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Por:
Frankmerced Emerson Farfan Huanca
En la
Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cusco
2017
Docente: Lic.
LA CIVILIZACIÓN EN LOS ANDES
UBICACIÓN GEOGRÁFICA
El vasto y complejo mundo de los Andes quizá ha sido el más rico de cuantos
territorios ha dado la Tierra para la experimentación de la vida de la especie humana.
En términos generales, habremos de considerar territorio andino al vasto espacio
americano cuya vida e historia ha estado y está dominada por la cordillera de los
Andes.
Con aproximadamente 10 000 kilómetros de longitud, es la franja occidental de
Sudamérica que se extiende desde las costas del mar Caribe hasta la Patagonia. Incluye
una larga y muy estrecha faja costera bañada por el océano Pacífico, el territorio
cordillerano propiamente dicho, y una franja de ancho variable que se interna en el
bosque amazónico hasta 100 y 200 kilómetros al este de las cumbres de las montañas.
Corresponde, pues, a gran parte de los territorios actuales de Venezuela, Colombia,
Ecuador, Perú, Bolivia y Chile, pero también la faja occidental del territorio de
Argentina. Sin embargo, la historia que nos ocupa se circunscribe a lo que llamaremos
el territorio andino central, esto es, gran parte de Ecuador, la mayor parte del Perú, el
oeste de Bolivia y una parte del norte de Chile, que suman aproximadamente un millón
y medio de kilómetros cuadrados.
DESARROLLO CRONOLÓGICO
Algunos aspectos de la organización política del Tawantinsuyu es decir -el Estado Inca-
han llamado la atención desde siglos atrás y su funcionamiento se comprende bien,
por ejemplo en el caso de los caminos. El vasto territorio y las muchas etnías
incorporadas por conquista, diseminadas en múltiples pisos ecológicos, entre
serranías, desiertos y quebradas profundas, requirieron de algún sistema que
relacionara la periferia con el centro y la costa con el altiplano, que mantuviera a los
rebel- des potenciales bajo la observación de las guarniciones cuzqueñas; que
permitiera al khipu kamayoq anudar en su khipu la información necesaria para
informar a sus superiores de la burocracia administrativa. La red de caminos incaicos
servía para todo esto y mucho más.
Por lo tanto, hacia 1500, en el Tawantinsuyu había dos sistemas en la agricultura y en
el acceso a la tierra. Ambos, el del Estado y el de los grupos étnicos locales eran fuerzas
reales, económicas y políticamente significativas.
La "historia" incaica, rescatada por los cronistas de la tradición oral y de los nudos de
los amauta, atribuyen al Inca Pachakuti, "el Transformador", "el Cataclismo", haber
inventado los procedimientos administrativos que permitieron el funcionamiento de
un Estado en los Andes. Es difícil aceptar como figura histórica tal héroe cultural de los
burócratas, aunque la leyenda puede tener algún contacto con la realidad si
aceptamos la cronología de Rowe (1945) 4, que reduce toda la expansión incaica a
menos de un siglo. Si Pachakuti y su sucesor Thupa fueron los dos personajes que
consolidaron la autoridad cuzqueña, es poco probable que tal rápida expansión haya
llegado a realizarse sin un nuevo marco institucional y una ideología también nueva.
Sin embargo, la mayoría de las "innovaciones" atribuidas a Pachakuti nos parecen ser
reorganizaciones y proyecciones en una pantalla ampliada de antiguas y muy
arraigadas técnicas andinas de gobierno; otras eran necesariamente nuevas ya que no
hubo precedentes para algunos problemas que el Tawantinsuyu debió enfrentar en
1500.
ORGANIZACIÓN SOCIAL
Las tradiciones textiles de los Andes son fruto de un proceso acumulativo de varios
milenios. Sus primeros testimonios arqueológicos aparecen cerca de 8.000 años a.C.,
estableciéndose como un hito la aparición del telar de lizos hacia 2.000 años a.C.
Así, los textiles han sido factores indispensables para la gestación del acervo cultural
andino, exigiendo una complejización paulatina de las estructuras para posibilitar una
pluralidad de repertorios en técnicas de representación y terminaciones, logrando así
transmitir apropiadamente una gran diversidad de mensajes. La verdadera eclosión de
imágenes que se despliegan en los tejidos prehispánicos, se aprecia hasta hoy entre los
tejedores de los pueblos originarios de los Andes.
Las primeras estructuras utilizadas para hacer vestimentas fueron hechas sobre la base
de fibras vegetales, las que continuaron en uso en algunos lugares de los Andes hasta
la conquista hispana. La gran industria textil andina empleó fundamentalmente el
algodón y las fibras de camélido andino como materias primas.
Antes de entrar en detalles sobre estos temas tendré que dedicar unas palabras a dos
ideas centrales que motivaban esta religión.
El culto al rey como «hijo del dios Sol» se elaboró sobre la base de una atención
precisa de los movimientos del astro. Asimismo, tenía un valor religioso la memoria
que el rey y sus súbditos habían construido de su propio pasado a lo largo de sus
experiencias políticas.
TECNOLOGÍA
La tecnología lítica
La transformación de los grupos humanos en agricultores y pastores fue una auténtica
revolución que acarreó una renovación en gran parte del repertorio tecnológico de
estas sociedades. Se hizo necesario generar nuevos instrumentos, más resistentes, que
permitieran labrar las tierras o talar los árboles. Como respuesta a estas necesidades
surgió una innovadora modalidad de trabajar la piedra, el pulido. Para ello se sirvieron
de rocas de origen metamórfico, que fueron moldeando mediante el roce continuado
contra una piedra abrasiva, como por ejemplo las areniscas. De esta manera se
obtuvieron instrumentos de una mayor dureza y resistencia que los objetos obtenidos
hasta ese momento a partir de la talla lítica.
Los instrumentos líticos manufacturados por picado, abrasión y pulido están presentes
desde momentos muy tempranos en América. Esta tecnología se aplicó tanto a la
elaboración de herramientas vinculadas al procesamiento de recursos vegetales y
minerales (hachas, clavas, azadas, molinos y manos), como a la caza (por ejemplo los
esferoides conocidos como boleadoras) y también a la exhibición de estatus social
(bastones insignia). Las hachas tenían un sistema de enmangado singular. Era
introducida la parte proximal, sector sin pulir, dentro de un corte realizado en un
árbol. Una vez cicatrizado el mismo alrededor del hacha de piedra, se procedía a talar
la madera del mango, obteniendo una perfecta unión entre este y la hoja del hacha.
Muchas se han conservado intactas dentro de los diversos contextos arqueológicos.
Habla Polo del culto estatal, de ritos, de fiestas y sacrificios por la agricultura —por
ejemplo, de la procesión para conseguir agua— y por la guerra, probablemente en los
meses en los que no había cultivo. Polo y Cobo se refieren al papel que desempeña el
culto en el espacio y en el tiempo. Seleccionan de la «gran suma» de ídolos «en el
Cuzco y en su comarca» 328 Huacas que, vistas y contadas según 41 direcciones
(ceques) desde el templo del Sol Coricancha, marcaron el ciclo anual de celebraciones.
El mismo templo del Sol disponía de dos observatorios solares; otros observatorios se
hallaban en puntos registrados dentro del sistema de ceques. Polo y Cobo eran muy
conscientes de la separación entre sí de los aparatos calendáricos y astronómicos, y,
consiguientemente, de la complementariedad de sus funciones cosmológicas.
Tecnología constructiva
La tecnología constructiva de los incas implica la arquitectura, los materiales
empleados, el urbanismo, así como las técnicas usadas para erigir una estructura. Los
incas diferenciaron sus estructuras en base al uso que le daban, además del diseño de
sus plantas que podían ser circulares o rectangulares; estas tecnologías fueron
empleadas por sus antecesores, como por ejemplo los Wari, representantes del
urbanismo y los Tiahuanaco que destacan en construcciones megalíticas.
Entre los materiales utilizados están la piedra, adobe y la mezcla de ambos; existen
distintos tipos de aparejo en la mampostería inca tales como el aparejo celular,
ciclópeo, imperial o sedimentario y rústico o también llamado pirka.
En América la domesticación del maíz fue hecha posteriormente a las legumbres; las
raíces y tubérculos así como varios frutales, representan desde el comienzo un papel
muy importante. El hombre en América descubrió independientemente de sus
parientes asiáticos el uso del algodón y plantas tintóreas, así como las técnicas de riego
y de conservación de suelos. Puede decirse que la Agricultura Americana es de
desarrollo autóctono; el hombre domesticó plantas naturales del continente;
desarrollo la agricultura como fase de la civilización y estableció en el periodo
incipiente la domesticación de frijoles, calabazas, ajíes y maíz. Luego desarrolló el
sistema de vivir en comunidades agrícolas o villas que formaron la base de los grandes
Centros urbanos que hallaron los europeos a su llegada en el siglo XVI.
La red de Caminos
Más de 30 000 kilómetros de vías unían para entonces a los pueblos y naciones de los
Andes Desde los arenosos, rectos y planos del Qhapac Ñan, La amplia red de caminos,
puentes y tambos existentes facilitó la tarea de conquista de los ejércitos imperiales
que partieron del Cusco.
Para el desinformado grueso de las columnas de soldados, esos caminos quizá
constituyeron una total sorpresa. No así para quienes planearon las campañas con el
auxilio de la información transmitida por la tradición, los comerciantes y los espías.
Entre los orejones, los jefes militares tuvieron la oportunidad de poner a prueba la
confiabilidad de la información que les había proporcionado la tradición oral y la
privilegiada educación cívica y militar que habían recibido.
La metalurgia
El área andina de Perú, Bolivia y Ecuador fue la cuna de la metalurgia a
nivel sudamericano y surgió sin ninguna influencia proveniente del Viejo Mundo.
Existieron dos centros metalúrgicos uno en la zona del altiplano peruano - boliviano
y otro en la costa norte en la región Mochica - Lambayeque. De estos dos lugares
se difundieron los conocimientos al sur, hacia Chile y Argentina, y al norte, a
Colombia y Panamá para llegar posteriormente a las costas occidentales de México. La
metalurgia en los Andes tiene una gran antigüedad y sus artífices lograron las más
variadas técnicas y aleaciones.
Alimentación
El centro de origen de la papa se encuentra en la zona andina del Perú y Bolivia, en la región
del Lago Titicaca, a razón de la existencia de un gran número de especies de papa silvestres. Se
cree que la papa era conocida ya hace unos 10,500 años y que su domesticación y cultivo por
el hombre peruano pudo ocurrir en fecha posterior hace unos 8,000 años. Desde esa época
hasta nuestros días existen cientos de variedades que se cultivan en todo el mundo y que
constituye la base de la alimentación de la mayoría de sus habitantes. La papa es uno de los
alimentos más importantes y constituye la base de alimentación de todos los pueblos del
mundo y entre todos los alimentos es el más económico y nutritivo; Nuestros antepasados
supieron conservar la papa y tener este alimento en forma permanente, en forma de «chuño»,
«moraya» y «papaseca», y cuya costumbre se conserva en la actualidad.
ARTE
Arte plumario
Las prendas de plumería manifiestan un gusto estético por el color y se usaron en
mantas camisas, abanicos y sombrilllas para preservar del sol a los personajes
conducidos en andas. Los brillantes tonos de las plumas empleadas señalan un
origen selvático con lo cual concluímos que debió existir un trueque a lo largo y
ancho del país entre la selva, la sierra y la costa.
La pintura
La pintura como expresión estética se manifestó en murales y mantos. Bonavía señala
la diferencia entre paredes pintadas de uno o varios colores y los murales con diseños
o motivos representando escenas diversas.
Los murales pintados se aplicaban sobre paredes enlucidas con barro empleando
pintura al temple, técnica diferente a utilizada para las pinturas rupestres. Hacia
el Horizonte Temprano, la pintura era aplicada directamente sobre la pared
enlucida, mientras que durante el Período
Intermedio Temprano se cubría el muro enlucido con pintura blanca para luego
aplicarle el dibujo deseado. Otro medio usado en la misma época consistía en trazar
motivos incisos sobre el barro húmedo para luego rellenarlo con pintura.
En la época moche se usó pinturas murales y de alto relieve de barro como los
descubiertos en la Huaca de la Luna y en La Huaca del Brujo, en Chicama.
Los instrumentos musicales
La música forma parte estrecha de la vida del antiguo peruano, las más diversas fases
del desarrollo de sus habitantes se acompañaban con música alegre o triste, solemne
o festiva. Cada región y cada ocasión poseía sus propios cantos y bailes que no se
podían trocar ni cambiar.
Una característica inca fue la ejecución de música durante las labores
agrícolas en tierras del Estado, con lo cual convertían las duras faenas del campo
en amenas reuniones. Los instrumentos musicales empleados en las
manifestaciones corporales eran diversos según las danzas a interpretar, los
integrantes, las regiones o los motivos de las celebraciones. Las flautas eran uno de
los instrumentos más populares. Las quenas por lo general, eran confeccionadas
con huesos humanos mientras que otras flautas eran de arcilla, plata o, las más
comunes, de carrizos. Entre ellas destacan los sikus de caña y de cada instrumento
está dividido en dos mitades con tonos complementarios y tocados por un par de
instrumentos. Para formar una melodía es necesario que ambos instrumentos toquen
alternadamente cuando les corresponde y además en forma simultánea con los
demás registros.
Las antaras o flautas de Pan eran hechas de cerámica de nueve tubos acodados, las
de carrizos se mantenían unidas por finas soguillas. En cuanto a las trompetas halladas
en las tumbas de la costa, pertenecían a uno de los tributos de los señores yungas.
Con frecuencia se encuentran quebradas ya que su destrucción forma parte del
ritual funerario. El caracol marino o Strombus se representó desde la época de Chavín
de Huantar y en quechua se le dice huayllaquepa. La voz pututu con el cual se le
llama actualmente proviene del Caribe y fue traída por los españoles a la par que las
palabras maíz, chicha y ají, entre otras. Es una adaptación de Fututo por no existir en el
quechua la letra "f". Un instrumento musical básico fue el tambor. Éste podía ser
de diversos tamaños y sonidos, y se utilizaba para marcar el ritmo en las danzas y
bailes colectivos. Los había pequeños, ilustrados por Guaman Poma, que eran tocados
por mujeres; grandes, que eran confeccionados con piel de puma u otorongo y
llamados poma tinya y finalmente, los runa tinya, confeccionados con piel humana.
El culto a los muertos incaicos se reconoce por los mismos rasgos de los cultos
análogos en las provincias, rasgos que facilitan el reconocimiento de los indígenas.
Recientes investigaciones han revelado la extrema complejidad de los conceptos
vinculados a la muerte en las sociedades de las tierras bajas de América del Sur. Otros
pocos trabajos dedicados a los rituales funerarios, en cambio, han manifestado la
impresión opuesta, es decir, la de prácticas relativamente sencillas, e incluso
despreciables en comparación con las que están vigentes en el mundo andino:
ausencia de culto, de cementerio y aún de un lugar visible asociado a los muertos,
corta memoria genealógica de los pueblos involucrados, olvido frecuente de los
muertos (tendencia a eliminar el recuerdo de los lazos genealógicos entre los vivos y
los muertos), o tabú sobre su nombre, características que, entre otras, indican la
ausencia de un culto a los muertos . Todo este aparente desinterés y la falta de
prácticas funerarias visibles tendrían su compensación en construcciones metafísicas
sobre la muerte de gran complejidad.
También para P. Clastres (1980) la noción de ancestralidad es fundamental para
marcar la distancia que separa el pensamiento andino orientado hacia el culto a los
muertos y el pensamiento amazónico que busca sobre todo, siguiendo a este autor,
abolir el recuerdo de los muertos para arrojarlos al olvido. Este afán de exclusión de los
difuntos se reflejaría, como hemos señalado, en las prácticas frecuentemente
observadas de abandono de las tumbas, destrucción de los bienes del muerto y
prohibición sobre su nombre. Siendo buen especialista de los Guaraní, el autor se ha
visto obligado a anotar una excepción : los cadáveres de los antiguos jefes tupí-
guaraníes, sometidos a los dobles funerales en urnas, y sobre todo los huesos de los
grandes chamanes, fueron objeto de un culto aparentemente muy elaborado.
Conviene recordar que tales prácticas de conservación de los muertos no eran
desconocidas en varias sociedades del Amazonas central que probablemente rendían
culto a los muertos (por lo menos a algunos de ellos) y a veces lossepultaban en
cementerios o los momificaban, si damos crédito a las crónicas antiguas.