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Descripción e interpretación1

Uno puede distinguir dos aspectos de la investigación etnográfica: los datos y


su significado. Los datos son los actos u objetos que el etnógrafo percibe y describe.
Ejemplos serían un vaso o una casa, un rito o un fallecimiento, un intercambio de
bienes o de jocosidad. Tales objetos y actos son percibidos por los sentidos; ellos son
vistos, escuchados, olidos, tocados.
Estos elementos son partes de totalidades más amplios. Las totalidades
incluyen el marco y la conciencia de tanto los actores como el observador. ¿Cómo es
que el etnógrafo decide que un bulto de arcilla es un “vaso” o que el acto de alguien
sosteniendo un objeto a otro y recibiendo algo a cambio es un “intercambio”?. El
etnógrafo categoriza y etiqueta estos actos y objetos, y esta categorización y
etiquetado refleja su propia situación y conciencia así como la de los actores. La
descripción es también interpretación, dado que uno categoriza y etiqueta –de hecho,
constructos- sus datos incluso aunque los “grabe”.
La investigación etnográfica es calificada, como simple “colección de datos”.
¿Por qué es esto tan simple? Porque el etnógrafo no colecta simplemente datos, como
un botánico colecta plantas o un arqueólogo tiestos de cerámica. La mente del
etnógrafo no es una cubeta o un cesto, pero si un proyector de luz. Uno procura y
enfatiza, se da cuenta de esto pero no aquello. Uno abstrae y construye “hechos” en
el flujo de la experiencia.
El antropólogo Rodney Needham cuenta su historia:

La historia cuenta (no recuerdo su fuente) que Picasso una vez fue
reprochado por deformar los rasgos humanos fuera de reconocimiento. Un
retrato, su crítico sostuvo, debe verse como la persona retratada.
Picasso objetó, y sugirió que no era tan directa la tarea como esa; la idea
de verse tan solo como algo era un poco más difícil que lo que el
interlocutor supuso. El critico por consiguiente, produjo una fotografía de
su billetera, la mostró a Picasso, y dijo: “Ahí, vos vez, esa es mi esposa,
y así es como ella se ve”. Picasso miro cuidadosamente a la pequeña figura
y preguntó, con un tono de sorpresa, “Así como eso?”. Confidencialmente, el
critico confirmo que ella se ve exactamente como eso. “Hmmm”, dijo Picasso,
“¿No es ella algo pequeña?”.

Un pianista toca una pieza.”¿Qué significa la misma?” preguntó un critico. El


pianista respondió tocando simplemente la pieza otra vez. El artista y el músico van al
mismo punto: una forma estética ya es una interpretación. El punto se mantiene para
la ciencia, puesto que una descripción científica es una forma estética.
La imposibilidad de hacer una copia carbónica de la realidad y por lo tanto la
necesidad de interpretar incluso cuando uno describe, es verdadero en todas las
ciencias. Una definición de hecho captura este punto: Un hecho es una percepción
vista a través de un marco de referencia. El observador-descriptor trae a su objeto de
observación sus propias teorías y preguntas a si como también sus sesgos implícitos y
actitudes, y estos establecen una estructura para sus percepciones.
Entre las ciencias, el etnógrafo tiene una situación especial. Su estudio es de, y
por lo tanto entre, humanos. Debido a nuestra imagen de laboratorio del científico
físico, nosotros lo pensamos como frío e indiferente, no involucrado con los que
manipula a través de sus experimentos. Este estereotipo es falso incluso en la ciencia
física, pero es verdad que el científico físico difiere de sus objetos de estudio en un
modo que el científico social no. “Le lleva a uno conocerse a uno” tiene sentido en la

1
Traducción del texto: Peacock, J.L., 1986. The anthropological lens. Harsh Light, Soft Focus. Cambridge
University Press, pp. 65-68, a cargo de Lumila Menéndez
descripción de humanos pero no en describir el estudio de rocas y ácidos. En
etnografía, el desinterés es imposible de mantener. El etnógrafo esta necesariamente
involucrado –en varios grados- en el encuentro humano que es el trabajo de campo.
En vez de mantenerse apartado, observando y registrando de un modo desinteresado,
el etnógrafo destila su etnografía de su propia experiencia en el flujo de la vida nativa.
Uno puede incluso decir que el etnógrafo y los nativos trabajan juntos para construir
los datos e interpretación que nosotros llamamos etnografía.
De hecho, en el campo el encuentro y la interpretación ocurren en ambos
lados. Aquí hay una parafraseo de algunos comentarios hechos por un “informante” a
trabajadores de campo acerca de otros trabajadores de campo. Las advertencias,
dirigidas a un colega y a mi acerca de otros dos colegas (a quienes llamaremos Dick y
Jane), fueron hechos por un Bautista Primitivo mayor (llamémoslo Jones) de los
Apalaches, donde nosotros cuatros estábamos haciendo investigaciones. El mayor
comienza diciendo, “Yo perdí a Jane en Union (el nombre de una iglesia donde Jane
estaba escuchándolo a el predicar) en las mujeres siendo un tipo (símbolo) en la
iglesia (el tema de su sermón). Bien, ella me llamó un día, tenia su pequeña tabla
(para hacer notas), yo la tengo!” El mayor Jones continuó narrando su discusión con
Jane, donde el quería demostrarle a ella, por la Escritura, que el mayor símbolo o
“tipo” de la iglesia son las mujeres. Luego él cambió el tema a Dick. El cuenta que a
partir de impresiones tempranas percibió que Dick se casaria con Jane (lo cual el
eventualmente hizo). Luego el dice de escribirle una carta a Dick felicitándolo. El
alegremente vuelve a narrar recordándole a Dick de su (Jones) temprana intuición y
que el (Dick) una vez remarcó “Sos un observador cerrado, Mayor Jones”. Sacado de
contexto, esta conversación sin duda tiene poco sentido para el lector, pero ilustra
como la “narrativa” alarmadamente observa el etnógrafo, así como viceversa –un
dialogo de solo un lado del cual los etnógrafos son usualmente privilegiados de
escuchar.
El trabajo de campo no es, por supuesto, meramente el encuentro. También
acarrea procedimientos sistemáticos. Uno debe aprender ocasionalmente uno o más
lenguajes, debe mapear la disposición de la comunidad, completar un censo de sus
habitantes, y diagramar sus interrelaciones genealógicas. Dependiendo del foco de su
proyecto, el etnógrafo puede medir el área, la producción total de granos y las calorías
que la gente consume. Ellos pueden administrar pruebas psicológicas o llevar a cabo
medidas fisiológicas. Ciertamente ellos registraran grandes pilas de notas en lo que
sea que observen, y deben incluso computarizar esos datos. Y por supuesto, deben
realizar preguntas. Pero salir al encuentro con otros, y el sentido que uno puede
hacerse del mismo, se mantiene como la experiencia etnográfica central.

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