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A) Introducción
D) Alimentación en la infancia
E) Alimentación en la adolescencia
Dado que ya conocemos cuáles son las necesidades nutricionales requeridas por el ser
humano en circunstancias fisiológicas normales, en esta unidad vamos a dedicarnos a ahondar
en este aprendizaje. Para ello, profundizaremos en cada una de las etapas de la vida y en otras
circunstancias especiales (aunque igualmente fisiológicas) como pueden ser el embarazo, la
lactancia o el deporte.
Los requerimientos nutricionales van a ser los mismos en casi todas las etapas de la
vida y situaciones concretas de un individuo sano, salvo algunos aspectos importantes que
deberemos tener en cuenta y a los que prestaremos especial atención.
Requerimientos nutricionales
Durante el embarazo varía la cantidad de calorías que debemos aportar a la dieta, por
lo que es necesario suplementar algunas vitaminas y minerales.
a) Energía
En cuanto a la cantidad de alimento, existe el mito de que se debe comer “por dos”.
Esto no es verdad, incluso en ocasiones los suplementos son innecesarios. Muchas veces la
mujer embarazada come más cantidad de lo normal y en poco tiempo, especialmente durante
los dos primeros trimestres, puede aparecer hiperfagia. Esta alteración se da en la mayoría de
los casos motivada por la ansiedad que genera el hecho de conocer el estado de embarazo
más que un aumento de la demanda alimentaria inducida por el feto, y se ve compensado de
alguna manera por la presencia de sensaciones de malestar propias del primer trimestre, que
suele tender a disminuir la ingesta de alimentos por náuseas y vómitos que provoca la
gestación.
b) Proteínas
Las proteínas se pueden obtener de las carnes rojas, blancas y del pescado o de aves
y legumbres. Se requiere un incremento del 100% del aporte proteico respecto a una mujer no
embarazada de su misma edad, especialmente durante los últimos dos trimestres del
embarazo. Las proteínas son necesarias para el desarrollo del feto, de la placenta y el
crecimiento de estructuras físicas como, por ejemplo, el útero.
c) Vitaminas
Aumentan las necesidades de ácido fólico a más del doble (100%) durante el
embarazo debido al crecimiento fetoplacentario y la síntesis de células sanguíneas en la
médula ósea. El ácido fólico garantiza el correcto desarrollo del feto y, en caso de que los
aportes no se cumplan, pueden darse malformaciones congénitas.
d) Minerales
El alcohol es altamente nocivo para el feto. Su exceso puede dar lugar a retraso
mental y malformaciones. Además, al nacer puede desarrollarse un cuadro clínico
conocido como “síndrome alcohólico del neonato”.
La adicción a las drogas por parte de la madre es muy nocivo para el feto y puede
tener consecuencias importantes. Al nacer, es posible que los niños de madres
drogadictas presenten un cuadro clínico derivado de la brusca privación de la droga
a la que estaba acostumbrado y presentar el denominado “síndrome de
abstinencia”.
Lactancia materna
La leche materna es un alimento insustituible por su perfección en aporte nutricional.
Los productos farmacéuticos no pueden igualarle, especialmente porque algunas moléculas y
células de la leche materna aportan anticuerpos que el recién nacido aún no es capaz de
generar, previniendo de esta manera las infecciones perinatales. Por otro lado, el contacto
físico y afectivo que se produce mientras la madre amamanta a su bebé es esencial en el
desarrollo psicológico del pequeño.
En cuanto nace el bebé es imprescindible ponerlo a lactar, así las madres, por el
estímulo de succión, comenzarán a producir leche. Lo primero que recibirá el niño es el
calostro (un líquido amarillento rico en proteínas y anticuerpos), pero rápidamente comenzará
a bajar la leche materna normal.
Lo ideal es amamantar hasta que comiencen a salir los primeros dientes del bebé, que
suele ser alrededor de los seis o siete meses, pero puede hacerse por más tiempo. El destete
deberá ser gradual, introduciendo lentamente los distintos alimentos y siempre bajo supervisión
del pediatra.
A los seis o siete meses podemos comenzar con la papilla de frutas en algunas de las
ingestas: manzana o pera, plátano y una cucharada de zumo de naranja. También es el
momento de empezar con las papillas de cereales.
Alrededor de los siete u ocho meses podemos agregarles carnes de pollo, ternera o
jamón de york. Cerca de los ocho meses es cuando comienzan a salir las primeras muelas y
esto le facilitará al niño la masticación de los diminutos trozos de carne que le daremos.
A los nueve meses introduciremos el pescado. Por supuesto, con mucho cuidado hay
que quitarle todas las espinas y lo prepararemos hervido.
Hay que esterilizar todos los utensilios que se utilicen para la alimentación del
pequeño.
A los bebés no se les puede dar fritos ni sal en exceso, tienen los riñones y el
hígado inmaduros y aún no pueden metabolizar algunas grasas.
La alimentación debe ser lo más líquida posible, de suave textura (purés, carnes
guisadas reblandecidas, pescado hervido…).
El aumento de peso deberá ser regular. A los seis meses tendrá que pesar cerca
del doble de lo que pesaba al nacer.
Tenga paciencia si se ensucia, escupe la comida o la tira. Los bebés tienen que
acostumbrarse a sabores nuevos que no siempre son de su agrado al principio. La
paciencia y el juego son buenos amigos en este proceso.
C) Alimentación en la infancia
La alimentación en los niños requiere especial cuidado ya que sus consecuencias
pueden ser importantes e irreversibles. Pueden darse dificultades en el crecimiento y desarrollo
de los huesos, músculos y órganos, así como alteraciones en el desarrollo intelectual y
Los niños no tienen tantas reservas como los adultos, por ello, controlar la ingesta de
una dieta equilibrada, de donde se obtengan todos los nutrientes necesarios diariamente, es
básico.
Alrededor de los dos años los niños ya pueden comer de todo, su dieta se asemeja a la
de un adulto. Para alimentar a los niños aplicaremos los conocimientos adquiridos en las
unidades didácticas anteriores, ya que son las mismas: dieta equilibrada y variada.
Pueden beber zumos o jugos de frutas, pero no sustituirlos por fruta fresca. El
zumo debe ser natural, si es posible recién exprimido, para aprovechar al máximo
las vitaminas presentes antes de que sufran el proceso de oxidación.
Los huevos serán fundamentales en la dieta, pero no debemos darles más de tres
a la semana y tampoco fritos.
Para crecer bien, sanos y sin complicaciones, los niños no solo necesitan una buena
alimentación ―que es fundamental―, sino también jugar al aire libre, hacer ejercicio físico,
jugar con otros niños y mucho afecto. Lo afectivo también está relacionado con la alimentación
y el ambiente que los adultos creemos alrededor de la comida. Esto implica tener paciencia,
comer sin prisas, sin gritos ni peleas y no utilizar la comida para discutir, sino más bien que sea
un momento en el cual la familia se reúne y comparte conversaciones o momentos agradables.
Comedores escolares
Muchos niños comen en el colegio durante todo el año escolar, lo que requiere prestar
atención al menú de comidas que reciben los pequeños. Debemos tener en cuenta:
quince minutos antes para desayunar sin prisas y correctamente. Muchas veces un niño no
desayuna en condiciones por falta de tiempo, lo que tiene consecuencias perjudiciales a lo
largo de la mañana. El desayuno debe ser variado, por ejemplo: leche, cereales, fruta, pan, etc.
1. Diarreas
Las diarreas son una de las alteraciones más frecuentes observadas en los niños. Se
caracterizan por un aumento en el número de deposiciones líquidas, que pueden ir
acompañadas o no de dolor abdominal y gases. Debemos ser conscientes de que estos
episodios son frecuentes y que, en general, no revisten gravedad.
20 g de glucosa o azúcar.
2,5 g de bicarbonato sódico.
3,5 g de cloruro sódico.
1,5 g de cloruro potásico.
Una opción similar y más rápida es diluir en 1 l de agua el zumo de dos limones, una
pizca de sal, azúcar (dos cucharadas de sopa) y una pizca de bicarbonato sódico.
- No deberán ayunar. Se puede alimentar a los niños con “dieta blanda”: pescado
hervido, jamón de york quitándole la grasa, zanahoria hervida, patata hervida, etc.
- Eliminar durante los dos o tres días siguientes los lácteos y los alimentos ricos en
fibra.
2. Falta de apetito
Estos niños no presentan una enfermedad mental o somática, sino que simplemente
carecen de apetito. Normalmente se debe a malos hábitos alimentarios, caprichos o a
problemas de relación con la persona que le alimenta.
Una vez descartadas estas alternativas, lo que hay que hacer en estos casos es:
Modificar los caprichos alimentarios del niño y eliminar la sobreatención que recibe
mientras come.
No cambiar nunca un plato por otro que le guste más. Ganará el pulso al que nos
está retando. Debe entender que lo que se está ofreciendo es lo único que hay
para comer ese día.
3. Deficiencias de hierro
Bastante común entre los niños de uno a tres años. Da lugar a lo que conocemos como
anemia. Se presenta cuando no reciben una alimentación completa y adecuada con carne,
leche, verduras, leguminosas y frutas, alimentos que contienen hierro y vitamina C. La solución
es, simplemente, incrementar el consumo de alimentos que contengan hierro.
4. Caries dentales
Es fundamental una adecuada higiene bucodental para prevenir las caries y otras
posibles complicaciones y, además, para ayudar a los niños a adquirir hábitos higiénicos
necesarios para toda la vida.
5. Estreñimiento
Sus causas pueden ser variadas y múltiples. En ocasiones, las condiciones de estrés,
tanto social como familiar, pueden favorecer el estreñimiento. Otras veces existen alteraciones
en el aparato gastrointestinal que deberán ser valoradas por el especialista. Se deberá
alimentar al niño con una dieta rica en fibras (abundante fruta, verduras y cereales integrales) y
suficiente agua (un litro y medio diario). Solo se recurrirá a medicinas en caso necesario (los
supositorios de glicerina pueden ayudar, o incluso una tisana muy suave en niños más
mayores). También es aconsejable enseñar a los niños a no retrasar la necesidad de defecar.
D) Alimentación en la adolescencia
Requerimientos nutricionales
Los adolescentes requieren la energía y los nutrientes adecuados según su edad, sexo,
condiciones físicas y actividad diaria. Una alimentación inadecuada, como sucede en la
infancia, puede retrasar o detener el crecimiento y la maduración sexual.
Las recomendaciones son las mismas que las que hemos planteado para los niños
más pequeños, tales como evitar el consumo de grasas, fritos, alimentos salados o procesados
industrialmente y favorecer el consumo de verduras, frutas, leche, etc.
a) Energía
La ingesta de calorías nunca debe ser inferior a las 2.000 kcal/día. Lo recomendable es
alrededor de 2.200 kcal/día para las mujeres y 2.500-3.000 kcal/día para los varones. La
máxima necesidad calórica para las mujeres está al comienzo de la adolescencia temprana
(entre los diez y los catorce años) mientras que en los hombres es en la adolescencia tardía
(entre los quince y los dieciocho años).
b) Proteínas
c) Vitaminas
d) Minerales
El calcio y el magnesio (en equilibrio plasmático con el calcio) son necesarios para el
correcto desarrollo óseo (el 50% del crecimiento esquelético se produce en esta etapa).
El zinc es necesario para un correcto desarrollo óseo y para el crecimiento del tejido
muscular, ya que interviene en la síntesis de proteínas; también para el crecimiento de las uñas
y los cabellos. La carencia de zinc produce caída del cabello, fragilidad en las uñas, lesiones en
la piel, retraso en la cicatrización de heridas, etc. Su deficiencia crónica puede causar
hipogonadismo (pequeño tamaño de los órganos reproductores).
El hierro se relaciona con los glóbulos rojos, necesarios porque aumenta el volumen
de sangre, y también con el crecimiento de los músculos porque interviene en la formación del
tejido muscular. Además, es fundamental en las chicas cuando aparece la menarquia (primera
menstruación). En los chicos este hierro se destina a la síntesis de masa muscular, sobre todo
en la adolescencia tardía.
Es importante tener en cuenta que durante los exámenes no se requieren más calorías,
sino una adecuada ingesta de determinados nutrientes que se relacionan directamente con las
actividades mentales necesarias para el estudio, como son la concentración y la memoria.
Dentro de los nutrientes que potencian estas capacidades están:
Algunos consejos:
Desayunar de forma correcta y abundante, con los hidratos de carbono como base
de la alimentación: leche con cereales o pan y frutas.
Planificar los menús de forma equilibrada para tener siempre la comida necesaria
en casa.
Cuidar la ansiedad y dormir bien (un mínimo de ocho horas). Para favorecer el
descanso se puede recurrir a una infusión relajante (tila, azahar, hierbaluisa,
valeriana, melisa, hipérico o verbena).
Desgraciadamente, muchas son las ocasiones en las que con un par de kilos de más (a
veces a criterio de las madres) las niñas comienzan un régimen, y con esta dieta comienza una
eterna lucha contra el peso y la enfermedad. No somos partidarios de iniciar una dieta en una
niña premenárquica (aún sin menstruación), salvo obesidad grado III o superior. Es mejor
esperar a que tenga su primera regla y que esta se le consolide de forma regular durante un
año. De esta manera, permitimos que empiece a definir el pecho, la cintura y las caderas que
caracterizan a una mujer. Posteriormente, volveremos a valorar el caso por si fuera necesario
intervenir.
Antes de la pubertad, los niños y niñas tienen una composición corporal similar.
A partir de los once años y hasta los dieciocho aproximadamente, los varones aumentan al
doble el volumen de la masa de tejidos magro (sin grasa), mientras que disminuye el del tejido
adiposo. Algo similar sucede en las chicas en cuanto al músculo, pero no con su masa grasa
que aumenta en un 20-25% al final de la adolescencia. Dada esta situación, es crucial educar a
las chicas en los cambios que su cuerpo puede presentar y advertirles que pueden acumular
grasa en determinadas zonas y que no por ello están “gordas” y dejarlas someterse a dietas
innecesarias y a veces peligrosas.
Lo importante es, como ya dijimos, mantener una dieta variada y equilibrada y seguir
las recomendaciones anteriormente mencionadas sobre el tipo de alimento que vamos a
escoger y la forma conveniente de prepararlo. Esas recomendaciones son para los adultos
sanos, ya que si se padece alguna enfermedad, puede que debamos acomodar la alimentación
a la misma (véase unidad didáctica 4).
Climaterio y menopausia
La menopausia se presenta entre los cuarenta y cinco y los
cincuenta y cinco años, y es el momento en que la mujer deja de tener
menstruaciones periódicas. En esta etapa de la vida disminuye la síntesis
de hormonas femeninas (estrógenos y progestágenos), los ovarios dejan
de ovular y, como consecuencia, la mujer pierde su capacidad
reproductora.
El climaterio es un periodo más amplio que suele durar unos diez años
aproximadamente y que comienza algo antes que la menopausia. Es una etapa en la que
comienzan a presentarse cambios físicos y psíquicos de forma gradual y que constituyen la
transición de la fertilidad a la no fertilidad.
La perimenopausia es un periodo que se extiende desde dos años antes hasta dos
años después de la menopausia, y donde podemos encontrarnos con algunos síntomas
propios de esta etapa.
Por otro lado, a partir de la menopausia, las mujeres tienen mayor riesgo de padecer
enfermedades en esta etapa:
Además, comienzan los cambios propios de la edad como son el aumento del tejido
graso, disminución de la masa muscular, pérdida de la elasticidad de la piel que da lugar a la
aparición de arrugas, etc.
Requerimientos nutricionales
a) Vitaminas
Una de las vitaminas que no pueden faltar es la vitamina C, que tiene la capacidad de
reducir en un 42% el cáncer de mama y regenerar la vitamina E en el organismo. Esta vitamina
tiene además efectos estrogénicos, pues favorece la disminución de la sintomatología del
climaterio.
b) Minerales
Una dieta que aporte suficiente calcio. A la vez que necesitamos asegurar el
consumo de fósforo y vitamina D que, como ya dijimos, favorece la absorción del
preciado mineral.
Los sofocos en esta etapa son frecuentes. Cuando aparezcan, intente ir a un lugar
fresco y beber abundantes líquidos. Lleve ropa superpuesta que pueda quitarse si
tiene calor.
Consulte su médico. Hoy en día, existen alternativas que alivian o eliminan los
síntomas de la menopausia. Suplementos de estrógenos, terapia de reemplazo
hormonal, etc.
Andropausia
La andropausia no es una enfermedad sino, al igual que en la mujer, parte del
desarrollo vital masculino.
Más lenta y gradualmente que en las mujeres, las hormonas sexuales masculinas (los
andrógenos) comienzan a disminuir sus niveles en la sangre, especialmente la testosterona, lo
que ocasiona ciertas alteraciones en el organismo. Sin embargo, no marca el fin de la fertilidad
como sí lo hace en la mujer.
Esta disminución, aparte de ser gradual es variable según cada individuo. Factores
tales como la talla, el peso, el estilo de vida, el estrés y las enfermedades, parecen influir en
esta variabilidad.
A partir de los cincuenta años, los hombres comienzan con el síndrome. Los síntomas
son los siguientes:
Cambios biológicos:
Los ancianos sufren atrofias en las papilas gustativas, lo que deriva en cambios en el
gusto y el olfato y en el consumo de alimentos excesivamente sazonados o dulces. Además,
disminuye también el placer por la comida.
Se pierden piezas dentales. Esto obliga al anciano a limitar el tipo de alimento, ya que
no todos pueden ser triturados con la misma facilidad.
Las paredes de las arterias se endurecen, lo que produce riesgo de sufrir hipertensión
(elevación de la presión arterial) y hay un aumento de concentración de colesterol en sangre.
La HTA y la hipercolesterolemia favorecen la arteriosclerosis.
Cambios psicosociales:
Esta situación se ve agravada por las dificultades para valerse por sí mismos y los
dolores propios de las enfermedades que les atañen.
A su vez, muchas veces los ancianos, tras la muerte de su compañero de vida, quedan
solos. La desilusión, la apatía y la desesperanza pueden apoderarse de ellos. Pese a los
esfuerzos, sus descendientes, dado el ritmo de vida que llevan, pueden dedicarles poco tiempo
y cuidados.
Esto nos lleva a plantearnos que los ancianos requieren una atención adecuada.
Evidentemente, el panorama no siempre es tan desalentador, cada anciano tendrá sus propias
características de personalidad y estilo de vida y podemos encontrarnos con personas que se
desenvuelven a la perfección pese a sus dificultades. Simplemente encontramos en estas
causas la explicación a los altos porcentajes de malnutrición y alteraciones nutricionales que se
observa en la población senil.
Requerimientos nutricionales
Calorías
Debemos tener en cuenta que el balance entre el gasto y el consumo debe ser
equilibrado, como ya vimos anteriormente. Pese a los desacuerdos iniciales entre autores, hoy
está claro que el metabolismo basal disminuye con la edad. Además, a mayor edad se suele
tener una vida más sedentaria y de poca actividad física, lo que estaría influyendo en el gasto
calórico de la persona.
Proteínas
Se recomienda que el 10-15% del total de las calorías provenga de las proteínas. El
inconveniente es que los ancianos suelen tener dificultades para masticar la carne y tienden a
comer alimentos más blandos. Si disminuye la ingesta de carnes, se puede complementar con
un vaso de leche diario, que puede ser descremada, y también con huevos y quesos, pero
cuidando siempre el colesterol y la ingesta de grasas.
Hidratos de carbono
Lípidos
El 30% del total de las calorías debe provenir de los lípidos. Preferiremos, como
siempre, el consumo de ácidos grasos insaturados (mono- y poliinsaturados) sobre los
saturados.
Fibra dietética
Vitaminas
Las vitaminas que más debemos cuidar en esta etapa son: la vitamina D y la B 12.
Minerales
En este periodo vital se origina una malabsorción del calcio. Las recomendaciones
oscilan en 800-1.000 mg/día, pero si tenemos en cuenta que la dificultad del organismo para
absorber el calcio da lugar a la osteoporosis (disminución de calcio de los huesos),
recomendamos ingerir alrededor de 1.500 mg/día. Ingeriremos suplementos en caso de ser
necesario. Esto se aplica en especial a las mujeres después de la menopausia.
Agua
Elegir la ingestión de alimentos ricos en agua y fibra, ya que hay que favorecer los
procesos depurativos. Para ello se debe aumentar la producción de orina
mediante la ingesta de suficientes líquidos (1,5-2 l/día), favorecer la función
hepática y evitar el estreñimiento. El consumo de frutas, verduras y hortalizas
favorece todos estos procesos.
Hidratarse regularmente y consumir poca sal, a ser posible que esta sea sal
marina o sin refinar.
Encontrar actividades que ocupen el tiempo libre como lectura, música, ajedrez,
jugar a las cartas, que hagan pensar y mantener la mente en funcionamiento.
Requerimientos nutricionales
Hidratos de carbono
Se recomienda que el 60-70% del total de las proteínas provenga de los hidratos de
carbono. Algo más que en dietas normales.
Proteínas
Se requiere una ingesta de proteínas algo superior a las personas que no realizan
deporte, especialmente en los fisicoculturistas o levantadores de pesas, pero no mucho.
Las recomendaciones medias de proteínas para los adultos deportistas son las
siguientes:
Lípidos
Vitaminas
Minerales
Hierro: hay una necesidad algo superior de hierro. Cuando el consumo de hierro en la
dieta no es suficiente y el deporte es intenso y prolongado, es conveniente utilizar
complementos de hierro.
Agua
Al realizar ejercicio, el cuerpo suda. El sudor no es más que una forma de equilibrar la
temperatura corporal. Al subir la temperatura corporal, la pérdida de agua a través del sudor
provoca un equilibrio en la temperatura del cuerpo. Por lo tanto, reponer estos líquidos es
fundamental para evitar la deshidratación.
Se sabe que al sudar se pierde agua con electrolitos: cloro, sodio, calcio, potasio,
magnesio, fósforo, etc. Aquellos que realizan ejercicio intenso y prolongado durante más de
tres horas requieren ingerir agua con electrolitos que se obtiene de una bebida hipotónica.
Agua.
Una cucharadita de sal marina sin refinar.
Zumo de medio limón.
Una cucharadita de azúcar integral (opcional).
Los alimentos energéticos son las estrellas de la dieta de los deportistas, es decir,
aquellos que aportan al organismo hidratos de carbono y ácidos grasos. Entre ellos
encontramos: panes y cereales (mejor si son integrales) como galletas, pasta, arroz, etc.,
también patatas, chocolate, frutos secos y aceites vegetales. En segundo lugar de importancia,
tenemos los alimentos ricos en fibra, minerales y vitaminas como las frutas, verduras, hortalizas
y legumbres. Por último, carnes, pescados y huevos que aportan proteínas, fundamentalmente.
Es muy importante tener en cuenta que tanto la cantidad de agua que se pierde (y
que, por lo tanto, se deberá reponer posteriormente) como las necesidades nutricionales se
van a ver condicionadas por diversos factores como son la intensidad y duración del ejercicio
que se realiza, el número de músculos y órganos movilizados, las condiciones climáticas del
lugar (temperatura y humedad) y las características genéticas del individuo.
1. Periodo de descanso
2. Periodo de entrenamiento
El día del acontecimiento comeremos ligero y con unas tres o cuatro horas de
anticipación. Los tipos de alimentos se podrán consumir son: pan, cereales, galletas y pasta,
algo de verdura, algún producto lácteo y abundante agua. Una hora antes de la prueba se debe
ingerir una bebida azucarada, pan o galletas. Finalmente, durante la última hora se ingiere,
cada quince minutos, una bebida azucarada para aumentar la disponibilidad inmediata de
glucosa en sangre.
4. Periodo de recuperación
RECOMENDACIONES
Las comidas antes del ejercicio deben ser ligeras y de fácil digestión.