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CLAUDIO VALERIO GAETANI HIPÓLITO (ΙΠΠΌΛΥΤΟΣ)

TEXTOS DE TEATRO CLÁSICO DE EURÍPIDES (ΕΥΥΡΙΠΊΔΗΣ)

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CLAUDIO VALERIO GAETANI HIPÓLITO (ΙΠΠΌΛΥΤΟΣ)
TEXTOS DE TEATRO CLÁSICO DE EURÍPIDES (ΕΥΥΡΙΠΊΔΗΣ)

Εὐριπίδης

Ιππόλυτος
Libremente compilado por
Claudio Valerio Gaetani
para el Modulo de Preparación del Actor

primera edición Febrero 2015


©Copyright 2015-2020 – Claudio Valerio Gaetani

Una producción Claudio Valerio Gaetani & Co..


para el Diplomado Universitario en Artes Escénicas con Énfasis en Teatro
Modulo de Preparación del Actor

Facultad de Humanidades de la Universidad de San Carlos de Guatemala

Texto original de Eurípides

Ilustración portada: y compaginado: Claudio Valerio Gaetani

Todos los derechos reservados para todos los países.

Consentida la reproducción, parcial o total de la obra para uso personal, previo reconocimiento de la propiedad
intelectual de l/los autor/es, que la obra no venga modificada o reproducida con finalidades comerciales.

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CLAUDIO VALERIO GAETANI HIPÓLITO (ΙΠΠΌΛΥΤΟΣ)
TEXTOS DE TEATRO CLÁSICO DE EURÍPIDES (ΕΥΥΡΙΠΊΔΗΣ)

Euripides
Εὐριπίδης

Hipólito
Ιππόλυτος
Tragedia en un acto

Curso de Preparación del Actor


Diplomado Universitario en Artes Escénicas con Énfasis en Teatro
Facultad de Humanidades Universidad de San Carlos de Guatemala
Claudio Gaetani & Compañía

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CLAUDIO VALERIO GAETANI HIPÓLITO (ΙΠΠΌΛΥΤΟΣ)
TEXTOS DE TEATRO CLÁSICO DE EURÍPIDES (ΕΥΥΡΙΠΊΔΗΣ)

Personajes
Afrodita
Hipólito
Servidores
Coro de mujeres trecenias
La nodriza
Fedra
Un mensajero
Teseo
Otro mensajero
Artemisa

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TEXTOS DE TEATRO CLÁSICO DE EURÍPIDES (ΕΥΥΡΙΠΊΔΗΣ)

ACTO UNICO
LA ACCIÓN SE DESARROLLA A TRECENIA, ENFRENTE DE LA REGIA. A LOS LADOS SURGEN DOS ESTATUAS LA
DE ARTÈMIDE Y LA DE AFRODITE.

AFRODITA: Soy la Diosa Cipris, tan conocida y no sin año de destierro; y aquí es donde la
gloria entre los hombres y en el Urano. De sinventura perece en silencio, gimiendo y
todos los vivos que habitan el mar de traspasada por los aguijones del amor.
confines atlánticos y ven la luz de Helios, [40]
honro a los que respetan mi poder y
arruino a los que se alzan en contra mía. Y ninguno de sus servidores conoce su
Porque también está conforme con la mal. Pero no habrá de ser vano este
naturaleza de los Dioses regocijarse de amor. Yo se lo revelaré a Teseo, y
que los honren los hombres, Y quedará de manifiesto. Y al que es enemi­
demostraré inmediatamente la verdad de go mío le matará su padre con
estas palabras. imprecaciones, porque el Dios marino
Poseidón ha prometido a Teseo atenderle
[10] y no dejar incumplidas tres peticiones
Hipólito, el hijo de Teseo, nacido de una suyas. En cuanto a Fedra, por muy ilustre
amazona, criado por el sabio Piteo, es el que sea, perecerá, sin embargo. En
único, entre los ciudadanos de esta tierra efecto, menos me preocupa perderla
de Trecenia, que dice que soy la peor de [50]
los Demonios, y desprecia el lecho
nupcial y rehuye las bodas. Pero honra a que satisfacerme castigando a mis ene­
la hermana de Febo, a Artemisa, hija de migos. Pero veo venir al hijo de Teseo,
Zeus, y la tiene por la más grande de los abandonando las fatigas de la caza. Voy a
Demonios. Y siguiendo siempre a la salir de aquí. Le sigue un cortejo nume­
virgen en la verde selva, extermina los roso de servidores y celebra con himnos a
animales salvajes con ayuda de perros la Diosa Artemisa. No ve, por cierto, las
rápidos, y se dedica a un comercio puertas abiertas del Hades, ni sabe que
demasiado elevado para un hombre. ha llegado su último día.
[20] HIPÓLITO: ¡Seguid, seguidme, cantando a la hija
uránica de Zeus,
No la envidio a ella por eso. ¿Para qué?
Pero castigaré a Hipólito en este mismo [60]
día por haberme ultrajado. Ya he á la cual somos gratos!
preparado todo para ello, y me costará LOS SERVIDORES: ¡Venerable, venerable, augustísima!
poco trabajo hacerlo. Cuando salía él un ¡Salve, progenie de Zeus! ¡Salve, oh hija
día de la morada de Piteo para ver de Latona y de Zeus, Artemisa, la más
celebrar los misterios sagrados en la hermosa de las vírgenes, que habitas en
tierra de Pandión, al verle Fedra, la noble el vasto Urano
mujer de su padre, sintióse poseída de un
violento amor en su corazón. Antes de [70]
venir a esta tierra de Trecenia, la noble morada de tu padre, la morada
[30] resplandeciente de oro de Zeus!
erigió un templo a Cipris en la roca de HIPÓLITO: ¡Salve, oh bellísima, la más bella de las
Palas, desde la cual se divisa este país; y vírgenes que habitan el Olimpo, Artemisa!
ardiendo de amor por un ausente, quiso, ¡Oh señora, te ofrendo esta corona tejida
en honor de Hipólito, que ese templo en una pradera no hollada, a la que nunca
llevase su nombre en el porvenir. Pero tocó el hierro, en la que jamás osó el
después de abandonar la tierra pastor apacentar sus rebaños, a la que
cecropiana, desterrándose para expiar la sólo viene la abeja primaveral, y que el
muerte de los Palantidas, Teseo vino aquí pudor fecunda con su rocío! Sólo puede
por mar con su mujer, a fin de sufrir un coger estas flores, lo cual no está

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TEXTOS DE TEATRO CLÁSICO DE EURÍPIDES (ΕΥΥΡΙΠΊΔΗΣ)

permitido a los malos, aquel que no ha EL SERVIDOR: ¡Oh hijo! es necesario honrar a los
aprendido nada con el estudio Demonios.
[80] HIPÓLITO: Vamos, compañeros. Entrad en la morada
y a quien la propia Naturaleza ha y preparad la comida. Después de la
enseñado la sabiduría en todas las cosas caza, agrada
por igual. ¡Oh cara señora, recibe, pues, [110]
de mi mano piadosa esta corona para tu una mesa llena. Conviene estrillar a los
cabellera dorada! Unicamente a mí se me caballos, con objeto de que, luego de
ha otorgado este don entre los mortales: comer, pueda yo uncirlos al carro y
te acompaño, te hablo y oigo tu voz, si guiarlos con soltura. En cuanto a tu Cipris,
bien no veo tu rostro, y acabaré mi vida le deseo mucha alegría.
como la he empezado.
EL SERVIDOR: Por lo que a mí respecta, como no
EL SERVIDOR: ¡Rey! pues sólo a los Dioses debe conviene imitar a los jóvenes,
llamarse señores, ¿quieres recibir de mí manifestando los sentimientos que debe
un buen consejo? expresar un esclavo, adoro tus imágenes,
[90] ¡oh señora Cipris! Pero hay que perdonar
HIPÓLITO: Ciertamente; si no, no sería cuerdo. a la juventud impetuosa el que se deje
arrastrar en contra tuya con palabras
EL SERVIDOR: ¿Conoces cierta ley que obliga a los insensatas. Finge no oírle.
mortales?
[120]
HIPÓLITO: No la conozco; pero ¿acerca de qué me
preguntas? A los Dioses cumple ser más prudentes
que los hombres.
EL SERVIDOR: Consiste en odiar el orgullo y lo que
disgusta a todos. El Coro
HIPÓLITO: Muy bien. En efecto, ¿qué hombre lleno ESTROFA I: Hay una roca famosa por la que corre
de orgullo no se hace odioso? agua de Océano y de la que brota una
fuente donde se llenan las urnas. Una de
EL SERVIDOR: ¿Y no agrada, por el contrario, la mis compañeras lavaba allí vestidos
afabilidad? purpúreos, que tendía luego en el lomo de
HIPÓLITO: Sin duda, y a poca costa se saca la roca entibiada por Helios.
provecho de ella. [130]
EL SERVIDOR: ¿Crees que ocurrirá esto también entre Ella me ha enterado de que mi señora...
los Dioses?
ANTISTROFA I: Se consumía en sus moradas, acostada
HIPÓLITO: Sí, ya que de los Dioses reciben los en su lecho doliente, y cubría con ligeros
hombres sus leyes. velos su cabeza rubia. Y he sabido que
EL SERVIDOR: ¿Por qué, pues, no saludas a una hoy se cumplen tres días desde que por
verdadera Diosa? su boca ambrosiana no entra en su
[100] cuerpo el trigo de Damater, queriendo, en
su escondida pena,
HIPÓLITO: ¿Cuál? ¡Cuida de que tu boca no ofenda!
[140]
EL SERVIDOR: Esta, Cipris, que preside a tus puertas.
llegar al término de su vida desdichada.
HIPÓLITO: Como estoy puro, la saludo desde lejos.
ESTROFA II: Sin duda ¡oh joven! deliras, divinamente
EL SERVIDOR: Sin embargo, es venerable é ilustre entre herida por Pan, por Hécata, por los
los mortales. venerables Coribantes o por la Madre que
HIPÓLITO: Cada ano de los Dioses y de los hombres recorre las montañas. ¿Acaso has
se ocupa de quien le parece. ofendido a Dictina, que disfruta con las
EL SERVIDOR: ¡Dichoso tú, si fueras todo lo cuerdo que fieras, y sufres así por no haber ofrecido
hay que ser! las tortas sagradas? Porque también
vuela ella sobre el mar,
HIPÓLITO: No me place ninguno de los Dioses a
quienes hay que honrar de noche. [150]

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por encima de la tierra y de los remolinos pasa debajo de la tierra, nos asustamos
del mar salado. de vanas ficciones.
ANTISTROFA II: ¿Acaso dentro de tus moradas se acuesta FEDRA: ¡Alzad mi cuerpo, erguid mi cabeza!
clandestinamente en tu lecho alguna Amigas, mis miembros van a disolverse.
mujer, encantando a tu marido el [200]
Eupatrida, príncipe de los Erectidas? ¿O
ha navegado desde Creta hasta este ¡Servidoras, sostened mis hermosas
puerto tan hospitalario algún marino, manos! Me pesa en la cabeza esta
trayendo noticias a la reina, y la tristeza banda, ¡Quitádmela! Dejad que caiga mi
que le han causado cabellera por los hombros.
[160] LA NODRIZA: Ten ánimo, hija, y no agites penosamente
tu cuerpo. Más fácilmente soportarás tu
la retiene en su lecho? mal con reposo y con noble valor. Fatal es
EPODO: El fastidio penoso y melancólico excita, que los hombres estén agobiados de
efectivamente, el humor irritado de las males.
mujeres en los dolores del parto o en el FEDRA: ¡Ay, ay! ¡Ojalá sacase de vivo manantial
deseo carnal. A veces sentí correr por mi un agua pura, y la bebiese,
vientre ese vapor, y entonces he invocado
a Artemisa que hiere con sus flechas, a la [210]
Diosa uránica que ayuda a parir; y me ha y acostada bajo chopos negros, reposase
sido propicia siempre, con asentimiento en una verde pradera!
de los Dioses. LA NODRIZA: ¡Oh hija! ¿qué dices? No digas eso ante
[170] la muchedumbre; no profieras esas
Pero he aquí, delante de las puertas, a la palabras llenas de demencia.
vieja nodriza, que saca a Fedra de la FEDRA: ¡Llevadme a la montaña! Iré a la selva y a
morada. Sobre sus cejas pesa una nube los pinares, donde los perros
triste. Mi corazón desea saber por qué y exterminadores de animales salvajes
quién hiere así el cuerpo marchito de la corren y se abalanzan sobre los ciervos
reina. tachonados. ¡Por los Dioses! ¡con mis
LA NODRIZA: ¡Oh miserias de los mortales, oh males clamores quisiera excitar a los perros,
lamentables! ¿Qué haré por ti? ¿Qué no [220]
haré? He aquí la clara luz que pedías, he y blandir junto a mi cabellera rubia la pica
aquí el Eter. Tu lecho doliente está ahora tesaliana, oprimiendo en mi manó el
[180] dardo agudo!
fuera de la morada. Siempre, en efecto, LA NODRIZA: ¡Oh hija! ¿á qué viene abrigar semejantes
hablabas de venir aquí. Pero en seguida pensamientos? ¿Por qué te preocupas
volverás a la morada, porque cambias de así de la caza? ¿Por qué deseas claras
opinión con frecuencia, y nada te fuentes? Junto a la morada pasa un
satisface. No te gusta nada de lo que manantial de agua corriente en donde
tienes, y prefieres lo que no tienes. Más puedes beber.
fácil es enfermar que asistir a los que FEDRA: ¡Artemisa, señora de la marítima Limna y
sufren. Porque lo primero es sencillo, y lo de los gimnasios hípicos!
otro añade a la inquietud del espirita el
cansancio de las manos. Toda la vida de [230]
los hombres está llena de dolor, ¡si estuviera yo en tus llanuras,
[190] desbravando a los caballos vénetos!
y no hay tregua para sus males, pues si LA NODRIZA: ¿Por qué lanzas de nuevo esa frase
hay algo más dulce que la vida, lo envuel­ insensata? ¡Hace poco, tras de ascender
ven y nos lo ocultan las tinieblas. Amamos a la montaña, te transportaba el deseo de
locamente esta luz que resplandece en la cazar, y ahora quieres guiar a tus caballos
tierra, a causa de nuestra inexperiencia por la arena a lo largo del mar! A los
de otra vida; y sin saber nada de lo que adivinadores compete decir qué Dios te

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atormenta y quién turba tu espirita, ¡oh LA NODRIZA: Quiere morir; no toma alimento para
hija! acabar con la vida.
FEDRA: ¡Desdichada! ¿Qué he hecho? EL CORO: ¡Es extraño que eso agrade a su marido!
[240] LA NODRIZA: Ella oculta su mal; niega que esté
¿Por dónde he caminado, privada de enferma.
razón? ¡Deliro, he caído en la emboscada [280]
de un Demonio! ¡Ay, ay, infeliz de mí! EL CORO: Pero ¿no lo advierte él al mirarla al
Nodriza, cubre otra vez mi cabeza. Me da rostro?
vergüenza de las palabras que he dicho.
¡Cúbreme! Las lágrimas brotan de mis LA NODRIZA: El no está aquí; está lejos de esta tierra.
ojos, que se recatan con vergüenza, Al EL CORO: ¿Y por qué no recurres a procedimientos
recobrar la razón, me siento abrumada de violentos para saber su mal y la causa de
dolor. La demencia es un mal; pero más su demencia?
vale morir sin sentir nuestro mal. LA NODRIZA: Lo he intentado todo, y nada me ha
[250] servido. Sin embargo, no desistiré de mis
LA NODRIZA: Ya cubro tu cabeza. ¿Cuándo cubrirá cuidados, y puedes quedarte y ser testigo
también la muerte mi cuerpo? Una larga de lo que soy para mi desventurada
vida me ha enseñado muchas cosas. señora... Vamos, ¡oh querida hija!
Conviene, en efecto, a los mortales no olvidemos ambas lo que ya hemos dicho.
contraer entre si mas que amistades Cálmate, disipa la tristeza de tu frente y
moderadas que no lleguen hasta la de tu pensamiento;
médula del alma, afectos fáciles de [290]
romper y que se puedan tomar o dejar. y yo, abandonando los caminos por
Pero el dolor de un alma que sufre por donde te he seguido equivocada, te diré
dos es una carga pesada; palabras mejores. Si padeces algún mal
[260] oculto, aquí hay mujeres que también
y así sufro yo por ésta. Con razón se dice tratarán de calmar tu dolor. Si tu mal
que las pasiones de la vida dañan más puede ser revelado a hombres, habla, a
que deleitan, y turban mucho la salud. fin de darlo a conocer a los módicos. Y
Así, pues, apruebo menos lo que es bien, ¿por qué te callas? No debes
excesivo que esta frase: «¡De nada callarte, hija, sino recriminarme si hablo
demasiado!», y los sabios pensarán como mal, ú obedecer mis palabras si son
yo. buenas.
EL CORO: Anciana, fiel nodriza de la reina Fedra, ya [300]
veo sus lamentables males; pero no Di algo, mira aquí. ¡Oh! ¡desgraciada de
sabemos qué escondida dolencia la con­ mí! Mujeres, nos tomamos un trabajo
sume, inútil, y estamos del fin perseguido tan
[270] lejos como antes. Ya no la conmueven
mis palabras; no obedece a ellas ahora.
y quisiéramos interrogarte y saberlo por ti. Has de saber, no obstante, que, aunque
LA NODRIZA: No lo sé, aunque lo he preguntado. No seas más tenaz que el mar, si mueres,
quiere decírmelo. serán engañados tus hijos y no
EL CORO: ¿No sabes, pues, el origen de sus males? participarán de la riqueza paterna. No,
que la real amazona ecuestre ha parido
LA NODRIZA: Lo mismo que tú. Ella calla todo lo un bastardo para que mande en tus hijos,
referente a eso. y tiene pensamientos libres. ¡Y le conoces
EL CORO: ¡Qué enferma está, y cómo languidece su bien, porque es Hipólito!
cuerpo! [310]
LA NODRIZA: ¿Cómo no? Ya hace tres días que está FEDRA: ¡Ay de mí!
sin comer.
LA NODRIZA: ¿Te conmueve esto?
EL CORO: ¿A causa de su mal, o es que quiere
morir?

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FEDRA: ¡Que me pierdes, nodriza! Por los Dioses FEDRA: ¡Oh madre desventurada, con qué amor
te suplico que en lo sucesivo no me amaste!
hables de ese hombre. LA NODRIZA: ¡Amó a un toro, hija mía! ¿Por qué hablas
LA NODRIZA: ¡Ya lo ves! piensas cuerdamente, y sin de eso?
embargo, no quieres prestar ayuda a tus FEDRA: ¡Y tú, desventurada hermana, esposa de
hijos y conservar tu vida. Dionisos!
FEDRA: ¡Quiero a mis hijos! pero me atormenta [340]
otro destino.
LA NODRIZA: ¡Oh hija! ¿qué te ocurre? ¡Insultas a tus
LA NODRIZA: ¡Oh hija! tienes las manos puras de parientes!
sangre.
FEDRA: ¡Y yo soy la tercera en morir, y cuán
FEDRA: Mis manos están puras, pero está desdichada!
manchado mi espíritu.
LA NODRIZA: ¡En verdad que estoy asustada! ¿Adónde
LA NODRIZA: ¿Procede de algún enemigo esa van a parar tus palabras?
mancha?
FEDRA: Por eso soy desdichada, y no desde hace
FEDRA: Es un amigo quien causa mi perdición, a poco.
pesar suyo y a pesar mío.
LA NODRIZA: No me entero de nada de lo que deseo
[320] saber.
LA NODRIZA: ¿Te ha faltado en algo Teseo? FEDRA: ¡Ay! ¿Por qué no podrás decir tú misma lo
FEDRA: ¡Así nunca le ofendiera yo! que tengo que decir?
LA NODRIZA: ¿En qué consiste, pues, eso tan terrible LA NODRIZA: No soy un adivinador para averiguar con
que te impele a morir? claridad las cosas obscuras.
FEDRA: ¡Déjame ser culpable, que no lo soy FEDRA: ¿Qué es lo que los hombres llaman
contigo! amar?
LA NODRIZA: No querrás, seguramente; pero no viviré LA NODRIZA: Lo más dulce, ¡oh hija! y lo más amargo a
más que por ti. la vez.
FEDRA: ¿Qué haces? ¿Quieres violentarme FEDRA: Por lo que a mí respecta, sólo he
cogiéndome la mano? experimentado lo último.
LA NODRIZA: Y también las rodillas, que no he de soltar. [350]
FEDRA: ¡Desdichada de ti, oh infeliz, si supieras LA NODRIZA: ¿Qué dices? ¡Oh hija mía! ¿amas a algún
esos males! hombre?
LA NODRIZA: ¿Hay para mí mayor desdicha que la de FEDRA: Tal como es, al hijo de la amazona...
perderte? LA NODRIZA: ¿Hablas de Hipólito?
FEDRA: Perecerás. Sin embargo, esto puede FEDRA: ¡Tú sola le has nombrado!
acabar dándome gloria.
LA NODRIZA: ¡Ay de mí! ¿Qué has dicho, hija? ¡Ah,
[330] estoy perdida! ¿Mujeres, esto es
LA NODRIZA: ¿Y me ocultas esas cosas gloriosas, a intolerable; ya no puedo soportar la vida;
pesar de mis súplicas? el día me es odioso y odio la luz!
FEDRA: Es que busco un final honroso para cosas ¡Desfallezco y abandono mi cuerpo;
vergonzosas. cesaré de vivir, moriré! ¡Salve! No vivo ya.
¿A pesar suyo aman, pues, el mal las
LA NODRIZA: Por eso, diciéndolas, serás más honrada. más virtuosas? ¿Entonces Cipris no es
FEDRA: ¡Vete, por los Dioses! Suéltame la mano. una Diosa?
LA NODRIZA: No, por cierto, mientras no me concedas [360]
lo que te pido. ¡Es más que una Diosa, si hay algo más
FEDRA: Te lo concederé, porque respeto la grande, la que ha perdido a Fedra, a su
santidad de tus manos suplicantes. familia y a mí misma!
LA NODRIZA: Me callaré, pues. Tú eres quien ha de EL CORO: ¿Has oído, has oído a la reina declarar su
hablar. mal lamentable é insólito? ¡Muera yo, oh

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querida, antes de llevar a cabo lo que has se mantengan ocultas mis buenas
meditado en tu espíritu! ¡Ay de mí, ay, ay! acciones, y mi vergüenza no tenga
¡Oh desdichada víctima de estos males, muchos testigos! Sabía yo que este amor
oh miserias que alimentáis a los hombres! y mi mal eran infames, y sabía también
Estás perdida, has sacado a la luz cosas que era mujer y que la mujer es odiosa
horribles. ¿A cuántos días como éste para todos.¡Perezca muy oprobiosamente
estás condenada? la primera que mancilló su lecho con otros
[370] hombres!
Alguna novedad va a ocurrir en este [410]
palacio. Ya no hay que dudar sobre quién Las familias nobles extendieron este mal
va a caer la calamidad enviada por Cipris, sobre las mujeres. Porque, cuando las
¡oh infeliz hija de la Creta! cosas vergonzosas agradan a los bien
FEDRA: Mujeres trecenias que habitáis en el nacidos, han de parecer buenas a los
vestíbulo de la tierra de Pelops: bastantes malos. También odio a las mujeres que
veces ya, durante largas noches, son castas de palabra, y en secreto
reflexioné abstraída en lo que corrompe la muestran una audacia deshonesta.
vida de los hombres. Y me parece que no ¿Cómo ¡oh señora Cipris nacida ¿el mar!
es por la naturaleza de su espíritu por lo se atreven a mirar cara a cara a sus
que hacen el mal. Muchos, en efecto, maridos, y no les dan horror las tinieblas
piensan con cordura. Mas hay que cómplices de su falta, y no temen oír
considerar esto: gritar al techo de su morada? Eso es lo
que me mata, amigas,
[380]
[420]
sabemos y conocemos el bien; pero no lo
practicamos, unos por pereza, otros para que jamás pueda yo deshonrar a mi
porque prefieren lo agradable a lo marido y a los hijos que he parido, y para
honesto. Numerosos son los placeres de que, florecientes y hablando con libertad,
la vida: los coloquios largos, el ocio, ese habiten en la ciudad de los ilustres
mal que encanta, y la vergüenza. Esta es atenienses y se glorien de su madre.
de dos clases: una que no es un mal, y Porque, por muy audaz que sea, se torna
otra que es una calamidad en las en esclavo el hombre que tiene
moradas. Si se manifestase la razón de la conciencia de los crímenes de su padre o
una y de la otra, no se las nombraría con de su madre. Dicen que sólo un bien hay
el mismo nombre. Como desde hace de un valor igual al de la vida: un corazón
tiempo sé eso, ningún deleite puede justo y honesto. En el momento fatal el
distraerme tiempo descubre a les hombres
perversos, como el espejo refleja el rostro
[390] de una joven.
hasta el punto de hacerme pensar de otra [430]
manera. Pero te diré el camino que ha
emprendido mi espíritu. Después que el ¡Ojalá no me cuente nunca entre ellos!
amor me hirió, busqué un medio de poder EL CORO: ¡Ah! ¡qué hermosa es en todo la cordura,
soportarlo lo más honestamente posible. y qué excelente gloria obtiene entre los
Entonces comencé a callar y a ocultar mi mortales!
mal, porque no hay que fiarse de la len­ LA NODRIZA: Señora, en verdad que tu desdicha me ha
gua, que sabe censurar con acritud los producido un temor terrible; pero ahora
pensamientos de los demás hombres, comprendo que era yo una insensata.
pero a sí misma se atrae males sin Entre los hombres, los pensamientos
cuento. Y tomé la resolución de soportar posteriores son más prudentes que los
valientemente este amor insensato y primeros. Lo que te pasa nada tiene, en
vencerlo con la castidad. efecto, de extraño ni de irrazonable. Se
[400] ha cernido sobre ti la cólera de una Diosa.
Por fin, sin poder triunfar así de Cipris, me ¡Amas! ¿Qué hay de sorprendente en
pareció que lo mejor sería morir. Nadie se eso? Te ocurre lo que a innumerables
opondrá a esta determinación. ¡Ojalá no mortales.

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[440] [480]
¿Y vas a hacer perecer a tu alma por En verdad que los hombres tardarían en
culpa de ese amor? En verdad que nadie inventar algo, si las mujeres no
amaría en lo sucesivo, si fuera necesario halláramos secretos.
morir por haber amado. Porque Cipris es EL CORO: Fedra, lo que te dice es lo más práctico
invencible cuando se precipita con en tu desgracia actual; sin embargo, yo
violencia. Trata dulcemente a quien se apruebo tu conducta, aunque sin duda mi
somete; pero cuando encuentra un alabanza sea para ti más odiosa y más
corazón arrogante y fiero, ¿cómo orees cruel de oír que sus palabras.
que se apodera de él y le vence? Cipris
vuela por el Eter y se sumerge en las olas FEDRA: Las palabras demasiado hermosas son
del mar. Todas las cosas nacen de ella. las que destruyen las ciudades bien
Ella hace germinar y da el amor, constituidas y las familias. No hay que
decir lo que es grato a los oídos, sino sólo
[450] aquello que conduzca a la gloria.
que a todos nos ha engendrado en la [490]
tierra. Cuantos conocen los escritos de
los antiguos y se entregan asiduamente al LA NODRIZA: ¿Por qué hablar con tanta magnificencia?
estudio de las musas, saben de qué No necesitas buenas palabras de ese
manera Zeus deseó en otro tiempo a hombre. Has de explicarme en seguida lo
Semele; saben cómo la espléndida Eos que sientes, a fin de que diga yo
se llevó a Céfalo entre los Dioses, a directamente lo que te concierne. Si no
causa del amor que por él sentía. Sin estuviera tu vida en tan gran peligro, si
embargo, esos Dioses habitan siempre en fueras una mujer sana de espíritu, jamás
el Urano, y no huyen de los demás te pondría yo en ese trance por satisfacer
Dioses, y supongo que sufrirán el destino tu deseo voluptuoso. Pero hoy lo más
que los obliga. [460]¿Y no sufrirás tú importante es salvarte la vida; y eso lo
éste? Si no te sometes a esas leyes, será justifica todo.
porque tu padre te engendrara en ciertas FEDRA: ¡Qué palabras tan horribles! ¿No cerrarás
condiciones y bajo el poder de otros la boca? ¿No cesarás de pronunciar tan
Dioses. ¿Cuántos hombres sanos de vergonzosas palabras?
espíritu crees tú que hay, que, al ver LA NODRIZA: [500] Vergonzosas son, en verdad; pero
mancillado su lecho nupcial, fingen no ver mejores para ti que si diesen honestas. Y
nada? ¿Y cuántos padres que ayudan a lo que te salve valdrá más que la fama
los amores culpables de sus hijos? Entre con que te envaneces de morir.
las precauciones hábiles de los hombres,
es prudente la de ocultar las cosas FEDRA: ¡Por los Dioses te suplico que no sigas,
deshonestas. No conviene que los pues tus palabras son dulces, pero
mortales lleven una vida demasiado vergonzosas! En efecto, he sometido
severa, como no es oportuno decorar honestamente mi alma a este amor; pero
demasiado el techo de la morada. ¿De si quieres embellecer lo vergonzoso,
qué modo piensas salvarte de la caeré en el mal de que huyo, y pereceré
calamidad en que has caído? en él.
[470] LA NODRIZA: Si así lo crees, no debiste escucharme;
pero, ya que lo has hecho, concédeme
Pues si, siendo mortal, disfrutas de más esta segunda gracia. Ahora recuerdo que
bienes que males, puedes estar contenta. en la morada tengo filtros que aplacan el
¡Oh querida hija! desecha tus malos deseo.
pensamientos, cesa de ultrajar; porque
pretender elevarse por encima de los [510]
Demonios, no es nada menos que Sin que en ello haya nada vergonzoso
ultrajarlos. Soporta valientemente tu amor. para ti, y sin que pierdas la razón, te
Lo ha querido un Dios, y lleva a buen fin librarán de ese mal, si no eres cobarde.
el mal que te consume. Hay hechizos y Pero se necesita algún rastro del que
palabras calmantes. Se encontrará amas, cualquier trozo de sus vestirlos,
remedio a tu mal. para hacer un solo deseo de dos amores.

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CLAUDIO VALERIO GAETANI HIPÓLITO (ΙΠΠΌΛΥΤΟΣ)
TEXTOS DE TEATRO CLÁSICO DE EURÍPIDES (ΕΥΥΡΙΠΊΔΗΣ)

FEDRA: ¿Se administra ese filtro untándolo o á la madre de Baco, engendrado por
bebiéndolo? Zeus, a quien se había unido ella fatal­
LA NODRIZA: No lo sé. Permite que te ayude, hija mía, mente; pues Cipris lo abrasa todo con su
sin responderte. aliento furioso, y echa a volar como una
abeja!
FEDRA: Temo que seas demasiado hábil conmigo.
FEDRA: ¡Callad, oh mujeres! ¡Estoy perdida!
LA NODRIZA: Lo temes todo. ¿De qué te asustas?
EL CORO: ¿Qué ha sucedido de terrible en tus
[520] moradas, Fedra?
FEDRA: De que reveles algo al hijo de Teseo. FEDRA: Deteneos, para que sepa yo por qué
LA NODRIZA: Déjame hacer, ¡oh hija! que yo lo gritan ahí dentro.
arreglaré todo. Pero ayúdame tú, ¡oh mi EL CORO: Ya me callo; pero esto es de mal agüero.
señora Cipris nacida del mar! Para los
demás designios que medito, me bastará [570]
advertir a los amigos que están en la FEDRA: ¡Ay de mí, ay, ay! ¡Oh! ¡qué desdichada
morada. soy!
El Coro EL CORO: ¿Qué grito es ése? ¿Qué palabras dices?
ESTROFA I: ¡Eros, Eros, que derramas el deseo con Explícanos cuál es el rumor súbito que
los ojos, haciendo penetrar la suave espanta a tu alma, ¡oh mujer!
voluptuosidad en las almas de los que FEDRA: ¡Estoy perdida! Escuchad, de pie junto a
sitias, no seas enemigo mío nunca, y no las puertas, el ruido que se eleva en la
vengas furioso contra mí![530] Porque ni morada.
el fuego ni el dardo de los astros EL CORO: Junto a la puerta estás, y hasta ti llega el
superiores son como el de Afrodita que ruido de la morada.
lanzas con tus manos, Eros, ¡oh hijo de
Zeus! [580]
ANTISTROFA I: En vano, en vano en Pisa y en los Dime, dime qué desgracia ha ocurrido.
templos píticos de Febo toda la tierra de FEDRA: El hijo de la ecuestre amazona, Hipólito,
la Hélada multiplicada la degollación de grita y lanza imprecaciones terribles
bueyes, si no reverenciáramos a Eros, contra mi nodriza.
tirano de los hombres, hijo de Afrodita, EL CORO: Ya lo oigo; pero no lo entiendo
[540] claramente. Hasta ti llega la voz a través
que tiene las llaves de los carísimos de las puertas.
lechos nupciales y que prodiga FEDRA: En alta voz la llama forjadora de
calamidades a los mortales cuando cae desgracias,
sobre ellos. [590]
ESTROFA II: Cipris se llevó de las moradas en una alcahueta traidora al lecho de su amo.
nave a la joven ecalia, virgen é ignorante
de lo que eran bodas; y como una ba­ EL CORO: ¡Ay! ¡Cuántos males! ¡Estás vendida,
cante del Hades, se la dió al hijo de querida! ¿Qué consejo te daría yo?
Alcmena, ¡Descubierto el secreto, estás perdida!
[550] FEDRA: ¡Ay, ay!
en medio del exterminio, del incendio y de EL CORO: ¡Traicionada por tus amigos!
la sangre. ¡Oh! ¡qué desdichada fué por FEDRA: Me ha perdido, revelando mi mal por
culpa de esas bodas! amistad y por curarme, pero no
ANTISTROFA I: ¡Oh murallas sagradas de Tebas! ¡oh honrosamente.
fuente de Dirca! ¡vosotras podéis también EL CORO: ¿Cómo? ¿Qué vas a hacer, si sufres
atestiguar cuán cruel es la llegada de males incurables?
Cipris! ¡Porque con el fuego del rayo FEDRA: ¡Sólo sé una cosa, que tengo que morir!
consumió
[600]
[560]
Es el único remedio a mis males.

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HIPÓLITO: ¡Oh madre Tierra! ¡Oh luces de Helios! inevitable para él simular que se alegra de
¿Qué abominables palabras he oído? un matrimonio amargo, o si ha encontrado
LA NODRIZA: Cállate, ¡oh hijo! antes de que te oiga una buena unión y padres indigentes, hay
alguien. que ocultar su miseria con una apariencia
de bienestar. Lo mejor es tener en la
HIPÓLITO: No, no puedo callar las cosas horribles morada una mujer inútil por su
que he oído. simplicidad.
LA NODRIZA: ¡Te lo suplico por tu hermosa mano [640]
derecha!
Odio a la mujer sabia. ¡Que, al menos, no
HIPÓLITO: ¡No toques mi mano, no toques mi peplo! tenga en mi morada una que sepa más de
LA NODRIZA: ¡Oh! ¡por tus rodillas, no me pierdas! lo debido! Cipris fecunda a las sabias en
HIPÓLITO: ¿Cómo voy a perderte, si, según depravación; pero una mujer simple, en
aseguras, no has dicho nada malo? vista de su poca inteligencia, está exenta
de impudicia. Convendría que no hubiese
LA NODRIZA: Lo que he dicho, ¡oh hijo! no debía ninguna servidora junto a las mujeres, y
revelarse. que fuesen servidas por animales mudos,
[610] con el fin de que a nadie pudiesen hablar
HIPÓLITO: Sin embargo, las cosas honestas son ni nadie les contestara. Pero ahora, en las
honrosas de decir. moradas, las mujeres malas meditan
proyectos malos
LA NODRIZA: ¡Oh hijo, no violes tu juramento!
[650]
HIPÓLITO: Ha jurado la boca, pero no mi corazón.
que las servidoras sacan afuera. Así es
LA NODRIZA: ¡Oh hijo! ¿qué vas a hacer? Vas a perder como has venido a mí, ¡oh cabeza
a tus amigos. malvada! para urdir el oprobio del lecho
HIPÓLITO: ¡Reniego de ellos! Ningún culpable es sagrado de mi padre, de cuyo oprobio me
amigo mío. purificaré en aguas corrientes,
vertiéndomelas por los oídos. ¿Cómo iba
LA NODRIZA: ¡Perdóname! En la naturaleza humana
a ser impuro yo, que creo haber cesado
está el equivocarse, ¡oh hijo!
de ser puro por haber oído tus palabras?
HIPÓLITO: ¡Oh Zeus! ¿por qué hiciste nacer a la luz Entérate bien, mujer: lo que te salva es mi
a las mujeres? Si querías crear la raza piedad. Porque, si no me hubieses
humana, no había para qué hacerla nacer sorprendido y ligado con un juramento
de las mujeres. hecho a los Dioses, nunca hubiera podido
[620] contenerme para no decírselo todo a mi
padre. Pero ahora me alejaré mientras
Colgando en tus templos oro, hierro y
Teseo esté ausente de sus moradas y de
bronce, los hombres hubieran comprado
esta tierra,
hijos al precio que estimase cada cual, y
hubieran habitado en sus moradas sin [660]
hijos y sin mujeres. Ahora, en cuanto y mi boca guardará silencio. Cuando
queremos traer esa calamidad a nuestras vuelva mi padre,veré cómo le recibís tu
moradas, agotamos todos nuestros señora y tú, y observaré tu audacia, de la
bienes. De lo cual se deduce que una que ya tengo prueba. ¡Ojalá perezcáis!
mujer es una gran calamidad, hasta el Jamás me hartaré de odiar a las mujeres,
punto de que el padre que la ha aun cuando me censuraran por decir
engendrado y educado la echa fuera, con siempre lo mismo. Porque siempre son
una dote, para librarse de ella. crueles y malas. ¡Enséñeles alguien la
[630] castidad, o séame dado revelarme
siempre contra ellas!
Quien, por el contrario, recibe en su
morada semejante ruina, se regocija, EL CORO: ¡Desgraciadas de nosotras! ¡Qué
cubre de adornos a la funestísima ídola, miserables son los destinos de las
la engalana con peplos el desdichado y mujeres!
gasta toda la hacienda de su familia. Si se [670]
ha aliado con personas ilustres, es

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¿Con qué astucias, con qué palabras [710]


desataríamos el nudo de esta intriga? En cuanto a vosotras, ¡oh jóvenes
FEDRA: Me merezco el castigo que recibo. ¡Oh trecenias bien nacidas! acceded a mis
tierra! ¡Oh luz! ¿Adónde huiré de esta súplicas de que guardéis silencio acerca
calamidad? ¿Qué Dios vendrá en mi de lo que habéis oído.
ayuda? ¿Qué hombre me socorrerá o EL CORO: Por la casta Artemisa, hija de Zeus, juro
participará de mi impiedad? La desdicha no revelar jamás tus males.
de mi vida se ha hecho irremediable; ¡soy
la más desgraciada de las mujeres! FEDRA: Bien hablado. Por lo que a mí respecta,
he encontrado el único remedio para mi
[670] desdicha, a fin de asegurar una vida
EL CORO: ¡Ay, ay! Ya es un hecho. Las astucias de honrosa a mis hijos y salvarme yo misma,
tu servidora no dieron resultado, ¡oh después del golpe que me hiere. Porque
señora! y todo va mal. nunca deshonraré a la raza cretense,
FEDRA: ¡Oh la peor de las mujeres, oh ruina de [720]
quienes te quieren! ¿Qué has hecho? ni por salvar mi alma, apareceré ante
¡Hiérate y extermínete con su rayo Zeus, Teseo mancillada de vergonzosos
que es mi padre! ¿No te dije, previendo crímenes.
esto, que callaras lo que ahora me
produce un dolor amargo? ¡No has podido EL CORO: ¿Quieres llevar a cabo una desdicha
callarte, y moriré deshonrada para irreparable?
siempre! Pero tengo que poner en juego FEDRA: He resuelto morir. ¿Cómo? ya lo pensaré.
otras astucias. Porque ese, como tiene el EL CORO: Habla mejor.
corazón lleno de cólera,
FEDRA: Y tú dame buenos consejos. Regocijaré a
[690] Cipris, que me pierde, renunciando hoy a
me acusará ante su padre por culpa tuya; la vida, vencida por un amor cruel. Pero,
contará estas desventuras al anciano al morir, haré la desdicha de otro, con el
Piteo, y llenará toda esta tierra de fin de que sepa que no tenía
palabras vergonzosísimas para mí. ¡Ojalá [730]
perezcas con quien se dedique a excitar a
sus amigos para hacer el mal a pesar que enorgullecerse de mis males.
suyo! Participando de mi mal, aprenderá a ser
más modesto,
LA NODRIZA: Señora, tienes derecho a reprocharme
mis faltas. Porque la puna que te roe El Coro
turba tu juicio; pero, si quieres escuchar, ESTROFA I: ¡Pluguiera a los Dioses que estuviese yo
puedo responderte. Te he criado y estoy bajo altas cavernas, y que un Dios hiciese
dedicada a ti. Buscando remedios a tu de mí un pájaro alado entre la bandada
mal, encontré lo que no buscaba. voladora de las aves! Sería transportada
[700] muy por encima de las olas del Adriena y
del agua del Eridano, donde las tres
Si hubiera tenido éxito, pasaría por muy desventuradas
prudente. Se juzga de nuestra sabiduría,
en efecto, después de los [740]
acontecimientos. jóvenes, compadeciendo a Faetón,
FEDRA: ¿Es justo y te basta declarar tu culpa vierten lágrimas chispeantes de ámbar
después de degollarme? diáfano en el agua purpúrea de su padre.
LA NODRIZA: Discutimos con exceso. No he sido ANTISTROFA I: Y también iría a la costa de las
prudente; pero, después de todo, aún Hespérides armónicas, que abunda en
puedes salvarte, hija mía. frutos, donde el dueño del mar purpúreo
impide el paso a los marinos, y detiene el
FEDRA: ¡Basta de palabras! Ya me has limite venerable del Urano que sostiene
aconsejado é impulsado al crimen. Huye Atlas; allí donde manantiales ambrosianos
de aquí, y piensa en ti. Yo me ocuparé corren a la morada de Zeus,
sólo de lo que me afecta.
[750]

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y donde la tierra divina derrama delicias En verdad que es de edad avanzada;


para los Dioses. pero no dejará mis moradas sin gran pena
ESTROFA II: ¡Oh nave cretense de alas blancas que por parte mía.
llevaste a mi señora por las olas ruidosas EL CORO: ¡No te ha herido el destino en ancianos,
y saladas del mar desde sus moradas feli­ Teseo! Son muertos más jóvenes los que
ces hacia la voluptuosidad de bodas van a agobiarte de dolor.
desgraciadas! Porque, de una a otra TESEO: ¡Ay de mí! ¿Han quitado la vida a mis
comarca, o de la tierra de Creta, voló a la hijos?
ilustre Atenas un mal augurio,
[800]
[760]
EL CORO: Vivos están; pero su madre ha muerto,
pero ataron los torcidos cables a la ribera lamentabilísimamente.
de Munico, y bajaron a tierra firme.
TESEO: ¿Qué dices? ¿Ha muerto mi mujer?
ANTISTROFA II: ¡Por eso Afrodita la ha herido en el ¿Cómo es eso?
corazón con el horrible mal de un amor
culpable, y abrumada por tan dura EL CORO: Se ha colgado de un lazo, que la ha
calamidad, mi señora colgará del techo estrangulado.
nupcial TESEO: ¿Abrumada de dolor o por cualquier otra
[770] desgracia?
una lazada que sujetará a su cuello EL CORO: No sé más. Ahora mismo llegaba yo a las
blanco, adorando así a un Demonio fatal, moradas para gemir por tus males.
y pretiriendo dejar buena fama y TESEO: ¡Ay, ay! ¿Por qué traía coronada de hojas
ahuyentar de su corazón un amor cruel! la cabeza, si habla de sufrir semejantes
UN MENSAJERO: ¡Ay, ay! ¡Acudid cuantos estéis cerca de males a la vuelta del oráculo? ¡Abrid los
aquí! ¡Mi señora, la mujer de Teseo, batientes de las puertas, servidores;
acaba de ahorcarse! quitad las barras, a fin de que yo vea el
cruel espectáculo
EL CORO: ¡Ay, ay! ¡Es un hecho! ¡Ya no existe la
mujer real, porque se ha ahorcado! [810]
[780] de mi mujer, que con su muerte me hace
morir!
EL MENSAJERO: ¿No os daréis prisa? ¿No traerá ninguno
una espada para cortar el nudo que EL CORO: ¡Ay, ay! ¡Oh desventurada por culpa de
oprime su cuello? tantos males! ¡Con lo que has sufrido y
con lo que has hecho has arruinado esta
1ER. SEMICORO: ¿Qué haremos, amigas? ¿Debemos morada! ¡Ay, ay! ¡Qué audacia! ¡Has
volver a las moradas, para librar a nuestra cometido el acto impío de osar matarte
señora del lazo que la estrangula? con tus propias manos! ¿Quién ha
2DO. SEMICORO: ¿Por qué? ¿No hay allí servidores destruido tu vida, pues, ¡oh desdichada!?
jóvenes? No es prudente mezclarse en TESEO: ¡Ay de mí, que estos son los males más
tantas cosas de la vida. crueles que he sufrido! ¡Oh destino, qué
EL MENSAJERO: ¡Erguid y extended ese desventurado abrumador eres para mí y para mis
cadáver, lamentable guardián de las moradas! Esto es una mancilla
moradas en ausencia de mi señor! [820]
EL CORO: Por lo que oigo, ha muerto la infeliz. Ya infligida por cualquier Alastor, o más bien
extienden el cadáver. un mortal derrumbamiento de mi vida.
[790] ¡Desdichado de mí, que contemplo tan
TESEO: Mujeres, ¿sabéis qué significan esos vasto mar de males, que nunca podré
gritos que resuenan en las moradas? nadar sobre él ni remontar las olas de tal
Hasta mí ha llegado la violenta gritería de calamidad! ¿Qué nombre podré dar con
los esclavos. A mi regreso del oráculo, no justicia a tu destino, ¡oh mujer!? Porque
me acoge mi familia dignamente y de un salto rápido has partido para el
alegremente, con las puertas abiertas. Hades, como un pájaro que se escapa de
¿Le ha sucedido algo a la vejez de Piteo? las manos.

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[830] [870]
¡Ay, ay, ay, qué lamentables son estos ¡Ay, la familia de nuestros amos está
males! Hace tiempo que me persigue esta perdida! ¡Ay, ya no existe! ¡Oh Demonio!
venganza de los Demonios, por culpas de si es posible, no destruyas esta morada, y
uno de mis abuelos. oye mis ruegos, pues al igual de un
EL CORO: No eres tú solo ¡oh rey! quien sufre tales adivinador, preveo un mal augurio en
desgracias; has perdido una esposa esto.
ilustre, lo mismo que muchos otros. TESEO: ¡Ay de mí! ¡Una desdicha que no puedo
TESEO: ¡Quiero ir bajo la tierra, a las tinieblas soportar ni decir se añade a la primera!
subterráneas! ¡Quiero morir en la ¡Oh desventurado de mí!
obscuridad, ya que me hallo privado de tu EL CORO: ¿Qué ocurre? Dilo, si conviene que yo lo
carísima vida, porque, más que a ti sepa.
misma, es a mí a quien has perdido! TESEO: ¡Estas tabletas abominables gritan, gritan!
[840] ¿Adónde huiré de este cúmulo de males?
¿Por quién me enteraría yo de qué ¡Perezco, desgraciado de mí,
procede la revolución mortal que ha [880]
entrado en tu corazón, ¡oh mujer!? ¿Me frente a la querella que se exhala de este
dirá alguien lo que ha pasado, o es que escrito!
mi morada real encierra inútilmente una
muchedumbre de servidores? ¡Ay de mí, EL CORO: ¡Ay! ¡las palabras que pronuncias son
desdichado por tu causa! ¡Qué duelo veo presagio de calamidades!
en mis moradas, que no puedo expresar TESEO: En verdad que no puedo retener por más
ni soportar! ¡Estoy perdido! ¡mi casa está tiempo tras las puertas de mi boca esta
vacía, mis hijos están huérfanos! desventura horrible. ¡Oh ciudad, ciudad!
EL CORO: Nos has abandonado, nos has ¡Hipólito ha osado atentar por la violencia
abandonado, ¡oh querida, oh la mejor de a mi lecho nupcial, con desprecio del ojo
las mujeres venerable de Zeus! Pero ¡oh padre
Poseidón, que me has prometido cumplir
[850] tres votos míos! cumple uno de ellos
que han visto la luz de Helios y la de contra mi hijo, y que no escapa a este día,
Selana, que ilumina la noche chispeante! [890]
¡Desgraciado! ¡qué calamidad turba tu
morada! ¡Mis párpados rebosan lágrimas si me hiciste promesas ciertas.
derramadas por tu destino; pero estoy EL CORO: ¡Oh rey! ¡por los Dioses, retira esa
espantada de la desdicha que se avecina! imprecación! No tardarás en comprender
TESEO: ¡Ah! ¿qué significan esas tabletas que te has equivocado. Obedéceme.
suspendidas de su querida mano? ¿Me TESEO: No es posible. Además, le expulsaré de
anuncian una nueva calamidad? ¿Me esta tierra. Le herirá uno de estos dos
habrá escrito la infeliz sus últimas malos destinos: o Poseidón le enviará
voluntades o sus disposiciones con muerto a las moradas del Hades,
respecto a nuestro lecho nupcial y a cumpliendo así mis imprecaciones, o
nuestros hijos? expulsado de aquí y vagando por tierra
[860] extranjera, arrastrará él su vida
miserablemente.
Tranquilízate, desdichada, que ninguna
otra mujer entrará ya en la morada ni en EL CORO: A propósito, he aquí a tu propio hijo
el lecho de Teseo. El signo grabado en el Hipólito.
anillo de oro de la que ya no vive encanta [900]
mis ojos. ¡Vamos, desátense los lazos del Contén tu cólera, ¡oh rey Teseo! y abriga
sello, a fin de que yo vea lo que quieren designios mejores para tu familia.
decirme esos caracteres!
HIPÓLITO: Al oír tus gritos, padre, he venido en
EL CORO: ¡Ay, ay! ¡Un Dios contrario nos envía una seguida. Sin embargo, tío sé por qué
nueva serie de desdichas! ¡Ya no puedo gimes, y desearía saberlo por ti. ¡Ah!
vivir, después de lo que ha pasado!

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¿Qué es esto? ¡Padre, veo muerta a tu perversos. ¡Mirad a éste, que ha nacido
mujer! Me sorprende mucho. Cuando la de mí, que ha mancillado mi lecho y que,
dejé, hace poco tiempo, todavía veía ella por manifestación de esta muerta, está
la luz. ¿Qué le ha ocurrido? ¿Cómo ha convicto de ser el más grande de los
perecido? malvados! ¡Alza la faz ante tu padre, con
[910] toda tu mancilla! ¿Y eres tú quien vive con
los Dioses, como el mejor de los
¡Padre! quiero saberlo por ti. ¿Te callas? hombres? ¿Eres tú el casto y puro de
Pues en el dolor no conviene guardar todo mal? En lo sucesivo no creeré en tu
silencio, porque el corazón, que desea jactancia,
saberlo todo, está ávido, incluso en medio
de los males. En verdad que no es justo, [950]
padre que ocultes tus desventuras a tus que me obligaría a pensar que los Dioses
amigos y a quien es algo más que eso. ignoran y se engañan. Envanécete, pues;
TESEO: ¡Oh hombres, que erráis en tantas cosas! usa del fraude, alimentándote de cosas
¿por qué enseñar tantas artes, por qué sin vida; toma por maestro a Orfeo, delira
inventarlo y descubrirlo todo, mientras y esparce humaredas de ciencia; ¡estás
exista una que no conocéis ni poseéis cogido en el crimen! A todos aconsejo que
todavía, huyan de los que se te parezcan. Sus
palabras son magníficas y sus pensa­
[920] mientos vergonzosos. Ella ha muerto;
y que es enseñar bondad a quien le falta? pero ¿crees que esta muerte te salva?
HIPÓLITO: Sería un sofista hábil quien tuviera poder Esta misma muerte te acusa, ¡oh el peor
para inculcar la bondad a los que no son de los hombres!
buenos. Pero ahora, padre, no es ocasión [960]
de discutir sutilmente; y temo que tu ¿Qué juramento, qué palabras podrán
lengua, a causa de tus males, no guarde desmentir a estas tabletas y disculparte?
moderación. ¿Dirás que ella te odiaba y que un
TESEO: ¡Ay! Hacía falta a los hombres un método bastardo es siempre odioso a los hijos
seguro para conocer a sus amigos y legítimos? Sería preciso que estimase ella
distinguir el verdadero del falso. Y sería en muy poco la vida para sacrificar a su
necesario que todos los hombres tuviesen odio por ti lo más dulce que hay. ¿Quizá
dos voces, una veraz, y la otra tal como dirás que la impudicia es natural en las
es, mujeres y no en los hombres? Pues yo
[930] conozco a hombres jóvenes que en nada
son más invulnerables que las mujeres
con el fin de que la embustera fuese re­ cuando turba Cipris su joven corazón,
futada por la sincera; y entonces no se
nos engañaría. [970]
HIPÓLITO: ¿Acaso me ha calumniado a tu oído algún aunque de algo les sirve la naturaleza viril
amigo tuyo, y se me acusa de algún que poseen. Pero ¿á qué refutar tus
crimen, aunque no sea culpable? En palabras, cuando aquí está este cadáver,
verdad, que estoy estupefacto, porque me que es el más abrumador de los testigos?
turban tus palabras, desprovistas de toda Márchate, pues, desterrado de esta tierra
razón. en seguida, y no vuelvas a Atenas la
divinamente fundada, y no te quedes en
TESEO: ¡Ay! ¿Hasta dónde no irá el espíritu los confines de la tierra que manda mi
humano? ¿Cuál será el término de su lanza. ¡Porque, si yo sufriera esta injuria,
audacia y de su temeridad? Si su Sinis el ístmico negarla que fué muerto
audacia, en efecto, crece con las por mí, y me acusaría de haberme
generaciones, si el recién llegado es peor vanagloriado, y las rocas Scirónidas del
que el que le ha precedido, mar
[940] [980]
será preciso que los Dioses añadan a ya no dirían que soy terrible para los
ésta otra tierra para los malos y los perversos!

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EL CORO: No puedo decir que sea dichoso mortal [1020]


alguno, cuando tales calamidades y la ausencia de peligro produce mayor
ocurren. alegría que la tiranía. He admitido una
HIPÓLITO: Padre, terribles son tu cólera y la sola de las pruebas que me son
conmoción de tu alma. Sin embargo, no favorables; pero ya has oído las demás.
es honroso, si bien se lo examina, el Si tuviese un testigo como yo, si esta
asunto que da origen a hermosas mujer viera la luz, yo me defenderla, y
palabras. Yo soy inhábil para hablar ante después de compulsarlo todo,
la multitud. Ante mis iguales en edad y reconocerías a los verdaderos culpables.
ante un reducido número de oyentes, Ahora, ¡por Zeus, vengador del perjurio, y
sería más inhábil. Y tiene ello su razón de por la tierra donde ando! te juro que
ser, pues los que mejor hablan a la jamás he tocado a tu mujer, que jamás he
multitud no son considerados de ninguna tenido deseo ni pensamiento de ello. ¡En
manera como sabios. verdad, perezca yo sin nombre, infamado,
[990] desterrado de la patria, sin hogar, fugitivo
y vagabundo por la tierra, y ni la tierra ni
Sin embargo, es preciso que hable, ya el mar reciban
que me asalta la desdicha. Y empiezo por
el 1er. ataque que parece iba a [1030]
abrumarme, y al cual yo no iba a tener mis carnes muertas, si soy un malvado!
nada que responder. ¿Yes esta luz del día En cuanto a ésta, no sé si el temor la ha
y ves la tierra? Digas lo que quieras, no impulsado a matarse. No me es dable
hay en ella ningún hombre más casto que decir más. Ella ha conservado la
yo. Porque, ante todo, sé honrar a los apariencia de castidad, aunque no haya
Dioses, y tengo amigos que quieren ser sabido permanecer casta. Yo, que tengo
justos y se avergonzarían de que se les castidad, la he practicado con más
pidiese obraran mal o ayudaran en sus desdicha.
malos propósitos a quienes los abrigan. EL CORO: Bastante has refutado esa grave
[1000] acusación, jurando por los Dioses.
Yo no me río de mis amigos, padre; el TESEO: ¿Es un Epodo o un mago quien se
mismo soy para los presentes y para los envanece de ablandar mi alma con su
ausentes; y de lo que más inocente estoy dulzura,
es de eso de que me crees convicto. [1040]
Porque hasta el día mi cuerpo está puro
de todo contacto impúdico. No sé da después de haber cubierto de oprobio a
semejante cosa mas que lo que he oído su padre?
decir o lo que he visto en pinturas, y no HIPÓLITO: ¡Me asombras, padre! ¡Porque, si tú
deseo ver esas cosas, porque tengo el fueras mi hijo y yo fuera tu padre, en
alma virgen. Quizá no te convenza mi verdad que te habría matado, y no te ha­
castidad, aunque debas demostrar cómo bría castigado con el destierro, si
me han corrompido. ¿Era el cuerpo de hubieses osado atentar contra mi mujer!
ésta superior en belleza al de todas las TESEO: ¡Qué bien has hablado! Pero no morirás
mujeres? [1010]¿Esperé llegar a ser jefe tan fácilmente, en virtud de esa ley que te
de tu morada sucediéndote en tu lecho? aplicas. Porque una pronta muerte es
Sería un insensato y estaría más agradable para el hombre infeliz. En
absolutamente desprovisto de razón. cambio, errante, desterrado lejos de la
¿Acaso el mando es grato para los patria, arrastrarás una vida miserable por
hombres castos? No, por cierto, a menos tierra extranjera.
que la monarquía corrompa el corazón de
aquellos a quienes agrada. En verdad que [1050]
quisiera ser el primero y vencer en los Eso es lo que se merece el hombre impío.
combates helénicos; pero siendo el 2do. HIPÓLITO: ¡Ay de mí! ¿Qué vas a hacer? ¿No
en la ciudad, y viviendo feliz siempre con esperarás a que el tiempo te dé una
excelentes amigos. Así también me es prueba en contra mía? ¿Me echarás de
dado gobernar la cosa pública, esta tierra?

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CLAUDIO VALERIO GAETANI HIPÓLITO (ΙΠΠΌΛΥΤΟΣ)
TEXTOS DE TEATRO CLÁSICO DE EURÍPIDES (ΕΥΥΡΙΠΊΔΗΣ)

TESEO: ¡Allende el mar y los limites atlánticos, si TESEO: ¿No le arrancaréis de aquí, servidores?
me fuera posible, en vista del odio con ¿No me habéis oído ordenar desde hace
que persigo tu cabeza! rato que se le destierro?
HIPÓLITO: ¿No te detendrás en juramentos, pruebas HIPÓLITO: ¡Gemirá aquel de ellos que me toque!
ni adivinaciones? ¿Me arrojarás de esta Echame de aquí tú mismo, si tal es tu
tierra sin juzgarme? voluntad.
TESEO: No necesito echar suertes, porque esta TESEO: Lo haré, si no obedeces mis palabras,
tableta te acusa con un testimonio cierto, porque no me compadezco de tu destierro
y me importan poco las aves que vuelan lo más mínimo.
por encima de nuestra cabeza. [1090]
[1060] HIPÓLITO: Parece que es cosa decidida. ¡Oh
HIPÓLITO: ¡Oh Dioses! ¿Por qué cierro la boca desdichado de mí, que sé no puedo decir
todavía, si me pierdo por honraros? ¡No! lo que sé! ¡Oh hija de Latona, la más
en verdad que no persuadiría a los que querida de las Diosas, con quien habito,
tengo que persuadir, y violaría inútilmente compañera de mis cacerías! ¡huiré, pues,
el juramento que he prestado. dela ilustre Atenas! Os saludo, ¡oh ciudad
TESEO: ¡Ah! ¡cómo me mata tu falsa virtud! ¿No te y tierra de Erecteo! ¡Oh suelo de
irás de la tierra de la patria cuanto antes? Trecenia, que tan dulces alegrías otorgas
a la juventud, salve! ¡Por última vez os
HIPÓLITO: ¿Adónde iré, desdichado de mí? ¿En qué miro y os hablo! Venid, ¡oh jóvenes de
morada hospitalaria entraré, desterrado esta tierra, los que sois de mi edad!
por un crimen? saludadme, sacadme de este país.
TESEO: Recibirás hospitalidad de quienes se [1100]
alegran de acoger a los corruptores de
mujeres y participar de los crímenes do­ Jamás encontraréis otro hombre más
mésticos. casto que yo, aunque a mi padre no se lo
parezco.
[1070]
El Coro
HIPÓLITO: ¡Ay, ay! el dolor me penetra hasta el
hígado, y lloro porque te parezco ESTROFA I: En verdad que, cuando la previsión de los
culpable. Dioses se impone a mi pensamiento, me
quita inquietudes; pero apenas creo
TESEO: Haber gemido y previsto cuando haberla comprendido, renuncio a ello al
proyectabas atentar contra la mujer de tu ver las miserias y las acciones de los
padre. mortales. Van, en efecto, de vicisitudes en
HIPÓLITO: ¡Oh moradas, pluguiera a los Dioses que vicisitudes, y la existencia de los hombres
pudieseis elevar la voz y atestiguar si soy [1110]
un hombre culpable!
siempre está sometida a innumerables
TESEO: Invocas a testigos mudos; pero éste, mudanzas.
aunque sin voz, prueba que eres
culpable. ANTISTROFA I: ¡Plegue a la divina Moira concederme una
fortuna y una vida dichosas, y un corazón
HIPÓLITO: ¡Ay! ¡Pluguiera a los Dioses que me fuese libre de penas! ¡Que no sea mi fama ni
dado contemplarme frente a frente, a fin ilustre ni despreciable, y variando de un
de llorar por los males innúmeros que día a otro mis costumbres fáciles, que
sufro! lleve una venturosa vida compartida!
[1080] [1120]
TESEO: El caso es que te preocupa mucho más ESTROFA II: Pero no tengo tranquilo el espíritu desde
honrarte a ti mismo que demostrar a tus que, contra lo que esperaba, veo al astro
padres la piedad que les debías. resplandeciente de Atana desterrado a
HIPÓLITO: ¡Oh madre desdichadísima! ¡Oh otro país por la cólera de su padre. ¡Oh
nacimiento amargo! ¡Ojalá no sea arena de la costa de la patria! ¡Oh jarales
bastardo nunca ninguno de mis amigos! de las montañas, donde, con ayuda de los

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perros rápidos, mataba álos animales TESEO: ¡Oh Dioses! ¡Oh Poseidón,
salvajes el compañero verdaderamente eres mi padre,
[1130] [1170]
de la casta Dictina! pues has atendido mis imprecaciones! Di
ANTISTROFA II: ¡Ya no subirás a un carro tirado por de qué manera ha perecido, cómo ha
yeguas vénetas, lanzando por la playa de herido la justicia con su maza al que me
Limna tus caballos ejercitados en correr ha cubierto de oprobio.
con pie seguro! En la morada paterna EL MENSAJERO: Junto a la costa lavada por las olas,
callará tu cítara, cuyas cuerdas vibraban peinábamos las crines de los caballos con
siempre sobre el puentecillo. Los altares almohazas, y llorábamos porque había
de la hija de Latona quedarán venido un mensajero diciendo que
[1140] Hipólito no volvería a poner los pies en
esta tierra, castigado por ti con un
sin coronas en la espesa selva, y con tu destierro lamentable. Y a la costa vino él
destierro cesará el apremio nupcial con mismo trayendo también tan triste noticia,
que te asediaban las jóvenes.
[1180]
EPODO: Y en vista de tu desventura, derramaré
lágrimas por tu destino doloroso. ¡Oh y le seguía una muchedumbre de amigos.
madre desdichada, en vano has parido! Por fin, sin gemir ya, dijo: «¿Por qué
¡Ay! estoy furiosa contra los Dioses. ¡Ay, lamentar esto? Tengo que obedecer a las
ay! ¡oh Carites nupciales! ¿por qué alejáis palabras de mi padre. Servidores, uncid,
de la tierra de la patria y de estas los caballos al yugo del carro. ¡Porque ya
moradas a ese desventurado no existe para mí esta ciudad!» Y nos
dimos prisa todos; y más rápidos que la
[1150] palabra, presentamos al amo los caballos
que de ninguna falta es culpable?Pero uncidos. Y tomó él con sus manos las
veo que un servidor de Hipólito, lleno de riendas en el extremo anterior, y metió
tristeza, corre hacia la morada con sus pies en los hermosos borceguíes del
veloces pies. carro.
EL MENSAJERO: ¿En dónde encontraré ¡oh mujeres! a [1190]
Teseo, señor de este: tierra? Decídmelo, Luego suplicó a los Dioses, con las
si lo sabéis. ¿Está en esta morada? manos extendidas: «¡Zeus, no viva yo si
EL CORO: Hele a él mismo, que sale de las soy un hombre perverso; pero que sepa
moradas. mi padre cuánto me ha injuriado, mu­
EL MENSAJERO: Teseo, te traigo una noticia preñada de riendo yo o viendo todavía la luz!» Y
aflicción para ti y para los ciudadanos que entonces empuñó el látigo y excitó con él
habitan la ciudad de los atenienses y la a los caballos. Y los servidores seguimos
tierra de Trecenia. al amo, al lado del carro y los frenos, por
el camino directo de Argos. Pero, después
[1160] de entrar en un desierto que hay fuera de
TESEO: ¿De qué se trata? ¿Qué reciente esta tierra,
calamidad ha caído sobre las dos [1200]
ciudades vecinas?
llegamos a la orilla del mar de Sarónico.
EL MENSAJERO: Ya no existe Hipólito, pues sólo verá la luz Un ruido cual el rayo subterráneo de Zeus
por muy poco tiempo. estalló allí con una trepidación terrible que
TESEO: ¿Quién le ha matado? ¿Algún enemigo a asustarla a quien lo oyera, y los caballos
cuya mujer ha violado como a la de su irguieron la cabeza y las orejas, y
padre? apoderóse de nosotros un temor grande
EL MENSAJERO: Ha perecido por culpa de su propio carro por no saber de dónde procedía aquel
y de las imprecaciones que tu boca ha ruido. Pero, al mirar a la costa en que
proferido contra tu hijo, entregándoselo a rugía el mar, vimos una ola inmensa que
tu padre, el Dueño del mar. llegaba al Urano y ocultaba a los ojos la
playa de Scirón. Y cubrió el istmo y la
roca de Asclepio.

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[1210] pero no podré jamás creer que tu hijo


Inflándose luego y haciendo borbotear fuese un malvado. Aun cuando toda la
con estrépito una espuma inmensa raza de las mujeres se ahorcase, aun
impulsada por el viento, se estrelló en la cuando se cubriera de acusaciones toda
orilla donde estaba el carro de cuatro la selva del Ida convertida en tabletas,
caballos. Y de aquella ola enorme y de seguiría convencido de que él es
aquella tempestad surgió un toro, un inocente.
monstruo salvaje, cuyo mugido llenaba la EL CORO: ¡Ay, ay! ¡Ya se han consumado nuevos
tierra y resonaba horriblemente. Y aquel males! ¡No hay refugio contra la Moira y la
espectáculo era más espantoso de lo que necesidad!
los ojos podían soportar. Bruscamente TESEO: Si me dejara llevar del odio que tengo al
invadió a los caballos un terror violento; hombre que ha sufrido eso, me
[1220] regocijaría, en verdad, con tus palabras;
y el amo, tan hábil en el arte de guiar, pero, por respeto a los Dioses y por él,
tomó las riendas, echándolas atrás, como que ha nacido de mi,
hace el marinero con el remo, y se ciñó al [1260]
cuerpo las correas. Pero los caballos ni me regocija ni me aflige esa desgracia.
arrancaron furiosos, tascando con su
boca los frenos endurecidos al fuego, sin EL MENSAJERO: ¿Qué haremos, pues? ¿Traeremos aquí
hacer caso ya de la mano del amo, ni de al desventurado? ¿Qué tenemos que
las riendas, ni del carro sólido. Y cuantas hacer para complacer a tu alma?
veces guiaba el carro hacia un camino Reflexiona. Si siguieras mi consejo, no
llano, aparecía el toro ante los caballos serias cruel para tu desdichado hijo.
para hacerlos retroceder, y les infundía un TESEO: ¡Traedle, a fin de ver con mis ojos al que
espanto loco. negó haber mancillado mi lecho, y a quien
[1230] confundo con mis palabras y con este
castigo divino!
Y cuando ya iban, furiosos, por las rocas,
el monstruo se acercó en silencio y los EL CORO: ¡Juegas con el alma inflexible de los
siguió hasta el momento en que volcó el Dioses y con la de los mortales, Cipris!
carro, rompiendo contra una roca las [1270]
ruedas. Todo quedó revuelto; saltaron los Contigo vuela el niño de hermosas
radios de las ruedas y las clavijas de los plumas y alas rápidas. Vuela por encima
ejes. Y el desgraciado, cohibido por las de la tierra y del mar salado que ruge
riendas y sujeto por lazos enredosos, sordamente. Eros encanta a aquel cuyo
estrellándose la cabeza contra las rocas y corazón furioso invade, alado como es y
desgarrándose el cuerpo, gritaba, con voz brillante de oro; encanta a la naturaleza
lamentable al oído: de los animales que habitan en las
[1240] montañas y de los que están en el mar o
«¡Deteneos, caballos que alimenté en mis nutre la tierra, y de los que Helios ilumina
cuadras, no me matéis! ¡Oh terrible con su esplendor, y de los hombres.
imprecación de mi padre! ¿Quién vendrá [1280]
a salvar a un hombre inocente?» Y ¡Eres, oh Cipria, la única que entre todos
muchos de entre nosotros lo deseaban; posee el poderío real!
pero estábamos muy atrás. Por fin, libre
de las riendas que le oprimían, cae, sin ARTEMISA: ¡Hijo Eupatrida de Egeo! te recomiendo
más que un último soplo de vida. Y los que me escuches. Te estoy hablando yo,
caballos y el prodigio del toro Artemisa, hija de Latona. ¡Oh Teseo
desaparecieron, no sé por dónde, tras de desdichado! ¿Por qué te alegras de estos
la tierra montuosa. Por lo que a mí males, habiendo matado injustamente a
respecta, ¡oh rey! esclavo soy de tus tu hijo con pruebas inseguras, persuadido
moradas; por las mentirosas palabras de tu mujer?
Te hiere una calamidad manifiesta.
[1250]
[1290]

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¿Cómo no ocultas tu cuerpo en los ella, pues ha querido Cipris que las cosas
tártaros de la tierra, enrojeciendo de ocurriesen de esta manera para saciar así
vergüenza, o no huyes por la altura, su cólera. La ley entre los Dioses ordena
alejándote de este desastre a fuerza de que ninguno pueda oponerse a la
alas? En verdad que ya no puedes voluntad de otro,
continuar tu vida entre los hombres de [1330]
bien. Escucha, Teseo, el encadenamiento
de tus desventuras. Ya que no puedo y cedemos siempre unos a otros. Y has
hacer que te aproveche, te haré que lo de saber que, si no fuese por temor a
sientas, por lo menos. He venido aquí con Zeus, nunca, en verdad, habría yo llegado
el fin de poner de relieve el alma piadosa hasta el deshonor de dejar morir a quien
de tu hijo y su muerte gloriosa, me era el más caro entre todos los
mortales. Pero tu falta está mitigada por
[1300] tu ignorancia, y tu difunta mujer se ha
y el furor de tu mujer y también su llevado las pruebas morales que hubiesen
generosidad. En efecto, ella ha amado a convencido a tu espíritu. Y ahora acaban
tu hijo, mordida por el aguijón de la Diosa de agobiarte estos males; pero también
que, entre todas, es más odiosa para mí, yo estoy dolorida. Porque los Dioses
como para cuantos aman la virginidad. [1340]
Esforzándose en vencer a Cipris con la
razón, ha caído, a pesar suyo, por culpa no se alegran de la muerte de los justos.
de los ardides de su nodriza, que ha A quienes hacemos parecer es a los
revelado su mal a tu hijo tras de hacerle malos, a sus hijos y a su raza.
jurar que se callaría. Y éste, como era EL CORO: ¡He aquí que viene el desventurado!
justo, no cedió a sus palabras; y aunque Ensangrentadas están sus tiernas carnes
maltratado por ti, no ha violado su y su cabeza rubia. ¡Oh lamentable familia!
juramento, porque es piadoso. ¡Qué doble duelo, enviado por los Dioses,
[1310] ha caído sobre estas moradas!
Pero ella, temerosa de ser traicionada, ha HIPÓLITO: ¡Ay, ay, desdichado de mí, que me
escrito esas falsas revelaciones y ha desgarra la sentencia de un padre injusto!
perdido a tu hijo con su astucia; y sin [1350]
embargo, te ha convencido. ¡Ay de mí, que me muero! Arrollan mi ca­
TESEO: ¡Ay de mí! beza los dolores, la convulsión salta en mi
ARTEMISA: ¡Te desgarra eso, Teseo! pues cerebro. Dejad que mi cuerpo herido
tranquilízate, que cuando hayas oído lo repose por un instante. ¡Ah! ¡ay! ¡oh
que sigue gemirás más aún. ¿No tenías arreos odiosos de los caballos que
que hacer tres imprecaciones para que alimentó mi mano, me habéis perdido, me
las cumpliese tu padre? ¡Oh cruelísimo, habéis matado! ¡Ay, ay! servidores, tocad
has fulminado una contra tu hijo, cuando dulcemente con vuestras manos mi
pudiste lanzársela a un enemigo! Tu cuerpo desgarrado.
padre marino te la ha concedido, como [1360]
era natural, cumpliendo su promesa. ¿Quién está ahí, ámi derecha?
[1320] ¡Levantadme con cuidado, llevad sin
Pero nos has ultrajado a él y a mí; no has sacudidas a este desdichado herido por la
esperado la prueba ni la voz de los adivi­ injusta execración de su padre! ¡Zeus,
nadores; no has examinado nada, no has Zeus! ¿ves esto? ¡Yo, que soy casto y
dejado al tiempo hacer pesquisas, y más respeto a los Dioses; yo, que por mi
de prisa de lo que convenía, has lanzada pureza preponderaba sobre todos, pierdo
imprecaciones contra tu hijo, ¡y le has la vida y voy al Hades, debajo de la tierra!
matado! En vano cumplí con los hombres todos los
deberes de la virtud.
TESEO: ¡Muera yo, señora!
[1370]
ARTEMISA: Has cometido una acción horrible; pero
aún te está permitido obtener perdón por ¡Ah! ¡ay! he aquí que me invade el dolor.
¡Dejadme, dejad a este infeliz, y que la

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muerte me cure! ¡Matadme, matad a este TESEO: ¡Pluguiera a los Dioses, hijo, que hubiese
infeliz! ¡Quiero una espada de dos filos muerto yo en lugar tuyo!
para herirme y adormecer mi vida! ¡Oh HIPÓLITO: ¡Oh dones amargos de tu padre
lamentable imprecación de mi padre! Poseidón!
Sobre mí pesan todos los actos
criminosos y sangrientos TESEO: ¡Quisiera que la petición no hubiese
rozado mi boca!
[1380]
HIPÓLITO: ¡Bah! Me habrías matado, de tan irritado
de mis antiguos abuelos. ¿Y por qué, si como estabas contra mí.
no soy culpable de nada? ¡Ay! ¿Qué voy
a decir? ¿Cómo rescataré mi vida de este TESEO: Los Dioses me habrían quitado la razón.
acerbo dolor? ¡Ojalá aduerma mi miseria HIPÓLITO: ¡Ay! ¿Por qué no podrá la raza de los
la negra y nocturna necesidad del Hades! mortales herir a los Dioses con sus
ARTEMISA: ¡Oh desgraciado, a qué calamidad te ves imprecaciones?
encadenado! ARTEMISA: ¡Calla! Porque, incluso en la sombra
[1390] subterránea, puede penetrarte la cólera
de la Diosa Cipris, a causa de tu piedad y
Te ha perdido la grandeza de tu alma. tu razón.
HIPÓLITO: ¡Ay! ¡oh divino hálito perfumado! Aunque [1420]
abrumado de males, te he percibido, y mi
cuerpo se alivia. ¡La Diosa Artemisa está Yo, con mi mano y mis dardos inevitables,
aquí! te vengaré en aquel de los mortales que
le es más querido. En vista de tus males,
ARTEMISA: ¡Oh desventurado! aquí tienes a la Diosa ¡oh desdichado! te otorgaré grandes
a quien más amas. honores en la ciudad de Trecenia. Antes
HIPÓLITO: ¡Mira cuán desdichado soy, señora! de su boda, las jóvenes vírgenes cortarán
ARTEMISA: Ya lo veo; pero de mis ojos no pueden para ti sus cabellos, y durante una larga
correr lágrimas. serie de años te honrarán con sus
lamentaciones y sus lágrimas. Te
HIPÓLITO: ¡Ya no existe tu cazador, tu servidor! celebrarán siempre los cantos de las
ARTEMISA: Claro que no. Pereces, aunque eres tan vírgenes,
querido para mí. [1430]
HIPÓLITO: ¡El que guiaba tus caballos, el guardián y jamás cesará ni se olvidará el amor de
de tus imágenes! Fedra por ti. Y tú, ¡oh hijo del anciano
[1400] Egeo! coge en brazos a tu hijo y
ARTEMISA: La astuta Cipris es quien ha urdido esto. estréchale contra tu pecho, ya que le has
perdido a pesar tuyo; pero cuando los
HIPÓLITO: ¡Ay! ¡Reconozco a la Diosa que me ha Dioses quieren, es natural que yerren los
perdido! hombrea, Y a ti, Hipólito, te exhorto a que
ARTEMISA: No la honrabas, y estaba irritada porque no persigas a tu padre con tu odio, pues
eras casto. ya sabes por qué destino mueres. ¡Salve!
HIPÓLITO: Ya lo comprendo; a los tres nos ha No me está permitida mirar a los muertos
perdido ella sola. ni manchar mis ojos con el estertor de un
moribundo; y me parece que te aproximas
ARTEMISA: A tu padre, a ti y a la mujer de tu padre. ya a ese momento.
HIPÓLITO: ¿Debo, pues, llorar también la desventura [1440]
de mi padre?
HIPÓLITO: ¡Yo también te saludo, virgen venturosa!
ARTEMISA: Le han engañado las asechanzas de un Con alma resignada renuncio a nuestra
Demonio. larga familiaridad. Aplaco toda cólera
HIPÓLITO: ¡Oh! ¡qué desdichado eres, padre, a contra mi padre, según me pides, porque
causa de esta calamidad! siempre he obedecido a tus palabras. ¡Ay,
ay! ¡ya cubre mis ojos la sombra!
TESEO: ¡Muero, hijo! Ya no me deleita vivir.
¡Cógeme, padre, y alza mi cuerpo!
HIPÓLITO: Por ti y por tu error gimo, más que por mí.
[1410]

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TESEO: ¡Ay, hijo! ¿cómo me haces tan TESEO: ¡Ay! ¡Cuán excelente y piadosa es tu
desgraciado? alma!
HIPÓLITO: ¡Me muero; ya veo las puertas HIPÓLITO: Haz votos por obtener hijos legítimos
subterráneas! iguales a mí.
TESEO: ¿Te irás allá, dejándome mancillada el TESEO: ¡No me abandones, hijo! ¡Sé fuerte!
alma? HIPÓLITO: ¡Ya no tengo fuerzas, me muero, padre!
HIPÓLITO: No, en verdad, porque te absuelvo de Cubre pronto con un velo mi faz.
este asesinato. TESEO: ¡Oh ilustre tierra de los atenienses y de
[1450] Palas, de qué hombre te han privado!
TESEO: ¿Qué dices? ¿Me redimes de esa [1460]
sangre? ¡Oh desdichado de mí! ¡Cuánto me
HIPÓLITO: Lo atestiguo con Artemisa, que vence con acordaré de tus males desde lejos, Cipris!
sus flechas. EL CORO: Contra todo lo previsto, ha sobrevenido
TESEO: ¡Oh carísimo, cuán generoso eres con tu este duelo, común a todos los
padre! ciudadanos. Será manantial de lágrimas
HIPÓLITO: ¡Salve, oh padre, salve! ¡Una vez más te abundantes, pues la memoria de los
saludo! grandes hombres merece lutos eternos.

TELÓN

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