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Segundo Foro de Acercamientos Lingüísticos

a los Problemas Sociopolíticos Actuales


Facultad de Filosofía y Letras - UNAM
Colegio de Letras Hispánicas - Lingüística Crítica
18 y 19 de abril de 2016, Ciudad de México

En el bicentenario de la independencia argentina:


reflexiones sobre la lengua quechua

Lelia Inés Albarracín


Universidad Nacional de Santiago del Estero, República Argentina

Abstract: En el período 1852-1880, en la Argentina se impuso un modelo de Estado


nacional a partir de un ideal de Estado–Nación, uniforme y homogéneo. Esto provocó
diversos modos de discriminación y exclusión en desmedro de toda forma cultural y
lingüística diferente de la hegemónica, de matriz europea.
En el plano lingüístico este modelo no tuvo en cuenta a las lenguas y culturas indígenas
porque estaba diseñado para alcanzar una cohesión cultural fundada precisamente en la
exclusión de los elementos no asimilables y considerados “biológicamente inferiores”.
Ya en el siglo XXI, algunos rasgos de este modelo parecen continuar vigentes, a juzgar
por las contradicciones entre los discursos oficiales, que dicen promover el respeto a la
diversidad lingüística y cultural, y las políticas educativas y culturales que
efectivamente se ponen en práctica.
Otro aspecto que tampoco se tiene en cuenta son las variaciones del castellano en el
territorio nacional, consecuencia, en muchos casos, de los seculares procesos de
transferencia lingüística entre la lengua oficial y las lenguas indígenas. Variedades
regionales que son estigmatizadas por presentar rasgos fonológicos, morfosintácticos o
semánticos, provenientes de la lengua vernácula con la que se ha dado el contacto y que,
sin embargo, juegan un rol importante en la construcción de la identidad.
Nuestra investigación parte de un estudio lingüístico de los fenómenos de contacto entre
quechua y castellano en el noroeste argentino, para luego, desde la sociolingüística,
formular un análisis crítico de las políticas lingüísticas y su impacto en las políticas
educativas.

Palabras clave: lenguas, dialectos, ideologías, identidad, quechua

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Introducción
Reflexionar sobre las situaciones de plurilingüismo nos lleva no sólo a hablar de las
lenguas sino también de ideologías, políticas educativas en marcha, procesos históricos,
prácticas sociales y la intervención sobre esas prácticas, entre otros aspectos. En
consecuencia, hablar de una lengua y/o de las lenguas no nos conduce a una temática
neutra.
Muchos desconocen que en Argentina se habla, además del español, alrededor de
catorce lenguas originarias. Una de esas lenguas es el quechua, tal el nombre de la
familia lingüística. Esta lengua fue hablada en las provincias del Noroeste Argentino,
hasta principios del siglo XX. Actualmente, se conserva una variedad dialectal de la
misma conocida como quichua, en la provincia de Santiago del Estero, donde es
hablada por alrededor de 160.000 personas, la mayoría de ellos criollos y bilingües,
quichua - castellano. Existen además grupos migrantes de origen peruano o boliviano,
que manejan otras variantes dialectales de la familia quechua.
Estamos hablando entonces de dos situaciones lingüísticas analizadas desde la lengua
quechua: por un lado, la presencia viva de la lengua en una comunidad determinada y
por otro lado de la desaparición de la lengua en un amplio territorio. En el primer caso,
en Santiago del Estero, existe actualmente un contacto entre dos lenguas que mantienen
entre sí una relación diglósica: una lengua oficial y una lengua que sólo se habla en el
ámbito familiar; una lengua de prestigio y una lengua discriminada. En términos
sociales, culturales, políticos: una lengua opresora, el español y una lengua oprimida, el
quechua.
En el segundo caso, si bien la lengua ha desaparecido en Tucumán, Catamarca, Salta y
La Rioja, es innegable que los procesos seculares de contacto entre la(s) lengua(s)
originaria (s) y el español ha generado variedades regionales que son estigmatizadas por
presentar rasgos fonológicos, morfosintácticos o semánticos, provenientes de la(s)
lengua(s) vernácula(s) con la que se ha dado el contacto y que, sin embargo, juegan un
rol importante en la construcción de la identidad.
En la provincia de Jujuy, son dos las variedades quechuas que pueden identificarse: por
un lado la variedad que manejan los asentamientos de inmigrantes bolivianos, y por el
otro, la variedad diatópica que desde tiempos prehispánicos se habla en la región de la
Quebrada y la Puna. No hay cifras precisas sobre el número de quechuahablantes de

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este último dialecto, pero se estima que ya se encuentra en un irreversible proceso de
extinción. Es una variedad que no ha sido estudiada, quizás por prejuicios lingüísticos
que conducen a considerarla -sin mayor análisis- como idéntica a la sur-boliviana
(Albarracín y Alderetes 2005).

Políticas educativas
Hemos planteado ya el escenario para el análisis de la situación de la lengua quechua en
el Noroeste Argentino. Centraremos entonces la mirada en las provincias de Santiago
del Estero y Tucumán.
En el período 1852-1880, en la Argentina se impuso un modelo de Estado nacional a
partir de un ideal de Estado–Nación, uniforme y homogéneo. Esto provocó diversos
modos de discriminación y exclusión en desmedro de toda forma cultural y lingüística
diferente de la hegemónica, de matriz europea.
Así nuestro sistema educativo se caracteriza por los centrismos: eurocentrismos,
hispanocentrismos, etnocentrismo.
Entonces el ámbito educativo ha vedado el ingreso a los regionalismos, que no es sólo
una palabra técnica, es negar el ingreso a nuestra identidad. ¿Y cómo se hace esa
negación? Corrigiendo, censurando, prohibiendo, permitiendo que desde algún lugar se
nos diga qué se debe leer, cómo se debe hablar. Y generalmente esa lectura
recomendada o el modelo para expresarse estarán en español estándar, o dicho de otra
manera en la variedad de mayor prestigio que es la rioplatense. Como dice Jesús Tusón
(1997: 90): “El estándar no es la lengua, es una variedad más que habrá sido
privilegiada por razones (…) extralingüísticas (razones lingüísticas no hallaríamos ni
una sola)”.
Otro autor, Moreno Cabrera (2000:55), para referirse a estos actos, habla de
exoneración de localismos y dice: “Unir la noción de pureza, universalidad
(exoneración de localismos), idealidad a una situación de superioridad sociopolítica
lleva indefectiblemente a la discriminación lingüística y a posturas que intentan
justificar el dominio de una clase sobre otra”.
Cuando decimos ‘sistema educativo’ nos referimos a todo un circuito que comprende:
planificación de políticas educativas, más ideologías dominantes, más equipos técnicos,
más formadores de formadores más directivos y docentes. Y entonces hablar de
inclusión, supone incluir en matrices de pensamiento configuradas desde un lugar de
poder. O sea incluir para excluir.

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“Toda autoría, y particularmente la de los sectores, grupos, pueblos o comunidades que
durante siglos han sido explotados, sometidos a situaciones de injusticia socio –
económica, posee una crucial importancia social. Es decir, no pensamos en su
importancia pintoresquista, sólo “folklórica” o de respeto a la “diversidad cultural”, sino
que además, constituye una experiencia profundamente transformadora a nivel de la
subjetividad, ya que permite organizar, jerarquizar el decir – pensar – vivir desde
referentes socio –culturales y cognoscitivos largamente silenciados e incluso
desvalorizados” (Requejo 2004: 33).
Volvamos al caso de Tucumán y la lengua quechua. Existe una tendencia predominante
en los estudios de dialectología hispánica, característicos de nuestras universidades, que
minimizan, cuando no rechazan, toda influencia aborigen en la configuración de las
modalidades del español americano. Así, nuestros dialectos locales son vistos como
meras desviaciones o corrupciones del castellano académico normativo en boca de
personas de “escasa cultura”. Para estos lingüistas, los rasgos dialectales regionales
necesariamente pueden ser explicados a través de formas provenientes de la propia
matriz hispánica. Ninguno de los lingüistas que adhieren a esta tendencia, son hablantes
o estudiosos de alguna lengua aborigen, de allí que su visión sea necesariamente
hispanocéntrica (Albarracín y Alderetes 2004).

El quichua en Santiago del Estero


Tal vez, aquí el análisis puede plantearse desde dos miradas. Una pesimista y la otra
optimista. Desde ya hace varios años y como miembros de la Asociación de
Investigadores en Lengua Quechua hemos venido trabajando para que la lengua quichua
logre su espacio en el ámbito educativo, en la provincia de Santiago del Estero.
El primer logro significativo en la incorporación de la lengua quichua al sistema
educativo formal, ha sido la creación de la Diplomatura en Lengua Quichua en el año
2006, en la Facultad de Humanidades, Ciencias Sociales y de la Salud de la Universidad
Nacional de Santiago del estero (UNSE). Más de cien egresados, entre ellos numerosos
quichuahablantes y docentes, dan cuenta de la necesidad de ese espacio (Albarracín
2013a).
En nuestra actividad cotidiana como docentes e investigadores, estamos en relación con
colegas y comunicadores sociales quienes no se dan por vencidos ante la indiferencia
del Estado y reclaman la colaboración necesaria para proyectos, material didáctico o el

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asesoramiento necesario para que las opciones lingüísticas sean respetadas y para
contribuir a la preservación de una lengua amenazada.
Respondiendo a esta necesidad, desde la Universidad Nacional de Santiago del Estero,
donde las autoridades de la Facultad de Humanidades, Ciencias Sociales y de la Salud,
habían instrumentado la Diplomatura en Lengua Quichua antes mencionada, elaboré
una propuesta para la creación de una carrera universitaria que permitiera la formación
de técnicos especializados en EIB. Durante los años 2006 y 2007 diseñé y se gestionó la
“Tecnicatura Superior en Educación Intercultural Bilingüe” con Mención en Lengua
Quichua. Este proyecto, hoy plenamente concretado, permitió crear la primera carrera
universitaria en Argentina, referida a una lengua indígena (Albarracín 2013a).
Sin embargo estos espacios creados en el ámbito universitario no son acompañados de
políticas educativas en los niveles primarios y secundarios, en el ámbito provincial. Así,
un niño quichuahablante del Departamento Figueroa, en el interior de la provincia de
Santiago del Estero, concurre a una escuela en la que se prioriza la alfabetización en
castellano y la enseñanza del inglés como segunda lengua. (Albarracín 2013b).
A pesar de que el discurso oficial expresa lo contrario, en Santiago del Estero en este
momento en una sola escuela se enseña la lengua quichua. Pero no se alfabetiza en
lengua quichua: la lengua materna de miles de niños. Es decir hay ciudadanos en
nuestro país que no gozan del mismo privilegio que otros: aprender a leer y escribir en
su lengua materna. Hay entonces un mecanismo de la democracia que no está
funcionando. Y de eso se trata nuestra lucha, interpelar lo más valioso que tenemos: la
vida en democracia.

Reflexiones finales
Dice Jesús Tusón (1989:47): “En la medida en que el lenguaje da poder a un grupo
específico, este grupo puede intentar mantener el control de su lengua, dialecto o estilo,
consolidando así los esquemas de un habla `buena` y bloqueando el acceso al resto de
los grupos”.
Hay un camino recorrido y también mucho por hacer: crear material didáctico, abrir más
líneas de investigación, producir bibliografía. Son desafíos atrapantes, pero que a su
vez significan encontrarse con barreras una y otra vez, porque la historicidad de una
minoría coexiste en tensión y lucha con matrices y estereotipos de la realidad que son
hegemónicos.

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Hay mucho por hacer cuando somos concientes de que hay quienes todavía se
preguntan para qué sirve estudiar quichua, pregunta que surge desde una visión
pragmática cotidiana que apunta a la utilidad de una elección.
Hay mucho por hacer cuando la acción de cualquier docente del Norte Argentino, no
contribuye a sostener y dignificar la identidad lingüística social y cultural de los
alumnos.
Queremos decir entonces que una larga historia de opresores y oprimidos continúa. Será
entonces necesario promover una lucha a favor de nuestras lenguas originarias y de las
variedades regionales. De lo contrario seremos cómplices de estas nuevas cruzadas y
ahí, indefensos, morirán, lenguas y dialectos y con ellos una parte de nuestra identidad.

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Bibliografía
ALBARRACÍN Lelia Inés
(2013a). La Tecnicatura Superior en EIB en la UNSE: Desafíos de una carrera
universitaria sobre una lengua indígena. En: XI Jornadas Regionales de Investigación
en Humanidades y Ciencias Sociales, Junio de 2013, San Salvador de Jujuy.
(2013b). El utilitarismo como argumento para el lingüicidio. En: II CIPLOM EAPLOM
“Las lenguas en la construcción de la ciudadanía sudamericana”, mayo de 2013,
Buenos Aires.
ALBARRACÍN Lelia Inés y ALDERETES Jorge R.
(2004) Lenguaje e Identidad Regional. En: II Congreso Internacional Patrimonio
Cultural. Córdoba: Centro Cultural CANADA Córdoba, Museo Histórico y Museo de
Antropología de la Universidad Nacional de Córdoba
(2005) La lengua quechua en el noroeste argentino: estado actual, enseñanza y
promoción. En: Lenguas e Identidades en los Andes: perspectivas ideológicas y
culturales, pp. 115-133. Quito, Ecuador: Abya-Yala.
MORENO CABRERA, Juan Carlos
(2000) La dignidad e igualdad de las lenguas. Crítica de la discriminación lingüística.
Madrid: Alianza Editorial.
REQUEJO Isabel (2004). Lingüística Social y Autorías de la Palabra y el Pensamiento.
Buenos Aires: Ediciones CINCO.
TUSON, Jesús
(1997) Los prejuicios lingüísticos. Barcelona, España: Octaedro Universidad.
(1989) El lujo del lenguaje. España: Paidós.

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