En la literatura, el cine y otros medios de comunicación
suele transmitirse una idea fantasiosa de la Brujería, muchas veces cimentada en antiguas creencias populares que pululaban en épocas remotas cuyo único fin era desprestigiar a los practicantes de este Arte e infundir miedo en las mentes ignorantes. Brujas que vuelan en escobas, que se transforman en animales, que pactan con demonios y demás seres mitológicos, etc. Es cierto que no podemos decir que aquello sea totalmente falso, pero la realidad tampoco es tal cual la pintan en la pantalla grande. La Brujería, no podemos negarlo, relaciona al hombre con fuerzas ocultas que van más allá de lo cotidiano, pero que no son sino aspectos de la naturaleza dejados de lado por las ciencias profanas, mas no por las ciencias ocultas y sagradas. Y es esto lo que provoca el asombro de los que no están versados en el Arte. Que ciertos rituales tengan determinados efectos ha sido estudiado ya por nuestros antepasados, quienes describieron los procedimientos mágicos a realizar, pero estos procesos permanecen velados a la mirada de los curiosos. El brujo puede transformar la realidad conforme a su voluntad, sirviéndose de las correspondencias y arquetipos que experimentalmente han sido establecidos ya en el pasado, y cuya simbología muchas veces fue mal interpretada por los no iniciados. Un ejemplo famoso es el uso de la escoba en las ceremonias, cuya finalidad primera es la purificación del espacio ritual y la protección del recinto, pero que también se utilizó en ritos para la abundancia de las cosechas en los que las brujas danzaban y saltaban con ellas para representar el crecimiento de las espigas; asimismo, se usaba la escoba junto a ciertas sustancias enteógenas para provocar el “vuelo” de las brujas a otros lugares, no necesariamente físicos. La brujería es un sendero que tiene sus repercusiones en el mundo externo, pero cuyo objetivo primero es el desarrollo personal y mágico del propio brujo. Feliz encuentro.