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Módulo III: Arqueología romana

1. El foro y los edificios para la administración y reunión

En todas las ciudades romanas se construyeron espacios destinados al uso público, que
albergaban diversos edificios empleados para satisfacer las necesidades de orden político y
administrativo. Comienzan con el comitium y la regia pero, poco a poco, se edifican la curia o las
basílicas para dar respuesta a las nuevas condiciones políticas y económicas del estado romano.

En primer lugar, el foro (Fig. 1) es un conjunto de construcciones distribuidas alrededor de una


plaza rectangular porticada. En uno de sus lados cortos se ubica un templo mientras que en el
lado opuesto se construye un edificio para la administración de justicia (basílica). En las ciudades
nuevas se emplazaba en posición central. En el espacio restante se sitúan generalmente el
gobierno municipal (curia), las dependencias comerciales (tabernae), la cárcel (carcer), el archivo
(tabularium) o el tesoro público (aerarium).

En las ciudades de fundación exnovo, el foro solía emplazarse en el centro de la ciudad, en el


cruce del kardo y decumanus maximus

Fig. 1. Foro de Roma

En segundo lugar, la basílica romana tuvo múltiples usos, dedicándose a mercado, lugar de
negocios o transacciones financieras, culto, o más ordinariamente, a la administración de justicia;
también se utilizaba como lugar de reunión de los ciudadanos para tratar asuntos comunes.

Su amplitud funcional incidió en su fórmula arquitectónica, que adopta el esquema de grandes


salas de planta rectangular divididas en varias naves longitudinales mediante hileras de columnas,
que sustentaban una cubierta plana de madera o abovedada. La diferencia de alturas se
aprovecha para abrir orificios de iluminación en la parte alta de los muros. Además, era frecuente
la existencia de un segundo piso sobre las naves laterales, siendo la central más ancha y de
mayor altura. Esta planta genérica podría completarse con la realización de un ábside en uno de
los lados cortos, en el que solían ubicarse los escaños para los magistrados, o incluso con doble
remate absidado.

Entre las basílicas más importantes destacan la Basílica Porcia (año 185 a.C.) de la cual se
conoce muy poco ya que apenas quedan restos de su planta; la Basílica Emilia (179 a.C.) con un
modelo de planta alargada con una perístasis interior que forma una nave central; la Basílica
Sempronia (169 a.C.), similar a la anterior y reconstruida por Augusto; y la Basílica Ulpia (figs. 2 y
3), la más grande y majestuosa de la época alto imperial. En el siglo IV destaca la Basílica de
Majencio y Constantino con importantes cambios respecto a las anteriores. Las primeras basílicas
del foro de Roma (Porcia, Emilia y Sempronia) actuaban como simples stoai enmarcando de
forma monumental los límites imprecisos del foro. Proporcionaban un espacio cubierto donde
realizar reuniones comerciales y servían de marco para el desarrollo de actividades lúdicas a
resguardo de la intemperie.

Fig. 2. Planta de la Basílica de Ulpia Fig. 3. Restos de la Basílica de Ulpia

En tercer lugar, otro de los edificios que rodea el foro es el comitium (comicio), que estaba
destinado a las reuniones políticas de la Asamblea de Ciudadanos o para la celebración de
comicios electorales. Consiste en un graderío de forma circular inscrito en un espacio
cuadrangular (Fig. 3).

Fig. 3. Comitium de Paestum

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En cuarto lugar, la curia era el edificio destinado para la sede oficial del Senado, o de los
magistrados locales en las ciudades coloniales o municipales. Generalmente, son construcciones
de planta rectangular, sin columnas; sin embargo, en algunos casos, el lado corto opuesto a la
entrada concluía en un ábside o un nicho rectangular. En los lados largos se ubican los bancos
para los miembros del Senado o del gobierno municipal, y en la cabecera un estrado o plataforma
sobreelevada sobre el pavimento de la sala al que accedía el orador (Figs. 4 y 5).

Fig. 4. Curia del foro romano Fig. 5. Interior de la curia

Finalmente, los pórticos consisten en todo edificio más largo que ancho, con una longitud abierta
mediante una columnata. El muro de fondo puede ser liso, sin aberturas, o con ventanas o puertas
de acceso a las construcciones situadas a su espalda. Por su parte, la zona cubierta puede ser
diáfana o estar dividida en dos o tres naves mediante una o dos hileras de columnas (Fig. 6).

Fig. 6. Pórtico de Octavia (Roma)

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2. El templo romano
En los primeros momentos se va a ir considerando sagrado aquellos lugares donde se advertía la
presencia de la divinidad en los cuales se podían edificar estructuras tales como altares, edículos
y templos.

- El altar o ara era el más simple y antiguo, y su función era ser receptor de las ofrendas a
las divinidades, como libaciones de líquidos o sacrificios de animales. Podían construirse al
aire libre, en las urbes, junto a los templos, etc. En cuanto a su apariencia, los más
antiguos parecen seguir modelos griegos con el denominado tipo In Antis, con planta en
forma de U y dos antas rodeando el lugar de sacrificio.
Ya en periodo republicano e imperial el altar estaba formado por un bloque de entre 50 y
100 cm de altura. Su zócalo era liso, presentando molduras en el cuerpo y coronamiento
liso o con volutas.

- Los edículos (aedicula) eran de pequeñas dimensiones, reproducen las fachadas de los
templos y albergaban imágenes de los dioses. Sólo se diferencia del templo por su
reducido tamaño. Se podrían comparar con los templetes o capillas y se ubicaban en los
cruces de calles. También los lararios dedicados al culto doméstico presentan una
estructura similar.

- El templo es el edificio mayor dedicado al culto de las divinidades. Los ritos se realizaban
al exterior, por lo que en su escalinata de acceso o ante ella se ubica un altar donde
realizar los sacrificios.

Por otro lado, vamos a ir viendo que existían lugares destinados a acoger las ofrendas votivas a
las divinidades (exvotos), pues las mismas eran sagradas y no podían ser robadas o destruidas,
por lo que se excavaban unas fosas destinadas a su depósito que podían ser pozos junto o en el
interior del templo, siendo en este último caso denominados favissae.

El estudio de estos elementos aporta una rica información sobre el culto a las divinidades así
como sobre las actividades realizadas en dichos lugares, así como la propia mentalidad a la hora
de organizar esos espacios y de proceder con las correspondientes prácticas religioso-culturales.

2.1. Tipología y características de los templos romanos

El templo va a ser el reflejo de una serie de concepciones y categorías religiosas que son
sumamente diferentes a la de los griegos. Tienen mucha más estrecha relación con la sociedad
etrusca por el enorme vínculo cultural y dado la ubicación geográfica que presenta Roma con
respecto a Etruria.
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Un elemento central en la conformación de los templos será la importancia del podio. El podio
presenta un acceso sumamente escalonado y, por tanto, permite levantar toda la edificación
arquitectónica. Se va a ir construyendo siempre en piedra y se fue decorando con un conjunto de
series de molduras en sus remates inferiores y superiores. No obstante, la concepción del podio, a
diferencia del valor escultórico y arquitectónico de estas unidades constructivas en el mundo
griego, va a permitir realzar la frontalidad del edificio.

Los tipos de templo más difundidos pueden englobarse en varios modelos planimétricos. Uno de
ellos era el templo próstilo, que permitía enlazar los modelos de edificio de culto más antiguos
con planta rectangular, precedido de un pequeño pórtico soportado por dos pilares in antis.

Otro de los tipos de planta será el etrusco-itálico, siendo adoptada en el ámbito del área del
Lacio en torno a los siglos VI y V a.n.e, convirtiéndose en el modelo de planta característico de los
Capitolia en todas las colonias romanas y numerosas ciudades del Imperio. Este elemento va a
encontrarse en estrecha vinculación con la tradición constructiva del templo de Júpiter Capitolino
de Roma.

Otro de los modelos de planta será el caso del templo perípteros sine postico. Este modelo hace
referencia a la modalidad de planta períptera pero desprovista de las columnas de la fachada
posterior. Se trata de un modelo de creación romana, que adopta del mundo griego la forma
alargada y la presencia de columnas en los lados largos, suprimiendo la columnata trasera. Del
templo etrusco-itálico conserva las alae, aunque reducidas a una semipilastra avanzada, el alto
podio y la escalinata. Este modelo se irá difundiendo a lo largo del área latina y etrusca entre
finales del siglo IV e inicios del siglo I a.n.e.

A partir del siglo II a.n.e, se detecta un proceso de introducción de elementos propios de los
Estados helenísticos que van a ir afectando a la propia organización y producción arquitectónica.
Así llega al mundo romano la planta del templo pseudoperíptera, en la que sobre las paredes de
un templo próstilo se disponen semicolumnas.

En cuanto a los materiales empleados en la construcción de los templos, al principio únicamente


se usó la piedra para la construcción de los cimientos y el podio, mientras que el abobe se usó
para las paredes de la cella y la madera para las columnas -que más adelante se realizaron con
tufo volcánico- y para el arquitrabe y la estructura de la techumbre, cubierta con tejas de cerámica.
A partir de los siglos VII y VI, arquitrabe y estructura de la cubierta comenzaron a ser revestidos
con terracotas, con una doble finalidad, decorativa y funcional (para evitar la humedad).

A partir del siglo V ya se construyen edificios de piedra, con sillares de opus quadratum, con
diferentes variedades de piedra local. El mármol será utilizado por primera vez a mediados del
siglo II a.n.e, convirtiéndose en habitual a partir de la época Alto Imperial.

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3. Edificios de espectáculo y ocio
La sociedad romana era ociosa, y por ello disfrutaba de actividades de entretenimiento
que, en numerosas ocasiones, comprendían el culto al cuerpo. No obstante, al contrario
de lo que a priori pueda parecer, estas actividades de ocio no iban sólo dirigidas a las
clases pudientes de la sociedad romana, sino que el conjunto de la población podía
disfrutar de ellas. El espectáculo, como una de tantas parcelas de la vida cultural y
política de la Antigua Roma, tenía un importante contenido propagandístico patentado
por el poder, y funcionaba como un mecanismo de control de las clases populares, que
vivían sometidas a una jerarquización social muy acusada: panem et circenses
(literalmente, “pan y circo”) que ayudaba a mantener un plano político favorable y
estable.

Para el desarrollo de estos espectáculos y actividades de ocio, la Roma Antigua recurría al


uso de los edificios que enumeramos a continuación.

3.1. El Teatro romano

El teatro como edificio estable surge tardíamente en la Roma antigua (Fig. 1), en tiempos
de finales de la República (mitad del siglo I a.e.). Previamente habían existido
estructuras temporales en madera que permitían el ejercicio de las representaciones
teatrales, entendidas como una viva expresión de la vida cívico-religiosa romana.

Fig. 1. El teatro de Marcelo en Roma podía albergar hasta 15.000 espectadores.

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Será Vitruvio quien, en su Libro V del Tratado de Arquitectura, establezca las normas
que debían seguirse en el proceso de construcción de los teatros. Así, la planta
canónica debía poseer las siguientes partes (Fig. 2):

– Cavea. Es un graderío de planta semicircular que se divide en tres partes de


diferente altura, ima, media y summa cavea, para los distintos segmentos de la
población: la aristocracia romana y miembros del Senado y equites, la plebe de
condición libre y las mujeres libres, las clases humildes y los esclavos, respectivamente.
Además, para facilitar el movimiento por la cavea, estaba dividida en varios sectores
triangulares o cunei mediante escaleras y corredores radiales.

– Balteus. Murete que separa la orchestra del graderío.

– Orchestra. Tiene forma semicircular. No solía emplearse como escenario, sino


que solía albergar los asientos de los altos magistrados.

– Pulpitum. Escenario del teatro, situado a una altura algo superior a la de la


orchestra. Su frente se articula con nichos y se decora con relieves. Bajo el
Pulpitum se halla el telón o auleum.

– Scena frons. Fachada monumental que sirve de fondo del escenario.


Normalmente, la constituye una estructura arquitectónica de entre dos y tres pisos,
cubierta por un tejadillo, que facilitaba la resonancia. Aquí se abrían las puertas por
las que iban apareciendo los actores. Posee una puerta central (valva regia) y dos
puertas laterales (valvae hospitalia). Suele decorarse con órdenes arquitectónicos
superpuestos en una fachada de línea recta o articulada en nichos con estatuas.

– Versurae. Estancia situada entre los extremos del hemiciclo y del cuerpo
escénico,. Algunos teatros tienen dos en posición simétrica. Su función no figura en
la descripción de Vitruvio, por lo que se desconoce.

– Post scaenam. Se sitúa detrás de la scaena frons, y era un pórtico para acoger a
los espectadores en caso de lluvia o durante los intervalos. También incluía
locales de servicio para los actores.

– Velum. Cubierta móvil de lino o seda para proteger el espectáculo.

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Fig. 2. Partes del teatro romano canónico.

 Ejemplos de teatros destacados: teatro de Pompeyo, teatro de Marcelo (Fig. 1), teatro
de Lepcis Magna.

3.2. Los odeones

En sentido estricto, los odeones son edificios destinados a las audiciones musicales y
los recitales. No obstante, numerosos autores opinan que los odeones de la Roma
Antigua eran simples teatros cubiertos que albergaron las mismas representaciones
escénicas que los teatros descubiertos.

En los odeones romanos (Fig. 3) se presentan los elementos principales del teatro: la
cavea, la orchestra, el pulpitum y la scena frons. La diferencia es que tienen que
adaptarse a la geometría del edificio que los contiene, que suele ser de forma
cuadrangular.

– La cavea nunca llega a ser semicircular salvo en las primeras filas, donde se

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hallan los proedria o asientos para las autoridades romanas.

– La orchestra posee dimensiones reducidas, y el pulpitum es estrecho y


alargado.

– La scena frons es menos voluminosa que la del teatro, pero sigue estando
decorada.

Todo el complejo del odeón suele estar rodeado por altos muros iluminados por
ventanas y reforzados por contrafuertes. La cubierta solía ser de cerchas de madera y
teja.

Fig. 3. Reconstrucción del odeón de Pompeya, Italia.

3.3. El anfiteatro

El anfiteatro fue el edificio ideado para el desarrollo de las luchas de gladiadores


(munera) y las exhibiciones, espectáculos y juegos en los que participaban grandes
bestias y fieras (venationes). Se trata de un edificio que, a diferencia de los anteriores, no
es de inspiración griega; tampoco está relacionado con edificios de Asia Menor,
porque los espectáculos del anfiteatro no se desarrollaban en los Estados orientales.

El anfiteatro se constituye como un gran edificio que puede albergar a un gran número
de personas. En su construcción, se buscaba conseguir un aforo amplio con buena

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visibilidad al escenario central, que era permanente pero versátil – era convertible, y
podía ser usado para espectáculos de distinto tipo –. Su estructura arquitectónica se
define a partir del siglo I a.e., y posee las siguientes características:

– Cavea. Constituye el graderío del anfiteatro. Solía separarse por tres muretes
(baltei) en cuatro secciones, y la última de ellas se subdividía en dos. La sección
inferior, el podium, estaba constituido por gradas más anchas que llegaban hasta la
arena. Para evitar que las fieras tuviesen escapatoria, se colocaba un murete,
generalmente de mármol.

Al igual que en el teatro, la cavea se dividía para alojar en cada sección a un grupo
concreto de la población. El espacio más cercano a la arena era ocupado por
senadores, vestales, altos magistrados y los miembros de la orden ecuestre. A
continuación se sitúan los tribunos y ciudadanos y, en la sección superior, los no
ciudadanos y las mujeres plebeyas, que asistían al espectáculo de pie.
– Arena. De forma generalmente alargada, suele contar con dos accesos principales
abiertos en el eje mayor y provistos de escaleras.

Para evitar la aglomeración de los asistentes en el acceso o desalojo al anfiteatro, se ideó


un sistema de comunicaciones en sentido horizontal con diferentes alturas que
rodeaban la arena a distintas alturas y en sentido vertical, con escaleras que dividían en
varias secciones (cunei) el graderío. Este sistema de circulación posee escaleras externas
en los ángulos Norte y Sur.

Para la construcción del anfiteatro se buscaba una topografía que favoreciese el asiento
de la cávea. Sólo cuando las condiciones naturales no eran suficientes para su sustento
se construían elementos de sostén anulares y grandes bóvedas para coadyuvar a la
suspensión del graderío (Figs. 4 y 5). Un ejemplo de esto es el anfiteatro de Pompeya,
apoyado sobre el terreno y sobre una estructura de arcadas y contrafuertes.

Fig. 4. Reconstrucción de la estructura interna del anfiteatro.

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 Ejemplos de anfiteatros destacados: anfiteatro de Pompeya, anfiteatro de Roma.

Fig. 5. Planimetría del anfiteatro.

3.4. El circo romano

El circo es uno de los espacios de ocio por excelencia de la Antigua Roma, aunque
no siempre tuvo la forma canónica que hoy conocemos. En un primer momento, estos
eventos – carreras – se desarrollaban al aire libre, y normalmente se escogían los valles,
ya que la elevación de los laterales permitía a los asistentes observar el transcurso de la
carrera.

La formulación final de los circos se documenta en el año 174 a.e. con el Circo
Máximo de Roma (Fig. 6), que como otras grandes estructuras financiadas por el Estado
se convirtió en el arquetipo de su tipología. En este circo la actividad realizada eran las
carreras de cuadrigas, carros tirados por cuatro caballos que competían en diferentes
equipos por llegar los primeros a la meta.
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Fig. 6. Maqueta del Circo Máximo.

El circo romano posee, por tanto, características arquitectónicas definidas (Fig. 7):

• La planta de la estructura es rectangular, pero uno de sus lados es


semicircular.

• Arena. El material escogido para el suelo, denominado arena, era la tierra


batida, que facilitaba el galope.

• Carcere. En el lado corto recto se hallaban las carceres, boxes en los que los
carros en competición esperaban la señal de salida.

• Spina. Es un muro de escasa altura que divide a la mitad longitudinalmente el


recorrido o arena, con el fin de que los aurigas pudieran dar la vuelta
alrededor de ella siguiendo un trazado circular.

En la spina se emplazan esculturas y diversos elementos de ornamentación,


como estatuas, fuentes y obeliscos con función estética y que, además,
buscaban mostrar el poderío económico del constructor.

• Metae. En los extremos de la spina se encontraban las metae, unas bases


semicirculares en torno a las cuales giraban los carros en la carrera.

• Cavea. En los lados largos de la pista y en el hemiciclo opuesto a las


carceres se ubicaba la cávea con las gradas divididas por corredores que
conducían a las escaleras de acceso, lugar donde se sitúan los espectadores
para disfrutar del espectáculo deportivo.

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Fig. 7. Planta y sección del circo romano de Toledo

3.5. Los estadios

Cuando las carreras no eran de cuadrigas sino de corredores, se requería un edificio


diferente al circo. Éste es el estadio, cuyo nombre viene dado por la unidad de la
distancia homónima griega, que mide 180 metros.

Los estadios tienen, también, características arquitectónicas definidas:

• La forma de los primeros estadios era rectangular, con un largo que era
seis veces su ancho y con unas curvas en sus lados cortos que permitían
girar a los corredores para continuar con su carrera.

• Dado que su planta es similar a la del circo, usualmente genera confusión,


pero los eventos que albergaba cada edificio son diferentes. Además,
aunque ambos tienen una forma parecida, el circo suele medir
aproximadamente el doble que el estadio.

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• A diferencia del circo, no posee una spina que lo divida longitudinalmente.

• El pavimento era también de tierra batida, y estaba rodeado por gradas o


una cavea que dan cobijo a los asistentes.

Este tipo de edificio también es exportado por los romanos al conjunto del
Imperio. El primero documentado mandado a construir fue el del Campo Marcio, por
orden del emperador Domiciano (Fig. 8).

Fig. 8. Maqueta del Estadio de Domiciano.

3.6. Las termas

Las termas romanas eran espacios –en principio no públicos– destinados al baño y el
aseo, emplazados en un contexto urbano. Aunque ya en la Grecia Antigua se constatan
edificaciones similares (de hecho, las termas romanas son herederas de las del mundo
griego), cuando aludimos a las termas en el sentido clásico siempre nos referimos a las
del mundo romano, que alcanzaron un desarrollo y expansión excepcionales.

Fig. 9. Termas de Caracalla.

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El mayor hito en la historia de las termas está en la aparición del hypocaustum (Fig.
10), conocido de forma cercana gracias a los datos que nos aporta Vitrubio. Este sistema
– documentado desde el siglo III en Sicilia – permite la circulación de aire caliente bajo el
suelo y tras las paredes del espacio, evitando así problemas con los humos y gases
producidos por la combustión. El calor originado en el praefurnium – zona anexa
reservada para el combustible – se distribuía por las “cámaras” creadas a propósito bajo
el pavimento – suspensura, sostenida por ladrillos– y en las paredes. Para distribuir el
calor y evacuar los gases sobrantes se idearon varios sistemas, de los cuales el de los
tubuli es el más eficaz: consistía en una serie de prismas cerámicos distribuídos
verticalmente en las paredes, actuando a modo de chimenea.

Fig. 10. Estructura del hipocaustum de unas termas.

Las termas no aluden a un modelo arquitectónico específico, sino que están


compuestas por diversos elementos. Por ello, muchos autores hablan por hablar de
edificios termales. Los espacios que componen este edificio termal son diversos:

• Apodyterium. Estancia inicial a la que se accede por un pasillo o vestíbulo,


donde los clientes podían dejar su indumentaria y sus pertenencias
personales.

• Tepidarium. Era la sala templada, ubicada entre las salas calientes y las frías,

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destinada a regular la temperatura corporal. Podía ubicarse cerca del
hipocausto o poseer su propio sistema termal.

• Calidarium. Era la zona de agua caliente. Podía contar con bañeras fijas (alvei)
revestidas de mármol, a las cuales llegaba agua caliente desde una caldera por
medio de fístulas de plomo. La estancia mantenía el calor gracias al hipocausto.
Una vez terminado el baño, los usuarios podían refrescarse en un lavabo de
agua fresca llamado labrum.

• Sudatio. Sauna, espacio de aire cálido. Usualmente de forma circular contaba con
su propio praefurnium.

• Frigidarium. Espacio reservado a los baños fríos. Su forma era variable –


circular, rectangular – y estaba revestida por una cúpula. Disponía de piletas
individuales, aunque en época imperial llegaron a tener una piscina para
practicar la natación, natatio.

Estos espacios coinciden en que están destinados a garantizar el aseo personal

– y aquí podríamos incluir la letrina, por su finalidad higiénica –. No obstante, también


hubo otros espacios que albergaban actividades complementarias al baño:

• Palaestra. Patio al aire libre donde se practicaban actividades físicas.

• Unctorium. Sala de aplicación de aceites corporales y masajes.

• Destrictarium. Sala para la limpieza de los ungüentos corporales aplicados,


tras el ejercicio físico.

 Ejemplos de termas destacadas: termas de Trajano, termas de Caracalla (Fig. 11).

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Fig. 11. Estructura planimétrica de las termas de Caracalla.

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4. Edificios artesanales, comerciales y de almacenamiento en el
mundo romano

4.1. Tabernae

Tabernae es la forma genérica de denominar a la tienda romana. Estas pueden


tener diferentes propósitos, el cual variará según su mercancía, pero aun así todas
poseen unas características comunes. Estas propiedades comunes son que poseen
una estancia única, la cual tiene una gran abertura hacia la calle que sirve de acceso.
Dentro de la tabernae la mercancía se expone al consumidor sobre un mostrador, el
cual ocuparía todo el frente, excepto por la parte que se entra a este, la cual tenía un
biombo. En la trastienda o parte superior de la tabernae se encontraba la vivienda del
propietario del negocio a la cual se subía mediante una escalera de madera.

Estas características comunes impiden determinar la naturaleza del comercio,


acaso que se descubra una inscripción, restos de los productos en algún objeto o
instalación específico. Así Kleberg desarrollara una división en dos categorías. Por un
lado estarían los hoteles o alojamientos que proporcionan comida y bebida. Dentro de
este grupo entrarían: los hospitium caracterizados por los diversos comedores,
triclinium y dormitorios que posee. La stabulum es otro tipo de alojamiento
caracterizado por la existencia de un patio alrededor del cual estaba el comedor, la
cocina y las letrinas. En la planta superior se encontraban los dormitorios. La caupona
es un hostal destinado a viajeros de bajo poder adquisitivo. En el otro gran grupo de
Kleberg estarían los establecimientos que solo sirven comida y bebida como: la popina.
Este es un tipo de negocio que ofrecía un servicio de comida y bebida, de ahí la
existencia de una cocina. Por el contrario la taberna, proporcionaba solo bebidas y
alimentos, de ahí el reemplazo de una cocina por un pequeño horno donde calentar las
bebidas. Estas se encontraban en las ánforas, ya que un objeto tan característico de
estos locales como las dolias empotradas en los mostradores tenía que albergar frutos
secos u otro alimento seco, ya que son recipientes de carácter poroso.

4.2. La molienda del pan

Mención aparte merece en la cultura romana el pan, pues forma uno de los
alimentos indispensables para el sostenimiento de cualquier persona. Así este es uno
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de los pilares que sustenta su dieta, compuesta por: pan, aceite y vino (triada
mediterránea). Tal fue la importancia del pan, que el dicho, “pan y circo” alude a la
conservación de la estabilidad política y la paz ciudadana. Pues el pan es el alimento y
el circo la distracción. Así también grandes médicos del momento señalaron la
importancia del pan como: Galeano, Hipócrates y Cornelio Celso

Para la elaboración del pan, sin duda es necesario el proceso de la molienda del
cereal. El cual, por lo común, solía ser trigo, cebada e incluso lentejas. Así hay que
destacar que existían diversas clases de trigo como el de primera (panis siligineus), el
de segunda (panis secundarius) y el de los legionarios o marinos (panis militaris o
nauticus). En un principio este proceso se desarrollaba de manera doméstica o en
lugares creados para este proceso con mano esclava, ya que es una labor muy ardua,
pero al final gracias a la “industrialización” del proceso de molienda, esta conformará un
oficio como es el de los pistores. Los primeros molinos estaban compuestos por dos
piezas, ambas eran dos discos de piedra, siendo el superior el que se movía con un
manubrio y teniendo un orifico por el cual se introducía el cereal. Desde el siglo II a.C.
comienza un proceso de expansión de la industria panadera, la cual llegó a producir
hasta máquinas para amasar la harina. La técnica para moler el pan se basaba en dos
elementos: la meta que consistía en una piedra con forma de cono, la cual estaba
rodeada por un zócalo, poniéndose así una bandeja para recoger la harina. La otra gran
pieza es el catillus que es un cono vacío y cóncavo por el cual se introduce el cereal. La
fricción de ambas piedras acaba moliendo en cereal. Para controlar este roce el catillus
cuenta con un eje vertical, que permitía separar un poco las piedras aligerando así la
fricción. Este eje vertical estaba también enlazado con un mecanismo que permitía que
este molino fuera movido por tracción animal (asno, caballo, etc.) o humana. Otro
sistema de molienda fueron los molinos hidráulicos, los cuales se abastecían de los
cursos de agua, aprovechando así la fuerza del agua, la cual era trasladada mediante
acueductos o con la colocación de los molinos en lugares estratégicos (Ej: molinos de
Barbegal en Francia).

Los molinos mejores conservados pertenecen a las ciudades de Pompeya y


Herculano. En estas, las panaderías cumplen la función de molienda y cocción del pan,
el cual se hacía en hornos de ladrillos (furnus). Estos solían estar cerca de la zona de
molienda y del lugar donde se amasaba el pan.

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4.3. Molinos de aceite y vino

Otros molinos esenciales para el desarrollo de la cultura latina eran los que
concernían al vino y el aceite. Los romanos conocieron la explotación vitivinícola
gracias al contacto con los pueblos griegos. El comercio de este producto produjo gran
cantidad de ánforas para su transporte y venta, lo que ha permitido a los investigadores
reconstruir las rutas comerciales entre las regiones productoras y de consumo, gracias
al estudio de las tipologías cerámicas y de los tituli picti.

La producción comenzaba en las propiedades agrícolas donde se cultivaban las


viñas y los olivos que implicaban a gran parte de la población circundante. El cultivo de
ambos bienes de consumo en la misma región permite integrar las instalaciones en una
infraestructura común. Las prensas de uvas se componen de un gran tronco de madera
(prelum) sujeto en uno de sus extremos y que ejercía la presión sobre las uvas
dispuestas en serones a medida que éste bajaba gracias a un torno de mano (sucula) o
un gran tornillo vertical (cocea). Para reducir su tamaño y facilitar su manipulación
durante el proceso se pisaba en cubas, siendo traspasado al dolium (gran recipiente
cerámico) o a la cella vinaria (almacenes).

El procesado de la oliva es muy similar al empleado hasta la actualidad,


cambiando en cuanto a la tracción, pero manteniendo el sistema debido a su simpleza y
efectividad. En el molino (trapetum) se aplastan las oleáceas gracias a una muela
semiesférica, aunque también era posible el empleo de prensas similares a las de la
manufacturación de la uva. La conservación era en ánforas, como la mayor parte de
productos en la Antigua Roma y Grecia. La mayor parte de la producción se daba en las
villae, aunque también se producía aceite vegetal y caldos latinos en los lugares de
venta como las officinae oleariae y vinariae.

4.4. Salazones de pescado y garum

Como pueblo con fuertes nexos de unión al mar, los romanos conocieron desde
muy pronto el provecho alimenticio que podía ser extraído de este medio natural. El
estudio de las salazones romanas depende en gran parte de la situación geográfica de
estas factorías, así como los análisis arqueozoológicos que permitan reconocer las
marcas de procesado en los restos de la ictiofauna. Además de la deshidratación del
pescado debido a la adición de cloruro sódico o sal marina, también encontramos la

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producción de salsas y demás sazonadores para dar mejor gusto a los alimentos
conservados por este método milenario. El pescado era eviscerado y cortado en
grandes trozos y luego se le hacían pequeños cortes transversales para facilitar la
penetración de la sal, siendo finalmente colocados en cubas para su maceración
durante 20 días. Tras este periodo se retiraba y se introducía en ánforas de reducido
tamaño para su exportación.

El garum era una salsa elaborada a partir de las partes blandas que habían sido
retiradas del pescado procesado, a la que se añadiría una parte de sal por ocho de
vísceras. A continuación, se exponía a calor durante dos meses al Sol o se cocía en
una marmita para acelerar el proceso de desecación. El filtrado de esta mezcla daba
como resultado una pasta blanca de apreciado valor culinario para los romanos,
reaprovechándose los jugos para otros condimentos de menor calidad y precio.

Para establecer las factorías se requerían tres condiciones: una zona pesquera
en la que se encuentren presentes las especies consumidas, proximidad a una
corriente de agua dulce y a unas salinas.

4.5. Macellum

El concepto de mercado en la época republicana, había estado representado por


el foro romano, que servía de lugar de intercambio comercial, pero esto empezó a
cambiar a partir del siglo III a.C. Las transformaciones monumentales que sufre el foro
provocaron una disminución de su actividad comercial y posterior traslado hacia una
serie de edificaciones autónomas, lugares que servían de reunión de personas que
compraban y vendían mercancías alimentarias, y que estarían presentes a lo largo del
imperio. Se cree que estas transformaciones coincidieron con el influjo de centros
comerciales exteriores como el área de Jonia, ya que presentan características
similares con formas de plaza cuadrada rodeada de chozas o depósitos que servían de
tiendas. Al mismo tiempo, en época republicana se documenta la presencia de
elementos consustanciales como los tholos macelli, que son construcciones de planta
circular situadas en el centro de la plaza pero con función desconocida. No obstante, el
hallazgo de infraestructuras hidráulicas situadas bajo ellas, hace pensar que contaran
con una fuente. Otros autores opinan que se trataría de un lugar de almacenamiento de
mercancías para aquellos mercaderes desprovistos de tienda en el macellum.

20
Otro elemento relacionado con el mercado es la mensa ponderaría, una mesa de
piedra con cavidades correspondientes a las medidas de distintos productos (líquidos o
sólidos), para garantizar el control de los pesos de los productos adquiridos.

4.6. Horrea

Los horrea romanos podrían definirse como almacenes de diversos tamaños,


normalmente destinados a guardar el grano y alimentos. Su uso parece ser generalizado
a lo largo del Imperio Romano jugando un papel fundamental en la compleja red de
abastecimiento que movilizaba suministros para el ejército en las fronteras, en los
núcleos urbanos y las grandes ciudades. Podían ser de propiedad estatal o privada,
dependiendo de las circunstancias.

Estaban compuestos por una serie de habitaciones en edificios de una o más plantas, las
cuales se organizaban en torno a uno o varios pasillos/patios centrales. Se encontraba en
un recinto definido con un muro exterior, generalmente de toba o tufo, siendo de muros
sustentados por la superposición de ladrillos.

Tenían amplios accesos para facilitar el paso al interior de carromatos. En su interior


había una serie de rampas o escaleras que comunicaban los diferentes pisos, de manera
que se facilitaba el acarreo de cargas pesadas a los pisos superiores.

Tuvieron diferentes usos, en ellos no sólo se almacenaba grano, también estaban


destinados a depositar alimentos, vinos, aceite de oliva, ropa, mármol, etc.

El piso inferior de algunos de los horrea destinados al almacenaje de grano estaba


elevado con respecto al nivel del suelo (Fig. 2), su función era reducir la humedad.

Existen diferentes tipos de horrea. Los horrea portuarios eran de gran tamaño, llegaban a
tener 2 ó 3 patios. Estaban dirigidos por el Estado y por grandes importadores o
mercatores.

Algunos funcionaban como cajas fuertes de uso general, podían ser alquilados para
guardar algo. Otros indican que almacenaban y, probablemente, también vendían algún
producto concreto: cera (candelaria), papel (chartaria), pimienta (piperataria), forraje
(graminaria).

21
Otros, funcionaban como una especie de “elegantes tiendas o galerías”, se ubican junto a
los palacios palatinos y suelen tomar el nombre de los emperadores.

Geoffrey Rickman, diferencia los horrea civiles y militares, distinguiendo también los
almacenes simples de los graneros (su obra se limita a Roma y Ostia).

Los civiles los divide en 2 clases: organizados en torno a un patio/s o pasillo/s interno/s.
Los militares los divide en 4 clases: tipo A, individuales (single horreum), es el más
común; tipo B (doble horrea), engloba a los graneros dobles; tipo C (paired horrea), en
que se encuentran los graneros adosados; y tipo D (horrea placed end-to-end), dispuestos
compartiendo el muro divisorio.

22
5. Arquitectura doméstica

5.1. Domus

La domus constituía en las ciudades de provincia, lo esencial de la arquitectura


doméstica. Tradicionalmente se ha venido considerando a las domus como aquellas
casas unifamiliares, propiedad de familias solventes. Para realizar un análisis general
de las características de las estancias que integran la domus, es necesario recurrir a la
zona vesubiana, cuyas ciudades permiten un conocimiento detallado. La domus
pompeyana es de una riqueza didáctica tal, que ella basta por sí sola para hacernos
conocer la casa romana urbana desde la época republicana hasta el reinado de Tito. A
pesar de que existen distintas tipologías de la domus romana, se puede observar como
la mayoría de ellas se basan en un mismo plano que sirve de base, siguiendo el
siguiente esquema.

5.1.1. Partes de la domus

- Alae: se encuentra abierta al atrio al igual que el tablinum. Se disponen a ambos


lados de este, y no se conoce con exactitud su funcionalidad.

- Atrium: estancia que se considera el elemento que organiza la domus y cuya


cubierta está estructurada de tal forma que deja una abertura central -
compluvium-, y cuando esta se sitúa en el centro de las cuatro pendientes del
tejado, se denomina atrium compluviatum. El atrio suele tener cuatro columnas
en las esquinas del depósito o balseta -denominada impluvium- que recoge las
aguas de la lluvia que caen por el compluvium. Si son cuatro columnas se
denomina atrio tetrásilo. Cuando las columnas son seis o más se conoce como
atrio corintio. Otra variante de atrio es el Tuscanicum, que carece de apoyos
verticales.

- Balnea: baños utilizados para la higiene diaria, se situaban en el mismo espacio


que las cocinas.

- Cubicula (cubiculum): dormitorios.

- Culina: de pequeñas dimensiones y dotada de una encimera de obra recubierta


de ladrillos donde se disponían las brasas para cocinar. El espacio que estaba
bajo ese mostrador quedaba reservado para la leña o la vajilla, y en ocasiones,
23
para un pequeño horno de pan.

- Fauces: corredor que enlazaba la entrada de la casa romana con el atrio.

- Impluvium: recoge las lluvias que caen por el compluvium.

- Oecus: salón para las reuniones y que a veces servía de comedor cuando los
invitados eran numerosos.

- Peristilo: se introduce en el siglo II a.C. Se trata de un jardín rodeado de


columnas y cerrado por un muro al exterior en el que la vegetación, las fuentes,
los estanques y la decoración se convierten en un lugar de recreo en el interior de
las casas.

- Tablinum: Espacio situado frente la puerta de entrada, totalmente abierto al


atrio. Servía de despacho al dueño de la casa.

- Triclinium: estancia dedicada a comedor, donde se ubican tres triclinia en torno a


una mesa baja. Cada uno tenía tres plazas para comensales.

5.1.2 Evolución de la domus

Desde los inicios del siglo II a.C. se constata la introducción del peristilo en la
domus itálica que, según Vitrubio, se sitúa tras el atrio y se dispone de forma transversal
al mismo. Este peristilo constituye el nuevo centro social de la casa, por lo que se
construyen triclinios en su derredor. Continúa la evolución de la domus con la adjunción
de peristilos que se convierten en auténticos lugares de ocio y de nuevas salas
dedicadas al descanso que son estructuras nuevas en el mundo itálico y se amplían o se
construyen estancias termales en el interior de la domus. Esto lleva la pérdida de la
representación del atrio que queda reducido a un amplio vestíbulo.

La nueva posición predominante de este espacio se observa en un peristilo al


que se abre el triclinio flanqueado por dos cubículos. La gran aportación del siglo I a.C.
a la arquitectura doméstica es la aparición de los oeci en las casas de los nobles. Estas
estancias deben considerarse salones, donde la presencia de columna les da un
aspecto lujoso. Otro tipo de oecus es el aegyptius en el que sobre las columnas se sitúa
un arquitrabe que se une mediante vigas a los muros perimetrales que soportan el suelo
que se convierte en un paseo. Otra de las características de las casas de los nobles es
la presencia de los baños, y a finales del siglo I a.C., los balnea privados se han
desarrollado considerablemente.
24
No se observan grandes cambios en las plantas de las casas acomodadas, pero
sí existe una clara evolución en la concepción general. El atrium pierde su utilidad y los
peristilos se enriquecen. A finales del siglo I y durante el siglo II la planta característica
es la casa de peristilo donde las estancias rodean este espacio columnado que
sustituye el atrio. La tradicional domus de época alto y medio imperial sufre una serie de
transformaciones a lo largo de los siglos III y IV.

El peristilo se sustituye por un espacio abierto que no está rodeado de columnas


y en cuyo centro se sitúa una fuente de carácter monumental. Aunque estas dos
estancias son las principales de la domus, el resto también experimentan cambios
estructurales ya que aparecen las plantas circulares o poligonales, cubiertas con
cúpulas. Otro aspecto es la luminosidad ya que se multiplican los grandes ventanales.

5.2. Insulae

A finales del I a.C. Roma comienza a desarrollar de forma consolidada otro tipo
de arquitectura doméstica, fundamentalmente en su capital y en algunas otras
congestionadas del imperio. Este edificio se denomina insulae y consta de varios pisos.
Durante este periodo la ciudad de Roma experimentó un crecimiento que provocó que
su casi un millón de habitantes se aglutinaran relativamente en un pequeño espacio.
Ante este panorama sólo las clases más pudientes podían alojarse en las Domus,
reuniéndose los restantes componentes poblacionales en las llamadas insulae o
viviendas de varios pisos. El concepto más arcaico que podemos encontrar de la
palabra insulae ostenta una connotación de edificación que pretende referirse al conjunto
de edificios que se encuentran limitados por vías. A partir de las obras que nos
llegan de autores como Cicerón se contempla como una propiedad inmobiliaria
estructurada en pisos y apartamentos. Es en estos instantes cuando se crean las
diferencias entre el edificio colectivo y la casa gentilicia o domus familiar.

5.2.1 Evolución de las insulae

Estas viviendas de varias plantas que se consideran tradicionalmente como


imperiales, comienzan a hacerse visibles a finales del s. III a.C., siendo una respuesta a
la situación de superpoblación de la ciudad. En estos primeros inicios se carece de
fuentes arqueológicas que contrasten los inicios de construcción de la insulae; aun así,
sí poseemos documentación escrita que mencionan la existencia de viviendas como
refugio de las clases menos pudientes.
25
En el s. I d.C. se catalogan en ciudades vesubianas edificaciones de varias
plantas entre las que podemos mencionar la “Insula Orientalis II” de Herculano, con un
piso bajo que es ocupado por tiendas y talleres artesanos, además de tres o cuatro
pisos superiores estructurados en distintos habitáculos de pequeño tamaño. Aunque
estas casas son las evidencias más antiguas que podemos encontrar no podemos
considerarlas los antecedentes de las viviendas de pisos de Roma y Ostia de los s. I y II
d.C.

Aun habiendo evidencias en la ciudad de Roma que verifican la edificación de


insulae, es en la de Ostia donde podemos encontrar mayor cantidad de información
procedente de los testimonios arqueológicos de forma más completa y de mejor
conservación del siglo II d.C., exactamente entre los años 120-130 d.C. Las insulae de
esta ciudad, del mismo modo que vemos en Roma, se utilizaban para hospedar por la
noche, por lo que la mayoría de las personas debían hacer su vida al exterior y por esta
razón en la ciudad encontramos varias tiendas, scholae, plazas y edificios termales que
lo convertían en un lugar cómodo y habitable, donde por un cierto precio se podía
disfrutar de los servicios de los que carecían la mayoría de los hogares.

5.2.2. Partes de las insulae

Los bloques de estas construcciones presentaban una baja calidad, realizados


con ladrillos y con suelos, techos y escaleras de madera y paja; además no poseían ni
cocina, ni servicios. Estos materiales de bajo costo provocaban que los incendios se
propagaran con relativa facilidad, sumando además los continuos derrumbes producidos
por las malas técnicas de construcción. El número de plantas que poseían estas
edificaciones comenzó a aumentar a partir del crecimiento poblacional. Inicialmente en
la ciudad de Roma se construían de tres plantas; sin embargo, el continuo crecimiento
llegó crear una regulación sobre el número de plantas que podía tener una vivienda en
época de César: 20 metros como máximo de altura. De las antiguas Insulae apenas han
quedado restos materiales en la ciudad, a excepción de las que están en la zona del
Aracoelis, ínsulas embutidas en espacios ya medievales.

Para clasificar este tipo de construcciones tenemos como referencia la ciudad


ostiense. Dicha clasificación la llevó a cabo J. E. Packer, que llegó a la conclusión que
existían varios tipos de esta vivienda.

Tipo I: la planta baja de estas edificaciones están ocupadas por tiendas y


talleres, con tabernae que se localizan abiertas a un patio y no a la vía, lo que provoca
26
que esta planta sea una especie de mercado en pequeña magnitud; las estancias que
se localizan entresuelos tenían la utilidad de alojamiento de especialistas artesanos y
tenderos y los dos pisos de la parte superior estaban fraccionados en apartamentos a
los que se accedía desde una escalera que estaba en el patio de la insulae.

Tipo II: En el caso número II la planta inferior está ocupada por viviendas. Una
primera serie tiene una forma de L que desemboca a un jardín que no estaba cercado;
este permite una mejor iluminación y ventilación de todas las estancias que componen
esta parte. La segunda tanda son los edificios catalogados como de planta basilical
debido a que las estancias se reparten a los lados de un largo pasillo longitudinal.

5.3. Las Villae

Aunque se nos defina actualmente como residencia de recreo en el campo, el


significado de la palabra “Villa” ha variado constantemente. Los autores latinos nos
dejan denominaciones muy poco precisas, pero desde las versiones más antiguas, las
villae constaban de dos partes bien diferenciadas:

- La Villa Urbana: parte donde residía el dueño de la villa y su familia, unidos a sus
invitados y familiares lejanos. La estructura de la villa solía tener buenas vistas (al
mar o campo). Solían ser construcciones cómodas, con habitaciones en edificios
separados conectados por corredores independientes. Las partes más opulentas
eran los comedores de verano y de invierno (distintos cuartos) con vistas al paisaje a
través de grandes ventanales. La Villa Urbana poseía, además, dormitorios,
bibliotecas, baños (thermae), que poseían en ocasiones piscina para nadar al aire
libre o gimnasio, así como pórticos para pasear si el tiempo no era propicio para los
mismos. Además, se han encontrado hipódromos, es decir, alamedas o terrenos
utilizados exclusivamente para la equitación.

- La Villa Rústica: era la parte dedicada a los esclavos y criados que se encargaban
de las tareas agrícolas, ganaderas y de producción. La estructura de la villa rústica
se resume en su organización entorno a dos corrales o patios, uno interior y otro
exterior, cada uno con un pilón para dar de beber a los animales o para trabajos
artesanales que lo necesitaran. En torno al primer patio estaban estancias para los
criados con sus dormitorios –cellae familiares-, con cocina donde se realizaban
también algunos trabajos. Por último, estaban los cuartos de baño, la bodega, los
establos de los bueyes y de los caballos, lugares para conservar la fruta y las
cosechas, y muchas veces, cárceles para esclavos que como condena tenían que
27
realizar los trabajos más duros u hospitales o zonas de curación.

A pesar de estas diferencias, la economía y la producción siempre van ligadas a ellas.


Para entender este concepto de villae es inescrutable este matiz económico, ligado al
llamado fundus. Es un término que designa varios aspectos de la villa, desde la zona de
explotación o captación de recursos agropecuarios hasta las construcciones dentro de
la misma. Entonces, la villa no sólo es un concepto arquitectónico que designa a una
residencia campestre y de recreo, sino que es un centro de producción. Esto es
imprescindible para el arqueólogo, pues puede determinar así un contexto económico.

5.3.1. Evolución

Los precedentes de “villa romana” residen en residencias aristocráticas griegas,


situadas en las afueras desde los siglos V y IV a.e. Estas se situaban en las zonas
laciales, en altura (para el control y la protección) y con construcciones domésticas o de
actividades de subsistencia. En el siglo III a.e., las zonas de habitación comienzan a ser
minoritarias en el conjunto, pues parecen estar reagrupadas en torno a un patio central,
primando las infraestructuras económicas

La evolución de villa entre los siglos II y I a.e. se deben principalmente a varios factores:

- A la apertura de nuevos mercados dirigidos al el Mediterráneo Oriental, causando


un crecimiento económico de ciertas familias adineradas.

- Aumento de los dominios agropastoriles.

- Desaparición de los pequeños agricultores y pequeñas propiedades a favor de


las grandes concentraciones de tierras en manos de una nobleza ausente, que
delega su trabajo a capataces que organizan la producción de territorio a base de
manos de obra servil.

Durante la época tardorrepublicana, las villae romanas en la Italia central y meridional


ya están asentadas y dotadas con materiales útiles para su explotación óptima,
haciendo desaparecer consigo a pequeños dominios. La evolución de las villae continúa
principalmente hasta el siglo II d.n.e., cuando se comienza a abandonar este modelo
debido a cambios en las familias responsables, además de la competencia establecida
de productos agrícolas provinciales.

Finalmente, la época tardorromana propicia el gran crecimiento de las grandes


propiedades rurales marcado por importantes cambios arquitectónicos y funcionales.

28
Durante mucho tiempo, se ha considerado que este fenómeno era el reflejo de una crisis
de la vida urbana, la cual habría causado una variante de éxodo rural. En la actualidad,
sabemos que esto se trata de un proceso mucho más complejo. En primer lugar,
debemos tener en cuenta la concentración de tierras en manos de pocos, aspecto que
se encuadra en un cambio en el concepto de ocupación y explotación del espacio
agrario. Por otra parte, las transformaciones en las esferas de poder político y
económico romano eran también importantes (domini).

Estas razones las encontramos perfectamente reflejadas en la construcción de grandes


residencias rurales que afianzan la creación del nuevo modelo económico, unida a la
construcción de una pars urbana con salas de recepción, acordes con las útiles
representaciones para la necesaria manifestación del poder político del dominus,
cargadas de opulencia y supremacía. Los ejemplos de este concepto de "Villae” más
tardías son muy numerosos en las provincias occidentales.

5.3.1. Otros tipos de Villa

Podemos clasificarlas, entonces, en las tipologías siguientes (muchas de ellas


presentes en las partes periféricas del Imperio, concretamente en Hispania):

- Villa Urbano-Rústica: Se trata de una villa que combina los factores de recreo y
residenciales (es decir, la pars urbana) con los factores productivos y beneficiosos (la
pars fructuaria). En este tipo de estructura, se combina el placer del campo y la
producción agrícola con la típica estructura de una domus.

- Villa Marítima: Se trata de una villa que posee ciertas novedades con respecto a la
estructura normal de las villae, como un jardín para de recreo (denominado xystus) y
concretamente, una zona ligada específicamente al comercio marítimo. Esta área
muchas veces contaba con embarcaderos, además de un pórtico de columnas si la
zona poseía un acantilado.

- Villa de Peristilo: Claramente de influencia griega, se trata de una casa con un patio
que posee un pórtico específico para la misma, llena de columnas lujosas y de
elementos decorativos opulentos. Además, este tipo de villae se divide en otros
arquetipos según su estructura:

• Patio con pórticos a su alrededor (sin jardín).

• Patio con jardín y pórticos.

29
• Patio con doble peristilo.

- Villa de Plan Diseminado: Consiste en la unión de varias edificaciones distintas


dentro del recinto que denominamos villa. Dentro de ella, encontramos varias formas
de organización combinadas; pues en torno a un patio rectangular, se construyen los
lugares de producción y habitación sin orden alguno.

- Villa con torres adheridas a su fachada: Se trata de una villa que, al principio, poseía
apliques de torres en las esquinas de la fachada principal (no siendo torres que
superaran la altura del resto de la villa). Aun así, las torres se comenzaron a construir
fuera de la fachada entre el siglo I y II d.n.e.

- Villa de Planta Alargada: Es un tipo de villa que cuenta con un espacio interior con
más compartimentos y separaciones. Se trata de un tipo de villa que se queda
encuadrada en un rectángulo (parecido a tipologías de cabañas del norte de Europa,
como la Galia o Britania).

5.4. Palacios y villas imperiales

Las residencias y villas imperiales son los edificios en donde habitaron los emperadores
romanos. Este tipo de residencias se debe a la nueva situación política romana, es
decir, al régimen imperial que desencadenará una nueva tipología arquitectónica, con
patrones propios de las élites en los que se imponen la monumentalidad y la
ostentosidad en materia arquitectónica.

La diferenciación entre villas y palacios se debe principalmente a la función que éstas


desempeñan.

- Villas: construcciones destinadas al recreo y vida privada, son entendidas únicamente


como viviendas

- Palacios: construcciones donde se fusiona el lugar de residencia con el desempeño


de funciones administrativas

5.4.1 Desarrollo de los palacios y villas imperiales

Hay que tener en cuenta que las villas imperiales presentan diferentes significados,
dependiendo de su ubicación, es decir, pueden ser complejos ubicados en contextos

30
fabriles o complejos destinados al descanso y el recreo. Esto quiere decir que el
desarrollo de las ciudades provocó la deslocalización de viviendas hacia la tranquilidad
del mundo rural, desencadenando los espacios de habitación vinculados al control
agrario. A nivel arquitectónico adoptarán estilos helenísticos y modelos de edificación
de la época republicana.

Por el contrario, los palacios muestran patrones más libres, puesto que se erigían bajo
criterios individuales, y su clasificación solo puede realizarse mediante comparaciones
con las villas. Los palacios serán grandes construcciones que albergarán tanto a la
figura del emperador como a sus delegados, además de ser el lugar donde se imparte
la justicia y el centro político. La solemnidad se debe a los requerimientos generados por
el desarrollo de la política, es decir, a los banquetes, recepciones, etc. Esta concepción
desligó totalmente el modelo político de lo anterior, pues las construcciones que
albergaban el poder de la democracia quedan relegados a un segundo plano. Este
modelo de construcción, por lo tanto, se concibe como el eje de la administración y
residencia del poder, siendo la representación del Imperio.

El desarrollo de los palacios estuvo condicionado por fenómenos históricos, entre ellos
podemos destacar que la vida privada del emperador se aleja de la vista pública quizá
fundamentado por la necesidad, como dijimos anteriormente, de desarrollar una vida
tranquila alejada del ritmo frenético de las sociedades. Hay que tener en cuenta, que el
propio devenir histórico generó la necesidad de reforzar la seguridad en los palacios
con murallas o torres defensivas, así como residencias para la guardia imperial.

La importancia que tiene el papel de la política en los palacios hizo que el espacio
destinado a la vida privada del emperador sea menor en proporción espacial que el
destinado a las cortes, esta separación entre espacios dentro del palacio se vio aún
más reforzada con la sacralización de la figura del emperador, llegando a ser una
residencia temporal debido a los viajes entre las provincias del imperio.

En ambos casos, los elementos comunes giran en torno a la expresión del poder por
medio del lujo, empleando la arquitectura como arma en las actividades sociales que se
desarrollan en estos edificios, en donde encontramos estancias erigidas únicamente
para el ocio en donde el anfitrión tiene un papel diferenciador dentro de la estancia
palacial, o en el caso de las villas, con actividades al aire libre o en espacios abiertos.

Las similitudes no solo se perciben en la función que desempeñan, sino también en las
características estilísticas donde encontramos elementos decorativos suntuosos como
pueden ser escalinatas, jardines, mosaicos, inscripciones o incrustaciones de metales y
31
piedras preciosas, además de estancias con lujos y comodidades derivadas de la
función a la que se destinan.

5.4.1.1 Especificidades arquitectónicas de los palacios

Los palacios imperiales recogieron y desarrollaron el estilo abovedado, estando más


enraizados con el estilo de las villas suburbanas y de recreo del patriciado que con el
modelo institucional. En este modelo se combinan los espacios abiertos al exterior con
terrazas, galerías, peristilos, patios porticados y una fachada monumental columnada,
elementos utilizados en la arquitectura monumental helenística con una arquitectura
específicamente romana en la que los numerosos espacios abovedados juegan con
plantas circulares, poligonales, semicirculares, longitudinales, espacios pequeños y
amplios, abiertos entre sí o al exterior por la desmaterialización de las paredes mediante
la apertura de grandes vanos, en los que los espacios resultan sorprendentes y
proporcionan una gran movilidad. Esa combinación fue posible gracias a la aplicación
de hormigón en las cubriciones, material que por su ductilidad permitía diferentes tipos
de abovedamiento y en el cual, los romanos, tras aplicarlo durante largo tiempo a
edificios de arquitectura industrial o recreativa, eran auténticos maestros.

5.4.2. Ejemplos

El primer palacio imperial fue el que mandó levantar Tiberio, ubicado en el Palatino
(lugar también elegido por el Princeps para la construcción de su Palatium), la Domus
Tiberiana, fue la última morada de su madre, Livia, pues él estuvo retirado durante largos
períodos en la villa de recreo de Capri, motivo por el que apenas residió en el palacio.
Solo se conocen pequeños restos de esa villa imperial que dificultan fijar su planta y
desarrollo, aunque se puede entrever la existencia de una amplia sala de audiencias y
el lujo de todo el edificio, así como el desarrollo de una fachada monumental.

El incendio de Roma del año 64 concedió a Nerón la posibilidad de construirse un


grandioso palacio en el corazón de la ciudad, la Domus Aurea, que se extendía sobre
tres de las siete colinas de Roma, y que Suetonio (Suet. Nero, 31) la describe con todo
lujo de detalles, en donde percibimos la majestuosidad y ostentosidad de la
construcción.

El Puerto de Ostia es un ejemplo de palacio urbano, del silgo III d. C. en donde


apreciamos la inclusión de las características geográficas del entorno, es decir, debido a

32
las condiciones del espacio, se evitaron jardines y fuentes y se aprovechó la topografía
del entorno, incluyéndose muros y estructuras cercanas a demás de emplear
construcciones en desuso, así mismo, es lo que ocurrió en la colina Palatina, en donde
existían edificaciones de la época republicana que limitaron el espacio disponible.

Otros ejemplos de esta arquitectura, de la que no podemos obviar su fuerte


componente estilístico en donde se incorporan elementos monumentales cuya función
es decorar, con espacios amplios, tanto abiertos como cerrados con el fin de imprimir el
carácter monumental a estas edificaciones en donde se alternan y fusionan columnas,
mosaicos, jardines, o inscripciones entre otros recursos. Así, podemos citar la Villa de
Adriano (76-138 d. C.), lugar elegido por el emperador para su descanso, ubicada en
Tívoli, erigida entorno al siglo II, d. C.; el Palacio de Cercadilla, ubicado en Córdoba, fue
construido por el emperador Maximiano entre los años 293 y 305; el Palacio de
Diocleciano, ubicado en Split, Croacia, erigido con el fin de ser el lugar de retiro del
emperador entorno a los siglos III y IV d. C.; o el Gran Palacio de Constantinopla,
mandado a construir por el emperador Constantino, que con diversas ampliaciones
estuvo en uso como centro administrativo y ceremonial hasta el siglo XII.

33
6. Ingeniería militar

La arquitectura militar fue una de las facetas en la que los romanos fueron unos
auténticos maestros. Su ingeniería militar se centró en la construcción de fortificaciones.
En los territorios que se iban ocupando, la labor de romanización se iba imponiendo.

Al principio adquirían la necesidad de una ingeniería militar con carácter militar, diseñando
un tipo de infraestructura sobre las que actuaba el ejército, y en las que tendría que
apoyarse luego la sociedad civil.

Las necesidades de expansión y conquista del Imperio romano llevaron a realizar todo un
entramado arquitectónico realizando un trazado de calles y el establecimiento de
campamentos militares, en las zonas donde predominaba la inseguridad. Con el tiempo
muchos de estos campamentos llegaron a convertirse en ciudades muy importantes.

En este trabajo se podrá comprobar la evolución arquitectónica de la ingeniería militar


desde el siglo V a.C al siglo I a.C.

6.1. Murallas y fortificaciones

La formación del imperio se realizó gracias a un sistema fuertemente militarizado. En un


principio Roma no estableció grandes sistemas de fortificación, debido a la inestabilidad
de los límites que estaban en continua expansión. Y a la falta de enemigos reales, ya que
la seguridad del territorio romano se garantizaba mediante una serie de estados vasallos
que separaban al imperio de los pueblos bárbaros. Fue a través de la fuerte política de
expansión del emperador Augusto, el momento en el que se determinó la concentración
de tropas en las fronteras y con ello el desarrollo de una arquitectura militar que permitiera
su mantenimiento.

Fue a partir de estos momentos cuando las murallas sufrieron un proceso de


transformación. Pasaron de realizar una labor de sistema de defensa urbana, para
convertirse en un sistema de defensa de un extenso territorio.

A pesar de que las murallas y las fortificaciones, tenían fines de defensa y seguridad,
autores como. P, Gros defienden la hipótesis de que las murallas tienen fines ideológicos,
donde se marca una línea imaginaria entre el que es ciudadano romano y el que no lo es.

34
Este autor basa sus estudios sobre las fuentes antiguas escritas del escritor Vitruvio (siglo
I a.C).

Las murallas desde finales del siglo V a.C, hasta el siglo II a.C. han pasado por un
proceso de cambios arquitectónicos.

En el siglo V a.C. contamos con unas murallas construidas con aparejo poligonal. Tipo de
construcción en el que las piedras colocadas ofrecen un parámetro en forma de polígonos
continuos y las puertas se realizan con grandes bloques dispuestos por aproximación de
hiladas, o cubiertas con un gran dintel (Fig. 1).

Fig. 1. Muralla de Arpinum, Lacio, Italia.

Fue a partir del siglo III a.C. cuando aparece en la construcción de los recintos
amurallados la influencia de la arquitectura griega. En Paestum (importante ciudad
grecorromana, situada en la región italiana de Campania). El tipo de construcción que se
realiza es a través de la técnica de emplecton (realización de dos muros en opus
quadratum, rellenos con tierra y cascotes) (Fig. 2).

Fig. 2. Muralla de Paestum. Ciudad grecorromana situada en la región de Campania, Italia.

35
En el siglo II a.C, ya contamos con murallas de aparejo regular y la monumentalización de
las puertas, proceso que culmina en época de los Julio-Claudios (27 a.C – 68 d.C).

Según estudios realizados, se produce un cambio en el estilo arquitectónico de las


ciudades, ya que con la Guerra Social, los espacios fortificados empezaron a tomar un
estilo más complejo para poder ofrecer una mayor seguridad. Es el caso de muchas
regiones del Sur de Italia que hasta mediados del siglo I a.C. estuvieron expuestos al
bandidaje.

Aquí juega un especial protagonismo la construcción de las puertas. En esta época se


denominaban cavaediun. Su estructura está compuesta por dobles puertas con un patio
abierto entre ellas. Están documentadas desde finales del siglo III a.C. Este tipo de
construcción ya se realizaba en el mundo griego y helenístico.

Este tipo de construcción compleja, juega un papel de protección ante el enemigo, ya que
estas puertas de patio abierto se cierran en la fachada exterior mediante un sistema que
transforma el espacio interior en un patio cerrado cuadrangular rodeado por altos muros
que cuando el enemigo atravesaba la citada puerta se encontraba completamente
atrapado.

Por otro lado, este tipo de fortificación también estaba relacionado con fines ideológicos,
ya que este patio era un vestíbulo monumental que marcaba la transición entre rus y urbs.

En época augustea (27 a.C – 14 d.C), a pesar de ser un periodo de paz, hay constatación
de la construcción de recintos amurallados tanto en Italia como en las provincias,
especialmente las meridionales.

Estos recintos presentan una construcción arquitectónica basada en la construcción de


torres cuadrangulares, las puertas de cavaedium y sobre todo la monumentalización de
los accesos. Ejemplo: la Porta de Leoni (Verona) (Fig. 3).

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Fig. 3. Puerta Leoni, Verona, Italia.

Es a partir de la segunda mitad del siglo III a.C. donde se generaliza en todo el imperio la
construcción de murallas de nueva planta y el reforzamiento de núcleos ya amurallados.

En las murallas tardías se aprecian las influencias militares, lo que se puede observar en
el espesor de los muros, y el creciente número de torres de forma circular que permitía un
mayor ángulo de visión. Las puertas siguen manteniendo su valor simbólico como fachada
de prestigio de la ciudad, pero también se le da mucha importancia a la defensa de ésta.

Se piensa que este fenómeno de fortificaciones tardío, fue como consecuencia de las
invasiones bárbaras del siglo III a.C. Según estudios realizados fueron momentos de
mucha inestabilidad, y pudo ser éste el motivo por el que se llevó a cabo el reforzamiento
de defensa en las ciudades romanas. Si es cierto, que se piensa que la principal razón de
los lugares amurallados fue por la defensa de las ciudades, también hay constancia de
que muchas ciudades marcaban su prestigio con este tipo de construcción.

6.2. Castra

Para imponer y mantener su autoridad a lo largo y ancho del imperio, los romanos
edificaron innumerables campamentos legionarios fortificados, denominados Castra.

A pesar de contar con fuentes escritas de autores latinos como es el caso del historiador
griego Polibio ( 200-118 a.C.), donde deja constancia de la existencia de un campamento
contemporáneo en sus campañas de mediados del siglo II a.C. El autor afirma que el
campamento romano se construía de acuerdo con el mismo plan maestro. Generalmente

37
en un terreno llano, aunque a veces los accidentes naturales formaban parte de la
fortificación.

Pero son las fuentes arqueológicas las que ofrecen una mayor información de la
existencia de una gran cantidad de efectivos militares con la misión de vigilar y la defensa
ante los eminentes ataques de los pueblos bárbaros.

La misión de un campamento es la defensa militar del punto donde residen las tropas. Se
considera que hay dos tipos de campamentos o castras. Campamentos temporales y los
campamentos estables. Los campamentos temporales son de tamaño muy reducido y
construidos en madera. Sin embargo, los campamentos estables son de grandes
dimensiones y con una potente defensa.

Si observamos la morfología de su planta, veremos que se ha producido una evolución.


En época republicana (509 a.C. – 27 d.C.), predominan los campamentos de planta
cuadrada. Sin embargo, en época imperial (27 a.C. – 476 d.C.), los campamentos tienden
a tener forma rectangular, rodeándose de esquinas. Otro punto muy importante a destacar
es la fortificación externa del campamento, donde contamos con tres puntos muy
importantes. El agger que es un terraplén, rampa o parapeto realizado con la tierra
extraída de la fossa. La fossa era el nombre asignado a un canal artificial o foso
excavado. Y el Vallum, era la totalidad o parte de la fortificación del campamento romano,
que normalmente se componía de un terraplén de tierra (ager), con una empalizada de
madera en la parte superior, y disponía de un foso (fossa) (Fig. 4).

Fig. 4. Esquema de fortificación externa de un campamento.

Dentro del campamento, se forma todo un entramado arquitectónico muy complejo, en el


que se puede comprobar la rotunda seguridad ante los ataques externos. El interior está
provisto de graneros, hospitales, talleres, barracones, establos, almacenes, letrinas y
hornos. La muralla puede estar realizada por diferente tipo de materiales de tierra, madera
38
y piedra. A lo largo de la muralla se puede apreciar la construcción de torres de vigilancia
por todo el perímetro de ésta. Teniendo mayor presencia en las esquinas y en las puertas
de entrada al campamento. En los recintos de madera las torres se construyen del mismo
material. En los recintos con una construcción más sólida aparece una combinación de
torres cuadrangulares y redondeadas a lo largo del siglo II a.C.

También cuenta con un sistema de refuerzo de la defensa de la puerta principal. Recibe


el nombre de titulum o muro que está situado frente a la puerta para defenderla, y la
clavícula o curvatura del agger para crear un pasillo defendido, que se encuentra cerca
de la puerta (Fig. 5).

Las murallas están provistas por cuatro o seis puertas protegidas por torres
cuadrangulares, y provistas de paseo de ronda y con habitaciones de defensa en el
interior.

El interior del campamento está provisto de cuatro vías principales y calles secundarias,
donde se organiza la vida y se sitúan los edificios por su relevancia.

De norte a sur contamos con la Vía Praetoria que divide el espacio en dos partes iguales.
Y de este a oeste tenemos la vía Principalis, y la vía Quintana, creando tres amplios
espacios.

Estas cuatro vías principales crean tres zonas perpendiculares:

• Retentura. Entre la Porta Decumana y la vía Quintana.


• Latera Praetorii. Zona central con los edificios más importantes.
• Praetentura. Entre la vía principalis y la Porta Praetoria.

El edificio principal se construye en el centro del campamento. Recibe el nombre de


Principia o cuartel general. En esta institución de sitúan las dependencias administrativas
y religiosas.

A los lados de esta construcción se encuentra el Praetorium o lugar de residencia del


comandantes de la unidad y los horrea o graneros. Otro edifico importante es el
Valetudinarium u hospital, situado en torno a un gran patio central.

Los barracones o talleres aparecen por norma general en los campamentos de


legionarios, y están provistos de un patio central con depósito de agua, y con estancias
destinadas a talleres de producción de metalurgia, cuero, madera, cerámica, etc…

39
Los barracones o centuriae presentan una estructura de forma alargada y estrecha. Se
distribuyen por todo el recinto creando un entramado que resulta muy importante en el
campamento.

Otro tipo de construcción similar es la de los establos, pero en su caso son de fácil
visibilidad.

Por último contamos con los lugares de almacenamiento, las letrinas y los hornos que se
encuentran ubicados en la cara interna de la muralla.

Cuando los romanos llevaban a cabo su tarea de conquistar un territorio, muchos de estos
castras se mantenían, transformándose en una infraestructura ocupada por la sociedad
civil y, por tanto, convirtiéndose en una ciudad.

Fig. 5. Planta de un campamento romano.

6.2. Limes

Recibe el nombre de limes la creación de una línea de fortificación permanente que


designa el camino que delimita la frontera, y que une los diversos campamentos romanos.

La mayoría de los limes están provistos de edificios como: torres, fortines y campamentos,
con el fin de gestionar la seguridad territorial.

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De todos los Limes conocidos, los que nos aportan más datos son: los limes británicos,
los de Rin, y los del Danubio. Esto se ha producido porque han sido construcciones que
han perdurado en el tiempo, y tienen un buen proceso de conservación.

a) El limes británico: se construye en época de Adriano (76-138 d.C.) y de Antonino Pio


(86–161 d.C). En época de Adriano contamos con el “Muro de Adriano”. Este limes
atraviesa la isla desde el estuario del río Tyne hasta el rio Solway. Esta frontera
también servía de aduana de personas y mercancías. En época de Antonino Pio se
construye una segunda estructura, entre el estuario del río Forth y el río Clyde.
b) Limes germano-rético: Se construye a partir de la segunda mitad del siglo II d.C. Se
crea una frontera que abarca desde la provincia de Germania superior y Raetia, y
desde el Rin hasta el Danubio. El limes recorre una distancia de 550 Km. Entre los
años 254-260 d.C., el limes fue abandonado. Esto pudo ocurrir ya que observando las
dimensiones de este limes, se piensa por deducción, que sirvió como guía para señalar
los límites del territorio, pero carecían de puestos de defensa.
c) Los limes del Danubio: se articulan en tres zonas.
C.1. El limes translutanus. Primera mitad del siglo II d.C. Situado en la Dacia. Este
limes se considera como la frontera política, militar y económica de este territorio.
C.2. Las obras de tierra en la zona de Moesia en época de Trajano. Se extiende desde
la orilla derecha del Danubio, hasta el mar Negro.

d) Los limes de las provincias africanas: estos limes se agrupan en tres líneas
fronterizas distintas:

D.1. La “Sephia Bent el Krass”. Este limes permitía la explotación de las tierras
fértiles, situadas en la ribera derecha del Djedi. Según estudios de investigación, este
limes tiene una fecha de datación que oscila entre la época de Adriano y la de
Constantino.

D.2. La segunda línea fronteriza se conoce como Tobna, y se sitúa en Djebel


Magraoua. Marcaba el límite de las tierras cultivables y el desierto. Este limes se
considera como una especie de frontera económica.

D.3. El tercer grupo son las obras pertenecientes a las cadenas montañosas de
Tripolitana. Se piensa que este limes estaba relacionado con una función de protección
económica, destinada al control de los movimientos de trashumancia que podía
perjudicar las tierras cultivadas.

41
7. Mundo Funerario romano

Como en cualquier cultura material mediterránea la idea de la muerte y su acontecimiento


marcó el pensamiento de la civilización romana. En la civilización romana, el paso al Más
Allá debía de hacerse mediante un ritual regulado por la costumbre y el derecho. La
inquietud ante lo desconocido encuentra consuelo en el rito, la disposición del lugar
funerario y el mantenimiento de la memoria entre los vivos. El concepto del tránsito era
individual y, como tal, podía ser asumido por cada persona según su creencia. Sin
embargo, de manera recurrente se acude a buscar la protección de los dioses o en la
realización de un ritual purificador, aspectos ambos que unen estrechamente religión y
mundo funerario. Se aseguraba así la protección del difunto por parte de los dioses en el
Más Allá.

Una limpieza del difunto ya sea ungiendo el cuerpo en aceites, purificando con ricos
aromas, elaboraba y desarrollaba la idea de la limpieza y pureza del alma del difunto, es
decir, el camino hacia el otro mundo debe de realizarse con un alma limpia y pura. Como
decían los romanos, los familiares querían que el difunto se convirtiera en Manes, dioses
familiares venidos de sus antepasados.

La tumba se concibe como la morada perpetua y como un monumento a la memoria,


porque ni aun muriendo, el romano quería caer en el olvido por familiares y allegados.

En definitiva, en el siguiente trabajo nos adentraremos en el trabajo de la arqueología en


lo que a su ámbito funerario se refiere, viendo como las construcciones funerarias, desde
la más ínfima tumba hasta el más grande de los mausoleos, pasando por laberintos de
catacumbas, dejaron un legado rico en material para poder adentrarnos en el
pensamiento que tenían los romanos en el concepto de la muerte.

7.1. El ritual funerario

El conjunto de ritos funerarios que tenían como objetivo asegurar la llegada del alma del
fallecido al más allá, era conocido con el término funus.

Los romanos usaban tanto el método de cremación como el de inhumación, con


predominación de uno de ellos dependiendo de la época. Desde el siglo VI a.C. se usaba
mayoritariamente la cremación, que va siendo sustituida por la inhumación a partir de
finales del siglo I d.C.

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La cremación se podía efectuar mediante dos métodos diferenciados. El bustum consistía
en una cremación directa realizada en el mismo lugar destinado a la sepultura, siendo
esta la forma normalmente utilizada por las clases más humildes de Roma. El otro
método, denominado ustrinum, consistía en una construcción que estaba realizada
específicamente para la cremación o una oquedad hecha para este fin en un punto
concreto de la necrópolis. Estos lugares podían ser colectivos o particulares, en cuyo caso
están unidos a la propia tumba. Tras la cremación, las cenizas se introducen en una urna
y se trasladan a la tumba definitiva. Las ofrendas se depositaban junto a la urna funeraria
o las cenizas, o bien se arrojaban directamente al fuego durante la cremación. Los
elementos más frecuentemente utilizados como ajuar son los vasos cerámicos (con
alimento en su interior), ungüentarios, lámparas, representaciones divinas en bronce o
terracota, etc.

Las ceremonias rituales eran largas y complejas, variando sus características en función
del estatus y las posibilidades económicas del difunto. Dentro de la disparidad, hay una
serie de ritos mínimos usados de manera común por todo el pueblo.

Los rituales comienzan en la casa del fallecido, situando el cuerpo sobre la tierra, al igual
que se hacía tras el nacimiento. De este modo se simboliza el final del ciclo vital.
Posteriormente, el cadáver es preparado para el velatorio, para lo cual se lava y se cubre
con sustancias aromáticas.

El velatorio se consideraba la parte principal de la ceremonia y asistían parientes y


amigos del muerto, que expresaban su dolor mediante la denominada conclamatio 1.
También durante el velatorio, se realizaba otro rito de tránsito tomado de los griegos que
consistía en introducir una moneda en la boca del difunto. Según la tradición, el barquero
Caronte trasladaba el alma de los fallecidos hasta el mundo de los muertos, y esta
moneda constituía el pago por sus servicios. La velada finalizaba al colocar el cuerpo
expuesto sobre el lectus funebris en el atrio de la vivienda para que fuera homenajeado.

El difunto era llevado hasta el lugar, denominado pompa, del enterramiento mediante una
procesión fúnebre nocturna, en la cual los más ricos solían hacer ostentación de su poder
económico. Al finalizar el proceso, los asistentes se sometían a rituales de purificación
que los preparaban para las ceremonias posteriores.

Para mantener la memoria del fallecido se efectuaban ritos durante nueve días,
incluyendo un banquete ritual, que era repetido el día del cumpleaños del muerto o en

1
Acto que consistía en gritar repetidamente el nombre del difunto, con el objetivo simbólico de comprobar su
ausencia.
43
otras ocasiones especiales, como el día de difuntos. Durante el banquete, conocido como
silicernivm, se ofrecían alimento y bebidas al fallecido. Las libaciones podían efectuarse
en altares, ánforas o tubos de libación, cilindros de plomo o cerámica destinados a este
fin.

Durante el Bajo Imperio, el ritual varía con la introducción de nuevos elementos cristianos,
como las mortajas con prendas blancas. También se introduce la vestimenta negra para el
cortejo fúnebre y el luto de las mujeres. Los cánticos fúnebres tradicionales son prohibidos
y se sustituyen por salmos y oraciones. El cuerpo se dispone en esta época con la cabeza
hacia el oeste, y el vertido de líquidos pasa a realizarse en el momento del enterramiento.
El funeral termina con un banquete ritual en el noveno día vinculado a la tradición pagana
anterior.

7.2. Tumbas y monumentos menores

Antes que nada, debemos de conocer donde se ubican las necrópolis en el mundo
romano. Después de la proclamación de las Leyes de las XII Tablas, se prohibía las
inhumaciones y las incineraciones dentro de las ciudades. Exactamente, la Tabla X
menciona que “ningún cadáver puede ser enterrado ni quemado dentro de la ciudad”. En
concreto, esta ley tuvo sus interpretaciones dependiendo de la persona a enterrar. Por
ejemplo, las piras funerarias no se permitían en la ciudad por peligro de incendio y, según
la ley número XII “no pueden construirse sepulcros a menor distancia de sesenta pies de
cualquier casa, a no ser que lo consienta el dueño de ella”.

Hay que decir, que no todo el mundo llegaba a tener una tumba. Esto se debía a que
había que comprar el suelo, a precios elevados muchas veces, dependiendo lógicamente
de la calidad del suelo. También el precio variaba según la proximidad a la muralla,
cuando más lejos a la muralla es más barata, igual que la cercanía a la vía. También hay
que pagar el monumento funerario propio. Todo dependía del tamaño de la estela. En
definitiva, no todo el mundo podía permitirse ni su propia tumba.

Posteriormente, cuando estudiamos las tumbas, tenemos que distinguir dos zonas
diferentes: por un lado, el lugar que alberga el cadáver en el subsuelo y el otro, el
monumento visible que señala el enterramiento.

Referente a la parte subterránea, el tipo más simple es la sepultura directa en la tierra


bien sea una fosa excavada para tal fin o un pozo. En el primer caso, los restos
(incinerados o no) se sitúan en la fosa con un tamaño acorde al ritual y al ajuar. Los pozos
funerarios son de tradición indígena y se encuentran sobre todo en la Galia. Cuando el rito
44
es la incineración, se utiliza la urna cineraria (Fig. 1a y 1b) que puede ser de cerámica,
mármol o vidrio, en cuyo caso por la fragilidad se encierran en un recipiente de plomo.

En el caso de la inhumación, existen diferentes tipos de sepulturas:

- En el ánfora (Fig. 2) que suele estar rota por el cuello para poder introducir el
cuerpo y luego tapada con fragmentos de terracota. Ejemplos abundantes
podemos encontrarlos en las excavaciones de la necrópolis de “Isola Sacra” en
Ostia.
- Muy extendido también es el ataúd de madera, que no suele conservarse, pero la
presencia de clavos evidencia su presencia. A veces estos ataúdes están
protegidos por otros de plomo o de piedra.
- La cista (Fig. 3) es una caja construida con placas de cerámica o lajas de piedra
en forma rectangular o cuadrada y con cubierta plana o a doble vertiente.
- El sarcófago de plomo o piedra, liso o decorado. Algunos sarcófagos no estaban
enterrados en el suelo, sino expuestos en una cámara sepulcral donde la
decoración está siempre visible.
Todas estas formas de enterramiento debían tener un símbolo exterior, y así se
erigieron diversos tipos de monumentos funerarios:

- Cipo (Fig. 4). Bloque pétreo, de forma cilíndrica o prismática y que suele estar
decorado en una de las caras, donde se halla la inscripción.

- Estela. Puede considerarse como la forma evolucionada del cipo y es un bloque


monolítico paralelepípedo con diversos tipos de remate y que suele llevar
inscripción y motivos decorativos.
- Edículo templiforme (Fig. 5). Representa la fachada de un templo in antis, con
columnas o pilastras soportando los frontones.
- Ara funeraria (Fig. 6). Cuerpo cuadrangular con basa y rematado por una
cabecera con los característicos pulvini y el focus para las ofrendas. A veces en el
interior del altar se abre una cavidad (loculus) donde se deposita la urna.
- Cuppae (Fig. 7). Son sillares que presentan una cara redondeada y que suelen
encerrar las cenizas; presentas inscripción en el frente y orificio para las libaciones.
- Placa. Monumento plano (cuadrado o rectangular) que señala un emplazamiento
funerario. También se usa para colocarla sobre el nicho de lo columbario.

45
7.3. Monumentos funerarios

La palabra monumento deriva del término griego de mimnesko, mnemo que se traduce
como recordar. Esto cobra mayor sentido al tratarse estos monumentos de una acción
para perpetuar el recuerdo, y que en latín pasan a llamarse monumentum.

Según H. von Hesberg, los monumentos son un proceso de construcción de edificios,


tanto de piedra, como de otros materiales sólidos, que buscan prolongar la memoria de
quienes mandan construirlos en la sociedad a la que pertenecen. A su vez, hay que tratar
estos edificios como elementos de prestigio, como una exaltación del difunto y como una
manera de recordar valores como la virtus, la pietas o el honor del difunto.

Como P. Gros defiende, no se puede crear una tipología clara sobre los monumentos
funerarios, debido a la gran cantidad de fórmulas empleadas, que siguen de modas
transitorias, entre otros motivos.

Siglos IV y III a.C.:

A pesar de que la gran mayoría de tumbas romanas de este periodo se han destruido,
aún se puede observar un ejemplo bastante significativo: la Tumba de los Escipiones.
Excavada en el tufo, cuenta con una fachada arquitectónica, con puerta abovedada por la
que se accede a un vestíbulo, que da a una serie de galerías ortogonales, y que están
inscritas en un espacio cuadrado. El primer enterramiento de esta tumba corresponde a L.
Cornelius Scipio Barbato, cónsul en el 298 a.C. y tras él se efectúan otros treinta
enterramientos. Posteriormente, en el S. II a.C., por escasez de espacio se abre una
segunda cámara funeraria que contiene 5 ó 6 enterramientos.

Siglos II y I a.C.:

Debido a las transformaciones sociales del S. II a.C., las manifestaciones ante la muerte
dejan de tener la igualdad que previamente habían tenido, a excepción de entre las clases
dirigentes, y buscan exhibir tanto su fortuna como su rango. De la misma manera que en
los S. IV y III, los restos son escasos, pero un ejemplo lo tenemos en la ciudad de Roma:
el monumento de Ser. Sulpicius Galba Se trata de un cubo formado por cuatro hiladas de
tufo, apoyadas en un zócalo y que ha perdido la parte superior. En el centro de la tercera
hilada se encuentra el epitafio.

Además de estos edificios de carácter individual, en el S. I a.C., se observan otros


monumentos funerarios, construidos por libertos que hacen gala de su nueva situación
jurídica. Un ejemplo son las tumbas de la ‘Via Celimontana’ o la de ‘Porta Nocera’
46
(Pompeya), edificios con fachada rectangular, puerta central y con nichos en la parte
superior, que se asemejan a inmuebles con ventanas. En los nichos se colocan los bustos
de los difuntos.

Final de la época republicana e inicio de época augustea:

En este periodo aparecen nuevos tipos de monumentos funerarios, que repercuten, no


solo a Roma, sino también en sus provincias:

- Altar funerario: el tipo más simple, aunque a veces se observan casos de gran
monumentalidad. De origen helenístico, consta de una base, un cuerpo cuadrangular y un
remate de friso dórico con una cornisa y una mesa de altar. En época augustea pasa a
tener un friso vegetal y se le añaden acróteras y merlones.

- Tumbas de edículo sobre podium: Son las representaciones más


características del carácter funerario romano, debido a su facilidad para exponer las
esculturas. Poseen dos elementos superpuestos: un alto podium con pilastras o columnas
adosadas que sostienen un edículo, que puede tener forma de naïskos, pabellón circular
o un nicho próstilo, con las esculturas de los difuntos. Un ejemplo sería la tumba de
Eurisaces. (Fig. 8)

Un claro ejemplo de los monumentos funerarios romanos lo encontramos en la


‘Ciudad Eterna’, concretamente tras la Porta Maggiore. en la Muralla Aureliana. Se trata
de la Tumba de Eurysaces, un liberto llamado Marco Virgilio Eurysaces, que
aproximadamente obtuvo fortuna ca. el S. I a.C. como panadero. Esto se conoce por los
grabados que en el monumento se observan, los cuales reflejan las tareas de obtención
de grano, su peso o el momento de hornearlos. Por este motivo se le conoce también
como la ‘Tumba del Panadero’.

Se construye sobre el 30-20 a.C. y está compuesto por un podium y un naïskos. En el


podium, concretamente en una de las fachadas, se observan elementos circulares que se
asemejan a los huecos donde se hornean los panes o sus medidas, mientras que en la
otra se observa un nicho en el que se encuentran las estatuas del liberto y su esposa,
también enterrada en el monumento. La parte superior no se conserva, concretamente ya
no se encuentran el frontón y las acróteras. En el friso superior se observan las tareas
previamente nombradas, siendo esta representación característica de estos edificios en la
época claudio-neroniana.

- Tumuli: derivados de los etruscos, pero también con influencia helenística. Posee
una cámara funeraria, en la que se depositan las urnas, recubierta de tierra y que oscila
47
entre 1 y 20 m. de alto y entre 2 y 30 m. de diámetro. El revestimiento del anillo pétreo a
veces recibe decoración.

- Monumentos en forma de exedra: de forma semicircular, que al poseer un


banco se denominan scholae. De origen griego, en Italia son auténticas tumbas, en las
que se depositan las urnas en el espacio cóncavo y a las que se accede a través de unas
escaleras. Las más elaboradas poseen nichos en los que se encuentras estatuas.

- Pirámides: de carácter exótico, cuyo origen es imposible reconstruir, pues los


restos son aislados. Sólo se tenemos una pirámide, la de C. Cestius, en Roma, pero se
conocen otras tres, actualmente desaparecidas.

Siglo I, II y III d.C.:

En la segunda mitad del S. I d.C. los usos funerarios sufren cambios, dando mayor
importancia a la pertenencia a una categoría social que a la individualidad. Además, se
retoma la importancia de tener todos los elementos arquitectónicos necesarios para
realizar los rituales y enterrar a todos los miembros de la familia en un mismo edificio.

A finales del S. I d.C. y, sobre todo, en el S. II d.C. aparecen las tumbas-templos o


naomorfos, con forma de templos, articulados en pronaos y cella. Otros edificios
reproducen la forma de casas y se denominan tumbas de cámara, construidos con
ladrillos y cubiertos por bóvedas o tejado a dos aguas y que en su interior poseen una
única cámara en las que se encuentran nichos para las urnas o arcosolios para los
sarcófagos.

Entre finales del S. II y el S. III d.C. las tumbas de cámara de Ostia pasan a construirse en
bloques de tres o cuatro. Dentro poseen cámaras en las que se entierra a los propietarios
y a sus familiares cercanos, mientras que el resto de los familiares se encuentran
enterrados en el subsuelo.

Por último, hay que tratar de los columbarios, una gran sala abovedada, semi-
subterránea, cuyas paredes poseen nichos cuadrados (loculi), semicirculares o
rectangulares, donde se depositan las urnas. Normalmente, sobre los nichos, se observa
una placa que indica quién se encuentra en dicho nicho, su edad y su condición. Estos
enterramientos son modestos y aparecen por primera vez en Roma a mediados del S. I
a.C.

48
7.4. Mausoleos imperiales

Antes que nada, debemos establecer que el ritual funerario que recibía un emperador era
más detallado que el que podía recibir una persona normal. Es lo que conocemos como
funus imperatorum. Hay que indicar, que cada emperador dejaba escritos su mandata de
funere, es decir, la normativa para sus funerales, pero que también había una serie de
características generales. Las ceremonias funerales comienzan con la translatio o
procesión del cadáver hasta la pira funeraria que se instalaba en el “Campo Marcio”,
siguiendo una ruta por la Vía Sacra desde la residencia imperial del Palatino hasta los
Rostra en el Foro y luego hasta el “Campo Marcio”. En la procesión fúnebre los músicos
abren el cortejo con el sonido de instrumentos tales como las tubae, el lituus (~) y los
eornua; también las canciones están presentes, entonadas por un coro que sustituye a las
plañideras de los funerales privados. Otros elementos que ayudan a la teatralidad son los
actores y mimos que representan al difunto en los distintos momentos de su vida. El lecho
fúnebre es conducido en un carro adornado con oro y marfiles, en cuyo interior no sólo se
transporta el cuerpo sino también una

imago de cera. Además de todos estos elementos, que en menor medida también están
presentes en los funerales privados, existen otros exclusivos de los imperiales, como la
presencia del Senado, el ardo ecuestre, los sacerdotes, lictores, soldados y el pueblo y
también la exhibición de objetos o símbolos como

la representación de las provincias vencidas y los tituli con las leyes promulgadas, entre
otros. La presencia del sucesor tras el lecho mortuorio es un gesto político de afirmación
de la legitimidad sucesoria. El logus o pira funeraria se levantaba en el Campo Marcio y
era una estructura de madera recubierta de telas doradas, marfiles y sustancias
aromáticas que constaba de varios pisos, en los que se situaban las esculturas del
emperador. En el transcurso de la ceremonia también desfilaba una procesión de
caballería y de carros sobre los que se instalaban imágenes de cera del emperador y de
los generales más famosos. Cuando la acción del fuego destruía el Jogus surgía de la
parte alta del mismo un águila que simbolizaba la admisión del difunto entre los dioses,
tradición que se instaura en los funerales de Augusto. Con el paso de la cremación a la
inhumación, el cadáver se sustituye por una imagen de cera, siguiendo un rito de
sustitución ya que desde Augusto se mantiene la idea de que la divinización del soberano
lleva implícita la incineración del cadáver.

49
La ubicación de los monumentos imperiales se atiene, con algunas excepciones, a las
mismas normas que la de las sepulturas comunes. Así se sitúan fuera del recinto
ciudadano o en las residencias suburbanas del emperador. Estas características
evolucionarán a lo largo del periodo del imperio, con cambios estructurales como el
predominio de plantas centrales cubiertas con cúpulas y la unión de los monumentos a las
basílicas situadas junto a ellos.

En Roma existían cuatro grandes mausoleos dinásticos de los Emperadores, el de


Augusto, el de Adriano, el de los Flavios (Templus Gentis Flaviae) que no se conserva y el
de Majencio situado en la Vía Appia. Todos ellos tienen como característica común su
forma circular y también otras tumbas imperiales construidas fuera de Roma, como la de
Diocleciano (Spalato), Galerio (Tesalonica) o Maximiano (Milán). La forma arquitectónica
circular expresa el triunfo del emperador y en su interior se depositan las urnas cinerarias
o los sarcófagos. La única excepción arquitectónica es la columna de Trajano, que
también corrobora la idea de expresión de triunfo.

- El Mausoleo de Augusto (Fig. 9) es de planta circular. Su estructura circular de 87


metros de diámetro consta de cinco muros concéntricos unidos por muros radiales.
En el centro se sitúa la cámara funeraria circular y rodeada por un corredor anular,
presenta tres nichos dispuestos en forma de cruz y en el centro un pilar donde una
pequeña cámara conservaba la urna funeraria de Augusto. El pilar sobresalía del
edificio y servía de soporte a la estatua de bronce del emperador. En el exterior, un
basamento de travertino de 5 m de altura estaba rematado por un friso de metopas
y triglifos, y el conjunto estaba cubierto por un túmulo con cipreses y con un
templete circular con columnas. Delante de la puerta se situaban dos obeliscos
egipcios colocados en época del emperador Domiciano y a ambos lados las placas
de bronce con la narración de las Res Gestae. Parece que Augusto a la hora de la
construcción se inspiró en los túmulos de los monarcas helenísticos, admirados por
él. Este monumento funerario sirvió de lugar de enterramiento para los miembros
de la dinastía julio-claudia y de la dinastía Flavia hasta Domiciano.
- La Columna de Trajano (Fig. 10) está construida con mármol de Luni y la
decoración celebra las victorias dácicas del emperador. La columna se apoya
sobre un basamento que contuvo la urna cineraria de Trajano, junto a
representaciones de armas y águilas con guirnaldas, que simbolizan la divinidad
del emperador.
- El Mausoleo de Adriano (Fig. 11) tiene carácter dinástico. Tiene un basamento
cuadrangular (90 metros de lado x 15 metros de alto) en cuyo interior se

50
encuentran estancias abovedadas; está revestido de mármol de Carrara, decorado
con un friso de guirnaldas y bucráneos. Encima se levanta un cuerpo circular
cubierto por cipreses en cuya cima se sitúa el pódium con la estatua del
emperador. La cámara funeraria se ubica en el centro superior y allí se encuentran
sepultados todos los emperadores de las dinastías de los Antoninos y de los
Severos hasta Caracalla.
- El Mausoleo de Diocleciano (Fig. 12) mantiene la planta central con cúpula; la
cella se sitúa sobre un pódium con una cámara subterránea que debía albergar el
sarcófago imperial y estaba rodeada de columnas y precedida por un pórtico
tetrástilo. La decoración interior reproduce los elementos simbólicos del momento
con erotes en distintas actividades y, en el exterior, esfinges custodiaban la entrada
a la tumba.

7.6. Catacumbas: la cristianización del espacio funerario

Los expertos discuten la etimología de la palabra catacumba, pero una teoría que tiene
cierta aceptación es que proviene del griego º ±Ä± (dentro) y Äż² oà (cavidad). La
construcción de las catacumbas está estrechamente ligada al auge de las comunidades
cristianas En el seno del Imperio Romano. Estas construcciones estaban a cargo de los
fossores, excavando en la tierra con un pico, una pala y una pequeña luz usaban cestos
para llevar la tierra excavada a la superficie. Estas construcciones funerarias datan del
siglo II a.C, no siendo una idea autóctona de Roma, habiendo precedentes más antiguos
en tiempos de Pompeyo (106-48 a.C) de carácter judío, o en lugares como en Sicilia, en
Chiusi, en Bólsena, en Nápoles, en Malta e incluso en África.

Por tanto, las catacumbas son lugares de enterramiento que tenían como objetivo seguir
la doctrina de los cristianos, siguiendo una serie de características: siempre se construían
en terrenos privados, que bajo ley romana no podían sobrepasar los terrenos de una
propiedad con su contigua. Puesto que la legislación prohibía la sepultura dentro de los
muros de una ciudad, siempre se instauraban extramuros. Hay que tener en cuenta que
las características de la toba donde se construía limitaban el ancho de la misma, por
tanto, se tendía a aumentar la profundidad en caso de querer agrandar la construcción.

Estas estructuras funerarias, por tanto, están ligadas al desarrollo de las comunidades
cristianas iniciales, que se oponían a las prácticas funerarias imperantes en Roma como
la cremación, y siguiendo a Cristo debían enterrarse bajo tierra, en relación a la
Resurrección y al descanso eterno. Inicialmente se realizaba esta práctica al aire libre, en
un paralelismo con los cementerios de la modernidad, pero con el problema de lo finito del
51
espacio y el progresivo aumento de los seguidores de esta religión, se decidió realizar las
catacumbas como respuesta al problema.

De esta manera se puede observar que el cambio en la forma y tipología de las


catacumbas a lo largo del periodo comprendido desde finales del siglo II d.C. y el VI d.C.
según aumentaba y mejoraba las condiciones de los cristianos para Roma. Esta evolución
se puede observar en las formas y decoración de los espacios destinados a los cuerpos,
donde se pasa de una uniformidad, sin diferencia clara entre el poderío económico de los
difuntos hasta llegar a una clara diferencia entre grupos sociales, en forma, decoración y
tamaño de las estancias. Progresivamente el cristianismo se transformó en la religión
oficial de Roma, y las prácticas cristianas sustituyeron a las clásicas.

7.6.1. Arquitectura y tipología

Se caracterizan por largos corredores subterráneos (Fig. 13) excavados en toba 2, a lo


largo de cuyas paredes se sitúan las tumbas, denominadas loculi o arcosolia y en
ocasiones estos pasillos daban acceso a estancias de planta cuadrada o rectangular
(cubicula) destinadas a familias o asociaciones y que podían presentar cerramientos
mediante puertas. La disposición de los loculi (Fig. 14) se presentaba en cavidades
alargadas y horizontales excavadas a lo largo de las paredes de las galerías, pudiendo
estar dispuestas en varias filas. Las propias galerías podían estar superpuestas, formando
una amplia red de corredores y cámaras sepulcrales que podían contener entre uno y tres
cuerpos. Como única excepción, se presentan aquellas paredes o puntos, donde se creía
que posteriormente se iban a crear nuevos corredores o ramificaciones. Esta tipología se
desarrolló durante finales del siglo II hasta la primera mitad del siglo III.

La ocupación de las cavidades se realizaba de arriba hacia abajo, como atestiguan las
investigaciones 3, presentado las inscripciones más antiguas en la parte superior y las más
recientes en la inferior.

Posteriormente, durante la segunda mitad del siglo III y principios del siglo IV d.C. se
utiliza la tipología de espina de pez, consistente en una construcción más planificada,
donde unas escaleras de acceso llevan a una larga galería abriéndose a ambos lados
múltiples corredores, de ahí su nombre.

2
Piedra caliza, formada por la cal que llevan endisolución las aguas de ciertos manantiales y que van
depositando en el suelo o sobre las plantas u otras cosas que hallan a su paso.
3
1999. FIOCCHI, V. BISCONTI, F. MAZZOLENI, D.
52
Durante el desarrollo en el tiempo de esa tipología arquitectónica se comenzó a utilizar
diferentes formas en las tumbas además del loculi, como el arcosolio (Fig. 15), es decir,
una cavidad de mayor tamaño que presenta un arco de mármol, utilizado como lugar de
enterramiento de personajes notables. Los nichos aumentan de tamaño, así como las
estancias (cubicula) que se cubren con bóvedas de cañón y se iluminan con grandes
lucernarios 4.(Fig.16)

En el siglo IV se desarrollan sectores con tumbas de carácter monumental, que disponen


de cubículos decorados con pinturas donde resaltan diferentes tipologías iconográficas e
inscripciones diversas, relacionadas con la religión, en ellas se colocan sarcófagos, de
piedra o mármol, adornados con inscripciones o relieves. Dentro de estas estancias se
construyen estructuras relacionadas con el refrigerium 5 como bancos asientos, cátedras y
mesas constituidas por bloques de mampostería, rematados por platos cerámicos o
marmóreos donde se colocan las ofrendas para el difunto o la comida para los
participantes en el ritual. En los sectores más humildes, los loculi presentan una
disminución de espacio con el fin de colocar mayor cantidad de tumbas. En la argamasa
que cierra estos espacios se comienza a observar la fijación de objetos de índole
personal, ya sean adornos o cerámicas, que individualizan la tumba y sirven como
decoración.

7.6.2. Catacumbas de Priscila

Catacumba situada en Roma, dividida en dos niveles (Fig. 17), el superior con dataciones
del II y III siglo d.C. y uno inferior con dataciones de finales de los siglos III y IV d.C.
Constituido por diversas construcciones independientes con sus propias entradas, para
posteriormente acabar unidas. Los inicios en el siglo II están ligados al primitivo hipogeo
de la familia de la matrona Priscila, con dos grandes galerías en ángulo, una de ellas
abovedada, cubículos y una gran sala denominada “capilla griega”. Por otra parte, se
encuentra el hipogeo 6 de los Acilios, que actualmente se encuentran comunicados pero
que se piensa que su construcción fue individual. Los terrenos colindantes fueron el lugar
donde se construyeron la mayoría de los túneles de la red que compone la catacumba,
desarrollándose todo el primer nivel. Se cree que originalmente pudo ser pagana, puesto
que la pared que da a la zona “griega” fue tapada y decorada con motivos cristianos.

4
Pozos o claraboyas en los techos que conectaban con el exterior para dar luz y ventilar.
5
Comida fúnebre.
6
Galerías subterráneas o pasajes excavados con funciones funerarias.
53
En las galerías abundan los lóculos cerrados por placas de cerámica con inscripciones en
color rojo, conservadas bajo muros de refuerzo de ladrillo posteriores, además de
habitáculos con grandes nichos donde se abre un lucernario que atraviesa hasta el
segundo nivel. El segundo nivel está situado a bastante profundidad y consta de dos
grandes galerías con dos entradas independientes. Es buena muestra de las
excavaciones regulares realizadas a partir del siglo IV y contiene miles de cubículos,
algunos con inscripciones. Gran parte de la catacumba muestra decoración pictórica, las
zonas bajas imitando un zócalo de mármol, las altas y las bóvedas con escenas de la
Sagrada Escritura y litúrgica.

Por medio de este ejemplo podemos observar la estructura y evolución de las catacumbas
en el mundo romano, así como las diferentes tipologías, no solo decorativas, si no de
diferenciación de las tumbas, familiares, individuales o de personajes importantes.

ANEXOS de Figuras

FIGURA 1A. Urna Cineraria

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FIGURA 1B. Urna cineraria y recipiente de plomo

FIGURA 2. Inhumación en ánfora

55
FIGURA 3. Inhumación en cista

FIGURA 4. Cipo

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FIGURA 5. Edículo Templiforme

57
FIGURA 6. Ara Funeraria

FIGURA 7. Cuppae

58
FIGURA 8. Tumba de Eurisaces

FIGURA 9. Mausoleo de Augusto

59
FIGURA 10. Columna de Trajano

FIGURA 11. Mausoleo de Adriano

60
FIGURA 12. Mausoleo de Diocleciano

FIGURA 13. Corredor abovedado. Catacumbas de Priscila

61
FIGURA 14.
Loculi. Catacumbas de Priscila.

Figura 15. Arcosolio, Catatumbas de San Sebastián (Roma)

62
FIGURA 16. Lucernario, Catacumbas de Priscila

63
FIGURA 16. Mapa de los diferentes niveles de las Catacumbas de Priscila (Roma), 1 nivel superior; 2 nivel inferior.

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