Uno de los vínculos sagrados que Dios ha establecido es el matrimonio. Un
acto en donde un hombre y una mujer se unen ante Dios manifestando públicamente su amor. Este vínculo inquebrantable llama al hombre a entregar su vida por su amada, el acto de amor más grande es dar su vida por otra persona, y es por esto que Cristo Jesús usa la figura del matrimonio para mostrar el vínculo que Él tiene con Su iglesia. Jesucristo no solo se comprometió son Su amada, sino que Él ya entregó su vida por ella en el acto más grande de amor. Así podemos decir que, si alguien ofende o hace daño a una mujer casada, está ofendiendo y haciendo daño al esposo mismo quien se ha unido a su mujer. Así mismo, cuando alguien atenta contra la iglesia de Jesucristo, está atentando contra Dios mismo. ¿Acaso no fue esto lo que le dijo Jesucristo a Saulo de tarso, el primer perseguidor de la iglesia, quien luego se convirtiera en el apóstol Pablo? Cuando Saulo iba persiguiendo a la iglesia para hacerle daño, Jesús mismo se le apareció en un resplandor que le dejó ciego, y en Hechos 9 que es donde se relata la historia, en el versículo 5 una voz le dijo “Yo soy Jesús, a quien tú persigues” pero ¿acaso no estaba persiguiendo Saulo a la iglesia? Así es, es que hacerle daño a la iglesia es hacerle daño a Cristo Jesús mismo, a Aquel que es el dueño de la iglesia. Es por esto que ningún daño contra la iglesia quedará impune. Un hombre que ama a su esposa no permitirá que nada ni nadie le haga daño a su amada, mucho menos Jesucristo quien es Dios, dejará que aquellos que ofenden a Su amada queden sin castigo. Realmente todo el castigo, las figuras aterradoras que vemos en Apocalipsis son para aquellos que hacen daño a la iglesia. ¿Por qué la iglesia tendría temor de lo que allí se dice cuando precisamente es la defensa de ésta? Por el contrario, que tiemblen, que teman, que se derritan de horror aquellos que se atreven a hacerle daño a uno de los escogidos de Dios. Es por esto que, en una proclamación de gloria a Jesucristo, en un canto de victoria la iglesia amada declara, como dice en Apocalipsis 1:7 ¡Miren que viene en las nubes! Y todos lo verán con sus propios ojos, incluso quienes lo traspasaron; y por él harán lamentación todos los pueblos de la tierra. ¡Así será! Amén. Lo primero que aquí nos dice la Palabra de Dios es glorioso “¡Miren que viene en las nubes!” en la biblia las nubes representan la gloria de Dios. Dios mismo conducía al pueblo de Israel por el desierto después de salir de Egipto, con una columna de nube y de fuego, la gloria de Dios se manifestaba en el tabernáculo con una nube, en la visión que Daniel tiene del Hijo del hombre, este viene en las nubes, cuando Jesús ascendió a los cielos después de resucitar de los muertos una nube le cubrió, y Éste mismo es el que regresará en toda su gloria y majestad, por eso su regreso es en las nubes. Sería como si la Palabra de Dios dijera: “Miren que Jesucristo ahora regresa en toda su gloria”, y es que Él regresará ya no para ser colgado en una cruz y ser burlado por los hombres, sino que regresará para salvar por siempre a Su amada iglesia de la tiranía de este mundo y castigar a quienes le han hecho daño a Su amada. Ante esta declaración la iglesia atribulada encuentra el más grande consuelo. Dios mismo está hablando a su iglesia que pasa por angustia y le dice, no temas amada mía que a mi regreso todo tu dolor será quitado y quienes lo causaron serán castigados. ¿Sufre la iglesia de Jesucristo en este mundo? Por supuesto que sí, pero Nuestro Salvador no se tarda, Él regresa en toda Su gloria y limpiará todo lágrima de los ojos de Su iglesia. Nuestros dolores y sufrimientos en esta tierra son pasajeros pero la gloria que nos espera en Cristo a su regreso es eterna. Es esta verdad la que nos lleva a anhelar que Cristo Jesús vuelva pronto. Y es que cuando Él regrese, dice la Palabra de Dios que “todos lo verán con sus propios ojos, incluso quienes lo traspasaron”. Sí, su venida será visible para todos, tanto aquellos que le esperan, como quienes huirán ante su regreso porque “lo traspasaron”, esto es, los que le hicieron daño. Pero ¿son estos aquellos que hace 2000 años le crucificaron? No, son aquellos que le causan dolor día tras día atormentando a Su amada iglesia, son aquellos que creen que los cristianos están solos y que nadie sale a su defensa, traspasan a Cristo Jesús aquellos que hacen daño a su iglesia, pero un día se darán cuanta que ella ni está sola, mucho menos indefensa, sino que el Dios todo poderoso un día regresará en toda Su gloria al rescate de ella. Es por esto que “por él harán lamentación todos los pueblos de la tierra”. Solo quienes hacen mal a la iglesia temerán cuando Cristo vuelva. Pero es más que claro que la iglesia verdadera, la amada de Jesucristo, aquella por la cual Él entregó su vida, estará ansiosa y a la espera de ver regresar a Jesucristo en las nubes lleno de gloria y majestad. Así ante tan grande declaración, la iglesia de Jesús dice “¡Así será! Amén”. Este es el anhelo de la iglesia, que esto suceda pronto, que esta verdad acontezca lo más rápido posible. El dolor, el sufrimiento, las situaciones difíciles de esta vida, nos deben llevar a clamar: “Señor, Amado salvador, regresa pronto en tu gloria por tu esposa, la iglesia que te espera”. Él lo hará, de esto no cabe la menor duda, y cuando esto suceda veremos a Nuestro salvador regresar en las nubes, en todo Su Esplendor, en toda Su Gloria, Él regresará por una iglesia que aun en medio del dolor que este mundo le causa, no pierde su confianza, es que Cristo Jesús viene en las nubes “A RESCATAR SU IGLESIA”.