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Educación Bancaria
Introducción.
Paulo Freire en su libro “La pedagogía del oprimido” (1970) dentro de los variados
contenidos sobre educación presentes en el, realiza una caracterización de lo que
el llamo “la educación bancaria”, lo que destaca de ella por sobre todo es su carácter
narrativo (51), este carácter hace del conocimiento algo “petrificado”, en propias
palabras del autor, conocimiento petrificado que se reproduce de generación en
generación sin ningún cambio sustancial alguna, lo que lleva de forma implícita a la
reproducción de la realidad ya concebida, en el narrar, fuera de todo dialogo, hay
una preservación de la realidad como esta por parte del sujeto narrador y de
aquellos que lo escuchan pacientemente -los educandos según el autor-. Lo que
destaca principalmente el autor en torno a esta experiencia educativa es, por un
lado, como se refiere a la realidad misma como “algo detenido, estático, dividido y
bien comportado” (51) o trabajar en torno a ideas y realidades “completamente
ajenas a la experiencia existencial de los educandos” (51), es en estos aspectos en
donde se deslumbra el carácter petrificado de la educación tradicional, en tanto en
la primera cita se ve a la realidad como algo ya hecho, listo, que no requiere ni
merece tiempo en cuestión, analizar, mover, contrastar, en tanto el narrador -el que
esta adelante- posee la verdad en torno a esta narración, así esta persona llena el
supuesto vacío de los educandos con contenidos a trazas, carentes y desvinculados
de toda lógica en la realidad misma de los educandos, para el autor: “En estas
disertaciones, la palabra se vacía de la dimensión concreta que debería poseer y
se transforma en una palabra hueca, en verbalismo alienado y alienante” (51)
alienado en tanto la palabra es destripada de todo contenido, convirtiendo en un
mero sonido a memorizar, usar cuando se pida y olvidar lo más pronto posible para
rellenar con otro contenido vacío; y alienante en tanto el educando es alienado de
los contenidos que podrían servirle en pos de verse a sí mismo y a los demás
compañeros en la realidad que comparten, usar la educación para llegar a sí mismo
y a lo demás, hecho negado con la educación tradicional. En torno a la crítica de la
educación tradicional se destaca el carácter narrativo de los contenidos, esta
característica es esencial en tanto se forma a los educandos bajo una lógica pasiva
y de docilidad, los contenidos narrados han de ser escuchados y memorizados tal y
cual son relatados, así por ambas partes se fundamenta y legitima esta lógica en
tanto el educador cree que mientras más contenidos sea capaz de llenar en los que
escuchan, mejor será el cómo pedagogo, por otro lado mientras más contenidos
sean capaces de memorizar los educandos, mejor responderán a las exigencias
individuales de las escuela tradicional (notas, promedios, anotaciones), la
educación termina siendo un acto de depositar información de parte de los
educadores a los educandos, información que no se cuestiona o incluso se
comprender realmente, solo se memoriza para responder a las exigencias del futuro
examen en cuestión y se olvida rápidamente para dejar espacios a otros contenidos,
y así sucesivamente, convirtiendo la formación en un acto de memorización.
Bajo esta lógica en sí misma no hay superación, no existe síntesis en tanto esta
forma de dar a entender la educación y el trato con el conocimiento y con valores
sociales es un fiel reflejo de la misma sociedad opresora que la legitima, la
educación bancaria viene a naturalizar la cultura del silencio, convirtiendo así al
educador en el sujeto que lleva los procesos de conocimiento y entrega de valores,
pasando los educandos a ser meros objetos, recipientes vacíos a llenar, objetos
inertes que no tienen parte de este proceso que es la producción de conocimiento,
en tanto este ya viene moldeado en pos de legitimar la opresión y de naturalizarla
desde la educación, aspecto importante dentro de la vida de las personas.
Por parte de los educadores, también se viviría una contradicción en tanto en los
mismos contenidos entregados, según el autor, “es que en los propios “depósitos”
se encuentran las propias contradicciones, revestidas por una exterioridad que las
oculta” (55), la exterioridad seria el hecho de educar, el conocimiento, que
implícitamente oculta la dominación de los educandos; algunos serían incapaces de
1
En Simone de Beauvoir, El pensamiento político de la derecha, Siglo XX, Buenos Aires, 1963. Pg. 64
ver la función “domesticadora” que cumpliría su función educadora, hecho que al
entrar en contradicción produciría un enfrentamiento entre el propio educador,
cuestión que Freire señala al entrar en crisis la función educadora con el hecho de
las personas de ser “seres de búsqueda”, búsqueda constante en pos de humanizar
a las personas y los contenidos de su propia educación.
De esta forma, se busca por sobretodo acabar con “el pensamiento auténtico”, en
torno a las necesidades propias de esta mayoría que se ve encauzada por las
minorías que controlan las instituciones educativas, las diversas modalidades según
el autor: “En las clases verbalistas, en los métodos de evaluación de los
“conocimientos”, en el denominado “control de lectura”, en la distancia que existe
entre educador y educando, en los criterios de promoción, en la indicación
bibliográfica” (57), todas estas prestan a considerar el conocimiento como algo a
“digerir”, se consume y se deja, llena el vacío, pero ¿Qué hay más allá?
Implícitamente se oculta la prohibición de pensar, de pensar auténticamente. La
separación entre educador y educando marca la diferencia, no existe comunicación
cuando solo uno habla, no hay intercomunicación de la realidad compartida, perdido
el sentido del pensamiento en tanto su fuente generado, el mundo, es ajeno a su
sentido, su acción, la acción generadora de pensamiento encuentra su razón en el
actuar en el mundo.
Esta forma de ver la educación rompe con la tradición paternalista de ver a las
personas como seres a asistir, y les da la posibilidad de pensar, de pensarse a sí
mismos, es de esta forma en que las personas pueden transformar el mundo,
mundo al cual siempre han pertenecido, mientras la educación bancaria los toma
como seres aparte del mundo que deben asimilar para poder incorporarse, a la vez
que toma la educación como algo aislado de la realidad, no enseñando a los niños
a gestionar sus vidas, la nueva educación liberadora toma la premisa de que ellos
siempre están en el mundo, un mundo configurado por otros para ellos, pero que en
la experiencia común del crear conocimiento, son capaces de reconocerse y
transformar el mundo y a ellos mismo como seres para sí. (54).
Junto a esto, y como forma de complementar lo escrito por Freire, se expondrán los
contenidos expuestos por Freire junto a otro autor, Silvio Gallo, sobre el papel que
tiene que cumplir la educación como factor liberador de las personas. Gallo (“Una
conversación sobre educación libertaria” (2014)) desde la perspectiva de la
pedagogía libertaria toma varios elementos en común con lo propuesto por Freire
en la “Pedagogía del Oprimido”. Destaca la importancia de la educación como un
proceso de autoformación, pero la misma no se desarrolla en base al individuo si no
que es en el colectivo donde cobra sentido, en tanto se entiende la educación que
se hace, en y para la libertad, y para hacerla en libertad es necesario que el conjunto
de personas participantes en el acto educativo construya en conjunto esta libertad
a través de la relación horizontal entre unos y otros.
Esta construcción de una educación liberadora toma como principal eje la libertad
de las personas, autoformación construida por las personas en un trabajo individual
y en conjunto con la realidad que comparte con otras personas. Esta visión choca
con la educación tradicional en tanto el autor entiende la educación tradicional
como: “un espacio de conformación y no un espacio de producción de libertad.
Nosotros vamos a la escuela para aprender a no ser libres, y no para aprender a
ser libres” (14), esto hace relación con la idea de la educación bancaria tratada
anteriormente, las personas son aisladas y conformadas en una realidad ajena a la
de ellos, ajena en tanto es prescrita en base a intereses ajenos a los de las
personas. La educación liberadora debe entenderse por fuera de las instituciones
estatales, entendiendo el aparataje estatal como una herramienta de la clase
dominante para controlar, y legitimar, su dominación, es necesario entender que
cualquier forma de educación ligada a la institución estatal lleva de por si el germen
de entender la educación como un proceso unidireccional, además del carácter
meramente conformador y aislante de la vida misma que es la educación tradicional.