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ENSAYO

.1
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 EL

UNlVERsO
CONTESTATARIO

(t'uNtvERs c0NTESIATt0NllAtRE)

ANDRÉ STÉPHANE

EDICIONES
PtcAzo TRAOUCTION DEt FRAII(ES
Paseo San Gervario, 7t
BARCELONA.6. MI6UEI. GIMENEZ SATES
 ,La responsabilidad del desorden que ac-
tualmente padece el mundo, no incumbe ni
a una clase ni a una naci6n o sistema; tal
desorden no es mds que la reproducci6n, a
mayor escala, de las reacciones infantiles. El
bienestar de la humanidad reside en cada
uno de nosotros, no en un sistema, en una
creencia o en el interior de unas fronteras.
No tenemos al enemigo fuera sino dentro.

Wllueu Gor"olNc,
El Rey de lqs moscas.

. Cuando alguna pieza se despega se la pue-

de apuntalar o unir; es posible-oporre.Àe u
que la alteracidn y corupcidn natuial de to
o 1969, by Payot, Parls
dos los objetos y seres vivos no nos aleje
Edicidn espaflola:
@ pbrcroNBb
Prcuo, l97l demasiado de nuestros comienzos y principios.
Grafismo Portada: Alberto Santal6 Pero intentar refundir una masa tan grande
ÉÉ.Éàtd portada: Agencia ZatdoYa y cambiar los cimientos de un edificio tan
Primera edici6n: Marzo, 1972 inmenso, es obra de los que para limpiar bo.
Dep6sito legal: B. 3403'1972 rran; de los que quieren enmendar loi yerros
Impreso en EsPafia Por
èihi"ài sàt.rtio, Andrés Doia, 29-31 particulares mediante una confusi6n universal,
Printed in SPain y curar los enfermos por medio de la muerte.
 La finalidad de un cirujano no es desffuir
la carne mala, sino obtener su curaci6n; pro-
curar que vuelva a nacer la carne natural, en
su priitino estado. Todo aquel que- s61o se
proion" deshacerse de lo que le molesta, no
iog* tu pleno propdsito, puesto que al Mal
no- suced6 necesariamente el Bien; puede so-
brevenir otro Mal, y arln peor, como les ocu'
rri6 a los asesinos de César, que llevaron los
asuntos priblicos hasta tal extremo, que aca-
baron pdr arrepentirse de haber tomado parte PREFACIO
en el crimen.
MoNtAtGNE,
Los ensaYos, libro tercero' André Stéphane es un seudfinimo que esconde (mal,
ya que nuestros coregas nos rwonocerdn por habeilei
hecho en sumo grado de nuestras rellexiones
-participes
Elhermano entregaré su hermano a la s-obre los problemas que cònstituyen
el tima de nuostro
muerte, y el padre a su hiio; los nifios se libro, antes, durante y después à, ,,ii, -acontecimientos
levantardn contra sus padres y les dar6n muer- actuales") a dos sicoanalìstas.
te. Y vosotros seréis odiados de todos a causa àPor qué un seudfinimo? Nos ha parecido que los
de Mi nombre, pero aquel que resista hasta sttcesos (e mayo en paris, y los mds
recientes de las
el fin, éste se sa1var6. universidades do Calilornia y otros lugares
del mundo,
No credis que he venido a traer la paz a eran demasiado candentes oiin, y toca,iin-
puntos funda.
la Tierra, no he venido a traer la paz sino mentales.en todo el planeta, qu, *ìrnu de nues_
la guerra, puesto que he venido a enfrentar ", io, polttica
tros pacientes se hallaban anzarzadis
y afectiva_
al Àombre con su padre, a la hija con su ma- mente un sentido o en otro_,
dre y a la nuera con su suegra; los parientes -efl
pretacidn de las protestas mundiales ii
frru que una inter-
serdn enemigos de todo individuo' no corriese el ri.esgo de mortilicar a unos
tri*, sicoanalitica
o a otros, bien
Aquel qrt urnu a su Padre o a su madre porque salga al paso de ciertas_posturas,
bien porque las
mds que a Mi, no es digno de Mi' arfiparc. kr efecto, el analista dèbe, en io posìble,'prr;;_
necor neutrol. y esto signilica permitir
ai anatiiado qie
El Evangelio segrtn San Mateo' proyTle_ todos sus lantasmas hacia et
analista. ò ;;;,
o_ermilirle al procoso analitico que se desarrolle sin
trabai.
Por el contrario, declararse prtbficamente ,,en pro,, ,,en
o
contra" de tal o cual movimìento politico o ieligioso,
es
rT

El Universo Contestatario 9
André StéPhane
teiarmente), las cosas todavia no se han inlittrado lo
de ld
alterur hasta cierto punto el desarrollo espontdneo bastante en el dnimo de algunos de nuestros pacientes
iiiatid". También bs, en su extrerno limite' oiercer en paru que las intarpretaciones aqui incluidas
corno tno- @à las que
cterto *oao un abuso de poder, olreciéndose n! gstd exenta toda pasidn) sean acogidas con la seràni-
iito of analizado, puesto qut " razdn de laenpotenciarcs' de dad,
_si
no indispensable, al menos rttil para la buetu
ii tranrlrrrncia, eite modèto puede obrut lorma marcha del andlisis. El alboroto provocado por las pr*
ii;eii'i.
'ie
pr, ,rto, siempre nis ha parecido personalmen- testas actuales de la juventud constituye en si un simùolo
cartas a los peri&
ikposible lirmar *oii1i^tot, eniiar interesante paru nuetstro tema.
d.icos^ o pedii la palabra en los mitines
en los cctsos cotno Varios motivos nos hsn inducido a interesarnos, hasta
drabe'
,i- au Aiaopest,'la Suerra de Argelia, e.l conflicto cierto punto, por los sucesos de mayo de 1968 en paris,
iiriiti, iit'turiror-d, *oyo, la invasidn dequechecoslova'
-iii,'po, nos haya'
desde el punto de vista sicoanalitico. para empezar, destle
muy prolundunxente arrast.rados hace varios aftos, hemos intentado separar una estructuta
de tales circunstancias'
-- visto por una o varias
mos siquica que nos parecia propia de los intelectuales que
Pentsamos ademds en esto seguimos a Freud-' pertenecen a ciertos movimientos litorarios,
-y
our- i, atnalista puede apiicar perloctamente
su ciencia al filosfficos,
y politicos (,,los intelectuales tle lzquier-
sico.analiticos
"niruito d.e los f'enfimenòs sociales, culturales o politicos' da"), estructura que, desde nuestro punto de visia, se
tii JoUo, po, ,tlo a las reglas del ne-utralismo' En electo' maniliesta particularmente €,ntre los contestatarios del
de tal o cual corriente mayo parisino. Por lo demds, la mayoria de quienes ha-
iitritro,nà,los prolundos motivos
del sicoa.ndlisis no altera de brian podido servirnos de modelo para nuestros estudios
tiiri,itiio o potiiica'con ayuda
'igual'modo' que una
la tey lundamental del sicoandlisis anteriores, se hallaban del lado de los contestatarìos.
i, prricifin'd.irecta a un tema- de actualidad.
lzlià
'Èn'-ui respecto
-. Por otra parte, el sicoandlisis se ha citado, utilizado,
iotot, el analista expresa' ante todo' el curso
de discutido, protastado y hasta ha servido para la contesta-
-iu' (lo pàrmite al lector eiercer ciefio.
i"",ii*ilnto que ci.64 durante aquellos sucesos. Marcuse ie refiere al sico
;,;;;i c,ritico d.s la- opini1n en la qu-esudesemboca tal
petsona.lìdad
andlisis y pretende haber hecho una ,,contribucifin d
curso), mientras que en'el otro caso teiela Freud". Noso/ros hemos asistido a varios debates sobre
(,tanto
u nin|r"e sobre e[ paciente una presi6n innegable sicoandlisis en la Facultad de Medicina principalmante, y
'*;;';;r;;;
';;;,;; qu" ,l tema de ictualidad ha movilizado también en Ltna Universidad popular. Èn toi periildicis
;;riii*'nt' poderosos qye ta opinìan det
?ay situaci1n se p,ublicaban con regularidad las interpretaciones sico
-En
analista no eorrompr io pu"" de la
analitica' analiticas de aquellos acontecimientos.
-àl realidad, en
*riot hasta cieito tiempo) ' Y nuestro estudio' aunqL@ tales casos, el sicoandlisis era alabado o atacado por lo
a un politico
,Li'iiiptiirci,n det sicoàndlisis lendmeno que no es. Eslo nos ha hecho anhelar poner las cosas en
, socioiuttural, se relìere a un ternt cuyo cardcter "can' su punto, considerando el interés inherente al
-ri" s este pr el acio'
freudismo,
àr"ir;; oei ciuiruò s mientr as redactamo iytyrgs que nos parece significar una conciencia prolunda
7- ounou, tà rnds esencial de nuestro trabaio
tal vez se del hecho de que, d pesar de los esluerzos on el sentido
'niio"i,itto'-i"li"iao por los sucesos. de mavo v -los de de una negacidn de los conflictos individuales internos y
pos'
òirrortoroquia (se ùan electuado algunos aftadidos
10 Andté StéPhane
de la puesta en marcha de los problemas sociales, el
malestàr porsonal no podia recibir soluciones sdlo con la
translormacifin de la sociedad.
io no, habiamos sentido asombrados pot la posicidn
de los "intelectuales de lzquierda" en el mome'nto de
la guerra drabe'israeli. iNo ha bastado -una uictoria para
qrà lot simpatias rnundiales hacia Israel se transformasen
in oposiciàn abierta? No rzos hemos sorprandido, sin
embàrgo, al encontrar a muchos do los contestatarios del
lsvssl vtictorioso en las tilas de los contestatarios de
mayo (1). Remontdndonos en el tiempo, hallariamos una
lilittcifin
'tuules
entre la "protesta" y la postura de los "inte'lec'
de lzquietda" !rcnteal comunismo de Stalin y
lrente a BudaPest.
Naturalmente, es parcialmente legitimo tener opint'ones
politi,icas ile izquierdà, tunto si un individuo es intelectual
'como
si es pròletarìo. Lo que serd el tema.de esto ensayo
es el univeiso sicoalectiti del "inteluctual de lzquierda"
(que no debe confundirse con ol ser que eierce una pto'
iàsi6n intetectual, y cuyas opiniones
pollticas se sitrtan a
la izquierda), que nos parece ptesenta u.nos caracteles es'
peciiicos, ya qie tut opinionei no manifiestan una actitud
'meàitada,-
siio qu" se alimentan de sus conflictos incons'
cientes y de unos alectos arcaicos.
En resumen, pensatnos que se trata de una estructura
delectuosa qus presenta cierto nrtmero de rasgos pdtticu'
lares que ffataremos de describir.
Nò intentaremos delendernos si se toma nuestra opi'
ni6n como una tentatiia de trazar una sicopatologia del
contestatario, En esto tenemos un ilustro predecesor' -ya
q:ui t"nin consideraba el izquierdistno como una enfer
medad.
(1) Natutalmente que hay excepciones' Maurice-.Clav-el'^no1-eiemplo'
que contrma la l€gra'
Pero pteciiamente se trata de una excepci6o
El Universo Contestatario 11
Indudablemente, el lector lo habrd adivinado ya: no
amos unos grandes admirudores de las protestas qt ge-
ma|.
Trataremos aqui sdlo la contestaci1n ,,extremista", la
que intenta destruir Ia sociedad burguesa-capitalista de
ot*tsumo. No estamos contra las reformas ic6mo podria-
mas oponernos, por ejemplo, a la abolicidn del sistema
que prevalece en los concursos médicos, y que conduce
al candidato a preocuparse mds de la composicifin del
iurailo que del proglama de los exdmenes (para citar s6lo
an problorna que conocemos bien) ? Ademds
-pensamos
iunto con otros muchot-, todo régimen politico siente
la necesidad de padecer la presifin de la oposicifin; que,
por eiemplo, los partidos comunistas y /os regimenes lla-
mados socialistas constituyen un lactor de progreso para
los rcgimenes llamados capitalistas. Es probable que Èran-
cia, por ejemplo (lo mismo que indudablemente ocurrird
en Norteamérica), saque un indudable beneficìo de los
sucesos de mayo de 1968. Pero hay que distinguir entro
la sicofisiologia del movimiento en si y los resultados
secundarios. Las guerras son un lactor de progreso ini-
gualable (técnico, econdmico, social, hasta ideol1gico).
Sin embargo, seria un error considerarlas en si como un
bien, ni confundir las causas prolundas que las desenca-
denan con los benelicios secundarios que producen, y
aùn menos iustilicarlas en nombre de sus consecuencias
positivas.
Naturalmento, cuanto decimos en este ensayo no se
retiere mids que a nosotros mismos, sin implicar en modo
alguno a nuestrcs colegas.
Consideraremos el movimiento contestatario de Occi-
dente como un avatat del cristianismo. Creemos que la
religidn cristiana especial el CatolicisffiÈ, consti-
tuye una tentativa-en
de solucidn del complejo de Edipo,
tentativa que desde hace dos mil aftos, ha coartado, hasta
12 André Stéphane El Universo Contestatario li
cierto punto, al hombre. Claro estd, que ésta que podr.ia' ful rechazado"), sino, por el contrario, una manifestacién
*o, tio*o, castracifin parcial, también le ha impedido de cìertas dalensas contra los instintos, que son proyec-
manifestarse con todo su salvaiismo innato-.(aunque haya tados sobre e/ burgués y la sociedad de consumo. Pero
habido casos sueltos' como Hitler o Mussolini) ' La culpa- toda proyeccidn eùrarta la intolerancia contra esta parte
bilidail anexionada a la materia y correlativamente a la de sf mismo negada que representa el Otro. Intolerancia
iir* y a los bimes de este mundo, ailnque no ha deiado que, sn la ligica del Inconsciente, puede ir hasta la des-
de peiar sobre la humanidad (pese a en nuestra trucci.dn del Otro (la desaparicidn de esta parte de si
situacifin de analistas deberiamos invertir los términos y mismo abotecida y que ha sido el obieto de la proyec-
iteci, que cierta delensa ante el compleio de Edipo ha ei6n).
àie"ioao el éxito del cristianismo, en lugat de haber Como individuos y analìstas, sdlo podemos considerar
por tanto' que 19 @n gtan circunspeccidn un movimiento que nos parcce
iaio
'tot""iA"nacimiento al mismo). Pensamos,
cristiana del compleio de Edipo' mediante la conducir necesariamente a la violencia. Tampoco perci-
ire*iA, de los instintos, y de la realidad que aquélla bimos un movimiento hacia una liberacifin auténtica sino
iiptiia, conduce ct una escisidn ente la doctrin'a y los los olectos de un extrafro maniqueismo. Tendremos oca-
i'i|"ioti,' i un dualismo constante, a incesantes contradic'- si6n de volver sobre este tema. Pero un solo hecho ilus-
;i;;;; resumiendo, a la lalta de autenticidad' Peto la trard sencillamente nuastra posturu:
ireorilAn tutulmente triunfante de una parte de la realidad La radio anunci1 hace muy pocos afros que en Rich-
iii-*i"tiit, econdmicamente (2), v sdlo puedeptoyecci6n
dar lugar mond (Estado de Virginia, Estados Unidos), los contes-
o rcdo clase de lotmaciones morbosas, cuya tatarios se aprestaban a.sacrificar un perro en plena calle,
ioiiirn en"po àefinido da los instintos negados o repri- quemdndolo con ayudd de un producto quimico de su
àiaot, cinstituye'la m,is lrecuente de tales lormaciones composicidn, muy similar al napalm. El obietivo de esta
tnorbosas. operacidn sra la siguìente: que algunos transeilntes se
Tendremos ocasifin de examinar algunas de las con' vìesen obligados a intervenir. A los cuales se les diria:
secuencias que de esta se derivan' En afecto' veretnos "Intervenis en favor de un peto que se estd quemando
iui it contistatario es impulsado,.g syryeiyza del cristia' pero no hacéis nada en favor de las vtctimas del Vistnarn".
io, o nrgo, und parte de'la realidad instintiva, y d pro' Y a los que no interviniesen se les diria: "Vosotros sois
yectarla.- En nuistta catidad de analistas' no podamos insensibles al sulrimiento ajeno".
und ver'
'ioirro un movimiento en el que no intuìmos
ratilicar Ignoramos si electivamente se llevd a cabo el sauilicio
rebelifin instintlva (si no es en lorma de "retorno dol peno, pero si examinamos esta anécdota, podemos de-
ducir, de buenas a primeras, sin entrar en detalles, que el
sadismo proyectado enteramente por los contestatarios en
(21 En el sicoandlisis, el punto de vista econ6mico intetesa a.las cuestìdn sobre los norteamericanos (los burguesas capita-
compulsiones). un instinto
*rii'a.a"i"a"i.Éiàr"'jig.arr-à ios instintos-1o aÉà'pàri"i6n lìstas que son al mismo tiempo y de forma directa sus
oosee cierta enersia que d;H;;;;;t' rà ura v simple
"; in l,
àI"Iì*'ì^rìimiJ'El-iÀp".ìsìq no se pierde nada' Su techazo padres, puesto que la anécdota ocurrii en Estados IJni-
'iq""i'
H;;ù#'il"à.Jg"rt"-a" *à,!ia corretpondiente, al menos' a la que se
dos), posee un doble "retorno del rechazado": primero,
halla ligado.
14 Andfé stéphane
contrd el porro, inocente victima sacrificada; luego, contra
los vianiantes que se hallan ante tal espectdculo' a
los
que unan' sea corno
oue se presiona e intimida para se
;;;, , t;, maldad. Ademds, iasta cierto plano de la teali'
aoa-tiquiro, el asesinato do un perro es el uimen sddico
pìo, No sdlo porque el can.no tiene defensa'
'sino "i"rt"n"ia.
porque es un magnilico soporte.de proyeccidn para
to pirt"'mds inocente-de nosotros mismos' Al mattirizor
'à'
in pruo, s estd seguro de atacat ayna victima abso
lutarnente cdndida, casi al inlante leais que' corno vere'
à,or, ,, precisamente obieto de una proyeccidn casi cons'
tunte desde la rnuerte de Cristo.
Vemos, pues, ql)e' aparte de raconocer y asumir sus
propiot trnpitsoi tddiroi, los contestatarios de Richrnond'
'en'partu pàra ayudar a los vietnamitas (en realidad para
luchar contra sus propios impulsos proyectados sobre los
norteatnericanos) ,'llegan 4 perpetrar actos sddicos'
N; se nos puedi convencer de que so trata de un
ruétodo verd.adàramente elicaz para aliuiar a los vietna-
provocan
ruitas. Por el contrario, parece que esos actos no
ii-uti"io sino'compleiamente al reués; sin duda'
"ui,perado,con una tbrcera forma de "retorno del
aqui tropezarnos
'--
rechazado".
ilri,rdrr*os ocasifin en el curso de nuestro estudio tle
entre
volver mds de ttna vez sobrs los puntos de contacto
el cristianismo y la protesta mundial'
Pero hay que destacar que, desde un principio' nos
hemos sentido sorprendidos por la acogida dada en algu'
que pa-
nos ruedios catdtiios al movimiento protestataria
y un lugat natu-
'*i.- responder a una espera a encontrar
rece
N u*notos publicaciones catdlicas (Espiritu' Estudios'
Testimonio criitiano), no han deiado de celebrar tales
iechos con entusiasmo. La Universidad populat de-Mo.nt'
de- un conu*ento de domini-
iàtiri recibi| la hospitalidad
de Mayo en Francia' Maurice
iot, o raiz de los sicesos
El Universo Contestatario 15
Clavel saludd la "victoria del espiritu". La Organizacifin
de Accidn Catdlica se mostrd totalmente alecta al movi-
miento. Monsefior Vial declard en el transcurso de una
misa (Le Monde, 1," nov,):
A menudo,--las p_eticiones de la clase trabajadora son
tn"al cornprendidas, La Iglesia nos pide a todòs que las
teconozcdmos ey.el grit_o del pobre, ei la peticién del'herido,
en et srtencto del hombre ahogado por una ciyilizacidn s6lo
orientada hacia el consumo.
A un padre jesuita de Certeau se le debe esta ffirmula
célebre: "En mayo tomaron la palabra como antes se
tomd la Bastilla".
Desde la terminaci6n de este ensayo, la obra tan inte-
resante de Gilles Martinet, La conquista de los poderes,
ha traido agua a nuestro molino. ya en su principio, nos
revela que desde 1964 "casi la rnitad de los militàntes del
Partìdo Socialista Unilicado son cristianos o de origen
cristiano (en 1960 sdlo habia un 25 por ciento, aproximrt-
damente)". Ademds, se reliere a una rcvohtci6n cristiana
a propdsito del castrismo, aunque también de las protes-
tas en general.
. H9l !.ig .no es posible relerirse a las probabilidades de
victoria del izquierdismo y a.sus posibilidades de renovacién
stn que intervenga el factor cristiano.
También es de destacar que este autor subraya que
ascetismo y el gusto por la pobreza se convieiten
"el
bruscamente en valotes de la civilizaci1n socialista".
Pero nosotros sabemos qtw se trata de valores cristia-
nos. Y esto nos perrnitird, en nuestra calidad de analistas,
aportar un elemento a la conocida controversia: que, por
eiemplo, los contestatarios del mayo lrancés coisidiran
como hetmanos a los reyoltosos de praga, o cotno émulos,
mientras Eta los checos (hay que examinar las declara-
16 Andté Stéphane El Universo Contestatario 17

tuye, como es bien sabido, un retorno a la Biblia, y es

ciones de Milos Fotman en el Express), no se asimilan
a
los estudiantes pafisienses (ni los polacos, claro estd, que conocido también que se halla rnuy leios de arroiar un
anatema sobre los bienes mundanos, ya que la consecuci1n
pirnron que lis estudiantes de Francia lo poseen todo:
iibertad y bionestat y no pueden irnaginat que éstos
pu' ds una acumulacidn de bienes tenestres es una manifes-
rclas en los edilicios prtbficos' y tacidn de la bondad divina. La famosa expresidn "enri-
diesen piantar banderas
propagadas pot-la queceos" la ptonunciò un protestante. (Todo esto le ha
irrrn qut se tratd d.e noticias lalsas
permitido a Max Weber lormular su tesis segrtn b cual
iiirto'to*unista de su pais). ln efecto, al menos
hay
in lactor que distingue a los dos movimientos: las re' la Reforma se halla en el origen del dasarrollo del mo-
daios del no son de inspiracidn espe' derno capitalismo, puesto que la lglesia se habia opuesto
,u"ito, paises Este
en siglos anteriores a las operaciones bancarias, en tanto
citicamente ctistiana.
que los judios se dedicaban a las mismas).
Se nos obietard que Cohn'Bendit o Vaneigem (auto1'
entr:e otras, de la céÌebre !firruula "el cord'ero sacrilicado
Naturalmante, no nos releriremos al iudaismo o al
cristianismo, sino porque dichas religiones (y ta Religi1n
de Nazareth"), rto son rnuy buenos catdlicos en realidad'
poi etto, deséamos precisar que pdra nosottos se trata de en general) rcpresentan para nosotros la objetivacidn de
ciertos conllictos inconscientes, o mds bien un intento
d.esmantelar una estructura que implica una constelacidn
de solucìdn de los tnismos, una "ilusi6n", tomando este
en conllicto que halla su expresiùn en el cristianistno'
pero que purà" ,rronocerse en individuos no cristianos' término prestado a Freud.
Veremos que se trata dnte todo del complejo de Edipo,
y que'hoy'dia se maniliesta precisamente entre los "inte'
pero también de lo que le precede, o sea del estado
irituotrt de lzquierda", contestatarios ateos, cristianos' sddico-anal del desarrollo humano y del narcisisrrto. Todo
paios o marxisias, que dan, a pesar de sus innumerables
'ai-lriinriot, cierta uhidad at mòvimiento, en tanto que el esto planteado, es posible ser cristiano y tiuir el cristianis-
mo de otro modo que el que, para nosotros, estd ligado
ciistianismo lorma su nudo, a rnenudo, ds tnodo total'
mente inconsciente. Consideramos al cristianismo como
o cìertos aspectos de esta confesidn, ya que el rnensaie
pÌesenta multilormes facetas, a rnenudo contradictorias
un cisma con rclacifin al iudaismo' Cisma que se con- (por ejamplo, Cristo dijo: "Yo os traigo la paz", y tam-
vierte en el prototipo de toda clase de disidencias, como'
bién: "Yo os traigo la guarra").
p,or eiemplo, lo es el izquiedismo con respecto al socia'
iitmo' (iurque Raymond Aron haya delinido peÌfecta-
mente en El opio de los intelectuales la trabazdn
pro'
piamente religiàsa dirlamos mds restringiva- Nuestro ensayo no procede de ninguna metodologla
iint, cristiaios- de-nosotros
los intelectuales al comunismo' indi' original, nì pretende ostentar un absoluto rigor cientifico.
Sin embargo, nos parece responder a algunos criterios
cando asi, proféticarnente, la direcciùn en la que iba a
vdlidos. En efecto, hemos dispuesto constantemente de
orientarse là gran parte de los intelectuales en mayo) ' tal
nuàstro dominio, lo es el iungismo o el laca'
un material procedente de dos luentes que nos daban la
ioào, posibilidad de una conlrontacidn perrnanente. Por una
"n relaciùn al freudismo'
nismo con
parte, hemos seguido con gran atencidn las manifestacio-
En el seno del uiitionismo, el protestantismo consti-

a
18 An&é Stéphane
nes "contestatarias". Hamos trecuentado asiduamente la
Sorbona, la Facultad de Derecho, aunque involuntaria-
rnente, a lo,s revoltosos. Tatnbién hemos asistido, o estado
al cotriente de cuanto pasaba en nuestro ambiente sico'
analitico y siquidtrico (en particular, en Santa Ana), asi
corno en las instituciones trecuentadas o dirigidas por
nuestrcs colegas. Hemos participado asimismo en una
IJniversidad Popular del Este. Y hemos estudiado atenta-
mente la Prensa...
Por otra parte, esta observaciùn "externa" se ha
aurnentado con la atenci1n prestada constantetnente a
nuestros pacientes,
Cierto nrtmero de éstos estuvo mezclado intimamente
con vafias de tales protestas, Para nosotros fue muy inte'
rcsante tratar de comprender lo quo unia estructuralmente
a los mds inrnersos en el movimiento contestatario, y com'
prender asimismo lo lotma en que reaccionaban al exte'
rior por relaci1n con lo que eran en la situaci1n analitica.
El papel del grupo, en particular, del que ya hablaremos,
qued6 puesto en evidencia. Tarnbién resultd interesante
hallar un lazo estructural comùn a los que no se inmisctt'
yeron en el movimiento, o le eran conttarios. Entre ambos
extremos se situaban los "refortnistas", cuya evolucidn
también resultd muy provechosa de estudiar (saber a par'
tir de qué momento abandonaron la linea extrernista, etc.) .
Sin embargo, por razones firt,ciles de entender, evitar*
nlos en lo posible citar casos clinicos, cuando los pacien-
tes de que se trate sigan en curacifin analitica, Peto el
ntaterial reunido de esta rnanera constituye la trama ilt'
visible y continua de este trabaio. Hay que seftalar a este
propdsito que Freud no vacil| iamds en interpretar ia
(El porvenir de una ilusi6n, Moisés y el monotefs-
'religifin
ounque siompre procurd no citar casos extraidos de
^ot,
su propia clinica para apoyar sas /esis, sin duda por los
mismos motivos que nosotros.
El Universo Contestatado 19
De torma general, sabemos que es mucho mds ldcil
estat en favor de las contestaciones, que expresar reservaE
rcspecto a ellas. Los intelectuales que, durante tales suce-
sos, no se dejan arrastrar por el mds completo entusias-
tna, se sienten solos y culpables, viéndose 'acusados por
su conciencia, ya que tales movimientos tienden, al pa-
Ìecer, a conseguir e,I trìunlo del Bien, Y su soledad en-
gendra su culpabilidad.
"Puesto que es un pecado fio ser rinoceronte".., sobre
todo cuando esto signilica una negativa a ensalzar a la
juventud.
tienes trt nada contra la iuventud?
taban-iNo
hace unos afros los ve,ndedores de una -pregun-
hoja estu-
iliantil. Naturalmente, el que se hubiese atrevido a opo-
nerce a la iuventud se habria constituido inmediatamente
en sospechoso de estar poseido por una envidia secreta
que le empujaba a querer destruir lo qwe se le habia es-
capado definitivamente. Ademds ino es mds natural en-
tornecerse ànte lo que todauia se halla en estado uerde, y
por ello lleno de promesas? èNo es mds natural ayudar
a que éstas se cumplan?
icierto! Queda pot saber si "ayudar" es sindnimo de
"ensalzar". Los sicoanalistas saben que la cura analitica
debe electuarse baio el signo da la lrustraci1n
ci6n de tiempo y dinero-, pero, sobre todo, baio -frustra-
el signo
de satislacciones por parte del analista que se abstiene
de rosponder a las llamadas de socorro del analizado, y
tratando de establecer con éste una relacidn sobre los
distintos sistemas y a dilerentes niveles, contentdndose
con interpretar cuanto oye sin dar consejos o lrases con-
soladoras. Sin e,mbargo, al analista le resultaria mds ldcil
iniciar la rclacidn, satisfacer ciertos deseos del analizado,
que observar la regla analitica cuyo objetivo es ayudar
rcal y prolundamente al analizado, por mucho que sea su
rigor aparente. Lo mismo ocurre can respecto a la actitud
20 André Stéphane
de los adultos hacia los i6venes. Hemos podido cotnprobat
en diuersas ocasiones que algunos de nuestros paeientes
contestatarios esperaban una oposiciùn pot pafie de los
rnayores (en particular, de los pedagogos), o al menos
una actitud de firmeza, y no la ausencia de dignidad que
se manilestd en muchos de ellos.
El nift.o y el adolescente necesitan encontrar un obs'
chocar, un adulto luerte al que
tdculo contru el que
puedan admiru y respetar, con el que desean identificar'
1e, y hallar lrustraciones a las que enfrentarse. Un iouen
paciente al que sus padres halagaban excesivamente, le
dijo a un analista:
me lo dan todo ipor qué salir? (del estado de
-Si
adolascencia).
En vetdad 4,por qué? iQué le irnpulsa al ioven a Qu9
rct ser ad.ulto ii el-estado de adolescencia es obieto de
una apologia delirante pot pafie de todos, si el ideal de la
coteciividad enterd se proyecta sobre su iuventud? òCdmo
aceptar la idea de hacerse tnayor' de madurat, de ewa
&6mo atnarse en calidad de adulto y a ttavés de
iecàr?
'las
diversas fases de la vida, condici1n indispensable, sin
embargo, para la consErvacihn de la salud mental y fisica?
qué este culto actual a la iuventud?
éY por
'sabemos
que no se ttata de un culto nuevo y que ha
caracterizado a los regimenes fascistas lo mismo que, en
nxenor grado, ol comunistno estalinista, Sabemos, en el*'
to, que los !6venes son rnds propensos al fanatismo. Mas,
parà explicar por qué es tan intenso el culto a la iutentud
àn nuritro época, hay que comptender que la adolescqtcia
es la edad del ascetismo; ante las luerzas instintivas de'
sencadenadas por la pubertad, el adolescente desea defen'
derse, y una de sus defensas esenciales consiste en des'
preciar
'erigiendo
la mnteria, o sea el cuerpo' inconscientemente,
un ideal de austeridad destinado a combatir sus
propias tendencias sicosexuales que considera como fuer'
El Universo Contestatario 2l
zas incontenibles y ,ividas de satisfacerse. (La alirmacifun
del deseo de "gozar sin trabas" que parece oponerse a
este ideal de austeridad pero que coexiste en é1, como
demuestran los escritos de Marcuse o de Varwigern entre
otros, se inscribs, en efecto, en un registro particular en
el que insistiremos al estudiar la sociedad de consumo.)
Pero tendremos ocasidn de volver sobre este punto
-ya
durante nuestra exposici6n-,la llamada sociedad de con-
sumo desampefia a este respecto un papel andlogo al de
los impulsos ligados a la pubertad; solicita constanternente
el tema y olrece una tentacidn perpetua. El adulto, que
ha integrado mal sus compulsiones, reacciona como el
adolescente pùber y sa ve consolado por la idea de un
mundo en el que reine la austeridad (naturalmente, und
vez instaurado este mundo buscaria la manera de salit
del mismo). Ademds, la iuventud se ha vivido, por tna.
tivos qua examinaremos mds adelante, como participante
del universo de la pureza, valor que en el inconsciente
tiene una signilicaci1n precisa, ligada al rechazo del mun-
do material. Existe, pues, una coniuncidn entre la nego
ci6n de la matoria y la adolescencia, aunque los adultos
que se defienden contra sus instintos se reconozcan vo"
luntariamente en los adolescentes. Los instintos, en elec-
to, jamds se han visto tan brillante y evidentomente acti'
vados como en nuestra época (3). El ideal de la adoles.
cencia tiende también a imponerse como el de la colecti-
vidad, entregando, segrtn exprasidn de Allred Grosset
(Le Monde), "la Francia entera a la juventud". Pero este
rnovimiento se ve favorecido por los conllictos particu-
lares de los intelectuales, Como éstos representan a la
minofia pensadora que dispone de todas las
tribunas para hacerse-minoria
oir-, resulta particularrnente dillcil
(i) A ésta se afiaden otras t^zones (ver en particular el capitulo: Raril
Vaneigem o <<1a exteriodzaci6n de la interioridad»).
 André StéPhane
El Universo Contestatario 23

por tanto, imposibles de dominar-, constituye una

en nuestra época no iugat su partida en el concierto de -!,
heida narcisista (especialmente viva en el adolescente
elogios olrecidos a la iuventud. Hoy que, sq tronesco o que vive una hipertrofia narcisista a su edad, que tam-
Gibrovicz para atrevetse a tocar en solo, sin temor a bién es la del impulso instintivo mds poderoso, con con
que le traten a uno de conservador o confotmista (4) '
llictos inconscientes ligados al mismo, gobernados por
iAunquu la acusacifin de "confotmista" adopta un
sabot
y solos en un Yo en plena formaci1n, lagunar, frdgil, que ante todo
especial cuando sa dirige a individuos rtnicos
Existe, pues' una teme dejarse desbordar). Analizu es rebajar las delensasl
si opini6n, al menos en su ambiente.)
rcducir los camuflaies, poner en duda el equilibrio del
prrtihn a nivel de colectividad que tiende,a culpar, que
sujeto y arnenazar la cohesidn del Yo, tan dilicil da man
irata de ser obietiva lrente al lonfimeno de la contestacidn' tener ante el empuie violento de los impulsos (por esto,
Pero en el'ideal de ascetismo y austeridad propio de la
el tratamiento analitico cldsico no es indicado para esta
adolescencia, reconocernos el ideal cristiano' El cristia'
edad. Sdlo se practica generalmante la sicoterapia, que se
nismo es a este rsspecto la religifin de la adolescencia' contenta con manipulaciones parciales). El andlisis abre
por mds que la presi1n moral de que hablamos y que se
la puerta a la angustia y arranca la callosidad de la herida
Lirrr, loi que ffatan de considerar la contestaci1n
"oitro narcisista, apenas cicatrizada; si, vemos a algunos sujetos
con derapasionamiento, extraiga su tuerza del tondo cris'
en andlisis que aportan un material de donde se deduce
tioro un'el que se inscribe; la contestaci1n sdlo ha de claramente que se hallan antes "decididos a morir" que
posarse dentio de un molde preparado por dos mil aftos
a abandonar sus resistencias. Analizar es disecar, también
de tradiciones cristianas.
es electuar una reducci1n que muchos soportan dilicil-
Nuestra posicifin de analistas nos inducird a buscat rnente; saberse gobernado por historias de "papd-mamd.
los motivos inconscientes detrds de las manifestaciones' pipi-caca-lol6", como decia un paciente, cuando se suefia
las declaraciones, los escritos; a desentraftar las raices con el infinito, constituye en verdad un penoso despertdr
infantilos de los conllictos del adolescente y el adulto, a a la raalidad. Analizar es, antes que nada, ponerlo todo
itéscubrir el comrtn denominador de diversas tendencias en duda; es la contestaci1n por excelencia, la contestacidn
aparentemente divergentes. Sabemos que el descubrimien' de todo y de la propia contestaci1n.
tà de los conllictos inconscientos siempre tropieza con La lectura de un texto, sea cual sea, es lelizmente
gtaves dificultades, por lo cual los analistas deben apren'
incapaz de alterar gravsmente las resistencias de los in
Z* o urn rt ,us rciistencias naturales en su propio and' dividuos, Esto nos torna evidmtemente escépticos en
lisis, Decimos "naturales", ya que, como detnostrd Freud'
relaciùn con la tuerza de persuasi1n de nuestro intento,
el descubrimiento por parte del hombre de su dependen' tanto mds cuanto que la misma se inscribe por adelantado,
cia respecto a luetzas que actrtan sobre é1, a sus expensas para ciertos contestatarios, en un registro "renccionario"
por definici1n: buscar en el hombre la explicaciin illtima
(41 Esto podria conducir a la teflexi6n sobre el error de iuicio ou1 de las cosas seria participar en la alienacifin del hombre
por una parte, el pensamiento revoluclonatlo eD el
por la sociedad. Para el analista, poner cuanto le sucede
illiil;
"onìÉ" "n-"ti.ilar, v las tutes -va 99e
d; i;;..;ii;i""'th tàvàluciSn en las Leuas otta'
al hombre en la cuenta da los Otros es precisamente e!
ffi;i;À;revoluci6n.
ài"iiio"".oo
"on.à-àaot"t-,
Y, Por a la contestacidn
contta la

!L
 André §téphane

resultado de la alien'acifin que en sicoandlisis se designa Primera parte

con el nombre de ptoyecciln. Uno de nuestros pacientes
que participd en una de tal.es ptotestas, perc que se negd
a asociarse a las lorrnas exttemas de la contestacidn, nos La evitacion del complejo
dilo a propdsito de las acusaciones que algunos fotrnula'
ron respecto a todas las instituciones existentes: de Edipo y el cristianismo
como si, en mi andlisis, se lo hubiesen achacado
todo-Èt
a mis padrer, sin pararse a considerar cudles son mis
culpas.
De todos modos, no nos interesa de manera particulat
colocar nuestro sillhn (de analistas) en el sentido de la
Historia. Para nosotros, cotno para Freud, y también como El problema de la dilerencia de edad, ds
para Montaigne, "la vetdadera ciencia y el verdadero es- la fase ascendente y descendente de la vida,
tudio del hombre,, es el hombre" (5), de lo maduro y lo inmaduro, es muy diticil
y tenebroso.
W. GoMsnovrcz.

Yo te bendigo, Padre, Sefror del Cielo y

de la Tieta, por haber ocultado esto a los
Sabios y los Hdbiles, y por haberlo revelado
a los menos dotados.

El Evangelio segùn San Mateo.

El porvenir del uistianismo tal vez

halle del lado de los adolescentes robeldes.

Abate R. D.q,vrzrBs
(Mayo del 68, La calle en la lglesia.)

(5) No hemos podido ttabar conocimiento a tiempo' con -tespecto- al

til,o de nue-suo colega. G' Mendel'
"'l"n.uì"::;;iiil;;;t"
i,iàiaià'àiiir-ii-
"'"àÉi piàà G'a. Éavot, colecci6n «La ciencia del hombte»)'
1

LA EVITACION DEL COMPLEJO DE EDIPO

Estamos en marcha;
no hay padre ni madrc.

Postulado 25." de la Comisi6n"

El iicoan6lisis mediante el descubrimiento del com-

plejo de Edipo y sus «desplazamientos» infinitos, ha
desmitificado a la autoridad. El empresario, el maestro,
Dios, son otros tantos representantes del padre en el
inconsciente. Si venerar a Dios, admirar al maestro, eclip-
sarse ante el amo, son actitudes calcadas sobre el modelo
primitivo de las reiaciones con el padre y, en particular,
sobre el temor o el amor que inspira, las actitudes in-
versas (la blasfemia,la faha de respeto, la eliminaci6n
del padre), no indican, pura y simplemente, la superaci6n
de los temores edipicos. Atacar al padre, destruirle, puede
significar una negativa total a identificarse con é1, o sea,
puede estar ligado, no con el deseo de ocupar su lugar,
sino con la supresi6n pura y simple de la luncidn pater-
nal, y con una tentativa de desarraigo del deseo incons-
ciente de convertirse en <<padfe»», o <<madrer», segrin el
 28 André Stéphane
caso. Esta interpretaci6n de las protestas actuales nos
parece muy atinada. Naturalmente, las cosas nunca son
rinicas; todo ensayo de reduccidn deja de lado las ambi'
giiedades, pero ver en "El asesinato del padre" (Thierry
Maulnier, en Le Figaro) un acto puramente edipico cons'
tituye también una reducci6n que afecta a los fendmenos
siquicos inconscientes. El sicoanalista afirma que el ase'
sinato puede tener e1 sentido de rechazo; hacer desapare'
cer el objeto para expresar, en ciertos casos, un intento
primitivo de eliminaci6n de los conflictos unidos a su
existencia. También es inexacto creer que el padre
sus sustitutos- es normalmente objeto de odio, y que
-o
toda actitud de admiraci6n o deferencia respecto él a de dos categorias de individuos: los padres y los hijos,
constituye una defensa contra los sentimientos invetsos,
o estd s61o motivada por el temor. En realidad, el odio y
el amor, y la admiracidn, coexisten normalmente. Esto
es lo que le presta fuerza y caràcter dram6tico al complejo
de Edipo.
Mientras el nifio estd hundido en el universo narcisis-
ta donde se confunde con el mundo, es todopoderoso.
Cuando se impone la realidad en raz6n de la no satis-
facci6n inmediata y total de sus necesidades, y se reco'
noce la existencia del objeto de este hecho, el nifio queda
despojado de su poder absoluto, proyectàndolo sobre el
objeto. Mds adelante, es el padre del mismo sexo el que
queda investido con esta proyecci6n, y que serd su ideal
del Yo, su modelo el detentador de sus aspiraciones.
Una superaciln f.eliz del complejo de Edipo implica una
lucha anticipada oon un rival amado, admirado y odiado
a la vez, a quien se quiere igualar s6lo para ocupar su
lugar, un rival que jamàs es el igual del nifio, sino su
superior.
Cuando la Comisi6n <<Estamos en marcha>>, que insti'
tuy6 el <<Universo salvaje>>, postul6: <<1a mds gratuita de
estas condiciones es la relaci6n de autoridad. Por tanto,
$u
El Universo Contestatario 29
es preciso lograr que desaparezca la funci6n profes-oral
que ha engendrado este tipo de relaciones y hace nacer
la seudo funci6n de estudiante». No hay ni profesor ni
«estudiante»», sino <<universitarios>>, queen Ciencias po-
Uticas se afirma que <<toda enseffanza se ensefra y todo
ensefiado es enseflante>), que, como Epistémon (l) obser-
v6, <<los nuevos estudiantes exigen que el profesor les
comunique en pocos meses la experiencia que él ha acu.
mulado en veinte affos de estudios e investigaciones». Lle-
gan a negar toda distincidn sobre estudiantes, de acuerdo
con el nfimero de afios de estudios a los que se han
entregado, nos hallamos ante Ia negaci6n de la existencia
categorias cuya sola magia es susceptible dè borrai Ia
diferencia fundamental. La magia, en éfecto, ya que, como
destaca Epistémon, el tiempo que separa a las generacio-
nes, necesario para la adquisicidn de los conocimientos,
estd abolido. De golpe, se escamotea el dificil y doloroso
problema de la maduraci6n que se efectda, especialmente,
a través de las identificaciones con los modelos pater.
nales y sus sustitutos, sobre los cuales se proyeéta el
ideal del Yo.
Si nada diferencia al padre del hijo, al profesor del
alumno, Ios procesos de identificacidn son inritiles. pero
cualquier analista sabe la importancia fundamental que
tienen los conflictos de identificaci6n en todo ser humano.
fncluso podria definirse toda la empresa que constituye
la curaci6n analitica orientada esencialmenie a una inte-
graci6n de las identificaciones. Esta negaci6n de Ia dife.
rencia entre las generaciones conduce en algunos casos a
la realizaciln simb6lica de una fantasia frècuente entre
los niffos: <<cuando sea mayor, tÉ ser6s pequefio».
(1) Epistémon: Las ideas qae desqaiciaron d Fiancia, Fayard, edit,
 I

30 André StéPhane El Universo Contestatario 31

Asi, uno de nosotros ha asistido en un instituto

(aun' La agresividad explosiva de que da muestras contra
que la misma escena ha podido ploducirse en diversos el mundo de los adultos, Ie asegura una distancia con
qrre los pro' +r.a
eìtablecimientos) a una se;i6n alucinante en
este compromiso para el que no est6 maduro, y cuando
«llevado de su impulso agresivo, el adolescenie fijo a
i;;;;;. y los paàres convocados -director a la cabeza-
clase' mien' esta fase, tiene que sentarse en la silla de su progenitor,
Dor los alumnos, ocupaban los bancos de una
Io modifica todo (mds tarde hemos sabido que pretendta
i* docena de eìcolares estaban en la tribuna' algu'
"ru
r,o, aattat de la mesa, lanzando violentas invectivas contra
derribar "el edificio"), y llena el cuadro edipico con
ioàot fot asistentes. De cuando en cuando, un profesor cualquier contenido, que ser6, ante todo, la negaci6n de
l,o que existfa antes».
- la Palabra levantando e1 dedo'son los alumnos>>' fue
pedia
^
..Lu Àcuela donde los maestros
No es posible dudar de_ su origen narcisista extraedipico
titJu, i. un artfculo de Nouvel Obseruatoire (5 agosto)' y, sobre todo, acusar al adolescenJe de haber tomado c^ual-
"l A1 mismo tiempo, supimos pot Le Monde que los quler cos-? que
-sea -a sus qadres.. Asi, habr6 conseguido
C"rtàiàt Rojos de ia revoluci6n cultural china examina' hasta el final evitar la situaci6n edipica, no ocupar6 !a su
lugar en la alineaci6n, sino que qùebràntar6 tàao ei sis-
gran'
bu, u ,u. profesores y a menudo los suspendian' tan tema de filiaci6n y buscard aìto seguido una plaza fuera
il;;r-I, ig,orancia ie aquellos maesuos; y' enmascarada de aquél (2).
hasta entoices,la revoluci6n estalld por fin' eNo
se habia
un experimen' Tenemos la intenci6n de situarnos en Ia misma pers-
;;; ;;, prof"roo de quimica fracasar en
por-mo' pectiva y demostrar c6mo ciertos extremos de las pro-
to elementàl sobre el càrbono? Algunos padres'
tivos sobre los que volveremos m6s adelante' han favo- testas confirman esta interpretaci6n. Antes de entrar en
Uno de ellos' el examen de este material, recordaremos que la evitaci6n
recido en extremo esta inversi6n de papeles'
a. preguntarle a del complejo de Edipo comporta obligatoriamente la abo-
,àiìo t.putudo en su especialidad, .1les6-
c6mo habia que votar' Iici6n del cuadro edfpico (lo mismo que esquivar la ba-
su hijo,-de nueve aflos de edad,
En un trabajo todavia inédito, uno de nosotros estu' talla comporta el alejamiento del campo de batalla), asi
Ia crisis como de la funcidn paterna. (Pueden leerse en el libro
di6, h;;;enos de dos aflos, la prolongaci6n de
pubertal, sus causas y sus consecuencias' En dicho tra- éQué Universidad? iQué sociedad?, que rerine los textos
que la prolongaci6n de dicha crisis es
fu;o poéiu leerse
como un fen6meno _ (2) Mautice Bardèche en el prefacio del libro de Francois Duorat.
iia" n", mds frecuìnte, apareciendo LAs. iorndd.asde mayo, de 1968, dice que «si los j6venes quetlàn destruirlo
;;;;r;;.; sefialar podeiosamente a la civilizaci6n actual' todor es porque en el interior rtl todo no habla lugar paia ellos».
del Yo»' y Creemos que aqul se tata de una contestacidn "r"péiii.iA àu. ,ta..r,
delurrao entrever <(una grave perturbacidn eso sl, bastantes casos, pem que no contiene especificàciones, pài ,et*i8i
al
figado a una «pr;testa èontra-la.identificaci6n con nuestr-a _perspectiva, sobte la misma esencia del movimiènìo contesta-
tario mundial que nos proponemos estudiar. En efecto, hemos comprobado
".iu"ao
ilÀ ae"tos adultos» (hoy dia, hablariamos de la con' en los.sectores ,que lemos podido obsewar de cercd que fueroi-v-son
p_articulatmente los elementos m6s <<burgueses» los que se rebelan ÉonG
testaci6n del adulto). el sistema establecido. Iacluso conocemòs a uno deieoso de ,oi"., ià
edi'
El adolescente no se compromete en la situaci6n misma identidad. Quienes presran a los movimientos su propia iir*òmi, "
habiendo sido virtualmente admitidos antes de qu. t".rgai lrìgar É, s*à-
pi"u .ino que, por el contrario, procura evitarla sistem6' sos, pertenecen al sistema, y desean quebrantado para separarsJ del mismo.
-h,n cuanto a Ia herencia denegada, ftataremos de ella mds adelante,
ticamente.

tdu
32 Andr6 §téPhanc El Universo Contestatario 33

dimanantes del grupo <<Estamos en mafcha»'

frases como: mtes de tal fecha, y que deseaba (inconscientemente sin
*iu i"proao"ci6n ei un iuego de tontos, en que el hombre &da) aparecer como su propio padre, su propio fin y
,-i, À-uìtt son objetivàmànte c6mplices para victimizar m propio principio (3). Al fin y al cabo, no es el primero
h^iii"r]-" ri*, ..r, maternidad it utta carga»"' «la tn presentar, aunque de modo inconsciente, esta idea, y
pàttiiriara es una mascarada>>"'«la pareja no existe>»"') cse trabajo no lleva fecha de mil novecientos sesenta y
Lo mismo ocurre con el principio filial
(con la negativa aho afios después del nacimiento de otro joven judio
ha' que hizo tabla rasa del pasado y les dijo cuatro verdades
.or.oÀiirrte de la herencia pàtemu' naturalmente);
el suieto por estè-mecanismo de defensa' no a los viejos doctores del Templo. Lo cierto es que, en un
il;;il;;;io
iiutura yu d. o.rpur ei sitio del padre' ni rticulo publicado en Le Monde (8 de setiembre de 1968),
de superarlo
o a, u"iout mejoi que é1, sino que, por el contrario' se relativo al Congreso de la Federaci6n Anarquista de
estas posibilidades' Di' Carrara, podian leerse las siguientes frases en las que
ritràtà en la posici6n que excluya
;h;-a; otro modo, no se trata de medirse con el padre' se trata del grupo de Cohn-Bendit:
<<Su risa tempestuosa, su falta de respeto hacia toda
,inoa"considerarodedemosttafque,porelcontrario'
il poArc no existe, por 1o que el s.ilsular combate carece b historia anterior al 22 de rndrzo de 1968>> (4); la con'
ae'rurAn de ser. Los que han tenido ocasi6n
de asistir o testaci6n se relacionaba con el movimiento anarquista (el
no han de' padre de Cohn-Bendit era anarquista, bastante conocido),
;;il;;, en discusiones entre adolescentes'
que se oye la perento' y el cronista rclata la extrafia intervenci6n de un viejo
la frecuencia con
ffi;É ob...uu,
anarquista que pregunt6:
ria f6rmula:
iEsto no existe! iEsta idea? aQué
significa el fondo ;qué queda de Prudhomme o de
-eEsto? -En
Bakunin?
-
en realidad?
Los contestatarios protestan contra todo lo existente,
N; se discute la idea, sino su propia existencia; y
como esta cosa o esta ideà forman parte de la realidad' todo aquello cuya existencia se remonta al pasado, o sea
puede ser captada m1s q1e a través de la situa' al padre. Las consecuencias de tal postura estdn en con'
V-tto "" esen' tacto con el dominio siquico del que nos ocuparemos
ciOn edipica (ya que la realidad se halla constituida
o sea el mds adelante. Las mismas se dejan sentir en las direccio'
;i;i;#; p"i"et oustacuto con que choca elonif,o'
sea el padre nes m6s divergentes y a los niveles m6s alejados entre
padre), 1o que se contesta es 1à realidad'
el racionalismo' si. Ciertamente, podrfa objetarse que la contestaci6n pue-
; h;ttrd filial: en una palabra:
del. movi' de ser ritil y que es una condici6n sine qua non del pro'
Cuando se empez6 a hàblar, por ejemplo'
Bendit le contest6 a un greso, lo cual es totalmente exacto. Ya volveremos a
mi.t to del 22 de matzo, Cohn
neriodista ioven, que le pregunt6los motivos de tal deno' tratar de esta cuesti6n en un pr6ximo pilrcafo, pero ahora
observaremos que la contestacidn por si misma de
ilt";;td àuà-É.t.uuu quùut en elde.anonimato modo-deseo
contra -y
*rv àìii.il àe lograr-, y ptott'tut algrin
ocasi6n' nosotros
ei.,culto a la perionalidad"' En aquella (31 La tevoluci6n cultutal china cuenta los afros desde Marx. Hasta
que toda evolucidn se consideta como eI punto de pamida del
q-u. iautize, un movimiento con la fecha en "i".tò-ioniò.
mundo-e insiituye por ello un nuevo calendario.
"."i*t
."-irràoiignifica que para Cohn Bendit no existfa nada (4) Subrayado nuestro.

2
 André Stéphane El Universo Contestatario 35
34

de la revoluci6n cultural china consiste en destruir los

esto se trata-, s6lo puede ser absolutamente inftil
y
de demostrar' El fin del contes- monumentos funerarios y cuanto recuerda el culto a los
estéril, como trataremos
antepasados. Los hitlerianos soflaban con la creaci6n de
iatario es la evitaci6n del complejo de Edipo, por lo
que
la regresi6n -narcisista y en una noble ruza de arios puros y rubios que habrian cons-
se hunde obligatoriamente en
(5) sin apoyo compulsivo genital' o tituido una creacidn aut6noma, y los revolucionarios sue-
Li pro"..o primario
fian con cambiar al hombre, o sea hacer que surja de
pt"ge"it"l. Y a fin de obtener para su- contestaci6n un
la perspectiva' el la nada una nueva raza c:uya filiaci6n, a partir de la
il;;i; ;;.vo de la realidad,Porobstruve tanto, se halla en plen-o antigua, quedaria radicalmente rota. De todos modos,
que a ella conduce.
"ri'ri.À querer cambiar al hombre es una empresa de largo al-
àittrcit-i, los estudiantes que decretan «la abolici6n de
y cance (7), y en vez de pretender sustituirlo con una ima-
las leyes de la economia, de las leyes de la naturaleza>>'
(6)' obedecen gen ideal seria preciso empezat por tener en cuenta su
.<L. fly.t de la familia y de la sexualidad»
realidad, sin atribuir sus reflejos individuales de compe-
ui mittno deseo de huir ante Edipo, que el astr6logo tencia al capitalismo, y sin incriminar su avidez posesiva,
que formula una teoria segrin la cual los distintos ras'
ya que es nuestro criterio del valor que presentamos aqui,
gos del caràctet no son engendrados por el padre sino
"por lo que arrebata a nuestra gesti6n toda eficacia cientifica.
los planetas, o igual que el .alquimista que qlriere
maternal' Se Tomar sus deseos por realidades es propio del pensa-
iroducir'un homrtncilo sin participaci6n- inconsciente miento narcisista (proceso primario), pero esta gesti6n se
iratu de seguir las huellas de esta tendencia
torna peligrosa cuando se considera cientifica, y hasta
y poa.totu", que cada vez impregnu q4t nuestra vida como la rinica idea cientifica («Verdad revelada, por
Luliural, désdà el alboroto de los estudiantes hasta las
tanto absoluta e inatacable»). Pueden descartarse los
iru.ttigu"iones estéticas màs modernas, llegando a la re' hechos, negar Ia realidad (o la clinica), realizar una
iigi6rr,"lu sociologia y la politica. El -autor que dijo' co-n
-barrio latino de elecci6n orientada entre los datos y falsificar la historia
.Jrp"JtÀ a las hielgas y alborotos del segrin las necesidades del momento, pero en ese caso se
Paris: neducados en el culto de los simbolos y los vaio-
ya trata de politica o religi6n, no de ciencia; de autogénesis
res, los estudiantes prefieren aferrarse a los valores
la losa sagrada' lugar mistica y no de racionalismo.
los'simbolos; la bandera tricolor,
En el caso en que el complejo de Edipo no queda
de peregrinuje nacionalista» nos hace pensar que la losa
que integrado y que la relaci6n con el padre es, por consi-
sagiadu"es la tumba del padre. Esto nos recuerda
el-antisemitismo nazi empez6 con la profanacidn de los
clmenterios judios, y quJ una de las grandes actividades (7) <<No s61o patece que el Socialismo utdpico se equivocaba al
desear cambiat el coruz6n de los hombres antes de esperar la revolucidn
de las estructuras sino que parece como si las estructulas mentales fuesen
mis lentas en cambiar que las socio-econ6micas. No es tan fdcil despren-
derse de la herencia psicol6gica que nos han deiado casi cuatro siglos de
l5l F.l broceso otimario designa el modo de funcionamiento del
ausencia de cateso- capitalismo instituido y nuestros teflejos individuales de competencia,
tn.oà!Ii.#à, '..ìà"ir^Iiàrl-t-igrir"i6-r,, despl^ramiento, ouestto Inconsciente colectivo, condicionado todo por los mecanismos de
.("" r,4cinac rqin nrincioio aJ'?ì,ìa"iràai.ii6n, d" id"ntid'd), propio de
abolici6n
toncurtencia y la avidez posesiva no desaparecetdn <<por orden del mufti»>
§'il,*-;i eroceio s"*nd"iio
ìf'di[?T:ì61'L:J*ffiffi*:pensanliento' del
(como decia Matx refiriéndose a los sentimientos religiosos)...» Jean Paul
iroiiona*i.nto iacional del Chamier, prolesor de filosofia, Le Monde, de setiembte de 1968.
'""""i6)"";Uie' r-iiiiiiaiàt|..'-iQié soc;edad? Le seuil, editor'

f
36 André StéPhane
guiente, una problemdtica sin resolver, aunque incons-
iiente por este mismo motivo, eternamente presen-
iÀ-, -ytr1.to "t incapaz de una revelaci6n objetante' ya
io"'tt"t otò (provisioàalmente, diremos que el otro no
Dosee para existencia verdadera)' como con su
éi una
propio^Yo. Puede aducirse que esos sujetos presentan
i, iulto en su Yo. No estudiaremos aqui este riltimo
ar,tr"*o, pero si nos entretendremos un poco en el pri'
del Yo
;;;"; yu'qr" la falta de madurez relacional edipica'
posici6n de la evitaci6n
il;;; confundirse con lase ha visto a los estudiantes ne'
brrurt" las protestas
gurr" u dialolar con la Universidad o con el Gobierno
auurqu. reclamando dicho di6logo, naturalmepls-' coll-
.ii.*"ao que el Gobierno no era un <<interlocutor
En
v6'
otros
lido>>, o sea, no reconociendo su existencia'
tZi*it o., como decia el doctor Verne (Combat' 7 agos'
io igosl, <<han rechazado la funcidn paternal»' En otros
;;t;;;;" planteado <<preliminares»- antes de aceptar las
lo cuil es un modo de techazarlas' ya
preliminares o condiciones a toda discusi6n'
"àrrr".ru.i6rres,
;;; fiil
tunrt**u ,f diatogo en mon61ogo, privando al interlo-
cutor de su misma existencia' Cohn-Bendit arin se mostr6
*àt-.à*gO.ico al conceder la palabra a todo e1 mundo
.."*".pto"u los americanos» (Imagen paternal contes'
tada).
material relativo a las protestas mundiales
iodo el
mo-
demuestra que los estudiantes contestatarios. -por
tiuÀ q* examinaremos en 1os restantes capitulos-' no
real mds que a si mismos (aun'
concedlen una existencia
plantearse cuestiones ròspecto a la necesidad
;;;-il"Jm
torturante o compulsiva que expeflmentan de
probar
constantemente su existen;ia), eitando
el resto de la
punto' a una figura
i;;;id.d asimilado, hasta ciertopermanente'
obieto de contestaci6n salvo' na-
"",*"rf.
irtài**,i àquellos que tienen una posici6n edipica y
El Universo Contestatario 37
una estructura idénticas a las de los contestatarios y cuya
eleccidn est6, por otra parte, y en gran medida, gober-
nada por el padre sobre el modo negativo.
Esto nos conduce a un problema de gran alcance
politico, que seria muy rltil profundizar. Se trata del
problema del racismo que trataremos en otro contexto, y
del racismo <<a rembolso>>. En efecto, durante las re-
vueltas de mayo vimos, al asistir a unas de las sesiones
priblicas de la Sorbona, de la Facultad de Medicina y
del Ode6n, que bastaba con que un orador fuese de co-
lor para que automdticamente se viese apoyado por el
auditorio. A este respecto podria objetarse que semejante
conducta revela bueno§ sentimientos, pero no puede con-
siderdrsela como objetiva. En todo caso, esta posici6n
puede comprenderse alal:uz de 1o que precede, dàndonos
asimismo una idea de la actitud general de los grupos
juveniles, que, segrin nuestra opini6n, no explica de for-
ma suficiente su enrolamiento en la lzquierda. En efecto,
si admitimos que la lzquierda tiene oomo deber luchar
por Ia liberaci6n de los pueblos de color o de los pueblos
colonizados, nos encontramos con el siguiente problema:
ec6mo es posible que los contestatarios, y la Izquierda
en general, hayan tomado siempre partido, activa y apa-
sionadamente, por el pueblo argelino y el pueblo vietna.
mita, cuando el atroz combate que libra el pueblo kurdo
por su liberaci6n, asi como la espantosa gueffia de Biafra
hasta cierto punto, y la del Yemen o el genocidio de los
sudaneses, les deja absolutamente indiferentes? Empla-
zada en la perspectiva que proponemos, la respuesta es
clara: si los j6venes se apasionan por el Vietnam y por
Argelia es porque se trata de antiguos enemigos de Europa
(representada Europa en este caso por Francia), y es «un
muchacho estupendo el asesino de pap6», mientras que
los kurdos y los biafreflos son asesinados respectivamente
por los drabes y los nigerianos. Para los estudiantes occi-
58 André Stéphane
dentales, los enemigos de1 padre tienen derecho a la
exis'
tencia, o sea que pueden matar y colonizar impunemente'
existencia del padre es contestada por todos'
y del suceso, ni la politica ni la geogrdfica resultante, ya
;;; i, para recorddrselo al estu'
iodas las ocasiones son buenas
diante occidental (también al norteamericano, claro estd)
con toda la pasi6n con que se lleva a cabo una defensa'
pero cuyo origen se halla en el ataque' En otros términos'
iu-t"f...r"ia al padre nos explica la naturaleza de la
ritnp"ti, aparentihacia los oprimidos, segÉn el principio
de iue ,.lds enemigos de mi padre son mis amigos»'
Decimos «aparente)) potq,,. esta simpatia es muyfr6-
sil v ambivalente (conforme a sus origenes)' Y ya se ha
ilrt la c6tìda simpatia hacia el pequefio Israel
"il;
amenazado por la masa 6rabe se troc6 en agresividad
con'
iiu miào Estado en el momento en que gan6 la
"r"
gi"r.u, y, de miserable paria se- transform6 en padre' Se
f,u obre.urdo que la actual ideologia de la juventud
-trene
(Mao'
como origen, en gran parte, el Tercer Mundo
Castro, Guevara). Este hecho se deriva, a nuestro
parecer'
del mismo mecanismo, o sea de la negativa a concederle
.ritt.tt"iu al padre, y e1 ejemplo de Israel ante los paises
6rabes es paiticularmente significativo a este respecto:
Israel, qu, los drabes deseaban a toda costa mantenet
;; t; si'tuaci6n de paria castrado en la-que vivi6 du'
,unt. do. mil aflos, Èa salido de ese estado' y de eterno
obi.to de la Historia se ha convertido en sujeto, en exis-
t"it.. p.to los àrabes protestan contra esa existencia;
iran atribuido su derrotJ a ruiz de la Guerra de los Seis
piàt, u Inglaterra y Norteamérica' Y aunque tuvieron
[rr ,""r".iur a esa tesis, siguen sin otorgarle existencia
a Israel.
por
Los paises drabes se consideraron «humillados»
por un ejército inexistente (jamàs
n"ftt tiào derrotados
r.'fru oiao a los ingleses, franceses o alemanes proclamary
lrf"r .iao humillados tras haber perdido una guerra)'
El Universo Contestatario 39
la agresidn israeli (8),
hablan de borrar las huellas de
hallàndose decididos a no reconocer jamds la realidad
que Israel no tiene derecho a la existencia, por lo que
se le puede infligir impunemente todos los tratos, ya que
todo esto es irreal, pues Israel no ha existido jamds (9).
Si Israel surge de la nada en la que quieren mante-
nerla sus enemigos, a pesar de su victoria rnilitar, y res.
ponde a las provocaciones, se invoca a la represi6n. Pero
en la represi6n hay presi6n, y el proceso empieza por
esta riltima.
Asimismo, los estudiantes que al principio (octubre
de 1967) aterrorizaron a sus camaradas y profesores en
Nanterre, saboteando la ensefianza, ocupando las aulas,
precisamente en el momento en que los profesores daban
clase, que salieron a la calle para volcar coches, formar
barricadas, provocar alborotos, creando toda clase de
des6rdenes (métodos que, por otra parte, pueden justi-
ficarse por el fin perseguido), también apelan, tras una
serie de provocaciones, a la represi6n. iNo hacen esto
porque son los fnicos que tienen derecho a la existencia,
existencia que oponen a los demds y en particular a la
autoridad, o sea a la representaci6n del poder paterno?
A prop6sito de una emisi6n radiof6nica sobre la re-
vuelta estudiantil, se oy6 gritar a los participantes: <<lDiles
también una sociedad sin Edipo!».
El responsable de esta frase fue, sin duda, alguien
familiarizado con el sicoandlisis, que parece darse cuenta
de la importancia del concepto edipico, pero también
(8) SegÉn una fdrmula curiosamente repetida, como una antffona,
como, quizd también, una f6rmula mdgica.
(9) EI tey Hussein, cuya posici6n es de las mds inestables, habla
de la «pretendida guerra de los Seis Dlas». Aunque por su parte se halle
convencido de Ia rcalidad de esa guerra, no emplea un vocabulario que
pueda[ entender las masas cuyo sostén solicita.
 EI Uniyerso Contestatario 4t
40 André StéPhane
taci6n de la sociedad parece precisamente servir para
Obvia-
experimenta la imperiosa necesidad de suprimirlo' enmascararla. Es posible comprender que un narcisiimo
;;;, h existeniia del complejo de Edipo molesta al hipersensible prefiera la desaparicidn dè la sociedad a la
.ori"tiututio. Asimismo, pued" leerse en el texto de la toma de conciencia de sti falta de valor personal. puede
Comisi6n <<Estatnos en màrcha': <<La nocidn
de conflic-
suponerse que una preocupaci6n andloga se halle detr6s
del mundo' No
; il i* generaciones debe desaparecer de ciertos suicidios, pero hacer desaparecer al testigo
lucha por el poder»'
-- Àat qué ,., disfraz de laorigen,
àr
demuestra claramente
molesto, también es una soluci6n. Mds adelante, referiri-
òtto texto, del mismo mos nuestra experiencia con respecto a los individuos que
qu.io qu" busca el adolescente es la econornia del com- contestan o protestan contra el organismo que podria
bate edipico para su màgica supresi6n: «No se
trata de
acogerles, precisamente porque est6 dispuesto a hacérlo y,
à".r*ii'f" fàmilia. No"caigamos en el quiiotismo de
en el mismo instante en que se les abren las puertas re.
defender esttucturas puramente imaginarias' Basta con
troceden y sitiian su falta de madwez y su inhibici6n
à;;ilt ile la faÀilia no existe>>' Y después: "No en el objeto de su deseo.
hay padre ni madre>>. La ensefianza se halla otganizada de tal manera, que
" la culpa'
Ésta afirmaci6n expresa el deseo de descartar el estudiante puede envalentonarse, multiplicar sus es-
bilidad edipica, p.to in cierta forma va m6s allà de la
fuerzos al verse estimulado por los obst6culos y la com-
..p[.f0, ai" "tt" deseo, orientdndose hacia la supresi6n
petencia o emulaci6n. En particular, es el sistema de
à.'i, di-"nsi6n siquica que le sirve de apoyo' No -': ensefianza francés el que trata de obtener este resultado
itut, a. derribar a[ padre, sino de abolir el orden y
del
todas
por medio de concursos, por ejemplo. Este sistema pre-
il;;",'" sea la patern-idad, la filiaci6n, la familia senta inconvenientes, pero no es nuestro prop6sito entrrr
lm a.tirutionei. En realidad, se trata de ir a6n m6s en consideraciones de detalles que, adem6s, son secun-
t.lor. t u.iu un universo mitico, autoengendrado por hé' dayigs. Lo que nos importa es comprobar que la escola-
ro,e-s-6; remplacen la obra del padre-con sus creaciones ridad organizada de esta forma se parece, al menos c:n
nui.itittut y aut6nomas. Pero àntes hay que destruirlo principio, al proceso de maduraci6n edipica, al que se
tropeza'
làdo, yu q,r" lu recreaci6n de un mundo nuevo halla superpuesta, como imitdndolo en cièrto modò. Los
tia"onunadificultadcapitalyesencial,puestoquepor obstdculos a vencer van unidos a los ex6menes, y el
vere-
razones de economia libidinal muy precisas' como sistema gira en torno a la autoridad paternal. pero, como
no podr6 jam6s- superar
*o. u continuacidn, la creacidn acabamos de ver, el estudiante puede querer evitar el
o de la palabra (10)'
ei -É.ta narcisista oral, el del deseo
- estado complejo de Edipo, o sea la autoridad pàternal y el en-
cruel verdad no parece ser ignorada por el In-
y la contes-
consciente de los promotoies del movimiento
crear, .para contestat, y que se diiunda lo que salga», <{provocar
una
(10)Lacteaci6nylacteacidnespontdnea(osea,mdgica)cons.tituy.en emocidn creadora»---
à? r"ii.iìài-i*aàr.niii.r^a.i À!'iÀiÀnto'que querda datle el poder Naturalm.ente, cada-ctnl es cre_ador y s6lo la sociedad que existe actual-
"* i "' mente impide que todo el mundo. cre_L: «Todo espiritu jiir.", i.", -filì.
;'il h;i#ft;". È;l;.É;-;'d ]'iuii t tQ' u niuets
r, p"f^f*"t*"ian "àiiie vecesffadicional,,
id ad?
en ttes-pdginas -Sc
etcéteta)'
de estructuraci6n siquic_a demasiado a.t.rÀio"ar"-pìiae mrhÀr, ia.r,
es oosible encontrar
i" la iraci6n
ii,rl"àf ir,à"àr;JÀ."dé.'h }à-ito <<1a «la uni- nuevas, puede comprender las antiguas v ,., ar..dorr.-
l,É'Jraià à;;';;;ì;; É ttè"t-10", cteaci6n en cadena»' <(crear por
 André StéPhane El Universo Contestatario 43

que todo el verso narcisista donde viven con sus semejantes, o sea con
frentamiento con esta autoridad, 1o mismo
q". constituye la situaci6n edipica' saltando por su propia imagen, incluso en lo que respecta al lenguaje
y al atavio, y en cierto estado de indeferenciacidn sexual.
"àrir"i" El e§tudiante
;;;il" ae todo el proceso de maduraci6n' sobte Todo esto demuestra que se trata de un proceso contra-
;;J;; tu ,uprttlon de los ex6menes' aÉn«paso»
el
es m6s claro identificador; el mundo de los adultos està compuesto de
el expediente, cuyo caràctet de evitaci6n
cesa de reclamar individuos, mientras que el de los adolescentes se con-
r o"to m6s de éxtrafrar cuanto que no de la buro- funde con el grupo (12), en cuyo interior son. hasta cier-
i,;;;;; a" i". t.er"mentos, del papeleo'
que supnme to punto, intercambiables.
;;;. cierto que el estudiante propone algo
estas dificultades, y qu" un verdadero hallazgo: «la
"t El adolescente es diferente del adulto, pero no es ori-
---in
autoevaluaci6n>».
*urto a la ierarquia, ha de desaparecer con la fi-
ginal sus semejantes, que se le parecen como herma-
-e-ntre
nos. No se trata de usurpar el Iugar del padre sino de
liaci6n Y la relaci6n Padre/hijo' fingir que nunca ha existiào éste.
y
Ya no hay profesores y alumnos',sino-ensefiante§ e§ un Los especialistas de la adolescencia destacan, en ge-
.nr.ràaài v [ui qu" pteciiar
un
qu"-
\rt''
"1qa,'e,n:efrante neral, el problema de la identificaci6n. El adolescente
ensefrado y cada ensefrado ensenanre
el impacto de la carga, enorme y sribita, de narci-
eI término deestudios -bajo
sismo y sexualidad que le 3!1s6s-, parte, titubeando,
Se ha llegado a protestar contra
y cont; sl ds «personalidad» (no hay màs hacia su propia brisqueda. Su Yo, cimèntado durante la
<<superiores>>,
que <<Personas>>). fase edipica y el periodo latente que le sigue, al estructu-
El padre, como la sabiduria' debe ser
dispensad-or $e rarse segÉn un nrimero dado de modelos de identificaci6n,
que crear la ciencia' pierde su cohesidn y pasa por una verdadera crisis de
.rp;;id", ; ", a pu'io limite hay
que l-a producen sobre la mar-
§iiiito pàr tos equiposgeneral' identidad. Conocemos la fragilidad propia de esta época
de palahra' de la evoluci6n, caracterizada pot el dèrramumiento del
cha; por là dem6s, y en decia
En el trabajo yu -"'itionado' uno de nosotrosprueba Yo, pero también por una brisqueda de unidad, de la
es una que s61o vemos los fallos. En realidad, si el adolescente
que: ..aferrarr" u mu contraidentificaci6n
complejo de Edipo' de no ha efectuado su evolucidn edipica de forma satist'ac-
concluyente de una separaci6n del
una distanciaci6n»>' toria, carece de posibilidades de identificacidn v6lidas, y
esta posici6n evitan
Los j6venes que estdn aferrados a s6lo se observan, en efecto, seudoidentificaciones o .,iden-
t"d;;.:'ibilidad'de enconmarse con los que serian sus tificaciones tomadas a préstamo>», ya veleidosas, effmeras
Se aislan en un uni- y superficiales, ya como identificaciones, siempre tomadas
;;J, Atrpdndose separadamente'
a préstamo, pero de una absotuta rigidez, como si el jo-
ven sujeto se aferrara desesperadamente a ellas, hasta
ensefiante-enseflado
(11) Attfculo 19: «A cada nivel.de. la.relaci6ndecidird por simple
(orofesot'a1umnol, f" ptà[iln"no-it"etq"itu se sus isuares'
*[Hlts1 :",liiillu:ii e, *h,,;,m:':*l'T::dxj' (12) Tendtemo,s ocasi6n de ratar de nuevo el papel del grupo.
 André StéPhane
El Universo Contestatario 45
44

personalidad paternidad: «todos somos judios alemanes>>, implica la

tal punto vive angustiadamente la misis de wpresi6n de la filiaci6n). Lo que se rechaza no es el
por la que atraviesa (13). contenido de la identificaci6n sino el enfrentamiento
'- El dontestatario que tras su orientaci6n multiforme
edipico, segrin demuestra la actitud del contestatario que,
v oatad6iica tiembla de angustia, demuestra que sus
ve-
ante todo un caracter tma vez ha reconocido a su adversario oomo tal, s6lo
i.riarà.'à" iJ."titi.".ion iienen las mds puede apartarlo de si: puede calumniarlo, atacarlo fisica-
à;i.*t;". Si las doctrinas m6s extraordinarias' ejecutan mente, arrojarlo de la sala o impedirle que hable, pero
,fi""àìrtr""tes, las estéticas mds elaboradas'
no puede establecer con é1 un verdadero di6logo. Rechaza
uni -itiO" en el mundo, es precisamente a causa de
su
muy poco globalmente y con desdén toda la perspectiva en la que
y
iia;it absurdo contradictorio, importando
se coloca el adversario a causa de su origen (edipico) y
sucontenido.Seancualessean,demuestfanconsusola de su pertenencia (filiaci6n). Pero las posiciones que se
es posible crear un universo cuyas cualida'
;;;;;q* Es una defienden con encarnizamiento y fanatismo no son mds
à.. ,.u, négativai, o sea opuestas a cuanto existe'
de autentici- que defensas: la compulsidn, en principio, siempre desea
;;à; quZ suministra sus propios uiterios al mundo integrarse teniendo en cuenta la realidad (14).
dad y en la que es un erràr tida referencia Esta violencia cubre un vacio (la ausencia de identi-
;rir" il la realidad. El contestatario ha trocado su
(narci' ficacidn edipica), que se vive como una herida narcisista
id;;iil.*t6;"a6i;; por una seudoidentificaci6n
de si toda la proble- y profunda, y la multiplicidad de las tentativas de iden-
:i";fi;.u otre,io'tt de apartar tificaci6n dan por resultado la constituci6n de un Yo
,ià,ìll aA compleio edipal, tàaliza una desidentificaci6n' con vestido de Arlequfn (15).
(lo ele a] mismo tiempo
ffi;;;r;;lraidentificaci6n
-
de Edipo v de 1a
rrgriii.i ru ".gu"ion à"t to*pt"jo
.(14) El contestatario -puede ostentar un ideal leiano y abstracto que
eiemplos de Indria-pasar por paternal,_aunque s61o se trata de una-defensa; en-el
(11 En Robbe-Grillet,- particularmente' se hallan,varios Èvangelio segrin San Juan, Jesds afirma numerosas veces que É1 y él padre
i,Tqx3fi:li son s6lo u!o, que ama y conoce al Padre, que habla en Su Nombri («Hablo
",o"à'n.*"it'o""!Éiry*"1:.hl'n[t9.ff :f "f l;fJiSfi
*. otlii "eo (otto vo)' ca eI nombre de Aquel que me envla>>), que sus obras son las dei padre.
l? ri'",It1f,a"Y';f"i"'i:ff?ài"ì;;à;;ìd' io' y que transmite a los ottos lo que Él ha recibido del padre (.,como ei
$dre. qre ha enviado, asl Yo os-envio a vosotros>>). Sin ;;bargo,-;Énte
tlJ,*#id*'i,'s:.riil,:i,,"5:r"el""i$;*",':..*'à1"1""#$l'ia
por una heterosexuales' cuvo desartollo
eI anhelo de Iiberarse de culpas: _.,Pero es preciso que el mu-njo sepa
que Yo amo al Padre»,.Io que s61o confirma el deseò de evitaci6n que,
iteoresentada 'u"nturas- ì;i'i"" el cardcter de defen-
-- relaci6n
mudo en
àrsi 'à-.à 'ut"'Éi'à"
t"':ì1'à';qi;;;'1 sin embargo, no ha podido llegar hasta el final.
",iil r; i;+:1.::'.,Fei i* ,::il*,ii.y
"*U#§:f
#i* É; (15) La diferencia entre una identificaci6n real, basada en la intro-
pcci6n (incorpotaci6n slquica) del padre los padres o de sus susti-
los malhechores de -de
Etos- y las tentativas frustradas de identificaci6n ìando como resultado
dito' q,,e contiene t' '"T=piàiiiàìàJ"'-i-iJo' ua_mosaico de influencias a menudo perfectamente reconocibles esto
Berlln). g lo qu9 permite -y
distinguir a pdmera-vista una identificaci6n consÉg"idà
[?'orr" peltoila (Et expreso ,tra?t-searcfg,fi."1:::,,3iT : ffi?i.;ri]
,.;"È'",ii::':l-i'e1.3,.*"ifl"*l'""tll-",il't';
de otra frustrada-, puede ilustrìrse con el ejemplo de una dobb a&iiidad

^,'I""3'11#ài:';N"i^';{;"tÉ.v;'!{i"1i11^::f
l':4fi
:I:ilil, erdstica, como la de Hoffmann (que es objéto àe un estudio sicoanalltiio
inffito, de_An_ne- Clancier). Éste siguid su carrera de compositor al laào
lH:'"::ii"3:'f d:ft -d-e
#nrnascatada v situada en
?:n*::":T'.""ftd;É:'ità ìI'J'Éaiàìài"ài" voluemot en un café, è su actividad literaria, y en sus obras musicales hay pasàjes enteros de
.,, lrrcar- La muiercurrul".tnìi'à!'inuà" 1 l:l]1 :l'-tÌ,':f:; sus maestros favoritos todo, Mozan-, sustitutos paternales que
::J,"t?1"'#,"-1"%."à"f ':ff"'l'"r?:::',jìx1l;ixi-?::r:?i.;À;9-i'1.}1: -sobre y asimilar, pero qre extraiò tal cual iin
Io. Dgdo tealltelte _incorporar
a su identidad' v cuvo sentldo
l"jijiri'"11^à'.i"ì. tàniru .o 'ne""ìtià, "'p"'to baberlos metabolizado, sin haberlos convertido en parte integrante de su
Je-la realidad vacila'
 El Universo Contestatario 47
André StéPhane

nos recuerda al niffo o al adolescente cleptdmano, que

Respecto a las protestas se escribid: roba para no tener que formular su petici6n. Robar, o
uioi .i"lot ,. Àu, entreabierto»; a partir de ahora'
sea evitar la relaci6n objetante, es, en efecto, m6s f6cil
-'"il;;tùi;
«va nada serd como antes»' que forjar unas relaciones con otro individuo, sobre todo
;;" i,
magia del verbo, la seducci6n de la
lnra los sujetos que presentan un fallo en su madurez (16).
tengan existencL propia; ademds' existe la
p*ufru, fe'
;;;;i;'qr"i" califica de «cambio' no tiene nada que
'r"i-.on ios hechos, con la realidad' Es posible desear
pero este mun' El 7 de setiembre escuchamos una discusi6n transmi-
engendrar un mundo sin padre- ni Edipo, tida por radio sobre la <<misis>> del problema de los ex6-
do siempre serd unidimensional' menes, con participaci6n de estudiantes que representa-
Éi espfritu, 1o mismo que.el-intelecto o 1a sabiduria' ban a diversos grupos. Cuando el director de la emisi6n
s6lo constituye un aspectà de la personalidad
y es !a
decide el paso defi le pregunt6 a un estudiante contestatario por qué estaba
;;r;;;;t.osexuul alianzada la que
en contra de los exémenes, aquél respondid que estaba
nitivo
----- a la edad adulta. qrcolerizado, lo cual era cierto ya que tenia la voz tensa,
los
Por tanto, cuando algunos estudiantes rechazan y ln6xima al estallido. Cuando uno de sus camatadas Ie
exdmenes bajo pretexto àe diversas racionalizaciones'
reproch6 que pretendiese causar un perjuicio a sus colegas
;;;6ilr'trÀ el «poder estudiantil»' cuando afirman impidiéndoles que se examinasen, haciéndoles con eito
se toma>r' o bienr <<si
ff;il iittttua no ieeldiscute,
paraiso, lo rcchazaiamos>>' esto
vosotros nos ofrecieseis
- (16) Sin querer discutir aqul el problema de la adolescencia en con-
funto, no podemos librarnos dè adopiar ci.rt" pori"ra-r..p;6-;6 a"È
de madurez, tanto màs cuanto que ert. con."ptò exige una pr".isi6n, parl
ruhrment:.para el lector que no se halle al comientè de lajadquisiéioìes
I,,?rl,lr"f,',l'f :ll;,'f#,ffi là"".:Éi"*t*gii!:$1,ifri:Hix-;,k!
ton t" modelos literarios'
Gt srcoanalisls (entendiendo_.como tal el sicoanrilisis freudiano). Una de
de su obtar o sea' que -tiitià"i?àtitliitàtt" las desviaciones del sicoanrilisis ryeca la importancia de la maduracidn,
i.-"*i.ìà"abt.t v'asimildndolos completamente' Ia- ptesencia teal de los srstituyéndola por_ cier.ro estado de-gracia mistica anillogo a ù .;li;ià;:
También la gran compla'c"àti;;;;'ilìii;s'. en las pell-
Àdmrttmos que Ìa'adolescencia comporta cierto impulso iarcisista al-que
etandes modelos (rtit' t-'ng]'iliit; É;"i'\ FiànÉt'Jtà"t"'"')frustradas' no r yeces se une un verdadero don, ya se trate de talento o de genio. Incluso
Aulas de Godard puede .otiuii'à ;;;;-iffiifi1àiion"'
g'l el extremo limite' esta es' IEnsamos que esto es indispensable para la creatividad y-que en cada
asimiladas, no integradas .n'tì-Vo !ttU4' que epltitu creador hay una supetvivencia-de la edad pubertat. fàilieo pèn:
necic rte yo se compone O.irÀLÀàiiieter6clitos,y conttadictotios mos que.los escritos pol.lticos de F.instein son baìtante decepcionantèJ-y
:;à;.* a un verdadeto-rcvoltiio cultural e rdeologrco' que es posible obtener el Premio Nobel sin dejar de ser un nino aisae ét
granaes'Jàà?ores han asimilado completamente a
sus
A la inversa, Ios Iunto de vista. pracmdtico,- por _ejemplo. Si hày genios adolescentes, èllo
cs por excepcì6n,. y_ todos .los adolescentes estrin Àuy lejos de ser génios.
n*n,,*.:*'t.r::"giir*::a:*t3'"'fr{l.i-:i!:,"#lqiq;; Para un.Rimbaud_hay millones de medioctidades, sin intereses puii*i.-
ts; y eI mismo Rimbaud habrla sido un fracaso' como adminis&aàor-ae
;:?i"l'k'.'"'.Hl;,::::nn.lttU,:mt?à.':'.1;,H,:,T'àtii*ff{l'; cmpr-esas. Era _un poeta genial, pero que se orinaba en el biber6n de sus
cuando, òor eiemplo' t'
pi'iiài ioi-iiiii""" en b-oca de su héroe: <<Na- benefacto.res (los Gautier).--Este gesto,_por muy significativo que sea,
die se lava dos veces pitit' tn- f" tii*' agua)>', presentando una idea
tobre todo para un_sicoanalista, no puede considàrarsè como un iigno dé
'ot
É.iairliol ru ti"* del discuiso del personaie' pero ex-
ìiii.àir#'à" "n Uriài-"-i""e."a3- en. el. iontexto cotidiano'
maduez. Ios peri6dicos que_enronan el himno de la juveniud ,"iilòirl
oresada de forma sumamenrÉ' triunfante han comprobado Ia sÉbita maduracidn de ios idvenes por los
(lJn inoietno rudo) wa ex-
"A'.ìXird. *"uriaì G rru.. atti"'*u s'r'ìnitio como el resultado
hismos acontecimientos, como por milagro, de un dia sigul.nre, Éi
oosici6n completa a" r, òresentada {ulrsls de tos movlmlentos de protesta mris bien demuestra "t una gran falta
"oiii'l'it;;:i;1il;.
ìi*l*"iJ**:".:*'o"J;:?ff f i:J"*'' de madurez polltica.
F"','*rt".'HiÌ.'"':ni?lf
 El Universo Contestatatio 49
48 André StéPhane

a su interlocutor Entresacamos el titular de un periddico:

oerder un curso, el contestatario trat6 propios <<"Nada està reglamentado", afirma un estudiante.»
en sus
à.'.*"tti" t."àiàaraue que é1 no pensaba
el bienestar de todos Naturalmente, sobre todo nada de reglamento§ e§ta'
estudios ni en su sino eri
"u,ii'u, era preciso elaborar una tuidos. De lo contrario lqué podriamos contestar? Epis-
los franceses y que, ante todo,
témon se plantea esta cuesti6n;
t.i**"
^-' p*u rr"ioru, la calidad de la medicina francesa' cu6l sociedad habria que remplazar a la que
Ni;1iÀ.os naturalmente' de reallzar el'an6li'
aqui, -àPor
se trataria de un <<an6 se desea destruir?
sis de ese ioven, puesto que s61o Y se contesta:
lisis salvaje», pero todos conocemos a ese tipo de indi-
a millones de hombres movimiento lo ignora y ello contesta la pregunta.
;ìA;;il- dà a la muerte -El
Destruyamos antes y quedar6 liberado el fuego meador
su"r,vi" v para
;i;'r.;il;n f6rmula propia de la felicidad'
presentan' ante todo' que inventar6 una sociedad distinta a la que podriamos
;;;r.;;;'s;;"naro1a o notttpi"tre imaginar actualmente.
de este tipo, que-tratatemos de definir
màs
;;*uci;;; Para Vaneigem, la contestaci6n y su contenido no
adelante, desde el punto de vista toptco'
--- po. uhoru, fijaremos en la actitud del joven
pueden delimitarse «porque se refieren al siglo pr6ximo».
s61o nos
de hacer He aquf una f6rmula c6moda que ha hecho fortuna. En
en su cdlera y su absoluta necesidad «Estamos en marcha>>, se lee en la pàgina 152, el pos'
"r, "rl.ri6r,àe todo il;'; el padre' o sea de
iii;-À representa
tulado 16:
--- to que existe y del potqué existe' . de ciencias dis-
iàao
Bi .omité de huelga-de ia Facultad Si queréis saber qué es la revoluci6n y ad6nde va, no
no proponer habéis iomprendido nada. En tal caso, dedicaos a vuestro
cutia la reforma de la ensefianza' decidiendo que' afir' jardin, a la literatura o al piano, pero no os acerquéis a
gubernamental' ya
;;;, ; el proyecto
tsper*
contestarlo' pero
nosotros...
m6, proponemos uigo tto podremos
<<si
siempre podrd Esto es breve y poco alentador, a menos que miremos
si el Gobierno nos presènta un programa'
enla pàgina 202:
"-^ objeto de contestaci6n>>' que
ser
O,ita" bien manifiesto lo que importa para.el Contamos con nuestra juventud, con nuestra falta de
contestatarioeslacontestaci6n,yqueposeelazonesrn-le madurez. Hay mds ideas en los titubeos de un nifio que en
todo 1o que se
làn;;il;r;"v validas para rechazar una propuesta preclsa'
cabeza de pensador profesional.
i*ror., s6lo porque se trata de
dada' Asi' experi- Pero esto no resulta muy tranquilizador y se com'
;d;i;d" v i. ,Éii"'" a una realidad s9 él prende que Epistémon, aun siendo favorable al movi-
;il; la imperiosa necesidad -que
-{u"rru -ipnon{r6-a
de hacer miento, afirme haber <<sorprendido y denunciado en ellos
;;;-i; de una compulsi6n ineludible-
exiitente e' incapaz de <'hacer>> la tentaci6n del nihilismo y el terror».
;;r;;t-;;d; realidad
;Éilààt" ifuiao al servicio de la <<destrucci6n»' si'
preparaci6n de proyectos
al mismo tiempo, se dedica a la La postura de esos j6venes contestatarios es compren-
siempre el ele'
;ffi"d;. y niinuciosos, éstos contendrdn
impidiendo su éxito' sible, pese a todo, si se tiene en cuenta que a un cierto
;#;;;;,i* q," los ànu1ar6'
 André Stéphane
nivel de la evoluci6n pregenital, que tendremos ocasi6n
de definir mds adelante y con mayor precisi6n, truncat
la realidad equivale al triunfo edipal, como en el sddico
pegar a la Àujer puede provocar- un orgasmo- seudo'
g"iitut. Este concepto puede extenderse a todas las acti'
iidud.t del sujeto, incluso a las que, en principio, son
objeto de un proceso de sublimaci6n:
<<Como la obra es, por su esencia, perecedera, s6lo
es conveniente una cultura de dudas» (17).
Por esto, los estudiantes <<destruyen el edificio>>,'en
tanto que los obreros huelguistas no destruyen las herra-
mientaì de las f6bricas y se escandalizan cuando los
estudiantes incendian los coches.
Vemos en este concepto cierta agresividad no inte-
grada, y dirigida por este motivo a una reacci6n per-
irun.ttté que-t"*p1ura a la actividad intelectual (subli
maci6n), io-o el petverso, el acto malvado sustituye
al coito genital."nEn este caso se comprende la exigencia
de que .*l diplo.u universitario «sea entregado autom6-
ticamente a los militantes de los combates callejeros y
los comités de huelga» (Epistémon).
Al instante captamos el sentido de la reivindicaci6n,
absurda a primera vista, segdn la cual la sociedad capita-
lista actual deberia financiar una Universidad cuyo fin
seria formar revolucionarios para aniquilarla; y también
comprendemos el significado de la frase cada vez mfs
céle6re: «Me dedico a la revoluci6n y al amor))'
Aqui nos enfrentamos con el universo agresivo tlel
niffo que cree que al impedir que el padte haga, que
destruyendo 1o que éste construya, 1o que ha construido
o p.r"à" construir, tealiza algo equivalente y cree eie-
u, acto edipico. La ocupaci6n de la Universidad
no debe confundiise con la de las fdbricas, ni la huelga
"rriu,
(17) Comisi6n «Univetsidad Cultural», Facultad de Derecho' Pads'
mayo, 1958,
El Universo Contestatario 51
& Ios estudiantes con las de los obreros. Estos rlltimos,
irrondo hacen huelga y ocupan los locales de trabajo, se
ctrtregan a un acto real Je fuetza con el patronato al que
b demuestran que, sin ellos, es impotente y que es po-
r6le dudar de su derecho de propiedad. Al momento se
dserva la diferencia: el Estado, en tiltima instancia,
podria soportar que la Universidad estuviera clausurada
ùrrante varios meses, lo cual no conduciria a su perdi-
cilin; los estudios se organizan para los estudiantes y
éstos necesitan a la Universidad, mucho mds que ésta a
dlos. Ocupar la Universidad es ocupar un servicio pribli-
oo y demostrar, eso si, que se desea participar en su
gesti6n, pero esto no puede asimilarse al ejercicio de una
rrrl,eraaza relativa al estado juridico de los locales. Si
el Estado se conmueve ante tales actos es porque en el
lfrnite extremo acepta el papel que el estudiante le ha
destinado: el del padre absorto al ver que su hijo no es-
tudia con provecho en la escuela, ! ya es bien sabido
que muchos estudiantes ofrecen una escolaridad defec-
tuosa para castigar, apenar o <<enfadar>, a sus padres
(mientras que la madurez implica que se trabaja por el
bien propio) . Una vez el Estado, asi como los profesores
o administradores que se sienten solidarizados con la
Universidad, han aceptado el papel del padre, el hijo
puede dedicarse a impedir que hagan (los cursos o la
rcforma), lo cual puede llegar hasta el terrorismo y reves-
tir formas organizadas, como la puesta en marcha del
«Comité Revolucionario de Agitaci6n Cultural», o
c.R.A.C.
Epistémon, que comprueba que <<los estudiantes que
se encaraman al poder parecen haber tenido miedo de
ejercerlo>>, afiade que <<la Universidad es para el esttrdian-
te contestataio un lugar. Habita en é1, alli se repliega, alli
forma nuevos militantes, y le impide que tuncione» (18).
Subrayado nuestro.
 André Stéphane El Universo Contestatario 55
52

Como el contestatario se sitrla en un universo opuesto

Esta doble constataci6n es, para nosotros' comple'
el al del complejo de Edipo, sin que pueda renunciar al
mentaria. Como el contestatario no tiene madurez ante
actde, paliando deseo edipico, su comportamiento, por definici6n, siempre
;;hi" Je Edipo, impide que el-padre
ser6 doble. Siempre anhela verse integrado en la sociedad
uri ., iuttu o créyendo paliarla. Claude Roy se asom-bra
flas contestaciones y reivindicaciones de los estudiantes
;; il iean Vilàr, también contestatario, haya podido se formulan todas en este sentido), y al mismo tiempo se
contestar al festival de Avifrdn, y se pregunta si
<<hasta
realmente niega a verse en ella. Contesta, por tanto, aquello de
àr" fruyu sido establecida una sociedad iusta'
los teatros' lo que jamàs entrar6 a formar parte, y critica lo que nun-
populur, libre y abierta, han de ceuat,tod-os
ca comprenderd, que siempre le resultar6 extraffo; la
ioio. lo. seres han de decretar la huelga de la creaci6n' misma vehemencia de sus actos traiciona su deseo in-
irr" a. dejar de aparecer los diarios y las revistas' los consciente de abandonar su actitud negativa, excesiva
editores
cineastas hàn de dejar de trabajar en el cine, 1os para que sea auténtica. Quiere cambiarlo todo pata de-
de editar...» (19), Y afiade: mostrar que lo existente es demasiado malo (las uvas
no me parece ni muy revolucionario ni muy est6n demasiado verdes), pero se niega a reformar nada
-Esto
inteligente. y trata a los autores de sus dias de reformistas con un
Cimpartimos la posici6n del defensor de Vilar'
pero
tono demasiado peyorativo, ya que, hecha la correccidn, se
nos extrafialnos menos que é1' Sabemos que hoy dia se
halla enfrentado a la vez oon su deseo y su impotencia.
u".ntrfu el impedimento a hacet y el ideal social en nom-
Epistémon reconoce el cardcter marginal del estudian
bre del que actria la contestaci6n no es màs que un te contestatario y su posici6n entre dos mundos:
pràt"*t",'el .,hacer» es el enemigo y, sobre todo' 1o es
el <<hacer bien». Se halla en desacuerdo rotundo con su familia, pero se
aprovecha de ella hasta el mdximo, se aparta de su infan-
Esto lleva muy lejos y afecta a la cofradia, en el caso cia, pero prolonga a su placer las exigencias, los caprichos,
permi-
de que, dentro de su propio seno, un individuo se las c6leras. Vaga por un terreno yerto (del que la Universi-
tiese un <<hacer>> qr" l" situase por encima de los dem6s' dad de Nanterre es un magnifico simbolo), entre el jardin
de los juegos pueriles y la ciudad industrial de los adultos.
o sea que se impondria a los otfos, como sustituto del Sale de una larga dependencia, pero todavia no ha entrado
padre: ìlasvariaciones de conducta son graves' tanto a en la vida. Como el pobre, el mendigo, el miserable, el
gamberro, cuyo estado marginal comparte, se halla apartado
,iuat a"t "tiro de franqueo", que trata de hacer 1o menos de la sociedad...
posible, como del "destrozador de techos", que no respeta
fr.no moderado por el que se manifiesta la solidaridad Sin embargo, no estamos de acuerdo con este mismo
de los miembros del gruPo» (20)'
"1 autor cuando dice: <<Es la sociedad quien les deja al
Esto recuerda el método del tirano Tarquino' Pero la margen».
cabeza que sobresale, Z,no es siempre la del
padre? De ser asi, su estado seria provisional por definici6n,
y una vez terminada o abandonada la Universidad todo
volverfa al orden, lo cual no sucede. Independientemente
(19) «tEs un ttaidor Jean Vilat?» Le Mond'e' 21 aeosto 1968' de la tendencia a prolongar su vida marginal, o sea a
à6\ itrietniiiriiaofu... lQué sociedad?, obra citada'
 André StéPhane
El Universo Contestatario 55
54

siendo un margi' matiz, Esas comillas se refieren claramente a cierta falta

-"iii, en la Univer sidad,decontinuard
continuar
ya que su margina' de autenticidad destinada a provocar en el lector una
i p""ar de cambiar estado,
inmutable' divertida distanciaci6n. i,De qué se trata? La gran sor-
cÉ;6 iiotunao origen estructural subsistird presa de los acontecimientos protestatarios es la extensidn
Vilù;pues, ,1 *urgét y sus afinidades le llevardn hacia desproporcionada de unos conflictos limitados en prin'
bt ffi; murgirudot] hacia todos los marginados' sea cual cipio a las universidades (como en Paris o California),
r;;-; clasiflcaci6n ideol6gica' Lo esencial es que esté
o incluso a una pequefia red periférica, en el sentido real
;;;#;;;coiradias, reahazandoa Edipo v cuanto de
y figurado. Ademds esto puede considerarse como
se deriva, y contestando al padre' Esto ex' -y el priblico demuestra
"rà nna sorpresa complementatia-,
plica la àparente contradicci6n que se observa en sus to-
"oÀpftio
siempre una viva simpatia por tales movimientos, por 1o
";;;;; ;;;ii" politica, vu q'e tanto
se alia con los
menos al principio. La inmensa mayoria de la Prensa los
,o-o o6n los marxistas, con los maoistas como
ir"trti"À grupos e-stdn sostiene igualmente, hasta el punto que estas revueltas
y antiguos O'A'S' Todos esos
limitadas ameflazan convertirse en una revoluci6n.
"on- "i"t,o.
juntos, aunque se combatan entre si en el interior
de la
que representan' delante del podet Por fin, se produce la sorpresa de las autoridades,
lrììg"trr- À"rginal cnfrentadas con unos movimientos estudiantiles distintos
un burgués (el establish'
"r,à[r*ia" -éstarlelido "àtno del Partido Comunista a los de otros tiempos, ya que aquéllos tenian casi siem-
*i*l:, p"ro también delante
y no pre un origen de extrema derecha.
ou. ii.nl su asiento en el interior de la sociedadde una Esto plantea un problema, ya que los estudiantes son
ìirtt- izrl' Esta distincidn enre la concepci6n
o sea por el los mismos socialmente, reclutdndose entre las mismas
marginaci6n impuesta por las circunstancias'
^marginaci6n clases sociales la burguesia-, y pre-
;;;;;;;, y la de una interna' conflictual y
sentidos hacer' por una cisamente los -particularmente
contestatarios, como se ha demostrado
les permite a nuestros
"Jiu"tuiuf, que puede.considerarse como mediante estadisticas, se reclutan casi todos entre la alta
;;;tc tu divisiSn entre 1o
y patol6gica o neur6tica' y burguesia. Comprobamos, pues, que los individuos que
iu u.iiriaua politica tt,ormal" pertenecen a cierta clase social no hacen la politica de esta
algunas nociones politicas
;;;;t;6iar cierta elluzizquierdismo y los «intelectuales
sobre
clase sino que se vuelven contra ella, lo que constituye un
iroa"rrru., taÈs como hecho parad6jico ante el que debemos detenernos; natu-
I. frq"i"tau>», asi como sobre lo que se denomina el mito ralmente, se trata de un hecho paraddjico entre otros
-- la lzquierda.
de
(La en' muchos producidos por tales movimientos protestatarios.
Éf-izquierdismo, criticado antaflo por Lenin Asi podemos comprobar también que esta tendencia,
pr*"aiì i"fantil del comunismo) confundiase los es- en
entre otras, se halla miis extendida de lo que podria creer'
lzquierda»'
critos de este autor con <<los intelectuales de se, existiendo de forma latente, bastando un detonador
d9 l9s
oue se escriben entre cornillas para distinguirlos para que se manifieste, aunque sea bajo la forma de cierta
t. hallan orieniados politicamente hacia
il;;r;I.tìui poner en evidencia este simpatia (naturalmente, dejamos a un lado la actitud de
ir-Lqui.tau. Y trataremos de la clase obrera, de izquierdas izquierda cuyos inte-
-una
reses coinciden con la polftica que practica y que
(21) Tltulo de una hoia marxista: «Afuera»' -tam-

L
56 Andfé stéphane El Universo Contestatario 57

nos han
bién es una sorpresa que los acontecimientos r el poder establecido, sea cual sea éste, y a cual-
;;;;"-, to à hu rrnido u esos movimientos sin largas precio. El problema del sujeto se halla asi falseado,
vacilaciones y con grande§ reservas,
y aun s6lo para sacar trado, por razones patol6gicas, que ttatarl de ra-
sin haberse
de ello un beneficio y evitar verse desbordada' Énalizar de difercntes modos.
adherido nunca plenamente a ellos)' No es menos cierto, sin embargo, que el contestatario
A1 plantear este problema, separamos
delibetadamente rfrird bajo el peso de la contradicci6n fundarnental que
se
hr ;;iii"";ior". hàbituales què fueron propuestas'
«francés mal-
Eiste entre una posici6n politica de izquierdas, por una
irrtf"i", del
'frr"r"tàa" ejemplo en el caso àe XEte, y no sdlo por los intereses de la clase burguesa,
Paris,
y fÀndista', de «tradici6n comunal y del ritrc por una mentalidad hecha de tradiciones, por una
;;;rt, y òchor, alegdndose qle los burgueses veian en c*ructura burguesa, o, dicho de otro modo, por un con-
juventud su propia juventud' etcé-
*.riiri"nto de la domerado social y cultural consciente y unas motivacio-
"."
tera. Todos u.go*Lntos no tienen en cuenta el cardc- rc inconscientes, muy poderosas, que se oponen a este
"ro,
ter decididamente parad6jioo del fen6meno' Nuestra
inten- mglomerado, por otra.
por el còntrariò, proponer y1a 9xn1i91ci6n del Naturalmente, har6 lo que sea para salir de este cir-
"t,
fen6menò contestatario baiada en el hecho
"iOn clinico que cuito cerrado y atacard violentamente a su ambiente y su
ir;;; ;;rrdo en el punto fundamental de esas conside-
madurez edi-
cultura (se han lefdo expresiones, como ..suprimamòs...
raciones: queremo§ ràferirnos a la falta de bque sea») (23). Pero, en el fondo, seguirdìiendo obli-
En efecto' diversas
i,i"" V " f;vitaci6n de este complejo' con*ibuyen actual' gatoriamente ambivalente. Tratando de disimular esta
iuror"., de alcance muy amplio-(22), mbivalencia, se ver6 restringido a pujar, a superar a los
;;"; una extensi6n- cadi vez mayor de esta defensa' dem6s, <<siendo mds de izquierdas que los izqùierdistas».
i" .ràf al mismo tiempo el movimiento parad6jico Gmo es f6cil de comprender, él no se darà cuenta de
à"-"i.."^i"rentud y su propagu"i6n a capas cada vez
"*pfica csto pero se har6 aparente en su actitud, y el obrero,
Àat umpliut de la poblaci6n. Como acabamos de ver' esta cu5ras convicciones de izquierda son muy diferentes en su
,uriunt. de la soluci6n edipica se detiene pràcticamente uturaleza, observar6 pronto en tal izquierdista unos ele-
lo
uni, ,t u integraci6n adecuàda del complejo de Edipo' lentos en conflicto, a los que no sabrà nombrar, pero
qo" offigu al- individuo a distanciarse del mismo' Pero' gue despertar6n su desconfianza, procur6ndole una ìen-
la, oposicidn perma-
à ta practica, esto se manifiesta porproblemàtica raci6n de malestar. Asi asistiremos a la cristalizaci6n de
la edipica'
,ertet" todo 1o que se refiere a
que
rm movimiento doble: por una parte, la compleja conste-
.-t"à padre y a^ la autoridad' Es f6cil comprender bci6n propia de los que evitan el Edipo, les incitard a
"f àrf prolongun una fase pubertal-normal por ra- qgruparse en torno a la bandera de izqtierdas, con un
iot qo. profun-
,on." n.rtOtìcas y viven en su actitud politica su decuado contenido ideol6gico; este contenido se halla
a" y los derivados del mismo' no pueden seguir sumamente extendido, no s6lo porque en esos sujetos co-
otra""*pi.:"
linea"poiiti.u que la de una izquietda que tiende
a
responde a unas necesidades acomplejadas, sino porque

(22) Volvetemos a tratar de este tema' (23) tQué Unioersidad.?..., obra citada.
58 André Stéphane
esta estructura se halla con frecuencia entre los intelec-
tuales y los literatos que disponen, para la propagaci6n
de su fe, de su pluma y su elocuencia; por lo que este
contenido ideoldgico acabard por penetrar en el Yo de
los izquierdistas y, hasta cierto punto, en el Yo colectivo,
lo cual dar6 lugar al mito de la izquierda. Por otra parte,
tendremos a la gran mayoria de la masa que no sufre
complejo edipico, con la libertad de hacer coincidir de
modo armonioso su posicidn inconsciente con su orienta-
ci6n politica. Éstos no tendràn ninguna raz6n para vivir
su desgarramiento interior con una actitud exacerbada y
ultrajada. La polftica no les incita a la acci6n m6s que
a sabiendas. La mayor parte del tiempo pasardn desaper-
cibidos para el mundo, pero sabrdn imponerse en el mo-
mento adecuado para corregir los excesos de una minoria
bulliciosa y actuante. Todos los politicamente activos se
alineardn a la izquierda, considerdndose entonces el
apolitiquismo como <<derechista» y estigmatizado como
tal, 1o que lleva hacia la parad6jica situaci6n sefialada
por un colega que afirmaba que la libertad de opini6n
no existe en muchos paises del mundo, ya que a un inte-
lectual le estd vedado no ser de izquierdas, y si el mismo
siente alguna simpatia por el gobierno que est6 en el
poder (24), s6lo puede afirmarlo en la intimidad. En la
vida cotidiana, si quiere estar tranquilo, tendr6 que disi-
mular sus opiniones.
Ya hemos visto que para el contestatario, la lucha
contra el padre se confunde con la lucha contra su propia
clase (la burguesia); los hijos y las hijas de los burgìreses
(24) Respecto a este asllnto opinamos --{on los contestatados- que
el movimiento de mayo en Parls no fue mds antiDegaullista que antiNixon
o antiMao... en otras circunstancias. Todos esos movimientos son antigu-
bernamentales o antirtegimentales.
El Universo Contestatario 59
se aferran a sus padres burgueses (25), no porque tales
padres los restrinjan, sino, al contrario, debidò a iu indul-
gencia (26). y si los jdvenes se burlan del burgués y tra-
tan de «desiumbrarlo>> (epatarlo diria un francés, vocablo
que etimol6gicamente significa <<cortarle las piernas>»),
zu conducta posee, al mismo tiempo, un sentido muy claro
de- seduccidn. El joven desea separarse de su progenitor
hablando, por ejemplo, otro lenguaje. pero la utilizaci6n
de este lenguaje, a su vez, le seduce a él mismo. La co-
queterfa de manejar la paradoja y solamente la paradoja,
la impugnaci6n de todo cuanto forma parte del munio
social forma manifiestamente lddica-, o sea pater-
nal, la-de
inversi6n sistemdtica de los valores investidds por
Gse mundo, el culto de los <<maestros del pensamÈn-
to»» (27), abstrusos y herméticos que el contestatario cita
en,cualquier momento con notable af6n exhibicionista,
todo esto demuestra el aspecto provocador con respecto
a los padres y, en particular, al padre. Se trata di un
afr{n provocativo lleno de un profundo afecto, que mere-
ce examinarse con atenci6n. El adolescente de origen bur-
gué-svive en una época que supera a cualquier otro p"-
r(odo de la historia de las generaciones prècedentes, ìn
(25)
_ el tema deComo se comprob6 dg repente y volvi6 a comprobarse mds tarde,
c[ <<La crisis de las unive_rsidades y
gtticipantes de los movimientos. revofi,rcionàiiÉ sus cònsecuenciasr, oios
p.rtàn...n .o .or;uniò
t 'ià
lz
,ah.a, ;;; ;;-;;;.. paisesr. por
burguesia, tanto en Estados_ Unidos
Gma's,. rgul puede aplicarse esto a los guerrilleros de
Amériia Latina,
(26) Tambiéo se ha comprobado !ue_ h, ;nir"Àie;;;; .i'ìì.' q".
can..mej-ores_ l4s condiciones de vida y la educacidn mai eiàvada
quellas donde las protestas surgen con mas fr"cuencia. - lon
.-._--9dio a mi padr.e un contestatario en una ocasi6n_, por no
.r Detme pegado nunca -afirm6
un puntapié en el trasero.
(27) Estas figuras sirve-n de modelos de identificaci6n, pero al mismo
-li!!o se rechazan como tales, y el paso de una postura a'oita es bastanti
rfo-ido: Ios esructuralistas hair-desempefiado .ì..iò-prp"i il;r-d"t;;;i-
s,i"oto, pero poco- después ha s.ido.-posible à;;i, -(ilpi.tdòrl-d.r.-.iù
lmtesta de_-mayo de 1968 en Paris firm6 el acta de àifunciOn àet'estruc-
tre.tismo. qqa Cpn
.parte de la docffina contestataria la ha prestado Mai-
ose, pero Cohn Bendit oretende no haber leldo jamds a este àutor. try qué
dfuemos de Régis Debray?»
60 André StéPhane El Universo Contestatario 61

cambiando su inhibici6n en un ideal de espera y en una

cuanto a la libertad y tiiquleza de satisfacciones compulsi-
pre' noral superior. Pero el mecanismo es demasiado especi-
vas mriltiples, que pone a su disposicidn un mundo
y por sus padres. S6lo.tiene que acep' fico para superar ei ambiente estricto del que es oriÀina-
parado òrganizado
rio, y hasta en esto resulta insuficiente, ya que la angustia
iarlo, yio s-e le otorga la menor posibilidad de liberarse
zubyacente es excesivamente deficiente y se utilizan de-
a" toau culpa, penando por adquirirlo, y al aguerrirse de
masiado a menudo las desviaciones toxicomaniacas y
este modo, tanto mds cuanto que por un grosero error
peàugOgico la moda es de satisfacci6n espontdnea
y las otras. De esta forma, es posible tratar de superarse, pero
Pata escapar nunca de roalizarse, puesto que la primera finalidad es
fruttà"lott.s quedan prohibidas socialmente'
mucho mds fdcil de conseguir que ia segunda, aunque
al p6nico intJrno, reiultudo de 1o dicho, la juventud re-
siempre quede una «fuga al frente».
,rt ot derechos cada vez mayores, priv6ndose asi'
"Éu
con la colaboracidn paterna, de las condiciones requeridas
Para volver a su constelacidn objetal, debemos cons-
para obtener una évo1uci6n arm6nica, y obrando' me-
tatar ante todo que la relaci6n del contestatario con su
padre es extremadamente ambigua y llega a unos nive-
diante un acceso precoz a la condici6n puramente nomi-
nal y formal de adìlto, a su propia castracidn (28)' Busca S qr., en 1o que tal relacidn tiene de eiencial, escapan
al consciente. Por lo general, tiene un padre débil al que
un iestablecimiento narcisista, institucionalizando este es-
tado de cosas (29), otorgdndole el rango de teoria social
y Inrece combatir, pero con quien se entiende bien al mis-
mo tiempo, y su actitud de distanciamiento tiene una
doble finalidad.
Si examinamos la oposici6n judais-mo--cristianismo con la
(28) oposici6n
En el fondo, desearia que su débil padre fuese fuerte,
;ì;i;';;ii;ili;i Éid* v t" del Hiio' resulta fricii demosttar
i;Tìì;;#;"#,;-i;:';;'-;,Ì;;;;''' ;tt*
",';i;il desié er dnsuro de. Ia educa-
una teg'lamentaci6n estricta
para que le sirviese de apoyo, pero al mismo tiempo Ie
i?oii^lìl,Ji,7,-Éuìt. ."u"ro,-I.-d'-a s" p""blocastigando cada vez que se da miedo este acercamiento (SO). El contestatario
;il'"É;;;Ld.r-lot ,.toé de-ia existència'
pueblo iudio no niza ciertos ideales que reflejan una idea del io de
frec+
ip*ti a"il^*i'o fecto, por. t. sit-; L'-tril-llt^'**'
oe- fases felices sobre
es otra cosa, en cletto senrido, que una alternancla origen paterno muy lejano y abstracto. pero, como no
la obediencia, por una parrc, y pbr otra de desviaciones
sancionadas siem-
;";;;^5i;;: b,i"" tiin È É';;; i' É*a u-u'"' De' todos modos' des'
cierta eficacia
ha habido integraci6n del complejo de Edipo, esta idea
ii,?r"iir"r"ii,"*- aÉ'rà"i.aàùì;Ér,riribi., cabda atribuir
estructutal a este método.
"""È;iffi;; .rittiu"lr*o, comprobamos que ha iibetado allaérevente
Fe; los
refigiosa.s6lo exi*e
d"l"yue;A; I"-l-"v,.v pr.u'?aì-uitiuia"a lo.ti,,o
oecados son perdonados p"i à"ìiaiàaò.-A
-li"à-'prrà' hay que tecapitularlos
""ila"rààii"È."^ir,o,
Iiì3-i"r, borru'ros . exiee, el precio
-de .unas
GTI;" por la existencia), contradicen a las condiciones naturales
,rr*rr'iuJ.frii Hiio.de Dios quienHiio se sacrific6 por t sociales de la existencia humana); son Ia negaci6n de k À;;idà-e;
formalidades basmnte
:,i;T.ÈÈ;y;-b",,ìi,.o ;; ;";;ilt"';l irevente ìn de.Dios le qTarse,la vida; la negaci6n de la necesidad aé h conformidid;ì;;p;_
vida,.honores gue-dq11n hasta su .ttosa .hoy dl^a; la negaci6n .lel principio de entrega, la negaci6n de- ia
colma de honores en.r mpetici6t]. _Soa la negaci6n de la necèsidad de unà lroducc'iOn aespitt"_
!i#à" "àUtJa"-tà
." trata acaso del niflo r,nimado de Dios?los orga'
-"ì;i J";ibi;io.-iNo
-,,fi tià" Iaio"itib"cio" que la cibernética v rada y solidaria con La destrucci6n, la negaci6n en iin àJ t.-"ièiiaàa
rftal de la represicin hip6cita
iivià"i ò'trol tòtal de'la
"à"o.ida existencia humana' de los insti-ntos...r, H. M;;"r"r-El-li;"t
*{iolr"HÈi#'ili,iàì la "nesaci6n determi- le k atopia, pa1.13. -
'i'*uillìaài, -" de{inen en
L;;;;;r"-;;;àiùàa.. q"I"i'i'n-'oaudetamente ptincipio como.la -- (30) Independientemente de su efecto politico prooiameate dicho. el
ilà^;"à;"h;;;à'iara.i de dominaci6n' rtscurso de De Gaulle del 30 de mayo cort6 en seco, por algrjn tiempo,
i,'lli.roiii"t,'il;ìA;a;';;;''òpoi-tl^'t :1":T1:,1"'rson la ..negaci6n
q,,. 1.. upo't"n; pot d movimiento revolucionario de los'estudiant.i ai-hiris' Éiiu-..-à*io-ri
asi como de Ios val.ores .eiemplo. t1r,t c_ardcte,r,mixto y contenia
eÈ ù"-*"..'id.i"d;i;i,;'";il";'ii';-[esta i"gha es nécesaria v todas (en
las ryo
.Por lin
una buena dosis de admiraci6n secreta:
iàiJ v""i6àdru.ionà' q"Jl*tà"-àe ìop'i*ir tbe strassle lot lile
ha hablado el padre>>.
62 André Stéphane
del Yo conserva con exceso su esencia narcisista, halldn-
dose construido sobre un falso objeto (31). La relaci6n
con el ideal de1 Yo se halla, por tanto, tefiida de una
factibilidad que se transparenta con§tantemente a través
de los caracteres extremados (extremistas) de este mismo
ideal. En cuanto a las capas superficiales de esta relacidn,
cuya funci6n consiste, como sabemos, en el mantenimiento
de la distancia con el padre, movilizan, para sostener la
agresividad de rechazo, un cierto seudoanalismo grosero
y corrompido (32) pata proteger al sujeto contra el movi-
miento aiectivo opuesto, o sea para protegerlo contra el
amor del padre; en un pasaje lleno de intuiciones genia-
les, Patrick Modiano expresa varios puntos de los que
acabamos de tocar (se trata de su libro La plaza de la
Estrella (33)z
Pensaba en las malas lecturas efectuadas en mi infancia,
notablemente de la serie Cdrno matar a tu podre, de An-
dré Breton y Jean Paul Sartre (Colecci6n «Lidez-moi Bleu»)'
Breton aconseiaba a los jdvenes que se apostaran, con el -re-
v61r". la inano, en 1à ventanà de su domicilio, avenida
Foch, y"ndisparasen contra el primer transeÉnte que" pasara'
Tal hòmbré era necesariamente el padre, un prefecto de
Policia, o un industrial textil. Sartre abandonaba por un
(1L) La noci6n de <<falso obieto»-nos p.ermite comptendet d9 Daso
el eI nombre de snobisfio' cuya lnmensa,lmpor-
fen6meno descrito con
;;r;il-tl;; en todas las manifestaciones culturales de la contestaci6n'
;i)ré .r el snobismo? Los que asisten a los conciettos conocen a una
ì*-È a! ;àd;;; àue se lévantan al final de una pieza para aplaudit
iargamente, con tanto efitusiasmo como osteltaci6n, radiantes de felicidad
,--;ti"^"a" hacia eI artista un rostro inspirado, como ell éxtasis' Peto una
;L;;;;h-"t."tà-p.tÀii. descubrir en cietia parte de esos la individuos
ante el-objeto, debiendo sentar actitud
.ro".ia.rl". en la cuenta de un afecto puramente narcisista, que trata
"rl'.iiaÀii.a"-inair"iè""1u
aÉ liiuir.. sin resultados serios, en un obieto que, sin- embargo, es falso'
Es ei amor narcisista disimulado tras el amo-r del- padre, o- sea un ldeal
*r.i.ir* Évà pìoyecci6n sobre el obieto es aleatoria' Ademds, cu.anto mÉs
falso es el obÈto y mr4s ficticios el amor y su proyecci6n, màs su de'
mosttacidn es osteritatofia'
'*iri^-A,.,]d;-iit"-Ààiitmo posea una funcidn propia (vet el capltulo
Analismo y Delecacié1.
(33) Gallimard, editor.
El Universo Contestatario 63
instante_los ba,rrios-elegaotes por los suburbios rojos; alll
se abordaba a los obreros mésmds musculosos, y disculprindose
mds-musculosos,
disculbr4ndose
discu
por ser hijo de buena familia, los llevaba a-là avenidi Foch,
àonde ròrirpian toà* rur poi..Iil;; d;sèG;, *àiàtà" ài
padre, y después el joven pedia cortésmente ser violado...
...5e hacia una llamada a los proletarios de todos los
pgtisespara ajustar las cuentas de-toda dilerencia famitiar
(34). Se recomendaba a los jdvenes que insultasen a sus pa-
dres antes de eliminarlos. Aigunos pòdian emplear expres'io-
nes fantdsticas, como:
os odio... (el hijo de un pastor francés).
-Familia,
pr6xima guerra la haré con uniforme alemdn.
-La la mierda el Ejército francés! (el hijo de un comi-
-14
sario de Policia).
un canalla (el hijo de un oficial de la Armada).
-Tf eres
Apreté fuerte el brazo de mi padre...
Para llevar mds lejos nuestras investigaciones respecto
a Ia constelaci6n familiar del contestatario, podemos re-
flexionar sobre una anécdota que tiene su importancia,ya
{Iue se refiere al lider del movimiento francés del 22 de
yarzo. Se dice que fue decisiva para establecer la popu-
laridad y el prestigio del joven tribuno. Tenemos deieCho
a suponer.que si la conducta en cuesti6n hizo tal efecto
a quienes fueron testigos de la misma hasta el punto de
Ilevarles a la mds entusiasta adhesi6n con su jefe, es por-
que descubrieron en é1, mediante una experiencia de
identificaci6n, un parentesco de estructura a la que el
grupo debe cierta homogeneidad; y podemos estudiar la
structura del grupo como si se tratase de un individuo
finico, al menos en lo que respecta a los motivos de la
rdhesidn.
Dicho joven tuvo un altercado con un ministro y, sin
referencia a ciertas relaciones entre los dos protagonistas,
imJ'licando a una tercera persona, siempre podernos con-
riderar en pdncipio un enfrentamiento entre un estudian-
E y ministro como de naturaleza edfpica. Bien, el joven
(J4) Subrayado nuestro.

64 André StéPhane
interlocutor del ministro se quejaba de cierta frustraci6n'
la.ten-
i" .rA ya define la situaci6n como edipicl' qgesministro
sexual' El
si6n en- cuesti6n era de na§ttaleza
contest6 a las quejas del joven aconsei6ndole un
bafio
a que el-muchacho res-
iiià putu enfriai sus ardorès, 1o
pondìO que, a su entender, esta proposici6n tenia un
[ii"t", iuri y habrfa podido ser expresada por un miem-
bro de las juventudes hitlerianas'
Estd claio, y sin duda fue por esto que la aventura
le
de la
va1i6-a ,, proàgonista un aciecentamiento sdbito
popularidad-, que la misma qued6 a los.ojos de cuantos
la admiran, como un enfrentàmiento edipico tfpico' del
que el joven sujeto debia salir triunfante' Pero a nuestro
à,àna", no huÉo triunfo alguno' El joven, por su actitud
es"à"arforu, màs bien rompi6 con toda instauraci6n
dc
uru retrciO" edfpica, y hay que buscar precisamente la
il;r; de la adLesi6n maiivà a que este episodio dio
irgu. .n la consecuci6n de esta maniobra de evitaci6n'
que los demds debieron tomar a su cuenta'
En efecto, que un joven se queje de ser reprendido
po, lu, autoridades quà le impiden.penetrar en un edi-
ii"io qu" alberga u,rtàt j6venes, no tiene nada de edipico'
Un joven coloòado en rival edipico no se queia (y menos
arin'al hombre que le cierra el paso), sino que trata' de
una forma o de òtra, de penetrar en el recinto prohibido'
ii se quela del obst6culò, es mds bien porque le gusta
iuf lin'y à1 cabo, ya no tiene tres afios),
y pone e-" eYu,
il;il esta posicion para descartar mejor la situaci6n
pica, o sea para defenderse de la misma'
' A menuào, en el transcurso de una cura analitica' el
analizado, volviendo a la situacidn transferencial' le
clama al analista, en forma directa o disimulada' la satis-
i;;6" de sus deseos sexuales: por ejemplo, sexual'se imagina
Àr. "t analista puede procurarle un objetivo
turalmente, esta petici6n no tiene nada que ver con
El Unlverso Contestatario 65
verdadera situaci6n edipica, sino que corresponde a
una relaci6n binaria con la madre, no con la madre edipi-
ca sino con la madre primitiva y arcaica. La necesidad se-
xual no es, sicol6gicamente hablando, una necesidad geni-
tal, sino una tensi6n simple, de igual titulo que 1a tensi6n
anal u oral que la madre primitiva debe aliviar. Para
seguir con nuestro ejemplo, es perfectamente l6gico que
.un joven, regresado a la edad infantil, reclame que los
'otros hagan lo necesario para satisfacer esas necesidades;
y expresa este deseo dirigiéndose a una autoridad, no in-
.conscientemente a una autoridad paternal (aunque ésta
pueda ser hasta cierto punto una imagen compuesta con
todas las consecuencias que esto comporta), sino maternal
primitiva. Segun una dialéctica propia de esta situacidn,
la agrè§ividad de frustracidn se proyecta sobre el inter-
locutor, el cual se transforma en la mala madre, y en este
momento comprendemos la reaccidn del joven frustrado,
que es alemàn y para el cual la mala madre se confunde
con el hitlerismo.
La separaci6n del objeto paternal (y del conflicto edi-
pico en si), puede lograrse con ayuda de unos comporta-
mientos que en apariencia presentan una agresividad edi-
pica, pero que en realidad son defensas contra ésta; y
asi, existe cierta diferencia de lenguaje de la que ya se
ha tratado, y que ante todo es un aislamiento del grupo
de los j6venes en relaci6n al de los adultos, un cierto
desprecio que coloca a éstos a un nivel inferior al de los
edi-
i6venes, que es màs una separaci6n que un ataque. Por
esto, entre todas las defensas contra el freudismo, hemos
hallado a veces esta frase desdeflosa:
re'
Bueno, hace ya mucho tiempo que qued6
-iFreud?
superado...
Na-
Si los adultos son <<inferiores», o sea castrados de
golpe, todo enfrentamiento con ellos (con el padre) queda
una
3
66 André Stéphane
descartado (55). El
contestatario no discute; puede for-
mular declaraciones, puede acusar a su interlocutor, pue-
de expresarle su desprecio, casi su piedad («estds equi
vocado, te explotan»), pero cuando se trata de un argu-
mento apoyado en la realidad, algunos contestatarios no
responden sino que dirigen una mirada de complicidad
a sus amigos y se retiran de una discusi6n que, de este
modo, no puede efectuarse. Lo que sucede en este di6-
logo, ya que se trata en efecto de un di6logo, significa
una negativa de identiticacidn (con el objeto colocado a
un nivel fundamentalmente diferente, que excluye toda
comunicacidn), y que se apoya en una identidad narcisis-
ta con los miembros del grupo (el guifio a los amigos).
Uno de los autores ha conservado el recuerdo de una
reunidn de estudiantes en la que particip6 después de la
Liberaci6n, y que fue consagrada al existencialismo.
Entre los participantes habfa estudiantes de diversas
disciplinas, algunos de siquiatria, j6venes alumnos de
un profesor ya canoso, invitado también. No hace'falta
subrayar que el lenguaje empleado aisl6 al viejo siquiatra
que, de modo manifiesto, formaba un cuerpo aparte, bien
a causa de su edad, bien a causa de su rango. Y todo
esto parecia despertar la tensi6n edipica de los partici-
pantes, uno de los cuales decidi6 plantearle una cuestidn
que en suma no era mds que una trampa bastante gro-
sera: se fiataba del concepto sartrense de «libertad», y
el joven le pregunt6 al profesor qué pensaba del mismo.
El viejo médico, que no se habfa formado en la escuela
(35) Los adultos sostienen una responsabilidad muy pesada, tespecto
a esta posici6n mnflictual cuando, por su conducta, ratifican los meca-
nismos de evitaci6n de la iuventud; la dimisi6n de los adultos, el temor
del adulto ante el ioven (sefialado por Gombrowicz), el incensamiento del
ioven por el adulto pone a aquél en una posici6n de evitaci6n clel com-
plejo de Edipo. CCdmo afrontat al padre si éste se declara vencido pot
anticipado? iC6mo deseat identificatse con el padre si éste se identifica
con el hijo?
El Universo Contestatario 67
existencialipmo, tom6 la pregunta al pie de la letra
t repuso bonachonamente que le gustaba (era un buen
nepublicano). Los jdvenes se echaron a reit, exclamando:
anticuado!
-iQué
Creemos que en este leve sicodrama se hallan todos
h elementos de la evitaci6n que acabamos de seflalar:
le diferencia de expresi6n, la burla, el menosprecio y la
desvalorizaci6n, apuntando en conjunto a la separacidn
aadical con la figura paternal para excluir toda posibili-
dad de identificaci6n (36).
La evitaci6n se refiere a la figura paternal y la situa-
ci6n edipica, pero sobre todo a ciertos fantasmas tipica-
rente edfpicos. Esta evitaci6n puede adoptar la forma
& un seudoenfrentamiento, tanto mds cuanto que el co-
mcimiento intelectual del complejo de Edipo es perfecta-
rente compatible con el mantenimiento de este rechazfr,
omo si el <<verdadero>> conocimiento del Edipo (que ca-
tria diferenciar de la <<sabiduria>> intelectual) se hallase en
relacidn con la reviviscencia del afecto unido a la repre-
rentacidn fantasmag6rica en cuesti6n. Estos fantasmas
(16) El procedimiento de evitacidn propio del contestatario, esteta o
rintelectual de lzquierda», consiste en desvalorizar todas las figuras pa-
anales, con excepci6n de aquellas que son de la misma idea o, si éstas
D existen (ya que a tenor de las épocas y los ambientes, la moda puede
lEsat por una <rFase muerta»), inventa una, Entonces se ve (este recuetdo
deta de varias décadas y es de mds de dos mil kil6metros lejos de Parls)
dmo dirige el siguiénte discurso a un adolescente inocente, sorprendido
m un libro bajo eL brazo:
esto, chico ----el sujeto mira el libro con uoa mueca
-Ensé6ame
&deflosa-, Ah, todavla lees eso, arin pierdes el tiempo con el padre
Ederico... etr este caso, es Nietzsche, pero también podrla ser
-(Federico,
t""lquier otro autor por el estilol-. Naturalmente... naturalmente la
w sube de tono hasta adquirir un acento inquisitodal-: Por lo-yvisto,
D conoces a Tschitchikoff, Cverdad? {Conoces o no a Tschitchikoff? (Tam-
fién podrla matarse de otro autor, aunque siempre debe ir uaido el
mmbre con \a rarcza o el misterio).
El contestatario descarta asl toda identificaci6n paternal v la posibilidad
de convertirse en padre, ya que la rinica identilicaci6n posible para é1
cs con el desconocido Tschitchikoff. Aqul vemos que el snobismo puede
coocunir en la evitaci6o del complejo de Edipo... o mejor en la expresi6n
de esta evitaci6n.
 68 André Stéphane
giran en torno de a) la existencia y la identidad del padre
(la cuesti6n de los origenes), b) a la génesis y a la eseena
primitiva (57) (c6mo nacen y se hacen los nif,os), y c) al
sentido (cu61 es la ruzdn de la actividad paternal) (38).
Pero todos esos fantasmas primitivos se enraizan al
cuerpo, en las zonas er6genas, fuentes de compulsiones.
De este modo, es posible saber intelectualmente para
no conocer realmente (carnalmente: conocer:coitear), y
es posible saber mil cosas para mantenerse ignorante de
una sola.
La supresi6n de la funcidn paternal, aparte de su
cardcter defensivo ante la rivalidad edipica y las dificul-
tades de identificaci6n concomitantes, tiene el poder de
salvaguardar el narcisismo (en un sentido de autoestima-
ci6n). Asi, Epistémon habla de esos estudiantes que «di-
ficilmente llegan a unir el hecho con la idea», y que
<<tropiezan con los conceptos ya que éstos son abstractos,
no viendo mÉs que una anécdota en las ilustraciones con-
cretas que les dan con los ejercicios pr6cticos. Su fracaso
les resulta insoportable e inexplicable. En lugar de acu-
sarse a si mismos, hacen responsable al sistema y se
convierten en contestatarios feroces. Los elementos que
no se hallan en su lugar en una Facultad desarrollan con
toda naturalidad reacciones de tipo nihilista. Razonan del
modo siguiente: "Si no podemos integrarnos en el siste-
tema, hay que perecer con él antes que ser excluidos del
p7) La escena primitiva designa la rtpreseotaci6n imaginarit o vivida
de las relaciones sexuales de los padtes.
(38) Podemos comprobat de paso que la crltica literaria, tal como es
contestada pot la «nueva ctitica» se halla construida sobre estos tres puntos:
1. Quién es el aùtor (Su persona, sus origenes, sus antecedentes o
backeroufid, sus maestros, sus amotes,..).
2. . CC6mo trabaja? (Su método, su estilo, sus pteferencias...)
l. Su «seotido» (eQué quiete decit? tCu6l es su mensaje?)
El Universo Contestatario 69
mismo, dejando que triunfen algunos privilegiados. O bien
seré aprobado todo el mundo, o sabotearemos la nave
(o sea el curso, los exdmenes) y los otros pasajeros §e
hundirdn con nosotros". En junio me enteré de que los
concursos que sufrl, mis publicaciones, mi larga expe'
riencia, en fin, todo cuanto me da peso, era excesivo para
mis estudiantes de primer curso, hasta llegar a ahogarles,
paralizarles y desanimarles».
Cuando los miembros de la comisidn <<Estamos en
marchar> escriben perentoriamente: <<No existen los nive-
les de inteligencia, s6lo hay individuos mds o menos
precoces, m6s o fnenos rdpidos...» .<Desde las barricadas
ya no hay estudiantes, ni profesores, ni casi proletarios)),
o que el Libro Blanco de la Facultad de Medicina se
insurrecciona contra <<e1 destrozador de techos que no
respeta el frenado moderador por el que se manifiesta
la solidaridad de los miembros del grupo», parecen ex-
presar una negaci6n de la desigualdad intrinseca de los
dones y las capacidades. Si el <<destrozador de techos»>
s6lo es un mal camarada, esto significa en su extremo
que s61o el espftitu de camaraderia le impide brillar al
candidato débil. Si no hay niveles de inteligencia, resulta
que s6lo unas circunstancias desdichadas, pero no una
falta personal, impiden que todo estudiante sea igual a
Einstein, Barraquer o Fleming. Suprimir las jerarquias
equivaldria a la supresi6n pura y simple de las injusticias.
A1 ser todos iguales, la promoci6n de s61o algunos seria
el resultado de unos factores totalmente extrafios al valor
intrinseco de los individuos.

2 miento contestatario. Nos limitaremos, naturalmente, a
LO ANTrcuo Y to NUEVO (1)
La religidn, como defensa ante el complejo de Edipo,
corresponde a una idea familiar a Freud, que la exprès6
en diversas ocasiones. Asi escribid (en Un rccuerdo de
intancia de Leonardo de Vinci):
. La protecci6n que b religi6n ofrece a los creyentes con-
tra Ia neurosis se explica de.este modo: /os déscarga del
cotrTpleio.paternal al que se halla unido el sentimieito de
cul_pabilidad, tanto del indiuiduo como de toda la humqnidad,
y lo resuelve por ellos, mientras que el inuédud ;;;A--;;ù
ante esta tarea (2).
También escribid (en El porvenk de una ilusi6n) :
E9 up C1a-n alivio para el alma individual ver los conflic.
tos de la infancia emanados del complejo paternal _con-
flictos que nunca.,se resuelven por comptèto:- iiÈr;do; a;
su persona y recibir una soluci6n acepiada por todos.- --
Nuestro prop6sito tendrd un fin màs circunscrito al
mismo tiempo que mds general. En efecto, trataremos
(1) Segrinel t1tulo de la bella obra de Marthc Robert, editor Grassot.
(2) Subrayado nuestro.
El Uniyerso Contestatario 7l
de individualizar el cristianismo en relacidn con el ju.
dafsmo, del que dimana, en lugar de repetir la fdrmula
habitual que amalgama ambas hablando de moral, civi-
Iizaci6n o religidn «judeocristiana».
Nuestra tesis es que el cisma cristiano (3), con rela.
ci6n al judafsmo, constituye el prototipo o modelo de
una serie de movimientos, cuya marcha està copiada del
que dio nacimiento a la religi6n de Cristo.
Conforme a tal prop6sito, s6lo trataremos del movi-
ciertas observaciones, ya que un estudio sicoanalitico
de las dos religiones nos conducirfa màs all6 del fin que
nos hemos propuesto, estudio que tal vez emprendamos
en otra ocasi6n.
La religi6n es la expresi6n, hasta cierto punto, de la
delegaci6n del narcisismo todopoderoso
a una o varias
divinidades (ver
el famoso concepto de alienaci6n que
Marx plagi6 a Feuerbach y Hegel), a las que se pide
amor y protecci6n.
Recordemos brevemente que la religi6n mosaica que
introdujo el monoteismo representa a este respecto la
m6s «edipica» de las religiones; en efecto, el padre es
rinico y la proyecci6n de la mdxima potencia sobre Dios
est6 calcada de la evolucidn edipica del nifio, en el
transcurso de la cual el poder mdximo se atribuye al
padre. El judio que est6 sometido al padre, tiene con
Dios una relacidn extremadamente pr6xima, fntima me-
jor, familiar y casi carnal que
mente por el hecho de que -loentre élseytraduce prdctica.
Dios no existe
mediador-, pues en el judaismo actual no hay sacerdo-
(3)- Esencialnente en su forma catdlica; el prot$tantismo constiruye.
en muchos aspectos, como- es bien sabido, on miorno u t* .rieànàr. Éòi
esto, .la Reforma no puede consideratse como una contestaci6n (a pesar
del término inglés ptotes_t,
-p,orque, en nuestra
perspectiva, t" .lrÀà tòÀ_
potta un desarraigo total del pasado y el orden paterno.
Fr
i,
72 AndÉ Stéphane
tes, puesto que el rabino s6lo es un hombre sabio que
aconseja a la comunidad, pudiendo oficiar cualquiera. El
oficio puede celebrarse en cualquier parte, y la sinagoga
no es màs que un lugar fijo Para orur y aprender la
religidn. (Entre los protestantes existen algunas analo'
gfas. Pudiendo afiadirse a los puntos anteriores el casa'
miento de los sacerdotes, la ausencia de fasto religioso,
etcétera.) El judaismo es la religi6n del Padre con el
que los judfos han concertado una ahanza, pot 1o que
dejamos a la apreciaci6n del lector todo 1o que este
término implica a nivel de la relaci6n objetante. Por
consiguiente también ésta es una implicaci6n elo
cuente en el-y plano de la relaci6n edipica-, el judio'
se somete totalmente a Dios (el padre) y expresa esta
sumisi6n mediante la castraci6n simbdlica (circuncisi6n),
Sicol6gicamente, puede verse en esto una integracidn
al Edipo invertido, donde el padre se toma como objeto
de amor. El Edipo invertido es tm estado obligatorio
del desarrollo sicosexual y, por una parte, gobierna el
acceso al Edipo positivo. En realidad, el pueblo judio ha
adoptado bien el nombre de Israel («vencedor de Dios»),
después del combate de |acob con el 6ngel. (En el Edipo
invertido existe una introyecci6n siqui-
ca- del falo paterno.) -inco4rcraci6n
También hay que mencionar al menos la elaboraci6n
del conflicto edipico sobre una moda obsesiva, caracte-
rlstica de la religidn mosaica y que antaffo fue estudiada
por diversos autores. Pero esta elaboracidn parece reali-
zar su tatea, ya que los iudfos, al meno§ muchos de
ellos, parecen aferrarse a ella, a pesar de los enormes
inconvenientes (un eufemismo) que este apego les ha
valido desde hace veinticinco siglo§, aunque por otra
parte parece asegurar a sus fieles cierta libertad mani'
festada por el acceso al sentido de la realidad que ya
sabemos estd en funci6n, en gran parte, del grado de
h--- --
El Universo Contestatario 73
dominio del conflicto edlpico. Podemos constatar, por
ejemplo, que la ley mosaica y las creencias religiosas
jud{as no se hallan en oposici6n fundamental con el
espiritu cientffico, mientras que la religi6n cristiana es
la del misterio: la Santisima Trinidad, y la Hip6stasis,
la Parusia, la Concepci6n milagrosa e Inmaculada, la
Transubstanciaci6n, la Resurreccidn, el Mds A116...
Recordemos que en los Evangelios, los judfos estdn
representados continuamente como escépticos ante los
milagros y la predicaci6n de Cristo, siendo estigmati
zados por tal escepticismo; asi, no admiten el milagro
de la curacidn del ciego de nacimiento, exigen precisio-
nes, detalles, convocan a los padres, interrogan al pro-
pio ciego...
(Dicho sea de paso, en los Evangelios se les deno-
mina judios como si fuesen extranjeros, o representantes
de un mundo extrafro, cuando todo se desarrolld en
Judea, y sobre todo, como si Cristo y los Ap6stoles <<no
b fuesen».)
Desde esta perspectiva, el cristianismo representa una
vuelta al politeismo, ya que aparte de la Santfsima Tri-
nidad tienen un papel importante la Virgen y los santos.
2,Por qué esta evoluci6n?
Emitiremos la hipdtesis segrin la cual la religi6n ju-
daica se asemeja a un compuesto qufmico inestable y
predispuesto, casi a cada instante, a precipitarse. En
efecto, la soluci6n judaica del complejo de Edipo es
muy severa: la sumisi6n al padre, garantizada en par-
ticular por el ritual cotidiano, implica una renuncia
a la madre. La realidad (4), representada por la barrera
del incesto, o sea por el padre, se inscribe aqui con
gran rigor y es imposible salvarla. O sea que esa religi6n,
_.(4)_ Tendremos ocasi6n de volvet sobre la realidad y el principio de
realidad con ocasidn de la crltica de las tesis de Marcuse.
ffi
Fi
rl
i; 74 André Stéphane
si al observante le da acceso a la realidad, no le otorga
mds que con parsimonia el escape a 1o maravilloù.
Cierto, el Mesias vendrd un dia, pero mientras tanto el
judio ha de reservar su amor para el Padre Celestial, y
su narcisismo se ve frustrado ya que la rcalizaciln total
de la identificacidn narcisista con Dios es imposible por
definici6n (si fuese posible, la proyecci6n sobre Dios no
tendria ruzdn de continuar). A menudo, le amenaza una
doble tentaci6n. Una, que conducirà a la reaparici6n
del aspecto negativo de los sentimientos hacia el padre
y, correlativamente, de la imagen de Ia madre; la otra,
que consiste en elegir la via mistica. Esta tiltima serd
la tentaci6n de toda la tradici6n mistica judia, desvia-
ciones del judaismo combatidas por el judaismo rabi,-
nico, que representa la ortodoxia
Por tanto, el hasidismo es, a decir verdad, segtin
nuestro modesto entender, un rebrote del 6rbol mfstico,
intimamente unido al tronco judaico.
El cristianismo representa una conjunci6n de las dos
tentaciones. El Hijo tiene en el mismo un lugar mayor
que el del Padre y da su nombre a la religidn; la Madre
aparece también, y lo irracional o misterio-
-milagrode Edipo estu-
ocupa el lugar mds grande. Si el complejo
viese francamente integrado en esta religi6n, el cristia-
nismo, como tal no tendria raz6n de ser.
Ser judio no significa, naturahnente, haber resuelto
el complejo de Edipo, y la cantidad de judios neurdticos
demuestra lo contrario, aunque aqui quepa incriminar a
las condiciones anormales de vida que se les ha impues.
to. Pero hablamos de la integracidn te6rica del conflicto
edipico que Ia religi6n judia parece facilitar, ya que la
religi6n en si jarnds representa tal integraci6n, lo cual
la tornaria caduca, sino una variante de soluci6n m6s s
menos aceptable. Asimismo, la religi6n cristiana corres,
ponde en su esencia a un mecanismo de evitaci6n edi,.
El Universo Contestatario 75
pica que no alcanza su fin, y si lo alcanza es al precio
de una sucesidn de mecanismos provisionales, que se
atropellan entre sI, constituyendo un todo de gran com.
plejidad y gran fragilidad.
El contestatario, segdn hemos visto, contesta hasta
la existencia de su padre hist6rico y carnal (desplazando
a menudo esta protesta aunque no siempre). Divide la
imagen de su padre, formando uno mucho mds abstracto,
evocado a menudo como ideal moral o estético, pero
en realidad es desencarnado, borroso y lejano, m6s bien
un concepto que una realidad. Pero el cristianismo es,
ante todo, la historia de un padre carnal contestado. |osé
es un padre castrado y engafiado. Su esposa es virgen,
fosé no es el padre de su hijo y abandona su modesta
condici6n para desaparecer eternamente, dejando el lu-
gar a su hijo que se convierte en Dios. El cristianismo
es la religi6n del adolescente narcisista que triunfa, no
de su padre (el combate con el àngel nunca tuvo lugar),
sino que rcaliza milagrosamente el fantasma del romance
familiar (5), descartado el verdadero padre (y de repente
el verdadero Edipo), en beneficio de un ideai del Yo
narcisista, imagen paternal divina con la que el hijo se
identifica de modo total.
Naturalmente, no podemos ahondar en el estudio de
toda la superestructura escol6stica que la Iglesia tuvo
que desarrollar para elaborar este hecho fundamental, ya
que no analizamos la teologia sino una variante del com-
plejo de Edipo. Sin embargo, tenemos que referirnos
a algunas frases atribuidas a Cristo que constituyen otras
tantas alusiones al complejo de Edipo propiamente dicho
(5) La expresi6n es de Freud, que deseibe asl una fantasla del nifio,
que se imagina que no es hijo de sus padtes teales, sino un nifro encon-
ttado, cuyos padres son de alta alcutnia (reyes, estrellas de cine, etcéteta).
76 André §téphane
y que la doctrina cristiana no consigue elaborar, pero
cuyos elementos subsisten (<<retorno del rechazado»).
Asi, en el Evangelio segrln San Mateo:
«No llaméis padre a nadie de esta tierra (contestaci6n
del padre hist6rico carnal), ya que no tenéis mds que
uno, que es el Dios que estd en el Cielo.»
En otro pasaje referido por el mismo evangelista, se
trata del entierro del padre.
«Otro de entre los discipulos dijole:
*Sefior, permite que antes vaya a enterrar a mi
padre.
A lo que fesris replic6:
y deja que los muertos entierren a 1os
-Sigueme
muertos.»
Es evidente que ]esris se sentia irritado por la priori-
dad concedida al padre. Entonces, hace morir a todos
los padres asimildndolos con los muertos.
Ytambién:
«Se dirigia afn a Ia muchedumbre, cuando lleg6 su
Madre con sus hermanos que, estando fuera, deseaban
hablarle. Aquien le dio la noticia, |esfs contest6le:
es mi madre y quiénes mis hermanos? *y
-Z,Quién
seffalando a sus discipulos con un gesto de la mano,
affadid:
aqu{ mi madre y he aqui mis hermanos, ya
que-He
todo el que hace la voluntad de mi Padre que estd
en los cielos, es para mi un hermano, una hermana y
una madre. (:"Yo he contestado a mis padres y a la
sociedad y vivo con los miembros de la cofradfa
Ap6stoles-; he retirado mi inversi6n de la familia -lose
invierto narcisicamente a quien se me asemeja").>»
Lo primero que comprobamos con la lectura de este
pasaje es que el padre no es mencionado como parte
de la familia. Es contestado (junto con toda la familia,
naturalmente). Ademds, teniendo en cuenta el estilo de
EI Universo Contestatario 77
nuestra época, haciendo abstracci6n del estilo poético
que puede ser obra de los redactores evangelistas, recor.
damos a ese joven contestatario de dieciséis afios a quien
su padre trataba de hacer entrar en taz6n, el cual replic6
a su progenitor:
:Al fin y al cabo, no eres mds que un maldito
burgués, y s6lo tienes que cerrar la puerta.
En cuanto a la evocacidn del Padre celestial cuyo
sostén le permite al sujeto la contestacidn del padre real,
ha sido, como sabemos hace ya tiempo, remplazado por
Marx, por. Mao, por Castro o por Che Guevara (6), o
por un ideal social absffacto y lejano.
La contestaci6n del padre conduce, por tanto, a una
existencia al margen de la sociedad; los j6venes se orga-
nizan fuera de la linea paterna, en cofradfas, siendo
precisamente la base de tales organizaciones (los gro.
pfsculos) su marginaci6n. Igualmente sabemos que for-
man una especie de comunidad horizontal por encima de
los limites nacionales y étnicos, en tanto que el rinico
lazo entre los grupos es su posici6n delante del padre
(o sea, la evitacidn del Edipo).
Al
reanudar nuestra oposici6n judaismo-cristianismo,
debemcs recordar que si los judfos forman una comuni-
dad de destino la palabra <<destino>> ya demuestra
-y
que se trata de un factor externo cuyos efectos padecen-,
(6) Un aticulo de Conbat, de1 9 de agosto de 19§, telata la llegada
de mangos a Pekln, tegalados por Mao a los obretos de aquella capital.
Mangos que provocaron gtan entusiasmo en toda China. <<Los miembtos
del equipo de propaganda de los trabaiadores... no podlan apartat la vista
de los mangos ni dejat de alabarlos, con ldgrimas en los ojos. La ciudad
se hallaba en,'uelta en una felicidad sin llmites. los trabaiadores, osten-
tando retratos de Mao, fueron a anunciat la baena ttaeoa,..»
Nosotros hemos asistido a algo anilogo en una de las veladas consa-
gtada§ al sicoanr4lisis en la Facultao de Medicina en el mes de mayo
de 1968, en donde, en medio del alegato de un colega, contestatario de
Freud, alguien anunci6 la buena nueva: <<Cohn Bendit ha llegado y ha
tomado la palabra en la Sotbona». Ante este anuncio, la sala, exaltada,
qued6 totalmente Yacia.
F 78 AndÉ Stéphane
r,
i les: Immaculatus Divini Fontis [Jterus. El bautismo ex.
son también el Pueblo Elegido, constituyendo siempre un
i
<<pueblo>>, con todo 1o que este término implica de com-
i padre, en tanto que la circuncisidn atesta (atirma) el
plejidad, ya que estÉ compuesto por toda clase de fac-
I
i tores pertenecientes a los sistemas de referencia mds
diversos. En cuanto a los cristianos, aI principio se re-
clutaron entre los marginados por varias razones, aun-
que s61o contase el hecho de estar «aparte» o <<fuera>>.
|esris acept6 en su grupo a los publicanos y a las prosti-
tutas, que se hallaban excluidas de la comunidad, y a
partir de San Pablo, fueron admitidos los paganos (aun-
que ya se observa en fesùs cierto afdn de acoger a los
no judios, y su encuentro con la samaritana (Daniel
Rops subraya el grado de audacia y provocacidn que el
gesto de ]esfs representaba ante la opini6n priblica de
su época) es una demostracidn verdadera a tal respecto.
Asi, si los judios son un pueblo cuya existencia se
basa en la pertenencia carnal (descender de judios o
estar circunciso, es decir, inscribkla alianza de Abraham
en su carne y entrar en la comunidad como hijo de su
padre y real- (se refiere claramente bajo estas
-carnal
dos formas al Edipo y a la filiaci6n), los cristianos forman
una comunidad basada en la adoracidn del hijo y por
definicidn (ya que se halla abierto el reclutamiento)
independiente del factor carnal y de la paternidad. Este
hecho constituye, como acabamos de ver, la esencia
misma de esta religi6n (religi6n del contestatario), y
no s6lo es un punto de partida sino que se halla cons-
tantemente mantenido por la instituci6n del bautismo.
En efecto, el bautismo es un segundo nacimiento (la
investigaci6n del inconsciente demuestra sin error alguno
que la inmersi6n en el agua, rcmplazada màs adelante
por un simple contacto simb6lico, representa el parto),
que en cierto modo anula el primer nacimiento y a quien
lo origina, o sea la concepci6n por el padre. Esto se
deduce claramente del nombre de las fuentes bautisma-
El Universo Contestatario 79
presa y confirma en este sentido la contestaci6n del
lazo con el padre. Al contrario, el bautismo expresa
su rechazo.
El cristianismo rcchaza asi la paternidad y la familia.
Cristo vivi6 lejos de todo lazo f.amiliar en el interior
de una cofradia y actualmente el clérigo cristiano que
admite para los demds cristianos e1 matrimonio como
un desahogo, se constituye en grandes comunidades de
solteros, llamdndose <<hermanos en Cristo».
La historia del pueblo judio est6 muy mal conocida
en lo referente a los principios del cristianismo, época
que coincide con la destrucci6n del Templo por los ro-
manos, que de este modo pusieron término a la existen-
cia nacional de Israel (hecho utilizado por el cristianis-
mo: Dios castig6 a Israel por no haber querido recono-
cer al Mesias en Cristo). Y es tanto m6s extrafio que
este suceso no haya dejado el menor rastro en los Evan-
gelios. La redaccidn del Evangelio segrin San |uan se
sitfa habitualmente a finales del siglo r, o sea muy poco
después de la destrucci6n del Templo. Destruido éste,
incendiado y saqueado, pasado todo el pais a sangre y
fuego, asesinados sus habitantes por centenares de millar,
o cautivos en el camino del exilio, todo esto pasa sin
la menor alusi6n o menci6n, lo que por si solo dismi-
nuye grandemente la verosimilitud de la historicidad de
los Evangelios, confirmando en cambio su valor como
documento sicol6gico. (LCabria imaginar a un francés
que escribiese la historia de los afios 1940-45 sin men-
cionar la ocupaci6n y la resistencia?)
A nuestro entender, podria emitirse la hip6tesis de
que ese silencio de los Evangelios respecto a la tragedia
nacional de Israel corresponde a esta misma distancia-
ci6n, a esta misma evitaci6n del padre que hemos tra-
 80 André §téphane
tado de poner de manifiesto respecto al origen de la
religi6n cristiana.
Hemos observado, al respecto de pueblos extranjeros,
que atraen la simpatia de los contestatarios, traténdose
de antiguos enemigos de Francia, de acuerdo con el
i
principio <<los enemigos de mi padre son mis amigos>r.
El antisemitismo de los cristianos podria explicarse has-
ta cierto punto por el mismo principio (<<los amigos de
mi padre son mis enemigos»), y la <<neutralidad» de los
Evangelios que acabamos de mencionar frente a lo que
ocurria en |udea podria también explicarse de igual
forma; pero es sobre todo el famoso «dad al César...»,
la expresidn que por si sola, realizando la separacidn
de la imagen paterna, hace desaparecer la esencia del
judaismo: Dios no tiene nada que ver con el Padre, y
el padre real es el que vive en Roma (7).
Tratar aqui del pueblo judio, pueblo testigo (de la
verdad evangélica), seria salir de nuestro tema. Sin em-
bargo, podemos comprobar que la Iglesia, segfn su
propio acuerdo, expresado muchas veces, tiene necesidad
del pueblo judio, y que a pesar de contestarle constante-
mente, no puede existir sin é1.
En efecto, el judio, hasta cierto punto, representa al
padre. El judaismo es la religi6n antecesora de la cris-
tiana. El judio es quien hizo alianza con el padre y que,
de repente, en el inconsciente, participa del universo
paterno. Pero en esto también hallamos la posicidn del
contestatario y por este mismo motivo no puede existir
sin el contestado, o sea el padre. La pareja «burgués-
pobre (obrero victima) es tan necesariapara su equilibrio
como la pareja «judio-Cristo crucificado» lo es para eI
(7) La doble imagen del padre s6lo puede engendrar
1o que puede entra6at consecuencias lejanas y que, en fotma de acusacidn
proyectada («dobie pertenencia»), recae sobre los judlos.
El Universo Contestatario 81
cristiano, representando cada miembro de la pareja un
soporte de pròyecci6n que le permite quedar fuera de
cuusu. En ctranto a la Iglesia, cuya posicidn ha sido
estudiada recientemente por Poliakov, oscila entre la
persecucidn y, a veces, la protecci6n, aunque también
haya sido castradora (los judios son propiedad papal), ya
què pert"grrido o protegido, el judio siempre fue objeto,
nunca sujeto. Para la Iglesia, los judios, pueblo testigo,
debian subsistir pero en condiciones miserables y siem-
pre separados (ei primer ghetto es el de Roma), a fin
à. quJ resplandeciera la verdad: («ellos son los castiga'
dos, nosotlos los inocentes>>).
La revoluci6n rusa, tras un periodo de transici6n con
cierto liberalismo te6rico y después de haber eliminado
a los judios que en gran ntimero contribuyeron a su ad-
venimiento (no es a sus hijos a quienes la revoluci6n
devora sino a sus padres), se pas6 al campo del anti-
semitismo militante. Los judios son considerados en la
Rusia soviética como una nacionalidad (la palabra <<he-
breo», se inscribe en el pasaporte de los ciudadanos
judios), pero entre el centenar y pico de nacionalidades
reconocidas por la URSS, los judios forman la fnica a la
que se niega una autonomfa cultural, con lo cual lle'
glmos a la izquierda francesa; no a la izquierda liberal,
democr6tica y humanitaria (tres adjetivos que hacen reir
a los contestatarios actuales), sino a los «intelectuales de
Izquierdar, (J. Givet ha consagrado a La Izquietda
contra Israel un excelente estudio, Pauvert editor) que
han ensayado el paso a los fascistas en el momento
mismo en que los judios empezaban a emanciparse, se-
gun la etimologia de este término, o sea dejando de ser
objetos (mancipium=bien, objeto) entre los suietos.
Los judios a los que se podia castrar (contestar),
un doble Yo, reprochàndoles su castraci6n (los rusos les niegan la
autonomia cultural, arguyendo que no poseen territorio
82 André Stéphane
El Univetso Contestatario 85

propio), han acabado por contestar la condicidn particu-

Iar en Ia que querfan mantenerlos, cosa en la qìe han
triunfado mds o menos. Al parecer, esto es lo que la
Izquierda no quiere ni puede aceptar: un padre con-
testado que levanta ta cabeza y que devuelvJ la contes_
tacidn al remitente. Después de la guerra de los seis
Dias, pudo leerse en los peri6dicos y révistas de izquierda
una profusidn de cartas, de mociones, de manifiestos
dimanantes de personalidades y grupos de izquierda, to-
dos los cuales deseaban rechazat a los judios-en Ia con-
dicidn de contestados, de parias. Esto se dijo de diversas
maneras, pero el sentido era muy claro: <<Minofia judia,
s(; Estado judio, no».
. -Err9 demuestra que es como padre que el judio con-
tinÉa siendo contestado y sigue siéndoio poi los estu-
diantes (8) y (9). Ese- hijo de un presidentè_director ge-
neral del distrito XVI de parfs haila que ros ,.israeliias
tienen mucha caradura>>, por haberse aiegurado un nivel
de vida decente, debiendo ser combatid-os y «aniquila-
dos» por relacidn con los 6rabes. Adem6s, ios trai6 de
«nazis», por defenderse al verse atacados, asi como
<<colonialistas» e «imperialistas». En reaiidad, las
de
dos
actitudes fundamentales ante el Edipo, representada una
por el judafsmo y la otra por el cristianiimo, no tienen
nada que ver con la identidad religiosa del judio o el
cristiano. Muchos cristianos poseen una estruciura edipi_
hace algrin tiempo, gran nrimero de pueblos y territorios
,__(!l,Dgra:
i:fr1l l1,ild9lendencra,.a menudo en .condiciones mds mmplicadas que
ras causadas por el conUicto entre judios y rirabes, El muido resisìra
estas. noticias de soberania sin Ia menor c"ritestriiòr. §3t"
,.irt""lil",
los- judlos por,formar un Estado. p"ro, rég,i"-"""i*L."ì""o.i*i.nlàrl .i
hecho. de que los judios hayan sido trr' pr-iilirr, -g-.Àa..';àil;ì;i'.;:
.tonral,smo (romano).que. destruy6 a Israel y llev6 a sus habitantes
a ia
escravlru!, no,ha stdo obreto de menci6n alguna en Ia prensa. Sin duda
porque .tos tudios se hallan condenados al papel de soporte
de la proyec_
igi-d. h. imagen aborrecida del. padre qui,'*ti otÉi .orur, es -actual_
mente cotoruartsta y no colonizado.
(9) Ya veremos que la imagen del judlo se halla superdeterminada.
ca, o sea que no evitan al Edipo, y los- judios se hallan
a menudo'aferrados a la f6rmula de la evitaci6n' Los
iudios son muy numerosos entre los contestatarios' los
tio-atut.t antiisraelitas y los <<intelectuales de Izquier'
àur, y el mismo ]esris era judio (sin embargo, es nota-
ble comprobar con qué facilidad la mayoria de cristianos
oividrn'este hecho). Los Ap6stoles eran judios, pero la
redacci6n de los Evangelios ya presenta en su narraci6n
judios for-
u iot juaiot como .,loJ otros»). En efecto, los
;;;- J;t
partidos, con una diferencia fundamental
entre ambos, y uno empezd a adotat al Hijo' en tanto
que el otro continu6 fiel al Padre'
pero
Es posible proyectar sobre cualquier individuo'
los jud?os han adquirido un privilegio a este rcspecto'
gr .t iraio el que iecibe las pioyecciones de forma efec'
tiva, iratdndor6 u m.nodo de im6genes paternales agru-
padas, o sea acumuladas segrin la-terminologfa de la
6;;;: sometida a verdaderai <{modas»' Asl' los nazis
tràtUion de «judeo-bolchevique-plut6crata-francmasone-
iiur. to, ,uror,.o 1936, de «capitalismo contrarrevolu-
.io*rio cosmopolita», y los eJtudiantes de 1968' de
«nazis imperialistas y colonialistas»'
paterna-
Que todo esto corresponde a unas imdgenes
1., &u"r.u, con alusi6n a un modelo religioso, -qu9d3
à"*o.truao por el sentido que ha acabado por adquirir
tér*iro <isionista», que iiempre se afiade a la serie
"1
de invectivas, como en los tres ejemplos dados'
«Sionista»>
el de los iudios
;ig;ìii;";" su origen «que desea regreso
vocablo
a"Si6n, (10), o sea a Israel' El sentido de este
por
iuru lot nazis, los rusos y los contestatarios se halla'
por un matiz de
i""trsrilà, singularmente enriquecido y exten'
p.i.ritiOn, por 1à alusi6n a una potencia oculta
(10) Como es sabido, es el nombre de una colina de Jerusalén'
 84 André Stéphane El Univetso Contestatario 85

fi dida que trata, a través de una conspiraci6n, de asegu- pafreros (con pieferencia comunistas, negros o judios),
H]
rarse el dominio del mundo. Todos los que entienden que sabe serian mal vistos por sus progenitores (12)' La
fl:
el término de este sentido demuestran su miedo y su idru .. la misma, pero varian las proporciones de esta
E culpabilidad proyectada, frente a la figura del padre Iiesta a la que Francia entera asisti6 cuando los padres
identificado en Si6n, o sea fehov6. habian partido hacia Afganistdn y Rumania; los com'
pafferos fueron ochenta mil y el apartamento la ciudad
i,l
Cabtia objetar a este respecto, que los estudiantes
se manifiestan muchas veces al grito de <<Todos sornos de Pa.rfs.
l. judios alemanes»>, lo cual demostrarfa su simpatfa hacia
los_ judfos, y que no son antisemitas. pero tenemos que
j
rechazat este argumento, ya que no vemos ningrin motivo
l
l que pueda modificar la estructura de los contestatarios.
Éstos continuardn contestando al padre y como el judio
es, en el Inconsciente, el prototipo del'padre, tarde o
temprano, de una forma u otra, su proyeicidn contesta-
talÌa rcaparecerd, asi como su antisemitismo (o antisio-
nismo). Se trata tan s6lo de que ahora reviven un con_
flicto paternal directo, aunque m6s o menos inconsciente,
y no hay necesidad de desplazarlo hacia el judio, yu qré
es el padre el verdadero judfo. En efecto, su grito signi
fica, no su identificacidn con el judfo, sino là ,.gu"i6,
de la identificacidn paterna del contestatario. El -padre
del estudiante, burgués medio, no ama a los bbches
(alemanes), y pese a todo, y en el mejor de los casos, es
un poco antisemita.
- <<Todos -somos judios alemanes>> no es m6s que un
desafio proferido contra el padre (11).
Sicol6gicamente, esta posici6n tiene el mismo signi-
ficado que el gesto del adolescente que
dose.de la marcha al campo de sus padres-, -aprovech?n_
organiza en
su apartamento una fiesta, a la que invita a varios com.

(11) Cohn Bendit es alenén, al parecet Tanto neior y bienoenido

s.ea.a l,a tiena de Ftancia paesto àu" nb l" ororo oiiciii'poair'oal'ài','*
,ftltd de_s, m$m.o, bonbre lible y ffiayor, hermatto de todos sas betmanos. (12) El Flsaro littéruire del 11 de octubte anuncia la aparicidn de
la_lae Dios padre ha nuerto... (Cattà fiimada po. Òut àiàUi-.n ;l\,i;;;;i o.ru'o!". *Éipp-v,, de Von Hoffmann, titulada Nosottos somos las persot'as
Obseraateu del 19 de junio de 196S.i qile ,rilestros padres nos iml:iien frecaentdr.

[,
i exigencias y las pruebas de la realidad. Como
I nos priva de las miltiplos posibilidades de
i
3 ,
LA FÈ Y EL MTLAGRO
Toda curiosidad cesa en lesucristo. Toda
investigacidn en el Evangelio. Creetnos, y no
deseamos nada mds.
TenrurrANo
Lo que importa es la integridad de la
metasicologia freudiana; esto hay que salva-
guardar, y si Ia clinica la contradice, hay que
olvidarse de la clinica.
Un sicoanalista contestatario
Se trata de la tendencia humana y general
a la supersticifin, a la te en los milagros.
Siempre, cuando la uida nos dobloga baio su
seyerd disciplina, sentimos en nosotros una
resistencia eontra Ia inexorabilidad de ls suer-
El Univetso Contestatario 87
te, la monotonia del pensamiento, contru las
placer, la Rsz6n se convierte en un enemigo
a cuyo yugo escapamos con gozo, al menos
temporalmmte, abandondndonos a las seduc'
ciones de la siwazdn.
FnBUP, «Sueflo Y Ocultismo»»,
Las nuevas conferencias, Gallimard, editor.
En el transcurso de las siguientes lineas trataremos
de desentraflar los lazos existentes entre la contestaci6n
y el cristianismo, por una parte, y entre la contestaci6n y
el narcisismo, del que la religidn es una de sus mani'
festaciones, por otra (1) (2). Que para el periodista orto'
doxo Gabriei Mazneff (Combat) la contestacidn sea <<1a
gran Buena Nueva: Dionisio y eI Resucitado son uno
solo»; y que Giles Sandier (Combat, 28 de mayo) se
crea transportado al atrio de Notre Dame <<en el cual,
corno antàfio, unos actores representaban la Pasi6n de
Cristo, en tanto los estudiantes, los obreros y los profe'
sores se explicaban el sentido del cicldn que ha desper'
tado a la naci6n, y su posible escapatoria», no debe ex-
(1) Los diatios cat6licos oDinaron inmediatamente respecto a los suce-
sos àe'Patis en mayo de 1968, y el primer nrimero de la rcvista Esptit,
;;;ùrd"-; ;;";;*t* llevatà la fecha del <<Dominso de Pentecostés))
(bien destacada).
'---izi-fi-iÈÉgi6n, segÉn Fterrd, permite, ante todo, un de.splazamiento
del conflicto paterno, pero no hay que olvidar que.pata el fundador der
;id;ii;i;.- É trata'sàbte todo àe 1a religi6n judla. AI mismo tiempo,
iìJl"--J.--rtiiiétìo q". Dios Todopoderoso-, OmniscientqFeuetbach,
r !a misma
en
É&;.i6o,it-ia-LlpÈsi6n de nuesiro ideai narcisista.
k-;;;;;r; iel iristiinisruo, cònsideta la oraci6n como la «expresi6n del
;.i.ir;" ioaopoa.io* v'la identificaci6n con Dios»> (puede observarse
uq"i i, de conceptos sicoanallticos en manos de un maestfo
"titl-.ion
a quien tanto debe Marx).
 88 André Stéphane
trafiarnos, tanto m6s cuanto que el papa (Le Monde),
considera Ia contestacidn en èl seno de la lgtesi a con
«respeto y simpatia», e invita a considerar <<con
atenci6n
y confianza el gran fen6meno de la renovaci6n>>, uunqr.
criticando Ia tendencia <<antiinstitucionar» de las fuerzas
contestatarias, calificadas por él de «magnificas».
H En
EI efecto, como ya hemos su6rayado al principio de estas
ri
tl consideraciones, el cristianismo es un movimiento con_
i'1
i,ì testatario (<<mi elecci6n os ha sacado del mundo»:
y los otros movimientos contestatarios no dejan, ni|uan),
prÉ_
ii
den dejar, de, presentar las caracteristicas que son las
l suyas (lo cual opone, como veremos, la contestaci6n a
la revoluci6n).
Ya hemos hablado del desdén del contestatario con
respecto a las contingencias y hacia la realidad; ni si_
quiera dice «seguirii la intendencia»>, puesto que rechaza
toda noci6n de abastecimiento organiiado.
«Mi reino no es de este mundo», dijo Cristo, y arroj6
a los mercaderes del Templo y derrib6 las mesas de los
cambistas (i) (y sin embargo, éstos eran indispensables
ya que sin ellos lc6mo habria podido el puebfo
satisfa_
cer las exigencias de la Ley, quà prescribfan el sacrificio
animal, asi como el pago de denalios a Dios?).
<<Cristo es la revoluci6n permanente»,
exclama Ga-
briel Matzneff. (Combat, 25 abil), aunque esta afirma_
ci6_n esté en oposici6n con la realidad (contradiccidn
que
hallamos constantemente entre la doctrina y la reafidad
cristianas).
También hemos observado el aspecto «de comunidn»
que adoptan las agrupaciones de eitudiantes que hemos
comparado con las primeras cofradias cristianas al desa_
rrollarse separadas de la famili a y la sociedad, y il;u
..(3)_ Et incendio de la Bolsa, «Templo del capitalismo»
nalizaciin de los Bancos.
El Universo Contestatario 89
contra ellas. Los cristianos eran unos <<margfnados». Los
grupos cristianos estuvieron constituidos en principio por
toda clase de marginados. Era una «comunidad de mar-
ginados». He aqui las palabras de una contestataria a1
dar cuenta de su actividad revolucionatia, junto con
algunos comentarios:
Nos hemos sentido srlbitamente solidarios con toda clase
de gentes, fuera de su propia clase. Era la revoluci6n de los
débiles, de las personas al margen, de los individuos mal
adaptados. De pronto, ya no fueron débiles, ni estaban mar-
ginados, por lo que fueron posibles muchas cosas, §e for-
maron equipos de trabajo, se trat6 de cambiar las estruc-
turas.. .
El quid est6 en que afiadid ella misma-
<<todo esto es cuesti6n de -como
atm6sfera», y que una vez
fuera de este ambiente, <<todo queda como antes».
Se ha escrito que durante estas protestas se producen
menos enfermedades mentales. Es posible; no s6lo la
«loca aventura>> puede absorber los conflictos personales
de los participantes (<<no es el momento m6s adecuado
para ocuparnos de nuestros asuntos personales>»), sino
que 1a atm6sfera saturada de libido narcisista puede per-
mitir que los enfermos renuncien, temporalmente' al
menos, a sus sintomas. Los Ap6stoles también curaban
y rcalizaban milagros, gracias sin duda a la atm6sfera de
exaltaci6n. La inserci6n dentro del grupo puede liberar
una energia retenida hasta entonces y tornar eficientes
algunas actividades inhibidas largo tiempo: «y los sor-
dos oian, y los ciegos velan, los paraliticos echaban a
andar... »
Un joven industrial extremadamente tfmido que pudo
discutir toda una noche con los estudiantes .sin fatigarse
(habitualmente padece un cansancio anormal), nos dijo:
y la nacio_
 90 André Stéphane
- -P-qrdi mi fatiga y hallé nuevas formas de expresi6n,
dvidrindome ademds de que no habia comido en veinìicuatro
horas. Tenia Ia impresi6n de no estar aislado, solo. De que
empezaba a. vivir. Esto ha provocado una especie de aper-
tura de espiritu y cuaf sin duda va uniào a mi rècu-
perada facultad de -lo
expresi6n- pqde.planear un proyecto y
formularlo de manera clara y ìh dùda convincìntL. Con
ello, re reencontrado mi resiitencia fisica. Oh, si, en todò
esto hay un misterio...
Ese joven fue acogido por los estudiantes con un
calor y una amabilidad a los que no estaba acostumbrado,
Io cual le procur6 una gran satisfacci6n en su amor pro.
pio. Y aceptamos de buen grado su interpretaci6n res-
pecto al valor liberador de un importante aporte narci.
sista.
En este mismo registro narcisista se inscribe lo que
podria denominarse el mito de la juventud, y :uno de los
r
postulados de los contestatarios es que los j6venes son
inteligentes, muy inteligentes, mucho m6s que los adultos,
lo cual les concede el derecho de descartar (esto es un
eufernismo) a todos los adultos de la marcha de sus
asuntos, y también de la marcha de todos los asuntos
en general (4).
La convicci6n de ser superiormente inteligente se
apoya, en el adolescente, hasta cierto punto, no en la
realidad objetiva, ya que cabfia preguntarse qué le pasa
(4) lps j6venes son a menudo muy inteligentes, pero la madurez
se
com-pone de algo mds que inteligencia.,'Existeri mriltipies rclaciàn.r, p"r_
ticularmente entte la. inteligencia y su inversi6n nrrcirista; por una patte,
si se dota a la inteligencia de una carga narcisista desptopòrcionada. ello
hace dudar de la agtdeza y la lucidez de Ia misma. 'V ^oòi .ìi^ -irri".
cabtia pensar que el bloqueo exagerado de una facultad daàa estd en- frnj
ci6n de una_laguna en otros dominios. Ademris, Ia funci6n i"t"ie.tuai-es
comphcada. Hay muchas clases de inteligencia y ciertas inhibiciones desem_
peian a veces _un papel tan importante en la actividad global de la inteli-
gencia_como alganas facilitlades. Como decia un anaTizaéo:
muy inteligente, hay que ponet mucha atcnci6n pam
se,es.
no -Cuando.
nacer et rmbecll.
..La inteligencia que puede utilizarse para algo no puede aspitar a Ia
calificaci6n de «maduta>>, y s61o a la dignidad sicol6gica ae, unr-térr"-
mlenta,
Ée
El Universo Contestatario 9l
r su inteligencia al llegar a adulto, sino en una coenes-
lesia narcisista primitiva que bebe sus fuentes en el pG
deroso empuje narcisista propio de la pubertad (tradu-
ciéndose por una sensacidn excepcional de superioridad),
que por otra parte se prolonga a menudo (5). La inteli-
gencia funcional del adolescente corresponde a un as-
pecto de la motricidad (verbal y conceptual) que goza
de cierta libertad (ya que sus trabas proceden en gran
parte de un conflicto de complejos), bafldndose en el
flujo libidinico narcisista que 10 desborda y est6, técnica-
mente, a la altura de la actividad muscular o respiratoria.
El adolescente aprende pronto, posee buena memoria,
«capta)) rdpidamente, pero toda esta actividad funcio.
nal de la mente tiene unos limites, ya que la adquisici6n
de una inteligencia (<madura», exige la participaci6n de
otros factores. La inteligencia, cuyos fundamentos son
autoerdticos, o sea fnicamente narcisistas, es siempre
narcisista y autoer6tica en su funcionamiento, girando
obligatoriamente en torno y en el interior de su propia
actividad funcional. Su funcidn queda, en efecto, redu.
cida a su propia expresi6n, y su pensamiento tendr6 como
objeto su propio funcionamiento, con un contenido im'
personal secundario e intercambiable. El adolescente re-
vestirà su propia expresi6n, su juego, hasta su acrobacia
ldgica y verbal, sus palabras, sus astucias, su escritura
(accesoriamente su yoz y su cuerpo entero, como medios
de expresi6n), pero jamds el objeto, o sea el mundo de
lo real. En efecto, a pesar de la inmensa carga afectiva
que soporta, este revestimiento narcisista siempre ser6
superficial y fr6gil, y esto es tan verdad que la misma
(5) El bloqueo natcisista conduce en ciertas ocasiones al desbloqueo
simétrico del mundo extra-subietante, cuyo desbloqueo activo estd <rana-
lizado» (o sea, que se convierte en excr€meoto, «iicho de modo mds vulgar,
en mierda), lo cual significa que no existe. La inteligencia de otros est6
desblòqueada narcisisticamente, pero de raodo activo y se convierte en
tonteda para el adolescente. Por tanto, s6lo existe como tal la inteligencia
del suieto que absorbe toda la libido narcisista disponible.
F
I
I
92 André Stéphaae
t
r
palabra no la reviste m6s que quien es capaz de ello.
t Los que realmente tomaron la Bastilla no tomaron Ia
!'
palabra (6).
i El contenido ideico del pensamiento narcisista serd
secundario como autoer6tico. Corresponde a algo intro
yectado, tragado (tragar:oral), y luego poseido (dige-
rido=analismo), y exhibido en fin sobre un fondo fàlico,
pero no engendrado genitalmente.
De todos modos, lo que el narcisismo inyecta le viene
de fuera, como el alimento al bebé. Por esto, le importa
poco el origen de la introyecci6n. Puede ser intercambia-
ble (y contradictoria en su esencia) al mismo tiempo que
heterdclita («revoltijo»). Y de todos modos acabard por
metabolizarla de un modo narcisista. Esta metabolizaci6n
quedar6 investida de narcisismo:
lo que acabo de ingerir... luego-: Mira
qué-Mira
hago con ello (7). -y
(6) Pata apreciar la importancia del bloqueo narcisista de la palabra
y,Ia actividad mental en general llevado a cabo por eI adolescente, hemos
de remontarnos a la ptimeru infancia. En etecto, se comprueba'de este
modo que el nifio de 3 a 5 artos es, pese a su fantasmagotla edipica, exue-
madamente vivo, sicosexualmente {a1to de madurez, pòt cuya causa, con
respecto a su actividad conceptual y su motncrdad verbal, su desarrollo
se consigue completamente a esta edad. Por tanto, es l6gico que bloquee
narcislsticamente estas riltimas actividades como bloquea hasta cierto punto
su autoerotismo, El andlisis de su fantasmagorla edlpica (ta1 como la halla
con deleite eo los cuentos de hadas, en que el pequeflo siempre es mds
astuto y fuerte que el gigante malvado), demuestra que vive sus tdunfos
edlpicos. Pero el adoles""nte que ltega a la segunda fase de 1a madurez,
siendo la primera la de la ptimitiva in{ancia, forja igualmente el bloqueo
narcisista de sus funciones y, en particular, el de su motricidad verbàl y
conceptual, dot6ndolas de la misma potencia mdxima narcisista que la
atribuida antafio a esta actividad, de forma electiva y pdvilegiada. Hu-
yendo delante de la posici6n edipica, tiene buenos motivos para bloqueat
su moricidad verbal, como si se tratase de uoa auténtica actividad edlpica,
(7) Habrla que considerat la inmensa cantidad de publicaciones sus
citadas por las protestas mundiales (aparte de algunas obras crlticas), ad
como la masa de catteles, gràficos, uatados, etcétera, no como medio de
ptopaganda (las obras en cuesti6n contienen muy pocas consideraciones que
superen a la descripci6n e incensamiento de los sucesos, y los carteles
mds parecen concebidos para repeler que pafa atraer), sino como la expre
si6n casi orgdsmica de un placer narcisista, con 1o que la emoci6n indivi.
duql {9 los participantes halla una imagen autoadmirativa pemaoentq,
multiplicada pot mil o cien mil.
' El Universo Contestatario 95
Como su sitio lo tiene de repente, y su envolvimiento
narcisista es total, se comprende que la doctrina elegida
pot el contestatario sea defendida con una determinaci6n
absoluta, al abrigo de toda critica, de toda l6gica, y
hasta de toda verosimilitud. Paraddjicamente, su posici6n
doctrinal es absolutamente est6tioa: los contestatarios no
soportan la menor modificaci6n doctrinal y aquellos que,
entre ellos en cuenta la realidad hasta cierto
-teniendo
puntc- tratan de adaptar la doctrina a dicha realidad,
se ven combatidos violentamente como contrarevolucio-
narios. En cambio, en su ambiente individual aquéllos
pueden sribitamente invertirlo todo para remplazar un
contenido por su contrario. En efecto, si el cambio pro
cede de ellos, su narcisismo sigue intacto.
La rinica imagen que los Evangelios conservan de
Cristo, después de la del Nifio |esÉs y antes de que el
Salvador hubiese llegado a ser hombre, es la de |esris
adolescente predicando en el Templo, discutiendo con
los doctores de la ley. Ante nosotros tenemos al ante-
pasado del contestatario. )esris siempre ha gustado de
la infancia («Dejad que los niflos se acerquen a Mi»).
Ha liberado al hombre del yugo de la ley, de la servi-
dumbre de la edad y de la necesidad de madurar. Y sin
el fondo cristiano, los comités de accidn que deciden
reformar no sdlo la ensefianza secundaria sino también
la Sociedad, nunca habrian llegado a nacer. Existe una
tradicidn y también una doctrina cristiana, basadas en
la supresi6n de la noci6n de maduraci6n (en la imagen
de ]esris en el Templo también se halla el bloqueo de
la inteligencia, de la inteligencia precoz, de la palabra
y de la elocuencia, y en efecto, el divorcio brusco entre
este bloqueo narcisista y la maduraci6n edipica que ex-
presan la filiaci6n y la pertenencia a la familia... y a
través de ésta a la tribu y la naci6n. Sabemos que fesris
se separ6 brutalmente de sus padres para aparecer en el
r
André Stéphane
Templo, y que aquéllos no 1o hallaron hasta después de
una larga bfsqueda (8). Pero quien dice supresi6n de la
madurez dice abolici6n de las leyes de la naturaleza, que
es una definicidn del milagro. Para creer en el milagro
hay que tener fe, y el cristianismo se basa en la uni6n
de estos dos elementos.
El factor «milagro» constituye un elemento relativa-
Eente importante en la historia de los origenes de la
religi6n judia, historia de la que el Antiguo Testamento
da una versidn novelada y orientada, como el Nuevo
Testamento, en lo concerniente a los comienzos del cris-
tianismo. Pero no hay que oividar que nos hallamos con
un atraso de treinta y cinco siglos, y que el relato de la
Biblia se dirigia a una tribu primitiva nacida en la es-
clavitud y aplastada entre dos pueblos id6latras. El mo
noteismo mosaico estaba a punto de constituirse penosa-
mente, expuesto de forma permanente a la seducci6n del
paganismo, rico en elementos poéticos que exaltan la
imaginaci6n (confundiéndose la historia del judaismo du-
rante largos siglos con esas influencias) y es poco conce-
bible que el judaismo haya podido prescindir del ele-
mento mfstico (los milagros) que se superponian en aque-
lla lejana época a lo que era la misma esencia de la
religidn. La vena mistica no se agot6 jamds en el interior
del judaismo, ni aun con los Profetas que hasta cierto
punto (y es bien sabido de qué modo este parentesco
se halla en los origenes del mistianismo) pueden pasar
(8) Una disidencia sicoanalitica combate toda la noci6n de madura-
ci6n'«lodando» en este sentido el 6rbol freudiano, cuyas ramas esenciales
relacionadas con este proceso estdn unidas (la progenitalidad, la existencia
de distintos grados en el desatollo, etcétera), y sustituidas por el tipico
bloqueo de la expresidn, o sea del lenguaje y los conceptos filos6ficos. La
maduraci6n también se suprime en cuanto al reclutamiento y à la forma-
ci6n de los analistas. No hay ya diplomas en el ingleso ni (srmacidn
alguna, asf como tampoco ninguna selecci6n: un anuncio publicitario que
se ha visto en La euolucién siqaiétrica prometla el estado de gracia in-
me&ato y gamnlizaba una carrera segura. La <<{otmaci6n>>, que no es mds
que una iniciaci6n, dura, en vez de diez afios, unos meses.
rtF--
EI Universo Contestatario 95
por ser los antepasados de la mistica cristiana y de Cris-
to. Pero debemos sefialar que esta corriente siempre es-
tuvo aislada y fue combatida por e1 judafsmo rabinico
y el dogma de la religidn judia no contiene ningrin mi-
lagro, ningrin misterio, siendo la prueba de ello su reac.
ci6n al cisma cristiano. Desde sus primeras codificaciones,
la religi6n mosaica siempre estuvo separada de la in-
fluencia mistica que relaci6n a la Ley- fue
periférica y -con
contingente. En cuanto al cristianismo, su
estructura dogmdtica lo sitÉa, a la inversa, en la dimen.
si6n del misterio, de lo sobrenatural;los milagros (reali-
zados por los santos) siempre formaron parte integranto
de Ia espiritualidad cristiana, prdcticamente hasta nuestros
dias, mientras que en la religi6n judfa no se habla de
milagro alguno desde la Didspora. El oficio religioso ju-
daico no contiene mds que una serie de rezos y Ia lectura
de la Thora (la Ley).
Trataremos de considerar brevemente la esencia del
milagro y la de la fe, y sus relaciones con el universo
contestatario. Ya sabemos que respecto a lo que es su
doctrina (el contestatario puede ser comunista o pro-
chino, anarquista, trostskista, marxista o cat6lico, o todo
alavez), su convicci6n es ante todo un afecto (la fe), y
es inquebrantable, puesto que es independiente de los
hechos (leyes de la Naturaleza), o sea que es un milagro
o una sucesidn de milagros. No necesita adquirir su sabi-
duria, ya que es una ciencia difusa o una verdad reve-
lada indiscutible (en sesi6n priblica, el contestatario plan-
tea al comienzo sus <<ante todo>>, como el cristiano enu-
mera los artfculos de su fe o su catecismo). Lo sabe
todo, incluso lo que nunca aprendid (por otra parte, la
posicidn politica rcmplaza a la sabidurfa, ya que la pri-
mera sirve mejor al fin narcisista que la segunda; y algu-
nos contestatarios han solicitado diplomas, no para san-
r.,
iso André Stéphane
cionar sus estudios, sino por haber estado en las barri'
cadas).
En cuanto alaf.e, (<es por la fe que el espiritu percibe
lo que espera y lo que ama>> (Summa Teoligiea, Santo
Tomas). Esta definici6n corresponde exactamente a lo
que entendemos por «investimiento narcisista». El mila-
glo es la rcalizaciln de lo que s6lo es un deseo. <<El
milagro es un deseo rcalizado sobrenaturalmente>> (Feuer'
bach: <<La antropologia del deseo y su satisfaccidn>», en
La eseneia del crìstianismo), en que el creyente hace
pasar el cumplimiento fantasmag6rico del plano «sobre-
natural» e imaginario al plano de la realidad. Asi fran'
quea un abismo natural (<<creer en el milagro es franquear
un abismo natural, un abismo visible, el que separa el
agua del vino>>, Feuerbach), que para los dem6s resulta
infranqueable. Mas para el creyente importa que el mi-
lagro sea absoluto, y segÉn Bultmann:
La fe no puede ni debe apoyarse en ningrin objeto d-el
*r'rrrdo ni relàcionarse en manèrà alguna con una operaci6n
de la inteligencia natural.
Lo que interesa destacar aqui es la relaci6n directa
entre la fe y el milagro de la religi6n y la convicci6n
absoluta del contestatario, cuya postura escapa a todo
abordamiento racional (<<Nosotros no hablamos de ra-
zdn»). La «negaci6n ut6pica de la realidad» (expresi6n
de Raymon Aron) se halla tan awaigada en el creyente
--o en el contestatario-, que siempre halla d6nde colo-
carla; cuando se le haya demostrado que lo que dice no
existe en Rusia, contestard sin reflexionar, pero con una
convicci6n inquebrantable:
pues existe en Cuba, en China o en Albania'
-f,usns,
Y cuando le falten argumentos geogrdficos (que son
otras concesiones que le hace a su interlocutor), se sepa-
rard completamente de la noci6n de lugar, con tanta
E----
El Universo Contestatario 97
mejor. voluntad euanto que en el fondo es el lugar
inexistente (utopia) que le conviene. Deliberadamente,
quiere ignorar la realidad, ya gue si su ideal pudiese
realizarse en el cuadro mon6tono y deceptivo de los
hechos, ya no le interesaria (9).
El milagrodebe ser espontdneo, sin lo cual no es
milagro. Uno de nosotros conocid personalmente a un
tzadik (10), un judio que vivia estudiando las Sagradas
Esmituras, y dejando el cuidado de sus siete hijos a su
esposa ayudada por algunas buenas almas que de cuando
en cuando los socorrian. Cuando le preguntaron c6mo
pensaba salir de su miseria, replicd que esperaba ganar
a la loteria.
ha comprado algrin billete?
-;Pero qué?
ofendido-. Con un billete
-èParapuede ganar.
cualquiera -repuso
Mediante este <<cualquiera>>, aquel tzadik demostraba
la parte desempefiada por su narcisismo en su religiosi-
dad, ya que é1 no era un <<cualquiera>>. Era digno de
un milagro, y tanto peor por la miseria, puesto que la
ilusidn narcisista es preferible a la realidad..., la realidad
cuya servidumbre hay que aceptar adquiriendo un billete
de la loterfa, o sea <<entrando en el sistema>>. En este
(9) «Admiramos esta fotma de pensar tan tlpica de la inteligencia
Se ha partido del reconocimiento del hombre pot el hombre. Se ha pasado
a la revoluci6n. Se ha atribuido al ptoletatiado, y s61o a é1, la capacidad
rcvolucionaria. Se ha suscrito impllcitamente Ia pretensi6n del pattido
comunista de queret- set el rinico tepresentante del proletadado, y cuando
finalmente se observa con decepci6n la obta de los stalinistas, no se
discute ninguna de las sendas antetiores, no se hacen pteguntas ni sobte
el teconocimiento ni sobte la misi6n del prcletatiado, ni sobre Ia técnica
de accidn bolchevique, ni menos sobte eI poder que implica una plani{ica-
ci6n total. Si una revoluci6n fiel al nombre del matxismo degenem en
tiranla, la falta no es de Matx ni de sus intétptetes.» Raymond Aron,
El opio de los intelectuales.
(10) <<Tzadik» significa «hombre justo», peto también un sant6n al
que sus admiradores attibuyen la facultad de hacer milagtos. La secta
Hassid a la que pettenece el «tzadik» es una secta mfstica, desviacidn que
siempte ha sido combatida violentamente por el judalsmo rabfnico,
 98 André StéPhane
sentido, la noci6n de maduraci6n constituye una injuria
narcisista (<<Para las almas bien nacidas, el valor no tiene
relaci6n con los aflos>>), y en todas las edades pueden
fotmarse <<comités de ensueflos».
El contestatario que se sitfa en la perspectiva de
la rcalizaciln narcisista absoluta, dispensado de todo
esfuerzo para obtenerla («dispensado del yugo de la
ley»), realiza en principio un equilibrio moral perfecto
que le libera de culpa. Peto la maniobra no puede triun-
far, ya que si bien el contestatario niega el elemento
compulsivo, su Yo no tiene en cuenta esta negaci6n. Por
tanto, se ve obligado a proyectar sobre otro (por ejemplo,
el que se atreve a criticarle o contradecirle), con tanta
m6s violencia cuanto que lo que niega ha conservado, al
abrigo de todo rechazo, su primitivo carficter arcaico.
Se defiende, por tanto, de su culpabilidad mediante la
institucionalizaciln de su defensa, remplazando el Yo
colectivo por el suyo, que impone a la colectividad, si es
necesario por la fierua, El ideal de austeridad que nece'
sita el contestatario para defenderse de sus propios im'
pulsos, queda de este modo ascendido al rango de ejem'
plo supremo e impuesto como tal.
Los estudiantes no disponen de los medios necesarios
para imponer su <<régimen», pese a verse sostenidos mo'
ralmente por una parte de la poblaci6n mundial que
tiene el mismo fondo religioso que ellos. Sin embargo,
han perdido casi este sostén, ya que no han mantenido
su rechazo mds allà de ciertos lfmites. En el momento
en que su inconsciente se desenmascara, descubriendo
sdbitamente toda la violencia reprimida hasta entonces,
el pfblico se asusta ante sus propias compulsiones, cuyo
aspecto sddico habia hallado un disimulo en la forma
acusadora o denunciadora del movimiento (la contesta'
ci6n formulada en nombre del Yo).
Es preciso calcular la transformaci6n que el cristia'
ft--_
,
El Univetso Contestatario 99
nismo ha hecho sufrir al judaismo rabinico, del cual
surgi6, en lo que se refiere al aspecto que nos interesa,
o sea la creencia en los milagros, precisando que el judio
religioso (el judaismo rabinico no conoce el M6s A116),
debe trabajar por e1 advenimiento de <<otro mundo», el
«mundo del porvenir>> (Olam Haba), que corresponde
a un ideal de justicia, de amor y de paz. El Mesias sim'
boliza el advenimiento de este mundo mejor, pero
un solo vistazo al mundo lo confirma- éste aÉn no-y
ha
llegado y su advenimiento no podrd cumplirse si no es
con la culminaci6n de un esfuerzo que la humanidad
ha de realizar a este fin. Este ideal da una justificaci6n
al creyente cuya esperanza se halla claramente situada
en el futuro, como aceptando el hecho de que ha de
renunciar provisionalmente a la realizaciln edipica asi
como a la integracidn narcisista la satisfac-
ci6n-, y utiliza el impulso edipico-aplaza
y el deseo de res-
tablecerse narcisisticamente para actuar en el sentido del
ideal soqial a alcanzar. Espera al Mesias y prepara poco
a poco (para no decir, de reforma en reforma, pues no
hay que olvidar que el Antiguo Testamento prescribe
varias reformas sociales precisas) un mundo mejor. Pero
el cisma uistiano ha abandonado esta posici6n (11), pre'
cipitando precozmente al hombre al Reino de los Cielos.
En é1 puede hallar una felicidad est6tica en la atmdsfera
(11) La existencia delju&o aplastada por sus seiscientos ttece manda-
mientos es, en cierto sentido, una verdadeta esclavitud,- pero- una vez
aceptada, eita esclavitud es, ai menos, univoca (estando la ambivalencia
^las
de profundidades mds o menos equilibrada superficialmente pol una
neurosiJ obsesiva sicoldgica y colectiva, hasta cierto punto). Pata escapar
al asesinato edlpico, la Lei le prohibe matar y hasta comer animales
salvaies (1o cual le ptohibe ptdcticamente la caza), hasta el tabri que hiela
la sanere y que es é1 origen-de una reglamentaci6n meticulosa que infiuye
no s61o en sù alimentacidn sino eo su vida social, gobernada por ptescrip-
ciores alimenticias o dietéticas. El ctistiano ignora esta teglamentaci6n,
va de caza, y a lo sumo hace que e1 cura bendiga lo cazado. De este
modo, su itobl"*, sigue en pié, y oscila siempre enre la satisfacci6n
compulsiva-disimulada y el contenido lejano de la bendici6n.
100 André §téphane
del milagro y la gracia con apoyo de la fe, pero al mismo
tiempo se halla en una postura muy inc6moda ya que
continfa sufriendo la presidn de sus necesidades instin-
tivas, que le exigen abandonar al mismo tiempo. Por tan-
to, tiene que ser un santo para dar el manto cuando le
roban la trinica, o para presentar la mejilla izquierda
cuando le pegan en la derecha. Éste es un pensamiento
muy elevado y muy poético pero condenado por su mis.
ma naturaleza a permanecer en estado mental sin poder
nunca llegar a ser una realidad (un santo de esta clase
penetr6 en la literatura y nos maravill6 de niflos. Era
epiléptico y lo llamaban <<e1 Idiota»).
El estudiante que se arroja en la «revoluci6n>» cree
haber desencadenado un mecanismo que obligatoria y
automdticamente conduce al Reino de los Cielos y, dado
el nivel de su regresidn, confunde el Presente con el
Futuro. El tiempo necesario para que se efectrie este
proceso, asi como el esfuerzo para llevarlo a cabo, o sea
una toma de conciencia con la realidad, nacen de un
estado diferente al narcisista. Este estado opuesto al nar-
cisismo, le contesta y es la misma base de su posici6n.
De todos modos, no hay milagro; la realidad es impla-
cable y el salto del agua al vino imposible, ya que la
regresidn que le impide al contestatario superar la fase
de 1o imaginario es la misma que la que le empuja a
rebelarse, a buscar su establecimiento narcisista <<aqui
y ahora mismo», «todo y al instante>». Empleando una
expresidn popular, podria decirse que «cree que ha lle-
gado» (el Mesias ha llegado), cuando no es mds que
<(corno si hubiera llegado», diferencia de matiz en la
que est6 contenida toda su tragedia.
Para satisfacer siempre su narcisismo, proyecta su fra-
caso; es el hermano mayor (es el miembro de la Con-
federacidn Nacional del Trabajo que representa el com-
El Universo Contestatario 101
puesto sddico.anal [12], quien lo derrota), que no ha
querido comprender que «ya estaba hecho» (que la
situacidn era revolucionaria). Esto le permite disimular
su vergtienza y restablecer su equilibrio, esperando vol-
ver a empezar de nuevo. El contestatario puede vivir
con esta esperanza (<<esto no es m6s que el principio»),
pero en realidad una duda se infiltra en él respecto al
valor de la ganancia que cuenta obtener de la contesta-
ci6n, ya guq la herida narcisista sigue presente, superando
a la herida narcisista inicial que ha constituido la pér-
dida del poder omnimodo.
(Tendremos ocasi6n de referirnos varias veces a esta
noci6n de pérdida del poder omnimodo consecutivo al
nacimiento del Yo y el Objeto, a la separaci6n del
exterior y el interior que se produce cuando el nifro
tropieza con sus prirneras frustraciones que le obligan
a reconocer que él no llena todo el universo y que no
es tampoco duefio del mismo.)
Por este motivo no es posible ningùn compromiso y
s61o puede aceptarse una iealizaci6n narcisista absoluta,
o sea la creacidn de un universo autdnomo narcisista
que no tiene nada que ver con lo antes existente. Esta
creaci6n ha de estar construida s6lo por el narcisismo, sin
ninguna contribuci6n por parte de la realidad, excluyendo
la técnica, el plan, la organizaci6n, la previsi6n... («una
revoluci6n preparada no es una revoluci6n>>, Comisi6n
«Estamos en Marcha>>). La realidad se opone al suefio
en su misma esencia y puede desear destruirla s6lo por
esta razdn. Por tanto, s6lo cuenta el factor narcisista en
la contestacidn, y en éste debemos pensar cuando se
trata de comprenderla y sacar conclusiones.
Para ilustrar los lazos existentes entre la contestacidn
y el cristianismo, con la impregnacidn mistica de toda
(12) Ver, al respecto de la fase sddico-anal, los capltulos siguieotes.
LOz André §téPhane

una literatura que f6cilmente adopta el sesgo de obras Segunda parte

de edificaci6n, transcribimos algunos pasajes de un ar'
ticulo de Gilles Lapouge, aparecido en el Figaro Litté'
raire e) 12 de agosto. La sociedad de consumo
En unas horas *dijo un profesor-, he visto c6mo la
inteligencia se apoderaba de unos j6venes que yo c-onogia
desdihacia dos àfios, y que hasta entonces nunca me habian
deslumbrado,
iMilagro... milagro!

.., lanzarse un estudiante a pronunciar un discurso lleno Es mds dilicil que un rico entre en el
de precisidn y rectitud... debo decir,que después de--aquella
exoiosi6n de-elocuencia estuvo mudo quince dias. Necesit6 Reino de los Cielos, que un caruello pasa pot
este lupso de tiempo para reflexionar, para comprender lo el ojo de una aguict.
que habfa dicho.
La inspiracidn por el Espirìtu Santo.
Contemplad los lirios del campo; ni se
La creacidn de una mayoria dindmica, extrafia a toda tnustian ni se desflecan.
estructura politica conocida y que inventaba esp-ontÉnea'
mente, segÉì el curso de los-acòntecimientos, su linea re-
volucionaria. Hay eunucos que se han vuelto asl a la
Y he aqui la Inmaculada Concepcidn. vista del Reino de los Cielos; el que quiera
me entenderd.
Algunos est6n sorprendidos de que- en un-me§.ape!as,
los eitudiantes y sus maestros hayan inventado m6s ideas
oue las habidas en cincuenta afios de Ministerio de Ins' Evangelio segrtn San Mateo.
trucci6n Pfbtica; después de Educaci6n Nacional (15).
He aqui lesùs ensefrando a los doctores,
Para mi, pues, atno la vida y la cultiuo
Naturalmente, lo§ comentarios al pie de los pdrrafos tal como le plugo a Dios otorgdrnosla. No
son nuestros. deseo que deba proclamat la necesidad de
beber y coruet; ...ni que nos sustentetnos rne'
tiendo rtnicamente en la boca un poco de esta
(11) «Yo te bendieo. Padrc, Sefror del Cielo v de la Tierra, por
habàriJs*oltrdo e.to à io. sabios v a los hribiles, v haberlo revelado droga por la que Epiménides se privaba del
s6lo a los humildes» (Ettangelio
--.1r-Élg" segin San Mateo). apetito y de la que se mantenla...; ni que el
ti.-ot d Lib.o Blanco editado por la Facultad de Medi'
cina de Parls:
'---ufJ..t"àirnte "n cuerpo no tenga deseos ni halagos...
recibe una nota obietiva en funcidn de los datos em6-
n"or. D.t.tÀin"da por el conjunto de[ grupo, esta nota puede set superior
ielativo, à tea a là nota atribuida al monitot, si el estaditnte MoNr.ucNE,
"T-toai."
n'a)li-iti*"rt* qte hayan escalndo al coniunto de prolesores (subsyado Los ensayos, Libro III.
nuesto).
 4

EL CONSUMADOR CONSUMIDO

- Si existe una profecia marxista que los hechos hayan

desmentido, es Ia de un capitalismò conducente a una
depauperaci6n cada vez mayor, una proletarizaci6n siern-
tr pre acentuada, a contradicciones internas cada vez m6s
l, fuertes. Casi resulta inritil evocar una vez màs cier-
i
I
t'
tas consecuencias que se han derivado de esta visidn
equivocada. La instauraci6n con relaci6n
a las tesis de Marx- de los-parad6jica
regimenès comunistas en
los pafses menos industrializados, pasando de un salto
de una sociedad casi feudal a otra iocialista, sin la fase
de transici6n; obligatoria segrin Marx, de la sociedad
burguesa, mientras que paralelamente los regimenes ca-
pitalistas mds industrializados, que debfan sucumbir con
mds rapidez, conocen una prosperidad jam6s alcanzada
y que, gracias a todos los amafiamientos sufridos por el
capitalismo a pattir de las dos riltimas guerras mrnàialer,
c3lsiguen prosperar entre las poblaciones, con desigual-
dades arin, pero corregidas en parte por las prestaciones
sociàles a menudo superiores a las de los paises sedi-
centes socialistas y cubriendo m6s riesgos, es una de
106 André StéPhane
dichas consecuencias. El progreso técnico es, al mismo
tiempo, inmenso en los-paises capitalistas: el automdvil,
el avi6n, las telecomunicaciones, sitùan todo el mundo
a nuestro alcance. La vida de los varones, y tal vez so'
bre todo de las mujeres, se ha visto profundamente mo
dificada. Basta apretar un bot6n para que se encienda
la fu2, para poner en marcha la lavadora, para calentar
o refrescar los apartamentos; un simple gesto hace correr
el agua, enchufa la plancha eléctrica, el refrigerador, la
cocina; las puertas se abren como por ensalmo a nuestro
paso (1); los ascensores nos llevan en unos segundos
à la cima de los rascacielos, lo cotidiano parece un
cuento de hadas, el universo en el que vivimos es a la
vez racional y mdgico, el mundo encantado de ]ulio
Verne se ha convertido en el nuestro. Los nuevos ma'
teriales ponen a nuesffa disposicidn una serie de objetos
y tejidoi con los que nuestros abuelos no habrian so'
fiadò siquiera. El vulgar empleadillo puede pasar sus
vacacionès en Tahitf. Paralelamente, los progresos efec-
tuados en el dominio de la salud son inmensos. Se nos
podria objetar que este adelanto técnico no es s6lo
propio de los pàises capitalistas; cierto, pero el nivel
ae viau logrado en estas sociedades permite actualmente
un reparto mucho mayor de esos bienes que en los pafses
socialistas. Estos factores (2) podrian dejar entrever
cierta estabilizaciln social y politica, pero es precisa'
mente en este momento, cuando el hombre parece haber
alcanzado una comodidad, un bienestar, un poder so
bre la Naturaleza sdlo entrevisto por visionarios genia'
(l) Y esto no s61o en los aeropuetos, Incluso en la catoicerla de un
puebìiiito s,riro habla una puerta provista de- una célula fotoeléctdca'
'--ò\ A los que conv"oàtla nos moviésemos en el mundo de la
orieiiì,idad- i lu'ioai.u- afladit-si
el ftacaso moral, psicol6gico, ecorl6mico
i"'r*iif-a"'U. .*i.ii.ncir.
^muv
socialistas, fracaso que los intelecruales no
;d;i; À7r- q". lentamente sin obietar contra el socialismo pot
motivos de los-que trataremo§ mris adelante.
El Universo Contestatario 107
les, en este momento preciso en que el hombre vuela
a mil kil6metros por hora, se cornunica con el otro lado
de la Tierra y del Universo y se hunde en las mayores
profundidades submarinas, en fin, cuando es semejante
a un dios, dominando el tiempo y el espacio, es cuando
deja oir un inmenso clamor contra la sociedad que le
ha otorgado sus dones y, mds afn, contra esos mismos
dones, parecido en esto al rollizo lactante de Montaigne
que golpea con el puflo el seno de su nodriza.
Claro que la critica no debe perdonar a ninguna cla-
se de sociedad, y la nuestra no debe verse libre de ella,
pero el antiguo suef,o del hombre, perseguido y acunado
durante millares de aflos, de salir de la pobreza, de
trabajar para vivir y no s6lo para subsistir, se halla ya
a punto de realizarse, veinte afios después de una guerra
atroz donde millones de hombres conocieron el hambre
y la sed, el frio y el calor, pero he aqui que apenas ha
probado la abundancia, el hombre apafia la copa de
sus labios y afirmando que el néctar que contiene es
veneno, trata de romperla. Paraddjicamente, <<es en los
paises mds desarrollados donde... la situaci6n es màs
explosiva» (Le Monde, <<Un estudio americano sobre el
mal del siglo»).
Que no se nos diga que la critica hecha a la sociedad
de consumo es mds sutil; que Marcuse, Lefebvre o
Vaneigem no pretenden privarnos de los bienes del pro-
greso, que no quieren destruir las m6quinas, obligarnos
a alimentarnos de raices, y hacernos andar descalzos y
vestidos de estamefla por los caminos de la austeridad.
Sabemos esto y ya volveremos a refedrnos a las posi-
ciones te6ricas de esos autores. Lo que nos intetesa, en
realidad, son las nnanifestaciones espontdneas contra la
llamada «sociedad de consumo»>, ta1 como aparecen en
las paredes de Paris, San Francisco, Roma y otras ciu-
dades del mundo capitalista, en la prensa mundial, o en
108 Andé §téphane
las frases pronunciadas por ciertos personajes con moti-
vo de las protestas estudiantiles del mundo entero.
Muchas de tales frases ostentan una voluntad muy
aparente, no de corregir, de reformar esta sociedad de
consumo, sino de destruirla:
«Quemaremos la mercancia» (Situacionista lnterna'
cional, Sala Richelieu, Sorbona).
«La economia est6 herida, ique se muera!>>
«Pronto habrd unas ruinas encantadoras.»>
«1Ocriltate, objeto!»
Y también las frases de un contestatario:
«La sociedad de consumo es una prostituta que ha
de desaparecer, y nosotros 1o lograremos...»
«Todo esto ha de desaparecer. Esos almacenes llenos
de mercancias son repugnantes, son una podredumbre.>>
Claude Glayman, en Combat, a prop6sito de las
violencias estudiantiles <(en un Paris entregado al vértigo
exterior de la sociedad de consumo de masa...», escribid:
El simbolo mds significativo de esta nueva violencia se
desprende del incendio de los coches que, cada vez, ha
acompafiado a las revueltas, Arden los coches porque est6n
all{, porque el carburante asegura una combusti6n eficaz, y
al mismo tiempo ino es el auto uno de los simbolos mds
execrados de la alienaci6n producida por la sociedad de
consumo de masa?
Era una de las fuentes de nuestra sutil mistificaci6n
la que ardia y desaparecia en esas planchas inutilizadas,
enviadas de repente a su destino de phatarra sin objeto.
Y paralelamentè, la huelga de la gasolina paralizaba la cir'
culàci6n y, como dice nuestro Jean Genét, «Parls perdia su
grasa». Observamos una vez mds que en todos los recientes
movimientos ha habido algo parecido a los rompem6quinas
del siglo pasado, en la alborada de la revolucidn industrial.
En cuanto a Frangois Pluchart, en el mismo diario,
del 15 de julio, prof.etiza el final de nuestra sociedad
de consumo:
El Universo Contestatario 109
Actualmente asistimos al crepÉsculo de la civilizaci6n
industrial cuyo término permitird el advenimiento, sea cual
sea el precio, de la civilizaci6n cultural que necesariamente
lo suceder6.
En Le Monde del 5 de junio, Roger Ikor observa a
prop6sito de los sucesos de mayo:
.Lo que sorprende ante todo es su aspecto negativo, o
mejor, negativista, es decir, destructor. Loì estudiaites Àon
los primeros en darse cuenta de ello. Todos aquellos con
quienes he podido hablar, tras esquivar el problèma de la
sucesi6n, que juzgan buena para los viejos, han concluido en
sustancia: «Primero derribar la vieja baraca, luego ya ve-
femos».
En cuanto a Maurice Clavel, proclama la esperanza
de que <<todo salte»r:
«Todo saltare y 1o deseo», y aconseja a la juventud
«rajar en todos los sentidos e1 mundo>>, y pide a la ju-
ventud que preste juramento de destruir ua la sociedàd
alienante>>, que asimila en todos sus artfculos de mayo
y junio publicados en Combat, a la sociedad de consumo.
ZQUé justifica aparentemente esta voluntad destruc-
toru?
Las acusaciones dirigidas contra la sociedad de con-
sumo pfoporcionan ciertas indicaciones:
<<;Oh, verdaderamente, madrastra Naturaleza!» (Se-
si6n de los Estados Generales del Cine).
«La industrializaci6n nos amenaza. Las tetinas de
caucho convierten a la sociedad en carnivora.>>
<<La sooiedad es una flor carnivora.>>
Y este anuncio:
«lConsumid m6s y viviréis menos!»
Veamos también la frase de una joven:
«La sociedad de consumo acabard por devorarnos.»
«El consumidor est6 consumido», dijo Lefebvre (3).
(3) Henri Lefebvre, La uid.a cotiiliana ea el tnando mod.erno, pae. 179.
110 AndÉ §téPhane

En todo esto entrevemos el car6ctet maternal de esta

sociedad. Se trata de una madrastra; también se trata
del seno de la madre (en realidad un seno fatal; las
tetinas de caucho), con este sorprendente resumen en el
que el objeto maternal (la sociedad) recibe la proyecci6n
de la agresividad oral del nifio; ella es quien va a devo
rarlo (4). Asimismo, el hecho de consumir (de vaciar
a la madre), terminar6 vacidndonos ella de nuestra sus-
tancia (viviremos menos) o absorbiéndonos oompletamen-
te (va a devorarnos). Nos hallamos, pues, en presencia 5
de un conflicto sddioo-oral con la madre, del que volve'
remos a hablar, mas para el que no basta una explicaci6n «EL VELLOCINO DE ORO SIEMPRE ES DE BARRO»
del fen6meno constituido por la lucha violenta contra
una sociedad que colma de bienes (5).
-madre- Hay un misterio inherente al dinerc: su
<<La familia visible se duplica con esta otra invisible,
alienaci1n con el Espiritu.
mejor y sobre todo mds eficaz, la sociedad de consumo, BBnpreBrp.
que colma de atenciones y encantos protectores a cada
uno de nosotros. eC6mo puede subsistir un malestar? Si entramos mds en el detalle de las quejas formula-
iQué ingratitud!» (Henri Lefebvre, obra ya citada.) das a la Sociedad de Consumo, hallaremos algunas cons-
tantes. Por esto se indigna Marc Valle cuando, a niz
de las protestas de Paris, en mayo de 1968, origen y
colof6n de las protestas estudiantiles del mundo entero,
exclama:

En este final de semana de Pentecostés, Paris ha dado

(4) Los temores de set devotado por la madre forman porle. de 19s
fantaàmas del nif,o pequefio. Se hallan en los andlisis de los adultos. Se
ffata, naturalmente,-dè una proyeccidn sobre la madre de la relaci6n
sédicooral del niffo en el seno.
(5) Hav que subrayar que no se ttata de negat las faltas y las tatas
de nuéstra iocièaaa, sino de explicat por qué en el instarite en que los
hombres tienen dereiho a creer que han entrado en una eta de prosperidad
y de extensi6n de su dominio sobre el mundo, es m6s vivamenté contes-
iada Ia sociedad que es de consumo y no de miseria, precisameute pol
los hijos a quienes mis halaga.
al mundo un espectàculo vergonzoso e ignominioso. Todos
los poseedores ventripotentes que, entregados a si mismos,
habrian sido incapaces de defender su fortuna y sus propios
intereses, se han marchado al campo con un cinismo sin
parang6n posible. Ni los estudiantes de la Sorbona, ni sus
camaradas de provincias ocultan su indignaci6n. En un
sobresalto ideal han hecho pasar por todo el pais una po-
derosa corriente purificadora.
Se trata, en efecto, de puriticacidn. Una purificaci6n
que debe desembarazarnos del gusto por los bienes de
este mundo y de nuestros apetitos en general; en una
tt2 André Stéphane
palabra, §e refiere a la victoria del Espiritu contra la
Materia. Éste es un tema tratado constantemente por
Maurice Clavel con Ia fogosidad y la pasidn que le
catactetuan:
Habr6 que repetir tanto como sea necesario que esta revo-
lucidn es, ante todo, espiritual, que el Espiritu se venga...
No se piden cien mil francos al mes sino cambiar la vida
mediante una fdrmula cuya simplicidad ilumina y trastorna.
Esto irradia, esto gana, ya no hay que temer a lo Sagrado.
En realidad, también se trata de lo sagrado, de una
purificacidn que ha de lavar este mundo, limpidndolo de
su estupro, de su afi{n de lucro:
Es este mundo el que ha recibido un anatema sabrado...
Est6 marcado por el fuego de Dios.
Un gran rotativo nocturno relataba con gran compla-
cencia la venta del diario Le Pavé: «Adquirid Le Pavé
y lo sabréis todo sobre los amores de Cohn-Bendit y
Michèle Morgan>>.
Sus melenudos vendedores quedarian muy sorpren-
didos si supieran que son 6ngeles vengadores (portadores
de una espada flamigera).
En otro articulo, Clavel opone las palabras <<Espe-
tanza, Llama, Vida, Luz..., sobre todo Vida y Luz» (1),
a las vocaciones de ciertos estudiantes que querian con-
vertirse en «marcos, grandes marcos»), y que se recon-
vierten a la Ensefianza <<pata no entrar en el juego de
este mundo». Y Clavel concluye con este interrogante:
<<flReconversi6n? eConversi6n?». Y después: <<Adelante,
como dicen, pero al pie de la letra, ya que se trata de
laexistencia. En las protestas estudiantiles se vio lo
mucho que puede la fuventud. El suelo ha temblado
(1) «Yo soy la Verdad y la Vida.» Eoangelio segiln San Juan.
El Universo Contestatario 113
y los cielos se han entreabierto a la le (2). Esto es un
poco apocaliptico, pero es verdad. El Cielo y la Tierta
no se obturan en absoluto>».
Pero Clavel se indigna por un entrefilete del Figaro:
<<Paris ha reencontrado la buena esencia»», y estigma-
tiza a <<este mundo de frigos y cacharros»; m6s adelante,
queda desolado ante Ia lectura de los peri6dicos:
Ya no leo la prensa, no puedo, se trata de algo ffsico,
pero acabo de ver a voleo dos titulares en el Metro y en la
calle: «8. B. se acostd temprano para poder votar pronto»
y, «Los guardias rojos del suéter amarillo...» iDios mio!
2,Ad6nde vamos a parar?»
De igual forma se expresaba André Laude («La
necedad con frente de toro»):
Vacaciones, aglomeraciones en las playas, accidentes mor'
tales en las carreteras, juego, France Soir y la cochìna
oieada (3\ de los varones alas pantorrillas (4) de las mucha-
chas, comadres atormentadas por el demonio del Mediodia,
la estupidez negra integral. Esta Francia ha tenido calor,
De mayo a junio se estremeci6 de horror y tuvo miedo por
su portamonedas (5), por su refrigerador.
El propio |ean Savard rechaza una cultura «que no
conduce mds que al goce (6) y al an6lisis».
Con el titulo de Mayo rebrctard, André Laude, des-
pués de la primera vuelta de las elecciones, comenta:
De acuerdo, todos los enemigos de la imaginaci6n, todos
los esclerdticos, todos los fatigados, todos los que no ven
m6s all6 de su refrigerador, de su 4CV... se han pasado a
la banda del gran Capital. De acuerdo, hay por qué llorar,
por qué gemir. Obreros, ancianos (7) que mueren lentamente
entre su mobiliario 1920.
Pierre Kyria veia ya c6mo la Sociedad de Consumo
se apoderaba de todo. Era «là gran dimisidn».
(2, ),4,5, 6, 7) Subrayados nuesuos.
tt4 André Stéphane
Vaya, vuelve a haber fresas en el mercado, los cines y
los teatros abrir6n sus taquillas, haré buen tiempo, vendrdn
las vacaciones y el surtidoi de esencia, como por casualidad,
volverd a funCionar. Bien, podremos reemprender' nuestros
paseos automovilisticos del domingo y. volver a jugar a
cartas iqué diablo! fumando buenos cigarros que ya em-
pezaban-a taltat. Somos todos iguales, todos libres,, todos
iraternales... para Ia televisidn de M' Zitrone, con las no-
ches tranquilas, las digestiones (8) orondas y el muslaie (9)
a la papa.
Philippe Viannay opone Krivine a Sheila; Krivine
que «se esfuerza por cambiar las estructuras de una
sociedad que le impide al hombre comprender 1o mejor
de si mismo», y Sheila que <<consigui6 hacer creer que
el trabajo, la familia, los camaradas y el amor constitu'
yen toda la existencia».
Michel Boujut, bajo el titulo «La imaginacidn se
pasa a la resistencia)», escribe:
Después de la exaltaci1n y eI deslumbramienfo (10), -el
despertàr ha sido duro. Sin embargo, no hemos sofiado'
iTido es posible! (11), proclam6.Barjonet- De lo que se
irata, explitd Geismar, es de cambiar la vida, Sartre evoca-
ba, éon Cohn Bendit, la extensidn del -campo de los posi'
btés... (12) La imaginaci6n habia asaltado e] Poder, y ahora
r" ouru ai maquisl Cada uno de nosotros ha de saber sal-
varie de la catéstrofe, de los juegos de cartas, de las vacacio-
nes en Espafla, de los finaies de semana motorizados., y
Clavel aflade: <<Y hubo ale4ria, vida, paz, desgarrones, y luz.
Durante unos dias nos sentimos un poco inlinitos (15), ano
^s cierto?»,
Gilles Plazy habla de <<la noche gaullista» que (ahoga
la ltsz), <<la de los estudiantes que s61o durante una§
horas fueron ricos de sueflos y esperanzas)), ya que <<la
oleada revolucionaria decay6 y todo volvi6 al orden del
fin de semana y el autom6vil».
Dominique Laury relat6 el fin de semana de Pente-
costés en Deauville:
(8, 9, 10, lL,12, 11) Subravados nuesuos.
El Universo Contestatario 115
Desde el Barrio Latino a Deauville no hay mds que dos'
cientos y pico de kil6metros, pero... el contraste es violento,
hasta abrumador, y la caida de un mundo a otro es vertigi-
nosa. No hay que dudarlo: ed6nde se halla la realidad?
eD6nde, el suefiò? El Barrio Latino y la playa de Deauville,
dos galaxias separadas por millones de aflos-luz...» «Deauville
es la capital del fric (1a) y del c... (15).»
André Fontaine presenta <<la Sociedad en proceso>>,
y hablando en nombre de los contestatarios, dice:
Abatamos el vellocino de oro y la Universidad que lo
refleja, desuentremos al burgués (16), y luego ya veremos.
El Figaro Littéraire public6 una carta de un lector
que firmaba Paul Santoni, estudiante en vacaciones:
... ya que (no temamos a las palabras) un capitalista, uz
burgués de vientre desbordante (17) con la carne inocente
del protetario no es m6s que un tirano, un impostor, un par6-
sito criminal.
Maurice Clavel ataca a la <<mayoria de Moloch, Mas-
toqué y Mammon»> (18), al <(gran dormil6n» que <<tras
un breve sobresalto, pesadilla, o la picadura de un insec-
to, se vuelve, mds dormido aùn (19), del otro lado>>.
En cuanto a Gabriel Matzneff, cree que los movi-
mientos estudiantiles conducen a <<la Muerte del culo de
plomo>». Refiriéndose a las <(reweltas contra la Sociedad
de Consumo» opina que «la crisis actual es ante todo
espiritual (20) (unos dias mds tarde dijo "religiosa").
En esta sociedad del aburrimiento, del sonambulismo,
del culo de plomo (21), las contestaciones son una ex-
plosidn de fiesta, de alegrfa, de satisfacci6n. Por un
lado, el mundo burgués que agoniza, por otro la gran
nueva, la buena nueva (22), Dionisio y el Resucitado (23)
sdlo hacen uno»».
(14, 15, 16, 17, 18, 19, 20,21, 22,2l) Subrayados ruestros.
116 André StéPhane
En el Figaro Littéraire, Olivier Germain Thomas, en
un articulo titulado <<Nuestra juventud padece del alma»
(Gilbert Plazy public6 otro art(culo consagrado a la
crisis de las Universidades, titulado: «El mal del siglo»),
escribi6:
A pesar de las apariencias, a pesar.d: ì"L <<katangueses»,
de st'kermesse conlestataria, a pesar del delirio de sus anti'
teatros, la Sorbona se parec(a m6s a un .t-ernplo (24) .que a
i* ciritiò revolucionario. Poemas, manifiestos politicos y
caricaturas desempeflan el papel de imdgenes santas' t'l
irii" en variàs-capillas en la que cada cual
I;i; "tiàÉ"ìiuiàfoo me dieron la
;;-;;rt"...-rrri, òu*uradas'estudiantes «iCreo,
i-"iesiòn de haberse sublevado con el grito de creo!»
."isidò de lo m6s hondo del coraz6n. Lo que creian ante
i"à6i. oue hav otros valores aparte del enriqueceos de nues-
i;;".i.à;d Ààtetiulittu v burÉuesa' La juventud de todo el
mundo se ha sublevado para salvar al Espiritu'
Y concluye: «La verdadera revoluci6n serd una re-
volucidn espiritual».
Gilles Sàndier vituper6 a los partidarios de De Gaulle:
Todos los que se aprovechan (25), explotan, reprimel-Y
matàn, todòs làs que'gozan (26),-nen y -se dittierten (27).'
ioaot iot que pretumen].. son'sui'horda§, las que.hat .uomi-
tado (28\ los barrios elegantes pa,ra esa exp^loslon oe los
C"-*i-'Btiiéot... etot ba'lafloneJ de ratas (29) moiadas en
;td;;;.t.;-;;lu p*'t"; las hordas df Poui.ade v. Pétain' el
;;;ÉÉ a;1"; tendèros,'de los «hijos de papà»,.todos estaban
àili. i" ri,Éu tiét-unu, el paù6n R'p'F', -la renti§ta de
Éuitr. iot òUt"ros-polizontes, lòs mercaderes de todas clases'
i* dilàtir.tÉi-èniiquecidos, los matamoros engalanados, los
roiaioi (50) del uìundo antiguo y enveiecìdo (31)'
Un articulo de Andrés Laude ya citado (<<La necedad
con frente de toro») opone a los que «sdlo viven para
25. 26. 2'1, 28, 29)
04. --oiiÈà Subravados nuestros'
iiòi ii.L àè i^i",-t^- tiise que sisue a erta diatriba afirma
,"..i.à de odio en las manifestaciones de mayo en Paris'
(11) Subrayado nue§tfo.
El Universo Contestatafio 117
el momento feliz de los despidos pagados», a los «j6ve-
nes que pasan en mds de cien codos a los miserables
franceses de la mediania...»» y que <(su desdén de la co-
modidad cotidiana» los ha arrojado a la calle porque
rechazan al mundo tal cual es.
Frangois Pluchart inicia asi un artfculo en el que
dice:
«1No a la cultura calibte 22t,>>: «En la peste que sube
desalentadora y satisfecha de todas las formaciones tradi'
cionales, la juventud que es la verdad, ya no puede reco'
-la juventud
nocer nada; uomita (32) este mundo de trafi'
cantes (33), de ancianos (54) y de ratas (35), que quisiera
arrastrarlo consigo a la muerte. La juventud actual, la mds
hermosa, la m6s fuerte, la màs original, puesto que es re'
volucionaria, y que la vieja Europa amamanta desde hace
tiempo, ha dicho zo a todos los exclaustrados (56) burgue-
ses, a la mierda perruna de los pol(ticos, de los administra-
dores seniles (37), a la desalentadora injusticia de todos sus
privilegios. A los canallas, a los granujas, a los explotadores
de todo género, de esta sociedad del beneficio ultrajante.
En Le Monde se public6 la carta de un estudian-
te que se quejaba del escepticismo de los burgueses a los
que presentaba con fe sus proyectos de una sociedad
nueva y quienes le enviaban de nuevo a sus estudios,
exc,lamando: «iY la Economia (38)? aQué hacéis los
estudiantes de la Economia (39)?>>. Se queja igualmente
de todos los discursos y todos los articulos de los peri6-
dicos que en iunio de 1968 contestaron a la protesta:
<<... y toda esta baba (40), toda esta tinta ha metamor-
foseado algo que era grande, convirtiéndolo en un mal
inlecto (41)».
|ulien Clarac, bajo el titulo de: <<La bazofia» (o una
limpieza a fondo), dijo en Combat:
«Han delecado (42) sobre nuestra esperanza.»
la
(33, 34, )5, 36, )7, )8, )9, 40, 41, 42) Subrayados fluestros'

118 André Stephane
Se referia a los dirigentes politicos y a tros sindicatos'
que han llenado .<las calles y las fàbricas con su podre'
dumbre (45) desoladora».
«Seguy es el m6s maloliente (44)'» «Con las basuras
(45), laI iatas (46) han hecho su aparici6n'>> <<Todo esto
Àufta q,r" arrojarlo al cubo (a7) d9la Historia'»
La sefiora Mathilde Niel (profesora y escritora) res-
pondid en Combat a Raymond Aron' Para ella, el mo
ii*i.r,o contestatario también es una «revoluci6n espi-
«plutotecnocrd-
iit.rut", gue desea modificar la sociedad
j6venes
tica», què manipula <<durante toda la vida a los
y u iot'adultos de la Sociedad de Consumo por la via
àoirorru de su Radio, de su Prensa y de su Publicidad'
y por la presi6n de su organizaciln burocrdtica y jerar-
qiirudu,Àanipulaci6n invisible, an6nima y seductora que
udor*... el èspiritu y le obliga a aceptar beatamente
su servidumbre>».
Para la sefrora Mathilde Niel, Raymond Aron tiene
«miedo de la iuventud y la novedad, miedo de ver des-
(49)'
truida la civilizaciln de la Técnica (48) y del Dinero
(50) de
e intentarà sin duda salvar los londos enlodados
la civilizaci6n materialista>>.
En el mismo ntimero de Combat, un articulo nos in-
forma que <<los estudiantes ya no quieren- una sociedad
tiptrte"ni", en la que el solo nombre de poeta hace
eÀrur el cabello, donde todo estd reseco' cifrado' codi-
ficado; donde el consumo nacional ya no e§ el vino sino
la gasolina, donde el auto es la idea fija, confesada o
Jiri]*rfuAu, y cubre (51) toda superficie, insertada en
todas partes, amontonada, aglomerada, aglutinada»'
(52)
En-cuanto a Dominique Metz, habla de «e1 tango
en que el gaullismo nos hunde>>, y que aceptamos «para
(41, 44, 45, 46, 47, 48, 49, 50, 51, 52) Subravados nuesuos'
El Universo Contestatario 119
convertirlo en el material de nuestra resulreccidn a la
vida».
Podriamos multiplicar las citas, pero creemo§ que
éstas bastan para permitirnos deducir el significado in-
consciente de la Sociedad de Consumo. Ante todo, vemos
que el ataque se dirige contra las posesiones (los bienes
de este mundo), el autom6vil, el refrigerador, cuya nece-
sidad es primordial; después, contra el placer en general:
el placer sexual, el de la mesa, el del descanso (las
vacaciones, los fines de semana), el placer del juego,
el interés por la Prensa, por la Radio, por Sheila («Que
oonsigui6 hu."t que el amor, los camaradas y el
"t"".
trabajo son toda la vida»), y last but not least (53), con-
tra el dinero. Hay que observar ciertos términos que
sirven paro renegar de esos intereses y de esos placeres:
no se t;ata de coches sino de cacharros, de refrigeradores
sino de frigos, de erotismo sino de sexo' o de <<muslaje>>,
o de <<ojeadas cochinas a las pantorrillas»»; ni de gastro-
nomia sino de digesti1n oronda, de <<Moloch>>, de perso-
nas que se explayan, de panzas, de <<vientres desbordan-
tes>>, de <<grandes dormilones» (o de grandes <<cuadros>>);
no se trata de dinero sino de <<portamonedas>>, de fric.
Todos estos términos tratan visiblemente de subrayar el
aspecto prosaico, vulgar (54), de los que gozan o del
miìmo goce, de los objetos que les permiten llegar al
placer. Pero ;qué son la groseria o la vulgaridad si no
ia sustancia no sublimada; la material? Y el sicoanàlisis
nos ensefla cotidianamente el estrecho lazo que existe
entre la <<Materia»> y «las materias>>. La materia mds
material es el excremento. En nuestras citas hay material
para apoyar esta interpretaci6n sicoanalitica que convierte
à lu ion er6gena anal en el punto de partida de toda
(fi) En inglés: «Lo riltimo, peto lo menos importante'» -(N. del T')
(54) erìttd.rtig-utiza la vuigaridad del univetso capitalista.
120 André Stéphane
una forma de relaci6n con el mundo; forma o moda que
prevalece en el bebé, urra vez superada la fase oial,
que normalmente funde con Ia oralidad y la genitalidad
rn6s adelante, pero que puede reaparecer de un modo
<<desintrincado>> por regresi6n a la fase en que constituia
lo esencial de la relacidn con los objetos. Ante todo, ya
hemos visto que Gabriel Matzneff caructerizabu eJtu
sociedad como la- del culo de plomo, o sea una sociedad
que se deja arrastrar por el peso de su trasero. Luego,
hallamos expresiones como <<fondo fangoso de la civìfi-
zaciln materialista», <<fango gaullista>>; el fango, el lodo
se hallan evidentemente muy cercanos, en el Inconsciente,
al excremento, tanto por su aspecto como por la idea de
suciedad que los distingue. Pero son, particularmente, los
representantes de esta sociedad (o quienes deberian ser-
lo), o los que no se apartan de ella, los que lucen m6s
claramente Ia marca excremental que asi los seffala ante
los contestatarios. Ya hemos visto que Gilles Sandier ha-
blaba de los <<batallones de ratas», y Frangois pluchart
también habla de (<ratas», lo mismo que fulien Clarac.
Y las ratas son precisamente los repugnantes y sucios
animales que habitan en las cloacas, en los s6tanos (ver
Freud, El hombre de las ratas). Adem6s, han sido vomi-
lados (Gilles Sandier), o sea excretados; también se trata
de basura, de residuos, o sea de restos que <<manchan la
calle>>, cuyo modelo es el excremento. Adem6s, huelen
mal. En una pared habfa esta inscripcidn: «papà apesta».
«Séguy es maloliente>>, afirm6 Clarac en el articulo pu-
blicado bajo el titulo de <<Basuras>>. Frangois pluchìrt
también se refiere a la peste de las formaciones tradicio-
nales; esos residuos, esas basuras malolientes, esas ratas
repugnantes, no hacen màs que manchar, que contaminar
Ia pureza del contestatario, <<y toda esta baba ha meta-
morfoseado algo que era grande en un infecto lodazal».
<<Han defecado en nuestra esperanza.))
El Universo Contestatario l2l
También se sabe que el sicoanrilisis ha descubierto
los lazos sirnb6licos que unen el dinero a los excrementos.
Un cartel salido del taller de Bellas Artes, en el mes de
mayo, representaba la Bolsa sobre la que cafa un rayo
(el fuego de Dios, tal vez), pero redactàdo de tal forma
q_ue la R de la palabra BOURSE (Bolsa en francés)
habia
desaparecido, convirtiendo la palabra en BOUSE (en
francés, bofriga). Santo Tomàs habl6 de «la suciedad del
dinero» que coloca en el mismo plano que <<la suciedad
de la carne».
«Pégate al cristal, medra entre los insectos (ieué
triste es amar el dinero!).» Tal era la inscripci6n que
habia en el lavabo de Ia sala B de Nanterrè. nt qr"
maneja dinero, el que se interesa por é1, est6 marcado
por el sello de la analidad; «la edad de oro fue aquella
en que el oro no reinaba, ya que el Vellocino de Oro
siempre ha sido de barro» (Vestibulo del teatro Ode6n).
«El Vellocino de Oro siempre est6 de pie>>, es el titulo
del capitulo que inicia el estudio de -Gilbert Ganne,
«Contra los valores burgueses>> (55). para el autor, la
cosa estd clara: el espiritu burgués lleva en si <<el germen
de la sociedad materialista»; por esto Ia burguésia es
odiosa: «desde sus mds remotos origenes, la Èurguesia
ha llevado en su seno la taru que deÉia hacerla oàioru,
el amor al dinero».
De modo curioso esto también se encuentra en
Vaneigem-, sigue el -y elogio del seffor feudal cuya auto
ridad «se fundaba en un intercarnbio de servicios tan
alejado de la noci6n del provecho c,omo de la explotaci6n
del hombre por el hombrer. Asf, basta con excluir al
dinero del circuito para que la servidumbre se convierta
(55) _En pro o efl contra de los ualores burgueses, por Georges Hour_
-.
din v Gilbert Ganne.
122 André StéPhane
El Universo Contestatario 123

nuestra cualidad de sicoanalistas, sdlo nos cabe ratificar

en algo muy distinto a «la explotaci6n del hombre por
el hoàbrer-(56). «Las teorfas modernas de la felicidad
lo muy fundado de esta relacidn, puesto que el modo
de relaci6n del que hemos hablado tanto caracteiza las
y la prosperidad se derivan de los valores burgueses y relaciones del dinero como el ejercicio de la Raz6n). Pero
,r"t*, 1à espalda a las altas virtudes porque no puede precisamente <<los principios evangélicos, lo mismo que
existir connivància entre el mercantilismo y el desinterés'
la ociosidad de los conventos, no convenia al malhumor
entre el afdn de goces y el espiritu de sauificio que
interesado de los mercaderes y los financieros>>.
siempre se asocia a los grandes proyectos'»
El autor se muestra implacable hacia los que no El autor también estd en contra de la Sociedad de
Consumo.
hacen voto de Pobreza.
<<Para ser f.eliz hay que carecer de todo, o al menos
<<Dejar de ser pobre es dejar de amar al pr6jimo'»
no ambicionar nada, ya que los que poseen (57) son
Gilbert Ganne no tarda en indicarnos sus puntos de
también poseidos. Toda posesi6n envilece.» (Hallamos
vista: a prop6sito del no conformismo que deberia ser el en la idea del envilecimiento una relaci6n anal; en efec-
atributo de la burguesia, dice:
<<Como ejemplo de no conformismo nada me parece
to, es lo inverso de la purificacidn) (58). Y también:
«El que nada posee y nunca pone los pies en la iglesia
mejor que ciértai palabras pronuaciadas en fudea'>»
'Nos parece aitamente significativo que un estudio se halla mds cerca de la verdad que los demds, ya que
ningrin progreso espiritual es posible sin la desnudez».
cuyo objetivo es atacar a los valores burgueses sea obra
Va, contra la Iglesia que se compromete con los la-
de un ciistiano, cat6lico adem6s, ya que el autor ataca
drones burgueses y acaba por admitir el uso de la pas-
de paso a la Reforma, por ser «el cebo- de la infame con-
(en efecto, el Protestan- tilla, lo que de hecho significa reconocer que el placer
iunliOn del Capital y el Cielo» es un fin en si. «Esta relajaci6n moral y espiritual es la
iir*o uro à" los blancos preferidos por los contes-
", para Henri Lefebvre como para Veneigem)' consecuencia inevitable de la civilizaciln materialista
tatarios, tanto
los valores cristianos del en la que nos ha zambullido el mundo burgués.>>
El autor opone coristantemente
El planteamiento familiar, <<la libertad» en la que
espfritu a los valores burgueses:
' ,,Creo evidente que existe una incompatibilidad ra- vive el matrimonio y la emancipaci6n de la mujer son
otros tantos errores que hay que asentar en la cuenta de
dical entre los valores cristianos y los valores burgueses'"
los valores burgueses. Y «si la familia sigue siendo una
A prop6sito de Descartes, fil6sofo de la burguesfa' instituci6n [es en ruzinf de las ventajas materiales que
establece una relaci6n entre la Razdn y el Dinero
(en
procura».
la El autor exclama con un personaje de Goncourt: <<Ah,
(56) Esto nos rcanerda que en la Facultad..de Medicina' en sala
Rinet-Cha Grrewara. olÀl-.i';*t.-d;i andlisis diddctico fue obieto ;qué queréis? La burguesia no educa a las almas. Cuando
"rr,..
;§;ìà: a""ÉliJ.'. eì!ìà."iràiuiauo. ion -pfetensiones de sicoanalistas y
;;';?;-;-;i*i..à f"tìit"&unt., de Medicina darles una fotma-
àiàil!'ijlì1,r" ; "Jiiì"t à" al^ .".i.'to. ì."1tìo'o''{" pa* quien conozca. los
el anrilisis (r7) At relacionat Freud el deseo de posesién con los impulsos anales
.?;:ì.:r';;i-ìrt.rcàmbio, t."rrru-.tr- que-el dinero que cuesta rccuetda que poseer, etimol6gicamente significa sentotse encitt o.
;;i.a;,ir;-il" ;;""iiri.-a,i."'Ài" Éod't"o1o' denominat «autonomia»
el iliente no le dehe nada»)' mientras (r8) La purificaci6n se obtiene con la purga (o sea las purgas stali-
ru:ffifi *"r,1 i"reàati^f à'àiiit"' nianas, pot ejemplo).
[:i#".'h[i":;";;,,ii,iffi i; ì*uii;;;i6; d. una dependencia si n f n i
124 André StéPhane
la clase alta de la sociedad digiere y coloca su dinero
oà- t uv ideas, hay apetitos». Y concluye con estas lineas:
..Él universò burgués ha hecho poco caso de la
po.riu, pero ésta finàlmente lo ha arrojado del Reino
porque también se llama Esperanza'>»
Los valores burgueses unidos a la digesti6n' a las
inversiones y a la iaz6n, se hallan, pues, en oposici6n
*" fu poesia y la esperanza' Pero- la- poesia y la esp+
ranza eitan uridu, a1 ensuefio y a la imaginaci6n Y' Por
tanto, hasta cierto punto, huyen del tiempo y el espacio:
«destnrctor de la eternidad, el espiritu burgués se opone
a lo absoluto», esuibi6 Berdiaeff'
El modo relacional propio de Ia fase anal del desa
rrol1o se deriva en gran parte del dominio de los esfinte-
iàr,ìdq"itiaa en diAha éioca. Este dominio-se extiende al
de los objetos' Las categorlas
.".tpoì"t.ro y al murào
6;t"* y tempo-espaciales estdn integradas' La captaci6n
(alci6n'pt"ttil;, la manipulacidn, la posesidn fisica y
-."t4 aì tosque o'bj.to. t. à1go que se experimenta en el
*o*anto en el nifio aprende a hacer, a aplazat' a
ptae'
acumular. También es el periodo en que empieza a
licar el intercambio sobrè el que se funda la educaci6n
(da 1o que se te pide cuando se le pide y
".ti"t.tiu"u
donde se le pide, para verce mimado y querido)'
Los derivados de las adquisiciones unidas al apren-
dizaje de la propiedad conducen precisamente a la
po.
a en la orilla llana desde la que asistian asombrados, emo-
;;;idr, u tu *pitutizaciln, al c61cu1o, al- comercio' la
iecrricr. El mundo adquiere cualidades de precisi6n'
de
El sentido de la reali-
delimitaci6n, que no pòseia antes'
dad saldr6 àe-esta etàpa enriquecido y desarrollado'
Comprendemos entonce§ de qué forma este universo
," opon" al de los contestatarios cuya descripci6n hemos
.i."irrao a menudo, el universo del idealismo' de la
El Universo Contestatario 125
pureza, del espiritualismo, de la luz (el universe anal es
sombrfo, es el de los subterrdneos, de las cloacas, de
Ias cuevas, del infierno, que son otras tantas proyecciones
simb6licas de las entrafras sucias, oscuras y àalolientes).
El universo de los contestatarios también es el de lo
ilimitado, de 1o infinito... <<Todo es posible», exclamaba
Barjonet... Y Sartre evocaba <<la extensidn del campo de
los posibles».
«La imaginacidn se apoder6 del poder» (Michel
Boujut).
<<Durante unos dfas fuimos un poco infinitos,
cierto?» (Clavel).
eno es
No dejan de aparecer a menudo los vocablos «en-
suefio>> y «embriaguez». Asi, el estudiante que describe
su desaliento al Monde expresa su <<euforia del princi-
pio>r. «Esta jornada y las siguientes tuve la impresidn de
despertar de un suefro demasiado largo. yo vivia, mordia
mi porvenir. Me hallaba un poco
embriagado.>>
|ean Louis Bory empieza asi un articulo titulado «An-
tes del Diluvio»: (se trata de una critica de las peliculas
del «difunto festival de Cannes>>):
«Impresi6n de caer en un hoyo. Arin borracho de
oxigeno, de un oxigeno inolvidable que, durante un mes,
me ha exaltado hasta el ensueffo...
>>
Sin duda fue |ean Claude Kerbouc'h quien supo tra-
ducir mejor la impresi6n de irrealidad que se desprendia
de un cierto ndmero de altos lugares de la contestaci6n,
para quienes, no envueltos en el mismo proceso, estaban
cionados, a veces asustados, y en todo momento impo
tentes, al extrafro viaje que efectuaban aquellas <<barcas
ebrias» (59), sin capitda ni brÉjula, impulsadas locamente
hacia 1o desconocido.
(59) De acuerdo con el titulo de un artlculo de Girod de l,Ain
(Le Mode, 12 junio), consagmdo a la Sorbona.
126 André StéPhane
Habla de <<universo de ensuefio, de demencia y de
ilusiones». La contestacidn le parece una droga' Hablando
de Flins, escribe:
Este poblado instalado tan calmosamente en el coraz6n
d" il'iti;a;-rtu*iu, se halla esta noche.intranq-uilo' bu'
ìii"lJro, rifìà"t" o.-oaio. A su vez, ha caido en la magia'
A prop6sito de los estudiantes deseosos de ir a Flins
para luchàr al lado de los huelguistas, que hacfan auto-
,top .t la autopista del Oeste, Kerbouc'h se pregunta
,,"n.oleri-zados de1 final de semana»> aceptarian
,i io,
«a bordo a esos habitantes de otro planeta»'
Llegando <<al cabo de [sus] noches>», recuerda: a
:
Reinaba una atm6sfera pesada, inquie-ta, irreal"' Hace
dos semanas que Paris me parecia-extrafro' Hoy, §oy
yo qulen
à. ii.nto exfrano en Paris. Me hago el eJecto de. regresar
de otro mundo. Me hallo m6s all6 de mi viaje por Ia nocne'
fal vez me halle mds all6 de mis sueffos'
En efecto, se trata de otro mundo, de otro planeta'
de demencia y de magia, también de sortilegios' Hemos
abandonado à1 universo de lo que en sicoandlisis se
denomina <<e1 proceso secundario>>, catacterizado por la
existencia de làs categorias l6gicas y tempo-espaciales -y
de reatdà, para òaer en otra dimensi6n: la
"i-pti".ipi"
a.t'piir.ipio del placer donde reina el proceso primario
iuri"t"rirudo por la esfumaci6n de los l{mites del Yo'
à. tu tOgi"u, til como se comprueba en el sueflo, el deli'
rio, los estados toxicomaniacos.
Hemos visto que un gran nfmero de adquisiciones
unidas al ejercicio del sentido de la realidad son contem-
poiar"ut a ia fase anal del desarrollo' El universo mdgico
àe la ubarca ebria» implica precisamente una regresi6n
a una fase anterior al eitado anal, la fase narcisista-oral'
Ériu t"g.tti6n también es la que, guardando todas las
El Universo Contestatario 127
debidas proporciones, es inducida por la situacidn ana-
litica y la regla fundamental (de las asociaciones libres).
Por esto la contestaci6n se ha comparado a menudo con
una <<descompresi6n»>, o sea una sesi6n de sicoan6lisis.
Epistémon: <<ochenta, luego doscientos, después un
millar de estudiantes largan las amarras que loJ retenia
anclados a lo real, en tanto que racional, y se entregan
sin sicoanalista a una vasta sesidn colectiva, continu;da
de dia y de noche, de asociaciones libres. La imaginacidn
se apodera del poder en Nanterre dos meses antes de
instalarse en la Sorbona>>.
Pero existe una diferencia fundamental entre las dos
situaciones, la de la contestaci6n y la de la sesi6n de
sicoandlisis: la regresi6n inducida por el anàlisis no debe
durar después de la sesi6n, ya que sin esto tendriamos
que luchar contra una sicosis y, desdichadamente, los
estados sic6ticos, en la mayofia de los casos, entrafian
el internamiento.
<<Hemos soffado con los ojos abiertos», exclama An-
dré Laude.
El Club ]ean Moulin a los estudiantes: <<No se trata
de instalarse en el delirio>>: <<Los enfermos tienen a me-
nudo la impresi6n de resolver sus contradicciones en
un estado en que todo parece posible. En el incendio
general desaparece toda barrera, los individuos se con-
funden en un grupo undnime donde todo el mundo habla
con todo el mundo. En el universo de este discurso, las
oposiciones se borran muy fàcilmente.»
Acabamos de hablar de «regresi6n» en una fase an-
terior al estado anal fase narcisista-oral del desarro-
llo. Pero esta fase se-lacaracteriza por una ausencia de
fronteras entre el Yo y el no Yo, o si se prefiere, entre
el Sujeto y el Objeto. Al <<estado>> narcisista-oral corres-
128 André StéPhane El Universo Contestatario 129

gablemente asimilado al adversario màs feroz, aunque se

ponde lo que Freud llama <<e1 sentimiento primario del
haya contentado con expresar algunas objeciones, algunas
i';;; q* Éi identifica con el «sentimiento 6ss{nigs»
una
de
sen- dudas o algunas reservas.
Romain Rolland. El -fusiòn
sujeto puede experimentar
;#;;; infinito, de con el mundo' El limite En efecto, una adhesi6n muelle o incompleta puede
e interior desaparece, y también la reali destruir el encantamiento.
"nir" ""tttior
dad, que cede la plaza a una indistinci6n entre
percep- Aqui es primordial el papel del grupo, como subraya
ciones internas y externas' La fosa que sspara
el deseo el Club fean Moulin en su carta dirigida a los estudian-
el de la tes. El analista que invita al sujeto a dejarse llevar por
a. to ,uritfucci6n, el fantasma de 1o real' suefio
prin- sus asociaciones de ideas, a fijarse en sus fantasmas
;id;; , la copa de los labios, todo desaparece; el
apartàndose de.la realidad, induce en el analizado una
.ipìo a.t placei que no reconoce los obstàculos ha ade-
y el
i"'""a" principio de la realidad (60)' E1laespacio regresi6n narcisista, le propone una nueva forma de ser
"i
;ilp, no existen. A la discontinuidad' a estructura que le permite hallar un mundo del que ha huido, re-
primido pero siempre vivo y que busca constantemente
las rèmplazan la ligereza, lo ilimitado'
-- .N; huy nudu Lortal, limitado ni-exclusivo m6s que abrirse un camino hacia la conciencia; trata de manifes-
(Gran Anfiteatro de tarse, de descargarse, un,mundo en donde la presi6n del
en la organizaciin y la estructura»
Yo, de la realidad exterior, de la educaci6n, habia redu-
la Sorbona).
que aceptan sus deseos como realidades son los cido al silencio la voz morbosa del sintoma.
<<Los
Pero la regresi6n narcisista del anàlisis no es un fin
qu.'.t.tri." la realidad de sus deseos>>' se dijo en la en si. No constituye mds que un medio y el analista nunca
Sorbona (Sala Richelieu).
<<Mis deseos son la realidad», se dijo mds sencilla- cesa de representar también la realidad, aunque s61o sea
interpretando las asociaciones de su paciente.
mente en Nanterre.
Pero si el grupo es <<undnime», la regresi6n narcisista
Sin duda es esta zambullida en un universo regreslvo
es posible incluso fuera de la situaci6n analitica, convir-
y *agi"à, situado en otra dimensi6n de la siquis' la que
tiéndose en un estado duradero. Los sujetos que 1o com-
trouà.u, tanto en el que la contempla en otros' como ponen tienen entre sf una relaci1n de espejo (61), que
àr- ei suj.to que la elecuta, esos efectos de extrafieza
les permite realizar una fusi6n casi absoluta. El Yo de
Dor una parte, y de exaltaci6n por otra'
'"';;i;u.io" a. los limites entre lo imaginario. y lo cada uno se extiende a todo el grupo. Se instaura asi
*ra;;i;;nte dicho, como ya hemos visto' propio de una edad dorada. Se realiza la |erusalén celestial. Se com-
a la prende que muchos j6venes hayan podido hallar una sen-
àttàaot regresivos, conducird, entre otras cosas'
"ro, concreta' de medir saci6n de calor humano y una ilusi6n de felicidad. Tam-
;;;;p*dJ dJanalizar una situaci6n
adversario o sim- bién se comprende que muchos trastornos mentales hayan
i"tiftta*fos, de identificarse con el mismo
; quien no comparta el estado de
;il;;
exaltado; este dltimo, por !o dem6s' se halla
inne-
àniÀo , (61) La portada del Nouel Obseruateur del 19 de iunio de 1968
traduce intuitivamente este aspecto de la rc1aci6n, La imagen de un gnrpo
de j6venes,-_en Chadety, queda desdoblada con otro grupò de idvenei que
patecen reflejat a los primetos como en un lago de superficie espejearite.
(60) Fteud: Los d'os principios del lancionaniento nental'

5
130 André StéPhane El Universo Conte§tatatio 13L

sufrido un sdbito (y efimero) eclipse, como afirma Mau-
rice Clavel (62).
Este universo fusional ertuafra una ausencia de con'
flictos.
Se comprende, pues, ante todo, que la critica y la
reserva, se toleren mal. En efecto, aparte de ciertos textos
de gran violencia que se han podido- leer en algunos
periBdicos, cabe recordar que 10 inusitado le falta a Sartre
y a Raymond Aron.
Cuando Aron, envejecido, repite indefinidamente a §us
su teiis esciita antes- de la guerra de 1959, .sin
"rtuaià"ìit
;;;;i;;t ie eicuchan puedan ejercei Ia menor critica'
Ji*"J ieal, que, iin embaigo, no est6 fundado en
"i-i"aèidigna de este nombré"' Pondria las manos
u'nà-iutiaii.iu
àn el fueso, aseÉurando que Raymond Aron no ha sido
;;nià ;ì-ritestutufiò, pò. Id que à mis ojos es indigno de
ser profesor.
Es preciso que, ahora que Francia entera.ha visto a De
cau-lie'àÉi"ua<j, tbs estudiantes vean desnudo a Raymond
Ài"". v no hay que devolverle su§ ropas si no acepta la
contestaci6n (65).
Un tal Franco Valorba habla de «la actitud reaccio-
naria y provocadora de la burguesia que confia a las
y edad rememoran la técnica del incidente fabricado tan a
matracas- policiacas la tarea de evitar todo cambio»
asimila a ia actitud de la burguesfa <<la ineptitud de un
periodista, soci6logo mediocre, Raymond Aron»' Sigue
un himno religioso a la gloria de Che Guevara:
<<Ya que Ch. no era de los que mueren; ejemplo
"1
(62) Hemos asistido o tenido noticias fidedignas de cienas depresio-
,r"r-1"-pZ.aia".a9.este univetso natcisista' André
nes m6s o menos g.ur.r,
ii;;; h;6É;"";;, à"tà à".'li dirieio un.estudiante de'la Sotbona,
àÀiJJ-i" i.E.te a su pesar por ola desapatici6n
*"?rt del paraiso»-'-
iÌ"-". ì.i.laà Iòs àrtfc"Iòs que-Ravmond Aron public6-duran-
*'àa'irr'Xfi''à"''iiu;;;; t6t" i.i q". rèlacionà con el final de la Reaolu'
iir'àhiùti,ì;; ei-.fi'Àth"bèi fibrado- de sus concomitancias pasio
'riXi""i-{rii{"iiÀa\i" jà'*,.iàr---i'i.iàtÈ'' v no hemos hallado en tales
ilG ;i l, c,atta parte JJ-odio gue 1os mi§mos han suseitado entrc
guienes no los aPrueban,
y guia, es realmente inmortal ya que revivird en cada
revolucionario»; y también hay un largo ditirambo en
favor de Mao. Todo esté mezclado y revuelto (64).
Ciertamente, Raymond Aron no es de los que s6lo
emitieron reservas respecto a los movimientos de contes'
taci6n y, al fin y al cabo, la virulencia de los ataques
de que fue objeto no ha demostrado mds que una intole'
,un.ìu banal. io mismo que la dec,laraci6n del «ajuste de
cuentas» de Herszberg respecto a los que no fuesen de su
opini6n.
Pueden considerarse como ejemplos de una accidn
concertada los hechos que relata Epistémon, que simpa-
tiza con el movimiento cnntestatario, cuando evoca lo
que ocurri6 en Nanterre antes del estallido de la crisis
de mayo:
Reina una atm6sfera de terror insurreccional. Los estu-
diantes de Historia son apartados por una tdctica de atro'
pellos sin disimulo, que en los dias siguientes ser6 el atri-
buto de los C.R.S. Cuando aparece para dar su curso mi
colega Rémond, se ve obligado a retirarse. Los profesores
que-contemplan tales escenas son ultrajados. Los de m6s
menudo, y utilizado en tiempos del nazismo en Alemania.
Otros, lo§ israelitas, cuyos padtes fueron arrestados y de'
portados entre 1940 y 1943, reviven un ambiente de caza
de la estrella amarilla.
(64) De modo bastante cutioso, entte unas fotos de muchachas
desnudas de un reportaie relativo a una tal Itene Tsu, «fandtica de Mao»,
Iigura un artlculo sobre Hong Kong, con una conclusi6n lespecto a «la
otra cara de China», donde <<debe de haber hombres que piensen en
el pasado y el futuro, que tengan otros obl'etivos en-la vida que el
dinèro, Ia alinentacido i el juego». Natutalmente, cabe pensar hasta
d6nde'ha influido aqu( la mano de Mao...
De todos modos, hay que destacar el cardcter especial de este método
de propaganda polltica que actÉa en favor de Ia excitacidn er6tica. De ins-
piraci6ìr pavlovlana o sitoanalitica, telega todos los dem6s métodos publi
citarios existentes, a la categoria de nifferlas inofensivas.
132 Andé StéPhane
Mds adelante se refiere a un <(maccartismo de exfio'
ma derecha>».
Henry Chapier denunci6 el doble hecho terrorista de
la existencia de un stand <<El Fatah» en la Sorbona
y de la intolerancia absoluta entre los que 1o regfan. Se
nos ha informado de qué forma se establecia el intercam
bio entre judios y palestinianos delante de dicho stand,
diciéndoles los segundos a los primeros:
vosotros no es posible discutir. Siempre tenéis
-Con
taz6n-. Lo cual despierta algunos ecos entre los que
conocimos la ocupacidn.
Un profesor del Liceo de Corbeil, en una tribuna libre
de Coibat, manifiesta que un profesor de Letras declar6:
«Si continudis os van a romper la cara.>»
Es verdad que el firmante de esta tribuna parece
felicitarse de que los <<nifios» hayan tomado por fin
la palabra.
La carta de dimisidn de Mayoux al S.N.E.Sup. ater
tigua la hicida inquietud de su autor ante la violenta
intolerancia de su sindicato y las estructuras que éste
queria imponerle. En realidad, traduce el espanto de un
liberal ante el terror en marcha.
Cuando Gusdorf pretende emigrar; cuando Episté-
mon, en el prefacio de su libro, evoca esta eventualidad;
cuando algunos colegas nos confiaron un proyecto seme'
jante; cuando unos analizados hacian planes en este sen-
iido, todos ellos individuos ni fascistas ni muy afortuna'
dos, ni trastornados mentalmente, hay derecho a hablar
de <<terror»>.
«iNacido del miedo?» Tal vez, pero esto significa
que existe arflenaza. Una colega nos manifest6 que dis-
cutiendo con un joven contestatario, éste le dijo:
El Universo Contestatario 155
los viejos no est6n contentos con la sociedad
que-Siles preparamos, no tienen m6s que suicidarse.
Lo que nos parece mds significativo en relaci6n con
el plano que aqui nos interesa -*el de la regresidn narci-
sista favorecida por la existencia del grupo-, es la into-
lerancia manifestada por ejemplo con respecto a Maurice
Duverger, cuyas simpatias por el movimiento contesta-
tario son muy vivas, pero que ha denunciado el cardcter
ut6pico; y también con respecto a Kastler; por ejemplo,
este extracto de Acci6n, firmado por U.N.E.F.:
<<La supresi6n de los ex6menes devolveria la Univer-
sidad al capitalismo feudal.» ;Falso o verdadero?
<<Falso.>> Otra equivocacidn del profesor Kastler. El
Premio Nobel propone esta curiosa ecuacidn: sistema de
los exdmenes o sistema del pist6n. En verdad, se con-
vierte en defensor del sistema actual de ex6menes basado
en la selecci6n social y el aprendizaje del conformismo
universitario, De este modo, en la actual coyuntura, se
convierte en agente de la contraofensiva gubernamental
y profesoral...
Touraine y Ctoziet, profesores de Nanterre, que cons-
tantemente han activado y manifestado sus simpatias por
el movimiento contestatario de la actual juventud mun-
dial, han sido mal mirados por los mismos a quienes
defendian.
Pese a la aparente tolerancia (65) de las asambleas
(65) _ Decimos «tolerancia apqre-nte» por la siguiente raz6n: Cuando, en
una asamblea de Ia Facuitad de Medicina (velada ionsagrada a «Sicoandiisis
y Ensefianza», p9r .ejemplo), alguien tomaba la palabra, debia declaiar
antes su color y decit si estaba en {avor del movimiento éontestatario. No
olmos. que_nadie declarase en contta del mismo. Al revés, frufo inaividuos
que sin rubor se declararon revolucionarios, socialistas. anarouistas. a oesar
{o a caus4) de, sus conocidas actirudes conservadoras,-del disdén'quà ha-
blan manifestado constantemente en sus telaciones cotidianas con el oi6iimo.
y por su sentido de Ia jerarquia cuando ésta iba a favor suyo. A-nuesmo
entender, toda situaci6n polltica que enffafle la manifestaci6n de la con-
ducta de muchas.personas, en la que predominen la desvergiienza y el
oportunismo, revela con ello su esencia totalitaria, y terrorista:
 El Universo Contestatario 135
134 André StéPhane

Se trata, en .efecto, de una amenaza de ruptura del

de contestatarios respecto a las opiniones contrarias
a
universo narcisista exultante en el que el sujeto se halla
iÀ ;ry;t, ilo. podido comprobar que esta tolerancia
inmerso y que, conservando las debidas proporciones, es
conocia unos limites rnuy precisos' un recuerdo de ese traumatismo fundamental que no
Las frases pronunciàdas no debian atacat al sueffo
significa tanto el nacimiento fisiol6gico-,
comÉn del gruPo. -fen6meno
como el nacimiento del Yo, o sea la difusi6n del Yo y del
«Todo ét [r. no est6 conmigo es un agente de la
Objeto en favor de las frustraciones que obligan al su-
represidn que se me està haciendo'>> jeto a reconocer una realidad que le es extrafia. A la f6r-
^Sorbona,
En la por ejemplo, una de las primeras
mula «El suefio es verdad» (Nanterre) hay que oponer la
,u.a", d"rpué, de iu ì"upàci6n, el empleado de una
f6-
entre los duda y el camino lento, el camino paciente del pensamien-
t i"u a" 1à regi6n parisiira dijo qu9-f1-uni6n
lograr to cartesiano. Se trata de la «desaparici6n del paraiso>r.
y 1-o, of,r"ro. eru m"y dificil de {66)'
"rtraf"rt* Por 1o demds, Karboc'h relata uno de sus <<viajes en
éeb ;.p;;ti, su opinidn pero trat6 de aportar datos'
la noche»:
é"rni"rà-.nte fue àbucheado y no pudo continuar' Una
que alllevar-
Àtudiante muy joven exp1ic6, casi llorando' Hacia las siete de la mafiana, en la Sorbona, uno critica
a 1os 6b"tot de Sures-
i"r ,*-t de Sud-Aviaci6n
y
violentamente a Descartes como principal responsable de la
".tr"iÉs
,r.., erto. se abalanzaton sobre ella las destrozaron' decadencia francesa y mundial. Como Descartes ha muerto,
por esto no pensamos ya en
le arrancaron el micr6fono de las manos'
é1.
Luégo,
-- Ériu hostilidad manifestada respecto a Kastler
y al
estar ligada 4 !t"lo De esta inmersi6n en la dimensi6n narcisista de
.*G;";; iu sorbonu (67) parecequerian- recordarles la la siquis nacen otras consecuencias en detrimento de la
arlue ,r*o el uno como elìtro I6gica y la realidad. Prevalece el verbo sobre la acci6n,
realidadaloscontestatarios.Pero_yahiradicalades- los dichos sobre los hechos.
largado las
;;;;t; del profesor Kastler, que -n9 -h1biacon los estu- <<iMatad a los btrr6cratas!>> <<iBasta de actos, de
amarras mdJ que a medias, y ha hablado palabras! »
diantes 1o que se califica de «lenguaje de la taz6n>>-
un verdadero Esta es una de las instrucciones... del orden.
;;-A.k.l'6n a la realidad constituye
por el médico al paciente
iri,r*uti.*o an6logo al infligido le priva
que sigue una cura de desintoxicacidn' cuando a Ralph. Quieten matatle. Y Ralph se disculpa diciendo: «Yo no he
hecho nada... 56lo querfa mantener la hoguera»», (o sea, <<s6lo le he dado
de su droga (68). primacfa a la realidad»).
Antes, han matado a dos niios; ptimero, Sim6n que querla revelar
el descubrimiento que acababa de hacet: el monstruo que aterrorizaba a
(66) Una estudiante pregunt6le entonces si em «por motivos de es-
los ni6os era s6lo el caddver del piloto del avi6n que los habla trans-
tilo» (sic). portado. En lugat de escucharle, los demds ni6os se atroian sobre é1 y lo
"'""[É'l'i"'ir']ìni";:;n2ti"?]:t;*,'t."$:uf ur'5[?]lr****l: matan, asegurando que él es el monsftuo. Luego, matan a Porcinet gue
declara que el mundo es cientlfico, y a menudo se identifica con los
n . !l"n".riiiu"; l;';:*6; v-h realidad' incita a susséi6venes companeros
avistados pot los adultos: «1Qué pensardn los mayores de nosotros?».
nàufrasos a que almente-n'"i?"ffi;iil.tii in ':aneficio de Jack' que Al matar a los dos nifios y petseguir a Ralph. el grupo trata de
rescatadores eventuales. r-""-à,-"!-attti*iào. '"uEilos instintos sin freno' eliminar a los rcpresentantes de la realidad, que obstaculizan la instautaci6n
reoresenta el principio atiiiXàti"r'"rlÉà"tio" .at
Después' petsieuen del universo regresivo del ptincipio del placer.
el-olvido de ia realidad , ààiil;à"1;Gi-adultos'
136 André StéPhane El Universo Contestatario 137

Se ha acentuado la expresi6n <<palabras sin fin», y ticas que conducirdn al partido comunista a observar
también <<el marat6n de la palabra», las <<habladurias»», una tdctica <<conservadora».
la <<verborrea» <<logomaquia», por 1o que nosotros
y Ia En efecto, el dominio del verbo coincide, en gtan
nos abstendremos de dar ejemplos de este estado de cosas'
parte al menos, con los aspectos ilimitados del universo
Hemos podido vivir lo que hay de mds profunda' narcisista. La materia no obstaculiza a la palabra, la
mente regresivo y vertiginoso en el abandono incontre realidad sigue siendo maleable al nivel de lenguaje. El
lado de là palabra' Estuvimos varias veces en el Ode6n papel no es cosquilleante, decia ya Catalina de Rusia,
durante su icupacidn; si el tema que se debatia era ele- mientras que los hombres y las cosas resisten.
vado trataba del destino del munde-, lo que se C"ontrariamente a la célebre f6rmula, «tomo la pala-
-se
decla era generalmente banal. bra» y «tomo la Bastilla» no pueden compararse.
Cada 7ez que volvimos alli, tuvimos la alucinante Se ha observado constantemente que los contestata-
impresi6n de haber abandonado la sala por un instante' rios nunca han propuesto proyectos para una sociedad
ya que el ambiente era inmutable, las frases siempre las nueva. Cuando se les dice: <<Bien, de acuerdo, nuestra
mismas; pero el tiempo pasaba sin que nos apercibiése' sociedad es perversa, vosotros queréis destruirla, pero
mos de'elio, y saliamos del Ode6n con la mente revuelta acon qué la sustituiréis?», han respondido siempre:
y sin peso, como un globo hinchado que al menor soplo no somos cocineros, no tenemos ninguna
-Nosotros
receta que dar.
de aire se femonta al cielo.
«ZHablar paru quién?» <<1C6mo pasar del dicho al Esta fdrmula (o f6rmula en apariencia) parece haber
hecho?, La cuestidn, asi planteada en el vestfbulo de sido proferida por primera vez por Cohn Bendit (71) y
entrada del Ode6n, no parece haber obtenido una res- a partir de entonces ha sido repetida varias veces (con
puesta verdadera. algunas variaciones). A nuestro entender, debe su éxito
A esta incapacidad, se opone de forma radical el tftulo -parad6jico
para todo aquel que no se ha dejado arras-
de la primerà obra de Lenin: iQué hacer? y la res- trar por las protestas contestatarias y continda razonan-
puesta que ofrece (69), asi como su critica cruel de la do, reflexionando y viviendo en el mundo de la reali-
i.fraseològfa>> de los izquierdismos (70); asimismo, corno dad-, al hecho de que permite al universo narcisista
veremos, la ideologia burguesa se sitfa en el extremo unas posibilidades infinitas de eternizarse. A partir del
opuesto de este umòt pot las palabras y esta impotencia momento en que se elabora un programa, no s6lo se
a actuar. tropieza duramente con las realidades, sino que se opera
A partir de ahora ya podemos entrever las relaciones necesariamente con unas elecciones que reducen singular-
sutiles que se formar6n entre los co'
«butgueses>> y los mente los «campos de lo posible>>, segrin frase de Sartre.
munistai, independientemente de las motivaciones polf- De este modo se entronca poderosamente lo absoluto con
lo infinito del ensuefio y se ofrece a los dem6s la imagen,
(691 Sea cual sea el iuicio a fotmular sobre- esta lespuesta'.lo cierto obligatoriamente mediocre y castrada de todo proyécto
.r qià-i..tiÀànià
-rolrr.io.r.s un profundo andlisis de los problemas- v ae t1!ti11u1!1
di que se oponen totalmente al universo de ensueflo de Ios
-"-'"lioi-
contestatalios. (71) Inspirado por Marx (Los ligones del poruenh).
Èi' izquierdisno, enlermeàad inlantil del comunismo'
 El Universo Contestatario 139
158 André StéPhane

improvisaci6n en el aspecto musical. El living-theatre

humano, incluso grandioso, por relaci6n- con la
magia de
parece acfi:at en el mismo sentido. Recordamos haber
nacimiento
i;,;;; iormuladÀ-,. El olimpo sigue dando discutido un dia de sicoandlisis con unos lacanios que
a ru-*"t- para emplear la Jxpresi6n de- René Andrieu criticaban unos conceptos freudianos. Con ayuda de
participaci6n
en L'Humaitité a ptoplsito del proyecto de ejemplos clinicos logramos demostrar la utilidad de tales
que ningrin programa
ae Oe Cautt", y t ò hày que olvidar conceptos para la comprensidn de unas posiciones con-
dèstinado a tamizat unos datos concretos y a propon€r
(72)' flictivas. Tras un instante de turbaci6n (en efecto, es
pr6cticas no podria e§gap-ar a la critica
--
solu"ioor.
al de la realidad' es pasar bastante raro que el sicoanr{lisis llamado lacanio act(e
Puru, dà1 plano del suefio por el método del ejemplo clinico), nos contestaron:
aet ìniverso iratcisista del absoluto al universo «anal» pero todo esto tiende a efectuar un sicoandlisis
àu frt contingencias, Y Ya hemos visto que la analidad -Si,
cerrado.
se veia violentamente téchazada por los .oontestatarios' O sea que, por aplicacidn concreta de un concepto
pal-
É" modo, todo lo encarnadò, todo 1o visible' de clinica, acabàbamos de sustraer el pensamiento de
"ilito,." todo lo que existe,-participa de la analidad'
p*i",ì nuestros interlocutores a la magia del infinito (73).
podemos ver que los que han sido,. y a su manera
'Asi,
de la con' Epistémon describi6 en el tiltimo capitulo de su obra
*n contestatarios, también son victimasdiversos me i,Para qué el poder? la impotencia de los estudiantes
"ri"
testaci6n. A nuestto modesto entender' los ante los problemas concretos que se les plantearon des-
tivos invocados para explicar este hecho deben dejar
manera
pués de la ocupacidn de Nanterre y el trastorno que
pu* u esta evidencia: cada cual ha realizado a su sufri6 toda Francia:
'r"u que existe y cuyo pe§o, grosor' y densidad' que

son "tr"
caractèristicas reales, constituyen otros tantos
obs- El ejercicio del poder se halla suspendido y devuelto a
un <(acaso»> y a un <rmaf,ana» seguramente precisos pero
t6culos al ensuefio. aleatorios (la revoluci6n socialista arin por realizar) que
Es desde esta perspectiva que pueden comprenderse dispensa a sus titulares de administrar sus pruebas «aqul» y
que se apoyan,
ciertas tentativas artisticas contempor6neas <<ahora».

no en la permanencia espontaneidad' sino en el

o la
y como por ejemplo Y observa, de una forma que se halla a favor de la
cambio, 1o efimero 1o espontàneo,
por haces luminosos
oposici6n que tratamos de formular entre el universo
ior Àorit.t geométritos iluminados
modifica inde- narcisista del ensuefio y el universo anal del materialis-
y
de colores, cuya sombra proyectada se
mo, que <<la cultura que da el trabajo manual, el dominio
ii"id;#.; o .1 lrgut v"' mayor concedido a la
de una técnica, las responsabilidades familiares, profe-
"udu
sionales, sindicales, los contactos prolongados oon los
(72) Cabe suponer que Ia ausencia de programa constiruve un acto
oiefes'' Por tanto' hav camaradas de taller... esta cultura la ignoran los estu-
oositivo pertectamente .ontttiiaJ-paì--n3{9 at IAs
à".'ri,""a1t-irì.àori., to sentido sicol6gico'
- Al afirmar qre lo. contà"triàìfu".ìir-i,.:.g", diantes».
-"quiu*rdo a elaborar u-n proyecto de
hastà cierto punto. semeiante pro-
.."iolà'n,L"r=*r-i.,..o, oÈtt'^ou ed.marcha»' Es preciso (7)) La crltica del
crama existe v es eI de d-;;i'i& lacanismo y Ia explicaci6n de su éxito puede
f;ltTf ràia*JirJ ,à.i.;-r* p*tiiJài-ai dicha comisi6n, sus proposiciones, fundarse en esta oposici6l entrc dos estnrcturas que definen dos actitudes
sus elucubraciones iunto frente al inconsciente, una religiosa y ofta racional.
il.*il;;iàJ;,-ìÀki.nin§^i=iontou'ao"s'
;?r"É#i;;ffii""tuìlÀ à"-Èì"ii"i i. i.por.n como modelos de realismo.
140 André StéPhane

Al parecer, uno de los motivos esenciales de la in-

compreirsi6n entre estudiantes y obreros es el resultado
de uia inmensa capacidad de captar la realidad posefda
por los tltimos, dèrivada de una mejor integraci6n de
ios derivados de 1o que los sicoanalistas denominan <<com'
posici6n anal de la libido». Aunque cualquier movimiento
à" gtrpo sea susceptible de entraflar una regresi6n co'
lectlva, la mayor inserci6n del obrero en la realidad le
torna menos apto para la entrega total al delirio colecti
vo. Sin rcchaiar 1à materia, 1o mismo que el intelectual,
no abonnina de la Sociedad de Consumo y sabe gozar 6
plenamente de ella, tanto màs cuanto que todavia no
forma parte de la misma. EL CONTESTATARIO Y EL VERBO
Peio hay que examinar mds intimamente el universo
de la palabra tal como se instaur6, por ejemplo, con oca'
si6n de los sucesos de mayo en Paris, universo que se Las asambleas... Cdmo apasionan... Cada
sitfa en el mismo lado del Edipo y la analidad, que dia. Dos veces ql dia. Alli se habla...
hunde sus rafces en el estado narcisista oral, y que hizo
exclamar a Ralph, el protagonista de El seftor de las 'Wtrruu GolorNc
tnoscas, consciente de la tendencia del grupo a retroceder El seftor de las moscss
de sus propdsitos:
esto continfa, tendré que volver a chuparme el
-Si
pulgar.
La inteligencia contempordnea no pionsa en
dirigirse, sino que se convierte en un iuego y
olvida sus responsabilidades. Las palabras, an-
tafio encargadas de signilicar la idea, ceden a
su propio vértigo; las ideas, las propias ideas,
cuya admirable misiin es traducir con claridad
la oscuridad, que en nosotros tiene valor de
presencia, sdlo se deducen ya de sus posibilì-
dades dialécticas.

RBM HuycnB
Didlogo con lo visible
142 André StéPhane EI Universo Contestatario 143

Para los contestatarios basta con decir y la Escritura

Al principio eta el Verbo, y es cierto que el proceso (prolongaci6n de la palabra) debe cumplirse. Es la fina-
d" Àuàrru"i6n empieza por la fase narcisista oral de et lidad esciturada de los te6logos. Los contestatarios han
donde nace la palabra. El sujeto que permanezca
nò hay que ser sicoanalista para compro-' decidido que <<los tiempos est6n revolucionados»; para
esta etapa
-y predominio del factor vital en el contesta-
;; "l-;;;t*e ellos, es algo bien establecido y no querer verlo es mala
una. forma narcisista- fe. Sin embargo, el Reino de los Cielos no ha salido de
;;-;J;,ptarà la palabra de partir de entonces' la los auditorios saqueados ni de los cubos de basura de las
a
-ani.u. Pari su Inconsciente, y la verbalizaciln a lona ac' calles de Paris, infestadas de ratas; el Templo fue des-
equivaldr6 al acto,
"uf'J.u truido por los romanos, pero nadie ha podido todavia
iio" v" ràafizada. Como recurrc a la regresidnunaeneven-
esta
<<reconstruirlo en tres dias».
etapa, ante la amerraza que para él.representa
Como para el regresado oral la magia del verbo es
,iui-'itiu"ru con el complejo de Edipo' y como su
inver-
absoluta, lo que dice es como una creaci6n acabada (y
;i;; ;;;g.tital tiene q-ue-remplazat alempezar haciendo
mundo edfpico
por C';finici6n; perfecta, ya que es conforme al ideal
;;fp;;;; ;" ve obligado u uolutt a narcisista), lo cual permite comprender esos textos en los
.""
ante todo tabla rasa.
que s6lo se trata de la creaci6n, puesto que: tantas pala-
ff p"a"rio a. los vocablos -gracias a su inversi6n
decir para la destrucci6n bras:a tantas creaciones. Se deriva de ello que toda la
*agiru:, bastafit pata esto, es refiere' una parte edipica de la evoluci6n sicofisiol6gica es inritil y
deimundo existente (1). El contestatario se corno inexistente, ya que el dominio de la palabra se
comentarista de
,", ,"à., ,f Evangelio, segrin subraya unde Cristo del vino confunde con Ia madtxez. Si no hay maduraci6n, tam-
S;; ffi." con ràlaciàn a la par6bola
poco hay jerurqrsia, puesto que ésta corresponde a los
;;;;; r" odres vieios, ya qut segdn dicho comentarista'
nuevo' y esto diferentes estadios de la primera. Y como el nifio ad-
i..,i" att., hacer el vino connpletamente
quiere su madurez gracias a la palabr4 cualquier depen-
,,onuedehacersecon(<componendasnipososantiguos».
'- i;;;p;;tion grorur de 1à sociedad se deriva' pues' de dencia con relaci6n al mundo de los adultos carece de
narcisista-oral' objeto, ya que la actividad intelectual le ocasiona su
ht ;;;;l;t de-las leves de la.regresi6n los contestatarios igualdad con el adulto, o sea su superioridad a veces (2),
i" "rri t"pfica el apego impulsivo--de la vieja barraca»' y la carga narcisista de que dota a esta actividad s6lo
u lu fOr*uiu .,primeio ttuy que derribar
universal- se verà aumentada.
àJ ro.o su eitrafieza por no ver compartida
(Segtin Marcuse, el complejo de Edipo no desempefia
;;rrc àsta opini6n (tanto mds cuanto que la fase oral
hoy dia el mismo papel que antafio, ya que el padre no
<(pura» es en si aconflictiva, inocente)'
es el modelo del hijo, puesto que los conocimientos de
Releed este llamamiento una y olta vez'
(1) éste son rdpidamente superiores a los de aquél. Asi, define
llesad a ser su autot,
corlreeidlo y copiadlo muchas veces, . (2) *-Etr la_f.amilta, el nifio vive en una dependencia econ6mica, afec
airrriaia milaies de eiemplares, tiva e intelectual, en relaci6n con sus padres, particularmente con el'padre
v ruando todos seamos sus autofes'.- o sys sustitutos sociales, y la rinica depeirdència que puede sabolearse
àt ui.i"--o"ao se derrumbard' cediendo eI s1tlo
a
dgsde edad-muy tgmpranà _és la intelectual .» Estanos'en itIarcba, de lQté
il #ìà,'d. È fi,y'ii;d,; !,èt#\::;,iffi,ìbrta citaaa). U ni aenidad?... (obra citcda).
144 André StéPhane El Universo Contestatario 145

la problemdtica edipica real' sino este modo superfluo el enfrentamiento edipico con el
exactamente, no s61o
padre, del mismo modo que cierta utilizaci6n del cono'
iulÀoàrriaades de evita;idn que estamos examinando'
cimiento hace màs fdcil el rechazo de una sabiduria ca-
oonfirmando involuntariamente nuestra hipdtesis')
pital, que a toda costa se desea mantener en las profun'
Esto favorece la constitucidn de un verdadero circulo
ya que el joven, gracias a esta satisfacci6n nar' didades oscuras del inconsciente. Este mecanismo forma
vicioso,'u"re"àntudu, parte del inconsciente de cada uno y aparece en ciertas
ti.r" 1a impresi6n de saberlo todo'
"irirtu creaciones esenciales a nuestra cultura, como el cristia'
ui À."ot de forma virtual, por una especie de «creativi-
(traducci6n de una cohenestesia real)' nismo (3).
àua
impulsa a reclamar la transformaci6n total del
"rportanea» En el Génesis, a la inversa, el mito nos presenta al
to
"rrft" que' para é1' hombre en el Paraiso, o sea en el estado de regresidn
sistema de ensefranza; en efecto, el criterio
(examen, diploma)' se sitria narcisista, en una felicidad exaltada inconsciente (estado
;;;id" el final de un ciclo regresivo, prolongaci6n de la vida narcisista prenatal). La
de una verdadera inversidn- al comienzo de
-a.rprre, reali- sexualidad y los impulsos en general parecen estar sim-
ér;;-il ;, punto de partida. Paru él,Ias cosas se
ulterior bolizados por la serpiente (el Tentador), mientras que la
,rr'a.ta" ei principio y toda la reglamentacidn y transgresidn de lo prohibido y divino (paternal) se con-
malicia'
-'- t. le
qu" quieìa imponer s61o serà abuso
funde con el conocimiento (comer el fruto de1 6rbol pro'
D" està modo, è1 lenguaje y la escritura ocupan el
hibido:conocer:relacidn sexual [en hebreo]). El co-
lugur d"l pensamiento y la creaci6n auténtica basados nocimiento se halla unido aqui al enfrentamiento edipico
erita reatiàad, en unos dominios cada vez m6s extendi- y comporta el contacto con 1o real, o sea con las dificul-
à"r, y, que el espiritu contestatario se expande' Se blande
la pistola tades de la existencia, el dolor, la necesidad de ganarse
il;ùbr_a como el joven delincuente.blande
su falo triunfante' El voca- el sustento y, ante todo, el abandono del Paraiso, es decir
;;-;;;;t y hacer "i.".de ",todas las ciencias' las palabras de la regresi6n narcisista; en una palabta, el comienzo
[;i;ri" ,Jdta el sitio del largo y penoso camino de la maduraci6n.
la
il à; gob.rrru, a las cosas, expresi6n supera a.1a
ante la ficcidn Atribuimos a la posesi6n de la palabra un papel que
,..i0" y"ia realidad objetiva retrocede
delirantè. Los que no utilizan el lenguaje <<en el viento>»
pasan por muertos o por imbéciles,- peto. siempre aboca' (1) Como dijimos, el ctistianismo reptesenta-ura tentativa del hom'
no puede hablarse de"'»"' bte ioi seguit siendo hijo (nifio=renunciaci6n aI Edipo) v conv.ertirse, no
à;; "i terror: «hoy dia obstànte, èn Dios (recupetaci6n del poderlonarcisista), -mediantg una

"iov-àiu
i"te hablarse de...' Y ya sabemos con qué
rr"iiiara la dictadura de los vocablos se confunde con
la dictadura de hecho.
Acabamos de reconocer en la posesidn narcisista
la inteligencia como defensa ante el complejo de
una de lu, ,uron"t de una senda-epistemofilia' La
rià" a" la inteligencia sobre un cierto modo
;;ì;;t;";-"r.i.à' de1 proceso madurador, tornando de
(seudo) identificacidn coo el padre divino, tompiendo asl Ia relaci6n con
èt padi'e hist6tico (cuya funci6n queda anulada pot el bautismo=sggundo
nacimiento), El ctistianismo, sin embatgo, no puede prescindir de una
castraci6n masoquista institucionalizada, ni de una proyecci6n permanente
del conflicto edìpico hist6rico desplazado sobre el divino; los judlos son
de
«deicidas», cuando en realidad fueron los ctistianos quienes entfonizaro[
Edipo' al Hiio, rLlegando al Padre al segundo lugar, 1o cual 9s un deicidio in-
consciente, riientr^t que los judlòs han petmanecido fieles al Padte (d
pose- iudalsmo ès Ia teligi6ì del padre). Es <<sobre nosotros y, nuesmos hiios
q.re .ae este crimen» (la aluii6o a los hijos tesulta significativa en esta
permi-te
ùoyecci6n, que es dobie, ya que la condenaci6n de los judlos se atribuye
a ellos mismos).
l+6 André StéPhane
s6lo parece cumplir de modo imperfecto, y un valor que
parece estar constantemente apabullado por el mismo que
lo ha instituido. En realidad, se trata de una situaci6n
dialéctica que exige ser aclarada, por lo que empezare-
mos por separar las contradicciones que existen entre
conductas diferentes que, no obstante, convergen en tor-
no a la posesidn de la palabra (y de la inteligencia).
Dichas diferencias son caractetisticas y ya hemos te'
nido ocasi6n de destacar algunas. Sabemos que el con-
testatario se halla muy 6vido de conocimientos y que
alatga sus seud6podos en diferentes direcciones para en-
riquecer el contenido de su doctrina con todo 1o que es
nuevo en ciencia, en arte, con todo 1o que <<est6 en el
viento>>. Pero al mismo tiempo es «el hombre de un solo
libro», que tanto temia Montaigne; se muestra relativa-
mente indiferente a todo el saber que acumula, 1o con-
testa todo, y a partir de todo, puede adherirse a la vez
a movimientos diferentes y contradictorios, sigue la moda
y los maestros del pensamiento que est6n de moda, de-
fendiendo una posici6n crucial con gran tigidez; da prue-
bas de gran sutileza 16gica, de un gusto refinado, de una
cultura a menudo muy extensa, de una erudicidn exqui-
sita, aunque a veces caiga reverentemente delante de al-
gunas verdaderas banalidades (Maoismo). Sabemos que el
oontestatario se apropia electivamente de todo lo que se
hace en gupo: la colectividad, el trabajo en equipo (her-
mandad narcisista), halldndose como impulsado por un
Ideal del Yo abstracto y lejano, en el que se reconoce,
a fin de cuentas, una figura paternal.
A este prop6sito no podemos dejar de observar que
mismo que el movimiento contestatario-, el cris-
-lo
tianismo aparece como halldndose a priori optesto al in-
telectualismo (Bienaventurados los simples o pobres de
espiritu, etcétera). <<E1 ser no es un concepto sino una
plenitud interior y superior a toda adquisici6n intelec-
El Universo Contestatatio 147
tual» (Santo Tom6s). «La fe no es contraria a la l6gica
sino superiob>, etcéteta, y sin embargo ha originado una
inmensa literatura solamente especulativa (la escoldsti-
ca) (4).
eC6mo comprender y equilibrar esta contradiccidn,
que tendemos a admitir que es s61o aparente?
Ya hemos visto que se trata del temor al Edipo y de
una postura de defensa por regresidn ante ese miedo. Ha-
bitualmente, esta huida ante el Edipo oomprende varios
mecanismos de defensa o formaciones reaccionales, o am-
bas cosas a la vez. Puede tratarse, por ejemplo, de un
desplazamiento o de un sistema de proyeccidn heredita-
rio de toda la carga efectiva edipica, insertdndose en
un conjunto ooherente de medidas que se extiendan sobre
toda la constelaci6n objetante del sujeto. Tal redistribu-
ci6n de energias se efechia lta vez por todas, viéndose
defendida con tanta mds determinaci6n cuanto que es
absolutamente inconsciente. [o visible de este sistema
es cierta postura doctrinal que es su traducci6n y que el
sujeto defiende, naturalmente, con encarnizamiento.
(4) En cuanto a esta abundancia literaria, se ha encontrado asimismo
con òàasi6n de <<sucesos» que de un dla a otro han dado lugar -a docenas
d" obrur, todas con el miimo contenido, o casi el mismo (la desctipci6n
insoirada'de los acontecimientos, colocados en la misma 6ptica, como los
É"-*g"tiot a Mateo,'Marcos, Lucas y Iuan), y teali?ando la
mismà puesta en marcha electiva y orientada, ,aunque de mds buena fe
"t.ibridot
que la due sin duda preside la tedaccidn de las llamada,s Santas Escrituras,
r^*i*d"'r y cotregidis varias veces. Obedeciendo a la misma conducta
contradictoria de que hemos hablado, los estudiantes se atrojan €D masa
sobre dichas publièaciones (las estadisticas de los editotes que tienen -en
iuènt" et emilazamiento dè los puntos de venta lo demuestta con elo
."ància). lo Àismo que los aficionados al fÉtbol que, después de haber
un partidò, se ptecipitan a comptar el diario que relata las
"rirtid"'" del iuego, f:ata rèvivir una vez màs la misma emoci6n,- tratando
i"iid.o.i"r
a lor qre las éonficiiònan y venden de «buitres-- de la- revoluci6n>>. Esta
literatura contestatatia sirve para hundir a los fieles del movimiento en
una reviviscencia efettiva, poi lo que el refozamiento de sus posiciones
,ià"ti"rs. ouede
^ite considerarsà en el sentido etimol6gico del término de la
Uiirrtirà edilicaci1tr. Se sirve a los adheddos como alimelto-espiti-
i"at, .àti"nt", que acompafia casi a los acontecirnientos, como la liturgia
ari'.òòÀo^Àà i t, Miru. La decantaci6n ctltica es secr:ndatia v s-go-er{lga
i-èr".igà del fewor. Ademris, los j6venes no pueden espetar' Todo ha
de set «en seguidar>.
148 Andté StéPhane
Sin embargo, esta construcci6n se halla a merced de
incesantes ataques por parte de una mitad del Yo del
sujeto, mitad también inconsciente pero con un contenido
muy distinto. Por una parte, el sujeto habrd desplazado
cierto aspecto de su Edipo en una figura paternal divina,
cuando, seguro de su cultura, juzgue superada toda creen'
cia religiosa. Buscando de este modo su seguridad en el
universo de la fe y el milagro, experimentard cierto ma-
lestar en este mundo que no es ya el suyo. Tratar6, pues,
de rcalizar 1o imposible, o sea conciliar dos posiciones
contrarias, tentativa que plantea varios problemas de los
que trataremos m6s adelante. En realidad, a pesar de
Cierta tradici6n cristiana que 1o acostumbra a vivir en
la contradicci6n (de nuevo el dogma y la realidad), su
tentativa no puede dar buen resultado a menos que no
realice una verdadera escisi6n de su Yo y que en lugar
de una sintesis imposible no acentÉe mds la separaci6n
entre su Yo que ciee y su Yo que niega. La duplicidad
de su conducia interna sobrevive al conflicto y, por el
contrario, las partes en conflicto empiezan a vivir a
partir de este instante completamente independientes en'
tre si. Esto ocasiona al Yo global cierto alivio y asegura
a cada una de sus partes la libertad de empujar su posi'
ci6n lo mds lejos posible, cuando la particidn del Yo
ha puesto radicalmente fin a toda disensidn en su seno'
Però esto también abre el camino a la regresi6n y a §us
consecuencias, o sea al fanatismo y al maniqueismo, ya
que una vez establecida la separaci6n habrd que mante'
rierla, lo cual se obtiene por una fuga al frente. La doc-
trina se defiende con violencia, no porque sea criticable,
sino a causa de su debilidad y fragilidad: credo quia
absurdum (5),
(5) Al oarecet. esta frase' tal como es, nunca fue ptonunciada, pero
.or..'rio.rdà i É.ho sicol6gico real, y para nosottos s6lo cuenta esta
realidad. "n
El Universo Contestatario 149
En cuanto a la bdsqueda de una sintesis, como la de
la fe y la ciencia, es muy dificil. En el tiempo por
-y
largos siglos-, ambas coinciden totalmente y afn en la
actualidad, el ejercicio y la posesi6n de la ciencia màs
abstracta comprende un gran componente narcisista, que
nos acerca, en cierto sentido, al misticismo. Coguel (6)
precisa respecto a la teologfa juanista:
<<La nocidn de conocimiento no tiene un cardcter pu'
ra ni siquiera principalmente intelectual, siendo el equi-
valente del de la comuni6n.>>
<<No me buscarias de no haberme ya hallado», y el
artista, como el mfstico, estd bien seguro $e sus tema§.
Picasso le dijo a Braque:
-Yo
no busco, encuentro.
Aunque, como es fdcil de ver, se trata de Picasso,
que también dijo:
es excelente, pero es preciso reflexionar.
-Pensar
Con esto hacia alusidn a una funcidn mental superior,
cuyo fin es controlar la actividad del pensamiento que se
ejerce espontàneamente, sin referencia alguna a la reali'
dad. En efecto, el narcisista tiene tendencia a hundirse
en su actividad mental como en un juego intelectual, y
si utiliza su inteligencia no es para controlar o verificar
sus propias posiciones defensivas (complexuales)
-lo sino,
que
podria poner en peligro todo el sistema edificado-,
al contrario, para consolidarlas llenando, de cierto modo
mediante su producci6n intelectual, el vacio que separa
su fe de la realidad. Y aqui interviene el mecanismo del
que nos hemos ocupado anteriormente, o sea la posesi6n
de la motricidad verbal y oonceptual, a tftulo de com-
pensaci6n narcisista de la evitaci6n del Edipo.
Lo que importa de todas esas conductas (nos referi-
mos a los contestatarios y otros misticos) es, ante todo,
6\ El mcimiento ilel uistianitmo (Payot ed.).
150 André Stéphane
la postura afectiva inconsciente bien establecida, a la
que no hay que tocar (sabemos que todos los totalitarios
se hallan en favor de la libertad de discusi6n pero dnica-
mente en 1o que respecta a los detalles, ya que los dogmas
fundamentales son intocables, y esta misma postura se
halla entre los contestatarios mediante el sistema de pre'
misas: se aseguran de 1o esencial y se discute 1o demàs).
Mas lo que vemos crecer y expansionarse ante nosotros
es justamente este resto, es decir, el relleno del vacio
existente entre el dogmatismo y la ciencia o la l6gica, me'
diante una producci6n intelectual. Ésta se impone a no-
sotros, ya que unavez enunciado el dogma queda al abri-
go de toda modificàci6n, sin que la actividad intelectual
narcisista sirva mds que para sostenerlo. La escold.stica de
la Edad Media estuvo directamente unida al dogma, de-
fendiendo abiertamente una al otro. Hoy dia, el dogma
expresado se halla bastante alejado del mecanismo com-
plexual que 1o condiciona, y la escolàstica se llama de
otra forma, ya que, como hemos destacado antes, todas
las disciplinas que lleven la etiqueta del <<modernismo>>
pueden utilizarse a este efecto. La postura de los clérigos
también es la misma en la actualidad, ya que la ambiva-
lencia de los exégetas es eterna. Sin embargo, son al mis-
mo tiempo los ardientes defensores de su fe a través de
la escol6stica que utilizan con pasi6n y precisi6n. Pero
en este entusiasmo aparente hay un aspecto ficticio que
se transparenta de yez en cuando. Esto es lo que explica
la sribita y total caida de ciertas tensiones y la descon-
lianza de la clase obrera respecto a las doctrinas con-
testatarias.
Al hablar del cristianisrno ya hemos subrayado cierta
contradicci6n entre el Verbo y su observancia. En reali-
dad, lo que gobierna la religi6n es la constelacidn com-
plexual que organiza (remitimos al lector a lo dicho so-
bre un ideal divino, del lugar del padre ocupado por el
El Universo Contestatatio 151
hijo, de la proyeccidn masoquista sobre |esÉs por una
pu*t", y sddica sobre el iudio, por otra), y, en realidad,
àsta cònstruccidn es inconsciente. En cambio, todo el
contenido de los Evangelios (el texto) sdlo sirve para
recubrir este fondo complexual, para protegerlo, para ha-
cerlo aceptar y colocarlo en el sitio del conflicto edipico
que, a peìar de toda la construcci6n de sus defensas, no
est6 resuelto, halldndose ete(namente presente y amena
zador poética o literaria-, es decir, la palabra
-obra
o el Verbo. Cada uno admite labelleza (en el sentido mo'
ral o estético) de esta obra, la seduccidn de Ia predica-
ci6n de |esris, la poesia de sus paràbolas, su lirismo arro'
llador, la grandeza trdgica de la reconsffucci6n dramdtica'
Es sabido que la literatura rabfnica contiene muchas sen-
tencias, preceptos morales que |esris adopt6, mas pot
haberlas lormulado de otra forma, sus palabras, gracias
a su calidad poética, se han impuesto con enorme fuetza,
en tanto que lu literatura rabinica s61o es conocida por
una minoria ferviente. Se trata, por tanto, de una obra
poética que permite el mantenimiento de cierto equilibrio
iomplexual, relativo también y en el que el efecto catàr-
tico desempefla un papel preponderante. Pero el clistia-
no, y sobrà todo el cristiano esclarecido, sabe perfecta-
*.ni. qué ha de pensar respecto al papel real de todo
este ,,coirtenido», y existe muy poca gente que oomprenda
que alguien pueda regalar de verdad su trinica a aquel
que le ha robado el manto; normalmente, la gente con-
sidera esto auténtica literatura, debiendo entenderlo como
una simple metilloru (y no como Palabra del Evangelio)'
Para terminar con estas reflexiones, relataremos nues-
tra experiencia respecto a un grupo profesional, del que
una Àayoria particip6 activamente en un movimiento
contestatario.
Para no asustar a nadie, diremos que §e trata de los
faroleros, corporacidn digna de respeto
pero que tiene la
152 André Stéphane El Universo Contestatario 153

ventaja de no existir. Bien, este grupo desarrollaba una lejana a su objeto original, en el lugar de una relaci6n
doctrina extremadamente sabia y sutil, desde hacfa mu- edipica con el mismo objeto.
chos afios, paralelamente con la técnica de encender Asi es c6mo la escoldstica moderna se impone me-
faroles, doctrina de la que se hablaba muy bien puesto diante una ciencia aut6noma, y c6mo en lugar de unirse
que era oscura y nadie se atrevfa a proclamar que en a la integraci6n de su complejo edipico, el adepto de esta
la misma no existia nada interesante. Al parecer, esta disciplina 1o disimula bajo una tapadera de <<creaciones>>
doctrina, segrin los que la entendieron, se hermanaba poéticas.
con el movimiento contestatario y se imponia absoluta. A nuestro entender, es también a partir de esta re'
mente, no s61o en cuanto a la comprensi6n del alumbrado pugnancia a abandonar el universo narcisista y sus sorti'
de los faroles, sino a la de otras ciencias <<de moda». legios que pueden explicarse otros rasgos de la revuelta
Cuando de vez en cuando veiamos encenderse un farol, estudiantil en el mundo entero, como:
nos sentiamos muy interesados por esos importantes des-
cubrimientos cientificos, por lo que le preguntamos a uno la contestaci6n de toda jerarqufa;
de los jefes de fila de ese movimiento, que nos iluminase la ausencia de la torna de conciencia del cari{cter con'
nuestra linterna (frase muy a propdsito) ya que los nue. tradictorio de las demandas;
vos descubrimientos y las nuevas teorias no han dejado, la negaci6n y rcchazo de las reformas;
sin duda, de modificar completamente el oficio que ejer- la ausencia de identificaci6n con <<los dem6s»;
cemos con toda modestia pero con devoci6n. Mas, tras
la imposibilidad de analizar correctamente la situa-
ci6n y, en particular, de determinar si se trataba o no de
haber presentado asf nuestra demanda, cu6l no serfa
nuestra extafieza (y a decir verdad nuestra decepci6n) una situacidn revolucionaria.
cuan'do oimos unas palabras en respuesta, que demostra-
ban que su extrafleza no era menor que la nuestra:
nosotros encendemos los faroles exactamente
igual-Yaya,
que antes, corno todo el mundo, y esto no tiene
nada que ver con las teorias, absolutamente nada.
Por tanto, es posible revolucionar la ciencia sin que
esto ejerza la menor influencia sobre el objeto de esta
ciencia; es posible desarrollar un conjunto de conceptos
inteligentes y espirituales, presentado de forma poética,
hermética y seductora a la vez. Es posible proseguir un
juego intelectual que acabe por constituir un sistema en
si, peto s6lo en si, para acabar extrayendo de ello unas
satisfacciones narcisistas y para colocar ese sistema narci-
sista autdnomo, que utiliza como coartada una referencia

7
ALGUNAS CONTRADICCIONES INTERNAS
DEL IZQUIERDISMO
La ausencia de toma de conciencia del cardcter con-
tradictorio de las reivindicaciones, observada tan a me'
nudo, parece intrfnsecamente relacionada con la dimen'
si6n siquica en la que evolucionan los contestatarios. Por
ejemplo, se ha observado que los estudiantes exigen a
la vez la supresi6n de la selecci6n y reclaman escapato'
rias seguras. Asimismo, se niegan a ser los perros guar'
dianes del capitalismo; rechazan recibir una formaci6n
que pueda convertirlos en guardianes del sistema bur'
guésfy sin embargo exigen también en esto escapatorias
ien réatdad, sus reivindicaciones contra la universidad
burguesa que selecciona y forma los cuadros futuros se'
grin las necesidades del régimen capitalista se halla en
òontradicci6n de la realidad universitaria de diversos pai-
ses a los que siempre se les ha reprochado la falta de
adaptaci6n a sus verdaderas necesidades econ6micas)'
Ademas ic6mo cabe imaginar un estado socialista que no
ejerua urra seleccidn rigurosa, corno existe en los pafses
dll Este, y una adaptaci6n absoluta a las necesidades del
El Universo Contestatatio 155
Plan? Y en caso de imaginar un socialismo que no efec-
tuara esta selecci6n ni esta adaptacidn ec6mo exigirle al
mismo una supresi6n del ocio y una gesti6n econ6mica
racional? En realidad, los estudiantes de Varsovia se ma'
nifestaron con pancartas donde podfa leerse: <<Paz, Lr'
bertad, Trabajo», lo cual es sefial de que algtn fallo exis-
te en el Plan.
A nuestra pregunta formulada a un polaco: «i,Hay
vagos entre vosotros?>>, se nos contest6 afirmativamente.
derecho a prestaciones?
-Z,Tienen
se les envia a efectuar trabajos de allanamien-
-No,
to de terrenos.
cual sea su oficio?
-iSeaefecto.
-En
También se ha observado a menudo la irrealidad de
una marcha que tendia a pedirle al estado burgués «que
destinase locales, fondosy funcionarios para una insti-
tuci6n (la Universidad Critica de las Ciencias del Hom-
bre) (1) cuya finalidad explfcita seria destruir a dieho
estado>>. Epistémon) (2).
Estas contradicciones se refieren, naturalmente, al
- politico,
plan propiamente dicho.
aNo se ha visto pedir simultdneamente la muerte de
los burdcratas y que el Estado se encargase de nuevos
aspectos de la vida ciudadana? (Niflos educados por la
sociedad, alojamiento y alimentacidn gratuitos, etcéte-
ra...) Suponiendo que algunos servicios pudiesen ser des-
centralizados y autodirigidos, es indudable que en el in-
terior de dichos servicios deberia existir una burocracia
creciente. Pero si el principio de no contradiccidn es
uno de los fundamentos del pensamiento l6gico, también
(1) Ver terioecto a la Universidad Critica Alemana el artlculo pte
-onitÉ d. Re"é Marié (Étades, marzo 68)i «La agitacidn estudiantil en
Alemania».
(2) Cabe pensar que los «jefes» no se dejan engafiar por estas con'
tradiàciones, peio éste no es el caso de la masa estudiantil.
156 Andé Stéphane
se halla ausente por completo del universo narcisista
del principio del placer. En este universo reina la ley del
todo o la nada, de lo absoluto. Epistémon proporciona
también una descripci6n de este fendmeno:
A los otros estudiantes (3), y entiendo por éstos a los que
se han sentido profundamente-afectados por los sucesos de
mayo en Paris (tg6S), poco les importa que haya cambiado
*algo». Su espera est6 situada en otra dimensi6n distinta a
la èsfera de 1ò razonable; es una esperanza absoluta, es la
esperanza de que todo cambie.
Hay que comprender que s6lo el <<universo anal» de
la realidad admite las modificaciones, las transformacio-
nes, las disposiciones. Este universo es el rinico capaz de
medir los hoyos a llenar, de utilizar los materiales existen'
tes para una refundici6n, una reparaci6n, un nuevo enye'
sado, una reforma. Él s61o confiere los ritiles necesarios
para esas operaciones, inscribiéndose en el tiempo, en
el porvenir, con lo cual permite al sujeto una elaboraci6n
paciente y progresiva. La dimensi6n narcisista es, por el
contrario, la del <<ser>> y desconoce, por consiguiente, al
universo del proceso.
<<Reforma mi culo»», segfn Queneau (Sala C 20 de
Nantene.
«1936 tiltima capa de pintura» (Condorcet).
He aqui lo que completa las interpretaciones que he'
mos intentado dar sobre el cafitcter destructor de los
movimientos contestatarios en general. No se trata, en
efecto, de repintar sino de <<destruir>». Asi, el rcchazo
de la reforma («He oido varias veces a los jefes estudian-
tiles mds radicales afirmar que ningrin funcionamiento
renovado de la Universidad podrfa considerarse seria-
mente mientras subsistiesen no s61o el régimen gaullista,
no s61o la sociedad capitalista, sino mientras siguiera
(l) Que opone a los estudiantes tazonables.
El Universo Contestatario 157
en pie el capitalismo internacional. De este modo, hemos
partido para una larga espera», Epistémon), aunque tome
como pretexto la imposibilidad de discutir con el poder
burgués, o si demuestra màs cfnicamente, o mds ingenua-
mente, una voluntad de agitacidn permanente («No de-
bemos presentar el proyecto de reforma ya que si lo
aceptan no lo podremos contestar, mientras que si el
gobierno formula uno, podremos continuar contestando»)
(tema sostenido por uno de los jefes del comité de huelga
en la Facultad de Ciencias de Paris), aunque, por parte
de algunos, forme parte de una tdctica bien estudiada,
no @rresponde a la necesidad de conservar la postura
inconsciente que hemos definido. 56lo este factor explica
que el rcchazo de la reforma pueda constituir la divisa
de una masa de estudiantes que, una semana antes de
tales acontecimientos, no se hallaban enredados en politi
ca. Es también en razdn de esta ley del <<todo o nada»,
que durante los sucesos de Paris no se evoc6 la experien-
cia sueca, que sepamos al menos. Una sola vez alguien se
refiri6 a la misma delante de nosotros; era un profesor
de Filosofia que se hallaba eminentemente confundido
entre <<régimen» y «gobiernor» socialista. El socialismo a
estilo sueco no tiene nada exultante porque no necesita
<<destruir lo existente», trat6ndose de instituciones y medi-
das razonables que aseguran el bienestar real de todos
cerca de la magia de lo inefable. Es «el paraiso sin sal»,
segrin expresi6n de Revel en L'Express.
La idea segrin la cual la revoluci6n es un bien en si,
y hasta el bien supremo, conduce a la separaci6n total
de los contestatarios intelectuales de toda la corriente tra-
dicional de la izquierda humanista, ya caduca y ridfcula.
Hemos podido comprobar que durante los movimientos
contestatarios no es posible que alguien confiese ser «li-
beral dem6crata>> sin que excite las iras del interlocutor
que asimila al tal con los fascistas, bien con ironia, bien
158 André StéPhane El Universo Contestatario 159

hip6tesis al respecto. Se hallaban simplemente <<absortos»>.

con una exftafleza semejante a la de quien hallase un
En julio, ofmos a otros revolucionarios asegurar que s6lo
diplodocus vivo.
la no participacidn del Partido Comunista habia provo-
Es esta misma regresi6n siquica al universo narci- cado el fracaso del movimiento. Como esos <<revoluciona-
sista 1o que explica, à nuestro entender, Ia creencia
de
una situaci6n revolu- rios>> eran profundamente anticomunistas y afirmaban ser-
los conteitatariòs que se hallan en
1o ya antes de los sucesos de mayo, asegurando, lo mismo
cionaria. En su anteproyecto de una <<revoluci6n cultural que otros contestatarios, que deseaban algo muy distinto
y;;;i;i', la comisi6ì .iErtu-ot en marcha>> emite el si- a un régimen comunista, uno de nosotros les pregunt6 si
guiente postulado:
no hallaban cierta contradicci6n en reprocharle al Parti-
es un movimiento' uoa fuerza do Comunista su total abstenci6q y su rechazo de un ré-
La ideologia revolucionaria
-ò-
a la oue se pertenece u tu q'" se combate' No se cuida gimen comunista, dado que el Partido y la C.G.T. (Con-
àrì"i r,ittoti.rs, dèjando es-ta tarea a los -espe' federaci6n General del Trabajo) eran las rinicas fuerzas
""rài.'ionài
;i'u;t--il^i;:"obÈ1ivid;à;' una revol'r'ci6n es revolucio'
una ideologia-y una acci6n
L*a. uputè""t Jo'ta§ movimiento' de izquierdas verdaderamente organizadas en Francia, por
"*i"-
i*ài"Jiiiàìi".-!"-éi
'"" -t"
Una revoluci6n lo que de haber triunfado la revoluci6n contestataria, la
iiéve presto que"iii*o
ya no seria una revoluci6n' consecuencia,. en breve plazo, habria sido la ascensidn
al poder del Partido Comunista. La respuesta fue que la
Esta ausencia de sentido de la realidad en un tema
revoluci6n era un envite, consistente en fraguar una pre-
tan grave puede irritar; también puede consternar o per'
si6n sobre el Partido Comunista, lo cual habfia modifi-
turbar. cado sus tradicionales opciones (!).
es uno En el mes de agosto se le plante6 la misma pregunta
Ei oroblema m6s grave -declara Episté-mon- a otra contestataria, muy encantadora. La respuesta fue
d" ;i.à;;;;-;;il"iofuti". Yo no acepto.el precio de pa-
ou. ,rna càtdstrofe ccon6mica, una guerra civil' una lnvasron como sigue:
:fi;ì;;ilru ai"tàa".u militat fot unas acciones descon'
doctri-nario g.Por im- usted verdaderamente que el Partido Comu-
:ià;à;.. i'{;-à';."o A;; lor nihiliSmo
el pais v la Universidad'- que
-ecree
nista
I.*iìIo" ilv"nii i" dÀrtruvunt"" habrfa conseguido el poder? aire sofiador-.
-con est6 de acuerdo
i#;;"#rìfièà',ì;;"-Ài' ùola reioluci6n,
eultfo.las empresas desti-
vale la pena de
SI, tal vez... pero el Partido Comunista
;&;-i;;to^. De-hacer con los demds partidos de izquierda y se habria visto
que triuofe.
obligado a respetar sus acuerdos.
En efecto, que uno esté en favor o en contra de la Lo que afiade pimienta a la cosa es que esa contesta-
revoluci6n, resulta tremendo ver a j6venes
(y también' taria regresaba de Praga. ,

por à"tg*lia, a adultos) que se precipitan con la eabeza
'gà"rm rr-"".i" ian .,loca uv"ntu.u", sin evaluar sus posibi-
l-idud.r, su coste y sus consecuencias' A rurz de los suce-
ror a.'mayo de 1968 en Paris, hemos visto c6mo los
<(revolucionatios>> se preguntaban por qué el Partido
Co
munista no les habia ieguido, sin poder formular ninguna
En el mes de setiembre, un periodista de izquierdas,
muy inteligente, acogi6 como un verdadero descubrimien-
to nuestra hip6tesis respecto a la subida al poder de los
comunistas en caso de que Ia revoluci6n hubiese triunfa-
do, o sea que no hubiera fracasado por un putsch militar.
Cuando en el mes de mayo tuvimos ocasi6n de decir-
160 André Stéphane
les a unos contestatarios (adultos) que habfan recibldo
una formacidn polftica de las mds serias, que si eI Partido
Comunista no seguia al movimiento era porque la coexis-
tencia pacffica implica que los comunistas no tomen el
poder en Europa occidental, nuestra hip6tesis fue acogida
como una sdbita iluminaci6n, viéndonos asaltados rdpida-
mente por esta pregunta ingenua:
;por qué no lo declaran? Ademds... s61o tie-
nen-Pero
que hacer caso omiso de la coexistencia pacifica.
si esto desencadenase una guerra?
-iY revoluci6n es una apuesta (4).
-La
Asimismo, s6lo muy lentamente se empez6 a abordar
en Francia el problema del Ejército y la Policia. A los
que se referian a octubre de l9l7 les hicimos obser-
var que precisamente se trataba de 1917. Entonces, se nos
contestaba que la huelga general era un arma tan poderosa
como el Ejército. Si insistiamos, recordando que la huelga
general, bello mito soreliano, no habia sido posible con
la ocupaci6n alemana y que ante los tanques los grupos
se dispersaban, nuestros interlocutores se apresuraban a
cambiar de tema. Por lo demds, y de modo significativo,
el di6logo s6lo fue posible a pafik de julio. Hasta en-
tonces, el universo del ensuefio y el universo de la reali-
dad corrfan paralelos sin encontrarse jam6s, separados por
una barrera invisible pero infranqueable (5). En nuestra
(4) Dicho sea de paso, un envite sobre la grrerta at6mica. Resulta
evidente que la revoluci6n puede ser una apuesta cuando un pueblo estd
desesperado; Budapest fue un envite. Hoy dia, nada iusiifica en los palses
occidentales semejante riesgo, salvo los conflictos internos de los intelec-
tuales; los obreros, por su parte, no parecen decididos a cotretlo.
(5) Nota de octubre de 1968: «Cohn Bendit esoibid en El izquier-
dismo, remedio a la enlermedad senil del comanismo, libto que, dicho sea
de paso, no siempte contiene un programa para una eventual toma de
poder, ni proyectos para ura sociedad posrevolucionaria (aparte del consejo
de arroiat tomates contra la pantalla cuando aparezcan anuncios publici-
tarios):
<<De todos modos, tenunciat a uD proceso revolucionado so pletexto
de que existe un Eiército y una Policla, es renunciar a toda transformaci6n
radical de Ia sociedad, tanto por Ia vfa legal como por la patlamentaria,
El Universo Contestatario 161
calidad de analistas, tenemos la c.ostumbre de observar
y analizar el eco que producen en nosotros las palabras
de nuestros pacientes. Es lo que denominamos «el ane-
lisis de la contratransferencia>>. A menudo, nos da indicios
preciosos sobre el sentido inconsciente de estas palabras.
En los meses de mayo y junio, creimos que era preferible
no referirnos al ensueflo de algunos <<revolucionarios»,
lo mismo que a veces es peligroso despertar a los so-
n6mbulos.
la fiietza del deseo parccia suficiente para des-
Como
truir los la imaginaci6n sdlo tenfa como fun-
obstdculos,
ci6n ocupar todo el campo siquico, ejerciendo una espe-
cie de cumplimiento alucinador del deseo, perdiendo su
capacidad de aferrarse a lo real anticipdndose el suceso
e identificdndose con el adversario o el aliado eventuales
para combatirlos o convencerlos mejor. Asi, los estudian-
tes, impulsados por la necesidad de sentirse victimas de
un complot terrible sobre la que insistiremos
-necesidad
mds adelante-, persuadidos de vivir en un régimen fss-
cista (le dijimos a un estudiante durante una manifesta-
ci6n que corrfamos el peligro de desembocar en el fas-
cismo, y nos contest6: lHace ya mucho tiempo que esta-
mos en él!), tras haber gritado 1G.R.S.! 1S.S.!, se pe-
garon carteles de Hitler bajo la imagen de De Gaulle, con
la cruz de Lorena gamada, y las antenas de televisi6n con
la forma del simbolo de Ia resistencia.
Pues bien, sea cual sea la opini6n que merezca la po
litica de un fefe de Estado, esta asimilaci6n es profunda-
puesto que dpor qué el empresariado, los reaccionarios, aunque vencidos
electoralmente, no habdan de servirse del Eiército para defender sus
privilegios?»
Es de admirar Ia facilidad con que Cohn Bendit enviarla a obrems
y estudiantes conta el Ejército para una revoluci6n sin programa, en pafses
donde nadie se muere de hambre, en lugat de considerar coloiamos
-nosy la Policla
en su punto de vista- las condiciones en las que el Ejército
serlan susceptibles de unirse a los revolucionarios, lo cual es el Énico
problema verdadetamente interesante.
6
t62 André Stéphane
mente extrafia para quien recuerda que dibujar furtiva-
mente una cruz de Lorena en las paredes de Paris en los
afios 40, podia valerle al culpable, en caso de ser sorpren-
dido, Ia deportaci6n o la muerte. La asimilacidn de Hit-
ler con De Gaulle, que fue el simbolo francés de la lucha
contra Hitler, implica tal deformaci6n de la realidad, tal
desconocimiento de la esencia del nazismo, que parece un
razonamiento paranoico.
No obstante, el inconsciente de quienes han visto este
cartel, aun sin estar versados en sicopatologia, se sien-
te emocionado y hasta asustado, segrin hemos podido
comprobar. Todo ocurre, en efecto, como si en un plano
dado el espectador interpretara el cartel dei modo si-
guiente:
«Si se hallan obligados a proyectar a Hitler sobre
alguien que no se le asemeja en absoluto, es porque Hit-
ler forma cierta parte de ellos mismos y no saben c6mo
librarse de dicha parte».
Esta forma de amalgamar a los contrarios (Hitler
y De Gaulle, Grappin, antiguo deportado y hombre de
izquierdas, con los nazis, a los israelitas con las hordas
fascistas), deriva del mecanismo inconsciente siguiente:
Para el que se siente culpable de sus impulsos sàdi-
co-anales asimilados al hitlerismo (Hitler in uns, tit:ulo
de un libro alemdn de posguerra) la existencia de su con-
trario (en este caso concreto De Gaulle) y sobre todo, de
su victima (el judio, el deportado) se vive como una acu-
saci6n; de ahi las respuestas: «Hitler no soy yo, sino
tÉ», y cuando la vfctima se confunde con el verdugo, la
tesis con la antftesis, la culpabilidad desaparece. Un pri-
sionero de un campo alemàn en 1914 relata que el ham-
bre que atenazaba a los presos rusos del campo empui6
a uno a recoger una cabeza de pescado caida de un cubo
de basura. Un guardi6n alemr{n se indign6, exclamando:
<(iNo eres un hgmbrg!», y lo atraveg6 con su bayoneta,
El Universo Contestatario 163
Uno de nosotros, que asistia a la terrible pelicula de
Alain Resnais y ]ean Cayrol, La noche y la bruma, oy6
c6mo un especiador, visiblemente agitado murmuraba
cuando en el film se ve{a a los tractores precipitdndose
contra los osarios:
podredumbre!
-iQue
La acci6n del alemàn y las palabras del espectador
ilustran el mecanismo anteriormente descrito.
Asimismo, la pancarta <<No a la dictadura gaùllista»
que onde6 durante mds de un mes en la calle Saint Gui
llaume de Paris, significaba una completa ignorancia de
lo que es una verdadera dictadura. Es evidente para todo
aquel que recuerde la ocupaci6n alemana (hemos vivido
también en un pais del Este), que en una dictadura nadie
habrfa podido redactar esta frase y arin menos colgarla
en plena calle (una colega que acababa de llegar de un
pafs verdaderamente dictatorial y a la que preguntamos
qué opinaba de este suceso, respondid: <<1Es magnffico!
Esto sdlo puede ocurrir en una democracia») (6).
Ya hemos mencionado en el mismo orden de ideas
lo que narra Epistémon:
A los hombres de mi generaci6n, los estudiantes les pa-
recen injustos cuando comparan los C.R.S. a los S.S. (a
los que no han conocido) y el movimiento estudiantil, que
siempre fue pdblico, a la Resistencia que era clandestina. Una
noche yo circulaba iunto a la Sorbona circundada por cor-
dones de policia, y unos jdvenes me interpelaron: «Usted
conoci6 la ocupaci6n. lSe parecia a esto?».
Los contestatarios tenian, pu€s, cierta dificultad en
identificarse con aquellos que su propaganda deseaba
destruir, pareciendo ignorar el efecto que puede produ-
cir a la larga el desorden en las calles y el espectdculo
(6) Esto rrc implica que el égimen polltico de Fralcia se halle al
abrigo de toda crftica. Deseamos simplemente destacar la falta de sentido
comÉn de la relatividad y la medida de los «revolucionarios».
164 A.ndré Stéphane

de un pais, muy pr6spero, que ve declinar su economia,

devaluar su moneda, paralizarse sus funciones, invadidos
sus pueblos, real y simb6licamente, por los detritus y en-
tregados a las ratas y a las epidemias.
eNo afirmaban al mismo tiempo que <<la revoluci6n

En un articulo titulado <<Estudiantes, se os miente>>,

Marc Valle proclama. en Combat (15 julio 1968) esta
oposicidn entre la realidad de los sufrimientos que una
huelga, los motines y la ruina de la economfa pueden
inflingir al pais, y que
8
la fiesta estudiantil, esperando con ella un enderezamiento de
los des6rdenes sociales, es un absurdo o una infamia. Para la
turba de parésitos, la huelga general es una fiesta y ellos de- EL REDENTOR
sean ardièntemente que prosiga indefinidamente, mas para la
clase obrera es sin6nimo de miseria; asfixia a los comer' La escatologia marxista atribuye al proleta-
ciantes, arruina a los que poseen pequefros ahorros y
hunde en la desesperaci6n a millones de familias trabaja' riado el papel de un salvador colectivo.
doras. Estudiantes, se os miente, se os engafla cuando se
os dice que el caos es preferible a la prosperidad; hay .que
estar muy bien alimentado para mantener esta escandalosa
tesis. Se os miente cuando se os presenta como a capones Reruowo AnoN
y cretinos a todos los asalariados del pais. Ganar el sus' El opio de los intelectuales
iento trabajando nunca fue un deshonor; la ignominia con-
siste en vivir engafiando a los dem6s. Se os miente cuando
se pintan como puros e intransigentes a los granujas que
os àlientan a cometer las peores execraciones. La lectura, en el transcurso de este trabajo, del libro
de Raymond Aron, El opio de los intelectuales, nos causd
Ya que el que se ha hundido en el universo paradi- un desaliento doble. En efecto, algunos extremos a tros
s{aco del ensuefio ha cortado todo lazo entre si y el que que ya nos hemos referido, y en particular las observa-
se halla aferrado a la monotonia de las realidades coti- ciones que nos proponiamos hacer respecto a la actitud
dianas. de los intelectuales contestatarios frente a la clase obrera,
Pero, al parecer, es a este nivel de sus relaciones con han sido tratados en eI estudio de Aron. Ademds, la fecha
el mundo obrero que el movimiento contestatario se ha de publicaci6n de su obra (1955) nos ha obligado a
hallado en mds dificultades. Tal vez el sicoandlisis nos renunciar a la esperanza de influir, aunque fuese poco,
ayude a comprender la postura de los «intelectuales de en la sicologfa de la Intelligenfsia, puesto que la magis-
Izquierda» frente al mundo obrero y a los malentendidos tral exposici6n de Raymond Aron parece haber fracasa-
que de ello se derivan. do también en este aspecto. Sin embargo, a fin de cuen-

166 André StéPhane
tas, hemos pensado que no es indtil afiadir nuestro abor-
damiento sicoanalitico a1 suyo. Apafte gue, actuar acerca
de los fen6menos no es la finalidad del analista, sino que
éste debe contentarse con entender e interpretar y, respec-
to a los hechos colectivos y también individuales, abs-
tenerse de toda intenci6n terapéutica' Como dijo Frettd:
«La curaci6n se da Por af,adido».
en la Prensa
,Nos ha sorprendido leer varias veces
que el proletario tiene una misi6n, que no debe desistir
y
d" ru io.u"i6n, hasta hemos leido y escuchado que,
desdichadamente, el proletario estd podrido. Este califi-
cativo aplicado al pròletario 1o hunde en el universo de
ta anatilidad, de 1ò excremental, que parece haber sido
hasta ahora el terreno de movimientos del burgués, del
capitalista, del negado, o sea de los mercaderes a quienes
hay que echar del Templo manchado por su trdfico' Sin
embaìgo, al estudiar con m6s atenci6n los motivos de esta
sÉbita acusaci6n, hemos podido comprobar que se trata
de una revisi6n de las teorias de Marcuse, de las que
hablaremos muy pronto, revisidn que adquiere un sentido
particular y mut preciso cuando se la relaciona con la
*iriO, del proletaiio. La comisidn <<Estamos en marcha»
emite las siguientes tesis:
El abursuesamiento de la clase obrera, enmascar-ado y
a"*ort.uJo'poi lu, fultut reivindicaciones que se le achacan'
ha sido obrà del moderno capitalismo. -
---
§ì nuestra situacidn nos airastra a la violencia, es por-
oue toda la sociedad se porta violentamente con no§otros'
tràniir*iÀ 1o-'iiiiiniio-de ta lelicidad -hecha a todo
el
las horas suplementa-
;;;-J;:'É;t fetcidad escandalosà de de
;il- d;i meicadeo de nuestra fuerza trabajo, de nuestra
il;;;vttrt,; cambio depara
cuatro fruslerias en blanco' negto
esclavizarnos mejor, para pri'
tit".
"-"ofot.-o,j'"-tOio
varnos de nuestra humanidad.'.
Creemos una nueYa l6gica evolutiva- de existencia que
r.a u lu vez nuestra sicologia, nuestro fen6me.no. y nuestra
historia. Hoy dia, los hombres se han rebelado ante eI
à'irà."Éi"-àéitino (uJ se les queria vender y su rebeldia ha
El Universo Contestatario 161
sido un golpe terrible para el mundo de los mercaderes.
Estremecidos, nos hemos levantado y hemos entrevisto la
inmensa red que habian tendido para atrapamos. Incluso
nos han hecho participes de sus privilegios para que les
sirviésemos mejor.
Nos han hecho ciegos.
Han barbotado su ignominia de todos los principios y
todo ha quedado embrollado.
Nos han llenado la boca para impedirnos hablar.
Nos han convertido en juguetes mec6nicos para su uso.
§a mundo busca nuestra perdici6n.
En un desorden fant6stico.
Han inventado un progreso que arrolla al hombre y se
muestran sordos a quienes los denunciaban.
Han inventado un curso en el quo cada cual para sal-
varse apresa, desgarra y agota nuestros cuerpos y nuestros
espfritus.
Nos han dividido en categorias.
Nos han vaciado de nosotros mismos.
-Nos
han rechazado hacia la corriente de la riada, ago
tados.
Somos alienados.
Pero poseemos una esperanza.
Tuvimos conciencia de lo que se avecinaba.
Poco a poco, nos desharemos de la red.
Y sabremos destruìr sus mallas.
Raymond Aron, en el capitulo consagrado al «mito
del proletariado>r, define a la clase obrera del modo corno
la vefa Marx y, sobre todo, después de Marx, como la
ven los intelectuales, destinada por su sufrimiento a la
rcdencidn d.e la humanidad. Para el intelectual, por tan-
to, el obrero es andlogo a Cristo. Que en un momento
de la historia, la condici6n de la masa obrera fuese tan
trdgica que permitiese la proyeccidn sobre la misma ima-
gen cristiana, se explica, por desgracia, con gran facili-
dad. Es algo palpable. Que la combinaci6n de la pobre-
za y el sufrimiento enftafie la idea de santidad, inherente
a la figura del Salvador, ya estd menos claro. Lo que
antes dijimos respecto a los lazos inconscientes entre el
dinero y los excrementos (o sea la suciedad y la por-
168 André StéPhane
queria) nos ayuda, no obstante, a comprender que la
ausencia de dinero pueda representar laptreza. De la pu'
reza a la santidad s6lo hay un paso que el sufrimien'
to ayuda a franquear. En efecto, sufrir es, al menos en
apariencia, ignorar o renunciar al placer. Y ya hemos
visto que el placer, poniendo en juego el cuerpo, puede
tener para el inconsciente la equivalencia a la suciedad,
a la porquefia, a la groserfa, a la vulgaridad (oponién-
dose è1 cuerpo, la materia, a la ptreza, al Espiritu), for'
mando parte del componente anal de la libido (en rea-
lidad, ésta tiene siempre su parte en dicha composici6n,
pero normalmente es muy intrincada con respecto al
conjunto de los componentes libidinosos).
Sabemos que, en efecto, el santo sufre a menudo un
martirio; ademds, el que sufre es la victima de un ver-
dugo que recibe la proyecci6n del componente sddicoanal
por definici6n. Cuando el verdugo es también un mani-
pulador de dinero, si posee m6quinas, si organiza, si cal-
cula, si asesora, si se aprovecha y beneficia, es el proto-
tipo de lo anal. De todas formas, la pareja sado-masoquis-
ta del verdugo y la victima, del amo y del esclavo, im-
plica que a cierto nivel del inconsciente uno es lo contra-
rio del ofto. El masoquista se libra de su sadismo hacien-
do estallar en el acto que le somete a su verdugo la
posici6n antagdnica de éste. Por tanto, para ciertos in-
telectuales, el obrero es un santo en la medida exacta
en que es explotado por el capitalista. Sin embargo, es
evidente que las condiciones de vida actuales de la cla-
se obrera se han modificado felizmente, tanto desde el
punto de vista de los salarios como de lr duraci6n del
trabajo asi como de la garantia de los riesgos sociales
y laborales *el capitalismo ha cambiado a este respecto
gracias al aumento general de la produccidn y a una
tendencia mayor, en casi todos los paises, a la redistri'
buci6n de los ingresos, a las nacionalizaciones, a la de-
El Universo Contestatario 169
moc.latizaciln de la enseflanza (1)-, por lo que la uti-
lizaciln del obrero como figura critica deberia tener cier-
ta tendencia a hundirse en el pasado, cediendo el lugar
al estudio del aspecto concreto e interesante de los pio-
blemas' reales que se plantean hoy dia, por ejemplo, ion
relaci6n a aquellos obreros que ejecutan tareas peligro-
sas e insalubres, o parcelarias y mon6tonas; respecto a
la mano de obra extranjera, etcétera, problemas que
ninguna forma de organizaci6n social sabe eliminar de
manera m6gica (Raymond Aron opondria aqti la libe-
raci6n real a la liberaci6n ideal).
Las condiciones objetivas de existencia de la clase
obrera se han modificado, por 1o que la desaparici6n del
mito del proletariado, redentor del mundo, destinado a
<<realizar la humanidad>» mediante la Revoluci6n y la as.
censidn al poder, seria posible si este mito no constitu-
yese una necesidad para ciertos intelectuales, que se ven
obligados a tomar medidas para eternizarlo. La nega-
(1) es un hecho real Si no hay m6s, en Francia por ejemplo,
qle un 8,Es.to
6. 10.por ciento de hiios de obreros-en la ensefiaiza .rp..ior,
el nÉmero de hijos de pequefros empleados y funcionarios es muchà mris
elevado. -bsos pequefros emplea.Los o funcionarios, a su vez, suelen set
hijos de obreros o campesinos. La estadistica, puo qrr" fueai: ;;à-;der;-
mente.significativa, debet{a tener en cuenta ei ionjunto de poblaci6n en
edad de ingresar en Ia ensefianza superior y a pattit de esta cifra podrla
efectuarse una _comparaci6n enffe las diferentei clasei dà ò.G, d. lÀ'J
esrudian_tes_. Ademds, es inexacto o incompleto ver en la dilicultad de
acceso {e--los hijos de obreros a la Facultad un ptoblema exclusivamente
social. Ello es negat_ Ios factotes sicol6gicos individuales que entran en
juego: superar al padre siempre es_ objeio de conflicto. Suierar al padie
ejerciendo una profesidn manual a fin de Ilegar a una activiàad inteléctual
lo es doblemente. Esto ha podido comprobarlo el que haya tenido ocasià-n
de tratar mediante la sicoterapia o el sicoanr4lisis-casos'de cefalalgia; la
cabeza es el je[e, en el doble sentido del término, y trabajar lon ia
cabeza ctrando se tiene un padre que trabaia con las-manosi se consi-
dera una forma de desvalorizarlo, qr. prodo"" grandes malestat.r. §"o
-sin
como sea, como el nrimero de estudiantes crece cesar, cabe pensar
que hace mucho tiempo han desbordado Ia capa social de donde .rrgieton
los primeros, capa que también se ha exteìdido I§o .i
ttata solo del auge demogrdfico. Naturalmente, nunca "rrorm"-errte,
se mostrard el pueblo
demasiado exigente al Ia democtatizaci6n de la ensefianza, lue es
una de.las causas por -pedir
las que vale la pèna luchat. iMas, a pesar'de esto,
pteciso tener a Ja mano datos reales y no mfticos.
es
 El Universo Contestatario 171
L7o André Stéphane
lizaci6n del obrero pobre explotado, dolorido; su ine
ci6n pura y simple de las ventajas adquiridas, la idea de cencia y su desnudez son completas; no sabe leer ni escri-
ta exilotaii6n àel obrero, agrandada hasta el absurdo' bir, sufre hambre, el patrono lo maltrata, lleva su cruz
,.pr.t.rt, una de tales medidas. Y jam6s ser6 un reme' en silencio y no sabe defenderse (2). El estudiante estd a
dià para el quebrantamiento del mito' En efecto lquién su lado para enjugarle el sudor de la frente y hacerle com-
dar6 plena fò a la declaraci6n de aquel
joven contesta' prender su miseria. Tiene también algo del buen negro,
turio àottt ista que afirm6 que la plus-valia es actualmente que asimismo es una figura cristica (cuyo anverso es el
del 900 o/o Giù y que la clase obrera, en relacidn con diablo negro de pasiones desatadas). Pero se trate del
sus necesidades, ha ionocido una depauperacidn cons- Negro (el caso del Tio Tom), del fudfo (Maurice Clavel),
iante desde el siglo pasado? (Hay que afladir que la rec- de la Mujer (tal como ha dicho Simone de Beauvoir) o
tificaciOn a tal àec1àraci6n la efectuaron unos obreros') del Obrero, parte de su humanidad se extrae de aquel
El desconocimiento que el intelectual tiene de los sala- que es el objeto de un proceso de idealizaci6n.
iio., a. las condiciones de vida y de la sicologia obrera En efecto, esta idealizacidn se halla relacionada con
por
iesulta asombroso. Naturalmente, todo se dramatiza el rechazamiento de los impulsos sddico-anales de quien
io g"r"td. El intelectual quiere-que-su- obrero sea m6r- la ha efectuado, y el objeto idealizado, para que sea
lir."Èpistémon habla del dèseo de «alfabetizat>> a la cla- conforme a la imagen que el sujeto se hace del mismo
se obiera, deseo expresado varias veces
por los estudian- razones conflictivas-, debe abstenerse de rnanifes-
i". ae Nutt"rrc. Le'Monite publicl un didlogo entre obre' -por
tar su pertenencia al mundo del materialismo, o sea de
ros y estudiantes frente a la fdbrica Renault: la analidad. El buen negro no debe ser calculador; la
mujer-nif,a no ha de ser mujer emprendedora; el judio-
hacer Por vosotros? m6rtir no ha de estar animado por el espiritu de ven-
-òQué Podemos
1o que quer6is. ganzai el obrero no puede estar organizado ni debe amar
-todo voz que, por lo visto'
-ii""?iL-É1r"tré?
oertenlecia
-pregunt6-una
a alzuien que adn vivia en 190O' Ios bienes de este mundo. Pero resulta que los obreros,
""*i.6-;;$;iieràn casi riendo los obreros desde una pot su contacto con la materia, como hemos subrayado
ventana'
'"'Iiiiubeir sufrido presiones por parte de vuestros di-' anteriormente de acuerdo con Epistémon, por su expe-
rectores? riencia sindical, ya antigua, forjada a través de luchas
-No. y padecimientos reales, abordan los problemas concretos
con un mayor sentido de la realidad y madurez que los
Epistémon se refiere al aspecto «dominador que adop- estudiantes y los intelectuales en general. Ademds, po
taban algunos estudiantes al visitar a los obreros de las seen los medios para regir sus propios asuntos. Esto lo
,oru, pòbt.s de Nanterre, sin comprender lo que esta atestigua este otro didlogo sostenido en Citroén:
actitud tenia de insultante».
El movimiento estudiante maoista <rservir al pueblo»
(sic) es el que trat6 de realizar la uni6n con los obte'
(2) En efecto, el obtero el h
ios'de Renault (Boulogne-Billancourt)' Este paternalis- debe continuat siendo
tietta» y el «fotzado del hambre».
«condenado de

mo involuntario e inconsciente se halla unido a la idea-

"u-
172 André StéPhane El Universo Contestatario 173

favorables a una autogesti6n, pero esto es difi' *iQué tal va todo? un estudiante.
cil,-§omos
y habria que cambiar los talleres. La cuesti6n es pre- -pregunta
matura. -Normal.
hay problemas personales?
Los estudiantes insistian en penetrar en la f6brica. -aNo
necesita una ocupaòidn masiva que impida que la -Ninguno.la alimentaci6n?
-Se nos desaloje.
-Policia
-
-4Buena resistir al menos seis meses.
se efectdà con tanta facilidad la ocupaci6n de una -Podemos
hacen vuestros camaradas en este momento?
-No Existen unos imperativos prdcticos de seguridad'
fàbrica. -iQué a la belote (juego de cartas).
toda ingerencia exterior... -)uegan
discutis de politica?
-Rechazamos -eNo aqui no se hace politica.
-No,
Y Io mismo en Renault: podriais ser Étiles en lugar de jugar a la belote,
-eNo
a bolos o al bridge (sic)? una joven estudiante.
demasiado fuertes para asegurar el éxito de nues- tenemos costumbre-pregrnta
de trabajar de balde, seflorita.
tras-Son
reivindicaciones'
-No
que hay diferencias fundamentales entre estu-
-aCreéis
diantes y obreros?
Explicar esta actitud de los obreros por el semifre' vosotros hay muchos «hijos de papà».
nado de la C.G.T. nos parece insufìciente. Se halla uni- -Entreyo soy un hijo de papà un estudiante-,
da, a nuestro entender, y en la mayoria de casos, a una y lo-Si, -grita
proclamo; la mayoria de nosotros somos hijos de buer-
gueses, pero no queremos vivir como nuestros padres.
cuesti6n de estructura. Se comprende le decepci6n de los est6n vuestros padres ahora?
estudiantes que, en lugar del santo mdrtir que creian ha- -Z,D6nde
el campo.
-En mi me gustaria tener algo m6s de dinero para mar-
l1ar, se vieron ante un hombre razonable, con sus virtu- -A al campo,
charme
des y sus defectos, sus reivindicaciones y sus concre- *exclama un estudiante, humillado.
ciones.
-iOh, calla, calla!
En la Sorbona asistimos a un di6logo entre un obre' somos hijos de burgueses el «hijo de
-Si, pero
pap6»-, queremos que el poder-continria
lo ejerzat los trabaja-
ro y los estudiantes. El primero decia: dores. Ésta es nuestra finalidad y no un diez por ciento de
aumerÌto.
me gusta la idea de una revoluci6n, pero ic6mo aumento ya es bastante para nosotros.
-Sl, èQué queréis hacer vosotros ahora? Sois como Ani' -Un entienden absolutamente nada una
se hace? -No
voz... -murrnura
bal en Càpua (3). Vosotros descansdis sobre vuestros laure-
les. Habl6is y hab16is... Pero yo tengo unas responsabili (Jean Claude Kerbouc'h, El peatén de maya)
dades, 1o mismo que mis camaradas. Est6 muy bien luchar,
pero sabiendo ad6nde vamos.
El mismo autor narra esta escena desarrollada en la
Pero esta decepci6n ha de aumentar adn. Sorbona:
Tenemos a un inmenso grupo de estudiantes a la
puerta de los talleres Citroèn, la tarde de aquel s6bado Un obrero reclama «el derecho al trabajo»; afirma que
el voto en las f6bricas ha de ser secreto. Y le contestan
soleado, con una bandera roja al aire. que «nuestra sociedad alienada» impide que exista una ver-
dadera democracia en la empresa.
el obrero dirigiéndose al director
(3) Este obtero parece no ser analfabeto.
-i«Presidente»!
de la sesi6n. -grita
174 André StéPhane El Universo Contestatario t75

«camarada». de forma que impere la distinci6n entre los buenos y los

-Di digo «presidente», porque estoy harto de deeir malos, los puros y los impuros.
-No,
sistem6ticamente camarada
,r, maldito burgués una chica a mi lado. El proletariado que ha cedido al canto de las sirenas
-Es -murrlura
el obstinado obrero-, deseo ex' burguesas, o sea que se ha asimilado con los burgueses,
-«Presidente,
olicarme. -repite
' ha traicionado su misi6n, que es hacer triunf ar la pureza
alguien*. iT6 eres un robot en una
-1No!
---:Èi
sociedad -chilla
robot! contra el universo anal, capitalista-burgués. Ciertos inte-
tiabajo es sagrado el obrero aotes de lectuales padecen una culpabilidad en ruzdn de sus im-
esfumarse.
-proclama
pulsos sddico-anales, esperando a un Mesias que purgue
al mundo de tales impulsos. En realidad, se trata de la
Aquf vemosr pu€s, a obreros «recalcitrantes» que §e proyeccidn de su propio Yo; el mundo, libre del Mal,
niegan a conformarse con el esquema que 1os contesta- representa su siquis, desembarazado de sus asquerosos
tarios poseen en el fondo de su coraz6n. No tienen ham- impulsos. Si el proletariado no les sigue el juego, si se
bre, saben 1o que quieren, la politica no es su Énica deja aburguesar, entonces es el portador de las pestilencias
preocupaci6n, emplean un lenguaie <<burgués», no des-
de Ia «podredumbre» burguesa-capitalista.
àeffan ì1 dinero, les gusta trabajar, pasarian de buena
gana unos dias en el campo... o sea que se hallan dis-
puestos a participar de la Sociedad de Consumo y a pre-
Figurémonos qué habrfa ocurrido si Jesfs cede a la
sentarse como candidatos aI aburguesamiento, en tanto
que los hijos de los burgueses estdn decididos a «desabur-
tentacidn del Desierto, cuando el Diablo le aconsej6 que
guesarse».
trocara una piedra en pan pata apaciguar su hambre y
«iSuptimàmonost la comisidn «Estamos le prometid el poder y la gloria si se prosternaba y le
en Marcha».
-proclama adoraba. Entonces, ]esris hubiera estado posefdo por el
Diablo, y el Espiritu Santo habria huido de É1. |esrls no
Henri Lefebvre (La vida cotidiana del mundo modor'
se habrla ya diferenciado de Satands y no podria ser nues-
no) exclamaz
tro Salvador (5).
El proletariado no puede abandolar.su misidn hist6rlca Se comprende que el intelectual que no ha podido io-
sin redunciar a si misino. Para é1, la integracidn coincide tegrar el mundo diab6lico de la analidad, a punto de per-
co, ta aetitttegracidn. Y el suicidio-de-un-a clase se concibe der a su redentor proletario màrtir de corazdn pu-
dif{cilmente y ie realiza con m6s dificultad atn (4).
ro-, haya acogido-el como una liberaci6n la teoria seg{n
Todo parece pasar a un nivel mfstico. El obrero debe
(5) Todo lo que, de cetca o de lejos, se re{iere al mito del ptoleta-
a cambiar de estado, meiorar de
sacrificarse (renunciar tiado estd tan idealizado que nosotros hemos podido asistir, durante una
protesta, al jocoso espectdculo ofrecido por la lirica flor de la Intellieentsia'
condici6n), en nombte de un ideal, 1o cual implica el que hasta entonces s61o consentla en alimentarse con pétalos de otquldeas
mantenimiento a toda costa de una sociedad de clases, malvas, llena de admitaci6n al esorchar declaraciones inslpidas de stalinis-
tas alineados al «movimiento contestatario» con ocasi6n de la ocupaci6n
de Santa Ana. Asimismo, es conocida la aparentemente exEaotdioaria para-
(4) Cuaado sc trata del suicidio de !a clase burguesa, los intelectualee doja que convierte a los alumnos de la calle de Ukn de Parls en ardientcs
lo encuenttan «natural». sectarios del pensamiento indigente de Mao,
 176 André Stéphane El Universo Contestatario 177

la cual la Sociedad de Consumo engendra unas necesida- seducciones falaces, de espejuelos alucinadores, y que tie-
des que ella se apresura a satisfacer, enriqueciéndose a ne por objeto «vaciar» a los hombres de su fuerza vital,
expensas de sus engafios, que ceba con el fnico fin de abandonarlos después de haberlos destruido, se asemeja
reducirlos al silencio, ya que si la sociedad no estuviese a un delirio de posesi6n. En el mismo se entrevén unos
dotada de tan gran maquiavelismo, si, simplemente, la fantasmas paranoicos caracteristicos (la trampa, la pene-
pobreza se viese superada por la felicidad de los mds, si traci6n seguida de la desventraci6n, etcétera...).
los obreros tuviesen profunda precisi6n de satisfacer Semejante visidn de las cosas pretende constituir la
ciertas necesidades innatas que hallan su expresi6n en la denuncia de una nueva forma de alimentaci6n en la que
posesi6n y el disfrute de cierto ntirnero de aparatos, si no la sociedad capitalista de consumo encerrarfa a los hom-
fuese posible crear nuevas necesidades sino s6lo desper- bres y al prolJtario en particular, al que de este modo se
tarlas, si, por el contrario, fuese la existencia de las ne- conseguiria neutralizar.
cesidades lo que determinase o favoreciese el descubri- cNo seria ritil denunciar la alienacidn en la que el
miento de los objetos adecuados para satisfacerlas, si la intelectual mantiene al proletario, convirtiéndolo en la
coincidencia entre las necesidades individuales de los con- pieza de resistencia del tablero de sus conflictos?
sumidores y las exigencias de la producci6n fuese una
coincidencia f.eliz, apta para favorecer a la mayoria de
intereses, tanto los de los empresarios como los de los
consumidores, si .<el amor, los camaradas, el trabajo>r,
constituyen verdaderamente lo esencial de la vida, los
intelectuales no tendrian ninguna redenci6n posible. Na-
die los podria, en tal caso, librar de sus pecados, lavar
al mundo de su suciedad (6).
Por suerte, lleg6 Marcuse y todo qued6 claro: el pro-
letario se halla simplemente posefdo por la burguesia co-
mo ]esris estuvo a punto de ser posefdo por el Diablo.
Éste no le asocia a su bienestar rnds que para reducirlo
mejor a la impotencia y alimentarse con su carne inocente.
Asi, el proletario se halla reintegrado a su papel de
victima. Esta descripci6n de una vasta conjura, de un
gigantesco engaflo efectuado con ayuda de toda clase de

(6) Es cietto oue tlene en teserva el Terc* Mundo. La comisido

*Estarlos en marcha" sitria el aburguesamiento del proletatiado cn la
cuenta de,una maquinaci6n de la sociedad capitalista que de este modo
ha oodido dividir il mundo en dos, o sea, los asegurados ftente a los
paisès subdesartollados. Asl, el estudiante se ha convenido en el proleta-
iio de ta bur€pesla, y el obrero en el ptoletario de1 Tercet Mundo,

9
UN NUEVO RACISMO
Sigo preguntdndome qué es mds asquero'
so: una mierda de iudlo bien aplanada o un
burgués lrancés de pie..- No puedo decidir
cudl de ambos es mds infecto.
CÉLnIB
Bagatelas para urut tnatdnza
Frente a la necesidad de pureza y espiritualidad del
intelectual que se encarna en el suefio del advenimiento al
poder del proletariado, conviene examinar mds atentamen'
te la contrapartida del mito del burgués. Para empezat,
hay que observar que un estudio estilistico de la prensa
francèsa estableciendo unas estadisticas comparativas en-
tre el vocabulario utilizado corrientemente y el usado en
época de protestas, induciria a comprobar la introducci6n
répentina y masiva de un calificativo casi caido en desuso,
el de <<burgués».
En tales ocasiones,se Yen burgueses pof todas paftes'
Se les persigue en todos sus atrincheramientos. Se denun-
*-.1r,,-
El Universo Contestatario 179
cian sus manejos en todos los sectores de la vida. Fen&
meno tanto mi{s extraÉo cuanto que interesa a unos paises
donde el proletariado se ha convertido, en raz6n del
aumento del sector terciario, en una minoria, donde los
empresarios, los cuadros técnicos, los artesanos, los co'
merciantes, los pertenecientes a profesiones liberales, los
empleados del sector privado o funcionarios, agricultores
ptopietarios, forman la gran masa de la naci6n. Fen6meno
aÉn mds extrafro si se considera el origen social confesado
de los que suelen gritar hoy dia «lAbajo el burgués!»>
Ya hemos visto en la narraci6n realizada por Ker-
bouc'h respecto a la visita de los estudiantes a la fdbrica
Renault, que éstos se proclamaron <<hijos de burgueses>>
en ruptura con los de su clase; asimismo, la comisidn
<<Estamos en marcha>> habla de contradicciones <<en las
que nosotros, hijos de burgueses, nos vemos colocados».
Pero esta forma de designarse, de denominarse, de auto-
denominarse los componentes de una colectividad, a la
vez dominadora y mayoritaria, es sorprendente puesto que
cabe pensar que su existencia discurre por si sola sin
necesitar definici6n de ninguna especie. Los hombres y
las mujeres no pierden el tiempo hablando de sl mismos
y afirmando la pertenencia a su sexo. Los franceses, en
su conversaci6n diaria, no hacen referencia a su naciona'
lidad. El sexo y la nacionalidad son datos tan permanentes
y evidentes, tan profundamente integ:ados y arraigados
en el set humano, que no exigen ser destacados. 56lo
cuando se ponen en duda o cuando es necesado adoptar
alguna medida a su respecto, son objeto de una mencidn
especial:
<<A nosotras, las mujeres, nos gusta ser protegidas.»
<<Yo, como espafiol, estoy en favor del Mercado Co'
mtln.»
La mujer y el espafiol que de este modo se expresan
han efectuado una abstracci6n efimera de una fraccidn
 180 André Stéphane
de su Yo que no estd asimilada, fundida en su Yo global.
El hijo de burgués que se autodenomina y vive como tal,
tiende a operar una abstraccidn permanente de una parte
de su ser.
Cuando se declara hijo de burgués, ya se ha efectuado
el rompimiento con esta fracci6n de si mismo que designa
con el nombre de clase burguesa.
Gilbert Ganne dice que <<no hay como el hijo de
burgués para escupir al burgués». Inicia su libro afirman-
do que «hablar hoy contra los burgueses es emprcsa te-
mible porque nadie sabe en realidad qué es la burguesfa
o lo que no quiere ser (1). Mds adelante observa que:
<<en lugar de dejarnos la resplandeciente imagen de sus
virtudes, la burguesia nos ha legado (...) el recuerdo de
unas maldades tan excesi'vas que sus hiios actuales no
quieren, en su rfiayorta, portenecer a ella, como si se ffa'
tase de una mdcula>> (2).
Tal como declara Brice Parrain en El hilo en la a,guia:
Hemos querido dejar de ser burgueses (3), pero no §omos
mds que antiguos burgueses que no quieren serlo y no saben
qué otra cosa ser.
Nosotros, en cambio, si sabemos 1o que son: ur?os
burgueses avergonzados (4). Y todo esto despierta en
nosotros un eco. àQuién desea ocultar su pertenencia a
la comunidad de la que forma pafie? iQuién no quiere
ser miembro de ella? La categoria especial de las victimas
de las persecuciones raciales que reaccionan a éstas ne-
gdndose a ser de esta categorfa: los judios avergonzados.
Y los judios avergonzados (5) son los que no aceptan
de que son objeto. En realidad, estas pro-
la proyecci6n
(1, 2, ),4) Subrayados nuesuos.
i5i i',lo'lo'confundimos evidentemente con el judfo que dutante la
*uprèi6n alemana, ante la amenaza de Ia muerte que pesaba sobre é1,
tmt6 de mltar su identidad.
iiÈùar.'
El Universo Contestatario 181
yecciones siempre son exactas a cierto nivel. Todo el
mundo, comprendidos los judios, tiene impulsos sàdico-
anales. El perseguidor que denuncia esos impulsos en el
ser al que acusa de ser egoista, traidor, de amar el dinero,
de explotar a los demds, de ser lascivo, etcétera, siempre
exagera, como el que da esas interpretaciones llamadas
<<salvajes». Ya es sabido que hacer un anrilisis salvaje no
es s61o dar interpretaciones fuera de la situaci6n ar,alilica,
sino también saltar por encima de las mriltiples reglamen-
taciones efectuadas por el Yo frente a los impulsos del
Ello; es no conocer las vicisitudes de los impulsos en
beneficio de su brutal puesta al dia. Y este andlisis sal-
vaje y continuo al que el judio (o el 6rabe o el negro) se
ve sometido por su perseguidor, se vive obligatoriamente
como un acoso insoportable, poniéndole delante de una
imagen de si mismo que tiene derecho, como cualquiera,
de ignorar y que en realidad no corresponde mds que a un
aspecto parcial de su personalidad.
En resumen, las acusaciones de que es objeto le roban
al judio, hasta cierto punto, el derecho de tener un in-
consciente, el derecho al rcchazo. Como la reacci6n m6s
primitiva es la fuga, algunos judios no tienen otro recurso
que negar su judafsmo, negaci6n que, segdn hemos podido
comprobar en algunos, particularmente en pacientes sico-
analiticos, no est6 s6lo destinada a los demds sino a ellos
mismos.
Asi, en el momento de la guerra de Israel hemos podi-
do analizar en algunos judios la f.alta de interés total que
mostraban por lo que ocurria en |erusalén.
<<Yo nada tengo que ver con esto>>, 10 cual significaba
realmente: «Niego al judio que hay en mf, o sea todos
mis impulsos repugnantes, atribuidos a los semitas, de los
que soy portador».
Reconocer ser judio siéndolo, o 6rabe un musulmàn,
significa atreverse a reconocerse portador de esta parte
182 André §téphane
de uno mismo que es el objeto de las acusaciones de los
antisemitas. Hay que confeear que esto no es fdcil, mas
como por otra parte el Yo superior y el Ideal del Yo pue-
den impulsar al sujeto a confesarse judio («es vergonzoso
ser un judfo avergonzado»), sin que haya efectuado la
integraci6n de los impulsos denunciados por su persegui-
dor, a veces se rcalizarà un rechazamiento disimulado
del judio (en él), como pudo verse en numerosos israelitas
en junio de t967, que proclamaban su indiferencia ante
la suerte de Israel, o sea que se declaraban antiisraelitas
por «objetividad».
Mas las acusaciones efectuadas contra los burgueses
se asemejan singularmente a las formuladas contra los
judios. No hay que extrafiarse, pues, de hallar entre los
judlos y los burgueses (intelectuales, ya que como hemos
dicho padecen una afectiva falta de rnadurez unida a
una integraci6n insuficiente del componente anal) unas
reacciones an6logas a las acusaciones de que son objeto.
Una de las tentativas para ponerse al socaire de estas
acusaciones seria identificarse totalmente con el acusador;
al raus mit uns (ifuera con nosotrosl) de algunos judios
alemanes de 1955 (6) corresponde el <<suprimdmonos>>
de los hijos de burgueses o de los intelectuales burgueses.
Entre los contestatarios m6s convencidos hemos visto
a ciertos intelectuales pertenecientes a 1o que antafio se
llamaba las doscientas familias. El oportunista estaba le-
jos de tener siempre cierta parte en esta actitud. Entre
ellos, habfa judios que aparentemente se confesaban tales,
pero que, a nuestro entender, ocupaban unas posiciones
disimuladas, renegando de su si mismo al no querer asi-
milarse a la burguesia contra la cual las acusaciones a la
saz6n formuladas coincidian intimamente con aquéllas
(6) Al advenimietrto del nurrrto, aleunos judlqs se inscribieton al
Partidò.'Ios otros iudios alemanes los moteiaton de <<iAfuera con nosottosl»
El Universo Contestatario 185
lanzadas contra ellos en su condici6n de judios (la pro-
porcidn relativamente importante dé los judios que se
pusieron al frente del movimiento se halla unida en patte
a la postura insostenible en la que se hallan en el mundo
los judios. Y no extrafia a nadie que la misma se utilice
contra los judios mediante cierto Derecho antisemita).
Las relaciones entre el antisemitismo y el anticapita'
lismo tienen una vieja historia: reducir el rnarxismo a
una tentativa de su fundador para desembarazarse de su
judaismo constituiria una reducci6n abusiva. Olvidar este
aspecto de la siquis de Marx nos privaria de una clave
para la comprensi6n de esta nueva forma de racismo que
es el odio al burgués, asi como de ciertos hechos deriva-
dos de la misma, como el antisemitismo de los paises del
Este, la postura de la izquierda hacia Israel y los proble-
mas propios de los judios «intelectuales de Izquierda».
Marx era antisemita, como es notorio. Escribi6 un estudio
sobre -La cuestiin iudia (Anales franco-alemanes):
Busquemos no el secreto del judio en su religi6n, sino
el secreto de la religi6n en el judfo real.
Marx considera que:
El verdadero fundamento del judaismo es el apetito de
ganancias, la especulaci6n, la rapacidad por el,oro.... Hay
{ue conseguir la-emancipaci6n del trdfico y del dinero, o sea
del judaisào prdctico y àsi llegaremos a la autoemancipaci6n
de àuestra é§oca... aÒuél es èl fondo secular del judaismo?
La necesidad pràctica, la utilidad personal. Una organizaci6n
social oue suirimiera las condiciònes necesarias del tr6fico,
acabafià con'los iudios' En el judaismo, nosotros reconoce'
mos un elemento-antisocial, general y actual. En su fltimo
sienificado, la emancipaci6n del judio consiste en emancipar
a"la humànidad del ludaismo. Él dinero es el celoso dios
de Israel, el dinero òmpra a todos los dioses del hombre
v los transforma en mercàncias... el dios de los judfos se ha
iecularizado, convirtiéndose en el dios del mundo: La trata,
el intercambio, 1éste es el dios de los judios! Como la esen-
cia del judlo ie.ha realizado, secularizada de modo general
 184 André Stéphane
en la sociedad burguesa, ésta no ha podido convencer al
judio de la irrealidad de su esencia religiosa que no es,
precisamente, mds que la concepci6n ideal de Ia necesidad
prdctica. No es sdlo en el Pentateuco y el Talmud, sino
en la sociedad actual, que hallamos la esencia del judio de
nuestro tiempo, no una esencia abstracta sino una soberana-
mente empirica; no tanto como limitaci6n social del judlo
sino como limitaci6n judla de la sociedad.
No es posible asimilar mejor el judio al capitalismo
burgués y la propaganda flazi no fue mucho mds lejos
en el odio de la plutocracia judia (Céline habla de los
plutdcratas).
El especialista del judafsmo, Nicholas 8audy, que
cita estos pasajes en su libro El marxismo, titula uno de
Ios pdrrafos que consagra a la exposicidn del antisemitis-
mo de Marx: «No serlo, ante todo>>, y hace los siguientes
comentarios a los que nos adherimos plenamente:
El lado pasional de su actitud también se observa en
la violencia especial con que combate a todo adversario que
le trata de judio, 1o que ocurre a menudo con Ruge, Proud-
hon, Bakunin, Dùhring y otros. 2,No sabian éstos que su
padre ya estaba convertido? Por tanto, no hay nada de
comrin con los judios (7).
En una fotografia en la que se ve a Marx y a su hija,
ésta lleva una gran quz al pecho, igual que los judios
durante la ocupacidn alemana, lo mismo que lo hacen hoy
dia en la Polonia comunista (8).
(7) Nicholas Batdy, El marxismo.
(8)
Se ha sefialado mucho, y los judios con amarguta, que el mundo
estaba dispuesto a apiadatse de un Israel vencido, de los judlos muertos,
pero que no soporta, con la izquierda intelectual en cabeza, a un Israel
vencedor (ver a este respecto el interesantlsimo libro de Jacques Givet que
ya hemos mencionado: Ia izqaierda contra Israel.
En efecto, el conflicto propio de1 <<intelectual de Izquierda» le obiiga
a t«.hazar la analidad, le impide aceptar a <<aquel que ha hecho todo lo
posible para riunfar» (o sea, al que se ha fijado un fin y ha realizado
una serie de operaciones para conseguitlo, en las que se mezclan el valor,
la inteligencia, la eticacia, el realismo). De rcpente, las cualidades de mdttit
del judlo han quedado borradas, y ha vuelto a adoptar el antiguo sem-
El Universo Contestatario 185
En La quincona literaria (15 marzo 1968), la historia-
dora Madeleine Réberioux analiza la tesis de Piere Sorlin,
La Cruz y los judios, explicando el odio al judio en Fran-
cia a finales del siglo pasado, mediante la <<negativa a
pasar a la economia industrial», y al mundo modemo
al que la religi6n tenia dificultades para adaptarse. Obser-
va en la misma época:
«La hostilidad hacia los judios alcanza (...) una gran
parte de la prensa socializante.»
Para nosotros es la negativa de la analidad la que une
a socialistas y cat6licos a la vez contra los judios y el
mundo moderno, encarnado en el capitalismo burgués.
No hay màs que leer a Drumont para convencerse de ello.
Asi, en El lin del mundo (Estudio sicol6gico y social), el
autor de La Francia iudia declara que asistimos a la ago-
nla de nuestra sociedad:
La Torre Eiffel, testimonio de la imbecilidad, del mal
gusto y de la perversa arrogancia, s6lo se eleva para procla-
mar todo esto hasta el cielo. Es e1 monumento-simbolo de la
Francia industrializada. Su misidn es ser insolente y bestia
como la vida moderna.
Todo el libro se halla dedicado a denunciar al <<reino
de la burguesia»:
blante del explotadot (anal), frente al dtabe, pobre e idealista (o sea puro
e inocente), en resumen, proletatio.
Resulta que Estados Unidos (que representa al capitalismo burgués
por definici6n), lo ha sostenido, y el catdcter de explotador (anal) del
judlo se ha confundido en esta alianza.
EI judlo intelectual de Izquierda se ha visto taicionado (y si la
izquierda traiciona al judio Cquién io sostendr6?, a menos que no sea
rcnegado otta vez. Asl, nos hemos enterado de las declaraciones dc un
escdtor judfo contestatario, segdn el cual el asesinato de Kennedy era
natutal, «ya que todo aquel que ayuda a los impetialistas debe desapare-
cer»>. Por lo demds, «Israel ha de ser bomado del mapa». Aquf vemos
leaparecer e\ ruas mit uns.
Quién hubiese dicho en la derecha antisemita que su antisemitismo
se derivaba del marxismo?
Acaba de aparecer una ftaduccidn de In caestidn iudla (texto de Bauer
y respuesta de Marx) en la colecci6n 10/18.
186 André StéPhane
La Revolucidn acabd en la opresi6n del pueblo por la
burguesia.
Siguen el <<martirologio de los obreros>> y un largo
estudio sobre el socialismo con el que Drumont se halla
a menudo totalmente de acuerdo. Los monopolios son,
en particular, objeto de sus invectivas. ZNo son obra de
losludfos? Y si el burgués explota al pueblo, a su vez
es uàespojado)) por el judio. Ésta es la esencia misma del
burgués, como si el <<aburguesamiento» fuese una esen-
cia que coincidiera con el mal absoluto.
É1 ufascisrno francésr>, cuyo antisemitismo se inscribe
en la misma linea que el de Drurnont, también presenta
una negativa similai del mundo moderno y de la sociedad
industrial, y asimismo hallamos numero§as analogias entre
los temas presentados en las contestaciones pof los estu-
diantes dei mundo entero y los escritos de extrema dere-
chp publicados antes de la guerra de 1939 (9)' Esta se'
mejanza no se le escapa a un especialista de la cuesti6n,
Maurice Bardèche («La Comedia de la Revoluci6n», De-
lensa de Occidente, junio 1968):
Entre los carteles que cubren los muros de la Sorbona'
hay algunos que nos girstaria firmar' Entr-e las. instrucciones
àààui-ioilòt'éstudianies hav algunas que hubiéramos podido
gritar con ellos.
En efecto eno se parece la Francia de Tino Rossi, del
<<Pernod para Arturo» y del P.M.U., tan execrada por lo9
jdvenes fàscistas, como una gota de ryy? a otra a la del
autom6vil, el juego, la publicidad y el dinero, tan odiada
por los contestatarios de maYo?
(9) No hav que olvidar que los fascistas franceses,. por eiemplo' se
v ievotricionarios: «aqui pueden leerse lashubiése-
memo-
;il;"fil;d;dJ;nat6
"onsid'#aban-sòEafiÈus q"e busc6 la "!cv9!uci§q""' Nosottos
autoritario
;;; *rho, con muv poco Éaitò, esta revoluci6n del socialismo
;#É;A;' ;lrairÉ.ioutJ p.ii n.,.rt,o sislo -v. cuvos vieios doctdnarios
franceses. como Ptoudhon, se honran en calidad dc sus precursotes»'
Rebatet,'Escombrcs.
El Universo Contestatario 187
Brasillach, que presenta el fascismo como un <<mal del
siglo», en Nuestra anteguerra, escribe:
Detr6s de Le Corbussier se perfilaba el sefior Lévitan
v sus muebles garantizados parà largo tiempo. Un joverr
Éantante de voz-mgliflua (Tini Rossi) obtenia-el mayorde
ioi èiito.; era un'joven corso que conquistaba todos los
femeninoi y de quien- la Radio consumia cien
"o.aroo.t'
canciones al dfa.
También se ve criticada la prensa sensacionalista:
Toda la Francia, el mundo entero se apasiona porque el
rev de Inelaterra abandond su trono por una hermosa ame-
iiéana, la-serorita Simpson; y este téma s9,discutia en los
pJ.iOalcot de la tarde còn uta abominable falta de dignidad'
Brasillach cuenta qrc le suis partout contenia unas
p6ginas que parodiab an a Paris'Soir, denominadas Paris-
Sucre (Paris Azicar),
con retratos del asesino en su cuna, revelaciones del viaje
àè-bÀaÀt..tuin a Munich por amor hacia una vendedora,de
nòveh histdrica-al estilo de Paul Reboux sobre
imo.és de San Luis y la Bella Fatrna (recordemos que
"à.ànuut.
ios
.n À"vo a" 1968 se vendi6 en Paris Le Pavé, alp{9e6n-de
sobre los amores de.Cohn Bendit.y-Michèle Mor'
"itòAo
;à;a;i. vòlvi*ot a Paris, y hallamos la ciudad de aquella
friimà épo.u, sus diarios,'sus placeres, su agitaci6n burgue-sa
v banal. El Éstado habia imaginado crear una Loteria Na-
Éiorot" i"ntu.ada por los moralistas pero que excitaba mucho
àip"ÉUtò francés; a partir de 1954, los peri6dicos publica-
bài-1" f"t"grafià dét ganador, las elirevistas es-tÉpidas
ao"a" eti" d"éclaraba siùnpre que no deseaba cambiar de
género de vida...
Y también:
Entonces, la naci6n volvia a zus placeres, a las revistas
fi"-ài tho, a los diarios ilustrados.-Se publicaban las
ae
de-las figuras del Music'Hall, se invent6 la ex'
p.Érì0" .rìrppòal, tido el capital de lujo y lujuria amasado
"ònioion".
;;;;6"òt'friviiegiados en-la primerà posguerra se dila'
 188 André Stéphane
pidaba en publicaciones de gran tiraje y Ia muchedumbre
ienia su paite en los vicios y los placeres reservados a los
ricos. Aquel tiempo fue el tiempo de la vulgarizacidn, de
Ia inmoralidad.
En cuanto al Arte, quedd manchado por el comercio:
Siempre me parece un poco inquieto ante su arte ame-
nazado por los mercaderes y por las tentaciones f6ciles'
A mi vez, yo estaba inquieto ante el recuerdo de su obra
delicada y pura que tan f6cilmente podia corromper un
universo de dinero y vulgaridad (afiade Brasillach a pro-
p6sito de René Clair) (10).
Sin embargo, Céline es quien ha atacado con m6s vio'
lencia a la civilizaci6n materialista:
Nuestras sociedades se derrumban bajo el peso de las
riquezas materiales, pero gimen de pobreza espiritual. Todas
nuèstras artes caen, grotescas, con resonantes ecos, sobrecar-
gadas de desdichadas astucias, de trdgica pilleria' El comu-
nismo razonable quedard destruido en esta civilizaci6n sin
poetas. Como todò 1o demds, el comunismo debe ser 1o'
òura y, por encima de todo, poesia. El comunismo sin poetas,
a la judia, a lo cientifico, a 1o administrativo (11), al engaflo,
al lameculos, a los seiscientos kilos por frase, no es m6s que
un procedimiento imbécil de tirania prosaica, absolutamen'
te sin magia, una impostura judia satr6pica absolutamente
atroz, indigerible, inhumano, un esclavismo degenerado, una
maquinarià infernal, un remedio peor que el mal.
Bagatelas para una tnatanza se apoya en gran parte
sobre el postulado de identidad del judio y el comerciante,
sobre la
negativa de una civilizaci6n del confort, un
«parafso para amas de casar>, un ideal <<boa>> de las di-
gestiones de quince dias, de la servidumbre del hombre
(10) RwÉ Cr.ern: cinelsta francés, de estilo humorlstico e ir6nico,
ente otyr. meiores peliculas se cuentàn: El silencio es oro, Carxet de
baile y El lantasma ua al Oeste.
(i1)
Volvemos a encontrar aqul unas acusaciones contm los iudlos,
andlogas a las fotmuladas contra los burgueses. (materialis-
"ompietà-"nt.
mo,-pdmacfa de la iaz6n sobte la poesla. Es Ia buena <<ideologla» mate-
rialista).
El Universo Contestatario 189
a las necesidades que suscita en é1 la propaganda («la
pureza proletaria debe precaverse contra este inmenso
peligro de contaminaci6n»).
De modo general, Céline padece por su encarnaci6n:
<<No somos mds que un conjunto de tripas tibias y
mal corrompidas» (Viaje al lilo de la noche) . Se queja de
no poder abandonar sus despojos que identifica clara-
mente con los excrementos:
La basura no trata de durar ni de crecer. A este respecto,
somos mucho màs desdichados que la mierda. iEste afdn por
perseverar en nuestro estado...!
Y afiade:
Decididamente, no adoramos nada mds divino que nues-
tro.olor. Toda nuestra desgracia procede de tener que seguir
siendo fuan, Pedro o Gast6n, al precio que sea, durante
todos nuestros aflos (12).
A nadie exuafiar| hallar a |ean Dubuffet, matomoros
de la «cultura burguesa», consagrando a Céline algunas
pdginas vibrantes de simpatia (13).
A este mundo materialista, los intelectuales fascistas
quieren oponer el de la imaginaci6n, el de la poesia, el
de la juventud.
Para Brasillach:
No es polftico quien no presenta su parte de imdgenes.
Se siente subyugado por Léon Degrelle:
|am6s podré olvidar aquel paseo en la noche y aquellas
palabras mdgicas...
(12) Aqul vemos que el iudlo y el cometciante tepresentan al materia-
lismo identificado con los excrementos. El deseo consciente de Céline de
desembarazatse de su 4conjunto de tripas» queda desplazado sobre el
judio y el cometciante o mercader, de los que hay que exputgar al mundo,
(11) Céline, Les cahiers de I'Herne, ed.
190 André StéPhane
Para é1, Hitler y Mussolini fueron grandes poetas. El
fascismo le propone al pueblo unas imdgenes y e§, ante
todo, bueno o malo, una Poesla.
En le suis partant (29 enero 1943), é1 mismo repi-
te que
la seducci6n que estas revoluciones han operado sobre las
masas, particulàrmente sobre la juventud, Proviene de haber
iubiàé ..eut una poesia. La juventud tambìén se opone al
mundo de los burgueses, al mundo de los comerciantes; no
gusta de las comoéidades (Nuestra Anteguerra, pdg. 100)'
La juventud tiene unos placeres puros:
Hemos tenido todo esto, lo hemos tenido con la juvert'
tud, aun en nosotros (...), y esto nos ha producido unos-pla-
cerés que nada podr6.arrebatarnos, vivos, magnfficos, libres,
que no-podemoJhacer comprender a los que ignoran precisa-
àente là vida, la chanza, la libertad.
Y avanzamos en medio de todo esto con esta juventud
del cuerpo que ya no existe, con la fragilidad, también con
la fresculra. Àl ionsiderar lo que fuimos, comprendo que la
palabra mds banal y rnds verdàdera sobre lq juventud sea el
iocablo «fiebre». Si, nosotros hemos conocido la fiebre de la
juventud. Puesto que hay que destacar «el elemento mds es-
'pectacular y
m6s àtractivo-del mundo nuevo: la juventud»
(Nuestra anteguerra) (14).
561o mencionaremos de memoria otras semejanzas en-
tre la ideologia fascista y la de la contestaci6n, ya que
no se hallan directamente ligadas a nue§tro tema; a saber,
el antiparlamentarismo, la desvalorizaci6n del liberalismo
en materia polftica, y, sobre todo, el culto reencontrado
y renacido de la violencia (15).
(14) Matie Madeleine Martin agrupa los fragmentos escogidos de
Btasill".h en «temas privilegiados»' Nombra a ulo de ellost Himno a la
'
iut)entud.
Erieit a la iuventud en valor suplemo se apoya, y nos excusamos
-monotonlà
oot la de nu"suas interpletaciones, en la idea de pueza,-y
i..h.ru.i.oto del mundo de la analidad' El «viejo» es el que ya se halla
eo contacto coa la descomposici6n, quc va a convertiÌse en deaitus y que,
Dor tauto. participa de lo excrcoèncial. La vejcz es, pue§' un valor nega'
iiuo. f" inscipci6n mural: «lProfesotes, sois viejos!», ilebe consideralse
un iosulto.
(15) Ver el capltulo lzqoÉerdismo y fascismo.
El Universo Contestatario 191
Hemos dicho que el mito actual del burgués y el mito
antiguo del judfo presentaban ciertas semejanzas. La cri-
tica actual de Ia sociedad de consurno que acusa al bur
gués, muestra cierta arralogia con la cfitica fascista de la
sociedad de anteguerra, que convertia al judio en el prin-
cipal responsable de sus <<taras». El burgués y el judio
encarnan el triunfo del materialismo; son los asesinos de
la pureza; de Cristo, por una parte, o de su sustituto el
proletariado, por otra (16). En verdad, no hemos partido,
para poner de evidencia Ia analogia entre ambos mitos,
de la semejanza errtre los jefes de estas acusaciones, sino
del modo c6mo el judio y el burgués viven su condici6n,
viéndose obligados a menudo a reaccionar ante tales acu-
saciones renegando de su identidad, ostentando incluso
ellos mismos el papel de acusadores. En realidad, no es
s6lo el contenido de las acusaciones que presenta rasgos
semejantes que, al fin y al cabo, podrfa ser Énica-
-lo
mente la consecuencia de una semejanza rcal entre la
ideologia del judio y la del burgués-, sino mds bien una
analogia en el mismo procedimiento de la acusaci6n, es-
(f6) Ya se conoce el lugar cenftal que ocupa en el cristianismo cl
mrirtir divinizado, sin el cual esta religi6n se verla privada de su palanca
esencial.
En la noche del 11 al 12 de junio, junto al Jardln del Luxembugo
(Par{s), estando el bario como sumergido bajo una marea de manifestantes,
pudimoe discutir con un joven contestatario que blandia contestar-
nos- el mismo argumento de forma incansable, como si pata -al él fuese la
justificaci6n final: <<iHa habido uo muetto!». Intuimos el enorme valor
que para él tenla este hecho: aquel muerto habla tealizado la paz en su
alma, un equilibrio incontestable ya que su culpabilidad sddico-anal podla
proyectarse sobre el ouo (los otros) de fotma itefutable; y un muerto
bastaba, lo que demuesra que se cataba de la conflictivided del suieto,
en cierto modo uno cootfa uno.
Recordemos la importancia que tienc para el ctistianismo Ia prcye-
ci6n del deicidio, reavivado peti6dicamente dutante siglos y hasta en
nuesfia época, mediante la acusaci6n de <<muette ritual» de gue fueto,n
yictimas los iudlos,
192 André Stéphane
pecifico del racismo (17). En efecto, el racismo, que se
apoya en una detecci6n y una denuncia en los demds de
los mismos caracteres que posee el sujeto, caracteres que
el sujeto aborrece en si mismo, que no reconoce como
suyos y de los que tratard de librarse affibuyéndolos al
otro (iudio, negro, 6rabe), proceso que el sicoandlisis de-
signa con el nombre de proyeccidre (18), consigue justifi-
car enteramente el odio hacia el otro (judio, negro o
6rabe), que es el objeto de dicho odio. En efecto, es en
nombre de la conciencia moral (del Yo Superior) que se
ejerce este odio. Las nazis estaban convencidos de obrat
bien al desembarazar al mundo de judios. Si una categorfa
de individuos ha de representar al Mal absoluto, la lucha
contra la misma continuard en nombre del Bien. Este con'
junto de mecanismos siquicos denuncia la paranoia, y el
paranoico mata de perfecto acuerdo con su conciencia'
La amenaza, para el paranoico, siempre procede del otro,
del portador del Mal, por lo que se halla en estado de
legitima defensa, como portador de una misi6n de salud
priblica (19).
(17) En El opio de los intelecttales,-Ravmond fuoo ha sefralado la
..-"i"nia entre las-acusaciones que Sartte formula contra los norteametica-
nor t*acusaciones antisem{tièas. tNo son hoy dla los norteamcdcanos
"
Ios representantes por excelencia del capitalismo burgués?
tfit ft hecho que consiste en atribuirle al otro lo que es contlalio
al ideal narcisista y-motal, es sumamente cottiente: cuando se ptopa€6
i" rttiti. por EutoÉa, los italianos la denominalon «mal francés», y los
-franceses. «mal naoolitano».
(19)' Pata Màrcuse, los estudiantes s61o responden a la violencia de
t, .òiiéd^a con la violencia. Para Cohn-Bendit, los estudiantes han
òbtigadò a que el Estado se desenmascarc.-Asl, todo el mundo pudo ver
en Francia que el tégimen era uno policial.
- -L"
pr.té de real"idad sobre la que a menudo sc-fuqda la-proyecci6n
es la ùrìica que cuenta hoy dla. Asl, queda separada de todo contexto
Itciio (nos hallamos en el ptoceso primario), y se convertird en Ia otgani-
;e;;'à.i coniunto de la iituaci6n, quedando arrurnbados los demcs fac-
iòr.r qu. hayan contribuido a su génesis. Asl, es posible encerrar a los
i"ài"r'd"rrnie sielos en sus diminutos gbettos, abominablemente super-
irotUaoi. quitdnd:oles toda posibilidad de actividad profesional normal,
ieduciénéoiès mediante toda clase de tesfficciones y una fiscalizacidn es-
p"itfi.r, aplastante, a Ia miseria; lo cual compona obligatotiamente cierta
El Universo Contestatario 195
Afirmar que los judfos son, por regla general, buenos
comefciante§ o que los negros poseen un gran tempera-
mento no es racismo, siempre que el que pronuncie esas
frases halle legitimo el ansia de amasar dinero o de tener
fuertes pasiones sexuales. En cambio, a pafiir del mo-
mento en que todo lo que hace el iudio se le pone en la
cuenta de su adoraci6n al Becerro de Oro, o cada mirada
del negro se considera como signo infalible de su lascivia,
entramos ya en el universo del racismo.
Esta actitud de denuncia permanente implica, en efec-
to, la permanencia y la intensidad del impulso rcchazado
del denunciante, o sea que desenmascara el cardcter pro-
yectante de la denuncia e implica correlativamente la
existencia de mecanismos paranoicos. Éstos empujardn
al racista a ejercer una presidn constante sobre el objeto
de su proyecci6n (judfo, negro o 6rabe), anàloga a la
fuerza necesaria para el rechazamiento de su propia com-
pulsi6n que encarnan el judio, el negro o el 6rabe, a fin
de reducirle a la impotencia, manteniéndolo bajo vigilan-
faf*-'TE"ne, con lo que resulta mds fdcil poder sefialarlos después
mn el dedo: «ipuercos iudlos!»
El nivel téltesivo à que se siuia el mecanismo de ptovecci6n -nos
da a entender par qué actrià como una anulaci6n, no s61o de la culpabili-
àrd rino de ù realidad del acto (desvaneciéndose éste si se quita -el
anal de la estructura). Ei acto capital-,.-podtd
"oÀpoo"nt" -consecuencia
de eìte modo ser petpetrado sin irabas, puesto que carece de culpabililad:
.pti.r"ao ciàtta làgiia patecida a la del adulto,- podria afirmarse: <<Si el
ub sino ---como sabe todo el mundo- el ne$o,
càncuoiscente no *v-puedo
I6gicaàente yo no habet cometido un acto de concupiscencia,
Y como no ha sido cometido, puedo arin cometerlo».
La confesi*n catdlica, otyo sentido patece opuesto al- de la ptoyecci6n,
puede situàrce sin embàrgo'al mismo nivel (desde el pulto de vista
icon6mico): el creyente qire se confiesa, telat* la tansgresi6n cometida
v obtiene'ia absoluci6n al precio de un castigo cuya impottancia estd de
àcuerdo con Ia gravedad del pecado. Pot tanto, ha establecido un equilibrio
a iirvés de un-intercambio,-como si de alguira manera- fuese el sacerdote
el que detentase el componénte anal, siendo portador- del pecado (el castigo
medido, contàdo v materializado por palabtas o actos se dedva
componente anal), y como el pecado confesado y? no es una transgre-
".oidudo.
del
;ù;,;u-eil-i-no.ioiàlio'ei pec"dor. Y como .,, pec^do se ha «putificado»
con.la-transacci6n, nada se opone a que welva a pecar.
7
 194 André Stéphane
cia, arrincondndolo, aprisiondndolo, o metiéndolo en una
trampa. En el plano mental, esto conducird a <<no pasarle
ni una>>, a tenerle en cuenta todos sus defectos, a atribuir
el menor de sus gestos a su judaismo o a su «negrura».
Cuando posee los medios de objetivar sus mecanismos sf-
quicos, llega a encerrarlo en un ghetto, un campo
concentraci6n, o hasta en una càmata de gas.
Como la proyeccidn es su mecanismo esencial de de-
fensa llegar6 a atribuir al judio (o al negro o al 6rabe)
su propio deseo de encerrarle para impedirle actuar. Como
no sabe librarse definitivamente de sus compulsiones,
éstas, encarnadas por el judfo, el negro o el 6rabe, sobre
el que las ha proyectado, las resentird como si le persi-
guieran y le acosaran (20).
Esto da lugar a la idea de que «los judios se infiltran
por todas partes», o bien que existe una conjuraci6n ju-
dia internacional (actualmente se llama <<conjura sio-
nista»),
Como las compulsiones son indestructibles, el judio
que las encarna no puede cambiar: <<un judio, incluso
convertido, siempre seri4 un judio»' Y como las compul-
siones (impulsos) proyectadas son las <<desagradables»,
el judio que las encarna altera y degrada todo cuanto
toca. Pero las acusaciones efectuadas contra los burgueses
parecen precisamente derivarse .de estos mismos meca-
nismos, y asi hemos visto reprocharle a la burguesia tanto
la pobreza como la abundancia; si el burgués alimenta al
proletario, s6lo es para cerrarle la boca, Si permite que,
a su vez, se convierta en burgués, es para tenerle como
cdmplice contra los ciudaCanos del Tercer Mundo, o
simplemente para absorberle (judaizarle):
Como sefiala Gilbert fanne:
(20) Recordemos que etimoldgicamente «persecuit» es i€nral
tinuar siguiendo».
l&,
El Universo Contestatario 195
Un tendero que gane mucho dinero no se cree burgués
(21) pero a partir del momento en que se content'e con
hacer que trabajen otros (22), dirigiéndolos desde un des'
pacho, ya lo es; su hijolo serd con més seguridad si ingresa
en el Politécnico, siendo entonces cuando se instala esta
mentalidad a que nos hemos referido antes, ya que el poder
de asimilaci6n de la burguesia es tal, que se asemeja a esos
de paises en que el ocupante es absorbido y tan bien convertido
a las costumbres del ocupado que no quiere volver ya a su
pasado,
Hay que destacar la rarcza del reproche: puede es-
tigmatizarse a una clase porque se cierre ante los recién
llegados, pero no por su permeabilidad y, en todo caso,
no se le pueden formular simultdneamente los dos repro.
ches; mas unas lfneas antes el autor se refiere a las fami-
lias burguesas ricas que cierran filas ante las menos ricas:
Es imposible llegar a ser arist6crata cuando uno no lo
es por temperamento o nacimiento, a menos de concederse
la ilusidn de un titulo o de un nombre, fen6meno especial'
mente despreeiable. Mas siempre es posible convertirse en
burgués desde el instante en que se poseen <<los medios».
Observemos'asimismo la originalidad de la acusaci6n
que prefiere là barrera absoluta que opone la aristocracia
a los que desean infiltrarse en su seno, a la barrera rela-
tiva de la burguesia paru la que basta contar con «me-
dios», cuando, de modo curioso, el tendero que ganaba
lo suficiente no podia franquearla, a pesar de ser ptesen-
tado a menudo como el prototipo del burgués.
El mismo autor denuncia la existencia de una Izquier-
da burguesa como una impostura y aflade:
<<Ya que se afirma progresista, pero no renuncia a
nada.r,
En realidad, se trata del antiguo reflejo burgués que
(21) Et mismo autot afitma que el dinero es ptdcticamente el dnico
a «con' valor burgués.
(22) «El judlo no ttabaja. Hace trabajat a los demds.» (Céline.)
196 Andté StéPhane
consiste en apostar sobre el porvenir, o en comprar una
buena conciencia con poco gasto («un judio, incluso con-
vertido, seguird siendo un judio»). Ademds, <<1a reconver-
si6n politica de los intelectuales y los tecndcratas burgue-
ses no es mds que un nuevo intento para asegurarse un
buen lugar» (del judio no puede provenir nada bueno, no
hay que fiarse nunca de él; de todos modos, nunca hace
nada sin c61cu1o).
M6s adelante tendremos ocasidn de ver qué dicen
Marcuse, Lefebvre y Vaneigem sobre la noci6n de una
sociedad llamada de consumo, en la que cada bienestar
se resiente como un intento de aniquilacidn. El burgués,
en este caso, tampoco tiene alternativa: <<si no da es un
explotador, si da es para apresaros mejor». (un articulo
publicado en el antiguo Candide [semanario humoristico
parisién], firmado por Frangois Coirre, recordaba que
si un judio da una buena propina, es para asombrar. Si
da una propina pequefia, es ladr6n como todos los judios,
y si da 1o justo no es extraf,o, sino que ello se debe a
que se vigila a si mismo).
La misma idea de una t6ctica que hiciese imposible
toda revolucidn y que siempre fuese recuperada por la
sociedad burguesa (la ausencia de la negativa, postulada
por Marcuse) ya se halla implicita en los Protocolos de
los Sabios de Si6n:
Distraer a las masas... divertir al pueblo para impedir
que piense.
Y también:
Cuando los franceses formen una Liga antisemita, el
presidente, el secretario y el tesorero ser6n judlos (Céline).
La idea del «principio del rendimiento» (Marcuse),
destinado a una mayor produccién, utilizando la fierua
El Uniyerso Contestatario t97
laborai de la gente y obligdndola a consumir unos pro-
ductos que no necesita, se halla en esta afirmacidn i1e
Céline segrin la cual el cristiano vuelve a comprarle al
judio <<sus propias tripas».
El burgués capitalista que no le asegura a su personal
unas condiciones de trabajo decentes es un explotador;
pero si mejora su condicidn, es para acentuar arin mds
su explotaci6n.
Las contradicciones en las reivindicaciones de las que
hemos hablado anteriormente, y que, segrin manifestamos,
se derivan del universo narcisista, del proceso primario
y del principio del placer («pedir lo imposible>>), apare-
cen igualmente a otro nivel, como derivando de la nece-
sidad de <<aprisionar>>, <<arrinconar» a aquél a quien se di-
rigen, o sea al burgués, al Estado burgués, o a la Univer-
sidad burguesa; a justo titulo se habla de e,ncerrar en las
contradicciones.
Ya hemos observado que se exige a la vez los bienes
sociales y la muerte de los bur6cratas, sin seleccibnes y
més vias de escape, etcéteta. Si se es anarquista, se le
reprocha al capitalismo burgués crear artificialmente unas
necesidades y uniformarlas gracias a los <<medios de co-
municacidn de masas>>, reprochdndole al mismo tiempo
que deje al individualismo una parte excesivamente gran-
de en la definici6n de las necesidades: <<gracias a su
ideologfa individualista, la sociedad capitalista moderna
ha hecho de las "necesidades" una noci6n general y
subjetiva, dejadas a la discreci6n de cada cual» (<<Esta-
mos en mareha»).
Hemos dicho que el deseo de <<arrinconar», de apri-
sionar al que es portador de las proyecciones del sujeto,
se proyecta a su vez. Es el otro quien vive como tejiendo
su tela, plantando la trampa, ejerciendo una manumisi6n
absoluta; ya hemos citado anteriormente la extensa diatri.
ba de la Comisi6n <<Estamos en marcha>> contra <<el mun-

198 AndÉ StéPhane
do de los mercaderes», y «la red que nos han tendido»
para atrapar a las victimas inocentes.
' A estè tema podrian seguir los de la trampa o la
-red
proyectados sobrè el judio o sobre el burgués y descubrir
à., lUot las coincidencias absolutas en sus menores de-
talles; en particular, el fantasma de la desventraci6n («nos
han vaciaào»), que hemos mencionado, se halla siempre
en las acusaciones antisemiticas. He aqui un ejemplo
entre mil:
<<Pueden compararse a las avispas que s6lo se intro-
ducen en las colmenas para matar a las abejas, abrirles
el vientre y sacar la miel de sus entrafias; asi son los
judios». (Requisitoria de los comerciantes a Luis XV,
1777, citada por Céline.) (Céline suele inventar sus citas,
por lo que nò podemos asegurar que se trcte de una re-
quisitoda auténtica de los comerciantes a Luis XV')
Recordemos a este respecto la expresi6n marcusiana
de «la sociedad del encierro» que contiene la misma idea
de trampa. La famosa cuesti6ri.de la Universidad burgue-
,u pu..* derivarse del mismo fantasma, o sea de la ma-
.ruÀi.i6, absoluta (el judio ejerce también su manumisidn
sobre el mundo; el cartel que representaba al judio Sùss,
mostraba un hombre que sostenia el globo terrestre entre
sus manos ganchudas). Pero, sin embargo, la cuesti6n de
la cultura Éutgr.tu se halla, a nuestro entender, ligada
a una proyecci6n mds especifica. No se trata s61o de la
atribucidn al burgués (al judio) del propio deseo del su-
jeto de meterlo en la trampa, ni de la-idea de que no es
posible librarse del burgués (del judfo) ni tampoco de
ios propios impulsos que se insinùan por doquier, sino
de là pioyecci8n directa de su propio deseo de empre-
sa, de dominar al otro.
El postulado en que se apoya la idea de la Universi-
dad buiguesa y de la cultura burguesa se inspira en Marx'
y sobre todo en Lenin, segrin el cual las ideas dominantes
El Unlverso Contestatario 199
son obligatoriamente las de la clase que detenta el poder.
Hay que comprobar lo curioso que resulta poner de moda
una idea desmentida por cincuenta afios de dictadura del
proletariado, que decididamente no parece haber dado
nacimiento a una cultura original (la experiencia china
de la revoluci6n cultural ha conseguido, hasta ahora, des-
truir algunas obras maestras del pasado artistico de China,
pero desde el punto de vista creador s61o ha producido
numerosos retratos del presidente Mao del mds puro
estilo antafidn) (23).
De todos modos, la afirmacidn de una necesidad de
salvaguardar la neutralidad de la ensef,anza, la voluntad
de apolitiquismo, la antigua noci6n del laicismo, sdlo
sirven para enmascarar la difusi6n sutil de la ideologia
burguesa. Los valores universales a los que la Universi-
dad pretende referirse s6lo son la tapadera hipdcrita que
disimula los proyectos de la burguesia, tendentes a es-
parcir sus valores por el universo. Asimismo, los Proto-
colos de los Sabios de Si6n pretenden revelar la confabu-
laci6n judia:
Acapararemos la ensefianza, mediante la cual esparcire-
mos las ideas que nos sean Étiles y alimentaremos los cere'
bros a nuestra voluntad.
A nuestro entender, hablar de cultura burguesa
de ciencia judia-, es la proyecci6n sobre el bur'
-como
gués y el judio del deseo de apropiarse completamente
de la conciencia de los individuos. Recordemos que la
ideologia de la contestaci6n implica una politizaci6n ge'
neral. La afirmaci6n segrin la cual es la sociedad burgue'
sa, por medio de Sheila y otros opios, la que tiende a
hacer creer que no existe en la vida nada mds que «el
(2)) Hasta nueva orden nada permite afirmar que la Cultura but-
guesa no coincida con la cultura.
200 André StéPhane El Universo Contestatario 201

amor, los camaradas y el trabajo», que el deseo de poseer Todo lo que se refiere a esta cuesti6n tiene unos as-
pectos paranoicos tan evidentes que Lefebvre anticipa la
un coche, de pasar fuera el fin de semana, de contemplar
la televisi6n, ét una manifestaci6n de alienaci6n, que pre- critica hablando de las <<cuestiones maliciosas respecto
terir ta tranquilidad a la agitaci6n, la prosperidad a la a las confabulaciones ideol6gicas y los "sujetos" de tales
aventuta, se dedva de una mentalielad vergonzosa y re- conspiraciones. Esta anticipaci6n le impulsa a atacat al
accionaria, que, en suma, todo 1o que desvia la atenci6n interlocutor escéptico que sirve a "la estrategia de clase"
de una revolucidn es pecado, tiende a subordinar al hom- de buena fe, ni mejor ni peor que otros, los que saben y
bre a la politica, o seu a ejercer sobre él un imperio los que no comprenden nada de nada>> (La vida cotidiana
totalitario (24). en el mundo moderno, N.R.F., p6g. 180).
En enero de l962,la Revista Canadiense de Siquiatria Los antisemitas que creen firmemente en la conspira.
relataba la experiencia efectuada por dos siquiatras du- ci6n judia (en los Protocolos de los Sabios de Si6n, por
rante un viaje por China: interrogaron a unos adolescen- ejemplo), tratan de abrirles los ojos a los <<ingenuos» (<<que
tes de doce a quince afios respecto a sus suefios' La ma' no comprenden nada de nada») y adoptan un aire de
yoria contestaràn triunfalmente que no sofiaban jamàs; entendidos cuando se les opone una actitud de escepti-
àtros relataron unos suefios en los que siempre figuraba cismo. Céline hablaba de la ceguera de los que no creen
Mao fse+ung. Uno de los sueflos citado mds a menudo en la conspiracidn judia internacional (Bagatelas).
era el del preiidente saludando o recompensando al sujeto' A menudo, los términos que sirven para designar a los
Ya es sabido que la acusaci6n de los nazis contra los burgueses se confunden con los que tradicionalmente se
judfos de querff apoderarse-del mundo, o de propagar aplican a los judios. Asi, Gilbert Ganne, refiriéndose a la
por doquiei la ideologia judia, correspondia a un deseo' cultura burguesa, afirma que «una cultura laboriosamente
i *ry real, de invadir el universo y ejercer un dominio adquirida no puede rcmplazar a este conjunto de nociones
ufroÉto sobre cada individuo. A la idea de la conjura difuso ni a la soltura social e intelectual propias de los
de «confabulaci6n sionista>>, segrin la terminolo' miembros de una misma tribu (25).
;uaia to
giu u.ìrd de los pafses del Este) corresponde la de la Como hemos recordado antes, Ia proyecci6n de las
ilaquinaci6n capitàlista de la sociedad de consumo y de compulsiones desagradables sobre el judfo conduce al
la iàeologia de consumo (Lefebvre)' sujeto a temer que aquél corrompa todo cuanto toque. En
particular, se le atribuye un espiritu «disolvente». Asi-
mismo, hemos visto que el burgués «ha defecado sobre
Q4\Hastaenlosambientessicoanaliticos.algunoscontestatariospie.
t""aà'J'orà'no huy;;"'h;;;; *a, Àat durante-una tevolucidn' que-la nuestra esperanza» o ha <<babeado sobre algo que era
illilirilài. ,'""t'ilrr,ì."t..-i" ocuparse
-&-i. en absoluto de sicoandlisis' «Hav
eente, extirpar de sus hdbitos la
grande, transformàndolo en un detritus infecto>>.
:ì""';ffi; ir;;.ì;;A;où;i*
i,il; H'ff rlli"iaàa'iiiìptàl-ruÀiti^' v Flus aipi-raciònes a Ia p.az» (Nancv Frente a la explotaci6n burguesa, al complot capita-
'Sìfià.*.i;'éÈi* ?.f .oiuren -io", ta ce . ir,. 17 setiembre)'
So
"*'1il.';;*di;;' t"Jò; l,ìn a" n
la divetsi6n, la. familia' v con- lista y a la conspiraci6n judia, se impone la adopci6n de
..ntràiioa-oiìoJ'erfuétrot-Èn.*or^rs. "tria^'
en ttabajar para el ptesidente Mao Tse-tung' et ciertas medidas. Como se trata de medidas de retorcimien-
b"#iìà; .l È;Ér'ià-.]' v càsarse- pronto es uno de los mecios
u Ài,:ài"ii' iiar a la'iuventud publicadas
i8i'ìàI à*p"iir, revolucionatia»- (declaraciones
i. riràiJ v"J àirrio lràn fiei Pao, en Combat' 12 se-
(25) Subrayado nuestto.
tiembte).
 El Universo Contestatario 203
202 André StéPhane
De hogar en hogar, de lar en lar, el temor ha llamado
judio
to, viviéndose la agresi6n como un hecho debido al a vuestras puertas. Arrebujados al fondo de vuestros mullidos
lechos, burgueses, habéis dejado en un rinc6n del hogar
v al bursués, la cùlpa tenderd a ceder el sitio a la santa la facultad de eleccidn mientras que un Barrio Latino
loi.rr. Ti",andose àel judio, ya e§ sabido lo que pas6' heroico se estremecia de granadas, vosotros temblabais de
miedo, temiendo que os arrebatasen ese buen general que
iiuranao.. del burgués, no nos referiremos a los paises va a misa y que, desde hace diez afios, es fiel guardidn de
*Àrnirtu., y s6lo iecordaremos la buena fe con la que vuestra corrupcidn (...), v he aqui, de repente, que han
no ha-
;ù;;;;, ;;; Maurice clavel, que probablemente
«expropiar a los
llegado unos cuantos estudiantes y un grupo de obreros, 1o
mismo que lobos, a aullar bajo vuestras ventanas. Entonces,
rian daflo a una mosca, hablaÉan de
vomitando de miedo, como en los tiempos antiguos, habéis
il;;;;;;,,, de .,extirpar el chancro-.del empresariado>> retrocedido, habéis reformado vuestro grupo y ahora somos
(Cél"ine habl6 del «càncer judio») (26)' Conocernos a
un nosotros los que nos sentimos asqueados. (Philippe Marco-
normal no se atreve a exigir vici, «El gran espanto de los bien pensantes», Combat,
contestatario que en su vida l2 junio 1968) (28).
io q* se le dèbe y que en el transcurso de las protestas
;;;y" participd alègremente en el saqueo de unos a1- A cierto nivel, la propaganda politica se funda siem-
macenes. pre un poco en los mecanismos paranoicos. La necesidad
Como la victoria contra el judio o el burgués repre- de asegurar el triunfo de una ideologia, de un partido, de
sentalavictoriacontraelMal,osea,segfnhemossef,a- un candidato, empuja al maniquefsmo; los argumentos uti-
cual no
lado, contra la parte aborrecida de uno mismo 1o lizados sirven para ennegrecer al adversario, es decir, pafa
se quiere reconocer, el miedo que se le inspira -objeto
al prestarle unos impulsos sddico-anales y para revestir de
aboirecido (proyectado) se vive como la seguridad de
cdndida probidad a la ideologia, al partido o al candidato
tenerlo a meiced del sujeto (proyectante)' como un pre-
cuya victoria se desea. Se trata de una tilctica y una
ludio del triunfo final. estrategia que poseen sus leyes, sus trAdiciones. Las bata-
Este miedo asi provocado no suscita ningdn remordi- llas electorales de las democracias liberales se desarrollan
miento, ninguna comPasidn' casi siempre de acuerdo con un esquema previsible que
Ya hem-os citado varios textos donde el burgués es comporta alabanzas y ataques distribuidos de forma casi
tratado de <<rata muerta de miedo» o <<de raspas>>' -Nos ritual. La violencia de los ataques queda generalmente
aoordamos de un texto del Piloti, donde se
bromeaba a contenida dentro de ciertos limites que hasta los comu-
propdsito del «pequefro judio apestoso» (27)'
'--'ù.ai. .r, pod", po, t.-ot que suscita en su victima (28) «Los judlos disimulaban medtosamente sus siluetas dettds de
"i que el perseguidor
es un recreo inocentemente sddico del las ventanas, Yo flotaba en un gozo vengativo.» (Rebatet, Escombros),
(Los judlos)... «pueblo de estÉpidos y pervertidos, temblando con todo
casi nunca se Priva: su cuerpo a la sola vista de un fusil». Y también a ptop6sito de la
metdfora de las tatas que se aplica a los burgueses, podemos observar que
el término <(ratas» tiene .uta mlz tipicamente racista. Sabemos que los
§l
1" irabes eran llamados «ratones». En su libro, El silio de la estrella, Patrick
Ir{odiano imagina a Burdeos ialonado pot coches con altavoz llamando a la
' iÀri'xÌ::"lH?:"'*'r;f: poblaci6n en favor de una campafia de desratizaci6n, alusi6n evidente a
ttil,1i'i#'il';;il
.",*'3.tJ,.t.oèhi"dt'f',:'ifii;:,ru:,,x,:"ltH':l de concenffaci6n»' Ias tedadas de judlos durante la ocupaci6n alemana. El titulo del libro
v'r"; uii'g'!ià' -e;'l;'n'u*po'
agregado, contestatario. que, en de Albet Deza, Las rata, designa colectivamente las minotfas raciales
(27) Recordemo.
"'à' J' d;?;";-iò' analistas: «lMiradlos'
h FHi,rd' d;^iliai.i'.," 'q"?r-iiofisor perseguidas u oprimidas.
i àrta" ponto de motir apestados!»'
" "tHlio

I
I

lr,&
204 André Stéphane

nistas respetan (esto riltimo est6 en pugna con la intole- Tercera parte
rancia y el odio que animan a ciertos escritos de Lenin,
prefigurando ya la era stalinista).
,Pero, mientras se trate de profesionales de la politica,
puede admitirse que el furor de los ataques dirigidos con'
Tres maestros opinan sobre
tra la parte contraria es de <<buena guerra» (por 1o dem6s, la contestaciÒn
la etimologia del vocablo .<candidato» implica que éste
sea completamente cdndido y, Por consiguiente, su rival
perfectamente malvado), que la conquista del poder lo
exige, o que la propaganda se ve obligada a jugar sobre
Ios mecanismos inconscientes primitivos, pero seguros,
aunque la llamada hecha a los afectos, al desprecio de
la razdn l6gica, fitme los visados totalitarios, como es
sabido. Pero las cosas se tornan graves cuando los inte-
lectuales, que deberian ejercitarse del lado de la raz6n,
se adhieren sin reservas ni espfritu critico a unos mitos
o unas propagandas, atribuyéndose -provistos de una
autoridad concedida por'su calidad de <<pensadores»-
la misi6n de imponer a los otros una visi6n arcaica del
mundo, impuesta a ellos mismos por sus conflictos in-
ternos.
I

Ir
E
h
I,

10

MARCUSE: ACONTRIBUCION A FREUD

O CONTRIBUCION A LOS MITOS?
Las ideas de Marcuse se inspiran en el sicoandlisis.
Su libro Eros y civilizacifin,lleva como subtitulo «Con-
tribuci6n a Freud».
Nunca se nos hubiera ocurrido Ia idea de acusar a
Marcuse de <<revisionismo>», si él mismo no hubiera for-
mulado esta acusaci6n respecto a algunos analistas. Que-
remos subrayar que nos habriamos contentado con ilus-
trar los principales puntos en que su pensamiento parece
separarse del de Freud, hasta el extremo de forjar una
creaci6n, sin duda original, pero a nuestro entender no
sicoanalitica, o mejor no freudiana.
Para empezar se trata de una observaci6n
-y se funda en unas ideas de de
den general-, Marcuse
or-
Freud
que éste mismo present6 como especulaciones: sobre la
teoria del instinto de muerte, sobre la filogénesis, dos
conceptos que estdn muy lejos de ser admitidos undnime-
mente por todos los sicoanalistas, asi como sobre el mito
de la horda primitiva. Marcuse evoca esto en su intro-
ducci6n, pero presentando un problema de intenci6n a

il

le
2OB André Stéphane
los sicoanalistas que no se hallan de acuerdo con tales
nociones: tesultarian comprometedoras y serian objeto de
un tabrl dentro de una teoria sicoanalitica <<respetable>».
No sabemos a qué sicoandlisis se refiete Marcuse, pero
en todo caso, en Francia, tales teorias no son objeto de
ningrin tabr1. §in duda, hay tantos sicoanalistas que em-
plean esas nociones en sus elaboraciones te6ricas como
ios hay que no las emplean, y el conformismo de unos
y otfos no parece tener aqui nada que ver. A 10 sumo,
cabria observar que un espiritu cientifico puede experi-
mentar cierta desconfianza hacia unas hip6tesis que, aun-
que exactas, presentan a vece§ el peligro de ahorrar el
esfuerro que necesitaria una investigaci6n màs completa.
No pretendemos afirmar que a veces sea c6modo fiilizat
la explicaci6n filogenética respecto a un fendmeno cuyo
origen se desconoce.
En cambio, Marcuse destaca bien poco 1o que forma
el centro mismo del sicoandlisis, o sea el compleio de
Edipo, reduciendo mucho su papel cuando 1o toma en
coniideraci6n, y sin mencionar 1o que es inherente a di-
cho complejo, que conduce a su declinaci6n y se halla
en el origen del Yo Superior que en cambio habla
mucho-, o sea el compleio de
-del
castraci1rz. Ademds, para
establecer sus propios conceptos se basa principalmente
en un pasaje de Freud, Malestar en la civilizacidn, al
que da una interpretaci6n que juzgamos errdnea si se
refiere al conjunto de la obra freudiana y también a tro
que la critica sicoanalitica nos ensefra.
Como todos los <<revisionistas>>, Marcuse toma una
parte de la obra de Freud, que presenta como el todo,
ilevdndola hasta sus riltimas consecuencias, y perfeccio-
nada por él hasta cierto Ptrnto.
Tòdo esto es muy legitimo, a condici6n de no presen'
tar el resultado como una contribucidn a Freud. Ademds,
resulta perturbador ver toda una teoria que se dice sico-
El Universo Contestatario 209
analitica, fundarse precisamente en los escaso§ punto§
de la obra de Freud que, por definici6n, no pueden reci'
bir confirmaci6n clinica, y olvidarse casi por completo
de lo que es el pan de cada dia del analista. En la tesis
de Marcuse no citaremos mds que aquellos datos a los
que creemos que un sicoanalista no debe adherirse.
Para empezar, nos parece imposible dar el principio
de rendimiento por Ia forma especilica del principio de
realidad en la sociedad ruoderna (l),
Entre ambos existe una diferencia de naturaleza, En
efecto, el principio de realidad no se le impone al indi-
yidao dasde tuera, No es el resultado de una ideologia
llegada del exterior e interiorizada, sino que <<nace de la
impotencia primaria del nifio a ayudarse a si mismo>>
(Freud, Las compulsiones y su destino, 1915, en Meta'
sicologia, N. R. F.), o sea, tal corno hemos dicho antes,
nace del hecho de que durante el periodo posnatal las
necesidades no reciben una satisfaccidn inmediata y total
(lo que contrasta en principio con el periodo <<paradi-
siaco>> intrauterino). El seno de la madre no estd presente
de modo permanente y si, al principio, cabe suponer que
el nifio palia su ausencia mediante una satisfaccidn aluci'
natoria, pronto estd obligado a reconocer su impotencia
y la existencia concomitante de un objeto independiente
de é1, de un mundo exterior,
El principio de realidad nace en aquel momento y se
elabora progresivamente a través de sucesivas frustracio-
nes. El hecho de que el reconocimiento del objeto (y de
la realidad) se efectfe con ayuda de experiencias penosas,
colorea de forma especifica la primera relaci6n con el
objeto, con el mundo exterior, con la realidad: <<el pri-
mer objeto nace en el odio» (Freud, Las compulsiones y
su destino).
0) Etos t Cioilizaciin.
210 André Stéphane
El nifio, cuyo mundo se halla ahora dividido en <<fue-
ra» y <<dentror>, tiende a techazar hacia fuera Io que se
halla dentro de si, si es modificacidn o dolor. Las excita-
ciones internas (compulsiones) serdn asf proyectadas. Al
primer objeto, mundo exterior y compulsiones se confun-
den y son paralelamente odiadas; por el contrario, el
niflo muestra tendencia a incluir en su Yo (por introyec-
cidn) lo que es fuente de placer. De este modo, el objeto
satisfecho se separa del objeto frustrado (el seno bueno
y el malo). El Yo del nifro es entonces un <<Yo placer
purificado», pero la experiencia aporta rectificaciones a
este Yo: muchas cosas <<buenas» son, en realidad, exte-
riores al Yo y muchas cosas <<malas>> son internas, en
realidad.
A partir de este momento, el nifro, gracias a los 6rga-
nos sensoriales, y a una actividad motriz apropiada, con-
sigue distinguir el fuera y el dentro, asimilando realmente
el principio de realidad: <<e1 hecho de que el Yo no re-
curra a ningrin método de defensa contra ciertas excita-
ciones desagradables de origen interno que los que usa
contra las sensaciones desagradables de origen externo,
es el punto de partida de perturbaciones m6rbidas im-
portantes»).
i r'
Mds adelante, el niflo reconoce en el padre el obs-
tdculo a su satisfacci6n edipica. En aquel momento, el
padre (para el niffo) es el representante de la realidad.
Como se ve, la oposici6n entre principio de realidad
y principio de placer es extremadamente ptecoz e inhe-
rente a la condici6n neoténica del hombre. A cada etapa
de su desarrollo, el principio de realidad se elabora, ad-
quiere nuevas dimensiones. Ya hemos verificado de qué
modo la fase anal tiene una parte importante en esta
adquisicidn y, en particular, en la educaci6n esfinteriana.
El Universo Contestatario zLt
La situaci6n edipica se enriquece con este principio de
importancia capital. EI padre constituye un obstdculo en-
tre la madre y el nifio.
Por tanto, no hay que asimilar el principio de rendi-
miento al principio de realidad que tiene un origen ex-
tremadamente precoz y es consustancial con la condici6n
humana.
Ningrin cambio social puede modificar en nada el
hecho de que el hombre rrazca prematurado y que el am-
biente màs afectuoso, m6s satisfactorio, no podr6 ase-
gurarle la satisfaccidn inmediata y total de sus necesida-
des (2), como lo ha conocido en el vientre de su madre.
En fin, ninguna sociedad sabe remedior la situaci6n
del niffo ante su padre y su madre en la situaci6n edipica.
De todos los factores que hemos mencionado como
ligados a la adquisici6n del sentido de la realidad, el que
se deriva del estado anal, o sea la educaci6n esfinteriana,
es el rlnico susceptible de una verdadera modificaci6n.
En efecto, la educaci6n esfinteriana no se pfactica de
igual modo en todo el mundo. Aunque los estudios etno-
grdficot parecen ocuparse muy poco de esta cuestidn,
pu"rto que la analidad, por el hecho misrno de la civili-
iac16n, es objeto de desprecio, sabemos que los mohaves
(estudiados por Georges Devereux), y los dogones (abor-
dados sicoanaliticamente por Morgenthaler y el matrimo-
nio Parin) (3), entre quienes la educaci6n esfinteriana es
casi absoluta, ofrecen a la observaci6n unos rasgos de
caràctet y costumbres que se oponen, pese a la influencia
de los blancos entre los dogones, a los factores que entre
nosotros parecen estar unidos a la ideologia de las socie-
dades industriales.
(2\ Unasatisfaccidn total e inmediata de las necesidades les impide,
en cfecto. aDatecet como tales.
0)' I-os blancos Piexsan demasiado.
 212 André Stéphane
La educaci6n esfinteriana da a Ia fase anal unos ca-
racteres especificos. Precisamente, Freud en Malestar en
la ciyilizacidn concede a la verticalizaci1n del hombre, o
sea a la cualidad de estar de pie adquirida por el hom-
bre, una importancia decisiva en el <<proceso inevitable
de la civilizaci6n», especialmente en la pérdida de la
posesidn de las impresiones olfatorias: el impulso a ser
limpio procede de la necesidad imperiosa de hacer desa-
parecer los excrementos que son desagradables al olfato.
Sabemos que entre los niflos pequefios no es asf, ya que
aquéllos no les inspiran repugnancia, sino que les parecen
preciosos como una parte de ellos mismos segregada de
su cuerpo.
La educaci6n esfinteriana se rcaliza con una energia
particular, a fin de apÌesurar la llegada de la fase siguien-
te, en el curso de la cual los excrementos han de perder
todo su valor, ser objeto de repugnancia y, por tanto,
repudiados. Esta depreciacidn seria imposible si su fuerte
olor no condenara a esas materias retiradas del cuerpo a
compartir la suerte reservada a las impresiones olfatorias
una yez el ser humano se vio erguido sobre el suelo. por
lo tanto, lo er6tico anal sucumbe a este <<rechazamiento
orgdnico que abre el camino a la civilizaci6n».
Mas, como hemos visto, las consecuencias de la edu-
caci6n esfinteriana son mriltiples. El aprendizaje de la
limpieza, o sea hacer aqui y no alli, da lugar a numerosas
derivaciones: la higiene, el orden, la atganizacidn, la cla-
sificacidn, la precisi6n, la estética hasta cierta medida,
etcéteru. La madre le enseffa a su hijo a hacer bien, a
hacer segrtn hs exigencias, a hacerlo todo, lo cual §e
inscribe en la moral del esfinter (Ferencz), que es 1a
moral de la eficacia y eI rendimiento.
Esta teoria concluye, pues, ligando el principio de
rendimiento a la educacidn esfinteriana. Y a priori, como
procedente de Ia necesidad del nifio de complacer a la
El Universo Contestatario 213
madre, obedeciéndola y contrariando sus propios deseos
de hacer 1o que le plazca, cudndo, ddnde y c6mo; de
retenerse eventualmente o divertirse con sus excrementos
y hasta de defecar por todas partes, se nos aparece esta
ligazdn entre dicho principio de rendimiento y la educa-
ci6n esfinteriana.
A primera vista podemos, pues, clasificar el principio
de rendimiento entre las formaciones reaccionarias al
erotismo anal (o sea como resultado de una lucha contra
una compulsi6n primaria, que llega a presentar conscien-
temente el negativo de la compulsi6n después que ésta ha
sucumbido al rcchazamiento, reforzado por la contra-
posesi6n).
Sin embargo, un examen mds profundo del contenido
de este principio nos induce a modificar algo nuestra
primera impresi6n: en efecto, la educaci6n esfinteriana
da lugar al surgimiento de la otra vertiente de la anali-
dad: el sadismo. La fase anal se designa a menudo como
«sàdico-anal», pero es muy dificil separar 1o que es pura-
mente er6tico de lo s6dico (sicoanalfticamente hablando
el sadismo es una mezcla de agresividad y erotismo). En
realidad, el sujeto que aprende a'retenerse adquiere un
dominio sobre su cuerpo y sus materias fecales (éstas,
inconscientemente, pueden vivirse como objetos internos).
Este dominio 1o extiende el sujeto a sus objetos exterio.
res. Al atemperar o al negarse a atemperar ante las en-
sefianzas de la madre, eI sujeto mide su poder sobre ella;
las mismas cosas se someten a su dominio. Aprende a
acumular las cosas como acumula en su interior sus
materias (el nifio admira a menudo la abundancia de las
mismas y se siente orgulloso de haber producido <<mu-
cho», ya que, habitualmente, su madre 1o anima a ello).
La retenci6n, vivida al principio como una penosa res-
tricci6n, incluso dolorosa, de la satisfacci6n, se convierte
en fuente de placer compulsiva y narcisista. El niffo se
214 André Stéphane
enorgullece del control que ejerce sobre sus funciones,
que se confunden hasta un cierto nivel con sus objetos
en general. Es ya <<dueflo de si y del universo».
El erotismo anal se beneficia de esto, ya que la exci-
taci6n del canal mucoso se ve reforzada por la retenci6n.
La defecaci6n se asimila al acto sexual genital en el que
el canal o conducto mucoso desempeffa el papel del 6r-
gano sexual femenino mientras que el excremento juega
el papel de pene. Una fijaci6n en esta fase se halla siem-
pre presente en todos los homosexuales.
Lo que Marcuse denomina el prinCipio de rendimiento
y que identifica con el principio de realidad no es, en
efecto, a nuestro entender, mds que una de las derivacio-
nes de la educaci6n esfinteriana tal como se practica
en nuestra civilizacidn. Se basa alavez en unas defensas
(o formaciones reaccionarias) contra la compulsidn er6-
tico-anal, en calidad de deseo anàrquico de hacer lo que
sea, como sea y donde sea, al mismo tiempo que sobre
la satisfacci6n del impulso sddico anal del dominio. O sea
que el principio de rendimiento se halla lejos de estar
fundado dnicamente en 1o que Marcuse llama la organi-
zaciln represiva de los instintos o <<represi6n» (4), y
arSn menos sobre la super-fepresi6n que es el hecho de
controles adicionales, que se ejerce sobre los individuos
y que se aflade a los que Marcuse (con Freud) cree in-
dispensables a toda sociedad humana y civilizada.
En efecto, segtin el autor, el trabajo, como corolario
del principio de rendimiento, descansa esencialmente so-
(4) En inglés, <<techazamiento» o <<rechazo» se llama «represi6n»;
en francés, el vocablo <<tepresi6n», cuando se utiliza en sicoandlisis im-
plica la elecci6n voluntada efectuada por un sujeto que se niega a dar
libre curso a una compulsi6n consciente. Es evidente que Matcuse utiliza
el término de la «teptesi6n» en su sentido no sicoanalltico. Por ora
parte, la asimilaci6n del principio de rendimiento, derivado de la fase
anal de la libido, al principio de tealidad en su conjunto, constituye una
metonimia abusiva; de todos modos, la coincidencia s6lo es parcial y no
actria mds que sobre una ftacci6n exftemadamente bteve de la fase anal.
El Universo Contestatario 215
bre la super-represi6n instintiva, mientras que en una nota
de Mateitar ei ta civitizaciùn, Frcud proclama:
No me es posible en una panor6mica. de coniunlo tan
ru.it tu extenderme el inmenso valor del
1o suficiente sobre
;;"ù6 desdé el punto àè-riitu de la ecoqomia de la libido"'
rr-r""iuiiia"a di trasladar los componenies.narcisistas' agre-
ir[i.'il;;ioiiiài-aÉ it libido'al trabajo profesional'estev
6-;à;;i;;t soòiales que el mismo implica le dan a
àii*o vuro, qr.r" t o- cede en nada. ai que le confiere el
Àèito Oe "n ser indispensable al individuo- para mantener y
il-;tifid- su existencia en el seno de la. sociedad' Si se
!."ài" iitià*è"tJ' toao oficio es fuente de gozos sublimi'particu-
bajo su forma
ild;;'a;;pèìtiit" sacar provecho y instintivas"'
ruJà, éo"-in.tìnaciones afectivas energias
Marcuse, por el contrario, pone el trabajo enteramente
en el lado del principio de realidad, lo que coincide para
é1 con una absoluta imposibilidad de satisfacciones ins-
tintivas. Por lo demds, tiene tendencia a asimilar el pro-
ceso de sublimaci6n, sicoanaliticamente mal conocido,
con la represi6n pura y simple, cosa que no hizo Freud,
u"ibumos de ver. Precisamente, la sublimaci6n no
"o*o
se considera generalmente por los autores sicoanaliticos
como una defensa contra los instintos, sino como una
senda derivada y abierta a su satisfacci6n, gracias a un
desplazamiento de objetivo que hace a.e§ta satisfacci6n
socàlmente aceptable. Por ejemplo, en lugar de divertirse
con sus excrementos, satisfaciendo asi sus inclinaciones
copr6filas, un adulto manipulard greda y hard objetos de
aliarcria otro, falto de satisfacer sus impulsos homo-
sexuales, elegird un oficio que le permita vivir libremente
su identificaii6n femenina y maternal. Y ser6 peluquero,
cocinero, pedagogo, enfermero, médico..' (bien entendido
que todos los oficios comportan el ejetcicio de impulsos
diu.rror, y que la motivaci6n esencial que preside a la
elecci6n de una cierta actividad no es idéntica para todo
el mundo). Sin embargo, Marcuse que, como hemos visto,
 216 André stéphane
asimila totalmente el principio de realidad con el de
rendimiento, para demostrar el aspecto «alienado» y <(su-
per-represivo» del trabajo, proclama de modo tautoldgico:
Si el placer del trabajo y el placer libidinoso (5) coinciden
habitualmente, el mismo concepto del principio de realidad
pierde toda significaci6n, resultando superfluo. Las vicisitu-
des de los instintos que Freud describi6 no son, a lo sumo,
m69 que un desarrollo anormal. No es posible separar el
principio de realidad (como hace Hendrick) (6), para que
exista un principio de trabajo diferente del de realidad, ya
que si éste no rige al trabajo, no tiene que regir nada préc-
ticamente en la realidad (7).
(5) El uaductor utiliza el término <<libidinoso>>, pero, los sicoana-
listas dicen «libidinal».
(6) Sicoanalista de quien Marcuse rechaza la tesis segin la cual
existirla un ,?rostery ittstinct, tesis que juzga revisionista. Mas pata Freud
existe un Bemihhtigotngstrie& (instinto de dominio). No se uata para él
de. un instinto especial, sino de una derivaci6n de la fase sddico-anal
(Ttes ensayos sobrc la sexaalidad), o de un componente instintivo del
acto sexual, apodetdndose el sujeto del objeto, y el instinto de muerte
poniéodose al servicio de Eros.
(7) Ya hemos visto que Marcuse, mediante su asimilaci6n del ptin-
cipio de rendimiento al principio de tealidad, niega el origen mismo de
este Éltimo ptincipio (o sea, las inevitables frustraciones precoces) y todo
su historial en el individuo.
Es evidente, pot otra patte, que el pdncipio de realidad es la dimen-
sidn en la que evolucionamos constantemente (1o cual no excluye la exis-
tencia patalela del principio de placer), y no s6lo en nuestro rabajo. 56lo
las rcgresiones narcisistas profundas excluyen, en parte, este priacipio: el
delido, el sueffo, la vida (antasmag6tica, los estados toxicomanlacos.
56lo el estado prenatal y sin duda un perlodo efimero posnatal, asl
como el suefio y el orgasmo que nos 1o hacen revivir, se hallan entera-
mente al lado del principio del placer, Desde el momento en que el se6or
Pérez se levanta por la mafrana, abre los postigos, se dedica a su tocado,
hace calentar eL café, apaga el gas, cierra con llave la puerta del apata-
mento, cruza la calle, pasa junto a una hetmosa mujet, sube al autobds,
hasta la.noche en que teg(esa, enciende la luz, desdobla el diatio, etcétera,
se halla regido, al menos en parte, por el principio de realidad; sin esto,
no obtendrla la medida de la setie de obstdculos con los que sus deseos,
sus iopulsos, chocan fotzosamente, q! tendtla en cuenta que enfte la luz
del dla y él los postigos fotman una Éàntalla; que pata conseguir su café
tiene que molerlo, meterlo en la cafetera, colocar ésta sobre el gas, encen-
der uaa cerilla... que hay que alvagat luego el gas si quiere evitat tener
que abonar una cuenta elevada, o un incendio o una explosi6n. Que las
puettas deben ceffatse antes de salir de casa pata impedir el paso a los
ladrones, a los indisctetos; que los autos pueden affopellar y que es
pteciso mirar a ambos lados antes de atravesat una calle; que las muietes
El Universo Contestatario 217
En realidad, Marcuse parece confundir el placer con
el principio de placer (8). El principio de placer implica
una satisfacci6n inmediata y total de los deseos. Este
bellas pueden estar casatlas con maridos celosos; que de todos modos es
tarde y él debe llegar a su oficina; que los interrarptores sirven pata
disipar las tinieblas de las casas cuando llega la noche, que existe un
mundo extetior, una sociedad, la politica, Ia imptenta, la prensa, un
vendedor de peti6dicos, el dineto, la lectura... En efecto, sin Ia existencia
del principio de realidad no se habrla levantado; tal vez, a Io sumo, habria
distinguido la luz de las tinieblas, el trasiego del café por su garganta,
quizds habrla visto sin ver a la hermosa joven, 1o mismo que la animacidn
de la calle y el olor de la tinta de imptenta. La ausencia del principio de
realidad s6lo puede conducir a la muerte. «La diferenciaci6n de un Yo,
cottelativa a la del principio de realidad es, ante todo, un progreso eo
favor de la conservaci6n vital.»>
Freud lo sefiala exptesamente en Psicoanàlisis y Medicina (1926), de
donde se ha extra(do la cita anterior:
<<Los estados insoportables nacen cuando las aspiraciones instintivas
del Ello no se satisfacen, La experiencia no tarda en enseiar que tales
satisfacciones no pueden obtenerse mds que con ayuda del mundo extetior.
Entonces, la parte del Ello vnelta hacia el mundo exterior, el Yo entta
en funciones. Si toda la fierza motriz que impulsa al navlo la proporciona
el Ello, el Yo es, en cietto modo, el que asume la maniobra del tim6n
sin la que ninguna meta podrla alcanzarse. Los instintos del Ello aspiran
a satisfacciones inmediatas, brutales, y asl no obtienen nada, o se produce
un da6o sensible. k toca ahora al Yo remediar esos ftacasos, actuat como
intermediario éntre las pretensiones del Ello y las oposiciones que éste
encuentra por parte del mundo real exterior. El Yo despliega su actividad
en dos direcciones. De una parte, obsewa gracias a los 6rganos de los
sentidos, al sistema de Ia conciencia, al mundo exterior a fin de aptovechat
la ocasi6n ptopicia para una satisfacci6n exenta de peligtos. Por otra,
actÉa sobte el Ello, teftena las pasiones de éste, incita a los instintos a
aplazar sus satisfacciones, cuando esto es necesario. Hace que modifiquen
sus obietivos a los que tienden, o a abandonados en caso necesario. Al
implantat este yugo a los impulsos del Ello, el Yo remplaza el ptincipio
del placet, primitivamente Énico en vigor, por el principio llamado de
realidad que persigue la misma finalidad, pero teniendo en orenta las
cqndiciones impuestas por el mundo exterior. Mds tarde, el Yo se da cuenta
de que, pata asegurar la satisfacci6n, existe un medio distinto a la àdaptd-
ci6n al mundo extetior: en efecto, es posible actuar sobre el mundo exte-
rior a fin de modificarlo y creat las condiciones que dardn la satisfacci6n
m6s positiva. Esta clase de actividad se convierte efltonces en Ia suprema
consecucidn del Yo, el espiritu de decisi6n que permite elegir cudndo
conviene dominat las pasiones e inclinarse ante Ia tealidad, o bien cudn-
do conviele escoger el partido de las pasiones y erguirse contra el muodo
extedot; este 6nimo de decisi6n es todo el ate de vivit.>>
As{ vemos hasta qué punto la posici6n de Freud respecto al principio
de realidad se halla opuesto a la de Marcuse.
(8) Lo oral implica la ausencia total del Yo, o sea, entre ottas
cosas, del cqnsciente,
218 André Stéphane
modo de satisfaccidn desaparece a partir del nacimiento,
aunque hasta cierto punto se halle en el orgasmo o en
el sueflo. El trabajo no es en absoluto el dominio donde
se halla excluido por excelencia. No se trata de saber si el
trabajo es compatible con el principio de placer sino m6s
bien con el placer, lo cual no es igual, ya que el placer no
es obligatoriamente incompatible con el principio de
realidad.
Para Marcuse, la respuesta es completamente nega'
tiva:
El trabajo normal (la actividad socialmente titil) en- la
divisi6n del-trabajo actual es tal, que el individuo al traba'
iar no satisface sus necesidades, sus facultades, sino que eje-
. -cuta
una funcidn preestablecida. Hendrick, no obstante, no
destaca el hecho del trabajo alienado que es el modo de
trabaio dominando bajo el principio de realidad dado. Na-
turalmente, también puede haber placer en el trabajo aliena-
do; la mecan6grafa que hace una copia perfecta, el encargado
del instituto Ae belleza que realiza un peinado magnifico,
el sastre que entrega un tiaje que sienta perfectamente bien
al cliente,-el obrerò que lleva a cabo su tarea, todos pueden
experimentar placer de la <<obra bien acabada>>. Pero o su
plàcer es externo (esperanza,de recompensa), o se halla en
ia satisfacci6n (en si un signo de represi6n) de estar bien
empleado, en un buen lugar, contribuyendo -por su parte al
buén funcionamiento del conjunto. En ambos casos, este
placer.no tiene nada que ver con la satisfacci6n instintiva
pnmarla.
Veamos los ejemplos que Marcuse propone y exami-
nemos si no comportan ninguna satisfacci6n instintiva
primaria.
Parc empezar atengàmonos a la idea de Marcuse, se'
grin la cual todos esos trabajadores pueden experimentar
el placer «de la obra bien acabada>>. El autor deja de lado
varios significados inconscientes habitualmente ligados a
este placer. Puede tratarse, en efecto, del placer de estar
«err paz con la conciencia», o sea con las exigencias pa'
ternales interiorizadas bajo forma de Yo Superior. Mas
El Universo Contestatario 219
estar en paz con el Yo Superior implica la idea incons-
ciente de recibir amor y protecci6n, lo cual no es negli-
gible sino que constituye una satisfacci6n instintiva pti'
maria. Puede tratarse igualmente, en el placer de haber
realizado una obra pedecta, por minima que sea, de la
imagen de haber reparado su§ objetos destruidos, o sea
de poder anular los efectos de su agresidn inconsciente,
simLolizando la obra perfecta el objeto reconstituido (ver
a este respecto los trabajos de Melania Klein). La obra
perfecta también puede representar el Yo del sujeto que,
èr, ertu proyeccidn de si mismo, halla una totalidad, su-
perando asi sus temores de castraci6n' La obra en si aùn
puede identificarse a la cadena simb6lica feces:pene=
:nifio, y el sujeto se siente capaz de producir sobre
diferentes modos unos objetos <<enteros» que le tranqui-
licen respecto a sus capacidades creadoras.
De forma general, toda tarea bien ejecutada constituye
inconscientemente la seguridad respecto a la integridad
del Yo y del cuerpo. Todo esto, por importante que sea,
no implica siempre una satisfacci6n instintiva primaria.
Pero lqué diremos de los medios utilizados para llegar
a ello?
Es preciso no haber visto jamds a una nifla fascinada
poruna mdquina de escribir (9) para no teconocer la
àtracci6n que ejerce cualquier màquina que funcione de
modo satisfactorio; y aqui llegamos al problema m6s
general de la «alienaci6n» por el coche, la nevera, la
lavadora, todos los aparatos electrodornésticos a los que
se someten los individuos que viven en el marco de la
sociedad de consumo. En efecto, las mdquinas simbolizan
en el inconsciente el cuerpo limpio de los 6rgano§ sexua-
les (ver Tausk y La mdquina de influmciar), por 1o que
es natural que se consideren como parte del mismo indi-
(9) O del nifio que iuega a maquinista de tren o a conductot de
autobÉs.
220 André Stéphane
viduo (<revidentemente, un coche que arde es una violen-
cia, sobre todo cuando el testigo del espectdculo con-
sidera su propio coche como parte de si mismo: ejemplo
tipico del bien de consumo utilizado como medio de ser-
vidumbre»). («;Por qué nuestra revolucidn?», en iQué
Universidad?... lQué sociedad?)
Pero las mdquinas s6lo simbolizan el cuerpo o los 6r-
ganos genitales, siendo ellas la proyecci6n. Queremos de-
cir que los inventos del espiritu humano sdlo pueden
objetivar a través de centenares de millar de variantes el
medio corporal en que nacen (10). Manejar una mdquina
haciéndola funcionar de forrra satisfactoria constituye el
mismo tipo de placer anal de dominio, ya del cuerpo del
objeto, ya del cuerpo limpio, placer a la vez agresivo y
libidinoso, sea esta libido narcisista u objetante. El ama
de casa orgullosa de su cocina, a la que le gusta hacerla
funcionar, la mecandgrafa que halla gran satisfacci6n en
la agilidad de sus dedos sobre un teclado que la obedece,
el obrero que est6 contento de encontrar la avefia y poner
en marcha un motor recalcitrante (un obrero que estuvo
en mi casa para reparar una caldera averiada iba mur-
murando mientras trabajaba. Le pregunté qué decia y me
contest6: <<Le hablo al quemador, porque él y yo nos
adoramos»), no son alienados, sino que hallan un placer
narcisista y objetante en sus compulsiones, esencialmente
anales. Son los que no pueden utilizar esos mismos im-
pulsos en sus actividades los que, en realidad, presentan
perturbaciones. Es normal obtener placer, casi orgullo,
del buen funcionamiento de sus m6quinas y de su ciencia
(10) Esto es ciettq no s6lo para las mdquinas, sino para todas las
creaciones humanas y, en el extremo llmite, para todo el universo, tal
como lo divisa d ser humano proyectado sobre sI. Que un individuo pien-
se, por ejemplo, en la proyecci6n del cuerpo, como se efectÉa sobre los
objetos {amiliates; uos referimos a los brezos del sil16n, a los pler de la
mesa, al dorso del armatio, a un zapato que bosteza, a un colch6n y'es-
,)efltrudo, a una rueda dentada,., Las cosmogonias primitivas son todas
proyecciones cotpotales.
El Universo Csirtestatario 22L
en manejarlas. Tener una bella cocina, un coche r6pido,
procura satisfacciones reales y simbdlicas indudables (11).
Si bien aqui no se ftata de compulsiones anales pri-
marias stricto sensu, En efecto, el impulso anal primario
es el juego fecal y s6lo una represi6n muy profunda de
cardcter sic6tico puede hacer hallar de nuevo el gusto
por dicho impulso. Si se examina màs adelante lo que
yace bajo la <<obra acabada»>, se observar6 que también
entra en juego una identificaci6n con la madre activa,
identificacidn descrita por Freud como unida a la necesi-
dad de hacer padecer activamente a la madre o a su
sustituto, lo que se ha padecido antes pasivamente. )ugar
a mufiecas constituye un prototipo de esta identificaci6n.
Esto induce a la adquisicidn de una autonomia cada vez
mayor con relacidn a la madre. «Ejecutar bien una obra>»
es hacer también como la madre cuya habilidad se admira,
como se admira su <<sabiduria>>, su eficacia, a la edad
en que el nifio o la niffa aÉn son torpes o débiles, pero
en que ya exclaman: <<iYo, yo solo!».
Esta identificaci6n es enriquecedora para el Yo, que
adquiere asi nuevas funciones. También es cierto que el
ejemplo del peluquero que consigue un peinado perfecto
se identifica completamente en el sentido materno: peinar
a los dem6s como le peinaba su madre. Pero en este caso,
particularmente, enffan en juego unas satisfacciones de
orden estético que no estdn ausentes tampoco por com-
pleto en los ejemplos de la mecan6graf.a o el sastre. Un
profundo estudio de la actividad de éste nos induciria a
relacionar gran parte de los gestos que efectria con los
(1-1) Mris all6 de_cierto limite, la posesi6n puede convertirse en algo
sospechoso. Peto cuando un hombre prefiere un ioche a su muier. cuanao
se siente trerido. porque otro le ha puesto la zancadilla (simb6iica), no se
trata de denunciar la alienaci6n que la sociedad Ie ha inìpuesto dàUciosa-
mente, sino de mmprobar que su aarcisismo fdlico ha hallado el modo
de expresarse a través de este objeto simb6lico. También es posible inves-
tigar mds y preguntarse por qué tantos hombres ptesentan una estructlua
fdlica narcisista, pregunta a la que el sicoan6lisiJ debe poder responder.
222 André Stéphane
impulsos primitivos de donde se derivan: cortar, ajustar,
medir.,. El placer tàctil y coenestésico experimentado,
también puede estar ligado a su origen mds arcaico.
Hallariamos muy a menudo los impulsos anales pre'
sentes en el origen, puesto que la mayoria de actividades
humanas derivan de aquéllos.
No es extrafio comprobar la ausencia de la dimensidn
siquico-sexual anal en la obra de Marcuse. Ya hemos
hablado antes del papel desempeffado por el rechazo de
las compulsiones sddico-anales en la ideologia de los
contestatarios y los <<intelectuales de Izquierda» en ge'
neral, hasta el punto de asemejarlos a los intelectuales
fascistas de antes de la guerra, tanto por la negaci6n de
la sociedad de consumo como por e) catilcter racista que
adopta el «odio al burgués».
Asi, podemos leer en un articulo titulado Marx y
Fraud, debido a la pluma de R. Kalivoda (12), que da
cuenta de la obra de Marcuse, esta nota:
Hay que dejar de lado en nuestra explicaci6n alguno9
-sicoanaliticos
teoremas concretos, incluso los mds discuti-
bles y m6s discutidos. Por ejemplo, parece ,que la fase anal
se apiique con exceso como antep6rtico de la vida sexual,-y
tamEiéi demasiado absolutizada en su ingerencia en toda la
vida del espiritu.
Sigue una efitica de ciertos sicoanalistas de «opinio-
nes simplistas», critica que testimonia un gran descono-
cimiento de la obra de Freud, ya que las opiniones asi
calificadas son precisamente las del fundador del sico-
andlisis.
No obstante, otras actividades también se derivan de
compulsiones distintas: por ejemplo, la compulsidn par-
cial del voyeur (13), se halla presente en los oficios del
(12) Et hombre y la sociedad.
(l))
Voyew (término aceptado univetsalmente tespecto a esta per-
versiòn'denominada aoyearismi) significa mirdt en espafiol. Se tata del
El Universo Contestatario 223
cine, de la fotografia, de la televisidn, de la oftalmologia,
a veces en la medicina general, en el sicoàn6lisis, en la
direcci6n escénica...
Por otra parte, es indudable que existen trabajos que
permiten muy pocas satisfacciones reales. Las tareas de
quienes trabajan en cadenas de montaje son un ejemplo
cl6sico. El «trabajo a migajas» es uno del que ciertos
soci6logos (en particular Georges Friedmann) se ocupan
desde hace tiempo. Desdichadamente, los ejemplos de
Marcuse sobre el trabajo alienado hacen pensar que esta
<<alienaci6n» engloba, segfin é1, la casi totalidad de los
sectores de la actividad. De ser asi, cabfia preguntarse
por qué las mujeres han luchado tanto para tener derecho
a los mismos empleos que los hombres, independiente-
mente de sus necesidades pecuniarias, creyendo hallar en
el trabajo cierta expansi6n personal. aSe trata del efecto
de la super-alienaci6n?
Podria formularse una teoria sicoanalftica del trabajo
que permitiese orientar a los trabajadores hacia los em-
pleos m6s convenientes para cada uno, naturalmente, sin
pasar por los acostumbrados exdmenes sicotécnicos. Esta
teoria podria conducir a la conclusi6n de que el trabajo
m6s satisfactorio es el que permite la descarga mdxima
de compulsiones en funci6n de la personalidad de cada
cual. Pero suponiendo que fuese posible semejante estu-
dio, ic6mo esperar que pudiera escapar a la acusaci6n
de estar al servicio de la sociedad de consumo alienante?
En realidad, los conceptos de Marcuse respecto al
trabajo alienado, que no ofrecen ningrin exudatorio a los
impulsos, descansan sobre la idea que él tiene sobre la
represidn que la civilizaci6n ejerce sobre Eros. Mas, se-
mffiTr^ perversi6n consiste en conseguir Ia satisfaccidn sex.al
«mirando» o atisbando, a ser posible estando escondido, un cuerpo des-
nudo o el acto sexual llevado a cabo por otras personas. (N, del T.)
224 André StéPhane
grin é1, esta represi6n se ejerce electivamente scibre los
impulsos pregmitales en beneficio de los impulsos geni-
ulàs monogdmicos, a fin de asegurar la procreaci6n:
«hist6ricamente, la reducci6n de Eros a la sexualidad
monogdmica dirigida hacia la proueacidn (que completa
la derrota del principio de placer ante el principio de
realidad) s6lo se consuma cuando el individuo se convier-
te en el sujeto-objeto de la labor en el aparato de la
sociedad».
Marcuse piensa que las perversiones que hacen de-
sempefiar a lòs impulsos pregenitales un papel esencial
«demuestran una profunda afinidad con lo imaginario»...
«La imaginacidn va, principalmente, en contra de la
sexualidad normal.>>
(Asi) se colocan fuera del reino del principio de rendi'
miento v Donen en duda su misma base... ellas son el sim-
tòto a""t.j que ha debido ser suprimido para que.l.a repre-
si6n oueda àominar v pueda otganizar la dominaci6n siem-
,.i ,iràt eficaz del lìoàbre y là naturaleza, el sfmbolo de
ia identidad, de la libertad y la felicidad.
Asimismo, a prop6sito del mito de Orfeo, dice
autor:
Como Narciso, rcchaza el Eros normal, no en beneficio
de un ideal ascético, sino de un Eros mds completo;-como
Narciso, protesta contra el orden de la sexualidad pro
creadora.
La abolici6n del principio de rendimiento, o mejor
de las super-repfesiones que le son inherentes, conduce
a modificaciones:
El cuerpo que no se utlliza como un instrumento de
t.ubuio conitant-emente se resexualiza, y la represi6n impli-
."a. àiti. deiarrollo de Ia libido so manifiesta ante todo
;;;-;; aitivaci6n de todas las zonas erdticas y por el re-
fiaòiÀiento de la sexualidad polimorfa pregenital, asi como
El Llniverso Contestatario
por el descenso de la supremacia genital. Todo el cuerpo se
èonvierte en un objeto de catexis, algo para disfrutar, un
instrumento de placer. Esta transformaci6n... conduce a la
desintegaci6n... de la familia monogdmica patriarcal.
Pero el autor evoca también las consecuencias de
una liberaci6n total de las perversiones. En efecto, ino
comprenden algunas formas inquietantes, como el sa-
dismo?
Se pregunta el autor:
Pero, éno puede haber en el instinto una barrera interior
que contenga su potencia impetuosa? 2,No existe en Eros
una «auto-rèpresi6n natural», de forma que su verdadera
satisfacci6n exija unas relaciones, unos rodeos y unas de-
tenciones? De èste modo habria restricciones y limites im-
puestos, no por el exterior mediante un principio de realidad
iepresiva, sino definidos y aceptados por el instinto. Lo
que distingue al placer de la ciega satisfacci6n de las nec+
sìdades.es que el-instinto se niega a agotarse en la satisfac'
ci6n inmediata, siendo capaz de conslruir y utilizdr unas
barreras para que sea m6s inteflsa la consecucidn.
Esto es desconocer verdaderamente el cardcter del
instinto en el cuadro del principio de placer, que precisa-
el
mente, como dijimos, implica una descarga inmediata y
total.
Freud dijo: .<descarga inmediata y brutal»... 1o cual
es la antitesis de una satisfacci6n adquirida mediante un
<<rodeo», constituyendo barreras y <<detenciones)), ya que
los rodeos, Ias barreras y las detenciones son propios del
principio de realidad. 561o el Yo que tenga en cuenta
este principio puede domar el instinto, canalizatlo, enca'
minarlo, ponerle esclusas.
A riesgo de que se nos tache de <<inadaptados» o
<<normativos>>, difemos que el fin del andlisis no es rom-
per las barreras y dejar fluit el torrente de los instintos,
iino, gracias al estudio de las ruices infantiles de los
conflictos, permitir al sujeto que concilie el placer con la
I
226 André Stéphane
realidad. Es, segrin la hermosa expresidn de Freud, en-
sef,arle un nuevo arte de vivir. Quercmos decir que si un
hombre es impotente con su mujer porque proyecte sobre
ella la imagen de su madre y tema el castigo que su padre
le administratd al pene si se atreve a acercarse a ella, las
interpretaciones que nosotros le daremos a este conflicto
(edipico) le permitir6n amar a su esposa, aunque en nin-
gÉn modo intentardn conducirle a1 lecho de su madre.
Este ejemplo nos incita a examinar mds atentamente
un punto esencial en la tesis de Marcuse que acabamos
de evocar, o sea que las perversiones sean <<el simbolo de
la identidad, de la libertad y de la felicidad».
Y ante todo equé es una perversidn (sicoanalitica-
mente hablando)?
Una perversi6n se caructeriza por la utilizaciln nece-
saria fin de conseguir el orgasmo genital- de satis-
-a de orden pregenital. De modo inconsciente, el
facciones
cafircter de necesidad que revisten las prdcticas llamadas
perversas, tiene como objeto obtener la descarga orgdstica
sin afrontar el conflicto edipico y lo que le es inherente:
el temot a la castraci1n, El perverso no es libre porque
estd obligado a reproducir de forma a menudo mon6tona
y rfgida un acto que est6 perfectamente ritualizado. El
menor fallo, el menor incidente en eI desarrollo del <<Gran
Ceremonial», y no obtendri, la satisfacci6n. Que la pros-
tituta le pegue algo màs de 1o necesario, que é1 descubra
un agujero en la media negra de su amante, que su mujer
dé media vuelta en un momento mal elegido... 1y adi6s
placer! El profesor que esta mafrana gozaba contemplan-
do a las mujeres por el agujero de la cerradura del lavabo
priblico a riesgo de un esc6ndalo que lo haria abominable
ante el priblico, ante sus colegas, sus alumnos... por la
noche se mostrard fldccido al lado de su mujer, a la que
ama sin embargo. El perverso nunca est6 libre y no siem-
pre es feliz. Sin embargo, es envidiado por el neur6tico
El Universo Contestatario 227
que no se permite estas satisfacciones perversas y cuya
vida sexual se ve obstaculizada constantemente por sus
conflictos. Queremos decir que sus relaciones er6ticas
nunca se satisfacen plenamente. Si la brisqueda de la
satisfaccidn genital no fuese mds que el resultado de las
restricciones sociales, no se comprende por qué habria
tantas mujeres frigidas y hombres impotentes, puesto que
el cumplimiento del coito genital los pondria de acuerdo
con toda la sociedad.
Cierto que la sociedad ofrece su bendici6n a los
esposbs y les desea muchos hijos (o les impide, como
dice Marcuse, sustraerse a la procreaci6n); ademds es
indudable igualmente que nuestra sociedad alienta la fa-
milia mondgama (14), hasta el punto de concederle muy
pocos derechos al hijo de madre soltera. Pero creemos
que en esto Marcuse mezcla dos clases de factores: los que
se derivan de la sociedad y los que tienen relaci6n con
los conflictos individuales profundos. Y en esto la filo
génesis no le sirve de recurso ya que esos factores no
se confunden. En efecto, el autor se basa en un pasaje
de Malestar en la civilizacifin, en el que Freud, refirién'
dose a la civilizaci6n occidental, dice:
... emoieza por prohibir severamente toda manifestacidn
de la sexualidad iniantil. Este primer acto se halla psico-
l6gicamente justificado ya que el encaminamiento de los
ar-dientes desèos sexuales del adulto no tiene la menor posi'
bilidad de realizarse si no ha sido dispuesto en la infancia
mediante una labor preparatoria. Lo que de ningÉn modo tie-
ne iustificaci6n es que la sociedad niegue esos fen6menos tan
aso-mbrosos y tan Téciles de demostrar. La elecci6n hecha
de un objeto-por un individuo que haya llegado a la madurez
sexual estaré-limitada al sexo opue§to, y la mayoria de sa'
tisfacciones extragenitales le ser6n prohibidas como perye-r-
siones. Todas esas prohibiciones significan la exigencia de
(14) Aunque el divorcio constituya un grave atentado contra la mono'
eamià. Y es pr-ecisamette la sociedad de consumo norteamedcana la que
Io concede coà mris facilidad, sociedad en la que vive Matcuse y que es
el objeto de sus crlticas.
 228 André Stéphane
El Universo Contestatario 229
una vida sexual idéntica para todos. Esta exigencia, que se
sitrla por encima de las
las desigualdades que presenta la cons- nos de la madre, ca(entes de pene, junto a eventuales
innata o adquirida de los seres humanos,
tituci6n sexual innata amenazas proferidas por los adultos cuando le sorprenden
impide a un nÉmero ap apreciable de éstos el placer erdtico, masturbdndose («esto te pondrd enfermo», ... <(el médi«i
siendo la fuente de una grave injusticia.
El éxito de estas medidas restrictivas puede consistir en te lo cortar6», y otras admoniciones semejantes), hacen
que todo el interés sexual, al menos en los sujetos normales que el pequefio se aterre ante la idea de qu" ru padre,
cuya constituci6n no se opone a esta feacci6n, se precipitase
sin sufrir pérdidas en los <<canales» que quedan abiertos. cuya plaza suefia con ocupar tras haberlo eliminado (de-
Pero lo rinico que queda libre, que escapa a esta prohibici6n, seo de muerte edipica), lo castre.
o sea el amor hetero-sexual y genital, cae bajo el peso de Para salvar su pene suspende toda funci6n, abandona
nuevas limitaciones impuestas por la legitimidad y la mono.
gamia. La civilizaci6n actual da a entender claramente que sus fantasfas incestuosas, interiorizando las prohibiciones
admite las relaciones sexuales, con la 6nica condicidn de familiares y esencialmente paternales, realeì e imagina-
que tengan como base la uni6n indisoluble y contractarial,
para srempre,
§r de un hombre y una mujer;
muJer; que no tolera la rias, y especialmente la prohibici6n del incesto. Aif es
sexualidad como fuente aut6noma del placer y que no esta
sexuali como aparece el Yo Superior surgido directamente del
dispuesta a admitirla mds que a titulo de agente de multipli complejo de castraci6n. Y, lejos de prohibir la sexualidad
caci6n, que hasta ahora nada ha podido rcmplazar.
pregenital o prefdlica, mds que Ia sexualidad genital, se-
gdn una idea que Marcuse le atribuye a Freud (a nuestro
Mas la clinica cotidiana y toda la obra de Freud in-
entender de forma err6nea), el Yo Superior edipico puede
dican que las exigencias de la sociedad no han de con-
inducir al sujeto a regresar, es decir a reverter sus con-
fundirse con las del Yo Superior, heredero del complejo
flictos a un plano pregenital vivido como menos peligroso.
de Edipo, o sea como resultado de la interiorizaci6n de la
barrera del incesto, a fin de escapar al temor de cas-
La tearia freudiana de la represi6n no tendria ningfn
sentido si la genitalidad segrin Freud no alcanza
tracidn.
plenamente mds que cuando -quese ha superado elsecomplejo
Recordemos a este respecto el esquema edipico de
de Edipo y se ha llegado a la pubertad, aunque sègrin
Freud, acerca del muchacho: el pequefro se vuelve al
otros analistas ya estd presente en el momento del comple-
principio libidinamente hacia su madre, que es su primer
jo de Edipo-,la aceptase el Yo Superior mejor quà la
objetivo para los cuidados y la alimentaci6n que eila le
pregenitalidad. La regresi6n a una fase pregenital implica
prodiga. Tras haber pasado las fases oral y anal, el nifio
una tolerancia mayor del Yo Superior para las satisfac-
aborda la fase f.6lica, cuando su interés se concentra en
ciones pregenitales que para las edipicas o postedipicas.
su pene. En esta época empieza a componer imdgenes
El nifio de cinco afios que se muestra muy travieso con
er6ticas en las que se aproxima sexualmente a su madre,
imdgenes en las que entra en juego su pene (15). Pero la
su aya o su abuela (sustituto de la madre) regresa de
esta forma a la fase s6dico-anal de su libido. Fase en
creencia en la castracidn sufrida por los drganos femeni-
cuyo transcurso expresa su conflicto materno, manchando
(15) Pata Fteud, eI nifio en la fase edlpica ignora que su madrc y deskuyéndolo todo. Cuando pincha a su pobre aya con
tenga una vagina. Para otros aralistas, esta ignomncia no es m6s que un un alfiler para el pelo, cuando le mete polvòs de pica-pica
rcchazamiento y la fase edipica se confunde con la genitalidad. En tal
cuniono habtla una lase lfllica vetdadem sin el conocimiento corelativo en la espalda, se permite un acercamiento er6tico, actuan-
e inconsciente de un 6rgano complementario en el objeto. do de forma sddica, poniendo su pene al abrigo, y asimi-
 André Stéphane
lando el alfiler y los polvos en su inconsciente con los
malos excrementos que defecaba por todas partes y que
tanto enfadaban a su mamd.
Cuando Marcuse dice:
El padre, naturalmente, como pater lamiliay todavla eje'
cuta la regimentaci6n fundamental de los instinto§ que pre'
para al n{fro a la super-represidn impuesta por la sociedad
àurante su vida de adulto, pero el padre realiza esta funci6n
como representante de la pòsicidn Que tiene en la familia en
la divisiòn social del trabàjo, m6s que como <<poseedor» de
la madre.
Marcuse, en este caso, se halla en contradiccidn con
Freud, ya que para éste el papel directo del padre como
<<regimentador» de los instintos no es nada comparado
papel Todo se desarrolla en el uni-
con su imaginario.
del niflo (en el que, dicho sea de
verso fantasmag6rico
paso, la imaginaci6n estd ocupada esencialmente por el
òomplejo de Edipo que constituye el fantasma central de
la vida siquica inconsciente, papel que Marcuse hace
corresponder por derecho a la perversi6n).
Es en torno al hecho de que el padre sea el <<posee-
dor» de la madre, que gira el conflicto del nifio, conflic-
to que se convertirà en el prototipo de los demds (los que
vivird m6s adelante con su maestro de escuela, sus cama-
radas, sus superiores, sus rivales directos, etcétera...).
No es porque el jefe se llame patrono que el padre se
llama pater, sino a la inversa' La idea de que el conflic-
to nodular sea el complejo de Edipo lo niega también
Marcuse cuando afirma que «El Yo Superior se sepala
de su origen y la experiencia traumdtica del padre queda
remplazado por unas experiencias mds ex6genas. Como
la familia es menos importante en lo que se refiere a la
adaptaci6n del individuo a la sociedad, el conflicto padre-
hijo no es ya el conflicto modelo».
Este cambio se debe, segtin el autor, al paso del ca-
El Universo Contestatario 23t
pitalismo «libre» al <<organizado>» a partir de principios
de siglo. La administraci6n adopta, en cierta forma, el
papel del padre, <<1a formaci6n del Yo Superior adulto
parece saltar sobre Ia etapa de la individualizacidn: la
unidad genética se convierte directamente en una unidad
social, la otganizaci6n progresiva de los instintos parece
ser colectiva>».
Para el autor, <<las "bandas", la radio y la televisidn
fijan el modelo del conformismo y de la rebeli6n».
Lo malo es que para Freud el juego est6 listo, en lo
esencial, a los tres afios, edad aproximada del complejo
de Edipo, y que el Yo Superior se halla estrechamente
ligado a la existencia de los deseos incestuosos que chocan
con el temor de castracidn (para Melaine Klein, el com-
plejo de Edipo tiene efecto en la segunda mitad del pri-
mer aflo).
No se comprende apenas en qué la existencia de cier-
ta forma de capitalismo o socialismo puede actuar sobre
este hecho: la madre es el objeto de los deseos del hijo,
el padre estd presente y el hijo se siente amenazado en el
pene que es el asiento de sus impulsos sexuales.
Decir que hoy dia <<en la lucha entre las generaciones,
los papeles parecen invertidos: el hijo tiene un mejor
conocimiento, representa el principio de realidad màs
moderno contra las formas paternas anticuadas>>, es des-
conocer la precocidad del complejo de Edipo, su con-
sustancialidad con la condicidn humana. Afiadir un cali
ficativo (<<modernor>) al principio de realidad, es olvidar
que este principio no tiene nada que ver con el cono-
cimiento intelectual o el progreso técnico, sino que se
arraiga en todas las primeras experiencias de la vida.
El hecho de que la situaci6n edipica sea una situaci6n
'
d tres constituye una realidad inmutable, independiente
del contexto histdrico, polftico, econ6mico y social. Pre-
cisamente, este cardcter no contingente de la situaci6n
232 André Stéphane
edipica es el que forma su universalidad a través del tiem-
po y el espacio (o sea, en las diferentes formas de civili
/aci6n). Caructeriza a la especie humana, que es la 6nica
que conoce la prohibici6n del incesto' Sin duda, este
hecho se halla ligado a esta otra caracterfstica humana: Ia
premaduracidn.
El ser inacabado que es un niflo conoce el deseo edi-
pico sin poseer los medios fisiol6gicos de satisfacerlo.
Cabe suponer que se halla mds dispuesto, para prote-
ger su propio narcisismo, a proyectar en el padre la pro-
hibicidn del incesto que, en realidad, Ie impone la natu-
taleza. Sin duda también, su premaduraci6n, su <<impoten-
cia para ayudarse a si mismo>>, le empuja a buscar un
desquite en su debilidad nativa, y esto forma parte del
origen de su necesidad posterior de dominar y conquis-
tar al mundo.
Asimismo, la negaci6n del papel del complejo de Edi-
po y las frustraciones precoces en la elaboraci6n del
principio de realidad; e1 escamoteo del papel del com-
plejo de castracidn en el nacimiento del Yo Superior y
de la identidad de éste con la barera del incesto; la afir-
macidn del cardcter <<hist6rico» de los instintos primarios
y de su posible evoluci6n, se sitÉan en una perspectiva
completamente no freudiana. Unavez mds, es el derecho
de cada cual a crear su propio sistema, pero no de afir-
marlo bas6ndose en un sistema existente, cuando en lea-
lidad, constituye la negacidn. Asimismo, no es aceptable
arcojar el anatema sobre los sicoanalistas que no aceptan
algunos puntos de 1a teorfa freudiana, aunque conservan
el meollo de la misma, en tanto que se rcchaza precisa-
mente 1o que hace que un sicoanalista se aproxime a
Freud.
Podriamos avanzat mds en el examen de las proposi-
ciones de Marcuse respecto a la represi6n social que se
ejerce en el sentido de la procreaci6n y la monogamia,
El Universo Contestatario 233
e intentar demostrar que estas restricciones de la sociedad
pueden hallarse en desacuerdo profundo con el Yo Supe-
rior individual.
En efecto, la procreacidn puede ser, al nivel indivi-
dual inconsciente, vivida por ambos sexos como hall6n-
dose bajo el peso de una grave prohibici6n. Es usutpar
el papel del padre y hacerle un hijo a la madre. Es iden-
tifìcarse con la madre al recibir un hijo del padre. Si el
individuo procreador pudiera contentarse con el aliento
que le presta la sociedad, incluso de la restricci6n que
le impone impidiendo que el acto sexual escape a sus
fines biol6gicos, no habria ninguna mujer, ni hombre
culpables del nacimiento de un hijo, al no atreverse las
mujeres a quedar embaruzadas por motivos conflictivos
evidentemente muy internos, o presentando una sicosis
puerperal.
De igual modo, la obligaci6n de la monogamia se
halla sujeta al interés general de la sociedad, pero al
nivel individual la bÉsqr.leda de numerosos compafieros
sexuales puede hallarse especialmente motivada por una
tentativa de escapar al conflicto edipico. En efecto, en
las relaciones madre-hijo, la primera constituye el obje-
to ùnico. Buscar numerosas mujeres puede, en ciertos ca-
sos, estar relacionado con la negacidn del caràcter espe-
cifico del objeto edipico. Desear a todas las mujeres, tener
objetos sexuales intercambiables, puede representar una
fuga regresiva ante el objeto edipico que est6 perfecta-
mente determinado. Ademds, el narcisismo del individuo
es fnico por definici6n-, puede querer proyec-
-que
tarse sobre un objeto Énico que amafit como quisiera ser
amado, solo y para siempre, reparando con ello los golpes
mrSltiples recibidos por su narcisismo, en particular me-
diante Ia situaci6n edipica: <<en fin, estoy solo con mi
madre que me ama y a la que amo, yo, que soy su dnico
objeto, para siempre».
 El Universo Contestatario
234 André Stéphane
los 6rganos genitales. En forma sicoanalitica, designa
No creemos que las restricciones sociales hayan sido
la forma mds acabada, mds madura de la relacidn con
el origen del amor humano que, al menos en el momento
en que nace, aspira a la uni6n eterna con §u objeto. Cuan-
el objeto. Est6, entre otras cosas, caracteizada, segdn
Freud, por lo que éste llama «las miras hacia el objeto»
do Marcuse atribuye a la 6nica contradiccidn entre la (ya que las fases pregenitales son esencialmente destruc-
utilidad social y la sexualidad, la celebraci6n por la ci-
toras), al mismo tiempo que por una mayor autonomia,
vilizaci6n occidental del <<amor desgraciadorr, cuyo <<mito
una mejor comprensi6n de la realidad del objeto, gracias
de Tristàn se ha convertido en su expresidn mds repre-
a la reduccidn de las proyecciones, etcéteru.
sentativa>>, escotomiza el cardctet fundamental <<desgra-
Lejos de considerarlo Freud una corvea impuesta,
ciado>» del arnor edipico, del que el arte y la literatura
el amor genital lo considera como dador al género huma-
se hacen eco, y cuyo rnito de Tristdn es una de las expre-
no de <<las mdximas sensaciones de su existencia, cons-
siones mds representativas.
tituyendo para é1, a decir verdad, el prototipo de toda
Es la espada del rey Marc, y no la represi6n social, la
felicidad» (Malestar en la civilizacidn).
que se interpone entre Tristdn e Isolda y da a su amor
la dimensidn trigica.
De un modo general, el autor parece considerar al
De modo general, la idea de que la sociedad de con-
amor genital, al hecho de <,poner en contacto los 6rga-
sumo o de abundancia, sea la sociedad represiva por ex-
nos genitales de dos individuos de sexo diferente», como
celencia, significa desconocer profundamente su catàctet,
una penosa corvea. Parc é1, s61o una <<resexualizacidn» de
mutil6ndolo al nivel de la libertad compulsiva de las so-
todo el cuerpo, una <{restauraci6n de la estructura pri-
ciedades primitivas.
maria de la sexualidad», permitiria una auténtica libe-
Sabemos que su impotencia frente a la natutaleza,
raciln de Eros. En cambio, para Freud la sexualidad sus dificultades en la lucha por la existencia, la penuria
pregenital no desaparece totalmente, no es normalmente
è1 obleto de un rechazamiento extendido, ni de una <<de'
al nivel de las satisfacciones m6s elementales, tornan
al Yo del ser primitivo pafiicularmente timorato, dando
sexualizaci6n» absoluta.
lugar a una extraordinaria multiplicacidn de los tabris
La libido oral, por ejemplo, tiene su parte en el pla- (prohibiciones).
cer de la mesa, en el de la palabra. Adem6s, la pregenita-
àNo es, ante todo, ol hombre unidimensional, el <<sal-
lidad desempefla un papel en lo que Freud denomina vaje», alienado en provecho de los espiritus y los demo
<<el placer preliminar» del coito (por ejemplo, el beso).
nios de que puebla el universo, y que se implantan en la
Aparte de esto, los analistas como Ferenczi han estu-
totalidad de sus actos, de todos los actos de su existon-
tliado de modo profundo el papel de las diferentes com-
cia, en sus tnenores detalles por sus tentativas de tener
pulsiones pregenitales en el coito genital. Esta opini6n es
propicios a los terribles seres que él mismo ha engen-
adoptada actualmente por gran nrimero de sicoanalistas
drado?
que relacionan el coito genital logrado con la feliz inte-
graci6n de los componentes pregenitales de la libido. Pero
ia genitalidad no se caructeriza s6lo por la primicia de

11
MARCUSE (continuaci6n)
Matanza por bagatelas
Para Marcuse, el Hombre Unidimensional es el indi
viduo que vive en la sociedad de abundancia. Ésta ha
conseguido tornar las necesidades individuales en^ idén-
ticas a las sociales, creando unas falsas necesidades gra-
cias a los medios de comunicaci6n para masas y, sobre
todo, a la propaganda.
Esas falsas necesidades se hallan destinadas a acte-
centar el consumo, engendrando una produccidn que
implica la necesidad de un trabajo embrutecedor, que
no es verdaderamente necesario.
No es el individuo la misma fuente de sus necesi-
dades, puesto que éstas le son impuestas desde fuera
por la sociedad. El conjunto de controles sociales estd
<<inyectado»»; los individuos se hallan completamente in-
vadidos por la ley de la sociedad, hasta el punto de que
no existe <<espacio privado» que les permita una toma
de distancia, una perspectiva, una critica o una negativa
respecto al sistema.
El Universo Contestatario 237
Los individuos se identifican con la existencia que se
les impone y (...) en ella hallan rcalizaci6n y satisfacci6n.
Esta identificacidn no es una ilusi6n, sino una realidad. Sin
embargo, esta realidad no es m6s que un estado avanzado de
la alienaci6n, convertida en objetiva, en tanto que el sujeto
alienado es absorbido por su existencia alienada; no hay
mds que una dimensi6n, que esté por doquier y bajo todas
las formas (1).
Marcuse también se refiere a un «acontecimiento que
formula las aspiraciones y los impulsos instintivos del in-
dividuo».
La primera cuesti6n que acude al espiritu es, evi-
dentemente, saber si realmente es posible crear unas fal-
sas necesidades y c6mo separarlas de las auténticas.
A primera vista parece como si el hombre hubiera
vivido muchos siglos sin coche, sin lavadora, sin televi-
si6n, sin transistor, o sea que puede perfectamente vivir
sin este nÉmero de mdquinas que no corresponden a ne-
cesidades primordiales. Sea, pero en tal caso ec6mo d+
finir las necesidades primordiales? Tomemos una neee-
sidad tan eyidentemente elemental como la de la nutri-
ci6n. Ésta se satisface por medio de una cantidad dada
de calorfas determinada cientificamente. lEs que una pre-
paraci6n de platos m6s refinada corresponde a una nece-
sidad primordial? eEs que la brisqueda estética de su
presentaci6n se deriva de una necesidad primordial? aEs
que el deseo de servir las comidas en vajilla de porcela-
na de Minton, sobre una mesa del siglo xvIII de laca
de China, cubierta con un mantel bordado en punto de
Venecia, tiene nada que ver con una necesidad primor-
dial? aEs que ir a un restaurante de lujo a degustar una
liebro a Ia real, acompaflada de un Valdepefias, sentarse
en sillas tapizadas de damasco rojo, entre una decora-
ci6n fastuosa, se deriva de una necesidad primordial?
(l) El Honbrc lJnidimensional.
238 André StéPhane
;Y quién decidird a partir de qué grado se convierte en
una necesidad falsa la lectura de un semanario, la fre-
cuentacidn demasiado intensa de las tiendas de anticua-
rios, la publicidad en colores sobre papel de calidad de
ciertas revistas?
Se argtiird que nuestro ejemplo est6 mal escogido, ya
que es demasiado complejo y necesita un andlisis exce-
sivamente prolijo. Que, en cambio, es evidente que cam'
biar de coche cada afro es una necesidad que la casa
Renault o la Citroén han tenido gran interés en darnos.
Cierto, tener un coche que rodase'.. serfa suficiente en
principio... isi el coche no fuese un vehiculo! Pero sa-
Éemos que es algo mds y que, como otras mdquinas, es
un simbolo de poder.
La Régie Renault y la Sociedad Citroén no hacen
màs que despertar en nosotros un deseo latente de po-
tencia y exhibicionismo, exponiendo sus coches en sus
casas concesionarias o editando lujosos folletos.
También es cierto que bastaria con un vestido de
lana o de algod6n para que una mujer se ataviase, vesti-
dos que podria llevar hasta el momento de su casi com-
pleta destruccidn. eA partir de qué nùmero de vestidos
y de que cadencia de compras es falsa la necesidad de
òambiàr de vestido y es enteramente obra de los modistos
y confeccionistas?
En realidad, no se crearian tantas necesidades si no
estuvieran en consonancia con algrin deseo infantil no
rcalizado. Sentirse seductota en un vestido elegante sa-
tisface el narcisismo femenino y expresa el deseo reitera-
do de ser el objeto edipico de eleccidn. Embriagarse de
velocidad al volante de un coche tranquiliza al hombre
sobre sus capacidades fdlicas. Ir a un lujoso restaurante,
ser objeto dè corteses deferencias por parte del maìtre
y los camareros, satisface la necesidad de cfeerse por
Ln momento el personaje importante que uno quisiera
El Universo Contestatario Xt
ser. Marcharse a Persia, incluso con el Club Meditqr&,
neo, permite rcalizar un antiguo suefio de aventuras. No,
no se trata de necesidades fundamentales, en el sentido
de que no son indispensables para la existencia, pero
ayudan a soportarla. Mari Chantal tiene raz6n cuando
dice que es mejor llorar en un <<|aguar>> que en el Meho.
Como la felicidad perfecta no existe, las <<cosas» nos
aportan satisfacciones que no son falsas ni despreciables
mds que para aquellos que se niegan a desvelar las pro
fundas rafces infantiles de las mismas. Por lo demàs, si
se pudiesen crear necesidades artificialmente, l,c6mo se
explicarfa la existencia de los <<estudios de mercado» y
la brisqueda de las motivaciones que efecttian ciertas
marcas antes de lanzat un producto? Toda campafla pu-
blicitaria bien concebida se basa en realidades sicolG
gicas, de lo contrario, fracasa (2).
Pero nos parece que la clritica hecha a la sociedad
industrial de consumo peca precisamente por su cardcter
unidimensional.
En efecto, entre los rasgos que le son propios, algu-
nos son factores de un malestat teal, pero otros aportan
su remedio; la urbanizaci6n, por ejemplo, es muy nefas-
ta: aleja al hombre de Ia naturaleza, le somete a tensio
nes incesantes, pero la elevaci6n del nivel de vida que
. .(2) N9 lray _oue.o,lvidar que la publicidad no es propia solamente
d.e la.sociedad industrial _y capitalista de consumo. Existi6 ya en la anti-
gùedad,.incluso en- Ia civ'lizaci6n miceniana, En la Edad Media, las mues,
tras de los comerciabtes, Ia disposici6n de los tenderetes. los recordatodos
de los boticarios no tenlan otro objeto que atraer al comprador. Conoce-
rr.ros-los pintorescos <<gritos de Paris», èasi desaparecidoj por completo.
En Lyon todavia se llama a los que venden pescado. Ios-«chilladòrés».
L9 Oge es especilico de.la sociedad capitalista de consumo es el 4aspecto
cientifico» que revisten las campafias publicitarias (estudio de motivaciones
y. del mer-cado, publicistas diplomados en Ias técnicas sicoldgicas, prepara-
ci6n de las_.ftases publicitarias mediante brain stormixg,-etcétera), asl
como la utilizaci6n de los medios de comunicaci6n de masas; esto cor-
duce a un efecto mÉltiple cualitativamente por «el chooue continuo»-
logrado gracias a Ia ciencia de los métodos emileados, y cuantitativamènté
por la extensi6n del campo de accidn de estos-rÉtod6s.
 André StéPhane
El Universo Contestatario 241
240
davia es, una realidad para cierto nfmero de seres hu-
posibilita la compra de mdquinas"simplifica la existencia
lejos de- la. ciu- manos. El judfo que se sentfa acosado hacia 1942, que
L la .mu3er, y airastra a loì ciudadanossemana se escondia de los alemanes, que se pegaba a las paredes,
à"a, * àtrùao considerar el fin de bajo el
que se sobresaltaba a cada timbtazo, que sabia amena-
;;;l;;ri"o a. u servidumbre' Elpor «trabajo a migajas»
la. existencia de zada su vida y la de los suyos, cuyas noches se veian
*'fr"Ur parcialmente compensado-
atormentadas por el horror de las c6maras de gas, no
al obrero' como
i* p".ifiiiaades mriltiples que-se ofrecen de construcci6n' manifestaba con ello un estado morboso sino que evalua-
i" i" "àq"frir a bajo precio el material cuanto al coche ba hicidamente la realidad en la que se veia hundido.
a" *titfàt.r todas sis aficiones' En que inte- La identidad entre la teorfa de Marcuse y los temo-
el coche-, no serà inritil rec-ordar
-.i".pt. de las diferentes capas res de persecuci6n no bastan para afirrnar su car6cter
resa tanto a los representantes ficticio. Sin embargo, nos sentimos asombrados ante la
;;ir;;tlr;i6n de ios paises del Este no.vfctimas de la lectura del libro de Marcuse, por la existencia de nume-
oropaianda, como a lal de los paises capitalistas' rosos temas de naturaleza semejante. No queremos, en
''";;;;iià" a. las falsas nècesidades nos parece el {
absoluto, sugerir que Marcuse sufra un estado morboso.
t
r"rrfruao
-Uri., àt una «alienaci6n» bien conocida en sicoan6' 1
Constatamos simplemente que los fantasmas de perse'
f, qr" consiste en no reconocerse como el origen I
cuci6n que todos llevamos en nuestro interior ocupan un
il i"; dàseos, después de haberlos proyectado como lugar privilegiado en su obra. Queremos significar que
procedentes de los dem6s'
la sociedad de consumo y sus instituciones ocupan en
dicho libro el lugar que hemos desctito para el judio y
(a el burgués (ya que la sociedad en cuestidn es esencial-
Ya hemos hallado anteriormente este mecanismo
prop6sito del racismo) y hemos visto que hablando Freud mente capitalista) en la mitologia racista:
à;ì';;;t*b"lo dr1 Yà demostro quequealva principio los
a tratarlos La sociedad es verdaderamente la totalidad que ejerce
impulsos se proyectan fuera del Yo su poder sobre los individuos, y esta sociedad no es un
como objetos externos: fantasma que no se pueda determinar, sino que est6 insta-
lada como un nudo duro, empirico, en el sistema de las
instituciones.
He aqui 1o que ser6 el punto de partida de unos tras-
tornos morbosos imPortantes'
Esto afirma Marcuse.
a re- Recordemos que el judio es un ser, segrln el antise-
Como 1o que ha sido proyectado fuera tiende
el Yo, el sujeto vive una sen- mita, que se infiltra por doquier, como tratando de
integrarse en iu lugar en ejercer una hegemonfa total sobre el hombre y el mundo
una arilenaza de inva'
;;;iilE init 3o, d--e persecuci6n,
para «judaizar>> al universo, para que no haya mds dife-
riàr. 1,, idea àe una sociedad que ha tomado posesi6n rencias aparentes entre el judio y el no jud{o. Trutaba
Ià-mi,leta J"t iraiuiauo se derivi de un mecanismo
an6'
el hecho de reconocer un mecanismo de imponer, segdn la propaganda nazi, a través de los
logo. Ciertamente, diarios de moda, de la prensa en general, un estilo de
en la formulacidn de una teorfa no excluye'
a
Àiit"t" o to- vida judfa y hasta un aspecto ffsico judio. La exposicidn
;;ù;i,1, exactitud de ésta' La persecuci6n ha sido'
242 André Stéphane
que se celebrd en el Petit Palais de Paris en tiempos de
la ocupacidn alemana demostraba de qué modo la revista
Marie Claire habia intentado dar a las mujeres arias un
semblante judio gracias a la foto de la portada que pre-
sentaba casi siempre rostros judios propuestos a las lec-
toras como modelos. Y esta creencia se corresponde, a
nuestro entender, con la esencia misma de una idea como
ésta:
' Lo que se llama igualdad de clases revela en esto su
funcidn ideoldgica. Si el obrero y su empresario contemplan
el mismo progiama de televisidn, si la secretaria se viste tan
bien como laiija de su jefe, si el negro posee qn «cadillac»,
si todos leen ei mismo-peri6dico... esta asimilaci6n no in'
' dica la desaparicidn de- clases, sino hasta qué punto las
clases dominàdas participan de las necesidades y -las satis-
facciones que garf,ntizan el sostenimiento de las clases rec-
tora§.
Recordemos asimismo esta prefiguraci6n de la socie-
dad unidimensional cuyo responsable es el judfo, segrin
Céline:
Lo estàndar en todo es la panacea del judio. No hay
temer ninguna revuelta (3) ile los individuos pr-errob6ticos
oue va soiros. Nuestros muebles, novelas, peliculas, coches,
lènsdaie. la inmensa mayoria de las poblaciones modernas
va ést6n-estandardizadas.'La civilizaciln moderna es la estan-
àardizaci6n total de las almas y los cuerpos bajo el dominio
iudio. Sus idolos est6ndar naCidos de la propaganda judia
iro puede temerlos nunca el judio...
La teofia del hombre unidimensional descansa, como
hemos visto, en la idea de que la apariencia de satisfac'
ci6n y felicidad que al individuo le ofrece la sociedad,
enmascara la explotaci6n de que es objeto; explotaci6n
que alcanza a su tiempo y forma de trabajo, a la organi'
iaciln de sus pasatiempos y a la creaci6n de falsas ne'
(l)
Subrayado nuestro'
El Universo Contestatario 243
cesidades (4), necesarias para el rendimiento del sistema.
Marcuse habla de Ia sociedad y sus <(esclavos». Pero esos
esclavos se ignoran como tales y es necesario abrirles los
ojos y denunciar la felicidad de que disfrutan.
Una inscripci6n en Censier definia la pedagogia como
«el arte de encular a los demds sin que se den cuenta».
Y asi podria formularse esta idea exactamente respecto
al Hombre Unidimensional de Marcuse: «iTe dejas encu-
lar y no te das cuenta!».
En realidad, esta imagen se halla en el centro de
todo temor de persecucidn. Es el leitmotiv de Bagatelas
pot una matanza, Céline, que siempre estd muy cerca de
su inconsciente y que se expresa del modo escatol6gico
tan conocido, no se sirve de ningrin rodeo para decir que
el judfo est6 a punto de encular a sus semejantes (en
este caso los franceses). La convicci6n de que tras el
aspecto armonioso de las cosas se halla el mal, la fealdad,
la suciedad, y que hay que desconfiar de las apariencias,
se encuentra siempre ligada, en el inconsciente, al temor
final de la sodomia (5). Asf, el hecho de no poder dis'
tinguir lo positivo de lo negativo, que el primero haya
que
absorbido al segundo, es en si un peligro, ya que se
corre el riesgo de dejarse sorprender, de no desconfiar,
de abandonar toda vigilancia.
(4) Recordamos la extravagante encuesta sobre Ia prostitacidt e-tt
las ziandes aslomeraciones, dondà se dijo con la mavor setiedad del mundo
qrriun amat. casa de cada dos se prostitula, a fin.de satisfacer no un
dleseo et6tico perverso, como un punto de vista simplista- pod{a suponer,
iino las necesidades expetimentadas por culpa de la publicidad.y el des-
pliegue de metcanclas. Esta versi6n moderna del «enueciite-», delirante y
ialtà'de humor, no ptovoc6 masivos denuestos por parte de los lectores
àà1 resultado dé tal èncuesta, sino que, pot el conttado, fue el otigeq de
la oellcula de J. L, Goddard: Dos o trei cosas qae sé de ella..., sefral de
quJ lòs fanta.mas paranoicos siempre son bien recibidos y que desempe'
fian una punci6n importante.
(5) Una vez mZs, este temor es comÉn a todos. Lo que intentamos
rcaliàai aq)i no es el àndlisis de Matcuse, sino simplemente la derivaci6n
de los teàas de petsecuci6n presentes en su.obra, de 1o cual esperam-os
."car alguna luz pìra la compiensi6n de la adhesi6n que obtiene tal obra
por parte del pÉblico en general.
244 André Stéphane
He aqui dos ejemplos que da al autor de esta absor-
ci6n del negativo por el positivo:
Me paseo pot el campo, todo va bien. La naturaleza se
halla en el cenit de su belleza. Los p6jaros, el sol, el césped,
la vista de las montafras a través de los 6rboles, la soledad,
sin radio, sin olor a gasolina. Pronto, el sendero gira y
acaba en la autopista. De nuevo me enfrento con los car-
teles, las gasolineras, los moteles y los paradores. Estoy en
un parque nacional y sé que lo que he visto no era la reali-
dad, sino una «reserva natural», algo que se preserya como
una especie en extincidn. Sin la intervenci6n del Gobierno,
las consignas politicas, los vendedores de perros calientes
y los moteles ya hace tiempo que habrian invadido este
espacio natural, Esto se 1o agradezco al Gobierno. Es mejor
que antafio,,.
... el Metro por la tarde a la hora punta, la gente que veo y
que presenta unos semblantes y unas figuras fatigadas. Veo
el odio y el descontento. Siento que a cada momeflto alguien
podria sacar su cuchillo..., lasi! Leen, o mejor dicho, se
hallan absortos en su peri6dico, su revista o su libro de bol-
sillo. Y sin embargo, dos horas màs tarde, la misma gente
desodorizada, lavada, vestida o desv-estida, puede ser feliz,
tierna, sonreir de veras y olvidar (o recordar). Pero estardn
en su interior solos o en familia, o con unos amigos, y para
la mayoria esto ser6 terrible.
Se ve claramente en estos dos ejemplos el fantasma
del mal (la autopista, el olor a gasolina, los carteles...),
enmascarado bajo la apariencia engafiosa de la naturale-
zabella y pura; y también el peligro (el odio, el cuchillo,
la desdicha), bajo el aspecto cuidado, lavado, desodo-
izado.
Asimismo, reconocemos la huella de la analidad de
que tanto hemos hablado, tras la ausencia del <<olor a
gasolina>» la primera yez, baia la apariencia desodorizada
y lavada de la gente la segunda, estando siempre la
persecuci6n unida hemos visto a prop6sito del
-como
racismo-, a la analidad.
La inquietud que atafie a la contaminaci6n del aìre
El Universo Contestatario 245
y del agua aparece varias veces en la obra de Marcuse,
asi como en su entrevista para el Express.
Es Céline, cuyo vocabulario se halla muy lejos del
de Marcuse, quien nos describe la Contaminaci6n, que
aqui escribimos con mayriscula:
La ciudad mds malsana del mundo, Ia m6s encajonada,
la més enclaustrada, infestada, confinada, irremediable... es
Paris con su carcasa de colinas. Un callej6n sin salida atra-
pado en una cloaca, lleno de carrofias, de letrinas, de torren-
tes de gasolina y petr6leo, ardiente, un cubo de podredumbre,
una cat6strofe fisioldgica, preconcebida, mantenida, entu-
siasta. La poblaci6n, a partir de mayo, hundida, ligada a
una prodigiosa campana de. gas que_ sofoca,..que estrangula
con sus emanaciones, con el humo de mil fébricas, de cien
mil coches en tr6fico... con sus escapes sulfurosos, con sus
miles de perros, una ciudad absolutamente corroida, minada,
putrefacta hasta en sus riltimos hemoblastos por las m6s
insidiosas, las mds perniciosas de las bazofias aéreas. No
hay ventilaci6n, Parls, un tubo de escape sin escape, Lodo,
nubes de todos los carburos, de todos los aceites, de todas
las podredumbres hasta el Éltimo piso de la Torre Eiffel.
Una cuba opaca, asfixiante, en cuyo fondo nos arrastramos
y morimos. En cuanto a nuestras grandes industrias, esas in-
mensas emponzoffadoras en trance de gemir cerca del Sena
y sus transportes, podria content6rselas, colmando sus de-
seos. Desmantelar esas grietas, esas calles, esas pÉstulas, esas
gldndulas llenas de pus, los inmuebles, curar a la humanidad
de su vicio infecto: la ciudad...
Si hemos transcrito este célebre pasaje de Bagatelas
pot una tndtanza, es a fin de demostrar cdmo el tema de
la contaminacidn se halla relacionado inritilmente a la
persecuci6n y a la analidad, y c6mo una vez m6s el per-
seguidor capitalista burgués que, en Marcuse, se encarna
en la an6nima sociedad de la abundancia, se asemeja
al judio perseguidor.
;Significa esto que no existe la contaminacidn a cargo
de las grandes industrias o que la propaganda es com-
pletamente inofensiva? No 1o creemos asi. La contami-
nacidn del aire y el agua es un problema real. La propa-
246 An&é StéPhane

ganda juzgamos infinitamente menos peligrosa y

-que
àlienante que la propaganda polftica o religiosa, tal como
se practica en China (pafs que parece gozar de las sim-
patias de Marcuse) y que permite, gracias a la difusi6n
masiva, rebajar los precios de los ingresos y las ventas-
puede, jugando con necesidades que es preferible dejar
èn estado latente, representar :una amenaza pata la salud
pdblica cuando trata del licor o abusa de la credulidad
popular aplicdndose a los medicamentos. Pero en este
caso hay que adoptar una serie de medidas, técnicas en
el primer caso, de control en eI segundo. No hay en
esto motivo para una revoluci6n, ya que seria una ma- t2
tanza por unas bagatelas.
LEFEBVRE O EL MITO DEL TEIROR

Una desproporci6n semejante entre la realidad de los

fendmenos incriminados y el alcance que se le atribuye,
entrafiando las medidas mds radicales --€ntre las que la
destrucci6n absoluta de la sociedad actual constituye en
todo caso el primer movimiento-, no se halla ausente
de la obra de Henri Lefebvre, La vida cotidiana en el
mundo modetno, que representa verosfmilmente el resu-
men de sus cursos en la Facultad de Nanterre.
Al leer la obra se comprende qué influencia ha ejer-
cido su autor en el espfritu de los contestatarios, ya que
la mayor parte de los temas que contiene fueron honra-
dos en las manifestaciones de mayo y junio en Parfs.
Hojeando al azar eI libro, saltan a la vista unas ex-
presio4es: <<cambiar de vida», <<recuperaci6n>>, <<poesia»>,
<<fiesta>>... asociadas a <<revoluci6n>>, <.sociedad de con-
sumo», «publicidad», <<control», <<charlataneria>>, «terro-
rismo>>, <<sociedad represiva»», <<revoluci6n cultural»...
IIay que observar al respecto que el movimiento Protes-
tatario de mayo en Paris y Nanterre estuvo montado
248 André Stéphane
principalmente en torno de unas expresiones esencial-
mente propagadas mediante la técnica de las inscripcio-
nes murales. Los jefes de este movimiento se reconocie-
ron, no tanto por la semejanza de sus ideas, como por
la utilizaci6n de algunos términos percibidos de inme-
diato; o sea, antes de que el pensamiento critico se
despertase y la raz6n se ejercitase. La expresi6n <<re-
presi6n», por ejemplo, despierta en el inconsciente toda
una cadena asociativa y una serie de afectos que nada
tienen que ver con el contenido de la idea expresada; a
saber, que en la sociedad democrdtica liberal, la libertad
conoce restricciones ligadas a tal o cual otro factor, pero
que estdn relacionadas directamente con temores arcaicos
(infantiles). I
Asi, el vocablo'«represi6n>» puede evocar en el in-
consciente <<Policia»>, <<Gestapo>>, <(tortura», <<aplastamien-
to», {<castraci6n>>, evocando al mismo tiempo una imagen
paterna terrible.
Una técnica de informaci6n que se apoye, de forma
deliberada o no, en el despertar de los procesos prima-
rios inconscientes, rn6s que en el pensamiento l6gico, es,
ya 1o hemos manifestado, propia de la propaganda poli-
tica de los regimenes totalitarios.
En efecto, es la técnica de la propaganda: «Persil
lava mds blanco» se dirige al inconsciente de las amas
de casa y despierta en ellas una cadena de asociaciones
que de la blancura conduce ala pureza (sexual y moral).
Que los publicistas se vean guiados por su intuici6n,
o sea que inspiren conscientemente en el conocimiento
de las leyes del inconsciente y de la significaci6n simb6-
lica de la blancura, poco importa aqui. Pero cuandò Mao
Tse-tung ofrece como regalo a una delegacidn de obreros
unos mangos y Radio Pekin explica que los recipienda-
rios no cesaban de contemplados y manosearlos, con los
ojos arrasados en ldgrimas, rnoviliza de forma semejante,
I
El Universo Contestatario 249
probablemente intuitiva, una serie de imdgenes y afectos
inconscientes (relaciondndose con la idealizaci6n del seno
materno).
Sin embargo, no puede denunciarse por una parte el
cafircter <<terrorista>> de las técnicas publicitarias y utili-
zar constantemente la misma técnica con fines politicos,
o abstenerse de denunciar esta técnica de propaganda
cuando la practican los <<amigos»>, sin correr el riesgo de
que a uno le recuerden la anécdota de la paja y la viga,
ya que, en fin 2quién podria pensar de buena fe en
semejante <<alienaci6n>>, que nos empuja a entregar 1,50
francos en las cajas del grupo Unilever, y esta otra alie-
naci6n que condujo a los alemanes a la kristallmacht,
y luego a la <<soluci6n final>>, o a los estudiantes de la
rcvoluci6n cultural a romper la muffeca de un gran pia-
nista laureado con el premio George Enesco? (1).
[,No hay cierta analogia con 1o que hemos descrito
como derivado de los mecanismos proyectantes que con-
ducen a denunciar en los dem6s 1o que uno se niega a
admitir como propio?
Asimismo, la definicidn que da Henri Lefebvre de la
sociedad <<terrorista>> participa plenamente, a nuestro en-
tender, de lo que é1 pretende denunciar, o sea del terro-
rismo. En efecto, dice:
No llamaremos «terrorista» a una sociedad donde se
aclama a la violencia, donde corre la sangre. El temor poli-
tico rojo o blanco no puede durar largo tiempo. Un grupo
definido lo ejerce para mantener su dictadura. El terror po-
litico se localiza, no puede atribuirse a <<toda» la sociedad,
Semejante sociedad est6 aterrorizada, no es terrorista, En
la «sociedad terrorista» reina un terror difuso. La violencia
se halla en estado latente. Las presiones se ejercen de todas
parter sobre los miembros de esta sociedad. Les cuesta
(1) Es cierto que si el capitalismo es el mal absoluto, invertir dineto
en lo§ ,rnrrJ es colaborar con el Diablo, cs contribuir a eternizarlo.
Los métodos de la ptopaganda polltica, en efecto, se asemejan a veces
a los de la publicidad, de un modo sorprendente.
250 Andté StéPhane
peso del mismo'
-òàau separarse del terror, apartar de si el
mucho
se convierte en tèrrorista y su propio
tu t...1"n,j
.terrori's-
No hay necesidad de dictador, cada-cual se denuncia
u rì'irÀà" y se castiga. El terror no se localiza, se-halla
àn-ii y en ei detalle. «El sistema» (si puede ha-
de- sistema) coge a cada miembro y lo somete al
blarse"o"junlo
coniunto. o sea a una éstrategia, a una finalidad disimulada,
a uàos fines que s6lo conocen los poderes de decisidn.y que
nada ni nadie puede poner en duda ni en tela de juicio'
También dice:
La sociedad superrepresiva terrorista confia las tareas
r"oÉiiuu. a la familia v al padre, o mejor arin, a Ia con-
;il;i" de cada cual (...) Una cierta democracia (liberal)
parece el resultado y la exp-ansi6n de la sociedad represiva-'
LÀ restricciones no se perèiben se viven como tales (-"-)
ni
Éria democracia guardà en reserva la violencia y no deja
intervenir màs que en riltima instancia, como recurso su'
u h fuerà (...) La represi6n es inritil en la medida
"i"Ào
èirCtu .tt que la autorrepre§idn (grupos e individuos) ,se
à"iàrgu de ia tarea (...) La sociedad superrepresiva halla
en laiociedad terrorista su fin l6gico y estructural. Entonces,
;rv;À; las restricciones y el sentiiaiento «vivido» de la
libertad.
Nosotros consideramos precisamente como terrorista
la llamada efectuada al inconsciente por el empleo del
calificativo de <<terrorista», repetido varias veces a modo
de una frase publicitaria, y su aplicaci6n a unos fen6-
menos que exigirian una explicaci6n previa.
En éfecto, el vocablo <<terrotismo>> se impone con tal
violencia en raz6n de su impacto sobre el inconsciente,
que barre el pensamiento ldgico y deja el campo libre a
làs torbellinoi fantasiosos, cuyos retofios a nivel de con-
ciencia quedan impregnados por el proceso primario hasta
el punto de abolir toda facultad crftica.
Si tratamos de no dejarnos sumergir por los afectos y
los fantasmas, asociados siempre al vocablo <<terrorismo>>,
podremos efectuar las observaciones siguientes, sicoanalf-
ticus o no, respecto a la tesis de Lefebvre.
El Universo Contestatario 25L
Para empezar, Lefebvre affuma que <(el terror rojo
o blanco no puede durar largo tiempo». A escala de la
Historia tal yez, pero iy a escala humana? Si Lefebvre
hubiese sido judio en Alemania entre 1955 y 1945, sin
duda habria hallado el tiempo muy largo. Cierto que su
espera habria podido verse acortada por esta sociedad
«no terrorista». Asimismo, de haber estado en Rusia
durante la era stalinista, perteneciendo, por ejemplo, al
grupo de los primeros bolcheviques que ascendieron al
poder después de la revolucidn, le habria ocurrido lo
mismo.
Cuando Lefebvre afirma que <<e1 terror politico se
localiza, no puede atribuirse a "toda" la sociedad, una
sociedad tal est6 aterrorizada, no es terrorista», creemos
que desconoce los mismos fundamentos de las sociedades
totalitarias. En efecto, esas sociedades, sean de esencia
religiosa, fascista o comunista, tienden a suprimir toda
oposici6n, no s61o por la violencia declarada, sino me-
diante una propaganda cuyo cafircter especial ya hemos
recordado, o por una propagaci6n de la fe que tiende a
destruir las raices profundas individuales e interiores de
toda resistencia.
Los regimenes totalitarios siempre tienden a consti'
tuir una sociedad un6nime, cuyos elementos se unen con-
Ea un grupo designado como <<victima propiciatoria» (los
incrédulos, los judios, los capitalistas o los revisionistas,
por ejemplo). Mediante una continua presidn ejercida
sobre los espiritus, m6s gue sobre los cuerpos, las dicta'
duras mds feroces consiguen el asentimiento general de
las masas. La intolerancia se erige entonces et dogma,
puesto que siempre se trata de preservar el Bien y des'
truir el Mal. Asi es c6mo las victimas del stalinismo
lloraron la muerte de Stalin, exclamando: <<Cuando se
252 André Stéphane
tala un bosque vuelan las virutas» (sin ver que las viru-
tas eran ellas mismas) (2).
Al decir antes que de haber siclo Lefebvre un judio
en la Alemania nazi habria hallado el tiempo largo, no
hemos llegado hasta el lfmite de nuestro pensamiento:
En efecto, parece evidente que no son s6lo los judios
los que sufrieron el terror hitleriano; no s6lo los anti-
nazis, sino todo el pueblo. Ya que convertir a todo un
pueblo en unos criminales de los que muy pocos
garlo seria de mala fe- supieron conservar la -ne- razdn
suficiente para no dejarse arrastrar a la Cruzada contra
(2) Naturalmente, se hablan tefido esos hilos sutiles que unen a la
vlctima con su vetdugo, No podemos pasar esta alusi6n por alto.
Sih embatgo, que se nos permita afirmar la relativa inocuidad de
una Torte Eiffel pottadora de las siglas de la casa Citroén con relaci6n
al revestimiento de Paris pot la esvdstica (cruz gamada),la Cruz de Lorena,
o cualquier oto slmbolo polltico. La publicidad que flos maneja (<<La pu-
blicidad te maneja») no intenta en ningÉn caso <<alienatnos» totalmente.
Si se nos sugiere qqe malchemos a la hora <<Lip», esto 11s imFlica m6s
que a un sectot lnfimo de nuestra personalidad, peto si se nos obliga a
marchar a la hora del «Che», esto tiende a una empresa totalitaria (la
discusi6n que nos conducirla a demostrar que el guevarismo o el casilismo
son o no reglmenes totalitarios no viene a cuento aqul, Ahora nos tefe-
rimos al método que tratan de imponernos, Nuestro criterio serla idéntico
aunque se ffatata de cualquier otra ideologia polltica).
Por otta parte, bueno es observat esto se aplica mds especialmeate
a Marcuse que ptetende que el mundo -y moderno impulsa a la desetotizaci6n
del ambiente, ya gue seeÉn é1, los enamorados pueden etotizat a la
nafi$aleza pero no a los edificios de Manhattan- que los palses que no
viven en un sistema econdmico de metcado, presentan. el triste espectdculo
de los escaparates polvorientos donde se acumulan sin ningrin orden algu-
nos obietos an6nimos. Sin espetanza de beneficio y correlativamente sin
publicidad, le garantizamos a Marcuse una deserotizaci6n mucho mds ab-
soluta que la que é1 cree comprobar en Ia actualidad. En realidad, algunos
estudios amedcanos pretenden que las j6venes que etrffan en un gran
almacén ofrecen cietto gtado de excitaci6n libidinal. Esto, en efecto, es
probable. No discutiremos con Matcuse respecto a los méritos aftodislacos
comparados de la ciudad y el campo, ya que ésta es una cuesti6n de
gustos. Diremos simplemente que los sfinbolos sexuales de los suefios tanto
los p:esta el paisaje ubano (casas, escaletas, totre, tascacielos, callejones,
etcétera), como el paisaie natutal y rural (tfos, barrancos, grutas, 4rboles,
colinas, gtanjas, etcétera). Ademds, tecordemos que las artes han apelado
ampliamente, desde la industtializaci6n, a la poesla que puede sep,llarse
de las <<ciudades tentaculares» (ver Monet y la estaci6n de Saint Lazare,
Delvaux y los apartaderos de selecri6n, los fetocaniles en la literatura
rusa, Léger y los motivos de hertamientas o mecrinica. Numerosos pintores
abstractos también se han sentido inlluidos por el paisaje utbano).
El Universo Contestatario 253
el <<Mal>>, eno es ejercer una accidn que supera en mu-
cho Ia de.un «terrorismo» localizado, ya que consigue
apoderarse de todos los espiritus?
;,Es que una propaganda que durante quince afios
agosta todas las quejas que la poblaci6n 6rabe alimenta
cootra los regimenes llamados «progresistas)>, contra Is-
rael, hasta el punto de que los intelectuales creen que
el sionismo es una doctrina religiosa que quiere arrojar
a los àrabes del Oriente Medio (5), (Le6n Poliakov nos
ha informado que los estudiantes atribuyen al vocablo
«sionismo» una etimologia que deriva de expansionismo),
no acaba por ejercer una violencia tal sobre los Énimos,
que éstos llegan a incensiar al jefe que, no s61o los ha
engaflado, sino que los ha conducido a la catdstrofe?
i,Es que a partir del momento en que toda la masa
estd de acuerdo en una doctrina, aunque ésta sea promul-
gada por uno solo, puede hablarse de <<terrorismo loca-
lizado>>?
Mds arin. Lefebvre nos dice que 10 qtJe caractetiza a
la sociedad terrorista superrepresiva, alias democracia li-
beral, es que se llega a la autorrepresidn, o sea que cada
cual es su propio censor. Sin embargo, creemos que una
sociedad donde se practique la autocritica (priblica), no
es represiva. En efecto, o esta autocritica es hip6crita y
en tal caso es el efecto de la violencia que obliga al re-
fractario a someterse a un procedimiento humillante y
cruel, o es sincera y constituye una manifestaci6n tre-
menda donde el infantilismo disputa la preminencia a
la superstici6n religiosa. Pero de todos modos, se trata
de una forma de autorrepresi6n poco madura.
ZQUé es exactamente Io que Lefebvre denomina <<auto-
rcpresidn»?
(3) Muchos intelectuales de Izquierda franceses comparten ests opi-
ni6n, sin haberse molestado en acudh a las fuentes, o sea leer El cstado
judio, de Hetzi.
 El Universo Contestatario 255
254 André Stéphane
Esta ideologia es particularmente optimista, ya que
Pa':a empezar, tenemos que ob§ervar- que toda
educa-
los sicoanalistas saben que muy pocos individuos pre-
en la interioiizaci6n de las prohibiciones
-i.r.uur"
se funàa sertan todos los caiacteres propios de la <<genitalidad»
"iOn
ii;'q;; llama auto-represi6n)' No es s61o el (de la que hemos dicho que era preciso entenderla como
ì.** ut pedagogo o al guardia, o-sea al castigo o a.una
sino mds bien extendiéndose mucho mds all6 de la primacia de los
rà"oÀp."iu, u1Jqu" la educaci6n,
"oridu." un 6rganos genitales, e implicando una forma particular y
u iu àpu"iaad de evalu ar el carilcter rnoral de acto
prohibici6n externa' en principio màs perfecta, màs madura de relaciones con
por si *it*o en ausencia de toda
Ios objetos y consigo mismo).
una
Hemos visto que, segtin Freud, esta'capacidad es El abismo que separa el cardcter <<adulto>> de la ideo-
frrr.r"iu del complejo de Edipo (El Yo- Superior)' (o
Un
logia propia de la democracia liberal por relaci6n con
habiendo
?;-^S"p.tt,"i irt,iti"i.ttemente constituido la realidad de los individuos, da a los regfmenes liberales
."iriao regresi6n), concluye en una dependencia ex-
"r, una enorme vulnerabilidad, ya que la tolerancia de que
;;;;t;;p.ctJ a los.objetos exteriores en la evaluacidn dan prueba, por definicidn, les impulsa a admitir la
de los actos, y en partiòular a una sumisi6n absoluta
a
es el.ordenado por oposici6n. Pero si ésta tiende a destruir su misma esen-
to" i.t"r. El aito moralmente vdlido cia, la ldgica del sistema implica que se le deje cierta
de esta imper-
iàf.. El Yo Superior carece entonces libertad de acci6n, por m6s que los regfmenes liberales
"i
sonalidad ,re.erutiu que permite evaluar los actos
con
la r-e- contengan en permanencia un germen de muerte. Mas
ieia"ion a unos criterios fermanentes que superan cuando tratan de defenderse, se ven obligados a emplear
persona u òttu' Es la existencia de un Yo
laci6n de una las armas (en todos los sentidos de la palabra) de los
Suoerior <(autorrepresivo>> que ha permitido' por ejem-
regimenes totalitarios. Por tanto, también contienen un
t.rirtencia, la moral personal, inmediata' contin- germen de fascismo.
"iJ--i" ha sido borrado en
ffi;;'àe obediencia al jefé iritemporal,
.que
independiente' Decir junto con Cohn Bendit que el régimen francés,
i"""r' aà una moral abstratta, con ocasidn de los sucesos de mayo de 1968, estuvo vaci-
valores trascendentes'
-- obediencia a unos
de
de la democracia liberal (4) lante por una parte, y por la otra demostrd su verdadera
É" ..rfiaad, la ideologfa
esencia policiaca, es simplemente describir el Caribdis
., *u ii.ofogiu de adultoi, donde cada cual es su propio
"la .,libertad de cada cual termina donde y la Escila entre los que oscila todo régimen liberal que
;;;;;;" sufre los golpes de sus adversarios (5).
émpieza la libertad ajena>>' No hay <(terror» en los regimenes liberales, o de lo
«indivi-
Cuando decimos uadultos' deberiamos decir contrario este vocablo nada significa, pero como siempre
a una fase pre-
duos post"dipicos», o sea no regresados
quieren que signifique algo, no es posible emplear esa
el Yo Superior adquiere unos
g"ritri à" t*iibiao, donde
caracteres arcalcos' (5) Que sea necesatio recotdar unas vetdades tan sencillas, que Mon-
tesquieu, Tocqueville y oEos, asi como el buen sentido, han hecho fami-
liares, es sintomdtico de la eficacia de la propaganda y, sobre todo, de
cl protestantismo' Hav que
(4) con
Para Lefebvte, ésta se .confunde que
lo motei6 de <<capilla iudia»'
la necesidad, sobre la que insistiremos, en la que se hallan ciertos intelec-
recordar que éste desperto Òefi*' tuales de teformar la realidad y de acoger con deleite las contta-vetdades
'i'iàat uàòpìé
Aunque este regrmen'liÉIrii
forma mds autotitatia que manifiestas.
"tu
t, de-Ioi'i"gimenes de asambleas'
256 André Stéphane El Universo Contestatario 257

y otras palabras semejantes mds que con prudencia, salvo Iéon Poliakov hace de esta proyecci6n sobre el judio
si se deiea <(maneiar» a la gente a la que uno se dirige, de sus deseos de la devoracidn una motivaci6n esencial
hurgando en su inconsciente y no en su raz6n, procedi- del antisemitismo.
miento que s61o el arte, la poesia o la literatura en prcsa Hemos dicho que esos temas son propios del conflicto
utilizan con entera legitimidad. inconsciente del nifro con su madre. Al mismo tiempo,
Pero la democracia liberal parece confundirse hoy dia hallamos en esta absorci6n total el fantasma de empresa
con <<la sociedad burocrdtica de consumo)', o d menos, de que hablamos anteriormente. En riltimo andlisis, es
tal es la opinidn de Lefebvre. laanalidad en todos sus aspectos lo que se proyecta sobre
Como Marcuse, Lefebvre ve en la sociedad de con- Ia sociedad. En efecto, lo que se pretende esencialmente
sumo una sociedad unidimensional (aunque piense que etr esas acusaciones de absorci6n, aparentemente de nivel
la situaci6n de 1os intelectuales los induce siempre a oral, es el resultado, o sea la reducci6n de objetos alta-
<<contestarr>), que quiere integrar. iQué? Sus miembros, mente diferenciados (el arte, la poesfa, las filosofias) al
grupos, e individuos, los àtomos y las moléculas. eA estado de materia neutra, de particulas despojadas de
[uién? A ella misma, ya que nadie piensa que la socie- todo individualismo, en el sitio del excremento. Ta1 es,
d-ad sea un sujeto. Esta sociedad, con su intenso estetis- en efecto, el fin conducente de la digestidn.
mo, eno ha integrado el antiguo romanticismo? El su- Por tanto, en Lefebvre hallamos, como en Marcuse,
rrealiimo, el existencialismo... lincluso gran parte del rma temdtica persecutoria tipica.
marxismo?, por la via del mercado como mercancia' Con-
testaci6n de ayer, hoy dia producto de calidad para el
consumo cultural. Este consumo ha deglutido aquello a
lo que pretendia darle un sentido; 1o ha devorado'
-Esta-s
referencias al tema de la devoraci6n y la di-
gesti6n no nos son desconocidas.
La semejanza, por no decir la identidad, entre los
temas racialés, antisemitas en particular, y los temas anti-
burgueses, también se hallan a este nivel. Los judfos son
periddic"mente acusados de crimenes rituales que con-
iirt"o, supuestamente, en la muerte de nifios cristianos
que venden como carne en las carnicerfas, o con cuya
.*gr. fabrican el pan 6zimo (consultar el caso Beilis,
de àonde Malamud èxtrajo su libro el hontbre de Kiew)'
La proyecci6n de los deseos sddicos de devoraci6n apa'
recJenesto muy claramente, ya que la carne y la sangre
del Pequefio Jeiris (el nifio cristiano) se consumen cada
dia en la celebraci6n del sacramento de la eucaristia'

t3
RAUL VANEIGEM, O LA EXTERIORIZACION DE
LA INTERIORIDAD
No es el hombre, es el mundo que es anormal.
A. Anrnun,
(Anfiteatro de Mrlsica en Nanterre)
La enlermedad mental no existe.
R. VeNBtcBl,t
Tratado de saber vivir aI uso de las iivenes
generaciones.
Hoy dia se estd tentado a no considerar n'tds
que la realidad socinl del hombre. Perc no.
Esto es demasiado superficial. Hay cosas que
nos atosigan en nuestra realidad individual,
intima...
W. GoMsnowtcz (Conversaci6n con
Dominique de Roux, Combat,2 dic. 1968).
El Universo Contestatario
- ' Conviene evocar aqui
algunas proposiciones del libro
dc Radl Vaneigem: Tratado de seber vivir al uso de lac
Nltaw genoraciones.
Antes de abordar el contenido, propiamente dicho,
hay que aclarar que el estudio de Vaneigem va contra
todo precedente, por el catdctq excesivamente personal
de su prosa. En la obra se siente vibrar una gran sensi-
bilidad que se expresa en un bello lenguaje, rico y a
meaudo fastuoso. El pensamiento del autor estd impreg-
nado de una cultura profunda y extensa. Hay que afiadir
qre el estilo de Vaneigem es el mismo de las frases pro-
1ryand(sticas de los sucesos de mayo en Parfs y, en fin,
de todas las contestaciones. Por lo demds, parece haber
r&b el origen de gran nÉmero de f6rmulas entre las m6s
ffices y poéticas (1).
Sin duda, habian sido previamente propagadas por la
Gf,ista de la Internacional Situacionista, en cuyo cuadro
es lmo de los mds eminentes redactores.
- Tal yez sea preciso recordar que los situacionistas de
Estrasburgo habian emigrado a Nanterre a comienzos
del afio solar de 1967.
La admiraci6n por la obra de arte que es este libro y
la simpatfa, en el sentido etimol6gico del término, que
ar autor inspira al lector, no pueden impedir su critica.
Algunas de las tesis propuestas por Vaneigem se
pùecen a las de Marcuse y Lefebvre. Nos referimos esen-
(1) «Geatividad, espontaneidad y poesla», «vivir sia tiempos muer-
o, <vivir la vida», <<sobrevivirla>>, «cambiar la vida>>, <<s6lo e*iste el
!re revolucionario», «banalidad>>, <<brib6n crucificado de'Nazaret», <<morir
è lrmhre o morir de abumimiento», etcétera.
-@ Igralmente, parece ser el creador del estilo de las frases publicitarias
en la invemi6n de los términos, segÉo el modelo de ia respuesta
àda por Marx a Proudhon: «Filosofla de la miseria», «miseria de la
GLrsr*ia»; «el sentido comrln de la sociedad de coasrimo ha utilizado
L ùtisua expresi6o: "ver las cosas de frente", pero en zu rcsultado
Itico: "no vet ante sI rnr4s que cosas"»; «coherencia del mito y mito de la
o*sencia»;_ «irroherencia del especlÉculo y espectdctlo de la incoherencia»;
.trDÉ:ttf,oc deseos de infancia reencootrados reencuenùan la infancia dè
m8rms deseos», etcétefa.
260 André StéPhane
ciaLnente aL cardcter de maquiavelismo malicioso, de
maquinaci6n secreta, de empresa total (con los habituales
faniasmas correlativos) contra los que no es posible lu-
char ni defenderse, que incluso dan la ilusi6n de libertad,
propia de la sociedad llamada de consumo.
- Anteriormente
hemos agrupado los principales rasgos
prestados a esta sociedad bajo el término genérico de
fantasma <<Paranoioo»» (2).
Vaneigem asimila asi <<la organizaci1n social jerarqui'
zada (...) a un gigantesco racket cuya habilidad (...) con-
siste en colocarse fuera del alcance de la violencia que
suscita, y en conseguir esto consumiendo en una multitud
de comÈates dudosos las fuerzas vivas de cada cual»"'
«Nadie escapa a la necesidad de conducir su encuesta
sobre el racket que le acosa hasta en sus pensamientos,
incluso en sus sueflos. Los menores detalles revisten una
importancia capital. Insolencia, fatiga, humillaci6n"' cai
prodest? eA quién beneficia?»>
Hallamos aqui los fantasmas de persecuci6n (5) para-
noica que ya nos son familiares: la empresa total del per-
seguidor que se insinria por doquier (el racket que acosa
haita en lòs pensamientos y los suefios), la desventraci6n
(consume laifuerzas vivas de cada cual), la maquinaci6n
iee q,rien beneficia?), la necesidad de desenmascarar
ài perseguidor (conducir òu encuesta sobre el rucket)'
-Un
poco m6s lejos hallamos el tema de la empre'
sa (a) bàjo la forma de una manipulaci6n que reduce al
sujeto al estado de objeto:
(2) .no- nos iotetesa en
sI
Afimamos que el anrilisis de Vaneigem
-través
mismo. Lo que nos pr"o."pu-o-io-Àprotar. a
-ioÀpt*der de tres escritores la
J...uri.n.i"
'de cierios t.àut- v las mzones del éxito de
àsuéIlos entre los contestatatios'
(3) No nos sorprendiqoé este libro empiece con el relato de una
r*ototi -i[i"ìi-*ocunida a Rousseau'
"*'Aì célebre
ìòaot-eiiò. t"*"t a los que hemos seialado a pto-
o6ritot-4. i;'H;id d;-u-e".i,ia"-oE t-oo-t en matcha» contra los
iellos» (ellos nos han cegado, ellos no hatr engailaclo"',|'
El Universo Contestatario 261
... el sentimiento de humillaci6n no es m6s gue el sen-
timiento de ser objeto... Convertirse en algo tan-insensible
y- tan manejable como un ladrillo. A esto iÀvita la organiza-
ci6n social a cada uno con afectuosidad.
El mismo aburrimiento est6 perfectamente organi-
zadoz
Un asesino de dieciséis aflos declard recientemente: «Maté
porque me aburria».
Aquel que ha sentido ascender en su interior la fuerza
de
-su
p,lopia destrucci6n sabe con qué negligente cansancio
podrfa llegar a matar a los organizàdores -del aburrimiento.
Pero el aburrimiento traduce una imposibilidad de
poseer libidinalmente el mundo exterior por razones con-
flictivas. Las mds maravillosas fiestas no pueden distraer
ni divertir a quien lleva en si el aburrimiento, esta caren-
cia en la economia de la libido. Ner6n también se aburrfa.
i,Hay que incendiar Parfs, por ejemplo, para divertir a
los que no saben o no pueden hallar en nuestro mundo
tan extraordinariamente apasionante un apoyo posible a
sus posesiones?
En cuanto al trabajo, se reduce a una tortura (el autor
recuerda que el vocablo procede de tripalium), a la que
la burguesia somete al proletario, cuyas fuerzas emplea.
§osotros recordamos que la sala de partos de las mater-
nidades también se llaman <<sala de trabajo», lo que
implica que el mismo posee una afinidad con el dolor,
lrro concebido éste como un preludio para el nacimiento,
trrototipo de toda creaci6n.) Como sicoanalistas, no pode-
mos olvidar las expresiones <<trabajo de ensuefio», <<tra-
bajo de duelor>, que designan las elaboraciones fecundas,
permitiendo, de una parte, que los deseos inconscientes
Iluyan en imdgenes cuya creaci6n posee sus propias leyes,
operaci6n que nunca deja de admirar al analista, y por
otra, al dolor, consecutivo a la pérdida de objeto, de
262. André Stephane
sufrir un p(oceso que 1o haga aceptable y finalmente
enriquecedor para el Yo (aludimos a las identificaciones
normales con el objeto perdido).
Vaneigem se extraffa al comprobar que la gente «cae»
en la trampa.tendida por la sociedad de consumo:
Personas que han trabajado verdaderamente por teler-un
refrigerador, un coche, un receptor de televisi6n. Muchos
contilnÉan hàciéndolo, <iinvitados a consumir la pasividad y el
tiempo vacuo que les ofrece la necesidad de producir».
Millones de seres humanos fusilados, torturados, apre§a-
dos, hambrientos, embrutecidos, ridiculizado-s sabiamente,
tienen al menos, et la paz de los osarios y las fosas comunes,
la garantia hisi6rica àe estar muertos, como aislados en
apaitamentos con aire acondicionado, y-s1ls descendientes
alrenden a repetir, gracias a .las emisiones televisadas
dìariamente, què son l-ibres y felices. Los comunitarios se
han dejado mitar hasta el riltimo para.que también qÉ-pg".du:
adquirir una cadena estereof6nicà PhiIlips-de alta fidelidad.
Un buen porvenir que habria hecho la alegria del pasado,
sin duda alguna.
En efecto, nadie lo duda. Hay que haber contra-inver'
tido verdaderamente el materialismo para no comprender
que comprar un coche puede constituir un fin en si, al
menos provisional, y que esta adquisici6n procure una
gran alegria.
Hay que haber olvidado la pena de los hombres y
las mujeres parla ironizar sobre la posibilidad ya rc4lizada
de comprar unas méquinas que alivian todo esfuerzo (5).
Hay que haber olvidado 1o que es la miseria, el ham-
bre, el embrutecimiento, el horror de las <<cuevas de
Lille», por ejemplo, y otros infiernos del siglo xlx para
(5) En una emisi6n televisiva de André Voisin, una arrciana de
92 afiòs. la seffora Lefertre, explic6 que «habia pasado una iuventud muy
aifLl a"biao al trabaio...'iOh, sf, muv diffcill» «lPor qué?» pteguntdle
i,i intoto.ut"., «Porque do ÉUià apatatos, todo se hacfu a mano. Se
coaaba la hietba con una hoz, se ataban las gavillas a maog'.. -Oh,-todo
;;;;"y dificil. Ios j6venes'actuales no se dan cuenta de ello. Y se
oueian>>
' 'Estas-afiadi6 la anciana.
palabtas, dentro de su sencillez, merecen ser meditadas.
El Universo Contestatario 263
dudar de que el comunitario halle agradable el mundo
en que vivimos. Basta con volver de Argelia, de Portugal
o de Rumanfa para hallar este mundo nuestro *con
todos sus innegables defectos- relativamente satisfacto-
rio. Pero también qs tan diffcil hablar del cielo con un
ateo como de lavadoras o trilladoras-aventadoras a quien
exige de la sociedad que le abra las puertas del paraiso.
Ya que <<el nuevo proletario vende su fuetza de trabajo
para consumir» (dicho entre paréntesis, ésta es una de-
claraci6n que parece absolutamente absurda, cuando se
la somete a quien conoce la miseria. ;,Para qué otra cosa,
pues, hay que trabaiar? Tal es la respuesta que se da
siempre).
Sin embargo, consumir es un cebo que los capitalistas
burgueses ponen ante los ojos de los trabajadores para
lnder enriquecerse a sus expensas (6).
_ La burguesia halla en la supervivencia la materia prima
de sus intereses econ6micos. La necesidad de alimentarse
y de subsistir motiva a la fierza el comercio y la industria.
Aunque no sea abusivo ver en la primacia de la economia
el dogma del espiritu burgués, la fuente misma de su célebre
humanismo. Si los burgueses prefieren el hombre a Dios, es
porque produce y èo-pru y iumirristra,
"oniume,
En esta idea del hornbre conducÌdo por el burgués
al estado de cerdo cebado o de pato atiborrado, hallamos
el tema de la manipulaci6n absoluta que reduce el hom-
bre al estado de objeto utilitario (7). Ni siquiera el ins-
, (6) Hav que destacar que todos esos escritores (Marcuse, Lefebue
y Vaneigem) patecen habm perdido de vista que si el capitalismo burgués
quiete entiquecerse, es porque ser rico es agtadable. 1Y qué se hace con
el dinero si no se consume? iEs acaso d capitalista vlctima de un engaffo?
(7) En Ia realidad, este fantasma fue actualizado por los nazis
orando hicieton pantallas con la piel de los deportados o jab6n con grasa
humana,
En China, se exhorta al pueblo a ser buenos comunistas reselaado
Ias heces fecales para usarlas como abono. Los resueflimientos son estig-
matizados. Pero en6e esta tealidad y los fantasmas proyectados sobre el
butgués, cuyo humanismo sewitla incluso para enmascafaf a los comer-
ciantes mds odiados, existe un rDargen que creemos dificil suprimir.
 264 André Stéphane
tinto de muerte significa otra cosa, segtln el autor, que
«el estilo de emPresa de Poder».
De este modò, el hombre queda castrado, vaciado de
su sustancia. Estd condenado a morir exangiie.
El hombre de la supervivencia es el hombre del placer-
angustia, de lo inacabado, de la mutilaci6n'
Pero lqué es esta sociedad que asf somete los indi-
viduos u tu empresa mortal? Una vez mds hallamos una
representaci6n de la imagen maternal que alimenta a
sus hijos con leche adulterada.
Producci6n y consumo son los senos, de Ia sociedad mo-
a"r"à]iÀ*nutltuau a" esta manera, la humanidad crece
èr, fu"tru y en belleza (el tono es ir6nico)'
De modo curioso, una interpretaci6n hecha por el
autor de La Filosotla de tocadot comporta una escoto-
mizaciln total de la suerte reservada a la Madre al final
de la obra de Sade. En efecto, Vaneigem opone los liber-
tinos de Los Ciento veinte dias de Sodoma que gozan con
las torturas que infligen a sus objetos, y que acaban por
matar, a losiibertinos de La filosotia, <'amables y bulli-
ciosos»>, que celebran llevar al extremo sus goces mutugs'
Los primàros son los amos antiguos, que vibran de odio
y rebeldfa; los segundos, los amos sin esclavos que no
àescubren entre si mds que el eco de sus propios placeres'
Recordemos que el libro termina con las torturas in'
fligidas a la sef,ora de Mistival, madre de Eugenia, que
seie humillada, golpeada, sodomizada por la compafiia'
comprendida Eugénia. Es violada por un uiado con vi-
ruelas. Sus 6rganos genitales y su aflo son cosidos por
su hija, para que el veneno del criado la penetre entera-
mente y para que no pueda volver a dar a luz' Hallamos
en este òt ido-d"l autor uta de las caracterfsticas de los
TI]L
El Universo Contestatario 265
ataques efectuados contra la sociedad de consumo. Éstos
adoptan a menudo la mdscara de una lucha contra el
padre (esto se ve claramente en Marcuse, y en menor
grado,
_en
Lefebvre y Vaneigem que critican èl patriarca-
do, asf como entre los contestaiarios en su conjunto),
pero en realidad el conflicto es regresivo y se siida en
nn registro pregenital, de esencia maternal. (ya insistire-
mos sobre este punto).
El autor del Tratado de saber vivir nos da una pista
para la comprensi6n del papel y el lugar de los mec-anis-
rnos paranoicos en nuestra civilizaci6n.
En efecto, Vaneigem subraya el fracaso del «pensa_
_
miento burgués>»:
Ninguna de sus justificaciones alcanza la fuerza de espe-
que antafio suscit6 su apuesta fundamental so6re
-rìanz-a
la técnica y el bienestar.
Cita las frases de un obrero negro a un empresario
blaoco:
«Cuando vimos vuestros camiones, vuestros
aviones,
creimos que erais dioses...>>
En estas frases encontramos el eco de nuestras propias
lnlabras cuando observamos que es en el momento en
que el mundo occidental sale pàr fin de
la miseria, cuan-
el progreso técnico torna ìl hombre semejante
$
dim, cuando apenas se ha repuesto de una guerra
a un
espan-
bsa, que tiende a renegar de todos los bienès de la
iivi_
lizaci6n y desea destruir Ia sociedad quà, ,i,
embargo,
1xlrece haber colmado sus antiguos anhelos, como el nifio
que después de haber-suspirado largo tiempo por
la po-
mi6n de un juguete, Io ròmpe tan f,ronto io tìene entre
sus manos. Asi es lo que observa Èdgar Morin,
que se
interesa profundamentJpor el plano lòcd francés:
 El Universo Contestatario 267
266 André StéPhane
Tierr-a donde apareci6 al principio como una criatura escla-
Es la crisis repeRtina de una hermosa sociedl!
d:^^".o1.
vizada y pr6xima al animal, donde cada retofio de su raza
'"i'" 4; t ct*:, :11, .I:3 r
#I:kXt ";.';;fé.,ffi*il todavia debe efectuar su entrada en'el estadO de lactante
activa, una socledao i"3r:r,I
totalmente- impot€Bte. a iytch ol nature! y el hombre puede
oolitica. Ios movimienò;;;; peligrosos de la
descoloniza-
don- considerarlas como conquistas de la civilizaci6n. Desde hace
#* ;i"d t;;';;É;;;i"A;; deu'na iociedad ascendente'
los més. ele.vados de Europa'
largo tiempo se forj6 un ideal del.poder absoluto y de la
#:i ffiilfi;;Epi;ilr"" don{e--1e reducen las
omnisciencia,.encarn6ndolo en sus dioses. Les atribuy6 todo
adn tiene qu" el.nurr.l "nà iÀtiàa"a que s6lo quince lo que para él era inaccesible o prohibido. puede afirmarse,
tanto
ilà;;'y'É-àtòuit#ot,-èn cònitituian-ta -hace de fondo"' pues, que esas divinidades eran unos <<ideales culturales».
ut":'àÀo tela
af,os la pobreza v Actualmente, que se ha aproximado considerablemente a
donde todo tiende a la
Y he aqui qr""r ì-t';iciedadarmonia' e-ste ideal, se ha convertidò en un dios... (...) En interés
ya que carece
u*àn'à àÀi.i"lànu,"t'la verdadera demrmba' todo se
de nuestro estudio no queremos sin embargo olvidar que,
de càncer negro o uÈt"à*iià, todo se y que por m-uy semejante que sea a Dios, el hombre actual no sé
màot,. todo se embrolla' todo se para' ante considera dichoso.
"g.ià|"
la "i
prodigiosa *uq,,,nà derrotada
que se detienen' protestan' con-
"iUèÀeti"u--queda
i"iff'.,"a.--a" descoitentos
testan... Y segdn Vaneigem, «el paso del sistema de adapta-
ci6n aristocràtico aL sistema de adaptaci6n democr6tico,
Edgar Morin también se refiere a la
<<Francia moder-
4gtanda brutalmente la separaci6n que existe entre la
*ri"É y reformadora... en la cumbre de su carrera"' pasividad de la sumisi6n individual y el dinamismo so-
(B)'
dominada por un patriarca-jefe liberal» cial que transforma la natutaleza, entre la impotencia
--FizuJ ya intent6 explicar el Malostar en la civiliza- de los hombres y la potencia de las nuevas técnicas» (9).
de que esta riltima es objeto debido Pensamos, en efecto, que el progreso técnico ha co-
"i6;;i;dottitaua
alas desilusiones qtue ocasiona: Iocado al hombre delante de su propia impotencia (y no
de la impotencia en que le mantendria la sociedad). eue-
En el curso de las Éltimas generaciones' la humanidad
ha hecho ejecutar ,' p'gt"tg &traordinario- a las ciencias remos decir que, mientras el hombre crey6 que veria el
y ^sus"aplicaciones ha asegura-
técnicas;
iirrJà-s v-tàii,iales a
,l^ cl dominio sonrà 1à nàturaleza de una manera hasta fin de sus males el dia en que hubiera sometido a'la
de este prosreso son tan
It".i iiiii,i"iÉitÈ l-ot caracteressuperflua' naturaleza y vencido a la miseria, su narcisismo pudo
Los hombres se ser protegido, y esto con tanta m6s facilidad cuanto que
conocidos, qo. .., "t
#iù;"""Èrffi;,i-a" "n'*tiuii6'
JJi"-t v' cor.r-buena taz6n' sin
que esté reciente dominio del
"àtquistas. convertia a Dios en el depositario de su mdximo poder.
embargo, de la
"ra"r, "o-ptobar de las fuerzas Por lo dem6s, llegaria un dia en que el màs all6 le per-
&;;iS-y "i-ii"*po,'éJu-i"Àia'*lte milenarias''no han
naturaleza, e.ta rear,,u-cì6n dé aspiraciones en la vida' mitiria recuperar su dep6sito, puesto que tenia prometida
:,1l"UA; il il;;-d; i.."J q"è i'peran alcanzar Ia vida eterna donde sus necesidades recibirian una sa-
No creen ser, por todo esto' màs lellces'
tisfacci6n absoluta.
También observ6: Pero hoy dia, en que el hombre ha realizad,o por fin
embargo' son.la
el periplo que se proponia rcalizat en sus sueffos, se da
... es como un cuento de hadas'-Y.sinla mayori?- dt 19: cuenta de que sigue siendo un ser mutilado, abocado a
realizacidn atectu ài'iod* -"o' de
oiras gtacias a cuva
àiiiiéiàt'IJtiàiiòt ."-iot iuentos' ésassabido la insatisfaccidn. Como al mismo tiempo parece, hasta
hombé ha enriquecer esta
;il;ilv-;"ya-ie*ituit
(9) Subrayado nuesto.
de «gaullista»>'
(8) Es bien sabido que Edgat Motin no es sospechoso
268 André Stéphane
cierto punto, haber conquistado el poder divino, que no
es mds que ciencia y tazdr., no puede conY-ertir
ya a Dios
en el aioyo de su narcisismo. Ha perdido a la vez la
religidn y la ilusi6n de una posible rcparaci6n de su
casiraci6n original. Descendido del cielo (de la carabela
que se 1o haÉia [evado), donde por un instante pudo
todopoderoso, vuelve a encontrar el peso de sus
"r"rrr"
miembros, ef dolor en la boca del est6mago, el embotella-
miento del tréfico, la agitaci6n y la agresividad de los
semejantes, y, sobre todo, sus conflictos internos sobre
los que el progreso nada puede ha-cer-. Si el hombre es
un dios caido que se acuerda del cielo, hasta cierto punto'
ha perdido la Jsperanza de reintegrarse a1 lugar de donde
ffi. Uu. esto podria conducirle acon1aladepresi6n 9 91
suicidio. Por tanto, se ve obligado energia de la
pro-
desesperaci6n, a efectuar una fltima tentativa para
yectai al extetior las causas de su profundo malestar'
iraciendo responsable del mismo al que le ha revelado
sin piedad sir impotencia fundamental, aquel de quien
àrp.rutu Ia liberaèi6n y la salud: el progreso -recorde-
*àt qu" el comienzo de la era industrial coincidid con
rt -iio del progreso-, la abundancia, a los que consi-
derar6 desde este momento como los factores de la des'
dicha, como Perseguidores.
Dlsde sieàpre ha existido la necesidad de atribuir los
males propios al pr6jimo, a la sociedad, al infortunio' al
;;;til. rero hoy dia esta necesidad es vital, ya que en el
hombre ha dejado de creer en una tealizaciln futura'
un m6s a116 terrestre o celeste'
Vàn"ig.m escribe a prop6sito de la ideologia del
progreso:
La creencia en el poder m6gico de.los técnicos se halla
oàtàiéto con su càntrario, él movimiento de desconsa'
"tt
&"fi;.^ L; ffiq;Éi-"t el modelo de lo inteligible' sus
es oscuro
òo.reus, sus transmisiones, sus enlaces, todo eso no
El Universo Contestatario 269
ni mi.sterioso, todo se explica perfectamente, pero la m6quina
también es el milagro que ha de hacer llegar a la humanidad
al reino de Ia felicidad y la libertad.
La m6quina est6 aqui, el milagro ha tenido lugar
y, no obstante, la felicidad sigue ausente. aQué hacer
€xrtonces con el sentimiento cruel de la intima insufi.
ciencia?
Vaneigem responde a nuestra pregunta:
Tengo la sensacidn en algunas ocasiones de un sufrimiento
confuso, desparramado en mi, llegando a considerar como
un alivio Ia desdicha ocasional que lo concretiza, 1o justi-
fica, le ofrece un exudatorio licito.
El tema del suicidio se insuibe en filigrana a lo
largo de todo el Tratado de saber viuir:
Conscientemente o no, la mayorla de los seres hurnanos
prefieren antes morir que experimentaf permanentemente la
insatisfacci6n de vivir.
Vaneigem ataca asimismo a los autores cuyas tesis
constituyen un obstéculo a la proyecci6n de los conflictos
internos sobre la sociedad:
_ Supongamos que en la misma época y en el mismo pais
haya filosofias y sabios que le expliquen al mundo dè la
ciencia y el arte que el sufrimiento ès comdn a los hom-
bres; ante la presencia inevitable de los Otros, ante la
sociedad en concepto de tal (10), 2,no quedaria justificado
considerar a tales personas como los perros guardianes del
tira-no (...) cierto concepto existencialista ha golpeado, de
rerhazo, matando dos p6jaros de un tiro, la connivencia
de los intelectuales de lzquierda con el poder y el grosero
enga6o, mediante el cual una organizaci6n social inhumana
atribuye a sus propias victimas la responsabilidad de sus
crueldades. Un publicista esuibi6 en el siglo xrx: «A cada
paso se halla en la literatura actual la tendencia a conside-
rar los sufrimientos individuales como un mal social y a
(10) O sea, independientemente de las fotmas que adopta la sociedad.
27O André StéPhane
hacer responsable a la organizaci6n de nuestra sociedad de
ià ài"etià y la degradaci6=n de zus miernbros' He -aquf una
iàea profundamenle nueva. Ya no so consideran los males
de la fatalidad». Una <<novedad» tan actual
""rno^"ròar.t"to
nJ oaiece haber engaflado con exce§o a los bueoas almas
tr"'dadas a la fatali-dad: Sartre y el infierno de los dem6s,
Freud v el instinto de la muerte, Mao y la necesidad hist6ri'
ca... i"Oué diferencia con lo estÉpido: los hombres son
hechos asi!» (11).
El autor ataca una vez m6s al sicoandlisis que, no
nos cansaremos de repetirlo, acentria demasiado su inte-
rés por los conflictos internos:
Cuando la imagineria freudiana cuelga sobre la puerta
del Yo el monstruò del Superego (12), sucumbe menos a la
tentacidn de una simplificaèi6n abusiva que a !a qegativa de
examiuar m6s atentàmente el origeo social de las restric-
ciones.
(11) Hay que zubrayar el cardctet particular que.teviste la iotoleran'
.ir àÉi'"rait&'(de ta que no parece ienet conciencia) cuando trata de
.*.-. *rtai*às del tiìano» a- Ios que tienen un concepto del hombte
o-dè iu i"i"ara que favotece poco la btoyecci6n. Ya que es posible tenet
,* ;*.;;i;'Oueàel iombte v de la soCiedàd desptovisto de todo sentido
oolitico. pueda favorècer al tirano (si existe tal timno) no empaÉa
éo-nàa" ù catricter de verdadero o de falso. No se le puede exigit-a
o". subordine sus descubrimientos o sus hip6tesis a la utilizaci6u
"rli"
p.ùìi.i q".-poatiu" servir. O meior arin, esta exigelcia que.somete la
[i"aa v tat'in"estigaciones sobte-la verilad a unos fines ordenados es
---i].t totalitarismo (polltico o religioso).
orooia del-.;i;;
tuì.Èfuaua intema-del'movimiento contestatatio. Al
estudiat la Éistoria es l6cil comprobat que los movimientos, pollticos que
se han realizado con ayuda de un factot ptogresivo patticularmerte acen'
t rrà". riÉÀoi" t acàbado por estinguirie v su extrema degradai6n ha
àoir-oiro-"-ai[o-"i ^n
ÀoÀ"oto q* lu-utilizacidn de la p.tovecci6n,r-,S,t{"
intensa, (Natutalmente, no"n nos refetimos a la ptoyecoon en caldad de
;*r"i;.ò. sino al uso politico que de la misma se haea.) La proveccién
;""n, un Japd-lr"Uiotepondelante al éomienzo de un movimiento, cuando éste
;d-". ." tien afirmado, pero también en eI momento de su
aéairàiil" .enit (ri" hablar de loi que se, construven rinicamente sobre
la proyecci6n, sieqdo ésta su rinica razon -de set).
- '1l»--và'hemos dicho antes que el Superego o el Yo Superior es
el hè#ero dei compleio de Edipo: ante todo, es Ia -interiotizaci6o de la
É"**à-ààt iac"tto, destinada à salvar al suje,to de la castraci6n' Se
irut.-"oi-tuntò. dé resultado de un conflicto iltemo aote todp, ea el
irìiia=ote*Éao" social interqiene muy poco. Adem{s, cn los,casos
o'o"màLr, él Srrp...go no tieÀe nada de monstruo§o, puesto que z la vez
prctege y testrirgp.
El Universo Contestatario 27 L
CreEmos que algunos hechos corroboran nuestra hi-
1Étesis segÉn la cual el acceso a la comodidad, a la
abundancia, y también a una existencia, no s6lo més
fdcil sino menos sujeta a riesgos, ya que el Estado Pro-
videncia se encarga del ciudadano desde el nacimiento
hasta la muerte, lleva al hombre a reconocer su impo-
Encia intrinseca, lo que es lo mismo, a infligirle una
herida narcisista que puede empujarle a la desesperacidn,
la depresidn y la autodestrucci6n:
«Pobre, a pesar de las comodidades, Ia existencia del
zueco medio se halla a merced del suicidio y del mal de
la supervivencia», afirma Vaneigem (es bien sabido que
bs pafses escandinavos presentan un indice de suicidios
p,articularmente elevado). Es también en Suecia donde
parece haber tenido lugar el primer ataque aparente-
mente ciego y espontdneo contra la sociedad de abun-
dancia: <<f,Estamos condenados al estado de bienestar?
(...) En diciembre de 1956, un millar de jdvenes se ma-
nifestaron por las calles de Estocolmo (13) incendiando
coches, rompiendo los anuncios luminosos, destrozando
los cartelones publicitarios, saqueando los grandes alma-
oenes» (p.67), «ya que los que vacilan en echar luera el
incendio que les devora sdlo prrcden incendiar, consu-
mirse, segùn las leyes de lo consumìble» (1a) (p. 280).
Se trata, en efecto, de exteriorizar la interioridad (15),
haciendo a la sociedad responsable de nuestros males.
A falta de esta proyecci6n que nos conduce a la destruc-
ci6n de Io que se halla fuera de nosotros, corremos el
riesgo de destruirnos a nosotros mismos.
En su momento nos vimos asombrados pof las re-
acciones del gran priblico ante la muerte de Marilyn
(13) Rccordemos qrc la pellcula del director succo Sjòoan §o,
curiosa col:lstitttla, pata los que sablan descifrar sus simbolismos, una
ptefiguaci6n del gigantesco derrumbamiento que debfa destruir a nleste
sociedad poco después de su proyecci6n en las pantallas mundiales.
(14 v 1,5) Subrayado nuestro.
272 André Stéphane
Monroe, reacciones que juzgamos revestfan un profundo
sentido que la actual crisis parece haber confirmado.
En efecto, esta acttiz que en Europa no contaba con
tantos lans como en Estados Unidos, fue llorada al dia
siguiente de su suicidio por personas que no habian asis-
tiào jamàs a la proyecci6n de sus peliculas. En algunos
escaparates vimos su retrato orlado con un cresp6n negro'
Entònces pensamos que aquel suicidio situaba a la gente
ante el fraiaso propio, confront6ndolos con sus conflictos
internos. Si, aquella joven estrella 1o tenia todo pata ser
dichosa, todos lìs signos exteriores de la felicidad: dinero,
gloria, belleza, amor.'. Y sin embargo...
Actualmente, también e1 hombre toman como
-se
criterio sus aspiraciones pasadas-, 1o tiene todo para ser
feliz (en todo caso el contestatario, que algunas recientes
encuestas confirman que generalmente procede de la gran
burguesia). No obstante, la ausencia de la lucha por la
exisiencia, junto a una educacidn sumamente indulgente,
producto dé unos padres gue han qas-ad9 por la gueara
y qo" u" prometieron hacer la felicidad de sus hijos, jus-
iificando-a menudo su debilidad mediante una teoria
sicoanalitica mal transmitida o mal recibida, impiden que
el Yo se fortalezca afrontando las frustraciones y, por
tanto, la realidad. Este Yo se muestra timorato ante sus
propios impulsos, que ninguna b-arrera -externa puede
èncàminar (1o que equivale a los efectos de frustraciones
excesivamente precoces y brutales).
Cuando Marcuse, Lefebvre y Vaneigem, cada uno a
su modo, atacan a la sociedad industriat de consumo por
los tabtis sexuales que imponen a los individuos, hay que
comprender sus reproches como un intento de proyecci6n'
En iealidad, los tabrls sociales nunca habian estado tan
relajados. La procreaci6n, desde la «pastilla», ya no es
obligatoria. Làs pelfculas oftecen un cat6logo de actos
.e*Jdtt o no-, casi completo. El incesto
-perversos
El Universo Contestatario 273
ya no es raro. Una indulgencia divertida es el sentimiento
que inspiran generalrnente los homosexuales, y sus unio-
nes tienen una,existencia casi oficial, que ni siquiera
asusta a las porteras. De esta ausencia de barreras s61o
puede nacer la angustia. El rechazamiento es imposible.
La solicitaci6n es constante. El Yo estd invadido por unas
compulsiones que lo desbordan. Pero su falta de madu-
rez unida al hecho de que la barrcra interna del Yo
Superior aÉn sigue en pie, hacen que la realizaci6n com-
pulsiva se resienta por excesivamente peligrosa; al mismo
tiempo, el sujeto se halla enfrentado a su propia debili-
dad. Nada se opone a que el impulso (compulsi6n) se
realice, aparte de su propia vacilaci6n. Todo pasa como
en esas escenas dramdticas donde uno de los protagonis-
tas arma el brazo de quien pretende matarle, exclamando:
«;A qué esperas? lDispara pronto, dispara!». Continuar
afirmando que la sociedad opone sus prohibiciones a
los deseos sexuales humanos, es impedir que el Yo se
enfrente con su propia insuficiencia.
Sabemos que un sujeto de Yo débil y falto de madu-
rez (16), enfrentado a una situaci6n en la que las com-
pulsiones se solicitan de modo permanente y brutal, queda
invadido por la angustia. Entonces, puede verse inducido
a mostrar una conducta clàstica. El «paso al acto>> agre-
sivo es a menudo obra de un Yo invadido por las com-
pulsiones libidinales que no pueden descargarse sobre el
modo sexual, ni pueden ser rechazadas. En tal caso, la
violencia es la Énica salida posible.
Pero si volvemos al dominio que se halla mds estre-
chamente ligado a 1a sociedad de consumo de
-el los
bienes materiales-, comprobamos que la abundancia de
éstos y la propaganda de que son objeto, actrlan igual-
mente como una solicitaci6n apremiante, una tentaci6n
(16) . Hemos hablado a este tespecto de los efectos de la falta de
hteetaci&r de la analidad.

274 André Stéphane
permanente. Pero la codicia asi despertada puede vivirse,
a cambio de las compulsiones no aceptadas por el Yo,
como realmente perseguidora, dando lugar a reacciones
agresivas (de donde se deriva Ia idea expresada llor un
contestatario, de que <<todas las mercanclas expuestas son
una porqueria», convirtiéndose el objeto de una codicia
no aceptada en portador de una intensa agresividad que
la hace peryersa y odiosa).
La abundancia en la sociedad de consumo no le ha
aportado al hombre la felicidad ni ha resuelto todos sus
problemas. Tal vez deberiamos traer aqui un correctivo.
Sobre todo parece insoportable a aquellos cuya falta de
madrrez les incapacita paru aprovecharse de sus bonda-
des. Ni los obreros (17) ni los campesinos, ni los <<bur-
gueses)>, que han salido penosamente de un ambiente
proletario de origen, est6n disgustados con la sociedad
de consumo. Los que estàn aguerridos en la lucha por la
vida aprecian el bienestar obtenido y no se dejan alienar
por las propagandas. Pero, sobre todo, creemos, tienen
menos tendencia que los contestatarios a conseguirlo todo
de una sociedad que no es para ellos, ni tiene por qué
serlo, una nodriza inagotable cuyo seno debe aplacar toda
sed, comprendida la de lo absoluto (18). Mas lo absoluto
(17) Nota de octubre de 1968. Ea El linal de la *topia, Marcr:se
se refiete varias veces a la reticencia de la clase obreta a atacat a la
sociedad de consumo y hasta habla de la oposicidn obrem a los movi-
mientos estudiantiles norteamericanos: «Hay casos he visto con mis
ptopios ojos- en que la Policla debe ptotegd -los a los manifestantes, y
hasta debe, y esto es mds gtave, defenderlos contra los obteros». Natural-
mente, Marcuse acusa de esto a la alienacidn de los trabajadores.
(18) A este respecto es inteÌesante comprobar que lo vivido hace
unos veinte aios pot la mayot patte de estudiantes como una libertad
deleitosa se consideta hoy dla como un ebandono insoportable, iNo les
piden a los prolesores que no les abandonen, que matrtengan el didloeo
abierto con ellos, que ejerzan un control permanente de los conocimientos?
Mientras que los estudiantes de los affos 50 (y precedentes) exigfan e
y no se inmiscuyesen en sus estudios,
sus profesores que les dejasen en Ènz
sin concederles el derecho siquiera a echar un vistazo a zus copias de
':'' El Universo Contestatario 275
implica, como hemos visto, una regresi6n a partir del
cstado sddicoanal en el registro narcisista del principio
de placer. El tema de la Fiesta, presente en Lefebvre,
goza de un honor particular en Vaneigem. En ambos
casos s6lo puede tratarse de un retorno al estado de
saturaleza que la «desublimaci6n» propuesta por Mar-
cuse implicaba evidentemente (aunque no fuese la idea
oonsciente del autor). Una vez aniquilada la antigua so-
ciedad, la Fiesta se instala para siempre («bajo las cal-
zadas, en la playa»). La realizaci6n de la obra de des-
trucci6n, o sea la Revolucidn, es ya del dominio de la
Fiesta. Para quien desembaraza al mundo de todo Mal,
para quien ha aplastado a la Serpiente, el gcz,o es inmen-
so. La lucha contra la depresi6n sigue el camino de la
proyecci6n paranoica. La victoria sobre el perseguidor
har6 estallar el triunfo manfaco (19): «iqué seria una
sociedad sin neurosis?» (20). Una fiesta permanente. No
hay otra guia que el placer. <<La triada unitaria: reali-
zaci6n-oomunicacidn-participacidn» debe comprenderse
conducente a <<la transparencia de las relaciones huma-
nas, favoreciendo la participacidn real de todos en la
realizaci6n de cada individuo». <<La rcalizaci6n de la
srbjetividad individual serd colectiva o no existird.»
Hay que favorecer «las experiencias colectivas de
realizaci6n individual y multiplicar con ello los encuen-
tros amorosos reuniendo una gran variedad de compa-
ieros (conyuges) v6lidos>>... «La multiplicidad de ex-
periencias vividas en comÉn funda entre los c6nluges
un lazo fraternal. Los grandes amores siempre han te-
nido algo incestuoso; de ahi a deducir que los amores
entre hermano y hermana comparten privilegios, no hay
mds que un paso que podrfa franquearse derribando de
una vez por todas uno de los tabris mds antiguos y ri-
(19) Ver el esquema kleiniano.
(20) Lcer: una sociedad no alicnante.
 276 André Stéphane El Universo Contestatario 277

dfculos. Podria hablarse de sororizacifin. lJna esposa- cipio de placer, implica, como dijimos, el retorno al es-
hermana cuyas amigas mfas sean mis esposas y mis her- tado de natura. Aparte de su caràcte'r perfectamente
manas.>> irrealizable (por largo tiempo), este fantasma, aparente-
En esto encontramos el universo narcisista fusional mente seductor, que se inscribe en una dimensi6n regre-
(21), del que ya hemos hablado, en el que los conflictos siva muy profunda, se asemeja mucho mds a 1o que los
y los obstdculos quedan abolidos. Pero la Gran Fiesta Ia sostenedores de la riltima teorfa de los instintos de Freud
realizarà plenamente el proletario: denominan Tanatos, que a Eros. Eros obliga al hombre
a afrontar el obst6culo, a aferrarse a la realidad, a com-
El proletariado_ destruiré el muro de las restricciones por prender el dominio de las compulsiones y del mundo
medio del soplo de su placer y la violencia esponténea-de
su creatividad. Muestra-ya toclo el goce, toda la risa que exterior, a fin de obtener satisfacci6n para todos los
puede ofrecer («mientras que la burguesia no ha conocido
otro placer que degradarlos todos»). En esto hallamos el rodeos, los paros, las procrastinaciones necesarias. El
tema.de la degradacidn por el burgués, apoyo de la analidad, principio de placer es profundamente triste incluso frente
oponiéndose a_l,a prreza del proletario (22), qte 1o torna al despliegue de conductas astutas, inteligentes, cornple-
pqra <<celebrar en el fuego del goce y la ruptura de
-aptoprohibiciones,
Ias la gran fiesta social». jas, que el principio de realidad induce al hornbre a
exhibir. «Todo el rumor de la existencia procede de
Es de observaf que el fantasma de la Fiesta, de la Eros>>, afirma Freud, y la brisqueda del placer en el
ruptura de prohibiciones que instaura el reino del prin- interior del principio de realidad constituye «el arte de
vivir>».
(21) Ellantasma de la gran coniunci6n universal que se instautarla
uÀa_vez aplastada la antigua sociedad, debe comprendersè formando p'arte
intrlnseca del universo fusional a-conflictivo err el cuadro del priniipio
del.placer donde los obstdculos (la rivalidad edlpica y el temoi de cìs-
tmci6n concomitante) no eristiesea.
(22) Vaneigem_ albmaz <<La verdadera creatividad es irrecuperable
por el poder. En Bruselas, en 1869, la Policla cey6 meter mand en el APÉNDICE
tesoro de Ia Intemacional que tanto molestaba y atosigaba a los capita-
listas. te apoder6 de_.una èaja colosal, muy s6iida, oA:lta crr- liriài
"n al ier
oscuro. La abtieron. 56lo contenla carb6n. La Policii ignotaba que,
tocado por manos enemigas, el oro puro de la Internaìional se c6nvertla
en catb6n>>-
. Hallamos aqui_ t_la vez la idealiaaciin del ptoletario inocente y puro En las protestas de estos riltimos tiempos nos hemos
ftente a la suciedad del burgués capitalista qùe corompe todo io'que
toca, asl como el tema de la tedenci6n (es el proletario quien «romp-et6 asombrado ante todo por el papel desempefiado en las
el muro de las resticciones»,
testricciones», etcétera). Diiilios quà la
Diiimos. anteriormente que h
proyeccidn
proyeccroD §oDre Ia socleoad
sobre ra sociedad de consumo de una con ula cuyo
conjura cuyo òbieto
objeto mismas por algunos adultos. Dejamos de lado a los que
es el aburguesamiento del proletariado, tenla como fii salvaeuardai el por oportunismo demag6gico se han puesto al lado de los
mantenimiento_ de una posici6n maniquea: lt natttaleza del piolcgdado
no aspira aI aburguesamiento (no participa por tanto del universo de la contestatarios. 56lo queremos referirnos a los adultos a
suciedad), pero es vlctima de una maquinaci6n de la sociedad burguesa
de consumo. Su pueza esencial queda asl intacta. En este capltulo-exa-
quienes las protestas se les han subido literalmente a la
minamos el aspecto global de las proyecciones (paranoicas)-efectuadas cabeza y que se hallan alineados incondicionalmente al
sobre la sociedad de consumo. Dichas proyecciones
orovecciones lè permiteir
oermiten al hombre
homhre
evitar que se halle enfrentado a sl mismo.
mismo, a sus internos y
sus conflictos rnÉrnos va lado de los estudiantes, empleando su lenguaje, manifes-
su flaqueza, que es incapaz de asumir. tdndose con ellos, atavirindose como ellos... en resumen,
 278 André Stéphane El Universo Contestatario 279

regresando a zus veinte afios. Pero aqué significa regre-
sar a los veinte aflos? Sf, la juventud es envidiable y
tener la ilusi6n de ser joven por segunda vez tiene sus
encantos y sus goces. Pero como analistas sabemos que
todo deseo se refiere, en riltima instancia, a un deseo
infantil que, en cierto aspecto, es su modelo o prototipo.
Hemos comprobado, ya en nuestro ambiente, ya en nues-
tros pacientes, que los adultos contestatarios mds furi-
bundos eran los que, tras haber militado con atdor en
Un capitulo de su obra se titula «El espacio tiempo
de lo vivido y la correcci6n de 1o pasado>r.
<<Al comprender la infancia (25) (...) èno identifica-
mos la historia con el destino individual?»
<<Los deseos de infancia reencontrados reencuentran
la infancia de nuestros deseos.>> Y también: <<Construir
el presente es corregir el pasado, cambiar los signos del
paisaje, liberar de su esterilidad los sueffos y los deseos
inalcanzables... >>

los movimientos de extrema derecha a los veinte afros,

hablan abandonado su interés por la politica, habiéndose
aburguesado. Y para ellos es como si la rcalizaciin posi-
ble de la Revoluci6n, aspiracidn a la que habfan renun-
ciado hace largo tiempo, hubiese reavivado la esperanza
de que los deseos infantiles, a los que también habian
renunciado (en particular, el deseo edipico y el del pene
en las mujeres), pudieran ahora ser realizados. Esto se
vefa muy claro en algunos pacientes que parecian con-
siderar que si la Revoluci6n (antiguo deseo que habfan
abandonado) era posible, todo lo era; ya no era necesatio
renunciar a nada (en esta desviaci6n hallamos <<1a ex-
tensi6n del campo de los posibles» y el reino del «prin-
cipio del placer»).
La lectura del. Tratado de saber vivir al uso de las
jdvenes generaciones ha confirmado nuestra interpreta-
ci6n.
Vaneigem insiste en la pasi6n por corregir un pasado
desgraciado, en insistir sobre las esperanzas decepciona-
das y frustradas tanto en la vida individual como en la
historia de las revoluciones aplastadas (p. 221\, ya que
<<las soledades infantiles se abrfan ante las inmensidades
primitivas, y todas las varitas eran mdgicas. Luego, ha
sido preeiso adaptarse, ser social y sociable. La soledad
se despuebla, los nif,os, a su pesar, envejecen, Ia inmen-
(23) Subravado nuestto, Ifav que observar que lo quc queda incons-
sidad se cieffa como un libro de cuentos». cientL-en este eictitot es la vetdàdèra natttaleza de los deseos infantiles'

tts.
 Cuarta parte

La estructura del contestatarEcl

 NOTA PRELIMINAR

En esta riltima parte trataremos de reunir los rasgos

dispersos en los diversos capitulos de este ensayo, que
nos permitir6n esbozar, a grandes trazos, el Retrato del
Contestatario. Para ello nos veremos obligados a tratar
de los distintos puntos que han despertado nuestra aten-
ci6n, como el narcisismo, la analidad, la relaci6n con las
imdgenes paternas. Todo esto nos conducir6 a considerar
de nuevo las relaciones entre <<izquierdisrno y fascismo»
para desembocar en las diferencias estructurales entre
«Revoluci6n y Contestaci6n».
Esperamos con ello conseguir extraer ana estructura
del contestatario, lo cual implica por definici6n la exis-
tencia de un lazo orgànico entre los diversos elementos
que la componen. De ahi se deriva una consecuencia,
capital a nuestro modo de ver: cuando alguien com-
prueba justo tftulo- que en el movimiento hay
-a
«cosas buenas», hay que aceptar una u otra de dichas «co-
sas buenas)), e ir aprobando poco a pooo y de manera
subrepticia todo 1o demds. (Realmente, habfa «cosas bue-
nas» en el fascismo: todo el mundo sabe que fue preciso
el advenimiento de Mussolini para que los trenes saliesen
con puntualidad y el pais se cubriera de autopistas, pero

ru
 I

;ri
rirll,

;i 284 Andté StéPhane

esta loable capacidad de organizaci6n se hallaba ligada

intrinsicamentè al conjunto del sistema fascista que habia
que aceptar también en su totalidad.) Si todos los ele'
àentos 3e la estructura §e engranan unos con otros, s61o
un régimen o una ideologia de esencia radicalmente di-
ferenté puede integrar algunas de esas <<cosa§ buenas'»,
asimil6ndolas a su propia estructura, lo cual no podria
realizarse sin modificaciones.

74

EL CONTESTATARIO Y EL «NARCISISMO
COSMICO»

Yo soy Hiio del Hombre y de la Muier,

por lo que me han dicho, y esto rne extrafra,
pues crein sar mucho md*

LeurnÉeuoNt.

Estos versos del poeta nos sirven de introducci6n al

estudio de nuestro tema colocado en la perspectiva del
narcisismo, concepto extremadamente polivalente y que
presenta, desde el punto de vista cientffico, ciertas oséu-
ridades. Sin embargo, tiene la ventaja de abarcar al mis-
mo tiempo una noci6n familiar respecto a algunos de sus
aspectos superficiales: es sabido que el narcisista es e-l
que se ama a si mismo, y en este sentido todo el munjo
lo es, ya gue amarse es consubstancial con la existencia,
El narcisismo, en este sentido, es un factor constituyente
del Yo global. El narcisismo puede corresponder à
bloqueo total o parcial del Yo oorporal coào objeto, 'rn lo
 El Universo Contestatario 287
286 André StéPhane

existe' en un nar- miento exultante, algunos rasgos regresivos tfpicos y una

cual convierte al autoerotismo, cuando confusidn de si mismo con el mundo ambisnte. Ni el Yo
el
;iJ;; t;o, pudiendo hallarse resPecto' amor a uno mismo
se trata de en el sentido freudiano de solicitaci6n a las funciones
libre de elementos sexuales; a tal precisas, ni el Objeto, separado del Yo, existen en el
primer €aso nos referiremo§
;;^;À; plat6nico. En el
S{' las estado narcisista primitivo; al mismo tiempo que un es-
al amor del Yo; en el segundo' del amor delprenatal' tado preconflictivo que, naturalmente, s6lo puede refe-
r"f.* a- .ryo ,"rrtirni.t'to tÉg'n a ladeexistencia rirse a ciertos sectores del Yo, sin 1o cual se trataria de
il;;-;"-;rig.n .t halla caigado *"s consecuencias' va
praeg6tica' pre-conflic- una regresi6n patol6gica total. A este narcisismo 1o d+
forria de e*ist"'ciu nominaremos narcisismo cdsrnico, por referencia a la uni
"""
;t"" ".iu
;".i-;;ntido freudiano del término' v constituye dad fusional que forma el sujeto con eI universo (1).
completamente dis-
,"à Ji.."ti6n siquica inconsciente consciente posnatal' El universo narcisista oomporta, naturalmente, cierta
tinta, casi opuesta a la existencia la torpeza de perspectiya, y para ilustrar esto relataremos
f-*à algunos de sus aspectos se hallan en una anécdota infantil: un nifio a quien su madre llev6
"itt*ìe,
;#r"i;;;;;uti, 1o mismo quJ"1 bs adultos' segfn
al cine a ver una pelicula de romanos, donde en una se-
ffi;ì;;;;d;;d". de consecuci6n de su evolucion sico' cuencia arrojaban cristianos a los leones, el pequefio de-
sexual.
tipo-de-adoles-
mostr6 estar muy emocionado y su madre se sintid con-
Nuestra experiencia demuestra que e-l movida por la sensibilidad y el buen corazln de su hijo.
."r*-io--t.uaà-uautto) que tratamos de
individualizar
ante todo Mas cudl no fue su sorprcsa cuando oyd que el chiquillo
se deriva
como contestatario ..itutìutut'"ente' exclamaba con acento compasivo: <<;Oh, mamà, fijate en
demosffar' Pero
à" i, purol"gia edipica, como intent-amos
aquel pobre ledn al que no le ha correspondido ningrin
profundamente mezclado
;i #;i;j"'d. udipo',e halla cristiano!>>
;;;td;i;*". vu t.*À visto-que el «compleio.logtl inicial' Para este niflo, la vfctima (el objeto) no existia. Su
à" i, seguia la ruta del [rauma narcisista mundo englobaba, no obstante, al le6n que é1-
""rto.is,
Éi rffi" iru" .orriigo al mundo unas tensiones edipicas
experimentaba un deseo oral, fundiéndose -como
con é1 a través
Mas'
Drecoces, al nacer carente de madurez-(neotenia)' de aquella frustraci6n que era la suya. Su narcisismo sub.
de
;i rtuiln;t àt-* nutLiento un estado desp:ovisto
fisio-
;;r;i6;, satisfechas por su madre sus necesidades
poder' salvo en casos
l6gicas, oomo un paàsito, antes de (1) El joven vive en unidad fusionada con eI mundo e ignom -la
p":iffir."., .onriitoi.." como tales' el descubrimiento existencia de'su madre, Ia que descubre muy lentamente, una ,vez ha
s61o plede vivirlo nacido. Su narcisismo sè halla unido a cierta autonomia, debiendo opo
ilirgr*t" a" .u i,,sufi"iencia posnatal
Es una herida narcisista
neme a la dependencia con iespecto a su madte, que algunos consideran
de forma muy traumatizante' la fusi6n natcisista esencial. Estò ya exptesa, hasta cieto punto, el &acaso
aprovechando la ocasi6n de su narcisismo e inttoduce al ni6o eÀ la existencia obietal y compulsiva
il;;;it que ha de proyectar a la que tiene que adaptarse para compensar Ia pérdida de su felicidad
G b ofrece la situaci6n ediPica'
una forma
prenatàl. Tiende,-pues,
narcisista inicial,
a rcfotmar, o mejor a reconstruit su estado fusional
-priniero
con ayuda di su madre, de la que podrd dcs-
Lo que intercsa destacar aqul es que existe ais
gajarse aunque continuando la vida fusional narcisista (forman él-.y el
con la supervivencia àundo una sola unidad), y con ayuda de sus semejantes que setdn sus
de narcisismo que se confundà imdgenes en el espeio.
p"nutal' Se caracteiza por el senti-
i"a"i"i-ir..iri.*o

t*
 El Universo Contestatario 289
288 André StéPhane

bloqueo (es falso, <(es un tapiz falso»), que equivale a

sistia oomo estado bajo la forma cdsmica pero se hallaba
ya conflictualizado.
<<Detesto las restriccion.s una joven
-proclamaba
contestataria, 1o cual estaba muy lejos de ser una ftase-'
No ,opotto que la gente no sea de mi misma opini6n'»
De modo manifiesto, esa joven vivfa la opini6n del
otro, o sca la existencia de éste, como un atentado contra
su complejidad narcisista (que equivalia al.universo)'
El sentimiento de eternidad propio del narcisismo
c6smico (el feto ignora el tiempo y el espacio) - forma
parte humano en general' Si el hombre tu'
-ui"ru del-siquismo
pt.n,'conciencia de sus limitaciones, la existencia
te resutturiu imposible. Lo mismo cabe afirmar de cierto
ejemplo mds banal es el
;;à;;;pt"mo narcisista, cuvo
àel turisia que regresa a la ciudad y cuenta orgullosa-
;;; il hà goru:do de veinte dias de sol sobre un total
mérito
J" ,"intiu"o. 'iiribl"tt.t te, se atribuye todo el de
la convicci6n
tanta suerte y en su inconsciente se aloja
J. unido intimamente con el universo, siendo' pot
"ttut
I*io ,"rporsable hasta cierto punto de las variaciones
climatoldgicas.
Una nina que vio un tapiz en casa de unos amigos'
dibujo dittitto de otro que tenian sus padres'
"oyo "à
no pens6 que se trataba de un tapiz diferente sino que
." tiutufu à" ,rro falso. Esto demuestra que para ella el
universo se extendia en torno a 1a casa paterna como
centro, y cuanto se apartaba de la casa correspondia a
.rn urriulrro ficticio Cuya auténtica existencia podia po'
(asi como la
nerse en duda. La percèpcidn de los objetos
i"tt"v"..iO" y la àetabolizaciln del mundo obietal) se
o sea la atri'
logra siempre a través de una egotizacÌ6n,
cualidad del Yo que designamos
fJciOn al àb3eto de una
ron .f término de «bloqueo narcisisto»' Sin embargo'
àxirte una enorme diferencia entre un bloqueo superfi'
;rL; 1, uurrn"iu de bloqueo, y una retirada activa do
una analizacidn (metabolismo destructivo y acelerado).
Ya hemos visto que una parte de la juventud se or-
ganiza al margen de la sociedad. Esto es hecho para
distanciarse del cuerpo social, uno de cuyos aspectos re-
presenta para ellos al padre, situdndose asi al abrigo del
conflicto edipico. Esta autosegregaci6n es valorizante y
presta a los cofrades una conciencia narcisista de supe-
rioridad, por relaci6n con el resto de la humanidad, o sea
que oonduce a un bloqueo narcisista total de la cofradfa
(o, en cierto sentido, de los marginados y de la margina-
lidad en general, en detrimento de todo 1o demds). El res-
to de la humanidad est6 de este modo completamente
desobstaculizado en una forma activa de rechazo, lo que
equivale a su transformaci6n en excremento. Los j6venes
que designan a sus mayores con el nombre de «detritus»
los consideran en realidad como muertos, lo que explica
por qué su existencia, a pesar de este desbloqueo, des-
pierta en ellos una indignaci6n de buena fe: los muertos
deberian ser enterrados (esta conciencia de ser uno el
mundo y los demds casi inexistentes, se halla en estado
latente en cada individuo y en chino designan a los ex-
tranjeros con el nombre de fantasmas, sef,al de que su
plena existenc,ia no se reconoce como tal. Esto no es una
opini6n del espiritu, y en <<Estamos en matcha>> se lee
(capitulo de autosugesti6n y planificaci6n):
El triste espectdculo peri6dico de los viejos de todas las
edades que se niegan a ceder la plaza a las energias nuevas
y creadoras, debe desaparecer del mundo.
Esto sirve para recordarnos una vez mds la historia
del cocotero, pero en este caso la fdrmula <<viejos de
todas las edades» no significa que se considera vieja
(llamada a desaparecer) a toda persona no insertada en
la cofradia, lo cual comprende toda persona desbloqueada
10

l*-
2gO André StéPhane El Universo Contestatario 29t

que la cofradia Y también:

narcisisticamente. No hay que olvidar
fundado y organizado
ililuy;;n verdadero universo, (2); este uni- Afirmaci6n plena y gozosa del si, que torna insoportables
miembros
;;;'i;;ftttd;d narcisista de sus
todos los cuadros y papeles preestablecidos...
verso_entantosemantienealabrigodelaproblematica
cierto equitribrio
.àiplr- p"ede asegurarle al individuo quienes lo com- Por tanto, es cuesti6n de cuna <<donde los lactantes
sodre una-forma narcisista' Por tanto'
manos para man-
y los bebés pasan unas horas No lo duda-
deleitosas>>.
Donen han de hacer cuanto esté en sus mos, sobre todo en 1o tocante a los lactantes, y sin em-
de-
i;;;;i;;-ir;-.ondi"iot". de que este mantenimiento
la cohesi6n bargo observamos que si el autor del articulo 1o afirma
;;; rlr, *uv diferentes de ias que regulanel narcisismo asf es porque sin duda se ha identificado con esos lac-
à;; tGdad con base edipica' Como tantes, en nombre de la revoluci6n. Como los nifios con
à" orig.n prenatal, imprime obligatoriamente unos
sus juegos, esos adolescentes se hallan absolutamente ab-
"j
;;ts* ;;;il*, a la'sociedadque que se apova en'él' v
sortos en su ocupacidn juguetona y se comprende que la
captan nuestra aten-
ffinot d-e tales rasgos son los menor observaci6n o critica proferida por los mayores
ci6n. haya de ser violentamente rcchazada, ya que los adultos
que molestan los juegos infantiles son unos importunos;
nosotros pudimos pasar de una escuela a otra, y por do
El cardcter juguet6n de las manilestaciones o reunio- quier reinaba una actividad permanente; los j6venes de
contestata'
nes revolucionariàs y de todo el movimiento ambos sexos se tomaban el asunto con gran seriedad
repetidas veces'
rio a"f mundo entero, se ha observado parecia una colmena zurnbadora-, sucedién-
eiemplos'
;; ;* respecto podriamos aportar numerosos -aquello
dose las reuniones y las asambleas y acumuldndose los
's"-ti't rtiia"-d"'"irro, de feria y de fiesta, sobre todo' protocolos. Se redactaron tratados, segregando el impulso
p"i-.:.-pt", un relato sobre los sucesos de mayo en revolucionario una infraestructura burocrdtica que 1o sos-
i'àirt,". ,"ri.re a la euforia de la Revoluci6n: tiene a su vez, aunque dificilmente, ya que la tensidn que
esconde es excesivamente grande. La frase <<No queremos
en re'
Esoontaneidad, libertad, gratuitidad' creatividad"' cambiar la garuntia de no morirnos de hambre por la
.umerit la noci6n de juego'
garantia de morir de aburrimiento», demuestra que de-
trds de toda esta excitaci6n espera el aburrimiento, em-
(2) Es bien conocida la frase de Ftan§ois Truffaut sobre la boscado, o sea un defecto de bloqueo narcisista, y que
.*'::io3#""ra? respecto a Julian detrés de la <<fiesta mafliaca>>, acecha la crisis depresiva,
Pedro habla bien de Jotse-que.delira
iuvo e16eio ha hecho prosiguiendo el bloqueo juguet6n del momento en mar-
o," :l;:il,8"".'p.^ùà.aJ";:n;à:ià .ài^'r'n.ì;4,
t^t'i"""Jr" otros no existen' un cha funambulesca. Por lo tanto, hay que jugar, y esto
nos retietre en
esta.po,sfl,,a
t,t"JT:Aii;* "l
,s]-t^ ?-'-
es cuesti6n de vida o muerte, pero eI juego tiene lugar
i'1, *f ;':;1,' fi:ff*,"5:q;
critico- dé un semanario
ts, o;r.;.tffitti:r'xTo.l"otrro. Empieza .,t,,aio- iorìJ-""a pelic"l" en el campo, en la via prlblica, en los apartamentos y en
àada. o sobte un direttor""vì"ia *àiia o"nquints linea ya se estd re{i- las fdbricas, y ante todo en los colegios. El inconveniente
riendo a... Godard'
2gZ André StéPhane
El Universo Contestatario 2g3
jugador es incapaz de supe-
es tanto mayor cuanto que el aspecto re€resivo de esta revoluci6n es el pre-
,a. lu fuse iuguetona (n-o puede.pasar' como el nifio nor' , 9,Io del
dominio narcisismo oral: «Los estudiantes hicidron
obligado a delegar
riat,d;ildgò a la reafidù), viéndose
los obreros)' el uso de la palabra lo mismo que en 17g9 se tom6 la
su ooder al hermano Àuyo"(pot ejemplo'
no Bastilla».
y todas maneras ésta
*^.rii.tàt nada, como de
- _Es imposible decir que hubo discursos y afn menos
"ri
;;;; soluci6n satisfactoria para el-contestatario'
éste
didlogos. «Se habla...r, todo es vago, fluiào, fanguiào,
(<<Esto no es m6s que
,. u" àffig, do a empezar de nuevo exaltado, importando poco las prr.Lior"r. Se dice una
prit en una u otra forma (3)' cosa y también lo contrario. La reuni6n no est6
"i "iplo"), consti-
tuida por interlocutores sino por una masa an6nima de
y
(l) Vamoo a transctibit el telato de una muier de treiota <<locutores>>. r:

*"t:#X.il. .,es semanas me diverti como los,'chicos Hemos asistido a reuniones que duraron horas y
-iitgo
castigo (se ref iere aI drscur ;à;§:?rìtit;
r-"p"tà,
a.rorl!?f,É'
sullT.or',if.tiffi
ìì'ifrrìrr*i""ii
.el
ffi ,:ti'":i[!ryTi13d.*3{iry";,:'"rrff
dan rrueltas en torno a la ensena tola-
pàt"- -i era un acto contra los-'adul^tos'
i{ horas. Se marchaban unos y proseguian otros. El ambient!
era'mds bien casto. Era una verdadera fusidn narcisista.
Al parecer, de noche hubo manifestaciones sexuales, lo
centro huelguista perlterlco):
Hubiera querido que tooo ìiìt"oÈase' y.etu i{1a este
me entuslasmaba;
lado la gente
cual es inevitable, aunque se trate de distinguir entre
trionfatoo' De
*^o-"trnptt,-1"o'-'àJtot sexualidad y exhibicionismo. Estas manifestaciones sexua-
bruscamente, ""
ilL',Lt",ilt',;I".i*';x"#nq:'::'ffi 'ti:.:,i':., j":$:H-".**,:"j les eran mds bien demostraciones, contando la transgre-
lffi :lH si6n mds que los actos. Las parejas eran ocasionale-s y
::r*'mirì*";'irr"Ii***1,?,TiT'i?ài';'::"ffi no verdaderas, m6s prdximas al autoerotismo que al amor.
- iiat
ilI" iàÉ qué haY en su interior'
»Hace buen dia, poo
'à""i" ààdo gozar del sol' La tensi6n ner-
Ademds, es no-rmal que una reuni6n juvenil comporte
viosa es incr-eib-le. de los una
»Tenia la i-mpreslon,de intensidad'- 'uigd como si. a uavés
de vida' reactiyacidn de la sexualidad y, esio aparte, Jl camino
otlos. tuviese a",".no t'oit#'""tÈ;-G;
*ot'u ios mavotes' Por
-

hacia_ la objetalidad tiene en el narcisisrno su punto

*t' X!,f,?ii; a los adultos' Esto hr,biera-sido
extraordinario' de
331à? ;i?ii]; partida. Pero la oralidad siempre es predomiiante
en
:".*',;ii}i:"'#?,"f;t'sxq.i:tm;ti**;:l'u:'H:"'i:i"'l:$:
- al encuenuo ot à'i iàiliì'it"tl-lit
d-i4
'osamos
dos hotas
nunca sé gué
»Vov "116 hota es. En mi barrio quiero ser detestada. Es un barrio
jooto,. M. pr.e.sunro r". *""t,rf;ili,ij,J;:r-yili'ff X j:.'11à.tÈ.f,.$ bureués (ella también es buguesaiìo"=;i;#;.;:;"mis gritos
pas6 el grupo Occidente. p" .ie.ib ì-*tiao, -à;1# cuando
u6;,gr61i,iirg$iqg"',3i;;,$i, debo querer provocar a mis vecinos. ;4.. hacerlo adrede.
oS", v3- que es
_Éi_;id"ì;i .}ffà'il:iì,ffi;:
de e"trem, d.recha. niu-p"èii. r"*t"-Éir,ili.i*
',u,Y,*T"."li'"ff "ìàit,
llfi:ì;l:i:ql+'iTff ff $:'"'#t.?d:',':s:"'*.t'*:+,'erul H*fl #"1':T:t.f,r,"r.*iiJi*V*;xmx
misqas ideas contra los adultos. p.i"
interio-tmentJ' de los pies a i., di;;il;;.il-d; A;";:;
Hi:§""::T" f1.P.#*,Jffiffià'-ti"-"'tÉ futor' Cuando insulté al crupo El aspecto regresivo se halla aqut bi;;;ìii;#; d.Uié"ao.oÈr.*àr..
la cabeza. Peto no potoo't*l"iiòii'ar-mi no puedo decir nada' v esto
que esa muier no Dosee la menor iorm".ior,, nJ-ii;;iili"l;;";t#ffi1-
Occidente, me sentl-tetlz,;iàffi'ti;":+oraemtarso me enctrenuo tica. .El enemigo eJ el adulto. Un punro imÉorìaniÈìri.if"
-illir-Àrì^At*ì,i;;'d;;
me Done enfurma. s"tto. of^ttp"tt&'-Sin -cuando del desenvolvimiento ciclico,..el in.rao con la
;i;iÈ1;;;e'ì;friÉiàà. -rr--ir]ìIÀ"
sexualidad, pero u-na s.xualidrd"d"iriG;T.
posee uoa clara rcferencia edfpica, aunquè ir.i
iià.pri-1'ài=ri*. ni.*a.rià
fl,lil-Éffi *,,:,:-iInlÌ*-['*:q;,r*#gr:*dd-i,:S*;:i*; que esta mujer tiene treinta y-cuatro
-"ror, d" ;--r;.À d;filiiilp.;
t"TLT'f ni. por un instante' en el transcuiso ai
- iii àit", se-ìà'e'ntirioo con el ser
iHlm::ix'àt;rT.'t}":ri^;r**r:tmu:jtlffi adulto que es, por
al menos ta .iàa.
 El Universo Contestatario 295
2g4 André StéPhane
sujeto posee, o sea que dota de cualidades eg6ticas. Como
esta sexualidad, porque oscila
entre la exaltaci6n maniaca ejemplo, recordemos al lector el caso del durmiente que
*.,è;';;;;àa.
v ia dePresi6n. amar»'
mds.deseo
sueffa que ha escrito un soneto maravilloso, del cual
' uugo la revoluci6n
Pero al final algunos
se acuerda al despertar, pero s6lo para comprobar que se
oroclamaba una frase trata de una serie de ripios inaguantables. ieué ha ocu-
'"'àtutiot'utia'tanto de la revoluci6n
i#ffiffiffii"" atttp"t"aàos'
casos de. verdadera im-
rrido? Que se hallaba en un universo caracterizado, se-
'"""",i" à""r";;;;1d;à;'v tt"roque al principio habrian
gùn sabernos, por la regresi6n narcisista (la del suef,o y
ootencia sexual el ensuefio), habiendo luego abandonado dicho universo
"nt..ìq""rtos
de tal frase'
ioaiao ser los autores fueron como una cotnu-
para pasar al mundo de la realidad y la objetividad. Los
En conjunto, esas reuniones estudiantes hablan de su revoluci6n como de un bello
,i6;;;;;";;pititu i*pottuua mds que el contenido' ensuefio, y basta seguir sofiando para que el encanto pro-
tiìulad a Comunicacién'
La novela ae efUer"to filoravia' siga. ;C6mo comprender si no que j6venes muy cultos, de
entr-e los individuo:i*
demuestra que la comunicacidn por encrma
un refinamiento y un talento que los convierte en lo m6s
sexuales).pasan
tie, J-ir",Éo y las relaciones un ambiente narcisista en distinguido de una naci6n, se maravillen leyendo los
del ser humano to*o t'1' en pensamientos de Mao? iNo es porque los invisten narci-
que Ia sente se tJ:"1"-tl::u:se a través de sisticamente por fazones sicoafectivas que hay que anali-
"""J"ài'àu'
loquelesescomun,comoenunespejo'sinquehayaun zat? Y es asi porque tienen necesidad de este investi-
mondlogos que
àaG" ì.taadero sinÀ una multitud de asi y ranquili' miento, necesidad cuyas rafces son inconscientes, m6s
se entecruzuo * puìL'"i"to*tie"dose fuerte que cualquier razonamiento, por convincente que
unos a otros (4)'
-*'Br-""u",o
z6ndose eran
fuese. Rechazan todos los argumentos, pasan por encima
a los p,oytttot de refotma' algunos de toda evidencia y olvidan la realidad (5), a fin de poder
p"ro los comentarios ditir6m-
efectivament" irr,.r"ràrr,"., en
aferrarse a unas construcciones que corresponden a esta
il;'ililta" ru"p*Éà pu""tt'.haber reforzado necesidad que ellos invisten narcisisticamente para que
haber sido el
1os autores de tales;;";;t:i; ilusi6n
-de
(«han logrado mds
les proteja. La realidad puede ser decepcionante y con-
orieen de una fundirse con la monotonfa, sobre todo si falta Ia capaci-
en quince afios de re-
""u"ià"""*ìtà"i4"^tr"
Hti,;;ilil^pi"il'*'aes
narcisiiÀo empieza por apropiarse
d-et.oi'
dad para investida y gozarla; nosotros consideramos el
formas»). El al obi+ sicoanàlisis como una ciencia y una técnica cuyo ejercicio
ieto y dotarlo
a" t'ou t*g"ìiUiainur quJse dirige nos procura satisfacciones inagotables y siempre nuevas,
;il;"J ptiit"ttt- al sujeto' Todo el
to, pero que en y sin embargo hemos escuchado a ciertos colegas j6venes
mundo conoce a" fà tup"rvalo:izaclln deI objeto una queja lastimera y exigente:
"r "ulo e1 objeto de
oor e1 amor. Y """iu*tti""i* narcisista' lo que el <<Necesitamos algo mds...
el sujeto y con
>»

Xlior-rJ'.àrìu"a" t"" todo

_- (5) Hallamos eo un te6logo (Jean Cassieur) ei siguiente prfurafo:
«El oldo estd insensible a las voces de fuera; pasan los- hombrès i su
vista rrro queda impresionada. 1Qué dieo? A nueìro lado y al frenie se
li,ri1sidJ'l,e*,'ltlTF]:':l'ffi{ir1i"S+q: alzan. los objetos y las masas m7s enotmes, y nuestros ojos carnalàJ no
r.,,,foJn,io*ff «Amaos ros unos a ro3 los divisan»>-

:.o,*3lf*'J";%.8:fl,qr[]*;ii*iT:'
296 André StéPhane El Universo Contestatario 297

a muchos lucha contra <<el culto a la personalidad», se manifieste

En cuanto a la revoluci6n, ha insp-irado
peri6dicamente en el deseo narcisista de magnificarse en
,r.;;;;;i;o", nurci'istas ineiables' sublimes' como ia- una figura ideal fnica (el leader [jefe] carism6tico). Esto
mds podrd ofrecerlas la realidad:
también explica por qué la contestacidn ataca en bloque
se vivi6 una a la sociedad. En realidad, no podria ser de otro modo
En aquellos dias -cuenta Maudce Clavel- un desgarra-
existencia nueva, de u",Sà'o tesplandeciente' El «hombre en raz6n a la dicotomia entre el narcisismo y la analidad,
ffi;;;;-pié"ò- at litz, ua paz -tnteva' que es la ley de acero del contestatario. Este maniqueismo
;;b;à.; a; uig,rno, tiroioii)s de eite siglo' q.u9 sesrin otros
ffi?ài""ì' sl ?staba muerto, pero nosotros tuimos un pttco no s6lo separa al mundo en dos partes bien delimitadas
iiitnitot ino (6)'
es cierto? una con relaci6n a la otta, sino que introduce un tras-
torno total desde el punto de vista ético y estético, una
Ya hemos citado un pasaje de la obra de
Vaneigem
verdadera Umwertung aller Werte (una alteraci6n de
Tratadodesaberviviralusodelasj6uenesgeneracones: todos los valores), ya que los criterios no derivan de la
en las inmensida- realidad como en el sistema edipico, sino que dependen
Las soledades infantiles se embriagaban
a.r"iii"iiiiiii- v-iia'ri'irt voritus Aran tnlisicas (7); lueso rinicamente del investimiento positivo o negàtivo del gru_
ilL"",ffi';a;;ti"", J"' tatiil v l"t'i'ue' lisoledad se des- po de los <<elegidos». Por ejemplo, todo lo calificadJde
oobl6.losniflostuvieronqueenvejecer,lainmensidadse <<izquierdas» satisface, por su misma calificaci6n, a todas
èerr6'como un libro de cuentos' las exigencias cualitativas, mientras que todo lo dem6s
caetien la fosa comrin de los <<no valores)» (o en el cubo
Un analizado nos dijo:
gente no ss comportaba :9to. d" costumbre' de la Historia) (8).
-La
Eta un movimiento poeti*,^t' irrupci6n
de lo insdlito' de Esta operaci6n se basa, como hemos visto, en la pro-
yecci6n que permite una separacidn clara entre el càm-
lo desacostumbrado'
ha dicho manifest6 otro-: <<A las seis ponente sddico-anal del sujeto, del cual trata de desem_
-Se -nos No fue batazatse, y su narcisismo en el que desea instalarse, si
to*rr"rno, al asalto el Louvre o el Eliseo"'»'
hermoso' bien el destino de este componente no es tan univoco
,ri... Prro mientras lo pensdbamos era muy
como parece al principio, Cada cual sabe que amarse a
si mismo se considera en general como asociàl, casi como
de un lado inmoral y los analistas comprueban el papel nefasto que
La escisi6n del mundo en dos es absoluta:
se halla el sujeto agrupado con
sus-semejantes en torno en la economia siquica del neur6tico juega la conflictuàfi-
del otro se sitfa dad del narcisismo, o sea la culpabilidad de amarse a si
;r* ftg,;; de iaeititic'ci6n narcisista;desinvestida' como mismo. En cuanto a los contestatarios, sabemos que tienen
ef resto ie la humanidad, masivameiltg
v asi debe con- una moral social colectivista y que rechazan el individua-
;;;ili;|". El ideal naicisista esadnico que' a pesar lismo hasta burlarse del «culto a la libertad», ya que para
;il;t: i; cual sirve para darnos entenderel equipo y la
de los esfueflos puiu tu colectivizacidn'
- (Q) En el interior de este magma homogéneo, pueden impone6e
todas las_ gguivalencias sin ninguna- distinci6i:--ije'6;il";-ÈitG;;
C.R.S. - S.S.; los israelitas = n zil, .tcetéia.-------' --
(6 Y 7) SubraYados nuestros'
 El Univetso Contestatario 299
298 André StéPhane
objetal y la narcisista, diferencia que se considera cldsica-
de querer-empareiarsecort mente como fundamental. Se trata de una bipartici6n
ellos <<tiene la mala costumbre Este
il;à;; (ncuba o-Étcunai"unia>>' Le Mond'e')' de la libido, invistiendo una parte el Yo y la otra el
;e;i,,*.t *
d,:.,1
olican el investimten
":**ll1: H'il'iL:fi ;.ffi ,
I;:"#;""ài;;;il;";;io-f titerat (el padre)' la elecci6n
]i mundo objetal, segdn unas modalidades gobernadas por
el desarrollo del proceso de maduraci6n. Pero en el caso
en que este proceso se vea perturbado, la dicotomfa no
entre dos universos v i" Jrpàrioridadiel espiritu-sobre tiene lugar de modo satisfactorio, resultando de ello una
il";;**.ui.à, a" tà i*uginutio sobre 1o. real' vemos'
en su
culpabilidad especifica, muy importante, cuya observa-
pues, que el contestatario'-p""
u estar dominado ci6n es sumamente instructiva. Cabe suponet, en efecto,
narcisismo (predominio que que el sujeto que ha concentrado en si (y en el grupo
posici6n y su conduct-';;; ei
de los <<iracundos>>'
se transparenta en tiità**iento sus gustos ar-
compuesto de sus imdgenes en el espejo) toda la libi-
; #ffit"uirtid'd"t vestimentarias'-en do narcisista, se comporta como si esta cantidad de libido
hasta cierto punto la ne- la sustrayese al mundo ambiente, siéndole por consiguien-
tisticos, etcétera), "*pt'iÀà'tu
antag6nica al narcisis- te imposible asumir esta posici6n sin una gran culpabili'
cesidad de demostrar"" "ttit"a
ffi,*iiì; ar. ti""at a «contestarse»> a si mismo' ePor dad. Tomemos por ejemplo el caso del joven burgués
adolescente, de trece aflos, Maurice (9), que se despierta
o'"r,
oloé2
a la sensaci6n del por la maffana en su cama y exclama: «Yo 1o tengo todo
natcisismo cdsmico corresponde
len-guaje de adultos)' y hay muchos que no tienen nada»>, y se echa a llorar, se
f.t""6;;;;-v1t'a"tià" àel"'"ttto de ser el universo' levanta y marcha directamente a la Embajada de la Re-
ili;;"; ;, ,oto "' ton mundo' ligada adem6s a la inexis-
dnioo y omnipotente, ttt*"i0"
-t"t'pot'ies: priblica Popular China, volviendo tranquilizado con un
en la
el feto vive mazo de folletos de propaganda. Este joven sujeto dice
tencia de las categoriàt
piu"et exultante debido a un en realidad: <<Yo me arno»r y sustrae asi libido al medio
eternidad y e*p"rim"Jà el pre-
ideal' ìnherente al parasitismo
iirioìogit" ambiente. Mas ;,por qué corre con su dolor a la Embajada
;;iiil; principios det periodo pos- de la China Popular? Porque China se halla a la cabeza
natal. Esto contlnua;;1;r en dos'
àel niflo se.escinde del movimiento contestatario, y adhiriéndose a este movi-
natal, hasta que el "iuttto primitivo: el mun-
los derJi o s"u tl objeto miento le serd posible no redistribuir su libido sobre el
Hffi'";rT;;il"l ; ; i;'
apareciendo
obligatoiiamente' tiene lu- resto de la humanidad, sino, al contrario, reforzar su
libidinal
sar en este crucial -'"Àà*o '"u àditttibu"i6n aqui
postura narcisista, asi como la agresividad proyectante
*-, favor de fr'ir.".à'a s6lo consideraremos que la sostiene, gracias a China que propaga y organiza
estruc-
-.
il;;t#'d;j;; fineas evolutivas que pueden esta proyecci6n, proporciondndole una coartada vélida.
cierta
turarse a partit a"
el suieto conserva Naturalmente, el joven no admitird el cardcter proyec-
"ti"-punto- de su propio Yo' tante de esas acusaciones violentas que, inocentemente
cantidad de libido ;;;;;ii""tstimienio mundo objetal'
del
por 1o que, respectt ii'"uitiento y con gran ignorancia, aruojarà al rostro de la sociedad,
-har6 'ì un retrai-
una a.,ignu"É';'"ftt'i*' Esto -significa s6lo sea
riùr,i,, aiÀ'"a" extraeg6tico' aunque (9) Ios
ri;;r;'d. entre la libido hechos rros 1os relat6 su padre.

a causa de cierta àii*t""ià "'afitativa

l*t^
300 André StéPhane

postura
de la que es un niflo mimado, manteniendo esta
y afirmando que desea salvar a los que lo atacan, convir-
iiJ"a"t. el atàcado en algo simb6lico y abstracto, e iden-
;iii;;rd" a guienes han de beneficiarse con su acto salva-
dor o redenior.ot todo el mundo, sobre el que deberia
piopuguttt el «estado de gracia» (investimiento narci-
iirÉl."Nor enfrentamos en este gaso con 1o que podria
J.oo*irutt" <<complejo de redenei6n», que corresponde
u-"ru i.Aiaad siquicà, ya que si el sujeto se siente cul-
oable de haber sustraiao J investimiento narcisista al
'.uoao, nada mds l6gico que desear restitufrselo' Asi se
15
también ìu proselitismo (necesita la paz a
"o*pt"ta"
i" .'.,"L se opone la intJnsidad de su culpabilidad)' asf
EL ADVENIMIENTO DEL REINO DE LOS CIELOS
.o*o .., despecho y su violenta cdlera si los dem6s de se

;;;"" a la perfectà feficidad que él estd convencido

aiortar a la humanidad: La revoluci6n que empieza pondrd en su
<<Yo, que me sacrifico por vosotros, quiero daros
la
lugar no s6lo a la sociedad capitalista sino
dicha y logut de agradecérmelo,- me rcchazàis' con
a la civilizaci6n industrial. La sociedad de
"r,
;;;il negatiia, hundiéndome en los abismos de mi consumo debe morir de muerte violenta. La
culpabilidad» (10). sociedad de alienacidn debe morir de muerte
violenta. Queremos un mundo nuevo y ori-
ginal. Rechazamos un mundo donde la cer-
tidumbre de no morir de hambre se da a
cambio de la muerte por aburrimiento.

Un cartel.

La venida del Reino de Dios no puede di-

visarse y nadie puede decir: "Estd aqui o
alli", ya que, sabedlo, el Reino de Dios esti
entre vosotros.
(10) Ya es conocido el ptoselitismo- de. todos los disidentes; los

r#'a*iiiitJ:ln:;:**r+,i=*'.rl5l,t**',ruil,'3..i",1:; Evangolio segrtn San Lucas.

movimiento maolsta), Para ag
;"'";ilì';?-À',inao *-;È;-*;;" dài c"r6cter tedentotista de su

movimiento.
302 André StéPhane
Las dos citas que encabezat este capitulo son com-
plementarias y contradictorias, explicando la segunda a
Ia primera hasta cierto punto, que el aburrimiento expe-
rimentado por el autor del cartel, asi como por Raril
Vaneigem, de quien se copi6 la riltima frase de dicho
cartel, nunca puede procedel de la sociedad sino del mis-
mo sujeto. El objeto de ambos textos es, no obstante
esto, idéntico. Nos referimos al narcisismo conflictuali-
zado en el caso de Vaneigem que §e aburre (1) (aburrirse
significa etimol6gicamente odiarse), cumpliéndose en la
segunda cita bajo la forma del Reino de Dios, o sea una
equivalencia de la regresi6n exultante prenatal.
En la actualidad resulta de buen tono disertar sobre
la muerte del hombre.
«Si por esto se entiende Maurice Clavel-
-dice
como nuestra cultura occidental hace dos siglos, un ser
acabado, hecho de materia, sin trascendet al univetso
rnds que por su poder cientitico pata conocerlo' pot su
técnica ile rehacerlo (2), ese Hombte ha muerto»», y tam-
bién «La revoluci6n contestataria es la primera de las
sacudidas que destrryirdn los cimientos de su existencia,
el suelo en el que se ha arraigado».
Estas frases van precedidas de una alusi6n a «un
precedente muy ilustre de Muerte y Resurrecci6n casi
iimultdneas, por el que, precisamente, a mi entender, lle-
gamos a ser hombres>».
El hombre de que se trata en este texto (hecho de
(1) Se dice que los i6venes se abutrian, no habiendo tenido guerta
neii{terrcia1àu. ["urrré a la boca». Peto el aburimiento coffesponde
"i ìiàrt" rÉttiao ,rn, falta d'- metabolismo del tiempo que no puede
l,ì
irrgurr. y digerirce" como lo hacfa Ktonos. El aburtimiento exptesa el ma-
metabolismo del tiempo' Cuando
'.ì'""ìnò--p-Égrttai' unt. el insuficiente
riii.r-ii,iaiiil*on)
.iiQ"a hago, mamita?», demuestta que hacer algo le
à, iiÉ*rit"ii"téi. Pi àturti-iento dio el tono a Ia época del tomanticis-
;;i;il;ti;isÀ; iÀplica narcisismo con desdén de, lo r.!al),.v l.DtoP6sito
J.i i;;;irmo; ha escdto que eta <<el mal del siglo» (Brasillach)'
(2) Subrayado nuestro.
El Univerro Contestatario JO3
materia y cuyo rinico poder técnico trasciende al univer_
so) no puede ser lo que hemos visto hasta ahora_
miis que el padre -por
o la madre que, organizadores del
mundo material, representan en là creacidn el factor s6-
dico-anal (el universo anal de esencia material, como vi_
mos, va seguido a menudo por el desplazamiento del
padre). Todas las emanaciones de la autoridad paternal
se hallan recusadas por el autor que citamos, lo mismo,
naturalm,ente, que las obras que tienen como origen esta
autoridad. Por tanto, el padre debe desaparccer como
p!.r es-c9tr]16n, dejando paso instant6neamente a la apari-
ci6n del Hijo (Muerte y Resurrecci6n casi simult6n;as),
en una apoteosis narcisista, de una perfecci6n absoluta
y de una madurez acabada (J).
Asi, el esquema de los estudiantes contestatarios se
adecria aI mito cristiano de evitacidn del complejo de
Edipo, y el autor confirma en otro articulo la iàentidad
absoluta entre la revoluci6n y el cristianismo (4).
Hallamos en esto la regresi6n sddico-anal proyectada
!9!r.r ."1 Padre y el narcisismo representado por !t Uiio
(divinizado), pero también el paso milagroso del narci
sismo del nacimiento a la madurez plena de la edad adul_
ta. En lo referente a la oposicidn entre el judaismo y el
cristianismo, considerados en la misma perspectiva de
contraste entre la fase sddico-anal y el narcisiimo, pode-
mos comprobar que si Ia ley judaica regula Ia existència
-(3) Aparte un episodio rerativo a su adorescencia, cristo aparece
en _el. mito a la,edad ?"
perlodo
h
de su vida anterior.
ma.tuiez, ; icdffi;tui"' rò-iàri.àit.-ri
(4) El papa Pablo VI, en su discurso del 25 de setiembte de 1968.
se pregunraba,: «dNo hay en,esta insatisfai.ior-
;"i.irl-irii-à;ilJ
sagraoa rte valor trascendente, _la necesidad de una fe
necesidad de una fe en Dios vivo?».
en lo absoluto, la
Se refiri6 después a_ Ias aptitudes de los j6venes para
, el sacrificio. el
varor, eI amor, el heroismo, que llevan en el coraz6ì: «Su impacieÉcia
por eftrar inmediatamente comò- los hombres uduiiò.-v
io t*- nir*
-peqr-reffos en la arena de la vida teal 4no,es r";;r;.i;bÈ;-.-;;;J;
"o*o
loable deseo de participar en las responìabila^aiì càrir"eslr.
304 André §téPhane El Universo Contestatario 305

tiem- salvo el de objetos usados (es decir, sucios y manchados,

del creyente en §us menores detalles y lleva al mismo
degradados, 1o cual es otra referencia a la analidad), tanto
o" f"'t iiA.s a Ia realidad terrestre, «por amor al Padre>> mds cuanto que el que prestaba sobre un rehén se trans-
"
i"Arrriat a tu padre y a tu madre PaIa .que tus dlas
suprime formaba obligatoriamente en prendero, cuando debia ven-
sobre la Tierra Je prolònguen"), el cristianismo
(«mi reino no es de der los objetos que no habian sido desempeflados. Aqui
il; d i.;,;;chazi elord-en terrenal
encontramos el origen lejano de los Grandes Almacenes
e-siJ il;lio,» y cambia completamente la esencia del
o sea en Ia Fe («el y la industria de confecci6n (ver la Historia del antisemi-
froÀ"-t. en la àimensi6n narcisista,
tismo, de Poliakov).
Éspiritu percibe por la'Fe 1o que espera y lo que ama»'
(5)' La absoluta separaci6n entre analidad y narcisismo
-----ii"Tomds, Summd Teol1gica)
Santo
nunca se ha podido lograr, ni mantener de modo total,
aqui resulta un desinvestimiento total de la vida
ya que la vida instintiva reclama sus derechos y consigue,
material. to-o toda la analidad es objeto de desprecio'
a una integraci6n posterior libre de al menos en parte, hacerlos respetar. Como no obstante,
r"-trrif, sustraido
que no te6ricamente, la ruptura es completa, se impone una
culpa. Asf, se proyecta en la misma medida en
a un rechaza' actitud doble como consecuencia natural de esta situaci6n
ouede. Dor razones evidentes, sucumbir
equivoca (7). Antes hemos enumerado las diversas apli-
iri.nto àtd (.n el mito cristiano, la analidad se proyecla caciones de este mismo principio de doble verdad por
r"ii"lrar, [la traici6n, las treinta monedas; ]udas' ade- los contestatarios (por ejemplo, reclaman la libertad total
;;;, ; ;;"tiàerado como e1 tesorero de la cofradial' co-
nar' para ellos y los asimilados a su grupo, en tanto hacen
rrelativamente a una negativa total de identificacidn
cuyo nombre tan significativo imperar ciertas formas de terror).
con él: s61o a Iud=as,
Como el ser falto de madurez lo desea todo gratuita-
le fue probablemente atribuido por los redactores del
"irittu
mente sobre un modo narcisista, s6lo puede rechazat la
como ju-
,"fr, eiangélìco, lo presentan los Evangelistasque realidad, por 1o que, cabe decir, situdndose en una pers-
;;;"t; todos làs ap6stoles, 1o mismo |estis'
pectiva edipica, que si el edipico edifica su casa utilizan'
también
- -- 1o eran).
do para ello los cimientos de la de su padre, el contesta-
Esta proyeccidn se hace, como sabemos, preferente-
tario destruye la casa familiar (8), para no tener nada
."nt" toirt el judio (el que mantiene la religi6nha
del
vigila- que construir. Como ha de rcalizar su felicidad contra la
iira*1. Durante iiglo., la lègislaci6n cristiana realidad, aquélla surge de la desaparici6n de ésta: <<el
do para que esta proyecci6n siguiese realiz6ndose: a los
(6)' im- suelo ha temblado y los cielos se han entreabierto».
.utdfiror se les pràhibi6 la prdctica de la usura
judios Ia èxclusi6n de todo comercio' Si se rechaza la realidad, ninguna otra puede sustituir-
porùìaof.t a los la y tra reacci6n del contestatario ante la realidad, sea
(5) Hemos visto que el nifio iudlo que nace petetrado en la vida
sus antepasados Isaac, Abraham fi\ «La del catolicismo del Renacimiento reside ea la
-rr.rìil'v-*i-r"-rniir*i',.itià"tr'iioé-ae
v lacob. se integran.on *tàiutnal en la llnea edipica)' mientras que
erandeza
y la ptteza de sus dos formas de ideologfa,- -en la
ctaridàJ meridiira
i"ì"tt"..àì; d'T'f;-tìS;o al mundo-célestial' recha-
:1';ffi'.iJffi;^ii.g. pr"..Jia.-a iste acro, o sea_una filiaci6n teflesffe. teorizaci6n valetosa àel principio de la doble verdad», Kalivoda, «Marx y
;;"H',i"ì;il'àr. 6^ Freud». en «El llombre de la Sociedad», nrim. 8.
-aà.òi-trrrun iai madiciones
(6) Los ptotestantes, Àit"ùOiGti' bfblicas' v mfs
(é) Destruir la barraca, o sea ptoscribir absolutamente el didlogo
*."" HJ riiÈrÉiài a!i-"Éàai", menos mala voluntad fespecto
fraternai con la instituci6n (Abate Davezies, op, cit,),
al cometcio del dinero.
 306 André Stéphane
ésta cudl sea, siempre ser6: <<Necesitamos otra cosa»,
situando esta otra cosa, de modo obligado, en el futuro'
El deseo siempre es un movimiento circular del sujeto
en torno a si mismo («yo quiero ser...») pero jam6s se
convierte en sustancia (relaci6n objetal) ni en compulsi6n
(movimiento hacia...). Este deseo ha de quedar inexpre-
sado, ya que una vez expresado entra en la dimensi6n
derivaàa del componente anal. Y esto conduce a situa-
ciones ttagic6micas, ya que tan pronto como un proyecto
de rcforni es rcdaitadò (:expresado), el contestatario
ha de contestarlo inmediatamente, buscando nuevas que'
jas como materia de contestaci6n (recordando la <<injus-
iicia colectora» pertnanente desrita por Bergler)'
El contestatario cree (1o cual nos asombra) que des-
truyendo las fdbricas de productos textiles, el hombte se
ativiaria espontdneamsnte «como el lirio de los campos»,
y que bastària con suprimir las guias- y las agencias de
irrrir*o (sin hablar de los hoteles, los ferrocarriles v
,demds medios de comunicacidn) para que la gente se
- r^ t^^ -1^^^-^^ :,{{1i^^.
idilicos y
beneficiara inmediatamente de los placeres
-./
poéticos, o sea del Reino de los Cielos' (Este aspecto de
ia contestacidn lo aproxima a la época de los <<destruc-
tores de mdquinas»).
Ya hemos dicho que al pensar que de la destruccidn
nacerd espont6neamente un orden nuevo y sublime
(ac-
titud siquica superdeterminada en cuanto a sus motiva'
ciones inconscientes), el contestatario puede apoyarse en
una realidad siquica pasada, la felicidad de la existencia
prenatal, fingiendo un cardcter realista de su deseo' Esta
às la realidaà narcisista prenatal, y mientras no adquiera
el sentido de la realidad con base compulsiva y en especial
edipica, esta seudo'realidad siempre es vdlida para él en
cieito grado. No hay que olvidar gue esta realidad es
una naicisista, o sea que no tiene nada que ver con la
iriti
El Universo Contestatario 307
realidad que es la nuestra y que està ligada a la unidad
narcisista del sujeto.
Tomemos el caso de un deseo narcisista de grado
m6ximo, el de poder volar. Sabemos que existe este de-
seo, que a menudo se suefia y que tiene una superdeter-
minaci6n sexual, existiendo igualmente a titulo aut6nomo.
Pero este deseo tiene su origen también en la existencia
intrauterina, ya que el feto flota en el liquido amni6tico,
medio donde no existe el peso. Cierto, el hombre ha ter-
minado por conseguir ese suefio, aun mds all6 de toda
previsidn. Pero si vuela es gracias a unos ingenios calcu-
Iados, inventados, construidos y modelados segin las
leyes materiales, o sea derivadas de un componente s6-
dico-anal. Los que disponen de un dominio suficiente
de este componente narcisisticamente investido, son cons-
tructores de aviones, azaf.atas o pilotos. Otros, que dispo-
nen de un equilibrio compulsivo suficiente, pueden viajar
en avi6n, experimentando en ello gran placer. Pero hay
que tener en cuenta a los que se oponen a la integraci6n
del componente anal y gue, no obstante, conservan la
variante primitiva del deseo de volar. Y esto la
levitaci6n en el seno materno-, sin la ayuda -como
de la me-
cfinica, o sea con su propio poder omnimodo. Se com-
prende que puedan aferrarse a la rcalizaci6n de su deseo
en su forma original, pero también que se les pueda con-
vencer de que esta posibilidad se halla obstaculizada por
las condiciones de la existencia posnatal y en particular
por los ingenios mecdnicos que impiden, en cierto modo,
la perspectiva de la rcalizaciln narcisista total. En efecto,
desde la época del <<vuelo» del feto rcalizado antes en
el dtero, todo este sistema de soluciones materiales era
inexistente y superfluo y, ademds, 6nico en el mundo,
siendo su poder omnlmodo espontdneo, absoluto e inme'
diato. Z,Qué m6s ldgico que el deseo de destruit el obs'
tdculo (en este caso los aviones y toda la organizaci6n ma'
 508 André Stéphane
El Universo Contestatario 309

sistema donde se tiene todo. Insertarse en dicho sistema

terial del mundo), puesto que piensa que, regresado a la exige la integracidn, parcial al menos, de la libido y la
época anterior a la eta mecanizada, hallarà igualmente
agresi6n, gue aseguran su funcionamiento; mas, por dis-
la satisfacci6n primitiva y total de su deseo? tintas razones, y en esto reside el problema prèvalente
Hemos visto que los contestatarios mantienen con el
de nuestra civilizaciln, esta integracidn es el brigen de
trabajo y con los obreros unas relaciones especiales, y las principales dificultades para muchos adolescenies (9).
que ante todo les interesa deshacer todo lo que hacen
Esta laguna les empuja a rcalizar cierto arreglo de su yo,
los otros, o mejor, impedir que 1o hagan. Esto se com- llegando a la formacidn de una estructura especial. En
prende si pensamos que para ellos el advenimiento de la
esta perspectiva comprendemos por qué algunos j6venes
redencidn (retorno a la felicidad prenatal) est6 unido a la
se organizan aparte, al margen del sistema. Vemos en
destruccidn del mundo de la realidad, y que la venida
ello un motivo suplementario para ellos de no aceptar
del Reino de los Cielos ha de ir precedida por el Apoca-
la idea de una sociedad perfeccionada o reformadà, y
lipsis.
rechazat el sistema de un modo global con todo .l,
En su espiritu, los que derriban la sociedad contri- "on-
tenido. Si se trata de reformas, éstas s6lo pueden efec-
buyen ala rcalizaci6n narcisista, mientras que todos aque-
tuarse en el interior de esta Sociedad, o sea en el interior
llos que, bajo cualquier forma, aunque sea con la indife- del sistema que, a causa de la energética sddico-anal que
rencìa, colaboran con el organismo material de la socie-
- lo enmarca y lo rige, ha de ser rechazado.
dad, retrasan el <<advenimiento>> de la felicidad inmaterial
De esto resulta:
y absoluta. En cuanto al orden, instituci6n cuyo fin es
por definici6n el mantenimiento de lo que existe (a me-
1. Una acumulaci6n de libido y de agresividad s6dico-
nos de modificarlo <<con orden>>, 1o que también es con-
anal no integrada, lo que provoca una perturbacidn
trario a la destrucci6n del sistema), es lo mds abominable de la economia libidinal.
por excelencia y sus defensores participan del universo
diab6lico de la analidad.
2. Una presi6n constante ejercida por el excedente ener-
gético no desbordado. Esta presi6n acabarà por
El componente sddico-anal organiza la relaci6n con el
pr6jimo: ni la fusi6n narcisista ni el deseo oral en sf estrin
5. provocar la puesta en marcha de mecanismos de defen-
sa cuyo fin serd una regulaci6n de esta energla, so
organizados con relacidn al medio ambiente, mientras que
pena de crisis depresivas u otras manifestaciones mor-
Ia relaci6n anal es ante todo una relaci6n de fuerzas. El
bosas, y también
mundo, visto desde este 6ngulo, es un sistema energético,
jerarquizado, en cuyo interior urras cuantas de cargas libi'
4. la negacidn, mediante diferentes métodos (de los que
trataremos mds adelante), del componente s6dico-anal.
dinales y agresivas, derivando de las diferentes fases pre-
genitales, regulan las mtiltiples interdependencias sobte
{9) Obligatoriamente, Ios contestararios (del sistema) deben oponer-
un modo inconsciente (sin hablar de las interrelaciones s_e,_
.
pof elemplo, ql paftldo co_munrsta. que propone una organizacidn suya
restrictivas del interior de la sociedad sobre el modo del sistema, una distribucidn de los bienes i dé lor.iàior"a" oioar""iA'"-
.lirerente a l.a-de] capitalismo. Pero comunismo y capitalismo sè halan ed
sddico o masoquista, que se desarrollan sobre un plano el_ rnterlot del sistema ya que se basan en Ia prevalencia del factor eco.
superficial y consciente). En una palabra, se trata de un n6mico (detivado de la analidad),
310 André §téphane
Pese a poder ser tachados de <<desmovilizadores», de-
bemos meicionar a este respecto (en taz6n del objeto
de este ensayo) que una de esas defensas esenciales'es
la politizacidn. Pòlitizarlo todo es rechazarlo todo, que-
aando desplazados los conflictos personales sobre los
grupos sociales y la colectividad en general, o sea pro-
!"ciudos f:ueru. La politizacidn conduce a un sicodrama
prr-uo.rt, que puede constituir para el individuo un
medio provisi-onaf de canalizar ciertas tensiones y evitar
una crGis depresiva. Pero el rechazamiento de toda la con-
flictualidad sigue subsistiendo.
Pudo leerse en la Prensa una protesta contra la frus'
traci6n de los sacerdotes, privados de las tres relaciones
mds importantes: el arnor, el trabajo y la polltica. Esta
formulaii6n confirma 1o que hemos subrayado respecto
del cristianismo, ya que 10 que sustenta estas actividades
es la analidad, d; manera prevalente en la politica el
y asi como el de las instituciones cuyo funcionamiento ase'
trabajo, y a titulo de componente muy importante en la
§exualidad.
Para el catolicismo, el sacerdote es quien asume com'
pletamente el rechazo de la analidad en todas las mani'
iestaciones de este componente parcial de la sexualidad'
Y decimos para el cat6lico, ya que los protestantes y los
ortodoxos nò conocen esta prohibicidn, en todo caso res-
pecto a los puntos segundo y primero. Entre los analistas,
iay algunoi que se oponen a esta toma de conciencia
de'la ànalidad, alinedndose con el catolicismo (recorda-
mos que los medios intelectuales cat6licos que siempre
han téchazado el freudismo, se adhieren a menudo y sin
vacilaci6n al lacanismo).
El contestatario se distancia del sistema y, si pudiera
lograrlo por completo, no se defender(a siquiera por ello'
Efcatoliòismo le ofrece a1 creyente esta posibilidad, orga-
nizando para sus fieles su <<retiro» del mundo bajo la
forma deìerdaderas <<ciudades de Dios» gue 6on los con-
El Universo Contestatario 311
ventos o monasterios (10). Hemos comprobado que entre
los contestatarios hay muchos que nos han recordado por
su conducta su postura afectiva, incluso en §us hdbitos
eclesidsticos, pudiendo considerarlos como frailes moder-
nos. Pero toda esta clase de equivocos proceden de que,
al atacar a la sociedad y colocarse fuera de ella, los con-
testatarios continfan dentro de la misma (11).
Participando del movimiento se hallan obligatoriamen-
te en el interior del sistema. Por tanto, intentan organi'
zarse de modo que, moralmente casi, puedan escapar al
mismo contest6ndolo todo; en tanto que dicen <<si>> al
sistema por su existencia en su seno, con su <<no» vigo
roso y repetido se hacen la ilusi6n de no pertenecer a
él (12). Como el sistema organizado por el factor sédico-
anal, de donde se deriva toda organizaci6n, se apoya en
la libre competencia, exigen la supresi6n de este principio
guran siempre (concursos, selecci6n, exdmenes, diplornas,
la jerarqufa entre profesores y alumnos, etcétera). Decre-
(10) Los sacerdotes llamados act:tt t en el seno de la sociedad, los
^
*r"r orilit-t"., han hecho la experiencia de la misma dificultad y han
captado la antinomia entte su posicidnL y la necesidl4. de entrat en un
.iitiÀu ti." *al sea su conterido). Escuchemos al Vicatio entrevistado
--- un
Dor redactor de Flgqo:
uNot h"Àos hecÉ sacetdotes pata anulciar la Buena Nueva de Jesy-
cisto. pàr, éito t t habido que enitat en un sistema q-ue hemos aceptado
iaora de É1, potque estamàs dispuestos a todo por É1, pero el sigtefa
" impide anunciarlo. A menudo, oculta Jesucristo a los hombres... Todos
nos
nos hailamos en una situaci6n falsa; no de este mundo, como exffaflos en
--' v de reDente. va no susceptibles
é1. de evaogelizarlo.>>
itii Lìs esiudiantes a la univetsidad v quieten, no obstante,
-"nt.nérh como fortin
^ta{^,
dirigido contra la sociedad. Se revuelven contra
Éì*i"a"a d" rrno, sien-do sus primeros beneficiarios, uniéndose. a las
obtemi, peto atacin a los partidos v a los sindicatos.
iii"i"dliacio""r"ott
§éln" fru"eoi. Miterarid, 1a <<Nueva Izquietda» <<quiere set a Ia vez la
ÀÀ p"ra y la mds maliéiosa». «He aqul que os.envlo como- o-vejas en
ildi6 a; l'os lobos; mosttaos maliciosos como serpientes y cdndidos como
(TesÉs a Ios Ap6stoles, ea Mateo).
'oalomas»
(12) 'eomo el colegial que'rompe su diploqa («Mitad qué .hago con
d») i Éalla un atcomenio satisfactorio para iustificar su acto (vdlido para
él)'ante sus padrÀ, radiante de contento pot haber rcalizado plenamente
y sin equivocòs su'sepataci6n del sistema (caso clinico)'
 312 André Stéphane
tan que <<la personalidad s61o puede florecer en el seno
del grupo» (iQue universidad?... i,Qué sociedad?).
El temor al individualismo (y el igualitarismo que
este temor provoca) corresponde al miedo a1 padre y a
la evitaci6n de la posici6n de rivalidad. Lo que de este
modo pierde el contestatario en el plano compulsivo se
halla compensado por lo que gana en el plano narcisis-
ta, mediante el investimiento de su marginalizacidn y por
el desdén del sistema y de aquellos que se insertan en el
mismo.
La religi6n, por su parte, preconiza la existencia del
espfritu y el desprecio a la materia. El milagro ha de
demostrar que el primero se halla por encima de la se-
gunda y que las leyes de ésta dependen del espiritu, o
sea que no existe (porque las leyes que la gobiernan
pueden invertirse) (13).
Para Gertrude von Le Fort, poetisa catdlica moderna,
los santos son:
las aguas en las pendientes de las montafias, retflon-
tando hacia sus fuentes.
Como los luegos que brillan sin hogar.
Como un grito de alegria hacia la muerte.
Catno un rayo entre las negras sombras, etcétera (los
santos desafian a las fuerzas de la naturaleza, estando por
encima de ella).
La incapacidad de hacer puede hallar una compensa-
ci6n narcisista en el hacer milagroso e ilimitado que se
(13) Esta superiotidad del Esplritu sobte la Materia es la evidencia
para el cleyente. Pam-el hombrc de la Edad Media el milagro eta banal,
comiente, cotidiano, No vacilaba en creet ni un sslo instante en la culpa-
bilidad del acusado si, en una otdalla, la Naturaleza no invettia sus leies
pata demostrar la inocencia del acusado.
El Universo Contestatario 513
otofga el contestatario en pensamiento y en palabras (o
sea que no depende ya de las leyes de la materia). Es
posible (en pensamiento o en palabras) «hacer retroceder
los limites de lo posible>> e izar «la imaginaci6n al poder».
El <<hacer» real estd obligatoriamente circunscrito, limi-
tado, unido a circunstancias de toda clase que exigen
unos preparativos y debe hallarse integrado en un con-
texto. Exige poder, saber, esfuerzo, tiempo y paciencia.
Puede fracasar o tropezar con los obstàculos. iNo resulta
m6s satisfactorio poder decretar: «todo el mundo puede
hacerlo todo»? Para ello basta con reencontrar el narci-
sismo todopoderoso de la existencia prenatal, y sabemos
que el hombre posee una gran variedad de medios para
lograrlo; los j6venes se drogan y se ve a menudo la droga
asociada a las revoluciones (14), aunque a veces la revo-
luci6n en si ya es una droga y permite, por esto, que el
individuo se sitrie fuera del sistema. La droga la
-y
revoluci6n- elevan (exaltaci6n) y segregan servidumbres
de la materia y sus leyes, como el milagro; se hacen pla-
nes, se est6 fuera de las contingencias, se siente ligereza,
el revolucionario o el drogado se torna inmaterial, como
si estuviese por encima de todo, se est6 maravillado,
arrobado. Existen verdaderos toxic6manos de la revolu-
ci6n, para quienes ésta constituye algo perentorio y gue,
sin su dosis cotidiana, se hallan en una verdadera «ne-
cesidad».
Para Che Guevara, <<cuando 1o extraordinario se con-
vierte en cotidiano es que hay revolucidn», 1o cual ex-
plica que una vez ha triunfado la Revolucidn, y se ha
consolidado, haya que buscar la exaltaci6n revoluciona-
(14) Esto se escribi6 mucho antcs del asunto de lar drogas de Nan-
tetre. Pcto nosotros hemos podido conocer ia alianza de la dtoga y la
contestaci6n en nuestros propios pacientes, y sobte todo mediante el es-
tudio de la esuuctura del contestatario que no puedc su conflic-
tualidad especlfica- mds que ptesefltar a menudo unos -dada
rasgos tonico-
maniacos, al menos latentes.
 3!4 André Stéphane El Universo Contestatario 315

ria en otra parte. Una vez consolidada la revoluci6n ya <<Apesta ya, es el cuarto dfa» (el olor siempre es una
no es asunto de los contestatarios que se ven rechazados referencia anal).
por el aspecto técnico, material, planificador y organiza- El cristiano piensa que <<si reza' el Poder y el Gozo
dor de la <<construccidn del posici6n
socialismo>». La (la agresividad anal y el placer sexual) desaparecerdn y
narcisista absoluta (s61o cuentan el espiritu y la idea) no sobrevendrd el Reino de los Cielos» (17). El investimien'
soporta ninguna referencia al materialismo en el sentido to narcisista torna asi omnipotente a la palabra (el rezo),
de una integracidn en el mundo circundante, no pudiendo que arroja al componente anal (el Poder y el Gozo) y las
ser mantenida la desculpabilizaci6n mds que con la ayuda palabras ocupan el sitio de las cosas: «Hay m6s trabajo
de esta dimensi6n siquica. àg jnterpretai las interpretaciones que en interpretar las
Lo <<consagrado» pone igualmente al abrigo la culpa- co§as; y m6s libros sobre libros que sobre cualquier otro
bilidad debida al componente sddico-anal. Éste se halla tema; no hacemos otra cosa que entreglosarnos». Foucault
ausente en el acto religioso y la hostia debe tragarse (ora- (Los vocablos y las casas), que cita a Montaigne, olvida
lidad), pero no mordida (utilizacidn del componente anal). el ligero pero agrio matiz peyorativo de la frase: Mon-
En la iglesia no se hace nada, sobre todo durante el ofi- taigne ataca en este pdrrafo a los que podrian llamarse
cio, salvo cantat y escuchar mrisica sacra, <<la persona se <<intelectuales de Izquierda de su época>>, que crearon un
siente mejor» (predominio narcisista y desculpabilizaciln), sistema narcisista autdnomo, realizando con gran antela-
y el momento de la Elevacidn es exultante (15). La revo- ci6n «el Hombre Unidimensional».
luci6n era una fiesta y esto no s6lo en el sentido de una
explosi6n. de jfbilo de tipo maniaco, sino una fiesta en
el sentido religioso del término; la juventud contestataria
suspendi6 toda actividad profesional y los que aquellos
dfas continuaron entregados a sus ocupaciones fueron
tratados como verdaderos profanadores, como aquellos
que antaflo osaban trabajar en el dia del Seflor (16).
La Resurrecci6n es una forma tipica del narcisismo
omnipotente, pero es sobre todo un triunfo sobre el ma-
terialismo y, como acabamos de decir, sobre las leyes de
la matefi:a, o sea sobre la analidad. Este matiz estd per-
fectamente indicado en el Evmtgelio segrtn San luan:

(15) El iudio piadoso celebra el Sdbado, tenunciando aquel dla a

todo <<hacer»>(algunas sectas judlas llevan la ptohibici6o de trabaiar hasta
la inmovilidad casi absoluta). El sdbado est6 santificado por la elevaci6n
narcisista que desencarna en cieto modo el contenido material de este
dla, hasta el mismo acto carnal que adopta un cardcter sagado.
ì (16) Un paciente que particip6 en una protesta y que por esto no
acudi6 a la sesi6n, le pregunt6 a su analista, en el momento de pagat, si
no consideraba ei dla de la protesta como fiesta nacional. 17. Ex|tosici1n de la doctina catdlica, pot el Rcv' P' Gitodon'

ANALIDAD Y FECALIZACION
Ayridanos,
Destruios,
lViva el pueblo!
Carteles.
Hoy dos cosas que el hombre no soportd:
la lelicidad y la calma.
SrBNnnal.
El niffo, en ocasi6n de la fase narcisista cdsmica de
su evoluci6n, vive en uni6n con el universo, siendo a la
vez su centro y su contenido. Al mismo tiempo, esboza,
apoydndose en sus compulsiones parciales, una evoluci6n
en el curso de la cual se ve inducido a abandonar poco
a poco su retraimiento narcisista. Su narcisismo c6smico
continria sin embargo formando parte de su siquis, du-
rante toda su vida (y la reencuentra, como dijimos, sobre
todo en el sueffo); conocemos una categoria de individuos
El Universo Contestatario 317
cuya estructura exige esta regresi6n narcisista especifica
(los estados exultantes que le permiten revivirla pueden
alcanzarse por medios muy diversos, m{sticos de cualquier
natutaleza, toxicdmanos, etcéteta), asi como a través de
los impulsos parciales, como el caso especial del nifio
que sobre dos universos, el del narcisismo
-a caballo
todopoderoso y el de la satisfacci6n compulsivs-, SeXUB-
liza en cierto modo su narcisismo y narcisisa su vida
impulsiva. Dejaremos de lado, no obstante, el estudio de
la oralidad y pasaremos inmediatamente a la observaci6n
del componente sddico-anal. Sabemos que ésta es una
fase de importancia capital en la existencia del nifio, que
constituye una verdadera encrucijada madurativa de la
que examinaremos el siguiente aspecto:
El nifio de la fase anal busca la suciedad y el desor-
den, mancha y deteriora todo lo que cae en sus manos,
lucha, grita, profiere palabrotas, impide que quienes le
rodean se dediquen a sus ocupaciones, etcétera. Puede
afirmarse, puesto que el sitio donde desarrolla sus activi-
dades es su universo, que llena dicho universo mediante
lo que expresa su analidad en formas distintas; en reali-
dad y en un sentido muy amplio del término, con su
excremento (del adulto que, hasta cierto punto, queda
situado a este nivel de su organizaci6n compulsiva, se
dice que «todo 1o ensucia»>, y también que <<todo lo llena
de mierda»). Naturalmente, esta conducta tiene mriltiples
motivaciones y comporta un aspecto positivo, ya que el
nifio ha de abreviar esta fecalizaci6n de su ambiente, aun-
que sea ritil indicarle sus limites y obligarle a dosificar
sus manifestaciones, oponiéndole las prohibiciones. Estas
consideraciones no se refieren, sin embargo, directamente
a nuestto prop6sito, que atiende ante todo a destacar el
cafioter narcisista de esta actividad anal que puede de-
signarse con ello la continuidad con el
narcisismo-acentuando
c6smico- con el término de «analidad c6s-
318 André StéPhane
mica»>. La Biblia (Gérwsis) considera que el hombte est6
hecho para <<llenar la tierra y dominarla», y la palabra
,,poseeir, = sentarse encima, que designa una de las
funciones esenciales de la analidad, corresponde a la
actividad anal del niflo en su sentido mds estricto. Sa-
bemos asimismo que los animales utilizan para delimitar
su territorio (su universo) el mismo método excremencial'
Mas las protestas contestatarias presentan un aspecto
que obliga a pensar en esta «analidad c6smica>>. La ince-
sante producèi6n deicarteles, las pinturas murales, las
frases propagandisticas, la continua fluidez verbal, el
estruendo ensordecedor, toda esta literatura de folletos,
manifiestos y octavillas, superan en mucho a la eficacia
pr6ctica que se busca en la realidad. Todo esto corres-
-ponde,
a nuestro modo de ver, a una toma de posesi6n
àe cardcter excremental (otros han subrayado el lado ex-
cremencial, aludiendo al aspecto de los locales después
de vatios dias de ocupaci6n, pero esto entra en e1 orden
normal de las cosas. Lo que aqul queremos destacar es
una tendencia inconsciente que se expresa por la suciedad,
el desbordamiento,los gritos e improperios y que traspasa
los limites de las consecuencias obligatorias de una falta
de higiene).
El desordert en sf tiene una significaci6n precisa: el
orden mantiene al mundo objetal en una cierta armonfa,
en cuyo interior cada factor posee su individualidad con
relacidn a los otros, y también por referencia al conjunto,
en tanto que e1 desorden, destruyendo esta armonia, su-
prime las individualidades y las hornogeiniza' Asi es
iOmo la digestidn priva gradualmente a los alimentos in-
geridos de su estructura propia, degraddndolos'
Una postura narcisista basada en la realizaci6n de
una .,analidad c6smica» no es equivalente a un dominio
objetal (en el interior del universo narcisista no hay ob'
jetà;, ni a una relacidn sddicoanal, ya que no posee las
El Universo Contestatario 319
cualidades de precisi6n y delimitaci6n. Si el inmaduro
rehÉye el complejo de Edipo, también es incapaz de en-
tregarse a una relaci6n de fuerzas s6dico-anales construc-
tivas y si fecaliza al otro, es porque, sicol6gicamente,
éste deja de existir, es decir, que el sujeto est6 ya solo
(con sus semejantes) en su universo narcisista (1).
El método que acabamos de describir est6, evidente-
mente, tomado de la revoluci6n cultural china, pero la
espontaneidad con que ha sido adoptado y generalizado
demuestra que corresponde a un nudo estructural comrin
a los contestatarios de todos los paises.
La muerte no existe para el Inconsciente, pero los
contestatarios exigen a los demds que, sicol6gicamente,
se hagan el muerto. Esto nos permite captar la posici6n
inconsciente de los estudiantes que (conscientemente)
declaran: <<Para poder dialogar es preciso antes que se
acepten nuestras reivindicaciones>> (se trata de estudian-
tes mejicanos). O sea que para poder entrar en negocia-
ciones, es preciso que el contrario declare que no lo es,
que no existe como tal. Esta inexistencia del adversario
por el procedimiento de la fecalizaciln que se le hace
sufrir, no es completo si no queda rubricada por Ia mtler-
te (y esto demuestra hasta qué punto el que fecaliza se
halla poco seguro de la eficacia de su acci6n, y hasta
d6nde continria dependiendo de su vfctima). Esto es lo
que transforma todos los enfrentamientos en Tribunales
Revolucionarios (y arroja una luz sobre las confesiones
espontdneas de los procesos de Moscf y sobre las auto-
(1) Que pueda imponer, incluso vencer éstos al ambiente del qqe
evoluciona, no constituye mds que un epifendmeno; todo el mundo sabe
que no hay espadachfn mds peligroso para su adversario que el que
nunca ha empuiado una espada y si un detviche no es màs que una
curiosidad, cien mil Dodfian patalizar una ciudad. De todos modos, todas
las conduètas de los contestatarios estÉn marcadas con el sello narcisista,
todas sus manifestaciones son abreacciones y *1os tseultados lo demues-
trar- n da se halla mds lejos de ellos que las considetaciones dativas
a los cfectos Éti1es y eficaces de sus acciones sobre los otros'
320 André StéPhane
acusaciones institucionalizadas por la revoluci6n cultural
china).
Un representante del §. N. E. protest6 priblicamente
por radio cottttu el presupuesto votado po1el Estado para
ia reparaci6n de lai calzadas desempedradas por los- ma-
nifesìantes del Barrio Latino; sdlo puede comprenderse
esta extraffa queja considerando con este sindicalista que
s6lo existen ios estudiantes y su derecho natural a sa-
quear el Erario Priblico: el que tepara los destrozos que
aquéllos provocan, causa un perjuicio a su derecho abso-
luto de establecer su analidad cdsmica'
Asi, los contestatarios dividen a la humanidad en dos
gropo., ellos mismos y los otros. O-perdndose la separa-
iiOn pot la via excremencial; asi, los nazis encerraron
a los que no pensaban como ellos en inmensos sistemas
intestinales (Éoess, gauleiter de Auschwitz, llamaba al
.u*po de concentracidn: el ano del mundo), donde los
hacàn pasar por las distintas fases de la digesti6n' En
cuanto à los òontestatarios <<encierran fuera>> a los
que
no forman parte del grupo o los reducen a la inexisten-
ii, tz).un joven "uÈe.illu de los <<faroleros>', exclamd
el dia'de su eleccidn: «iAhora voy a c"' en esta socie-
Jad!, (sin duda para dar a entender que s61o é1 vivia y
los demds habfan muerto, opini6n que él mismo y algunos
de sus colegas afirmaron claramente)'
El lectoi habr6 observado sin duda que utilizamos en
estas dltimas pdginas tanto el vocablo <<analidad» como
ei termino ufàcalizacidn». En realidad, existe una dife-
rencia fundamental entre ambos, que puede considerarse
en algunos casos como una verdadera oposicidn' Consi-
que
deranios la analidad en una perspectiva muy amplia,
engloba no s6lo la funci6n digestiva y excretora
por una
(2) Esperando poder enc-errarlos <(dentro» (<<en.1972 los estudiantes
.iili.i'iràt li,ìeìiii* estardn en campos de concentracidn»)'
"'ai#
El Universo Contestatario 321
parte y eI erotismo anal por la otra, sino también toda
la dindmica de la agresividad y la actividad motriz del
nifio, todo el aspecto energético de sus funciones fisio-
l6gicas y el componente de dominio que sustenta su acti-
vidad sexual; sus relaciones objetales dependen de este
componente, aunque también su actividad mental y todas
sus actividades formadoras, su sentido de la realidad, et-
céteru. El factor «analidad» es el organizador de la vida
social y técnica del individuo y todà ceacidn se funda
sobre la analidad, cuya significaci6n es en si eminente-
mente positiva. Y, sobre todo, segfn nuestra perspectiva,
la analidad es e1 fundamento de toda construcci6n mate-
rial o mental. Puede, por tanto, considerarse esta com-
pulsi6n parcial que hunde sus raices en las profundida-
des filogenéticas del gdstrula, nuestro antepasado, como
la energfa que preside nuestras obras mds acabadas y
sublimes. Sin embargo, es en el interior de este sistema
pregenital que debemos aislar la <<fecalizaci6n», limitdn-
dola a la transformaci6n del contenido del conducto di-
gestivo en detritus y en la expulsi6n de los mismos. Con
relaci6n a su objeto, es una funci6n eminentemente nega-
tiva, yendo dicha negaci6n, como acabamos de ver, hasta
la supresi6n del objeto como tal. Si la analidad propia-
mente dicha es ante todo un dominio y una relacidn
objetales, la fecùizaci6n anula, en cierto modo, el objeto,
tras haber transfonnado al mismo en detritus, llegando a
un estado narcisista anobietal.
Freud ha considerado la pasidn del orden como una
formaci6n reactiva a la compulsi6n s6dico-anal, pero
cabria situar el orden y la limpieza entre las variantes
sublimadas de la analidad, reservando el término de feca-
lizaciln para designar el desorden.
Para ilustrar lo antedicho nos atendremos al ejemplo
de las huelgas obreras desencadenadas cuando los distur-
bios del Barrio Latino de Parfs. §ea cual sea la opini6n
l1
322 Andté StéPhane
que se tenga sobre la oportunidad de tales huelgas y los
lazos que los estudiantes deseaban establecer entre las
mismas y su movimiento, es seguro que su significado
era diferente segÉn se considerasen en la perspectiva de
la mayoria de los obreros o en la de los estudiantes; los
primeros «reivindicaban», o sea que *ataban de mejorar
su situacidn, siendo su fin constructivo y derivàndose,
por tanto, del componente sddico-anal.
Para los estudiantes (que por otra parte juzgaban muy
severamente el aspeeto reivindicativo de las huelgas), se
trataba, al contrario, de suprimir el sistema que podia
contestar a las reivindicaciones laborales, y su finalidad
se referia a su objeto de un modo negativo. Los trabaja-
dores iban a la huelga para poder circular en los coches
que los estudiantes quemaban y no destruian sus ritiles
de trabajo como hicieron los estudiantes extremistas. Los
obreros, para quienes la huelga, con algunas excepciones,
no tenia nada de espontdnea, no se manifestaron hasta
después de las transacciones, aprovechando a fin de
cuentas una oportunidad para reivindicar sus derechos; o
sea que se inscribieron en el sistema, acto derivado del
componente sàdico-anal, en tanto que los estudiantes in-
virtieron el orden de factores, puesto que su movimiento
atendfa a la defecaci6n (la expulsidn) del sistema, sirvien-
do Énicamente las causas invocadas (contradictorias, des-
proporcionadas, secundarias) de coartada a un movimien-
to puramente afectivo y, desde el punto de vista objetivo,
irrazonable en vista de las circunstancias, o sea la realidad
(su movimiento ha elaborado una teoria cuya esencia es
la abolici6n de toda acci6n utilitaria, de toda acti?idad
pragmdtica organizada y de toda consideracidn eficaz de
la realidad, por razones que hemos tratado de esbozar
en el presente ensayo, todas las cuales giran en torno a
la negaci6n de la realidad). Cierto nrimero de actos y
motivaciones del contestatario no se derivan, pues, de la
El Universo Contestatario 323
analidad propiamente dicha, sino de la fecalizacidn, Hay
que afiadir, no obstante, que aqui s61o se integra en una
linea tan vieja como la humanidad, y que para muchos
la palabra «agresividad» (cuyo sentido es muy discutido
en sicoandlisis) significa ante todo la f.ecalizaci6n, o sea
el ataque de objetos o personas mediante la actividad
digestiva y su transformaci6n en excrementos. La fecali-
zaciln ocupa incluso un lugar en nuestro yo Superior
colectivo, para destruir, habiendo adquirido con el tiempo,
junto con cierta propaganda como ayuda, un verdadero
valor moral y social. Hacemos alusi6n al acto defecatorio
per se y dejamos de lado las razones objetivas que en
ciertas circunstancias politicas o econ6rnicas pueden jus-
tificar la utilizaci6n de este movimiento instintivo. Hemos
visto que en lo que respecta a las algaradas estudiantiles
no era tal el caso, antes al contrario, puesto que toda
la dialéctica revolucionaria està invertida, 1o cual consti-
tuye la originalidad absoluta del fen6meno.
La revoluci6n se describe como una verdadera <<fiesta
maniaca>» y como este término presupone una liberaci6n
superegotista total, reducida a cierto sector del yo, puede
hablarse de una realizaciln narcisista mediante la des-
viaci6n de una gratificaci6n o satisfacci6n compulsiva
desconflictualizada (gracias a la preponderancia de este
mismo factor narcisista). Algunos utilizaban unas fdrmu-
las que se referian a una posici6n mixta. Asi, Maurice
Clavel, que se refiere a <<formidables inocencias evidente-
mente injuzgables», llama a los revolucionarios <<animales
divinos». Para é1, <<la contestaci6n es una irrupci6n de
trascendencia, urra llamada de esencia infinita de cada
alma...», etcétera. Sin duda, este momento narcisista
exultante estd presente en toda revoluci6n de principio
a fin, pero la exaltaci6n narcisista no basta para dar
324 André StéPhane
cuenta de las particularidades de los acontecimientos re-
volucionarios, a menos que no se trate del estado exul-
tante o de la «fiesta maniaca>>. Por 1o dem6s, nos parece
mds ritil interrogarnos sobre los lazos existentes entre
ciertos detalles dél acontecimiento revolucionario y de la
regresi6n f.ecalizadota. Hagamos 1a experiencia'
Fijémonos :unavez mds en e1 famoso grito: <<iEsto no
puede continuar asi!>> o «iEsto no es vivir!», gritos pro'
ieridos por unos sujetos que; objetivamente, no tenian
ningrin àotivo para queiarse y que, de hecho, no pueden
dar-cuenta de ia naturaleza inconsciente del clamor que
se les escapa de la garganta. Estas frases constituyen el
rinico elernento formulado, rodeado de interrogantes sin
respuesta: el sujeto no sabe por qué protesta, no sabe cu61
.. à1 ob;ttiuo de tu contestaci6n. («No sabemos, ya bus-
.ure*ot el programa...»)' Y entre estas dos ignorancias,
lanza una eiclamaci6n que ha de tornarlas comprensibles'
Pero si admitimos que se halla en trance de luchar contra
una tensi6n interna que tiende a exteriorizarse y que
presiona, comprendemòs que la causa de su contestacidn
ieside en esta- tensi6n qué, si se mantiene, hace la vida
insoportable. Asi es fdcil comprender que no tiene nece-
sidaà de saber 1o que har6 después, por 1a simple raz6n
de que la solucidn ya se ha obtenido («ya veremos»)' Si
uurà, no era vivir>>, <<ahora hablamos>», o sea, damos
libre curso a la satisfacci6n compulsiva anal hasta ahora
retenida por un desplazamiento <<de abajo arriba» (diarrea
verbal).
También se comprende el sentido (muy directo y muy
simple) de frases como: ulo echaremos todo patas arriba
v rrìgà todo iré bien». o sea, nos desembarazaremos
del
ofi.ti malvado que llevamos en nuestro interior, lo ex'
poirurr*o, y esto representar6 un gran-alivio' Lo es, al
iraoo, el mo*ento vivido como tal' Pero como el
"r,
gesto no queda integrado por un andlisis en regla, el re-
iultado s6io puede ser efimero y superficial'
El Universo Contestatario 325
En esta perspectiva, igualmente podemos captar Ia
naturaleza de ciertas exigencias ligadas al sistema de en-
seflanza, refiriéndose en particular a la supresidn de los
exdmenes. En efecto ;qué es un examen visto segrin la
perspectiva pregenital sino una escena de control de
esfinter? <<FIaz eI examen escrito y yo te vigilo» (<<Haz
y te vigilo»). Se comprende que el escolar prefiera, para-
ddjicamente, el sistema de <<control permanente», donde
siempre es observado por el profesor, pero nunca (<pues-
to en el orinal>>. Asi penetra cierta fluidez (narcisista-oral)
en el sistema anal rigido, haciéndolo m6s flexible y so-
portable. En cuanto al <<paso sobre el cuaderno>>, arin es
mds libre desde el punto de vista anal, ya que el profesor
puede saber asi lo que el alumno <<tiene en el vientre»>,
sin entrar en contacto con é1.
Los contestatarios invocan la «salvaje represidn poli-
ciaca»>, pero esta represi6n es ya una proyecci6n, puesto
que sabemos que mucho antes de la intervenci6n de la
Policia, en Nanterre, por ejemplo, los estudiantes arro-
jaban a los profesores de las aulas, que luego ocupaban
ellos, y arremetian contra los que no eran de su opini6n.
Esto también es una represi6n, y aÉn mucho peor, puesto
que decir represidn es decir pre.i6, ejercida pàra reprimir
una accidn que ha provocado la represi6n y esto de forma
deliberada. Sin embargo, aqui tenemos un razonamiento
que parece fuera de lugar y es admitido de una vez por
todas que la actividad de transgresi6n es sagrada por de-
finicidn, sea cual sea su fin y su contenido, y que im-
pedir a cualquiera que se entregue a ella se deriva de una
barbarie intolerable. ;,C6mo entender esta postura? Existe
una situacidn en la que la presi6n siempre es un derecho
y la represi6n un abuso, y aunque dicha situacidn la
conocemos bien y todo niffo ha de pasar por ella obliga-
toriamente, queremos referirnos al control del estinter.
El niflo <<aprieta>>, bien para retener, bien para defe-
326 ,:,l-AndÉ StéPhane

ear, (d6nde y cu6ndo quiere), busca una satisfaccidn ins'

tintiva a la que tiene derecho, y estd perfectamente ius-
tificado al cònsiderarse el caso en que se lo impl'
-en
diesen- como vfctima de un acto brutal. Esta actividad
debe sufrir no obstante ciertas restricciones y sabemos
desde Freud y Ferenczi el alcance casi incalculable de
esta represi6n social, modelo de todas las represiones
futuras, pero inevitable. También sabemos que el nifio
rechaza li represi6n, se opone a la restricci6n y vuelca
algunas vecei el orinal de un puntapié, exclamando:
17
<<iNo!».
El de los contestatarios pronunciado a la vez
<<no>>
por tantos adolescentes-nifios es especialmente estreme- LA IDENTIFICACION FINAL A LA MADRE
cedor.
SADICO-ANAL

Contempladlos, escuchadlos, no matan, se

defienden, y la delensa es legitima. No
odian, no persiguen, hacen iusticia. No quie-
ren conquistar ni dominar, quieren organizar
el mundo. No quieren arrojar a los tbanos
para ocupar su lugar, quieren establecer
el verdadero orden. Sdlo quieren guerras
santas,
IoNesco,
Prcsente pasado, pasado presente,

A los quinceafios preconicé la eiecuci1n su-

maria como sl rtnico medio de purgar el
mundo de las peores locaras y los mds
temibles bandidos.

REBATEI,
Escambros.
328 .- André StéPhane
El Universo Contestatario 329

taci6n del complejo de Edipo por el contestatario, asi

Ya hemos visto que para el contestatario, la sociedad
como la forma particular de su conflicto paterno, ha-
en general, y m6s especialmente la sociedad llamada de
biendo llegado de paso a dar la primacia al conflicto
consu*o, representa a la madre en sus aspectos sddicos,
materno. Pero esta paradoja s6lo es aparente; el temor
devoradores y <<anales>> (1). De modo mds rigurosamente
unido al complejo de Edipo es el de la castracidn, que
sicoanalitico, deberiamos hablar de Imagen maternal mal-
obliga a regresar al sujeto. En el camino de la regresi6n,
vada, imagen o Imago, refiriéndose el término Imago a
choca con sus puntos de fijaci6n (ver la teoria de la
las primeàs relaciones del nifro con su obieto, modifi-
regresi6n en Freud). Su conflicto materno constituye uno
cada's por las compulsiones y sus defensas, y pudiendo
de sus puntos de fijaci6n mds importantes, aunque su
dar lugar a representaciones (en ciertos casos, la Imago
lucha contra la madre pase a primer plano. Esto no
matern--a malvàda se convierte en bruia, ataira, vibora,
implica, naturalmente, que el complejo de Edipo no cons-
etcétera). O sea que esta Imago sufre el impacto de las
tituya el meollo de sus conflictos, pero la regresidn da
compulsiones proyectadas al sujeto (1o que equivale a
un resplandor especial a la relaci6n materna pregenital.
decir no integradas Por el Yo).
Cuando Marcuse o Vaneigem hablan de la lucha contra
Segrin yu h"mot dicho, todo 1o proyectado se consi-
el patriarcado, tendrian raz6n si el oonflicto contra la
dera como perseguidor, peligroso y agresivo, puesto que
sociedad de consumo (la madre) no sustituyese casi de
el sujeto no puede atribuir nunca por completo y defini- modo total al Edipo (ademds, los caracteres de la evita-
tivamente sus compulsiones al objeto (en este caso la ci6n de dicho complejo tienen su origen en la insuficiente
madre), ya que sin cesar intentan reintegrarse al lugar integraci6n de la pregenitalidad [de la analidadl, o sea
de dondà han salido, que es el Yo, por un efecto de del conflicto materno, como hemos visto). Asimismo, la
boomerang (2). La falta de madutez implica la no inte-
afirmaci6n de esos autores de los contestatarios en
gracidn dJhs compulsiones y da lugar a las proyecciones -y el patriarcado, expresa, a
general-, de su lucha contra
masivas sobre la figura materna. Hemos visto que uno
nuestro entender, su deseo de conformarse a un esquema
de los motivos del rechazamiento de las reformas reside
sicoanalftico clàsico, mds adulador para el narcisismo que
en la proyecci6n, sobre la sociedad, de la Imago materna
el conflicto agresivo con la madre (cuyos meandros son,
malvaàa qu" no puede someterse mds que a una destruc- por lo dem6s, mucho menos conocidos del priblico, tanto
ci6n total («el objeto malvado>> debe ser expulsado fnte- mds cuanto que Freud los ha explorado muy poco).
gramente). E[ rechazamiento de la Imago materna parece,
Todos los errores y las asociaciones cometidas por
f,ues, predominar en la conducta del contestatario, como
'rirno.^"tt los analizados contestatarios, sin excepci6n, demuestran
el caso de la sociedad de consumo y también que el personaje perseguidor que quieren combatir es
en el del Alma Matet Nos hallamos' por tanto, ante una del sexo femenino, que es de este personaje de quien
paradoja, puesto que empezamos por demostrar la evi-
hay que conseguir la conquista destructora, pero también
(1) Para Mowan'Labesque, la sociedad de consumo es la <<Diosa es sumamente necesario dar la prueba de que no hay
""--iZS
Madre».
es un arco òurvo que emplean los austraiianos pata nada que ver con é1, ya que representa al Mal. No es
Boomerang
i.inot.àbm aniafio al menos), cuva particularid,ad-teside en que, una por casualidad que el estudiante, a quien se le pregunta
"rr^.
;;-;t;ÉÀ,-;.lve a la mano dèl cazador. (N' del T')
530 André Stéphane
El Universo Contestatario 331

gratuita no ganada», y si Fourier vuelve a estar de moda

qué piensa poner en lugar de la sociedad destruida, con-
es porque ha sustituido el trabajo por el fuego (actividad
teste:
narcisista).
tengo la receta, no soy cocinero.
-No
Puede afirmarse que el contestatario es menos un Esta agresi6n de la madre cebadora es histdricamente
muy preooz y cuando el contestatario provoca y pretende
«hijo de pap6» que un'«hijo de mam6». Ataca a la uni-
que su provocaci6n constituye ya una respuesta a una
versidad que le alimenta mal, segfn é1, y a los mandari-
provocacidn, en cierto sentido tiene ruzdn, aunque incri-
nes que, no 1o olvidemos, llevan tdnica.
mine de forma aparentemente paraddjica la felicidad que
La sociedad de consumo la vive el contestatario como
le ofrece la sociedad de consumo como un acto agresivo
una madre cebadora, que ahoga al infante con su super-
a su respecto; en esto queda absolutamente conforme a
abundante alimentaci6n y traspasa el umbral del posible
la verdad hist6rica, viviendo el nifio todas las variedades
investimiento; constantemente se ocupa de la alimentaci6n
de alimentaci6n excesiva como una irrupci6n traumati-
del nifio que, mientras tanto, podria hacer algo mejor,
zante (4).
algo que fuese justamente Io contrario de esta absorci6n
Una vez traumatizado por el primitivo cebado, el
de alimentos, o sea una actividad puramente narcisista (3).
los marcusianos quieren una futuro contestatario tratard de hallar la felicidad exul-
Sabemos que <<felicidad
tante prenatal que ninguna compulsi6n podrd rcmplazar,
(3) Se ha dicho (Epistémon) que los sucesos de mavo en Paris fir- después de haber fracasado el principio de cambiar un
-.roo-él acta de defunciSn del estructuralismo. Juzgamos que -el asunto sistema por otro. Todo 1o que el sistema compulsivo podrd
;;-il.h. À,is compleio, ya què si se considera el estrucfir-alismo-, no
ào *. uip"àtot de dàctliria-cienìifica coherente, sino en.sus prolongacioncs ofrecerle <(nunca serd esto», ya que Io que busca se halla
.à""arnàt, ., .., tot aplicaciones a menudo contestables en la critica
Iit";;;ia.-;-."".t-iicoanaisis, podemos hallar ciertos tasgos -pr6ximos a- la mds a116 del mundo material, en el flujo, en lo ilimitado,
ivitaci6n del compleio de Edipo propio de los contestatatios (particutar- en lo inefable de la felicidad de la vida de antes y des-
-""tÉ.-.t inue.tiÀieoio de las ialabtai en detrimento del investimiento de
i;;..à,s;qu"-vu Ètoo. seflalaào), v también al,conflicto materno' No un es pués de la vida.
casualidad-que uno de los gtandes tedricos de -la «escri:iura» consagle
;;È;;E;.ti* c.ttt.natè. de pdeinas a la Moda, ni que Lévi-Sttauss Como Ia menor realizaciin entrare en la categoria
ioo ìàg"Àot iot auténtiiamente cientificos de su obta) e-scoja
ì*tà.-ri""t" "rp".tot
d. los elementos que se telacionan con la analidad «contestada», la contestaci6n una vez formulada y ma-
?É;i.1 tabaco, lo crudo v 1o cocido, las costumbres de la mesa)'
y el"i-Àttodio terializad,a como tal no podrd dejar de ser contestada
'^- c"àr'.a,-."vÀ-ÉÀpatl"t ."ipecto,^ loi contestatarios son conocidas
a" roUrm, lhtioarrt. ..r-..r. peliculas,figutas paternales en gran cantidad, a su vez.
iàr.-r-iiÀb* à"ptesa su disputa con la hadre primitiva baio la forma de
LrÀe.*i;rì. iòntt" la «moral del esfinter>> que inculca al ni'6o esta La constelacidn paterna del contestatario es general-
iÀrgi iaal.o.^nal precoz; ver a Brigitte Bardot t:oitiendo sistemdticamente mente la de una madre pujante y cebadora y la de un
v h fà*o." postura anal de Piccoli en «EI desdén», o
X-È.i-"ia" pi.guntrindole a iean Sebere en «A bout de souffle», si
"rr"-tr"iniài..^i, (4) Ea realidad, todas las solicitaciones compulsivas, todas las «ten-
puede otinat en el lavabo, etcétera.
--- Òrir,., que constantemente se refiete a su identilicaci6n con el Padre taciones», que trasponen cierto llmite, se viven como si hiciesen imrpci6n
de tuerza en el sujeto, desde el exterior, o sea como equivalente al iebar
t"."--itàÉrot.o lot eo" se coloca en el sitio de la madre buena,-ya
al niffo. Cierto que el mundo modemo, la civilizaci6n urbana y Ia sociedad
i"ira" *'.à-, ior.nf.i-or, como cuando da de comer tampoco
**ùi, a las multitudes' de abundancia oftecen muchas excitaciones y solicitaciones continuas que,
iti.*"iiio que el estructuralismo, ni Gg$rd,
al no set integtables pot el sujeto en taz6n de su intensidad y su ftecuencià
h"r;-;;;6-;n- iò"".tute'o,
.u..Ioé àe -rvo. Si sufren-uo eclipse parcial- es con telaci6n a la debilidad de su Yo, se viven corno un verdadero ence-
iìioi.._r*q*- partlcipes de la contéstaci6g r- nrcfisurrindola en mucbos
bado perseguidor e implacable. Jeaa Can, en El PaDa ha naefto describe
i.p"Ct.r'r, conoceÀ la iuerte comrin de todo lo que existc, suelte que el cardcter «superestimulante» de nuestio mundo.
siempre suele set negada.
332 André
tténhane
padre débil e inexistente. En realidad, esta constelacidn
es mds bien la de sus imagos paternos y no es, obligato-
riamentg, el reflejo de sus objetos paternales en su reali-
dad objeìiva. La madre cebadora puede ser funcional-
mente equivalente a la madre ausente, pudiendo la nega-
tiva del mundo objetal tener su origen tanto en la satura-
ci6n por traspaso del umbral de las solicitaciones com-
pulsionales como en la excesiva frustracidn.
El contestatario se estoruarà en demostrar que no
tiene nada en comrin con la Imago materna malvada, por
lo que se comportard como buena madre,' y por esto ofre-
ce cama y cubierto a los j6venes trabajadores:
Deseamos quc la residencia universitaria esté abierta
para todos y que los trabajadores j6yqes puedan vivir en
àlla si asi lir desean. Lo mismo también es vàlido para el
restaurante universitario donde los j6venes trabajadores
oueden comer ieual que los estudiantes. Vamos a instalar
incesantemente Ar la nbase, un taller popular con material
de imprenta donde podremos imprimir folletos y octavillas'
Reproducimos esta declaraci6n del administrador del
pabell6n ocupado de Nanterre, aparecida en Combat (20
setiembre 1968) para demostrar, de una parte, el aspecto
materno de la identificaci6n de los estudiantes contesta-
tarios que los obreros j6venes son sus hijos-, y
de otra -ya
parte, con la universidad materna en el seno
tutelar de la cual se instalan, ellos y sus protegidos.
Adem6s, parece evidente que una vez rcalizada esta
identificaci6n con la madre buena podrdn atacar a la
malvada (5), o sea a la sociedad burguesa capitalista de
consumo. En efecto, la proyecci6n de las compulsiones
no integradas anales-, implica, como ya
-esencialmente
(5) La radio ptanté6 al sectetatio del S. N. E. Sup, unas qre-euqt?s
precirài, a las que nò contest6, si biel acus6 a la.Universidad de Columbia
à" iàti'rr. e.triio. sobre gases quimicos para utilizatlos en Vietnam. Una
viz hubo proyectado asl su agtesividad explosiva enal sobte los norteame-
ri*"*, q"ìa.i fibre para detribatlo todo v ttat6 pÉblicamente de <<gusanos»
a los due no pensaban como é1.
El Universo Contestatario 333
hemos indicado, un maniqueismo perfecto; de un lado,
el mundo de la pureza, de la bondad (en este caso, el
contestatario y todos aquellos con los que efectfia una
identificacidn narcisista), y por otro, el mundo del mal,
de la analidad.
A nuestro entender, la proyeccidn de las compulsiones
«malvadas>> con el maniquefsmo concomitante, asi como
el temor del retorno perseguidor hacia el Yo de las com-
pulsiones proyectadas es lo gue explica la lucha violenta
que acaba por oponer a los grupos entre si.
Para el gran pfblico,la alianza de diversas tendencias
anarquistas y maoistas, por curiosa qlJe parczca en ruz6n
de las diferencias doctrinales que las separan, est6 justi
ficada por mor de una comunidad real en cuanto al
objetivo perseguido (el derrumbamiento del régimen ca-
pitalista).
Mas en la realidad, tales grupos se hallan en continua
discordia; asi, por ejemplo, el P.S.U. francés es considera-
do con desprecio co[no <<centrista» por gran nfmero de
miembros de los otros grupos. Los trotskistas son trata-
dos de bur6cratas por el partido 22 de Marzo, etcétera.
Creemos que cuanto mds tiempo pasa, mds dificil se
torna el mantenimiento del Yo al abrigo de las compul-
siones proyectadas, ya que la presidn de tales compulsio-
nes cada vez es mayor por razones econ6micas (en el
sentido sicoanalitico del término), tal como hemos men'
cionado.
Por ejemplo, cuando las protestas de mayo de Paris,
todo el grupo formado por los grupitos desempefi6 un
papel fundamental, reconociéndose cada uno de sus miem-
bros en todos los demds, y viviendo el conjunto de los
mismos una especie de fusidn narcisista que formaba un
solo Yo, en tanto el resto del mundo constitufa el Otro.
Sin embargo, a medida que la presi6n de lo <<proyectado»»
354 André Stéphane
se fortalecia, el mantenimiento de los limites tan tensos
del Yo resultaba imposible.
Poco a poco, 1o proyectado llega a las formaciones
periféricas; luego, paso a paso, llega a las que est6n mds
pr6ximas al grupito al que pertenece el sujeto. La lucha
de los pequefios grupos prosigue en el interior del Yo in'
vadido-prògresivamente por las compulsiones aborrecidas
y viéndòse obligado a replegarse a nuevas fronteras, desin-
vistiendo cada vezm6s grupos que a su vez se convierten
en <<los otros».
Yo susceptible de tan grande extensi6n también
Este
sufre en una demora bastante breve el proceso inverso,
que lo convierte en una auténtica piel de zapa. Este me-
cànismo se halla en el origen de 1o que Freud llama «el
narcisismo de las pequefias diferencias», estando éstas
tanto m6s investidas cuanto que se ponen al servicio del
maniqueismo, tendiendo a establecer unas fronteras rigi-
das en torno a un Yo reducido a 1o mdximo.
Por tanto, en nombre del Bien combate el contestata'
rio al Mal. El maniqueismo resultante de la proyecci6n
hace que halle buenos todos los medios de lucha. Como
dice Iònesco, se trata de un caso de legitima defensa.
Este mecanismo lo arrastra a liberar una violencia
sin freno, puesto que se eierce en nombre del Bien, o sea
de Ia moral, no siendo de todas maneras la violencia
ejercida mds que una respuesta a la violencia de la so-
ciedad (6).
Este razonamiento es propio de los paranoicos y el
nricieo paranoico que todos llevamos en si, en estado la'
tente, puede, cuando sus manifestaciones hallan el apoyo
de todb un grupo, conducir al terror o al totalitarismo'
(6) Asl se puede echat pot tiema y golpear al decano Beauiou' Esta
violeÀii nà-ii.À", ;"s,1" .l coirtestatario, nàda en comÉn con la que ejetce
la sociedad butguesa, a la que teptesenta el Decano'
I Universo Contestatado 335
Hemos de recordar una yez mds que los nazis al de-
purar al mundo del <<veneno judio»; los stalinistas al
asesinar a los primeros bolcheviques; los chinos al humi-
llar a una célebre actriz, empujdndola al suicidio, estaban
o est6n convencidos de obrar asf en favor de la salud
del mundo.
Es evidente que nazis, chinos o contestatarios, son
idénticos a los que quieren combatir, o sea a la madre
s6dica. Esta identificacidn se efectria en nombre del
Superego y se halla completamente libre de culpa. Ni
siquiera constituye un ejemplar «retorno de lo recha-
zado»> (7).
Los lazos que unen la proyecci6n al maniqueismo, el
maniqueismo a la violencia y al terrorismo, se extienden
al totalitarismo. En efecto, si el maniqueismo es absoluto,
la necesidad de destruir al Mal (al objeto sobre el cual
se proyectan las compulsiones no integradas) también serd
absoluta. Entonces, todo habrd de estar subordinado a
este fin y ninguna actividad o pensamiento humano es-
capaÉ. a la puesta en marcha de los medios que conducen
a la solucidn linal (librarse del Mal absoluto para instau-
rar el Bien absoluto). No hay lugar para la actividad
«gratuita» del espiritu (gratuita en relacidn con el fin
perseguido). Todas las actividades quedardn <<inclui-
das» (8).
(7) _Cuando
-Ie interpel6: el rector Beaujou fue arojado al suelo, un contestatario
comprendido ahora cudl es la relaci6n de las fuetzas?
-gHas
La relaci6n de fuezas define precisamente la relaci6n propia del estado
sridico-anal,
. - (8) Es notable que la <<Imaginaci6n en el poder» haya conducido
tdpidamente a la aparicidn de ideales como <<El arte al seniciodel oueblo».
el <«ontrol de la preosa» y otros. Esto también lo ha observadò Edgai
Morin: «Los _pintores, actores, rehacen, de modo aùn mfs caticatutesoo'y
rdpido, el ciclo_ tan cotrocido que va a la brisqueda de un arte proletatià
y conduce a ciertos dogmas intimidatorios, yà sobre eI fute ai servicio
de Ia Revoluci6n, ya de la Revoluci6n al iervicio del Ame...»
336 André Stéphane
A menudo, como el contestatario es un intelectual, si
se identifica con la madre sddico-anal, proyecta su acti'
vidad intelectual sobre esta figura materna todopoderosa,
convirtiéndola en un <<maestro del pensamiento»». Maestro
del pensamienJo con el que se identificar6 secundaria-
mente (haciendo él voluntariamente de maestro de es-
cuela), y esto en un rnodo que conduce sin falta a la
instauraci6n de un <<terrorismo intelectual» (9).
Se comprende que la guerra total contra el Mal no
pueda oponerse m6s que de forma radical a la ideologia
de la democracia liberal. Esto implica el laicismo, o sea
la separaci6n de 1o temporal con Io espiritual, pudiendo
esto fltimo ser religioso o politico (aunque la ideologia
en cuesti6n sea de esencia materialista).
O sea que una ideologia que implique el maniqueismo
y el anhelo de lo absoluto no pueden tolerar la existencia
de la democracia liberal, conduciendo ineludiblemente
al aplastamiento de las libertades.
Edgar Morin escribe en un articulo (muy favorable
por cierto al movimiento contestatario), que <<el terroris-
mo intelectual (10) trata de instalarse por doquier donde
El nuevo paralso socialista de Cuba también se halla a punto de
tener <(un atte al servicio de la revoluci6n». Ademds, las costumbtes alll
se vigilan exffemadamente. Un joveo contestatario que marchd a Cuba
regres6 ultajado, ya que los estudiantes cubanos le habian teprochado que
se pasease llevando a su <<amiguita»> cogida de la cintura. La rigidez de
las costumbrcs sexuales ha de acompaiat al totalitadsmo ya que el amor
permite que el hombte escape a la politizaci6n total de la vida. Adem6s,
el maniquelsmo se basa en un techazo de ciertos compofleotes sexuales, y
siempte es la virtud tandtica la que acaba por tiunfat.
(9) Este componente sridico-anal no integtado no s61o se transpa-
rente.en la coercidn absoluta con la que el contestatario impone sus ideas
sino también en su expresi6n que florece sobre el tereno de una libettad
sicomotriz
- mental, verbal y caligtdfico.
(10) R.ecordemos que el decano Grappin, efl su carta de dimisi6n,
decla entre otfas cosas:
«No puedo aceptar la supresido de la libertad de expresido en el
interior de la Facultad, el desdén hacia la cultura, la pt4ctica constante
de una intolerancia agresiva... Esta situaci6n me parece intoletable por
los mismos motivos que fui a combatir el nazismo.»
EI Universo Contestatario 337
el gran soplo se apaga; los rigidos marxistas-leninistas
proclaman la ley de Althusser; el marxismo liberador se
transforma en marxismo arrogante e intimidador; los
Poujade del intelecto gritan fuerte; los vocablos revolu-
ci6n y clase obrera se convierten en vocablos mand, en
vocablos tabri, los situacionistas se entregan a agresiones
fisicas, varios contra uno, agresiones que juzgan poéti-
cas... Esta Comuna deja transparentar su cadencia origi-
nal en la recaida, y en su libertarismo hay muy poco
liberalismo. Quiere demasiado y cree excesivamente que
el liberalismo es burgués. No comprende la necesidìd
de las profundidades, fundamentalmente liberal, que as-
ciende de los regimenes llamados comunistas>>.
La pregunta que Edgar Morin no formula es saber si
esta <<recaida de la Comuna» que conduce al <<terroris-
mo», segùn sus propias palabras, no forma parte intrin-
seca, necesaria e inevitable, esencial, del movimiento que
tanto admira.
La ideologia de la democracia liberal, a la inversa, no
puede satisfacer por sf misma las aspiraciones humanas
al infinito, ni la sed de absoluto, y esto en raz6n de su
naturaleza intrfnseca que, precisamente, tiende a limitar
su empresa a un campo relativamente restringido del
espfritu y de las actividades del hombre, dejando al in-
dividuo el cuidado de disponer a su arbitrio de todo lo
que se halla situado fuera de este campo.
Ya vimos que para el que exige, como el niffo espera
que su madre se lo dé todo, que la sociedad le entregue
la llave del paraiso, la democracia liberal es decepcionan-
te. Supone, en efecto, que los ciudadanos han alcanzado
el estado cientffico, o sea que han superado el estado
religioso, empleando la distinci6n que Freud establece de
Toteru y Tabrt entre los que han renunciado al narcisismo
omnipotente y los que no pueden separarse del mismo
338 André Stéphane
m6s que en beneficio de un favor divino del que lo
esperan todo.
La ideologia de la democracia liberal se apoya en
una concepci6n adulta del mundo, como dijimos cuando
opusimos el Superego, heredero del complejo de Edipo,
que implica la interiorizaci6n de las prohibiciones y una
independencia con respecto a los objetos, a la moral del
esfinter, de esencia materna pregenital ligada directamente
a la autoridad, forjada por reglamentos limitados y rigi-
dos, sin que establezca una Ley trascendente.
Todo esto podria conducirnos naturalmente a extender
nuestras reflexiones al problema crucial de las relaciones
entre Socialismo y Libertad. Semejante tema mereceria
un estudio en el que el abordamiento sicoanalitico resul-
taria muy valioso. Naturalmente, aquf s61o podemos evo-
car algunos de los problemas que se plantean. Sabemos
Martinet lo subraya en La conquista de los
-y Gillesque
poderes- ningtin régimen socialista de los paises en
que actualmente existen, ofrece el ejemplo de una conjun-
ci6n real entre socialismo y libertad.
Como analistas debemos preguntarnos si semejante ré-
gimen permite dar satisfacci6n a los instintos primarios
del hombre sobre un modo directo o sublimado. Una
respuesta negativa nos conducird ineludiblemente a la
conclusi6n de que la libertad debe padecer una violacidn
mds o menos grave para permitir al socialismo que se
perpetfe (o sea, al estar impuesto por la fuetza), a menos
que no sea el mismo socialismo el que sufra una presidn
mds o menos importante. Asi es posible que un arreglo
realizado bajo el imperio de la necesidad conduzc a a la
alteracidn de los dos miembros de la pareja, no siendo
el régimen ni verdaderamente libre ni totalmente socia-
lista.
El Universo Contestatario 339
Por ejemplo, cabe preguntarse si las compulsiones
anales y los deseos edipicos, de los que tanto hemos
hablado, podrian satisfacerse en un régimen donde no
existiese el beneficio, ni la propiedad privada, ni tampoco
la jerurqruia social.
Sabemos que poseer, acumular, atesorar, tratar de
obtener provecho, son derivados directos de las compul-
siones anales primitivas, para ejercer una influencia o un
poder; pero todas estas actividades son al mismo tiempo
impulsadas por los deseos edipicos de traspasar las ri6e-
ras, aunque privar al hombre de la posibilidad de satis-
facer algunos instintos fundamentales puede hacer nece-
sario el mantenimiento de una dictadura destinada a su-
primir la descarga libre de la energia compulsiva en el
dominio econ6mico y social. Ademds, habtia que buscar
algunas vdlvulas de escape si no se desea que la presi6n
de las compulsiones resulte demasiado explosiva. Creemos
que una de las explicaciones sicol6gicas posibles de la
existencia de una burocracia opresiva en los regimenes
socialistas puede hallar aqui su lugar; a falta de poder
derivar algunas energfas hacia la actividad econ6mica, a
falta de insertarse en la pir6mide social donde el indi-
viduo siempre se siente inferior a alguien, pero también
superior a otro, aquél puede ser inducido a buscar una
satisfacci6n sustitutiva en la organizaci6n y el manteni-
miento de una administraci6n todopoderosa, tanto m6s
restrictiva y an6nima cuanto que la regresidn de un
cierto nrimero de compulsiones sdlo sirve para reforzar el
componente sddico-anal de la existencia sicosexual, com-
ponente que hallar6 su adecuada expresidn en el universo
burocrdtico.
Pueden establecerse otras <<vdlvulas de escape», como
la tolerancia respecto a actividades paralelas de orden
individual (propiedades de los campesinos con rebafios,
340 André Stéphane
cultivos, etcétera, mercado paralelo con venta de pro-
ductos procedentes de una cosecha personal, restableci-
miento de la heredad... En la industtia: primas de ren-
dimiento, etcétera).
En los atentados a las libertades, aparte de las desti-
nadas a las libertades econ6micas, y las libertades politi-
cas propiamente dichas, pueden actuat sobre la libertad
de pensamiento, ejerciendo una presidn moral al inculcar
que las medidas socialistas coinciden con lo que estd bien,
y estigmatizando lo que no es socialista como lo que estd
mal. Entonces, puede existir la tentacidn de ayudar a la
adquisici6n de esta educaci6n moral mediante una pro'
paganda adecuada.
Creemos que Ia conciliaci6n de un régimen que no
satisfaga ciertos instintos humanos con la libertad corre
el riesgo de ser aleatorio.
Como dice Freud en su qitica del comunismo (Males'
tdr para la civilìzacidn):
Al abolir la propiedad privada se priva a la agresividad
humana y al placer que procura uno de sus instrumentos,
instrumento poderoso sin duda, aunque no el m6s potente.
Como desquite, no ha habido cambio alguno en las dife-
rencias de potencia e influencia de que abusa la agresi6n,
como tampoco en la naturaleza de ésta. Ya que no ha sido
creada por la propiedad sino que reinaba de forma casi ili.
mitada, en los tiempos primitivos, en que esta tiltima era
bien poca cosa; apenas el instinto de la propiedad ha per-
dido en el niffo su forma anal primitiva, que la agresi6n ya
se manifiesta en él; constituye, en fin, el sedimento que se
deposita en el fondo de todos los sentimientos de amor o
ternura que unen a los humanos...
En todo caso, es preciso prever esto; sea cual sea el ca-
mino que la civilizaci6n escoja, el trabajo indestructible de
la naturaleza lo seguird siempre.
Pero el punto que juzgamos fundamental en todo
estudio del problema que plantea la conciliaci6n del so-
recta con lo que hemos tratado de demostrar en este
capitulo.
EI Universo Contestatario 341
En efecto, toda ideologia que se funde en la proyec-
ci6n y correlativamente en el maniqueismo, lleva en si
los gérmenes de la violencia y el totalitarismo, sean cuales
sean en el plano consciente, su belleza, su grandeza y su
generosidad.
Asimismo, también nos referimos a Freud para apoyar
nuestra hip6tesis. Tras haber observado que <<siempre
es posible unir los unos a los otros por los lazos del amor,
a condici6n de que fuera de este grupo queden otros
individuos para recibir los golpes>», Freud aporta algunos
ejemplos de este mecanismo. Para terminar dice que «no
fue obra de la casualidad que los alemanes apelasen al
antisemitismo para dar cima y remate a su suefio de su-
premacia mundial; y ya se ve c6mo la instauraci6n en
Rusia de una civilizaci6n comunista nueva se apoya sico.
l6gicamente en la persecuci6n de los burgueses; pero
cabe preguntarse con ansiedad qué hardn los soviets una
vez hayan exterminado a todos sus burgueses>>.
Esta asociaci6n final entre antisemitismo y persecu-
ci6n de los burgueses nos conduce a nuestro estudio so.
bre <<un racismo nuevo», en que hemos tratado de lograr
una identidad entre el mito del burgués y el mito del
judio (11). Si nos hallamos ante un ayatar del racismo,
4podemos creer realmente sin ninguna vacilaci6n en los
<(mafranas que cantan»? (12). ePodemos estar seguros de
que la alternativa <<socialismo o barbarie» no se transfor-
ma en la conjunci6n del socialismo y la barbarie?
(11) Freud tenta taz6n, ya que tras haber perseguido a los butgueses,
los comunistas se revuelven ahora conEa Ios judlos, después de haber, por
1o demds, disminuido gf,avemeote sus propias filas.
(12) Dutante las protestas y después, una de las acusaciones mis fte-
cuentes lanzadas contra los no contestatarios, fue que <<temtan perder su
momio»>; pata. efipezat, creemos que s6lo las personas que poseen la
expetiencia de perder sus bienes por culpa del comunismo o el nazismo,
o por ambos en sucesi6n, pueden hablar de semeiante eventualidad con
conocimiento de causa.
iu
18
IZQUIERDISMO Y FASCISMO
«La revoluci6n es una forma de ser esencial y per-
manente.» (1)
La contestaci6n, ya que se trata de esta revoluci6n,
cuyo cardcter absoluto y rigidez acabamos de ver, fun-
ciona como un caparazdn caracteristico que pone su
huella en la posici6n afectiva e inteleqtual del sujeto que
la adopta. Los que han tenido ocasi6n ilulante los <<meses
revolucionarios» de colaborar a la selecci6n, a la forma-
ci6n o al reclutamiento de j6venes, bajo una forma u
otra, han podido comprobar con nosotros que un detalle
minimo en el comportamiento del sujeto permite a me-
nudo clasificarle inmediatamente (;es contestatario o fundos y no al contenido (2). Ya hemos visto que el
no?), 1o cual es propio de los neurdticos de cardctet, a contenido puede cambiar; incluso, éste es uno de los
los que a menudo se diagnostica a primera vista, como
si se tratara de un tic.
Naturalmente, al seleccionar a los sujetos de expe-
riencia, también serfa posible producir verdaderas «neuro-
sis de contestacidn>» experimentales, colocando a un indi-
viduo tan poco predispuesto a ciertas condiciones. Debe-
(1) Alain Jouffroy, Trayectorias.
El Uniyerso Contestatario 343
mos precisar inmediatamente que esta experiencia no
serla el equivalente de un «lavado de cerebro»», sirlo
exactamente 1o contrario; estamos convencidos de que
bastaria concederle al sujeto del experimento una libertad
total y un aliento moral discreto, pero seguro desde el
principio hasta el fin, para convertirlo en un contestatario
en regla.
La contestaci6n surge a veces stibitamente, como al-
gunos amores parad6jicos en personas en las que nada
podia dejarlo prever. Ciertas defensas bien organizadas
se esconden detr6s de otras defensas aÉn mds rigidas y
m6s an6nimas, la evitaci6n activa detrds de la evitaci6n
latente, hasta el momento en que la contestacidn se mani-
fiesta a plena luz, a favor de los acontecimientos y de
cuanto comportan, a la vez como presidn supereg6tica y
como satisfaccidn narcisista; la defensa primitiva (la con-
testacidn) anuncia eritonces claramente sus colores. Esto
es lo que nos hace ver la magnitud de la mancha de
aceite del movimiento entre los contestatarios <<latentes».
En este caso, la contestaci6n se impone la
defensa caructenal en -como
general- con la fuerza restringente
de un movimiento instintivo; el contestatario se imagina
libre cuando se entrega a su demostraci6n; en realidad,
estd encerrado y preso.
La defensa contestataria se refiere a los afectos pro-
rasgos qtue catactetizan a la postura del contestatario.
Son los afectos que se esconden detr6s del espesor del
caparazln caracterial a los que nada debe atacar, sobre
todo, al razonamiento. Toda la conflictualidad debe ser
proyectada fuera. Todo debe pasar al exterior, y hasta la
(2) «Desconliad tanto de 1o abisal como de lo celestiai» (Hend
Lefebvre).
 344 André Stéphane
intensidad de 1o que ocurre fuera del Yo s6lo sirve para
consolidar la fofialeza caracterial en el interior.
La postura contestataria se halla de este modo, y obli
gatoriamente, fija, estdtica, asegurdndose por este medio
contra toda modificaci6n posible, procedente por ejemplo
de un cambio de postura del adversario:
<<Si el enemigo ha aceptado, s6lo puede tratarse por su
parte de un cdlculo maquiavélico; la contestaci6n sigue
en pie» (a prop6sito de la reforma de Edgar Faure).
En virtud de la defensa caracterial, el contestatario
se aisla cada vez mds en relacidn con el resto de la so-
ciedad y nada refiierza mds la barrera que le separa
de la misma que los ataques de que es objeto después de
haberlos provocado, segrin la fdrmula: <<provocaci6n, re-
presi6n, contestacidn», ya que toda oposici6n s6lo sirve
para justificar y rcfsrzar su aislamiento al mismo tiennpo
que lo pone al pairo.
Por esto, el contestatario se ve inmediatamente con-
testado a su vez y se halla obligatoriamente superado
prdcticamente, sino en palabras, por el movimiento revo-
lucionario.
Éste, de ritmo menos convulso, y m6s insertado en lo
real orgdnicamente, también mds dindmico, se ve humi-
llado a la larga por la ciega rigidez y testarudez de Ia
contestacidn (5).
En el interior del grupo de sus semejantes, el contes-
tatario siempre estr{ aislado y relativamente solo, y el
redactor del diario laboral de Ia pelicula contestataria de
Sjòman ("Quiero saberlo todo») ---+olectivista conven-
(l) Si se ha podido decir («El hombre de la sociedad», Tabla Re-
donda nrim, 8) que <<este aspecto de escdndalo es el que ha permitido, de
una parte, derribat las estructutas universitatias y de otra, conducir a la
toma de conciencia politica», es preciso afiadit que también es el principal
factor del fracaso.
,1
El Universo Contestatafio 345
cido-, adquiere un barco-faro desafectado para aislarse
finalmente de todo. Predica politicamente la no violencia
y en su vida sexual se cornporta como sddico. Los mani-
festantes desfilan, en dicha pelicula, al grito de: <<Estados
Unidos, asesinos», pero la puesta en escena da a entender
a los espectadores que sus gritos de rebeli6n se dirigen a
los adultos que contemplan la manifestaci6n desde sus
ventanas, aunque las tentativas ultrajadas para romper
toda relaci6n con los adultos parecen abocadas al fracaso,
si bien los contestatarios pelean ferozmente contra el pe-
ligro de ser «recuperados» por el cuerpo social, a decir
verdad contra el intenso deseo de hallar en el mismo un
sitio. El contestatario oscila entre la dependencia respecto
a sus padres y la rebeli6n brusca, cuyo car6cter violenta-
mente agresivo testimonia la debilidad interna de su
movimiento de revuelta.
En su contexto politico continria esta posici6n infantil,
confundiéndose el blanco de su desesperado ataque y la
sumisi6n absoluta a su ideal politico, con su postura
entre las dos imdgenes paternales, viéndose en la misma
los mismos matices afectivos.
Su postura politica, positiva y negativa, corresponde,
en consecuencia, a la misma fijaci6n superficial y a la
misma ambivalencia que caractetizan sus relaciones pa-
ternales, ya que se trata del <<Yo» extremadamente tfmido
y f.ràgil; y el encantador joven, culto y servicial, al que
no se reconoce en las barricadas, ya no es el mismo; por
una parte, es el resultado de su ambiente, por otra se
impone como la manifestaci6n brutal de sus afectos; su
Yo no es homogéneo, no estd s6lidamente organizado, ya
que sus perturbaciones se remontan a una grave traumati-
zaciln narcisista-oral, siendo siempre el narcisismo un
punto de fijacidn, una llamada a la regresidn, Se ha dicho
que el contestatario estd hambriento de amor, 10 cual es
I
perfectamente cierto. Quisiera ser amado todos
t -como
i
I
I
346 André Stéphane
los narcisistas- por sf mismo y no porque lo merezca (4).
De este modo, rcchaza a la sociedad que hace pagar en
dinero todas las satisfacciones que procura y combate el
sistema de selecci6n y exdmenes porque desea ser acepta-
do plenamente, por si mismo, tal como es, por lo que es,
arrojando por la borda todos los sistemas de criterios ob-
jetivos basados en la qomparaci6n y en la rivalidad (5).
Esos adolescentes Que quieren un avance de-
-por de maduraci6n
sesperado- saltar por encima del periodo
(sustituyendo, por ejemplo, el poder por el saber, el hacer
por el pensar y el escribir,la f.uerua real por una seudo-
agresividad y la seguridad por la exageraci6n del acto
y la palabra) e imponerse como adultos, no son adoles-
centes prolongados sino adolescentes infantiles ; retroceden
no s61o ante el complejo de Edipo sino ante la integraci6n
de la analidad y quedan aferrados a un narcisismo que
tiende a techazar eternamente la inserci6n de las com-
pulsiones en la trama narcisista y en el Yo; faltos de
analidad integrada, no pueden pasearse por el mundo,
sino que impulsados por un narcisismo que no conoce
limites, unen su vag6n a cualquier locomotora que avance
hacia la perspectiva de las satisfacciones narcisistas in-
finitas.
El predominio narcisista que inviste una actividad
pregenital, cuyo camino hacia la integraci6n en el haz
genital estd cerrado, y que se mantiene fuera del proceso
edfpico, debe favorecer te6ricamente a las perversiones;
1 en la estructura del contestatario no puede faltar un
nùcleo.perverso (en el sentido sicoanalftico y no obliga-
(4) En el Evangelio hallamos el tema natcisista del amor sin mere-
cerlo, entre offas, en la pardbola de1 hiio pr6digo y en la de los obteros
de Éltima hora.
(5) La dimensi6n sddico-anal estri suprimida en los «duelos cervece-
ros>> de las corporaciones de estudiantes alemanes. En ellos no hay ni
vencido ni vencedor, ya que el que pietde se tetita con el titulo, narcisls-
ticamente mds satisfactorio, de <<segr:ndo vencedot».
El Universo Contestatano 347
toriamente en el sentido moral del término) (6), mds o
menos activo, m6s o menos manifiesto. La perversidn
constituye un desafio que el contestatario aruoja a la ca-
beza del adulto y desempefia ante todo el papel de una
transgresi6n con relaci6n a la sociedad (en tanto que, en
realidad, evita el enfrentamiento edipico que se vive
inconscientemente por el perverso como unido a un peli-
gro supremo, el de la castraci6n), pero el carilcter per-
verso de esta demostraci6n nos parece m6s bien secun-
dario (7).
En realidad, la perversi6n del contestatario tiene una
tendencia muy clara a ser voluble, ya que es obligatoria-
mente conflictual, aunque organizdndose sobre la base de
la evitaci6n edipica, el contestatario nunca se halla ale-
jado de la soluci6n perversa que tiene Ia misma finalidad
que la evitacidn del complejo de Edipo mediante la con-
testaci6n.
Como vive mds o menos aislado de la sociedad, en el
seno de un auténtico universo contestatario, o sea en un
medio narcisista, se ve tentado obligatoriamente a orien-
tarse sexualmente hacia las soluciones narcisistas, de las
que la perversi6n es, en cierto sentido, el prototipo. De
forma general,rechaza al adulto como compafiero ya que
decia aquel joven de cuarenta afios- «el adulto
no es estupendo».
El medio narcisista despierta en él una excitaci6n
sexual especifica (invistiendo el narcisismo a la sexuali-
dad de modo autoer6tico), el ejercicio de su motricidad
(6) Ver la definici6n de la perversi6n en el capltulo consagtado
a Marcuse.
(7) En la pellcula de Sid,man «Soy cutiosa», la pareia que se ama
va vestida de igual forma; ambos protagonistas llevan pantal6n, sus gestoc
son simétricos, se balancean titmicamente en un movimiento tfpicamente
masturbador. Cabe considerar este acoplamiento como un acto masturbadot
petverco, peto sobre todo es un acto de desaffo; en efecto, se desea sub-
iayar que los enamotados se activan priblicamente en pleno dia en la
balaustrada que da ftente al Palais Royal (Patls). El centinela que les
contempla asombrado tepresenta el Superego paternal bufo y ridiculizado.
348 André Stéphane
yerbal y muscular (barricadas), affadiendo su contingente
de componente s6dico-anal, sin hablar de la agresividad
propiamente dicha. Asi llega a una excitaci6n sexual
(<<cuanto mds hago la revoluci6n mds deseo amar»»), pero
este proceso corresponde esquemàticamente al desarrollo
natural del paso por las fases pregenitales y no se welve
obligatoriamente a la perversi6n.
Marcuse describe el mismo proceso al referirse a la
«convsrgencia de una revuelta politica y una revuelta
ético-sexual» Gl lin de la utopial. (Esta formulaci6n
corresponde a la evitaci6n del complejo de Edipo y a la
regresi6n sexual concomitante):
El episodio que os relato se produce en el transcurso de
una de las mayores manifestaciones contra la guerra del Viet-
nam que haya habido en Berkeley. La Policia habia auto-
rizado la manifestaci6n pero prohibiendo el acceso al objetivo
de la misma: el centro militar de Oakland...
A la cabeza de la procesi6n que se acercaba a la forma-
ci6n policiaca habia, como siempre, unos jdvenes que grita-
ban a los demds que no se detuviesen y rompieran el cord6n,
tentativa que naturalmente habria provocado disparos por
parte de la policia, sin ningrin tesultado positivo.
Al cabo de dos o tres minutos angustiados, los millares
de estudiantes sentdronse en tierra. Entonces, surgieron las
guitarras y las arm6nicas, empez6 el petting, las caricias
amorosas y 1a manifestaci6n termin6 de este modo.
Por una parte creo que se manifest6 de forma espont6nea
y andrquica una unidad, la confluencia de dos revueltas, y
esto acabar6 por impresionar a los m6s escépticos...
Sin embargo, con ocasi6n de la actividad revolucio-
naria, el sadismo halla una facilidad de acci6n, en par-
ticular para las j6venes que tienen la posibilidad relativa-
mente reducida de esta compulsi6n parcial (las pe-
vivir
troleras), sin hablar de las compulsiones homosexuales,
despertadas por los tumultos, siempre en el limite del
verdadero peli$o.
Ademds, el perverso que,por definici6n, se aparta
del complejo de Edipo y de todo 1o que se deriva del
I
I
El Universo Contestatario 349
mismo, sobre todo de la vida de familia, se otienta natu-
ralmente hacia la contestaci6n que persigue como objetivo
el rechazamiento de la pareja paterna y de la familia (8).
El contestatario, frente a la conducta de los adultos
(por ejemplo, frente al «culto de la libertad»), ostenta la
misma actitud que el peryerso ante la actividad sexual
adulta (genital).
La perversi6n que halla naturalmente su lugar en el
movimiento contestatario es el masoquismo. Una tela,
imitaci6n de obras mejicanas, fue colocada en el despa-
cho del decano de la Sorbona, representando a un Cristo
gue sostenia una metralleta, 1o que no es tipicamente
masoquista pero su significado se aclara si se tiene en
cuenta que el masoquismo pone en primer plano su cas-
traci6n por la madre para poder, bajo este disimulo, in-
troducir analmente el falo del padre. Por tanto, hemos
de interpretar la tela en cuesti6n de esta manera:
Ser Cristo (o identificarse con Él) permite empufiar
una metralleta y servirse de ella (contra los incrédulos).
El masoquista contesta asi a su verdugo --que en el fon-
do es el padre-, lanzdndole el desafio: «yo gozo en las
calzadas», o sea: «Tri puedes atacarme, vencerme (o
cerrarme el camino del Edipo), pero yo gozo (a mi ma-
nera».
La provocaciOn constante ejercida por el contestatario
se nutre en gran parte por el componente masoquista; y
(8) El Evangelio segrin San Mateo insiste igualmente en la impor-
tancia de esta postuta contestatada; «El hermano enttegatà su padre a la
muette y el padte a su hijo; los hijos se levantatdn contra sus padres y los
hardn morir. Y vosotros seréis odiados de todos a causa de mi Nombte,
pem e1 que tesista hasta el lin, éste serd salvo».
(Segrin los chinos: «Nosotros seremes aÉn trescientos millones después
del exterminio at6mico y podremos gobernar el mundo para aplicar el
vetdadero marxismo>>.)
Ademds: «No credis que he venido a traet lù paz sobre la Tietra; no
he venido a ttaet La paz sino la guema, ya que he venido a enlrentar al
hombre con su padre, la hija a su madre y el yemo a su suegta».
«Se tendrd como enemigos a los propios familiares. Quien ame a su
padre o a su madre m6s que a Ml no cs digno de Ml.»
350 Andé Stéphane
cabe recordar aquf la alucinaci6n colectiva de los estu-
diantes de Nanterre, relatada por Epistémon, que, bajo
la influencia del hashish, se imaginaban ser atacados por
el grupo <<Occidente>»; de esto hay que deducir que su
deseo masoquista de ser atacados era lo bastante poderoso
como para estallar en forma de delirio colectivo transi-
torio.
También recordamos que los contestatarios esto
se ha visto varias veces-, quieren a toda costa-y
su mdr-
tir (su Cristo).
De manera machacona, hemos subrayado que la con-
testaci6n tiene una finalidad afectiva complexual y que
su contenido (ya sosteniendo con su 16gica interna el
castillo afectivo, ya estando en contradicci6n con el afec-
to), tiene una importancia secundaia y contingente. Es
intercambiable y depende de la moda del momento.
El enfrentamiento entre contestatarios y contestados
es el mismo, tenga un contenido existencialista, estructu-
ralista o maofsta. Y si hoy dfa los contestatarios comba-
ten o ignoran el existencialismo, es porque pertenece al
pasado, o sea al reino del Padre. En esto hallamos al-
gunas caracterfsticas esenciales del movimiento contesta-
tario éste es un acercamiento preffado de consecuen-
-yen el
cias-, fascismo anterior a la guerra, tal como
hemos demostrado, especialmente en lo referente a las
acusaciones proferidas contra la sociedad de consumo.
De este modo, nos vemos obligados a identificar el mo-
vimiento contestatario con un fascismo que no se atreve
a tomar su nombre y a dat, en cierto modo, la raz6n a
lonesco: «la tfuania hoy dfa est6 en la izquierda».
Por tanto, hemos llegado a un punto de partida de un
movimiento circular (ver el sentido etimol6gico del vo-
cablo revolucién), qre es el décimo avatar del mismo fe-
n6meno.
Una breve recapitulacidn (pero que incluso en forma
El Universo Contestatario 551
resumida es sorprendentemente abundante) de las carac-
teristicas comunes al fascismo y al izquierdismo contesta-
tario demuestra una identidad de ambos movimientos
en numerosos puntos:
terrorismo intelectual (9),
racismo (ver el capitulo <<Un nuevo racismo>>),
laborismo (el fascismo siempre se calific6 de socialista),
dulzwa angelical y ferocidad,
mezcla de idealismo y sadismo,
regresi6n al proceso primario y falta del sentido de rea-
lidad,
fanatismo,
maniqueismo,
cierta filosofia pesimista de origen alemdn,
antisemitismo (antisionismo),
antiliberalismo,
antipadamentarismo,
culto a la juventud,
culto a la violencia.
En tanto que la revoluci6n ataca a la clase enemiga,
la contestaci6n ataca a su propia clase. Esto supera sin
embargo la noci6n de clase, ya que la enemistad se ex-
tiende a la familia y a la sociedad en su conjunto, como
emanaci6n paternal. En el sentido centripeto, la hostili-
dad se refiere al Yo del individuo, movimiento ilustrado
por el estallido de la contestacidn en grupos pequefios
hostiles entre si; el verdadero enemigo del contestatario
estd en su propio seno y el afecto proyectado tiende a
regresar sobre el sujeto (10), y siendo el Yo a la vez sujeto
(9) Sartre, en el Noauel obseruateur: «Raymond Aron deberd desnu-
datse (ante los estudiantes), y se Ie devolverdn los vestidos cuandp acepte
la contestaci6n».
(10) Ver el capltulo «Identificaci6n final con Ia madre sddico-anal».
352 André Stéphane EI Universo Contestatario 353

y objeto, trata de proyectar la agresividad sobre la victima
designada, aunque finalmente la recibe é1.
Pero este mecanismo también actÉa en el fascismo, y
no hay nada sorprendente en que el contestatario trabaje
inconscientemente en el mismo sentido que el fascista
y eue, finalmente, ambos se crucen a un nivel que de-
pende del contexto hist6rico: los observadores registraron
antafio con extraffeza la rupidez con que, a taiz de los
acontecimientos hitlerianos, nueve millones de comunistas
se convirtieron en nueve millones de nazis. A ruiz de
los acontecimientos de mayo en Paris, los mismos obser-
vadores habrian podido notar la tendencia inconscien-
te, aunque m6s segura, que empujaba a los contestatarios
hacia la instauracidn menos por vfa indirecta- de1
fascismo en forma de-al
una dictadura militar (la eventua-
lidad mds probable, en el caso en que el movimiento
contestatario hubiera puesto en peligro el <<sistema>>),
tendencia que no ha cesado de obrar todavia en la actua-
lidad, en el mismo sentido.
La contestacidn, por muchos aspectos, constituye un
fascismo de izquierdas y, en realidad, una contrarrevolu-
ci6n (11). Esta dictadura ya està rcalizada por el terro-
rismo intelectual, cuya forma mds simple es la conviccidn,
mantenida a pesar de la l6gica y de la realidad: «el inte-
lectual de Izquierda>> que dice, después de haber escucha-
do y comprendido los argumentos m6s v6lidos: <<iPues,
bien, nosotros pensamos de otro modo! », demostrando asi
que rinicamente investia el afecto irracional en detrimento
(11) Para rebelarse eficazmente contra el padre hay que haberlo
integtado antes. La verdadeta revoluci6n s61o puede ser edlpica. Los con-
testatados se apartan de los objetivos tevolucionarios que desdefian; son los
hiios del padre, integrado como tal, los que se baten pot la libettad; los
contestatatios se mofan de la libertad e la natrraleza de su iden-
tificaci6n inconsciente y secreta con la-segfin
madte anal- instituyen la res-
ticci6n esfinteriana, Hablan de congesti6n y de participaci6n, perb a lo
que tienden en tealidad es a la inversi6n de la relaci6n de fuetzas: <<{No
has cemptendido cudl era la relaci6n de fuerzas?»> (al decano Beajou
arrojado al suelo).
de la taz6n, y que en efecto ha instituido las
restricciones.
Estas restricciones corresponden a su componente
s6dico,
qr9-1e empareja con su narcisismo: «la Fe
no es incom_
patible con la L6gica, pues es superior».
I,a <<prdctica politica» que queiria situar
a los contes_
tatarios en el lugar de loJ estudios escolares es
la tra-
duccidn exacta de esta restricci6n de doble .rru, y
esto también existe un curioso cruce entre fascismo"n
y
contestaci6n. En ambos hallamos la politizaci6n
extendi_
da a la juventud, con un matiz de aritiintelectuuli;t (i;
que se sabe desde el principio s6lo puede ser
un saber
m6gico), y la magrrificacidn del afectà (12). Con
el régi-
men fascista se vieron promociones escolares ru"aJu-r,
no_ en los méritos, sino en motivos polfticos,
ex6menes
y diplomas concedidos a los màs ardiéntes fascistas,
todo
lo cual vuelve a estar de moda entre los contestatarios.
Para terminar con estas consideraciones no podemos
disimular nuestra conviccidn de que si los paàres son
contestados, la culpa es, en gran parte, por .r, d.bilidud,
ya que, para enfrentarse con una problemdtica
edipica,
no basta un hijo, sino también uo pàdr.. Si el padre'fue,
en un pasado reciente, un tirano doméstico, hòy es algo
inexistente o un «camarada» al que el nifro y-luego "el
adolescente no se afera bastante, con lo quà
tienie a
perder su papel de objeto de identificaci6n.
<<Esta crisis Gombrowicz_ es m6s una crisis
de adultos que-afirma
de j6venes, y demuestra ante todo una
sorprendente debilitaci6n del hombre maduro frente
al
joven» (13).
(:2)- Ei, los dos oovimientos pollticos fratemos, el
adolescente es
lfl: el mundo pudo ocu.hàr -en lì-i.l.ii.iàii"àl joven
que T.:9.
dlJo:
estudiante
..-h a me
,decisj6n pre-inscdbf en Vincennes, pero aguardo para
conocer todos Ios recovecos da;J; .;'";;;:-
ratificar mi
,. Lo menos-que_puede decirse ei q"eiq-il ffiil;.
se(do por el afdn de saber_
parecla estar po-
(13) «Entrevista con Witold Gombrowicz», por Dominique de
Roux.

12

19
REVOLUCION Y CONTESTACIoN
Bajo las calles la PlaYa
Mural.
Se hallaba preso un tal Batrabds, arrestado
con unos amotinados, que habia cometido
un asesinato en la sdici6n.
Evangelio segin San Marcos.
El diputado )uquin en la Sorbona:
<<Yo estuve en la Resistencia.»>
La multitud (contestatarios):
<<Nos imPorta un Pito».
Si hemos sacado a relucir la figura de Barrab6s es
porque éste fue resistente contra el conquistador romano;
Ài, érnburgo, el Evangelio sdlo tiene para él dos palabras,
identificdndole al enemigo, ya que también para las Sa-
gradas Escrituras se trata de sedici6n.
El Universo Contestatario i55
No podemos entrar aquf en los detalles del estudio
comparado de la Resistencia y la Revoluci6n; sin embar-
go, supondremos que tienen algo en comdn que opondre-
mos al contenido de las frases murales, como «bajo las
calles, la playa», cuya poesia no debe hacernos oividar
su profundo sentido.
Hay algunos extremos que se hallan regularmente en
el retrato del contestatario; uno de ellos nos choca extra-
ordinariamente, y se trata de someterlo a una nueva
revisi6n. Nos referimos a su negativa de la realidad o a
su desinterés hacia tal factor. Recientemente, pudimos ver
interrogar por televisi6n a unos representantes del movi-
miento contestatario; tras haber expuesto su posici6n
actual con gran precisi6n, respondieron a la pregunta
relativa a sus proyectos futuros con un encogimiento de
hombros.
El contestatario regula su equilibrio siquico mediante
una postura ad hoc, instaldndose entre la proyecci6n sis-
temdtica de una parte, y de otra un ideal imaginario, que
s61o puede ser definido sobre un modo negativo.
A pesar de esto, y aun a causa de esto, se mantiene
con todas sus fibras y, como ya hemos visto, para com-
partirlo 1o coloca fuera de si. Todos los argumentos ago-
tados en la realidad son rechazados por él y la m"ro, i"-
ferencia a Ia realidad despierta su irritaci6n y su c6lera.
En esta perspectiva, el hecho de que los contestatarios se
revuelvan contra su propia realidad no tiene nada de
sorprendente: cortan la rama en la que se hallan sentados.
No hacen mds que expresar su decisi6n de quitar lo real
y su suefio de una existencia sin rama, sin 6rbol y sin la
servidumbre aborrecida de tener que apoyarse
sobrevivir- en la realidad. eD6nde hay que buscai -para
las
raices de este comportamiento irracional?
A prop6sito del <<narcisismo c6smico» ya vimos que
el sujeto règresado a este estado chocaba con el univeiso
556 Andté StéPhane
compulsivo que no podfa integrat'y anue§tro entender tal
es el caso del contestatario.
Entonces, se comprende que llegue a soluciones ex-
tremas: destruir la sociedad existente es destruir la reali-
dad que s61o le ha procurado decepciones. No espera
ya el restablecimiento de su poder omnimodo, del pro
greso de su dominio sobre e1 mundo. Se ve obligado a
ietroceder, a regresar al estado narcisista anterior al naci-
miento del Yo y el Objeto, anterior a la escisi6n desga-
rradora entre el mundo interior y el mundo exterior, an-
terior al principio de realidad.
De repente, la sociedad que representa la realidad
se le aparece como un obst6culo a la felicidad conocida
antafioÌcuando era feto en el seno matetno, no formando
que un todo con el universo). La destrucci6n del mundo
àe los objetos (en todos los sentidos del término) se le
aparcce entonces como la condici6n necesaria para la
liberaci6n del sendero que ha de conducirle al paraiso
perdido. Ya que la realidad objetal llega un dia a susti-
tuir al mundo egoc6smico del lactante, siendo tenida, con
raz6n, como la gran lesponsable de la pérdida del uni-
verso narcisista anterior.
Es preciso que desaparezca la sociedad organizada
para los padres y la sociedad conjuntamente, o sea para
el mundo.
Si la realidad (el mundo objetal y material manejado
y dominado por la pareja paterna), desapareciese para
siempre, para el contestatario que vive inconscientemente
todo en su cuerpo, su Yo se confundiria con el universo,
y esto conduciria a la regresi6n al estado primitivo narci-
rirtu q,r" precedi6 al estado madurativo compulsional que
no ha conseguido integrar.
Pero la iegresidn narcisista corresponde al impulso
El Universo Contestatario 257
exultante de la vida prenatal de la cual se conserva un
recuerdo casi visceral, pero que, al situarse mds all6 de
toda formulaci6n, de la sensibilidad y del Yo consciente,
escapa a toda precisidn y toda descripci6n. Es incluso
este cardcter inefable el que constituye su encanto.
El contestatario piensa asi inconscientemente que le
basta con rechazat al mundo material para que automà-
ticamente surja de la nada la felicidad narcisista. Pero
cuando se le formulan preguntas respecto al sujeto de
esta felicidad, llegada espontdneamente, simplemente por
Ia creaci6n del vacio, no puede contestar; en efecto, ha
de presentar con su respuesta otra realidad, y para él solo
el sueffo se confunde con aquélla.
Esta posici6n no es tinicamente la del contestatario
(por otra parte, en cada individuo hay un aspecto con-
testatario), sino que se halla muy extendida como meollo
latente y susceptible de un despettar,y eso es lo que ocu-
rre cuando se produce una protesta contestataria.
Se querria creer en el advenimiento de esta felicidad
absoluta m6s allé del tiempo y el espacio, de la l6gica y
la realidad; no es posible nombrarla, pero se vive con su
nostalgia (en forma de cielo, de paraiso perdido), tanto
mds cuanto que se estd seguro de tener derecho a la
misma, puesto que (y esto se adecua perfectamente con
la realidad, ya que cada cual ha pasado por la existencia
fetal) que se ha sido feliz y un dia, injustamente, y por
un acontecimiento cataclismico (el nacimiento del Yo) se
ha visto privado de tal felicidad para caer en el mundo
de los seres humanos representados por la pareja paterna,
primero por la madre (1), que es la primera representante
(1) Existe un deseo narcisista especifico exttrmadamente rcchazado
prro que t_emonta casi al preconsciente, y es el de estar solo; solo con el
Cosmos tal como era antes del nacimiento. En la situaci6n airalltica sobre
todo.,.ciertoa suietos parecen hallar de nuevo algo que les acerca a la
telrctdad Prrmltlva.
frt
il
i
358 André StéBhane
de la realidad. Luego, el nific proyecta su herida narci-
sista sobre la situacidn edipica, y en particular sobre el
padre, en la medida en que la figura paterna es prohibi'
tiva (1o que es en cierta fotma, pues el padre se inter-
pone entre el hijo y la madre que también es su primer
objeto).
Al padre se le considera que ha colocado al hijo en
un universo frustrador por excelencia y es este universo
el que debe desaparecer (y naturalmente, el padre) para
que el nifio (surgido del cuadro edipico) halle inmediata-
mente su felicidad de antafio.
Es comprensible que todos los que se oponen a este
proyecto sean considerados como molestos y hasta verda'
deros asesinos. Y también se comprende que la accidn
paraddjica de los contestatarios («es preciso echarlo todo
por el aire, y luego ya veremos)»), halle a este nivel un
eco inmenso en gran nÉmero de individuos adultos. La
propaganda de los partidos politicos llamados de izquier-
àas se aprovecha de este modo de una secreta atraccidn
siempre presente y que no hace otla cosa que utilizar.
Pero esto con una eficacia siempre cierta contra toda
realidad y toda l6gica; desembaràzate de tu padre y
después todo ir6 mejor.
De todas las criticas a que puede someterse el con-
tenido de1 movimiento contestatario, se desprende que
en realidad no es un movimiento que tenga un fin a
rcalizar sino un gesto (la contestaci6n), cuyo fin preciso
queda en la sombra. Cuando se formula constituye una
coartada o un cuadro vacio que cada cual llena a su
an§o. Para el verdadero contestatario llenar tal vacio
es superfluo, casi contrario a la esencia del movimiento
Contestatarlo
El Universo 559
y no vacila en proclamarlo (hemos oido decir a varios
contestatarios: «Aquel que se imagina lo que seguird a
la revoluci6n, no es un verdadero revolucionario»).
El gesto no puede, sin embargo, expresarse sin con-
tenido, tanto mÉs cuanto que se halla esbozado al nivel
regresivo narcisista-oral y sabemos que
-precisamente
en raz6n de su car6cter ficticio- esta expresi6n tiende
a revestir unas formas exuberantes.
Pero toda esta abundancia verbal ser6 siempre un
texto secundario colocado sobre el gesto primitivo co.
rrespondiente en realidad a un trastorno de crecimien-
to (2).
La contestaci6n, por 1o tanto, es un movimiento afec-
tivo con un contenido secundario, mientras que la re-
voluci6n persigue ante todo dicho fin, por 1o conffario,
subordinado al mismo.
La Revolucidn prosigue su camino, tiene una histo-
ria, en tanto que la contestacidn, como hemos subra-
yado, una vez se ha expresado como gesto, ha de eva-
porarse en su impulso inicial (5).
En realidad, los dos movimientos (la contestaci6n
y la revoluci6n) son expresiones de tendencias derivadas
del complejo de Edipo, tratando el segundo de llegar a
una realizaci6n que puede adoptar un sentido de supera-
ci6n edipica, en tanto que el primero trata de evitar
dicho complejo.
El revolucionario se plantea como rival y combate
el poder paterno representado por la sociedad o el régi-
men establecido que se halla en frente de un padre mal-
(2) La primacla del gesto es ultrajada con inmensa fuerza por los
<<seguidores», de los que se ha dicho que siguen «el camino mds duto
sin saber ad6nde conduce».
(l) No puede teoer continuacidn a Eenos que trate de insettatse
en un movimiento revolucionario auténtico, Las leyes de éste son, sin
y el cruce de ambos
embargo, diferentes de las suyas,
-aparte
de una uni6n opoftunista polltica superficial y ptovisional-,
del caso
resulta im-
posible en principio,
 560 . André Stéphane
vado o de una falsa autoridad. El contestatario descarta
todo el problema y demuestra ante la menor alusi6n a
la problemàtica edipica una gran irritaci6n y un senti-
miento de inferioridad enmascarado por la ironia y el
desprecio. Para é1, no hay Edipo porque no hay filia-
ci6n ni familia: «no hay padre ni madre» (4).
El contestatario, al rechazat al padre, rechaza la
realidad y quiere remplazarla por un ideal narcisista irrea-
lizable por esencia, ya que el menor esbozo de realizacidn
ya le hace pasar del dominio narcisista al dominio de
la-realidad que ha de ser contestada obligatoriamente:
todo debe ser posible, pero nada ha de realizarse (<<sed
razonables, pedid lo imposible»).
En cuanto al revolucionario ataca cierta realidad pa-
ra sustituirla por otra. Siempre permanece sobre el pla-
no real en tanto que para el contestatado una realidad
vale tanto como otfa, o sea nada. Esto corresponde al
esquema edipico en general; 1o cual nos permite recor-
dar aqui la falsedad de la acusacidn lanzada contra los
analistas que son tratados de <<adaptadores de la socie-
dad». Si hay adaptacidn en el andlisis s6lo puede ser
la adaptaci6n del individuo a si mismo, asf como, en la
medida de lo posible, de la realidad al individuo; el
hombre que pone en el lugar de la realidad paternal su
propia realidad (una realidad verdadera y no s6lo ima-
ginaria) no es un <<adaptador».
El revolucionario (al que cabe designar como edipico
en relaci6n con el contestatario que es anedipico) es cons-
tructivo, ya que paru él se trata ante todo de su realidad.
La supresi6n de la realidad que se opone a la suya no es
por relaci6n con su acto revolucionario, m6s que secun-
daria y complementaria (5) (6).
(4) Comisi6n «Estamos en matcha», tantas veces citada.
(5) Trutat{, de ponet en el lugar de la realidad superada una realidad
objetivamente meior. Combatirri al padrc en funci6n de esta modificaci6n
El Universo Contestatario i6l
En cuanto al contestatario busca ante todo la des-
trucci6n (<<derribar la barraca»). Su desigrrio negativo no
recibe, mediante unas fdrmulas vagas y a menudo contra-
dictorias, mds que una sombra de justificacidn. El revo-
lucionario destruye una clase. El revolucionario marxista,
por ejemplo, destruye una clase en beneficio de otra, o
sea de la suya, ya que la sociedad sin clases significa el
fin de la subordinaci6n de la suya, mientras que el con-
testatario ataca ante todo a su propia clase y paru él la
<<sociedad sin clasesr> significa esencialmente la desapari-
ci6n de la suya propia (7).
Mediante esta actitud demuestra que su intento es
contrario al del revolucionario. Si éste pone su dindmica
edipica al servicio de una <(causa» social (con corres-
pondencia de objetivo y medios), el contestatario utiliza
a obtener (que puede tener-.el valot de una verdadera mutaci6n), pero uùa
vez alcanzado su fin se hallard separado del mmbate edlpico (à-Ia cabeza
de la nueva realidad se hallard.su padre), En cuanto al éntestatario, que-
dar6 afe_trado al aspecto complexual rinicamente negativo de zu géstò y
en vez de separatse de la dependencia patetna, quedarri unido a la mismà
de manera estrecha, ya que tocia su conducta èontinuatd desarroll{ndose
en funci6n de esta dependencia, hasta el punto de que el término «con-
testacidn» puede designat ante todo la contestaci6n de esta dependencia.
Contestar6 todo cuanto existe, no en raz6n de lo que ei, sino en funci6n
de su otigen. Siendo éste su Énico cdterio, tendel, a tal cambio, no por-
que lo juzgue necesario en sf, sino porque e§ 1o contrario de lo <jue existe
y, por tanto, de todo Io que tiene origen patemal. Es sabido que s6lo es
posible pasar ante la juventud contestataria como un «maestro-del pensa-
miento» expresando lo conrario de las opiniones prcfesadas por aquellos
que estrin fuera del movimiento contestatafio.
(6) Dicho esto, oo propugnamos aqul la rcvoluci6n como el Bien
Suptemo. Se puede perfectamente ser «edlpico» sin ser tevolucionario. La
misma idea de que la Revoluci6n sea un Bien en sl, interdependiente-
mente del contexto en que se inscriba, se detiva precisamente del domimo
de la contestaci6n.
(7) Los movimientos revolucionatios provocan cierta mnfluencia de
esas dos tendencias de esencia contradictoria y muchos detalles de la his.
toria de las revoluciones poddan recibir una interprctaci6n ioteresante
vistas en est4 perspectiva. La entrada en escena y la alternancia de Ios
factores contestatarios y revolucionarios entre los dos, pueden influir en
la marcha de los acontecimientos de forma a veces parad6iica en apaden-
cia, tanto mris cuanto son inconscientes y escapao asl a la-apteciaci-dn del
observadot.
362 Ardné Stéphane
el pretexto <<social>» para solucionar su propio conflicto
familiar.
El revolucionario construye su realidad paso a paso,
continuando por uo camino que conduce a un ideal a
realizat, no una vez p$ todas sino gradualmente, in-
cansablemente. El contestatario, aunque afirmdndose en
principio a la contestaci6n permanente y a la autocon-
testacidn, se encierra en relacidn en el cerco rigido de
su construccidn puramente te6rica, para ser contestado a
su vez por otros contestatarios, sin que la contestacidn
en cadena represente obligatoriamente un progreso.
El contestatario no se inserta en una linea (es la li-
nea precisamente el objeto de contestacidn), sino en Ia de
la contestaci6n como tal. Asi citard por su nombre a
ciertos contestatarios del pasado, aunque sin impregrrar-
se con sus obras en el sentido de una continuidad orgdni-
ca, de una filiaci6n (8). La revolucidn organiza la com-
pulsidn sddicoanal y la introduce en el combate, buscan-
do un fin bien definido, mientras que el contestatario
considera a su adversario como vencido por anticipado
(previamente), estando asi seguro de que el combate no
podr6 tener lugar. Como el padre ya ha muerto para é1,
no tiene que medirse con el mismo (9).
(8) La conteslaci6n de los aios 40 se efectu6 baio la eficie del
sil que
existencialismo -el
la contestaci6n de nuestta época tuviera en aquélla
la nenor raiz. Pot conuatio, Ia ha descattado violeotamente, o ignota-
do, y esto no habrla sido nunca de oro modo dada la naturaleza mism.
del fendmeno. El movimiento actual ha comenzado baio las alas del estruc-
turalismo, habiéndose despegado del mismo, y Epistémon pudo constatar
que las protestas de mayo en Parls, por ejemplo, firmaron el acta de
defunci6n del estructuralismo; si esta constataci6n es exagetada en esta
{orma brusca, es seguro, no obstaote, que cierta anttopologla, estructufa-
listico-lingiilstica hà- ptopotcionado a los cotrtestatarios «intelectuales de
Izquierda» (adultos) un contenido ampliamente utilizado, habiencio perdido
su valot natcisista como apoyo del movimiento.
(9) Asimismo, d complejo de Edipo nunca setd integrado oi pmnoco
el Supeieeo edlpim-que estructura al adulto, erigido sobre sus ruir:as. Eo
lugar de este riltimo fuocionar6n las pmhibiciones matemales del estado
El Universo Contestatario 363
La revoluci6n concierne al mundo objetal y si busca
al «tirano» es porque éste, con su funci6n, representa el
obstÉculo frente a la voluntad revolucionaria; la contes-
taci6n apunta al mundo objetal, sea cual sea. Es un mo-
yimiento subjetivo lirico y se dirige a una persona (aun-
que en general), no a causa de su funci6n sino porque
ésta es paru él una representaci6n de la Imago personal.
Ataca al «poder personal» porque es el apéndice de una
persona y al <<poder establecido» porque està en contra
de todo establecimiento, con independencia de la forma
del mismo. Se e,s tourierista, por ejemplo, no a causa de
las proposiciones precisas de Fourier (que son totalrnen-
te delirantes), sino porque ha querido convertir el traba-
jo en un juego, o sea que ha abandonado el dominio de
la realidad, de la edad adulta para regresar a la infancia.
La revoluci6n se aferra al contenido ya que su fnico
objetivo es crear una realidad m6s perfecta que la actual.
Por tanto, se esfuerza por introducir en la realidad exis-
tente un nuevo elemento. Parad6jicamente, no es éste
el caso del contestatario que, ante todo, retrocede con
relaci6n a la realidad presente, quiere anularlo todo
(<<se borra todo y welta a empezar»), pero en sus velei-
dades de recomenzar no se descubre nada nuevo (no
somos nosotros los dnicos en hallar el catàctet <<de paso»»
de la contestaci6n).
El contestatario no invoca el futuro a crear mds que
como coartada y justificaci6n seudo-racional (dice, por
ejemplo, que es algo tan nuevo que no es posible con-
sddico-anal con su rigidez,La revoluci6n libeta Ia sexualidad peto la vena
contestataria la frena y pese a ciertas poses exhibicionistas (<<dia sin ra-
bas»), los contestatarios, en su conjunto, son de inspisci6n austera y
putitana. Serla interesante seguir la evoluci6n de las costumbrcs bajo
la Revoluci6n Francesa, asl como la primera ola de libetaci6n sexual y
attlstica en Rusia ente 19t7 y 1923, segrrida por la teacci6n puritana
que afo subsiste. 2Era 6ta la contestaci6n de los hiios que triun{aban
de esta manera de la primera generaci6n de revolucionarios?
 364 AndÉ Stéphane
cebirlo) y sus textos se inspiran en Krapotkin, en Baku-
nin, en Fourier o en Blanqui (10). A lo sumo, trata de
buscar la novedad en la originalidad de su protesta,
sustentdndola con ulla agresividad superficial o un estilo
original que sustituye al impulso revolucionario.
La revoluci6n es un proceso que tiene una direccidn,
un fin, y sobre todo una duraci6n (la etimologia del tér-
mino comporta una alusi6n muy precisa a este factor).
En revoluci6n hay evoluci6n, y este vocablo expresa una
evoluci6n acelerada, sobre todo en su periodo inicial;
por tanto, puede comprenderse como un proceso de madu-
raci6n. Pero si el revolucionario que posee el dominio de
la realidad se halla a su gusto en este proceso evolutivo,
aunque a un ritmo un poco lento, casi invisible, pero
fecundo, el contestatario quiere obtenerlo todo inmedia-
tamente («todo y al momento>>), como por milagro (11).
(10) El contestatario antes de juzgar una acci6n busca la etiqueta
que a priori obligarri a admitirla o a descartarla. Con esto recuerda el ser
primitivo que va en busca de un remedio a casa de un cuandero y
utiliza el mismo medicamento en todas sus dolencias.
(11) En el fnconsciente, no hay duaci6n ni maduraci6n. El ptoceso
de maduraci6n es una rcstricci6n permanente que el sentido de Ia realidad
hgce sulril _al Inconsciente, y sabemos que el Inconsciente prieitivo (en
el seno del principio del placer), no gobernado por eI Yo, no puéde
soportar ni la espeta de la satisfacci6o ni el aplazamiento de las com-
pulsiones. Ni uno ni otro existen en el sueffo, donde la espera es un
estado estdtico bajo la tensi6n ptogresiva, o por el conilario, una exacet-
baci6n de la compulsidn, peÌo que por este mismo motivo espanta al Yo
del sofiador (bajo la presi6n del Yo Superior), y desttuye la dimsnsign
onirica, transform6ndola en pesadilla, para despeltar {inalmente al dur-
miente, cuyo Yo se ve desbordado por la inminencia de la realizaci6n
del deseo. En el suefio, los estados se siguen directamente, uno se apoya
en el otro, ambos se telescopian (miden a distancia), y a nuestro e[ten-
der, en esta perspectiva puede captarse el fen6meno de la condensaci6n. He
aqul el suefio de una mujer que luchaba contta una tremenda culpabili-
dad, unida al anhelo de muerte de su madre y que tard6 affos en integrar
su ambivalencia edlpica. Durante el anrilisis soff6: «mi padte estl en el
jardin ataviado de negto, y coo sombreto hongo. Es jovenl va mds erguido
que ahora, y lleva una regadera en la mano».
Ella asocia: <<era un atavTo de luto y de casamiento a la vez». Es
inritil insistir sobre el simbolismo del erguimiento y la tegadera, asl como
del sombrero hongo. Io que aqul interesa es la condensaci6n o<presada
por el atavlo en la imagen onfrica.
El Universo Contestatario 565
El.revolucionario quiere hacer su revolucidn y ésta
se inserta en un contexto preciso que comporta unos
elernentos politicos, econ6micos y sociales que determinan
la acci6n revolucionaria.
El contestatario no quiere tener en cuenta toda esta
infraestructura (la gran discusi6n entre contestatarios y
sindicalistas se referia, como es sabido, a la oporlunidad
de la Revoluci6n, o sea a la definicidn de la situaci6n
pot si era o no revolucionaria), y por otra parte no eje-
cuta una revolucidn sino todas las revoluciones, lo cual
explica el cardcter de <<veleidad» del sustrato te6rico
(ya se ha visto el aspecto ildgico y contradictorio, al
mismo tiempo que anticuado de la mezcla anarco-sin-
dicalista-maofsta, trotskista, etcétera) de la contestacidn.
Lo que se halla unido a la realidad es s6lo el afecto del
contestatario, afecto que posee una motivacidn comple-
xual inconsciente, que trata de manifestarse a través
del sustrato que traiciona directamente su origen pura
y esencialmente cultural y libresco. Los obreros cono-
cen la grandeza de la distancia que separa estas <(teerias»
de la pr6ctica, aunque ésta se apoye en aquélla. En cuan-
to a los pequefios grupos que se baten entre si por mati-
ces te6ricos a menudo infimos, pueden compararse a las
sectas que, dando la espalda a la realidad, entablan la
lucha sobre tal o cual punto de la exégesis bfblica.
Mas como el investimiento de la exégesis constituye
una defensa obsesiva oontra cierto compromiso edipico, la
guerra por unos matices esconde una actitud ambivalente
ante el meollo de la religi6n. El investimiento despro-
porcionado de los matices doctrinales testimonia la inte-
lectualizaci6n del conflicto y su cardcter privado, perso-
nal y narcisista; por esto los contestatarios han desde-
frado el aspecto reivindicativo, o sea anal, las huelgas.
La revoluci6n sirve para expresar un conflicto incons-
ciente y si no siempre pueden hacerse todas las revolu-
 366 AndÉ Stéphane

ciones a la vez (tampoco es posible escoger y s6lo hay INDICE

que hacer una revoluci6n no hacerla- en una si-
-o al padre en nombre de
tuaci6n dada), puede contestarse Pnrrlcro
todos los revolucionarios desde Espartaco hasta Robes-
pierre o Che Guevara (como puede contestarse el sicoan6- Pnrrlen.l rARTE. Le rvIrecl6N DEL coMPLEJo DE
lisis ortodoxo en nombre de Hegel o Heidegger, de Eorpo v EL cRISTIANISMo . 25
Derrida o de LéviStrauss). I La evitaci6n del complejo de Edipo . 27

El revolucionario construye una nueva realidad pero 2 Lo antiguo y Io nuevo . 70

la misma, que es nueva, contiene todas las realidades 3 La fe y el milagro 86

antiguas hasta el punto en que pueden imponerse v6li SucuNpe pARrE. Ll socrrpao DE coNSUMo . X03
damente. La casa es nueva pero en ella existen también 4 El consumador consumido. 105
todas las vigas sdlidas del pasado. 5 «El vellocino de oro siempte es de barro». 1ll
La pintura conocid una revoluci6n, la revolucidn 6 El contestatario y el verbo l4l
impresionista con Manet. Éste copi6 al comienzo de su 7 Algunas contradicciones internas del iz'
quierdismo 154
carrera a los maestros del pasado. Si por ejemplo, se con-
8 El redentor 165
templa «La Virgen del conejo». Este cuadro est6 inspi-
9 Un nuevo racismo. 178
rado en obras antiguas («El desayuno sobre la hierba»).
Lo mismo pasa, por ejemplo, con Van Gogh que copi6 Tencena pARTE. Tnss uarsrRos oPINAN soBRn LA
a Rembrandt y éste se halla en aquél, lo mismo que Ve- coNrrsrecl6N 2,j5
làzqluez que sobrevive en <<Las meninas>> de Picasso. 10 Marcuse: eContribuci6n a Freud o contri-
El verdadero revolucionario, y esto es mds visible buci6n a los mitos 207
11 Marcuse (continuacidn\ Matanza por ba-
en el arte y la literatura, incorpora el pasado, o sea el 236
gatelas
. universo paternal, y lo supera. 12 Lefebvre o el mito del terror . 247
El contestatario corta todas sus rafces y no puede, 13 Raril Vaneigem, o la exteriorizaci6n de la
., cuando es artista o escritor, màs que crear obras faltas interioridad 258
de autenticidad. Lo nuevo no es verdaderamente nuevo
m6s que cuando contiene lo antiguo y trascendental, Cu,mte pARTE. LA BstnucruRA DEL coIYTESTATARIo, 281
Nota preliminar 283
14 El contestatario y el <<narcisismo c6smico». 285
15 El advenimiento del Reino de los Cielos . 301
16 Analidad y flecalizaci6n 316
16 Analidad y fecalizaci6n 516
17 La identificaci6n final a la madre s6dico-
anal 327
18 Izquierdismo y fascismo 342
19 Revoluci6n y contestaci6n. 354