Você está na página 1de 7

1er.

Parcial de Literatura Latinoamericana I


Por Andrea Franco Hochbaum

COMISION MIÉRCOLES 21-23 PROF. JOSÉ BARISONE


TEMA 2: (apellidos D a Z)
a) Analice los procedimientos estilísticos y retóricos para la construcción de la visión
sobre la conquista y los conquistadores en la Brevísima relación de Bartolomé Las
Casas. Bibliografía: Durán, Saint-Lu, Brading (Cap. 2).
b) Explique la importancia de la lengua y de la traducción en los Comentarios reales
del Inca Garcilaso de la Vega a través del análisis de algunos capítulos de la obra.
Bibliografía: Brading, Cornejo Polar (Cap. 2), Lienhard, Pastor, Seed, Zamora, Pratt.

A) Las “crónicas de Indias” están marcadas por la tradición discursiva del


viaje. La función de estos discursos fue, en general, construir estereotipos del
otro para propiciar su dominio. Fray Bartolomé de Las Casas, en cambio,
representa hasta nuestros días la figura de aquel que ha intentado no sólo
reivindicar los derechos del pueblo indígena, sino exponer las injusticias y
atrocidades a las que ha dado lugar la conquista.
La obra de Bartolomé Las Casas sin duda no está exenta de
estereotipos, ni contradice completamente la idea de dominio. Pero, a
diferencia de otros cronistas, se posiciona como un enunciador indignado con
una conciencia crítica. En 1516 comienzan los reclamos hacia la sociedad
española y principalmente hacia la Corona, que seguirán a lo largo de toda su
vida ubicándolo cada vez más como una figura polémica, consejera,
moralizante, denunciante.
La Brevísima relación de la destrucción de Las Indias oscila entre un
estilo bíblico y jurídico; y, al mismo tiempo, comprende constantemente a
ambos unidos, porque aquella que interviene y anuncia los castigos no es otra
que la justicia divina. Escribe así, como si esta escritura se le hubiese
presentado como misión divina. Toma la Biblia como fuente de inspiración
poética y no duda en intercalar frases bíblicas y proféticas en su discurso.
El texto se organiza en un orden cronológico-geográfico, como la
mayoría de los textos de la época, y cada capítulo narra los hechos acaecidos
en torno a la figura de un conquistador o “tirano”. Todos estos capítulos
comprenden una estructura muy parecida y reiterativa, aparecen como casos,
ejemplos, muestras del horror español y de la inocencia americana.
Todo el relato tiene como objetivo mostrar esta dicotomía, apunta a
demostrar una América en la cual no se dio en ningún momento una “guerra

1
justa”, un combate igualitario. La guerra nunca es justa cuando hay tiranos y
bajo esta denominación va a construir al conquistador español, como aquel que
se apodera del otro por la fuerza o la traición. Las Casas de esta forma
devuelve las acusaciones que hacen los españoles a las figuras poderosas
indias (como Moctezuma o Atahualpa) hacia los mismos conquistadores.
Narra los hechos particulares para resaltar una cosmovisión del universo
que se dio en el continente americano. El Español será representado como el
lobo, el usurpador, la encarnación de la crueldad humana, de la violencia, del
mal cristiano, de la avaricia y la codicia. “…lo que ellos llaman conquistas,
siendo invasiones violentas de crueles tiranos, condenadas no sólo por la ley
de Dios, pero por todas las leyes humanas, como lo son, y muy peores que las
que hace el turco para destruir la Iglesia cristiana” 1
El Indio, sin embargo, será poblador de un lugar feliz, sano, próspero. Su
edificación será la que de lugar al estereotipo del “buen salvaje”, “oveja”,
hombre humilde y pacífico por naturaleza. “Todas estas universas e infinitas
gentes a toto genere crió Dios los más simples, sin maldades ni dobleces,
obedientísimas, fidelísimas (…), más humildes, más pacientes, más pacíficas y
quietas, sin rencillas ni bullicios, no rijosos, no querulosos, sin rencores, sin
odios, sin desear venganzas, que hay en el mundo.” 2
Se reconocen en los indios las virtudes de los primeros cristianos, e
incluso se los presenta como seres comprensivos para con la misma conquista.
Sus pocos momentos de violencia (como la Noche Triste y otros), los suicidos,
los escapes hacia las montañas, inclusive algunos momentos de canibalismo,
son justificados como simples métodos de defensa frente a las barbaridades
españolas.
Las guerras, las matanzas, las torturas y las atrocidades son el
encuentro, la zona de contacto entre estas dos culturas. O por lo menos, esa
es la visión que Las Casas nos presenta, muchas veces con un tinte irónico,
exagerado, hiperbólico, o incluso se ha dicho paranoico y fatalista, que utiliza
para transmitir una imagen fuerte, concisa, traumática de los acontecimientos
de la conquista.

1
Fray Bartolomé de Las Casas, “Brevísima relación de la destrucción de Las Indias”, Pág. 141
2
Ibídem, Pág. 107 y 108.

2
Las Casas utiliza la retórica del espanto, la exhibición del sufrimiento, a
diferencia de otros cronistas que presentan la política del terror y la captura de
lo maravilloso, en él descubrir significa destruir. Nos dibuja ciudades llenas de
esplendor que con tristeza y angustia ve caer y desaparecer frente a sus ojos.
No podemos omitir el énfasis casi obsesivo que hace en este punto, en este
“Nuevo Mundo” despoblado, desolado, desvastado por culpa del asesinato y de
la servidumbre en condiciones inhumanas.
Como dice Duran Luzio, se ve con claridad el matiz insistente del
discurso “Porque espanto y temor debe causar un testimonio capaz de
doblegar la voluntad del rey, de influir en sus pareceres…” 3 y a eso apunta la
Brevísima…, a ser una crítica pero también a generar un cambio, que en algún
punto logró con las Leyes Nuevas de 1542-1543 y con las Ordenanzas
ovandinas de 1573.
Las Casas defiende un cristianismo verdadero (acusa repetidas veces a
los conquistadores como aquellos que “se hacen llamar cristianos” pero que
por sus acciones en realidad no lo son) y cree que habría sido posible una
conquista productiva y humanizada, lícita y ética. Por eso es que se ocupa de
invertir la visión oficial sobre la conquista española, que no tenía como fin
ningún tipo de transmisión de la fe católica o de los intereses de la Corona
española, sino el arrebato del oro (de forma tan burda que los mismos indios
creyeron que aquel era su Dios) y hace presente en sus escritos las
advertencias apocalípticas del castigo de Dios.
La obra se erguirá de esta forma como lección reflexiva, como mandato
divino, como testimonio de aquello que él mismo presenció, alegato jurídico,
documento historiográfico, como lo poco nombrable frente al verdadero horror
que es la realidad. Bartolomé de Las Casas logra entonces, a través de todos
estos procedimientos retóricos y estilísticos mostrar un nuevo enfoque de la
conquista y reivindicar la igualdad de la naturaleza humana y la lucha por las
injusticias.

B. Toda la obra del Inca Garcilaso de la Vega va a estar atravesada por


las problemáticas del lenguaje y la traducción. Su figura se caracteriza

3
Duran Luzio, Juan. “Lo profético como Estilo en la Brevísima Relación de la Destrucción de Indias, de
Bartolomé de Las Casas”, Pág. 354

3
principalmente por su condición mestiza cuzqueña-española de lo que
llamamos “la primera hora”, es decir, de momentos apenas posteriores a la
conquista. Su propósito va a ser sin duda fundar una literatura mestiza gracias
a las diversas fuentes y educaciones que posee.
Sus textos van a apuntar a un público mestizo culto o español y su
lenguaje es el de un español renacentista refinado que intenta, y podríamos
decir que en un primer momento consigue, la reivindicación autóctona.
Garcilazo logra así la impresión de los Comentarios Reales (cosa poco común
dentro de la literatura de estas condiciones) e impulsa el trabajo dentro de la
crónica mestiza.
El quechua es su lengua materna y el español su lengua “extranjera”, y
de esta forma el Inca se posiciona con una autoridad mayor, un valor de verdad
distinto para relatar los hechos de la conquista; esto le permite no sólo traducir
testimonios o historias, sino traducir culturas. Su lugar va a ser el de “mediador
de culturas”, traducción como un servicio a la Corona, hacia la sociedad
española. De todos modos, o precisamente por eso, su visión va a ser,
predominantemente cristiana y correcta para el contexto en el que escribe.
Se autoproclama comentarista y dice en el Proemio de los Comentarios
Reales: “…mi intención no es contradecirles, sino servirles de comento y glosa
y de intérprete en muchos vocablos indios, (…) no con pretensión de otro
interés más que de servir a la república cristiana, para que se den gracias a
Nuestro Señor Jesucristo y a la Virgen María de su madre, por cuyos méritos e
intercesión se dignó la Eterna Majestad de sacar del abismo de la idolatría
tantas y tan grandes naciones…”4
Más allá de que Garcilaso no se opone a la conquista, sí tiene una
postura bastante Lacasiana y desaprueba los grados de violencia cometidos en
América. Va a resaltar la forma en la cual los Incas se imponían de modo
civilizado ante sus enemigos, y como expandían esta lengua general a todo el
Imperio. Esta va a ser una de las tantas críticas “implícitas” harán que sus
palabras se conviertan en un discurso polémico.
El Inca despliega en su obra un conocimiento muy amplio de la escritura
española y un entendimiento no solo como hablante, sino también como
lingüista y filólogo, del quechua. De este modo, la traducción se convierte en
4
Inca Garcilaso de la Vega, “Comentarios Reales de los Incas”, Pág. 6

4
una destreza aplicada constantemente en el narrador, que intenta poner en
primer plano las complejidades de estas lenguas y de sus traducciones. La
polisemia es una de las marcas más importantes del quechua y va a ser donde
Garcilaso ponga gran énfasis: un mismo vocablo puede remitir a diferentes
sentidos, y esta multiplicidad de sentidos es la que los españoles no logran
comprender.
A lo largo de los capítulos que desarrolla, muestra variados
acontecimientos ligados a las confusiones entre las lenguas, entre los cuales
uno de los más representativos que encontramos es el bautismo del Imperio
Inca con el nombre de “Perú”, que tiene distintas deducciones entre las cuales
se encuentra una mezcla de los nombres propios Berú y Pelú. Así va tejiendo
un discurso en el cual el lenguaje va a ser el instrumento de dominación por
excelencia.
“Además de ser una invasión militar y política, la conquista española del
Nuevo Mundo, también imponía una conquista del lenguaje y una conquista
por el lenguaje.”5 La conquista por el lenguaje pasa a ser entonces un modo de
formar y forzar las mentes indígenas, va a imponer un tipo de silencio en los
dominados que van a llevar la carga de la incomunicación y de lo
incomunicable.
Siguiendo con esta línea, el Inca va a depositar la mayor parte de la
responsabilidad de los hechos problemáticos de la conquista en la
imposibilidad de la traducción y puntualmente en la pobreza de las
traducciones de los Lenguas. El encuentro de Cajamarca será un punto clave
de inflexión en este tema.
El intérprete indígena “Felipe” o “Felipillo” será degradado y
deslegitimizado, ubicándolo como un indio pobre, inculto y demasiado joven.
Con todas estas descripciones, Garcilaso aleja la atención de los hechos más
importantes para otros autores, como la “caída” del libro español, y se centra
en el lenguaje. Pide el reconocimiento español de los méritos del lenguaje
indígena, hecho que sólo realza la superioridad hispánica y aunque hace
bastas explicaciones del lenguaje quechua, reconoce su inferioridad.
Seed concluye diciendo: “El imperialismo textual es fundamentalmente
cultural: la creencia en al superioridad de la escritura sobre la palabra hablada
5
Seed, Patricia, “El encuentro de Atahualpa con la Palabra”, Pág. 3.

5
y de la religión cristiana sobre las creencias Incas” 6 Es importante comentar
esto último y es que no podemos omitir entre estos conflictos de la lengua la
dicotomía oralidad/escritura que existe entre ambas culturas. Este aspecto va a
ser esencial a la hora de la categorización y el reconocimiento del otro, su falta
de escritura convertirá a la cultura Inca en bárbara.
Para concluir podríamos decir que el discurso del Inca tiene una
formación retórica y estilística también altamente analizada y pensada para sus
propósitos y objetivos. Es en algún punto una figura en crisis por su condición
mestiza que acepta el predominio de la cultura del padre pero que intenta,
dentro de las herramientas que encuentra a su alcance, poner en tela de juicio
ciertos aspectos de la mirada española sobre el otro que también es él.

Bibliografía:
- Fray Bartolomé de las casas. “Brevísima Relación de la Destrucción de
Las Indias”, 1552.
- Zamora, Margarita. “‘Todas son palabras del Almirante’: Las Casas y el
Diario de Colón”, 1989.
- Saint-Lu, André. “Vigencia histórica de la obra de Las Casas”.

6
Seed, Patricia.”El encuentro de Atahualpa con la Palabra”, Pág. 13

6
- Duran Luzio, Juan. “Lo profético como Estilo en la Brevísima Relación
de la Destrucción de Indias, De Bartolomé de Las Casas”.
- Inca Garcilaso de la Vega. “Comentarios Reales de los Incas”, selección
2011.
- Inca Garcilaso de la Vega. “Historia general del Perú (Encuentro en
Cajamarca)”.
- Lienhard, Martín. “La crónica mestiza en México y el Perú hasta 1620:
apuntes para su estudio histórico-literario”, Revista de Crítica Literaria
Latinoamericana, 1983.
- Seed, Patricia. “El encuentro de Atahualpa con la Palabra”, Latin
American Reserch Review, 1991.
- Cornejo Polar, Antonio. “El comienzo de la heterogeneidad en las
literaturas andinas: voz y letra en el <Diálogo> de Cajamarca”, 2005.
- Brading, David. “Un humanista Inca”, 1998.
- Pastor, Beatriz. “El segundo descubrimiento La conquista de América
narrada por sus coetáneos”, 1983.

Você também pode gostar