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El rol docente en la dinámica grupal: El docente moderador

(Documento de trabajo)
Alicia Rivera Morales
Octubre 2010

Las dinámicas grupales podrían ser el medio para tener relaciones optimas
entre alumno y maestro; pero ¿qué es la dinámica de grupos?, pues bien éste
término "es el elemento eficaz para cambiar cualitativamente al individuo"(1),
porque un grupo ayuda a superar problemas personales, crear seguridad,
permite una retroalimentación crítica constructiva que ayuda a crecer.

Además propicia la comunicación elemento fundamental que debe existir en el


aula, más no entender a la comunicación como el hecho de mandar
información y decodificarla como cualquier persona; este proceso va más allá
de una simple transmisión donde tanto el profesor como el alumno deben verso
como iguales, es difícil esto pero es preciso aplicarlo para que haya una
participación más activa en clase en el que beneficia no sólo al estudiante sino
también al maestro para conocer al grupo y los miembros que lo integran.

Rol del profesor en la dinámica grupal

En el profesor recae la gran responsabilidad de tener una buena relación


porque es el promotor para la ejecución de las dinámicas grupales, ya que
debe actuar como psicólogo y buscar la manera de poder integrarse al grupo

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para conocerlo más y romper las barreras que no permiten la interacción eficaz
con los alumnos; por lo tanto el profesor que recurre a trabajar mediante
dinámicas grupales debe estar convencido que el interaccionar con los
individuos es la mejor forma para el proceso de enseñanza - aprendizaje .

Asimismo debe tomar en cuenta que tiene que desempeñar funciones distintas
a las del maestro tradicional.

1. Tendrá que tomar la postura de coordinador de grupo (en el que estará


involucrado él y el grupo), es un propiciador de conocimientos,
observador del proceso grupal y la comunicación dentro del grupo; para
ello es conveniente considerar que un grupo no es estático sino que
atraviesa por diversas etapas y esta en constante cambio; así que el
coordinador (docente) tiene la tarea que los integrantes del grupo
poseen conciencia de grupo y pueda determinar cómo va actuar frente a
ellos.
2. Debe estar preparado para detectar en la primera etapa de evaluación
del grupo conductas defensivas, actitudes de rechazo y determinar la
forma más adecuada para que no prevalezcan. Por lo general el primer
día clases el maestro actúa como observador grupal; luego de
observador pasa a ser asesor o informador siempre y cuando no adopte
la postura de que es el poseedor del saber; en cierta parte tendría la
razón porque le da poder el hecho de tener un título pero no serviría de
nada si no lo sabe transmitir; de tal forma que "tendrá que cambiar es su
forma de concebir la autoridad y en la manera de relacionarse con cada
individuo y con el grupo" (2) . Esto presiona a que el o la adopte una
actitud diferente.

3. Su actuación debe ser determinante frente a sus alumnos porque no


sólo "informa sino que también forma una actitud" (3), en el aspecto de
estimula, motivar o bien desanimar.

4. Debe promover la participación y él o ella mostrar una actitud abierta y


receptiva, entusiasta, para que los alumnos opinen y respondan con
entusiasmo; "un profesor que sólo recita sus notas, habla solo el

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pizarrón en actitud indiferente y autoritaria, induce a una clase árida y sin
interés que pronto se aburre y cansa" (4) porque no existe la disposición
por implementar la dinámica de grupos en su clase, esto puede provoca
un bajo aprovechamiento, pero también interviene la poca disposición
del grupo por miedo a hablar conduciendo de esta manera a una clase
tediosa y cansada. El buen profesor actúa como participante no como
dictador. No sólo impartir conocimientos sino el de ayudar a los alumnos
a adquirirlos por sí mismos en donde el maestro de vuelve en un
amistoso consejero.

5. En su labor cotidiana el docente, tienen que reconocer que “no saben


todo”. La propuesta implica revisar constantemente nuestras prácticas
áulicas, el cumplimiento de los objetivos pedagógicos propuestos y
alcanzados por ellas en mayor o menor medida. Supone aceptar, y
considerar-con alta y real probabilidad de implementación- otras formas
(estrategias) de encarar las “tareas” de su materia, teniendo por meta la
eficacia de los objetivos docentes. Este es el difícil primer paso,
necesario, para mejorar la enseñanza. El replanteo comienza, entonces,
por las propias prácticas pedagógicas, en el vínculo docente-alumno,
comprendiendo que la educación en sí misma es un hecho social, y por
lo tanto un continuo “ida y vuelta” que transforma a ambos agentes de la
relación. El docente y alumno son seres semejantes, que enseñan y
aprenden al mismo tiempo, invirtiendo sus roles constantemente.

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El docente debe estar preparado para esa transformación, debe fomentar
ámbitos de discusión e intercambio de ideas, de propuestas de análisis y
solución de las problemáticas. El rol docente resulta: “...una actividad que
está ligada a la ética más que otras. Se debe a que somos transformadores
de seres humanos en formación, responsables en gran medida de la vida de
las personas que tenemos como alumnos. Es una responsabilidad tremenda,
enorme, la cual nos exige: conocimiento científico; capacidad de reflexión
crítica sobre la realidad; compromiso político y actitudes para realizarlo;
actitudes éticas y morales guiadas por la rectitud, la verdad y el amor;
comprensión, equilibrio emocional y manifiesta afectuosidad hacia los alumnos
y la realidad.”

Entender la tarea educativa como una práctica grupal, es la concepción que


mejor coincide con la realidad laboral, en la que van a insertarse los futuros
profesionales. Cada vez en mayor medida las labores se desarrollan en grupos
de trabajo en equipos multidisciplinarios de profesionales, en los cuales la
división de roles y el trabajo en grupo, son aportes muy valorados y definen el
crecimiento profesional personal, e institucional.

Cuando se piensa en la dinámica de grupo como estrategia de las prácticas


pedagógicas, lo hacemos considerando que un grupo operativo es un conjunto
de personas con un objetivo en común (la resolución de una situación
conflictiva de derecho, sea real o “de laboratorio”), al que intentan abordar
operando como equipo.

El grupo en el campo de la enseñanza se prepara para aprender mientras


opera (trabaja como grupo en sí); y no es un detalle menor que gran parte del
trabajo consista también en el aprendizaje para operar como equipo. Son, por
tanto, grupos de enseñanza y aprendizaje, términos que constituyen pasos
dialécticos inseparables, en ese proceso único en permanente movimiento.

Cada integrante del grupo puede asumir funcionalmente roles distintos según el
tema, los momentos o niveles de aprendizaje; por ello, parte de la función
docente es reconocer esos roles, incentivándolos hacia una inserción
oportuna de cada rol. Esta coordinación es uno de los objetivos finales del

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aprendizaje que debe transitar el grupo, pues implica el propio “trabajo en
grupo”, que será evaluado constantemente.

El docente debe posicionarse como moderador/coordinador, participando


en forma activa dentro del proceso dialéctico del grupo; principalmente,
dinamizando los roles intra grupales. Es decir, solucionando los conflictos
propios de la división de roles, en la medida en que esa descoordinación
interna perjudique el trabajo del conjunto, que es, en definitiva, el objeto a
evaluar, en tanto proceso de aprendizaje.

Con gran frecuencia, observamos componentes del grupo (participantes) que


no asumen el interés de la propuesta concreta de enseñanza-aprendizaje. Esta
forma de débil participación, está comunicando tácitamente aspectos de la
personalidad, intereses y motivación del participante, que presenta una
tendencia innata a esperar instrucciones precisas de los docentes
intervinientes, o de alumnos con características de liderazgo natural, porque no
se atreven a ser protagonistas pro-activos de su propia capacitación.

El docente debe identificar esas personalidades (desinteresadas o


dependientes), comunicarle al alumno que evidencia su poca o nula actuación,
e implementar incentivos a través de propuestas de aprendizaje que en primera
instancia pueden ser personales, concretas, de análisis, investigación, con
objetivos específicos; y en una segunda etapa, serán incluidas al trabajo del
grupo en conjunto.

Es preciso valorar el aporte personal, distintivo, ayudando a cada uno a

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encontrar el rol, en el cuál puedan explotar mejor sus capacidades y a su vez
aportar aquello que enriquezca el aprendizaje del grupo. Una de las tareas más
complejas para el docente moderador, es, precisamente: destacar el aporte e
incentivar la actividad de aquél que por su personalidad carece de iniciativa; y
al mismo tiempo, atenuar la influencia del líder natural que tiende a dirigir,
considerando solo su perspectiva de análisis y conocimiento. Evitar que los
demás integrantes del grupo se desarrollen como simples ejecutores de las
decisiones del líder natural, cuanto que este líder sea el único ejecutor de
soluciones (absorba el total de las tareas del grupo); puesto que ambas
situaciones desfavorecen el aprendizaje.

La información y las habilidades, incorporadas por cada integrante al grupo,


deben funcionar como instrumento para volver a aprender y seguir creando y
resolviendo los problemas del campo científico que tratamos, en nuestro caso,
el derecho. El aprendizaje grupal, consiste, por tanto en una revisión
permanente del esquema referencial (del conjunto de experiencias,
conocimientos y afectos con los que el individuo piensa y actúa. Es decir, que
el trabajo en grupo, en la manera descripta, debe permitir al alumno no solo
relacionar “lo dado/ aprehendido” en cada una de las materias.

En resumen: la función del docente moderador/coordinador es la de


ayudar a la adquisición del conocimiento, y no imponer el mismo; respetando el
tiempo que el proceso de elaboración por el grupo requiere. No se trata de
transmitir información al grupo, sino de generar los espacios propicios para
que sus integrantes incorporen y manejen los instrumentos de indagación,
considerando las contradicciones como motores de cambio y participando en
las transformaciones. Para ello, será imprescindible que el docente trabaje o
mejor dicho, cotrabaje con los estudiantes y con todos sus auxiliares.

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La experiencia como auxiliar docente.

La experiencia docente desempeña un papel muy importante:

1. Su conocimiento sobre la práctica le permitirá al docente interactuar


continuamente en el trabajo del grupo; en su rol de
coordinador/moderador, solucionando los conflictos intra-grupales en la
forma explicada.
2. Para superar la difícil tarea de dinamizar los roles, el docente debe
considerar al líder natural como nexo de comunicación entre la labor
del grupo y el rol. Así, lo convierte en “vocero” eficaz, que organiza
(centraliza) toda información; resultado de un proceso continuo en el
que participen todas los integrantes del grupo. Por ello, ese alumno,
debe diferenciar su rol de organización, de la tarea grupal (como
producto final y común del ámbito de discusión y cuestionamiento
continuo que son motivación del aprendizaje). Este alumno, así
concebido, es colaborador del docente en la coordinación o tutoría
institucional traduciendo las consignas de forma más sencilla o práctica
para aquellos que reclaman seguimiento y apoyo.
3. El docente debe considerar con real probabilidad de implementación
otras formas (estrategias) de encarar las prácticas pedagógicas de su
materia. La posibilidad de alternar la composición de los grupos de
trabajo es una propuesta que surge de la experiencia que demuestra
que las mismas personas no actúan de igual modo en otros grupos y
favorece la formación del alumno en diversas áreas o funciones del
ejercicio profesional.

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El único límite que encuentra en la práctica está dado por el tiempo de cursado
de la materia. En una cursada breve, la alteración constante de los grupos de
trabajo, conlleva indeterminación del alumno (falta de pertenencia al grupo,
luego, de compromiso) dificultando el proceso de aprendizaje tanto personal,
como grupal.

Las actitudes del coordinador.

La atmosfera grupal puede y está en cierta medida mediada por las actitudes, o
modelos que el coordinador presenta, por ejemplo, si el coordinador mantiene
un vinculo grupal de aliento, aceptación y confianza, consecuentemente la
atmosfera que se generará en el grupo será de apoyo mutuo y cooperación, si,
por el contrario, el vinculo establecido es de descalificación, enjuiciamiento y
competitividad el ambiente estará bajo tensión disgusto o desagrado.

Por tanto, las situaciones generadas o proyectadas por el coordinador impactan


en los integrantes del grupo, que reaccionan ante los estilos o facetas
presentadas, determinando así la atmosfera grupal.

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Autoridad “formal” y “real”.

Existen ocasiones en que el coordinador puede mantener una actitud


democrática y sin embargo, no lograr que los integrantes del grupo lleguen a
realización satisfactoria de la tarea, en medida que se pierda el control grupal
puesto que en ocasiones la persona frene a grupo, no necesariamente es visto
como una autoridad, y por consiguiente, puede pensarse que el único método
de hacer ver su autoridad como coordinador del grupo es mediante un modelo
autoritario.

Sin embargo, es importante que el grupo, acepte el liderazgo de una persona,


sin que esta recurra a metodologías protagonistas, represivas y autoritarias,
dicho liderazgo, se logra mediante una “matriz vincular”, los factores que
pueden influir en que el grupo acepte el liderazgo o autoridad de una persona,
independientemente por la asignación de su rol, son la constitución del grupo,
la historia previa que tenga la persona que fue asignada a tener una función de
líder, las actitudes que asuma como autoridad, como son , la coherencia
actitudinal, la firmeza o seguridad que proyecta, la coordinación que garantice
las reglas del juego claras donde se fomente la participación, libertad y respeto
mutuo.

Es importante, considerar que la influencia de la autoridad no siempre logra


generar un buen clima grupal, existen ocasiones en que los grupos pueden
mantener situaciones muy conflictivas que es necesario trabajar o
desestructurar.

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Las actitudes como facilitadores y como obstaculizadores.

Si se considera que las actitudes que el coordinador tiene influyen en el


ambiente grupal, dichas actitudes pueden tener una función facilitadora o una
función obstaculizadora, la función facilitadora del docente requiere que tenga
presente, ya sea de manera teórica o intuitiva que las relaciones docente
alumno y las relaciones entre los mismo alumnos, están presente en su
práctica docente, y que las relaciones o vínculos realizados de forma individual
(con cada alumno) y grupal, tienen similitudes pero también diferencias
importantes.

Actitudes dirigidas a las personas.

Se tomara en cuenta las tres cualidades de C. Rogers, sobre el “facilitador del


aprendizaje”

Autenticidad en el facilitador del aprendizaje: Si el facilitador es una persona


autentica, fomentara una relación sin presentar una máscara al estudiante, es
decir, que presentara una actitud donde es capaz de ver sus alcances pero
también sus limitaciones y la relación con el alumno es de persona a persona.

Aprecio, aceptación y confianza: Esto significa que el facilitador aprecia al


alumno, toma en cuenta sus sentimientos, opiniones y su persona en general,
es decir, que ve al alumno como una persona independiente con derechos
propios, le fomenta confianza y puede aceptar y entender las vacilaciones y el
miedo que el alumno enfrenta al encontrarse con un problema, y también lo
acompaña en sus progresos y su éxito.

Comprensión empática: Esto es cuando el docente puede comprender las


reacciones que tiene el estudiante, requiere de su apreciación sensible ante las
diversas situaciones que puedan presentarse, la reacción del alumno, es por
tanto de confianza, auto-aceptación de liberación.

Las actitudes facilitadoras promueven un buen clima grupal, tónica de


aceptación y confirmación personal, que es captada desde la función de

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autoridad del coordinador, y que produce lo siguiente en los miembros del
grupo:

1. Menor miedo al rechazo


2. Disminución de la ansiedad generada por la lucha de aceptación y
reconocimiento de la autoridad.
3. La aceptación y reconocimiento del otro, en función de sus aspectos
positivos
4. Un reforzamiento a la autoestima, aumento en la seguridad ontológica y
una disminución de conductas defensivo-ofensivas.

Las actitudes que obstaculizan el aprendizaje se encuentran en el extremo,


donde se fomenta la descalificación, a través, por mencionar algunas, de la
humillación, las amenazas y la desconfianza, se refuerzan los temores y por
tanto se activan los mecanismos de defensa y ataque, que pueden ser el
sometimiento y la auto descalificación.

Alentando la integración.

La preocupación por promover un grupo sano puede conducir al docente a


tratar de incidir en forma abierta en el mejoramiento del clima grupal
proponiendo actividades de integración, brindando oportunidades y momentos
de encuentro y reflexión conjunta para profundizar el conocimiento mutuo y la
resolución cooperativa de los problemas comunes, etc. En esta línea activa y
constructiva pueden encontrarse desde sugerencias o iniciativas tomadas
espontáneamente dentro del marco del desarrollo de una clase, al sentir la

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presencia de un obstáculo, una fuerte dispersión, desorganizadora del trabajo,
etc., hasta experiencias pedagógicas innovadoras diseñadas ex profeso para
este propósito.

El docente con sus actitudes cotidianas, con su manera de ejercer autoridad y


con la naturaleza de los recursos que usa para incentivar el aprendizaje, puede
promover o desalentar una buena integración grupal.

Otro aspecto fundamental está ligado con el grado de libertad y participación


que se promueve, la posibilidad de crear un ámbito donde todos puedan hacer
oír su voz, sus inquietudes, exponer sus dificultades y sus necesidades,
expectativas y deseos respecto de la tarea. Esto hace que los alumnos se
sientan reconocidos e identificados como personas, que se sientan libres y
respectados, lo cual ayuda tanto al crecimiento individual como grupal.

Con actitudes de este tipo el docente se encontrará cumpliendo, de hecho, un


rol de facilitador grupal.

Grupo y entorno institucional.

¿Qué papel juega en todo esto el entorno que rodea al grupo?.En primer lugar
existen diferencias, a veces bien marcadas, entre las distintas instituciones.
Así como hablamos de distintos climas grupales podemos hablar también de
distintos climas o atmósferas institucionales.

Hay instituciones educativas más abiertas y sensibles a este tipo de planteos y


otras ceñidas a esquemas disciplinarios y pedagógicos más conservadores.
Un clima institucional represivo o autoritario (sea con un autoritarismo abierto o
encubierto) crea una atmósfera de temor o rigidez que no estimula la labor de
un facilitador grupal. Tampoco será favorable un clima institucional de
descontrol o laissez-faire.

A pesar de las dificultades que pueden provenir de un entorno resistente y


hostil, siempre habrá un espacio, aunque sea pequeño, dentro del aula, para
intentar generar una buena comunicación humana. Y muy probablemente
está sea una manera de seguir propiciando cambios en la atmósfera general.

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Lo actitudinal y lo técnico: Su mutua complementación.

Una buena actitud no basta para lograr un rico y fecundo trabajo de


coordinación grupal, no es condición suficiente.

Sí lo consideramos condición necesaria; la impronta actitudinal de la autoridad


grupal no favorece una trama vincular positiva, vanos serán los intentos
provenientes de técnicas o métodos facilitadores.

El enfoque humanista intenta brindar una visión abarcativa e integradora de los


fenómenos grupales donde se rescaten no sólo los aspectos teóricos y
técnicos, sino también la importancia del compromiso y la impronta personal
que conlleva en el trabajo grupal. Lo cual pasa a formar parte del encuadre
teórico mismo.

Este enfoque obliga también a hacer explícita una propuesta relativa a los
recursos técnicos que, siendo coherentes con el encuadre adoptado, operen
como facilitadores de la integración y la tarea grupal.

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Conclusión

Realmente las dinámicas de grupo contribuyen a mejorar las relaciones entre


maestro y alumnos y no sólo eso, sino que también ayudan al aprendizaje y
formar la actitud del estudiante, es aquí donde el profesor puede propiciar que
se dedique a una carrera referente a la materia que el imparte por el gran
impacto que tiene hacia sus alumnos. No obstante para llevar a cabo esto el
maestro es quien lleva la iniciativa; muchos pensamos que su trabajo es
sencillo y en realidad no es fácil porque él es quien debe de buscar la manera
de poder integrarse al grupo para conocerlo más y romper esa barrera de la
comunicación, mientras que los alumnos sólo son participes para dicha
actividad.

Si actualmente todos los maestro tomaran en cuenta que la dinámica de grupo


es una herramienta eficaz para este desarrollo hubiera un mejor
aprovechamiento académico.

Referencias

(1) Andueza María (1994) Dinámica de Grupos en Educación. 3a ed. México,


Ed. Trillas, pp. 23
(2) Lozano Lucero (1997) Técnicas y dinámicas y juegos didácticos para un
aprendizaje grupal. México. Ed. Libris Editores, pp. 10
(3) Universidad Iberoamericana (1993) Psicología Iberoamericana: creatividad.

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México. Ed. Algo Nuevo, pp. 59
(4) Universidad Iberoamericana (1993) Psicología Iberoamericana: creatividad.
México. Ed. Algo Nuevo, pp. 61

Bibliografía

Andueza María (1994) Dinámica de Grupos en Educación. 3a ed. México, Ed.


Trillas, pp. 10-13,17,23,32-37

Barreiro, T. (2000) Trabajos en grupo. Buenos Aires, Arg. Ediciones Novedades


Educativas pp. 67-77

Di Pierro, M.V. Facultad de Derecho, Universidad de Buenos Aires (UBA).


victoiredipi@hotmail.com

Instituto Latinoamericano de la Comunicación Educativa (1987) Taller de


Dinámica de Grupos. México, Ed. ILCE, pp. 293-304, 311-318.

Lozano Lucero (1997) Técnicas y dinámicas y juegos didácticos para un


aprendizaje grupal. México. Ed. Libris Editores, pp. 3-12

Universidad Iberoamericana (1993) Psicología Iberoamericana: creatividad.


México. Ed. Algo Nuevo, pp. 55-61

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