sus análisis viene a ser más bien una síntesis, una tercera
obras, universal en su prestigio (p. 43). concepción más humana del descubridor, ni héroe,
ni ser humano común. (...) La caracterización car-
Por último, Carpentier, bajo la figura del penteriana es compleja, polifacética y contradictoria,
El arpa y la sombra: Procesos Papa Pío IX, cierra «El arpa» con una escena porque crea un visionario genial, poeta de la acción,
intertextuales en la construcción
del personaje de Cristóbal Colón significativa. Ésta sucede momentos antes innovador intrépido, lleno de ideas, estrechamente
JAVIER MOMPÓ VALOR de que el pontífice proceda a la rúbrica del unido a la de un pecador que carga las debilidades

142
humanas, obsesionado por la avaricia, cegado por el que hiciste sin saberlo! ¡Ven a ver
oro y ávido de riqueza fácil21. lo que descubriste sin saberlo!
¡Deja ese sórdido rincón! ¡Ocupa
El drama de Claudel, que tiene como pro- tu sitio! ¡Ocupa tu trono! –el
pósito presentar a Colón como el elegido para coro– (...) ¡Ocupa tu asiento con
el descubrimiento, presenta una considerable nosotros, Portador de Cristo! (...)
incidencia intertextual. Alejo Carpentier se ¡Ven con nosotros y mira! ¡Mira
irritó –como vimos– ante el planteamiento tu propia vida!, mira tu propia
hagiográfico del escritor francés, pero no lo historia! (pp. 40-41).
rechazó plenamente. De él supo extraer lo que El arpa y la sombra. Y habrá que
necesitaba para montar su propio drama en decirlo todo. Todo, pero todo.
el que nos narra su visión de cómo pudieron Entregarme en palabras y decir
haber sido los hechos. mucho más de lo que quisiera
En este sentido, si el grado de intertextua- decir (p. 49).
lidad era de carácter más implícito y genera- El libro de Cristóbal Colón. (...)
lista en la primera parte, en la segunda se va «¿los reconoces Cristóbal Colón?
transformando en referencias más concretas y Se llaman la Envidia, la Ignoran-
cada vez más explícitas. cia, la Vanidad y, lo peor de todo,
El primero de los elementos comunes la Avaricia» (p. 42).
está en el desdoble polifónico de «La mano», El arpa y la sombra. «De los Retrato de Cristóbal Colón.
operante en la obra de Paul Claudel mediante pecados capitales, uno solo me
un Cristóbal Colón I y II, uno que observa fue siempre ajeno, el de la pereza.
y otro que actúa. Carpentier presenta a un Porque, en cuanto a la lujuria, en lujuria viví (p. 53). 21
Müller-Bergh, op. cit., pp. 284-
héroe que se desdobla y se transforma para 285.
nosotros en espectador y juez de su propia Por otro lado, en cuanto a la caracteriza-
22
acción. Junto a ello, en los siguientes ejemplos ción del personaje, en el drama de Claudel Tzvetan Todorov en La conquista
también se aprecian algunas coincidencias viene dada de la mano del Opositor y del de América. El problema del
otro, Madrid, Siglo XXI, 1999,
significativas, aunque evidentemente con las Defensor de la causa: pp. 13-58, efectúa un completo
respectivas variaciones, como sucede con la análisis del carácter hermenéu-
descripción del personaje y la localización: El Opositor: ¡De modo que te decides a hablar! ¡A tico de Colón a propósito de
sus Diarios. Alejo Carpentier
ti me dirijo, Cristóbal Colón, charlatán, ignorante, también nos presenta, en cierto
El libro de Cristóbal Colón: [La acción se localiza en] alucinado, traficante de esclavos, mentiroso, rebelde, modo, un Colón hermeneuta.
una mísera posada en Valladolid; ¡Cristóbal Colón!; incapaz, calumniador! (...) No merecías que te enca-
Está viejo. Está pobre. Está enfermo. El hombre que denaran solamente, sino que te fusilaran.
le acompaña y discute es el posadero. El anciano El Defensor: Todas sus faltas, sus ilusiones, sus sospe-
lleva el cabestro de su mula enrollado en el brazo. chas, sus mentiras, sus celos, su egoísmo, su crueldad,
Es su único bien; teme que se la roben. ¡La mula de su desprecio por lo que había descubierto al precio de
Cristóbal Colón!» (p. 39) lo que no había encontrado todavía, todo eso son las
El arpa y la sombra: …en una posada de Valladolid, faltas de amor. A un hombre presa de amor ¿quién
el 20 de mayo de 1506...«Ya fueron por el confesor. podría juzgarle? (p. 43).
Pero tardará en llegar, pues despacio es el paso de
mi mula cuando se lleva por malos caminos» (p. 49). En el caso de «La mano», Carpentier plan-
(...) Yerta me siento ya la envoltura de estameña que tea una prosopografía del personaje similar,
(...) envuelve mi vencido cuerpo; pero; dentro de ese pero que descansa en la relectura deconstruc-
cuerpo derribado por las fatigas y los achaques, está tiva y analítica que el propio Colón efectúa
el yo de lo hondo, aún claro de mente» (p. 51). de sus escritos. Colón se busca a sí mismo en
un examen de conciencia manipulado magis-
Similar coincidencia encontramos cuando tralmente por Carpentier que, por extensión,
se produce la confesión de Colón –por propia está revisando y revisitando la Crónica de
voluntad en la obra del autor cubano, frente a Indias22:
la estimulación del coro al recapitular su vida
en la obra del francés–; así como en la referen- Ya fueron por el confesor. (...) Y habrá que decirlo
cia a los pecados capitales: todo. Todo, pero todo. Entregarme en palabras y
decir mucho más de lo que quisiera decir (...). Pero,
El libro de Cristóbal Colón. (...) ¡Ven con nosotros, en este momento, cuando vivo –aún vivo– en espera El arpa y la sombra: Procesos
intertextuales en la construcción
Cristóbal Colón! –el Coro–; (...) ¡Somos la posteri- del oidor postrero, somos dos en uno. El yacente, de del personaje de Cristóbal Colón
dad! ¡Somos el juicio de los hombres! ¡Ven a ver lo manos ya puestas en estampa de oración, resignado JAVIER MOMPÓ VALOR

143
–¡no tanto!– a que la muerte le entre por introspectivo que adquiere su máxima expre-
esa puerta, y el otro, el de adentro, que sión poética en la parte final, ya que el autor
trata de liberarse de mí, el «mí» que lo cubano ha ido desmitificando, deconstruyen-
envuelve y encarcela, y trata de ahogarlo, do y creando su particular visión narrativo-
clamando en voz de Agustín: «no puede psicológica del Almirante.
ya mi cuerpo con el peso de mi alma
ensangrentada» (pp. 49-50). «LA SOMBRA»: UN VEREDICTO IN-
TERTEXTUAL PARA RESOLVER EL
Al proceso de relectura va PROCESO
parejo el de reescritura, dirigida
en esta ocasión a criticar, censurar «La sombra» es la clave final de la novela
y subvertir la figura del ilustre porque resuelve el móvil de la obra, que es el
Alejo Carpentier (caricatura). Almirante. Y qué mejor crítica proceso de beatificación del Almirante. Aho-
que la que se puede realizar uno ra, la Iglesia se torna «Palacio de Justicia» (p.
mismo, es decir, la que emane 153) para someter a crítica y juicio del Espí-
23 del propio Colón, cual marioneta surgida de ritu Santo la Historia. Volvemos a encontrar
Durán Luzio, op. cit., p. 109.
la tinta de Carpentier en este gran teatro del aquí a Carpentier detrás de la figura de Colón,
24 mundo. moviéndose con absoluta libertad, ya que de-
Fama, op. cit., p. 80.
A través de los recuerdos que Colón re- cide quiénes serán los testigos de la decisión
laciona, la narración oscila entre el presente final de la Sacra Congregación de Ritos.
del yo-sujeto-narrador y el tiempo pasado El juego de intertextualidades operante
del yo-objeto-narrado; Colón moribundo vs. ahora se conforma como enfrentamiento
Colón descubridor del Nuevo Mundo. dialéctico entre la historia crítica y la apolo-
Partiendo de esta base, Alejo Carpentier, gética en relación con el personaje histórico
en su afán por poner al descubierto el pasado de Cristóbal Colón. Además de este juego,
del Almirante, ataca tanto su personalidad El arpa y la sombra renueva su relación con
como la naturaleza de los motivos de su em- El Libro de Cristóbal Colón ahora desde una
presa. Del Colón objeto de potencial santidad relación de metatextualidad: «La sombra»
y devoción de «El arpa», nos trasladamos al sería en esencia una gran paráfrasis del drama
Colón humano, terrenal, lujurioso, codicioso, del católico francés. Ocupémonos de ello
ambicioso, pragmático, bebedor y mentiroso seguidamente.
de «La mano». Los siguientes pasajes de la En relación con los testigos, Carpentier
obra dan buena cuenta de todo ello: crea el personaje del Postulador, José Baldi,
que adopta la postura de Roselly de Lorgues
(...) en mis empresas propias [yo siempre pensaba] en y Léon Bloy. También comparecen a declarar
llevar una enorme cantidad de toneles en los barcos Bartolomé de las Casas, Julio Verne, Victor
(...) Noé, antecesor de todos los navegantes, fue el Hugo, el Obispo de Chiapas y Alfonse de La-
primero en dar ejemplo (p. 53); mujeriego y machis- martine; mientras que en este último apartado
ta, ya que tras un recuento lujurioso concluye que del relato se citan además a Roselly de Lor-
«de todas las nacionalidades las he catado» (p. 53); gues, Carlos Marx, Juana de Arco, Rodrigo
ávido de aventuras y ansioso por conocer, pues «de de Triana, Voltaire, Luis XVI... Como afirma
carne sola no vive el hombre, y de mis navegaciones Juan Durán Luzio: «todos tienen algo que
sacaba gran provecho en aprender las artes de marear decir a favor o en contra del Almirante; y lo
–aunque, para decir verdad, más me fiaba en mi dicen textualmente»23; a ello, Antonio Fama
particular acierto» (p. 55). (...) Cuando me asomo al puntualiza y especifica que «estos personajes,
laberinto de mi pasado en esta hora última, me asomo al igual que Colón, se mueven en el espacio
ante mi natural vocación de farsante, de animador de ficticio del relato como sombras, proyección
antruejos, de armador de ilusiones, a manera de los de los textos que representan, encarnación de
saltabancos de Italia, de feria en feria (...) llevan sus sus obras y recitan sus papeles como actores
comedias, pantomimas y mascaradas. Fui trujamán de teatro»24. La intertextualidad está aquí de
de retablo, al pasear de trono en trono mi Retablo de alguna manera proyectada sobre grandes au-
Maravillas (p. 142). tores y sus obras.
El objetivo final es dramatizar un último
Esta elaboración intertextual responde a encuentro, ahora dialéctico, entre el discurso
El arpa y la sombra: Procesos una voluntad de ofrecer otra versión alter- histórico panegirista-hagiográfico, que traza
intertextuales en la construcción
del personaje de Cristóbal Colón nativa en el contexto del enjuiciamiento de a un «héroe sublime» (p. 153), y el discurso
JAVIER MOMPÓ VALOR la historia. Todo ello a través del monólogo histórico-crítico alternativo, que presenta a

144
«un simple ser humano, sujeto a todas las altares en todas partes, serás como el gigante Atlas 25
Resulta llamativo que Carpentier
flaquezas de su condición» (p. 154), residente (pp. 161-162). sitúe en este proceso a Fray
ahora en el Hades y que, desde su invisibili- Bartolomé de las Casas en la
defensa de la historia crítica de
dad, asiste a esta especie de auto sacramental. A todo ello, se suma la palabra de Friede- Cristóbal Colón, dado que cono-
El debate entre las posturas divergentes rich Schiller a modo de testimonio autorizado cemos gran parte de los textos
de la historia se desarrolla de forma rápida, de la causa providencial: «Avanza sin temor colombinos gracias a su labor.
Sin embargo, no hay que olvidar
con presencia del componente humorístico, Cristóbal. Que si lo que buscas no ha sido tampoco que Las Casas fue un
que el narrador, Alejo Carpentier, va dis- creado aún, Dios lo hará surgir del mundo defensor del indígena y quizá
por ello Carpentier lo coloca
pensando en las intervenciones que efectúan de la nada a fin de justificar tu audacia» (p. frente a Colón, quien comerció
los comparecientes ante el Tribunal. Así, las 165). con indios.
cuestiones que van planteando los abogados A esta visión se opone la de la historia
se adecuan para permitir la introducción de crítica, defendida por Fray Bartolomé de las
una cita textual directa, original y sin reto- Casas25, Victor Hugo, Lamartine, Julio Verne,
ques por parte de narrador. Conforme éste va etc. Estos personajes están muertos y se dan
distribuyendo intertextualidad en boca de los cita en el espacio narrativo de forma fantas-
distintos comparecientes al proceso, se van magórica; son «las sombras de testigos que el
planteando la defensa y la acusación. Ambas Postulador había invitado a prestar declara-
discutirán sobre el descubrimiento del Nuevo ción» (p. 162).
Mundo en sí mismo, la leyenda negra y la Tanto Victor Hugo como Lamartine y
esclavitud defendida por el Almirante y sus Julio Verne se pronuncian desde sus textos.
relaciones amorosas. Por encima de todo ello, El primero tiene por objeto relativizar los co-
está la figura del Invisible esperando la propia nocimientos del marino genovés declarando
decisión de Carpentier. lo siguiente:
Por parte de la defensa –discurso histo-
riográfico convencional y apologético–, el Y al punto parécele al Invisible que Victor Hugo
comerciante genovés José Baldi ofrece un se yergue en la barra y dice: «Si Cristóbal Colón
alegato que representa la postura de Roselly hubiese sido un buen cosmógrafo, jamás habría
de Lorgues y Léon Bloy: descubierto el Nuevo Mundo.» («Pero tuve un olfato
de marino que valía por todas las cosmografías posi-
(...) según un cierto Léon Bloy, muy citado por José bles», murmuraba el Invisible.) (p. 165).
Baldi en su panegírico, sus milagros superaban los
–más corrientes y limitados, si se miraban bien– con- Por su parte, Lamartine, «estirado en su
sistentes en sanar enfermos, hacer caminar al pa- levita tribunicia, con mechón atravesado al
ralítico, enderezar al tullido, o resucitar al muerto. frente» (p. 171), se encarga de recordar al
No. «Pienso en Moisés –decía Léon Bloy–: Pienso en Almirante «sus malas costumbres y a su hijo
Moisés, porque Colón es revelador de la Creación, bastardo» (p. 171). Ante esto, el Invisible se
reparte el mundo entre los reyes de la tierra, habla a torna agobiado, pues en su ausente presencia
Dios en la Tempestad, y los resultados de sus plegarias percibe que el Tribunal va a tratar sus relacio-
son el patrimonio de todo el género humano.» «¡Olé! nes ilegítimas, sobre las que el Conde Roselly
–exclama el Abogado del Diablo, con palmadas de ja- de Lorgues también tiene algo que decir:
leador en tablado flamenco–: ¡Olé y Olé!» (p. 161).
Me basta –dice el Abogado del Diablo–: porque
Se trata de una personificación de Colón hemos llegado a una de las cuestiones más graves
exagerada y desmedida que, junto a la especie que aquí habrán de considerarse: el de las relaciones
de fiesta flamenca en la que parece estar José ilegítimas del Almirante con una cierta Beatriz que
Baldi, elimina todo tipo de solemnidad. Lue- fue (...) su barragana, su concubina, su querida, (...)
go, prosigue la narración con una interven- «su amigada». (...) Nos dice el Conde Roselly de
ción aún más mitificadora, esta vez realizada Lorgues: «A pesar de sus cuarenta y tantos años, su
por el Postulador de la causa: viudez, su pobreza, su acento extranjero, sus canas,
quiso ser compañera suya una joven de gran nobleza
Pero su voz es cubierta por la del Postulador: «El y rara belleza. Se llamaba Beatriz y, en ella, se anida-
Conde Roselly de Lorgues no vacilaba en poner el ban todas las virtudes y toda la donosura de la mujer
Gran Almirante en seguimiento de Noé, Abraham, cordobesa... (pp. 171-172).
Moisés, Juan Bautista y San Pedro, otorgándole el
supremo título de Embajador de Dios». (¡Oh, grande, Ante estas palabras, Carpentier nos ofrece El arpa y la sombra: Procesos
intertextuales en la construcción
grande, grande Christophoros, ganaste la partida, tu a un Almirante Invisible, situación aprove- del personaje de Cristóbal Colón
aureola está en puertas, habrá Consistorio, tendrás chada para expresar sus sentimientos. Hasta JAVIER MOMPÓ VALOR

145
en este terreno aprovecha el autor cubano antropófagos entre los escitas, masagetas y escotos.»
para jugar narrativamente con la intertextua- (p. 167).
lidad, con un Colón sensible que
La respuesta de Léon Bloy a esto es
(...) al oír el nombre de Beatriz se enterneció, (...) rotunda: «La esclavitud fue una escuela de
haciendo suya la estrofa en que Dante expresa su paciencia, de mansedumbre, de abnegación»
emoción al ver aparecer a su Beatriz en las orillas del (p. 168).
Leteo: ... el hielo que se había endurecido en torno a Abordada, pues, por parte del Tribunal, la
mi corazón se hizo suspiros y lágrimas, brotando de figura de Colón a través de una selección de
mis entrañas, apresurado, por la boca y por los ojos... citas textuales de diverso origen –marcadas en
(p. 171). el texto de El arpa y la sombra en cursiva– el
universo diegético de «La sombra» llega a su
En último lugar, Julio Verne es la figura fin. El veredicto es importante, pues en mayor
seleccionada por Carpentier para acusar a o menor medida ahí reside la voz y el voto
Colón de mentiroso, pues «durante todo su de Alejo Carpentier en contra del frustrado
viaje, el Almirante tuvo el cuidado de ocultar proceso de beatificación:
a sus compañeros la verdadera distancia que
iba recorriendo cada día.», a lo que Léon Bloy Se esfumaron las figuras de Bartolomé de Las Ca-
replica murmurante e insultante: «Si creyó sas, de Victor Hugo, de Lamartine, de Julio Verne.
útil hacerlo...» (...). Pero la gloria de Colón Desaparecieron –sin alborotos inoportunos, esta
no estaba en haber llegado, sino en haber zar- vez– los Impugnadores de la Leyenda Negra de la
pado. «¡Imbécil! ¡Capitán Nemo!» (p. 166). Conquista Española. Se disipan las tenues brumas,
Pero no finaliza aquí la tarea de Julio Verne, pobladas de formas fantasmagóricas, que, para la mi-
sino que, junto al padre Las Casas, se van a rada del Invisible, aneblaban la sala (...). «De lo dicho
encargar de abordar el controvertido tema de y escuchado –prosigue el Presidente–, se retienen
la esclavitud y la leyenda negra: dos grandes cargos contra el Postulado Colón: uno,
gravísimo, de concubinato (...); otro, no menos grave,
Pero ahora el discurso de Verne se hace seco y preciso de haber iniciado y alentado un incalificable comer-
como el de un profesor de matemáticas: «Por este cio de esclavos, vendiendo, en mercados públicos,
viaje, el viejo mundo asumía la responsabilidad de la varios centenares de indios capturados en el Nuevo
educación moral y política del mundo nuevo. ¿Pero, Mundo (...). El acólito del Protonotario hace circular
acaso estaba a la altura de esa tarea, con tantas ideas una pequeña urna negra donde cada miembro del
estrechas como acarreaba, sus impulsos semi-bárba- Tribunal introduce un papel doblado. El presidente
ros, sus odios religiosos...? Por lo pronto, empezó destaca luego la urna, y procede al escrutinio: «Sólo
Colón por apresar a varios indios, con el propósito un voto a favor –dice–: Por lo tanto, la Postulación es
de venderlos en España (p. 166). denegada» (...). Esto se acabó.» (p. 174).

Con ello, el Abogado del Diablo pide «la Tras la sentencia, Carpentier articula a un
venia del Tribunal para hacer comparecer a Almirante hundido en su invisibilidad, apesa-
Fray Bartolomé de las Casas, como testigo a dumbrado, acongojado después de haber asis-
cargo» (p. 166) que va a promover la defensa tido como un testigo más al proceso en el que
de los indios y cuestiona su supuesto cani- ha ido replicando las distintas intervenciones
balismo ante las preguntas del Presidente del intertextuales, en medio de la inmensidad de
Tribunal: la Plaza de San Pedro del Vaticano.
El universo diegético creado en «La som-
¿Qué hay de cierto en eso de que los indios eran bra» finaliza con una última identificación
caníbales? Toma la palabra Fray Bartolomé: «Para entre el Almirante y el Escritor. Ambos se
empezar diré que los indios pertenecen a una raza su- despiden: el primero, desmitificado tras un
perior, en belleza e inteligencia e ingenio... Cumplen proceso de relectura y reescritura; el segundo,
satisfactoriamente con las seis condiciones esenciales, tras una larga enfermedad terminal:
exigidas por Aristóteles, para formar una república
perfecta, que se baste a sí misma» (...) «¿Pero comen Y quedó el Hombre-condenado-a-ser-un-hombre-
o no comen carne humana?», pregunta el Presidente. como-los-demás, en el lugar preciso de la plaza
«No en todas partes, aunque es cierto que en Méjico donde, cuando se mira hacia las cuatro columnatas
El arpa y la sombra: Procesos sí se dan casos, pero es más por su religión que por de Bernini, la columnata frontal oculta tan perfec-
intertextuales en la construcción
del personaje de Cristóbal Colón otra causa. Por lo demás, Heródoto, Pomponio Mela, tamente las otras tres, que cuatro parecen una solo.
JAVIER MOMPÓ VALOR hasta San Jerónimo nos dicen que había también «Juego de apariencias –pensó–: Juegos de apariencias,

146
como fueron, para mí las Indias Occidentales. Un Dicha deconstrucción / desmitificación
día, frente a un cabo de la costa de Cuba al cual había se elabora desde las tres partes de la novela
llamado yo Alfa-Omega, dije que allí terminaba un de manera distinta con la finalidad de pre-
mundo y empezaba obro: otro Algo, otra cosa, que sentarnos a otro Colón. «El arpa» es un
yo mismo no acierto a vislumbrar... (...) Y, en el preci- acto de afirmación positiva, en casi todos sus
so lugar de la plaza desde donde, mirándose hacia los momentos, del Almirante y sus logros; «La
peristilos circulares cuatro columnatas parecen una mano» es la confesión arrepentida (aunque
sola, el Invisible se diluyó en el aire que lo envolvía y no siempre) realizada por el propio Colón
traspasaba, haciéndose uno con la transparencia del tras repasar narrativamente su existencia vital,
éter (pp. 181-182). desde la infancia hasta el lecho de muerte en
el que espera al fraile confesor; «La Sombra»
CONCLUSIÓN es el proceso final en el que, bajo la figura del
Invisible, Colón asiste a ese encuentro con
Como hemos podido comprobar, entre El la literatura y la historia en el que definitiva-
arpa y la sombra y El libro de Cristóbal Colón mente se le niega la beatificación. Estos tres
hay una relación intertextual importante. De universos diegéticos interrelacionados sirven
manera gradual los elementos van surgiendo a Carpentier para colocarse literariamente tras
progresivamente con mayor explicitud. «El otros personajes y romper así con la imagen
arpa» recoge más bien una intertextualidad de idealizada ofrecida por el discurso histórico
carácter más alusivo o testimonial en donde convencional durante siglos. De la polifonía
predomina lo implícito; «La mano», en cam- de la obra emana un navegante mujeriego,
bio, plantea intertextos de manera más explí- bebedor, ansioso por el oro, mercantilista, fal-
cita y clara. Finalmente, en «La sombra» más to de fe, oportunista... Un personaje literario
que una relación de intertextualidad, lo que se con una compleja psicología. En definitiva,
aprecia es una metatextualidad, en tanto que como el propio Colón afirma en el monólogo
ésta sintetiza casi totalmente el drama de Paul de «La mano»,
Claudel. Ahora bien, Alejo Carpentier trabaja
dicha metatextualidad incorporando y mane- (..) fui un Descubridor descubierto, puesto en descu-
jando una amplia red de textos o discursos bierto, pues en descubierto me pusieron mis relacio-
diversos; conformando un verdadero juego nes y cartas (…); extraviado me veo en el laberinto de
intertextual en el que subyace la voluntad de lo que fui. Quise ceñir la Tierra y la Tierra me quedó
criticar y desmitificar a Cristóbal Colón. grande (pp. 145 y 149).

El arpa y la sombra: Procesos


intertextuales en la construcción
del personaje de Cristóbal Colón
JAVIER MOMPÓ VALOR

147
Rocío Oviedo Pérez de Tudela
Doctora en Literatura Hispánica
y en Periodismo. Catedrática de
Literatura Hispanoamericana en la
Universidad Complutense de Ma-
drid. Entre sus investigaciones ha
ocupado un lugar preferente la lí-
rica, tanto en la vanguardia (César
Vallejo, Pablo Neruda), como en
la poesía contemporánea de Perú y
México, y en especial Octavio Paz.
El modernismo ha sido un lugar
constante en su producción crítica,
como demuestran las ediciones de
EL DESCUBRIMIENTO Y LOS HÉROES
poesía modernista (Silva, Poesías,
Castalia, 1997; Rubén Darío, Can-
tos de vida y Esperanza, Ollero y
HISPANOS EN LA LITERATURA
Ramos, 2004; Herrera y Reissig,
Poesías, en prensa). En los últimos
años el modernismo ha alternado
MODERNISTA
su importancia con la dedicación a ROCÍO OVIEDO PÉREZ DE TUDELA
los cronistas de Indias, como refle-
jan las biografías redactadas para
la Real Academia de la Historia y
su relevante trabajo La anécdota
en la crónica de Indias. Por último
entre los narradores contemporá-
neos, desde los trabajos iniciales
sobre Cortázar y Vargas Llosa sus
investigaciones han derivado hacia La literatura finisecular nos ofrece una al- go, otros escritores como Darío eligen a los
la narrativa de mujeres (Chile), la ternancia entre la detracción hacia lo hispano, héroes españoles como paradigmas.
figura de Elena Poniatowska y
un tema específico: los estudios producto lógico de las guerras de la Indepen- El momento de la Independencia es, espe-
sobre la imagen. dencia americana, y el rescate de los héroes cialmente, un tiempo enriquecedor, como nos
que han configurado la historia de España. recuerda Díaz Rodríguez, pues se entrecru-
Manuel Díaz Rodríguez resumía el an- zan con la unidad de la raza el pensamiento
1 tihispanismo que se produce en las antiguas europeo y el ideario de la independencia ibe-
Paradigmático es el pensamiento
político de Fernández de Lizar- colonias durante el XIX cuando destacaba, roamericana centrado en la libertad y bajo el
di, que atraviesa distintas fases: en la conmemoración de El Día de La Raza, patrocinio del héroe por excelencia, Bolívar:
desde una solicitud de autonomía
respecto al gobierno peninsular,
que el odio hacia España se fundaba en dos
que pasa más tarde por la peti- circunstancias: la incomunicación real entre Cuando España, después de la independencia, nos
ción de una independencia polí- ambas orillas y una gestión política deficiente. volvió la espalda, los iberoamericanos volvimos a
tica pero no religiosa hasta llegar
finalmente a la conclusión de una Fruto de las guerras de la Independencia, los todas partes los ojos. Por la raza procedíamos de
independencia absoluta, unida a recién creados países necesitaban expresar España, sin duda, pero espiritualmente veníamos
una acerba crítica en su Historia
de la Iglesia (Correo Semanario su diferencia frente a lo que fue la opresión también de los enciclopedistas franceses a través de
de México. Obras Completas. y codicia de la península. Efectivamente, si Miranda y Bolívar, a través de aquellos libertadores
Vol. VI, México, UNAM, 1982).
analizamos la historia de la Independencia y a cuyos ojos de águila se interponían en vano las
2 las decisiones que se tomaron desde la regen- fronteras. España sola no bastaba a satisfacer nuestra
«Perdido su centro de gravedad cia de España, no podemos sino afirmar con hambre espiritual2.
al mandoble demasiado brusco
de las grandes espadas de la Díaz Rodríguez que la gestión política de
Independencia, volvía después la monarquía y sus sucesivos gobiernos fue Tal estado de la cuestión no podía aureolar
de una centuria a su antiguo
centro de gravedad, recobran- absolutamente desafortunada1. Despropósitos la figura del Almirante, protagonista de la
do su equilibrio. Oscuramente que tendrán su continuidad en los más cer- gesta descubridora y de sus consecuencias,
advirtió cómo desde la magna
epopeya de la Conquista había
canos sucesos del 98. Esta situación produce tan denostadas durante la Independencia de
sido y no había dejado de ser una doble actitud: En el caso de algunos ini- las colonias. Y, sin embargo, otros hechos
española» (p. 946). Discurso a ciadores como González Prada y modernistas confluyen para ocasionar un ligero cambio
todas luces circunstancial, pero
a su vez veraz, puesto que más avanzados como Blanco Fombona se repite el de actitud y una recuperación de los héroes
tarde se refiere a él, y señala rechazo de la acción española. Y, sin embar- hispanos. En primer lugar el patriotismo que
frente al crítico de ABC, su firme
convicción en la realidad de la promueve el Romanticismo y que encuentra
presencia española en «Sangre su justificación histórica en la invasión napo-
de Hispania fecunda» (Obras
selectas, Madrid, Caracas, Eds- Edime, 1968, p. 818). El 3 leónica. Supone una corriente de revisión de
pensamiento que expresa Ejemplos de pintura histórica co- la Historia y una recuperación de los mitos
Díaz Rodríguez coincide mo «La campana de Huesca»,
con el Preliminar de Darío debida a los pinceles de Casado como Colón o El Cid. En segundo lugar la
El descubrimiento y los héroes
hispanos en la literatura en Prosas profanas: «Abue- del Alisal se reproducen en La tendencia historicista de la pintura, presente
lo, preciso es decíroslo: mi Ilustración Española y Americana
modernista
esposa es de mi tierra, mi nº XXXVIIII.
desde fines del XVIII, se divulga a través
ROCÍO OVIEDO
PÉREZ DE TUDELA amante de París». de los grabados en el periodismo3. Pintores

148
como Villaamil, Benito Mercadé o Ignacio MELANCOLÍA, UTO-
Pinazo defienden, a través de sus cuadros, PÍA, HEROÍSMO
un patriotismo simbolizado en los mitos
históricos que conviven con la valentía de los Este contexto favore-
héroes más contemporáneos de la guerra de ce la reiteración de tres
la Independencia española4. El mismo José personajes singulares en el
Martí no presenta un rechazo de la conquista, Modernismo: Colón, El
sino de la invasión napoleónica, repetida en Cid y Cervantes. Antes de
Versos libres5 y en Versos sencillos, seguramen- localizar los textos en los
te marcado por su vivencia aragonesa: «Para que los modernistas his-
Aragón, para España/ Tengo yo en mi co- panoamericanos les citan,
razón/ un lugar, todo Aragón/ franco, fiero, creo conveniente hacer un Casado del Alisal. Rendición de Bailén.
fiel, sin saña»6. Y en tercer lugar contribuyen breve inciso sobre cómo
a fomentar la vertiente heroica dos aconteci- el movimiento finisecular
mientos: La celebración del IV Centenario y lleva a cabo la recuperación de los héroes, el Bonaparte infame /.../... las
banderas/ de tanto pueblo muti-
los sucesos del 98. La figura de Colón sazona en términos a los que ya he aludido ante- lado y roto/ en pedazos he visto
con singular insistencia los ensayos y los dis- riormente: la situación histórica que vive la ensangrentadas» («En torno al
mármol rojo». Versos libres, en
cursos al uso de la celebración. Cánovas ante península se aviene con los calificativos más José Martí, Poesía completa.
las repetidas críticas de los escasos esfuerzos comunes atribuidos a Colón y que pasamos Madrid, Alianza, 1995, p.150).
llevados a cabo para su conmemoración, con- a analizar: heroísmo/cobardía, melancolía y 6
voca veladas, sesiones culturales, y promueve utopía. Añoranza y melancolía, frutos del Y la referencia más directa a la
la restauración del Monasterio de la Rábida7. decadentismo, asentados en el tiempo de un guerra de Independencia espa-
ñola con la que obligadamen-
Durante el Modernismo la perversidad pasado perdido, como nos indica su símbolo te debía sentirse identificado:
que se le atribuye posteriormente en la novela más reiterado, Saturno. El sentimentalismo «Allá, en la vega florida/ la de
la heroica defensa,/ por man-
del «boom» se mantiene atenuada. Las causas nostálgico del romanticismo se troquela en tener lo que piensa/ juega la
se pueden encontrar, entre otras, en el Ro- el modernismo a través de la original con- gente la vida. // Y si un alcalde
lo aprieta/ o lo enoja un rey
manticismo que fagocitó la recreación de las cepción de la recreación del pasado (Ricardo cazurro/ calza la manta el ba-
escenas medievales y en el contenido utópico Gullón ). Un tiempo en el que se entronca la
9 turro/ y muere con su escopeta
del pensamiento colombino. Un movimiento representación colombina del modernismo. /.../ Estimo a quien de un revés
/ echa por tierra un tirano: /
que, frente al academicismo neoclásico prece- La recreación del pasado supone una lo estimo, si es un cubano; /lo
dente8 «aspiró a la diversidad y particularidad variante derivada del tiempo nostálgico y estimo, si aragonés» (VII, Versos
sencillos en ibid., pp. 173-174).
estilística con la vista puesta en los distintos sentimental de los románticos. Comparten
períodos de la historia». El espíritu heroico se Romanticismo y Modernismo la singular pre- 7
Pero no acalla las lenguas mal-
traduce en el concepto del honor y la lealtad dilección por la recuperación de lo perdido, dicientes que afirman que el
escenificados en el drama histórico, que tan con una diferencia esencial: los románticos Descubrimiento ha sido más ce-
caro fue a los poetas españoles. «añoran» el pasado y lo lloran. La imitación lebrado por los Estados Unidos
que por España.
La gesta de la independencia americana se romántica del pasado más que fiel retrato del
conjuga con la tendencia heroica de la época momento que representan tiende a retratar 8
Al que García Melero define
que se impone desde el pensamiento político el sentimiento de la época concreta a la que como «el absolutismo del arte
y filosófico. Rodó y Blanco Fombona repiten hacen referencia. Por el contrario, el Mo- que buscaba la unidad y la
universalidad, basándose en la
las calificaciones que Nietzsche atribuye a lo dernismo refleja un espacio y más concreta- recreación del código clásico»
heroico. De hecho, el decadentismo, propio mente el pensamiento modélico sobre el que (Arte español de la ilustración y
del nihilismo nietzscheano, matiza que el proyectar su propia concepción, objetiva y del siglo XIX. En torno a la ima-
gen del pasado. Madrid, Eds.
rescate de los héroes ya pertenezcan al me- a su vez histórica, ajena al sentimentalismo. Encuentro, 1998, pp. 4-5).
dievo o al renacimiento. Decadentismo que
9
finalmente resemantiza la recuperación de la Ricardo Gullón, Direcciones del
Historia y sitúa al Modernismo en la senda modernismo, Madrid, Alianza
ed., 1996.
del pensamiento melancólico. La crisis que 4 historia. Madrid, 1852. Cf.
La toma de Bailén, los Fusi- Carlos Reyero, «Iconografías
vive la península forja, en este momento, la lamientos del dos de mayo representativas, verosímiles y
añoranza, tan claramente perceptible en Las (Los desastres de la guerra, verdaderas. Problemas de la
de Goya) son acontecimien- recuperación visual del pasado
sonatas de Valle Inclán. La Edad Media, época tos históricos que pueblan las en la pintura española del si-
predilecta del Romanticismo y objeto de es- imágenes pictóricas con re- glo XIX», Cuadernos de arte e
tudio de los eruditos ilustrados, brinda héroes presentación de los dos ban- iconografía. FUE , II: 4 (1989),
dos. Asimismo A. de Beruete en http://www.fuesp.com/re-
signados por el binomio éxito/ fracaso como disertará sobre el tema en El vistas/pag/cai0456.html El descubrimiento y los héroes
Colón o El Cid, paradigmas de libertad en los cuadro como documento histó- hispanos en la literatura
rico. Madrid, 1922. J. Caveda 5 modernista
complejos momentos de la invasión napoleó- le había precedido con su La En torno al mármol rojo en ROCÍO OVIEDO
nica, y afirmación del heroísmo popular. poesía como elemento de la donde duerme/ el coso vil, PÉREZ DE TUDELA

149
Este original tiempo indi- tes11. El rasgo común a este triunvirato de
ca que los personajes his- personajes histórico-literarios se encuentra
tóricos serán «recreados», en un eje: los tres mantienen un alto nivel
como ocurre con el famo- de aspiraciones, alcanzan la gloria en un
so cuento «La muerte de momento de su existencia, pero los tres son
Salomé» de Rubén Darío. víctimas finalmente de su sociedad, o de
Sin embargo, esta recrea- lo imposible de su empresa, que frena, en
ción concreta de persona- definitiva, sus aspiraciones. Símbolos del
jes históricos desaparece pensamiento melancólico como veremos a
en José Martí. En el poeta continuación.
y liberador cubano tan só- La melancolía se aviene con el espíritu
Jura de Alfonso VI en Santa Gadea. Hiráldez Acosta.
lo surge el concepto de lo heroico, afirma G. Fernández Ariza, quien
caballeresco en una amplia enfatiza en la obra de García Márquez y
acepción que elimina los Carpentier la bisagra cervantina que amal-
10 héroes concretos. Una abstracción que abarca gama pensamiento heroico y melancolía12.
«Odio el mar», Versos libres, en
Poesía Completa, op.cit., p.136. su contrario, el término tirano. La única refe- En el Modernismo se adopta el concepto de
«A Néstor Ponce León», p. 508. rencia que permite adscribirle a la crítica de heroísmo que expone Carlyle en su ensayo
11
la conquista en su poesía surge de conceptos Los héroes (1840): el héroe es aquel personaje
La presencia de El Cid en la muy genéricos, como ocurre en «A Néstor que logra aglutinar a la sociedad y orientarla
literatura romántica es constante. Ponce León» o en «Odio el mar» frente al caos y la decadencia, precedente
No resulta extraño que Manuel
Machado lo seleccione para su romántico de su homólogo: el superhombre
expresión del decadentismo, se Odio el mar que sin cólera soporta nietzscheano. La relación entre ambas teorías
le había anticipado Hartzenbus-
ch en La jura de Santa Gadea, Sobre su lomo complaciente, el buque la confirma el hecho de que, en Ariel, José
también presente en la pintura, Que entre música y flor trae a un tirano10 Enrique Rodó interpola la cita de Carlyle
obra estrenada en el teatro de El
Príncipe en 1845.
junto a Nietzsche, para refrendar la simbiosis
¿Por qué no surge la recreación del pa- entre heroísmo y melancolía13. Conceptos
12 sado en Martí ni para ceñirse a ella ni para que se incardinan en otro que asume la efigie
A través de la cita de García
Gilbert, Cervantes y la melanco- denostarla? La razón es sencilla, su interés se de Colón: la utopía, definida por Fernando
lía. Valencia, Novatores, 1997 centra en la actualidad, se encuentra movido Ainsa14 como desajuste temporal, tal vez una
(Cervantes refleja en su obra «el
estado agridulce del autocono- por un presente que no le permite ninguna inversión que favorece la conversión del pasa-
cimiento, del revelador y lúcido distracción. No busca nostálgicamente traer do en recreación.
desengaño»), pp. 123-132.
el pasado a un presente, sino la urgencia de La utopía y la melancolía son cualidades
13 hacer realidad un tiempo nuevo. distintivas del héroe y mantienen una estre-
José Enrique Rodó, Ariel, introd., La historia, por tanto, se escribe de forma cha relación con el concepto de genialidad y
y notas Belén Castro Morales,
Madrid, Cátedra, 2000, pp. diferente, de acuerdo con la situación particu- creatividad15 –vertiente creativa en la que se
181-183. lar de cada autor y de cada país de origen. Los entrevera la utopía–. Según Roger Bartra16, es
14 héroes hispanos desaparecen para dar paso a una manifestación más del alma barroca, y su
Fernando Ainsa indica que el símbolos que abarcan un amplio abanico de gran representante será el loco de los locos,
pensamiento utópico desincro-
niza los tiempos y convierte el
acepciones y forjan un concepto personal so- don Quijote. Los modernistas, a su vez ba-
transcurso en cronotropo (La bre la historia: Rubén Darío, Santos Chocano, rrocos, proyectan sobre Colón, Cervantes o
reconstrucción de la utopía. Bue- Guillermo Valencia, Amado Nervo, Jaimes el Cid, su concepto del espíritu melancólico.
nos Aires, Eds. del Sol, 1999).
Freyre, Blanco Fombona, etc. coinciden en Y en concreto José Enrique Rodó aglutina la
15 enfatizar la labor negativa y a veces nefasta de figura del superhombre y del héroe en Bolí-
Aristóteles, El hombre de genio
y la melancolía. Problema XXX. los colonizadores, pero también en ocasiones var. Auténticos hombres geniales se adaptan
I. prólogo y notas de Jackie digna de elogio, con el ejemplo de Las Casas al espíritu dionisíaco que Nietzsche atribuye
Pigeaud; traducción de Cristi-
na Serna, Barcelona, Quaderns
al frente. a lo heroico.
Crema, 1996. Según Aristóteles Pese a las posibles polémicas tres figuras Predecesor de los modernistas, el filósofo
la melancolía caracteriza a los preservan y mantienen el concepto heroico alemán, en un poema homónimo, –«Me-
grandes hombres y se mani-
fiesta en una exacerbación de del hispanismo: El Cid, Colón y Cervan- lancolía»–, recoge de la tradición del «furor
la embriaguez y la lujuria. La poético» el emblema de Prometeo. De esta
tipología de caracteres expuesta por Platón
y Aristóteles, sin duda le atrajo la carac-
genialidad responde al «furor nes locas,/ por la Lujuria, terización de la genialidad, que aplica a su
poético» o exaltación del espí- madre de la Melancolía».
ritu dionisíaco. En «La hoja de Superhombre. En el poema y en Así hablaba
El descubrimiento y los héroes
hispanos en la literatura oro», (Prosas profanas) Darío 16 Zaratustra, extrapola la cualidad melancólica
modernista se hace eco de esta relación Roger Bartra, Cultura y me-
pues la hoja dorada evoca «la lancolía, Barcelona, Anagra- e indica que su manifestación es el hastío,
ROCÍO OVIEDO
PÉREZ DE TUDELA autumnal tristeza de las vírge- ma, 2001. consecuencia de la incapacidad de salvar el

150
presente en un futuro, fruto del tiempo. Al La rebelión ante la mo-
igual que Saturno devora a sus hijos, el tiempo narquía ocasiona la elec-
se detiene y la vida se convierte en una pesada ción de la figura del Cid
carga. El sentimiento melancólico añade el como símbolo de la liber-
hecho de quedar lastrado por la cercanía de tad y a su vez de la nobleza
los detractores cuya presencia determina la que piden para sí los nue-
caída en el hastío17. La crítica y la amenaza vos pueblos americanos.
se ciernen sobre el escritor desde un mundo Guillermo Valencia com-
cercano, como advierte Nietzsche18. Guiller- bina en su poema «Himno
mo Valencia se hace eco del emblema más de la raza» la actitud de
característico de la melancolía en su poema: los conquistadores y la de
«Un grabado de Durero», en el que presenta Rodrigo Díaz de Vivar y
el concepto de voluntad nietzscheano junto los enfrenta como símbo-
con la utopía: los antagónicos. Sobre la Colón en el monasterio de la Rábida. Eduardo Cano de la
palabra que inicia el des- Peña.
despiertas/ las visiones muertas/ que forjó el Anhe- cubrimiento, «Tierra»21,
lo/.../ «La kábala, eximia/ los trozos de Alquimia / construye un verso donde
fatigan la alfombra/¿Es debil gemido/ que anuncia el el Cid, de ser protagonista, se transforma en hunde en lo más profundo de sí
misma/ para radiante iluminar
olvido/ o símbolo oscuro / que cifra el futuro? / ¿Es un calificativo más: «¡Tierra!/Tierra buena el abismo del ser. /amiga mía,
oculta clave del amor humano,/ o el ¡ay! del gusano/ que acoges al hombre/.../ Mundo nuevo que te complaces en manifestarte a
mi alrededor /y en mostrarme
que quiso ser ave?19. ciñen dos mares/ premio fuiste al valor y a la amenazante el rastro del buitre
fe/ Lentos años mordió la violencia / razas y el goce de la avalancha para
COLÓN, EL CID, DON QUIJOTE EN tuyas de ignoto vivir, / y otra vino a vengar el aniquilarme./ En torno a mi
respira enseñando los dientes/la
LA POESÍA MODERNISTA agravio / sobre el fiero caballo del Cid». apetencia de muerte:/¡torturante
Sorprende en el texto su interés por la avidez que amenaza la vida
/.../ Y yo aquí estremeciéndo-
Frente a la preferencia de Darío por el adecuada interpretación del poema, hasta me balbuceo canto tras canto
Almirante, Amado Nervo y Blanco Fombona el punto de insertar anotaciones finales que /y me convulsiono en rítmicas
figuras:/fluye la tinta, salpica
reparten su protagonismo con fray Bartolomé completen su significado. Un ejemplo lo tene- la pluma afilada, /¡oh diosa,
de Las Casas y Hernán Cortés. Actitudes mos en el término «Tierra» palabra con la que diosa déjame - déjame hacer mi
antagónicas que entrechocan y bipolarizan la se inicia la conquista y que, según el autor es voluntad!».

acción conquistadora. una referencia al 12 de octubre. Y aprovecha 19


Colón, sin embargo, se queda a medio para interpolar un tema candente en estos mo- Guillermo Valencia, Obras poé-
ticas completas, Madrid, Aguilar,
camino. No es español ni americano, y sin mentos: la necesidad de un panamericanismo 1955, p.76.
embargo su procedencia le hace desfilar entre que se trata de promover en las distintas con-
20
la independencia política y la sumisión al go- ferencias interamericanas. Sus explicaciones «A la entrada de un bosque vir-
bierno español. Con frecuencia puede apare- del poema avalan la hermandad de los pueblos gen» (1906), en Obras selectas,
cer junto al rey navegante, el portugués Don hispanos: «A la unidad continental solo podrá Madrid, Caracas, Eds. Edime,
1968, p. 775. En alabanza a
Sebastián, como ocurre con Santos Chocano llegarse por el mutuo afecto, la cooperación, Chocano que ha sido el primero
y Blanco Fombona. Es un caso especial que el generoso obrar con los vecinos»22. Armo- en atreverse a introducirlo en
su obra.
no siempre puede ser utilizado como reflejo
de las críticas o de las alabanzas. Incluso en 21
«Himno de la raza» y «Anota-
su obra El conquistador español del siglo 17 ¡Perdón, oh Dios, perdón para
ciones», en Obras poéticas com-
XVI, Rufino Blanco Fombona advierte: «Se En el caso de Amado Nervo, la nada! / sáciate ya, ¡Que la
pletas, op. cit, pp. 443- 453.
conserva los caracteres apli- matriz eterna, / engendradora
ha criticado mucho y con sobra de justicia, cados por Nietzsche al espíritu del linaje humano/ se torne
22
el sistema de encomiendas, no lo inventó un melancólico: hastío y cita del estéril ... que la vida pare.../
«Polvo fugaz quitóles el hado
espíritu saturnal: «Sí: ¡la vida ¡Y ruede el mundo cual planeta
español, sino un italiano: Colón». es mal! Pero la vida/ No con- muerto/ por los mares sin olas
adverso/ más tú, Señor entre
conquistadores / al sucumbir...
Variantes de esta actitud de los conquis- cluye jamás. El dios que crea, del vacío» (Obras completas.
perdiste el Universo».
/ Es un esclavo de otro dios Madrid, Aguilar, p. 232).
tadores nos la ofrece Díaz Rodríguez quien terrible/ que se llama Dolor.
comparte con los contemporáneos españoles Y no se harta/ el inmortal 18
el interés por los tiempos de la conquista Saturno! ¡Y el espacio, / el «Avido el buitre graznaba en
vivero de soles, lo infinito, / el valle, /soñándome carro-
y su deseo de ver convertidos en literatura son la cárcel inmensa, sin sa- ña sobre madera muerta./¡Te
los acontecimientos de esos momentos tan lida,/ de almas que sufren y equivocaste pájaro devasta-
morir no pueden/ ¡Oh Saturno dor,/ aunque momificado des-
decisivos de la historia: «En el verso y la inflexible, alfil acaba,/ devora cansara en mi leño!/ No viste
prosa nuevos no se han visto reflorecer como lo creado y rumia luego /...../ mi mirada llena de placer/
Somos tuyos Dolor, tuyos por pasear en derredor altiva y El descubrimiento y los héroes
debían el milagro de la conquista, ese milagro siempre/ mas perdona a los ufana;/ y cuando insidiosa no
hispanos en la literatura
modernista
único, ni los días claros o turbulentos de la seres que no existen/ sino en tu mira a tus alturas, / extinta
ROCÍO OVIEDO
colonia»20. mente que estimula el hambre/ para las nubes más lejanas, se
PÉREZ DE TUDELA

151
nización política que ya Y Bolívar aguárdalo en acecho
se encontraba prefigurada Cual firme gladiador: la frente erguida
en el ensayo de José Martí Uno tras otro pie, salido el pecho,
y cuyo esencial paradigma Es un titán que en épica apostura
serán los héroes de la inde- Representa la lucha por la vida (p. 285)
pendencia americana.
El Cid se suma a Don La acción libertadora politiza el descubri-
Juan y a Don Quijote co- miento en el hoy y lo actualiza, de forma que
mo antecedente de Bolívar mediante la recreación del pasado, adapta en
en el ya citado discurso provecho propio la experiencia anterior y la
El juramento de Alvar Fáñez. Minaya. de «El Día de la Raza» crítica. Aprender del pasado, como enfatiza
de Díaz Rodríguez. El li- Guillermo Valencia, es una variante más de
bertador venezolano es un las acepciones sobre la historia y la conquis-
23 ejemplo de la tenacidad de la raza, semejante ta. Un ejemplo que funciona como molde
Díaz Rodríguez, op. cit., pp.
950-951. La continuidad de este
–añade– a la de los antepasados de la recon- que encontramos en los poemas juveniles de
discurso se encuentra en «San- quista y «trasunto de cuanto hay de justicia Rubén. La asamblea de la Unión Centroame-
gre de Hispania fecunda» en el y de belleza en la figura ideal del Quijote (...) ricana, nos brinda el germen de su insistente
que se asombra de la parvedad
de que dan muestra los escritores Bajo la seducción románico española del don énfasis en la unidad de los pueblos, que se
«Parece como si tales escritores Juan, vivió la plenitud de la vida caballeresca repite en sus últimas obras: «La ‘medusa’ de
tan solo hubiesen tomado de
sus colegas transpirenaicos el y heroica del Cid. Y también, como el Cid, si- fuego / que se llama Discordia, sin sosiego/
mentecato nacionalismo de úl- gue librando y ganando batallas por nosotros atiza el horno de pasión artera» (p. 82).
tima hora, que estuvo a punto
de sofocar el alma del pueblo
más allá de la muerte»23. Las posibilidades de transformación ani-
francés» y añade « En un brus- Bolívar es un reiterado modelo, del que, a man a Díaz Rodríguez a escribir otros dos
co ademán de sentimentalidad su vez, se sirve Rodó, buscador infatigable del poemas referidos a la Conquista: «Pregón
irritable y herida, España se
volvió de espaldas a América: la imposible panamericanismo: «será siempre del Conquistador»27 y «Segundo Pregón del
desconoció, la negó, la ignoró, el héroe por excelencia representativa de la Conquistador». El tono didáctico y el recha-
afectando actitud candorosa de
quien rehuye mentar al adversa- eterna unidad hispanoamericana»24. Palabras zo de los errores de la conquista se imponen
rio, como si con el solo hecho de que le unen a la red de admiradores de Bolí- sobre el contenido anecdótico. Pero lo que
callar su nombre la suprimiera
de la naturaleza y de la vida»
var como Blanco Fombona25. El venezolano es más interesante es la constante actuali-
(pp.808 -809). finalmente establece un vínculo entre él y el zación del pasado: en cita de Rodó sobre
espíritu quijotesco: «El Don Quijote en car- su propia obra (Camino de perfección) se
24
Emilio Gasco Contell, José Enri- ne y hueso» que fue Bolívar, en su lecho de reafirma en el concepto de «primitivismo»
que Rodó. Estudio y antología, muerte, define su fracaso y repite las palabras que ambos atribuyen a la raíz española «en
«De Bolivar». Madrid, Cía Bi-
bliográfica española, 1970, p. pronunciadas por el libertador: «Jesucristo, vez de pueblo degenerado como tontamen-
105. don Quijote y yo, hemos sido tres grandes te proclaman algunos, del pueblo español
25
majaderos»26. puede afirmarse más bien que es pueblo
Convoca en 1826 al Congreso El ejemplo de los libertadores heroicos primitivo»28.
Internacional de Panamá, «con encuentra su eco más encomiable en la poe- Las críticas alternan con la aceptación de
el fin de echar las bases del
derecho público americano y eri- sía de Santos Chocano, El canto del siglo. la herencia hispana y Jaimes Freyre recupera
gir, a pesar de los celos locales, Poema finisecular, publicado para celebrar el el pretérito con la firme convicción de ac-
el gran poder Iberoamericano,
la Sociedad de Naciones» y pasado ante el nuevo siglo (1901), descubre tualizarlo en el hoy. En «Los antepasados»
añade «El hombre de genio veía en una plástica y parnasiana descripción, el asume sus raíces:
entorpecidos sus planes por mi-
crobios a quienes despreciaba:
sueño de Bolívar en los relieves de una figura
Santander en Cundinamarca, esculpida: Hijo soy de mi raza; corre en mis venas
Rivadavia en Argentina, Páez sangre de los soberbios conquistadores.
en Venezuela, Freyre en Chile.
Pero aquellos microbios eran Alzaron mis abuelos torres y almenas;
una gran fuerza: representaban, celebraron su gloria los trovadores.
sin saberlo, el espíritu de la
raza» (El conquistador español, en Escritos políticos. Caracas, 27
Ayacucho, p. 19). Su interés Díaz Rodríguez, op. cit., pp. Su poesía se adentra en el enigma de Co-
por la figura del libertador se 691 y 694. lón. El hálito del misterio se intensifica al
completa en su obra Las moce-
dades de Bolívar, Caracas, Mº 28 localizar la acción en Santiago de Compostela.
de Educación Nacional, Dpto. Op. cit. p. 811. El poema se jalona con citas literarias en las
de Cultura, 1945, y en su en-
sayo, «El espíritu de Bolívar», 29
que Berceo se codea con Trotaconventos,
incluido dentro de sus Escritos «Bajo la luminosa, nocturna es- Alfonso X, el conde Alarcos o el Arcipreste
El descubrimiento y los héroes
hispanos en la literatura
políticos. tela/y entre la polvareda de los de Hita29. Sumergido en lo ignoto, propio de
modernista caminos, en busca de Santiago
26 de Compostela/pasan, cantan- la melancolía, como vemos en el primer poe-
ROCÍO OVIEDO
PÉREZ DE TUDELA Op. cit., p. 25. do salmos, los peregrinos». ma, a Colón le corresponde cerrar con estos

152
versos los signos propios: libertad, espíritu de otras orbes, que giran
heroico e individualidad. en la divina noche silenciosa,
y que acaso hace siglos que nos
Librado a los destinos y a los azares, [miran?
de espaldas a la vida, de frente al cielo,
tiende Colón sus alas sobre los mares, La mirada que proyecta
como un ave gigante que emprende el vuelo30. sobre la figura colombina es-
tá marcada por el heroísmo.
El espíritu heroico que domina en la poéti- Frente a Blanco Fombona
ca de Jaimes Freyre, adopta el imaginario que que, como vimos, afirmaba
asistía a las descripciones de la melancolía, la el carácter italiano de Colón,
mirada infinita, la imagen del guerrero y los Nervo expone su raíz espa-
pájaros que se ciernen amenazantes contra el ñola, con motivo del traslado
héroe, y que coinciden con la imagen propor- de sus restos tras el desastre
cionada por Nietzsche: del 98: «aun cuando nació en
Italia, fue español: Isabel hizo
Aún se estremece y se yergue y amenaza con su florecer su genio (...). Y no
[espada sólo era español Colón; era
cubre el pecho destrozado su rojo y mellado escudo más; era el símbolo de la Es-
hunde en la sombra infinita su mirada paña audaz y conquistadora
y en sus labios expirantes cesa el canto heroico y de los siglos XV, XVI y XVII; Puesto ya el pie en el estribo. Muñoz Degrain.
[rudo. de la España heroica, de la
España caballeresca y pródiga
Los dos Cuervos silenciosos ven de lejos su agonía de energías y de sangre...»32.
y al guerrero las sombras alas tienden La actitud de Nervo hacia la conquista se 30
«En esa sangre hay ondas rojas
y la noche de sus alas, a los ojos del guerrero, completa con dos poemas «Hoy» y «Ayer», y azules;/es de un solar mi escu-
resplandece como el día en los que recupera el pasado pre y posco- do lustre y decoro. (En cambo de
y hacia el pálido horizonte reposado vuelo lombino, bajo el epígrafe común de La raza sinople, faja de gules/ engolada
de fieros dragantes de oro).
emprenden31. muerta (1896): El primero actualiza «La fiesta
santa de Quetzalcóatl», en la que el rey me- 31
«La muerte del héroe», en Ama-
Dos poetas se suman a la nómina de escri- dita sobre los augurios fatales del «Dios ser- do Nervo, Castalia bárbara y
tores que enfocan los años del descubrimien- piente»: «Y entonces en un vuelo de naves del otros poemas, prólogo de Leo-
poldo Lugones, México, Cultura,
to: Amado Nervo y Santos Chocano. Oriente/ vendrán los hombres blancos, que 1920.
El poeta mexicano, sentencia en «El gran matan con centellas». El futuro se abre paso
viaje» el desacierto de la conquista y de los en Anáhuac, donde «Triunfa Spencer, muere 32
«2 de octubre de 1898», en
conquistadores. Y sin embargo, frente a ellos Aquino; cae un mundo, un mundo brota.../ Obras Completas. Tomo I. Ma-
se erige el modelo de Colón, quien desplaza ¡Todo es vida y esperanza!/ Solo el indio tro- drid, Aguilar, 1962.pp. 867. En
el artículo «25 de septiembre de
en interrogaciones el futuro de un tiempo ta, trota/ con el fardo a las espaldas y la frente 1898», escribe un singular resu-
lastrado por la crisis finisecular. en las tinieblas» .
33 men de su concepto de lo heroi-
co: el «lote común» a los héroes
Frente a la utopía americana, se alza el es «la voluntad y la fe» y añade
¿Quién será, en un futuro muy lejano, error de la conquista. Pero no sólo el con- «La voluntad es todo, la voluntad
el Cristóbal Colón de algún planeta? tinente americano resulta perjudicado, sino lo puede todo (...) nada hay más
lamentable e ignominioso que
¿Quién logrará, con máquina potente, que, indica Rodó en «El camino de Paros», esta enfermedad moderna: la
sondear el océano perjudicó también al reino de Aragón, como impotencia moral, caracterizada
por Shakespeare en Hamlet, en
del éter, y llevarnos de la mano explica un joven estudiante ante la estatua de Hamlet que razona y que ya no
allí donde llegaran solamente Colón: puede querer» (ibid., p. 865).
Y, por supuesto, en paralelo con
los osados ensueños del poeta? sus contemporáneos el héroe por
Inmensa es la gloria de Colón, e indiscutible la belleza excelencia será siempre Bolívar.
En las últimas estrofas Amado Nervo in- de este monumento, pero nunca se presentará mejor
33
terpela a las futuras generaciones y al progreso ocasión de recordar el non erat hic locus de Horacio Poesías completas. Barcelona,
que puede traer una gesta de las dimensiones (...) Colón no debiera estar aquí. Su estatua quedaría Teorema, 1982.
que adquiere la colombina. mejor en cualquier otra de las ciudades de España.
Cierto que es que aquí desembarcó, trayendo en
¿Quién será, en un futuro muy lejano, la mano el orbe de oro que puso en las de Isabel y
El descubrimiento y los héroes
el Cristóbal Colón de algún planeta? Fernando; pero, en la parte referente a nosotros, ¿re- hispanos en la literatura
modernista
¿Y qué sabremos tras el viaje augusto? presentó esto un beneficio. El espléndido obsequio
ROCÍO OVIEDO
¿Qué nos enseñaréis, humanidades de Colón fue de gloria para la humanidad, de gloria PÉREZ DE TUDELA

153
y grandeza para España; para Ca- Frente a los detractores de la acción con-
taluña fue el triste presente de la quistadora, la «Crónica alfonsina» desarrolla
decadencia. A Cataluña le hirió, una singular teoría del «encuentro» en la que
si no en el corazón, en las vísceras Dulcinea, símbolo de la cultura hispana, y
del vientre. Éramos súbditos del Jimena, indígena, pues lleva plumas, ofrecen
Mediterráneo; el Mediterráneo una simbiosis de conocimiento y experiencia.
era la vía del intercambio univer- Ambas dan la mano a los singulares héroes
sal. Compartíamos con las ciu- literarios: Don Quijote y Don Rodrigo. De
dades italianas, con Venecia, con este modo lo literario y lo histórico configu-
Génova, el dominio de las rutas ran la mirada que se proyecta en la conquista
Cervantes en Argel. Muñoz Degrain. que llevaban fuera de Europa. y contagia con los signos de la realidad y el
Todo esto desapareció desde que onirismo el futuro, signado por lo real ma-
fue transportado al Atlántico el ravilloso.
34 ejercicio comercial del mundo; nos hundimos en la La literatura se hace eco de la poesía he-
El camino de Paros, p. 88.
despoblación y la pobreza34. roica que es la «poesía más espontánea de
35 la lengua» española en opinión de Blanco
En El conquistador Español, afir-
ma que los españoles no le dan Las luces y las sombras de la gesta des- Fombona. Y, sin embargo, el más soñador de
importancia a las maravillas del cubridora tienen su más dilatada expresión los descubridores no escapa a la seducción del
Nuevo Mundo, pero se interesan
por el oro. Su actitud individua-
lírica en Alma América de Santos Chocano. oro38. Se describe, por tanto, al pueblo español
lista promociona la guerrilla y el En paralelo con sus correligionarios, pro- como pueblo de actuación paradójica: Carece
caudillaje que finaliza en tira- yecta una escritura de la Conquista como de sentido práctico pero «ha sido el pueblo
nía, como expone en su capítulo
«Dureza de la raza». Estrada conglomerado de sueños y realidades enca- de la acción generosa, del ocio romántico, del
Cabrera se une a la nómina bezados por la utopía colombina: «Colón desprecio caballeresco al utilitarismo térre a
que había encabezado Rosas,
Facundo Quiroga, Juan Vicente puso el delirio de su mente;/ pero la realidad térre. Ha sido un pueblo de caballeros, de san-
Gómez, Portales (Chile), García ... la puso España». La repetición de las citas tos, de héroes. Hasta el mismo Sancho Panza
Moreno (Ecuador) o Francisco
Solano López (Paraguay).
sobre los conquistadores y su percepción de representante del espíritu práctico español,
la península en su mejor versión de «Madre resulta un idealista»39. Una barbarie que se
36 Patria», no elimina la crítica a la codicia aviene con la actitud de Guzmán el Bueno y
En Madrid, por aquel tiempo,
1819, la reacción triunfante de los españoles. Ni tampoco su crueldad el Conde Alarcos.
asume la actitud de D. Quijote, expresada con toda acritud en su Tríptico Frente a la barbarie, el ya manido concep-
«molido a palos y hablando de
exterminar» (p. 24). heroico (Caupolicán, Cuauhtémoc, Ollanta). to de la civilización se esgrime como factor
Se empareja, por tanto, con las calificacio- decisivo del «espíritu civilizador» de las Leyes
37
La lírica se hace eco de la crítica
nes que Blanco Fombona atribuye como de Indias. Leyes que son la senda por la que
historiográfica que aún discute características de la idiosincrasia del pueblo deambulan figuras como Bartolomé de las
si realmente los Reyes Católicos español35 y de las que ni siquiera escapa «El Casas «honor de España». Protagonista ejem-
eran conscientes del alcance de
las exigencias colombinas, cuan- Ingenioso Hidalgo», a quien el genio de plar que se anticipa a su tiempo por filántropo
do firmaron las Capitulaciones Cervantes vistió de arrogancia con la célebre y humanista, frente al fanatismo. Enfrentado
de Santa Fe (Cf. los trabajos de
Consuelo Varela). frase: «¿Leoncitos a mí?»36. a la acción destructiva de la conquista es el
La amalgama de la leyenda negra y la ejemplo de quien se sitúa «al lado del débil
38
«Aún los mejores, entre los
leyenda áurea construyen su discurso hete- contra la fuerza, de la bondad contra el rigor,
hombres de descubrimiento y rodiegético: Si «El cofre de joyas de Isabel la justicia contra la opresión»40.
conquista, tuvieron la sed y el esparce,/ a través de cuatro siglos, su fulgor;/
hambre del oro. Colón mismo no
podría ser exceptuado» (op. cit., y tras la conquista de la Media-Luna/ surge RUBÉN DARÍO Y LOS HÉROES HIS-
pp. 27-28). la velera conquista del sol», también sobre el PANOS
39 Nuevo Mundo de «mares de ventura» y «tie-
Ibid., p. 90. Más adelante, en la rras de misterio» se vierte la semilla de la dis- Rubén Darío resulta ser un excelente pa-
Segunda Parte, al abordar a los
conquistadores señala que son
cordia «celos de Fernando, grillos de Colón». radigma de la evolución del concepto heroico
movidos por la rapiña, al tiempo La expresiva cita «Los celos de Fernando» hispano, centrado en el ejemplo colombino,
vanidosos y sobrios, «despóticos trae a primer plano la principal polémica y puesto que la figura de Colón permea toda
y democráticos, individualistas y
religiosos, corajudos y fatalistas. juicio sonado del descubrimiento37. su trayectoria literaria. Si he acentuado el
Vengativos, duros, amigos de concepto de melancolía se debe, entre otras
causas, a que bajo esta imagen reescribe, re-
ceder a la suerte, más guerre- había calificado de «festín de
ros que militares, impreviso- antropófagos» el hecho de
crea Darío a sus héroes. En sus inicios Darío
res, intolerantes, carentes de consumir jamón, calificado de viste con el ropaje característico de los tristes,
El descubrimiento y los héroes
hispanos en la literatura
sensibilidad, malos políticos, «carne cruda». la bilis negra, a los tres personajes históricos
modernista hombres de presa, etc.» (p.
98). La alabanza alterna con 40 españoles que comparten con Hugo, Baude-
ROCÍO OVIEDO
PÉREZ DE TUDELA la crítica pues páginas atrás Ibid., p. 131. laire o Verlaine el parnaso poético: Cervantes,

154
Colón, El Cid, de forma accidental Lope o Tu voz escuchó un día Cristoforo Colombo 41
La presencia de Campoamor es
Góngora, como también lo fue Goya o Va- Hugo cantó tu gesta legendaria. una característica de esta obra
lle-Inclán. La paternidad de la presencia y la Los dos fueron, como tú, enormes, Momotombo, inicial dariana.
insistencia en la figura de Colón por parte de montañas habitadas por el fuego de Dios. 42
Darío puede tener su origen en la influencia «Ingratitud», Los sollozos del
de Ramón de Campoamor, cuyo drama lírico De mayor interés es un elemento en sí laúd, en Rubén Darío, Poesías
completas. Madrid, Aguilar,
«Colón»41 viste de heroísmo la historia. En definitivo para el pensamiento melancólico: 1955, p. 15.
los inicios literarios del poeta nicaragüense la la tensión para diseñar un futuro, o el deseo,
43
figura se consolida como imaginario melan- siempre incompleto, de alcanzar lo imposi- Ibid., p. 20.
cólico, si bien, como veremos, finalmente se ble45: «...es el deseo/ del Genovés intrépido
44
convierte en un original modo de calificar. que un día,/ en éxtasis profundo, / a la Iberia Ibid., pp. 28-29.
En «Ingratitud» la imagen del grabado de potente diole un nuevo mundo»46.
Durero se conjuga con la presencia de la reina El Cid, sin embargo, es quien inaugura 45
Raymon Klibansky, Edwin Pa-
que acompaña al Almirante: «El libro en la nuevamente el pensamiento melancólico de nofsky, Fritz Saxo, Saturno y la
mano, la cabeza pensativa». La conjugación Darío en sus adiciones a Prosas Profanas. Las melancolía. Estudios e historia
de la filosofía de la naturale-
de los tiempos sugiere la admiración de la dos historias narradas en «Cosas del Cid» za, versión española de María
reina por su inspiración melancólica: «Con un trasladan la anécdota de lo popular a su leyen- Luisa Balseiro Madrid, Alianza,
1991.
libro entre sus manos, / con un mundo en su da: el mendigo y la niña, la pobreza y la ino-
cabeza/ la frente a inclinar empieza/ cansado cencia se conjugan para enaltecer al héroe en 46
de esfuerzos vanos. // Por unas joyas Colón/ el momento más trágico de su fracaso: El can- Darío, Poesías completas, op.
cit., p. 200.
legó su soñada tierra; para el numen que él tar del destierro. Fracaso y honor las dos caras
encierra/ sólo encuentra admiración»42. Y en de la moneda más reiteradamente atribuidas al 47
«Un soneto a Cervantes», Can-
general, en estos momentos, la cita de Colón espíritu español como lo manifiestan sus mo- tos de Vida y Esperanza.
no deja de ser una retórica al uso («Al Ateneo delos. Esta conjugación de opuestos definen a
48
de León el día de su inauguración»): Milton, los arquetipos como D. Quijote o Cervantes También Blanco Fombona su-
Voltaire, Mirabeau, Sucre, Ricarte, Colón, son en la antítesis de la felicidad y la tristeza: «...el braya el catolicismo de Colón:
representantes de un continente como crisol destino/ hace que regocije el mundo entero/ «Colón mismo no está exento de
excesos religiosos. Escribe como
de culturas: la tristeza inmortal de ser divino»47. el último sacristán. Se presenta
En Cantos de Vida y Esperanza nos en- en la Corte con hábito de monje-
Aunque el caso de Colón sirva,
Sucre, Ricaurte, Colón contramos de nuevo con el Almirante, en este quizá como ejemplo de forzada
con indecible alegría caso, a modo de brindis como ocurre en «Al concesión a las preocupacio-
nes del ambiente social. Colón,
ellos vienen este día rey Oscar» hombre de ciencia, tal vez judío,
y están en este salón... era doblemente extranjero en
¿No los veis? ¡Al corazón por Lepanto y Otumba; por el Perú, por Flandes; España –por su origen y por sus
conocimientos– y tal vez sólo
llevad, llevad vuestra mano, Por Isabel que cree , por Cristóbal que sueña; para congraciarse con el medio
que su poder soberano Y Velázquez que pinta y Cortés que domeña. exagera la nota católica, emu-
lando a los familiares del Santo
os mostrará claramente Oficio» (p.152). Curiosamente,
latidos de un Continente Pero tal vez es más digno de mención al igual que ocurre con Rodó
en El camino de Paros, surge
palabras de un ciudadano!43 cómo paulatinamente Colón pierde, en la la individuación del reino de
Oda «A Roosevelt», su entidad de sujeto Aragón, frente a Castilla: «La
El símbolo colombino se intensifica en para convertirse en calificativo de América: aventura de los conquistadores
de América en el siglo XVI es la
estos momentos y en «A Don Pablo Bui- es la «América fragante de Cristóbal Colón, reproducción, a escala gigante,
trago» dibuja una de las ideas que, como / la América católica, la América española /la de la odisea aventurera en los
países de Oriente, de catalanes
indiqué, Nietzsche y Freud trazaban en América en que dijo el noble Guatemoc...»48. y aragoneses, en el siglo XIV. Es
su dibujo del melancólico, el rechazo y la Calificaciones que, en «Marina», se enfati- el mismo valor ciego que parte
confiando exclusivamente en sí,
crítica de los contemporáneos: «Para todo zan pues Colón se convierte en un calificativo hacia lo desconocido; el mismo
pensamiento/ hay eterno Santo Oficio/.../ de las velas: «Velas de los Colones/ Velas de afán de lucro y poder, la misma
¡La humanidad altanera/ si hay Colones los los Vascos/ hostigadas por odios de ciclones/ confianza en el azar...» (p. 308).
Y concluye: «Raza heroica por
desprecia;/ y canoniza la necia,/ a quien mal- ante la hostilidad de los peñascos». un lado, carece por el otro de
decir debiera»44. Conforme avanza el tiempo, Colón en la sensibilidad» (p. 338).

La utopía rubendariana parangona su bien poética de Darío abandona su protagonismo


más preciado, «El libro», con «la brújula de como arquetipo, se aleja de su concepción
Colón,/ la palabra de Jesús». Uso retórico y histórica y se lexicaliza. En La Caravana pasa,
exaltado, metáfora que une a Colón con los Colón es parte del imaginario y se convierte
El descubrimiento y los héroes
modelos más valorados por Darío, incluido en un elemento más de la trastienda donde hispanos en la literatura
modernista
Victor Hugo, aunque la justificación sea es- encontrar nuevas metáforas. En Dieppe tras
ROCÍO OVIEDO
cuchar o cantar al Momotombo: recrearse en la figura de una atractiva quin- PÉREZ DE TUDELA

155
49 ceañera semejante a una sirena, su mirada se Que más valiera el jefe rudo y bizarro
Rubén Darío, La caravana pasa,
tomo II, edición crítica, introduc- detiene en «una robusta anciana, como sacada que el soldado que en fango sus glorias finca (…)
ción y notas de Günther Schmi- de no sé qué olvidado cuadro» cuya falda «de-
galle, Managua, Academia Ni-
caragüense de la Lengua, Berlín,
ja ver las columnas de las piernas cubierta por Duelos, espantos, guerras, fiebre constante
Tranvía, 2000, p. 159. medias de lana, sobre los duros zuecos, dos en nuestra senda ha puesto la suerte triste:
bien construidas carabelas en que un Colón de ¡Cristóforo Colombo, pobre Almirante,
50
Véase Rosa Pellicer, «Colón y la Liliput podría ir a descubrir en Noche Buena ruega a Dios por el mundo que descubriste!
busca del paraíso en la novela no importa cuál América de nacimiento!»49.
histórica del siglo XX (de Car-
pentier a Roa Bastos)», Améri- Colón gravita sobre el imaginario de Darío La crítica a Colón es sobre todo una crítica
ca Sin Nombre, 5-6 (diciembre convertido en anécdota. Dos poemas del año a la fatalidad de la Conquista. Los modernis-
2004), pp. 181-187.
1892, uno no publicado y el otro reeditado tas asumen la responsabilidad y la tragedia de
en El canto errante equilibran la balanza de la enfrentar un futuro condenado de antemano
Conquista. En «Mensajero Sublime», instaura por la corrupción. El paraíso se degradó en
una extraña simbiosis con fray Bartolomé de el infierno.
las Casas, pues Colón se convierte en «Mesías Colón no volverá a fungir como héroe.
del indio». Por el contrario las nefastas conse- Su acción se invierte en el juicio que le hace
cuencias de la Conquista son el epígrafe que la historia y la literatura. Su acción heroica se
encabeza el poema dedicado «A Colón». Pu- transforma en su mejor caricatura. El tiempo
blicado previamente en El Heraldo de Bogotá, le condena y la narrativa se encarga de in-
Darío responde a las circunstancias en las que fringirle el castigo. Sobre el papel jugado en
nuevamente las esperanzas del panamerica- el Descubrimiento gravita su egoísmo y su
nismo se disolvían. El fracaso de Colón es un olvido de la comunidad, ya sea española o
fracaso infinito que se expande a su conquista. indígena.
Sobre el Colón de Corsario a Almirante que Conforme avanza el tiempo en el siglo
nos presentaba Consuelo Varela, proyecta su XX, la mirada americana sobre Colón y
máscara de melancolía Darío. Al igual que en el Descubrimiento resemantizan la figura
el grabado de Durero el fracaso se origina por del descubridor. Caprichoso, vano, violento,
las extrañas leyes que rigen el universo o por el víctima de un temperamento que se puede
fatídico azar que el héroe jamás domina. calificar de melancólico, la efigie de Cristóbal
Colón se pervierte y muestra su otra máscara,
Desgraciado Almirante! Tu pobre América, la del germen del horror. A las obras de Alejo
tu india virgen y hermosa de sangre cálida, Carpentier y Roa Bastos, que con tanto acier-
la perla de tus sueños, es una histérica to analizara Rosa Pellicer50, se suman otras
de convulsivos nervios y frente pálida. cuyo tema es la conquista como Réquiem en
Castilla del Oro, de Julio Valle Castillo. El
Un desastroso espíritu posee tu tierra: hecho de reincidir la nueva novela en la figura
donde la tribu unida blandió sus mazas, de Colón nos lleva a considerar el descubri-
hoy se enciende entre hermanos perpetua guerra, miento como una de las calas que troquela el
se hieren y destrozan las mismas razas (…). pensamiento de la identidad.
Como dirá Darío, la antorcha, el fuego de
Ellos eran soberbios, leales y francos, los dioses, está en manos de los pueblos ame-
ceñidas las cabezas de raras plumas; ricanos, «Los modernos Ícaros», descubrido-
¡ojalá hubieran sido los hombres blancos res en potencia de un continente desconocido,
como los Atahualpas y Moctezumas! rico en futuro, la nueva Atlántida, el paraíso.
Campo para la Utopía.
Cuando en vientres de América cayó semilla
de la raza de hierro que fue de España, Y si el luchador ha de triunfar, triunfará, pues la
mezcló su fuerza heroica la gran Castilla fatalidad del bien es igual a la fatalidad del mal, y
con la fuerza del indio de la montaña. en donde el acorazado que sabe a dónde se dirige,
se hunde, la Carabela de Colón, pasa, guiada por
¡Pluguiera a Dios las aguas antes intactas el destino hacia en donde ha de aparecer la deseada
no reflejaran nunca las blancas velas; América.
vieran las estrellas estupefactas
arribar a la orilla tus carabelas!
El descubrimiento y los héroes
hispanos en la literatura
modernista
ROCÍO OVIEDO
PÉREZ DE TUDELA

156
Rosa Pellicer
Profesora Titular de Literatura
Hispanoamericana en la Univer-
sidad de Zaragoza. Su interés
investigador se ha dirigido, prin-
cipalmente, hacia Borges, Bioy
Casares y sus obras en colabora-
ción. También se ha ocupado de
cuestiones relacionadas con las
crónicas de Indias, como los espa-
cios míticos o la visión americana

EL CAUTIVO CAUTIVADO: GONZALO del descubrimiento y la conquista.


Ha publicado algunos trabajos so-
bre la imagen de la mujer en la

GUERRERO EN LA NOVELA MEXICANA prosa hispanoamericana del fin de


siglo. Sus últimos estudios están
dedicados al género policial en la

DEL SIGLO XX Argentina.

ROSA PELLICER

Uno de los episodios más conocidos de escaparse siete, y finalmente quedaron sólo 1
la conquista de la Nueva España es el del en- Aguilar y Guerrero, que adoptaron posturas La diversidad de nombres (Gue-
rrero, Aroza, Azora, Mora-
cuentro de Cortés con Jerónimo de Aguilar contrarias ante la nueva cultura, ya que el de les…), origen, oficio bajo los que
y el desencuentro con Gonzalo Guerrero. Écija se asimiló sólo superficialmente a la cul- aparece «Gonzalo Guerrero»
ha sido estudiado, entre otros,
La historia de un hombre que, habiendo tura y sociedad indias para conservar su vida. por Salvador Campos Jara (Cf.
naufragado años antes, consigue sobrevivir Así aprende la lengua y sirve con fidelidad a «Gonzalo Guerrero, anotacio-
nes entre la historia y el mito»,
a toda serie de adversidades y es finalmente su cacique, llamado Taxmar en algunos textos, Estudios del Hombre 2, Guada-
rescatado por los suyos se inscribe dentro de para conservar su vida, pero conserva en todo lajara, Universidad de Guadala-
la larga tradición del tema de los naufragios y tiempo su libro de Horas e intenta regirse jara, 1995, pp. 75-98).

los peligros del mar. La narración del naufra- por el calendario europeo. Exteriormente, 2
gio presenta habitualmente cuatro secuencias: pasados siete años, su aspecto es el de un «Relación hecha por el señor
Andrés de Tapia sobre la con-
desencuentro, encuentro, integración y retor- indio y como tal es tomado por los españoles quista de México», en Joaquín
no. Se puede producir la pérdida de la propia de la expedición de Cortés. Andrés de Tapia, García Icazbalceta, Colección
de documentos inéditos para la
cultura y la adquisición de la cultura india, lo el marinero que salió al encuentro de la canoa historia de México, II, México,
que pude ser considerado como el nacimiento donde estaba, lo describe así: Porrúa, 1971, p. 556.
a una vida nueva, de la cual el signo más claro
es la desnudez y el olvido de hábitos anterio- Vieron tres hombres desnudos, tapadas sus vergüen-
res. En el caso de Guerrero, bautizado así por zas, atados los cabellos atrás como mujeres, e sus
López de Gómara, falta la secuencia habitual arcos e flechas en las manos. Dos de ellos muestran
del retorno1. miedo ante los españoles, pero uno se dirige a los
La insólita actitud de Gonzalo Guerrero españoles diciendo: «Señores, ¿sois cristianos, e
se convierte en un paradigma de la elabora- cuyos vasallos2?»
ción de un personaje y de la reescritura de la
historia «oficial» en las últimas décadas. Poco Bernal Díaz del Castillo, a quien debemos
se sabe del español que en 1511, en la travesía la narración más completa de las desventuras
del Darién a La Española al mando de Val- de Aguilar, muestra alguna leve variante res-
divia, naufragó en las costas de la península pecto del breve relato de Tapia y proporciona
del Yucatán en los bajos de las Víboras, cerca detalles, que repetirán más adelante. Las pala-
de Jamaica. Su historia está indisolublemente bras que pronunció fueron menos educadas y
unida a la de Jerónimo de Aguilar, ya que más espontáneas: «en español, mal mascado y
el resto de los compañeros de naufragio, de peor pronunciado, dijo: ‘Dios y Santamaría y
número indeterminado, murieron en distintas Sevilla’». Añade que Cortés y su hombres no
circunstancias. Hay que tener en cuenta que lograban distinguir al cristiano de los indios,
los sobrevivientes estuvieron a merced de El cautivo cautivado: Gonzalo
los indios como cautivos, y algunos fueron porque le tenían por indio propio, porque de suyo Guerrero en la novela mexicana del
siglo XX
víctimas de la antropofagia ritual. Logran era moreno e trasquilado a manera de indio esclavo, e ROSA PELLICER

157
traía un remo al hombro e una cotara vieja conocida: se fue con Cortés, al que sirvió de
calzada y la otra en la cinta, e una manta intérprete, parece que tuvo hijos con una in-
vieja muy ruin e un braguero peor, con dia, y finalmente murió de sífilis.
que cubría sus vergüenzas, e traía atado La actitud de su compañero Gonzalo
en la manta un bulto, que eran unas Horas Guerrero es excepcional porque supone una
muy viejas3. asimilación incondicional a la cultura y la
sociedad indígenas, mucho menos habitual
Bernal Díaz del Castillo es que la identificación en sentido inverso, como
de los pocos historiadores, junto ocurrió en el caso de la Malinche6. Guerrero,
con Solís4 que lo sigue en este al parecer marinero de Palos, adopta la lengua,
episodio muy de cerca, que alu- las costumbres y, tal vez, la religión de los
den a que Aguilar pronunciaba mayas, hecho tan sorprendente que un buen
ya mal el español, buena prueba número de historiadores intentarán explicar-
de su aindiamiento. Las Casas lo7. Recordemos brevemente el caso: conocida
comenta que lo distinguieron por por medio de una carta la cercanía de Cortés,
las barbas. Resulta interesante Jerónimo de Aguilar la puso en conocimiento
que algunos autores, al referirse de Guerrero, que se negó al ofrecimiento de
al aspecto que tenía Aguilar, lo volver con los españoles. Según las fuentes
describen con la nariz y las orejas utilizadas por los que se ocupan del episodio,
horadadas, rayados la cara y el Aguilar mandó una carta Guerrero, o bien
Estatua en honor a Gonzalo Guerrero. Akumal
(Quintana Roo, México).
cuerpo, como los propios indios. fue personalmente a comunicárselo. Es im-
Es obvio que tanto Muñoz Ca- portante señalar que en ningún momento los
margo, como Terrazas y Lasso de hombres de Cortés llegaron a ver al de Palos,
3 la Vega confunden su descripción con la de desconocimiento que no impedirá su descrip-
Bernal Díaz del Castillo, Historia Guerrero. En los poemas épicos se acentúa ción, hecha por Aguilar. La transmisión de
verdadera de la conquista de la
Nueva España, ed. de C. Sáenz el aspecto extraño del personaje, insistiendo su historia tiene interés: Cortés no habla de
de Santamaría, Madrid, CSIC en su asimilación, bien que superficial, a los Guerrero, hecho explicable porque no supuso
(Instituto Gonzalo Fernández de
Oviedo), 1982, I, p. 53. indios, en una representación tópica de la nada para su empresa, en todo caso un fracaso
imagen del indio, semejante a de un Lope de al no lograr que lo acompañara. Andrés de
4
Escribe Antonio de Solís que
Vega o un Tirso de Molina. Un buen ejemplo Tapia supone que Jerónimo de Aguilar ni
Aguilar «no acertaba a desasir- es la descripción de Lasso de la Vega: siquiera llegó a avisarlo al suponer que
se de la costumbre, ni a formar
cláusulas enteras, sin que trope-
zase la lengua en palabras, que En tierra saltan de arcos ocupadas no querría venir, por otras veces que le había habla-
no se dexaba entender». (Histo- Las manos, y de agudos passadores, do, diciendo que tenía horadadas las narices y orejas,
ria de la conquista de México,
Barcelona, Imprenta de los PP, De palo, y pedernal muchas espadas, e pintado el rostro y la manos, e que por esto no lo
Carmelitas Descalzos, 1766, p. Matizadas de mil varios colores; llamó cuando vino8.
49).
Piernas, manos, y caras esmaltadas,
5 De cárdeno color muchas labores, Es a Bernal Díaz a quien debemos el re-
Gabriel Lobo Lasso de la Vega, Los vezos de la boca agujerados, lato más completo de la historia. Cuenta que
Primera parte de Cortés valeroso
y Mexicana, Madrid, Pedro Ma- Do sortijones de oro traen colgados5. Jerónimo de Aguilar, en cuanto hubo leído las
drigal, 1588, p. 23 y Mexicana, cartas que le envió Cortés, pidió licencia a su
ed. de José Amor y Vázquez,
Madrid, Atlas, 1970 (BAE, 232), Algunos autores insisten en que sólo la amo y fue a buscar a Guerrero. La respuesta
p. 28. necesidad condujo al de Écija a adoptar la de éste es bien conocida:
6
vida y las costumbres de los indios, y en que
Comenta Todorov: «Curieux en siempre guardó la ley de Dios, como demues- Hermano Aguilar, soy yo casado, tengo tres hijos, y
ce qu’il illustre l’une des varian- tra su firmeza ante las diversas tentaciones a tiénenme por cacique y capitán cuando hay guerras:
tes possibles du rapport à l’autre,
le cas de Guerrero n’a pas una las que fue sometido, principalmente contra íos con Dios, que yo tengo labrada la cara e horada-
grande signification historique et la castidad. La historia de Aguilar es mejor das las orejas, ¿qué dirían de mí desque me vean esos
politique (en cela aussi il est le
contraire de la Malinche): son españoles ir desta manera? E ya veis estos mis tres
example n’est pas suivi et il est hijitos cuán bonicos son. Por vida vuestra que me
clair pour nous aujourd’hui qu’il
ne pouvait l’être, il ne correspon- en présence» (Tzvetan Todorov, triple: «desjerarquiza, trans- deis desas cuentas verdes que traéis, para ellos, y diré
dait en rien au rapport des forces La conquête de l’Amérique. grede fronteras y genera un que mis hermanos me las envían de mi tierra.
La question de l’autre, París, movimiento de fusión» (Jaime
Seuil, 1982, p. 202). Concha, «Réquiem por el ‘buen
cautivo’», Hispamérica, 15:45 Díaz del Castillo pone en escena a la mujer
7 (diciembre 1986), p. 8). de Guerrero, que no aparece en ningún otro
El cautivo cautivado: Gonzalo
Guerrero en la novela mexicana del Para Jaime Concha el esque-
siglo XX ma de los efectos del cautiverio 8 texto. Ella responde airadamente a la pro-
ROSA PELLICER en sus virtualidades ideales es Tapia, op. cit., p. 557. puesta de Aguilar: «Mira con que viene este

158
esclavo a llamar a mi marido; íos vos, y no para traer zarcillos como los indios y es creíble que e los españoles, ternéis buen
amigo en mí.» (Gonzalo Fernán-
curéis de más pláticas». Aguilar vuelve a tratar fuese idólatra como ellos10. dez de Oviedo, Historia general
de persuadir a su compañero, «que mirase que y natural de las Indias, ed. de
Juan Pérez de Tudela, Madrid,
era cristiano, que por una india no se perdiese Años más tarde de la llegada de Cortés a Atlas, 1959 (BAE 119), III, libro
el ánima; y si por mujer e hijos lo hacía, que Cozumel, en 1528 Guerrero vuelve a rechazar XXXII, cap. III, p. 405). Las ra-
la llevase consigo si no los quería dejar; y por la invitación de Montejo de unirse a los espa- zones que movieron a Gonzalo
Guerrero a quedarse entre los
más que dijo e amonestó, no quiso venir»9. ñoles e incluso parece que organiza la guerra indios, así como los pormenores
Las palabras de la mujer son interesantes contra éste y Dávila, siéndole culpable de la de su historia, varían, y aun se
contradicen, entre distintos histo-
porque establecen la diferencia entre Aguilar, derrota inicial, como quiere Gonzalo Fernán- riadores y han sido estudiadas,
un mero esclavo, y su marido, capitán de los dez de Oviedo, quien lo califica de «mal cris- entre otros, por Rolena Adorno,
Salvador Campos, Rolando J.
ejércitos. Más adelante se nos informa de que tiano», «traidor e renegado marinero llamado Romero, Roseanna Mueller. Para
no sólo dirige las guerras contra enemigos Gonzalo»11. Finalmente, en la carta de Andrés su presencia en la épica remito a
indígenas, sino que es acusado de prepararla de Cereceda de 1536 se habla de la muerte mi artículo «Gonzalo Guerrero,
el primer aindiado. (Historia y
contra los propios españoles, como sucedió de Guerrero en 1534 por un tiro de arcabuz, literatura, siglos XVI y XVII)»,
en la expedición de Francisco Hernández de cuando fue a ayudar al cacique Ciçumba en Nuevo Texto Crítico, 5:9-10
(1992), pp. 61-72.
Córdoba. Cortés, ante tan gran traición, dice Honduras contra Pedro de Alvarado12.
airadamente: «En verdad que le quería haber Así las cosas, es sobre todo a partir de la 12
Rolena Adorno resume la infor-
en las manos, porque jamás será bueno. ¡De- década de los 70 cuando asistimos en México mación sobre las circunstancias
jarlo he!». a la transformación del escurridizo Gonzalo de su posible muerte: «la carta
Además del relato de Bernal Díaz, elabo- Guerrero en un mito, en un «icono cultural». del gobernador Andrés de Ce-
receda de 1536 aparentemente
rado retóricamente, tiene particular impor- A las confusas y escasas noticias de la historia anuncia su muerte […] llamán-
tancia para la construcción del personaje de «oficial» han venido a añadirse unas supuestas dole «Gonzalo Azora», o en
otras transcripciones «Gonzalo
Gonzalo Guerrero en el siglo XX, la relación memorias de Gonzalo Guerrero, publicadas Aroça» […]. En el valle del Río
de Fray Diego de Landa, tanto porque añade por el periodista Mario Aguirre Rosas en de Ulúa en 1534, Pedro de Alva-
rado atacó la fortificación princi-
detalles nuevos como porque lo presenta to- 1975, bajo el título de Gonzalo Guerrero, pa- pal del cacique Ciçumba; en esta
talmente asimilado a la nueva cultura, no sólo dre del mestizaje iberoamericano, que serían ocasión se supone que Gonzalo
amante de su familia y capitán de sus ejércitos, la transcripción de sus escritos realizados en Guerrero habría llevado tropas
mayas para socorrer al cacique
sino también convertido en «indio» y en idó- unas pieles de venado y en unos papeles. Este […]. Dos años más tarde en su
latra. La importancia de sus palabras justifica supuesto documento habría estado en poder informe al emperador Cereceda
afirmaba que «con un tiro de
la longitud de la cita. Después del naufragio, de los mayas hasta 1935, que pasó a un colec- arcabuz se había muerto un cris-
cionista de la ciudad de México. Otras memo- tiano que se llamaba Gonzalo
Azora, que es el que andaba en-
[…] esta pobre gente vino a manos de un mal caci- rias con apariencia de historicidad son las de tre los indios en la provincia del
que, el cual sacrificó a Valdivia y a otros cuatro a sus Fray Joseph de San Buenaventura, Historias Yucatán veinte años ha y más».
ídolos y después hizo banquetes (con la carne) de de la conquista del Mayab. 1511-1697, publi- […]. Y esto ha bastado entre los
historiadores para establecer la
ellos a la gente, y que dejó para engordar a Aguilar y cadas en 1994, en las que se supone que el frai- identidad entre Azora, Mora-
a Guerrero y a otros cinco o seis, los cuales quebran- le franciscano transcribe en 1724 el «Relato les y Guerrero, que aparece en
un momento posterior.» (Rolena
taron la prisión y huyeron por unos montes. Y que de Gonzalo Guerrero», escrito por él en unas Adorno, «La estatua de Gonzalo
aportaron a otro señor, enemigo del primero y más pieles de venado y en trozos de papel que le Guerrero en Akumal. Iconos cul-
turales y la reactualización del
piadoso, el cual se sirvió de ellos como de esclavos; pudieron dar Hernán Cortés o Francisco de pasado colonial», Revista Ibe-
y que el que sucedió a este señor los trató con buena Montejo. Leemos en el relato que Guerrero roamericana, 63:176-177 (julio-
gracia, pero que ellos, de dolencia, murieron quedan- pidió a Cortés un cuchillo y papel para guar- diciembre 1996) p. 913).

do solos Gerónimo de Aguilar y Gonzalo Guerrero, dar la memoria de los acontecimientos:


de los cuales Aguilar era buen cristiano y tenía unas
horas por las cuales sabía las fiestas. Y que éste se […] que si fuese de buen parecer que yo tenga un
salvó con la ida del marqués Hernando Cortés, el año cuchillo castellano y unas hojas de papel recado con
de 1519, y que Guerrero, como entendía la lengua, lo que yo escriba, tendré memoria de la su llegada a
se fue a Chectemal, que es la Salamanca del Yucatán, esta tierra y tendré memoria de vosotros y de los que
y que allí le recibió un señor llamado Nachancán, vengáis con el señor capitán de Castilla; y así os ruego
el cual le dio a cargo las cosas de la guerra en que
(est)uvo muy bien, venciendo muchas veces a los
9 11
enemigos de su señor, y que enseñó a los indios a Díaz del Castillo, op.cit., La respuesta de este «Gonzalo,
pelear mostrándoles (la manera de) hacer fuertes y p. 50. marinero» al requerimiento de
Francisco de Montejo es la
bastiones, y que con esto y con tratarse como indio, 10 siguiente: «Señor, yo beso las
ganó mucha reputación y le casaron con una muy Fray Diego de Landa, Rela- manos de vuestra merced, e
principal mujer en que hubo hijos; y que por esto ción de las cosas del Yucatán, como soy esclavo, no tengo El cautivo cautivado: Gonzalo
introd. de Ángel Mª Garibay, libertad, aunque soy casado Guerrero en la novela mexicana del
nunca procuró salvarse como hizo Aguilar, antes bien México, Porrúa, 1973 (1º ed. e tengo mujer e hijos, e yo me siglo XX
labraba su cuerpo, criaba cabello y harpaba las orejas 1959), pp. 6-7. acuerdo de Dios; e vos, señor, ROSA PELLICER

159
13 yo me lo hagáis saber para que yo tenga memoria de La elevación de Gonzalo Guerrero a icono
Fray Joseph de San Buenaven-
tura, Historia de la conquista aquesto13. cultural, símbolo del mestizaje e incluso padre
del Mayab. 1511-1697, Solís de la patria, se refleja tanto en su presencia
Robleda, Gabriela y Bracamonte
y Sosa, Pedro (Eds.), Mérida,
Aunque sus editores mantienen la autenti- iconográfica como literaria. Así, tenemos el
Universidad Autónoma de Yu- cidad del documento, parece razonable pensar grupo escultórico de Guerrero y su familia
catán, 1994, p. 55. Para la que se tratar de memorias falsas, de falsifica- realizado por Raúl Ayala Arellano en 1974
caracterización del personaje en
este «relato», véase el estudio ciones de documentos antiguos que nunca del que hay una fundición en Akumal y otra
de Persephone Braham, «El feliz existieron, no sólo porque nunca aparecieron en Mérida. La interpretación que hace al autor
cautiverio de Gonzalo Guer-
rero», Hispanic Review, 74:1 los originales, sino porque hay contradiccio- anónimo de un folleto editado con ocasión de
(winter 2006), pp. 1-17. nes entre los textos de San Buenaventura y de la inauguración del retrato de Guerrero y su
14
Aguirre Rosas. Las diferencias fundamentales familia maya es totalmente utópica:
Rolena Adorno, «La pertinencia entre estos dos textos se deben al momento
de los estudios coloniales para de su publicación. Tiene interés señalarlas ya Gonzalo contempla el mar, el viento del Caribe juega
el nuevo milenio», Andes, 11
(2000). que estas «memorias» serán en algunos casos con su cabello. Él es marinero y esparce su vista en
el punto de partida de las obras de ficción. Las una mezcla de melancolía y desafío…Los chalchi-
15
Como señala Salvador Campos: de 1975 presentan a un Gonzalo Guerrero de huites no se relacionan en nada con lo que usaba al
«Guerrero cobra – como perso- origen humilde; las de 1994 como un hombre salir del puerto de Palo. Ya no es uno sino que está
naje histórico localizado en los
orígenes de la nación mexica-
de armas y letras; el primero es rebelde y aun ligado con amorosas ataduras a los hijos de su unión
na-una distinta vitalidad mítica traidor contra los españoles y capitán de los con la noble maya que tranquila y serena dirige a
y que, las distintas versiones, mayas; en el segundo es pacífico y leal a los él la mirada mientras amamanta al más pequeño de
constituyen variaciones de una
estructura, inconsciente o no, españoles, además añade un hijo mestizo que sus críos…Cierra el conjunto la pequeña que, sin
que transmitieron informantes se rebela contra la colonización española, y saber de su origen, juega con el viejo casco de su
y redactores.» (Salvador Cam-
pos Jara, «Gonzalo Guerrero, acaba invirtiendo la historia de su padre: es padre…Ella está al sol, al aire y al agua. Nació libre y
anotaciones entre la historia y cautivo de los españoles, aunque luego lo feliz. Tiene padre y madre que la protejan y pertenece
el mito», Estudios del Hombre,
Guadalajara, Universidad de
liberen. Como indica Rolena Adorno: al mundo que la rodea16.
Guadalajara, 2 (1995), p. 90).
Si el primero de estos dos Gonzalos es típico de los Además de un mural en el ayuntamiento
16
Cf. Adorno, op.cit., p. 909. años 1970s, leal a su nueva patria y su defensor, gene- de Mérida de 1978, pintado por S. Cuevas,
ra a la vez una familia que se conforma con la imagen titulado Origen del mestizaje, en el que tam-
17
www.qroo.gob.mx/qroo/Es- clásica de un mestizaje feliz y armonioso. El segundo bién figuran la mujer de Guerrero y un hijo
tado/Himno.php Gonzalo, de los años noventa, es el que genera con el mestizo, a Gonzalo Guerrero se le dedica una
mestizaje todos sus conflictos y traiciones interiores; estrofa del «Himno a Quintana Roo» (1985),
es decir, ofrece una conceptualización más actualiza- con letra de Ramón Iván Suárez Caamal y
da del mestizaje14. música de Marco A. Ramírez, en la que se
sigue insistiendo en su carácter del padre del
La reinvención del personaje –de traidor mestizaje:
a «padre del mestizaje»– se basa en unos
elementos que se manifiestan en los distintos Esta tierra que mira al oriente
historiadores. A modo de síntesis, la estructu- cuna fue del primer mestizaje
ra que se transmite es la siguiente: que nació del amor sin ultraje
de Gonzalo Guerrero y Za’asil17.
• Sobrevive a un naufragio y llega a las
costas del Yucatán en 1511. Cuando lle- La historia de Guerrero se puede consi-
ga Cortés en 1519, sólo quedan Jerónimo derar un ejemplo, que prácticamente quedó
de Aguilar y Gonzalo Guerrero. Aguilar fuera de la historia, de lo que no pudo ser,
regresa con los españoles, mientras que un futuro de armonioso mestizaje. Las es-
Guerrero se queda con los mayas. casas noticias sobre su persona, de la que
• Se casa con una noble maya y tiene hijos, desconocemos hasta su nombre, propician su
en número variable. construcción ficticia. Los autores de ficcio-
• Tiene el cuerpo tatuado y las orejas ho- nes parten de los escuetos testimonios de la
radadas. historia oficial para crear un mundo posible,
• Se convierte en instructor y dirigente intentando conseguir ese doble carácter de
de los indígenas en temas de guerra, en la ficción que propuso Juan José Saer en su
nacón. ensayo «El concepto de ficción»:
El cautivo cautivado: Gonzalo • Su negativa a volver con los españoles lo
Guerrero en la novela mexicana del
siglo XX convierte en un traidor e idólatra. La ficción no es, por lo tanto, una reinvindicación
ROSA PELLICER • Muere peleando contra los españoles15. de lo falso. Aun aquellas ficciones que incorporan lo

160
falso de un modo deliberado-fuentes falsas, atribu- ñola y hará que, sin demasiados conflictos de
ciones falsas, confusión de datos históricos con datos lealtades, combata a los españoles. Una de sus
imaginarios, etcétera-, lo hacen no para confundir al características, ausente en los demás escritos
lector, sino para señalar el carácter doble de la ficción, sobre el tema, es la lascivia, que le lleva a te-
que mezcla, de un modo inevitable, lo empírico y lo ner relaciones sexuales con buena parte de las
imaginario. […] La paradoja propia de la ficción resi- mujeres con las que se va encontrando: desde
de en que, si recurre a lo falso, lo hace para aumentar Rosario, la novia española, a su propia esposa
la credibilidad18. Ix Chel Can, a la que será fiel, pasando por
doña Marina y, durante el cautiverio de Tax-
La mayoría de las construcciones de la mar, por la esclava Ix Náu Nic, «florecilla»,
vida de Gonzalo Guerrero son especulativas. cuyas «hazañas cortesanas» llenas de «lascivia
Para dar apariencia de verdad sus autores, a desenfrenada» le causan admiración en el re- Eugenio Aguirre.
excepción de la novela de Otilia Meza, seña- cuerdo. También insiste en lo durísimos que le
lan las fuentes consultadas en la bibliografía resultaron los períodos de abstinencia sexual.
final, intercalan citas sin preocuparse dema- Tal actitud sirve para resaltar la castidad de 18
Juan José Saer, El concepto de
siado por el rigor filológico, y mencionan a Jerónimo de Aguilar, que es capaz de soportar ficción, Buenos Aires, Seix Bar-
historiadores de Indias y contemporáneos. las más duras pruebas, como estar durante ral, 2004, p. 12.
Además, para la recreación de la vida de los tres días a solas con Ix Mucuy, la hija de Tax-
19
mayas, se basan en estudios antropológicos. mar, quien se la ofreció en matrimonio. Salvador Campos cita dos nove-
Antes de comenzar el recorrido, cabe ob- Desde el principio, Gonzalo Guerrero es las mexicanas en las que apare-
ce Guerrero, las de José Beltrán
servar que Gonzalo Guerrero no ha tenido fascinado por la civilización de los mayas. Pérez, Ocho años entre salvajes,
todavía demasiada suerte con sus «biógrafos»; Continuamente entona la alabanza de su Mérida, Club del Libro Yuca-
teco, 1970, y la de Benjamín
todos los textos están descuidados y no sólo organización, sus costumbres, sus maravillas López Martínez, Rutas extravia-
por el «fuego de las erratas» y las incorrec- arquitectónicas, sus saberes, lo que facilita das; cuento macabro de ensayo
ciones ortográficas, sino por errores de bulto la adopción paulatina de la nueva cultura. El mayista, Mérida, Club del Libro
Yucateco, 1949. También la del
como anacronismos no deliberados y graves primer paso es vestirse el ex de los indios; el español Torcuato Luca de Tena, El
desacuerdos sobre el carácter del personaje y segundo, el aprendizaje de la lengua, gracias futuro fue ayer (Campos, op.cit.,
p. 77). Por su parte, el propio
su modo de expresión, entre otras cosas. a Taxmar, que permite a los cautivos Aguilar Campos prepara una novela so-
La primera novela mexicana en la que y Guerrero el conocimiento de un mundo bre Gonzalo Guerrero, El hijo
de los alacranes, o El alacrán
Guerrero es protagonista absoluto –dejan- distinto, y que llevara prácticamente al ol- emplumado, según P. Braham
do de lado las falsas memorias públicas por vido del propio idioma21. Si con Taxmar, a que también cita una novela
Aguirre Rosas– es Gonzalo Guerrero. Novela pesar del buen trato, era todavía un esclavo, de Manuel Pimentel, Puerta de
Indias. (Braham, op.cit., p. 8).
histórica (1980) de Eugenio Aguirre19. En ella cuando es regalado a su aliado Na Chan Can,
se alterna la primera y la tercera persona para cacique de Chetumal, su situación cambiará 20
Eugenio Aguirre, Gonzalo Guer-
narrar las venturas y desventuras de su prota- radicalmente, ya que tiene el firme propósito rero. Novela histórica, México,
gonista, iniciadas en España, de las que no me de «superar su estado de indigencia social, a Editorial de la Universidad del
Valle de México, 1983, p. 15.
voy a ocupar. Aguirre presenta a un soldado costa de lo que fuere» (p. 132). Así demos- Las citas siguientes remiten a
que, antes de pasar a Indias con Valdivia, está trará su maestría y valentía como cazador, esta edición.
atormentado por la profecía del gitano Don superará duras pruebas, entre ellas seis meses
21
Elear –«¡Nunca regresarás!», imitando a la de abstinencia sexual, hasta lograr la libertad «Es curioso que después de
historiografía clásica y de Indias en la que la y sus privilegios: tanto tiempo de estar alejado
de la patria la lengua se me
profecía era un elemento de la historia, a la ha trastornado, al grado que
que se unen sus propias pesadillas. Ambos re- Sus derechos fueron los de un patricio y sus privile- ya no acierto bien a recordar
algunas de las palabras que, en
cursos funcionan como prolepsis narrativas: gios los de un ciudadano destacado. Pudo usar armas castellano, solía pronunciar con
para defenderse de las ruines fieras de los bosques, absoluta familiaridad. La dulce y
Rogóle que le explicara, que le descifrase los hilos del de sus enemigos personales; contar con una parcela bien modulada lengua de estos
pueblos me ha ganado y, si
sueño, de aquella pesadilla que hablaba de una eterna y una habitación propia en los linderos del poblado; bien aún continúo maldiciendo
ausencia, de una pérdida total de los atributos de su casarse, si así lo deseaba; y aspirar, en la rama de las a la andaluza, mi comunicación
se realiza en las voces de los
personalidad. ¿Caería en el infierno, en las heces de armas, al cargo de capitán o de Nacón en un trienio cheles» (p. 148).
la idolatría20? (p. 133).

Nacido en Palos, el Gonzalo Guerrero de Dentro de lo que está dispuesto a hacer


Eugenio Aguirre es un hombre de guerra y para lograr un lugar preeminente en la socie-
marinero, por lo tanto carece de letras. Desde dad se encuentra el matrimonio con la hija
el primer capítulo se muestra como un paladín de Na Chan Can y el cambio de religión. El El cautivo cautivado: Gonzalo
Guerrero en la novela mexicana del
contra la esclavitud que sufren los negros, lo proceso es lento, pero siempre progresivo, y siglo XX
que adelanta su actitud ante la conquista espa- Eugenio Aguirre dedica muchas páginas a su ROSA PELLICER

161
descripción, así lo vemos aceptando paulati- de hombres. Tan integrado está, que debido a
namente sus dioses y ritos en un sincretismo una plaga de langosta, accede a sacrificar a su
que se debe tanto a la necesidad de integración propia hija a la diosa Ix Chel, junto con otros
y ascenso social como a no encontrar consue- nueve niños, en el adoratorio majestuoso y
lo en su fe cristiana. Los problemas de con- terrible de Chichén Itzá. Por esta razón, si en
ciencia se solucionan rápidamente por medio un primer momento había rehusado guerrear
de una aparición sobrenatural. Un sacerdote contra los españoles, ya no duda en hacerlo
maya sugiere que sea iniciado en ciertos ritos; cuando aparecen Francisco de Montejo y
pide ayuda a Dios, que le responde con «voz Alonso Dávila, siguiendo en este punto a Fer-
estruendosa»: nández de Oviedo. Finalmente, sale a com-
batir contra el capitán Lorenzo de Godoy, y
Vives entre pueblos paganos que no me conocen, pe- morirá en el encuentro, como señala Andrés
ro que me intuyen y adoran en cada uno de sus ído- de Cereceda.
los. Me han fragmentado en muchos más que Tres, Como vemos, el Gonzalo Guerrero que
Portada de Gonzalo Guerrero. siendo ese el número de mis concepciones, mas esto nos presenta Eugenio Aguirre no es tanto un
Novela histórica, de Eugenio
Aguirre. no está mal. Tanto me sirven adorando a Itzamná «padre el mestizaje», entendiendo por tal no
como a Ah Puch; de igual forma que si un cristiano sólo la raza sino la cultura, sino el proceso
se dirige al Padre o al Espíritu Santo; por eso no te de transformación de un europeo en maya.
22 preocupes, que no pecas en mi contra sirviendo a Los iniciales intentos de unir las dos culturas,
«De ahora en adelante y de todo un fragmento de mi personalidad, a un reflejo de mi fundamentalmente por medio del sincretismo
lo que me acuerdo o que vaya
sucediendo, hasta que les pueda presencia. Simplemente recuerda que, en las ofrendas religioso, pronto se ven abandonados debido
enviar esta relación, lo voy a que hagas a Acanum, alabas al Verbo, y dedícaselas a tanto a su firme propósito de ascenso social
escribir en uno de los libros que
usan los mayas, que es una hoja él en tus oraciones (pp. 150-151). cuanto a la adopción sin fisuras de la nueva
larga doblada con pliegues, condición.
como un pequeño biombo, que
se cierra todo entre dos tablas
De este modo, eliminados los problemas En Gonzalo Guerrero, el primer aliado de
que hacen muy galanas. El papel de conciencia, Gonzalo es iniciado en los los mayas (1991) Salomón González-Blanco
lo elaboran de las raíces de un ritos de Acanum, dios de la caza y los fleche- Garrido adopta la forma epistolar; en una
árbol y después le dan lustre
blanco para poder escribir o ros, a quien ofrecerá sangrientos sacrificios larga dirigida a sus padres, cuya primera
dibujar bien.» (Salomón Gon- y llegará a ser su sacerdote. De este modo, fecha es 1519, la de la llegada de Cortés,
zález-Blanco Garrido, Gonzalo
Guerrero, el primer aliado de poco a poco y tras duras pruebas de inicia- Gonzalo Guerrero cuenta en primera per-
los mayas, México D.F., Miguel ción logra su propósito de ascensión social; sona su historia desde el naufragio en 1511
Ángel Porrúa, 1991, p. 17).
En adelante, sólo se indica la
a lo que se suma el matrimonio con Ix Chel hasta la víspera de entrar en combate donde
página. Can, la hija del cacique Na Chan Can, que si morirá. El epílogo en tercera persona narra su
bien al principio no la quiere, después de la muerte. La novela, que tiene una estructura
boda «nos amamos, desde aquel día, con una más bien fragmentaria y llena de digresiones
fuerza incontenible» (p. 163). Una vez casa- sobre las costumbres, la naturaleza y la ci-
do, se somete a otro ritual, el del tatuaje y se vilización mayas, es sólo una parte del libro
perfora las orejas. que ofrece bibliografía, notas a pie de página,
La situación se complica para Guerrero ilustraciones y anexos en los que recorre
cuando aparecen los españoles: no quiere varias obras sobre el tema con las que está
luchar contra ellos, y se limita, en calidad de en desacuerdo. En este caso, casi parece un
nacón, a organizar a los indios y a delegar el libro para jóvenes, por el estilo desenvuel-
mando en uno de sus capitanes. La justifi- to, las explicaciones didácticas, el tipo de
cación es que sus compatriotas sólo buscan ilustraciones. La forma de carta remite a las
someter y robar a los indios, y él, como se ha supuestas memorias de Guerrero, publicadas
visto anteriormente, es «un hombre limpio y por Marcos Aguirre Rosas22.
honrado» (p. 170). Esta decisión, unida a no La historia que cuenta Guerrero, como era
aceptar los requerimientos de los españoles de esperar, no difiere demasiado de lo sabido.
para que regrese, supone pasar a la historia Una diferencia que presenta con la novela de
como un infame, pero ya se ha convertido en Aguirre, es respecto a su matrimonio. Ahora
un chele, lo que conlleva que acabe aceptando lo encontramos enamorado de Nicte-Há, Flor
sus costumbres para la educación de sus hijos, de Mayo, y asistimos a las dificultades del no-
aunque en un principio quisiera iniciarlos en viazgo. Si en la novela anterior la razón para
la religión cristiana. En un momento dado, ir asimilándose al nuevo medio era fundamen-
El cautivo cautivado: Gonzalo con el nacimiento de su tercera hija, es ab- talmente el ascenso social, ahora es el amor.
Guerrero en la novela mexicana del
siglo XX solutamente consciente de su aculturación y Posteriormente, será este amor a su familia
ROSA PELLICER comienza a sentirse el padre de una nueva raza el que le impide regresar con los españoles.

162
Después de labrarse los brazos con una ceiba, mestizaje mexicano (Novela histórica) (1994) 23
«-Espera, espera Jerónimo, mi
el árbol sagrado de los mayas, comenta: presenta un Gonzalo Guerrero nacido en religión como hombre, después
Extremadura, siguiendo las «memorias» de de todo lo que hemos pasado,
es sin templos, sin altares, sin
No obstante ello, quiero dejar bien claro que el estar Aguirre y San Buenaventura, que a pesar ritos, sólo la limito al culto al dios
marcado del cuerpo no fue la causa de que no me de su humilde origen, logra iniciarse en las supremo y a los deberes eternos
embarcara con los españoles que llegaron a Cozumel, letras con el Señor Joseph. Si en los demás de la moral, o sea la pura y
sencilla religión del evangelio,
pues repito, creía y creo que mi obligación es quedar- casos, los autores exhiben su conocimiento la verdadera creencia en un dios
me con mi familia y esto también está marcado, pero historiográfico, ahora se insertan canciones personal y providencial creador
y conservador del mundo, lo que
en el alma. (pp. 119-120). populares, poemas, episodios de la historia puede llamarse el derecho divino
de España, sin ningún criterio. El dictado de natural» (pp. 187-188).
A falta de sacerdote, el propio Guerrero su relato a su amigo Sinac Siu, a quien enseñó 24
bautiza a sus hijos, pero confirma a Aguilar castellano, no contribuye a la verosimilitud «El niño o la niña estaba próxi-
que siempre se mantuvo firme en su fe, su de esta supuesta «novela histórica». En buena mo a nacer, como consecuencia
del florecer de un amor que el
creencia en un ser supremo, con lo que no se medida es una novela sentimental, con todos (sic) nunca llegó a pensar que
le plantea sin ningún problema a la hora de los clichés del género. Puesto que es una «no- existiera. Pero su Dios y los
dioses de su compañera habían
adoptar otros ritos, así lo vemos rezando a la vela de amor», será éste el que rija la narra- decretado otra cosa: la mez-
«virgencita» y a Ix Chel23. ción. A diferencia de otros textos, es ahora «la cla de sangres tan distintas que
llegarían a constituir la nueva
A pesar de que se siente cada vez más princesa y sacerdotisa Izpiolotzama» quien se semilla de la que brotaría una
maya, este Gonzalo Guerrero no acaba de enamora a primera vista del español y logra nueva raza». (Otilia Meza, Un
aceptar todas sus creencias y costumbres. Es casarse con él, quien en un principio no la amor inmortal. Gonzalo Guer-
rero, símbolo del orígen (sic) del
un buen agricultor y mejor artesano, que no ama; es más, mantiene con ella diferencias mestizaje americano. (Novela
quiso aceptar ser nacón, pero finalmente deci- sustanciales, ya que es insensible a la religión histórica), México D.F., ALPE;
1994, p. 71).
de luchar contra los españoles, a sabiendas de cristiana24. De momento, a Gonzalo sólo le
que allí encontrará la muerte. En el epílogo, interesa el oro, hasta tal punto que logra que 25
«Los vencedores imponen sus
además de dar cuenta de los nombres de los su mujer le muestre el lugar secreto de donde costumbres y su historia./ Al
cinco hijos de Guerrero, González-Blanco in- lo sacan, para robarlo y huir hasta reunirse escribir la biografía de mi padre
tenta la conciliación de los opuestos, e insinúa con los españoles. le hago justicia porque, quien
no guarda sus recuerdos, corre
que más que un maya fue su aliado: Pero un buen día, de forma repentina, se el peligro de que se los inventen
despierta enamorado de la princesa. Pronto y eso es lo que están haciendo
los conquistadores, escribir su
No volvió Gonzalo, pero nos dejó su ejemplo. tienen su primer hijo, que será el origen de versión triunfalista de los crí-
Quiso ser conquistador, y se convirtió en el primer una nueva raza. Ahora bien, Guerrero, que menes que cometieron. En este
libro incluyo algunas páginas
aliado de los mayas. a estas alturas ya ha aprendido la lengua, el donde mi padre registró sucesos;
No llegó por su voluntad, pero se quedó porque quiso. calendario y se ha perforado las orejas, piensa cosas olvidadas…» (Carlos Villa
No peleó contra España, sino contra los saqueadores. mandar a sus hijos, todos ellos con nombre Roiz, Gonzalo Guerrero. Memo-
ria olvidada. Trauma de México,
No renegó de su Dios, sino de los curas mercenarios. español, a España, aunque él no piense en vol- Mèxico D.F., Plaza y Valdés,
Nada fue más importante que su familia. (p. 243). ver. A pesar de que los de Chetumal se admi- 1995, p. 22). Las citas siguientes
corresponde a esta edición.
ren de su adaptación y de su comportamiento
En un momento determinado Guerrero tan distinto al resto de los españoles, crueles,
escribe «Yo era uno de ellos, ya era, ya soy violadores y ambiciosos, Gonzalo Guerrero
un maya» (p. 118), pero la transformación en en esta novela muestra notables diferencias
otro, a diferencia del caso anterior, no es com- con otras creaciones. Así, en ningún momen-
pleta. Se trata de otra posibilidad: la alianza to se plantean problemas religiosos ni de fi-
del español y del indio, sin acabar de perder la delidad a los españoles e, incongruentemente,
primera identidad; no pierde la lengua mater- se alegra de la toma de México por Cortés y
na y bautiza a sus hijos con nombres mixtos, guerrea contra los españoles, muriendo en la
como Juan Ah-Itsam (cocodrilo), Carlos Ah- pelea en 1534.
Koh (puma), e impide que les deformen la Un año más tarde, en 1995, se publica
cabeza, a diferencia del personaje creado por Gonzalo Guerrero, memoria olvidada. Trau-
Aguirre. Al igual que critica a los españoles ma de México del periodista Carlos Villa
por su actuación en la conquista, lo hará con Roiz. Ahora, 1573, la hija de Guerrero va
ciertas costumbres mayas, y si termina por recuperar y hacer justicia a la memoria de
luchar al lado de éstos contra los españoles lo su padre, escribiendo la verdadera historia,
hace no contra su patria de origen, sino contra que será sobre todo un ajuste de cuentas con
unos hombres concretos, que van a destruir al Fray Diego de Landa; además del recuerdo
pueblo maya. personal anuncia que incluirá textos escritos El cautivo cautivado: Gonzalo
Guerrero en la novela mexicana del
Otilia Meza en Un amor inmortal. Gon- por su padre, porque «Guerrero, más que un siglo XX
zalo Guerrero, símbolo del orígen (sic) del apellido, es un símbolo»25. En la narración ROSA PELLICER

163
26 alternan la tercera persona, que corresponde todo, no podía ver sufrir a los mayas ante las conti-
Roseanna Mueller señala que:
«Guerrero’s story recapitulates a la hija, con la primera, la de Guerrero. La nuas vejaciones que cometían los hombres de su raza;
the destruction of Mayan civi- profusión de citas ajenas hace que parezca para mayor confusión de sus sentimientos, anhelaba
lization and the imposition of
Christianity. This, says Villa Roiz,
una antología más que una narración, que es el triunfo del evangelio. (p. 536)
is the real blow to the indige- confusa y adolece de graves faltas gramaticales
nous culture. A whole culture has y ortográficas. Además de un índice temático, Esta actitud no implica una traición, pues
been forced go underground,
has been forced to lie, has been que resulta ser onomástico, y la bibliografía lo único que hizo Guerrero fue ser fiel a sus
made to forget its beliefs, made hay ilustraciones, no siempre congruentes con propios principios. El final de la novela es
to deny its truths and worsiph a
totally alien religion. Villa Roiz el texto; así, por citar solo un caso, se incluye significativo para su interpretación. Dice la
states that the forced acceptance una fotografía de «Momia congelada de un hija: «Me busco en el interior de su historia,
of Catholicism only reinforced
the Mayans’ faith» ( Roseanna
niño inca. Museo Provincial de Santiago de encuentro recuerdos; para saber más de
Mueller, «From Cult to Comics: Chile» (p. 293). mí, requiero reflejarme en otros y el mejor
The Representation of Gonzalo Después de las conocidas penalidades de espejo para entender mi sangre mestiza, la
Guerrero as a Cultural Hero in
Mexican Popular Culture», en naufragio y cautiverios, cuando pasa a manos primera en estas latitudes, es la vida de mi
A Twice-Told Tale: Reinventing de Nachan Can, se enamora de su hija de padre: Gonzalo Guerrero» (p. 568). Estas
the Encounter in Iberian/Iberian
American Literature, Newark, ojos verdes, color en el que se insiste en to- palabras suponen una variación con respecto
University of Delaware Press- das las novelas citadas, y debe pasar por una a lo visto anteriormente. Podemos ver que
London, Cranburg NJ, Associ-
ated, 2001, p. 145).
serie de pruebas para demostrar su fidelidad la hija mestiza sólo se refleja en el padre
y valor, entre ellas no podía faltar el tatuaje español y cristiano, a la parte materna, la
ritual y las perforaciones de orejas y labios. maya, no hace ninguna referencia a lo largo
Una diferencia que presenta el Guerrero de de más de quinientas páginas, aun cuando
Villa Roiz con respecto a los anteriores es parece que Guerrero no consiguió del todo
que quiere transformar Chetumal en una pe- que sus hijos se educaran como españoles.
queña Castilla, en su ignorancia de las cosas Parece concluir que el «trauma de México»
fundamentales que irá aprendiendo. Así, no es la pérdida de su propia cultura por la
será sólo un hábil instructor de soldados, conquista, ya que la imagen que prevalece
sino un buen artesano –el de Otilia Meza era en este caso concreto es la del padre español,
un hábil carpintero–. Poco a poco va apren- así la novela poco afortunada de Villa Roiz
diendo la nueva lengua, a la vez que enseña se acercaría a la tesis de Octavio Paz del
la suya a Nachan Can, que lo inicia en sus «malinchismo».
creencias, pero, en la medida de lo posible, Si en las novelas anteriores el personaje
siempre se mantuvo fiel al Evangelio. El re- central es Gonzalo Guerrero, hay otros tex-
cuerdo de que durante el naufragio se viera tos en los que comparte protagonismo con
impelido a comer carne humana hace que, a Jerónimo de Aguilar, cuya función era servir
pesar de la repugnancia, no se atreva a juz- de contrapunto a la actitud adoptada por el
gar el canibalismo, en este caso de su propia de Palos. No hay que olvidar que los dos
esposa: «había contraído nupcias con una nombres van unidos hasta la llegada de Cor-
antropófaga y mi alma la ha había consagra- tés, cuando toman caminos vitales opuestos.
do a ella en eterna unión; no la podía culpar. Siguiendo el desarrollo argumental de Díaz
Yo también había comido carne humana.» (p. del Castillo, Enrique Buenaventura presen-
206). En otro lugar, se ve a sí mismo como ta a Guerrero y Aguilar en su obra teatral,
Saturno, devorando a su raza26. una especie de pantomima, Crónica (La
Durante años, Gonzalo Guerrero logra enrevesada historia de Gonzalo Guerrero y
evitar los conflictos entre las dos patrias, a Jerónimo de Aguilar) (1988), como cautivos
pesar de que el tatuaje fue «un bautizo de esclavos cuando se produce la llegada de
sangre, una iniciación estética esotérica que Cortés. Para entonces el andaluz ya está ta-
lo obligaba a renunciar a su cultura.» (p. tuado, tiene mujer y un hijo. Guerrero siente
197), pero cuando su pueblo va a ser ataca- que los dos son ya «otros», aunque Aguilar
do por los españoles debe tomar partido y no tenga marcado el cuerpo ni familia, ya que
lucha contra ellos, debido a las iniquidades ha mantenido la castidad a pesar de las tenta-
cometidas. ciones. Aunque todavía cree en Dios, incluso
Aguilar ofició el matrimonio, Guerrero no
Ya no podía permanecer imparcial. El destino lo dudará en enfrentarse a los españoles.
regresaba al campo de batalla; era juez y parte pero La reacción de Cortés al saber que Gue-
El cautivo cautivado: Gonzalo tenía que abandonar la neutralidad adoptada en los rrero «es» un indio es significativa. Aguilar le
Guerrero en la novela mexicana del
siglo XX últimos años. Tanto tiempo aislado…era pecador, dice que no tiene sentido ir a buscarlo:
ROSA PELLICER inquisidor pero también su confesor y Papa. Ante

164
¡Cómo que no vale la pena! ¡No podemos consentir y Cortés. Dado el propósito
esas transformaciones! Un mal ejemplo de ésos pue- de Jerónimo de Aguilar de
de prosperar y puede llegar un momento en el que actuar contra los españoles, es
no sepamos quién es quién en México. No podemos indispensable que el de Palos,
evitar las mezclas, pero un mestizo es un mestizo y ya capitán de los mayas, per-
un mulato es un mulato y un tercerón es un tercerón manezca con los indios «pa-
y un tente-en-el-aire es un tente-en-el-aire, pero un ra que mi propia empresa de
cristiano no se puede convertir en un indio27. descubrimiento y conquista
se cumpliese» (p. 49) y que el
La actitud de Aguilar es cuando menos propio Aguilar regrese con los
ambigua, ya que avisa de los planes de guerra españoles:
de Cortés a Guerrero, pero sigue al lado de los
españoles. A diferencia de otros textos, Bue- En cambio, me llevó a mí con él
naventura hace que peleen Cortés y Guerrero, [Cortés], sin sospechar siquiera
que resulta vencedor aunque le entristece la que el verdadero traidor era yo.
victoria. Guerrero no quiere aliarse a los es- Pues si yo me fui con Cortés y
pañoles, ya que éstos han sido vencidos, sino Guerrero se quedó en Yucatán,
la paz. Cortés lo traiciona, manda a soldados a fue por común acuerdo. Quería-
apresarlo y es ahorcado en esta «crónica falsa» mos asegurarnos, yo cerca de los Detalle del programa de mano de Crónica, de Enrique
Buenaventura.
o «la única verdadera» para representar en el extranjeros, Guerrero cerca de
día de la raza. Como vemos, en esta pieza se los naturales, que el mundo indio
va más lejos en la consideración de la historia triunfase sobre el europeo (p. 51).
del «fantasma» Guerrero, ya que el conquis-
tador español no duda en traicionar su palabra Aguilar fracasó en el intentó de que Cortés 27
Enrique Buenaventura, Cróni-
y acabar con lo que podría haber sido una no conquistara México, pero Guerrero debe ca. (La enrevesada historia de
opción de la relación con los indios. La iro- lograr el triunfo de su empresa: el descubri- Gonzalo Guerrero y Jerónimo
de Aguilar), en Los papeles del
nía de la oportunidad de esta «crónica» para miento y conquista de España por los mayas, infierno y otros textos, México,
celebrar el día de la raza, que invierte el final con un ejército adiestrado por él mismo29. Siglo XXI, 1990, p. 260.
del aindiado, reflexiona sobre la imposibilidad Convertido en una estrella después de su
28
de esa otra historia que pudo haber sido, que muerte, Aguilar acompaña a Guerrero, buen Carlos Fuentes, «Las dos orillas»,
reflejan otros textos. constructor de barcos, en esta empresa que no El naranjo, Madrid, Alfaguara,
1993, p. 28. En adelante, sólo
Finalmente, «Las dos orillas» (1993), de se narra, simétrica de la de Cortés. La única se indica la página.
Carlos Fuentes, adopta el forma de un ma- victoria segura es la de la lengua, que con to-
29
nuscrito escrito en primera persona donde dos los aportes americanos, triunfa en las dos «Quizás, como si adivinara su
Jerónimo de Aguilar, que acaba de morir, orillas, por eso por medio de las palabras y propio destino, el capitán es-
quiere contar todo lo que pasó, ya que lo de la forma inversa de la narración, es posible pañol dejó a Guerrero entre los
indios para que un día acome-
que escriben los historiadores sobre él es «un perpetuo reinicio de historias perpetua- tiese esta empresa, réplica de
muy escueto, y lo hace invirtiendo el tiempo: mente inacabadas, pero sólo a condición de la suya, y conquistara España
con el mismo ánimo que él con-
del presente al pasado, que se refleja en la que las presida, como en el cuento maya de los quistó a México, que era el traer
numeración de los capítulos que van del diez Dioses y los hielos y de la Tierra, la palabra.» otra civilización a una que con-
sideraba admirable pero man-
al cero. En la obra de Enrique Buenaventura (pp. 60-61). chada por excesos aquí y allá:
aparecía Aguilar como un figura cuando me- En este relato Carlos Fuentes apuesta, sacrificio y hoguera, opresión
nos ambigua ya que transmite información como viene desarrollando en esos años, por el y represión, la humanidad sac-
rificada siempre al poder de
tanto a Cortés como a Guerrero; ahora Fuen- «territorio de la Mancha», en que el origen del los fuertes y el pretexto de los
tes lo presenta de forma contraria a su figura México actual, no es tanto el mestizaje de ra- dioses.» (pp. 58-59).

histórica, ya que su única meta fue «el triunfo zas, ya sea de descendientes de la Malinche o
de los indios contra los españoles»28, para ello de Guerrero, sino que reside en el poder de la
el arma fundamental es el conocimiento de la palabra común, que es en realidad el tema de
lengua maya primero y del náhuatl después. «Las dos orillas». Sólo faltaría, tal vez, como
Otra variante es que se enamora de Malin- se dice en el texto el viaje de vuelta.
tzin desde el primer momento, cuando se A lo largo de estas páginas se comprueba
le presenta habitualmente como modelo de que Gonzalo Guerrero ha pasado de traidor
castidad. Abandonada por Cortés y con un a padre de la patria, convirtiéndose en esta
hijo, doña Marina es la «madre y origen de transformación en un mito, un símbolo. La
una nación nueva» (p. 44). escasez de datos sobre su persona ha con- El cautivo cautivado: Gonzalo
Guerrero en la novela mexicana del
En «Las dos orillas» se produce el en- tribuido notablemente a que se produzca no siglo XX
cuentro, que no tuvo lugar, entre Guerrero tanto una recreación cuanto una construcción ROSA PELLICER

165
del personaje, que no sólo daría voz a los si- mito, el de Gonzalo Guerrero, amante padre
lenciados por la conquista, sino que reinscribe y esposo, capaz de dar la vida por su nueva
el origen en una utopía, una visión edénica patria31. Como escribe José Emilio Pacheco en
que culminaría en el nacimiento de una nueva el poema «Doña Marina» a estos traductores,
raza, como se insiste en las novelas conside- Aguilar, Guerrero y doña Marina:
radas30. Este mundo posible, y en buena par-
te ficticio, es simultáneo del supuestamente Debemos en gran parte
«real», el histórico, del que sería su reverso; La conquista y colonia, el mestizaje,
frente a una Malinche, violada y traicionada El enredo llamado México, la pugna
por el conquistador, se propone un nuevo De hispanismo e indigenismo32.
Carlos Fuentes.

30
Para Rolando J. Romero: «That
the encounter produced bilateral
changes. Gonzalo Guerrero as
a counter Malinche serves, in
my opinion, as a new model of
cultural syncretism. This model is
based not on the violation and
destruction suggested by Paz’s
Malinche, but on the respect
and the willing acceptance of
the cultura of the Other. Guer-
rero as a counter model to the
conquist shows that the territory
the Spaniards founds on their
way to the Orient changed booth
the Old and the New World.»
(Rolando J. Romero, «Texts, Pre-
Texts, Con-Texts: Gonzalo Guer-
rero in the Chronicles of Indies»,
Revista de Estudios Hispánicos,
26: 3 (1992), p. 363.

31
Señala Salvador Campos al re-
specto: «por oposición al lla-
mado espíritu ‘malinchista’ de
preferir lo extranjero a lo na-
cional mexicano, el ‘Gonzal-
ismo’ aparecería como el espíritu
inverso, a saber, el del extran-
jero que-yendo incluso contra
los suyos-se entrega, transter-
radamente, a la defensa de lo
mexicano.» (op.cit., p. 97).

32
José Emilio Pacheco, Islas a la
deriva (1973-1975), en Tarde o
temprano (Poemas 1958-2000),
México, FCE, 2000, p. 170.

El cautivo cautivado: Gonzalo


Guerrero en la novela mexicana del
siglo XX
ROSA PELLICER

166
José Rovira Collado

Profesor de Didáctica de la Len-


gua y la Literatura en la Univer-
sidad de Alicante. Ha sido colabo-
rador y Experto Lingüístico de la
Università degli studi di Salerno
(Italia), ha obtenido la Suficiencia
Investigadora en la Universidad
de Alicante con el trabajo «La
Colección Navigazioni et Viaggi

DE ISABEL, TRES CARABELAS Y UN


de Giovanni Battista Ramusio y su
influencia en Visión de Anáhuac
de Alfonso Reyes». Ha publicado
diversos artículos sobre la lite-

CHARLATÁN A JOHAN PADAN EN EL ratura hispanoamericana colonial.


Otro ámbito de investigación es el
uso de la literatura hispanoameri-

DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA. cana en el aula de español como


lengua extranjera con trabajos so-
bre Benedetti, Neruda, Cortázar y

REPRESENTACIONES EN AMÉRICA DE García Márquez.

LA VERSIÓN DEL DESCUBRIMIENTO


DE DARIO FO
JOSÉ ROVIRA COLLADO

La historia y las gestas de la conquista y teatrales en toda Hispanoamérica. Dos obras,


del descubrimiento es, según el país donde con casi treinta años de distancia, que nos
nos encontremos, rememorada, reinterpreta- acompañarán también en la evolución teatral
da o criticada por las literaturas contempo- de este autor y en su visión de los personajes,
ráneas. La figura de Colón ha sido glosada que alcanza su punto más álgido con el pre-
desde múltiples perspectivas con mejores mio Nobel por la revitalización de las formas
o peores intenciones. El siguiente trabajo teatrales tradicionales.
analizará la visión particular que presentó en
dos obras teatrales uno de los dramaturgos COLÓN POBRE ENANO
italianos más controvertidos y que, como
veremos, ha tenido un importante éxito en Partiendo de su primer trabajo, Poer Na-
la difusión de sus obras en el continente no ed altre storie (Pobre enano), una serie de
americano. monólogos grotescos transmitidos radiofóni-
Desde el estreno de la obra Isabella, tre camente por la RAI en 1952, Fo plantea una
caravelle e un cacciaballe en 1963 hasta la visión satírica de grandes personajes (histó-
versión cinematográfica de las aventuras de ricos, bíblicos y literarios) que reinventan la
Johan Padan en 2001, la peculiar versión del historia transformándola en una crítica a los
descubrimiento de América del premio Nobel cánones establecidos. Vemos transformadas
Dario Fo ha tenido éxito, gracias a diversas las historias de Rómulo y Remo, de Hamlet,
representaciones y a la traducción de la obras. de Romeo sometido a una sádica Julieta o
En primer lugar, describiremos la imagen que burlas a las escenas bíblicas de Caín y Abel
transmiten ambas obras del personaje históri- y de Sansón y Dalila. Esta desacralización de
co partiendo del «charlatán», que convence a figuras principales es una constante del teatro
la reina Isabel para financiar su viaje hacia las de Fo, que llegará a su punto más alto con
indias, hasta el éxito mediático y de represen- Mistero Buffo, defendida por el mismo autor
taciones del héroe inventado Johan Padan que en el prefacio de Poer Nano de la siguiente De Isabel, tres carabelas y un
pasó del escenario a las pantallas en 2001. La manera: charlatán a Johan Padan en el
descubrimiento de América.
segunda parte recorrerá la difusión de la ima- Representaciones en América de
la versión del descubrimiento de
gen que ha dado Fo del descubrimiento y de Estas evocaciones no fueron hechas sólo por gusto, Dario Fo
la conquista a través de las representaciones sino que fueron una negativa sacrosanta a aceptar la JOSÉ ROVIRA COLLADO

167
lógica de la convención, una rebe- EL PRIMER CHARLATÁN DE DARIO
lión contra el contingente moral FO
que siempre ve el bien de un lado
y el mal del otro (...) La comedia Fo, al final de la misma década (1959) y
y el entretenimiento liberador junto a su mujer Franca Rame, fundará la
yacen en el descubrimiento de compañía de teatro que lleva el nombre de
que los contrarios se erigen mejor ambos, iniciando una colaboración a través
que los lugares comunes (...) es de distintas compañías y experiencias teatra-
más, son más verdaderos, más les que continúa hasta la actualidad. De los
creíbles1. trabajos iniciales de la compañía, forma parte
la primera obra de la que nos ocuparemos,
Encontramos ya en esta Isabella, tre caravelle e un cacciaballe («Isa-
colección de sátiras una bel, tres carabelas y un charlatán») estrenada
Guión para radio de “Cristoforo Colombo” Poer Nano (1952).
Del Archivo Franca Rame. primera representación de el 6 de septiembre de 1963 en el teatro Odeon
Cristóbal Colón o «Cris- de Milán.
toforo Colombo» para los En la obra un actor condenado a muerte
1 italianos. Citando una famosa canción por la inquisición en el siglo XVI es obligado
Tony Mitchell, Dario Fo: People´s
Court Jester, Londres, Methuen, popular italiana de la época el texto co- a poner en escena, como «último deseo» una
1986, p. 38. mienza así: representación sobre las peripecias del geno-
2 vés para financiar su viaje y la posterior des-
Dario Fo, «Cristoforo Colombo», Mamma mia dammi 100 lire che in america voglio gracia de sus últimos viajes, poniendo especial
Poer Nano, 1952. Trascripción y
traducción del guión recogido en
andar. atención en los juicios que sufrió. Como dice
el Archivo Franca Rame. «Madre Dai...dai non fare la crumira dammi ste 100 lire el profesor Giuseppe Bellini «la commedia,
¡dame 100 liras que a América che voglio andare a scoprire l’America! «Muchela che a per protagonista Colombo, è un esem-
quiero ir!, Venga mamá no seas
tacaña, dame estas 100 liras Cristoforo ci diceva la signora Colombo», invece di pio di teatro nel teatro: il Genovese, infatti,
que quiero ir a descubrir Amé- pensare a quelle stupidate lí cerca di far bene il tuo è impersonato da un condannato a morte, al
rica. (…) La madre de Colón
le decía: «en vez de pensar mestire: che è quello del pollivendolo, e di vendere le quale viene imposto da rappresentare il per-
estupideces intenta hacer bien tu uova, avanti vai a venderle e non farti più prendere, sonaggio di Colombo e che alla fine della sua
trabajo, que es el de vendedor
de pollos y huevos, venga, pero
però a gibolarmele tutte la mania che cia hai di farle parte ritorna ad essere il detenuto di prima,
no te dediques a rompérmelos stare in piede da sole2. condannato alla pena di morte: gli viene, in-
con la manía que tienes de que fatti, subito mozzata la testa dal boia»3.
estén de pie por sí solos».
La canción popular recordaba a los inmi- Ya durante las pruebas de la representa-
3 grantes italianos que viajaban a América para ción, la peculiar visión de teatro de Dario Fo
Giuseppe Bellini y Dario G Mar-
tíni Colombo e la scoperta nelle trabajar y después de la introducción, nos anunciaba críticas y ataques de una parte del
grande opere letterarie, Roma, sigue contando las ideas del joven Colón que público. Algunas de estas críticas las podemos
Istituto Poligrafico e Zecca dello
stato, 1992, p.173. La comedia,
quiere viajar a América pero su madre no se lo encontrar en el dossier de prensa recogido en
que tiene como protagonista a permite y le dice como la madre de su amigo el Archivo de Franca Rame4. En ellas vemos
Colón, es un ejemplo de teatro Marco Polo sí le permitió ir hasta China y que una parte importante de la prensa atacó
en el teatro: De hecho, el Ge-
novés está representado por un que a su otro amigo Americo Vespuccio sí la grotesca representación del ilustre genovés,
condenado a muerte, que es que le dan permiso para salir a navegar. Ya en incluso antes de su estreno:
obligado a representar el perso-
naje de Colón, y que al final de esta primera versión encontramos una visión
su actuación vuelve a ser el preso satírica donde se mezclan todos los tópicos 1. Franca Rame non vuole pomodori in pal-
de antes y se cumple la condena,
el verdugo le corta enseguida la
para dar una imagen del personaje histórico coscenico. Suo marito Dario Fo sta per portare
cabeza. desacralizada y humana. in scena una parodia di Cristoforo Colombo.
Sono scoppiate le polemiche, ma nessuno
4
El Archivio Franca Rame –dice l’attice– vuole offendere il navigatore
http://62.110.58.111/home. genovese5.
html es un estupendo portal que
recoge infinidad de informacio- 2. Per «Isabella, tre caravelle e un cacciaballe»,
5 Dario Fo un atrevido comando
nes sobre la producción teatral Franca Rame no quiere toma- de genoveses. Il Telegrafo 20 Voleva rapire Dario Fo un «commando» di
de la pareja y a él nos referire-
mos constantemente a lo largo
tes en el escenario. Su marido de septiembre de 1963. arditi genovesi6.
Dario Fo va a llevar a escena
de nuestro estudio. una parodia de Cristóbal Co- 7 3. Le vele de Colombo issate sulla forca. Dario
lón, pero nadie, dice la actriz, Las velas de Colón izadas en Fo ritornerà al teatro ai primi di settembre
quiere ofender al navegante la horca, Dario Fo volverá
De Isabel, tres carabelas y un genovés (sin referencia de fe- a los escenarios a inicios de
con un suo stravagante lavoro sul navigatore
charlatán a Johan Padan en el
descubrimiento de América.
cha y periódico). septiembre con un extrava- genovese7.
Representaciones en América de gante trabajo sobre el nave-
la versión del descubrimiento de 6 gante genovés. Sin referencia
Dario Fo Por Isabel Tres Carabelas y de Periódico, 30 de agosto La primera reacción del público ante la
JOSÉ ROVIRA COLLADO un charlatán. Quería raptar a de 1963. sátira sobre uno de los héroes nacionales

168
italianos será la habitual en las obras de es- so contra Colón pero al final
te autor tan criticado y apreciado al mismo reconoce la importancia de su
tiempo. Por una parte una buena acogida y figura son otros de los perso-
por otra grandes críticas. El mismo Fo, en najes principales.
la presentación de la obra para una versión El primer acto describe el
televisiva de la que hablaremos más tarde, proceso de Colón para con-
nos comenta el inmediato «éxito» de la obra: vencer a los Reyes Católicos
«Un triunfo «incontrastable», hubo gente antes del primer viaje, burlán-
que empezó a gritar, a silbar, incluso alguien dose de los problemas econó-
quiso subir al escenario, resumiendo, un tea- micos planteados por la guerra
tro vivo.» La importancia de este teatro vivo contra los moros y explicando
será una constante en la evolución teatral del el motivo de la expulsión de
autor que de la representación tradicional los judíos para solucionar ese
«burguesa» pasará en los años sucesivos a problema. El navegante geno-
recuperar el teatro popular y llevarlo a todas vés tiene que usar todas sus
las clases sociales. En Isabella todavía estamos dotes para poder hablar con
limitados al espacio de un escenario fijo pero la Reina y conseguir el apoyo
es necesario presenciar una representación para su viaje.
para apreciar la riqueza de la obra. Dice el El segundo acto descri-
profesor Bellini: «siamo di fronte a un testo be los problemas después del
Estreno de Isabella, tre caravelle e un cacciaballe (1963)
di grande originalità, che vive sopratutto segundo viaje y cómo es so- Compañía Fo Rame.
nella rappresentazione, e in essa per le ecce- metido a un fantástico proce-
zionali facoltà di un attore «istrionico» (...) Il so iniciado por el Inquisidor
copione, interessante, certamente, non dà che Fonseca donde el tribunal, que intenta rebatir 9
Para analizar el periodo inicial
un’idea di quella che è la rappresentazione todos los triunfos de Colón, inicia a rifar las de Dario Fo cf. Ana Martínez-
della commedia»8. condenas a muchos años de prisión por las Peñuela, «Tratamientos de al-
La escena parte y acaba en el patíbulo numerosas afrentas a la corona y a sus ma- gunos códigos teatrales en una
obra de Dario Fo», Cuadernos
del actor condenado obligado a representar rineros, conmutadas posteriormente por di- de Filología Italiana (Madrid,
a Colón. Sobre el espacio de la horca se re- versas gracias reales y religiosas. Cuando se le Servicio Publicaciones UCM), 5
(1998), pp. 231-247.
presentarán los arcos de la corte de la reina permite volver a embarcarse después del pro-
Isabel, el tribunal que juzgará a Colón y por ceso sin concluir nada, se presenta su último 10
Simone Soriani, «Dario Fo e la
último los mástiles de su carabela. Aún no se viaje donde sus fantásticas dotes de marino fabulazione epica», en Per una
ha eliminado la «cuarta pared» que separa la salvan a su tripulación de un huracán. nuova performance epica, PRO-
representación del público. La representación Sin embargo no todo fueron ataques, de VE dii Drammaturggia 1/2004,
Rivista di inchieste teatrali X:1
está limitada al escenario, aunque en la ver- hecho, desde una crítica más especializada, (julio 2004), Università degli stu-
sión televisiva veamos al público muy cerca podemos encontrar juicios más concretos. di di Bologna www.muspe.unibo.
it/period/pdd/index.htm.
de este. En las sucesivas representaciones Simona Soriani10 recoge en su artículo «Dario
que ha tenido la obra a lo largo de los años Fo e la fabulazione epica» algunas referencias 11
Del preciso empeño desmitifi-
y comparándola con la siguiente obra que de la prensa del momento: cador frente a la historia y las
presentaremos, podemos ver también una acciones de los «grandes» a la
evolución de la dramaturgia del autor. Es una A. Lazzari, L’Unità, 7/9/1963: Dal preciso (…) im- estructura de escenas partidas
(…) hay en esta Isabella una
obra del periodo de formación de Fo, pero pegno demistificatorio nei riguardi della storia e dei precisa, y repetimos, ambiciosa
gracias a ella podemos ver su evolución del moventi dei «grandi» alla struttura a scene staccate referencia bretchiana (y quizás
también a soluciones o ideas
teatro «burgués» al teatro «popular» poste- (…) c’è in questa Isabella un preciso e, ripetiamo, de otros, por ejemplo en las
rior al año 689. ambizioso riferimento brechtiano (e anche, talvolta, escenas de discusión científica
entre Colón y los doctos, en las
Además del actor-embustero-Colón en- a soluzioni o a idee di altri, per esempio, nelle scene procesiones, en el ceremonial
contramos a muchos personajes de la historia della discussione scientifica tra Colombo e i dotti, religioso, que nos hace pensar
colombina. La obra «ficticia» dentro de la nelle processioni, nel cerimoniale religioso, in cui en el Galileo de Strehler).

obra comienza con la España del final de la non si può fare a meno di pensare al Galileo di
Reconquista y nos presenta a los Reyes Cató- Strehler)11.
licos acuciados por las deudas y preocupados
uno solamente por guerrear y expulsar a los
árabes, y la otra por lavarse y qué vestido De Isabel, tres carabelas y un
8 facultades de un actor «histrió-
ponerse en la próxima victoria. La infanta Bellini, op. cit., p. 173. «Es- nico» (…) El guión, realmente
charlatán a Johan Padan en el
descubrimiento de América.
Juana que desde su locura defiende a lo largo tamos ante un texto de gran interesante, no es más que una Representaciones en América de
originalidad que vive sobre idea de la representación de la la versión del descubrimiento de
de toda la obra el trabajo del genovés y el todo en la representación y comedia». Dario Fo
Inquisidor Fonseca que dirige todo el proce- en ésta por las excepcionales JOSÉ ROVIRA COLLADO

169
–C. Terron, Corriere Lombardo, 7/9/1963:- en los años sesenta de Italia. La obra de Fo
[Nell’Isabella] la storia e il personaggio piut- anunciaba algunos de las descripciones más
tosto ingombrante che […] il copione prende actuales del «embustero genovés»14. El mismo
a pretesto […] si porta dietro l’influenza di Fo no se considera un actor sino un intér-
superficiali quanto perigliose suggestioni let- prete de sus personajes. Como dice Agustín
terarie, a cominciare dal frequentato esercizio Barreno «La parodia como desmitificación
di sgonfiare miti […]; per finire col prestar de personajes históricos resurge con fuerza
[…] orecchio alle sirene brechtiane, ormai en la estructura de algunas de las comedias de
inevitabile tributo, pare, di qualsiasi autore los años sesenta»15. Esta ironía como veremos
impegnato colle bandiere rosse12. le dará problemas en su representación, pero
–R. De Monticelli, Epoca, 15/9/1963: –Che pensamos que sigue la línea teatral de Fo para
La creación de Johan Padan después de una
enorme metedura de pata. ha fatto […] il Fo [nell’Isabella]? Ha preso il representar problemas sociales y no hay un
personaggio del grande navigatore e […] ce especial ataque a la figura del «cacciaballe».
lo ha presentato come […] un machiavellico Sobre la interpretación del personaje histórico
trafficone, pronto a mentire, a barare, perfino nos dice el profesor Bellini:
12 a rubare […] pur di smuovere a proprio favore la
En Isabella la historia y el per-
sonaje bastante complicado que
volontà dei potenti, e ottenere i mezzi per realizzare La figura di Colombo è presentata in una dimensione
(…) el guión toma como pretexto l’impresa che sogna. C’è, sotto tutto ciò, lo zampino grotesca e seria, ma è fuor di dubbio che Dario Fo
(…) lleva detrás la influencia de del «Galileo» brechtiano? Il tema dell’ambiguità abbia per questo «cacciaballe» un’accentuata simpa-
superficiales y peligrosas suges-
tiones literarias, empezando por che spacca i grandi personaggi storici […] esercita tia. (...) Nella figura di Cristoforo Colombo, Dario
el ejercicio habitual de desinflar una sua suggestione ritardata? Si sarebbe tentati di Fo denuncia la vittima del potere, dell’invidia e della
mitos (…) para acabar (…) escu-
chando a las sirenas bretchianas, crederlo13. malvagità degli uomini, ma anche rimprovera al per-
ya inevitable tributo, parece, de sonaggio di aver voluto giocare d’astuzia con i furbi
cualquier autor que apoye a las
banderas rojas.
La representación que hemos trabajado es e di aver creduto nella magnanimità e nella giustizia
la versión televisiva que el mismo Dario Fo di chi sta in alto, colmo della ingenuità16.
13 presentó en la RAI en 1992. El actor-director
¿Qué ha hecho Fo en la obra?
Ha cogido el personaje del gran nos iba comentando cada acto y cada escena La figura del navegante es al final recono-
navegador y nos lo ha pre- además de recordar algunas críticas como la cida por todos los potentes que son el objeto
sentado como un maquiavélico
traficante, listo para mentir, en- antes citada. Anteriormente la comedia tam- de las críticas de la comedia y en la última es-
gañar e incluso a robar, para bién se había llevado a la televisión desde la cena de la obra, antes de volver a la «realidad
poner a su favor la voluntad de
los potentes y obtener los medios
Palazzina Liberty en el otoño de 1977, en el del condenado», dice el Inquisidor Fonseca:
para realizar la empresa que programa de RAI2 Il teatro di Dario Fo.
sueña. ¿Está todo esto, bajo la Al repasar los textos y la vida del Almiran- Ma non dite stupidaggini! I fatti dimostrano che
influencia del «Galileo» de Bre-
cht? ¿El tema de la ambigüedad te para comprobar las fuentes de la comedia è il piú grande marinaio che mai abbia avuto el
que rompe los grandes perso- de Fo, la «ironía» con que se refleja al perso- mondo. E guardate il mondo come l’ha ridotto! E
najes históricos (…) ejercita una
sugestión retardada? Podríamos naje no me pareció tan «exagerada» para algu- voi vorreste pur incriminarlo? Chiudiamola con
creerlo. nos de los textos trabajados. Pero enseguida questa storia!17.
14
me di cuenta de que mi visión del Almirante
Por ejemplo el acertado artículo no era tan ejemplar como la que podía ser JOHAN PADAN, POR UNA ENORME
de Alain Milhou «Colón, modelo METEDURA DE PATA
de «idiota» que alecciona a los
sabios», en Consuelo Varela,
Actas del Primer encuentro in-
16 Commedie di Dario Fo, Turín Colón fue respetado por Fo, pero la histo-
ternacional colombino, Turner,
1990, pp. 133-144.
Bellini, op.cit., p. 173, «La Einaudi, 1966, p. 84. «¡Pe- ria y los otros personajes fueron presentados
figura de Colón está repre- ro no digáis estupideces! Los
sentada en una dimensión hechos demuestran que es el
como ambiciosos y egoístas. Esta crítica de
15
Agustín Barreno Balbuena, «La
entre grotesca y seria, pero mejor marinero que ha tenido los potentes nos lleva directamente a Johan
sin duda Fo tiene por este el mundo. ¡Y mirad el mundo Padan a la descoberta de l’America (Johan
evolución teatral e ideológica
«charlatán» una acentuada en que estado lo ha dejado!
de Dario Fo», Cuadernos de Padan en el descubrimiento de América). El
simpatía (…). En la figura de ¿Y vosotros queréis acusarlo?
Filología Italiana, Madrid, UCM
5 (1998), p. 250.
Colón, Fo denuncia la víctima ¡Acabemos con esta historia! personaje Johan Padan nace, según palabras
del poder, la envidia y la
maldad de los hombres, pero 18 de Mario Pirovano, actor de la compañía de
también le reprocha el haber Traducimos por una «enorme Dario Fo de «Una gaffe della madonna»18,
querido jugar con astucia con metedura de pata» o más li-
los astutos y haber creído teralmente una «metedura de
Nos dice Pirovano19, en una entrevista argen-
en la magnanimidad y en pata de la hostia». tina con Hilda Cabrera:
la justicia de los que están
De Isabel, tres carabelas y un por encima de él, ejemplo de 19
charlatán a Johan Padan en el
ingenuidad.» «Ocio y cultura» en p. 12, ¿Cuál fue el tropiezo del que nació Johan Padan?
descubrimiento de América.
Representaciones en América de http://www.pagina12.com. –En 1991 estábamos en Sevilla de gira con Dario,
la versión del descubrimiento de 17 ar/1999/suple/radar/99-
Dario Fo Dario Fo, Isabella, tre cara- 11/99-11-14/NOTA4.HTM haciendo Mistero buffo. En medio de una confe-
JOSÉ ROVIRA COLLADO velle e un cacciaballe en Le 14 de noviembre de 1999. rencia de prensa, se le preguntó si haría algo para el

170
Quinto Centenario del descubrimiento de América. sonoridades particulares, un
Él habló de una comedia que había escrito mucho entero discurso completo20.
tiempo atrás, Isabel, tres carabelas y un mentiroso.
Quedaba claro que el mentiroso en esta historia era La denuncia social y
Colón, quien enmascaraba su pedido de dinero bajo política es recurrente en
la forma de un «proyecto científico». Dario contó el todos los espectáculos de
episodio irónicamente, como a él le gusta. Decía, por Fo y le llevará al éxito más
ejemplo, que Isabel había sido tan buena como para rotundo y a la crítica más
expulsar a 250 mil judíos, despojándolos de todos feroz. El mismo Pirovano
sus bienes. Mientras él fabulaba, sentimos un frío de nos cuenta que es preci-
hielo desde la platea. «¿Qué dije?», nos preguntaba él samente Mistero Buffo la
con la mirada. Como pudimos, le recordamos que ese que representaban en Sevi- Fo y los dibujos de Johan Padan.
día se había difundido la noticia de que importantes lla, por lo que los códigos
sectores de la Iglesia y del Gobierno habían pedido teatrales para la nueva obra estaban ya dados. 20
Dario Fo, Manuale minimo del-
al Vaticano que santificase la «buena gestión» de la Johan Padan a la descoberta de l’America se l’attore, Turín, Einaudi, 1997,
reina católica. Entonces inventó ahí mismo la historia representa por primera vez ese mismo año, p. 107.
de un renegado, fugitivo de la Inquisición de Venecia, anunciando los fastos del Quinto Centenario.
21
que se embarca sin saber adónde va. Ese hombre, al Desde el monólogo juglaresco, acompañado Como referentes reales podría-
que le pasa de todo, está a punto de ser comido por de dibujos y toda la expresividad del «gra- mos pensar en la historia de Al-
var Núñez, Jerónimo de Aguilar,
los indios, pero se salva y se enamora de una india, mmelot», el actor nos narra las aventuras de Gonzalo Guerrero o Francisco
es Padan. este joven bergamasco que, huyendo de la del Puerto. De todas maneras,
Fo no hace referencia a ninguna
Pero la historia que cuenta no es tan simple... Inquisición en Venecia, llega a la ciudad de historia real, aunque seguramen-
–No, porque cuando Dario retornó a Italia comenzó Sevilla donde conoce a Colón y ve todos los te se basó en alguna de estas.
a investigar en los diarios de viaje, cartas y crónicas preparativos para varias expediciones. Éste
22
de la conquista, de marinos españoles, portugueses, acaba embarcado en la cuarta expedición de Dario Fo, Johan Padan en el
italianos y alemanes... Gente muy distinta, que había Colón y allí empieza su contacto con los indí- Descubrimiento de las Américas,
Barcelona, Seix Barral, 2001.
viajado a América por distintos motivos. Quería genas que, capitaneados por el mismo Padan,
mostrar la historia desde los vencidos y los relegados. consiguen derrotar al «ávido» conquistador 23
Para un resumen de la obra cf.
Padan es un personaje ficticio, pero las historias que español. Roberto Alonge y Guido Davico
cuenta son reales. De esta breve presentación podemos de- Bonino, Storia del teatro moder-
ducir algunos aspectos que han evolucionado no e contemporaneo, Trame per
lo spettatore, IV, Turín, Einaudi,
Han pasado casi 30 años y la «Isabella» desde Isabella. Centrándonos en primer lugar 2001, p. 365. Es de resaltar
no era adecuada para conmemorar el Quinto en el personaje, vemos como Fo, aunque siga que este listado de obras recoge
varias comedias más de Dario
Centenario del descubrimiento de América, planteando una grotesca crítica a cómo se Fo, pero no hace referencia a
por lo que Fo presenta un nuevo personaje. desarrolló la conquista, ya no descarga sus Isabella.
De las palabras de Pirovano podemos también burlas contra figuras históricas y plantea una
extraer algunas claves que nos lleven a Padan. historia inventada, quizá incluso apoyada por
En 1991, la fama de Fo es indiscutible por el relatos21 y mitos del descubrimiento, pero
enorme éxito de la recuperación de las técni- refiriéndose brevemente a los protagonistas
cas juglarescas, seguramente motivo principal de los hechos como Colón y la Reina. Pode-
de su premio Nobel. Desde la primera repre- mos imaginar que, por ejemplo, el aventurero
sentación de Mistero Buffo (1969), monólogo bergamasco Johan Padan sea una recupera-
que se puede representar en cualquier sitio y ción del condenado de la primera obra que sí
que se acompaña de la expresividad del actor consiguió escapar de Europa y del hacha del
y de todas las características del «Gramme- verdugo.
lot», lenguaje corporal, el arte escénico de Fo Además, el espacio del escenario, tétrico
y su compañía se han transformado totalmen- y pobre, reelaborado desde el patíbulo del
te. El premio Nobel describe en su Manual condenado que se transforma en carabela o
Mínimo del Actor: corte de los Reyes Católicos, en esta obra des-
aparece de la escenografía para limitarse a un
Es un término de origen francés, acuñado por los có- escenario negro donde las palabras del actor,
micos del arte... Es una palabra que no tiene un signi- único protagonista que interpreta todos los
ficado intrínseco, un engrudo de sonidos que logran papeles, son apoyadas por dibujos e ilustra- De Isabel, tres carabelas y un
igualmente evocar el sentido del discurso. «Gramme- ciones22 del mismo Fo, imitando a los juglares charlatán a Johan Padan en el
descubrimiento de América.
lot» significa, precisamente, juego onomatopéyico de al contar sus historias. Esta narración trans- Representaciones en América de
la versión del descubrimiento de
un discurso, articulado de forma arbitraria, pero que curre principalmente en el Nuevo Mundo23, Dario Fo
es capaz de transmitir, con ayuda de gestos, ritmos y en las tierras vírgenes de los indígenas a las JOSÉ ROVIRA COLLADO

171
que llegamos gracias a las REPRESENTACIONES AMERICANAS
palabras del actor-juglar.
Este cambio de perspectiva Una vez descrita la evolución del perso-
será totalmente transfor- naje a través de las dos obras de Fo y sus ver-
mado en la siguiente obra siones televisivas o cinematográficas, vamos
de la que hablaremos, la a centrarnos en la representación teatral de
adaptación al cine de Jo- las obras en Hispanoamérica para confirmar
han Padan. el éxito de esta visión del descubrimiento. A
Johan Padan en la versión animada de 2001.
partir de aquí nos basaremos en los testimo-
UN HÉROE DE DIBU- nios recogidos por los críticos teatrales de los
JOS ANIMADOS distintos países que acogieron los montajes,
en la mayoría de los casos, mucho mejor que
24 En 1999, le llega a Fo la propuesta de en su propio país.
En http://www.mollica.rai.it/
celluloide/fo2/index.htm encon- llevar esa obra al cine, transformándola en
tramos una completa entrevista un largometraje de animación. Esta aventura FO Y LA CENSURA
sobre la transposición del teatro
al cine.
de la RAI lleva a Fo a reelaborar totalmente
la obra, ya que se encuentra en un nuevo Nos es momento aquí de centrarnos en to-
25 medio y tiene que adoptar otras técnicas de das las críticas y prohibiciones que ha sufrido
No hemos encontrado referen-
cias específicas a este montaje narración. Recordemos que son los años del y suscitado el trabajo de Fo. Si partimos de
y, como veremos más adelante, boom de las películas de animación, con la que algunas obras principales llevan el título
parece una licencia del autor
en la presentación televisiva pa- recuperación de la Disney que lleva al cine de Muerte accidental de una anarquista, duro
ra hacer la representación más personajes principales (Aladín, Hércules o ataque a las fuerzas del orden, podemos ima-
llamativa.
más cercana al tema, Pocahontas) y del naci- ginar que muchas veces haya sido censurado
miento de nuevas compañías como la Pixar o cortado. La primera obra de la que hemos
con grandes éxitos y reconocimiento de pú- hablado reúne todos los ingredientes para ser
blico y crítica. censurada: Irreverencia religiosa, crítica al
Con la ayuda del director Giulio Cingoli poder establecido, alegato contra la pena de
y con la voz de Fiorello, popular presentador muerte… son motivos suficientes para que en
de radio y televisión en Italia, que ya había alguna (muchas) ocasión sea perseguida.
prestado su voz a varios de los éxitos apenas La primera referencia directa en el ámbito
nombrados, Fo se lanzó a la aventura de llevar hispano de esta censura nos la sugiere Fo en la
su peculiar visión del descubrimiento a las retrasmisión televisiva antes citada. Después
salas de cine, estrenándola en septiembre de de comentar el «éxito» del estreno milanés
200124 y presentándola fuera de concurso en nos cuenta como, todavía durante la dictadura
el Festival de Venecia de 2002. franquista (dice 1975, aunque puede haber
Los estereotipos en la imagen entran en error cronológico), una versión que se prepa-
todas las escenas o dibujos de la nueva versión ró en Valencia con la compañía «Els Jonglars»
y del atractivo protagonista (basado en una (¿Joglars?) fue prohibida la noche antes del
imagen de joven del mismo Fo) pasamos a estreno y todos desde el director hasta el
la malvada reina (muy lejana de la simpática apuntador, acabaron en la cárcel25.
Isabel y similar a las brujas malas de Disney) Aunque esta censura no está documenta-
o al siniestro capitán, estereotipo de conquis- da, no sería extraño entenderla si citamos una
tador asesino que solamente busca el oro y la importante referencia atemporal de la obra.
destrucción frente a su antagonista, el noble y Durante el segundo acto mientras el juicio de
poderoso jefe indígena. Los hechos narrado- Colón oscila entre años de condena y amnis-
inventados son los mismos, pero la pérdida tía, se comentan las guerras de Fernando el
de ironía y la intención pedagógica que está Católico contra Francia y dice:
implícita en este tipo de películas hace que
pierda gran parte de su vitalidad y no tenga Araldi: Evviva, evviva! La Spagna ha dichiarato la
tanto éxito como la versión teatral del 92. guerra alla Francia!
Es cierto que no podemos comparar ambos Coro: A morte, a morte! Il franco e l’infedel! Sí!
medios y la percepción del éxito depende aquí Araldi: Vittoria, vittoria! Il Franco è caduto, fug-
De Isabel, tres carabelas y un también de otros factores como distribuido- gito...
charlatán a Johan Padan en el
descubrimiento de América.
ras y multinacionales. Giovanna: Evviva! Evviva! La Spagna è libera, è
Representaciones en América de libera!
la versión del descubrimiento de
Dario Fo Colombo Macché libera!? Che avete capito, princi-
JOSÉ ROVIRA COLLADO pessa, di che Spagna state parlando?

172
Giovanna: Ah, non è... Eh già, è vero, non pu`p essere nario «prefirió» la historia
quel Franco: siamo nei primi anni del Cinquecento... de Padan, considerando la
Sono propio pazza... Però che peccato, eh!26 visión del Colón de Isabel
demasiado irónica y gro-
La ironía de la referencia aparece en todas tesca para actos tan ilus-
las versiones y nunca se ha actualizado. La tres. La metedura de pata
broma puede llevar a la hilaridad en las repre- antes citada llevó a Fo a
sentaciones actuales como vemos en la versión crear otro espectáculo si-
televisiva, pero pensamos que en las primeras guiendo las líneas del Mis-
representaciones italianas de los años 60 podía tero Buffo aunque como
llevar a un aplauso de aprobación y deseo del veremos más adelante no Estreno en el Festival de Guanajuato (1992) de Isabel, tres
público de Fo. abandonó su obra sobre carabelas y un charlatán, Compañía Italia, dirigida por Adal-
Un momento de censura real y documen- Colón y la reina Isabel. berto Rossetti.

tada fue durante la dictadura uruguaya. La


crítica Serrana González Puig recoge en la PRIMERAS VERSIONES DEL EMBUS- 26
Fo, Isabella…, op. cit., p. 79.
página web «Allá lejos y hace tiempo»27 el TERO Heraldos: ¡Viva, viva! España
siguiente testimonio sobre la obra: ha declarado la guerra a Fran-
cia/ Coro: Muerte, muerte al
La primera representación americana fue, franco y al infiel, ¡Sí!/ Heraldos:
A mediados del 74, la Comedia Nacional anuncia el casualmente, también en Uruguay. El Archi- ¡Victoria, victoria! El Franco ha
caído, huido…/ Juana: ¡Viva,
estreno de una obra de Dario Fo: Isabel tres cara- vo de Franca Rame recoge en su dossier de Viva, España es libre, libre!/
belas y un charlatán. Recordamos que en esa época prensa de la representación en 1988 por la Colón: Pero ¿qué dices de libre?
ya estaba instalada la censura, pero la obra salvó el «Compañía Café Teatro dirigida por Carlos Qué habéis entendido princesa,
de qué España habláis?/ Juana:
examen y pasó, así que comenzaron los ensayos y se Viana» en Montevideo. En una reseña de Al- Ay, no es que… Ya, es verdad,
anuncia su estreno. Nunca se realizó, fue prohibida. fredo Goldstein, publicada en La República no puede ser ese Franco, es-
tamos a inicios del siglo XVI…
Pocos, muy pocos llegamos a ver un ensayo general del 21 de noviembre de 1988, con el título Estoy realmente loca… Pero ¡qué
abierto que se realizó un par de días antes de la fecha «Isabel tres carabelas y un charlatán, lo que pena!, ¿eh?
de estreno prevista. nuestras maestras no nos contaban», nos 27
recuerda el episodio anterior de la censura «Allá Lejos y hace tiempo» Pági-
Después de ponernos en contacto con la militar y la dificultad para llevar la obra a na web de información cultural
sobre Uruguay http://memorias.
compañía Comedia Nacional de Uruguay, la escena. Sobre la representación y el personaje todouy.com/memteatro.htm
señora Estela Mieres28 muy amablemente nos de Colón dice:
28
informa de que: Estela Mieres nos ha dado otras
Este teatro dentro del teatro que Fo ha trabajado muchas informaciones interesan-
te sobre el montaje como por
Isabel Tres carabelas y un charlatán nunca llegó a en varias de sus obras (…) se convierte aquí en pie ejemplo el reparto que no llegó
ser representada, ya que la noche del ensayo general para una gran «joda» que combina texto y música a representar nunca que recoge-
concurrió a verla una Comisión especial, nombrada y donde la personalidad de Colón está bajada del mos a continuación:
Dos carpinteros: Alberto Mena y
por la dictadura militar, que consideró que era una pedestal, algo que no siempre se da con personajes Enrique Martínez Pazos; un ver-
obra subversiva y la prohibió. Lo que no es de casi míticos. La reinvención de la historia, a veces dugo, Jorge Triador; Actor con-
denado a muerte: Dumas Lere-
extrañar, pues esa fue una época muy oscura, donde «a piacere», es válida en cuanto es cuestionante na; su sobrina: Cristina Lagorio;
desaparecieron los intelectuales e izquierdistas de y removedora. Todos los personajes caen bajo la su acompañante: Camilo Ben-
tancor; Compañía de Cómicos:
entonces, y los militares que tomaron el poder eran picota de Fo. Estela Castro, Eduardo Schin-
muy soberbios e ignorantes. La dirección de la obra ca, Filomena Gentile, Antonio
era de Elena Zuasti, la traducción de Julia Valdés, Durante el Quinto Centenario Dario Fo Baldomir, Eduardo Marzoratti;
algunos curiosos: Delfi Galbiati,
música original de Fiorenzo Carpi. junto con la Compañía del Centro Dramático Jaime Yavitz, Bebel Pombo, Ca-
de la Generalitat Valenciana estrenó en el therina Di Mucci, César Indarte;
dos monjes al servicio de la
Y sigue: Teatro Rialto de Valencia el 8 de mayo 1992 Inquisición: Carlos Peret y Mario
la obra. El Archivo de Franca Rame también Palisca; músicos: Alvaro Pierri a
la guitarra y Héctor Poggi a la
También lo increíble es que la directora de la obra de recoge una crítica del periódico Levante del flauta. Dirección y Puesta en es-
Darío Fo, era, no me gustaría decir simpatizante, pe- 7 de mayo que presenta el título traducido al cena: Elena Zuasti, Escenografía
ro estaba bastante a favor del régimen de la dictadura catalán Isabel, tres caravel.les i un embolica- Hugo Mazza, Vestuario Martha
Grompone, Dirección musical
militar. Por eso no es fácil entender los motivos de la dor (aunque no hay referencia a la lengua de la Eduardo Gilardoni.
censura, podían haber sido políticos o por cualquier representación: italiano, castellano o catalán)
otro motivo. Tal vez algún gesto amanerado en un y dice en los titulares: «Dario Fo estrena en De Isabel, tres carabelas y un
actor, o lo más mínimo era motivo de censura. Valencia la obra más crítica del V centenario». charlatán a Johan Padan en el
descubrimiento de América.
El artículo dice que luego la representación Representaciones en América de
la versión del descubrimiento de
Pero la obra no sufrió solamente esa cen- viajará al Teatre Grec de Barcelona y que Fo Dario Fo
sura. La comisión sevillana del Quinto Cente- ha elegido Valencia para su estreno porque JOSÉ ROVIRA COLLADO

173
29 «estuve aquí hace unos diez años y el publicó hacernos gozar del teatro como herramienta de
Web de la representación con
fotos y reparto http://digilander. demostró ser inteligente». Sin embargo, el ar- comunicación y cultura.
libero.it/compagniaitalia/isabe- tículo no hace ninguna referencia al supuesto –Guadalupe Appendini, Excelsior, 12 de noviembre
lla_foto.htm
montaje de la época del franquismo, por lo de1998: Adalberto Rosseti realizó con maestría una
30 que pensamos que seguramente la referencia puesta vivaz, sabiamente medida, llena de inventiva.
Salvador Cisterna, «Isabel, tres anterior de la censura durante la dictadura Esta obra es de las mejores que se hayan realizado en
carabelas y un charlatán, tea-
tro lúdico e inteligente», http:// en España es sólo una licencia para hacer el México en el sector de la prosa.
www.cnca.gob.mx/cnca/nue- espectáculo más atractivo. En cambio, sí apa- –Miguel Martínez A., El Sol de León, 24 de octubre
vo/diarias/171198/isabeltr.
html recen referencias a la censura sevillana y cita a de 1998: ...una compañía teatral que, ante todo ha
Fo explicando que «Cuando propuse Isabel… entendido la idea de Rosseti, y han logrado juntos
al alcalde y los notables intelectuales de la –actores y director– una adaptación espléndida de
ciudad y dije de lo que se trataba se quedaron Fo, lo cual no es cosa fácil, ciertamente. La esceno-
como el hielo». A cambio consiguió proponer grafía excelente, a cargo de Uberto Bertacca, debe
la alternativa de Johan Padan e incluso pensó destacarse, ya que dio el marco idóneo para una
en estrenarla allí, pero luego decidió no ha- puesta que sin recurrir a los golpes de efecto del len-
cerlo porque «acabaría aburriendo y también guaje «fuerte» o escenas escabrosas, logró capturar a
porque en Sevilla no me lo aceptarían». los asistentes.

FESTIVAL DE GUANAJUATO, COM- La misma compañía representó luego la


PAÑÍA ITALIA, PRIMER ÉXITO AME- obra en el Teatro de las Artes del CENART
RICANO y encontramos diversas reseñas en Internet
que hablan de una gran aceptación. El crítico
Tienen que pasar más de 10 años desde la Salvador Cisterna le dedica a la representa-
versión uruguaya para encontrar referencias ción dos amplias reseñas que la definen como
a una representación con éxito en América. «Teatro Lúdico e inteligente»30:
En el XXVI Festival Cervantino de Gua-
najuato (octubre de 1998) la Compañía Italia ¿Loco o visionario? ¿Qué lo movió a arriesgar su
dirigida por Adalberto Rosseti presentó la vida en una aventura de la cual no tenía certeza
obra. Las críticas recogidas son todas posi- alguna de salir airoso; salvar la vida, la creencia ciega
tivas, pero hay que destacar el dato de que en un sueño imposible, la ambición o acaso el deseo
el autor acababa de ser nombrado Premio de inmortalizar su nombre? Estos son algunos de los
Nobel de Literatura por eso toda la selección interrogantes que no resuelve ni la historia oficial
de artículos citados están bajo la influencia ni la dramaturgia de Dario Fo, pero que se erigen
del premio29: en piedra de toque de Isabel, tres carabelas y un
charlatán.
–Sergio Zurita, El economista, diciembre 1998: Isa- Pocas obras de teatro se escenifican en la actualidad
bel, tres carabelas y un charlatán: ¡bravissimo! ...su en las que convergen el ludismo, la ironía llevada
montaje emplea todos los recursos de la Comedia a los extremos de lo cáustico y el cuestionamiento
del Arte italiana; es decir, se vale de la gran tradición audaz acerca de hechos históricos que se han miti-
teatral de su país para lograr un espectáculo deslum- ficado, alejándolos de la realidad y, en cierto modo,
brante, que sacude al espectador por su habilidad descontextualizándolos del entorno social, político y
para imprimir actualidad en una historia ocurrida económico en que vieron su génesis.
hace más de 500 años. Por ello, el trabajo dramático que elaboró el Nobel
–Alejandro Laborie Elías, SKENE, Cartelera Teatral: de Literatura italiano Dario Fo en la convulsa dé-
Una de las mejores puestas que he tenido la oportuni- cada de los años 60 con Isabel, tres carabelas y un
dad de admirar en los últimos tiempos. Un verdadero charlatán, evidencia no sólo el estado de cosas que
acierto de la puesta son la escenografía, iluminación y privaba en el siglo XV, sino que, más allá, arriesga a
vestuario de Uberto Bertacca y la musicalización de ser extrapolado a cualquier época posterior, pues en
Fiorenzo Carpi. La escenografía es de lo más sencilla esta obra se barajan elementos de vigencia atemporal
que, en principio, se pueda uno imaginar. Creatividad como son el poder, la riqueza, el lucrativo negocio de
y talento hacen de unos metros de tela un castillo, o la guerra, la efervescencia social y la persecución de la
una tienda real de campaña, o..., y un efecto escénico fama, la fortuna y la inmortalidad, a cualquier precio,
De Isabel, tres carabelas y un indescriptible de una tormenta donde el agua, que no incluida la propia cabeza.
charlatán a Johan Padan en el es tal, azota con toda su fuerza las carabelas.
descubrimiento de América.
Representaciones en América de –Bruno Bert, Tiempo Libre, 19 de noviembre de La versión de la Compañía Italia ade-
la versión del descubrimiento de
Dario Fo 1998: Un Fo «a lo grande», con muy buenos mo- más de propiciar las carcajadas del público
JOSÉ ROVIRA COLLADO mentos, una clara lectura textos y la capacidad de presenta una esplendida puesta en escena,

174
intercalando motivos italianos y mexicanos La representación tuvo tanto éxito que la 31
Ibid.
actuales con la intención de hacer reflexionar Compañía Italia, siguió representándola en el
al público frente a cuestiones actuales como la Centro Helénico de México DF en noviem- 32
Salvador Cisterna, «El teatro
corrupción propia de los distintos estamentos bre de 2001. El crítico Manuel Casillas recoge nació para hacer pensar, es
de poder en todos sus niveles como Iglesia, en su página web sobre representaciones un estímulo para la curiosidad:
Estado, ricos y poderosos, siendo muy bien teatrales en México una importante reseña, Adalberto Rosseti», http://www.
cnca.gob.mx/cnca/nuevo/dia-
acogida por el público mexicano. Sobre los «Darío Fo está más vivo que nadie»33, e in- rias/161198/vestiral.html
personajes sigue Salvador Cisterna31: cluso encontramos bastantes enlaces para ver
33
imágenes de la representación34. Manuel Casillas, «Darío Fo está
Además, este singular montaje escudriña el papel his- más vivo que nadie con Isabel,
tres carabelas y un charlatán»,
tórico que ha jugado el género femenino en los ám- La Compañía Italia se ha lanzado a poner en esce- http://www.mcasillas.net/tea-
bitos del poder y la economía, así como los móviles na, una vez más, la obra de este autor: Isabel, tres tro7.html#top
que sustentan la toma de decisiones de los poderosos, carabelas y un charlatán, que cuenta en su haber
34
sin descuidar, desde luego, el cuestionamiento icono- algunas variables a favor y otras en contra. (…). Para Colección de fotografías de las
clástico e incisivo de la historia oficial que se maneja aquellos que no la han visto, vale la pena que hagan representación del fotógrafo
Bouvier en el Teatro Helénico,
en torno al descubrimiento de América. un esfuerzo cualquiera de los tres próximos lunes en http://groups.msn.com/
(12, 19 ó 26 de noviembre) antes de que salga de la BouvierFotografo/teatroencen-
trohelnico.msnw?Page=1
El mismo crítico Cisterna nos ofrece una cartelera y se pierdan la oportunidad de disfrutar
entrevista al director Rossetti donde plantea un magnífico ejemplo de la obra de éste creador y 35
todas las dificultades de la adaptación para el premio Nóbel, innovador del teatro del siglo XX con Portal sobre el grupo La Carreta
http://www.edufuturo.com/edu-
público mexicano32. Dice Rossetti: obras humorísticas, burlonas, rompe mitos y, en este cacion/lacarreta
caso, con más chismes de alcoba real que cualquiera
Debido a los problemas que había que sortear con de los números recientes del Hola!, para morirse de
la barrera del idioma, opté por proponer que la la risa o de la pena, según se vea. (…) Ahora, bajo la
Compagnia Italia trabajara con producción italiana dirección de Adalberto Rosseti, presentan la obra
–escenografía, vestuario, etcétera–, pero con actores donde se narra la historia del «descubrimiento» de
locales (…). Elegí a Fo no por el hecho de que le América, sobre las bases de una profunda y seria
hayan otorgado el Nobel de Literatura el año pasado, investigación de la vida de Colón, la corte de la Reina
sino porque aparte de ser el dramaturgo italiano con- Isabel de Castilla y la «limpieza étnica» que hubo en
temporáneo más importante, es el más traducido del ese siglo cuando expulsaron a los árabes y judíos de
mundo. Respecto a la obra, la seleccioné pensando España. La obra critica los «dogmas» de la cultura
en el público mexicano, que conoce muy bien la his- dominante y expone descaradamente los mitos que
toria del descubrimiento de América. Contra lo que nos encontramos en los «libros de textos» y los mitos
pudiera pensarse, la traducción que hice de Dario Fo de Colón, junto con el de los Reyes Católicos, se
no fue literal, sino teatral, es decir buscando lugares convierten en hechos de la vida íntima.
comunes, universales, ya que para cumplir con el ob-
jetivo de mover al público a diferentes emociones, la El crítico vuelve a destacar el papel de los
obra debe sincronizarse perfectamente con un juego actores destacando incluso el de los heraldos,
matemático de ritmos, a partir del cual se propician representados por Fernando Bersoza y Carlos
las reacciones en los espectadores. Camarillo que presentan el trasfondo histó-
rico con las canciones como hacía la versión
Además el director plantea la profundi- original de Fo pero adaptándola con un Rap
dad de la obra no como una mera comedia «para estar de moda».
y plantea el trabajo de los personajes para También en Quito en 2001 el Grupo de
conseguir lo que buscan (en este caso Colón) Teatro La Carreta estrenó otra versión como
y «la crítica que se hace de los intelectuales primera obra bajo la dirección de Antonio
que están siempre detrás del poder, cuando Ordóñez, en ese entonces Director de la Es-
debieran estar detrás del pueblo». Rosetti cuela de Teatro de la Facultad de Artes de la
además destaca el papel en esta representación Universidad Central del Ecuador35, pero no
de los actores, que trabajan para divertirse y hemos encontrado referencias a la represen-
concretamente la figura femenina represen- tación.
tada por la actriz Lucero Trejo que encarna
tanto a la reina Isabel como a la infanta Juana JOHAN PADAN UN ÉXITO CONTI- De Isabel, tres carabelas y un
lanzando «el cuestionamiento para averiguar NUO charlatán a Johan Padan en el
descubrimiento de América.
si la reina es, efectivamente, más reina o más Representaciones en América de
la versión del descubrimiento de
mujer, porque para él la mujer es más fuerte Las posibilidades (o facilidades) escéni- Dario Fo
que el hombre». cas del monólogo juglaresco junto con una JOSÉ ROVIRA COLLADO

175
36 historia no tan desacralizadora como la de dirección de Ferruccio Cainero. El estreno de
Dario Fo, Cartel y Folleto publi-
citario de la gira mundial con Isabel hace que la segunda obra tenga múlti- la versión fue en mayo de 2000 en el Instituto
Mario Pirovano. «Esta no es la ples representaciones en América. En la gira Chileno Alemán De Cultura Goethe con el
historia triste de las matanzas de
indios realizadas por los con-
internacional de la obra aparece la siguiente título Johan Padan descubre América. Solar
quistadores. No es la historia de presentación del autor: ha presentado su trabajo en Alemania, Suiza,
los que pierden siempre. Es, al Austria, Bélgica, Italia, Suecia, Lituania, la
contrario, la epopeya de indios
vencedores». Questo non è il racconto lamentoso sulle stragi per- República Dominicana, Holanda, Cuba, El
petrate dai conquistatori sugli indios. Non è la storia Salvador, Chile y Los Emiratos Arabes. Ob-
37
«Johan Padan según Mario Piro- dei soliti perdenti. È, anzi, l’epopea di un popolo di tuvo el premio Schwerte en Alemania. Fue el
vano» Noticiero NIP – News ITA- indios vincenti36. primer proyecto cultural del Instituto Goethe
LIA PRESS agencia de noticias
– N° 206 – Año X, 22 de oc-
alemán en Cuba, presentándose en septiem-
tubre de 2003, en http://apps. El nombre de Mario Pirovano, discípulo bre de 2001 en el X Festival de Teatro de La
imginternet.com/NIP_spagnolo/ del autor quedará ligado al del personaje que Habana en el Museo de Bellas Artes y en el
default.asp
llevará por todo el mundo. En 1999 empezó Teatro Nacional. De la página web40 del actor
38 la gira mundial para presentar al bergamasco recogemos algunos fragmentos de las reseñas
Como hemos dicho, nosotros
hemos trabajado con la edición que vivió con los indios. Sobre Pirovano dice periodísticas:
bilingüe de Seix Barral de 2001, el mismo Fo37 en un artículo en castellano
donde podemos encontrar otras
versiones de los mismos dibujos
sobre el estreno en Australia en octubre de El Mercurio de Santiago (Chile): Solar despliega en
que se recogen en el Archivo 2003: las casi dos horas de este unipersonal una energía in-
Rame. agotable, y una variedad asombrosa de recursos, has-
39 Mario Pirovano es un autodidacta de grandes cua- ta deslumbrarnos. Vestido de negro y con un telón
Daniel Delgado Arocha, «Un ju- lidades expresivas. Por años ha observado mis pre- de fondo también negro, luce –como lo hace– dotes
glar recreó la llegada al continen-
te americano», 20 octubre 2006, sentaciones, ha seguido muy de cerca las lecciones de mimo e improvisador, e incerta de vez en cuando
http://www.eltiempo.com.ve/ y demostraciones que ofrecí a los jóvenes actores. oportunas chanzas de actualidad...
noticias/imprimir.asp?id=90221
y «Johan Padan en el Descu-
Así ha asimilado todos los trucos y conocimientos, El Llanquihue (Puerto Montt/Chile): La conjunción
brimiento de las Américas con al punto de llegar a exhibirse él solo con gran éxito. de autor y actor fue como la de los astros en el
Pirovano llega a Barcelona», 29 Personalmente he asistido a una de sus presentacio- sistema solar, una explosión que conmovió todo el
septiembre 2006, http://www.
analitica.com/va/arte/actuali- nes en la Universidad de Florencia, en la Facultad firmamento de los Temporales Teatrales...
dad/cdt/2559339.asp de Leyes, y me ha parecido excepcional, sobre todo Kieler Nachrichten (Kiel, Alemania): Solar maneja el
40 porque demostraba una carga de personalidad, lejos arte de la comicidad mímica y lingüística, y además es
Página del actor Álvaro Solar de llegar a imitarme. Ponía en evidencia su gran capaz de interrumpir en la cumbre de la exageración
http://www.alvarosolar.de/pa-
dan-kritike.htm.
talento de fabulador. para súbitamente crear una atmósfera totalmente
distinta, concentrada y enternecedora...
En noviembre de 1999 se estrena en His- Süddeutsche Zeitung (Munich, Alemania): Solar ac-
panoamérica con la representación en la Sala túa esta obra de Fo en el Münchner Volkstheater de
Muiño del Teatro San Martín en Buenos Ai- Munich en un espacio absolutamente negro. El es
res. En la rueda de prensa Fo explicó la obra Juan, el ejército español, un chamán o 5000 indios.
acompañado por el libro de la editorial Abele Sólo él y sus instrumentos de percusión...de una
que registra como si fuera un cómic la peripe- forma inconcebible nacen de la nada imágenes que
cia de Padan. Los dibujos pertenecen a Fo y solamente la fantasía es capaz de crear. Solar escupe
son, como hemos dicho, el apoyo del juglar a unos fuegos artificiales con las chispas más hermosas
la representación. El Archivo Rame y en otras que se han visto.
ediciones38 de la obra podemos encontrar es- La Prensa Gráfica (El Salvador): Cátedra magistral
tos dibujos que van representado las escenas de teatro popular.
y podrían considerarse un «storyboard» de la Pedro de la Hoz, GRANMA (Cuba), Solar descubre
versión de dibujos animados. América: Un buen texto, una excelente puesta en
Esta gira ha seguido por varios continentes escena, un actor con pleno dominio de sus recursos
a lo largo de los años, e incluso tenemos rese- expresivos: tal fue el caso de Juan Padan descubre a
ñas en español de su triunfo en Melbourne en América, obra del italiano Dario Fo, protagonizada
octubre de 2003 como hemos citado anterior- por el chileno Álvaro Solar quien dejó una huella
mente. Recientemente también se representa perdurable en la trama del X Festival de Teatro de
en el marco del XXXI Festival Internacional La Habana. (…).
De Isabel, tres carabelas y un de Teatro de Oriente el 17 de octubre de 2006 Esta vez le dio vida escénica Álvaro Solar, siguiendo
charlatán a Johan Padan en el en la Casa Fuerte de Barcelona (Venezuela), las pautas del director italiano Ferruccio Cainero,
descubrimiento de América.
Representaciones en América de con gran aceptación del público39. quien optó por dimensionar las claves propuestas por
la versión del descubrimiento de
Dario Fo Álvaro Solar, actor chileno, ha adaptado la Fo sobre la base de la suprema ductilidad del actor
JOSÉ ROVIRA COLLADO obra al castellano y la ha representado bajo la para la recreación de una fábula que se nos presenta

176
como una contundente operación de desmitificación variantes como la versión femenina italiana 41
Más información en http://
de la Conquista, sin rodar por el despeñadero de la interpretada por Marina De Juli en el Teatro www.teatrenacional.com/obres/
«leyenda negra». Ese proceso desmitificador, que Olmetto de Milán Johanna Padana a la des- J.html
mucho, más de lo que parece, le debe a la tradición coverta de le Americhe. 42
picaresca hispánica, al complementarse con una lec- La conjunción de la crítica histórica de La crítica aparece en inglés en
tura reivindicativa de la cultura sojuzgada, es el que Isabella, las técnicas desarrolladas a través de http://www.amrep.org/johan/

dota a Juan Padan. Mistero Buffo, la manipulación del lenguaje


y el paso a la gran pantalla dieron a Fo uno
Podemos afirmar que la obra ha supues- de sus mayores éxitos. El pícaro-juglar ber-
to un éxito internacional y que podemos gamasco es al fin y al cabo una figuración
encontrar varias versiones en España Johan del mismo Fo, idea que se nos descubre al
Padan en el descubrimiento de las Américas final del largometraje cuando el héroe se ha
Dirección de Caroline van Gastel, actor Al- convertido en un dibujo del actor. Nos que-
berto García Sánchez, Teatre Nacional de da la duda de si esta obra más políticamente
Barcelona41, Estados Unidos por ejemplo Jo- correcta fue una baza para el Nobel, porque
han Padan and the Discovery of the Americas es obvio que después de este ha sido una obra
traducida y dirigida por Ron Jenkins e inter- de gran difusión en todo el ámbito hispano-
pretada por Thomas Derrah en septiembre americano.
de 2001 en el Loeb Drama Center42 e incluso

De Isabel, tres carabelas y un


charlatán a Johan Padan en el
descubrimiento de América.
Representaciones en América de
la versión del descubrimiento de
Dario Fo
JOSÉ ROVIRA COLLADO

177
José Carlos Rovira Soler

Catedrático de literatura hispanoa-


mericana en la Universidad de Ali-
cante. Es autor de libros, artículos
y ediciones sobre autores contem-
poráneos (Rubén Darío, Miguel
Hernández, Pablo Neruda, José
María Arguedas, Juan Gil-Albert)
así como sobre poetas de la tradi-
ción cancioneril en la corte napo-
litana de Alfonso el Magnánimo,
literatura novohispana, relaciones
del mundo cultural italiano con la
tradición hispanoamericana, sien-
NEZAHUALCÓYOTL Y LA INVENCIÓN
do sus últimos libros José Toribio
Medina y la fundación bibliográ-
fica y literaria del mundo colonial
DE LAS TRADICIONES
hispanoamericano (2002), Ciudad JOSÉ CARLOS ROVIRA
y literatura en América Latina
(2005), Neruda, testigo de un siglo
y Álbum Neruda (2007).

1
Los dos textos están en José Luis
Martínez, Nezahualcóyotl, vida Creo que mi primer encuentro con el rey Yo tocaré, cantando,
y obra, México, FCE, 1993, pp. prehispánico Nezahualcóyotl fue a través de el músico instrumento sonoroso;
257-262. Sin duda es el trabajo
más riguroso crítico y textual
Rubén Darío, al que leía yo muy joven con el tú, las flores gozando,
sobre el príncipe poeta. ímpetu juvenil de lector asiduo de la «Oda a danza y festeja a Dios que es poderoso;
Roosevelt»: gocemos hoy tal gloria,
porque la humana vida es transitoria.
Mas la América nuestra, que tenía poetas
desde los viejos tiempos de Nezahualcóyotl que son dos estrofas de unas famosas y ex-
tensas «Liras de Nezahualcóyotl», que, junto
decía el nicaragüense en sus Cantos de vida y a un «Romance de Nezahualcóyotl», son la
esperanza para afirmar «la América ingenua primera textualidad anunciada del rey poeta1.
que tiene sangre indígena / que aún reza a La lectura de las «Liras de Nezahualcóyotl»
Jesucristo y habla en español», la indígena y nos trasporta a una sensación de clasicidad;
la hispánica, frente a la invasora, la anglosajo- sólo que no es ésta la del mundo azteca como
na, en el decurso crucial de los primeros años parece evidente, sino la recia clasicidad caste-
de siglo, cuando se acababa de producir por llana del siglo XVII. El Nezahualcóyotl aquí
parte del gobierno del presidente Roosevelt la presente poéticamente por primera vez en un
apropiación indebida del canal de Panamá. El texto, con sus reflexiones sobre el tiempo y la
nombre de aquel poeta y rey de Tezcoco, que vida, más parece un mal poeta en la imitatio
había vivido entre 1402 y 1472, creó un espa- de Fray Luis de León que un poeta prehispá-
cio de memoria a rellenar al que le intenté dar nico traducido. Y así es como fue presentado
cuenta repetidas veces, leyendo todo aquello en sociedad en América en el marco cultural
que caía en mis manos y que podía servir de de lo que llamamos crónica mestiza. Era a
explicación de un rey y poeta conocido, en el comienzos del siglo XVII y el descendiente
interior de un mundo, el prehispánico, que me Fernando de Alva Ixtlilxóchitl no tuvo mejor
atraía poderosamente. ocurrencia que trasmitirlo así. Era la forma de
Tuve algún encuentro posterior descon- leer en pleno barroco novohispano la propia
certante y lo voy a relatar desde la perpleji- tradición, la forma de recrearla y normalizarla
dad. Leí una vez: en el conjunto de la nueva sociedad.
Las liras y el romance, todo lo apunta,
Un rato cantar quiero debieron ser obra del propio don Fernando,
pues la ocasión y el tiempo se me ofrece: quien había leído en náhuatl la fijación de la
ser admitido espero, transmisión oral de la poesía de su antepasa-
que mi intento por sí no desmerece; do realizada por Juan Bautista Pomar en los
y comienzo mi canto Romances de los señores de la Nueva España,
Nezahualcóyotl y la invención de aunque fuera mejor llamarle llanto. incluida en la Relación de Tezcoco y había
las tradiciones
JOSÉ CARLOS ROVIRA
[…] construido como sabemos la primera biogra-

178
fía del rey poeta. Sabemos también que en el donde realiza obras civiles co-
manuscrito de los Cantares mexicanos hay mo el acueducto de la zona de
varios textos atribuidos al rey poeta2. Chapultepec. Me centro sólo
La realidad histórica de Nezahualcóyotl, en tres aspectos de la biografía
«coyote hambriento», está atestiguada por la realizada por su descendiente:
pictografía azteca y no será la invención de a) El primero y principal es
las tradiciones a las que me refiero la propia el camino de Nezacualcóyotl
existencia del rey poeta, sino su incursión a desde el politeísmo al mono-
lo largo de cinco siglos en un proceso que es teísmo. Cuando establece su
el de la evolución de la cultura y la sociedad reinado, nos cuenta su descen-
mexicana. Su inclusión y las transformaciones diente, elevó grandes templos
de su presencia, las sucesivas lecturas, reescri- a Huitzilopochtli y Tlaloc, a
turas y manifestaciones de las mismas. Quetzalcoatl y a otros dioses
Un recorrido rápido por las imágenes de en oratorios menores. Realizó
Nezahualcóyotl en los códices nos lleva al sacrificios de prisioneros para
Códice Xólotl, Códice Acaztitlán, Calendario aplacar a los dioses, pero un Nezahualcóyotl y sus padres. Códice Xólotl.
de Boban, Códice Mendocino (108), Códice buen día según nos cuenta
Quinatzin o a la Historia de las Indias de el capítulo XLV de la Histo-
Nueva España e Islas de Tierra firme de Fray ria de la nación chichimeca, en medio de la versión, introducción, notas y
apéndice de Ángel Mª Gari-
Diego Durán3. guerra con Chalco, Nezahualcóyotl tuvo su bay K., México, UNAM, 1993,
Un recorrido textual por la historia de revelación: vol. I. Los volúmenes II y III
Nezahualcóyotl nos llevaría a multitud de corresponden a la edición de los
textos poéticos de los Cantares
fuentes de las que enumero las principales: la El rey Nezahualcóyotl, considerando lo poco que mexicanos.
Historia de la nación chichimeca, de Fernando podían sus fuerzas y el daño que los dichos indios
3
de Alva Ixtlilxóchitl, escrita a comienzos del de Chalco le habían hecho a sus ojos, y lo poco que Ha recopilado un conjunto de
siglo XVII y reutilizada por Lorenzo Botu- había aprovechado el sacrificio hecho a sus dioses de imágenes esencial, procedente
de estos códices, Víctor M. Cas-
rini en el XVIII, ya que los papeles de Alva gente humana; y poniendo los ojos en el cielo dijo: tillo F, Nezahualcóyotl. Crónicas
fueron a parar a manos del caballero milanés. «verdaderamente que los dioses que yo adoro que y pinturas de su tiempo, Texcoco,
La Monarquía indiana de Fray Juan de Tor- son ídolos de piedra que no hablan ni sienten, no Gobierno del Estado de México,
1972.
quemada, publicada en Sevilla en 1615, es la pudieron hacer ni formar la hermosura del cielo, el
primera reconstrucción impresa de una his- sol, luna y estrellas que lo hermosean y dan luz a la 4
Para formarnos una idea de la
toria que jalona la obra de múltiples cronistas tierra, ríos, aguas y fuentes, árboles y plantas que lo multiplicidad de fragmentos y
e historiadores, hasta la Historia antigua de hermosean; las gentes que la poseen y todo lo creado. crónicas en las que aparece,
hay una amplia reconstrucción
México de Francisco Javier Clavijero4. Algún dios muy poderoso, oculto y no conocido es el de los mismos en el Diccionario
La dimensión del poeta y rey de Tezcoco creador de todo el universo. El solo es el que puede biográfico de Historia antigua de
ha tenido el trazo historiográfico imprescin- consolarme en mi aflicción y socorrerme en tan México de Rafael García Grana-
dos, México, UNAM, 1952.
dible de Ángel María Garibay, Miguel León grande angustia como mi corazón siente; a él quiero
Portilla y sobre todo de José Luis Martínez5. por mi ayudador y amparo». Y para mejor alcanzar y 5
A los trabajos citados de Ga-
conseguir lo que pretendía, acordó de retirarse, como ribay y Martínez hay que aña-
LA HISTORIA DE FERNANDO DE AL- se retiró, a su bosque de Tezcutzingo, y allí recogido dir el de Miguel León-Portilla,
Nezahualcoyotl. Poesía y pen-
VA IXTLILXÓCHITL y apartado de los negocios y cosas que le pudieran samiento, 1402-1472, Texcoco,
perturbar, ayunó cuarenta días al dios todopoderoso, Gobierno del Estado de México,
La Historia de la nación chichimeca6 de creador de todas las cosas, oculto y no conocido; y 1972.

Fernando de Alva Ixtlilxóchitl es una obra ofreciéndole, en lugar de sacrificios, incienso y copal 6
escrita en el primer tercio del siglo XVII. Des- al salir el sol y al medio día, y a puestas del sol, y a Ha seleccionado y prologado
los textos referentes al príncipe
cendiente Fernando de Alva de Nezahualcó- la media noche7. poeta Edmundo O´Gorman (ed.)
yotl nos cuenta, en el entramado cultural de en Fernando de Alva Ixtlilxó-
chitl, Nezahualcóyotl Acolmiztli,
la sociedad colonial novohispana, la vida del La conversión y la cuaresma de Nezahual- México, Gobierno del Estado de
príncipe y poeta de Tezcoco, que un siglo y cóyotl dedicada al dios todopoderoso sigue México, 1972.
medio antes había llenado la historia mexi- con la presencia de un «mancebo hermoso y
7
cana. Omito la narración de la historia, del muy resplandeciente, con ricas vestiduras», Ibid., pp. 138-139.
asesinato del padre perpetrado por el tirano imaginativamente un ángel que, a través de
Tezozomoc, que el niño Nezahualcóyotl ve
desde un árbol, su lucha contra Maxtla, su 2 lación de Tezcoco en Nueva
esfuerzo por restituir la monarquía en Tez- La recopilación más amplia de colección de documentos para
los materiales de Pomar, que la historia de México, México, Nezahualcóyotl y la invención de
coco, su reinado, sus templos en Tezcoco y tuvieron edición por Joaquín 1891, está en la actualidad en las tradiciones
su presencia y alianza con Tenochtitlan en García Icazbalceta como Re- Poesía Náhuatl, Paleografía, JOSÉ CARLOS ROVIRA

179
un criado le anuncia la victoria y permitiese restituir un nombre real en la ex-
continúa la narración, en acción de plicación del propio ser. La reconstrucción de
gracia, con la elevación de un templo la Preparatio Evangelica9, a través de Neza-
al «dios incógnito y creador de todas hualcóyotl, sería un argumento de indudable
las cosas». eficacia para recorrer lo que había escrito el
b) Nezahualcóyotl obtiene un pa- descendiente. La cultura doble de los Alva
ralelismo con la historia bíblica del Ixtlilxóchitl era una evidencia: él introducía
rey David, según el cronista, en un a Nezahualcóyotl, a través del paralelismo
episodio del capítulo XLIII de la con David, con Moisés y sobre todo con su
Historia de la nación chichimeca en monoteísmo, en la preparación del mundo
la que Fernando de Alva explica có- indígena para asumir la llegada del cristianis-
mo consiguió a su esposa Azcalxo- mo. El hermano de don Fernando, Bartolomé
chitzin, casada de niña con su primo de Alva, mientras tanto, traducía al náhuatl
Cuacuahtzin, al que manda a la gue- El gran teatro del mundo de Calderón y La
Nezahualcóyotl presencia la muerte de su pa- rra con Tlaxcala para que lo maten. madre de la mejor de Lope de Vega10.
dre. Códice Xólotl.
Es una historia calcada de la historia
del rey David y su esposa Betsabé, EL FALSO TEXTO DE GRANADOS Y
8 para cuyo logro el rey hebreo manda a su GÁLVEZ
Fray Juan de Torquemada, Los marido Urías a la guerra (Libro de Samuel, II,
21 libros rituales y Monarquía
indiana, ed. facsímil de la de XI). La comparación explícita con la historia En 1778, en la imprenta mexicana de Fe-
Madrid (1723), e introducción del rey David la realiza Fray Juan de Torque- lipe Zúñiga y Ontiveros, aparecen las Tardes
de Miguel León-Portilla, México,
Ed. Porrúa, 1969, III vols.
mada en su Monarquía indiana8 (capítulo 45 americanas11 de Joaquín Granados y Gálvez.
del libro segundo: «El que hubiera leído las Es el diálogo entre un indio y un español en
9
La reinterpretación consciente o
sagradas escrituras, echará de ver este caso el el que se da cuenta, a través de 540 páginas,
determinada por el prestigio de mismo (o poco menos diferente) que el que de la historia de Anahuac, desde la llegada
las ideas de Eusebio de Cesarea, le sucedió al rey David, en el adulterio que de los toltecas «hasta los presentes tiempos».
el padre de la Iglesia del siglo IV
que escribe, entre varias obras tuvo con Betsabé, mujer del fidelísimo, leal Tiene sin duda el obispo Granados el obje-
de historia del cristianismo, la vasallo suyo Urías; pues para cubrir el peca- tivo de dar a conocer con su libro el mundo
Preparatio evangelica, es habi-
tual en contextos culturales del
do y adulterio que contra él había cometido, de los criollos mexicanos junto al mundo de
Nuevo Mundo y ha sido muy le envió a la guerra, y mandó al capitán Joab los indígenas que formaron el primer pasado.
estudiada en relación al Inca
Garcialaso de la Vega en su
que le pusiese en lo más fuerte de la batalla, y Una restitución de éstos es el compromiso del
mirada al mundo indígena del allí le dejase morir, como sucedió, y después religioso por hacer valer una historia mexica-
incario como «preparador» y de muerto se casó con Betsabé, mujer que na que el virreinato, considera implícitamente
civilizador en el anuncio de la
llegada del cristianismo. había sido del inocente Urías». Las desgracias Granados, no acaba de entender. La obra se
personales y militares por esta abominable forma en el espacio crítico que ha abierto
10
Los datos y el estudio de las
acción sólo serán salvadas por el episodio Eguiara y Eguren que hace años identifiqué
traducciones de Bartolomé de de su conversión a un dios supremo que he con la Ilustración novohispana que reivindica
Alva, en Ángel María Garibay,
Historia de la literatura Náhuatl,
narrado antes. el pasado indígena, y con fuentes precisas que
México, Ed. Porrúa, 1987, vol. c) No encuentro que se haya reparado, al tra- puedan dar cuenta de los dos mundos que,
II, pp. 341 ss. Existe lógicamente tar la historia civilizadora del rey de Tezcoco, para Granados, se encontraron felizmente.
una polémica sobre el monoteís-
mo de Nezahualcóyotl que re- en la relación que mantiene con la figura de Cronistas como Antonio de Solís, Fray Juan
coge Benjamin Keen, La imagen Moisés y con elementos del Deuteronomio: de Torquemada, Francisco López de Gómara,
azteca, México, FCE, 1984, pp.
46 ss. y 435 ss.
las leyes que instituye Nezahualcóyotl para Antonio de Herrera, se juntan a los cronistas
su pueblo, transmitidas por el cronista des- mestizos como Fernando de Alva, Alvarado
11
Edición facsimilar, con prólogo
cendiente tienen una profunda relación con Tezozomoc, Domingo Francisco Chimalpain,
de Horacio Labastida, en José las que Yaveh dicta a Moisés, y algunos aspec- para dar cuenta de un proyecto civilizador
Joaquín Granados y Gálvez, Tar- tos ya recordados, como el ayuno de cuarenta dialogado que, su editor último, Horacio La-
des americanas. Gobierno gentil
y católico: breve y particular no- días, o la destrucción del becerro adorado por bastida, resume como que «el español desem-
ticia de toda la historia indiana israelitas en el episodio de su subida al monte peña en América las divinas labores de la sal-
(…) trabajadas por un indio y un
español, México, UNAM/Grupo
Sinaí para recibir las Tablas de la Ley, forman vación. El indio evangelizado encuentra ahora
Porrúa, 1987. una sintaxis narrativa que tiene paralelismos en su pasado una grandeza que no lo vuelve a
12
amplios con la historia construida por Fer- la gentilidad, y sí, por el contrario, acrecienta
Ibid., p. 73. nando de Alva. su fidelidad a la verdad revelada. El criollo,
¿Cuál es el significado último entonces de por su lado […] acepta el origen trascendental
la historia de Fernando de Alva? Intentaba de las jerarquías, y ocupa en consecuencia el
Nezahualcóyotl y la invención de
las tradiciones introducir en el mundo novohispano una sitio que en ellas le corresponde»12. El progra-
JOSÉ CARLOS ROVIRA historia del mundo anterior, el indígena, que ma de Granados es el de un mundo fraterno

180
iluminado por la religión romana, como dice cielo, que allí todo es eterno
el americano en su diálogo: y nada se corrompe. El ho-
rror del sepulcro es lisonjera
Miembros son del Cuerpo Católico los Gachupines, cuna para el sol, y las funestas
Criollos y Naturales de estos Reynos; ¿pues por qué sombras, brillantes luces para
no han de vivir unidos, amándose y sujetándose al los astros…
Nezahualcóyotl, la princesa Azcalxochitzin y dos escultores de
Papa y Rey como cabezas? Texcoco. Códice Tloltzin.
El «canto de Nezahual-
La historia de Nezahualcóyotl, entre cóyotl», con un texto en
tantas historias, entre tantas referencias de otomí que según demostró
clásicos griegos y latinos (Tales, Euclides, el padre Ángel María Ga-
Tolomeo, Horacio, Cicerón, Platón y Aristó- ribay, no es otomí ni nin-
teles), entre recuerdos de la filosofía cristiana guna lengua indígena sino
de Juan Dum Escoto, San Agustín y Santo un pastiche lingüístico, es
Tomás de Aquino, era imprescindible. Y sin duda (Garibay fue el
se reconstruye en varios fragmentos, como primero en el siglo XX
la muerte de su padre, la recuperación del en hablar de su falsedad)
trono, su promulgación de leyes que, en el una invención del propio
discurso del español, son admiradas por los Granados y Gálvez para
Nezahualcóyotl y Coyohua juegan a la pelota. Códice Xólotl.
reyes europeos como Federico de Prusia y el secundar su tesis civilizada
mismo Papa Clemente XIV, y más adelante sobre la gentilidad ameri-
el indio recuerda el monoteísmo de Neza- cana, con gentiles que can-
hualcóyotl y su ayuno de cuarenta días, y en tan la brevedad de la vida y el
medio, tras una amplia divagación sobre el horror del sepulcro. Un análi-
desconocimiento de sus iguales de la filoso- sis del poema nos demuestra
fía griega o de la de los Padres de la Iglesia, además dos topoi retóricos
afirma que supieron pensar y conocer el más esenciales: el «ubi sunt?» y
allá, y la retórica y la Música, y de la poesía, el «vanitas vanitatis», como
si no imitaron a Catulo, ni a Juvenal, ni a resquicio constructivo de una
Marcial, ni a Ausonio, imitaron, nos dice, el lección de clasicidad inventa-
estilo trágico de Séneca y Pomponio, el estilo da. Nezahualcóyotl servía de
dulce de Euclides y el heroico de Silio. Y el nuevo para cantar la unidad
ejemplo mayor dice que fue Nezahualcóyotl, de mundos. Era inevitable que
del que conoce dos cantares, y va a trasladar sirviese como ejemplo mayor
uno «escrito en versos yámbicos»13, que da en de un pasado que se podía La corte de Texcoco. Códice Quinatzin.
nota en su lengua otomí, y que es un famoso reinventar cada vez.
y largo texto que dice:
NEZAHUALCÓYOTL Y LA INDEPEN- 13
Ibid., pp. 90 ss.
Son las caducas pompas del mundo como los verdes DENCIA: LA RESTITUCIÓN DE CAR-
sauces, que por mucho que anhelen a la duración, al LOS MARÍA BUSTAMANTE
fin un inopinado fuego los consume, una cortante ha-
cha los destroza, un cierzo los derriba, y la avanzada Un personaje de la primera mitad del XIX
edad y decrepitud los agobia y entristece. es Carlos María de Bustamante, sobre todo
por su trabajo como periodista, que en 1805 le
Y sigue transmitiendo la muerte como lleva a fundar el Diario de México, y en 1817
destino de la vida breve: le conduce a enlazar con el padre Morelos y
con el proceso de la independencia. La figura
Toda la redondez de la tierra es un sepulcro […] Lle- intelectual de Bustamante tiene siempre aque-
nas están las bóvedas de pestilentes polvos que antes lla prevención y advertencia que le dedicara
eran huesos, cadáveres y cuerpos sin alma…. William Prescott cuando escribía en la prime-
ra mitad del siglo XIX su afamada Historia de
Y concluye tras una amplia ejemplifica- la conquista de México, y le dijo al embajador
ción en la que dice el indio que pondera «la de España en la nueva república, don Ángel
brevedad de la vida», Calderón de la Barca, aquella afirmación
terrible: «sospecho por el carácter de sus afir-
Nezahualcóyotl y la invención de
Anhelemos, invictísimos príncipes, capitanes esfor- maciones que se le podría clasificar como un las tradiciones
zados, fieles amigos y leales vasallos; aspiremos al burro». Es, en cualquier caso, una interesante JOSÉ CARLOS ROVIRA

181
figura con una obra que, ilumina- antiguos que ya no persisten. Una metáfora
da por su maestro Fray Servando múltiple, histórica sobre todo, se oculta en
Teresa de Mier, intenta unir la esta nueva invención en la que los imperios se
nueva nación mexicana con el acaban marchitando como las flores.
pasado prehispánico. Con una
obra prolija, que se ha editado CONTINUIDAD ROMÁNTICA
informáticamente para unir los
cincuenta volúmenes históricos Tendría que recorrer ahora un poeta de
que produjo, es un historiador apellido tan poco sugerente como José Joa-
que, asumiendo su liberalismo quín Pesado16, quien a mediados de siglo XIX
independentista junto a su catoli- escribe unos «Cantos de Nezahualcóyotl, rey
cismo radical e insistente, acepta de Tezcoco», dentro de una serie mayor que
su síntesis del mundo mexicano llama «Los aztecas». Posiblemente el nauatlato
en paralelismo con la Biblia, si- Faustino Chimalpopoca Galicia le ofreció una
tuando el pasado indígena «en versión del manuscrito de Pomar y a partir de
el Génesis, la insurgencia en el ésta inventó, más que recreó, siete cantos del
Éxodo, la patria independiente rey poeta. La lira estrófica era inevitable en el
en la Tierra Prometida, y con esa recuerdo de la primera textualidad:
concepción creó el retablo barro-
co de la historia mexicana», como No bien había nacido
ha explicado Enrique Krauze14. y entrado a esta morada de dolores,
En 1835, en obra de madurez, cuando sentí mi corazón herido
Nezahualcóyotl guerrero en el Codex Ixtlilxochitl.
Bustamante publica sus Mañanas del pesar con los dardos pasadores…
de la Alameda de México, cuyo
título recuerda, aunque en otra dice en el primer canto que es anuncio, en
14 situación del día, las tardes de Granados y su ínfima calidad sobre todo, de la horaciana
Enrique Krauze, La presencia del
pasado, México, Tusquets ed., Gálvez. Y la forma de diálogo también, aun- exhortación «a gozar de los placeres antes
2005, p. 51. que aquí es el de treinta y cuatro mañanas, que acabe la vida», donde un Nezahualcó-
15
dialogadas por una pareja inglesa (don Jorge yotl imitativo traduce, desde su sabiduría
En Martínez, op.cit., pp. 262- y Milady) con la mexicana Margarita sobre prehispánica, el «collige, virgo, rosas» para la
263. la historia antigua de México. Los personajes posteridad:
16 responden a la intención de un libro cuyo
Ibid., pp. 265-278. objetivo es, como dice en portada, «facilitar a Coge, pues, hoy las flores
las señoritas el estudio de su país». Pedagogía que los jardines brindan a tu frente:
femenina que en un momento, a través de antes que triste llores
Fernando de Alva, de Francisco Javier Clavi- engaños y dolores,
jero y de Alvarado Tezozomoc, reconstruye disfruta los placeres del presente.
la historia de Nezahualcóyotl y, de nuevo,
da un texto del rey poeta que atribuye a una o su conversión manriqueña en el tono y en la
traducción de Fernando de Alva Ixtlilxóchitl. estrofa a la copla de pie quebrado:
Es un «Canto de Nezahualcóyotl. En el ban-
quete que dio el rey para celebrar la fundación Flores del jardín hermosas
de su palacio»15: ciñan con placer tu frente
descansada:
Oíd con atención las lamentaciones que yo el rey Goza entre apacibles rosas
Nezahualcóyotl hago sobre el imperio, hablando de la vida, dulcemente
conmigo mismo, y presentándolo a otros como descuidada.
ejemplo. ¿Qué es en duración la vida?
¡Oh rey bullicioso y poco estable! Cuando llegue Flor que nace y ya es cogida;
tu muerte serán destruidos y deshechos tus vasallos; breve llama
veránse en oscura confusión, y entonces ya no estará que a su fin se exhala y vuelve:
en tu mano el gobierno de tu reino, sino en el Dios si en Dios tu ser se resuelve,
Creador y Todopoderoso. a Dios ama…

Un nuevo «vanitas vanitatis» que confluye o imita al apócrifo de Granados y Gálvez en


Nezahualcóyotl y la invención de
las tradiciones en la abundancia floral del verano que tam- el poema que sigue:
JOSÉ CARLOS ROVIRA bién pasará, como el imperio, como los reinos

182
Son del mundo las glorias y la fama tón tituló Acolmiztli un poema
como los verdes sauces de los ríos, prehispánico. Camino y huella
a quienes quema repentina llama, de Nezahualcóyotl. La historia
o los despojan los inviernos fríos. de Nezahualcóyotl se entre-
laza a gigantescos armadillos
No le va a la zaga Juan de Dios Villalón, que compartían con el hombre
con su «Canto de Nezahualcóyotl en sus bo- primitivo la humedad del am-
das»17, donde indica con la palabra paráfrasis biente, a arcanos calendarios
que está utilizando una fuente que es de nue- enterrados, a olmecas, toltecas
vo el apócrifo de Granados y Gálvez: y dioses que simbolizan anima-
les…no es legible…21.
Caducas son las pompas de este mundo Sin embargo, sí hay dos
como los verdes sauces de la fuente textos que exigirían una lec-
que en este fuego sin rival fecundo tura, y aquí no voy más que
sombra y frescura dan; mas de repente a esbozarla: el nicaragüense
el fuego los devora furibundo, Salomón de la Selva, un in-
o del hacha al poder doblan la frente… teresante poeta, escribió en
Roma en 1958 su Acolmixtli
El siglo se cerraba con la biografía de José Nezahualcóyotl. Poema en
María Vigil18, que fue sin duda el trabajo de tres tiempos clásicos22. Se trata
reorganización de la historia del rey poeta de nuevo de la historia de Ne-
Portada de la Historia del rey Nezahualcóyotl.
más riguroso de los que se habían producido, zahualcóyotl pero enlazada y
y también con una curiosa tesis doctoral de reutilizada en dos ámbitos,
Pedro Mascaró y Sosa, defendida en la Uni- el primero es el procedente de la formación 17
Ibid., pp. 279-280.
versidad Central, en Madrid, con el título El clásica de Salomón de la Selva, capaz de au-
emperador Nezahualcóyotl considerado como daces identificaciones como cuando decía que 18
poeta elegíaco19, obras en las que no me puedo «los aztecas tuvieron una mitología no menos José María Vigil, Nezahualcó-
yotl. El rey poeta, prólogo de F.
detener. bella que la griega, y un Nezahualcóyotl no Deán, México, Biblioteca Míni-
menos profundo que Platón». Su obra es un ma Mexicana, 1957.

LA RECUPERACIÓN DE NEZAHUAL- conjunto de estímulos, como su escritura 19


CÓYOTL EN EL SIGLO XX en inglés (Tropical Town and Other Poems, El emperador Nezahualcótl
considerado como poeta ele-
1918), o la pacifista El soldado desconocido, gíac (poesía Méjico-gentílica),
Cité a Garibay, León Portilla y José Luis construida en el ámbito de quien había vi- discurso que presentó el licen-
Martínez como constructores de una histo- vido como soldado voluntario en el ejérci- ciado Pedro Mascaró y Sosa, al
graduarse de doctor…, Madrid,
riografía que devuelve las posibilidades de to británico la primera guerra mundial. Su Universidad Central de España,
la textualidad real del poeta y de la historia formación europea, clásica, renacentista, lo Facultad de Filosofía y letras/
Imprenta Calle de la Estrella
política del mismo. había convertido en un horaciano insistente, núm. 3, 1878.
Parece inevitable además que nos sigamos y en su último libro, hizo acopio de tradición
20
encontrando con creaciones literarias que indígena y clasicidad. El primer canto de su Marco Antonio Campos, En
hacen referencia al rey poeta. Son ahora más Nezahualcóyotl está dedicado al «Príncipe de recuerdo de Nezahualcóyotl,
pudorosas y no intentan recrear, imitar o Texcoco» y construido «A la manera del diti- México, Diana Literaria, 1994.

presentar sus cantos. Ni hacer invenciones rambo dialogado La llegada de Teseo a Ate- 21
apócrifas de sus textos. nas de Baquílides». Un coro y Tezozomoc, el Arturo Carrasco Bretón, Acol-
miztli un poema prehispánico.
Una novela o recreación histórica de rey de Azcapotzalco, nos narran la historia Camino y huella de Nezahual-
Marco Antonio Campos, titulada En recuerdo desdichada inicial del príncipe de Texcoco: cóyotl, México, Plaza y Valdés
editores, 1998.
de Nezahualcóyotl es un testimonio reciente
(1992) y poco aconsejable para adentrarnos También miró a su padre. 22
en su lectura. Diremos que en ella un autor Vio la primera flecha Salomón de la Selva, Acolmixtli
Nezahualcóyotl. Poema en tres
omnisciente, representado por un cronista y cómo lo hería, tiempos clásicos, México, Go-
consejero del rey poeta, pretende hacer un y el revuelo de avispas bierno del Estado de México,
1972.
recorrido por personajes, mitos, religión, cos- de muchos dardos
tumbres de la época, basándose en las fuentes que lo abatieron
que el autor conoce y tropezando y haciéndo-
nos tropezar con las mismas fuentes20. El segundo canto está dedicado a
Los poetas han sido otra cosa y hay textos Nezahualcóyotl, «Emperador de México», y
Nezahualcóyotl y la invención de
insoportables en ellos como las más de trescien- «escrito a la manera de los Eoaie atribuidos las tradiciones
tas páginas que en 1998 Arturo Carrasco Bre- a Hesíodo», y la historia de su alianza con JOSÉ CARLOS ROVIRA

183
Tenochtitlan es narrada temporáneos, es sin duda un cierre oportuno
con momentos cruciales: y conmemorativo. Cinco cuartillas apretadas
crean Noticias sobre Nezahualcóyotl y algu-
Nezahualcóyotl dijo: nos sentimientos, precisamente el año en el
–Hay sólo un Dios. Es grande, que se conmemoraba el quinto centenario de
es innombrable, es invisible, la muerte del Rey-poeta, 1972, año en el que
pero se advierte en toda cosa. se reeditaron algunos textos de los que he re-
Billete de 100 pesos mexicanos con la imagen de corrido. El de Pellicer, a pesar de momentos
Nezahualcóyotl.
El Nezahualcóyotl mo- de belleza, no parece tener más trascendencia
noteísta discurre por un que la conmemorativa23.
23 decir en el que se reelaboran motivos de sus Brevemente he propuesto un recorrido
Carlos Pellicer, Noticias sobre poemas transmitidos, de los suyos esta vez, que, por supuesto, tiene más lecturas, más
Nezahualcóyotl y algunos sen-
timientos, México, Gobierno del para conducirnos a un tercer tiempo escrito, comentarios y más derivaciones. Desde luego,
Estado de México, 1972. nos dice, «en el estilo de Píndaro tebano», que si Quetzalcóatl me da fuerzas, espero hacer un
tiene un título que sorprende: «Presidente de libro sobre el argumento de la invención de las
la República» y no es que haga el personaje tradiciones. Dejémoslo ahora en el intento de
esa función, sino que está dedicado, en su to- mostrar y demostrar, aun con brevedad, cómo
ma de posesión, al presidente «Adolfo López la figura del rey-poeta se fue articulando en
Mateos»: momentos esenciales de la colonia, la indepen-
dencia y la contemporaneidad, para construir
Desde Roma eternal canto al eterno México discursos a sus espaldas que tenían que ver
[…] con la formación de la nueva conciencia que
te ofrezco este poema que celebra se pretendía. Se reinventó un Nezahualcóyotl
como nadie lo había celebrado, monoteísta, y calcado de la historia bíblica de
en mármol griego friso mexicano, David en una de sus maldades, o de la peripe-
al rey Nezahualcóyotl, de quien tú derivas. cia civilizadora de Moisés, para reinsertar al
rey poeta del siglo XV en la conciencia criolla
Salomón de la Selva murió un año después que se estaba formando: se afirmaban las di-
y no tuvo tiempo de comprobar si su «envío» ferencias criollas mediante un uso selecto de
había servido para que: fragmentos de la gran cultura universal (bíbli-
ca y clásica) que, a trompicones, entraba en la
Reviva en ti Nezahualcóyotl, y alza sociedad novohispana y daba forma a retazos
la larga sombra que cayó con su muerte, de la vida prehispánica. Y se reinventaron
y sencilla verdad, que no lisonja, sea textos para ello, que nos harían oír a Neza-
este loor que de ti digo, amigo. hualcóyotl en liras castellanas, romances y
hasta en coplas de pie quebrado manriqueñas.
Un Nezahualcóyotl griego y encomiásti- Quedaba la textualidad del poeta, dispersa y
co era la nueva reaparición en manos de un reiterativa, y formada en un tiempo en el que
poeta que, desde luego, no tuvo tiempo de la transmisión oral en náhuatl pudo ser captu-
comprobar que los años del Presidente López rada por el alfabeto romance. Esa invención
Mateos, no siendo de los peores del siglo, no de las tradiciones, reinvención mejor ya que
eran los idealizados por los cronistas y los las tradiciones existían, conforman una de las
poetas del Rey de Texcoco convertido ahora características del mundo novohispano y del
simbólicamente en presidente de los Estados México independentista y contemporáneo.
Unidos Mexicanos. Pero este discurso nos llevaría ahora mismo a
El testimonio de Carlos Pellicer, una de recorrer los cerros de Úbeda o las cumbres del
las más interesantes figuras del grupo de Con- Popocatepetl, el Malinche o el Orizaba.

Nezahualcóyotl y la invención de
las tradiciones
JOSÉ CARLOS ROVIRA

184
Luis Sáinz de Medrano
Catedrático Emérito de la Uni-
versidad Complutense de Madrid.
Ha obtenido el doctorado Honoris
Causa por varias Universidades.
Ha publicado numerosos trabajos
sobre literatura colonial y con-
temporánea, siendo Rubén Darío
una dedicación principal (dirige la
«Cátedra Rubén Darío» de la Uni-
versidad Complutense). Neruda

ABEL POSSE. COLÓN Y SU EPOPEYA fue objeto también de varios estu-


dios, entre los que destaca Pablo
Neruda. Cinco ensayos (1996). Es

DESDE EL SABER DEMIÚRGICO autor, entre otros libros, de Letras


de la Nueva España (1992), La
conquista literaria del Cono Sur
LUIS SÁINZ DE MEDRANO (1992) y de una Historia de la
literatura hispanoamericana de
amplia resonancia. Dirigió duran-
te muchos años los Anales de
Literatura Hispanoamericana de
la Universidad Complutense. Ha
dirigido, entre otros congresos, el
del Instituto Internacional de Li-
Al abordar este sugestivo tema, es inevi- Hay otro factor: la historia de los territo- teratura Iberoamericana de 1984,
table manifestar que nos encontramos ante rios localizados por Europa, sean los Viajes de institución de la que fue presidente
entre 1983 y 1985.
uno de los autores surgidos en el «postboom» Marco Polo o las Crónicas de Indias, ha sido
que ha suscitado mayor atención por parte de elaborada, y no por voluntad de falsear los
la crítica. Yo mismo tengo que declarar que hechos sino por acomodarlos a lo que resul-
desde el momento en que fui requerido para taba adecuado, privilegiando esto último. Sin
aportar en uno de los cursos de verano de salir del ámbito español, encontramos en Don 1
Me refiero en particular a mi
la Universidad Complutense en El Escorial Quijote una explicación de la importancia y artículo «Abel Posse: la bús-
(1991) mi visión de la obra de Posse hasta en- justificación que puede tener la introducción queda de Lo Absoluto», Anales
de Literatura Hispanoamerica-
tonces publicada, quedé atrapado en un sos- de acontecimientos no verdaderos. Lo mani- na, Universidad Complutense,
tenido interés por cuanto proviniera también fiesta el supuesto traductor del texto de Cide 21 (1992) al que han seguido
en adelante de su pluma. Hamete Benengeli, quien, refiriéndose a la la participación y coordinación
en la Semana de autor organi-
Desde el primer momento tuve claro que posible invención por éste del episodio de la zada por La Casa de América
entre todas las obras publicadas –y las que Cueva de Montesinos, recoge las palabras del (Madrid, Ediciones de Cultura
Hispánica, 1997) y otros sobre
siguieron apareciendo me lo confirmarían– mismo, quien remite a su vez a las del propio Los cuadernos de Praga (Ber-
existía una profunda conexión, fundamentada Caballero Andante, el cual en su lecho de lín, 2003) y El largo atardecer
del caminante («Renacer en el
en que todos sus personajes principales son muerte «dicen que se retractó della y dijo que atardecer. Álvar Núñez visto por
buscadores de algo que está más allá de la él la había inventado por parecerle que con- Abel Posse», América Sin Nom-
historia que les ha tocado vivir, que nos en- venía y cuadraba bien con las aventuras que bre, 5-6 (2004), pp. 223-229).

contramos ante una narrativa que me atreví había leído en sus historias»3. De modo que 2
a calificar de «religiosa» en cuanto persigue el protagonista pudo haber imaginado algo Rubén Darío, «Salutación al
águila», en El canto errante.
una religación con los dioses y con sus huellas de lo que se desdijo in extremis, por razones
auténticas en el reino de este mundo, algo que, comprensibles basadas en el «convenir» y 3
Miguel de Cervantes, Don Qui-
en suma, podemos definir como «lo absolu- «cuadrar». Pensemos también en Borges y jote de la Mancha, 2a parte,
to»1, aunque Posse utiliza diversas denomina- su «Pierre Menard autor del Quijote», don- cap. XXIV.
ciones, en especial la de «lo Abierto». de asistimos a la peculiar creación de una
Rubén Darío, que anticipó tantas cosas en novela igual y distinta a la de Cervantes, que
versos que a veces se juzgaron «mármol» y conviene, por esta segunda circunstancia, a
eran «carne vida», lo había dicho en un poe- los lectores del siglo XX. En fin, añadiré la
ma citado sólo por razones circunstanciales: apostilla, sin apoyo ajeno alguno, porque se
«Es incidencia la Historia. Nuestro destino trata de una firme opinión personal que asumí
supremo está más allá del rumbo que marcan desde siempre, de que todo texto histórico
las fugaces épocas»2. Seguir la narrativa de está destinado a ser leído, con el tiempo, como
Abel Posse significa encontrarse, al menos en un texto literario.
la mayor parte de los casos con personajes que Cuando hablamos de «el saber demiúrgi-
de un modo u otros tienen este convencimien- co» debemos añadir que, en realidad, si nos
to y anhelan, en consecuencia, algo que está movemos en el terreno de la historia y de sus
Abel Posse. Colón y su epopeya
por encima de lo que les marca la cotidianidad comentaristas, es inevitable suponer que nor- desde el saber demiúrgico
en el reino de este mundo. malmente estamos operando sobre las varia- LUIS SÁINZ DE MEDRANO

185
das interpretaciones que rodean a la insensatez, que promovieron el derrumba-
acontecimientos que casi inevita- miento de su autoridad y su envío a España
blemente las han suscitado, con- encadenado. En esta línea crítica están, entre
siderando que en algunos casos otros detractores, M. Goodrich y María A.
éstos versan sobre circunstancias Brown, ambos norteamericanos y autores,
y personajes especialmente pro- respectivamente, de A history of the charácter
clives a dar lugar a la autoridad and achievement of the so– called Cristophe
creativa. Columbus (1874) y The icelandic discoverers
El caso de Colón, sobre quien of America or honor to whom honor is due
tanta tinta se ha derramado, es un (1889), donde se acusaba a Colón, entre otras
importante paradigma de esto. ruindades, de la de haber usurpado a los is-
Sabemos, por muchos conductos, landeses la prioridad en el descubrimiento del
pero nos acogemos a la sistemati- Nuevo Mundo.
zación hecha por Salvador Ber- Los elogios desmedidos y las no menos
nabeu Albert4, de las imágenes desmedidas acusaciones que han conseguido
Cristóbal Colón (grabado).
que con el paso del tiempo llegó resistir los razonamientos y averiguaciones
a ofrecer el personaje: de la crítica más ecuánime, entre la que me
4 En primer lugar está el Colón místico, di- complace citar a título de excelente ejemplo el
1892: El IV Centenario del
Descubrimiento de América,
señado por Roselly de Lorgues, conde dentro Mirabilis in altis de Juan Pérez de Tudela6, nos
C.S.I.C., Madrid, 1987. de la nobleza vaticana, quien llegó a publicar han dejado la estampa de un Colón proclive
en París en 1845 una obra titulada La croix a las sospechas en cuanto a sus ambiciones y
5
Ibid., p. 113. La página de la dans les deux mondes, sumamente difundida, a sus fantasías, inestable en muchos sentidos,
cita que sigue de esta obra se en la que proclamó la santidad de Colón, a la demasiado sensible ante el erotismo sin men-
indica dentro del texto.
que siguió en 1856 Christophe Colón. Histoire gua de sus convicciones morales y religiosas,
6 de sa vie et de ses voyages d’apres des docu- etc. En suma, un personaje que ya ha quedado
Juan Pérez de Tudela, Mirabilis
in altis, Madrid, C.S.I.C., 1983.
ments autentiques tires d’Espagne et d’Italie, a partir de cierto momento más a la espera
libros según los cuales «Colón procedió en de un narrador literario que de un nuevo
su empresa auxiliado por la Santa Sede y historiador, cuyas posibilidades de encontrar
sostenido por el clero, actuando «como men- inéditos pozos de datos fehacientes se nos an-
sajero del Evangelio y no para añadir tierras tojan escasas, dicho sea con todo respeto por
a España»5. De ahí siguieron muy diversos quienes se esfuercen en buscarlos.
apoyos, abundante bibliografía incluida hasta Como ha dicho Irving A. Leonard en Los
finales del siglo XIX, que culminaron en las libros del conquistador, «esta súbita expansión
propuestas de canonización del almirante, que [en lo que hoy es España] de los horizontes
no llegaron, sin embargo, a verse aceptadas físicos e intelectuales hasta un límite increíble,
por la Congregación de Ritos, cuestión de la unida a la convicción de cumplir un destino
que se ocupó Carpentier, desde una posición como instrumento de Dios en la gigantesca
negativa, en El arpa y la sombra (1979). tarea de cristianizar el globo, liberó una pro-
La segunda imagen, menos exigente, pero digiosa cantidad de energía nacional y fue un
igualmente enaltecedora en el orden espiritual, poderoso estimulante de la imaginación (…).
fue la del Colón idealista acuñada por una in- Tan extraordinarios eran los hechos de los
terpretación romántica del mismo sostenida conquistadores, que el relato estricto que de
por un gran número de poemas y novelas ellos hacían los prosaicos cronistas parecían
en varios países de Europa que lo mostraron novelas de aventuras. La realidad sobrepasaba
como «una figura heroica» (p. 114), algo que a la fantasía. Era inevitable que existiesen mu-
contó con el asentimiento de don Marcelino tuas interacciones entre los hechos históricos
Menéndez Pelayo al manifestar su admiración y la literatura de creación, entre lo real y lo
por la biografía hecha por Fernando, el hijo imaginario». Así los conquistadores (cita a
del almirante Colón. Vasco de Gama, Colón «y otros navegantes
Por último, señala Bernabeu Albert una y exploradores») llevaron a las regiones que
tercera interpretación, en este caso negativa, habían descubierto las creencias de la Edad
del personaje, quien habría ofrecido compor- Media» y así se justifica que «regresasen con
tamientos tan lamentables como el de mostrar noticias de islas misteriosas habitadas por
a la corte de Castilla la gran posibilidad de amazonas y de positivas indicaciones de la
obtener esclavos que los nuevos territorios proximidad del paraíso terrenal». Se facilitó,
Abel Posse. Colón y su epopeya
desde el saber demiúrgico ofrecían, actuando como un individuo domi- en suma, de este modo, «la crédula recepti-
LUIS SÁINZ DE MEDRANO nado por la avaricia, la crueldad, el orgullo y vidad para los relatos ficticios, tanto de los

186
exploradores como de los novelistas, sin ma- por la Escritura y sobre todo
yor interés en hacer distingos entre unos y por San Pablo. ¿Y por qué no
otros»7. pensar que el apasionamiento
Si esto que podemos calificar como sín- colombino –una variedad de
drome de los libros de caballerías afectó la locura que Erasmo juzga-
a Colón, cuya mente desbordaban muchas ría como fuente del impulso
otras obsesiones, como a tantos otros (qui- creativo en muchos órdenes
zá el ejemplo más notorio fue el hecho de y estamentos– no pudo ser
que el nombre de California proceda de Las tenido en cuenta entre otros
sergas de Esplandián, y el adjetivo Patagón, modelos que justificaron su
y el nombre de él derivado, fuera tomado Encomion Moriae? Además,
de un gigante de Primaleón, como recuerda para la fecunda embriaguez
Anderson Imbert, entre otros ejemplos, en colombina, cabe pensar en la
su conocida Historia de la Literatura hispa- precisión de María Zambrano:
noamericana, por no entrar en el estudio de «La poesía es embriaguez, y
Hernández Sánchez-Barba «La influencia de sólo se embriaga el que es-
los libros de caballerías sobre el conquista- tá desesperado»11. Colón lo
dor»8). Si esto ocurría, decimos, no es extraño estaría a causa de su ansie-
que los primeros lectores, transcriptores e in- dad, ansiedad por recuperar
térpretes de la inigualable peripecia de Colón la Edad de Oro que todavía
se vieran especialmente fascinados. Y la cues- había de exaltar Cervantes en
tión sigue planteándose en nuestro tiempo. el episodio de los cabreros en Grabado de la edición de la Carta de Colón a Santángel.
Cumplidos los cinco siglos de su muerte, la el Quijote. Una Edad de Oro Basilea, 1493.
figura del almirante sigue envuelta, más allá de que incluía, ambiciosamente,
las ya superadas controversias sobre el lugar el Paraíso perdido. Como dijo José Juan 7
Irving A. Leonard, Los libros del
de su nacimiento –evidentemente, Génova– y Arrom en cierto discurso académico, «La otra conquistador, México, Fondo de
el de dónde yacen sus restos (aunque tales hazaña de Colón o la epifanía de América», y Cultura Económica, 1959, pp.
42, 43 y 44.
controversias no hayan dejado de contribuir cita García Ramos: «Colón, tornando el papel
a intensificar su condición de personaje mis- de caballero andante en el de caballero nave- 8
terioso), en un cierto halo fantástico. gante, continúa la estirpe de los Amadises y Revista de Estudios Americanos,
XIX:102 (Sevilla, 1960).
El autor de Los perros del paraíso, Abel los Palmerines». Lo cual lleva al mismo Gar-
Posse, se ha acercado a otros varios personajes cía Ramos a añadir más adelante: «El Colón 9
Véase P. Rodríguez Santidrián en
de los tiempos iniciales de lo que llamamos de Posse es (...) un personaje que nos recuerda su edición de Elogio de la locura,
Hispanoamérica y de la época contemporá- en tantos aspectos la tenacidad y la obceca- Madrid, Alianza Editorial, p. 22,
y A. Ruincii de Armas, Hernando
nea, entre los que son de especial interés Lope ción de algunos de los coroneles de García Colón, historiador del Descu-
de Aguirre, Alvar Núñez Cabeza de Vaca, Márquez (...), es acaso el fundador de las más brimiento de América, Madrid,
Eva Perón y el Che Guevara, con el propósito radicales conjugaciones de los ‘realismos má- Cultura Hispánica, 1973, pp.
6 y 9.
fundamentalmente de interpretarlos, no de gicos’ o los ‘reales maravillosos’ introducidos
parodiarlos, según su mejor saber. En todos mucho más tarde por la terminología crítica 10
Rodríguez Santidrián, op. cit.,
ellos, ya lo hemos dicho, concurre la búsque- hispanoamericana»12. p. 20.
da de lo absoluto. Posse, respetando sin duda Pero también el narrador recuperador
11
alguna la labor de los historiadores «forma- del mundo y las ambiciones frustradas se María Zambrano, Filosofía y
les», ha interpretado a sus personajes con la comporta como un poeta y se mueve por una poesía, Madrid, Fondo de Cultu-
libertad con que ellos mismos actuaron. fecunda desesperación que tampoco quiere ra Económica, 1993, p. 33.

Cristóbal Colón, sin haber alcanzado a dejar de tener. Interpretar a un desquiciado 12


conocer, naturalmente, el Elogio de la locura –gloriosamente desquiciado– no puede hacer- Juan Manuel García Ramos,
Colón entre la historia y la lite-
de Erasmo (introducido por cierto en España se sino desde el desquiciamiento poético –otra ratura, Santa Cruz de Tenerife,
en 1516 por su hijo Hernando Colón, per- variante gloriosa y, al cabo, irrenunciable de Artemisa Ediciones, 2006, pp.
25 y 107.
sonalmente relacionado con el humanista9, la poesía–. Y estamos ahora hablando de la
y sin duda con un justificado interés por los empresa narrativa de Abel Posse.
fecundos desvaríos de su padre), había situa- Todo cuanto, sin duda con exceso, hemos
do su mente en la línea que señalaría el gran expresado viene a justificar para quienes lo
pensador, que tanta influencia habría de tener estimen necesario –no es mi caso– lo dicho
en este país, a la hora de soñar, o de practicar por Abel Posse, o aún mejor, su interpreta-
desmesuras. Erasmo, a su vez, pudo partir de ción de los distintos personajes americanos
Abel Posse. Colón y su epopeya
ideas que ya tenían difusión ortodoxa: el cris- a no ser que optemos por indianos. Posse no desde el saber demiúrgico
tianismo defendido como «locura sublime»10 pretende ser un historiador; se desenvuelve, LUIS SÁINZ DE MEDRANO

187
lo repetimos, como un poeta (¿hay algún nes: las crónicas a juicio de sus comentaristas
historiador al que consciente o inconscien- habían de ser ejemplarizantes, de modo que
temente no le ocurra lo mismo, al menos el propio Inca Garcilaso declara en alguna
en algún momento?). Por lo demás, siempre ocasión que renuncia a contar algunos hechos
habrá que alabar el duro esfuerzo del hacedor por carecer de ese valor. Por otro lado había
de historia, pero será imposible no aceptar de buscarse que el relato, aun siendo de inte-
lo dicho. Cierto que esto no obliga a Posse a rés, no fatigara al lector. Así, el Inca anuncia
desdeñar sistemáticamente, ni mucho menos, que va a simplificar cierta información «por
la historia, como cuando, ateniéndose a su ri- que la historia no canse tanto»15, a la par que
gor, deja claro el origen genovés del almirante, silencia casi sistemáticamente cuanto pueda
lo cual, por otra parte le facilita enriquecer la representar aspectos positivos de los pueblos
complejidad del personaje. Si se apropia de del antiguo Perú que fueron sometidos por
Abel Posse
él no es para manejarlo sistemáticamente a la los incas, siguiendo en esto, por cierto, pautas
ligera. Las libertades que con la manipulación marcadas por los clásicos latinos, como Tito
de la historia se permite no son arbitrarias. Livio y Salustio, sin llegar a conceder a los
No actúa con una irreverencia que se basta a incas, orgulloso de estar ligado a ellos desde
13 sí misma (lo cual sería, por cierto, totalmente su opción por asociarse a la cultura hispánica
Abel Posse, Los perros del pa-
raíso, Barcelona, Plaza & Janés,
lícito). En mi opinión, lo hace con el mismo y cristiana, los valores que sólo con ésta se
1987, p. 42. En adelante cita- propósito de buscar la realidad última del impusieron en el Perú.
remos por esta edición dentro personaje y «su tiempo» –sea el que conoció Sean cuales fueren las razones o los casos,
del texto.
o el que inauguró»– que le acompaña en todas lo cierto es que la historia oficial de la Amé-
14 sus novelas. rica en la etapa anterior o inmediatamente
Francisco López de Gómara, La
conquista de México, Madrid,
Uno de los momentos clave en los que el posterior al Descubrimiento resulta discuti-
Historia 16, 1987, p. 39. novelista justifica su posición ante el hecho blemente fiable en su integridad. Enfrentados
15
literario es aquel en que recoge el ambicioso a esto, entendemos que cualquier literato –sír-
Cit. por Aurelio Miró Quesada pensamiento de la reina Isabel cuando, tras vanos este adjetivo de amplio espectro– está
en El Inca Garcilaso y otros estu- escuchar los consejos de su madre, en los legitimado para salirse de los estrictos cauces
dios garcilasistas, Madrid, Cultu-
ra Hispánica, 1971, p. 214. que se mezcla el conservadurismo en cuanto de esa historia. (No entremos en si acaso lo
al dominio de la sensualidad y la acción más dicho no concierna sólo al terreno que nos
enérgica contra los enemigos, decide convertir ocupa).
la suya en formidable cruzada, lanza una pro- Tal sucede en el caso de Abel Posse.
clama en la que «freudianamente buscó una Pero no interpretemos sus «licencias» en el
ideología para encauzar tanto deseo en una sentido de que desea poner en el ámbito de
superestructura adecuada», a lo que acompa- lo verdadero cuanto concierne al antes y el
ña el siguiente comentario: «Los cronistas no después inmediatos a la gesta de Colón. Su
retienen el texto de aquella proclama; como método no es el de buscar las constataciones
siempre, captan lo fácil»13. más rigurosas o más acreditadas para apo-
Entendemos que aquí reside lo que acaso yarse en ellas con el fin de fijar la historia
constituye uno de los puntos esenciales, que auténtica. Por el contrario, desde la libertad
insta a ir más allá de lo que era habitual en los más absoluta, la del poeta deseoso de saber,
cronistas, algo a lo que ya nos hemos referido llena de matizaciones y fundadas alteraciones
con anterioridad: dibujar un panorama en el los hechos que describe, sin la pretensión de
que encajen los hechos que mejor se adecuen actuar desde lo que comúnmente se llama
a la visión coherente de la conquista. Los rigor, pero sin rehusar por sistema el legado
ejemplos nos salen continuamente al paso. de la historia oficial. Goza de la libertad de
Uno de los editores, y crítico, de Francisco interpretar desde su lógica o desde la au-
López de Gómara, José Luis de Rojas, co- toridad del demiurgo. Yo diría que nada es
menta sin dejarse atrapar por las estrategias gratuito en su relato. No es ningún desatino
del objeto de su estudio: «Parece que Gómara ver al May Flower cruzándose con las carabe-
gustaba más de las grandes hazañas que le las, oír sonar «El manisero», en algún barco
permitían lucirse en el relato. Esto cuadra festivo, el uso de argentinismos por Colón
con su espíritu renacentista»14. Cierto que el «en la terminología del tango y del lunfar-
mismo crítico destaca como un mérito, que do», y las notas a pie de página «para aclarar
se entiende como excepcional, el esfuerzo del extremos opacos del texto principal...», si
cronista por informar sobre hechos que pue- bien el intento de tales aclaraciones «más
Abel Posse. Colón y su epopeya
desde el saber demiúrgico den resultar tediosos por su insignificancia. parece una enfatización del dato tergiversa-
LUIS SÁINZ DE MEDRANO Recordemos también que había otras razo- do... que un verdadero interés por regresar

188
al razonamiento lógico»16, convertir en uno de personajes, de tiempos, de circunstancias,
solo los cuatro viajes del almirante, revelar la responde a una visión viva de lo que fue y de
concupiscencia de la reina Isabel, puntualizar lo que ha seguido siendo América y cuantos
la relación erótica de Colón y Beatriz de Bo- fueron afectados por la empresa colombina.
badilla en La Gomera, hacer comparecer aquí Visión intuitiva pero probablemente más
y allá a la Beltraneja, aterrada por la amenaza cierta que la de las crónicas oficiales. Y por
que se cierne sobre ella, mientras el general supuesto no olvidamos el Paraíso, causante
Queipo de Llano, el que ordenó «dar café» implícito de todos los males, porque, como
a García Lorca, Díaz Plaja y Eugenio D’Ors ha señalado Bellini, la causa del desastre final
aguardan ser recibidos por Enrique IV, ver a está en que «la desaparición del mal le quita
un Nietz(sche) con su anuncio de que «Gott sabor a la existencia»17. Y aquí me permito
ist tot» (p. 90) convertido en lansquenete, recordar a un casi olvidado gran novelista
saber que al fin del relato, mientras Colón español, Wenceslao Fernández Flórez, quien Portada de la edición de la
Semana de autor dedicada a
vuelve a España encadenado, quedan en el en su obra Las siete columnas (1932), desa- Abel Posse.
Nuevo Mundo, compartiendo espacio con el rrolló en cierto modo la misma idea: sin los
Palacio de la Inquisición el Banco Santangel, siete pecados la humanidad no funciona. De
Hawkins Ltd., la United Fruit, La Agencia ahí la importancia del «purtroppo», que ha
Cook, el Hotel Castilla, el Salón de Belleza suscitado una lógica interpretación por el Dr. 16
Bologna, el anuncio de los Refrescos Sagar- Bellini, y que los lectores poco conocedores García Ramos, op. cit., pp. 86
dúa, mientras los perrillos mudos se encami- de la lengua italiana no siempre han tenido y 87.

nan pacíficamente hacia el sur… Todo eso y muy en cuenta, cuestión paradójica, más aún 17
un muy largo etcétera, no es ningún dislate, si nos interesa interpretar que el almirante se Giuseppe Bellini, «El Colón de
Abel Posse», en AA.VV., Ca-
repetimos. El resultado de un pormenoriza- siente «invencible», por la importancia de su minos hacia la modernidad.
do análisis no sería otro que todo, mezcla gesta, al murmurar aquella palabra. Homenaje a Rafael Gutiérrez
Girardot, Die Deutsche Bibliotek,
Frankfurt am Main, Vervuert,
1993, p. 130.

Abel Posse. Colón y su epopeya


desde el saber demiúrgico
LUIS SÁINZ DE MEDRANO

189
Eduardo San José Vázquez
Doctor por la Universidad de
Oviedo, con la tesis Recupera-
ciones narrativas del siglo XVIII
en la narrativa hispanoamericana
del siglo XX. Ilustración y moder-
nidad en el Caribe. Es autor de las
monografías La memoria posible:
«El sueño de la historia», de Jorge
Edwards. Ilustración y transición
democrática en Chile (Univer-
sidad de Oviedo, 2006) y Las
luces del siglo (Universidad de
Alicante, en prensa). Ha publicado
UTOPÍA Y PROGRESO EN
trabajos sobre Alejo Carpentier,
Abel Posse, Antonio Benítez Rojo
y Edgardo Rodríguez Juliá, entre
EL MUNDO ALUCINANTE, DE
otros. Actualmente, es investiga-
dor posdoctoral en la Universidad
de Alicante. Es crítico literario en
REINALDO ARENAS: FRAY SERVANDO
varias publicaciones periódicas.
Y EL TIEMPO HISTÓRICO
EDUARDO SAN JOSÉ VÁZQUEZ

1 Aunque con veinte y cuatro años de per- conservadoras alineadas contra una opción
Reinaldo Arenas, El mundo alu-
cinante. Una novela de aventu-
secución he adquirido el talento de pintar política como la que en su contexto puede
ras, Barcelona, Tusquets, 2001 monstruos, el discurso hará ver que no representar la Revolución Cubana. Sin em-
[1969]. En adelante, citaré por hago aquí sino copiar los originales. bargo, es preciso revisar esta interpretación
esta edición, entre paréntesis y (Fray Servando Teresa de Mier,
en el texto. postmodernizante de la obra areniana, en
Memorias)
busca de una lectura más aquilatada.
Un caso de la trayectoria literaria del autor
Las novelas de Reinaldo Arenas han sido cubano destaca especialmente y es ilustrativo
consideradas con frecuencia como «ejercicios» de la tendencia crítica apuntada. Así, el hecho
o «juegos» postmodernos. Su estilo neobarro- de que una de las novelas más conocidas y
co, el lúdico despliegue de la ironía y la paro- celebradas de Reinaldo Arenas, El mundo
dia, las estructuras narrativas complejizantes, alucinante (1969)1, recupere el siglo XVIII,
la abundancia de elementos paratextuales que a través de la figura del fraile regiomonta-
deshacen la ilusión del artificio mimético, la no Servando Teresa de Mier, ha favorecido
alteración de la causalidad histórica y su ge- especialmente que se haya automatizado y
neral reflexión sobre la escritura desvelarían, generalizado un orden de interpretaciones.
de este modo, la crítica antihistórica del autor Dicha lectura trata de descubrir en esta novela
cubano. Ha sido común, en este sentido, es- dieciochesca una crítica maximalista hacia la
tudiar la obra de Arenas como ejemplo de una modernidad ilustrada, tomando en cuenta el
aporía histórica postmoderna, contraponién- siglo en que característicamente se plantearon
dola con toda intención a la narrativa de Alejo algunas nociones como el racionalismo empí-
Carpentier; una oposición en la que, no en rico, el progreso histórico o una filosofía de la
vano, al propio Arenas le agradó contemplar Historia de valores emancipatorios. Ha sido
su obra en numerosas ocasiones. moneda corriente entre la crítica suponer que
Las interpretaciones postmodernas de la el siglo XVIII resulta aquí un pretexto para
obra de Arenas pueden tener su parte de ra- refutar la modernidad, sobre todo al hacer
zones en apreciar en ella aspectos puntuales que la estructura narrativa desmienta en la
de una nueva (o parcialmente nueva) estética práctica la noción de progreso temporal, así
narrativa, concebida como mimesis desde la como a través de su aparente irreverencia mi-
precisa negación de un objeto de la imitación. mética. No obstante, un análisis más detenido
Asimismo, no es descabellado suponer que, a permite descubrir que el propósito de Reinal-
partir del carácter recesivo y escéptico de su do Arenas en esta novela cae lejos de dicha
Utopía y progreso en El mundo
percepción de la realidad histórica, tal estéti- intención, y que, al contrario, El mundo alu-
alucinante, de Reinaldo Arenas: ca pueda asimilarse, al igual que buena parte cinante es toda una ponderación del progreso
Fray Servando y el tiempo histórico
EDUARDO SAN JOSÉ VÁZQUEZ
de la ficción postmoderna, con posiciones histórico tal como fue formulado en el siglo

190
de las Luces, sustrayendo dicho concepto de de los capítulos I se lee: «Venimos
las versiones más restrictivas de la utopía. del corojal. No venimos del corojal.
Yo y las dos Josefas venimos del
AUTORÍA Y ORÍGENES: LA DISPER- corojal. Vengo solo del corojal y ya
SIÓN DE LA VERDAD HISTÓRICA se está haciendo de noche. Aquí se
hace de noche antes de que amanez-
Al desconcierto crítico provocado por la ca» (p. 27). Para Alicia Borinsky4,
publicación de una novela histórica irrealista la imposibilidad de elegir «pone
como El mundo alucinante respondieron va- entre paréntesis la noción de pro-
rios críticos con una valoración más reposada. gresso narrativo», algo que Monegal
Uno de los primeros en hacer una lectura interpreta en clave política como
capaz de determinar el valor de la novela y «otro golpe mortal a la escuela de
guiar futuros estudios fue Emir Rodríguez pensamiento «progresista» de los
Monegal2. A partir de los años setenta, el regímenes que se auto-proclaman Reinaldo Arenas.
crítico uruguayo, quien para Arenas era «la socialistas»5. En la misma lógica,
persona que mejor había interpretado todos la alternancia de las tres personas
mis libros»3, comienza a apreciar la crítica gramaticales que caracteriza la rei-
dialéctica que se inscribe en la novela, más allá teración numérica de los capítulos, que Emil 2
Emir Rodríguez Monegal, «El
de cierta gratuidad vanguardista en la que po- Volek ha caracterizado expresivamente como mundo laberíntico de Reinaldo
día haberse leído inicialmente. Monegal daba un «chachachá epistemológico y narrativo»6, Arenas», en Julio E. Hernán-
dez Miyares y Perla Rozencvaig
sentido a esa crítica dialéctica en su refutación impide la instauración de una perspectiva (comps.), Reinaldo Arenas: alu-
de la linealidad cronológica, en el cuestiona- narradora única y contradice las implicacio- cinaciones, fantasía y realidad,
Glenview, Scott, Foresman /
miento de la referencialidad o en la sistemática nes teóricas asociadas a la misma. Además Montesinos, 1990, pp. 5-13.
contradicción interna de las designaciones de en estos tres capítulos, la proliferación Este trabajo es una refundición
literales, mediante la cual la narración desdice gramatical se repite en el interior de varios de estudios anteriores del pro-
pio Monegal desde 1977 hasta
lo previamente afirmado. Así, son varios los de los capítulos singulares, como comienza 1981. La relación de los mismos
capítulos de la novela que aparecen repetidos sucediendo en el Capítulo III, ordenado figura al final del artículo.
en su alusión numérica, en concreto los dos en sendas partes correspondientes a las tres 3
primeros, que narran la infancia y la salida personas del verbo. Reinaldo Arenas, Antes que ano-
chezca. Autobiografía, Barcelo-
del protagonista de Monterrey, y el séptimo, Borinsky, en cuyas interpretaciones pre- na, Tusquets, 1992, p. 334.
que describe las consecuencias del sermón de cursoras reconoce apoyarse Monegal7, consi-
fray Servando sobre la Virgen de Guadalupe dera que este recurso nace de una crítica a las 4
Alicia Borinsky, «Re-escribir y es-
(1794). De este modo, aparecen tres «Capí- nociones de autor y de orígenes, partiendo cribir: Arenas, Menard, Borges,
tulo I», titulados «De cómo transcurre mi de la teoría de la escritura como (re)lectura Cervantes, Fray Servando», Re-
vista Iberoamericana, 92-93:41
infancia en Monterrey, junto con otras cosas y del autor como epígono que se deduce del (1975), pp. 605-616.
que también transcurren», «De tu infancia en cuento de Borges «Pierre Menard, autor del
5
Monterrey, junto con otras cosas que también Quijote» (Ficciones, 1944). Al existir tres Rodríguez Monegal, op. cit.,
ocurren» y «De cómo pasó su infancia en capítulos I como inicio de la obra, con con- p. 8.
Monterrey, junto con otras cosas que también tenidos semejantes pero disparejos, y al hacer
6
pasaron». El Capítulo II vuelve a reiterarse: éstos referencia, además, a la infancia de Fray Emil Volek, «La carnavalización
«De mi salida de Monterrey», «De la salida de Servando, la novela desmiente el concepto y la alegoría en El mundo alu-
cinante, de Reinaldo Arenas»,
Monterrey» y «De tu salida de Monterrey». de orígenes. Esto, por añadidura, destruye Revista Iberoamericana, 130-
Los tres capítulos VII aparecen titulados la ilusión de linealidad cronológica y de 131:52 (1985), p. 129.
«De las consecuencias del sermón», «De la sustancialismo histórico. Pero, lo que es más 7
consecuencia del sermón» y, de nuevo, «De la importante para esta autora, la dispersión gra- Rodríguez Monegal, op. cit.,
consecuencia del sermón». matical obedecería al rechazo de la unidad y la p. 7.

En estas tres series, bajo las tres personas identidad del sujeto y de la noción romántica
gramaticales, aparecen distintas versiones en de autor. Esto anularía el previsible intento de
conflicto, sin que pueda privilegiarse ningu- una impostación autobiográfica de Arenas a
na de ellas entre las opciones simultáneas y través del padre Mier.
desjerarquizadas que narran, cada una, los La elección de los capítulos triplicados
orígenes de fray Servando, su inserción en es significativa. Como apunta Borinsky, el
el tiempo histórico y las consecuencias de la Capítulo I establecería la noción de oríge-
lectura del sermón sobre la Virgen de Gua- nes, que así se ve desmentida. El Capítulo
dalupe. En muchas ocasiones, la divergencia II, que narra la salida de Monterrey del Utopía y progreso en El mundo
alucinante, de Reinaldo Arenas:
significante se produce en el interior de un joven Servando, sería el que diera inicio al Fray Servando y el tiempo histórico
simple párrafo. Ya desde el inicio del primero tiempo histórico en la novela, dejando atrás EDUARDO SAN JOSÉ VÁZQUEZ

191
el ahistoricismo de la infancia y la presencia determinante del historiador en
atisbándose el inicio de una posible cuanto se narra, que además no es aquí sino
épica en su primer viaje a la capital una sucesión delirante de hechos.
novohispana. La dispersión de sen- Este recurso paródico hace que, al aplicar-
tido provocada por la divergencia se a contenidos absurdos o recurrir a notas
gramatical y por las contradicciones bibliográficas apócrifas, la obra enfatice la
internas hace que la novela niegue a importancia de los recursos de sugestión y de
partir de aquí la idea misma de His- creación de una voz de autoridad en el dis-
toria. En consecuencia, el Capítulo curso histórico. Foucault considera que estos
VII, donde se describen los efectos recursos institucionales de sugestión son, en
causados por la lectura del sermón realidad, una «coacción», por la que socieda-
de Guadalupe, adelanta a su vez des ritualizadas y restrictivas se apropian del
una teoría de la recepción, por la discurso. Así, considera Foucault, «la verdad
cual las consecuencias de su sermón se desplazó del acto [...] de enunciación hacia
no se podrían reducir a una úni- el enunciado mismo»9. A través de recursos
ca explicación. Además, el capítulo de este tipo, la verdad histórica se muestra
muestra una posición central, al ser en última instancia dependiente de las tres
el que narra el comienzo de la odisea máximas de la poética aristotélica: la necesi-
Portada de El mundo alucinante. represiva de fray Servando desde dad, la coherencia y la verosimilitud, además
la primera prisión en su celda, a la de un conjunto de decisiones retóricas que se
conmutación de la pena de muerte a vinculan al mandato de un decoro poético,
8 cambio del destierro. El descentramiento de como la economía narrativa, la suspensión del
Borinsky, op. cit., p. 612.
este episodio, que es el que comienza a situar interés de los lectores, el diseño arquetípico
9 a fray Servando en la Historia, es, por esto, de los personajes y de las acciones así como la
Michel Foucault, El orden del una forma de advertir que la lectura de su justicia poética de ciertos desenlaces.
discurso, Barcelona, Tusquets,
1973, p. 16. emblema histórico debe ser necesariamente De este modo, El mundo alucinante apa-
controvertida y polémica. rece encabezada por la dedicatoria a Camila
Henríquez Ureña y Virgilio Piñera, por su
LA HISTORIA, DESDE LOS MÁRGE- «honradez intelectual», homenaje que en su
NES DE LA HISTORIA contexto inmediato constituía una innegable
declaración de intenciones políticas contra la
Más allá del recurso descentrador de este Revolución institucionalizada en Cuba. A és-
«juego pronominal», como lo llama Borins- ta le siguen dos epígrafes extraídos del Libro
ky8, la crítica dialéctica de la obra comienza X de Los Mártires y de la Obra general sobre
en los elementos paratextuales que preceden la historia de los mexicanos, de Cristóbal del
la fábula o se sitúan en sus márgenes. En estos Castillo, a través de las que Arenas refuerza
fragmentos se vierten algunas opiniones de el carácter autobiográfico («Y yo también he
Reinaldo Arenas sobre el concepto de Histo- sido desgarrado por las espinas de ese desier-
ria y sobre el uso de la documentación históri- to») y la intemporalidad fatal del sufrimiento
ca que ha manejado para componer la novela. histórico («…de modo que andaréis atemo-
El efecto de dispersión de la verdad histórica rizados; en pago de vuestro valor andaréis
se refuerza entonces en elementos como los venciendo y andaréis destruyendo» –p. 13–).
distintos prólogos y encabezamientos de la El siguiente epígrafe, firmado con las inicia-
novela, las notas de carácter bibliográfico a les «R.A.» a modo de una «Advertencia del
pie de página o el epílogo consignando las autor», avanza la presentación genérica de la
últimas noticias de fray Servando, que re- obra y de sus nociones historiográficas: «Ésta
cuerdan desde el comienzo y a cada paso la es la vida de fray Servando Teresa de Mier,
tramoya diegética del discurso historicista. tal como fue, tal como pudo haber sido, tal
De este modo, la supuesta objetividad de la como a mí me hubiese gustado que hubiera
acción histórica se apoya y se prolonga en sido. Más que una novela histórica o biográ-
la instancia subjetiva del historiador. Así, fica pretende ser, simplemente, una novela»
los mismos recursos que para el discurso (p. 15). Se observa que la triple simetría de la
histórico implican una justificación positiva, frase da lugar a tres conceptos diferentes de
en particular los elementos que remiten a géneros ocupados de la Historia, de los cuales
Utopía y progreso en El mundo fuentes bibliográficas o las declaraciones de el orden de enunciación parece privilegiar
alucinante, de Reinaldo Arenas:
Fray Servando y el tiempo histórico autoridad más o menos veladas de prólogos el último: la historia positivista («tal como
EDUARDO SAN JOSÉ VÁZQUEZ y noticias sobre el autor, sirven para recordar fue»), la aristotélica de la ficción histórica

192
clásica («tal como pudo haber sido») y la Historia, así como, aun bajo el
netamente ficcional, que refuerza el sentido quirófano, no se captará jamás el
de El mundo alucinante con el subtítulo sentimiento de dolor del hombre
original de la obra: Una novela de aventuras. adolorido [...]. Por eso, más que
Reinaldo Arenas se quejaba de que, aun des- en la Historia busco en el tiempo
pués de la reedición supervisada de la novela, (p. 19).
muchos editores habían decidido prescindir
del subtítulo, ignorando así la visión irónica Éstas son ideas que se re-
y crítica que proyectaba sobre sus referentes piten en la novela, con interfe-
históricos10. rencias evidentes entre el texto
Tras los distintos epígrafes, la edición ori- y el paratexto. Por ejemplo,
ginal, publicada fuera de Cuba (en México) se lee: «¡Cuántas ideas!...Y sin
en 1969, incluía una carta a fray Servando, sin embargo, pensó, [...] las mejo-
título, a la que a partir de 1980, con el escritor res ideas son precisamente las
ya exiliado, se le antepone una introducción que nunca logro llevar al pa- Reinaldo Arenas en EE.UU.
titulada «Fray Servando, víctima infatigable», pel, porque al hacerlo pierden
firmada en Caracas el 13 de julio del mismo la magia de lo imaginado» (p.
1980. En este texto, Arenas se pronuncia 72). Tras su refutación historiográfica, la in- 10
Véase Jesús J. Barquet, «Del ga-
explícitamente sobre la idea de Historia que troducción arremete contra la noción de cau- to Félix al sentimiento trágico de
anima El mundo alucinante. Es la ocasión de salidad y la concepción lineal del tiempo, para la vida» (entrevista a Reinaldo
Arenas), en Ottmar Ette (ed.),
que el autor se exprese en términos críticos criticar a través de ella la estética realista desde La escritura de la memoria. Rei-
contra la idea de Historia y de realismo, al una intención política: «Pero últimamente no naldo Arenas: Textos, estudios
y documentación, Frankfurt am
mismo tiempo que declara su ficción dentro sólo tenemos (padecemos) realismo sino que Main / Madrid, Vervuert / Ibe-
de un doble proyecto que no se puede cata- contamos hasta con un realismo socialista, de roamericana, p. 67.
logar, por cierto, sino como historicista: una modo que la realidad ya no sólo es vista desde
11
restitución de la figura de fray Servando en la un ángulo, sino desde un ángulo político» (p. «Éste, no lo olvidemos, era ca-
Gran Historia americana y, a través de ella, 20). Con la misma intención, critica el reduc- si incapaz de ideas generales,
platónicas. No sólo le costaba
una textualización autobiográfica. cionismo, en unos términos que recuerdan a comprender que el símbolo ge-
Arenas señala que comenzó su novela con los del Funes borgeano : «No me cansaré de
11 nérico «perro» abarcara tantos
individuos dispares [...]; le mo-
la idea de recoger, a través de figuras como la descubrir que el árbol de la seis de la mañana lestaba que el perro de las tres y
de fray Servando y la del cubano José María no es éste de las doce del día, ni aquél, cuyo catorce (visto de perfil) tuviera el
Heredia, con quien el dominico se encuentra halo nos consuela al anochecer» (p. 20). Al mismo nombre que el perro de
las tres y cuarto (visto de fren-
al final de la novela, «el ciclo casi mítico del final, promete encontrar la «verdadera» di- te)», Jorge Luis Borges, «Funes el
hombre americano» (p. 17). Éste no sería sino mensión histórica de su protagonista: «Y es memorioso», Ficciones, Madrid,
Anagrama, 1995, p. 134.
el destierro y la búsqueda de «lo imposible en ese plano, en el de víctima inconsolable e
(su patria)» (p. 18). Arenas aclara que «la incansable de la Historia, del tiempo, donde
Historia no certifica si se llegaron a conocer», nuestro amado fray Servando logra su verda-
si bien «todo indica» (p. 17) que coincidieron dera ubicación» (p. 21).
en sus últimos días en el Palacio Presiden- Inmediatamente después, la carta fechada
cial mexicano. El encuentro entre estos dos en julio de 1966 que Arenas encabeza con un
personajes, «que la historia «oficial», como «Querido Servando», precediendo al cuerpo
la mayoría de los instantes importantes, no de la novela, incide en las mismas razones.
registra» (p. 18), haría evidente que el des- En primer lugar, explica cómo ha encontrado
tino del auténtico revolucionario americano la noticia de la existencia de fray Servando,
habría sido subsistir a estructuras de poder de «desde que te descubrí, en un renglón de una
tipo absolutista y colonial, y que el exilio ha pésima historia de la literatura mexicana» (p.
sido asimismo la característica de los prime- 23), y lo frustrante de las investigaciones his-
ros héroes nacionales, cuyo oscurecimiento tóricas con las que pretendió acercarse mejor
completaría más tarde el discurso histórico, a su figura. Después de haber ido a embaja-
ocultando la significación real y precisa de das, a casas de cultura, a museos, «que, desde
sus figuras históricas: luego, nada sabían de tu existencia» (p. 23),
Arenas concluye que «lo que más útil me ha
Por eso siempre he desconfiado de lo «histórico», de resultado para llegar a conocerte y amarte, no
ese dato «minucioso y preciso». Porque, ¿qué cosa es fueron las abrumadoras enciclopedias, siem-
en fin la Historia? [...]. Los impulsos, los motivos, las pre demasiado exactas, ni los terribles libros Utopía y progreso en El mundo
alucinante, de Reinaldo Arenas:
secretas percepciones que instan (hacen) a un hombre de ensayo, siempre demasiado inexactos. Lo Fray Servando y el tiempo histórico
no aparecen, no pueden aparecer recogidos por la más útil fue descubrir que tú y yo somos la EDUARDO SAN JOSÉ VÁZQUEZ

193
12 misma persona» (p. 23). El último párrafo siva de la Historia, se debe a causas políticas,
Véase Barquet, op. cit., p. 73.
deja claro el sentido de restitución histórica que, es necesario subrayarlo, constituyen el
13 de la novela: interés central de Arenas. Y es su descripción
Jean-François Lyotard, La condi-
ción postmoderna. Informe so-
velada lo que comienza deshaciendo todo
bre el saber, Madrid, Cátedra, No aparecerás en este libro mío (y tuyo) como un exclusivismo historiográfico. Aunque Arenas
1988. hombre inmaculado, con los estandartes caracte- hubiese pretendido una refutación exclusiva
14 rísticos de la pureza evangélica, ni como el héroe del discurso historiográfico, sus palabras no
Jean Baudrillard, Cultura y simu- intachable que sería incapaz de equivocarse, o de dejan de transparentar la misión hermenéutica
lacro, Barcelona, Kairós, 1984;
El crimen perfecto, Barcelona, sentir alguna vez deseos de morirse. Estás, querido que da a la obra, contradictoria con una fun-
Anagrama, 1996. Servando, como lo que eres: una de las figuras más ción meramente crítica.
15
importantes (y desgraciadamente casi desconocida)
Fernando Moreno, «La historia de la historia literaria y política de América (p. 24). LA HUIDA IMPOSIBLE: FRAY SERVAN-
recurrente y los nuevos cronistas DO Y LA HISTORICIDAD
de Indias. (Sobre una modalidad
de la novela hispanoamericana Recapitulando la crítica discursiva vertida
actual)», Scriptura, 8/9 (1992), por Arenas en estos márgenes paratextuales, Así, y aparte de la incoherencia de consi-
pp. 151-157.
que se incorporan como parte misma de la derar antihistoricista una obra que comienza
novela prolongando e interfiriendo con sus remitiéndose a una tradición historiográfica,
interpretaciones posibles, es necesario resaltar El mundo alucinante promete una vindi-
que fray Servando aparece como una víctima cación de la figura de fray Servando en su
del discurso histórico tradicional. Esto, unido justo lugar en la historia americana. Parecida
a la crítica general a la noción de Historia, incoherencia es la de pretender impugnar el
podría impulsar a considerar una lectura de El discurso histórico, supliendo datos que la
mundo alucinante como un mero comentario Historia es incapaz de registrar (por ejem-
historiográfico, y las prisiones sucesivas del plo el hallazgo de fray Servando del ágave
dominico, en busca de una imposible plenitud mexicano en Italia, la añoranza del palmar
existencial, serían símbolos de las prisiones tropical por parte de José María Heredia en
dialécticas de la norma historiográfica como las cataratas del Niágara, o el encuentro entre
discurso autoritativo, tal como subraya la el dominico y el cubano), mientras «todo
presencia en las primeras páginas del rígido indica» que esos hechos debieron producirse,
maestro español de las primeras letras del y querer ignorar al mismo tiempo que ese
niño Servando: «¡Condenado él!, que cogió la todo indicador no son sino los documentos
vara de membrillo y me la hizo astillas en la de esa aborrecida Historia: para comenzar,
espalda nada más que porque yo le hacía tres la Apología y la Historia de la revolución de
rabos a la «o» y él dice que no hay que hacer- Nueva España de fray Servando, las biogra-
le ninguno» (p. 27); maestro que le causará, fías clásicas sobre el dominico, o Niágara de
asimismo, su primera «prisión», al encerrarlo José María Heredia. De este modo, aunque la
en el servicio (p. 28). Esto se reforzaría con relectura de Arenas insista en una parodia de
algunas opiniones sobre el discurso histórico estos textos, añadiendo episodios apócrifos
vertidas por Arenas en varias entrevistas12. o simplemente grotescos e inverosímiles, así
Este rango de observaciones bastaría pa- como carnavalizando los que existen, esto no
ra avalar una lectura postmoderna de esta supone sino la defensa de determinada lectura
novela, situándola sobre la muerte de los de esos documentos, y por lo tanto su certifi-
grandes relatos diagnosticada en 1979 por cación instrumental.
Jean-François Lyotard13, o, en sus concepcio- La finalidad manifiesta de la novela his-
nes más rigoristas, de la mano de Jean Baudri- tórica de Reinaldo Arenas, ubicar y reivin-
llard14, sobre la imposibilidad de testificar una dicar la figura a su juicio desatendida de fray
realidad recreada ya en su puro simulacro. Servando Teresa de Mier, hace que la crítica
Suponiendo tal idealismo extremo en la obra historiográfica y antihermenéutica sea par-
de Arenas, cumpliría la definición dada por cial, y que la denuncia historiográfica nazca
Fernando Moreno15 a la nueva novela histó- condicionada por la necesidad más inmediata
rica, como una narrativa que ha dejado de ser de una «historia verdadera». La biografía
«histórica» para pasar a ser «historiográfica»: paradójica y no autoritaria de fray Servando
ha relegado la Historia para pasar a ocuparse no aspira, pues, a quedarse en la crítica pura,
de sus métodos, sustituyéndola por una serie sino a influir en una Historia sancionada por
Utopía y progreso en El mundo inagotable de preguntas. Sin embargo, destaca la tradición, que de este modo se refuerza
alucinante, de Reinaldo Arenas:
Fray Servando y el tiempo histórico que el ocultamiento secular del fraile, además indirectamente. La obra se convierte, así, en
EDUARDO SAN JOSÉ VÁZQUEZ de ser inevitable desde la precariedad expre- un alegato autobiográfico, como por otra

194
parte el propio Arenas nunca escondió: «La dificultad de reducir el relato histórico a un 16
Enrico Mario Santí, «Entrevista
novela [El mundo alucinante] es como una decurso cabal, así como en la necesidad de con Reinaldo Arenas», Vuelta,
reconstrucción de algo que ya existe: es decir, acogerse a cierta complejidad perspectivista. 47 (1980), p. 25.
o reconstruye un poco mi propia vida y la Décadas antes, la escuela de Annales amplió 17
lleva al plano de la novela, o reconstruye una el concepto de relato histórico a diversas co- Paul De Man, «Autobiography
ciudad y toda una serie de personajes»16. rrientes que ofrecen una visión poliédrica de as De-facement», Modern Lan-
guage Notes, 94 :5 (1979), pp.
En este sentido, la peculiar autobiografía la realidad: la historia de las mentalidades, la 919-930.
de El mundo alucinante, que llega a desau- historia de las costumbres, la historia de los
18
torizar su propia referencialidad al difuminar «sin-historia» (que por fuerza desconfía del Véase Philippe Lejeune, El pacto
la unidad subjetiva de fray Servando y del argumento documental), la historia «desde autobiográfico y otros estudios,
Madrid, Megazul / Endymion,
autor implícito, es, sin embargo, un proyecto abajo», la historia de lo imaginario o las dis- 1994.
biográfico que desvela al mismo tiempo la tintas «historias de los vencidos». La nouvelle
conciencia ideológica que lo ha originado, tal histoire propugnada por Jacques Le Goff20 19
De Man, op. cit., p. 930.
como apunta Paul De Man en su estudio so- es, a su vez, un intento de utilizar fuentes
bre el género17. De Man rebate las conocidas alternativas de documentación, que, a pesar 20
Para un resumen de todas las
interpretaciones de Philippe Lejeune18, para de su declarado desdén hacia los aportes de tendencias de esta amplia co-
quien la autobiografía es un modo de afirma- la ficción histórica, se inscribe en el proyecto rriente renovadora, véase Jac-
ques Le Goff, Roger Chartier y
ción referencial basado en un pacto por el que de resignificación histórica al mismo tiempo Jacques Revel (directores), La
el lector reconoce, a través de diversos meca- que admite su propia precariedad, al centrarse nueva historia, Bilbao, Mensa-
nismos, la autoridad del autor y la factualidad con frecuencia en analizar los mecanismos de jero, 1988.

del relato. Por el contrario, De Man observa producción de los discursos.


que el género no responde a una función re- Con estos mismos elementos de juicio,
presentacional, sino a un sistema alegórico, «a sobre todo a partir de las opiniones extrali-
succession of voiceless tropes»19, por el que al terarias de Arenas sobre la Historia, Rodrí-
autor implícito confiere un sentido ejemplar guez Monegal tuvo, en efecto, la precaución
a ciertos hechos particulares, desfigurando el de no calificar la novela ni el conjunto de la
rostro real e intransferible del sujeto. El mun- obra corriente de su autor como postmoder-
do alucinante parte de esta conciencia para nas. Por otra parte, era difícil que hacia 1965,
lograr una autobiografía netamente alegórica, en Cuba, Arenas pudiera estar pensando en
ejemplar y política. Así es como la alegoría, tales categorías de análisis. Si bien esto no
que si bien podría mitigar un recto historicis- impide realizar una proyección postmoder-
mo, sirve en la novela de Arenas como sínto- na de obras anteriores al auge definitivo de
ma de una hermenéutica histórica. dichas teorías a partir de la década de los
Los fines profundos de El mundo aluci- setenta, es manifiesto, sin embargo, que las
nante, contrarios a una mera y algo ociosa versiones postmodernizantes de El mundo
impugnación historiográfica, no la discrimi- alucinante no añaden diferencias sustanciales
nan en lo sustancial de una «historia total» respecto a las observaciones de Monegal, sin
a través del irrealismo, que puede incluso que éste haya tenido que referirse a tales tér-
coincidir con los conocidos planteamientos minos, que sin duda no ignoraba, ni, lo que
totalizadores de Georg Lukács (la ficción co- importa, sin que haya necesitado extender la
mo Historia). Quizás a la vista de los medios innegable crítica dialéctica de Arenas a una
y los recursos narrativos que Arenas dispone aporía.
para esa finalidad historicista y política se ha Mientras que Alicia Borinsky considera
querido realizar una lectura antihistoricista y que la novela de Arenas es un «juego» au-
postmoderna de esta novela. Pero esta apa- torreferencial, sin posibles soluciones his-
riencia de disolución nihilista no debe llevar a toricistas, y que únicamente se trata de un
engaño. El descentramiento, la simultaneidad análisis de los mecanismos de producción
de las versiones, el absurdo, el humorismo o de ilusiones narrativas, Rodríguez Monegal
la recurrencia a fuentes documentales hetero- atenúa esta afirmación de la obra areniana
doxas no tienen por qué apartarse de forma como aporía metahistórica, al considerar que
decisiva de los presupuestos de algunas co- dicha intención se integra, en la práctica, y en
rrientes historiográficas renovadoras. contradicción con la teoría poética del autor
Incluso la «Historia total» de los neomar- cubano, en un proyecto autobiográfico. De
xistas como Eric Hobsbawm o Josep Fon- hecho considera que el ahistoricismo seña-
tana, en su crítica a los métodos y conclu- lado por la dispersión del sujeto gramatical, Utopía y progreso en El mundo
alucinante, de Reinaldo Arenas:
siones tradicionales del positivismo y aun por la simultaneidad de versiones factuales y Fray Servando y el tiempo histórico
del materialismo, ha estado de acuerdo en la por la naturaleza subjetiva y paradójica del EDUARDO SAN JOSÉ VÁZQUEZ

195
21 retrato de fray Servando no deja de proponer las cualidades más graves de su pensamiento
Véase Rodríguez Monegal, op.
cit., p. 9. un relato progresivo. En primer lugar, por histórico, político y teológico. En cierta me-
afiliarse al marco biográfico, que va desde la dida, el prejuicio pintoresquista se ha adue-
22
Véase Lyotard, op. cit, pp. 25-
infancia a la muerte del protagonista; y, en ñado también de la crítica areniana, y puede
28. Lyotard trata los actos de segundo lugar, porque El mundo alucinante considerarse que no le faltan razones a Béjar
habla como un conjunto de re- se alinea en paralelo a un proyecto narrativo para sostener que la biografía de Arenas ha
glas asimilables a las de los jue-
gos. A partir de éstas, aborda la de mayor alcance, una serie de novelas que, llamado la atención de los lectores de forma
autoconciencia contemporánea en número de cinco, componen la que Arenas desmedida, en demérito de otras aporta-
que invita al placer lúdico de
actos de habla no performa- ha denominado su «Pentagonía cubana», sín- ciones críticas y teóricas. Desde este punto
tivos. No obstante, matiza su tesis de los términos «pentalogía» y «agonía», de vista, Béjar cree que «Arenas busca el
gratuidad significativa: «Pero,
sin duda, hasta ese placer no es
compuesta por las novelas Celestino antes del desmantelamiento del concepto tradicional
independiente de un sentimiento alba, El palacio de las blanquísimas mofetas, de la obra literaria como agente logocéntrico
de triunfo, conseguido al menos Otra vez el mar, El color del verano y El denotativo de una verdad exterior»27. Según
sobre un adversario, pero de
talla, la lengua establecida, la asalto. Para Rodríguez Monegal, el ciclo de la esto, el propósito de Arenas al escribir su
connotación»: ibid., p. 28. «Pentagonía» forma una dilatada Bildungsro- novela habría sido ensayar una epistemolo-
23 man en varios volúmenes21. gía antiilustrada, por lo que se habría valido
Eduardo C. Béjar, La textualidad Todo lo expuesto se contradice con la tesis intencionalmente de un personaje del siglo
de Reinaldo Arenas. Juegos de
la escritura postmoderna, Ma-
principal de Eduardo C. Béjar, el autor más XVIII.
drid, Playor, 1987, p. 11. representativo de las interpretaciones post- Desde esta autosuficiencia literaria de
modernas de la obra de Arenas. Este crítico la novela, el crítico intenta demostrar que
24
Id. parece inspirarse en el concepto de «juego las prisiones a las que se refiere El mundo
de lenguaje» desarrollado por Jean-François alucinante serían las dialécticas, impugnan-
25
Ibid., p. 115. Lyotard22, al considerar que en el «juego do a partir de aquí cualquier interpretación
evasivo» de la obra de Arenas «América cifra autobiográfica y, en definitiva, política o
26
Véase David A. Brading, Los
otra vez su larga tradición de resistencia a la histórica. Lo cierto es que la lectura de Béjar
orígenes del nacionalismo mexi- violación reduccionista del logos europeo»23. no deja de ser sugestiva y, en razón de sus
cano, México, Secretariado de Aun obviando el violento reduccionismo de propias expectativas, inobjetable. El crítico
Educación Pública, 1973, pp.
62-63. la aseveración, este análisis postmoderno de cubano propone considerar que la sucesión
la obra de Arenas, que en el alud bibliográfico potencialmente infinita de prisiones y fugas
27
Béjar, op. cit., p. 211. sobre el escritor cubano no deja de ser uno del protagonista de El mundo alucinante
de los más valiosos, constituye, en abierta compone una alegoría de la pulsión antidia-
28
Ibid., p. 75.
contradicción con «la lógica antidialéctica de léctica de Arenas, tratando de superar los
nuestro presente saber»24, un prolijo centón códigos del binarismo y de la objetividad mi-
de filosofía occidental, que por momentos mética. El propio fray Servando no tendría
parece usar la obra de Arenas como simple otro significado que el de «figura» y «pala-
pretexto. bra»; su función en la novela estaría determi-
Béjar sostiene que la mayoría de la crítica nada por su carácter de escritor, y le serviría
precedente ha guiado su lectura areniana por a Arenas para la problematización de la lite-
códigos externos que distraían de los valores ratura política de Hispanoamérica. De esta
fundamentales de dichas ficciones: «su am- manera, convertida la novela en «teatro de la
plio campo de trabajo ha sido constreñido a escritura»28, todos sus elementos actanciales
la faceta de la re-escritura de la historia y de son símbolos diegéticos. Por ejemplo, las ra-
la autobiografía, o juzgada inoperante como tas que infestan la celda de fray Servando en
marcadora de literaturidad de escritura por Las Caldas de Santander serían las letras que
la dimensión extratextual de su pretensión devoran el espacio textual, formas del pensa-
ideológica»25. Por el contrario el crítico cu- miento dialéctico, en oposición a las «dos o
bano defiende la dimensión exclusivamente tres hormigas locas» (p. 91) que cruzan por
crítica de la obra areniana, lo que denomina el techo, en las que se reconocerían las ideas
la «entre-textualidad» de la obra, frente a las libres del fraile. En los últimos capítulos, la
nociones semióticas de extratextualidad e búsqueda de un encuentro trascendente con
intertextualidad. Lo cierto es que Béjar podía la divinidad por parte de fray Servando, im-
haberse referido a la obra de Arenas en tér- posible desde la prisión normativa del logos,
minos semejantes a los que maneja David A. es, para Béjar, una mística del conocimiento
Brading26 al referirse a fray Servando. Para humano.
Utopía y progreso en El mundo este historiador, la fascinación picaresca por Así, ante la vista de la procesión de Gua-
alucinante, de Reinaldo Arenas:
Fray Servando y el tiempo histórico la vida del dominico mexicano distrajo la dalupe desde el Palacio Nacional, Heredia
EDUARDO SAN JOSÉ VÁZQUEZ atención sobre la originalidad de su obra y conmina al fraile: «hay que romper este

196
encantamiento engañoso» (p. 296). La idola- en las dos páginas siguientes mediante el sin- 29
Alejandro Herrero-Olaizola,
tría mariana, que fray Servando comienza a tagma «campanas, campanas», recurso con el «Las alucinantes peregrinaciones
despreciar después de haber sufrido prisiones que la narración consigue que el ritmo y los de Fray Servando en El mundo
alucinante de Reinaldo Arenas»,
por defender el culto guadalupano, es, así, el significantes fónicos obliteren el significado, en Narrativas híbridas: Parodia
símbolo de la estafa de los significantes, frente subrayando la recaída del protagonista en la y postmodernismo en la ficción
a una genuina mística del conocimiento. La engañosas apariencias del logos. Fray Servando contemporánea de las Américas,
Madrid, Verbum, 2000, p. 65.
lucha utópica del fraile se reduce, a su vez, a la se ha resignado a sus momentos más críticos
crítica antidialéctica y al impulso irracional de de duda: «Es que no hay salida. Es como si a 30
Alejandro Herrero-Olaizola, «El
trascender la prisiones expresivas. Así cuando cada momento fuera enterándome de lo inútil mundo alucinante o el «postmod-
el fraile protesta: «¿Servir a esa chusma brutal de esas huidas» (p. 122). En definitiva, para ernismo» de Reinaldo Arenas:
visiones y re-visiones paródicas
que todo lo reduce a esquemas?» (p. 294). Béjar, fray Servando ha llegado a la conclusión de la historia de fray Servando»,
Fray Servando siente, al mismo tiempo, que la de que el sistema dialéctico y el historicismo Symposium. A Quaterly Journal
plenitud del paraíso, símbolo de la inteligencia causal componen los elementos discursivos de in Modern Foreign Literatures,
48:2 (1994), pp. 120-134.
absoluta para Béjar, es improbable: «Y, ¿real- que se nutre su propia rebelión antidialéctica:
mente, estamos en el paraíso? ¿Y, realmente «¿Para qué quieres modificar lo que precisa- 31
En 1967, refiriéndose a su
[...] existe tal paraíso?» (p. 295). Al final, el mente te forma?... No creo que seas tan tonto propia novela, premiada en el
protagonista sentiría que sólo la muerte puede como pensar que existe alguna manera de concurso de novela de la UN-
EAC en 1966, pero aún inédita,
liberarlo de la estafa dialéctica: liberarte» (p. 95). En general, es extraño que Arenas ya declaraba haberla
el crítico ignore, de acuerdo a esta misma so- cambiado mucho respecto al
Y de golpe, oyendo aquel escándalo que volvía a lución dentro de su esquema interpretativo, el original a concurso, e incluso
llegó a pensar en cambiarle el
enloquecerlo, presintió que durante toda su vida desfase entre la teoría disgregadora de Arenas título. Ette, op. cit., p. 99.
había sido estafado. [...] Entonces tuvo la revelación. y la práctica irremediablemente historicista en
Pensó que el objetivo de toda civilización (de toda que, consecuentemente, recae la novela.
revolución, de toda lucha, de todo propósito) era al- En una línea de interpretaciones seme-
canzar la perfección de las constelaciones, su armonía jante, Alejandro Herrero-Olaizola ha con-
inalterable (p. 303). siderado que El mundo alucinante desvirtúa
cualquier tipo de conocimiento histórico,
Fray Servando, sin embargo, llega a con- asimilando éste a la ficción, en una progresiva
siderar que su empeño es imposible: «Pero «quijotización» de fray Servando. Fruto de la
jamás —dijo en voz alta—, llegaremos a tal alternancia indistinta de Historia y literatura,
perfección, porque seguramente existe algún la novela «no aspira a «contar la verdad» o a
desequilibrio» (p. 304). En pleno trance mís- establecer cómo llegar a ésta, sino más a bien
tico de fray Servando, Arenas opone, en una a cuestionar (a través de la parodia) la verdad
antítesis de raíz platónica (filosofía/ poesía), que se cuenta»29. En otro estudio, Herrero-
el desconcierto de Heredia ante el compor- Olaizola30 subraya que el propósito de esta
tamiento enajenado del fraile. Mientras, el novela es vetar la posibilidad del conocimien-
poeta, representante de la logomaquia y el to histórico desde la imposibilidad de rastrear
fraude expresivo, contempla atónito el trance un referente. La inexactitud del discurso
del fraile, éste percibe que se aproxima al nú- comenzaría en el intento de establecer la ge-
cleo ontológico ajeno a la Historia, una bola nética bibliográfica de El mundo alucinante,
de fuego: que llevaría a la primera edición en francés
de 1968, previa a la primera edición española
Y ya iba a desprenderse a otros sitios remotos, a ha- de 1969, con el título Le monde hallucinant.
bitar un tiempo donde no existía la memoria, sólo un Así, la edición príncipe de la novela se trata
presente despoblado. El principio, la revelación: ya de una traducción del manuscrito original,
—Dios —dijo entonces—. Voy hacia Dios. que más adelante sería revisado por el autor y
Y ya se impulsaba, y ya alzaba los brazos. Pero el publicado en español como texto «original»31.
gran escalofrío [...] lo recorrió de nuevo. Y el fraile Esta dispersión de los originales señalaría
dudó. Y sintió miedo. Miedo de que al final de aque- la imposibilidad de cualquier acercamiento
llos vastos recintos no hubiese nadie esperándolo. histórico, que se evidencia en la parodia de
Miedo a quedarse flotando en un vacío infinito, los materiales del licenciado Borunda que
girando por un tiempo despoblado, por una soledad sirvieron a fray Servando para componer
inalterable donde ni siquiera existiría el consuelo de su versión de la leyenda de Guadalupe, y se
la fe (p. 304). refuerza con la reducción al absurdo de las
fuentes biográficas sobre el fraile, o con su Utopía y progreso en El mundo
alucinante, de Reinaldo Arenas:
Al final, consigue sacarlo del trance el rui- contaminación con textos ficcionales, como Fray Servando y el tiempo histórico
do de las campanas, repetido aliterativamente Orlando, de Virginia Woolf. EDUARDO SAN JOSÉ VÁZQUEZ

197
32 EL TIEMPO DEL RELATO Y EL TIEM- aristocrático» con el carácter político de la
Ibid., p. 98.
PO HISTÓRICO crítica a la tradición discursiva34.
33 ¿Cómo responde, entonces, el entramado
Hobsbawm, op. cit., p. 199.
En este capítulo dedicado a la
La circularidad y la inmanencia del tiem- novelesco de Arenas a la incitante llamada del
historiografía postmoderna, con- po, que sustituyen a la noción progresiva de sentido histórico? A pesar de su parodia a los
sidera que esa verificabilidad la Historia como patrón organizativo de la recursos de fijación de la verdad histórica, es
«no puede ni siquiera evitar
totalmente la terrible acusación ficción histórica de Arenas, ha sido uno de imposible ignorar que la crítica epistémica de
de «positivismo»» (id). los argumentos más invocados para señalar Arenas necesita demostrar una lectura históri-
34 esa postmoderna imposibilidad, que indi- ca concreta en la que poder justificarse y veri-
Véase Linda Hutcheon, A Theory caría la impugnación de la idea ilustrada de ficarse. Se debe tener en cuenta, fundamental-
of Parody. The Teaching of Twen-
tieth-Century Art Forms, New
progreso. Pero, como ya se ha apuntado, Ro- mente, que fray Servando Teresa de Mier fue
York, Methuen, 1985, pp. 28- dríguez Monegal observa que si, por un lado, un polemista, perfil que deja su escritura muy
29. la estructura cíclica y fatalista que sugiere la alejada de la aporía, y como tal lo presenta la
35 articulación de las acciones de fray Servando novela, sin que el autor evite reflejarse en él.
El término es de Fernando Ainsa, en una dinámica reiterativa de fuga y prisión A pesar de la «derrisión»35 que opera el narra-
para referirse a la deconstruc-
ción paródica y humorística apunta una concepción cíclica de lo histórico, dor sobre la figura del fraile, sobre su unidad
que la ficción histórica reciente por otro lado, la pertenencia de la novela como sujeto y sobre las razones históricas que
hace de los referentes históricos
(Ainsa, op. cit., p. 16).
al género de la (auto)biografía implica una aparecen en sus escritos, Arenas ha necesitado
sucesión lineal, en la que la muerte propicia documentar una versión histórica sobre la que
36 la liberación postrera del fraile. No obstante, justificar el hartazgo epistemológico.
Véase René Jara, «Aspectos de
la intertextualidad en El mundo se debe replicar parcialmente a esta idea con Sin embargo, varios críticos han huido de
alucinante», Texto Crítico, 13:5 el «viaje a la semilla» que supone el relato de las lecturas más limitadamente metahistóricas.
(1979), pp. 219-235.
Arenas. El fraile, en el momento de morir, re- De este modo, René Jara36 y Emil Volek con-
37 gresa a su infancia, cerrando el progreso de la sideran que la novela no alcanza el ludismo
Volek, op. cit., p. 147.
narración sobre sí misma: «Y luego volviste a antimimético que dejaría sugerir la intención
38 Monterrey, pues ya eras un muchacho. Y em- de estos recursos. Volek considera que, a causa
Ibid., p. 138. prendiste el regreso a la casa, desde el corojal» de su referencialidad que no deja de proyectar
39 (p. 311). Además, el capítulo añadido a modo a través de la alegoría, El mundo alucinante es
Elzbieta Sklodowska, «El mundo de epílogo, «Últimas noticias de fray Servan- una obra fallida. Cree que la obra «fracasa [...]
alucinante: historia y ficción» en
Hernández Miyares y Rozenc- do», cuenta los avatares humillantes del cadá- por abandonar la imaginación carnavalesca
vaig (eds.), op. cit., p. 159. ver, cuya momia terminó exhibida «como una por un mensaje directo [...] cuyo vehículo es
40
víctima de la inquisición» en un circo belga, la gastada alegoría tradicional [...]. Resulta
Andrea Pagni, «Palabra y sub- con lo que el narrador aclara que «realmente, una obra neovanguardista a medio hacer»37.
versión en El mundo alucinan- sus restos no alcanzaron el merecido reposo» La tesis de Volek saca a la luz los códigos
te», en Ette (ed.), op. cit., pp.
139-148. (313). En este sentido, Ottmar Ette cree que contextuales diseminados en la novela, y es
Arenas combina en la novela los dos esque- la única que pone en una relación de directa
41
Eduardo G. González, «A razón mas temporales, el circular y el progresivo, necesidad la estética irrealista de la obra con
de santo: últimos lances de fray para afirmar que «en otras palabras, no borra su contexto real. La explicación es tan sencilla
Servando», Revista Iberoame-
ricana, 92-93:41 (1975), pp.
la Historia sino refuta su omnipotencia»32. como evidente. Los procedimientos desreali-
593-603. Pero el biografismo que señala Rodríguez zadores de la novela «[sirven] tal vez de una
Monegal para contradecir su eventual aporía hoja de parra para protegerse de la ira de los
no es lo que separa El mundo alucinante de nuevos césares»38.
una absoluta refutación de las nociones his- Elzbieta Sklodowska considera que El
tóricas. Tampoco lo es el innegable debate mundo alucinante propone una enajenación
historicista que se proyecta sobre la tradición brechtiana que impide toda identificación
metodológica: en primer lugar al pretender del lector con el texto, a pesar de lo cual éste
situar la propia novela tras ciertas formas «no desemboca en un nihilismo en cuanto al
discursivas de la novela histórica y de la his- progreso histórico»39. Andrea Pagni40 apunta
toriografía, y, en segundo lugar, por respetar la doble dirección connotativa de la obra: en
la característica que Eric Hobsbawm defiende cuanto a los modos de narrar, dirigiéndose
para cualquier intento de conocimiento: la ve- contra Carpentier; y en el plano autobiográ-
rificabilidad33, que en este caso se produce en fico y apologético, lleno de alusiones reales.
el ámbito de los debates metodológicos. Este Por último, Eduardo G. González41, quien
tipo de crítica del historicismo es, para Linda llega a comparar las características esenciales
Utopía y progreso en El mundo Hutcheon, la única índole representacional y menos aparentes de la obra areniana con
alucinante, de Reinaldo Arenas:
Fray Servando y el tiempo histórico que cabría considerarse en las ficciones post- la épica de Victor Hugo, interpreta que la
EDUARDO SAN JOSÉ VÁZQUEZ modernas, conjurando su riesgo de «nihilismo pulsión mística del protagonista inscribe a

198
Arenas en la tradición romántica, en un final Congreso Constituyente mexicano de 1823 42
Véase Pagni, op. cit., p. 145.
o desdoble irónico de la misma, que aborda la de los peligros de los modelos inglés y esta-
inserción del individuo en el contexto históri- dounidense y de un federalismo para el que 43
Julio Ortega, El discurso de la
co, su búsqueda de identificación y plenitud, los mexicanos no estaban preparados: «Yo abundancia, Caracas, Monte
y los conflictos existenciales de sentir el pro- siempre he estado por la federación, pero una Ávila, 1992, p. 78.
pio ser en desequilibrio con la época. federación razonable y moderada, una federa-
44
Un pasaje de la novela desvela que Arenas ción conveniente a nuestra poca ilustración y La cita es literal, de la Pro-
no ha pretendido alejarse de la razón, y en a las circunstancias de una guerra inminente, fecía del doctor Mier sobre la
federación mexicana, en Fray
particular de las razones históricas, mos- que debe hallarnos unidos» (p. 275)44. El Servando Teresa de Mier, Ideario
trando una actitud, al contrario, ideológica mundo alucinante muestra a un Mier, que, al político (prólogo, notas y crono-
logía de Edmundo O’Gorman),
y lascasiana. En varias ocasiones, Arenas se igual que Bolívar, y al igual que Arenas, había Caracas, Biblioteca Ayacucho,
refirió a la necesidad de recuperar el discurso dado su ilusión a un ideario liberador y utó- 1978, p. 294.
histórico de las manos de los vencedores42. pico que con el tiempo comienzan a trocar en
45
En el momento en que el perseguidor de fray un posibilismo político. El Bolívar que avisa- Simón Bolívar, «Discurso de
Servando, Francisco Antonio León, le tiende ba al congreso de Angostura de que «cuanto Angostura», en Doctrina del li-
bertador (prólogo de Augusto
una trampa en la que captura al fraile, éste más admiro la excelencia de la Constitución Mijares, compilación, notas y
proclama: «He sido ofendido, y todo no ha Federal de Venezuela, tanto más me persuado cronología de Manuel Pérez Vi-
la), Caracas, Biblioteca Ayacu-
sido más que por decir lo que honestamente de la imposibilidad de su aplicación a nuestro cho, 1976, p. 108.
entendía y pensaba. He sido desterrado de estado»45, federalismo en el que no dejaba
mi patria y vilipendiado, solamente porque de predecir «la muerte del gobierno, cuyos 46
Ibid., p. 118.
quise que la verdad ocupase su lugar» (p. 139); herederos son la anarquía, la usurpación y
pero su perseguidor termina aconsejándole: la tiranía»46, podría ser el mismo Mier que 47
Mier, op. cit., pp. 289 y 293.
«lo que más se debe ocultar es la razón, pues comenzaba defendiéndose «¿se podrá dudar
casi nunca nos sirve para nada, y solamente es de mi republicanismo? [...]; yo también fui ja- 48
Ibid., p. 290.
arma de los vencidos» (p. 142). A pesar de ello cobino»47, recordando su pasada oposición al
y de verse capturado de nuevo a causa de su Plan de Iguala y a los Tratados de Córdoba y 49
ingenuidad y de la obstinada argumentación reafirmando la independencia como única so- Ibid., p. 292.

de sus razones, sin la que probablemente ya lución digna, para concluir, sin embargo, que 50
estaría libre, el fraile no se deja vencer por el «querer desde el primer ensayo de la libertad Ibid., p. 297.

punto de vista de León. Al contrario, con- remontar hasta la cima de la perfección social
tinúa con sus alegaciones y escritos, de los es la locura de un niño que intentase hacerse
que la propia novela de Arenas se extiende un hombre perfecto en un día»48. Asimismo,
como un episodio apologético más. Así, en «el pueblo siempre ha sido víctima de la se-
el coloquio que fray Servando sostendrá en ducción de los demagogos turbulentos, y su
México con Iturbide, el fraile le replica al voluntad numérica es un fanal muy oscuro»49.
emperador recién coronado: «—No pretendo Por eso, busca esa «nación sensata [que] no
obtener ningún éxito si no es a través de la gusta de principios generales ni máximas
razón. Para serle franco y andar sin ambages, abstractas, porque son impertinentes para el
señor Agustín, lo que usted ha hecho no es gobierno del pueblo»50.
más que un puro fraude...» (p. 270; la cursiva La certeza de que la tradición nacional
es del texto). En un sentido que se puede es un artificio de canonistas descreídos no le
aplicar ahora, Julio Ortega se ha referido al sirve a Arenas para impugnar la factualidad
«espacio liberado»43 de una historiografía y desmontar toda posible historia, sino para
hispanoamericana propia, representada en las limitar los alcances de ambas, y ofrecer una
reescrituras paródicas de la nueva narrativa precisa versión histórica de los problemas
histórica frente a la Historia oficial. Tratar de políticos de Hispanoamérica. Es más esclare-
ocultar la dimensión connotativa e historicista cedor de los sentidos de El mundo alucinante
de esta narrativa y de la obra de Arenas bajo apartarse de la lectura estrictamente crítica
la exclusividad de lo metahistórico significa y antihermenéutica, que considera, como ha
olvidar los matices de ese espacio de la His- hecho Eduardo C. Béjar, que la mística y el
toria que ya no estaría, pues, liberado, sino «paraíso» cuya búsqueda define el tránsito
«desocupado». Un relativismo que la vida y la vital de fray Servando en la novela responden
obra de Arenas no dan lugar a ofrecer. a una pulsión antidialéctica. Por el contra-
Por eso, aparte del Sermón de Guadalupe, rio, esa pulsión se aviene a la lucha contra el
el otro nudo discursivo, entre los escritos dogmatismo que caracterizó la pugna histo- Utopía y progreso en El mundo
alucinante, de Reinaldo Arenas:
del padre Mier, que desarrolla la novela es la riográfica del fraile, y se manifiesta en la obra Fray Servando y el tiempo histórico
llamada Profecía, en la que Mier advertía al con una estética vanguardista que, asimismo, EDUARDO SAN JOSÉ VÁZQUEZ

199
51 obedece en parte a la autocensura y el exilio nido lugar, ya que su primer encausamiento
Octavio Paz, Los hijos del li-
mo. Del romanticismo a la van- interior de su autor. La lucha del Mier histó- data de 197452. Y, sobre todo, la crítica ge-
guardia, Barcelona, Seix Barral, rico contra los conceptos absolutos, así como neral que, entonces, anima esta obra tiene su
1974, p. 78.
el significado más plausible de ese «paraíso», objeto en una idea de utopía en cuyo debate
52 deben reubicarse en la intención política del debería situar el lector las citas de la novela
Para una noticia de los periplos personaje que se queja «¿esto es el fin? ¿Esta entresacadas para este artículo. El mencio-
de prófugo de Arenas hasta su
detención en el Parque Lenin de hipocresía constante, este constante repetir nado «fraude» de los esquemas dialécticos
La Habana, véase Juan Abreu, que estamos en el paraíso y que todo es per- transparenta, en estas ocasiones, la arrogancia
A la sombra del mar. Jornadas
cubanas con Reinaldo Arenas, fecto?» (págs. 294-295). Una queja que alude absolutista de ciertas ideas frente a la tradi-
Barcelona, Casiopea, 1998. Los a las utopías del siglo y que constituye una ción y la experiencia. Una idea cartesiana de
hermanos Abreu fueron testigos
y protagonistas de esos días, de
reivindicación formal de la Historia y del la utopía contra la que el padre Mier empleó
los que se extrae este recuento progreso, en todo cuanto éste se opone a la sus últimos esfuerzos ante los constituyentes
aún más detallado que el de utopía perfecta. mexicanos, pretendiendo asentar una noción
la autobiografía areniana. Es
interesante, con todo, destacar La supuesta postmodernidad de la obra ilustrada del pensamiento utópico vinculada
las ocasiones en que compara la de Arenas no sería, pues, objetable si no im- eminentemente a la experiencia.
odisea areniana con El mundo
alucinante. Véanse pp. 49, 61, plicara una rígida exclusión de cualquier valor De este modo, Arenas se propuso un
67, 79 y 178. historicista. En su lugar, es preferible atender alegato de la figura del padre Mier que los
53
a las definiciones que muchos autores han historiadores contemporáneos tardaron en
Luis Villoro, El proceso ideoló- hecho de la modernidad, como un concepto alcanzar, llevados antes del influjo picaresco
gico de la revolución de Inde- cuyo sentido original nace ya de la negación de su biografía. Así, Arenas coincide en las
pendencia, México, Secretaría
de Educación Pública, 1986, p. y la crítica, y que encuentra en la razón su apreciaciones de Luis Villoro, para quien
234. potencialidad autodisolvente. Octavio Paz ha la Profecía puede considerarse como el pri-
54 observado varios de estos momentos antimo- mer planteamiento mexicano del tema de
Véase Eduardo San José Váz- dernos de la modernidad, que para el autor la «revolución desdichada»53. La atención
quez, «Evolución e importancia
del pensamiento histórico de
mexicano pueden representarse idealmente de Arenas se concentra en la invitación de
fray Servando Teresa de Mier», en la tendencia romántica de crítica a la mo- Mier a un «federalismo templado», que debe
Cuadernos de Estudios del Siglo dernidad ilustrada y utópico-revolucionaria. traducirse como una propuesta de solucio-
XVIII (Universidad de Oviedo),
15 (2005), pp. 209-232. Frente a ésta, y al igual que las obras de Mier y nes conciliadoras dentro de un posibilismo
Arenas, la literatura romántica «es revolucio- político «conveniente a nuestra poca ilustra-
55
Jacques Le Goff, El orden de la naria no con sino frente a las revoluciones del ción» (p. 275). Desde este mismo punto de
memoria. El tiempo como imagi- siglo»51. De acuerdo con Eduardo G. Gonzá- vista, la figura de Mier se ha revaluado hoy
nario, Barcelona, Paidós, 1991.
lez, sitúo la obra de Arenas en una perspecti- gracias a las observaciones de historiadores
56 va, pues, más amplia, dentro de una temática como Edmundo O’Gorman, André Pons,
José Antonio Maravall, «El pen- típicamente romántica, que es una invitación André Saint-Lu o David A. Brading, quie-
samiento utópico y el dinamismo
de la historia europea», en José a la Historia frente a la utopía nacida de los nes aprecian la influencia final de Mier en
Antonio Maravall et. al., La uto- sueños de la razón. el posibilismo de Bolívar, Blanco White o
pía y las utopías, Madrid, Aso-
ciación Cultural Hispano-Norte- varios de los constitucionalistas mexicanos54.
americana, 1976, p. 18. LA REVOLUCIÓN DESDICHADA: La idea ilustrada del dominico, como la de
UTOPÍA Y PROGRESO Arenas, a propósito de la utopía se aparta de
una pretendida postmodernidad, para situarse
Lo afirmado hasta aquí se resume en un con las observaciones de autores como Jaques
rescate de la figura del padre Mier desde un Le Goff55 o José Antonio Maravall acerca de
punto de vista que, en definitiva, poco tiene la verdadera utopía, como aquélla que huye
que ver con un estrecho autobiografismo. de una formulación o localización (u-topos)
Sería imposible que Arenas pudiera realizar precisa y restringida, para afirmarse en un
tal identificación metafórica en 1965, cuando deseo permanente de mejora: aquel impulso
escribe la novela. Los avatares de persecución (si se quiere aquí, místico) por el cual «no se
y exilio que podían vincular al autor con el planifica la libertad, sino que se planifica para
protagonista de su novela aún no habían te- la libertad» 56.

Utopía y progreso en El mundo


alucinante, de Reinaldo Arenas:
Fray Servando y el tiempo histórico
EDUARDO SAN JOSÉ VÁZQUEZ

200
Eva Mª Valero Juan

Doctora en Filología Hispánica


por la Universidad de Alicante y
profesora de Literatura Hispano-
americana en la misma. Su trayec-
toria investigadora se ha centrado
en la literatura peruana, fruto de la
cual son diversos artículos y los li-
bros La ciudad en la obra de Julio
Ramón Ribeyro (2003) y Lima en
la tradición literaria del Perú. De

RECONSTRUYENDO EL CAMINO la leyenda urbana a la disolución


del mito (2003). Otra línea de in-
vestigación es el estudio de la obra

DE ERCILLA… americanista de Rafael Altamira y


las relaciones culturales entre Es-
paña y América durante las prime-

BELLO, MISTRAL Y NERUDA ras décadas del siglo XX, que dio
lugar al libro Rafael Altamira y la
«reconquista espiritual» de Amé-
EVA Mª VALERO JUAN rica (2003). Asimismo es editora,
junto con otros investigadores, de
varios volúmenes colectivos como
son Rafael Altamira: historia, lite-
ratura y derecho (2004); Recupe-
raciones del mundo precolombino
y colonial en los siglos XIX y XX
hispanoamericanos, América sin
nombre (nº 5-6) (2004); Relacio-
En el texto titulado «Nosotros, los in- sus páginas es necesario exponer algunas cues- nes culturales y literarias entre
dios», Pablo Neruda concluye con una idea tiones esenciales para comprender después los países del Río de la Plata,
que he tomado para dar título a este artículo, las formas con que la historia ha modelado la Revista del Río de la Plata (nº 29-
30) (2006). Entre 2005 y 2006 ha
puesto que en ella encuentro el punto de par- figura de Ercilla. editado las antologías El Quijote
tida idóneo para hilvanar las visiones sobre La primera cuestión de la que debemos en Perú y El Quijote en México
en el Centro Virtual del Instituto
la figura de Alonso de Ercilla que proponen partir es que La Araucana tuvo un fuerte Cervantes, y La casa de cartón de
Andrés Bello, Gabriela Mistral y el mismo influjo en las letras hispánicas desde el siglo Martín Adán (2006) en la editorial
Huerga y Fierro. En la actualidad
Neruda: «Compañero Alonso de Ercilla: La XVII en adelante, tanto en la producida desde orienta su investigación hacia el
Araucana no sólo es un poema: es un cami- España como en la escrita en América; re- estudio de la literatura hispano-
no»1. Como veremos, esta apelación directa cordemos como ejemplos paradigmáticos de americana colonial, con especial
dedicación al Virreinato del Perú.
de Neruda a Ercilla contiene la clave para esa influencia el Arauco domado de Pedro de
comprender las motivaciones que determinan Oña en el ámbito americano, y en el español
una recepción hispanoamericana del poeta la comedia de Lope de Vega Arauco domado
que tiende a la apropiación y al reclamo de su por don García Hurtado de Mendoza3. Sin las letras hispánicas», en el que
figura y de su obra como fundadoras del mito embargo el autor, Alonso de Ercilla, no es un referencia todas las obras pro-
ducidas tanto en España como
épico de Chile. Si La Araucana es un camino personaje histórico que haya dado lugar a una en Chile que se inspiraron en La
para Neruda, cuyo rastro vamos a seguir a amplia recuperación literaria, a excepción de Araucana, entre las que destaca-
mos, como ejemplos principales
través de la mirada de los autores citados, lo es algunos poemas o fragmentos poéticos, como en la literatura española áurea,
fundamentalmente porque Ercilla humanizó los de Carlos Pezoa Véliz (en Alma chilena), la citada Arauco domado por
don García Hurtado de Mendo-
la historia de la conquista de la Araucanía, tal Ángel Cruchaga Santa María (en Rostro de za de Lope de Vega, y La aurora
y como sugiere Neruda en el citado texto: Chile) o Pablo Neruda (en el Canto general); de Copacabana de Calderón
de alguna obra teatral, como la de Antonio de la Barca; y como ejemplo
paradigmático desde el ámbito
Siqueiros representó la conquista en la figura del gran Orrego Barros El capitán trovador: poema americano, Arauco domado de
centauro. Ercilla mostró al centauro acribillado por dramático en cuatro actos: que trata sobre la Pedro de Oña. En Pablo Neruda
et al., Don Alonso de Ercilla.
las flechas de nuestra araucanía natal. El renacentis- vida del gran capitán don Alonso de Ercilla y Inventor de Chile, Barcelona,
mo invasor propuso un nuevo establecimiento, el de Zúñiga de 1915; y de la biografía realizada por Editorial Pomaire, 1971, pp.
137-159. Como ejemplos en la
los héroes. Y tal categoría la concedió a los españoles José Toribio Medina titulada Vida de Ercilla, novelística del siglo XX, destacan
y a los indios, a los suyos y a los nuestros. Pero su que apareció como segundo tomo de la más las novelas de Carlos Droguett
corazón estuvo con los indomables2. completa edición de La Araucana: la «edición Supray el cristiano (1967) y 100
gotas de sangre y 200 de sudor
(1961). Otras referencias en la
Al servicio de ese humanismo de Ercilla nota 5.
ponen su escritura Bello, Mistral y Neruda, 1 2
Pablo Neruda, «Nosotros, Ibid., pp. 250-251.
fundamentalmente en textos ensayísticos a los los indios», en Para nacer
que sólo el último añade también la recupe- he nacido (1977), Barcelo- 3 Reconstruyendo el camino de
na, Seix Barral, 2002, p. Fidel Sepúlveda Llanos ana-
ración poética y la evocación a través de una 252. liza este influjo en su estudio
Ercilla…
Bello, Mistral y Neruda
prosa corta. Pero antes de introducirnos en «Huella de ‘La Araucana’ en EVA Mª VALERO JUAN

201
del Centenario» publicada en cinco sobre su visión del otro y sobre su punto de
tomos por el propio Medina entre vista frente al proceso de la conquista; debate
1910 y 1918 en Santiago de Chile que lo convierte en uno de los textos más
para conmemorar los cien años de la sugestivos de la literatura de la conquista de
Independencia. América. Unos han visto al poeta instalado
Con este exiguo recuento, suma- en el orden imperial, otros al enemigo acé-
do a los textos ensayísticos anun- rrimo de los conquistadores y al defensor de
ciados de Andrés Bello y Gabriela los indígenas, y otros tantos han planteado
Mistral, y a la gran cantidad de matices muy importantes a ambas posiciones
artículos críticos que se han ocupa- críticas. Frente a este panorama, la pregunta
do del autor y su obra4, la segunda que cabe hacerse, como parte importantísima
deducción está clara: Ercilla es ante para visualizar las lecturas que se han realiza-
todo una figura histórica que desde do sobre Ercilla y La Araucana desde el siglo
los siglos XIX y XX ha sido reivin- XIX hasta nuestros días, es la siguiente: ¿qué
dicada en textos de análisis crítico postura adoptan desde el contexto hispano-
como los que a continuación trataré. americano no los críticos sino los escritores,
A ello se suma que sin embargo son en este caso Andrés Bello, Gabriela Mistral y
sus personajes, los de La Araucana, Pablo Neruda? Con las páginas de Bello sobre
Alonso de Ercilla.
los que sí han ocupado un visible nuestro poeta doy comienzo al recorrido por
espacio en la literatura contempo- el camino de Ercilla.
4 ránea como seres míticos del período de la
Véase August J. Aquila, Alonso
de Ercilla y Zúñiga: a basic
conquista de Arauco5. Parece por tanto que ANDRÉS BELLO: LA «LECCIÓN DE
bibliography, Londres, Grant los personajes históricos de La Araucana y la MORAL» DE ALONSO DE ERCILLA
& Cutler, 1975 y Frank Pierce,
Alonso de Ercilla y Zúñiga, Áms-
figura histórica de Ercilla han tenido la reper-
terdam, 1984. cusión derivada de su configuración literaria En 1841 Andrés Bello publicó en El Arau-
–la de los héroes araucanos– y de su realidad cano de Santiago de Chile un artículo titulado
5
Desde el siglo XIX cabe mencio- histórica –la de Ercilla–, por lo que héroes «La Araucana, por don Alonso de Ercilla y
nar las obras poéticas de Sal- como Caupolicán o Lautaro han inspirado a Zúñiga»6. Con la erudición propia del polí-
vador Sanfuentes, Caupolicán
(1831-1835), y Ricardo y Lucía
una nutrida nómina de escritores, y Ercilla, grafo ilustrado, en el artículo encontramos
o La destrucción de la Imperial habiendo gozado de la atención de algunos una amplia disquisición sobre la historia del
(1857), el ensayo de Francisco
Bilbao, Los araucanos (1847), el
poetas, ha tenido sobre todo el privilegio de género épico que desemboca en la épica
poema de Guillermo Blest Gana la agudeza crítica de los dos nombres más italiana del siglo XVI con Ariosto y Tasso,
La muerte de Lautaro o la novela destacados de la literatura chilena contem- y finalmente en La Araucana. La inserción
histórica de Fernando Alegría,
Lautaro, joven libertador de poránea –Neruda y Gabriela Mistral– y del del poema de Ercilla en la tradición épica
Arauco (1943). Pero entre los venezolano más chileno de la etapa originaria reseñada le lleva a plantear una defensa de la
distintos géneros, parece que el
teatral ha sido el más prolífico en
de la nación, Andrés Bello. obra como elogio a la reelaboración del gé-
el tratamiento de lo araucanos Para introducirnos en esta triple visión nero que el poeta español introdujo, al optar
en el contexto de la conquista.
Destaquemos obras como las
sobre Ercilla, es preciso recordar una cuestión por una voluntad histórica en detrimento del
de Julio Vicuña Cifuentes, La de todos conocida sobre la amplísima biblio- componente fantástico y fabuloso propio de
muerte de Lautaro: ensayo trá- grafía que aborda La Araucana: la contro- la épica clásica; un elogio que Bello enfrenta
gico en un acto (1898), José
Manuel Sánchez, Arauco libre: versia suscitada sobre la ideología del poeta, a aquellos que encontraron precisamente en
introducción en un acto y El la elección del asunto la principal falla de La
nuevo Caupolicán o el bravo
patriota de Caracas (1924),
Araucana, bien por contravenir a las leyes de
Remigio Acevedo Guajardo,
6 de Letrán, num. 31862, 200
la épica, bien por considerar que la guerra de
Caupolicán: tragedia lírica en 3
actos y 8 cuadros (libreto de la
Tal y como se especifica en la p. El artículo de Bello ocupa Arauco no era digna del canto épico. Es decir,
publicación de este artículo sólo las pp. 3-25, pero por el que Bello comienza enalteciendo la obra por
ópera) (1942), Benjamin Suber-
dentro de las Obras comple- hecho de dar título al volumen
caseaux, Pasión y epopeya de su capacidad de romper «el molde de Home-
tas de Bello: «Fue publicado ha inducido a error. Se incluyó
Halcon Ligero (Lautaro): tragedia
en cinco actos (1957), e Isidora
primeramente este artículo en el trabajo de Bello en O. C. ro» y de saltarse las «reglas aristotélicas» en su
El Araucano, de Santiago de VI, pp. 459-470. Hemos resti-
Aguirre, Lautaro (epopeya del
Chile, en la entrega corres- tuido algunas erratas según el afán declarado en el prólogo de inmortalizar
pueblo mapuche) (1982).
pondiente al 5 de febrero de texto de El Araucano, eviden- los hechos contemporáneos que los españoles
1841, nº 545. Se reimprimió temente mal transcritas en las
luego en los Anales de la ediciones posteriores». Utilizo
estaban protagonizando en aquel remoto lu-
Universidad de Chile, tomo la edición del texto en Andrés gar del mundo.
XXI, Santiago de Chile, julio Bello, Obras Completas, IX, Pero el objetivo de Bello va mucho más
de 1862, pp. 3-11. En los Caracas, Fundación La Casa
repertorios bibliográficos apa- de Bello, 1981, pp. 349-362. allá de la mera inserción teórica –en términos
Reconstruyendo el camino de rece la siguiente edición en Cito siempre a partir de esta comparativos– de La Araucana en la tradición
Ercilla… libro: La Araucana, juicio por edición indicando el número
Bello, Mistral y Neruda Andrés Bello, México, Tip. De de página entre paréntesis. épica. Precisamente parte de esa comparación
EVA Mª VALERO JUAN V. G. Torres, calle de San Juan para plantear una reflexión que, saltando di-

202
chos planteamientos teóricos, pretende otear en algunos episodios, tenía al
el engranaje moral de la obra y por tanto de inaugurador de un discurso
su autor, cuyas piezas son el humanismo, la crítico americano en la poesía
justicia, el patriotismo, el altruismo, el amor escrita en castellano. Y a esta
a la libertad. El encaje perfecto de esas piezas voluntad se acoge en su texto
en La Araucana demuestra, en las palabras para universalizar el primer
escritas por el venezolano a mediados del poema épico que da acta de
siglo XIX, que las manidas contradicciones nacimiento literario a una fu-
y ambigüedades de la obra, tan debatidas por tura nación hispanoamericana
la crítica a lo largo de todo el siglo XX, son cuando escribe: «El poema de
tan sólo aparentes, dado que se explican por Ercilla se lee con gusto, no
la formación cultural del poeta en el contexto sólo en España y en los países
del humanismo cristiano y del erasmismo pa- hispano-americanos, sino en
cifista de su tiempo. La pretendida contradic- las naciones extranjeras» (p.
ción entre el canto a las grandezas del Imperio 368).
y la defensa e idealización de los araucanos,
se diluye cuando leemos las líneas de Bello, GABRIELA MISTRAL: «EL
en las que se comprende que el Ercilla poeta BUENO DE ERCILLA»7
y conquistador no pretendió condenar la
empresa de la conquista sino los modos con En un artículo de 19698, el
que ésta se estaba llevando a cabo, y desde crítico Luis Vargas Saavedra, La Araucana.
su formación humanista dio finalmente una de la Pontificia Universidad
«lección de moral» sobre la historia de la Católica de Chile, dio
conquista de América: a conocer algunas par-
tes de dos manuscritos,
Para juzgarle, se debe también tener presente que su inéditos y sin fecha,
protagonista es Caupolicán, y que las concepciones que son borradores de
en que se explaya más a su sabor, son las del heroís- un prólogo de Gabriela
mo araucano. Ercilla no se propuso, como Virgilio, Mistral para una tra-
halagar el orgullo nacional de sus compatriotas. El ducción al inglés de La
sentimiento dominante de La Araucana es de una Araucana; prólogo que
especie más noble: el amor a la humanidad, el culto le había solicitado el
de la justicia, una admiración generosa al patriotismo Ministerio de Relacio-
y denuedo de los vencidos. Sin escasear las alabanzas nes Exteriores de Chile
a la intrepidez y constancia de los españoles, censura en 1942. Según Vargas
su codicia y crueldad. ¿Era más digno del poeta Saavedra, la escritora
lisonjear a su patria, que darle una lección de moral? nunca envió el texto,
Primeros versos de La Araucana.
(p. 360). aduciendo «recelo de
la capacidad lingüística
A lo que Bello añade una particular visión del traductor». Años después, en 1992, el mis- 8
Luis Vargas Saavedra, «Don
de Ercilla como autor que se (auto)ficcionaliza mo investigador chileno publicó íntegro este Alonso de Ercilla y ‘La Arauca-
en el poema con unas características coheren- prólogo hasta entonces inédito9. Pero con an- na’ vistos por Gabriela Mistral»,
revista Mapocho, 20 (verano de
tes con dicha lección de moral, partiendo terioridad a la escritura de este texto, la poe- 1970), pp. 5-22.
nuevamente de la comparación con la tradi- ta ya había lanzado algunos controvertidos
ción épica: juicios críticos sobre La Araucana, y entre 9
Vargas Saavedra, «Gabriela
estos y el prólogo posterior hay un viraje muy Mistral, los Indios y Ercilla. Pró-
La Araucana tiene, entre todos los poemas épicos, la notable en el que el tratamiento de lo ético y logo inédito de Gabriela Mistral
a La Araucana de Don Alon-
particularidad de ser en ella actor el poeta; pero un lo estético se resuelve en el realce final de los so de Ercilla y Zúñiga», Taller
actor que no hace alarde de sí mismo, y que, revelán- valores éticos de Alonso de Ercilla. de Letras, 20 (1992), Pontificia
Universidad Católica de Chile,
donos, como sin designio, lo que pasa en su alma en pp. 25-42.
medio de los hechos de que es testigo, nos pone a la
vista, junto con el pundonor militar y caballeresco de
su nación, sentimientos rectos y puros… (Id.) el aporte de los textos que aquí
7
Agradezco a Pedro Pablo Ze- analizo y su asesoramiento en
El objetivo principal de Bello era, por jers, Director del Archivo del lo referente a la recepción de Reconstruyendo el camino de
Escritor de la Biblioteca Na- Ercilla en la obra de Gabriela Ercilla…
tanto, poner en el punto de mira esa cara de cional de Chile y especialista Mistral. Bello, Mistral y Neruda
la conquista que en Ercilla, tan lascasiano en la obra de Gabriela Mistral, EVA Mª VALERO JUAN

203
Comencemos por las primeras manifes- nérselo, vengó a las indiadas laxas del continente y les
taciones. En 1932, Gabriela Mistral publicó dejó, en buenas cuentas, lavada su honra12.
un artículo en el diario La Nación de Buenos
Aires titulado «Música Araucana», donde el La alabanza a la voluntad generosa del
poema de Ercilla no parece ser, en principio, poeta, a pesar de la crítica a la estética del
obra de devoción para la escritora: poema, nos guía nuevamente por ese camino
de Ercilla determinado por Neruda como
Su epopeya tuvo ese pueblo (el araucano) una merced camino de humanidad en el tratamiento del
con que el conquistador no regaló a los otros, el indígena americano. Desde su declarada posi-
apelmazado «bouquin», de Alonso de Ercilla, que ción indianista, Gabriela Mistral dirigiría más
pesa unos quintales de octavas tan generosos como tarde sus elogios fundamentalmente hacia los
Andrés Bello.
imposibles de leer en este tiempo. […] la obra se mu- valores éticos de la obra, por ejemplo, cuando
rió en cincuenta años de la mala muerte literaria que en 1934 dio una conferencia en Málaga en la
es la del mortal aburrimiento, la de disgustar por el que el tema era Chile y el anfitrión España.
tono falso, que estos tiempos sinceros no perdonan, Como apunta Vargas Saavedra, en esta oca-
y de enfadar por el calco homérico ingenuo de toda sión la poeta no podía dejar de lado a Ercilla,
ingenuidad10. y sus palabras fueron dirigidas entonces a
aquello que sí podía alabar en el poema:
A ello, Mistral añade sus no más compasi-
vos juicios para el poeta Ercilla: La raza es más española que aborigen, pero la glori-
ficación del indio magnífico significa para nosotros,
Lástima grande por el cantor, que fue soldado noble, en vez del repaso rencoroso de una derrota, la lección
Gabriela Mistral.
pieza de carne dentro de la máquina infernal de una soberana de la defensa de un territorio, que obra
conquista, y más lástima aún por la raza que pudo con un espoleo eterno de la dignidad nacional. La
vivir, hasta sin carne alguna metida en el cuerpo de Araucana, que para muchos sigue siendo una gesta de
una buena epopeya, que no le quedaba ancha, sino centauros de dos órdenes, romanos e indios, para los
a su medida. chilenos ha pasado a ser un doble testimonio, paterno
El bueno de Ercilla trabajó con sudores en esa loa y materno, de la fuerza de dos sangres, aplacadas y
nutrida de trescientas páginas, compuestas en las unidas al fin en nosotros mismos13.
piedras de talla de las octavas reales. Cumplió con
todos los requisitos aprendidos en su colegio para Esta visión de La Araucana como obra
la manipulación de la epopeya, masticó Ilíadas y conciliadora de los dos mundos encontrados
Odiseas […] Tan fiel fue a sus modelos […] que se en la conquista es la que desarrollaría unos
puso a cantar y contar lo mismo que Homero cantó años más tarde en el prólogo que nunca pu-
a sus aqueos, a los indios salvajes que cayeron en blicó, en el que lógicamente Gabriela Mistral
sus manos. pasa con astucia sobre algunas cuestiones
Pablo Neruda. Bastante pena se siente de la nobleza de propósito estéticas –cuando no cambia su apreciación
y de la artesanía desperdiciada. La «Araucana» está sobre la maestría técnica del poeta– para cen-
muerta y sin señales de resurrección dichosa aunque trarse en las cualidades que podía ensalzar sin
10 me griten: «¡sacrilegio!». […] nuestra Araucana se titubeos: la nobleza moral de su autor. Por
Gabriela Mistral, «Música Arau- nos queda en la mano como pedazote de pasta de ello, el prólogo comienza con una semblanza
cana», La Nación, Buenos Aires,
17 de abril de 1932, p. 82. papel, pesada y sordísima11. de Ercilla muy cercana, ahora sí, a la construi-
da por Bello:
11
Ibid., pp. 82-83.
Pero esta acta de defunción de La Arau-
cana, en la que Gabriela Mistral –con una …la tierra de Chile, tan denigrada por el pobre viejo
12
Ibid., p. 83.
visión diametralmente opuesta a la de Andrés Almagro y temida a causa de la lejanía y por un
Bello– muestra a Ercilla con la ingenuidad pueblo indio duro de mascar, nunca vino hombre con
13 del aprendiz que nada aportó al género épico misión tan breve y tan trascendente como el capitán
Gabriela Mistral, «Breve des-
cripción de Chile», conferencia más allá del calco homérico y del remedo Ercilla y Zúñiga.
dada en Málaga, Anales de insustancial, concluye sin embargo con una Los otros traen función, no misión, y traen ventolera
la Universidad de Chile, 2º tri-
mestre de 1934 (pp. 120-133),
declaración que anticipa lo que después mati- de novedad, pero no aquel ánimo clásicamente heroi-
p. 131. zaría ampliamente en el prólogo a la edición co que levanta la aventura y la leva a hazaña de durar.
inglesa: Todos llegan con ganas de fama y lucro, desde el an-
daluz dicharachero hasta el vasco tardo y enemigo de
Reconstruyendo el camino de No importa el mal poema –escribe–: la raza vivió fantasmagorías, pero uno sólo trae en la voluntad una
Ercilla…
Bello, Mistral y Neruda el valor magnífico; la raza hostigó y agotó a los noble proeza a la española, es decir, material y espiri-
EVA Mª VALERO JUAN conquistadores; el pequeño grupo salvaje, sin propo- tual a la vez. Vuelto soldado por contagio de la época,

204
él es ante todo un poeta y como tal viene a buscar la un proceso intertextual propiamente dicho,
hazaña en cuanto a material poético vivo14. podemos concluir recordando el «Poema de
Chile» que la poeta concibió hacia 1940, en
Aquellos dardos lanzados por Gabriela el que, restituyendo el vacío de Ercilla frente
Mistral en 1932 se convierten aquí en apasio- a la naturaleza chilena, versificó en octavas su
nados elogios: «¡Qué de honradez en la técnica geografía, zoología y botánica. Como escribe
del poema, cuánta dignidad gastada en contar Vargas Saavedra «pudiera ser algo así como
minuciosamente a su Caupolicán impetuoso, las ‘Octavas Reales que se le olvidaron a Er-
a su Lincoyán prudente y a su Lautaro ladi- cilla’»15. El país desierto de seres humanos que
no!» (p. 31). Elogios que ante todo enfatizan la poeta recorre en sus versos está habitado
la rehumanización del indígena con la que La por la imponente naturaleza que Ercilla casi
Araucana había dado un vuelco a la visión del obvió, a excepción del episodio de la expe-
otro construida en el discurso narrativo de la dición al sur, hasta la isla de Chiloé, donde Portada del Canto general
(1950).
conquista de América: «En buena hora –es- la poetización del paisaje y su magnificencia
cribe– se publica en inglés La Araucana para envuelve la desesperada aventura de sus pro-
enderezar ojos torcidos de chanceadores que tagonistas. Ambos proyectos poéticos quedan
han reído de la ‘mansedumbre’ embrutecida así emparentados. En el «Poema de Chile» la 14
Cit. en Vargas Saavedra, «Ga-
del indígena americano» (p. 37). recuperación de la obra de Ercilla es la del briela Mistral, los indios y Erci-
Finalmente, Mistral redondea su visión verso: la octava, y la del objeto de su canto: lla», op. cit., p. 28. Cito siempre
el texto del prólogo a partir de
de Ercilla haciendo hincapié en la necesidad Chile. Y en sus ensayos, la recuperación del su publicación en este artículo,
de tener presente su oficio para la correcta personaje histórico es la del hombre, sobre indicando la página entre pa-
réntesis.
lectura del poema. Es «un español de milicia» el que en el prólogo inédito pudo finalmente
–escribe–, el clásico poeta soldado cuya moral exclamar: «qué sólida naturaleza sincera había 15
es la del «católico de espada»; una combina- en el hombre Ercilla». Vargas Saavedra, «Don Alonso
de Ercilla y ‘La Araucana’ vistos
ción en la que la religiosidad justifica el amor por Gabriela Mistral», op. cit.,
al prójimo, y la formación cultural humanista PABLO NERUDA: «ERCILLA, INVEN- p. 22.
explica la curiosidad renacentista por el co- TOR DE CHILE»
nocimiento del otro. Con todo ello Gabriela
Mistral concluye: «él quería ser el combatiente Son varios y muy conocidos los textos
fenómeno, el que justifica al enemigo, el que que Neruda dedica a Ercilla o en los que
le da rostro de hombre, el que le trata de igual recupera versos de La Araucana. Entre ellos,
a igual» (p. 40). El tema de La Araucana y sus destacan los del Canto general, con los que el
aparentes contradicciones se explicarían por poeta estableció un nuevo vaso comunicante
tanto en el prólogo de Gabriela Mistral por su con La Araucana. La voluntad histórica y la
adecuación al oficio y la moral del poeta. voluntad poética de inmortalizar las hazañas
Por otra parte, las cualidades artísticas de la guerra de Arauco que movieron la pluma
de La Araucana aparecen ahora resaltadas de Ercilla, vuelven a aunarse en la intenciona-
cuando alaba «la estructura de la octava real lidad de Neruda en el Canto general. Desde
en manos del maestro Ercilla», la riqueza de la tercera parte, el poeta se remonta al descu-
vocabulario o la maestría métrica, pero que- brimiento de Chile y dedica varios poemas a
dan de todos modos algo difuminadas por el los conquistadores, entre ellos, y con especial
juicio ético al que Gabriela Mistral somete relevancia, a Ercilla. Continúa la secuencia
al poeta y su obra. Un juicio en el que las histórica de la conquista en la parte siguiente,
virtudes morales de Ercilla en su visión de la consagrada a los libertadores, entre los cuales
conquista y de los araucanos eclipsan otros Caupolicán, la guerra de Arauco, Lautaro y
deméritos, si bien uno de ellos aparece a pesar la heroicidad araucana pueblan versos en los
de todo resaltado: la incapacidad del poeta que la omnipresencia de la naturaleza cobra
español para ver, atender, o alborotarse con la el protagonismo que, como acusó Gabriela
naturaleza chilena (p. 34). Mistral, no había descollado en el poema
Pero más allá de las opiniones que Gabrie- de Ercilla. Un nuevo canto general a Chile
la Mistral pudiera verter sobre Ercilla, están recupera, ahora sí con explicitud, al cantor
las pulsiones internas que desde mi punto primigenio de sus orígenes en el citado poema
de vista vinculan la obra de ambos autores, a titulado «Ercilla»:
pesar de las evidentes distancias y al margen
de efectivas recuperaciones textuales que en Hombre, Ercilla sonoro, oigo el pulso del agua Reconstruyendo el camino de
Ercilla…
la literatura de Gabriela Mistral no se pro- de tu primer amanecer, un frenesí de pájaros Bello, Mistral y Neruda
ducen. Si atendemos a esas pulsiones y no a y un trueno en el follaje. EVA Mª VALERO JUAN

205
El canto a este Ercilla so- Mira el vacío de los guerreros.
noro que con su verso dio voz No hay nadie. Mira las piedras.
a la conquista de Chile, y fun- Mira las piedras de Arauco.
damentalmente a sus protago- No hay nadie, sólo son los árboles.
nistas araucanos, se comple- Sólo son las piedras, Arauco.
menta con los poemas en los
que Neruda recupera la hiper- Ésta no es sino la mirada actual del poeta
bólica heroicidad de los arau- que evidencia una naturaleza vacía de sus
canos que Ercilla construyó épicos guerreros. Ante este vacío, Neruda no
por primera vez en la literatu- puede sino recuperar la historia y ensalzar e
ra. Esta presencia del indígena invocar en sus versos posteriores al construc-
en la literatura de Neruda fue tor primigenio de la raza heroica, cuyo origen
analizada por el profesor José se encuentra en los versos de La Araucana.
Carlos Rovira, en su artículo Por ello, Neruda dedica elogiosos versos a Er-
«Imágenes dibujadas y des- cilla, en los que lo encumbra como el cantor
dibujadas del ‘indigenismo’ que dio humanidad a la historia de la conquis-
nerudiano», donde planteaba ta de Chile, y también como el inventor de esa
que los indígenas de la poesía historia. Con este nombramiento encontra-
de Neruda o son los origina- mos al poeta épico en un libro colectivo en-
rios habitantes de la América cabezado por el nombre de Neruda que lleva
precolombina (los de poemas por título Don Alonso de Ercilla. Inventor de
Caupolicán en el Cerro Santa Lucía.
como «Alturas de Macchu Chile (1971). Abre el libro un breve texto en
Picchu» o «Los hombres») o prosa de Neruda titulado «El mensajero». En
bien son los protagonistas de sus líneas Ercilla aparece convertido en «el
16 la conquista, entre los cuales los araucanos mensajero del Dante», a quien el nobel chile-
José Carlos Rovira, «Imágenes
dibujadas y desdibujadas del tienen una presencia central. Sin embargo, «el no le prodiga palabras de agradecimiento:
‘indigenismo’ nerudiano», Amé- indígena contemporáneo –escribe Rovira– no
rica sin nombre. Cien años de
Pablo Neruda, 7 (2005), p. 80.
está presente»16. Tal vez la explicación de este A él le debemos nuestras constelaciones. Nuestras
vacío se encuentre en el artículo de Neruda otras patrias americanas tuvieron descubridor y
17 con el que he comenzado estas páginas, «No- conquistador. Nosotros tuvimos en Ercilla, además,
Pablo Neruda, «El mensajero»,
en Neruda et al., Don Alonso sotros, los indios», donde el poeta expresa inventor y libertador. […]
de Ercilla. Inventor de Chile, op. abiertamente la denuncia al proceso de de- Ercilla no sólo vio las estrellas, los montes y las
cit., p. 12.
gradación al que se han visto sometidos los aguas, sino que descubrió, separó, y nombró a los
araucanos a lo largo de la historia: hombres. Al nombrarlos les dio existencia. El silen-
cio de las razas había terminado. La tierra adquirió la
Nuestros recién llegados gobernantes se propusieron palabra de los dioses.
decretar que no somos un país de indios. […] La El más humano de estos dioses se llamó Alonso de
Araucana está bien, huele bien. Los araucanos están Ercilla17.
mal, huelen mal. Huelen a raza vencida. Y los usur-
padores están ansiosos de olvidar o de olvidarse. En Reparemos en que a la deificación del
el hecho, la mayoría de los chilenos cumplimos con Ercilla inventor –y por tanto creador de
las disposiciones y decretos señoriales: como frené- Chile a través de la palabra–, Neruda añade
ticos arribistas nos avergonzamos de los araucanos. una segunda designación con la que define
Contribuimos, los unos, a extirparlos y, los otros, con mayor precisión, si cabe, los contornos
a sepultarlos en el abandono y en el olvido. Entre que a lo largo del tiempo adquiere su figura
todos hemos ido borrando La Araucana, apagando histórica: no sólo es inventor sino también li-
los diamantes del español Ercilla (p. 250). bertador. La sorprendente palabra nos remite
inmediatamente a la que sin duda es la más
Esta denuncia explícita es la que debe- importante recuperación de La Araucana y
mos leer entre líneas en su poesía, tanto al de su autor en Chile: la citada edición de La
observar la perspectiva épica que Neruda Araucana realizada en cinco tomos por José
confiere al indígena originario –enfrentada Toribio Medina, el segundo de los cuales es la
a la imagen actual de «raza vencida»– como «Vida de Ercilla». Significativamente denomi-
cuando poetiza una naturaleza araucana vacía nada la «edición del Centenario», salió a la luz
Reconstruyendo el camino de de sus héroes en versos como los del poema para conmemorar la Independencia, lo que
Ercilla…
Bello, Mistral y Neruda «Los hombres»: suponía la definitiva apropiación de la figura
EVA Mª VALERO JUAN de Ercilla como inaugurador del discurso no

206
sólo literario, sino también libertario, de la desconocido. Dio también la luz a los hechos y a los
nación. Incluso Marcelino Menéndez Pelayo hombres de nuestra Araucanía. Los chilenos, como
situó a Ercilla en este lugar de la historia de la corresponde, nos hemos encargado de disminuir
literatura en su Historia de la poesía hispano- hasta apagar el fulgor diamantino de la Epopeya. La
americana: épica grandeza, que como una capa real dejó caer
Ercilla sobre los hombros de Chile, fue ocultándose
No hay literatura en el mundo que tenga tan noble y menoscabándose. A nuestros fantásticos héroes
principio como la de Chile, la cual empieza nada les fuimos robando la mitológica vestidura hasta
menos que con La Araucana, obra de ingenio espa- dejarles un poncho indiano raído, zurcido, salpicado
ñol, ciertamente, pero tan ligada con el suelo que su por el barro de los malos caminos, empapado por el
autor pisó como conquistador, y con las gentes que antártico aguacero19.
allí venció, admiró y compadeció a un tiempo, que
sería grave omisión dejar de saludar de paso la grave Aquí Neruda dio la clave para interpretar Portada Don Alonso de Ercilla.
Inventor de Chile.
figura de Ercilla...18 la relectura de Ercilla, porque efectivamente
La Araucana no sólo es un poema sino tam-
Casi medio siglo después de la edición de bién un camino. Y si la luz que Ercilla dio a
Medina, Neruda daría el paso decisivo en esta la Araucanía ha ido oscureciéndose a lo largo 18
Neruda, «Nosotros, los indios»,
configuración histórica de Ercilla al otorgarle de los siglos, y si el rostro que él dio al otro op. cit., p. 250.
el título más elevado y honroso que le podía ha ido desdibujándose hasta dar en la imagen
19
conceder, el de libertador; un título tan ex- del «poncho indiano raído», sin embargo Marcelino Menéndez Pelayo,
temporáneo al autor como simbólico de la el fulgor del poeta español ha permanecido Historia de la poesía hispano-
americana, vol. II, Madrid, CSIC,
asunción chilena de su figura como personaje como camino en Chile. Por él hemos visto 1948, pág. 220.
principal, ya no sólo de los orígenes en los transitar la pluma de escritores como Andrés
tiempos de la conquista, sino del propio naci- Bello, Gabriela Mistral o el propio Neruda,
miento del país independiente. quienes, bien en sus versos, bien en sus pen-
En suma, podemos concluir que la recu- samientos, realizaron la más trascendente y
peración de Ercilla por parte de los autores lógica recuperación contemporánea que de
estudiados hace hincapié en los valores éticos Ercilla, en América, se podía realizar: la de
y morales del poeta-soldado que mitificó su abrumadora humanidad. Y al apropiarse
al hombre americano, y proyecta su figura del poeta como «inventor», creador, e in-
desde el pasado hacia el futuro como símbolo cluso como «libertador», la relectura que
de humanismo, pacifismo y generosidad, y hicieron de su figura estaba reflejando un
también, como hemos visto, como símbolo hecho cultural trascendental: la construcción
del nacimiento de Chile. Neruda fue muy americana de un canon literario propio en-
explícito en lo relativo a esta proyección, so- cabezado en Chile por Ercilla; canon que no
bre todo cuando, en «Nosotros, los indios», sólo implicaba la fijación del pasado históri-
dio comienzo a su reflexión con las siguientes co sino también, y ante todo, la búsqueda de
palabras: un camino de proyección hacia el futuro, y
que situó a Ercilla, definitivamente, en la ba-
El inventor de Chile, don Alonso de Ercilla iluminó se de la construcción cultural de la identidad
con magníficos diamantes no sólo un territorio colectiva chilena.

Reconstruyendo el camino de
Ercilla…
Bello, Mistral y Neruda
EVA Mª VALERO JUAN

207
R E S Ú MENES

CARMEN ALEMANY BAY

RECUENTO DE LAS APORTACIONES DE LAS NARRADORAS


LATINOAMERICANAS A LA HISTORIA COLONIAL

RESUMEN

Una de las líneas temáticas más frecuentadas por la narrativa latinoamericana de las últimas
décadas ha sido la novela histórica, enriquecida ahora con nuevas perspectivas y enfoques.
Paralelamente, surgió el llamado el llamado boom de la narrativa femenina y algunas escritoras
propondrán, dentro de la temática histórica, modelos más subversivos y que contrastan con los
modelos ya canónicos de la nueva novela histórica.

AN OVERVIEW OF THE CONTRIBUTION OF LATIN-AMERICAN WOMEN


WRITERS TO COLONIAL HISTORY

ABSTRACT

In recent decades, one of the thematic lines most frequently explored in Latin-American
narrative is the historical novel, enriched with new perspectives and focuses. At the same time,
there has been a boom in women’s writing, through which certain women writers propose more
subversive models, contrasting with the established models of the new historical novel.

BEATRIZ ARACIL VARÓN

MOCTEZUMA II: AUSENCIA Y PRESENCIA EN EL TEATRO MEXICANO

RESUMEN

Si bien la figura histórica de Moctezuma II ha formado parte de la teatralidad mexicana


desde fechas tempranas del período colonial, su tratamiento como personaje ha resultado
problemático: la actitud resignada del gran tlatoani frente al invasor provocó, no sólo en las
décadas posteriores a la Independencia sino incluso hasta bien avanzado el siglo XX, el vacío
o la crítica de unos autores dramáticos que reivindicaron en cambio a héroes indígenas de la
resistencia (y muy especialmente a Cuauhtémoc) en su intento de contribuir a la construcción
identitaria nacional. Frente a esta actitud generalizada, aunque aprovechando sin duda elementos
ya presentes en la propia tradición cultural, Sergio Magaña logra con su Moctezuma II (1953)
una clara recuperación y revalorización del personaje para el México contemporáneo.

209
MOCTEZUMA II: ABSENCE AND PRESENCE IN MEXICAN THEATRE

ABSTRACT

While the historical figure of Montezuma II has played a part in Mexican theatre since the
early colonial period, the way he is dealt with as a person has been problematic: the resigned
attitude of the great tlatoani in the face of the invader meant that he was ignored or criticised
by dramatic authors, who instead acclaimed native resistance heroes (particularly Cuauhtémoc)
in their attempt to contribute to the construction of the national identity, not only in the
decades following Independence but also well into the 20th century. Contrary to this general
attitude, though doubtlessly making use of elements already present in cultural tradition, in
Moctezuma II, Sergio Magaña (1953) achieves a clear recovery and revaluation of the person
for contemporary Mexico.

MIGUEL ÁNGEL AULADELL PÉREZ

LOS ARAUCANOS COMO PERSONAJES LITERARIOS

RESUMEN

Nueva aproximación a la presencia de la epopeya de los araucanos en la literatura y, en


especial, a la figura de Caupolicán. La cuestión que se plantea aquí es la de acercarse a cómo
toda esta epopeya y mitología que encierra un importante componente histórico ha gozado de
una adaptación literaria tan exitosa. La razón fundamental reside en la conversión del personaje
histórico en personaje literario.

THE ARAUCANOS AS LITERARY CHARACTERS

ABSTRACT

A new approach to the presence of the epic poem of the Araucans in literature and, specially,
to the personage of Caupolicán. The issue that we present here is to approach the way in which
all this epic poetry and mythology that involves a successful literary adaptation. The fundamental
reason resides in the conversion of the historic character into a literary character.

TRINIDAD BARRERA

BARTOLOMÉ DE LAS CASAS EN EL SIGLO XIX: FRAY SERVANDO TERESA DE


MIER Y SIMÓN BOLÍVAR

RESUMEN

El presente trabajo analiza el impacto de las ideas lascasianas en Fray Servando Teresa de
Mier y su concepto de la independencia americana así como el eco bolivariano de la fama del
sevillano.

BARTOLOMÉ DE LAS CASAS IN THE 19TH CENTURY: FRAY SERVANDO


TERESA DE MIER AND SIMÓN BOLÍVAR

ABSTRACT

This article analyses the impact of La Casa’s ideas on Fray Servando Teresa de Mier and his
concept of South American independence, along with the Bolivarian echo of the fame of the man
from Seville.

210
BEATRIZ BARRERA

EL BUEN SALVAJE DE CABALLERO CALDERÓN Y LA TRASCENDENCIA


LITERARIA DE PÍCAROS Y CABALLEROS EN HISPANOAMÉRICA

RESUMEN

Los personajes históricos del pícaro y el caballero y su proyección literaria produjeron en


Hispanoamérica desde el siglo XVI unos modelos culturales que han tenido continuidad y
vigencia a lo largo del tiempo. Si bien su caracterización y su sentido han sufrido modificaciones
según las circunstancias políticas o ideológicas, estas figuras siguen formando parte de un
esquema de interpretación genealógica de la identidad americana y contribuyendo a su fijación
en el imaginario colectivo. La novela del colombiano Eduardo Caballero Calderón El buen
salvaje (1965) trata esta problemática y la elabora a través de una propuesta neopicaresca.

EL BUEN SALVAJE BY CABALLERO CALDERÓN AND THE LITERARY


IMPORTANCE OF THE PICARESQUE AND THE NOBILITY IN LATIN AMERICA

ABSTRACT

«Pícaros» and «caballeros» existed in Spain and America during the colonial period as a social
reality. Their representation in literature fixed two categories of Hispanic culture that survived
for a longtime. Even if these categories suffered modifications in their meaning depending
on political or ideological circumstances, they have always been a strong contribution to the
Hispanic-American imagery. The neopicaresque novel El buen salvaje (1965), by the Colombian
writer Eduardo Caballero Calderón, can be read as a thesis about Hispanic-American identity,
where literary genealogy is an instrument for understanding History.

EDUARDO BECERRA

«MARIPOSA DE OBSIDIANA», DE OCTAVIO PAZ: EL SURREALISMO Y LA VOZ


DEL MITO

RESUMEN

Este trabajo trata de recorrer y valorar la influencia del surrealismo en la obra de Octavio
Paz. Para ello se resumen los contactos de Paz con el movimiento surrealista para luego seguir
las huellas que dejó en su escritura. A partir del análisis del poema «Mariposa de Obsidiana»,
perteneciente a su libro ¿Águila o sol?, se revela una imagen ajustada de la originalidad con que
Octavio Paz asimiló y reinterpretó los postulados del movimiento liderado por André Breton.

«MARIPOSA DE OBSIDIANA» BY OCTAVIO PAZ: SURREALISM AND THE


MYTHICAL VOICE

ABSTRACT

This paper explores and evaluates the influence of surrealism in the work of Octavio Paz,
summarising the contacts between Paz and the surrealist movement, to then follow its impact
on his writing. An analysis of the poem «Mariposa de Obsidiana», from ¿Águila o sol?, reveals
an accurate image of the originality with which Octavio Paz assimilated and reinterpreted the
proposals of the movement led by André Breton.

211
GIUSEPPE BELLINI

DESCUBRIMIENTO Y CONQUISTA: ALGUNAS FIGURAS CUESTIONADAS EN


EL TEATRO HISPANOAMERICANO DEL SIGLO XX

RESUMEN

A través del examen de algunas obras teatrales del siglo XX, se estudia la representación en
ellas de algunas figuras eminentes, en el ámbito de los acontecimientos que, con la conquista,
acabaron con la independencia en América del mundo precolombino. Desde Colón, Cortés, la
Malinche, Moctezuma, Cuautémoc y Atahualpa, con vario resultado artístico, los dramaturgos
estudiados, según su propia ideología, ponen en tela de juicio, con sensibilidad moderna, la
personalidad y la actuación de personajes que hicieron o padecieron la historia.

DISCOVERY AND CONQUEST: DOUBTS REGARDING CERTAIN FIGURES IN


20TH CENTURY LATIN-AMERICAN THEATRE

ABSTRACT

Through the examination of some theatre works of the XX century, the representation of
eminent characters is studied, in the ambit of the events which, with the conquest, brought the
independence of the preColombian world to an end. The studied playwriters from Columbus,
Cortés, the Malinche, Moctezuma, Cuautemoc and Atahualpa, with different artistic results,
judge with modern sensibility and each one following his own ideology, the personality of
characters that made or suffered history.

MERCEDES CANO PÉREZ

LA FIGURA DE LOPE DE AGUIRRE EN ABEL POSSE: LA FRAGUA DEL


PERSONAJE

RESUMEN

De las novelas que se han centrado en el controvertido personaje de Lope de Aguirre, una de
las más atrevidas y fascinantes es Daimón de Abel Posse. El presente artículo trata de deshilvanar
el proceso creativo llevado a cabo para configurar al protagonista. Una parte del trabajo versa
sobre la peculiar relación que se establece entre este Aguirre redivivo y un contexto histórico
(tremendamente ágil y polimórfico) que lo convierte en vestigio anacrónico. En segundo lugar,
se proponen algunas referencias intertextuales que han colaborado en la construcción del
personaje posseano: se trataría, por un lado, de las crónicas «oficiales» del Aguirre histórico
y, por otro, de dos prototipos básicos de la literatura argentina, Facundo y Martín Fierro,
cuya presencia será un síntoma de la nueva trayectoria (más enraizada en lo americano) de la
novelística de Abel Posse.

LOPE DE AGUIRRE AS DEPICTED BY ABEL POSSE: THE FORGING OF A


CHARACTER

ABSTRACT

Of all the novels that have focused on Lope de Aguirre’s controversial character, one of the
most audacious and fascinating is Daimón, by Abel Posse. This article explores the creative
process behind the makeup of the character. One part of the work deals with the particular
relationship established between this resuscitated Aguirre and a tremendously agile and
polymorphous historical context, which makes him an anachronistic vestige. Secondly, it proposes
certain intertextual references that went towards the construction of Posse’s character: on the one
hand the «official» chronicles of the historic Aguirre and, on the other, two basic prototypes from

212
Argentinean literature, Facundo and Martín Fierro, the presence of whom is a symptom of the
new trajectory of Abel Posse, more rooted in South America.

TEODOSIO FERNÁNDEZ

EL PASADO MEXICANO EN LA LITERATURA «COLONIALISTA»

RESUMEN

Coincidiendo con el fin de la guerra revolucionaria, se desarrolló en México la literatura


«colonialista», que tuvo como protagonistas a estudiosos de historia, arte y literatura como
Francisco Monterde, Julio Jiménez Rueda, Ermilo Abreu Gómez, Artemio de Valle-Arizpe o
Genaro Estrada. Los años en los que se desarrolló dicha corriente justifican en buena medida
el interés del colonialismo y a la vez explican su fin, ya que, si bien sus manifestaciones han
podido interpretarse como un movimiento de huida hacia el pasado frente a la Revolución
mexicana, lo cierto es que la obra de estos autores obedece más bien a una oposición a proyectos
o planteamientos de signo liberal y positivista, continuando y culminando una visión entre
pintoresca y nostálgica del virreinato que había contado con diversas manifestaciones previas,
pero que perdió pronto presencia en el ámbito literario mexicano.

MEXICO’S PAST IN «COLONIALIST» LITERATURE

ABSTRACT

Coinciding with the end of the revolutionary war, a «colonialist» literature developed in
Mexico, led by students of history, art and literature, such as Francisco Monterde, Julio Jiménez
Rueda, Ermilo Abreu Gómez, Artemio de Valle-Arizpe and Genaro Estrada. The years during
which this current developed largely justify the interest in colonialism and also explain its
purpose, as, while its manifestations may be interpreted as a flight from the past in the face of the
Mexican revolution, the works of these authors can better be described as an opposition to liberal
and positivist projects and approaches, continuing and culminating a picturesque and nostalgic
vision of the viceroyalty, which had had several previous manifestations, but which soon lost
presence in the Mexican literary world.

VIRGINIA GIL AMATE

LA PERCEPCIÓN DE LA FIGURA DEL CONQUISTADOR EN TEXTOS


HISPANOAMERICANOS DE LOS SIGLOS XVIII y XIX

RESUMEN

El trabajo presentado trata de acercarse al tratamiento dado, en textos del siglo XVIII y
primeras décadas del XIX, a la figura del conquistador de América, con ánimo de mostrar las
variadas interpretaciones que los autores americanos (fueran españoles de origen o criollos)
dieron del ente que cambió la configuración política y cultural del continente.

PERCEPTION OF THE CONQUISTADOR IN 18TH & 19TH CENTURY LATIN-


AMERICAN TEXTS

ABSTRACT

This paper aims to approach the way the figure of the conquistador was dealt with in 18th
and early 19th-century texts, in order to show the various interpretations that South-American
authors (whether Spanish in origin or creoles) gave to the figure that changed the political and
cultural makeup of the continent.

213
Mª TERESA GONZÁLEZ DE GARAY

GERTRUDIS GÓMEZ DE AVELLANEDA: UN RELATO SOBRE HERNÁN CORTÉS

RESUMEN

El estudio realiza un análisis comparativo entre el «Epílogo» de la novela Guatimozín, obra


juvenil de Gertrudis Gómez de Avellaneda, la escritora cubana decimonónica, y el «Relato sobre
Hernán Cortés», redactado en sus últimos años. Pone de relieve detalladamente la evolución
ideológica de la autora, que modifica de forma sustancial sus criterios sobre la persona y
actitudes humanas del conquistador de México, a la vez que analiza los cambios narrativos y
dramáticos que sobre el «Epílogo» la autora ha realizado en el «Relato».

GERTRUDIS GÓMEZ DE AVELLANEDA: A TALE OF HERNÁN CORTÉS

ABSTRACT

This learning consists of a comparative analysis between the «Epílogo» from Guatimozín,
one of the books written by Gertrudis Gómez de Avellaneda, the XIXth century Cuban writer,
during her youth, and the «Relato sobre Hernán Cortés», drew up on the last period of her
life. Likewise, it is carefully highlighted the ideological development of the mentioned author,
who modifies her approach about the Mexican conquer personality and human attitudes in a
substantial way, at the same time as the narrative and dramatic variations (which have been
restructured from its original disposition in the «Epílogo») are studied.

ROSA MARIA GRILLO

FRANCISCO DEL PUERTO, AGUILAR Y GUERRERO, TRES NÁUFRAGOS


ENTRE LA PALABRA Y EL SILENCIO

RESUMEN

Francisco del Puerto, Jerónimo de Aguilar y Gonzalo Guerrero constituyen casos problemáticos
de náufragos españoles que se han quedado a vivir entre los indígenas americanos durante muchos
años. Las noticias sobre sus experiencias y sobre las modalidades de la reinserción en la «civilización»
son escasas y contradictorias. Numerosos escritores hispanoamericanos (los argentinos Roberto
Payró, Juan José Saer y Gonzalo Enrique Marí, los mexicanos Eligio Ancona, Carlos Fuentes,
Eugenio Aguirre, Armando Ayala Anguiano, Laura Esquivel, Gabriela Solís Robleda y Pedro
Bracamonte y Sosa, entre otros) han escrito novelas y cuentos rellenando aquel «hueco» entre
el naufragio y el reencuentro con los españoles: sus elecciones no son nunca «ingenuas» sino
conllevan un fuerte significado político, en la línea del revisionismo historiográfico que en las
últimas décadas ha guiado los estudios sobre el Descubrimiento y la Conquista.

FRANCISCO DEL PUERTO, AGUILAR AND GUERRERO, THREE CASTAWAYS


BETWEEN WORDS AND SILENCE

ABSTRACT

Francisco del Puerto, Jerónimo de Aguilar and Gonzalo Guerrero represent problematic and
very interesting cases of Spanish castaways who lived for many years with the indians and were
then rescued by a following Spanish expedition. Details of their experience and the way they
resumed their lives once they went back to their «civilization» are vague and contradictory.
In order to fill the gap between the wreck and the re-encounter, many contemporary Latin
American Writers have written novels and short stories. Following the historic revisionism that
has marked the historiographical studies on the discovery and the conquest (of Latin America)
in the last decades, their way of writing is not innocent but full of political meaning.

214
MAR LANGA PIZARRO

LA GRAN FIGURA SILENCIADA:


LA MUJER EN EL PRIMER SIGLO DE LA CONQUISTA RIOPLATENSE

RESUMEN

Los primeros europeos que llegaron al Río de la Plata (1516) acompañaban a Juan Díaz de
Solís en su búsqueda de un paso hacia las Indias Orientales. Un siglo más tarde (1617), durante
el mandato del primer gobernador criollo, «La Provincia Gigante de las Indias» se dividió en
dos gobernaciones. Entre esas dos fechas, destacan otras importantes, como las fundaciones
de Buenos Aires (1536 y 1580) y Asunción (1537), que fue repetidamente comparada con un
«Paraíso de Mahoma» en el que reinaban la poligamia y los excesos sexuales.
Aunque resulte difícil imaginar un harén sin mujeres, estas no tienen suficiente entidad ni
en los documentos coloniales ni en la literatura de la etapa independiente. Ante tal paradoja,
nos propusimos estudiar la situación de las féminas rioplatenses durante la primera centuria de
presencia española. En un intento de sintetizar lo encontrado en los textos, hemos estructurado
este artículo en cuatro apartados: las españolas, las indígenas, las mestizas, y las negras y
mulatas.

THE SILENCING OF A GREAT VOICE: WOMEN IN THE FIRST CENTURY OF


THE CONQUEST OF RIO DE LA PLATA

ABSTRACT

The first Europeans to reach the River Plate (1516) accompanied Juan Díaz de Solís, who
searched for a passage to the East Indies. One century later (1617), during the mandate of the firts
creole governor, «the Giant Province of the Indies» was divided in two political units. Between
those two dates, other important ones stand out, such as the foundations of Buenos Aires (1536
and 1580) and Asunción (1537). The latter has been repeatedly compared with «Mohammed’s
Paradise» for its polygamy and sexual excesses.
Although it is difficult to imagine a harem without women, these do not have sufficiently
present either in colonial documents or in the literature of the independent stage. Before such a
paradox, we propose to study the situation of the River Plate’s women during the first century
of Spanish presence. In an attempt to synthesize what we found in texts, we have structured this
article in four sections: the Spanish women, the native women, the mestizas, and the black and
mulatto women.

FRANCISCO JOSÉ LÓPEZ ALFONSO

LAS TRADICIONES DE RICARDO PALMA, UN CIERTO SABER HISTÓRICO

RESUMEN

Este trabajo discute una historiografía literaria de banderías, simplificadora y deformante


y que establece la existencia de dos tradiciones literarias en el Perú: la primera, criolla, limeña
y conservadora; y la segunda, mestiza e indígena, provinciana y progresista. Se rechaza la
imagen de Ricardo Palma como colonialista que revive el pasado y lo hace vigente como
tradición fuerte y fértil. Las Tradiciones inauguran una literatura nacional como liberadora
del pasado, literatura comprometida con el proyecto modernizador de las ex-colonias. Las
Tradiciones asumen políticamente la labor que en el mundo europeo cumplió la historiografía
de la Ilustración.

215
TRADICIONES BY RICARDO PALMA, A TASTE OF HISTORY

ABSTRACT

This work discusses simplifying and erroneus a literary historiography of factions, and
that establishes the existence of two literary traditions in Peru: the first, Creole, of Lima and
conservative; and the second, racially mixed and indigenous, provincial and progressive. Ricardo
Palma’s image rejects as(like) colonialist that re-lives through the past and makes it in force as
strong and fertile tradition. The Traditions inaugurate a national as liberating literature of the
past, literature compromised with the project to modernize the ex-colonies. The Traditions assume
politically the mission that in the European world fulfilled the historiography of the Illustration.

SONIA MATTALIA

REPRESENTACIONES DEL OTRO: LLANTO (HISTORIAS IMPOSIBLES), DE


CARMEN BOULLOSA

RESUMEN

Lectura de Llanto. Novelas imposibles (1992), a partir de la idea del «retorno del salvaje»
de fines del siglo XX, en la que interrogamos dicha idea para explicarnos la peculiar poética
de la que se apropia la «asalvajada» prosa de Carmen Boullosa. Dicha lectura nos permitirá
sugerir que en esta novela se esboza una nostalgia compulsiva por el referente perdido a través
de ese fetiche encarnado en la figura de Moctezuma –emperador de salvajes– que revive en la
salvaje urbe mexicana con el acompañamiento plañidero de unas post-modernas lloronas que
no pueden amar, ni contar, ni escribir, ni construir ningún otro.

REPRESENTATIONS OF THE OTHER: LLANTO (HISTORIAS IMPOSIBLES) BY


CARMEN BOULLOSA

ABSTRACT

A reading of Llanto. Novelas imposibles (1992), based on the «return of the savage» idea of
the late 20th century, in which we examine the idea to explain the particular poetics that take over
the «savage» prose of Carmen Boullosa. This reading suggests that the novel traces a compulsive
nostalgia for the lost reference through the fetish incarnate in the figure of Montezuma, an
emperor of savages, revived in the savage Mexican city with the plaintive accompaniment of
post-modern mourners who cannot love, recount, write or build any other.

DANIEL MEYRAN

TEORÍA Y PRÁCTICA DEL PERSONAJE HISTÓRICO:


1968, EL PERSONAJE HISTÓRICO Y EL TRABAJO DE MEMORIA.
EL CASO DE TIZOC, EMPERADOR DE PABLO SALINAS (1970)

RESUMEN

Tizoc, tlatoani de México-Tenochtitlan (1481-1486) me permite plantear el problema del


papel teórico del personaje histórico puesto en escena en el teatro mexicano contemporáneo,
como actor metafórico en el deber de memoria sobre 1968 y la masacre de Tlatelolco. Veremos
cómo Pablo Salinas se sirve del personaje «antihistórico» para recordar con imaginación en el
teatro su propio presente.

216
HISTORICAL CHARACTERS IN THEORY AND IN PRACTICE: 1968, THE
HISTORICAL CHARACTER AND THE WORK OF THE MEMORY. THE CASE OF
TIZOC, EMPERADOR BY PABLO SALINAS (1970)

ABSTRACT

Tizoc, the tlatoani of México-Tenochtitlan (1481-1486), raises the problem of the theoretical
role of historical characters in contemporary Mexican theatre, as a metaphorical actor for the
duty to remember 1968 and the Tlatelolco massacre. We will see how Pablo Salinas uses the
«anti-historical» character to imaginatively remember his own present in the theatre.

JAVIER MOMPÓ VALOR

EL ARPA Y LA SOMBRA: PROCESOS INTERTEXTUALES EN LA


CONSTRUCCIÓN DEL PERSONAJE DE CRISTÓBAL COLÓN

RESUMEN

El arpa y la sombra, de Alejo Carpentier, narra el intento fallido de beatificación de Cristóbal


Colón por parte de Pío IX y León XIII, articulando una red amplia de intertextos que van
conformando progresivamente la imagen del Almirante. El libro de Cristóbal Colón, de Paul
Claudel, y los Diarios del propio Colón, se articulan como intertextos fundamentales para el
desarrollo de las tres partes de la novela: «El arpa», «La mano» y «La sombra». Conviven en
la obra diversos grados de intertextualidad además de un corpus extenso de referencias, citas y
alusiones, más o menos explícitas, dependiendo del momento narrativo. Todo con el objetivo
de deconstruir y desmitificar la imagen tradicional para, finalmente, presentar una visión más
crítica del Almirante a través del juego intertextual.

EL ARPA Y LA SOMBRA: INTERTEXTUAL PROCESSES IN THE CONSTRUCTION


OF THE CHARACTER OF CHRISTOPHER COLOMBUS

ABSTRACT

El arpa y la sombra by Alejo Carpentier narrates the unsuccessful attempt made by Popes
Pío IX and León XIII to beatify Christopher Columbus. By means of a broad net of intertexts,
the image of the Admiral gradually takes shape. El libro de Cristóbal Colón by Paul Claudel
and Diarios by Columbus himself are articulated as fundamental intertexts for the development
of the three parts of the novel: «The harp», «The hand» and «The shadow». Sundry degrees
of intertextuality coexist in the book together with a vast corpus of references, quotes and
allusions, more or less explicit depending on the narrative moment. The aim of all this is to
deconstruct and demystify the traditional image. The final purpose is to display a more critical
view of the Admiral through intertextual coordination.

ROCÍO OVIEDO PÉREZ DE TUDELA

EL DESCUBRIMIENTO Y LOS HÉROES HISPANOS EN LA LITERATURA


MODERNISTA

RESUMEN

Los diferentes acontecimientos históricos provocan en los escritores finiseculares un cambio


en su visión del pasado. Las guerras de Independencia colaboran a destacar un peculiar sentido
de lo heroico. La filosofía de la época y singularmente el decadentismo nihilista contribuyen a
la caracterización melancólica de los héroes, de la que no se verá libre ni siquiera Bolívar. Si bien
podrían destacar otros personajes, son los héroes de la Colonia los modelos escogidos, puesto

217
que se adaptan con mejor fortuna tras el fracaso del 98. El centenario del Descubrimiento saca
a escena a la figura de Colón. Rubén Darío hace evolucionar al Almirante desde su proyección
arquetípica hasta su utilización como simple elemento léxico.

THE DISCOVERY AND HISPANIC HEROES IN MODERNIST LITERATURE

ABSTRACT

The different historical events, bring about in the finisecular writers a change in his vision of
past. The Independence wars collaborate to emphasize a peculiar heroic sense. The philosophy of
the period and specifically the nihilist decadentism contribute to the melancholy characterization
of the hero, from not is free not even Bolivar. However will detach others characters, the colonial
heroes are the selected models, as its adapt with best success, after the 98’s collapse. The Discovery
hundred place in stage the Colon’s figure. Rubén Darío make to evolve to the Admiral up his
archetypical projection down to his use like a lexical element.

ROSA PELLICER

EL CAUTIVO CAUTIVADO: GONZALO GUERRERO EN LA NOVELA


MEXICANA DEL SIGLO XX

RESUMEN

Uno de los episodios más conocidos de la conquista de la Nueva España es el del encuentro
de Cortés con Jerónimo de Aguilar y el desencuentro con Gonzalo Guerrero, del que se tienen
pocas noticias. La insólita actitud de Gonzalo Guerrero se convierte en un paradigma de la
elaboración de un personaje y de la reescritura de la historia «oficial» en las últimas décadas.
Si en la historiografía indiana Guerrero es idólatra y traidor, a partir de la década de los 70
asistimos en México a la transformación del escurridizo Gonzalo Guerrero en un mito, en un
«icono cultural», en padre del mestizaje. Este trabajo considera las distintas posibilidades de
relación del español con los indios, expuestas en las narraciones de Aguirre, González-Blanco
Garrido, Villa Roiz, Meza y Fuentes.

THE CAPTIVE CONFINED: GONZALO GUERRERO IN THE 20TH CENTURY


MEXICAN NOVEL

ABSTRACT

One of the best known episodes of the conquest of The New Spain is the encounter of Cortés
with Jerónimo of Aguilar and the disencounter with Gonzalo Guerrero, about whom we don’t
know much. The unusual attitude of Gonzalo Guerrero becomes a paradigm of the elaboration
of a character and the rewriting of the «official» history in the last decades. In the Indian
historiography Guerrero is an idolatrous and a traitor, but since 1970 it can be seen in Mexico his
transformation into a myth, a «cultural icon», a father of crossbreeding. This work examines the
different possibilities of the Spanish’relation with the Indians exposed in the account of Aguirre,
González-Blanco Garrido, Villa Roiz, Meza and Fuentes.

218
JOSÉ ROVIRA COLLADO

DE ISABEL, TRES CARABELAS Y UN CHARLATÁN A JOHAN PADAN EN EL


DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA. REPRESENTACIONES EN AMÉRICA DE LA
VERSIÓN DEL DESCUBRIMIENTO DE DARIO FO

RESUMEN

Dario Fo es posiblemente en estos momentos el autor italiano más conocido y sus obras
se han representado por todo el mundo. El siguiente trabajo comienza con el análisis de dos
obras que hablan del descubrimiento de América, partiendo desde la crítica Isabella, tre
caravelle e un cacciaballe de 1963 hasta la fabulación juglaresca Johan Padan a la descoberta
de l’America de 1992 que tuvo también una versión cinematográfica en dibujos animados en
2001. Después de analizar la visión grotesca que nos ofrecen de los personajes históricos y la
evolución en el teatro de Fo, nos hemos centrado en recoger la difusión en Hispanoamérica
de esas obras, haciendo un recorrido por las distintas versiones de ambas obras y prestando
especial atención a las reseñas críticas de las representaciones para mostrar el importante éxito
que han tenido.

FROM ISABEL, TRES CARABELAS Y UN CHARLATÁN TO JOHAN PADAN EN EL


DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA. REPRESENTATIONS OF AMERICA IN DARIO
FO’S VERSION OF THE DISCOVERY

ABSTRACT

At present, Dario Fo is possibly the best known Italian author, and his works have been
staged world wide. This paper begins by analysing two works that deal with the discovery of
America: Isabella, tre caravelle e un cacciaballe (1963) and the jongleuresque fable Johan Padan
a la descoberta de l’America (1992), which was also made into an animated film in 2001. After
analysing the grotesque vision offered by the historical characters and their evolution in Fo’s
work, we concentrate on how these works have been represented in Latin America, exploring
several versions of both works and paying special attention to the criticism they received in order
to show just how successful they were.

JOSÉ CARLOS ROVIRA

NEZAHUALCÓYOTL Y LA INVENCIÓN DE LAS TRADICIONES

RESUMEN

Se realiza un recorrido por un conjunto de textos que, desde el siglo XVI al XX, se presentan
como poemas del rey de Tezcoco del siglo XV o como recreaciones y homenajes. Crónicas y
poemas (también falsificaciones) nos llevan a cuestiones centrales del pensamiento del rey-
poeta (como su conversión al monoteísmo) y a una textualidad que, hasta el siglo XX, permite
una lectura de cada época que indica, sobre todo, el papel que Nezahualcóyotl asume en la
recuperación de la tradición mexicana prehispánica y en la invención sucesiva de la misma,
acomodada a la sociedad colonial y al México independiente, en cuanto referente cultural que
da cuenta de la particular historia del «país azteca».

NEZAHUALCÓYOTL AND THE INVENTION OF TRADITIONS

ABSTRACT

An overview of a series of texts that, from the 16th to the 20th centuries, are presented as poems
by the 15th century king of Tezcoco, or remakes and tributes. Chronicles and poems (including
forgeries) lead us to central themes in the thinking of the poet king (such as his conversion

219
to monotheism) and to a textuality which, up until the 20th century, allow a reading of each
era which shows, above all, the role played by Nezahualcóyotl in the recovery and successive
reinvention of the pre-Hispanic Mexican tradition, adapted to colonial society and independent
Mexico, as a cultural reference for the specific history of the «Aztec country».

LUIS SÁINZ DE MEDRANO

ABEL POSSE. COLÓN Y SU EPOPEYA DESDE EL SABER


DEMIÚRGICO

RESUMEN

El presente trabajo se centra en el Cristóbal Colón de Los perros del paraíso, de Abel Posse,
novela en la que el autor, sin la pretensión de actuar desde lo que comúnmente se llama rigor,
pero sin rehusar por sistema el legado de la historia oficial, interpreta la controvertida figura del
Descubridor desde la libertad del poeta, esto es, desde la autoridad del demiurgo.

ABEL POSSE. THE EPIC OF COLUMBUS AS SEEN BY DEMIURGIC GNOSIS

ABSTRACT

This work concentrates on the Christopher Columbus of Los perros del paraíso by Abel
Posse, a novel in which the author, with no pretensions to what is commonly accepted as accuracy,
though without systematically rejecting the legacy of official history, interprets the controversial
figure of the Discoverer from the point of view of poetic licence, i.e., with the authority of a
demiurge.

EDUARDO SAN JOSÉ VÁZQUEZ

UTOPÍA Y PROGRESO EN EL MUNDO ALUCINANTE, DE REINALDO ARENAS:


FRAY SERVANDO Y EL TIEMPO HISTÓRICO

RESUMEN

Este artículo revisa la tradición crítica ocupada de la narrativa de Reinaldo Arenas, con el
fin de ofrecer una interpretación alternativa a las lecturas postmodernas de la novela El mundo
alucinante (1969). Desde una perspectiva amplia, el artículo contextualiza esta obra en un debate
de largo alcance sobre la noción de utopía en Hispanoamérica. El estudio concluye que la novela
de Arenas critica las versiones más restrictivas de la utopía política y las contrapone a un sentido
ilustrado de progreso histórico.

UTOPIA AND PROGRESS IN EL MUNDO ALUCINANTE, BY REINALDO


ARENAS: FRAY SERVANDO AND HISTORICAL TIME

ABSTRACT

This essay revises the critical tradition concerning Reinaldo Arenas’ narrative works, trying to
offer an alternative interpretation to the postmodern readings of the novel El mundo alucinante
(1969). From a comprehending perspective, this article contextualises this work within a wider
debate on the notion of utopia in Latin America, concluding that Arenas’ novel criticises the
most restrictive versions of political utopia, and compares them to an enlightened conception of
historical progress.

220
EVA Mª VALERO JUAN

RECONSTRUYENDO EL CAMINO DE ERCILLA…


BELLO, MISTRAL Y NERUDA

RESUMEN

Si los personajes de La Araucana han ocupado un visible espacio en la literatura


contemporánea, sin embargo su creador, Alonso de Ercilla, es ante todo una figura histórica
que ha sido reivindicada en textos de análisis crítico, a excepción de algunos poemas y obras
teatrales. En este artículo, analizo cómo los trabajos de Andrés Bello, Gabriela Mistral y Pablo
Neruda ponen su objetivo en destacar la nobleza moral del Alonso de Ercilla, y en resaltar su
figura como inaugurador de un discurso crítico americano en la poesía escrita en castellano.
A esos valores Neruda añade la visión de Ercilla no sólo como inventor sino también como
«libertador» de Chile. En definitiva, la recuperación contemporánea de Ercilla por todos ellos
estaba trazando un camino que canonizó a Ercilla como inaugurador de la literatura chilena.

RECONSTRUCTING THE ROUTE OF ERCILLA… BELLO, MISTRAL AND


NERUDA

ABSTRACT

While the characters of La Araucana have occupied a visible space in contemporary literature,
their creator, Alonso de Ercilla, is, above all, a historical figure who has been reclaimed in critical
analysis, except for certain poems and plays. This article analyses how the works of Andrés Bello,
Gabriela Mistral and Pablo Neruda aim to underscore the moral nobility of Alonso de Ercilla
and emphasise him as the inaugurator of a critical South American discourse in poetry in Spanish.
To these values, Neruda adds Ercilla’s vision not only as an inventor but also as a «liberator»
of Chile. In short, the contemporary recovery of Ercilla by these writers opened the road to the
canonisation of Ercilla as the inaugurator of Chilean literature.

221
REVISTA AMÉRICA SIN NOMBRE
CUADERNOS DE AMÉRICA SIN NOMBRE
CUADERNOS DE AMÉRICA SIN NOMBRE
CUADERNOS DE AMÉRICA SIN NOMBRE
CUADERNOS DE AMÉRICA SIN NOMBRE
AMÉRICA SIN NOMBRE
BOLETÍN DE SUSCRIPCIÓN

Nombre .............................................................................................................................................................................................

D.N.I. ..................................................................................................................................................................................................

Dirección ..........................................................................................................................................................................................

Código Postal y población .......................................................................................................................................................

Teléfono ............................................................................................................................................................................................

E-mail ................................................................................................................................................................................................

Derechos de suscripción: tres números (ordinarios o extraordinarios) de América sin nombre que
le serán remitidos por correo a la dirección arriba detallada.

Precio: 27 €

Forma de pago:

Contra reembolso de cada ejemplar. (10 €).


Por talón nominativo, dirigido a Dpto. de Filología Española, Universidad de Alicante.
Apartado de Correos 99 - E03080, Alicante (España).

Você também pode gostar