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Universidad de Chile
Facultad de Filosofía y Humanidades
CEE: Lenguaje y pensamiento. El problema de composicionalidad.
Profesor: Manuel Rodríguez T.
Nombre: Manuel Vargas T.
I. Introducción
La sistematicidad es uno de los tres explananda que, según Fodor y Pylyshyn, deben
ser explicados por una buena teoría cognitiva. Los otros dos son la productividad y la
composicionalidad.1 La productividad puede definirse como la habilidad que tenemos los
humanos para generar y comprender nuevos pensamientos y proposiciones; la
composicionalidad dice que el significado de una proposición es función del significado de
sus partes léxicas; y finalmente, la sistematicidad corresponde a la habilidad de entender
pensamientos y proposiciones a partir de haber entendido otros que estén relacionados
(Symons & Calvo, 2014, p. 4). Más específicamente y en virtud de la discusión que será
desarrollada más adelante, diremos que la sistematicidad es la habilidad de entender un
pensamiento de la forma “xRy” a partir de haber entendido el pensamiento de la forma
“yRx”, para cualquier “x”, “y” y relación “R”. La discusión a desarrollar girará en torno a
esta propiedad.
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Para ser más precisos, podemos decir que la composicionalidad es más bien un principio que los autores
estipularon a partir de la arquitectura cognitiva que defienden. Por lo tanto, puede verse como el explanans de
las otras dos propiedades. Sin embargo, seguiremos la exposición de los autores en Symons & Calvo (2014).
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1993), que son los que tendremos en consideración. El argumento de Fodor y Pylyshyn puede
resumirse de la siguiente manera:
Por un lado, Aizawa dirá que la cognición humana es sistemática en general, tal como
lo afirmaban Fodor, Pylyshyn y McLaughlin. Para defender su postura, expone sólo un caso
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Lo que explica, según McLaughlin, las relaciones entre los pares de capacidades
recién enumeradas es que están intrínsecamente relacionadas, lo que significa que están
conectadas por sus bases constitutivas (McLaughlin, 1993, p. 220). El autor dice que las bases
constitutivas de los miembros de los pares de capacidades que acabamos de enumerar
involucran:
a) Los mismos conceptos (por ejemplo, los conceptos PERRO, GATO y PERSEGUIR)
b) Una capacidad para emplear conjuntamente los conceptos de manera apropiada para
tener estados intencionales con los contenidos en cuestión (por ejemplo, el contenido
de que el perro está persiguiendo al gato y el contenido de que el gato está
persiguiendo al perro), y
Por otro lado, la explicación del atomismo representacional, si bien también involucra
representaciones, éstas no se dan en función de una sintaxis y semántica combinatorias. En
su lugar, cada una de las cuatro representaciones del ejemplo es atómica. Aizawa lo grafica
así: cuando el sistema visual percibe el caso de compleción amodal del ejemplo, forma las
siguientes imágenes mentales: ♠, ♯, ◙ y ☼, donde cada uno representa una combinación
diferente. Con esta comparación, Aizawa pretende mostrar que tenemos dos distintas
explicaciones del mismo fenómeno, pero que es mejor la clásica. Dicho de otra manera, no
está diciendo que el atomismo representacional no dé una explicación, sino que la del
clasicismo es mejor. Según el autor, es una situación análoga a la disputa entre clasicismo y
conexionismo.
Los argumentos de Aizawa para defender este punto son textos de Fodor y
McLaughlin, nuevamente, en los que se afirma que una explicación adecuada de la
sistematicidad es aquella que la implica necesariamente dadas ciertas suposiciones (Aizawa,
2014, p. 82-83). En pocas palabras, la idea puede resumirse en que, si bien no se puede negar
que el conexionismo pueda dar cuenta de la sistematicidad, es una arquitectura en principio
neutral respecto a si las capacidades cognitivas se relacionan sistemáticamente, pues sus
explicaciones involucran la inclusión de hipótesis ad-hoc.2
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Por cuestiones de espacio, este tema no será desarrollado, además es suficiente con lo que se ha dicho hasta
aquí, puesto que ya se cumplió el objetivo de presentar la posición de Aizawa respecto a la sistematicidad de la
percepción. El argumento completo puede encontrarse en (Aizawa, 2014, p. 82-88).
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Los autores comienzan destacando que la sistematicidad es más bien una propiedad
intrínsecamente dependiente del lenguaje, en lugar de presentarse en la cognición en general,
pues de hecho los típicos ejemplos están siempre ligados a la sintaxis [syntax-bound]; pero
cuando examinamos el comportamiento no-verbal, no encontramos la sistematicidad
requerida (Gomila et al., 2014, p. 371). Por otro lado, se destaca también la forma en la que
los clasicistas pasan de la sistematicidad del lenguaje a la del pensamiento en general, en
particular a la de la percepción: parten del paralelo estructural entre lenguaje y pensamiento
para, por medio de una inferencia de la mejor explicación, postular que las propiedades del
lenguaje estarían también en la cognición, entendida como el procesamiento del lenguaje, la
toma de decisiones y la percepción; luego, es claro que para considerar a la percepción como
sistemática se requiere mostrar que las capacidades perceptuales vienen en grupo, es decir,
si tener una capacidad implica tener otras (Gomila et al., 2014, p. 372). Como vemos, se trata
de una caracterización muy acorde a lo que proponía McLaughlin, según la sección anterior.
Siguiendo este esquema, primero presentaremos su posición respecto a dicho autor, para
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luego exponer su contraejemplo concreto en respuesta a Aizawa, a partir del cual extraeremos
las conclusiones correspondientes.
Por otro lado, G-T-L proponen la lectura que consideran correcta al respecto: el verbo
“ver”, en el par 3 de la enumeración de McLaughlin, tiene un aspecto transparente y uno
opaco; en su versión transparente, el sujeto obtiene información visual de la escena, sin
contenido; en su versión opaca, el sujeto reconoce contenido en la escena. De esta forma, el
par de capacidades en realidad es una sola capacidad, pero con dos versiones o momentos.
Si hay sistematicidad, dicen los autores, entonces es sistematicidad en el contexto opaco, es
decir, dependiente de los conceptos del sujeto. En otras palabras, si McLaughlin tiene razón,
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la hay a ese nivel, por lo tanto, es claro que tanto la noción de sistematicidad como la
explicación de la compleción amodal están erradas. Esto último porque, con este
contraejemplo, se muestra que la compleción amodal no trabaja del modo en que Aizawa lo
describía (Gomila et al., 2014, p. 379).
Para enfatizar más este último punto, los autores presentan un ejemplo que muestra
lo penetrante que llega a ser la información dinámica y contextual involucrada en el
fenómeno de la compleción amodal. El ejemplo intenta ilustrar que el contraste de colores
entre los objetos y el fondo influye en nuestra capacidad para completar los objetos ocluidos.
Más precisamente, lo que mostrará será que el fenómeno de la interpolación de los bordes
depende de la intensidad del contraste. El ejemplo es el siguiente:
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Este y otro ejemplos brindados por los autores3 pretenden reforzar la idea de la
compleción amodal como un proceso dinámico y contexto-dependiente. Específicamente, lo
que se busca es argumentar en contra de que, en general, si uno es capaz de ver a X ocluyendo
Y, entonces uno debería ser capaz de ver a Y ocluyendo a X, para todo X e Y, tal como lo
requiere la sistematicidad definida al estilo de McLaughlin (Gomila et al., 2014, p. 379). Más
allá de esa formulación, lo que se busca es cuestionar la suposición de que ver una cierta
relación entre A y B implica que A y B estén en una cierta relación algebraica, para cualquier
A y B, y que ver tal relación garantiza además que dicha relación se dé también a la inversa
(Gomila et al., 2014, p. 382). Hasta aquí la presentación de la postura de G-T-L.
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No es necesario mostrar los ejemplos aquí, puesto que es suficiente con lo que se ha dicho hasta ahora, sin
embargo, pueden consultarse en (Gomila et al., 2014, p. 381).
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IV. Conclusión
Con lo que hemos visto, podemos decir que el contraejemplo propuesto por G-T-L
debilita notablemente las nociones de compleción amodal y de sistematicidad defendidas por
Aizawa. Por otro lado, G-T-L proponen una nueva forma de entender la sistematicidad, más
coherente con lo que usualmente se entiende por dicha propiedad, y con ella una nueva y
mejor explicación de la compleción amodal.
Bibliografía