Você está na página 1de 3

Resumen de la provincialización del Guayas:

El 9 de octubre de 1820, día de la Independencia de Guayaquil, comenzaron las guerras de emancipación de


otros territorios del Ecuador. Un mes después de este acontecimiento histórico -el 8 de noviembre-, el Dr.
José Joaquín de Olmedo y un extenso grupo de patriotas que participaron en la revolución -convocados por el
Ayuntamiento de Guayaquil- se reunieron para mediante expresión libre y democrática de sus 57 diputados
representantes de todos los pueblos convocados, crear un estado independiente y soberano que sería llamado:
"Provincia Libre de Guayaquil", eligiendo al poeta guayaquileño José Joaquín de Olmedo como Presidente, a
Rafael Ximena para que se encargue de los asuntos militares, a Francisco Roca para que asuma la
responsabilidad de atender los asuntos civiles, y se designó a Francisco de Marcos como secretario.

Se dictó además un "Reglamento Provisorio de Gobierno", que fue la Constitución que regiría los destinos
jurídicos de este nuevo estado, de la República de Guayaquil, que con una extensión de más de 53000 km2,
integraba todos los territorios comprendidos desde el río Esmeraldas, al norte, basta la ciudad de Tumbes al
sur.

Aquel 8 de noviembre de 1820 por primera vez pronunció libremente la voluntad el pueblo de Guayaquil, y
puso los cimientos de su libertad política, bajo el liderazgo de José Joaquín de Olmedo.

En reconocimiento a la importancia del episodio novembrino de 1820, el Congreso Nacional de 1993 declaró
la fecha como Día de la Provincia del Guayas y recomendó exaltar el acontecimiento de la mejor manera. Al
celebrarse un aniversario más de la fecha consagratoria de la provincia del Guayas, formulemos votos para
que sus cantones, continúen avante por la senda del desarrollo, ya que de esta manera contribuyen al
progreso de la patria.

Masacres de los patriotas


Con la matanza de los obreros guayaquileños perpetrada el 15 de noviembre de 1922 ocurre lo mismo que con
otros hechos y procesos neurálgicos de la historia: en la arena del recuerdo social observamos lo que algunos
estudiosos llaman luchas políticas por la memoria y conflicto de interpretaciones, en torno a los sentidos que
nos revelan esos episodios cargados de significación, donde su comprensión está sujeta, en gran medida, a la
forma de exposición del relato, el mayor o menor énfasis en el rol de los actores sociales y la valoración
general del acontecimiento. La mayor parte de las versiones que se han dado sobre la huelga y masacre de
1922 proviene de los sectores de izquierda, quienes ven estos hechos como el ‘bautismo de sangre’ de la clase
obrera ecuatoriana. Hay que entender, sin embargo, que el movimiento popular en Ecuador aún no había
logrado articularse, pues la creación de células anarquistas y socialistas era reciente. De hecho, la principal
debilidad de los obreros fue su precariedad organizacional, lo que les volvió vulnerables y posibilitó, en buena
medida, la aparición de otras ‘agendas’ que distorsionaron el reclamo original. El descontento de los
trabajadores porteños, que culminó en una protesta con ribetes de estallido social, empezó como resultado de
una profunda crisis económica que atravesaba el país por la caída de los precios del cacao ecuatoriano en el
mercado internacional y las precarias condiciones de existencia entre los sectores artesanales, obreros y
populares, quienes reclamaban salarios dignos, jornada laboral de ocho horas y estabilidad laboral.

El desenlace
El desenlace es conocido por todos: cuando el presidente José Luis Tamayo vio que la
situación se le escapaba de las manos, escribió un telegrama al mando militar en Guayaquil,
donde se lee: “General Barriga.- Espero que mañana a las seis de la tarde me informará que
ha vuelto la tranquilidad a Guayaquil, cueste lo que cueste, para lo cual queda usted
autorizado.- Presidente Tamayo”.
Y así, en la tarde del 15 de noviembre, entre rumores de que habían capturado a algunos
compañeros, los trabajadores marcharon como un puño, pero fueron repelidos a sangre y
fuego por los militares.
Así nació la historia que fue recogida por el escritor guayaquileño Joaquín Gallegos Lara,
de los cuerpos lanzados al río y las cruces flotantes en el agua. También nació el recuerdo
de un execrable crimen de Estado que no podemos olvidar, porque significó el inicio de
nuevas luchas democráticas, a la par del grito unánime de “¡Nunca jamás!”.

INDEPENDENCIA DE CUENCA
El 3 de noviembre de 1820 la ciudad de Cuenca, busca su independencia del imperio Español. Un grupo de
jóvenes patriotas al enterarse de lo ocurrido en Guayaquil el 9 de octubre del mismo año, toma bajo su
control el cuartel principal de la ciudad en manos de soldados españoles.

Los combates duraron hasta el siguiente día, cuando las fuerzas ecuatorianas recibieron ayuda desde
Chuquipata, haciendo que los militares absolutistas se rindan.

El 20 de diciembre de 1820, nuevamente se da una gran batalla entre ecuatorianos y fuerzas españolas. El
ejército de los patriotas comandado por Vázquez de Noboa es derrotado y Cuenca vuelve a caer en el poder
ibérico.
Al enterarse de lo ocurrido, Antonio José de Sucre, mariscal de Ayacucho, se dirige a Cuenca para rescatarla.
Tras una gesta patriótica, el 21 de febrero de 1822 logra por segunda y definitiva ocasión la Independencia
de Cuenca.
Batalla de Ayacucho

La batalla de Ayacucho fue el último gran enfrentamiento dentro de las campañas terrestres de las guerras de
independencia hispanoamericanas (1809-1826) y significó el final definitivo del dominio administrativo
español en América del sur. La batalla se desarrolló en la Pampa de Quinua o Ayacucho,28 Perú, el 9 de
diciembre de 1824.

La victoria de los independentistas supuso la desaparición del contingente militar realista más importante que
seguía en pie, sellando la independencia del Perú con una capitulación militar que puso fin al Virreinato del
Perú. No obstante, España no renunció formalmente a la soberanía de sus posesiones continentales
americanas hasta 1836. El tratado de paz, amistad y reconocimiento con el Perú fue firmado el 14 de agosto
de 1879 en París.

La Batalla de Ayacucho acontecio el 9 de diciembre de 1824 en la Pampa de la Quinua,


Ayacucho, entre los realistas y las fuerzas independentistas. Las fuerzas independentistas fueron
liderados por Antonio José de Sucre, lugarteniente de Simón Bolívar. El Virrey José de la Serna
sería herido, y después de la segunda batalla el Comandante en Jefe, José de Canterac, firmaría la
capitulación de Ayacucho donde el ejercito realista reconocía su derrota y la independencia del
Perú. Actualmente, el ejercito peruano celebra cada 9 de diciembre el aniversario de la Batalla de
Ayacucho.

Você também pode gostar