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Recupera tu Pasión por Dios

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Área Espiritual
Meditaciones
Publicado el 03/04/15 10:28

Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus

fuerzas. Este es el principal mandamiento (Marcos 12:30)

Dios nos manda a que lo amemos completamente, no sólo dice que un poco, sino de todo
corazón, con un amor sincero, con una completa pasión. Con toda tu mente, que lo
reconozcas y lo ames por quien él es: nuestro Salvador, el Dios Todopoderoso.

Con todas tus fuerzas, que lo ames a él y al servicio que le ofreces, que le demuestres que lo
amas con acciones y no palabras. Con toda tu alma, con un amor completo y una entrega
total. Amarlo con el alma es solo un complemento de todo lo demás, en otras palabras es
entregarle todo a Dios.

Enamorarse de Jesús es algo tan asombroso porque no es un amor en el que sufres, no te


preocupas en que si Dios te seguirá amando o te fallare algún día, como tal vez lo haces con
las demás personas.

Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios. Y nosotros hemos

conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor,

permanece en Dios, y Dios en él (1 Juan 4: 15-16)

Estos versículos nos dicen que cuando dependemos y creemos en el amor de Dios, tenemos
una unidad o una comunión con él. ¿Pero qué pasa cuando ese amor o esa pasión por el ya
no existe más o nunca existió?

¿Cómo poder encender tu pasión por Jesús?


Para poder entender la respuesta a estas preguntas, primero debemos entender porque es
importante mantener la pasión hacia Dios.
Tener una completa pasión por Dios significa que estás dispuesto para servir a Jesús sin
importar tu situación o las consecuencias. El tener esa pasión por servir a Dios, por desarrollar
tu ministerio, tiene mucho que ver con tu propósito. Tu propósito es el trabajo para el cual Dios
te ha creado. Si no lo conoces entonces esa pasión no puede existir. Pero, al conocerlo
entonces puedes cumplir tu misión en la Tierra porque sabes que tienes que hacer, porque
esa pasión te conduce a cumplirla. Un ejemplo de una persona apasionada que conocía su
propósito fue Jesús. En 2 Reyes 9-10 habla sobre lo que él hizo. Dios, al ungirlo como rey de
Israel, no perdió su tiempo, sino que sabía lo que tenía que hacer: acabar con los cultos de
Baal y el reinado de Jezabel. Muchos le tenían miedo y no querían enfrentarse a ella. Pero la
pasión de Jesús por servir a Dios no le permitió que se rindiera. Acabo matando a Jezabel,
sus hijos y a los sacerdotes de Baal, terminando con todo ese periodo de maldad y caos,
cumpliendo su propósito.

El vivir apasionados por Dios es muy importante porque al hacerlo estas reconociéndolo. Lo
reconoces al hacer tu trabajo, orando, alabándolo y no solo en eso sino que también en todo
lo que haces, y lo haces todo como para él. Esto te hace sentir bien. Te sientes bendecido y
crees que puedes hacer mucho porque tienes a Jesús. Como si estuvieras en el mejor
momento en tu vida espiritual.
La pasión desata bendiciones y provoca el goza de Dios en tu vida porque obedeces a Dios y
lo pones a el primero, es lo que te anima a seguir adelante porque estás viéndolo a él delante
de ti. No te interesa tanto tu propio bienestar como el de los demás. Por causa de esto alabar
y adorar a Dios no se vuelve un problema porque te enfocas más en el que en ti, igual con las
personas, primero ellas y luego tú. El vivir apasionados nos trae muchas recompensas, como
ya dije, desata muchas bendiciones, porque Dios sabe cuando haces algo de corazón.
También, es importante porque cuando no vives apasionado por Dios, buscas tu propio
bienestar, te vuelves egoísta y no sientes esa misma compasión hacia las personas.

Hay muchas formas que pueden destruir tu pasión


Primero, está el engaño. Juan 10:10 afirma que el primer objetivo de Satanás es destruir
nuestra pasión, porque sin ella no se puede servir a Dios de todo. Juan 8:44 declara que
Satanás es el padre de la mentira, así que el engaño debe ser su principal arma de
destrucción ya que el engaño es la mentira disfrazada de verdad. Cuando descubrimos que
hemos sido engañados, nos llega una gran decepción hacia la persona que nos daño, y
muchas veces es difícil recuperarse de una decepción porque pierdes confianza por la
persona. En esto también están incluidas las mentiras como: Dios no me ama, nadie me
saluda, todos me ignoran, etc. Estas son grandes mentiras que el Enemigo nos hace creer,
que nos apartan de la comunión que tenemos con las personas y con Dios, destruyendo
nuestra pasión por esa separación.

Segundo, es el miedo. En Mateo 25: 14-30 habla sobre la parábola de los talentos, donde
uno de los tres hombres prefirió esconder el talento que recibió porque tenía miedo, a causa
de esto le fue quitado su único talento y dado a otro. Muchas veces Dios les da dones a las
personas, pero al ejercerlos les da miedo por ya sea perturbaciones, problemas, etc.
Entonces, esto destruye tu pasión porque no estás trabajando tu ministerio.
Tercero, es la rutina. Algo se vuelve una rutina cuando lo haces todos los días. Hay rutinas
que son buenas y otras malas. Hábitos que en lugar de ayudarte te destruyen. Esto en
muchas ocasiones causa estrés, fatiga, aburrimiento, tensión, etc. Eso destruye tu pasión
porque cuando todo esto empieza a invadir tu vida, empuja tu pasión fuera, se acaba y
comienzas a hacer todo por obligación y no por pasión. Lo haces solo porque tienes y no
porque quieres.

Sabiendo esto, es necesario conocer que es lo que enciende esa pasión por Dios. Una de
ellas es volver a entender de donde viene nuestra salvación. De recordar el sacrificio de Jesús
en la cruz y la razón por la cual lo hizo.

El entender tu propósito en la Tierra también encenderá tu pasión por Dios. Para encontrarlo,
debes de ir y preguntarle a Él, porque qué mejor es preguntarle al inventor sobre su invención
que a otra persona, esto significa que al buscarlo, deja de enfocarte en ti y más en tu Dios, tu
creador.

Otra manera de encender tu pasión, es amando a Dios y a su obra. Aunque al principio te


parezca esto muy difícil, amar algo o alguien cuando en realidad no es cierto, y hacerlo como
una obligación más que como un anhelo, pero al acercarte a Él y conocerlo mejor lo amaras
cada vez más, aunque al principio no sea así. Para conseguir esto es necesario que pongas
mucho de tu parte. No te rindas solo porque ya no sientes nada, sino que sigue luchando,
porque tu Dios espera esto de ti.

No es buena idea dejar de leer la Biblia o dejar de orar, ya que esto solo te alejara de Dios. Es
muy difícil hacer esto cuando no hay pasión, pero al luchar, Dios pondrá su espíritu sobre ti y
según lo que dice Hechos 1:8, que recibirás poder del Espíritu Santo para vencer cualquier
cosa en el nombre de Jesucristo, y que seréis testigos de los milagros y del poder del Dios
Todopoderoso.
Además, cuando te acercas a Dios, recibirás su Espíritu Santo y el te dará lo que necesitas en
tu vida, esto incluye el amor. Así que, te invito a que sigas buscando de Dios ya que es la
única manera en la cual podrás encender tu pasión por el. Dios los bendiga.

Autor: Viridiana Hernández

2 Corintios 11.22-31

En el pasaje de hoy, la descripción que hace Pablo de su sufrimiento es notable


en dos sentidos. Primero, había enfrentado un tormento considerable por su fe.
Segundo, se negó a quejarse o a buscar compasión, si todo eso era el precio por
servir con pasión a Cristo.

Servimos de acuerdo con la voluntad de Dios, no la nuestra. En el camino de


Damasco, Jesús le dijo a Pablo: “Se te dirá lo que debes hacer” (Hch 9.6).
Debemos buscar la dirección y el tiempo del Señor, en vez de elegir el ministerio
que nos parezca mejor. Dedicarse a hacer lo que Él pide requiere valentía;
cualquier cosa menos equivale a limitar nuestra obediencia.

Servimos conforme a nuestros dones, no a nuestras habilidades innatas. Un don


espiritual es el regalo especial que Dios nos da para servirle. Las habilidades
pueden ser útiles en su obra, pero sus dones nos equipan para el éxito. No fue su
habilidad innata lo que hizo de Pablo un predicador efectivo. De hecho, habló de
la inutilidad de sus habilidades y de su formación, en comparación con el
conocimiento de Cristo y de su servicio a Él (Fil 3.4-9).

Debemos servir enfocándonos en Dios, no en el trabajo. Pablo se destacaba por


mantenerse centrado en Cristo, pero aquí es donde muchas personas fallan.
Somos atrapados por las responsabilidades y los elogios, que pueden hacernos
perder de vista el verdadero objetivo: alcanzar a los desvalidos y a los que
necesitan a Cristo.

Hacer el “trabajo de iglesia” puede agradar al ego, pero agota al cuerpo. Si nos
mantenemos enfocados y servimos con nuestros dones, el servicio será
satisfactorio, aunque sea difícil o doloroso.

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