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DESARROLLO Y ORGANIZACION DEL YO

Tres Momentos O Tiempos Lógicos En La Constitución


Freud alude al desarrollo y la organización del yo en términos de grados crecientes de complejización
de la estructura y sus funciones:
- Yo real primitivo
- Yo-placer purificado
- Yo real definitivo

 Frente a esta tendencia a la descarga, la organización de las pulsiones de autoconservación, sostén de la


vida orgánica, producen una tensión compatible con la vida.
 La primera forma de descarga, constituida desde un estímulo que determina una descarga motriz
masiva, debe irse perfeccionando hacia un mecanismo de fuga del estímulo que es efectivo respecto
de los estímulos exteriores (por ejemplo: rayo de luz en la pupila) pero no respecto de los interiores o
endógenos, provenientes del interior del organismo.
 Aquello de lo que puede fugar configura un exterior desinvestido, indiferente, diferenciable de un
interior investido. Este interior está configurado por montos pulsionales que toman la forma de:
o Angustia y desarrollo de afectos, como procesos que tienden a la desinvestidura
o Investidura de órganos, que darán origen a un procesamiento representacional.

 La posibilidad de registrar como propios ciertos estímulos provenientes de determinados órganos iría
construyendo la representación-cuerpo; estos estímulos que se elevan a la categoría de elementales
son los representantes de las pulsiones de autoconservación.

Cuando varias de estas investiduras de órganos se ligan entre sí con cierta armonía, cierta
homeostasis somática, podemos planteamos la estructura de un yo real primitivo. En este tiempo inicial
cobra importancia la organización del aparato protector contra los estímulos: La función de este aparato es la
protección contra estímulos que provienen del exterior, que deben ser minimizados, pues si su magnitud
resulta superior al nivel de invest idura del psiquismo, provocaría una fractura en éste.
Yo Real Primitivo

Freud lo llama a esto un estado pre psíquico: El bebe recién nacido es una vesícula viviente, todo lo que
entra es por el Polo Perceptual sale por el Polo Motriz. Descarga a través de la acción especifica.
Este Yo Real Primitivo, que tiene un trabajo que hacer: el principal va a ser diferenciar los estímulos
externos de los internos, los endógenos de los exógenos. ¿Cómo registra? ¿Cómo hace para diferenciar lo
interno de lo externo? Va a emplear un mecanismo: el de la fuga de lo externo; primero debe aprender a darse
cuenta, de lo que puede huir o no, poniendo en juego lo autconservatorio, ya que si el bebe no es capaz de
registrar de donde proviene la “molestia” (desde el interior o el exterior), dicha auto-conservación se pone en
riesgo.
El YRP tiene que registrar modificaciones contextuales (en su entorno) y modificaciones en su interior.
Ahí es cuando funciona la barrera de protección anti estímulos. Si son demasiados los estímulos que llegan,
se pone en marcha la barrera anti estímulos, se fuga de estos estimulos exteriores y el “mundo externo” quedará
desinvestido.
Pretende eliminar las tensiones por las modificaciones internas: registra los estímulos que provienen
del exterior provocando (se) alteraciones internas -en órganos-, por ejemplo: taquicardia.
 Los primeros órganos en investirse son el corazón y pulmones, imprescindibles para la vida
 Estas investiduras se van desplazando hacia el sistema digestivo.

Para que este yo se constituya, es condición necesaria que en un principio que no se produzca una
contradicción en las investiduras de los diferentes órganos, siendo imprescindible que el contexto proporcione
un agente externo que realice las acciones específicas que satisfagan las necesidades, sin provocar desde
el exterior una contradicción, generalmente siendo la madre o quien cumpla sus funciones. ¿Qué quiere decir
esto? Supongamos un bebé que tiene hambre y está resfriado: tiene que registrar si el malestar le viene de
adentro (del que no puede huir y tiene que satisfacerlo) o si le viene de afuera (del que tiene que huir), si no
es capaz de diferenciar, el bebe no sabe cuál de estos órganos tiene que satisfacer, marcando una contradicción.
Entonces, tiene que haber una cierta armonía entre las investiduras de los diferentes órganos, tiene que
privilegiar una cosa sobre la otra, situación que depende en gran medida de la madre, puesto que en estos
momentos el bebé está en su máxima indefensión.
Para que el mecanismo de la fuga (que es como diferencia lo interior de los exterior), tiene que
jerarquizarse el mecanismo por sobre la descarga masiva. Este mecanismo de la fuga no viene dado, no es
innato. Una vez establecido el mecanismo, el aparato psíquico tiene mayor complejidad, ya no es el arco-
reflejo, no es la vesícula viviente.
En este sentido podríamos plantear la necesariedad (para la organización del psiquismo) de una función
maternante basada en la "empatía". Esta función maternante consiste en suministrar un tipo de experiencia
de satisfacción tal que para el sistema la necesidad no adquiera un carácter desbordante, doloroso, y
desencadene en consecuencia el mecanismo reflejo, como si se tratara de expulsar una estimulación
proveniente del exterior.
El tiempo que va a pasar entre el requerimiento o la demanda del bebe y la acción especifica (la
pensamos de parte de la mamá o de quien esta a cargo) ese tiempo es muy importante. La idea es que la
mamá decodifique las necesidades del bebe, aprendiendoa leer las señales que el bebe (distinto a cualquier
otro) emite y le provea lo necesario.
Por otra parte, si este agente maternante se propone a sí mismo como un estímulo siempre presente,
del que el niño no puede fugar, tenderá a considerarlo como un estímulo endógeno o pulsional, con
la consiguiente perturbación en el yo real primitivo y su articulación con el yo placer purificado. Para que
esta articulación se logre es necesario que el agente maternante acceda a ciertos procesos identificatorios
y al encuentro con ciertas representaciones-palabra.
En este yo real primitivo se constituye un ritmo somático, homeostático, de tensión y reducción
de tensión, es decir, de tensión y alivio; este yo comienza regulando cantidades, todavía no cualificadas. El
yo real primitivo pareciera estar inicialmente regido por el principio de constancia y por la búsqueda de
un nivel cero relativo, compatible con la vida.
Inicialmente la tendencia a la descarga era por la vía del arco reflejo; la acción de fuga supone
ya una mediación, que evita el proceso de desinvestidura, por eso cuando Freud plantea a este yo
como caracterizado por una primera marca pienso que se refiere a la capacidad de inhibición de la
desinvestidura a un nivel cero, lo cual permite un procesamiento psíquico, como la base de la organización
del psiquismo.

El proceso por el cual se lo construye es el correspondiente a la proyección normal configura


entonces zonas erógenas, zonas erógenas que comienzan representándose como unidades aisladas o
separadas entre sí que van a ir adquiriendo una organización como totalidad, como partes de un conjunto
que se configura como "representación-cuerpo", base de la "representación yo".
En la constitución de las zonas erógenas como tales, en su apertura nos encontramos con el
autoerotismo, momento en el que el empuje pulsional, proyectado en las zonas erógenas, busca
satisfacción a través de un objeto, que puede pertenecer al propio cuerpo.
En este último caso el objeto no está discriminado del yo: no percibe un cuerpo diferenciado y
unificado. La unificación de las zonas erógenas supone un nuevo acto psíquico, que marca la complejización
del autoerotismo al narcisismo. Podríamos pensar que esta complejización es posible sobre la base de una
nueva proyección, ahora en un modelo: el yo tiende a proyectar sus propios estados afectivos y reencontrarse
con una imagen con la cual se identifica.
Nos podemos plantear una primera proyección que permite el reencuentro de estados pulsionales en
la sensorialidad, estados pulsionales que en un principio son pura cantidad. El enlace de la cantidad
con la sensorialidad permite un acceso a la conciencia y a la organización o plasmación de
representaciones. El no enlace con sensorialidad, y la dificultad en la descarga vía motricidad mantienen
un estado tóxico. En un segundo momento la proyección normal permite el reencuentro de estados afectivos
con una gestalt con la cual se identifica. Este momento correspondería al yo-placer purificado.
Estas proyecciones tempranas (no defensivas sino constitutivas del psiquismo) se acompañan de
ulteriores procesos identificatorios, con lo cual el cuerpo se unifica y se liga a un nombre: una
holofrase. Un momento posterior es que cada parte del cuerpo tiene un nombre.
Retornando: se habría planteado un proceso cuya primera parte consistía en la proyección de la
tensión de necesidad en una zona corporal (proceso de investidura); el paso siguiente consiste en la
cualificación de la cantidad: el aumento de la tensión de necesidad es cualificado como displacer, y el
decrecimiento, como placer. Estamos ya frente a una organización psíquica más compleja, que implica
dos pasos: discriminar estímulos como pertenecientes a un interior o un exterior, también cualificar
estados en términos de displacer-placer. Esto corresponde a un momento posterior en la organización del
yo: es lo que marcaría el pasaje de un yo real primitivo regido por el principio de constancia a los inicios
de un yo-placer purificado.
Habíamos dicho que en un principio el exterior es indiferente; sin embargo de él provienen
estímulos que pueden invadir, desquiciar el psiquísmo en términos de magnitudes que sobrepasan las
distribuciones energéticas incipientes, por lo tanto uno de los tiempos primordiales en esta organización
corresponde a la constitución del aparato protector contra los estímulos.
También podríamos considerar que en estos primeros tiempos comienza la organización psíquica bajo
la forma de signos perceptivos y huellas mnémicas es decir, discriminación entre percepción y memoria, es
decir, de las primeras funciones psíquicas.
Freud plantea que una primerísima función llevada a cabo por el yo es la de discriminar un "interior"
(estímulos pulsionales) de un "exterior" (estímulos perceptuales): a estos últimos puede evitarlos a través de
acciones de descarga o fuga; pero a los primeros (pulsionales) no, y estos le exigen un procesamiento
psíquico constante.
Podemos pensar que esta primera función puede llegar a alterarse, y en ese caso nos encontramos con
que los estímulos internos (pulsionales) son tratados como provenientes del exterior, y por lo tanto el
psiquísmo intenta volverlos al exterior (tendiendo a la descarga motriz) sin poder darse cuenta de qué les
pasa: las necesidades pulsionales son tratadas como si provinieran del exterior y por lo tanto expulsadas
al exterior, y tratadas como algo de afuera. El sujeto no puede reconocerse como sede de sus propias
necesidades.
Puede suceder que los estímulos que provienen del exterior sean tratados como, internos,
produciéndose modificaciones en el cuerpo tal, como podríamos pensar que sucede en las enfermedades
psicosomáticas.
En este contexto podríamos incluir la conformación del modelo llamado por Freud "aparato
protector contra los estímulos”, en esa necesidad de protección del aparato en relación con cantidades
irrumpientes.

Yo-Placer Purificado
Instalado el Yo Real Primitivo, el que se forma a continuación es el Yo Placer Unificado: el principio
que regía el yo primitivo era el de constancia, no tenía que haber contradicción entre lo exógeno y endógeno. El
que rige al Yo Placer Unificado es el principio de Placer: para que se forme, se instale, es necesario que no
haya contradicción en los ritmos exterior e interior, ya que el ritmo va a posibilitar el encuentro con el placer,
si pasase mucho tiempo, habría displacer.
El yo-placer purificado se estructura en torno de la polaridad placer-displacer, es decir, en torno
de una cualificación de la cantidad, que registra los aumentos de excitación provocados por la pulsión en
términos de displacer, y su alivio a través de la acción específica que provoca la vivencia de satisfacción, en
términos de placer.
Este yo-placer purificado es aquel que reconoce como propios los estímulos placenteros y proyecta
los displacenteros. El principio económico que rige en esta estructura es el de placer, y la meta del yo
es la disminución del displacer.

Aparece como el representante de las pulsiones, puesto que opera con el mismo principio que
ellas, y pretende introyectar lo placentero y arrojar fuera lo desagradable.
A partir de la apertura de las zonas erógenas se produce una ligadura de esas zonas que permite la
constitución de una representación-cuerpo unificada. Para esto es necesario que el agente externo no
proporcione una estimulación autocontradictoria. Por el contrario, es importante la organización de un
entrecruzamiento pulsional.
Si quisiéramos sintetizar los componentes y la legalidad correspondiente a este segundo momento
de organización de la estructura podríamos señalar, en un grado creciente de complejidad:
1. Pasaje de la cantidad a la cualidad y vigencia del principio de placer.
2. Organización, cada vez más compleja, de las representaciones- cuerpo y pasaje del autoerotismo al
narcisismo, considerando un nuevo acto psíquico: un grado de organización mayor en el yo.
3. Organización de funciones, siendo las más importantes las vinculadas a la capacidad de pensar y a
los comienzos del establecimiento de un sistema preconciente, especialmente en lo referente a la
capacidad de emitir juicios originados en los propios deseos, y diferenciados posteriormente de los
originados en las percepciones provenientes del exterior.
4. En cuanto a las defensas, las que dispone este yo son aún primitivas: desinvestidura del sistema
perceptivo, proyección (defensiva normal, y patológica), inversión del lugar de sujeto (que implica la
transformación en lo contrario en relación con los afectos, y la vuelta contra sí mismo, ocupando el yo un
lugar pasiva en relación con la pulsión).

Estas defensas, que operan en relación con una estructura aún endeble, son por lo tanto violentas
y masivas, no discriminatorias, y el yo aún está imposibilitado de tramitar los montos o la cualificación
temprana desde formas masivas en otras más sutiles. El peligro, si estas defensas fracasan, es que
naufrague la estructura como totalidad.
Este es el punto de fijación correspondiente a los cuadros narcisistas: fijación en un yo-placer purificado
que explica cómo, cuando la estructura ha continuado su organización, e inicia una vía regresiva, se
implementan defensas tales como la desmentida y la desestimación.

3) Yo Real Definitivo
Freud plantea que cuando la vivencia alucinatoria fracasa en satisfacer el empuje de las pulsiones
de autoconservación, el Yo tiene que encontrar una forma de satisfacer sus necesidad a través de la realidad
externa, que sea más acorde con sus posibilidades, y más "realista" que la alucinación. Esto conduce
al desarrollo de una serie de funciones, que lleva a que la realidad externa pueda ser eficazmente diferenciada
de la interna, y por lo tanto pueda ser modificada.
El principio de realidad toma el comando por sobre el principio de placer, ya que el puro
placer seria aniquilante para el psiquismo. El principio de placer es parcialmente modificado por el
principio de realidad que actúa más acorde a fines objetivos, y permite la búsqueda de un placer
demorado y más seguro (el principio de placer nunca queda totalmente desplazado, y se mantiene en el
inconsciente). Esta adecuación al principio de realidad y este desarrollo de funciones vincula la
organización del aparato psíquico a las leyes del proceso secundario.
Estamos ante un momento clave en la organización en el aparato psíquico dado que al hablar
de yo real definitivo y de funciones, también estamos hablando de la organización del sistema
preconciente, que va a establecer una mediación y un enlace entre el ICC y el CC. Esto permitirá el
funcionamiento de la represión como corriente psíquico en el sentido de permitir o denegar el pasaje
al sistema preconciente de procesos profundos.
Se origina un cambio en las relaciones con el objeto, que dejan de estar estructuradas sobre
la base exclusiva de identificaciones primarias para organizarse predominantemente como investiduras de
objeto. Esto configura la plasmación de vivencias y afectos que toman la representación conocida como
complejo de Edipo.
Las funciones que se desarrollan se agregan a la enunciada ya en el Proyecto, la capacidad
inhibitoria. Estas se refieren a la importancia de la sensorialidad y la conciencia asociada a ella, la atención,
la memoria, la desestimación por el juicio, las acciones dirigidas (desde el yo), el pensamiento, las funciones
de defensa y la función de síntesis.
Agrega Freud (1911 b) Mientras el yo recorre la trasmudación del yo-placer al yo realidad las
pulsiones sexuales experimentan aquellas modificaciones que las llevan desde el autoerotismo inicial,
pasando por diversas fases intermedias, hasta el amor de objeto, al servicio de la función de
reproducción.
En este momento de la organización del yo, el preconciente cobra importancia ya que, a partir de las
representaciones-palabra, el yo real definitivo se articula en grados más complejos que implican una mayor
capacidad de abstracción.
Para el surgimiento de este yo real definitivo, es un requisito contar con padres que hablen, y que su
discurso se atenga a leyes trans-individuales, y no a leyes idiosincrásicas, personales o propias de un grupo
familiar aislado.

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