HABLA, TU SIERVO OYE
“Pues tus palabras son mis delicias”
Octubre 2017
Es interesante el trabajo y dedicación
de un verdadero pastor, el cual está
dispuesto, bajo cualquier
eventualidad que se le presente, a
proteger, velar y cuidar de su rebaño.
No es casualidad que en la Palabra
de Dios seamos nosotros
considerados como ovejas, tras el
delicado cuidado de nuestro Pastor.
Para poder apreciar mejor la
responsabilidad y el trabajo de un
pastor, es necesario que observemos
un poco más en detalle lo que hace y
en cómo se prepara para su labor:
“En primavera, el pastor sacaba al
rebaño del redil todos los días y lo
llevaba a los suculentos y frescos
pastos de los alrededores del pueblo.
En esta estación, los nacimientos de
corderitos y cabritos multiplicaban el
hato. Y puesto que ya había pasado el
invierno, los pastores aprovechaban
para esquilar a sus ovejas, lo cual era
un motivo de festejo. Tras la cosecha,
el pastor llevaba a sus ovejas a comer
los brotes nuevos y los granos que
habían quedado en los campos. Con
la llegada del calor del verano,
buscaba pastos en terrenos más
elevados y frescos. Podía pasarse
días trabajando y durmiendo al aire
libre. Llevaba al rebaño a pastar
sobre las escarpadas lomas verdes y,
por las noches, vigilaba los rediles
descubiertos. Algunas noches reunía
a sus animales en una cueva para
protegerlos de los chacales y las
hienas. Si el aullido de una hiena
espantaba al rebaño, la
tranquilizadora voz del pastor lo
calmaba.
Al ponerse el sol, contaba a sus
ovejas y las examinaba una a una.
Por la mañana las llamaba, y ellas lo
seguían hacia los pastos. Al mediodía
las abrevaba en charcas de agua
fresca. Y si las charcas se secaban,
las conducía a un pozo donde les
sacaba agua.
Hacia el final de la estación seca era
común que los pastores trasladaran a
sus rebaños a valles o llanuras cerca
de la costa. Cuando comenzaban las
frías lluvias, regresaban con ellos a
casa para que pasaran el invierno
resguardados. Las fuertes lluvias,
granizos y nevadas eran una seria
amenaza para los rebaños, así que
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ÉL ES EL PASTOR
los pastores no los sacaban a campo
abierto hasta la primavera.
La ropa del pastor era sencilla pero
resistente. Para protegerse de la
lluvia y de la brisa nocturna, solía
usar un manto de piel de oveja con la
lana hacia dentro y debajo se ponía
una túnica. También llevaba
sandalias para proteger sus pies de
espinos y rocas afiladas, así como
un paño de lana tejida para cubrirse
la cabeza.
¿Qué incluía su equipo de trabajo?
El zurrón, una bolsa de cuero para
llevar pan, aceitunas, frutas secas,
queso u otros alimentos; la vara, un
garrote de un metro de largo que
llevaba incrustados fragmentos de
roca de pizarra y se usaba como
arma; un cuchillo; el cayado, para
apoyarse al caminar y escalar; un
odre para llevar agua; un recipiente
plegable de cuero para sacar agua
de pozos profundos; la honda, para
espantar depredadores e impedir
que las ovejas o cabras se
separaran del rebaño lanzando
piedras cerca de ellas, y la flauta de
caña, para entretenerse y para
tranquilizar a los animales con su
melodía.
Los esfuerzos eran muchos, pero el
rebaño proveía cosas tan básicas
como la leche y la carne. La lana y la
piel se utilizaban para hacer ropa y
odres, o como artículos de trueque.
También se confeccionaban telas
con pelo de cabra. Además, tanto las
cabras como las ovejas se usaban
para hacer sacrificios.”
Acabamos de ver la equipación y los
cuidados que un pastor debía tener
en cuenta para atender a su rebaño.
Encontramos en la Biblia ejemplos
de verdaderos pastores que Dios
usó para guiar y cuidar a su pueblo.
Era importante un corazón sincero y
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su entrega, el dolor y la preocupación
por cada una de ellas. David es un
ejemplo de ello, siendo muy joven, era
el que estaba al cuidado de las ovejas
de su padre Isaí. Cuando se presentó
delante del rey Saúl para ofrecerse a
luchar contra el gigante Goliat, que
amedrentaba al pueblo de Dios, dijo
de sí mismo: “Tu siervo era pastor de
las ovejas de su padre; y cuando
venía un león, o un oso, y tomaba
algún cordero de la manada, salía yo
tras él, y lo hería, y lo libraba de su
boca;... Fuese león, fuese oso, tu
siervo lo mataba;...” (1 Samuel 17:34-
36).
Esta tarea de pastorear fue usada por
los profetas Jeremías y Ezequiel para
hablar del descuido de los pastores de
Israel que no guiaron bien al rebaño,
sino que lo expusieron ante sus
enemigos para ser devorados,
“Ovejas perdidas fueron mi pueblo;
sus pastores las hicieron errar, por los
montes las descarriaron; anduvieron
de monte en collado, y se olvidaron de
sus rediles.” Jeremías 50:6
El Señor Jesús habló de aquella oveja
que se había perdido y que el pastor,
dejando al rebaño seguro en el redil,
salió apresuradamente para buscarla,
de forma incansable hasta
encontrarla. No importaban las
condiciones externas, con tal de
conseguirla, pudiéndole costar su
propia vida. Todo esto, solamente era
una antesala del verdadero y perfecto
Pastor celestial.
Encontramos por lo menos tres
características del Señor Jesucristo
en relación al tema que estamos
tratando: El mismo Señor en Juan 10
se presenta con el Buen Pastor, “Yo
soy el buen pastor; el buen pastor su
vida da por las ovejas... Yo soy el buen
pastor; y conozco mis ovejas, y las
mías me conocen, así como el Padre
me conoce, y yo conozco al Padre; y
pongo mi vida por las ovejas. También
tengo otras ovejas que no son de este
redil; aquéllas también debo traer, y
oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un
pastor.” (Juan 10:11, 14-16). Esto nos
habla de la entrega del Pastor.
El apóstol Pedro, finalizando su
primera carta, hace un ruego a los
ancianos por la participación en el
ministerio, para que no ejerzan su
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“Pues tus palabras son mis delicias”
Octubre 2017
labor con señorío sino con ejemplo,
porque al final recibirán la corona
incorruptible que el Príncipe de los
Pastores les dará cuando aparezca
(5:4). Así es su autoridad y justicia.
Por último, el autor a los Hebreos nos
dice: “Y el Dios de paz que resucitó de
los muertos a nuestro Señor
Jesucristo, el gran pastor de las
ovejas, por la sangre del pacto
eterno, os haga aptos en toda buena
obra para que hagáis su voluntad,
haciendo él en vosotros lo que es
agradable delante de él por
Jesucristo; al cual sea la gloria por los
siglos de los siglos. Amén” (13:20,
21). Aquí vemos su poder en
nosotros.
Tenemos al Buen Pastor, que ha dado
su vida por nosotros, al Príncipe de
los pastores, que nos recompensará
por el trabajo hecho en su obra; y
desde luego, el Gran Pastor, que con
su poder nos transforma para que
hagamos su voluntad.
JOAB CERVINI
LA ARMADURA DE DIOS
“Por lo demás, hermanos míos,
fortaleceos en el Señor, y en el poder
de su fuerza. Vestíos de toda la
armadura de Dios, para que podáis
estar firmes contra las asechanzas
del diablo. Porque no tenemos lucha
contra sangre y carne, sino contra
principados, contra potestades,
contra los gobernadores de las
tinieblas de este siglo, contra huestes
espirituales de maldad en las
regiones celestes." (Efesios 6:12).
Este maravilloso pasaje narrado por
el apóstol Pablo empieza de la mejor
manera posible, sin dejar pasar nada
por alto, y sabiendo en todo momento
a qué nos enfrentamos cada día
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todos los hijos de Dios, el apóstol
como creyente entregado,
perseverante, y por su puesto
obediente a la voluntad del Señor,
habiendo pasado por infinidad de
pruebas, persecuciones,
enfermedad, maltratado por los
mismos judíos. Como él mismo dijo:
"Es necesario que a través de
muchas tribulaciones entremos en el
reino de Dios." (Hechos 14:22). Está
claro que él sufrió y padeció por amor
a Dios, llevó el mensaje de salvación
a muchos lugares. Gracias a su
servicio y entrega hubo numerosas
conversiones durante su ministerio.
"Fortaleceos en el Señor", empieza
dando ánimo a estar siempre firmes
en el Señor, teniendo en cuenta que
todos, en esta carne de pecado,
podemos ser débiles, inconstantes y
cambiantes, que hoy lo damos todo y
mañana ya estamos abatidos y sin
fuerzas. Pero en el Señor somos más
que vencedores y ya no depende de
nuestro esfuerzo o estado de ánimo
porque él es el que en nosotros
produce el querer como el hacer, por
su buena voluntad (Filipenses 2:13).
Es Dios quien nos da todo por su
buena voluntad. Es por él que nos
levantamos cada mañana, es en
Jesús en quien encontramos vigor y
ánimo para poder estar firmes con la
mirada puesta hacia adelante, en la
meta, en el cielo que es nuestro
destino final; por eso dice muy claro:
Fortaleceos en el Señor.
"Permaneced en mí, y yo en vosotros.
Como el pámpano no puede llevar
fruto por sí mismo, si no permanece
en la vid, así tampoco vosotros, si no
permanecéis en mí." (Juan 15:4).
Que mejor forma de explicar lo que es
depender del Señor. Como el mismo
versículo dice: Los pámpanos (que
somos nosotros), no puede llevar
fruto por sí mismo si no permanece en
la vid, y esa vid es el Señor. Una figura
hermosa la cual deberíamos tener
siempre viva en nuestro corazón y
mente. Recordar estas cosas nos
hará estar fortalecidos, firmes,
perseverantes para la batalla cada
día. Estar en el Señor es conocer
íntimamente a la persona en la que
hemos depositado nuestra confianza,
nuestra esperanza y fe. La mejor
forma de hacerlo es ser constantes
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en la lectura, pues sabemos que él se
manifiesta a través de su palabra. Él
se da a conocer por medio de ella. La
oración es el medio por medio del
cual tenemos entrada al mismo trono
de la gracia, allí podemos expresar
todo nuestra gratitud y pedir todo lo
que queramos, de manera
responsable y siempre conforme a la
voluntad de nuestro Señor. Debemos
ser constantes en ello, es la
instrucción recibida para poder estar
realmente en el Señor.
También dice el versículo que
encabeza esta sección, "en el poder
de su fuerza". Dios es todo poderoso,
nada hay imposible para él. Nos
afirma con ese mismo poder con que
formó la tierra y con el que la sustenta
cada día. ¡Grande es el Señor
nuestro! (Salmo 147:5).
El apóstol nos anima a vestirnos cada
día de la armadura de Dios, estar
siempre listos, preparados, firmes,
con esperanza y fe. Todo esto solo es
posible cuando andamos
íntimamente en el Señor. Vestidos así
podemos hacer frente a las
asechanzas del enemigo. Sabemos
que anda como león rugiente para
devorar a todo aquel que se aleja del
redil. Satanás actúa de forma sutil, él
se aprovecha de nuestras
debilidades para atacarnos. Así
también sucede con el mundo, su
brillo nos atrae como un imán, pero
no debemos olvidar que es tan
pasajero y superficial. Además, está
gobernado por el príncipe de la
potestad del aire, el enemigo de
nuestras almas.
Cada día nos enfrentamos a una
lucha espiritual, pero es Dios quien va
delante de nosotros. Jesucristo
venció al enemigo en la cruz y nos
hizo vencedores con él. Andemos,
pues, aferrados a él, para no dejar
cabida al diablo, que también es
poderoso pero no invencible. Dios le
ha dado permiso para actuar, pero
bajo su total y absoluta soberanía. De
nuestra parte, se nos ha dado la
armadura perfecta para librar esas
batallas. Cada parte cumple una
función indispensable. Sin olvidar
que esa lucha no es contra sangre y
carne, esto quiere decir que no será
contra nuestro prójimo, ni con
nuestras fuerzas. Dios nos deja muy
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claro en su palabra que debemos
amar a nuestro prójimo como a
nosotros mismos, así como a
perdonar. La lucha es más bien
espiritual, y si damos al Señor el
primer lugar en todo, él peleará por
nosotros, y vencerá, porque ya es
suya la victoria.
En las próximas entregas de este
boletín iremos estudiando cada una
de las partes de esa armadura,
veremos cómo se complementan
cada una de ellas y como todas sus
partes son indispensables para
afrontar con fortaleza y firmeza cada
día de nuestro corto peregrinaje en
esta tierra.
ALEXA CASTRO
¿A ESCONDIDA?
Que injustas fueron las palabras de
los hermanos de Jesús, hijos también
de María y José (Mateo 13:55),
cuando al comenzar la fiesta de los
tabernáculos, acusaron al Señor de
hacer sus obras y de llevar a cabo su
ministerio a espaldas del pueblo
judío. Ellos le dijeron: "Sal de aquí, y
vete a Judea, para que también tus
discípulos vean las obras que haces.
Porque ninguno que procura darse a
conocer hace algo en secreto. Si
estas cosas haces, manifiéstate al
mundo." (Juan 7:3,4). ¡Nada más
lejos de la realidad! El Señor se movía
por distintas regiones de Galilea y
alrededores, y la multitud le seguía.
Muchos fueron los que creyeron en
Sicar, ciudad de Samaria, por haber
oído las palabras del Salvador, "Y
creyeron muchos más por la palabra
de él, y decían a la mujer: Ya no
creemos solamente por tu dicho,
porque nosotros mismos hemos oído,
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y sabemos que verdaderamente
éste es el Salvador del mundo, el
Cristo." (Juan 4:41,42). A su regreso
de Jerusalén, los galileos le
recibieron, "habiendo visto todas las
cosas que había hecho en la fiesta,
porque ellos también habían ido a la
fiesta" (Juan 4:45). Cuando
multiplicó los panes y alimentó a
más de cinco mil personas en
Betsaida, volvió a Capernaum, y
hasta allí vinieron muchos buscando
ese pan, porque habían escuchado
del gran milagro (Jn.6:22-59). En
Gadara sacó una legión de
demonios que poseían el cuerpo de
un pobre hombre, todos los de la
ciudad supieron que los casi dos mil
cerdos habían caído por el
despeñadero por la presencia del
Señor, y le pidieron que se fuera de
allí, "les contaron los que lo habían
visto, cómo le había acontecido al
que había tenido el demonio, y lo de
los cerdos. Y comenzaron a rogarle
que se fuera de sus contornos."
(Marcos 5:16,17). Cuando visitó
Genesaret, los hombres de aquel
lugar enseguida le reconocieron
(Marcos 6:54) y enviaron noticias
por toda aquella tierra para que
trajesen a los enfermos y les sanase
(Mateo 14:34-36). Inclusive, en la
propia fiesta de los tabernáculos, al
no presentarse Jesús desde el
primer día de la convocación, sino a
la mitad, los que estaban en
Jerusalén se decían: "¿Dónde está
aquel?" (Juan 7:11)... "Pero éste,
sabemos de dónde es" (v.27).
¡Claro que Jesús era conocido por
muchos! Los mismos miembros del
Concilio lo reconocieron delante de
Pilato, cuando le dijeron como
excusa para que le juzgasen, que
alborotaba el pueblo: "Y Pilato dijo a
los principales sacerdotes, y a la
gente: Ningún delito hallo en este
hombre. Pero ellos porfiaban,
diciendo: Alborota al pueblo,
enseñando por toda Judea,
comenzando desde Galilea hasta
aquí. " (Lucas 23:4,5). Pero así eran
los hermanos del Señor, incrédulos,
de corazón endurecido (Juan 7:5).
Mientras toda la región de Palestina,
inclusive los habitantes de tierras
gentiles como Tirso, Sidón, Cesarea
de Filipos, hablaban de las
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maravillas hechas por el carpintero, el
galileo, el nazareno, el judío Jesús;
sus hermanos vivían en completa
ignorancia. Los que desconocían las
obras y las enseñanzas del Señor
eran ellos.
Ese es un pequeño ejemplo de lo que
sucede en el mundo a gran escala. El
evangelio se ha anunciado, ha llegado
a rincones insospechados, muchos se
han convertido, estos mismos
proclaman y dan testimonio de su fe,
experimentan cambios en sus vidas
por el nuevo nacimiento, la historia de
la humanidad registra la muerte
sufriente de los cristianos,... pero aun
hay quienes dicen conocer la esencia
de la fe, el camino de salvación, y no
es verdad.
Son muchos los que andan a ciegas.
Lo que conocen es engaño y error. La
confusión de la religión, las mentiras
del padre de mentira, el relativismo del
mundo, el envanecimiento de la
ciencia, las huecas filosofías y las
pasiones de la carne, siendo todo esto
pecado, apartan el alma de la verdad y
de la vida eterna.
Hay mucho más por hacer en la obra
de Dios, por supuesto. El edificio no se
ha completado aun, esto es la iglesia
del Señor, la que reúne creyentes de
toda raza, lengua y nación, de todos
los tiempos desde la muerte de Jesús
en Jerusalén. Pero no es cierto que
las buenas noticias no han llegado a
oídos del hombre, más bien son
muchos los que al escucharlas y
entenderla, han escogido no creer. No
se ha ocultado la verdad de la
salvación por Jesús, el enviado de
Dios para dar su vida en lugar del
pecador. La luz del testimonio puede
verse afectada, por creyentes débiles
o carnales, pero en cada era el Señor
se ha reservado un remanente fiel, de
modo que no hay excusas.
Pregúntate a ti mismo si conoces
realmente a Jesús, el Hijo de Dios. Si
sabes qué vino a hacer y por qué
murió. Dónde está, qué hace y qué
hará. Si el camino que transitas te
lleva directo a su presencia. A quién
honra la vida que has escogido vivir.
Todo esto antes de afirmar algo que
muy probablemente es mentira,
engaño o error, si lo has aprendido del
mundo; cierto y verdad si es palabra
de Dios. ANA RUIZ
 HABLA, TU SIERVO OYE
“Pues tus palabras son mis delicias”
Octubre 2017
Cuán importante es recordar los
hechos maravillosos de Dios, ya que
sufrimos de pérdida de memoria. Lo
vemos en Israel, el pueblo que Dios
escogió para sí, y de quién dijo que
era pueblo rebelde y contumaz.
Conocemos las obras portentosas
que Dios hizo y ellos fueron testigos
de su poder.
Aquella noche en la que el ángel de la
muerte iba a herir a todo primogénito
en Egipto, ningún israelita, ni sus
bestias y animales, fueron heridos,
por hacer conforme al mandamiento
que Dios dijo por medio de Moisés:
La Pascua (Éxodo 12), “Porque
Jehová pasará hiriendo a los
egipcios; y cuando vea la sangre en el
dintel y los dos postes, pasara Jehová
aquella puerta, y no dejará entrar al
heridor en vuestras casas para herir...
Guardaréis esto por estatuto para
vosotros y para vuestros hijos para
siempre”. (Éxodo 12:23-24).
También, cuando el mar se abrió ante
sus ojos, “Entonces los de Israel
entraron por en medio del mar, en
seco, teniendo las aguas del mar
como muro a su derecha y a su
izquierda.” (Éxodo 14:22). Y qué decir
del cuidado que Dios tuvo con ellos
en el desierto, “Y yo os he traído
cuarenta años en el desierto;
vuestros vestidos no se han
envejecido sobre vosotros, ni vuestro
calzado se ha envejecido sobre
vuestro pie.” (Deuteronomio 29:5).
Además Dios mismo estaba con
ellos, podían verlo, (Éxodo13:21-22).
Sin embargo, aún con todas estas
manifestaciones, el pueblo se
Hay muchos que... ... toman decisiones
al minuto.
SA
SANTA BI NT
BL A
BIBLIA IA
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¡ACUÉRDATE!
rebelaba, olvidándose de la
misericordia de Dios para con ellos.
Josué, el sucesor de Moisés, que les
introdujo en la tierra prometida, les
recordó la forma cómo Dios obró
desde el llamamiento de Abraham
hasta la entrega de la tierra que había
jurado a sus padres que la daría.
Entonces Josué les exhortó diciendo,
“Ahora, pues, temed a Jehová y
servidle con integridad y en verdad; y
quitad de entre vosotros los dioses a
los cuales sirvieron vuestros padre”
(Josué 1:14).
Recordar nos lleva al reconocimiento
de la grandeza de nuestro Dios. Él e
s digno de que nos conduzcamos en
temor (1Pedro 1:17), y de nuestro
servicio, “Vosotros también, como
piedras vivas, sed edificados como
casa espiritual y sacerdocio santo,
para ofrecer sacrificios espirituales
aceptables a Dios por medio de
Jesucristo.” (1Pedro 1:5). No en vano
dice la Escritura que las cosas
escritas de la antigüedad son para
nuestra enseñanza, en ellas
podemos ver la experiencia del
pueblo de Israel y tomar aplicaciones
para nuestra vida. (Romanos15:4).
La importancia de meditar en la
palabra, porque ella es nuestra guía,
la que nos alumbra. Dios nos ha
tomado para sí, nos ha sacado del
pozo del lodo cenagoso y de las
tinieblas a su luz admirable,
libertándonos de la esclavitud del
pecado. Nos dio a su Hijo unigénito
para que fuese nuestro sustituto en la
cruz y muriese en nuestro lugar a
causa de nuestro pecado. Nos
DECISIONES
Otros, al minuto,
encomiendan a Dios
su camino,...
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escogió, no porque seamos buenos,
“Quien nos salvó y llamó con
llamamiento santo, no conforme a
nuestras obras, sino según el
propósito suyo y la gracia que nos fue
dada en Cristo Jesús...” (2 Timoteo
1 : 9 ) . Y, ¡ p o r s u m i s e r i c o r d i a !
(Romanos 11:30).
Debemos hacer el ejercicio de
recodar lo que nuestro Dios
Todopoderoso ha hecho en nuestras
vidas, la veces que ha respondido a
nuestro clamor, las ocasiones en que
nos ha librado de situaciones difíciles,
la provisión diaria. Además de sus
ricas bendiciones espirituales,
dándonos paz en un mundo lleno de
maldad, esperanza ante la injusticia
de los hombres. Nos encontramos en
el desierto pero provistos de todo lo
necesario para servirle. Que nuestro
sentir sea el mismo que el profeta
Miqueas, que a pesar de lo que había
a su alrededor, él dijo con firmeza:
“Mas yo a Jehová miraré, esperaré al
Dios de mi salvación; el Dios mío me
oirá.” (7:7).
Sea cual sea la situación por la que
estemos pasando, no quitemos
n u e s t r a m i r a d a d e l S e ñ o r,
recordemos todo lo que él ha hacho a
nuestro favor. Él todo lo ve, nos oye y
hace grandes maravillas. “Si Dios es
por nosotros, ¿quién contra
nosotros?” (Romanos 12:31).
“Acuérdate de tu Creador en los días
de tu juventud, antes que vengan los
días malos, y lleguen los años de los
cuales digas: No tengo en ellos
contentamiento;” (Eclesiatés 12:1)
DIANA ZAMBRANO
...confían en él,
porque saben
que él hará.
ANA RUIZ