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ANTIGUO TESTAMENTO
Introducción
ii. Mucho de lo que el AT dice acerca de cómo adorar a Dios tiene que ver con
las ‘sombras’ del AT. Tenemos que tener cuidado al interpretar esas
‘sombras’, y aplicarlas al culto en la iglesia (por ejemplo, Éx 25-28; Heb
9:1-12, 23).
iii. Algunos detalles del culto deben ser interpretados a la luz de la cultura de
ese tiempo (por ejemplo, Sal 47:1; ¿qué significaba aplaudir en ese
tiempo?).
En resumen, hay que usar los datos acerca del culto en el AT para sacar principios, no
detalles; y debemos hacer eso, a la luz del Nuevo Testamento.
1. EL CULTO PRIMITIVO
Un ejemplo de este culto son las ofrendas de Caín y Abel, en Gén 4. Aquí hay algunos
principios que debemos aprender:
- Cuando nos acercamos a Dios, no hay que presentarnos con manos vacías (v.3-
4a).
- Dios evalúa nuestras ofrendas (v.4b-5a).
- Él evalúa nuestras ofrendas conforme a nuestra fe (Heb 11:4).
- Él evalúa nuestras ofrendas conforme a nuestro comportamiento (1 Juan 3:12).
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2. EL CULTO DE LOS PATRIARCAS
- Erigían altares para adorar a Dios (Gén 12:7; 35:1,7). Es importante recordar
momentos de encuentros con Dios (ver Gén 13:3-4).
- Los patriarcas tenían contacto con el Hijo de Dios (Gén 18:1, 16-22; 22:11;
28:12 [ver Juan 1:51]; 31:11,13; 48:16).
3. EL CULTO EN EL TABERNÁCULO
Cuando Dios sacó a Israel de Egipto, Su propósito era tener un pueblo que le adore (Éx
3:18; 5:1; etc.).
Cuando Dios hizo una gran hazaña, el pueblo adoró (Éx 15). Éx 15:1, 20-21, nos
enseñan algunas cosas interesantes acerca del culto a Dios:
La revelación de Dios en el monte Sinaí (Éx 19) marcó el inicio formal del culto a Dios.
El pueblo se preparó para un encuentro con Dios, con el propósito de adorarle. Pero
primero tuvo que haber dos o tres cosas.
- Una revelación de la ley (Éx 20). Sin obediencia no puede haber adoración. La
mejor adoración ES la obediencia.
- Un compromiso con Dios (Éx 24). Sin eso, tampoco puede haber adoración.
Una vez que todo esto se había dado, Dios reveló los detalles del tabernáculo (Éx 25).
i. Se puso cierto énfasis sobre la sencillez (Éx 20:24-25). Dios tiene que ser
el centro de la atención en el culto, no la habilidad humana.
ii. Dios dio las órdenes acerca de cómo adorarle; no lo dejó a la creatividad
humana (Éx 25:9, 40). Él sabía el peligro de copiar las cosas del ‘mundo’ (2
Rey 16:2-4, 10-12).
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iii. El culto terrenal se modeló sobre el culto celestial. Todo el tabernáculo era
una suerte de réplica de las cosas celestiales (ver Heb 8:5).
- El pecado de Nadab y Abiú (Lev 10). Trataron de ofrecer “fuego extraño” (v.1),
y fueron consumidos.
El culto en el tabernáculo fue provisional; Dios tenía algo mejor para Su pueblo. Un
templo, en una ciudad céntrica, dónde Dios moraría.
4. EL CULTO EN EL TEMPLO
David no escogió Jerusalén al azar. Dios le estaba guiando, para que se cumpla Deut
12:5-14. Dios quería guardar a Su pueblo de la tentación de la idolatría, y de dejarse
influenciar por las cosas del mundo (ver Deut 12:2-3).
El templo fue construido en un lugar muy significativo (2 Crón 3:1). Dios le reveló a
David el diseño (1 Crón 28:11-13, 19). Salomón construyó el templo, en siete años (1
Rey 6). Cuando lo dedicó a Dios, la gloria de Jehová se posesionó del templo (2 Crón
7:1).
El servicio en el culto se llevó a cabo, según las órdenes de la ley (dadas a Moisés), y
las instrucciones complementarias, dadas a David.
Un elemento nuevo en el culto fue la música. Aunque Dios usó a David para instituir
esto, no hay que pensar que David lo hizo simplemente porque le gustaba la música.
Las palabras, “Todas estas cosas…”, en 1 Crón 28:19, deben aplicarse al v.13, que
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debe incluir a los cantores y a los músicos, mencionados en 1 Crón 25 (ver 1 Crón
28:21).
La destrucción del templo, a mano de los babilonios, marcó a Israel para siempre. En
el exilio, ya no podían cantar a Dios (Sal 137:1-4). Tampoco podían ofrecer sacrificios.
Fue durante los 70 años en el exilio que el culto en la sinagoga se originó. El cambio
principal fue que los sacrificios y la música dieron lugar al estudio de la Palabra, y a la
oración.
Cuando volvieron del exilio, reconstruyeron el templo (Esdras 3-5); pero ese templo no
tuvo la gloria del original, y eso causó mucha tristeza (Esdras 3:12; Hageo 2:3). Los
sacerdotes volvieron a ofrecer los sacrificios (Esdras 3:1-5), y los músicos tocaban y
cantaban (Esdras 3:10-11). Pero los judíos no pudieron ignorar una gran verdad – la
gloria de Dios no volvió al templo. El templo ya no era lo que había sido antes. Dios
estaba preparando algo mucho mejor. Un ‘templo’ con mayor gloria (Hageo 2:6-9).
Esa gloria estaba vinculada con la venida del Mesías, el Ángel de Jehová, el Mensajero
del Pacto (Mal 3:1), el Deseado de las naciones (Hag 2:7). Cuando se cumpliera eso,
la adoración a Dios ya no estaría limitada a un lugar (Juan 4:19-24).