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EL FIN DE LOS AMORES DE TEÁGENES Y CARICLEA,

Y LOS FINES DEL PERSILES

David A. Boruchoff
McGill University

En una epístola famosa, Horacio aconseja a los que pretenden


divulgar los méritos de una obra literaria que lo piensen mucho antes de
hacerlo, porque semel emissum volat irrevocabile ver-bum: una vez
emitida, la palabra vuela sin que la pueda revocar su autor. Repetida y
1

aplicada a la práctica de la literatura en ge neral en la Epístola a los


Pisones o Arte poética,' esta advertencia forma parte de nuestra cultura,
figurando entre los refranes de Gonzalo Correas en 1627, y en el proverbio
portugués palavra e pedra solta atrás nao volta. Si Cervantes respeta en
3

parte este precepto, reservando los primeros dos libros de su Persiles no


só lo los nueve años aconsejados por Horacio, sino otros ocho o do ce más,
la breve frase con la que pregona la futura publicación de esta novela en el
prólogo a las Novelas ejemplares es otra cosa, porque en ella, entre alardes
y promesas precipitadas, él declara que el Persiles "se atreve a competir
con Heliodoro, si ya por atrevido no sale con las manos en la cabeza".4

Así como ocurre en los demás prólogos de Cervantes, el colo fón que
promete ésta y otras obras aún por acabar es poco logrado en comparación
con las afirmaciones que lo preceden, por tanto que sirve de despedida y
no de explicación. Y, como en la dedi catoria al Conde de Lemos del
Quijote de 1615, que asimismo cierra con la poco firme seguridad que
Los trabajos de Persiles y Sigismundo "ha de ser o el más malo o el mejor
[libro] que en nuestra lengua se haya compuesto, quiero decir de los de
entrete nimiento; y digo que me arrepiento de haber dicho el más malo,
porque según la opinión de mis amigos, ha de llegar al estremo de bondad
posible", el pregón de futuras publicaciones no debe tomarse por juicio
crítico, sobre todo cuando su ironía y descon-

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fianza son palpables y, como anota Avalle-Arce, "peca ya de des mesurado
autobombo". 6

En fin, es posible que Cervantes tenía algún aspecto concreto en


mente al escribir que su Persiles "se atreve a competir con Heliodoro" y
que, de acuerdo con la opinión de sus amigos, "ha de llegar al estremo de
bondad posible." Pero mal podemos decir en qué consisten esta
competencia y bondad, por ser las aseve raciones de Cervantes tan
escuetas, jocosas y en el fondo inciertas y aún veladas. A lo mejor, ha
caído Cervantes en la trampa (advertida por Horacio) que el esfuerzo por
ser breve conduce a la obscuridad, aunque es más probable que la crítica
7

moderna atribuye demasiada importancia a palabras que en su momento


se escribieron con un propósito más modesto, buscando la clave de la
redacción del Persiles, y la poética de su autor, en frases mera mente
publicitarias. Conforme con el refrán a buen entendedor, breve hablador,
se puede decir que tanta brevedad como la del apostrofe "se atreve a
competir con Heliodoro" exige que sepa mos de antemano a qué se está
refiriendo.

No obstante, el análisis de los lazos entre las novelas de Heliodoro y


de Cervantes ha sido muy fructífero, sobre todo por haber elucidado la
medida en que la novelística de Cervantes par te de las corrientes
neoaristotélicas de la segunda mitad del siglo XVI y sus teorías sobre la
verosimilitud, la ejemplaridad y la es tructuración de la ficción. Aunque se
suele exagerar el protago nismo de Alonso López Pinciano y su Filosofía
antigua poética (1596) como difúndidores de ideas que ya tenían adeptos
dentro y fuera de España (como el casi total olvido de López Pinciano en
tratados de poética extranjeros comprueba) es de notar que el des
cubrimiento y la traducción a lenguas modernas de la Historia etiópica de
Heliodoro a mediados del siglo XVI abrieron nuevas vistas para la ficción
en prosa, tanto en la organización y la expo sición de sus peripecias como
en su estética en general. Estas contribuciones formales a la novela
moderna se han estudiado por críticos de la altura de Schevill y Forcione, 8

entre otros, y son ya conocidas (sí no aceptadas en su totalidad) por los


estudiosos de Cervantes. Por lo tanto, voy a dejar de lado la importancia
que ha tenido el ejemplo de la Historia etiópica en la técnica y los meca
nismos narrativos de Cervantes para tratar otro aspecto de igual

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categoría: el valor atribuido a la figura de Heliodoro en la cultura europea
de finales del siglo XVI y a lo largo del siglo XVII.
En 1553, se publicó la primera traducción al latín de la Eccle-
siasticae historia del historiador bizantino, Nicephorus Callistus
Xanthopoulos (ca. 1256-1335), quien, gracias a la inmediata cele bridad
de esta obra, pasa de desconocido a autoridad obligatoria si bien polémica
por el impacto de sus comentarios sobre el Con cilio de Trento. En este
contexto de temas controvertidos, Nice phorus Callistus examina el
conflicto que podría producirse entre el sacramento de matrimonio y el
voto de castidad de los clérigos, un asunto tratado por el Concilio de
Trento el 11 de noviembre de 1563. En un capítulo titulado "De varias
9

costumbres de diversas pueblos e iglesias que no suscitan ningún


obstáculo, disidencia ni discordia para la católica religión," él observa que
si por una par te muchos sacerdotes en la antigua Tesalia desempeñaban
las fun ciones de su oficio sin contacto con sus esposas, por otra no te nían
la obligación de abandonarlas si habían contraído legítimo matrimonio
antes de tomar sus órdenes. En todo caso, el voto de castidad no era
obligatorio hasta que lo impuso el obispo de Trica, Heliodorus.

Esta sorprendente noticia se completa con una reseña biográ fica de


Heliodoro que cuenta que había escrito unos libros de amores (amatorii
libelli) bajo el título de Etiópica en su juventud, los cuales ahora, en el
siglo XIV cuando escribía Nicephorus Callistus, se suelen llamar
Cariclea, "como si dijeras la gloria de las gracias." A pesar de estos
lauros, se dice a continuación que, ya que la lectura de esta obra había
puesto en peligro mortal a muchos jóvenes, el sínodo provincial decretó
que o se debía que mar por haber incendiado los amores de otros, o se
debía revocar el episcopado de su autor. Como veremos, la frase con la
que Nicephorus Callistus concluye daría pie a una leyenda muy pron to
difundida y apropiada por casi todos los que hablan de Heliodoro a partir
de aquel momento: Ule iteró episcopatu depo-nere, quandoque scripta
sita supprimere maluit: "El de hecho renunció el episcopado, ya que no
quería renunciar las obras que habia escrito".10

Con Nicephorus Callistus arrancan dos muy influyentes ideas de


Heliodoro: como escritor cristiano crecido en virtud y letras, y

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como figura heroica que prefirió abandonar la dignidad eclesiás-tica
antes de repudiar los amatorii libelli, los libros de amores o sea la
ficción. No es por acaso que el primer ejemplo de amor paterno que
Michel de Montaigne aduce en el segundo libro de sus Ensayos (1580,
rev. y ampl. 1588) sea el de "Heliodoro, aquel buen obispo de Trica,
[que] más quería perder la dignidad, el provecho, la devoción de una tan
venerable prelatura que no perder a su hija," la Historia etiópica. Es
de esperar que M o n - taigne subraye el valor de la creación artística,
engendrada por los esfuerzos y el ingenio del escritor mismo. Sin
embargo, él no deja de asesorar los méritos de la obra a la luz de la
celebre probidad de su autor, comentando que la Historia etiópica
"sigue siendo muy gentil, aunque acaso un poco demasiado
curiosamente y desenvueltamente acicalada por hija eclesiástica y
sacerdotal, y de manera demasiado amorosa" . Aunque la decencia de
11

la Historia etiópica se debate en los siglos X V I y X V I I a causa del


obstinado prejuicio en contra de la ficción o "poesía," denuncia-das por
patrañas, mentiras, vanidades, etc., así que la mimesis exigía ejemplos
no sólo fidedignos, sino canónicos en su nobleza, doctrina y devoción, el
compás moral de Heliodoro era un cons-tante. Mientras escritores de
vistas abiertas, como Sir Philip Sidney en 1580 o Shakespeare en 1600,
elogian tanto la castidad como la firmeza de los amores de Teágenes y
Cariclea, y por tanto su ejemplo positivo, otros, como Bemard Lamy en
12

1678, se aprovechan de la noticia que el concilio provincial quiso


quemar la Historia etiópica para reprobar la ficción y decir: "esto nos
hace conocer que en la Iglesia siempre se ha creído que las obras de
este tipo eran muy peligrosas." Es por algo que Lamy promete en su
título que explicará tanto el placer de la poesía como el peligro inherente
en su lectora.
13

Este conflicto entre la supuesta indecencia de la ficción amorosa y


las virtudes del autor se resuelve, en el caso de Heliodoro, en casi los
mismos años con la publicación del famoso Traite de l 'origine des
romans de Pierre-Daniel Huet. Insertado como prefacio en la primera
edición (1670- 71) de la novela sentimental Zayde, Histoire espagnole
de Mme de Lafayette, este tratado es notable tanto por someter las
ficciones antiguas y modernas a los mismos criterios formales y
estéticos, como por

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su total complacencia ante temas que preocupaban a los precep tistas
neoaristotélicos a lo largo del siglo anterior. Sin distinguir entre la historia
y la poesía (o sea la ficción) a base de sus recursos narrativos, la mimesis
y la verosimilitud inclusive, Huet ofrece, por ejemplo, una definición
inicial de la novela como "una historia fingida de aventuras amorosas
escrita en prosa con arte para el placer y la instrucción de los lectores". Si
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bien es cierto que la historia y la ficción difieren en sus temas y conte


nido, y no en su disposición formal, como Huet explica a continuación, la
novela no deja por tanto de tener el mismo propósito moralizador, ya que
debe instruir al lector de modo que vea la virtud coronada y el vicio
castigado, algo que se puede hacer con más facilidad en la poesía, por ser
más apacible, que no en la historia o la filosofía."

Esta defensa de la poesia era de hecho común y corriente, como


indican los varios prólogos al Cancionero de Juan del Encina en 1496, y el
testimonio de humanistas como Juan Luis Vives, Philip Sidney, Montaigne
y el traductor francés de la Historia etiópica, Jacques Amyot, en años
posteriores. Hacia 1576, Alvar Gómez de Castro escribiría en su Parecer
16

cerca de prohibición de libros de poesía y otros que, ya que pocos


entienden las lenguas clásicas lo suficientemente bien para apro vechar del
ingenio y las virtudes de los sabios y honestos autores que componían sus
obras en ellas, "puede hacerse memoria del Libro de Teágenes y
Chariclea, el de Leuqippey Clitophón, el de Ismenio (e Ismene), escritos ...
con ingeniosíssimos y honestos argumentos trasladados por hombres
doctos en lenguas vulgares; en [los cuales] allende de la eloquencia ay
mucha doctrina... [Y] aunque tratan cosas de amores, trátan[las] como
gente prudente y sabia." Este esfuerzo por rehabilitar la ficción conduce,
1 7

en el caso de Huet, a la tal vez atrevida conclusión que "la diversión ...

que el novelista hábil parece proponerse por objetivo no es sino un fin


subordinado al principal, que es la instrucción del espíritu y la corrección
de la moral, y las novelas son más o menos ideales y acordes [regulares]
según se apartan más o menos de esta definición y de este fin". 18

Conforme con estos criterios, Huet no sólo afirma que, antes de


Heliodoro, "no se había visto nada más entendido ni más

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logrado en el arte novelística que las aventuras de Teágenes y de
Cariclea," sino que arguye que la perfección de la Historia etió-pica
refleja la del hombre que la había compuesto. De este modo, echando
mano a la intachable fama de Heliodoro, Huet procura redimir la ficción y
los amatorii libelli; porque, si la probidad del autor era confirmada por
una serie de autoridades eclesiásticas asimismo intachables, el nocivo
efecto afrodisíaco de la Historia etiópica debe ser una invención de
Nicephorus Callistas, como Huet anota en el párrafo central de su tratado,
curiosamente olvidado por los que atribuyen importancia a Heliodoro sólo
por las innovaciones artísticas, es decir, formales de su novela. Huet dice:

No hay nada más casto que los amores [de Teágenes y Cariclea]; en
esto parece que, además de la religión cristiana de la cual el autor
hacía profesión, su propia virtud le había dado el aire de honestidad
que brilla en toda la obra, y en esto, no sólo Jámblico, sino también
casi todos los demás de los antiguos cuyas obras nos han llegado, son
muy inferiores. También se dice que su mérito le había elevado a la
dignidad del obsipado: fue obispo de Trica, ciudad de Tesalia, y
Sócrates relata que él estableció en esta provincia la costumbre de
destituir a los eclesiásticos que no se abstenían de las mujeres con
quienes se había casado antes de ingresar en el sacerdocio. Todo esto
me hace bien sospechoso lo que añade Nicephorus, escritor crédulo,
poco judicioso y poco fiel, que un sínodo provincial, viendo el
peligro en el que la lectura de esta novela, que estaba autorizada por
la dignidad de su autor, hacía caer a los jóvenes, y habiéndole
ofrecido la alternativa o de consentir que su obra fuese quemada o de
abandonar su obispado, [Heliodoro] aceptó la segunda de estas
opciones. 19

Es de notar que, en contraste con la reputación del autor, la de la


Historia etiópica no carecía de detractores en los siglos XVI y XVII, y no
sólo por el prejuicio en contra de la poesía. Incluso Huet, que la coloca
por encima de las demás novelas antiguas y muchas de las modernas,
desaprueba su estilo por ser "demasiado

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afectado, demasiado figurado y demasiado poético," y dice que otros
novelistas como Aquiles Tacio superan a Heliodoro en este aspecto por ser
"más concisos, más nítidos, más simples y más naturales". Éstas y otras
2 0

valoraciones también negativas, por ejemplo en el prólogo de Amyot, se


suprimen a favor de juicios más indulgentes en los estudios que han
presumido hacer de la Historia etiópica el arquetipo de la narrativa
moderna en la pre ceptiva neoaristotélica. Desde esta perspectiva, se
puede com prender por qué Cervantes proclama que su novela "se atreve a
competir con Heliodoro," y no con la Historia etiópica per se.

El doble aspecto de Heliodoro como innovador de la prosa y como


parangón de la virtud y el amor casto en la España de Cervantes se debe
en gran parte a diferencias entre las dos principales traducciones de la
Historia etiópica al castellano. La primera, de autor anónimo, se basaba en
la francesa de Amyot y salió a luz en Amberes en 1554, con otras
ediciones en Toledo y Salamanca en 1563 y 1581. La segunda, de
Fernando de Mena, se publicó bajo el título La historia de los leales
amantes Theágenes y Chariclea en 1587, y otras tres veces, con ligeros
cambios, entre 1614 y 1616. Como es de esperar, los lectores de la traduc
ción anónima comparten las preoccupaciones críticas de su pro genitor
Amyot, comentando la manera en que la disposición for mal de la
Historia etiópica nos hace vivir la confusión y el enig ma de sus actores.
En La dama boba (1613), de Lope de Vega, Nise responde por tanto a la
molestia de su criada ante el co mienzo in medias res con una serie de
postulados tomados casi textualmente del prólogo de Amyot:

Es que [el principio] no se da a entender,


con el artificio griego,
hasta el quinto libro, y luego
todo se viene a saber
cuanto precede a los cuatro.

Hay dos prosas diferentes:


poética y historial.
La historial, lisa y leal,
cuenta verdades patentes,

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con frase y términos claros;
la poética es hermosa,
varia, culta, licensiosa,
y escura aun a ingenios raros.
Tiene mil exornaciones
y retóricas figuras."'

Estas prestaciones recurren con la Philosophia antigua poética de López


Pinciano, en la cual se cita la misma sección del prólogo para completar
la explicación iniciada por Nise: "como la obra heroyca es larga, tiene
necessidad de ardid para que sea mejor leyda; y es assí que,
come[«]cando el poeta del medio de la ac ción, va el oyente desseosso de
enco[n]trar con el principio, en el qual se halla al medio libro, y que,
auiendo passado la mitad del volumen, el resto se acaba de leer sin mucho
enfado". 22

Aunque es cierto que el proceso descrito en estas dos citas anima de


igual modo la lectura del Persiles, no hay que suponer que Cervantes fue
influido por López Pinciano, y menos por Lo pe, porque los principios
articulados por Amyot y sus adeptos son evidentes al atento lector de la
novela misma, sea cual sea la traducción (y Cervantes fue uno de los más
atentos lectores). Además algo parecido ocurre, si bien en menor grado, en
la fic ción pastoril, en la cual tanto la figura como las canciones y que jas
enigmáticas de cada nuevo pastor animan a los demás a bus car
explicaciones que a lo mejor ya intuyen en la historia o vida que
inevitablemente se cuenta a continuación. Así, la mirada siempre
retrospectiva de la novela pastoril primero despierta y luego satisface la
curiosidad de los personajes y del lector "de suerte," como anota Amyot,
hablando de la Historia etiópica, "que siempre el entendimiento queda
suspenso hasta que viene la conclusión, la cual deja al lector satisfecho,
como lo son aquellos que al fin vienen a gozar de una cosa muy deseada y
de mucho tiempo esperada". 23

Este y otros puntos de convergencia en la construcción de las novelas


bizantinas y pastoriles no sorprenden si consideramos que la intención
tanto de Amyot como de López Pinciano es de elaborar una poética para
la ficción moderna basada en las de Aristóteles y Horacio, quienes, en
contraste con nuestra tendencia

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actual, siempre tomaron en cuenta el valor humano o sea moral del
contenido para distinguir entre alta y baja literatura, y entre poesía,
historia y filosofía. Las críticas que se le dirigen a He-liodoro en los
24

siglos XVI y XVII reflejan este criterio, ya que, según ellas, los héroes de
la Historia etiópica no están siempre a la altura de los conflictos
espirituales que se presentan por medio de ellos. Para citar sólo dos
ejemplos, Philip Sidney insiste que en ésta como en otras obras con
actores supuestamente ideales, el genio del autor se debe buscar en la idea
o concepto que motiva la escritura, y no en el producto que resulta, 2 5

mientras Amyot comenta que en la Historia etiópica falta

una de las dos perfecciones para hacer una cosa hermosa: que es la
grandeza, por causa que los cuentos, principalmente en la persona de
Teágenes, al cual no hace ejecutar ningún memorable hecho de armas,
no me parescen suficientemente ricos, y no merescerían por ventura
ser leídos, si no fuese o por divertir enojo ... o para tener después el
entendimiento más libre y alegre a hacer o leer otras cosas mejores...
Quiere decir que se han de usar las cosas de placer para estar después
más aptos a las cosas de importancia, y no trabajar en una cosa de
placer como si fuese de importancia. 26

Esta queja, secundada en parte por López Prnciano, es carac terística de


2 7

la ambivalencia de muchos lectores ante la Historia etiópica en los siglos


XVI y XVII, porque, si por una parte elogian los castos amores de los
protagonistas, por otra reconocen que su naturaleza humana no sólo
sostiene la verosimilitud, sino que se opone a la perfección filosófica - o
hermosura en términos aristotélicos- que quieren atribuir a la obra en
reconocimiento de las excelencias personales de su autor. No es por acaso
que Huet termina su tratado con el tal vez cínico aviso que los escritores
que menos problemas han tenido con la censura han sido figuras de buena
fama y crédito: santos, papas, obispos, emperadores, cónsules, etc.

A la luz de estos comentarios, se puede comprender por qué se


decidió añadir una "vida del Autor, y vna tabla de sentencias, y cosas
notables," a la Historia Etiópica de los amores de Teágenes

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y Cariclea publicada en 1615. Aunque esta versión de Fernando de
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Mena se diferencia de la traducción anónima en su iconografía y


léxico eclesiásticos (así que los malhechores se dicen ser no sólo
desdeñados, sino descomulgados), parecería que el cristia nismo
implícito de los héroes no bastaba para confirmar su ejemplo en la
opinión de todos. Este apuro, que se da asimismo en el mundo
aparentemente pagano de la novela pastoril, se re suelve en el Persiles
junto con el disgusto de algunos críticos ante la falta de grandeza y
heroísmo de actores como Teágenes. Cer vantes insiste en que sus
héroes sean nobles y cristianos, además de castos y generosos,
conformándose con las expectativas de su tiempo. Sin embargo, la idea
y la práctica de la virtud ahora cristianas trascienden a los
protagonistas que deben ser su máxima encamación, y en el Persiles se
ve que la vivencia de virtudes cristianas atañe a todos, incluso a los
que guardan el calor humano ante el reto de la ejemplaridad. En fin,
el fantasma de Heliodoro -espejo de la moral y de la fidelidad a la
ficción amorosa- vence la estrechez de la preceptiva religiosa y
literaria, inspirando una obra de miradas abiertas.

NOTAS

1 Horacio, Episndarum 1.18.71, en Q. Horati Flacci opera, ed.


Edward C. Wickham, rev. H. W. Garrod (1901; reed. Oxford: Oxford
University Press, 1967), n. pág.
" Horacio, Ars poética 386-90, en Q. Horati Flacci opera, n. pág.: "si quid
tamen olim / scripseris, ... / nonumque prematur in annum, /
memorarás intus positis: delere licebit / quod non edideris; nescit vox
missa reverti."
3 Gonzalo Correas, Vocabulario de refranes y frases proverbiales
(1627), ed. Louis Combet, rev. Robert Jammes y Máite Andreu (Madrid:
Castalia, 2000), p. 616: "Palabra echada, mal puede ser retornada," "pala
bra y piedra suelta, no tiene vuelta," etc. Cf. Nova recolha de proverbios e
outros lugares comuns portugueses, ed. Manuel Joáo Gomes (Lisboa:
Afrodite, 1974), p. 324: "Palavra fora da boca e pedra fora da mao nao
voltam atrás" y "A pedra e a palavra nao torna depois de lancada."
4 Miguel de Cervantes, Novelas ejemplares, ed. Harry Sieber, 9 a

ed., 2 vols. (Madrid: Cátedra, 1986), 1: 53.

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5 Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, ed. Martín de Riquer, 2
vols. (Barcelona: Juventud, 1971), 2: 534.
6 Juan Bautista Avalle-Arce, "La alegoría del Persiles," en Homenaje al
Profesor Antonio Vilanova, coord. Adolfo Sotelo Vázquez, ed. Marta Cristina
Carbonell, 2 vols. (Barcelona: Departamento de Filología Espa ñola, Facultad
de Filología, División de Ciencias Humanas y Sociales, Universidad de
Barcelona, 1989), 1:45.
7 Horacio, Ars poetica 25-26, en Q. Horati Flacci opera, n. pág.: "brevis
esse laboro, obscurus fio."
8 Rudolph Schevill, "Studies in Cervantes. I. Persiles y Sigismundo:
Introduction," Modern Philology 4.1 (1906): 1-24, y "Studies in
Cervantes. I. Persiles y Sigismundo: The Question of Heliodorus," Mo
dern Philology 4.4 (1907): 677-704; Alban K. Forcione, Cervantes, Aris
totle and the "Persiles " (Princeton: Princeton University Press, 1970).
9 Concilium Tridentinum, sessio 24 (11 nov. 1563), Cañones de sacramento
matrimonii 9: "Si quis dixerit, clericos in sacris ordinibus constitutes, vel
regulares castitatem solemniter professos, posse matrimo-nium contrahere,
contractumque validum esse, non obstante lege Eccle siastica vel voto, et
oppositum nil aliud esse, quam damnare matrimo-nium; posseque omnes
contrahere matrimonium, qui non sentiunt se castitatis (etiamsi earn voverint)
habere donum." En Henricus Denzinger, Enchiridion symbolorum. Defìnitionum
et declarationum de rebus jìdei et morum, 21° ed. (Barcelona: Editorial Herder,
1951), p. 341.
10 Nicephori Callisti Xanthopuli, scriptoris uerè Catholici, Eccle-siasticae
historiae libri decent & otto 12.34, trad. J. Lange (Basilea: ex officina (oannis
Oporini, 1553), pp. 632-33: "Licebat clerico cuiuis, prius-quám in ordinem eum
cooptaretur, legitimé uxorem ducere, at si postea, ut consuetudine receptum est,
uxorem cognouiscet, ordine eo mouebatur: quum in oriente omnes, atque etiam
episcopi, si uellent, pro arbitrio suo, non aliqua legis necessitate coacti, uxorum
congressum declinarent: multi etiam ipso episcopali muñere fungentes, in
episcopalibus aedibus liberas multos ex coniungibus, quos sibi legitimo
matrimonio antea coniun-xissent, susciperent. Nunc autem t ne in somnis
quidem episcopus cum uxore sua concumbens, impudicus habetur. Sedenim
consuetudo ea quae in Thessalia seruatur, ab Heliodoro ilio Tricensi, episcopo
ortum habuit: cuius amatorij libelli hoc quoq<ue> tempore circumferutur, quae
etiam num iuuenis còposuit, & Aethiopica inscripsit. Nunc aut ea ? a????e'à?
[Charicleam] quasi gratiarum gloria dicas, nominant. Quo nomine etiä
episcopatus ei ademptus est. nam quum lectione eoru opusculoru iuuenes multi
in periculu conijcerent, synodus prouincialis statuit, uel libellos ipsos qui
amores accenderent, igni consumptos anol?dos, uel qui eos cöposuisset autori
functionem episcopatu deponere, <quandoque> scripta sua supprimere maluit."

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Michel de Montaigne, Essais 2.8, ed. Maurice Rat, 2 vols. (Paris: Éditions
1 1

Gamier Frères, 1962), 1: 440: "Heliodorus, ce bon Evesque de Tricea, ayma


mieux perdre la dignité, le profit, la devotion d'une prela-ture si venerable, que
de perdre sa fille, fille qui dure encore, bien gen tille, mais à l'aventure pourtant
un peu trop curieusement et mollement goderonnée pour fille ecclésiastique et
sacerdotale, et de trop amoureuse façon."

Sir Philip Sidney, The Defence of Poesy, declara que el poeta supera a la
1 2

naturaleza misma en la creación de figuras perfectas para instruirnos, así que


hay que preguntarle a la naturaleza "whether she have brought forth so true a
lover as Theagenes." Sir Philip Sidney. A Critical Edition of the Major Works, ed.
Katherine Duncan-Jones (1989; reed.
Oxford: Oxford University Press, 1992), p. 216. En la acta final (5.1) de Twelfth
Night, William Shakespeare asimismo cita la Historia etiópica para ilustrar la
perseverancia y la devoción más perfectas: "Why should I not, had I the heart
to do it, / Like to the Egyptian thief at point of death, / Kill what I love? a
savage jealousy / That sometimes savours nobly." Shakespeare's Complete Works,
ed. W. J. Craig, ed. rev. (1943; reed.
London: Oxford University Press, 1974), p. 320. Thomas Underdowne reconoce
el común desprecio de la ficción y los libros de amores cuando escribe en 1587
que la Historia etiópica es "the most honest... historie of love," en contraste con
otras obras de amores que son "wanton allure ments to leudnesse." Ver su
prólogo en An Ethiopian History written in Greeke by Heliodorus, no less wittie
then pleasaunt, Englished by Thomas Underdowne (1895; reed. New York: AMS
Press, 1967), p. 4.
Alonso López Pinciano discute los méritos que redimen los relatos amorosos de
Museo, Heliodoro y Aquiles Tacio en su Philosophia anti-gua poética (1596), ed.
Alfredo Carballo Picaso, 3 vols. (Madrid: Consejo
Superior de Investigaciones Científicas, 1953), 3: 180-81: "la materia de amores
solame[«]te no es razón que lo parezca, mas, quando fuessen tan graues los
escriptores de la amorosa materia como los tres sobredichos, bie[«] se pueden
admitir, porque], debaxo de aquella paja floxa, ay grano de mucha sustancia;
ansí los alabo, no co[«]deno."
1 3 Bernard Lamy, Nouvelles réflexions sur l'art poétique, dans lesquelles, en
s'expliquant quelles sont les causes du plaisir que donne la poésie et quels sont les
fondements de toutes les règles de cet art, on fait connaître en même temps le danger
qu 'il y a à la lecture des poètes
(Paris: A. Pralard, [1678]), p. 104: "Nicephore ajoute qu'on l'obligea dans un
concile ou de les brûler ou de quitter son évêché; ce qui fait connaître que l'on a
toujours cru dans l'Eglise que ces sortes d'ouvrages étoient tres dangereux."

1 4Pierre-Daniel Huet, Lettre de Monsieur Huet a Monsieur de Segrais de


L'origine des romans, 2" ed. (Paris: Chez Sébastien Mabre-

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Cramoisy, 1678), p. 3: "ce que l'on appelle proprement Romans sont Des
histoires feintes d'aventures amoureuses, écrits en prose avec art, pour le plaisir &
l'instruction des lecteurs." La primera edición se publicó en Zayde Histoire
Espagnole, par monsieur De Segrais [pseud, de Marie Madeleine Pioche de La
Vergne, comtesse de Lafayette]. Avec vn traittè de l'Origine des Romans par
Monsievr Hvet, 2 vols. (Paris: chez Claude Barbin, 1670-71), 1: 3-99.

b Huet, Lettre ... de L'origine des romans, pp. 3-4: "Je dis des his toires
feintes, pour les distinguer des histoires véritables. J'ajoute, d'aven tures
amoureuses, parce que l'amour doit estre le principal sujet du Roman. Il faut
qu'elles soient écrites avec art, & sous de certaines regles; autrement ce sera un
amas confus, sans ordre & sans beauté. La fin principale des Romans, ou du
moins celle qui le doit estre, & que se doivent proposer ceux qui les composent,
est rinstruction des lecteurs, à qui il faut toujours faire voir la vertu couronnée,
& le vice puni. Car comme l'esprit de l'homme est naturellement ennemi des
enseignemens,
& que son amour propre le révolte contre les instructions, il faut tromper par
l'appas du plaisir, & adoucir la sévérité des préceptes par l'agrément des
exemples, & corriger ses défauts en les condamnant dans un autre."
1 6Ver Cancionero de las obras de Juan del Enzina (Salamanca,
1496), ed. facs. de Emilio Cotarelo y Mori (1928; reed. Madrid: Real Academia
Española, 1989), fols. lr-6v y 31r-33r; y Juan Luis Vives, In Geórgica Virgilii
(1518) y el prólogo a Interpretatio allegorica in Bucólica Virgilii (1537), in Obras
completas, trad. Lorenzo Riber, 2 vols. (1947-48; reed. Madrid: Aguilar;
Valencia: Generalität Valenciana, 1992), 1: 543-52 y 921-22. Sidney, The
Defence of Poesy, p. 223: "For the question is, whether the feigned image of
poetry or the regular instruction of philosophy hath the more force in
teaching ... I say the philosopher teacheth, but he teacheth obscurely, so as the
learned only can understand him, that is to say, he teacheth them that are
already taught; but the poet is the food for the tenderest stomachs, the poet is
indeed the right popular philosopher, whereof Aesop's tales give good proof:
whose pretty allegories, stealing under the formal tales of beasts, make many,
more beastly than beasts, begin to hear the sound of virtue from these dumb
speakers." Montaigne, Essais 1.26, 1:183, observa que las "gentillesses" de la
poesía "ne servent que pour amuser le vulgaire, incapable de prendre la viande
plus massive et plus ferme." Para el muy conocido e influyente comentario de
Jacques Amyot, ver su prólogo a L'Histoire Ethiopique d'Heliodore, contenant
dix Hures, traitant des loyales & pudiques amours de Theagenes Tessalien, &
Charclea Ethio pienne, nouellement traduite de Grec en Francois (Paris: Arnoul
l'Angelier, 1547). El texto en castellano se titula Historia Ethiopica de Heliodoro
trasladada de francés en vulgar Castellano por un secreto

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amigo de su patria, y corregida según el Griego por el mismo (Amberes: En casa
de Martin Nució, 1554). El prólogo se reproduce en Historia etiópica de los
amores de Teágenes y Cariclea, traducida en romance por Fernando de Mena, ed.
Francisco López Estrada, Real Academia Española, Biblioteca Selecta de
Clásicos Españoles Ser. 2, 14 (Madrid: Aldus, 1954), lxxvii-lxxxiii, y comienza
con la idea, parecida a la de Sidney, que la instrucción se logra mejor con el
deleite de la poesía: "Porque la propria y natural delectación del buen
entendimiento es siempre ver o oír y aprender alguna cosa de nuevo, como el
sabio Aristó teles doctamente dice, no hay duda que la historia, a causa de la
diversidad de las cosas que en ella están comprehendidas, no sea una de las
lecturas que más se deba buscar y escoger para le alegrar, sabiendo
principalmente que el provecho está conjuncto con el deleite. Más toda vía, aun
paresce a algunos hombres doctos y de buen juicio que la verdad de la historia
sea un poco austera para suficientemente delectar, a causa que debe recitar las
cosas simplemente así como han acontescido, y no en la suerte como ellas serían
más apacibles de leer, ni como nuestros corazones, que naturalmente se
apasionan leyendo o viendo los hechos o fortunas de otros, lo quieren y desean.
Ni tampoco se le puede dar tanta ayuda con buena lengua y artificio de
elocuencia, que ella tenga tanta tuerza de recrear el entendimiento del que la lee
como un cuento ordenado a placer de industria para delectar, cuando es
subtilmente inven tado o ingeniosamente escripto y contado. Y también, a la
verdad, no es éste el fin que en la historia principalmente se busca, y por el cual
ella haya de ser escrita o leída, antes para por ejemplos de lo pasado instruirse
en los negocios de lo venidero, donde, por el contrario, los que por suplir en esta
parte la falta de la verdadera historia inventan o escriben cuentos fabulosos en
forma de historia, no se proponen otro fin principal que la delectación. Mas ni
más ni menos como entre las pinturas las tablas son estimadas por las mejores
de los que algo conoscen porque representan mejor la verdad del natural, así
entre las ficciones aquellas que están más cerca de natura y en las cuales hay
más de verisimilitud son las que agradan más a los que miden su placer con la
razón y que se deleitan con juicio" (lxxviii-lxxix; pp. 2v-3v en el original en
francés).

Alvar Gómez de Castro, Parecer cerca de prohibición de libros de poesía y


17

otros, transcr. P. E. Russell, "Secular literature and the censors: a sixteenth-


century document reexamined," Bulletin of Hispanic Studies 59 (1982): 223-24;
he introducido algunas modificaciones para facilitar la lectura. Manuel Serrano
y Sanz ha publicado este documento bajo el título "Dictamen de Jerónimo
Zurita acerca de la prohibición de obras literarias por el Santo Oficio," Revista
de Archivos, Bibliotecas y Museos 8 (1903): 218-21.

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Huet, Lettre . . . de L origine des romans, p. 4: "Le divertissement.
. . que le Romancier habile semble se proposer pour but, n'est qu'une fin
subordonnée à la principale, qui est l'instruction de l'esprit, & la correction des
moeurs; & les Romans sont plus ou moins réguliers, selon qu'ils s'éloignent plus
ou moins de cette définition & de cette fin."
1 9Huet, Lettre ... de L origine des romans, pp. 52-53: "Jusqu'alors on avoit
rien vue de mieux entendu, ni de plus achevé dans l'art Romanes que, que les
aventures de Theagene & de Chariclée. Rien d'est plus chaste que leurs amours;
en quoy il paroist qu'outre la Religion Chrétienne, dont l'Auteur faisoit
profession, sa propre vertu luy avoit donné cet air d'honnesteté qui éclat dans
tout l'ouvrage: & en cela non seulement Iamblique, mais mesme presque tous les
autres anciens, dont les Romans nous sont demeurez, luy sont beaucoup
inférieurs. Aussi, dit-on que son mérite l'éleva à la dignité de l'Episcopat. Il fut
Evesque de Tricca, ville de Tessalie, & Socrate rapport qu'il introduisit dans
cette province la coustume de déposer les Ecclésiastiques qui ne s'abstenoient
pas des femmes qu'ils avoient épousées avant leur entrée dans le Clergé. Tout
cela me rend fort suspect, ce qu'ajoute Nicephore, écrivain crédule, peu
judicieux & peu fidèle, qu'un Synode Provincial voyant le peril où la lecture de
ce Roman, qui estait autorise par la dignité de son Auteur, faisoit tomber les
jeunes gens, & luy ayanr proposé cette alternative, ou de consentir que son
ouvrage fust brusté, ou de se défaire de son Evesché, il accepta le dernier parti."
Para un ejemplo del olvido (intencional) de estas observaciones morales, ver
Forcione, Cervantes, Aristotle and the "Persiles," pp. 53-54, quien, en el pasaje
siguiente, suprime la vida de Heliodoro, tanto en la primera elipsis (que
corresponde a las tineas que he citado) como en la segunda (donde se documenta
la existencia histôrica del autor), para poner de relieve el valor paradigmâtico
del arte de la obra: "Until then nothing more artfully contrived had been seen,
nothing more finished in the art of writing romans, than the adventures of
Theagenes and Chariklea. Nothing is more chaste than their amours ... in them
are seen much fertility and inventiveness. Events are frequent therein, new,
verisimilar, well arranges, and well worked out. The denouement is admirable; it
is natural; it arises naturally out of the subject; and nothing is more touching or
more pathetic. The horror of the sacrifices, in which Theagenes and Chariklea
are to be offered up and in which the heroine's beauty and admirable qualities
inspired compassion in everyone, is followed by the joy of seeing this young
woman emerge from this danger through the recognition of her parents and put
an end to her lengthy misfortunes by a happy marriage to her lover, to whom
she brings for a dowry the crown of Ethiopia ... it served as a model to all writers
of romans who followed it, and it may be said just as truthfully that they

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have all drawn upon it, as it is said that all poets have drawn upon the model of
Homer" (elipsis y cursiva de Forcione).
Huet, Lettre ... de L 'origine des romans, pp. 55 y 58: "trop affecté, trop
2 0

figuré, & trop poétique" (sobre Heliodoro); "il est plus concis et plus net; il est
aussi plus simple et plus naturel" (sobre Aquiles Tacio).
Félix Lope de Vega Carpió, La dama boba 1.285-302, ed. Diego Marín, 5
2 1 a

ed. (Madrid: Cátedra, 1981), p. 75.


López Pinciano, Philosophia antigua poética. 3: 206-07. Amyot escribe en
2 2

su prólogo: "La dispo[si]ción es singular, porque comienza en la mitad de la


Historia, como hacen los poetas heroicos, lo cual causa, de prima facie, una
grande admiración a los lectores, y les engendra un apasionado deseo de oír y
entender el comienzo, y todavía los atrae tam bién con la ingeniosa lección de su
cuento, que no entienden lo que han leído en el comienzo del primer libro, hasta
que veen el fin del quinto; y cuando allí han llegado, aún les queda mayor deseo
de ver el fin, que antes tenían de ver el principio." En Historia etiópica de los
amores de Teágenes y Cariclea, p. lxxxi.

2 3Amyot, en Historia etiópica de ¡os amores de Teágenes y Cariclea, p. lxxxi.


Esta conclusión resulta de las observaciones que se citan en la nota anterior, y
viene directamente después de ellas en el prólogo.
2 4Ver, por ejemplo, el segundo capítulo de la Poética de Aristóteles: "The
objects the imitator represents are actions, with agents who are necessarily
either good men or bad—the diversities of human character being nearly
always derivative from this primaty distinction, since the line between virtue
and vice is one dividing the whole of mankind. It follows, therefore, that the
agents represented must be either above our own level of goodness, or beneath
it, or just such as we are ... It is clear that each of the above-mentioned arts will
admit of these differences, and that it will become a separate art by representing
objects with this point of difference." Poetics 2 (1448a), trad. Ingram Bywater,
en The Rhetoric and the Poetics of Aristotle. The Modern Library (New York:
Random House, 1954), pp. 224-25.

23Sidney, The Defence of Poesy, p. 216: "the skill of each artificer standeth in
that idea or fore-conceit of the work." El neologismo fore-conceit aquí significa
la idea que ocasionó la obra que presume ilustrarla.
" Amyot, en Historia etiópica de los amores de Teágenes y Cariclea, p. lxxxi.
6

La cita entera es: "Todavía no me quiero detener mucho a la encomendar,


porque en fin es una fábula, a la cual aún falta, a mi juicio, una de las dos
perfecciones para hacer una cosa hermosa: que es la grandeza, por causa que
los cuentos, principalmente en la persona de Teágenes, al cual no hace ejecutar
ningún memorable hecho de armas, no me parescen suficientemente ricos, y no
merescerían por ventura ser leídos, si no fuese o por divertir enojo, como
dijimos, o para tener des-

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pues el entendimiento más libre y alegre a hacer o leer otras cosas mejores,
siguiendo el precepto del sabio que dice que es menester burlar para hacer de
veras, y no hacer de veras, para burlar. Quiere decir que se han de usar las cosas
de placer para estar después más aptos a las cosas de importancia, y no trabajar
en una cosa de placer como si fuese de importancia." Forcione, p. 63, corta este
comentario después de "porque en fin es una fábula," como si el defecto
consistiera en ser una obra fictiva y no que la obra a veces deja de apuntar a
valores más altos. No obstante, cuando él arguye, pp. 77-78, que la Historia
etiópica es una épica de segunda categoría según López Pinciano, él cita una
opinión inspirada por el mismo pasaje en Amyot, aunque más tímida y benévola
en su expresión, e interesada en el arte de la novela: "a la Historia d[e] Ethiopía
digo y co[n]fieso q[ue] Heliodoro, su autor, fué vn varón muy graue y gentil
poeta en el ñudo y soltura, traca y deleyte de su ficción, y aun en mucha
doctrina que tiene sembrada, mas, si se atiende a la perfección épica, no me
parece q[ue] tiene la grandeza necessaria; no digo en el le[n]guaje, que por no
ser metro está desculpado, sino en la cosa misma, porq[«e] las principales
personas son menos en su acción, y las comunes son más." López Pinciano,
Philosophia antigua poética, 3: 224.

27 Ver el texto en la nota anterior.


28 Heliodoro, Historia Etiópica de los amores de Teagenes y Cari clea. Añadida
la vida del Autor, y vna tabla de sentencias, y cosas notables (Madrid: En casa de
Alonso Martín, 1615). La vida, publicada antes del primer folio, dice en parte:
"... este pues segu los auctores Alegados, y Nicephoro Calixto, y Sócrates, en la
historia Eclesiástica cópuso siendo moco estos amores de Teagenes y Cariclea
debaxo del nobre de Historia Etiópica, fue obispo de Trica, pueblo de Tesalia, y
patria de Esculapio, a cuya dignidad subió por su virtud, y letras, y según
Niceforo, y Sócrates, fue el que introduxo en Tesalia q[ue] el clérigo, que con la
muger con quien auia cotraydo matrimonio siendo seglar, boluia a cohabitar
fuese priuado del sacerdocio, ypriuilegios sacerdotales. De sus letras y erudición
da bástate testimonio sus escritos, a q[ue] me remito."

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