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Volumen I

Parshat Shemot

Acerca de cómo reemplazar el “arduo trabajo” y las preocupa-


ciones por conseguir el sustento, por “arduo trabajo” por su-
perarse en el estudio de la Torá y el cumplimiento de mitzvot

Se publica en ocasión de Shabat Parshat Shemot 5778


Bsd

El principal factor de galut -exilio espiritual- en la actualidad es la


preocupación por cómo nos proveeremos del sustento necesario para
nuestra subsistencia y el esfuerzo para conseguirlo. En esta Sijá el
Rebe nos enseña que es posible reemplazar esa preocupación y esfuer-
zo por un mayor empeño en el estudio de la Torá hasta que el punto
que nos preocupe y quite el sueño no entender un tema estudiado.

Esta traducción al Español es libre. El texto en negrita corresponde


al original de la Sijá, mientras que las palabras y frases en letra clara
son agregados del Editor según su interpretación de la Sijá, puestos
de manera tal que si el lector los saltea accede a la Sijá propiamente
dicha.
2
15 Tevet 5778

Textos originales: Likutei Sijot (ídish) Volumen I, págs. 111-119.


Traducción, edición y lectura final: Sijot en Español

Revisión: Editorial Kehot

Likutei Sijot
Bsd.

1. Sobre el versículo que relata la orden que el Faraón dio a su


pueblo: “Todo niño que nazca, lo arrojarán al río Nilo; y toda
niña, tejaiún –harán vivir–”1, se formula la siguiente pregunta2:
¿con qué finalidad precisó el Faraón concluir su ordenanza “y toda
niña harán vivir”? Lo que él pretendía era que los recién nacidos
varones entre los que habría de estar el futuro Redentor de Israel sean
arrojados al río para que mueran ahogados; y qué será de las niñas,
aparentemente era algo que no le interesaba3. Sin embargo, el hecho
de que en su ordenanza concluyera indicando el destino de las niñas,
“y toda niña harán vivir”, indica que también es un decreto en
mérito propio, además del referido a los varones.
La explicación de ello es la siguiente:
El significado preciso de tejaiún no es como se interpreta
generalmente: “permitirán que vivan”, sino “ustedes (los egipcios)
harán que vivan”. A los mismos egipcios a los que el Faraón 1
ordenó arrojar a los niños judíos al río, para matar ahogados, Di-s
libre, sus cuerpos, también les ordenó que los niños sobrevivientes,
aquellos que quedarán vivos (físicamente), ellos, los mismos
egipcios, deben hacerlos vivir – esto es, educarlos en su camino, de
acuerdo a la idiosincrasia egipcia, para de ese modo matar, Di-s
libre, sus almas.
Con esto se comprende también el cambio de expresión en las
palabras del Faraón: a las parteras judías, en cuanto a las niñas,
sólo les indicó que no les hicieran daño, con el propósito de que
a ellas les resulte más fácil cumplir el decreto faraónico de matar

1 Éxodo 1:22.
2 Véase Shemot Rabá 1:18.
3 Los astrólogos del Faraón le habían advertido que una mujer judía daría luz a un niño
que eventualmente habría de liberar de Egipto al pueblo judío (véase Rashi sobre Éxodo 1:16
y 22). Por ende, su temor era únicamente a los varones, entre quienes podría encontrarse el
Redentor, y no a las niñas.

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a los varones recién nacidos. Pero a ellas, a las parteras, no les dijo
tejaiún, harán vivir, sino tan solo “si es niña, vivirá”4, que quede con
vida, sin exigir más que eso, pues ¿podía acaso el Faraón pretender
que las parteras judías educaran a las niñas de acuerdo a la cultura
egipcia? Obviamente no. Pero cuando el decreto de matar a los recién
nacidos se hizo extensivo a todo el pueblo egipcio, en esa instancia,
el Faraón sí exigió de su propio pueblo que a las niñas sobrevivientes
“tejaiún – harán vivir” de acuerdo a las costumbres egipcias.
Y el hecho de que la Torá menciona ambos decretos juntos, en el
mismo versículo, es evidencia de que el “a toda niña harán vivir”
no es un decreto menos severo que el de “a todo niño que nazca,
lo arrojarán al río”. Matar el alma, Di-s nos proteja, es tan grave
como matar el cuerpo, e incluso peor, pues5 “la muerte espiritual
es más grave que la muerte física”.

2. El mencionado decreto de “a toda niña harán vivir”, que


consiste en educar y hacer crecer a los niños judíos en el furor de la
2 vida egipcia, también se insinúa en el primer segmento del decreto,
“todo niño que nazca, lo arrojarán al río”:
¿Por qué?
El río Nilo era la idolatría egipcia, al que los egipcios adoraban.
La sencilla razón de ello es que el Nilo era la fuente de su sustento.
En Egipto no llueve, y la irrigación de los campos proviene de los
canales construidos para llevar hacia ellos las aguas de el Nilo6.
Éste, entonces, es el sentido de el decreto del Faraón, que a cada
varón que nazca “lo arrojarán al río”, lo que entraña dos aspectos:
a) La crudeza de el exilio egipcio en el plano físico: la matanza, Di-s
libre, del cuerpo judío; y b) la severidad de el galut –exilio– egipcio
4 Éxodo 1:16.
5 Dérej Jaím, cap. 1. Véase también Sifrí y Rashi sobre Deuteronomio 23:9 así como
Midrash Rabá y Tanjumá sobre Números 25:17: “Causar que una persona peque es peor
que matarla; pues quien mata, sólo afecta su vida física en este mundo (pero deja intacta su
parte en el mundo futuro), en tanto que quien lo hace pecar lo saca de este mundo y del mundo
futuro”.
6 Véase Shemot Rabá y comentarios de Rashi sobre Génesis 41:1 y Éxodo 7:17.

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en su faceta espiritual: arrojarlos a los niños judíos dentro de la
idolatría y el placer de Egipto, esto es, asesinar sus almas, Di-s
libre, pues el Nilo es un río, o sea, está compuesto por agua, lo que
conceptualmente alude al plano de la sensación de placer (porque “el
agua es la que hace crecer todos los tipos de elementos que producen
placer”7).

3. El exilio egipcio es la raíz de todos los demás exilios8 que sufrió


el pueblo judío a lo largo de su historia. Y en la raíz están contenidos
todos los aspectos que de ella emergerán en el futuro. De ello se entiende
que los decretos promulgados contra los judíos en Egipto están de
algún modo también en todos los exilios subsiguientes, también en el
presente galut e incluso persisten en nuestra generación.
También en la actualidad existe el equivalente a un “Faraón, rey
de Egipto”, esto es, la ideología basada en las prácticas profanas
y la rutina del país, que argumenta que hay que educar a los niños
en el espíritu secular moderno, “arrojar” a los niños judíos al “rio”
de las costumbres y modales del país de residencia, e incluso que los 3
niños se sumerjan y sean “ahogados en el río” que, creen ellos, es
lo único que proporciona el sustento futuro del niño, como lo hacían
las aguas del Nilo en el antiguo Egipto.
Y esta doctrina demanda asimismo no solo que los eduquemos de
ese modo, sino que incluso se inserte a los niños judíos dentro de
los muros de Pitóm y Raamsés9, o sea, introducirlos a toda costa en
aquellas cuestiones que constituyen la fortaleza y principal pasión
y entusiasmo en la vida y cultura del país.
Debemos saber y tomar conciencia de que todos estos argumentos
de “actuemos astutamente con Él”10 se originan en el “Faraón rey
7 Tania, cap. 1, basado en Shaaréi Kedushá (de Rabí Jaím Vital) I, 2; véase allí.
8 Bereshit Rabá 16:4; Likutéi Torá de Rabí Itzjak Luria, secc. Tetzé; Maamar Kol Dodí
5709, secc. 1, Séfer HaMaamarím 5709, pág. 107.
9 Los egipcios forzaron a los judíos a colocar a sus hijos en las murallas para cubrir la
falta de su exigida cuota de ladrillos; véase Eliahu Rabá, cap. 7; Sanhedrín 111a; Pirkéi deRabí
Eliezer, cap. 48.
10 Shemot Rabá 1:5; Sotá 11a interpretando el versículo en Éxodo 1:10, donde no dice

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de Egipto” que desea que no quede vestigio ni sobreviviente, Di-s
libre, del judaísmo, de las almas judías, y mediante ello tampoco
quede resabio alguno de los cuerpos judíos.
Por lo tanto, hay que oponerse con la máxima energía a sus
“decretos”, y educar a los niños de acuerdo al espíritu tradicional
judío.

4. Concretamente, esto significa lo siguiente:


Cuando de la educación de los hijos se trata, no debemos, y nos
está prohibido, ahogarlos en el Nilo – la idolatría del país donde se
vive. Tenemos prohibido ahogar a los niños en la ideología de que
lo único importante es la búsqueda de un modo tangible de sustento.
El único camino hacia la vida es una educación plena en el espíritu
de nuestra Torá, la Torá de Vida.
No tiene sentido mirar hacia otros padres cuyos hijos, creen
aquellos, crecerán previsores, preparados desde ahora para un futuro
“acomodado”: fulano tendrá una casa propia, mengano será dueño
4 de un automóvil, este será médico, aquel otro será abogado, y el
que menos, un lustrabotas. “Pero si envías a tu hijo a una Ieshivá –
Casa de Estudio de Torá– argumentan aquellos padres, el niño crecerá
torpe; no sabrá lustrar zapatos, ni siquiera cómo se sostiene un
cepillo en la mano...”.
Debemos tomar conciencia y saber con toda certeza que es Di-s
exclusivamente quien alimenta y otorga sustento a todo, y cuando
hagamos lo que Él desea –que es, como dice Él en Su Torá: “Y las
enseñarás a tus hijos y hablarás de ellas estando en tu casa y en el
camino, al acostarte y al levantarte”11–, Él concederá todo lo que le
pidamos, tanto para uno mismo como para sus hijos.
Debemos confiar el niño a un maestro que sea, él mismo, un
individuo vivaz por medio de nuestra Torá, la Torá de Vida, “y

“actuemos astutamente con ellos” (es decir, con los Israelitas) sino “con Él” – el Redentor de
Israel, Di-s.
11 Deuteronomio 6:7.

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que viva con ellas”12, con las mitzvot de la Torá. Y que este maestro
eduque de ese modo a los niños en el sendero de vida de la Torá
y la mitzvot. Es específicamente con este tipo de educación que se
salva a los propios hijos, y por intermedio de ellos al pueblo judío
entero.

5. Tal como el galut egipcio es la raíz espiritual de todos los exilios


siguientes del pueblo judío, razón por la cual los decretos de aquel
entonces también existen hoy con situaciones conceptualmente
similares, como se mencionara, del mismo modo es aplicable
este principio en lo que respecta al aspecto positivo de aquel exilio:
también en cuanto a la Redención Futura a manos del Mashíaj, el
Éxodo de Egipto constituye su raíz y fuente espiritual, por lo que está
escrito: “Tal como en los días de tu salida de la tierra de Egipto
Yo os mostraré maravillas”13, es decir, que la Redención Futura
será similar al Éxodo de Egipto. Esto significa que también los
preparativos y cuestiones que producen ésta, nuestra Redención,
deben ser parecidos a aquellos que produjeron el Éxodo de Egipto. 5
Acerca de la Salida de Egipto se ha dicho que “en recompensa
a las mujeres piadosas que había en aquella generación fueron
redimidos de Egipto nuestros ancestros”14. ¿Qué hicieron esas
mujeres piadosas? ¡Erigieron una generación de judíos! Cuando
el Faraón promulgó su decreto de arrojar a los niños judíos al río,
ellas sostuvieron15 con firmeza, que no había que tener en cuenta
los decretos del Faraón de arrojar a todos los varones al río. Dado
12 Levítico 18:5. “Cuidaréis Mis ordenanzas y Mis estatutos, que si el hombre cumple vivirá
por ellos. Yo soy Di-s”.
13 Mijá 7:15.
14 Sotá 11b.
15 Ibíd. 12a. Amrám, el padre de Moshé, era el líder de su generación. Cuando vio el
decreto del Faraón pensó que sería en vano tener hijos pues, de todas formas, serían matados.
De modo que divorció a su esposa, y todos los demás judíos siguieron su ejemplo. Su hija
Miriam expresó su desacuerdo y le dijo que el precepto Divino de ser fructíferos y multiplicarse
era una ordenanza vigente, y por lo tanto debía seguir cumpliéndose sin considerar posibles
eventualidades. Gracias a su argumento Amrám y los demás tomaron de vuelta a sus esposas,
dando a luz a toda una generación que incluyó a Moshé, quien liberó a Israel de Egipto.

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que el Altísimo ordenó concebir hijos y formar familias judías, se
debe actuar en consonancia, sin especular qué utilidad tendrá eso.
Y en premio a estas mujeres virtuosas, nuestros ancestros fueron
liberados de Egipto.
Lo mismo también hoy en día. En cada país, y especialmente
en los Estados Unidos de América, no debemos prestar atención
a la pasión mundana que predomina en el ambiente nacional, ni
hacer cálculos acerca de las necesidades concretas del futuro. Hay
que educar a los niños tal como indicó el Todopoderoso, y Él ya Se
ocupará de todo lo que en el futuro precisen los niños y también sus
padres.
Es precisamente cuando ignoramos por completo el “decreto del
Faraón”, que salvamos a los propios hijos y traemos la Redención
global para todo el pueblo judío, a través de nuestro justo Mashíaj,
realmente pronto.

6 (de las Sijot de la Festividad de Pesaj de 5712, 5714 [1952, 1954])

6. Sobre el versículo citado: “Todo niño que nazca, lo arrojarán al


río; y a toda niña, hagan vivir”, está escrito en la Hagadá de Pesaj,
en su explicación del versículo16 “Y nosotros hemos clamado a Di-
s, el Señor de nuestros padres, y Di-s oyó nuestra voz, vio nuestra
aflicción, nuestra esforzada labor (et amaléinu) y nuestra opresión”:
“‘veét amaléinu –y nuestra esforzada labor–’, estos son los hijos,
como fuera dicho: ‘todo niño que nazca... hagan vivir’”.
La prueba aportada por la Hagadá, expresada por ésta con las
palabras “como fuera dicho” en el versículo que cita a continuación,
no pretende demostrar que la palabra amaléinu –nuestra esforzada
labor– alude a los niños (al estilo de como sí sucede con los “como

16 Deuteronomio 26:7; Sifrí sobre este versículo.

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fuera dicho” en otras ocasiones en que se interpreta un versículo
en párrafos de la Hagadá), pues al respecto no hay evidencia alguna
en el versículo. En cambio, la alusión es una de carácter general,
queriendo decir que hubo una situación de aflicción relacionada con
los niños. Pero que los niños mismos sean una “esforzada labor” –
la Hagadá no cita evidencia alguna de ello17.
Y como en la Hagadá no se cita prueba alguna al respecto, se
deduce que eso es algo obvio. Y si es así, no es preciso aprenderlo
mediante una interpretación de las Escrituras.

7. Esto nos enseña lo siguiente:


Para que los hijos, y asimismo los alumnos (que también son
llamados “hijos”, como enseña Sifrí18), sean como es debido, debe
invertirse esfuerzo laborioso; para ello hay que trabajar duro,
hasta alcanzar la meta.
Aun si uno tiene hijos obedientes, o cuando su influencia sobre
los alumnos es tal que, con una única palabra que él (el padre o el
maestro) diga es suficiente para obtener los resultados esperados, aun 7
así, que el padre/maestro no crea que con ello ya se eximió de su
deber. Incluso en casos tales, hay que esforzarse en su educación.
Como el esfuerzo del padre o el maestro puede ser en mayor o
menor grado, la interpretación de “amaléinu – estos son los hijos”
nos enseña que debe ser un esfuerzo de tal magnitud, que la propia
Torá, que es la Torá de la Verdad, atestigüe y diga sobre éste que “eso
se llama esfuerzo”, esa es en efecto una dedicación verdaderamente
laboriosa.
Y cuando tenemos esta clase de “amaleinu-baním” –hijos
producto de un esfuerzo así– no hay motivo para sobresaltarse ante
el decreto del Faraón, que “todo niño que nazca, lo arrojarán
al río”. Con ellos uno logra atravesar el decreto sin que este los
afecte, y más aún, “ellos –los niños que nacieron y fueron criados

17 Véase el comentario de Rabí Iomtov Isbili (“Ritvá”) sobre este párrafo de la Hagadá.
18 Sobre el versículo “Las enseñarás a tus hijos” (Deuteronomio 6:7).

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con laborioso esfuerzo en el camino judaico durante la época del
decreto– fueron precisamente quienes Lo reconocieron primero”
a Di-s19 en el momento de la Partición del Mar de los Juncos. Los
primeros no fueron Moshé, Aharón, los hijos de Aharón, tampoco
los ancianos, y ni siquiera la generación previa a la esclavización,
sino estos niños judíos criados con mesirut néfesh –total entrega
y auto-sacrificio– “ellos fueron los primeros en reconocerlo” y no
apenas con un reconocimiento distante, superficial y borroso, sino
uno al que de tan próximo, visible y palpable se le puede aplicar
la expresión de ze, “Este (ze) es mi Di-s y lo alabaré”20 es decir,
“señalando” con el dedo, como si fuera.

8. Esta lección no es sólo para los padres respecto de sus


hijos y para los maestros en cuanto a sus alumnos. Está dirigida
igualmente a cada judío, pues “Ciertamente reprenderás a tu
prójimo”21 es una mitzvá de la Torá. Y también “Fructifíquense y
multiplíquense”22 es una mitzvá de la Torá, y no apenas una, sino la
8 primera, y no se refiere sólo a tener hijos físicamente sino también
tenerlos en un sentido espiritual, pues quien enseña Torá a un judío y
lo acerca más a Di-s es considerado como si lo hubiera hecho nacer23.
Al respecto, el que la primera mitzvá de la Torá es “Fructifíquense
y multiplíquense”, hay una máxima de los jasidím –alumnos y
seguidores– del Alter Rebe, y según otra versión del propio Alter

19 Sota 11b. Cuando el Santo, bendito sea, se reveló en la Partición del Mar de los Juncos,
los hijos nacidos bajo esas duras condiciones y terribles decretos de Egipto fueron los primeros
en reconocerlo a Él, exclamando: “Éste es mi Di-s y yo lo alabaré” (Éxodo 15:2). Véase también
Shemot Rabá 1:12, e ibíd. 23:8 y 15.
20 Véase Rashi (y Shemot Rabá 23:15 etc.) sobre este versículo.
21 Levítico 19:17. La obligación de reprochar a otros cuando observamos su mal
comportamiento nos coloca a todos, no sólo a los maestros y educadores, en una relación de
maestros-alumnos.
22 Génesis 1:28, que, como todo precepto en la Torá, es aplicable a cada uno, solteros
y casados, jóvenes y ancianos, en todo momento a lo largo de nuestra vida entera. Como se
explicará a continuación, ello es posible en el sentido espiritual de “hacer a otro judío” al ayudar
al prójimo a lograr que sea como Di-s espera de él.
23 Sanhedrín 19b.

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Rebe, cuyo contenido es el siguiente: No sólo los conceptos y temas
de la Torá son Torá (“instrucción”), sino también el orden en la Torá
con que se presentan sus mitzvot y demás cuestiones, es asimismo
Torá24. Así, el primer fundamento en la Torá, y por lo tanto el
primer fundamento en la vida del judío es que “¡un judío debe
hacer nacer y formar a otro judío!”.
Por lo tanto a cada judío se le dice que debe tomar conciencia y
esforzarse laboriosamente en hacer otro judío, en general, llevarlo
a la senda de la Torá, y en particular esforzarse en que la educación
de los niños sea kosher, es decir, basada en los genuinos valores
milenarios del judaísmo.

(de la Sijá de la segunda noche de la Festividad de Pesaj 5716 [1956])

9. Ya se mencionó en varias oportunidades que los tinokot shel


beit rabán –niños de edad escolar– constituyen el fundamento del
pueblo judío. 9
Acerca de la virtud de enseñar Torá específicamente a niños
pequeños, encontramos en la Guemará25 lo siguiente: “Sin embargo,
sea aquel hombre recordado para bien, y su nombre es Iehoshúa
ben Gamla26”.
¿Cuál fue el logro de Iehoshúa ben Gamla en virtud del cual
merece ser recordado para bien?
El texto talmúdico nos lo cuenta: “Inicialmente, la educación judía
de los niños no estaba organizada. Si un niño tenía padre, éste le
enseñaba Torá, mientras que el que no lo tenía, no estudiaba. Ante
esta situación, los Sabios instauraron que se designen melamdéi
tinokot –maestros de niños– en Jerusalén para aquellos que no tenían

24 También la secuencia misma (que indica un sentido de prioridad) es Torá, es decir,


instrucción y enseñanza (pues Torá deriva de horaá, instrucción). Véase Zohar III, 53b.
25 Bavá Batrá 21a.
26 Fue uno de los Sumo Sacerdotes en la época del Segundo Santo Templo de Jerusalén
(Rashi ibíd.).

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padre que les enseñe. Pero se encontraron con que aquel niño que
tenía padre era llevado por éste a Jerusalén a estudiar, pero el que
no lo tenía, no. En consecuencia, luego los Sabios instituyeron que
haya melamdéi tinokot en cada provincia y que enseñen a todos los
jóvenes de 16 y 17 años. Sin embargo el sistema tenía sus defectos;
a esa edad, si el maestro se veía obligado a disciplinarlos, los jóvenes
sencillamente se enojaban y abandonaban el estudio, hasta que vino
Iehoshúa ben Gamla e instituyó que en todas partes, en cada
provincia y en cada ciudad donde residieran judíos, haya maestros
que enseñen Torá gratuitamente a los niños a partir de los 5 o 6
años”27. En virtud de esta norma por él promulgada es recordado
para bien en todas las generaciones sucesivas.
En la ex Unión Soviética, cuando la Ievseksia28 bolchevique
prohibió el estudio de la Torá, no lo prohibió del todo. Sostenían
que una vez que el niño crezca, adquiera madurez mental, y elija
estudiarla, estará permitido enseñarle. Su prohibición sólo regía
para el estudio con niños pequeños. Y fue contra eso que los judíos
10 se plantaron con la mayor firmeza y mesirut néfesh –disposición
a todo sacrificio– porque toda la supervivencia del pueblo judío
depende de la educación recibida en los años de infancia.

10. Debido a la gran importancia y trascendencia que tienen los


tinokot shel beit rabán, cualquiera que puede actuar y ayudar en la
educación judía debe esforzarse (como se explicó antes el concepto
de amaléinu), con su dinero, su cuerpo y alma para expandir la
educación judaica tradicional sin ninguna influencia ajena a la Torá,
una educación conocida bajo el nombre de jinuj hakasher.
Hay quienes hacen cálculos, y consideran que esta tarea no
está a la altura de su merecido kavod –honorabilidad–. Hay quien
cree que él debe dedicarse a una labor superior, más sofisticada.
¿Enseñar el álef-bet –abecedario hebreo– a niños? ¡Eso puede
27 Véase Bavá Batrá ibíd., comentario de Tosafot sobre la palabra Bebatzir.
28 La “Sección Judía” del partido comunista, fundada en 1918 para difundir el marxismo
entre la población judía.

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hacerlo una persona simple! ¿Hablar con alguien para que haga un
aporte de dinero para un Jéider –la escuela tradicional judía– o para
una Ieshivá –seminario rabínico–? ¡Eso corresponde a un meshulaj
–recaudador de donaciones– pero no a una persona como él! Y otros
argumentos por el estilo.
A este judío le decimos: ¡Esa evaluación tuya es tal vez válida en
épocas normales! Pero cuando hay un incendio, Di-s libre, ¡no se
convocan reuniones para evaluar quién lo extinguirá! En cambio,
¡cada uno actúa! ¡Cada uno debe hacer todo lo que pueda para
apagar el incendio!
En el otro extremo, está quien argumenta que ya se esforzó lo
suficiente en aras del jinuj hakasher. Ahora, que actúen otros. A él le
respondemos29: “La persona nació para esforzarse”. El ser humano
siempre debe estar activo, ser productivo y esforzarse en ello.
Para justificar los sufrimientos que permanentemente soporta el
alma, cuyo único interés es el apego a Di-s y la vida espiritual, debido
a su descenso a un cuerpo físico30 que por naturaleza no comparte
esos ideales y a menudo la obliga a transitar el camino opuesto, la 11
persona debe esforzarse todo el tiempo, pues durante aquel breve
instante en que no lo hace, los sufrimientos del alma son en vano.
Y tal como esta actitud debe desplegarse en cuanto a uno mismo,
del mismo modo debe ser31 respecto del prójimo, y en particular
en lo que atañe a la educación judía de los niños: hay que invertir
esfuerzo permanente en ello.

(de una Sijá de Shushán Purím de 5714 [1954])

29 Iyov 5:7.
30 Véase la carta impresa a continuación del Maamar Batí LeGaní 5713 (Séfer
HaMaamarím Melukat I, pág. 38 y ss.).
31 Obsérvese el relato en Bavá Batrá 8b: “Ya van trece años...”. (El Talmud cuenta
que Rav encontró a Rav Shmuel bar Shilat en un huerto, por lo que le dijo: ‘¿Has abandonado
tu fidelidad (– tu trabajo de maestro que desempeñabas con fidelidad, supervisando a tus
alumnos constantemente; Rashi allí))?’. Le respondió bar Shilat: ‘Ya van trece años que no veo
el huerto, y aun así también ahora estoy pensando en ellos’. Tal era su entrega a la importante
labor de enseñar a niños.

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11. En el final de la Sección Semanal está escrito que Moshé
Rabeinu –al ver que como consecuencia de su gestión inicial ante
el Faraón para que libere a los judíos de su esclavitud aquel redobló
su exigencia, empeorando la situación de los judíos– cuestionó a Di-
s32: “¿Por qué has hecho mal a este pueblo? ¿Por qué me enviaste?
Desde que vine al Faraón a hablar en Tu nombre, él ha hecho mal a
este pueblo, y Tú no has salvado a Tu pueblo”. A lo que el Altísimo
respondió (al comienzo de la Sección siguiente, Vaerá)33: “Yo soy
Di-s (Havaiá). Me mostré a Avraham, Itzjak y Iaacov como E-l Sha-
dái, mas con Mi Nombre Havaiá no me hice conocido a ellos… Por
lo tanto, di a los Hijos de Israel: ‘Yo soy Havaiá. Los sacaré de debajo
de la opresión egipcia, los salvaré... los redimiré... y los tomaré..., y
sabrán que Yo soy Havaiá, su Señor”.
En Torá Or34 se explica que en el momento de la Entrega de la
Torá Di-s se reveló a los judíos como Él es en el excelso nivel de
Divinidad representado por el Nombre Havaiá (que a los Patriarcas
no les fuera revelado), pero para que les sea posible a los judíos
12 absorber esa manifestación –“sabrán que Yo soy Havaiá”– fue
imprescindible, como preparativo, el exilio en Egipto –“has hecho
mal a este pueblo”–.
Y allí, en Torá Or, concluye esta explicación diciendo que lo
prolongado de éste, el último exilio, responde a la misma razón: este
galut –exilio diaspórico– es una preparación para las Revelaciones
de Divinidad del Futuro Venidero, con la venida del Mashíaj.

12. Cada concepto que figura en la Torá es verdadero y eterno.


De esto se entiende que un interrogante que es formulado en la
Torá, a pesar de tener respuesta, y no obstante ello, como es parte
de la Torá verdadera y eterna, es “Torá”, y por lo tanto dicha pregunta
también es verdadera y eterna, aún luego de ser respondida; algo de

32 Éxodo 5:22-23.
33 Ibíd. 6:2-7.
34 56d.

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ella queda en pie, y siempre tiene cabida
–tal como dijo mi suegro, el Rebe anterior, en ocasión de
un Farbrenguen –reunión jasídica– de Shavuot, respecto del
interrogante que se plantea en la Filosofía Jasídica, “¿por qué no
se fijó la festividad de Simjat Torá (que celebra la culminación de la
lectura anual de la Torá) en Shavuot, Época de la Entrega de nuestra
Torá (que es cuando el ciclo anual de lectura debería recomenzar)? Y
dijo que dado que esta es una incógnita planteada en un área de la
Torá, a pesar de tener respuesta la pregunta sigue teniendo cabida
y por lo tanto se puede decir, incluso luego de dicha respuesta, que
Simjat Torá debería ser no obstante en Shavuot–.
Así también es en el tema que nos atañe: en vista de que el planteo
de Moshé “¿por qué has hecho mal…?” figura escrito en la Torá,
incluso después de la respuesta de Di-s, “Me revelé a Avraham… y
(con) Mi Nombre Havaiá no Me di a conocer a ellos…”, sigue en pie
la posibilidad de preguntar: “¿Por qué has hecho mal…?”.

13. Una de las razones para aseverar esto, que la pregunta 13


sigue en pie, es la siguiente: a pesar de que es preciso padecer el
sometimiento del galut pues es un preparativo refinatorio para las
Revelaciones de Divinidad del Futuro Venidero, no obstante ello,
la tan dolorosa opresión física podría haberse reemplazado por un
galut espiritual.
¿Cómo sería eso? Tal como el Alter Rebe explica en Torá Or35 en
su sentido espiritual todos los pormenores físicos de la esclavitud
que figuran en la Torá36: “…ellos amargaron sus vidas con arduo
trabajo, con argamasa y ladrillos, así como con toda tarea en el
campo…” del siguiente modo: “amargaron sus vidas” – se refiere
a la esforzada dedicación intelectual necesaria para el éxito en el
estudio de la Torá, que es nuestra vida; “con arduo trabajo (avodá

35 49a; Zohar III, 153a.


36 Éxodo 1:14.

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kashá)” – ésta es la kushiá37”; “con argamasa (bejómer)” – este es
el kal vajómer38; “así como con toda tarea en el campo” – ésta es
la baraita39; “y con ladrillos (ubilveiním)” – esto es libún hiljetá40.
Véase allí, en Torá Or, el análisis exhaustivo.

14. Tal como es posible reemplazar la traumática y demoledora


experiencia galútica física propiamente dicha por su edificante
equivalente espiritual, del mismo modo también es factible
sustituir hoy en día el esfuerzo y la preocupación por el sustento
(que constituye el principal factor que sumerge a la persona en un
estado de galut41), por el esfuerzo y la preocupación por una mejor
comprensión en el estudio de la Torá.
La principal causa de las preocupaciones físicas por el sustento
es el torrente de pensamientos que invade el corazón del hombre42,
al grado de que uno no sabe cómo proceder. Esto mismo puede
sustituirse por el esfuerzo y el desvelo en su contraparte espiritual, el
estudio de la Torá: dedicarse con tanto ardor y pasión al estudio de
14 Torá, que se llega a dos excelentes argumentos lógicos antagónicos
y no se sabe cómo dirimir la cuestión. Una situación así es muy
extenuante y sumamente perturbadora. Algunos ejemplos de ello:
Rabí Iosef Rosen, el Gaón de Rogatchov43, cierta vez contó que
para él el día más difícil de la semana es el Shabat. En medio de
37 El severo interrogante que deviene de las aparentes contradicciones entre una fuente y
otra que dificulta la comprensión de la Torá.
38 Lit.: “liviano y pesado”. Es la definición de una Halajá o idea de Torá que, derivada de
una premisa menor o una condición más indulgente en un caso, es aplicada en otro caso a una
premisa más importante o estricta, o viceversa.
39 La palabra bar, en arameo, significa (entre otras cosas) “por fuera”. En este caso,
baraita se refiere a las enseñanzas de nuestros Sabios de la era mishnaica pero que quedaron
excluidas de la Mishná cuando esta fue compilada; son comparadas al campo, que está fuera
de la ciudad.
40 “El blanqueo de la halajá”; es el análisis exhaustivo de un tema, aclarando toda turbiedad
confusa posible, hasta arribar a una conclusión halájica limpia.
41 Torá Or 8d.
42 Discurso Jasídico del Rebe Maharash, cuarto Rebe de Jabad, que comienza con las
palabras Máim Rabím, del año 5636 (1875), en su comienzo.
43 1858-1936.

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la semana, cuando lo sacude un fuerte aluvión intelectual, cuando
“corren” por su cabeza, sobre un mismo tema, razonamientos lógicos
que van en una dirección y simultáneamente otros que van en otra
contraria, tiene una solución: escribirlas. Es una solución pues las
letras escritas restringen y aminoran el torrente intelectual, y en
esa instancia le es más fácil arribar a una conclusión definitoria. No
así en Shabat. Como no cuenta con ese recurso de escribir, dado que
ello está prohibido, llegar a la resolución le demanda un esfuerzo
intelectual extremo.
Así también, se cuenta44 que cuando el Míteler Rebe45
pronunciaba un Discurso Jasídico, el silencio era absoluto. Y sin
embargo, a veces se lo escuchaba decir en medio de su alocución:
“¡sha! ¡sha!” –¡silencio! ¡silencio!–. El Rebe Rashab46 explicó que
ello no se debía a ruidos externos, ya que no los había, sino que era
para refrenar su propio torrente intelectual.
A simple vista el concepto no es del todo claro. ¿Por qué es preciso
frenar el flujo intelectual?
Conforme lo expuesto se entenderá: el flujo incesante de ideas 15
que corren en acelerada sucesión a favor y en contra de una hipótesis
hace difícil detenerse en el análisis de los pros y contras de cada una
de ella y volcarse por una de ellas de modo definitorio. La naturaleza
del intelecto hiperactivo es que apenas uno cree haber llegado a la
definición concluyente de un tema, resulta no ser así pues surge
inmediatamente una comprensión más profunda que produce una
hipótesis opuesta a la precedente – tal como la expresión usual del
Míteler Rebe en sus Discursos Jasídicos, que luego de desarrollar un
tema extensamente, presenta otro punto de vista y concluye: “...y no
como se expusiera antes”.

15. Uno de los aspectos principales que generó sufrimiento a los

44 Haiom Iom, 4 de Adar II.


45 Rabí Dovber, segundo Rebe de Jabad.
46 Rabí Shalom Dovber, quinto Rebe de Jabad.

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judíos en el exilio egipcio fue “avodat párej – trabajo demoledor”.
¿Qué significa “trabajo demoledor”? La Guemará47 dice que
los egipcios asignaban a las mujeres tareas que suelen hacer los
hombres, y a los hombres tareas de mujeres, obligándolos a hacer
algo que no les es usual.
También este aspecto de “trabajo demoledor” se debe
reemplazar para que en vez de aplicarse a la vida física y generar
sufrimiento sea llevado a cabo de un modo espiritual; esto es: que
el servicio a Di-s en el estudio de la Torá y la observancia de mitzvot
no sea apenas en la medida de lo usual, sino que trascienda nuestro
hábito y costumbre.
Otro matiz del mismo concepto: Tal como en la esfera del trabajo
demoledor recién descripto, en el que usualmente el de las mujeres
es más fácil que el de los hombres –pues “es el hombre quien suele
conquistar, mas no la mujer”48– por lo que cuando el hombre debe
hacer trabajos de mujer pareciera ser un alivio, de todos modos no
lo es; como el hombre no está acostumbrado a ello, es un “trabajo
16 demoledor”.
Lo mismo es cuando se lleva a cabo espiritualmente: puede ser
que la tarea espiritual misma sea una pequeñez para este individuo,
pero en vista de que para realizarla la persona debe cambiar su
hábito, esa labor fuera de lo usual sustituye al trabajo demoledor en
su forma física.
El Alter Rebe, en el Tania49, aplica el mismo criterio cuando explica
la razón de que la Guemará50 diga que quien repasa un tema de
la Torá tan sólo 100 veces es llamado “aquel que no Lo sirvió (a
Di-s)”51, mientras que el que lo hace 101 veces es llamado “aquel
47 Sotá 11b.
48 Ievamot 65b. Como el versículo dice “Fructifíquense, multiplíquense, llenen la tierra y
conquístenla” (Génesis 1:28), los Sabios, apoyándose en que son los hombres quienes salen
a la guerra (“suele conquistar”) pero no las mujeres, definen que la ordenanza de Génesis está
dirigida al hombre pero no a la mujer.
49 Cap. 15.
50 Jaguigá 9b.
51 Malaji 3:18. “Y regresarán y discernirán entre el justo y el pecador, entre aquel que sirve

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que sirve al Señor”, pese a que la diferencia entre ambos es no más
que una vez: en vista de que este individuo cambia su naturaleza,
y supera su hábito –“en aquellos días del Talmud, era habitual y
natural repasar cada lección 100 veces”– éste que lo hizo 101 veces,
superando el hábito, es llamado “aquel que sirve al Señor”. (Y por
medio de esa única vez, la persona llega hasta la Iejidá, la esencia,
de su Alma. 100 veces, son las 10 facultades del Alma tal como cada
una de estas incluye a las 10, totalizando 100 sub-facultades; 100
veces más 1, es el nivel de Iejidá, que en lo Alto, en las Dimensiones
Espirituales, es el plano de Kéter52).

16. Este tema presenta también un aspecto adicional. No solo


que mediante una tarea espiritual fácil, por el mero hecho de
constituir un cambio de su hábito, con esta se remplaza el trabajo
demoledor físico por uno espiritual y este individuo ya es llamado
“aquel que sirve al Señor”, sino que, lo que es más, incluso cuando
el cambio de hábito es apenas momentáneo y tal vez pasajero, pues
no se ha vuelto parte integral de su personalidad, no está arraigado 17
en su fuero íntimo –es decir, en lo profundo de su ser la persona
conserva su hábito usual anterior, solo que en esta instancia se
fuerza a sí misma a actuar de un modo diferente, no según su hábito–
incluso en un escenario así, también logra la virtud de “aquel que
sirve al Señor”.
La razón de que así sea es que la auténtica voluntad interior
del judío es hacer lo que es bueno a los ojos de Di-s, de modo que
invariablemente desea satisfacer la Voluntad de Di-s, sólo que la
Inclinación al Mal lo obnubila y es la que lo fuerza a actuar contra
su propia verdadera voluntad interior. Por lo tanto, como no es más
que eso lo que le impide cumplir la Voluntad Divina, para imponerse
al Señor y aquel que no Lo sirvió”. En el Talmud, Ben Hei Hei preguntó a Hilel: “¡El ‘justo’ es lo
mismo que ‘aquel que sirve al Señor’, y el ‘pecador’ es lo mismo que ‘aquel que no Lo sirvió’!
(¿por qué, entonces, la redundancia?) Hilel le respondió que ambos individuos en la segunda
frase son personas perfectamente justas, solo que no es igual, en cuanto a servir a Di-s, quien
repasa su estudio 100 veces (‘aquel que no Lo sirve’) que quien lo hace 101 veces.
52 Véase Likutéi Torá, Parshat Reé 22c, y referencias allí.

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a ella y vencerla es suficiente con apenas forzarse, doblegarse a sí
mismo53 y de ese modo contrarrestar la incitación de la Inclinación
al Mal, cuyo argumento es mera ficción, pues la verdadera voluntad
del judío es hacer lo que Di-s quiere de él. Por lo tanto, dicho acto de
mitzvá, por más que parezca que se cumple “forzándose a sí mismo”,
en verdad no es así: emana de su más genuina voluntad interior y, por
ende, en ese momento, este individuo que trascendió su hábito está
sirviendo realmente a Di-s.

17. En base a lo explicado comprenderemos también por qué


el Alter Rebe cita en el Tania el ejemplo de la Guemará54, de “el
mercado de los que arriendan burros de transporte, que cobran
1 zuz por un viaje de 10 parsi (millas persas), pues eso es lo que
usualmente suelen pedir, pero cobran 2 zuz por viajar 11 parsi, pese
a que a primera vista no hay proporción entre ambas tarifas, porque
viajar una onceaba milla excedía su práctica usual”.
A simple vista no se entiende. ¿Para qué precisaba el Tania
18 citar el ejemplo de los burreros? ¡Sólo debería haber citado lo que
expresa la Guemará acerca de la virtud de aquel que repasa su
estudio por 101ª vez? Indefectiblemente debemos decir que añadir
la analogía de los burreros es crucial para comprender el concepto
de la superación del hábito, el concepto acerca del cual habla el
Tania allí.
Lo comprenderemos citando antes el consabido principio que
en una analogía propuesta por la Torá todos sus pormenores se
corresponden con el objeto de la analogía, porque la analogía
no es un relato desvinculado pero con cierta semejanza con lo que
se desea ejemplificar sino que deriva directamente del objeto de la
misma; en otras palabras, en el ámbito de la Torá, ambos, la analogía
y su objeto, son lo mismo solo que en dos dimensiones diferentes: la

53 Véase Mishné Torá del Rambam, Hiljot Guerushín, final del cap. 2.
54 Tras la respuesta de Hilel, citada en la nota 51, Ben Hei Hei volvió a preguntar: “¡¿Acaso
por (faltarle) una única vez se lo llama ‘aquel que no Lo sirve’?!”. Le respondió Hilel: “Ve y
aprende del mercado de los que alquilan sus burros...”.

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analogía siempre pertenece a un plano inferior, pero comienza en, y
refleja al, plano superior del cual deriva. Por eso, todos los detalles
de la analogía deben coincidir con su objeto-origen del cual derivan.
Así es también en el tema previo: jamor –burro– alude al jómer,
la materialidad del cuerpo de la persona, y del judío se demanda
“ciertamente ayudarás (a descargar) con él”55. No podemos darnos
por satisfechos con un servicio a Di-s que se vincula sólo con el
alma y deja de lado al cuerpo; en cambio, debemos refinar y elevar
también al cuerpo; el servicio a Di-s debe ser “con él”, con el cuerpo.
Y en esta tarea de refinar el cuerpo, hay dos metodologías:
a) Hacer desaparecer al “jamor” de nuestro cuerpo;
transformarlo en un vehículo absolutamente subyugado a la
Divinidad del Alma Parlante – esto es, en la terminología jasídica,
ithafjá, transformación, sublimación, de la propia naturaleza en una
más elevada; su personalidad previa ha dejado de existir para dar lugar
a una “nueva persona”
– es conocida la historia, que cuando el Alter Rebe estaba
listo para iniciar el viaje de regreso de Mezritch a su hogar, el 19
santo Rabí, el “malaj” (el “ángel” – así es como llamaban a el hijo
del Maguíd de Mezritch) lo acompañó hasta la carreta, y dijo al
carrero: “Hay que azotar a los caballos hasta que estos dejen de
ser caballos’’. Otra versión: ‘’hasta que los caballos sepan que son
caballos”. Al escuchar esto, dijo el Alter Rebe que en ese momento
se le añadió una nueva senda en el servicio a Di-s, y postergó el
viaje, quedándose más tiempo en Mezritch–.
b) Permaneciendo tal cual la persona es, es decir, sin modificar
de fondo su personalidad, se doblega no obstante a sí misma una y
otra vez y modifica sus hábitos – esto es, en la terminología jasídica,
itkáfia, doblegar la propia naturaleza. Incluso con esta modalidad
de servicio que no ha modificado su ser interior, la persona se llama
no obstante un “sirviente de Di-s”.
Y esto último es lo que insinúan los pormenores en la analogía

55 Haiom Iom, 28 de Shvat. Véase también Likutéi Sijot (ídish), vol. I, pág. 32.

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del mercado de los burreros:
En el ejemplo, el burro no fue adquirido por él, por la persona que
hará el viaje. Es decir, el animal no se transformó en su propiedad, no
se volvió suyo (lo que, de suceder, en una analogía correspondería
con el nivel de servicio de transformación total, ithafjá). Él solo lo
arrendó. O sea, el burro sigue estando en su dominio previo, en
poder de su dueño original. Pero, aun así, la persona que lo arrendó
no se limita al hábito de aquel de viajar solo 10 parsi, sino que
trabaja con éste más allá de su costumbre.
Exactamente así es en el plano espiritual. Si bien el cuerpo
conserva su estado materialista tal cual éste es, no ha cambiado,
sin embargo, por medio de que la persona somete la materialidad
del mismo, al menos doblegándola contra su voluntad exterior, este
individuo es llamado ya por ello “sirviente de Di-s”.

(de las Sijot de Shabat Parshat Vaerá de 5711 [1951])


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