Escolar Documentos
Profissional Documentos
Cultura Documentos
oo 2
LII.{GÜÍSUCA CLÍNICA
Y LOGOPEDIA
, l',1 t'rr lirt¡ut' ( ( )n ¡ u u it .rt i vo crr logollctl i¿r. N ivcl llragnrírtic«r
,
l. lntnrlttt't'ititt
4.\.\
lclt¡1trrrjc, (lu(' su[)oll('n ultir l)olrl,,r. i,irr r'.'.1u. i,l;r, ¡rllnt('rn un.r.\ tlilit ult.r,l,',,
antagónicas al rt:sto clc nifios c«¡rr u'rr.st()r'n().s tl.'l lt'nliurrjr'. Lrr nr:ryot'í:r rlt'trsto,,
quiere comunicarse pero no lo cotrsigtrc cfic¿rzrncntc [)or'.su csc:lso tlorrrir¡r,,
del código lingüístico. El factor que más limita la eficacia cornunic'r¡(ivrr t'rr 1,,,,
niños con TPL no es el dominio del código sino su falta cle c:aprrcirl:rtl ¡,.rr.r
interpretar el mundo interno de las demás personas. Monfort yJurírcz, (2(X),t,
p. 25) expresan esto diciendo que los problemas de los niños TPL sorr plolrlt.
mas pragmáticos primarios -es el problema básico- mientras que elr cl r'('sto
los problemas pragmáticos son secundarios -son subsidiarios del dornirrio rlt'l
código y desaparecen al aumentar la eficacia en generar o interpretar rncrrsrrit'r
aceptables.
Cuando hablamos de intervención basada en el paradigma comunicuriv,,
siempre estamos pensando en los niños con problemas secundarios crr l.r
comunicación. La intervención en los niños con TPL plantea otros prolrlt'rrr.rt
que no son objeto de estas líneas.
Las edades más tempranas son propicias a la intervención basad¿r crr ,'l
paradigma comunicativo, sea cual fuere el origen del trastorno del lenguajc.
Ni los trastornos de la voz, ni los trastornos adquiridos del lenguajc y cl
habla, son a§ordables desde el enfoque comunicativo exclusivamentc. Sir¡
embargo, no puede haber otro enfoque para los trastornos del lenguajc t¡rr.'
afectan el desarrollo de las primeras etapas del lenguaje o compromete glollrl
mente su adquisición.
El enfoque comunicativo de la intervención logopédica parte de vru'i,rt
presupuestos:
4\4
,,( onlo tc rorrtunir':ts r«llr :tl¡ltticlr t¡ttc lro ¡rtter.lc' lr:t...'t'l.r l:icilrrrcrrtr'?
t irirt, l)('rr)
l'.s rrr.is, sr l.¡rrz.un()s llegrcrlrcntc cstos ttrctrsajes a los fanriliarcs pocletrtos
ilun)('rrrru' los scntinlientos de frustración y culpa.
[.a p:rradoja se resuelve si introducimos varios conceptos: situación refor-
zada, interlocutor preferente y ajuste mutuo. Luego concretaremos aún más al
exponer varias modalidades de intervención: intervención basada en formatos
al estilo de Bruner, el juego comunicativo y los ejercicios funcionales.
4.\5
Pero estos interlocutores deberán reforzar la situación ajustando su lenguaje,
proporcionando pistas contextuales, sistemas de ayuda gráficos o manuales,
lenguaje corporal, insistiendo en los tópicos, aportando estabilidad a los enun-
ciados, reformulando y proporcionando modelos a modo de feedback correc-
tivo a partir de los enunciados del paciente. Jean Rondal (1984) opina que un
ajuste adecuado nunca supera el nivel de comprensión del niñó p.ró sí su
nivel de expresión; aunque sólo ligeramente. Si superamos su nivei de com-
prensión, el niño o el afásico pierde el interés y no es capaz de interaccionar.
Superando ligeramente su nivel de complejidad expresiva esramos proporcio-
nando un modelo f;ícil de asumir en un futuro cercano.
Jtárez, aunque radicalmente a favor del paradigma comunicativo y siem-
pre pensando que el único modelo realmente eftcazpara la adquisición de la
lengua es el método materno afirma que:
436
entabla la conversación aportand o reforzadores de tipo corporal, sistemas
alternativos de comunicación -como el comunicador pictográfico basado en
SPC-, repitiendo tópicos, fijando estructuras y proporcionando cualquier sis-
tema de ayuda. Si el paciente es capaz, la conversación se aleja del referente
concreto en busca de otros tópicos.
Otra posibilidad a partir de la cual crear estas conversaciones reforzadas
son las acciones compartidas: la conversación se organiza en torno a las necesi-
dades de comunicación que se plantean cuando ambos comparten una activi-
dad. Por ejemplo: los juegos de naipes, el dominó, etc. La situación impone
una sintaxis de acciones que ordena a los interlocutores: usé lo que has hecho,
sé lo que harás y eso me ayuda a entender lo que dices y quizás a ser entendido
cuando me comuniquer. Pequeñas acciones conjuntas como coser un botón,
planchar una camisa, hacer una tortilla de patata (o explicar cómo se hace ante
una secuencia de imágenes adecuada), cambiar una rueda, acoplar el cable al
enchufe, curar una pequeña herida, planear una ruta con un mapa delante o
transplantar una maceta, pueden servir para ayudarse de Ia acción como orga-
nizador de la conversación.
Aplicar este concepto de acción-conversación a niños es muy f,ícil. Lo lla-
mamos juego comunicativo y lo explicaremos más adelante.
2.3. Formatos
Aunque el libro de Jerome Bruner *El habla del niño,) no tiene una finali-
dad de aplicación directa en Ia práctica logopédica, desde su publicación en
1983, muchos logopedas han entendido alguna de sus prácticas habituales a
partir del concepto de nformato» tal como Io describe Bruner. En el capítulo
«jugar, juegos y lenguaje» se describe un tipo de interacción madre-hijo muy
temprana donde el lenguaje debe estar presente para que se desarrolle el juego:
uhay juegos que están constituidos por el lenguaje y que sólo pueden existir
donde el lenguaje está presente), (Bruner, 1983: p. 46). Un ejemplo, que cual-
quier lector puede reconocer, es el juego del cu-cú. Entre los juegos de uarrullo
y nana» de la tradición oral pueden encontrarse muchos otros.
Se podría definir un uformato» como un juego ritualizado e idealizado
donde se suceden acciones y palabras. Las características de estos formatos son:
437
El formato tiene un orden idealizado que le da la estructura remporal. Por
ejemplo, el juego del cu-cú tiene una estructura que podemos resumir en:
desaparición-llamada-aparición-desaparición. Después de las primeras exposi-
ciones al juego, el niño tiene en su mente la estructura, espera sin anticipar
cada etapa, reacciona y... disfruta como un enano. Los gestos concretos y las
palabras concretas pueden variar pero la estructura es fija e inamovible:
' Desaparición: nNo está el niño. No lo veo. ¿Dónde está? ¡No hay nadiel
Se ha ido.
a Llamada: uPepitor, uEh-Ehr, u¿dónde estás?», u¡Vuelve!,
a Aparición: uCucúr. nAquír. uUhr. nYa está...»; acompañado de gestos,
abrazos, besos, etc... y vuelta a empezar) incansablemente, con la
siguiente desaparición.
438
Estas situaciones nos proporcionan elementos imprescindibles en la inter-
vención:
- Para poder jugar hay que comunicar: los signos (la palabra, pictograma
o gesto) son necesarios Para la acción.
- Eiconrexro facilita el uso realmente comunicativo de los signos, a Pesar
de que el niño -emisor o rece,plor- sea un mal conocedor del códig_o.
- EI ,rro d. estos signos se ve 'reforzado por el éxito comunicativo. Si un
niño los usa y oblierre la respuesta esperada se refuerza la conducta y
tiende a repetirlos. Por el mismo motivo, la conducta expresiva se extin-
gue si no n a la meta de conseguir [a respuesta esperada en el otro.
^lr
L^ situación bi-direccional de rolés intercambiables hace posible que el
-
niño imite a la persona y los códigos que hace usa para comunicar.
- EI conrexro y la propia composición del formato, lo que Bruner llamó
usintaxis de palabrrr y acciones,,, hacen posible la comprensión de las
palabras y signos por ambas partes al tiempo que el interlocutor puede
leer Ia intención comunicativa.
Sólo los adultos hablan por hablar. Los niños lo hacen cuando tienen algo
que decir. No se puede estimular la conversación de un niño Preguntándole si
l. g,.rrtr.r los dibüjos animados o qué hizo el fin de semana. Las respuestas de
un niño normal a esas preguntan serán «sí, y «no sé». Un niño con trastornos
del lenguaje simplemente no contestará.
LoJniíos hrblrn cuando tienen algo que decir, y entonces, es dificil hacer-
los callar. Ese es la primera rarea de un logopeda cuando trabaja desde el enfo-
que comunicativo: poner al paciente en disposición de «querer decir,. Crear
sit,ra.iorres para q,r. el niño, t adulto, sientan la necesidad de contar,_explicar,
pregunrar, áir.u,ir, demandar o argumentar. Evidentemente, las variables pro-
pi6 del sujeto son imporranres condicionantes. Quizás ante un autista provo-
.r, .r. d.i.o sea imposible. Afortunadamente, con otras patologías de len-
guaje, la capacidad áe rener intención comunicativa no está afectada y no
Lrulta difícil estimularla si actuamos de forma adecuada.
Puede parecer que la situación de njuego comunicativo» es similar a cuando
un proferor d. r.gúnd, lengua sitúa mentalmente a sus estudiantes uen el aero-
puerro» o «en .l iert",rr"rtér. No es verdad. Un estudiante de segunda lengua
irtu en un principio de fingimiento. Es un sujeto normal que juega al ncomo
sí..., Está más cerca de la -átr-.o-unicación que de Ia comunicación real. En
Ias situaciones de juego comunicativo no fingimos, creamos realidad. Creamos
una necesidad sincera de comunicarse en situación real. De hecho, si no pro-
porcionamos un sistema de ayuda para salvar la incomunicación en el caso de
439
pacientes incapaces de usar algún código eftcazmente, podemos incurrir en un
momento de enfado, frustración y rabieta. Es arriesgado, pero sólo así podemos
reproducir en un laboratorio las condiciones del modelo materno-parerno de
adquisición del lenguaje, purificarlas e intensificarlas.
En las situaciones de ujuego comunicativo» el niño llevará la iniciativa de
la acción. El papel del adulto será crear la situación adecuaday servir de inter-
locutor preferente capaz de ajustarse lingüísticamente y proporcionar modelos
aceptables y alcanzables.
Los niños normales hablan con sus padres de lo que ellos quieren y lo
hacen cuando ellos quieren. Los adultos «aprovechan, la gran actividad comu-
nicativa de los niños y sus abundantes iniciativas, para ajustarse a lo que dicen
en sus afirmaciones y no tanto a la corrección de los enunciados. Analicemos
un ejemplo real. Un padre pasea en un parque con su hijo de veinte meses. El
niño se fija en un amenazador perro que le supera en altura. Totalmente
inconsciente del peligro se dirige hacia él para tocarlo al tiempo que dice uito,
ito, (gatito, gatito).Es poco probable que el padre aproveche para corregir la
pronunciación (lgal-lúl-lol). Ante los ladridos del perro y el susto del niño eI
padre dijo: nNo es un gatito, es un perro». nNo se toca, el perro muerder. El
niño un poco asustado, no tanto por el perro, sino por el tirón de brazo del
padre y por lavoz de alarma dijo: u¿peo?r. El padre alejándose de la zona: nSí,
sí, un perro; y muerde; tienes que tener cuidado; vámonosr. El niño cada vez
más asustad.o: «¿peo? ee eee ¡peolr. El padre, ya sin darle importancia: nSi un
perro, un gaugau, y muerde. El niño, hablando solo npeo)), ..., «peo, peo».
Minutos después la madre los encuentra y dice u¿qué habéis hecho?, El niño
contesta: «peo eeeee». La madre no lo entiende y el padre aclara: nhemos visto
un perro que muerder. La madre continúa dirigiéndose al niño: u¿muerde el
perro?, El niño, moviendo las manos, contesta: «peo eer. El padre, imitando al
niño: «si, el perro muerder.
En este e.iemplo se puede apreciar como un niño incorpora un enunciado
que ha oído de su padre. La situación parte de Ia propia actividad del niño: que-
rer tocar y señalar verbalmente (ito=gatito), el padre interviene con la intención
de evitar un peligro potencial. Para ello, además de un tirón resolutivo, inrro-
duce nuevo vocabulario (nNo es un gatito, es un perro». nNo se toca, el perro
muerder; uSi, si, un perro, y muerde, tienes que tener cuidado, vámonosr). El
niño incorpora un enunciado imitando al padre. No imita la frase del padre,
sino al padre. Copia la expresión, el gesto y la prosodia del padre cuando dice nel
perro muerde, y cuando contesta a la madré detectamos la cara de circunsran-
cias y el gesto del padre diciendo uEl perro muerder. Su enunciado es «peo ee».
La madre no lo entiende. El padre aclara uhemos visto un perro que muerde, y
acto seguido es el padre el que imita la carita de circunstancias y su movimiento
de manitas diciendo usi, el perro muerder. El imitado imita al imitador.
Este ejemplo puede ilustrar como los niños incorporan nueves esrrucruras
en situaciones comunicativas. Esas situaciones resumen lo que Juárez y Mon-
440
fort llaman núcleo duro de la adquisición: el papel activo del niño y la comu-
nicación como motores de la adquisición del lenguaje (Juárez, A., y Monfort,
M.; 2001: 98) «... el niño toma la iniciativa, sus acciones físicas y verbales diri-
gen hacia sus intereses Ia conyersación del adulto que ajusta su lenguaje para
poder comunicarse».
La estrategia de intervención que denominamos ujuego comunicativo»
intenta reproducir estas situaciones de comunicación, purificándolas al
máximo y proporcionando al- niño oportunidades de vivir situaciones idóneas
pafa.o*,r.ri.arse satisfacto riJmente.
La situación de «juego lingüístico con juguetesr, o njuego comunicativo,
es similar a la que describen Grácia (1998) o Ana María Soprano (1997).
El juego comunicativo siempre se realiza con juguetes pero no sirve cual-
quiera. H^y dos tipos de juego que se toman siempre como referencia, aunque
cada logopeda puede tener sus propias artimañas. Son la casa de muñecas y el
juego de roles (nmédicos», «comiditasr). La casa de muñecas es el juego per-
fecto. Por ucasa de muñecas» entendemos cualquier juguete que reproduzca un
escenario con gente haciendo cosas. uLas casitas de Pin y Pon», uel barco
piratar, nel bosque de Robinr, ula granja, o ula familia feliz en su perfecto
adosado,, pueden ser ejemplo de casa de muñecas.
un error de principiantes sería usar los juguetes para realizar ejercicios de
denominación o de sintaxis (umaceta, tejado, jardín. El niño está en el baño,
la mamá en la cocinar, ¡Repite, por favor!). Lo denominamos estrategia
uFollow me». Otro error sería intentar organizar el juego y asumir el rol de
udecir lo que hay que hacer, («pon el niño en su cuna y la hermanita en el jar-
dínr. Dilo tú: «gato malor); es la estrategia nhermano mandónr. La tercera
estrategia errónea es uradio nacional,,: el adulto habla por los codos, el niño
dice monosílabos (uahora el papá entra porque viene del trabajo y su hijo Ie da
un besito y tropiezay cae y se van a bañar I...,y...r).
El primer paso que hay que dar para establecer el juego lingüístico es crear
una acción compartida equitativamente entre adulto y niño. La sola presenta-
ción de los juguetes suele estimular la acción del niño. El adulto la secunda.
No importa que sea silenciosa. Importa que haya una acció, y que ambos
estén involucrados por igual. A veces uno mira lo que hace el otro. Acto
seguido cambian los roles. Se imitan, se complementan o comparten la ejecu-
ción de una acción. Ordenan los objetos y manipulan los protagonistas o los
objetos como en un guiñol.
Si los niños no comienzan la actividad por ellos mismos, es mejor no for-
zarlos a que lo hagan. Normalmente es suficiente con tomar la iniciativa uno
mismo y comenzaf ajugar sin pretender que el niño se incorpore. Lo más pro-
bable es que, cinco minutos después, sea él quien quiera disfrutar la oportuni-
dad. En caso contrario, mientras el niño está atento, el adulto seguirá ,v com-
pletará el juego. Mañana habrá otra oportunidad al usar los mismos juguetes
repitiendo las mismas etapas básicas. Donde hay un espectador, mañana habrá
1+1
un actor. Otra posibilidad es incorporar un hermanito o un familiar para con-
r,encer al niño que se trata de un juego realy no de una amenazadora y tram-
posa actividad §^r^evaluar lo mal que habla.
Si el niño y el adulto comparten la acción se crea comunicación. La comu-
nicación precede a la palabra. La mirada y las acciones conjuntas permiten
interacción. Ambos juegan con los juguetes. En la escena suceden cosas: como
en un guiñol, los personajes se besan, se pegan, trabajan, duermen, hacen
caca, se lavan, se accidentan) algunos vuelan, comen, tropiezan, enferman,
curan, etc. El adulto debe reprimir cualquier tipo de estrategia didáctica. Se
trata de hablar cuando sea pertinente a la acción y como un personaje secun-
dario. El protagonista es el niño: él dirige la acción. Lo más habitual es que la
comunicación verbal surja a partir de los sonidos-acciones del juego (npumba,
chaf, ay,ay,ay, pupa, booomr) o de palabras que acompañan a la acción o que
propiamente son acciones: «tolna, dame, vete, malo, yo gano, ¿se ha hecho
daño?, ¡curado!, El adulto debe usar el lenguaje como parte de la acción real y
puede comunicarse con el niño cuando sea oportuno. Además su función será
ajustar el lenguaje, proporcionar enunciados estables, poco ambiguos, redun-
dantes, nligeramente desfasados, al estilo de Rondal: superan el nivel expresivo
ligeramente pero nunca el comprensivo. Es importantísimo repetir las accio-
nes y tópicos. Para el niño nunca es una repetición, es una recreación. El
adulto debe asumir esto. Recreamos la situación no la repetimos.
Si las situaciones están bien creadas y se cumplen ciertas premisas acerca
del estado mental y fisico del niño, se produce algo mágico: el niño cambia
el rol, quiere hacer lo que tú has hecho y que tú hagas lo que él ha hecho.
No es una imitación directa de las palabras. Imita la acción y los modelos
verbales que la acompañan. Recrea las emociones que genera la acción y
también la emoción de los personajes. Imita al adulto y reproduce acciones,
palabras, gestos y entonaciones. La imitación prosódica suele ser muy evi-
dente. No es frecuente que esto se produzcael primer día pero suele ser nor-
mal cuando se repite el juego varias sesiones. Un truco interesante consiste
en retirar el juego cuando aún el niño no se ha cansado de él y volverlo a
usar unos días o semanas después. Entonces se suelen disparar esos mecanis-
mos de imitación.
La imitación que realiza el niño nunca es automática. Sufre el filtraje cog-
nitivo y lingüístico. La imitación se filtra a través del sistema del propio niño.
Una prueba de ello es que al repetir sigue cometiendo los errores propios de su
sistema lingüístico. Por ejemplo, en una sesión el adulto dijo ¡No está roto!; al
día siguiente el niño pronunció: ¡oto no! imitando la entonación exagerada r.
el gesto de llevarse las manos a la cabeza. N mismo tiempo, el propio sistema
del niño se amplía y remodela al usar nuevo vocabulario y nuevas estructuras.
Además, el adulto puede proporcionar entonces un feed-back correctivo, del
tipo expansiones y extensiones (No está roto, está entero) que ayuda a esa
remodelación del sistema lingüístico del niño.
442
Realmente es emocionante crear estas situaciones y ver como el niño
intenta asumir esos modelos, que, inicialmente sólo funcionan en ese entorno,
pero que pueden generalizarse fácilmente.
¿Por qué son mágicas estas situaciones y porqué tienden a generalizarse las
esrrucruras lingüísticas que se incorporan en ellas? Ese es el misterio del
modelo marerno de Ia adquisición de la lengua: el niño usa modelos que capta
en el medio y los re-elabora. Las situaciones propicias donde se producen esas
incorporaciones tienen dos características: son comunicativas y emocionales.
Cuando se despierta su interés em'ocional y mientras se comunican realmente,
los niños incorporan palabras y enunciados transformándolos en su mente y
generando el lenguaje.
Con esra técnica de intervención intentamos reproducir, purificar e inten-
sificar los dos motores del modelo materno: el niño tiene un papel activo en
su proceso de adquisición de la lengua y son las situaciones reales de comuni-
cación los contextos donde se produce la estimulación necesaria para que los
procesos de adquisición prosperen. El papel del adulto es ayudar a crear la
situación y comunicarse con un lenguaje ajustado en esas situaciones, que no
son muy diferentes a las situaciones reales donde los niños hacen y prueban
sus adquisiciones. A veces nos gusta usar una metáfora: estos momentos de
juego comunicativo donde se produce una estimulación lingüística intensifi-
cada, pero respetando los dos pilares básicos -papel activo del niño, comuni-
cación real-, son como el uyogur, diario que proporcionamos a un niño ina-
petente cuando queremos asegurar que aportamos un número mínimo de
nutrientes de alta calidad lingüística.
2. 5. Ejercicios funcionales
443
ordenar...), por el tema sobre el que comunican los participantes (ropa,
comida, personas, objetos...) y por los contenidos lingüísticos explícitos que
deben usar (alcachofas, naranjada, pelota roia, robot amigo...). Además, el
educador cuenra con la posibilidad de introducir sistemas de facilitación de la
rarea o modificar las variables del ejercicio con el fin de hacer posible al niño
una comunicación efectiva durante el ejercicio funcional (ver tabla 3).
Thbla 3
Esquema pedagógico de un nejercicio funcional, según Monfort y Juárez
VARIABLES SISTEMAS DE
DE COMPLEJIDAD + SITUACIÓN C-FACILITACIÓN
Definida por:
V1: variable de referente . La o las funciones del len-
V2: variable de situación guaje implicadas inmediata
V3: Vvariable de interlocutor . Tema general de referente (es-
V4: variable de código cogido en función del interés Feed-back correctivo
V5: variable de tiempo y de los niños o de su adecua-
aspecto ción para los contenidos ex- Inducción
plícitos)
. Contenidos lingüísticos ex-
plícitos (fonológicos, semán-
ticos, pragmáticos o morfo-
sintácticos)
444
llarse. Para ello moviliza todos sus recursos lingüísticos y no lingüísticos por-
que parre de un deseo real de hacerse entender. En el ejemplo anterior, el niño
debe esforzarse por elegir al menos una palabra, y pronunciarla de forma que
el adulto la entiinda pára poder proporcionar el alimento pedido. Si un niño
realiza una vocalización incomprensible el juego no puede realizarse, ya que al
diseñar el ejercicio, se crea la situación de forma que sea imprescindible la
transmisión real de información pafa poder practicarlo.
En los ejercicios funcionales los 3dultos no tienen porque hacer correcciones
explícitas sobre los enunciados del niño. Las situaciones están creadas de forma
que si el enunciado es comprensible, el niño lo aprecia por el éxito comunicativo
y también aprecia cuando no 1o es, ya que el juego no puede continuar. Para no
producir una frustración ante la falta de eficacia comunicativa será necesario pro-
porcionar algún sistema de ayuda -sistemas de facilitación- y programar meticu-
iorr-.n,e ef ejercicio ajustando sus variables de complejidad. De esa manera, el
ejercicio se situará en una zona de desarrollo alcanzable por el niño contribu-
yendo al incremento de las habilidades lingüísticas programadT.
Evidenremente la programación del grado de complejidad del ejercicio y
pueden ser imprescindiblér pr., situar el ejercicio dentro de la zona de desa-
irollo alcanzable y no producir una frustración insalvable en Yez de un sistema
de apoyo eftcaz para el incremento de alguna habilidad lingüística.
Se puede eniender fácilmente el papel de los ejercicios funcionales si recor-
damos cómo los adultos realizamos adquisiciones de vocabulario o de modis-
mos cuando viajamos a algún país donde se usa una lengua en Ia que somos
aprendices. Realizamos muchas más adquisiciones porque nos vemos someti-
dtm necesidades expresivas y comprensivas para poder desarrollar determina-
das funciones como pedir, mandar, preguntar, rogar, obtener información,
describir, presentarnos, etc.
E1 ejercicio funcional permite al adulto ayudar al niño mediante el
modelaáo, la inducció, o io, feed-back correctivos. ¿En qué se diferencia
enronces de un ejercicio formal donde podemos usar las mismas técnicas
para apoyar la expresión o comprensión del niño? Quizás en lo más impor-
ir.r,., .n ,rn ejeriicio funcional se plantea una situación real- El niño debe
hacer uso del lenguaje para transmitir realmente una información que el
adulto no riene. E^s él -ir-o el que selecciona 1o que quiere decir y cómo
hacerlo. El niño está activo, elige e intenta comunicar. Ese es el principio
nmágico, que hace que pueda incorporan a su sistema lingüístico las formu-
1.r q,r. imila o que le inducimos. Las mismas fórmulas se incorporan de una
forma más lenta o tardan más en generalizarse si las proponemos en ejerci-
cios formales.
Los ejercicios funcionales son una potente estrategia para mantener un
enfoque comunicativo y reforzar, alavez, aspectos que no pueden ser contro-
lados en una intervención de tipo ambiental.
445