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Revista de Geografía Norte Grande, 32: 55-69 (2004)

Integración social en “espacios de


borde”: apuntes para un caso de estudio
en Lo Barnechea, Santiago1

DIEGO CAMPOS A.2, CARMEN GARCÍA P.3

RESUMEN
La reducción de la escala geográfica de la segregación en Santiago ha tenido entre
sus efectos más importantes la multiplicación de los espacios de borde o áreas de
confluencia de grupos socioeconómicos disímiles. En estos espacios se conjugan
simultáneamente modalidades de exclusión y de integración social. El interés de
este artículo es indagar en las relaciones que se establecen entre los distintos
estratos socioeconómicos en el contexto del espacio de borde, en orden a clarifi-
car si existe o no integración entre unos y otros, y conocer de qué forma ésta se
expresa. Se concluye que la vecindad de grupos de mayores ingresos y status
social se encuentra asociada al establecimiento de una estructura de oportunida-
des favorable a los grupos de menores recursos, lo que se traduce en una integra-
ción social de carácter “funcional”; sin embargo, la reversibilidad y sustentabilidad
de esta relación puede ser posibilitada sólo por elementos extra-funcionales.
ABSTRACT
One of the most important consequences of segregation’s geographical scale
reduction in Santiago has been the multiplication of crossborder spaces, in which
different socioeconomic groups meet. These spaces simultaneously conjugate
modalities of both social exclusion and integration. The purpose of this article is to
investigate the relationships established between different socioeconomic levels
in the context of crossborder spaces, in order to clarify if social integration does
exist or not, and to know the ways in which this is expressed. It is concluded that
the proximity of higher income and status groups is associated to the establish-
ment of a favorable opportunities’ structure for the poorest ones, which means a
“functional” character social integration; nevertheless, the reversibility and
sustainability of this relationship can be enabled only by extra-functional elements.
Palabras clave: sociología urbana, segregación residencial, integración social.
Key words: urban sociology, spatial segregation, social integration.

“Segregado” significa separado, excluido. segunda apunta a la desigual distribución de és-


Analíticamente es posible distinguir dos tipos de tos en el espacio físico –en las ciudades–. Si bien
segregación: sociológica y geográfica. Mientras la presencia de un tipo de segregación no impli-
la primera remite a la escasez o ausencia de ca necesariamente la existencia del otro, en la
interacción entre diferentes grupos sociales, la realidad suelen darse muchas veces entremezcla-
dos (Rodríguez, 2001; White, 1983). El fenóme-
1
“Social integration in crossborder spaces: notes for a no de la segregación residencial es un buen ejem-
study case in Lo Barnechea, Santiago”. Los autores agra-
decen a Guillermo Wormald, Gonzalo Cáceres, Fran-
cisco Sabatini y Álvaro Benítez sus valiosos aportes y 2
Sociólogo, Pontificia Universidad Católica de Chile. E-
comentarios. Carlos Sierralta y Laura Blonda proveye- mail: ddcampos@puc.cl
ron, respectivamente, el apoyo cartográfico y fotográfi- 3
Socióloga, Pontificia Universidad Católica de Chile. E-
co; a ellos se agradece de manera especial.
mail: cpgarcip@puc.cl
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plo de cómo ambos “tipos puros” pueden enla- tado por el asentamiento de los grupos más po-
zarse, generando un fenómeno complejo y bres en la periferia peor servida y equipada de la
multidimensional. Así, la segregación residencial ciudad, en virtud de una confluencia entre los
puede entenderse como el “grado de proximidad mercados inmobiliarios y las políticas de vivien-
espacial o de aglomeración territorial de las fa- da social del Estado chileno (Sabatini y Arenas,
milias (o individuos) pertenecientes a un mismo 2000; Hidalgo, 1997).
grupo social, sea que éste se defina en términos
étnicos, etarios, de preferencias religiosas o Sin embargo, en las últimas décadas este pa-
socioeconómicos” (Sabatini et al., 2001: 27), y trón de segregación ha ido transformándose. La
cuenta con tres dimensiones principales. La pri- particular síntesis que se produce entre precio del
mera dice relación con la tendencia de los gru- suelo y difusión de pautas culturales y de consu-
pos sociales a concentrarse en zonas determina- mo ha generado el fenómeno de las comunida-
das de la ciudad; la segunda alude a la configura- des enrejadas o barrios privados (Blakely y Snyder,
ción de áreas homogéneas socialmente, y la ter- 1999; Svampa, 2001). La proliferación de estos
cera considera las percepciones subjetivas que se enclaves en áreas de la ciudad de población pre-
tienen de las anteriores. En otros términos, la pri- dominantemente popular ha contribuido a la dis-
mera dimensión permite observar los grupos so- minución de la escala geográfica de la segrega-
ciales de acuerdo a su localización espacial; la ción, potenciando una mayor cercanía entre gru-
segunda da cuenta de las áreas de ciudad según pos socioeconómicamente diversos. Un fenóme-
su composición social, y la última remite tanto a no similar ocurre con los malls o shopping center,
la percepción que se tiene “del hecho de formar instalados ya no sólo en los barrios más pudien-
parte de un grupo social que tiene una peculiar tes, sino también en zonas de menor prestigio
forma de ocupar el espacio”, así como a la iden- social, lo que permite introducir una inflexión
tidad o el carácter atribuido a un espacio deter- en esta condición. En este sentido, una particula-
minado (Sabatini et al., 2000: 5). Se articulan, ridad referida tanto por los malls como por las
de esta manera, los elementos sociológicos y geo- comunidades enrejadas -y en general, por todos
gráficos ya mencionados, en tanto la segregación los desarrollos inmobiliarios análogos- refiere a
residencial constituye una relación espacial: esto la generación de puntos de encuentro en estas
es, una disposición aglomerada de y entre los áreas situadas fuera del cono de altos ingresos.
diferentes grupos sociales. Para efectos de este
trabajo, el elemento de diferenciación entre los Esta modificación del patrón de segregación,
grupos estará dado por su posición en la escala a la que ha contribuido de manera importante la
socioeconómica. liberalización de los mercados de suelo y la apa-
rición de promotores inmobiliarios de gran ta-
En términos del patrón dominante de segre- maño (Sabatini, 1997), ha tenido como una de
gación residencial, Santiago exhibe una a gran sus consecuencias más relevantes la multiplica-
escala, lo que se traduce en la concentración de ción de los espacios de borde, entendidos éstos
sectores medios y altos en un área específica de como “las áreas de frontera o límite entre lugares
la ciudad -el sector nor-oriente- junto con la exis- urbanos de distinta categoría económica y so-
tencia de amplias zonas de pobreza, principal- cial… [Estos lugares] representan espacios ambi-
mente hacia el sur y el poniente. A este proceso guos y creativos para los grupos o actividades
han concurrido variables de índole económica, subalternos. En ellos se combinan dialécticamente
cultural y política; sin embargo, puede caracteri- la exclusión social con nuevas posibilidades de
zarse en torno a dos ejes principales. El primero integración” (Sabatini y Arenas, 2000: 99). Por
tiene que ver con el abandono -desde principios otra parte, en estos espacios tiene lugar “una cul-
del siglo XX- de los sectores céntricos de la ciu- tura de borde, en la que existe la construcción de
dad por parte de los grupos de mayores ingresos, una identidad diferente de la existente en las dos
constituyéndose un “gran barrio alto” con la for- realidades que se juntan” (Salcedo, 2002: 24).
ma de un cono, cuyo vértice permanece en el Esto tiene como consecuencia el que las desigual-
centro y cuya base se orienta hacia el nor-orien- dades sociales en nuestras ciudades se hacen más
te. Este proceso -común, por lo demás, a las gran- evidentes, por cuanto grupos muy dispares
des ciudades latinoamericanas- es complemen- socioeconómicamente se establecen en contigüi-
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dad unos con otros. Sin embargo, se abre al mis- objetivo de este trabajo es precisamente indagar
mo tiempo la posibilidad para los sectores de en las relaciones que se establecen entre los resi-
menor ingreso de acceder a mejores servicios, así dentes pertenecientes a distintos estratos
como a mayores oportunidades de trabajo; de esta socioeconómicos en el contexto de los espacios
manera, la cercanía con grupos más pudientes se de borde, en orden a clarificar si existe o no inte-
traduce en una mejor calidad de vida para los gración entre unos y otros, y de qué forma ésta se
primeros. expresa. Asimismo, es de nuestro interés investi-
gar bajo qué condiciones es posible la mezcla
Por otra parte, este proceso ejerce también un social en el espacio, en el entendido de que cons-
efecto sobre la dimensión subjetiva de la segre- tituye una precondición básica para el estableci-
gación, por cuanto “el grado de satisfacción resi- miento de una ciudad más abierta y democráti-
dencial es más alto entre los pobres que están ca, que contribuya efectivamente a la reducción
quedando cercanos a estos desarrollos modernos de la pobreza y la atenuación de los problemas
por comparación a aquellas áreas de aglomera- sociales asociados a la segregación residencial a
ción de pobreza que no han tenido la misma suer- gran escala.
te” (Sabatini y Arenas, 2000: 103). Esto se rela-
ciona con la denominada “reversión del estigma A fin de dar cumplimiento a nuestro objeti-
territorial” (Sabatini et al., 2001), en virtud de la vo, se realizaron entrevistas en profundidad a re-
cual la presencia de grupos medios y altos en sidentes del barrio Monseñor Escrivá de Balaguer,
zonas tradicionalmente populares de la ciudad en la comuna de Lo Barnechea (figura nº 1). Este
contribuye a modificar la percepción que de és- barrio, localizado en el extremo nor-oriente de
tas se tiene, abriéndose la posibilidad de una Santiago, reúne dos características que hacen de
nueva valoración del lugar tanto para sus habi- él un notable caso de estudio; se trata de un
tantes originarios como para el resto de la ciu- ámbito territorial compacto y claramente deli-
dad4 . mitado, y presenta una marcada heterogeneidad
social entre sus habitantes. De esta manera, se
Sin embargo, y a pesar de haberse asentado el constituyó una muestra intencionada de sujetos
potencial integrador asociado a estos espacios -y representativos, pertenecientes a todos los estra-
en general, a la reducción de la escala geográfica tos sociales que se encuentran en el sector.
de la segregación-, parece pertinente inquirir acer-
ca de las modalidades de integración social que En consecuencia, nuestro trabajo pretende
efectivamente tienen lugar en estos ámbitos. El constituir un aporte a la discusión sobre la rela-
ción entre segregación residencial e integración
social. Al mismo tiempo, esperamos contribuir
a poner en perspectiva el concepto de integra-
4
No es igualmente claro, en todo caso, que la satisfac- ción pluriclasista, atendiendo a la
ción residencial de los grupos altos se vea favorecida multidimensionalidad del fenómeno de la mez-
por la mayor cercanía física con aquellos más pobres.
En términos generales, los estudios disponibles (Salcedo cla social en el espacio y sus implicancias para
et al., 2004) dan cuenta de las motivaciones de los la constitución de una ciudad verdaderamente
grupos de mayores ingresos para trasladarse a estas pública.
zonas fundamentalmente en términos de una búsque-
da de mayor calidad de vida, acotada a una vida de
barrio y un entorno semi-rural; estas condiciones son Sobre los espacios de borde: de
posibilitadas tanto por las características de los nuevos
emprendimientos residenciales como por el menor gra- la tesis de la identidad a la
do de urbanización de las áreas donde éstos se locali-
zan. Salvo excepciones muy notables (Campos y García, estructura de oportunidades
2004), la vecindad de grupos más pobres no supone un
valor agregado a las propiedades de los más pudientes;
la proximidad de la pobreza puede ser entendida en
El concebir a Lo Barnechea -y en particular al
términos de una “externalidad negativa”, o bien puede barrio Monseñor Escrivá de Balaguer- como un
ser resuelta mediante una estrategia de “indiferencia espacio de borde, es decir, como un espacio
tolerante” (Salcedo y Torres, 2004; Sennett, 1994); en “fronterizo” donde tiene lugar el contacto y la
ambos casos, se hace hincapié en las mayores ventajas
que supone la nueva localización respecto del lugar de
interacción entre grupos sociales disímiles, per-
procedencia. mite inquirir sobre las posibilidades que se abren
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FIGURA Nº 1.
DETALLE DEL ÁREA TERRITORIAL CONSIDERADA

para el establecimiento de nuevos arreglos y rela- sentimientos de exclusión y desarraigo, la inac-


ciones entre éstos. Los espacios de borde consti- ción juvenil, el embarazo adolescente, etc. De
tuyen ámbitos dinámicos, donde las modalida- ahí entonces la importancia por inquirir acerca
des de encuentro entre grupos están en perma- de las nuevas formas de integración que se des-
nente transformación; la modificación del patrón pliegan a partir de los espacios de borde y de las
de segregación residencial en Santiago obedece, identidades que comienzan a negociarse entre
por tanto -y en buena parte- a la forma bajo la unos y otros, por cuanto en ellas radica la posibi-
cual se resuelve la coexistencia entre diferentes. lidad de un contacto beneficioso para las partes
De acuerdo a Sabatini y Arenas (2000: 108) “en que contribuya a la reversión de estos fenómenos
gran medida esas posibilidades están radicadas de desintegración social.
en los espacios de borde, donde empiezan a
negociarse en forma más o menos espontánea a. Diferenciación y construcción de
nuevas identidades y alrededor de los cuales pue-
den darse nuevas formas de integración social”.
identidades sociales

En primer lugar, la convivencia entre diferen-


Estas posibilidades se revelan en toda su im- tes que posibilita el espacio de borde tiene un
portancia si se considera la marcada asociación efecto sobre la identidad de los grupos. Dado
entre segregación residencial a gran escala y pa- que la identidad social -en tanto proyecto colec-
tologías sociales. En efecto, y radicalizando esta tivo especificado como “construcción que se re-
asociación, Sabatini et al. (2001: 27) proponen lata” (García, 1995)- se construye fundamental-
como definición iterativa de segregación residen- mente por oposición a otros, la presencia de un
cial “aquella disposición aglomerada de un gru- grupo de “otros” deviene un factor bien de afir-
po social que contribuye a agravar determinados mación, bien de problematización de la identi-
problemas para sus integrantes“, entre los cuales dad. En este sentido, la presencia de los otros, en
destacan el aumento en los tiempos de viaje, los
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el contexto de un espacio de borde, obliga a una demás, y debido a esta sobrevaloración, los hom-
dinámica constante de la elaboración de la pro- bres buscan evitar la exposición a un mundo de
pia identidad, por cuanto aquellos con los cua- diferentes, el que se considera peligroso y agresi-
les se debe compartir el espacio son también vo” (Salcedo, 2002: 23). De esta manera, en la
“aquellos con respecto a los cuales el sí mismo acentuación de la propia particularidad y la sub-
se diferencia y adquiere su carácter específico” secuente valoración de los lazos comunitarios,
(Larraín, 2001: 28). la “comunidad incivilizada” inhibe la posibili-
dad de la sociabilidad y el establecimiento de
En este proceso se articulan costumbres, ideas lazos con extraños que permitan una efectiva in-
y valores distintos; el encuentro entre diferentes tegración social.
obliga a una puesta en común de formas de vida
-a veces radicalmente- divergentes. Dado que la Por otra parte, la estrategia de diferenciación
definición de la propia identidad supone necesa- puede operar no sólo sobre el propio grupo, sino
riamente una distinción respecto de las caracte- sobre el otro del cual se quiere diferenciar y con
rísticas del otro (las cuales suelen ser exageradas el que se pretende evitar ser confundido; así, las
o caricaturizadas), “la comparación con el ‘otro’ soluciones amuralladas pueden ordenarse tam-
y la utilización de mecanismos de diferencia- bién en función de la delimitación del espacio
ción[…] juegan un papel fundamental: algunos propio de los “otros”, al cual no se desea acceder
grupos, modos de vida o ideas se presentan como y del que se espera no sea franqueado por aqué-
fuera de la comunidad. Así surge la idea del ‘no- llos.
sotros’ en cuanto distinto a ‘ellos’ o a los ‘otros’”
(Larraín, 2001: 32). En este sentido, Romero (2002) conceptualiza
el encuentro entre diferentes que tiene lugar en
Las estrategias de diferenciación utilizadas por los espacios de borde en términos de una suerte
los grupos para acentuar su particularidad suelen de choque cultural, donde se enfrentan pautas
ser, sobre todo en el dominio de los espacios de conductuales y sociales antagónicas, y cuya úni-
borde, en gran medida de carácter espacial o te- ca salida parece ser el establecimiento de solu-
rritorial. A este respecto, las ideas de Richard ciones amuralladas. Esto, por cuanto las diferen-
Sennett (1978, 1990 y 1994) permiten iluminar cias de ingreso entre unos y otros se traducen en
los fenómenos de segregación en tanto estrategia culturales, las cuales permanecen atenuadas cuan-
de diferenciación social, orientada en función de do los grupos se encuentran distantes unos de
un proyecto de construcción identitaria. En esta otros; sin embargo, “el problema hace crisis cuan-
dirección, las soluciones amuralladas -que carac- do la localización [de los diferentes grupos so-
terizan parte importante de los espacios de bor- ciales] es contigua, porque la cercanía obliga a
de- constituyen un recurso al cual recurren los una interacción no deseada justamente porque
grupos sociales cuya identidad es percibida por obedece a patrones de comportamiento muy di-
ellos mismos como difusa, o que aparece ferentes y porque afecta los valores de los resi-
problematizada por la movilidad social de otros dentes” (Romero, 2002. En Internet http://
grupos; el recluirse en espacios clausurados y www.mujer.latercera.cl/2002/04/13/muro1.htm).
perfectamente delimitados les permitiría, a par-
tir de la diferenciación espacial, construir la ne- b. Evitación, negación y
cesaria diferenciación social. En este sentido, la
concentración socialmente homogénea que ca-
reconocimiento: las modalidades
racteriza a las soluciones amuralladas puede ser de la convivencia
entendida como la expresión de un proyecto com-
partido de construcción de la identidad social, el Siguiendo también a Sennett (1990), es posi-
establecimiento de una “comunidad incivilizada” ble concebir una doble solución al juego de iden-
(Sennett, 1978) que a través del amurallamiento tidades puestas en relación por la situación de
busca expresar su particularidad y su diferencia- proximidad introducida por el espacio de borde.
ción con los otros que quedan fuera: “La cons- En un primer caso, la presencia del otro es re-
trucción de la individualidad burguesa requiere y suelta mediante la evitación del mismo; en un
valora lo personal, lo que nos distingue de los segundo, simplemente se lo niega. “La primera
reconoce la existencia de la complejidad, aun-
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que procura huir de la misma. La segunda lo que lisis social. A este respecto, Salcedo y Torres
hace es sencillamente abolir su existencia” (2004) plantean que es necesario distinguir entre
(Sennett, 1990: 289). Evitación y negación son, a sociabilidad y comunidad a fin de caracterizar
este respecto, modalidades de autoafirmación o de mejor manera las relaciones que tienen lugar
autoconstrucción identitaria que fundan una par- entre grupos de diferente condición
ticular forma de relación con el otro a partir de socioeconómica. La sociabilidad, entendida aquí
una hipérbole de las diferencias, sean éstas rea- como el conjunto de “relaciones más frías e im-
les o construidas: “En estos casos, el proceso de personales aparecidas en la modernidad y rela-
diferenciación se transforma en un proceso de cionadas con los sistemas de intercambio sim-
abierta oposición y hostilidad al otro” (Larraín, bólicos (dinero, poder), que han sido fundamenta-
2001: 32). les para el desarrollo de la democracia moderna”
(Salcedo y Torres, 2004: 150), es el principio a
Las soluciones amuralladas referidas anterior- partir del cual se organizan los vínculos entre unos
mente parecen corresponderse con lo que el mis- y otros, y no supone necesariamente la extensión
mo Sennett denomina la “construcción de la neu- de los lazos comunitarios hacia fuera del propio
tralidad”, en virtud de la cual -y a partir precisa- grupo. La integración, por tanto, tiene lugar me-
mente de los principios de la evitación y la nega- nos como el reconocimiento de las diferencias
ción- tiene lugar la represión del valor de los de- que como el establecimiento de relaciones fun-
más, así como de la peculiaridad de cada lugar cionales entre “ricos” y “pobres”.
(Sennett, 1990). Sin embargo, como una tercera
alternativa, queda abierta la posibilidad de tras- Desde esta perspectiva, la integración
cender la negación y la indiferencia por cuanto pluriclasista en un espacio de borde puede tener
no toda dinámica identitaria se especifica en es- lugar aun en presencia de lo que aquí hemos
tos términos. En este sentido, Larraín (2001: 32) conceptualizado como evitación o negación, por
señala que “si bien la diferenciación es un proce- cuanto supone sólo una interacción funcional de
so indispensable para la construcción de la iden- carácter formal entre diferentes. El reconocimiento
tidad, la oposición hostil al otro no lo es, y cons- parece quedar confinado a las relaciones de tipo
tituye un peligro de todo proceso identitario”. El comunitario, en tantos lazos íntimos que vincu-
potencial integrador de las diferencias que radica lan a los miembros de un colectivo relativamen-
en los espacios de borde, y que funda la posibili- te homogéneo, constituidos a partir de la
dad de una sociabilidad favorable para los gru- copresencialidad de los mismos y reservados al
pos sociales, toma forma -desde esta perspecti- interior de cada grupo social. Ello no obstante,
va- a partir del reconocimiento del otro en su se insiste en los beneficios de la reducción de la
alteridad específica y su propia particularidad, y escala de la segregación. En estos términos, el
la subsecuente mediación de las diferencias en- contacto entre grupos de dispar connotación
tre los grupos (Campos y García, 2004). Un pro- socioeconómica tiene como principal resultado
ceso de administración de identidades sociales, el intercambio de bienes y servicios: “Los pobres
que en el contexto del espacio de borde haya reciben de sus nuevos vecinos trabajo, consumo
logrado sortear el peligro de la “oposición hos- para sus locales comerciales y, más importante
til” al otro -aquí descrita en los términos aun, la dignidad de vivir en una comuna que no
sennettianos de evitación e indiferencia-, deviene está estigmatizada por su pobreza o delincuen-
el eje desde el cual se construye la relación entre cia” (Salcedo y Torres, 2004: 151).
grupos diferentes en tanto integración.
Este último punto es central, y articula dos
c. Sociabilidad, comunidad y ideas fundamentales: una concepción “neutra”
conflictos: hacia la estructura de del conflicto y una noción amplia del concepto
de integración. En efecto, se plantea que los es-
oportunidades pacios de borde no son ámbitos exentos de con-
flicto; las rejas y muros que en ellos proliferan
Esta posición es rebatida por algunos investi-
ampliamente, y que en determinados casos pue-
gadores, por cuanto en ella advierten visos de
den llegar a mediatizar la convivencia entre los
normatividad inadecuados para un correcto aná-
distintos grupos sociales (Cáceres et al., 2002),
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son tanto causa como consecuencia de determi- extraordinaria heterogeneidad social de sus resi-
nados conflictos -latentes o declarados- entre unos dentes. De este modo, en el cuadrante compren-
y otros. La mezcla social en el espacio no supone dido entre el río Mapocho por el norte, Av.
necesariamente la armonía en las relaciones en- Monseñor Escrivá de Balaguer por el sur, San
tre los diferentes grupos. Ahora bien, este con- José de la Sierra por el poniente y Av. Las Con-
flicto (o la posibilidad del mismo) no niega la des por el oriente es posible encontrar -junto a
posibilidad de una integración; más aún, se afir- las urbanizaciones residenciales de viviendas
ma que el trance puede devenir en una modali- unifamiliares características de un sector de in-
dad de integración pluriclasista en el contexto de gresos medios altos- un conjunto de vivienda
los espacios de borde: “No obstante la existencia social, departamentos de clase media y una vi-
de las rejas, éstos son los beneficios de la reduc- lla de clase media baja (figura nº 1).
ción de la escala de la segregación” (Sabatini et
al., 2001: 37). Situándose un observador en la Plaza San En-
rique, ubicada en Av. Las Condes a la altura del
Este planteamiento permite advertir una con- 15.000, y dirigiéndose hacia el sur-poniente por
cepción de la integración en términos de “mayo- Av. Monseñor Escrivá de Balaguer, lo primero
res oportunidades”; si la exclusión -en tanto an- que advertirá es una urbanización característica
verso de la integración- “se refiere a dejar a un del “barrio alto” de Santiago (figura nº 2). A lo
individuo fuera de algunos aspectos del juego largo de un par de cuadras se suceden amplias
social, no dejándole participar en el mismo” (Gil, viviendas unifamiliares, dotadas de espaciosos
2002: 16), los beneficios asociados a la mayor antejardines; hasta este punto, el barrio presenta
proximidad espacial entre grupos pudientes y un carácter tranquilamente residencial. Una pri-
otros de menores recursos pueden ser entendidos mera inflexión viene dada por la presencia de
como una ampliación de las oportunidades para dos colegios, emplazados a cada lado de la ca-
estos últimos, tanto en términos materiales como lle: uno particular pagado y otro municipal, que
subjetivos (Katzman, 2001). En este sentido, la permiten anticipar la heterogeneidad
exclusión se encuentra vinculada a la segregación socioeconómica del sector. Esta es evidenciada
residencial a gran escala, que permanece altamente luego por la localización, en la vereda norte de
correlacionada con severas patologías sociales; Av. Escrivá de Balaguer, de una villa de modes-
desde esta perspectiva, la reducción de escala de tas casas de ladrillo de dos pisos, muchas de las
la segregación propiciada por los espacios de cuales muestran señales de los esfuerzos de sus
borde se despliega en toda su importancia en tanto residentes para ampliarlas y embellecerlas. Co-
deviene vector de integración social. Aunque se nocida por los vecinos como las “casas colora-
deja abierta la posibilidad del conflicto entre los das”, para efectos de este trabajo la denominare-
grupos asociado al juego de identidades (y even- mos Villa El Río (figura nº 3). Consta de una
tualmente de una convivencia mediatizada por serie de pasajes que se adentran desde la calle
el amurallamiento o el enrejamiento), esta mira- principal hacia el norte, en la dirección del
da más optimista enfatiza los aspectos positivos Mapocho. Más hacia el poniente, por la misma
del encuentro, y las mayores oportunidades de acera es posible encontrar una capilla católica, e
integración social que en consecuencia se gene- inmediatamente después, un importante y uni-
ran. forme conjunto de departamentos. Enfrente de
éstos hay una extensa plaza, muy utilizada por
los niños y jóvenes del barrio, e inmediatamente
Lo Barnechea (Santiago) como después -luego de un declive en dirección al río-
caso de estudio: sobre el barrio se sitúa La Ermita de San Antonio, uno de los
Monseñor Escrivá de Balaguer más importantes proyectos de vivienda social le-
vantados en el sector oriente de Santiago.
El área territorial considerada por esta inves-
tigación es el barrio Monseñor Escrivá de De la manera más clara, se hace entonces
Balaguer, en el límite sur de la comuna de Lo manifiesta en este barrio la notable heterogenei-
Barnechea. Se trata de un sector relativamente dad social de los habitantes de Lo Barnechea,
compacto, cuya principal característica es la característica decisiva en orden a optar por este
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ámbito territorial a fin de evaluar las modalida- palidad de Lo Barnechea y la Fundación San José
des de la integración pluriclasista y los conflic- de La Dehesa, institución privada dedicada a la
tos asociados a la coexistencia espacial de gru- promoción de la vivienda social, responsable
pos socioeconómicamente disímiles. Esta condi- además de otras urbanizaciones análogas (aun-
ción es posible gracias al origen de villa agrícola que de menor tamaño) en la comuna. En el ori-
de la comuna; las actividades agropecuarias per- gen de La Ermita -así como en las otras
mitieron la convergencia de grupos modestos y radicaciones de grupos pobres que hay en Lo
otros más pudientes, y la relativamente tardía Barnechea- es posible rastrear entonces el interés
incorporación de Lo Barnechea a la mancha ur- de las autoridades, tanto públicas como priva-
bana de Santiago -junto con los esfuerzos de au- das, por mantener a la gente de Lo Barnechea en
toridades locales y de los mismos vecinos por la misma comuna, en un esfuerzo que articula
preservar el carácter de “pueblito” del lugar- hizo tanto el reconocimiento explícito del derecho de
posible el mantenimiento de esta variedad, que los pobladores a vivir en este lugar, como el afán
se expresa radicalizada en la presencia de dos de evitar la pérdida de las redes asociadas a las
asentamientos informales o “campamentos” en erradicaciones a la periferia.
los márgenes del río.
Por su parte, en el conjunto de departamen-
La diversidad social que aquí hemos destaca- tos aledaño a La Ermita se ubican residentes aco-
do se manifiesta en el barrio Monseñor Escrivá modados tradicionales del sector, instalados aquí
de Balaguer, a pesar de encontrarse éste fuera del desde la creación del barrio hace más o menos
“casco histórico” de Lo Barnechea; en efecto, el 15 años, así como grupos establecidos más re-
cuadrante señalado con anterioridad está situado cientemente, gran parte de los cuales han venido
en el borde sur de la comuna, a pocos cientos de a reemplazar a aquellos primeros moradores que
metros del límite con la comuna de Las Condes. se fueron a raíz de problemas con la gente de La
Esta localización ha permitido fortalecer la mez- Ermita.
cla social propia de Lo Barnechea mediante pro-
cesos más recientes, asociados a la expansión de A espaldas del barrio, en dirección de Aveni-
la ciudad, y que dicen relación principalmente da Las Condes, se dispone de pequeños comer-
con migraciones de grupos medios y bajos a la cios, algunas dependencias municipales y una gran
comuna (Méndez, 1996; Hidalgo y Saldías, arteria que conecta con la ciudad; hacia el norte,
1998). cruzando el río, se abre el “pueblito” de Lo
Barnechea, núcleo histórico de la comuna que
Esta situación puede observarse con claridad acoge instalaciones residenciales, comerciales y
en la composición social del barrio en estudio. de servicios. En el extremo norte, finalmente, se
Es así como en la Villa El Río se asientan resi- extiende la zona de La Dehesa. Observamos así
dentes tradicionales de la comuna, procedentes una disposición “fronteriza” del barrio, por cuanto
en su mayoría de familias de aparceros y anti- si bien se encuentra mirando a Lo Barnechea, de
guos inquilinos. En La Ermita de San Antonio (fi- la cual forma administrativamente parte -y de
gura nº 4) el panorama es un poco más variado, donde provienen en gran parte sus moradores-, la
por cuanto a la presencia de grupos avecindados vecindad con Las Condes lo ha puesto en conti-
desde hace largo tiempo en el sector se suman nuidad con la ciudad misma, lo que se traduce
contingentes de población establecidos más re- en la llegada constante de nuevos residentes y en
cientemente, gran parte de los cuales llegaron en general, de los procesos de modernización y cre-
calidad de “allegados” a instalarse en lo que has- cimiento urbano; de esta manera, se introducen
ta 1997 era un campamento. En este sentido, el ciertas tensiones que son recogidas por el discur-
proyecto La Ermita supuso una mejora importan- so de los entrevistados, sobre todo en lo que res-
te en las condiciones de vida de estos grupos. pecta a la utilización de los espacios públicos y
Éste fue levantado mediante un acuerdo entre el las atribuciones territoriales, como se verá a con-
Ministerio de Vivienda y Urbanismo, la Munici- tinuación.
INTEGRACIÓN S O C I A L E N “ESPACIOS DE BORDE”: APUNTES 63
P A R A U N C A S O D E E S T U D I O E N L O BA R N E C H E A , SA N T I A G O

FIGURA Nº 2A Y 2B.
BARRIO MONSEÑOR ESCRIVÁ DE BALAGUER

FIGURA Nº 3.
VILLA EL RÍO

FIGURA Nº 4.
LA ERMITA DE SAN ANTONIO
64 R E V I S T A - D E - G E O G R A F Í A - N O R T E - G R A N D E

Lecciones para una convivencia proximidad de los grupos. En este sentido, es


posible afirmar que las mayores oportunidades
pluriclasista laborales para los sectores de menores ingresos
del barrio Monseñor Escrivá de Balaguer, resul-
a. De la estructura de tantes de la vecindad entre grupos disímiles
oportunidades o la integración por socioeconómicamente, obedecen en gran medi-
da a la existencia de vínculos interpersonales que
el trabajo surgen desde el arraigo en el lugar. En consecuen-
cia, la estructura de oportunidades relativa al tra-
El análisis de las entrevistas realizadas en el
bajo cristaliza y se recrea en el “cara a cara” pro-
barrio permite asociar a la vecindad con grupos
pio de las prestaciones domésticas de baja califi-
de nivel socioeconómico más alto y de mayores
cación.
oportunidades para aquellos de menor capacidad
de pago y status social. Si bien éstas se especifi-
can sobre todo a nivel de oportunidades labora- Hasta cierto punto, es posible extender este
les, se puede referir una participación indirecta análisis a la estructura de oportunidades “formal”,
de los primeros en la promoción de otro tipo, expresada en los servicios que se ponen a dispo-
por cuanto su presencia en la zona permite sición de los habitantes del lugar. Esto, en una
implementar y mejorar servicios comunitarios de doble dirección: en primer lugar, dada la rela-
variado signo. Sin embargo, el elemento central ción explícita que los grupos de menores ingre-
en la articulación de la relación entre unos y otros sos manifiestan entre la presencia de sus vecinos
es la mediación que establecen las relaciones la- más pudientes y la calidad de estos beneficios
borales, lo que está determinado por la particu- (relación que es también formulada por estos úl-
lar estructura de oportunidades que en este ám- timos); y en segundo lugar, en virtud del interés
bito toma forma; se trata de prestaciones de baja -de parte de las autoridades locales- por mante-
calificación, principalmente de tipo doméstico, ner en la comuna a los primeros, de lo cual es
lo que obliga a una interacción “cara a cara” en- manifestación elocuente el proyecto La Ermita de
tre unos y otros. A pesar de la importancia que San Antonio5 .
tienen los canales formales o institucionales en
la promoción y gestión del trabajo en el lugar, En consecuencia, y consistentemente con la
no se observa una mayor sistematización de éste: definición de integración en tanto “mayores opor-
antes bien, aparece vinculado al establecimiento tunidades”, propuesta en la discusión que da ini-
de redes asociadas a la permanencia en el barrio, cio a este trabajo, podemos dar cuenta de una
en virtud de las cuales es posible el contacto con modalidad de integración pluriclasista en el con-
los externos al propio grupo. En definitiva, esto texto de este espacio de borde particular, que toma
se traduce -a este respecto- en la ampliación de la forma de una promoción laboral y de bienes-
las oportunidades laborales. tar social para los grupos de menores ingresos.
Sin embargo, si bien esta integración se revela en
Esta particularidad es acentuada por la carac- primera instancia en términos funcionales o for-
terística “centrípeta” que presenta el trabajo en males, el hecho de que la estructura de oportuni-
el sector: éste tiende a acotarse al ámbito barrial, dades se exprese mediante contactos personales
rara vez excediendo el ámbito comunal. Se permite introducir un componente extra-funcio-
remarca, de esta manera, la importancia de las nal, relativo a una mediación o reconocimiento
redes generadas y el valor de la permanencia en de las diferencias. La compleja relación existente
el lugar. Esto permite dar cuenta de una primera entre proximidad espacial y distancia social pue-
particularidad de la interacción pluriclasista en
el contexto de un espacio de borde como el que
representa este barrio: puesto que la interacción 5
Estos resultados son consistentes con los hallazgos rea-
personal mediatizada por el trabajo no constitu- lizados por Hidalgo (1997) e Hidalgo y Saldías (1998)
ye una característica común a todos los espacios para la población Cerro 18, también en Lo Barnechea;
desde la perspectiva de la satisfacción residencial, en
de borde (ni asume necesariamente la forma que estos trabajos se destaca el valor que supone para los
se expresa en este contexto barrial), es menester pobladores la proximidad de grupos de mayores ingre-
radicarla en un fundamento anterior a la sola sos, lo que se traduce fundamentalmente en fuentes de
empleo.
INTEGRACIÓN S O C I A L E N “ESPACIOS DE BORDE”: APUNTES 65
P A R A U N C A S O D E E S T U D I O E N L O BA R N E C H E A , SA N T I A G O

de ser redefinida, entonces, a la luz de una suerte racterísticas de Lo Barnechea, esta condición es
de “historia compartida” de los grupos en el lu- susceptible de ser entendida, por parte de sus
gar, y de la cual es indicio la positiva valoración habitantes tradicionales, en términos de un “ex-
que los residentes más pudientes hacen del he- trañamiento”; una particular percepción del re-
cho de recibir prestaciones y servicios laborales cién llegado en tanto diferente, con el cual los
por parte de vecinos del mismo lugar, pero de vínculos son más frágiles y la mirada que se le
diferente connotación socioeconómica. dirige, más severa.

Este componente extra-funcional es En el manejo de los conflictos se advierte tam-


radicalizado por la importancia que representa, bién una conjugación particular de los procesos
en términos de un conocimiento mutuo entre los identitarios asociados a cada grupo. Por una par-
grupos, la instancia de la Parroquia del lugar. Si te, y a pesar de contar con una prolongada per-
bien ésta no tiene la misma significación para manencia en el barrio, el grupo de mayores in-
todos nuestros entrevistados, es reconocida en gresos no es portador de la condición de antiguo
general como un espacio de encuentro para unos habitante del “pueblito”, descendiente de hacen-
y otros, a partir del cual es posible fundar una dados o agricultores enriquecidos. Se trata, en su
sociabilidad que contribuye a fortalecer la inte- mayoría, de grupos medios establecidos en la
gración mediatizada por el trabajo. En otra direc- comuna desde la creación del barrio, pero proce-
ción, la disposición morfológica del barrio tien- dentes de otros lugares de Santiago. En este senti-
de también a favorecer el “contacto visual entre do, se produce una importante tensión entre los
diferentes”, y por ende, a integrar al otro al pai- conflictos asociados a la presencia de grupos
saje barrial. Esta condición se ve dramáticamen- menos pudientes (lo cual se hace más evidente
te contrastada con la localización de La Ermita en relación a La Ermita), y el paternalismo que
de San Antonio, que interrumpe en este sentido permea sus relaciones con éstos, el que sí puede
la continuidad visual del barrio, y genera así la ser puesto en continuidad con un rasgo típica-
sensación de “ocultamiento” referida por algu- mente hacendal6 . Al mismo tiempo, y dada la
nos de los entrevistados. incorporación de la comuna a la mancha urbana
y su subsecuente inclusión en el cono de altos
b. De los conflictos y la ingresos, se replica y refuerza -a partir de un pro-
ceso exógeno al ámbito territorial estudiado- la
construcción de identidades mezcla social en el espacio. En consecuencia, la
relación entre diferenciación espacial y distinción
Naturalmente, el tipo de integración aquí re-
social se vuelve más compleja, como lo revela el
ferida no se presenta exenta de conflictos entre
los grupos (e inclusive al interior de los mismos);
sin embargo, éstos son de alguna manera “natu-
ralizados” por los vecinos, por cuanto no apare-
cen como una amenaza a las relaciones estable-
cidas entre unos y otros. Antes bien, estos con-
flictos pueden ser entendidos como el reverso 6
La existencia de la villa de Lo Barnechea desde tiempos
inevitable de una coexistencia de esta naturale- remotos permitió el establecimiento de grupos social y
económicamente diversos (Méndez, 1996). Esta hete-
za. Esta interpretación debe ser matizada, en todo rogeneidad propia de un pasado rural puede ser enten-
caso, cuando se hace referencia a La Ermita de dida apelando a la existencia de un vínculo hacendal
San Antonio, estigmatizada por igual por sus ve- que permite la integración de grupos socialmente
cinos de uno y otro signo. Sin embargo, y más disímiles, toda vez que el fundamento social de la ins-
titución de la hacienda se encuentra supeditado a la
allá del componente “real” de delincuencia del copresencialidad existente entre la figura del patrón
cual este complejo de vivienda social pueda ser (rico) y la del peón o inquilino (pobre). Por otra parte,
portador, creemos posible relacionar la y a diferencia del modelo del señorío feudal europeo,
estigmatización referida tanto con la escisión que el hacendado recrea la figura del “padre”, respecto de
lo cual el mismo término patrón resulta bastante ilus-
aquella presenta con respecto al continuum trativo. En consecuencia, el pobre no se integra a la
barrial, así como con el hecho de que buena par- relación hacendal a partir del miedo, sino desde las
te de su población revela una data más reciente relaciones de lealtad y fidelidad que supone el señorío
en el lugar. En un contexto territorial de las ca- en tanto concurrencia copresencial de sus dos figuras
participantes (Cousiño y Valenzuela, 1994).
66 R E V I S T A - D E - G E O G R A F Í A - N O R T E - G R A N D E

episodio conocido como “el muro de Lo Conclusión


Barnechea”7 (Cáceres et al., 2002).
Lo que las secciones precedentes permiten
En este sentido, la generalizada –y no menos observar, en síntesis, es la construcción de una
sorprendente- aprobación a su construcción, in- integración pluriclasista que se plantea entre un
cluso por parte de aquellos a quienes supuesta- cierto desarrollo comunitario (el cual puede ser
mente más perjudicaría, puede ser entendida como mayor o menor, dependiendo del grupo al que
una negociación de identidades: la producción esté referido) y el establecimiento de una socia-
de una identidad colectiva, donde las bilidad, cuya cristalización en términos de es-
adscripciones intra-grupales ceden protagonismo tructura de oportunidades aparece como ventajo-
a la emergencia de una identidad compartida, sa, sobre todo para los grupos de menores ingre-
definida por la pertenencia al barrio. Obviamen- sos. Esta sociabilidad, si bien surge en primera
te, esto no quiere decir que los referentes intra- instancia bajo la forma de relaciones funciona-
grupales desaparezcan a favor de una suerte de les, permite entrever un componente asociado a
“comunitarismo” pluriclasista, así como tampo- la mediación y reconocimiento de las diferen-
co se afirma que los miembros de un grupo abran cias entre los grupos, lo cual se ve fortalecido
sus dinámicas particulares a la participación de por una adscripción común -en términos de iden-
aquellos entendidos como “otros”; el estableci- tidad social- a un contexto barrial connotado
miento de una suerte de polis barrial está lejos positivamente. Sin embargo, una relación plan-
de nuestra perspectiva. Sin embargo, es indicati- teada en estos términos puede ser objeto de críti-
va del proceso aquí referido la generalizada cas, por cuanto puede aparecer como un vector
autopercepción de los sujetos como “clase me- de reproducción de las diferencias sociales; no
dia”, la cual es asimismo descrita en términos obstante, tanto el valor asignado al trabajo, así
muy similares por todos ellos. Puede ser que esta como el reconocimiento de una estructura de
difundida adscripción obedezca en buena parte a oportunidades mayor –ambos puestos en relación
una característica del imaginario colectivo más con la presencia de los grupos de mayores ingre-
amplio; sin embargo, su recurrencia en un ámbi- sos en el lugar- permiten dar cuenta de este espa-
to de las características de este espacio de borde cio de borde como un factor activo de promo-
enfatiza especialmente su valor y permite sospe- ción social; en último término, de integración
char la coproducción de un proceso identitario social.
como el aquí sugerido.
Sin embargo, es preciso recalcar que no obs-
7
Entre marzo y abril de 2002, Lo Barnechea protagoni-
zó una polémica de resonancias mediáticas que tuvo su tante los beneficios asociados a la reducción de
origen en el levantamiento, por parte del municipio, de la escala de la segregación y la mezcla social en
un muro de dos metros y medio de alto por alrededor el espacio, la proximidad espacial entre los gru-
de 300 de largo; la función de éste sería separar La
pos no implica necesariamente el reconocimien-
Ermita de San Antonio del conjunto de departamentos
colindante, impidiendo el tránsito entre ambos. Inme- to y la mediación de las diferencias entre los
diatamente, un grupo de pobladores se movilizó en mismos. Sennett (1994: 394) observa esto para
contra de la medida, llevando su reclamo hasta los el caso de Nueva York: “La vida en el Greenwich
medios de comunicación. En la discusión pública sus-
Village quizá ejemplifica lo máximo que hemos
citada, los vecinos pudientes alegaban que las vivien-
das sociales constituían un foco de delincuencia; por logrado: una voluntad de vivir con la diferencia,
su parte, los pobladores afirmaban sufrir discrimina- pero, al mismo tiempo, la negación de que ello
ción. La municipalidad declaró que la construcción del implique un destino compartido”. El riesgo de la
muro se había iniciado a instancias de los primeros,
indiferencia hacia el otro del que es portadora la
víctimas frecuentes de robos y vandalismo y atemoriza-
dos ante la proximidad de “delincuentes, drogadictos y convivencia pluriclasista es determinante a la hora
prostitutas”. El escándalo alcanzado por esta polémica de distinguir entre una integración de tipo comu-
obligó a detener la construcción del muro, mientras se nitaria u otra de carácter formal, polos entre los
buscaba un acuerdo entre los grupos en disputa. Final-
cuales se debate la situación descrita para nues-
mente, se llegó a una solución que perdura hasta hoy:
el muro fue reemplazado por una reja que contempla tro caso de estudio. Para que ocurra la primera,
accesos desde La Ermita hacia la calle principal, mien- es necesario que las relaciones entre diferentes se
tras que en el espacio abierto entre ambos conjuntos se especifiquen por sobre (o más allá de) la interde-
construyeron áreas verdes, luminarias y una rampa
pendencia funcional. Sin embargo, la integración
pavimentada hacia la calle.
INTEGRACIÓN S O C I A L E N “ESPACIOS DE BORDE”: APUNTES 67
P A R A U N C A S O D E E S T U D I O E N L O BA R N E C H E A , SA N T I A G O

como estructura de oportunidades parece pres- siones formuladas? Evidentemente, no pretende-


cindir –de acuerdo a lo que hemos observado- mos desconocer la extensa discusión acerca de la
del referente comunitario, en tanto tiene lugar (y pertinencia o legitimidad de los estudios de caso
sobre todo en lo que al ámbito del trabajo refie- que se encuentra a la base de la investigación
re) como una red de lazos funcionalmente esta- urbana, pero dado que su tratamiento en justicia
blecidos; esto es, perteneciente al dominio de la excede ampliamente los límites de este artículo,
sociabilidad. Sabatini (1998: 2) sintetiza este nos remitiremos a introducir solamente dos con-
punto cuando sostiene que “la integración social sideraciones al respecto. En primer lugar, cree-
que tenemos en mente no es la que podríamos mos haber asentado de manera convincente el
considerar ideal por estar fundada en valores de carácter representativo del ámbito territorial es-
igualdad y solidaridad. Es la de las economías tudiado respecto de aquella particular geografía
capitalistas: una integración que no excluye la social que aquí hemos denominado “espacio de
subordinación ni la explotación. Sin embargo, es borde”; la concordancia entre el “tipo ideal” des-
alternativa a la exclusión, la que tiende a generar crito insistentemente en la literatura9 y el caso
situaciones extremas de degradación humana y específico analizado, latamente expuesta a lo lar-
social, como las que prevalecen en muchos ba- go de estas páginas, debiera bastar por sí sola
rrios pobres de nuestras ciudades y en los ghettos para justificar los alcances de nuestra investiga-
de las estadounidenses”. ción.

El caso considerado por esta investigación ha Por otra parte, consideramos que uno de los
sido circunscrito intencionadamente a un área aspectos más relevantes de este caso tiene que
territorial de las características del barrio Monse- ver con la convergencia, en un mismo espacio,
ñor Escrivá de Balaguer, cuya condición de “la- de procesos asociados a la expansión urbana bajo
boratorio” de mezcla social en el espacio sinteti- ciertas condiciones específicas (a las que nos
za de manera elocuente los atributos que carac- hemos referido en la sección que abre este artí-
terizan a las áreas de fuerte expansión inmobilia- culo), junto con otros de orden más bien cultu-
ria de grupos medios y medio-altos, en las cuales ral; la reducción de la escala geográfica de la se-
se manifiestan con mayor fuerza los procesos y gregación que posibilita el referirse a los espa-
conflictos asociados a la reducción de escala de cios de borde se despliega sobre un principio pre-
la segregación, y en las que buena parte de las existente de mezcla social en el espacio. En esta
estrategias que usualmente se promueven en or- imbricación socio-espacial descansa tal vez el
den a generar ámbitos menos segregados tienen principal aporte de nuestro trabajo a la discusión
lugar de manera más o menos “espontánea”8 . Por sobre la relación entre segregación residencial e
otra parte, en estas áreas suelen encontrarse integración social.
asentamientos populares consolidados producto
de la acción del Estado, con lo cual se completa En consecuencia, lo que nos enseña la expe-
la ecuación social que implica la reducción de riencia de Lo Barnechea es que sí es posible la
escala de la segregación. Tal es el contexto diná- construcción de una integración social
mico sobre el cual hemos vuelto la mirada, bus- pluriclasista en los espacios de borde, atendien-
cando identificar en un único ámbito las moda- do al menos a tres vectores fundamentales; he-
lidades de la integración social propias a los es- mos enfatizado así la importancia de la configu-
pacios de borde. ración espacial de los conjuntos habitacionales
que conforman áreas y barrios, por cuanto la vi-
¿Cuál es entonces –cabe preguntarse- la vali- sibilidad entre éstos y su inserción en el paisaje
dez de estos hallazgos? ¿Hasta qué punto es po- barrial posibilita en parte el reconocimiento a la
sible generalizar, más allá de perfilar con mayor condición de vecinos. Por otra parte, las estruc-
o menor nitidez el caso de estudio, las conclu- turas de oportunidades que caracterizan buena
parte de los espacios de borde hacen posible el
conocimiento mutuo a través del establecimien-
8
Pensamos, por ejemplo, en la dispersión de los grupos
medios y medio-altos fuera o hacia los límites del cono to de vínculos funcionales; el diálogo interclase
de alta renta, mejoramiento de barrios y equipamiento,
instalación de artefactos portadores de un sesgo 9
Para la ciudad de Santiago, véase Sabatini y Cáceres
modernizador, etc. (2004).
68 R E V I S T A - D E - G E O G R A F Í A - N O R T E - G R A N D E

que se genera –principalmente a partir del traba- Bibliografía


jo- funge como mediador entre los diferentes gru-
pos sociales, posibilitando de esta manera la
BLAKELY, E. and SNYDER, M. Fortress
copresencialidad y la aceptación de la diferen-
America. Gated communities in the United States.
cia. Finalmente, la coexistencia puede ser tam-
Harrisonburg: Brookings Institution/Lincoln
bién mediatizada a través del enrejamiento o
Institute of Land Policy, 1999.
–en casos más extremos- por medio de muros, lo
cual permite articular de alguna manera los con-
flictos cotidianos asociados a la vecindad. CÁCERES, G.; CAMPOS, D. y GARCÍA, C.
Violencia urbana, segregación residencial y
amurallamiento en el Santiago del siglo XXI:
“Lo social se explica por lo social”, reza uno
¿Construyendo caminos para una mejor convi-
de los postulados básicos de la sociología; con
vencia urbana? Ágora Revista de Ciencias Socia-
este ejercicio de sociología urbana hemos suscri-
les, 2003, n° 7, p.123-139.
to la tesis de que lo social se construye también
desde el espacio. No obstante, así como éste no
determina per se el tinglado de relaciones socia- CAMPOS, D. y GARCÍA, C. Identidad y so-
les que desde un ámbito territorial específico toma ciabilidad en las nuevas comunidades enrejadas:
forma, la sola proximidad espacial no supone observando la construcción de la distancia social
tampoco necesaria o “automáticamente” la inte- en Huechuraba. En CÁCERES, G. y SABATINI,
gración social. Para que un modelo de integra- F. (eds.). Barrios Cerrados en Santiago de Chile:
ción basado en el establecimiento de lazos fun- entre la exclusión y la integración residencial.
cionales sea sostenible, es menester otorgarle un Santiago: Lincoln Institute of Land Policy e Insti-
fundamento y una significación extra-funcional. tuto de Geografía, Pontificia Universidad Católi-
En este punto se rompe la dicotomía que la teo- ca de Chile, 2004, p. 179-205.
ría parece establecer entre la tesis de la identidad
y la de la sociabilidad: la proximidad espacial COUSIÑO, C. y VALENZUELA, E.
puede favorecer el establecimiento de relaciones Politización y monetarización en América Lati-
de carácter funcional, lo que puede ser interpre- na. Santiago: Cuadernos de la Pontificia Univer-
tado bajo el prisma de la integración social (so- sidad Católica de Chile, 1994.
ciabilidad); sin embargo, el círculo se completa
cuando se observan las condiciones sociales es- GARCÍA, N. Consumidores y ciudadanos.
pecíficas sobre las cuales se construyen estas re- Conflictos multiculturales de la globalización.
laciones, así como aquellas que emergen de –y México: Grijalbo, 1995.
transforman consecuentemente- los puntos de
contacto entre grupos social y económicamente GIL, F. La exclusión social. Barcelona: Ariel,
dispares (identidad). Sólo así puede entenderse 2002.
el carácter vinculante de los conflictos, así como
proponer y defender como alternativa viable a la
HIDALGO, R. La vivienda social y los nue-
exclusión social la reducción de la escala geográ-
vos espacios urbanos en la ciudad de Santiago: la
fica de la segregación.
evaluación del habitante. Revista Geográfica de
Chile Terra Australis, 1997, nº 42, p. 7-22.
A la dilucidación de éstas y otras cuestiones
se abre la posibilidad para aproximaciones nece-
HIDALGO, R. y SALDÍAS, B. La satisfacción
sariamente multidisciplinarias; el análisis de las
residencial de los usuarios en los programas de
identidades sociales y las estructuras de oportu-
vivienda social en Santiago de Chile. Revista Elec-
nidades ante la problemática de la segregación
trónica Scripta Vera, 1998. En Internet http://
puede –y debe- ser complementado con otro tipo
www.ub.es/geocrit/sv-83.htm
de acercamientos, como por ejemplo el estudio
de los criterios de localización de la vivienda
popular, la satisfacción residencial en conjuntos KATZMAN, R. Seducidos y abandonados. El
de vivienda social, las políticas urbanas y merca- aislamiento social de los pobres urbanos. Revis-
dos de suelo, etc. ta de la Cepal, 2001, nº 75, p. 171-189.
INTEGRACIÓN S O C I A L E N “ESPACIOS DE BORDE”: APUNTES 69
P A R A U N C A S O D E E S T U D I O E N L O BA R N E C H E A , SA N T I A G O

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