Você está na página 1de 15

E n la experiencia cotidiana, la culpa

constituye uno de los estados de la


psique que lastiman al sujeto al presen-
tarse acompañada de angustia, resenti-
miento, soledad, abandono, así como
de distintos temores, ya sea al rechazo,
al abandono, al castigo... Diversos son
los autores que se han avocado al estudio
de la culpa: S. Freud, M. Klein, F.

L
Nietzsche, M. Foucault, entre otros. En
este trabajo se busca realizar un reco-
rrido ante sus diferentes enfoques para
La culpa: una tratar de encontrar elementos coinci-
construcción social dentes o complementarios que permitan
contar con una visión del fenómeno
para proponer a partir de dicha revisión,
una manera de abordarla en el trabajo
EDUARDO DE LA FUENTE ROCHA psicológico. Fueron considerados para
este trabajo aspectos tales como la culpa
en el desarrollo del infante, la culpa en
el manejo social y la culpa y su origen.

Yabuku ko no
Nakute shooji no
Samusa kana

Sin un niño que me rompa


las paredes de papel,
¡son tan frías...!
HAIKU

ESTE TRABAJO PRETENDE hacer un abordaje teórico sobre diversos autores


que han trabajado la temática de la culpa, sus orígenes, manifestaciones,
causas y expresiones; para posteriormente llegar a la construcción de un
concepto sobre la culpa que nos permita comprender cómo se da dicho
proceso en los sujetos.

ANUARIO DE INVESTIGACIÓN 2005 • UAM-X • MÉXICO • 2006 • PP. 884-898


LA C U L P A: U N A C O N S T R U C C I Ó N S O C I A L

Podemos decir que el ser humano como ser dual está inmerso en una
lucha de sentimientos y pulsiones contradictorias, entre el rechazo y la
aceptación constante de la totalidad de su ser. En ella, la culpa juega un
papel crucial para la construcción de la subjetividad. Esta dualidad en el
sujeto lo coloca en situaciones de angustia y desamparo, que lo llevan a la
búsqueda de elementos reparadores del sentimiento de culpa que el sujeto
asocia a sus pulsiones.
Socialmente se han creado diversas instituciones superyóicas y parentales
que controlan e impiden la aceptación, la negociación y el libre flujo de
tales pulsiones. Una de las mayores instuciones de este tipo en México es
la religión, donde Dios (el otro), que es bueno y generoso, es ofendido
por causa de nuestros pecados. Así, se sustenta la culpa en la necesidad
constante de reparar el error. En este trabajo se analiza la culpa social bajo
la premisa del castigo y del control por parte de los otros, quienes detentan
un saber-poder social del cual somos objeto a través de discursos sobre el
cuerpo y el alma que reprimen nuestros sentimientos y pulsiones no
aceptadas social y moralmente por las instituciones.
En este trabajo se propone que la psique humana avanza a través de la
reflexión de que aprendiendo por ensayo y error, en situaciones donde
más que un estado de culpa y de rechazo, se da la posibilidad de la disolución
de las polaridades que generan las propias pulsiones.
En el último apartado se pretende abrir la discusión a posibles
alternativas de liberación del encadenamiento a que nos sujeta la culpa,
para favorecer en la psique al rompimiento de una visión unicista y a la
aceptación de las contradicciones y la dualidad —Eros y Tánatos— propias
del ser humano, que son múltiples. En ese sentido se propone y aborda
como una alternativa, entre otras, “el arte”, el cual permite la expresión y
la reconquista de los sentimientos más profundos reprimidos por la culpa.
El entendimiento de la culpa como parte de la construcción subjetiva
requiere de un recorrido a través de distintos autores que han abordado el
tema. Es necesario que se retome no únicamente el punto de vista de la
psicología o del psicoanálisis, sino también otros, como el enfoque social,
el filosófico, etcétera, pues en una mirada diversa y conjunta puede apoyarse
la construcción del concepto de culpa con un sentido más amplio. Para
este trabajo, se retoma fundamentalmente, el enfoque de la culpa como

VIOLENCIA Y COMPORTAMIENTO SOCIAL 885


LA C U L P A: U N A C O N S T R U C C I Ó N S O C I A L

un constructo social a partir de los conceptos psicoanalíticos propuestos


por Melanie Klein en el pasado y por Francisco Pereña en el presente,
entre otros. Posteriormente se retoman los puntos de vista de autores que
tienen su quehacer en campos complementarios al psicológico, para mostrar
la coincidencia que las argumentaciones de éstos tienen con el enfoque
psicoanalítico.

Enfoques psicológicos acerca de la construcción de la culpa

Comenzaremos entonces por retomar algunas concepciones psicoanalíticas


acerca de la culpa. Freud señala que el único sentimiento inconsciente es
la culpa, pero este conflicto está conformado por dos actores. No existen
sólo las pulsiones del Eros, sino también las pulsiones del Tánatos
responsable de los sentimientos inconscientes de culpa que lo anudan con
su responsabilidad.
La concepción de Freud sobre la mente humana era la de un conflicto:
idea versus contraidea, deseo versus contradeseo, deseo versus represión,
excitación versus inhibición y catexia versus contracatexia, sexualidad versus
culpa. Este choque de fuerzas produce la psicodinámica (Reeve, 2003:414).
Es decir que el proceso psicodinámico se basa en
ese concierto de opuestos presentados en la psique
permanentemente. Se trata entonces de una lucha
constante entre Eros y Tánatos, entre representa-
ciones y pulsiones, ciframientos y desciframientos,
representaciones sociales y singulares del sujeto.
En este trabajo se considera fundamental este
enfoque freudiano, pues prepara el terreno para una
Gilberto Aceves Navarro, comprensión dual de nosotros mismos, lo que, como
Egipcio con 4 pájaros, 1966
se verá posteriormente, es una pieza fundamental para
la comprensión de los sentimientos de culpa.
Otro personaje que hizo aportes importantes al psicoanálisis fue Melanie
Klein, caracterizada por sus estudios principalmente con niños y los senti-
mientos de ansiedad, culpa y reparación que éstos presentan hacia los padres
y nos dice respecto de los sentimientos de culpa que:

VIOLENCIA Y COMPORTAMIENTO SOCIAL 886


LA C U L P A: U N A C O N S T R U C C I Ó N S O C I A L

Los sentimientos de culpa, constituyen un incentivo fundamental para


la creación y el trabajo en general, aún en sus formas más simples. No
obstante, si son demasiado intensos tienen el efecto de inhibir las
actividades e intereses productivos [Klein, 1994:313].

Klein, a través de sus análisis de niños y de adultos, pudo lograr un


acercamiento hacia el conocimiento de los instintos pregenitales
acompañados de los sentimientos de culpa. Pudo observar que estos
instintos pregenitales aparecían simultáneamente con los sentimientos de
culpa y no que estos últimos se manifestaran después como anteriormente
se pensaba. Klein se apoyó en las propuestas de Ferenczi y Abraham para
formular su propia opinión acerca del momento de aparición de la culpa.
De Ferenczi retomó el concepto de que los impulsos anales y uretrales
estaban relacionados con un precursor fisiológico del superyó al que dio el
nombre de moral esfinteriana; de Abraham, Klein consideró su propuesta
relativa a que la angustia aparecía en el estadio canibalístico, y el sentimiento
de culpa en la subsiguiente fase anal-sádica. Sin embargo, Melanie Klein
avanzó señalando que los sentimientos de culpa estaban asociados con
fijaciones pregenitales, pues eran un efecto directo del conflicto edípico.
Con base en ello explicó que tales sentimientos se generaban en este proceso,
derivados de la introyección de los objetos de amor edípicos, siendo este
sentimiento un producto de la formación del superyó.
Melanie Klein, en sus estudios con niños, observó cómo en diferentes
etapas se iban formando identificaciones que originaban la estructura
superyóica. Asimismo observó que muchas de esas identificaciones eran
contradictorias en su naturaleza, pues podrían presentarse, por ejemplo,
identificaciones de bondad y crueldad simultáneamente. En los análisis
infantiles pudo encontrar la explicación de la rigidez superyóica, observando
las imágenes que los niños presentaban de padres devoradores, capaces de
despedazar y lastimar; y en niños desde un año de edad pudo observar
ansiedad, la que supuso causada por el conflicto edípico que amenazaba la
supervivencia del infante; precisamente, es en esta fase donde el niño desea
destruir a su objeto libidinal con las mismas formas de agresión antes
descritas. Klein sostiene que la angustia se presenta en el infante por la
oposición entre las introyecciones del objeto y el despertar de las tendencias

VIOLENCIA Y COMPORTAMIENTO SOCIAL 887


LA C U L P A: U N A C O N S T R U C C I Ó N S O C I A L

edípicas, por las que puede esperar un castigo que podría consistir en un
ataque similar al que él pretende hacer sobre su objeto libidinal. La severidad
y el sadismo del superyó se gestan desde las fases pregenitales vinculando
el sentimiento de culpa con las fases oral-sádica y anal-sádica. La represión
es la salida que el yo propone para defenderse de las amenazas superyóicas.
La represión que de ellas se haga se relacionará con las frustraciones y con
las fijaciones que posteriormente predominarán en el sujeto. Estas
frustraciones se revestirán de gran importancia en la orientación que al
sentimiento de culpa dé el sujeto en su vida adulta. Asimismo estarán
relacionadas con los elementos que considere asociados al castigo y sean
productores de ansiedad.
Klein señala que existe una relación entre las fantasías agresivas del
infante y la angustia:

La mejor adaptación a la realidad permite al niño conseguir más apoyo


contra las imagos fantásticas a través de su relación con los padres
verdaderos, en tanto que, en los estadios más tempranos del desarrollo
sus fantasías agresivas contra sus padres,
hermanos y hermanas despiertan
principalmente angustia porque estos
objetos podrían volverse contra él, esas
tendencias se convierten en la base de
los sentimientos de culpa y de deseo de
reparar lo que en su imaginación ha
hecho [Klein, 1994:264].

Álvaro Santiago
Lo anterior, nos permite entender
Tedio roto (detalle), 2004 que la función superyóica es fuente de
angustia, lo que induce al sujeto a
apoyarse en ella como mecanismo de defensa, ante los elementos
considerados como antisociales o inadecuados. Cuando el infante logra
superar sus tendencias sádicas, el superyó generará menos angustia y más
sentimientos de culpa. De esta manera los mecanismos de defensa
contribuyen a sustentar las actitudes éticas y morales en el niño,
aumentando el respeto y la consideración hacia sus objetos y fortaleciendo
sus sentimientos de socialización.

VIOLENCIA Y COMPORTAMIENTO SOCIAL 888


LA C U L P A: U N A C O N S T R U C C I Ó N S O C I A L

En la temprana fase sádica, que normalmente todo individuo supera,


el niño se protege contra este temor a sus objetos violentos, tanto
introyectados como externos, redoblando en su imaginación sus ataques
contra ellos; su propósito para deshacerse así de sus objetos es en parte
silenciar las intolerables amenazas del superyó. Con ello se establece un
círculo vicioso, la angustia del niño lo impulsa a destruir sus objetos y esto
lleva a un incremento de la propia angustia, que lo presiona una vez más
contra sus objetos; este círculo vicioso constituye el mecanismo psicológico
que parece estar en el fondo de las tendencias antisociales y criminales en
el individuo (Klein, 1994:264).
En la fase sádica el sujeto vive sentimientos contradictorios, pues por
un lado desea destruir a los objetos externos y por otro desea conservarlos
por la angustia del desamparo ligado a los sentimientos de culpa.
De lo anterior, podemos retomar, a partir de las propuestas de M. Klein,
que la angustia y la culpa se gestan a partir de elementos ambivalentes,
aceptados y rechazados en el sujeto. Tales elementos opuestos se manifiestan
en el ser humano desde sus inicios y lo acompañan a través de toda su vida.
Esta concepción es retomada por psicoanalistas actuales tales como
Francisco Pereña, quien encuentra en ella elementos que pueden sustentar
la maduración psíquica del sujeto. F. Pereña, al igual que S. Freud y que
M. Klein, retoma el concepto de ambivalencia psíquica y a partir de él,
propone su concepto de culpa. Para este autor, la angustia en un sujeto,
además de ser una manifestación de su desamparo real, puede ser un
elemento que apoye la maduración del sujeto si éste evita confundir la
amenaza del otro con su desamparo. El enfrentamiento del hombre con
su existencia está ligado con tal opción de evitarlo, haciéndose dependiente
de otro y quitándose con ello toda responsabilidad propia. El saber y el
aceptar que está ante un desamparo real, aunque lo angustie, le da la
posibilidad de hacerse cargo de tal desamparo. La percepción de la pérdida
radical e indecible está ligada a la angustia y la pérdida del amor a la culpa.
El miedo a la pérdida del amor está en el origen de la culpa (Pereña,
62:2001). Es decir que las pérdidas extremas producen angustia, pero que
específicamente las pérdidas de amor son las que generan culpa. Por tanto,
la culpa está relacionada con la relación entre el sujeto y el otro.

VIOLENCIA Y COMPORTAMIENTO SOCIAL 889


LA C U L P A: U N A C O N S T R U C C I Ó N S O C I A L

Francisco Pereña señala que la culpa puede ser subjetiva o superyóica.


La culpa superyóica deviene de la angustia y de su necesidad de ser eliminada
mediante el castigo y la pertenencia para satisfacer la demanda al padre.
Esta angustia se gesta en la repetición de la demanda de algo que no tiene
remedio o no es posible. La culpa subjetiva esta relacionada con la
responsabilidad no inocente de su decir o de su hacer y tiene como origen
la represión de la agresión (Pereña, 2001:68).
Si bien es cierto que la agresividad es la manera como la pulsión de
muerte dirige la vida, también se requiere que dicha agresividad no avasalle
la vida pulsional. Por ello Pereña plantea que:

Lo anterior nos habla de que las fuentes pulsionales Eros y Tánatos


conforman una dualidad básica pulsional que además de requerir un
equilibrio, necesita una adecuada expresión. Mantener la represión
detiene e inmoviliza las pulsiones, en cambio el desplazamiento
libidinal da vida al sujeto del deseo.

Corresponde a cada sujeto asumir esta dualidad, cuando se rechaza, se


exorciza y se expulsa el mal o la agresión, tiende a depositarse en el exterior
constituyendo al mal externo, al chivo expiatorio, al diablo sobre el cual
habrá que conducirse paradójicamente con una fuerte agresión para tratar
de destruirle y garantizar con ello que no vuelva a penetrar en el sujeto.
Toda actitud que trate de calmar la angustia de la culpa ofreciendo una
certeza a la cual asirse provocará en los sujetos que la acepten dos formas
de escisión: la primera, al exteriorizar el mal poniendo la culpa en alguien
externo; y la segunda constituida por la fragmentación interna, pues la
psique seguirá en su naturaleza siendo dual y creará divisiones entre las
partes consideradas como buenas, aceptando y poniéndose del lado de las
más ortodoxas y rechazando las heterodoxas.

La culpa desde otras miradas

Michel Foucault señala que la culpa está dada en lo social más que en lo
interno, como lo plantean los psicoanalistas; en este sentido la culpa estaría

VIOLENCIA Y COMPORTAMIENTO SOCIAL 890


LA C U L P A: U N A C O N S T R U C C I Ó N S O C I A L

dada en función del otro y de las instituciones creadas para ejercer control.
Para poder lograr el control de estas contradicciones en el sujeto, se
estructuran las leyes civiles y religiosas que coinciden en dos intereses:
impedir la expresión libre de las pulsiones en la población y garantizar con
ello la continuidad de su poder. Estado e Iglesia establecen paradigmas
sobre los cuales sustentan estas leyes. Ambas se interesan en proponer un
modelo de vida, ya sea el de la salvación eterna, el de la familia o el de la
dependencia edípica, tomadas todos ellos como dogmas de certeza, pues
con ello se garantiza la detentación del poder, sustentado en la prohibición.
La religión es un ejemplo de aceptación de certeza colectiva, con ella se
garantiza la dependencia de una colectividad hacia otro que le ofrece la
ilusoria certeza de una vida mejor, fomentando que cada sujeto renuncie a
la aceptación de su propio desamparo y a la posibilidad de faltar a la
satisfacción del deseo del otro enfrentando su angustia. De esta manera, se
promueve el canibalismo social; el otro decide impunemente por el sujeto
y el sentimiento de culpa subjetiva queda desautorizado, imperando la
culpa superyóica.
En la religión, dios constituye un elemento que se ofrece al sujeto para
compensar su carencia y su angustia, el cual podrá ser diluido si cumple
con el deseo del otro justificando la sumisión más absoluta. Así, la religión
dio cobijo a la intolerancia, a la violencia y al sufrimiento. Los castigos
siguieron un proceso evolutivo acorde con el posicionamiento del otro
que decidía y que con ello se constituía en un superyó colectivo, vigilante
y punitivo a través de los encargados del control social que ocuparon los
puestos de poder en el Estado y en la religión.
El imperativo de la religión ha sido el promover la culpa y el controlar
las almas y los cuerpos de sus subordinados. En este sentido la culpa es un
proceso individual que constituye las subjetividades pero al mismo tiempo
es un proceso social que encuentra su expresión en los otros. Esta
contradicción psíquica, interna e individual de los seres humanos ha servido
para el control y sumisión de pueblos enteros, de razas y de clases; motivo
de amedrentamiento y violencia contra el otro.
Sobre este tema mucho se ha escrito al respecto en diferentes tiempos
históricos y en diferentes líneas del pensamiento social, uno de los autores
que ha contribuido a cuestionar estas formas de control es Nietzsche, quien

VIOLENCIA Y COMPORTAMIENTO SOCIAL 891


LA C U L P A: U N A C O N S T R U C C I Ó N S O C I A L

en su obra La genealogía de la moral enfrenta y cuestiona las raíces de la


moral tradicional, y descubre que es la moral de los esclavos, de los débiles
y de los derrotados, de los que se hallan resentidos contra todo lo que es
noble, hermoso y aristocrático. En tal obra señala que la situación de una
casta superior, terminó afirmándose por encima del pueblo al presentarse
como seres superiores capaces de juzgar a todos. Nietzsche argumenta
sobre el Dios construido que presentan los predicadores de la muerte, que
además de no comprender a los vivos, desea destruir a los hombres y
alimentarse de ellos.
Por ello Dios ha sido destituido y destruido, “Dios ha muerto”. El
pueblo tiene entonces que enfrentar una angustia mayor, pues Dios mismo
se ha convertido en una amenaza para éste, por lo que tendrá que someterse
a las leyes religiosas escindiendo sus pulsiones agresivas y confiando en los
nuevos enviados de Dios para el cuidado de sus almas.
A través de la técnica pastoral, que después será el poder pastoral, el
pastor conoce el alma de su rebaño, pero este conocimiento, se da bajo el
secreto de confesión, y lo que se confiesa es un acto que se hizo en contra
de las leyes de Dios, es decir, se confiesa culpable.
Para Foucault se utiliza la técnica del poder pastoral para poder lograr
el dominio de los sujetos. De esta forma se logra que los dirigentes,
manipulando a la sociedad la lleven al acuerdo al que desean llegar
manipulando y diciendo lo que está bien y lo que está mal. El poder del
siglo XIX convierte la disciplina en la técnica privilegiada del ejercicio del
poder. No importaba el parecer o el dolor del acusado, la culpa había
tomado su función: la de garantizar la estadía de los poderosos en su
posición de control. La culpa avanzó en sus alcances. Ya no era necesario
que se hubiera comprobado el delito para ser culpable, bastaba con que
no se hubiese podido comprobar la inocencia.

La culpabilidad no comenzaba una vez reunidas todas las pruebas;


documento a documento, estaba constituida por cada uno de los
elementos que permitían reconocer un culpable. Así, una semiprueba
no volvía inocente a un sospechoso, en tanto que no había sido
completada: hacía de él un semiculpable, el indicio, así fuera leve,
de un crimen grave, marcaba al individuo como un poco criminal
[Foucault, 1976:48].

VIOLENCIA Y COMPORTAMIENTO SOCIAL 892


LA C U L P A: U N A C O N S T R U C C I Ó N S O C I A L

Estos planteamientos muestran cómo el sujeto se ve minado en sus


expresiones duales, no sólo por el hecho del conflicto interno, sino porque
hay una serie de contratos sociales y de normas morales que le impiden
manifestar sus dos pulsiones constituyentes “Eros y Tánatos”.

Hacia una construcción del concepto de culpa

Recapitulando, podemos decir que el sentimiento de inadecuación lo puede


experimentar un sujeto que no se conforma sólo con los paradigmas que los
poderosos le imponen, relativos a su incapacidad para ofrecer un afecto
auténtico. Esta inadecuación se refuerza a través del supuesto de no haber
cumplido con las expectativas de otro, o por el sentimiento de incapacidad
de dominar los propios impulsos agresivos. Todos experimentamos constante-
mente tendencias ambivalentes en las que habita tanto el odio como el
amor. Estas tendencias se mezclan y sustentan sentimientos de culpa, que
nos torturan, que nos hacen sentir inadecuados o al borde de la locura.
Como los sentimientos de culpa son muy dolorosos, solemos relegarlos
muy al fondo de la mente. Sin embargo, se expresan disfrazados en distintas
formas y constituyen una fuente de perturbación en nuestras relaciones
personales. Algunos sujetos, por ejemplo, se desazonan muy pronto cuando
notan falta de aprecio, aun en quienes poco signifiquen para ellos; la razón
es que la percepción de su propia agresión reprimida, los lleva a considerar
que no merecen la atención de nadie, y una actitud fría les confirma la
sospecha de no ser dignos. Otros están insatisfechos de sí mismos (sin
base objetiva) en las más variadas formas, sea en relación con su pareja, su
trabajo o su capacidad en general. Algunas de estas manifestaciones son
comúnmente reconocidas y se les denomina complejo de inferioridad.
Las investigaciones psicoanalíticas demuestran que las actitudes de esta
naturaleza tienen raíces mucho más profundas de lo que habitualmente se
supone y siempre están relacionadas con sentimientos inconscientes de
culpa. Muchas personas tienen intensa necesidad de alabanza y aprobación
general, precisamente porque necesitan la prueba de que son dignas de ser
amadas (Klein, 1994:313).

VIOLENCIA Y COMPORTAMIENTO SOCIAL 893


LA C U L P A: U N A C O N S T R U C C I Ó N S O C I A L

Por otra parte, la falta exteriorizada de sentimientos humanos negativos


hace que la sociedad no comprenda los problemas relativos a las actitudes
de tales sentimientos. Sin embargo, como señaló Klein, esta falta es sólo
aparente. Al avanzar el análisis y llegar al enfrentamiento con los
sentimientos de odio y de angustia, también se hallan los sentimientos de
amor, que si bien no se exteriorizan, viven reprimidos en el sujeto.
La prohibición de la expresión de la agresión deja impotentes a los
hombres llenándolos de miedo y culpa. Religiosos y dirigentes se han
constituido en sumos pontífices instalando la culpa superyóica en la
población. A partir de lo anterior, podemos proponer que la culpa es una
construcción social que funciona ofreciendo al sujeto una forma de certeza
para calmar su angustia ante la presencia, de lo agresivo o destructivo a lo
cual se le ha significado como el mal. Dicha significación cumple con la
misión de prohibir el acceso al sujeto a su propia capacidad de destrucción
y con ello garantizar la estabilidad y la continuidad de los que se han
constituido como detentores del poder.
El control de los poderosos se sustenta por tanto, en la construcción de
un superyó severo que impide al sujeto el libre flujo de sus pulsiones. De
esta forma, si el sujeto permite su flujo, el superyó lo signará culpable ya
sea con una culpa superyóica por haber destruido algo en el medio social,
o con una culpa subjetiva por haber destruido una posibilidad personal.
La promesa de un mundo carente de agresión, persuade al sujeto a escindir
una parte esencialmente constitutiva de él, su agresión. Con ello se niega
la naturaleza dual de la psique y su expresión en la vida cotidiana. Se
pretende, con ello, garantizar una vida social estable y sin embargo, se
llega a lo contrario, pues la sociedad se manifiesta cada vez más esquizoide
y caótica, pues una parte se comporta sumisa a las leyes de los dirigentes,
con la esperanza de lograr la promesa de una vida feliz, ya sea en este mundo
o en otro, mientras otra parte de la sociedad se posesiona de la ley y del
ejercicio libre de la agresión y del sometimiento constituyéndose en el grupo
de poder. Ejemplo de ello es la delincuencia organizada que como ya
vislumbraba W. Benjamin, desde el siglo pasado se da como resultado del
maridaje entre la mafia y el Estado. Paradójicamente, el mundo pacífico que
se le ofreció al sujeto no agresor, se desvanece y queda inmerso en un medio

VIOLENCIA Y COMPORTAMIENTO SOCIAL 894


LA C U L P A: U N A C O N S T R U C C I Ó N S O C I A L

hostil y corrupto totalmente ajeno al paraíso terrenal que se le ofreció a


cambio de aceptar su propia castración.
Los impulsos del Tánatos en la población buscan salida y los grupos
sociales de control lo saben, por lo que les ofrecen soluciones sucedáneas,
tales como los encuentros deportivos, el box y las luchas, los noticieros, las
películas y programas de televisión cargados de agresión, por medio de los
cuales las pulsiones destructivas se desplazan en un alter-ego que las actúa en
sustitución del sujeto; o bien se reproduce en el hogar el abuso reconstruyendo
los roles del machismo y la sumisión, del abusador y del abusado, del poderoso
y del sometido, en las relaciones de pareja y en las relaciones parentales,
pudiendo decir otro tanto en cuanto a las relaciones laborales.
La psique, dual por su constitución, necesita de la expresión de las
pulsiones del Eros y del Tánatos. No solamente una de ellas, cualquiera
que ésta fuese, sino de las dos. Escindir del comportamiento humano una
de ellas, parcial o totalmente, es propiciar el desequilibrio y favorecer la
neurosis masiva cuando no una psicosis. Pretender la muerte de Dios, es
una expresión, desde el punto de vista psíquico, no religioso, que propone
la exclusión de una de las dos pulsiones que constituyen nuestro psiquismo.
Aceptar la escisión es aumentar la sensación de la falta y la experiencia del
vacío existencial. Para los que no detentan el poder, negarse a aceptar tal
escisión significa inscribirse en la criminalidad o en la locura.
Lo anterior conduce al problema de encontrar las vías de expresión
para tales pulsiones polares; si bien son muchas las formas de expresión
del inconsciente como los sueños, el arte, el trabajo analítico en terapia,
el enfrentar los miedos, los fracasos, etcétera, también cabe aclarar que el
ser humano necesita experimentar diversas formas, para llegar a la
integración homeostática.

Una alternativa para desvanecer polaridades

Uno de los varios caminos para dilucidar el problema de la polaridad podría


darse en el encuentro entre la psicología y el arte, pues en este último, los
artistas han tenido que enfrentar el vacío existencial reflejado en el lienzo
blanco y trabajar sobre él, combinando sus pulsiones amorosas y agresivas

VIOLENCIA Y COMPORTAMIENTO SOCIAL 895


LA C U L P A: U N A C O N S T R U C C I Ó N S O C I A L

para tratar de llegar a través de una negociación plástica y psíquica de la


expresión de sí mismos.
A largo de la historia hemos visto creaciones magnificas en el campo de
las artes: música, pintura, teatro, escritura, poesía, arquitectura, danza,
etcétera, que han sido expresiones inconscientes de subjetividades
personales, colectivas e históricas. Esto ha permitido lograr cierto grado
de homeostasis en donde es posible identificar y despolarizar en el sujeto
la culpa por expresar esa energía del Tánatos, que de otro modo habría
sido destrucción, odio y agresividad.
Al igual que se ha expresado el Tánatos en las artes, lo ha hecho el Eros
logrando con ello una dinámica más equilibrada de las energías pulsionales.
Respecto de la pintura Jaffé señala que para el pintor francés Alfred
Manessier, la meta de su arte es reconquistar el peso de la perdida realidad,
que no reside en la abstracción ni en el realismo sino en la reconquista de
su peso como ser humano. Para ello es necesario no negar el mal, pues
como dice Paul Klee, “aún el mal no debe ser un enemigo vencedor o
degradante, sino una fuerza colaboradora en el conjunto” (Jung, 1997:270).
Es decir que, incorporar los aspectos destructivos que requiere el propio
cambio es necesario respetando la perspectiva constructiva por la que nos
conduce el Eros.
Una vía posible entonces, la daría la disolución de las conductas
excesivamente polarizadas entre dominantes y dominados, entre la bondad
reconocida en uno mismo y la maldad rechazada y proyectadas en otros.
Para Jung, en la psique conviven las oposiciones: la vida con la muerte,
la envidia con la generosidad, la codicia con la largueza, etcétera. Los
elementos que hemos escindido de nuestra personalidad, y proyectado en
el exterior, sobreviven en nuestro aparato psíquico como una Sombra que
espera su oportunidad de expresarse. Esta Sombra no es un material
psíquico indeseable, sino que se presenta, como todo en la psique, con un
aspecto dual que los alquimistas denominaban el espíritu de Mercurius o
Mercurio dúplex, de dos caras, pues en tanto una de estas caras presenta el
aspecto positivo de lo socialmente considerado como malo, la otra de las
caras presenta el polo positivo.
Todo acto humano es dual. Va acompañado de la muerte de un estado
anterior y del nacimiento de uno nuevo, lo que nos lleva a afirmar que la

VIOLENCIA Y COMPORTAMIENTO SOCIAL 896


LA C U L P A: U N A C O N S T R U C C I Ó N S O C I A L

muerte tiene aspectos positivos, pues sin ellos no podría darse el cambio.
Lo mismo puede afirmarse de la agresión, pues sin ella no habría muerte y
tampoco cambio. Es decir que también la consideración de que la vida sea
buena y la muerte o la agresión mala, sólo son polarizaciones de un punto
de vista que a nivel intrapsíquico sigue siendo dual. Jaffé afirma: “los dos
aspectos van juntos porque lo paradójico es una de las cualidades básicas
del inconsciente y de sus contenidos” (Jung, 1997:267).
La naturaleza dual de la psique porta las oposiciones constructivas y
destructivas que nuestro vivir requiere. Escindirlas para percibirse positivo
o bueno, proyectando en otro nuestras pulsiones agresivas, no es solución.
El desamparo queda sólo cubierto por la aparente certeza de formar parte
de lo considerado bueno, admisible o positivo. Esconder nuestra agresión
en los otros conduce a aumentar la dependencia del exterior y al
autoengaño. Asumir la totalidad de nuestras polaridades permite la
disolución de la manipulación que otros pueden hacer del sujeto a través
de la culpa. Asumir las propias pulsiones agresivas favorece asumir también
las pulsiones eróticas y una expresión integrada de ambas en las interacciones
del sujeto con su entorno. La culpa es un mecanismo de manipulación
que sustenta un daño social. Al igual que resulta dañado el culpado, resulta
dañado el culpador pues también está escindiendo el aspecto humano
constructivo del lazo social. En su afán por tener, objetos bajo su poder,
para sentirse poseedor del falo, de humanos y de naciones, pierde la
experiencia de Eros. Mantener el balance en la experimentación del Eros
y del Tánatos propio es permitir el final de una etapa y su disolución y dar
paso a la expresión psíquica en uno mismo al tiempo que se fortalecen los
lazos sociales.
Una vida sin un sujeto que por experimentar rompa, se equivoque o
destruya, tal vez no sería vida. Podemos equivocarnos pero no por eso
somos culpables. Eros y Tánatos es el camino de la experiencia. Para los
practicantes del Zen es más importante vivir y ser que tener. Para ellos la
persona que sabe quien es, es la que se ha encontrado a sí misma. Es la que
en el espejo sólo se ve tal cual es, con todas sus contradicciones.

VIOLENCIA Y COMPORTAMIENTO SOCIAL 897


LA C U L P A: U N A C O N S T R U C C I Ó N S O C I A L

Bibliografía

Dreyfus, H. y Ravinow (1988), Michel Foucault: más allá del estructuralismo y la


hermenéutica, UNAM, México.
Foucault, M. (1978), La verdad y las formas jurídicas, Gedisa, México, 2001.
—— (1976), Vigilar y castigar, Siglo XXI, México.
Jung, C. G. (1997), El hombre y sus símbolos, Paidós, Barcelona.
Klein, Melanie (1937), Amor, culpa y reparación, Paidós, España.
—— (1934), Sobre la criminalidad, Paidós, Barcelona.
Lazarus, Richard (1991), R. S. Progress on a cognitive motivational-relational theory or
emotion, American psichologyst, United States.
Liebert, R. et al. (1999) Personalidad, International Thomson, México.
Morris, Ch. (2001), Psicología, Prentice Hall, México.
Nietzsche, F. (2004), Genealogía de la moral, Porrúa, Sepan cuántos, México.
—— (2004), Así hablaba Zaratustra, Leyenda, México.
—— (2004), El anticristo, Leyenda, México.
Pereña, F. (2001), La pulsión y la culpa, Síntesis, Madrid.
Reale, G. et al. (2002), Historia del pensamiento filosófico y científico, Herder.
Reeve, J. (2003), Motivación y emoción, Mc Graw Hill, México.
Ryan y Deci (2000) Self determination. Theory and the facilitation in intrinsic motivation,
social development, and well-bieng, American psichologyst, United States.

VIOLENCIA Y COMPORTAMIENTO SOCIAL 898

Você também pode gostar