Editorial editado que fue publicado en el diario "El Heraldo" de mayor circulación en la ciudad de Ambato - Ecuador - Sudamérica acerca de el cerebro y el corazón, la compleja relación entre los dos.
Editorial editado que fue publicado en el diario "El Heraldo" de mayor circulación en la ciudad de Ambato - Ecuador - Sudamérica acerca de el cerebro y el corazón, la compleja relación entre los dos.
Editorial editado que fue publicado en el diario "El Heraldo" de mayor circulación en la ciudad de Ambato - Ecuador - Sudamérica acerca de el cerebro y el corazón, la compleja relación entre los dos.
MEDICO ACUPUNTURISTA Doctor en Medicina y Cirugía en la Universidad Central del Ecuador Especialización de dos años de postgrado en la República de China en ACUPUNTURA Y MOXIBUSTIÓN
¿Decidimos con el corazón?
En mateo 15:19 dice: “Porque del corazón provienen malos pensamientos, homicidios, adulterios, fornicaciones, robos, falsos testimonios y calumnias”. En Proverbios 23:7 indica: “Porque cuál es su pensamiento en su corazón, tal es él”. Aristóteles expresaba que pensamos con el corazón y que el cerebro sólo se dedica a enfriar la sangre que viene caliente del corazón después de haber pensado. ¿Fue un desacierto que una de las mentes más importantes de la historia de la humanidad haya equiparado al cerebro humano con un ventilador? ¿Estaremos de acuerdo en que Aristóteles, esta vez, estaba equivocado? Hace más de un decenio que se investiga profundamente la relación entre el corazón y el cerebro. Y en este camino de la investigación nos llevamos un montón de sorpresas. ¿Pensamos exclusivamente con el cerebro y el corazón solo bombea sangre? ¿Cuántas veces nos han dicho que "decidamos con el corazón"? ¿Qué tiene que ver esta bomba de puro músculo con tomar una decisión? O con las intuiciones que es lo que necesitamos, a veces, para tomar decisiones. Un estudio de la Universidad de Cambridge revolucionó el tema de decidir con el corazón, se les pidió a personas a que participen de un juego en el cual tenían que tomar decisiones basadas en situaciones simuladas de una computadora, por lo que siempre había 2 opciones entre las que se podían decidir, una iba a tener un resultado positivo o favorable y la otra desfavorable. Mientras participaban se monitoreaban los latidos cardíacos para saber cómo reaccionaba el corazón justo antes de tomar una decisión. Y se encontró que en las decisiones que iban a tener un resultado favorable, el corazón latía de una forma específica, pero cuando iban a tomar una decisión que iba a dar como resultado algo negativo, el corazón latía de una forma totalmente distinta. Es decir que, aparentemente, el corazón sabía antes de que el cerebro sea consciente, de si la decisión que se iba a tomar tendría un resultado favorable o desfavorable. Hay un concepto que propone la medicina que es el de “Interocepción”, asociada a la capacidad que tiene una persona de contactar con los mensajes que le envía su cuerpo, como por ejemplo con los latidos cardíacos. Lo que a los participantes del experimento se les pidió fue justamente que tomaran contacto con los latidos de su corazón en el momento en que iban a tomar su decisión. Luego las respuestas fueron clasificadas de buena o mala interocepción. Lo curioso fue que las personas de buena interocepción tomaron decisiones favorables en un porcentaje muchísimo mayor que quienes no tenían tan desarrollada esa capacidad. Al parecer no están tan mal algunas frases como: "escucha tu corazón" o "tengo una corazonada" al momento de decidir. ¿Pero cómo hacen el corazón y el cerebro para interactuar de este modo al momento de tomar una decisión? Hay un área específica dentro del cerebro que es el foco de muchas investigaciones que se llama ínsula que está hiperconectada con todo el cerebro, donde llegan y de donde se van todas las conexiones. La relación entre ambos órganos explica por qué tantos problemas emocionales terminan en enfermedades cerebro-vasculares y por qué tanto estrés mental termina confluyendo en ataques cardíacos. Gracias a técnicas milenarias orientales que ayudan a combatir el estrés y que recién la ciencia está comenzando a estudiar y a avalar, tenemos la posibilidad de disminuir la influencia que tienen determinadas emociones sobre el organismo, la salud, y sobre el sistema corazón-cerebro. Decimos entonces que, después de un serio estudio, aparentemente, el corazón sabía antes de que el cerebro sea consciente, de si una decisión que se iba a tomar tendría un resultado favorable o desfavorable. Así también las personas de buena interocepción tomaron decisiones favorables en un porcentaje muchísimo mayor que quienes no tenían tan desarrollada esa capacidad. Ahora ¿Qué tiene que ver el corazón con amar o enamorarse? ¿Y qué pasó a lo largo de la humanidad para que un corazón se transforme en el símbolo universal del amor? En otro experimento se les pidió que trajesen fotografías de personas a quienes amaban profundamente y otras de personas que les resultaban indiferentes. Se les realizaron Resonancias Magnéticas funcionales para detectar qué partes del cerebro se activaban. Cuando los colaboradores observaban las fotografías de las personas amadas se encendían en el cerebro áreas relacionadas con el placer y la recompensa, y casualmente con esas funciones se encuentra relacionada la ínsula. Y esta ínsula también, junto a algunas otras áreas del cerebro, son las que nos permite darnos cuenta de que estamos enamorados de una persona. Y debido a la conexión que la ínsula tiene con el corazón y los intestinos es que cuando estamos enamorados solemos tener palpitaciones y esa sensación tan particular de “mariposas en el estómago” que tanta gente refiere. Esto nos ayuda a concluir que nos enamoramos con el cerebro y no con el corazón. Entonces será conveniente, aunque no tan fácil, armonizar nuestro corazón y nuestro cerebro entendiendo que el conflicto es algo totalmente normal y que el uno siempre necesita del otro para cualquier decisión. Nos ha pasado que nuestro cerebro nos dice que no debemos hacer algo, pero nuestro corazón nos empuja hacia ello, o por el contrario que debemos hacer una cosa por ser lo correcto, pero sentimos que no es lo que deseamos. Son esos instantes contradictorios en los que entramos en una lucha interna, y es que es tan importante como difícil el hecho de hacer caso a ambos impulsos. Qué difícil es decidir cuando nuestra mente nos dice que renunciemos y nuestro corazón nos pide a gritos un último intento. Es decir que el cerebro y el corazón no se ponen de acuerdo y nosotros somos quienes sufrimos las consecuencias. Tanto es así que llega el punto en el que estamos tan cansados de luchar por algo que nuestra mente insiste en que dejemos de intentarlo, que nunca vamos a conseguirlo por mucho que queramos. Pero nuestro corazón aún guarda una última esperanza. Cuando no sabemos qué hacer, nos paralizamos de tal forma que dejamos de actuar. ¿Qué será lo correcto? ¿Y por qué eso es lo correcto? Cientos de cuestiones nos abordarán y aumentará nuestro nivel de estrés, por lo que no podremos pensar ni sentir con claridad. Este será el momento en el que nuestros sueños y objetivos se volverán más lejanas que nunca, y es que “paralizarnos” será el peor camino que podamos tomar. Lo ideal sería tener el corazón en el cráneo y el cerebro en el pecho. Así, pensaríamos con amor y amaríamos con inteligencia. Siempre acabamos preguntándonos por qué NO somos capaces de mantener nuestro razonamiento y nuestras emociones en línea, y es precisamente porque una necesita de la otra para equilibrarse, por lo que estos conflictos son totalmente naturales y necesarios. Tanto nuestra mente como nuestros sentimientos pueden equivocarse, pero la suma de las dos hace que la decisión sea la correcta. Sólo meditando y mirando dentro de nosotros mismos seremos capaces de ver qué es lo que realmente importa en cada situación para llegar a la armonía anhelada. Pero entonces si puede haber repercusiones en nuestra salud, ¿Tenemos que resignarnos y aceptar que estamos expuestos a lo que este sistema tan complejo nos expone en cuanto a nuestras emociones, o hay algo que podamos hacer? La ciencia occidental de a poco se está abriendo a técnicas milenarias orientales, entre ellas, después de haberlas desestimado durante siglos, las meditativas, respiratorias que permiten que nos concentremos en todo lo que está sucediendo a nuestro alrededor, en las sensaciones, en las emociones y en los mensajes de nuestro cuerpo, la interocepción. Sus efectos se evidenciaron en un experimento realizado a los marines de los E.U. y que es parte del entrenamiento que realizan los soldados antes de entrar en batalla, es que se los somete a un simulacro de combate con casi las mismas condiciones que deberán afrontar en una situación real. A la mitad de los marines y se los entrenó en distintas técnicas meditativas y de desarrollo de la conciencia durante 8 semanas, mientras que el resto continuó con su vida de siempre. Después del terrible simulacro se les entregó un cuestionario a todos los soldados que participaron de dicha actividad. Lo interesante fue que quienes habían practicado las técnicas meditativas y de expansión de conciencia estaban menos estresados que quienes no habían realizado ningún tipo de práctica. Sus muestras de sangre fueron evaluadas y los que habían realizado prácticas meditativas tenían un nivel mucho más bajo de proteínas de estrés que quienes no las habían realizado. Así también hay una demostración subjetiva y objetiva de la regulación del sistema nervioso con la ACUPUNTURA para disminuir el estrés. "Un buen cerebro y un buen corazón, son siempre una formidable combinación."