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Cuando la comunidad se rompe por una idea diferente.

Leyendo una compilación de entrevistas hechas a Violeta Parra entre 1954 y 1967, me
encontré con una en la que se le preguntó sobre la opinión que la prensa tenía respecto
de ella. Señaló que particularmente los diarios que discordaban de su opinión política
(ella habla de “los diarios de derecha, de la burguesía”) no la trataban bien. Acto
seguido, señala lo que a mi me parece relevante sacar a colación en este post. Dice
Violeta Parra: “Cada vez que me meto en política, esa gente se enoja conmigo; quisieran
que sólo fuera cantante. Pero también hay personas pertenecientes a la burguesía que
son muy abiertas y me aprecian. Lo que hay que hacer es juntar a todo el mundo… y a
veces los enemigos son más interesantes que los amigos”1 .

Me gusta la fuerza de la expresión parriana, porque me lleva a pensar en la realidad de


la iglesia. Hay muchos factores que causan divisiones al interior de las comunidades
eclesiales, pero sin duda, la más compleja de vivir y derruir es aquella que dice relación
con las posiciones políticas. A veces, se espera que ciertos sujetos no den sus opiniones
políticas, acallando el pensamiento diverso y la capacidad de pensar. Entonces, “facho”,
“amarillo” y “marxista” surgen como adjetivos calificativos, de corte denigratorio, más
que como conceptos respecto de una identidad política. Somos veloces para definir a
las personas, sin siquiera hacer el ejercicio de escucharles. Todo esto, a expensas de no
aprender ni conocer, precisamente, porque no nos abrimos al diálogo con el diferente,
con un otro que tiene la fuerza para mostrarnos la debilidad de nuestros argumentos y
no simplemente con el otro-igual que nos palmotea el hombro, nos felicita o de buenas
a primeras nos da un like de Facebook. Esto es lamentable, porque a veces no-
creyentes nos dan lecciones de “amistad cívica” mayores a las que nos encontramos en
muchas comunidades (gloria a Dios por la gracia común). Nos alejamos voluntaria y
unilateralmente de la posibilidad de encontrar lo “interesante” que existe en el que a
simple vista es un enemigo.

Todo esto tiene mucha relación con lo expresado años atrás por el apóstol Pablo en su
carta a los Gálatas. Documento clave en el contexto de la Reforma Protestante, por ser
un emblema de la libertad cristiana. Pablo es sumamente radical cuando dice: “Todos
ustedes son hijos de Dios mediante la fe en Cristo Jesús, porque todos los que han sido
bautizados en Cristo se han revestido de Cristo. Ya no hay judío ni griego, esclavo ni
libre, hombre ni mujer, sino que todos ustedes son uno solo en Cristo Jesús” (Gálatas
3:26-28, NVI). En el contexto vital de la carta, los paganos eran tenidos por los judíos
como “perros”, los griegos consideraban a los esclavos “implementos animados”, las
mujeres -como en muchos momentos de la historia- eran vistas como sujetos inferiores.
Lo que Pablo exhorta acá debe resonar en nuestras mentes y corazones. Todas las
barreras sociales, culturales y de género deben ser abandonadas, porque nadie puede
salvarse por ellas, ni mucho menos, puede ganar el favor de Dios por una determinada

1“Violeta Parra: una gran artista chilena”. Entrevista realizada por Hubert Joanneton para Radio-TV Je Vais
Tour, Lausana, Suiza. En: Marisol García. Violeta Parra en sus palabras. Entrevistas (1954-1967). Santiago,
Catalonia y Periodismo UDP, 2016, p. 109.
condición. El Señor proclamó la paz entre nosotros botando con el poder de su Espíritu
“el muro de enemistad que nos separaba”, haciéndonos parte de un mismo pueblo. Lo
que nos identifica plenamente es que somos “hijos de Dios”. ¡No hay mayor apelativo
identificador que podamos recibir!

Con la ayuda del Señor la iglesia se transforma en el único lugar que puede vivir la
amistad y hermandad de aquellos que, en otros contextos, nada ni nadie los podría unir.
Y esto, porque la iglesia no es lugar para la arrogancia, para creerse mejores que los
otros. Todos fuimos comprados al mismo precio: a saber, la sangre preciosa de
Jesucristo en la cruz. Somos cristianos por encima de cualquier cosa. Somos de Cristo,
eso es lo que marca nuestra existencia y nuestras relaciones con los demás.

Esto nos reporta dos desafíos: evaluar todos nuestros pensamientos a la luz de una
sólida cosmovisión cristiana, que tiene como fundamento la única y suficiente regla de
fe y de práctica. Aún así, es susceptible que sigamos reconociendo diferencias de
opinión en la iglesia de Cristo. Entonces, vale la pena decir con fuerza que ninguna de
esas divisiones y diferencias vale algo en el pueblo de Dios. En Cristo, somos uno. Y si
usted tiene como mayor cualquier cosa ocurrida en el país en el devenir histórico, a un
actor político del pasado o del presente o un determinado principio filosófico-político-
o-económico, y eso obstaculiza su relación de hermano con otro en la iglesia, está
poniendo otra cosa en lugar de Cristo, como señor y dios de su vida, sustituyendo a la
fuente de agua viva por cisternas rotas que no retienen agua (Jeremías 2:13). Si usted
ama más un determinado proyecto político que a su propio hermano, como lo mandata
la Escritura, no está siguiendo uno de los principales mandamientos de quienes siguen
a Jesús (Juan 15:17; 1ª Juan 4:7,8,20,21). Tengamos la capacidad de dialogar y de
disentir de manera respetuosa frente a las posiciones ajenas.

Que la ideología propia con la que vemos los ídolos de los demás (y que nos hace
gozar cuando éstos se desmoronan), no obnubile la mirada respecto de nuestros
propios ídolos. La honestidad del corazón, más que necesaria, es urgente. Claramente
esto cuenta. Pero “Dichosos los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de
Dios” (Mateo 5:9, NVI). No seamos culpables de destruir la unidad del cuerpo de Cristo
por levantar muros e ídolos que el Señor derribó y derrotó con su sangre en la cruz. Y
en esto, Dios no nos pide tibieza ni medias tintas, sino llegar a “dar la vida por los
amigos” (Juan 15:13). Eso de “no meto las manos al fuego por nadie”, no forma parte de
los principios del Reino sino de la ideología del mundo. Más allá, de que corras el
riesgo de quemarte.

Como dice mi amigo Elemento, con la fuerza de su hip-hop, “Porque, ¿qué son las
diferencias? / Cuando se sirve a Cristo ya no hay más rotos ni realeza”2 .

Luis Pino Moyano.

2 Elemento. “Presuntos enemigos”. En el EP: El poeta es un profeta.

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