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Paulo Freire: Pedagogía del Oprimido y la

Educación Bancaria

Introducción.

En el presente ensayo se trabajará en torno a las ideas pedagógicas de Paulo


Freire, precisamente aquellas relacionadas a la educación bancaria, expuestas en
su libro La Pedagogía del Oprimido, primero en cómo se entiende la educación
calificada por el mismo como tradicional, la experiencia de la educación bancaria,
consistiendo básicamente en entender los procesos educativos como un “deposito”,
deposito realizados por parte de los profesores (educadores) a los alumnos
(educandos), en torno a esta noción se verá cómo junto de mantener a la educación
bajo una lógica narrativa, sirve intrínsecamente como forma de reproducir el orden
social en torno a un conocimiento dado y que no se cuestiona, a la vez que sirve
para reproducir la realidad dada y mantener a las personas en una actitud pasiva y
de meros espectadores en el mundo, ayudando a mantener el orden social ahora
legitimado a través del conocimiento y valores entregado por las instituciones
educativas acorde a los intereses de los opresores. Posteriormente se realizará una
crítica a las nociones expuestas de la educación bancaria, bajo varios conceptos
desarrollados por el mismo Paulo Freire y desde otras perspectivas que ven en la
educación, más que una entrega de saberes por parte de los iluminados a los que
están en la oscuridad, como un acto en sociedad, en conjunto con los demás, donde
todos podemos aprender en torno a nuestra realidad y con las personas que nos
rodean, creando así un conocimiento propio e igual de valido que aquel que ofrece
las instituciones .
La educación bancaria, sus supuestos: negar la posibilidad
creadora.

Paulo Freire en su libro “La pedagogía del oprimido” (1970) dentro de los variados
contenidos sobre educación presentes en el, realiza una caracterización de lo que
el llamo “la educación bancaria”, lo que destaca de ella por sobre todo es su carácter
narrativo (51), este carácter hace del conocimiento algo “petrificado”, en propias
palabras del autor, conocimiento petrificado que se reproduce de generación en
generación sin ningún cambio sustancial alguna, lo que lleva de forma implícita a la
reproducción de la realidad ya concebida, en el narrar, fuera de todo dialogo, hay
una preservación de la realidad como esta por parte del sujeto narrador y de
aquellos que lo escuchan pacientemente -los educandos según el autor-. Lo que
destaca principalmente el autor en torno a esta experiencia educativa es, por un
lado, como se refiere a la realidad misma como “algo detenido, estático, dividido y
bien comportado” (51) o trabajar en torno a ideas y realidades “completamente
ajenas a la experiencia existencial de los educandos” (51), es en estos aspectos en
donde se deslumbra el carácter petrificado de la educación tradicional, en tanto en
la primera cita se ve a la realidad como algo ya hecho, listo, que no requiere ni
merece tiempo en cuestión, analizar, mover, contrastar, en tanto el narrador -el que
esta adelante- posee la verdad en torno a esta narración, así esta persona llena el
supuesto vacío de los educandos con contenidos a trazas, carentes y desvinculados
de toda lógica en la realidad misma de los educandos, para el autor: “En estas
disertaciones, la palabra se vacía de la dimensión concreta que debería poseer y
se transforma en una palabra hueca, en verbalismo alienado y alienante” (51)
alienado en tanto la palabra es destripada de todo contenido, convirtiendo en un
mero sonido a memorizar, usar cuando se pida y olvidar lo más pronto posible para
rellenar con otro contenido vacío; y alienante en tanto el educando es alienado de
los contenidos que podrían servirle en pos de verse a sí mismo y a los demás
compañeros en la realidad que comparten, usar la educación para llegar a sí mismo
y a lo demás, hecho negado con la educación tradicional. En torno a la crítica de la
educación tradicional se destaca el carácter narrativo de los contenidos, esta
característica es esencial en tanto se forma a los educandos bajo una lógica pasiva
y de docilidad, los contenidos narrados han de ser escuchados y memorizados tal y
cual son relatados, así por ambas partes se fundamenta y legitima esta lógica en
tanto el educador cree que mientras más contenidos sea capaz de llenar en los que
escuchan, mejor será el cómo pedagogo, por otro lado mientras más contenidos
sean capaces de memorizar los educandos, mejor responderán a las exigencias
individuales de las escuela tradicional (notas, promedios, anotaciones), la
educación termina siendo un acto de depositar información de parte de los
educadores a los educandos, información que no se cuestiona o incluso se
comprender realmente, solo se memoriza para responder a las exigencias del futuro
examen en cuestión y se olvida rápidamente para dejar espacios a otros contenidos,
y así sucesivamente, convirtiendo la formación en un acto de memorización.

El autor es claro de remarcar los límites de esta educación bancaria (bancaria en


tanto funciona mediante depósitos de información) en tanto en el recibir depósitos
de información, archivar y memorizar no está el elemento clave que para Freire
viene a ser la educación para las personas, limitándolas y extirpando de ellos -
educadores y educandos- los elementos esenciales que debiese agitar en las
personas, en palabras del autor: “no existe creatividad alguna, no existe
transformación ni saber” (52), se niega el valor esencial para Freire que es el saber
en torno al descubrimiento, al hacer y re-hacer, esa búsqueda tenaz e impaciente
que ha de realizar la persona en torno a si mismo, su realidad, esto principalmente
a través de los otros que comparten el mundo con él, fuera de la lógica egoísta de
la educación, donde cada uno se hace cargo de sus “propios depósitos” a
memorizar. Es en esta práctica de tratar la educación como un traspaso de
información, donde se legitima uno de los aspectos claves de la practica
educacional tradicional, la unidireccionalidad del conocimiento, en tanto el educador
es el “que sabe” y los educandos son los “ignorantes”, los “sin luz”, que vienen a
recibirla por parte de quien se presenta como la voz de la sabiduría frente a los
“ignorantes”, es en este aspecto que Freire habla de la absolutización de la
ignorancia (52), siendo esto una de las manifestaciones instrumentales de la
ideología de la opresión, con esto se legitima el papel de educador como el que
sabe, y los educandos como los que no saben, siendo el autor claro en destacar
que la rigidez de estas posiciones niega a la educación y al conocimiento como
procesos de búsqueda (52). Bajo la perspectiva dialéctica del amo y el esclavo se
justifica estas posiciones: el educador existe en tanto hay personas “ignorantes” que
necesitan de su conocimiento, aquel validado por la institución; mientras los
educandos existen en la medida en que reconocen en su supuesta ignorancia la
necesidad de aquel que los “ilumine”, quedando invisibilizada la síntesis de verse
ellos a sí mismos como educadores del educador.

Bajo esta lógica en sí misma no hay superación, no existe síntesis en tanto esta
forma de dar a entender la educación y el trato con el conocimiento y con valores
sociales es un fiel reflejo de la misma sociedad opresora que la legitima, la
educación bancaria viene a naturalizar la cultura del silencio, convirtiendo así al
educador en el sujeto que lleva los procesos de conocimiento y entrega de valores,
pasando los educandos a ser meros objetos, recipientes vacíos a llenar, objetos
inertes que no tienen parte de este proceso que es la producción de conocimiento,
en tanto este ya viene moldeado en pos de legitimar la opresión y de naturalizarla
desde la educación, aspecto importante dentro de la vida de las personas.

Se niega la capacidad creadora, la creatividad en pos de la ingenuidad, relegando


a las personas a una posición de observadores, en un mundo ya construido para
ellos, pero no por ellos. Con esto el autor, en referencia a Simone de Beauvoir1, se
busca transformar la mentalidad de los oprimidos como forma de hacerlos calzar en
las sociedades que han construido, en vez de transformar sus mentalidades en pos
de una mentalidad transformadora de la realidad, Freire es claro en recalcar que la
educación bancaria no apuesta a eso, a la concientización, si no a amoldar a las
personas, hacerlas dóciles y simple expectantes del mundo.

Por parte de los educadores, también se viviría una contradicción en tanto en los
mismos contenidos entregados, según el autor, “es que en los propios “depósitos”
se encuentran las propias contradicciones, revestidas por una exterioridad que las
oculta” (55), la exterioridad seria el hecho de educar, el conocimiento, que
implícitamente oculta la dominación de los educandos; algunos serían incapaces de

1
En Simone de Beauvoir, El pensamiento político de la derecha, Siglo XX, Buenos Aires, 1963. Pg. 64
ver la función “domesticadora” que cumpliría su función educadora, hecho que al
entrar en contradicción produciría un enfrentamiento entre el propio educador,
cuestión que Freire señala al entrar en crisis la función educadora con el hecho de
las personas de ser “seres de búsqueda”, búsqueda constante en pos de humanizar
a las personas y los contenidos de su propia educación.

La educación bancaria lograría en su cometido la distinción entre hombre-mundo,


“hombres que están simplemente en el mundo y no con el mundo y con los otros.
Hombres espectadores y no recreadores del mundo” (56), dicotomía que separa la
consciencia de los hombres, dejándolos de ver como “cuerpos conscientes” a ver la
conciencia como algo aparte, mecánico, al interior de las personas, al ser vista como
algo separado, es ajeno a lo material, a la realidad, y por tanto debe ser
correspondida a estos, siendo aquí donde la educación bancaria se encargaría de
llenar mediante “depósitos” que se encargarían de construir esta realidad, ajena a
sí misma, convirtiendo estos contenidos en contenidos propios, pero que no están
dentro de sí misma, si no fuera de ella, como objetos apartes encadenados a ella
bajo un manto de sabiduría y conocimiento, pero que solo responde a los intereses
opresores de poder adaptar las conciencias al mundo, convertirlas en algo pasivo.

De esta forma, se busca por sobretodo acabar con “el pensamiento auténtico”, en
torno a las necesidades propias de esta mayoría que se ve encauzada por las
minorías que controlan las instituciones educativas, las diversas modalidades según
el autor: “En las clases verbalistas, en los métodos de evaluación de los
“conocimientos”, en el denominado “control de lectura”, en la distancia que existe
entre educador y educando, en los criterios de promoción, en la indicación
bibliográfica” (57), todas estas prestan a considerar el conocimiento como algo a
“digerir”, se consume y se deja, llena el vacío, pero ¿Qué hay más allá?
Implícitamente se oculta la prohibición de pensar, de pensar auténticamente. La
separación entre educador y educando marca la diferencia, no existe comunicación
cuando solo uno habla, no hay intercomunicación de la realidad compartida, perdido
el sentido del pensamiento en tanto su fuente generado, el mundo, es ajeno a su
sentido, su acción, la acción generadora de pensamiento encuentra su razón en el
actuar en el mundo.

Así, la concepción bancaria al fundamentarse en un conocimiento petrificado,


carente de toda conexión con el mundo de quienes oyen las palabras vacías
narradas por el educador para memorizarlas y luego olvidarlas, formando así
personas pasivas en torno a los sucesos del mundo, mostrados para ellos como
algo ya hecho, de paso negando el carácter de motivación en la búsqueda que algún
educador de buena voluntad pudiera dar a su contenido, en tanto se encuentra
mediado por los distintos dispositivos que ocupa las instituciones escolares para
quitar cualquier aspecto de búsqueda en el conocimiento, apelando a la
memorización, y convirtiendo a los educando en contenedores vacíos, esto lleva
finalmente a considerar la educación bancaria para el autor como necrofilica, en
tanto profesa amor a la muerte, a lo inorgánico, lo muerto que ya no se mueve, como
el conocimiento que aspira a dar, a moldear a las personas para que sean pasivas,
adaptables al mundo, es en esta restricción del moverse, del buscar y crear, donde
surgen las mayores incomodidades para las personas, y es de aquí donde deviene
la crítica a la educación bancaria.

¿Qué hacer?, la educación como herramienta liberadora.

Expuestas las premisas en torno a la educación bancaria, y teniendo en cuenta su


raíz en las instituciones educativas, propiciadas por las clases opresoras como
forma de amoldar, pacificar y controlar mediante el conocimiento y la transferencia
de valores a las clases dominadas y mayoritarias, es que desde esta perspectiva
creemos, junto al autor, que la educación ha de ser una herramienta liberadora, mas
no liberadora en el sentido en que nosotros podamos llegar a establecer como una
pauta, si no que ha de ser, y por sobretodo, construida desde las mismas personas,
quitar el carácter unidireccional de la educación y hacerla multidireccional, en donde
todos y todas sean capaces de construir una educación con sentido en torno a la
realidad compartida que tenemos las personas, de esta forma se rompe y se libera
la dialéctica del amo-esclavo, en tanto no existe ahora educadores-educandos, si
no todos compartimos la misma posición en tanto no existe alguien que considerar
“dueño del conocimiento”, en tanto este mismo es creado y profundizado como un
trabajo en conjunto.

Esta es la forma en que ha de realizarse la educación, cualquier intento de formar


una nueva educación, ya sea en base a otros conocimientos y otros valores, pero
que tenga en semejanza esta unidireccionalidad anteriormente mencionada, y que
establezca una distinción entre las personas que llevan al proceso educativo,
funcionara bajo la misma lógica, aquel que tiene la sabiduría y aquellos ignorantes
de ella, fallara si cualquier intento de cambio que guarde las viejas desconfianzas y
falta de fe en la capacidad creadora de las personas. Es importante recalcar la
función conciliadora de este nuevo tipo de educación liberadora, superar la
contradicción educadores-educando, según Freire: “Debe fundarse en la
conciliación de sus polos, de tal manera que ambos se hagan, simultáneamente,
educadores y educandos” (52), solo esta conciliación, esta superación llevara a
nuevas formas de educación que realmente sirvan para motivar la capacidad crítica
y creadora de las personas.

Esta forma de ver la educación rompe con la tradición paternalista de ver a las
personas como seres a asistir, y les da la posibilidad de pensar, de pensarse a sí
mismos, es de esta forma en que las personas pueden transformar el mundo,
mundo al cual siempre han pertenecido, mientras la educación bancaria los toma
como seres aparte del mundo que deben asimilar para poder incorporarse, a la vez
que toma la educación como algo aislado de la realidad, no enseñando a los niños
a gestionar sus vidas, la nueva educación liberadora toma la premisa de que ellos
siempre están en el mundo, un mundo configurado por otros para ellos, pero que en
la experiencia común del crear conocimiento, son capaces de reconocerse y
transformar el mundo y a ellos mismo como seres para sí. (54).

El conocimiento debe realizarse en pos de la capacidad creadora de las personas,


de ahí viene el pensamiento autentico. Es por esto que, y como forma de negarse
totalmente a la educación bancaria, esta ha de ser biofilica, amar la vida, la creación,
lo orgánico y lo que se mueve. Es en la intercomunicación, entre la diversa
autenticidad de pensamientos entre personas -educadores y educandos por igual-
donde la educación tiene sentido, teniendo como principal finalidad la
transformación del mundo, siendo esta la principal fuente creadora, medio que
disponen las personas para crear en conjunto, sin llegar a superponerse unas sobre
otras, sino de forma horizontal trabajar en conjunto por la realización de todos y
todas.

La liberación de las personas debe consolidarse rechazando los medios propuestos


por la educación bancaria, es necesario crear nuevos medios y herramientas que
tengan como base a las personas en su conjunto y en plena relación con la realidad
que los rodea y que deseen transformar. No puede aplicar los mismos medios de
concientización en base a “depósitos” de información, vendría finalmente a cumplir
la misma función anteriormente criticada de creer a las personas como seres vacíos
a llenar, ha de entender a las personas como “seres conscientes” con conciencia
del mundo que viven, llevando así la educación a problematizar la realidad misma,
como forma de generar procesos de crítica y solución a la realidad por parte de las
personas. Es en esta problematización donde se haya la superación de la educación
bancaria, lo que el autor señala: “El antagonismo entre las dos concepciones, la
“bancaria”, que sirve a la dominación, y la problematizadora, que sirve a la
liberación, surge precisamente ahí. Mientras la primera, necesariamente, mantiene
la contradicción educador-educandos, la segunda realiza la superación. (61). Sería
entonces la superación por un lado de la contradicción educador-educandos y por
otro el carácter problematizador de la educación, junto a la importancia del dialogo,
los caracteres principales de la educación liberadora para Paulo Freire, “Ahora ya
nadie educa a nadie, así como tampoco nadie se educa a sí mismo, los hombres se
educan en comunión, y el mundo es el mediador. (61)

Junto a esto, y como forma de complementar lo escrito por Freire, se expondrán los
contenidos expuestos por Freire junto a otro autor, Silvio Gallo, sobre el papel que
tiene que cumplir la educación como factor liberador de las personas. Gallo (“Una
conversación sobre educación libertaria” (2014)) desde la perspectiva de la
pedagogía libertaria toma varios elementos en común con lo propuesto por Freire
en la “Pedagogía del Oprimido”. Destaca la importancia de la educación como un
proceso de autoformación, pero la misma no se desarrolla en base al individuo si no
que es en el colectivo donde cobra sentido, en tanto se entiende la educación que
se hace, en y para la libertad, y para hacerla en libertad es necesario que el conjunto
de personas participantes en el acto educativo construya en conjunto esta libertad
a través de la relación horizontal entre unos y otros.

Esta construcción de una educación liberadora toma como principal eje la libertad
de las personas, autoformación construida por las personas en un trabajo individual
y en conjunto con la realidad que comparte con otras personas. Esta visión choca
con la educación tradicional en tanto el autor entiende la educación tradicional
como: “un espacio de conformación y no un espacio de producción de libertad.
Nosotros vamos a la escuela para aprender a no ser libres, y no para aprender a
ser libres” (14), esto hace relación con la idea de la educación bancaria tratada
anteriormente, las personas son aisladas y conformadas en una realidad ajena a la
de ellos, ajena en tanto es prescrita en base a intereses ajenos a los de las
personas. La educación liberadora debe entenderse por fuera de las instituciones
estatales, entendiendo el aparataje estatal como una herramienta de la clase
dominante para controlar, y legitimar, su dominación, es necesario entender que
cualquier forma de educación ligada a la institución estatal lleva de por si el germen
de entender la educación como un proceso unidireccional, además del carácter
meramente conformador y aislante de la vida misma que es la educación tradicional.

La importancia de los procesos de educación liberadora es tener claro que cada


situación, cada contexto en que se organizan las personas es distinto uno de otro,
por tanto, los procesos que han de realizarse siempre son distintos y responden a
las características e intereses propios de las personas que comparten en conjunto
esa realidad y se relacionan en pos de educarse como forma de transformar esa
realidad en conjunto.

La educación debe ser una toma de conciencia en la inherencia de las personas en


la realidad y facilitar los procesos en torno a vivir la vida misma, de esta forma
cambiar la ingenuidad pasiva en una actitud crítica, movilizadora y sobretodo
creadora. El hombre no está con el mundo, sino con él, creando siempre relaciones
con este mundo. Finalmente, la educación liberadora la entendemos como como
una herramienta en pos de la organización reflexiva de las conciencias de las
personas en su relación con el mundo, la realidad que los rodea y con las personas
que comparten esta realidad; basada en el respeto mutuo, el dialogo, el espíritu
crítico como forma de establecer formas horizontales de relacionarse que superen
la dialéctica que separa a las personas entre educadores-educandos y que ignora
el saber de aquellos considerados educandos.
Bibliografía:

- Freire, Paulo. La Pedagogía del Oprimido. 1970.

- Gallo, Silvio. Una conversación sobre educación libertaria. Chile. Editorial


Indómita, 2014.

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