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Como punto de partida es preciso llamar la atención sobre dos ámbitos de influencia
de la acción de la escuela en tanto que organización: en primer lugar como marco
organizativo concreto que tiene lugar en un espacio físico, con determinadas
condiciones, en los que se desarrollan actuaciones básicamente de alumnos y
profesores y en segundo lugar la acción educadora, que como tal contexto
organizativo puede ejercer tanto en unos como en otros.
Los fines. Se acepta de modo casi general que el sistema educativo y cada
escuela en concreto tratan de educar, instruir, socializar. También se acepta que
tras estos principios generales existen componentes ideológicos, filosóficos,
políticos que por su propia amplitud y ambigüedad dan complejidad a la hora de
hacerlos efectivos. Junto a estos principios generales suele hacerse mención a
otros objetivos relacionados con la dinamización de la cultura, la contribución a
la mejora del bienestar social, la incorporación de los niños al mundo adulto. Esta
amplitud y ambigüedad de fines, fijados en gran parte por instancias externas a
la escuela, explica la exigencia de clarificarlos como paso previo a cualquier otra
actuación mediante el Proyecto de Centro.
Coordinación racional de funciones, tareas y roles. Esto tiene que ver con
la especificación de objetivos que clarifiquen tareas y las relaciones entre ellas y
que afectan a personas y grupos. Tiene que ver con la coordinación de
actividades, la transmisión de información y el establecimiento de una red de
comunicaciones, la selección e incorporación de nuevos miembros, etc.