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SCHIAFFINO, Eduardo. La evolución del gusto artístico en Buenos Aires. Buenos Aires, Bellas Artes, 1982.
CONCLUSIÓN
Digamos para concluir, dos palabras de nuestros coleccionistas de arte. [enumeración]
Junto con el amor a la obra de arte, que no embarga sino a las mentes refinadas, aparece entre nosotros el
sentimiento altruista de querer para los demás, para la masa anónima del pueblo, la posibilidad de levantar el
espíritu en su contemplación y familiaridad; a este grado supremo, se han elevado entre nosotros Adriano E.
Rossi, Juan Benito Sosa, Parmenio Piñero y Ángel Roverano, los generosos donadores de sus respectivas
colecciones, al Museo Nacional de Bellas Artes.
Y este bello gesto, cierra con broche de oro, el primer siglo de la emancipación argentina.”
MALHARRO, Martín. Fragmento de un artículo escrito para la revista Ideas, dirigida por Manuel Gálvez, 1903.
Citado por: MALOSETTI COSTA, Laura. “Las artes plásticas entre el ochenta y el centenario”, BURUCÚA, José
E. Nueva Historia Argentina; arte, sociedad y política. Buenos Aires, Sudamericana, 1999, tomo 1, p.206.
“Para fundamentar la pintura nacional es necesario que olvidemos casi, lo que podamos haber aprendido en
las escuelas europeas. Es preciso que, frente a frente de la naturaleza de nuestro país, imaginemos sus
misterios, explorando, buscando el signo, el medio apropiado a su representación, aunque nos separemos de
todos los preceptos conocidos o adquiridos de tales o cuales maestros, de estas o aquellas maneras.”
MALOSETTI COSTA, Laura. “Las artes plásticas entre el ochenta y el Centenario”. En: BURUCÚA, José E. Nueva
Historia Argentina; arte, sociedad y política. Buenos Aires, Sudamericana, 1999, tomo 1, pp.209-210.
“Es lícito etiquetar a Malharro o a Fader de impresionistas? Parecería que no. Sus innovaciones formales
responden inequívocamente a búsquedas que van más allá de la adhesión formal a una escuela, y que los llevan
a transformar en paisaje una tierra, unos árboles, unos hombres a los que parecían interrogar tratando de
arrancarles el secreto de la tan ansiada identidad nacional.
Hemos visto cómo algunos intelectuales del ’80 percibieron con preocupación un ‘atraso’ en las artes
plásticas en relación con su proyecto de nación.
En el otro extremo del período, cuando los frutos de aquellos proyectos del ’80 son percibidos como un
cosmopolitismo y mercantilismo peligrosos, e intelectuales como Ricardo Rojas o Manuel Gálvez proclaman una
vuelta a las ‘verdaderas raíces’ de la nacionalidad, las miradas se dirigirán al campo que parecía depositario de
esa tradición que se desvanecía en los conventillos, y que a menudo fue evocado como un lugar idílico,
deshistorizado, sin conflictos. Córdoba parece haber sido por entonces la meca de muchos pintores, no sólo
Fader y ‘los nuevos’ sino también Schiaffino, Ballerini, Della Valle y otros que realizaron excursiones pictóricas en
los primeros años del siglo, descubriendo las posibilidades que ofrecían a sus renovados ideales artísticos sus
paisajes serranos.”