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¿Qué es un antipsicótico?

Los antipsicóticos son también conocidos como neurolépticos, del griego


neuro (nervio) + lepto (atar). El descubrimiento de los antipsicóticos fue
accidental, siendo Henri Laborit quién descubrió el primero (la
clorpromazina) cuando buscaba una cura para el choque circulatorio, él
encontró que este medicamento producía cierta somnolencia y disminución de
la respuesta a los estímulos externos sin causar pérdida de conciencia.
Fueron Jean Delay y Pierre Deniker quienes en 1952 empezaron a probar
sus efectos en pacientes psiquiátricos confirmando sus maravillosos
resultados.

Este tipo de medicamentos actúa sobre el sistema nervioso central, sobretodo


el área frontal mesolímbica, bloqueando los receptores
dopaminérgicos (es el efecto común, luego según el tipo tienen otros
mecanismos de acción más añadidos). Sus efectos terapéuticos
son: Reducción de síntomas floridos o positivos del pensamiento
(alteraciones del pensamiento, delirios o alucinaciones), prevención de
recaídas para estos cuadros, indiferencia psicomotriz y disminución de
la agitación y excitación.

Los efectos terapéuticos antipsicóticos suelen empezar a aparecer a los 7-10


días pero el efecto completo puede no manifestarse hasta pasadas las
primeras 4 a 6 semanas, si no fuera así se debería modificar la dosis o
cambiar de fármaco, los efectos clínicos más simples (sedación, etc) aparecen
dentro de los primeros 30-60 minutos tras la administración. Los antipsicóticos
pueden administrarse por vía oral, sublingual, intramuscular o endovenosa y
existen formas de liberación prolongada o retardada (inyecciones) que ayudan
en los casos de bajo cumplimiento terapéutico.

Los antipsicóticos que han sido administrados en un uso prolongado deben


ser retirados bajo supervisión médica y de forma gradual, sino podría darse
una recaída o un síndrome de abstinencia agudo.
¿Qué tipos existen?

Existen dos grandes categorías:

Los antipsicóticos típicos: Fueron los primeros en descubrirse y utilizarse


desde 1950. Actúan bloqueando los receptores dopaminérgicos D2. Son
eficaces sobre los síntomas positivos de la esquizofrenia (alucinaciones y
delirios por ejemplo). Producen muchos efectos secundarios sobretodo
extrapiramidales. En esta categoría podemos hacer otra subdivisión según su
potencia: Los de alta potencia (alta afinidad a los receptores D2 y efectos
secundarios muy frecuentes y de mayor riesgo:

 Droperidol
 Haloperidol
 Loxapina
 Pimozida
 Tiotixena
 Trifluoperacina

Y los de baja potencia, con moderada afinidad al receptor D2 lo cual


conlleva una menor aparición de efectos secundarios y un menor riesgo. Son:
 Clorprotixena
 Flufenacina
 Hidrixicina
 Molidota
 Mesoridacina
 Perfenacina
 Proclorperacina
 Prometacina
 Tioridacina

Los antipsicóticos atípicos: De descubrimiento más reciente (1990) pero


ahora mucho más utilizados por sus menores efectos
secundarios (especialmente menores efectos extrapiramidales y sobre las
hormonas). Además de ser antagonistas de los receptores D2, también son
antagonistas serotoninérgicos (sobre todo del 5-HT2A), muscarínicos e
histamínicos. Su eficacia es mayor ya que ayudan tanto con los síntomas
positivos como con los negativos. Son por ejemplo:

 Clozapina
 Olanzapina
 Quetiapina
 Risperidona
 Ziprasidona
 Aripiprazol

¿Para qué se usan?


Sí, es correcto decir que son medicamentos originalmente (y en su mayoría)
utilizados para tratar pacientes con estados esquizofrénicos o psicóticos pero
también son utilizados en trastorno bipolar, demencias, cuadros orgánicos o
como sedantes potentes en casos de agitación psicomotora o agresividad
(tranquilizan sin alterar la conciencia ni producir una excitación paradójica),
durante cortos periodos se utiliza incluso para tratar delirium por intoxicación o
depresiones con agitación. Pueden utilizarse en ciertos casos para trastornos
alimentarios o obsesivo-compulsivos. Además se utilizan para tratar síntomas
puntuales tales como náuseas y vómitos, tics motores e hipo intratable.

¿Cuáles son sus efectos secundarios?

Casi todos producen unos efectos secundarios similares: Visión borrosa,


aumento de peso, rigidez muscular, distonía muscular, somnolencia, piernas
inquietas, dificultades para orinar, exceso de saliva, boca seca, menstruación
irregular, temblores corporales, dificultades sexuales, etc… Son típicamente
conocidos los efectos extrapiramidales, tales como: La distonía (movimiento
anómalo de la cara y el cuerpo) o la discinesia, o la discinesia tardía
(movimientos rítmicos involuntarios de la lengua, cara y maxilares). Hay
efectos secundarios que pueden aparecer de forma retardada como la
discinesia tardía (puede no aparecer hasta pasados 6 meses) mientras otros
como la distonía suelen aparecer ya en los primeros días.

No es de extrañar que los efectos secundarios sean en su mayor parte los


causantes de la mala adherencia terapéutica a estos medicamentos. Pero
vamos a hablar de dos síndromes peligrosos que requieren atención
inmediata:

1. El síndrome colinérgico: Sus síntomas son una disminución moderada


del nivel de conciencia (sedación, letargia), midriasis, visión borrosa,
agitación, delirio, alucinaciones, taquicardia sinusal, etc… Cursa sin
depresión respiratoria (es inusual que se produzca parada respiratoria),
se conserva el tono muscular y reflejos y a veces puede haber presencia
de hipertonía y respuestas exaltadas.
2. El síndrome neuroléptico maligno: Se diagnostica si se cumplen los
tres criterios mayores o en su caso si hay solo dos criterios mayores
pero 3 o 4 de los menores. Este síndrome puede ser mortal.

Criterios diagnósticos mayores: fiebre alta, rigidez muscular generalizada,


rabdomiolisis (elevación de la enzima creatinin-fosfokinasa en el suero).

Criterios menores: alteración del nivel de conciencia, disfunción del sistema


nervioso autónomo (hiper o hipotensión, taquicardia, diaforesis e incontinencia
urinaria), leucocitosis.

Los antipsicóticos están contraindicados (o deben utilizarse con sumo


cuidado) en pacientes con problemas hepáticos, insuficiencia renal, problemas
cardiovasculares, Parkinson o epilepsia. Los antipsicóticos pueden agravar
todas estas condiciones. Así mismo es recomendable suspender el
tratamiento durante el embarazo y se recomienda interrumpir la lactancia
durante el tratamiento.

Puntos Clave
 Los antipsicóticos de primera generación son denominados: antipsicóticos
típicos, convencionales, clásicos, neurolépticos y antagonistas de
dopamina.
 Los APG reducen la neurotransmisión en las cuatro vías dopaminérgicas a
través del bloqueo de receptores D2.
 Los APG difieren en potencia, no en efectividad.
o Alta potencia: haloperidol, flufenazina
o Potencia media: perfenazina, loxapina
o Baja potencia: clorpromazina

Los medicamentos más usados en el tratamiento del trastorno


bipolar

Antipsicóticos, antidepresivos, estabilizadores del


ánimo… Si tienes trastorno bipolar te interesa
informarte sobre estos fármacos.
En el tratamiento del trastorno bipolar es totalmente imprescindible el uso de fármacos,
incluso en las épocas de estabilidad, esto es lo primero que hay que tener claro. Los
medicamentos actúan en el cerebro equilibrando los neurotransmisores como la
serotonina, la dopamina y la noradrenalina, ya que la alteración de estos
neurotransmisores es lo que provoca el trastorno.

Por otra parte, la terapia psicológica complementa a los fármacos y ayuda a un mejor
pronóstico de la enfermedad.

Los fármacos más usados son:

Estabilizadores del ánimo o eutimizantes

Estos medicamentos se encargan de mantener una estabilidad anímica, es decir, evitan


las recaídas tanto de episodios depresivos como maníacos. Son completamente
necesarios durante todo el tiempo en las personas con trastorno bipolar.

El estabilizador más conocido y también el más usado es el litio. Las dosis diarias
oscilan entre 600 y 2400 mg/día. Se ha demostrado que reduce la frecuencia, duración e
intensidad de los episodios maníacos y depresivos. Las personas que lo toman necesitan
someterse a analíticas para controlar los niveles de litio en sangre, que debe encontrarse
entre 0,6 y 1,2. Conforme suben las dosis de litio, también suben los niveles en sangre
y, por consiguiente, aumenta la eficacia. Si se está estable valdrá con tener unos niveles
de litio entre 0,60 y 0,80. Cuando existe un episodio los niveles deben subir por encima
de 0,80.
Como muchos fármacos, el litio tiene algunos efectos secundarios. Los más frecuentes
son temblores, diarreas, aumento de la necesidad de tomar líquidos, molestias gástricas
y acné.

El resto de eutimizantes son fármacos anticonvulsivos, es decir que se usan en el


tratamiento de la epilepsia pero que han demostrado ser igualmente eficaces en el
trastorno bipolar. Los más habituales son:

- Valproato. Se utiliza en el mantenimiento y en las fases maníacas. Sus dosis habituales


varían entre 900 mg hasta 1800 mg/día. También requiere control de niveles, que deben
estar entre 50 y 100 para ser eficaz. Sus efectos secundarios más comunes son el
aumento de peso y la caída del pelo.

- Carbamazepina. Se usa también en el mantenimiento del paciente. El problema de este


fármaco es que interacciona con muchos otros medicamentos. Por eso últimamente está
en desuso y se suele sustituir por la Oxcarbamazepina, que es una forma mucho más
evolucionada de la carbamazepina.

- Lamotriginia. Se utiliza sobre todo en la prevención de episodios depresivos (para


prevenir episodios maníacos ha demostrado menor eficacia). Su tratamiento debe
iniciarse muy lentamente ya que a veces produce una reacción en la piel (puntitos rojos
que pican). Si estas manchas aparecen en las mucosas o en la boca debe consultarse
inmediatamente al psiquiatra.

Neurolépticos o antipsicóticos

Estos fármacos se usan esencialmente en el tratamiento de los episodios maníacos,


aunque no es poco frecuente que se usen también en mantenimiento (siempre a dosis
bajas). Algunos neurolépticos incluso se usan como antidepresivos, y es que,
dependiendo de las dosis, funcionan como antimaníacos, eutimizantes y antidepresivos.

Los neurolépticos típicos, como el haloperidol, han ido cayendo en desuso por sus
efectos secundarios (rigidez muscular, inquietud y temblor). Sin embargo, los nuevos,
también conocidos como atípicos tienen menos efectos secundarios y son igual de
eficaces. Entre los más usados se encuentran la olanzapina, la risperidona, la quetiapina,
el aripiprazol o la ziprasidona.

Antidepresivos

El uso de los antidepresivos en el trastorno bipolar es un tema controvertido. Es cierto


que son fármacos muy eficaces en la depresión bipolar, pero también existe un riesgo
importante de que al tomarlos, el paciente pase de estar depresivo a estar maníaco. Por
eso, si hay tendencia a sufrir episodios de manía, hay que ser muy cauto a la hora de
recetarlos.

Los antidepresivos tricíclicos (imipramina, amitriptilina y clomipramina) son muy


eficaces, pero presentan una mayor posibilidad de provocar un paso a la manía y con
más efectos secundarios. La sedación o el estreñimiento son algunos de los más
frecuentes.
Los inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina (ISRS) son los
antidepresivos más usados en la actualidad ya que, además de ser muy eficaces, tienen
muy pocos efectos secundarios. Los más frecuentes son la fluoxetina, la paroxetina, la
sertralina, el citalopram y el escitalopram.

Los inhibidores selectivos de la recaptación de sertonina y noradrenalina (ISRNS)


tienen un efecto más potente que los ISRS y podrían considerarse tan eficaces como los
tricíclicos, aunque su posibilidad de provocar un paso a manía es mayor que con los
ISRS. Los más utilizados son la duloxetina y la venlafaxina.

Es importante que sepas que…

- Los fármacos, a parte de las benzodiacepinas, no producen adicción.

- Los efectos secundarios son reversibles.

- Se debe comunicar a otros médicos que se están tomando estos fármacos ante la
posibilidad de interacción.

- El tipo de fármaco y la dosis depende del momento en que está el paciente, es decir, en
la fase estable el tratamiento será con un tipo de fármacos y a unas dosis distintas que si
está en una fase maníaca, hipomaníaca o depresiva.

Estos medicamentos se encargan de mantener una estabilidad anímica, es decir,


evitan las recaídas tanto de episodios depresivos como maníacos. Son completamente
necesarios durante todo el tiempo en las personas con trastorno bipolar.
El estabilizador más conocido y también el más usado es el litio.

Los estabilizadores del ánimo y los


antipsicóticos en los trastornos límites
de la personalidad
La evidencia basada en estudios clínicos sugiere que el tratamiento
con estabilizadores del ánimo y antipsicóticos de segunda generación
podría ser efectivo en el abordaje de algunos de los síntomas
centrales de los trastornos límites de la personalidad
Autor: Dres. Lieb K, Völlm B, Stoffers J y colaboradores Fuente: SIIC British Journal of Psychiatry 196(1):4-12,
Ene 2010

Introducción

Los trastornos límites de la personalidad se caracterizan por un patrón


de inestabilidad dominante en la regulación de los afectos, del control
de los impulsos, de las relaciones interpersonales y de la imagen de sí
mismo que tiene el paciente. En un estudio de Estados Unidos se
estimó una prevalencia a lo largo de la vida del 5.9% y una
prevalencia puntual del 0.7% en algunas muestras tomadas de la
Comunidad Europea.

Este síndrome incluye trastornos del ánimo, de ansiedad y de abuso


de sustancias, y se asocia con otros trastornos de la personalidad. La
tendencia suicida se observa hasta en el 84% de los pacientes con
trastorno límite de la personalidad.

Tanto las alteraciones del ánimo concomitantes como el abuso de


sustancias son factores que aumentan el riesgo de suicidio en este
grupo de pacientes. De hecho, muchos de ellos son habitualmente
ingresados en las salas de emergencias hospitalarias con heridas
autoinfringidas o crisis suicidias.

Los individuos con trastorno límite de la personalidad reciben terapias


farmacológicas que actúan en diferentes facetas del espectro de la
patología, como son la inestabilidad afectiva, la impulsividad, los
estados disociativos o los síntomas cognitivo-perceptivos. La
depresión también se asocia con el trastorno límite de la personalidad.
Por todo ello, los pacientes reciben diferentes clases de drogas, como
estabilizadores del ánimo, antipsicóticos y antidepresivos.

El objetivo del trabajo fue actualizar una revisión previa del grupo
Cochrane sobre este tema, y realizar una búsqueda sistemática para
evaluar y valorar la calidad de la evidencia del efecto del tratamiento
con diferentes drogas tanto en los síntomas centrales del trastorno
límite de la personalidad como en aquellos asociados con esta
patología psiquiátrica.

Método

Se incluyeron todos los estudios clínicos hasta junio de 2008; se


utilizaron diferentes motores de búsqueda con la palabra clave
“trastorno límite de la personalidad”; se realizaron, además,
referencias cruzadas y se contactó a los autores de los trabajos para
solicitarles datos no publicados. No se efectuaron restricciones
basadas en el idioma. Al menos el 70% de los pacientes presentaban
el diagnóstico basado en los criterios de los DSM-III, DSM-III-R, DSM-
IV o DSM-IV-TR. Además, debían ser trabajos clínicos a doble ciego y
con el cálculo del tamaño de la muestra necesario para al menos una
de las variables primarias evaluadas.

Los autores plantearon como variables primarias los síntomas


centrales del trastorno límite de la personalidad. Una vez identificados
estos síntomas, fueron ordenados en 4 grupos: desregulación afectiva
(inestabilidad afectiva, síntomas crónicos de desolación, ira
inapropiada), síntomas cognitivos y perceptivos (alteraciones de la
identidad, paranoia o disociación relacionada con el estrés), falta de
control impulsivo y conductual (automutilación, comportamientos
suicidas, impulsividad) y problemas interpersonales (esfuerzos para
evitar el abandono, relaciones inestables). Las variables secundarias
fueron la presencia de depresión o de ansiedad, la gravedad de la
patología psiquiátrica, el estado mental, el desgaste del paciente y los
eventos adversos.

Los trabajos fueron evaluados por dos investigadores para definir si


cumplían los criterios de inclusión, luego se extrajeron los datos y se
evaluó la calidad metodológica de los estudios. Se incluyeron
solamente aquellos con calidad alta o moderada.

Se utilizó el programa informático RevMan versión 5.9 para Windows.


Para el análisis estadístico de variables continuas se calcularon las
diferencias estandarizadas de los promedios a fin de uniformar las
escalas de valoración de los diferentes instrumentos usados en los
distintos trabajos incluidos; se utilizó el análisis de la varianza. Para
las variables dicotómicas se calcularon los riesgos relativos con su
intervalo de confianza del 95%. El tamaño del efecto se estimó sobre
la base de la intención de tratar cuando fue posible, por ello los
autores incluyeron en el análisis los datos de los pacientes que no
habían completado los estudios. Cuando en los trabajos se informaron
varias mediciones para el mismo resultado, consideraron sólo el dato
más relevante para evitar el error de tipo 1.

Resultados
La búsqueda realizada incluyó 9 681 citas; luego de retirar las
duplicadas, evaluar los resúmenes y excluir los estudios que no
estaban finalizados se incluyeron 27 trabajos. Los investigadores
observaron que hubo un cambio en el tema principal de los trabajos
desde 1979 a 2008, donde el centro se movilizó desde el tratamiento
con antipsicóticos de primera generación hacia la terapia con
estabilizadores del ánimo y antipsicóticos de segunda generación. En
total se incluyeron los datos de 1 714 pacientes obtenidos de trabajos
con tamaños de muestra que variaron entre 16 y 314 individuos. La
mayoría incluyeron ambos sexos y evaluaron pacientes ambulatorios.
Los datos basales indicaron un nivel leve a moderado de alteración del
desempeño general. El criterio de exclusión más frecuente fue la
presencia de trastornos psicóticos, trastorno bipolar, cuadros de
depresión mayor y aquellos relacionados con abuso de sustancias.
Los pacientes con ideación suicida no fueron incluidos en la mitad de
los estudios. Se consideraron también los trabajos con tratamientos
con antipsicóticos de primera generación, de segunda generación,
estabilizadores del ánimo, inhibidores de la recaptación de serotonina
y ácidos grasos omega-3.

Los estudios que compararon tratamiento contra placebo, incluyeron


antipsicóticos de primera y segunda generación, estabilizadores del
ánimo, antidepresivos y ácidos grasos omega-3. Como drogas
antipsicóticas de primera generación se utilizaron haloperidol, con el
cual se observó una reducción de la ira, y flupentixol decanoato que
redujo el comportamiento suicida; en ambos casos la diferencia fue
significativa y la tolerabilidad fue similar entre la droga evaluada y el
placebo.

Entre los trabajos que valoraron los antipsicóticos de segunda


generación respecto del placebo, el aripiprazol tuvo efectos
significativos en la reducción de los síntomas centrales del trastorno
límite de la personalidad así como en los trastornos asociados como
depresión y ansiedad, y en la gravedad general de la enfermedad. Los
trabajos que utilizaron olanzapina no pudieron ser reunidos en uno
solo porque registraron los datos en forma diferente; en los que
pudieron ser reunidos, el cambio promedio indicó que hubo reducción
de la inestabilidad afectiva, de la ira, de los síntomas psicóticos y de la
ansiedad. Los resultados obtenidos con la olanzapina en el
comportamiento suicida fueron contradictorios.
Los trabajos que compararon estabilizadores del ánimo, como
valproato semisódico, lamotrigina y topiramato, con placebo,
informaron resultados beneficiosos. El valproato mejoró
significativamente los problemas interpersonales y la depresión. La
lamotrigina redujo significativamente la impulsividad y la ira. El
topiramato disminuyó los problemas interpersonales y la impulsividad
significativamente en relación con el placebo, así como la ansiedad y
la patología general psiquiátrica. No se informaron efectos positivos
con la carbamazepina.

En relación con el uso de antidepresivos, la información disponible es


limitada. El único agente que mejoró significativamente el cuadro fue
la amitriptilina. No se comunicaron resultados favorables con el uso de
mianserina, fluoxetina, fluvoxamina o sulfato de fenelzina.

En los trabajos que evaluaron los ácidos grasos omega-3 en


comparación con el placebo, se observó una reducción significativa de
la ideación suicida en uno de los estudio y de los síntomas depresivos
en otros dos.

La tolerancia y la seguridad de las drogas también fueron evaluadas


respecto del placebo. En relación con la tolerancia no se informaron
diferencias significativas entre los pacientes asignados a las drogas
evaluadas y aquellos que recibieron placebo. Los efectos adversos
observados con la olanzapina fueron aumento de peso, somnolencia,
sequedad de la boca y sedación. Los efectos adversos informados con
la ziprasidona fueron mareos, somnolencia y sensación de
nerviosismo, similar a lo observado en el grupo control. El topiramato
se asoció con pérdida de peso. Los autores comentan que no tuvieron
más datos de efectos adversos sobre las otras drogas comparadas
con el placebo.

Un estudio comparó la loxapina con la clorpromazina, aunque no se


obtuvieron resultados aceptables y la tolerancia fue similar entre los
grupos.

Los antidepresivos comparados con el haloperidol fueron la


amitriptilina y la fenelzina; esta última fue la única que provocó una
reducción significativa de la depresión, la ansiedad, la patología
general psiquiátrica y el mejoramiento del nivel de funcionamiento
mental. No se observaron diferencias en los efectos adversos entre la
loxapina y la clorpromazina, pero no se obtuvieron datos para evaluar
el haloperidol respecto de la olanzapina.
En un ensayo clínico se compararon la olanzapina y la fluoxetina solas
con la combinación de ambas. No se informaron beneficios y la
tolerancia no fue diferente.

Discusión

En este trabajo se analizaron 27 estudios clínicos aleatorizados


relacionados con el tratamiento farmacológico del trastorno límite de la
personalidad. Las drogas incluidas fueron los antipsicóticos de primera
y segunda generación, los estabilizadores del ánimo, los
antidepresivos y los ácidos grasos omega-3.

Los beneficios del tratamiento farmacológico se informaron para todos


los síntomas centrales del trastorno límite de la personalidad así como
para los trastornos psicopatológicos asociados. Particularmente, en el
caso de los trastornos interpersonales las drogas que más beneficios
aportaron fueron el aripiprazol, el valproato semisódico y el topiramato.
Para el tratamiento de la desregulación afectiva, la información estuvo
a favor del haloperidol, el aripiprazol, la olanzapina, el topiramato, la
lamotrigina y el valproato semisódico. El descontrol impulsivo
conductual respondió favorablemente al flupentixol, al aripiprazol, al
topiramato, a la lamotrigina y a los ácidos grasos omega-3. Los
síntomas relacionados con la esfera cognitiva y perceptiva mejoraron
con aripiprazol y olanzapina. Los estudios sobre los efectos de la
olanzapina sobre el comportamiento suicida y las lesiones
autoinfringidas por el paciente informaron resultados inconsistentes.
No se encontraron trabajos que informaran eficacia de algunas drogas
en el tratamiento de otros síntomas centrales del trastorno límite de la
personalidad, como la evitación del abandono, la sensación de
desolación, los disturbios de identidad y de disociación; para el
tratamiento de estos síntomas los autores recomiendan el uso de
psicoterapia.

En el análisis de la calidad de la evidencia, los autores mencionan que


las herramientas de medición de las variables fueron muy diferentes
en los distintos trabajos, por lo que, en muchos casos, fue difícil
asimilar los resultados en un mismo grupo de datos para analizarlos
estadísticamente. Las distintas formas de comunicar los resultados y
las diferencias en los tamaños de muestra disminuyeron el poder de
las pruebas utilizadas para encontrar diferencias estadísticamente
significativas.
Antipsicóticos, estabilizadores del ánimo y el riesgo de crímenes
violentos ■ Ya en diversas revisiones sistemáticas se ha mostrado que
los antipsicóticos y los estabilizadores del ánimo poseen efectos
benéficos sobre las tasas de recaída y de re-hospitalizaciones en
pacientes con esquizofrenia, trastorno bipolar, depresión resistente al
tratamiento y trastorno limite de la personalidad. Sin embargo, la
evidencia acerca de los efectos de la farmacoterapia sobre otros
rubros de importancia como el comportamiento criminal es escasa.
Dentro de los datos recientes, algunas revisiones sugieren que el
riesgo relativo de presentar violencia en contra de otras personas es
cuatro veces más alto en pacientes con esquizofrenia y otros
trastornos psicóticos, en comparación con la población general. Por
otro lado, en pacientes con trastorno bipolar las tasas de violencia se
incrementan substancialmente en casos donde existe comorbilidad
con abuso de sustancias. Es debido a la escasés de estos datos que
el estudio realizado por Fazel y colaboradores aporta información
importante sobre este tema. El trabajo tiene una metodología fármaco-
epidemiológica que aborda los datos del estudio nacional de
farmacoepidemiología en Suecia, tomando los registros comprendidos
entre los años 2005 y 2009. El estudio fue diseñado para intentar
contestar cuatro interrogantes: 1) ¿Los antipsicóticos y los
estabilizadores del ánimo, reducen las tasas de agresiones en
pacientes que tienen prescritas estas medicaciones?, 2) ¿Las
reducciones en las tasas difieren de acuerdo a los distintos
diagnósticos?, 3) ¿El tratamiento combinado previene futuros
comportamientos violentos? y 4) ¿Los antipsicóticos de deposito
reducen el riesgo de violencia en mayor amplitud en comparación a
los antipsicóticos orales? Para la realización del estudio se incluyeron
dentro de los registros poblacionales longitudinales de Suecia a las
personas que hubieran nacido ahí entre el primero de enero de 1961 y
el 31 de diciembre de 1990 (un total de 1 944 548 hombres y 1 858
984 mujeres) con el fin de que todos los participantes tuviesen al
menos 15 años de edad (misma que es la edad de responsabilidad
criminal en Suecia). Posteriormente se identificaron a las personas a
las que se les prescribieron estabilizadores del ánimo o antipsicóticos
de acuerdo al Registro Sueco de Prescripción de Fármacos. Se

identificó a los sujetos que cometieron crímenes violentos por medio del Registro Nacional de
Crímenes de Suecia. Finalmente, al contemplar diversas variables de estos registros se
incluyeron en el estudio a 40 937 hombres y 41 710 mujeres que durante 2006 tomaron
estabilizadores del ánimo (36% hombres y 37% mujeres), antipsicóticos (38% hombres y 34%
mujeres), clozapina (3% hombres y 2% mujeres), antidepresivos (35% hombres y 45%
mujeres), ansiolíticos (40% hombres y 47% mujeres), estimulantes (2% hombres y 2%
mujeres). Dentro de los diagnósticos psiquiátricos se encontraron en esta población a sujetos
que padecían esquizofrenia (15% hombres y 7% mujeres), trastorno bipolar (11% hombres y
18% mujeres), otros trastornos psicóticos (18% hombres y 14% mujeres), depresión (14%
hombres y 21% mujeres), trastorno antisocial (1% hombres y

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