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TRIBUNAL DE JUICIO ORAL EN LO PENAL
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Para el acusador particular, estos hechos son constitutivos del delito de dos
delitos consumados de Abuso Sexual Infantil, que prevé y sanciona el artículo
366 bis en relación con el artículo 366 ter del Código Penal, en grado de
consumado y en carácter de reiterado; en los que atribuye al acusado participación
en calidad de autor, conforme a lo dispuesto por el artículo 15 N° 1 del citado texto
legal, al haber intervenido en ellos de manera inmediata y directa.
Además, sostuvo que beneficia al encartado la circunstancia atenuante
prevista en el artículo 11 N° 6 del Código Penal, y le perjudica la agravante que
contempla el artículo 12 N° 7 del mismo texto legal; por lo que, en mérito de lo
expuesto, y de lo que disponen los artículos 351 inciso 2° del Código Procesal
Penal y 69 del Código Penal, solicitó se aplique al acusado José Carlos Gallardo
Caimapo una pena única de once años de presidio mayor en su grado
medio, más las penas accesorias de los artículos 28, 372 y 372 ter del Código
Penal, se le condene al pago de las costas de la causa, según lo prescrito en los
artículos 45 y siguientes del Código Procesal Penal, y se ordene en la sentencia
condenatoria la determinación de la huella genética del acusado y su incorporación
al Registro de Condenados, de acuerdo a lo establecido en el artículo 17 de la Ley
19.970.
CUARTO: Que el representante del Ministerio Público, expuso en sus
alegatos de apertura, que este caso excede aspectos jurídicos, pero es necesario
referirse a ellos para explicar y dar sustento a la acusación, que comprende a 3
niños que tienen una historia común, que fueron abandonados por sus padres o
provienen de familias que no pudieron hacerse cargo de ellos, por lo que cayeron
en un sistema que carece de los medios necesarios para darles protección, de
manera que se trata de menores con enormes carencias culturales, afectivas y
sociales, lo que permitió que fueran vulnerados muchas veces, en este caso,
sexualmente; todos tuvieron como destino común ser derivados al FAS, familia
acogida simple, que como su nombre lo indica es una medida de protección simple,
sin los controles preventivos adecuados que sólo operan ante situaciones de mayor
vulneración, contexto en el que quedaron bajo la guarda provisional de la esposa
del imputado, el que aprovechando que vivía en el mismo domicilio y que a veces
quedaban a su cargo, les realizó tocaciones en zonas erógenas que exceden del
cariño y situaciones de juego, lo que fue denunciado por los niños, no habiendo
nadie en el domicilio que los protegiera, lo que permitió la vulneración sexual de
los menores.
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que además usó un calificativo en contra del acusado. Destacó que no hay ningún
ganancial, ya que al develar los hechos los niños no se encontraban en la casa del
acusado, no hay fundamento por parte de los niños, que presentan afectación en
su desarrollo psicosexual.
Por su parte, «M_I_P_C_» también presentó afectación emocional, relató
malos tratamientos y tocaciones en el pene mientras se duchaba, pese a que eran
niños grandes que no necesitaban ser bañados por un adulto, versión que entregó
a su tutora, a la perito psicóloga y al psicólogo que lo atiende en el proceso de
reparación; además refirió tocaciones en labios y besos, siendo evidente la
dificultad que para referir nuevamente los hechos, pues nunca ha tenido los
medios para sentirse protegido y presenta sentimientos de ambivalencia, ya que ve
a su agresor como una persona protectora, pero también capaz de dañarlo, por eso
«M_I_P_C_» no contó en extenso lo sucedido a la psicóloga, pero ella estableció
que había un daño, y el niño nunca se ha retractado de su versión.
Agregó que Kevin tenía alrededor de 6 años al momento de ocurrencia de los
hechos, sin embargo relató tocaciones en el baño, cuando la tía estaba en la
cocina, que para él eran algo malo; la psicóloga dijo que son hechos traumáticos
que aún no los reafirma, y lo que contó es concordante con lo relatado por los
demás menores, cuya situación de abandono posibilitó las tocaciones de carácter
sexual, siendo difícil que 3 niños se pusieran de acuerdo para dañar a una persona;
además la asistente social del Centro Millantuy dijo que Pablo nunca se ha
retractado y se descompensa fácilmente al recordar los hechos, y la guardadora de
Miguel refirió lo que a ella le contó el niño en relación con el acusado, en el sentido
de las tocaciones en el pene y los besos en la boca; además la develación es clara
y demuestra que no hay ganancial, ya que los menores estaban fuera de la casa y
sólo se sintieron aliviados al referir lo sucedido.
De otra parte, la conviviente del imputado trató de atribuir la denuncia a una
maquinación de las funcionarias del FAS, pero la defensa no trajo ninguna prueba
en orden a demostrar que quisieran perjudicar al acusado, no existe ganancial ni
otro problema que favoreciera esta clase de denuncia, estableciendo que estaban
obligadas a denunciar, como lo dijo la asistente social Carolina Alvarado, y los niños
solo relataron lo que les sucedía en la casa del tío Carlos Gallardo, pese a haber
estado en otras guardas.
Destacó que las tocaciones en los genitales constituyen actos de relevancia
sexual, que encuadran dentro del artículo 366 bis del Código Penal, pues son
capaces de despertar el impulso sexual, los niños dijeron que era algo malo, ya se
podían bañar solos, por lo que no era necesario que el acusado tocara sus
genitales, lo que también ocurrió en otros sectores de la casa; y el acusado no
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entregó ninguna coartada, pudo haber explicado quien lo iba a dejar a la casa
cuando iba y volvía a trabajar, y se estableció que regresaba a su hogar
cotidianamente, la empresa lo iba a dejar y a buscar, cumplía turnos de 12 horas,
de madrugada y de tarde, y eran semanales, por lo que se quedaba durante la
mañana o durante la tarde en la casa y el documento acompañado por la defensa,
no resta fuerza a las probanzas de cargo, ya que es genérico, no precisa época, ni
trabajadores involucrados y según los horarios de trabajo, el acusado podía volver
a la casa debido a que se desarrollaban sus labores en lugares cercanos a Ancud y
no había condiciones para que permanecieran en el lugar. Además, la asistente
social del FAS y la tutora de «M_I_P_C_» dijeron que había actividades en las que el
imputado acudía con su conviviente, incluso llevó a Pablo a peritaje en Puerto
Montt, se lo encontró con los menores en la plaza de Ancud, lo que demuestra que
desarrollaba una vida familiar que le permitía ir a su casa y hacer esa clase de
tocaciones.
Concluyó señalando que los hechos por los que se ha acusado encuentran
sustento temporal y espacial, también en los testimonios que los niños prestaron
en fiscalía, y aunque se tardó en llevar a juicio estos hechos, por la naturaleza de
ellos, y la situación de abandono y negligencia de los padres e instituciones en que
se encontraban los niños, por lo que solicitó la condena del acusado.
En la réplica, reiteró sus planteamientos, acotando que María Reyes no
estaba en condiciones de cuidar a cuatro menores de edad, por lo que es lógico
que el cuidado debió compartirse con la única persona que estaba en el hogar, que
era su conviviente, existiendo un cuidado compartido, lo que aprovechó el acusado
para consumar los hechos, por lo que existió un prevalimiento, pues se utilizó la
situación para consumar los delitos sexuales, concurriendo la agravante invocada.
QUINTO: Que, a su turno, la acusadora particular expuso en sus alegatos
de apertura que los hechos ocurrieron entre noviembre y diciembre de 2011,
cuando cuatro menores se encontraban al cuidado del acusado y su pareja, siendo
tres de ellos, abusados y agredidos física y psicológicamente en varias
oportunidades, lo que constituye un abuso sexual reiterado, no sólo porque existen
diversas víctimas, sino porque cada niño fue agredido en más de una ocasión.
Destacó que los tres menores se encontraban insertos en el sistema de
protección de la red SENAME, alejados de sus familias de origen y viviendo con
distintas familias de acogida, como la de María Reyes y José Gallardo, en situación
de vulnerabilidad, lo que se relaciona con la extensión del mal causado, pero
también con la agravante del abuso de la confianza, ya que las acciones imputadas
sólo han podido ejecutarse por la confianza que los niños deben tener en las
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familias de acogida a las que son entregados, son consideradas por los tribunales
como aptas para su cuidado, y en este caso, los dos miembros de la pareja daban
los cuidados a los menores, aunque María Reyes era la cuidadora directa, pero el
acusado desempeñaba el rol de padre en esta familia, los cuidaba, les entregaba
cariño, comida e incluso los bañaba.
Señaló que en el evento de estimar el tribunal que no procede el artículo 368
del Código Penal, se aplique la agravante de abuso de confianza, ya que no sólo se
traicionó la confianza de los niños en las familias de acogida, sino que además se
ha quebrado la confianza en que se funda el sistema de protección, que deja en un
mal pie a la sociedad toda, que ante esto pone en duda el destino de los menores;
y que debe considerarse la extensión del mal causado, ya que se trata de tres
víctimas que deben enfrentar las consecuencias de un abuso sexual, y además lo
grave y violento que significa sacar a los niños de sus familias para protegerlos y
entregarlos a una persona que fue el causante de esta situación, enfatizando
incluso uno de los niños, que nadie hizo nada frente a lo sucedido, y además lo
obligan a recordar y repetir lo que ha sucedido.
En su alegato de cierre manifestó que todos los hechos de la acusación
fiscal y particular fueron acreditados en juicio, que existe reiteración de hechos, no
sólo por ser tres las víctimas, sino porque cada uno fue víctima de diversos
episodios de significación sexual, aunque es difícil establecer cada hecho, por lo
que para cumplir el estándar legal, las acusaciones fueron redactadas como un
hecho por cada niño, pero indicando que la agresión no fue única, sino repetida en
el tiempo, que ocurrió en la casa del acusado y en el tiempo propuesto; lo que
explica la diferencia de los relatos, pues cada niño habla de uno o varios episodios,
pero para ellos es difícil y complejo revivir los eventos, que los llevan incluso a
crisis emocionales, por ello está segura que aún guardan detalles e impresiones
que nunca van a contar, que es parte del daño que sufre una víctima de abuso
sexual.
Agregó que otro aspecto importante es la extensión del mal causado, que
dice relación con todo lo que van a tener que enfrentar y superar los niños para
mantener una vida sexual relativamente normal, ya que fue posible advertir las
dificultades que tuvieron para contar lo sucedido, a lo que se suma la desconfianza
respecto de la solución que puede dar el tribunal; la perito María Soledad Muñoz,
señaló de forma categórica que había un daño relacionado con las agresiones
sexuales, y además impactó la situación de Pablo descrita por la perito asistente
social, ya que bastó que escuchara una conversación en la que se aludió a la
situación de Ancud, para que reaccionara de manera violenta, que es el mal que
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comedor como en el baño, dijo además que le metía el pene en el poto, de lo que
no existe evidencia, pues no se presentó al médico legista, aunque el detective
Barría refirió que no había signos de penetración, por lo que su relato siempre ha
sido dispar, lo que debe tomar en cuenta el tribunal para analizar si hay abuso
sexual, al igual que el daño que el niño presenta por los abusos de su padrastro y
de una compañera en las Aldeas SOS, institución que toleró las vulneraciones
sexuales, lo que le generado un daño y por eso no confía en el sistema, por lo que
el Estado falló en su obligación de proteger a los niños.
Sostuvo que el escaso contacto con los menores que tenía el acusado, fue
corroborado en varios aspectos, la defensa nunca dijo que no existía contacto,
aunque era mínimo, los niños reconocieron que el acusado salía a trabajar en la
mañana y regresaba en la tarde y Pablo dijo que a veces regresaba al otro día, lo
que fue corroborado por Francisco Barría, quien no realizó una investigación
objetiva, pues quedó claro que en muchas oportunidades realizó más de dos horas
extras y también realizó dos turnos seguidos según indicó el representante de la
constructora, siendo poco creíble que ignorara las infracciones a la ley laboral
cometidas por su empresa, pero el informe es claro y da cuenta de sanciones por
no registro de horas extra, trabajo en exceso, los obliga a renunciar y los vuelve a
contratar para no generar un contrato indefinido y se señalan las fechas.
Indicó que según los autores Politoff, Matus y Ramírez, en la agravante del
artículo 368 la persona debe ostentar un título o causa, nombrando entre ellos al
guardador, pero en definitiva la guardadora era la conviviente de su representado,
como ella lo señaló, describiendo los requisitos que debía cumplir, siendo obvio que
su representado iba a tener algún tipo de participación con los niños, ya que tenía
cuatro, debía acompañarla a actividades, pero no tenía el título de guardador, por
lo que no se debe aplicar la agravante que es personal y no comunicable.
Respecto a la agravante de cometer el delito con abuso de confianza, indicó
que éste es un hecho que debe probarse o acreditar, la querellante debía probar la
confianza que los niños tenían en el acusado, pero «M_I_P_C_» dijo lo contrario,
además sufrieron maltratos físicos y psicológicos, y lo único que los niños deseaban
era irse del lugar y tampoco tenían confianza para contarle a Carolina Alvarado, por
lo que solicita el rechazo de la misma, insistiendo en la absolución del acusado.
En su réplica manifestó que los acusadores reconocen contradicciones en
las declaraciones de los niños, pero se está frente a un tribunal de derecho, que
debe sancionar realidades jurídicas que pueden ser diversas a las materiales, de
acuerdo a los antecedentes que entregan las partes, pero ante el tribunal ninguno
de los niños mencionó besos en la boca, Pablo sitúa los hechos en distintos lugares
de la casa, pero son contradictorios, lo que logró evidenciar en uso de los
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mecanismo que prevé el artículo 332 del Código Procesal Penal, que no sólo es
aplicable respecto de los adultos, y que debe utilizar para hacer valer el derecho de
su representado a una defensa técnica, porque de esa forma se adquiere la
convicción del tribunal.
Declaración del acusado
SEPTIMO: Que el acusado JOSE CARLOS GALLARDO CAIMAPO, debida y
legalmente enterado de los hechos materia de la acusación, y previamente
advertido por el Tribunal en el curso de la audiencia, hizo uso de su derecho a
guardar silencio y no prestó declaración en juicio.
En la oportunidad prevista en el artículo 338 del Código Procesal Penal, optó
nuevamente por guardar silencio.
Convenciones Probatorias
OCTAVO: Que, según consta del motivo octavo del auto de apertura
remitido a este tribunal, los intervinientes no acordaron convenciones probatorias
en la presente causa.
Contradictorio
NOVENO: Que, conforme a lo expuesto por los intervinientes en sus
alegatos de apertura y cierre, la defensa cuestionó la existencia y modalidad de los
hechos que habrían afectado a los tres menores víctimas, así como la participación
que en ellos se atribuía al encartado, argumentando en relación con el niño de
iniciales «K_M_C_A_» ., que no era posible establecer el carácter sexual de las
tocaciones que describe por el contexto en que se realizaron, y que debía restarse
valor a los dichos de su padre Manuel Cuevas debido a que ocultó situaciones de
violencia intrafamiliar y alcoholismo y ha sido negligente en el cuidado del niño.
Respecto al menor de iniciales «M_I_P_C_» ., sostuvo la defensa la
inconsistencia de los diversos relatos entregados por el niño durante la
investigación, por lo que la prueba de cargo es insuficiente para acreditar los
hechos descritos por el niño.
Además cuestionó la defensa la credibilidad de los dichos del menor de
iniciales «P_A_M_P_» . aduciendo que durante la investigación declaró inicialmente
no haber sido víctima de conductas abusivas por parte del acusado y sólo en una
segunda oportunidad describió hechos encuadrables en el tipo penal propuesto
por los acusadores, pero que en su concepto no coinciden con lo declarado por el
menor en estrados.
Otro aspecto discutido por los intervinientes dice relación con la jornada
laboral y las condiciones de trabajo del acusado, que según la defensa hacían difícil
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la ocurrencia de los hechos descritos por los menores, como también lo refirió en
estrados su conviviente María Reyes Pereira.
También recayó debate, en el factor de determinación que prevé el artículo
69 del Código Penal, esto es, la extensión del daño causado por el delito a las
víctimas, sosteniendo los acusadores de manera conteste que éste ha sido de gran
magnitud, mientras que la defensa postuló que por su situación personal, los
menores mantienen una afectación emocional previa que no puede ser atribuido de
manera exclusiva al encartado.
En el ámbito de las circunstancias modificatorias de responsabilidad penal,
existió controversia respecto a la concurrencia en perjuicio del encartado de la
agravante especial del artículo 368 del Código Penal, planteada por la fiscalía, y de
la agravante genérica de abuso de confianza que prevé el artículo 12 N° 7 del
mismo texto legal, que invocara el acusador particular, las que según la defensa no
se configuran en la especie.
DECIMO: Que, despejado lo anterior, se tendrá en consideración que de
acuerdo al contenido del libelo acusatorio, el persecutor fiscal se obligó a
demostrar en juicio la existencia de tres delitos de abuso sexual en la persona de
los niños de iniciales «K_M_C_A_» ., «P_A_M_P_» ., y «M_I_P_C_» ., a quienes se
individualizará en lo sucesivo sólo con su primer nombre, «K_M_C_A_» , «P_A_M_P_»
y «M_I_P_C_» respectivamente, y la querellante sólo los dos primeros ilícitos, los
que para efectos didácticos se analizarán en forma separada, a la luz de las
alegaciones vertidas y de la prueba rendida por los intervinientes en el juicio oral,
con el objeto de exponer en cada caso, los razonamientos, que justifican la decisión
condenatoria a la que arribó el tribunal en relación con los dos primeros ilícitos
mencionados, y la absolución respecto del último, con las precisiones que se
entregarán en cada caso, a fin de evaluar si las afirmaciones o hipótesis aportadas
por ellos pueden aceptarse como verdaderas, conforme a los criterios racionales
que entrega el sistema de valoración de la sana crítica, para determinar su grado
de probabilidad y si existen varias hipótesis sobre los mismos hechos, como ocurre
en el caso sublite, cuál de ellas resulta más aceptable o atendible; todo ello con el
propósito de establecer luego si el resultado de la prueba cumple con el estándar
probatorio que exige la normativa procesal, vale decir, si la probabilidad resultante
lo es más allá de toda duda razonable; análisis que desarrollará a la luz de los
elementos típicos que componen la figura penal de abuso sexual infantil a los que
luego se hará referencia, con el propósito de cumplir debidamente con el deber de
fundamentación que pesa sobre el tribunal.
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acción del sujeto sea apta para menoscabar efectivamente el bien jurídico
protegido, lo que se consigue mediante una actuación de cierta intensidad o
gravedad mínimas. Finalmente, respecto al contacto corporal con la víctima, a
que alude la cuarta característica, es posible sostener que este debe entenderse
simplemente en el sentido que los actos de significación sexual y relevancia
ejecutados por el agresor se traduzcan en tocamientos sobre la víctima 1.
Para un adecuado análisis de dicho tipo penal, resulta pertinente consignar
también, que en materia de delitos sexuales, lo que el legislador penal protege, en
términos generales, es la integridad sexual, nuevo concepto introducido al dictar
la Ley 19.927, de 14 de enero de 2004, que modificó el Código Penal incorporando
nuevos tipos penales en la materia de delitos sexuales y, además, al modificar el
epígrafe del Título VII del Libro II del código referido, estableció de manera expresa
el bien jurídico protegido en relación a este tipo especial de ilícitos, cuya
connotación es evidentemente más amplia que aquella que se limitaba a proteger
la mera indemnidad sexual o la sola libertad sexual, al aludir el modismo
“integridad” a una dimensión más holística e integral de la sexualidad, referida
tanto a su dimensión física como psicológica. Lo anterior, con todo, no se
contrapone con la circunstancia de que, tratándose de personas menores de edad,
como ocurre en la especie, lo que se quiere resguardar, en primer término o de
manera más directa, es la indemnidad sexual, noción que, en estricto rigor,
alude a un estado de bienestar relacionado con la forma en que cada cual asume la
vida sexual, en atención a su edad, su desarrollo físico y psíquico, su orientación
sexual, su escala de valores, su educación, su nivel de relaciones sociales y sus
experiencias vitales previas, y que en este ámbito puede concebirse como el
derecho a no ser involucrado en una interacción de significación sexual en una
etapa temprana de la vida, afectando con ello el normal desarrollo de la
sexualidad, en atención al daño –físico, psíquico o emocional- que tal experiencia
puede ocasionar en el común de los seres humanos. Cabe destacar además, que
en términos generales, existe acuerdo en la doctrina en orden a que no resulta
materialmente posible dimensionar las reacciones o los daños inmediatos que
puede ocasionar un ataque sexual, como tampoco resulta posible efectuar un
pronóstico certero acerca de las consecuencias futuras o mediatas de ese mismo
comportamiento. Por este motivo, lo que la ley considera y desvalora no es la
efectiva producción de tales consecuencias o reacciones, sino la mera
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Juan Pablo Cox Leixelard, Los Abusos Sexuales aproximación dogmática, pp. 131 a 148, Editorial
Lexis Nexis, primera edición, 2003
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Luis Rodríguez Collao, Delitos Sexuales, pp. 123 a 128, reimpresión a la primera edición, Editorial
Jurídica de Chile, año 2001)
3
Politoff, Matus y Ramírez, Lecciones de Derecho Penal Chileno, Parte Especial, Editorial Jurídica de
Chile, 2° edición, Santiago, 2004, p. 246
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302 del Código Procesal Penal, quedó de igual forma asentado en juicio, sin que
ello fuera controvertido por la defensa, que la referida testigo se encontraba
acreditada e inscrita en calidad de guardadora ante el FAS de Ancud, labor en la
que trabajó alrededor de dos o tres años, y en la que también participaba el
acusado José Carlos Gallardo Caimapo, quien era a la sazón su conviviente, como lo
refirió también la testigo Carolina Alvarado Mansilla, vínculo que se mantiene hasta
fecha y que se ha prolongado durante un lapso aproximado de 10 años, según lo
indicado por aquélla en estrados.
DECIMOTERCERO: Que, tampoco recayó discusión alguna en que la
guardadora María Reyes Pereira y el acusado vivían a la época de ocurrencia de los
hechos en un inmueble ubicado en pasaje 3 casa 22 de la Población Vista Hermosa
de la ciudad de Ancud, como lo indicó «P_A_M_P_» en forma expresa al prestar
declaración en fiscalía, según lo informado en juicio por el detective Francisco
Javier Barría Aguilar, quien tuvo a la vista dicha declaración y la reprodujo en
estrados; vivienda en la que también realizó una inspección ocular el 4 de octubre
de 2012, con autorización de María Reyes Pereira, quien firmó un acta de entrada y
registro voluntarios, la que fijó en un Set de 11 fotografías que reprodujo y
describió en estrados, ilustrando en la imagen 1, que se trata de una construcción
de dos pisos, de material ligero y zinc, sin pintar, que cuenta con un acceso por el
costado norte, que da a un comedor, a la izquierda existe un pasillo de 3 metros
por 1,10 metros de ancho que conduce a la cocina, y en cuyo costado derecho se
encuentra el baño, como se aprecia en las plasmaciones 2, 3 y 6, que además
cuenta con una escalera de acceso al segundo piso que se fijó en la fotografía 4,
donde se encuentra el dormitorio que utilizaban Kevin, Pablo y Miguel, según la
precisión entregada por ellos de manera coincidente con lo expuesto por la testigo
María Reyes Pereira, cuya puerta se ilustró en la imagen 5, fijándose el baño de la
vivienda en las fotografías 7 y 8 y la cocina, en las plasmaciones 9 y 10, a lo
que se sumó la imagen 11, correspondiente a una fotografía del plano del sector
en que se encuentra emplazado el inmueble inspeccionado; antecedentes que
fueron corroborados por el perito planimetrista de la PDI Eduardo Pérez
Vásquez, quien refirió haber concurrido también al lugar, el que fijó en una lámina
que corresponde a un plano de planta de los dos niveles de la casa habitación, los
que describió al declarar en estrados.
En este contexto, se demostró también, sin mediar controversia entre los
intervinientes, que encontrándose «K_M_C_A_» , «P_A_M_P_» y «M_I_P_C_»
encargados por resolución judicial al Programa FAS de Ancud, fueron entregados
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contaran cualquier cosa que les ocurriera, manifestándole «P_A_M_P_» que el tío
de la casa le tocaba el pene, lo besaba y lo amenazaba para que contara lo
sucedido; «M_I_P_C_» después tomó un poco más de confianza, y luego se unió a la
conversación, dijo que era verdad, y le indicaron que también se lo hacía a
«K_M_C_A_» que estaba en ese momento con una familia guardadora nueva.
Frente a la denuncia de los niños, llamó a la Directora, ella suspendió sus
vacaciones y acudió para enterarse de lo sucedido, y como tenían 48 horas según
la ley para formular la denuncia, concretó este hecho ante el Ministerio Público;
información que se encuentra respaldo en el testimonio del detective Francisco
Barría Aguilar, quien durante el diligenciamiento de la orden de investigar que se le
encomendó, tuvo a la vista la denuncia que efectuó la asistente social de FAS
Carolina Alvarado Mansilla, con fecha 12 de enero de 2012, en la que se consignó
que estando ella en su oficina se acercaron los menores «P_A_M_P_» y «M_I_P_C_»
de 11 y 9 años respectivamente, quienes le comentaron que cuando estuvieron en
la casa de la guardadora María Reyes, la pareja de ésta, José Carlos Gallardo
Caimapo les efectuaba diversas tocaciones en su cuerpo, en sus partes íntimas
además de darles besos en la boca.
EN CUANTO AL DELITO DE ABUSO SEXUAL INFANTIL EN MENOSCABO
DEL MENOR DE INICIALES «K_M_C_A_» DECIMOCUARTO: Que, procediendo
derechamente al análisis del tipo objetivo de la figura penal imputada por los
acusadores, como primer aspecto, es posible sostener, en relación a la edad de la
víctima de iniciales «K_M_C_A_» que nula controversia existió entre los
intervinientes sobre la propuesta planteada por los acusadores a este respecto,
quedando además establecido conforme al mérito de la prueba documental
incorporada a juicio por el Ministerio Público consistente en el Certificado de
Nacimiento de «K_M_C_A_» que, tal como se describe en las imputaciones fiscal y
particular, él nació el 15 de abril de 2005, hecho que se encuentra inscrito en el
Servicio de Registro Civil e Identificación de la circunscripción de Coronel, bajo el
N° 464 del Registro de Nacimientos, correspondiente al año 2005; antecedente que
por su alto grado de certeza y constituir prueba directa respecto al hecho que se
pretende probar, permite la confirmación de esta primera proposición fáctica,
pudiendo colegirse racionalmente, que el ofendido tiene actuales 8 años de edad, y
por aplicación de conocimientos matemáticos científicamente afianzados,
necesariamente durante los meses de noviembre y diciembre de 2011, época en
que habrían acaecido los hechos sometidos a juzgamiento, el niño tenía 6 años de
edad, por lo que era una persona menor de 14 años, concurriendo en
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única prueba directa de la que se valió el Ministerio Público para demostrar las
proposiciones fácticas que imputó en la acusación, oportunidad en que éste
manifestó que vive sólo con su papá Manuel, estudia en la Escuela Pudeto, no sabe
de qué ciudad; antes vivía con Juan Carlos Gallardo, no sabe en qué época ni por
qué llegó a vivir con él, pero recuerda que su casa tenía dos números 2, ahí vivía
también con una tía, no recuerda su nombre y tampoco si lo dijo al prestar
declaración en fiscalía, y con unos niños, uno se llamaba «M_I_P_C_» el otro
«P_A_M_P_» y había un «M_I_P_C_» “chiquitito”, que era “guagüita”, nadie más
vivía en la casa de Juan Carlos Gallardo que era de color verde y estaba hecha de
lata, pero lata remodelada; él dormía arriba, solo, y los otros dos dormían juntos;
tenía un dormitorio aparte y los otros niños igual, había un baño en la casa, pero no
recuerda donde estaba, también había cocina.
Refirió que los tíos lo trataban mal porque le pegaban en cualquier parte, no
sabe si le decían por qué le pegaban; a Carlos Gallardo, también le decía tío, sabe
que trabajaba en parar o dejar pasar los autos con un letrero, pero no le dijo donde
trabajaba, cuando terminaba su trabajo se iba para la casa, tenía que descansar en
la casa. No sabe si además de pegarle le hacía algo más que no le gustara.
Señaló que la tía salía a veces cuando iba de compras, él se quedaba con el
tío, se portaba mal, era malo, pero no sabe por qué era malo; ahora tiene 8 años,
en esa época tenía como 7 años, iba a la escuela Calles, venía un furgón a
buscarlo, no recuerda cuanto tiempo estuvo en la casa de Carlos Gallardo, ni por
qué se fue de la casa. Cuando se fue de la casa, se fue con su papá, los otros niños
se fueron con guardadores, no supo por qué se fueron; a los otros niños el tío
Carlos los trataba mal, les pegaba, no les hacía nada más; el tío los bañaba en la
tina, con las manos, cuando lo bañaba lo tocaba en el cuerpo, en la “guatita”, en el
“potito” y en el pene, no sabe qué sentía cuando le tocaba el pene, no le decía
nada en ese momento, al recordar eso no siente nada. No le tocaba el pene en
ninguna otra parte de la casa; cuando le tocaba el pene en el baño, la tía estaba en
la casa, en la cocina, y los otros niños también estaban en el baño. A los otros niños
también los bañaba él mismo, y con las manos los tocaba en el cuerpo, su
“guatita”, su “potito” y su pene.
No le contó a nadie lo que él le hacía y después le contó a su papá lo que
está diciendo ahora, se lo contó porque él es su papá, piensa que es malo lo que le
pasó, porque es una cosa muy mala, y no sabe cada cuanto tiempo lo bañaba.
Reconoció al acusado presente en la sala, al verlo a través de la mirilla del
biombo, indicando que estaba sentado.
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experiencias vividas por el niño, que difícilmente pudo idear o aprender tales
circunstancias con el sólo propósito de perjudicar al acusado, máxime cuando
ninguna intervención le correspondió en la develación de los hechos, como quedó
asentado en el motivo decimotercero, siendo los menores «P_A_M_P_» y
«M_I_P_C_» quienes manifestaron espontáneamente a la asistente social del FAS
que Kevin también era víctima de las conductas abusivas a las que hicieron
referencia, lo que permitió descartar algún ánimo ganancial en sus dichos, teniendo
además en cuenta que la develación se produjo cuando los tres menores
mencionados, ya habían salido del domicilio del acusado y «K_M_C_A_» se
encontraba con otra familia guardadora, según lo aseverado por la testigo Carolina
Alvarado Mansilla.
DECIMOCTAVO: Que, adicionalmente, la credibilidad que los juzgadores
atribuyeron a las aserciones formuladas en juicio por el menor «K_M_C_A_» ,
encuentra pleno respaldo en las declaraciones de los demás deponentes que
recibieron su relato y lo reprodujeron en audiencia, brindándoles coherencia y
plausibilidad, desde que un ejercicio comparativo de sus versiones, permite
sostener que sus afirmaciones se han mantenido en el tiempo, en similares
términos y ante diversos interlocutores.
En este orden de ideas, el funcionario policial Francisco Barría Aguilar,
que tomó conocimiento de la declaración prestada por «K_M_C_A_» en fiscalía
durante el diligenciamiento de la orden de investigar que se le encomendó y la
reprodujo en estrados, señaló que el menor refirió en aquella ocasión que antes de
la navidad de 2011, cuando le tocaba baño, el imputado le tocaba diversas partes
del cuerpo, en las zonas íntimas, el pene y el trasero, le daba besos en la boca y le
decía que no tenía que contarle a nadie, lo que ocurría cuando los bañaba a la hora
de dormir, y acotó que los tres menores afectados fueron llevados al Servicio
Médico Legal para el peritaje de delitos sexuales correspondiente, refiriendo el
médico en su informe que en ninguno de ellos encontró signos de penetración,
manifestándole «K_M_C_A_» que mientras lo bañaba el imputado le hacía
tocaciones y le daba besos. Además, señaló que en octubre de 2013 se le
encomendó ubicar a los actuales guardadores de los menores víctimas por si tenían
antecedentes de la investigación, entrevistando, entre otros, al padre de
«K_M_C_A_» , Manuel Cuevas Vilches, quien declaró en la unidad, señalando que
recibió a su hijo en marzo de 2013, que estuvo en casa del acusado hasta
diciembre de 2011, que fue a Quellón, donde le refirió que en la casa anterior, el
imputado le efectuó tocaciones en su pene, su trasero y además le daba besos en
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la boca cuando lo bañaba, lo que también ocurría con los otros menores, no solo en
el baño sino también en los dormitorios.
Esta versión fue ratificada por «P_A_M_P_» , quien refirió al declarar en
juicio que Carlos Gallardo no sólo los golpeaba a él, a «K_M_C_A_» y a «M_I_P_C_» ,
sino que además les tocaba su partes íntimas, «K_M_C_A_» le contó en la fiscalía,
cuando ya no vivían juntos, lo que había pasado en esa casa, que Carlos Gallardo le
había tocado sus partes íntimas, su pene, que esto ocurría en el baño, cuando se
estaba bañando con la puerta cerrada y éste entraba al baño, lo mismo que le
ocurría a «M_I_P_C_» por lo que ambos se sentían culpables; mismo relato que en
lo esencial entregó «P_A_M_P_» a la asistente social del FAS Carolina Alvarado
Mansilla al develar los hechos, refiriéndole que el tío de la casa le tocaba el pene,
lo besaba y lo amenazaba para que contara lo sucedido, lo que fue corroborado por
«M_I_P_C_» , agregando ambos que lo mismo le hacía a «K_M_C_A_» , aun cuando
dicha profesional no incluyó dicha circunstancia ni a dicho menor como víctima en
la denuncia que formuló ante el Ministerio Público.
Por su parte, el testigo Manuel Jesús Cuevas Vilches, padre de
«K_M_C_A_» , refirió que el niño fue derivado al programa FAS el 18 de marzo de
2009, que luego de eso pasó por cinco hogares en Ancud, entre ellas estuvo dos
veces en Vista Hermosa, pero se lo entregó el juez de familia de Ancud el 3 de
octubre de 2012 y desde entonces viven los dos solos; se enteró del abuso a su hijo
a través del mismo tribunal, pero cuando volvió a estar con «K_M_C_A_» no quiso
tocarle el tema; el 17 de julio del año pasado fue a una audiencia en Ancud,
regresó el 19 a Quellón y salió a relajarse con unos amigos, a su hijo le nació
decirle que el tío Juan Carlos Gallardo Caimapo le hacía tocaciones en sus partes
íntimas, lo bañaba él y había visto como lo hacía con los otros dos menores; como
es su padre confía en él y por eso le contó, aunque cuando lo hace se pone a
pensar y empieza a memorizar la situación vivida en esa casa; en otra ocasión que
estaban paseando en la costanera de Quellón se volvió a acordar del tema y le dijo
que ojalá los tíos jueces lo castiguen, él le cambió de tema; nunca se ha retractado
de lo dicho y cuando volvieron a Ancud volvió a tocarle el tema, pero no lo dejó
hablar hasta la noche antes del juicio, le cuesta hacerlo dormir solo, dice que
quiere acostarse con él porque tiene miedo, y en dos ocasiones dormido se puso a
llorar. Su hijo no contó antes porque la única persona en la que confía es en él, cree
que no había otras personas de confianza, y cuando estaba en la casa de la
persona, le pegaban, lo castigaban a él, a «P_A_M_P_» y a «M_I_P_C_» , los
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mandaban a acostar sin desayuno, que su hijo confundía con la once, y pasaban
hasta el otro día.
Importa destacar también en este contexto, que la perito psicóloga María
Soledad Muñoz Pincheira indicó que «K_M_C_A_» no dio un relato de los hechos,
pero observó que al indagar sobre su vida y el lugar en que había vivido antes,
logró identificar al presunto autor que sería el marido de la tía María, que le cae
mal y no quiere hablar de eso, mientras dibujaba una raya muy fuerte en la hoja,
evidenciando gran malestar y alto nivel de ansiedad que resultan significativos
para la materia en investigación, destacando que la angustia que presenta a nivel
afectivo es muy grande y afecta su producción cognitiva que es menor a lo
esperada, y con síntomas manifiestos, sobre todo la evitación persistente a
estímulos que tengan que ver con los hechos o la figura sospechosa o le recuerden
o le evoquen algo en relación con esta figura, de lo que se infiere una experiencia
traumática a la base, a tal punto que no puede verbalizar nada de lo que se le
pregunta.
DECIMONOVENO: Cabe destacar que los testimonios aludidos fueron
apreciados por el tribunal como verosímiles y creíbles en términos objetivos y
subjetivos, conforme a los parámetros que entrega el artículo 309 del Código
Procesal Penal, ya que provienen de personas normales en lo físico e intelectual,
que pudieron percibir a través de sus sentidos las circunstancias que describen, lo
que les permitió dar razón de sus dichos, explicando en cada caso la forma en que
habían tomado conocimiento de lo expuesto por «K_M_C_A_» , y además resultaron
precisos, lógicos y coherentes desde una perspectiva individual, siendo a la vez
plenamente concordantes entre ellos, no encontrándose apartados de las reglas de
la lógica ni de las máximas de la experiencia, y sin que se advirtiera en sus relatos,
móviles vindicativos o alguna animosidad en contra del acusado u otro defecto de
idoneidad que pudiera afectar su credibilidad subjetiva; y en el caso de la perito, se
estableció además que, si bien no obtuvo un relato de «K_M_C_A_» respecto a los
episodios abusivos sometidos a juzgamiento, pudo referirle el menor que antes
había vivido con el esposo de la tía María, pero que le caía mal y no quería hablar
de eso, actitud que fue explicada por la profesional conforme a las reglas de su
ciencia, sin que ello fuera objeto de cuestionamientos por parte de la defensa.
Sin perjuicio de la valoración precedente, es menester tener en
consideración, que la defensora cuestionó en sus alegaciones las declaraciones
prestadas por «P_A_M_P_» y por el padre de «K_M_C_A_» aduciendo falta de
credibilidad en razón de haber entregado el primero versiones en su concepto
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relato similar al expuesto por aquél en juicio, por lo que se desestimó la pretensión
de la defensa y se atribuyó valor a los dichos del testigo cuestionado.
VIGESIMO: Que, conforme a lo concluido en forma precedente, el tribunal
tuvo por establecido, respecto al marco espacial de ocurrencia de los hechos,
primer aspecto sobre el que debía emitirse pronunciamiento, que los episodios que
describe «K_M_C_A_» tuvieron lugar en la casa del acusado José Carlos Gallardo
Caimapo y su conviviente María Reyes Pereira, cuya ubicación en pasaje 3, casa 22
de la Población Vista Hermosa de la ciudad de Ancud, quedó asentada en motivos
anteriores, por no haber sido objeto de controversia, en particular en la
dependencia destinada a baño, según lo refirió de manera clara y categórica al
declarar en juicio, y se desprende también del relato que entregó en fiscalía y al
médico legista, reproducidos por el detective Barría Aguilar, oportunidades en que
señaló que las tocaciones se producían mientras el tío Carlos lo bañaba, y en el
mismo sentido lo refirió a su padre Manuel Cuevas Vilches, información que
además encuentra aval también en las imágenes 7 y 8 del Set de 11 fotografías, en
las que el mencionado funcionario policial fijó el baño de la vivienda de María
Reyes Pereira, ubicado en el primer piso, dependencia que también fue graficada
por el perito planimetrista Eduardo Pérez Vásquez en la lámina que exhibió y
describió en audiencia.
En cuanto al ámbito temporal de los hechos sometidos a juzgamiento, si bien
«K_M_C_A_» no pudo recordar en juicio este antecedente, quedó asentado
conforme a los dichos del detective Francisco Barría Aguilar, que en fiscalía el
menor enmarcó los hechos cerca de la navidad del año 2011, lo que no fue
cuestionado en forma alguna por la defensa; época que además se encuentra
dentro del periodo en que permaneció a cargo de la guardadora María Reyes
Pereira, que se extendió hasta los últimos días del mes de diciembre del año 2011,
como dicha testigo y Carolina Alvarado Mansilla lo refirieron de manera conteste en
juicio, siendo ello también concordante con el dato entregado por «P_A_M_P_» ,
quien fijó los hechos propios en el mes de diciembre del mismo año, por lo que el
tribunal tuvo por establecido que los hechos descritos por «K_M_C_A_» acaecieron
durante el mes de diciembre del año 2011, y en esos términos quedó asentado en
el veredicto dictado por el tribunal en la oportunidad procesal pertinente.
VIGESIMOPRIMERO: Que despejado lo anterior, corresponde proceder al
ejercicio comparativo respecto a la existencia y dinámica de la acción abusiva
sometida a juzgamiento, pudiendo señalarse en este contexto que «K_M_C_A_»
afirmó de manera categórica en estrados que el tío Carlos lo bañaba en la tina,
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cuando hacía esto le tocaba con las manos el cuerpo, en la “guatita”, en el “potito”
y en el pene, porque estaba sucio, precisando que el pene se lo tocaba con las dos
manos y no utilizaba jabón, que los bañaban uno por uno, que él entraba solo al
baño, que le gusta el agua, pero lo pasaba mal cuando los bañaban, que la tía no
los bañaba porque tenía mucho que hacer, y piensa que es “malo lo que le pasó
porque es una cosa muy mala”(sic); misma dinámica que según el detective
Francisco Barría Aguilar describió en fiscalía, donde indicó que cuando le tocaba
baño el imputado lo tocaba en distintas partes del cuerpo, en zonas íntimas, pene y
trasero, le daba besos en la boca y decía que no tenía que contarle a nadie, y al
médico legista mencionó que mientras lo bañaba José Carlos Gallardo le hacía
tocaciones y le daba besos. En el mismo sentido obran los dichos del padre de
«K_M_C_A_» , Manuel Cuevas Vilches, quien refirió durante la investigación al
detective Barría Aguilar que el acusado tocaba el trasero y pene de su hijo cuando
lo bañaba y además le daba besos en la boca; aunque en estrados sólo mencionó
que «K_M_C_A_» le contó tocaciones en el pene en las mismas circunstancias por
parte del guardador anterior.
Cabe destacar en este punto, que si bien «K_M_C_A_» no entregó un relato
de los hechos a la perito María Soledad Muñoz Pincheira, por lo que no pudo aplicar
la metodología CBCA para determinar la credibilidad de aquél, ello no obsta que los
sentenciadores puedan igualmente determinar la credibilidad del relato judicial del
menor, por cuanto ello corresponde a una labor privativa y exclusiva del tribunal,
contexto en el que las conclusiones periciales de credibilidad no resultan
vinculantes, sino que constituyen un antecedente más a tener en cuenta en la
valoración conjunta de las probanzas atingentes incorporadas a juicio, y además en
este caso particular, ninguna conclusión científica pudo entregar la perito en este
ámbito; no obstante, estableció que al consultar a «K_M_C_A_» sobre los lugares
en que había vivido, mencionó al marido de la tía María, diciendo que le caía mal y
no quería hablar de eso, evidenciando un alto nivel de angustia, lo que explicó
señalando que la evitación de estímulos que tengan que ver con los hechos o con
la supuesta figura agresora, constituye un mecanismo defensivo del niño por lo que
infirió que existía una experiencia traumática a la base, que el niño no podía
verbalizar; apreciación que no fue cuestionada por la defensa, y que además se
condice con la desconfianza en los vínculos que a nivel afectivo detectó la perito en
«K_M_C_A_» , que se explica por las experiencias que vivió el niño luego de ser
separado de sus padres, pues quedó asentado en juicio conforme a los dichos
contestes de la encargada del FAS Carolina Alvarado Mansilla, la perito Marcela
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Subiabre Díaz y de su padre Manuel Cuevas Vilches, que desde el año 2009 estuvo
a cargo de diversos guardadores, a los que no conocía y con los que al parecer no
logró crear vínculos afectivos relevantes, siendo incluso víctima de maltrato cuando
se encontraba a cargo de María Reyes Pereira, que lo tuvo en su casa en dos
ocasiones, por lo que resulta razonable que presentara desconfianza frente
personas desconocidas, en este caso la psicóloga María Soledad Muñoz, y se
mostrara reticente a comentarle los episodios abusivos que se investigaban,
teniendo también en cuenta que a su propio padre sólo le contó de manera
espontánea lo sucedido tiempo después que había vuelto a vivir con él.
VIGESIMOSEGUNDO: Que, de los testimonio expuestos, fluye claro que en
todas las instancias «K_M_C_A_» refirió tocaciones en el pene con las dos manos
por parte de José Carlos Gallardo Caimapo, cuando éste lo bañaba, y aunque en
estrados y en fiscalía refirió también tocaciones en su trasero en el mismo
contexto, tal circunstancia no se contiene en las proposiciones fácticas descritas en
el hecho 2 de la acusación fiscal ni en el hecho 1 de la acusación particular, por lo
que exceden el contenido de éstas, razones por las que fueron desestimada por el
tribunal.
Por otra parte, quedó también en evidencia que «K_M_C_A_» habría referido
en fiscalía y a Pablo haber sido besado en la boca por el acusado, según fluye de lo
expuesto por la denunciante Carolina Alvarado Mansilla, quien recibió la develación
de los hechos por parte de «P_A_M_P_» ; mas, ninguna referencia hizo el niño en
estrados respecto a la ocurrencia de dicha conducta, y tampoco fue ratificada en
juicio por «P_A_M_P_» , de manera que las probanzas aportadas por los acusadores
resultaron insuficientes para tener por establecido tal aserto, lo que se reflejó
igualmente en los hechos que el tribunal tuvo por concurrentes en el veredicto
respectivo.
Cabe destacar, que lo concluido por el tribunal respecto a la ocurrencia de
tocaciones con las manos en el pene de «K_M_C_A_» por parte del acusado, en
nada se vio alterado con el testimonio de la conviviente del acusado, María Reyes
Pereira, ofrecida también como prueba de la defensa, sino que más bien lo
complementan, ya que pese a estimar que la acusación a su conviviente constituye
una venganza de las funcionarias del FAS Carolina Alvarado Mansilla y Andrea
Sánchez y sostener que su marido nunca participaba en el baño de los niños
porque no estaba en la casa durante el día, alegaciones que serán analizadas en
motivos posteriores, expuso en estrados que ella sólo bañaba al niño más pequeño,
«M_I_P_C_» , pero los más grandes, «P_A_M_P_» , «M_I_P_C_» y «K_M_C_A_» , se
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duchaban solos, tres veces a la semana, ella sólo les lavaba el pelo, el cuello y las
orejas, pero nunca lo hacía con las manos peladas (sic), sino que se ponía un
calcetín, y el resto del cuerpo se lo lavaban solos; afirmaciones de las que se
desprende de manera palmaria que la conducta de bañar a los niños y lavarles el
pene u otras partes íntimas, no constituía una conducta usual, cotidiana o
aceptable ni siquiera para la conviviente del acusado, que consideraba que los
niños ya estaban grandes y podían ducharse solos, restringiendo las labores de
aseo al pelo, las orejas y el cuello, como expresamente lo indicó; pudiendo
entonces sostenerse racionalmente que el accionar del acusado excede en este
caso el sólo propósito de limpiar al menor, como lo pretendía la defensa, pues
incluso «K_M_C_A_» , pese a la escasa edad que tenía a la época de ocurrencia de
los hechos -6 años-, también percibía esta conducta como muy mala y lo pasaba
mal, pese a reconocer que le gustaba el agua; a lo que suma lo expuesto por
«P_A_M_P_» , en cuanto sostuvo que «K_M_C_A_» le comentó que Carlos Gallardo
entraba cuando él se estaba bañando con la puerta cerrada y entraba para tocarlo.
También es menester señalar, que pese a sostener la defensa que los relatos
de «K_M_C_A_» variaron durante la investigación y existe incompatibilidad entre
ellos, el tribunal advirtió que todas sus versiones son concordantes en aspectos
esenciales, existiendo una variación en el nivel de detalle que aportó en las
diversas instancias en las que fue interrogado, lo que fue explicado desde una
perspectiva científica por la perito psicóloga María Soledad Muñoz Pincheira, sin
que ello fuera cuestionado por la defensa, al referir que al principio los menores
incorporaron mayores antecedentes, por lo que se produjo una restricción de
información, que es común en delitos sexuales en niños por diversos factores,
individuales y contextuales; y que en el caso de «K_M_C_A_» se observaron
factores individuales, dentro de los cuales se encuentra la forma en que el niño
enfrenta las situaciones angustiosas, ya que los mecanismos de defensa que los
menores tienen son insuficientes para controlar la ansiedad y recurren a
mecanismos como la evitación, la disociación y la negación cuando hay
acontecimientos traumáticos, siendo uno de los síntomas más relevantes la
evitación de temas muy perturbadores para el aparato psíquico que pueden causar
más daño, que es lo que se aprecia en él porque hay angustia subyacente; y a nivel
contextual, es consistente que restrinja la información, considerando que mucho
tiempo calló y que la develación es tardía, por lo que hay un retraso al develar, y
además el agresor utilizó una estrategia de silenciamiento, pues él y los otros niños
vivían en la casa de esta persona y no tenían red de protección, no tenían donde
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llegar, han sido rechazados por muchas figuras adultas que los contengan, por lo
que tenían desconfianza al exponer sus situaciones dolorosas a personas
desconocidas.
Finalmente, resulta necesario dejar asentado que a pesar de haberse
acreditado una pluralidad de acciones abusivas, cuyo número no pudo ser
precisado, ya que «K_M_C_A_» no logró individualizar de manera completa cada
uno de estos sucesos, como lo exige la ley penal y el literal c del artículo 342 del
Código Procesal Penal, que obliga a los juzgadores a exponer en la sentencia, en
forma clara, lógica y completa cada uno de los hechos y circunstancias que se
dieren por probados; el tribunal estimó que tales acciones constituían sólo un delito
de abuso sexual, tal como lo imputaron el Ministerio Público y la acusadora
particular.
VIGESIMOTERCERO: Que, despejado lo anterior, sólo cabe concluir, que la
dinámica de hechos descrita por la víctima, sin duda satisface las exigencias
doctrinarias inicialmente expuestas para configurar el segundo elemento típico que
se analiza, pudiendo sostenerse en primer término que se está frente a diversas
acciones distinta al acceso carnal, que se ha materializado externamente en
tocaciones directas con las manos en el pene del niño, mientras se bañaba,
conducta que indudablemente comprometió la indemnidad sexual del menor, bien
jurídico protegido por la figura penal que contempla el artículo 366 bis del Código
Penal, por cuanto el agresor era una persona adulta, de 51 años, mientras que
«K_M_C_A_» apenas alcanzaba los seis años, vulnerando con su accionar el
derecho del ofendido a no ser involucrado en una interacción de significación
sexual, no buscada ni deseada por él, para la cual no se encontraba física ni
emocionalmente preparado, por lo que este hecho afectó su normal desarrollo
sexual, y devino en un daño emocional pues se vio obligado a participar del ataque
desplegado en su contra, sin tener la madurez y comprensión suficiente para
rechazarlo.
De otra parte, la conducta abusiva antes descrita, involucró la existencia de
un contacto corporal directo entre el agresor y la víctima, que se concretó en
tocaciones directas de las manos del hechor en el pene del niño, sin que exista
motivo alguno que justifique tal accionar, ya que si bien se estableció que el sujeto
activo era el conviviente de la guardadora María Reyes Pereira, quien se
encontraba a cargo del niño, razón por la que podía acercarse libremente a
«K_M_C_A_» y a los otros niños que vivían en su casa, e incluso bañarlos bajo
pretexto de colaborar a su pareja con el cuidado de los menores, ello fue
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descartado en forma expresa por María Reyes, quien aseveró que él nunca los
bañaba y además los 3 mayores –«K_M_C_A_» , «P_A_M_P_» y «M_I_P_C_» - se
bañaban solos y ella únicamente les lavaba el pelo, las orejas y el cuello, lo que
descarta que la conducta del acusado sólo constituyera una labor cotidiana de aseo
en el contexto familiar, como lo sostuvo la defensa, máxime cuando el propio
menor sostuvo de manera categórica que no usaba jabón cuando lo tocaba y lo
percibía como algo muy malo, pese a sus seis años, y sentía que lo pasaba mal
cuando lo duchaba, pese a que le gustaba el agua, como lo manifestó a la
acusadora particular, máxime no existiendo entre ellos ningún tipo de vínculo ni
cercanía afectiva, dado el escaso tiempo de permanencia de «K_M_C_A_» en la
casa del acusado, y los malos tratos que éste le daba, según refirió en audiencia el
menor, que por encontrarse obligado a permanecer en ese lugar, el temor a
agresiones físicas del agente y la ausencia de contacto con familiares u otras
figuras protectoras, no podía oponerse a las agresiones que sufrió, y ellas
generaron un ambiente sexual, ya que activó los componentes sexuales del
menor, logrando que la sexualidad pasara a ser un factor preponderante en su
realidad, en la que participaba contra su voluntad, por los motivos referidos;
pudiendo estimarse que dichas acciones son de índole o significación sexual, por
cuanto objetivamente tienen la aptitud para activar o excitar el instinto sexual en
los seres humanos, siendo ésta la única interpretación posible en este caso, ya que
tal conducta no constituye una manera habitual de interacción entre las personas
en ámbitos meramente sociales, menos aún entre personas de grupos etáreos
diferentes, como ocurre en este caso, en que existían más de 40 años de diferencia
entre la víctima y su agresor, ni siquiera entre individuos con vínculos de
parentesco por consanguinidad y afectivos, conforme lo establecen las reglas de la
lógica y las máximas de la experiencia, provocándole un daño psicológico y
emocional que fue constatado por la perito María Soledad Muñoz Pincheira; lo que
determina además, la relevancia de la conducta del hechor, ya que no se trató de
una simple molestia provocada a la víctima, ni de un atentado menor a otros
valores protegidos por el ordenamiento jurídico, sino que se está frente a un hecho
de gravedad, dentro del conjunto de comportamientos de índole sexual posibles,
distintos del acceso carnal, puesto que posee la entidad o intensidad necesarias
para menoscabar efectivamente el bien jurídico protegido por el tipo penal;
configurándose de esta manera, las exigencias prescritas por el artículo 366 ter del
Código Penal.
Tipicidad Subjetiva
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fue de la casa de Carlos por el abuso sexual. Carlos le pegaba y le hacía lo otro,
pero no lo insultaba. No recuerda el año en que pasó esto, en la fiscalía dijo que
ocurrió el 2011.
Reconoció al acusado a través de la mirilla del biombo de protección,
señalando (entre risas) que ahí vio a esa rata, y que está en una silla, al lado de un
gendarme, explicando que le dijo rata porque tenía rabia.
Continuó refiriendo que «M_I_P_C_» le comentó eso de las partes íntimas,
pero no recuerda qué le contó; «K_M_C_A_» le contó lo que había pasado en esa
casa, que Carlos le había tocado sus partes íntimas, su pene, le contó cuando
estaban en fiscalía, cuando ya no vivían juntos, le dijeron que se sentían culpables,
que eso ocurría en el baño, cuando se estaban bañando con la puerta cerrada y
después de eso entró esa persona. Cuando a él le ocurrió esto en el baño, se
estaba bañando solo, entró sólo para tocarle sus partes íntimas, pero no le ayudó a
bañarse, esto ocurrió una vez en el baño, también ocurrió en la pieza donde
dormían con los niños, y él entró a lo mismo.
En ese tiempo en que ocurrió eso no le había contado a nadie, por eso era
víctima de abuso sexual, siente rabia, quiere que se haga justicia que lo condenen
a años de cárcel, se sentía amenazado porque cuando ocurrió eso le dijo que no le
contara a nadie, porque si lo hacía lo iba a castigar, que se iba a ir a su pieza, a él
le daba miedo eso por el abuso que ocurrió, la amenaza era que lo iba a llevar a la
pieza y lo iba a volver a abusar. No le contó a su mamá porque no tenía contacto
con ella, en ese tiempo ella estaba en Palqui, pero lo fue a visitar a la institución;
contó esto en la fiscalía de Ancud, a nadie más, tampoco a la gente de la
institución, contó esto una vez, agregando que los cuidaba él con su señora, las
cosas las hacían entre los dos, al colegio lo llevaba un furgón y también lo iba a
buscar.
Explicó que fue una vez a fiscalía e hizo dos declaraciones el mismo día, le
tomó declaración el fiscal Jaime, le dijo al fiscal que nunca José Carlos le había dado
besos en la boca, ni tocado; «M_I_P_C_» y «K_M_C_A_» le contaron cuando estaban
en la casa, sabe lo que les pasó porque se lo contaron, pero nunca vio nada; le dijo
al fiscal que había visto que en la mesa le tocaba las partes íntimas a «K_M_C_A_»
y «M_I_P_C_» . Sabe leer y escribir, firmó las dos declaraciones, en una con su
nombre completo, y en la otra puso unas iniciales.
VIGESIMOCTAVO: Que, en términos de valoración, el testimonio
precedente fue ponderado por los sentenciadores como objetivamente creíble y
veraz, por cuanto se trata de un relato coherente, que describe una secuencia de
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hechos lógica y verosímil, asociada a situaciones cotidianas del niño, que además
se advirtió con un desarrollo físico e intelectual acorde a su edad, sin anomalías
evidentes que afecten la percepción de su entorno y de los hechos que describió,
posee un lenguaje sencillo pero apropiado, que le permitió contestar en forma
concreta y clara las preguntas que se le formularon y relatar la experiencia vivida,
que fue capaz de enmarcar en un ámbito espacial y temporal determinado,
entregando detalles de las agresiones y las circunstancias en que ellas ocurrieron,
pese a que al iniciar su declaración se advirtió en el niño cierta reticencia a
profundizar en lo sucedido; evidenciándose además concordancia entre el estado
emocional de Pablo y su relato, en especial al momento en que reconoció al
acusado al verlo a través de la mirilla del biombo de protección, manifestando de
manera espontánea “ahí está esa rata”, riendo luego en forma descontrolada,
explicando que dijo eso porque sentía rabia, lo que el tribunal pudo apreciar
directamente y además quedó registrado en audio, lo que refuerza la convicción de
que se trata de vivencias personales del niño y no de situaciones inventadas o
inoculadas a éste por terceros.
Dicha apreciación encuentra demás respaldo en los dichos de la perito María
Soledad Muñoz Pincheira, que practicó a «P_A_M_P_» una evaluación pericial de
credibilidad y daño, estableciendo en cuanto a su funcionamiento psicológico, que
a nivel cognitivo presenta juicio de realidad, habilidades comprensivas acordes a su
edad, lo que le otorga suficientes capacidades testimoniales para la evaluación;
que presenta una forma de vinculación ambivalente, prevaleciendo la rabia,
hostilidad y agresividad en el modo de contactarse; que sus mecanismos
principales de defensa, son la disociación, devaluación, cierta omnipotencia, y a
veces, la risa maniaca, que tiene la finalidad de disminuir sus sentimientos
depresivos y sustituirlos por otros más eufóricos.
En cuanto a la credibilidad subjetiva, no se advirtió en el testimonio de
«P_A_M_P_» alguna tendencia a la fabulación u otro defecto similar que afectara la
idoneidad de su relato, el que fue siempre concreto y encuadrado en un marco
espacial y temporal determinados; tampoco se evidenció que fuera inventado o
estuviera influenciado por terceros, en especial considerando que develó en forma
espontánea la situación de abuso vivida a la asistente social de FAS Carolina
Alvarado Mansilla, cuando ya no se encontraba viviendo en la casa del acusado y
su conviviente, lo que descarta que ella estuviera motivada por algún interés
ganancial, y aunque el menor manifestó en audiencia que sentía rabia en contra
del acusado y que esperaba que se hiciera justicia, ello fue percibido como una
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además le efectuaba tocaciones en la zona del pene por encima de la ropa; explicó
que «P_A_M_P_» prestó dos declaraciones en el Ministerio Público, en la primera
sólo atribuyó tocaciones a los otros dos menores y no señaló en su declaración que
él era víctima de tocaciones; y en el segundo testimonio, dijo que entre noviembre
de 2011 y hasta antes de navidad, también fue víctima de tocaciones en la misma
casa por encima de la ropa en el pene y el trasero, y luego le tocaba el pene
cuando se bañaba solo, le daba besos en la boca, y le decía que se quedara callado
respecto de los hechos por lo que no contó lo sucedido. Agregó que al médico
legista, refirió tocaciones en zona genital y anal, aunque éste no encontró signos
de penetración.
A su turno la psicóloga María Soledad Muñoz Pincheira manifestó en
relación a la temática que se analiza, que Pablo entregó un relato asociado a los
hechos, en el que describió que en circunstancias que vivía en la casa de una
guardadora del FAS de Ancud, María Pereira, el esposo de ella que identificó como
José Carlos Gallardo Caimapo, lo transgredió en su sexualidad, en reiteradas
ocasiones e identificó tres situaciones, la primera consistió en tocaciones sobre su
ropa en su zona genital y trasero, lo que ocurrió una mañana después de tomar
desayuno en la casa en que vivía con otros menores, «K_M_C_A_» , «M_I_P_C_» y
«M_I_P_C_» mientras estaban en la mesa y la guardadora no estaba presente, lo
que habría ocurrido en noviembre de 2011. En otra ocasión se estaba bañando o
duchando, y el hombre ingresó al baño en puntas de pie y le realizó tocaciones en
su pene y en su trasero, dijo que le apretaba el pene, abriendo y cerrando la mano,
como lo graficó de manera gestual la perito, además le habría dicho algunas cosas,
y el último episodio ocurrió en la noche, cerca de navidad, dormían en una pieza,
«K_M_C_A_» , «M_I_P_C_» y él; «M_I_P_C_» y «K_M_C_A_» compartían una cama, la
pieza de los guardadores estaba al lado y tenía una puerta, y en una oportunidad,
Carlos llegó y les metió el pene por el poto a los tres.
Señaló la perito que de acuerdo al análisis criterial, este relato presenta a
nivel de características generales: estructura lógica, elaboración no estructurada,
narra episodios sin orden cronológico, pese a lo cual mantiene coherencia y
además presenta detalles; a nivel de los contenidos específicos del relato, presenta
adecuación contextual espacio temporal y la narración es coherente con su
funcionamiento psicológico y su capacidad para orientarse temporoespacialmente,
dio la dirección exacta del lugar y lo asoció a hechos determinados, como navidad;
reprodujo verbalizaciones en relación a lo que el supuesto ofensor le habría dicho,
señaló que en un momento iba al tratamiento al Centro Millantuy y el supuesto
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emocional luego de una entrevista con el fiscal, para prepararlo para el juicio, y
además que en algunas ocasiones había golpeado a la madre cuando mencionaba
lo sucedido al niño en Ancud; antecedentes que evidencian que el relato de Pablo
no se encuentra interferido por el recuerdo de abusos anteriores, sino que se
circunscribe a la situación ocurrida con el encartado en la ciudad de Ancud, que es
la que le provoca un importante descontrol emocional, lo que refuerza la
apreciación del tribunal y de las profesionales referidas, por lo que el tribunal
rechazó del mismo modo los planteamientos de la defensora en este ámbito.
TRIGESIMOPRIMERO: Que, despejado lo anterior, es posible concluir
racionalmente, conforme a las probanzas referidas, que todos los episodios
descritos por «P_A_M_P_» , se desarrollaron en el interior de la casa habitación que
compartían la guardadora María Reyes Pereira y su conviviente José Carlos Gallardo
Caimapo, que encuentra ubicada en pasaje 3, casa 22 de la Población Vista
Hermosa de la ciudad de Ancud, como quedó asentado en consideraciones
precedentes, y lo refirió en forma expresa el niño al prestar declaración en fiscalía,
como lo indicó el funcionario policial Barría Aguilar, y así lo indicaron también la
testigo Carolina Alvarado Mansilla, la psicóloga María Soledad Muñoz Pincheira y el
menor «K_M_C_A_» por lo que el tribunal así lo estableció en los hechos que tuvo
por concurrentes en el veredicto respectivo.
En relación a la época de ocurrencia de los episodios abusivos relatados por
Pablo, este sostuvo en forma categórica en juicio que ellos ocurrieron en el mes de
diciembre de 2011, mientras que en fiscalía refirió que entre los meses de
noviembre y antes de la navidad del año 2011, periodos que también hizo
referencia a la psicóloga María Soledad Muñoz, sin embargo, teniendo en
consideración lo expuesto de manera consistente por el niño en estrados, el
tribunal enmarcó los hechos que se tuvo por acreditados dentro del mes de
diciembre de 2011, sin que ello vulnere en forma alguna el principio de
congruencia, por cuanto el marco temporal mencionado, se encuentra
comprendido dentro de las proposiciones fácticas contenidas tanto en el hecho 3
de la acusación fiscal, que son los que fijan el objeto del juicio.
Conforme a lo razonado en forma precedente, el tribunal tuvo por
establecido que los diversos episodios que describió Pablo ocurrieron en el interior
de la casa habitación del acusado y su conviviente, la guardadora María Reyes
Pereira, ubicada también en el pasaje 3, casa 22 de la Población Vista Hermosa de
la ciudad de Ancud, durante el mes de diciembre del año 2011, lo que se condice
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noche, cerca de navidad, Carlos Gallardo llegó a la pieza que compartía con
«K_M_C_A_» y «M_I_P_C_» y les metió el pene por el poto a los tres; episodios que
tampoco fueron mencionados por «P_A_M_P_» al declarar en estrados, ni en otras
instancias en las que entregó su relato, razón por la que no obstante constituir
también agresiones a la esfera sexual de la víctima, no encuentran respaldo en
otras probanzas incorporadas a juicio, siendo el sólo testimonio de la perito,
insuficiente para tener por establecidos tales hechos.
Conforme a lo expuesto, el análisis conjunto de las probanzas incorporadas
a juicio a las que se ha hecho referencia con antelación, sólo permitió al tribunal
tener por establecido que «P_A_M_P_» fue víctima de tocaciones con las manos en
su pene por parte del acusado, en diversas oportunidades, tanto en el dormitorio
que compartía con los demás niños en la casa del acusado, como en el baño,
dependencia a la que ingresó de manera subrepticia, aprovechando que el menor
se estaba duchando, lo que concuerda parcialmente con las proposiciones fácticas
contenidas en las acusaciones fiscal y particular, por lo que en esos términos
quedó establecido en el veredicto correspondiente; siendo menester destacar, que
a pesar de haberse acreditado una pluralidad de acciones abusivas, cuyo número
no pudo ser precisado, ya que «P_A_M_P_» no logró individualizar de manera
completa cada uno de estos sucesos, como lo exige la ley penal y el literal c) del
artículo 342 del Código Procesal Penal, que obliga a los juzgadores a exponer en la
sentencia, en forma clara, lógica y completa cada uno de los hechos y
circunstancias que se dieren por probados; el tribunal estimó que tales acciones
constituían sólo un delito de abuso sexual, tal como lo imputaron el Ministerio
Público y la acusadora particular.
TRIGESIMOTERCERO: Que, la dinámica de hechos descrita por el menor,
satisface las exigencias doctrinarias inicialmente expuestas para configurar el
segundo elemento típico que se analiza, pudiendo sostenerse en primer término
que se está frente múltiples acciones distintas al acceso carnal, que se
materializaron externamente en tocaciones con las manos en el pene de Pablo
cuando éste se encontraba solo en el dormitorio que compartía con «K_M_C_A_» y
«M_I_P_C_» y en una ocasión en el baño, mientras se duchaba, comportamiento
que de manera irrefutable comprometió la indemnidad sexual del niño, bien
jurídico protegido por la figura penal que contempla el artículo 366 bis del Código
Penal, por cuanto el agresor, un adulto de 51 años de edad a esa época, vulneró sin
contemplación alguna el derecho del ofendido, de tan solo 10 años, a no ser
involucrado de manera forzada en una interacción de significación sexual, pues se
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atentado menor a otros valores protegidos por el ordenamiento jurídico, sino que
se está frente a un hecho de gravedad, dentro del conjunto de comportamientos de
índole sexual posibles, distintos del acceso carnal, puesto que posee la entidad o
intensidad necesarias para menoscabar efectivamente el bien jurídico protegido
por el tipo penal, que se refleja en la evidente afectación emocional que presenta
«P_A_M_P_» debido a los episodios abusivos de que víctima por parte del acusado,
configurándose de esta manera, las exigencias prescritas por el artículo 366 ter del
Código Penal.
Tipicidad Subjetiva
TRIGESIMOCUARTO: Que en cuanto a la tipicidad subjetiva del delito que
se analiza, debe tenerse en consideración a efectos de determinar si la conducta
desplegada por el acusado fue o no dolosa en este caso concreto, que el hechor no
podía sino tener pleno conocimiento de la minoría de edad de Pablo, debido a que
su conviviente era la guardadora del niño, por lo que éste vivía en su casa, donde
realizaba gran parte de sus actividades cotidianas, y además asistía al colegio, sin
que existiera posibilidad alguna de confusión por parte del encartado respecto a
esta circunstancia, ya que Pablo presenta un aspecto físico acorde a su edad
cronológica, por lo que impresiona como un niño, tal como lo apreció el tribunal.
También debe considerarse en este contexto, que de acuerdo a lo expuesto
por Pablo, el encartado le efectuaba tocaciones cuando se encontraba solo en su
pieza o en el baño, en ausencia de su conviviente y de los menores «K_M_C_A_» y
«M_I_P_C_» , que también se encontraban bajo la guarda de María Reyes, lo que da
cuenta que éste aprovechaba la circunstancia de vivir el menor en su casa, para
tener acceso a él y abusarlo cuando lo encontraba solo en alguna de las
dependencias referidas, sin que su conducta despertara las sospechas de su
conviviente, que descuidaba a los menores pues además debía atender a
“Miguelito” el más pequeño de los niños y realizar otras tareas domésticas, y
además lo amenazaba en la forma antes descrita, para que no contara los abusos a
que lo sometía; acciones que evidencian el conocimiento que tenía sobre el
carácter delictual de su conducta, la que ejecutó en forma subrepticia y trató de
ocultar valiéndose de las amenazas que dirigía a «P_A_M_P_» , conociendo además
la situación de desprotección en que el niño se encontraba, en razón de lo que
había sido entregado a su conviviente, que se encontraba acreditada como
guardadora, aunque él también participaba en algunas labores y actividades que el
Programa FAS realizaba con los niños y los guardadores, como lo refirió la testigo
Carolina Alvarado Mansilla.
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acusación fiscal habrían ocurrido los hechos constitutivos de abuso sexual, apenas
tenía 8 años, concurriendo en consecuencia, el primer elemento típico que exige la
figura penal en comento.
CUADRAGESIMOQUINTO: Que tal como se anticipó en el veredicto de
rigor, la prueba rendida en juicio por el Ministerio Público resultó insuficiente para
demostrar conforme al estándar de prueba “más allá de toda duda razonable” que
establece la ley procesal, la existencia de diversas acciones –distintas al acceso
carnal- de significación sexual y de relevancia ejecutadas en la persona
de Miguel, conforme lo exige la configuración del tipo penal imputado, conductas
que de acuerdo al contenido de la acusación fiscal consistían en que el acusado, en
reiteradas oportunidades efectuó tocaciones con sus manos en el pene del menor y
le dio besos en la boca.
En este orden de ideas el persecutor fiscal se valió fundamentalmente del
testimonio de Miguel, quien en relación a los hechos de la acusación manifestó en
lo sustancial en estrados que tiene 10 años, vive con la tía Soledad, cumplió 2 años
con ella el 18 de enero, lo trata bien y se quiere quedar con ella, también con la
abuela, con la “Bea”, la “Cata” y la “Titi” que viven en esa casa; antes vivió con
don Carlos, no recuerda época, ahí vivían él, «P_A_M_P_» , «K_M_C_A_»
«M_I_P_C_» , don Carlos y la señora María, que era pareja de don Carlos, aparte de
ellos no había nadie más en la casa; el tío Carlos trabajaba, pero no sabe en qué, ni
recuerda su horario de trabajo, salía en la “mañanita” y llegaba como a las cinco,
aunque no tiene memoria de lo que ocurría los fines de semana; en ese tiempo iba
al colegio Aytué, no sabe por qué llegó a la casa del tío Carlos, antes vivió con su
tío Juan, pero no recuerda que ocurrió antes de eso.
En la casa del tío Carlos lo trataban mal, porque éste le tocaba las partes, y
le pegaba, le tiraba las orejas, le creía en todo a «P_A_M_P_» pero a él no, y la tía lo
trataba bien; la casa era grande, tenía 2 pisos, 2 “teles”, el baño y la cocina eran
grandes también; como había dos camas, «K_M_C_A_» dormía solo y él dormía con
«P_A_M_P_» , todos en la misma pieza, y en la casa tomaba once y cena, pero no
desayuno.
Agregó que el tío Carlos le tocaba las partes en el baño, no sabe cómo lo
hacía, no había nadie más en el baño, la tía estaba en la cocina, le tocaba el pene
con una mano, parece, no le decía nada cuando lo tocaba, a él no le gustaba eso,
porque se sentía como medio extraño; no le contó a nadie porque tenía vergüenza,
pero luego se lo dijo a la Tía “Sole”, y no le contó a la tía María porque no confiaba
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tanto en ella, en esa época no tenía contacto con psicólogos y tampoco contó en el
colegio.
Refirió que el tío Carlos se portaba bien con «P_A_M_P_» , pero a «K_M_C_A_»
igual le pegaba porque cuando él se iba a acostar iba llorando para arriba, no vio si
a los otros niños les hacía lo mismo, porque lo bañaban primero a él y después se
tenía que ir a acostar. Ahora no siente nada al recordar que el tío lo tocaba, ya no
quiere acordarse de eso, y seguidamente reconoció al tío Carlos presente en la
sala, al que identificó a través de la mirilla del biombo, indicando que se encuentra
sentado.
Explicó que la casa de don Carlos y la señora María quedaba en Ancud, en
Bonilla, por ahí, pero no recuerda el número; todas las cosas que pasaban con el tío
ocurrían en el baño, era como si lo estuviera bañando, lo hacía con la mano, pero la
tía María le pasaba con un pañito, se sentía extraño e incómodo, nunca le dijo a él
que se sentía así, y tampoco se lo dijo a su familia, en ese tiempo no tenía a su tía,
tampoco se lo contó a nadie en la escuela, ni a los niños que estaban en la casa,
sólo se lo contó a la tía “Sole”.
Señaló también que pasó a 5° básico, le gusta ir al colegio, tiene muchos
amigos y es entretenido, cuando estaba en la casa de la tía María iba al mismo
colegio, estuvo 4 años ahí y estaba en segundo básico, aprendió a leer antes de 4°
básico y sabe leer y escribir. Iba al colegio de lunes a viernes, en la mañana, se iba
solo porque los otros niños que estaban en la casa del tío Carlos iban a otros
colegios, bajaba la cuesta caminando, la tía no lo iba a dejar, entraba como a las 8
y cuando salía el tío Carlos todavía estaba en la casa, aunque estaba despierto ya y
se iba a trabajar, le parece que trabajaba de lunes a viernes, pero no está seguro,
llegaba como a las 5 de la tarde, él salía a las 4 del colegio y allí almorzaba y
tomaba desayuno; cuando salía de la escuela se iba derecho a la casa, cuando
llegaba a veces el tío estaba porque salía temprano, otras veces se quedaba tarde,
a veces salía a las cinco y otras veces salía de noche, cuando llegaba ellos ya
estaban en la cama y se habían bañado; la tía María lo bañaba más, ella lo cuidaba,
era buena algunas veces, cuando él llegaba del colegio ella estaba en la casa;
conoce a la gente de SENAME que lo colocaron en la casa de la tía María, hablaban
con ella y con el tío Carlos, sabe que les daban dinero para que le compraban sus
cosas, pero no sabe a quién le entregaban la plata.
A veces, cuando el tío Carlos lo bañaba lo tocaba, se acuerda que conversó
con un caballero de nombre Jaime, a él le relató lo mismo que está contando ahora,
que el tío Carlos lo tocaba en el baño, le dijo al fiscal Jaime que lo tocaron 3 veces,
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lo tocaron solo en el baño, nunca dijo que lo tocaron en la cocina, aunque aparece
eso en su declaración, según convinieron todos los intervinientes. No le dijo al tío
Jaime que también lo había tocado en la mesa de la casa, sólo lo del baño, no
recuerda si dijo en Fiscalía que el tío Carlos lo había besado en la boca en la mesa,
indicando luego de refrescársele memoria que le dijo al fiscal que un día estando
en la mesa de la casa de la tía María le dio un beso en la boca, y recuerda también
que le contó que lo había besado en la boca en un dormitorio.
CUADRAGESIMOSEXTO: Que, en el caso que nos ocupa, al igual que en la
mayoría de los delitos sexuales, el testimonio del ofendido constituye la única
prueba directa aportada al juicio por el Ministerio Público para demostrar las
proposiciones fácticas contenidas en la acusación fiscal, siendo relevante destacar
que la defensa impugnó su valor, debido a que existen contradicciones en las
versiones que el niño prestó durante la investigación y en estrados; controversia
que obliga a una valoración racional y escrupulosa de la credibilidad que de dicho
testimonio, tanto desde una perspectiva objetiva como subjetiva.
En cuanto a la credibilidad objetiva del ofendido, es importante destacar en
primer término que se trata de un niño de actuales 10 años, que impresionó al
tribunal como normal en cuanto a sus facultades físicas e intelectuales,
comportamiento y lenguaje verbal, sin limitaciones manifiestas que pudieran
afectar en alguna medida la adecuada percepción de los hechos que declaraba,
advirtiéndose además que presentaba una evidente compromiso emocional con los
hechos que relataba, y pese a su evidente esfuerzo por mantenerse sereno y
controlar sus emociones, no logró evitar el llanto al referir que el tío Carlos le
tocaba su pene, aunque logró contestar en forma clara y precisa las preguntas que
le formularon los intervinientes; apreciación que además fue corroborada por la
perito psicóloga María Soledad Muñoz Pincheira, quien concluyó luego de aplicarle
diversos test, que a nivel de funcionamiento cognitivo presenta capacidades de
ubicación espacial y temporal acordes a su desarrollo, al igual que lenguaje
comprensivo y expresivo, por lo que presentaba competencias testimoniales, que a
nivel afectivo observó cierta ambivalencia y dificultad para confiar en el vínculo,
ansiedades paranoides y afectos depresivos, también necesidad de protección que
no ha sido satisfecha en él, carencias afectivas, sentimientos de soledad, carencias
materiales incluso alimenticias, ocupa la disociación como mecanismo defensivo, lo
que le permite tomar distancia con lo que cuenta; y a nivel cognitivo su producción
es oscilante, a ratos se enlentece y a ratos aumenta su producción.
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6
Sentencia DEL Tribunal Oral de Puerto Montt, RIT N° 113-2009 de fecha 9 de junio de 2010.
7
.- Vid. Ferrer, J. Prueba y verdad en el Derecho, Editorial Marcial Pons, 2005, pp. 91 y ss.
8
.-Fernández, M. Prueba y presunción de inocencia. Ed. Iustel, Madrid, 2005. pp.262.
9
.- Fernández, M. “La valoración de las pruebas personales y el estándar de la duda razonable”, en
http://www.uv.es./CEFD/15/fernandez.pdf p. 6.
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los medios de prueba en que el juez ha de basar su convicción para que ésta,
valorados aquéllos, pueda considerarse más allá de toda duda razonable, indicando
que estos requisitos no son más que una explicitación de reglas de la racionalidad
inductiva. Agrega asimismo la autora10, que la propia jurisprudencia hispana ha
señalado que debe exigirse además, que la declaración debe también haber sido
corroborada con datos objetivos y que esta corroboración requiere igualmente de la
existencia de datos externos a las declaraciones de la propia víctima, vale decir,
que “cuente con el aval representado por la confirmación mediante datos de otra
procedencia”, lo que claramente no ha ocurrido en la especie, según se ha
afirmado con precedencia.
En un segundo nivel, Ferrer sitúa el estándar de prueba propiamente tal o
de la decisión sobre la prueba, cuyas características ineludibles para ser un
estándar es que sea independiente de las creencias o convicciones del juzgador y
que permita un control intersubjetivo e incorpore en una versión no subjetivista el
principio in dubio pro reo. En efecto, el apoyo inductivo aportado por los elementos
de juicio disponibles a las hipótesis acusatorias es suficiente para tenerlas por
probadas en el contexto de esta clase de proceso, siguiendo la formula siguiente11:
1) La hipótesis debe ser capaz de explicar los datos disponibles, integrándolos en
forma coherente, y las predicciones de nuevos datos que la hipótesis permita
formular deben haber resultado confirmadas; y 2) Deben haberse refutado todas
las demás hipótesis plausibles, explicativas de los mismos datos, que sean
compatibles con la inocencia del acusado, excluidas las meras hipótesis ad hoc.
Conforme a lo que se viene exponiendo, es posible concluir en el caso
sublite, en relación al primer nivel de la actividad probatoria, que las afirmaciones
vertidas por «M_I_P_C_» y los otros deponentes en torno a haberle efectuado el
acusado tocaciones en su pene con las manos mientras se duchaba, no quedaron
justificadas racionalmente por el conjunto de la prueba de cargo, toda vez que la
información aportada por estas declaraciones, en tanto elementos probatorios, fue
insuficiente para sostener dicha explicación, a la luz de las máximas de la
experiencia y los conocimientos científicamente afianzados, según fluye de los
fundamentos que se han relacionado en los motivos que preceden; y en relación al
segundo nivel, que corresponde al estándar de prueba propiamente tal, quedó de
manifiesto igualmente, que la prueba de cargo resultó insuficiente para demostrar
la hipótesis acusadora, por cuanto no logró dar explicación a los antecedentes
disponibles considerados de manera conjunta, y por lo mismo, tampoco permitió
10
.-Fernández, M. op. cit. pp. 7
11
.- Ferrer, J. La valoración racional de la prueba, Editorial Marcial Pons, 2007, pp. 147.
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a medio, por aplicación del artículo 351 del Código Procesal Penal, debiendo
compensarse la minorante del artículo 11 N° 6 con la agravante del artículo 12 N°
7, que se acogió en el veredicto, por lo que el tribunal puede recorrer todo el marco
penal, debiendo descartar la aplicación de la pena en su límite inferior, lo que no se
ajusta a los principios y la equidad por la extensión del mal causado a las víctimas,
a lo que suma la extensión del mal social, ya que la sociedad debe hacerse cargo
de los tratamientos reparatorios, y se desconoce la afectación que realmente
producirán los delitos a los menores, por lo que solicitó la aplicación de una pena
acorde a lo sucedido; adhiriendo en lo demás a los planteamientos del Ministerio
Público.
A su turno, la defensa sostuvo que el tribunal no puede aplicar el artículo
351 del Código Procesal Penal, que se aplica en caso de reiteración de crímenes y
simples delitos, lo que no se estableció en el veredicto, por lo que debe darse
aplicación al artículo 74 del Código Penal; pidió que se reconozca la irreprochable
conducta anterior, y que se compense con la agravante del artículo 12 N° 7,
imponiéndose al acusado dos penas de 3 años y 1 día, ya que no se puede
aumentar el grado solicitado por el fiscal y la querellante; concediendo el beneficio
de libertad vigilada que prevé la antigua Ley 18.216, pues los hechos ocurrieron el
año 2011, cuando todavía no entraba en vigencia la Ley 20.603, siendo aquella
más favorable a su representado, para lo cual acompañó informe social, que da
cuenta del arraigo familiar, social y laboral del acusado, por la convivencia de hace
más de 10 años con María Rupertina Reyes, mantiene contacto con dos hijastras a
las que crió, trabaja desde los 14 años en labores del mar y al momento de la
formalización trabajaba en la Constructora Sierra Nevada, por lo que solicitó tener
presente el contrato y finiquitos incorporados por el fiscal y acompañó el contrato y
la última liquidación del encartado, agregando que el informe recomienda un
beneficio de la Ley 18.216, y además tuvo a su cargo varios niños del Sename, que
esta es la primera acusación, y puede cumplir la pena en el medio libre; agregando
que no se opone a las penas accesorias solicitadas y solicitó que se exima al
acusado del pago de las costas del procedimiento por estar patrocinado por la
Defensoría Penal Pública, y encontrarse obligado a terminar la causa por medio de
juicio oral.
Circunstancias Modificatorias de Responsabilidad Penal
QUINCUAGESIMOQUINTO: Que, en relación a la minorante que prevé el
artículo 11 N° 6 del Código Penal, resulta relevante consignar previamente, que si
bien el legislador no define qué debe entenderse por irreprochable conducta
anterior, la mayoría de la jurisprudencia nacional, en una interpretación favorable a
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educación, guarda o cuidado del ofendido, a menos que el delito sea de aquellos
que la ley describe y pena expresando las circunstancias de usarse fuerza o
intimidación, abusarse de una relación de dependencia de la víctima o abusarse de
autoridad o confianza.
Respecto a las condiciones de aplicabilidad del precepto en análisis, lo
primero que debe quedar asentado, es que el delito de abuso sexual infantil que se
ha tenido por configurado en acápites anteriores, atendida su ubicación normativa
en el párrafo 6 del Título VII del Libro II del Código Penal, constituye una de las
figuras típicas en que esta agravante especial resulta procedente; y que respecto
de ella, no opera la exclusión que dispone el inciso 2° de la norma en comento, por
cuanto el artículo 366 bis no exige para la configuración de este delito la
concurrencia de fuerza o intimidación, el abuso de una relación de dependencia de
la víctima o el abuso de autoridad o confianza, como fluye del análisis de las
exigencias normativas que se verificó en el motivo undécimo de la presente
sentencia.
Despejado lo anterior, el tribunal tuvo en consideración, siguiendo al
profesor Luis Rodríguez Collao, que el fundamento de esta agravante especial
descansa en el hecho de encontrarse el autor en una posición más ventajosa para
la ejecución del delito, en razón de que existe un vínculo – jurídico o moral – que lo
une a la víctima y que deja a ésta en una situación de dependencia respecto de
aquél”, agregando que “para la configuración de la agravante, en consecuencia, no
basta con que el autor esté investido de alguna de las cualidades que la norma
menciona, sino que será preciso que el sujeto pasivo se halle efectivamente sujeto
a la autoridad que aquéllas confieren”(Delitos Sexuales, Luis Rodríguez Collao,
página 281).
En este contexto, quedó plenamente demostrado en juicio que si bien
«K_M_C_A_» y «P_A_M_P_» vivían en el inmueble ubicado en Pasaje 3, casa 22 ,
Población Vista Hermosa de la ciudad de Ancud, que corresponde al domicilio
común del acusado y de María Reyes Pereira en razón del vínculo de convivencia
que ambos mantenían, no resultó controvertido en juicio que era esta última la que
detentaba la calidad de guardadora ante el Programa Familia de Acogida Simple, lo
que evidencia en el hecho de ser ella quien se encontraba legalmente autorizada
para percibir los $42.000 que el programa referido entregaba como aporte para la
manutención de los menores sujetos a la guarda; por lo que aun cuando Carolina
Alvarado Mansilla indicó que ella se contactaba indistintamente con ambos para los
efectos internos o administrativos del FAS, pues eran pareja, sólo María Reyes se
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Garrido Montt, Mario, Derecho penal, Tomo III, Parte Especial, Editorial Jurídica de Chile, marzo 2005, página 440.
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Garrido Montt, Mario, Ibídem
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Enrique Cury Urzúa, “Derecho Penal parte general”, octava edición ampliada, septiembre de 2005, Ediciones
Pontificia Universidad Católica de Chile, páginas 501 y 502.
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cuidaría de manera apropiada a los niños que mantenía bajo su guarda, y de los
que ella era responsable.
De acuerdo a lo expuesto, es posible sostener igualmente, que Carolina
Alvarado Mansilla, a la sazón funcionaria del Programa FAS, al igual que los
encargados de éste, confiaban en la guardadora María Reyes Pereira, y obviamente
también en el acusado, cuya relación de convivencia conocían, como lo demuestra
el hecho de entregarle simultáneamente a cuatro niños que se encontraban
derivados judicialmente a dicho Programa, por los que debían velar y de los que
eran responsables, y así lo evidencia también lo expuesto por Carolina Alvarado
Mansilla, al sostener que aunque legalmente María Reyes era la que recibía el
aporte, ellos trabajaban con los dos, porque eran pareja, podían comunicarse con
cualquiera de los dos para los fines del FAS y las visitas también las podían hacer
cualquiera de los dos, incluso podían llevarlos indistintamente al hospital, al igual
que las atenciones familiares al interior del hogar.
Las situaciones descritas, revelan que el encartado abusó de la confianza
que su conviviente había depositado en él, pues aprovechó la circunstancia de
encontrarse a solas con «K_M_C_A_» y «P_A_M_P_» debido a su ausencia temporal
o descuido por la realización de las labores del hogar, para efectuar tocaciones en
el pene a los niños, en diversas ocasiones, amenazando incluso a «P_A_M_P_» con
castigarlo en su pieza si contaba lo sucedido, vulnerando con ello el vínculo de
lealtad que debía a su conviviente; y de paso, también la confianza depositada en
él por los funcionarios del FAS, que conocían su relación con la guardadora María
Reyes Pereira y no presentaban reparos para que éste recibiera a los niños en la
casa que compartía con ésta e interactuara con ellos, sin ejercer controles
suficientes respecto a los menores, y sin sospechar que pudiera estar abusando de
ellos, ya que nunca habían tenido problemas anteriores con ellos .
En lo que se viene diciendo, se ha considerado también el sentido que debe
darse al mentado vínculo de confianza, el que pareciera exigir algo más de una
simple relación parental o de convivencia con el agresor, extendiéndose más bien a
una “esperanza firme que se tiene de una persona o cosa” y por “abuso de
confianza” “infidelidad que consiste en burlar o perjudicar uno a otro que, por
inexperiencia, afecto, bondad excesiva o descuido, le ha dado crédito” (definiciones
ambas tomadas del Diccionario de la Academia de la Lengua Española), lo cual por
cierto requiere ser probado por quien sostiene esta exasperación penal y que en el
caso subjudice, ha quedado demostrada con las probanzas aludidas, apareciendo
ajustado a éstas que el agente se valió de dicha fe para conseguir su espurio
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por los acusadores, que dan cuenta de este vínculo laboral, el tribunal desestimó
su petición de aplicar el artículo 74 del Código Penal, conforme al cual
correspondería imponer al menos dos penas de tres años y un día al encartado,
siendo más favorable para éste la regla del artículo 351 del Código Procesal Penal,
conforme a la cual se le sancionará en definitiva con una pena de 6 años, como
antes se indicó.
Sin perjuicio de lo expuesto, aun en el evento de haber aceptado la
pretensión de la defensa, en concepto del tribunal, tampoco resultaría procedente
el beneficio alternativo de libertad vigilada que prevé la antigua ley 18.216, vigente
a la época de comisión de los hechos, pues pese al arraigo del que dan cuenta los
documentos antes mencionados, son insuficientes para satisfacer las exigencias de
la letra c) del artículo 15 del mencionado texto legal, teniendo en consideración
que abusó de dos menores que se encontraban en situación de vulnerabilidad y
desprotección, mientras permanecían en su domicilio bajo la guarda de su
conviviente, situación que nunca ha reconocido, y que por el contrario trató ocultar,
mintiendo respecto a las condiciones laborales que mantenía a la época de
ocurrencia de los hechos, las que fueron descartadas por el tribunal, y tampoco
colaboró en forma alguna con la investigación para esclarecer lo que había
sucedido a los afectados, lo que sumado a la naturaleza sexual y gravedad de los
delitos cometidos, la modalidad subrepticia con que fueron perpetrados,
amenazando incluso a uno de los niños para que no develara lo sucedido, y los
móviles de los ilícitos que se han tenido por concurrentes, permiten concluir que un
tratamiento en libertad resultaría ineficaz para su readaptación y resocialización,
conforme a las exigencias que contempla el precepto legal que se analiza.
Penas accesorias
SEXAGESIMO: Que, tal como lo solicitaron los acusadores fiscal y particular
en sus respectivas acusaciones, corresponde imponer también al encartado las
penas accesorias especiales que prevé el artículo 372 del Código Penal, al
habérsele condenado por la comisión de dos delitos de abuso sexual en contra de
dos menores de edad; no obstante, el tribunal no aplicará en este caso la pena de
inhabilitación que introdujo en el inciso segundo del referido precepto, la Ley
20.594, publicada el 19 de junio de 2012, por no encontrarse vigente dicha sanción
a la época de perpetración del ilícito y ser más rigurosa para el acusado que
aquella normativa que regía a la fecha de comisión del delito, debiendo ajustarse a
ella su juzgamiento.
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sancionado en el artículo 366 bis, en relación con el artículo 366 ter, ambos del
Código Penal, en menoscabo del menor de iniciales «M_I_P_C_» ., que se habría
perpetrado en la ciudad de Ancud, durante los meses de noviembre y diciembre del
año 2011.
II.- Que SE CONDENA a JOSE CARLOS GALLARDO CAIMAPO, ya
individualizado, a la pena única de SEIS AÑOS de presidio mayor en su grado
mínimo, y a las penas accesorias de inhabilitación absoluta perpetua para cargos y
oficios públicos y derechos políticos y de inhabilitación absoluta para profesiones
titulares mientras dure la condena, como autor de dos delitos consumados de
Abuso Sexual Infantil, que prevé y sanciona el artículo 366 bis, en relación con el
artículo 366 ter, ambos del Código Penal, en menoscabo de los menores de
iniciales «K_M_C_A_» ., y «P_A_M_P_» perpetrados en el mes de diciembre de 2011,
en la ciudad de Ancud.
III.- Que, atendida la extensión de la pena privativa de libertad impuesta al
sentenciado José Gallardo Caimapo, y lo razonado en el motivo quincuagésimo, no
se le concede ninguno de los beneficios establecidos por la Ley N° 18.216 y, en
consecuencia, deberá cumplirla íntegra y efectivamente, la que se contará desde el
día 17 de julio de 2013, fecha desde la cual ha permanecido ininterrumpidamente
privado de libertad, según consta del motivo décimo primero del auto de apertura
remitido a este Tribunal.
IV.- Que, se le condena, además, a las penas accesorias especiales
contempladas en el artículo 372 del Código Penal, esto es, la de interdicción del
derecho de ejercer la guarda, de ser oído como pariente en los casos que la ley
designa y de sujeción a la vigilancia de la autoridad durante los diez años
siguientes al cumplimiento de la pena principal, lo cual consistirá en informar a
Carabineros cada tres meses su domicilio actual, siendo sancionado su
incumplimiento en conformidad a lo dispuesto por el artículo 496 Nº 1 del Código
Penal.
Asimismo, se le condena a la pena de OCHO AÑOS de inhabilitación
absoluta temporal para cargos, oficios o profesiones ejercidos en ámbitos
educacionales o que involucren una relación directa y habitual con personas
menores de edad, en su grado máximo, conforme a lo razonado en el motivo
sexagésimo de la presente sentencia.
V.- Que además, se decreta como medida de protección, de conformidad con
lo dispuesto en el artículo 372 ter del Código Penal, la prohibición al sentenciado
José Carlos Gallardo Caimapo de aproximarse a la persona de los menores de
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