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CULTO Y ADORACIÓN EN EL

ANTIGUO TESTAMENTO

Introducción

El AT tiene mucho que decirnos acerca de cómo los creyentes de la antigua


dispensación adoraron a Dios. Sin embargo, tenemos que interpretar con cuidado esa
información.

i. Muchos detalles son simplemente descriptivos (por ejemplo, Gén 28:16-18;


Éx 15:20-21). No podemos decir que Dios nos manda hacer esas cosas.
Debemos aprender principios, más que aplicar literalmente todo lo que el
texto dice.

ii. Mucho de lo que el AT dice acerca de cómo adorar a Dios tiene que ver con
las ‘sombras’ del AT. Tenemos que tener cuidado al interpretar esas
‘sombras’, y aplicarlas al culto en la iglesia (por ejemplo, Éx 25-28; Heb
9:1-12, 23).

iii. Algunos detalles del culto deben ser interpretados a la luz de la cultura de
ese tiempo (por ejemplo, Sal 47:1; ¿qué significaba aplaudir en ese
tiempo?).

En resumen, hay que usar los datos acerca del culto en el AT para sacar principios, no
detalles; y debemos hacer eso, a la luz del Nuevo Testamento.

El culto en el AT puede dividirse en CINCO etapas:

- El culto primitivo (desde la creación hasta Abraham).


- El culto de los patriarcas.
- El culto en el tabernáculo.
- El culto en el templo.
- El culto después del exilio.

1. EL CULTO PRIMITIVO

Un ejemplo de este culto son las ofrendas de Caín y Abel, en Gén 4. Aquí hay algunos
principios que debemos aprender:

- Cuando nos acercamos a Dios, no hay que presentarnos con manos vacías (v.3-
4a).
- Dios evalúa nuestras ofrendas (v.4b-5a).
- Él evalúa nuestras ofrendas conforme a nuestra fe (Heb 11:4).
- Él evalúa nuestras ofrendas conforme a nuestro comportamiento (1 Juan 3:12).

Conclusión: lo importante no es tanto lo que ofrecemos, sino como está nuestro


corazón y nuestro comportamiento (ver Is 1:10-17; Rom 12:1-2).

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2. EL CULTO DE LOS PATRIARCAS

- Ellos adoraban a Dios en ciertos lugares; particularmente donde Dios se


manifestaba a ellos (Gén 12:7; 17:1-3; 28:10-18). Eso indica que la adoración
no debe ser algo mecánico, sino dinámico – una respuesta humana a la
revelación divina. Debemos anhelar más de esas revelaciones de Dios.

- Erigían altares para adorar a Dios (Gén 12:7; 35:1,7). Es importante recordar
momentos de encuentros con Dios (ver Gén 13:3-4).

- Los patriarcas tenían contacto con el Hijo de Dios (Gén 18:1, 16-22; 22:11;
28:12 [ver Juan 1:51]; 31:11,13; 48:16).

3. EL CULTO EN EL TABERNÁCULO

Cuando Dios sacó a Israel de Egipto, Su propósito era tener un pueblo que le adore (Éx
3:18; 5:1; etc.).

Cuando Dios hizo una gran hazaña, el pueblo adoró (Éx 15). Éx 15:1, 20-21, nos
enseñan algunas cosas interesantes acerca del culto a Dios:

- Debe involucrar a todo el pueblo de Dios.


- La adoración debe ser caracterizada por la inspiración del Espíritu Santo
(“profetiza”, v.20).
- La adoración debe ser fundamentada en la Palabra de Dios (“Cantad a
Jehová…”, v.21; comparar v.1).
- Se puede usar instrumentos de música (v.20b).
- Puede haber danza (v.20b); pero habría que interpretar eso en su contexto -
¿qué clase de danza? ¿Quiénes participaban, cómo, y con qué movimientos?

La revelación de Dios en el monte Sinaí (Éx 19) marcó el inicio formal del culto a Dios.
El pueblo se preparó para un encuentro con Dios, con el propósito de adorarle. Pero
primero tuvo que haber dos o tres cosas.

- Una revelación de la ley (Éx 20). Sin obediencia no puede haber adoración. La
mejor adoración ES la obediencia.

- Una purificación del pecado (todo el sistema de sacrificio expiatorios); porque


sin la santidad no puede haber adoración.

- Un compromiso con Dios (Éx 24). Sin eso, tampoco puede haber adoración.

Una vez que todo esto se había dado, Dios reveló los detalles del tabernáculo (Éx 25).

Podemos notar algunos principios acerca del culto en el tabernáculo:

i. Se puso cierto énfasis sobre la sencillez (Éx 20:24-25). Dios tiene que ser
el centro de la atención en el culto, no la habilidad humana.

ii. Dios dio las órdenes acerca de cómo adorarle; no lo dejó a la creatividad
humana (Éx 25:9, 40). Él sabía el peligro de copiar las cosas del ‘mundo’ (2
Rey 16:2-4, 10-12).

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iii. El culto terrenal se modeló sobre el culto celestial. Todo el tabernáculo era
una suerte de réplica de las cosas celestiales (ver Heb 8:5).

iv. Sólo se podía adorar a Dios previo el sacrificio de sangre, anticipando la


muerte de Cristo.

v. El culto requiere la manifestación de Dios, y de Su gloria (Éx 40:34-35).

Debemos notar ciertos ejemplos de ‘culto’ que no agradan a Dios:

- El becerro de oro (Éx 32). El pueblo se corrompió haciendo lo que ellos


querían. La impaciencia dio lugar a la idolatría; y la idolatría, a pecados
sensuales.

- El pecado de Nadab y Abiú (Lev 10). Trataron de ofrecer “fuego extraño” (v.1),
y fueron consumidos.

- La rebelión de Coré (Núm 16). Eran levitas, pero no sacerdotes. Se


extralimitaron. Pagaron un precio alto (v.31-35).

El culto en el tabernáculo fue provisional; Dios tenía algo mejor para Su pueblo. Un
templo, en una ciudad céntrica, dónde Dios moraría.

4. EL CULTO EN EL TEMPLO

Para establecer ese culto, dos cosas eran necesarias:

- Un rey ‘conforme al corazón de Dios’; un profeta. Alguien como Moisés, con la


autoridad de establecer un nuevo culto. Ese hombre fue David. El rey anterior
(Saúl), descuidó el tabernáculo (ver 1 Crón 13:3). Según Sal 132:1-6, David
halló el tabernáculo abandonado en un bosque (aunque parece ser una
referencia a la ciudad de Quiriat-jearim (‘la ciudad del bosque’); ver 1 Sam 7:1.

- El traslado del arca del pacto a Jerusalén (2 Sam 6:1-23)

David no escogió Jerusalén al azar. Dios le estaba guiando, para que se cumpla Deut
12:5-14. Dios quería guardar a Su pueblo de la tentación de la idolatría, y de dejarse
influenciar por las cosas del mundo (ver Deut 12:2-3).

El templo fue construido en un lugar muy significativo (2 Crón 3:1). Dios le reveló a
David el diseño (1 Crón 28:11-13, 19). Salomón construyó el templo, en siete años (1
Rey 6). Cuando lo dedicó a Dios, la gloria de Jehová se posesionó del templo (2 Crón
7:1).

El servicio en el culto se llevó a cabo, según las órdenes de la ley (dadas a Moisés), y
las instrucciones complementarias, dadas a David.

Un elemento nuevo en el culto fue la música. Aunque Dios usó a David para instituir
esto, no hay que pensar que David lo hizo simplemente porque le gustaba la música.
Las palabras, “Todas estas cosas…”, en 1 Crón 28:19, deben aplicarse al v.13, que

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debe incluir a los cantores y a los músicos, mencionados en 1 Crón 25 (ver 1 Crón
28:21).

¿Qué podemos decir acerca de la música en el templo?

i. Fue algo ordenado, bajo tres líderes maduros (1 Crón 25:1).


ii. El ministerio de la música debía constituir ‘profecía’ (1 Crón 25:1-3; ver
Núm 11:25-29); es decir, algo inspirado por Dios.
iii. El propósito de la música no era entretener sino adorar (1 Crón 25:3b).
iv. Los músicos acompañaban el canto de los salmos, que eran cánticos
inspirados por Dios.

5. EL CULTO DESPUÉS DEL EXILIO

La destrucción del templo, a mano de los babilonios, marcó a Israel para siempre. En
el exilio, ya no podían cantar a Dios (Sal 137:1-4). Tampoco podían ofrecer sacrificios.
Fue durante los 70 años en el exilio que el culto en la sinagoga se originó. El cambio
principal fue que los sacrificios y la música dieron lugar al estudio de la Palabra, y a la
oración.

Cuando volvieron del exilio, reconstruyeron el templo (Esdras 3-5); pero ese templo no
tuvo la gloria del original, y eso causó mucha tristeza (Esdras 3:12; Hageo 2:3). Los
sacerdotes volvieron a ofrecer los sacrificios (Esdras 3:1-5), y los músicos tocaban y
cantaban (Esdras 3:10-11). Pero los judíos no pudieron ignorar una gran verdad – la
gloria de Dios no volvió al templo. El templo ya no era lo que había sido antes. Dios
estaba preparando algo mucho mejor. Un ‘templo’ con mayor gloria (Hageo 2:6-9).
Esa gloria estaba vinculada con la venida del Mesías, el Ángel de Jehová, el Mensajero
del Pacto (Mal 3:1), el Deseado de las naciones (Hag 2:7). Cuando se cumpliera eso,
la adoración a Dios ya no estaría limitada a un lugar (Juan 4:19-24).

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