Este documento valora el privilegio de colaborar con Jehová en la construcción de Salones del Reino y otras obras. Señala que miles de voluntarios trabajan en la construcción y renovación de centros de reunión, y que el programa de construcción de salones ayuda a congregaciones que de otra forma no podrían pagarlos. También enfatiza la importancia de la unidad en la congregación y el crecimiento espiritual individual, así como el agradecimiento por el apoyo de ancianos, siervos ministeriales y otros hermanos.
Este documento valora el privilegio de colaborar con Jehová en la construcción de Salones del Reino y otras obras. Señala que miles de voluntarios trabajan en la construcción y renovación de centros de reunión, y que el programa de construcción de salones ayuda a congregaciones que de otra forma no podrían pagarlos. También enfatiza la importancia de la unidad en la congregación y el crecimiento espiritual individual, así como el agradecimiento por el apoyo de ancianos, siervos ministeriales y otros hermanos.
Este documento valora el privilegio de colaborar con Jehová en la construcción de Salones del Reino y otras obras. Señala que miles de voluntarios trabajan en la construcción y renovación de centros de reunión, y que el programa de construcción de salones ayuda a congregaciones que de otra forma no podrían pagarlos. También enfatiza la importancia de la unidad en la congregación y el crecimiento espiritual individual, así como el agradecimiento por el apoyo de ancianos, siervos ministeriales y otros hermanos.
Valoremos nuestro privilegio de trabajar con Jehová
“Somos colaboradores de Dios.” (1 COR. 3:9)
JEHOVÁ siempre disfruta de su trabajo (Sal. 135:6; Juan 5:17). Y desea que tanto ángeles como seres humanos tengan ese mismo sentimiento, así que les encarga tareas que los llenan de satisfacción. ¿No es emocionante que Jehová haya concedido a seres humanos imperfectos el honor de ser sus colaboradores? (1 Cor. 3:9.) Quienes construyen Salones de Asambleas, Salones del Reino y sucursales participan en un programa de edificación literal, como hicieron Noé y Moisés. Puede que estemos colaborando en alguna de esas construcciones, sea renovando un Salón del Reino o construyendo nuestra central mundial en Warwick. Si es así, atesoremos ese privilegio: es un trabajo sagrado. La organización de Jehová hace grandes esfuerzos por construir nuestros centros de reunión. Hay miles de voluntarios que colaboran en su diseño, construcción y remodelación. La Biblia dice que los cristianos que más tienen deben ayudar a los que menos tienen a fin de que haya igualdad entre todos. De acuerdo con ese principio, la organización ha establecido un programa para construir salones en los lugares donde más se necesitan (lea 2 Corintios 8:13-15). Sin este programa, muchas congregaciones nunca hubieran podido pagar su Salón del Reino, pero gracias a él ahora tienen un hermoso lugar donde reunirse.
QUÉ SIGNIFICA PROGRESAR ESPIRITUALMENTE
(Lea 1 Timoteo 3:1). El verbo griego que se traduce “procurando alcanzar” significa estirarse para agarrar una cosa, quizás algo que no se puede alcanzar fácilmente. Al usar esta palabra, el apóstol Pablo subrayó que para progresar espiritualmente hace falta esfuerzo. Pensemos en un hermano que reflexiona sobre cuál será su futuro en la congregación. Tal vez todavía no sea siervo ministerial, pero se da cuenta de que necesita desarrollar cualidades espirituales. Para empezar, se esfuerza por cumplir con los requisitos para ser siervo ministerial. Más adelante, se seguirá esforzando por llegar a ser anciano. En ambos casos, hace todo lo posible por satisfacer los requisitos necesarios para atender más responsabilidades en la congregación. EN LA CONGREGACIÓN En su carta a los Efesios, Pablo habló de la forma en que está organizada la congregación y recordó la necesidad de crecer “en todas las cosas” (lea Efesios 4:15, 16). ¿Cómo puede cada uno de nosotros alcanzar esa meta? Pablo puso como ejemplo al cuerpo humano para explicar que la congregación debe trabajar unida bajo la dirección de la cabeza, Cristo. Dijo que las distintas partes del cuerpo trabajan en armonía gracias a las coyunturas o articulaciones que las unen. En nuestro caso, sin importar si somos jóvenes o mayores, fuertes o débiles, ¿qué podemos hacer para que la congregación se mantenga unida? Respetar y obedecer a quienes Jesús ha nombrado para que la dirijan: los ancianos (Heb. 13:7, 17). Esto no siempre es fácil, pero podemos pedirle con confianza a Jehová que nos guíe. Su espíritu santo nos ayudará a apoyar con entusiasmo las decisiones que se tomen en la congregación. Así que si alguna vez nos cuesta obedecer las instrucciones que recibimos, recordemos que nuestra humildad contribuirá a la unidad de la congregación y a que crezca el cariño que sentimos por nuestros hermanos. Los siervos ministeriales también contribuyen con su trabajo a la unidad de la congregación. Todos agradecemos mucho lo que hacen, tengan la edad que tengan, y la generosa ayuda que les dan a los ancianos. Por ejemplo, se encargan de que haya publicaciones para predicar, de la limpieza y mantenimiento del Salón del Reino, y de darles la bienvenida a quienes nos visitan. Si cooperamos con estos hermanos, el trabajo en la congregación se hará de manera organizada (compare con Hechos 6:3-6). Algunos hermanos han trabajado muy duro a favor de la congregación durante años. Quizás ahora ya no pueden hacer tanto como antes por culpa de la edad, pero hay hermanos más jóvenes dispuestos a darles una mano. Aunque no tengan la misma experiencia, se les puede capacitar para que se encarguen de más responsabilidades. Nos alegra ver que muchos siervos ministeriales se están esforzando por llegar a ser ancianos (1 Tim. 3:1, 10). Y también que algunos ancianos jóvenes hayan progresado hasta el punto de ser superintendentes de circuito; ahora ayudan a los hermanos de muchas congregaciones. ¿Verdad que estamos muy agradecidos por el apoyo que nos dan? (Lea Salmo 110:3 y Eclesiastés 12:1). El seguir temiendo a Jehová nos mantendrá humildes delante de él y siempre llenos de aprecio por todo lo que está haciendo para nosotros. Sea que estemos en una reunión pequeña en un hogar o en una reunión grande de decenas de miles en un estadio, agradecemos a Jehová el privilegio de estar con nuestros hermanos cristianos. Mostraremos nuestro agradecimiento al estar presentes allí e incitar a los demás concurrentes “al amor y a las obras excelentes” por nuestra conversación edificante y por nuestros comentarios en las reuniones. (Hebreos 10:24, 25.) Si tenemos el privilegio de encargarnos de alguna parte en las reuniones, evitaremos dejar la preparación para lo último, y apresurarnos a buscar y juntar algunas ideas. Nunca trate tales asignaciones como cosa común. Son privilegios sagrados, y el modo como los atendamos es otra indicación del respeto y el temor que le tenemos a Jehová.