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Aunque es cierto que la otredad en sí misma no tiene que ir aparejada con nada negativo,
es habitual que, en muchos casos, vaya unida a aspectos tales como la xenofobia, el
racismo, la homofobia o incluso la misoginia, entre otros.
Muchos han sido y son los autores que, a lo largo de la historia, han analizado en
profundidad el tema de la otredad. Este sería el caso, por ejemplo, del filósofo francés
Jean Paul Sartre (1905 – 1980), que utilizó ese término para estudiar a fondo la existencia
de uno mismo a través de lo que sería la mirada del otro.
Así, estableció que la otredad se encontraba presente en el día a día de cualquier persona.
¿Cómo? A través de elementos tales como la empatía, el rechazo, la tolerancia o la
simpatía. En concreto, determinó que se mostraba de manera contundente al hacer uso de
términos tales como “vergüenza ajena”.
De la misma manera, no podemos pasar por alto tampoco que el poeta y ensayista
mexicano Octavio Paz también abordó el término otredad y todo lo que este lleva
aparejado. Así, llegó a expresar que esa necesidad de encontrar lo perdido y de buscar un
complemento del que se fue separado lleva muchas veces a la otredad. Desencadena en
la marcha al pasado y otras personas para cubrir carencias de diversa tipología.
Tan a fondo analizó este escritor la palabra que nos ocupa, que, incluso, es conocido por
muchos como el poeta de la otredad.
Suele partirse de una posición etnocéntrica para entender la otredad. Los europeos, por
ejemplo, acuñaron la idea del descubrimiento de América para referirse a su llegada al
continente, negando desde el lenguaje la existencia de los nativos (el Otro) que habitaban
estas tierras.