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Introducción
“El pecado de Judá escrito está con cincel de hierro y con punta de
diamante; esculpido está en la tabla de su corazón, y en los cuernos de
sus altares.” (Jeremías 17:1).
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“… tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos
de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de
entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de
justicia.” (Romanos 6:13).
“Hablo como humano, por vuestra humana debilidad; que así como para
iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir a la inmundicia y a
la iniquidad, así ahora para santificación presentad vuestros miembros
para servir a la justicia.” (Romanos 6:19).
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“Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de
nuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe
a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la
esperanza de la gloria de Dios. Y no sólo esto, sino que también nos
gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce
paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la
esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado
en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.
Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los
impíos. Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo,
pudiera ser que alguno osara morir por el bueno. Mas Dios muestra su
amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por
nosotros. Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por
él seremos salvos de la ira. Porque si siendo enemigos, fuimos
reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando
reconciliados, seremos salvos por su vida. Y no sólo esto, sino que
también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por
quien hemos recibido ahora la reconciliación.
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“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan
a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.
Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que
fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el
primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a éstos
también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los
que justificó, a éstos también glorificó.
JUSTICIA: Es un atributo de la naturaleza de Dios, que habla de
rectitud, pureza, gloria, lealtad, integridad, santo, lo recto, lo
opuesto a lo torcido, perverso o inicuo.
JUSTIFICACIÓN: Es un proceso legal, basado en términos jurídicos,
y administrado en beneficio de la persona acusada, por un juez
Justo.
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toda la iniquidad y puso sobre Él todos los pecados del mundo), para
que nosotros fuésemos HECHOS JUSTICIA de Dios en él (Su carácter, Su
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¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿Por la
de las obras? No, sino por la ley de la fe. Concluimos, pues, que el
hombre es justificado por fe sin las obras de la ley. ¿Es Dios
solamente
“¿Qué, pues, diremos que halló Abraham, nuestro padre según la carne?
Porque si Abraham fue justificado por las obras, tiene de qué gloriarse,
pero no para con Dios. Porque ¿qué dice la Escritura? Creyó Abraham a
Dios, y le fue contado por justicia. Pero al que obra, no se le cuenta el
salario como gracia, sino como deuda; mas al que no obra, sino cree en
aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia. Como también
David habla de la bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye
justicia sin obras, diciendo:
‘Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas,
Y cuyos pecados son cubiertos.
Bienaventurado el varón a quien el Señor no inculpa de pecado.’”
(Romanos 4:1-8).
“El que justifica al impío, y el que condena al justo, ambos son igualmente
abominación a Jehová.” (Proverbios 17:15).
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Ante la gran pregunta de: ¿Qué produce la justicia divina sobre la
iniquidad?, el Apóstol Pablo expresó una verdad que el día de hoy es
necesario vivirla y aplicarla: “Porque no me avergüenzo del evangelio,
porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío
primeramente, y también al griego. Porque en el evangelio la justicia de
Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe
vivirá.” (Romanos 1:16-17).
La palabra FE, en la Biblia figura con un sentido ACTIVO, y un
sentido PASIVO.
La primera acepción es la lealtad hacia una persona o fidelidad a
una persona.
La segunda acepción, implica confianza en la palabra de alguien
o en la seguridad dada por otro.
Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual
alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus
ofrendas; y muerto, aún habla por ella. Por la fe Enoc fue traspuesto para
no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que
fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios. Pero sin fe
es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a
Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.”
(Hebreos 11:1-6).
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contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los
santos.” (Judas 3).
“He aquí que aquel cuya alma no es recta, se enorgullece; mas el justo
por su fe vivirá.” (Habacuc 2:4).
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“Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande
nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos
asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante,
puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el
gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se
sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió tal
contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no
se canse hasta desmayar.” (Hebreos 12:1-3).
“De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna.” (Juan
6:47).
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“Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida
eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.” (Romanos 6:23).
“Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida
está en su Hijo.” (1ra Juan 5:11).
Pablo, en esta Carta, muestra cómo Jesucristo hizo todo por el hombre
pecador, lo que el pecador no podía hacer por sí mismo, es: OBRAR una
justicia personal, vivir alineado a la voluntad santa y perfecta de Dios,
la CUAL NOS ES DADA (atribuida o imputada) como pecadores que
somos en el MOMENTO en el que CREEMOS en Jesucristo (Juan 1:12-
13).
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(absuelto, perdonado, enderezado, declarado en buena relación con
Dios). El Apóstol Pablo explica cómo, siendo justificado por la fe, el
hombre, en lugar de vivir en pecado (bajo la influencia de la iniquidad),
vive una vida de frutos lógicos de obediencia a Dios. Señalando
únicamente que aquellos que no están bajo la ley sino bajo la Gracia (la
fe) pueden encontrar razones o motivos de amar y servir a Dios
verdaderamente (como justos). Pablo, también llama la atención sobre
la función de la ley, mostrando que la misma revela y condena el
pecado, pero que lo mismo que la ley, no puede justificar (enderezar,
absolver), tampoco la ley puede santificar al creyente (no tiene poder
para apartarnos para una vida que agrade a Dios). El pecado
permanece en el cristiano tanto tiempo como él permanece en este
mundo (durante toda su vida terrenal). Pablo considera que, aunque el
creyente, no obstante estar rodeado de pecado y sufrimiento, vive, por
el poder de la Gracia (la fe en la vida de Jesús), y es ayudado por el
Espíritu Santo, habiendo sido predestinado para la Gloria de Dios (para
que Dios sea honrado por nuestras vidas) y el creyente está perfecta y
eternamente unido a Cristo, y nada en la creación entera (ni la
iniquidad, ni el diablo, ni el mundo, ni ángeles, ni uno mismo), puede
separarle del Amor de Dios (Amor, propósito, voluntad, cuidado,
provisión, destino).
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Los justificados por la fe no pueden continuar viviendo en pecado
porque, a través de su identificación con Cristo, son muertos al
pecado, ya no pueden estar bajo la influencia o dominio de la iniquidad;
en cambio, están llamados a rendirse a Dios como siervos obedientes
(Romanos 6:12-7:6).
Los creyentes, son posesión del Espíritu Santo, quien los regenera, los
santifica, y en el último día los resucitará (Romanos 8:5-11), siendo
ellos en su estado presente (por medio de la adopción), hijos de Dios, y
por tanto, coherederos con Cristo (Romanos 8:12-17).
Finalmente es, glorioso reconocer que, la justificación por fe, hace que
el pecador sea justificado en base a la justicia de Cristo que le es
imputada (contada, acreditada, atribuida, etc.), y la recibe por la fe.
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